Copi. Introducción A La Lógica

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Introducción a la

LÓGICA
Irving M. Copi
Universidad de Hawaii

Carl Cohen
Universidad de Michigan

EISE
LIMUSA
NORIEGA EDITORES
MÉXICO • España • Venezuela • Colombia
Introducción

...esto afirmamos: que si ha de buscarse la verdad en cada división


de la filosofía, debenzos, antes que nada, contar con principios
confiables y métodos para el hallazgo de la verdad. La lógica es la
rama que incluye la teoría de los criterios y de las demostraciones;
por lo tanto, es con ella con la que debemos comenzar.
— SEXTO EMPIRICO

...tanto el mal razonamiento como el bueno son posibles; y este


hecho es el fundametzto del aspecto práctico de la lógica.
-- CHARLES SANDERS PEIRCE

1.1 ¿Qué es la lógica?


La lógica es el estudio de los métodos y principios que se usan para dis-
tinguir el razonamiento bueno (correcto) del malo (incorrecto). Esta defi-
nición no implica que sólo el estudiante de lógica pueda razonar bien o
correctamente. Pensar así es tan erróneo como creer que para correr bien
se requiere estudiar la física y la fisiología asociadas con esa actividad.
Algunos atletas excelentes ignoran por completo los procesos complejos
que tienen lugar en el interior de su cuerpo cuando están compitiendo.
Sobra decir que los viejos profesores que saben mucho al respecto no se
atreverían a incursionar en el terreno atlético. Aun con el mismo aparato
nervioso y muscular básico, la persona que posee tales conocimientos no
puede sobrepasar al "atleta natural".
Pero dada la misma inteligencia nata, es más probable que una persona
que ha estudiado lógica razone correctamente y menos probable que así
razone una persona que nunca ha reflexionado acerca de los principios
generales involucrados en esa actividad. Hay varias razones que explican
esto. Primera, el estudio apropiado de la lógica la entenderá lo mismo
como un arte que como una ciencia, y el estudiante se ejercitará en cada una
de las partes de la teoría que está aprendiendo. En este como en cualquier
otro caso, la práctica llevará al perfeccionamiento. Segunda, una parte
tradicional del estudio de la lógica ha sido el examen y el análisis de las
I7
18 Introducción

falacias, que son errores muy frecuentes y "naturales" del razonamiento.


Esta parte del tema proporciona una visión más cabal acerca de los
principios del razonamiento en general y de que la familiaridad con esas
trampas nos ayuda a evitar caer en ellas. Por último, el estudio de la lógica
proporcionará a los estudiantes técnicas y métodos para verificar la
corrección de muchos tipos diferentes de razonamiento, incluyendo el
suyo propio; y cuando los errores se pueden detectar fácilmente, es menos
probable que perduren.
En ocasiones, la apelación a las emociones es un recurso eficaz. Pero la
apelación a la razón es más efectiva a la larga y se puede verificar y evaluar
mediante criterios que definen la corrección de un argumento. Si estos
criterios no se conocen, entonces no se pueden aplicar. El estudio de la
lógica ayuda a descubrir y utilizar estos criterios de corrección de argu-
mentos que pueden usarse.
Frecuentemente, se ha definido a la lógica como la ciencia de las leyes del
pensamiento. Pero esta definición, aunque proporciona una clave para com-
prender la naturaleza de la lógica, no es apropiada. En primer lugar, el pen-
samiento es estudiado por los psicólogos. La lógica no puede ser "la" ciencia
de las leyes del pensamiento porque la psicología también es una ciencia que
trata de las leyes del pensamiento (entre otras cosas). Y la lógica no es una
rama de la psicología; es un campo de estudio diferente e independiente.
En segundo lugar, si "pensamiento" se refiere a cualq 14 ier proceso que
tiene lugar en la mente de las personas, no todos los pensamientos son
objeto de estudio de los lógicos. Todo razonamiento es un pensamiento,
pero no todo pensamiento es razonamiento. Así, uno puede pensar en un
número del uno al diez, como sucede en un juego de salón, sin hacer
"razonamiento" alguno acerca de él. Hay varios procesos mentales o tipos
de pensamiento que son diferentes del razonamiento. Uno puede recordar
algo, imaginarlo o lamentarse de él, sin hacer razonamiento alguno en
torno a ello. 0 puede dejar que los pensamientos "sigan su curso" en un
ensuerio o en una fantasía, haciendo lo que los psicólogos llaman asocia-
ción libre, en la cual una imagen reemplaza a otra en un orden que no es
lógico. La secuencia de pensamientos en esa asociación libre frecuente-
mente tiene mucho significado y algunas técnicas psiquiátricas recurren a
ella. El conocimiento que se logra del carácter de una persona al internarse
en el curso de su flujo de ideas es la base de una técnica literaria muy eficaz
iniciada por James Joyce en su novela Ulises. Por el contrario, si de
antemano se conoce bien el carácter de una persona es posible reconstruir,
o aun ánticipar, el curso del flujo de ideas de esa persona. Sherlock Holmes,
recordemos, acostumbraba romper los silencios de su amigo Watson para
responder la misma pregunta a la que el doctor Watson se había visto
"llevado" en sus meditaciones. Esto parece mostrarnos que hay algunas
ieyes que gobiernan la ensoriación, pero éstas no son objeto de estudio de
los lógicos. Las leyes que describen el curso de la mente en el suerio son
Premisas y conclusiones 19

psicológicas, no lógicas. La definición de la "lógica" como la ciencia de las


leyes del pensamiento, la presenta como incluyendo demasiado.
A veces se define a la lógica como la ciencia del razonamiento. Esta
definición es mucho mejor, pero también resulta inapropiada. El razona-
miento es una forma especial de pensamiento en la cual se resuelven
problemas, se realizan inferencias, esto es, se extraen conclusiones a partir de
prernisas. Es un tipo de pensamiento, sin embargo, y por lo tanto, forma parte
de los temas que irtteresan al psicólogo. Tal como los psicólogos examinan el
proceso de razonamiento, encuentran que es extremadamente complejo,
altamente emotivo, consistente de procedimientos de ensayo y error ilumina-
dos por momentos súbitos, y en ocasiones en apariencia irrelevantes, de com-
prensión o intuición. Estos destellos son muy importantes para la psicología.
El lógico, empero, está interesado esencialmente en la corrección del
proceso completo de razonamiento. El lógico pregunta: ¿Tiene solución el
problema?, ¿se sigue la conclusión de las premisas que se han afirmado o
supuesto?, ¿las premisas proporcionan buenas razones para aceptar la
conclusión? Si el problema queda resuelto, si las premisas proporcionan
las bases adecuadas para afirmar la conclusión, si afirmar las premisas
constituye una verdadera garantía para afirmar la verdad de la conclusión,
entonces el razonamiento es correcto. De lo contrario, es incorrecto.
Esta distinción entre el razonamiento correcto e incorrecto es el proble-
ma central con el que trata la lógica . Los métodos y técnicas del lógico se
han desarrollado con el propósito fundamental de aclarar esta distinción.
Todo razonamiento (independientemente de su objeto) es de interés para
el lógico, pero fijando su atención especialmente en la corrección como
punto central de la lógica

1.2 Premisas y conclusiones


Para aclarar la explicación de la lógica que se ofreció en la sección anterior,
será útil enunciar y discutir algunos de los términos especiales que usan los
lógicos en su trabajo. Inferencia es el proceso por el cual se llega a una
proposición y se afirma sobre la base de una o más proposiciones acepta-
das como punto inicial del proceso. Para determinar si una inferencía es
correcta, el lógico examina las proposiciones que constituyen los puntos
inicial y final de este proceso, así como las relaciones que existen entre ellos.
Las proposiciones son o verdaderas o falsas, y en esto difieren de las
preguntas, órdenes y exclamaciones. Solamente las proposiciones se pue-
den afirmar o negar; las preguntas se pueden responder, las órdenes se
pueden dar y las exclamaciones pueden pronunciarse, pero ninguna de
ellas se puede afirmar, negar o juzgarse como verdadera o falsa.
Es usual distinguir entre las oraciones y las proposiciones que expre-
san. Dos oraciones, que son claramente distintas porque constan de
diferentes palabras ordenadas en distintas formas, pueden en el mismo
20 Introducción

contexto tener el mismo significado y emplearse para afirmar la misma


proposición. Por ejemplo,

Juan ama a María.


María es amada por Juan.

son dos oraciones diferentes, porque la primera contiene cuatro palabras


mientras que la segunda contiene cinco; la primera comienza con la
palabra "Juan", la segunda con "María", y así sucesivamente. Pero las dos
oraciones tienen exactamente el mismo significado. Usamos el término
proposición para referirnos al contenido que ambas oraciones afirman.
La diferencia entre oraciones y proposiciones puede entenderse mejor
si se hace notar que una oración es siempre oración de un lenguaje
particular, del lenguaje en el cual se emite, mientras que las proposiciones
no son propias de ningún lenguaje. Las cuatro oraciones:

It is raining.
Está lloviendo.
Ji pleut.
Es regnet.

ciertamente son diferentes, porque están escritas en lenguajes diferentes:


inglés, espariol, francés y alemán, pero tienen el mismo significado, y en un
contexto apropiado se pueden usar para afirmar la proposición de la cual
cada una es una formulación distinta.
En diferentes contextos puede emitirse exactamente la misma proposi-
ción para establecer diferentes enunciados. Por ejemplo, uno puede emitir
la oración:

El actual president. de Estados Unidos es un ex congresista.

que en 1990 corresponde a un enunciado verdadero acerca de George


Bush, mientras que en 1987 corresponde a un enunciado falso sobre
Ronald Reagan. En esos contextos temporales diferentes, se puede emitir
dicha oración para afirmar diferentes proposiciones o establecer diferen-
tes enunciados. Los términos "proposición" y "enunciado" no son exacta-
mente sinónimos, pero en el contexto de la investigación lógica se usan en
un sentido muy parecido. Algunos autores prefieren el término "enuncia-
do" al de "proposición", si bien este último ha sido más común en la
historia de la lógica. En esta obra se usarán ambos términos.
En correspondencia con cada inferencia posible hay un argumento, y el
principal interés de los lógicos concierne a los argumentos. Desde el punto
de vista del lógico, un argumento es cualquier conjunto de proposiciones
de las cuales se dice que una se sigue de las otras, que pretenden apoyar o
Premisas y conclusiones 21

fundamentar su verdad. Por supuesto, la palabra "argumento" se usa


frecuentemente en otros sentidos, pero en lógica tiene el sentido que se ha
explicado.
Un argumento, en el sentido lógico, no es una mera colección de
proposiciones, sino que tiene una estructura. Al describir esta estructura,
suelen usarse los términos "premisa" y "conclusión". La conclusión de un
argumento es la proposición que se afirma con base en las otras proposi-
ciones del argumento, y estas otras proposiciones, que son afirmadas (o
supuestas) como apoyo o razones para aceptar la conclusión, son las
premisas de ese argumento.
El tipo más simple de argumento consiste sólo de una premisa y una
conclusión, que se dice está implicada por, o se sigue de, la primera . Un
ejemplo en el que cada una de ellas se enuncia en una oración independien-
te es el siguiente:
Estados Unidos es en lo fundamental un importador de energéticos. Por
tanto, hay una certeza matemática de que la nación en su totalidad mejora, no
empeora, con la baja de los precios del petróleo.'

Aquí se enuncia primero la premisa y luego la conclusión. Pero el orden en


el que son enunciadas no es importante desde el punto de vista lógico. Un
argumento en el que la conclusión se enuncia en la primera oración y la
premisa en la segunda es:
Los casos que provocan escándalos, así como los difíciles, perjudican la
aplicación de la ley. Los casos escandalosos se llaman así a causa de algún
accidente de interés inmediato o sobresaliente que apela a los sentimientos y
distorsiona la capacidad de apreciación de los jueces.2
En algunos argumentos, la premisa y la conclusión se enuncian en la
misma oración. El siguiente es un argumento de una sola oración cuya
premisa precede a su conclusión:
Como las sensaciones son esencialmente privadas, no podemos saber
cómo es el mundo para otras personas.3
En ocasiones, la conclusión precede a la premisa en un argumento de una
sola oración, como en el siguiente ejemplo:
Enfriar los átomos equivale a retardar su movimiento, puesto que la
temperatura es una medida de qué tan rápido se están moviendo los átomos
o las moléculas (el cero absoluto es la inmovilidad total).4

'"Oil Drip", The New Republic, abril 28, 1986, p. 7.


2Ministro Felix Frankfurter, Dennis v. United States, 341 U.S. 494 (1951).
3Richard L. Gregory, "Sensations", The Oxford Companion to the Mind, Oxford University
Press, Oxford, 1987, p. 700.
4"Slow Atoms", The Economist, octubre 12 de 1988, p. 96.
22 Introducción

Cuando se ofrecen razones en un esfuerzo por persuadirnos a realizar


una acción determinada, se nos presenta algo, que es, en efecto, un argu-
mento aun cuando la "conclusión" se pueda expresar como una orden o
un imperativo. Consideremos, por ejemplo, los siguientes dos pasajes:
La sabiduría es lo principal; por tanto, hay que buscar la sabiduría.5

No hay que prestar ni pedir prestado;


porque al hacerlo pierde uno mismo y pierde también a su amigo.6

Aquí la orden puede igualmente preceder o seguir a la razón o razones


ofrecidas para persuadir al oyente o lector de hacer lo que se ordena. Por
razones de uniformidad y simplicidad, es útil considerar las órdenes, en
estos contextos, de forma indistinguible de las proposiciones en las que los
oyentes (o lectores) reciben el mensaje de que deben o deberían actuar de
determinada forma. La diferencia exacta que existe, si es que realmente la
hay, entre una orden de hacer tal o cual cosa y el enunciado de que se de-
be hacer tal o cual cosa es un intrincado problema que no necesita-
mos explorar aquí. Ignorando la diferencia (si es que existe realmente)
somos capaces de reconocer ambos tipos de argumentos como grupos
estructurados de proposiciones.
Algunos argumentos ofrecen varias premisas en apoyo a sus conclusio-
nes. Ocasionalmente, estas premisas se enumeran como primera, segunda,
tercera, o a), b), c), como en el siguiente argumento en el cual el enunciado
de la conclusión precede a los enunciados de las premisas:
Decir que los enunciados acerca de la conciencia son enunciados sobre
procesos cerebrales es una falsedad manifiesta. Esto se muestra a) por el hecho
de que uno puede describir las propias sensaciones e imágenes mentales sin
saber nada acerca de los procesos cerebrales, ni siquiera de que existen, b) por
el hecho de que los enunciados acerca de la propia conciencia y los enunciados
acerca de los propios procesos cerebrales se verifican de maneras completa-
mente distintas, y c) por el hecho de que no hay nada contradictorio en el
enunciado "X siente un dolor pero no tiene ningún problema en el cerebro ".7

En el siguiente argumento la conclusión se enuncia al final, precedida por


tres premisas:
Puesto que la felicidad consiste en la paz de la mente y puesto que la paz
mental perdurable depende de la confianza que tenga mos en el futuro y la

s Proverbios, 4:7.
6William Shakespeare, HatIllet, I, iii.
71.1. T. Place, "Is consciousness a Brain Process?", The British Journal of Psychology,
febrero, 1956.
Premisas y conclusiones 23

confianza se basa en el conocimiento que tenemos de la naturaleza de Dios y


del alma, se sigue que la ciencia es necesaria para la verdadera felicidad.8

Saber contar las premisas de un argumento no es tan importante en esta


etapa de nuestro estudio, pero adquirirá importancia más adelante a
medida que avancemos en el análisis y la diagramación de argumentos
más complicados. Para listar las premisas del argumento precedente, no
podemos apelar simplemente al número de oraciones en las que están
escritas. Si estuvieran todas ellas en una misma oración, no por ello
deberíamos negar su multiplicidad.
Debemos notar que "premisa" y "conclusión" son términos relativos:
una y la misma proposición puede ser una premisa en un argumento y una
conclusión en otro. Consideremos, por ejemplo, el argumento:

Las leyes humanas son apropiadas para la gran mayoría de los seres
humanos. La mayoría de las personas no son perfectamente virtuosas. Por lo
tanto, las leyes humanas no prohiben todos los vicios.9

Aquí, la proposición de que las leyes humanas no prohiben todos los vícios
es la conclusión y las dos proposiciones anteriores son sus premisas. Pero
la conclusión de este argumento es una premisa en el siguiente argumento
(diferente):

...los actos viciosos son cor trarios a los actos virtuosos. Pero las leyes
humanas no prohiben todos los vicios,... Por lo tanto, tampoco prescriben
todos los actos virtuosos.10

Ninguna proposición por sí misma, considerada en forma aislada, es una


premisa ni una conclusión. Es una premisa solamente cuando aparece
como supuesto de un argumento. Es una conclusión solamente cuando
aparece en un argumento y pretende fundamentarse en otras proposicio-
nes del argumento. Así, "premisa" y "conclusión" son términos relativos,
como "empleador" y "empleado". Una persona en sí misma no es empleador
ni empleado, pero puede ser cualquiera de las dos cosas en diferentes
contextos: empleador de nuestro jardinero, empleado de la firma para la
que uno trabaja.
Los argumentos precedentes o bien tienen sus premisas seguidas de su
conclusión, o a la inversa. Pero la conclusión de un argumento no necesita
enunciarse como su parte final o al principio del mismo. Puede suceder, y
frecuentemente sucede, que se halle en medio de diferentes premisas que
se ofrecen en su apoyo. Este arreglo se ilustra como sigue:

8Gottfried Leibniz, Prefacio a la ciencia general.


9Tomás de Aquino, Summa Theological-II, Cuestión 96, Artículo 2.
Artículo 3.
24 Introducción

Puesto que la libertad y el bienestar son las condiciones necesarias de la


acción y en general de la acción exitosa, cada agente debe reconocer estas
condiciones como bienes necesarios para sí mismo, puesto que sin ellas no
sería capaz de actuar para conseguir un propósito determinado, sea en
absoluto o con las oportunidades generales de lograr el éxito."

Aquí la conclusión de que cada agente debe reconocer estas condiciones


C01110 bienes necesarios para sí mismo se afirma sobre la base de las
proposiciones que la preceden y de las que la siguen.
Para cumplir la meta del lógico de distinguir los argumentos buenos de
los malos, uno debe ser capaz de reconocer los argumentos cuando
ocurren y de identificar sus premisas y conclusiones. Dado un pasaje que
contiene un argumento, ¿cómo puede uno decir cuál es su conclusión y
cuáles sus premisas? Hemos visto ya que un argumento se puede enunciar
poniendo primero su conclusión, colocándola al final o en medio de varias
premisas. Por tanto, la conclusión de un argumento no se puede identificar
en térmínos de su posición en la formulación del argumento. Entonces,
¿cómo se puede reconocer? A veces, por la presencia de palabras especiales
que aparecen en diferentes partes de un argumento. Algunas palabras o
frases sirven de manera característica para introducir la conclusión de un
argumento.
Llamaremos "indicadores de la conclusión" a tales expresiones. La
presencia de cualquiera de ellas seriala frecuentemente, pero no siempre,
que lo que sigue es la conclusión de un argumento. Esta es una lista parcial
de indicadores de conclusión:

por lo tanto por estas razones


de ahí que se sigue que
así podemos inferir que
correspondientemente concluyo que
en consecuencia lo cual muestra que
consecuentemente lo cual significa que
lo cual prueba que lo cual implica que
como resultado lo cual nos permite inferir que
por esta razón lo cual apunta hacia la conclusión de que

Otras palabras o frases sirven de manera característica para serialar


premisas de un argumento. Llamaremos a tales expresiones "indicadores
de premisas". La presencia de cualquiera de ellas seriala frecuentemente,
pero no siempre, que lo que sigue es la premisa de un argumento. Esta es
una lista parcial de indicadores de premisas:

"Alan Gewirth, "Human Rights and Conceptions of the Self", Philosophia, Vol. 18,
Núms. 2-3, julio 1988, p. 136.
Premisas y conclusiones 25

puesto que como es indicado por


dado que la razón es que
a causa de por las siguientes razones
porque se puede inferir de
pues se puede derivar de
se sigue de se puede deducir de
como muestra en vista de que

Una vez que se ha reconocido un argumento, estas palabras y frases nos


ayudan a identificar las premisas y la conclusión. Pero no cualquier pasaje
que contiene un argumento necesita contener estos términos lógicos
especiales. Consideremos, por ejemplo:

Dentro de 20 arios, la única hoja de maple que quede en Canadá podría ser
la del emblema nacional. La Iluvia ácida está destruyendo los árboles de
maple de la zona central y oriental de Canadá, lo mismo que de Nueva
Inglaterra."

