Apuntes Psicoterapia Psicoanalítica 2020

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Apuntes Psicoterapia

Psicoanalítica 2020

Maximiliano Formica

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UNIDAD 1
Temas:

● Los inicios de un análisis. Psicoanálisis con adultos.

● Entrevistas Preliminares

● Tiempo y dinero en psicoanálisis

● “La dirección de la cura...”


o ¿Quién analiza hoy?
o ¿Cuál es el lugar de la interpretación?
o ¿Cuál es la situación actual de la transferencia? Contratransferencia
o ¿Cómo actuar con el propio ser?
o Finales de análisis

GABRIELA MANITTA

Hablar de psicoterapia de orientación psicoanalítica es hablar del psicoanálisis como


una corriente del tratamiento del sufrimiento humano que hace del amor la estrategia
fundamental de la práctica. Lo que está en el centro del tratamiento psicoanalítico es el
amor, no el romántico sino el de transferencia. Comenzó a notar Freud que era más
importante la palabra que lo que dijera, les dio lugar a aquellas pacientes que nadie quería
tratar, puesto que no podían curarse porque no respondía a una causa orgánica. Freud
buscaba el origen de la enfermedad como médico y se dio cuenta que donde tenía que
buscar no era en el cuerpo y le dio la palabra.

En su momento era motivo de burla entre sus colegas porque se entendía que sus
métodos no eran científicos y que su clínica no respondía al paradigma de la atención
médica, porque él atendía al sujeto que la ciencia dejaba afuera.

La práctica psicoanalítica es una práctica en torno a una modalidad específica de la


relación amorosa que es lo que llamamos transferencia. Es un modo específico porque,
para empezar, se trata de una relación no correspondida y de que sea no correspondida se
debe en parte el éxito del tratamiento: que no responda a la demanda de amor.
Generamos una relación transferencial, donde de este lado estamos advertidos de que se
nos dirigirá una demanda de amor a la que no debemos responder.

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El amor vela la falta, produce la ilusión de completud, por tanto, responder con amor
del lado del analista es hacerle creer al paciente que lo comprendemos, que es una
respuesta del lado imaginario errónea del analista, puesto que es imposible comprender.

Tampoco es responder con indiferencia, puesto que nos interesa generar la


transferencia. Lacan dice que se ama a quien se le supone un saber. Se ama a quien se
supone que tiene un conocimiento que puede curar o descifrar aquello que le aqueja. El
psicoanalista sabe que no sabe, pero consiente ocupar ese lugar de supuesto saber que le
corresponde al paciente, el cual todavía no sabe que sabe.

La distancia, de lo que clásicamente se lo acusa al psicoanalista, puede ser una


respuesta calculada, pero muchas veces responde más al temor del analista de quedar
enredado en el plano afectivo que a una estrategia terapéutica.

En el centro de la experiencia analítica está el amor, un amor no correspondido con


el que hay que aprender a maniobrar pero que es indispensable para que se produzcan los
fenómenos sobre los cuales operamos. No tenemos cómo enseñar una técnica general,
para todos igual, para generar ese amor transferencial: se trata caso por caso, de la
particularidad tanto del paciente y la relación que se establece entre el analista y el
analizante, sesión por sesión.

Cuando Freud, en Iniciación la Tratamiento, habla de cómo se desarrolla el trabajo


analítico, hace una analogía con el juego de del Ajedrez, donde se puede aprender los
movimientos de apertura y cierre del juego pero lo que ocurre en la partida es imposible de
transmitir porque depende de los jugadores. Se puede transmitir cómo abrir la partida y
cuándo termina (jaque mate) pero no cada jugada o con qué pieza se termina el juego.

Dos pacientes, aunque vayan al mismo psicólogo, tienen dos analistas distintos,
porque el analista, en lo que es, entra al tratamiento solo de manera estratégica. En
términos generales, podemos decir que no abrazamos a los pacientes, no tenemos gestos
físicos de cariño, pero en algún caso particular, en ciertas circunstancias, a veces un
abrazo puede decir o señalar algo que las palabras no pueden decir.

Quien sanciona el mensaje es el receptor, y los gestos de cariño son signos, no


significantes. Los signos son interpretados por el otro según su criterio; además el signo
tiene un sentido universal. La limitación de la expresión física y el afecto corresponde a no
responder a la demanda amorosa. Pero, a veces, paradójicamente, no respondiendo es
que respondemos.

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Lo que importa cuando hacemos, decimos, o evitamos decir no es el personaje sino
que lo que el analista ponga ahí en juego, no se desprenda de su propio fantasma. Si yo
respondo con un gesto de afecto es porque algo del material del paciente lo amerita y no
porque necesito que el paciente me quiera.

Es algo muy complicado el distinguir lo que le corresponde al analista y lo que le


pertenece al paciente. Cuando nos queremos hacer amar por el paciente, el mismo, se
esfuerza por ser el mejor paciente y eso muchas veces hace que oculte cosas, que
disfrace y termina siendo más obstáculo que motor de tratamiento. La maniobra busca
mantener la transferencia en ese plano de motor y revisarla cuando se convierte en
obstáculo.

La relación no es entre analista y paciente sino entre el inconsciente del analista,


puesto que la persona del analista no entra y por tanto no se arma una relación amistosa.

La otra hazaña freudiana, además de animarse al amor de transferencia,


formalizarlo, teorizarlo y aprender a trabajar con eso, es su esfuerzo para aprehender el
caso en su singularidad.

La escuela inglesa interpreta la contratransferencia como algo que el paciente


genera y se lo devuelve al paciente, pero Lacan dirá que lo que le genera el paciente es
problema del analista y tiene que trabajarlo en su análisis o supervisión.

La angustia del analista es un asunto que lleva años aprender a lidiar. Cuando se
angustia es porque no puede puntuar, no puede entender lo que pasa, es un bla, bla, bla y
no pueden encontrar un punto para interrumpir e interpretar: lo que está en juego ahí es la
angustia del analista. Esto pasa a lo largo de la práctica. Nos pasan cosas, el asunto es
que hacemos con eso que nos pasa: se lo cobramos al paciente (escuela inglesa) o lo
trabajamos en el propio análisis (Lacan).

El análisis no es una experiencia intelectual. La condición es el sufrimiento y eso


supone un compromiso de tiempo, dinero y esfuerzo por parte del analizado, requiere una
demanda, una pregunta que lo inquiete, incomode. Sí, se trata de una elaboración de un
saber, pero no de un saber formal, de la ciencia del conocimiento, sino de un saber
singular que se construye en el análisis pero no se construye a voluntad.

El tiempo de prueba, las entrevistas preliminares, se hacen para saber si se está en


condiciones de ayudar, si se puede trabajar con ese paciente, en ese caso, ver los límites
personales, características del caso, etc.
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La importancia fundamental del descubrimiento freudiano en esta dimensión de
hacer lugar a lo singular y comenzar a trabajar caso por caso, más allá de las categorías
médicas, abren las aguas en la psicoterapia. Podemos partir de una categoría diagnóstica
general para aplicarlo a lo particular del caso o como el caso del psicoanálisis donde se
parte de la singularidad del caso sin desconocer las grandes categorías diagnósticas. Que
se trate de una neurosis obsesiva no me dice nada del paciente. Si bien podemos conocer
la estructura del paciente en base a lo que pudimos escuchar respecto de la posición del
paciente con el deseo, la falta y el goce; no es que tengo un obsesivo en tratamiento. Es
un trabajo de una sutileza importante.

Cuando trabajamos con el sujeto de la palabra, identificar significantes


fundamentales implica poder salirse del plano de la comunicación, donde se usan las
palabras como un singo lingüístico asociado a un sentido o significado. La comunicación
requiere el consenso respecto de significados y eso la hace una herramienta de trabajo, de
enseñanza. Pero en el consultorio del analista como en la poesía se subvierte ese sentido
dado al significante para que cobre significación de acuerdo a la singularidad del caso. El
poeta consigue ordenar las palabras de un modo que genera un efecto metafórico, que es
un plus de sentido que no se desprende de la literalidad de los significantes uno al lado del
otros, sino que se produce en el cruce de dos planos de discursos que son paralelos.

El sujeto con el que trabajamos en análisis no es previo, no coincide con la persona


que atraviesa el umbral del consultorio, ese sujeto tiene que producirse y es nuestro
trabajo el ayudar a producir ese nivel propio donde el sujeto pueda crearse como efecto de
la articulación significante. Cuando hablamos de sujeto, hablamos de un sujeto efecto,
resultado de una decisión; como cuando en Matrix, Morfeo le ofrece a Neo las dos pastillas
y lo pone ante la responsabilidad de decidir si quiere saber o no.

Esto es lo que en las entrevistas preliminares llamamos subjetivación y luego vendrá


la rectificación. Esa decisión del lado del paciente, consiste en que pueda consentir
atender a ciertos detalles, a nimiedades, a cosas que en el plano de la comunicación no
son relevantes pero que en el transcurso de la sesión son fundamentales. El que el
paciente consienta a o no la existencia del inconsciente. En el campo del psicoanálisis hay
sujeto si consciente la regla analítica, hay discurso, hay articulación significante y a partir
de ahí se desprende un sujeto con el que podemos trabajar. Cuando ha habido una
subjetivación del consultante que quiere ser paciente, el analista puede señalar un “error”

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(lapsus) y el paciente consciente abrir esa ventana (como si fuera un hipervínculo) y ese
consentimiento es de otro orden al del consentimiento informado o encuadre.

El consentimiento es que el paciente consienta hablar, escuchar lo que dice y tomar


una posición respecto de lo que dice, sin eso no hay análisis.

Quien consulta no quiere saber nada con dejar de gozar, que no tiene nada que ver
con el placer, puesto que implica dolor y sufrimiento, es el placer del dolor. Lo que permite
identificar donde goza alguien es en el asco, el pudor y la vergüenza. La vergüenza es lo
que pone de manifiesto cuando “pescamos” al paciente gozando en la manifestación de su
falta.

En el ejemplo que puso la profe, es que no tolera a su mujer porque ella es otra, no
tolera su «homosexualidad» (con dos mm, y es el amor por lo mismo); en aquello que no
es lo mismo, este paciente la agrede y cuando la profe le dijo que lo que él no tolera es que
ella sea mujer (a raíz de cómo ordena el placar) el tipo se avergüenza. En la vergüenza
pudo enganchar algo, hacer caer la barra del lado de él (ponerlo en falta) en donde el yo se
manifiesta compacto. Tiene que caer la barra para que emerja algo del orden lo subjetivo.
Ese castrar, barrar se da en condiciones singulares del paciente y no son del orden de lo
permanente. Es hacer una grieta, una hendija donde pueda filtrarse algo de lo
inconsciente, que muchas veces a la otra sesión viene blindada.

Hablamos de sujeto y no del Yo, el cual está hecho de identificaciones que a medida
que se avanza en el tratamiento van cayendo. En el centro de todas esas capas con las
que se cubre, está vacío, no hay un núcleo duro que pueda ser encontrado al final de ese
trabajo de caídas de identificaciones. No hay un núcleo en el ser que lo distinga a este
sujeto de otro. Lo que distingue no es respecto al ser (en el que estamos todos en falta y
somos iguales), sino a cómo cada uno hace con esa barra, cómo cada quien se las arregla
con la falta. Por eso no se pueden enseñar técnicas que funcionen en todos los casos
igual. Es más fácil hablar de lo que no hay que hacer de lo que sí, pero para hablar de lo
que podemos hacer hay que formalizar las coordenadas que caracterizan el tratamiento
psicoanalítico (es lo que estamos viendo en la dirección de la cura), que estrictamente
hablando no forma parte del campo de las psicoterapias porque de esa falta en ser no se
cura nadie.

El psicoanálisis propone un acceso a la verdad que no es única ni universal y que no


es previa al trabajo, ese efecto del análisis es singular y es en definitiva el que pueda hacer

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con esa falta. No podemos prometer la felicidad porque en sí misma no existe, no podemos
prometer quitar de encima el dolor. Lo que podemos prometer es un lugar para esa
palabra.

VANESA OSSO

La dirección de la cura y los principios de su poder (1958)


Se suele decir que los escritos de Lacan son más difíciles que sus seminarios
porque están muy condensados. Es un texto destinado a cuestionar cómo se estaba
llevando adelante la práctica del psicoanálisis según su punto de vista. Es un texto muy
crítico e irónico por momentos. Es largo y tiene una condensación de textos muy grande.
Hay muchas cosas que dejaremos afuera. El texto se divide en 5 partes:

1. ¿Quién analiza hoy?


2. ¿Cuál es el lugar de la interpretación?
3. ¿Cuál es la situación actual de la transferencia?
4. ¿Cómo actuar con el propio ser?
5. Hay que tomar el deseo a la letra

1. ¿Quién analiza hoy?


Lo primero que hace es criticar a los pos-freudianos. Lidera un movimiento que se
llama el retorno a Freud, porque de alguna manera lo que escucha es que los que se
dedicaron al psicoanálisis después de Freud se habían olvidado del valor de la palabra del
sujeto, del significante. Sabemos que el psicoanálisis surge porque Freud se dedicó a
escuchar lo que las histéricas tenían para decir, lo que les pasaba. Se separó de Charcot
cuando empieza a escuchar a las histéricas, puesto que todos estos fenómenos eran
clasificados como posesiones o locura.

Freud descubre en 1890, antes de su interpretación de los sueños, que la histeria se


encontraba también en varones, algo muy radicalmente distinto para su época. Hay un
cambio de paradigma para abordar el padecimiento mental. A partir de escuchar a esas
mujeres es que se encuentra con el Inconsciente y Lacan es lo que reclama: ya no le
prestan atención a lo que el sujeto tiene para decir de lo que le pasa. Ese movimiento
Lacan lo denomina retorno a Freud.

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Dirá que le han prestado más atención a la contratransferencia que a la
transferencia. Freud dirá que el fenómeno sobre el que se asienta el psicoanálisis es la
transferencia, puesto que la contratransferencia son los sentimientos que el analista tiene,
lo que siente cuando escucha al paciente. Los analistas post-freudianos sostenían la
práctica desde lo que a mí me pasa sobre lo que el paciente dice. Acusaban a los
pacientes de hacer o decir cosas por el efecto que causaba en el analista. El que estaba
en el centro de la escena era el analista, la interpretación era en base a lo que a él le
pasaba.

Recordemos que Pinel liberó, desató a los “locos” que eran despojados de su
dignidad. Trata de sacar esa manera de abordar la locura dese el maltrato. Freud, al
abandono del maltrato físico, le agrega la escucha: qué es lo que tiene para decir quien
padece.

El síntoma de conversión es cuando la palabra va al cuerpo directamente (por


ejemplo: la mujer que le dolían los dientes y aun cuando se los sacaron le seguía doliendo
hasta que Freud la escuchó respecto a aquello que le dijo el marido una vez que fue como
una bofetada a la cara) y cuando se puede escuchar esa palabra el dolor cede.

La transferencia nos pone en un lugar de poder, pero el psicoanalista decide no


utilizar ese poder. Puedo ejercer un poder sobre la persona que es tratar de dirigir al
paciente y no dirigir la cura. No es que a los analistas no nos pasen cosas cuando
escuchamos, pero para eso existen otros dispositivos (el trípode freudiano) que es la
supervisión, el tratamiento individual y la formación. Lo que nos pasa, no se lo pone en
juego con el paciente.

“Bajo el nombre del psicoanálisis muchos se dedican a hacer una reeducación


emocional.” (p.559) En el punto 1 Lacan trata de establecer qué es y qué no es el
psicoanálisis. La reeducación emocional no es un problema, el problema es llamarle a eso
psicoanálisis cuando no lo es.

El psicoanálisis no es una reeducación emocional, que supone que una gran parte
del saber está del lado de quien educa, siendo que el psicoanálisis desde su inicio pone el
saber en el inconsciente del paciente. El saber está en el inconsciente del sujeto que
después intentaremos hacer pasar por la palabra.

“El psicoanalista sin duda dirige la cura” (…) “no debe dirigir al paciente”
p.560 (ed. S.XXI) Y es ahí donde el psicoanalista se abstiene del poder. El paciente no se

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dirige, se dirige el tratamiento, la cura. No se le dice lo que tiene que hacer o lo que no, si
eso está bien o no. En esto radica la importancia del propio tratamiento del psicoanalista,
puesto que la moral propia no tiene que influir en la dirección de la cura. Si siento que se
pone en juego mi moral hay que supervisar y llevarlo al propio análisis.

El psicoanálisis no es una dirección de conciencia, ni una guía moral.

La dirección de la cura consiste en hacer aplicar la regla analítica (asociación libre).


El punto de aplicación de la regla fundamental va a depender del alcance de esta para el
propio analista.

La asociación libre tiene que ver con proponerle al paciente que diga todo lo que se
le ocurra aunque le parezca desatinado, vergonzoso porque en ese espacio no va a haber
ningún juicio respecto a lo que diga. Esto se dice al principio del tratamiento y durante el
tratamiento. Tampoco se busca un hilo lógico de temas, puesto que no es una
conversación en el sentido de que tengo que entender lo que está queriendo decir; en todo
caso estoy para devolver lo que el sujeto dice: «por qué pensás que surgió el tema de tu
novia cuando estabas hablando de tu mamá».

La posibilidad de que el analista pueda escuchar la asociación libre del analizado


dependerá del propio análisis. Si uno no se banca sus propios lapsus, detenerse a ver lo
que pasó en aquella formación del inconsciente (cosa nada sencilla), aplicar a su propio
discurso la asociación libre, le dificultará poder escucharlo en el analizado.

Esto obviamente dentro de un encuadre, en un dispositivo destinado a ello: no es


que vamos a estar deteniendo a las personas en su vida cotidiana cuando escuchemos un
lapsus. Además de que nadie nos preguntó. Es lo que Freud llamó “psicoanálisis salvaje”.

En un lapsus se le devuelve la palabra al sujeto, se le pregunta « ¿qué piensa que


pasó ahí?». En la lógica yóica, de un discurso ordenado, uno cree saber lo que quiere
decir, el tema es cuando algo irrumpe. Hay una relación entre esas palabras que no está
en la conciencia y ese saber lo tiene el paciente. Por más que uno pueda suponer y tener
razón, la técnica indica que uno le pregunte al analizado. La lógica es la del inconsciente.

Uno cuando escucha lo tiene que hacer con atención flotante y abstinencia (no hay
un tipo de amor en juego ahí), no tenemos que ir construyendo hipótesis, si surgen hay que
dejarla a un costado para seguir escuchando. Porque, de todos modos, lo que uno piensa
no es lo más importante, sino lo que dice el paciente. No es una conversación de Yo a Yo;

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es otra lógica. Esto se adquiere con la práctica y con el propio análisis donde se puede
detener la voz propia para darle lugar a la voz del otro.

El tema lo vamos a abordar del lado del analista. El analista también debe pagar:

- Con su palabra: la palabra del analista puede tener el valor de una interpretación
(muchas veces lo tiene) pero a veces puede tener un alcance que el analista no
puede terminar de medir y por eso hay que tener cuidado. Por ello, al principio hay
que manejarse con preguntas más que con afirmaciones que puedan empezar a
introducir sentido (del analista).
- Con su persona: en cuanto que diga lo que diga la presta como soporte a los
fenómenos singulares que el psicoanálisis ha descubierto con la transferencia. Va a
soportar la transferencia porque es un vínculo que se construye más allá del
analista. No se puede controlar la trasferencia, uno como analista va a un lugar
donde no elije. La transferencia tiene que ver con la posición fantasmática del
sujeto. El analista viene a ocupar el lugar de un objeto, puesto que la transferencia
es la repetición de un vínculo de objeto pulsional. El analista no elije eso porque
tiene que ver con la formación fantasmática del sujeto. El analista se deja tomar
desde ese lugar transferencial y desde ahí va a hablar, no va a hablar desde la
contratransferencia, que es algo que se da también pero no se trabaja desde ahí.
Para poder entender mejor lo que le pasa al paciente no hay que ponerse en el lugar
del paciente, sino ponerse en un lugar de distancia, no intenta sentir lo que siente el
otro. Dirige la cura desde eso que siente el paciente pero se lo devuelve al paciente;
no se lo dirige al paciente. Aunque a veces hay una demanda de respuestas y
dirección por parte del paciente, pero uno se tiene que correr de ahí: no nos interesa
tampoco ser su amigo/a. Se le dirigen palabras que uno no se las queda sino que
las toma y se las devuelve.
- Con su juicio íntimo, el ser es lo único que queda fuera del juego (p. 561). Uno tiene
opiniones, creencias, sentimientos, etc., el ser analista no nos saca la humanidad,
no dejamos de ser personas, pero lo que soy está fuera del juego y hay que hacer
un trabajo para dejarlo afuera; y esto cuesta mucho porque hay pacientes que
demandan a la persona del analista. Uno paga con su juicio íntimo porque lo que
uno es queda fuera del juego. Freud plantea el análisis como un juego de ajedrez,
donde sabemos cómo empieza y cómo termina pero no sabemos qué puede pasar
en el medio. En el juego también uno representa un lugar, una función: uno no está

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ahí (yo, mi persona), sino que escucha desde una teoría. El analista en cuanto se
pone en el lugar de objeto de la fantasmática del sujeto, estaría representando esa
suerte de "personaje" en el juego. El analista hace “semblante”, las intervenciones
que hace no las hace por azar o «como salga» sino que sabe lo que está diciendo,
las intervenciones son calculadas para lograr un efecto.

“Volveré a poner al analista en el banquillo” esto es ponerlo en un lugar donde


va a ser cuestionado en su práctica: ¿qué hace?, ¿por qué lo hace?

Partiendo de la base de que el paciente no nos habla a nosotros, nuestros


sentimientos quedan de lado. No es un diálogo con una persona cercana donde lo que me
dice me puede doler, ofender, etc. Los sentimientos del analista tienen el lugar del muerto
porque si se reaniman no se sabe quién dirige el juego. El analista no se tiene que poner
en el lugar de Yo a Yo sino en el lugar de la dirección de la cura.

El problema no está en lo que me pasa con lo que escucho, sino que hago con eso:
lo pongo en juego o no. Si me pongo en el mismo lugar que el paciente ¿cuál de los dos
está dirigiendo la cura?

El analista es menos libre en su estrategia (transferencia) que en su táctica


(interpretación). El analista va a un lugar que no elije, por eso es menos libre, es ese
lugar en el que se mueve. Si se sale de ese lugar también tendrá efectos en la dirección de
la cura y probablemente el tratamiento termine. En la interpretación es más libre pero
advertido, puede elegir sus palabras pero está advertido que con eso paga también porque
esas palabras se espera que tengan consecuencias. No puede decir cualquier cosa. La
intención es lograr algo en el orden del inconsciente.

Es menos libre aún en su política (deseo), en la cual haría bien en ubicarse en su


carencia de ser. El deseo que se pone en el lado del analista es el deseo del analista pero
no de la persona. El deseo es aquello que representa la falta, el analista tiene que ponerse
en ese lugar de carencia, de que no lo tiene todo, pero desde la posición deseo del analista
no de la persona; tiene que ponerse en falta para generar la falta en el otro. La posición del
analista es desde la falta y no fálica, por eso se habla del sujeto supuesto saber, donde el
analista sabe que no tiene el saber sobre el padecimiento del sujeto.

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2. ¿Cuál es el lugar de la interpretación?
Página 566 (s. XXI). Subordinación al significante y soborno del significante: para
poder pensar una interpretación, primero el analista tuvo que haber escuchado cuál es la
relación que ese sujeto tiene con el significante. En el relato del paciente hay significantes
que se destacan, que se repiten sobre otros. Entonces el analista tiene que empezar a
escuchar cuál es la relación con ese significante que cuesta dejar.

Hay una subordinación al significante que en un primer momento no puede


cuestionarlo. No lo puede cuestionar. Hay que ver cuánto pegoteo hay con ese significante,
cuanta dificultad para separarse y así poder intervenir. No solo puede estar subordinado
sino también sobornado por el significante: el costo que tiene la relación con ese
significante. Es lo primero que hay que tomar en cuenta, tomarse el tiempo para escuchar
la relación de ese sujeto con los significantes que trae.

Nuestra doctrina es la del significante, el inconsciente tiene la estructura radical del


lenguaje (metáfora y metonimia- condensación y desplazamiento en Freud- Interpretación
de los sueños). Para ver qué se está metaforizando, que se está sustituyendo en el uso de
un significante, hay que preguntar.

Además están las reglasde la atemporalidad y la no-negación que son las que
descubre Freud. Hablamos de tiempo lógico y no cronológico y pueden coexistir elementos
que en apariencia son contradictorios.

Para confirmar lo bien fundado de una interpretación no se trata de la convicción


que acarrea sino del material que suscita. ¿Cómo podemos captar que la intervención
tenga algún efecto? Y esto lo vemos en cómo continúa la línea de asociación: si sigue la
misma línea de lo que se venía hablando o se marca otra línea. Las intervenciones son
insistencias, porque cuando encontramos que hay una escena que se repite, comienzan a
surgir las defensas y tenemos que insistir en esos significantes, en esas escenas.

No hay otra resistencia al análisis que no sea la del analista. Esto retoma la cuestión
de poner al analista en el banquillo. La resistencia Freud la supone en el analizante, pero
Lacan se lo devuelve al analista. Lo que se le genera al analista, si lo pone en juego,
generan los fenómenos de resistencia y están del lado del analista.

Comprensión- contratransferencia p.569 “Cuídense de comprender”. En el análisis


no necesitamos comprender el por qué, no es la tarea el entender por qué hizo tal o cual

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cosa. Se sigue el relato y se escucha la relación con el significante que se va hablando. No
hay que preocuparse por la lógica, por si piensa algo parecido o no, etc. Cuando
comprendemos nos estamos saliendo de la función del analista para ubicarnos en una
conversación lógica como una persona más. A partir de que uno ubica la transferencia
sabe que se está poniendo en juego algo del orden de lo real, de la pulsión (del exceso).
Mi persona queda reducida a la relación con uno o varios objetos.

La interpretación se pospone hasta que aparezca algo del orden de la trasferencia y


se consolida en esta.

Ejemplo de interpretación en Freud (Hombre de las ratas-Dora) p.569 la


interpretación que hace le posibilita ubicarse en torno a lo real, un señalamiento de lo
pulsional. Se señala en el análisis la relación que tiene el sujeto con los objetos pulsionales
(oral, anal, vista y voz). Para ello hay que tomarse un tiempo para escuchar, en el
psicoanálisis se valora mucho al tiempo y se va a contrapelo del apuro capitalista actual.

La interpretación apunta a cuestionar las relaciones del sujeto con lo real (le dirá con
el mundo también).

La dirección de la cura se ordena según un proceso que va de la rectificación de las


relaciones del sujeto con lo real, hasta el desarrollo de la transferencia y luego a la
interpretación. Queda planteada la cuestión de saber si no es por invertir el orden que
hemos perdido el horizonte.

No se empieza con la interpretación porque eso sería sugestión, violencia, porque


nos pondríamos en un lugar del saber, pero no ya de la técnica sino de la vida del
paciente. Se empieza por la transferencia.

“Es también que esta rectificación en Freud es dialéctica, y parte de los decires del
sujeto para regresar a ellos…” p.574

3. ¿Cuál es la situación actual de la transferencia?


El manejo de la transferencia es inseparable de su noción. Dependiendo lo que
entienda por transferencia será el manejo que haga de la misma. Insiste con la crítica que
Lacan hace a la contra-transferencia. Si nos quedamos con la definición freudiana de la
repetición de un vínculo sin agregar los vínculos con los objetos pulsionales, nos
quedamos en lo imaginario y no podemos llegar al punto de la relación del sujeto con lo
real. Es saber desde la lectura y desde la experiencia propia de análisis.

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Crítica al genetismo, al desarrollo y a lo “evolutivo y normal” del objeto. Parte de lo
que dice Freud, quien había establecido fases del desarrollo (oral-anal-fálica-genital). Pero
después, en textos posteriores, cuestiona esto que había dicho.

Freud, desde su base médica, parte de una idea de normalidad. Entre 1905 y 1910
comienza a cuestionar esto de normalidad/anormalidad, donde todos estamos en falta.

No existe una relación normal con el objeto pulsional y tampoco hay fases del
desarrollo pulsional, entendida como etapas.

¿Y qué tiene que ver con lo real ese himno absurdo a la armonía de lo genital”? p.
579 El analista en la transferencia va al lugar de objeto (fantasma).

Leer p.583

La transferencia no es un vínculo armonioso, normal, con un objeto en relación a lo


genital. La transferencia tiene que ver con que el analista va aun lugar de objeto de la
pulsión y lo pensamos con la fórmula del fantasma.

El fantasma es una construcción, no es algo con lo que el sujeto nazca. Un bebé, se


encuentra con otro que lo ubica como hijo, es decir, lo saca de la categoría de cachorro
humano. Un hijo es una construcción, no una ligazón biológica. Ese hijo tendrá un lugar en
el deseo del otro.

Ese hijo es tomado por los significantes del otro que lo empiezan a nombrar, ya sea
porque se parece tal o a cual, si es gordito, flaquito, etc. Comienzan a llenar al cuerpo de
significantes y el significante es lo que da vida. Cuando se los nombra y habla desde un
lugar de deseo genera la alienación. Ese hijo es tomado por los significantes del otro que lo
empiezan a nombrar y le dan una vida, si queda completamente tomado por los
significantes del otro, estamos parados en un lugar más de la psicosis. Cuando se puede
separar, cuando el niño puede empezar a decir que no, descubre que se puede separar del
otro. Pero también descubre que ese otro desea algo más que él, donde la madre es una
mujer y quiere hacer otras cosas más allá de su hijo.

Eso es captado por ese hijo como que se desea otra cosa más allá de él. Eso
genera una pregunta ¿qué me quiere? ¿Qué tengo que hacer para volver a ese lugar
donde yo era todo? Esa respuesta constituye la fórmula fantasmática: el sujeto en relación
con un objeto.

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De esa “a” tenemos cuatro flechas: oral, anal, mirada y voz. El sujeto se da una
respuesta y esa es la forma en cómo se relaciona la mayoría de las veces por los otros: se
hace mirar, se hace chupar, se hace cagar, se hace escuchar, etc. Esto lo vamos a
escuchar que se repite en el discurso y la va a repetir con el analista, puesto que lo ubica
en ese lugar.

El analista toma la transferencia, no la rechaza de plano pero intenta correrse de


ese lugar para hacer una intervención de corte, esto es, que esa relación con el objeto “a”
sea más liviana, se corte un poco, que pueda dudar o preguntarse si “todos lo quieren
cagar”, por ejemplo, ver qué parte hay de él en esa suposición. Eso último nos estaría
llevando a un fin de análisis.

Eso puede ser problemático cuando no se puede dejar de hacer tal o cual cosa,
cuando no se puede correr: no puedo dejar de hacerme escuchar (si no digo lo que pienso
no saben quién soy). Lo que se da en el fantasma es una relación fijada, y el sujeto sufre
porque no sabe cómo correrse de ahí, cómo dejar de hacerlo. Lacan dirá que los sujetos
tienen, en su mayoría, una relación más fijada con dos de esos objetos.

Lo anal, en su representante con el dinero, todo gira en relación a lo que gastan y no


gastan, a lo que tienen y no tienen, etc. En cambio, hay otros sujetos que tienen otra
relación con el dinero y lo deja circular, va y viene.

La pregunta ¿qué me quiere? es una pregunta constitutiva para el sujeto. Se plantea


un momento estructural. Para que el cachorro humano, ese pedazo de carne, pase a ser
sujeto tiene que ser deseado por alguien, sin importar el género o lo biológico puesto que
son funciones, lo importante es que ese recién nacido tiene que tener un lugar en el deseo
de esa persona y eso se comienza a pensar en relación al lenguaje. Lo único que puede
hacer el recién nacido es llorar y necesita otro que lo hable. Es un momento mítico, porque
no se puede terminar de determinar el pasaje de lo biológico a lo simbólico (es decir, de la
necesidad instintiva a la demanda), por eso se recurre al mito.

El recién nacido comienza a jugar con el chupeteo, juega con el pecho materno, con
lo que lo alimenta y eso nos da la pauta de que empieza a pasar algo del orden de lo
simbólico que necesita del sostén de la palabra o la mirada de Otro.

La contraria es el marasmo, un fenómeno hospitalario en donde los bebés que


tienen todas sus necesidades satisfechas mueren porque no tienen una mirada, una voz
que los distinga y aloje en su deseo. No alcanza en el ser humano la satisfacción biológica.

15
El Otro va alienando al sujeto al significante, marcando al cuerpo con palabras. Es el
primer momento de la metáfora paterna, que en el seminario 11 se llama alienación al
significante. Es necesario un segundo momento (interdicción del NP) de separación donde
esa persona que se ocupaba de los cuidados empieza a desear algo diferente, más allá del
hijo.

Se empieza a marcar que ese que ocupaba todo el espacio, ese gran otro también o
además empieza a incorporar otras cosas (volver a trabajar, salir a caminar, juntarse con
amigas/os, etc.). Esos momentos son los que lacan ubica constitutivamente como de
separación, se comienza a captar que ese Otro desea otras cosas. Esto provoca la
pregunta ¿qué me quiere?, a partir del colapso narcisista, una suerte de cómo puedo
volver a ese estado anterior. Necesita una respuesta porque esa pregunta viene con
mucha incertidumbre y angustia. Para formular esa respuesta es que vienen los objetos de
la pulsión (cagar, mirar, etc.) Pero es una respuesta fallida porque como diría Freud el
objeto está perdido de entrada, es decir, no hay objeto del instinto, que satisface
completamente, sino que hay pulsión. Se da una respuesta que es desde la fantasía, una
respuesta para moverse en la vida. Es como una escena, un cuadro, un marco por donde
el sujeto se mueve por la vida: «todos me miran, por eso no puedo llegar tarde»

Una de las cosas que convocan a la consulta es la vacilación fantasmática, esa


respuesta que me había dado y me funcionaba no me sirve como antes. El fantasma es
una respuesta que el sujeto se da y se mueve en la vida, cuando esa respuesta se ve
cuestionada, cuando se quiere seguir haciendo lo que se hacía antes y ya no se puede,
esta respuesta comienza a vacilar (moverse). Ese marco, esa escena que daba forma a su
vida se empieza a mover y lo que antes me servía ya no sirve como antes. Esa angustia es
lo que generalmente trae a consulta.

