El Ingeniero y La Sociedad - Raúl Núñez

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Ingeniería y Sociedad

INGENIERÍA
Y
SOCIEDAD
Raúl A. Núñez – UTN SANTA FE

Registro de propiedad intelectual Ley Nº 11723

(en trámite)
Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

CAPÍTULO I. El Ingeniero en la nueva sociedad mundial

Introducción general
El dictado de esta materia dentro de la carrera de ingeniería se justifica por lo siguiente: el ingeniero
actúa en una sociedad situada en un tiempo histórico determinado y en un espacio culturalmente
definido, que le permite ocupar un rango, una función y una responsabilidad precisa.

No sólo tiene que vérselas con máquinas o con diseños de procesos o con proyectos (de producción, de
administración, de servicios, etc.) sino, dentro y fuera de organizaciones múltiples (colegios de
ingenieros, empresas, organismos estatales, etc.), debe vérselas con personas que pueden ser
colaboradores o competidores. En otras palabras, el ‘mundo’ del ingeniero es en primer lugar el
complejo mundo humano en que está inserto, en el que se mueve y en el que sus esfuerzos tienen
origen y justificación.

Por esta razón, el ingeniero no puede contentarse con adquirir todos los conocimientos y habilidades
que lo hacen ser un especialista (por supuesto debe serlo y en el grado máximo posible), sino que
también debe abarcar con su mirada inteligente y crítica la época en que vive y capaz de hacer un juicio
acertado y ponderado de la misma.

Nuestro propósito es el de ayudar al futuro ingeniero a hacerse un cuadro, lo más completo posible, del
mundo en el que deberá ejercer su profesión. Sin un conocimiento al menos somero de lo que está
sucediendo en la actualidad, no le será permitido interpretar los acontecimientos de los que a diario
tiene noticia, ni prever las dificultades que tendrá que afrontar, ni saber discernir las oportunidades que
pueda encontrar.

Desde luego, dado lo breve de este curso, a lo sumo podemos lograr esta finalidad en un grado
elemental. Así y todo, esperamos que ayudará a ‘abrir ventanas’, en primer lugar para conocer nuestro
entorno y ubicarnos convenientemente; en segundo lugar —y tal vez más importante— para contribuir a
la mejora de la situación existente y eventualmente para replantear desde sus fundamentos el ‘orden’
que de uno u otro modo se nos impone.

Estos objetivos podrán ser alcanzados siempre y cuando:

Se obtenga un marco de referencia, al menos provisorio, que permita integrar los conocimientos
y apreciaciones que ya se tienen y de ordenar las informaciones que diariamente nos ofrecen los
medios de comunicación, las revistas, los libros, las conferencias, etc.
Se posea la información necesaria y suficiente,
Se sea capaz de establecer las relaciones adecuadas entre los hechos, según una secuencia
histórica y lógica,
Se tengan criterios de valoración para discernir lo importante de lo insignificante, lo permanente
de lo pasajero, lo fundamental de lo accesorio, etc.
Se sepa aplicarlos en las circunstancias presentes.

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Pero hay más. No podemos conformarnos simplemente con saber, sino que la realidad nos impone una
toma de posición ética. La conciencia moral nos exige hacer una confrontación entre lo que es de hecho y
lo que debería ser, sacando conclusiones prácticas. No hablamos de confrontar ‘la realidad’ y ‘el ideal’,
como se lo hace con frecuencia, porque estimamos que cuando se habla de una realidad, no debe
entenderse sólo para referirnos a hechos, sino también a posibilidades positivas o negativas que se abren
y a normas éticas que deben regir lo jurídico, lo político, lo económico, etc., que también son realidades
aunque de otro orden.

El trabajo que presentamos aspira a ordenar los resultados de la investigación en forma de un pequeño
manual. Se ha criticado el uso de manuales para la adquisición de conocimientos. Sin embargo ellos
pueden ser útiles para una visión sintética y ordenada de los asuntos. Lo cual no quiere decir que sea
suficiente para el aprendizaje: a ello se debe agregar la lectura de los textos escogidos, sea de libros y
revistas, sea de diarios, sea audio-visuales, etc. Con estas lecturas, además de un contacto más vivo con
los problemas, se logrará el conocimiento actualizado de los mismos así como de una mayor capacitación
para las oportunidades de trabajo que puedan presentarse. Es tan dinámica el movimiento de las ideas y
tan cambiantes los acontecimientos que sin estas lecturas todo quedaría en un esquema sin mayor
utilidad.

Entre las ideas que podrían servir para una comprensión sintética de la realidad, hemos elegido como eje
de nuestra exposición la de “globalización”, no porque sea la única posible, sino porque expresa, tal vez
mejor que ninguna otra, nuestra realidad presente.

Este trabajo ha contado con la colaboración en sugerencias, material bibliográfico y estímulo del Director
de UDB “Cultura e Idiomas” de la UTN Regional Santa Fe, Prof. Máximo R. Chaparro y de sus miembros,
Profesores Myriam F. de Allaio, Cristina R. de Micelli, Isabel B. de Astegiano, Alberto Petrullo, Pedro Solís
y Juan C. Aviani.

El programa de la materia comprenderá las siguientes unidades temáticas:


I.- El ingeniero y la sociedad.
II.- El ingeniero en el mundo actual y su formación.
III.- Los pilares de la formación intelectual del ingeniero.
IV.- La situación del ingeniero en la Argentina.

Santa Fe, marzo de 1998.

Nota aclaratoria:
Desde el equipo docente actualmente a cargo de la cátedra Ingeniería y Sociedad, perteneciente a la UDB Cs.
Sociales del Dpto. Materias Básicas UTN – FRSF, consideramos pertinente aclarar que este material debe
leerse teniendo en cuenta el contexto histórico en el que se escribió (1998). Particularmente en relación a la
temática de género, en la cual se viene trabajando en la Universidad y en especial en la facultad, una
perspectiva distinta a la que sostiene el autor al realizar un diagnóstico sobre las conquistas y ampliación de
derechos para las mujeres, atribuyéndole causas que necesitan ser deconstruidas.
Santa Fe, 2018.

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Capítulo 1
EL INGENIERO EN LA NUEVA SOCIEDAD MUNDIAL

Nuestro propósito en este primer capítulo es presentar a grandes rasgos los procesos y acontecimientos
que van conformando nuestro mundo actual, en vistas de mostrar cuál es el escenario o marco de
referencia de actuación del ingeniero.

I. ¿Qué entendemos por “sociedad”?


El título de este capítulo puede inducir a creer que ingeniero y sociedad son ‘cosas’ que de algún modo
se deben relacionar. En realidad no es así. Ningún hombre puede definirse si no es en relación a la
sociedad en que vive y a la inversa, ninguna sociedad es concebible sin un conjunto de seres humanos.
¿No hubiera sido mejor que el título fuera: “el ingeniero en la sociedad”? Tal vez, pero hemos preferido
que fuese lo más próximo posible a la denominación de la materia. Creemos que definiendo el concepto
de sociedad se evitará toda confusión.

Genéricamente se entiende por ‘sociedad’ el conjunto de relaciones humanas que se establecen en


función de un proceso o finalidad común.

Analicemos la definición:
 la sociedad no es la suma de individuos sino el conjunto creado por la inter-relación entre los
mismos.
 lo que da razón de ser y especificidad a una sociedad es el logro de un fin o interés que
individualmente no se puede alcanzar.
 hacia adentro y hacia fuera, las interrelaciones establecidas se traducen por conductas significativas
que pueden ser amistosas (acomodación, cooperación, fusión) o agresivas (oposición, conflicto,
competencia).
 por tratarse de relaciones humanas, no debe olvidarse que nacen de conocimientos, decisiones y
sentimientos propios del hombre, plasmados dentro de una cultura y de una historia personal y
social.

Entre los motivos que inclinan a las personas para establecer relaciones recíprocas debemos señalar ante
todo la necesidad de la mutua colaboración para satisfacer entre todos las carencias y apetencias propias
de la naturaleza humana, tanto de orden material como espiritual. Pero no es el único. Además la
sociedad satisface el deseo del hombre de compartir sus proyectos, deseos, estados de ánimo, etc. con
los demás. Y en último término, el motivo siempre presente es lograr una convivencia que permita el
pleno desarrollo de las capacidades humanas.

Así pues, la sociedad no es una especie de entidad que flota por encima de los individuos que la
componen, sino que está constituida por la trama de relaciones concretas dentro de las cuales, de un
modo más inmediato o lejano, cada uno está implicado.

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En la sociedad podemos distinguir:


 el sustrato o “material” que compone la sociedad: individuos de tal o cual edad y sexo, que residen
en tal o cual lugar, que son tantos o cuantos, etc.
 las formas de asociación y su funcionamiento global que regulan las acciones y comportamientos,
fijan los roles, distribuyen las responsabilidades, en una palabra, fijan los deberes y derechos de cada
uno.
 los tipos de acciones y prácticas que están determinados por los fines o intereses comunes que han
constituido la asociación. El tipo de acción propio de los padres no es el mismo que el de un gerente
o de un dirigente gremial.

Dentro de este concepto general, podemos distinguir tres niveles: la sociedad mundial en su totalidad,
las sociedades histórica y culturalmente constituidas y las sociedades particulares.

Las múltiples relaciones humanas a través del tiempo y del espacio constituyen concretamente la
sociedad humana como un todo. De allí que podamos hablar de la situación actual de la humanidad o de
sociedades primitivas y de sociedades civilizadas como etapas que el hombre ha ido recorriendo en
busca de una mayor plenitud de vida. Vuelta a vuelta las relaciones del hombre con el mundo y con sus
semejantes, así como la conciencia de sí mismo, ha ido y va cambiando.

Esta sociedad mundial presenta sin embargo una gran multiplicidad de pueblos, con su historia y cultura
propias, lo que nos lleva a hablar de “sociedades” en plural. En este nivel de consideración se concretan
más y mejor las interacciones humanas, ya que tienen un fundamento común en las tradiciones,
instituciones y avatares propios de determinados grupos humanos, en lo político, económico, religioso,
jurídico, etc. que han afectado o afectan a la comunidad.

A su vez, los distintos pueblos no son una masa informe de individuos sino que están conformados por
sociedades que se articulan dentro de los mismos. Estas sociedades son diversas, no solamente por el
fundamento de la relación, sino también por sus fines. Así una familia se fundamenta en relaciones
biológicas y psicológicas y en vistas a la procreación y ayuda mutua, mientras que las otras se
fundamentan en elección libre y según otros fines (comerciales, productivos, profesionales, deportivos,
etc.). Las distintas asociaciones se encarnan en la historia de cada pueblo, cuyos intereses están sujetos a
muchas circunstancias, algunas favorables y otras desfavorables.

Así pues, el individuo entra a formar parte de la sociedad humana, de un modo inmediato, como
miembro de una familia y de un vecindario y como partícipe de ‘sociedades particulares’ más o menos
formales, que se interpenetran e influyen mutuamente. En cada una de estas asociaciones el hombre
cumple un determinado papel (roles sociales): en la familia puede ser el padre, la madre o el hijo, abuelo
o tío, etc.; en un colegio de ingenieros puede estar en la comisión directiva (a su vez con una función) o
ser simple miembro, etc. Desde luego, un mismo individuo participa a la vez de varias sociedades
particulares, como por ejemplo, puede ser hijo/a en la familia, ser alumno o profesor en la universidad,
ser miembro de un club, etc. al mismo tiempo, aunque cumpliendo en cada caso un rol distinto.

Todas estas organizaciones particulares están dentro de una esfera que las comprende y las condiciona
en líneas generales, a saber, la sociedad políticamente constituida. En efecto, las relaciones que en ellas
se establecen están estructuradas conforme a determinadas normas generales que garantizan el
accionar común, a saber, los derechos y deberes que como ciudadanos les corresponde, así como a ‘las
políticas’ (económicas, educativas, científicas y tecnológicas, etc.) fijadas por el poder constitucional.

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Será dentro de una sociedad políticamente constituida e histórico-culturalmente determinada, inserta a


su vez dentro de la sociedad mundial, donde el ingeniero deberá desempeñar una tarea en orden a la
producción de bienes o servicios.

Debemos pasar ahora a un examen más detallado, sin lo cual nos quedaríamos en conceptos demasiado
generales, insuficientes para conocer y comprender más ajustadamente lo que podemos llamar ‘el
escenario’ de nuestra vida actual como universitarios y en el futuro, como profesionales. Esto es, el
contexto dentro del cual en la actualidad se desarrollan nuestras ideas, sentimientos y acciones.

II. La sociedad en la época actual


Asistimos a una época de cambios en la sociedad mundial que, en cuanto extensión, rapidez y
profundidad, posiblemente no tenga antecedentes en la historia. Desde luego, esto se ha ido gestando
con anterioridad, pero sus efectos masivos son relativamente recientes. A partir de la segunda mitad del
siglo XX y tras la guerra mundial (1939-1945) se abrió un nuevo período histórico para la humanidad. La
dinámica de los acontecimientos ha hecho surgir una nueva situación política, económica, social,
religiosa, científico-tecnológica y cultural que ha puesto en cuestión todos los sistemas aparentemente
estables, con la incertidumbre y riesgos consiguientes.

Estos cambios producen una profunda crisis en las conciencias individuales y sociales (el hombre no sabe
a qué atenerse) y que no es pasajera o coyuntural, sino propia del advenimiento de algo que aun no se
ve con claridad cómo será ni cómo debe ser. El hombre debe reacomodar sus ideas, actitudes y
sentimientos para afrontar los nuevos desafíos, sin contar con las recetas tradicionales.

Dando una rápida ojeada a los acontecimientos más salientes a que hemos hecho referencia, desde la
mitad de nuestro siglo, destacamos:
 en lo político: el enfrentamiento entre Estados Unidos y la URSS por la hegemonía mundial (guerra
fría) que tuvo en vilo a la humanidad durante varias décadas (incluida la posibilidad de una guerra
atómica) tiene como desenlace la desintegración de la Unión Soviética con la consiguiente
hegemonía de los países capitalistas, liderados por EEUU.
 en lo económico: tras una expansión industrial, mercantil y financiera sin precedentes —que alentó
el consumismo indiscriminado— las crisis (sobre todo la del petróleo) han venido a demostrar que
los recursos no son infinitos y que el desarrollo tiene sus reglas y límites. Asimismo la crisis de las
Bolsas de Valores que comenzó en los países asiáticos, arrastró a las demás provocando un estado de
cosas todavía impredecible.
 en lo cultural: al mismo tiempo que una debilitación de las culturas locales y de una fuerte igualación
de las mismas (gustos, ideas, modas, etc.), aparecen movimientos contestatarios, sean pacíficos o
violentos, que rechazan, en parte o en todo, los valores, actitudes y filosofías de la cultura
dominante.
 en lo ideológico: la crisis de las ideologías modernas (el liberalismo y el socialismo en sus formas
clásicas) han privado a los movimientos sociales de un marco de referencia para su acción,
reapareciendo no obstante, con vigor y revalorizadas nuevas “utopías sociales”.
 en lo educativo: la puesta en discusión desde sus bases al sistema escolar, anclado en una pedagogía
autoritaria, enciclopedista y reproductiva de conocimientos, han abierto el camino para los ensayos
de nuevos métodos y objetivos.