Si bien no aparecen en el pasaje anterior los indicadores de premisas o de


conclusión, se trata claramente de un argumento cuya conclusión está
enunciada primero y se sigue de una premisa que se ofrece en su apoyo.
La misma estructura aparece en el siguiente ejemplo:

Un pequeño descuido puede ocasionar un gran problema... por falta de un


clavo se perdió la herradura; por falta de herradura se perdió el caballo y por
no haber caballo se perdió el jinete."

Aunque lo anterior se podría considerar como la enunciación de una bien


conocida verdad popular que se ilustra con la pérdida de la herradura y la
consecuente pérdida del jinete, puede igualmente entenderse como un
argumento cuya conclusión está enunciada primero y seguida por tres
premisas que se dicen para apoyarla. Un ejemplo algo más complicado de
un argumento en cuya formulación no aparecen indicadores de premisas
ni de conclusión es el siguiente:

Muestra de razonamiento obtuso es introducir el tema del "libre ejercicio"


de la religión en el presente caso. Nadie está forzado a ir a las clases de religión
y ninguna institución religiosa va a Ilevar su culto y su credo a los salones de
clase de las escuelas públicas. Un estudiante no está obligado a tomar
instrucción religiosa. En sus propios deseos están la forma o el momento de
expresar su devoción religiosa, si la hay."

"2"Maple Syrup", The Economist, abril 4, 1987, p. 63.


''Benjamin Franklin, Poor Richard's Almanac, 1758.
'4Ministro Douglas, de la Suprema Corte, Zorach v. Clauson, 343, U.S. 306 (1952).
26 Introducción

Aquí la conclusión, que se puede parafrasear como "el caso presente no


tiene nada que ver con el libre ejercicio de la religión", está enunciada en
la primera oración. Las últimas tres oraciones ofrecen bases o razones en
apoyo a esa conclusión. ¿Cómo podemos saber que la primera oración
enuncia la conclusión y las restantes expresan las premisas? El contexto es
de enorme ayuda aquí, como siempre suele serlo. También resultan útiles
algunas de las frases usadas para expresar las diferentes proposiciones. La
frase "muestra de razonamiento obtuso es introducir..." sugiere que la
cuestión de si el "libre ejercicio" de la religión está involucrado en este caso
es precisamente el punto de desacuerdo. Sugiere que alguien ha reclamado
que hay un problema de libertad religiosa en el caso y que la Corte rechaza
el reclamo y, por tanto, arguye contra él. Las otras proposiciones se
enuncian en términos de cuestiones de hecho, sugiriendo que no hay
discusión acerca de ellos y, por tanto, no se cuestiona su aceptabilidad
como premisas.
No todo lo que se dice en el curso de un argumento es una premisa o la
conclusión del mismo. Un pasaje que contiene un argumento puede
tamb ién contener otros materiales que a veces pueden carecer de impor-
ta ncia, pero frecuentemente proporcionan importante información
contextual que permite al lector o al oyente entender de qué trata el
argumento. Por ejemplo, consideremos el argumento contenido en el
siguiente pasaje:

El glaucoma no tratado es causa principal de una ceguera progresiva sin


dolor. Se dispone de métodos para la detección oportuna y el tratamiento
efectivo. Por esta razón, la ceguera por glaucoma es especialmente trágica.15

La tercera proposición contenida en este pasaje es la conclusión, como se


muestra por la presencia del indicador de conclusión "por esta razón". La
segunda proposición es la premisa. La primera proposición no es parte del
argumento, estrictamente hablando. Pero su presencia nos permite enten-
der que los métodos disponibles a los que se refiere en la premisa son
métodos para la detección oportuna y el tratamiento efectivo del glaucoma
crónico.
Si quisiéramos proporcionar un análisis completo del argumento ante-
rior, podríamos reformular las proposiciones que lo constituyen como
sigue:

PREMISA: Existenmétodos para la detección oportuna y el tratamiento


eficaz del glaucoma crónico
CONCLUSIÓN: La ceguera por glaucoma crónico es especialmente trágica.

'5Harvard Medical School Health Letter, abril 1979, p. 2.


Premisas y conclusíones 27

Otro ejemplo de este punto se encuentra en uno de los ensayos de


Schopenhauer:
Si el derecho penal prohibe el suicidio, esto no es un argumento válido para
la Iglesia; y, además, la prohibición es ridícula, pues ¿qué pena puede
atemorizar a una persona que no tiene miedo ni siquiera a la muerte?"
Aquí, el material de la frase que precede al punto y coma no es una premisa
ni una conclusión. Pero sin esa información, no podríamos saber a qué
prohibición se refiere la conclusión. En este caso la conclusión es que la ley
criminal que prohibe el suicidio es ridícula. La premisa ofrecida en apoyo
de ella es que ninguna pena puede atemorizar a una persona que no tiene
miedo a la muerte. Este ejemplo muestra también que las proposiciones se
pueden afirmar en forma de preguntas retóricas, que se usan para hacer
afirmaciones más bien que para plantear preguntas, aun cuando se expre-
san en forma interrogativa.
Otros ejemplos de argumentos que contienen enunciados formulados
como preguntas retóricas son los siguientes:
...si nadie desea ser miserable, nadie, Menón, desea el mal, pues ¿qué es la
miseria sino el deseo y la posesión del mal?17

Si una persona dice, amo a Dios y odio a mi hermano, está mintiendo:


porque si no ama a su hermano, a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios,
a quien no ha visto?is

Al analizar el argumento de Schopenhauer, y el anterior que se refiere al


libre ejercicio de la religión, fue útil reformular algunas de sus proposicio-
nes constituyentes. El propósito en cada caso fue el de minimizar nuestra
dependencia de sus contextos para comprender el argumento y los papeles
que en él desemperian sus partes constituyentes. Este interés estará presen-
te a lo largo de este libro. Frecuentemente, queremos centrar nuestra
atención en una proposición en particular, queremos saber si es verdadera
o falsa, lo que ella implica, si es implicada por otras proposiciones, o si es
la premisa o la conclusión de un determinado argumento. En tales casos,
será útil contar con una formulación de la proposición que nos permita
entenderla en forma tan independiente del contexto como sea posible.
A veces, la naturaleza proposicional de un elemento constitutivo de un
argumento se oculta bajo su expresión como frase nominal en lugar de
como oración declarativa. Esto ocurre en el siguiente caso.

"Arthur Schopenhauer, "Sobre el Suicidio" en Ensayos completos de Schopenhauer,


Libro V, Estudios sobre el pesimismo, tr. Bailey Saunder, Nueva York, Wiley Book Com-
pany, 1942, p. 26.
' 7Platón, Menón, 78A.
"San luan, 4:20.
28 Introducción

Ethan Nadelmann, profesor asistente en la Escuela de relaciones públicas


e internacionales Woodrow Wilson, de la Universidad de Princeton, argu-
menta que la prohibición (de las drogas fuertes) ha sido un error. Cita las
oleadas de asesinatos por motivos de narcotráfico en ciudades como Was-
hington y Nueva York, el congestionamiento de los tribunales y prisiones
federales y estatales con prisioneros acusados de narcotráfico, los disturbios
políticos en Colombia provocados por traficantes de drogas y la corrupción
relacionada con el narcotráfico en todo el mundo."

El hecho de que este pasaje contiene un argumento está parcialmente


obscurecido por la forma gramatical de sus premisas, que son precedidas
por la conclusión. Estas premisas pueden reformularse como oraciones
declarativas, y entonces quedarían como sigue:

Se ha incrementado el número de asesinatos por narcotráfico en


ciudades como Nueva York y Washington;
los tribunales y prisiones federales y estatales están atestados de
prisioneros acusados de narcotráfico;
Colombia ha sido políticamente desestabilizada por los traficantes
de drogas;
y en todo el mundo hay corrupción relacionada con el narcotráfico.
Resulta así evidente que la proposición que precede a estas premisas es la
conclusión del argumento:

La prohibición (de las drogas fuertes) ha sido un error.

Aunque todo argumento tiene una conclusión, las formulaciones de


algunos argumentos no contienen enunciados explícitos de sus conclusio-
nes. ¿Cómo se puede entender y analizar un argumento de este tipo? La
conclusión no enunciada de un argumento de este género frecuentemente
está indicada por el contexto en el cual el argumento ocurre. Algunas veces
las premisas enunciadas sugieren inequívocamente cuál debe ser la con-
clusión no enunciada, como en el siguiente caso:
Si él es una persona lista, no va a ir por ahí disparando sobre una de esas
personas, y él es una persona lista.20
Aquí necesitaríamos conocer el contexto para saber quién es "una de esas
personas". Pero no necesitamos del contexto para saber que la conclusión
es:

Él no va a ir disparando por ahí sobre una de esas personas.

19 The Nezv York Tinies, mayo 15, 1988, Sección 1, p. 12.


"George V. Higgins, The Friends of Eddie Coyle, Ballantine Books, Nueva York, 1981,
p. 121.
Premisas y conclusiones 29

Otro ejemplo de un argumento con una conclusión no enunciada es:

La belleza espectacular de las costas de Mendocino y Humboldt del norte


de California provoca cada ario enormes flujos turísticos hacia esos lugares,
provenientes de otras partes de Estados Unidos y de todo el mundo... La
región abunda en diversa flora y fauna marina, incluyendo las amenazadas
ballenas, focas, morsas y pájaros marinos, y las riquezas pesqueras de esa
región son de las más importantes de la costa occidental. El servicio de pesca
y fauna ha dicho que el desarrollo petrolero tendría "efectos potencialmente
devastadores" sobre estos recursos."

A partir de las cuatro premisas enunciadas de este argumento, puede


inferirse su conclusión no enunciada:

El desarrollo petrolero no se debe permitir en las aguas de las costas


Mendocino y Humboldt del norte de California.

Algunos lectores habrán quedado muy sorprendidos al leer que para


analizar un argumento con una conclusión no enunciada, uno debe saber
de antemano qué es lo que se seguiría lógicamente de las premisas
enunciadas. Después de todo, ¡se supone que en este libro se está apren-
diendo lógica! ¿Cómo se puede presuponer entonces que el lector ya sabe
lógica? Si es así, ¿cuál es el objeto de leer este libro? Esta objeción no es
difícil de responder. Se presupone alguna habilidad lógica para el estudio
de cualquier tema, incluyendo la lógica misma. El estudio de la lógica
puede ensanchar o agudízar la habilidad del lector para analizar argumen-
tos y proporcionar técnicas efectivas para evaluar argumentos como
buenos o malos, como mejores o peores. Pero debe existir alguna capaci-
dad lógica que se pueda agudizar o ensanchar. Como escribió C. I. Lewis,
un importante lógico del siglo XX:

El estudio de la lógica no apela a criterios que no están presentes de


antemano en la mente del estudiante... porque la tarea misma de aprender
mediante la reflexión o la discusión supone ya que nuestro sentido lógico es
una buena guía. "

En resumen: un argumento es un grupo de proposiciones de las cuales


una, la conclusión, pretende derivarse o seguirse de las otras, que son las
premisas. Las proposiciones son típicamente enunciadas en oraciones
declarativas, pero en ocasiones aparecen como órdenes, preguntas retóri-
cas o frases nominales. Un argumento completo se puede enunciar en una

21 Lisa Speer y Sara Chasis, "Don't Pull the Plug of Offshore Waters", The New York
Times, junio 25, p. 15.
C. I. Lewis, Mind and the World-Order, Charles Scribner's Sons, Nueva York, 1929, p. 3.
30 Introducción

sola oración, pero frecuentemente varias oraciones se utilizan en su


formulación. En la presentación de un argumento, su conclusión puede ir
antes o después de las premisas, o en medio de ellas. 0 la conclusión puede
no enunciarse explícitamente, pero puede aclararse por el contexto, o
quedar implicada por las premisas enunciadas explícitamente. La presen-
cia de términos especiales que funcionan como indicadores de premisas o
de conclusión a menudo ayudan a identificar y distinguir las premisas y
la conclusión de un argumento. Un pasaje que contiene un argumento
puede también contener proposiciones que no son premisas ni conclusión
de ese argumento, pero que contienen información que ayuda al lector o
al oyente a entender de qué tratan las premisas y la conclusión del
argumento. Al analizar un argumento, a menudo es útil distinguir por
separado las premisas que se pueden conjuntar en una oración simple. Y
al reportar el resultado de nuestro análisis de un argumento en su premisa
(o premisas) y conclusión, es frecuente y útil formular cada premisa
independiente y la conclusión en una oración declarativa que se pueda
entender sin importar el contexto.

EJERCICIOS
Identificar las premisas y conclusiones en los siguientes pasajes, cada uno
de los cuales sólo contiene un argumento.23

* 1. Pero el precio de los combustibles fósiles y nucleares es sólo una


pequeria fracción de su costo total. La sociedad paga el otro costo del
deterioro a la salud y a la propiedad, de los contaminantes esparcidos en
los océanos y en los ríos y playas, de la lluvia ácida, de los peces muertos
o envenenados y de la miseria humana.
— MOSES CAMMER, "La energía solar resultaría más barata",
The New York Times, 12 de julio de 1988, p. 28
Es difícil sostener que la astrología occidental debe ser verdadera
debido a que cuenta con una larga tradición tras de sí, porque las astrolo-
gías china e hindú cuentan también con largas tradiciones. Si una es
correcta, las otras están equivocadas.
— MARTIN GARDNER, "Viendo las estrellas", The New York Review
of Books, 30 de junio de 1988, p. 4
La prueba de presencia de prejuicios mostró que otro examen, la
prueba de aptitud escolar, que la mayoría de los colegios usan como
medida para ver a cuáles estudiantes de secundaria admiten, se basaba en

"Las soluciones a los ejercicios señalados mecliante un asterisco se encontrarán al final


del libro en las páginas 621-675.
Premisas y conclusiones 31

un prejuicio contra las mujeres, mostrando además que ellas obtenían un


promedio más bajo en esta prueba como grupo, aun cuando obtuviesen
mejores calificaciones que los hombres.
- LEE A. DANIELS , "Acusación de prejuicio de grupo en las
pruebas de desemperio escolar", The New York Times,
29 de junio de 1988, p. 25
4. Mentir es parte del desarrollo normal, lo mismo que decir la verdad.
La habilidad para mentir es un logro humano, una de esas habilidades que
nos colocan aparte de las demás especies.
-ARNOLD GOLDBERG, "Mentiras: ¿desórdenes mentales o
parte del crecimiento normal?" The New York Times,
17 de mayo de 1988, p. 19
* 5. La luz que vemos proveniente de las galaxias distantes salió de ellas
hace millones de arios, y en el caso del objeto más distante que hemos visto,
la luz surgió desde hace ocho mil millones de arios. Así pues, cuando
observamos el universo, lo estamos viendo como fue en el pasado.
- STEPHEN H. HAWKING, Breve historia del tiempo: del big bang
a los hoyos negros, Bantam Books, Toronto, 1988, p. 28
...las tecnologías avanzadas aplicadas en las supercomputado-
ras tienden a penetrar rápidamente en toda la industria de la computación.
De modo que la nación que lleva la delantera en el desarrollo de super-
computadoras tiende a tener una gran ventaja sobre otros países en la
producción de computadoras más poderosas y más lucrativas.
- DWIGHT B. DAVIS, "Supercomputadoras: un imperativo
estratégico", High Technology, mayo de 1984, p. 44
Prohibido juzgar, porque todos somos pecadores.
- WILLIAM SHAKESPEARE, Enrique IV, Parte III, iii

Los hombres nacidos en la pobreza son más proclives a cometer


crímenes en su madurez y adolescencia que los más privilegiados. Así, un
gran crecimiento repentino en los nacimientos en las familias pobres
puede previsiblemente producir una elevación de la tasa de criminalidad
15 ó 20 arios después.
- DAVID E. BLOOM y NEIL G. BENNETT, "El shock del futuro",
The New Republic, 19 de junio de 1989, p. 18
El que ama no desconoce a Dios, porque Dios es amor.
— Evangelio segün San Juan, 4:8
* 10. Thomas Moore, director de estudios nacionales de la Hoover
Institution de la Universidad de Stanford, argumenta que las estadísticas
de la pobreza sobrepasan el número de personas pobres, porque los
investigadores no ariaden los beneficios no monetarios, como los vales de
comida y la ayuda médica, cuando calculan el ingreso de las familias.
- VICTOR F. ZONANA, "El acertijo demográfico",
The Wall Street Journal, 20 de junio de 1984
32 Introducción

Puesto que no hay enfermedades mentales, no puede haber trata-


miento para ellas.
- DR. THOMAS S. SZASZ, en Tomando partido: controversias
sobre ternas bio-éticos, Carol Levine, ed., The Dushkin
Publishing Group, Inc., Guilford, Conn, 1984, p. 179
Aunque es un juego de origen escocés, el golf se ha convertido en un
pasatiempo innegablemente americano. Se calcula que 21.7 millones de
americanos son golfistas y, de acuerdo con la National Golf Foundation,
8 millones más estarán jugando golf hacia el ario 2000.
— "Leonardo of the Links", New York Times Magazine,
13 de noviembre de 1988, p. 50
Puesto que los ingresos individuales siguen naturalmente una
pauta oscilante a lo largo de la vida —bajos durante la juventud, para llegar
a su punto máximo exactamente antes del retiro, y luego volver a reducir-
se siempre habrá un "nivel natural" de desigualdad de ingresos en
cualquier momento, así sea solamente por la distribución de acuerdo con
las edades.
- MARK LILLA, "¿Por qué es tan engariosa la 'distribución
del ingreso'?", The Public Interest, Núm. 77, otorio de 1984, p. 63
Los proyectiles son más fáciles de defender que las ciudades por dos
razones: primero, las plataformas de lanzamiento de proyectiles son
pequerias y fuertes mientras que las ciudades son grandes y vulnerables;
segundo, una defensa de una plataforma de lanzamiento se considera
exitosa si logra salvar la mitad de los proyectiles, mientras que en la
defensa de las ciudades hay que tratar de salvarlas todas.
- FREEMAN DYSON "Reflexiones: armas y esperanza",
The New Yorker, 13 de febrero de 1984, p. 103
* 15. El perjuicio peculiar que se causa al silenciar la expresión de una
opinión es el de un robo contra la raza humana; contra la posteridad al
igual que contra la generación existente; contra los que disienten de la
opinión, aun más contra los que la aceptan. Si la opinión es correcta, se les
priva de la oportunidad de cambiar el error por la verdad; si es erró-
nea, pierden un beneficio casi igual, la percepción más clara y viva de la
verdad, producida por su contraste con el error.
- JOHN STUART MILL, "Sobre la libertad" (1859), en
Essential Works of John Stuart Mill, Max Lerner, ed.
Bantam Books, Inc., Nueva York, 1961, p. 269
16. Es difícil saber medir el dolor que sienten los animales, porque el
dolor es subjetivo y los animales no pueden hablar.
"The Ethics of Animal Testing", The Economist,
7 de abril de 1984, p. 87
Premisas y conclusiones 33

Cualquier intento de basar los principios lógicos en algo más básico,


ya sea nuestro sistema de reglas contingentes para usar el lenguaje o en
cualquier otra cosa, es contraproducente. Porque el intento consiste en
deducir conclusiones de premisas y para que la deducción sea posible, se
presupone la validez de las leyes lógicas.
- DAVID MITCHELL, Introducción a la lógica,
Hutchinson University Library, Londres, 1962, p. 134
(Los miembros de un comité de doce miembros de la Escuela de
Minería de Colorado) ...dicen que los ingenieros del futuro deberán
trabajar cada vez más en equipos interdisciplinarios y enfrentarán las
mayores regulaciones gubernamentales y escrutinios públicos.
En consecuencia, dice el reporte, la escuela deberá ayudar a los estu-
diantes a desarrollar un "punto de vista más amplio acerca de las
implicaciones sociales y políticas de sus acciones, así como mejores habi-
lidades comunicativas, más movilidad intelectual, mejores capacidades
administrativas y un mayor compromiso con el cuidado del medio am-
biente".
- ROBERT L. JACOBSON, en The Chronicle of Higher Education,
9 de julio de 1979

19. El pensamiento es una función del alma inmortal del hombre. Dios
ha dado un alma inmortal a cada hombre y mujer, pero no a otros animales
o a las máquinas. Por lo tanto, ninguna máquina o animal puede pensar.
- A. M. TURING, "Computing Machinery and Intelligence",
Mind, Vol. 59, 1950
* 20. Una superficie gris se ve roja si antes hemos estado viendo una azul
verdosa; una hoja de papel se siente muy suave si hemos tocado antes una
lija, o rugosa si antes hemos tocado una suave superficie de cristal; el agua
de la llave sabe dulce si hemos comido antes alcachofas. Por tanto, una
parte de lo que llamamos rojo, suave o dulce debe estar en los ojos, los
dedos o la lengua del que ve, toca o prueba.
— B. F. SKINNER, Más allá de la libertad y de la dignidad.
De entre todas las cosas del mundo, la sensatez es la que se halla
distribuida más equitativamente, porque cualquiera cree que la tiene en
abundancia y aun aquellos que resultan más difíciles de complacer en
cualquier otra cosa, comúnmente no desean más de la que ya tienen.
- RENÉ DESCARTES, Discurso del método.

