PSICOLOGIA-DEL-DESARROLLO-NINEZ-Unidad 2
PSICOLOGIA-DEL-DESARROLLO-NINEZ-Unidad 2
PSICOLOGIA-DEL-DESARROLLO-NINEZ-Unidad 2
PSICOLOGIA DEL
DESARROLLO
de la NIÑEZ
SECCIÓN II
113
PARTE I
El embarazo y nacimiento
Faas, A. E.
Antes que las personas tengan una conciencia desarrollada, desde el momento
mismo del parto y aún en la época prenatal, el sujeto manifiesta una actividad
conductual mediante la cual contribuye al mantenimiento y evolución de su vida. De
esta forma, cuando un individuo llega a la fase propia del adulto, su psiquis ya ha pasado
por una serie de estadios o fases de desarrollo. Estas fases del desarrollo presentan
unas características particulares en su interior y a su vez pueden diferenciarse entre
sí. Son los llamados estadios evolutivos, por los que todo organismo debe pasar
ineludiblemente.
Un estadio evolutivo podrían definirse como aquellas partes o momentos del
desarrollo que se distinguen en función de ciertas características homogéneas, debiendo
cumplir las siguientes condiciones:
a) Comienzo y final definidos.
b) Orden de sucesión preestablecido a través de una jerarquía de los modos
de comportamiento, de unos con respecto a otros, de modo que los estadios nuevos
descansen sobre los anteriores o pasados.
c) Cada estadio debe tener períodos críticos que capaciten al individuo para
posibles aprendizajes y comportamientos.
Muchos autores como Freud, Piaget, Gessell, Wallon y Erikson, por nombrar
algunos, han hecho uso de categorías descriptivas para estas fases, resultando todas ellas
muy heterogéneas entre sí. A su vez, cada uno de ellos ha enfatizado distintas esferas
del desarrollo del niño como la emocional y afectiva, la cognitiva, la maduracional y
psicomotriz o la social.
Si consideramos el desarrollo como un proceso bio-psico-social y aceptamos
la existencia de diversas sociedades que implican a su vez diversos contextos en los
que se desarrollará el niño, es lógico pensar que en la clasificación de distintas etapas
evolutivas la homogeneidad de criterios sea una tarea dificultosa. La clasificación de
etapas por edad cronológica debe entenderse en el contexto de una cultura determinada
donde los procesos socio-históricos han modificado los momentos del curso vital. Sin
embargo, trataremos aquí de homogeneizar lo más posible las etapas que definen la
infancia en función de características propias que definen a cada una de ellas desde que
el niño es concebido hasta que ingresa a su pubertad.
Nos abocaremos en esta próxima sección al desarrollo fetal y neonatal.
Nuestro proceso de desarrollo se produce mucho antes de que nazcamos.
115
Durante 9 meses de nuestras vidas vivimos confortables nadando y jugueteando en
el líquido amniótico materno. Sin embargo, es justamente en este período en el que
nos desarrollamos con mucha mayor rapidez que en cualquier otra edad. Hoy se sabe
que los acontecimientos que ocurren en la vida fetal inciden tanto en el niño como en
la madre, sin embargo, todavía existe relativa oscuridad sobre lo que ocurre en esta
etapa. Más aún, es justamente cuando acaba que consideramos que empieza nuestra
edad oficial. Y es cierto que en la oscuridad del vientre materno no podemos ver,
nuestro sentido de la vista no está aún muy desarrollado, pero si podemos sentir
olores, sabores, sonidos y vibraciones.Y aunque la mujer embarazada pueda percibir los
movimientos de su hijo recién como a la semana 20 de gestación, éstos comienzan tan
temprano como a la octava semana. ¿Por qué se mueve, siente su ambiente y aprende el
feto? Es posible que la conducta y experiencias del feto sean meros subproductos del
proceso de maduración, pero las investigaciones sugieren que la conducta del feto es
importante para su desarrollo tanto antes como después del parto y que la oscuridad
de su ambiente intrauterino no es en manera alguna oscuridad científica.
Cuando una mujer atraviesa un embarazo se sumerge en un complejo proceso de
cambios fisiológicos y psicológicos que no sólo la afectan a ella sino también a su bebé.
Tras la fecundación, todo el organismo de la mujer se prepara para el largo proceso
durante el cual tendrá que alojar al feto y cubrir sus necesidades metabólicas. De forma
fisiológica, el organismo materno sufre modificaciones anatómicas y funcionales que le
permiten, por una parte, crear un espacio en el que el feto se desarrolle adecuadamente
y, por otra, prepararse para el delicado momento del parto y posparto.
Desde los aspectos psicológicos, el embarazo es uno de los períodos vitales con
mayores implicaciones emocionales. A pesar de cada embarazada vivirá una experiencia
afectiva y física individual, ciertos cambios son comunes en todas las mujeres. Los cambios
psicológicos de la embarazada tienen mucho que ver con una serie de aspectos, entre
los que se destacan las experiencias vividas con anterioridad, la relación que tiene con
su pareja y las condiciones sociales y económicas. También deben tenerse en cuenta
aspectos de personalidad que promueven estados ansiógenos que afectan al feto y al
vínculo posterior que se establecerá con el niño. La mayoría de las mujeres se adaptan
al proceso del embarazo sin ningún problema, sin embargo a lo largo de la gestación
puede que surjan una serie de problemas derivados del intenso estrés que puede
plantearse por el hecho del nacimiento del próximo hijo. A todo este proceso debe
sumársele el momento mismo del nacimiento. Una vez nacido el niño, la nueva madre
deberá entrar en acción exigiendo a su salud física y psicológica un estado óptimo que
le permita atender todas las necesidades del bebé. Necesidades que irán mucho más
allá de alimentarlo y mantenerlo con sobrevida y que implicarán fundamentalmente un
contexto de amor donde interjugarán sus roles los nuevos padres.
Como puede verse, todas las modificaciones- tanto físicas como psicológicas-
que suceden durante la gestación tienen consecuencias para la madre y el bebé, tanto
en su medio uterino y extrauterino. Es por ello que resulta fundamental conocer cada
una de las trasformaciones que se irán sucediendo en ambos para poder acompañar
adecuadamente a la mujer y a la familia orientando, cuando se crea necesario, la
actuación precoz frente a la posibilidad de riesgo.
116
CAPITULO 5
Período Prenatal
Faas, A.E. y Ferrero, M.J.
1. El desarrollo prenatal
1.1. Principios del desarrollo
El organismo humano normalmente se desarrolla aproximadamente 9 meses
dentro del vientre materno hasta su alumbramiento entre las 38 y 40 semanas de
gestación. El desarrollo del nuevo ser comienza con la fecundación, cuando un
espermatozoide fecunda el óvulo. Allí se forma la primera célula denominada huevo
o cigoto que contendrá la información genética necesaria para el desarrollo del bebé
humano (Langman, 2004).
Dos principios fundamentales guían el desarrollo del organismo humano tanto
antes como después del nacimiento:
Principio Céfalo-Caudal: según el cual el desarrollo progresa desde la cabeza
hasta la parte inferior del cuerpo o “cola”. Cefálico refiere a cabeza y caudal a cola por
lo que desde este principio el desarrollo va “de la cabeza a la cola”. Cuando las células
comienzan a diferenciarse en estructuras y órganos, la forma del embrión termina en su
parte inferior en algo parecido a una cola (véase figura de embrión de 6-7 semanas). De
hecho, a los pocos días de fecundado se observa la aparición de una estructura que más
tarde será el cerebro, mientras que el resto del cuerpo se va armando posteriormente.
De acuerdo con este principio, mientras más cerca de la cabeza esté el órgano, con
mayor rapidez logrará su madurez. El ritmo del desarrollo es más veloz en el extremo
cefálico que en el caudal. En consecuencia, cuando el niño nace, la estructura más
desarrollada es la cabeza, mientras que las más inmaduras son las extremidades. Puede
claramente observarse el gran tamaño de la cabeza que caracteriza al embrión humano,
siendo el cerebro y los ojos exageradamente grandes. A las ocho semanas de gestación
aproximadamente la cabeza del embrión ocupa prácticamente la mitad del cuerpo y al
nacer mide la cuarta parte del tamaño del recién nacido. A medida que el desarrollo
avanza el cuerpo se va proporcionando y van tomando protagonismo otras partes del
cuerpo como tronco y porciones inferiores como lo muestra la figura:
117
http://3.bp.blogspot.com/-GHE7tm0JI_Q/Ud3eZPxNRkllDi4/CvsnxGHQw/s160/r2.jpg
118
1. Una capa superior o ectodermo: piel, uñas, cabello, dientes, órganos de los
sentidos y sistema nervioso se derivan de esta capa.
2. Una capa inferior o endodermo: sistema digestivo, hígado, páncreas, glándulas
salivales y sistema respiratorio se derivan de esta capa.
3. Una capa intermedia o mesodermo: esta capa se desarrolla posteriormente
y de ella se derivan capa interna de la piel, músculos, esqueleto, sistema
excretor y circulatorio.
Otras partes del blastocito se convierten en placenta, cordón umbilical y
saco amniótico. El cordón umbilical (unido a la placenta) lleva al bebé el oxígeno y
nutrientes que necesita, la placenta está relacionada con la inmunidad interna y produce
las hormonas que sostienen al bebé durante la gestación, las que entre otras cosas,
estimulan las contracciones uterinas durante el parto y preparan el pecho materno
para la lactancia. El saco amniótico protege al bebé y le brinda un medio óptimo para
el movimiento y el registro de estímulos.
Período embrionario: Va de los 14 días a las 8 semanas de gestación. Aquí
los principales órganos y sistemas corporales se desarrollan. Por ello, las influencias
externas como enfermedades, agentes tóxicos o infecciosos pueden ser críticas en
este período. Muchos abortos espontáneos ocasionados por anormalidades severas
ocurren en este período.
