Apuntes Psicoterapia Psicoanalítica 2020
Apuntes Psicoterapia Psicoanalítica 2020
Apuntes Psicoterapia Psicoanalítica 2020
Psicoanalítica 2020
Maximiliano Formica
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UNIDAD 1
Temas:
● Entrevistas Preliminares
GABRIELA MANITTA
En su momento era motivo de burla entre sus colegas porque se entendía que sus
métodos no eran científicos y que su clínica no respondía al paradigma de la atención
médica, porque él atendía al sujeto que la ciencia dejaba afuera.
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El amor vela la falta, produce la ilusión de completud, por tanto, responder con amor
del lado del analista es hacerle creer al paciente que lo comprendemos, que es una
respuesta del lado imaginario errónea del analista, puesto que es imposible comprender.
Dos pacientes, aunque vayan al mismo psicólogo, tienen dos analistas distintos,
porque el analista, en lo que es, entra al tratamiento solo de manera estratégica. En
términos generales, podemos decir que no abrazamos a los pacientes, no tenemos gestos
físicos de cariño, pero en algún caso particular, en ciertas circunstancias, a veces un
abrazo puede decir o señalar algo que las palabras no pueden decir.
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Lo que importa cuando hacemos, decimos, o evitamos decir no es el personaje sino
que lo que el analista ponga ahí en juego, no se desprenda de su propio fantasma. Si yo
respondo con un gesto de afecto es porque algo del material del paciente lo amerita y no
porque necesito que el paciente me quiera.
La angustia del analista es un asunto que lleva años aprender a lidiar. Cuando se
angustia es porque no puede puntuar, no puede entender lo que pasa, es un bla, bla, bla y
no pueden encontrar un punto para interrumpir e interpretar: lo que está en juego ahí es la
angustia del analista. Esto pasa a lo largo de la práctica. Nos pasan cosas, el asunto es
que hacemos con eso que nos pasa: se lo cobramos al paciente (escuela inglesa) o lo
trabajamos en el propio análisis (Lacan).
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(lapsus) y el paciente consciente abrir esa ventana (como si fuera un hipervínculo) y ese
consentimiento es de otro orden al del consentimiento informado o encuadre.
Quien consulta no quiere saber nada con dejar de gozar, que no tiene nada que ver
con el placer, puesto que implica dolor y sufrimiento, es el placer del dolor. Lo que permite
identificar donde goza alguien es en el asco, el pudor y la vergüenza. La vergüenza es lo
que pone de manifiesto cuando “pescamos” al paciente gozando en la manifestación de su
falta.
En el ejemplo que puso la profe, es que no tolera a su mujer porque ella es otra, no
tolera su «homosexualidad» (con dos mm, y es el amor por lo mismo); en aquello que no
es lo mismo, este paciente la agrede y cuando la profe le dijo que lo que él no tolera es que
ella sea mujer (a raíz de cómo ordena el placar) el tipo se avergüenza. En la vergüenza
pudo enganchar algo, hacer caer la barra del lado de él (ponerlo en falta) en donde el yo se
manifiesta compacto. Tiene que caer la barra para que emerja algo del orden lo subjetivo.
Ese castrar, barrar se da en condiciones singulares del paciente y no son del orden de lo
permanente. Es hacer una grieta, una hendija donde pueda filtrarse algo de lo
inconsciente, que muchas veces a la otra sesión viene blindada.
Hablamos de sujeto y no del Yo, el cual está hecho de identificaciones que a medida
que se avanza en el tratamiento van cayendo. En el centro de todas esas capas con las
que se cubre, está vacío, no hay un núcleo duro que pueda ser encontrado al final de ese
trabajo de caídas de identificaciones. No hay un núcleo en el ser que lo distinga a este
sujeto de otro. Lo que distingue no es respecto al ser (en el que estamos todos en falta y
somos iguales), sino a cómo cada uno hace con esa barra, cómo cada quien se las arregla
con la falta. Por eso no se pueden enseñar técnicas que funcionen en todos los casos
igual. Es más fácil hablar de lo que no hay que hacer de lo que sí, pero para hablar de lo
que podemos hacer hay que formalizar las coordenadas que caracterizan el tratamiento
psicoanalítico (es lo que estamos viendo en la dirección de la cura), que estrictamente
hablando no forma parte del campo de las psicoterapias porque de esa falta en ser no se
cura nadie.
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con esa falta. No podemos prometer la felicidad porque en sí misma no existe, no podemos
prometer quitar de encima el dolor. Lo que podemos prometer es un lugar para esa
palabra.
VANESA OSSO
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Dirá que le han prestado más atención a la contratransferencia que a la
transferencia. Freud dirá que el fenómeno sobre el que se asienta el psicoanálisis es la
transferencia, puesto que la contratransferencia son los sentimientos que el analista tiene,
lo que siente cuando escucha al paciente. Los analistas post-freudianos sostenían la
práctica desde lo que a mí me pasa sobre lo que el paciente dice. Acusaban a los
pacientes de hacer o decir cosas por el efecto que causaba en el analista. El que estaba
en el centro de la escena era el analista, la interpretación era en base a lo que a él le
pasaba.
Recordemos que Pinel liberó, desató a los “locos” que eran despojados de su
dignidad. Trata de sacar esa manera de abordar la locura dese el maltrato. Freud, al
abandono del maltrato físico, le agrega la escucha: qué es lo que tiene para decir quien
padece.
El psicoanálisis no es una reeducación emocional, que supone que una gran parte
del saber está del lado de quien educa, siendo que el psicoanálisis desde su inicio pone el
saber en el inconsciente del paciente. El saber está en el inconsciente del sujeto que
después intentaremos hacer pasar por la palabra.
“El psicoanalista sin duda dirige la cura” (…) “no debe dirigir al paciente”
p.560 (ed. S.XXI) Y es ahí donde el psicoanalista se abstiene del poder. El paciente no se
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dirige, se dirige el tratamiento, la cura. No se le dice lo que tiene que hacer o lo que no, si
eso está bien o no. En esto radica la importancia del propio tratamiento del psicoanalista,
puesto que la moral propia no tiene que influir en la dirección de la cura. Si siento que se
pone en juego mi moral hay que supervisar y llevarlo al propio análisis.
La asociación libre tiene que ver con proponerle al paciente que diga todo lo que se
le ocurra aunque le parezca desatinado, vergonzoso porque en ese espacio no va a haber
ningún juicio respecto a lo que diga. Esto se dice al principio del tratamiento y durante el
tratamiento. Tampoco se busca un hilo lógico de temas, puesto que no es una
conversación en el sentido de que tengo que entender lo que está queriendo decir; en todo
caso estoy para devolver lo que el sujeto dice: «por qué pensás que surgió el tema de tu
novia cuando estabas hablando de tu mamá».
Uno cuando escucha lo tiene que hacer con atención flotante y abstinencia (no hay
un tipo de amor en juego ahí), no tenemos que ir construyendo hipótesis, si surgen hay que
dejarla a un costado para seguir escuchando. Porque, de todos modos, lo que uno piensa
no es lo más importante, sino lo que dice el paciente. No es una conversación de Yo a Yo;
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es otra lógica. Esto se adquiere con la práctica y con el propio análisis donde se puede
detener la voz propia para darle lugar a la voz del otro.
El tema lo vamos a abordar del lado del analista. El analista también debe pagar:
- Con su palabra: la palabra del analista puede tener el valor de una interpretación
(muchas veces lo tiene) pero a veces puede tener un alcance que el analista no
puede terminar de medir y por eso hay que tener cuidado. Por ello, al principio hay
que manejarse con preguntas más que con afirmaciones que puedan empezar a
introducir sentido (del analista).
- Con su persona: en cuanto que diga lo que diga la presta como soporte a los
fenómenos singulares que el psicoanálisis ha descubierto con la transferencia. Va a
soportar la transferencia porque es un vínculo que se construye más allá del
analista. No se puede controlar la trasferencia, uno como analista va a un lugar
donde no elije. La transferencia tiene que ver con la posición fantasmática del
sujeto. El analista viene a ocupar el lugar de un objeto, puesto que la transferencia
es la repetición de un vínculo de objeto pulsional. El analista no elije eso porque
tiene que ver con la formación fantasmática del sujeto. El analista se deja tomar
desde ese lugar transferencial y desde ahí va a hablar, no va a hablar desde la
contratransferencia, que es algo que se da también pero no se trabaja desde ahí.
Para poder entender mejor lo que le pasa al paciente no hay que ponerse en el lugar
del paciente, sino ponerse en un lugar de distancia, no intenta sentir lo que siente el
otro. Dirige la cura desde eso que siente el paciente pero se lo devuelve al paciente;
no se lo dirige al paciente. Aunque a veces hay una demanda de respuestas y
dirección por parte del paciente, pero uno se tiene que correr de ahí: no nos interesa
tampoco ser su amigo/a. Se le dirigen palabras que uno no se las queda sino que
las toma y se las devuelve.
- Con su juicio íntimo, el ser es lo único que queda fuera del juego (p. 561). Uno tiene
opiniones, creencias, sentimientos, etc., el ser analista no nos saca la humanidad,
no dejamos de ser personas, pero lo que soy está fuera del juego y hay que hacer
un trabajo para dejarlo afuera; y esto cuesta mucho porque hay pacientes que
demandan a la persona del analista. Uno paga con su juicio íntimo porque lo que
uno es queda fuera del juego. Freud plantea el análisis como un juego de ajedrez,
donde sabemos cómo empieza y cómo termina pero no sabemos qué puede pasar
en el medio. En el juego también uno representa un lugar, una función: uno no está
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ahí (yo, mi persona), sino que escucha desde una teoría. El analista en cuanto se
pone en el lugar de objeto de la fantasmática del sujeto, estaría representando esa
suerte de "personaje" en el juego. El analista hace “semblante”, las intervenciones
que hace no las hace por azar o «como salga» sino que sabe lo que está diciendo,
las intervenciones son calculadas para lograr un efecto.
El problema no está en lo que me pasa con lo que escucho, sino que hago con eso:
lo pongo en juego o no. Si me pongo en el mismo lugar que el paciente ¿cuál de los dos
está dirigiendo la cura?
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2. ¿Cuál es el lugar de la interpretación?
Página 566 (s. XXI). Subordinación al significante y soborno del significante: para
poder pensar una interpretación, primero el analista tuvo que haber escuchado cuál es la
relación que ese sujeto tiene con el significante. En el relato del paciente hay significantes
que se destacan, que se repiten sobre otros. Entonces el analista tiene que empezar a
escuchar cuál es la relación con ese significante que cuesta dejar.
Además están las reglasde la atemporalidad y la no-negación que son las que
descubre Freud. Hablamos de tiempo lógico y no cronológico y pueden coexistir elementos
que en apariencia son contradictorios.
No hay otra resistencia al análisis que no sea la del analista. Esto retoma la cuestión
de poner al analista en el banquillo. La resistencia Freud la supone en el analizante, pero
Lacan se lo devuelve al analista. Lo que se le genera al analista, si lo pone en juego,
generan los fenómenos de resistencia y están del lado del analista.
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cosa. Se sigue el relato y se escucha la relación con el significante que se va hablando. No
hay que preocuparse por la lógica, por si piensa algo parecido o no, etc. Cuando
comprendemos nos estamos saliendo de la función del analista para ubicarnos en una
conversación lógica como una persona más. A partir de que uno ubica la transferencia
sabe que se está poniendo en juego algo del orden de lo real, de la pulsión (del exceso).
Mi persona queda reducida a la relación con uno o varios objetos.
La interpretación apunta a cuestionar las relaciones del sujeto con lo real (le dirá con
el mundo también).
“Es también que esta rectificación en Freud es dialéctica, y parte de los decires del
sujeto para regresar a ellos…” p.574
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Crítica al genetismo, al desarrollo y a lo “evolutivo y normal” del objeto. Parte de lo
que dice Freud, quien había establecido fases del desarrollo (oral-anal-fálica-genital). Pero
después, en textos posteriores, cuestiona esto que había dicho.
Freud, desde su base médica, parte de una idea de normalidad. Entre 1905 y 1910
comienza a cuestionar esto de normalidad/anormalidad, donde todos estamos en falta.
No existe una relación normal con el objeto pulsional y tampoco hay fases del
desarrollo pulsional, entendida como etapas.
¿Y qué tiene que ver con lo real ese himno absurdo a la armonía de lo genital”? p.
579 El analista en la transferencia va al lugar de objeto (fantasma).
Leer p.583
Ese hijo es tomado por los significantes del otro que lo empiezan a nombrar, ya sea
porque se parece tal o a cual, si es gordito, flaquito, etc. Comienzan a llenar al cuerpo de
significantes y el significante es lo que da vida. Cuando se los nombra y habla desde un
lugar de deseo genera la alienación. Ese hijo es tomado por los significantes del otro que lo
empiezan a nombrar y le dan una vida, si queda completamente tomado por los
significantes del otro, estamos parados en un lugar más de la psicosis. Cuando se puede
separar, cuando el niño puede empezar a decir que no, descubre que se puede separar del
otro. Pero también descubre que ese otro desea algo más que él, donde la madre es una
mujer y quiere hacer otras cosas más allá de su hijo.
Eso es captado por ese hijo como que se desea otra cosa más allá de él. Eso
genera una pregunta ¿qué me quiere? ¿Qué tengo que hacer para volver a ese lugar
donde yo era todo? Esa respuesta constituye la fórmula fantasmática: el sujeto en relación
con un objeto.
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De esa “a” tenemos cuatro flechas: oral, anal, mirada y voz. El sujeto se da una
respuesta y esa es la forma en cómo se relaciona la mayoría de las veces por los otros: se
hace mirar, se hace chupar, se hace cagar, se hace escuchar, etc. Esto lo vamos a
escuchar que se repite en el discurso y la va a repetir con el analista, puesto que lo ubica
en ese lugar.
Eso puede ser problemático cuando no se puede dejar de hacer tal o cual cosa,
cuando no se puede correr: no puedo dejar de hacerme escuchar (si no digo lo que pienso
no saben quién soy). Lo que se da en el fantasma es una relación fijada, y el sujeto sufre
porque no sabe cómo correrse de ahí, cómo dejar de hacerlo. Lacan dirá que los sujetos
tienen, en su mayoría, una relación más fijada con dos de esos objetos.
El recién nacido comienza a jugar con el chupeteo, juega con el pecho materno, con
lo que lo alimenta y eso nos da la pauta de que empieza a pasar algo del orden de lo
simbólico que necesita del sostén de la palabra o la mirada de Otro.
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El Otro va alienando al sujeto al significante, marcando al cuerpo con palabras. Es el
primer momento de la metáfora paterna, que en el seminario 11 se llama alienación al
significante. Es necesario un segundo momento (interdicción del NP) de separación donde
esa persona que se ocupaba de los cuidados empieza a desear algo diferente, más allá del
hijo.
Se empieza a marcar que ese que ocupaba todo el espacio, ese gran otro también o
además empieza a incorporar otras cosas (volver a trabajar, salir a caminar, juntarse con
amigas/os, etc.). Esos momentos son los que lacan ubica constitutivamente como de
separación, se comienza a captar que ese Otro desea otras cosas. Esto provoca la
pregunta ¿qué me quiere?, a partir del colapso narcisista, una suerte de cómo puedo
volver a ese estado anterior. Necesita una respuesta porque esa pregunta viene con
mucha incertidumbre y angustia. Para formular esa respuesta es que vienen los objetos de
la pulsión (cagar, mirar, etc.) Pero es una respuesta fallida porque como diría Freud el
objeto está perdido de entrada, es decir, no hay objeto del instinto, que satisface
completamente, sino que hay pulsión. Se da una respuesta que es desde la fantasía, una
respuesta para moverse en la vida. Es como una escena, un cuadro, un marco por donde
el sujeto se mueve por la vida: «todos me miran, por eso no puedo llegar tarde»
Freud habla de fijación libidinal, por algún motivo ese objeto de la pulsión ha
quedado fijado, en parte por las palabras de la madre (u otro cuidador) pero hay un resto
de singularidad que no podemos advertir. Hay algo del propio sujeto más allá de las
palabras que bordean ciertos agujeros. ¿Por qué cree que le molesta tanto esto siendo que
a otras personas no les molesta tanto?
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Si no conocemos ese lugar del analista, si no sabemos desde donde estamos
posicionados, no podemos tampoco calcular hacia dónde tenemos que ir. Por eso hay que
tomarse ese tiempo inicial para escuchar esos significantes que nos van a advertir de esa
relación fantasmática que el sujeto ha construido, es para no ir a ciegas.
Esto hay que tomarlo como una distinción de lo que es el análisis de lo que no lo es.
El psicoanálisis no es el sentido común. Para nada propone que el psicoanalista no tendría
que tener ningún sufrimiento y mucho menos que se considere feliz y menos que menos
suponer que a partir de cómo el analista vive va a guiar la cura.
Esto es en relación a lo que venimos viendo de cómo actuar con el propio ser, que
es desde la posición del muerto, nada de la persona tiene que intervenir.
Las escenas de la vida cotidiana no son las del psicoanálisis, por eso se aparta del
sentido común, por eso no se puede interpretar un lapsus en lo cotidiano. De lo contrario
caeríamos en un psicoanálisis salvaje.
