Fallo TELEFONICA - Publicidad y Oferta - CCAMDP

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REGISTRADO BAJO EL Nº 23 (D) Fº 157/171 REGISTRADO BAJO EL Nº 136

(H) Fº 273/287

Mar del Plata, 23 de abril de 2015.-

AUTOS:"TELEFONICA DE ARGENTINA S.A. C/MUNICIPALIDAD DE


GENERAL PUEYRREDÓN S/PRETENSIÓN ANULATORIA” (expediente nº C
-12.831) de trámite por ante este Juzgado de Primera Instancia en lo
Contencioso Administrativo nº 1 del Departamento Judicial Mar del Plata.
VISTO: Que la presente causa se encuentra en estado de dictar sentencia.
CONSIDERANDO:
1) Que Telefónica Argentina S.A, por apoderada, promovió la presente
demanda contra la Municipalidad de General Pueyrredón con el objeto de
obtener la declaración de nulidad de la resolución dictada por el Juzgado
Municipal de Faltas n° 4 del Partido de General Pueyrredón del 29 de abril de
2010 mediante la cual se le impusiera una multa de pesos veinte mil ($ 20.000)
en el marco del expediente administrativo n º 17.626 DIG. 8 Cpo.01-Año 2008.
Solicitó la nulidad del acto administrativo, la incompetencia de la justicia
Municipal de General Pueyrredón para intervenir en las denuncias efectuadas,
la declaración de inconstitucionalidad de la ley 13.133 y el reconocimiento del
derecho constitucional a la jerarquía de las normas.
Bajo el título “Errónea aplicación de la ley. Irretroactividad” planteó que la
resolución apelada en cuanto a sus fundamentos y basamento (en especial la
multa de $ 20.000) se enmarca en la ley 26.361, modificatoria de su original
24.240, la que -según expuso- resulta inaplicable al caso de autos.
Alegó que de las actuaciones administrativas surge que tanto de la denuncia
del 27 de septiembre de 2006 como los hechos resultan anteriores a la
modificación contenida en la ley 26.361.
Resaltó que el auto de imputación se encuentra compuesto por una serie
indeterminada de citas jurisprudenciales y doctrinarias, que resultan
inaplicables al presente caso. De igual manera, se refirió a la resolución
emanada del juez de faltas.
Argumentó que su parte cumplió con el servicio contratado por el Sr. Sergio
Salvia. Asimismo, afirmó que no violó los derechos que como consumidor o
usuario le corresponden al denunciante. Añadió que ninguna afectación puede
surgir del fiel cumplimiento del contrato, que es ley para las partes.
Sostuvo que el acto administrativo que se impugnó carece de los elementos
que hacen a su validez. Así, denunció vicio en la causa y en el objeto.
Relató que el 27 de septiembre del 2006, el Sr. Sergio Salvia formuló una
denuncia contra la firma “Telefónica de Argentina S.A.” en la Dirección de
Defensa del Consumidor e Intereses del Contribuyente. En la misma, refirió que
en agosto de 2006 recibió en su domicilio una "Oferta/Promoción" de una tarjeta
carga control nueva. Indicó que según su percepción, en el folleto no se hacía
mención a la fecha de vencimiento de la oferta ni tampoco de la leyenda "hasta
agotar Stok". El denunciante, adujo que en los locales no se contaba con las
tarjetas mencionadas.
Continúo narrando que el 30 de octubre de 2006, tuvo lugar la audiencia
conciliatoria. Allí, el denunciante ratificó su denuncia y solicitó una
indemnización de pesos diez mil ($ 10.000) por todo concepto (daño físico y
moral). "Telefónica de Argentina S.A." tomó participación en la mencionada
audiencia, planteó la incompetencia del organismo para actuar en el reclamo,
negó los hechos vertidos por el denunciante y sostuvo que el reclamo
indemnizatorio devenía improcedente, por no estar previsto en la ley 24.240,
debiendo reclamarse en sede judicial. En consecuencia, no se arribó a acuerdo.
Luego, negó que en autos se hubiera acreditado la carencia de tarjetas
telefónicas control $ 20 Código T70160 y Tarjetas Control $ 20 + 5 de regalo
durante los meses de agosto y septiembre de 2006.
Asimismo, sostuvo que si hipotéticamente se considerara que en el caso no se
hubiese contado con el stock de "tarjetas veinte pesos" durante el día 27/9/2006
tal circunstancia no resultaría suficiente para tener por acreditada la violación
de la ley 24.240. Así -expuso- el simple hecho de que en aquella oportunidad,
el Sr. Salvia concurriera al lugar de venta y supuestamente no encontrara la
mencionada tarjeta, no amerita infracción alguna, ya que podría haber
regresado al día siguiente y probablemente hubiera adquirido el producto.
Alegó que el personal de "Telefónica de Argentina S.A.", oportunamente
informó que se presentó una persona en la oficina comercial de la firma
(desconociéndose si es la misma persona que hizo la denuncia en cuestión).
Que dicha persona se apersonó un sólo día durante la promoción de la tarjeta
referida y en virtud de la imposibilidad de cumplir con el requerimiento se
extendió un certificado, pero se le informó que podía adquirir la misma en
cualquier locutorio o kiosco adherido, invitándola a concurrir en otra
oportunidad a la oficina comercial para cumplir satisfactoriamente su
requerimiento.
Manifestó que se comportó con la mayor buena fe comercial posible. Por otra
parte, destacó que no le resulta conveniente evitar las ventas de las referidas
tarjetas control, toda vez que le es más rentable que los clientes consuman sus
productos a que no lo hagan.
Remarcó que en el caso surge evidente el ánimo lucrativo del denunciante
quien lejos de proteger la supuesta afección de sus derechos reclama una
suma de pesos diez mil por supuestos daños.
Denunció la arbitrariedad manifiesta de la resolución atacada.
Afirmó que no existió acreditación de las circunstancias alegadas que pudieran
llevar al juez municipal a tener por comprobada la infracción, basándose en los
meros dichos del denunciante.
Expuso que existió en el caso una inadecuada inversión de la carga de la
prueba. Advirtió que la administración erróneamente cargó una presunción
negativa sobre su parte, violentando con ello el derecho de defensa conforme
lo preceptuado por el artículo 18 de la Constitución Nacional.
Planteó la inexistencia de infracción a los artículos 4, 7, 8, 10 bis y 37 de la ley
24.240, conforme surge de las constancias administrativas.
Adujo que el juez de faltas se limitó a enunciar los artículos sin precisar sobre
qué fundamentos apoya la pretendida vulneración de esas disposiciones.
Añadió que ello no es un dato menor, ya que impide la posibilidad de defensa
correcta, atento que no determina los supuestos hechos a revertir,
amparándose únicamente en la cita de la norma.
Alegó que su parte se presentó dando las explicaciones pertinentes,
respondiendo a cada requerimiento cursado, actuando de buena fe.
Entendió que la resolución impuso una sanción de clara naturaleza penal. Esta
sola circunstancia hace nacer el principio constitucional de inocencia a favor de
toda persona hasta tanto no se demuestre lo contrario, a través de una
sentencia fundada en ley.
Adujo que el acto administrativo atacado resultó nulo por haber sido dictado por
un órgano incompetente para resolver dichas cuestiones.
Expresó que la ordenanza 3950 de General Pueyrredón, y su modificatoria
16.326, ampliaron la competencia del juez de faltas, atribuida por el artículo 1
decreto ley 8751/77, mediante un proceso netamente administrativo que nada
tiene que ver con el proceso de faltas.
Alegó que el juez natural creado por un sistema jurídico congruente para este
tipo de normas es un funcionario del Poder Ejecutivo y no un juez de faltas.
Asimismo solicitó la nulidad del acto fundado en que el mismo proviene de un
vicio congénito cual es la nulidad del procedimiento llevado a cabo por la OMIC.
En este lineamiento, sostuvo que todo el procedimiento se encuentra viciado
ya que fue dictado por un órgano incompetente.
Denunció la violación al artículo 77 de la ley 13.133. En este sentido, manifestó
que la resolución atacada, omitió hacer correcta mención a los diferentes
elementos que deben integrar el decisorio.
Consideró que la multa resulta irrazonable, desproporcionada y arbitraria.
Adujo que el acto objeto de impugnación viola el derecho de defensa en razón
que carece de todo parámetro que permita cuestionar el criterio, razonamiento
o datos objetivos que llevaron al juez de faltas a imponer una sanción tan
gravosa como la de $ 20.000.-. Consideró la multa impuesta como
confiscatoria.
Manifestó que la sanción aplicada no se encuentra debidamente motivada por
cuanto no expresa cuáles han sido las pautas tenidas en cuenta para graduarla.
Alegó que la sanción viola lo establecido en el inciso "b" del artículo 47 de la
ley 24.240 en cuanto establece que la multa será fijada entre un mínimo y un
máximo, hasta alcanzar la ganancia o beneficio ilegal obtenido por la infracción,
por ende, la multa de $ 20.000 supera varias veces el triple del valor en juego.
Señaló que la ley Nacional de Defensa del Consumidor no atribuye facultades
sancionatorias económicas a los Organismos de Defensa del Consumidor u
organismos municipales similares.
Agregó que el artículo 41 de la ley 24.240 de Defensa del Consumidor al ser
modificado por ley 26.361 suprimió la facultad municipal de imponer sanciones,
