Filosofía. Introducción A La Problemátca Filosófica
Filosofía. Introducción A La Problemátca Filosófica
Filosofía. Introducción A La Problemátca Filosófica
La filosofía como campo del saber y modo de pensamiento crítico-reflexivo. ¿Por qué
estudiar filosofía? Eje conceptual y líneas históricas. La relación de la filosofía con el
conjunto de los saberes.
Moral y ética. Los actos morales. Libertad y responsabilidad. Dos concepciones del
bien. Felicidad y virtud: Aristóteles. Las consecuencias de nuestras acciones: J.S. Mill.
El fundamento de las normas morales: I. Kant. La voluntad de vida en E. Dussel.
Introducción
¡Comencemos!
El concepto de filosofía
El pensamiento filosófico exige abandonar la actitud cotidiana que acepta lo dado sin
revisarlo, para asumir una actitud crítica que cuestione lo obvio (lo que se da por
supuesto o se considera evidente). La Filosofía indaga reflexivamente los problemas, e
intenta realizar esta búsqueda de modo preciso y riguroso, fundado en argumentos
racionales. Sin embargo, toda respuesta filosófica es a su vez, susceptible de discusión y
análisis, porque no hay soluciones únicas y definitivas a los problemas filosóficos. Pero
la búsqueda filosófica no queda limitada a cada uno, sino que se expresa en el marco de
un diálogo respetuoso con otros. En el diálogo nos reconocemos mutuamente y
precisamos nuestros puntos de vista a través del intercambio de ideas. Reflexión y
elección que pueden profundizar cada vez más: la Filosofía responde en este sentido al
origen griego de la palabra: "philos" (el que ama o desea) "sofía" (la sabiduría). Deseo y
amor que nunca se ven satisfechos, ya que siempre queda algo por aprender, pensar,
examinar, no importa qué edad tengamos o cuánto hayamos vivido. Por último, pero no
menos importante, el conocimiento, y en este caso el conocimiento filosófico es en sí
mismo un placer.
Actividad nº1
Bueno será considerar […] cuál es el valor de la filosofía y por qué debe ser estudiada.
Es tanto más necesario considerar esta cuestión, ante el hecho de que muchos, bajo la
influencia de la ciencia o de los negocios prácticos, se inclinan a dudar que la filosofía
sea algo más que una ocupación inocente, pero frívola e inútil, con distinciones que se
quiebran de puro sutiles y controversias sobre materias cuyo conocimiento es
imposible. […] De hecho el valor de la filosofía debe ser buscado en una larga medida
en su real incertidumbre. El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía va por la
vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias
habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin
la cooperación ni el consentimiento deliberado de su razón. Para este hombre el mundo
tiende a hacerse preciso, definido, obvio; los objetos habituales no le suscitan problema
alguno y las posibilidades no familiares son desdeñosamente rechazadas. Desde el
momento en que empezamos a filosofar hallamos, por el contrario, […] que aun los
objetos más ordinarios conducen a problemas a los cuales sólo podemos dar respuestas
muy incompletas. La filosofía, aunque incapaz de decirnos con certeza cuál es la
verdadera respuesta a las dudas que suscita, es capaz de sugerir diversas posibilidades
que amplían nuestro pensamiento y nos libran de la tiranía de la costumbre. Así el
disminuir nuestro sentimiento de certeza sobre lo que las cosas son aumenta en alto
grado nuestro conocimiento de lo que pueden ser; rechaza el dogmatismo algo
arrogante de los que no se han introducido jamás en la región de la duda liberadora y
guarda vivaz nuestro sentido de la admiración presentando los objetos familiares en un
aspecto no familiar.[…] Para resumir nuestro análisis sobre el valor de la filosofía: la
filosofía debe ser estudiada, no por las respuestas concretas a los problemas que
plantea, puesto que, por lo general, ninguna respuesta precisa puede ser conocida como
verdadera, sino más bien por el valor de los problemas mismos; porque estos
problemas amplían nuestra concepción de lo posible, enriquecen nuestra imaginación
intelectual y disminuyen la seguridad dogmática que cierra el espíritu a la
investigación; pero, ante todo, porque por la grandeza del Universo que la filosofía
contempla, el espíritu se hace a su vez grande, y llega a ser capaz de la unión con el
Universo que constituye su supremo bien."
El tipo de pregunta que hace la filosofía no suele ocupar a las ciencias particulares, no
son preguntas que la ciencia se formule. La filosofía encuadra su pregunta en una
universalidad. Es la filosofía la que reflexiona sobre la naturaleza última de las cosas,
tratando de proveer argumentos consistentes. Las ciencias tienen sus propios objetos de
estudio, cuenta con métodos y teorías particulares; la filosofía, en cambio, las cuestiona
entrando en diálogo con la ciencia.
Actividad nº2
Analice los textos teniendo y señala similitudes y diferencias en cuanto a la función de
la filosofía.
Concebimos al filósofo como conocedor del conjunto de las cosas, en cuanto es
posible, pero sin tener la ciencia de cada una de ellas en particular. En seguida, el que
puede llegar al conocimiento de las cosas arduas, aquellas a las que no se llega sino
venciendo graves dificultades, ¿no lo llamaremos filósofo? En efecto, conocer por los
sentidos es una facultad común a todos, y un conocimiento que se adquiere sin
esfuerzo no tiene nada de filosófico. Por último, el que tiene las nociones más
rigurosas de las causas, y que mejor enseña estas nociones, es más filósofo que todos
los demás en todas las ciencias, aquella que se busca por sí misma, solo por el ansia
de saber, es más filosófica que está subordinada a cualquier otra. (...) De todo lo que
acabamos de decir sobre la ciencia misma, resulta la definición de filosofía que
buscamos. Es imprescindible que sea la ciencia teórica de los primeros principios y de
las primeras causas, porque, una de las causas es el bien, la razón final (Metafísica I).
Aristóteles. Metafísica.
Moral y ética
A menudo los términos "ética" y "moral" se usan como sinónimos, quizá porque en sus
orígenes tenían el mismo significado: tanto mos-moris, en latín, como ethos, en griego
significan "costumbre". Sin embargo, en Filosofía no los empleamos así. Con el término
moral nos referimos al conjunto de normas que rigen los actos humanos que son
juzgados como buenos o malos, conjunto que es un producto social, y varía según la
sociedad de que se trate.
La ética, en cambio, es una disciplina filosófica que reflexiona sobre el concepto del
bien (qué es, cómo identificarlo, etc.) y sobre el fundamento de las normas morales (por
qué aceptarlas, si deberían o no ser las mismas para todos los seres humanos, etc.).
Todos los seres humanos realizamos acciones relativas al plano moral (mentimos o
decimos la verdad, somos honestos o estafamos al prójimo, aceptamos coimas o las
rechazamos). Algunas disciplinas científicas estudian las conductas y códigos morales
de diferentes contextos históricos o sociales (la Psicología, la Sociología, la Historia).
Estas disciplinas no consideran la existencia de principios que justifiquen estos códigos,
o la universalidad o relatividad de esas normas, o el valor moral de los comportamientos
que describen. Describen los fenómenos sociales, e intentan explicarlos, pero no en
relación con su valor. Su punto de vista es descriptivo: nos dicen cómo son los códigos
morales efectivamente existentes o que existieron en el pasado, cómo actúan los
individuos o los grupos de personas respecto de ellos, cómo se relacionan con otros
aspectos de la vida social, etc. En cambio la Ética, como disciplina filosófica, suele
adoptar una posición normativa: procura establecer principios que ofrezcan una
justificación para decir cómo deben ser las normas que orienten una buena vida.
Seguramente, usted sostiene un conjunto de principios que orientan su vida: acepta un
código moral (el de una confesión religiosa, o el que aprendió de su familia, o bien su
propia adaptación de tales códigos). Sin embargo, no siempre los seres humanos
tenemos la posibilidad de dedicar un tiempo a la reflexión sobre estos principios que
aceptamos, ya sea para revisarlos y cambiarlos, o para conservarlos pero con una
fundamentación más sólida.
Actividad 1
Existe una gran variedad de posiciones filosóficas respecto del concepto de libertad,
desde las que afirman que el hombre es absolutamente libre y por lo tanto totalmente
responsable de lo que hace, hasta las que sostienen que el hombre está totalmente
determinado, y la libertad no es sino una ilusión, pasando por posiciones intermedias
que reconocen a los seres humanos un margen de libertad más o menos amplio.
J. P. Sartre, por ejemplo, afirma que ya que Dios no existe, no hay normas prefijadas
para los seres humanos; somos nosotros mismos quienes debemos "inventar" nuestra
propia moral, pero a la vez que la inventamos, nos tornamos responsables de las normas
que la componen, y de los actos que obedecen a ellas. Según Sartre, el hombre está
"condenado a ser libre", porque no hacer elecciones es lo único que no puede elegir.
Una posición intermedia es la que sostiene E. Fromm, quien afirma que, si bien
el hombre está condicionado por su contexto socio-político, aún así sigue siendo
libre y puede establecer por sí mismo las normas morales que rigen su conducta.
Por ejemplo, un contexto como el de la Alemania nazi, puede exacerbar la
agresividad natural humana; aún así esta agresividad resulta controlable, excepto
en los casos en los que se da una destructividad patológica, y en consecuencia,
los ciudadanos alemanes podían elegir adherir o no al nazismo. Fromm propone
una ética humanista en el doble sentido de haber sido propuesta por seres
humanos -no por una autoridad superior a ellos- y de tener como objetivo central
lo que es bueno para los seres humanos -y no para otra entidad, como el Estado, o
el Partido-.
