Arte y Psicoanalisis Construyendo El Rei

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ARTE Y PSICOANÁLISIS:

CONSTRUYENDO EL REINO DE LA ILUSIÓN.

VERÓNICA ROSSI

Universidad Nacional de Mar del Plata.


Facultad de Psicología

[email protected]
Arte y Psicoanálisis: construyendo el Reino de la Ilusión.

Resumen

El presente escrito, surge en el marco de la Maestría en Infancia e Institución(es), dictada

por la Facultad de Psicología, de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP); a

los fines de servir como apoyatura teórica para abordar un caso clínico situado en la

experiencia recorrida en el Programa de Formación de Graduados en el Ámbito de la

Salud Pública, perteneciente a la misma facultad.A partir de la presentación de un caso,

se realizarán consideraciones teórico clínicas acerca del valor de la sublimación en la

adolescencia y la lectura de una experiencia creadora, tomando a Winnicott, como modo

de transitar el desasirse de la familia, según lo planteado por Freud.

Palabras clave: Adolescencia/s; desamparo; desasirse; transición; arte.

Arts and Psychoanalysis: building the kingdom of illusion

Abstract

This writing arises within the framework of the Master's Degree in Childhood and

Institution(s), dictated by the Faculty of Psychology, of the National University of Mar

del Plata (UNMDP); in order to serve as theoretical support to address a clinical case

located in the experience of the Graduate Training Program in the Field of Public Health,

belonging to the same faculty. From the presentation of a case, theoretical-clinical

considerations will be made about the value of sublimation in adolescence and the reading

of a creative experience, taking Winnicott, as a way of going through disengaging from

the family, as proposed by Freud.

Key words: Adolescence/s; abandonment; disengage; transition; art.


Reseña curricular

Licenciada en Psicología, Maestranda en Infancia e Instituciones y Especializanda en

Psicología Perinatal. Adscripta a la docencia e investigación en la Facultad de Psicología

- UNMDP. Psicoanalista dedicada a la atención de niños/as, adolescentes, y adultos/as,

en el ámbito clínico. Ex concurrente del Programa de Formación de Graduados en el

Ámbito de la Salud Pública, perteneciente a la Facultad de Psicología de la UNMDP.


Arte y Psicoanálisis: construyendo el Reino de la Ilusión.

«El estado de adolescencia se prolonga según


las proyecciones que los jóvenes reciben de los adultos
y según lo que la sociedad les impone
como límites de exploración.»
Françoise Dolto.

El presente escrito, surge en el marco de la Maestría en Infancia e Institución(es),

dictada por la Facultad de Psicología, de la Universidad Nacional de Mar del Plata

(UNMDP); a los fines de servir como apoyatura teórica para abordar un caso clínico

situado en la experiencia transitada en el Programa de Formación de Graduados en el

Ámbito de la Salud Pública, perteneciente a la misma facultad.

El caso a presentar, donde se atiende a una adolescente de 16 años, está

circunscripto en la práctica clínica realizada en un Centro de Atención Primaria de la

Salud (CAPS) de la ciudad de Mar del Plata. Dicha asistencia, se desarrolló en un lapso

de tres meses, a raíz de la derivación de un colega de la sala, quien comenta que la

adolescente: “entró con la madre, que fue la que habló todo el tiempo, B 1 miraba para el

piso, y en algún momento deslizó un sí o un no.” El motivo de consulta será ataques de

pánico, situación que le impide desempeñarse con plenitud en el día a día.

Una vez realizada la mencionada derivación, B asiste a consulta…con su madre.

Refiere tener cierta sensación de despersonalización (“a veces siento que no soy yo”), y

situaciones de malestar que asemeja a ataques de pánico, planteando “necesitar” que

1
Todos los nombres utilizados, son ficticios, a los fines de cumplimentar con las legislaciones vigentes
acerca del uso de datos sensibles.
alguien esté siempre con ella. No viaja en colectivo sola, no hace mandados, ni interactúa

con otras personas.

Su familia está conformada por madre, padre y un hermano dos años menor que

ella, donde éste último, “siempre tuvo todas las libertades”. Relata que “nunca tuvo la

necesidad de hablar”, ya que en su casa la conocen, y entienden lo que necesita, mediante

sus señas, con solo un movimiento, “me leen y ya saben lo que quiero”.

