Epoca Clasica

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Historia de Grecia

Día a día en la Grecia Clásica


Pastora Barahona

La Época Clásica

La expansión ultramarina de las polis griegas a lo maron la democracia y expulsaron a los tiranos favo-
largo del siglo VI se vio frenada en el occidente medi- rables a los persas, y después buscaron ayuda entre
terráneo tras la derrota sufrida en aguas de Cerdeña los griegos libres de la costa occidental del Egeo. Los
frente a una coalición de etruscos y cartagineses. Por espartanos, siempre muy remisos a enviar tropas fue-
el oriente, las expectativas de expansión siempre ha- ras de Lacedemonia, no se arriesgaron en esta em-
bían sido menores, debido a la presencia de poten- presa; pero los atenienses enviaron veinte navíos de
cias como el vecino reino de Lidia en el Asia Menor, guerra. Con estas y otras cinco más que Eretría man-
con el que las ciudades jonias mantuvieron relaciones dó a la isla de Eubea, los jonios pasaron a la ofensiva
muy variables según épocas, desde la amistad al con- en 498, llegando hasta la ciudad de Sardes, que que-
flicto permanente. Sin embargo, más al este, el impe- dó destruida. Tras la retirada de los atenienses, los
rio persa logró despejar los obstáculos en su expan- griegos del Asia Menor prefirieron permanecer a la
sión por occidente, venciendo la resistencia tanto de defensiva. Esta actitud facilitó a los persas la recon-
Lidia como de las ciudades griegas del Asia Menor. El quista, primero, de la isla de Chipre, que se había su-
umbral de la época clásica lo marca precisamente el mado a la rebelión; después de Caria y, finalmente,
gran choque que inevitablemente se produjo entre las derrotaron a la flota jonia frente a Mileto en 495. En
polis griegas y el imperio aquémenida. represalia, Mileto, la ciudad más grande de toda la
Con la toma persa de Lidia en 546, las cosas se cuenca egea, fue destruida al año siguiente. Y, para
complicaron mucho para las ciudades jonias, a las castigar la ayuda prestada a las ciudades jonias, en
que apenas quedó otro remedio que pactar una capi- 490 el rey persa envió rumbo a Atenas y Eretría un
tulación por la que, quedando integradas en el nuevo pequeño ejército guiado por Datis y Artafernes. Con
imperio, conservaran las mayores prerrogativas posi- esta expedición se dieron inicio las llamadas Guerras
bles. En las inscripciones del palacio real de Susa, los Médicas, que duraron hasta el año 479.
artesanos jonios aparecen nombrados junto con los Esta contienda ponía frente a frente a dos fuerzas
egipcios, los babilonios y los medos, y desde que se desiguales: por un lado, un gran imperio, heredero de
empezó a construir el palacio, los estilos artísticos las viejas civilizaciones del Oriente Próximo, rico en
griegos tuvieron una notable influencia. A lo largo de hombres y bienes y sometido a la voluntad de un sólo
la costa africana, los griegos que habitaban en Cirene hombre; por otro lado, un montón de pequeños esta-
pagaban tributo a Persia, que había conquistado dos, cada uno con contingentes militares muy reduci-
Egipto, así como también a los chipriotas, como ya re- dos. El primer ataque fue contenido sólo por Atenas
ferimos un cápitulo anterior. con la ayuda de Platea, ya que los espartanos, que
No tardó mucho la inercia expansionista de los habían prometido sumarse a la defensa del territorio
persas en tomar la dirección del Helesponto hacia Eu- griego, no se movilizaron hasta que no terminaron de
ropa. En 512 Darío I guió una expedición por el Danu- celebrar sus fiestas Carneas. En Atenas, sin embar-
bio, pero su intento de someter a los escitas fracasó go, no toda la ciudadanía estaba unida en la resisten-
en las llanuras del sur de Rusia. El dominio persa, de cia contra los persas. En 508, de hecho, la ciudad ha-
todos modos, se extendía por la costa septentrional bía estado a punto de aceptar el dominio persa para
del Egeo hasta el reino tributario de Macedonia. Mu- protegerse de Esparta, y ahora el tirano Hipias (hijo
chas de las ciudades griegas de esta zona quedaron, de Pisístrato), que había sido enviado al exilio por los
por tanto, bajo la dominación persa, y limitadas consi- espartanos, iba junto el ejército persa con la esperan-
derablemente su autonomía política y posibilidades za de ganar el favor de los sectores conservadores
comerciales. Tenían, además, la obligación de contri- descontentos con las reformas de Clístenes.
buir con hombres y naves al ejército persa, cuyos re- Tras el saqueo de la isla de Naxos y la toma de
yes impusieron tiranías a su antojo como forma de fa- Eretría, los persas, dirigidos por Datis y Artafernes,
vorecer su dominación hegemónica. desembarcaron su ejército de unos 20.000 efectivos,
Las ciudades jónicas aguantaban a duras penas la entre caballería e infantería, en la llanura de Maratón,
falta de independencia, pero parece que en la rebe- en la costa oriental del Ática, esperando a que se pro-
lión que estalló en 499 tuvo mucho que ver el ambi- dujera la rebelión de las fuerzas contrarias a Clíste-
cioso tirano de Mileto, Aristágoras. Para asegurarse nes. Los atenienses enviaron un emisario a Esparta
un apoyo más amplio en Jonia, los rebeldes procla- en petición de ayuda, mientras que sus efectivos y los

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de Platea, compuestos de unos 10.000 hoplitas y sin además, en 483 – 482 se encontró un nuevo filón de
caballería, marcharon hacia las colinas que dominan plata en las minas del Laurión, y Temístocles persua-
la llanura de Maratón. La jefatura titular de estos con- dió a la Asamblea para que esa riqueza se invirtiese
tingentes correspondía a Calímaco, que presidía el en la construcción de una flota de 200 tirremes. Cuan-
consejo de los diez estrategas, pero el verdadero líder do los persas concentraron su enorme ejército en el
era Milcíades, uno de los grandes genios militares Asia Menor, las más importantes ciudades griegas
que produjo Atenas. Este fue quien valoró la situación enviaron sus respectivos ejércitos a confluir en Espar-
e indicó la conveniencia de que los atenienses em- ta y ponerse bajo las órdenes de un único jefe espar-
prendieran la ofensiva, a pesar de su inferioridad nú- tano. Corinto y Egina, aliados de Esparta, también se
merica, antes de que hicieran mella en ellos las disen- unieron, junto con otras muchas ciudades más peque-
siones internas. Tras varios días de espera, los solda- ñas hasta el número de 31. No quiere decir, no obs-
dos jónicos que militaban en el ejército persa hicieron tante, que los tradicionales recelos entre las polis ha-
llegar a los atenienses la noticia de que la caballería bían sido superados, ya que muchas permanecieron
se había retirado, quizás con la intención de dirigirse neutrales, como Argos, enemiga de Esparta, e incluso
hacia Atenas. Fue entonces cuando Milcíades condu- algunas se mostraron favorables a una rendición ante
jo a los hoplitas a la batalla adoptando una táctica con los persas, caso de Tebas. Para completar el sombrío
la que finalmente lograron aplastar los flancos persas, panorama, los sacerdotes de Apolo en Delfos pre-
de armaduras mucho mas pesadas, provocando la sagiaron que la resistencia griega no tendría éxito.
desbandada de estos hacia sus naves. La intencion El resultado fue que, tanto por tierra como por mar,
de Datis y Artafernes era poner rumbo a Atenas, pero los contingentes griegos que se enfrentaban a los
Milcíades envió a su ejército por tierra para hacerles persas estaban con éstos en una relación de 0 a dos.
frente y la expedición persa tuvo que retirarse. Los El rey espartano Leónidas se puso al frente de 300
persas perdieron en esta batalla 6.400 soldados y los Iguales espartanos más los 9.000 enviados por el res-
atenienses sólo 192, entre ellos Calímaco. Estos caí- to de ciudades. Tras un primer enfrentamiento en el
dos fueron enterrados en un túmulo que todavía hoy paso de las Termópilas, donde los espartanos perdie-
domina la llanura de Maratón. El ejército espartano, ron a casi todos sus efectivos, incluido su rey Leóni-
que llegó varios días despues de la victoria, cuando das, los griegos tuvieron que retirarse hacia la isla de
vio lo sucedido tuvo que admitir y alabar el valor de Salamina. Los persas, mientras tanto, llegaron a Ate-
los atenienses. nas, donde, venciendo la resistencia de los sacerdo-
tes, lograron incendiar el templo Los atenienses tuvie-
Mapa 12 ron que huir de la ciudad y se refugiaron en Salamina,
Trecén y algunos lugares del Peloponeso.
Los generales griegos, enfrentados por diferencias
de opinión respecto de la estrategia a seguir, se die-
ron cuenta finalmente de que no tenían ninguna posi-
bilidad de éxito sin la flota ateniense comandada por
Temístocles. Este envió a un esclavo de su confianza
para comunicar a Jerjes que los griegos se estaban
peleando, que los atenienses estaban a punto de reti-
rarse y que, por tanto, era la ocasión más propicia si
quería conseguir una aplastante victoria. Jerjes cayó
en la trampa y ordenó avanzar a su ejército. Envio a
un grupo de naves al oeste de Salamina para encajo-
nar a los griegos. Pero el propio Jerjes, que se había
entronizado en una colina sobre la que divisaba el
Los sucesos antes de Maratón campo de batalla, pudo ver cómo finalmente sus na-
ves huían completamente derrotadas. La victoria grie-
Aunque para los persas Maratón representó un li- ga se debió a la habilidad militar de los hombres que
gero contratiempo en su vasta campaña de conquista participaron en la batalla, pero también a la capacidad
y un aviso de que se necesitaba una fuerza mayor pa- de persuasión de Temístocles, la tenacidad de los
ra llevar a fin aquella expedición de castigo, para los atenienses y la firme guía de los espartanos.
griegos tuvo un incalculable valor porque demostraba Los persas, por su parte, dejaron invernando a un
que el gran enemigo oriental no era invencible. A par- contingente militar en la Grecia central. En la primave-
tir de entonces, haber sido combatiente en Maratón ra 479, el comandante persa Mardonio intentó por
se convirtió en el mayor honor a que podia aspirar un medios diplomáticos, sin éxito, que los atenienses se
ciudadano, y los caídos fueron considerados héroes separaran de la Liga griega. Los persas devastaron el
por haber salvado a la Hélade de la esclavitud. Ática una vez más, pero los atenienses recibieron re-
Los persas tuvieron diez años para preparar un fuerzos de los espartanos, dirigidos por Pausanias. El
nuevo ataque, esta vez a las órdenes de su nuevo so- ejército más numeroso que nunca se había visto en
berano Jerjes. Fue entonces cuando, en Atenas, Te- Grecia, compuesto de 37.800 hoplitas y 70.000 infan-
místocles, entonces al frente de la democracia, tomó tes con armadura ligera, pero sin caballería, se alineó
precauciones como la fortificación del Pireo; pero, en Platea, en las colinas que dominan la llanura beo-