Sus contemporáneos entendían el amor cortesano como amor sin con-


diciones, amor romántico, amor verdadero, amor físico, no asociado con la
propiedad o la familia y consecuentemente centrado en la mujer de otro, pues
solamente ese vínculo ilegítimo podría tener el amor como único motivo.
- BARBARA TUCHMAN, A Distant Mirror,
The Calamitous 14th Century.
34 Introducción

Los ciudadanos que tanto valoran su "independencia" no deberían


enrolarse en un partido político, pues esto menoscaba su independencia,
ya que han de compartir con otros la decisión fundamental de la elección
del candidato.
- BRUCE L. FELKNOR, Política sucia
...para que un productor pueda convencer a las instituciones que
financian películas que la suya es redituable, tiene que contar con una
estrella "taquillera", y si tiene el proyecto de filmar una película con
contenido político, la estrella difícilmente aceptará firmar el contrato si no
está de acuerdo con ese contenido político. Esto significa que, con mucho,
las películas de corte político que se hacen en Hollywood hoy día represen-
tan el pensamiento político de los actores.
RICHARD GRENIER, "Jane Fonda & other political thinkers",
Commentary, junio de 1979
* 25. A sus treinta y tantos arios, Boswell dijo de sí mismo: "Estoy
consciente de que tengo limitaciones en mi sentido común y mi capacidad
de juicio. Debo, por tanto, ser desconfiado y cauteloso".
- IRVIN EHRENPREIS, reseña de Frank Brady, James Boswell:
The Later Years, / 769-/ 795, en The New York Review of
Books, 28 de marzo de 1985, p. 3
La investigación de los fenómenos sobrenaturales está más allá del
alcance de la ciencia. Por tanto, la ciencia no puede probar ni refutar la
existencia de Dios.
- JAMES A. HOPSON, carta a los editores de The New Republic,
septiembre 12 de 1983, p. 4
No podemos pensar que el conocimiento ha llegado a su meta final
o que la sociedad actual es perfecta. Debemos, por tanto, recibir con beneplá-
cito la iniciativa de nuestros profesores de llevar a cabo discusiones que nos
sugieran los medios y preparar el camino por el cual se pueda extender el
conocimiento, se eviten los males presentes y se prevengan otros.
— The University of Wisconsin Board of Regents, 1894, citado por
Richard Hofstadter y Walter P. Metzger en
The Development of Academic Freedom in United States
28. En una sociedad primitiva en la cual cada familia sólo puede obtener
comida suficiente para ella misma, todas las personas viven de la tierra.
Cuando la productividad agrícola se duplica, cada familia rural puede
producir lo suficiente para dos, y la mitad de la población puede trabajar
en la industria. Cuando cada familia puede producir para tres, solamente
una tercera parte de la población requiere estar en el campo y así sucesiva-
mente. Se sigue que casi es una cuestión de simple aritmética que el
porcentaje de la población total en el campo debe ser inversamente
proporcional a la productividad agrícola.
- DANIEL B. SUITS, Principios de econonzía
Diagramas para argumentos unitarios 35

29. La doctrina de la disuasión afirma que un agresor nuclear no actuará


si se enfrenta a la amenaza de represalia del mismo tipo. Descansa, por
tanto, en la disposición para usar estas armas para responder a un ataque.
— CHARLES KRAUTHAMMER, "On nuclear morality",
Com m entary, Vol. 76, Núm. 4, octubre de 1983, p. 48
* 30. Probablemente es cierto que las armas nucleares menos destruc-
tivas son las más peligrosas, porque facilitan el desencadenamiento de una
guerra nuclear.
— FREEMAN DYSON, "Reflexiones: armas y esperanza",
The New Yorker, 6 de febrero de 1984, p. 60

1.3. Diagramas para argumentos unitarios


Los pasajes argumentativos contienen frecuentemente más de un argu-
mento. Pero para analizar pasajes argumentativos complejos (como se
hará en la sección 1.5) es útil establecer primero un método para analizar
argumentos unitarios. Un método poderoso y simple a la vez para realizar
esta labor y para exhibir diagramáticamente la estructura de los argumen-
tos fue desarrollado hace algunos arios por el profesor Monroe Beardsley
y posteriormente fue perfeccionado por los profesores Stephen N. Tho-
mas y Michael Scriven.24 En este capítulo el autor seguirá ese método sólo
con algunos cambios menores.
Un diagrama de algo es una representación espacial de ello, como un
plano de edificio o el diserio de una máquina, una gráfica de la población
o de la distribución del ingreso, o un diagrama de flujo para una instalación
eléctrica. Adoptaremos aquí la convención de colocar la conclusión del
argumento debajo de las premisas y usaremos una flecha como indica-
dor diagramático de la conclusión. Como primera aproximación a nues-
tros diagramas, consideraremos el argumento:
Dado que cada portador de la enfermedad es un difusor potencial de la
misma, debemos proteger a las entidades no contaminadas de las ya contami-
nadas."

que podemos expresar como:


Cada portador de la enfermedad es un difusor potencial de la misma.

Debemos proteger a los no contaminados de los contaminados.

"Monroe C. Beardsley, Practical Logic, Prentice-Hall, Inc., Englewood Cliffs, N.J., 1950;
Stephen N.Thomas,Practical Reasoning in Natural Language, Prentice-Hall, Inc., Englewood
Cliffs, N.J., 1973; Michael Scriven, Reasoning, McGraw-Hill Book Company, Nueva York,
1976.
"Karel Capek, The White Plague, citado por Susan Sontag en "AIDS and its Metaphors",
The Nezo York Review of Books, Vol. 35, Núm. 16, octubre 27, 1988, p. 92.
3

Falacias

...los argunzentos, cotno los hombres, frecuentemetzte son pretenciosos.


- PLATÓN

Sería exceletzte que cada truco pudiera recibir 1411 nombre breve y
conveniente para que cuando un hombre utilizara alguno pucliera
rep rendérsele
- ARTHUR SCHOPENHAUER

Que el error lógico es, en última instancia, un cierto tipo de descuido,


es un supuesto fundamental para el estudio [de la lógica].
C. I. LEWIS

3.1 ¿Qué es una falacia?


Una falacia es un error de razonamiento. De la manera en que los lógicos
utilizan el término, no designa cualquier error o idea falsa, sino errores
típicos que surgen frecuentemente en el discurso ordinario y que tornan
inválidos los argumentos en los cuales aparecen.
Un argumento, cualquiera que sea el tema al que se refiere, por regla
general trata de establecer la verdad de su conclusión. Pero los argumentos
pueden fallar de dos maneras en ese propósito. La primera es suponer
alguna proposición falsa como una de las premisas del argumento. Vimos,
en el capítulo 1, que cada argumento involucra el reclamo de que la verdad
de la conclusión se sigue de, o está implicada por, la verdad de las pre-
misas. Así, si sus premisas no son verdaderas, el argumento no logrará
establecer la verdad de la conclusión, aun si el razonamiento basado en
esas premisas es válido. Sin embargo, verificar la verdad o falsedad de las
premisas no es responsabilidad del lógico, más bien es una labor general
de la investigación, puesto que las premisas pueden referirse a cualquier
tema.
La segunda forma en que el argumento puede fracasar en el intento de
establecer la verdad de su conclusión es que sus premisas no la impliquen.
Aquí nos hallaremos en la región específica del lógico, cuyo interés
125
126 Falacias

principal es el de las relaciones lógicas entre las premisas y la conclusión.


Un argumento cuyas premisas no implican su conclusión es un argumen-
to cuya conclusión puede ser falsa aun si todas sus premisas fuesen
verdaderas. En estos casos, el razonamiento no es bueno y se dice que el
argumento es falaz, o que es una falacia.
Hay muchas formas en las que puede equivocarse el razonamiento,
muchos tipos de errores que se pueden cometer en un argumento. Cada
falacia, como usamos aquí el término, es un tipo de argumento incorrecto.
Puesto que las falacias son genéricas, podemos decir que dos argumentos
diferentes cometen o incurren en la misma falacia. Esto es, que exhiben el
mismo tipo de error en el proceso de razonamiento.
En lógica, se acostumbra reservar el término "falacia" para los argu-
mentos que, aun cuando sean incorrectos, resultan persuasivos de mane-
ra psicológica. Algunos argumentos son incorrectos en forma tan obvia
que no pueden convencer ni engariar a nadie. Pero las falacias son
peligrosas porque la mayoría de nosotros llegamos alguna vez a ser
engariados por ellas. Por tanto, definimos una falacia como un tipo de
argumento que puede parecer correcto pero que demuestra, luego de
examinarlo, que no lo es. Es conveniente estudiar estos argumentos
erróneos porque se puede evitar más eficazmente caer en las trampas que
tienden una vez que se conocen. Estar prevenido es estar bien armado
contra esas trampas.
¿Cuántos tipos de falacias, de errores en los argumentos, se pueden
distinguir? Aristóteles, el primer lógico sistemático, identificó trece tipos
de falacias; 1 recientemente, ¡se han identificado más de 113!' No hay un
número preciso de falacias, puesto que contarlas depende mucho del
sistema de clasificación utilizado. Distinguiremos aquí 17 tipos de falacias
— los errores más comunes y engariosos del razonamiento divididos en
dos grandes grupos, llamadosfalacias de atinencia yfalacias de ambigüe-
d a d. Su manejo le permitirá al estudiante detectar los principales errores

'Aristóteles, Refutaciones sofísticas, en W. D. Ross, comp., The Works of Aristotle,


Oxford University Press, Nueva York, 1928, Vol. I.
Según nuestro entender, la lista más amplia — o al menos la más larga — sobre las
falacias la proporciona David Hackett en su libro Historian's Fallacies, Harper & Row,
Publishers, Inc., Nueva York, 1970. El índice del libro de Fischer incluye 112 falacias dis-
tintas, pero a lo largo del libro lista y discute más de las que se encuentran en el índice.
Cincuenta y un falacias "nombran, explican e ilustran" W. Ward Fearnside y William B.
Holter en su libro Fallacy: The Conterfeit of Argunzent, Prentice-Hall, Englewood Cliffs, N.J.,
1959. C. L. Hamblin ofrece un estudio teórico del tema en su libro Fallacies, Methuen &
Company, Inc., Londres, 1970. Otro tratamiento excelente lo ofrecen John Woods y Douglas
Walton en su libro Argument: The Logic of the Fallacies, McGraw-Hill, Ryerson, Scarborough,
Ltd., Ontario, 1982. Una crítica iluminadora sobre los métodos usuales de clasificar falacias
se encuentra en Howard Kahane, "The Nature and Classification of Fallacies", en J. Anthony
y Ralph J. Johnson, comps., Informal Logic, Edgeprees, Inverness, California, 1980. Se
recomiendan con entusiasmo estos libros a todos aquellos que deseen estudiar con más
profundidad este tema.
Falacias de atinencia 127

en el razonamiento y promoverá la sensibilidad necesaria para detectar


otros errores parecidos.

3.2 Falacias de atinencia


Cuando un argumento descansa en premisas que no son pertinentes para
su conclusión y, por lo tanto, no pueden establecer de manera apropiada
su verdad, la falacia cometida es de atinencia. "/natinencia" quizás descri-
be mejor el problema, pero las premisas con frecuencia son psicológica-
mente atinentes para la conclusión, y esto explica la aparente corrección y
persuasividad. Los diferentes usos del lenguaje que se han comentado en
el capítulo 2 explican, en parte, cómo se puede confundir la atinencia
psicológica con la atinencia lógica . La mecánica de estas confusiones se
hará más evidente con el análisis que se presenta a continuación de los 12
tipos de falacias de este grupo.
En forma tradicional, se han dado nombres latinos a muchas falacias,
algunos de ellos —como "ad hominem" —han llegado a formar parte de
lenguajes como el inglés o el espariol. En lo que sigue utilizaremos lo
mismo su nombre latino que el castellano.

1. El argumento por la ignorancia: argumento ad ignorantiam


Es el error que se comete cuando se argumenta que una proposición es
verdadera sobre la base de que no se ha probado su falsedad o, a la inversa,
de que es falsa porque no se ha probado su verdad. Al reflexionar un poco,
podemos percatarnos de que existen muchas proposiciones falsas cuya
falsedad aún no se ha probado y de que existen muchas proposiciones
verdaderas cuya verdad no se ha demostrado; así, nuestra ignorancia
sobre cómo probar o refutar una proposición no establece su verdad ni su
falsedad. Esta apelación falaz a la ignorancia aparece en forma más común
en la investigación científica mal entendida —donde consideran de modo
equivocado como falsas las proposiciones cuya verdad no puede estable-
cerse — al igual que en el mundo de la seudociencia, donde las proposi-
ciones acerca de los fenómenos psíquicos y otros similares se consideran
falazmente verdaderas porque su falsedad no ha sido establecida
concluyentemente.
Es famoso en la historia de la ciencia el argumento ad ignorantiam
utilizado para criticar a Galileo, cuando mostró a los principales astróno-
mos de su época las montarias y valles que se podían ver en la superficie
de la luna. Algunos eruditos de esa época, absolutamente convencidos de
que la luna era una esfera perfecta, como había enseriado por siglos la
teología y la ciencia aristotélica, argumentaron contra Galileo que, aun
cuando en apariencia vemos montarias y valles, la luna de hecho es una
esfera perfecta, dado que todas sus irregularidades aparentes son llenadas
con una sustancia cristalina invisible. Y esta hipótesis, que salva la perfec-
ción de los cuerpos pesados, ino podía ser refutada por Galileo! La leyenda
128 Falacias

nos dice que Galileo trató de poner en evidencia el argumento a d


ignorantiam ofreciendo como caricatura otro del mismo tipo. Incapaz de
probar la no existencia de la supuesta sustancia transparente que llenaba
los valles, él propuso la hipótesis igualmente probable de que sobre la capa
de sustancia invisible de la luna, había picos montariosos aún más altos,
pero hechos de cristal y, por tanto, iinvisibles! Lo cual, serialó él, no podía
ser refutado por sus críticos.
Quienes se oponen tenazmente a un cambio radical, con frecuencia
están tentados a argumentar en su contra sobre la base de que no se ha
probado todavía que el cambio es conveniente o seguro. Tal prueba, por
regla general, es imposible de construira priori y a lo que apela la objeción
es a la ignorancia mezclada con el temor. Tal apelación toma con mucha
frecuencia la forma de preguntas retóricas que sugieren, pero no afirman
de manera directa, que los cambios propuestos conllevan peligros desco-
nocidos. Por ejemplo, cuando se comenzó a considerar en los arios setenta
la posibilidad de desarrollar una tecnología para cortar y recombinar el
DNA (lo que se llama "ingeniería genética"), algunas personas que busca-
ban prohibir ese tipo de investigaciones apelaron a nuestra ignorancia
acerca de sus consecuencias a largo plazo. Un crítico, formulando su
apelación a d ignorantiani en un lenguaje altamente emotivo, escribió en
una carta a Science:

Si se permite al Doctor Frankestein producir sus monstruos biológicos...


¿cómo podemos estar seguros de lo que sucederá alguna vez que las peque-
rias bestias escapen de su laboratorio?'

Por supuesto, el hecho de que no se hayan obtenido ciertas evidencias o


resultados luego de haberse buscado de modo activo en las formas
calculadas para hallarlos puede, en algunas circunstancias, revestir una
significativa fuerza argumentativa. Por ejemplo, cuando se hacen prue-
bas para determinar si una nueva droga es segura, comúnmente se
proporciona a ratones o a otros roedores durante períodos prolongados de
tiempo. La ausencia de cualquier efecto tóxico sobre los roedores se toma
como evidencia (aunque no como evidencia conclusiva) de que la droga
probablemente no es tóxica para los seres humanos. La protección a los
consumidores con frecuencia descansa en evidencia de este tipo. En cir-
cunstancias como éstas no confiamos en la ignorancia, sino en nuestro co-
nocimiento o convicción de que si el resultado en el que estamos interesa-
dos tiene lugar, entonces habría ocurrido en alguna de las pruebas
realizadas. Este uso de la incapacidad para probar algo supone, por regla
general, que los investigadores están altamente capacitados y que es muy
probable que habrían descubierto la evidencia buscada si en realidad
existiera. Aun así, se llegan a cometer errores trágicos en esta esfera; pero

Trwing Chargaff, Science, Vol. 192, 1976, p. 938.


Falacias de atinencia 129

si las normas de calidad son muy altas — si lo que exigen es una prueba
conclusiva del carácter inofensivo de un medicamento, que nadie puede
proporcionar — los consumidores no tendrían la posibilidad de acceder a
tratamientos médicos de gran valor que incluso pueden llegar a salvar
vidas humanas.
De manera parecida, cuando una investigación de seguridad no pro-
porciona evidencia de conducta impropia por parte de la persona investi-
gada, sería erróneo concluir que la investigación nos ha dejado en la
ignorancia. Una investigación minuciosa habrá de "aclarar" el asunto en
cuestión. En algunos casos, no extraer una conclusión es una forma
incorrecta de razonamiento, lo mismo que sería el extraer una cierta
conclusión.
Hay un contexto especial en el cual la apelación a la ignorancia es
común y apropiada, a saber, el de un juzgado, donde un acusado se
considera inocente hasta que no se ha probado su culpabilidad. Adopta-
mos este principio porque reconocemos que el error de condenar a un
inocente es más terrible que el de absolver al culpable —y así la defensa en
un caso penal puede reclamar legítimamente que si el fiscal no ha probado
la acusación más allá de toda duda razonable, el único veredicto posible es
el de no culpabilidad. Una opinión reciente de la Suprema Corte de los
Estados Unidos de Norteamérica rea firmó vigorosamente esta norma de
prueba con las siguientes palabras:

La norma de duda razonable... es un instrumento fundamental para


reducir el riesgo de condenas equivocadas. La norma proporciona sustancia
concreta para la presunción de inocencia —ese principio axiomático y ele-
mental que fundamenta la administración de nuestro derecho penal.4

Pero esta apelación a la ignorancia sólo tiene éxito si la inocencia se puede


suponer en ausencia de una prueba en contrario; en otros contextos tal
apelación es de hecho un argumento ad ignorantiatn.

2. La apelación inapropiada a la autoridad: argumento ad verecundiam

Cuando intentamos resolver un problema o cuestión complicada, es del


todo razonable orientarse por el juicio de un experto reconocido que haya
estudiado con cuidado la materia. Cuando argumentamos que una con-
clusión determinada es correcta sobre la base de que un experto ha
arribado a esa opinión, no cometemos una falacia. De hecho, tal recurso a
la autoridad es necesario para la mayoría de nosotros en casi todos los
ámbitos. Por supuesto, el juicio de un experto no es una prueba conclusiva.

Winistro Brennan, escrito de la Corte, In re Winship, 397 U.S. 358 (1970).