Freud habla de fijación libidinal, por algún motivo ese objeto de la pulsión ha
quedado fijado, en parte por las palabras de la madre (u otro cuidador) pero hay un resto
de singularidad que no podemos advertir. Hay algo del propio sujeto más allá de las
palabras que bordean ciertos agujeros. ¿Por qué cree que le molesta tanto esto siendo que
a otras personas no les molesta tanto?

El psicoanálisis siempre incluye este resto de singularidad, por eso en un


diagnóstico estructural que se le puede hacer a un niño, siempre queda abierto. Como en
el caso de Juanito donde no nos permite determinar qué viraje hace en su estructura.

16
Si no conocemos ese lugar del analista, si no sabemos desde donde estamos
posicionados, no podemos tampoco calcular hacia dónde tenemos que ir. Por eso hay que
tomarse ese tiempo inicial para escuchar esos significantes que nos van a advertir de esa
relación fantasmática que el sujeto ha construido, es para no ir a ciegas.

4. ¿Cómo actuar con el propio ser?


El psicoanalista para ayudar al sujeto debería estar a salvo de esa patología. El
psicoanalista debería ser un hombre feliz ¿no es eso lo que vienen a pedirle, y cómo
podría darla si no la tuviese un poco? Dice el sentido común.

Si hay algo que no interesa en el psicoanálisis es la relación de la persona del


analista con la felicidad y mucho menos el suponer que el analista tiene que ser una
persona feliz para poder guiar a la persona por ese camino.

Esto hay que tomarlo como una distinción de lo que es el análisis de lo que no lo es.
El psicoanálisis no es el sentido común. Para nada propone que el psicoanalista no tendría
que tener ningún sufrimiento y mucho menos que se considere feliz y menos que menos
suponer que a partir de cómo el analista vive va a guiar la cura.

Esto es en relación a lo que venimos viendo de cómo actuar con el propio ser, que
es desde la posición del muerto, nada de la persona tiene que intervenir.

Esto no quiere decir que el psicoanálisis se plantee el ideal de objetividad, la


propuesta es que el analista trabaja para dejar lo más afuera posible de la situación clínica
todo lo que tiene que ver con su persona y cuando algo de eso ingresa tiene que revisarlo.
El problema no es que algo de lo personal se pueda jugar en la escena analítica sino que
hago con eso (no pasa nada, fue un simple error o busco una forma de trabajarlo para ver
el alcance que tiene).

Las escenas de la vida cotidiana no son las del psicoanálisis, por eso se aparta del
sentido común, por eso no se puede interpretar un lapsus en lo cotidiano. De lo contrario
caeríamos en un psicoanálisis salvaje.

Es muy difícil tomar distancia de la moralidad porque somos seres morales y


necesitamos de una moral. Freud habla de que la represión tiene tres diques: la moral, la
vergüenza y el asco (un nene que juega con su caca, la toca y se divierte, no ve lo
asqueroso, la vergüenza de que se le salga la caca del pañal, es algo del orden de la
cultura, de la moral). Hay cosas que son fáciles de tomar distancia y otras que convocan a

17
nuestra moral directamente y ahí es donde nos tendremos que preguntar sobre la ética y la
dirección de la cura y no la dirección del paciente. Ahí se arman redes (supervisión,
análisis, lecturas, etc.). No es que en el psicoanálisis no hay moral, se incorpora como algo
del analista y no juega en la escena analítica.

Los analistas imaginan que el comprender lleva su fin en sí, y este no puede ser si
no un happy end. A menudo vale más no comprender para pensar.

Referencia a la asociación libre, palabra plena, verdad. El analista no busca


comprender, encajar lo que escucha en sus estructuras. Para poder escuchar la relación
del sujeto con sus objetos es mejor no comprender, no colocar lo que dice dentro de mi
lógica. Es una contradicción invitar a una persona a asociar libremente y después pedirle
un discurso lógico.

“Nada más temible que decir algo que pudiera ser verdad” (p. 587) Con el relato
lógico se tapa la verdad inconsciente. Cuando hablamos de verdad nos referimos a la
verdad inconsciente y por eso se esquiva la asociación libre porque nos puede poner ante
esa verdad, al igual que el analista, quien puede dificultar la escucha de la verdad de ese
sujeto, el encontrarse con una verdad difícil.

Demanda (p. 588) y Pago (p.589): Lo que plantea la teoría psicoanalítica es que la
demanda es algo que es “característico” del ser humano por su relación con el lenguaje.
Representa la relación a la falta, esto es, se demanda porque algo falta. Tiene que ver con
los significantes y la demanda primera del sujeto es la demanda de amor. Cuando el bebé
juega con el pecho de la madre comienza a mezclar algo del orden de las necesidades con
el amor o el afecto.

El amor es dar lo que no se tiene a quien no lo es. Lo que no se tiene porque el


amor tiene que ver con la falta no con los sujetos. La falta es lo que no hay, un agujero y el
amor es tener un lugar ahí donde no se colma con objetos. Esto es bastante controversial
para la época, debido a este avance del capitalismo que plantea que todo se puede
solucionar con un objeto: frente a la frustración se puede colmar con un objeto, por
ejemplo: el nene que se tira al piso a llorar porque quiere un chocolate se colma con un
objeto. El amor se colma con un objeto más que con la falta. Ese ya no sé qué hacer es la
falta y se termina velando con objetos (chupetes, celular, etc.). Uno puede tapar la falta o
ponerla en palabras.

18
El dinero es un representante del objeto anal, por eso el psicoanalista cobra y no lo
hace su secretaria u otros medios. Porque ahí también se juega algo.

Pero lo que se pide es amor no objetos, no basta para sostener un vínculo el tener
muchas cosas. Por eso es dar lo que no se tiene. En relación a quién no lo es, se refiere al
vínculo fundamental en relación al objeto “a”.

El psicoanálisis pone en juego la escucha, la mirada y no con objetos materiales.


Pero rompe esa demanda, se frustra la demanda de amor con el pago: no te escucho o
miro porque te amo sino porque es mi trabajo. El dinero no es un mero hecho
administrativo, es un elemento que se pone en juego en la clínica porque muestra esa
frustración de amor, porque si bien lo frustro con el dinero a la próxima redoblo la apuesta
y se lo vuelve a frustrar.

La lógica del deseo tiene que ver con la presencia(escuchar)-ausencia (pago), con
el for-da. Tiene que ver con lo que Freud plantea de naturalidad y abstinencia. Sabemos
que no existe la neutralidad como ideal pero el analista se resiste a la demanda porque la
frustra.

Resistir a la demanda-abstinencia de Freud p.589

No hay que responder a la demanda representa un verdadero desafío clínico porque


no todos los pedidos son demanda. Un paciente que pide un cambio de horario puede
estar poniendo en juego una demanda de amor (a ver si me da un lugar especial). No se
trata de rechazar y tampoco de aceptar, uno aloja al sujeto pero no le da un lugar especial.
Pero a veces los pedidos no vienen con una demanda. En esto uno hace una apuesta
transferencial: ¿es pedido o es demanda? Si le digo que no siendo un pedido puedo perder
al paciente o perjudicar la transferencia. Si uno como analista está muy dudoso tampoco
tiene que responder inmediatamente, en el ya («déjame que lo piense/revise y te
contesto»)

Presencia (escucha, persona, virtualidad) p.589

En la virtualidad se cuestiona, aún más, qué es la presencia, porque si me puede


ver y escuchar pero el cuerpo no está, qué es la presencia. La mirada genera una
demanda. Por ejemplo: la mirada de una madre que ve a su hijo adolescente
incursionando en la cocina puede ser de control, puede generar ansiedad o puede dar
seguridad o confianza. Cada uno tiene algo con la cuestión de la mirada. En el diván se
elimina la mirada de la escena clínica y las consecuencias que trae sobre la asociación
19
libre. Por supuesto que no todos pueden ir a diván por la relación con la mirada que tiene
cada sujeto. La mirada no es ingenua ni inocente.

No existen garantáis de análisis. La presencia del analista no es garantía de


análisis. El análisis es una apuesta, como todo en la vida.

El analista no quiere el bien del sujeto p. 590 Busca facilitar un cambio subjetivo, de
posicionamiento ante la pregunta ¿qué tengo que ver yo con este malestar? ¿Qué pasa si
esa situaciones que me hace sufrir cambia? ¿Quién es más allá de ese malestar? Es
sumamente complicado lograr un movimiento. Querer el bien del sujeto implicaría que
como analista respondiera qué es el bien, respuesta que quedaría en todo caso del lado
del analizante. Nada que yo evalúe como bien, puedo quererlo para el paciente porque es
mío. Volvemos al punto de la moralidad: yo puedo construir una idea del bien pero por qué
se la impondría al otro.

5. Hay que tomar el deseo a la letra


Lo que se va a poner en el centro es que la dirección de la cura tiende hacia el
encuentro del sujeto con su propio deseo.

Un sueño después de todo no es más que un sueño, es lo que se dice por ahí, se lo
desvaloriza. ¿No es nada que Freud haya reconocido allí al deseo? Es el sueño lo que le
permite a Freud publicar y formalizar el inconsciente y que en el sueño se pone en juego
algo del deseo. Entonces, no hay que desestimar el sueño en la dirección de la cura,
porque puede decir mucho respecto al deseo, es un mensaje del soñante para el soñante,
es algo que el sujeto se quiere decir pero no sin recurrir a los mecanismos de deformación
del sueño.

No en todos los sueños se da una realización de deseo, muchas veces tiene que ver
con una verdad que se está por mostrar y como queda fuera de la represión es intolerable
a la consciencia. Lo reprimido primordial, que es algo que nunca irá a salir, le está dando
sustento al sueño y luego está lo reprimido de lo que fue consciente y luego inconsciente.
Esto puede llegar a la consciencia, lo pre-consciente, que necesita un significante que se
enganche con eso y lo traiga de nuevo a la consciencia.

El deseo en relación a lo imposible tiene que ver con la impotencia, que después se
manifestará en cada caso.

20
El deseo no se puede poner totalmente en palabras porque está en relación a lo
reprimido primordial y por tanto no va a llegar tal cual está a la consciencia sino que se
conecta con las formaciones del inconsciente.

El deseo tiene dos cualidades: insatisfacción (más del lado de la histeria) e


imposibilidad (más del lado de la obsesión). Deseo en la histeria. Deseo de tener un deseo
insatisfecho. Deseo de otra, deseo de la víspera. Sueño de la bella carnicera.

El sueño nos recuerda las leyes del inconsciente, que son la condensación y
desplazamiento, además de atemporalidad y no negación.

Metáfora y metonimia p. 592 Tiene que ver con la sustitución de un elemento por
otro.

Definición de metonimia p.593 Es el desplazamiento de la significación de un


significante a otro. Un significante remite a otro, el trabajo de análisis es invitarlo a ese
movimiento para después poder retirarse de ahí, puesto que el psicoanálisis no está para
ponerle sentido a las palabras. El lograr que el significante pierda sentido es lograr que no
tenga la misma entidad, el mismo peso (en relación a lo mortífero, al soborno del
significante en base a la rigidez de un sentido absoluto “todos me miran”).

Negarse a satisfacer la demanda de la madre es hacer que desee algo más p. 598

El deseo tiene que ver con hacer pasar las necesidades por el desfiladero del
significante. Por ser el sujeto animal presa del lenguaje es que el deseo es el deseo del
Otro p. 598 Es el deseo del Otro porque los significantes nos viene del Otro, hemos sido
nombrado por el Otro. La singularidad hace que un sujeto tome unos significantes y no
otros, por ejemplo: en una familia no todos los hermanos recortan y hacen propio los
mismos significantes. El trabajo de análisis es que se separe de esos significantes tan
mortíferos que producen los síntomas, las enfermedades. Es un poner distancia para sufrir
menos.

Nuestra intervención se basa en el penar de más, esto es, el malestar es por


estructura, no podemos ser siempre felices, pero podemos evitarnos muchos sufrimientos.

Es fundamental preservar el lugar del deseo en la dirección de la cura

En la dirección de la cura no se trata de hacer el bien o del bien, se trata de la


verdad, pero es la verdad del sujeto, la cual es inconsciente. Por eso aparecen las
resistencias del Yo, nada más terrible que decir algo que sea verdad.

21
¿A dónde se dirige la dirección de la cura? P. 609 (321 del PDF)

No se va a llegar a la palabra plena pero sí por ese camino; pero tampoco


buscamos un discurso con sentido.

Es esa libertad lo que más cuesta tolerar al analizante, puesto que hay un esfuerzo
del Yo por organizarse rápidamente.

A donde no se le ponga obstáculo al deseo es a donde el sujeto es canalizado. Acá


también se le insiste al analista para que responda a una demanda y no está para eso.

El dinero y el psicoanálisis
Es un debate oral transcrito de tres psicoanalistas, se paran en el texto “La iniciación
al tratamiento”

El psicoanalista cobra caro porque es sincero como el cirujano y dispone de los


tratamientos capaces de remediar.

Freud considera al dinero como un producto psíquico, rápidamente lo saca del


sentido común. Tiene valor clínico, no es un elemento administrativo del cual se pueden
ocupar otros. Entra en la misma estima que el tiempo.

En la Viena de Freud las cuestiones del dinero son tratadas como las cuestiones
sexuales.

Lacan cuestiona el tiempo fijo de una sesión que plantea Freud (50 min.) e introduce
las sesiones de duración variable y los cortes de sesión para resignificar lo que se está
trabajando. Esto no es algo sencillo de hacer ni tampoco algo para abusar. La función del
corte tiene que ver con la puntuación, como de un texto, lo que resignifica la oración.

Al ser un significante, el dinero entra en juego en la transferencia y se puede trabajar


sobre ello.

“El amor es dar nada por nada” También es “dar lo que no se tiene a quien no lo es”,
lo habíamos pensado en cómo muchos lo traducen en llenar de objetos; pero la nada es la
falta y la falta en el ser estará siempre presente.

La crianza de los hijos está en relación a la falta, puesto que el hijo no es lo que
esperamos y todo lo que nosotros podamos idealizar sobre nuestra paternidad tampoco
podrá ser posible.

22
En el análisis no estamos dando nada, puesto que no hay un objeto sino solo
nuestra presencia. Pero no es que da nada por nada sino que da nada por plata, eso corta
esa suposición del amor. No hay amor porque se le está pagando. A muchos les cuesta
aceptar que el analista no los ama, cuando pago eso hace una marca en lo real de que eso
no es por amor.

Pagar por nada (en el sentido de lo útil o productivo en relación a los objetos) es lo
que instaura la cuestión del deseo. El que no se le tape la demanda con objetos hace que
se quiera volver.

El deseo tiene que ver con la presencia y con la ausencia y con el dinero se puede
generar esta lógica para que el paciente vuelva. Si hay algo que terminó de satisfacer
(“que se comprendio”), el paciente no vuelve más. Si se llevó todas las respuestas y ahora
está bien para qué va a venir. Por eso se dice que la angustia es el motor de la cura, algo
tiene que seguir pulsando para que el sujeto hable de eso.

El paciente no solo paga con dinero sino también con sus dificultades, esto se
puede pensar en el pasaje de paciente a analizante, en esto de ¿qué tienes que ver tú en
esto que te quejas? Cuando se incluye en las escenas de la queja, no es el otro el que me
hace, muchos desisten y muchos otros no tienen las condiciones subjetivas para realizar
un análisis.

En la entrada al análisis se da un cambio de puesto de trabajo, ya no es el


inconsciente que trabaja solo. Después, ese saber que se instala en el supuesto de que el
analista sabe lo que me pasa, estará del lado del sujeto del inconsciente.

Los ricos son in-analizables, no pagan por saber porque siempre acumulan y no lo
ponen a circular.

La circulación del dinero hay que pensarlo en relación al control de esfínteres,


puesto lo que se logra es la introducción a la cultura, consintiendo esos acuerdos culturales
que hay lugares donde se hace caca y lugares en los que no. Esto sentará las bases en
relación a cómo se responde a la demanda del Otro (la caca se hace en el baño).

GABRIELA MANITA

Bibliografía
Freud: Sobre la iniciación al tratamiento (1913) TOMO XII, p. 121

Lacan: Seminario 1, Los escritos técnicos. Clases 1 y 2

23
Miller: Introducción al método psicoanalítico

Freud: Sobre psicoterapia (1905) TOMO VII, P. 253

Lectura del poema de Wislawa Szymborska "Nada sucede dos veces". Resuena esa
frase “tan distinto como dos gotas de agua” Nunca se repiten dos sesiones, cada historia
es única y siempre es contada de forma diferente cada vez. Además, en análisis hacemos
el esfuerzo por subvertir el sentido común. Es importante no comprender, un abstenerse de
completar la frase con un sentido propio del analista.

La significación que cobra la articulación significante depende de la cadena de


discurso del paciente no del analista, cuando el analista completa el sentido está
escuchando lo que piensa, no lo que dice el paciente.

Cuando Lacan hace referencia, en el seminario I del noble juego del ajedrez que
propone Freud, da cuenta de la dificultad de la transmisión de lo que sucede.

El descubrimiento freudiano se basa en su manera de estudiar un caso en su


singularidad (26).

El análisis, como ciencia, es siempre una ciencia de lo particular… el análisis es una


experiencia de lo particular (40). Esto es lo único universalizable dentro del psicoanálisis.

Esto es contrario a la mecanización de la técnica, porque no se puede universalizar


lo singular. Lo que intenta es identificar una conducta promedio acorde a un fin: es lo que
Lacan luego dirá que el psicoanálisis se basa en la dirección de la cura, no del paciente.
(Moral, valores, opinión personal, ideal de salud mental o bienestar).

La diferencia entre dirigir la cura y dirigir al paciente es que no dirigimos al paciente


en relación a un cierto ideal terapéutico que por más bueno que sea, es siempre impuesto.

Cuando hablamos de “salud mental” hablamos de un proceso que apunta a un fin.


Las definiciones de salud y de bienestar son generales y están culturalmente establecidas.
En términos generales, excluyen el malestar y el sufrimiento; hay que distinguir sufrimiento
de malestar: el malestar no se elimina nunca. El sufrimiento es para algunos sujetos un
estado necesario para acceder a una cierta verdad o dejar atrás un engaño que por
muchos años ha organizado una vida.

Nuestra época ha reducido el bienestar al confort, que no es lo mismo pero en la


actualidad son sinónimos. Antiguamente, cuando no se podía curar, el médico tenía la
función de confortar, es decir, no abandonarlo a la soledad del sufrimiento. Hoy en día es

24
sinónimo de comodidad que se traduce en prescindir de los otros: mientras menos tenga
que acudir a los demás, más cómodo estamos.

Pero el bienestar no necesariamente excluye al dolor que son inevitables para el


que vive, el asunto es cómo se las arregla cada uno con esa dificultad de vivir. No se
puede prometer el fin del malestar sino el poder arreglársela con eso que no funciona, que
fracasa, que no es como se quisiera.

En esta perspectiva, quien escucha, no sabe qué es mejor para el paciente.


Prescindir de ese ideal es un trabajo que tiene que implicarse el analista por su lado. Es
llevar adelante una práctica que desde el principio, el que escucha no sabe y no puede
decidir qué es lo más adecuado para quien habla.

Los estándares como tolerancia a la frustración, disminución a la ansiedad, etc.,


dependen de ciertos procedimientos que conducirían al logro de ese objetivo terapéutico,
el cual es previo e indistinto al caso particular.

Al ensayo previo de Freud, Lacan después lo formaliza como entrevistas


preliminares = El que viene a vernos como analistas no es un sujeto, es alguien a quien le
gustaría ser un paciente (16) Es un periodo de prueba donde se evalúa, donde el paciente
consiente o no la propuesta que se le hace.

Los médicos cultivan la psicoterapia. Pero dejan fuera la influencia que ejercen. En
cambio, la Psicoterapia psicoanalítica se sirve de ese factor, lo guía, lo refuerza es lo que
llamamos transferencia. Los médicos tienen ese “poder” pero lo dejan fuera de su
tratamiento.

El mecanismo de eso es la sugestión, la diferencia que propone Freud, cuando


abandona la hipnosis, es poner en el lugar de la sugestión a la transferencia, no por
equivalentes sino porque son radicalmente distintas. Esta suposición del saber de la
persona que consulta respecto del analista, implica una asimetría de poder justamente
establecida en lo que se supone que el analista sabe de lo que le pasa a esa persona.

La transferencia es un factor fundamental de la cura, la guía, la incluye y es parte de


la cura.

El uso que se haga de eso, sostiene una ética que cada práctica organiza
deontológicamente. El recurso a la sugestión es tentador por sus efectos rápidos. Tiene
efectos rápidos porque no demanda a quien escucha qué tiene que ver el síntoma con él.

25
El sujeto en la clínica no es un sujeto de hecho, sino un sujeto de derecho = la
primera incidencia clínica de la ética del psicoanálisis es el propio sujeto (37) Hasta que no
hay articulación de discurso no es sujeto. La primera incidencia clínica de la ética del
psicoanálisis es que se produzca un sujeto.

El sujeto con el que trabaja el psicoanálisis no es el sujeto de la ciencia. Lo cual no


podría haber sido sin Aristóteles.

La separación sujeto/objeto es lo que dio lugar a que emergiera el sujeto de la


ciencia, el cual se trata de dejar de lado.

Lo que queda fuera de la cuantificación estadística (lo no representado por el dato).


De ese sujeto se trata en el psicoanálisis.

Es un efecto, se produce, no es previo a la experiencia. A nivel de la objetividad el


sujeto no existe y es responsabilidad del analista crear, producir otro nivel propio al sujeto.
El sujeto es el efecto de una decisión.

Cuando quien habla es capaz de escucharse y juzgar lo que dice podemos decir
que hay sujeto. No es un estado que se alcanza y permanece para siempre, sino que es un
efecto que se produce. No es que el analista lo produce, lo que sería sugestión.

Hablamos de la ética del psicoanálisis porque no hay una ontología del sujeto… el
sujeto se constituye a nivel de la ética, se trata de decidir (alguien puede decidir olvidar sus
sueños, considerar sus lapsus como meros errores). Es una decisión consentir en
preocuparse de cosas tan pequeñas. Olvidar las llaves, confundir los nombres, recordar
cosas de la infancia, dar importancia a los disparates, etc.

Se trata de generar una instancia de decisión, la posibilidad de hacerse cargo por lo


dicho. Esto se acompaña del alivio de correrse de la posición de víctima. Pasar de víctima
a quien escucha y luego juzga lo que vive, genera alivio.

ONTOLOGIA: concierne a lo que existe, a los seres que se pueden enumerar,


contar, ver. Los seres son del orden de la ontología y la falta en ser del orden de la ética
(68)

El sujeto no es el ego (no es el Yo).

El yo está estructurado como un síntoma, no es más que un síntoma privilegiado en


el interior del sujeto… el síntoma humano por excelencia, la enfermedad mental del
hombre… una especie de escollo, un acto fallido, un lapsus (31-32)

26
No hay nada más impropio, más ajeno que el Yo. Quien viene a vernos se nos
presenta desde ese Yo y ahí es donde Lacan coloca la enfermedad mental. (“yo soy muy
sensible”… tanto que no siente más que angustia… sensibilidad como defensa contra el
deseo). Esa sensibilidad con la que se cubre el yo, con la que se viste, no es más que una
defensa contra el deseo. A causa de esa sensibilidad retrocedía cada vez que se
encontraba ante una situación donde tenía que escoger algo que no fuera deseable para
su vida.

El conjunto de identificaciones que recubren la nada que cada uno es, eso es lo que
hay que interrogar para que allí donde estaba el Yo, donde el Yo dice, haya lugar para el
Jé de la enunciación. Lo importante es no consentir ese Yo, se trata de interrogar eso que
parece dado, eso que parece y se considera cierto.

Aquello en lo que el sujeto está capturado, más allá del sentido de sus palabras, es
algo muy distinto: el lenguaje, cuyo papel es formador, fundamental en su historia.

Dice Freud respecto al material para comenzar, cómo comenzar la partida:


“cuénteme lo que sepa de usted mismo” (todos dicen que soy… soy donde soy dicho)

Se comienza de la forma más vaga posible, orientado a interrogar algo de la historia,


que es una gran molestia para muchos. Poder escuchar la historia de quien habla no tiene
interés en sí.

La historia no es el pasado, es decir, la historia es el pasado historizado en el


presente, porque ha sido vivido en el pasado (27)

Que el sujeto reviva (en el sentido afectivo), rememore los acontecimientos


formadores de su existencia no es en sí tan importante. Lo que cuenta es lo que
reconstruye de ellos (28- 29) No nos interesa la precisión biográfica, histórica, no es una
investigación periodística, una búsqueda para satisfacer nuestra curiosidad o el morbo de
quien escucha, sino que importa el discurso que construye alguien para dar cuenta de sus
orígenes, de los deseos en los que fue alojado y el modo en el que se posicionó respecto a
eso.

Se trata menos de recordar que de reescribir la historia. No buscamos recordar


todos los datos concretos a modo lógico.

“No esperar ni propiciar un relato sistemático… no ceder a la demanda de que se les


indique de que hablar” Es no engancharse en ese pedido de reciprocidad. Es hacerle lugar

27
al silencio, que pueden ser difíciles de tolerar pero porque angustia más al analista. Tiene
un papel fundamental, sostener la presencia del silencio, suspender, habilita la posibilidad
para que se desplieguen otras cadenas.

Juan (el caso de bulimia): silencio… pasan los minutos. Al cabo de unos minutos
dice que “alivio no tener que hablar” (separación del objeto oral/ papilla asfixiante/
anorexia). Había algo de la compulsión de tener llena la boca no solo de comida sino
también de palabras. En esta experiencia de poder vaciar la boca tuvo su resonancia más
adelante en relación con la comida: poder soportar la boca vacía.

Ana (una paciente muy dispuesta a acomodarse a la demanda del otro): “No sé qué
decir ahora”… sale 5 minutos… “Me he dado cuenta de algo” (estrago materno/ separación
=si me voy la dejo). Pudo por primera vez hablar de su dificultad que se encontraba
cuando fantaseaba separarse de su madre. Esa distancia puesta en acto y no en palabras,
le permitió pensarse desde otro lugar.

La psicoterapia no quiere agregar nada nuevo… se preocupa de la génesis de los


síntomas y de la trama psíquica.

HIPNOSIS = SUGESTIÓN = POR VÍA DI PORRE

ASOCIACIÓN LIBRE = TRANSFERENCIA = POR VÍA DI LEVARE

El primer pedido de la experiencia analítica es el de ser admitido como paciente (17)

La primera avaluación es hecha por el paciente: es él el que primero avala su


síntoma.

El acto analítico ya está presente en esa demanda de avalar, en el acto de autorizar


la autoevaluación de alguien que quiere ser un paciente.

(254/6) PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA: intelección del carácter inconsciente de


ciertos procesos anímicos que son la causa inmediata de los síntomas patológicos (≠
tratamiento sintomáticos, que busca simplemente quitar el síntoma)

… tratamiento psicoanalítico como una POS EDUCACIÓN para vencer resistencias


interiores (no para ser feliz)… sobre todo en lo que atañe a su vida sexual

VANESA OSSO

28
Proposición del 9 de octubre:
Empieza con la pregunta por la formación. Lacan dice que tenemos que estar
advertidos de los fenómenos de grupo, por eso deshacía sus grupos cada 2 años.

Ninguna enseñanza puede decir lo que es el psicoanálisis, esto refiere a lo real, a lo


que se puede bordear pero no completar, es en relación a la falta.

El psicoanálisis didáctico es un intento de liquidar lo competitivo, que pueda trabajar


con lo imaginario. Esto tiene que ver con los fenómenos imaginarios (competencia,
rivalidad, espejos que se producen y que están del lado del narcisismo), que al fin y al cabo
es el registro de lo diferente y algunas personas se sienten amenazadas por la diferencia y
la solución que encuentran es hacerla desaparecer. Otros que no se sienten amenazados
por esa diferencia pueden incorporarla en sus vínculos, en lo cotidiano, pueden hacer algo
con eso.

En relación a la falta, se pueden hacer un montón de cosas pero eso no alcanza


porque es estructural, más tarde o más temprano se vuelve a destapar. La falta atraviesa a
todos por igual y no hay ninguno que haya hecho mejor o peor con la falta, por eso el tema
de la autoridad no funcionan en psicoanálisis, en eso hay una igualdad. Entonces,
¿quiénes son los psicoanalistas didácticos y quienes no? Esas críticas, entre otras,
hicieron que el psicoanálisis didáctico no perdurara en el tiempo.

Se retoma lo del Sujeto Supuesto Saber. Lo conocido está en el inicio y en el final


como el ajedrez. En el principio está la transferencia. SSS, es el pivote desde donde se
articula. Un sujeto no supone nada, es supuesto. Está claro que nada sabe del saber
supuesto. La insistencia de Freud en recomendar en abordar cada sesión como si fuera
nueva, como si no se hubiera escuchado antes a ese paciente para no ir cerrando
sentidos. Esto porque el ser humano tiende a entender, a comprender y para ello tengo
que encajar lo que dice el sujeto en mis propios esquemas. La propuesta del psicoanálisis
es que no se trata de hacer equivalencias entre lo que el paciente dice y mis propias
estructuras.

El último dispositivo que Lacan intenta armar en esto de la formación del


psicoanalista es el dispositivo del pase, que también tiene muchos cuestionamientos. Es el
paso de psicoanalizante a psicoanalista; es el momento donde se puede autorizar como
psicoanalista. Hay un dispositivo de jurado frente a los que un analizante presentaría su
propio análisis, estos pasadores lo escuchan y lo que se intenta es ubicar ahí esos

29
momentos de análisis (atravesamiento del fantasma, rectificación subjetiva, etc.) para
poder decir que un analista ha llegado al fin de análisis o está cerca.

Uno de los problemas son los fenómenos imaginarios, sobre todo los de rivalidad y
competencia. Esto el psicoanálisis no los desconoce, no les teme ni los niega, más bien,
los trae sobre el tapete. Los jurados tienen que tener muy bien trabajado su narcisismo
para no temer a ese “nuevo” psicoanalista, la ilusión de poder que puede generar el ser
pasador o juez quien decide quien entra o no, etc. Es estar lo más advertidos posibles del
propio narcisismo, tendiendo claro que es una fantasía para tapar la falta y es algo que nos
afecta a todos.

“Por eso nunca atacaré las formas instituidas, ellas me aseguran sin problemas una
rutina que es mi confort” (psicoanalista de USA). Lacan cierra con esta frase porque
justamente es todo lo contrario a lo que está planteando. Lo acababan de echar de la IPA,
y hay que leerlo en clave de lo instituido y lo instituyente. Hay lo instituido pero eso no
quiere decir que no se pueda cambiar ni cuestionar. Plantea estos tres dispositivos pero los
cuestiona todo el tiempo. Por eso armaba la escuela y la desarmaba cada dos años. El no
cuestionar no permite el movimiento y se corre el riesgo de caer en una religión y tener
esos puntos incuestionables. La clínica es la que valida o no a la teoría.

Seminario 11: los cuatro conceptos fundamentales.

Clase XVIII: Del sujeto al que supone saber, de la primera díada y


del bien.
Vamos a complejizar más el concepto de pulsión, que es uno de los cuatro
conceptos fundamentales.

Formar analistas ha sido y sigue siendo la meta de mi enseñanza. Esto lo escribe


después del texto que vimos anteriormente; ya está un poco más armado para responderle
a la IPA. La formación en psicoanálisis es algo en lo que se tiene que trabajar mucho, no
es algo acabable. Es la clínica la que verifica o no la teoría.

Lacan habla de una idea de confianza. El sujeto/paciente que consulta se presenta


con una confianza en el analista. La confianza tiene como dos riesgos: el exceso por el
lado de creerse un dios y por el otro lado el abusar del poder que esa confianza nos puede
dar. Es por la confianza supuesta que el paciente nos tiene que nos viene a hablar. Lo

30
primero es el establecimiento de esa confianza, si bien es algo que se le supone, es su
trabajo mantenerla.

Al psicoanalista en su formación debería transmitírsele en torno a qué movimiento


gira esta confianza: el deseo del analista.

La transferencia es un fenómeno nodal, ligado al deseo humano descubierto antes


de Freud, olvidarlo (contra-transferencia) es evitar el meollo del asunto.

Con respecto al SsS ningún analista puede pretender representar ni aun


remotamente un saber absoluto. (p.240)

“Allí es donde está citado el analista. En la medida en que se supone que el analista
sabe, se pone también que irá al encuentro del deseo inconsciente. Por eso digo –y la
próxima vez lo ilustraré con un dibujito topológico que ya ha estado antes en la pizarra que
el deseo es el eje, el pivote, el mango, el martillo, gracias al cual se aplica el elemento-
fuerza, la inercia, que hay tras lo que se formula primero, en el discurso del paciente, como
demanda, o sea, la transferencia. El eje, el punto común de esta hacha de doble filo, es el
deseo del analista, que designo aquí como una función esencial. Y no me vengan a decir
que no nombro ese deseo, porque es precisamente el punto que sólo es articulable por la
relación del deseo con el deseo. Esta relación es interna.

En el texto sobre los Triebe y las Triebschicksale, las pulsiones y las vicisitudes de
la pulsión, Freud pone el amor tanto en el plano de lo real, como en el del narcisismo y el
del principio del placer en su correlación con el principio de realidad.”