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cia. Griegos y persas se mantuvieron a la espera du- neas fundamentales de la historia griega del siglo V.
rante tres semanas, hasta que éstos desencadenaron Despejado momentáneamente el peligro persa, las
el ataque. En la batalla resultante los griegos, capita- dos potencias helénicas, Atenas y Esparta, olvidaron
neados por los espartanos, obtuvieron la victoria y su anterior unidad y se enfrentaron abiertamente, ca-
dieron muerte a Mardonio. En ese mismo día, la bata- da una a la cabeza de sendas confederaciones alia-
lla de Micala destruyó totalmente la fuerza naval de das, y con una evolución política interna diametral-
los persas en el Egeo e indujo a la rebelión a la mayo- mente opuesta, como ya vimos. Atenas acabó conso-
ría de ciudades del Asia Menor. lidando el régimen democrático, mientras que Esparta
se fue encerrando en sí misma cada vez más. Atenas
EL PADRE DE LA HISTORIA puso en marcha una política de carácter expansionis-
ta, mientras que Esparta mantuvo una política de ma-
HERÓDOTO o Herodoto, historiador griego, nació en Ha-
tiz claramente conservador y prudente, que la retuvo
licarnaso hacia el año 484 a.C. Perteneció a una familia confinada dentro de los límites del Peloponeso. Su
que tuvo que refugiarse en Samos por combatir al tirano hegemonía en el interior de esta región fue para Es-
de Halicamaso, vasallo de los persas, regresando para co- parta más prioritaria que sus intereses hegemónicos
laborar en su expulsión. Heródoto emprendió después en el resto de la Hélade. Con esta retirada dejaba el
grandes viajes por Asia, África, donde remontó el Nilo has- campo libre a un expansionismo ateniense que ape-
ta la isla de Elefantina, y Europa, donde visitó la Grecia nas había hecho más que comenzar.
continental, la Magna Grecia e incluso el norte el Bósforo
cimerio. Hacia 446-445 fijó su residencia en Atenas, donde
La hegemonia ateniense
lle-gó a tener amistad con Pericles y Sófocles. Marchó a
Turios con los colonos atenienses en 443 y volvió a Atenas
en 439, donde murió sin haber terminado su obra. La Liga fundada en Delos en 477 para prevenir lo
Sus Historias, que fueron divididas en nueve libros duran- ataques persas fue la herramienta que sirvió para pro-
te el siglo I a.C., constituyen la fuente principal para el es- fundizar en esta expansión. Atenas acabó convertida,
tudio de las Guerras Médicas y de los pueblos involucra- de hecho, en la metrópolis de un imperio, al tiempo
dos en ellas. Heródoto se interesa por las civilizaciones que bajo el mando de Pericles, su democracia alcan-
más como etnógrafo que como historiador, y el resultado zó el máximo grado de desarrollo, como en seguida
es una especie de historia universal, centrada en Persia, veremos. Pero el afianzamiento del imperio atenien-
que refleja el talante de un griego ávido por comprenderlo
se en el mundo griego suscitó el temor de los esparta-
todo, a veces crédulo aunque no en exceso. Buscó la im-
parcialidad, para lo que criticó e interrogó a los testigos im-
nos y sus aliados. En opinión de Tucídides, esta fue
portantes y al hombre de la calle. Consultó los archivos la verdadera causa de la guerra entre Atenas y Espar-
sagrados (sobre todo en Delfos y Samos); se procuró listas ta —Guerra del Peloponeso—, que examinaremos en
oficiales, fiscales y militares; anotó las obras de arte, y el capítulo 6. Los incidentes se fueron acumulando de
des-cifró inscripciones. La inmensidad de la investigación, tal modo que el choque frontal entre las dos grandes
con un esfuerzo constante de imparcialidad, así como la potencias fue inevitable. El conflicto estalló de forma
voluntad real de buscar la verdad, discutiendo racional- abierta en el año 431 poniendo frente a frente a todo
mente la leyenda para encontrar el hecho humano, consti- el mundo griego, ya que ambos contendientes, tanto
tuyen el auténtico valor de su obra. Sin embargo, como es-
Atenas como Esparta, controlaban los destinos y el
píritu pro-fundamente religioso, Heródoto no podía resistir
a la atracción del misterio; su religiosidad le llevó a acep-
poder de decisión de otros muchos estados que se
tar, de una forma irracional, manifestaciones sobrenatura- hallaban dentro de sus respectivas esferas de influen-
les. En acontecimientos importantes, no vio el encadena- cia y dominio. Así, durante casi treinta años (431 –
miento de las causas, sino la intervención directa de los 404), el mundo griego se dividió en dos campos irre-
dioses, celosos del hombre. El estilo sencillo de la narra- conciliables y la contienda fue feroz.
ción, donde los he-chos historicos y las leyendas se entre- Mientras tanto, Atenas brilló sobre el resto de Gre-
mezclan en la visión del pasado, producen una lectura cia por su poderío económico, político y cultural. A
agradable y amena. continuación, y en el capítulo siguiente, desarrollare-
mos los aspectos más destacados de esta evolución.
Tras la victoria de Platea, los aliados griegos
La democracia
ofrendaron a Delfos un soporte de bronce formado
por tres serpientes entrelazadas en el que se graba- En el capítulo 2 dejamos perfiladas las principales
ron los nombres de los 31 estados que habían resisti- reformas emprendidas por Clístenes en los últimos
do a los persas, empezando por Esparta y Atenas. años del siglo VI, que pusieron las bases para que
Este soporte sostenía un trípode de oro. Los griegos Atenas se convirtiera en una democracia sin apenas
decidieron consagrar Platea a Zeus Liberador como parangón en el mundo griego. Los ciudadanos ate-
tierra sagrada, y cada año en los siglos posteriores, nienses gozaron a partir de entonces de una absoluta
según nos cuenta Plutarco, el arconte de Platea hacía igualdad ante la ley, libertad de expresión y libertad
un solemne brindis «a los hombres que murieron por para votar en todas las decisiones públicas. Su gran-
la libertad de Grecia». deza se reflejó en diversos aspectos. El primero fue la
Grecia venció finalmente, en efecto, pero tras esta extensión de sus territorios a expensas de sus veci-
victoria fueron muchos los problemas que quedaron nos. Pese a la fuerte ofensiva de Esparta, Tebas y
por resolver. A lo largo del periodo transcurrido entre Calcis, cuyas aristocracias se oponían vigorosamente
la batalla de Platea y el año 462, se diseñaron las lí- a la democracia ateniense, Atenas se apoderó de una