Conviene señalar que aceptar un determinismo total nos impide emitir juicios
morales, ya que si no podemos elegir, nuestras acciones serán moralmente
neutras (ni buenas ni malas), como los actos de los animales, o los fenómenos
naturales. Ante un asesinato, por ejemplo, diremos que el responsable sufre de
una enfermedad mental, o que dado el curso de los acontecimientos no podría
haber hecho sino lo que hizo, y daremos por sentado que su acción no fue
intencional, pues no eligió matar (y por lo tanto no podría ser condenado por
ella). En consecuencia, para que podamos considerar que un acto es bueno o
malo, la primera condición es que haya sido realizado por un agente libre, y, por
ende, capaz de asumir la responsabilidad de lo que hizo. Una segunda condición
que debería cumplir -aunque no todos los filósofos están de acuerdo en este
punto- es que este acto tenga consecuencias o efectos posibles sobre otras
personas, es decir que no se trate de un acto exclusivamente privado, como puede
ser un pensamiento que no se expresa, un deseo que no se manifiesta, un
sentimiento que permanece ignorado por otros, etc.
Actividad 4
La virtud: Aristóteles
Aristóteles analiza esta manera que tenemos los seres humanos de proponernos metas,
y buscar los medios para alcanzarlas, y convertir estas metas en medios para nuevas
metas, y así sucesivamente. De este modo, pretendemos alcanzar la felicidad. Pero si
cada vez que nos propusiéramos un fin éste se transformara en medio para otra cosa, y
esta cadena de fines se prolongara indefinidamente, nuestro mismo obrar acabaría por
carecer de sentido. Por eso Aristóteles sostiene que debe existir un fin último que ya no
pueda convertirse en medio para otra cosa. Pero, así como todo fin es un bien para
nosotros (para X es un bien llegar a obtener el título secundario o universitario, u
obtener un mejor trabajo...), ese fin último de que habla Aristóteles será un Sumo Bien.
Este bien, superior a todos los otros, debe tener dos características: la de ser
autosuficiente, es decir, la de ser buscado por sí mismo, y no como medio para otra
cosa; y la de ser perfecto, es decir, la de ser el fin más elevado posible.
Actividad 5
a. Proponga un ejemplo personal (esto es, propuesto por usted y no copiado de
algún
texto), de una cadena de fines, y explique en qué sentido cada uno de ellos es un
bien para el protagonista del ejemplo.
b. ¿Coincide usted con Aristóteles en que si no existiera un Sumo Bien todo
nuestro desear sería vano? Justifique su respuesta.
Ahora bien, Aristóteles señala tres tipos de bienes que suelen ser deseados por los
hombres, y que éstos creen que les permitirán alcanzar la felicidad:
• el placer (esto es, que la felicidad se relaciona con la gratificación de los sentidos),
• los honores (en la época de Aristóteles los honores eran representados por los cargos
públicos, hoy
equivaldría a lograr fama y celebridad),
• las riquezas (la felicidad reside en poder comprar aquello que deseamos).
Aristóteles rechaza estas respuestas. Sostiene que el placer es autosuficiente,
porque se lo busca por sí mismo, pero no es perfecto porque apela a aquellos
aspectos del ser humano (los fisiológicos) que compartimos con los animales. Los
honores no son ni autosuficientes ni perfectos, porque depende de otros el otorgarlos, y
se buscan como reconocimiento de los propios méritos. Tampoco lo son
las riquezas que constituyen medios para otra cosa, y no tienen que ver con la
perfección de lo propiamente humano.
Entonces, ¿en qué reside la felicidad.1? Recordemos que debe ser en algo relacionado
con lo que es más elevado en el hombre (perfecto), y en algo que se busca por sí mismo
y es capaz de volver al hombre dueño de sí mismo (autosuficiente).
¿Y cuál es la parte más elevada del hombre? Aquella que lo distingue de otros seres
vivos. El hombre comparte con los animales la capacidad de respirar, de alimentarse y
de sentir, pero la racionalidad es exclusivamente suya. La parte más elevada del hombre
es su razón, y en consecuencia la virtud superior es la búsqueda del conocimiento más
elevado, esto es, de la sabiduría. El adquirir sabiduría depende de cada uno de nosotros
y no de otras personas, como ocurre con los honores; además, no nos esclaviza a objetos
(el alcohol, por ejemplo) como ocurre en el caso del placer. Por ello, sólo la sabiduría
volverá al hombre autárquico. Para Aristóteles, pues, la vida mejor es la contemplativa,
dedicada a la reflexión y al estudio, es decir a adquirir sabiduría.
Actividad 6
1
En griego, felicidad se dice "eudaimonía". De allí que a las teorías éticas que consideran que el fin del
hombre es la búsqueda de la felicidad se las conozca con el nombre de éticas eudemonistas o
eudaimonistas. ¿Recuerda la "Carta a Meneceo", de Epicuro, en la Introducción?
1) Proponga un argumento que se contraponga a la posición de que una vida
dedicada a la contemplación y la búsqueda de la sabiduría es la vida más
feliz posible.
Finalmente, debemos señalar que para Aristóteles un solo acto bueno no vuelve virtuoso
al que lo realiza, así como una sola golondrina no indica el regreso de la primavera. Se
necesita una continuidad en los actos buenos, es decir el hábito de realizarlos. En las
palabras de Aristóteles:
" [...] el bien humano resulta ser una actividad del alma según su perfección; y si hay
varias perfecciones, según la mejor y más perfecta, y todo esto, además, en una vida
completa. Pues así como una golondrina no hace primavera, ni tampoco un día de sol,
de la propia suerte ni un día ni un corto tiempo hacen a nadie bienaventurado y feliz."
Aristóteles. Ética Nicomaquea, ed.cit., p.9.
J. S. Mill fue un filósofo inglés que vivió durante el auge de la Revolución Industrial, en
el siglo XIX. Expresó su propuesta ética en varias obras, especialmente en El
utilitarismo. Conviene tener en cuenta que en el pensamiento de Mill "útil" no hace
referencia a beneficios económicos. La propuesta de Mill es una ética eudemonista
(como la de Aristóteles), en el sentido de que el bien se identifica con la felicidad, pero
no ya con la felicidad individual, sino con la del mayor número de personas. Sin
embargo, también se la podría considerar una ética hedonista, porque la felicidad para
Mill equivale al placer. ¿Por qué Mill se refiere a la felicidad de la mayoría? Según su
posición, un acto es bueno siempre que procure felicidad a alguien, pero si tenemos que
comparar actos morales entre sí, será mejor el que procure felicidad a un número
mayor de seres humanos. En la comparación realizada, lo que cuenta es la
consideración de las consecuencias sobre el bienestar de los demás que tendrá cada acto
que realicemos. Por esto se dice también que la ética de Mill es una ética
consecuencialista.
Actividad 7
En segundo lugar, para que la voluntad sea buena, es necesario que la persona actúe
por deber. Kant propone una clasificación de los actos, en relación con el deber:
a. Actuamos en forma contraria al deber, cuando hacemos lo opuesto de lo que
requiere el deber. Nuestro deber es ser honestos. Por lo tanto, si estafamos, estamos
actuando en forma contraria al deber, y nuestra acción tendrá un valor moral negativo.
b. Actuamos de acuerdo con el deber cuando nos atenemos a lo que el deber nos
requiere pero por motivos que tienen que ver con nuestros propios intereses o
inclinaciones. Por ejemplo, supongamos que un tambero se encuentra ante la disyuntiva
de agregarle o no agua a su producción, para ganar más dinero. El tambero sabe que
esto es una estafa, y decide no hacerlo porque si sus clientes se dan cuenta perdería más
de lo que ganaría en la diferencia. En este caso, está actuando de acuerdo al deber, por
inclinación mediata o interés. Su acción es correcta, pero sus motivos no tienen que
ver con lo que es justo, sino con las consecuencias (negativas para él) de su acción.
También podría abstenerse de mezclar la leche con agua porque sus propios hijos la
beben. En este caso, su acto está de acuerdo al deber, por inclinación inmediata (por el
amor que les tiene a sus hijos). La acción de acuerdo con el deber, sea por inclinación
mediata o inmediata, tendrá un valor moral neutro. No es negativo, porque no se
opone al deber; pero tampoco es positivo, porque se realizó por interés o por afecto.
c. Actuamos por deber cuando el único motivo de nuestra acción es el
conocimiento de que esa es la manera en que debemos actuar. Supongamos que
la médica a la que nos referimos antes no conoce al herido, o más aún, que el
paciente fue herido en una confrontación en la que mató a un ser querido de la
médica. Sin embargo, no hay otro médico presente, y ella hace todo lo posible
por salvarlo, porque ese es su deber. Aquí vemos la distinción entre actuar por
inclinación y actuar por deber. El deber es de naturaleza exclusivamente
racional; en cambio las inclinaciones corresponden a nuestros instintos y a
nuestros sentimientos y son, por tanto, de naturaleza emocional.
Como el ser humano no es puramente racional sino que está compuesto de razón y
sensibilidad, es necesario que el deber tenga un carácter coercitivo y que la ley moral se
le presente como una orden, pero una orden sin condicionamientos. A esto lo llama
Kant el imperativo categórico (imperativo, por ser una orden, y categórico por no
subordinarse a ninguna condición o hipótesis). Afirmar "No se debe mentir", es
diferente de afirmar "Si no quiere perder la confianza de sus amigos, no les mienta". El
imperativo categórico kantiano tiene dos formulaciones diferentes:
1. Obra de modo tal que puedas querer sin contradicciones que tu máxima
se convierta en ley universal;
2. Obra de modo tal que consideres a la humanidad (en ti mismo y en los
otros) siempre como un fin y nunca solamente como un medio
"El imperativo categórico es, pues, único, y es como sigue: obra sólo según una
máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal. […] Vamos
ahora a enumerar algunos deberes […]: Una […] persona a quien le va bien, ve a
otras luchando contra grandes dificultades. Él podría ayudarles, pero piensa: ¿qué me
importa? ¡Qué cada cual sea lo feliz que el cielo o él mismo quiera hacerle: nada voy a
quitarle, ni siquiera le tendré envidia; no tengo ganas de contribuir a su bienestar o a
su ayuda en la necesidad! Ciertamente, si tal modo de pensar fuese una ley universal de
la naturaleza, podría muy bien subsistir la raza humana […] Pero aun cuando es
posible que aquella máxima se mantenga como ley natural universal, es, sin embargo,
imposible querer que tal principio valga siempre y por doquiera como ley natural, pues
una voluntad que así lo decidiera se contradiría a sí misma, ya que podrían suceder
algunos casos en que necesitase del amor y compasión ajenos, y entonces, por la misma
ley natural oriunda de su propia voluntad, veríase privado de toda esperanza de la
ayuda que desea."