El analista sabe sobre la dirección de la cura, que tiene que ir tras el encuentro del
deseo inconsciente y es la trasferencia lo único que le va a permitir ir hacia ahí. El deseo
del analista se articula con el deseo de quien consulta y eso puede dar lugar al trabajo de
análisis.

El concepto de pulsión es una creación del psicoanálisis (pulsión y sus destinos y


más allá del principio de placer). Para Freud es lo que distingue al ser humano, la pulsión
como un límite entre lo psíquico y lo somático, esto es, se asienta en el cuerpo (voz,
mirada, etc.). Es un gran esfuerzo por romper con la lógica binaria, de separación cuerpo-
mente. La pulsión no es instinto porque la relación con los objetos de satisfacción está
mediada por el lenguaje, por tanto, es siempre insatisfecha.

31
El “objeto a” es el aporte que Lacan formaliza y que no estaba conceptualizado del
todo en Freud y es el objeto de la pulsión.

Hay un momento mítico (no es algo cronológico) donde el Yo empieza a


relacionarse con los objetos (Ich) y éstos se van incorporando. Pero aparece otro momento
donde un objeto genera displacer y el sujeto rechaza eso (unlust). Pero para haberlo
rechazado primero tuvo que haberlo incorporado. Ahí es el momento donde construye el
objeto a, es algo que cae, que se rechaza pero que primero tuvo que ser incorporado por el
sujeto. El unlust es el objeto a y es lo inadmisible, displacentero. Para distinguir como No-
Yo a algo, primero tuvo que ser parte del Yo. El sujeto después lo desconoce a ese objeto
y ahí empiezan los problemas.

El sujeto empieza a conceptualizar eso como algo que viene de afuera, lo que
rechaza es del otro no de lo propio. Y ahí aparece la queja que podemos ver en análisis.

El objeto a en la psicosis queda como completamente afuera, por eso, por ejemplo,
esa voz se la escucha como impuesta de afuera. Para el neurótico es algo que se llama
éxtimo. La extimidad es algo que es íntimo y externo a la vez. El objeto a queda afuera por
ejemplo: los otros me van a mirar; pero la relación es interna, es el paciente quien le da
identidad a eso que viene de afuera. Se tiene que advertir que no es una relación dada
desde el afuera, de la realidad, sino que es el lugar que se le está dando, siguiendo el
ejemplo, el objeto mirada que primero fue del paciente y luego fue expulsado. Esa es la
prueba por el objeto a. El unlust es el lugar donde se construye el objeto a (inadmisible,
displacentero, no-yo, resto, lo siniestro)

32
Lo siniestro es lo familiar y externo a la vez. El ejemplo que da Freud es ver mi
imagen en el espejo donde parece otra persona que me resulta familiar y que en realidad
soy yo. Es eso familiar que conserva la cualidad de lo externo.

Esto es una forma topológica de explicar lo que Freud en el caso Dora interroga
¿qué es lo que tienes que ver en lo que te quejas?

Clase XIX: De la interpretación a la transferencia


La interpretación no está abierta a todos los sentidos. El efecto de la interpretación
es el surgimiento de un significante irreductible. Esto lleva su tiempo, no es algo que se
logre en una sola sesión. Se busca lograr vaciar de sentido el significado de esos
significantes que tanto le pesan al sujeto (ej. “todos me miran”). Son esas palabras que
pesan e inhabilitan.

En la interpretación es esencial que el sujeto vea, más allá de esta significación a


qué significante, sin sentido, irreductible, traumático está sujeto como sujeto. Es como
limar una piedra, sacarle exceso para sacarle peso. No es hacerla desaparecer sino darle
forma. Un significante irreductible es que ya no se puede vaciar más (limar más) pero no
es que desaparece. Siguiendo el ejemplo, no es que de repente no le importe más la
mirada del otro sino que ya no importa tanto.

En consecuencia, podemos decir que detrás del amor llamado de transferencia está
la afirmación del vínculo del deseo del analista con el deseo del paciente. Es lo que Freud,
con un rápido juego de manos, presentó como engañabobos cuando dijo, a fin de
reconfortar a los colegas: después de todo, no es más que el deseo del paciente. Sí, es el
deseo del paciente, pero en su encuentro con el deseo del analista. P.262

Esta referencia al amor, que es lo que hemos trabajado en la mesa redonda, el de


nada por nada, el encuentro del deseo del paciente con el deseo del analista que
recordemos se trata de una función. Es importante que estén estos dos términos, si una de
las dos falta, hay algo en orden del análisis que no se puede dar.

Que el deseo del paciente falte, hace referencia a que no siempre está el deseo de
análisis, no a que el paciente no tenga deseo. Es decir, el tener que pasar por la
rectificación subjetiva, que da lugar a la entrada al análisis, no es algo que todos los
sujetos estén dispuestos, a hacerse una pregunta, a cambiar de posición, en el sentido de
que eso de lo que tanto me quejo, que tanto me molesta, tiene una parte mía. Que el

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objeto a sea éxtimo, implica que hay lo propio en eso y tiene que haber un posicionamiento
de disposición a ceder ese goce (permitiendo el deseo).

GABRIELA MANITTA

La conferencia en Ginebra sobre el síntoma- Lacan (1975)


Hay un giro importante de muchas enseñanzas. El conocimiento nace del encuentro
entre el observador y lo observado, aquello que queremos comprender de la realidad es lo
que de la realidad nace y se recrea a propósito de esto que queremos conocer. De allí la
necesidad de no comprender en la clínica porque el fenómeno observado es lo creado por
efecto de la comprensión.

Un acontecimiento no tiene un valor universal sino que su efecto es singlar. Lo


traumático es la interrupción, el quiebre que impone el acontecimiento, esta exigencia de
trabajo que implica encontrar un significante nuevo porque aquello con lo cual podíamos
cifrar la realidad ya no sirve, ya no es útil, no alcanza para significar lo que ha acontecido.

Se fuerzan las coordenadas de pensamiento conocidas para dar cuenta de un


fenómeno desconocido. Hay un cierto apuro por cifrar. La propuesta desde el psicoanálisis
es dar un tiempo de espera, un soportar la incertidumbre para poder significar. El apuro
obedece muchas veces a un trabajo de defensa de volver familiar o conocido lo
radicalmente extraño. Esto último puede funcionar o fracasar, pero no necesariamente
orienta.

(118) El hombre tiene un cuerpo y luego (o en relación a eso) está capturado por la
imagen de ese cuerpo.

Que tengamos un cuerpo significa que no lo somos. Ese cuerpo que tenemos no lo
tenemos en calidad de propiedad, que es como se nos dice que debiéramos ocuparnos del
cuerpo que tenemos (cuídalo, no fumes, hace ejercicio, etc.). Lacan hace referencia a la
incidencia significante a la relación que a cada uno de nosotros tiene con eso que decimos
que es el cuerpo que tenemos.

El complejo de Edipo es el recurso al que recurre Freud para explicar la


metaforización de la naturaleza por la cultura. A esa sustancia viviente que es cada uno de
nosotros cuando es arrojada al mundo, será hablado por Otro y de ese modo humanizada.
La madre es quien hace hablar a ese ser, a ese resto. De acá la imagen de la mujer como

34
la mejor o peor psicoanalista: es un modo similar a quien desempeña la función materna,
es hacer hablar a esa sustancia que al comienzo de la vida es un pedazo de carne.

Según la operación significante que se produzca o no para hacer hablar a ese que
chilla es que se es sujeto o desecho/resto. Las mamás conversan con los bebés, es el un
gesto de hospitalidad. El primer gesto es alojar al viviente en el vientre. Ergo, alojar no
puede ser una obligación. La hospitalidad es originaria y es originariamente voluntaria. Lo
característico de la hospitalidad es que quien aloja no aloja cuando quiere y a quien
conoce, sino a otro en calidad de desconocido, de extraño. Es un gesto de apertura a lo
otro, ese gesto el que la mujer aloja al feto y luego la madre aloja al bebé. Se hospeda en
la medida en que es un absoluto desconocido y llega cuando quiere (concepción antigua
de hospedar). Esto juega la hostilidad, puesto que el otro, en tanto que otro también
representa una amenaza.

Para que la madre haga hablar al recién nacido tienen que darse dos cuestiones
opuestas. Una es la familiarización del extraño recién nacido. Lo primero que se suele
hacer es buscar semejanzas con lo familiar (se parece al papá, tiene los ojos de mamá, la
nariz del hermano, etc.) ese tramado imaginario que se hace sobre la imagen del recién
nacido es un trabajo que apunta a familiarizarnos con lo completamente otro del recién
nacido. Pero esa familiaridad tiene un límite, sino se lo puede reconocer como extraño y
darle la posibilidad de aparecer como otro, lo que se produce son los fenómenos de
captura del niño en el fantasma materno. Uno de los destinos posibles para un niño es
quedar capturado en el fantasma materno, siendo eso equivalente al objeto del fantasma
de la madre. En esos casos, el niño nunca llega a ser algo distinto a la mamá, es parte de
su discurso.

El no, suele ser una de las primeras palabras que el niño aprende a usar, es una de
las primeras barreras de distinción yo no-yo.

La función materna, entre otras cosas, asume la tarea fundamental de suponer, en


ese pedazo de carne que chilla, un sujeto. Una vez abandonado el vientre femenino cada
uno es alojado en un nombre, que es el otro gesto de hospitalidad.

La función paterna es aquella que articula lo simbólico y lo real en el nombre. Más


allá de quien ocupe la función, lo que cuenta es el recorte que hace el padre del niño del
objeto de la madre, es otra cosa que el fantasma materno.

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El nombre es un significante que no tiene significado, no predica nada del sujeto
excepto que es distinto de aquella que lo parió.

Entonces, tener un cuerpo no es algo que se produzca como consecuencia de nacer


humano. El resto de las especies que se comunican y no hablan, son un cuerpo, en
cambio, nosotros tenemos un cuerpo. La posibilidad de hacerse de un cuerpo, para
nuestra especie, en parte también se debe en esta pre-maturación que demanda un
cuidado intensivo de Otro durante años.

Lacan interroga esta sensación de familiaridad y de extrañeza de quienes hablamos


de nuestro cuerpo. El hombre es capturado por la imagen de su cuerpo y el mundo en el
que vivimos está hecho a la imagen del propio cuerpo. Esa imagen adquiere su peso por la
vía de la mirada.

Corporeifica su mundo (lo hace cosa) a imagen de su cuerpo.

La fragmentación biológica que caracteriza la experiencia de cuerpo al comienzo de


la vida, el niño se precipita a una imagen de sí completa que le proporciona el Otro. Hay
una imposibilidad para el recién nacido o niño pequeño de hacer que ese organismo
responda a “algún tipo de mando central”, a diferencia de otras especies que en cuestión
de horas ya pueden estar caminando. La cría humana, al comienzo de la vida, es un
manojo de impulsos que no tiene una organización si no es con el auxilio de los cuidados
pero también de la palabra de otros. Y ese auxilio que presta el otro, es también mediando
la palabra, puesto que a la hembra humana no la guía el instinto, ella también necesita del
auxilio de otras que le ayuden a entender eso sin ley que le acontece.

La madre va nombrando, hace del llanto una demanda articulada en significantes.


Mediando el nombre, o en torno a eso, es que un niño pequeño se apropia de sí siendo él,
es el estadio del espejo, haya espejo o no. El reflejo de sí lo puede reconocer en las
palabras de otro. Eso que los otros dicen que es, es el espejo. Esa imagen elaborada en el
discurso del Otro que lo habla como siendo “pepito” es que el niño se precipita, se
identifica a eso que dicen que es desde la fragmentación originaria de ese organismo que
se constituirá en cuerpo por efecto del lenguaje. El nombre posibilita localizarse en el
discurso, no es que predique algo de lo que somos puesto que nadie puede dar cuenta de
lo que es a propósito de su nombre.

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El cuerpo que tenemos adquiere su peso vía la mirada. Eso es lo que llamamos
identificación y está mediada por la palabra. La mayoría de lo que piensa el hombre se
arraiga ahí.

El pensamiento es un enviscamiento en la medida que la mayoría de lo que piensa


el hombre se arraiga en esa imagen de sí que corporeifica su mundo. Cada uno habita un
mundo a imagen y semejanza de sí. Advierte, entonces, que el analista tiene que tener
cuidado por esa cosa que lo capta narcisísticamente en el discurso del analizado. Esto es,
en la transferencia, el riesgo constante es el de ser capturado, el quedar capturado como
analista en esa imagen de sí con la que cada uno habita el mundo.

De hecho, la demanda de amor es, entre otras cosas, de que se le confirme esa
imagen con la que cada uno se localiza en el Otro. Se demanda que se le confirme el lugar
desde el que se presenta y a esa demanda no hay que ceder. Por ejemplo: la persona que
llega quejándose de que todos lo cagan (el jefe, la esposa, etc.), de que todos lo
perjudican. Esto de ser cagado es una posición de goce y, a pesar de quien vino a
pedirnos ayuda quiere dejar de sufrir eso, paradójicamente lo que demanda es que le
confirmemos esa imagen de sí, lo que dice creer que es.

Como partimos de la premisa que el efecto de hablar es la falta en ser, la


imposibilidad de localizar en el fondo o en el interior de lo que quiera que consideremos
que somos, una esencia que nos haga esto y no lo otro, como el lenguaje nos aliena de
esa posibilidad de ser, lo que se nos presenta, como el paciente se nos presenta, son las
identificaciones que ha hecho de sí, que implica este trabajo de alineación a los
significantes que el Otro ofrece para localizarnos. Es fundamental para la humanización y
paradójicamente es alienante.

El poder cuestionar esa identificación, como ser al que siempre cagan, le permite
correrse de ese lugar. Haciendo caer esas identificaciones no es que vamos a alcanzar lo
auténtico, sino el soportar, justamente, el vacío, esa verdad particular que se desprende
del hecho de que no somos más que aquello que creemos significar para otros.

Esa invención, implica la posibilidad de que quien habla pueda localizarse respecto
de lo que dice. Esto es, poder salir del plano de la comunicación, donde alguien habla yo
entiendo y le respondo y el otro me comprende, etc. Pero en análisis, de la articulación
significante se desprenden sentidos que son singulares. Por eso decimos que podemos
curar con la palabra o tiene efecto terapéutico, porque somos efectos del lenguaje. No hay

37
clínica sin palabra, ni siquiera clínica médica. Lo que distingue a una clínica de otra es el
estatuto de la palabra pero no hay clínica de lo humano sin palabras.

El cuerpo que tenemos es siempre mediado por la palabra y la palabra de otros.


Tenemos un cuerpo hecho de los significantes que están en el Otro. En ese sentido ese
cuerpo es familiar y extraño, y eventualmente nos sorprende, nos angustia y nos deja
perplejos lo que ahí sucede.

No tiene idea de lo que sucede en ese cuerpo (ejemplo: la cicatrización, que es


algo que funciona solo, no depende de la conciencia ni la atención.)

Ese cuerpo es también el lugar del Otro en tanto que recibe una marca. El cuerpo,
marcado, atravesado por los afectos que le vienen de eso que siente, es decir, por los
afectos que son efectos de un decir que lo atraviesa.

El cuerpo, como lugar de los afectos, está atravesado por ese decir que al mismo
tiempo nos permite apropiarnos y decir que lo tenemos y también nos aliena o nos hace
extraño simultáneamente. No hay sentimientos si no es por el lazo o con la mediación del
otro: cuando decimos que estamos triste, esa sensación es atravesada y nombrada desde
lo Otro.

Con las mimas palabras que un poeta hace poesía, un publicitario hace publicidad:
las cadenas de esos significantes, la combinatoria que dan lugar a un discurso son
singulares, por eso es preciso poner en palabras qué es la tristeza para ese sujeto; pero no
se trata tampoco un trabajo de racionalización en donde no necesariamente esté implicado
el sujeto. La mayor parte de lo que pensamos es imaginario, no hay necesariamente allí un
sujeto implicado.

A partir del seminario 19 dirá que el inconsciente es el discurso del cuerpo, el lugar
donde antes estaba el Otro ahora está el cuerpo. Pero es un asunto más complicado del
que no vamos poder abordarlo.

Quien trabaja en un análisis es quien puede dar forma a una demanda y advierte
que la queja o pedido inicial tiene que adquirir una demanda antes de que se formule la
regla fundamental y pasar al diván. Si nos apresuramos a acostarlo en el diván puede que
el tratamiento fracase si no se ha establecido la demanda de análisis.

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Se pone a prueba eso que dice que lo hace sufrir. La demanda de análisis es el
producto de la aparición del sujeto, cuando se vincula con lo que dice, antes de eso no hay
demanda sino queja.

Cuando la persona que habla toma posición, se vincula respecto a lo que dice, ahí
aparece el sujeto que no es lo mismo que la persona quien consulta. Es en ese punto
donde empieza un análisis.

Desde el comienzo de la existencia del viviente, la demanda implica al Otro. La


función del analista es ocupar el lugar que corresponde para que sea formulada la
demanda de análisis. La demanda implica al otro porque se trata primero de establecer
qué se demanda es lo que se pide, es decir, la demanda es demanda de interpretación.

Se tiene que articular con los significantes que le son familiares a esa persona.

Para poder considerar que se ha establecido una demanda de análisis, tenemos que
precisar por qué viene la persona y qué lectura hace respecto de aquello que le pasa.

Lo segundo, es que es necesario poder discernir qué quiere en relación al asunto


del que consulta. La condición es que quien habla quiera saber por qué le pasa aquello
que le pasa. Tiene que haber pregunta, la cual no se responde desde la causalidad, para
que podamos constatar que esta persona que entró al consultorio consultando por lo que le
ocurre y se pregunta sobre lo que le pasa y que quiere saber qué tiene que ver consigo
eso que le pasa.

Lo tercero, es que es preciso al menos tener una hipótesis respecto a qué figura del
Otro se dirige la demanda. Es preciso, no identificar la persona del analista a la figura del
Otro. No estamos, como analistas, en calidad de sujeto, es decir, que el lugar que
ocupamos depende de la articulación de la demanda de esa persona en particular.

Constituir un amo en el lugar del Otro, en el caso de la Histeria, es para después


poder constituir un esclavo. Si nos las creemos (esto de que todo lo sabemos, podemos
resolverlo todo) terminaremos construyendo nosotros la demanda. En el caso del
Obsesivo, como en el caso solo Una, si nos creemos esa posición, no va a permitir que
surja la demanda. En el caso solo una, la movida del analista que permite que haya
demanda de análisis consiste justamente en no responder desde el supuesto saber.

Después de formular la importancia que se formule la demanda de análisis, nos


advierte que para captar la particularidad del caso no hay que encasillar el caso, refiere a

39
sentir lo que enfrentamos sin “refugiarnos” en la “experiencia”. La dificultad está en tolerar
la propia ignorancia respecto a la particularidad del propio caso, el tolerar que no se sabe.
El obstáculo es la experiencia, porque nos hace querer encasillar, puesto que nos alivia de
la angustia de no saber.

La angustia del analista es un obstáculo en el punto de que cuando encasilla no


permite que algo pase, se evita que acontezca algo del orden de lo inesperado. La
neurosis tiene la fantasía de que nada va a pasar. Sintomatizar eso que no cesa de
reescribirse es la posibilidad de interrogarlo.

(122) Lo exigible es haber pasado por esa experiencia… ¿cómo transmitirla si uno
mismo no se sometió a ella?

Avanza en la dirección de distinguir la escucha analítica de cualquier otra forma. La


diferencia es que el analista lee donde escucha. Es decir, puntuamos lo que escuchamos
para poder leerlo. Según donde se pone el punto es lo que se interpreta por aprés coup. La
interpretación siempre viene del lado del paciente, puesto que si no lo interpreta él no tiene
valor de resto inconsciente.

El analista señala, la interpretación la hace el paciente. Todo el tiempo hacemos ese


ejercicio de distinguir la interpretación del analista, de acuerdo a su fantasma, de la
interpretación del paciente. Por eso, entre otras cosas, trabajamos con las palabras del
paciente, las palabras son las que usa quien habla. Más allá del auxilio que el analista
pueda aportar para nombrar algo del orden de lo fantasmático.

Donde eso/ello era…) Yo debe advenir (dice de lo dicho).

(123) El inconsciente no es simplemente por ser no sabido: no hay necesidad de


saber que se sabe para gozar de un saber. Es esto de hacerlo sin saber por qué, cuando
se formula la interrogación desde su lado es una pregunta de análisis ¿por qué no puedo
dejar de hacer esto? Lacan está tratando de interrogar un asunto que forma parte de los
pilares del psicoanálisis, para poder trabajar con el lenguaje y la palabra, es preciso
desmitificar la idea de que el inconsciente es algo que estaba oculto allá en el fondo,
escrito a la sombra y había que traerlo a la luz de la consciencia; como si fuera algo que no
se supiera. Lo inconsciente es lo que se articula en el análisis, lo que cambia es que allí
donde no se distinguía el sujeto de la enunciación es que quien habla es el que modaliza
su posición respecto a lo que está diciendo.

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Si en un primer momento uno tenía que evocar al sujeto, cuando esa persona entró
al análisis es esa misma persona la que va a decir “Mirá lo que acabo de decir”, es la que
se sorprende escuchándose hablar desde otro lugar. No es nada del otro mundo el que
estemos hechos de palabras, lo que asombra es que de esto no se haya hablado antes.

Los síntomas, sueños, fallidos: el enunciado sólo adquiere por las explicaciones de
un sujeto.

(124) ¿Qué son los sueños sino sueños relatados? Sólo en el proceso de su relato
se lee su sentido. El relato de la propia historia no es lo periodístico sino cómo se cuenta,
qué lugar se asigna o no y cómo se relata a sí mismo en esa historia. Por eso no vamos a
verificar tal o cual cosa.

El viviente no se humaniza hasta que no es hablado, por más de que hable, porque
puede aprender a hablar como un lobo.

Inconsciente: es la manera que tuvo un sujeto (no hay otro que el que está divido)
de estar impregnado por el lenguaje, la manera en la que fue deseado, este es
verdaderamente el texto de nuestra experiencia cotidiana.

Un modo de hablar que lleva la marca del deseo del Otro. No hay humano sin Otro.

En la particularidad de cómo el niño fue hablado, está la marca de cómo fue


deseado. De eso habla la gente en el consultorio. Hay que saber escuchar qué cree este
sujeto que fue para el otro. No es símbolo sino sentido y ese sentido se interroga.

En el encuentro de las palabras y su cuerpo donde algo se esboza. Si no hubiera


palabras de qué podría testimoniar el hombre: allí se ubica el sentido. El sentido es lo que
se produce entre el encuentro de las palabras, el Otro y su cuerpo. Lo que Lacan reconoce
innato es el anudamiento entre la palabra y el cuerpo.

Esa lengua, en la que alguien recibió una primera impronta, la palabra es equívoca.
La-Lengua sostiene al lenguaje (de lo cual se constituye el inconsciente), que cobra el
estatus de sistema gramatical. La-Lengua es eso que se esboza en el encuentro de las
palabras y el cuerpo.

En la primera impronta, esta marca del discurso del otro, una palabra es equívoca,
esto es, que el sentido que de aquí se desprende no se corresponde al símbolo sino que
depende de la historia en la cual cada quien es hablado. La palabra es equívoca porque

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hay La-Lengua y esos primeros efectos del atravesamiento del cuerpo con el lenguaje
tiene en cada quien efectos singulares.

Los síntomas tienen un sentido y solo se interpretan correctamente en función de


sus primeras experiencias. El “laleo” del viviente obtiene satisfacción y tiene una
resonancia en el cuerpo. Se suele decir La-Lengua materna porque la primera
“conversación” en la que está implicado un infante es la que se produce entre él y la
persona que se ocupa de los primeros cuidados. En la medida en que entra en esa Lengua
puede salir de la lengua materna y puede recortarse.

Contratransferencia o deseo del analista


Veremos por qué no trabajamos con la contra-transferencia desde la perspectiva
lacaniana.

Contratransferencia:

Es un concepto desde el psicoanálisis ortodoxo post-freudiano que actualmente se


utiliza en algunas orientaciones como la kleiniana e implica o hace referencia a la
participación el analista en el tratamiento a partir de sus sentimientos, opiniones, ideas, es
decir, lo que analista asocia libremente sobre el paciente, lo hace jugar como parte del
material del paciente.

Desde Lacan vimos que no es que el analista no tiene que sentir nada sino no
ponerlo en juego, el poder distinguir algo de la asociación del analista de algo del material
de paciente.

Los post-freudianos hacen jugar, en la relación terapéutica, lo que corresponde al


fantasma del analista. Hay un compromiso del analista (afectivo, dentro de la situación
“relacional”). Se trabaja de Yo a Yo. En el caso de Margarett, el paciente, después de
hacer una presentación, en realidad es ella misma y algo que le sucedió a ella misma en
su análisis. Cuando Margarett vuelve al análisis después de la muerte de su madre, el
analista dispara esa interpretación: “usted se siente culpable por haber hablado en público
un tema que es de mi interés”. Lo que el analista le dice al paciente es lo que ella siente,
pero se lo dice a cuenta de la paciente: usted siente que yo siento tal cosa.

Hay dos personas en juego y cada una de estas personas, que forman parte de la
relación terapéutica, están igualmente autorizadas a interpretar lo que de los afectos
propios se juega ahí. Esta noción de la contratransferencia va de la respuesta “total” del

42
analista al “abandono”. Si el analista, en un tratamiento, asume ese lugar maternal de
cuidado y contención de paciente en algún momento se terminará abandonado a su propia
suerte al paciente, porque en el transcurso del tratamiento se ha representado para el
paciente esta función nutricia que no da lugar a la finalización, que alimenta un tratamiento
interminable, que no puede hacer nada por sí mismo; de la falta no aparece nada, sino
todo lo contrario, el analista completa cada vez que aparece algo en torno a la falta. Le
hace saber cómo es ser buen paciente, le ofrece la posibilidad de completarlo.

Interpretación:

Hay una distinción entre efecto y eficacia. Generalmente el efecto es sugestivo (de
ego a ego), donde puede parecer exitosa en la medida en que sostiene ese efecto
sugestivo, por eso Freud abandona la hipnosis. Lo sugestivo tienta con que hay un saber
logrado en el analista: yo sé lo que usted no sabe, lo que le pasa es esto. Alivia porque
permite restaurar la unidad narcisista ante la angustia que genera el sentimiento de
fragmentación, el problema es que poco tiempo después se cae en la cuenta de que no se
ha hecho el duelo (en el Caso de Margarett).

La transferencia no recurre a la dimensión intersubjetiva (yo comprendo, me pongo


en su lugar, lo entiendo, etc.) que consuelan pero no necesariamente lo confronta al
paciente con la pregunta respecto a lo que le ha acontecido. No se responde a la
demanda. La demanda de amor se satisface con otra demanda, como el modelo
paradigmático de la relación del bebé con la mamá, cuando llora no es solo pro la leche,
demanda esa presencia que también implica una demanda, demanda de ser algo para
alguien. El analista está muerto pero ocupa el lugar de objeto, es decir, el deseo del
analista es el de analizar.

Si el deseo es el deseo de analizar y el analista está en el lugar del muerto,


entonces, el deseo del analista es el deseo que el analista convoca en calidad de objeto, lo
que pone en movimiento en el lugar de objeto causa. Y eso se singulariza en cada caso e
incluso en distintos momentos del mismo caso. Por eso, no se sabe hasta que el paciente
no hable. De eso depende la maniobra del analista en la relación trasferencial de cómo en
el lugar de objeto, causa un deseo que no es un deseo de tal o cual cosa, sino el deseo de
desear.

Es condición para sostener un tratamiento que el paciente o analizante esté en


condiciones de hablar, justamente porque ello permite la circulación del deseo. Poner a

43
circular la palabra, convocar a un decir puede costar mucho trabajo con personas en
estado de melancolía, duelo, etc., pero es la condición necesaria para que circule el deseo.

La eficacia de la interpretación depende también del corte, porque se puede gozar


del bla, bla que sin un corte no hay posibilidad de lectura sobre lo dicho, no hay posibilidad
de posicionarse respecto a lo que se dice.

Efecto Eficacia

Sugestivo (de ego a ego) Transferencia no intersubjetividad

Instantáneo: devuelve al sujeto a su unidad Demanda: de saber (qué es para el Otro)


yóica Ej. Quiz

Restaura unidad narcisística Alienación (significante)/ Separación (del


objeto a)

Fragmentación imaginaria, desamparo, Operación analítica: distancia Ideal y a.


identificación.

Deseo del analista:

Tiende a la separación.

En sentido opuesto al del plano de la identificación. Es decir, la apuesta por el


deseo, mantiene la distancia entre el ideal y el objeto, a la pregunta qué soy yo para el otro
que se despliega en el discurso del paciente, no se responde porque la respuesta amorosa
proporciona siempre una solución o destino identificatorio que está en la dirección opuesta
de lo que queremos producir, que está en el orden de dejar esa pregunta en suspenso. La
interpretación no puede ponerse en juego nada que tenga valor de respuesta.

Como efecto de la falta en ser, el sujeto va en búsqueda de elementos significantes


que pueda aislar en el campo del Otro como brindándole una repuesta que suture eso que
justamente está destinado a quedar vacío, esto es, una definición de lo que soy para el
Otro. Como interpretación, entonces, no debiera proporcionarse una respuesta en ese
sentido.

Esto puede llevarse a cabo es únicamente no sabiendo (si es bueno o malo lo que
tare el paciente). Solamente no sabiendo es que se puede maniobrar y es difícil no saber si

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se cree, si se tiene fe en el estudio. Lo que engaña, lo que hace que el analista se
enganche en la demanda del paciente es creer que sabe lo que necesita el analizante.
Pero el analista tiene que des-oír el creer que sabe qué es lo bueno para el paciente.

Un abrazo por ejemplo, no surge de la angustia de la analista, no responde a una


necesidad del analista sino a una intervención calculada. El abrazo tiene una función de
borde, alivia en la medida en que los brazos hacen límites cuando la angustia desborda.
En ciertas circunstancias, el abrazo como acto, es más eficaz que el decir. Pero ese acto,
una acaricia, un tomar las manos, etc., no establece una relación de Yo a Yo. El gesto no
puede ser aleatorio o espontáneo aunque parezca, se justifica únicamente por su eficacia
en el lugar del decir, lo que la palabra falla en situar muchas veces el gesto lo sitúa con
más exactitud. Pero tiene que estar claro para el analista.

Contratransferencia:

El objetivo de estos análisis era reeducar la modalidad de satisfacción del paciente;


según el modelo de la fase gentillal. Es una correcta adaptación a la realidad, quien sabe
qué es la realidad es el analista y no tan solo sabe qué es la realidad sino que identifica en
cada caso de qué modo puede su paciente adaptarse mejor.

Una interpretación puede tener efectos sin ser eficaz, esos efectos son sugestivos y
se desprenden de la idea que el analista se localiza en un lugar de saber. El paciente se
dirige al analista para tener un saber sobre su sufrimiento y el analista al responder desde
ese lugar de saber supuestamente validado puede tener un efecto des-angustiante pero al
precio de la dependencia, puesto que el saber siempre queda del lado del analista.

El deseo del analista tiende a la separación, en sentido opuesto al del plano de la


identificación. La operación, en la orientación lacaniana, va en sentido inverso, puesto que
se interrogan esas identificaciones con las que el paciente llega que supuestamente dice
quién es, para dar no con la esencia que no hay sino con un conocimiento que no se salva
desde el lado del saber formalizado. Se apunta a hacer caer esas identificaciones con las
que el analizado se presenta para que pueda él mismo interrogar, en lo que dice, eso que
hace, a lo que no sabe y que sin embargo determina no solo elecciones o posiciones
respecto de los otros y de lo propio, sino que determina también las posibilidades con las
que alguien cree que cuenta o no para arreglárselas con el deseo o la angustia.

45
Esta diferencia absoluta que se propone, apunta a una diferencia absoluta a la que
el amor, en su vertiente imaginaria, combate. El amor en lo imaginaria es siempre de lo
mismo.

Evitar las respuestas de contratransferencia y someterla a análisis, tiene por


finalidad ahorrarle al analizante esa pérdida de tiempo y dinero que representaría una
respuesta por parte del analista que completara con el saber eso que de su
desconocimiento es fundamental para poder permitir que circule el deseo.

Con una respuesta amorosa podemos convertirnos en analistas inolvidables,


podemos tener reconocimiento por parte del analizado, aunque también con el odio que es
la contra-cara del amor.

El atravesamiento del fantasma es pasar de la impotencia de no saber a la


imposibilidad que se habilita sabiendo, sabiendo lo que no puedo. Digamos que hay la
limitación estructural por lo que de real hay en esa falta en ser. Hay un no-todo imposible
de colmar por la vía de las identificaciones. Al mismo tiempo, esa falta es posibilidad de
circulación del deseo. Ese atravesamiento implica encontrarse con algo sin remedio que no
obstante no implica una fatalidad, más bien, es un modo de andar en la vida. Es hacerse
cargo y quien lo atraviesa no puede decir que no sabía nada de eso.

Se enlaza con la pulsión

Obra más allá de lo imaginario, se articula a lo real.

Localiza su acto en la topología del objeto a: opera por no pensar.

Impone como búsqueda una diferencia absoluta que el amor rechaza: no completa.
Divide.

Duelo por el amor: renuncia al objeto (relación vivible/nuevo amor).

Maternalización: rechazo del duelo

Sólo estamos de duelo por alguien de quien podemos decirnos “yo era su falta”. No
sabíamos que por eso le éramos preciosos e indispensables.

En cada pérdida se actualiza la confrontación de cada uno con ese agujero que
podemos llamar también desamparo, con esa pregunta de qué soy para el otro, eso es lo
que se pierde.

46
Hay una interrogación por parte del analizante de qué supone para el analista, cómo
tiene que comportarse, hablar, etc. El no responder a esa demanda de significación
constante, en esos momentos de vacilación fantasmática, donde el analizante intenta o
busca hacerle producir al analista algún signo, alguna señal que le signifique como siendo
algo para el analizante, sostener esa incógnita es lo que le permite al analizante seguirse
interrogando.

