Ética Profesional Provincial
Ética Profesional Provincial
Ética Profesional Provincial
El Art. 25, inc.8 de la ley 5177 y el art. 32, inc. b del Dec. 5410/49, imponen al Colegio de
Abogados de la Provincia de Buenos Aires la obligación de dictar Normas de Ética para
los abogados.
Una comisión especial constituida por los Dres. Sixto F. Ricci, Presidente del Colegio de
Abogados del Departamento Judicial del Sudoeste, y Santiago Cenoz, Presidente del
Colegio de Abogados del Departamento Judicial de la Costa Sud, tuvo a su cargo la
redacción del proyecto.
Con gran conciencia y sin apresuramientos fue estudiado por el Consejo Superior,
pasado dos veces en consulta a los Colegios Departamentales, tratado en última
revisión el 25 de febrero de 1954 y sancionado en esa oportunidad. Las modificaciones
que se introdujeron al proyecto no afectaron su valor originario.
Se hallan en vigencia desde el 1º de agosto de 1954.
SECCIÓN PRIMERA
NORMAS GENERALES
Art. 1º.- ESENCIA DEL DEBER PROFESIONAL. CONDUCTA DEL ABOGADO.
El abogado debe tener presente que es un servidor de la justicia y un colaborador de su
administración; que su conducta ha de estar caracterizada por la probidad y la lealtad, y
por el desempeño con dignidad de su ministerio; y que la esencia de su deber
profesional es consagrarse enteramente a los intereses de su cliente, y poner en la
defensa de los derechos del mismo su celo, saber y habilidad, siempre con estricta
sujeción a las normas morales.-
La conducta profesional supone, a la vez, buen concepto público de la vida privada del
abogado.-
Art.3º.-INDEPENDENCIA.-
El Abogado debe guardar celosamente su independencia frente a los clientes, los
poderes públicos, los magistrados y demás autoridades ante las cuales ejerza
habitualmente; y en el cumplimiento de su cometido profesional, debe actuar con
independencia de toda situación de interés que no sea coincidente con el interés de la
justicia y con el de la libre defensa de su cliente; si así no pudiera conducirse debe
rehusar su intervención.
Art. 4º.- DESINTERÉS.-
El espíritu de lucro es extraño fundamentalmente a la actividad de la abogacía.-
El abogado, aunque debe defender su derecho a la digna retribución de su trabajo,
debe tener presente que el provecho es sólo un accesorio del fin esencial de la
profesión, y no puede constituir decorosamente el móvil determinante de su ejercicio.
Dentro de la medida de sus posibilidades y con sujeción a la ley y a las presentes
normas, el abogado debe prestar su asesoramiento a toda persona urgida o necesitada
que se lo solicite, con abstracción de que sea o no posible la retribución. Le está
impuesto en especial, como un deber inherente a la esencia de la profesión, defender
gratuitamente a los pobres.
ART. 16.- El abogado no debe procurarse clientela por medios incompatibles con la
dignidad profesional ni recurrir directamente o por terceras personas o intermediarias
remunerados, para obtener asuntos. Tampoco debe celebrar contratos de sociedad
profesional con personas que no sean abogados o procuradores.
SECCIÓN SEGUNDA
SECCIÓN TERCERA
SECCIÓN CUARTA
SECCIÓN QUINTA