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 en lo religioso: crisis en las grandes instituciones religiosas tradicionales que se traducen en


movimientos de renovación o en el surgimiento de sectas y movimientos, a veces pequeños, pero de
gran poder de expansión.
 en lo ecológico: la toma de conciencia de los peligros tanto materiales (contaminación ambiental, de
alimentos, etc.) como psicológicos y espirituales (villas miserias, hábitat urbano y familiar
inhumanos, etc.), producto de un desarrollo económico y tecnológico sin criterios humanistas, han
dado lugar a nuevas propuestas para un desarrollo sustentable y sostenido.
 en lo psicológico y moral: una enorme crisis de valores y una gran incertidumbre frente al presente y
al futuro.

Siguiendo la dinámica de la historia en los últimos cuatro siglos, estos acontecimientos han acabado por
transformar profundamente la sociedad en todos los estratos y niveles. Este fenómeno es conocido hoy
día bajo distintos nombres (mundialización, planetarización, etc.) pero el más usado es el de
“globalización”.

III. La “globalización” como característica


Es ya un lugar común decir que “el mundo se ha convertido en una aldea global o planetaria”. Los medios
masivos de comunicación nos dan a conocer al instante los acontecimientos de todas partes del mundo,
las situaciones de diversos estamentos sociales, las novedades en ciencia y técnica, las modas, los gustos
estéticos, las marcas comerciales más prestigiosas, los problemas bursátiles, las opiniones más diversas.
Al mismo tiempo, para muchos les es posible a través de viajes (reales o virtuales), conocer personas y
geografías distintas a las habituales. Todo indica que el mundo se ha hecho más pequeño, en el que
todos de una forma u otra se enteran de las cosas que suceden a diario.

Sin embargo, la metáfora de “aldea planetaria” en realidad es imperfecta, pues no implica el trato
humano directo. En todo este proceso existe sólo un contacto virtual e impersonal, en gran medida
ligado al desarrollo de sistemas y redes mundiales de información y comunicación. Con estas
precauciones, la imagen de una aldea global puede sernos útil para comprender la realidad del mundo
actual. (…)

Ahora bien, ¿qué se entiende por “globalización”? La globalización —en definición de McGrew y colegas
—:
 hace referencia a la multiplicidad de interconexiones y vínculos entre los Estados y las sociedades
que construyen el actual sistema mundial.
 describe el proceso a través del cual los acontecimientos, decisiones y actividades en cualquier lugar
tienen repercusiones significativas en todos los rincones del mundo.
 la globalización se manifiesta en dos fenómenos diferentes: el del alcance (=extensión) y el de la
profundidad (=intensidad). Por un lado define una serie de procesos que abarcan la mayor parte del
globo o que operan a escala mundial. El concepto tiene pues una connotación espacial. Por otro
lado, también implica una intensificación de los niveles de interacción de interconexión o
interdependencia de los Estados y sociedades que integran la sociedad mundial.
 evidentemente, la globalización no significa que el mundo venga a quedar políticamente más unido,
o que se haga económicamente más interdependiente o culturalmente más homogéneo. “La

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globalización es muy desigual en cuanto a su alcance e irregular en cuanto a sus consecuencias”


(citado por Petrella, pág. 53).

El proceso de globalización en realidad responde a un ‘orden’ en el doble sentido de la palabra: un nuevo


ordenamiento de las relaciones humanas, fundado en primer lugar en intereses económicos y de una
imposición o mandato por parte de los autodenominados países desarrollados. (Según muchos autores
se trata del nuevo nombre del imperialismo post-moderno). El fenómeno de globalización —entendido
como una fuerte tendencia— ha traído importantes consecuencias en todos los planos de l vida humana
individual, familiar y social, además del estrictamente económico.

La globalización afecta a los sistemas y accionar político, económico, social, científico-tecnológico,


cultural y educativo. Es necesario analizarlo uno por uno, y ver la implicación en la vida del actual
universitario (…). Como todos estos factores están interrelacionados, será necesario luego hacer una
síntesis. De este modo la palabra globalización tendrá un contenido concreto. Comenzaremos con una
referencia a los sistemas de comunicación que son los que en realidad permiten la globalización y que
están modificando profundamente todos los campos (políticos, sociales, culturales, educativos,
científico-tecnológicos, etc.).

IV. La globalización en las comunicaciones


1. Marco conceptual

“La comunicación se produce toda vez que las personas atribuyen significación a l conducta relacionada
con un mensaje” (Mortensen). En esta amplia definición se incluye toda forma de ponerse en contacto
con otros de un modo significativo, sea a través de gestos, palabras, silencios, etc. La comunicación
humana reviste miles de formas distintas, pero sin embargo todas ellas adoptan vuelta a vuelta una
cierta estructura común, que va variando conforme a los que se comunican (emisor-receptor), a lo que
comunican (mensaje), a cómo se comunican (códigos) y al medio que usan para comunicarse (símbolos y
aparatos).

La comunicación no es una suma de acciones que se cruzan, sino es un proceso. Es un proceso que se da
dentro de un contexto (físico, psicológico y social) y no se agota en una sola orientación —como un va y
viene— sino que produce un efecto de retroalimentación. La combinación de estas variables es infinita
de tal modo que nunca se repite exactamente el mismo fenómeno, sea porque cambian las personas, o
el estado de ánimo o de salud, o el mensaje, etc.

En medio de esta riqueza de formas, los estudiosos distinguen la comunicación interpersonal o privada
de la comunicación social o pública. La distinción se justifica, porque los caracteres psicológicos y
sociológicos de una y otra son distintos. El fenómeno de la globalización ha afectado a ambas, pero lo
que más interesa a nuestro estudio es la segunda.

2. La comunicación en la globalización

Para muchos, los sistemas de comunicación son la causa de la globalización. Sin dudas, los modernos
aparatos y sistemas de comunicación han permitido que el mundo se ‘achicara’. La posibilidad de

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almacenamiento y distribución de la información, de su difusión casi instantánea, de la posibilidad de


decisiones rápidas, etc., han hecho del planeta una sociedad global.

Pero es ella la causa de la globalización o más bien es efecto de una voluntad de poder (económico,
político, militar) y de una mentalidad tecnológica que se ha instalado en Occidente? En toda acción social
es indispensable ciertamente la comunicación, pero el vertiginoso desarrollo de los medios físicos de una
comunicación obedecen a la expansión capitalista. El capitalismo ha impulsado —por lógica de los
negocios— este desarrollo. Este ha sido pues el efecto de un proceso histórico que vio en las técnicas de
comunicación el mejor aliado para sus intereses. A su vez, el proceso de re-alimenta cuanto más y
mejores sean estos medios, los sistemas productivos y comerciales serán más y más eficientes y
lucrativos.

3. La importancia actual de los medios de comunicación

Los medios de comunicación social han tenido estas últimas décadas un incremento en cantidad, calidad
y diversidad sin precedentes. Desde los primeros correos y telégrafos, teléfonos y radiotelefonía, hasta
su actual perfeccionamiento y con la incorporación de la televisión y redes computacionales, el mundo
de las relaciones humanas se ha hecho mucho más amplio pero también mucho más impersonal. La
creencia de que la posesión de estos medios traería como consecuencia necesaria una mayor
comprensión e intercambio entre los hombres (mentalidad tecnológica) se ha atenuado mucho. Es que la
comprensión humana y la comunicación profunda no dependen solamente de los aparatos a disposición.

Estos son medios —desde luego muy valiosos— pero lo decisivo son las personas que se valen de ellos.
Más concretamente, además de la posesión y de la habilidad para su uso, lo decisivo sigue siendo la
capacidad de saber usarlos para una verdadera promoción de los valores humanos.

J. Naisbitt ha destacado la importancia que hoy reviste la información, resumiendo su pensamiento en la


determinación de cinco claves para entender y actuar:
 la sociedad de la información es una realidad socio-económica, no una mera abstracción intelectual.
 las innovaciones en materia de comunicaciones y tecnología de la computación aceleran el ritmo del
cambio, acabando con la información estancada.
 las nuevas tecnologías de la información serán aplicadas primero a las tradicionales tareas
industriales e irán originando gradualmente nuevas actividades, procesos y productos.
 en esta sociedad altamente alfabetizada en la que necesitamos más que nunca saber leer y escribir,
nuestro sistema educativo entrega un producto de creciente baja calidad.
 la tecnología de la nueva era de la información no es infalible. Triunfará —o fracasará— de acuerdo
con la interrelación: alta tecnología-respuesta humana compensatoria. (en “Megatendencias”, pág.
44).
 evidentemente, la globalización no significa que el mundo venga a quedar políticamente más unido,
o que se haga económicamente más interdependiente o culturalmente más homogéneo. “La
globalización es muy desigual en cuanto a su alcance e irregular en cuanto a sus consecuencias”
(citado por Petrella, pág. 53).

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4. El contexto espacial de la comunicación

Toda comunicación se da dentro de un contexto físico, psicológico y social. En estas últimas décadas,
los grandes sistemas de comunicación han alterado profundamente estos contextos. El contexto básico
de la comunicación humana es el que se da en un lugar determinado y cara a cara. Naturalmente la
distancia física exigida debe ser tal de permitir la percepción del otro. A medida que se han enriquecido
los medios de comunicación, esta relación cobra una mayor independencia reduciendo la presencia
física, por ejemplo, el teléfono, en el que la presencia física se reduce a la voz. En pocos años estos
medios se han multiplicado y diversificado de un modo extraordinario, de tal modo que se ha creado
un contexto comunicacional que algunos denominan el ‘espacio virtual’ de las comunicaciones.

Hasta no hace muchos años se aseguraba que “las posibilidades de interacción humana serían infinitas -
salvo por las limitaciones del lenguaje y del espacio- de no existir la extensión de distancias físicas. (…)
Dada la realidad de un mundo que está definido tanto por el enorme atestamiento como por una
separación física inmensa entre las personas, las posibilidades de que una persona elegida al azar llegue a
poder hablar con otra persona dada, es más cuestión de proximidad física que de otro cualquier factor
aislado” (Mortensen III, pág. 12-13). Ahora bien, la situación ha cambiado rápidamente con las
computadoras -a las que ya se están agregando vos e imagen- y con los satélites artificiales. La formación
de redes de comunicación cada vez más diversificadas y potentes, permiten de hecho lo que hasta hace
poco parecía una dificultad insuperable.

Una de las grandes ventajas de las redes informáticas es el modo fácil, senillo y cómo de de conseguir
información. Los efectos son múltiples tanto en las áreas del conocimiento como de la acción. Para
poner algunos ejemplos: lo que antes llevaba un trabajo penoso en la búsqueda de información a
través de catálogos y ficheros de bibliotecas, hoy día se va simplificando con el recurso de los bancos de
datos sin salir del escritorio; los que antes exigía lugares físicos muy amplios y con mucho personal para
las ocupaciones administrativas, hoy día se abre la posibilidad de hacer el trabajo con más comodidad
(y ahorro de las empresas) desde su casa; lo que antes imposibilitaba al discapacitado físico a integrarse
a un grupo de trabajo, hoy día se va logrando salvar estas dificultades; lo que antes exigía tiempo y
traslado físico para los negocios y transacciones, hoy día se lo puede hacer con rapidez y comodidad,
etc.

En los merados de capitales y de trabajo, el acceso a los bancos de datos e información, la creación de
redes para el intercambio de información de todo tipo en lo científico y tecnológico, la educación a
distancia, han abierto nuevos desafíos a l organización y gestión de los centros educativos y
concretamente a la universidad: estamos frente a la creación de ‘universidades virtuales’ que ya no
ocupan grandes lugares físicos y en las que la relación profesores-alumnos puede modificarse
profundamente.

Pero también un peligro se cierne en estos procesos, entre otros, la pérdida de la importancia de los
contactos propiamente humanos, la reducción de la comunicación a estándares programados con la
consiguiente mecanización y estrechamiento espiritual, la pérdida de privacidad, etc. Los bancos de
datos personales pueden muy bien ser aprovechados por las empresas para “fichar” sus clientes
actuales y posibles, o para los sistemas de seguridad o de los servicios de inteligencia dentro del propio
país para fines espurios, y aun por organizaciones terroristas. En estos y otros casos existe el enorme
riesgo de poner al individuo a merced de propósitos no siempre útiles y legítimos, y a veces claramente
criminales. La globalización de las comunicaciones tiene así una doble cara: una, como herramienta
formidable de relaciones humanas y la otra, como instrumento de alienación y dominación.

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5. El contexto temporal de las comunicaciones

La comunicación no sólo implica un lugar donde se efectúa sino también un tiempo para el encuentro.
Ahora bien, los nuevos medios de comunicación han permitido que este tiempo se haya acortado y casi
suprimid. Se puede afirmar que asistimos a una simultaneidad en el tiempo.

Desde luego la percepción del tiempo ha cambiado a través de los siglos. La concepción del tiempo como
un valor que debe aprovecharse (“el tiempo es oro”) está íntimamente ligado a una concepción de la
vida fuertemente macada por la valoración (o sobrevaloración) del trabajo y de lo económico en general,
propio de la modernidad.

De aquí la planificación del tiempo pensado en términos cuantitativos en la fijación de las metas y su
articulación (a corto, mediano o largo plazo), en la decisión y ejecución de las tareas, en la creación de
máquinas cada vez más veloces y eficientes, etc. en esta planificación cumple un papel fundamental el
‘ahorro’ del tiempo desde las investigaciones de mercado hasta de conocimientos científicos y
tecnológicos. El afán de “no perder el tiempo”, ligado a la fuerte competitividad, aumenta la rapidez de
las transformaciones, dado que, como se ha dicho, la comunicación humana conoce la
‘retroalimentación’: no sólo se decepciona o mete una información, sino que se produce en ambos
comunicantes una serie de efectos dinámicos —cognoscitivos y afectivos— que la llevan adelante.

Asimismo, no se pierde tiempo en reproducir algo que ya se está haciendo en gran cantidad y buen
suceso, ni de estudiar algo que ya se ha hecho. Con lo cual se tiende a dejar definitivamente todo el
pasado y valorizar lo más reciente. No obstante esto, se va demostrando que no es perder el tiempo el
revisar métodos en investigaciones del pasado, de donde poder arrancar desde el punto en el que otro
ha dejado o seguir el rastro de una investigación donde se ha producido un desvío o un quiebre, así como
el de revalorizar ideas, conocimientos y técnicas de una larga tradición en la humanidad.