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nuestra moral directamente y ahí es donde nos tendremos que preguntar sobre la ética y la
dirección de la cura y no la dirección del paciente. Ahí se arman redes (supervisión,
análisis, lecturas, etc.). No es que en el psicoanálisis no hay moral, se incorpora como algo
del analista y no juega en la escena analítica.
Los analistas imaginan que el comprender lleva su fin en sí, y este no puede ser si
no un happy end. A menudo vale más no comprender para pensar.
“Nada más temible que decir algo que pudiera ser verdad” (p. 587) Con el relato
lógico se tapa la verdad inconsciente. Cuando hablamos de verdad nos referimos a la
verdad inconsciente y por eso se esquiva la asociación libre porque nos puede poner ante
esa verdad, al igual que el analista, quien puede dificultar la escucha de la verdad de ese
sujeto, el encontrarse con una verdad difícil.
Demanda (p. 588) y Pago (p.589): Lo que plantea la teoría psicoanalítica es que la
demanda es algo que es “característico” del ser humano por su relación con el lenguaje.
Representa la relación a la falta, esto es, se demanda porque algo falta. Tiene que ver con
los significantes y la demanda primera del sujeto es la demanda de amor. Cuando el bebé
juega con el pecho de la madre comienza a mezclar algo del orden de las necesidades con
el amor o el afecto.
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El dinero es un representante del objeto anal, por eso el psicoanalista cobra y no lo
hace su secretaria u otros medios. Porque ahí también se juega algo.
Pero lo que se pide es amor no objetos, no basta para sostener un vínculo el tener
muchas cosas. Por eso es dar lo que no se tiene. En relación a quién no lo es, se refiere al
vínculo fundamental en relación al objeto “a”.
La lógica del deseo tiene que ver con la presencia(escuchar)-ausencia (pago), con
el for-da. Tiene que ver con lo que Freud plantea de naturalidad y abstinencia. Sabemos
que no existe la neutralidad como ideal pero el analista se resiste a la demanda porque la
frustra.
El analista no quiere el bien del sujeto p. 590 Busca facilitar un cambio subjetivo, de
posicionamiento ante la pregunta ¿qué tengo que ver yo con este malestar? ¿Qué pasa si
esa situaciones que me hace sufrir cambia? ¿Quién es más allá de ese malestar? Es
sumamente complicado lograr un movimiento. Querer el bien del sujeto implicaría que
como analista respondiera qué es el bien, respuesta que quedaría en todo caso del lado
del analizante. Nada que yo evalúe como bien, puedo quererlo para el paciente porque es
mío. Volvemos al punto de la moralidad: yo puedo construir una idea del bien pero por qué
se la impondría al otro.
Un sueño después de todo no es más que un sueño, es lo que se dice por ahí, se lo
desvaloriza. ¿No es nada que Freud haya reconocido allí al deseo? Es el sueño lo que le
permite a Freud publicar y formalizar el inconsciente y que en el sueño se pone en juego
algo del deseo. Entonces, no hay que desestimar el sueño en la dirección de la cura,
porque puede decir mucho respecto al deseo, es un mensaje del soñante para el soñante,
es algo que el sujeto se quiere decir pero no sin recurrir a los mecanismos de deformación
del sueño.
No en todos los sueños se da una realización de deseo, muchas veces tiene que ver
con una verdad que se está por mostrar y como queda fuera de la represión es intolerable
a la consciencia. Lo reprimido primordial, que es algo que nunca irá a salir, le está dando
sustento al sueño y luego está lo reprimido de lo que fue consciente y luego inconsciente.
Esto puede llegar a la consciencia, lo pre-consciente, que necesita un significante que se
enganche con eso y lo traiga de nuevo a la consciencia.
El deseo en relación a lo imposible tiene que ver con la impotencia, que después se
manifestará en cada caso.
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El deseo no se puede poner totalmente en palabras porque está en relación a lo
reprimido primordial y por tanto no va a llegar tal cual está a la consciencia sino que se
conecta con las formaciones del inconsciente.
El sueño nos recuerda las leyes del inconsciente, que son la condensación y
desplazamiento, además de atemporalidad y no negación.
Metáfora y metonimia p. 592 Tiene que ver con la sustitución de un elemento por
otro.
Negarse a satisfacer la demanda de la madre es hacer que desee algo más p. 598
El deseo tiene que ver con hacer pasar las necesidades por el desfiladero del
significante. Por ser el sujeto animal presa del lenguaje es que el deseo es el deseo del
Otro p. 598 Es el deseo del Otro porque los significantes nos viene del Otro, hemos sido
nombrado por el Otro. La singularidad hace que un sujeto tome unos significantes y no
otros, por ejemplo: en una familia no todos los hermanos recortan y hacen propio los
mismos significantes. El trabajo de análisis es que se separe de esos significantes tan
mortíferos que producen los síntomas, las enfermedades. Es un poner distancia para sufrir
menos.
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¿A dónde se dirige la dirección de la cura? P. 609 (321 del PDF)
Es esa libertad lo que más cuesta tolerar al analizante, puesto que hay un esfuerzo
del Yo por organizarse rápidamente.
El dinero y el psicoanálisis
Es un debate oral transcrito de tres psicoanalistas, se paran en el texto “La iniciación
al tratamiento”
En la Viena de Freud las cuestiones del dinero son tratadas como las cuestiones
sexuales.
Lacan cuestiona el tiempo fijo de una sesión que plantea Freud (50 min.) e introduce
las sesiones de duración variable y los cortes de sesión para resignificar lo que se está
trabajando. Esto no es algo sencillo de hacer ni tampoco algo para abusar. La función del
corte tiene que ver con la puntuación, como de un texto, lo que resignifica la oración.
“El amor es dar nada por nada” También es “dar lo que no se tiene a quien no lo es”,
lo habíamos pensado en cómo muchos lo traducen en llenar de objetos; pero la nada es la
falta y la falta en el ser estará siempre presente.
La crianza de los hijos está en relación a la falta, puesto que el hijo no es lo que
esperamos y todo lo que nosotros podamos idealizar sobre nuestra paternidad tampoco
podrá ser posible.
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En el análisis no estamos dando nada, puesto que no hay un objeto sino solo
nuestra presencia. Pero no es que da nada por nada sino que da nada por plata, eso corta
esa suposición del amor. No hay amor porque se le está pagando. A muchos les cuesta
aceptar que el analista no los ama, cuando pago eso hace una marca en lo real de que eso
no es por amor.
Pagar por nada (en el sentido de lo útil o productivo en relación a los objetos) es lo
que instaura la cuestión del deseo. El que no se le tape la demanda con objetos hace que
se quiera volver.
El deseo tiene que ver con la presencia y con la ausencia y con el dinero se puede
generar esta lógica para que el paciente vuelva. Si hay algo que terminó de satisfacer
(“que se comprendio”), el paciente no vuelve más. Si se llevó todas las respuestas y ahora
está bien para qué va a venir. Por eso se dice que la angustia es el motor de la cura, algo
tiene que seguir pulsando para que el sujeto hable de eso.
El paciente no solo paga con dinero sino también con sus dificultades, esto se
puede pensar en el pasaje de paciente a analizante, en esto de ¿qué tienes que ver tú en
esto que te quejas? Cuando se incluye en las escenas de la queja, no es el otro el que me
hace, muchos desisten y muchos otros no tienen las condiciones subjetivas para realizar
un análisis.
Los ricos son in-analizables, no pagan por saber porque siempre acumulan y no lo
ponen a circular.
GABRIELA MANITA
Bibliografía
Freud: Sobre la iniciación al tratamiento (1913) TOMO XII, p. 121
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Miller: Introducción al método psicoanalítico
Lectura del poema de Wislawa Szymborska "Nada sucede dos veces". Resuena esa
frase “tan distinto como dos gotas de agua” Nunca se repiten dos sesiones, cada historia
es única y siempre es contada de forma diferente cada vez. Además, en análisis hacemos
el esfuerzo por subvertir el sentido común. Es importante no comprender, un abstenerse de
completar la frase con un sentido propio del analista.
Cuando Lacan hace referencia, en el seminario I del noble juego del ajedrez que
propone Freud, da cuenta de la dificultad de la transmisión de lo que sucede.
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sinónimo de comodidad que se traduce en prescindir de los otros: mientras menos tenga
que acudir a los demás, más cómodo estamos.
Los médicos cultivan la psicoterapia. Pero dejan fuera la influencia que ejercen. En
cambio, la Psicoterapia psicoanalítica se sirve de ese factor, lo guía, lo refuerza es lo que
llamamos transferencia. Los médicos tienen ese “poder” pero lo dejan fuera de su
tratamiento.
El uso que se haga de eso, sostiene una ética que cada práctica organiza
deontológicamente. El recurso a la sugestión es tentador por sus efectos rápidos. Tiene
efectos rápidos porque no demanda a quien escucha qué tiene que ver el síntoma con él.
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El sujeto en la clínica no es un sujeto de hecho, sino un sujeto de derecho = la
primera incidencia clínica de la ética del psicoanálisis es el propio sujeto (37) Hasta que no
hay articulación de discurso no es sujeto. La primera incidencia clínica de la ética del
psicoanálisis es que se produzca un sujeto.
Cuando quien habla es capaz de escucharse y juzgar lo que dice podemos decir
que hay sujeto. No es un estado que se alcanza y permanece para siempre, sino que es un
efecto que se produce. No es que el analista lo produce, lo que sería sugestión.
Hablamos de la ética del psicoanálisis porque no hay una ontología del sujeto… el
sujeto se constituye a nivel de la ética, se trata de decidir (alguien puede decidir olvidar sus
sueños, considerar sus lapsus como meros errores). Es una decisión consentir en
preocuparse de cosas tan pequeñas. Olvidar las llaves, confundir los nombres, recordar
cosas de la infancia, dar importancia a los disparates, etc.
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No hay nada más impropio, más ajeno que el Yo. Quien viene a vernos se nos
presenta desde ese Yo y ahí es donde Lacan coloca la enfermedad mental. (“yo soy muy
sensible”… tanto que no siente más que angustia… sensibilidad como defensa contra el
deseo). Esa sensibilidad con la que se cubre el yo, con la que se viste, no es más que una
defensa contra el deseo. A causa de esa sensibilidad retrocedía cada vez que se
encontraba ante una situación donde tenía que escoger algo que no fuera deseable para
su vida.
El conjunto de identificaciones que recubren la nada que cada uno es, eso es lo que
hay que interrogar para que allí donde estaba el Yo, donde el Yo dice, haya lugar para el
Jé de la enunciación. Lo importante es no consentir ese Yo, se trata de interrogar eso que
parece dado, eso que parece y se considera cierto.
Aquello en lo que el sujeto está capturado, más allá del sentido de sus palabras, es
algo muy distinto: el lenguaje, cuyo papel es formador, fundamental en su historia.
27
al silencio, que pueden ser difíciles de tolerar pero porque angustia más al analista. Tiene
un papel fundamental, sostener la presencia del silencio, suspender, habilita la posibilidad
para que se desplieguen otras cadenas.
Juan (el caso de bulimia): silencio… pasan los minutos. Al cabo de unos minutos
dice que “alivio no tener que hablar” (separación del objeto oral/ papilla asfixiante/
anorexia). Había algo de la compulsión de tener llena la boca no solo de comida sino
también de palabras. En esta experiencia de poder vaciar la boca tuvo su resonancia más
adelante en relación con la comida: poder soportar la boca vacía.
Ana (una paciente muy dispuesta a acomodarse a la demanda del otro): “No sé qué
decir ahora”… sale 5 minutos… “Me he dado cuenta de algo” (estrago materno/ separación
=si me voy la dejo). Pudo por primera vez hablar de su dificultad que se encontraba
cuando fantaseaba separarse de su madre. Esa distancia puesta en acto y no en palabras,
le permitió pensarse desde otro lugar.
VANESA OSSO
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Proposición del 9 de octubre:
Empieza con la pregunta por la formación. Lacan dice que tenemos que estar
advertidos de los fenómenos de grupo, por eso deshacía sus grupos cada 2 años.
29
momentos de análisis (atravesamiento del fantasma, rectificación subjetiva, etc.) para
poder decir que un analista ha llegado al fin de análisis o está cerca.
Uno de los problemas son los fenómenos imaginarios, sobre todo los de rivalidad y
competencia. Esto el psicoanálisis no los desconoce, no les teme ni los niega, más bien,
los trae sobre el tapete. Los jurados tienen que tener muy bien trabajado su narcisismo
para no temer a ese “nuevo” psicoanalista, la ilusión de poder que puede generar el ser
pasador o juez quien decide quien entra o no, etc. Es estar lo más advertidos posibles del
propio narcisismo, tendiendo claro que es una fantasía para tapar la falta y es algo que nos
afecta a todos.
“Por eso nunca atacaré las formas instituidas, ellas me aseguran sin problemas una
rutina que es mi confort” (psicoanalista de USA). Lacan cierra con esta frase porque
justamente es todo lo contrario a lo que está planteando. Lo acababan de echar de la IPA,
y hay que leerlo en clave de lo instituido y lo instituyente. Hay lo instituido pero eso no
quiere decir que no se pueda cambiar ni cuestionar. Plantea estos tres dispositivos pero los
cuestiona todo el tiempo. Por eso armaba la escuela y la desarmaba cada dos años. El no
cuestionar no permite el movimiento y se corre el riesgo de caer en una religión y tener
esos puntos incuestionables. La clínica es la que valida o no a la teoría.
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primero es el establecimiento de esa confianza, si bien es algo que se le supone, es su
trabajo mantenerla.
“Allí es donde está citado el analista. En la medida en que se supone que el analista
sabe, se pone también que irá al encuentro del deseo inconsciente. Por eso digo –y la
próxima vez lo ilustraré con un dibujito topológico que ya ha estado antes en la pizarra que
el deseo es el eje, el pivote, el mango, el martillo, gracias al cual se aplica el elemento-
fuerza, la inercia, que hay tras lo que se formula primero, en el discurso del paciente, como
demanda, o sea, la transferencia. El eje, el punto común de esta hacha de doble filo, es el
deseo del analista, que designo aquí como una función esencial. Y no me vengan a decir
que no nombro ese deseo, porque es precisamente el punto que sólo es articulable por la
relación del deseo con el deseo. Esta relación es interna.
En el texto sobre los Triebe y las Triebschicksale, las pulsiones y las vicisitudes de
la pulsión, Freud pone el amor tanto en el plano de lo real, como en el del narcisismo y el
del principio del placer en su correlación con el principio de realidad.”
El analista sabe sobre la dirección de la cura, que tiene que ir tras el encuentro del
deseo inconsciente y es la trasferencia lo único que le va a permitir ir hacia ahí. El deseo
del analista se articula con el deseo de quien consulta y eso puede dar lugar al trabajo de
análisis.
31
El “objeto a” es el aporte que Lacan formaliza y que no estaba conceptualizado del
todo en Freud y es el objeto de la pulsión.
El sujeto empieza a conceptualizar eso como algo que viene de afuera, lo que
rechaza es del otro no de lo propio. Y ahí aparece la queja que podemos ver en análisis.
El objeto a en la psicosis queda como completamente afuera, por eso, por ejemplo,
esa voz se la escucha como impuesta de afuera. Para el neurótico es algo que se llama
éxtimo. La extimidad es algo que es íntimo y externo a la vez. El objeto a queda afuera por
ejemplo: los otros me van a mirar; pero la relación es interna, es el paciente quien le da
identidad a eso que viene de afuera. Se tiene que advertir que no es una relación dada
desde el afuera, de la realidad, sino que es el lugar que se le está dando, siguiendo el
ejemplo, el objeto mirada que primero fue del paciente y luego fue expulsado. Esa es la
prueba por el objeto a. El unlust es el lugar donde se construye el objeto a (inadmisible,
displacentero, no-yo, resto, lo siniestro)
32
Lo siniestro es lo familiar y externo a la vez. El ejemplo que da Freud es ver mi
imagen en el espejo donde parece otra persona que me resulta familiar y que en realidad
soy yo. Es eso familiar que conserva la cualidad de lo externo.
Esto es una forma topológica de explicar lo que Freud en el caso Dora interroga
¿qué es lo que tienes que ver en lo que te quejas?
En consecuencia, podemos decir que detrás del amor llamado de transferencia está
la afirmación del vínculo del deseo del analista con el deseo del paciente. Es lo que Freud,
con un rápido juego de manos, presentó como engañabobos cuando dijo, a fin de
reconfortar a los colegas: después de todo, no es más que el deseo del paciente. Sí, es el
deseo del paciente, pero en su encuentro con el deseo del analista. P.262
Que el deseo del paciente falte, hace referencia a que no siempre está el deseo de
análisis, no a que el paciente no tenga deseo. Es decir, el tener que pasar por la
rectificación subjetiva, que da lugar a la entrada al análisis, no es algo que todos los
sujetos estén dispuestos, a hacerse una pregunta, a cambiar de posición, en el sentido de
que eso de lo que tanto me quejo, que tanto me molesta, tiene una parte mía. Que el
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objeto a sea éxtimo, implica que hay lo propio en eso y tiene que haber un posicionamiento
de disposición a ceder ese goce (permitiendo el deseo).