Período Fetal: Va de la 8va semana gestacional hasta el parto. Aquí el feto
aumenta sustancialmente su tamaño y complejiza sus órganos y sistemas corporales.
El feto crece desde 8 gramos en la octava semana hasta aproximadamente 3.400
gramos al nacimiento, un aumento de 425 veces. La mayor parte de la masa se adquiere
en el tercer trimestre (del séptimo al noveno mes); si bien, el feto crece en longitud
fundamentalmente en el segundo trimestre (del cuarto al sexto mes). El crecimiento
del feto se acompaña de cambios drásticos en las proporciones, sobre todo, en la
relación de la cabeza con el resto del cuerpo. Es así como la cabeza es grande con
respecto al cuerpo, en los primeros 4 meses de gestación, y normaliza las proporciones
gradualmente entre el quinto y noveno mes. Es en este período cuando comienzan
los latidos cardíacos y los movimientos fetales. Paulatinamente el feto se va tornando
más activo exhibiendo conductas que involucran diferentes reflejos, movimientos
de rotación y flexión y, cuando comienza el último trimestre, hasta habilidades de
procesamiento de estímulos de diversas modalidades sensoriales (véase Tabla I).
119
Tabla I: Evolución del desarrollo fetal mes a mes
Fin
Tamaño y masa
del Cambios representativos
aproximado
mes
120
Fin
Tamaño y masa
del Cambios representativos
aproximado
mes
121
2. La transición a la maternidad/paternidad
Cuando la llegada de un bebé se anuncia en la familia ocurren una serie de
ajustes, adaptaciones y cambios que no sólo son a nivel físico y biológico en la madre
sino que implican todo un repertorio de transformaciones a nivel psicológico y social
que afectan a ambos padres y a la familia toda. Brazelton sostiene que estos cambios
ocurren desde el momento mismo del embarazo y que evolucionan con el desarrollo
progresivo del feto, quien no sólo aumenta en tamaño y crecimiento sino también
en capacidades. Los padres transcurren por la adaptación a la noticia al comienzo
del embarazo, la percepción de los movimientos fetales entre el 4° y 5° mes que los
conecta con el niño de una manera particular hasta que finalmente, en el último
trimestre, ya son capaces de brindarle una individualidad distintiva al niño que está por
nacer (Brazelton y Cramer, 1993).
Desde la antigüedad hasta nuestros tiempos se puede apreciar que existieron
diversos modos de relación madre-hijo, pero a pesar de los avatares de las distintas
épocas, existió una fuerza prevalente: la necesidad de nuestra especie de preservar
a los bebés a través del cuidado y de la comunicación humana. En el ser humano, el
fenómeno de la maternidad excede el hecho biológico y tiene un significado a nivel
social, cultural y psicológico. Muchos autores lo denominan maternalización o maternaje.
De acuerdo a Oiberman (2008) la maternidad como fenómeno psicobiológico,
y crisis vital evolutiva, reactiva conflictos del pasado y potencia las problemáticas
presentes, sobre todo las relacionadas con los vínculos con los otros. En este sentido,
representa una crisis que afecta a todo el grupo familiar, que es atravesada por la mujer
en función de:
—— Su historia personal.
—— La estructura de su personalidad.
—— Su situación presente (conyugal, familiar y social).
—— Las características del bebé.
—— La ubicación de ese niño en el encadenamiento histórico de su familia.
122
importantes demandas y requiere la adopción de nuevos roles. Algunos de estos
cambios son más transitorios y otros tendrán efectos más permanentes. Se considera
que la transición termina cuando los cambios se estabilizan. Teniendo en cuenta las
diferencias familiares, hay un cierto acuerdo en situar el final de esta transición en
torno a los dos años después del nacimiento del bebé.
Durante la segunda mitad del siglo XX se inician las primeras investigaciones
en este campo, procedentes de sociólogos centrados en el estudio de la familia. Estos
primeros estudios abrieron el debate respecto a si la transición a la maternidad y la
paternidad debía considerarse como una crisis o como una transición normal del ciclo
familiar. Es en las décadas de los ochenta y de los noventa cuando se da una importante
proliferación de investigaciones y publicaciones. Si bien, los resultados de estos estudios
no apoyan la idea de que el hecho de convertirse en madre y padre supone una crisis
inevitable para la pareja, hay un amplio consenso en considerar este período como un
proceso potencialmente estresante (Cowan y Hetherington, 1991; Maldonado-Duran y
Lartigue, 2008).
Las tareas relacionadas con el cuidado y la crianza de un bebé, los posibles
cambios en las relaciones conyugales, la necesidad de compatibilizar distintos roles, los
cambios de hábitos, las restricciones a la libertad personal, las repercusiones sobre la
actividad profesional o los costos económicos, son algunos de los aspectos que pueden
resultar problemáticos.
Si bien es cierto que la llegada de un bebé requiere importantes cambios, no
es menos cierto que la maternidad y paternidad conllevan indudables satisfacciones
y efectos positivos tanto a nivel personal como social. Los lazos emocionales que se
crean con el cuidado y contacto directo con el bebé, los sentimientos de desarrollo y
realización personal, el sentido de cohesión familiar y el valor social que siguen teniendo
los hijos, continúan siendo razones argumentadas por los adultos a la hora de decidirse
a afrontar con ilusión la compleja tarea de convertirse en padres (Brooks, 1996).
Brazelton y Cramer (1993) efectúan importantes aportes en relación a los
diversos factores que intervienen en el establecimiento del vínculo temprano entre
padres y bebés. De acuerdo a estos autores, el vínculo con un recién nacido se
construye sobre relaciones previas con un hijo imaginario y con el feto en desarrollo
que ha formado parte del mundo de los padres durante los nueve meses de embarazo.
Distinguen dos etapas en el establecimiento de esta relación temprana:
—— Prehistoria del vínculo: hace referencia al conjunto de fuerzas biológicas y am-
bientales, que llevan a mujeres y hombres a desear tener hijos, y las fantasías
que estos deseos suscitan.
—— Albores del vínculo: donde describen la progresión de etapas durante el embara-
zo, y los nueve meses de adaptación al feto en crecimiento.
123
El deseo de una mujer de tener un hijo es producto de muchos motivos e
impulsos diferentes. Entre ellos encontramos:
—— Identificación: todas las mujeres han experimentado alguna forma de cuidado ma-
terno durante su desarrollo, han aprendido por imitación los comportamientos
maternales. El contexto fomenta este proceso de identificación inconsciente
con la madre y las figuras maternales, reforzando este tipo de aprendizaje por
ejemplo en los juegos dramatizados que implican roles maternos.
—— El deseo de ser completa y omnipotente: se corresponde con el deseo narcisista
de conservar una imagen idealizada de una misma como persona completa
y omnipotente, el deseo de duplicarse y de cumplir los propios ideales. Este
deseo encuentra satisfacción tanto durante el embarazo como ante la llegada
del hijo. El embarazo ofrece una oportunidad de ser plena, de ser completa, de
experimentar su cuerpo como potente y productivo. En el deseo narcisista de
completarse a través del hijo la madre contemplará al niño como una exten-
sión de sí exhibiéndolo con orgullo.
—— El deseo de fusión y unidad con otro: hace referencia a la fantasía de la simbiosis,
de la fusión de una misma y el hijo, que a su vez está asociado al deseo de volver
a la unidad con la propia madre. Para el autor, este deseo constituye una fase
vital del desarrollo normal, fundamental para el mantenimiento de la autoesti-
ma. Después del parto, el desarrollo y mantenimiento de actitudes maternales
de vínculo, van a depender de que la mujer recobre estas fantasías de unidad
con su propia madre.
—— El deseo de reflejarse en el hijo: se relaciona con la sensación de inmortalidad,
el hijo representa una promesa de continuidad. Reflejarse es una dimensión
fundamental del narcisismo, del desarrollo y mantenimiento de una autoimagen
sana. El hijo amado implicará amar la propia imagen reproducida. El hijo desea-
do implica la esperanza de duplicarse generando una sensación de inmortalidad
en la continuación. El hijo es visto como el siguiente eslabón de una cadena que
une a cada progenitor con sus propios padres y antepasados.
—— Cumplimiento de ideales y oportunidades perdidas: el futuro hijo representa la
oportunidad de superar transigencias y limitaciones. El hijo imaginario entraña
el ideal del yo del progenitor y sólo puede imaginársele perfecto. Este tipo de
deseos se tornan indispensables ya que favorecen el establecimiento del vín-
culo de apego: la mamá debe ver a su hijo como algo único, como un potencial
redentor de esperanzas perdidas y como un ser con pleno poder para cumplir
sus deseos. Ella puede dejar de lado después del parto, sus propias necesidades
narcisistas, porque ahora están depositadas en el bebé.
—— El deseo de renovar viejas relaciones: la expectativa de recobrar vínculos pasados
también constituye un incentivo para desear un hijo. Al hijo fantaseado se le
atribuyen poderes mágicos: el poder de reparar viejas separaciones, de negar el
paso del tiempo y el dolor de la muerte de seres queridos. Los embarazos tras
la pérdida de familiares cercanos son frecuentes. En muchos casos, la expecta-
tiva de recobrar vínculos pasados es un incentivo para tener un hijo y el futuro
niño actúa como “reparador” reviviendo en la familia viejos lazos perdidos.
124
—— La oportunidad tanto de reemplazar como de separarse de la propia madre: en
su deseo de tener un hijo, la madre experimenta una singular forma de doble
identificación. Se identifica simultáneamente con su propia madre y con su feto.