El enorme dinamismo de nuestros días es fruto de una universalización o globalización que si bien tiene
la desventaja de crear un ritmo que no permite muchas veces una reflexión más seria y despierta un
ansia desmedida de resultados inmediatos, tiene la ventaja, por ejemplo en lo intelectual, de tener
acceso a un variada información acerca de hechos, ideas o alternativas impensadas.

V. La globalización en la política
1. Marco conceptual

Cuando hablamos de ‘política’ no nos referimos a las actividades partidarias ni a la gestión de un


gobierno, sino ante todo a la sociedad en cuanto política. Se entiende por tal, la que reúne y abarca
dentro de un determinado territorio a todas las asociaciones naturales o libres y las articula para el logro
del interés que sobrepasa los intereses particulares y que al mismo tiempo los hace posibles, p.e.
seguridad jurídica, educación básica, salud, defensa, sistemas de comunicación física (rutas terrestres,
marítimas o aéreas, etc.) y virtual (p.e. las telecomunicaciones). Nos referimos en concreto al Estado
(Nacional o Provincial).

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Todo Estado tiene una Constitución, escrita o no, que fija su estructura (p.e. representativo, republicano
y federal), las funciones y áreas en el ejercicio del poder sobre una determinada comunidad (p.e.
legislativo, ejecutivo y judicial) así como los derechos y garantías de los ciudadanos. En esta constitución
o “carga magna” se fundamenta la legitimidad del poder y de las leyes, así como las decisiones que
comprometen las actividades ciudadanas a corto, mediano o largo plazo.

Al estar a cargo de los intereses generales de la comunidad, el Estado debe tomar decisiones generales
acerca de cómo encarar los distintos problemas. Así se habla en plural de ‘las políticas’ p.e. económica,
educativa, cultural, etc. que se expresan, en los regímenes democráticos, en la plataforma de los
partidos políticos.

Hay diversas concepciones acerca del papel del Estado, que son objeto de discusiones, tanto más
importantes cuanto que tienen que ver con la vida en común. En líneas muy generales, mientras para
algunos el Estado es la fuente de todos los derechos sin ninguna otra instancia deltitimación (Estado
Totalitario); para otros el Estado simplemente garantiza el ejercicio de los derechos que son inherentes a
la condición humana de los individuos (Estado liberal); para otros, en fin, el Estado debe promover
positivamente el bien común de los ciudadanos, dejando a salvo las iniciativas privadas y respetando los
derechos naturales de las personas (Estado en la concepción clásica).

2. Del estado social al estado post-social

El Estado como hoy día lo conocemos tiene su larga historia. Para nuestro propósito nos basta saber lo
que ha sucedido en estas últimas décadas. Hasta no hace mucho el Estado moderno era definido como
una entidad nacional, soberana e independiente. O sea, con una población afincada en un territorio bien
delimitado y unida por una cultura común (idioma, historia, costumbres, tradiciones propias), regida por
leyes consensuadas por la comunidad y capaz de decisiones inapelables en relación a cualquier otra
autoridad. En otros términos, el Estado como sujeto de decisiones últimas. Actualmente esta noción está
en crisis. Pero no nos adelantemos.

En el periodo que siguió a la guerra mundial (1945-1970 aprox.) se impuso la necesidad de la


reconstrucción europea, para lo cual el Estado debía cumplir un papel protagónico. Fue así como en
muchos países capitalistas se adoptó un modelo de Estado con un fuerte énfasis en el componente social
y que de hecho ayudó a la reconstrucción europea: el llamado “Estado Social” o “Estado de Bienestar”.

Sobre la base del concepto tradicional, el Estado se reservó la creación y administración de las grandes
empresas petroleras, viales, telefónicas, siderúrgicas, ferroviarias, etc. Además diseñó un sistema
proteccionista de las industrias locales, con altos salarios y estabilidad en los empleos en la convicción de
que las industrias se mantienen y desarrollan en la medida en que los salarios buenos y seguros permiten
la adquisición de los productos. Es decir, se adoptó una economía basada en la creación de un buen
mercado interno, gracias a lo cual podría cerrarse el círculo producción-distribución-consumo, lo que
permite una permanente realimentación del sistema. El pleno empleo y con altos salarios posibilitaba el
consumo, lo que a su vez empujaba a las empresas a una mayor producción, cuyas ganancias seguras
hacían posible cada vez mejores salarios. En términos precisos, ésta es originariamente la ‘sociedad de
consumo’: el consumo masivo era una política económica, por las razones expuestas.

Ahora bien, a partir más o menos de la década de los ’70, el Estado Social hace crisis, dando lugar a otro
modelo en el que se remarcará la libre iniciativa, la libertad individual y la competitividad no sólo

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Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

económica, sino también tecnológica y educativa y la apertura de las fronteras nacionales. (Más adelante
señalaremos las causas de las crisis del Estado Social o de Bienestar). La llamada “globalización” se hace
entonces presente, provocando las crisis ya señaladas más arriba.

Los cuadros que presentamos a continuación sintetizan los rasgos más importantes del llamado ‘Estado
social’ contrapuestos a los del ‘Estado Post-social’.

El Estado Social
Derechos del trabajador
Pleno empleo con salario mínimo garantizado.
Empleo para toda la vida.
Buenas condiciones de trabajo (salarios, vacaciones pagas, duración de la jornada laboral,
participación de los trabajadores).
Convenios colectivos de trabajo.
Medidas de seguridad y de protección social para cubrir al empleado y a su familia de los
riesgos de enfermedad, accidentes, muerte, etc.
Promoción de la igualdad de oportunidades
Ayudas públicas al campo de la educación, formación profesional, transportes, cultura, ocio,
etc.
Medidas de discriminación positiva a favor de las zonas más desfavorecidas y de los grupos y
minorías de alta conflictividad social.
Protección de la industria nacional
Leyes de protección contra la competencia extranjera.
Grandes empresas del Estado.
Regulación de la competencia.
En una mirada panorámica se podrán apreciar los cambios muchas veces traumáticos que en nuestro
país recién se hacen sentir en la década de los ’90.

El Estado Post-Social
El abandono de las políticas del pleno empleo, la precariedad del mismo, la reducción de las
indemnizaciones por despido.
El recorte de los fondos para combatir la pobreza, que va quedando librado al asistencialismo
del Estado o de las instituciones benéficas privadas.
Las prestaciones de la seguridad social se reducen o están en manos de organizaciones
privadas.
Los recursos para promover la igualdad de oportunidades se ha reducido, a favor de los mejor
preparados y más competentes.
Apertura de mercados, libre comercio y competencia ilimitada.
Este segundo cuadro marca en general la tendencia actual, que no necesariamente significa que todos y
cada uno de los ítems sean aplicados rigurosamente. En efecto, cada vez más se exige al estado su papel
activo tanto como regulador de las grandes empresas como de promotor del bien social, por lo cual este
modelo puramente ‘economicista’ está muy cuestionado.

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Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

3. Reasignación de las funciones del Estado

A la vez causa y efecto de los procesos de globalización, las nuevas relaciones entre el Estado y las
empresas, entre el poder económico y el político, representan una de las formas de desarrollo más
significativas de la sociedad contemporánea y que condicionan las funciones mismas del Estado. El papel
del Estado es, hasta cierto punto, bastante distinto del pensado en tiempos pasados.

“A primera vista estas nuevas relaciones parecen surgir en dos


direcciones.

 En primer lugar, las decisiones más importantes sobre asignación


de recursos tecnológicos y económicos (que cambian el presente y
modelan el futuro) y que conciernen a varios países y regiones del
mundo, suelen ser adoptadas por grandes compañías mundiales.
Especialmente en estos últimos años, cuando los planes de
reestructuración industrial se han sucedido y las ofertas públicas de
compra acaparaban los grandes titulares como noticias de mayor
resonancia, parece como si las empresas moldearan al mundo a su
antojo (mediante sistemas que afectan las telecomunicaciones, a la
agroindustria, al comercio.
 En segundo lugar, parece como si el Estado se batiese en
retirada, desempeñando un papel deslucido y secundario en
comparación con la empresa.

Ninguno de estos dos puntos de vista hace justicia plena a una realidad
que es mucho más compleja y sutil. La nueva realidad no hay que
buscarla allí: el problema no está en saber si las empresas llevan la
batuta y los Estados se limitan a la función de seguir al “líder” actuando
como escribanos que tomasen nota de las decisiones ajenas. La novedad
consiste en el hecho de que, gracias entre otras cosas a la globalización,
los Estados y las empresas han entrado en una nueva alianza dinámica.
El Estado no debe dejarse llevar sino que debe seguir activo también en
el plano tecnológico y económico, pero ya no es el líder absoluto”. (R.
Petrella, o.c. pág. 110-111).

4. La crisis de las democracias

Sin duda, dentro de todo el planeta crece la conciencia de que solamente un Estado democrático es el
capaz de respetar los derechos humanos y permitir un campo lo suficientemente aceptable para el
desarrollo humano en libertad y justicia. Dentro de su concepto clásico, la democracia implica una
participación del pueblo en la elección periódica de sus representantes, el control de dicha
representación a través de la opinión pública expresada sobre todo por los medios masivos de
comunicación y la rendición de cuenta de la gestión pública. Desde luego, esto es un ideal del régimen
democrático y que, en gran medida está ligado al concepto clásico del Estado Nacional.

A través de sucesivas transformaciones, esta ‘representación’, esencial en el régimen democrático, se ha


ido mediatizando a través de los partidos políticos. Estos son necesarios para recepcionar, canalizar y
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Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

efectivizar los intereses comunes. Pero en estas últimas décadas, los partidos han sufrido una profunda
influencia de la mentalidad tecnológica. Por eso se habla de la ‘maquinaria’ o del ‘aparato’ partidiario al
que puede ingresar y prosperar aquel que conoce las reglas de juego y no solamente la capacidad y la
voluntad de servir a la comunidad. De este modo, los partidos políticos tienen el peligro de
transformarse en máquinas cuyo fin es producir y acrecentar el poder por el poder mismo. Las cuestiones
de importancia para la sociedad pasan entonces a segundo plano, para ocupar el tiempo, la energía y la
inteligencia de los políticos en la promoción de sus dirigentes y para lograr mayores y mejores espacios
de poder. El mismo concepto de ‘máquina’ o ‘aparato’ se hace presente en otras instituciones sociales,
como por ejemplo sindicatos, que niegan en los hechos la participación activa y responsable de sus
miembros, para dar lugar a su ‘uso’ muchas veces en vistas al logro de las ambiciones individuales.

El mismo fenómeno pero a un nivel global sucede con el Estado. También se usa la expresión ‘el aparato
estatal’, con una gran presencia de expertos y técnicos, que son los que en definitiva influyen en las
grandes decisiones. Esto no quiere decir que debe dejarse de lado el aporte que puede brindar la ciencia
y la técnica, sobre todo, las referidas a las organizaciones. Al contrario, ellas pueden ser aliadas eficaces
para canalizar las justas demandas sociales pero ‘el hombre de estado’ será siempre el que justifica su
lugar dentro de la sociedad por el servicio a la comunidad.

Con los nuevos papeles que quieren asignárseles al Estado, éste pierde en gran parte las prerrogativas
que le eran connaturales, para entrar en el circuito de intereses, doctrinas e ideas que mediata o
inmediatamente están vinculadas con los de las grandes corporaciones transnacionales. Por otra parte,
los poderes del Estado, al estar fuertemente condicionados por las presiones de las grandes
corporaciones y por los poderosos centros financieros, hacen que a fin de cuentas los grandes y
complejos asuntos que hacen al Bien Común —que son los que justifican la existencia de un Estado—
queden al margen.

Es que las políticas que se llevan a cabo deben, en un cierto modo, sujetarse a las reglas establecidas más
allá de las decisiones locales. Pero depende de la clarividencia, responsabilidad moral y talento así como
de la capacidad de negociar el que estos límites no sean asfixiantes ni conviertan a un país en una
factoría o colonia. No obstante, como dichas decisiones que deberían ser de alguna manera convalidadas
por las Cámaras Legislativas no siempre puede serlo en tiempo y forma (o un ejecutivo autocrático lo
impide), los mecanismos democráticos en funcionamiento no siempre alcanzan para realizar el ideal (cf.
Borgmann: “Tecnología y Democracia”).

Por esta razón, las democracias tradicionales sufren una profunda crisis de legitimación en su accionar
político, que las nuevas formas de gobierno económico mundial, basadas en fuerzas liberalizadas y
desreguladas no alcanzan a compensar. Hemos señalado que el carácter esencial de toda democracia es
la ‘participación’ de todos en el terreno de lo público. En la primera modernidad, dicha participación
quedaba reducida a la designación de representantes y mandatarios por medio de la votación directa o
indirecta (por los Colegios Electorales), los que tenían a su cargo las distintas funciones (Democracia
Representativa).

Sin dejar de lado este aspecto, hoy día se aspira a una participación de mayor alcance, cosa posible por el
mayor nivel de información (Democracia Participativa). Los mismos partidos políticos van
comprendiendo cada vez más que no deben ser meros ‘aparatos de poder’ con una visión verticalista de
la función pública. Esto que sucede en lo político es reflejo de un fenómeno más amplio que podemos
expresar así: estamos abandonando nuestra dependencia de estructuras jerárquicas tradicionales a favor
de un sistema de redes de comunicación no formal y a la constitución de redes de iniciativa y de
solidaridad que, sin quedar al margen de lo político, aspiran a cierta autonomía. Es decir, lo político
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Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

tiende a no cubrir del todo la sociedad pero al mismo tiempo no la deja a la intemperie: democracia no
es ‘sálvese quien pueda’.

5. Las relaciones exteriores

Hasta no hace muchos años, los Estados estaban agrupados en ‘bloques’: los países capitalistas de gran
desarrollo económico, científico, tecnológico, etc. Constituían el ‘Primer mundo’ (Estados Unidos, Europa
y Japón); los países comunistas también con un gran desarrollo, constituían el ‘Segundo Mundo’ (Unión
Soviética y los países satélites) y por fin los países en vías de desarrollo (América Latina, África y parte de
Asica) constituían el ‘Tercer Mundo’. Con la disolución de la Unión Soviética y la expansión de los países
centrales, tales bloques prácticamente desaparecieron. De esta manera, las relaciones entre los estados
en relativamente poco tiempo han cambiado.

Asimismo, la contraposición Norte-Sur, de la que también se hizo uso frecuente, sufrió una profunda
modificación. Esta contraposición se establecía fuerza de los intereses concretos y de las posibilidades de
los países situados en el hemisferio norte, en general muy desarrollados y cada vez más ricos y
poderosos, muy distintos de los de los países situados en el hemisferio sur, en general subdesarrollados
o en vías de desarrollo y cada vez más empobrecidos y débiles. Es que ni el Norte es homogéneo ni lo es
tampoco el Sur. Se ha producido una fragmentación de los grandes bloques y con ello las aspiraciones y
lealtades entre determinados Estados.