Asimismo, comenta no lograr descansar bien, dado que tiene “pesadillas muy

tétricas” que le impiden el sueño.

Según lo referido en entrevistas, no tendría vínculos exogámicos por fuera de su

familia nuclear, hecho que la angustiaba de sobremanera; es excelente alumna y una

valiosa artista, destacándose en música y arte.

A medida que fue avanzando el tratamiento, se intentó fortalecer su lugar de sujeto

deseante y que lograra comenzar a tener un espacio propio, el cual debía comenzar a

construir, sobre todo, desde el discurso.

A razón de esto, y ante la imposibilidad de poner en palabras lo que le iba

sucediendo o aquello que iba sintiendo, se le brindó un cuaderno para que pueda usarlo

como ella quisiera, e intentar, darle “forma” a eso que le acontecía, también como un

modo de “recrear” un objeto transicional, quizás inadecuado o faltante en momentos de

su infancia.

Así, fue que con el pasar de los encuentros, ella traía su cuaderno y mostraba lo

que allí plasmaba. Al comienzo, para “hacerse entender”, dibujó sus sueños, demostrando

la calidad de artista que es, siendo tan vívidos como bellísimos. De a poco, se fue

trabajando en ésa línea, donde imperaba el miedo al exterior y a cierta sensación de

desvalimiento que la arrinconaba en una inseguridad que sostenía sus ganas de no salir.
En éste sentido, resulta pertinente retomar a Freud (1927, p. 18) quien plantea que

“El desvalimiento y el descontento del género humano son irremediables.”

El término “desvalimiento” significa desamparo, abandono, falta de ayuda o

favor. Dicho sentimiento, se originaría tempranamente en la infancia cuando falta la

presencia aseguradora del adulto/a que protege al niño/a. En esta línea, citamos a Firpo

(2013, p. 58), quien propone que:

la ausencia del otro en su función libidinal da lugar en los niños, pero

también en los adolescentes a un sentimiento de desvalimiento, y a la más

profunda de las angustias: la sensación de “des-auxilio”, de “des-ayuda”

(…) requiere de un otro que acompañe, que no sea incondicional pero sí

que esté disponible.

El término “descontento” significa, en una primera acepción, sentirse insatisfecho

con algo o con alguien y en una segunda, disgusto o desagrado.

El desvalimiento tendrá relación así, con la impotencia de las propias fuerzas para

asegurarse la vida o proporcionarse los recursos para protegerse de algún objeto hostil o

agresivo; mientras que el descontento, tendrá que ver con la insatisfacción de algún deseo.

A razón de esto, afirma Freud (1927, p. 48): “El hombre no puede permanecer

enteramente niño; tiene que lanzarse fuera, a la ‘vida hostil’. Puede llamarse a esto

‘educación para la realidad’, necesaria para vivir en sociedad.”

El sujeto que tiene la fuerza para hacer ese pasaje del espacio familiar, protector;

al espacio social, que implica sostenerse a veces en la intemperie, se le hace necesario un

aprendizaje.

¿Podría facilitar el cuaderno de B el andamiaje necesario para que logre el pasaje

de un espacio al otro?
Dentro de la teoría desarrollada por Winnicott podemos destacar dos conceptos

que fueron fundamentales para entender el proceso creativo y más adelante la

“experiencia artística”, estos son: el concepto de objeto transicional y el de fenómenos

transicionales junto con la descripción de la zona intermedia de experiencia, en la que

ubicará la experiencia cultural en la vida adulta.

El proceso creativo, inédito para B hasta entonces desde ésta forma de abordaje,

cambiaba su posición en el mundo, permitiéndole expresar los conflictos que vivía

internamente: facilitándole el inicio de un proceso a través del cual podía interactuar

socialmente.

En éste sentido, si el arte organiza, podemos pensar en el aporte y favorecimiento

a los procesos de subjetivación, siendo una herramienta netamente transformadora.