Sobre la base de experiencias pasadas con su madre y ella misma como bebé,
construirá el conjunto de ideas y creencias en relación a los roles y atributos
de cada uno.
125
de su confianza y elección durante el trabajo de parto, parto y postparto, h) A tener
a su lado a su hijo durante la permanencia en el establecimiento sanitario, siempre
que el recién nacido no requiera de cuidados especiales, i) A ser informada, desde el
embarazo, sobre los beneficios de la lactancia materna y recibir apoyo para amamantar,
j) A recibir asesoramiento e información sobre los cuidados de sí misma y del niño, k)
A ser informada específicamente sobre los efectos adversos del tabaco, el alcohol y las
drogas sobre el niño y ella misma.
Tanto las obras sociales como las empresas de medicina privada deberán
instrumentar las medidas y ejecutar los cambios necesarios para garantizar el
cumplimiento de la ley. Para luego fijar que “cada persona tiene derecho a elegir de
manera informada y con libertad el lugar y la forma en la que va a transitar su trabajo
de parto (deambulación, posición, analgesia, acompañamiento) y la vía de nacimiento” y
“el equipo de salud y la institución asistente deberán respetar tal decisión, en tanto no
comprometa la salud del binomio madre-hijo/a. Asimismo, toda mujer “tiene derecho
a estar acompañada por una persona de su confianza y elección”. Asimismo, la norma
prevé que “con el objeto de favorecer el vínculo precoz, el equipo de salud deberá
fomentar desde el momento mismo del nacimiento e independientemente de la vía del
parto, el contacto del recién nacido con su madre y familiares directos o acompañantes
que ésta disponga”. Asímismo, “la institución deberá brindar a la mujer las condiciones
necesarias y adecuadas para que pueda amamantar, desde la sala de partos y durante
toda su internación”.
En definitiva, la ley viene a poner de relieve la importancia de generar un espacio
familiar donde la mamá y su bebé sean los protagonistas y donde el nacimiento se
desarrolle de la manera más natural posible.
126
II1. Tercera Etapa: El aprendizaje sobre el futuro bebé.
Durante los últimos meses de embarazo, los padres comienzan a personificar
al bebé, a verlo como un individuo separado y real. Comienzan a elegir nombre,
preparar la casa y planificar la nueva vida cotidiana que implicará la llegada del niño. La
personificación del feto por parte de los padres y la creciente actividad de éste durante
los últimos meses colaboran en la construcción del vínculo entre ambos. Mientras
el feto es más y mas activo crece en la mamá la capacidad de reconocer los ciclos y
patrones de movimientos y actividad de su hijo. Cómo se ajustan las respuestas a ello
puede considerarse como las primeras formas de interacción temprana. Se sabe que los
movimientos fetales evolucionan en intensidad y forma, desde unos 200 movimientos
en la semana 20 hasta un máximo de 575 en la semana 32. Por lo general, los informes
de las madres coinciden con las mediciones objetivas de los movimientos en el feto.
En relación a los ciclos de actividad, la mayoría de las madres predice que los picos de
movimiento fetal ocurrirán durante momentos de inactividad para ella. Es posible que
el feto se adapte al descanso-actividad de la madre. Cuando la madre está activa, el
feto permanecerá quieto. Cuando ella está quieta, el feto empezará a moverse por las
paredes uterinas.
Que la madre pueda predecir los movimientos del feto y su adaptación a sus
propios ritmos de sueño-vigilia con precisión implica considerar al hijo como persona
separada, que se ajusta a ella y viceversa, lo que va construyendo el vínculo entre ambos.
Finalmente, en el último trimestre, el feto responde a diversos tipos de estimulación
como la visual, auditiva y cinestésica. Con técnicas de estimulación específicas y no
invasivas hoy se sabe que cerca de los 6 meses los fetos responden a sonidos, presiones
y vibraciones y hasta luces de distinta intensidad que se colocan sobre el abdomen de
la madre. El feto aprende sobre estos estímulos, no sólo respondiendo abiertamente
a la información que registra sino también demostrando habituación cuando estos se
repiten en el tiempo. La no habituación puede indicar signos de estrés fetal e irritabilidad
del sistema nervioso. Las variaciones observadas en la respuesta a estímulos dependen
no sólo de la frecuencia y familiaridad que para el feto tienen los mismos, sino también
de la intensidad con la que se presentan y de cómo modula el niño sus estados de
sueño vigilia. Estas respuestas diferenciadas a los estímulos externos son percibidas
como señales por la madre, la que ajusta sus respuestas de manera concomitante, lo
que inicia la sincronía entre madre e hijo.
127
—— Las características del bebé real llorando al hijo “perfecto” imaginario
—— El temor de dañar al bebé indefenso (común en madres primerizas)
—— La total dependencia del bebé, tolerando y disfrutando de las exigencias que
esto implica (en particular si da el pecho)
128
CAPITULO 6
El recién nacido
Faas, A.E.
129
que colaboran con la adaptación del bebé fuera del útero. Más aún, el procedimiento
por cesárea puede ser incluso perjudicial para el niño. Aproximadamente un 4% tiene
complicaciones como hemorragias o infecciones.
Cuando un parto natural ocurre, diversos factores anatómicos, fisiológicos y
psicológicos pueden influir facilitando o dificultando el mismo. Entre los primeros
podemos mencionar la conformación anatómica tanto de la madre como del hijo, la
posición del feto en el útero materno, el estado de salud materno, entre otros. Entre los
factores psicológicos, la preparación de la madre para el parto y los temores asociados
a él revisten una importancia fundamental.
A principios del siglo XX el Dr. Grantly Dick-Read relacionó el dolor del parto
fundamentalmente con el temor materno ante esta situación y fomentó el parto
natural combinado con estrategias de educación a las madres sobre respiración
y relajación. A mediados de siglo, el Dr. Lamaze introdujo el “parto preparado” que
implica la orientación hacia toda una serie de respuestas físicas voluntarias y aprendidas
ante el dolor al tiempo que se trabaja con información certera sobre la anatomía y
fisiología del parto. Las actuales estrategias de “psicoprofilaxis obstétrica” se basan
en los principios fundamentales de este método. La psicoprofilaxis obstétrica implica
un conjunto de estrategias que conjugan información sobre los cambios biológicos
del embarazo, la práctica de ejercicios físicos y técnicas psicoterapéuticas de grupo
para lograr que la mujer embarazada y su pareja tengan plena conciencia del proceso
que atraviesan y puedan actuar en consecuencia en el momento del parto, evitando
la administración innecesaria de analgésicos o anestesia. Los cursos suelen comenzar
en la semana 30 de embarazo y su dictado está a cargo de equipos interdisciplinarios
conformados principalmente por obstetras y psicólogos quienes brindan conocimiento
de los fenómenos fisiológicos del embarazo y el parto, entrenamiento en ejercicios
prácticos de tipo obstétrico (respiración, relajación y pujidos) y entrenamiento
psicológico (relajación, autocontrol emocional, reducción de la ansiedad, el miedo,
de los pensamientos en torno al embarazo y habilidades para encarar situaciones de
estrés en el ámbito hospitalario) reduciendo de esta manera el estrés y/o el temor ante
el parto. Como se mencionara, las consecuencias psicológicas asociadas al proceso de
parto también pueden mitigarse hoy con un mayor protagonismo de la mujer en lo que
se denomina “parto humanizado” que implica la participación activa de la mujer en el
proceso de embarazo, parto y puerperio pudiendo estar acompañada de quien elija,
recibiendo la información adecuada para la toma de decisiones y siendo considerada
una persona sana. Un parto respetado implica respetar los tiempos biológicos y
psicológicos evitando prácticas invasivas innecesarias.
Como puede verse, el nacimiento del bebé representa un momento crítico
tanto para la madre como para el niño. Si pensamos en el nuevo ser, el parto implica
la separación abrupta de su órgano vital y nutricio, la placenta, debiendo poner en
funcionamiento sus pulmones y comenzar a respirar. El llanto inicial es el indicador
de que los pulmones se han inflado, marcando la vitalidad del neonato. A partir de
este momento, muchas funciones que cumplía la madre deberán estar a cargo del
bebé, el que no sólo deberá ajustar su respiración al medio aéreo sino también su
oscilante temperatura. La protección y amortiguación característica del útero materno
130
se reemplazará por un cúmulo de estímulos externos que suscitarán en él variadas
reacciones físicas y comportamentales. El corte del cordón umbilical lo llevará a
incorporar y digerir por sí mismo su alimento. Comenzará por primera vez a eliminar
desechos hacia el exterior y modificará su circulación sanguínea, que ahora pasará por
los pulmones para oxigenarse. Todo ello hacen del recién nacido un ser complejo y
particular con funciones y capacidades que le son propias.
131
Así, los reflejos de orientación y prensión, que colaboran con la identificación
y el “agarre” a la madre así como el de succión, que colabora con la conducta
de alimentación mediante el pecho materno, son fundamentales para la sobre-
vivencia del niño y tienen un gran valor adaptativo para el recién nacido. Más
adelante veremos cómo estos reflejos también son de gran importancia desde
el punto de vista psicológico resultando de gran valor en el establecimiento del
vínculo de apego. Otros reflejos como gatear, nadar e incluso caminar (reflejo
de marcha automática) desaparecen luego de unos meses apareciendo mucho
más tarde como conductas aprendidas.
132
b. Niñas
Niñas
Edad Peso (g) Longitud (cm)
Bajo (3) Medio (50) Alto (97) Baja (3) Media (50) Alta (97)
36 semanas 1.930 2.820 3.700 44,00 47,40 50,80
133
durante el desarrollo gestacional y están presentes en el nacimiento. La exposición
durante el periodo fetal a fármacos o sustancias químicas, radiaciones o agentes
infecciosos se mencionan como factores etiológicos de anomalías congénitas. Estos son
llamados teratógenos y son responsables de muchas malformaciones del desarrollo.
