Copi. Introducción A La Lógica
Copi. Introducción A La Lógica
Copi. Introducción A La Lógica
LÓGICA
Irving M. Copi
Universidad de Hawaii
Carl Cohen
Universidad de Michigan
EISE
LIMUSA
NORIEGA EDITORES
MÉXICO • España • Venezuela • Colombia
Introducción
It is raining.
Está lloviendo.
Ji pleut.
Es regnet.
s Proverbios, 4:7.
6William Shakespeare, HatIllet, I, iii.
71.1. T. Place, "Is consciousness a Brain Process?", The British Journal of Psychology,
febrero, 1956.
Premisas y conclusiones 23
Las leyes humanas son apropiadas para la gran mayoría de los seres
humanos. La mayoría de las personas no son perfectamente virtuosas. Por lo
tanto, las leyes humanas no prohiben todos los vicios.9
Aquí, la proposición de que las leyes humanas no prohiben todos los vícios
es la conclusión y las dos proposiciones anteriores son sus premisas. Pero
la conclusión de este argumento es una premisa en el siguiente argumento
(diferente):
...los actos viciosos son cor trarios a los actos virtuosos. Pero las leyes
humanas no prohiben todos los vicios,... Por lo tanto, tampoco prescriben
todos los actos virtuosos.10
"Alan Gewirth, "Human Rights and Conceptions of the Self", Philosophia, Vol. 18,
Núms. 2-3, julio 1988, p. 136.
Premisas y conclusiones 25
Dentro de 20 arios, la única hoja de maple que quede en Canadá podría ser
la del emblema nacional. La Iluvia ácida está destruyendo los árboles de
maple de la zona central y oriental de Canadá, lo mismo que de Nueva
Inglaterra."
21 Lisa Speer y Sara Chasis, "Don't Pull the Plug of Offshore Waters", The New York
Times, junio 25, p. 15.
C. I. Lewis, Mind and the World-Order, Charles Scribner's Sons, Nueva York, 1929, p. 3.
30 Introducción
EJERCICIOS
Identificar las premisas y conclusiones en los siguientes pasajes, cada uno
de los cuales sólo contiene un argumento.23
19. El pensamiento es una función del alma inmortal del hombre. Dios
ha dado un alma inmortal a cada hombre y mujer, pero no a otros animales
o a las máquinas. Por lo tanto, ninguna máquina o animal puede pensar.
- A. M. TURING, "Computing Machinery and Intelligence",
Mind, Vol. 59, 1950
* 20. Una superficie gris se ve roja si antes hemos estado viendo una azul
verdosa; una hoja de papel se siente muy suave si hemos tocado antes una
lija, o rugosa si antes hemos tocado una suave superficie de cristal; el agua
de la llave sabe dulce si hemos comido antes alcachofas. Por tanto, una
parte de lo que llamamos rojo, suave o dulce debe estar en los ojos, los
dedos o la lengua del que ve, toca o prueba.
— B. F. SKINNER, Más allá de la libertad y de la dignidad.
De entre todas las cosas del mundo, la sensatez es la que se halla
distribuida más equitativamente, porque cualquiera cree que la tiene en
abundancia y aun aquellos que resultan más difíciles de complacer en
cualquier otra cosa, comúnmente no desean más de la que ya tienen.
- RENÉ DESCARTES, Discurso del método.
"Monroe C. Beardsley, Practical Logic, Prentice-Hall, Inc., Englewood Cliffs, N.J., 1950;
Stephen N.Thomas,Practical Reasoning in Natural Language, Prentice-Hall, Inc., Englewood
Cliffs, N.J., 1973; Michael Scriven, Reasoning, McGraw-Hill Book Company, Nueva York,
1976.
"Karel Capek, The White Plague, citado por Susan Sontag en "AIDS and its Metaphors",
The Nezo York Review of Books, Vol. 35, Núm. 16, octubre 27, 1988, p. 92.
