Ficha de Lectura 2 El Rol Del Estado en La Educaciòn Clase 2 PDF

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FICHA DE LECTURA: EL ESTADO Y SU ROL EN LA EDUCACIÓN

¿Hasta qué punto corresponde al Estado intervenir en la vida de la


sociedad?, ¿Cuá les son las funciones que el estado no debe delegar?
¿Cuá l es el rol del Estado en relació n a la educació n?

Estos y otros temas son discutidos cotidianamente con quienes tienen


responsabilidades de gobierno y por distintos actores sociales de la
cultura.

EL PAPEL DEL ESTADO EN LA EDUCACIÓN

El Estado ha sido un actor relevante en la difusió n de la educació n


durante el ú ltimo siglo. Sin embargo, desde distintas perspectivas, a
veces se cuestiona su papel. Se argumenta, por ejemplo, que no es
necesario delegar la funció n educativa en el Estado, puesto que hay
distintos agentes –como la familia o las asociaciones comunitarias- que
pueden desempeñ arla adecuadamente.

Otro de los argumentos frecuentes contra la participació n del Estado en


la educació n se apoya en la posibilidad –por parte del Estado– de
impedir cambios en la sociedad, ya que el Estado organiza las funciones
educativas para mantener un determinado orden político y social.
Sabemos que a travé s de una institució n como la escuela, no só lo se
imparten conocimientos té cnicos, sino tambié n valores, visiones del
mundo, maneras de organizar el pasado y el presente. Entonces,
sostienen los críticos, la intervenció n del Estado podría afectar la
capacidad de libre discernimiento de las personas. Es cierto que el
control de la escuela por parte de un Estado autoritario afecta la
libertad de pensamiento, en tanto transforma esta institució n en un
espacio de adoctrinamiento, de difusió n de una ú nica visió n de la
realidad.
En cambio, en un Estado democrá tico, en el que las instituciones está n
conformadas por representantes del pueblo y expresan las diferencias
existentes en esa sociedad, el papel del Estado en la educació n es difícil
de cuestionar.
En este caso, no es un grupo minoritario, sino la misma sociedad –a
través de representantes– la que decide có mo se organizará el sistema
educativo. Como por ejemplo que contenidos, qué metodología y qué
recursos son prioritarios en la enseñ anza, có mo se integran las
distintas perspectivas y có mo se respeta la diversidad de creencias.
Por otro lado, un sistema democrá tico permite la creació n de
instituciones educativas privadas, que pueden impartir -ademá s de los
contenidos bá sicos acordados por el conjunto de la sociedad- otras
enseñ anzas que interesen al grupo o al sector que sostiene esa
institució n; por ejemplo, principios religiosos o la lengua de una
determinada comunidad.

En general, en los países democrá ticos contemporá neos hay un ciclo


mínimo de obligatoriedad de la enseñ anza, que se debe cumplir en una
institució n formal, es decir en instituciones encuadradas en el sistema
educativo. En un contexto democrá tico, las decisiones sobre la necesidad
de un ciclo obligatorio y sobre los contenidos que se deben enseñ ar en las
escuelas no son arbitrarias, son el resultado de la discusió n y el acuerdo
del conjunto de la sociedad. Veamos ahora un poco de historia.

QUÉ SIGNIFICADO TENÍA LA EDUCACIÓN EN EL SIGLO XIX?

A partir de la segunda mitad del siglo XIX comienza, dentro del país, el
fortalecimiento de un Estado a travé s de la definició n de las fronteras
territoriales, la organizació n del ejé rcito y de los poderes pú blicos. El
sistema educativo se constituye como uno de los pilares de ese Estado
en formació n para garantizar su consolidació n.

La Constitució n Nacional de 1853 establecía, precisamente, el


derecho de enseñ ar y educarse como una responsabilidad de los
gobiernos provinciales.
La significació n que los políticos le asignaban a la educació n en
aquel entonces pasaba por el progreso de la nació n, logrando este
objetivo a travé s de la educació n de los inmigrantes.