Las enfermedades genéticas son afecciones causadas por alteraciones del genoma.
Pueden ser hereditarias o no, dependiendo de si la alteración está en los óvulos y
espermatoziodes (gametos) o en las células somáticas. Durante los primeros 30 días
de vida, se pueden descubrir la mayoría de los defectos congénitos y genéticos.
Existen numerosos fenómenos transicionales, derivados de la adaptación del
neonato al nuevo entorno en el que se desenvuelve. Este hecho conlleva una serie de
cambios, la mayoría predecibles, que establecen la norma del desarrollo y crecimiento
infantil. Los primeros minutos después del nacimiento son cruciales para el desarrollo
e indicarán el estado de adaptación del recién nacido a su nuevo entorno.
La Escala de Apgar es considerada la prueba de excelencia para valorar la
adaptación del recién nacido de su medio acuático al aéreo en el que deberá pasar el
resto de su vida. Se toma al primer y luego a los 5 minutos del nacimiento. Esta escala
valora color de la piel, ritmo cardíaco y respiratorio, reflejos y tono muscular (véase Tabla
III). Se califica cada una de estas dimensiones con 0, 1 o 2 en función de su optimalidad.
La escala, por lo tanto, arroja un puntaje máximo de 10. Un puntaje de 7 a 10 a los
5 minutos indica que el bebé en excelentes condiciones de adaptación. Menos de 7
puntos es indicativo de necesidad de asistencia para el bebé en su función respiratoria,
mientras que menos de 4 puntos indica que el bebé requiere inmediato tratamiento
para salvar su vida. No necesariamente un bajo puntaje de Apgar significa procesos de
asfixia. Los signos vitales pueden afectarse por los medicamentos administrados a la
madre, las condiciones neurológicas del bebé o sus condiciones cardiorespiratorias.
Puntajes menores de 3 a los 10, 15 y 20 minutos se asocian a problemas neurológicos
que pueden correlacionarse o no con la falta de oxígeno.Véanse estos indicadores y su
valoración en tabla II.
134
2.2. Las Capacidades Sensoriales
Las capacidades para registrar información desde diversos sistemas sensoriales
aparecen durante el desarrollo fetal y tienen una continuidad posnatal. El desarrollo
temprano de los sistemas sensoriales:
—— Permite al feto y recién nacido el registro, la codificación y retención de estímu-
los que colaboran con su supervivencia. Los componentes sensoriales del líquido
amniótico relacionados con los olores maternos favorecen el reconocimiento
temprano de quien será nuestro principal cuidador, la percepción y discrimina-
ción fetal de los sonidos del lenguaje humano y de la voz materna favorecen la
comunicación y el reconocimiento materno temprano, la discriminación táctil
y de presión ayuda al feto a diferenciar estimulación placentera y dolorosa, etc.
—— Colabora con la adquisición de aprendizajes tempranos que sentarán las bases
para su desarrollo social y emocional posterior. Actualmente se habla del rol que
juegan en el recién nacido los aprendizajes sensoriales tempranos relativos, por
ejemplo, a los olores y sonidos maternos percibidos in-útero en los primeros
vínculos comunicacionales madre-hijo, habiéndose establecido como verdaderas
bases psicobiológicas del apego y la comunicación temprana (Faas, 2011).
135
Aunque menos desarrollado que en otros mamíferos, se vinculan con dos
funciones básicas de supervivencia:
—— Sirve para la alimentación
—— Ayuda a la madre y a su cría a identificarse mutuamente.
Los recien nacidos prefieren los olores lacteos y de secreciones maternas. Estas
preferencias ayudan a localizar la fuente de alimentación y a identificar a la madre, base
para el apego posterior.
Oído
De aparición prenatal, completamente desarrollado al nacimiento.
Los recién nacidos oyen una gran variedad de sonidos, prefieren los sonidos
complejos como la voz frente a tonos puros, los agudos frente a los graves y pueden
distinguir una variedad de sonidos vocales humanos.
Tienen ciertas preferencias auditivas y la más importante es la de la voz humana.
Biológicamente preparados para responder a sonidos del lenguaje humano,
pueden responder a los sonidos de cualquier idioma hasta aproximadamente el año
de vida.
Prefieren su propia lengua frente a otras lenguas y la voz materna frente a otras
voces, la que reconoce y distingue claramente. Esto colabora con:
—— aprendizaje del lenguaje
—— vinculo de apego posterior madre-bebe.
Vista
Los recién nacidos ven al nacer, pero es el sentido menos maduro en comparacion
con los otros.
Debido a esta inmadurez los bebés no enfocan los objetos bien y su agudeza
visual es limitada.
A diferencia de los adultos ven con la misma poca claridad los objetos cercanos
y los lejanos, lo cual le impide diferenciar lo que está lejos de lo que está cerca.
La evolución y la maduración de la vista es rápida. A los 3 meses enfocan objetos
igual que los adultos y a los 2 años su visión ya es tan perfecta como la de los adultos.
La exploración visual cambia rápidamente durante los primeros 2 meses. Al
comienzo responden a las partes separadas de un modelo. Si se les enseña un triángulo
o una cara humana miran los contornos o las partes donde hay más contraste.
A partir de los 2 meses llevan a cabo una visión en conjunto de los contrastes
del triángulo o de los rasgos internos complejos de la cara humana, a la vez que el
contorno (García-Alix y cols.; 2012)
136
nacido pone en marcha mediante un complejo mecanismo de sistemas regulatorios
como los que mencionamos anteriormente, una red de comportamientos definen lo
que pueden denominarse sus “índices de expresión” en el entorno, o para Delval,
las capacidades de las que dispone para “actuar” en su medio ambiente. Ya se ha
mencionado que aún desde la vida fetal el neonato posee la capacidad de registrar,
procesar y discriminar información del medio en el cual se desenvuelve. En organismos
no parlantes como los bebés, la expresión de lo que sienten y perciben puede detectarse
no sólo por variaciones neurovegetativas y autonómicas de su estado basal (como
modificaciones en el ritmo cardíaco y respiratorio) sino también por un conjunto de
comportamientos que implican la regulación de los estados conductuales de sueño y
vigilia, los patrones de llanto, las respuestas reflejas y un variado repertorio motriz que
involucra movimientos corporales y faciales con diferente expresividad.
137
serán regulares y predecibles. En el segundo los movimientos corporales aumentan,
la respiración se vuelve irregular y en general antecede al llanto. Los estímulos actúan
atenuando o exacerbando este estado, por lo que niño puede calmarse o irrumpir en
llanto frente a un estímulo externo. El sexto estado implica el llanto.
El grado de reacción de un RN a los estímulos depende en gran parte de en cuál
de estas seis fases está. Wolf estableció que los bebés que estaban en la fase de vigilia
con actividad alerta respondían a la estimulación con un incremento de la actividad. Por
el contrario los bebés que ya estaban en vigilia activa, reaccionaban a la estimulación
aquietándose un poco. De modo similar los bebés que estaban en fase de sueño regular
respondían al sonido con un sobresalto, pero los que estaban en un estado de sueño
irregular (período REM) respondían al mismo sonido sólo con un ligero movimiento.
Un bebé en estado de alerta tranquila (estado 4) prestará atención a cualquier objeto
que se coloque justo a su vista (a unos 30 o 40 cm.), pero no lo hará si está llorando.
Estos estados de conducta son observables en el feto y en el recién nacido y
como podrá observarse en la tabla comparativa, ambos autores los plantean de manera
muy similar (véase Tabla III)
138
2.3.2. El llanto
El llanto es un estímulo auditivo que varía en intensidad y en significado, atrae
la atención de los adultos, provoca su respuesta y alivia el malestar del bebe. El primer
llanto del bebé tiene una funcionalidad biológico-adaptativa ya que permite la expansión
de los pulmones, los llena de aire y alienta la respiración autónoma. De allí en más todos
los llantos posteriores tendrán alguna finalidad comunicativa, por lo que se lo considera
como “la primera forma de comunicación de los bebes”. Es mediante esta primer forma
de comunicación que el bebé regula su conducta y aprende a demandar alimento,
consuelo o estimulación.
El estado de dependencia en el que el recién nacido viene al mundo le requieren
de mecanismos de supervivencia que promuevan el contacto con el cuidador. En este
sentido, el llanto es el mecanismo primario, que unido fuertemente a la respiración,
se irá modificando para servir a los propósitos del lenguaje. Algunos autores lo han
mencionado como “el cordón umbilical acústico” del que se vale el bebé durante los
primeros meses postpartum, para generar señales sociales que llaman la atención y que
se relacionan con su dependencia (Ostwald, 1972).
Murray (1979) se refiere al llanto como un “liberador” de patrones de
comportamiento de cuidados y como un “activador” de motivos egoístas y altruistas. El
llanto se incrementa con los estados de malestar y disminuye con la nutrición u otros
efectos al tiempo que moviliza al adulto en función de la naturaleza que compulsa el
llanto y sus diferentes formas de presentación (dolor, hostilidad, etc.).
Según Wolff (1969) hay cuatro tipos de llantos:
—— El llanto básico regular y rítmico, generalmente asociado al hambre.
—— El llanto de cólera (rabia/enfado).
—— El llanto de dolor.
—— El llanto de atención que aparece a las 3 semanas y que sirve para atraer la aten-
ción del cuidador y con el cual los bebes empiezan a controlar su entorno social.