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rica llanura en Eubea donde estableció colonos ate- con menos recursos —los tetes—. A medida que to-
nienses. Este éxito militar fortaleció la confianza de mó más conciencia de su importancia militar, esta cla-
los atenienses en sus propias capacidades. se pudo ejercer una mayor influencia en la Asamblea.
La gesta de Maratón, por otro lado, se elevó en Como hombres de mar, diferían social y económica-
Atenas a una grandilocuente exaltación heroica, répli- mente de las viejas clases de soldados de armas pe-
ca de la perfección legendaria de los héroes del pasa- sadas, los hoplitas, así como de la aristocrática caba-
do: Micón ejecutó una gran pintura mural de la batalla llería, que reclamaban los altos puestos en el estado
en sus diversos momentos, con retratos reconocibles a cambio de sus servicios.
de los principales combatientes; en las monedas ate- La mayoría de los partidarios de Temístocles pro-
nienses se coronó la efigie de Atenea con una rama cedían de estas clases carentes de privilegios socia-
de olivo, símbolo de la victoria, y el aniversario de la les y de experiencia política. Él mismo no era tan aca-
batalla se celebró con el sacrificio de trescientas ca- udalado como algunos de sus rivales, lo que le con-
bras a Artemisa. vertía en un blanco fácil de la propaganda hostil. Se le
De momento, Maratón hizo que las controversias acusó de dejarse sobornar y, una vez aceptado el
políticas internas quedaran en un segundo plano, pe- presunto soborno, de no cumplir el compromiso con-
ro no se diluyeron. Los líderes de los diferentes gru- traído. La acusación de corrupción contra Temístocles
pos políticos volvieron a maniobrar para hacerse con terminó prendiendo. Las familias ricas atenienses —
el poder y explotaron cuanto pudieron un nuevo e in- especialmente la de Milcíades, representada por su
genioso instrumento, el ostracismo. En un ostrakon hijo Cimón, y la de los Alcmeónidas, hasta entonces
(casco o trozo de cerámica), el votante escribía el enfrentadas— acababan de reconciliarse mediante el
nombre de algún personaje del que quisiera desha- lazo matrimonial de Cimón con una Alcmeónida. Uni-
cerse por motivos políticos. Toda la asamblea votaba das, pues, contra Temístocles, hacia el año 470 logra-
y, si se alcanzaban los tres mil votos, el personaje en ron que la Asamblea aprobara su ostracismo. Pero
cuestión era exiliado durante diez años sin que per- las conspiraciones contra el artífice de la victoria ate-
diese sus bienes. De este modo, se intentaba refrenar niense sobre los persas no acabaron ahí. Los espar-
la violencia física en que a menudo se expresaban los tanos querían deshacerse de este poderoso enemigo
rencores personales o entre partidos. y también movieron sus hilos. Así, hacia 466 – 465,
Sin embargo, durante unos años el hombre más mientras Temístocles se hallaba ausente en Argos,
poderoso de Atenas no fue un miembro de un partido en Atenas se dictaba para él una sentencia de muerte
o grupo social importante, sino un individuo de buena por traición. Escapó a los agentes que se enviaron
familia, pero no rica, que se fraguó su ascenso a fuer- para detenerlo y, tras varias peripecias en distintos lu-
za de ingenio, dominio de las resoluciones políticas y gares, acabó aceptando del rey de Persia, que de so-
clara comprensión de donde se hallaban las ventajas bra conocía su valía, el importante cargo de goberna-
y peligros de Atenas. Este hombre era Temístocles, dor en Magnesia.
uno de los artífices de la victoria de Salamina. Su ex- Desde el principio de su carrera política, Temísto-
periencia militar le había convencido de que, para que cles había comprendido que la derrotada Persia no
Atenas pudiese aprovechar al máximo su situación supondría durante unos años ninguna amenaza seria,
geográfica, tenía que contar con una flota que prote- mientras que Esparta era muy posible que desease
giese sus largas costas y transportase rápidamente a poner trabas al creciente poder de Atenas; de ahí que
sus soldados a otros frentes. Su argumento más im- su política se dirigiese a hacer converger todas las
portante era la presencia en el Pireo del poder maríti- energías para evitar esto último. Esta previsión de lar-
mo de Egina, ciudad situada a pocas millas de distan- go plazo fue, en efecto, desechada por sus adversa-
cia al otro lado del golfo de Sarónica. La guerra entre rios políticos, pero dejó continuadores que, andando
Atenas y Egina era constante, pero Atenas apenas el tiempo, la rescatarían. De momento, los demócra-
había logrado nada con ella, ya que sin flota era im- tas se quedaron sin líder y durante al menos una dé-
posible sojuzgar a su rival. Esparta también lo ha-bía cada la principal figura de Atenas fue Cimón, el hijo
intentado sin éxito. de Milcíades, que no era hostil a la democracia esta-
La suerte comenzó a cambiar cuando, en 483, se blecida pero tampoco deseaba un mayor avance de
encontró la nueva veta de plata, a la que arriba nos esta. Se limitó, por tanto, a tener contentos a sus par-
referimos, en las minas del Laurión. Temístocles se tidarios mediante copiosos regalos —poseía una in-
opuso a la propuesta de repartir este tesoro entre el mensa fortuna— y a realizar grandilocuentes llama-
pueblo y convenció a la Asamblea, gracias sobre todo das a su fervor patriótico contra los persas. No obs-
a su prestigio personal, de que debía emplearse en tante, el mismo Cimón empleó a fondo la fuerza naval
construir al menos un centenar de barcos. Ya vimos creada por Temístocles para asegurar el poderío ma-
cómo éstos estuvieron dispuestos justo a tiempo para rítimo ateniense y tener activos el ejército y la arma-
la aplastante derrota infligida a los persas. El futuro da, como más adelante veremos.
de Atenas estaba, pues, en el mar, y Temístocles, de En torno a 462, la política interior ateniense inició
momento, en pleno triunfo. importantes transformaciones. Su principal artífice fue
La creación de una flota implicó también la de una Efialtes, que se había ganado fama militar mandando
clase de hombres, la tripulación de los barcos, estre- una flota a la costa sur de Asia Menor. Pertenecía,
chamente dependiente del estado en sueldo y subsis- como otros líderes políticos, a una buena familia, pero
tencia, que se reclutó sobre todo entre los ciudadanos no era rico. Durante el mandato de Cimón, Efialtes

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defendió la política de Temístocles, pero no logró ocu- al mismo tiempo, daba solidez y convicción al patrio-
par un puesto importante. Sin embargo, se había tismo ateniense. En síntesis, Pericles elevaba los
opuesto a conceder ayuda a Esparta cuando esta la asuntos públicos a una dignidad especial, y su gran
solicitó en 463, y los hechos, sobre los que después influencia sobre el pueblo ateniense radicaba en una
volveremos, vinieron a darle la razón. A partir de en- incontestable autoridad que hacía enmudecer a la
tonces aumento su influencia y la de su círculo, apa- Asamblea cuando tomaba la palabra. Todo ello expli-
reciendo como el primer reformador auténticamente ca en parte el odio que sentían por él sus adversarios
democrático desde los tiempos de Temístocles. políticos, así como también el hecho de que muchos
El mayor obstáculo para que en Atenas hubiera historiadores hayan dejado en un segundo plano los
una verdadera democracia era el aristocrático tribunal errores que contenía su programa político. El más im-
del Areópago, que no sólo había logrado sobrevivir a portante afectó a la política exterior, pues Pericles
las reformas de Clístenes, sino que, además, había aprovechó los éxitos militares de Cimón para convertir
incrementado su poder hasta el punto de que era, de a Atenas en la dueña del Egeo, lo que a la larga pro-
hecho, capaz de frenar las medidas más populares. vocaría su desastre.
Efialtes privó a este órgano de sus funciones legislati-
vas y judiciales, dejándolo reducido a un tribunal que
entendía principalmente en casos de homicidio, cui-
daba del olivo sagrado de Atenea y supervisaba la
propiedad de los dioses venerada en Eléusis. Sus
restantes atribuciones pasaron al Consejo, a la Asam-
blea y a los Tribunales de justicia.
El gran aumento del trabajo jurídico que trajo con-
sigo la suspensión del tribunal del Areópago no se po-
día asumir con unos cuantos aficionados o volunta-
rios, por lo que se decidió crear jurados especializa-
dos. Para que en estos también pudiesen formar par-
te los ciudadanos más desfavorecidos y fuesen capa-
ces de cumplir con su importante función, en 462 – 61
se aprobó una ley para pagarles por su asistencia.
Con estas reformas, Efialtes desafiaba a las clases di-
rigentes y en 461 fue asesinado por alguien nunca Busto de Pericles
identificado. Pero dejaba un sucesor, Pericles, que En los asuntos internos, Pericles enaltecía el pa-
había participado en el proceso contra Cimon, en la triotismo ateniense al tiempo que se esforzaba por
reforma del Aerópago y en la implantación de una re- elevar el nivel cultural de sus conciudadanos, promo-
muneración para los jurados. viendo el arte, la música y el teatro. En 452 adoptó
Nacido hacia 495, Pericles pertenecía a una fami- una de las medidas que le procuraron mayor populari-
lia aristocrática. Su padre era Jantipo, estadista ate- dad: la remuneración de jueces y funcionarios para
niense que se había distinguido en las Guerras Médi- que ningún ciudadano se viese obstaculizado por la
cas. Su madre, Agariste, sobrina-nieta de Clístenes, pobreza para participar en la vida pública. Pero ya
procedía de la gran familia de los Alcmeónidas. Peri- que la misma ciudadanía suponía en sí un privilegio,
cles había recibido una esmerada educación desde al año siguiente presentó una ley para limitarla. A par-
su infancia y se rodeaba de las mejores figuras inte- tir de entonces sólo los hijos de padre y madre ate-
lectuales y artiíticas del momento, entre ellos los filó- nienses podían ser ciudadanos (anteriormente la ciu-
sofos Zenón de Elea, Protágoras de Abdera y Anaxá- dadanía del padre era suficiente). Esta medida acabó
goras, el historiador Heródoto, el poeta Sófocles y el volviéndose contra la familia que el propio Pericles tu-
escultor Fidias. Pero su nombre está sólidamente li- vo con Aspasia de Mileto. Pero los atenienses se
gado a la democracia, porque durante muchos años apiadaron de él y votaron la revocación de la norma.
—desde 443 hasta su muerte en 429— los atenien- En la década de 450 – 440, unos 20.000 atenien-
ses confiaron en sus decisiones y le reeligieron como ses recibían pagas anuales del Estado, a razón de
jefe de los diez estrategas. dos óbolos diarios, la paga mínima, y sólo por los días
Como otros aristócratas, Pericles era a la vez mili- reales empleados en el servicio público. Los 10.000
tar y hombre de negocios, pero los atributos que le remeros que servían en la marina durante la primave-
granjearon el favor del pueblo ateniense se cifraban ra y el verano lo hacían por una paga de tres óbolos
en un carácter incorruptible, comedido y modesto, y diarios. La democracia ateniense se basaba en el
una extraordinaria inteligencia que desplegaba en im- principio de la igualdad de todos los ciudadanos y en
pecable oratoria. Su discurso combinaba armoniosa- el poder de la voluntad de éstos expresada en la
mente la racionalidad y la emotividad. Según los testi- Asamblea o Ecclesía, que incluía a todos los atenien-
monios que nos han llegado, muchos de la pluma de ses varones mayores de 18 años, en total unos
Tucídides, Pericles no hacía nada para halagar a su 43.000, pero el número mínimo de votantes para que
auditorio; su principal objetivo era más bien lograr que sus decisiones fueran válidas se fijó en 6.000. La
éste comprendiera las complejidades de la política y
no se dejara arrastrar por emociones pasajeras; pero,