La importancia del carácter transicional de un objeto es que cumpla la función de

mediación, de ser un “entre” que garantice el pasaje dinámico de un espacio a otro. A

razón de esto, nos dirá Martínez (2016, p. 114):

El objeto transicional es ese “médium” que al mismo tiempo lo representa

y lo separa, al mismo tiempo pertenece al niño y al Otro, pero sobre todo

es aquello que permite la apertura de ese campo intermedio donde la

relación con el Otro se torna posible.

Los mediadores se simbolizan como parte de la zona transicional, un objeto

símbolo es parte del sujeto pero está afuera del mismo, en un campo de representación.

La función de lo intermediario se vincula no sólo con un conjunto de conductas, de

reacciones cuyo fin es funcionar en un campo de relaciones, sino también abarcar un

conjunto de procesos psíquicos ligados a la existencia de un campo de representaciones.


En relación a la noción de fenómenos transicionales, Winnicott señalaba que éstos

operan a lo largo de toda la vida, no solamente circunscripto al infans, constituyendo la

condición de posibilidad para la configuración del campo de experiencias de cada quien.

Se vuelve necesario recordar que jugar es inventar, lo que implica también el imaginar,

hacer, ensayar y poner los cuerpos en acción. Jugar es, en definitiva, afectarse según los

ensayos realizados.

Para Winnicott (1971):

Lo que hace que el individuo sienta que la vida vale la pena de vivirse es,

más que ninguna otra cosa, la apercepción creadora. Frente a esto existe

una relación con la realidad exterior que es relación de acatamiento; se

reconoce el mundo y sus detalles pero solo como algo en que es preciso

encajar o exige adaptación. El acatamiento implica un sentimiento de

inutilidad en el individuo, y se vincula con la idea de que nada importa y

que la vida no es digna de ser vivida. En forma atormentadora, muchos

individuos han experimentado una proporción suficiente de vida creadora

como para reconocer que la mayor parte del tiempo viven de manera no

creadora, como atrapados en la creatividad de algún otro, o de una

máquina. (p. 115)

El juego se constituye, de este modo, como una de las más fuertes expresiones del

sí mismo, donde su ausencia, generaría una conformidad a la realidad exterior;

implicando la renuncia a crear, investigar, inventar, en la configuración de las propias

experiencias, tal como expresa la cita.

¿Podría el dibujo entenderse como un sustituto al juego?


Más allá de la importancia que el grafismo propone para su estudio, no será

material de este trabajo, sino que se intentará ver la función que el dibujo ha tenido en el

análisis de B, permitiéndole instituir un espacio de creatividad y simbolismo.

En el dibujo, no existieron reglas fijas signadas a través de consignas estipuladas,

sino que se articuló como un espacio entre dos, en ése “ida y vuelta” del cuaderno, donde

la participación activa de la analista lo convierte en un verdadero juego en el que no se

exigen habilidades especiales, pero con las suficientes reglas para contener la angustia y

la suficiente desestructuración como para vehicular emociones y deseos inconscientes,

brindándole libertad de acción a la adolescente, pero también la noción que el saber, está

de su lado, reduciendo el vínculo, a una horizontalidad.

Al decir de Firpo (2013)

La tarea del psicoanalista es dejar que el acontecimiento se desencadene

y ese acontecimiento puede tener que ver con que se pueda investir esa

tela, ese papel, ese escenario, ese tiempo…que ese espacio pueda ser

habitado por esa subjetividad, pero con sus particularidades.

Se pueden poner cosas allí, pero no solo por poner allí donde antes no

había sino porque al hacerlo se producen profundas modificaciones

subjetivas. Esto no es sin consecuencias; el acto creador es el que soporta

tener consecuencias (p. 143)

El dibujo se terminará desarrollando en esa tierra de nadie que es la zona

intermedia; donde es posible crear, construir y elaborar los conflictos.

Es destacable pensar en la dificultad de B en configurar el campo de experiencias,

obstaculizando o entorpeciendo la posibilidad de componer (su) mundo. Cuando la


temporalidad subjetiva es violentada en su imposibilidad, la experiencia se enajena y el

deseo decae, no habiendo creación posible de lo dado.