Kant, M. Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1983, edición original de 1785). Bs.As.,
Espasa-Calpe /Austral; pp.72-6
Actividad 7
Lea atentamente los siguientes fragmentos, y luego realice las actividades que le
proponemos a continuación:
"Ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que
pueda considerarse como bueno sin restricción, a no ser tan sólo una buena voluntad.
El entendimiento, el gracejo, el Juicio, o como quieran llamarse los talentos del
espíritu; el valor, la decisión, la perseverancia en los propósitos, como cualidades del
temperamento, son, sin duda, en muchos respectos, buenos y deseables; pero también
pueden llegar a ser extraordinariamente malos y dañinos si la voluntad que ha de
hacer uso de estos dones de la naturaleza, y cuya peculiar constitución se llama por eso
carácter, no es buena. […] La buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice,
no es buena por su adecuación para alcanzar algún fin que nos hayamos propuesto; es
buena sólo por el querer, es decir, es buena en sí misma. […] Aun cuando, por
particulares enconos del azar o por la mezquindad de una naturaleza madrastra, le
faltase por completo a esa voluntad la facultad de sacar adelante su propósito; si, a
pesar de sus mayores esfuerzos, no pudiera llevar a cabo nada y sólo quedase la buena
voluntad -no desde luego como un mero deseo, sino como el acopio de todos los medios
que están en nuestro poder-, sería esa buena voluntad como una joya brillante por sí
misma, como algo que en sí mismo posee su pleno valor. La utilidad o la esterilidad no
pueden ni añadir ni quitar nada a ese valor.[…]" "Para desenvolver el concepto de una
voluntad digna de ser estimada por sí misma […] vamos a considerar el concepto del
deber […] Prescindo aquí de todas aquellas acciones conocidas ya como contrarias al
deber […] También dejaré a un lado las acciones que, siendo realmente conformes al
deber, no son de aquellas hacia las cuales el hombre siente inclinación
inmediatamente; pero sin embargo, las lleva a cabo porque otra inclinación le empuja
a ello. […] Mucho más difícil de notar es esa diferencia cuando la acción es conforme
al deber y el sujeto, además, tiene una inclinación inmediata hacia ella. Por ejemplo:
es, desde luego, conforme al deber que el mercader no cobre más caro a un comprador
inexperto; y en los sitios donde hay mucho comercio, el comerciante avisado y prudente
no lo hace, en efecto, sino que mantiene un precio fijo para todos en general, de suerte
que un niño puede comprar en su casa tan bien como otro cualquiera. Así, pues, uno es
servido honradamente. Mas esto no es ni mucho menos suficiente para creer que el
mercader haya obrado así por deber, por principios de honradez; su provecho lo
exigía; mas no es posible admitir, además, que el comerciante tenga una inclinación
inmediata hacia los compradores, de suerte que por amor a ellos, por decirlo así, no
haga diferencias a ninguno en el precio. Así, pues, la acción no ha sucedido ni por
deber, ni por inclinación inmediata, sino simplemente por una intención egoísta. En
cambio, conservar cada cual su vida es un deber, y además todos tenemos una
inmediata inclinación a hacerlo así. […] En cambio, cuando las adversidades y una
pena sin consuelo han arrebatado a un hombre todo el gusto por la vida, si este infeliz,
con ánimo entero y sintiendo más indignación que apocamiento o desaliento, y aun
deseando la muerte, conserva su vida, sin amarla, sólo por deber y no por inclinación o
miedo, entonces su máxima sí tiene un contenido moral."
Kant, M. Fundamentación de la metafísica de las costumbres ed.cit.; pp. 28- 34
Las morales clásicas de las épocas no críticas –si las hubo alguna vez, de los tiempos
donde la hegemonía del Estado crea el consenso sin disidencia, sin réplica, sin
oposición, tienen fundamento, exigencias, leyes, virtudes aceptadas por todos, menos
por aquellos que no cumplen con las obligaciones del orden vigente, “natural”, los que
tienen, por otra parte, clara conciencia de su falta, (como los bandidos que saben que
roban y que si los prenden saben que irán a la cárcel). Por el contrario, deseamos
referirnos a la ética como el orden práctico de las épocas críticas, difíciles, en tránsito a
nuevos órdenes, de pasaje de un sistema moral vigente a otro no-vigente. Moral será así
la totalidad práctica establecida, triunfante, en el poder (y por ello con leyes
promulgadas por el Estado); mientras que ética significará la estructura práctica que
nace desde la opresión del orden vigente, de la moral en el poder, y recorre el largo
camino de la constitución de la nueva totalidad práctica más justa, futura, de liberación.
Cuando un sistema entra en crisis, crisis del todo como totalidad, como en el caso del
capitalismo dependiente de América Latina –pero igualmente de África o Asia: del
tercer mundo–, las Morales reformistas entran igualmente en crisis. Si el fin o el
proyecto del sistema se muestra injusto, represor, no ya racional en totalidad, el seguir
imponiéndolo es ahora el fundamento de toda maldad. Para nosotros la ética es el orden
práctico del pasaje de una moral injusta a una futura nueva moral más justa.
Una ética de la liberación piensa y explica el sentido de la bondad práctica en el
momento en que es destruido un orden moral por injusto; momento en el que el sujeto
liberador queda como a la intemperie, sin resguardo ni protección en el orden moral que
cae a pedazos.
La ética de la liberación piensa y explica el sentido de un nuevo proyecto histórico, la
nueva bondad, el ser fututo como utopía positiva, el interés de los oprimidos como
horizonte de liberación. El nuevo momento de ser destruye al anterior, pero todavía no
rige estados ni tiene leyes a su servicio, ni ha triunfado todavía. El proyecto de
liberación, es así fundamento de la nueva moral, pero fundamento distinto y opuesto al
antiguo proyecto.
La dialéctica entre el proyecto vigente en nombre del cual se reprime al pobre, y el
nuevo proyecto de liberación por el que lucha el oprimido, es el origen de toda la ética.
La ética de la liberación no carece de fundamento por oponerse al fundamento del
sistema moral presente. Lo que acontece es que tiene otro fundamento, utopía futura,
ser, fin, bondad opuesta a la del sistema actual. En nombre de dicho fundamento se
eleva un pueblo contra los intereses de las clases dominantes del sistema actual y lo
declara inmoral.
Actividad 10
Dussel propone una ética diferente de los otros autores desarrollados. Explique.
Unidad 3: ¿Qué es la belleza?
La actitud estética
Le pedimos que elija un objeto que usted considere bello: un cuadro, una escultura, un
edificio, una persona, un paisaje, una flor. Contémplelo durante cinco minutos.
Ahora, reflexione: ¿cómo se siente durante esa contemplación? ¿Podría contemplarlo
durante más tiempo, sin otra finalidad que la misma contemplación? Este objeto, ¿tiene
alguna utilidad, además del placer que le proporciona?
Estos ejemplos nos permiten aproximarnos a lo que puede ser considerado un objeto
estético: la actitud estética se diferencia por una parte de la actitud práctica, en la que
nos ocupamos de un objeto en función de su utilidad. En segundo lugar, podemos
diferenciar la actitud estética de la actitud cognoscitiva.
Las películas que usted vio, o los cuentos y novelas que leyó pueden ser disfrutados
simplemente por el placer que le producen, o pueden ser empleados como recursos para
el aprendizaje o el descubrimiento de nuevos conocimientos. A su vez, ese aprendizaje
o ese descubrimiento pueden tener como fin el puro deseo de saber, y entonces
estaremos en una actitud cognoscitiva teórica, o bien pueden tener como objetivo el
conocimiento como un medio para la solución de problemas o el dominio de la
naturaleza, y estaremos entonces en una actitud cognoscitiva práctica o técnica.
Por último, podemos distinguir la actitud estética de la actitud ética, en la que, como
vimos en la Unidad anterior, nos ocupamos de un objeto, persona o comportamiento en
relación con valores de bondad y justicia.
En todos estos casos, además, podemos distinguir un productor (el artista, el ingeniero,
el científico, la persona que actúa bien o mal) y un observador o evaluador (el
aficionado al arte, el fanático de las motos, el estudiante de ciencia, el espectador de un
acto noble o vil). "Productor" y "observador" son roles que pueden ser ocupados por dos
o más personas diferentes, pero a menudo también por una sola persona (el artista que
juzga su obra, "la voz de la conciencia" que nos plantea si actuamos mal, etc.).
Actividad 1
¿Está de acuerdo con la afirmación de que podemos contemplar un espectáculo
deportivo con una mirada estética (por la pura belleza de los movimientos,
independientemente del resultado)? ¿Estaría de acuerdo si habláramos de la
apreciación estética de
una comida, bien presentada y con sabores bien combinados? ¿Por qué?
Lea el siguiente texto:
"En las artes plásticas [...] tenemos que reunir, poner juntas muchas cosas. Como suele
decirse, un cuadro se "lee" igual que se lee un texto escrito. Se empieza a
"descifrar" un cuadro de la misma manera que un texto. La pintura cubista no fue la
primera en plantear esta tarea [...] al exigirnos que hojéasemos, por así decirlo,
sucesivamente las diversas facetas de lo mismo, los diferentes modos, aspectos, de
suerte que al final apareciese en el lienzo lo representado en una multiplicidad de
facetas, con un colorido y una plasticidad nuevas."
Gadamer, H.-G. La actualidad de lo bello (1998 / ed, original en alemán 1977) Barcelona, Paidós; pp. 75-
6
Actividad 2
1. Busque en un libro de Historia del Arte una reproducción de Guernica, de Pablo
Picasso. Mírelo primero de una ojeada. Después, intente "leerlo" al modo en que lo
sugiere Gadamer. ¿Cambió su percepción del cuadro? ¿Cómo? 2. Vuelva a observar
el cuadro: ¿encontró el toro, el caballo moribundo, la mujer con su hijo muerto, la
mujer en el edificio incendiado, el guerrero muerto? 3. Teniendo en cuenta lo
anterior, ¿cree usted que la reflexión estética puede ayudarnos a gozar de otra
manera en la contemplación estética? ¿Por qué?