139
comportamiento y fisiológicos que funcionan para mantener el balance de la homeostasis,
regular la vigilia, la atención y atraer a quien propicia cuidados. En este sistema regulador
el llanto es la primera línea de defensa del niño (Lester & Boukydis, 1985)
El llanto infantil tiene gran significado y su interpretación implica gran cantidad de
información para el adulto. Se han planteado diversas teorías en relación a los efectos
del llanto en el adulto. El llanto del niño genera en el adulto sentimientos fuertes
de excitación fisiológica (ritmo cardíaco) e incomodidad, es probablemente un efecto
programado de forma innata para asegurar el cuidado y la atención que el bebé necesita
para sobrevivir.
Los padres terminan construyendo una cierta habilidad para reconocer no sólo
el llanto de su hijo, sino la causa de éste. En la percepción del llanto se conjugan las
relaciones entre el niño y sus padres. A través del llanto, el niño comunica necesidades,
sentimientos, emociones, usando una variedad de patrones pero refleja, además de sus
sensaciones y percepciones internas, un ambiente a su alrededor. El comportamiento
de los adultos en respuesta al llanto del bebé está modulado por las características
acústicas del llanto, su percepción e interpretación y el tipo de conducta que genera
en consecuencia. Esto explica cómo la percepción se traslada en la acción o cómo las
experiencias son fijadas y percibidas (Lester, 1984)
La percepción de un llanto como negativo no implica necesariamente relación
negativa de los padres al niño, aunque es favorable conocer bajo qué circunstancias
este criterio puede ser válido y, en ese caso, es necesario considerar si hay mezclados
aspectos de personalidad, stress, factores socioeconómicos, etc. Por ello, correlacionar
mediciones acústicas de parámetros del llanto infantil con la percepción del llanto por
parte del adulto es una vía para ayudar a discriminar qué es oído y qué es percibido. Por
ejemplo, niños con complicaciones prenatales y perinatales tienen llantos con altos
valores tonales. Aparentemente estos tonos altos actúan como activadores del alerta
(arousal) siendo éstos percibidos como urgencia, trastorno y angustia, lo que permite
a los padres reaccionar rápidamente (Lester & Boukydis, 1985).
El llanto, por lo tanto, no sólo es un precoz sistema de comunicación con
valor funcional en la adquisición del lenguaje sino que además es un valioso predictor
del estado del SNC del recién nacido. Diversos síndromes genéticos tales como el
“Maullido de Gato” (Cry du Chat) y el Síndrome de Down se han correlacionado
con patrones específicos en el llanto del recién nacido. La desnutrición, el bajo peso al
nacer, la prematuridad, la hipoxia fetal o perinatal, el consumo de drogas, entre otros
factores de riesgo para el desarrollo neurocomportamental del niño, afectan también
las características acústicas y fonológicas del llanto infantil (Pinyerd, 1994).
Las áreas del conocimiento relacionadas con el tema del análisis del llanto infantil
se han desarrollado a la par del avance de la tecnología. Actualmente existen diversas
técnicas que son aplicadas al análisis acústico del llanto infantil como el análisis auditivo,
el análisis en los dominios del tiempo y la frecuencia de la señal de llanto, análisis
espectrográfico, algoritmos y técnicas de procesamiento de señales. A partir de 1995,
el análisis del llanto infantil mediante la utilización de modelos de redes neuronales
artificiales y el análisis espectral toman cada vez más fuerza. Todas estas técnicas se
140
encuentran potencializadas por la aplicación de computadoras cada vez más sofisticadas.
(Petroni et al, 1995)
141
observarse en otras especies (Berridge, 2000). Analizando la reactividad facial al gusto
en diversas especies de monos (gran mono, viejo mono mundo, mono de nuevo mundo
y bebés prosimios y adultos) se observó que prácticamente en todos estos primates se
encuentran reacciones faciales que se correlacionan con las reacciones faciales humanas
ante los sabores amargos, dulces u otros gustos y que son similares a reacciones de los
bebés humanos (Steiner, 1997; Steiner & Glaser, 1995).
Vick y colaboradores (2007) señalan que la investigación de la comunicación facial
humana se ha facilitado en gran medida por el desarrollo del Sistema de Codificación
de Acciones Faciales (FACS). Este sistema parte del sistema de codificación de Ekman
para las unidades de acción facial del rostro (Ekman y Friesen; 1978, Ekman, Friesen,
y Hager, 2002) analizando minuciosamente la gestualidad que originan las diversas
emociones. Este método permite la medición objetiva y estandarizada del movimiento
facial basado en la musculatura mimética subyacente. Si bien muchos estudios miden
las inferencias hechas por observadores cuando se realizan visualización de caras,
algunas preguntas se abordan mejor mediante la medición de lo que la propia cara
hace (Ekman y Rosenberg, 2005). El FACS tiene como base un sustrato anatómico y
describe unidades mínimas de movimiento facial llamadas Unidades de Acción (UA)
con detalladas descripciones de los cambios resultantes en la apariencia facial, pudiendo
este ser adaptado a adultos o bebés.
Hasta hace poco tiempo atrás prevalecía una importante discusión teórica
sobre la medición de acciones faciales en neonatos humanos y en adultos humanos,
específicamente en relación a la existencia o no de equivalencias en su medición. Sin
embargo, Fridlund y colaboradores (1987) compararon las acciones faciales de los
neonatos humanos con las de los adultos y concluyeron que todas las acciones faciales
del neonato pueden ser observadas en el rostro adulto, lo cual indicaría una equivalencia
funcional (neonato-adulto) en el rostro humano.
Observar lo que un bebé realiza con su rostro para conocer si un estímulo
resulta agradable o desagradable permite discriminar aquello que le resulta aversivo o
apetitivo. Se toma como conductas indicadoras de aversividad: abrir verticalmente la
boca (la mímica de la arcada), apretar fuertemente los ojos, fruncir el ceño y arrugar
la nariz y como conductas indicativas de apetitividad: la mueca de la sonrisa (relajación
de la parte inferior del rostro), la succión y los lengüeteos. Bebés recién nacidos y
de pocos días de vida ya muestran discriminar los componentes hedónicos de los
estímulos que reciben exhibiendo claramente este tipo de gesticulación (véase Faas,
2001; tesis doctoral).
142
etapas prenatales tempranas el sistema nervioso desarrolla estrategias derivadas de
la herencia y de aferencias sensoriales que se hacen manifiestas en el momento del
nacimiento y permanecen como soporte de las funciones motoras a lo largo del ciclo
vital. Se considera que el reflejo es un movimiento automático, realizado sin voluntad
consciente y normalmente desencadenado por cuenta de un estímulo sensorial; es una
respuesta inmediata, y estereotipada que fundamenta la construcción del movimiento
y la regulación del tono postural. El sobresalto frente a un fuerte ruido, el parpadeo
frente a una luz brillante, la succión frente a un elemento que roza los labios del bebé
son comportamientos reflejos (Pimentel, 1996).
La mayoría de los reflejos neonatales tienden a desaparecer cuando comienzan a
aparecer formas más maduras de comportamiento y muchos de ellos sobreviven como
comportamientos aprendidos, modificándose con la práctica a medida que el niño
interactúa con su entorno. Algunos autores consideran los reflejos neonatales como
capacidades de auto-organización temprana que preparan al niño para actividades
posteriores manifestándose a través de ajustes tónicos que permiten controlar la
postura y el movimiento.Actividades como la bipedestación, la marcha y la manipulación,
poseen un sustrato neurológico primitivo ó pre funcional a partir del cual se da lugar
a procesos de regulación y maduración que potencializan de manera particular dichas
actividades. Las reacciones de moro, las tónicas cervicales y la prensión palmar entre
otras, constituyen parte del sustrato neuromotor para todas aquellas actividades de
destreza que incluyan manipulación y liberación de los miembros superiores.
La gran mayoría de los reflejos neonatales tienen origen fetal. Finalizando las
14 semanas de gestación, casi la totalidad de los reflejos neonatales se encuentran
presentes dentro del sistema de acción fetal, los que pasan a ser parte de la base
neuromotriz desde la cual se soporta el movimiento corporal.
Se calculan aproximadamente dos docenas de reflejos principales en el bebé.
Pueden clasificarse en: Reflejos Primitivos como el de succión, búsqueda y el de Moro
se relacionan con el instinto de supervivencia y protección.También el de prensión, que
podría ser un legado evolutivo de cuando los bebés primates se “aferran” al pelo de
su mamá. Reflejos Posturales: aquí tenemos las reacciones a los cambios de posición
como el reflejo de paracaídas (movimiento de extender los brazos cuando se inclina
súbitamente el bebé hacia abajo). Reflejos Locomotores: que simulan movimientos
voluntarios como el de marcha y natación. Los reflejos neonatales desaparecen durante
los primeros meses y son señal de mielinización de las vías motoras de la corteza,
permitiendo el movimiento voluntario. Es por ello que la valoración de los reflejos se
utiliza para la valoración del estado del SNC del bebé.
Véase una síntesis de los principales reflejos con su funcionalidad aparente y su
edad de inicio y desaparición aproximada en la tabla IV.
143
Tabla IV: Principales reflejos en el bebé, funcionalidad y edad de desaparición
Reflejos Estimulación Respuesta Edad de Función
desaparición
ROTACIÓN Acariciar la mejilla La cabeza del 3 semanas Sirve para orientar la
BÚSQUEDA u del bebé cerca de bebé se dirige ( d e s p u é s boca hacia la fuente
HOZAMIENTO su boca hacia la fuente se vuelve de alimentación
de estimulación voluntario) (pezón, biberón, etc.)