El proceso de globalización barrió (por lo menos hasta ahora) con estas fronteras y con las ideologías que
la sustentaban, sustituyéndolas por espacios ‘virtuales’ de la comunicación y por otra ideología, ambos
centralizados sobre todo en el mercado (de capitales, de trabajo, de bienes culturales, etc.) con sus
‘virtudes’. En lugar de ‘bloques’ fueron surgiendo grupos regionales, como la Comunidad Económica
Europea, el Mercado Común del Cono Sur (Mercosur), Mercado de Libre Comercio de Canadá, EEUU y
México (Nafta), entre otros.

Con todo es cierto que el abismo o la brecha entre el nivel y calidad de vida entre los distintos países de
va haciendo cada vez más ancha y profunda, de tal modo que entre los problemas políticos más
acuciantes a nivel mundial se encuentra precisamente éste: el de la opulencia que beneficia un
porcentaje reducido de la población total y el de la miseria que castiga a la gran mayoría de la
humanidad, tanto más indignante cuando que hoy día se poseen recursos económicos y tecnológicos
para que todos puedan tener al menos lo necesario.

VI. La globalización en la economía


1. Marco conceptual

Si bien la palabra “economía” se refiere antes que nada a la recta administración de los bienes de un
individuo, familia, corporación, Estado, etc., dado que esto se logra si previamente se disponen de estos
medios, la palabra se extiende a las actividades mediante las cuales el hombre alcanza dichos bienes así
como al ordenamiento o sistemas en base a los cuales dicha administración es eficiente. De este modo,
cuando se habla de economía, uno puede remitirse a:

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Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

a) las actividades económicas;


b) los procesos económicos;
c) los sistemas económicos.

a) Las actividades económicas pueden indicar la producción de bienes y servicios, la circulación de


los mismos, su comercialización y por fin, el consumo. Las tres primeras se hacen en vistas a la
última, ya que son actividades que están en función de proporcionar los medios para la vida
tanto material como cultural. Ellas forman parte de una práctica individual y social que
genéricamente se la denomina como trabajo. El trabajo es una actividad distinta de otras
actividades humanas (como serían el pensar o conversar, el decidir u obrar, el jugar o divertirse),
caracterizada como aquella que produce algo materialmente perceptible.

El trabajo es una actividad típicamente humana en la que el hombre pone en juego no solo sus
fuerzas corporales, sino también sus capacidades intelectuales, volitivas, emotivas e imaginativas
en vistas a un resultado previsto y querido. En base a este concepto, el trabajo más valioso será
el que exige la aplicación de la técnica (tanto más elevado cuanto más compleja y cualificada sea
ésta) ya que en este caso la inteligencia, imaginación y habilidad intervienen intensamente.

Aunque muchas veces se cree que el trabajo solamente se justifica por las ganancias resultantes,
se olvida que este concepto se ha forjado histórica y culturalmente bajo el influyo de una
concepción económica propia del capitalismo. Al olvidar las otras dimensiones del trabajo, la
concepción de la economía queda reducida solamente a las diferencias de gastos y ganancias, es
decir, al aspecto lucrativo.

En un sentido pleno, el hombre trabaja:

 Para obtener los bienes necesarios para una vida humana digna y no solo para tener a
disposición lo estrictamente necesario para sobrevivir (alimento, vestido, habitación, transporte,
etc.).
 Para realizarse como individuo: la actividad laboral organiza la vida del hombre, sobre todo
cuando se la realiza según un plan preestablecido. Lo que motiva el trabajo puede ser también la
necesidad de una actividad, la búsqueda de una satisfacción y aun, un método de auto-disciplina
moral o terapéutica.
 Para alcanzar una convivencia en las actividades. El trabajo humano siempre tiene un carácter
social, aun cuando lo haga individualmente. En este caso, el hombre puede trabajar porque tiene
conocimientos, habilidades, herramientas, etc., que ha recibido de otros a través de la
enseñanza y de medios disponibles. Sin embargo, en general el hombre trabaja en una empresa,
oficina, consultoría, etc., que reúne un conjunto de personas en interacción.
 Sin embargo, algunas actividades tienen un carácter económico cuando, además de realizarse en
vistas a un fin de suyo no económico, están orientadas a lograr algún beneficio material (por
ejemplo, un profesor o un artista, si bien su tarea no es para producir algo de beneficio material,
es una actividad económica, personalmente en cuanto tal servicio o tal obra tiene honorarios u
obtiene un pago por la obra y socialmente en cuanto capacita a otros para determinadas
funciones. Lo que ‘produce’ un profesional en general puede tener valor económico siempre que
pueda ser cambiado por valores materiales o monetarios.

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Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

b) La economía como proceso: la economía fundamentalmente se desarrolla por un proceso que


abarca la producción, circulación, intercambio y consumo. En estos procesos cabe distinguir la
especie, o sea el qué se produce, traslada y comercializa (productos agrícolas, forestales,
industriales, etc.); las formas con que se los hace (las técnicas empleadas); y por fin, los
regímenes dentro de los cuales se ejercen estas actividades (en una sociedad capitalista, social-
democrática, comunista, etc.). Si bien en abstracto los procesos económicos siempre obedecen
en mayor o menor medida a estas divisiones, sin embargo en lo concreto, según tiempos y
lugares, tiene una diferencia notable. Compárense, por ejemplo, el número, variedad y calidad
de los productos o servicios actuales o los medios y técnicas de traslado y comercialización en lo
relativo a rapidez, al volumen y al espacio que cubre con los de hace varios siglos.

c) La economía como sistema. Todo sistema u orden implica una disposición de las partes y el fin
que se pretende con tal disposición. En un sistema económico estas ‘partes’ están constituidas
por los objetos producidos, por el precio, los costos, las inversiones, los beneficios (para el
capitalista, las ganancias y para el asalariado, el salario o sueldo), etc. Sin embargo no se trata de
un sistema que funciona mecánicamente, dado que todos estos componentes están de hecho
sujetos a muchas circunstancias, a intereses humanos múltiples, a procesos sociales, políticos e
históricos. Son por lo tanto ‘variables’ más o menos previsibles, pero nunca de un modo total.
Tratándose de bienes útiles (en sentido amplio), mucho depende del valor que se les asigna
individual o socialmente.

La economía es un subsistema, que conjuntamente con el político, socio-económico y científico-


tecnológico, forman el sistema o totalidad social. Por lo tanto, no tiene una vida propia, sino
depende de otros factores.

2. La importancia de la economía en la actualidad

Hoy día la economía ha cobrado una importancia decisiva (o al menos muy fuerte) en los procesos
políticos, sociales, culturales, etc. Es un proceso que arranca en la modernidad con la expansión europea,
descubriendo, ocupando y vinculando las distintas regiones del mundo, por España y Portugal al
comienzo pero muy pronto por otros países europeos. Dicha expansión, en lo económico se traduce en
lo que luego se llamará “capitalismo”, que consiste en dar un lugar privilegiado a la riqueza en cuanto
productora de nuevas riquezas.

De este modo, los primeros cambios que transforman la sociedad europea se manifiestan en un
capitalismo sobre todo mercantil (s. XVI), que luego se acrecienta con las revoluciones industriales
(s.XVIII a primera mitad del s.XX). El papel asignado a la industria y comercio como factor decisivo en el
bienestar general tuvo inicialmente sus teóricos en el capitalismo liberal (A. Smith, Ricardo Stuart Mill,
etc.), pero también constituyó la base del socialismo, sobre todo el comunista (C. Marx, Engel, Lenin) y
de los sistemas nazis y fascistas. Dentro de este ambiente, desde mitad del siglo XX se producen las
revoluciones tecnológicas (desde mitad del s. XX). Los resultados los tenemos a la vista.

Este lugar privilegiado que la economía ha pasado a ocupar, desde los comienzos de la modernidad, se
debe a profundos cambios de mentalidad, entre los que podemos señalar:

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Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

 Se tiende a identificar la felicidad con la cantidad y variedad de bienes, lo que explica el enorme
dinamismo en la diversificación de técnicas para satisfacer estos deseos.
 Se toma mayor conciencia democrática en el sentido de que todos deben tener la posibilidad de
una vida digna, cosa imposible si no se tiene un minimun de bienes materiales.
 Se tiene conciencia de que los procesos económicos pueden ser racionalmente dirigidos por la
ciencia, experiencia y habilidad de los hombres, sin dejar por ello de reconocer un margen de
suerte o de azar.

3. El espíritu del sistema económico actual

Una vertiente de la configuración del mundo actual es el espíritu de la competitividad, que si bien no se
limita a la economía ni es enteramente nuevo en las relaciones humanas (por ejemplo, en lo referente a
honores, prestigios, riquezas, etc.), ha adquirido en nuestros días el carácter de una verdadera ideología.
Ser competitivo se ha transformado de ser un medio a convertirse en un fin. Esta nueva ideología podría
formularse brevemente de esta manera: las relaciones humanas son esencialmente conflictivas y es
inevitable que haya ‘triunfadores’ y ’perdedores’.

El imperativo de la competitividad entre empresas y entre naciones ha impregnado también las actitudes
de los consejos de administración de universidades y colegios, ministerio de educación, sindicatos,
parlamentos, medios de comunicación y otros.

Para evitar equívocos, es necesario aclarar el significado de la palabra “competencia”. Puede ella
designar la idoneidad para desempeñar una función o un oficio, o puede significar una lucha por
destacarse y ocupar los primeros lugares o por la posesión de algo (por ejemplo, una competencia
deportiva).

Teniendo en cuenta ambos aspectos muy vinculados entre sí, se puede afirmar que en los tiempos
modernos la competitividad tiene un aspecto negativo y un aspecto positivo.

 Lado negativo, con el desarrollo del capitalismo industrial y comercial y bajo la influencia del
pensamiento económico, la competencia se ha ido asociando cada vez más al concepto de
confrontación ‘salvaje’ entre rivales (individuos, empresas, grupos) hasta la aniquilación de los
mismos o su total subordinación.
 Lado positivo, ha estimulado el esfuerzo, la creatividad y la idoneidad para desempeñar distintas
funciones. Asimismo gracias al menor coste y superior calidad de la producción de bienes y
prestación de servicios, ha contribuido considerablemente al aumento de los niveles de riqueza
material e inmaterial y, por ende, al mejoramiento de la calidad de vida.

4. La reorganización mundial de la economía y de la sociedad

En estas últimas décadas se ha operado una fuerte globalización de las economías, pasando de las
economías preferentemente nacionales a una economía de nivel mundial. El nivel nacional sigue siendo
uno de los más relevantes, pero ya no es estratégicamente el prioritario para los rectores del desarrollo
científico, la innovación tecnológica y el progreso socio-económico. En la búsqueda de mayor

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Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

rentabilidad en los negocios —como criterio máximo de valor y como pretendido motor de un desarrollo
integral— se está erosionando el “mercado nacional” en aras del regional o mundial.

La globalización de la economía ha exigido una profunda transformación en lo que se refiere a las ideas y
prácticas económicas, fuertemente ligadas al Estado Social. Ha introducido tres factores decisivos:

a) Privatización: muchos sectores antes reservados al Estado (por ejemplo, las Empresas del
Estado) pasan a manos privadas en el convencimiento que asegurarán la mejor cantidad y
calidad de producción de bienes y servicios así como el aporte de capitales y su mejor
administración.
b) Liberalización: es uno de los mandamientos sagrados de la economía de mercado, que consiste
en la apertura de los mercados nacionales al libre comercio y circulación de bienes, servicios,
perronas y capitales. El mundo de hoy, caracterizado por el dominio de la ideología y cultura del
libre mercado, ser acusado de proteccionista es algo que todos los responsables políticos y
económicos tratan de evitar.
c) Desregulación: el Estado reduce su control y ejerce una influencia muy limitada en la actividad
económica, anulando los monopolios estatales así como debilitando (o flexibilizando) las normas
y especificaciones.

La globalización de la economía parece un proceso inexorable por el que las redes mundiales de las
empresas financieras e industriales pueden llegar a concentrar en sus manos un inaudito de decisión e
influencia sobre millones de seres humanos.

5. La importancia de la empresa

La pieza maestra de la economía moderna es la empresa. Dentro de ella y en función de ella se mueven
las relaciones humanas más variadas, desde las diversiones hasta las investigaciones científicas, desde la
producción de bienes hasta la oferta de servicios, desde la beneficencia hasta las finanzas.

 Se considera las empresas como un factor clave para crear riqueza, empleo y, por ende,
bienestar individual y colectivo.
 Es la única organización que se ha convertido por sí misma en actor global, dado que la
empresa dispone de un real poder de decisión.
 Nuestra sociedad ha dado la máxima prioridad a las empresas que poseen la última
tecnología y sistemas de gerenciamiento.

En un sentido muy amplio, la empresa es una organización donde, a través de la utilización de recursos
de distinto tipo, se canalizan las acciones para el logro de metas y objetivos con el propósito de obtener
beneficios. Según sea el tipo de beneficio, así será la empresa. Si esta organización se hace con fines de
lucro, estamos en presencia de una ‘empresa económica’. Hay muchos tipos de empresas económicas:

19
Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

 Por su actividad: empresas de transformación (manufactureras, extractivas y agrícola-


ganaderas), empresas comerciales (al por mayor o al por menor) y empresas de servicios
(profesionales, de transportes, bancos y seguros).
 Por su magnitud: pequeñas, medianas y grandes.
 Por el origen de sus capitales: nacionales (públicas y privadas), extranjeras y mixtas.
 Por su relación con otras empresas: controladas, controladoras y asociadas.
 Por su organización interna: vertical, funcional, mixta.

Como fenómeno actual cabe destacar la tendencia a la flexibilización funcional y a la descentralización


para poder afrontar con éxito las demandas de los clientes en cuanto a la rapidez, economía, calidad y
comodidad. Las grandes empresas, tanto industriales como comerciales fuertemente centralizadas,
tienden a transformarse y reorganizarse de tal manera que por una parte estén a cubierto de sorpresas
de la competencia y por la otra, a responder con eficacia a los gustos de los usuarios. Esto lleva consigo
una reconversión que implica nuevos tipos de organización, de gestión, de perfeccionamiento y
actualización laboral y también de “racionalización” en los gastos (incluidos los de la masa laboral, con la
consiguiente desocupación).

Asimismo es de destacar el creciente rol de las PYMES (=pequeñas y medianas empresas) tanto desde el
punto de vista social y político como del punto de vista económico. Aunque dentro del concepto de
‘pequeñas’ empresas pueden incluirse las tradicionales empresas familiares, hoy día se aplica este
término sobre todo a los emprendimientos con un alto componente tecnológico, sea en la conformación
del grupo humano, sea en las técnicas que se aplican, sea en la relativa magnitud de las instalaciones y
capitales necesarios.

