Periodismo e Ideología

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Periodismo e Ideología

por Victor Malumián

Infoentretenimiento o incapacidad periodística

El periodismo, en especial bajo su formato audiovisual, asiste a una farandulización de


la información. No es extraño que la distribución del tiempo en los noticieros de aire
priorice la jornada deportiva a la discusión del nuevo presupuesto nacional, tampoco es
inusual que la sección de espectáculos utilice más tiempo que el dedicado a cubrir la
reestructuración de la deuda externa, la cual tiene una implicancia directa en los
presupuestos de salud y educación.

El travestismo informativo en los noticieros de los canales de aire elimina la


información socialmente necesaria para tomar decisiones en relación a los temas del
devenir ciudadano al reemplazarla por infoentretenimiento , bajo el cual las noticias son
presentadas de una forma más amena y entretenida como el último novio de la vedette
de turno, sin mencionar la sofocante autorefencialidad del medio que observa su propio
ombligo hasta marearse.

La historieta The Yellow Kid que sirvió como detonante para crear el adjetivo amarillo
para el periodismo sensacionalista pareciera casi halagador para definir el tratamiento
que le brindó la prensa al desastre Cromagñon o a los atentados en Londres. La
televisión no puede informar una cantidad abstracta de muertos, debe mostrar las bolsas
negras en prolijas filas a la espera de una ambulancia.

Pluralidad de voces

El desgaste de la calidad informativa encuentra entre sus causas la flexibilización


laboral. A este fenómeno se suma su hijo pródigo: el periodista multimedio . Este tipo
de periodista se informa pobremente durante diez minutos y escupe información durante
una hora en diversos soportes, usualmente del mismo multimedio. El principal problema
de este sistema radica en que un periodista ocupa el lugar de tres o cuatro colegas. En
consecuencia el tiempo que tres periodistas distintos dedicarían al análisis e
investigación de la noticia se reduce al tiempo de uno. En esta reducción del tiempo se
priorizan las tareas, por ende uno de los principales damnificados es el chequeo de
fuentes, el cual suele ser relegado como último quehacer en la lista.

Otra consecuencia es la creación de un discurso único que es repetido sin importar el


soporte en detrimento directo de la calidad periodística y la supuesta pluralidad de voces
bajo una doble articulación, una primera donde el mismo multimedio como emporio
destruye a su competencia y una segunda donde el periodista multimedio destruye a sus
colegas. Aunque no debemos obviar sus ventajas, no sólo un redactor es más fácil de
presionar que tres, sino mucho más barato.

Esta práctica no tiene como única causa la flexibilización laboral dentro de su campo de
acción, además tiene su correlativo en la falta de competencia entre los noticieros, los
cuales no se preocupan por el desgaste de la calidad sino por la división de la torta
publicitaria. Cada noticiero se ha agenciado un tipo de público al cual se dirige casi de
forma exclusiva, en relación a tres características básicas, las divisiones socio-
económicas, el contrato de lectura y a la ideología que se destila de su discurso.

La información también se envuelve para regalo para su mejor consumo. “La relación
vendedor-comprador, disfrazada de relación intersubjetiva entre emisor y receptor,
enmascara las relaciones sociales de producción que marcan al discurso de prensa. En la
neutralidad del proceso informativo tal y como la plantea el modelo liberal el mercado
aparece como una realidad indeterminada, como condición de la sociedad y no como
producto de relaciones económicas precisas. De igual manera la comunicación de
noticias, el mercado de las información, se describe como necesidad consustancial de un
hombre ahistórico” .

Lo que la gente quiere

La falsa dicotomía entre noticias blandas como los espectáculos y las duras como la
política llevó a un gran porcentaje del periodismo actual a considerarse juez de qué
desea ver la gente en televisión, sin tomar en consideración al menos dos variables de
importancia. La primera incide sobe esta categoría: gente como si alguien podría
estrechar la mano de la gente y preguntarle que desea, como si la sociedad entera
concurriera ávida ante el televisor en una espera homogénea del mismo tipo y
tratamiento de la información.

La segunda variable se establece en la imposibilidad de elegir entre lo que no se oferta,


si la oferta informativa se estandariza en un mismo producto que cambia de conductor u
organización retórica pero no de contenido. La posibilidad de elegir se torna una ironía
del sistema de competencia por captar la mayor cantidad consumidores posibles, ya que
el raiting no funciona como indicador de calidad sino de cantidad de pauta publicitaria a
vender, ergo de ingresos.