El trabajo de duelo es paradigmático de esta modalidad de trabajo que se propone


esta orientación de psicoanálisis, porque implica la confrontación de un sujeto con una
ausencia que debe inscribir de algún modo en lo simbólico para volverla tramitable, pero
que en esa modalidad de inscripción pone sus singularidad de significación respecto a la
falta.

De la pérdida original con la que comienza cada vida, da cuenta el nombre propio,
que es también un lugar vacío, pero que nos aloja (la hospitalidad del nombre propio), nos
posibilita un lugar y eterniza esa localización más allá de la muerte.

Cuando alguien muere, la lápida con su nombre no lo hace presente, pero da cuenta
del lugar, del sitio de su ausencia. Ese lugar vacío que deja quien amamos, es imposible
reemplazarlo. Hacer duelo no es dejar vacante ese lugar para rellenarlo con otro, más bien
es arreglárselas para hacer con una ausencia que es incurable.

Para poder llevar adelante un duelo tenemos que nombrar lo perdido, el nombre de
aquél o aquella que ya no está, nos enlaza, nos localiza a cada uno con lo que cada quien
perdió cuando esa persona murió. Es la metáfora de la inscripción en lo simbólico de una
ausencia en lo real. De esa ausencia, cada uno de los que pierde a quien se fue, tiene que
elaborar simbólicamente de qué se trata ¿qué perdí con esa persona? Lo que perdí es el
lugar que yo ocupaba en el deseo de ese quien ya no está.

Angustia: emergencia de la falta.

Otro barrado: podemos faltarle

Extracción del objeto a: paradigma destete (da lugar a la palabra y al deseo)

Duelo: inscripción simbólica de una ausencia real (actualiza desamparo original y


posibilita reposicionamiento subjetivo frente a la pérdida)

Significante: marca lo real. Lacan: todo lo racional es real/todo lo real es racional.

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La madre: “se trata precisamente de la madre en el plano de la transferencia,
particularmente en el análisis realizado con Winnicot, advirtiendo que una falta no tenía
posibilidades de instalarse” (p.90-91)

Esta función maternante de los pacientes que representa la contra-transferencia,


consiste en ahorrarle al paciente la confrontación con la falta. En el caso de Margaret,
dificultó el duelo porque no la confrontó con la falta. Nuevamente, retomemos la escena de
Matrix donde se le ofrecen las dos píldoras: no podemos más que invitar y si quien
consulta no hace declinar su decisión de avanzar por el terreno de lo real, esa decisión se
respeta.

Como en el caso Solo Una donde a partir del lapsus que en lugar de nombrar a la
novia nombra al padre y también la cintura del terapeuta, se le ofrece dar cuenta de lo que
dijo, consentir esa posición.

Madre: el ser que hace hablar al ser que habla.

Kristeva: hace hablar… como en chiste (hacer lugar al equívoco)

Madre es la que supone un sujeto allí donde hay un objeto a que tanto convoca el
brillo fálico como su calidad de desecho. Es suponer a un sujeto allí donde no hay más que
llanto, un llanto que es indescifrable en un primer momento y que puede comenzar a
cifrarse a partir de las “soluciones” o “respuestas” que se le van haciendo, si funciona la
madre enuncia y se comienza a constituir la demanda en los términos de quien va
nominando (de la madre).

Un hijo completa tanto como barra a la madre. Lo que se encuentra una madre con
un bebé es con lo que le falta más que con lo que tiene para dar. La función materna es la
que hace hablar al ser que habla a propósito de una conversación que lo incluye en los
intervalos. Todos esos ruidos que hace un bebé, la madre le otorga cierto valor significante
y cuando ella calla, el bebé que hasta ahora no habla sino que hace ruidos (vocablos,
balbuceo) tiene la ocasión de participar en una relación donde hay otro que a veces
consigue nombrar lo que sucede pero que también carece de un significante que abroche o
cierre el universo de sentido. Ese trabajo lo hacen casi todas las madres de manera
espontánea, porque esa capacidad de humanizar a esa cosa que llora, posibilita tejer un
velo sobre eso que la condiciona y que puede ser horroroso al comienzo de la vida (el
desamparo extremo).

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La angustia del desamparo no se resuelve de una vez y para siempre en los
primeros años de la vida y nos sorprende siempre en el mismo lugar (excepto los que han
atravesado un análisis).

El bebé en el hombre= desamparo= una cosa que espera ser nombrada y alojada
(que haya un vacío en el Otro que aloje la cosa que es).

Alojarlo en un nombre, a propósito de una falta que en un primer momento puede


aparecer como colmada con un bebé, pero que rápidamente ese idilio de completud
empieza a hacer agua. Allí donde no hay más que un objeto de cuidado, es la función
materna la que se ocupa de convocar, de otorgarle cierto brillo fálico (en el mejor de los
casos), es decir, que de algún modo parece completar al otro; porque de lo contrario, la
otra opción, es permanecer en lugar de desecho.

Nada garantiza que eso que nace, que no se parece para nada en lo imaginario
durante el embarazo, esas expectativas narcisistas se derrumban. La única posibilidad de
alojarlo es que surja la falta del lado de la madre, sino el destino de desecho de esa
criatura se evidencia en el abandono hasta el homicidio. Si no soportamos el horror que
supone esto, es porque no resignamos la idea de que existe un instinto materno y que
quien se embaraza son aptas para alojar la extrañeza que supone un recién nacido.

Cuando el analista se dispone a escuchar, no sabe lo que va a decir el otro pero


trasmite esa posición de escuchar y transmite el valor de las cosas cotidianas que
aparentemente es ruido, insignificante, es bienvenido en el ámbito de análisis, es
bienvenido porque el analista no propone darle sentido, es bienvenido en esa calidad que
se presenta sin-sentido.

Maternal en el sentido contra-transferencial es otorgarle un sentido, una lógica al


discurso del paciente que pudiera servir a los fines explicativos a los malestares,
desgracias que se le presentan. Nuestro trabajo es opuesto a eso, no buscamos darle
sentido sino valernos del sin sentido para apelar a otra dimensión del discurso donde ese
saber no sabido opera y produce efectos, que podemos verlo en las fallas y dificultades de
un discurso que pretende ser compacto.

Es poder sostener la escucha, el esperar la intervención, el confiar en la premisa de


que todo lo que se diga ahí importa y que cada cosa que ahí se dice el paciente es
responsable, ese tiempo de escucha que pueda resultar valioso a quien habla el poder
seguir diciendo lo que está diciendo. El lugar en el cual nos autorizamos para intervenir no

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es el lugar del saber supuesto en el que nos han localizado sino a partir del material que el
paciente desparrama en la sesión; ese trabajo se hace sin acabar de conocer el asunto.

M. Barros: 2 formas de padecimiento:

● Tener: transferencia, deseo, posición de sujeto (se opera fundamentalmente

con la interpretación).

● Ser: narcisismo, goce, posición de objeto (se maniobra sobre todo con la

transferencia)

El fin y las finalidades del análisis- Soler, C.:


Lo que no cesará: Síntoma y castración como consecuencia del lenguaje. No es que
al atravesar el análisis no hay más síntoma ni malestar. ¿Qué podemos esperar?
Infelicidad admisible Vs. Felicidad obligatoria; Existencia miserable Vs. Variación; Dolor vs.
Sufrimiento (le Breton).

Actualmente se le propone a la cultura la posibilidad de evitar la muerte, la


enfermedad, el sufrimiento. Hay una promoción de la voluntad del mejoramiento de la
especie, algo que estuvo a la base de la propaganda Nazi; algo que empuja a la
segregación. En algún punto nos vemos obligados a decidir y nos vemos autorizados a
decidir cuáles son las vidas que merecen vivir y cuales suprimir en relación a las
dificultades que acechan.

La propuesta de análisis, por el contrario, es hacer un recorrido singular al término


del cual cada quien encuentra, inventa una solución singular para arreglárselas con lo que
es la fuente del malestar. El malestar es cultural, pero la interpretación de eso siempre es
singular.

La infelicidad admisible está opuesta a la existencia miserable. La existencia


miserable no quiere decir que sea paupérrima sino que nos referimos no tanto a la pobreza
material o injusticia social sino a lo que del deseo se sacrifica en la decisión de banalizar la
existencia como un tiempo entre la vida y la muerte , que consistiría tener más o mejor. Las
variaciones, entonces, que son lo que hace lugar a la singularidad no forman parte de
nuestra cultura contemporánea a causa de que estamos todos presos de estos espejismos
que reniegan del límite.

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La variación hace alusión a la invención de soluciones singulares que no
desconocen o reniegan de lo que no hay, de lo que no es posible, de lo que se ha perdido
y no obstante se las arregla con el límite de lo que eso representa. Es el límite como causa
para la reinvención. Puede pensarse como finalidad de análisis es un cambio en la
posición subjetiva en donde ya no se agota el esfuerzo en desconocer o renegar eso que
se presenta como límite, sino que encuentra en ese límite la causa para una significación
singular. Esta propuesta está en lugar de la felicidad obligatoria y para todos iguales.

El dolor y el sufrimiento se distinguen con respecto a la autonomía, a la capacidad


de decidir. El dolor, no necesariamente tiene que traducirse en sufrimiento, que es la
interpretación que cada uno hace del dolor. En la interpretación está la posibilidad de
maniobra de cada sujeto, para que el dolor sea tolerable o intolerable. No se trata de
desconocer el dolor.

Salida de la tropa del discurso capitalista: Es la posibilidad de abandonar ese lugar


de obediencia. Esta posibilidad de salirse del discurso capitalista, que consiste si se quiere
en cierta austeridad del goce que posibilita la circulación del deseo, es facilitada por la
autoridad del sujeto de decir que no.

Atravesar el horror a su propio saber: coraje de saber. Solo los que han sabido
confrontarse con la castración, saben ser deshechos. Cuando la rectificación subjetiva se
produce y quien habla puede localizarse respecto de lo que dice, se encuentra con ese
saber no sabido donde están las pistas del goce que tiene, de la forma en las que se las
arregla siempre para ir a parar al mismo lugar. Suele suceder que cuando se pesca esa
posición que se asume respecto a la demanda del Otro, suele generarse vergüenza,
expresiones que dan cuenta del horror de saber de qué modo, es con su complicidad, que
esto que ha sido una fuente de enorme sufrimiento se ha prolongado en el tiempo como
algo que parecía una fatalidad sin solución.

Ya no es un angustiado. La angustia ya no proviene de la interrogación ante la


pregunta de qué me quiere el Otro, esa angustia que parecía subsanar la castración ya
queda subsanada. No es que ya no hay dolor, sino que ya no tiene que ver con el
servilismo de intentar ser lo que le falta al Otro.

Soler agrupa, si se quiere, los efectos del fin de análisis en relación al amor y a los
afectos o lazos sociales.

En el amor:
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La neurosis empuja al amor, por un lado hacia la similitud, desde el lado macho de
la fórmula, que es la manifestación del ideal del Uno, que subyace a esta ilusión de hacer
de dos uno, lo que vuelve al otro insoportable en su otredad. El trabajo, el esfuerzo de
amar es no condicionarlo al cambio del otro, a la transformación del otro. El amor del lado
femenino atenta contra la masa porque recorta al amado del grupo, de ahí la queja (él no
quiere resignar la juntada de los viernes y ella exige que la prueba de amor es esa
renuncia). Del lado hembra de la fórmula del amor neurótico hay la exigencia de sumisión.
Una mujer en el amor puede cederlo todo para ser amada, el estrago que el amor puede
significar para una mujer es sobre todo lo que ella sacrifica y está dispuesta a sacrificar y la
ingratitud de él (novio, jefes, hijos, etc.) que no valora ese sacrificio.

Deflación de los significantes amo con su repercusión en el Yo ideal. En la medida


de que no teniendo que ser eso que se suponía que tenía que ser para el otro en el amor,
es posible un cierto margen de elección más en torno al deseo que al goce.

Causa del deseo: ceñida como proveniente del fantasma, no parteneire. Esto
despeja las elecciones posibles, en la medida de que nunca van a ser tan diferentes
porque eso que convoca el deseo para cada uno no cambia, lo que puede modificar es lo
que puede saberse de eso. En la medida en que se algo de eso, puedo despegar al
parteneire de ese asunto, es decir, hacerme cargo de eso que en el encuentro con el Otro
siempre me encuentra más allá del Otro. Se trata entonces de anoticiarse del destino de
exilio.

Destino de exilio: no proporción sexual. En la medida en que nos anoticiamos de


este exilio que es la vida porque hablamos, de la imposibilidad de dar con otro que cubra
satisfactoriamente nuestra falta y la imposibilidad de ser lo que complementaría al otro,
posibilita dar con un compañero/a de exilo. Esto posibilita un amor más digno.

Amor más digno. Ya no se vive desde la violencia de transformar al otro o


transformarse en base a lo que el otro quiere. Sino que se da al trabajo de convivir con eso
que hace al otro, otro. La gente se separa por lo mismo por lo que se enamora: eso que al
comienzo de la relación produce un flechazo imposible de desconocer, al final del
enamoramiento es lo que no se soporta del otro. Se busca un amor donde haya lugar para
dos y la voluntad de hacer a los dos uno quede fuera del juego.

Los afectos sociales:

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Cuando se trata de producir bienes, la forma de circular entre los bienes comunes,
es en calidad de bien o de desecho, vendiendo nuestra fuerza de trabajo al mejor postor y
siendo expulsados en calidad de desechos cuando ya no somos capaces de hacernos
lugar en lo que se propone como valor en la época. El retorno en calidad de desecho del
sujeto analizado, tiene que ver con la capacidad des-oír esta regulación que le propone un
lugar o nada.

Un análisis no es algo pensado para cambiar a la gente, aunque se escuche esa


demanda, que no es más que una ilusión, un espejismo que cada tanto retorna en la
medida en que alguien puede localizarse o saberse en relación a cierta posición con la
castración, es decir, puede ilusionarse con ser otro/a, hay una ilusión de cambiar, un
prometerse cambiar esa posición. Pero a medida que avanza el análisis eso cae solo. Pero
el análisis no promete un cambio sino que posibilita un lugar a propósito del cual cada
quien se arregla desde su lugar. El síntoma, al final de análisis, recupera su lugar de
solución como encuentro de la castración. Esa solución no es algo que podamos desechar
como si no valiera nada, por el contrario. Por eso no trabajamos levantando síntomas o
suprimiéndolo. Una vez reconocida la solución del síntoma, se torna valioso y es una
posibilidad de fin de análisis: la identificación al síntoma.

Efectos políticos del análisis

Apuesta a la diferencia absoluta

Adaptación paradójica

“El guerrero aplicado…”

Respecto de los efectos sociales, tiene que ver que quien atraviesa el análisis puede
salirse de la tropa sin queda exceptuado, pudiendo hacer excepciones de quien no está
alienado a la coalición que fuerza la unión a la masa.

La producción del incrédulo y la identificación al síntoma en el análisis. Una


iluminación orientada por lo real- Araceli Fuentes

Ahora bien, cuando se trata de lo real fuera de lo simbólico lo que sucede es


distinto. Lacan habló de la creencia en el síntoma. El analizante cree en su síntoma, cree
que este puede decir algo de él, siendo ésta una fórmula de la transferencia. Es decir, no
puede haber transferencia hasta que no hay esa posibilidad de ver lo propio en eso que lo
angustia. Lejos de caer en la trampa de explicarle en las entrevistas iniciales qué es lo que

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le pasa, lo que cerraría el desciframiento y lo que sería sugestivo, se deja a la espera de la
eficacia personal del terapeuta y aceptar lo que diga el terapeuta.

El postulado del SsS implica que se pueda creer que las formaciones del
inconsciente dicen algo, que tiene un sentido. Y la caída del SsS, al contrario, implica que
ya no se cree más que el síntoma pueda decir nada. Entonces dejamos de esperar y de
creer en los espejismos de la verdad como al principio. En ese sentido, el análisis,
confrontando al sujeto a su real, produce un incrédulo de la verdad y del sentido a ella
asociado.

Cuando el SsS cae, se evidencia la ficción que tenía el sujeto sobre ese saber
supuesto y en ese punto ya no hay más trabajo de desciframiento del síntoma porque ya
no dice nada, no es algo a descifrar porque se ha producido el atravesamiento del
fantasma y entonces no hay necesidad de que el síntoma diga, deja de ser imperioso el
extraer sentido del síntoma. Al comienzo del análisis el hecho de buscar una verdad sobre
uno mismo es lo que mantiene e impulsa, pero al final ya no hay esa confianza en la
verdad y el sentido que ella provee, pierde su incandescencia.

El identificarse a su síntoma consiste en reconocerse allí. Me identifico a mi síntoma


cuando me reconozco en mi modalidad de goce y no sufro más por eso. Puede suceder
que al final uno consiga apropiárselo, incluso puede ocurrir que llegue a hacerlo con
entusiasmo.

Esta identificación, entonces, no es una que provea una ganancia narcisística, no es


“yo soy así y por eso hago esto”. No hay una ganancia narcisística en esta identificación,
sino que, identificar, en este sentido, se trata de aislar, identificar aquello que tiene que ver
con uno en la modalidad de goce propio. En eso que me complica la vida hay una
satisfacción pulsional o la vía para cierta satisfacción pulsional que es preciso identificar.
No es seguro que eso se pueda curar, lo que sí se alcanza es el no sufrir más por eso,
incluso apropiarse con entusiasmo de esa modalidad de goce que no deja de ser
enigmática hasta cierto punto pero que es también familiar.

En definitiva esta identificación tiene que ver en cómo uno se las arregla con la
castración. El síntoma causa angustia en la medida en que uno no quiere saber nada con
la castración, en cambio, cuando se atraviesa el análisis uno puede reconocer en el
síntoma las propias modalidades de hacer con la falta.

DENIS VITALE

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Solo una
El joven le hace un pedido, una exigencia de que solamente sea una entrevista. La
decisión fue una apuesta.

“Sólo se trata de una pregunta”, que debía contestarse en una sola entrevista. Se
esforzó por preparar toda la intriga para la pregunta, esforzándose para no tener equívocos
y tener un discurso bien lógico.

Estaba entre la dificultad de no responder puntualmente a una demanda y la intriga


respecto a la pregunta. La barra de la división que conviene a la posición del entrevistado,
estaba más bien del lado del psicoanalista.

Hay por un lado demanda, por otro lado saber absoluto. ¿Qué es una demanda?
¿Qué estatuto tiene en el psicoanálisis el saber?

Cuando Lacan propone que toda demanda es demanda de amor, implica la


presencia del Otro. En el seminario 5 trabaja en la distinción entre necesidad, demanda y
deseo. No podemos, entonces, ubicar en el mismo estatuto a estos tres elementos.
Cuando Lacan trabaja la idea de necesidad lo hace para distinguir el lugar de la demanda,
es decir, pensar como un momento lógico o mítico la transformación por el significante de
una necesidad por una demanda. Allí aparece este famoso ejemplo de que se transforma
el grito en un pedido. Podemos pensar ese gran Otro como la madre que transforma ese
llanto en un pedido.

En seminarios posteriores, se puede entender esto a través del grafo del deseo.
Para que alguien formule una palabra, previamente tiene que tener las letras y las leyes de
cómo se articulan las mismas y para poder pensar en esas letras y leyes necesito de letras
y leyes previas. Siempre está presente el Gran Otro, que será el tesoro de significantes.
Ese Gran Otro puede encarnarse en términos de, por ejemplo, cultura judeo-cristiana
occidental, dándonos una suerte de “cosmovisión”.

El deseo es el deseo del Otro. Cuando hablamos de demanda, hacemos intervenir


necesariamente este lugar del Gran Otro y ya no hablamos de instinto, de elementos
orgánicos, de motores referidos al discurso de lo neuro-fisiológico sino que entramos al
estatuto que el significante inaugura en la realidad.

No hay que comprender sino interpretar. La pregunta es recortar un S1 y propone


articular otro saber (S2) para ver qué articulación aparece ahí. Cuando empezamos a

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entender un poco más qué es la ley del significante podemos comprender un poco más por
dónde pasa la clave clínica. A medida en que uno va estatuyendo “este es un significante”
es posible seguir con la lógica de metáfora y la metonimia.

La demanda no es solamente un pedido. Cuando señalamos demanda decimos


intervención del significante y presencia del Gran Otro. Si alguien demanda algo, ¿se lo
está demandando a alguien?

En lo cotidiano vemos que una persona demanda a otra, pero en el psicoanálisis, la


persona que llamó (en la viñeta) quien llama es un posible analizante y a quien ese está
escogiendo (este analista entre millones) también se le supone algo.

Cuando decimos “división” ¿qué es lo que está dividido? El sujeto de la conciencia,


el sujeto cartesiano está dividido del sujeto del inconsciente: “soy donde no pienso”. El
centro de la cuestión no está en el Yo, sino en otro lugar. Cuando el analista experimenta
esa cuestión de querer saber la pregunta, está apareciendo el Yo del analista. Esa escena
está siendo leída desde el fantasma del analista, donde a él se le siembra esa inquietud,
esa ansiedad. Ahora bien, ¿qué hace el analista con eso?

“Ella no quiere tener sexo conmigo; ¿podría decirme por qué?” Esa era la pregunta.
Él demandaba al analista una respuesta.

La respuesta que obtuvo en su consulta con el analista anterior fue “bueno hombre,
pero ¡usted la eligió!” Respuesta que indica la responsabilidad que el sujeto tiene respecto
de aquello que lo aqueja.

Pero obtuvo una respuesta inmediata a la demanda de esa pregunta. Pero esa
respuesta no hizo efecto, puesto que el sujeto no ve que tenga que ver con él. A pesar de
la lógica, de la verdad de la respuesta que dio el analista anterior. Pero estamos hablando
de la verdad en términos de adecuación del intelecto a la cosa, de objetividad, de
consenso; en lugar del estatuto de verdad en relación al sujeto del inconsciente.

La verdad en el psicoanálisis tiene estructura de ficción, por tanto, si vamos a estar


utilizando un concepto en relación a la verdad va de la mano de la ficción; por eso
hablamos del mito del neurótico, la novela familiar. No hablamos del factum, del hecho
indudable y despojado de interpretación (algo que no existe).

El significante es algo vacío, cuando entra en relación con otros significantes es que
puede empezar a articularse algo del sentido, del significado. Es la inversión del signo de

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Saussure. Ningún significante significa sino que es en relación a otro. En la estructura no
es tanto el elemento sino la relación entre los elementos. Por eso se pregunta, porque el
significante no significa nada, solo relaciones. Y las relaciones se dan con un Gran Otro:
cambiando el otro cambian los significados, un elemento solo cobra significado si hay otro
que así lo sancione. Por ejemplo: alguien comete un pecado (y se siente afligido y
perturbado) en tanto y en cuanto haya una alianza, en tanto siga una lógica cristiana;
cambiando ese sistema de significantes cambian las interpretaciones y los efectos.

Cuando decimos demanda, estamos diciendo que se activan todos estos elementos:
hay un analizante posible que se refiere a un gran otro, encarnado en ese analista y no
está esperando una respuesta en cuanto verdad fáctica, absoluta, puesto que eso lo
convertiría en un analista anterior.

Según como se haya entramado el sistema de significante, no importa los actores


que vayan cambiando porque las funciones serán fijadas por el sujeto, como por ejemplo:
siempre hay alguien que lo humille, porque así se configuró el sistema, tiene esas reglas.
Pongamos que el padre siempre lo humilló y la persona después en su vida buscará
alguien que ocupe ese lugar (una pareja que lo humille, un amigo que lo humille). En este
sistema está el lugar puesto para que alguien lo humille e irán colocando a las personas en
ese lugar quienes terminan asumiendo esa función.

Escritos 2, La dirección de la cura, s. XXI. Pág. 561: Volveré a poner al analista al


banquillo (…) sobre todo de esto advertido.

La llamada “neutralidad” del analista. De mis labios no va a salir ninguna palabra


propia excepto una pregunta pero sobre algo que usted dijo. No voy a contaminar la
escena analítica, nada mío está aquí, no propone nada que no sea una pregunta o
significantes del paciente. Pero no tiene nada que ver con eso el psicoanálisis. El analista
está advertido, la única diferencia entre un lugar y otro es conocer las reglas del juego para
que pueda jugarse.

La posición que ocupa el analista no es el de la neutralidad absoluta, sino de la


advertencia de conocer cómo funcionan las leyes del significante.

La intervención que había hecho el analista anterior no pudo dividirlo: situarlo en


posición de analizante.

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¿Qué hacer con esa demanda? Si responde directamente se va a ir porque no es
eso lo que busca. Demanda una respuesta pero no quiere una respuesta: esa es la
encrucijada.

Aparece el concepto del algoritmo sujeto-supuesto-saber. Siempre hay un motivo en


la elección del analista/terapeuta: la confianza que da el nombre, un enfoque, una
recomendación, etc. Lo que se pone en juego en el sujeto supuesto saber es la convicción
de que el saber está y que alguien puede poseerlo en relación a algo. El saber no es un
saber de libro, sino que es la presencia y la convicción de que el saber en relación al amor,
la familia, sexualidad, etc., existe y es ubicado en una persona. Que alguien quiera algo
con vos, está poniendo en juego algo de la transferencia aunque sea desde lo imaginario.
La trasferencia se está poniendo en juego desde el primer contacto y que tienen que ver
más con lo que el consultante supone del lugar que puede ser ocupado por el analista.

La encrucijada está puesta. Hay un elemento fundamental que le va a permitir tener


margen y salir de esa encrucijada y es la transferencia.

El fin del análisis está en pensar qué pasa con ese lugar de sujeto supuesto saber.
Lacan en el seminario 8 trabaja el concepto de agalma en referencia al Banquete de
Platón. Eso valioso que supongo en el analista permite que se trabaje la transferencia, lo
que permitirá maniobrar.

Acting out (572 dirección de la cura, para relacionarlo con el caso de Little)
señalamos este punto para hacer una lectura de qué efecto puede tener una interpretación
y distinguir si tiene un efecto terapéutico simplemente, si es una interpretación que permite
un trabajo en relación al inconsciente, si es una interpretación fallida y es tan errada que
deriva en un acting out o si es simplemente una interpretación que pasa sin pena ni gloria.

Si seguimos pensando la transferencia como sugestión no estamos hablando de


psicoanálisis, esto es, hay algún elemento del lado del analista que provoca o causa una
suerte de estado de confianza absoluta en el analizante, es como si tuviera una fuerza tal
que cautivara al analizante. Esto sería quedarnos en la primera etapa de Freud en relación
a la hipnosis.

No hablamos acá de una energía, de una fuerza o simpatía, sino que al origen está
el significante, el inconsciente estructurado como un lenguaje. Para encontrar una pista del
sujeto supuesto saber o transferencia hay que buscarla en el lenguaje, en las leyes del
significante.

58
Con el lenguaje tratamos de hacer sentido, que las cosas tengan sentido, que algo
se conecte con algo. Una forma de pensar el sujeto supuesto saber es la confianza en el
sentido, hay una convicción de que el saber “es”. Y ese saber tiene que tener un lugar, por
tanto, no se trata de un analista que yo diga que es un genio sino que hay una convicción
de que el saber es, está constituido y por tanto reside en un lugar. Ese lugar puede
tratarse, entonces, de un sujeto. Al saber, a la consistencia del saber se le supone un
sujeto. Esa manera de respirar en el mundo que es el sentido, otro nombre es saber. La
relación con el analista no es fortuita sino en relación a un sentido, que si no estuviese no
podría considerarse el lugar de la transferencia.

Una posible lectura dentro del psicoanálisis es que el gran otro está barrado y que el
saber es inconsistente pero está y otra es que el gran otro no existe sino que lo hacemos
existir y el saber es simplemente una ficción.

Hay que considerar si el fin de análisis es una lectura dentro de las leyes del
lenguaje o si lo vamos a considerar según el estado de salud que consideramos del
paciente. Porque podríamos decir que terapéutico es cualquier elemento que le permita al
Yo sentirse bien, ahora bien, los elementos fantasmáticos, del deseo se hallan en el piso
inferior (refiriendo al grafo del deseo), donde se da una nueva interpretación que hace
sentir bien al Yo durante un tiempito (corto generalmente).

Cuando consideramos cómo trabaja un analista, estamos considerando que hay dos
pisos en el grafo del deseo, y que si basa su trabajo solo en interpretaciones estará
trabajando en el primer piso pero no con el inconsciente.

Si nos quedamos atrapados en el juego imaginario, es decir, que efectivamente hay


alguien que puede nombrar lo que busco y responder si es cierto o no, qué es lo que
quiero. Pero nadie es capaz de ensamblar lo que efectivamente se busca y ni hay un
analista tan impresionante que pueda dar en la tecla.

El fallo en una intervención no es equivocarse en unas palabras sino que queda al


desnudo la inconsistencia que tiene el saber. “Este no tiene saber, por tanto, me voy a
otro”. Es tan grande esa convicción sobre el saber que se busca a otro y no
necesariamente en un terapeuta (puede ser en la iglesia).

Todo tiene que ver con la estructura del lenguaje, no tiene que ver por dónde lo
“engancho” a este tipo, si le “caigo mejor o peor”, etc.

59
No se le puede asignar al pensar un lugar absoluto, esto de que el analizado tiene
que pensar y darle sentido a todo. Eso sería pensar que el inconsciente tiene sentido y que
el estatuto para hacer psicoanálisis es pensar. Pero si para hacer psicoanálisis hay que ser
muy pensante es volver a una terapia del Yo (y tampoco se podría hacer con niños).

Ahora bien, si el acento está en la demanda del paciente (síntoma), caeríamos en


un levantar el síntoma y listo, sin importar la causa.

El andamiaje que adormece al sujeto estuvo, está y estará porque es el sujeto el


que no quiere despertarse.

La idea de “neutralidad” no es psicoanalista. Cuando Lacan habla de la posición de


muerto no se refiere a que se quede afuera el analista. La idea de neutralidad terminó
cuando terminó la física clásica, esto es, hoy hablamos desde el paradigma del
observador, que es quien determina si este elemento se comporta de tal o cual forma.

Cuando hablamos de psicoanálisis hablamos del deseo del analista y el discurso del
analista ubicado como semblante de pequeño objeto a. La posición de analista no es una
condición del ser sino justamente una posición respecto a otra posición, la del analizante.

Para que el sujeto del inconsciente aparezca, el analista se cansa de intervenir (es
como la búsqueda de un tesoro, el tesoro está pero hay que ir probando diversos
caminos). Hay distintas formas de intervención que buscan ir trazando un mapa. La única
intervención no es el silencio (es una idea vieja del psicoanálisis).

El arqueólogo que busca el tesoro conoce la cultura, puede tener pistas, hipótesis
de trabajo y si no sirve sabe por qué no sirve y entonces plantea otra. Si hay un saber del
que el analista está advertido es el del efecto del significante, y seguirá la lógica del
significante en el modo de intervenir. Puede dar cuenta de su intervención (por qué
funcionó y por qué no), eso se llama formalización.

22/09/20

Seguiremos con algo más del texto Solo Una. En la página 26 vamos a dejar de lado
dos puntos pero que son muy interesantes: 1-el lugar que ocupa el saber de los textos
(teórico y en el dispositivo) y 2- Es la idea de control y supervisión.

Todos los padecimientos parecían venir de la novia, está angustiado porque la novia
no quiere tener sexo con él. Se hace una conceptualización sobre el estatuto del síntoma,
porque en este caso no se ve una cuestión psicodinámica de conflicto entre Ello-Yo-

60
Superyó. Lo primero a considerar es quién determina qué es un síntoma y qué no: ¿el
analista o el analizante como algo de lo que se viene a quejar?

Dice que puede con muchas o con todas pero con ella no, es decir, hay algo que
tropieza y eso es algo a considerar en el síntoma. Si podía con todas, menos con esa ¿por
qué no se busca a otra con la que puede en lugar de elegir a esa con la que no puede?
Eso es sintomático, la denegación está del lado de él, en el seguir eligiéndola entre otras
que le dirían que sí, puesto que si lo que él desea es la satisfacción buscaría a otra; pero si
lo que en verdad desea es la privación ahí entra esta mujer. Acá tendríamos un concepto
más del último Freud: no se trata solamente de un deseo que busca satisfacción en
términos de placer, sino que hay algo más allá.

Ella lo humilla y él quiere saber por qué lo hace. Él supone que ella se satisface en
eso y no sabe por qué. El Gran Otro es un lugar, un espacio no alguien de carne y hueso,
el otro, el semejante puede ocupar ese lugar pero no hay que identificar Gran Otro como
una persona de carne y hueso.

p.28 “La sensibilidad respecto a la significación”

Trabaja de dar estatuto de significante a “Solo Una” como S1 y “Humilla” como S2,
esto quiere decir que no toda palabra es significante ni todo significante es palabra, acá
hay algo que referencia el sujeto en torno a su satisfacción en relación al discurso, esto
nos los da la puntuación que el sujeto haga de su discurso.

P.31 Pasa de hablar de la dama al padre, ese desplazamiento nos advierte, pero
decidió no intervenir y esperar a que el material reprimido aparezca más accesible, porque
tal vez aparezca una instancia del sujeto del inconsciente. Pero el sujeto no está preparado
para advertir sus propios dichos, no es que ante cada acto fallido se hace una sanción, una
devolución por parte del analista.

P. 32 La intervención del otro analista había sido tan certera como salvaje. No
alcanza con el estatuto de verdad objetiva (“tuvo un fallido”) sino el lugar del tiempo del
sujeto. Cuando hablamos de tiempo lógico hablamos de estructura y hacemos referencia a
la transmutación de los elementos que permite un ordenamiento diverso, donde es
fundamental la relación entre los elementos, eso es lo que nos permite pensar los distintos
tiempo, en relación a la permutación de lugares en una estructura y no en relación al paso
del tiempo.