Estos emprendimientos tienen la ventaja, entre otras, de adecuarse fácilmente a las demandas del
mercado y de ser reconveribles en caso que el producto quede fuera del circuito de comercialización por
la aparición de nuevos proyectos. Desde el punto de vista político, los microemprendimientos permiten
afianzar la población en el lugar de su natural asentamiento, aprovechando las estructuras existentes
(pequeñas ciudades del interior), evitando el desarraigo y la concentración en las grandes ciudades. Al
mismo tiempo, en lo social y cultural, impulsan la creación de trabajos cualificados, elevando el nivel de
vida de los miembros de la comunidad y de recursos para el desarrollo local.

Desde luego, las grandes empresas con sus instalaciones costosas serán necesarias para la producción de
determinadas cosas (p.e. fábricas automotrices, refinerías, usinas eléctricas, acerías, etc.), pero los
microemprendimientos tienen un lugar apropiado para múltiples productos con inversiones menores y
mayor eficiencia. Al mismo tiempo, en general están vinculadas con empresas medianas y grandes,
procurándoles productos y servicios determinados (por ejemplo, autopartes). Los
microemprendimientos, entendidos en sentido actual, están en pleno proceso de integración y relación
entre ellos (dado que hay intereses comunes que defender) y entre la industria y comercio de este tipo
con las grandes empresas (por ejemplo, en lo que hace a la legislación laboral, crediticia e impositiva).
(cf. Tobar J. F.: “Tecnología y Economía” citado en la Bibliografía).

Por último y ‘fuera del sistema’ debe mencionarse la llamada economía informal o sumergida, que se
hace fuera de las leyes vigentes. Hay dos clases de economías ‘sumergidas’: las que legal y éticamente
están fuera de la ley y las que están solamente fuera de las leyes positivas.

Las primeras son las que se desarrollan por el tráfico de drogas, armas, prostitución, etc. y que gracias a
la globalización han adquirido un poder económico alarmante, además de la violencia y muchas veces
impunidad en la que se mueven. Los volúmenes de dinero que fluyen son extraordinariamente altos, por
20
Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

lo que su poder de corrupción de políticos, jueces y policías genera un real peligro a la sociedad en su
totalidad.

Las segundas en cambio son completamente distintas. Sus actividades no quebrantan los valores éticos,
sino solamente los legales. En realidad, se inician y desarrollan porque el sistema legal del país ofrece
dificultades casi insuperables para un gran número de gente emprendedora. Por ejemplo, para iniciar
una empresa se requiere una inscripción previa, llenar una serie de formularios, responder a
determinados cánones, poner garantías, seguir una larga serie de trámites, etc. cosa que lleva tiempo,
dinero y asesoramiento rentado. Este tipo de economía informal o subterránea tiene su lógica, ya que no
siempre es posible para un emprendedor que sólo cuenta con sus ganas de trabajar y de sus ideas,
enmarcarse en las leyes. Es el caso en el que las leyes, en lugar de promover un desarrollo, lo frenan o
imposibilitan.

Esta segunda clase de economía informal siempre ha existido y existe no sólo en los países pobres sino
aun en los países avanzados de la actualidad. El volumen de sus operaciones no es desdeñable,
constituyendo porcentajes significativos en las economías locales y nacionales. Para muchos autores,
este fenómeno debe ser más bien estudiado y no perseguido, ya que muchas veces es la única respuesta
posible para crear trabajo. De aquí la necesidad de flexibilizar las leyes y ordenanzas, sobre todo
teniendo en cuenta las dificultades que se presentan para las personas de recursos modestos en los
momentos de la iniciación de emprendimientos así como los contextos socio-culturales en que estos
aparecen.

Tal es la importancia y el papel de las empresas, que han alterado hasta cierto punto los caracteres
tradicionales del Estado, planteándose la necesidad de alianzas entre las grandes corporaciones
internacionales y el Estado y por otra parte la necesidad de promover y proteger las PyMES (cf. Supra las
nuevas relaciones con el Estado).

6. Redefinición del sistema laboral

Los espectaculares avances tecnológicos han mudado profundamente las formas de producción,
comercialización y financiamiento así como las formas de gestión. Las perspectivas no son alentadoras,
especialmente si se confirman las previsiones basadas en los efectos que sobre el empleo podrían ejercer
la llamada “organización concomitante” (concurrent engineering) y la reingeniería.

 La “organización concomitante” es un sistema que trata de abreviar el ciclo de la producción


sobre la base de actuar en todas y cada una de las etapas.
 La reingeniería es un nuevo sistema para mejorar la productividad mediante diversos métodos
técnicos y humanos de la reorganización del trabajo (estos conceptos serán retomados y
desarrollados en el capítulo siguiente).

Los modernos sistemas de producción de bienes y servicios han traído consigo la crisis de los viejos
sistemas jurídicos laborales, concebidos en otras épocas y sustentado en otros valores. El desarrollo e
importancia descomunal de las empresas de servicios por una parte y el abandono del Estado como
garante del bienestar social por la otra, han planteado la espinosa cuestión de la ‘flexibilización laboral’.

Es cierto que los actuales sistemas de gestión y producción implican nuevos sistemas de trabajo —
distintos de los de una economía sustentada por las grandes industrias y con una organización

21
Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

piramidal—, pero también será siempre cierto que la función de la economía no es el lucro a cualquier
costo, que la seguridad en el trabajo es condición normalmente indispensable para cualquier
planificación de la vida, que sólo la permanencia y la estabilidad en la empresa puede crear lazos de
lealtad hacia la misma (desde luego, siempre que reine la justicia y la equidad).

Bajo el pretexto de la ‘globalización’ de los negocios se oculta otro componente de la misma. Nos
referimos a los dictados y recomendaciones de la Organización Internacional del trabajo (la OIT), en la
que están representados los gobiernos, los empresarios y los trabajadores.

“Entre los numerosos costos sociales que preocupan a la OIT figuran el estancamiento del empleo y los
salarios en el sector moderno de la economía, la reducción de personal en el sector público, diversas
formas de desempleo manifiesto, la aparición de nuevas formas de empleo precario y la disminución de
los ingresos salariales. Al mismo tiempo, la OIT alienta y contribuye a la gestación de programas de
ajustes estructurales que estimulen el empleo productivo y que sean socialmente equitativos.

“La OIT insiste en que el diálogo social es un elemento esencial en este enfoque. El ajuste estructural es
un proceso de reformas económicas que afectan a toda la sociedad, por eso debe conciliarse los
objetivos económicos y sociales y armonizarse los criterios tanto de eficacia como de equidad.”

Desde luego, en definitiva son las decisiones políticas las que hagan realidad tales propuestas: la fuerza
de las empresas que sólo buscan el mayor lucro posible no siempre favorecen a que tales principios
puedan llevarse a la práctica.

VII. La globalización en las relaciones sociales


1. Marco conceptual

Si bien el conjunto de relaciones sociales se da siempre dentro de un marco jurídico y político, sin
embargo no quedan totalmente subsumidas dentro del mismo. Los fenómenos sociales en cierta manera
rebasan las decisiones de los Estados por una parte, y por la otra, crean las condiciones necesarias para
su aparición y su éxito. En otras palabras, el Estado no puede ignorar las demandas de la sociedad, ya
que su papel es, entre otros, el compatibilidad los distintos intereses, canalizarlos en la procura del bien
común y hacerlos efectivos.

Las relaciones sociales que en general están contenidas por patrones culturales propios, basados en
largas tradiciones, se ven hoy día atravesadas y muchas veces dislocadas por ideas, valores, costumbres,
etc. que tienden a la disolución de sus particularidades y al nacimiento de una cierta sociedad civil
mundial (que no necesariamente debe desembocar en un Estado Mundial).

2. El surgimiento de una sociedad civil mundial

Dentro de los numerosos fenómenos de la época actual, los conflictos étnicos y religiosos, la aparición de
nuevas formas de pobreza y exclusión, la crisis de las megaciudades, etc., alcanzan una dimensión y
gravedad desconocidas. Es decir, se han universalizado o ‘globalizado’. Como respuesta, han ido
apareciendo un conjunto de instituciones y de organizaciones sociales que actúan en el plano local,

22
Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

nacional e internacional en todas las esferas de la actividad humana a fin de aliviar y en lo posible
mejorar las condiciones de la vida, tanto en el plano individual como en el colectivo. Es decir, están
apareciendo los gérmenes de una nueva sociedad de alcance planetario.

La sociedad civil mundial es semejante a una “galaxia” formada por miles de grupos organizados y de
instituciones destinados a combatir la violencia, a defender la vida silvestre, a promover iguales
oportunidades para la mujer, a favorecer el diálogo entre las religiones, a denunciar las torturas y la
corrupción, etc. de este modo es la expresión de elevadas formas de inspiración moral y humana por la
causa social en el mundo de hoy.

La sociedad mundial es por lo tanto una sociedad formada por una red de relaciones, posibilidades en
gran medida por los medios de comunicación. Las sociedades más simples no podían excederse de un
espacio local y de un ritmo temporal. Poco a poco y en la medida en que se fueron creando medios de
comunicación social (sobre todo la escritura y los transportes) las sociedades se fueron haciendo más
grandes y complejas. Con los actuales medios de comunicación, estas redes son múltiples y escapan a los
poderes locales, creando nuevos problemas de control para las actividades criminales (por ejemplo, de
grupos mafiosos que son el cáncer de la sociedad) pero también constituyendo una salvaguarda para el
respeto por los derechos humanos.

A pesar de sus limitaciones, la sociedad civil (distinta de los aparatos estatales) desempeña un papel de
gran importancia histórica con relación a tres funciones fundamentales:

a) Asume el papel de una nueva conciencia moral planetaria;


b) Es capaz de definir y expresar necesidades, objetivos y aspiraciones globales;
c) Es capaz de representar una oferta mundial de conductas políticas innovadoras.

A esto debe agregarse otro elemento importante que es el que representa las nuevas élites ilustradas,
que las constituyen una nueva generación de empresarios y ejecutivos y que, a diferencia de la ‘vieja
guardia’, prestan una mayor atención a los factores humanos, a las diferencias culturales y a las
exigencias éticas. Pero estas nuevas escuelas de economistas aun no tienen un peso decisivo en el
fenómeno global de la economía.

3. Hacia una sociedad civil democratizada

La moderna sociedad civil adquiere cada vez más una conciencia democrática, entendiendo por tal no
sólo en el aspecto político sino también en el social. A nivel mundial se observa una ola democratizadora,
que se hace sentir sobre todo a partir de 1980. Esta conciencia y actividad democratizadora ha
contribuido no sólo a provocar la crisis de los Estados Autoritarios, sino también a revisar ciertas
conductas e instituciones dentro de los mismos Estados tradicionalmente democráticos.

La palabra ‘democracia’ que inicialmente designa —como hemos visto anteriormente— un sistema
político, pasa a designar también un estilo de vida, basado en la libertad y responsabilidad. Es que ningún
sistema político puede sustentarse sin ciertas condiciones personales. En este sentido se emplea cuando
se habla de ‘ola democratizadora’, que atraviesa todas las instituciones.

Se trata de un proceso en el que pueden distinguirse dos fenómenos interconectados que desempeñan
un importante papel:

23
Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

 El desarrollo de organizaciones no gubernamentales y redes de grupos oficiosos dedicados a la


promoción de los derechos humanos, protección de las minorías, protección del medio
ambiente, tolerancia religiosa, igualdad de derechos, etc.
 Los últimos avances tecnológicos en la información (medios masivos de comunicación, internet,
etc.) han contribuido al conocimiento y a la sensibilización de fenómenos globales tales como las
tremendas diferencias entre ricos y pobres, el tráfico de drogas, el terrorismo internacional, el
peligro de la energía nuclear, las enfermedades transmisibles, etc.
 Se instala también una reflexión sobre cómo compatibilizar la diversidad (étnica, cultural,
religiosa, etc.) con la unidad. La necesidad de un entendimiento que no anule los derechos de los
pueblos es una tarea que implica un profundo cambio de mentalidades y comportamientos. Pero
es así como se perfila una nueva sociedad mundial.

4. Movilidad de personas y grupos

El concepto clásico de ‘movilidad social’ se refería a una situación en la que las personas de una
determinada clase podían ascender en la escala social, por ejemplo el nacido en un hogar humilde,
teniendo posibilidades de estudio y capacitación, podía ir ocupando funciones cada vez más importantes
o podía destacarse en el ejercicio de profesiones prestigiosas. La globalización ha traído consigo no ya
una movilidad social —que se da dentro de ciertos carriles— sino una verdadera conmoción por la cual
nadie sabe exactamente a qué atenerse ni cómo puede programar de algún modo el futuro. Así ha ido
surgiendo la ‘nueva clase’ de hombres marginados, de los que nos ocuparemos en el siguiente apartado.
La movilidad social —como se analizará más adelante en detalle— se da esencialmente entre los polos
de “incluidos-excluidos” (dentro del sistema).

Otro de los aspectos de la movilidad social —vinculada a lo anterior— son los cambios a nivel masivo en
lo que al arraigo físico se refiere. En efecto, muchísimos individuos por búsqueda de trabajo o de
educación superior, por necesidad de una permanente actualización profesional, por negocios, por
migraciones internas y externas o por turismo se desplazan de un lugar a otro, frecuentemente a
remotas distancias. En este sentido (para muchos), el mundo se ha hecho pequeño. Las necesidades, las
aspiraciones, la información, los medios de transporte (terrestres, marítimos, aéreos) han contribuido
decisivamente a crear esta situación que tiene un carácter universal.

El efecto que produce estos desplazamientos es, entre otros, la capacidad de comparar lo propio con lo
ajeno, sea en lo referido a modas y costumbres, a paisajes o lugares, a instituciones o a personalidades.
Este conocimiento, si es recíproco y respetuoso (así como los objetivos a través de los medios de
comunicación social), contribuyen a dinamizar la sociedad y a salir de un localismo de corta visión. Sin
embargo, también puede dar lugar a juicios apresurados y superficiales u ocasionar una distorsión en la
apreciación de lo propio y un desarraigo irreversible.

5. El papel de la mujer en la sociedad moderna

Es un hecho la creciente presencia de la mujer en todos los campos de las actividades sociales. No se
trata, como en un pasado cercano, de presencias aisladas, sino de un fenómeno masivo y a nivel
mundial. Con un lento comienzo en los campos educativos (maestras), sanitario (enfermeras),
administrativo (empleadas) o industriales (obreras), en los últimos tiempos y cada vez con mayor
24
Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

celeridad la mujer ha ido avanzando hasta lograr puestos cada vez más destacados en los altos niveles en
los campos políticos, profesionales, empresariales, investigativos, universitarios, comunicacionales, etc.
La incorporación a que se aspira es hacia una integración social plena.