La Argentina debía ser una repú blica civilizada, aunque, debido a la


curiosa contradicció n del sistema político conservador, en sus mismos
inicios el sistema ya contaba con numerosos excluidos: solamente un
20% de los niñ os en edad escolar asistían a la escuela. Era evidente que
la Argentina era un país grande pero escasamente poblado, y que
necesitaba un crecimiento rá pido de su població n. Aunque, asimismo,
era necesario moldear a los habitantes en la cultura del trabajo y del
orden a travé s de una «educació n comú n», como la que
propugnaba Domingo Faustino Sarmiento. En esa escuela pú blica,
destinada por igual a varones y mujeres, en la que recibían instrucció n
elemental, moral y buenas costumbres, el Estado debía garantizar sus
fines y hacerse cargo de su funcionamiento y conducció n. A travé s de la
influencia europea y norteamericana, Sarmiento establecía las bases de
una educació n popular que apostaba a la escuela primaria obligatoria.
Es un hombre convencido de que la educació n es la herramienta
decisiva para lograr la transformació n del país, garantizando el
progreso nacional dentro de un sistema democrá tico.
A travé s de la aprobació n de la Ley de Educació n de la Provincia de
Buenos Aires, Sarmiento lograba establecer la educació n comú n,
gratuita y obligatoria, y la obligació n de los padres a instruir a sus
hijos, legalizando la corresponsabilidad educativa. Asimismo, se
definieron autoridades educativas y se creaba un consejo de
educació n que controlaba escuelas, nombraba maestros, garantizaba el
cumplimiento de leyes, estimulaba la asistencia de los niñ os a la escuela
y administraba los fondos econó micos. Se generan distintos tipos de
escuelas: particulares, de adultos, jardines de infantes, etc. Se
reglamentaron las escuelas normales para homogeneizar tambié n los
valores y contenidos a impartir en las aulas, y se promovió la actividad
con un curioso principio utilizado por el mundo empresarial en la
actualidad: un incentivo de becas para los estudiantes, que quedaban
obligados a ejercer la profesió n docente por cuatro añ os una vez
recibidos, como contraprestació n de la inversió n puesta en ellos por el
Estado.
Tambié n se prohibieron los castigos corporales, con las consecuencias
imaginables para la é poca en cuanto a una nueva significació n respecto
de la formació n disciplinaria.

El Congreso Pedagó gico Internacional (añ o 1882) intentó convocar a un


debate sobre contenidos educativos, financiamiento educativo,
obligatoriedad de la escolarizació n y las competencias de la Iglesia en la
organizació n educativa. Estos debates, llevados a cabo por la llamada
«Generació n del 80», derivaban posteriormente en la Ley de Educación
Común N° 1.420 (añ o 1884). Dicha ley fue el principal instrumento
legal para expandir el sistema educativo sobre los principios de la
enseñ anza universal, obligatoria, integral, graduada, laica y gratuita. Su
aplicació n fue facilitada por la denominada Ley Láinez (Ley 4.874, añ o
1905), sancionada con el fin de que el Consejo Nacional de Educació n
procediera a establecer, en las provincias que lo solicitaran, escuelas
primarias. De esta manera, sobre el final del siglo se producía la
transferencia al Estado de funciones que anteriormente eran patrimonio
de corporaciones religiosas, é tnicas y/o civiles.
Se incorporaron modalidades de capacitació n para trabajos específicos, a
travé s de las escuelas de artes y oficios, y se creaban las escuelas
normales, que incorporan a las mujeres a la educació n.

¿QUÉ SIGNIFICADO TENÍA LA ESCOLARIZACIÓN EN LA PRIMERA


MITAD DEL SIGLO XX?

Para principios del siglo XX, la escuela se convierte en una experiencia


mayoritaria para los niñ os argentinos, alcanzando un 70% de asistencia
en la franja de edad que hoy consideramos la escuela primaria,
prá cticamente triplicando la població n existente medio siglo atrá s.

