Cap. 10 Tratamientos de Los Aceros
Cap. 10 Tratamientos de Los Aceros
Cap. 10 Tratamientos de Los Aceros
En este Capítulo nos referiremos a los tratamientos para el caso de los aceros, haciendo
hincapié en los tratamientos térmicos por diversos motivos.
A los aceros puede aplicárseles todo lo referido a forja y deformación plástica. Los aceros para
deformarlos en frío son fundamentalmente los ferríticos o ferríticos con muy poca perlita, es
decir aceros con contenidos muy bajos en carbono, ya que aceros con más perlita al
deformarlos en frío producirían mucha acritud. De hecho los aceros de bajo carbono no
admiten temple ya que sus curvas TTT están muy a la izquierda y por muy rápido que
enfriemos siempre atravesamos las líneas de transformación por arriba de la nariz de la curva
y este es el motivo de que la forma de endurecerlos sea por deformación plástica. Los perfiles
para carpintería metálica de acero son un ejemplo de aceros endurecidos por deformación
plástica en frío.
Los productos de acero tipo chapa, raíles, doble T, etc., que se utilizan para construir la
estructura de un barco o de una nave industrial, por ejemplo, se elaboran por deformación
plástica en caliente (Laminación en caliente; Forja).
Para comprender bien lo que sigue en este tema, referido fundamentalmente a tratamientos
térmicos de los aceros, hay que entender perfectamente el diagrama Fe-Fe3C y las curvas TTT.
En la Fig. 10.1 se representa el ciclo térmico de un tratamiento térmico genérico que consiste
en tres etapas: Un calentamiento hasta la temperatura de tratamiento (Tt), una permanencia
a esa temperatura y un enfriamiento
Al calentar una pieza de acero, la parte externa de la pieza calienta antes que la interna, por lo
que se produce un gradiente de temperaturas lo que da lugar a una diferencia de dilataciones
desde la superficie al núcleo. Esto se traduce en que en el proceso de calentamiento se
producen unas tensiones en la pieza. Estas tensiones pueden ser considerables, sobre todo al
atravesar en el calentamiento las líneas críticas, donde al pasar a austenita se produce un
cambio brusco de volumen.
Por todo lo anterior, el calentamiento de una pieza de acero produce un cambio de geometría y
de dimensiones en la pieza que hay que minimizar, para lo cual, los calentamientos deben ser
lentos de forma que la diferencia de temperaturas entre el núcleo y la superficie de la pieza
sea mínima.
Una forma de evaluar el tiempo de calentamiento es considerar que el mismo debe realizarse a
razón de 1 hora por pulgada de espesor y el mantenimiento a razón de ½ hora por pulgada de
espesor. Es decir, si tenemos un redondo de 1” de diámetro, llevará 1 ½ hora entre
calentamiento y mantenimiento.
Una vez que la pieza está caliente hay que mantenerla a la Tt durante el tiempo suficiente para
que se homogenice la composición química y se igualen las temperaturas en toda la pieza.
En el caso de que haya que austenizar, las temperaturas de austenización son por lo general
de 50ºC por arriba de A3 para los aceros hipoeutectoides y 50ºC por arriba de A1 para los
hipereutectoides, esto se representa en la Fig. 10.2.
Fig. 10.2. Temperaturas prácticas de austenización para
los tratamientos térmicos de los aceros.
Las razones por la que no se austenizan totalmente los aceros hipereutectoides son varias. La
primera de ellas es que estos aceros tienen muy poca cementita libre que no influye mucho en
la microestructura. Además el calentar hasta austenizar totalmente supone mucha energía: un
acero de 1,5%C habría que calentarlo hasta 1000-1050ºC. Por otra parte calentamientos
superiores a Acm están próximos a la línea sólidus con peligro del quemado de los aceros.