GABRIELA MANITTA
(118) El hombre tiene un cuerpo y luego (o en relación a eso) está capturado por la
imagen de ese cuerpo.
Que tengamos un cuerpo significa que no lo somos. Ese cuerpo que tenemos no lo
tenemos en calidad de propiedad, que es como se nos dice que debiéramos ocuparnos del
cuerpo que tenemos (cuídalo, no fumes, hace ejercicio, etc.). Lacan hace referencia a la
incidencia significante a la relación que a cada uno de nosotros tiene con eso que decimos
que es el cuerpo que tenemos.
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la mejor o peor psicoanalista: es un modo similar a quien desempeña la función materna,
es hacer hablar a esa sustancia que al comienzo de la vida es un pedazo de carne.
Según la operación significante que se produzca o no para hacer hablar a ese que
chilla es que se es sujeto o desecho/resto. Las mamás conversan con los bebés, es el un
gesto de hospitalidad. El primer gesto es alojar al viviente en el vientre. Ergo, alojar no
puede ser una obligación. La hospitalidad es originaria y es originariamente voluntaria. Lo
característico de la hospitalidad es que quien aloja no aloja cuando quiere y a quien
conoce, sino a otro en calidad de desconocido, de extraño. Es un gesto de apertura a lo
otro, ese gesto el que la mujer aloja al feto y luego la madre aloja al bebé. Se hospeda en
la medida en que es un absoluto desconocido y llega cuando quiere (concepción antigua
de hospedar). Esto juega la hostilidad, puesto que el otro, en tanto que otro también
representa una amenaza.
Para que la madre haga hablar al recién nacido tienen que darse dos cuestiones
opuestas. Una es la familiarización del extraño recién nacido. Lo primero que se suele
hacer es buscar semejanzas con lo familiar (se parece al papá, tiene los ojos de mamá, la
nariz del hermano, etc.) ese tramado imaginario que se hace sobre la imagen del recién
nacido es un trabajo que apunta a familiarizarnos con lo completamente otro del recién
nacido. Pero esa familiaridad tiene un límite, sino se lo puede reconocer como extraño y
darle la posibilidad de aparecer como otro, lo que se produce son los fenómenos de
captura del niño en el fantasma materno. Uno de los destinos posibles para un niño es
quedar capturado en el fantasma materno, siendo eso equivalente al objeto del fantasma
de la madre. En esos casos, el niño nunca llega a ser algo distinto a la mamá, es parte de
su discurso.
El no, suele ser una de las primeras palabras que el niño aprende a usar, es una de
las primeras barreras de distinción yo no-yo.
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El nombre es un significante que no tiene significado, no predica nada del sujeto
excepto que es distinto de aquella que lo parió.
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El cuerpo que tenemos adquiere su peso vía la mirada. Eso es lo que llamamos
identificación y está mediada por la palabra. La mayoría de lo que piensa el hombre se
arraiga ahí.
De hecho, la demanda de amor es, entre otras cosas, de que se le confirme esa
imagen con la que cada uno se localiza en el Otro. Se demanda que se le confirme el lugar
desde el que se presenta y a esa demanda no hay que ceder. Por ejemplo: la persona que
llega quejándose de que todos lo cagan (el jefe, la esposa, etc.), de que todos lo
perjudican. Esto de ser cagado es una posición de goce y, a pesar de quien vino a
pedirnos ayuda quiere dejar de sufrir eso, paradójicamente lo que demanda es que le
confirmemos esa imagen de sí, lo que dice creer que es.
El poder cuestionar esa identificación, como ser al que siempre cagan, le permite
correrse de ese lugar. Haciendo caer esas identificaciones no es que vamos a alcanzar lo
auténtico, sino el soportar, justamente, el vacío, esa verdad particular que se desprende
del hecho de que no somos más que aquello que creemos significar para otros.
Esa invención, implica la posibilidad de que quien habla pueda localizarse respecto
de lo que dice. Esto es, poder salir del plano de la comunicación, donde alguien habla yo
entiendo y le respondo y el otro me comprende, etc. Pero en análisis, de la articulación
significante se desprenden sentidos que son singulares. Por eso decimos que podemos
curar con la palabra o tiene efecto terapéutico, porque somos efectos del lenguaje. No hay
37
clínica sin palabra, ni siquiera clínica médica. Lo que distingue a una clínica de otra es el
estatuto de la palabra pero no hay clínica de lo humano sin palabras.
Ese cuerpo es también el lugar del Otro en tanto que recibe una marca. El cuerpo,
marcado, atravesado por los afectos que le vienen de eso que siente, es decir, por los
afectos que son efectos de un decir que lo atraviesa.
El cuerpo, como lugar de los afectos, está atravesado por ese decir que al mismo
tiempo nos permite apropiarnos y decir que lo tenemos y también nos aliena o nos hace
extraño simultáneamente. No hay sentimientos si no es por el lazo o con la mediación del
otro: cuando decimos que estamos triste, esa sensación es atravesada y nombrada desde
lo Otro.
Con las mimas palabras que un poeta hace poesía, un publicitario hace publicidad:
las cadenas de esos significantes, la combinatoria que dan lugar a un discurso son
singulares, por eso es preciso poner en palabras qué es la tristeza para ese sujeto; pero no
se trata tampoco un trabajo de racionalización en donde no necesariamente esté implicado
el sujeto. La mayor parte de lo que pensamos es imaginario, no hay necesariamente allí un
sujeto implicado.
A partir del seminario 19 dirá que el inconsciente es el discurso del cuerpo, el lugar
donde antes estaba el Otro ahora está el cuerpo. Pero es un asunto más complicado del
que no vamos poder abordarlo.
Quien trabaja en un análisis es quien puede dar forma a una demanda y advierte
que la queja o pedido inicial tiene que adquirir una demanda antes de que se formule la
regla fundamental y pasar al diván. Si nos apresuramos a acostarlo en el diván puede que
el tratamiento fracase si no se ha establecido la demanda de análisis.
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Se pone a prueba eso que dice que lo hace sufrir. La demanda de análisis es el
producto de la aparición del sujeto, cuando se vincula con lo que dice, antes de eso no hay
demanda sino queja.
Cuando la persona que habla toma posición, se vincula respecto a lo que dice, ahí
aparece el sujeto que no es lo mismo que la persona quien consulta. Es en ese punto
donde empieza un análisis.
Se tiene que articular con los significantes que le son familiares a esa persona.
Para poder considerar que se ha establecido una demanda de análisis, tenemos que
precisar por qué viene la persona y qué lectura hace respecto de aquello que le pasa.
Lo tercero, es que es preciso al menos tener una hipótesis respecto a qué figura del
Otro se dirige la demanda. Es preciso, no identificar la persona del analista a la figura del
Otro. No estamos, como analistas, en calidad de sujeto, es decir, que el lugar que
ocupamos depende de la articulación de la demanda de esa persona en particular.
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sentir lo que enfrentamos sin “refugiarnos” en la “experiencia”. La dificultad está en tolerar
la propia ignorancia respecto a la particularidad del propio caso, el tolerar que no se sabe.
El obstáculo es la experiencia, porque nos hace querer encasillar, puesto que nos alivia de
la angustia de no saber.
(122) Lo exigible es haber pasado por esa experiencia… ¿cómo transmitirla si uno
mismo no se sometió a ella?
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Si en un primer momento uno tenía que evocar al sujeto, cuando esa persona entró
al análisis es esa misma persona la que va a decir “Mirá lo que acabo de decir”, es la que
se sorprende escuchándose hablar desde otro lugar. No es nada del otro mundo el que
estemos hechos de palabras, lo que asombra es que de esto no se haya hablado antes.
Los síntomas, sueños, fallidos: el enunciado sólo adquiere por las explicaciones de
un sujeto.
(124) ¿Qué son los sueños sino sueños relatados? Sólo en el proceso de su relato
se lee su sentido. El relato de la propia historia no es lo periodístico sino cómo se cuenta,
qué lugar se asigna o no y cómo se relata a sí mismo en esa historia. Por eso no vamos a
verificar tal o cual cosa.
El viviente no se humaniza hasta que no es hablado, por más de que hable, porque
puede aprender a hablar como un lobo.
Inconsciente: es la manera que tuvo un sujeto (no hay otro que el que está divido)
de estar impregnado por el lenguaje, la manera en la que fue deseado, este es
verdaderamente el texto de nuestra experiencia cotidiana.
Un modo de hablar que lleva la marca del deseo del Otro. No hay humano sin Otro.
Esa lengua, en la que alguien recibió una primera impronta, la palabra es equívoca.
La-Lengua sostiene al lenguaje (de lo cual se constituye el inconsciente), que cobra el
estatus de sistema gramatical. La-Lengua es eso que se esboza en el encuentro de las
palabras y el cuerpo.
En la primera impronta, esta marca del discurso del otro, una palabra es equívoca,
esto es, que el sentido que de aquí se desprende no se corresponde al símbolo sino que
depende de la historia en la cual cada quien es hablado. La palabra es equívoca porque
41
hay La-Lengua y esos primeros efectos del atravesamiento del cuerpo con el lenguaje
tiene en cada quien efectos singulares.
Contratransferencia:
Desde Lacan vimos que no es que el analista no tiene que sentir nada sino no
ponerlo en juego, el poder distinguir algo de la asociación del analista de algo del material
de paciente.
Hay dos personas en juego y cada una de estas personas, que forman parte de la
relación terapéutica, están igualmente autorizadas a interpretar lo que de los afectos
propios se juega ahí. Esta noción de la contratransferencia va de la respuesta “total” del
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analista al “abandono”. Si el analista, en un tratamiento, asume ese lugar maternal de
cuidado y contención de paciente en algún momento se terminará abandonado a su propia
suerte al paciente, porque en el transcurso del tratamiento se ha representado para el
paciente esta función nutricia que no da lugar a la finalización, que alimenta un tratamiento
interminable, que no puede hacer nada por sí mismo; de la falta no aparece nada, sino
todo lo contrario, el analista completa cada vez que aparece algo en torno a la falta. Le
hace saber cómo es ser buen paciente, le ofrece la posibilidad de completarlo.
Interpretación:
Hay una distinción entre efecto y eficacia. Generalmente el efecto es sugestivo (de
ego a ego), donde puede parecer exitosa en la medida en que sostiene ese efecto
sugestivo, por eso Freud abandona la hipnosis. Lo sugestivo tienta con que hay un saber
logrado en el analista: yo sé lo que usted no sabe, lo que le pasa es esto. Alivia porque
permite restaurar la unidad narcisista ante la angustia que genera el sentimiento de
fragmentación, el problema es que poco tiempo después se cae en la cuenta de que no se
ha hecho el duelo (en el Caso de Margarett).
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circular la palabra, convocar a un decir puede costar mucho trabajo con personas en
estado de melancolía, duelo, etc., pero es la condición necesaria para que circule el deseo.
Efecto Eficacia
Tiende a la separación.
Esto puede llevarse a cabo es únicamente no sabiendo (si es bueno o malo lo que
tare el paciente). Solamente no sabiendo es que se puede maniobrar y es difícil no saber si
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se cree, si se tiene fe en el estudio. Lo que engaña, lo que hace que el analista se
enganche en la demanda del paciente es creer que sabe lo que necesita el analizante.
Pero el analista tiene que des-oír el creer que sabe qué es lo bueno para el paciente.
Contratransferencia:
Una interpretación puede tener efectos sin ser eficaz, esos efectos son sugestivos y
se desprenden de la idea que el analista se localiza en un lugar de saber. El paciente se
dirige al analista para tener un saber sobre su sufrimiento y el analista al responder desde
ese lugar de saber supuestamente validado puede tener un efecto des-angustiante pero al
precio de la dependencia, puesto que el saber siempre queda del lado del analista.
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Esta diferencia absoluta que se propone, apunta a una diferencia absoluta a la que
el amor, en su vertiente imaginaria, combate. El amor en lo imaginaria es siempre de lo
mismo.
Impone como búsqueda una diferencia absoluta que el amor rechaza: no completa.
Divide.
Sólo estamos de duelo por alguien de quien podemos decirnos “yo era su falta”. No
sabíamos que por eso le éramos preciosos e indispensables.
En cada pérdida se actualiza la confrontación de cada uno con ese agujero que
podemos llamar también desamparo, con esa pregunta de qué soy para el otro, eso es lo
que se pierde.
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Hay una interrogación por parte del analizante de qué supone para el analista, cómo
tiene que comportarse, hablar, etc. El no responder a esa demanda de significación
constante, en esos momentos de vacilación fantasmática, donde el analizante intenta o
busca hacerle producir al analista algún signo, alguna señal que le signifique como siendo
algo para el analizante, sostener esa incógnita es lo que le permite al analizante seguirse
interrogando.
De la pérdida original con la que comienza cada vida, da cuenta el nombre propio,
que es también un lugar vacío, pero que nos aloja (la hospitalidad del nombre propio), nos
posibilita un lugar y eterniza esa localización más allá de la muerte.
Cuando alguien muere, la lápida con su nombre no lo hace presente, pero da cuenta
del lugar, del sitio de su ausencia. Ese lugar vacío que deja quien amamos, es imposible
reemplazarlo. Hacer duelo no es dejar vacante ese lugar para rellenarlo con otro, más bien
es arreglárselas para hacer con una ausencia que es incurable.
Para poder llevar adelante un duelo tenemos que nombrar lo perdido, el nombre de
aquél o aquella que ya no está, nos enlaza, nos localiza a cada uno con lo que cada quien
perdió cuando esa persona murió. Es la metáfora de la inscripción en lo simbólico de una
ausencia en lo real. De esa ausencia, cada uno de los que pierde a quien se fue, tiene que
elaborar simbólicamente de qué se trata ¿qué perdí con esa persona? Lo que perdí es el
lugar que yo ocupaba en el deseo de ese quien ya no está.
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La madre: “se trata precisamente de la madre en el plano de la transferencia,
particularmente en el análisis realizado con Winnicot, advirtiendo que una falta no tenía
posibilidades de instalarse” (p.90-91)
Como en el caso Solo Una donde a partir del lapsus que en lugar de nombrar a la
novia nombra al padre y también la cintura del terapeuta, se le ofrece dar cuenta de lo que
dijo, consentir esa posición.
Madre es la que supone un sujeto allí donde hay un objeto a que tanto convoca el
brillo fálico como su calidad de desecho. Es suponer a un sujeto allí donde no hay más que
llanto, un llanto que es indescifrable en un primer momento y que puede comenzar a
cifrarse a partir de las “soluciones” o “respuestas” que se le van haciendo, si funciona la
madre enuncia y se comienza a constituir la demanda en los términos de quien va
nominando (de la madre).
Un hijo completa tanto como barra a la madre. Lo que se encuentra una madre con
un bebé es con lo que le falta más que con lo que tiene para dar. La función materna es la
que hace hablar al ser que habla a propósito de una conversación que lo incluye en los
intervalos. Todos esos ruidos que hace un bebé, la madre le otorga cierto valor significante
y cuando ella calla, el bebé que hasta ahora no habla sino que hace ruidos (vocablos,
balbuceo) tiene la ocasión de participar en una relación donde hay otro que a veces
consigue nombrar lo que sucede pero que también carece de un significante que abroche o
cierre el universo de sentido. Ese trabajo lo hacen casi todas las madres de manera
espontánea, porque esa capacidad de humanizar a esa cosa que llora, posibilita tejer un
velo sobre eso que la condiciona y que puede ser horroroso al comienzo de la vida (el
desamparo extremo).
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La angustia del desamparo no se resuelve de una vez y para siempre en los
primeros años de la vida y nos sorprende siempre en el mismo lugar (excepto los que han
atravesado un análisis).
El bebé en el hombre= desamparo= una cosa que espera ser nombrada y alojada
(que haya un vacío en el Otro que aloje la cosa que es).
Nada garantiza que eso que nace, que no se parece para nada en lo imaginario
durante el embarazo, esas expectativas narcisistas se derrumban. La única posibilidad de
alojarlo es que surja la falta del lado de la madre, sino el destino de desecho de esa
criatura se evidencia en el abandono hasta el homicidio. Si no soportamos el horror que
supone esto, es porque no resignamos la idea de que existe un instinto materno y que
quien se embaraza son aptas para alojar la extrañeza que supone un recién nacido.
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es el lugar del saber supuesto en el que nos han localizado sino a partir del material que el
paciente desparrama en la sesión; ese trabajo se hace sin acabar de conocer el asunto.
con la interpretación).
● Ser: narcisismo, goce, posición de objeto (se maniobra sobre todo con la
transferencia)
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La variación hace alusión a la invención de soluciones singulares que no
desconocen o reniegan de lo que no hay, de lo que no es posible, de lo que se ha perdido
y no obstante se las arregla con el límite de lo que eso representa. Es el límite como causa
para la reinvención. Puede pensarse como finalidad de análisis es un cambio en la
posición subjetiva en donde ya no se agota el esfuerzo en desconocer o renegar eso que
se presenta como límite, sino que encuentra en ese límite la causa para una significación
singular. Esta propuesta está en lugar de la felicidad obligatoria y para todos iguales.