Actividad 3
"[...]la belleza, del género que sea, nos proporciona un propio deleite o satisfacción, y
la fealdad produce dolor, sea el que sea el sujeto a que corresponde y sea apreciada en
objetos animados o inanimados. [...]Si consideramos todas las hipótesis que se han
hecho [...] para explicar la diferencia entre belleza y fealdad, hallamos que todas
pueden reducirse a esto, a saber: que la belleza es un orden de construcción de partes
que, o por una constitución originaria de nuestra naturaleza o por hábito o capricho,
es capaz de producir un placer o satisfacción en el alma. Este es el carácter distintivo
de la belleza, y constituye su diferencia con la fealdad, cuya tendencia natural es
producir dolor.
Placer y dolor, por consiguiente, no son sólo acompañantes necesarios de la belleza y
de la fealdad, sino que constituyen su verdadera esencia. Y de hecho, si consideramos
que una gran parte de la belleza que admiramos en los animales o en otros objetos se
deriva de la idea de la conveniencia o utilidad, no debemos sentir escrúpulo alguno al
asentir a esta opinión. La forma que produce fuerza es hermosa en un animal como la
forma que es signo de agilidad en otro. El orden y conveniencia de un palacio no son
menos esenciales a su belleza que su mera figura y apariencia. De igual modo, las
reglas de la arquitectura requieren que la parte superior de un pilar sea más delgada
que su base y que por esto su figura nos sugiera la idea de seguridad, que es
agradable, mientras que la forma contraria nos da la impresión del peligro, que es
desagradable. De innumerables ejemplos de este género, así como de considerar que la
belleza, al igual del ingenio, no puede ser definida, sino que es apreciada sólo por el
gusto o la sensación, es dado concluir que la belleza no es más que la forma que
produce placer, y fealdad, la estructura de las partes que sugiere dolor [...]"
Hume, D. Tratado de la naturaleza humana. (2001)
"Bello" y "feo" son valores. ¿Qué son los valores? Esta pregunta es el tema de una
disciplina filosófica, la Axiología, que se constituye como tal en el siglo XIX. Según la
corriente objetivista en Axiología, los valores (bello-feo, sublime-ridículo, bueno-
malo, útil-inútil, justo-injusto) poseen un modo de ser diferente del de las cosas u
objetos reales (como las motos, los libros, los animales o las personas), y también de
los objetos ideales (como los números, las relaciones de igualdad o diferencia, las
figuras geométricas). Los valores se encuentran en las cosas mismas, y nosotros
podemos descubrirlos. Esta posición coincidiría con las afirmaciones de Platón acerca
de la belleza en sí, que leímos. Según la corriente subjetivista, en cambio, los valores
expresan nuestros deseos o preferencias, y no se encuentran en las cosas mismas, sino
en los sujetos que valoran (ésta sería la posición de Hume).
Ambas corrientes, en cambio, coinciden en que los valores se distinguen de las cosas
reales y de los objetos ideales, porque no existen valores indiferentes. Todo valor
implica al mismo tiempo un contravalor; por esta característica de polaridad, para cada
valor positivo, existe un contravalor o valor negativo. Por eso, en los ejemplos
anteriores siempre se presentan en pares (bello-feo, bueno-malo, etc.). Existen distintos
tipos de valores: en el primer párrafo, mencionamos la utilidad - inutilidad que son
valores propios de la actitud tecnológica; en la Unidad 2 nos ocupamos de los valores
éticos, y en ésta reflexionamos acerca de los valores estéticos. El valor estético por
excelencia es la belleza, y su contravalor correspondiente es la fealdad. En este sentido,
podemos decir que la fealdad no es antiestética, sino que es un valor estético, ya que si
no dispusiéramos del concepto de fealdad, tampoco tendríamos el concepto de belleza.
El juicio de gusto
Kant dedica al tema la Crítica del juicio (1790). Allí considera las condiciones de
posibilidad de la percepción de lo bello, y se ocupa del juicio de gusto. Según Kant, el
juicio estético implica la razón (como el juicio ético), pero también la sensibilidad,
que permite captar la belleza. El juicio estético está vinculado a una satisfacción libre y
desinteresada, independiente de cualquier finalidad externa. Se diferencia así de la
satisfacción que produce un aparato que funciona bien (que es interesada) y también de
la satisfacción que produce una acción por deber (que está sujeta a la ley de la razón).
Esta satisfacción debe ser universalizable, en tanto se refiere a objetos que pueden ser
considerados bellos por todas las personas. Así como la ética suponía la posibilidad de
universalizar la máxima de la acción, la estética supone la posibilidad de universalizar el
sentimiento. Pero mientras que el juicio ético está sometido a una ley, la ley de la razón
o ley moral, el juicio estético no está sometido a ninguna ley, y es completamente libre.
El juicio estético, la atribución de belleza, se caracteriza entonces como la afirmación de
un agrado libre, desinteresado, universal y necesario.
Así como para Kant hay diferencias significativas entre el juicio estético y el juicio
ético, para los filósofos conocidos como empiristas lógicos, ambos tipos de juicio
tienen elementos en común. En tanto juicios de valor, no se les puede atribuir valor de
verdad, esto es, no se puede considerar que se refieran a objetos del mundo externo, sino
que sirven para expresar sentimientos, y para provocar ciertas reacciones en los demás.
Actividad 4
Lea los siguientes textos:
"Los términos estéticos se usan exactamente en la misma forma que los términos éticos.
Términos estéticos como "bello" y "horrible" se emplean, lo mismo que los términos
éticos, no para enunciar hechos, sino simplemente para expresar determinados
sentimientos y suscitar una determinada respuesta. De ello se deduce, como en ética,
que no
tiene sentido atribuir validez objetiva a los juicios estéticos, y que en estética no hay
posibilidades de argumentar sobre cuestiones de valor, sino únicamente sobre
cuestiones de hecho. Un enfoque científico de la estética nos mostraría a qué causas
responde en general el sentimiento estético, por qué las diversas sociedades produjeron
y admiraron determinadas obras de arte, por qué varía el gusto en la forma en que lo
hace, dentro de una determinada sociedad, etc. Estas son cuestiones psicológicas o
sociológicas comunes que [...] poco y nada tienen que ver con la crítica estética tal
como la entendemos. Pero esto ocurre porque la finalidad de la crítica no es impartir
conocimiento, sino más bien comunicar una emoción. El crítico, al llamar la atención
sobre ciertos aspectos de la obra considerada y expresar los sentimientos que ellos le
inspiran se esfuerza en hacernos partícipes de su actitud hacia la obra como un todo."
Ayer, A. Lenguaje, verdad y lógica (1935), citado por Fernández Aguirre de Martínez, E. Hablemos de
Estética (1995), Bs.As., A-Z, p.52
Si usted tuviera que ubicar a Kant y Ayer en relación con la polémica subjetividad -
objetividad de la belleza, ¿en qué posición colocaría a cada uno? Justifique su
respuesta.
Si bien la bondad y la belleza son valores diferentes, y, como vimos en 3.1., es posible
diferenciar la actitud ética de la actitud estética, se han dado a lo largo de la historia
diversas posiciones con respecto a la relación entre los valores estéticos y morales.
La concepción moralista del arte, que comienza con Platón, afirma que el arte debe
subordinarse a la moral: una obra es aceptable sólo si promueve los valores morales (se
sobreentiende que los de la sociedad o grupo que tiene la palabra). En la Edad Media, se
consideraba que la función del arte era rendir homenaje a Dios, y educar al pueblo en la
verdadera religión. Las catedrales medievales, por ejemplo, pueden ser "leídas" como
"la Biblia de los pobres", o un "catecismo en piedra",. Inversamente, se consideraba que
el arte tiene el poder de perturbar o corromper a la sociedad, y por tanto debe ser
controlado, y en caso extremo, censurado, para preservar la salud moral de la población.
Desde otra perspectiva, algunos autores, como Brecht o Sartre consideran que el artista
debe comprometerse políticamente:
"El escritor "comprometido" sabe que la palabra es acción; sabe que revelar es
cambiar y que no es posible revelar sin proponerse el cambio. Ha abandonado el sueño
imposible de hacer una pintura imparcial de la sociedad y de la condición humana. El
hombre es el ser frente al que ningún ser puede mantener la neutralidad, ni el mismo
Dios. Porque Dios, si existiera, estaría, como lo han visto claramente algunos místicos,
situado en relación con el hombre."
Sartre, J.P. ¿Qué es la literatura?, en F.Aguirre de Martínez, E. op.cit., p.22
Actividad 5
1. Indique cuál es la conclusión que se desea sostener en cada uno de los pasajes, y
formule al menos uno de los argumentos que se proponen para afirmarla.
2. Clasifique los tres textos teniendo en cuenta los tres tipos de concepciones sobre
la
función del arte presentados en el parágrafo anterior
Hasta fines de la Edad Media, la posibilidad de disfrutar de una obra de arte estaba
reservada a quienes disponían del tiempo y los medios económicos para ello. Diversos
inventos tecnológicos (como la xilografía, la litografía y la imprenta, a comienzos de la
Modernidad, o más recientemente la grabación en audio o en vídeo) permitieron una
difusión casi universal de diversas obras, que están, al menos en principio, al alcance
de quien quiera disfrutarlas. Pero al mismo tiempo, esta reproducción técnica de las
obras de arte tuvo como consecuencia que el "original", la "obra de arte" propiamente
dicha perdiera algunas de sus características. En palabras de Gadamer:
"[...] en la obra de arte no sólo se remite a algo, sino que en ella está propiamente
aquello a lo que se remite. Con otras palabras: la obra de arte significa un crecimiento
en el ser. Esto es lo que la distingue de todas las realizaciones productivas humanas en
la artesanía y en la técnica en las cuales se desarrollan los aparatos y las instalaciones
de nuestra vida económica práctica. Lo propio de ellos es, claramente que cada pieza
que hacemos sirve únicamente como medio y como herramienta. Al adquirir un objeto
doméstico práctico no decimos de él que es una "obra". Es un artículo. Lo propio de él
es que su producción se puede repetir, que el aparato puede básicamente sustituirse
por otro en la función para la que está pensado.