Otra razón importante es que si mantenemos un acero hipereutectoide justamente por arriba
de A1 durante un tiempo, la cementita adopta la forma globular, cosa que interesa para los
recocidos, ya que da una estructura más blanda , y para los temples por que nos da una
martensita no tan frágil.
Tanto el tiempo de calentamiento como de permanencia dependen del tipo de acero.
Aunque los tiempos apuntados son efectivos para los aceros en general, si se tratara de aceros
muy aleados o de caras muy brillantes estos tiempos habría que multiplicarlos incluso por dos
o tres.
Lo dicho sobre el calentamiento hasta la temperatura de tratamiento como de la permanencia
a dicha temperatura es común a todos los tratamientos térmicos por lo que estos se distinguen
unos de otros únicamente por el valor del la temperatura de tratamiento y por la velocidad de
enfriamiento, ya que modificando éstas obtendremos distinta microestructuras. En la Fig. 10.3
se indican los tratamientos térmicos más usuales para aceros.
Fig. 10.3. Representación esquemática de los tratamientos térmicos más
usuales en los aceros donde se indica por donde atravesamos la curva
TTT en el enfriamiento.
10.2 Normalizado.
Consiste en calentar los aceros hasta la austenización (Fig. 10.2) y dejarlos enfriar al aire, Fig.
10.4. Nos da una microestructura de perlita fina-media, que para los aceros hipoeutectoides va
acompañada de ferrita en borde de grano.
Fig. 10.4. Representación esquemática sobre diagramas TTT del enfriamiento correspondiente
al normalizado (N) y al del recocido de regeneración total (R): a) para un acero hipoeutectoide
y b) para un acero eutectoide.
Este tratamiento en la industria se utiliza fundamentalmente para afinar el grano de piezas de
acero fundidas o forjadas y destruir los efectos de un tratamiento térmico anterior defectuoso
dejando a los aceros en lo que se dio en llamar su estado normal libre de tensiones internas y
uniforme en cuanto tamaño de grano y microestructura.
Los aceros de de muy bajo carbono tienen la curva TTT muy desplazada a la izquierda (Fig.
10.5.a) por lo que por muy rápido que enfriemos no podemos obtener martensita (siempre
tocamos la nariz) y el normalizado es el que les confiere mejores propiedades mecánicas.
Por otra parte, cuando las curvas TTT están muy desplazadas a la derecha, como la de la Fig.
10.5.b que corresponde a un acero hipotético muy aleado, el enfriamiento N, al aire, no toca
las curvas y por tanto dará martensita. Se dice de estos aceros que auto templan.
En la Fig. 10.6.b y Fig. 10.6.d se observan microestructuras de aceros al carbono
normalizados.
Fig. 10.7. En a se observa como en un acero perlítico las láminas de cementita se van
convirtiendo en esferas (1000x) para un recocido globular incompleto. En b el proceso ya se
ha completado (acero 1,15% C a 2000x)
Unas veces se hace el recocido empleando un ciclo oscilante de temperaturas que son unas
veces superiores y otras inferiores a A1. Otras veces (que suelen ser mayoría) se emplean
temperaturas ligeramente superiores a A1. Al primero de estos tratamientos se le suele
simplemente llamar recocido globular oscilante y al segundo se le llama simplemente recocido
globular de austenización incompleta.
En los aceros hipoeutectoides es algo más difícil obtener estructuras globulares, que por otra
parte no tienen en general tanto interés como en los aceros hipereutectoides. Sin embargo con
permanencias prolongadas y oscilaciones de temperatura se consigue también en los aceros de
bajo contenido en carbono esas estructuras. Recientemente se ha comenzado a exigir
estructuras globulares en numerosos aceros de construcción y de baja aleación. Un caso típico
es un acero al carbono para tortillería (C = 0,25 a 0,35 %) que es roscado por laminado en
frío.