Atravesar el horror a su propio saber: coraje de saber. Solo los que han sabido
confrontarse con la castración, saben ser deshechos. Cuando la rectificación subjetiva se
produce y quien habla puede localizarse respecto de lo que dice, se encuentra con ese
saber no sabido donde están las pistas del goce que tiene, de la forma en las que se las
arregla siempre para ir a parar al mismo lugar. Suele suceder que cuando se pesca esa
posición que se asume respecto a la demanda del Otro, suele generarse vergüenza,
expresiones que dan cuenta del horror de saber de qué modo, es con su complicidad, que
esto que ha sido una fuente de enorme sufrimiento se ha prolongado en el tiempo como
algo que parecía una fatalidad sin solución.
Soler agrupa, si se quiere, los efectos del fin de análisis en relación al amor y a los
afectos o lazos sociales.
En el amor:
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La neurosis empuja al amor, por un lado hacia la similitud, desde el lado macho de
la fórmula, que es la manifestación del ideal del Uno, que subyace a esta ilusión de hacer
de dos uno, lo que vuelve al otro insoportable en su otredad. El trabajo, el esfuerzo de
amar es no condicionarlo al cambio del otro, a la transformación del otro. El amor del lado
femenino atenta contra la masa porque recorta al amado del grupo, de ahí la queja (él no
quiere resignar la juntada de los viernes y ella exige que la prueba de amor es esa
renuncia). Del lado hembra de la fórmula del amor neurótico hay la exigencia de sumisión.
Una mujer en el amor puede cederlo todo para ser amada, el estrago que el amor puede
significar para una mujer es sobre todo lo que ella sacrifica y está dispuesta a sacrificar y la
ingratitud de él (novio, jefes, hijos, etc.) que no valora ese sacrificio.
Causa del deseo: ceñida como proveniente del fantasma, no parteneire. Esto
despeja las elecciones posibles, en la medida de que nunca van a ser tan diferentes
porque eso que convoca el deseo para cada uno no cambia, lo que puede modificar es lo
que puede saberse de eso. En la medida en que se algo de eso, puedo despegar al
parteneire de ese asunto, es decir, hacerme cargo de eso que en el encuentro con el Otro
siempre me encuentra más allá del Otro. Se trata entonces de anoticiarse del destino de
exilio.
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Cuando se trata de producir bienes, la forma de circular entre los bienes comunes,
es en calidad de bien o de desecho, vendiendo nuestra fuerza de trabajo al mejor postor y
siendo expulsados en calidad de desechos cuando ya no somos capaces de hacernos
lugar en lo que se propone como valor en la época. El retorno en calidad de desecho del
sujeto analizado, tiene que ver con la capacidad des-oír esta regulación que le propone un
lugar o nada.
Adaptación paradójica
Respecto de los efectos sociales, tiene que ver que quien atraviesa el análisis puede
salirse de la tropa sin queda exceptuado, pudiendo hacer excepciones de quien no está
alienado a la coalición que fuerza la unión a la masa.
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le pasa, lo que cerraría el desciframiento y lo que sería sugestivo, se deja a la espera de la
eficacia personal del terapeuta y aceptar lo que diga el terapeuta.
El postulado del SsS implica que se pueda creer que las formaciones del
inconsciente dicen algo, que tiene un sentido. Y la caída del SsS, al contrario, implica que
ya no se cree más que el síntoma pueda decir nada. Entonces dejamos de esperar y de
creer en los espejismos de la verdad como al principio. En ese sentido, el análisis,
confrontando al sujeto a su real, produce un incrédulo de la verdad y del sentido a ella
asociado.
Cuando el SsS cae, se evidencia la ficción que tenía el sujeto sobre ese saber
supuesto y en ese punto ya no hay más trabajo de desciframiento del síntoma porque ya
no dice nada, no es algo a descifrar porque se ha producido el atravesamiento del
fantasma y entonces no hay necesidad de que el síntoma diga, deja de ser imperioso el
extraer sentido del síntoma. Al comienzo del análisis el hecho de buscar una verdad sobre
uno mismo es lo que mantiene e impulsa, pero al final ya no hay esa confianza en la
verdad y el sentido que ella provee, pierde su incandescencia.
En definitiva esta identificación tiene que ver en cómo uno se las arregla con la
castración. El síntoma causa angustia en la medida en que uno no quiere saber nada con
la castración, en cambio, cuando se atraviesa el análisis uno puede reconocer en el
síntoma las propias modalidades de hacer con la falta.
DENIS VITALE
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Solo una
El joven le hace un pedido, una exigencia de que solamente sea una entrevista. La
decisión fue una apuesta.
“Sólo se trata de una pregunta”, que debía contestarse en una sola entrevista. Se
esforzó por preparar toda la intriga para la pregunta, esforzándose para no tener equívocos
y tener un discurso bien lógico.
Hay por un lado demanda, por otro lado saber absoluto. ¿Qué es una demanda?
¿Qué estatuto tiene en el psicoanálisis el saber?
En seminarios posteriores, se puede entender esto a través del grafo del deseo.
Para que alguien formule una palabra, previamente tiene que tener las letras y las leyes de
cómo se articulan las mismas y para poder pensar en esas letras y leyes necesito de letras
y leyes previas. Siempre está presente el Gran Otro, que será el tesoro de significantes.
Ese Gran Otro puede encarnarse en términos de, por ejemplo, cultura judeo-cristiana
occidental, dándonos una suerte de “cosmovisión”.
55
entender un poco más qué es la ley del significante podemos comprender un poco más por
dónde pasa la clave clínica. A medida en que uno va estatuyendo “este es un significante”
es posible seguir con la lógica de metáfora y la metonimia.
“Ella no quiere tener sexo conmigo; ¿podría decirme por qué?” Esa era la pregunta.
Él demandaba al analista una respuesta.
La respuesta que obtuvo en su consulta con el analista anterior fue “bueno hombre,
pero ¡usted la eligió!” Respuesta que indica la responsabilidad que el sujeto tiene respecto
de aquello que lo aqueja.
Pero obtuvo una respuesta inmediata a la demanda de esa pregunta. Pero esa
respuesta no hizo efecto, puesto que el sujeto no ve que tenga que ver con él. A pesar de
la lógica, de la verdad de la respuesta que dio el analista anterior. Pero estamos hablando
de la verdad en términos de adecuación del intelecto a la cosa, de objetividad, de
consenso; en lugar del estatuto de verdad en relación al sujeto del inconsciente.
El significante es algo vacío, cuando entra en relación con otros significantes es que
puede empezar a articularse algo del sentido, del significado. Es la inversión del signo de
56
Saussure. Ningún significante significa sino que es en relación a otro. En la estructura no
es tanto el elemento sino la relación entre los elementos. Por eso se pregunta, porque el
significante no significa nada, solo relaciones. Y las relaciones se dan con un Gran Otro:
cambiando el otro cambian los significados, un elemento solo cobra significado si hay otro
que así lo sancione. Por ejemplo: alguien comete un pecado (y se siente afligido y
perturbado) en tanto y en cuanto haya una alianza, en tanto siga una lógica cristiana;
cambiando ese sistema de significantes cambian las interpretaciones y los efectos.
Cuando decimos demanda, estamos diciendo que se activan todos estos elementos:
hay un analizante posible que se refiere a un gran otro, encarnado en ese analista y no
está esperando una respuesta en cuanto verdad fáctica, absoluta, puesto que eso lo
convertiría en un analista anterior.
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¿Qué hacer con esa demanda? Si responde directamente se va a ir porque no es
eso lo que busca. Demanda una respuesta pero no quiere una respuesta: esa es la
encrucijada.
El fin del análisis está en pensar qué pasa con ese lugar de sujeto supuesto saber.
Lacan en el seminario 8 trabaja el concepto de agalma en referencia al Banquete de
Platón. Eso valioso que supongo en el analista permite que se trabaje la transferencia, lo
que permitirá maniobrar.
Acting out (572 dirección de la cura, para relacionarlo con el caso de Little)
señalamos este punto para hacer una lectura de qué efecto puede tener una interpretación
y distinguir si tiene un efecto terapéutico simplemente, si es una interpretación que permite
un trabajo en relación al inconsciente, si es una interpretación fallida y es tan errada que
deriva en un acting out o si es simplemente una interpretación que pasa sin pena ni gloria.
No hablamos acá de una energía, de una fuerza o simpatía, sino que al origen está
el significante, el inconsciente estructurado como un lenguaje. Para encontrar una pista del
sujeto supuesto saber o transferencia hay que buscarla en el lenguaje, en las leyes del
significante.
58
Con el lenguaje tratamos de hacer sentido, que las cosas tengan sentido, que algo
se conecte con algo. Una forma de pensar el sujeto supuesto saber es la confianza en el
sentido, hay una convicción de que el saber “es”. Y ese saber tiene que tener un lugar, por
tanto, no se trata de un analista que yo diga que es un genio sino que hay una convicción
de que el saber es, está constituido y por tanto reside en un lugar. Ese lugar puede
tratarse, entonces, de un sujeto. Al saber, a la consistencia del saber se le supone un
sujeto. Esa manera de respirar en el mundo que es el sentido, otro nombre es saber. La
relación con el analista no es fortuita sino en relación a un sentido, que si no estuviese no
podría considerarse el lugar de la transferencia.
Una posible lectura dentro del psicoanálisis es que el gran otro está barrado y que el
saber es inconsistente pero está y otra es que el gran otro no existe sino que lo hacemos
existir y el saber es simplemente una ficción.
Hay que considerar si el fin de análisis es una lectura dentro de las leyes del
lenguaje o si lo vamos a considerar según el estado de salud que consideramos del
paciente. Porque podríamos decir que terapéutico es cualquier elemento que le permita al
Yo sentirse bien, ahora bien, los elementos fantasmáticos, del deseo se hallan en el piso
inferior (refiriendo al grafo del deseo), donde se da una nueva interpretación que hace
sentir bien al Yo durante un tiempito (corto generalmente).
Cuando consideramos cómo trabaja un analista, estamos considerando que hay dos
pisos en el grafo del deseo, y que si basa su trabajo solo en interpretaciones estará
trabajando en el primer piso pero no con el inconsciente.
Todo tiene que ver con la estructura del lenguaje, no tiene que ver por dónde lo
“engancho” a este tipo, si le “caigo mejor o peor”, etc.
59
No se le puede asignar al pensar un lugar absoluto, esto de que el analizado tiene
que pensar y darle sentido a todo. Eso sería pensar que el inconsciente tiene sentido y que
el estatuto para hacer psicoanálisis es pensar. Pero si para hacer psicoanálisis hay que ser
muy pensante es volver a una terapia del Yo (y tampoco se podría hacer con niños).
Cuando hablamos de psicoanálisis hablamos del deseo del analista y el discurso del
analista ubicado como semblante de pequeño objeto a. La posición de analista no es una
condición del ser sino justamente una posición respecto a otra posición, la del analizante.
Para que el sujeto del inconsciente aparezca, el analista se cansa de intervenir (es
como la búsqueda de un tesoro, el tesoro está pero hay que ir probando diversos
caminos). Hay distintas formas de intervención que buscan ir trazando un mapa. La única
intervención no es el silencio (es una idea vieja del psicoanálisis).
El arqueólogo que busca el tesoro conoce la cultura, puede tener pistas, hipótesis
de trabajo y si no sirve sabe por qué no sirve y entonces plantea otra. Si hay un saber del
que el analista está advertido es el del efecto del significante, y seguirá la lógica del
significante en el modo de intervenir. Puede dar cuenta de su intervención (por qué
funcionó y por qué no), eso se llama formalización.
22/09/20
Seguiremos con algo más del texto Solo Una. En la página 26 vamos a dejar de lado
dos puntos pero que son muy interesantes: 1-el lugar que ocupa el saber de los textos
(teórico y en el dispositivo) y 2- Es la idea de control y supervisión.
Todos los padecimientos parecían venir de la novia, está angustiado porque la novia
no quiere tener sexo con él. Se hace una conceptualización sobre el estatuto del síntoma,
porque en este caso no se ve una cuestión psicodinámica de conflicto entre Ello-Yo-
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Superyó. Lo primero a considerar es quién determina qué es un síntoma y qué no: ¿el
analista o el analizante como algo de lo que se viene a quejar?
Dice que puede con muchas o con todas pero con ella no, es decir, hay algo que
tropieza y eso es algo a considerar en el síntoma. Si podía con todas, menos con esa ¿por
qué no se busca a otra con la que puede en lugar de elegir a esa con la que no puede?
Eso es sintomático, la denegación está del lado de él, en el seguir eligiéndola entre otras
que le dirían que sí, puesto que si lo que él desea es la satisfacción buscaría a otra; pero si
lo que en verdad desea es la privación ahí entra esta mujer. Acá tendríamos un concepto
más del último Freud: no se trata solamente de un deseo que busca satisfacción en
términos de placer, sino que hay algo más allá.
Ella lo humilla y él quiere saber por qué lo hace. Él supone que ella se satisface en
eso y no sabe por qué. El Gran Otro es un lugar, un espacio no alguien de carne y hueso,
el otro, el semejante puede ocupar ese lugar pero no hay que identificar Gran Otro como
una persona de carne y hueso.
Trabaja de dar estatuto de significante a “Solo Una” como S1 y “Humilla” como S2,
esto quiere decir que no toda palabra es significante ni todo significante es palabra, acá
hay algo que referencia el sujeto en torno a su satisfacción en relación al discurso, esto
nos los da la puntuación que el sujeto haga de su discurso.
P.31 Pasa de hablar de la dama al padre, ese desplazamiento nos advierte, pero
decidió no intervenir y esperar a que el material reprimido aparezca más accesible, porque
tal vez aparezca una instancia del sujeto del inconsciente. Pero el sujeto no está preparado
para advertir sus propios dichos, no es que ante cada acto fallido se hace una sanción, una
devolución por parte del analista.
P. 32 La intervención del otro analista había sido tan certera como salvaje. No
alcanza con el estatuto de verdad objetiva (“tuvo un fallido”) sino el lugar del tiempo del
sujeto. Cuando hablamos de tiempo lógico hablamos de estructura y hacemos referencia a
la transmutación de los elementos que permite un ordenamiento diverso, donde es
fundamental la relación entre los elementos, eso es lo que nos permite pensar los distintos
tiempo, en relación a la permutación de lugares en una estructura y no en relación al paso
del tiempo.
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579 de la Dirección de la Cura. Apartado 3 punto 6. Si la transferencia recibe su
virtud el hecho de ser reducida a la realidad de la que el analista es representante…
Cuando dice que no queda al analizado un objeto más que el analista para llevarse
a la boca, es el analizado quien va a ubicar al analista en relación al fantasma; puesto que
el lugar que ocupa el analista es el de semblante del objeto a. Quien hace las “veces de”,
representando (tanto a la novia, al padre, etc.) es el analista. ¿El analista siempre opera
del mismo modo? Claramente no, puesto que las fantasmática son siempre distintas
aunque puedan tener ciertos bordes “comunes” de preferencia. El invernadero es el
análisis.
Al final de caso Solo Una aparece un lapsus en la forma de cómo nombrar a la novia
y en relación al padre y aparece una intervención y un efecto. No hay posibilidad de
conocer una estructura si no se realiza una operación sobre esa estructura, si no se la
prueba. Es como un análisis de sangre, no puedo saber qué grupo soy, qué valores tengo
sin una extracción, una intervención. Si un analista no interviene no puede conocer la
estructura, si se queda solamente en la escucha, en la toma de nota no puede conocer una
estructura. “La estructura se define por el corte”, por el efecto que resulta de esa
intervención.
La intervención del analista es medida, diseñada, sigue una lógica, una estrategia
que luego tiene que revisarse sus efectos, sus alcances. A veces sucede algo en lo
inmediato pero, fundamentalmente, vuelve a otra entrevista, continúa el tiempo del sujeto.
De la angustia al duelo
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Lacan habla de la diferencia entre efecto y eficacia. Inmediatamente hay un
restablecimiento yóico, una recomposición, es como darle un complejo vitamínico al Yo. El
Yo está en el registro de lo imaginario, ante la pérdida que hace presente el agujero, la
intervención lo que hacía es hacer que desviara la mirada: el consultante sale exultante
entonces. Es como un salón de belleza del narcisismo, con claro efecto inmediato (con
ciertas estructuras y en determinada instancia).
Hay una intervención que está siendo realizada de un Yo hacia otro Yo, de ego a
ego, hay una relación dual (Lacan plantea una relación de a tres).
¿Qué sucede entonces cuando se pone en juego algo de la pulsión del lado del
analizante y que busca “llevarse a la boca”? ¿Cuál sería la operación por parte del
analista? ¿Compra eso? No, trabaja con eso. Devuelve eso de forma invertida. El
analizante, con un querer advertido que se pone en juego y no se sabe cómo, se lleva al
analista a la boca en algún momento y el analista tiene que trabajar con eso, operar para
que aparezca una barradura en el otro, algo de la cuestión del deseo.
Si hay algo que sabe el analista es que ese no es su lugar, aunque esté invitado
constantemente.
Lacan, en la dirección de la cura dice: “No analizamos un sueño sino el efecto sobre
nuestro paciente”. Es un recorte que alguien elige poner como material relevante, y el
trabajo se hace con lo que le hace frente al sujeto en su relato, los efectos que ha tenido
sobre el sujeto para que lo relate de determinada manera. El trabajo será con ese material.