Por el contrario, la obra de arte es irreemplazable. Eso sigue siendo cierto en la época
de la reproductibilidad, en la cual estamos actualmente y en la que las más grandes
obras de arte nos salen al encuentro en copias de una calidad extraordinaria. Una
fotografía o un disco, son una reproducción, no una representación. En la
reproducción como tal ya no hay nada del acontecimiento único que distingue a una
obra de arte. [...] Si encuentro una reproducción mejor, la cambiaré por la antigua; y
si se me extravía, adquiriré otra nueva."
Gadamer, H.-G. La actualidad de lo bello; pp. 91-2
1. Teniendo en cuenta tanto estos textos como lo que usted leyó en el texto de
Schujman
y otros, y en el parágrafo anterior, ¿cuáles son las ventajas y las desventajas de la
reproductibilidad técnica de la obra de arte? Tenga en cuenta al menos los siguientes
conceptos: accesibilidad, autenticidad, "aura" o sacralidad, irrepetibilidad.
Unidad 4: ¿Cómo concebimos el mundo?
Cambio y permanencia
Actividad 1
1. Explique la concepción del cambio que aparece en el primer texto (el Eclesiastés)
2. ¿Qué opina usted de las actitudes y el argumento de la Reina Blanca, en el segundo
pasaje? ¿Por qué parecen absurdos y le causan gracia a Alicia?
3. Habitualmente para explicar un cambio empleamos la idea de "causa". Por
ejemplo,
una herida causa dolor (cambio en las sensaciones de la Reina); el dolor, a su vez,
es
causa de los gritos (cambio en su conducta). ¿De qué manera aparece invertido
este
principio en el pasaje?
Heráclito y Parménides
Una bella y muy conocida canción dice en su estribillo "Cambia, todo cambia". Pero
como vimos más arriba, dice el Eclesiastés, "Nada hay nuevo bajo el Sol". La reflexión
sobre el significado de los cambios más o menos aparentes que todos podemos apreciar,
y la discusión acerca de la existencia de algo permanente por detrás de esos cambios
es, como vemos, muy antigua y muy difundida, incluso en contextos no filosóficos.
Ya en el siglo VI a.C. Heráclito plantea de modo filosófico la tesis de que todo cambia
y nada en el universo permanece igual. En la concepción de Heráclito, la unidad del
universo es una consecuencia del equilibrio entre opuestos que se hallan en
permanente tensión.
Por su parte, Parménides escribe un bello poema sosteniendo la tesis contraria: el Ser
es único, eterno, inmodificable, ilimitado.
Actividad 2:
Compare las posiciones de Heráclito y Parménides. ¿En qué se asemejan? ¿En qué
se diferencian?
“Lo contrario se pone de acuerdo; y de lo más diverso la más hermosa armonía, pues
todas las cosas se originan en la discordia” (Fgm. 10).
“No se puede sumergir dos veces en el mismo río. Las cosas se dispersas y se reúnen de
nuevo, se aproximan y se alejan”(Fgm. 9).
“Aquella que afirma que el Ser es y el No-ser no es, significa la vía de la persuasión,
puesto que acompaña a la Verdad, y la que dice que el No-ser existe y que su existencia
es necesaria, esta, no tengo reparo en anunciártelo, resulta un camino totalmente negado
para el conocimiento. Porque no podrías jamás llegar a conocer el No-ser, cosa
imposible, y ni siquiera expresarlo en palabras”
Solo nos queda hablar ahora de una última vía, la existencia del Ser. Muchos indicios
que ella nos muestra permiten afirmar que el Ser es increado e imperecedero, puesto que
posee todos sus miembros, es inmóvil y no conoce fin.
En el siglo IV a.C. Platón , a su vez, formuló un sistema filosófico, que ejerció una
fuerte influencia en el pensamiento posterior, y que propone una nueva solución posible
para este problema.
Platón sostiene la existencia de dos mundos: un mundo inteligible, perfecto, eterno,
inmutable, donde se encuentran las Ideas o arquetipos, y un mundo sensible,
imperfecto, limitado, cambiante, en el que vivimos. Las Ideas son la causa de que las
cosas sean lo que son: por ejemplo, decimos "la doncella es bella", porque esta doncella
(sensible, particular) participa de la Idea de belleza (inteligible, universal). Podemos
acceder al mundo sensible a través de nuestros sentidos, pero al mundo de las Ideas sólo
accedemos mediante la razón. Podemos ver a la doncella, pero no a la Idea
de belleza. Sin embargo, del mundo sensible tenemos un conocimiento muy parcial,
mera opinión. Sólo hay verdadero conocimiento, o ciencia, del mundo de las Ideas. Es
importante no concebir a las Ideas a la manera moderna, como representaciones
mentales (algo que "tenemos en nuestra cabeza"). En la teoría platónica, las Ideas
tienen existencia propia, independiente de cualquier pensamiento humano. Es más,
sólo las Ideas son auténticamente reales, el mundo sensible es sólo una mera copia de
aquéllas.
Actividad 3:
"-Y ahora -proseguí- compara con el siguiente cuadro imaginario el estado de nuestra
naturaleza según esté o no esclarecida por la educación. Represéntate a unos hombres
encerrados en una especie de vivienda subterránea en forma de caverna, cuya entrada,
abierta a la luz, se extiende en toda su longitud. Allí, desde su infancia, los hombres
están encadenados por el cuello y por las piernas, de suerte que permanecen inmóviles
y sólo pueden ver los objetos que tienen delante, pues las cadenas les impiden volver la
cabeza. Detrás de ellos, a cierta distancia, y a cierta altura, hay un fuego cuyo
resplandor los alumbra, y entre ese fuego y los cautivos se extiende un camino
escarpado, a lo largo del cual imagina que se alza una tapia semejante al biombo que
los titiriteros levantan entre ellos y los espectadores y por encima del cual exhiben sus
fantoches.
-Imagino el cuadro -dijo.
-Figúrate, además, a lo largo de la tapia, a unos hombres que llevan objetos de toda
clase y que se elevan por encima de ella, objetos que representan, en piedra o en
madera, figuras de hombres y animales y de mil formas diferentes. Y como es natural,
entre los que los llevan, algunos conversan, otros pasan sin decir palabra. -¡Extraño
cuadro y extraños cautivos! - exclamó.
-Semejantes a nosotros -repliqué-. Y ante todo, ¿crees tú que en esa situación puedan
ver, de sí mismos y de los que a su lado caminan, alguna otra cosa fuera de las
sombras que se proyectan, al resplandor del fuego, sobre el fondo de la caverna
expuesto a sus miradas?
-No -contestó-, porque están obligados a tener inmóvil la cabeza durante toda su vida. -
Y en cuanto a los objetos que transportan a sus espaldas, ¿podrán ver otra cosa que no
sea su sombra? […] Considera ahora -proseguí- lo que naturalmente les sucedería si
se los librara de sus cadenas a la vez que se los curara de su ignorancia. Si a uno de
esos cautivos se lo libra de sus cadenas y se lo obliga a ponerse súbitamente de pie […]
todos esos movimientos le causarán dolor y el deslumbramiento le impedirá distinguir
los objetos cuyas sombras veía momentos antes. ¿Qué habría de responder, entonces, si
se le dijera que momentos antes sólo veía vanas sombras y que ahora […] goza de una
visión verdadera? […] Y si se lo obligara a mirar la luz misma del fuego, ¿no herirá
ésta sus ojos? ¿No habrá de desviarlos para volverlos a las sombras, que puede
contemplar sin dolor? […] Y en caso de que se lo arrancara por fuerza de la caverna -
proseguí -, haciéndolo subir por el áspero y escarpado sendero, […] al llegar a la luz,
¿podrán sus ojos deslumbrados distinguir uno siquiera de los objetos que nosotros
llamamos verdaderos? […] necesitará acos tumbrarse para ver los objetos de la región
superior. Lo que más fácilmente distinguirá serán las sombras, luego las imágenes de
los hombres y de los demás objetos que se reflejan en las aguas y, por último, los
objetos mismos; después, elevando sus miradas hacia la luz de los astros y de la luna,
contemplará durante la noche las constelaciones y el firmamento […] Por último, creo
yo, podría fijar su vista en el Sol, y sería capaz de contemplarlo, no sólo en las aguas o
en otras superficies que lo reflejaran, sino tal cual es, y allí donde verdaderamente se
encuentra. -Necesariamente -dijo.
-Después de lo cual, reflexionando sobre el Sol, llegará a la conclusión de que éste [...]
lo gobierna todo en el mundo visible y que, de una manera u otra, es la causa de cuanto
veía en la caverna […] Si recordara entonces su antigua morada y el saber que allí se
tiene, pensara en sus compañeros de esclavitud, ¿no crees que se consideraría dichoso
con el cambio y se compadecería de ellos?
- Seguramente. […]
- Y ahora, considera lo siguiente -proseguí-; supongamos que ese hombre desciende de
nuevo a la caverna y va a sentarse en su antiguo lugar, ¿no quedarán sus ojos como
cegados por las tinieblas, al llegar bruscamente desde la luz del Sol? -Desde luego-,
dijo.
- Y si cuando su vista se halla todavía nublada […] tuviera que competir con los
que continuaron encadenados, dando su opinión sobre aquellas sombras, ¿no se
expondrá a que se rían de él? ¿No le dirán que por haber subido a las alturas ha
perdido la vista y que ni siquiera vale la pena intentar el ascenso? Y si alguien
ensayara libertarlos y conducirlos a la región de la luz, y ellos pudieran apoderarse de
él y matarlo, ¿es que no lo matarían? -Con toda seguridad - dijo."