Esto ha sido posible, en gran medida, gracias a la disponibilidad de los aparatos y utensilios, frutos de la
tecnología moderna (por ejemplo, la cocina a gas, los electrodomésticos, los vehículos, etc. Así como las
confecciones con telas que no exigen planchado, los alimentos envasados, etc.), por lo que la mujer ha
podido liberarse o a lo menos aliviarse significativamente de las tareas domésticas y compartirlas mejor
con el hombre. Las ocupaciones domésticas llevaban mucho tiempo y esfuerzo, con lo que se imponía
una división del trabajo bastante claro: la mujer ocupada del hogar y el hombre en el trabajo fuera de
casa.

Parejamente a estos aportes de la tecnología, el paulatino reconocimiento de las capacidades de la mujer


en todos los campos (empezando por la toma de conciencia de la misma mujer) ha permitido que éstas
se vayan incorporando plenamente a la vida humana en todas sus manifestaciones. Las ventajas han sido
grandes, dándole a la mujer una mayor amplitud de horizontes para su vida y una mayor libertad física y
económica. Pero no debe olvidarse el costo: el desgaste producido en la lucha permanente y la
competitividad en todos los campos, frecuentemente muy dura, afecta muchas veces a su salud física y
psíquica así como a las relaciones familiares.

A pesar de dificultades de distinta índole, el aporte de la mujer va siendo cada vez más decisivo y
fecundo. El tiempo dirá hasta qué punto este fenómeno ha incidido positiva o negativamente en la vida
personal, familiar y social.

6. La nueva figura de la familia

Uno de los núcleos sociales más afectados por la globalización es la familia. La familia tradicional, con sus
valores y roles muy precisos, que pautaban las conductas recíprocas, han sufrido una profunda
transformación. Se trata de un fenómeno mundial.

Cada vez más, la familia va perdiendo su carácter de ‘hogar’, centro privilegiado de la intimidad y de la
convivencia personal, para convertirse en un mero ‘alojamiento’. A su vez, la ‘familia tipo’ no es la que se
enorgullece de la multitud de hijos, sino la compuesta por los padres y dos o tres hijos. Por diversas
causas, la familia se ‘planifica’ teniendo muy en cuenta la importancia de los medios materiales para el
presente y el futuro de los hijos. Preocupación ésta muy razonable, siempre y cuando se tenga en cuenta
que la necesidad de afecto y de comunicación es lo más importante, así como el papel que ejercen los
hermanos en el desarrollo del ser humano.

En el análisis de este fenómeno no debe obviarse el hecho de la afirmación de un individualismo


excesivo, tendiente a sacrificar todo en aras del éxito y prestigio personal. Este individualismo —en
realidad egoísmo— ha descompaginado los valores propios de la familia, tanto en lo que se refiere a la
indisolubilidad de la pareja como a las responsabilidades con los hijos. Ello ha acarreado las frecuentes
separaciones, los conflictos entre padres e hijos, la constitución de parejas sin vínculo matrimonial, la
pérdida del valor simbólico de las cosas y de las tradiciones (la casa, las comidas, las fechas familiares,
etc.).

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Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

Se hace presente una sensación de soledad y frustración que trata de resolverse a través de una
actividad desenfrenada, o de una permanente búsqueda de sensaciones fuertes (aun con el uso de
estupefacientes) o de una autocompasión y encerramiento de sí mismo. Compaginar el deseo legítimo
de excelencia personal y profesional con el deseo de constituir un centro de existencia en común es
posiblemente uno de los problemas de la época.

7. La atención de los minusválidos

Este es otra de las manifestaciones positivas de la época actual. Y no sólo la atención de los
minusválidos, sino también el esfuerzo por integrarlos en la sociedad. La conciencia de su condición de
seres humanos, dignos de afecto y de respeto, va superando la mera compasión para dar lugar a una
acción que los ayude a superar las barreras físicas y psicológicas. En este sentido, el aporte tecnológico
para la recuperación de los que han sufrido accidentes, de los que están con dificultades orgánicas o
psicológicas congénitas, mediante aparatos y métodos científicamente fundados, es cada día más
importante. Lo mismo debe decirse de los instrumentos y técnicas médicas gracias a los cuales se han
logrado avances significativos. La bioingeniería tiene en este campo un papel importantísimo que
desempeñar, de enorme incidencia humana y social.

La demanda social de la atención de estos casos, entendiendo que se trata de satisfacer un derecho más
que una tarea de beneficencia, es signo de que la globalización, tanto en lo que se refiere al
conocimiento como a la conciencia de estos problemas, tiene sus aspectos altamente positivos.

8. La nueva marginalidad

Hasta no hace mucho, la sociedad era estudiada desde categorías que respondían a las sociedades
industriales. De este modo, la sociedad estaba dividida y en permanente lucha entre dos clases: la
burguesía capitalista y el proletariado. Actualmente los sistemas de producción están cambiando
radicalmente de tal forma que el trabajo no depende tanto del número ni de la fuerza física, sino de la
capacidad intelectual y del vigor psíquico, así como de la flexibilidad para adecuarse a los permanentes y
rápidos cambios tecnológicos.

Hoy día se habla de la sociedad dual, estableciéndose la gran división que pasa entre los incluidos e
integrados al sistema y los excluidos y marginados del mismo.

Lo nuevo de esta marginalidad, además del número, es la marginalidad de un gran número de personas
de clase media, que no obstante poseer educación, experiencia en el trabajo y disciplina personal, y
tener una voluntad de seguir ganándose la vida honradamente, quedan excluidos en los nuevos
sistemas. El marginado clásico era el vagabundo, el mendigo, el “vago y mal entretenido” (como dicen las
crónicas). Hoy día se van precipitando en la pobreza familias que han conocido una situación diferente.

El problema que actualmente se afronta es en términos concretos el de desempleo estructural. Es un


fenómeno que no se dio ni siquiera en las anteriores revoluciones industriales donde, o bien, si había
desempleo en un sector, podía encontrarse solución en otros sectores, o bien las crisis eran temporales.
Hoy día el desempleo no es puramente debido a coyunturas pasajeras —aunque estas tuvieran una
duración más o menos larga— sino a la estructura misma del sistema económico.

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Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

Las encuestas que se hacen para determinar los índices de desempleo ocultan la verdadera realidad. En
efecto, en las estadísticas no se definen con exactitud qué se entiende por tener un empleo, ni se aclara
si los nuevos empleos son permanentes o transitorios, ni de qué categoría lo son, ni cuáles son
exactamente las condiciones laborales, ni se discierne si los desempleados son profesionales, antiguos
gerentes o empresarios, obreros calificados, hombres de oficio o simples operarios. En el mejor de los
casos, las estadísticas son cuantitativas, pero no cualitativas. (Es sabido que las estadísticas pueden ser
un arma importante para que el poder justifique el sistema y las políticas económicas vigentes,
cambiando las variables según convenga. Lo cierto es que el fenómeno es tan notorio que estos recursos
publicitarios no siempre son muy creíbles.)

Las consecuencias del desempleo, siempre han sido dolorosas tanto para los individuos como para sus
familias. Pero hoy día lo graves es sobre todo el carácter de horizontes para su reinserción. Se trata de
una verdadera exclusión del sistema que acaba siendo en beneficio de unos pocos —cada vez más ricos
— en desmedro de la mayoría —cada vez más pobres—. La violencia, la drogadicción, el desaliento, la
depresión síquica, el apelar a cualquier medio para subsistir, son los signos más visibles de este estado
de las cosas.

Pero no solamente el desempleo. Aun los que poseen un empleo se ven preocupados por la continuidad
en los mismos, por los bajos salarios, por los horarios laborales sin compensación por las horas extras,
por la falta de cobertura social eficiente, por la carencia de una protección efectiva de sus derechos, etc.
El malestar puede agravarse y explotar a niveles mundiales (porque es un fenómeno global) si no se
revisa profundamente la concepción misma de la economía, tomando en serio y con todas sus
consecuencias el principio de que es el ser humano —todos los seres humanos— el actor y destinatario
final del trabajo. No se puede afirmar la ‘libertad del trabajo’ como uno de los derechos humanos ni que
‘el trabajo dignifica al hombre’ si no se ponen las condiciones para que esta libertad sea efectiva y no
simplemente declamada.

VIII. La globalización en la cultura


1. Marco conceptual

El concepto sociológico de cultura no es fácil de definir con exactitud. Sin embargo sigue siendo válida en
líneas generales la dada por E. Taylor el siglo pasado:

“la cultura es todo el complejo que abarca conocimientos, ideas


religiosas, artes, usos y costumbres, idioma, derechos y deberes, y toda
aquella gama de capacidades y actividades que adquiere un individuo
como miembro de una determinada sociedad”.

Dentro de este concepto general podemos distinguir tres áreas íntimamente ligadas entre sí: la de los
útiles (que comprende desde las máquinas hasta los libros), la de las instituciones (políticas, jurídicas,
religiosas, etc.) y la de los valores asumidos colectivamente. En los hechos, las sociedades a través del
tiempo y del espacio, han organizado su vida en común en vista a valores concretos, dotándola de
instituciones adecuadas y usando o potenciando los medios útiles pertinentes (p. Ricoeur). De este modo
el concepto de ‘cultura’ destaca el hecho de que en todos los fenómenos sociales (política, economía,
técnica, ciencia, educación) están íntimamente ligados entre sí en un espacio geográfico, en un tipo de
población y en un tiempo histórico determinado.
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Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

2. La cultura moderna y sus transformaciones

Sobre este concepto por demás amplio —que de hecho abarca desde las sociedades primitivas hasta las
actuales— la cultura moderna contiene variables específicas que, con este proceso de globalización, se
ha acentuado notablemente.

Cuando se habla de ‘cultura moderna’ o del ‘hombre moderno’ evidentemente se está hablando de una
porción de la humanidad, ya que no necesariamente todos los pueblos que hoy existen están o quieren
ser comprendidos dentro de la misma. Más aun, desde el punto de vista cuantitativo, comprende una
porción relativamente pequeña (piénsense en muchos pueblos de Asia, de África y de América Latina). El
concepto de ‘cultura moderna’ implica una visión de la vida, un concepto del hombre y de la sociedad,
un ideal que se estima como válido para la realización plena de la persona.

La cultura moderna es en realidad el resultado de un largo proceso histórico, cuyo centro se focaliza en la
historia europea desde sus orígenes griegos, latinos, germánicos y cristianos hasta nuestros días. La
enérgica expansión europea a partir de la colonización llevada a cabo desde el siglo XVI en adelante, la
hizo presente en todas las regiones del mundo, creando una red de centros comerciales, culturales,
políticos, etc. Con ideas e instituciones características que cambiaron las tradiciones locales. El estudio
de estas etapas podría ayudar a comprender mucho mejor las constantes y las rupturas de dichas
tradiciones.

La cultura moderna, fue llamada en sus momentos ‘los nuevos tiempos’, ‘la nueva época de la
humanidad’ o brevemente la ‘modernidad’ que, como puede verse, llevaba consigo un enorme
optimismo, conjuntamente con un desprecio a los “viejos tiempos” (concretamente, la Edad Media y en
nuestros países iberoamericanos, los “tiempos de la colonia”). Hoy día muchos estiman que los ideales y
expectativas de la modernidad se han quebrado, dando lugar a la posmodernidad.

Con esta precisión, los cuadros que siguen muestran sintéticamente las características de cada una de
ellas:

La cultura moderna occidental


Es esencialmente urbana con los fenómenos de organización, especialización y concentración
que lleva consigo.
Es técnica, que implica industrialismo, en el que la ciencia, el maquinismo, la organización
social determinan el ritmo y las condiciones de la vida moderna.
Es intelectualista, en el sentido de especialización cultural y de humanismo científico como
medidas supremas de valor.
Es centralizada y los poderes políticos y económicos cumplen un rol fundamental.
Es propensa a unificar los procesos y a tender a un franco o disfrazado totalitarismo.
Repasando una por una estas características, observamos cómo el proceso de globalización las ha
acentuado.

Transformaciones actuales
La tendencia a una concentración de personas cada vez mayor en las ciudades y, más allá de
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Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

toda racionalidad, en las ‘megápolis’. Estas ofrecen en general mayores posibilidades


(económicas, culturales, políticas, etc.) pero también acarrea enormes problemas en cuanto a
la calidad de vida.
En cuanto a lo técnico, que posiblemente sea lo más impactante, la cultura actual tiende a
una organización regida por las normas técnicas que pretenden la eficiencia en todos los
órdenes de la vida.
En cuanto a lo intelectual, si bien se cuestiona la ciencia y la técnica como valores supremos
(p.e. desde algunos grupos ecologistas o de religiones orientales), es indudable que, de
hecho, ellas son las que mantienen un prestigio indiscutible).
En cuanto al fenómeno de centralización, hoy día tiende a producirse desde los grandes
centros de poder económico, redefiniendo los conceptos de países centrales y periféricos por
el de hegemonía.
En cuanto a la tendencia a la uniformidad, es bien conocido el poder persuasivo de los medios
masivos de comunicación, que universalizan conceptos, costumbres, sentimientos,
demandas, etc., ejerciendo un cierto ‘totalitarismo’ en cuanto a una fuerte presión hacia el
control y la uniformidad.
Con todo el panorama no es ni pacífico ni indiscutido ni aceptado por todos. Subrayamos que se trata de
tendencias, lo cual no significa que están ausentes fuertes olas en contrario, como veremos más
adelante. (De la globalización en el campo científico-tecnológico se hablará en los otros cuadernos.)

3. La cultura del consumo

Asistimos a un fenómeno que acaba de no sorprender —y casi lo creemos natural— que es la llamada
“sociedad de consumo”. Ciertamente siempre la tarea del productor o del comerciante fue satisfacer a
los clientes, ya que son ellos en definitiva los que originan el proceso económico. Sin embargo la
novedad reside en la presencia de una ‘cultura de consumo’ que corre pareja con una cultura del
despilfarro y del ‘descarte’: lo peor que se le puede endilgar a algo —sean ideas, doctrinas, valores u
objetos— es el mote de ‘antiguo’, ‘obsoleto’ (una palabra de reciente incorporación a nuestro idioma). El
afán detener de todo, y de identificar la calidad de vida con la posesión de abundantes y variadas cosas
—siempre desde luego de ‘última generación’—, muchísimas de ellas sin mayor valor en relación a lo
que se requiere precisamente para que una vida tenga real calidad humana es un fenómeno cultural con
dimensiones mundiales.

Para comprender esta novedad y fundamentar un juicio crítico hagamos una aclaración. Cuando se habla
de consumo de bienes se habla de ‘necesidades’ a las que estos bienes procuran satisfacer. Pero hay
necesidades que son naturales como la de alimentarse, vestirse, tener un techo, salud, seguridad,
educación, diversión, etc. y que requieren una serie de bienes a disposición para que el hombre subsista
y subsista dignamente. Ciertamente el hombre necesita tener los bienes que satisfagan sus necesidades
materiales, y es la economía la que procura dichos bienes, sea produciéndolos, sea intercambiándolos.
Es legítimo por lo tanto que el hombre encuentre satisfacción en las mejoras de todo orden que puede
conseguir con su trabajo y su disciplina en la vida.