3
Falacias
Sería exceletzte que cada truco pudiera recibir 1411 nombre breve y
conveniente para que cuando un hombre utilizara alguno pucliera
rep rendérsele
- ARTHUR SCHOPENHAUER
si las normas de calidad son muy altas — si lo que exigen es una prueba
conclusiva del carácter inofensivo de un medicamento, que nadie puede
proporcionar — los consumidores no tendrían la posibilidad de acceder a
tratamientos médicos de gran valor que incluso pueden llegar a salvar
vidas humanas.
De manera parecida, cuando una investigación de seguridad no pro-
porciona evidencia de conducta impropia por parte de la persona investi-
gada, sería erróneo concluir que la investigación nos ha dejado en la
ignorancia. Una investigación minuciosa habrá de "aclarar" el asunto en
cuestión. En algunos casos, no extraer una conclusión es una forma
incorrecta de razonamiento, lo mismo que sería el extraer una cierta
conclusión.
Hay un contexto especial en el cual la apelación a la ignorancia es
común y apropiada, a saber, el de un juzgado, donde un acusado se
considera inocente hasta que no se ha probado su culpabilidad. Adopta-
mos este principio porque reconocemos que el error de condenar a un
inocente es más terrible que el de absolver al culpable —y así la defensa en
un caso penal puede reclamar legítimamente que si el fiscal no ha probado
la acusación más allá de toda duda razonable, el único veredicto posible es
el de no culpabilidad. Una opinión reciente de la Suprema Corte de los
Estados Unidos de Norteamérica rea firmó vigorosamente esta norma de
prueba con las siguientes palabras:
3. Pregunta compleja
partes plantea una cuestión que es compleja, una segunda parte la respon-
de y la primera parte extrae entonces una inferencia falaz basada en la
respuesta. Por ejemplo:
4. Argumento ad hominem
Otras, se condena una conclusión tan sólo porque es compartida por las
personas que supuestamente son viciosas o de un carácter perverso.
Muchos piensan que Sócrates, en su famoso juicio en Atenas, fue hallado
culpable de impiedad, a causa, en parte, de su íntima asociación con
personas ampliamente conocidas como desleales al Estado y rapaces en
su conducta . La "culpabilidad por asociación" fue sugerida de manera
reiterada en los Estados Unidos de Norteamérica durante los arios cin-
cuenta por el Comité para las actividades antinorteamericanas de la
Cámara de Representantes, cuando se alegaba mala conducta en buena
parte por el apoyo proporcionado por el acusado a causas políticas como
la de las libertades civiles y la igualdad racial, a las que también apoyaba
el partido comunista . Como el argumento ad hominem abusivo común-
mente toma la forma de atacar la fuente o génesis de la posición opuesta
--la cual por supuesto no es relevante para su verdad— se llama a veces
la "falacia genética".
Hay un contexto en el cual un argumento que parece ad hominem no es
falaz. En las cortes o tribunales, cuando se presenta un testimonio y se
demuestra que quien lo emite es probadamente un perjuro, este argumen-
to puede invalidar el testimonio. Se pueden hacer este tipo de esfuerzos
para "impugnar" al testigo, para cuestionar su veracidad El argumento no
es falaz si la credibilidad del testigo y su testimonio puede así ser soca-
vado; pero uno cometería una falacia si concluye, a partir de ello, que
necesariamente lo que afirma es falso. Por otra parte, para impugnar a un
testigo no basta con afirmar que es men t iroso, esto se debe mostrar a partir
de la pauta de conducta que hasta entonces ha seguido el testigo, o de la
inconsistencia del testimonio presentado.
Un ejemplo legendario de la variedad abusiva de ad hominem surgió
también en un tribunal en Gran Bretaria. Allí, la práctica de la ley con
frecuencia ha distinguido entre fiscales y defensores; los primeros prepa-
ran los casos para la Corte y los segundos los defienden. Por regla general,
su cooperación es admirable, pero en ocasiones ha dejado mucho que
desear. En una de estas ocasiones, el defensor ignoró el caso por completo
hasta que llegó el día del juicio, y confió en el fiscal para investigar el caso de
su cliente, y preparar el expediente del caso. Al llegar a la Corte unos
momentos antes del inicio de la sesión, recibió el expediente preparado por
el fiscal. Sorprendido ante su delgadez, lo abrió para hallar dentro una nota
que decía: "No hay causa, ataque al abogado de la parte acusadora".