Como nos lo plantea Fernández (2017, p. 29) “no com-poner mundo es andar por

la vida sin brújula.” ¿Acá podría ubicarse el padecimiento de B cuando dice ‘a veces

siento que no soy yo’? ¿Acaso podría pensarse que la ‘brújula’ de su vida, fue

determinada por sus referentes, para quienes, según sus dichos, “siempre fui una niña’?

Podríamos pensar que B se ha colgado2 del mundo compuesto por otros, suponiendo que

así, todo estará bajo control, evitando todo tipo de intensidades que pudieran arremeter,

porque no se sabe si habrá respuesta para ello. B nos lo dice así: “los ataques me agarran

siempre cuando hay mucha gente, pero también, cuando las cosas no salen como yo

quiero… ¿viste cuando no podés controlar lo que pasa? Bueno, ahí.”

¿Será éste el costo de vivir en una existencia que no ha creado ella misma?

Pareciera como que sintomáticamente, pagara en cuotas el esfuerzo por desasirse de la

autoridad paterna y materna, a través de la destrucción del ideal que éstos encarnan. En

palabras de Firpo (2013, p. 66): “Es un momento donde para el adolescente, la familia

entra en un paréntesis. Los adolescentes se abren progresivamente a una vida social,

donde el lugar monopólico de la familia se desplaza a otros agentes de socialización.”

Habrá que “desprenderse” para comenzar a tener una relación con los padres

reales, aceptando limitaciones y diferencias, que faciliten a su vez, la salida exogámica.

Flesler (2007) dirá al respecto:

En un texto de 1905 llamado "Metamorfosis de la Pubertad", Freud decía

que uno de los logros psíquicos más importantes, pero también más

dolorosos, del período de la pubertad es el desasimiento respecto de la

2
Resulta interesante utilizar la palabra “colgar” para ilustrar el lugar de B, quien intenta sostener-se en
un mundo en el que, refiere, no se halla.
autoridad de los progenitores, el único que crea la oposición, tan

importante para el progreso de la cultura, entre la nueva generación y la

antigua. Sin embargo, para que sea posible desasirse de la autoridad, es

preciso que haya habido autoridad. A mi modo de ver, cuando falla la

autoridad en los tiempos de la infancia, el sujeto en lugar de desasirse se

deshace literalmente.

Se podría inferir, siguiendo dicho lineamiento, el deshacer-se de B, viéndose

implicada en su propio proceso de independencia de la pareja parental, para de ese modo,

intentar lograr hacer-se de su deseo.

La experiencia de sí, es decir, la modalidad subjetiva de cada quien; no será algo

dado, sino algo a producirse en esa zona transicional que se ubicará en el entre, siendo

entre el sujeto y los otros, donde para su creación, será fundamental el valor de lo

ilusional.

La ausencia de ésta zona transicional, dirá Winnicott, para poder inventar las

propias experiencias, pueden conducir al extremo de una existencia conformada a una

supuesta realidad objetiva. Esta conformidad, aunque no sea considerada socialmente

como una enfermedad, mutila la existencia personal.

Fernández (2017) hablará de subjetivaciones en plusconformidad y planteará que

En la plusconformidad, la demora es impedida por la premura en

responder a la demanda imaginaria de los otros. Se clausura la pregunta

por el deseo. En los desbordes de las pulsiones salidas de cauce, la demora

del campo de experiencias no puede configurarse por la vertiginosidad de

la urgencia de satisfacción. Aquí, la pregunta por el deseo queda arrasada

por la urgencia de satisfacción. (p. 37)


En este sentido, la temporalidad se ve necesariamente afectada ante la

imposibilidad de ilusionar, de imaginar, de historizar el pasado para proyectar un futuro.

El presente se consume en la inmediatez de la rutina cotidiana, por eso resulta interesante

la apertura que brinda la salida creativa, donde el trabajo realizado en análisis, en relación

con estas cuestiones, habrá de posicionarse en el abrir pregunta, con el fin de

desnaturalizar la situación de aislamiento en la que B se hallaba.

Se trata siempre de posibilitar la emergencia de la pregunta, puntuando el detalle

y dejarlo ahí… latiendo, en un espacio que favorezca la demora, evitando capturas o

cierres de sentido.