El soporte gráfico no escapó a la dinámica mercantilizante de la depreciación de la


calidad informativa cristalizada en la disminución de las ventas de los principales
diarios del país y la cantidad de lectores por ejemplar; la sensible desaparición de las
publicaciones de investigación periodística reemplazadas por revistas que proponen un
estereotipo de hombre sediento de habanos, autos y mujeres en bikinis.

A modo de ejemplo podemos tomar el diario de mayor tirada donde se puede rastrear en
los últimos veinte años un incremento de infografías, cuadros explicativos, noticias
cortas, letras e interlineados de mayor tamaño y un aumento en la cantidad de fotos en
relación a la cantidad de noticias dentro del diario. Todas estas características nos
marcan no sólo que los tiempos de lectura se han acortado y el lector busca informarse
más rápido sino un recorte de la contextualización de las noticias, de sus implicancias y
por supuesto de su análisis posterior.

Ante este creciente desprestigio social que atraviesa el periodismo a causa de su


paupérrimo nivel es inevitable preguntarse ¿nos encontramos ante un quiebre del
paradigma periodístico que devendrá en una nueva lógica informativa o sólo se trata de
una fluctuación que volverá paulatinamente a sus niveles normales?
La noticia como mito

Tanto el recorte de la noticia como la ausencia de un contexto que la enmarque


transforman la noticia en mito. La falta de elementos para juzgarla en su entorno social
y económico la vuelven un dato asilado que mediante su repetición con pequeñas
variables temporales y espaciales construye un imaginario de la vida cotidiana. Si
pensamos en la relación entre las bombas que estallan en medio oriente y los noticieros
nacionales que nos lo informan podemos divisar al menos tres características.

La primera se basa en una descripción maniquea de la situación donde existen buenos


que buscan imponer la democracia y malos que se inmolan de forma fanática. No existe
una mediación inteligente que explique los intereses de los “buenos” por establecer un
orden controlable dentro del poder político para vaciar los recursos naturales, como
tampoco se intenta dilucidar el porqué del accionar de los insurgentes.

Una segunda característica es la incidencia del presupuesto de los noticieros sobre la


calidad periodística. Los noticieros nacionales, en su mayoría, no trasladaron a sus
corresponsales al lugar de los hechos. Los noticieros nacionales se limitan a comprar el
tiempo libre de los enviados extranjeros para cubrir sus noticias. Esta simple
observación nos lleva a la simple conclusión: la noticia que nos llega como
consumidores está doblemente procesada, primero por un periodista foráneo que cubre
los acontecimientos bajo la línea editorial que le impone el medio que le paga los gastos
y luego procesada por el editor de turno del noticiero de aire.

Una tercera característica está dada por las imágenes que se usan para ilustrar el
concepto de que si lo está viendo es porque sucede, la construcción de verosimilitud a
través del directo. Por ende, a veces son usadas imágenes de archivo y podemos
observar sin percatarnos que esos escombros que se venden como noticias de la última
bomba son quizá el resabio de una demolición en 1999.

La falta de contexto también es uno de los principales problemas que aquejan al


periodismo. No sólo está dada por la falta de capacidad imperante ya que un porcentaje
interesante de los periodistas que pululan por las redacción y producciones poseen una
escasa formación, además tiene su correlato en una marcada intención por desinformar.

Tomemos nuevamente a nuestro alumno predilecto, el noticiero de canal 9 en su versión


de las 20 horas , cuando el columnista de economía nos mira a los ojos estableciendo
contacto con nuestra mirada a través de la cámara nos dice con voz alarmada que el
Banco de la Nación compró ayer cuarenta y siete millones de dólares para frenar el
inminente descenso del dólar. Ante semejante cifra no queda otra respuesta que el
estupor. El recorte informativo pasa por la insuficiente, por no decir nula, investigación
previa del periodista, ya que no nos facilita las cifras de la semana o el promedio de
compra del corriente mes comparado con otros años por parte del Banco de la Nación.
Esa suma que pareciera gigantesca podría bien resultar normal al igual que el tan
mentado riesgo país. El giro se completa si tomamos en cuenta que el discurso del
periodista abre su significación al decir vamos a ponerlo en palabras que doña rosa
entienda.
Se descartan dos argumentos, por un lado la excusa de la falta de tiempo y ese uso
racional que equivale sus segundos en oro ya que las noticias de color se suceden junto
a los chistes entre los presentadores, y por el otro, descartamos los supuestos
informativos que puede prever el periodista que nosotros tenemos ya que le habla a
doña Rosa, sujeto social inventado por Neustad para explicarnos con sus propias
palabras porque la junta militar manejaba con excelencia el país.

