Sintesis

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Universidad Pedagógica Nacional

Maestría en Educación Básica


Alumno: José Luis García Pichardo

LA EDUCACIÓN ENCIERRA UN TESORO


SÍNTESIS SEGUNDA SESIÓN
La educación constituye un instrumento indispensable para que la humanidad pueda
progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social, que este al servicio de un desarrollo
humano más armonioso, más genuino, para hacer retroceder la pobreza, la exclusión, las
incomprensiones, las opresiones, las guerras, etc.

La educación es también un clamor de amor por la infancia, por la juventud que tenemos que
integrar en nuestras sociedades en el lugar que les corresponde, en el sistema educativo
indudablemente pero también en la familia, en la comunidad de base, en la nación.

Este último cuarto de siglo ha estado marcado por notables descubrimientos y progresos
científicos, muchos países han salido del subdesarrollo, el nivel de vida ha continuado su
progresión con ritmos muy diferentes según los países. Pero también podemos entonces hablar de
desilusiones del progreso, en el plano económico y social, después de la última guerra mundial.

A este fin conviene afrontar, para superarlas mejor, las principales tensiones que sin ser nuevas
están en el centro de la problemática del siglo XXI. La tensión entre lo mundial y lo local :
convertirse poco a poco en ciudadano del mundo sin perder sus raíces y participando
activamente en la vida de la nación y las comunidades de base.

La tensión entre el extraordinario desarrollo de los conocimientos y las capacidades de asimilación


del ser humano. La Comisión no resistió a la tentación de añadir nuevas disciplinas como el
conocimiento de sí mismo y los medios de mantener la salud física y psicológica, o el aprendizaje
para conocer mejor el medio ambiente natural y preservarlo. Y sin embargo los programas
escolares cada vez están más recargados. Por tanto, será necesario escoger, en una clara
estrategia de reforma, pero a condición de preservar los elementos esenciales de una educación
básica que enseñe a vivir mejor mediante el conocimiento, la experimentación y la formación de
una cultura personal.
La educación debe afrontar el problema porque se sitúa más que nunca en la perspectiva del
nacimiento doloroso de una sociedad mundial, en el núcleo del desarrollo de la persona y las
comunidades. La educación tiene la misión de permitir a todos sin excepción hacer fructificar
todos sus talentos y todas sus capacidades de creación, lo que implica que cada uno pueda
responsabilizarse de sí mismo y realizar su proyecto personal.

Debe imponerse el concepto de educación durante toda la vida con sus ventajas de flexibilidad,
diversidad y accesibilidad en el tiempo y el espacio. Es la idea de educación permanente lo que ha
de ser al mismo tiempo reconsiderado y ampliado, porque además de las necesarias adaptaciones
relacionadas con las mutaciones de la vida profesional, debe ser una estructuración continua de
la persona humana, de su conocimiento y sus aptitudes, pero también de su facultad de juicio y
acción.

Lo primero, aprender a conocer. Esta cultura general sirve de pasaporte para una educación
permanente, en la medida en que supone un aliciente y además sienta las bases para aprender
durante toda la vida.

También, aprender a hacer. Conviene no limitarse a conseguir el aprendizaje de un oficio y, en un


sentido más amplio, adquirir una competencia que permita hacer frente a numerosas situaciones,
algunas imprevisibles, y que facilite el trabajo en equipo, dimensión demasiado olvidada en los
métodos de enseñanza actuales.

Por último, y sobre todo, aprender a ser. Nos exigirá una mayor autonomía y capacidad de juicio
junto con el fortalecimiento de la responsabilidad personal en la realización del destino colectivo.
Todo ello viene a confirmar la necesidad de comprenderse mejor uno mismo.

La Comisión se ha hecho eco de otra utopía: la sociedad educativa basada en la adquisición, la


actualización y el uso de los conocimientos. Éstas son las tres funciones que conviene poner de
relieve en el proceso educativo.

Se habla que la era tecnológica constituye a todas luces un elemento esencial para entender
nuestra modernidad, en la medida en que crea nuevas formas de socialización, e incluso nuevas
definiciones de la identidad individual y colectiva. La extensión de las tecnologías' y de las redes
informáticas lleva simultáneamente a favorecer la comunicación con los demás, a veces a escala
planetaria, y a reforzar las tendencias a encerrarse y aislarse.

El desarrollo de esas tecnologías permite un enriquecimiento continuo de los conocimientos,


debería contribuir en particular a que se reconsideren el lugar y la función de los sistemas
educativos en la perspectiva de una educación prolongada durante toda la vida.

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