Don Quijote y La Aventura de Los Galeotes 7°
Don Quijote y La Aventura de Los Galeotes 7°
Don Quijote y La Aventura de Los Galeotes 7°
Avanzaban Don Quijote y Sancho por un camino, justo después de conseguir el caballero
andante su particular yelmo dorado, cuando el escudero divisó a lo lejos un grupo de una
docena de hombres encadenados por manos y pies. Iban flanqueados por dos hombres a
caballo, ambos armados con escopetas, y dos hombres a pie provistos de espada.
– A fe mía que es una cadena de galeotes, Señor, que van a galeras bajo mandato real- dijo
Sancho Panza.
– ¿Gente forzada? ¿Es posible que el rey fuerce a nadie? - preguntó extrañado Don Quijote.
– Bueno, es una condena por sus delitos. Deben trabajar para el rey.
– Pero no van por voluntad propia.
– No, eso no…
– Pues aquí entra mi labor, Sancho, que no es otra que socorrer a los miserables.
– Pero debería advertir vuestra merced que la justicia que obedece al rey no hace agravio a
esta gente, sino que los castiga por sus delitos.
Llegaron los galeotes hasta donde estaban ellos y se acercó Don Quijote a uno de los guardias
que iba a caballo:
– Si me lo permite, me gustaría saber por qué delitos se conduce a estos hombres a galeras.
– Señor, son galeotes y es orden del rey. No hace falta saber más.
– Insisto, que debería saber qué delito cometió cada uno de ellos.
– Lo apuntamos, sí señor, pero no tenemos tiempo ahora de ponernos a buscar. Será mejor
que le pregunte a cada uno qué hicieron.