Platón, República, s. V a.C. En Obiols, G. Problemas filosóficos; pp. 57-9
El realismo aristotélico
La obra de Aristóteles se inicia como una fuerte crítica a las ideas platónicas, oponiendo
al idealismo de Platón, un realismo basado en la observación y la experiencia. La obra
de Aristóteles ejerció enorme influencia. Sus ideas sobre Astronomía, Física, Biología,
formaron la base de la ciencia occidental durante más de mil años. Hasta tal punto que,
durante la Edad Media, se hablaba de él como de "El Filósofo". Si bien estas teorías
aristotélicas sobre cuestiones científicas ya no tienen vigencia, sus tesis filosóficas han
conservado enorme importancia: modelan en gran medida nuestra manera de ver el
mundo y fueron la base sobre la que se apoyó Tomás de Aquino para elaborar su
pensamiento.
Aristóteles clasificaba a todos los conocimientos en tres grupos: práctico (que apunta
al mejoramiento de la conducta humana); poético (productivo, el arte de saber hacer
cosas) y teórico (que aspira a la verdad y capta su objeto sin modificarlo). La
metafísica o filosofía primera constituye el saber teórico por excelencia.
Aristóteles reflexiona sobre el problema del cambio y la permanencia, tal como había
sido abordado por los filósofos presocráticos y encuentra que es posible una solución
diferente del problema, si consideramos que en todo cambio hay algo que cambia y algo
que permanece. Por ejemplo: si yo pinto esta mesa de rojo, hay algo en ella que cambió
(su color), pero también algo que permanece: lo que hace que siga siendo esta mesa.
Así, el cambio no supone una creación absoluta (desde la nada) ni una destrucción
completa (hacia la nada). Ahora bien, existe otra diferencia entre nuestra mesa y el color
rojo: la mesa puede existir por sí misma, mientras que un color no puede existir por sí
mismo, sino que es siempre el color de algo. No existe el rojo aislado en el mundo: se
trata siempre del rojo de una mesa, de una manzana, de un tulipán o de la camiseta de
un club de fútbol. Las cosas que existen por sí mismas (de modo individual), son las
sustancias. Las que sólo pueden existir en una sustancia se denominan accidentes (por
ejemplo, el color, la cantidad, la posición, etc.) Contrariamente al pensamiento
platónico, para Aristóteles lo que existe son las sustancias individuales; las ideas
universales sólo son posibles en función de aquéllas.
Volvamos a nuestra mesa. La mesa está compuesta por dos elementos: aquello de lo que
está hecha (madera, mármol), que recibe el nombre de materia; y la forma, que hace
que sea una mesa y no otra cosa. Preste atención al hecho de que aquí "forma" no
equivale a "forma geométrica" (cuadrada, redonda, etc.) La forma es la esencia, lo que
hace que un objeto sea lo que es y no otra cosa; que nuestra mesa sea una mesa y no una
silla ni un caballo. Materia y forma son términos relativos: el vellón de la oveja es la
materia de la lana, y a su vez, la lana es materia para la tela, que es la materia de mi
saco. La forma "tela" es la esencia que hace que esta lana sea tela y no relleno para un
colchón; pero a la vez, esta tela es la materia a la que se aplica la forma "saco".
Pero además, dice Aristóteles, toda sustancia es una combinación de acto y potencia: la
mesa es mesa en acto (de hecho, hoy, es una mesa), pero es muchas cosas en potencia
(por ejemplo, madera para el fuego). Esta semilla es semilla en acto, pero árbol en
potencia; el árbol es árbol en acto, pero mesa en potencia. El cambio puede ser
explicado como paso de la potencia al acto: el bebé (adulto en potencia) crece (cambia)
y se transforma en adulto en acto (y a la vez, anciano en potencia).
Actividad 4
"Hay un aspecto de ella (sustancia), como materia, es decir, aquello que por sí mismo
no es un determinado ser; otro aspecto suyo, es la forma y la especie, de acuerdo a la
cual se denomina un ser determinado y, tercero, lo que resulta de éstos. La materia es
potencia, la forma es acto"
De anima, I, 1, 412; citado en Mondolfo, R, op.cit., p. 30
"Si, entonces, el cambio se produce... de un contrario al otro, es necesario que haya
algo subyacente, que cambie en el pasaje de un contrario a otro, pues, lo que cambia,
no son los contrarios mismos. Este algo después queda, mientras el contrario no
permanece [...]"
Metafísica XII, 2, 1069; citado en Mondolfo, R, op.cit., p. 30
Actividad 5
A los ochenta años, su abuelo, que era un famoso inventor, junto con su abuela que era
una eminente científica, construyeron una máquina del tiempo, pero nunca publicaron
su invento. Usted, único descendiente, hereda la máquina, retrocede setenta años hacia
el pasado, y allí, sin darse cuenta, evita que su abuelo conozca a su abuela.
Pero, veamos: usted impidió que él llegara a conocer a su abuela; por lo tanto, usted
no tuvo oportunidad de nacer. Tampoco tuvo su abuelo oportunidad de construir la
máquina. Pero entonces usted no existió para hacer el viaje, y, por lo tanto, su abuelo
llegó a tener un hijo, que fue su padre (de usted). En consecuencia, habrá una máquina
del tiempo, usted la heredará, retrocederá setenta años...
En esta unidad nos ocuparemos de algunos de los temas de la Gnoseología o Teoría del
conocimiento. En particular, nos guiarán tres grandes preguntas: ¿Es posible conocer?
¿Dónde se origina nuestro conocimiento? ¿Qué es lo que conocemos, o cuál es la
naturaleza de nuestro conocimiento? Para cada una de estas tres cuestiones usted
encontrará dos respuestas posibles (que no son las únicas).
Actividad 1
Hartmann, N. Metafísica del conocimiento. Citado en Frassineti y Martínez, Filosofía Viva, p.199
Hace muchos siglos que los seres humanos son conscientes de que su conocimiento no
es completo ni absoluto. Pero algunos pensadores han desarrollado esta afirmación hasta
llegar a sostener, por ejemplo, que el conocimiento es simplemente imposible. Entre
estos autores se encuentra, por ejemplo, Gorgias de establece tres principios,
concatenados entre ellos:
1. Que no existe nada;
2. Que, aunque (algo) existe, es inaferrable al hombre;
3. Que, aunque sea concebible, es inexplicable e incomunicable al prójimo."
Sexto Empírico, citado en Mondolfo, R. El pensamiento antiguo. Bs.As., Losada, 1980, p.136
Podemos distinguir dos grandes clases de escépticos: quienes, como Gorgias, afirman la
imposibilidad del conocimiento de modo radical, es decir, sostienen que nada puede ser
conocido; y quienes toman esta posición como un paso previo a la búsqueda de algún
conocimiento seguro, o escepticismo metódico. Un ejemplo histórico de esta última
posición lo ofrece el pensador francés René Descartes. Una de sus obras comienza
diciendo:
"Hace ya mucho tiempo que me he dado cuenta de que, desde mi niñez, he admitido
como verdaderas una porción de opiniones falsas, y que todo lo que después he ido
edificando sobre tan endebles principios no puede ser sino muy dudoso e incierto;
desde entonces he juzgado que era preciso acometer seriamente, una vez en mi vida, la
empresa de deshacerme de todas las opiniones a que había dado crédito, y empezar de
nuevo, desde los fundamentos, si quería establecer algo firme y constante en las
ciencias."
Descartes, R. "Meditación Primera", Meditaciones Metafísicas, Espasa-Calpe, Bs.As, 1981 (ed. original: 1641).
Pero hay un segundo sentido de la palabra "dogmatismo" que alude a la creencia de que
existen algunas proposiciones cuya verdad podemos conocer, y
para las cuales podemos aducir alguna prueba o justificación racional.
Este es el sentido en que antiguamente se llamaban "filósofos dogmáticos" a
los que sostenían la verdad de ciertas afirmaciones o principios, sobre la base
de argumentos o justificaciones filosóficas.
"La crítica […] se opone al dogmatismo, es decir, a la pretensión de salir adelante sólo
con un conocimiento […] por conceptos, sin informarse del modo y del derecho con
que llega a ellos. Dogmatismo es, pues el proceder dogmático de la razón
pura, sin previa crítica de su propia facultad".
Kant, E. Crítica de la razón pura; México, Porrúa, 1979 (ed. original 1787), p.21, subrayado en el
original
Actividad 2
"Siendo más joven había estudiado un poco de lógica, entre las partes de la filosofía y,
entre las matemáticas, el análisis de los geómetras y el álgebra, tres artes o ciencias
que parecían tener que contribuir en algo a mi proyecto. Pero al examinarlas noté que
[…] aunque en efecto contienen muchos preceptos muy verdaderos y muy buenos hay,
sin embargo, tantos otros mezclados con ellos que son dañinos o superfluos, que es casi
tan difícil separarlos como sacar una Diana o una Minerva de un bloque de mármol
todavía sin desbastar. […] Lo que fue causa de que pensara que había que buscar
algún otro método que comprendiendo las ventajas de estos tres estuviera exento de sus
defectos. Y como la multitud de las leyes proporciona a menudo excusas a los vicios, de
manera que un Estado está mucho mejor regido cuando siendo muy pocas las que hay,
se las observa más estrictamente, así en vez de esa gran cantidad de preceptos de que
se compone la lógica, creí que tendría bastante con los cuatro siguientes, supuesto que
yo tomase una firme y constante resolución de no dejar ni una vez de observarlos. El
primero era de no recibir jamás ninguna cosa como verdadera que yo no la conociese
como tal: es decir, de evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención; y no
comprender en mis juicios nada más que lo que se presentara a mi espíritu tan clara y
distintamente que no tuviese ninguna ocasión de ponerlo en duda.
El segundo, de dividir cada una de las dificultades que examinara en tantas partes
como se pudiera y como lo exigiera su mejor solución.
El tercero, en conducir con orden mis pensamientos comenzando por los objetos más
simples y fáciles de conocer para ascender poco a poco, como por grados, hasta el
conocimiento de los más compuestos; e incluso suponiendo un orden entre los que no
se preceden naturalmente unos a otros.
Y el último, de hacer en todo enumeraciones tan detalladas y revisiones tan generales
que estuviese seguro de no omitir nada.