5 Platón, Critón, Núm. 52, traducción de Jowett, The Macmillan Company, Nueva York,
1982, Vol. I, p. 436.
Falacias de atinencia 135
Estas dos falacias surgen como resultado del uso descuidado o delibera-
damente engarioso de generalizaciones. En la discusión moral y política,
y en la mayoría de los asuntos de importancia en la vida pública, confiamos
en enunciados generales acerca de cómo son las cosas o cómo se comporta
en general la gente. Pero aun cuando los enunciados generales sean del
todo verosímiles, debemos tener cuidado de no aplicarlos en una forma
demasiado rígida a casos particulares. Las circunstancias alteran los casos,
una generalización que es verdadera puede no aplicarse a un caso dado,
por buenas razones que tienen que ver con las circunstancias especiales o
accidentales del caso. Cuando aplicamos una generalización a casos
individuales, de manera impropia, cometemos la falacia de accidente.
Cuando lo hacemos a la inversa, sea por falta de cuidado o con intención,
y aplicamos un principio que es verdadero en un caso particular como si
lo fuera en general, cometemos la falacia de accidente inverso.
La experiencia nos muestra que muchas generalizaciones, aunque
ampliamente aplicables y útiles, tienen excepciones respecto a las cuales
debemos estar en guardia. En derecho, los principios que son válidos en
general, en ocasiones tienen excepciones identificables como tales. Por
ejemplo, la regla de que el testimonio grabado no puede ser aceptado como
evidencia en los tribunales, no es aplicable cuando la parte cuyas comuni-
caciones orales se reportan ya ha muerto, o cuando la parte que las
136 Falacias
presenta lo hace aun en conflicto con sus más claros intereses. Casi toda
buena regla tiene excepciones apropiadas, argumentamos falazmente
cuando razonamos partiendo del supuesto de que algunas reglas tienen
una incualificada fuerza universal.
En su diálogo con el joven Eutidemo, quien desea llegar a ser estadista,
Sócrates lo fuerza a un compromiso con muchas de las verdades morales
convencionalmente aceptadas —que es erróneo engañar, injusto robar, y
así sucesivamente. Luego, Sócrates (como seriala Xenofón en su versión
del diálogo) presenta una serie de casos hipotéticos en los cuales Eutidemos,
con renuencia, se ve forzado a admitir que parecería correcto engariar
(para salvar a la patria), justo robar (para salvar la vida de un amigo), y así
por el estilo. La falacia de accidente es un genuino y serio obstáculo para
todos aquellos que tratan de decidir en torno a asuntos específicos y
complejos apelando de manera mecánica a las reglas generales. El lógico
H. W. B. Joseph observó que "no hay falacia más insidiosa que la de tratar
un enunciado que en muchos aspectos es claro como si fuera verdadero en
forma absoluta".6
Cometemos la falacia de accidente cuando pasamos rápida o descuida-
damente d e una generalización a un caso particular; el accidente inverso
es la falacia que cometemos cuando vamos demasiado rápido hacia una
generalización. Estamos familiarizados con esa forma de pensar que
atribuye los rasgos de una o dos personas a todo un grupo de gente,
sabemos y debemos recordar que aunque una droga puede ser inofensiva
bajo alguna circunstancia, no necesariamente lo es bajo cualquier circuns-
tancia. Considerando el efecto del alcohol solamente sobre aquellos que lo
beben en exceso, podríamos concluir que todo tipo de licor es dariino y
pedir que se prohíba legalmente su venta y consumo. El accidente inverso
es un tipo de razonamiento falaz cuyo error es evidente para cualquiera
que lo enfrenta; aun así, puede resultar un eficaz medio para engariar a
personas que están en ese momento cegadas por la pasión.