SUCCIÓN Poner el dedo El bebé succiona 4 meses Permite la
o introducir un el dedo u objeto alimentación
objeto en la boca rítmicamente
del bebé
NATACIÓN Poner al bebé en M o v i m i e n t o s 4-6 meses Ayuda al bebé a
una piscina sincronizados de sobrevivir si cae en
brazos y piernas. una psicina
Chapoteo y
patadas con
movimientos de
natación
PARPADEO Hacer brillar una El bebé Permanente Protege al bebé de
luz en los ojos del rápidamente la estimulación visual
bebé o dar una cierra los intensa o fuerte
palmada cerca de párpados
su cabeza
RETIRADA Pinchar la planta El bebé retira el Se debilita a los Protege al niño de
del pie del bebé pie con flexión 10 días una estimulación
con un objeto con de la rodilla y de táctil desagradable
punta la cadera
MORO Sostener al bebé El bebé realiza 6 meses Ayudar al bebé a
boca arriba y movimientos de expulsar o alejar
dejar que la apertura abrupta potenciales fuentes
cabeza caiga un de brazos cercanas de peligro
poco o realizar hacia afuera
un golpe fuerte y extendiendo
repentino sobre la las piernas,
superficie o base luego arquea la
que sustenta al expalda y como
niño en un “abrazo”
acerca los
brazos otra vez
hacia el cuerpo
BABINSKI Presión suave Los dedos de los 8-12 meses Desconocida
sobre la planta pies del bebé se
del pie del bebé abren en forma
desde el talón de abanico y
hacia los dedos se contraen al
mismo tiempo
que el pie se
retuerce
PARACAÍDAS Tomar al bebé El bebé extiende Permanente Permite al niño
por los costados los brazos y protegerse de las
de forma vertical abre las manos caídas
e inclinarlo realizando un
bruscamente movimiento
hacia adelante brusco para
protegerse de la
caída
144
PRENSIÓN Tocar la palma de El bebé cierra 3-4 meses Permite al niño ma-
PALMAR la mano del bebé la mano con netenerse agarra-
prensión del do. Ha ayudado a la
objeto cría a adherirse a su
madre en el pasado
evolutivo humano
PRENSIÓN Tocar la planta del El bebé flexiona 12 meses Asociado con
PLANTAR pie del bebé los dedos del pie conductas arcaicas
con prensión del propias del pasado
objeto evolutivo
TÓNICO- Acostar al bebé El bebé adopta 5-6 meses Relacionado con
CERVICAL boca arriba y girar la postura el desarrollo de la
su cabeza hacia de esgrima, lateralidad cerebral
ó un lado extendiendo el y la integración
brazo y la pierna bilateral
TÓNICO del lado preferido
ASIMETRICO y flexionando las
DEL CUELLO extremidades
opuestas
145
limitado desde el punto de vista neurocomportamental. Por otro lado, este limitado
repertorio conductual y neuromuscular ha llevado a pensar que el neonato sólo
era capaz de responder a la estimulación proveniente de su entorno con patrones
de naturaleza reflexiva. Desde este punto de vista, pensar que el neonato era capaz
de adquirir y retener información proveniente de su entorno interactuando con él
mediante respuestas aprendidas, parecía un hecho imposible que sólo podría lograrse
una vez que se alcanzara cierta madurez. Sin embargo, actualmente se conoce que
a pesar de su inmadurez, el recién nacido es mucho más complejo que una mera
colección de reflejos, siendo efectivamente capaz de discriminar, orientarse, habituarse
y deshabituarse frente a estímulos familiares y recuperar la atención frente a la novedad,
modificar sus acciones en el medio ambiente y adquirir respuestas condicionadas de
orden clásico e instrumental que implican distintas modalidades sensoriales e índices
de expresión comportamental (Weiss & Zelazo,1991).
146
gestacional, ya que el fenómeno efectivamente ocurría en el 90% de los fetos evaluados.
Para investigar la continuidad fetal-posnatal en estos procesos, se indagó si
durante los primeros días de vida los neonatos respondían de manera similar al mismo
procedimiento de estimulación repetida que se empleó a nivel fetal. Para ello una serie
de estudios realizados en la década del 90 adaptaron la estimulación vibroacústica al
medio extrauterino comprobando que los bebés responden a este tipo de estimulación
de una forma muy similar a la observada en los fetos durante el último trimestre
gestacional (Kisilevsky & Muir, 1991). Otros estudios han empleado también sonidos
de cascabel y diversas palabras emitidas por adultos (Zelazo, Brody & Chaika, 1984).
147
que estimularían las terminaciones del nervio trigémino. Otros pensaban que la función
olfativa sería activa ya desde los primeros minutos de vida posnatales (Schaal & Porter,
1989). Hoy se conoce que el bebé recién nacido no sólo detecta y discrimina gran
variedad de olores sino que también es capaz de formar memorias olfativas desde el
nacimiento. A principios de los 60, distintos trabajos han puesto de manifiesto que,
desde los primeros minutos de vida, el bebé puede detectar olores como el anís, el
petróleo, la rosa, los alcoholes o los aromas alimentarios artificiales. Se observó que
los bebés evaluados respondían a los olores con reacciones comportamentales como
modificaciones motrices generalizadas o localizadas en los miembros o en el rostro,
movimientos de orientación de la cabeza, de succión, de lamidos y mediante variaciones
neurovegetativas a nivel cardíaco y respiratorio (Engen y Lipsitt, 1963). Utilizando un
procedimiento de habituación y deshabituación, se demostró que el recién nacido puede
diferenciar estos olores y expresar memorias olfativas funcionales desde el período
neonatal. A los 3 días de vida, los bebés mostraban decrementos progresivos de las
respuestas motrices y respiratorias frente a la presentación repetida de olor a anís y
cuando, a continuación se les presentaba un olor distinto (Asa foetida) se registraba
un aumento en la respuesta motriz y neurovegetativa lo que indicaba la discriminación
de los olores (Engen y Lipsitt, 1965). Otra serie de experimentos realizados con recién
nacidos de 2 a 10 días de vida alimentados con pecho materno demuestran, mediante
la técnica de preferencia de doble elección, capacidades de orientación y discriminación
de olores durante el período neonatal. Con esta técnica se ubica por encima de la
cabeza del bebé un dispositivo en forma de U invertida que suspende a ambos lados
del rostro una almohadilla de gasa embebida con un determinado olor. Una almohadilla
se impregnaba con el olor del pecho de la propia madre y la otra con el de una madre
lactante no familiar al niño. Siempre el bebé se orientaba preferencialmente hacia la
almohadilla impregnada con el olor del pecho de su propia madre (Schaal, Montagner,
Hertling, Bolzoni, Moyse & Quichon, 1980).
Con estos experimentos se demostró que las capacidades de orientación del
neonato hacia el pecho materno están presentes desde muy temprano y posiblemente
con bases adquiridas en el reconocimiento de las claves sensoriales del líquido
amniótico materno a nivel fetal. De hecho, durante los primeros episodios de succión,
los neonatos prefieren succionar de un pecho materno que ha sido bañado con líquido
amniótico frente al otro pecho que conserva su olor natural. Estas preferencias irán
cambiando en función del tiempo y la experiencia con los sucesivos amamantamientos,
tendiendo posteriormente a preferir el olor natural del pecho de la madre frente a
otros olores biológicos (Varendi, Porter & Winberg, 1997). Utilizando una metodología
similar también se comprobó que bebés de la misma edad eran capaces de diferenciar
el olor del cuello (Schaal, 1988) y de la axila (Cernoch & Porter, 1985) de la propia
madre de los de otra madre no familiar. Más aún, cuando los bebés eran alimentados
con biberón, también se orientaban preferencialmente hacia el olor del pecho de su
madre frente al de otra madre lactante al ser evaluados a las dos semanas de vida
(Makin & Porter, 1989). Todos estos estudios revelan que los bebés poseen desde muy
pequeños finas capacidades para diferenciar entre estímulos olfativos homólogos, por
ejemplo, los recogidos de dos mujeres con un estado fisiológico comparable (la propia
148
madre y otra madre, ambas en período de lactancia), tendiendo siempre a preferir
aquellos provenientes de la propia madre.
Aparentemente los componentes quimiosensoriales del líquido amniótico se
procesarían a nivel fetal colaborando con el reconocimiento posterior de la madre.
Aunque sin olor para el adulto, tan saliente es el olor del líquido amniótico para el
recién nacido quien ha permanecido bañado en él durante todo su desarrollo uterino,
que sólo una gota presentada al bebé de pocas horas de vida es suficiente para generar
una respuesta de activación motora generalizada (Faas et al., 2013). Cuando el líquido
amniótico materno se contamina con alcohol (en madres que beben en el embarazo) el
bebé de pocas horas también reaccionará a este olor preferentemente y en contraste
con un olor para él novedoso, gesticulando de manera apetitiva cuando es expuesto al
mismo (Faas et al, 2015)
149
uno acompañado por un sonido particular. El estímulo visual estaba constituído por una
línea diagonal verde y una línea vertical roja presentados en una pantalla blanca a 30 cm
de los ojos del niño. Los estímulos auditivos estaban constituídos por la palabra “teat”
pronunciada por una voz femenina y la palabra “mum” pronunciada en voz masculina.
La mitad de los niños fueron familiarizados con el estímulo auditivo/visual “green teat”
y la otra mitad con “red mum”. La presentación del sonido era contingente con la
mirada del niño al estímulo visual. Cuando el experimentador consideraba que el niño
no miraba la clave visual, el sonido se detenía. En los ensayos de post-familiarización
los bebés experimentaban tanto la combinación familiar como la nóvel. Los bebés
mostraron una fuerte preferencia por la combinación nóvel, lo cual brindaba una clara
demostración de que los neonatos pueden aprender combinaciones visuales-auditivas
arbitrarias (Slater, Brown & Badenoch, 1997). La asociación de elementos de distintas
modalidades sensoriales ayuda al bebé en el aprendizaje de ciertas configuraciones
como sonido de la voz de su madre con la imagen de su rostro o en la asociación de
pares rostro-voz de mujeres extrañas (Hernández-Reif, Cigales & Lundy, 1994).
