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Contenido
LA CONQUISTA DE MEXICO........................................................................................................3
Primera expedición............................................................................................................................3
Segunda expedición...........................................................................................................................5
Tercera expedición.............................................................................................................................6
Antecedentes del Imperio mexica......................................................................................................8
Las primeras escalas de Cortés: de Cozumel a Centla........................................................................8
Fundación de Santa María de la Victoria..........................................................................................10
LA CONQUISTA DE MEXICO
La conquista de México-Tenochtitlan o conquista del Imperio Mexica (1519–1521) se refiere
principalmente a la toma de la ciudad de México-Tenochtitlan, capital del Imperio Mexica, el 13 de
agosto de 1521 por Hernán Cortés y sus aliados indígenas con el objetivo de derrocar el señorío
Mexica entre 1519 y 1521, el asedio fue con ayuda de los pueblos indígenas del Valle de México.
Este hecho marcó el inicio de un largo proceso de colonización, evangelización y mestizaje de
Mesoamérica y el resto de lo que hoy es México y el sur de Estados Unidos por parte de los
conquistadores españoles.13 No sería hasta tres siglos más tarde que luego de la independencia
de México se entenderá a «México» como la totalidad del territorio heredado del anterior
Virreinato de la Nueva España.
Las fuentes principales de información de las campañas de Cortés y sus capitanes son las crónicas
de Indias redactadas en el siglo xvi, de las que destacan la Historia verdadera de la conquista de la
Nueva España de Bernal Díaz del Castillo, quien participó en las campañas bélicas, las cartas de
relación16 de Hernán Cortés al rey Carlos I de España, y la obra de Francisco López de Gómara,
conocida como Historia general de las Indias, quien nunca pisó el continente americano pero pasó
los últimos momentos de la vida de Hernán Cortés escuchando sus memorias.
Primera expedición
Los españoles basaban su riqueza en las encomiendas, pero debido a que la población nativa había
sido diezmada por las campañas de conquista y las enfermedades, los colonos estaban ansiosos de
conseguir nuevas oportunidades de medro. Fue así que tres amigos de Velázquez: Francisco
Hernández de Córdoba, Lope Ochoa de Caicedo y Cristóbal de Morante se organizaron para
comprar dos naos con la intención de viajar hacia occidente. El gobernador Diego Velázquez pagó
un bergantín, consiguiendo también los permisos necesarios ante los frailes jerónimos para
realizar la expedición, pues era requisito contar con su visto bueno. El objetivo del viaje fue
encontrar esclavos, sobre todo en el caso del gobernador Velázquez, pero los que encabezaron
las naves pretendían descubrir nuevas tierras para poblar y gobernar. Se contrató como piloto
mayor a Antón de Alaminos, y como pilotos auxiliares a Pedro Camacho de Triana y Juan Álvarez
«el Manquillo» de Huelva. Como capellán viajó fray Alonso González, y como veedor Bernardo
Íñiguez.
El 8 de febrero de 1517 zarparon del puerto de Santiago tres embarcaciones con ciento diez
hombres y navegaron por la banda norte de la isla de Cuba realizando diversas escalas. Al llegar a
la punta de San Antón pretendieron poner rumbo hacia las Islas de la Bahía pero fueron
sorprendidos por una tormenta en el canal de Yucatán, habiendo llegado los primeros días de
marzo a la deshabitada Isla Mujeres. En dicho lugar encontraron diversas figurillas de mujeres
desnudas dedicadas a la diosa maya de la fertilidad Ixchel. Posteriormente cruzaron hacia la costa
norte de la península de Yucatán avistando Ekab, lugar que bautizaron como el «Gran Cairo».