61
579 de la Dirección de la Cura. Apartado 3 punto 6. Si la transferencia recibe su
virtud el hecho de ser reducida a la realidad de la que el analista es representante…

Cuando dice que no queda al analizado un objeto más que el analista para llevarse
a la boca, es el analizado quien va a ubicar al analista en relación al fantasma; puesto que
el lugar que ocupa el analista es el de semblante del objeto a. Quien hace las “veces de”,
representando (tanto a la novia, al padre, etc.) es el analista. ¿El analista siempre opera
del mismo modo? Claramente no, puesto que las fantasmática son siempre distintas
aunque puedan tener ciertos bordes “comunes” de preferencia. El invernadero es el
análisis.

Al final de caso Solo Una aparece un lapsus en la forma de cómo nombrar a la novia
y en relación al padre y aparece una intervención y un efecto. No hay posibilidad de
conocer una estructura si no se realiza una operación sobre esa estructura, si no se la
prueba. Es como un análisis de sangre, no puedo saber qué grupo soy, qué valores tengo
sin una extracción, una intervención. Si un analista no interviene no puede conocer la
estructura, si se queda solamente en la escucha, en la toma de nota no puede conocer una
estructura. “La estructura se define por el corte”, por el efecto que resulta de esa
intervención.

La intervención del analista es medida, diseñada, sigue una lógica, una estrategia
que luego tiene que revisarse sus efectos, sus alcances. A veces sucede algo en lo
inmediato pero, fundamentalmente, vuelve a otra entrevista, continúa el tiempo del sujeto.

De la angustia al duelo

Cap. 10 De la contratransferencia al deseo del analista


Tenemos por un lado la contratransferencia y por otro el deseo del analista. La
viñeta clínica está en relación al duelo.

La intervención que un analista pos-freudiano era una interpretación de referencia a


su lugar a partir de cualquier hecho que realizara el sujeto: todo lo que hacía tenía que ver
con el analista (se peleó con el verdulero, perdió el trabajo, etc., tiene que ver conmigo). En
el caso se muestra que la analista interpreta que el estado que trae el analizante después
de su visita de la radio hablando del tema de la muerte de la madre, como había tenido
mucho rédito, le había hecho resentir a la analista y por eso traía ese estado de estupor (te
sentís culpable por lo que me hiciste sentir).

62
Lacan habla de la diferencia entre efecto y eficacia. Inmediatamente hay un
restablecimiento yóico, una recomposición, es como darle un complejo vitamínico al Yo. El
Yo está en el registro de lo imaginario, ante la pérdida que hace presente el agujero, la
intervención lo que hacía es hacer que desviara la mirada: el consultante sale exultante
entonces. Es como un salón de belleza del narcisismo, con claro efecto inmediato (con
ciertas estructuras y en determinada instancia).

Hay una intervención que está siendo realizada de un Yo hacia otro Yo, de ego a
ego, hay una relación dual (Lacan plantea una relación de a tres).

La trasferencia la hemos pensado en términos de sujeto supuesto saber y también


de la puesta en acto de la realidad del inconsciente. Cuando hablamos de contra-
transferencia, estamos diciendo que es una intervención comandada por los efectos del
discurso del paciente sobre el analista. Acá estamos en el plano de lo que Lacan señala de
que se dirige a la cura y no a la persona, en esos efectos esto no se ve, se estaría
dirigiendo a la persona y no a la cura, porque lo que dirige son los efectos del discurso del
paciente sobre el analista (me enojé porque siempre llega tarde, entonces ahora le cobro
más). Está del lado más de la reacción que de la lógica.

¿Qué sucede entonces cuando se pone en juego algo de la pulsión del lado del
analizante y que busca “llevarse a la boca”? ¿Cuál sería la operación por parte del
analista? ¿Compra eso? No, trabaja con eso. Devuelve eso de forma invertida. El
analizante, con un querer advertido que se pone en juego y no se sabe cómo, se lleva al
analista a la boca en algún momento y el analista tiene que trabajar con eso, operar para
que aparezca una barradura en el otro, algo de la cuestión del deseo.

Si hay algo que sabe el analista es que ese no es su lugar, aunque esté invitado
constantemente.

Lacan, en la dirección de la cura dice: “No analizamos un sueño sino el efecto sobre
nuestro paciente”. Es un recorte que alguien elige poner como material relevante, y el
trabajo se hace con lo que le hace frente al sujeto en su relato, los efectos que ha tenido
sobre el sujeto para que lo relate de determinada manera. El trabajo será con ese material.

Si hay real es porque hay significante. El efecto del significante da lugar a los
registros. No hay en Lacan una idea evolucionista.

Escritos II. Observación sobre el informe de Daniel.

63
Impone al pensamiento psicoanalítico es el ser creacionista. Entendamos con ello el
no contentarse con ninguna referencia evolucionista. Está sosteniendo la idea de la
creación ex-nihilo, esto es, en un momento determinado no hay nada y en otro momento
están todos los elementos de la estructura, es un comienzo absoluto, no hay ninguno que
aparezca después. No es que primero lo real, después lo simbólico y luego lo imaginario;
no tiene sentido pensar en términos evolucionistas. “Al origen el verbo”, al origen de todo
está el significante.

Cuando lacan habla de lo real (en el seminario XX), lo que no puede, lo que no cesa
de lo que no se dice es lo sexual. Peor no es que no se pueda hablar porque es tabú o que
no hay palabras, sino que se trata que en términos lógicos, sea imposible. Pero ese
problema lógico es producido por el significante, lo real es un imposible lógico y es efecto
del significante. Forma parte de la lógica del significante que haya un lugar imposible. Pero
no es que no llegan los significantes, que no alcanzan (como cuando te falta sábana para
llegar a tapar el colchón).

En matemática, cuando aprendemos a contar números enteros, el primero es el 1,


porque el cero no cuenta. Ahora bien, cuando hablamos del valor absoluto (6=6) o valor
relativo (cuando se toma un número como referencia para darle un valor relativo a tal o
cual número), el cero puede contar con un valor. Cuando hablamos de elementos, el
elemento cero, aunque no valga, cuenta como un elemento; aunque no valga nada si se
utiliza, aunque es vacío y no tiene valor se lo necesita para contar. Esa es la idea que se
quiere transmitir del lugar vacío dentro del lenguaje para permitir el pasaje de uno a otro.
En toda estructura hay un lugar que es un imposible lógico. Es como la raíz cuadrada de -
1, también hay una imposibilidad lógica puesto que todo número elevado al cuadrado da
positivo.

Lo real como lo que no cesa de no escribirse y lo real como lo imposible, son dos
formas de trabajar lo real. Cuando hablamos del imposible acople-aparejamiento para decir
relación sexual, tenemos que pensarlo de esta manera. Para la biología el sexo es un
encastre anatómico, ahora bien, si lo que considero en psicoanálisis es que hay un parlete,
hay un Otro y en esa relación acontece el sujeto del inconsciente, para pensar una relación
sexual hay que pensar de dos parlete, otro gran Otro y otra relación inconsciente. Ahí es
imposible el acople. Cuando yo hablo con el otro, en realidad estoy hablando con un
representante de mi Otro y al otro sujeto le pasa lo mismo; entonces no existe un código

64
común. El amor es como un muro dirá Lacan, ese muro es lo que hace de imposible y ese
muro es el lenguaje.

En cada estructura hay un imposible pero ese imposible no está determinado de


antemano. Imposible para pensar lo real es un elemento lógico, ese lugar lo puede ocupar
cualquier cosa (palabra, acción, vestimenta, etc.).

Unidad 2: Psicoanálisis con niños/as y adolescentes


La infancia Medicada. Alexis morales (2015). Capítulos 6 y 7
Es una tesis de maestría en psicoanálisis. Muchas experiencias de este autor es
trabajando en el sistema público de salud de córdoba. En el libro abordará específicamente
el trastorno por déficit de atención con híper-actividad. Nosotros no tomaremos los
capítulos específicos de ese trastorno sino las cuestiones más generales para pensar la
niñez desde el psicoanálisis.

Capítulo 6: El estatuto del niño

¿Qué es un niño en esta sociedad? ¿Por qué se lo ha erigido en un lugar sagrado?

Para hablar de infancia, niñez, etc., tenemos que partir de que es una construcción,
como todos los conceptos. Si vamos a investigar qué era la niñez antes de la revolución
industrial nos encontraremos con una cosa, luego será algo distinto y en la actualidad
también. Por ser sujetos del lenguaje, no hay nada natural para el ser humano.

Para hablar de qué es un niño hoy vamos a hablar de pedofilia.

A diferencia de la legislación penal que requiere encuadrar el hecho en un tipo penal


específico, para el psicoanálisis lo relevante no es éste sino la significación que posee para
el sujeto que lo realiza. El psicoanálisis no se basa en hechos sino en la significación para
el sujeto. Un acto no define la estructura para el psicoanálisis.

Dentro del campo de la perversión, para un violador es el no-consentimiento de la


víctima una condición necesaria ·para su satisfacción y es por ello que su conducta implica
el sadismo. Éste intenta probar que se puede hacer gozar al otro por la fuerza, que no
necesita el deseo o el consentimiento subjetivo porque es una ley que se impone
absolutamente.

65
En el acto de pedofililla lo que sucede es un acto de seducción, no hay utilización de
la fuerza. Eso es una primera distinción, lo que en términos legales no elimina la condición
de abuso. Hay una diferencia entre el pedófilo y el abusador intrafamiliar.

André nos advierte no confundir la pedofilia con el abuso intrafamiliar: «El padre
incestuoso, el que tiene relaciones sexuales con su hija o con su hijo, no es en regla
general alguien que se excite con el niño como tal. ( ... ) De hecho, el padre incestuoso es
un sujeto que no soporta la paternidad. No solamente no la soporta sino que experimenta
la necesidad irresistible de mofarse de ella, de anularla de alguna manera revelando su
indignidad. Repito, es raro que un pedófilo abuse de sus propios hijos. Por el contrario, los
pedófilos que tienen niños son generalmente padres modelo o se esfuerzan en serlo». p.
91

La prohibición de un objeto es lo que posibilita la cultura. En distintas culturas o


épocas el objeto prohibido ha cambiado, más en términos estructurales siempre existe un
objeto prohibido. Hay algunas culturas donde la iniciación sexual de la hija mujer queda en
manos del padre, lo importante es que exista un objeto prohibido.

En nuestra cultura actual, la prohibición del incesto tiene que ver con la familia
sanguínea sobre todo entre padres y hermanos, por eso en la metáfora paterna se dice
“todas menos tu madre”.

En la pedofilia se da algo distinto, puesto que para el pedófilo el problema no tiene


que ver con la paternidad, más bien sostiene que se le está quitando la posibilidad de tener
un goce sexual a la niñez de la cual podrían disfrutar. Es distinta esta posición. Por eso, lo
que rodea a esta cuestión tiene más que ver con la seducción y no con la fuerza.

Para éste (el pedófilo) «es capital demostrar que el niño está sumergido en una
especie de sexualidad natural bienaventurada opuesta a la sexualidad restringida,
reprimida y deformada de los adultos, y que la expresión espontánea de esta sexualidad
natural es el deseo de gozar. Esta idea de un erotismo espontáneo del niño se opone a
cualquier tendencia a la violación. Por otra parte, el punto capital de la argumentación de la
que el pedófilo intenta convencernos es que la violencia en relación al niño se sitúa
esencialmente en la estructura familiar por el hecho de ser fundamentalmente represiva en
relación a la sexualidad >> p. 91

Así como el abusador intrafamiliar reniega de la paternidad, el pedófilo reniega de la


represión. La represión tiene tres diques: el asco, la vergüenza y la moral, esto es, cuando

66
aparece el mecanismo de la represión comienzan a aparecer dichos fenómenos. Ahora
bien, para el psicoanálisis, un acto no define la estructura (neurosis, psicosis y perversión).
La confirmación de las hipótesis de estructura se logrará a partir de una o varias
entrevistas.

El niño es considerado en este caso la encamación de un sujeto natural pleno de


goce, virgen de la marca significante y de la castración simbólica. Más que un hijo del
lenguaje, al cual el goce le ha sido extraído no por el capricho autoritario del padre, sino
porque es el precio necesario a pagar para introducirse en el universo humano. P. 92 Este
planteo no incluiría la represión, porque esto de un sujeto natural que podría estar libre de
la marca significante y de la castración simbólica, da la imagen de un sujeto por fuera de la
represión.

El vínculo del niño y las niñas con la sexualidad también es una construcción. En el
libro encontramos referencias a autores, novelas y cuentos donde la sexualidad con
niños/as está avalada. Hay un acuerdo cultural contemporáneo que lo hace prohibido.

Es claro que estas obras (referencia a novelas o escritos literarios) hoy serían
impublicables y sólo tendrían cabida dentro de los circuitos pedófilos; su aparición en los
diarios sería a título de condena. Qué cambios se han producido entonces para que exista
un grado de histeria colectiva en relación a este tema.

Hay lugares donde se pueden casar con niñas de 13 años ¿Seguimos hablando de
pedofilia en esos casos? Habría que ver si uno le pregunta a una niña de 13 qué opina de
casarse, habrá que ver qué dice, porque muchas estarán sostenidas por la cultura, felices,
sosteniendo que cumplen algo que las hace felices y otras quizás no.

Se podría decir que el carácter urticante que ha adquirido todo lo que puede estar
ligado, aunque sea lejana e imaginariamente, con la pedofilia ha de ir acompañado de una
fuerte represión de la sexualidad infantil, muy especialmente cuando adquiere rasgos
adultizados. Muy por el contrario, es notorio observar cómo aumenta la tendencia
publicitaria y social a una genitalización temprana de la infancia. Desde muñecas de
sensualidad manifiesta, ropa o maquillaje que parodian la mujer adulta o una línea de
lencería para niñas

Es decir, aparece, socialmente hablando, una suerte de doble moral porque por un
lado nos horroriza la pedofilia pero por el otro la publicidad cada vez adelanta más la edad
que asemeja la niñez con un adulto sexualizado. Esto se pueden ver hasta en los

67
concursos de belleza infantiles: se condena la pedofilia pero maquillar a una niña y hacerla
compartir en un concurso de belleza está hablado.

Marcos Mayer, en La infancia abusada, ofrece una hipótesis para tales hechos: «se
busca al niño para que consuma como niño y para que obligue al adulto a consumir. Pero
para que ocupe ese lugar hay que involucrarlo en más de una dimensión. Ese deseo no es
sólo el de captar su voluntad, su cuerpo también tiene que estar en juego. No extraña
entonces que se le pida que lo ofrezca, que lo sexualice.» Paralelamente a esta
genitalización de la infancia se produce también la inclusión en el mundo del consumo y no
solamente de productos especialmente diseñados para este segmento etario, sino propios
del mundo adulto como pueden ser autos, alimentos gourmet o DVD.

Utiliza en varias ocasiones la palabra genitalización, puesto que la sexualidad es


inherente al sujeto desde que nace, cuando Freud habla de sexualidad infantil, lo que hace
es diferenciarla de la genitalización. Pero lo que se busca en el discurso de consumo es la
genitalización, un forzamiento, un querer encajar en un lugar donde no entra, porque el
desarrollo de lo genital viene con la pubertad.

Se propone como explicación de esta situación a una sociedad machista y


patriarcal. Es claro que estas niñas parodiando mujeres están destinadas a un público
masculino, pero eso no implica que la responsable sea la sociedad patriarcal, sino que
mientras exista un deseo masculino existirá un mercado para ello. Por el contrario, el
patriarcado occidental y cristiano ha tenido un carácter inhibitorio de lo sexual,
especialmente de la femenina, lo cual todavía es notorio en las comunidades de fuerte
raigambre religioso.

El patriarcado no necesariamente siempre incluye el deseo masculino, volvemos a


la diferencia entre padre y hombre, mujer y madre. El abusador intrafamiliar se ubica al
lado de su hija como un hombre no como padre, si hay algo que queda reprimido en la
relación padre o madre e hijos es la sexualidad. Al generalizarlos, pareciera que fueran
pares y es eso lo que plantea la pedofilia. Pero al menos en occidente se inhibe la
sexualidad femenina por parte del patriarcado, por eso podemos diferenciarlo del deseo de
hombre. El deseo masculino puede estar o no en relación al patriarcado, por eso la
sexualidad en torno a lo familiar tendría que haber algo de incomodidad porque no hay
lugar de pares, no son iguales, un padre no puede hablar de sexualidad con su hijo como
lo haría con un amigo.

68
Volvamos a nuestra pregunta de origen: ¿Qué es un niño hoy? Como explicitamos
en los capítulos anteriores, el capitalismo es actualmente un Amo que no necesita esclavos
que produzcan sino que consuman y mientras lo hagan en forma más irrestricta e
incondicional, tanto mejor. Tal vez éste pueda ser el estatuto del niño: es quien en el
discurso capitalista mejor representa al sujeto. El pobre diablo sin más bandera que su
propio narcisismo es elevado a la categoría de amo por obra y gracia del mercado. Así el
niño (vale la aclaración: no Lisa sino Bart Simpson) se presenta como aquel puro y virgen
de la intervención significante y de la represión civilizatoria -tal como cree el pedófilo que
puede guiamos de vuelta hacia el ilusorio paraíso infantil del cual nos creemos
injustamente expulsados. Se ama al niño porque se odia la civilización que nos cercena
una porción de goce a-favor de un lazo social en el cual ya no creemos. La diferencia entre
la sociedad actual y la pedofilia sería que mientras la primera cree que es el niño quien
puede conducirla hacia un paraíso infantil, para los segundos, son ellos los guías capaces
de reconducir a la infancia a esa tierra de goce de la cual ha sido expulsada por la tiranía
parental.

Todo lo que tiene que ver con lo irrestricto nos abre la pregunta respecto a la
represión: si todo se puede, ¿no estamos en torno a lo perverso?

Nuevamente la doble cara, donde a los niños ya no son pares al estilo de la


revolución industrial sino que esa genitalización los pone a la par de consumo.

Hay una idolatría hacia la juventud, una dificultad muy grande por aceptar el paso
del tiempo y la consecuente vejez y deterioro de lo cual no nos podemos liberar. La ilusión
de sostener al niño en ese lugar, tiene que ver con esa idea de pensar que sea un
momento que no se termine por temor a la muerte. El consumo nos hace creer que lo
podemos retardar (cirugías, cremas, etc.).

La pedofilia, en cambio, se ubica en ese lugar de ser quien dirige al niño a ese
paraíso bienaventurado. O sea, hay una diferencia, pero tampoco tanto. Una cosa es
pensar ese lugar genitalizado que se le da y otra respetar su proceso evolutivo, desarrollo,
educarse, etc. A veces pasa desapercibido en la publicidad actual, está naturalizado que
los padres/madres también genitalicen a sus hijes.

En el capítulo anterior propusimos la hipótesis de que el TDAH es la respuesta que


la sociedad actual, regida por el consumo, da frente al impasse de introducir a las nuevas
generaciones a la cultura. Lo cual se evidencia a nivel de la escolarización, donde una gran

69
cantidad de niños no pueden cursarla sin algún tipo de ayuda auxiliar. Ahora bien, esta
dificultad también puede estar alimentada por un mundo adulto que no encuentra interés
en el ámbito que justamente intenta inculcar: el deseo de hacerse mayor.

El deseo de hacerse mayor


La aparición del filme Los coristas fue algo calurosamente aplaudida. Este drama
muestra una institución opresiva en donde conviven en perfecta armonía un régimen de
castigos corporales, tan brutal como ineficaz, con una violencia del desorden ejercida por
sujetos que son el desecho de la sociedad: huérfanos, delincuentes juveniles y marginales
varios. Es en ese contexto, se introduce Mathieu, un perdedor que no se enarbola como
víctima, un compositor fracasado que no ha perdido el sentido del humor. En una primera
lectura parece contravenir nuestras observaciones sobre el imposible técnico, o sea que a
pura fuerza de voluntad y amor al prójimo se logra alcanzar un final feliz que nada tiene
que-envidiarles a los filmes rosas hollywoodenses. Si solo fuera así una fotografía excelsa
y una música coral sublime serían el único mérito de este filme naiff. Sin embargo una
lectura más atenta nos permite mostrar un juego entre los personajes mucho más
interesante. El primer movimiento de Mathieu es correrse del axioma acción-reacción (o
sea severo castigo ante cada transgresión) e introduce un plano de complicidad con los
alumnos al eludir la autoridad del tiránico director pero sin implicar una equiparación entre
los alumnos y él. No deja de castigar a Le Querrec por haber dañado al viejo maestranza
pero de un modo muy diferente a como lo habría hecho el director y al hacer al niño cuidar
a su víctima introduce tanto la dimensión de la apuesta como la de la reparación. Su
segundo gran movimiento es la constitución del coro, una vez más siguen estando
presentes la complicidad y una discreta rebelión como sello personal. Pero lo más
relevante es que la música como causa no surge de una encuesta democrática hecha
entre el alumnado sino de la prepotencia desiderativa de Mathieu, sin pedirles permiso los
hace su propia falta. Si la conclusión es que se puede cimentar un sistema educativo en el
heroísmo personal de maestros y profesores (porque eso es Mathicu: un héroe), aunque
exista, debemos decir que esta propuesta no solamente es utópica sino también peligrosa.
Porque hace a éstos responsables en forma absoluta mientras exime a alumnos y padres.
Muy por el contrario, nuestra referencia a este filme es para señalar que una educación
sostenida en un deseo congelado por los niños, por su mera condición de tales y no por lo
que tienen de promesa condena estos sujetos a un presente continuo. Qué pueden
esperar del futuro sino una destitución subjetiva que los arroje al rincón de los desechos.

70
Es lo opuesto a lo señalado por F. Regnault. Por el contrario, nuestra idea es que debe
cimentarse sobre el deseo por lo que se enseña, como planteaba Lacan el deseo es el
deseo del Otro. En Los coristas esto está claramente representado en la relación entre el
maestro de música y Pierre Moranghe. Si este último se convierte en un gran director de
orquesta es porque ése es el deseo del humilde Mathieu.

La escuela es una institución que tiene que ver con el valor que la sociedad le da al
crecimiento, al poder llegar a un mundo adulto. Pero, si estamos diciendo que los adultos
no están tan seguros de querer ser adultos, que le pase el tiempo, que tenga que hacerse
cargo, asumir responsabilidades, etc. Por un lado el adulto le exige al niño normalidad, que
encaje pero por otro lado él no puede mostrar al mundo adulto como algo valorado, como
contento de ser adulto. Cómo un adulto puede pedirle a un niño que crezca cuando él
mismo no lo valora y quiere volver para atrás. Es el famoso pendeviejo/a que reniega del
paso del tiempo.

Trae la referencia de la película “Los coristas”. Cambia esto de la acción-reacción


para que implique la responsabilidad personal de los niños. Después de una travesura que
hace uno de los niños, que desembocó en un grave accidente en uno de sus preceptores,
en lugar de castigarlo le dice que tiene que cuidarlo hasta que se recupere. Ahí se
introduce la lógica de la responsabilidad.

Dentro del coro, le da una posibilidad a cada uno dentro de sus posibilidades. A uno
que desafinaba lo puso a sostener la partitura. Él puede, en este lugar donde ubica a los
niños, que es un lugar de posibilidad, encuentra algo que les es posible para todos y que al
mismo tiempo diferentes para cada uno. Es un cambio de posición que hace que los niños
se enganchen con el coro, en esto de ser ubicados en un lugar de posibilidades. Esto es lo
que Morales llamará el lugar de una promesa a futuro, el poder ver en ese niñe una
posibilidad a futuro, una promesa, algo que se puede hacer. Desde ese lugar de promesa
es que los niños empiezan a responder.

El docente tiene que tener un deseo de enseñar pero para que pueda tener ese
deseo tiene que suponer en el otro la posibilidad de aprender. Cuando hablamos de
enseñanza y aprendizaje no hablamos solamente de la escuela. Tiene que haber por parte
de quien enseña la suposición de que a quien se le enseña puede aprender.

Capítulo 7: Notas sobre el niño

71
¿Qué ha hecho que ser padres esa tan difícil? En este capítulo, vamos a trabajar
sobre el texto de Lacan de Dos notas sobre el niño en base a las nuevas patologías.

Esta pregunta que trae, lo va a relacionar con esto que hablábamos recién del
TDAH, como esta complicación por parte de los niños de adaptarse al mundo adulto. Trae
a colación, una propaganda de EEUU que promocionaba la ritalina así: para que ser padre
sea más fácil: ritalina. Es decir, no tenía que ver con el padecimiento del niñe sino que se
ofrecía como una forma de que ser padres sea más fácil.

Con esa medicación tapo tanto la falta del niñe como la del padre. En el ejemplo del
restaurant es que justamente se le daba ese medicamento para poder aletargar a ese hije.
El hecho de que cuando crezca pueda aceptar esas limitaciones de no andar corriendo por
todas las mesas, es algo que se dificulta si no se aprendió esos límites porque fue tapado
por medicación, celular, etc. Esa fascinación del niño por el logro de la movilidad, que hace
que no se quede quieto cuando tiene poco más de año y medio, es algo que va
disminuyendo con el tiempo pero pone en falta a los padres en sus intereses narcisistas
(quiero ver una peli tranquilo, quiero comer tranquilo, etc.). ¿Cómo se combina esto con la
lógica capitalista que nos obliga a consumir todo el tiempo?

Niño como falo de la madre: (explicación sobre la metáfora paterna). Quiere decir
que la madre está atravesada por el Edipo, se ha enfrentado con la castración del Otro.

La segunda instancia es la de corte, es el ingreso de la función paterna mediada


por la habilitación o permiso de la función materna.

Instancia tercera, como la habilitación de ese niño para el futuro. La madre se


separa del objeto y puede buscar algo por fuera.

Trae a colación la metáfora paterna. Primera instancia de alineación, luego si el DM


lo habilita puede separarla y la instancia tercera que puede servir como separación. Se
tiene que dar una habilitación de potencia a futuro, con títulos en el bolsillo (“podrás ser”,
“serás” algo en el futuro), es la promesa de un futuro, que puede tener un futuro, la
habilitación es para que salga de lo familiar, la promesa tiene que ver con algo que está
afuera de la familia de origen. En la adolescencia, esos títulos que guardaron, tienen que
ver con ese momento de salida, empieza a resignificar qué tiene y qué va a ser con eso.
Es un qué tengo y qué puedo agregar (para salir de una suerte de destino). Cada sujeto
puede aportar a la situación algo distinto que el de al lado.

72
En la psicosis no se inscribe el significante del nombre del padre, a diferencia de la
perversión donde se halla desmentido y eso es lo que no permite la separación, por eso
nos encontramos con un sujeto que funciona desde la desmentida. Pero en la psicosis
directamente no se inscribe, el sujeto quedará ubicado como objeto del deseo de la madre
pero las consecuencias subjetivas y de sufrimiento serán otras a la perversión. Hay un
significante que no permite acomodarse a la realidad, el cuerpo (desencadenando delirios
por ejemplo), hay algo que no pueden terminar de decir para calmar ese sufrimiento.
Ambos quedan como objeto del deseo de la madre, pero la diferencia la marcará el
significante en tanto presentaciones subjetivas.

Puede quedar identificado a encarnar con todo su ser el deseo de la madre


(perversión). Si el rombo no está en la fórmula fantasmática, no hay separación, por tanto
la S y la “a” se pegan y el objeto queda tapando la falta. El niño queda, encarnando con
todo su ser, el deseo de la madre. Hay una desmentida de la ley (que es la castración, el
límite), hay un sí pero no (no hay esa vergüenza, moral, asco).

Neurótico: el poder salir de ese lugar de falo de la madre, implica preguntarse por el
deseo del Otro (¿qué me quiere?) y por los efectos de la represión, está sometido a la
metonimia del deseo (siempre se va desplazando y no puede terminar de ponerse en
palabras).

El neurótico, entonces, puede ser un sujeto de la cultura e insertarse en ámbitos


normativos como la escuela. Estos ámbitos normativos funcionan como instancia tercera,
tanto para el niño como para la madre, pone coto, separa de manera real, donde los
padres tienen que retirarse.

No es el niño como tal lo que se quiere sino lo que representa, que es la falta del
Otro, puede ser lanzado al futuro para suplirla. El niño puede venir a representar aquello
que los padres no fueron, ese ideal que pueden tener los padres, entonces viene a ocupar
ese lugar de posibilidad para futuro, de cumplir esa falta que ellos no pudieron hacer. Ese
es el lugar de promesa pero no todos los niños van a ese lugar de lograr lo que ellos no.
Luego habrá un trabajo de desarmar esa proyección de los padres sobre los niños, porque
no todos van a querer lo que sus padres querían para ellos.

El niño como síntoma: El síntoma puede representar la verdad de la pareja parental.


Este es el caso más complejo, pero también el más abierto a nuestras intervenciones. La
articulación se reduce en mucho cuando el síntoma que llega a dominar competente a la

73
subjetividad de la madre (cuando lo que sucede ya no tiene tanto condimento del niño sino
que tiene que ver directamente con la madre, cuando se escucha una dificultad con la
separación). Esta vez, el niño está involucrado directamente como correlativo de un
fantasma (no hay una separación acabada en el fantasma). La pareja parental= Otro y al
Nombre del Padre. Ej. p.105

Esto quiere decir que ese emergente (como puede ser que se orine en la cama)
resulta ser la verdad de la pareja parental. El niño muestra la verdad de algo que está
pasando en la pareja parental. No podemos pensar que Lacan está hablando solo de los
padres, sino que estaba hablando el Otro y la relación al significante del NP, es decir, no
es la pareja parental como padre y madre.

El niño como objeto del fantasma de la madre: Definición de fantasma p. 107 en la


posibilidad de que se inscriba el significante NP, que se le dé lugar, es lo que hace que se
niño pueda tener la condición de un ideal, es decir, algo que tenga que ver con el futuro, la
posibilidad de ver un futuro para ese niño (que son los títulos en el bolsillo que habla
Lacan) y esto puede darse por fuera de la familia. La represión, la castración, el límite es lo
que permite la vida, lo que permite la cultura. Si no se le supone un futuro, una promesa se
lo arrastra a la muerte (como en Pablo Escobar), al no dejar pasar una instancia tercera
(“no reintegrarás a tu producto”, básicamente que no se lo coma, es el palo/falo en la boca
del cocodrilo para que no se lo devore, hay un exceso de deseo que no da lugar al límite,
“todas menos tu madre”). Tiene que haber una lógica de presencia y ausencia, que la
madre deje de estar pendiente, que pueda hacer otras cosas por fuera del niño.

Si el niño es tomado como objeto de la madre no habilita la pregunta por qué es lo


que el Otro quiere, no se permite la represión y las consecuencias que esto trae.

No es un niño promesa, es un niño desilusión y cuando se intenta una separación se


produce una desestructuración del mundo materno, surge la violencia (madre golpea a
docentes)

Las instituciones como la escuela funcionan a modo de tercera instancia de


separación, porque pone normas, reglas, etc. Cuando el niño no es desilusión provoca
agresión por parte de la madre hacia esas instituciones.

p. 108 La discapacidad, la deficiencia neurológica, permiten dar respuesta, aunque


terrible y atormentadora, al enigma del deseo del Otro. La discapacidad, de la cual ningún

74
niño parece estar exento, parece dar máximas ventajas para ofrecerse como víctima y
exigir al Otro (Estado, instituciones, profesionales) todo tipo de reivindicaciones.

Hay muchas personas que se quedan afuera de espacios socialmente valorados,


quedando en el lugar de desecho, de basura de la sociedad, de resto, de porquería. Nos
se les suponerle la posibilidad y la capacidad de decidir. Esto es lo que encontramos
muchas veces en instituciones escolares, en un presente continuo donde pareciera que no
van a tener posibilidad de elegir en su vida.

La denominación de incapaz es algo que se ha modificado actualmente, tiene que


ser una persona que no pueda comunicarse con el afuera (como en un estado vegetativo),
de lo contrario no se lo puede nombrar nunca como incapaz. Esto es un discurso jurídico
que se presenta como habilitador pero cuesta aplicarlo, por tanto, no es tan fácil
apropiarse, tomar posición.

La discapacidad, las deficiencias neurológicas permiten dar una respuesta, aunque


terrible, al deseo del Otro. Esa respuesta termina funcionando como un cierre, evita la
pregunta de qué tengo que ver yo en esto que le pasa a mi hijo, es como un parche a un
lugar que tenía que quedar abierto respecto al deseo del Otro. Cuando los niños van
creciendo les permite apropiarse de ese lugar y muchas veces se termina utilizando para
victimizarse, no puede hacer nada con eso.

Todo aquello que acompaña al ser, son todas esas cosas que arman como un piso
para el sujeto (“soy adicto”, “soy discapacitado”, etc.). El riesgo es que eso coagule y no se
pueda mover de allí. Hay que tener mucho cuidado cuando esos lugares dejan a los niños
coagulados en el ser, aunque muchas veces no van acompañados de un diagnóstico (“sos
el peor de la clase”).

p. 110: Si no hay NP, ¿qué sucede con el deseo del Otro? No es que no exista pero
no está simbolizado por la significación fálica lo cual hace que el deseo aparezca más
como voluntad que como deseo.

p. 111: Viñeta clínica de un niño que está tomado como objeto del fantasma de la
madre. Es un niño de 8 años que se hace encima. Le llama la atención que la madre no
consulte por eso, tampoco es una preocupación para el chico, salvo cuando se lo señalan.

El control de esfínteres requiere una maduración neurológica, una vez logrado eso,
después tiene que haber un apoyo cultural para lograrlo, es una de las grandes
separaciones que tiene que realizar: “donar algo que le es propio a la cultura”. Esto es
75
debido a los acuerdos culturales respecto a dónde se hace caca. Cerca del año y medio,
los niños, aunque con pañales, comienzan a elegir un lugar donde hacer sus necesidades
aunque no coincide con los ideales culturales todavía, pero empieza a armar esto de que
hay un lugar donde se hace. Esto se relaciona con los tres diques de la represión, porque
el asco y la vergüenza son elementos muy importantes para el control de esfínteres. En un
niño de 8 años que se hace caca encima, uno esperaría que los padres les diera asco,
vergüenza, sin embargo esto no es algo que preocupe, por tanto, hay algo de la represión
que se ve comprometido.