Si hay real es porque hay significante. El efecto del significante da lugar a los
registros. No hay en Lacan una idea evolucionista.
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Impone al pensamiento psicoanalítico es el ser creacionista. Entendamos con ello el
no contentarse con ninguna referencia evolucionista. Está sosteniendo la idea de la
creación ex-nihilo, esto es, en un momento determinado no hay nada y en otro momento
están todos los elementos de la estructura, es un comienzo absoluto, no hay ninguno que
aparezca después. No es que primero lo real, después lo simbólico y luego lo imaginario;
no tiene sentido pensar en términos evolucionistas. “Al origen el verbo”, al origen de todo
está el significante.
Cuando lacan habla de lo real (en el seminario XX), lo que no puede, lo que no cesa
de lo que no se dice es lo sexual. Peor no es que no se pueda hablar porque es tabú o que
no hay palabras, sino que se trata que en términos lógicos, sea imposible. Pero ese
problema lógico es producido por el significante, lo real es un imposible lógico y es efecto
del significante. Forma parte de la lógica del significante que haya un lugar imposible. Pero
no es que no llegan los significantes, que no alcanzan (como cuando te falta sábana para
llegar a tapar el colchón).
Lo real como lo que no cesa de no escribirse y lo real como lo imposible, son dos
formas de trabajar lo real. Cuando hablamos del imposible acople-aparejamiento para decir
relación sexual, tenemos que pensarlo de esta manera. Para la biología el sexo es un
encastre anatómico, ahora bien, si lo que considero en psicoanálisis es que hay un parlete,
hay un Otro y en esa relación acontece el sujeto del inconsciente, para pensar una relación
sexual hay que pensar de dos parlete, otro gran Otro y otra relación inconsciente. Ahí es
imposible el acople. Cuando yo hablo con el otro, en realidad estoy hablando con un
representante de mi Otro y al otro sujeto le pasa lo mismo; entonces no existe un código
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común. El amor es como un muro dirá Lacan, ese muro es lo que hace de imposible y ese
muro es el lenguaje.
Para hablar de infancia, niñez, etc., tenemos que partir de que es una construcción,
como todos los conceptos. Si vamos a investigar qué era la niñez antes de la revolución
industrial nos encontraremos con una cosa, luego será algo distinto y en la actualidad
también. Por ser sujetos del lenguaje, no hay nada natural para el ser humano.
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En el acto de pedofililla lo que sucede es un acto de seducción, no hay utilización de
la fuerza. Eso es una primera distinción, lo que en términos legales no elimina la condición
de abuso. Hay una diferencia entre el pedófilo y el abusador intrafamiliar.
André nos advierte no confundir la pedofilia con el abuso intrafamiliar: «El padre
incestuoso, el que tiene relaciones sexuales con su hija o con su hijo, no es en regla
general alguien que se excite con el niño como tal. ( ... ) De hecho, el padre incestuoso es
un sujeto que no soporta la paternidad. No solamente no la soporta sino que experimenta
la necesidad irresistible de mofarse de ella, de anularla de alguna manera revelando su
indignidad. Repito, es raro que un pedófilo abuse de sus propios hijos. Por el contrario, los
pedófilos que tienen niños son generalmente padres modelo o se esfuerzan en serlo». p.
91
En nuestra cultura actual, la prohibición del incesto tiene que ver con la familia
sanguínea sobre todo entre padres y hermanos, por eso en la metáfora paterna se dice
“todas menos tu madre”.
Para éste (el pedófilo) «es capital demostrar que el niño está sumergido en una
especie de sexualidad natural bienaventurada opuesta a la sexualidad restringida,
reprimida y deformada de los adultos, y que la expresión espontánea de esta sexualidad
natural es el deseo de gozar. Esta idea de un erotismo espontáneo del niño se opone a
cualquier tendencia a la violación. Por otra parte, el punto capital de la argumentación de la
que el pedófilo intenta convencernos es que la violencia en relación al niño se sitúa
esencialmente en la estructura familiar por el hecho de ser fundamentalmente represiva en
relación a la sexualidad >> p. 91
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aparece el mecanismo de la represión comienzan a aparecer dichos fenómenos. Ahora
bien, para el psicoanálisis, un acto no define la estructura (neurosis, psicosis y perversión).
La confirmación de las hipótesis de estructura se logrará a partir de una o varias
entrevistas.
El vínculo del niño y las niñas con la sexualidad también es una construcción. En el
libro encontramos referencias a autores, novelas y cuentos donde la sexualidad con
niños/as está avalada. Hay un acuerdo cultural contemporáneo que lo hace prohibido.
Es claro que estas obras (referencia a novelas o escritos literarios) hoy serían
impublicables y sólo tendrían cabida dentro de los circuitos pedófilos; su aparición en los
diarios sería a título de condena. Qué cambios se han producido entonces para que exista
un grado de histeria colectiva en relación a este tema.
Hay lugares donde se pueden casar con niñas de 13 años ¿Seguimos hablando de
pedofilia en esos casos? Habría que ver si uno le pregunta a una niña de 13 qué opina de
casarse, habrá que ver qué dice, porque muchas estarán sostenidas por la cultura, felices,
sosteniendo que cumplen algo que las hace felices y otras quizás no.
Se podría decir que el carácter urticante que ha adquirido todo lo que puede estar
ligado, aunque sea lejana e imaginariamente, con la pedofilia ha de ir acompañado de una
fuerte represión de la sexualidad infantil, muy especialmente cuando adquiere rasgos
adultizados. Muy por el contrario, es notorio observar cómo aumenta la tendencia
publicitaria y social a una genitalización temprana de la infancia. Desde muñecas de
sensualidad manifiesta, ropa o maquillaje que parodian la mujer adulta o una línea de
lencería para niñas
Es decir, aparece, socialmente hablando, una suerte de doble moral porque por un
lado nos horroriza la pedofilia pero por el otro la publicidad cada vez adelanta más la edad
que asemeja la niñez con un adulto sexualizado. Esto se pueden ver hasta en los
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concursos de belleza infantiles: se condena la pedofilia pero maquillar a una niña y hacerla
compartir en un concurso de belleza está hablado.
Marcos Mayer, en La infancia abusada, ofrece una hipótesis para tales hechos: «se
busca al niño para que consuma como niño y para que obligue al adulto a consumir. Pero
para que ocupe ese lugar hay que involucrarlo en más de una dimensión. Ese deseo no es
sólo el de captar su voluntad, su cuerpo también tiene que estar en juego. No extraña
entonces que se le pida que lo ofrezca, que lo sexualice.» Paralelamente a esta
genitalización de la infancia se produce también la inclusión en el mundo del consumo y no
solamente de productos especialmente diseñados para este segmento etario, sino propios
del mundo adulto como pueden ser autos, alimentos gourmet o DVD.
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Volvamos a nuestra pregunta de origen: ¿Qué es un niño hoy? Como explicitamos
en los capítulos anteriores, el capitalismo es actualmente un Amo que no necesita esclavos
que produzcan sino que consuman y mientras lo hagan en forma más irrestricta e
incondicional, tanto mejor. Tal vez éste pueda ser el estatuto del niño: es quien en el
discurso capitalista mejor representa al sujeto. El pobre diablo sin más bandera que su
propio narcisismo es elevado a la categoría de amo por obra y gracia del mercado. Así el
niño (vale la aclaración: no Lisa sino Bart Simpson) se presenta como aquel puro y virgen
de la intervención significante y de la represión civilizatoria -tal como cree el pedófilo que
puede guiamos de vuelta hacia el ilusorio paraíso infantil del cual nos creemos
injustamente expulsados. Se ama al niño porque se odia la civilización que nos cercena
una porción de goce a-favor de un lazo social en el cual ya no creemos. La diferencia entre
la sociedad actual y la pedofilia sería que mientras la primera cree que es el niño quien
puede conducirla hacia un paraíso infantil, para los segundos, son ellos los guías capaces
de reconducir a la infancia a esa tierra de goce de la cual ha sido expulsada por la tiranía
parental.
Todo lo que tiene que ver con lo irrestricto nos abre la pregunta respecto a la
represión: si todo se puede, ¿no estamos en torno a lo perverso?
Hay una idolatría hacia la juventud, una dificultad muy grande por aceptar el paso
del tiempo y la consecuente vejez y deterioro de lo cual no nos podemos liberar. La ilusión
de sostener al niño en ese lugar, tiene que ver con esa idea de pensar que sea un
momento que no se termine por temor a la muerte. El consumo nos hace creer que lo
podemos retardar (cirugías, cremas, etc.).
La pedofilia, en cambio, se ubica en ese lugar de ser quien dirige al niño a ese
paraíso bienaventurado. O sea, hay una diferencia, pero tampoco tanto. Una cosa es
pensar ese lugar genitalizado que se le da y otra respetar su proceso evolutivo, desarrollo,
educarse, etc. A veces pasa desapercibido en la publicidad actual, está naturalizado que
los padres/madres también genitalicen a sus hijes.
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cantidad de niños no pueden cursarla sin algún tipo de ayuda auxiliar. Ahora bien, esta
dificultad también puede estar alimentada por un mundo adulto que no encuentra interés
en el ámbito que justamente intenta inculcar: el deseo de hacerse mayor.
70
Es lo opuesto a lo señalado por F. Regnault. Por el contrario, nuestra idea es que debe
cimentarse sobre el deseo por lo que se enseña, como planteaba Lacan el deseo es el
deseo del Otro. En Los coristas esto está claramente representado en la relación entre el
maestro de música y Pierre Moranghe. Si este último se convierte en un gran director de
orquesta es porque ése es el deseo del humilde Mathieu.
La escuela es una institución que tiene que ver con el valor que la sociedad le da al
crecimiento, al poder llegar a un mundo adulto. Pero, si estamos diciendo que los adultos
no están tan seguros de querer ser adultos, que le pase el tiempo, que tenga que hacerse
cargo, asumir responsabilidades, etc. Por un lado el adulto le exige al niño normalidad, que
encaje pero por otro lado él no puede mostrar al mundo adulto como algo valorado, como
contento de ser adulto. Cómo un adulto puede pedirle a un niño que crezca cuando él
mismo no lo valora y quiere volver para atrás. Es el famoso pendeviejo/a que reniega del
paso del tiempo.
Dentro del coro, le da una posibilidad a cada uno dentro de sus posibilidades. A uno
que desafinaba lo puso a sostener la partitura. Él puede, en este lugar donde ubica a los
niños, que es un lugar de posibilidad, encuentra algo que les es posible para todos y que al
mismo tiempo diferentes para cada uno. Es un cambio de posición que hace que los niños
se enganchen con el coro, en esto de ser ubicados en un lugar de posibilidades. Esto es lo
que Morales llamará el lugar de una promesa a futuro, el poder ver en ese niñe una
posibilidad a futuro, una promesa, algo que se puede hacer. Desde ese lugar de promesa
es que los niños empiezan a responder.
El docente tiene que tener un deseo de enseñar pero para que pueda tener ese
deseo tiene que suponer en el otro la posibilidad de aprender. Cuando hablamos de
enseñanza y aprendizaje no hablamos solamente de la escuela. Tiene que haber por parte
de quien enseña la suposición de que a quien se le enseña puede aprender.
71
¿Qué ha hecho que ser padres esa tan difícil? En este capítulo, vamos a trabajar
sobre el texto de Lacan de Dos notas sobre el niño en base a las nuevas patologías.
Esta pregunta que trae, lo va a relacionar con esto que hablábamos recién del
TDAH, como esta complicación por parte de los niños de adaptarse al mundo adulto. Trae
a colación, una propaganda de EEUU que promocionaba la ritalina así: para que ser padre
sea más fácil: ritalina. Es decir, no tenía que ver con el padecimiento del niñe sino que se
ofrecía como una forma de que ser padres sea más fácil.
Con esa medicación tapo tanto la falta del niñe como la del padre. En el ejemplo del
restaurant es que justamente se le daba ese medicamento para poder aletargar a ese hije.
El hecho de que cuando crezca pueda aceptar esas limitaciones de no andar corriendo por
todas las mesas, es algo que se dificulta si no se aprendió esos límites porque fue tapado
por medicación, celular, etc. Esa fascinación del niño por el logro de la movilidad, que hace
que no se quede quieto cuando tiene poco más de año y medio, es algo que va
disminuyendo con el tiempo pero pone en falta a los padres en sus intereses narcisistas
(quiero ver una peli tranquilo, quiero comer tranquilo, etc.). ¿Cómo se combina esto con la
lógica capitalista que nos obliga a consumir todo el tiempo?
Niño como falo de la madre: (explicación sobre la metáfora paterna). Quiere decir
que la madre está atravesada por el Edipo, se ha enfrentado con la castración del Otro.
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En la psicosis no se inscribe el significante del nombre del padre, a diferencia de la
perversión donde se halla desmentido y eso es lo que no permite la separación, por eso
nos encontramos con un sujeto que funciona desde la desmentida. Pero en la psicosis
directamente no se inscribe, el sujeto quedará ubicado como objeto del deseo de la madre
pero las consecuencias subjetivas y de sufrimiento serán otras a la perversión. Hay un
significante que no permite acomodarse a la realidad, el cuerpo (desencadenando delirios
por ejemplo), hay algo que no pueden terminar de decir para calmar ese sufrimiento.
Ambos quedan como objeto del deseo de la madre, pero la diferencia la marcará el
significante en tanto presentaciones subjetivas.
Neurótico: el poder salir de ese lugar de falo de la madre, implica preguntarse por el
deseo del Otro (¿qué me quiere?) y por los efectos de la represión, está sometido a la
metonimia del deseo (siempre se va desplazando y no puede terminar de ponerse en
palabras).
No es el niño como tal lo que se quiere sino lo que representa, que es la falta del
Otro, puede ser lanzado al futuro para suplirla. El niño puede venir a representar aquello
que los padres no fueron, ese ideal que pueden tener los padres, entonces viene a ocupar
ese lugar de posibilidad para futuro, de cumplir esa falta que ellos no pudieron hacer. Ese
es el lugar de promesa pero no todos los niños van a ese lugar de lograr lo que ellos no.
Luego habrá un trabajo de desarmar esa proyección de los padres sobre los niños, porque
no todos van a querer lo que sus padres querían para ellos.
73
subjetividad de la madre (cuando lo que sucede ya no tiene tanto condimento del niño sino
que tiene que ver directamente con la madre, cuando se escucha una dificultad con la
separación). Esta vez, el niño está involucrado directamente como correlativo de un
fantasma (no hay una separación acabada en el fantasma). La pareja parental= Otro y al
Nombre del Padre. Ej. p.105
Esto quiere decir que ese emergente (como puede ser que se orine en la cama)
resulta ser la verdad de la pareja parental. El niño muestra la verdad de algo que está
pasando en la pareja parental. No podemos pensar que Lacan está hablando solo de los
padres, sino que estaba hablando el Otro y la relación al significante del NP, es decir, no
es la pareja parental como padre y madre.
74
niño parece estar exento, parece dar máximas ventajas para ofrecerse como víctima y
exigir al Otro (Estado, instituciones, profesionales) todo tipo de reivindicaciones.
Todo aquello que acompaña al ser, son todas esas cosas que arman como un piso
para el sujeto (“soy adicto”, “soy discapacitado”, etc.). El riesgo es que eso coagule y no se
pueda mover de allí. Hay que tener mucho cuidado cuando esos lugares dejan a los niños
coagulados en el ser, aunque muchas veces no van acompañados de un diagnóstico (“sos
el peor de la clase”).
p. 110: Si no hay NP, ¿qué sucede con el deseo del Otro? No es que no exista pero
no está simbolizado por la significación fálica lo cual hace que el deseo aparezca más
como voluntad que como deseo.
p. 111: Viñeta clínica de un niño que está tomado como objeto del fantasma de la
madre. Es un niño de 8 años que se hace encima. Le llama la atención que la madre no
consulte por eso, tampoco es una preocupación para el chico, salvo cuando se lo señalan.
El control de esfínteres requiere una maduración neurológica, una vez logrado eso,
después tiene que haber un apoyo cultural para lograrlo, es una de las grandes
separaciones que tiene que realizar: “donar algo que le es propio a la cultura”. Esto es
75
debido a los acuerdos culturales respecto a dónde se hace caca. Cerca del año y medio,
los niños, aunque con pañales, comienzan a elegir un lugar donde hacer sus necesidades
aunque no coincide con los ideales culturales todavía, pero empieza a armar esto de que
hay un lugar donde se hace. Esto se relaciona con los tres diques de la represión, porque
el asco y la vergüenza son elementos muy importantes para el control de esfínteres. En un
niño de 8 años que se hace caca encima, uno esperaría que los padres les diera asco,
vergüenza, sin embargo esto no es algo que preocupe, por tanto, hay algo de la represión
que se ve comprometido.
Tiene que haber una instancia tercera, una norma que diga que no se hace caca en
cualquier lugar. Después dice que solamente se higieniza cuando otro se lo señalan. Ese
lugar del ideal de la limpieza no ha sido trasmitido, parece ser algo que no importa.
El tema de los golpes tiene que ver con la historia de la madre (la golpearon el
hermano y sus parejas), tiene que ver con su fantasma (ser golpeada es equivalente a ser
cagada). El ser golpeada, tiene que ver con construir un vínculo de mierda con el otro.
