Poema Compañerismo

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Cuerpo de cristo

He aquí la octava maravilla del mundo, he aquí una verdad más grande que las marcas de edad del
universo, he aquí la semejanza hecha carne: el cuerpo de cristo. Es bien cierto que sin ser
estudiados, somos doctores unos de otros, porque si de la fría cortada se trata, en el planeta entero
no hay como nosotros. Si al él o ella lo cubre la horrenda desnudez, vienen las manos de muchos
como caballos hacia el horizonte para que Jehová haga de la acción su prez. Si al él o a ella se le
ven correr las confiadas lágrimas porque no hay nada que le sacie, porque el fuego está preparado
para preparar lo que sacia; llegan de tierras muy lejanas los caminantes que predisponen un pedazo
de corazón para colocar en la mesa los aderezos, especias y delicias que llenan no solo el cuerpo,
sino el alma entera. Si a él o a ella le esperaron las piedras, las piedras agudas, cortantes; para
quebrantar y dejar en el suelo la sangre de príncipes hijos del rey de reyes, la mano, el hombro y los
pies de alguien que los entrega sin importar si los necesita, aparecen de la nada. Hoy sabrás que los
oídos del cielo esperan que puedas susurrar a los oídos del despistado un consejo, consejo que
construyen torres, crean puentes limpian caminos, caminos estrechos que de seguro llevan a aguas
cristalinas, frondosos árboles, a la eternidad del tiempo, tiempo que es el que no hay porque su
venida está cerca y los compañeros aún tenemos escrita en la lista una tarea por cumplir, llevar el
pan de vida a los hijos pródigos que dejaron en un momento de locura la casa del padre, padre que
es cabeza, cabeza que nos guía. No seas la ostra que se cierra y niega su perla, porque más
bienaventurado es dar que recibir, no lo digo yo lo dice hechos. No seas como la adormidera que
con el más leve roce ignora, porque a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también
la otra, no lo digo yo lo dice mateo. No seas como los ñus, que si ven a un miembro de la manada
clavados en colmillos feroces lo abandonan, porque mejor son dos que uno, porque si uno cayere el
otro le ayudara a levantarse, no lo digo yo lo dice Eclesiastés. Hoy, en medio de comunicaciones
fugaces la imposibilidad de decir al necesitado estoy contigo, es imposible. Si quieres puedes
asomarte y ver a tu alrededor con ojos que se negaban a pesar de que sí veían que en aquella
esquina hay un hombre en cuyos labios reposa la muerte en un cilindro; que en aquel parque, tan
siquiera por una de las migajas a las que aun los perrillos de la conversación entre Jesús y la
cananea tenían derecho, lucha la mujer por terminar de dejar a la palabra tabú sin sentido y no
desfallecer sin bocado en su boca; que en aquella alta torre hay una mujer al filo de la
desesperación, al margen de su último aliento, al borde de la muerte, esperando una señal que solo
ella ve, para entregarse a los brazos de la gravedad únicamente para terminar con la carne
magullada y el alma en una eternidad ardiente; que en aquel hogar un hombre empuña una vida en
sus manos, como si el tuviese el derecho de quitarla, de quitarle los apresurados pulsos a la
obsequiada cónyuge. Regala, espera, sufre, abrasa, saluda, sonríe, habla, pregunta, visita, ora,
intercede, porque al lado tuyo están esas personas que muchas veces con voz apagada te dicen que
hay algo por hacer, algo donde tu mano es base, tu pie es camino, tu voz trompeta, tu aliento fuerza,
y tu mera presencia el resumen más corto y sencillo de todas las palabras en este poema: un
compañero. Mira en las hojas del pasado la evidencia de que a pesar de las dificultades amar a tu
hermano no es inadmisible. Recuerda que aconteció que cuando David hubo acabado de hablar con
Saúl, el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo. Y Saúl le
tomó aquel día, y no le dejó volver a casa de su padre. E hicieron pacto Jonatán y David, porque él le
amaba como a sí mismo. Y Jonatán se quitó el manto que llevaba, y se lo dio a David, y otras ropas
suyas, hasta su espada, su arco y su talabarte.
Alex Fuentes

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