disponer medidas o realizar procedimientos, resultando por ello incompetente
la autoridad comunal para el dictado de un acto como el impugnado.
Solicitó se declare la inconstitucionalidad de la ley 13.133 de la Provincia de
Buenos Aires, en particular del artículo 70 de la mencionada normativa.
En este sentido, consideró que rompe con el equilibrio del sistema republicano
(artículo 1 de la C.N.). Así, planteó que se limita el derecho de acceso a la
justicia incorporado en la Constitución Nacional a través del artículo 14
(derecho constitucional de peticionar a las autoridades) y su concordante
artículo 15 (tutela judicial efectiva) y el artículo 8 del Pacto de San José de
Costa Rica.
En este orden de ideas, aseveró que se vulneró la garantía constitucional de
revisión del caso por ante un ente superior ya que no deja otro camino que
instar una demanda ante la justicia a fin de que se revea la aplicación de la
multa.
Denunció que el artículo 81 de la ley 13.133 estipula que corresponde a los
Organismos Municipales efectuar controles sobre productos y servicios en la
medida que sean compatibles con el régimen de competencia municipal.
En síntesis, sostuvo que el artículo 70 de la ley 13.133 contradice abiertamente
al artículo 45 de la Ley Nacional de Defensa del Consumidor que precisamente
dispone que el recurso de apelación contra las resoluciones dictadas en el
marco de dicha ley tramitará por ante las" Cámaras Federales de apelaciones
con asiento en las provincias según corresponde de acuerdo al lugar de
comisión del hecho” (párrafo 11).
Entendió que en el caso se viola el principio de supremacía de la Constitución
(artículo 31 de la C.N.).
Por otra parte, cuestionó que la indebida aplicación del artículo 70 de la ley
13.133 convalida una arbitraria atribución de competencia de la Justicia de
Faltas del Municipio de General Pueyrredón para expedirse sobre el régimen
de Telecomunicaciones, cuando en realidad resulta ser competente su órgano
de contralor, es decir, la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (C.N.C.).
Expuso que en materia de telecomunicaciones las potestades regulatorias, de
control y sanción se encuentran atribuidas al Gobierno Federal en función de
las disposiciones del artículo 75, inc. 13, 14, 18, 31 y 32 de la Constitución
Nacional.
Citó en sustento de su postura el fallo “Telefónica de Argentina S.A. c/Provincia
de Mendoza s/A.P.A.” (sentencia del 23/12/04, S.C.Y. 254 LXXXVII).
También planteó la inconstitucionalidad de la ordenanza 3850 y su
modificatoria 16.326. Asimismo, cuestionó la constitucionalidad del artículo 36
de la ley 13.133 y decreto provincial 1472/95.
Sostuvo que la 24.240 es una ley que regula el comercio y la industria en cuanto
a la circulación de bienes y servicios, con una mirada de la política institucional
del Estado Nacional en el destinatario de los mismos, el consumidor. Por ello,
el legislador decidió que la potestad de juzgar conductas comerciales de
empresas que operan en el mercado nacional, provincial y/o municipal quedara
en manos de la Nación, y no de las provincias, y mucho menos de los
municipios.
Expuso que residualmente la ley estableció que tanto la provincia como los
municipios pueden verificar y controlar (practicar denuncias, instruir el
procedimiento relacionado con las mismas, etc.) pero no juzgar la conducta de
las empresas, la cual es potestad del Estado Nacional a través de los órganos
de control creados en dicha ley 24.240.
Agregó que permite reforzar la postura mencionada el artículo “42” (sic) que
establece la potestad de la nación de “actuar concurrentemente” en el control,
vigilancia y juzgamiento de las conductas comerciales de las empresas
presuntamente violatorias de la ley 24.240 ocurridas en el territorio de las
provincias o de la ciudad de Buenos Aires. Adujo que resulta claro que la
Nación se adjudicó la potestad de intervención sobre las conductas regladas
en la ley 24.240.
Seguidamente manifestó que el artículo 43 de la ley 24.240 indica
expresamente que, de las facultades que detenta la Secretaría Nacional, sólo
se pueden delegar a las Provincias las enumeradas en los incisos “c”, “d” y “f”
que son específicamente las atinentes a la verificación y control. Por lo tanto,
no indica como delegable la facultad de juzgamiento.
Explicó que las normas emanadas por autoridades representativas
provinciales, no pueden ser alteradas por autoridades e instituciones de inferior
rango.
Indicó que se violó el mentado principio, habida cuenta que a través de una
ordenanza se modificó la competencia que establece el decreto ley 8751/77, el
cual regula las injerencias y atribuciones de los jueces de faltas, dándoles a los
mismos facultades que no poseen y que “expresamente les están vedadas”.
Agregó que la ordenanza 3950 y 16.326 generó que los recursos contra las
setencias de un juez de faltas que por aplicación del decreto ley 8751/77
deberían ser resueltos por el juez Penal Correccional ahora deban ser
revisados mediante acciones contenciosas. Añadió que las consecuencias de
tal asignación de competencia resultan escandalosas.
Manifestó que el decreto impide la competencia de la justicia de faltas para el
“ejercicio del poder de policía” sobre leyes nacionales y/o provinciales que
posean procedimiento de aplicación propio como es el caso.
Finalmente, planteó la inconstitucionalidad del artículo 25 de la ley 24.240,
afirmando que dicho artículo se aparta de los principios constitucionales
establecidos por los artículos 75 inc. 13, 18, 32 y 126 de la Constitución
Nacional.
2) Requeridas las actuaciones administrativas (fs. 39) se agregaron al presente
sin acumular y se dio vista a la actora de las mismas (fs. 52).
3) Se ordenó el traslado de la demanda (fs. 55) y se presentó el apoderado de
la Municipalidad de General Pueyrredón, contestando la misma (fs. 68/77).
Efectuó una negativa general y particular de los hechos invocados y de la
autenticidad material e ideológica de la documental acompañada.
Coincidió en que el objeto de la presente demanda se circunscribe a la
obtención por parte de la accionante de la anulación del resolutorio del 29 de
abril de 2010 mediante el cual el juez municipal de faltas aplicó a la actora una
multa por haberse constatado la violación de la ley de Defensa del Consumidor.
Sostuvo la competencia del Juzgado de Faltas Municipal, como asimismo
entendió que no procede la declaración de inconstitucionalidad pretendida.
Agregó que de los fundamentos de la resolución atacada no surge la aplicación
de la ley 26.361.
Manifestó que el resolutorio del juez de faltas cuya ilegitimidad persigue la
actora no resulta ilegítimo. Agregó que el acto parece formalmente perfecto al
no carecer de sus elementos esenciales.
Puntualizó que estos surgen tanto de la remisión a los antecedentes
procedimentales de los cuales emanó, como de las citas de las normas legales
Consideró que el monto de la multa se encuentra ajustado a derecho.
Fundó en derecho. Introdujo el caso federal. Solicitó el rechazo de la demanda.
4) En oportunidad de celebrarse la audiencia establecida por el artículo 41 de
la CCA, se fijaron los hechos conducentes a la decisión del presente proceso y
se tuvieron por reconocidas las circunstancias de hecho alegadas por las partes
que emanan de las actuaciones administrativas agregadas (fs. 87/89).
Las partes manifestaron tener interés únicamente en las constancias del
expediente, la documental y el expediente administrativo.
5) Habiéndose puesto los autos para alegar (fs. 89), la actora hizo uso de su
derecho (fs. 91/94), mientras que la demandada desistió del mismo (fs. 95),
razón por la cual se llamó autos para sentencia, el que se encuentra firme (fs.
96).
6) De las actuaciones administrativas agregadas a la causa sin acumular en
copia certificada (expediente n° 17.626) surgen los siguientes datos útiles para
arribar a la solución de la misma:
6.1) Que el Sr. Sergio Salvia el 27 de septiembre 2006 formuló una denuncia
ante la Dirección de Defensa del Consumidor y el Usuario de la Municipalidad
de General Pueyrredón contra la Compañía "Telefónica de Argentina S.A.", por
violación a la ley de defensa del consumidor en virtud del incumplimiento de las
promociones y ofertas publicitadas respecto de las tarjetas "carga control" (fs.
1).
6.2) Que fracasada la audiencia conciliatoria a las que fueron convocadas las
partes (fs. 8), se dictó el auto de imputación n° 24/2009 de fecha 26 de marzo
de 2009 por el cual el Director de Defensa al Consumidor y Usuario de la M.G.P.
solicitó al juez de faltas de turno aplicara a la empresa denunciada la multa de
pesos veinte mil ($ 20.000.-) (fs. 27/28).
6.3) El juez de faltas con fecha 29 de abril de 2010 resolvió imponer la sanción
de multa de pesos veinte mil ($ 20.000.-) a la firma "Telefónica de Argentina
S.A." por infracción a los artículos 42 de la Constitución Nacional, art. 38 de la
Constitución Provincial, 4, 7, 8, 10 "bis" y 37 de la ley 24.240 (fs. 57/61).
7) Sentado lo anterior, corresponde analizar cuáles son los argumentos por los
que el actor cuestiona el acto.