Sin embargo, no fue sino hasta fines de la primera dé cada de ese siglo
cuando José María Ramos Mejía (presidente del Consejo Nacional de
Educació n) denuncia que las masas de inmigrantes no logran una plena
integració n que pueda garantizar la grandeza y el progreso nacional.
Por ello, lanza un programa para profundizar los contenidos de tenor
patrió tico y nacionalista, que establezca un efecto homogeneizador
entre la població n estudiantil. Las características del sistema se basan
en una educació n rígida y disciplinada, fundamentada en el principio de
premio y castigo, acció n y reacció n. En el marco de este programa
destinado a moldear a las generaciones futuras, los niñ os debían
aprender a venerar las tradiciones patrias, sus símbolos y sus pró ceres.

A nivel curricular, la política educativa dicta que el patriotismo


atraviese transversalmente todas las á reas del saber y que abarque
desde los actos escolares, los paseos, la lectoescritura, las ciencias y la
moral hasta la formació n de los maestros y la construcció n de edificios.
La escuela y el programa nacionalista son el molde donde se funde el
cará cter colectivo en el período en que los cerebros infantiles son
fá cilmente plasmables y dó ciles.

En las dé cadas siguientes, la direcció n de sentido de la educació n entra


en un conflicto de poderes. Se entremezclan los buró cratas del sistema,
los conservadores, los anarquistas, los laicos, los religiosos, los
militares, los liberales, los antiliberales, los totalitarios y las crisis
políticas y econó micas –incluyendo golpes de Estado— producidas por
todos los actores anteriormente mencionados. Estas corrientes de
pensamiento pugnará n por los contenidos de los planes educativos, los
mé todos pedagó gicos y la formació n docente, siendo los nacionalistas
quienes resultan triunfadores. Fueron ellos quienes conducen el
sistema educativo hacia el tradicionalismo institucional, apuntando
hacia la reformulació n jerá rquica de la sociedad con base en la nació n y
la familia.

¿Y LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES?

La intervenció n o rol del Estado en la educació n se refiere tanto al


diseñ o de la política educativa, el dictado de las leyes y
reglamentaciones y a la fijació n del presupuesto. Tambié n a la creació n
y el mantenimiento de escuelas pú blicas y el otorgamiento de subsidios
a escuelas privadas, cuando se considera necesario.

La necesidad de garantizar la igualdad de oportunidades a todos los


miembros de la sociedad es un argumento a favor de la intervenció n del
Estado en la educació n. Los diversos sectores sociales tienen distintos
niveles de ingresos y, por lo tanto, diferentes posibilidades de acceso al
consumo. A pesar de la desigualdad en sus condiciones de vida, todos
los sectores necesitan y tienen derecho a la educació n. Los miembros de
una sociedad tienen el deber de ser solidarios unos con otros y,
especialmente, con quienes má s lo necesitan.

Si el Estado no se hiciera cargo de la educació n, se correría el riesgo de


que la oferta educativa dependiera de la capacidad econó mica de cada
comunidad. Las organizaciones de una comunidad no siempre cuentan
con los medios para este fin. Si la educació n quedara exclusivamente a
cargo de las comunidades, no resultaría igual para todos. Una
propuesta de educació n igual para todos es posible si la sociedad, a
travé s de las instituciones del Estado, se hace cargo de ella. Es má s,
algunos especialistas sostienen que la superació n de la pobreza
requiere una excelente oferta educativa para los sectores má s pobres de
la sociedad. Esto significa que en el á rea de la educació n –como en el
área de la salud-, los servicios para los sectores socialmente
desprotegidos deben concentrar mayores esfuerzos que aquellos a los
que acceden otros sectores sociales. En este aspecto, no se trata de
establecer una oposició n entre escuelas pú blicas y escuelas privadas.
En muchas zonas de nuestro país, son escuelas privadas (por ejemplo,
las parroquiales), con frecuencia subsidiadas por el Estado, las que
atienden a la població n de menos recursos.