Justo el síntoma que tiene el hijo. Ahí se puede ver claramente qué significa que un niño
sea el objeto de fantasma de la madre; no hubo un corte, una separación por parte del NP.
El síntoma del niño sostiene el fantasma materno; al contrario de la fobia que viene a
llamar a la falta. El síntoma de este niño aparece como temor a que la madre deseara otra
cosa; al hacerse caca encima es como si reforzara ese lugar de mierda del fantasma de la
madre.
Ahora bien, la angustia se centraba en la violencia hacia las maestras que esto se
veía como una traición a la madre. La madre se angustiaba, porque en esto de que no
había mediación en ese pegoteo, porque que Mariano le pegara a otras maestras es como
una infidelidad porque le interesaban otras; básicamente que se saliera de su lugar de
objeto. Y Mariano se hace caca porque cree que su madre puede tener otro hijo.
Cuando el padre de Mariano quería castigarlo por haberse peleado con el medio-
hermano, ella lo evita, no quiere saber nada con esa instancia tercera porque se pone en
juego su propio fantasma. Ella consulta porque no quiere que las cosas cambien.
GABRIELA MANITTA
76
Dos notas sobre el niño- Jaques Lacan:
El niño, en la relación con la madre colma y divide. Si no divide cae como resto,
entra con la madre en una relación dual.
Mientras más colma el niño a la madre, más se angustia la madre porque no puede
desear como mujer.
Sintomatología infantil:
Lacan plantea dos lugares posibles para el niño que podemos descifrar.
Hay que hacer ese trabajo de ir del síntoma del niño al síntoma de la pareja. El
analista se las arregla para hacer ver a los padres de qué modo el síntoma del hijo
preocupa más a los padres que las dificultades que le genera a niño.
77
La relación dual entendida como este binomio que no registra un tercero, aunque
esté el padre no está autorizado en el discurso de la madre como un tercero.
Hay una diferencia fundamental en la cualidad del bebé como objeto de la madre y
es que este objeto está animado (a diferencia del a) tiene vida propia.
Según la estructura del deseo materno, el niño ocupará función como síntoma
(neurótico), falo (perversión) u objeto del fantasma materno (psicosis).
Hay que resistir el tentarse a la romantización del vínculo materno con su hijo.
78
más. De este objeto de desecho, de este resto que el recién nacido es al comienzo de la
vida, a ese trozo de carne, la madre lo viste con una ficción. Ser el falo para la madre es
una ficción, es importante que conserve el estatuto de ficción, pero es una ficción
indispensable. La falicización del niño es lo que se opone o lo que rescata al recién nacido
de un destino de desecho. El tener un valor fálico para alguien tiene que ser con el estatuto
de ficción puesto que de lo contrario se caería en una perversión.
VANESA OSSO
“El analista agujero no es lo mismo que el analista barrado. ¡Los analistas tienen
que despertarse un poco!”. Esto en relación a que el psicoanalista no es que no tenga que
estar.
Esto no es algo que no se pudo advertir sino que hay una intención deliberada. Se
supone que son los adultos los encargados de resguardar el bienestar psicofísico de las
niñas, niños y adolescentes, por eso es una gravísima violación de los DDHH.
Sabemos que las capacidades de elegir, discernir, etc., son procesos que se van
construyendo: no es lo mismo a los 6, 8, 17, etc. Cuando se habla de menor de edad, no
79
es que mágicamente a los 18 las personas ya logran algo, más bien, se apunta a que estas
capacidades ya están más construidas, están en mayor simetría con los adultos.
Hay una condena social respecto al engaño. El abuso sexual en la infancia, está
condenado por el código penal de 6 meses a 10 años. Se sostiene en las teorías de la
subjetividad por el impacto psíquico: desorden simbólico inusitado, perturbando la
organización defensiva y una severa desorganización de la vida psíquica.
Hay una variante a este rechazo donde habría un supuesto consentimiento de los
menores que atenuarían para el discurso corriente la gravedad del hecho. Hay algunas
situaciones donde parecería que hubiera habido un consentimiento.
80
Toma la película Trust (confianza) 2010. Se van a tomar tres aspectos:
Conclusión (p.99)
81
La metamorfosis del objeto. Gerardo García (2004)
Lo primero que nos encontramos en el historial, es este niño que se llama Juanito y
que está ubicado en el falo imaginario de la madre. Tiene 4 años y un miedo excesivo, a tal
punto que en algún momento del historial no puede salir ni de la casa. Es importante
también darle ese lugar, es decir, Juanito la estaba pasando muy mal a raíz de la fobia que
había desarrollado.
Lo primero que vemos es esta dualidad que Juanito tiene con su mamá, está en ese
momento donde son ellos dos y se da esta cuestión de ver y ser visto entre ellos, hay una
pregnancia de la mirada y en relación a lo imaginario (que tiene que ver tanto con las
imágenes y los significados). Por eso el objeto de la pulsión que se destaca en lo
imaginario es la mirada.
La mamá de Juanito dice que le cuesta mucho sacarlo del baño cuando ella está ahí
o se está cambiando. Él quiere ver el cuerpo desnudo de su mamá (en el baño o cuando
se está cambiando) y la mamá (desde el Yo) dice que no sabe cómo hacer para que
Juanito se quede afuera.
Quizás hay una edad donde el niño no puede esperar afuera mientras la mamá se
cambia o está en el baño, por una cuestión de cuidado. Pero Juanito ya puede quedarse
82
afuera, sin embargo, hay algo de ver la desnudez, en relación a las preguntas sobre la
sexualidad que se está comenzando a hacer.
Se destaca que la madre siente esa dificultad pero que no tiene la posibilidad de
pedir la intervención del padre en todo esto, no relata que convoque al padre: expresa no
poder pero tampoco se le ocurre dar intervención a otro. Cuando vimos el cap. 7 de
Morales, dijimos que lo importante ahí es la instancia tercera. La función paterna tiene que
ser habilitada por la materna, entonces, en este historial: a la mamá no se le ocurre
habilitar al padre y al padre no se le ocurre intervenir.
Hay momentos previos con relación a la angustia. Hay tres momentos que van a
conmover esa dualidad, esa relación de ver y ser visto: 1- El nacimiento de la hermanita (la
mamá ya no puede mirarlo como antes, 2- Emergencia del pene real (masturbación,
registra que su propio pene tiene vida propia, hay algo de su cuerpo que no controla, pasa
de ser una totalidad a registrar a su cuerpo como en partes), 3- Descompensación: pasaje
de lo imaginario a lo simbólico. Pasaje del 2 al 3 requiere intervención paterna. Este
momento es muy importante, Juanito necesita salir de esta cuestión imaginaria que tiene
con su mamá para pasar a lo simbólico, a darle lugar a lo tercero como lo que va a ir dando
el registro de lo simbólico.
Padre real: el que empieza a intervenir. Esto es, ese padre que empieza a advertir
que a Juanito le pasa algo (cuando empieza a tener un miedo desmedido a tal punto que
no puede salir de la casa). Intenta hacer algo, por eso pide ayuda a Freud.
Padre simbólico: caballos, Juanito siente miedo a los caballos. Aparece el animal
como tótem que se va a unir al padre simbólico. La fobia organiza esta suplencia del padre
simbólico. De lo pre-edípico a lo edípico a través del mito.
83
El padre simbólico es quien está sujeto a la ley, pero es necesaria la construcción de ese
tótem, para poder pasar al padre simbólico.
Entre los 3 y los 5 años hay un interés muy grande de los niños con los animales,
por saber de ellos, por verlos. Esto no es casualidad, tiene que ver con este momento del
desarrollo psíquico, donde el animal da al inicio de la representación de lo que después se
convertirá en el padre simbólico, es encontrar una imagen para después dar lugar a lo
simbólico, a la ley del significante. El animal es la aparición de lo tercero.
La fobia organiza la suplencia del padre simbólico, porque empieza a temerle a algo
y esto rompe con la dualidad imaginaria que tenía con la mamá. El pasaje es a través de la
construcción de un mito, de una historia la cual es con significantes.
En el hombre de las ratas hay una cuestión crucial que lo desarrollará en el mito
individual, donde recuerda una broma que hacía la mamá al padre, que había dudado de
casarse con la mujer amada o la adinerada. Eso que era recordado en tono de broma es
lo que termina siendo el centro de la neurosis, vuelve a esa misma escena para repetirla
porque una de las cosas que tare a consulta es con qué mujer quedarse (la que ama o la
que le conviene porque tiene dinero). Estos mitos permiten la salida de lo pre-edípico a lo
edípico. Esto se convirtió en un problema al no poder salir de ese lugar, cuando se
convierte en un exceso es donde se tiene que hacer una intervención.
Juanito está muy tomado por el registro imaginario y para salir de esa toma tiene
que darle lugar al registro simbólico. Los tres registros están anudados, esto quiere decir
que no hay uno más importante que otro; el tema es que cuando uno está más prevaliendo
más que los otros, empieza a generar angustia.
La mamá de Juanito era una mujer muy cercana lo que hoy podríamos decir
feminista (andaba en bicicleta, sola y en calzas, algo muy distinto al rol de la mujer
impuesto a la época). Intenta ser flexible en propiciar el diálogo entre padres e hijos: le da
lugar a la palabra del hijo y descubre que se masturba (toca su hace-pipí) lo que le causa
horror y rechazo. Hay una angustia ante la emergencia del pene real de Juanito. La mamá
desde este lugar intelectual, propiciando estas cosas nuevas para la época, no se lo banca
84
a nivel real. Juanito es la metonimia del falo de la madre como un todo y l emergencia de
una parte del cuerpo cuestiona el todo de la dualidad.
Esa reacción por parte de la madre también angustia a Juanito, porque además de
que no sabe qué pasa con su cuerpo (pequeñas erecciones), ahora no sabe qué pasa: él
es una parte, ya no es un todo completo, entonces, ya no puede ocupar ese lugar que
antes ocupaba ante su madre.
Juanito siente un desplazamiento del lugar de falo imaginario de ser todo para su
mamá con el nacimiento de la hermanita. Efectivamente, empieza a caer de ese lugar.
Los caballos son los elementos que permiten el pasaje de la angustia al miedo, pero
no es todo del caballo sino la mancha negra que Juanito ve en ese caballo. Habla de algo
negro, es decir, hay un punto de ese caballo que no se puede terminar de representar, algo
que queda por fuera. Hay un punto irreductible que no puede terminar de pasar por el
lenguaje y eso es lo que genera el miedo. El caballo no es un significante unívoco, que
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signifique siempre lo mismo. El miedo es en relación al caballo y la angustia hacia la
mancha.
Tiene miedo de que los caballos lo muerdan (nos habla de lo oral), esto está en
relación a la madre, que lo devore. Hay un primer momento en relación a lo oral. Después
aparece el miedo de que los caballos se caigan, ese caer tiene que ver con él porque él se
está cayendo de ese lugar. Cuando Juanito logre la construcción mítica de la castración no
necesitará el andamiaje de la fobia en relación con el caballo, pasará a lo movible, a lo que
puede cambiarse, desatornillarse. Ya no es morder y caer sino algo que se puede mover y
eso nos da la pauta que hay algo en relación a la castración que empieza a suceder.
Veremos que en ese final no queda tan clara la resolución, pero sí se observa que
hay ahí un progreso significante.
El pasaje de la fobia a la construcción mítica tiene que ver con dos intervenciones
que hace Freud. La primera es que Freud dice: “decile que el Falo no existe, que nadie lo
tiene”. Cuando Juanito le preguntó a la madre si tenía hace-pipí, ella le dijo que si (más allá
de la cuestión del pene, la madre no puede decir que no tiene). Frente a esta intervención,
Juanito lo rechaza, le dice que su madre sí tiene hace-pipí, hay una desmentida de la
castración. La segunda intervención Freudiana que permite la construcción del mito es que
él sabía que desde hace mucho tiempo un niño él lo iba a ver porque por el gran amor que
sentía por su madre iba a odiar a su padre. Eso le dice Freud a Juanito, esa misma noche
se levanta y aparece en la puerta de los padres mirando. El levantarse a mirar es ¿dónde
está mi padre (eso que hay que odiar, temer)? Quiere constatar si su papá está o no está.
Esas dos intervenciones son las que permiten que aparezca el personaje nuevo que es el
fontanero.
Que el falo no exista no quiere decir que el padre no ocupe su lugar de separar al
hijo de su madre, el poner límites. La firmeza no es lo mismo que la violencia (la práctica
común que es lo que quiere evitar el padre). El padre está pero no está, no está actuando
como instancia tercera.
La pregunta del padre de Juanito es ¿cómo ser un padre? Pero esto no se termina
de formular porque no tiene su propio espacio para hablar de ello.
Juanito, en la tarde va a ver a Freud y éste le dice que sabía que iba a ir a verlo
porque de tanto amor por su madre iba a odiar a su padre. Juanito ya tenía una suerte de
transferencia, había una suposición de sujeto supuesto saber. Entonces, las palabras de
86
Freud generan algo en él: es misma noche Juanito va mirar y le dice a su papá “quería ver
si estaban acá”. Va a constatar esto de que si un papá es alguien que tengo que odiar (a
partir de lo que dijo Freud), entonces yo no lo estoy viendo. A partir de este momento
comienza a disminuir el miedo a los caballos y comienza construir esta escena de
movilidad con el personaje nuevo que es el fontanero.
Esa intervención genera duda y eso permite construir a su padre simbólico, por eso
no queda pegado y puede pasar a una escena que es la castración. La primera
intervención no surtió efectos porque reniega de la castración de la madre pero en la
segunda ya podemos ver efectos.
Acá hay varios temas: de qué trata el trabajo con los niños/as. No es algo tanto de
los sueños sino que está en el registro del pensamiento lo que el niño pueda llegar a decir,
lo que es para nosotros un signo de la imaginación. Lo que a veces el niño dice que estuvo
penando tiene que ver con lo que estuvo imaginando.
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Los elementos centrales que se van revelando son los calzones de la madre (en
tanto que velan o tapan la castración) y la carencia paterna (tiene bastante en claro qué no
quiere hacer con Juanito pero no tiene claro qué quiere hacer, se está preguntando qué es
ser un padre).
A medida que avanza el historial, vamos viendo cómo Juanito empieza a darle una
importancia muy grande al objeto anal (excremento); Juanito hace una asociación de
excremento a calcetín (por sus palabras alemanas). La característica del objeto anal es
que puede caer, que se desprende del cuerpo, esto representa más claramente lo que es
la castración. El hecho de que Juanito empiece a hablar y prestar a atención a esto de que
va al baño con la madre y quiere ver cómo hace caca, se relaciona a la elaboración
simbólica de lo que cae. El control de esfínteres es un momento muy importante a nivel
subjetivo, más allá de la evolución orgánica, se evidencian esto procesos de inserción en la
cultura (acuerdos culturales de en dónde se hace caca) y esto de poder soltarlo, de no
retener.
En el chequear que su madre hace caca, vemos que ésta tiene una complicación de
que alguien la ayude, como que la tiene que sacar sola. En esto de querer verla desnuda,
el camisón funciona como un velo de la castración. En parte la insistencia de Juanito en
este tema puede tener que ver con que su madre le dijo que sí tenía pene, esto le genera
más incertidumbre con lo que está pasando ahí. El camisón vela la castración como el
fantasma (que es una respuesta frente a la castración del otro), este lugar que tiene
Juanito con su mamá, se empieza a romper con la aparición de la hermana, con que la
madre no es una madre completa, la angustia es un signo de la falta, se comienza a
elaborar el fantasma como respuesta ante la castración del otro a modo de velo.
Siente asco frente a la bombacha de su madre, y eso hay que tomarlo como un asco
frente a la posibilidad de la pérdida de lo fálico, puesto que son objetos que pueden caer.
Hay un interés por objetos que pueden caer, en esto vemos signos de que el interés es por
los objetos que caen. También le teme a esto, los movimientos que hace en relación a
interesarse por lo que cae nos muestra que hay un deseo por eso, pero al mismo tiempo
hay un temor o rechazo a la caída de lo fálico.
Aparece el fontanero que desatornilla, cambia el agujero por otro más grande y le
pide que le muestre la cosita. El papá le pregunta si le puso una más grande y Juanito no
dice nada. El tercer tiempo de la metáfora paterna tiene que ver con habilitar al niño como
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promesa, con posibilidades, que tenga los títulos en el bolsillo. Esto de que algo cambie y
sea más grande tiene que ver con algo del orden del crecer, del registro del futuro.
Juanito tiene la pregunta de qué tiene que ver el padre con el hijo si es la madre la
que lo trajo al mundo. Ante la pregunta qué es ser un hijo y qué ser un padre, no encuentra
palabras para nombrar eso. Al tener el parto en la casa, ve que la hermana viene de la
madre pero no hay nada que nombre al padre en este proceso de traer los hijos al mundo.
Hay una escena donde pregunta si lo que está debajo de los cementerios está
también en la calle. De alguna manera, empieza a preguntarse por la muerte a la vez que
se pregunta por la vida, lo cual también es un signo por la pregunta por la castración: para
la muerte (no sabemos qué decir ante estas situaciones) y la sexualidad (sensación de
desencuentro, de que la complementariedad no es completa) no hay significantes que
agoten de lo que se trate.