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asamblea se reunía varias veces al mes en las faldas que entonces tenían que actuar como moderadores
de la colina Pnix, al norte de la acrópolis. de los debates.
La administración ordinaria estaba a cargo de
EL POLITICO DELSIGLO unos 700 magistrados, elegidos también por sorteo.
PERICLES, estratega y estadista ateniense, nació en En general, se repartían por grupos de 10 hombres
Atenas en 495 a.C. Hijo de Jantipo, jefe de los demócra- para trabajos específicos como, por ejemplo, la vigi-
tas, y de la alcmeónica Agariste. De sus maestros Anaxá- lancia de los mercados de la ciudad, de modo que al
goras de Clazómenas, Damón de Oa y Zenón de Elea, ad- mismo tiempo pudiesen también vigilarse entre sí.
quirió una esmerada formación intelectual, que, junto con Uno de estos grupos era la comisión de los diez es-
sus extraordinarias dotes personales, le lanzaron a la vida
polí-tica a la edad de treinta afios, bajo la dirección del de-
trategas, que tenían a su cargo el mando de la flota y
mócrata Efialtes. Después del asesinato de éste, se convir- eran también, en general, jefes políticos.
tió en el jefe del partido de los demócratas y dirigío el Esta- Los tribunales (heliea) los formaban ciudadanos
do como estratega, magistratura para la que fue reelegido voluntarios, mayores de treinta años, hasta un total de
por quince veces consecutivas, entre 443 y 429, prosi- 6.000. En la epoca de Pericles se subdividian en gru-
guiendo la democratización de la vida política de Atenas, y pos de 600, aunque en casos de extrema importancia
dirigiendo las operaciones militares contra Corinto, Egina, podían reunirse en pleno. Un tribunal comprendía un
Esparta y sus aliados. La fama de Pericles, llamado a me- número impar de jueces, normalmente 501, porque
nudo «el Olímpico», está más ligada, sin embargo, a las las decisiones se tomaban por mayoría absoluta de
realizaciones culturales que Atenas desarrolló durante su
mandato y bajo su patrocinio, atrayendo a artistas y escri-
votos. Cada litigante debía defender su propia causa,
tores notables. De ahí que «el siglo de Pericles» se consi- aunque podía encargar su discurso a un buen orador,
dere el mo-mento de apogeo de la civilización ateniense y y no tenía posibilidad de apelar las sentencias del tri-
griega en general. La adhesión entusiasta que Pericles ob- bunal. Aparte de estas funciones judiciales, los tribu-
tuvo de gran parte del pueblo ateniense fue directamente nales también fiscalizaban las cuentas y las activida-
proporcional a las envidias y odios políticos y personales des de cada magistrado cuando se cumplía el año de
que suscitó, especialmente entre los círculos conservado- su cargo.
res y aristocráticos de Atenas. Uno de los aspectos de su Este sistema, que no tenía precedentes conocidos
vida personal sobre el que estos y los poetas cómicos hi- en la historia, funcionaba bastante bien. Pericles y
cieron presa, fue el repudio de su primera esposa para
unirse a Aspasia de Mileto, mujer de gran belleza pero, so-
sus contemporáneos tenían una enorme confianza en
bre todo, de extraordinaria inteligencia y exquisita educa- la capacidad de los ciudadanos para actuar en con-
ción, que brillaba en el círculo de artistas, filósofos y políti- junto, pero poca en los individuos aislados. Los ciuda-
cos más influyente de Atenas, para escándalo de los sec- danos que la suerte ponía en distintos cargos eran
tores más conservadores. Pericles falleció en 429 a causa cuidadosamente examinados antes de tomar pose-
de la epidemia de peste que asoló Atenas por aquellos difí- sión de ellos para asegurarse que reunían los requisi-
ciles años de la guerra del Peloponeso. Gracias a la obra tos, y todos los que manejaban el dinero público se
del historiador Tucídides, nos han llegado algunos de sus sometían a una estrecha vigilancia. Los puestos se
fa-mosos discursos ante la Asamblea. cubrían rápidamente, de modo que nadie podía cono-
cer de antemano la composición de un jurado o la
La institución que regulaba todo el sistema político, procedencia de una asamblea en un día determinado.
como vimos en otro lugar, era el Consejo de los Qui- La Asamblea también tenía sus mecanismos de con-
nientos o Bulé, comisión de gobierno cuyos puestos trol. Entre ellos figuraba la prohibición de discutir
se sorteaban todos los años entre los mayores de Asuntos que no se hubiesen sometido al examen pre-
treinta años. El Consejo proponía las cuestiones que vio del Consejo, y el llamado grafe paranomon, princi-
se sometían a discusión en las sesiones de la Asam- pio según el cual quien proponía una ley que resulta-
blea y exponía su punto de vista sobre las mismas. ba anticonstitucional podía ser citado ante el Tribunal.
Cuando ésta expresaba su voluntad, el Consejo se Si éste lo decidía, la ley en cuestión se derogaba y el
ocupaba de que los magistrados pusieran los medios ponente de la misma, era multado con una suma ele-
para llevarla a cabo, verificaba las cuentas, se ocupa- vada, a menos que hubiera pasado más de un año
ba del mantenimiento de los edificios públicos, de las desde la promulgación de la norma impugnada.
fiestas, etc.; pero también tenía la atribución de penar No es extraño, pues, que la mayor parte de ciuda-
con la muerte los delitos de alta traición. Ningún con- danos atenienses tuvieran una experiencia directa en
sejero podía serlo por dos años consecutivos, ni más la administración de la vida pública y tanto interes en
de dos años durante su vida, como medio para evitar la política. Los principios democráticos que Pericles y
que un órgano tan poderoso fuese monopolizado por su partido defendían eran la justicia para todos y las
los miembros de la aristocracia. El pleno del Consejo mismas oportunidades para ser elegidos no por la
sólo se reunía para asuntos de suma importancia, el procedencia social, sino por los méritos propios. En
resto se trataba en diez comisiones de 50 miembros un encendido discurso a favor de la democracia, que
cada una llamados pritaneis. Durante una décima par- Tucídides pone en boca de Pericles, este afirmaba
te del año, periodo llamado Pritanía, una comisión se que cada ciudadano actuaba con total libertad en su
reunía y comía en el edificio llamado Tholos, en la vida privada, pero en la vida pública se abstenía de
parte occidental del ágora; un tercio de sus miembros obrar mal por respeto a la autoridad y a las leyes, en
se quedaba en él, por turno, haciendo guardia día y especial las dirigidas a tutelar a los que sufrían injusti-
noche por si durante el día se reunía la Asamblea, ya cias. Con ello Pericles presentaba un cuadro ideal de

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la libertad, el interés público y las características inte- Diez años después el rey persa Jerjes retomó la
lectuales de la vida ateniense: «En una palabra, yo di- ofensiva, pero la liga respondió enviando en 468 una
go que Atenas es la escuela de la Hélade, y que cada flota a Panfilia, rica llanura en la costa sur de Asia
ateniense puede adaptarse a las más diversas formas Menor entre las montañas Tauro y el mar. Su victoria
de acción con la máxima versatilidad y con decoro». puso la zona bajo influencia ateniense y añadió nue-
Confianza, moderación y juicio certero eran cuali- vos miembros a la Liga. La victoria de Cimón sobre
dades que adornaban la democracia ateniense en la los persas provocó el entusiasmo de los atenienses, a
época dorada de Pericles, aunque más adelante vere- pesar de ser el principal representante de las familias
mos que no era oro todo lo que relucía y que dichas aristocráticas. Pero para que la Liga fuese realmente
cualidades de equilibrio no eximieron a Atenas de em- representativa y poderosa, debía incluir a más miem-
prender políticas que a la postre la llevaron a un calle- bros, de modo que en 472 – 71, Caristo, al sur de Eu-
jón sin salida. bea, fue obligada a unirse con el pretexto de la ne-ce-
sidad política de mantener alejados a los persas. En
El imperialismo
471, Naxos, considerando quizá que, una vez de-rro-
En el siglo V, la evolución de la democracia ate- tada Persia, la Liga había perdido su razón de ser, se
niense fue en paralelo a una actuación imperialista en separó; entonces Atenas la sitió y la obligó a volver a
el exterior. Más arriba vimos cómo en 477, bajo el unirse, dejando además una guarnición militar perma-
mandato de Cimón, los atenienses se pusieron a la nente. Todo intento de secesión de la Liga era inter-
cabeza de una Liga con sede en Delos, isla cuyo sim- pretado como un quebrantamiento del juramento de la
bolismo panhelénico ya conocemos y que, por ello, alianza y un peligro para Grecia por mermar sus de-
era territorio neutral entre los griegos. La finalidad ex- fensas frente a un posible ataque persa.
plícita de la Liga délica era mantener la ofensiva
contra Persia, evitando que ésta reconquistara ciuda- Mapa 13
des recién liberadas y, al mismo tiempo, devastando
los territorios aún bajo su dominio. En un principio la
Liga fue un pacto naval para el dominio del mar, por
la ma-yor facilidad y rapidez con que se podían trasla-
dar los ejércitos a cualquier punto de la Hélade o a
otras aguas vecinas. Muchos de los puertos del Egeo
pertenecían a miembros de la Liga, en la que se ha-
llaban las ciudades de Asia Menor, las islas costeras
de Ro-das a Lemnos, un gran número de ciudades en
la Propontis (Mármara), la mayoría de las Cícladas —
menos Tera, Milos y Creta—, y también Eubea, con
una única excepción: la ciudad de Caristo.
La pertenencia a la Liga se pactaba de dos mane-
ras alternativas: o bien enviando barcos o bien contri-
buyendo en dinero. Esta última fue la opción elegida Área de la Liga del Delos
por una mayoríia de miembros. Por su poder y autori- Con estas y otras acciones de fuerza, los atenien-
dad, el mando de la Liga recayó en Atenas, y diversos ses perdieron popularidad entre los aliados, pero és-
factores vinieron a reforzarlo. Por ejemplo, los diez tos no estaban en situacion de resistirse. De este mo-
oficiales encargados de recibir el tributo, llamados He- do, Atenas avanzó en su control de la Liga, que ahora
llenotamiae (tesoreros de los griegos) eran todos ate- contaba ya con una tercera clase de miembros: los
nienses; en Delos, Atenas controlaba los votos, entre aliados sublevados y reducidos, gobernados por trata-
otras cosas porque los estados pequeños se unían a dos particulares que a menudo incluían clausulas co-
ella contra los grandes por no quedar desprotegidos mo la obligación de instaurar un gobierno democráti-
de posibles ataques. Atenas era, sin duda, la dueña co, a pesar de que, con Cimón, las oligarquías locales
de la organización. eran casi bien recibidas. Se habían dado, en efecto,
La primera acción de la Liga fue contra el espar- los primeros pasos para convertir a la Liga en un im-
tano Pausanias, al que vimos dirigiendo el ataque perio.
conjunto contra los persas en Platea, que había entra- Esparta, que en esos años tenía problemas en el
do en conflicto con su propio pueblo y mantenía un Peloponeso, especialmente con Argos, no olvidaba la
doble juego con Persia. Conducido por Cimón, el leal ayuda que le habían prestado Cimón y su partido
ejército aliado lo expulsó de Bizancio, estratégico en el derrocamiento de Temístocles. Cuando Argos
punto por donde pasaban todos los productos alimen- tomó Tirinte y luego formó alianza con la ciudad arca-
ticios procedentes del mar Negro. El objetivo era ex- dia de Tegea, los espartanos respondieron hacia 470
pulsar a los persas de Europa, que resistían en una derrotando a las fuerzas de Argos, pero sin lograr la
importante plaza fuerte de Tracia. El éxito de los alia- toma de Tegea, como ya vimos, a la que se unieron
dos en esta empresa trajo consigo la anexión de un otras ciudades arcadias. Poco después Esparta, bajo
puerto bien fortificado con tierras interiores de sem- su joven rey Arquídamo, las derrotó en Dipea. Los
brados y bosques, de donde partiría posteriormente la problemas de Esparta en política exterior, sin embar-
colonización de Anfípolis.