Fondearon las naves y los pobladores del lugar, con cara alegre y muestras de paz, se acercaron en
canoas invitando a los recién llegados a tierra firme, diciendo (según la transliteración española
original) «cones cotoch», «cones cotoch»; que significa: «andad acá a mis casas» (en realidad,
parece que fueron recibidos con la expresión Maya Yucateca «koonex u otoch» donde otoch
significa «pequeña casa/choza») motivo por el cual lo llamaron punta Catoche. Al día siguiente, 5
de marzo, los expedicionarios españoles aceptaron la invitación y al desembarcar, el capitán
Hernández de Córdoba tomó posesión formal en nombre del rey de lo que él creía una isla a la que
bautizó con el efímero nombre de Santa María de los Remedios. Terminado el protocolo, los
expedicionarios siguieron a los mayas tierra adentro donde fueron emboscados. En la escaramuza
que siguió, murieron dos españoles y quince nativos. Hernández dio la orden de regresar a las
embarcaciones, no sin antes haber capturado a dos indígenas, a quienes más tarde apodaron
Julianillo y Melchorejo. Estos nativos fueron a la postre los primeros traductores maya-español.
La expedición siguió navegando la costa norte de la península. El 22 de marzo llegaron a Can Pech,
bautizando el lugar como puerto de Lázaro y desembarcaron para aprovisionarse de agua.
Mientras se abastecían, los expedicionarios fueron rodeados por un grupo de mayas quienes
cuestionaron su presencia, asombrándose cuando los nativos señalaron al oriente diciendo:
«castilán», «castilán». Los españoles fueron guiados a la población cercana en donde fueron bien
recibidos y ahí pudieron constatar que en un templo se encontraban paredes manchadas de
sangre de algún sacrificio recientemente efectuado.23 Entonces el halach uinik advirtió a los
visitantes que deberían marcharse o de lo contrario comenzarían las hostilidades, ante lo cual
Hernández de Córdoba ordenó a sus hombres zarpar de inmediato. En el mar fueron sorprendidos
por un viento de norte que provocó el derrame del agua recién abastecida, por lo que volvieron a
desembarcar un poco más al sur en Chakán Putum. En esta ocasión otro grupo de mayas, cuyo
líder era Moch Couoh, atacó a los expedicionarios sin previo aviso provocándoles más de veinte
bajas e hiriendo al propio Hernández de Córdoba. En ese punto hubieron de huir los
expedicionarios, dejando atrás una de las embarcaciones pues ya no tenían suficientes hombres
para navegarla. Los españoles sedientos se dirigieron a La Florida donde finalmente pudieron
abastecerse de agua dulce, pero nuevamente fueron atacados por los nativos de esta región.
La accidentada expedición regresó al puerto de Carenas en la isla de Cuba, donde se dio parte de
lo acontecido a Diego Velázquez. El gobernador dejó en claro que enviaría una nueva expedición
pero bajo un nuevo mando. Al enterarse de esta decisión, Hernández de Córdoba juró viajar a
España para quejarse ante el rey pero murió diez días más tarde a consecuencia de las heridas
recibidas en Chakán Putum. A causa de los indígenas que habían sido recogidos se creyó que
existía oro en la región, se confirmó la existencia de algunos supervivientes al naufragio ocurrido
en 1511 en el Golfo del Darién y por una mala interpretación se pensó que el lugar recientemente
descubierto era llamado en idioma maya Yucatán, nombre con el que desde entonces, se llamó al
territorio. Viendo Velázquez la importancia de estos hallazgos, solicitó dos permisos para
continuar las exploraciones: el primero fue dirigido a los frailes jerónimos en Santo Domingo y el
segundo directamente al rey Carlos I de España, solicitando el nombramiento de un adelantado.
Segunda expedición
Al año siguiente el gobernador organizó una segunda expedición recuperando las naos del primer
viaje, y añadió una carabela y un bergantín. Nuevamente fueron como pilotos Alaminos, Camacho
y Álvarez, a los que se sumó Pedro Arnés de Sopuerta como cuarto navegante. Velázquez designó
a su sobrino Juan de Grijalva como capitán general y como capitanes de los otros navíos a
Francisco de Montejo, Pedro de Alvarado y Alonso de Ávila, quienes se responsabilizaron de
suministrar pertrechos y bastimentos a las embarcaciones. En el viaje participó Juan Díaz, quien
además de desempeñarse como capellán, escribió el Itinerario de la armada. El veedor fue
Peñalosa y el alférez general Bernardino Vázquez de Tapia. Hacia finales de enero de 1518 las
embarcaciones zarparon de Santiago, navegaron por la banda norte haciendo escala en Matanzas,
en donde completaron sus abastecimientos. El 8 de abril dejaron este puerto y llegaron a la isla de
Cozumel el 3 de mayo. Por la fecha, Grijalva bautizó el lugar como Santa Cruz de la Puerta Latina.