En el “condicionamiento operante o instrumental” la probabilidad de
ocurrencia de las respuestas varían principalmente debido a las consecuencias que
producen. La respuesta instrumental está gobernada principalmente por los eventos que
produce, es decir, ocurre debido a que la consecuencia no podría ser alcanzada sin ella.
La consecuencia buscada que motiva la conducta del sujeto ocurre siempre después de
que la respuesta instrumental ha sido emitida (Domjan & Burkhard, 1986; Domjan, 1998,
1999). A partir de la década del 80, gran parte de la investigación relativa a aprendizaje
y memoria infantil se enriquece con los aportes de C. Rovee-Collier y colaboradores.
Los autores han demostrado que ya a partir de los 2 meses de vida los bebés pueden
aprender, por ejemplo, a activar un móvil suspendido sobre su cuna. La conducta operante
bajo consideración son pequeñas pataditas que mueven el móvil, dado que el pie del bebé
está atado con una cinta al mismo. El movimiento del pie del niño produce, por lo tanto,
un movimiento contingente del móvil. El juguete móvil, específicamente su movimiento
y el sonido que puede generar, actúan en calidad de reforzador positivo. Como puede
esperarse, los bebés aprenden la tarea más rápidamente y la retienen por más tiempo
en función de la edad. A los dos meses de edad, aprender la tarea lleva entre 6-9 minutos
de adquisición (Davis & Rovee-Collier, 1983;Vander Linde, Morrongiello & Rovee-Collier,
1985); a los tres meses lleva sólo la mitad del tiempo y a los 6 meses el aprendizaje se
realiza en el primer minuto (Hill, Borovsky & Rovee-Collier, 1988).
Mediante el conjunto de técnicas de habituación, preferencia y condicionamiento,
evaluando a los bebés mediante distintas modalidades sensoriales, los investigadores
actuales han podido adentrarse en la mente del bebé demostrando que nace mucho
más “equipado” de lo que se creía para comprender el mundo físico y social que
lo rodea. Desde que nace, el bebé humano observa y aprende sobre su entorno de
manera permanente. La inmadurez prolongada característica de la primera infancia se
asocia con una paternidad más rica en comparación con otros primates. El andamiaje
psicológico que realizan los padres en los bebés humanos está presente desde el
nacimiento y propicia que la infancia sea un período de juego, enseñanza, exploración y
experimentación. La paternidad humana implica una empatía y conexión que no tiene
150
equivalente en ninguna otra especie de primates. Madre y padre se comprometen
espontáneamente en el desarrollo psicológico de sus hijos, participan de la experiencia
del niño, reflejan sus expresiones, le hablan con una entonación particular. En las rutinas
de alimentación o aseo el contacto visual sostenido entre la madre y el niño es una
conducta natural. Las madres humanas, sin que nadie les “enseñe” su oficio, demuestran
una sintonía afectiva acompañando al bebé en sus estados de angustia o satisfacción
de manera concomitante. Lo estimulan en sus primeros aprendizajes y refuerzan sus
logros con expresiones emocionales a tono con las del bebé (Stern, 1985). Cuando
un bebé aprende a caminar primero se lo anima a ponerse de pie, luego a que camine
tomado de las manos, luego sólo de una mano y al final solo pero con un adulto que
lo espera de rodillas y con los brazos abiertos para sostenerlo. Las expresiones de
éxito del bebé se acompañan de expresiones faciales y exclamaciones ruidosas por
parte de los padres. Todo esto forma parte de la paternidad “intuitiva” que acompaña
el desarrollo de los bebés y constituye la “marca de fábrica” de la infancia humana
para la incursión en la cultura (Rochat, 2001). A su vez, los primeros intercambios
sociales del bebé son favorecidos por contactos “cara a cara” que la madre propicia
en la alimentación, en los juegos y estas son características destacadas y exclusivas de
la interacción humana. La primera infancia humana es la más prolongada y aculturada
que la de cualquier otro primate. Mientras los bebés pasan su tiempo observando y
experimentando el mundo que les rodea, se los controla y cuida de manera intensiva.
Reciben apoyo, ayuda cuando la necesitan, se les enseña y estimula a aprender cosas
nuevas y se les advierte del peligro.
El bebé cuenta con un gran número de capacidades para responder y aprender
sobre el mundo que lo rodea, pero los bebés no se desarrollan aislados y son sus
cuidadores los que no sólo aseguran su supervivencia sino que los sumergen en la
cultura como ser social.
151
La NBAS en la evaluación del desarrollo evolutivo de los neonatos se base
fundamentalmente en la idea de que los recién nacidos contribuyen de una forma
significativa a su propio desarrollo, dejando de esta manera atrás el concepto de
neonato como un receptor pasivo ante los estímulos ambientales.
Cómo trabaja
La Escala Brazelton (Neonatal Behavioral Assessment Scale: NBAS), examina un
amplio rango de conductas en los niños desde el nacimiento hasta los 2 meses de edad.
La premisa de la escala es que los bebés nacen listos para comunicarse. No pueden usar
palabras pero sus movimientos corporales, llanto y respuestas visuales son su manera
de comunicación.
152
—— Refiere a cómo el niño responde cuando está alerta mediante mecanismos
endógenos para deprimir o activar el arousal
Estabilidad autonómica
—— Registra signos de estrés relacionados con la homeostasis del SNC como tem-
blores, sobresaltos, color de la piel
Reflejos
—— Registra el número de respuestas hacia los estímulos anormales
153
Los módulos son:
—— módulo de habituación: comprende los ítems de disminución de la respuesta.
Este grupo se administra primero y sólo se omitirá si el niño no está en un
estado de alerta apropiado
—— módulo motororal: comprende los reflejos del pie y el de búsqueda, los ítems de
succión y glabela
—— módulo troncal: comprende los ítems moderadamente estimulantes como des�-
vestir y manipular y también la desviación tónica de cabeza y ojos
—— módulo vestibular: comprende los ítems de máxima manipulación y estimulación:
movimientos defensivos, reflejo tónico del cuello y Moro
—— módulo social interactivo: comprende todos los ítems de orientación y va ligado
al estado de conciencia del niño. No debe administrarse cuando no está en un
en un estado adecuado de alerta, por lo que es un grupo movible. La evalua-
ción de la capacidad de ser consolado y de la capacidad para consolarse puede
asimismo interrumpir la secuencia estándar si el neonato irrumpe en un estado
de llanto.
154
oportunidad para compartir sus preocupaciones acerca de su hijo y acerca de ellos
mismos como padres. Conociendo las características de su hijo los padres fortalecen
su parentalidad y desarrollan una variedad de respuestas adecuadas para estimular
y orientar el desarrollo del pequeño. Los padres comenzarán a darse cuenta que su
niño es un individuo y responde como tal al mismo tiempo que puede responder de
maneras diferentes en momentos diferentes. Comenzarán a estar atentos a la aparición
de diferentes conductas, observarán cómo protege su estado de sueño sabiendo que,
si se perturba, se puede recuperar del llanto por sí solo. Entenderán también que aún
desde muy pequeño, su niño ya demostrará habilidades para controlar y coordinar
movimientos. Sabrán también que desde que nace su hijo ya ve, oye y responde a una
variedad de estímulos del ambiente y esto alentará su relación con él. Conocer sobre
su bebé vuelve a los padres menos atrapados por miedos injustificados y más dispuestos
emocionalmente para las interacciones con su hijo (Brazelton & Nugent, 1997)
155
Bibliografía:
Berridge, K. C. (2000). Measuring hedonic impact in animals and infants: microstructure of affective taste
reactivity patterns. Neuroscience and Biobehavioral Reviews; 24: 173-198.
Brazelton, B & Cramer, B. (1993). La relación más temprana. Padres, bebés y el drama del apego inicial. Ed.
Paidós.
Brazelton, T. B. (1981). On becoming a family. New York: Delacorte Press.
Brazelton, T.B., & Nugent, J.K. (1997). Escala para la evaluación del comportamiento neonatal. Barcelona:
Paidós.
Brooks, J.B. (1996). The process of parenting. Mountain View, CA: Mayfield.
Cernoch, J. M. & Porter, R. H. (1985). Recognition of maternal axillary odors by infants. Child Development,
56: 1593-1598.
Cowan, P.A; Hetherington, E.M. (1991) Family Transitions. Advances in family research series. Hilsdale NJ,
79-109.
Cunningham, F.; Leveno, K.; Bloom, S & Haut, J. (2011). Williams Obstetricia. Mc Graw Hill Interamericana.
México
Davis, J. M. & Rovee-Collier, C. (1983). Alleviated forgetting of a learned contingency in 8-week-old infants.
Developmental Psychology, 19: 353-365.
Delval, J. (1996). El desarrollo humano. Primera parte. Madrid: Siglo Veintiuno editores. ISBN 84-323-0827-7.
Domjan, M. (1998). Bases del aprendizaje y el condicionamiento. Edición del Lunar, Colección Universitas,
España.
Domjan, M. (1999). Principios de Aprendizaje y Conducta. 4ta Edición. International Thomson Editores, S.
A. de C.V.
Ekman, P. & Friesen, W. (1978). Facial Action Coding System: A Technique for the Measurement of Facial
Movement. Palo Alto, CA: Consulting Psychologists
Ekman, P.& Rosenberg, E. (1997).What the face reveals: Basic and applied studies of spontaneous expressions
using the Facial Action Coding System (FACS). Oxford: Oxford University Press.
Ekman, P.; Friesen, W. V. & Hager, J. C. (2002). New Version of the Facial Action Coding System. http://
dataface.nirc.com/Expression/FACS/NewVersion/new version.htm
Engen, T. & Lipsitt, L. P. (1965). Decrement and recovery of responses to olfactory stimuli in the human
neonate. J. Comp. Physiol. Psychol. 59: 312-316;.