130 Falacias

Los expertos con frecuencia están en desacuerdo y aun cuando estén de


acuerdo pueden equivocarse, pero una opinión experta seguramente es
una forma razonable de apoyar una conclusión.
La falacia ad verecundiarn ocurre cuando se hace una apelación a
personas que no tienen credenciales legítimas de autoridad en la materia
en discusión. Así, en una discusión sobre moralidad, una apelación a las
opiniones de Darwin, autoridad indiscutible en biología, sería falaz, como
lo sería la apelación a las opiniones de un gran artista, como Picasso, para
elucidar un asunto económico. Pero se debe tener cuidado en determinar
qué autoridad es razonable para dirimir un determinado asunto y cuál se
debe rechazar. Mientras que Picasso no es un economista, su juicio puede
tener cierto peso cuando se discute el valor económico de una obra de arte,
y el papel de la biología en las cuestiones morales puede hacer que, en
algún momento, la autoridad de Darwin en esos asuntos sea pertinente.
Los ejemplos más flagrantes de apelaciones erróneas a la autoridad
aparecen en los "testimonios" publicitarios. Se nos anima a manejar un
automóvil de determinada marca porque un famoso golfista o jugador de
tenis afirma su superioridad; se nos dice que debemos beber cierto refres-
co porque alguna estrella de cine o jugador de futbol muestra su entusias-
mo por él. Siempre que la verdad de una proposición se afirma sobre la
base de la autoridad de una persona que no tiene especial competencia en
esa esfera, se comete la falacia de apelación equivocada a la autoridad.
Ésta parece consistir en un error muy simple que resulta fácil de evitar,
pero hay circunstancias en las cuales la apelación falaz es muy tentadora
y, por lo tanto, intelectualmente peligrosa. He aquí dos ejemplos: en la
esfera de las relaciones internacionales, en la cual las armas y la guerra
desemperian, por desgracia, un papel importante, una opinión o la otra
frecuentemente se apoyan apelando a aquellos que tienen una competen-
cia especial en el diserio o construcción de armas. Por ejemplo, físicos como
Robert Oppenheimer o Edward Teller pueden de hecho tener el conoci-
miento para proporcionar juicios autorizados acerca de cómo ciertas
armas pueden o no funcionar, pero su conocimiento en esta esfera no les
otorga una sabiduría especial para determinar las metas políticas que
deben perseguirse. Una apelación al juicio de un distinguido físico sobre
la conveniencia de ratificar cierto tratado internacional sería, así, un
argumento ad verecundiam. De manera parecida, admiramos la profun-
didad y sensibilidad de la literatura —digamos en las novelas de Alexander
Solzhenitsyn o de Saul Bellow— pero recurrir a su juicio en el contexto de
una disputa política sería una apelación a d verecundiam.
En ocasiones es difícil saber si un determinado "experto", reputado
como autoridad en un determinado campo, es confiable. Ese juicio ha de
hacerse cuidadosamente y podemos llegar a encontrarnos con que hemos
confiado en forma errónea en la autoridad de alguien, tomándolo como
experto. Si la reputación del experto se mantiene íntegra, sin embargo, la
Falacias de atinencia 131

elección no ha de considerarse propiamente una falacia. El error es de


razonamiento —la falacia ad verecundiam— cuando la apelación es por
completo inapropiada y hemos confiado en una autoridad ilegítima.

3. Pregunta compleja

De todas las falacias que se utilizan en el razonamiento cotidiano, una de


las más comunes es la de formular una pregunta de tal forma que se
presupone la verdad de alguna conclusión implícita en esa pregunta; es
probable que la pregunta misma sea retórica y no busque genuinamente
una respuesta. Pero al formular con seriedad la pregunta, muchas veces se
logra de modo falaz el propósito de quien interroga.
Así, el ejecutivo de una compariía de servicios puede preguntar por
qué el desarrollo privado de recursos es más eficiente que cualquier
control público. 0 un casateniente puede preguntar respecto a un incre-
mento propuesto sobre el impuesto predial "¿qué puede esperarse de la
mayoría de los votantes, quienes son arrendatarios y no propietarios y, por
tanto, no tienen que pagar el impuesto, si la carga fiscal sobre los demás se
hace aún más pesada?" Tales preguntas, que aparecen a menudo en los
editoriales de los periódicos o en los programas televisivos de opinión,
buscan lograr la aceptación de la verdad de ciertas proposiciones — que el
desarrollo privado es más eficiente que el control público, o que un nuevo
impuesto predial es injusto, o que los arrendatarios no resienten los efectos
de ese impuesto— sin tener que presentar razones para afirmar o defender
esas supuestas verdades. La pregunta compleja es, quizás, el recurso más
socorrido del llamado "periodismo amarillista". Su presencia resulta sos-
pechosa siempre que es acompariada de un tajante "sí" o "no".
El peligro que presentan las preguntas complejas, en especial cuando se
presentan ante un cuerpo legisla tivo (o cualquier otra instancia encargada
de tomar decisiones), ha hecho que se otorge una posición privilegiada, en
el procedimiento parlamentario, a la moción de dividir la pregunta. Así,
por ejemplo, una moción de que el cuerpo "posponga un determinado
asunto por un ario", puede sabiamente dividirse en la decisión de pospo-
nerlo y, s i esto se hace, entonces determinar la longitud del aplazamiento.
Algunos miembros pueden apoyar calurosamente el aplazamiento mis-
mo, aun cuando encuentren demasiado largo el período de un ario; si no
tuviera prioridad la oportunidad de dividir la pregunta, el cuerpo legisla-
tivo podría haber caído en la trampa de decidir forzosamente sobre una
moción que, dada su complejidad, no podría decidirse con inteligencia.
Con frecuencia, el presidente de debates, que tiene el deber de promover
un debate plenamente racional, solicitará la moción de dividir la cuestión
antes de comenzar el debate sustantivo.
La complejidad falaz puede aparecer en el discurso de distintas mane-
ras. En su forma más explícita ocurre en un diálogo en el que una de las
132 Falacias

partes plantea una cuestión que es compleja, una segunda parte la respon-
de y la primera parte extrae entonces una inferencia falaz basada en la
respuesta. Por ejemplo:

ABOGADO: Los datos parecen indicar que sus ventas se incrementaron


como resultado de la publicidad tendenciosa. ¿No es así?
TESTIGO: ¡No!
ABOGADO: Pero usted admite, entonces, que su publicidad es
tendenciosa.¿Cuánto tiempo ha estado incurriendo en ese tipo de
prácticas?

Es más común, sin embargo, que la falacia tome la forma menos


explícita y más truculenta en la cual un solo hablante, o escritor, plantea
deliberadamente la pregunta compleja, la responde él mismo y luego
extrae la inferencia falaz. 0, en forma aún menos explícita, la pregunta
compleja puede plantearse y se puede extraer la inferencia falaz sin que
siquiera se haya enunciado la respuesta a la pregunta, sino tan sólo
sugerido o presupuesto.

4. Argumento ad hominem

La frase "ad hontinem" se traduce como "contra el hombre". Nombra un


ataque falaz dirigido no contra la conclusión que uno desea negar, sino
contra la persona que la afirma o defiende. Esta falacia tiene dos formas
principales, porque hay dos maneras diferentes en las cuales se puede
dirigir el ataque.

A. El argumento ad hominem abusivo


En las disputas violentas o contenciosas es muy común menospreciar el
carácter de los interlocutores, negar su inteligencia o racionalidad, cuestionar
su integridad y así sucesivamente. Pero el carácter personal de un individuo
es lógicamente irrelevante para la verdad o falsedad de lo que dice la persona,
o para la corrección o incorrección del argumento que sostiene esa perso-
na. Sostener que las propuestas son malas o falsas porque las proponen los
"radicales" (de izquierda o de derecha) es un ejemplo típico de la falacia ad
hominenz abusiva.
Las premisas abusivas son irrelevantes — pero muchas veces pueden
persuadir por medio del proceso psicológico de transferencia. Ahí donde
se puede evocar una actitud de desaprobación sobre una persona, el
campo de la desaprobación emocional se puede extender lo suficiente
para incluir el desacuerdo con las afirmaciones que la persona hace.
Por supuesto hay muchas variaciones en las pautas del abuso ad
hominern. Algunas veces, el oponente es acusado de ser ateo o comunista.
Falacias de atinencia 133

Otras, se condena una conclusión tan sólo porque es compartida por las
personas que supuestamente son viciosas o de un carácter perverso.
Muchos piensan que Sócrates, en su famoso juicio en Atenas, fue hallado
culpable de impiedad, a causa, en parte, de su íntima asociación con
personas ampliamente conocidas como desleales al Estado y rapaces en
su conducta . La "culpabilidad por asociación" fue sugerida de manera
reiterada en los Estados Unidos de Norteamérica durante los arios cin-
cuenta por el Comité para las actividades antinorteamericanas de la
Cámara de Representantes, cuando se alegaba mala conducta en buena
parte por el apoyo proporcionado por el acusado a causas políticas como
la de las libertades civiles y la igualdad racial, a las que también apoyaba
el partido comunista . Como el argumento ad hominem abusivo común-
mente toma la forma de atacar la fuente o génesis de la posición opuesta
--la cual por supuesto no es relevante para su verdad— se llama a veces
la "falacia genética".
Hay un contexto en el cual un argumento que parece ad hominem no es
falaz. En las cortes o tribunales, cuando se presenta un testimonio y se
demuestra que quien lo emite es probadamente un perjuro, este argumen-
to puede invalidar el testimonio. Se pueden hacer este tipo de esfuerzos
para "impugnar" al testigo, para cuestionar su veracidad El argumento no
es falaz si la credibilidad del testigo y su testimonio puede así ser soca-
vado; pero uno cometería una falacia si concluye, a partir de ello, que
necesariamente lo que afirma es falso. Por otra parte, para impugnar a un
testigo no basta con afirmar que es men t iroso, esto se debe mostrar a partir
de la pauta de conducta que hasta entonces ha seguido el testigo, o de la
inconsistencia del testimonio presentado.
Un ejemplo legendario de la variedad abusiva de ad hominem surgió
también en un tribunal en Gran Bretaria. Allí, la práctica de la ley con
frecuencia ha distinguido entre fiscales y defensores; los primeros prepa-
ran los casos para la Corte y los segundos los defienden. Por regla general,
su cooperación es admirable, pero en ocasiones ha dejado mucho que
desear. En una de estas ocasiones, el defensor ignoró el caso por completo
hasta que llegó el día del juicio, y confió en el fiscal para investigar el caso de
su cliente, y preparar el expediente del caso. Al llegar a la Corte unos
momentos antes del inicio de la sesión, recibió el expediente preparado por
el fiscal. Sorprendido ante su delgadez, lo abrió para hallar dentro una nota
que decía: "No hay causa, ataque al abogado de la parte acusadora".

B. El argumento ad hominem circunstancial


Esta variante de la falacia nd hominem se basa en la irrelevancia que existe
entre las creencias que se defienden y las circunstancias de sus defensores.
Un oponente debe aceptar (o rechazar) alguna conclusión, se argumenta
falazmente, tan sólo debido a su empleo, nacionalidad o a otras circunstan-
cias. Esto puede sugerir, de manera infortunada, que un clérigo tiene que
134 Falacias

aceptar una proposición determinada porque su negación sería incompa-


tible con las Sagradas Escrituras. Un candidato político, se puede alegar,
debe apoyar una determinada política puesto que es la que explícitamente
defiende la plataforma de su partido. Tal argumento es irrelevante para la
verdad de la proposición que se discute —simplemente presiona la acep-
tación de ella por parte de algún individuo debido a las peculiares
circunstancias de este último, a su situación o convicciones. Los cazadores,
acusados de barbarismo o de sacrificar animales indefensos simplemente
por diversión, a veces replican a sus críticos: "¿Por qué come us ted la carne
de los animales sacrificados?" Pero esta réplica es llanamente un argumen-
to ad hominem, esa réplica ni siquiera sirve para probar que es correcto
sacrificar la vida animal en favor de la diversión humana, sino tan sólo que
los críticos no pueden criticar de manera consistente esa conducta debido
a sus propias circunstancias — en este caso, el hecho de que no son ve-
getarianos. El término tu quoque, que significa "tú también", se usa a veces
para nombrar esta variedad de la falacia ad hominem circunstancial.
Las circunstancias del oponente no son el punto a discutir cuando se
argumenta seriamente. Por ello, las premisas no tienen ninguna pertinen-
cia. Llamar la atención sobre esas circunstancias puede resultar psicológi-
camente efectivo al ganar el asentimiento para la conclusión que se
defiende frente al oponente, pero no importa qué tan persuasivo pueda
ser, este argumento es, en esencia, una falacia.
Un ejemplo clásico del argumento ad hominern circunstancial aparece
en el diálogo de Platón llamado Critón, en el cual las leyes míticas de
Atenas — el Estado personificado — hablan a Sócrates, tratando de pro-
barle que era incorrecto huir de la sentencia de muerte que le había
impuesto la corte ateniense:
De todos los atenienses, tú has sido el residente más constante en la ciudad
que, como nunca has dejado, se supone que amas... Ni tienes curiosidad
alguna de conocer otros estados o sus leyes, tus afectos no van más allá de tu
Estado, nosotras somos tus favoritas y has consentido en que te goberne-
mos... Más aún, tú pudiste, en el curso del juicio, si hubieras querido, haber
obtenido la penalidad menor; el Estado que ahora rehúsa dejarte ir, pudo
permitírtelo entonces. Pero pretendes que prefieres la muerte al exilio y que
no tenías miedo alguno de morir. Y ahora has olvidado estos nobles senti-
mientos...5

Las circunstancias del oponente se usan con frecuencia, en forma falaz,


como si fueran las razones suficientes para rechazar la conclusión que
sostienen — como cuando se argumenta, sin pertinencia con respecto a la
verdad de la conclusión, que su juicio está dictado por su situación

5 Platón, Critón, Núm. 52, traducción de Jowett, The Macmillan Company, Nueva York,
1982, Vol. I, p. 436.
Falacias de atinencia 135

especial, más que por el razonamiento o la evidencia. Un argumento cuya


conclusión es favorable a alguna minoría merece sin embargo ser discuti-
do sobre la base de sus propios méritos; es falaz atacarlo tan sólo sobre la
base de que es presentado por un miembro de esa minoría y, por tanto, que
sirve a fines particulares. Como otro ejemplo, los fabricantes pueden,
presumiblemente, tender al apoyo de medidas arancelarias —pero cuan-
do sus argumentos en favor de una tarifa son rechazados sólo sobre la base
de que son manufactureros y, por tanto, se espera que piensen así, se
comete una falacia ad honzinem circunstancial.
No es difícil ver la conexión entre las variedades abusiva y circunstan-
cial del argumento ad hominem; el último se puede reconocer como un
caso particular del primero. El primer uso del argumento ad hominem
circunstancial acusa particularmente al adversario de incurrir en una
inconsistencia entre sus creencias o entre lo que dice y hace — lo cual
viene a ser un tipo de abuso o reproche. El segundo uso de los ataques ad
hominem circunstanciales acusa al adversario de estar tan influido por
sus prejuicios que sus razones alegadas son meras racionalizaciones o
conclusiones dictadas en realidad por el interés propio. Y esto es cierta-
mente una forma de abuso. Este tipo de argumento a d hominem se llama
con frecuencia "envenenar la fuente", por razones obvias.

5 y 6. Accidente y accidente inverso

Estas dos falacias surgen como resultado del uso descuidado o delibera-
damente engarioso de generalizaciones. En la discusión moral y política,
y en la mayoría de los asuntos de importancia en la vida pública, confiamos
en enunciados generales acerca de cómo son las cosas o cómo se comporta
en general la gente. Pero aun cuando los enunciados generales sean del
todo verosímiles, debemos tener cuidado de no aplicarlos en una forma
demasiado rígida a casos particulares. Las circunstancias alteran los casos,
una generalización que es verdadera puede no aplicarse a un caso dado,
por buenas razones que tienen que ver con las circunstancias especiales o
accidentales del caso. Cuando aplicamos una generalización a casos
individuales, de manera impropia, cometemos la falacia de accidente.
Cuando lo hacemos a la inversa, sea por falta de cuidado o con intención,
y aplicamos un principio que es verdadero en un caso particular como si
lo fuera en general, cometemos la falacia de accidente inverso.
La experiencia nos muestra que muchas generalizaciones, aunque
ampliamente aplicables y útiles, tienen excepciones respecto a las cuales
debemos estar en guardia. En derecho, los principios que son válidos en
general, en ocasiones tienen excepciones identificables como tales. Por
ejemplo, la regla de que el testimonio grabado no puede ser aceptado como
evidencia en los tribunales, no es aplicable cuando la parte cuyas comuni-
caciones orales se reportan ya ha muerto, o cuando la parte que las
136 Falacias

presenta lo hace aun en conflicto con sus más claros intereses. Casi toda
buena regla tiene excepciones apropiadas, argumentamos falazmente
cuando razonamos partiendo del supuesto de que algunas reglas tienen
una incualificada fuerza universal.
En su diálogo con el joven Eutidemo, quien desea llegar a ser estadista,
Sócrates lo fuerza a un compromiso con muchas de las verdades morales
convencionalmente aceptadas —que es erróneo engañar, injusto robar, y
así sucesivamente. Luego, Sócrates (como seriala Xenofón en su versión
del diálogo) presenta una serie de casos hipotéticos en los cuales Eutidemos,
con renuencia, se ve forzado a admitir que parecería correcto engariar
(para salvar a la patria), justo robar (para salvar la vida de un amigo), y así
por el estilo. La falacia de accidente es un genuino y serio obstáculo para
todos aquellos que tratan de decidir en torno a asuntos específicos y
complejos apelando de manera mecánica a las reglas generales. El lógico
H. W. B. Joseph observó que "no hay falacia más insidiosa que la de tratar
un enunciado que en muchos aspectos es claro como si fuera verdadero en
forma absoluta".6
Cometemos la falacia de accidente cuando pasamos rápida o descuida-
damente d e una generalización a un caso particular; el accidente inverso
es la falacia que cometemos cuando vamos demasiado rápido hacia una
generalización. Estamos familiarizados con esa forma de pensar que
atribuye los rasgos de una o dos personas a todo un grupo de gente,
sabemos y debemos recordar que aunque una droga puede ser inofensiva
bajo alguna circunstancia, no necesariamente lo es bajo cualquier circuns-
tancia. Considerando el efecto del alcohol solamente sobre aquellos que lo
beben en exceso, podríamos concluir que todo tipo de licor es dariino y
pedir que se prohíba legalmente su venta y consumo. El accidente inverso
es un tipo de razonamiento falaz cuyo error es evidente para cualquiera
que lo enfrenta; aun así, puede resultar un eficaz medio para engariar a
personas que están en ese momento cegadas por la pasión.

7. Causa falsa
La naturaleza de la conexión entre causa y efecto —y cómo podemos
determinar si se presenta o no tal conexión— son problemas centrales de
la lógica inductiva y del método científico. Estos problemas se discuten con
detalle en la tercera parte de este libro. Sin embargo, es fácil ver que
cualquier razonamiento que descansa en tratar como causa de un fenóme-
no algo que en realidad no es su causa incurre en un serio error; en latín,
este error suele llamarse la falacia de non causa pro causa, aquí simple-
mente le llamaremos la falacia de causa falsa.
La variedad muy común, y con frecuencia la más engariosa de esta
falacia, es el error de concluir que un evento es causado por otro simple-

6 H. W. B. Joseph, An Introduction to Logic, Oxford University Press, Nueva York, 1906.


Falacias de atinencia 137

mente porque sigue al primero. Sabemos, por supuesto, que la mera


sucesión temporal no establece una conexión causal, podemos ser engaria-
dos. Si se observan determinados efectos climatológicos siempre que se
realizan determinadas pruebas nucleares, alguien puede argumentar,
falazmente, que las pruebas son la causa de tales fenómenos. Si un acto
agresivo de política exterior es seguido por un suceso internacional desde
hace mucho tiempo esperado, algunos pueden concluir que la política
agresiva fue la causa de ese suceso. En las creencias primitivas el error
suele ser flagrante; rechazaremos como absurdo el reclamo de que tocar el
tambor es la causa de la aparición del sol luego de un eclipse, pese a la
evidencia de que cuantas veces se ha tocado el tambor durante un eclipse
el sol ha vuelto a aparecer. Esta variedad de la falacia de causa falsa se
llama comúnmente la falacia de post hoc ergo prop ter hoc (después de, por
tanto, a causa de) — y si bien es un error fácil de detectar en muchas
circunstancias, a veces hasta los mejores científicos o estadistas pueden ser
engariados por esta falacia.