Si el Estado es considerado una organizació n en la que la sociedad


delega funciones, se puede entender su participació n en la educació n
como una expresió n del espíritu democrá tico.
En el mundo contemporá neo, esta intervenció n del Estado en la
educació n continua siendo una garantía de que todos los individuos,
independientemente de su condició n social, puedan apropiarse de las
herramientas necesarias para el desenvolvimiento en la vida.

CÓMO ES LA RELACIÓN ENTRE ESTADO Y EDUCACIÓN EN LA


ARGENTINA?

En los procesos de constitució n de los estados nacionales, la


instauració n de un sistema educativo extendido a distintos sectores de
la població n fue un elemento importante en tanto permitió , entre otros
objetivos, unificar la nació n en torno a una lengua comú n. En el caso
de la Argentina, el censo de 1869 había registrado que casi el 80% de la
població n era analfabeta. La mayoría de los inmigrantes que llegaron a
nuestro país hacia fines del siglo XIX y principios del XX tampoco
sabían leer o escribir. La necesidad de modernizar el país hacía
imprescindible que la mayor cantidad posible de ciudadanos accediera
a distinto tipo de capacitació n. En ese momento, estaban surgiendo las
principales instituciones de la Repú blica y la economía se complejizaba.
Ademá s de mano de obra, se requerían profesionales, té cnicos y
empleados que supieran leer y escribir. Esos grupos heterogé neos de
trabajadores no só lo necesitaban formació n té cnica; tambié n querían –
como lo pretendían los dirigentes– integrarse a la nació n que los había
recibido. Esto implica la construcció n de una identidad. Los hijos de los
inmigrantes concurrían a las escuelas, que los «nacionalizaban», con el
apoyo de los padres. Ellos encontraban en la escuela argentina un
sistema educativo abierto que valoraban y que les permitiría la
posibilidad de que sus hijos accedieran a una profesió n universitaria.

En 1882, se realizó en la Argentina un Congreso Pedagó gico


Internacional, que tenía como objetivos dar cuenta del estado de la
educació n en el país y encontrar los medios adecuados para posibilitar
su desarrollo. En este contexto de discusiones sobre la educació n, se
sancionó , en 1884, la conocida Ley 1.420 de enseñanza universal,
obligatoria, gratuita y laica.
Esta ley tuvo su correlato en obras concretas: la creació n de escuelas
primarias y escuelas normales en todo el territorio nacional y el
impulso de la creació n de bibliotecas populares. Esta situació n general
resultó en un significativo aumento de la població n alfabetizada (en
1914, la población analfabeta se había reducido al 35% del total de la
población).

BREVE APRECIACIÓN DE LA EDUCACIÓN HOY

La educació n en el mundo contemporá neo se plantea cada vez má s


como un desafío para las sociedades y los gobiernos. Ya no es una
cuestió n de mejor o peor integració n de los individuos a la sociedad,
sino que directamente se instala la alternativa de integració n o
exclusió n. Un buen manejo de la lectura, de las operaciones
aritmé ticas, manejarse con familiaridad frente a una computadora, son
competencias que hoy forman parte de los requisitos exigidos, aun para
trabajos poco calificados.

Podemos imaginar con facilidad las diferentes trayectorias sociales que


recorrerá n chicos que poseen acceso al estudio, la lectura, la utilizació n
de computadoras, y aquellos cuyos recursos apenas les han permitido
aprender a leer y a escribir. Aunque las situaciones no sean
irremediables, se ve claramente que los chicos pertenecientes a familias
de escasos recursos tienen má s posibilidades de realizar una trayectoria
orientada hacia la exclusió n social.

El tipo de educació n recibida es el factor que má s puede influir en sus


posibilidades futuras. Las sociedades, a travé s de sus gobiernos,
deciden las políticas que implementará n los organismos del Estado, y
que contribuirá n a conformar un tipo de organizació n de la sociedad.
Una forma democrá tica de resolver la desigualdad social supone
invertir en un sistema educativo que garantice la igualdad de
oportunidades para todos.

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