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go, no cesaron, ya que los pueblos de Elis se reunie-
ron formando una única ciudad con una constitución
democrática. Lo único que no tenía que temer Espar-
ta en este terreno era que Atenas se aliase a uno de posiciones en la Aquea, la Megáride y toda la Beocia,
sus enemigos, pues Cimón ya se encargaba de que concluyendo así la primera guerra entre Atenas y
eso no sucediese. Esparta.
La verdadera amenaza para Esparta surgió en su
propio territorio. En 464 un terremoto dejó a la ciudad
en ruinas, ocasión que aprovecharon los ilotas para Los atenienses siguieron capitaneando la Liga de
sublevarse junto con los mesenios y hacerse fuertes Delos, con sus miembros voluntarios y forzosos. Para
en un refugio montañoso, Los espartanos, asegurarse la lealtad de estos últimos y, al mismo
aterrorizados, tuvieron que tragarse su proverbial tiempo, solventar el problema del exceso de pobla-
orgullo y pedir ayuda a sus estados amigos, incluida ción, Pericles decidió enviar a lugares de importancia
Atenas. Ci-món respondió enviando cuatro mil estratégica a ciudadanos atenienses para que sirvie-
hoplitas a Mesenia, pero fracasó en su intento de ran de guarnición. En 447, bajo su supervisión perso-
tomar ltome. Enton-ces, inesperadamente, Esparta nal, estableció una de estas cleruquías, como se las
declaró que ya no los necesitaba y les pidió que se llamaba, en el Quersoneso tracio —la costa oeste de
retirasen. Es posible que temiesen que los soldados los Dardanelos—. Se adquirieron tierras de los indí-
atenienses, con sus ideas democráticas, diesen genas y se adjudicaron a mil ciudadanos atenienses,
impulso a la rebeldía de los pueblos del Peloponeso en su mayoría pobres y desempleados, repartiéndo-
que aún no se habían su-blevado. El caso es que los por las diversas ciudades. Sin embargo, el acoso
Cimón regresó humillado a Atenas, el pueblo le volvió de los pueblos «bárbaros» que los rodeaban —esci-
la espalda y en 461 le con-denó al ostracismo por tas, tracios, etc.— obligó a Atenas a levantar una mu-
diez años. Con ello se daba inicio a una nueva etapa ralla de contención en el istmo. Se fundaron otras cle-
en la política exterior, en la que Esparta dejaba de ser ruquías en Eubea, Histiea, Naxos y Andros en las
considerada amiga y, con ello, el partido aristocrático Cícladas, pero el número de colonos no sobrepasaba
perdía fuerza en Atenas. los quinientos en cada lugar. Además, los métodos
empleados eran más despóticos que democráticos,
ya que los indígenas desposeidos de sus tierras que-
Una vez rota la aparente amistad entre Esparta y daban en la miseria y se veían forzados a emigrar o a
Atenas, la guerra parecía inevitable: estalló en 459, trabajar para los nuevos dueños. La creación de cle-
con unos ataques de Atenas a lugares que Esparta ruquías fue, por ello, una de las acciones más aborre-
consideraba dentro de su órbita particular. Unos años cidas del imperio ateniense.
después, el príncipe libio Inaro se sublevó contra los En resumen, el establecimiento continuo de cleru-
persas aprovechando la confusión creada tras el ase- quías y otras colonias ultramarinas durante todo el si-
sinato de Jerjes en 464. Los atenienses, viendo la po- glo V permitió a Atenas la promoción social y econó-
sibilidad de expandirse en el delta del Nilo, acudieron mica de los más de 10.000 marinos tetes por medio
en su ayuda; pero, tras cinco años de combates, la de la concesión de tierras en el exterior, con lo que al
empresa resultó en fracaso y el dominio persa que-dó mismo tiempo Atenas reforzó enormemente su pode-
restaurado en todo Egipto. La tropa persa, envalento- río militar. Sin embargo, la base fundamental del im-
nada por su victoria, zarpo hacia Chipre y Atenas en- perialismo ateniense no yacía en estas colonias, sino
vio a Cimón, vuelto del exilio, para combatirla; allí en- en la coordinación y explotación de las costas e islas
contró éste la muerte en 449. Pronto se firmó la paz ya urbanizadas de la Liga délica por medio del siste-
con Persia, sacrificando Chipre tal vez para poder ma de tributos monetarios recaudados para el mante-
concentrar ahora todas las fuerzas en el Peloponeso. nimiento de una flota permanente, que nominalmente
En 447 los aristócratas de Beocia, que habían sido era el común defensor de las libertades helénicas
exiliados con la ayuda de Atenas, se adueñaron de frente a la amenaza persa; pero que, de hecho, fue el
algunas ciudades de la región. Atenas envió tropas instrumento central de la opresión imperialista de Ate-
pero resultó derrotada y no tuvo más remedio que nas sobre sus aliados. El tributo total pagado por és-
aceptarlo y suscribir acuerdos mediante los cuales, a tos se ha calculado en un cincuenta por ciento supe-
cambio de la restitución de los prisioneros, Atenas rior al producto interior bruto del Ática, y fue lo que fi-
perdía todos sus derechos sobre Beocia. Fue un duro nanció la exuberancia civil y cultural de la Atenas de
golpe para su prestigio, pues sus enemigos se dieron Pericles.
cuenta de que, aunque poderosa en el mar, su poder Para los atenienses, que entonces gozaban de
terrestre era muy inferior. A esta siguieron otras este esplendor, el derroche de hombres y de dinero
derrotas, y en 446 – 445 la Liga délica tuvo que firmar en las campañas militares necesarias para manteni-
una paz de treinta años con los miembros de la Liga mien-to de su hegemonía en el Egeo no suponía un
del Peloponeso, por cuyos términos renunciaba a sus demé-rito ni una pérdida irreparable. Simplemente,
habian aprendido la lección de lo difícil que era

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característico de las polis clásicas: entre la masa de
obreros esclavos, el ciudadano libre brillaba más. En
Atenas, tras las reformas de Solón, el periodo de la ti-
conquistar Grecia y, más aún, controlarla desde un ranía supuso un vertiginoso incremento de contingen-
único centro. Los primeros años del mando de tes de esclavos, y esta tendencia no disminuyó con
Pericles fueron, co-mo ya expusimos, el cenit de una las subsiguientes reformas constitucionales, que hi-
edad dorada en la que se consolidaron los logros cieron de la Asamblea de ciudadanos el órgano cen-
políticos y culturales que perdurarían en las décadas tral del sistema político. De modo que, aunque en el
siguientes y que, a la postre, han influido en el curso seno de la propia ciudadanía había diferencias de cla-
de toda la historia europea. se, la línea divisoria fundamental desde el punto de
vista social era la que separaba a los 43.000 atenien-
ses estimados para la época de Pericles, de los
210.000 aproximadamente del resto de habitantes:
Esclavos, metecos y ciudadanos metecos y esclavos.
En Grecia, la finca de 40 a 80 hectáreas represen-
Para que esta brillante civilización urbana se de- taba la gran propiedad agraria. En el Ática había po-
sarrollara en Atenas y otras ciudades helénicas, no cas fincas de esta magnitud, e incluso los terratenien-
sólo se requirió la transformación política y social que tes más ricos poseían varias fincas pequeñas y no la-
hemos visto hasta ahora, sino también y fundamental- tifundios. Las propiedades de 30 o 20 hectáreas esta-
mente la generalización de una mano de obra escla- ban por encima de la media, mientras que las más
va, que emancipó a los estratos dirigentes permitién- pequeñas no superaban las dos hectáreas probable-
doles construir un nuevo mundo político e intelectual. mente. Hasta finales del siglo V, las tres cuartas par-
La salvación del campesinado independiente iniciada tes de los ciudadanos libres poseía alguna propiedad.
por Solón, con la cancelación de la servidumbre por Los esclavos aseguraban el servicio doméstico, el tra-
deudas, llevó consigo la consecuente disminución de bajo del campo y el artesanal. No se sabe con seguri-
la mano de obra servil y jornalera en las ciudades de dad si el número de trabajadores libres en estos dos
la Grecia clásica. Para suplir esta escasez la clase sectores era mayor o menor, pero ya sólo los escla-
dominante comenzó a importar esclavos en cantida- vos superaban en cantidad al total de ciudadanos de
des cada vez mayores. pleno derecho. En la época de Pericles se calcula que
El precio de estos esclavos, en su mayoría tracios, había entre 80.000 y 100.000 esclavos por los 43.000
frigios y sirios, era bajísimo, no muy superior a lo que ciudadanos.
costaba alimentarlos durante un año, lo que permitió Dentro de los ciudadanos atenienses, la mayoría
que su empleo se generalizase en toda la sociedad estaba compuesta por los hoplitas —unos 13.000— y
griega, hasta el punto de que hasta los más humildes los tetes. Estos últimos eran campesinos pobres que,
artesanos o los pequeños agricultores podían adquirir a diferencia de los primeros, no podían costearse un
alguno. La economía esclavista tuvo una primera ma- equipo militar completo y, normalmente, se enrolaban
nifestación en Esparta, donde la masa rural de ilotas en la marina como remeros a sueldo según vimos an-
de Laconia y Mesenia —la primera población esclava teriormente. Legalmente, la división entre hoplitas y
numerosa de la Grecia arcaica— permitió la tetes se hacía por los ingresos, no por la ocupación o
formación de la minoría espartiata de los Iguales. la residencia. Es probable, como adelantamos en otro
Pero, mientras en Esparta los esclavos eran lugar, que una parte de hoplitas fuesen artesanos ur-
propiedad estatal y, por tanto, no podían ser banos, sobre todo metalúrgicos. Por encima de estas
comprados, vendidos o liberados (manumisiòn), en dos clases, se hallaba la minoría de ciudadanos
otras polis la esclavitud se reguló plenamente según acomodados cuya elite la formaba el grupo de las 300
las leyes del mercado. Así, Corinto, Egina, Atenas y fa-milias ricas. Esta estructura social, sin diferencias
casi todas las ciudades más importantes contaban en abismales dentro del cuerpo de los ciudadanos, era la
el siglo V con una numerosa población esclava, que base de la democracia ateniense. Sus ciudadanos
normalmente supera-ba a la de ciudadanos libres. estaban exentos casi por completo de toda clase de
Fue la implantación de esta economía esclavista en impuestos directos, y esta benigna fiscalidad se
todos los sectores de la producción —minas, complementaba con la paga pública percibida por los
agricultura, artesanía, etc.— lo que hizo posible, en servicios ciudadanos y por el amplio empleo naval ya
efecto, el repentino florecimiento de la civilización referido, combinación que contribuyó a garantizar el
urbana que dio fama universal a la Hélade. notable grado de paz social que caracterizó a la
Atenas de Pericles.