Luego de una detenida lectura del escrito de demanda, entiendo que las críticas
que la empresa –hoy actora- formula contra la resolución cuya anulación
persigue se centran en:
a) Irretroactividad de la ley 26.361.
b) La incompetencia de la Justicia Municipal de General Pueyrredón para
intervenir en las denuncias efectuadas, resultando incompetente la autoridad
comunal para el dictado de un acto como el impugnado. En el mismo sentido
cuestionó que la ordenanza 3950 (y su modificatoria 16.326) amplió
incorrectamente la competencia del juzgado de faltas, atribuida por el artículo
1 del dto. ley 8751/77. En orden a la incompetencia también planteó la
inconstitucionalidad de la ley 13.133 y del decreto 1472, de la ordenanza 3950
y su modificatoria 16.326, como asimismo del artículo 25 de la ley 24.240, como
asimismo del artículo 70 de la ley 13.133. Asimismo, sostuvo que resulta
competente para intervenir en el caso la Comisión Nacional de
Telecomunicaciones.
c) Inexistencia de violación a la normativa que se le imputa (art. 4, 7, 8, 10 bis
y 37 de la LDC). Errónea apreciación de la prueba por parte del juez de faltas.
d) La multa que le fuera impuesta resulta irrazonable, desproporcionada y
arbitraria (asimismo, sostuvo que la sanción aplicada no se encuentra
debidamente motivada por cuanto no expresa cuáles han sido las pautas
tenidas en cuenta para graduarla).
8) Teniendo en cuenta la entidad de las impugnaciones que del acto objeto de
este proceso realiza el actor, existen diversas razones por las que corresponde
comenzar el análisis abordando lo concerniente a la competencia de la
autoridad que dictó el mismo, como también respecto a la constitucionalidad de
las normas vinculadas a dicha cuestión.
Ello, por cuanto si -a modo de hipótesis- se llegara a la conclusión que la
empresa propone, y el Juzgado Municipal de Faltas resultara incompetente
para aplicar la ley 24.240, el acto resultaría ilegítimo desde su origen y no
tendría sentido analizar el resto de los cuestionamientos que se le formulan.
Sentado lo anterior y a fin de brindar un adecuado tratamiento a las
impugnaciones formuladas por la accionante, trataré en forma conjunta las
críticas referidas a la inconstitucionalidad incoada y la competencia del órgano
que debe intervenir en el presente. El planteo de inconstitucionalidad de la
normativa en función de la cual interviene el órgano municipal es uno más de
los argumentos que utilizó la actora en pos de la incompetencia que éste alega.
8.1) Ahora bien, el planteo de inconstitucionalidad que introduce la actora
respecto de la norma que atribuye competencia a la autoridad municipal se
basa en la violación al principio constitucional de jerarquía normativa, como
asimismo a la garantía constitucional al juez natural que -según sostiene- se
daría como consecuencia de la contradicción de la ley 13.133 y la ordenanza
municipal respecto de los parámetros que en la materia regula la ley nacional.
Por lo tanto, para poder abordar correctamente la cuestión comenzaré
analizando la normativa que, en torno a la competencia, sostiene la ley 24.240.
El artículo 41 de la norma citada -en su actual redacción- establece que: “La
Secretaría de Comercio Interior dependiente del Ministerio de Economía y
Producción, será la autoridad nacional de aplicación de la presente ley. La
Ciudad Autónoma de Buenos Aires y las provincias actuarán como autoridades
de aplicación ejerciendo el control, vigilancia y juzgamiento en el cumplimiento
de esta ley y de sus normas reglamentarias respecto de presuntas infracciones
cometidas en sus respectivas jurisdicciones”.
Dicha norma -antes de la reforma de la ley 26.361- contemplaba expresamente
la posibilidad de que las provincias delegaran sus funciones en los municipios.
Cabe destacar que en virtud del momento en que sucedieron los hechos, la
norma aplicable al caso de autos resulta la ley 24.240 anterior a la reforma
mencionada.
Es decir, la norma referenciada regulaba el reparto de competencia entre la
Nación y las autoridades locales. No obstante, considero que -a pesar de la
reforma - dicho artículo delega competencias en los gobiernos locales, en pos
de configurarlos en sus agentes para el mejor cumplimiento de los fines de la
norma.
En tal sentido, sostiene la doctrina que: “Dado el poder de policía reservado por
las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el art. 41 reconoce a sus
gobiernos la facultad de actuar como autoridades locales de aplicación en
forma autónoma en sus respectivas jurisdicciones. La norma le reconoce a las
autoridades provinciales, y también de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
el ejercicio del control, vigilancia y juzgamiento en el cumplimiento de la
presente ley y sus normas reglamentarias respecto de las presuntas
infracciones cometidas en sus respectivas jurisdicciones” (Juan M. Farina,
“Defensa del consumidor y del usuario”, Ed. Astrea, pág. 500).
Explica el citado autor que, si bien el artículo no detalla expresamente que las
provincias pueden delegar sus funciones en organismos de su dependencia o
en gobiernos municipales, dicha delegación resulta obvia pues no cabe
suponer que ni el gobernador ni el ministerio pertinente de cada provincia se
dedique a esta función de manera directa.
Asimismo agrega que, en el entendimiento de que la autoridad municipal ha de
tener no sólo la facultad, sino el deber de actuar en protección de los
consumidores, se hace innecesaria una delegación de funciones expresa.
En definitiva, es el propio artículo 41 de la ley 24.240 el que permite la
delegación de facultades respecto del control, vigilancia y juzgamiento en el
cumplimiento de las cuestiones aquí ventiladas.
En esa misma línea argumental se ha dicho: “...Creemos que la omisión del
artículo 41 no implica necesariamente negar la posibilidad de delegación de la
provincia en los municipios de las potestades que confiere la ley 24.240, ya que
para así interpretarlo, la reforma debería haber realizado formulación expresa
denegando dichas facultades. No siendo así, sostenemos que la delegación
efectuada por el original art. 41° continúa vigente...”(Jonathan R. Pita, “El auto
de imputación, la resolución final y el acto administrativo en el ámbito de la ley
13.133”, Publicado el 02/03/2012, el Dial.com - DC17BF).
Respecto del funcionamiento de la Justicia Municipal de Faltas cabe recordar
que -conforme surge de la ley 13.133- resulta facultad de las municipalidades
aplicar los procedimientos y sanciones previstos en dicha ley e implementar el
funcionamiento de una estructura administrativa que ejecute las funciones
correspondientes a la etapa de procedimiento y de resolución, cada una de las
cuales debe tener un funcionario competente a cargo (arts. 79 y 80 de la ley
13.133).
Por su parte, en el ámbito de la Municipalidad de General Pueyrredón, la
ordenanza 16.326 dispuso la creación de un Tribunal de Faltas al que le asignó
competencia para intervenir en la etapa resolutiva y en la aplicación de
sanciones previstas en la ley 13.133. Así, en su artículo 2 estableció que se
instrumentarán las funciones de la Oficina Municipal de Información al
Consumidor de manera que los Tribunales Municipales de Faltas tengan a su
cargo sólo la etapa resolutiva y la aplicación de las sanciones previstas en la
citada ley.
Por lo tanto, en virtud del reparto de competencias establecido en la normativa
precedentemente analizada, resulta correcto que en la Municipalidad de
General Pueyrredón, sea el juez de faltas quien resuelva las causas originadas
por infracción a la ley 13.133.
En este marco y conforme los argumentos expuestos, no surge evidente que la
ordenanza hubiera ampliado incorrectamente la competencia del juzgado de
faltas.
8.2) Tal como quedó oportunamente reseñado, la actora también ha
cuestionado el régimen sancionatorio que se le aplica, por considerar "un
disparate jurídico" que los recursos contra las sentencias de un juez de faltas
que por aplicación del decreto ley 8751/77 deben ser resueltos por el juez en
lo penal correccional, ahora deben ser revisadas mediante una acción
contencioso administrativo.
No advierto cual es el "disparate jurídico” (sic) que denuncia el actor (fs. 17 vta).
Conforme lo previsto por la ley 13.133, la ordenanza 3950 modificada por la
16.326 no viene a ampliar, reducir, modificar o eliminar la vigencia y aplicación
del decreto ley 8751/77 -tal como alega la accionante- sino que viene a
reglamentar la ley 13.133. No se trata de incluir la materia regulada por la ley
24.240, como una mera falta municipal, sino de atribuir competencia a
determinado órgano como autoridad de aplicación de dicha norma.
Así las cosas, la intervención del Juzgado de Faltas, como órgano
administrativo decisor, solo pone de manifiesto un criterio de distribución de
competencia, pero de ningún modo impacta en la naturaleza de la materia en
juego.
En todo caso, es una muestra cabal de la diferencia que existe entre la materia
que habitualmente le compete a la justicia de faltas y la que le ha sido atribuida
por la ley 13.133 y las ordenanzas respectivas.