En cambio hay otras necesidades que son artificiales y que responden a deseos de satisfacción
incontrolada del ‘ego’, ya se prestigio, o de máximo confort, o de saciar pasiones y caprichos. En el
primer caso, se trata de bienes necesarios, hablando en absoluto, y de por sí limitados; en el segundo
caso, se trata de bienes en sí mismos superfluos y de por sí infinitos.
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Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

La economía moderna justamente centra su interés en el deseo infinito de riquezas que anida en el
corazón humano, de tal forma que la economía ‘más exitosa’ es la que mayores beneficios materiales
puede logar para el productor, para el comerciante o para inversionista. Y como en el intercambio de
valores, existe el hecho molesto de que algunas cosas útiles tengan el mínimo valor de cambio y algunas
de las menos útiles, el máximo, resulta la economía —con toda la apoyatura científico-tecnológica—
mira antes que nada a la producción de bienes superfluos, presentados como portadores de la felicidad,
ya que en este campo las posibilidades son infinitas, tanto en cuanto a lo que pueda ofrecerse como fa
las variaciones que se pueden dar en el tiempo.

Pongamos un ejemplo: cualquiera puede observar en estas últimas décadas la multiplicidad de modelos
de autos, de electrodomésticos, de muebles, de envases para alimentos, etc. Todos ellos tienden a la
figura central: el comprador. Cuanto más interesados haya y al mismo tiempo se le ofrezca un producto
atrayente, tanto más dinámica será la economía y más propulsará tecnologías y modelos de gestión que
disminuya el precio y aumente la calidad. Pero como se trata de bienes que precisamente no son
necesarios por lo que es menester ‘crear’ la necesidad en el cliente. De más está decir que éstos serán
preferentemente los que tienen riquezas.

“Se concede así al productor tanto la función de fabricar los bienes como
de elaborar los deseos que se experimentan por ellos. Se reconoce que la
producción crea las necesidades que procura satisfacer no de manera
pasiva, a través de la competencia, sino de una forma activa, mediante la
publicidad y las demás actividades vinculadas con ésta” (J.K Galbraith).

Precisamente con el desmesurado afán por lo nuevo, inducida por las empresas y hábilmente manejada
por los medios masivos de comunicación, hace que rápidamente se descarten cosas que en sí misma son
tal vez más útiles y durables o que se adquieran cosas que son simplemente inútiles. Se pone entonces
de moda la palabra ‘obsoleto’, como lo peor que se pueda decir de algo.

Y es así como lo que se busca no es a partir de algo que se tiene y que se puede, sino a partir del deseo. El
deseo se refuerza en tanto se lo hace creer que se lo podrá satisfacer fácilmente a través de la oferta
acompañada de facilidades de pago en cuotas ‘al alcance de todos’ pero que muchas veces ocultan un
fraude, sea por los altos intereses que se agregan, sea porque su cancelación coincide con la vida útil de
lo que se ha comprado. La pérdida de un trabajo estable, de circunstancias familiares en cuanto salud,
etc. Hace que estas obligaciones se tornen difíciles a la hora de cumplir, tanto más cuanto los bienes
adquiridos son muchos (con o sin tarjeta de crédito). La cosa puede tornarse dramática y la preocupación
y la angustia no permiten disfrutar de lo adquirido.

La “cultura del consumo” se mueve bajo el imperio de que lo importante es ‘tener las cosas ya’ y
disfrutarlas desde ahora, y no dentro de ciertos límites que es lo sensato. Desde luego, la fábrica de
deseos no gira en el vacío. Siempre tiene su punto de apoyo en algo que en sí puede ser bueno, legítimo y
deseable de disfrutar. Lo que sucede es que astutamente todos los valores se ‘aplanan’ o mejor dicho, se
induce como valor máximo al goce y disfrute sensible inmediato y a cualquier costo (aun de los valores
morales) y regido por la sola lógica de los negocios.

Pero la sociedad de consumo no queda solamente a lo que se refiere a los bienes materiales: alcanza
también a los bienes culturales. También ellos son puestos al alcance de todos por mediación de la
‘industria cultural’, que como tal responde no tanto a la calidad e importancia intrínseca, sino a la
demanda masiva. Esto significa que no sólo la radio y la televisión, el cine y las revistas, sino también los
libros y las obras de arte son vistos como meros productos comerciales. Por eso se habla de la ‘oferta’ de
30
Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

dichos bienes, del ‘mercado’ de libros y obras de arte, de la ‘inversión’ cultural, etc. La preocupación es
por lo tanto que técnicamente sean buenos y atractivos de tal modo que induzca al consumo, que sus
contenidos respondan a apetencias superficiales o “puestos” de moda (porque también hay modas en lo
cultural), sin importar mucho la calidad de su contenido, etc. En una palabra, que todo concurra a un
consumo masivo, con motivaciones que justifiquen subjetivamente al usuario o al comprador los
sacrificios que significa su adquisición.

Su producción y distribución depende de las ganancias que pueden obtenerse del capital invertido. Así es
como se estipulan muchas veces los premisos, se publican el número de tiradas, traducciones y ediciones
de las obras, se montan las ‘ferias’ de libros, etc. Son ‘bienes de consumo’ y por lo tanto, descartables
una vez que han cumplido de cometido. Más aun, se propicia este descarte para que el negocio siga
funcionando (de aquí la importancia de lo publicado como “novedades”). El consumo masivo se impulsa
a través de costosas propagandas (costo recuperado en las ventas, por lo que el consumidor acaba
pagándolas), mediante la cual se estimula a un disfrute que tal vez se logra momentáneamente.

Esto no implica desde luego que muchos de estos bienes culturales —así como en el caso de los
artefactos— carezcan siempre de calidad intrínseca. Pero lo que más interesa a la ‘industria cultural’ es
el rédito que puede dejar. Se descartan ideas, valores, obras de arte, sistemas, etc., como se descartan
heladeras o televisores. Quiere decir que un componente de la sociedad de consumo es la búsqueda
insaciable de lo nuevo, de tirar para adelante, de la continua insatisfacción por lo que se tiene y la
desesperación por lo que no se tiene. Y como los deseos son infinitos, el mercado siempre tiene sus
recursos para poder saciarlos y en el caso de no existir estos deseos, suscitarlos.

Con lo dicho no debe dejarse de lado las grandes ventajas para la adquisición de bienes tanto materiales
como culturales de alta calidad y a precios razonables, por ejemplo, computadoras personales,
electrodomésticos, televisores, etc. O libros y revistas bien diseñados e impresos, discos y
reproducciones artísticas de alta fidelidad, acceso a las redes de comunicación, etc. Nunca como ahora se
ha tenido la posibilidad masiva de disfrutar de estos bienes, y en este sentido no se condena sin más el
deseo de poseerlos. Más aun, es un deseo legítimo, siempre y cuando se los considere medios y no fines.

Lo que impacta negativamente en la cultura es el fenómeno de una sociedad que cree encontrar la
felicidad en el consumo sin límites ni medida de bienes superfluos. El egoísmo que se alimenta
permanentemente, deja de lado toda solidaridad con la enorme cantidad de gente que carece de lo más
indispensable, no ya para vivir una vida humana, sino incluso para poder sobrevivir.

4. La crisis cultural

La crisis cultural en los países centrales, que se hizo evidente sobre todo en las revueltas estudiantiles de
1968, que iniciándose en París se extendía rápidamente por muchos lugares. Estas revueltas fueron
precedidas por el movimiento de los hippies, beatnik, etc. Y en la música se reflejó en los Beatles y en
Elvis Presley y en el “rock and roll” y fueron acompañadas por la crisis que afectaba a una serie de
intelectuales, escritores y artistas. Estas manifestaciones de fuentes disímiles tenían en común el rechazo
de los valores culturales, actitudes y fundamentos filosóficos de la cultura dominante. Se hacían
presentes todos los conflictos y crisis que generan las sociedades industriales. Esta contracultura se
proyecta hoy, como continuación, en los movimientos ecológicos y pacifistas que van ensayando en

31
Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial

balbuceos teóricos y experimentales, nuevos valores y nuevas formas de vida, junto a nuevas
orientaciones ideológicas (cf. E. González Matas, o.c. pág. 322).

Como reflejo de estos acontecimientos, en el resto del mundo y con mayor o menor virulencia, aparecen
grupos contestatarios de las formas más diversas. Al perder el rango de los verdaderos valores y al
descreer en ellos, la reacción es constituirse a sí mismo como el único árbitro de su vida. Ciertamente el
hombre necesita ser aceptado en su singularidad, pero para muchos, hoy día, lo importante y decisivo
acaba siendo ‘la imagen’ y no el ‘ser’. Y es así como lo que sucede es la imitación de otros, impuestos
como ídolos o modelos. Ingenuamente su conciencia se identifica a la simple imagen: el ‘parecer’ a sí
mismo y a los demás como ser de actitudes fuertes y personales. Es una ironía que las sociedades
modernas, con un fuerte componente de masificación en los gustos estéticos, en las ideas, en las
costumbres, en la apreciación de los acontecimientos, en las modas, etc. haya masificado también la
creencia de que cada uno obra por sí mismo y por sus propios criterios.

La masificación ha llegado a ser un fenómeno mundial gracias a los medios de comunicación social tanto
gráficos como audiovisuales. Ellos tienen un rol decisivo en estos fenómenos: ellos son los que imponen
desde las marcas de los productos hasta los valores existenciales, los que promueven artistas,
intelectuales o políticos de tal modo que el que no aparece en estos medios, ‘no existe’.

De aquí la búsqueda desesperada de aparecer ante el público con una pretendida originalidad en el
lenguaje, la vestimenta o el porte, que nace de un deseo de destacarse y de ser considerado por los
demás como ‘distinto’. Es un fenómeno que abarca desde algunos contestatarios hasta sedicentes
intelectuales intelectuales y artistas que, al carecer de verdadero talento y profundidad, su ‘actualidad’
es de corta duración. Lo que sucede es que estos movimientos, al generalizarse, acaban en la
masificación de la que se pretendería huir, ya que poco a poco dejan de despertar interés en los demás y
carecen de la importancia que se le quiere dar. Llega un momento en el que nadie presta atención ni se
escandaliza por nada, total ‘todo es igual’. Se case así a otro costado de la masificación actual muy
cercana al nihilismo.

“Hoy la sociedad ha perdido los criterios seguros de su estructura. Los


mesianismos (por ejemplo el comunismo) se han demostrado
insuficientes y de hecho, generadores de una situación de opresión. El
pluralismo ideológico ha llevado al escepticismo y después al
anarquismo. Las grandes palabras (religión, patria, pueblo, propiedad)
suenan huecas. La complejidad de los fenómenos, la red de injusticias que
surca el mundo, hacen desconfiar de los remedios lentos, razonables,
ordenados”. (Gómez Pérez, R. en “La generación de la protesta”. Ed.
Magisterio Español, Madrid).

Este fenómeno de protesta disfrazada de ‘anarquismo’ se inicia con grupos pequeños en algún lugar del
mundo (‘por casualidad’ siempre en los países centrales…) y son los mismos medios de comunicación los
que los globalizan, tornándose al poco tiempo en masivos. La sociedad de consumo a la que dirigen sus
ataques simbólicos los asumen y son aprovechables hábilmente por los comerciantes para sus
productos.

Cosa distinta a la anterior son los movimientos serios en los que junto a una crítica fundada de ‘la cultura
de mercado’ y de los valores que la sustentan, elaboran nuevas propuestas alternativas o
complementarias. Es así como se han desarrollado los movimientos ecológicos, las tecnologías
intermedias, la recuperación de sabidurías pasadas, los nuevos modelos de vida, etc. Sin embargo, estos
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mismos movimientos son ambiguos: algunos se preocupan del medio ambiente físico y del bienestar de
los animales y no del hombre de las villas miserias. O que buscan un tipo de sabiduría que los
descompromete totalmente de sus obligaciones sociales y los asila dentro de sí mismos.

Así y todo, estas corrientes ‘oxigenan’ la cultura propia, la pueden enriquecer con experiencias nuevas u
otras que han tenido origen en culturas lejanas en el tiempo o en el espacio (siguiendo aquello que ‘nada
de lo humano le es indiferente’) siempre y cuando el punto de arraigo sea el de la propia cultura,
despojada de sus escorias y limitaciones y recuperada en sus valores sustanciales.

5. Los problemas de la identidad cultural

Como reacción radical a la globalización y sus pretensiones de fundar una nueva identidad cultural
mundial podemos mencionar en primer lugar la afirmación de la propia identidad de los pueblos,
expresada teórica y prácticamente por los “fundamentalismos”, por los localismos a ultranza, por las
minorías en defensa de sus derechos, por la exigencia de los grupos étnicos a su identidad (negros,
hispanos, asiáticos, etc. en EEUU).

Cada una de estas manifestaciones responde a intereses distintos, pero todos tienen en común el no
aceptar sin más la propuesta de un mundo cultural homogéneo fundado en el mercado. Así los llamados
“fundamentalismos” (originariamente se designaban así a ciertos grupos protestantes) se oponen
violentamente a todo pluralismo ideológico, persiguiendo o lisa y llanamente suprimiendo a los que se
apartan de las normas, creencias, usos y costumbres de los antepasados. Un ejemplo conocido es el caso
de Irán y junto a él otros grupos dispersos en el mundo árabe en relación con la religión musulmana y la
cultura asentada tradicionalmente en ella. A veces este fundamentalismo está ligado a determinada raza
y cultura como excluyente de cualquier pluralismo, como sucedió en la Alemania nazi con la exaltación
de la raza indo-europea y su cultura, en los EEUU la Ku-Ku-Klan que preconizaba la total hegemonía del
‘hombre blanco anglosajón y protestante’, y en el extremo opuesto, el Black Power con la afirmación
exclusiva de los negros.

Caso distinto es la afirmación de los derechos de las minorías étnicas, religiosas, culturales o de los
inmigrantes, que sin negar la necesidad de una integración superadora de las diferencias, reclaman el
respeto por las diferencias. Desde luego que esto es muy simple decirlo y desearlo, pero que en la
práctica tiene sus dificultades. Por un lado, un Estado, para subsistir, debe tener una cierta unidad
cultural que va más allá del uso de un idioma común o de una historia común: deben todos aceptar la
validez de los principios institucionales del país. Por el otro, el sistema democrático es respetuoso de las
distintas formas y opciones de vida y no solamente de las distintas opiniones. La unidad en la diversidad
es por lo tanto un desafío de la época actual de mundialización, al interior y al exterior de los Estados.