Estas largas cadenas de razones completamente simples y fáciles que los geómetras
suelen emplear para llegar a sus demostraciones más difíciles, me habían dado ocasión
de imaginar que todas las cosas que pueden caer bajo el conocimiento de los hombres
se siguen unas de otras de igual manera y que, sólo con tal de abstenerse de recibir
como verdadera alguna que no lo sea y que se conserve siempre el orden necesario
para deducirlas unas de otras, no puede haber ninguna tan alejada a la que por fin no
lleguemos, ni tan oculta que no la descubramos. […]"
Descartes, R. Discurso del método. Bs.As., Charcas, 1980; pp.148-149 (ed. original 1637)
¿Cómo supo usted que eso que tenía delante era una canilla automática? ¿De dónde
provino su conocimiento? Supongamos que usted le cuenta su experiencia a un amigo,
quien le pregunta cómo supo que se trataba de una canilla automática. Usted podría
contestar que ha visto muchos grifos en su vida, lo cual le permitió reconocer este grifo.
Los grifos que usted vio antes emitían agua siempre que se activaba algún tipo de
mecanismo, que en la mayoría de los casos era una canilla; aunque ahora no estaba a la
vista, usted supuso que debería haber un modo de activar el grifo también en este caso;
etc. Es decir, que su nuevo conocimiento de las canillas automáticas se originó en sus
experiencias anteriores con canillas y en esta nueva experiencia.
"Nada puede parecer, a primera vista, más ilimitado que el pensamiento del hombre
que no sólo escapa a todo poder y autoridad humanos, sino que ni siquiera está
encerrado dentro de los límites de la naturaleza y de la realidad. Formar monstruos y
unir formas y apariencias incongruentes, no requiere de la imaginación más esfuerzo
que el concebir objetos más naturales y familiares. Y mientras que el cuerpo está
confinado a un planeta a lo largo del cual se arrastra con dolor y dificul tad, el
pensamiento, en un instante, puede transportarnos a las regiones más distantes del
universo; o incluso más allá del universo, al caos ilimitado, donde según se cree, la
naturaleza se halla en confusión total. Lo que nunca se vio o se ha oído contar, puede,
sin embargo, concebirse. Nada está más allá del poder del pensamiento, salvo lo que
implica contradicción absoluta.
Pero, aunque nuestro pensamiento aparenta poseer esta libertad ilimitada,
encontraremos en un examen más detenido que, en realidad, la mente no viene a ser
más que la facultad de mezclar, trasponer, aumentar o disminuir los materiales
suministrados por los sentidos y la experiencia […] Cuando pensamos en una montaña
de oro, unimos dos ideas compatibles: oro y montaña, que conocíamos previamente
[…] En resumen, todos los materiales del pensar se derivan de nuestra percepción
interna o externa. La mezcla y composición de esta corresponde sólo a nuestra mente y
voluntad. O, para expresarme en un lenguaje filosófico, todas nuestras ideas o
percepciones más endebles, son copias de nuestras impresiones o percepciones más
intensas."
Hume, D. Investigación sobre el conocimiento humano, Madrid, Alianza, 1981; pp.33-4 (ed. or. 1748)
Hume señala que todo conocimiento proviene en última instancia de las impresiones, y llama
"impresiones" a las percepciones más intensas, tanto las de los sentidos (vista, tacto, olfato, etc.),
como las de los sentimientos o emociones (amor, odio, deseo, etc.). Por ejemplo, en términos de Hume, si
usted ve una canilla cromada, tiene una impresión de esa canilla, pero si la recuerda al día siguiente,
entonces tendrá una idea de la canilla. Podemos combinar algunas ideas que tenemos para producir una
nueva idea diferente de las anteriores, e incluso una idea que no corresponda a una impresión dada (por
ejemplo, podemos tener la idea de sirena o de unicornio). Sin embargo, si analizamos estas ideas,
encontraremos que son la suma o combinación de otras que sí corresponden a impresiones (por ejemplo,
las impresiones de mujer y de pez; o las impresiones de caballo y cuerno).
A la afirmación empirista de que todo conocimiento se origina en la experiencia, se opone, en cambio, el
racionalismo, que en la misma época floreció en el continente europeo, especialmente en Francia,
Alemania y los Países Bajos (actualmente, Holanda y Bélgica). El racionalismo considera que el origen y
fundamento del conocimiento no está en los sentidos, sino en la ideas de nuestra razón. Volvamos a
Descartes:
"[…] es muy fácil conocer que los sueños que imaginamos estando dormidos, no deben
hacernos dudar de ningún modo de la verdad de los pensamientos que tenemos estando
despiertos. Pues si ocurriera, incluso durmiendo, que tuviésemos alguna idea muy
distinta, como, por ejemplo, que un geómetra inventara alguna nueva demostración, su
sueño no impediría (que) ella fuera verdadera […] Pues, en fin, estemos despiertos o
durmamos, no debemos dejarnos convencer sino por la evidencia de nuestra razón. Y
hay que advertir que digo de nuestra razón y no de nuestra imaginación ni de nuestros
sentidos. Como, aunque veamos el cielo con mucha claridad, no debemos juzgar por
esto que sólo tenga el tamaño de que lo vemos; y muy bien podemos imaginar
distintamente una cabeza de león pegada al cuerpo de una cabra, sin que haya que
concluir por esto que existe en el mundo una quimera, pues la razón no nos dice que lo
que vemos de ese modo sea ver dadero. Pero nos dice muy bien que todas nuestras
ideas o nociones deben tener algún fundamento de verdad; pues no sería posible que
Dios, que es totalmente perfecto y verdadero, las haya puesto en nosotros sin eso […]"
Descartes, R. Discurso del Método, Cuarta parte. Bs.As., Charcas, 1980; pp.165-166 (ed. original 1637).
Actividad 3
"Todo lo que he admitido hasta ahora como más verdadero y seguro lo he tomado de
los sentidos o por los sentidos; pero he experimentado a veces que estos sentidos eran
engañosos y es propio de la prudencia no confiar jamás enteramente en so que nos han
engañado una vez [...] ¡Cuántas veces no me ha sucedido de noche soñar que me
hallaba en este sitio, que estaba vestido, que me encontraba junto al fuego, aunque
yaciera desnudo en mi lecho! En este momento me parece que no miro este papel con
ojos dormidos, que esta cabeza que muevo no está adormecida, que a sabiendas y con
propósito deliberado extiendo esta mano y la siento; lo que se presenta en el sueño no
parece de ningún modo tan claro ni tan distinto como todo esto. Pero pensando en ello
cuidadosamente, recuerdo haberme engañado a menudo con parecidas ilusiones,
mientras dormía. Y deteniéndome en este pensamiento, veo tan manifiestamente que no
existen indicios concluyentes ni señales lo bastante ciertas por medio de las cuales
pueda
distinguir con nitidez la vigilia del sueño, que me siento realmente asombrado; y mi
asombro es tal que casi llega a convencerme de que duermo [...]”
1. ¿Cuáles son los dos argumentos que emplea Descartes para mostrar que los
sentidos
pueden engañarnos?
2. ¿Existe algún tipo de conocimiento que escape a estos argumentos? ¿Cuál?
3. Sintetice el argumento del "genio maligno" o "el engañador".
4. ¿Cómo llega Descartes a la proposición "yo soy, yo existo"? Reconstruya el
razonamiento del que "yo existo" es la conclusión (explicite sus premisas).
"Todas las percepciones del espíritu humano se reducen a dos clases distintas, que
llamaré impresiones e ideas. La diferencia entre ellas reside en el grado de fuerza y
vivacidad con que afectan al espíritu y penetran en nuestro pensamiento o conciencia.
Podemos llamar impresiones a aquellas percepciones que penetran con mayor fuerza y
violencia; y bajo este nombre abarco todas nuestras sensaciones, pasiones y emociones
en tanto aparecen por primera vez en
el alma. Con ideas quiero significar las imágenes débiles de aquéllas en el pen
samiento y el razonamiento, tales como, por ejemplo, todas las percepciones
provocadas por la presente exposición, excepto aquellas que se originan en la vista y el
tacto, y el placer o fastidio inmediato que pueda ocasionarnos. Creo que no será
preciso emplear muchas palabras para explicar esta distinción. Cada uno percibirá
fácilmente por sí mismo la diferencia entre sentir y pensar. [...] Existe otra división
entre nuestras percepciones que será conveniente observar y que se extiende tanto a
nuestras impresiones como a nuestras ideas. Según esta división, hay percepciones
simples y percepciones complejas. Las percepciones o impresiones e ideas simples son
las que no admiten distinción o separación. En las complejas, por el contrario, pueden
distinguirse partes. Aunque un color, un sabor y un olor peculiares son cualidades que
se encuentran unidas en una manzana, es fácil percatarse de que no son lo mismo, sino
que se puede al menos distinguirlas unas de otras [...]
El examen exhaustivo de esta cuestión es el tema del presente Tratado y por tanto nos
contentaremos aquí con sentar una proposición general, a saber, que todas nuestras
ideas simples en su primera aparición derivan de impresiones simples que se
corresponden con ellas y que ellas representan exactamente."
Hume, D. Tratado de la naturaleza humana. 1739. Paidós, Bs.As., 1974.
Según Hume, ¿puede un ciego de nacimiento tener la idea de "verde"? ¿Por qué?
El realismo
Como usted recordará, en la Unidad 4 ya habíamos tomado en cuenta esta distinción al
referirnos a los sistemas de Platón y Aristóteles. Tal como ya lo hemos señalado,
conviene tener siempre en cuenta que la división que realizamos entre diferentes
disciplinas filosóficas, como Metafísica, Gnoseología y Ética, si bien nos ayuda a
organizar el estudio, no tiene fronteras claras dentro del pensamiento mismo de los
filósofos. Las respuestas que se proponen para un problema metafísico a menudo
presuponen respuestas a los problemas gnoseológicos y viceversa. Y es difícil
reflexionar sobre qué es la realidad, sin preguntarnos sobre cómo podemos saber, cómo
podemos acceder (o no) a tal realidad.