Por los fundamentos hasta aquí dados, no se advierte la incompetencia
alegada por la empresa de telefonía actora en tal sentido.
8.3) Asimismo, sostuvo que resulta competente para intervenir en caso la
Comisión Nacional de Comunicaciones y no la OMIC.
La cuestión que se somete a decisión no es nueva y se presenta en todas
aquellos ámbitos en los que existen relaciones de consumo vinculadas a
materias en las cuales existe un ente regulador que controla la actividad de
quienes ejercen cierta actividad.
Así, se presentan conflictos similares al aquí planteado entre la autoridad de
aplicación de la ley de Defensa al Consumidor y los organismos que ejercen el
control en materia de seguros (con la Superintendencia de Seguros de la
Nación), de entidades financieras (con el Banco Central de la República
Argentina), de correos (con el Registro Nacional de Prestadores Postales), de
planes de ahorro (con la Inspección General de Justicia), etcétera.
Prueba de la polémica que genera el tema se puede encontrar en el desarrollo
de la sentencia dictada por la Excma. Cámara de Apelación en lo Contencioso
Administrativo de Mar del Plata en la causa “La Segunda Seguros de Retiro
S.A.” (sent. del 27-12-2012). Allí los jueces que votaron en primer y segundo
término realizaron un análisis de la cuestión –en orden al contrato de seguro- y
el conflicto que se planteaba entre la OMIC local y la Superintendencia de
Seguros de la Nación.
Los argumentos que allí sostuvieron los Dres. Mora y Riccitelli –a los cuales por
razones de brevedad me remito- sintetizan, de algún modo, las posiciones que
imperan en torno al tema.
Efectuada esta reseña, entiendo que la sola existencia de una norma que
regule determinada actividad y la correlativa existencia de una autoridad con
competencia específica para controlar a quienes desempeñan la misma, no
constituye el único elemento a considerar.
Si bien esos datos son relevantes para definir la competencia, no se agota allí
la cuestión.
Cuando la controversia no esté alcanzada por la regulación específica y se
produzca una violación a la LDC, ahí si podrá quedar habilitada la intervención
de la autoridad de aplicación de ésta última ley.
Se presenta entonces un esquema en el cual existe un fuerte casuismo, lo cual
impide establecer -“a priori”- criterios pétreos.
En tal sentido, estimo oportuno traer lo manifestado por Dante Rusconi quien
señala que -en este tipo de controversia- surge patente la existencia de dos
regímenes jurídicos distintos que contemplan la competencia simultánea, pero
bien diferenciada, de dos “autoridades de aplicación” respecto de distintos
aspectos de una misma actividad. Esas autoridades aplican normas diferentes,
y poseen un “espíritu” y objetivos marcadamente disímiles (en decisión del
Juzgado de Faltas Nº 2 -Juzgado Municipal de Defensa del Consumidor del
Partido de La Plata, en la causa nº 47954, “CARULLO, MIRIAN K. S/
DENUNCIA C/ TELEFONICA”- (resolución del año 2005).
Ahora bien, siguiendo los lineamientos hasta aquí descriptos, pasaré a abordar
la temática desde la perspectiva que imponen los hechos bajo análisis,
fundamentalmente lo que habrá que determinar es la cuestión tomando en
consideración la conducta que se sancionó en consonancia con la norma que
se dice vulnerada.
En ese orden de ideas, destaco que el eje de la sanción administrativa se ha
centrado en el incumplimiento de la firma con la oferta promocionada lo que
implica la violación al artículo 7 y 8 de la LDC, como también respecto de la
violación al deber de información impuesto en el artículo 4 de la LDC, al artículo
10 bis y 37 de la mencionada normativa.
Es decir, que el juez administrativo sancionó una infracción en el marco del
derecho del consumidor dentro de la habilitación legal que delimita su
competencia.
Por los motivos antes indicados debe desestimarse el planteo de
incompetencia articulado por la firma actora respecto del juzgado municipal de
faltas.
8.4) Asimismo, la accionante denuncia que la aplicación del artículo 70 de la
ley 13.133 viola la garantía constitucional del debido proceso, contradiciendo lo
establecido en el artículo 45 de la ley 24.240
Debo adelantar que tampoco le asiste razón.
El trámite administrativo por infracciones a la ley 24.240 está regulado en el
artículo 45 de la mencionada ley. Sin perjuicio de ello, es dable remarcar que
conforme el reparto de competencias entre la Nación y autonomías locales,
cada una de éstas puede dictar su propia reglamentación. Algunas autonomías
lo han hecho (Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Provincia de Buenos Aires,
etc.) mientras que otras han adherido al procedimiento de la ley nacional.
El último párrafo del artículo mencionado se refiere expresamente a este
reparto de competencias y funciones.
Por otra parte, cabe destacar que las actuaciones administrativas regladas en
dicho artículo apuntan a verificar la existencia de infracciones al régimen tuitivo
de los consumidores para posibilitar el establecimiento de las sanciones que
pudieran corresponder (conf. Jorge Mosset Iturraspe y Javier H. Wajntraub en
la Ley de Defensa del Cosumidor, Edit. Rubinzal Culzoni, 2008, pág. 259; ob.
cit. Pág. 558).
Es decir, y como ya se analizó al evaluar la competencia de la autoridad de
aplicación, la actuación administrativa no se limita únicamente al control, tal
como pretende la actora. Y es en este marco, que la ley 13.133 establece el
procedimiento para el juzgamiento de las infracciones a la ley 24.240,
disponiendo que las decisiones de la autoridad de aplicación agoten la instancia
administrativa y previendo la revisión judicial de las sanciones, a cargo del fuero
Contencioso Administrativo.
Por lo tanto, no se desarticula el equilibrio del sistema republicano ni se produce
la pérdida de la función de control propia del Poder Judicial -como pretende la
accionante- toda vez que se asegura el control judicial de las decisiones
emanadas de la autoridad de aplicación, sin configurarse por tanto vulneración
alguna a la garantía de debido proceso legal del que participa el derecho de
defensa. Ello, por cuanto las decisiones tomadas por la autoridad de aplicación,
deben adquirir la condición de suficiente exigida por la jurisprudencia de la
Corte Suprema a partir del caso “Fernández Arias" ("Fallos":247:646). En el
caso mencionado, la Corte advirtió que la suficiencia del control “no depende
de reglas generales u omnicomprensivas, sino que ha de ser más o menos
extenso y profundo según las modalidades de cada situación jurídica.
En consecuencia, la norma impugnada no contradice lo establecido en el
artículo 45 de la ley 24.240.-
Esta conclusión se ve reforzada por lo dicho por la CSJN: ” ...la ley 24.240 de
Defensa del Consumidor, integra el derecho común, toda vez que resulta
complementaria de los preceptos contenidos en los códigos Civil y de
Comercio, por lo que, tal como lo establece el artículo 75 inc. 12 de la
Constitución Nacional ‘…no altera las jurisdicciones locales, correspondiendo
su aplicación a los tribunales federales o provinciales, según las cosas o las
personas cayeren bajo sus respectivas jurisdicciones…’ En función de ello,
interpreto que el artículo 45 de la ley 24.240 solo se refiere a las sanciones
administrativas impuestas por la autoridad nacional de aplicación, las cuales
serán apelables ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso
Administrativo Federal de la Capital o ante las cámaras federales de las
provincias, según corresponda de acuerdo al lugar de comisión del hecho,
quedando excluidas de tal precepto las sanciones administrativas que emanen
de las autoridades provinciales, las cuales deberán ser recurridas ante la
justicia provincial, tal como se desprende del último párrafo del citado artículo
45…” (“Fallos” 324:4349).
Conforme lo hasta aquí desarrollado, no se advierte razón en las críticas
esgrimidas por el actor, en tanto la norma tachada de inconstitucional habilita
el control judicial de las decisiones emanadas de la autoridad de aplicación en
un todo de acuerdo con los principios antes enunciados.
9) Habiendo descartado la incompetencia invocada respecto del órgano que
dictó la resolución impugnada, corresponde que me aboque al planteo de la
actora en cuanto a la errónea aplicación de la ley basado en la irretroactividad
de la misma, para luego expedirme sobre los restantes embates que formulara
la actora contra la validez del acto.
9.1) Planteo respecto de la irretroactividad de la ley 26.361.
La actora se queja de que el juez municipal fundó su resolución en la ley 26.361
modificatoria de la ley 24,240 -no vigente- al momento del hecho.
Ahora bien, de un exhaustivo análisis de la resolución que dio lugar al acto
atacado, no se advierte bajo ningún concepto -tal como pretende la actora- que
el juez hubiera sustentado su resolución en la ley 26.361. Así, de una simple
lectura, se observa que la autoridad municipal impuso la multa con fundamento
en la violación de los artículos 4, 7, 8, 10 bis y 37 de la ley 24.240 (vigente al
momento del hecho), (fs. 62 del expediente administrativo).