Después de abandonar Cozumel navegaron brevemente hacia el sur, exploraron Zama (Tulum),26
y la Bahía de la Ascensión, la cual creyeron que era el límite de la «isla de Yucatán». Grijalva
ordenó cambiar de rumbo hacia el norte para rodear la península y dirigirse a las cercanías de
Chakán Putum. Tal como lo hiciera la primera expedición, se abastecieron de agua en el lugar.
Aunque en esta ocasión pudieron obtener de los nativos un par de máscaras adornadas con oro,
fueron nuevamente advertidos de abandonar el sitio.28 Haciendo caso omiso, pasaron la noche
escuchando los tambores de guerra26 y al día siguiente se entabló una terrible batalla. Esta vez el
resultado favoreció a los españoles, quienes infligieron severas bajas a los mayas que terminaron
por retirarse. A pesar de que los expedicionarios tuvieron sesenta heridos —entre ellos el capitán
Grijalva que recibió tres flechazos y perdió dos dientes— la acción fue considerada una victoria
contundente. Durante la batalla solo murieron siete españoles, incluyendo a Juan de Guetaria.
Más tarde la cifra aumentó, pues durante el viaje murieron trece soldados a consecuencia de las
heridas.25
Las embarcaciones se dirigieron hacia el oeste, llegaron a la Isla del Carmen en la Laguna de
Términos, punto al que bautizaron como Puerto Deseado.26 El piloto Alaminos pensó que ahí era
el otro límite de «la isla de Yucatán». Prosiguieron su viaje llegando a la región de Tabasco, en
donde habitaban los mayas chontales. Se apoderaron de cuatro nativos, a uno de ellos lo llamaron
Francisco, quien les sirvió como intérprete del idioma chontal.25 El 8 de junio descubrieron el
afluente al que nombraron río Grijalva29 y desembarcaron en Potonchán, donde Juan de Grijalva
se entrevistó con el cacique maya Tabscoob, quien le obsequia unas piezas de oro.30 Animados
por ello, pasaron el río Tonalá y un poco más al oeste Pedro de Alvarado tomó la iniciativa de
navegar el río Papaloapan.31 Este incidente molestó a Grijalva y a partir de entonces hubo un
distanciamiento entre ellos.25
Días más tarde llegaron los calpixques Pínotl, Yaotzin, y Teozinzócatl, quienes acompañados de
Cuitlapítoc y Téntlil, se presentaron como embajadores del huey tlatoani Moctezuma
Xocoyotzin.33 En forma pacífica se realizaron intercambios de regalos. Grijalva pudo de esta forma
percatarse que los aztecas —o mexicas— dominaban la región y que eran temidos y odiados por
los pueblos sometidos. Pedro de Alvarado fue enviado de regreso a la isla de Cuba para notificar y
entregar los tesoros obtenidos a Diego Velázquez.25
Cuando el gobernador recibió a Pedro de Alvarado en la isla, quedó impresionado por el reporte
del viaje. De inmediato mandó a fray Benito Martín a España, para que este notificara al obispo
Juan Rodríguez de Fonseca y al rey Carlos I las noticias de los territorios descubiertos. Como
soporte fue enviado el Itinerario de la armada y algunos objetos de oro.25 A pesar de los logros de
la expedición,36 Velázquez estaba a disgusto con su sobrino ya que no había desobedecido sus
órdenes.25 De acuerdo a las órdenes oficiales, Grijalva no debería haber establecido ninguna
colonia durante el viaje, pero extraoficialmente el gobernador esperaba lo contrario.37
Tercera expedición
Sin haber recibido respuesta del nombramiento de adelantado, Diego de Velázquez organizó una