Tiene que haber una instancia tercera, una norma que diga que no se hace caca en
cualquier lugar. Después dice que solamente se higieniza cuando otro se lo señalan. Ese
lugar del ideal de la limpieza no ha sido trasmitido, parece ser algo que no importa.

El tema de los golpes tiene que ver con la historia de la madre (la golpearon el
hermano y sus parejas), tiene que ver con su fantasma (ser golpeada es equivalente a ser
cagada). El ser golpeada, tiene que ver con construir un vínculo de mierda con el otro.
Justo el síntoma que tiene el hijo. Ahí se puede ver claramente qué significa que un niño
sea el objeto de fantasma de la madre; no hubo un corte, una separación por parte del NP.
El síntoma del niño sostiene el fantasma materno; al contrario de la fobia que viene a
llamar a la falta. El síntoma de este niño aparece como temor a que la madre deseara otra
cosa; al hacerse caca encima es como si reforzara ese lugar de mierda del fantasma de la
madre.

Ahora bien, la angustia se centraba en la violencia hacia las maestras que esto se
veía como una traición a la madre. La madre se angustiaba, porque en esto de que no
había mediación en ese pegoteo, porque que Mariano le pegara a otras maestras es como
una infidelidad porque le interesaban otras; básicamente que se saliera de su lugar de
objeto. Y Mariano se hace caca porque cree que su madre puede tener otro hijo.

Cuando el padre de Mariano quería castigarlo por haberse peleado con el medio-
hermano, ella lo evita, no quiere saber nada con esa instancia tercera porque se pone en
juego su propio fantasma. Ella consulta porque no quiere que las cosas cambien.

GABRIELA MANITTA

76
Dos notas sobre el niño- Jaques Lacan:
El niño, en la relación con la madre colma y divide. Si no divide cae como resto,
entra con la madre en una relación dual.

El niño divide a la madre cuando no acierta al descifrar lo que demanda o cuando


cree que no basta con lo que ella puede dar, es decir, cuando hay algo de la conducta del
infante que le hace evidente que con ella no basta. Pero también puede angustiar y dividir
la percepción de que se es todo para el otro, el percibir lo fundamental que se es para ese
ser, el hecho de que necesite completamente a la madre. Lo importante es verificar que el
niño tanto colme como divida a quien cumpla la función materna, de lo contrario cae como
resto, queda identificado al objeto del fantasma materno, es decir, sin posibilidad de
separarse, de distinguirse a riesgo de caer como desecho o mierda ante cualquier intento
de separación. Esto último sería uno de los pronósticos más complicados.

Mientras más colma el niño a la madre, más se angustia la madre porque no puede
desear como mujer.

Sintomatología infantil:

Lacan plantea dos lugares posibles para el niño que podemos descifrar.

Como verdad de la estructura familiar:

En posición de responder a lo que hay de sintomático en la estructura familiar.


Traduce la articulación sintomática de la pareja. Este síntoma está articulado a la Metáfora
Paterna, atrapado en una serie de sustituciones que lo hace más sensible a la dialéctica
que pueda introducir el analista.

Hay que hacer ese trabajo de ir del síntoma del niño al síntoma de la pareja. El
analista se las arregla para hacer ver a los padres de qué modo el síntoma del hijo
preocupa más a los padres que las dificultades que le genera a niño.

Atrapado en la relación con la madre:

Es la otra fuente o causa de la sintomatología infantil, que es la más compleja de


trabajar. El síntoma es más simple en su presentación pero en tanto que bloquea, se
presenta como un real indiferente al esfuerzo por movilizarlo mediante a lo simbólico. Por
ejemplo el asma, las variantes de las dermatitis suelen ser síntomas que dan cuenta del
compromiso subjetivo del niño atrapado en la relación dual con la madre.

77
La relación dual entendida como este binomio que no registra un tercero, aunque
esté el padre no está autorizado en el discurso de la madre como un tercero.

Un adolescente que le cuenta todo a la madre representa más trabajo que un


adolescente enojado con la madre.

Un niño que nace:

Es para su madre (mujer) la aparición en lo real del objeto. La mujer pone en el


parto esto de ver realizarse afuera el objeto causa de su deseo. Un bebé que nace es algo
que se desprende del propio cuerpo y una vez que nace es extraño. Fue algo tan casi
propio pero una vez nacido es real y en tanto real es extraño. Los recursos, las posibilidad
que tenga una mujer para funcionar respecto a la extrañeza que supone ese recién nacido
depende de su estructura, depende de su historia.

Hay una diferencia fundamental en la cualidad del bebé como objeto de la madre y
es que este objeto está animado (a diferencia del a) tiene vida propia.

Según la estructura del deseo materno, el niño ocupará función como síntoma
(neurótico), falo (perversión) u objeto del fantasma materno (psicosis).

Hay que resistir el tentarse a la romantización del vínculo materno con su hijo.

Sutura, sustituyéndose al Objeto, el modo de falta en el que se especifica el deseo


materno.

Niño como síntoma

Niño como falo:

Niño como objeto del fantasma materno.

Un deseo que no sea anónimo:

Lo que caracteriza la función materna para Lacan es lo irreductible a un deseo que


no sea anónimo, caracteriza a la función materna en relación a los cuidados signados por
un interés particularizado, así sea por la vía de sus propias carencias.

La Función Paterna es el vector de una encarnación de la Ley en el deseo.

Es necesario haber sido en algún momento de la vida lo fundamental para alguien,


luego es necesario dejar de serlo. El ser la falta del otro es lo que nos otorga un lugar en el
mundo, de lo contrario estamos de más. En el melancólico se escucha el dolor de estar de

78
más. De este objeto de desecho, de este resto que el recién nacido es al comienzo de la
vida, a ese trozo de carne, la madre lo viste con una ficción. Ser el falo para la madre es
una ficción, es importante que conserve el estatuto de ficción, pero es una ficción
indispensable. La falicización del niño es lo que se opone o lo que rescata al recién nacido
de un destino de desecho. El tener un valor fálico para alguien tiene que ser con el estatuto
de ficción puesto que de lo contrario se caería en una perversión.

H. Bonnaud. El síntoma es un decir…

La patologización de la infancia es un fenómeno creciente, hay un abanico cada vez


más amplio de síndromes y diagnóstico que rotulan para siempre el síntoma, acallando
para siempre la posibilidad de ser alojado en un lugar donde se le dé la palabra.

VANESA OSSO

El psicoanalista y la subjetividad de la época

Algunos comentarios sobre el ciberacoso sexual (grooming) y los


derechos de niñas, niños y adolescentes. López, Giselle (2017)
Lacan planteaba que el psicoanalista tiene que estar a la altura de la subjetividad de
la época “Que renuncia quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época”.
Esto lo plantea en la dirección de la cura.

“El analista agujero no es lo mismo que el analista barrado. ¡Los analistas tienen
que despertarse un poco!”. Esto en relación a que el psicoanalista no es que no tenga que
estar.

El grooming refiere a conductas y acciones deliberadas de un adulto, mediante el


uso de tecnologías online, hacia un menor de edad para ganar su confianza y poder
abusar de él. Puede incluir fotografías, filmaciones (material pornográfico) así como
también concretar un abuso sexual. Se trata de una gravísima violación de los DDHH
(muchas veces hay redes de trata detrás).

Esto no es algo que no se pudo advertir sino que hay una intención deliberada. Se
supone que son los adultos los encargados de resguardar el bienestar psicofísico de las
niñas, niños y adolescentes, por eso es una gravísima violación de los DDHH.

Sabemos que las capacidades de elegir, discernir, etc., son procesos que se van
construyendo: no es lo mismo a los 6, 8, 17, etc. Cuando se habla de menor de edad, no

79
es que mágicamente a los 18 las personas ya logran algo, más bien, se apunta a que estas
capacidades ya están más construidas, están en mayor simetría con los adultos.

Hay una condena social respecto al engaño. El abuso sexual en la infancia, está
condenado por el código penal de 6 meses a 10 años. Se sostiene en las teorías de la
subjetividad por el impacto psíquico: desorden simbólico inusitado, perturbando la
organización defensiva y una severa desorganización de la vida psíquica.

Hay una variante a este rechazo donde habría un supuesto consentimiento de los
menores que atenuarían para el discurso corriente la gravedad del hecho. Hay algunas
situaciones donde parecería que hubiera habido un consentimiento.

Otro elemento que todavía no es tipificada como delito es la tenencia de


pornografía infantil, aunque hay proyectos presentados (condena al consumidor). Si no
hubiera consumidores, se supone, que estas situaciones no se expandirían. Esto es
diferente a la problemática de adicciones, puesto que se está consumiendo un producto
donde hay un abuso, no es simplemente él con su producto sino de personas que están
siendo abusadas.

Ejemplo de un periodista: No es lo mismo la sexualidad infantil a la genitalidad, no


están preparados los niños, niñas y adolescentes para las prácticas sexuales como los
adultos. También tenemos el tema del consentimiento, donde pareciera que hubieran
consentido, pero si nos detenemos a escuchar los relatos nos damos cuenta que no hubo
tal consentimiento. La expresión del periodista, encarnando el sentido común, muestra
mucho sobre lo que hay que trabajar respecto a qué se está consumiendo y cuáles son las
características psicológicas de niñas, niños y adolescentes en relación a la sexualidad y la
genitalidad.

La convención internacional sobre los derechos de los niños (CIDN): es una


materialización de la convención acerca de la infancia en occidente (que hemos hablado
clases anteriores respecto a qué concepción tenemos sobre los niños). Hubo un momento
donde la humanidad occidental tuvo que hacerse unos replanteos respecto a que hay
situaciones las cuales no pueden estar los niños.

En Argentina el acoso online está pensado de 6 meses a 4 años (ley 26904 de


2013).

Dilema con relación al secreto profesional p. 93. Se hace unas preguntas

80
Toma la película Trust (confianza) 2010. Se van a tomar tres aspectos:

1- Annie 14 años, familia preocupada por el uso de la tecnología. Se muestra la


caída de los padres idealizados de la infancia, se muestra la búsqueda del otro
sexuado, la búsqueda de identidad: todo lo esperable.
Después se encuentra con un hombre que no le había dicho que tenía la edad
que tenía. El movimiento del adulto es responsabilizar a la joven, yendo hacia su
narcisismo, hacia la imagen de sí (pág. 95): “pensé que eras lo suficientemente
madura para entender”. Esto muestra el movimiento de manipulación, de
responsabilizarla a ella. Tienen un encuentro sexual después del cual él no la
contacta más, y ella se reprocha el “tal vez no le gusté”. Y a todo esto, se ve que
la está filmando, algo que claramente no fue acordado.
2- Frente al relato de lo sucedido del padre de Annie a un compañero de trabajo,
este reacciona diciendo ¡Ah, pensé lo peor, pensé que la había violado!” Esto es
confundir el forcejeo violento con el abuso, sin embargo, no había un pleno
consentimiento de Annie; se pierde el rol del adulto como cuidador. De esta
manera se introduce la temática del consentimiento, pareciera que porque no
usó la fuerza no hubo abuso. La disimetría actuó a través del engaño y la
seducción. Abuso de confianza sexual, se pierde el lugar del adulto como
cuidador.
3- El enojo del padre de Annie es desmedido, enceguecido, una ira que entorpece
la investigación y lo aleja de su hija. Esto abre una historia secundaria del filme
que tiene que ver con la actividad laboral del padre quien se dedica al marketing
y la publicidad. Ha participado de una campaña muy exitosa pero la angustia
empieza cuando se da cuenta que se trataba de jóvenes muy delgadas y con
muy poca ropa. Una marca de indumentaria muy exitosa que intenta ubicarlas
como objeto de consumo. Se presenta en la película como eso funcionó de
engranaje para una maquinaria que permite el abuso de niñas, niños y
adolescentes.

Conclusión (p.99)

81
La metamorfosis del objeto. Gerardo García (2004)

Cap. V. Juanito y la trama imaginaria.


Es un análisis con una lógica muy distinta a los demás, puesto que es conducido por
el padre de Juanito y las intervenciones de Freud son como recetadas al padre, el cual era
su discípulo. Esto es algo que nos llama la atención.

Utiliza el mito de Narciso. Se narra entre 2 relatos referidos a Tiresias articulados a


la culpa de haber visto algo. Narciso se muere por haberse fascinado por su imagen
(ahogado o por inanición dependiendo la versión); lo que tenemos que escuchar es por un
lado la culpa de haber visto algo, lo que se empieza a bordear en relación a la mirada y
cómo eso que tiene que ver en relación al exceso de lo pulsional es mortífero.

Lo primero que nos encontramos en el historial, es este niño que se llama Juanito y
que está ubicado en el falo imaginario de la madre. Tiene 4 años y un miedo excesivo, a tal
punto que en algún momento del historial no puede salir ni de la casa. Es importante
también darle ese lugar, es decir, Juanito la estaba pasando muy mal a raíz de la fobia que
había desarrollado.

Lo primero que va a destacar Gerardo García tomando a Lacan es que el progreso


del análisis está en relación a los significantes, a las palabras, puesto que este historial
está lleno de imágenes pero no tenemos que caer en esa trampa, el progreso que
podemos ver está en el orden de las palabras.

Lo primero que vemos es esta dualidad que Juanito tiene con su mamá, está en ese
momento donde son ellos dos y se da esta cuestión de ver y ser visto entre ellos, hay una
pregnancia de la mirada y en relación a lo imaginario (que tiene que ver tanto con las
imágenes y los significados). Por eso el objeto de la pulsión que se destaca en lo
imaginario es la mirada.

La mamá de Juanito dice que le cuesta mucho sacarlo del baño cuando ella está ahí
o se está cambiando. Él quiere ver el cuerpo desnudo de su mamá (en el baño o cuando
se está cambiando) y la mamá (desde el Yo) dice que no sabe cómo hacer para que
Juanito se quede afuera.

Quizás hay una edad donde el niño no puede esperar afuera mientras la mamá se
cambia o está en el baño, por una cuestión de cuidado. Pero Juanito ya puede quedarse

82
afuera, sin embargo, hay algo de ver la desnudez, en relación a las preguntas sobre la
sexualidad que se está comenzando a hacer.

Se destaca que la madre siente esa dificultad pero que no tiene la posibilidad de
pedir la intervención del padre en todo esto, no relata que convoque al padre: expresa no
poder pero tampoco se le ocurre dar intervención a otro. Cuando vimos el cap. 7 de
Morales, dijimos que lo importante ahí es la instancia tercera. La función paterna tiene que
ser habilitada por la materna, entonces, en este historial: a la mamá no se le ocurre
habilitar al padre y al padre no se le ocurre intervenir.

Se va dando la conmoción de esta dualidad y eso se comienza a conmover. Hay un


pasaje de la angustia al miedo. El miedo es la eclosión de la neurosis: miedo a los
caballos.

Hay momentos previos con relación a la angustia. Hay tres momentos que van a
conmover esa dualidad, esa relación de ver y ser visto: 1- El nacimiento de la hermanita (la
mamá ya no puede mirarlo como antes, 2- Emergencia del pene real (masturbación,
registra que su propio pene tiene vida propia, hay algo de su cuerpo que no controla, pasa
de ser una totalidad a registrar a su cuerpo como en partes), 3- Descompensación: pasaje
de lo imaginario a lo simbólico. Pasaje del 2 al 3 requiere intervención paterna. Este
momento es muy importante, Juanito necesita salir de esta cuestión imaginaria que tiene
con su mamá para pasar a lo simbólico, a darle lugar a lo tercero como lo que va a ir dando
el registro de lo simbólico.

Padre real: el que empieza a intervenir. Esto es, ese padre que empieza a advertir
que a Juanito le pasa algo (cuando empieza a tener un miedo desmedido a tal punto que
no puede salir de la casa). Intenta hacer algo, por eso pide ayuda a Freud.

Padre imaginario: es Freud.

Padre simbólico: caballos, Juanito siente miedo a los caballos. Aparece el animal
como tótem que se va a unir al padre simbólico. La fobia organiza esta suplencia del padre
simbólico. De lo pre-edípico a lo edípico a través del mito.

El caballo lo tomamos como significante, no como imagen. Es importante que


distingamos el valor que tiene la aparición de los animales en la aparición del padre
simbólico. Freud, en tótem y tabú, destaca la figura de tótem (figura de un animal) que
representa a un padre gozador (él es la ley, encarna la ley/lo que lleva a la arbitrariedad).

83
El padre simbólico es quien está sujeto a la ley, pero es necesaria la construcción de ese
tótem, para poder pasar al padre simbólico.

Entre los 3 y los 5 años hay un interés muy grande de los niños con los animales,
por saber de ellos, por verlos. Esto no es casualidad, tiene que ver con este momento del
desarrollo psíquico, donde el animal da al inicio de la representación de lo que después se
convertirá en el padre simbólico, es encontrar una imagen para después dar lugar a lo
simbólico, a la ley del significante. El animal es la aparición de lo tercero.

Es un momento importante y necesario, la complicación en este caso es el exceso


de sufrimiento que tiene, lo que nos ayuda a conceptualizar la neurosis infantil como la
instancia necesaria para la constitución subjetiva.

La fobia organiza la suplencia del padre simbólico, porque empieza a temerle a algo
y esto rompe con la dualidad imaginaria que tenía con la mamá. El pasaje es a través de la
construcción de un mito, de una historia la cual es con significantes.

En el hombre de las ratas hay una cuestión crucial que lo desarrollará en el mito
individual, donde recuerda una broma que hacía la mamá al padre, que había dudado de
casarse con la mujer amada o la adinerada. Eso que era recordado en tono de broma es
lo que termina siendo el centro de la neurosis, vuelve a esa misma escena para repetirla
porque una de las cosas que tare a consulta es con qué mujer quedarse (la que ama o la
que le conviene porque tiene dinero). Estos mitos permiten la salida de lo pre-edípico a lo
edípico. Esto se convirtió en un problema al no poder salir de ese lugar, cuando se
convierte en un exceso es donde se tiene que hacer una intervención.

Juanito está muy tomado por el registro imaginario y para salir de esa toma tiene
que darle lugar al registro simbólico. Los tres registros están anudados, esto quiere decir
que no hay uno más importante que otro; el tema es que cuando uno está más prevaliendo
más que los otros, empieza a generar angustia.

La mamá de Juanito era una mujer muy cercana lo que hoy podríamos decir
feminista (andaba en bicicleta, sola y en calzas, algo muy distinto al rol de la mujer
impuesto a la época). Intenta ser flexible en propiciar el diálogo entre padres e hijos: le da
lugar a la palabra del hijo y descubre que se masturba (toca su hace-pipí) lo que le causa
horror y rechazo. Hay una angustia ante la emergencia del pene real de Juanito. La mamá
desde este lugar intelectual, propiciando estas cosas nuevas para la época, no se lo banca

84
a nivel real. Juanito es la metonimia del falo de la madre como un todo y l emergencia de
una parte del cuerpo cuestiona el todo de la dualidad.

Esa reacción por parte de la madre también angustia a Juanito, porque además de
que no sabe qué pasa con su cuerpo (pequeñas erecciones), ahora no sabe qué pasa: él
es una parte, ya no es un todo completo, entonces, ya no puede ocupar ese lugar que
antes ocupaba ante su madre.

Juanito siente un desplazamiento del lugar de falo imaginario de ser todo para su
mamá con el nacimiento de la hermanita. Efectivamente, empieza a caer de ese lugar.

Por último es la pregunta ¿qué me quieres? Si ya no soy todo lo que llenaba a mi


mamá, si mi ilusión del todo está rota porque hay algo que no controlo, entonces, ¿cómo
me presento? Juanito percibe un más allá en relación al deseo de su madre y con lo que él
puede responder en ese momento le resulta insignificante: antes respondía con su
totalidad, con el falo imaginario, pero tiene que pasar a lo simbólico porque la madre está
en ese registro.

El pasaje a lo simbólico es el pasaje por la castración, puesto que el mundo


simbólico es ese en el que un elemento falta, donde no-todo puede ser nombrado. Los dos
grandes significantes faltantes son la muerte y la sexualidad. Si sale de ese mundo
imaginario de él y su madre mirándose, tiene que pasar por la castración. Y esto se le
dificulta a Juanito porque los padres no saben cómo acompañarlo (aunque haya toda la
intención y voluntad). Lo que se muestra en este historial es que no alcanza solo con la
voluntad, hay algo de la singularidad de los padres que están entorpeciendo el pasaje,
haciendo que cueste más de lo esperable.

El pasaje a ser el falo simbólico implica ubicarse en el lugar de la falta en la madre.


Empieza a imaginarse cómo él es imaginado y eso es el inicio del ingreso al mundo
simbólico.

Esto es importante porque hay un costo muy importante de quedarse en el lugar de


falo imaginario de la madre, como el caso de Mariano que vimos.

Los caballos son los elementos que permiten el pasaje de la angustia al miedo, pero
no es todo del caballo sino la mancha negra que Juanito ve en ese caballo. Habla de algo
negro, es decir, hay un punto de ese caballo que no se puede terminar de representar, algo
que queda por fuera. Hay un punto irreductible que no puede terminar de pasar por el
lenguaje y eso es lo que genera el miedo. El caballo no es un significante unívoco, que
85
signifique siempre lo mismo. El miedo es en relación al caballo y la angustia hacia la
mancha.

Tiene miedo de que los caballos lo muerdan (nos habla de lo oral), esto está en
relación a la madre, que lo devore. Hay un primer momento en relación a lo oral. Después
aparece el miedo de que los caballos se caigan, ese caer tiene que ver con él porque él se
está cayendo de ese lugar. Cuando Juanito logre la construcción mítica de la castración no
necesitará el andamiaje de la fobia en relación con el caballo, pasará a lo movible, a lo que
puede cambiarse, desatornillarse. Ya no es morder y caer sino algo que se puede mover y
eso nos da la pauta que hay algo en relación a la castración que empieza a suceder.

Veremos que en ese final no queda tan clara la resolución, pero sí se observa que
hay ahí un progreso significante.

El pasaje de la fobia a la construcción mítica tiene que ver con dos intervenciones
que hace Freud. La primera es que Freud dice: “decile que el Falo no existe, que nadie lo
tiene”. Cuando Juanito le preguntó a la madre si tenía hace-pipí, ella le dijo que si (más allá
de la cuestión del pene, la madre no puede decir que no tiene). Frente a esta intervención,
Juanito lo rechaza, le dice que su madre sí tiene hace-pipí, hay una desmentida de la
castración. La segunda intervención Freudiana que permite la construcción del mito es que
él sabía que desde hace mucho tiempo un niño él lo iba a ver porque por el gran amor que
sentía por su madre iba a odiar a su padre. Eso le dice Freud a Juanito, esa misma noche
se levanta y aparece en la puerta de los padres mirando. El levantarse a mirar es ¿dónde
está mi padre (eso que hay que odiar, temer)? Quiere constatar si su papá está o no está.
Esas dos intervenciones son las que permiten que aparezca el personaje nuevo que es el
fontanero.

Que el falo no exista no quiere decir que el padre no ocupe su lugar de separar al
hijo de su madre, el poner límites. La firmeza no es lo mismo que la violencia (la práctica
común que es lo que quiere evitar el padre). El padre está pero no está, no está actuando
como instancia tercera.

La pregunta del padre de Juanito es ¿cómo ser un padre? Pero esto no se termina
de formular porque no tiene su propio espacio para hablar de ello.

Juanito, en la tarde va a ver a Freud y éste le dice que sabía que iba a ir a verlo
porque de tanto amor por su madre iba a odiar a su padre. Juanito ya tenía una suerte de
transferencia, había una suposición de sujeto supuesto saber. Entonces, las palabras de

86
Freud generan algo en él: es misma noche Juanito va mirar y le dice a su papá “quería ver
si estaban acá”. Va a constatar esto de que si un papá es alguien que tengo que odiar (a
partir de lo que dijo Freud), entonces yo no lo estoy viendo. A partir de este momento
comienza a disminuir el miedo a los caballos y comienza construir esta escena de
movilidad con el personaje nuevo que es el fontanero.

Esa intervención genera duda y eso permite construir a su padre simbólico, por eso
no queda pegado y puede pasar a una escena que es la castración. La primera
intervención no surtió efectos porque reniega de la castración de la madre pero en la
segunda ya podemos ver efectos.

VI. Llovió después en la alta fantasía


Nosotros nos enteramos de la angustia por el relato del padre de Juanito. En el
momento en que Juanito llega a Freud ya está atravesando el miedo. Nos habíamos
quedado en este trabajo que Juanito tiene que hacer en relación a la castración que se
iniciaba con la fantasía del fontanero. Habíamos visto este doble movimiento: el primero es
que le diga que nadie tiene el falo (y Juanito rechaza que su madre esté castrada) y por el
otro lado algo que se acerca un poco más a la idea de castración propia en relación a la
ausencia del padre, si el padre es alguien a quien se le teme, entonces, su padre no está.

Cuando Freud o Lacan hablan de temer u odiar no se refieren a una forma de


vínculo sino que tiene que ser una molestia en relación al hijo con la madre. Freud se
maneja en términos de ama a la madre y odia al padre, de lo que se trata es de lo que
provoca la interdicción del padre, que tiene que ser una molestia para esta dualidad
(imaginaria) en relación a la madre. La instancia tercera tiene que romper ese espejo, al
estilo narciso (de la fascinación por las imágenes que pueden ser mortal a nivel subjetivo,
el quedarse fascinado, detenido, mirando y no vivir).

Acá hay varios temas: de qué trata el trabajo con los niños/as. No es algo tanto de
los sueños sino que está en el registro del pensamiento lo que el niño pueda llegar a decir,
lo que es para nosotros un signo de la imaginación. Lo que a veces el niño dice que estuvo
penando tiene que ver con lo que estuvo imaginando.

Es importante no perderse en la preponderancia de las imágenes que tiene este


historial justamente porque se trata de un niño. Es importante, nuevamente, tomar al
caballo no como imagen sino como significante.

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Los elementos centrales que se van revelando son los calzones de la madre (en
tanto que velan o tapan la castración) y la carencia paterna (tiene bastante en claro qué no
quiere hacer con Juanito pero no tiene claro qué quiere hacer, se está preguntando qué es
ser un padre).

A medida que avanza el historial, vamos viendo cómo Juanito empieza a darle una
importancia muy grande al objeto anal (excremento); Juanito hace una asociación de
excremento a calcetín (por sus palabras alemanas). La característica del objeto anal es
que puede caer, que se desprende del cuerpo, esto representa más claramente lo que es
la castración. El hecho de que Juanito empiece a hablar y prestar a atención a esto de que
va al baño con la madre y quiere ver cómo hace caca, se relaciona a la elaboración
simbólica de lo que cae. El control de esfínteres es un momento muy importante a nivel
subjetivo, más allá de la evolución orgánica, se evidencian esto procesos de inserción en la
cultura (acuerdos culturales de en dónde se hace caca) y esto de poder soltarlo, de no
retener.

En el chequear que su madre hace caca, vemos que ésta tiene una complicación de
que alguien la ayude, como que la tiene que sacar sola. En esto de querer verla desnuda,
el camisón funciona como un velo de la castración. En parte la insistencia de Juanito en
este tema puede tener que ver con que su madre le dijo que sí tenía pene, esto le genera
más incertidumbre con lo que está pasando ahí. El camisón vela la castración como el
fantasma (que es una respuesta frente a la castración del otro), este lugar que tiene
Juanito con su mamá, se empieza a romper con la aparición de la hermana, con que la
madre no es una madre completa, la angustia es un signo de la falta, se comienza a
elaborar el fantasma como respuesta ante la castración del otro a modo de velo.

Siente asco frente a la bombacha de su madre, y eso hay que tomarlo como un asco
frente a la posibilidad de la pérdida de lo fálico, puesto que son objetos que pueden caer.
Hay un interés por objetos que pueden caer, en esto vemos signos de que el interés es por
los objetos que caen. También le teme a esto, los movimientos que hace en relación a
interesarse por lo que cae nos muestra que hay un deseo por eso, pero al mismo tiempo
hay un temor o rechazo a la caída de lo fálico.

Aparece el fontanero que desatornilla, cambia el agujero por otro más grande y le
pide que le muestre la cosita. El papá le pregunta si le puso una más grande y Juanito no
dice nada. El tercer tiempo de la metáfora paterna tiene que ver con habilitar al niño como

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promesa, con posibilidades, que tenga los títulos en el bolsillo. Esto de que algo cambie y
sea más grande tiene que ver con algo del orden del crecer, del registro del futuro.

En relación a su pene, la escena que trae no es la misma, le pide que le muestre la


cosita pero no se la cambia por una más grande que pueda serle útil en el futuro. Lacan
señala en el seminario 4 es que algo del orden del agujero empieza a inscribirse pero lo
que está del lado de la sexuación, en tanto de lo masculino y lo femenino no hay datos en
cómo se termina asumiendo.

Juanito tiene la pregunta de qué tiene que ver el padre con el hijo si es la madre la
que lo trajo al mundo. Ante la pregunta qué es ser un hijo y qué ser un padre, no encuentra
palabras para nombrar eso. Al tener el parto en la casa, ve que la hermana viene de la
madre pero no hay nada que nombre al padre en este proceso de traer los hijos al mundo.

Hay una escena donde pregunta si lo que está debajo de los cementerios está
también en la calle. De alguna manera, empieza a preguntarse por la muerte a la vez que
se pregunta por la vida, lo cual también es un signo por la pregunta por la castración: para
la muerte (no sabemos qué decir ante estas situaciones) y la sexualidad (sensación de
desencuentro, de que la complementariedad no es completa) no hay significantes que
agoten de lo que se trate.

En relación a un análisis, hay algo que tiene que empezar a pasar. Si puede hacer
estas construcciones pero si sigue sin poder salir, esto nos tiene que cuestionar puesto
que en algún momento algo tiene que pasar en torno a un acto. Esto no tiene un tiempo
cronológico, no podemos anticiparlo, pero en algún momento algo tiene que pasar, no se
trata solo de palabras.

VII. Otra lógica de la castración


El gran movimiento que Lacan hace es retornar a Freud, esto es, volver a lo que
Freud nombró como psicoanálisis. Hay otras cosas, otras técnicas, otras formas, pero eso
no es psicoanálisis. Este movimiento no es volver como punto de partida en el sentido de
hacerlo todo de nuevo, sino hacer una segunda vuelta (a modo del signo de infinito, que no
tiene principio ni final), que tiene que ver con valorar algo que Freud no pudo terminar de
valorar tanto por el tiempo vital o porque se le complicaba a nivel personal como es el tema
de la castración: de alguna u otra manera todo gira en relación a esta construcción del
padre, lo pone en mucho valor. Lacan pondrá, respecto a ello, al objeto a como aquello lo

89
más vaciado de contenido, en relación a lo pulsional que no tiene que ver con el sexo,
edad, etc.

En el dispositivo analítico escuchamos en estructura, esto es, no importa la


semejanza o no de los objetos como en el ejemplo del calcetín y el objeto anal, sino la
asociación que hace cada quien, puesto que de lo que se trata es del objeto a.

La muerte se hace presente en relación a la caída: de la hermanita por un balcón,


del caballo y del cementerio. De lo que se trata tiene que ver con el objeto anal, puesto que
se cae. El objeto anal es lo que viene a ocupar el lugar del falo que se cae. Cuando se
empieza hacer evidente la falta en relación a la madre y él, con la respuesta a la pregunta
qué me quieres ante ese lugar que no se puede ocupar nunca más (ser el falo), entonces
la respuesta es me quiere cagar, el objeto pulsional es el símbolo de la falta, se ubica para
tapar un lugar que va a quedar agujereado siempre. El objeto en sí mismo no es ni bueno
ni malo, sino que se define en la relación que establece el sujeto con ese objeto (por
ejemplo no es peor ser cagado que ser mirado en sí mismo, sino dependiendo de la
relación que establece el sujeto, ninguno de los cuatro objetos de la pulsión es mejor que
otro).

P. 116-117 Explicación objeto ora-objeto anal, su lugar en la neurosis con relación a


la demanda: La primera relación que el sujeto construye con el mundo es a través del
objeto oral, vemos la apoyatura con el cuerpo orgánico, lo primero y lo único que controla
un recién nacido es la succión. Aparece esa primera zona oral como la privilegiada,
primero para poder vivir puesto que sin alimentación no hay vida. En un momento hay un
pasaje de ser una zona solamente alimenticia a una zona de placer, donde se empieza a
jugar ya sea con el pecho, mamadera, chupete, etc. Este momento está caracterizado con
la demanda al otro, el sujeto no puede más que demandarle al otro primero comida y con
eso amor.

Un animal, por ejemplo, no se pone a jugar con la comida, si se sacia la deja ahí. En
el ser humano, en ese permitir jugar con ese objeto, permite ese vínculo y la libidinización
de la zona.

El recién nacido no puede más que pedirle al otro porque él no puede hacer nada
por sí mismo, entonces, con el objeto oral se instaura la demanda al otro y esto no es algo
que se abandona completamente. De hecho, el objeto oral lo podemos ubicar en personas
adultas que, por ejemplo, no pueden dejar de fumar, de tomar mate, de comer, de beber,

90
etc. Esa zona oral conserva esa libidinización aun cuando un adulto no dependa ya de esa
zona para vivir. Vamos viendo como no son etapas que empiezan y terminan: hay restos
que no se pierden nunca y hay personas que van a priorizar una zona más que otra. Cada
sujeto va a construir esa relación con esos objetos.

Podemos ver esa relación en la demanda al otro en cómo se relacionan. Hay


personas que no pueden vivir sin otro, entonces demandan presencia, respuestas, objetos,
etc., con la creencia o seguridad de que es en ese otro en donde ellos pueden ser. Es esa
creencia que durante mucho tiempo tiene valor de verdad, puesto que por muchos años el
ser humano no puede vivir si no es en relación a otro y hay personas que se quedan muy
apegadas a esa idea de que necesitan de ese otro para ser; esto se muestra en la
transferencia.