En virtud de los argumentos expuestos, la protesta ensayada en tales términos
no puede prosperar.
9.2) Planteo de la actora referido a la inexistencia de violación a la normativa
que se le imputa y errónea apreciación de la carga probatoria.
Otro de los fundamentos en los que se asienta la impugnación de la actora
respecto del acto sancionatorio es la no configuración de las infracciones que
se le imputan.
Recuerdo que el juez de faltas sancionó a la firma denunciada por considerar
violados los artículos 4, 7, 8, 10 bis y 37 de la ley 24.240. El hecho del cual se
deriva la aplicación de la sanción que aquí se objeta fue que la firma no contaría
con el producto que ofrecía en su publicidad, lo cual generó la violación de los
artículos referenciados.
A fin de abordar las impugnaciones, previamente debo hacer referencia al
vínculo jurídico que unió a la empresa con el Sr. Sergio Salvia.
De las constancias del expediente administrativo surge que la actora mediante
una publicidad ofrecía a los usuarios una nueva tarjeta control bajo
determinadas características (ver documentación de fs. 9/11 del expediente
administrativo -que no fue negada por la actora-).
Dicho ofrecimiento constituye una "oferta" conforme lo establecido en el artículo
7 de la ley 24.240.
En tal sentido, la palabra "oferta", se refiere a cualquier modo de invitación a
contratar y quien la formula está obligado a suministrar todos los datos
necesarios para decidir la contratación.
La oferta, en tal sentido, se ve como una comunicación de voluntad constitutiva
de un negocio jurídico unilateral (promesa al público) y, por tanto,
inmediatamente creadora de una situación jurídica vinculante para el
promitente.
La confianza y las expectativas que genera la oferta al público requieren
particular protección, en vista del grado de certidumbre que ella puede suscitar
en el consumidor -según la confiabilidad o seriedad de quien hace tales
ofrecimientos- y por suponer éste la franca intención del comerciante de
vincularse jurídicamente (Juan M. Farina, "Defensa del consumidor y del
usuario", Ed. Astrea, 2011, pág. 213).
Asimismo, resulta oportuno recordar que publicidad puede ser definida como
aquel conjunto de técnicas o arbitrios aplicados por vía de medios públicos de
difusión o en forma pública o general, para la divulgación de las características
de bienes o servicios, con el fin de conseguir su mayor uso o adquisición (conf.
Ammirato, Aurelio "Sobre el derecho a la información de consumidores y
usuarios", en JA 1998-IV-850, art. 8 de la LDC).
De lo expuesto, surge inevitable la interrelación entre la oferta y la publicidad.
Si la oferta no se da a publicidad -implicando ello la puesta en conocimiento de
un público indeterminado- no tiene destinatario y en consecuencia no existe
quien pueda sentirse afectado (argto. Farina, op, cit., pág. 217).
La publicidad genera, en sus destinatarios, legítimos intereses con relación a
que, el proveedor difusor de la misma, procederá a respetar lo prometido en
cuanto a precio y demás características propuestas. Ello produce, por un lado,
la declaración anticipada de la voluntad del anunciante- que lo obliga a cumplir
con todo lo que prometió y anunció en la publicidad- y, por otro lado, la facultad
del consumidor a exigir todo lo prometido (argto. art. 8 LDC).
Siguiendo lo hasta aquí expuesto, considero que el ofrecimiento de una nueva
tarjeta control donde la carga de $ 20.- implica otra carga de $ 5 de regalo-
debe entenderse como oferta publicitaria en los términos de la ley de defensa
del consumidor (fs. 9/11).
En consecuencia, sobre estos lineamientos analizaré el caso concreto.
De la prueba obrante en autos surge que la empresa realizó una oferta a saber:
" ¡Ahora podés adquirir la tarjeta control de $ 20 con $ 5 de crédito gratis (...)
Adquirí la tarjeta control de $ 20.- en kioscos, locutorios o los Centros
Comerciales de Telefónica y empezá a disfrutar los $ 5.- de crédito que te
regalamos" (fs. 11 del expediente administrativo).
La actora desmiente que la aludida tarjeta fuera inexistente al 27/09/2006 -tal
como se lo endilga la denunciante-.
Ahora bien, en el expediente administrativo -en su descargo- ofreció prueba
testimonial, compareciendo a declarar el Sr. Walter Martínez, en carácter de
Jefe de la Oficina Comercial de Mar del Plata, quien, a su vez, era responsable
Comercial de Telefónica en la Costa Atlántica. El testigo mencionado afirma
que durante los meses de agosto y septiembre de 2006 las tarjetas referidas
no se encontraban a la venta en el local de la firma sito en Colón 2550 de la
localidad de Mar del Plata (ver respuesta a la pregunta n° 2). Dicho testimonio,
es coincidente con la constancia acompañada por el denunciante en el
expediente administrativo (fs. 3).
De lo expuesto surge evidente que la firma no disponía de las tarjetas en la
oficina comercial de Telefónica, conforme así lo ofrecido en la publicidad. Este
dato, además, fue reconocido por la propia actora en el escirto de demanda (fs.
12 segundo párrafo).
Si bien el testigo declara que la oficina comercial no era "canal de venta",
habida cuenta que las tarjetas en cuestión se comercializaban en kioscos y
locutorios, y las mismas eran distribuidas directamente desde Buenos Aires sin
pasar por el centro comercial de Mar del Plata, tal circunstancia no exime a la
empresa; por el contrario, pone en evidencia la información errónea que la
propia firma ha volcado en la promoción referida, ya que claramente se dejó
constancia: "Adquirí la Tarjeta Control (...) en los Centros Comerciales de
Telefónica" (la negrita me pertenece). Dicha falta de claridad en la información
patentiza la violación al artículo 4 de la ley 24.240.
Así las cosas, se dice que la información -deber impuesto en el artículo 4 de la
ley 24.240- establece que el proveedor está obligado a suministrar al
consumidor en forma cierta, clara y detallada todo lo relacionado con las
características esenciales de los bienes y servicios que provee, y las
condiciones de su comercialización.
Es por ello que se ha señalado que la publicidad y la información operan como
las caras alternas de una misma moneda en el siempre delicado "juego de la
publicidad", y que ambas resultan imprescindibles en la moderna, globalizada
y compleja sociedad de consumo imperante (conf. Chiesa, Laura y Rodríguez,
Bibiana, "La publicidad en la relación de consumo y el rol del Estado", Public.
elDial.com -DC18DE, del 6-07-2012).
La Excma. Cámara Contencioso Administrativa local tiene dicho: " Puede
decirse entonces que la publicidad, en tanto práctica comercial lícita que es
realizada con el fin de promover la contratación o el suministro de bienes o
servicios, no se encuentra dispensada del cumplimiento del deber de
información, imperativo que, como se dijo, no se reduce al plano meramente
contractual, sino que abarca -entre otras facetas- las denominadas 'tratativas
previas a la relación de consumo' (cfr. Lorenzetti, Ricardo L. 'Consumidores',
Segunda Edición Actualizada, Rubinzal -Culzoni Editores, Santa Fe, 2009, pág.
153 y ss). Aunque se trata de conceptos teleológicamente diferentes, la
vinculación entre publicidad e información es incontestable (...) La publicidad
es una forma de comunicación y, como tal, constituye un canal apto para la
transmisión de información relativa a un determinado bien o servicio; los datos
que se transmiten a través de la publicidad, por lo general, son seleccionadas
con una finalidad que combina comunicación con persuación." (conf. Excma.
Cámara Contencioso Administrativa Departamental en autos: "Unilever de
Argentina S.A. c/Municipalidad de General Pueyrredón s/Pretensión Anulatoria"
causa n° 5415 del 20/10/2014).
Conforme lo analizado, resulta que "Telefónica de Argentina S.A." realizó una
oferta poniéndola a conocimiento de un público indeterminado mediante la
publicidad y, por lo tanto, estaba obligado a cumplir lo ofrecido frente al usuario
que de manera válida expresó su voluntad de aceptarla. La carencia de las
tarjetas ofrecidas mediante la publicidad implica el incumplimiento de las
obligaciones antes descriptas, lo que hace a Telefónica responsable y, por ello,
pasible de las sanciones previstas en el artículo 47 de la ley 24.240.
En definitiva, lo expuesto significa que la publicidad efectuada por la empresa
llegó al destinatario -consumidor- y el mismo expresó interés en la oferta,
viéndose imposibilitado de adquirir el producto. El oferente, -en este caso
Telefónica de Argentina S.A.- estaba obligado a proveer al requirente, las
tarjetas ofrecidas conforme la publicidad transcripta más arriba.
Por otra parte, la empresa no acreditó -ni siquiera alegó- haber revocado la
oferta en las condiciones establecidas en el artículo 7 de la ley 24.240.
Cuestiona el actor que no puede considerarse incumplido el artículo 10 bis DC
en función de que el denunciante "no solo no ha permitido, sino que ha obstado,
a que el supuesto previsto legalmente se efectivice, ya que su condición ha sido
que se le abone una suma indemnizatoria irrisoria..." (fs. 14).