7. Causa falsa
La naturaleza de la conexión entre causa y efecto —y cómo podemos
determinar si se presenta o no tal conexión— son problemas centrales de
la lógica inductiva y del método científico. Estos problemas se discuten con
detalle en la tercera parte de este libro. Sin embargo, es fácil ver que
cualquier razonamiento que descansa en tratar como causa de un fenóme-
no algo que en realidad no es su causa incurre en un serio error; en latín,
este error suele llamarse la falacia de non causa pro causa, aquí simple-
mente le llamaremos la falacia de causa falsa.
La variedad muy común, y con frecuencia la más engariosa de esta
falacia, es el error de concluir que un evento es causado por otro simple-
Estas tres falacias, aunque muy comunes, son lo bastante falaces para reque-
rir aquí sólo una breve explicación. En cada caso, las premisas no son por
completo relevantes a la conclusión, pero se eligen en forma deliberada como
instrumentos con los cuales manipular las creencias del oyente o lector.
El argumento ad populuin, la apelación a la emoción, es el recurso
favorito de los propagandistas o demagogos. Es falaz porque reemplaza la
laboriosa tarea de presentar evidencia y argumentos racionales con el
lenguaje expresivo y otros recursos calculados para excitar el entusiasmo,
la ira o el odio. Los discursos de Adolfo Hitler, que llevaron a su audiencia
alemana a un estado de éxtasis patriótico, se pueden tomar como un
a Véase David Hume, "Sceptical Doubts Concerning the Operations of the Unders-
tanding", en An Enquiry Concerning Human Understanding, 1747, Sección IV.
Falacias de atinencia 139
9 13ertrand Russell, Marriage and Morals, Horace Liveright, Nueva York, 1929, p. 58.
140 Falacias
Casa Blanca, Howard Baker decía (de acuerdo con la nota publicada por
el Washington Post):
Uno puede pensar que nadie es engariado por este tipo de argumentos, la
parte amenazada puede comportarse como se le pide, pero, a fin de
cuentas, no se ve forzada a aceptar la verdad de la conclusión. A esto han
respondido los filósofos del fascismo italiano del siglo XX, que la verdade-
ra persuasión puede hacer uso de diferentes instrumentos —de los cuales
la razón es uno y el chantaje es otro. Pero una vez que el oponente se ha
persuadido verdaderamente, sostienen, podemos olvidarnos del instru-
mento de la persuasión que utilizamos. Ese punto de vista fascista parece
orientar a muchos de los gobiernos del mundo en la actualidad; pero el
argumento ad baculu m —confianza en el chantaje o en la amenaza de uso
de la fuerza bajo cualquier forma — es inaceptable por la razón. La
apelación a la fuerza es el abandono de la razón.
""White House Orders Silence on Meese", The Hoholulu Advertiser, abril 29, 1988, p. D-1.
142 Falacias
"Los veteranos siempre han tenido una vigorosa voz en nuestro gobier-
no", él [el presidente Reagan] dijo muy pertinentemente, ariadiendo luego el
non sequitur: "Es tiempo de otorgarles el reconocimiento que correctamente
merecen".'2
EJERCICIOS
"George F. Will,"The Incest Lobby", en The PUrsuit of Virtue and Other Tory Notions,
Simon and Schuster, Inc., Nueva York, 1982, pp. 65-66.
144 Falacias
Taurina, "pero, repito, las mujeres no deben torear, porque los toreros son
y deben de ser hombres"
— San Francisco Chronicle, marzo 28, 1972
En su melancólico libro titulado El futuro de una ilusión, el doctor
Freud, uno de los grandes teóricos de la clase capitalista europea, ha
enunciado con asombrosa claridad la imposibilidad de la creencia religio-
sa para el hombre educado contemporáneo.