tercera expedición. El gobernador consideró que su sobrino había fracasado en su misión38 y por
tanto requería de un nuevo capitán. Después de ponderar sus opciones y a instancias de su
secretario,39 Andrés de Duero, y el contador Amador Lares, optó por Hernán Cortés,40 quién
entonces era alcalde de Santiago.38
Se lograron reunir en total once embarcaciones. Tres aportadas por Diego de Velázquez, tres por
Hernán Cortés y el resto por los capitanes que participaron en la expedición. Pero a última hora el
gobernador cambió de opinión y decidió destituir a Cortés, enviando a Amador de Lares a la
entrevista y por otra parte bloqueando el suministro de insumos. Cortés decidió marcharse de
Santiago evadiendo las órdenes y avisando al contador Lares, quien transmitió las noticias al
gobernador Velázquez. El día de los hechos este se apersonó en el muelle para inquirir sobre la
situación y Cortés, rodeado de sus hombres armados, lo interpeló «Perdonadme, pero todas estas
cosas se pensaron antes de ordenarlas. ¿Cuáles son vuestras órdenes ahora?».42 Ante la evidente
insubordinación Velázquez no respondió y los barcos zarparon de Santiago el 18 de noviembre de
1518 con dirección al occidente de la misma isla.38 Pararon en la banda sur del puerto de la
Trinidad, durante casi tres meses se reclutaron soldados,43 asimismo se abastecieron de
alimentos y de pertrechos.44
Los capitanes designados por Cortés fueron: Pedro de Alvarado, Alonso de Ávila, Alonso
Hernández Portocarrero, Diego de Ordás, Francisco de Montejo, Francisco de Morla, Francisco de
Saucedo, Juan de Escalante, Juan Velázquez de León, Cristóbal de Olid y Gonzalo de Sandoval.
Como piloto mayor nombró a Antón de Alaminos quién conocía la zona por haber participado en
las expediciones de Hernández de Córdoba en 1517, de Juan de Grijalva en 1518 y de Juan Ponce
de León a la Florida en 1513.45
Cortés pudo reunir quinientos cincuenta españoles (de los cuales cincuenta eran marineros) y a
dieciséis caballos. Además, según la crónica de Bartolomé de las Casas, llevó doscientos auxiliares,
algunos nativos de la isla y otros esclavos negros.46 Mientras tanto en España, el rey Carlos I había
firmado el 13 de noviembre de 1518, el documento que autorizaba a Velázquez a realizar la
expedición.47 En esta expedición viajaron tanto africanos y afrodescendientes esclavos y libres,
que participaron en la ocupación de México -Tenochtitlán, «un africano, posiblemente Juan
Garrido o Juan Cortés, fue uno de los auxiliares armados que acompañaron los ejércitos de
exploración, colonización y conquista de México», como se muestra en un fragmento del Códice
Azcatitlán.48
El gobernador de Cuba realizó un segundo intento por detenerlo. Había enviado diversas cartas,
una de ellas dirigida al propio Cortés, en la que se le ordenaba esperar.42 Las otras estaban
dirigidas a Juan Velázquez de León, Diego de Ordás, y al alcalde de la Trinidad Francisco Verdugo y
en ellas pedía entretener la salida de la expedición e incluso ordenaba la aprehensión del
caudillo.49 Como último intento, el gobernador envió a Gaspar de Garnica para aprehender a
Cortés en La Habana, no obstante lo cual los barcos de Cortés abandonaron las costas de Cuba el
18 de febrero de 1519.50 Nueve barcos zarparon por la banda sur y dos barcos por la banda norte.