Lo anal toma la escena en este momento de control de esfínteres, antes no hay un


registro del sujeto en relación a eso, es algo que se inicia en la vida de los seres humanos
sin control, es algo que sucede, que no se puede anticipar. Puede registrar los
movimientos intestinales (si hay algún dolor o algo) pero no sabe qué es eso, qué va a
hacer. Cuando se empieza a registrar esto con más anticipación, en relación a la
introducción de alimentos sólidos, distintos movimientos, etc., donde comienza a elegir un
lugar de la casa donde hacerlo (con pañales y todo). El último momento en relación al
control es no solo poder anticiparlo sino dar el salto a lo cultural e ir elaborando eso de la
caída de su cuerpo y donarlo, está en relación al regalo, es algo que se tiene que dar al
otro. Es un momento muy festejado cuando se hace caca en la pelela, es un logro que está
en relación de darle eso al otro, a la cultura. Es empezar con ese proceso de represión de
las satisfacciones pulsionales. La relación al objeto anal es distinta a lo oral porque
aparece la demanda del otro, se le demanda al sujeto un dónde, cuándo y cómo hacer eso.
En relación a lo anal, entonces, la demanda viene del otro.

Esto no se termina con el control de esfínteres (la cuestión del retener o soltar, hay a
quienes le cuesta soltar y quienes sueltan demasiado), el objeto anal es representante del
falo, del dinero y del hijo.

La complicación con cualquiera de los cuatro objetos está en la fijación, esto es, la
idea es que pueda circular la pulsión. Por ejemplo, quien no puede dejar de retener puede
tener repercusiones subjetivas muy sufrientes: no se puede dar un gusto, miedo a que no

91
haya, dificultades intestinales, etc. O por el contrario, quienes no pueden dejar de gastar,
de soltar.

La prevalencia del objeto oral coincide más con una estructura histérica que tiene
esa característica de pedir, de demandar, esto de que no hay nada que lo satisfaga,
siempre pide más algo que siempre falta, no hay un agotamiento. Intenta sostener por
todos los medios otro que no esté castrado, intenta por todos los medios hacer para que el
otro no esté castrado (esto se puede ver en el discurso religioso). Hay una tendencia en la
actualidad a lo totalizador, un discurso social-capitalista como ilusión de que se puede
tapar la falta; hay una complicación en ver la falta puesto que se rechaza este discurso que
va a contra-pelo.

En relación a lo anal, la demanda del otro se relaciona más con la estructura


obsesiva que sienten que el otro siempre le está pidiendo algo, las meras palabras de otro
son vividas como algo que ellos tienen que cumplir, tienen un peso de verdad que cuando
no se puede poner distancia se sufre mucho, terminan haciendo cosas que nadie le pidió.

Si bien el malestar es estructural, el lenguaje no alcanza, cuando el mal-entendido


es muy grande se puede dar una suerte de rueda de dar-pedir que tiene que ver con el
exceso, la fijación que provoca mucho sufrimiento, en relación al goce.

El objeto mirada y el objeto voz: son objetos que Freud menciona cuando habla
sobre todo del voyerismo (mirada) y no tanto la cuestión de la voz (que aparece en relación
al Superyó). Son dos objetos que no desarrolló tanto Freud pero que Lacan le pone mucha
fuerza.

En cuestión a la mirada se ve la cuestión del deseo que se dirige al otro, en tanto


mirar y ser mirado, la imagen requiere de ese otro en relación al deseo.

La voz es algo que viene del otro, algo lo más cercano al inconsciente (el otro como
batería de los significante), se lo relaciona con esa voz de exigencia del superyó que
siempre pide más, que hace sentir al sujeto que no está a la altura de las circunstancias:
en lugar de lo posible busca siempre el más para sufrir, es esa voz que si la seguimos no
la vamos a conformar nunca, hay que bajarle el volumen porque nunca se calla. Si la
seguimos perdemos, el trabajo está en no escucharla tanto porque no se puede calmar
nunca, siempre exige más y más.

El trabajo de análisis no se trata de seguirle el juego al otro, el punto es la


responsabilidad subjetiva, ¿Qué hay de vos en eso? Es darse cuenta que es el propio
92
sujeto que no se puede separar, se busca que pueda dudar de esa palabra del otro que se
ha hecho propia.

Los objetos de la pulsión, si bien son relaciones prevalentes, se ubican en la clínica


en grupos, en el sentido de que hay siempre al menos dos que prevalecen: uno puede ser
el más evidente y otro que le sigue de cerca. Los otros dos no tienen tanto valor libidinal
como los dos primeros.

Para pensar esto, trae el sueño del hombre de las ratas, donde dice que sueña con
la hija de Freud, que la ve bajar por la esclarea del consultorio y que los ojos de la hija son
de bosta (de caca). Ahí se ve como se conjugan estos dos objetos que eran los más
importantes en la relación libidinal del hombre de las ratas, sentía mucho placer mirar de
atrás a las mujeres que limpiaban en su casa, hay muchas escenas en relación a la mirada
y a la mierda. Esta tortura que le había contado que les hacían a los soldados que
atrapaban que era meterle una lata con una rata en el ano. Cuando cuenta esto hay algo
de placer y displacer, había placer y horror a la vez (de sentir placer en el relato). Hay una
prevalencia muy grande entre la mirada y lo anal.

La lógica de la castración retomada por Lacan es diferente a la amenaza sobre el


pene (si se lo cortan o no), puesto que es estructural y tiene que ver más con el momento
de romper la dualidad que por la amenaza expresada sobre el pene (que sería quedarnos
en lo imaginario). La lógica de la castración tiene que ver en relación al objeto.

Cuando Edipo se entera que Yocasta es su mamá, se arranca los ojos, hace una
opción de separación del cuerpo de ese objeto de goce. Ha y ahí la introducción del objeto
de la pulsión en la escena. Freud alcanza a tomar la primera cara y Lacan da ese paso
más para pensar la castración en términos del objeto y no cernirla a la presencia o
ausencia del pene. El tener o no tener falo es una posición simbólica. La madre de Juanito
no pudo decir que no tenía porque es ponerse en falta, es una posición la que se le
complica que es asumir lo que no tiene.

DENIS VITALE

Metamorfosis del Objeto:


Veremos, entonces, cómo entrar en análisis, el síntoma analítico (que es algo a
construir) y las intervenciones del analista (a partir de algo que sucedió en análisis, cuáles
son los efectos, no es lo que dice sino los efectos que puedan verificarse).

93
No cualquier miedo es fobia. Cuando pensemos la fobia, lo primero que tenemos
que considerar es que ese elemento fobia, dónde está escrito en la estructura, dónde están
sus relaciones. Es fobia en tanto que se articula con otros elementos. En el caso Juanito,
desde Freud, vemos que hay un conjunto de elementos que permite considerar cuál es la
función de la fobia. Desde Lacan, vemos que hay una estructura donde hay un mismo
discurso que tiene una ley que es caprichosa, no hay un elemento que diga no se puede,
sino que todo se puede (es posible a las 10, a las 11, es posible no dormir). Toda
estructura implica en sí una imposibilidad, entonces ese Deseo de la Madre lo que no hace
es legalizar, poner en evidencia el elemento de la imposibilidad; lo que puede impulsar ese
elemento es la metaforización de otro discurso que señale que estructuralmente hay algo
que no se puede. Hacerle lugar para poder inscribir esa imposibilidad tiene que ver con el
significante NP. El llamado de la fobia es al significante NP, porque hay algo que no está
pudiendo ubicarse en relación a ese imposible. El miedo irracional es cuando hay algo que
por irracional no se puede.

La verdadera función de la fobia está en sustituir al objeto de la angustia por un


significante que provoca temor, a la vista del enigma de la angustia el miedo es
tranquilizador.

El Deseo de la Madre en la fobia es tan opaco que no hay posibilidad de una


referencia, eso genera una angustia que no tiene localización. En la fobia aparece un
significante (caballo en el caso de Juanito) que permite que se metaforice es angustia des-
localizada en un miedo localizado (en el caballo), lo que estaba en cualquier lado y podía
irrumpir el cualquier momento, ahora queda circunscrito a un objeto puntual. Caballo y ese
miedo viene a decir que esto no se puede, viene a traer una ley que es clara, hace las
veces y toma el lugar de lo que no está funcionando que es el significante NP.

La función del significante NP viene a ser reemplazada, momentáneamente, por el


significante caballo. No tenemos que pensar la fobia como una entidad clínica sino más
bien como una plataforma giratoria, es decir, una posibilidad de viraje. Esto es, si lo que
está en suspenso es la inscripción y el efecto que trae el significante NP, cuando se pueda
inscribir podemos pensar en una neurosis o perversión, la fobia es una solución
momentánea. Frente a la angustia, quien tiene el significante del NP, tiene una posibilidad
distinta que quien tiene que responder a esa angustia con una fobia.

94
Lo que nosotros entendemos como estructura clínica, son modos de hacerle frente a
esa falta, a ese imposible estructural: la falla en el Otro está en todas las estructuras
clínicas y cada una responde a esa falta de forma distinta. La fobia es una manera de
hacerle frente cuando todavía no podíamos ubicar si hablamos de una perversión o
neurosis.

La fobia, en psicoanálisis, es una solución momentánea. Si es una solución, ¿tiene


sentido romperla? Si está cumpliendo una función, no se busca disolver esa solución. Se
busca qué está fallando y por qué se ha construido esa solución y una vez que se
soluciona la causa, la fobia cesa porque ya no cumple ninguna función. Si es una solución
momentánea es porque hay algo en otro lugar que está fallando, que hay algo que no
puede inscribirse.

Unidad 3
Consideraciones generales sobre el psicoanálisis y el hospital.
Capítulo 1- Marcelo Barros
Vamos a comenzar a pensar al psicoanálisis y la salud pública (no necesariamente
hospitalaria)

Hay 2 posiciones entre los analistas: los que creen que no es posible el análisis en
el hospital y los que niegan la diferencia.

Se plantean dos elementos que ya hemos visto: el tiempo y el dinero. El condimento


de gratuidad para el que se acerca y las exigencias institucionales de acortar los tiempos
en relación a la gran demanda y la escasez de recursos. ¿Cómo se maneja un profesional
dentro de una institución de salud pública?

El autor nos planteará desde los tiempos lógicos; desde ahí pensar qué significa
breve para el psicoanálisis: hay una dificultad para nombrar lo que sucede en ese tiempo,
si estamos en entrevistas preliminares, lo previo a la posibilidad o no de entrar o no en
análisis, eso quedará coartado puesto que no va a haber un análisis aunque puedan darse
aspectos de análisis. Hay una dificultad de parte de los analistas para nombrar lo que
sucede allí.

La mayoría de las personas que asisten al sistema público no podrían continuar un


trabajo en consultorios particulares y algunos ni siquiera con honorarios bajos. No depende
del deseo del analista ni de la emergencia de un deseo de análisis por parte del paciente.

95
Lo central del texto es: centrarnos en el problema de cómo hacer el mejor uso
posible de la intervención analítica en las circunstancias en las que nos encontramos y con
los recursos de que disponemos. Podemos quedarnos en la queja, mencionado lo que no
hay, la imposibilidad del trabajo sin poder crear un dispositivo posible con los recursos que
tenemos. Podemos tomar la falta como un motor o como un signo de imposibilidad e
insatisfacción y quedar pegados en esos modos de histeria y obsesión, en suma, no hacer
nada.

El límite es prohibición y habilitación al mismo tiempo, como en la metáfora paterna:


todas menos tu madre; esto no pero todo el resto sí. Podemos quedarnos en el esto no, o
en el todo esto sí.

Freud construye teoría a partir de la práctica, no hace encajar en la teoría lo que


sucede. Primero se determina qué es lo posible y luego se le pondrá un nombre: el
movimiento es de la clínica a la teoría y no al revés.

Dejar la orientación lacaniana es dejar que los elementos imaginarios son los que
hacen el encuadre y no es eso lo que hace al análisis. Lo que hace al deseo del analista se
sostiene con un elemento fundamental que es la privacidad, podemos tener un gran
espacio por mucho tiempo pero si no podemos ubicar el deseo del analista y la demanda
de análisis no hay garantía de análisis. Lacan despega la escena analítica de lo imaginario
para pensarlo como un discurso, y como discurso se puede llevar a cualquier lado (físico).

Ahora bien, no es que todos puedan hacer con los límites que el sistema de salud
ofrece, esto tiene que ver con la cuestión del trabajo de cada uno en relación a su ética, es
una posición respecto al límite que nos impone una institución (toda institución tiene sus
limitaciones). Lo que propone el psicoanálisis es pensar el límite como habilitante y no
como algo que paraliza e inhibe; el segundo paso es lo que cada analista pone: hay límites
que para mí no es habilitación; no todos podemos hacer todo, ¿puedo encontrar la
habilitación en este límite para mí o no?

No se trata de vivir el límite como un problema, como se plantea en lo


contemporáneo, como de suyo negativo.

Se debe tratar el problema en términos epistémicos y no pasionales. Es la posición


que el psicoanálisis toma respecto a aquello que se presenta como una dificultad y es la
posición de no retroceder. El psicoanálisis no debe retroceder a los desafíos de la época,

96
se tiene que re-pensar con los padecimientos actuales, como el que genera el uso y abuso
de la tecnología (como el Grooming). Después se verá hasta donde se llega.

El psicoanálisis no puede retroceder en buscar deliberadamente el efecto fácil y


rápido. No es que se está en contra (per se) de lo fácil y rápido puesto que esto se puede
dar, pero no es algo que se está buscando. Es todo un ejercicio el no responder a la
demanda del otro, de la urgencia y la rapidez.

Más allá de lo que se pueda modificar respecto a la época, hay cuestiones que no
se pueden modificar porque hacen al análisis: la política y el deseo. Sobre esto último es
en lo que no se puede ceder y es algo difícil de sostener.

La posición de la resolución de un problema ya no es algo particular del sistema de


salud, sino que también lo encontramos en instituciones como escuelas, trabajos, etc.

Más allá de los dictámenes de la moda en la vulgata analítica, es decir, el lugar que
se ocupa como analista, la presencia de los psicoanalistas es no perder el pulso de la
época, no se puede retirar de los espacios públicos e irse al consultorio.

El hospital y la formación del psicoanalista


Es el propio análisis lo que nos va a permitir hacer algo con los propios límites, son
circunstancias en las que los libros no alcanzan. Es como los padres de Juanito, la
cuestión de su propio análisis es lo que entorpecía el trabajo, una cosa es saberse progre
pero cuando el hijo le habló de masturbación no supo qué hacer con eso. Muchos de los
problemas tienen que ver más con la falta de análisis que de formación teórica.

Es a partir del propio análisis que se puede hacer uso de todo lo que uno sabe, de lo
que estudió y de la propia experiencia.

Freud comienza a trabajar en un hospital neuropsiquiátrico, de allí surge su gran


experiencia, luego se alejará junto con su cambio de método y se centrará en la práctica en
su consultorio, pero no hay que olvidarse de los orígenes.

Hay un riesgo: por tener el psicoanálisis una intensa cercanía con la filosofía, sobre
todo con los aportes lacanianos, aparece la posibilidad de quedar solo en el plano
reflexivo, despegándose de la clínica que es su esencia, lo que lo hace nacer. Lo mismo
pasa con lo artístico y literario.

La posición freudiana

97
Se oponía a adaptarse a las exigencias del discurso capitalista (optimización,
rapidez y rentabilidad social; subordinación a las leyes del mercado y dinámicas
empresariales).

La pobreza o riqueza no coincide tanto con el dinero que se posee sino con la
posición subjetiva, respecto al retener.

No se trata de no modificar al psicoanálisis sino aquellas cuestiones que se definen


como su propia esencia, como el valor que se le da a la palabra.

Hay una clara diferencia en el lugar que se le da a la palabra en la sociedad o en


otros dispositivos (ya sea por ausencia o por exceso) y el psicoanálisis.

Política, terapia y psicoanálisis


Para que algo suceda tiene que haber una posición deseante y esta es la posición
de falta; como en Juanito donde su mamá empieza a desear otra cosa o no sabe qué
hacer con ese interés por la sexualidad. La falta no se confunde con la miseria social.

Ni el pobre ni el rico quieren curarse de la neurosis porque es un valor al cual no se


quiere renunciar. El psicoanálisis trabaja con estructura, por tanto, el rico o pobre no tiene
que ver con lo monetario y se trabaja si es posible relacionarse con el Otro de otra manera
que no sea sosteniendo la enfermedad.

Lo que no se tiene que perder es el lugar de la transferencia, sin lo cual se cae el


tratamiento.

Es el psicoanalista quien sabe mejor que nadie que el análisis no lo puede todo; hay
una tendencia de demandarle al psicoanalista que responda a todo, que pueda dar cuenta
de todo lo que hace el ser humano. El problema es que el psicoanalista se crea ese
discurso de que el psicoanálisis sirve para todo. La falta también está dentro del discurso
del análisis.

No se desconoce el valor de la política, la posibilidad de urgencias terapéuticas,


pero no se tiene que olvidar el psicoanálisis en su especificidad pasada la urgencia o
incluso durante la urgencia si el caso lo amerita.

El psicoanalista tiene que mantener una actitud de reserva: no es que no puede


darse algo fácil o espontáneo pero tampoco es sí, que se dé rápido y espontáneo. La idea

98
no es trabajar algo rápido y que vuelva a surgir después (en torno a la sugestión), sino
trabajar por algo estable.

Lo que el psicoanálisis encuentra complicada no es el logro terapéutico sino la


ambición terapéutica, es decir, el posicionamiento respecto al logro terapéutico, puesto que
no es desentenderse respecto del sufrimiento del sujeto sino que la posición es que frente
a eso que le pasaba lo mejor que pudo hacer el sujeto es construir ese síntoma, pretender
sacarlo rápidamente puede ser incluso hasta más perjudicial del sujeto; es tomarse un
tiempo para que el sujeto pueda mejorar su posición.

La promesa farmacológica proviene de la ilusión fantasmática- tan antigua como la


humanidad- de resolver el malestar en la cultura por medio del consumo de una sustancia.
Esto ya lo mencionaba Freud, respecto a la ilusión de eliminar el malestar ya sea con
substancias, drogas, comida, etc.

No hay una función de normalización, ante esa demanda de adaptación que se dan
en los hospitales, escuelas, etc. Antes que tener un estatuto terapéutico tiene un estatuto
ético, porque se articula con la responsabilización. La posición inicial es ética y hay alivio
terapéutico como consecuencia, porque la responsabilidad es por sí misma un modo de
enfrentar la angustia y de superar la culpa.

No es posible tener grandes logros, en un breve tiempo con poco trabajo o esfuerzo,
donde hay algo que perder. Aparte, no basta simplemente con reconocer a nivel racional
que tal cosa no resulta beneficiosa.

“En general, no puede esperarse de nadie que levante con los dedos una pesada
mesa como podría levantar un ligero escabel, ni que construya una casa de siente pisos en
el mismo tiempo que una choza; pero cuando se trata de las neurosis, hasta las personas
más inteligentes olvidan la proporcionalidad necesaria entre el tiempo, el trabajo y el
resultado”.

El camino de la cura comienza con la responsabilización subjetiva, que es hacerse


cargo del deseo con los costos que eso tiene, cuando se deja de culpar a la vida, a la mala
suerte, a su familia, amigos, etc. Cuando él está en el centro del análisis, ¿qué estoy
haciendo yo para llevar la vida que llevo? Ese es el inicio de la cura, y puede estar
acompañada con el levantamiento del síntoma. Lacan señala en el seminario 10 que lo
único que justifica nuestra intervención el penar de más, no se propone eliminar el
sufrimiento, proponer la felicidad perpetua, sino es hacia eso que está demás.

99
¿Has actuado conforme a tu deseo? (Lacan, seminario 7) No se trata de hacer lo
que a mí se me canta, ni el supuesto ideal de felicidad, sino ser lo más propio posible de lo
que uno es, aceptando la falta estructural, es decir, el acceso al deseo siempre va a tener
un costo.

Álvarez, A: Seminario de Psicoanálisis y salud pública. Primer


encuentro organizado por La Massota. Rosario s/d, 2012
Retoma algunas ideas que hemos venido viendo con Barros. Dice que no hay un
matrimonio amoroso entre la salud pública y el psicoanálisis –bueno, esto es si es que
existen matrimonios armoniosos-. En realidad nada encaja perfectamente, el perseguir una
relación ideal sería un camino que nos lleva al penar de más.

No hay que olvidarse de los sujetos con los que trabajamos la mayoría de las veces:
los que sufren.

Hay que distinguir muy claramente la intervención que tiene como finalidad propiciar
la salud mental como la intervención que tiene como función acallar singularidades,
adaptarlas, silenciarlas. Esto, muchas veces, está del lado de la medicación. Es necesario
poder pensar otros discursos dentro de la salud mental.

La salud mental no solo tiene que ver con el sufrimiento psíquico, es necesario
contemplar las cuestiones sociales, es decir, lo concerniente al ámbito político.

La búsqueda de la responsabilidad subjetiva, no implica no prestar atención a las


situaciones de vulneración de derechos. No podemos hacerlo todo, no podemos eliminar el
sufrimiento pero podemos pensar intervenciones en torno a buscar el menor sufrimiento
posible, como por ejemplo: que un niño víctima de abuso no tenga que repetir su relato
varias veces con distintos profesionales.

El encierro manicomial puede ser una situación de vulneración de derechos, puesto


que, en la práctica, falta un órgano que dé cuenta que se están respetando los derechos.

El campo de la salud mental es un campo problemático y paradójico, no hay un solo


campo epistémico y esto puede ser una gran limitación pero también lo que posibilita el
diálogo.

¿Cómo entrar, desde el psicoanálisis, sin caer en la posición de impotencia (desde


la queja) pero tampoco en la de omnipotencia (desde la verdad revelada)?

100
El psicoanálisis nunca dejó de ser un método de investigación, no es simplemente
una terapéutica. Tampoco es una cosmovisión del universo, en el sentido de tener una
respuesta para todo, como si fuera una filosofía abarcativa.

¿Cuántas prácticas permiten hablar a las personas sobre lo que les pasa, lo que
dice, cómo se siente? ¿Cuánto tiempo tienen para hablar? El psicoanálisis tiene una
política de los seres hablantes, el principio es defender la palabra.

Las medidas de control, como las evaluaciones, protocolos, clasificaciones, no


hacen sino congelar al sujeto en una etiqueta diagnóstica, en limitaciones (“no puede hacer
tal o cual cosa”). Los humanos también nos podemos transformar en cosas cuando se deja
de tener espacios para hablar.

En los discursos que tienen una respuesta (medicamento) para todo, se termina
volviendo como una religión donde ya no hay sujetos, sino enfermedades, trastornos
medicables para todos igual.

GABRIELA MANITA

El amor es otra cosa- Soler, C. La maldición sobre el sexo


La sexualidad humana es un hecho de discurso:

• Diferencia sexual por la vía de las apariencias y las identificaciones

• Siempre se goza solo: el dolor anula la libido y aparta del lazo social

• Uno no goza del otro = solo en el amor eso es un problema

• Síntoma = soluciones que son un problema…

• Soluciones: c/u las inventa y llevan la marca de la época

La maldición sobre el sexo


Abrimos este tema con una afirmación: “La sexualidad humana es un hecho del
discurso, pero no está preformateada por el discurso”. Llegaremos a ver la diferencia entre
que sea un hecho del discurso y que esté preformateada por el discurso.

En la medida en que estamos atravesados por el lenguaje, accedemos a las


diferencias sexuales por dos vías: por las apariencias o por las identificaciones. La vía de
la apariencia tiene que ver con el registro imaginario, con los semblantes, el cómo se
aparenta ser hombre o mujer y la vía de las identificaciones desde el registro simbólico,

101
tiene que ver con aquellos significantes que aparentan decir algo sobre lo que es ser
hombre o mujer, o los emblemas con los que cada uno cuenta para nombrarse como
hombre o como mujer siendo hombre o mujer.

Decir que es un hecho del discurso es decir que la sexualidad humana no puede
pensarse en el registro del instinto. El instinto, en otras especies orienta el encuentro con el
objeto, pero no hay elección ni de sexo ni de objeto, a diferencia de nuestra especie donde
sí hay elección de sexo y objeto.

Por otro lado, el psicoanálisis dirá que siempre se goza solo. El goce anula la libido
y aparta del lazo social en la medida en que es auto-erótico. La extracción del goce del
propio cuerpo no está comandada por la conciencia o el Yo y tampoco responde al placer,
más bien al dolor de que nos aísla y recorta el lazo.

Decir que se goza solo, es decir que uno no goza del otro, es decir, no hay
posibilidad de acceder al goce del otro cuerpo. Cuando hablamos de goce siempre es del
propio cuerpo. Esto puede representar una fuente de sufrimiento para algunos sujetos. Es
un problema para el amor, el no poder gozar del cuerpo del otro y que no haya proporción
sexual es lo que hace síntoma en la pareja.

El trabajo (cómo modifico el mundo) y el amor (lazos: amistad, filiación, eróticos) son
dos temáticas conflictivas que podríamos casi generalizar. Las soluciones que se
encuentran son al mismo tiempo un problema. Son soluciones de compromiso: los
síntomas, que tendrán la marca particular de cada uno y la marca de la época.

Una característica de nuestra época es el sexo en exceso, contabilizado,


espectacularizado. Que una persona de la época victoriana podría haber pensado que esto
sería la solución, sin embargo, si bien se resuelven ciertos problemas genera nuevas
dificultades, que podríamos pensarla en relación al amor y al lazo: ahora que todo es
posible, se multiplican las consultas sobre la paralización de las posibilidades individuales
para hacerse de un lugar entre los otros.

Soler abre el sentido del término maldición ¿por qué hablar de la maldición sobre el
sexo? Uno de los registros es hablarlo en relación a lo imposible. El sexo está mal-dicho en
el sentido de que no hay relación-proporción-adecuación como pudiera haber en otras
especies que se comunican pero no hablan, por tanto, no están expuestos
irremediablemente al mal entendido.

102
Por ejemplo: Las recetas de la abuela para encontrar marido era buscar a un
hombre que sea bueno, sanito y trabajador, básicamente que no pegue, que no chupe y
que laubre. Aun teniendo un buen prospecto, no sé si para la felicidad pero para la
tranquilidad seguro, muchas mujeres escogen hombres que si aman no trabajan o que si
trabajan no aman, esto es, que hacen lo que tienen que hacer pero no desean o viceversa,
y sobre eso van los reproches. Y del lado masculino, esa antigua y todavía vigente división
al interior del objeto que separa a la madre de la puta, por más progres que sean nuestros
tiempos, esto sigue teniendo vigencia. Es frecuente que en la medida en que un hombre
ama a una mujer se le vuelve complicado desearla y si la desea no se permite amarla; esto
son asuntos que remiten a la problemática edípica, y actualmente sigue siendo una fórmula
masculina de elección.

Otra vertiente de la maldición es lo que hace al “decir mal”, en la medida en que


pareciera en el testimonio de la neurosis que cualquier programa en relación a la elección
de pareja y a la búsqueda de la felicidad estuviera condenado a fracasar y dar por
resultado una infelicidad que siempre tiene un nombre propio, que suele ser el de la pareja.
La pareja síntoma es otra versión de lo mal dicho respecto al sexo, en la medida en que
ese rasgo que vuelve al otro insoportable es, enigmáticamente, el rasgo que lo hace
también deseable. Entonces, en algún punto, no queda más que escoger si se quiere lo
que se desea o no. Es la única elección posible cuando es posible admitir que no elegimos
lo que deseamos sino que podemos querer lo que deseamos. Allí donde deseamos, suele
suceder que la fórmula no se completa o falla rotundamente: puede que no deseemos en
la dirección que nos proponen los ideales como aspiración.

Las apariencias y las identificaciones comandan la elección de objeto, al punto que


podemos pensarla como señuelos, que se sostienen del engaño de que “por fin he
encontrado a la persona correcta”, mi “otra mitad”. Justamente, en lo que no hay de
correspondencia o identidad es donde se juega la posibilidad del amor. Es cierto que no
con cualquiera, porque las condiciones de la elección están de algún modo determinadas
inconscientemente, pero también es cierto que en ese que escogemos hay algo que lo
hace extraño, indescifrable según nuestra propia lógica. Es decir, lo que hace de la pareja
síntoma, no es la diferencia sexual a nivel biológico, sino el que haya uno y otro y que
entre ese uno y otro no haya un ordenamiento previo o externo que conduzca a cierta
compatibilidad, como pudiera serlo el instinto.

103
La última acepción de este término maldición, es en el sentido coloquial de la
palabra como un decir operante pre-formativo de la realidad. El que caiga sobre uno una
maldición hace referencia a que hay otro que tiene el poder de determinar mi futuro con
sus dichos. Esto tiene que ver con lo que hay de elección forzada en la vida de un sujeto
que, retroactivamente, puede leerse como un destino ya escrito. Hay elecciones, pero las
opciones están escritas desde mucho antes de que nos encontremos en diversas
situaciones, como en los mitos de Antígona, Edipo Rey, etc. Entonces, la maldición sobre
el sexo, en el sentido del deseo como deseo del otro, hace referencia a que estamos
inconscientemente destinados en cierta dirección, lo que resta por saber es que si eso se
trata de una fatalidad y en ese punto el sujeto no es responsable, puesto que si hago lo
que hago porque así me lo ordena el inconsciente, nadie sería responsable. Pero ¿cuándo
podemos hablar de responsabilidad subjetiva? Lo que hace deseable a otro, lo que nos
hace decir que “hemos encontrado a alguien”, es siempre un re-encuentro. De la relación
mítica con el objeto primordial, se desprenden condiciones amorosas y eróticas que luego
del despertar de la adolescencia van a comandar las futuras elecciones del sujeto.

¿El inconsciente constituye un destino? Lo que fuera en otros tiempos la voluntad de


Dios o de los dioses que constituía un destino, se pregunta si no podríamos pensar en el
lugar de los dioses para nuestra época a nuestro inconsciente. El “sabrá dios por qué
pasó”, hoy podemos decir “no sé por qué lo hice”. Podemos pensar al inconsciente como
una función análoga a los dioses.

Si pensamos a lo inconsciente como una fatalidad, es decir, como algo ya escrito,


estamos en el terreno de lo que Freud llamó las neurosis de destino, donde lo que produce
sufrimiento no es el conflicto (entre Yo, Ello, superyó, etc.) sino la repetición, el automatón
que hace de destino. Es decir, cuando el sujeto verifica que nuevamente se encuentra en
la misma situación, el dolor surge del verificar que no importa para donde vaya porque
siempre vuelve al mismo lugar. No queda más que hacerle frente a la fatalidad.

Soler hace una revisión de diferentes versiones del inconsciente en Freud y Lacan,
respecto de las cuales se lo puede pensar como destino, como algo ya escrito o como algo
que se escribe todo el tiempo. Toma algunas formulaciones freudianas a la altura de las
psiconeurosis de defensa, donde Freud da cuenta del inconsciente como una instancia que
se constituye a partir de una elección de defensa subjetiva, una elección de defensa
tempranísima que data de un momento de la vida del cual no hay recuerdo pero que sí hay
elección. Dicha elección hace estructura, pero en ese momento de la obra freudiana, el

104
análisis es un trabajo que permitiría revisar esas elecciones de defensa, es decir, levantar
la represión, hacer lugar a eso que había quedado escindido de la consciencia para
posibilitar una nueva elección respecto de las pulsiones. Allí podríamos hablar que el
inconsciente no hace destino. El análisis permitiría un reordenamiento dentro de ciertos
límites para habilitar un modo más vivible.

Después, nos encontramos con una versión freudiana de la represión original como
algo imposible de suprimir no sujeto a elección. Es decir, la represión originaria como algo
ineludible de la condición humana-hablante. La primera versión (psiconeurosis de
defensa), lo que hace a la neurosis familiar, al modo en que los primeros adultos
significativos regulan el acceso a la satisfacción pulsional del niño/a, sería un factor cultural
modificable, tratable, de manera que esas elecciones fueran no tan severas, más
saludables, etc. En cambio, si pensamos a la represión originaria como una cuestión
estructural por el hecho mismo de que si hay inscripción es siempre de una ausencia y no
de una presencia, no hay elección posible, no depende del sujeto, nadie elige cómo ser
hablado. El hecho de ser hablado da lugar a este mecanismo que Freud llamó la represión
original.

También hace un recorrido sobre algunas definiciones lacanianas del inconsciente,


en diversos momentos de su enseñanza. Lacan habla en ciertos momentos del
inconsciente como un discurso concreto trans-individual, a la altura de la formulación del
deseo como deseo del otro. Más adelante habla del inconsciente como corte en acto entre
el sujeto y el Otro, en relación a la elección forzada en el momento en que alienación y
separación dan lugar como efecto de la pérdida del objeto a la identificación significante.
Hay otro momento en el que la definición del inconsciente que lo refiere como efecto de la
insistencia del deseo y también menciona una definición como “una frase que ordena toda
una vida”, lo que tiene que ver con el fantasma y la posición subjetiva respecto al objeto
perdido.

Cada una de estas puntualizaciones respecto a qué entendemos por el inconsciente


en la enseñanza lacaniana, implica considerar lo inconsciente como distinto. En cada uno
de esos momentos de enseñanza, las definiciones pendulan entre lo singular y los efectos
del lenguaje como la posición de cada quien en el discurso, es decir, que no podría
decirse, desde Lacan, que haya algo que determine o que deje escrito de una vez y para
siempre un destino.

105
Qué entendemos respeto al inconsciente permite responder a las preguntas que
plantea Soler respecto a si el sujeto es un desdichado inocente, a modo de un personaje
de tragedia griega, caprichosamente determinado por la voluntad de los dioses, o si el
sujeto es un culpable que merece claramente la infelicidad de la cual se queja. En un caso
hay posibilidad de tratamiento y en otro no, puesto que no podríamos tratar algo de lo cual
alguien es inocente.