En relación a un análisis, hay algo que tiene que empezar a pasar. Si puede hacer
estas construcciones pero si sigue sin poder salir, esto nos tiene que cuestionar puesto
que en algún momento algo tiene que pasar en torno a un acto. Esto no tiene un tiempo
cronológico, no podemos anticiparlo, pero en algún momento algo tiene que pasar, no se
trata solo de palabras.
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más vaciado de contenido, en relación a lo pulsional que no tiene que ver con el sexo,
edad, etc.
Un animal, por ejemplo, no se pone a jugar con la comida, si se sacia la deja ahí. En
el ser humano, en ese permitir jugar con ese objeto, permite ese vínculo y la libidinización
de la zona.
El recién nacido no puede más que pedirle al otro porque él no puede hacer nada
por sí mismo, entonces, con el objeto oral se instaura la demanda al otro y esto no es algo
que se abandona completamente. De hecho, el objeto oral lo podemos ubicar en personas
adultas que, por ejemplo, no pueden dejar de fumar, de tomar mate, de comer, de beber,
90
etc. Esa zona oral conserva esa libidinización aun cuando un adulto no dependa ya de esa
zona para vivir. Vamos viendo como no son etapas que empiezan y terminan: hay restos
que no se pierden nunca y hay personas que van a priorizar una zona más que otra. Cada
sujeto va a construir esa relación con esos objetos.
Esto no se termina con el control de esfínteres (la cuestión del retener o soltar, hay a
quienes le cuesta soltar y quienes sueltan demasiado), el objeto anal es representante del
falo, del dinero y del hijo.
La complicación con cualquiera de los cuatro objetos está en la fijación, esto es, la
idea es que pueda circular la pulsión. Por ejemplo, quien no puede dejar de retener puede
tener repercusiones subjetivas muy sufrientes: no se puede dar un gusto, miedo a que no
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haya, dificultades intestinales, etc. O por el contrario, quienes no pueden dejar de gastar,
de soltar.
La prevalencia del objeto oral coincide más con una estructura histérica que tiene
esa característica de pedir, de demandar, esto de que no hay nada que lo satisfaga,
siempre pide más algo que siempre falta, no hay un agotamiento. Intenta sostener por
todos los medios otro que no esté castrado, intenta por todos los medios hacer para que el
otro no esté castrado (esto se puede ver en el discurso religioso). Hay una tendencia en la
actualidad a lo totalizador, un discurso social-capitalista como ilusión de que se puede
tapar la falta; hay una complicación en ver la falta puesto que se rechaza este discurso que
va a contra-pelo.
El objeto mirada y el objeto voz: son objetos que Freud menciona cuando habla
sobre todo del voyerismo (mirada) y no tanto la cuestión de la voz (que aparece en relación
al Superyó). Son dos objetos que no desarrolló tanto Freud pero que Lacan le pone mucha
fuerza.
La voz es algo que viene del otro, algo lo más cercano al inconsciente (el otro como
batería de los significante), se lo relaciona con esa voz de exigencia del superyó que
siempre pide más, que hace sentir al sujeto que no está a la altura de las circunstancias:
en lugar de lo posible busca siempre el más para sufrir, es esa voz que si la seguimos no
la vamos a conformar nunca, hay que bajarle el volumen porque nunca se calla. Si la
seguimos perdemos, el trabajo está en no escucharla tanto porque no se puede calmar
nunca, siempre exige más y más.
Para pensar esto, trae el sueño del hombre de las ratas, donde dice que sueña con
la hija de Freud, que la ve bajar por la esclarea del consultorio y que los ojos de la hija son
de bosta (de caca). Ahí se ve como se conjugan estos dos objetos que eran los más
importantes en la relación libidinal del hombre de las ratas, sentía mucho placer mirar de
atrás a las mujeres que limpiaban en su casa, hay muchas escenas en relación a la mirada
y a la mierda. Esta tortura que le había contado que les hacían a los soldados que
atrapaban que era meterle una lata con una rata en el ano. Cuando cuenta esto hay algo
de placer y displacer, había placer y horror a la vez (de sentir placer en el relato). Hay una
prevalencia muy grande entre la mirada y lo anal.
Cuando Edipo se entera que Yocasta es su mamá, se arranca los ojos, hace una
opción de separación del cuerpo de ese objeto de goce. Ha y ahí la introducción del objeto
de la pulsión en la escena. Freud alcanza a tomar la primera cara y Lacan da ese paso
más para pensar la castración en términos del objeto y no cernirla a la presencia o
ausencia del pene. El tener o no tener falo es una posición simbólica. La madre de Juanito
no pudo decir que no tenía porque es ponerse en falta, es una posición la que se le
complica que es asumir lo que no tiene.
DENIS VITALE
93
No cualquier miedo es fobia. Cuando pensemos la fobia, lo primero que tenemos
que considerar es que ese elemento fobia, dónde está escrito en la estructura, dónde están
sus relaciones. Es fobia en tanto que se articula con otros elementos. En el caso Juanito,
desde Freud, vemos que hay un conjunto de elementos que permite considerar cuál es la
función de la fobia. Desde Lacan, vemos que hay una estructura donde hay un mismo
discurso que tiene una ley que es caprichosa, no hay un elemento que diga no se puede,
sino que todo se puede (es posible a las 10, a las 11, es posible no dormir). Toda
estructura implica en sí una imposibilidad, entonces ese Deseo de la Madre lo que no hace
es legalizar, poner en evidencia el elemento de la imposibilidad; lo que puede impulsar ese
elemento es la metaforización de otro discurso que señale que estructuralmente hay algo
que no se puede. Hacerle lugar para poder inscribir esa imposibilidad tiene que ver con el
significante NP. El llamado de la fobia es al significante NP, porque hay algo que no está
pudiendo ubicarse en relación a ese imposible. El miedo irracional es cuando hay algo que
por irracional no se puede.
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Lo que nosotros entendemos como estructura clínica, son modos de hacerle frente a
esa falta, a ese imposible estructural: la falla en el Otro está en todas las estructuras
clínicas y cada una responde a esa falta de forma distinta. La fobia es una manera de
hacerle frente cuando todavía no podíamos ubicar si hablamos de una perversión o
neurosis.
Unidad 3
Consideraciones generales sobre el psicoanálisis y el hospital.
Capítulo 1- Marcelo Barros
Vamos a comenzar a pensar al psicoanálisis y la salud pública (no necesariamente
hospitalaria)
Hay 2 posiciones entre los analistas: los que creen que no es posible el análisis en
el hospital y los que niegan la diferencia.
El autor nos planteará desde los tiempos lógicos; desde ahí pensar qué significa
breve para el psicoanálisis: hay una dificultad para nombrar lo que sucede en ese tiempo,
si estamos en entrevistas preliminares, lo previo a la posibilidad o no de entrar o no en
análisis, eso quedará coartado puesto que no va a haber un análisis aunque puedan darse
aspectos de análisis. Hay una dificultad de parte de los analistas para nombrar lo que
sucede allí.
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Lo central del texto es: centrarnos en el problema de cómo hacer el mejor uso
posible de la intervención analítica en las circunstancias en las que nos encontramos y con
los recursos de que disponemos. Podemos quedarnos en la queja, mencionado lo que no
hay, la imposibilidad del trabajo sin poder crear un dispositivo posible con los recursos que
tenemos. Podemos tomar la falta como un motor o como un signo de imposibilidad e
insatisfacción y quedar pegados en esos modos de histeria y obsesión, en suma, no hacer
nada.
Dejar la orientación lacaniana es dejar que los elementos imaginarios son los que
hacen el encuadre y no es eso lo que hace al análisis. Lo que hace al deseo del analista se
sostiene con un elemento fundamental que es la privacidad, podemos tener un gran
espacio por mucho tiempo pero si no podemos ubicar el deseo del analista y la demanda
de análisis no hay garantía de análisis. Lacan despega la escena analítica de lo imaginario
para pensarlo como un discurso, y como discurso se puede llevar a cualquier lado (físico).
Ahora bien, no es que todos puedan hacer con los límites que el sistema de salud
ofrece, esto tiene que ver con la cuestión del trabajo de cada uno en relación a su ética, es
una posición respecto al límite que nos impone una institución (toda institución tiene sus
limitaciones). Lo que propone el psicoanálisis es pensar el límite como habilitante y no
como algo que paraliza e inhibe; el segundo paso es lo que cada analista pone: hay límites
que para mí no es habilitación; no todos podemos hacer todo, ¿puedo encontrar la
habilitación en este límite para mí o no?
96
se tiene que re-pensar con los padecimientos actuales, como el que genera el uso y abuso
de la tecnología (como el Grooming). Después se verá hasta donde se llega.
Más allá de lo que se pueda modificar respecto a la época, hay cuestiones que no
se pueden modificar porque hacen al análisis: la política y el deseo. Sobre esto último es
en lo que no se puede ceder y es algo difícil de sostener.
Más allá de los dictámenes de la moda en la vulgata analítica, es decir, el lugar que
se ocupa como analista, la presencia de los psicoanalistas es no perder el pulso de la
época, no se puede retirar de los espacios públicos e irse al consultorio.
Es a partir del propio análisis que se puede hacer uso de todo lo que uno sabe, de lo
que estudió y de la propia experiencia.
Hay un riesgo: por tener el psicoanálisis una intensa cercanía con la filosofía, sobre
todo con los aportes lacanianos, aparece la posibilidad de quedar solo en el plano
reflexivo, despegándose de la clínica que es su esencia, lo que lo hace nacer. Lo mismo
pasa con lo artístico y literario.
La posición freudiana
97
Se oponía a adaptarse a las exigencias del discurso capitalista (optimización,
rapidez y rentabilidad social; subordinación a las leyes del mercado y dinámicas
empresariales).
La pobreza o riqueza no coincide tanto con el dinero que se posee sino con la
posición subjetiva, respecto al retener.
Es el psicoanalista quien sabe mejor que nadie que el análisis no lo puede todo; hay
una tendencia de demandarle al psicoanalista que responda a todo, que pueda dar cuenta
de todo lo que hace el ser humano. El problema es que el psicoanalista se crea ese
discurso de que el psicoanálisis sirve para todo. La falta también está dentro del discurso
del análisis.
98
no es trabajar algo rápido y que vuelva a surgir después (en torno a la sugestión), sino
trabajar por algo estable.
No hay una función de normalización, ante esa demanda de adaptación que se dan
en los hospitales, escuelas, etc. Antes que tener un estatuto terapéutico tiene un estatuto
ético, porque se articula con la responsabilización. La posición inicial es ética y hay alivio
terapéutico como consecuencia, porque la responsabilidad es por sí misma un modo de
enfrentar la angustia y de superar la culpa.
No es posible tener grandes logros, en un breve tiempo con poco trabajo o esfuerzo,
donde hay algo que perder. Aparte, no basta simplemente con reconocer a nivel racional
que tal cosa no resulta beneficiosa.
“En general, no puede esperarse de nadie que levante con los dedos una pesada
mesa como podría levantar un ligero escabel, ni que construya una casa de siente pisos en
el mismo tiempo que una choza; pero cuando se trata de las neurosis, hasta las personas
más inteligentes olvidan la proporcionalidad necesaria entre el tiempo, el trabajo y el
resultado”.
99
¿Has actuado conforme a tu deseo? (Lacan, seminario 7) No se trata de hacer lo
que a mí se me canta, ni el supuesto ideal de felicidad, sino ser lo más propio posible de lo
que uno es, aceptando la falta estructural, es decir, el acceso al deseo siempre va a tener
un costo.
No hay que olvidarse de los sujetos con los que trabajamos la mayoría de las veces:
los que sufren.
Hay que distinguir muy claramente la intervención que tiene como finalidad propiciar
la salud mental como la intervención que tiene como función acallar singularidades,
adaptarlas, silenciarlas. Esto, muchas veces, está del lado de la medicación. Es necesario
poder pensar otros discursos dentro de la salud mental.
La salud mental no solo tiene que ver con el sufrimiento psíquico, es necesario
contemplar las cuestiones sociales, es decir, lo concerniente al ámbito político.
100
El psicoanálisis nunca dejó de ser un método de investigación, no es simplemente
una terapéutica. Tampoco es una cosmovisión del universo, en el sentido de tener una
respuesta para todo, como si fuera una filosofía abarcativa.
¿Cuántas prácticas permiten hablar a las personas sobre lo que les pasa, lo que
dice, cómo se siente? ¿Cuánto tiempo tienen para hablar? El psicoanálisis tiene una
política de los seres hablantes, el principio es defender la palabra.
En los discursos que tienen una respuesta (medicamento) para todo, se termina
volviendo como una religión donde ya no hay sujetos, sino enfermedades, trastornos
medicables para todos igual.
GABRIELA MANITA
• Siempre se goza solo: el dolor anula la libido y aparta del lazo social
101
tiene que ver con aquellos significantes que aparentan decir algo sobre lo que es ser
hombre o mujer, o los emblemas con los que cada uno cuenta para nombrarse como
hombre o como mujer siendo hombre o mujer.
Decir que es un hecho del discurso es decir que la sexualidad humana no puede
pensarse en el registro del instinto. El instinto, en otras especies orienta el encuentro con el
objeto, pero no hay elección ni de sexo ni de objeto, a diferencia de nuestra especie donde
sí hay elección de sexo y objeto.
Por otro lado, el psicoanálisis dirá que siempre se goza solo. El goce anula la libido
y aparta del lazo social en la medida en que es auto-erótico. La extracción del goce del
propio cuerpo no está comandada por la conciencia o el Yo y tampoco responde al placer,
más bien al dolor de que nos aísla y recorta el lazo.
Decir que se goza solo, es decir que uno no goza del otro, es decir, no hay
posibilidad de acceder al goce del otro cuerpo. Cuando hablamos de goce siempre es del
propio cuerpo. Esto puede representar una fuente de sufrimiento para algunos sujetos. Es
un problema para el amor, el no poder gozar del cuerpo del otro y que no haya proporción
sexual es lo que hace síntoma en la pareja.
El trabajo (cómo modifico el mundo) y el amor (lazos: amistad, filiación, eróticos) son
dos temáticas conflictivas que podríamos casi generalizar. Las soluciones que se
encuentran son al mismo tiempo un problema. Son soluciones de compromiso: los
síntomas, que tendrán la marca particular de cada uno y la marca de la época.
Soler abre el sentido del término maldición ¿por qué hablar de la maldición sobre el
sexo? Uno de los registros es hablarlo en relación a lo imposible. El sexo está mal-dicho en
el sentido de que no hay relación-proporción-adecuación como pudiera haber en otras
especies que se comunican pero no hablan, por tanto, no están expuestos
irremediablemente al mal entendido.
102
Por ejemplo: Las recetas de la abuela para encontrar marido era buscar a un
hombre que sea bueno, sanito y trabajador, básicamente que no pegue, que no chupe y
que laubre. Aun teniendo un buen prospecto, no sé si para la felicidad pero para la
tranquilidad seguro, muchas mujeres escogen hombres que si aman no trabajan o que si
trabajan no aman, esto es, que hacen lo que tienen que hacer pero no desean o viceversa,
y sobre eso van los reproches. Y del lado masculino, esa antigua y todavía vigente división
al interior del objeto que separa a la madre de la puta, por más progres que sean nuestros
tiempos, esto sigue teniendo vigencia. Es frecuente que en la medida en que un hombre
ama a una mujer se le vuelve complicado desearla y si la desea no se permite amarla; esto
son asuntos que remiten a la problemática edípica, y actualmente sigue siendo una fórmula
masculina de elección.
103
La última acepción de este término maldición, es en el sentido coloquial de la
palabra como un decir operante pre-formativo de la realidad. El que caiga sobre uno una
maldición hace referencia a que hay otro que tiene el poder de determinar mi futuro con
sus dichos. Esto tiene que ver con lo que hay de elección forzada en la vida de un sujeto
que, retroactivamente, puede leerse como un destino ya escrito. Hay elecciones, pero las
opciones están escritas desde mucho antes de que nos encontremos en diversas
situaciones, como en los mitos de Antígona, Edipo Rey, etc. Entonces, la maldición sobre
el sexo, en el sentido del deseo como deseo del otro, hace referencia a que estamos
inconscientemente destinados en cierta dirección, lo que resta por saber es que si eso se
trata de una fatalidad y en ese punto el sujeto no es responsable, puesto que si hago lo
que hago porque así me lo ordena el inconsciente, nadie sería responsable. Pero ¿cuándo
podemos hablar de responsabilidad subjetiva? Lo que hace deseable a otro, lo que nos
hace decir que “hemos encontrado a alguien”, es siempre un re-encuentro. De la relación
mítica con el objeto primordial, se desprenden condiciones amorosas y eróticas que luego
del despertar de la adolescencia van a comandar las futuras elecciones del sujeto.