8. Petición de principio: petitio principii

Esta falacia consiste en suponer la verdad de lo que uno quiere probar.


Parecería éste un error tonto, evidente para todos; sin embargo, qué tan
tonto o ingenuo es este error depende en gran medida de la forma en que
se expresan las premisas del argumento. Su formulación con frecuencia
obscurece el hecho de que en una de las premisas se encuentra de manera
implícita la conclusión. Esta falacia está ilustrada por el siguiente argu-
mento, citado por el lógico Richard Whately: "Permitir a cada hombre una
ilimitada libertad de expresión debe constituir, en su carácter global, una
ventaja para el Estado; porque es altamente benéfico para los intereses de
la comunidad que cada individuo goce de libertad perfectamente ilimita-
da para expresar sus sentimientos".7
A veces, caemos en este error cuando, al establecer nuestra conclusión,
buscamos premisas que la oculten. Por supuesto, la conclusión misma,
expresada en otro lenguaje, ciertamente nos hará caer en la trampa. Por lo
tanto, parecería que no se debe agrupar esta falacia junto con las demás
falacias de atinencia, puesto que aquí el error no radica en que las premisas
sean inatinentes respecto a la conclusión. No son ínatinentes, puesto que
prueban la conclusión, pero lo hacen de manera trivial. Un argumento de
petición de principio siempre es válido, pero lo es trivialmente.
Quienes incurren en este error no se dan cuenta de que han supuesto
aquello que deben probar. Ese hecho se puede obscurecer mediante
sinónimos confundentes, o por una cadena de argumentos. Cada petición

7 Richard Whateley, Elements of Logic, Londres, 1826.


138 Falacias

de principio es un argumento circular, pero el círculo que se ha construido


puede pasar inadvertido, sea grande o pequerio.
En ocasiones, mentes muy poderosas han sido atrapadas por esta
falacia, tal como lo ilustra un tema sumamente controvertido en la historia
de la filosofía. Los lógicos han tratado de establecer durante mucho tiempo
la confiabilidad de los procedimientos inductivos, estableciendo la ver-
dad de lo que se ha llamado el "principio de inducción". Este es el principio
de que las leyes de la naturaleza se comportarán mariana igual que se han
comportado hasta hoy, que básicamente la naturaleza es en esencia
uniforme y que, por tanto, podemos confiar en nuestra experiencia pasada
como guía para el futuro. "El futuro será esencialmente como el pasado"
es el reclamo en cuestión, pero si bien nunca dudaríamos de él en la vida
cotidiana, resulta muy difícil de probar. Sin embargo, algunos pensadores
han afirmado que ellos pueden probar ese principio mostrando que,
cuando en el pasado hemos aplicado el principio de inducción, hemos
conseguido con éxito nuestros objetivos. Preguntan luego: ¿Por qué debe-
mos concluir que el futuro será como el pasado? Porque siempre ha sido
como el pasado.
Pero, como serialó David Hume, este argumento es una petición de
principio. Porque el punto en discusión es si la naturaleza se continuará
comportando regularmente; que esto ha sucedido así en el pasado no
implica que lo mismo s u cederá en el futuro, ¡a menos que uno suponga el
principio que se está cuestionando: que el futuro será como el pasado! Y,
así, Hume acepta que en el pasado el futuro ha sido como el pasado, lo cual
plantea la mencionada cuestión de cómo sabemos que los futuros serán
como los pasados futuros. Por supuesto, puede ser así, pero no debemos
suponer que así será en lugar de demostrarlo.8

9, 10 y 11. Las apelaciones a la emoción, la piedad y la fuerza:


Argumentos ad populum, ad misericordiam y ad baculum

Estas tres falacias, aunque muy comunes, son lo bastante falaces para reque-
rir aquí sólo una breve explicación. En cada caso, las premisas no son por
completo relevantes a la conclusión, pero se eligen en forma deliberada como
instrumentos con los cuales manipular las creencias del oyente o lector.
El argumento ad populuin, la apelación a la emoción, es el recurso
favorito de los propagandistas o demagogos. Es falaz porque reemplaza la
laboriosa tarea de presentar evidencia y argumentos racionales con el
lenguaje expresivo y otros recursos calculados para excitar el entusiasmo,
la ira o el odio. Los discursos de Adolfo Hitler, que llevaron a su audiencia
alemana a un estado de éxtasis patriótico, se pueden tomar como un

a Véase David Hume, "Sceptical Doubts Concerning the Operations of the Unders-
tanding", en An Enquiry Concerning Human Understanding, 1747, Sección IV.
Falacias de atinencia 139

ejemplo clásico. El amor al país es una emoción honorable, el uso de ese


amor para manipular a la audiencia es intelectualmente censurable —de
ahí el refrán (ejemplo manifiesto de la falacia de accidente inverso) de que
"el patriotismo es el último refugio de los bribones".
Quienes confían en los argumentos ad populum se pueden hallar con
frecuencia en las agencias de publicidad, donde el uso de esa falacia ha sido
elevado casi al estado de un arte. Se hacen reiterados intentos para asociar
algún producto con cosas que previsiblemente han de ser aprobadas por
nosotros o serán capaces de excitarnos en forma considerable. El cereal del
desayuno se asocia con la juventud, el atlético vigor y la salud desbordante;
el whiskey con el lujo y el éxito y la cerveza con las aventuras; el automóvil
se vende asociándolo con el romance, la riqueza y el sexo. Se trae a colación
todo dispositivo que apela a la vista, el oído y el gusto: los hombres que
usan tal o cual producto son de ojos claros, de complexión robusta y de
porte distinguido; las mujeres son delgadas, bien vestidas o casi desvesti-
das. Como bien sabemos, muchas veces los anunciantes venden suerios e
ilusiones de grandeza. Tan inteligentes y persistentes son estos artistas
contemporáneos del engario que todos nosotros somos influidos pese a
nuestra decisión de resistir. De una o de otra manera, estos recursos
penetran en nuestra conciencia y hasta en nuestro subconsciente,
manipulándonos para lograr ciertos propósitos mediante incansables
apelaciones a las emociones de todos tipos.
Por supuesto, la mera asociación del producto y la emoción no es, por
sí misma, un argumento —pero comúnmente hay implícito un argumento
ad populum en esa apelación. Cuando los anunciantes formulan sus
pretensiones acerca de su producto, destinadas a ganar nuestra aproba-
ción emocional, y cuando sugieren que debemos hacer una determinada
compra porque el producto en cuestión es "nuevo" o "sexy" o "exitoso",
o está asociado con la riqueza o el poder, la pretensión implícita es que esta
conclusión que se sigue de dichas premisas es por completo falaz. El uso
extendido de ciertos productos no demuestra que sean satisfactorios, la
popularidad de una determinada política pública no demuestra su correc-
ción; el hecho de que una gran cantidad de personas acepte una determi-
nada opinión no prueba que sea verdadera . Bertrand Russell ha condena-
do este argumento en un lenguaje muy vigoroso:
El hecho de que una opinión ha sido ampliamente extendida no es
evidencia alguna de que no es absurda; de hecho, en vista de la estupidez de
la mayor parte del género humano, es más probable que una creencia
ampliamente extendida sea una tontería .9

El argumento ad 111 isericordia m, la apelación a la piedad, se puede ver


como un caso especial de la apelación a la emoción, en la cual el altruismo

9 13ertrand Russell, Marriage and Morals, Horace Liveright, Nueva York, 1929, p. 58.
140 Falacias

y la piedad de la audiencia son las emociones especiales a las que se


apela. En las cortes de justicia, cuando se discute acerca de los darios a
terceros, con frecuencia el fiscal los presentará en la forma más conmo-
vedora para el jurado. La simpatía del jurado no debe basarse en la
culpabilidad o inocencia del acusado —sin embargo, ningún abogado
defensor dejará de apelar a la misericordia del jurado para obtener una
sentencia absolutoria o una condena más leve. En ocasiones, esa apela-
ción se puede hacer en forma oblicua. En su juicio en Atenas, Sócrates
se refiere con desdén a otros defensores que se han presentado ante el
jurado acompariados de sus hijos y familias, buscando la absolución en
virtud de la piedad, Sócrates continúa:

...Aunque probablemente tengo en peligro la vida, no recurriré a estas


cosas. Puede suceder que este contraste moleste a algunos miembros del
jurado y que voten contra mí. Si hubiese aquí una persona que piense así
—de lo cual no puedo estar seguro— yo le respondería: amigo mío, soy un
hombre como cualquier otro, de carne y hueso, y no de madera o metal,
como diría Homero, tengo una familia, es cierto, y tengo hijos. Oh
atenienses, tengo tres hijos, uno de ellos es casi un hombre y los otros dos
son aún jóvenes y, sin embargo, no los traeré ante ustedes para pedir su
perdón.'°

Hay muchas formas de apelar a la piedad, de tocar las fibras emotivas


de la audiencia y se puede utilizar virtualmente cualquiera de ellas. El
argumento ad rnisericordiam encuentra un ejemplo ridículo en la
historia del juicio de un joven acusado de asesinar a sus padres con un
hacha. Confrontado con abrumadoras evidencias que probaban su
culpabilidad, pidió clemencia sobre la base de que era huérfano.
El argumento ad baculum, la apelación a la fuerza para producir la
aceptación de una determinada conclusión, parece al principio ser tan
obvio que no necesita discusión en absoluto. El uso o la amenaza de los
métodos de "mano dura" para someter a los oponentes parece ser el
último recurso —un expediente útil cuando la evidencia o los métodos
racionales han fallado. "El poder hace la fuerza" es un principio poco
sutil.
Pero, de hecho, hay ocasiones en que los argumentos ad baculu m se
emplean con notable sutileza. Quien argumenta puede no amenazar di-
rectamente sino en forma velada o sus palabras pueden contener una
disimulada amenaza calculada para ganar el asentimiento (o el apoyo
por lo menos) de aquellos a quienes se dirige. Mientras que la pren-
sa atacaba fuertemente a Edward Meese, el procurador general de
la administración Reagan, por conductas inapropiadas, el vocero de la

'°Platón, Apología, Núm. 34, traducción de Jowett, Vol. I, p. 417.


Falacias de atinencia 141

Casa Blanca, Howard Baker decía (de acuerdo con la nota publicada por
el Washington Post):

El Presidente seguirá teniendo confianza en el procurador general, lo


mismo que yo, y ustedes también deben tenerla porque trabajamos para el
Presidente y porque así han de ser las cosas. Y si cualquier persona tiene un
punto de vista diferente, o una ambición o motivación distintas, puede
decírmelo, pues tendremos que discutir seria mente su posición."

Uno puede pensar que nadie es engariado por este tipo de argumentos, la
parte amenazada puede comportarse como se le pide, pero, a fin de
cuentas, no se ve forzada a aceptar la verdad de la conclusión. A esto han
respondido los filósofos del fascismo italiano del siglo XX, que la verdade-
ra persuasión puede hacer uso de diferentes instrumentos —de los cuales
la razón es uno y el chantaje es otro. Pero una vez que el oponente se ha
persuadido verdaderamente, sostienen, podemos olvidarnos del instru-
mento de la persuasión que utilizamos. Ese punto de vista fascista parece
orientar a muchos de los gobiernos del mundo en la actualidad; pero el
argumento ad baculu m —confianza en el chantaje o en la amenaza de uso
de la fuerza bajo cualquier forma — es inaceptable por la razón. La
apelación a la fuerza es el abandono de la razón.

12. Conclusión inatinente: ignoratio elenchi


La falacia de ignoratio elenchi se comete cuando un argumento que
permite establecer una conclusión en particular se dirige a probar una
conclusión diferente. Las premisas "equivocan el punto" — el razonamien-
to parece verosímil en sí mismo y, sin embargo, el argumento es erróneo
como defensa de la conclusión en disputa. Los argumentos que se presen-
fon en la esfera de la legislación social con frecuencia cometen esa falacia;
un programa de un tipo particular, creado para lograr algún objetivo más
extenso que es ampliamente compartido, se apoya en premisas que dan
razón de ese fin más extenso, pero que no dicen nada pertinente acerca del
programa específico que se halla en consideración. A veces, esto es
deliberado, a veces es resultado del apasionado interés por lograr el
objetivo más extenso, que obnubila a algunos defensores de la propuesta
más específica con respecto a la inatinencia de sus premisas.
Por ejemplo: las reformas particulares a las leyes fiscales con frecuencia
se defienden haciendo hincapié sobre la necesidad de reducir los déficits
fiscales — cuando el punto real es la bondad de una medida fiscal o de un
nuevo impuesto en especial; los programas especiales para apoyar la
industria de la construcción o la industria automotriz se han llegado a
defender con premisas que implican la necesidad de ayuda pero no la de
un tipo o monto específico correspondiente al programa en cuestión.

""White House Orders Silence on Meese", The Hoholulu Advertiser, abril 29, 1988, p. D-1.
142 Falacias

Cuando de lo que se trata es de la conveniencia de desarrollar un nuevo y


más caro sistema de defensa, las premisas equivocarán el punto si sólo
resaltan la necesidad de fortalecer la defensa nacional. La cuestión real es
si el sistema militar propuesto es el que realmente se necesita y se desea.
Los objetivos que se enuncian en términos muy generales —seguridad
nacional, buena vivienda, presupuesto balanceado— son fáciles de de-
fender, lo difícil es defender cuestiones como: ¿Esta medida en particular
promoverá un mayor bienestar y será más eficiente que sus alternativas?
Pasar por alto tales preguntas, obscureciendo el punto a discusión con
atractivas generalizaciones acerca de un fin más amplio o diferente im-
plica cometer la falacia de ignoratio elenchi.
¿De qué forma pueden ser engariosos tales argumentos? De varias
maneras que, de hecho, son muy comunes. Funcionan como resultado de
la falta de atención, al argüir con entusiasmo sobre la necesidad del
objetivo actualmente defendido por las premisas. El defensor muchas
veces tiene éxito en transferir su entusiasmo a las mentes de su audiencia en
favor de la medida específica que falazmente se defiende. La falacia de
ignoratio elenchi también resulta útil como un recurso retórico cuando se
expresa mediante un lenguaje altamente emotivo, combinándose así con la
apelación ad pop11111111. Pero la emoción no es la esencia de esa falacia, aun
si el lenguaje utilizado es frío y neutral; se comete la falacia de ignoratio
elenchi cuando la conclusión que se establece es diferente de la que se debería
probar.
Se puede decir que todas las falacias de atinencia (excepto la de petición
de principio) son, en cierto sentido, falacias de ignoratio elenchi. Pero, tal
como usamos aquí el término,es la falacia que se comete cuando el argumento
no prueba su conclusión sin incurrir necesariamente en aquellos errores —de
causa falsa, de apelación inapropiada a la autoridad, de ataque ad hominenz,
etcétera que caracterizan a las otras falacias basadas en la inatinencia.
Con frecuencia, se aplica el término non sequitlir a los argumentos que
cometen la falacia de atinencia (excepto, de nuevo, los de petición de
principio). Esto significa, simplemente, que la conclusión enunciada no se
sigue de la premisa o de las premisas. He aquí un ejemplo reciente:

"Los veteranos siempre han tenido una vigorosa voz en nuestro gobier-
no", él [el presidente Reagan] dijo muy pertinentemente, ariadiendo luego el
non sequitur: "Es tiempo de otorgarles el reconocimiento que correctamente
merecen".'2

Y un bien conocido comentarista político, condenando la inmoralidad y


falta de lógica de un libro reciente que defiende la homosexualidad, da otro
ejemplo de non seqUitur (véase en la página siguiente).

' 2"The Departament of Fat", The New Republic, enero 4, 1988, p. 7.


Falacias de atinencia 143

"Es el momento..." este canto de las sirenas mueve a la mente moderna: el


cambio es natural; por lo tanto, el cambio es progresivo, el progreso na tural
de la humanidad se encuentra en la emancipación cada día mayor de los
"tabúes" y otras "ataduras" que impiden el autodesarrollo. Las non sequiturs
se encadenan como vagones de un ferrocarril rumbo a la barbarie.13

EJERCICIOS

I. Identifique las falacias de atinencia en los siguientes pasajes y


explique cómo aparecen en cada caso.
* 1. No todos nosotros podemos ser famosos, puesto que no todos
podemos llegar a ser bien conocidos.
— JESSE JACKSON, citado por Elizabeth Drew, "A Political Journal",
The New Yorker, marzo 12, 1984, p. 140
El sabio expresa alegría respecto a las cosas que propiamente la
merecen y enojo con las que realmente despiertan enojo. Por lo tanto, la
alegría y el enojo del sabio no están conectados con su mente sino con las
cosas mismas.
— CH'ENG HAO, citado por Fung Yu-Lan en su
Historia de la filosofía china
Como académico, el profesor Benedict J. Kerkvliet ha demostrado
ser prejuicioso y poco científico... es patético ver al profesor Kerkvliet, un
no filipino, deplorando las condiciones políticas y sociales de un país
extranjero como Filipinas, cuando su propio país requiere de regenera-
ción moral y social.
— VICENTE ROMERO, Cónsul general de Filipinas, carta al editor,
The Honolulu Advertiser, diciembre 5, 1974
4. ¿Por qué sé más que otras personas? ¿Por qué, en general, soy tan
listo? Nunca he abordado siquiera problemas que no lo merezcan. Nunca
he desperdiciado mi talento.
— FRIEDRICH NIETZSCHE, Ecce Homo
* 5. La inquisición debió haber sido benéfica y estar justificada, dado que
pueblos enteros la invocaron y la defendieron, hombres intachables la
fundaron y crearon en forma severa e imparcial, y sus propios adversarios
recurrieron a la hoguera para combatir sus llamas.
— BENEDETTO CROCE, Filosofía de la práctica
6. "Estoy totalmente en favor de que las mujeres tengan iguales
derechos que los hombres", dijo Paco Camino, presidente de la Asociación

"George F. Will,"The Incest Lobby", en The PUrsuit of Virtue and Other Tory Notions,
Simon and Schuster, Inc., Nueva York, 1982, pp. 65-66.
144 Falacias

Taurina, "pero, repito, las mujeres no deben torear, porque los toreros son
y deben de ser hombres"
— San Francisco Chronicle, marzo 28, 1972
En su melancólico libro titulado El futuro de una ilusión, el doctor
Freud, uno de los grandes teóricos de la clase capitalista europea, ha
enunciado con asombrosa claridad la imposibilidad de la creencia religio-
sa para el hombre educado contemporáneo.
— JOHN STRACHEY, La lucha venidera por el poder
"Pero observa", dijo Cleantes, "en lo que concierne a ti, Filón, y a
todos los escépticos especulativos, tus doctrinas y tus prácticas difieren
tanto en los más abstrusos puntos de la teoría como en la conducta de la
vida cotidiana".
DAVID HUME, Diálogos sobre la religión natural