El impacto de la esclavitud, sin embargo, no se li-


mitó a lo económico, ya que su presencia cotidiana La Asamblea celebraba un mínimo de 40 sesiones
facilitó la formación del nuevo concepto de libertad anuales, a las que posiblemente asistía una media de

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unos 5.000 ciudadanos, ya que, como vimos, el quó- do a la prosperidad comercial de la ciudad. Dicha
rum o mínimo votos necesarios para validar las deci- prosperidad, en segundo lugar, se vio aún más favo-
siones más importantes se fijó en 6.000. Naturalmen- recida por la concentración en Atenas de una gran
te, a pesar de la remuneración de los cargos y de la cantidad de extranjeros o metecos (los que viven al
asistencia a la Asamblea, la democracia directa que lado) cuyo trabajo también facilitó que los ciudadanos
garantizaba la constitución ateniense se desdibujaba atenienses acomodados pudiesen liberar más tiempo
en la práctica por el predominio en aquella de los ciu- para dedicarse a la política a tiempo completo.
dadanos más acomodados, que podían acudir con Los metecos estaban incorporados
asiduidad y tranquilidad, convirtiéndose, de este mo- administrativamente a la población ateniense, pero no
do, en auténticos políticos profesionales. Los campe- poseían ningún derecho político. La mayoría procedía
sinos del Ática, sin embargo, tenían en muchos ca- de otras ciudades griegas, aunque había así mismo
sos dificultades en abandonar el trabajo del campo, fenicios, frigios, egipcios e incluso árabes. En la
sobre todo en la época de siembra o labranza, para época de Pericles, este grupo ascendía en Atenas a
acudir a Atenas. Esta situación afectaba igualmente a unos 20.000 aproximadamente, la mitad del número
muchos ciudadanos que vivían en la ciudad, pero cu- de ciudadanos. Podían ejercer determinadas
ya subsistencia dependía de su propio trabajo. Las funciones públicas, pero siempre subalternas, como
sesiones de la Asamblea solían durar todo el día y se la de heraldo, médico público, recaudador de
celebraban, como hemos dicho, un mínimo de cua- impuestos o contratista de obras, si bien la mayor
renta veces al año. Toda convocatoria a la Asamblea, parte se empleaba en la industria —textiles, curtidos,
no obstante, debía anunciarse, junto con su orden del alfarería, metalurgia— y el co-mercio tanto mayorista
día, con cuatro días de antelación. Pero, obviamente, como minorista. Eran ellos so-bre todo los que
los cargos electivos y las decisiones importantes so- fletaban los barcos que abastecían a la ciudad de
lían recaer sobre quienes asistían con más frecuencia toda clase de productos, como la madera de
a estas sesiones. Macedonia, el pan de oro de Oriente o los cereales y
El ciudadano ateniense podía ser nombrado bou- la salazón del mar Negro. No es extraño, pues, que
leuta (miembro del Consejo de los Quinientos) o ma- los más prósperos de esta comunidad mercantil
gistrado o juez durante un año, como ya vimos, y en fuesen también los principales banqueros de Atenas.
este caso los asuntos públicos acaparaban la mayor
parte de su tiempo. La Asamblea de la Pnix no era la
única de la que un ateniense debía formar parte.
También estaban las asambleas de las fratrías, de los Otra parte de los metecos la formaban hombres de
demos y de las tribus, encargadas de la administra- talento —filósofos, artistas, oradores, médicos— que
ción local. Ya sabemos que cada una de las diez tri- ya habían alcanzado fama en su patría e iban a Ate-
bus elegía sus propios magistrados para administrar nas a buscar la consagración definitiva de sus carre-
sus bienes. Otro tanto se puede decir de los demos, ras, instalándose a veces de forma definitiva. Así lo
que eran una subdivisión de la tribu (en principio ha- hicieron, entre otros, el padre de la medicina, Hipócra-
bía cien demos, a razón de diez por tribu). El Cerámi- tes de Cos, y el padre de la historia, Heródoto de Ha-
co, Cólito, Melite y Escambónidas eran demos urba- licarnaso, que pasó en Atenas largas temporadas ha-
nos; Acarnas, Maratón y Decelia, demos rurales. Por ciendo lecturas públicas de sus obras. Casi todos los
eso, el nombre oficial de cada ciudadano constaba de miembros del círculo íntimo de Pericles eran metecos,
tres: el suyo propio, el de su padre (patrónimo) y el de incluida su segunda mujer, la referida Aspasia.
su demo (demótico); por ejemplo: Pericles, hijo de Desprovistos de derechos políticos, los metecos,
Jantipo, del demo de Colargos. El jefe del demo o de- sin embargo, estaban sujetos a los deberes de cual-
marca cumplía funciones similares a las de un alcalde quier ciudadano. Además del impuesto especial, lla-
actual. Finalmente, la fratría era una subdivisión del mado metoikion, que ascendía a doce dracmas anua-
demo, cuya organización no conocemos. En resu- les para los hombres y seis para las mujeres, el equi-
men, aunque se reunían con menos frecuencia que valente al salario de seis y de tres días de trabajo res-
las asambleas de la ciudad, las asambleas de las tri- pectivamente; también debían prestar servicios cívi-
bus, de los demos y de las fratrías venían a añadir cos; por ejemplo, correr con los gastos de la prepara-
más obligaciones a la agenda del ciudadano. ción del coro dramático en la fiesta de las Leneas, si
Aparte de la estructura social que ya hemos deli- así lo decidía el arconte. Podían alistarse en el ejérci-
neado, hubo otros dos rasgos específicos de la eco- to como hoplitas y, sobre todo, en la flota como reme-
nomía y la sociedad atenienses que facilitaron su he- ros. Por su condición de hombres libres, les estaba
gemonía en la Hélade. En primer lugar, el Ática conta- permitido frecuentar los gimnasios públicos, adquirir
ba, como sabemos, con las minas de plata del Lau- bienes muebles y poseer esclavos, pero no casas o
rión, las más ricas de Grecia. Extraído por grandes tierras, salvo derecho otorgado de manera excepcio-
grupos de esclavos —en torno a 30.000— su mineral nal. También les era reconocido por ley su derecho a
financió, como también vimos, la construcción de la casarse con atenienses y tenían plena libertad para
flota ateniense que venció en Salamina a los persas. celebrar los cultos de sus países de origen, agrupán-
Además, hizo posible la aparición de una moneda áti- dose en asociaciones religiosas llamadas tíasos. Al-
ca que fue aceptada en el extranjero como instrumen- gunas divinidades extranjeras, como la diosa tracia
to del comercio interlocal, contribuyendo de este mo- Bendix o la Madre frigia Cibeles, contaban con un ele-

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vado número de adeptos entre los propios atenien-
ses. Había, así mismo, un lugar para los metecos en
determinadas fiestas oficiales, como las Hefesteias y
las Panateneas, en las que aparecían junto a los alia- Los principales mercados de esta mercancía hu-
dos y los clerucos (ciudadanos residentes en una cle- mana estaban en Delos, Quíos, Samos, Bizancio y
ruquia o colonia de Atenas). Chipre. En el Ática había dos: inio en Sunion, de
Es indudable que los metecos contribuyeron de donde salía la mano de obra para las cercanas minas
modo notable al poderío económico y al prestigio inte- del Laurión, y otro en la misma ágora ateniense,
lectual y artístico de Atenas. No obstante, el meteco celebrado todos los meses durante la luna nueva. La
que dejaba de pagar el metoikion o que intentaba venta se efectuaba mediante subasta, y el precio
usurpar la ciudadanía se convertía en esclavo. variaba según las cualidades de cada individuo; las
Mientras una parte de la ciudadanía abogaba por mujeres solían costar un poco más, así como los
darles más facilidades, otra desconfiaba de ellos y era artesanos cualificados. Los esclavos estaban
parti-daria de limitar sus actividades. La vida de un desprovistos de derechos, eran considerados bienes
meteco, de hecho, valía menos que la de un muebles susceptibles de venderse, alquilarse o darse
ateniense: su a-sesino podía ser exiliado pero no en prenda. Los ciudadanos más ricos podían llegar a
condenado a muerte, pena impuesta cuando la tener una gran cantidad de ellos: hay referencias de
víctima era un ciudadano. Y la palabra «meteco», aun un estadista ate-niense que contaba con más de mil y
aplicada a un griego, mantuvo una connotación alquilaba una parte importante a otros dueños. Por
negativa o peyorativa en Atenas como en otras polis, Platón sabemos también que el ciudadano
señal clara de la debilidad del nacionalismo acaudalado poseía unos cincuenta esclavos, y el de
panhelénico frente al nacionalismo particular de las clase media entorno a la docena, repartida entre el
ciudades griegas. cocinero, el «pedagogo» y el grupo de sirvientas que
limpiaban la casa, iban a buscar agua, molían el
grano e hilaban y tejían bajo las órdenes de su ama.
Pero los atenienses de economías más modestas,
Si la economía de Atenas debía mucho a los mete- como los tetes, sólo poseían uno o dos o ninguno.
cos, su soporte fundamental, como vimos, era la ma-
sa de esclavos. La guerra suponía la principal can-te-
ra de esta mano de obra. El soldado vencido al que
se perdonaba la vida se convertía automáticamente Las polis eran igualmente propietarias de esclavos
en esclavo de su vencedor y permanecía a su servi- e incluso los santuarios. Como bienes públicos, de-
cio, si sus parientes no podían pagar el rescate exigi- sempeñaban todo tipo de industrias y servicios: al tra-
do. Cuando se tomaba una ciudad, todos los habitan- bajo en las minas ya referido, se añadía el empleo en
tes que quedaban con vida también se veían someti- la ceca o casa de la moneda, en la Asamblea, el Con-
dos a la esclavitud, de modo especial las mujeres y sejo y otros órganos de la administración como orde-
los niños. También en tiempos de paz había todo un nanzas; en los tribunales como verdugos y en los es-
conjunto de normas orientadas a mantener un sumi- pacios públicos como barrenderos e incluso agentes
nistro constante de esta fuerza de trabajo. En muchos de policía. En Atenas esta última función la ejercía un
lugares de dentro y de fuera de Grecia, excepto en el milliar aproximadamente de esclavos escitas, diestros
Ática, el padre de familia podía vender a sus hijos sin arqueros, que acampaban en el Areópago, desde
que la madre tuviese derecho a oponerse. Pero inclu- donde obtenían una vista panorámica del ágora y la
so en Atenas, el padre que, por diversos motivos, no ciudad.
quería o no podia criar a un hijo, lo exponía recién na- Como bienes muebles, los esclavos no tenían per-
cido sobre un montón de basura y, si alguien lo resca- sonalidad jurídica y, por tanto, no podían testificar en
taba, tenía derecho a mantenerlo como esclavo. Los un juicio, aunque a veces el amo que era juzgado pe-
hombres y mujeres que caían en la pobreza absoluta día que se torturase a sus esclavos para confirmar su
se veían obligados a venderse si no querían morir de declaración. El matrimonio entre esclavos carecía, así
inanición, al igual que quienes no podían hacer frente mismo, de validez jurídica; sólo el amo podía autori-
a sus deudas —con la salvedad de Atenas—, y el zar estas uniones porque los hijos que dieran le perte-
precio de la venta servía para pagar al acreedor. Po- necían, como también el dinero que cualquiera de sus
día ocurrir, así mismo, que los andraprodistai (rapto- esclavos pudiera obtener por cualquier vía, aunque
res de personas libres) secuestraran, en el campo o normalmente permitía que se lo quedaran.
en plena ciudad, a niños o adolescentes, dado que en Al esclavo que intentaba escapar, lo que debía de
Atenas no se preveía el castigo de este delito. La pi- suceder con cierta frecuencia, se le inflingían penas
ratería era otra vía de suministro de esclavos, y en tan duras como la marca con fuego. Sin embargo, la
Esparta estaba permitida su «caza» como parte del norma establecía qué si el esclavo fugado por la
entrenamiento militar de los ciudadanos, segun vimos extrema crueldad de su amo lograba refugiarse en un
en otro lugar. santuario, le protegía el derecho de asilo y, de este
modo, el amo estaba obligado a venderlo. También