Destaco que el comportamiento del usuario al que hace referencia es aquel que
se plasmó en oportunidad de la audiencia de conciliación -fs. 8 del expediente
administrativo - (no hay dato alguno que me permita inferir otra ocasión).
No creo que de ese razonamiento pueda derivarse el cumplimiento de la
obligacion que impone el artículo 10 bis LDC, toda vez que ello debió ocurrir
contemporáneamente al momento que no se pudo satisfacer la oferta. Ese es
el momento en que se configuró la falta que prevé la sanción.
Mal puede, insisto, el aquí accionante pretender dar por cumplida su obligación
a través de la satisfacción -a la que en el caso ni siquiera accedió- de una
indemnización requerida en oportunidad de la audiencia de conciliación, toda
vez que la misma solo había producido la suspensión del procedimiento, más
no la eliminación del comportamiento ya consumado.
Asimimsmo, no puede pretender el actor que se tenga por cumplida la
obligación que le exige el artículo 10 bis LDC frente a la imposiblidad de
satisfacer el producto ofertado, trasladándose al consumidor la carga de tener
que procurarse el mismo en otro establecimiento comercial, diferente al que se
ofrecía como opción en la publicidad.
Conforme el análisis precedentemente efectuado, concluyo que es correcta la
apreciación que ha realizado la autoridad administrativa respecto del
incumplimiento de los artículos referenciados, razón por la cual corresponde
desestimar las impugnaciones dirigidas a cuestionar la resolución en tal
sentido.
9.3) Planteo referido a la irrazonabilidad y desproporción de la sanción.
Ausencia de motivación.
También recibió críticas de la actora la cuantía de la multa impuesta por el juez
de faltas por considerarla desproporcionada, arbitraria y por carecer de
motivación.
Se presenta en autos un planteo bastante habitual en procesos de revisión
judicial de decisiones sancionatorias en los que se conjugan la discrecionalidad
administrativa, la motivación de los actos administrativos y la razonabilidad.
Es decir, si la autoridad administrativa puede aplicar una sanción prevista en
una escala -con un mínimo y un máximo- es innegable que se trata de un
supuesto de discrecionalidad.
El hecho de que exista un margen normativo amplio en la norma que prevé la
sanción, implica que en estos casos empieza a jugar la razonabilidad. Debe
entenderse por razonabilidad el principio general del derecho fundado en los
artículos 28 y 33 de la Constitución Nacional, aplicado específicamente como
límite de la discrecionalidad administrativa. Su control implica verificar además
de los requisitos ineludibles de fin público y medio adecuado, la ausencia de
una iniquidad manifiesta.
Ya he señalado entonces que por un lado se presenta una actividad
discrecional de la administración y por el otro la razonabilidad. Entre estos
extremos, aparece la motivación como explicitación necesaria que debe dar la
administración para justificar que la opción que ha elegido, entre las posibles,
es razonable.
En este esquema, la multa de $ 20.000.- que se aplicó por las infracciones que
cometiera la actora se encuentra comprendida en el inc. “b” del artículo 47 de
la ley 24.240, norma esta que dispone que: “...verificada la existencia de la
infracción, quienes la hayan cometido se harán pasibles de las siguientes
sanciones (...) b) Multa de PESOS QUINIENTOS ($ 500.-) a PESOS
QUINIENTOS MIL ($ 500.000) hasta alcanzar el triple de la ganancia o
beneficio ilegal obtenido por la infracción...”
Por su parte, el artículo 49 del mismo cuerpo legal establece que: “...se tendrá
en cuenta el perjuicio resultante de la infracción para el consumidor o usuario,
la posición en el mercado del infractor, la cuantía del beneficio obtenido, el
grado de intencionalidad, la gravedad de los riesgos, o de los perjuicios sociales
derivados de la infracción y su generalización, la reincidencia y las demás
circunstancias relevantes del hecho. Se considerará reincidente a quien,
habiendo sido sancionado por una infracción a esta ley incurra en otra de similar
naturaleza dentro del término de tres (3) años”.
Lo expuesto se complementa con el artículo 77 de la ley 13.133 que establece
las pautas a considerar al momento de graduar la sanción.
Queda en evidencia que la normativa del Derecho del Consumidor establece
en forma precisa cuales son las pautas que debe tener en cuenta la
administración para graduar las sanciones por infracciones a la mencionada
norma, las que debe aplicar considerando las circunstancias fácticas del caso
concreto sometido a estudio.
Así, luego de una detenida lectura de la resolución cuestionada, no observo
que la multa aplicada resulte ajena a las pautas establecidas por la referida
normativa, como tampoco carente de motivación.
En el caso, la multa aplicada encuentra su fundamento en los patrones
establecidos en el artículo 49 de la ley 24.240 que fueron receptados
expresamente en la resolución obrante a fs. 62 del expediente administrativo.
El juez de faltas a los efectos de la graduación de la pena –contrariamente a lo
alegado por la actora- desarrolló las pautas abarcadas por la normativa
mencionada.
Así, apreció, entre otras cuestiones, la posición del infractor en el mercado. En
este sentido, tuvo en cuenta la trayectoria de la firma denunciada la que es
reconocida en el ámbito nacional, lo que conlleva un alto grado de confianza y
que se traduce al momento de elección por los potenciales usuarios. A su vez,
evaluó que la empresa no registra antecedentes (ver fs. 62).
En conclusión, valorando las pautas antes mencionadas, como también que el
quantum determinado se encuentra dentro de la escala del art. 47 inciso “b”,
considero que la facultad discrecional ejercida por el juez de faltas se ajustó al
principio de razonabilidad antes referido. El monto fijado por el juez de faltas
analizado bajo los parámetros de los motivos expuestos en la resolución y las
pautas analizadas no luce como desproporcionado.
Como consecuencia de todo lo antes señalado, corresponde desestimar la
pretensión impugnatoria deducida en el sub-lite.
10) A los fines de la regulación de honorarios, debido a que el carácter
pecuniario del presente está dado por el valor de la multa ($ 20.000), considero
que es dicha suma la que debe ser tenida como base.
La pretensión aquí deducida tiene un explícito contenido patrimonial, en cuanto
persigue la declaración de nulidad de la multa impuesta a la demandada (conf.
Argumento CSJN, causa “Matadero y Frigorífico Merlo S.A. c/Buenos Aires,
Provincia de S/Acción Declarativa de Certeza” M. 903. XXXIX, del 9-VIII-2005).
Ello, sin dejar de considerar que el acto impugnado resulta un acto “complejo”
en tanto además de la multa impone la obligación –a quien hoy resulta actor-,
de publicar la sanción en el diario de mayor circulación de la jurisdicción donde
se cometió la infracción, lo que también es tenido en cuenta al momento de
regular los estipendios profesionales.
11) Corresponde, finalmente, que me refiera a la imposición de costas del
presente proceso.
Hago esta referencia porque encontrándose en trámite el sub-lite entró en
vigencia la ley 14.437 (public. BO Nº 27006 del 8/2/2013), que modificó el
artículo 51 del CCA, imponiendo el pago de las costas a cargo de la parte
vencida en el proceso.
Si bien se ha establecido que la modificación de la ley procesal se aplica a los
procesos en trámite, interpreto que debe atenderse a las circunstancias que se
presentan en cada caso.
Por lo tanto, teniendo en cuenta que Telefónica de Argentina S.A. excitó la
jurisdicción de este órgano jurisdiccional a mi cargo amparado por el anterior
esquema de costas (28/09/2010), considero que las costas de este juicio deben
ser soportadas por las partes en el orden causado (conf. Cámara de Apelación
en lo Contencioso Administrativo con asiento en Mar del Plata, doct. causa C-
3244-MP1, “Pin Errecaborde”, sent. del 05-03-2013).
Por lo hasta aquí expuesto FALLO:
1) Rechazando la demanda interpuesta por el apoderado de la firma “Telefónica
de Argentina S.A.” contra la resolución Juzgado Municipal de Faltas Nº 4 del
Partido de General Pueyrredón de fecha 29 de abril de 2010 emanada del
expediente administrativo n° 17.626 año 2008.
2) Imponiendo las costas en el orden causado (artículo 51 del CCA, texto según
ley 13.101), por no presentarse ninguno de los supuestos de excepción
previstos en el inciso 2° del mismo artículo.
3) Regulando los honorarios por las tareas profesionales desempeñadas en
autos por el Dra. KARINA MARCHIONNI, apoderada de la parte actora, en la
suma de PESOS TRES MIL ($ 3.000.-) (arts. 16, 21, 22 y 44 de la ley 8904),
con más los aportes previsionales de ley (arts. 12 y 16 ley 6716, t.o. decreto
4771/95). Con relación a los Dres. MATILDE CASADO y CRISTIAN GABRIEL
MILASINCIC, apoderados de la demandada, no se regulan honorarios en virtud
de encontrarse comprendida en lo establecido por el art. 203 de la Ley Orgánica
de las Municipalidades. Notifíquese por cédula, a los obligados al pago con
trascripción del art. 54 de la ley 8904.
4)REGISTRESE. NOTIFIQUESE