Este problema se ha agudizado trágicamente en muchos países, y las terribles experiencias de pueblos
no solamente europeos (por ejemplo en la ex Yugoeslavia) sino también en los pueblos africanos, dan
cuenta de su actualidad. En menor medida (por ahora) es la situación de los inmigrantes que son
despreciados o mal mirados por muchas razones, entre las cuales no es la menor las del orden
económico (por ejemplo que ‘quiten’ el trabajo a los ciudadanos nativos, etc.). Este último tema es
particularmente sensible en los países de una larga tradición histórica y no tanto en nuestros países
formados por grandes contingentes de inmigración.

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6. El renacimiento de las utopías sociales

Los sociólogos han llamado la atención en el resurgimiento del pensar ‘utópico’ que ha venido a llenar el
vacío producido por la declinación de las grandes ideologías. “La intención utópica, proyectada casi
siempre hacia el futuro, aunque recoge del pasado el sueño permanente de lo que debe ser, es
defendida por algunos autores por las diversas funciones que puede desempeñar.

Pierre Furter analiza si las funciones de la utopía en el proceso histórico:

 La utopía es protesta contra la situación presente, negativa a adaptarse al sistema establecido.


Es fuerza de transgresión. Puede emerger como contracultura en los grupos marginales, en las
clases sociales explotadas.
 La utopía es perspectiva de las posibilidades todavía no realizadas por la sociedad. Es conciencia
anticipadora de lo que puede ser. En ella se une lo imaginario y lo real para la transformación de
las situaciones injustas y la búsqueda del bien social.
 Es al mismo tiempo, exigencia impaciente de realizar enseguida sin pasar por etapas, la sociedad
ideal. Es el rechazo del derrotismo y del “realismo” fatalista en el que se inspira la ideología
dominante para someter y adormecer a la clase dominada. (E. González Matas: “Utopías sociales
contemporáneas”, pág. 34).

Sin embargo, si esta idea e imagen de una sociedad mejor queda solo en un sueño, puede producir un
efecto de evasión de los deberes reales que la hagan posible. Un mundo mejor será el resultado de
múltiples esfuerzos y de largo alcance, aun cuando se sabe de antemano que el ideal siempre quedará
más allá de las realizaciones deseadas. Tal es la condición humana que aunque aspira siempre a un
mundo perfecto, debe contar con la libertad que puede elegir bien o mal, además, desde luego de otras
condiciones que ya no dependen de él.

7. La multiplicidad de idiomas

Como consecuencia de la globalización, hoy más que nunca es necesario para el estudiante y profesional
—cualquiera sea su especialidad—, el conocimiento y uso de toros idiomas además del propio,
concretamente el inglés. En efecto, las becas de perfeccionamiento en el extranjero, las comunicaciones
científicas internacionales, la actualización de los conocimientos generales, además de los técnicos,
exigen estas condiciones. Asimismo, los que suelen viajar a otros países, tienen en el inglés un
instrumento de comunicación como no lo tienen otros idiomas.

En el contexto cultural más general, es notoria la introducción de muchos de sus vocablos en el uso
cotidiano de este idioma, en parte porque el lugar de origen o difusión de las denominaciones de
aparatos y procesos de las distintas disciplinas con su lenguaje técnico, tiene su origen en EEUU (esto es
evidente en la ingeniería pero también en otras disciplinas) y en parte por los medios de difusión que
popularizan expresiones de este oriente. Esto trae como consecuencia una lenta corrupción de la lengua,
que se va inficionada de palabras y expresiones foráneas.

En otro orden de cosas, aunque más sutil, es el cambio del lenguaje que se expresa en general en general
con una pobreza de palabras y de giros idiomáticos, en frases breves y con escasa ilación en los
razonamientos. La cultura de los medios de comunicación está influyendo poderosamente en este
fenómeno de graves consecuencias, ya que el que no posee una riqueza idiomática, difícilmente podrá

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desarrollar un pensamiento propio y expresar sus propias ideas, propósitos y sentimientos. Las
consecuencias de este fenómeno se hacen palpables en las dificultades que encuentra el estudiante para
avanzar en sus estudios. Tal es la gravedad de este tema, que en las universidades norteamericanas se le
ha dado un lugar privilegiado al adiestramiento en la lectoescritura (en palabras simples, aprender a
‘saber’ leer y escribir).

La alta cultura exige este desarrollo espiritual que, si no existe en la base social, no podrá florecer en
obras valiosas. No se trata sólo de la posibilidad de una literatura propia: toda creación del espíritu, sea o
no escrita, requiere la denominación de las cosas con sus diferencias y matices, la articulación lógica y
gramatical, las cadencias temporales, el estilo adecuado, etc. Todo esto, aun en la modesta medida en
que puede expresarse en el lenguaje cotidiano, solo puede lograrse con la posesión de un lenguaje
propio y rico.

IX. Algunas reflexiones sobre lo expuesto


Además de las observaciones que se hicieron en el transcurso de la exposición, presentamos para una
reflexión personal y grupal algunas consideraciones sobre lo que se ha expuesto hasta aquí.

 El concepto de globalización para caracterizar al mundo actual es rechazado por algunos autores.
Aun aceptándolo en líneas generales como descripción de un hecho, sostienen que debe tenerse
en cuenta que estamos en un proceso todavía bastante ambiguo cuyos resultados no son fatales.
 Lo grave de los apologistas de este hecho es el crudo materialismo y utilitarismo en el que se
inspiran, que no tiene para nada en cuenta la primacía de los valores espirituales. Porque aun el
recurso a estos valores (p.e. la libertad humana, la importancia de la iniciativa privada, etc.) no
es sino para justificar los egoísmos o para usarlos como señuelo en la propaganda.
 Para muchos autores prestigiosos, la tal globalización como abarcando todo el universo del
mundo humano, es solo parcial: es la “mitad” de la esfera. La otra mitad, todavía muy deficiente
y en realidad la más importante, es la social. O sea, todo lo referente a la justicia y al bienestar
social es todavía una deuda pendiente que no se ha globalizado.
 “en un momento de creciente ‘globalidad’ el tema de la identidad cultural adquiere nuevas
urgencias y significaciones; paradójicamente, una mayor mundialización de nuestras visas
requerirá más —no menos— dosis de auténtica identidad personal y cultural. A no ser que
confundamos esa mundialización con la extensión monótona y uniforme de un discurso único
que todo lo penetra, al mismo tiempo que lo esteriliza. En este último caso, sí habrá ocluido las
posibilidades de una auténtica cultural mundial y del pensamiento planetario que es
indispensable para pensar y crecer en libertad.” (M.C. Casalla).
 ¿Puede ser la “competitividad” criterio último para constituir la sociedad humana y lograr la
realización del hombre en cuanto ser personal y social? ¿Puede la competencia gobernar al
mundo? ¿Es la competencia el mejor instrumento para enfrentarse a escala mundial a los cada
vez más graves problemas medioambientales, demográficos, económicos y sociales? El mercado
competitivo (en sentido actual) no es todo y no ha de imponer su lógica por encima de otras
dimensiones sociales y humanas, sobre todo cuando pretende que debe ignorarlas. No todos los
‘bienes’ se comercializan (J. Naisbitt).
 Los avances científico-tecnológicos, por su propia naturaleza, son para que el hombre alcance
una mejor calidad de vida. No tienen valor en sí mismos, sino que se justifican racionalmente en
tanto permita a la humanidad las condiciones para una vida más digna.

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 Deben tenerse en cuenta los límites de los recursos naturales y la interdependencia humana y
social. Ahora es indispensable crear nuevos y mejor equilibrados mecanismos para la
producción, control y distribución de la riqueza entre grupos, generaciones y países. Todo esto
implica un desafío de no fácil solución (por los múltiples intereses sectoriales, nacionales, etc. En
juego).
 Hemos aprendido que vivimos en un mundo finito tanto en lo que se refiere a los recursos físicos
y naturales así como a las relaciones humanas y que nuestro futuro, a corto o largo plazo,
dependerá de nuestra habilidad en acomodarnos a las posibilidades y limitaciones de nuestro
mundo.
 Esos dos conceptos, “Planeta tierra” y “Nuestro futuro común”, son los que han dado sentido a
esta nueva conciencia. De aquí la creciente aceptación del principio de responsabilidad frente al
conjunto de la humanidad y frente a las generaciones futuras. De aquí dos lecciones
importantes:
Ya no es físicamente posible ignorar los costes y daños del medio ambiente
que conlleva el proceso productivo. Es necesario replantear los procesos y
productos de modo que estos sean asumidos por la producción y el
consumo.
Ya no es posible tampoco dejar que los grupos más ricos y poderosos se
desentiendan de los costes y daños que humana y socialmente comportan el
crecimiento económico y el desarrollo tecnológico. Es necesario crear nuevos
y mejor equilibrados mecanismos para la producción, control y distribución
de la riqueza entre los grupos, las generaciones, los países y las regiones.
 A pesar de las corrientes democratizadoras, la ausencia de formas organizadas de gobierno
socialmente responsable y políticamente democrático a nivel planetario aparece como una
primera debilidad del presente orden mundial. Esta ausencia tiene dos consecuencias
principales:
a) Reduce significativamente la capacidad de las formas de gobierno político
local, nacional y regional para ejercer influencia y control sobre
acontecimientos políticos, económicos y sociales.
b) Hace imposible la reconciliación entre los intereses y operaciones de
globalización económica conducidos por fuerzas enfrentadas en pos de la
optimización de su beneficio y de su capacidad de influencia y los intereses y
operaciones de los países débiles así como de las organizaciones no
gubernamentales y voluntarias.
 Uno de los factores que está limitando y debilitando grandemente a la democracia como sistema
político es la ‘exclusión’ de una enorme cantidad de ciudadanos de los beneficios económicos,
intelectuales y culturales que se pueden lograr en la economía total de un país
(macroeconomía). Esta exclusión favorece el clientelismo o la indiferencia, cuando no a una
posible dictadura.
 Si bien es cierto que ya no podemos permitirnos el lujo de operar dentro de un sistema
económico nacional, autosuficiente y aislado que debemos reconocer que somos parte
integrante de un sistema económico mundial, no obstante no debe abandonarse la imperiosa e
inclaudicable necesidad de un proyecto nacional global consensuado democráticamente que
establezca qué industrias y tecnologías deben desarrollarse, dónde y cuándo, con quiénes y para
qué, etc. o sea, según los fines concretos establecidos conforme a derecho y llevado adelante
con políticas adecuadas.
 D.N. y D.L. Meadows y J. Randers del famoso Massachusetts Institute of Technology afirman: “La
necesidad de llevar el mundo industrial desde el crecimiento hasta la siguiente etapa de
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evolución no es un desastre sino una oportunidad. Cómo atrapar la ocasión, cómo materializar
un mundo sostenible así como de visión y de coraje. Estas con propiedades no de tecnologías,
mercados, gobiernos, corporaciones o modelos de computadoras, sino del corazón y del alma
humana. Para hablar de todo ello, los autores necesitan abrir aquí un nuevo capítulo, quitándose
sus sombreros de modelistas informáticos y despojándose de sus blancas batas de científicos,
para reaparecer como sencillos seres humanos” (“Más allá de los límites del crecimiento”, pág.
257, nota 8).

Conclusión
Presentamos a la consideración de los lectores la propuesta del Grupo de Lisboa, resultado de un prolijo
análisis de la situación contemporánea. En ella se expresa la necesidad de un nuevo contrato social a
nivel mundial que abarque los puntos más críticos y la formula de esta manera: (Petrella o.c. pág. 189)

 Primer contrato: El contrato de las necesidades básicas (asegurando a todos los bienes
necesarios para una vida humana digna).
 Segundo contrato: El contrato cultural (permitiendo y propiciando el intercambio científico,
artístico, tecnológico, etc.).
 Tercer contrato: El contrato democrático (asegurando y defendiendo el sistema democrático
pleno en todas las regiones del mundo).
 Cuarto contrato: El contrato de la tierra (fijando políticas efectivas para la conservación del
medio ambiente físico y su restauración donde hubiere sido dañado severamente).

Los autores no son ingenuos creyendo que solamente hay que apelar a la razón y a la buena voluntad. Lo
que sí creen es que, aclaradas las metas, la acción conjunta de la sociedad puede poco a poco establecer
otras bases para la convivencia humana. La globalización será así un factor decisivo del progreso y del
bienestar de la comunidad. El ingeniero y el tecnólogo tienen mucho que decir y hacer en este punto.
Pero sin una formación integral que, junto a una excelencia en lo específico, les brinde un amplio
panorama y que los capacite para el trabajo interdisciplinario, difícilmente podrá responder a esta
exigencia contemporánea.

Bibliografía
La bibliografía sobre estos temas es amplísima y de muy diversas tendencias. Solo señalaremos algunos
títulos de obras más conocidas y fácilmente obtenibles.
 BALLE, F. Comunicación y sociedad: evolución y análisis comparativos de los medios. Ed. Tercer
Mundo. Bogotá. 1991.
 BORGMANN, A. Tecnología y democracia. En Anthropos, nro. 94-95. 1989.
 CUVILLIER, A. Manual de Sociología. Ed. El Ateneo. Buenos Aires.
 FRIEDRICH, C. (compilador). La comunidad y el derecho. Ed. Roble. México.
 GALBRAITH, J.K. La sociedad opulenta. Ed. Planeta. Buenos Aires.
 GARCÍA, A. ¿Comunicación para la dependencia o para el desarrollo? Ed. CIESPAL. Quito (Ecuador).
 GONZÁLEZ MATAS, E. Utopías sociales contemporáneas. Ed. Algazara. Málaga.
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Ingeniería Industrial

 LYOTARD, J.F. La condición postmoderna. Ed. Planeta – De Agostini. Barcelona.


 MC LUHAN, H.M. La comprensión de los medios como extensión del hombre. Ed. Diana. México.
 MEADOWS-RANDERS. Más allá de los límites del crecimiento. Ed. País-Aguilar. Buenos Aires.
 MORIN, E. Para salir del siglo XX. Ed. Cairos. Barcelona. 1982.
 NAISBITT, J. Megatendencias: diez nuevas direcciones de cambio. Fundación Cerien. Buenos Aires.
 PETRELLA, R. Los límites de la competitividad. Ed. Universidad de Quilmes. Buenos Aires.
 RUITENBEEK Y OTROS. Dilema de la sociedad organización. Paidós. Buenos Aires.
 SCHMUCLER, H. Memoria de la comunicación. Biblos. Buenos Aires.
 SCHUMACHER, E.F. Lo pequeño es hermoso. Ed. H. Blume. Madrid.
 SEBRELI, J.J. El asedio a la modernidad. Ed. Sudamericana. Buenos Aires. 1991.
 TOBAR, J.F. Tecnología y economía. Id.
 TOFLLER, A. La empresa flexible. Ed. Plaza & Janés. Barcelona.
 TOFLLER, A. La tercera ola. Ed. Plaza & Janés. Barcelona.
 TOURAINE, A. La sociedad post-industrial. Ed. Ariel. Barcelona. 1969.
 WIRNER, L. Viviendo en el espacio electrónico. Id.

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