Objetividad, fuentes e ideología

Entonces si lo que vemos está procesado por otros , la poca información que nos llega
está recortada de una manera tan prejuiciosa que la vuelve casi inservible y a estas
condiciones se le suma las noticias de chismes a modo de estupefaciente informativo
¿por qué aún los medios masivos de comunicación dentro de su versión periodística son
tan consumidos?

En sus orígenes el periodismo gráfico se basó en una prensa facciosa solventada por
partidos o agrupaciones políticas. Con el devenir del tiempo la prensa vislumbró el
negocio que se escondía detrás del comercio de la información y decidió
independizarse. Para lograr un completo desmembramiento de los relatos parcializados
de los acontecimientos se acuñaron frases que marcaron el rumbo de las redacciones.
Los hechos son sagrados, las opiniones libres. Con esta frase se significaba la necesaria
disección de la noticia entre opiniones del periodista y hechos. Eco toma algunos de los
rasgos que se usaron para logar la tajante separación entre ellos distingue dos
fundamentales, la erradicación de los adjetivos calificativos y la cita a las fuentes.

La cita a las fuentes fue uno de los principales medios para lograr la verosimilitud, la
noticia no es la misma si proviene de la boca del vocero oficial con nombre y apellido
que si la asevera el nuevo sujeto social de moda altos funcionarios .

La pregunta que resta es ¿por qué los medio le huyen a la opinión como a la peste?
Quizá la respuesta sea más sencilla de lo que pareciera. Al separa la opinión de los
hechos se crea la idea de que el lector puede sacar libremente sus conclusiones como si
accediera en vivo a los acontecimientos, por más lejos que se encontrara. Si tomamos
conciencia que no existen los hechos lisa y llanamente, que toda noticia tiene varios
recortes, como ser uno espacial que limita la extensión por ende la información; uno
cercano al oficio del periodista que discierne que es accesorio y que primordial; y un
último filtro de corte subliminal donde se debaten sus prejuicios de forma inconciente
sobre la redacción del artículo, la noticia deja de ser impoluta.

Insisto, si tenemos en cuenta estos recortes debemos suponer que la noticia ya no es


inmaculada, que depende del juicio y la opinión de quien la redacta. Entonces nos
preguntamos por la opinión, el factor que altera los nervios es que a través de ella se
destila la ideología . Esta palabrita, necesariamente se asocia al pensamiento de
izquierda, como si el neoliberalismo y el fascismo no lo fueran. Remarco este detalle
para afirmar que nadie escapa a una ideología que atraviesa su pensamiento, peor aún
aquellos que se afirman libres de ideología son quienes más afectados por ella está, no
sólo por no poder reconocerla sino por el claro accionar de un pensamiento neoliberal
despolitizante que reinó durante los noventa.
Cabe plantear la siguiente situación: ¿Qué pasaría si los dos grandes diarios argentinos
olvidaran el oportunismo político que los caracteriza y se reivindicara bajo una
ideología o tendencia política definida? Arriesgo una precaria respuesta para que los
lectores activos completen, para empezar perderían un gran porcentaje de los lectores
que no comparte su nueva política, por ende pauta publicitaria, ergo dinero.

Ford, Aníbal

Otra razón más para recordar a Domingo Cavallo

El caso paradigmático sería Bonelli quién trabaja para el formato web, radial y
televisivo del multimedio

Barbero, Marín Jesús, “Mitos y farsas de la información”. En Oficio de Cartógrafo.


Travesías latinoamericanas de la comunicación en la cultura ¸ México, FCE.

Dominique Wolton

Tomamos el caso del canal 9 por ser el más grosero no por ser el único.

Aníbal ford

Número 6

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