SIMÓN FRANCISCO ISACCH


Juez en lo Contencioso Administrativo
REGISTRADO BAJO EL N° (S) FN°
En la ciudad de Mar del Plata, a los 16 días del mes de julio del
año dos mil diecinueve, reunida la Cámara de Apelación en lo
Contencioso Administrativo con asiento en dicha ciudad, en Acuerdo
Ordinario, para pronunciar sentencia en la causa C-8668-MP1
“TELEFONICA DE ARGENTINA S.A. c. MUNICIPALIDAD DE GENERAL PUEYRREDON
s. PRETENSION ANULATORIA - OTROS JUICIOS”, con arreglo al sorteo de
ley cuyo orden de votación resulta: señores Jueces doctores Mora,
Riccitelli y Ucín, y considerando los siguientes:
ANTECEDENTES
I. A fs. 97/111 el magistrado de la instancia anterior dictó
sentencia, rechazó la demanda entablada, impuso las costas en el
orden causado y reguló honorarios en favor de los letrados
intervinientes en la especie.
II. Declarada la admisibilidad formal de los recursos de
apelación interpuestos con fecha 30-04-2015 y 13-05-2015 por la
parte demandada y sus letrados apoderados y por la actora
respectivamente, y puestos los autos al Acuerdo para Sentencia –
providencia que se encuentra firme-, corresponde votar las
siguientes:
CUESTIONES
1. ¿Es fundado el recurso interpuesto el 13-05-2015?
En caso negativo,
2. ¿es fundado el recurso articulado con fecha 30-04-2015?
A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Mora
dijo:
I.1.1. Al fundar el fallo en crisis, el juez de grado destacó
que la parte actora sostenía que el acto administrativo
sancionatorio impugnado en autos resultaría inválido atento la
ausencia de pruebas demostrativas de la configuración de las
infracciones que allí se le atribuyen.
Recordó, además, que el Juez de Faltas reputó que la firma
actora trasgredió los arts. 4, 7, 8, 10 bis y 37 de la Ley 24.240,
con sustento en el hecho de que Telefónica de Argentina S.A. no
habría puesto a disposición de los usuarios un producto ofrecido en
su publicidad.
Recalcó que de las constancias del expediente administrativo
acollarado surgía que la actora –mediante publicidad- ofreció a los
usuarios “…una nueva tarjeta control bajo determinadas
características…”.
Precisó que en el marco del mentado expediente administrativo
el Sr. Walter Martínez –Jefe de la Oficina Comercial Mar del Plata
y responsable comercial de Telefónica Argentina S.A. en la Costa
Atlántica- declaró que durante los meses de agosto y septiembre de
2006 la empresa no contaba con tarjetas telefónicas para la venta
en el local ubicado en Avenida Colón N° 2550 de la esta ciudad,
circunstancia que, por lo demás, resultaba corroborada por la
constancia acompañada por el denunciante a fs. 3 de dicha prueba
instrumental.
Con base en las reseñadas probanzas, el juzgador de la
instancia anterior estimó que la empresa accionante no cumplió con
lo ofrecido en su publicidad, pues no disponía de las tarjetas para
la venta en la aludida oficina comercial.
Aclaró que si bien el deponente manifestó que el mencionado
establecimiento “… no era canal de venta …” del artículo en
cuestión, pues las tarjetas se comercializarían únicamente en
kioscos y locutorios, ello no obstaba a la materialización de la
trasgresión punida, sino que, por el contrario, evidenciaba que la
información volcada en la publicidad examinada resultaba errónea.
Meritó que la publicidad efectuada por Telefónica de Argentina
S.A. patentizaba una violación a lo reglado en el art. 4 de la Ley
24.240 ya que, al expresar –sin más- que las “tarjetas control” se
hallaban disponibles para la venta en los “centros comerciales” de
la empresa, no permitía distinguir con claridad los locales en los
que se vendía el producto publicitado de aquellos en los que no era
así.
Con cita de precedentes jurisprudenciales emanados de esta
Alzada, explicó que la publicidad, en tanto práctica lícita
realizada con el fin de promover la contratación o el suministro de
bienes o servicios, no se encontraba exenta de cumplir con el deber
de información, imperativo que abarcaba a las denominadas tratativas
previas a la relación de consumo.
Consideró que la carencia de las tarjetas ofrecidas mediante
la publicidad implicaba el incumplimiento de las obligaciones
descriptas, lo que tornaba a la actora pasible de las sanciones
previstas en el art. 47 de la Ley 24.240.
Agregó que el acatamiento de la obligación prevista en el art.
10 bis de la Ley 24.240 no podía ser inferido a partir del
comportamiento desplegado por el consumidor en la audiencia
celebrada en sede administrativa, toda vez que el sometimiento a
tal manda debía materializarse al momento en que fue incumplida la
oferta efectuada pues, en tal oportunidad, se perfeccionó la falta
sancionada.
Apuntó que no correspondía tener por cumplida la obligación
impuesta por el art. 10 bis de la Ley de Defensa del Consumidor
trasladando al denunciante la carga de tener que procurarse las
aludidas tarjetas en un establecimiento comercial diferente de los
que se ofrecían como puntos venta en la publicidad emitida.
Por tales motivos, rechazó las impugnaciones de la actora
tendientes a patentizar la ausencia de las infracciones reprochadas
en el acto administrativo atacado.
1.2. Pasando a pronunciarse respecto del planteo de
arbitrariedad de la sanción y exceso de punición, el a quo puso de
relieve que la autoridad administrativa podía aplicar válidamente
sanciones económicas dentro de la escala prevista normativamente,
circunstancia que revelaba la presencia de un “…supuesto de
discrecionalidad…”.
Luego de recordar lo reglado en los arts. 49 y 77 de la Ley
N° 24.240, postuló que una detenida lectura de la resolución atacada
permitía concluir que la multa aplicada no resultaba ajena a los
parámetros fijados en la normativa citada, así como también que el
acto administrativo se encontraba suficientemente motivado en la
parcela en estudio.
Aludió que –contrariamente al temperamento propiciado por la
actora- el Juez de Faltas desarrolló en su resolución las pautas
que disciplinaba el art. 49 de la Ley de Defensa del Consumidor, al
haber apreciado –entre otras cuestiones- la posición del infractor
en el mercado y la trayectoria de la firma actora en el ámbito
nacional, circunstancias que conllevaban un alto grado de confianza
que incidía al momento de la elección por los potenciales usuarios.
A la luz de las consideraciones efectuadas, afirmó que la
facultad discrecional desplegada por el juez de faltas fue ejercida
con razonabilidad, así como también que la multa aplicada no lucía
desproporcionada o excesiva.
1.3. Finalmente, impuso las costas en el orden causado con
sustento en lo establecido por el art. 51 del C.P.C.A., en su
redacción anterior a la ley 14.437.
2. Del recurso luciente a fs. 117/121 surge que la crítica
allí blandida por la actora contra el fallo en crisis gira en torno
a dos (2) ejes centrales, a saber:
2.1. La inexistencia de las infracciones reprochadas a su
parte en el acto administrativo cuestionado. Manifiesta que no
resulta razonable interpretar que su parte incurrió en
incumplimiento alguno de las obligaciones que le impone el
ordenamiento de defensa del consumidor, ya que las tarjetas control
se ofrecían al público en kioscos, locutorios y centros comerciales,
y no en oficinas administrativas como aquella situada en Avenida
Colón N° 2550 de Mar del Plata.
Aclara que en la referenciada oficina únicamente se llevan a
cabo trámites netamente administrativos vinculados al servicio que
brinda la empresa, hecho que considera de público y notorio
conocimiento.
En ese andar, destaca que en el citado local sus clientes
pueden realizar el alta de líneas, formular reclamos, cambio de
titularidad de líneas telefónicas –así como también otras gestiones
vinculadas al servicio-, llevándose a cabo –además- “…el trabajo
administrativo propio de una empresa de la magnitud de TASA…” [cfr.
fs. 118].
2.2. La arbitrariedad de la sanción aplicada a su parte y la
ausencia de relación entre dicha punición y el contenido económico
de la trasgresión que se le reprocha. Arguye que, al brindar
tratamiento a su planteo de exceso de punición, el magistrado de
primera instancia omitió ponderar que su parte no obtuvo ganancia o
beneficio económico alguno a partir del comportamiento punido.
Refiere que la multa que se le impusiera carece de adecuada
fundamentación y no guarda relación con la infracción que se le
reprocha.
3. Al ejercer su derecho a réplica, la parte demandada
controvierte los dichos de la accionante y requiere el rechazo del
recurso incoado.
II. El recurso no merece prosperar.
1.1. Ante todo, he de desestimar la crítica compendiada en el
punto “I.2.1.”, pues la recurrente arguye que no resultaría dable
reputar que su parte incurrió en infracción alguna a la ley de
defensa del consumidor, sopesando que su local de Avenida Colón 2550
de la ciudad de Mar del Plata constituiría una oficina destinada
exclusivamente a la realización de trámites administrativos por sus
clientes y no un centro comercial dispuesto para la venta de tarjetas
para consumos telefónicos, planteo que –al no haber sido sometido a
conocimiento del juez de grado en oportunidad de articularse la
presente acción anulatoria [cfr. fs. 7/38]- no constituye más que
el fruto de una reflexión tardía, elemento inhábil para fundar un
recurso de apelación [cfr. doct. esta Cámara causa C-2966-BB1
"Frigorífico Bay Blanc S.A.", sent. del 12-06-2012, y sus citas],
en tanto, por imperio de lo normado en el art. 272 del C.P.C.C. –
aplicable a la especie en virtud de la remisión contenida en el art.
77 del C.P.C.A.-, le está vedado al tribunal ad quem el tratamiento
de cuestiones que no fueron sometidas al magistrado de origen
[argto. doct. S.C.B.A. en la causa B. 75.831 “S.A.D.A.I.C.”, sent.
del 13-XII-2002; esta Cámara causas C-2521-NE1 “White”, sent. del
15-11-2011; C-2835-MP2 "Herrera Vegas", 07-02-2012].
1.2. Si bien lo expuesto sella la suerte negativa del agravio
examinado, remarco que el juez de grado indicó que la publicidad
efectuada por Telefónica de Argentina S.A. patentizaba una
trasgresión frente a lo reglado en el art. 4 de la Ley 24.240, pues
expresaba –sin más- que las “tarjetas control” se hallaban
disponibles para la venta en los “centros comerciales” de la
empresa, expresión que no permitía distinguir con claridad los
locales de la actora en los que se vendía el producto en cuestión
de aquellos en los que éste no se comercializaba, desarrollo lógico
que no ha sido rebatido de manera fundada y razonada por la
apelante [cfr. art. 56 inc. 3°del C.P.C.A.; esta Alzada causa C-
7343-DO1 “Martín Rawson”, sent. de 15-02-2018].
2. Advierto que la firma recurrente plantea, a modo de segundo
agravio, la ilegalidad, irrazonabilidad y desproporción de la multa
que se le fijara en sede administrativa.
Bien vale recordar que en este campo el órgano administrativo
posee un prudente margen de arbitrio por lo que, si se denuncia un
exceso de punición, es necesario acreditar una significativa
desproporción entre la sanción adoptada y el reproche que pudiera