10.4 Temple.
El temple consiste en calentar el acero hasta la temperatura de austenización (Fig.10.2),
mantenerlo el tiempo suficiente a esa temperatura y enfriar rápidamente de forma que se
obtenga martensita. Los aceros templados son por tanto muy duros y tienen un
comportamiento frágil.
Lo anterior muestra que el tamaño de la pieza influye en el temple de los aceros, ya que
influye en la velocidad de enfriamiento.
En la Fig. 10.10.b se puede observar como la periferia de un redondo de acero eutectoide de
gran tamaño templa iniciando su trasformación de austenita a martensita a los 190º C
aproximadamente y por el contrario el centro del redondo comienza su trasformación en perlita
a los 630 ºC y la termina a los 590 ºC. Esto nos daría una dureza superficial de 60 HRc o
superior y de 30 a 40 HRc en el centro del redondo, por lo tanto se puede considerar que la
pieza no templó.
Otro efecto del espesor que hay que tener en cuenta es que a medida que aumenta, no solo se
separan los enfriamientos de la periferia y del núcleo, si no que las velocidades de
enfriamiento disminuyen ya que hay que disipar más calor en una pieza gruesa que en otra
fina. Por lo tanto son más fáciles de templar las piezas finas que las gruesas.
Esto se esquematiza en la Fig. 10.11 donde el redondo 2 templa totalmente, pero el redondo 1
no templa.
Una forma sencilla de aumentar la velocidad de enfriamiento es agitar la pieza dentro del
medio con lo que entraremos de lleno en la etapa de convención.
Sin entrar en detalles definimos la severidad del medio de enfriamiento (H) como la capacidad
de un medio para enfriar rápidamente. Según esto la manera más rápida de enfriar de las de
la Tabla 1 es la salmuera. En aire solo pueden templar aceros muy aleados, que tienen sus
curvas TTT muy desplazadas a la derecha.
Al inicio del enfriamiento la periferia enfría más rápidamente que el núcleo, con lo que contrae
más y por lo tanto queda sometida a esfuerzos de tracción y el núcleo de compresión. Es lo
mismo que si enfriamos un anillo en el dedo: el anillo aprieta.
Ahora bien, al transcurrir el tiempo t1 la periferia comienza a transformarse en martensita por
lo que aumenta de volumen, mientras que el núcleo sigue enfriando y disminuyendo de
volumen. Esto seguirá siendo así hasta la total transformación de la periferia en martensita
(t2). Por lo tanto llegara un momento (tA) en que la situación se invierte, quedando el núcleo
sometido a tracción y la periferia a compresión. En el símil, el anillo que dilata en el dedo, se
aflojaría.
Al seguir el enfriamiento, desde t3 a t4 el núcleo se transforma en martensita y dilata,
mientras que la periferia que ya es martensita esta contrayendo. De esta forma a partir de tB
la periferia vuelve a estar sometida a esfuerzos de tracción y el núcleo de compresión.
Estas tensiones y dilataciones pueden dar lugar, como ya se indicó, a tensiones internas
residuales, variaciones dimensionales y deformaciones e incluso roturas en la pieza templada.
Antes de t2 hay austenita en la periferia de la pieza que es capaz de absorber las dilataciones,
además de tener un núcleo austenítico muy caliente. Pero entre t2 y tB la periferia ya es
martensita, muy frágil, y tiende a separarse del núcleo, pudiendo aparecer grietas internas
paralelas a la superficie de la pieza. La zona realmente peligrosa es al final del enfriamiento,
donde tenemos en la periferia martensita sometida a tracción y se pueden producir grietas que
se inician en la superficie externa de la pieza y se dirigen al interior de la misma.
10.5.3 Martempering,
En este temple, la pieza austenizada, se introduce en un baño de sales fundidas u otro medio a
una temperatura ligeramente superior a la del inicio de la transformación martensítica (Ms),
entre 150ºC y 250ºC. Se mantiene la pieza a esta temperatura hasta conseguir igualar las
temperaturas del núcleo y periferia de la pieza, o al menos aproximarlas lo más posible. Luego
se saca la pieza del baño y se deja enfriar al aire o se introduce en agua hasta la temperatura
ambiente (Fig. 10.15).