— JOHN STRACHEY, La lucha venidera por el poder
"Pero observa", dijo Cleantes, "en lo que concierne a ti, Filón, y a
todos los escépticos especulativos, tus doctrinas y tus prácticas difieren
tanto en los más abstrusos puntos de la teoría como en la conducta de la
vida cotidiana".
DAVID HUME, Diálogos sobre la religión natural
1. Equívoco
2. Anfibología
La falacia de anfibología ocurre cuando se argumenta a partir de premisas
cuyas formulaciones son ambiguas a causa de su construcción gramatical.
Un enunciado es anfibológico cuando su significado está indeterminado
debido a la forma en que se combinan sus palabras. Un enunciado
anfibológico puede ser verdadero bajo una interpretación y falso bajo otra.
Cuando se enuncia en las premisas bajo la interpretación que lo hace
verdadero y se extrae una conclusión donde se recurre a la interpretación
que lo hace falso, se comete la falacia de anfibología.
Las emisiones anfibológicas formaban parte del arsenal de los antiguos
oráculos. Creso, el rey de Lidia, fue advertido al consultar el oráculo de
Delfos, antes de iniciar la guerra contra el reino de Persia, de que "si Creso
va a la guerra contra Ciro, destruirá un poderoso reino".
Entusiasmado con esta predicción, que a su entender le auguraba el
triunfo sobre el poderoso reino de Persia, atacó y fue destruido por Ciro,
el rey de Persia . Desesperado, compareció de nuevo ante el oráculo, cuyos
sacerdotes le dijeron que la respuesta había sido totalmente correcta, al ir
a la guerra contra Ciro, Creso había destruido un poderoso reino, iel suyo
propio! Los enunciados anfibológicos pueden constituir premisas muy
peligrosas de los argumentos. Sin embargo, raramente se encuentran en
las discusiones serias.
Las llamadas "frases yuxtapuestas" muchas veces dan lugar a diverti-
dos casos de anfibología, como: "El granjero se voló la tapa de los sesos,
luego de despedirse afectuosamente de su familia, con un disparo de
154 Falacias
3. Acento
Un argumento puede resultar engarioso y no válido cuando el cambio de
significado dentro de él surge a partir de cambios de énfasis en las palabras
o en sus partes. Cuando una premisa obtiene su significado de un posible
énfasis pero la conclusión que de ella se obtiene descansa en el significado
de las mismas palabras enfatizadas en forma diferente, se comete la falacia
de acento.
No debemos hablar mal de nuestros amigos.
Hay por lo menos cinco significados que se pueden atribuir a estas
palabras, dependiendo de cuál de ellas sea enfatizada. Cuando se lee la
frase sin énfasis alguno, la recomendación parece perfectamente válida .
Sin embargo, si a partir de ella se extrae la conclusión de que somos libres
de hablar de cualquier persona que no sea nuestra amiga, entonces la
conclusión se sigue solamente si la premisa tiene el significado derivado de
acentuar la última de sus palabras. Pero cuando se acentúa su última palabra,
ya no resulta aceptable como una ley moral, tiene un significado diferente y,
de hecho, una premisa diferente. El argumento constituye un caso de fala-
cia de acento. Lo mismo sucede si extraemos la conclusión de que somos
libres de actuar mal con los amigos siempre que lo hagamos calladamente.
De igual manera, dependiendo de cómo se acentúe, el enunciado
La mujer sin el hombre estaría perdida.
podría ser perfectamente aceptable para ambos sexos. Pero inferir el
enunciado con un acento a partir del enunciado acentuado de forma
diferente sería un ejemplo de la falacia de acento.
A veces, el acento se usa deliberadamente para perjudicar seria-
mente al autor de un determinado libro o documento, insertando (o
borrando) las cursivas para cambiar el significado de lo que originalmente
fue escrito. 0, al hacer con mayor amplitud la falacia de acento, se produ-
ce una distorsión citando simplemente un enunciado fuera de su contexto,
el que aclara el sentido en el cual debe entenderse, por lo cual el autor
original puede, irónicamente, ver invertido el sentido de lo que quería
decir.