El cuerpo en movimiento, desde la implementación del cuaderno, había permitido

allí el comienzo de una experiencia; porque un objeto objetivo comenzaba a tener valor

subjetivo, constituyendo el reino de la ilusión. Situándose en una zona intermedia que

sirve, en definitiva, para amortiguar el impacto de vincular los principios de placer y de

realidad. Al decir de Winnicott (1971)

Quizá se advierta, entonces, cuán importante puede resultar para el

analista reconocer la existencia de ese lugar, el único en que puede

iniciarse el juego, un lugar que se encuentra en el momento de

continuidad-contigüidad, en el cual se originan los fenómenos

transicionales (p. 168)

Con el transcurrir de las sesiones, fue validándose frente a sus padres, poniendo

en palabras aquello que le pasaba, corriéndose del lugar de niña donde siempre había sido

ubicada, y cuestionándolo también, tomando la relación que éstos han tenido con su

hermano. Asimismo, empezó a desenvolverse sola, dejó de ir acompañada a las sesiones,


y comenzó a entablar relaciones vinculares por fuera de la amalgama familiar, con

quienes salía y disfrutaba de nuevos momentos.

También, dato no menor, decidió cambiarse de colegio y formarse en arte y

música, dándole lugar a su deseo: hacer una carrera artística.

El arte le habilitó una salida desde la cual, logró independizarse de su

padecimiento, como también le “dio letra” para seguir haciendo trama el devenir.

Resulta interesante, en ésta línea, pensar en la función creadora de imágenes y su

consecuente rol en el funcionamiento del pensamiento, del que nos habla Boimare (2016);

teniendo en cuenta que no solo se trata de ofrecer materiales y/o estímulos varios; sino

también, tener presente que no hay posibilidad de construcción imaginaria sin otro que

ayude a organizar las vivencias, que nombre, que acompañe, que ofrezca la riqueza

cultural que nos precede y, sobre todo, que propicie la creación del tiempo y el espacio

para experimentar algo más que las acciones de supervivencia o de la vida cotidiana; tal

como nos lo expresa María Emilia López (S/F).

El arte, no solamente ilustra, asombra, seduce…también organiza, y

principalmente, se ubica como artificio que emancipa, libera.

Se dispone en un lugar enigmático propiciado por la falta, produciendo ilusión y

armando el puente entre la realidad y la obra propuesta.

Para finalizar, rescatamos una cita de Van Gogh (1976), que lo ilustra mejor:

“¿Qué quiere decir dibujar? ¿Cómo se llega a hacerlo?, es la acción de abrirse paso a

través de un muro de hierro que parece interponerse entre lo que se siente y lo que es

posible realizar.”
Referencias:
Boimare, S. (2016). ¿Cómo leer a Heracles? . Héroes lectores. Jóvenes que odiaban leer.

Chile, Editorial UV de la Universidad de Valparaíso.

Fernández, A. M. (2017). Jóvenes de vidas grises: psicoanálisis y biopolíticas. Buenos

Aire: Editorial Biblos.

Firpo, S. M. (2013). La construcción subjetiva y social de los adolescentes. Vigencia del

Psicoanálisis. Buenos Aires: Letra Viva.

Flesler, A. (2007). La Transferencia en el análisis de un niño. Metamorfosis de la

pubertad. En Página 12. Recuperado de

https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/21-10427-2007-09-

27.html

Freud, S. [1927] (1990). El porvenir de una ilusión. Obras Completas. Tomo XXI. Buenos

Aires: Amorrortu.

López, M. E. (S/F). Un mundo abierto. Cultura y primera infancia. CERLALC: Bogotá.

Martínez, H. (2016). El "lugar" de D. Winnicott en el "movimiento psicoanalítico". Mar

del Plata: RPsico, Repositorio de Psicología. Facultad de Psicología - Universidad

Nacional de Mar del Plata. Recuperado de

http://rpsico.mdp.edu.ar/handle/123456789/70

Van Gogh. (1976). Cartas a Theo. Buenos Aires: Goncourt.

Winnicott, D. (1964). La juventud no dormirá. Recuperado de

http://www.psicoanalisis.org/winnicott/nodorm.htm

Winnicott, D. [1971] (2013). Realidad y juego. Barcelona. Editorial Gedisa.

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