Respecto de la sexualidad, entonces, que el inconsciente no sea destino implica que


no impone la elección de sexo, es decir, que no estamos inconscientemente determinados
como hombres o como mujeres, esto es, que el ser sexual se autoriza a sí mismo, escoge.
La autorización del sexo es la perspectiva del psicoanálisis lacaniano desde la cual la
imputaciones de cierto binarismo que sostendría el psicoanálisis se caen, son insostenibles
justamente porque la anatomía no es el destino y la posición de cada uno con respecto al
objeto implica siempre una elección, por eso decimos que el ser sexuado se autoriza como
siendo hombre o mujer, no respecto a la anatomía o las identificaciones sino en cuanto el
lugar desde el cual enuncia, esa posición es femenina o masculina. Lo que se juega es la
responsabilidad del sujeto respecto a esa posición a la cual se autoriza.

Por un lado tenemos el inconsciente como saber que en cuanto tal determina en
cuanto saber no sabido pero a propósito de cierto recorrido que puede hacerse en el marco
de un análisis, algo puede saberse de ese saber no sabido. Y como algo puede saberse es
que el sujeto es siempre responsable de la posición que escoja. En otras palabras, de lo
que se trata es que no se puede no escoger. El no escoger, es en sí una elección.

La maldición del inconsciente, entonces, es que condena a la sexualidad a ser


sintomática, esto obedece a que el inconsciente dice mal del sexo. El sexo no está en
ninguna parte en el discurso del inconsciente, no está escrito porque no es posible
escribirlo, por lo tanto, se dice mal. Que es ser hombre o mujer es una pregunta que por lo
general se responde con fórmulas hechas que tienen marcas de cada época, pero que en
el encuentro con el otro la propia posición es siempre vacilante en ese punto en el que no
hay nada que nos diga qué es lo que cada uno tiene que hacer y de qué el otro goza, no
hay posibilidad de acceder a gozar del otro.

Soler cita a Lacan que dice que la Libido freudiana tiene color de vacío, es decir, le
falta el sexo en provecho de las pulsiones parciales y el falo.

106
La maldición como la macho-dicción, como forma de introducir un mal-entendido,
tiene que ver con que el inconsciente no conoce al otro sexo, no conoce más que el Uno
fálico que hace al hombre y un poco a las mujeres, pero no todas. En el inconsciente no
hay un significante que diga qué es una mujer. El significante que distribuye las funciones
sexuales es el falo, no como equivalente del órgano masculino sino como significante de la
falta en el otro. Es un significante privilegiado porque le falta al Otro (no es porque le
pertenezca al hombre). El falo hace también al modo en el que el inconsciente dice mal el
sexo, en la perspectiva de la que podría tenerse Uno, porque en el registro del amor no se
trata de tener o no tener, sino justamente de lo que no hay, por eso la fórmula lacaniana
del amor: dar lo que no se tiene a quien no lo es. El vacío queda de los dos lados de la
pareja amorosa.

Cuando Lacan dice que no hay relación sexual quiere decir que la sexualidad se
opone al sentido, es decir, que en la medida en que no se cierra en un signo que nos
pudiera hacer reconocer en el otro la pareja como complemento, queda inaccesible a la
comunicación. Si entendemos el sentido como proporción o correspondencia entre dos
términos, se aclara un poco la imposibilidad de relación respecto a la no proporción sexual.

El mal entendido es creer que la diferencia sexual es simbólica, como sí lo son las
diferencias de clase, raza, etnia. La diferencia sexual es real, es decir, no depende de las
leyes que conocemos, no es calculable ni homogenizable y es a propósito de eso que da
lugar al deseo.

El sujeto habita el lenguaje como un límite, no coindice con el significante sino con
su falla. No es que el significante produzca un sujeto, sino que se produce un sujeto donde
falla el significante para significar. Es decir, el sujeto es efecto de la vinculación significante
pero no realización. Si los discursos sociales, si las culturas produjeran, preformaran
sujetos como siendo esto o aquellos, basta con cambiar el discurso con liberar, mejorar y
hacer más lúcido al sujeto. No es que los discursos lo realicen sino que lo producen como
efecto justamente donde fallan en decirlo, donde el significante falla un decir que es el
sujeto es que lo produce.

Contribuciones a la psicología del amor, S. Freud


Desde Soler venimos viendo que el sexo está mal-dicho, no hay nada que diga
cómo ser hombre o mujer, hablamos de posiciones subjetivas de goce (masculinas o
femeninas) que no necesariamente se relacionan con el sexo biológico.

107
La pulsión es conservadora, es decir, allí donde encuentra satisfacción difícilmente
pueda abstenerse de volver. Es como el hueso duro del análisis, no es posible avanzar por
el lado del sentido, es decir, si una interpretación apela a pluralizar la significación de
ciertas cuestiones referidas al síntoma puede ir hasta el infinito y no tocar nunca las
condiciones de goce que producen sufrimiento psíquico en tanto que en el punto donde la
pulsión se satisface el sujeto queda destituido: “no sé por qué lo hago”, “no puedo evitar
hacerlo”, etc.

Allí donde quien habla manifiesta el desconcierto, la involuntariedad de algo que lo


hace sufrir, es en ese punto donde el trabajo por la vía del sentido no surte por lo general
ningún efecto, puesto que la pulsión es del orden de lo real.

A partir de escuchar el discurso de distintos pacientes hombres, Freud consigue


aislar ciertas recurrencias que propone en este texto como algo que caracteriza la elección
de objeto en algunos sujetos hombres. Esto consiste en que se le exige al objeto de amor
ciertas características, como condiciones que debe presentar el objeto amoroso para
desencadenar el deseo sexual.

Condiciones exigidas al objeto de amor:

● Tercero perjudicado: esos hombres que andan enredados en triángulos, que

desean a una mujer en tanto que es de otro, son los cómplices de la


infidelidad femenina.

● Amor por mujeres “fáciles”: por fácil no se refiere a la accesibilidad sino que

refiere a las mujeres que en su época hacían de su cuerpo mercancía y


obtenían de ese goce una ganancia como las trabajadoras sexuales o
quienes buscaban asegurarse cierta posición económica.

A su vez, los hombres tienen un trato particular hacia estas mujeres como objeto de
supremo valor (las celan, exigen fidelidad) Ej. Señorita J (película).

Constata esto y avanza en la explicación de este tipo de particular elección de


objeto, brota de la fijación infantil a la ternura materna. Que fuerza la oposición entre la
Madre y la mujer fácil, que como no está lograda la salida del Edipo en este punto (es
decir, la posibilidad de acceder a otras mujeres implica la renuncia a ese objeto que está
prohibido).

108
El niño observa, se da cuenta que la madre desea algo más allá de él, que no es el
objeto privilegiado de su deseo. El modo de defenderse, la estrategia que utiliza para negar
la castración en ese punto es considerar que la madre debe ser rescatada o requiere de
ayuda para poder darse cuenta de que equivoca su elección. Es una manera de arreglarse
de algunos hombres de la prohibición. El niño se enoja con ella, la considera una mujer
fácil y luego se arrepiente y de algún modo se las arregla para redimir a la madre de esa
mala imagen. Hay una tendencia a rescatar a la amada.

Lo que manifiesta esta elección de objeto es la imposibilidad de localizar en el


mismo objeto el amor y el deseo: si es una mujer que desea no se permite amarla y si es
un objeto de amor no se permite desearla.

Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa- Freud:


Con respecto a la imposibilidad de la erección es en relación a la mujer que ama
pero no así con la que desea. Hay como una obligación para que no confluya la corriente
tierna y la corriente sensual.

La inhibición de la potencia viril parte de una propiedad del objeto (con ciertas
personas)

Si se vive la castración como fatalidad o impotencia y la nostalgia del objeto que se


le negó, o la castración como posibilidad puesto que hay algo que se niega pero algo que
se habilita.

Un macho, en términos psicoanalíticos, es aquel que no puede hacer converger en


una misma mujer la corriente amorosa y sensual. Ostenta su propiedad (falo, mujeres,
etc.), y para poder gozar de la mujer amada precisa degradarla para tolerar desear a la
mujer que ama, por ese cortocircuito que se hace entre la mujer amada y la madre. Para
gozar de una mujer recurre a mujeres socialmente degradadas o tiene que encontrar el
modo de degradar a quien ama (porque si no lo lleva a una escena incestuosa, de esos
primeros amores edípicos que resuenan).

Mientras el objeto de amor esté idealizado, difícilmente puede ser deseado. Hay
algo en esa idealización que sostiene el enamoramiento que en algún punto tiene que caer
para que se ponga en juego tanto el amor como el deseo más allá del semblante de
completud que proporciona el enamoramiento (ilusión de que nada falta, que sobran las
palabras).

109
Plantea la elección de objeto de amor en 2 tiempos separados por la interposición
de la barrera del incesto. El objeto definitivo de la pulsión nunca es el originario (la madre)
sino un subrogado de éste. Tiene que haber una renuncia al objeto primero para que los
que vengan después sean sustituidos metonímicos de ese objeto perdido, pero esa
sustitución es a propósito de ciertos rasgos de ese objeto primario que se hacen presentes
en ese objeto sustitutivo.

Del mismo modo que la fijación incestuosa a la madre es causa de la impotencia


sexual o psíquica (disminución o pérdida de energía o vitalidad, fatiga, psicastenia o
imposibilidad de desear que siempre sea a propósito de no poder resignar algún modo de
obtención de goce; donde se goza no se desea)

Para la mujer, Freud describe esta misma fijación incestuosa que se manifiesta
como rigidez, que lo verifica en histerias donde la condición para la elección de objeto es
que se trate de un hombre prohibido (marido de la hermana, el novio de la amiga), en ese
tipo de elecciones que se acompañan de manera sintomática de frigidez o que dependen
de esta transgresión o traición para poder desear, Freud localiza una fijación incestuosa
femenina que también tendría que ver con la madre como primer objeto. En la medida de
lo que convoque sea un hombre prohibido evidencia esta fijación incestuosa. El Edipo
femenino es más complejo que el masculino porque la niña no tiene nada que perder,
entonces tiene que inventarse razones para renunciar al primer objeto, la sublimación está
presente desde el comienzo puesto que tiene que darse razones a sí misma para renunciar
al objeto.

El tabú de la virginidad (1918)- Freud


Hace un contrapunto con su época y se refiere a las mujeres que en un primer
matrimonio la pasan muy mal y en una segunda ocasión logran tener una pareja
satisfactoria. Freud interpreta este tabú de aquella época respecto de la virginidad, en esta
dirección de que el primero sería el sustituto del padre y en tanto no esté elaborada la
fijación edípica, la convivencia o la elección sería insoportable.

Los primitivos se aseguraban con esos ritos de conjurar lo que podría haber de
incestuoso en esa primera vez.

Los fundamentos de esa desautorización narcisista de la mujer que lidia con el


menosprecio. La mujer castra al hombre, la mujer representa para estos hombres una

110
amenaza de pérdida puesto que no consiguen nunca hacerse de un falo del cual poder
hacer uso y no ostentación. La mujer castra al hombre en el punto que se vuelve un
síntoma para él (no sabe qué es lo que ella quiere, pretende adivinar lo que quiere para
que ella no pida porque no soporta la demanda y ella lo castra aceptando lo que él le da
pero recordando que no es lo que ella quería), lo interroga respecto a lo que tiene o lo que
puede. Pero un hombre para una mujer puede ser algo peor que un síntoma, algo en el
orden del estrago.

La servidumbre sexual femenina: Nos habla del estrago a lo que se someten


algunas mujeres que pueden perderlo todo al servicio de una elección sufriente y dolorosa
pero misteriosamente no resignable. Cuando una mujer queda a la espera de recibir de la
madre un resarcimiento o algún tipo de compensación está peligrosamente orientada hacia
este tipo de elecciones amorosas extravagantes.

El baño del lenguaje, la exigencia de pasar por la demanda la necesidad es lo que


opera una interdicción del goce que más adelante, en la fantasía, podrá ser rememorado
como algo perdido que pudiera volverse a encontrar: no es que algo hubo y ya no está sino
que nunca hubo.

La madre como cuidadora, como otro absoluto de los primero meses de vida, puede
quedarse con ese bebé para satisfacer como tapón de su capricho, que la madre resigne,
que se permite o se imponga perder a este bebé como objeto de sí es lo que hace lugar a
la palabra del niño. En algún punto del ejercicio de los primeros cuidados se convoca al
bebé a una conversación que consiste en hacer lugar a sus ruidos como interpretables,
pero no en un sentido cerrado.

La madre humaniza a su cachorro siguiendo el mecanismo del chiste. Es la madre


que introduce el mal entendido que tanto frustra a la criatura pero que es indispensable
para que no quede atrapado en el fantasma materno, esto dependen de que la madre
tolere o no el mal entendido. La interdicción del goce la podemos pensar también en esta
dirección: este objeto mío, que ha salido de mí y podría quedármelo lo entrego haciéndolo
hablar en tanto que pida, lo reconozco como otro.

Condiciones de elección: pensar cómo se relacionan hombres y


mujeres desde lo que no funcional
El amor obedece a reglas: no hay instinto, no hay relación proporción sexual.

111
Hay condiciones fijadas desde el comienzo que responden o son efectos de la
metaforización que la cultura hace de la naturaleza.

Cómo funciona el amor a propósito de lo que no funciona, de lo que de sintomático


tiene la pareja.

Cuando nos referimos a condiciones de elección de objeto, hablamos de


condiciones de goce que determinan esa elección o a la disposición que desencadena el
deseo sexual. Menciona como ejemplo el discurso de un paciente que decía que no
importa si una mujer es linda, flaca, gorda o fea sino que tuviera cierto brillo en la nariz.
Esa queja que se escucha de que un neurótico sale de una relación y cree haber elegido
otro tipo pero se da cuenta que es lo mismo.

A nivel de goce no hay Otro: hay la cosa. Es decir, los objetos son sustitutivos.

Miller se pregunta cómo se pasa del goce auto-erótico al goce aloerótico, es decir, a
la posibilidad de ir al encuentro del otro. Por qué resignaríamos esta posibilidad de
satisfacción que está tan a la mano, en la medida en que se puede gozar del propio
cuerpo, de obtener un goce que no depende de la incomodidad o el trabajo de ir hacia el
otro.

Distinguimos acá dos campos: el campo del uno y de lo Otro (del significante, del
amor que implica cierta renuncia pulsional. Nuestra época se caracteriza del goce autista,
autoerótico. Podemos pensar una diferencia entre el lazo social y la red social, la cual
simula la presencia del Otro pero en realidad es lo mismo, se puede hacer aparecer y
desaparecer al otro según mi capricho y esto es lo opuesto al lazo social aloerótico.

El lazo social es el esfuerzo de ir hacia el otro del significante, del amor y esto nos
pone en el trabajo de hablar, lo que siempre nos expone a la castración, a no poder decir
nunca lo que queríamos como queríamos o a no terminar de decirlo. Chatear no es hablar
en la medida en que no se acompaña lo que se dice con la resonancia de la palabra, esto
es, es posible trampear este riesgo de errar o de no poder terminar de decir.

Miller trabaja el mito del Edipo a propósito de esta elección del parteneire escogido
pero que está prohibido.

La condición de relación remonta a esa escena primaria de amor que es una


sustitución del objeto primordial y constitución de una serie de objetos sustitutivos.

112
La MP permite no quedar atrapado en esa elección según el capricho del otro,
habilita la metonimia del deseo en la medida en que hay un objeto perdido imposible de
volver a encontrar, hay deseo en la medida en que no encuentro. Si encuentro ya no hay
deseo sino goce.

La interdicción de la madre (o barrear del incesto) es la interdicción de un goce, lo


que hace imposible el hallazgo de un objeto que complete.

Hay algo de la condición misma de la pulsión que depende o tiene por condición que
la satisfacción nunca sea plena, esto es, la pulsión se satisface en el recorrido, el
verdadero objeto de la pulsión es su satisfacción y por tanto es indiferente de los objetos
en la medida en que encuentre satisfacción en el recorrido alrededor de ellos.

Cuando decimos que no hay relación sexual decimos que el hombre y la mujer no
se reconocen directamente como lo hacen los machos y hembras en otras especies. Lo
que fija la elección no está en torno a lo instintivo, no nos arroja datos acerca de la
fertilidad o infertilidad respecto a la pareja sexual.

Para elegirse como hombres o mujeres, porque hablan, requieren pasar por el Otro.

El amor es lo que hace semblante para el deseo de cada cual. La condición de


goce, en cambio, es del orden de lo no simbolizado que parece escapar a la ley del
significante y que lejos de la satisfacción lo vuelve su fin.

Lo que hace signo de hombre o mujer, lo que hace semblante para cada cual (como
el ejemplo del brillo en la nariz), ahí Lacan relee a Freud a propósito de los tres registros,
describiendo los semblantes entre lo simbólico y lo imaginario, esto de parecer hombre o
parecer mujer, donde si hay que esforzarnos para parecernos es porque no lo somos,
puesto que no hay nada en lo simbólico que diga qué es ser hombre o mujer y esto tiene
las características de cada época.

El ser hombre o mujer tiene que pasar por el orden de la cultura que organiza los
semblantes entre los sexos (diferente en cada época).

Ahora bien, lo que tiene que ver con la condición de goce, escapa a lo que se puede
articular con significantes y ahí volvemos a esto que trabajábamos al comienzo: la
condición de ciertos hombres de mantener separada la corriente tierna y sensual, la
condición del amante prohibido, etc. Lo que se juega ahí es del orden del goce, esto que
no puede dejarse de hacer, que tiene esa condición de fijación que no es dialectizable:

113
esto es lo que vamos a buscar en la historia de cada quien a propósito de cómo se las
arregló cada uno con la castración, a lo que se le impuso como prohibido y otras opciones
como posible.

Una elección de objeto heterosexual, puede ser en términos de la condición de goce


homosexual o al revés, lo que define el tiro es que la elección sea a propósito de lo mismo
o que esa lección implique pasar por el reconocimiento de lo Otro. El reconocimiento de lo
Otro es la posibilidad de tolerar la diferencia.

La gente se enamora por las similitudes y se ama por las diferencias. El amor es
aquello que surge a partir del reconocimiento de las diferencias, de lo irreconciliable.

Homoparentalidades y nuevos modos de procreación


En muchos casos, cuando se confronta a lo novedoso (fertilización asistida, nuevas
tecnologías, etc.), a lo inédito se lo intenta encajar en la teoría conocida, abordarlo a
propósito de algo que nos resulta familiar. Eso entorpece sino es que inhabilita la
emergencia de la singularidad de quien habla. Esto requiere por parte de quien escucha, la
posibilidad de no saber y hay que tolerar esa posición de no saber.

La fertilización asistida llega a América en los años 90 y se ofertaba como una


solución a la esterilidad de una pareja que no pudiera tener hijos por infertilidad; una vez
detectada esa condición de infertilidad se procedía a la fertilización asistida. Pasado el
tiempo, esta tecnología alcanzó no solamente a quien era infértil, sino que comenzó a ser
un recurso para aquellas mujeres que querían concebir sin pareja y como una posibilidad
para parejas homosexuales.

El debate en los años 90 convocó al psicoanálisis con la pregunta de cuál iba a ser
el destino de estos niños. Hubo diversas respuestas desde diversos grupos del
psicoanálisis. Podemos ver dos grandes grupos: por un lado quienes hablaban de la
importancia de la figura paterna y materna para la constitución subjetiva y las
consecuencias fatales que conlleva no contar con esas figuras; y otros grupos que tuvieron
la prudencia de ir avanzando con la época y cuestionando sus propios conceptos al punto
en que los mismos se vuelven ideología, como las identificaciones tan tajantes en el
complejo de Edipo.

Hacer de un concepto ideología o armar una ideología a propósito de un concepto,


hace que se idealice la familia heterosexual como lo idóneo para criar un hijo. Pero los

114
psicópatas, criminales, “locos”, etc., eran hijos de familias heterosexuales, por tanto, ésta
no es una garantía.

Los avances tecno-científicos nos han obligado a poner en duda lo que sabemos y
es mejor alejarse de la práctica si no se puede estar a la altura de la época.

Laurent, E. “Patologías de la identificación en los lazos familiares y


sociales”
Hasta finales del siglo 18, el rito que conllevaba la unión matrimonial heterosexual
incluía a la comunidad de la que formaba parte. El auge de la burguesía como clase social
alternativa a las clases aristocrática, la constitución de la pareja comienza a estar en torno
a los arreglos, en pos de una mayor prosperidad. Y el rito en el que sociabilizaba en esa
unión se restringe a la familia extensa. El estado de derecho se hace garante de ese lazo
amoroso, le da un estatuto jurídico, lo que responde en su origen el interés de conservar
los bienes en común y poder heredarlo a generaciones futuras.

Es con la modernidad en donde las uniones entre hombres y mujeres empiezan a


festejarse o disfrutarse la invención de la luna de miel. Entre la fiesta y la luna de miel que
incluye solo a los dos que se unen, da cuenta de una trasformación social donde se
restringe, se achica el círculo de lo que se incluye en lo que llamamos familia.

La ilusión que en algún momento hubo y que todavía persiste de la familia como un
lazo social que pudiera ser naturalizado, es desmentida y cuestionada con cualquier
trayecto histórico que alguien interesado en el tema haga.

En la modernidad tardía en donde comenzó a incidir de manera ineludible lo que


llamamos el mito del origen de cada quien, es la creciente importancia de la ciencia en
validar la filiación biológica de cada quien: antes padre es el que cree, era la mujer quien
decía de quién es ese hijo y no había forma de tener certeza. Pero hoy con el análisis
genético el padre biológico es cierto y la madre se vuelve incierta, puesto que los hijos
pueden ser gestados en un vientre distinto de donde se sacan los óvulos y distinto de la
mujer que lo cría.

Si antes era la familia la que transmitía el nombre y el apellido por derecho a los
niños, hoy es el niño el que hace la familia, sea cual fuese el lazo social (biológico o no)
que determina el tipo de asociación familiar. Hasta hace unas décadas había una serie de
alianzas de parejas y comunitarias que posibilitaban un nuevo nacido, quien se instala en

115
un linaje, en una serie de alianzas. En la actualidad, es en torno al nacimiento de ese niño
o niña que se empiezan a formar alianzas.

La idea de que madre era la que daba a luz, estaba estipulado en el código civil, lo
que daba derechos y obligaciones que en muchos lugares sigue estando; lo que dificultaba
la adopción homosexual, puesto que había todo un proceso legal para eximir a esa mujer
de la maternidad. A esto Lacan ya se había adelantado a su época diciendo: todos los
padres son adoptivos y todos los hijos son adoptados.

Cicarelli. Configuraciones edípicas contemporáneas


Si tomamos a la familia tradicional como referencia de normalidad y portadora de las
condiciones ideales de la organización psíquica, cualquier forma de parentalidad que
escape a ese modelo traería consigo perturbaciones psicosexuales. Esto es como si lo que
organiza la constitución subjetiva fuera únicamente la existencia de dos personas que
pudieran asumirse o nombrarse como padre/madre.

Nos habla de la erogenización del cuerpo que es un trazado afectivo, no legal.


Legalmente podemos identificar a alguien y puede reconocerse como madre con un bebé;
pero esa función legal de sujeto biológico no garantiza que pueda maternar, que pueda
desempeñar su función materna respecto a esa cría.

Es el sostén afectivo lo que sostiene la vida del recién nacido y para ello no basta
con ser madre o padre biológico: insistir en la parentalidad desde lo biológico, insistir en
naturalizar el vínculo entre un bebé y sus progenitores, es criminal (y es lo que vemos
desde varios discursos ideológicos en las decisiones estatales, hospitalarias, etc.).

No basta con el significante para que, en el orden simbólico, el sujeto se coloque


como hombre o mujer.

La ciencia explota la ilusión neurótica de contar con otro que garantice que voy a
poder obtener lo que deseo.

Hay una cuestión ética y de clase: las mujeres que alquilan su vientre son quienes
tienen bajos recursos. Son incubadoras humanas, importa en tanto tenga el hijo, después
de ello ya no interesa.

No se trata de que todos lo que asisten a la fertilización asistida reniegan de la


castración sino de hacer a pesar de los límites que se le imponen.

116
El lugar para ese niño/a es del uno por uno. Si no es en nombre del amor, con todos
sus defectos, que se aloje la vida, el resto es una variedad de infiernos posibles.

Lo que tenemos que ser capaz de discernir a propósito de estas demandas aún
novedosas respecto a la paternidad/maternidad, si el anhelo de hijo se desprende de un
anhelo ideal o de un deseo. En las antípodas del deseo de hijo está el ideal que responde
a la trayectoria identificatoria de cada quien y respecto de lo cual hay que trabajar para
despejar el vacío donde pueda alojarse un ser por venir.

Este posicionamiento no es indiferente al lugar que el niño (con oportunidades de


tornarse sujeto, es decir, que no está garantizado) ocupa en el inconsciente de los padres
desde antes de su nacimiento y de la dimensión narcisista de ellos (es decir, la dinámica
de la economía libidinal de la familia). Esa economía libidinal es si tiene lugar fálico o no, si
puede tornar sujeto o quedar reducido a la posición de desecho.

Lo esencial para que el sujeto se constituya es que sea simbólicamente reconocido


por la palabra del Otro encarnado, es decir, no se trata del Otro simbólico como tesoro de
los significantes que puede encarnarse en una persona o institución, sino de Otro
encarnado que aloja en presencia (es decir, que pone en juego su existencia corporeizada)
en la recepción o bienvenida de esta vida que lleva.

Este reconocimiento es el responsable de la inscripción del sujeto en la función


fálica (metáfora) que transformará al niño, a partir de su anatomía (sexo) en ser hablante,
hombre o mujer.

La inscripción de la función fálica es la metaforización de los objetos primarios por


los secundarios, es decir, la separación o apertura de lo que pudiera funcionar como signo
de manera que en la articulación metonímica sea posible un efecto metafórico, es decir:
esto no es igual a esto, sino también a esto y esto otro, etc. Esto da lugar a la subjetivación
de un niño/a.

¿Qué es lo fundamental para que ocurra la subjetivación con independencia de los


modos de filiación o medios de fertilización?

Lo central en el Edipo es que el sujeto se da cuenta de que está excluido de una


relación. Es poder constituirse como sujeto deseante, no ocupar el lugar de objeto de los
padres. La prohibición del incesto tiene efectos reales, tiene que ver con el establecimiento
de una posibilidad de quedarse o permanecer en el lugar de objeto de goce del otro y eso
despende de la estructuración subjetiva de quienes estén al cuidado del niño/a
117
El complejo de castración es un conjunto de procesos de pérdidas y de límites
marcados por los movimientos pulsionales e identificaciones.

La construcción de la subjetividad está subordinada a la organización psíquica de


quienes lo cuidan, a cómo se colocan en relación a su propia sexualidad, a la fantasía que
tienen de ser padre o madre y fundamentalmente al lugar que el niño adoptado ocupan en
el universo psíquico de los padres.

Nos ocupamos de hacer un lugar a esa pregunta de qué lugar hay de alojar o no a
un hijo.

Función del otro primario, encarnado inicialmente en la madre:

Es introducir al niño en el mundo de la metáfora donde los objetos secundarios


sustituyen los primarios. La falta del Otro, de alguien que encarne ese lugar, acarrea la
muerte ontológica.

Lo fundamental en el inicio de la vida de que quien ocupa el lugar de Otro primordial


no haga equivaler al niño/a en el lugar de objeto, es preciso que haga circular al bebé de
acuerdo a las leyes de la metáfora y la metonimia: según la cual hay sustitución porque no
hay equivalencia, es “a la manera de” objeto erótico, que luego torna en fálico. Hay una
relación al falo pero no hay una equivalencia cerrada, allí es donde se juega la articulación
subjetiva,

Muchas veces, la demanda que se le hace a la ciencia es un tapón que suture la


falta, pero lo que se busca es que se pueda hacer a propósito de la castración no a pesar
de la castración (donde lo que ordena es el ideal). Una vez caído lo ideal, que emerge el
no-todo, se desprende el que hay algo que sí se puede hacer, y hay un entusiasmo que no
es el existimos de quien consigue el objeto de su capricho.

La institución y lo particular
¿Cómo hacer convivir el procedimiento general que es la norma de las instituciones
con el abordaje particular que propone el psicoanálisis?

Los desvíos muchas veces son patologizados, pero solo implican diferencias no
patologías o déficit. Hacer lugar a la diferencia sin ser expulsado de la institución es un
gran desafío.

118
La hipótesis freudiana del inconsciente implica que la particularidad no sólo se
alcanza respetando los derechos de la persona, que es requisito necesario, sino dejando
hablar al sujeto.

Primero no hay que hablarlo o someterlo a la regla, aunque fuera la mejor de las
reglas.

Contra la agregación institucional es preciso encontrar la forma para darle su lugar a


la palabra del sujeto por los medios que sea (entrevista clínica/diálogo constante con el
enfermo o educador/ pequeño grupo). Ej. AUH

La tendencia institucional de agregar en categorías supone un esfuerzo para dar


lugar a la palabra del sujeto.

Se prefiere reducir la palabra al mensaje, sin pasar por el código particular que
permite descifrarlo (hipótesis del inconsciente). Hay un código particular que en las
palabras del sujeto se articula en un mensaje.

Hipótesis del superyó:


Entre las líneas de la regla se satisface la pulsión: lo que nos lleva entre líneas a
querer aplicarlas, a darles consistencia.

Imperio del superyó: el gran secreto de la regla es que cada etapa de su aplicación
esconde una elección de goce.

El superyó lo que hace es pre-escribir de qué gozar, en la prohibición o


reglamentación no solamente disponemos de una orientación, sino que esa misma
indicación indica en qué gozar, y eso se nos presenta como imposible. La prohibición se
transforma, entonces, en una ocasión de goce. El superyó ordena gozar, la dificultad del
neurótico es justamente encontrar el modo de desoír esa orden de goce. El superyó es esa
instancia que siempre exige un poquito más.

Deseo de curar e ideología terapéutica: desconfianza respecto de todo universal que


pretenda adueñarse de antemano del campo de aplicación de la regla.

Las reglas aplicadas siempre igual, al modo de procedimiento automatizado, lejos


de facilitar obstaculiza. Cuando me someto a la regla en nombre de un universal, por más
buena que sea, desconozco el efecto del borramiento de lo singular que eso supone.

La regla no es independiente de una práctica regular de la misma.

119
Su utilidad reside en que nos permite solucionar situaciones nuevas, los
disfuncionamientos y las crisis que sacuden a las instituciones. Las reglas no son
independientes a las prácticas. Debemos obedecer las reglas pero también interpretarlas
para ver si demuestran su utilidad caso por caso.

Las reglas sirven cuando ordenan el funcionamiento de la institución y la hacen


posible.

Contenido
UNIDAD 1 2

La dirección de la cura y los principios de su poder (1958) 6

1.¿Quién analiza hoy? 7

2. ¿Cuál es el lugar de la interpretación? 11

3. ¿Cuál es la situación actual de la transferencia? 13

4. Cómo actuar con el propio ser 16

5. Hay que tomar el deseo a la letra 19

El dinero y el psicoanálisis 21

Proposición del 9 de octubre: 30

Seminario 11: los cuatro conceptos fundamentales. 31

Clase XVIII: Del sujeto al que supone saber, de la primera díada y del bien. 31

Clase XIX: De la interpretación a la transferencia 33

La conferencia en Ginebra sobre el síntoma- Lacan (1975) 34

Contratransferencia o deseo del analista 42

Contratransferencia: 42

Interpretación: 43

Deseo del analista: 45

Contratransferencia: 45

Maternalización: rechazo del duelo 47

120
El fin y las finalidades del análisis- Soler, C.: 50

En el amor: 52

Los afectos sociales: 53

Solo una 55

De la angustia al duelo 63

Cap. 10 De la contratransferencia al deseo del analista 63

Unidad 2: Psicoanálisis con niños/as y adolescentes 65

La infancia Medicada. Alexis morales (2015). Capítulos 6 y 7 65

Capítulo 6: El estatuto del niño 66

Capítulo 7: Notas sobre el niño 72

Dos notas sobre el niño- Jaques Lacan: 77

Sintomatología infantil: 78

Atrapado en la relación con la madre: 78

Un niño que nace: 78

Un deseo que no sea anónimo: 79

El psicoanalista y la subjetividad de la época 80

Algunos comentarios sobre el ciberacoso sexual (grooming) y los derechos de niñas,


niños y adolescentes. López, Giselle (2017) 80

La metamorfosis del objeto. Gerardo García (2004) 82

Cap. V. Juanito y la trama imaginaria. 82

VI. Llovió después en la alta fantasía 87

VII. Otra lógica de la castración 90

Metamorfosis del Objeto: 94

Unidad 3 95

Consideraciones generales sobre el psicoanálisis y el hospital. Capítulo 1- Marcelo


Barros 96

El hospital y la formación del psicoanalista 98

121
La posición freudiana 98

Política, terapia y psicoanálisis 99

Álvarez, A: Seminario de Psicoanálisis y salud pública. Primer encuentro organizado


por La Massota. Rosario s/d, 2012 100

El amor es otra cosa- Soler, C. La maldición sobre el sexo 102

La maldición sobre el sexo 102

Contribuciones a la psicología del amor, S. Freud 108

Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa- Freud: 110

El tabú de la virginidad (1918)- Freud 111

Condiciones de elección: pensar cómo se relacionan hombres y mujeres desde lo


que no funcional 112

Homoparentalidades y nuevos modos de procreación 115

Laurent, E. “Patologías de la identificación en los lazos familiares y sociales” 116

Cicarelli. Configuraciones edípicas contemporáneas 117

Función del otro primario, encarnado inicialmente en la madre: 119

La institución y lo particular 119

122

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