Falacias de ambigüedad 155
""You Write the Facts, I'll Write the Blurbs", The New York Times, abril 18, 1989, p. 10.
El pasaje original apareció en The Washington Post, noviembre 22, 1985; el anuncio ofensivo
apareció en The Nezv Republic, en marzo de 1989. El señor Fossedal defendió después a
Blumenthal.
156 Falacias
espacio para dormir puesto que ocupa un gran dormitorio sería otro
ejemplo de la falacia de división.
El segundo tipo de falacia de división se comete cuando uno argumen-
ta a partir de los atributos de una colección de elementos para concluir algo
acerca de los atributos de los elementos mismos. Argumentar que puesto
que los estudiantes de la universidad estudian medicina, derecho, inge-
niería, odontología y arquitectura, entonces cada uno de ellos, o todos
ellos, estudian todas esas carreras, sería incurrir en el segundo tipo de
falacia de división. Es verdad que los estudiantes universitarios, colectiva-
mente, estudian todas esas carreras, pero es falso que, distributivamente,
los estudiantes universitarios lo hagan. Con frecuencia, los casos de esta
clase de falacia de división se confunden con los argumentos válidos, pues
lo que es verdad de una clase considerada distributivamente también lo es
de cada uno de sus elementos. Así, el argumento:
El clásico chiste "¿Por qué las ovejas blancas comen más que las negras?"
proviene de la confusión involucrada en la falacia de división. En la
respuesta "Porque hay más ovejas blancas que negras" identifica colecti-
vamente lo que en la pregunta aparece en el sentido distributivo.
Falacias de ambigüedad 159
EJERCICIOS
1. Identificar las falacias de ambigüedad que aparecen en los siguientes
pasajes y explicar de qué manera contienen una falacia.
160 Falacias
15 Roy. R. Bassler, comp., The Collected Works of Abraham Lincoln, Rutgers University
Press, New Brunswick, N.J., 1953, Vol. II, p. 283.
164 Falacias
EJERCICIOS
Entre los siguientes pasajes, identifique aquellos en los cuales aparece
alguna falacia, analícela, mencione de qué tipo es, cuál es su nombre y
explique la ocurrencia de la falacia en el pasaje correspondiente.
* 1. El segundo esposo de Agatha Christie, Max Mallowan, fue un destaca-
do arqueólogo. Christie fue una vez interrogada acerca de cómo se sentía por
estar casada con un hombre cuyo principal interés eran las cosas antiguas.
"Un arqueólogo es el mejor marido que puede tener una mujer", dijo,
"mientras más vieja es una, mayor es su interés".
—The Honolulu Star-Bulletin, noviembre 23, 1987
Luego de decidir la venta de su casa en Upland, California, el
novelista Whitney Stine puso un letrero de "Se vende" en su entrada
principal. Pero deliberadamente esperó para colocarlo hasta las 2: 22 P.M.
de un día martes. La casa se vendió a los tres días, al precio que él pedía,
que era de 238 mil dólares. Y el señor Stine atribuyó la venta de su casa al
consejo de su astrólogo, John Bradford, a quien él había consultado
durante 12 años para vender cinco casas.
"Él me dice siempre el momento exacto en el que debe ponerse en
venta la casa y ésta se vende en el curso de unos pocos meses", dijo Stine.
"Thinking of Buying or Selling a House? Ask Your Astrologer",
The Wall Street Journal, octubre 12, 1986
Si aceptas que nada es evidente, no argumentaré contigo porque es
claro que eres un sofista inconforme (que siempre pone reparos) y no serás
convencido.
— DUNS SCOTO, Oxford Commentary
on the Sentences of Peter Lombard
4. ... lo más grandioso es ser un maestro de la metáfora. Es una cosa
que no se puede aprender de otras y es también un signo de la geniali-
dad, porque una buena metáfora implica una percepción intuitiva de la
similitud entre lo que no es similar.
— ARISTÓTELES, Poética, 22, 1459a 5-7
¿Cómo evitar las falacias? 165