11
las leyes castigaban las agresiones y ultrajes contra
sus personas, y en los pleitos que tuvieran que ver
con cualquier aspecto relativo a su liberación, tenían
derecho a un sinegoro o especie de abogado. Estos El arte y la filosofía en la época clásica
pequeños reconocimientos a su identidad humana no
solían bastar para compensar la humillación que Entre las mayores glorias del siglo V helénico se
representaba la esclavitud. Por eso fueron frecuentes suelen contar las espléndidas nianifestaciones artísti-
en la historia de la Grecia antigua, sobre todo en cas y literarias. Los monumentos más importantes se
periodos excepcionales de vacío de poder o erigieron en Atenas, pero sobre ellos volveremos en
contienda armada, las rebeliones y fugas masivas de el capítulo siguiente. La prosperidad y el genio artísti-
esclavos, como veremos más adelante en referenda a co clásico dieron sus frutos en muchas partes de Gre-
la Guerra del Peloponeso. cia. Los templos de orden dórico, que eran la mayo-
ría, alcanzaron su perfección en esta época. A co-
mienzos del siglo se construyó uno en Egina en honor
de Afaya, diosa local, decorado con esculturas carac-
Cuando una familia recibía en casa al esclavo re- terísticas de esta primera fase del periodo clásico.
cien adquirido, lo hacía siguiendo un ritual: se le sen- Otros grandes templos se alzaron en el Occidente —
taba en el hogar, la dueña de la casa le cubría la ca- Selinunte, Agriento, Posidonia, Segesta—. En Basas,
beza con higos, nueces y otras golosinas, y le ponía localidad del Peloponeso, el arquitecto Ictino, el mis-
nombre. Como miembro de la familia, participaba en mo que proyectó el Partenón ateniense, erigió un
casi todas sus actividades —plegarias, fiestas, etc. — templo dórico en honor de Apolo, alto y remoto sobre
y, a su muerte, se le enterraba en la sepultura fami- las colinas de la Arcadia. En el interior de este templo
liar. Los esclavos de origen griego también podían ini- se hallan los primeros capiteles corintios conocidos.
ciarse en los misterios de Eléusis. Había normas que
regulaban, así mismo, la posibilidad para el esclavo
de conseguir la libertad (manumisión), pero estas
eran restrictivas. Parece que la mayor parte de manu-
misiones se debía a que los propios esclavos eran ca-
paces de reunir recursos suficientes para comprar su
libertad. Aun así, el esclavo liberto debía mantener la-
zos religiosos con la familia de su antiguo dueño.
Como suele suceder en las sociedades basadas
en la explotación del trabajo de la mayoría, en el Ática
y en toda Grecia el trabajo y quienes lo
desempeñaban ocupaban un escalón muy bajo en la
escala de valores dominante, y, por tanto, en la
estimación social. El trabajo asalariado estaba
especialmente desprestigiado, pero también el trabajo Dórico Jónico Corintio
autónomo en el comercio y la industria; de ahí que los
ciudadanos pudientes tendieran a delegar estas El santuario dórico de Zeus en Olimpia, centro de
actividades en los metecos y, por supuesto, en los los juegos panhelénicos, es otra destacada muestra
esclavos. La ideología de la vileza del trabajo manual, del arte clásico. Las estatuas de sus frontones y me-
como toda ideología, tenía en el lenguaje un vehículo topas se cuentan entre las más grandes conquistas
principal de difusión y reproducción. Platón y del siglo en el terreno escultórico, aunque se desco-
Aristóteles, por ejemplo, considerados los más noce la identidad de su autor o autores. Se sabe, por
grandes sabios de Grecia, opinaban que la el contrario, que la gran estatua de oro y marfil de
manufactura (poíesis) de cualquier objeto, incluso si Zeus fue obra de Fidias, considerada en épocas pos-
era una obra de arte, era una actividad de categoría teriores como la mejor creación de este escultor, que
inferior, que, por consiguiente, no debía ejercer un también tuvo, como veremos, un especial protagonis-
ciudadano. En su opinión, el ciudadano había de ser mo en las obras del Partenón ateniense. Además de
quien tuviera ocio suficiente para dedicarse en Fidias, otros grandes escultores de la época fueron
exclusiva a la teoría y a la praxis de los asuntos de Mirón y Policleto; pero, al ser sus obras casi todas de
Estado. bronce, no nos han llegado sino en copias de mármol
más tardías.

12
El esquematismo y la abstracción que patentes en el campo de la escultura y del drama
caracterizaron a la escultura de la época arcaica, ático, del que también nos ocuparemos en otro lugar;
según vimos en el capítulo 2, dieron paso en la época pero, en general, este espíritu común se resume en el
clásica a una visión más naturalista —aunque no lugar central asignado al hombre, al que se
realista—, que dotaba a las figuras de mayor libertad representa de forma sencilla aunque idealizada. No
de movimientos e incluso de una vida interior, a se trata, sin embargo, del hombre en sentido
menudo severa, consciente del mundo y controlada abstracto o genérico, sino del hombre griego, varón y
en sus energías pasionales. Policleto, en particular, de condición libre, esto es, el prototipo del ciudadano.
fue el creador de un tipo canónico de atleta desnudo, Los bustos que nos han llegado de personajes como
con una leve torsión del busto, cuyas muestras más Temístocles o Pericles no son, en lo físico,
representativas son el Doríforo (portador de lanza) y representaciones plenamente fidedignas de sus
el Diadúmeno (joven que se ata el cabello). Estas modelos, sino idealizaciones de la perfección o
figuras, aunque en posición de reposo, sugieren belleza interior (areté) que se supone han alcanzado
agilidad y vigor; y su físico perfecto está dotado de como «hombres».
una especie de belleza espiritual. Con sus esculturas
y con su tratado sobre las reglas de las proporciones,
llamado el Canon, Policleto influyó enormemente
sobre los escultores de épocas sucesivas, fijando las Aunque este espíritu clásico fue un valor universal
normas del estilo clásico. en toda Grecia, se plasmó en múltiples variantes loca-
les. De hecho, parece aceptado que el localismo deri-
vado de la independencia política de las polis favore-
ció a la cultura helénica, ya que, por un lado, la dotó
de una gran versatilidad y por otro, impulsó a artistas
y filósofos a desplazarse de un lugar a otro hasta dar
con su verdadera patria espiritual. La libertad de pen-
samiento, siempre que la autoridad de la polis y sus
dioses no se viesen afectados, era una realidad en
las ciudades helénicas, como demostró ya el caso de
los sabios jonios de la época arcaica.
Mientras que estos sabios jonios hicieron de la na-
turaleza (physis) el objeto primero de su examen ra-
cional, los filósofos de la época clásica concedieron,
así mismo, mayor importancia al hombre —en el sen-
tido restringido ya referido de este concepto— no sólo
como sujeto del conocimiento, sino también como ob-
jeto de ese conocimiento: el hombre estudiaba al
hombre en su acto de conocer el mundo. En efecto,
hacia la segunda mitad del siglo V había surgido en
Atenas una corriente denominada sofística, palabra
derivada de sophos (sabio). Los filósofos sofistas
traspasaban sus preocupaciones del campo del cono-
cimiento de la naturaleza al de la reflexión crítica so-
bre el hombre y la sociedad, sobre la capacidad y las
formas del conocimiento y el papel del sabio en la so-
El discóbolo de Mirón Hermes de Olimpia ciedad. De este modo, surgía entre las clases opulen-
tas de las ciudades griegas un movimiento de carác-
ter subjetivista que derivó en posturas relativistas y
escépticas.