La bandera de insignia era de fuegos blancos y azules con una cruz colorada en medio, y alrededor
un letrero en latín que decía Amici sequamur crucem, & si nos habuerimus fidem in hoc signo
vincemus, que significa: «Hermanos y compañeros: sigamos la señal de la Santa Cruz con fe
verdadera, que con ella venceremos».51
Por otro lado, tras la caída de Tula, corría la leyenda de que el dios Quetzalcóatl que había partido
del panteón mexica y que volvería algún día llegando por el mar del oriente, de donde nace el sol y
en donde supuestamente vivían los dioses. Esta leyenda de Quetzalcóatl era bien conocida por los
mexicas.33 Algunos profetas y fanáticos religiosos vaticinaban el retorno de Quetzalcóatl y lo
planteaban como el fin del señorío vigente. El huey tlatoani Moctezuma Xocoyotzin creía
firmemente en estas profecías debido a ciertos presagios y acontecimientos,55 como la aparición
de un cometa, un «fuego espontáneo» en la casa del dios Huitzilopochtli,56 un rayo en el templo
de Xiuhtecuhtli y otros sucesos.57
Para los mexicas era el año 13-conejo,58 cuando comenzaron a llegar noticias de las
embarcaciones españolas que fueron descritas como «montañas que se movían sobre el agua y
con hombres barbados de piel blanca sobre ellas», inmediatamente se relacionó este hecho con el
regreso del dios Quetzalcóatl.58 Moctezuma ordenó al calpixque de Cuextlan, llamado Pínotl,
construir atalayas y montar guardias en la costa en los emplazamientos de Nautla, Toztlan y
Mitlanquactla, para vigilar el posible regreso de las embarcaciones.59
Dado que los primeros encuentros con los españoles terminaban en intercambios comerciales por
el «rescate de oro», en muchos pueblos corrió la idea de que la manera de deshacerse de ellos, sin
pelear, era sencillamente entregarles oro o mujeres y aceptar lo que trajeran para intercambiar.60
De esta manera, los europeos retornarían a sus naves y se marcharían. Debido a esto, los
intercambios se multiplicaron desde las primeras expediciones españolas pero el efecto fue el
contrario al esperado por los aborígenes, pues se creó en los europeos la idea de que había
tesoros inagotables en la zona, despertándose de esta manera su ambición.61
Tres días después se presentó ante Cortés una persona que se dijo señor de toda la isla. Tras una
larga charla, Cortés le habló sobre el rey de España y la fe católica, además de recalcar sus
intenciones pacíficas si toda la gente de la isla se subordinaba ante España. Aquel halach uinik
aceptó las condiciones y mandó llamar a otros batabob de la isla.65 Unos días después todos los
pueblos volvían a su vida habitual, abandonando aparentemente el culto a sus dioses y adorando a
la cruz cristiana y a una imagen de la Virgen que Cortés les instaló.66
En este lugar, Cortés confirmó la presencia de otros dos españoles que hacia ocho años habían
naufragado en el golfo de Darién y tras sobrevivir en un bote habían sido arrastrados por la
corriente hasta las costas de la península donde fueron hechos prisioneros por los mayas. De estos
náufragos ya había escuchado hablar Cortés en Cuba y quería contactarlos para rescatarlos. Por
recomendación del halach uinik, Cortés envió «cuentas verdes» como pago de rescate a los
captores y escribió una carta dirigida a los náufragos, la cual confió a dos habitantes de la isla para
que la entregaran en secreto y pagaran el rescate. Además mandó dos barcos para que se
acercaran lo más posible a aquellas costas, y esperaran como apoyo, el escape de los náufragos.67
Seis días les estuvieron esperando en esa costa sin tener noticia de los náufragos ni de los
mensajeros enviados. Al ver que esta situación no cambiaba, ambas naves decidieron regresar a
Cozumel a encontrarse con Cortés para notificarle la situación. Dos días después Cortés decidió
continuar su trayectoria hacia Veracruz, sin embargo, el mal tiempo les obligó a detenerse en la