10.5.4 Austempering.
Es un tratamiento igual al anterior con la salvedad de que en este caso se deja la pieza en el
baño de sales hasta su transformación en bainita.
Los aceros bainíticos son algo más blandos, pero mucho más tenaces que los martensíticos,
siendo aceros de gran resistencia y elasticidad.
Este tratamiento tiene la ventaja de que se pueden tratar piezas de mayor tamaño que en el
martempering, ya que solo se debe salvar la nariz.
En todo caso las piezas no deben tener espesores superiores a 12,5 mm.
Por otra parte la estructura bainítica obtenida está prácticamente exenta de tensiones internas
no produciendo deformaciones significativas en las piezas, por lo que puede utilizarse como un
tratamiento final en palas raseras, engranajes, etc.
10.7 Templabilidad.
Al templar un redondo de gran tamaño es normal que temple la parte de afuera, pero no lo
haga el núcleo, es decir el temple no penetra hasta el centro del redondo. En este sentido hay
aceros que son mas penetrados por el temple que otros.
Un acero que es fácilmente penetrado por el temple se dice que tiene alta templabilidad.
Se quiere puntualizar en estos apuntes, y sin entrar en más detalles, que la templabilidad
depende de la posición de las curvas TTT.
10.8 Revenido.
Y
Fig. 10.18. Ciclo térmico del revenido
Sin entrar en detalle en las mismas, diremos que en ellas se producen transformaciones
de los constituyentes microscópicos que se habían obtenido en el temple.
En los revenidos a baja temperatura (inferior a 300º C) surge un carburo distinto a la
cementita, cuya fórmula es Fe2,4C (carburo ), que oscurece las agujas de martensita,
que ahora pasa a llamarse martensita revenida.
En los revenidos a temperaturas relativamente elevadas (650º C), la martensita se
transforma en ferrita y partículas de cementita globular, que, por ser de tamaño muy fino,
no se pueden observar si no se emplean grandes aumentos.
ahora el material está en condiciones más favorables para transformarse. Este nuevo
estado se señala en la parte superior de la segunda columna, con un cuadro pequeño
dentro del cuadro más grande. Luego, cuando el acero es enfriado hasta la temperatura
ambiente, la austenita acondicionada se transforma en bainita inferior, de características
muy parecidas a la martensita, por lo que a veces se dice que es martensita, Se obtiene,
por lo tanto, martensita revenida y sin revenir (bainita inferior). Como esta última tiene con
frecuencia tensiones internas que suele ser conveniente eliminar antes de poner a las
herramientas en servicio, se recomienda calentar nuevamente el acero a 550º C
aproximadamente, con lo que se evita que en la microestructura quede algo de martensita
sin revenir (bainita inferior).
del revenido debe prolongarse mucho. En la Fig. 10.21 puede apreciarse la pérdida de
dureza que experimenta una probeta de de acero de 2 mm de espesor de 0,82% de C,
templada y revenida a 250º y 450º C. El ablandamiento en los tres primeros minutos es
rapidísimo, continuando luego la pérdida de dureza al prolongarse la permanencia del
acero a la temperatura de revenido, pero a un ritmo cada vez más lento.
Hay circunstancias que modifican estos descensos progresivos en la dureza al realizarse
un revenido. Por ejemplo, puede suceder esto ante la presencia en la microestructura, de
austenita residual o de carburos de cromo, wolframio, molibdeno, etc,, que, por el
contrario, aumentan la dureza del temple al efectuar el revenido.
Fig. 10.21. Influencia de la duración del revenido en la dureza de un acero al carbono para
herramientas, templado y revenido (en un caso a 250º C y en otro a 450º C).