hacérsele en su proceder a la sancionada.
El art. 73 de la ley 13.133 prevé un elenco de sanciones a
aplicar para el supuesto de transgresiones al régimen de protección
de consumidores y usuarios, entre las cuales figura la de “… multa
de cien ($ 100,00) pesos a quinientos mil ($ 500.000,00) pesos …”
(inc. “b”) fijando, en el art. 77, las pautas para la aplicación y
graduación de las sanciones allí previstas, exigiendo a la
Administración tener en cuenta “… a) La circunstancia de haber
denunciado, celebrado o no un acuerdo conciliatorio, y caso
afirmativo, haberlo o no cumplido; b) El perjuicio resultante de la
infracción para el consumidor o usuario; c) La posición del
infractor en el mercado; d) La cuantía del beneficio obtenido; e)
El grado de intencionalidad; f) La gravedad de los riesgos o de los
perjuicios sociales derivados de la infracción y su generalización;
g) La reincidencia; h) Las demás circunstancias relevantes del
hecho…”.
Con lo anterior en vista, entiendo que tanto la penalidad
adoptada como su cuantía encuentran apuntalamiento en los parámetros
establecidos en la ley, encontrándose mucho más cerca del mínimo de
la escala que de su máximo y que responde a las pautas allí
contenidas, por lo que mal puede predicarse que nos encontremos
frente a un supuesto de exceso de punición.
Tampoco verifico que en la especie se presente una
“desproporción inmotivada” como alega la empresa, en tanto el Juez
de Faltas fue concluyente al citar en sustento de su postura el art.
49 de la Ley 24.240 y el art. 77 de la ley 13.133, ponderando
detalladamente –a la luz de esta última norma- que la elección de
la punición cuestionada obedecía a que no había mediado acuerdo
conciliatorio entre las partes; al grado de intencionalidad, la
gravedad de los riesgos o de los perjuicios sociales derivados de
la infracción y su generalización de no tomarse medidas correctivas
y la reincidencia tanto en el orden nacional como provincial. Se
sopesó, además, que el consumidor habría sufrido un evidente
perjuicio y que aquel no había sido saneado por la empresa pese a
contar con instancias previstas para ello y las demás circunstancias
acreditadas en la especie que determinaron la verificación del
incumplimiento normativo aquí comprobado.
Para más, no obran en autos constancias de las que surja
suficientemente acreditados una desviación de poder, uso abusivo
del régimen aplicado o un tratamiento discriminatorio o irrazonable
en la ponderación de los distintos criterios para fijar el castigo
administrativo (cfr. doct. esta Cámara causa C-2001-AZ1
“Cablevisión S.A”, sent. de 30-09-2010), circunstancias cuya prueba
no incumbía sino ineludiblemente a la sociedad actora en atención
al carácter de juicio pleno en que se desenvuelve la acción
contencioso administrativa y no sólo por su posición en el proceso,
sino por la presunción de legitimidad de que goza la actividad de
la Administración (cfr. doct. esta Cámara causa C-7712-NE1 “Telecom
Personal S.A.”, sent. del 06-02-2018 –y sus citas-).
Bajo tales lineamientos, considero que tanto la multa como su
importe –que asciende a la suma de pesos veinte mil ($ 20.000,00)-
no lucen irrazonables en relación a la infracción que tiende a
sancionar, toda vez que dicha penalidad pecuniaria fue fijada en un
valor equivalente al cuatro por ciento (4%) del monto máximo que al
efecto prevé la norma aplicable al caso, en una temática que, por
su naturaleza, a la par del fin eminentemente tuitivo de los
consumidores y usuarios (principio protectorio consagrado en los
arts. 42 de la Constitución Nacional y 38 de la Constitución
provincial), pone una especial atención sobre aquellas conductas
que, por la posición en el mercado que ostentan sus autores, puedan
llegar a generalizarse en desmedro de los derechos constitucionales
en juego.
Los motivos expuestos sellan la suerte negativa del agravio
en tratamiento.
III. Si lo expuesto es compartido, habré de proponer al
Acuerdo rechazar el recurso de apelación interpuesto con fecha 13-
05-2015 y, en consecuencia, confirmar la sentencia en crisis en
cuanto fue materia de agravio en dicho embate. Las costas de Alzada
deberían imponerse a la recurrente, en su condición de vencida [cfr.
art. 51 inc. 1° del C.P.C.A. –texto según ley 14.437-].
En consecuencia, voto a la primera cuestión planteada por
la negativa.
Los señores Jueces doctores Riccitelli y Ucín, por idénticos
fundamentos a los brindados por el señor Juez doctor Mora, votan a
la primera cuestión planteada por la negativa.
A la segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor Mora
dijo:
I.1. El juzgador de la instancia anterior entendió que
correspondía imponer los gastos causídicos en el orden causado,
atento lo reglado en el art. 51 del C.P.C.A., texto según ley 13.101.
2. A fs. 114/115 la parte demandada y sus letrados apoderados
se agravian del modo en que fueron distribuidas las costas, por
cuanto entienden que correspondería imponer éstas íntegramente a la
accionante vencida en razón de lo reglado en el art. 51 del C.P.C.A.,
en la redacción brindada por la ley 14.437.
3. Al ejercer su derecho a réplica, la parte actora
controvierte los dichos de la accionada y requiere el rechazo del
recurso incoado.
II. El recurso merece prosperar.
Destaco que la ley 14.437 (B.O. N° 27.006 del 08-02-2013) -en
vigor desde del 17-02-2013- modificó sustancialmente el régimen de
costas en el orden causado establecido como regla en el ordenamiento
procesal contencioso administrativo hasta entonces vigente,
instaurando así un nuevo principio general mediante el que se
dispone que “…el pago de las costas estará a cargo de la parte
vencida en el proceso…” (cfr. art. 51 primer inciso, primera parte
del C.P.C.A. en su actual redacción) y contemplando, a su vez, dos
supuestos de excepción a dicho postulado: uno de índole subjetiva,
referido a la existencia –a juicio del magistrado- de mérito
suficiente como para eximir al vencido “…total o parcialmente del
pago de las costas al vencido…”, y otro vinculado a la naturaleza
del reclamo, que impone distribuir las costas en el orden causado
si “…la parte vencida en el proceso fuere un agente público o quien
hubiera reclamado un derecho previsional, en causas en materia de
empleo público o previsional…”.
Tal es entonces el esquema normativo procesal que,
encontrándose vigente al momento de dictar sentencia, debió
aplicarse –sin más reparo que la sola comprobación de que su
recepción al pleito no afecte la validez de los actos ya cumplidos
de conformidad con las leyes anteriores- al caso de marras (cfr.
doct. esta Cámara causa C-6146-MP1 “Swiss Medical S.A.”, sent. del
17-03-2016).
Advierto entonces que llevan razón los recurrentes en cuanto
arguyen que el a quo se apartó injustificadamente de aquel principio
instituido por la ley 14.437, vigente al tiempo de dictarse
sentencia -acto jurisdiccional en el que debe fijarse la condena en
costas [cfr. art. 163 del C.P.C.C.; art. 77 inc. 1° del C.P.C.A.]-
y en virtud del cual correspondía que la parte actora, en su
condición de vencida –determinada por el rechazo de la pretensión
deducida en autos- cargase con los gastos causídicos irrogados a su
contraparte, tal como para un caso similar esta Cámara indicara en
la causa C-5916-MP1 "Telecom Personal S.A." (sent. del 03-09-2015),
a cuyo texto se remite.
Con todo, corresponde acoger el recurso analizado y –
consecuentemente- modificar la sentencia de grado en el sentido aquí
expuesto.
III. Habré de proponer al Acuerdo acoger el recurso de
apelación interpuesto con fecha 30-04-2015, dejar sin efecto la
atribución de costas de primera instancia decidida por el a quo e
imponer los gastos causídicos a la parte actora en su condición de
vencida. Las costas de Alzada deberían imponerse a la parte actora
atento su condición de vencida [cfr. art. 51 inc. 1° del C.P.C.A.
–texto según ley 14.437-].
En atención a la solución que se propicia, correspondería
regular honorarios profesionales por labores desplegadas ante la
instancia de grado en favor de la Dra. Matilde Casado y del Dr.
Cristian Gabriel Milasincic –abogados actuantes por la parte
demandada- en el importe de pesos tres mil quinientos ($ 3.500,00-
) y de pesos mil ($ 1000,00-) respectivamente, en ambos casos con
más los respectivos aportes de ley [conf. arts. 77 del C.P.C.A. y
274 del C.P.C.C.; 1, 14, 16, 49 y cdtes. del Dto. ley 8904/77 –
aplicables al caso de marras de conformidad con el decreto N° 522/17
(arg. doct. S.C.B.A. causa I-73.016 "Morcillo", res. de 08-11-2017)-
; arts. 12, 14 y cdtes. ley 6716].
Voto a la segunda cuestión planteada por la afirmativa.
Los señores Jueces doctores Riccitelli y Ucín, por idénticos
fundamentos a los brindados por el señor Juez doctor Mora, votan a
la segunda cuestión planteada por la afirmativa.
De conformidad a los votos precedentes, la Cámara de Apelación
en lo Contencioso Administrativo con asiento en Mar del Plata, dicta
la siguiente:
SENTENCIA
1. Rechazar el recurso de apelación interpuesto con fecha 13-
05-2015 y, consecuentemente, confirmar la sentencia en crisis en
cuanto fue materia de agravio en dicho embate. Las costas de Alzada
se imponen a la recurrente atento su condición de vencida [cfr. art.
51 inc. 1° del C.P.C.A. –texto según ley 14.437-].
2. Acoger el recurso de apelación interpuesto con fecha 30-
04-2015, dejar sin efecto la atribución de costas de primera
instancia decidida por el a quo e imponer los gastos causídicos a
la parte actora en su condición de vencida. Las costas de Alzada se
imponen a la parte actora por haber resultado vencida [cfr. art. 51
inc. 1° del C.P.C.A. –texto según ley 14.437-].
3. Como consecuencia de lo dispuesto en el punto anterior, se
regulan honorarios profesionales por labores desplegadas ante la
instancia de grado en favor de la Dra. Matilde Casado y del Dr.
Cristian Gabriel Milasincic –abogados actuantes por la parte
demandada- en el importe de pesos tres mil quinientos ($ 3.500,00.-
) y de pesos mil ($ 1.000,00.-) respectivamente, en ambos casos con
más los respectivos aportes de ley [conf. arts. 77 del C.P.C.A. y
274 del C.P.C.C.; 1, 14, 16, 49 y cdtes. del Dto. ley 8904/77 –
aplicables al caso de marras de conformidad con el decreto N° 522/17
(arg. doct. S.C.B.A. causa I-73.016 "Morcillo", res. de 08-11-2017)-
; arts. 12, 14 y cdtes. ley 6716].
4. Estese a la regulación de honorarios que, por las labores
ante esta Alzada, se practica por separado.
Regístrese, notifíquese y devuélvanse las actuaciones al
Juzgado de origen por Secretaría.

ROBERTO DANIEL MORA


JUEZ
EXCMA. CÁMARA DE APELACIÓN

EN LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

ELIO HORACIO RICCITELLI


JUEZ
EXCMA. CÁMARA DE APELACIÓN

EN LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

MARIA GABRIELA RUFFA


SECRETARIA
EXCMA. CÁMARA DE APELACIÓN

EN LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

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