Podemos decir, por ejemplo que el sistema de Aristóteles es un sistema realista. En
efecto, para Aristóteles lo que existe son las sustancias individuales, y el conocimiento
teórico (puede revisar el concepto de conocimiento teórico en las Unidades 3 y 4), es
conocimiento de la realidad, en sus diferentes sentidos: de las sustancias separadas e
inmutables (la Filosofía), de las sustancias sometidas a cambio (la Física), y de los
objetos abstraídos de las sustancias (la Matemática). En todos estos sentidos, siempre se
entiende que quien conoce, conoce algo que está separado de sí mismo, "fuera", en el
mundo externo, y que no depende de que un sujeto lo conozca para existir.
Si bien el problema del conocimiento aparece, como vemos, ya desde los primeros
pensadores filosóficos, tiene un especial desarrollo en la Filosofía Moderna, en
particular, durante los siglos XVII y XVIII. Uno de los más célebres representantes del
idealismo fue un obispo irlandés llamado George Berkeley. Berkeley es un idealista
material, es decir que considera imposible la existencia de los objetos en el espacio con
independencia de la acción de un sujeto cognoscente.
"1.Resulta evidente a cualquiera que examine los objetos del conocimiento humano,
que ellos son ideas actualmente impresas en los sentidos, o los que percibimos
atendiendo a las pasiones y operaciones de la mente, o finalmente, ideas formadas con
ayuda de la memoria y la imaginación, ya sea componiendo, dividiendo o meramente
representando aquellas percibidas originariamente en los modos mencionados. Por
medio de la vista tengo las ideas de la luz y de los colores, con sus diversos grados y
variaciones. Por el tacto percibo, por ejemplo, lo duro y lo blando, el calor y el frío, el
movimiento y la resistencia [...] Y como se observa que algunas de estas ideas van
enlazadas entre sí, se les adjudica un nombre y luego se las considera como una cosa.
Así, por ejemplo, cuando se observa que un cierto color, sabor, olor, figura y
consistencia van juntos, se los considera como una cosa distinta señalada con el
nombre de manzana. [...]
2. Junto a toda esta variedad interminable de ideas u objetos de conocimiento, existe
algo que las conoce o percibe y ejerce sobre ellas diversas operaciones, tales como
querer, imaginar, recordar. Llamo mente, espíritu, alma, yo a este ser que percibe y
actúa. Con estas palabras no denoto ninguna de mis ideas, sino algo enteramente
distinto de ellas y en lo cual ellas existen o, lo que es lo mismo, por medio del cual son
percibidas, pues la existencia de una idea consiste en ser percibida.
3. Todos admitirán que ni nuestros pensamientos, ni nuestras pasiones, ni las ideas
formadas por la imaginación existen sin (o fuera de) la mente. No menos evidente es
para mí que las diversas sensaciones o ideas impresas en los sentidos, de cualquier
modo que se mezclen o combinen entre sí [...] no pueden existir más que en una mente
que las perciba. [...] Digo que la mesa sobre la que escribo existe; es decir, la veo y la
siento, y si al estar fuera de mi escritorio afirmo que existe, sólo quiero decir que si
estuviera en mi escritorio la percibiría, o que algún otro espíritu la percibe
actualmente. [...] Pues hablar de la existencia absoluta de cosas no pensantes, sin
ninguna relación con su ser percibidas parece completamente ininteligible. Su esse es
percipi; no es posible que ellas tengan ninguna existencia fuera de las mentes
pensantes que las perciben."
Berkeley, G. Tratado sobre los principios del conocimiento humano. Bs.As., Losada, 1968 (la edición original
es de 1710 ) pp.103-109
¿Cuáles son los dos tipos de entes que existen, según Berkeley?
4. ¿Cuál de esos dos tipos de entes es el principio activo, y cuál el pasivo?
5. ¿Podría haber un color que nadie haya visto nunca? ¿O un sonido que nadie
haya
escuchado? Ofrezca una justificación para su respuesta
En 1781, Kant publica, como dijimos, la Crítica de la Razón Pura. En este libro
formula la posición conocida como "filosofía trascendental" o "filosofía crítica", que
introduce una nueva posición, diferente tanto del empirismo como del racionalismo. Las
obras de Kant son complejas y difíciles pero enormemente importantes: sus ideas
influyeron (y aún hoy influyen) en el pensamiento posterior. Intentaremos una
aproximación a sus ideas fundamentales, pero es especialmente recomendable que usted
lea los artículos sobre Kant incluidos en alguno de los diccionarios filosóficos que
sugerimos. No se desanime si al principio le resulta complicado; relea los materiales y
acuda a las consultorías (presenciales o electrónicas) donde encontrará respuesta a sus
dudas.
Los empiristas sostenían que todo conocimiento procede de la experiencia. Kant está de
acuerdo parcialmente con la posición empirista, en cuanto se puede decir que el
conocimiento comienza con la experiencia, pero esto no implica sostener que todo
conocimiento procede o se origina en la experiencia. Lo que Kant pretende averiguar es
cómo es posible la experiencia misma.
Según Kant, nuestra experiencia del mundo es como es por dos motivos: en parte por
cómo es el mundo, y en parte por cómo es nuestra manera de conocerlo. Por
ejemplo, pensemos en cómo es el mundo para un perro: probablemente sea mucho más
rico en sonidos y olores que el mundo que conocemos, y al mismo tiempo será más
pobre en colores. ¿Por qué? Porque el olfato y el oído del perro son más sensibles que
los humanos, mientras que su vista no discrimina los colores (los perros perciben
variaciones de intensidad, pero no de color; algo parecido a lo que era ver televisión "en
blanco y negro"). En los seres humanos, por otra parte, no es sólo la percepción la que
organiza los datos, sino también el entendimiento, que le impone categorías. El objeto
afecta al sujeto, pero a la vez, el sujeto no es pasivo, no se limita a recibir los datos, sino
que el sujeto es activo: elabora, organiza y en cierto sentido modifica esos datos "en
bruto". Podemos decir que el eje de la filosofía kantiana pasa por el cambio en el lugar
del sujeto, que ya no es pasivo, sino que ocupa un lugar activo en la relación de
conocimiento. Según Kant, podemos conocer el objeto tal como se nos aparece (a lo
que él llama fenómeno), pero no tal como es en sí mismo (noúmeno). En este sentido,
todo conocimiento comienza con la experiencia (que provee los datos), pero no se
origina en la experiencia (sino que requiere la actividad organizadora del sujeto).
En esto se diferencia Kant tanto de los empiristas como de los racionalistas. Kant se
aleja del empirismo al considerar que las impresiones solas no bastan para decir que
conocemos algo. Los datos de la sensación, que proceden de las cosas, no son
suficientes. Para que haya conocimiento, para que podamos hablar de "objeto" es
necesaria la actividad del sujeto que otorga una forma a esa suma de sensaciones que
por sí mismas no tendrían sentido. Pero también se distancia del racionalismo, ya que
los conceptos en sí mismos tampoco bastan; si no disponemos de los datos, los
conceptos son puras formas vacías. La actividad del sujeto no puede ejercerse en el
vacío, sino que necesita de una materia, ofrecida por aquellos datos.
Actividad 6
"No se puede dudar que todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia,
porque, en efecto, ¿cómo habría de ejercitarse la facultad de conocer, si no fuera por
los objetos que, excitando nuestros sentidos de una parte, producen por sí mismo
representaciones, y de otra, impulsan nuestra inteligencia a compararlas entre sí,
enlazarlas o separarlas, y de esta suerte componer la materia informe de las
impresiones sensibles para formar ese conocimiento de las cosas que se llama
experiencia?
En el tiempo, pues, ninguno de nuestros conocimientos precede a la experiencia, y
todos comienzan en ella.
Pero si es verdad que todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia,
todos, sin embargo, no proceden de ella, pues bien podría suceder que nuestro
conocimiento empírico fuera una composición de lo que recibimos por las impresiones
y de lo que aplicamos por nuestra propia facultad de conocer (simplemente excitada
por la impresión sensible), y que no podamos distinguir este hecho hasta que una larga
práctica nos habilite para separar esos dos elementos.
Es, por tanto, a lo menos, una de las primeras y más necesarias cuestiones, y que no
puede resolverse a la simple vista, la de saber si hay algún conocimiento independiente
de la experiencia y también de toda impresión sensible. Llámase a este conocimiento a
priori, y distínguese del empírico en que las fuentes del último son a posteriori, es
decir, que las tiene en la experiencia."
Kant, E. 1787. Losada, Bs.As., 1973
"Nuestros conocimientos no provienen únicamente ni de la sensación ni de la
percepción, sino de la totalidad de la acción con respecto de la cual la percepción sólo
constituye la función de señalización. En efecto, lo propio de la inteligencia no es
contemplar, sino "transformar" y su mecanismo es esencialmente operatorio [...]
Siempre que operamos sobre un objeto lo estamos transformando (de la misma manera
que el organismo sólo reacciona ante el medio asimilándolo, en el sentido más amplio
del término). Hay dos modos de transformar el objeto a conocer. Uno consiste en
modificar sus posiciones, sus movimientos o sus propiedades para explorar su
naturaleza: es la acción que llamaremos "física". El otro consiste en enriquecer el
objeto con propiedades o relaciones nuevas que conservan sus propiedades o
relaciones anteriores, pero completándolas mediante sistemas de clasificaciones,
ordenaciones, correspondencias, enumeraciones o medidas, etc.: son las acciones que
llamaremos lógico-matemáticas.
No es exagerado, por tanto, tratar de "mítica", como lo hace un tanto irreverentemente
el título de este estudio, la opinión clásica y ciertamente simplista según la cual todos
nuestros conocimientos, o como mínimo nuestros conocimientos experimentales,
tendrían un origen sensorial. El vicio fundamental de una tal interpretación empirista
es olvidar la actividad del sujeto. Y esto cuando toda la historia de la física, la mas
avanzada de las disciplinas fundadas en la experiencia, está ahí para demostrarnos que
la experiencia nunca basta por sí sola y que el progreso de los conocimientos es obra
de una indisoluble unión entre la experiencia y la deducción."
"El mito del origen sensorial de los conocimientos científicos". J. Piaget, 1957, en Psicología y epistemología,
Ariel, Barcelona, 1973.
Actividad n°
Bibliografía