9. En 1959, en el Senado, jOe McCarthy anunció que había logrado


penetrar la cortina de hierro del secreto de Truman. Tenía 81 expedientes
de personas en el Departamento de Estado a quienes él consideraba
comunistas. Del caso 40, dijo "no tengo mucha información sobre éste,
excepto el enunciado general de la dependencia de que nada en los
archivos refuta sus conexiones comunistas".
— RICHARD H. ROVERE, El senador Joe McCarthy
* 10. Cuando Rodger Babson, cuya predicción acerca del colapso de la
Bolsa le hizo famoso, enfermó de tuberculosis, regresó a su hogar en
Massachusetts en lugar de seguir el consejo de su médico de permanecer
en el Oeste. En el frío del invierno, dejó las ventanas abiertas, se puso un
grueso abrigo, una gorra y pidió a su secretaria que usara guantes para
escribir a máquina. Babson mejoró y atribuyó la curación al aire fresco. El
aire de los pinos, de acuerdo con Babson, tiene propiedades químicas o
eléctricas (o ambas) de gran valor.
— MARTIN GARDNER, Novedades y falacias
en el nombre de la ciencia
De acuerdo con R. Grunberger, autor de una Historia social del
Tercer Reich, publicada en Inglaterra, los nazis acostumbraban enviar el
siguiente aviso a los lectores que abandonaban /a suscripción a sus
publicaciones. "Ciertamente nuestro periódico requiere del apoyo de
todos los alemanes. Continuaremos enviándole copias de nuestras publi-
caciones y deseamos que no quiera exponerse a consecuencias infortu-
nadas en el caso de que decida cancelar su suscripción".
Parade, mayo 9, 1971
...solamente cuando uno piensa que pudo haber actuado de otra
manera es cuando se siente moralmente responsable de sus actos. Porque
Falacias de atinencia 145

una persona no piensa que es moralmente responsable de una acción que


no estaba en sus manos evitar.
— ALFRED J. AYER, "Libertad y necesidad",
Polemic, Núm. 5, 1946
Pero, ¿cómo podemos dudar de que el aire tiene peso cuando
tenemos el claro testimonio de Aristóteles, quien afirma que todos los
elementos, excepto el fuego, tienen peso?
— GALILE0 GALILEI, Diálogos sobre dos nuevas ciencias
No existe grupo sin líder. Aunque el estilo y la función del lide-
razgo diferirá dentro de cada grupo y situación, un líder o varios líderes
surgirán siempre en una labor grupal o, simplemente, la labor nunca se
realizará.
— Ms, septiembre de 1976
* 15. Testifico que cada hombre escuchará las palabras proféticas de este
libro. Si alguien desoye esas palabras, Dios enviará sobre él las plagas que
están escritas en este libro: y si alguien se aleja de lo aquí prescrito, Dios lo
alejará del camino de la vida, y de la ciudad de Dios y de las cosas escritas
en este libro.
— Revelación, 22:18-19
Benjamín Fernández, candidato para la nominación republicana,
nació en un trailer en Kansas City, hijo de inmigrantes mexicanos, hace 53
arios. Cuando se le preguntó por qué es republicano, dijo que cuando
estudiaba en una preparatoria en California, alguien le dijo que el partido
republicano era el partido de los ricos. Y, dijo "!Es mi partido! ¡Ya he
padecido suficientes pobrezas!"
— GEORGE F. WILL, Washington Post, agosto 23, 1979
Como un caballero armado, como un guerrero medieval, James G.
Blaine marchó a los recintos del Congreso americano y arrojó sus dardos
contra todos aquellos que infaman este país y manchan su honor.
Para el partido republicano, abandonar a un caballero es ahora peor
que si un ejército abandonara a su general en medio de la batalla.
— ROBERT G. INGERSOLL, discurso de nominación
en la Convención nacional republicana, 1876
18. Pues, si la distinción de grados es infinita, de tal suerte que no hay
un grado tal que no pueda ser superado, nuestro razonamiento nos
conduce a la conclusión de que la multiplicidad de naturalezas misma no
está limitada por frontera alguna . Pero solamente un hombre demasiado
tonto puede dejar de rechazar como absurda esa conclusión. Entonces, hay
necesariamente alguna naturaleza que es tan superior que todas las demás
son inferiores en comparación con ella.
— SAN ANSELMO, Monólogo, Capítulo VI
146 Falacias

19. Un boletín de prensa de la Asociación Nacional de Educación


(NEA) distribuido en noviembre comenzaba con el siguiente enunciado:
"Los maestros americanos perciben los grupos reducidos como el elemen-
to más crítico para hacer un mejor trabajo, tal como lo indica una encuesta
de la NEA..."
Pero, por supuesto, la NEA está interesada en tener tantos maestros en
las escuelas como le sea posible. Por ejemplo, en un sistema de 3 000
alumnos, con 30 alumnos por clase, el cuerpo de profesores sería aproxi-
madamente de 100. Pero si el tamario de los grupos se redujese a 25, el
número total de profesores sería de 120. Y en un momento de reducciones
presupuestarias, esta es una forma de incorporar más personas a las
nóminas...
Lástima que una organización que tiene la reputación nacional de la
NEA se conduzca atendiendo solamente a sus propios intereses.
— CYNTHIA PARSONS, Cltrístian Science
Monítor Service, febrero de 1976
* 20. Tenía siete años cuando ocurrió la primera camparia electoral de mi
distrito de la que tengo memoria. En aquél entonces, no teníamos partidos
políticos, así, el anuncio de esta camparia se recibió con escaso interés. Pero
el sentimiento popular creció rápidamente cuando se descubrió que uno
de los candidatos era "el Príncipe". No había necesidad de ariadir un
nombre propio para saber a qué príncipe nos referíamos. Era el propietario
de la mayor hacienda formada por la ocupación arbitraria de vastas
extensiones de tierra reclamada en el siglo anterior por el Lago de Fucino.
Cerca de ocho mil familias (esto es, la mayoría de la población local) aún
está empleada en cultivar las 14 mil hectáreas de esa propiedad. El Prín-
cipe solicitaba a "sus" familias que votaran en su favor para que pudiera
llegar a ser diputado. Los agentes del Estado, quienes estaban trabajando
para el Príncipe, dijeron con frases impecablemente liberales: "Natural-
mente", dijeron, "naturalmente, nadie será forzado a votar en favor del
Príncipe; se entiende, de la misma forma, que nadie obligará al Príncipe a
dar trabajo a las personas que no voten por él".
— IGNAZIO SILONE, El dios caído
21. El siguiente pasaje está tomado de la obra El arte de las preguntas
cruzadas, de F. L. Wellman (Nueva York, Macmillan Publishing Company,
Inc., 1946). La conclusión aquí es implícita, no explícita.
Un bien conocido médico había proporcionado su testimonio impor-
tante en un caso donde su amigo más íntimo aparecía como el consejero
opuesto. Estos dos hombres — médico y abogado— eran igualmente
competentes en sus respectivas profesiones y habían sido amigos cercanos
durante muchos arios. De hecho, prácticamente habían crecido juntos. El
abogado se enteró de que su amigo había proporcionado un testimonio
Falacias de atinencia 147

irrefutable aun ante un examen cruzado. Por lo tanto, él se confinó a las


preguntas restantes y, temiendo que no podría mantener la mirada mien-
tras interrogaba al testigo, se mantuvo con la cara vuelta hacia una ventana
lateral.
P: Doctor, usted dice que es un médico practicante. ¿Ha practicado su
profesión por algún tiempo en la ciudad de Chicago?
R: Sí, he ejercido en Chicago durante unos 40 arios.
P: Bien, doctor, supongo que durante ese tiempo ha tenido usted
oportunidad de tratar a varios de los más prominentes ciudada-
nos. ¿Me equivoco?
R: No, así es.
P: Por alguna razón, doctor, ¿usted ha sido llamado como médico
familiar para recetar al alguacil?
R: Sí, he sido su médico familiar durante varios arios.
P: ¿Por cierto, cómo se encuentra él actualmente? No he tenido noti-
cias suyas desde hace algún tiempo. (Dijo mirando todavía hacia la
ventana.)
R: Ha muerto.
P: Lo siento. ¿Ha tratado usted al serior McCormick?
R: Sí, durante muchos arios.
P: ¿Le molestaría decirme cómo está él actualmente?
R: Ha muerto.
P: ¡Lo siento!
Continuó preguntando acerca de otras ocho o nueve personas bien cono-
cidas de Chicago, de quienes sabía que habían sido atendidas por su
amigo y que ya habían muerto. Habiendo terminado la lista, se sentó
tranquilamente y dijo a los sorprendidos miembros del jurado: "Creo que
no es necesario hacer más preguntas".
II. Identifique las falacias de atinencia en cada uno de los siguientes
pasajes y explique cómo el argumento involucra la falacia.
* 1. Se cuenta que el abolicionista Wendell Phillips se encontró un día
compartiendo el mismo vagón del tren con un grupo de clérigos sudistas
que regresaban de una reunión. Cuando los sudistas se dieron cuenta de
la presencia de Phillips, decidieron divertirse un poco a sus expensas.
Uno de ellos se aproximó y le dijo, "¿Es usted Wendell Phillips?"
"Sí, serior", replicó.
"¿Es usted el gran abolicionista?"
"No soy grande, pero soy abolicionista."
"¿Es usted quien ha pronunciado varios discursos en Boston y Nueva
York contra la esclavitud?"
"Sí, yo soy."
148 Falacias

"¿Por qué no va usted a Kentucky a pronunciar uno de esos discur-


sos?"
Phillips miró a su interlocutor durante un momento y luego le
dijo,"¿Usted es un cura?"
"Lo soy", dijo el otro.
"¿Está usted tratando de salvar almas del infierno?"
"Sí."
"Bien, ¿por qué no se va para allá?"
debemos aceptar las tradiciones de los antíguos, quienes afirman
ser la descendencia de los dioses — eso es lo que ellos dicen — y segura-
mente deben haber conocido a sus ancestros. ¿Cómo podemos dudar de la
palabra de esos hijos de los dioses?
— PLATON, Tinzeo
El maestro dijo que [el hombre recto] no se molesta con la gente que
no reconoce sus méritos. Más bien se preocupa de que no sea capaz de
reconocer los méritos de los demás.
— CONFUCIO, Los analectas
4. Sin embargo, ahora importa muy poco lo que diga o deje de decir el
rey de Inglaterra, pues él ha dejado atrás toda obligación moral y humana,
ha violado la naturaleza y ha pisoteado la conciencia, y por su espíritu de
insolencia y de crueldad se ha granjeado un odio universal.
— THOMAS PAINE, Sentido común

* 5. Así como la imposición de una pena ejerce un efecto disuasivo sobre


el criminal en potencia, así una pena más severa hace que el crimen sea
menos atractivo, y así hace menos probable su ocurrencia. Porque la
muerte es percibida por la mayoría de los infractores de la ley como la
máxima penalidad posible, es probablemente la forma disuasiva más
eficaz .
— FRANK G. CARRINGTON, Ni cruel ni raro
En una película protagonizada por el famoso comediante Sacha
Guitry, unos ladrones están discutiendo acerca del reparto de siete valio-
sas perlas que habían sido extraídas de la Corona Real. Uno de ellos le da
dos perlas a cada uno de sus cómplices y se queda con las tres restantes.
Uno de sus comparieros le dice: "¿Por qué tú has tomado tres?" "Porque
soy el jefe", responde. "¿Cómo has llegado a ser el jefe?" "Porque tengo
más perlas".
Aunque los médicos y administradores de hospitales frecuentemen-
te son acusados de elevar el costo de los cuidados médicos, es un hecho que
el carácter de los servicios hospitalarios ha cambiado. El desarrollo de
nuevas técnicas quirúrgicas como el transplante, los nuevos tipos de
Falacias de atinencia 149

equipo electrónico y los nuevos métodos para el diagnóstico y la terapia,


que ahora son capaces de prolongar la vida de enfermos antes deshau-
ciados, han incrementado los costos de los cuidados hospitalarios.
— GERALDINE ALPERT y MARSHA HURST, "A Plague
on Our Hospitals", The Nation, junio 14, 1980
Mientras el general Grant ganaba batallas en el Oeste, el presidente
Lincoln recibía muchas quejas acerca del alcoholismo de Grant. Cuando
una delegación le dijo un día que Grant era un adicto incurable al whis-
key, el presidente replicó, según se dice: "Desearía que el general Grant
enviase un barril de whiskey a cada uno de mis demás generales".
El libre mercado... responde a la escasez elevando los precios. Pero
esto anima a otros comerciantes a entrar a ese segmento del mercado a
causa de las elevadas ganancias y beneficia así al consumidor puesto que
el precio bajará cuando se incremente la oferta.
— JOHN HOSPERS, "Free Enterprise as the
Embodiment of Justice"
* 10. Cuando fue ministro de Salud, Kenneth Robinson dijo al Parlamen-
to que la cienciología era "potencialmente perjudicial" y una "amenaza
potencial".
Se le pidió a Elliott, el ministro local de la Iglesia de cienciología, que
respondiera a esas críticas. Entre su comentarios ante el Parlamento dijo:
"Temo que el serior Robinson ha sufrido la derrota de dos de sus mo-
ciones y en las últimas semanas ha sido relegado dentro de la administra-
ción Wilson".
— Honolulu Advertiser, noviembre 22, 1969
Para decirlo brevemente, entonces, podemos mantener que la
razón natural no puede probar que la resurrección es necesaria, ni por
medio de razones a priori tales como las basadas en la noción de un
principio intrírtseco en el hombre, ni por argumentos a posteriori, por
ejemplo, en razón de alguna perfección o de una operación inherente al
hombre. Por tanto, debemos aceptar que la resurrección debe ser cierta
sólo sobre la base de la fe.
— DUNS SCOTO, Oxford Commentary
on the Sentences of Peter Lombard
La paz parece ser una condición deseable para las democracias
industriales, representa la composición de fuerzas, la ausencia de lucha.
En contraste, para los dirigentes soviéticos, la lucha no termina con el
compromiso sino con la victoria de una de las partes. La paz permanente,
de acuerdo con la teoría comunista, sólo se puede lograr con la abolición
de la lucha de clases y ésta sólo puede finalizar con una victoria comunista.
Por tanto, la estrategia soviética, no importa que tan beligerante sea, sirve
150 Falacias

a la causa de la paz, mientras que cualquier política capitalista, no importa


qué tan conciliatoria sea, sirve a la guerra.
— HENRY KISSINGER, Mis arios en la Casa Blanca
...es imposible hablar o pensar sin recurrir a conceptos generales;
sin ellos, el conocimiento y el lenguaje resultan imposibles...
— DANIEL CALLAHAN, "The WHO Definition of Health",
The Hastings Center Studies, Vol. 1, Núm. 3, 1973
"...Siempre he pensado que mirar a la luna llena es una de las cosas
más imprudentes y tontas que uno puede hacer. El viejo Bunker lo hizo una
vez y en menos de dos arios se volvió un borracho y se cayó de una torre
y fue a dar al panteón, dicen ellos, pero yo no lo vi. Papá me lo dijo. Pero
de cualquier manera no es bueno ver la luna como un tonto".
— MARK TWAIN, Las aventuras de Huckleberry Finn
* 15. El serior Quintus Slide era entonces, como lo había sido por mucho
tiempo, editor del People's Banner, pero ocurrió un cambio muy impor-
tante sobre el espíritu de su suerio. Su periódico se seguía llamando igual
y Slide decía proteger los derechos de la gente y demandar nuevos dere-
chos para el pueblo. Pero lo hacía como conservador... Se convirtió en un
deber de Slide referirse como patriotas bien nacidos de las mismas perso-
nas a quienes un mes o dos antes de ese cambio había llamado aristócratas
alimentados con la sangre del pueblo. Por supuesto, se hicieron comenta-
rios muy poco amables respecto a este súbito cambio. Un periódico
vespertino se tomó el trabajo de dividir en dos una de sus columnas y
publicó de un lado los rudos comentarios publicados por el periódico de
Slide en septiembre pasado, acerca de ciertos personajes de la nobleza
británica, del otro lado publicó los actuales comentarios de Slide acerca de
las mismas personas que eran totalmente laudatorios. Pero un periodista
con la experiencia y el tacto de Slide conoce su negocio demasiado bien
como para dejarse atrapar por esa sencilla estratagema . Él no se preocupó
por defenderse a sí mismo, sino que atacó incansablemente la mendicidad,
duplicidad, inmoralidad, la gramática, el papel, la tipografía y hasta a la
esposa del editor del periódico de la tarde. Dentro de toda esa vertiginosa
confusión le ha sido innecesario defenderse. "Y por si fuera poco", escribe
al final de uno de sus virulentos y exitosos artículos, "los lacayos
de osan acusarme de inconsistencia". Los lectores del People' s
Banner pensaron que su editor había dejado fuera de combate a su
adversario.
— ANTHONY TROLLOPE, Phineas Redux
16. En lo personal, Nietzsche fue más filosófico que su filosofía. Su
charla acerca del poder, la dureza y la inmoralidad suprema fueron el
pasatiempo de un joven erudito e incapacitado constitucional.
— GEORGE SANTAYANA, Egotism in German Philosophy
Falacias de ambigüedad 151

Las apelaciones son gratuitas para el denfensor: no se pueden


aumentar las penas ni imponer otras. La fiscalía no puede apelar. Esto hace
seguro para los jueces producir sentencias. En todo caso, piensan ponién-
dose en el lugar del defensor, si un juez pronuncia una sentencia de
culpabilidad, el acusado recurrirá a una apelación. Si decide contra la
fiscalía, el juez está protegido porque no hay apelación posible. Por lo
tanto, cuando tiene una duda, prefiere inclinarse en favor de la defensa.
— ERNEST VAN DEN HAAG, Punishing Criminals
Cuando uno gasta el dinero que trabajosamente ha ganado, somos
cuidadosos en cómo lo gastamos, pues sabemos que nos ha costado mu-
cho trabajo ganarlo.
— JOHN HOSPERS, "Free Enterprise as the Embodiment of Justice"
19. Si deseamos basar nuestros actos en la certeza, entonces no debe-
mos actuar sobre la base de la religión, porque no es segura.
— BLAS PASCAL, Pensamientos
* 20. No existe el coriocimiento que no se pueda poner en práctica, porque
tal conocimiento en realidad no es conocimiento en absoluto.
— WANG SHOU-JEN, Libro de instrucciones
21. Anito: "Sócrates, pienso que tú eres demasiado propenso a hablar
mal de la gente y, si sigues mi consejo, te recomendaría que seas cuidadoso.
Quizás no hay ciudad en la cual resulte más fácil perjudicar a los hombres
que hacerles bien que la ciudad de Atenas, y tú lo sabes".
— PLATÓN, Menón

3.3 Falacias de ambigüedad


A veces, los argumentos fracasan porque su formulación contiene pala-
bras o frases ambiguas, cuyos significados cambian en el curso del argu-
mento, produciendo así una falacia. Estas son las falacias de ambigüedad
—sofísmas se les dice a veces— y si bien algunas de ellas suelen ser crudas
y fácilmente detectables, otras resultan sutiles y peligrosas. Abajo se
distinguen cinco variedades de ellas.

1. Equívoco

La mayoría de las palabras tienen más de un significado literal y en gran


parte de los casos no tenemos dificultad en distinguir en cuál sentido se
usan, al apelar al contexto y a la capacidad para interpretar lo que
escuchamos o leemos. A veces, los distintos significados de una palabra o
152 Falacías

frase se confunden —accidental o deliberadamente-- y en tal caso, de-


cimos que una palabra se usa eq 14 ívocamente. Si lo hacemos en el contexto
de un argumento, cometemos la falacia de equivocación.
A veces, la equivocación es obvia, absurda y se usa para hacer algún
chiste. El relato de las aventuras de Alicia que hace Lewis Carroll en A
través del espejo abunda en equivocaciones graciosas y originales. Una de
ellas es la siguiente:
"¿A quién pasaste en el camino?", le preguntó el rey al mensajero.
"A nadie", dijo el mensajero.
"Muy bien", dijo el rey, "esta joven dama también lo vio. Así que Nadie
camina más despacio que tú".
Aquí, la equivocación es más sutil y compleja de lo que podría parecer
a primera vista. El primer uso de la palabra "nadie" (que significa ninguna
persona) ha sido reemplazado en el segundo uso con un nombre propio:
"Nadie". Luego se vuelve a usar el nombre pero como si tuviera una
propiedad —no haber sido pasado en el camino— derivada del primer uso
de la palabra. La extraña conclusión se extrae ahora usando el nombre con
el significado de "ninguna persona". Por supuesto, ¡Lewis Carroll era un
lógico muy sofisticado!
Los argumentos que contienen un equívoco resultan falaces, pero no
siempre son tan tontos o tan divertidos como el ejemplo que se discute en
el siguiente pasaje del libro titulado "Una axiología atea" (An Atheist's
Values), de Richard Robinson:
Hay una ambigüedad en la frase "tener fe en" que contribuye a concebir
la fe como algo respetable. Cuando una persona dice que tiene fe en el pre-
sidente, está dando por supuesto que es obvio y bien sabido que hay un
presidente, que el presidente existe, y está afirmando su confianza en que
el presidente hará una buena labor. Pero si un hombre dice que tiene fe en la
telepa tía, no quiere afirmar su confianza en que la telepatía funcionará
beneficiosamente, sino que cree que la telepatía realmente tiene lugar en
ocasiones, que la telepatía existe. Así, la frase "tener fe en x" a veces significa
tener confianza en la buena labor que realizará x, de quien se sabe o se supone
que existe, pero otras veces significa creer que x existe. ¿Qué significa la frase
"tener fe en Dios"? Significa ambiguamente las dos cosas, y la evidencia de lo
que significa en un sentido nos sugiere lo que significa en el otro. Si hay un
Dios perfectamente bueno y poderoso, es evidentemente razonable creer que
hará bien las cosas. En este sentido, "tener fe en Dios" es una exhortación
razonable. Pero insinúa a la vez el otro sentido, a saber, que el de "creer que
hay un dios perfectamente bueno y razonable no importa cuál sea la evi-
dencia de la que dispongamos al respecto". Así, la razonabilidad de creer en
Dios, si es que realmente existe, se usa para hacer parecer como razonable la
creencia en su existencia .
Hay un tipo particular de equivocación que merece una mención
especial. Tiene que ver con los términos "relativos" que poseen distintos
Falacias de ambigüedad 153

significados en contextos diferentes. Por ejemplo, la palabra "alto" es una


palabra relativa; un hombre alto y un edificio alto se encuentran en
categorías muy distintas. Un hombre alto es una persona de mayor
esta tura que el promedio de sus semejantes, un edificio alto es un edificio
más alto que la mayoría de los edificios. Ciertas formas de argumentar que
son válidas para los términos no relativos resultan falaces cuando se
reemplazan por términos relativos. El argumento "un elefante es un
animal; por lo tanto, un elefante gris es un animal gris" es perfectamente
válido. La palabra "gris" no es un término relativo. Pero el argumento "un
elefante es un animal, por lo tanto, un elefante pequerio es un animal
pequerio" es ridículo. El punto aquí es que "pequerio" es un término
relativo, un elefante pequerio es un animal muy grande. Es una falacia de
equívoco que radica en el término relativo "pequerio". Sin embargo, no
siempre son obvias las equivocaciones derivadas de los términos relativos.
La palabra "bueno" es un término relativo y, con frecuencia, motiva
equívocos cuando se argumenta, por ejemplo, que tal persona es un buen
general y, por tanto, que será un buen presidente, o que alguien será un
buen maestro porque ha sido un buen estudiante.