En la vasta actividad artística y literaria de la


Grecia clásica late un espíritu común. Para los
estudiosos actuales, sus características son mas

13
que hacían al hombre eminente, útil e ilustre. El
alumnado habitual de los sofistas, por consiguiente, lo
componían los jóvenes aristócratas deseosos de
novedades y de acción, a quienes los sofistas
proporcionaban un importante instrumento para sus
fines políticos: la técnica de la persuasión. Eran, en
efecto, maestros de retórica que enseñaban las artes
del discurso y la manipulación hábil de cualquier tipo
de argumentos, lo que ayudaba a los discípulos a
alcanzar predominio en la Asamblea o en los
Tribunales. No olvidemos que la oralidad constituía en
Grecia —y en la generalidad del mundo antiguo— el
principal vehículo de la comunicación y el
El Diadúmeno de Policleto El Doríforo de Policleto conocimiento. Pero, además, en una sociedad como
la ateniense, donde los ciudadanos tomaban con
A Protágoras de Abdera (h. 480 – 410 a.C.) se
asiduidad la palabra en la Asamblea, la retórica se
debe el famoso aserto de que «el hombre es la
convertía prácticamente en la herramienta principal
medida de todas las cosas». Este sofista sostenía
de quien aspirara a influir verdaderamente en la
que sólo se puede conocer a través de las
política local.
sensaciones, por lo que únicamente admitía la
posibilidad de un conocimiento subjetivo. Gorgias de
Leontinos (h. 487 – 380 a.C), sin embargo, fue un
conspicuo escéptico, que creía imposible cualquier Por su lujo en el vestir, su presunción y pedante-
tipo de conocimiento ya que, de entrada, ponía muy ría, estos sabios se convirtieron pronto en el blanco
en duda que hubiera alguna realidad que conocer. de las burlas de la multitud y de los autores de come-
Este escepticismo adquirió to-nos más intensos en el dias, al menos en Atenas, meca de sofistas. Pero fue
siglo IV por obra de la escuela de Pirrón, pero sobre sin duda otro aspecto, de corte más político, el que hi-
ello volveremos en otro capítulo. Gorgias se zo de algunos de ellos personas no gratas a las insti-
especializó en el arte de la palabra, fijando las reglas tuciones de la polis y a otros colegas filósofos. Por
del discurso; realidad que, aunque de incierta ejemplo: de la diferencia antes señalada entre natura-
existencia, le proporcionó fama y fortuna certeras. leza y ley inferían que mientras las leyes naturales
eran inmutables, las leyes sociales —morales y políti-
cas— tenían un carácter puramente convencional, es-
taban basadas en la costumbre y, por tanto, podían
En general, los intereses intelectuales de los sofis-
transgredirse sin ningún reparo. La verdad o la justicia
tas se centraron en varios campos del saber, desde la
de la ley era relativa, circunstancial y su aceptación
física y la biología hasta la filología, la lógica y la éti-
siempre sujeta a la interpretación subjetiva de cada
ca. Otro estudioso de la lengua fue Prodico de Ceos;
uno. Con este relativismo moral contribuyeron a crear
Hipias de Élide, sin embargo, se especializó en la
un tipo de individuo escéptico y procaz, que podía
geometría; Antifonte y Calicles llevaron el pensamien-
permitírselo todo, socavando de este modo los funda-
to aristocrático a sus extremos con la doctrina del
mentos sobre los que se había construido la sociedad
triunfo del fuerte sobre el débil. Tan sólo algunos ras-
griega desde los inicios de la época arcaica. La pala-
gos generates caracterizan a los sofistas como con-
bra «sofista» no tardó en adquirir una connotación pe-
junto. Por ejemplo: intentaron basar su pensamiento y
yorativa, a la que contribuyeron sin duda los comenta-
acción en la razón como único fundamento, estable-
rios de Platón y Aristóteles, principales filósofos del si-
cieron una distinción básica entre naturaleza (physis)
glo IV cuya obra examinaremos más adelante.
y ley social (nomos), y casi todos ejercieron como ma-
En este ambiente sofístico surgió la singular figura
estros y conferenciantes profesionales, que impar-tían
de Sócrates (h. 470 – 399 a.C), tenido por uno de los
sus enseñanzas a todos aquellos que las solicitaban y
más grandes filósofos de la antigüedad clásica, a pe-
podían costearlas, ya que sus remuneraciones eran
sar de que no dejó ni una sola línea escrita. Su pen-
tan elevadas como sus pensamientos.
samiento y actitudes, sin embargo, los conocemos a
El objetivo de la enseñanza de los sofistas era
través del testimonio de dos de sus discípulos: Platón
formar hombres de élite, sabios y capaces, llamados
y Jenofonte. Sobre el primero ejerció una profunda in-
a dirigir el Estado. Sostenían que la areté no era un
fluencia, ya que toda su vida estuvo marcada por la
don innato, sino algo que se aprendía y que no
experiencia del maestro. En Jenofonte, sin embargo,
consistía sólo en una perfección desde el punto de
su recuerdo aparece algo más desdibujado y no dejó
vista moral, sino en todo el conjunto de cualidades
en el una impronta tan grande. La popularidad de Só-
crates en Atenas debió de ser considerable, si tene-
mos en cuenta que también fue objeto de las burlas

14
del comediógrafo Aristófanes, para quien era tan sólo
un sofista más. De todos modos, Sócrates participaba
activamente en la vida pública ateniense y fue solda-
do combatiente en lugares tan decisivos como Poti- Desde esta actitud, Sócrates se enfrentaba con el
dea. que hasta entonces se creía sabio (sophós),
reprochándole que, con toda su teoría, era incapaz de
saber acerca de la naturaleza lo que es más
necesario para la vida: predecir y manejar los
eventos. Pero también se enfrentaba con el que, más
atenido a la vida inmediata, creía ser sabio en el
sentido de «entendido» en algo: en primer lugar, con
el entendido en la vida pública, el sofista que
pretendía enseñar la virtud política, haciéndose
cuestión central de si la virtud (areté) es algo que se
puede aprender y enseñar; en segundo lugar, con
todo entendido en algo, apremiándole con sus
interminables preguntas para hacerle comprender
que, en el fondo, no sabe lo que mejor cree saber: si
es justo, valiente, feliz, etc., le interroga acerca de
que es la justicia, que la valentía, que la felicidad, etc.
Estas preguntas constituían no solo un medio de
Estatua con la representación del busto de demostrar la ignorancia, sino una presión para llevar
Sócrates a una autorreflexión —«conocete a ti mismo»—
encaminada a encontrar dentro de uno mismo el
La ensefianza socrática marco un hito en la «concepto» de lo que se ignora.
historia de la filosofía, con un antes —la filosofía
presocrática que incluye a los sabios jonios— y un
después —la filosofía postsocrática elaborada por sus
discípulos—. La principal diferencia entre el La ignorancia no era, por tanto, para Sócrates un
pensamiento presocrático y el postsocrático radica en estado sino un método. En esta autorreflexión en-
el planteamiento de problemas morales o éticos y en contraba un nuevo tipo de vida, una vida feliz (eudai-
la fuerza crítica, sistemática, con que se plantean. mo nía) lograda por un saber que sale de uno mismo
Sócrates recorría las calles de Atenas dialogando con y confiere por ello plena suficiencia al hombre. Su
sus conciudadanos, a los que sometía a un principal preocupación, como afirma Platón en la Apo-
interrogatorio muy particular consistente en sondear logía de Sócrates, fue la de convencer a sus conciu-
su opinión, de-mostrarles la incoherencia de sus dadanos de «no preocuparse por sus personas y sus
creencias y hacerles admitir su completa ignorancia, propiedades, sino, ante todo y sobre todo, de mejorar
primer paso hacia la verdadera sabiduría. A la su propia alma». Esta mejora del alma se alcanzaría,
manera de su madre, que era comadrona, decía que segun Sócrates, cuando los hombres hubieran adqui-
su función en la sociedad era ayudar a dar a luz la rido una íntima seguridad moral mediante el conoci-
verdad interior que todo hombre lleva dentro de sí. miento de sí mismos; los hombres eran malvados só-
Con ello desarrolló el famo-so método socrático, que, lo porque no conocían el bien. El método socrático
con sus paradojas y rápidos análisis, atrajo a muchos fue, por otra parte, el primer intento de formación de
jóvenes nobles, como Alcibíades, Critias, Jenofonte y un nuevo tipo de ciudadano, respetuoso ante las le-
Platón. yes, pero criticó inflexible de las mismas.
Parece que Sócrates llevó una vida modesta,
incluso su vestimenta era descuidada para dar
ejemplo de la insignificancia de las cosas materiales.
Contra la opinión de aquellos sofistas que preten- Sin embargo, como maestro, se rodeaba de los
dían poseer la sabiduría, Sócrates y sus discípulos hombres más notables de Atenas, nobles y políticos
mantenían una actitud aparentemente más modesta, influyentes. De hecho, se cree que, aparte de negarse
pero en cierto modo también altanera, consistente en a someterse a los dictados de la polis, fue el papel
afirmar la propia ignorancia: «sólo se que no se na- negativo que desempeñaron algunos discípulos suyos
da», es decir, el saberse ignorante es el único saber en los acontecimientos políticos de la decada anterior,
que se posee. Para Sócrates, por consiguiente, la sa- lo que en 399 provocó su condena a muerte, median-
biduría es algo que «se busca» por pura complacen- te la ingesta de veneno, bajo la acusación de
cia y la filosofía una forma de saber en la que lo deci- corromper a la juventud y no creer en los dioses de la
sivo esta justamente en esa busqueda. Por tanto, ciudad. Parece que aceptó la resolución del tribunal
más que una doctrina, la corriente socrática represen- sin inmutarse, ante la desesperación de sus
ta una nueva actitud. discípulos que llegaron a sobornar al guardián para

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Historia de Grecia
Día a día en la Grecia Clásica
que le dejase escapar de la carcel. Aunque hoy pasa
por ser el primer mártir de la libertad de pensamiento Pastora Barahona
en la Antigüedad clásica, hubo otros condenados por
motivos similares en aquellos difíciles años.
La Época Clásica

El legado que Socrates dejaba a la filosofía del


siglo IV era, en resumen, una comprensión más vasta
de los problemas implícitos en el conocimiento Editorial Libsa
racional, un acercamiento menos dogmático a estos
problemas y una lógica más afinada, especialmente
en el campo de la lógica inductiva.
Madrid 2.008

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