Soler hace una revisión de diferentes versiones del inconsciente en Freud y Lacan,
respecto de las cuales se lo puede pensar como destino, como algo ya escrito o como algo
que se escribe todo el tiempo. Toma algunas formulaciones freudianas a la altura de las
psiconeurosis de defensa, donde Freud da cuenta del inconsciente como una instancia que
se constituye a partir de una elección de defensa subjetiva, una elección de defensa
tempranísima que data de un momento de la vida del cual no hay recuerdo pero que sí hay
elección. Dicha elección hace estructura, pero en ese momento de la obra freudiana, el
104
análisis es un trabajo que permitiría revisar esas elecciones de defensa, es decir, levantar
la represión, hacer lugar a eso que había quedado escindido de la consciencia para
posibilitar una nueva elección respecto de las pulsiones. Allí podríamos hablar que el
inconsciente no hace destino. El análisis permitiría un reordenamiento dentro de ciertos
límites para habilitar un modo más vivible.
Después, nos encontramos con una versión freudiana de la represión original como
algo imposible de suprimir no sujeto a elección. Es decir, la represión originaria como algo
ineludible de la condición humana-hablante. La primera versión (psiconeurosis de
defensa), lo que hace a la neurosis familiar, al modo en que los primeros adultos
significativos regulan el acceso a la satisfacción pulsional del niño/a, sería un factor cultural
modificable, tratable, de manera que esas elecciones fueran no tan severas, más
saludables, etc. En cambio, si pensamos a la represión originaria como una cuestión
estructural por el hecho mismo de que si hay inscripción es siempre de una ausencia y no
de una presencia, no hay elección posible, no depende del sujeto, nadie elige cómo ser
hablado. El hecho de ser hablado da lugar a este mecanismo que Freud llamó la represión
original.
105
Qué entendemos respeto al inconsciente permite responder a las preguntas que
plantea Soler respecto a si el sujeto es un desdichado inocente, a modo de un personaje
de tragedia griega, caprichosamente determinado por la voluntad de los dioses, o si el
sujeto es un culpable que merece claramente la infelicidad de la cual se queja. En un caso
hay posibilidad de tratamiento y en otro no, puesto que no podríamos tratar algo de lo cual
alguien es inocente.
Por un lado tenemos el inconsciente como saber que en cuanto tal determina en
cuanto saber no sabido pero a propósito de cierto recorrido que puede hacerse en el marco
de un análisis, algo puede saberse de ese saber no sabido. Y como algo puede saberse es
que el sujeto es siempre responsable de la posición que escoja. En otras palabras, de lo
que se trata es que no se puede no escoger. El no escoger, es en sí una elección.
Soler cita a Lacan que dice que la Libido freudiana tiene color de vacío, es decir, le
falta el sexo en provecho de las pulsiones parciales y el falo.
106
La maldición como la macho-dicción, como forma de introducir un mal-entendido,
tiene que ver con que el inconsciente no conoce al otro sexo, no conoce más que el Uno
fálico que hace al hombre y un poco a las mujeres, pero no todas. En el inconsciente no
hay un significante que diga qué es una mujer. El significante que distribuye las funciones
sexuales es el falo, no como equivalente del órgano masculino sino como significante de la
falta en el otro. Es un significante privilegiado porque le falta al Otro (no es porque le
pertenezca al hombre). El falo hace también al modo en el que el inconsciente dice mal el
sexo, en la perspectiva de la que podría tenerse Uno, porque en el registro del amor no se
trata de tener o no tener, sino justamente de lo que no hay, por eso la fórmula lacaniana
del amor: dar lo que no se tiene a quien no lo es. El vacío queda de los dos lados de la
pareja amorosa.
Cuando Lacan dice que no hay relación sexual quiere decir que la sexualidad se
opone al sentido, es decir, que en la medida en que no se cierra en un signo que nos
pudiera hacer reconocer en el otro la pareja como complemento, queda inaccesible a la
comunicación. Si entendemos el sentido como proporción o correspondencia entre dos
términos, se aclara un poco la imposibilidad de relación respecto a la no proporción sexual.
El mal entendido es creer que la diferencia sexual es simbólica, como sí lo son las
diferencias de clase, raza, etnia. La diferencia sexual es real, es decir, no depende de las
leyes que conocemos, no es calculable ni homogenizable y es a propósito de eso que da
lugar al deseo.
El sujeto habita el lenguaje como un límite, no coindice con el significante sino con
su falla. No es que el significante produzca un sujeto, sino que se produce un sujeto donde
falla el significante para significar. Es decir, el sujeto es efecto de la vinculación significante
pero no realización. Si los discursos sociales, si las culturas produjeran, preformaran
sujetos como siendo esto o aquellos, basta con cambiar el discurso con liberar, mejorar y
hacer más lúcido al sujeto. No es que los discursos lo realicen sino que lo producen como
efecto justamente donde fallan en decirlo, donde el significante falla un decir que es el
sujeto es que lo produce.
107
La pulsión es conservadora, es decir, allí donde encuentra satisfacción difícilmente
pueda abstenerse de volver. Es como el hueso duro del análisis, no es posible avanzar por
el lado del sentido, es decir, si una interpretación apela a pluralizar la significación de
ciertas cuestiones referidas al síntoma puede ir hasta el infinito y no tocar nunca las
condiciones de goce que producen sufrimiento psíquico en tanto que en el punto donde la
pulsión se satisface el sujeto queda destituido: “no sé por qué lo hago”, “no puedo evitar
hacerlo”, etc.
● Amor por mujeres “fáciles”: por fácil no se refiere a la accesibilidad sino que
A su vez, los hombres tienen un trato particular hacia estas mujeres como objeto de
supremo valor (las celan, exigen fidelidad) Ej. Señorita J (película).
108
El niño observa, se da cuenta que la madre desea algo más allá de él, que no es el
objeto privilegiado de su deseo. El modo de defenderse, la estrategia que utiliza para negar
la castración en ese punto es considerar que la madre debe ser rescatada o requiere de
ayuda para poder darse cuenta de que equivoca su elección. Es una manera de arreglarse
de algunos hombres de la prohibición. El niño se enoja con ella, la considera una mujer
fácil y luego se arrepiente y de algún modo se las arregla para redimir a la madre de esa
mala imagen. Hay una tendencia a rescatar a la amada.
La inhibición de la potencia viril parte de una propiedad del objeto (con ciertas
personas)
Mientras el objeto de amor esté idealizado, difícilmente puede ser deseado. Hay
algo en esa idealización que sostiene el enamoramiento que en algún punto tiene que caer
para que se ponga en juego tanto el amor como el deseo más allá del semblante de
completud que proporciona el enamoramiento (ilusión de que nada falta, que sobran las
palabras).
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Plantea la elección de objeto de amor en 2 tiempos separados por la interposición
de la barrera del incesto. El objeto definitivo de la pulsión nunca es el originario (la madre)
sino un subrogado de éste. Tiene que haber una renuncia al objeto primero para que los
que vengan después sean sustituidos metonímicos de ese objeto perdido, pero esa
sustitución es a propósito de ciertos rasgos de ese objeto primario que se hacen presentes
en ese objeto sustitutivo.
Para la mujer, Freud describe esta misma fijación incestuosa que se manifiesta
como rigidez, que lo verifica en histerias donde la condición para la elección de objeto es
que se trate de un hombre prohibido (marido de la hermana, el novio de la amiga), en ese
tipo de elecciones que se acompañan de manera sintomática de frigidez o que dependen
de esta transgresión o traición para poder desear, Freud localiza una fijación incestuosa
femenina que también tendría que ver con la madre como primer objeto. En la medida de
lo que convoque sea un hombre prohibido evidencia esta fijación incestuosa. El Edipo
femenino es más complejo que el masculino porque la niña no tiene nada que perder,
entonces tiene que inventarse razones para renunciar al primer objeto, la sublimación está
presente desde el comienzo puesto que tiene que darse razones a sí misma para renunciar
al objeto.
Los primitivos se aseguraban con esos ritos de conjurar lo que podría haber de
incestuoso en esa primera vez.
110
amenaza de pérdida puesto que no consiguen nunca hacerse de un falo del cual poder
hacer uso y no ostentación. La mujer castra al hombre en el punto que se vuelve un
síntoma para él (no sabe qué es lo que ella quiere, pretende adivinar lo que quiere para
que ella no pida porque no soporta la demanda y ella lo castra aceptando lo que él le da
pero recordando que no es lo que ella quería), lo interroga respecto a lo que tiene o lo que
puede. Pero un hombre para una mujer puede ser algo peor que un síntoma, algo en el
orden del estrago.
La madre como cuidadora, como otro absoluto de los primero meses de vida, puede
quedarse con ese bebé para satisfacer como tapón de su capricho, que la madre resigne,
que se permite o se imponga perder a este bebé como objeto de sí es lo que hace lugar a
la palabra del niño. En algún punto del ejercicio de los primeros cuidados se convoca al
bebé a una conversación que consiste en hacer lugar a sus ruidos como interpretables,
pero no en un sentido cerrado.
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Hay condiciones fijadas desde el comienzo que responden o son efectos de la
metaforización que la cultura hace de la naturaleza.
A nivel de goce no hay Otro: hay la cosa. Es decir, los objetos son sustitutivos.
Miller se pregunta cómo se pasa del goce auto-erótico al goce aloerótico, es decir, a
la posibilidad de ir al encuentro del otro. Por qué resignaríamos esta posibilidad de
satisfacción que está tan a la mano, en la medida en que se puede gozar del propio
cuerpo, de obtener un goce que no depende de la incomodidad o el trabajo de ir hacia el
otro.
Distinguimos acá dos campos: el campo del uno y de lo Otro (del significante, del
amor que implica cierta renuncia pulsional. Nuestra época se caracteriza del goce autista,
autoerótico. Podemos pensar una diferencia entre el lazo social y la red social, la cual
simula la presencia del Otro pero en realidad es lo mismo, se puede hacer aparecer y
desaparecer al otro según mi capricho y esto es lo opuesto al lazo social aloerótico.
El lazo social es el esfuerzo de ir hacia el otro del significante, del amor y esto nos
pone en el trabajo de hablar, lo que siempre nos expone a la castración, a no poder decir
nunca lo que queríamos como queríamos o a no terminar de decirlo. Chatear no es hablar
en la medida en que no se acompaña lo que se dice con la resonancia de la palabra, esto
es, es posible trampear este riesgo de errar o de no poder terminar de decir.
Miller trabaja el mito del Edipo a propósito de esta elección del parteneire escogido
pero que está prohibido.
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La MP permite no quedar atrapado en esa elección según el capricho del otro,
habilita la metonimia del deseo en la medida en que hay un objeto perdido imposible de
volver a encontrar, hay deseo en la medida en que no encuentro. Si encuentro ya no hay
deseo sino goce.
Hay algo de la condición misma de la pulsión que depende o tiene por condición que
la satisfacción nunca sea plena, esto es, la pulsión se satisface en el recorrido, el
verdadero objeto de la pulsión es su satisfacción y por tanto es indiferente de los objetos
en la medida en que encuentre satisfacción en el recorrido alrededor de ellos.
Cuando decimos que no hay relación sexual decimos que el hombre y la mujer no
se reconocen directamente como lo hacen los machos y hembras en otras especies. Lo
que fija la elección no está en torno a lo instintivo, no nos arroja datos acerca de la
fertilidad o infertilidad respecto a la pareja sexual.
Para elegirse como hombres o mujeres, porque hablan, requieren pasar por el Otro.
Lo que hace signo de hombre o mujer, lo que hace semblante para cada cual (como
el ejemplo del brillo en la nariz), ahí Lacan relee a Freud a propósito de los tres registros,
describiendo los semblantes entre lo simbólico y lo imaginario, esto de parecer hombre o
parecer mujer, donde si hay que esforzarnos para parecernos es porque no lo somos,
puesto que no hay nada en lo simbólico que diga qué es ser hombre o mujer y esto tiene
las características de cada época.
El ser hombre o mujer tiene que pasar por el orden de la cultura que organiza los
semblantes entre los sexos (diferente en cada época).
Ahora bien, lo que tiene que ver con la condición de goce, escapa a lo que se puede
articular con significantes y ahí volvemos a esto que trabajábamos al comienzo: la
condición de ciertos hombres de mantener separada la corriente tierna y sensual, la
condición del amante prohibido, etc. Lo que se juega ahí es del orden del goce, esto que
no puede dejarse de hacer, que tiene esa condición de fijación que no es dialectizable:
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esto es lo que vamos a buscar en la historia de cada quien a propósito de cómo se las
arregló cada uno con la castración, a lo que se le impuso como prohibido y otras opciones
como posible.
La gente se enamora por las similitudes y se ama por las diferencias. El amor es
aquello que surge a partir del reconocimiento de las diferencias, de lo irreconciliable.
El debate en los años 90 convocó al psicoanálisis con la pregunta de cuál iba a ser
el destino de estos niños. Hubo diversas respuestas desde diversos grupos del
psicoanálisis. Podemos ver dos grandes grupos: por un lado quienes hablaban de la
importancia de la figura paterna y materna para la constitución subjetiva y las
consecuencias fatales que conlleva no contar con esas figuras; y otros grupos que tuvieron
la prudencia de ir avanzando con la época y cuestionando sus propios conceptos al punto
en que los mismos se vuelven ideología, como las identificaciones tan tajantes en el
complejo de Edipo.
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psicópatas, criminales, “locos”, etc., eran hijos de familias heterosexuales, por tanto, ésta
no es una garantía.
Los avances tecno-científicos nos han obligado a poner en duda lo que sabemos y
es mejor alejarse de la práctica si no se puede estar a la altura de la época.
La ilusión que en algún momento hubo y que todavía persiste de la familia como un
lazo social que pudiera ser naturalizado, es desmentida y cuestionada con cualquier
trayecto histórico que alguien interesado en el tema haga.
Si antes era la familia la que transmitía el nombre y el apellido por derecho a los
niños, hoy es el niño el que hace la familia, sea cual fuese el lazo social (biológico o no)
que determina el tipo de asociación familiar. Hasta hace unas décadas había una serie de
alianzas de parejas y comunitarias que posibilitaban un nuevo nacido, quien se instala en
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un linaje, en una serie de alianzas. En la actualidad, es en torno al nacimiento de ese niño
o niña que se empiezan a formar alianzas.
La idea de que madre era la que daba a luz, estaba estipulado en el código civil, lo
que daba derechos y obligaciones que en muchos lugares sigue estando; lo que dificultaba
la adopción homosexual, puesto que había todo un proceso legal para eximir a esa mujer
de la maternidad. A esto Lacan ya se había adelantado a su época diciendo: todos los
padres son adoptivos y todos los hijos son adoptados.
Es el sostén afectivo lo que sostiene la vida del recién nacido y para ello no basta
con ser madre o padre biológico: insistir en la parentalidad desde lo biológico, insistir en
naturalizar el vínculo entre un bebé y sus progenitores, es criminal (y es lo que vemos
desde varios discursos ideológicos en las decisiones estatales, hospitalarias, etc.).
La ciencia explota la ilusión neurótica de contar con otro que garantice que voy a
poder obtener lo que deseo.
Hay una cuestión ética y de clase: las mujeres que alquilan su vientre son quienes
tienen bajos recursos. Son incubadoras humanas, importa en tanto tenga el hijo, después
de ello ya no interesa.
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El lugar para ese niño/a es del uno por uno. Si no es en nombre del amor, con todos
sus defectos, que se aloje la vida, el resto es una variedad de infiernos posibles.
Lo que tenemos que ser capaz de discernir a propósito de estas demandas aún
novedosas respecto a la paternidad/maternidad, si el anhelo de hijo se desprende de un
anhelo ideal o de un deseo. En las antípodas del deseo de hijo está el ideal que responde
a la trayectoria identificatoria de cada quien y respecto de lo cual hay que trabajar para
despejar el vacío donde pueda alojarse un ser por venir.
Nos ocupamos de hacer un lugar a esa pregunta de qué lugar hay de alojar o no a
un hijo.
La institución y lo particular
¿Cómo hacer convivir el procedimiento general que es la norma de las instituciones
con el abordaje particular que propone el psicoanálisis?
Los desvíos muchas veces son patologizados, pero solo implican diferencias no
patologías o déficit. Hacer lugar a la diferencia sin ser expulsado de la institución es un
gran desafío.
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La hipótesis freudiana del inconsciente implica que la particularidad no sólo se
alcanza respetando los derechos de la persona, que es requisito necesario, sino dejando
hablar al sujeto.
Primero no hay que hablarlo o someterlo a la regla, aunque fuera la mejor de las
reglas.
Se prefiere reducir la palabra al mensaje, sin pasar por el código particular que
permite descifrarlo (hipótesis del inconsciente). Hay un código particular que en las
palabras del sujeto se articula en un mensaje.
Imperio del superyó: el gran secreto de la regla es que cada etapa de su aplicación
esconde una elección de goce.
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Su utilidad reside en que nos permite solucionar situaciones nuevas, los
disfuncionamientos y las crisis que sacuden a las instituciones. Las reglas no son
independientes a las prácticas. Debemos obedecer las reglas pero también interpretarlas
para ver si demuestran su utilidad caso por caso.
Contenido
UNIDAD 1 2
El dinero y el psicoanálisis 21
Clase XVIII: Del sujeto al que supone saber, de la primera díada y del bien. 31
Contratransferencia: 42
Interpretación: 43
Contratransferencia: 45
120
El fin y las finalidades del análisis- Soler, C.: 50
En el amor: 52
Solo una 55
De la angustia al duelo 63
Sintomatología infantil: 78
Unidad 3 95
121
La posición freudiana 98
122