2. Anfibología
La falacia de anfibología ocurre cuando se argumenta a partir de premisas
cuyas formulaciones son ambiguas a causa de su construcción gramatical.
Un enunciado es anfibológico cuando su significado está indeterminado
debido a la forma en que se combinan sus palabras. Un enunciado
anfibológico puede ser verdadero bajo una interpretación y falso bajo otra.
Cuando se enuncia en las premisas bajo la interpretación que lo hace
verdadero y se extrae una conclusión donde se recurre a la interpretación
que lo hace falso, se comete la falacia de anfibología.
Las emisiones anfibológicas formaban parte del arsenal de los antiguos
oráculos. Creso, el rey de Lidia, fue advertido al consultar el oráculo de
Delfos, antes de iniciar la guerra contra el reino de Persia, de que "si Creso
va a la guerra contra Ciro, destruirá un poderoso reino".
Entusiasmado con esta predicción, que a su entender le auguraba el
triunfo sobre el poderoso reino de Persia, atacó y fue destruido por Ciro,
el rey de Persia . Desesperado, compareció de nuevo ante el oráculo, cuyos
sacerdotes le dijeron que la respuesta había sido totalmente correcta, al ir
a la guerra contra Ciro, Creso había destruido un poderoso reino, iel suyo
propio! Los enunciados anfibológicos pueden constituir premisas muy
peligrosas de los argumentos. Sin embargo, raramente se encuentran en
las discusiones serias.
Las llamadas "frases yuxtapuestas" muchas veces dan lugar a diverti-
dos casos de anfibología, como: "El granjero se voló la tapa de los sesos,
luego de despedirse afectuosamente de su familia, con un disparo de
154 Falacias

fusil". Situaciones similares ocurren a los editores o redactores que no son


suficientemente cuidadosos con las ambigüedades:
Averiadas y maltrechas, un sinnúmero de pequerias contrariedades aco-
san las naves naufragadas.
(Herald Tribune, sección de libros)
¡Esas maltrechas y averiadas pequeñas contrariedades!
— The New Yorker, 8 de noviembre de 1958

3. Acento
Un argumento puede resultar engarioso y no válido cuando el cambio de
significado dentro de él surge a partir de cambios de énfasis en las palabras
o en sus partes. Cuando una premisa obtiene su significado de un posible
énfasis pero la conclusión que de ella se obtiene descansa en el significado
de las mismas palabras enfatizadas en forma diferente, se comete la falacia
de acento.
No debemos hablar mal de nuestros amigos.
Hay por lo menos cinco significados que se pueden atribuir a estas
palabras, dependiendo de cuál de ellas sea enfatizada. Cuando se lee la
frase sin énfasis alguno, la recomendación parece perfectamente válida .
Sin embargo, si a partir de ella se extrae la conclusión de que somos libres
de hablar de cualquier persona que no sea nuestra amiga, entonces la
conclusión se sigue solamente si la premisa tiene el significado derivado de
acentuar la última de sus palabras. Pero cuando se acentúa su última palabra,
ya no resulta aceptable como una ley moral, tiene un significado diferente y,
de hecho, una premisa diferente. El argumento constituye un caso de fala-
cia de acento. Lo mismo sucede si extraemos la conclusión de que somos
libres de actuar mal con los amigos siempre que lo hagamos calladamente.
De igual manera, dependiendo de cómo se acentúe, el enunciado
La mujer sin el hombre estaría perdida.
podría ser perfectamente aceptable para ambos sexos. Pero inferir el
enunciado con un acento a partir del enunciado acentuado de forma
diferente sería un ejemplo de la falacia de acento.
A veces, el acento se usa deliberadamente para perjudicar seria-
mente al autor de un determinado libro o documento, insertando (o
borrando) las cursivas para cambiar el significado de lo que originalmente
fue escrito. 0, al hacer con mayor amplitud la falacia de acento, se produ-
ce una distorsión citando simplemente un enunciado fuera de su contexto,
el que aclara el sentido en el cual debe entenderse, por lo cual el autor
original puede, irónicamente, ver invertido el sentido de lo que quería
decir.
Falacias de ambigüedad 155

A veces, uno descubre la omisión deliberada sin una cita, de una


cualificación hecha por el autor, o de palabras asociadas que pueden en
verdad modificar el significado del texto original. En un ensayo crítico
acerca de los pensadores conservadores, Sidney Blumenthal escribió (en
1985) acerca de uno de ellos, Gregory A. Fossedal, que "Dentro del ala
conservadora, Fossedal es ampliamente reconocido como uno de los
periodistas más prometedores ..." Un anuncio de 1989 para el último libro
de Fossedal contenía, entre otras, la siguiente opinión propagandística,
atribuida a Blumenthal: "Muchos consideran a Fossedal como el más pro-
metedor periodista de su generación". La omisión de las palabras críticas
"dentro del ala conservadora" distorsiona totalmente el sentido del pasaje
original, conduciendo así al lector a formarse una opinión equivocada
acerca de la opinión de Blumenthal, quien con toda razón se indignó por
este hecho."
De manera parecida, un crítico teatral puede ver distorsionadas sus
palabras cuando afirma que una nueva pieza teatral difícilmente logrará
un gran éxito en Broadway este año, al leer que afirmó " ...logrará un gran
éxito en Broadway este año!" Para evitar tales distorsiones, el escritor de-
be ser meticuloso al citar, indicando siempre con cursivas las palabras
citadas y colocando puntos suspensivos donde se ha hecho una omisión.
Con frecuencia, las fotografías e ilustraciones, así como otros recursos
gráficos, se usan para confundir al auditorio o a los lectores mediante el
acento. Los encabezados sensacionalistas, calificados por palabras en letra
más pequeña, suelen publicarse en varios periódicos a fin de sugerir
deliberadamente argumentos falaces. Por esta razón, los abogados suelen
advertir a sus clientes que lean cuidadosamente las "letras pequeñas" de
los contratos legales antes de firmarlos. En la propaganda política, la
elección tendenciosa de un encabezado o el uso de una fotografía truculen-
ta, dentro de lo que pretende ser un reporte objetivo, contribuirá a extraer
conclusiones que el propagandista en cuestión sabe que son falsas. Un
reporte que puede no incurrir propiamente en una mentira descarada,
podría distorsionar las cosas en formas deliberadamente manipulatorias
o deshonestas.
En la publicidad no son raras esas prácticas. Un precio notablemente
bajo muchas veces aparece impreso con grandes letras precedido por
"desde" en letras muy pequeñas. Con mucha frecuencia, las maravillosas
ofertas de paquetes turísticos llevan un asterisco, que corresponde a una
distante nota en la que se explica que la oferta es válida para los vuelos
comprados con tres meses de antelación para los días martes posteriores
a luna llena y que, además, "aplican restricciones". En ocasiones, algún
almacén anuncia artículos costosos de marcas conocidas a un precio

""You Write the Facts, I'll Write the Blurbs", The New York Times, abril 18, 1989, p. 10.
El pasaje original apareció en The Washington Post, noviembre 22, 1985; el anuncio ofensivo
apareció en The Nezv Republic, en marzo de 1989. El señor Fossedal defendió después a
Blumenthal.
156 Falacias

sorprendentemente bajo, pero con el cuidado de advertir que disponen de


"existencias limitadas". Desde luego, el lector del anuncio llega al alma-
cén y no encuentra al precio deseado el artículo que le interesó, porque "ya
se acabó". Por sí mismos, los pasajes acentuados no son estrictamente
falaces, incurren en falacias cuando la interpretación de una frase, de
acuerdo con su acento, se usa para extraer una conclusión (que se puede
obtener el paquete turístico al precio anunciado, por ejemplo) que no es
correcta cuando la explicación se toma con el acento debido.
Hasta la verdad literal se puede usar con fines manipulatorios por
medio del acento. Disgustado con su nuevo piloto porque acostumbraba
emborracharse, el capitán de un barco escribió en su bitácora la agria
observación: "El piloto se emborrachó hoy". Un día que el capitán estuvo
enfermo y el piloto se encargó de llenar la bitácora, se tomó su venganza
escribiendo lacónicamente: "El capitán estaba sobrio hoy".
4 y 5. Composición y división
4. Composición
El término "falacia de composición" se aplica a dos tipos íntimamente
relacionados de argumentos inválidos. El primero de ellos se puede
describir como el razonamiento que falazmente atribuye las propiedades
de las partes de un todo a éste. Un ejemplo particularmente flagrante
consistiría en argumentar que puesto que cada parte de una determinada
máquina es ligera en su peso, la máquina, considerada "como un todo",
también es ligera. El error resulta manifiesto cuando consideramos que
una máquina muy pesada puede consistir de un gran número de partes
más ligeras. Sin embargo, no todos los ejemplos de este tipo de falacia son
tan obvios. Algunos pueden resultar engañosos. Uno puede escuchar que
se argumenta con toda seriedad que puesto que cada escena de una
determinada obra posee una gran perfección artística, la obra considerada
como un todo es artísticamente perfecta. Pero esto es un ejemplo de falacia
de composición, tal como lo sería argumentar que, puesto que cada uno de
los barcos que constituyen una flota está listo para la batalla, la flota misma
también lo está.
El otro tipo de falacia de composición es exactamente paralelo al que
arriba se ha descrito. Aquí, el razonamiento falaz parte de los atributos de
los elementos individuales de una colección a los atributos de la colección
o totalidad que agrupa a esos elementos. Por ejemplo, sería falaz argumen-
tar que, puesto que un autobús consume más gasolina que un automóvil,
por lo tanto, todos los autobuses consumen más gasolina que todos los
automóviles. Esta versión de la falacia de composición se basa en una
confusión entre el uso "colectivo" y el uso "distributivo" de los términos
generales. Así, aunque los estudiantes de preparatoria sólo se pueden inscri-
bir, individualmente, en seis materias por semestre, también es cierto que
Falacias de ambigüedad 157

los estudiantes preparatorianos se inscriben en cientos de materias cada


semestre. Este conflicto verbal se puede resolver fácilmente. Es verdad de los
estudiantes de preparatoria, distributivamente, que cada uno de ellos puede
inscribirse en no más de seis materias cada semestre. Este es un uso distri-
butivo del término con el cual nos referimos a los estudiantes de preparatoria.
Pero también es verdad que los estudiantes de preparatoria, colectivamente,
pueden inscribirse en cientos de materias cada semestre. Este es un uso
colectivo del término. Así, distributivamente, los autobuses consumen más
gasolina que los automóviles, pero no sucede así colectivamente, puesto que
existen muchos más automóviles que autobuses.
Este segundo tipo de falacia de composición se puede definir como la
inferencia inválida, según la cual lo que se puede predicar con verdad de
un término entendido en su sentido distributivo, también se puede predi-
car cuando el término se entiende colectivamente. Así, las bombas atómi-
cas arrojadas durante la Segunda Guerra Mundial causaron más daño que
las bombas ordinarias —pero solamente en el sentido distributivo. El
asunto es exactamente inverso cuando los dos tipos de bomba se conside-
ran colectivamente, porque se han lanzado mucho más bombas conven-
cionales que atómicas a lo largo de la historia. Ignorando esta distinción,
podemos caer fácilmente en la falacia de composición.
Aunque son paralelas, estas dos clases de falacias de composición son
realmente distintas, debido a la diferencia que existe entre una mera
colección de elementos y el todo construido con esos elementos. Así, una
simple colección de partes no es una máquina, una mera colección de
ladrillos no es una casa ni una pared. Un todo como una máquina, una casa
o una pared, contiene esos elementos pero arreglados de cierta forma. Y
puesto que los todos y las colecciones son cosas diferentes, tenemos
también que distinguir entre dos tipos diferentes de la falacia de compo-
sición, uno de ellos procede inválidamente de las partes a la totalidad y la
otra, de los elementos a las colecciones.
5. División
La falacia de división es la inversa de la falacia de composición. En ella está
presente la misma confusión pero la inferencia procede en dirección
opuesta. Como en el caso de la composición, se pueden distinguir dos
variantes de la falacia de división. El primer tipo consiste en argumentar
falazmente que lo que es verdad de una totalidad también debe ser cierto
de cada una de sus partes. Argumentar que puesto que una determinada
corporación es muy importante y el señor Díaz es funcionario de esa cor-
poración, implica que el señor Díaz es muy importante, es incurrir en la
falacia de división. La primera variedad de la falacia de división se comete
en tal argumento, lo mismo que cuando se afirma que puesto que una
máquina es pesada, complicada o valiosa, alguna o algunas de sus partes
también han de serlo. Argumentar que un estudiante debe tener un gran
158 Falacias

espacio para dormir puesto que ocupa un gran dormitorio sería otro
ejemplo de la falacia de división.
El segundo tipo de falacia de división se comete cuando uno argumen-
ta a partir de los atributos de una colección de elementos para concluir algo
acerca de los atributos de los elementos mismos. Argumentar que puesto
que los estudiantes de la universidad estudian medicina, derecho, inge-
niería, odontología y arquitectura, entonces cada uno de ellos, o todos
ellos, estudian todas esas carreras, sería incurrir en el segundo tipo de
falacia de división. Es verdad que los estudiantes universitarios, colectiva-
mente, estudian todas esas carreras, pero es falso que, distributivamente,
los estudiantes universitarios lo hagan. Con frecuencia, los casos de esta
clase de falacia de división se confunden con los argumentos válidos, pues
lo que es verdad de una clase considerada distributivamente también lo es
de cada uno de sus elementos. Así, el argumento:

Los perros son carnívoros.


Los perros afganos son perros.
Por lo tanto, los perros afganos son carnívoros.

es un razonamiento perfectamente válido. Pero aunque se parece al


siguiente argumento:
Los perros con frecuencia se encuentran en las calles.
Los perros afganos son perros.
Por lo tanto, los perros afganos se encuentran con
frecuencia en las calles.

este es inválido, e incurre en la falacia de división. Algunos ejemplos de la


falacia de división son solamente chistes, como sucede cuando el ejemplo
clásico de argumento válido:

Los hombres son mortales.


Sócrates es hombre.
Por lo tanto, Sócrates es mortal.
es parodiado por medio de la falacia:

Los indios americanos están desapareciendo.


Ese hombre es un indio americano.
Por lo tanto, ese hombre está desapareciendo.

El clásico chiste "¿Por qué las ovejas blancas comen más que las negras?"
proviene de la confusión involucrada en la falacia de división. En la
respuesta "Porque hay más ovejas blancas que negras" identifica colecti-
vamente lo que en la pregunta aparece en el sentido distributivo.
Falacias de ambigüedad 159

Hay semejanzas entre las falacias de división y de accidente, lo mismo


que entre las falacias de composición y de accidente inverso. Pero estas
similitudes solamente son superficiales y una explicación de las diferen-
cias reales entre los miembros de los dos pares de tipos de falacias será
útil para comprender el error correspondiente a cada uno de ellos.
Si a partir de la observación de algunas partes de una máquina
pretendemos inferir que todas las partes de ella tienen las mismas propie-
dades que las partes examinadas, cometeríamos la falacia de accidente
inverso —pues lo que es verdad de algunos elementos no necesariamente
es verdad de todos ellos. Si examinando todas las partes concluimos que
cada una de ellas ha sido construida cuidadosamente y a partir de ello
queremos extraer la inferencia de que la máquina en su totalidad fue
construida cuidadosamente, razonamos falazmente, pero en este caso la
falacia que cometemos es la de composición. En la falacia de accidente
inverso, uno argumenta que algunos miembros atípicos de una clase
tienen determinado atributo; en la falacia de composición se argumenta
que, puesto que cada uno de los miembros de una clase tiene un atributo,
la clase misma (colectivamente) tiene ese atributo. La diferencia es grande.
En el accidente inverso, todos los predicados son distributivos, mientras
que en la falacia de composición, la inferencia errónea procede de la
predicación distributiva a la colectiva.
De manera parecida, la división y el accidente son dos falacias distintas:
su semejanza superficial oculta el mismo tipo de diferencia subyacente. En
la de división argumentamos (equivocadamente) que como la clase misma
posee cierto atributo, cada uno de sus elementos también lo tiene. Así, es
una falacia de división concluir que como un ejército casi es invencible,
cada una de sus unidades casi son invencibles. En la de accidente argu-
mentamos (también equivocadamente) que puesto que alguna regla se
aplica en general, no hay circunstancias especiales en las cuales no se
aplique. Así, cometemos la falacia de accidente cuando insistimos en que
una persona debe ser multada por haber pasado por alto el letrero de: "Se
prohíbe nadar", al ir al rescate de alguien que se estaba ahogando.
La ambigüedad —un cambio en los significados de los términos
utilizados— radica en el corazón de las falacias de composición y de
división, lo mismo que en el núcleo de las falacias de anfibología y de
acento. Siempre que las palabras usadas signifiquen una cosa en una
parte de un argumento y otra cosa distinta en otra parte, y se confun-
dan accidental o intencionalmente estos significados, podemos anticipar
serios errores lógicos.