Engen, T.; Lipsitt, L. P.& Kaye, H. (1963). Olfactory responses and adaptation in the human neonate. J. Comp.
Physiol. Psychol. 56: 73-77.
Faas, A. E., Resino, C. F., & Moya, P. R. (2013). Neonatal responsiveness to the odor of amniotic fluid. Arch
Argent Pediatr, 111(2), 105-109.
Faas, A. E.; Resino, C. y Moya, P.R. (2011) Determinantes tempranos del vínculo de apego entre el niño y su
madre desde una perspectiva psicobiologica: el rol protagonico del olfato. Capitulo 24. Psicologia y otras
ciencias del comportamiento. Compendio de investigaciones actuales.. Buenos Aires- Entre Rios:
Universidad Adventista del Plata. 2011. p457 - 474. ISBN 978-987-1378-21-0
Faas, A., March, S., Moya, P.& Molina, J.C. (2015). Alcohol odor elicits appetitive facial expressions in human
neonates prenatally exposed to the drug. Physiology & behavior, 148, 78-86.
Fridlund, A. & Cacioppo, J. (1987). Publication guidelines for human electromyographic research.
Psychophysiology, 23, 567–589
García-Alix, A, Arnáez, J. y Agut,T. (2012). Neurología neonatal, de un vistazo. Ed. San Juan de Dios. Barcelona
Griffa, M. C. & Moreno, J. E. (2001). Claves para una psicología del desarrollo: vida prenatal: etapas de la
156
niñez (No. 159.922. 72). Lugar.
Hernandez-Reif, M.; Cigales, M. & Lundy, B. (1994). Memory for arbitrary adult face-voice pairs at six-
months of age. Paper presented at the International Conference on Infant Studies, June 2-5, Paris,
France.
Hill, W. L.; Borovsky, D. & Rovee-Collier, C. (1988). Continuities in infant memory development.
Developmental Psychobiology, 21: 43-62.
Kisilevsky, B. S.; Stack, D. M. & Muir, D. W. (1991). Fetal and infant response to tactile stimulation. En:
Newborn Attention. Biological Constraints and the Influence of Experience. (pp. 63-99). Weiss, M.
J. S. & Zelazo, P. R. (Eds). Ablex Publishing Corporation, Norwood
Langman, T. W. (9ª Edición, septiembre 2004). Embriología Médica con orientación clínica. Editorial Médica
Panamericana, Madrid. ISBN 84-7903-865-9.
Larsen, W.J. (3ª Edición, 2003). Embriología Humana. Editorial Elselvier, Madrid. ISBN 0-443-06583-7 edición
original.
Leader, L. R.; Baillie, P.; Martin, B. & Vermeulen, E. (1982a). Fetal habituation in high risk pregnancies. British
Journal of Obstetrics and Gynaecology, 89: 441-446.
Leader, L. R.; Baillie, P.; Martin, B. & Vermeulen, E. (1982b). The assessment and significance of habituation to
a repeated stimulus by the human fetus. Early Human Development, 7: 211-219.
Leader, L.R. & Bennett, M. J. (1995). Fetal Habituation and its Clinical Aplication, en M.I.Levine, R.J.Lilford,
M.J.Bennet & J. Punt (eds.) Fetal & Neonatal Neurology & neurosurgery (pp. 45-60). London:Churchill
Livingstone.
Lecanuet, J. P.; Fifer,W. P.; Krasnegor, N. A. & Smotherman,W. P. (Eds.). Fetal Development: A Psychobiological
Perspective (pp. 239-263). Lawrence Erlbaum Associates, Hillsdale, New Jersey.
Lecanuet, J. P.; Granier-Deferre, C.; DeCasper, A. J. ; Maugeais, R.; Andrieu, A. J. & Busnel, M. C. (1987).
Perception et discrimination foetale de stimuli langagiers, mise en évidence à partir de la réactivité
cardiaque. Résultats préliminaires. Compte-Rendus de l´ Academie des Sciences de Paris, 305: 161-
164.
Makin, J. W. & Porter, R. H. (1989). Attractiveness of lactating females´ breast odors to neonates. Child Dev,
60: 803-810.
Maldonado-Duran, J. y Lartigue, T. (2008). La prevención de los problemas emocionales y conductuales en
la etapa perinatal. Perinatol Reprod Human, 22: 79-89.
Molina, J. C., Dominguez, H. D., Lopez, M. F., Pepino, M. Y., & Faas, A. E. (1999). Alcohol: Effects on Brain and
Development.
Oiberman, A. (2008). Observando a los bebés: técnicas vinculares madre-bebé y padre-bebé. Buenos Aires: Lugar
Editorial. ISBN 978-950-892-307-3.
Oster, H. & Rosenstein, D. (1998). Baby-FACS:Analyzing facial movements in infants. Unpublished manuscript
Oster,H.,& Ekman,P.(1981). Expresiones faciales de la emoción. Estudios de Psicología, (7),115-143.
Prechtl, H. F. R. (1977). Neurological examination of the full-term newborn infant. Clinics in developmental
medicine. 63. London S.I.M.P. with Heinemann Medical; Philadelphia: Lippincott.
Prechtl, H.F.R.(1997). Spontaneous Motor Activity as a Diagnostic Tool. Functional Assessment of the Young
Nervous System. Early Hum. Dev., Special Issue,Vol. 50 (1). pp.:148.
Rochat, P. (2004). El mundo del bebé (Vol. 27). Ed. Morata.
Schaal, B. & Porter, R. (1989). La Olfacción y el Desarrollo del Niño. Mundo Científico.; 11:172-180.
Schaal, B. (1988). Olfaction in infants and children: Developmental and functional perspectives. Chemical
Senses, 13: 145-190.
Schaal, B., Marlier, L. & Soussignan, R. (2000). Human foetuses learn odours from their pregnant mother’s
157
diet.; 25: 729-737
Schaal, B., Marlier, L., & Soussignan, R. (1995). Responsiveness to the odour of amniotic fluid in the human
neonate. Neonatology, 67(6), 397-406.
Schaal,B.;Montagner,H.;Hertling,E.;Bolzoni,D.;Moyse,R.& Quichon, R.(1980). Olfactory stimulations in
mother-infant relationships. Reproduction, Nutrition and Development, 20: 843-858.
Slater, A. M.; Morison, V. & Rose, D. (1983b). Locus of habituation in the human newborn. Perception, 12:
593-598.
Slater, A. M.; Morison, V. & Sommers, M. (1988). Orientation discrimination and cortical function in the
human newborn. Perception, 17: 597-602.
Slater, A.; Brown, E. & Badenoch, M. (1997). Intermodal perception at birth: Newborn infants´ memory for
arbitrary auditory-visual pairings. Early Development and Parenting. 6: 99-104.
Spelke, E. S. & Owsley, C. J. (1979). Intermodal exploration and knowledge in infancy. Infant Behavior and
Development; 2: 13-27.
Steiner, J. E. & Glaser, D. (1995). Taste-induced facial expressions in apes and humans. Human Evolution; 10:
97-105.
Steiner, J. E. (1979). Human facial expressions in response to taste and smell stimulation. Advances in Child
Development and Behaviour; 13: 257-295.
Stern, D. (1985). El Mundo Interpersonal del Infante. Paidós.
Sullivan, R. M.; Taborsky-Barba, S.; Mendoza, R.; Itano, A.; Leon, M.; Cotman, C. W.; Payne, F. & Lott, I. (1991).
Olfactory classical conditioning in neonates. Pediatrics, 87: 511-518.
Tronick, E. Z. (2002), A model of infant mood states and Sanderian affective waves. Psychoanal. Dial., 12:73-
99
Vander Linde, E.; Morrongiello, B. A. & Rovee-Collier, C. (1985). Determinants of retention in 8-weeks-old
infants. Developmental Psychology, 21: 601-613.
Varendi, H., Porter, R.H. & Winberg, J. (1996). Attractiveness of Amniotic Fluid Odor: Evidence of Prenatal
Learning? Acta Paediatr 85:1223-7.
Varendi, H.; Porter, R. H. & Winberg, J. (1997). Natural odour preferences of newborn infants change over
time. Acta Paediatr. 86: 985-990.
Weiss, M. J. & Zelazo, P. R. (1991). Newborn Attention. Biological Constrainsts and the Influence of
Experience. Ablex Publishing Corporation, Norwood, NJ.
Wilson, D. A. and Sullivan, R. M. (1994). Neurobiology of associative learning in the neonate: early olfactory
learning. Behav. Neural Biol. 61: 1-18.
Winnicott, D. (1965),The Maturational Processes and the Facilitating Environment. New York: International
Universities Press.
Winnicott, D. (1986). Escritos de Pediatría y Psicoanalisis. Ed. Paidós.
Zelazo, P. R. (1988a). An information processing paradigm for infant-toddler mental assessment. In: P.Vietze
& H.Vaughan, Jr. (Eds.). Early Identification of Infants with Developmental Difficulties (pp. 299-317).
Philadelphia: Grune & Stratton.
Zelazo, P. R. (1988b). Infant habituation, cognitive activity and the development of mental representations.
European Bulletin of Cognitive Psychology, 8: 649-654.
Zelazo, P. R. (1989). Infant-toddler information processing and the development of expressive ability. In:
P. Zelazo & R. Barr (Eds.). Challenges to developmental paradigms (pp. 93-117). Hillsdale, N. J. :
Erlbaum Associates.
Zelazo, P. R.; Brody, L. & Chaika, H. (1984). Neonatal habituation and dishabituation of head-turning to rattle
sounds. Infant Behavior.
158