EJERCICIOS
1. Identificar las falacias de ambigüedad que aparecen en los siguientes
pasajes y explicar de qué manera contienen una falacia.
160 Falacias

* 1. Se dice que Robert Toombs afirmó exactamente antes de la guerra


civil que: "Les daremos una tunda a esos yankis charlatanes". Cuando se
le recordaron sus palabras al terminar la guerra con el triunfo de los yankis,
respondió: "Es muy sencillo. No peleamos contra los yankis charlatanes".
— E. J. KAHN, JR., "Profiles (Georgia)",
The New Yorker, febrero 13, 1978.
Si las partes del universo no deben su existencia al azar, ¿cómo puede
ser accidental la existencia del universo en su conjunto? Por lo tanto, la
existencia del universo no se debe al azar.
— MOISÉS MAIMÓNIDES, Guía de perplejos
Para comprender mejor las diminutas percepciones que no podemcs
distinguir, me gustaría usar el ejemplo del rumor o ruido que hacen las olas
cuando rompen contra la orilla de la playa. Para entender cómo se ha
formado ese ruido es preciso oír las partes que componen el todo, es decir,
el ruido de cada una de las ondas marinas, aunque se trate de ruidos muy
pequeños... que aisladamente no podríamos percibir. En alguna propor-
ción deben afectarnos los ruidos provenientes de esas pequeñas olas, de lo
contrario no podríamos oír el ruido de todas ellas, pues el resultado de
sumar cero muchas veces no es sino cero.
— GOTTFRIED LEIBNIZ, Nuevos ensayos sobre
el entendimiento humano
4. ...puesto que es imposible que un animal o planta sea indefinida-
mente grande o pequeño, lo mismo ha de suceder con sus partes, pues de
lo contrario el todo también lo sería.
— ARISTÓTELES, Física

* 5. Menahem Begin, el primer ministro israelí que renunció a su parte del


premio Nobel consistente en 82 000 dólares, es quizás la más pobre cabeza
de gobierno del mundo desarrollado.
—New Haven Register
Por favor, publiquen noticias.
—The New Yorker, marzo 5, 1979
... la felicidad de cada persona es un bien para esa persona; por lo
tanto, la felicidad general es un bien para el conjunto de todas las personas.
— JOHN STUART MILL, El utilitarismo

Si el hombre que llora ante una cebolla


no llora cuando su padre muere,
eso quiere decir que él quiere más
a una cebolla que a su padre.
— MRS. PIOZZI, Anecdotes of Samuel Johnson
8. Fallaci le escribió: "Eres mala periodista porque eres una mala
mujer". — ELIZABETH PEER, "The Fallaci Papers",
Newsweek, diciembre 1, 1980
Falacias de ambigüedad 161

9. Hazel Miller descubrió un peligroso insecto venenoso mientras


jugaba y correteaba alegremente sobre el tronco de un árbol.
— New Hampshire Audubon Quarterly
Nuestra Hazel, de paso seguro, feliz, y con ese dejo de exhibicionismo.
— The New Yorker, julio 2, 1979
10. ...el universo tiene forma esférica... pues todas sus partes cons-
tituyentes, esto es, la luna, el sol y los planetas, tienen forma esférica.
— NICOLÁS COPÉRNICO, "La nueva idea del universo"
II. Identifique las falacias de ambigüedad en los siguientes pasajes y
explique cómo el argumento en cuestión involucra la falacia.
1. Al ver que el ojo, la mano, el pie y todas las demás partes del cuerpo
tienen una función obvia, ¿no debemos también creer que similarmente el
ser humano tiene una función general, por encima de sus funciones
particulares?
— ARISTÓTELES, Ética nicomaquea
Si Dios existe, es infinitamente incomprensible, puesto que no tiene
partes ni límites. No tiene afinidad alguna con nosotros, los seres humanos.
— BLAS PASCAL, Pensamientos
La atención médica es muy cara y, por lo tanto, por esa razón no está
disponible para todos.
— LEON R. KASS, "The Pursuit of Health and the Right
to Health", The Public Interest, verano de 1975
4. ...una comunidad debe ser gobernada por las personas electas y
responsables ante la mayoría. Puesto que en general los jueces no son
electos y, en la práctica, no responden ante el electorado a la manera en
que lo hacen los legisladores, parece que llegan a un acuerdo sobre esa
proposición cuando los jueces ejercen la ley.
— RONALD DWORKIN, Taking Rights Seríously
5. He buscado por todas partes un libro que me enseñe cómo tocar el
piano sin éxito.
— MRS. F., M. Myrtle Beach, S.C., Charlotee (N.C.), Observer

No necesita usted instrucción alguna, sólo necesita ponerse a tocar el


piano.
— The New Yorker, febrero 21, 1970
6. ...si tu trabajo es insalubre o peligroso, diríamos ordinariamente
que merece un salario adicional, y puesto que las personas no lo realizarían
sin un incentivo adicional, los salarios (en el mercado libre) de hecho son
más altos para tu trabajo.
— JOHN HOSPERS, "Free Enterprise as the Embodiment of Justice"
162 Falacias

Ninguna persona acepta consejos, pero todos aceptan dinero. Por lo


tanto, el dinero es mejor que los consejos.
— JONATHAN SWIFT
Las creencias que van más allá de todas las pruebas de observación,
autoobservación, experimento, medición o análisis estadístico se recono-
cen como teológicas o metafísicas y, por tanto, carentes del tipo de
significado que se asocia con las pretensiones de conocimiento del sentido
común o de la ciencia.
— HERBERT FEIGL, "Naturalism and Humanism",
American Quarterly, Vol. 1, 1949
9. Lograr una adecuada estructura salarial en cada rama de la activi-
dad industrial es una condición para restringir la competencia excesiva,
pero no hay razones por las que el proceso deba detenerse en ese punto. Lo
que es bueno para cada industria, difícilmente puede ser malo para la
economía en su conjunto.
— Tzventieh Century Socialism
* 10. Pero el espacio no es sino una relación. Porque, en primer lugar,
cualquier espacio debe consistir de partes y si las partes no son espacios,
el todo no es un espacio.
F. H. BRADLEY, Apariencia y realidad

Puesto que el entendimiento coloca a los hombres sobre el resto de


los seres sensibles y le otorga ventajas y dominio sobre el resto de ellos,
ciertamente es un tema, al menos por su nobleza, que exige una labor de
investigación.
— JOHN LOCKE ,Ensayo sobre el entendimiento humano
Tzu-kung dijo, "El caballero se juzga sabio por una sola palabra que
profiere, igualmente se juzga como tonto por una sola palabra. Esta es la
razón por la que uno debe ser cuidadoso con lo que dice.
— CONFUCIO, Las analectas
Los eventos improbables ocurren cada día, pero lo que sucede a
diario difícilmente es improbable, por el contrario, es muy probable. Por
tanto, los eventos improbables son muy probables.
Los estatutos y las reglas de la jurisprudencia frecuentemente son
vagos y se deben reinterpretar antes de que se puedan aplicar a casos
nuevos. Más aún, algunos casos dan lugar a cuestiones tan novedosas que
no se pueden decidir ni siquiera ampliando o restringiendo las interpreta-
ciones de las leyes. Por tanto, los jueces deben elaborar a veces nuevas
leyes, sea implícita o explícitamente.
— RONALD DWORKIN, Taking Rights Seriously
¿Cómo evitar las falacias? 163

* 15. Todos los fenómenos en el universo están saturados con valores


morales. Por tanto, podemos afirmar que para los chinos el universo es
moral.
— THOME H. FANG, The Chinese View of Life

3.4 ¿Cómo evitar las falacias?


Las falacias son errores en los que todos podemos incurrir en el curso de
nuestros razonamientos. Así como en las carreteras se ponen señales de
advertencia para que el viajero evite los diferentes riesgos que se le pueden
presentar, los nombres y descripciones de las falacias que se han introdu-
cido en este capítulo se pueden entender como otras tantas señales de
advertencia colocadas en nuestro camino hacia la elaboración de razona-
mientos correctos. La comprensión de estos errores en los que podemos
caer y el desarrollo de la habilidad para analizarlos y nombrarlos pueden
sernos muy útiles para evitar caer en ellos. Pero no hay una forma
mecánica para detectar falacias, ni forma segura de evitar esos riesgos.
Evitar las falacias de atinencia requiere de una constante vigilancia
intelectual, debemos estar conscientes de las muchas diferentes formas en
las cuales la inatinencia puede presentarse. Nuestro estudio de los diver-
sos usos del lenguaje, del capítulo 2, será útil a este respecto. Tener
conciencia de la flexibilidad del lenguaje y de la multiplicidad de sus usos
nos ayudará a alejarnos de los usos expresivos del lenguaje cuando no son
pertinentes. Conscientes de la multiplicidad de funciones del lenguaje,
estaremos menos propensos a aceptar una exhortación emocional como si
fuera un argumento válido para apoyar la verdad de una conclusión
determinada o a tratar de atacar al adversario como si con esto presentá-
semos un argumento contra sus puntos de vista.
Cuando la distancia entre las premisas y la conclusión es muy grande
y el error del razonamiento muy flagrante, es cuando solemos hablar de
un non sequitur. En un discurso pronunciado en Chicago en 1854, Abra-
ham Lincoln dijo:
Un truco muy frecuente de los oradores es pronunciar un flagrante
absurdo ante su audiencia, con plena confianza en que sus oyentes, al darse
cuenta de la magnitud del error, pensarán que el hablante ya lo ha analizado
y resuelto de antemano. Un sofisma complicado puede combatirse eficaz-
mente, pero frecuentemente, el non sequitur es doblemente más peligroso
que una extravagante falacia?

A diferencia del non sequitur, las falacias de ambigüedad suelen ser


muy sutiles. Las palabras son resbalosas, la mayoría de ellas tienen una

15 Roy. R. Bassler, comp., The Collected Works of Abraham Lincoln, Rutgers University
Press, New Brunswick, N.J., 1953, Vol. II, p. 283.
164 Falacias

variedad de sentidos o significados diferentes, que se pueden confundir


entre sí dentro de un razonamiento falaz. Para evitar las diferentes falacias
de ambigüedad debemos tener presentes, con claridad, los diferentes
significados de los términos. Una forma de lograr esto es definir los
términos clave que usamos. La ambigüedad se puede evitar mediante
una definición cuidadosa de los términos, evitando por tanto indebidas
modificaciones del significado, ya sea por nosotros mismos o por otros.
Por esta razón, la definición es un tema de importancia para el estudiante
de lógica, y es el tema del siguiente capítulo de este libro.

EJERCICIOS
Entre los siguientes pasajes, identifique aquellos en los cuales aparece
alguna falacia, analícela, mencione de qué tipo es, cuál es su nombre y
explique la ocurrencia de la falacia en el pasaje correspondiente.
* 1. El segundo esposo de Agatha Christie, Max Mallowan, fue un destaca-
do arqueólogo. Christie fue una vez interrogada acerca de cómo se sentía por
estar casada con un hombre cuyo principal interés eran las cosas antiguas.
"Un arqueólogo es el mejor marido que puede tener una mujer", dijo,
"mientras más vieja es una, mayor es su interés".
—The Honolulu Star-Bulletin, noviembre 23, 1987
Luego de decidir la venta de su casa en Upland, California, el
novelista Whitney Stine puso un letrero de "Se vende" en su entrada
principal. Pero deliberadamente esperó para colocarlo hasta las 2: 22 P.M.
de un día martes. La casa se vendió a los tres días, al precio que él pedía,
que era de 238 mil dólares. Y el señor Stine atribuyó la venta de su casa al
consejo de su astrólogo, John Bradford, a quien él había consultado
durante 12 años para vender cinco casas.
"Él me dice siempre el momento exacto en el que debe ponerse en
venta la casa y ésta se vende en el curso de unos pocos meses", dijo Stine.
"Thinking of Buying or Selling a House? Ask Your Astrologer",
The Wall Street Journal, octubre 12, 1986
Si aceptas que nada es evidente, no argumentaré contigo porque es
claro que eres un sofista inconforme (que siempre pone reparos) y no serás
convencido.
— DUNS SCOTO, Oxford Commentary
on the Sentences of Peter Lombard
4. ... lo más grandioso es ser un maestro de la metáfora. Es una cosa
que no se puede aprender de otras y es también un signo de la geniali-
dad, porque una buena metáfora implica una percepción intuitiva de la
similitud entre lo que no es similar.
— ARISTÓTELES, Poética, 22, 1459a 5-7
¿Cómo evitar las falacias? 165

* 5. El análisis... es la operación que reduce el objeto a elementos ya


conocidos, esto es, elementos comunes a éste y a otros objetos. Analizar es,
por tanto, expresar una cosa en términos de otras distintas.
- HENRI BERGSON, Introducción a la metafísica
El orden es una condición indispensable para la justicia, puesto que
ésta sólo se puede lograr por medio de un orden legal y social.
- ERNEST VAN DEN HAAG, Punishing Criminals
El recurso clásico para enfrentar al revolucionario es preguntarle
cuál es la alternativa que propone. Pero aun si tuviera una respuesta clara
a esta pregunta, esto no significa que es la alternativa que en realidad
seguiría el interrogador, en la mayoría de los casos no es sincero en su
deseo de saber.
- SHULAMITH FIRESTONE, The Dialectic of Sex:
The Case for Feminist Revolution
William Butler, consejero en jefe de la Comisión Ecológica, que
encabezó el ataque contra el DDT entre 1966 y 1972, repite hoy en día el
argumento "No es posible hallar una demostración en contra... No pode-
mos decir que algo no existe porque nadie lo ha visto. Por lo tanto, no
puede uno decir que una determinada cosa no ocasiona el cáncer porque
siempre queda la posibilidad de que exista una relación aún no descu-
bierta entre ambas cosas.
- WILLIAM TUCKER, "Of Mice and Men", Harper's Magazine
Llegados a este punto de la argumentación, en el que para todos
era evidente que la definición de justicia había sido completamente reba-
tida, Trasímaco, en lugar de replicarme, me dijo, "¿Sócrates, nunca tuviste
una nodriza?"
"Por qué me preguntas", le dije, "si más bien deberías estar respon-
diéndome."
"Porque tu nodriza te dejó lloriquear demasiado, no te enseñó a
limpiarte la nariz, ni siquiera te ayudó a distinguir entre un pastor y una
oveja."
- PLATÓN, La República
* 10. ¿Qué es más útil, el sol o la luna? La luna, porque brilla de noche,
cuando está oscuro, mientras que el sol únicamente sale de día, cuando
hay luz.
- GEORGE GAMOW (frase inscrita en la entrada
del Planetario Hayden de Nueva York).
11. La mayoría de los hombres se casan con una esposa más joven y,
por tanto, no es sorprendente que pocos hombres se hayan casado en su
adolescencia, lo mismo ahora que en el pasado.
- P. LINDSAY CHASE LANSDALE y MARIS A. VINOVSKIS,
"Should We Discourage Teenage Marriage?",
The Public Interest, Núm. 87, verano de 1987, p. 24
166 Falacias

El tiempo cura todos los males. El tiempo es dinero. Por lo tanto, el


dinero cura todos los males.
— Ask Marilyn", Parade, abril 12, 1987
La revelación es la comunicación de algo que una persona no sabía
de antemano. Porque si he visto o percibido algo antes, no necesito de una
revelación para conocerlo o para describirlo ni para que pueda conocerlo
o describirlo. Por tanto, la revelación no se aplica a ninguna cosa sobre la
Tierra en la cual el hombre intervenga como testigo o como actor. En
consecuencia, todas las partes históricas y anecdóticas de la Biblia, esto es,
casi la totalidad de esta obra, queda fuera del ámbito de la revelación y, por
tanto, no es palabra de Dios.
— THOMAS PAINE, La edad de la razón, Parte I, p. 13
14. Las familias constituyen el medio por el cual se transmite la riqueza
de una generación a otra. Las familias que permanecen intactas acumulan
riquezas. Por el contrario, las que se disgregan, parecen acumular poca o
ninguna riqueza. De acuerdo con los últimos datos disponibles, las muje-
res negras que son jefe de familia, separadas de sus esposos, con ingresos
menores de once mil dólares, tienen un ahorro promedio de menos de
dieciocho dólares.
— DANIEL PATRICK MOYNIHAN, "Half of the Nation's Children:
Born Without a Fair Chance", The New York Times,
septiembre 25, 1988
* 15. Una persona sobresaliente siempre está un poco "desubicada" en
algunos aspectos. Si estuviese "ubicada" o adaptada, no sería diferente a
los demás y, por tanto, por definición no sería sobresaliente.
— EDWARD SHILS, "More at Home Than out of Step",
The American Scholar, otoño de 1987, p. 577
El misticismo es una de las grandes fuerzas de la historia mundial.
Pues la religión es acaso lo más importante del mundo y nunca permanece
mucho tiempo sin un toque de misticismo.
— JOHN MCTAGGART y ELLIS MCTAGGART,
"Mysticism", Philosophical Studies
El señor Stace dice que mis escritos son "extremadamente oscu-
ros" y esta es la razón por la cual el autor es, quizás, el peor de los jueces
posibles. Debo aquí aceptar su opinión. Y como tengo un profundo deseo
de claridad, lo lamento mucho.
— BERTRAND RUSSELL, "Respuesta a mis críticos",
en P. A. Schilpp, comp., La filosofía de Bertrand Russell
(Evanston, Ill, La biblioteca de filósofos vivos), p. 707
18. En atención a los representantes que no estaban aquí, será útil
explicar que el tema bajo consideración de la asamblea general es el
¿Cómo evitar las falacias? 167

"problema soviético". Se trata sólo de una proposición propagandística


que no se ha introducido con un propósito serio de pasar a la acción, sino
sólo como un medio de pronunciar ciertos discursos con miras a difundir-
los mediante la prensa mundial. Esta es considerada por algunos como
una forma muy inteligente de hacer política. Otros, entre los que se incluye
quien en estos momentos les dirige la palabra, lo consideran como una
respuesta inadecuada a los retos actuales.
— HENRY CABOT LODGE, discurso ante la
Asamblea General de las Naciones Unidas,
30 de noviembre de 1953
19. Hasta la prensa estadunidense admite el carácter belicoso de esta
propaganda. Tales intenciones provocadoras y violentas han inspirado el
discurso pronunciado hoy por el representante de Estados Unidos, que
consiste solamente en descarados ataques contra la Unión Soviética,
responderlo sería rebajar la dignidad de nuestra nación. La heroica gesta
de Stalingrado es inmune al libelo. En las batallas de Stalingrado el pueblo
soviético salvó al mundo de la plaga fascista y la humanidad entera
recuerda con reconocimiento y gratitud esa gran victoria que deci-
dió el porvenir del mundo. Solamente los hombres que carecen de toda
vergüenza pueden arrojar duda sobre la memoria de los héroes de esa
batalla.
— BARANOVSKY, discurso ante la Asambrea General
de las Naciones Unidas, 30 de noviembre de 1953.
* 20. "Simplemente, no sabemos la distribución de la calidad en las
guarderías", dijo el doctor Alfred Kahn, "...y cerca de 90% de ellas
funcionan en forma subrepticia. Puesto que no están reguladas por la ley,
podemos suponer que su calidad es muy baja. Los datos disponibles
muestran que los niños o bien salen ganando o no resultan lastimados en
las guarderías. Sin embargo, las investigaciones no abarcan aquellos
lugares que no están regulados por la ley y en los que podemos suponer
que suceden cosas terribles."
—The New York Times, septiembre 3, 1984
Si el utilitarismo es una doctrina verdadera, entonces es nuestro
deber incrementar el número de miembros de cada comunidad, aun
cuando se reduzca el promedio total de la felicidad de dichos miembros,
pues la felicidad total de la comunidad se incrementaría por lo menos.
Desde mi punto de vista, resulta perfectamente claro que este tipo de
acciones lejos de ser un deber constituirían un grave error.
— C. D. BROAD, Five Types of Ethical Theory, p. 250
Admito también que hay personas para quienes la realidad del
mundo externo y sus principales identificaciones constituyen un grave
168 Falacias

problema. Mi respuesta es que no me dirijo a ellos sino que presupongo un


mínimo de razón en mis lectores.
- PAUL. FEYERABEND,
"Materialism and the Mind-Body Problem",
The Review of Metaphysics
La cuestión de si vamos o no a vivir en un estado futuro es,
posiblemente, la más importante que se pueda plantear y la más inteligen-
te de las que se pueden expresar mediante el lenguaje.
- JOSEPH BUTLER, "Of Personal Identity"

Más aún, todos los filósofos comúnmente asignan lo "racional" a


esas diferencias que propiamente definen al hombre, con lo cual se quiere
decir que el alma intelectiva es una parte esencial del ser humano. De
hecho, para decirlo brevemente, ningún filósofo, de la corriente que sea,
no ha aceptado ese supuesto, a excepción de Averroes, en su comentario
al libro tercero de De Anima, donde con su fantástica concepción, ininte-
ligible para él mismo y para cualquier otro, afirma que la parte intelectiva
del hombre es un tipo de sustancia separada, unida al hombre por medio
de imágenes sensoriales.
- DUNS SCOTO, Oaford Commentary
of the Sentences of Peter Lombard
* 25. Thomas Carlyle dijo de Walt Whitman que pensaba que era un gran
poeta que vivía en un gran país.
- ALFRED KAZIN, "The Haunted Chamber",
The New Republic, junio 23, 1986, p. 39

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