costa de la península de Yucatán y regresar a la isla para reparar la embarcación capitaneada por
Juan de Escalante que se había dañado. Al día siguiente, llegó a la isla una canoa con nativos y con
el náufrago Jerónimo de Aguilar, a quién por su aspecto confundieron con uno de los mayas. Tras
entrevistarse con Andrés de Tapia fue llevado ante Cortés, se unió a la expedición y actuó en
adelante como intérprete maya-castellano.68
Aguilar declaró haberse entrevistado con otro compañero náufrago sobreviviente llamado Gonzalo
Guerrero, pero este se había adaptado a la vida de la cultura maya y prefirió quedarse en Yucatán,
pues en la población donde vivía había sido nombrado capitán de guerreros o nacom, era casado y
tenía tres hijos. Antes de partir y por consejo de Jerónimo de Aguilar, el halach uinik de Cozumel
pidió a Cortés una carta o salvoconducto que describiera que la población no fuese agredida por
futuras expediciones españolas a la isla, la cual fue otorgada.69 El 4 de marzo de 1519 los
conquistadores españoles zarparon de Cozumel despidiéndose amigablemente de los mayas de la
isla.70
Una vez vencidos, los mayas chontales entregaron como prenda de paz veinte mujeres, entre las
que se encontraba una esclava de nombre Mallinalli o Malinche Tenépatl, llamada así —Tenépatl
— por su facilidad de palabra,75 la cual fue bautizada y conocida por los españoles como doña
Marina —o Malintzin por los indígenas—, quien se convirtió en intérprete a partir de entonces ya
que conocía el idioma maya y el náhuatl. De esta forma, Jerónimo de Aguilar tradujo del español al
maya, y doña Marina del maya al náhuatl para comunicarse con los mexicas.76
Malintzin, quien más tarde tuvo un hijo de Cortés que se llamó Martín (apodado «el Mestizo») —
igual que Martín Cortés, el otro hijo que tuvo el propio Cortés con su esposa española Juana de
Zúñiga—, habría de convertirse en figura medular de la conquista, no solo por ser intérprete
invaluable, sino porque con su presencia y actuación fue personaje clave en el surgimiento de una
nueva raza. De aquí que ella sea considerada como la madre y el símbolo del mestizaje que, casi
medio milenio después, es representativo de la nacionalidad mexicana.75
Y con relación a Cortés, sus propios colegas habrían de referirse a él como Malintzine que significa
"amo de Malintzin".77 Así se expresa Bernal Díaz del Castillo, refiriéndose a Cortés como
Malinche. Años más tarde el apelativo fue confundido y usado para referir a doña Marina, como
<la Malinche>.78
Los españoles permanecieron en Santa María de la Victoria hasta el 12 de abril, fecha en que
Cortés decidió continuar su camino hacia Ulúa dejando a un puñado de españoles en la recién
fundada villa, para pacificar y poblar la región.
Los españoles continuaron hacia el norte y llegaron el 21 de abril de 1519 a Chalchicueyecan, lugar
previamente bautizado por Grijalva como San Juan de Ulúa. Para los mexicas era el año 1-caña y el
calpixque en turno del emplazamiento de Cuextlan era Teudile,79 quien asistido por el sacerdote
de Yohualichan, formó una pequeña comitiva de bienvenida. Siguiendo las órdenes previas de
Moctezuma Xocoyotzin, se acercaron a los recién llegados en una canoa para preguntar por el
señor al mando de las embarcaciones.80 Moctezuma estaba convencido de que se trataba de
Quetzalcóatl, había enviado previamente diversos regalos, objetos de oro y máscaras con
turquesas. Cortés les entregó cuentas de vidrio verdes y amarillas, una silla y un casco, este último,
a los ojos de los mexicas, evocaba al dios de la guerra Huitzilopochtli. Habiendo desembarcado, y
con el objeto de hacer alarde de su poderío militar e impresionar a los embajadores, Cortés
organizó en la playa una carrera de caballos con disparos de artillería. Casi de inmediato salieron
mensajeros hacia Tenochtitlan con los informes para el tlatoani.81
Tan pronto recibió las noticias de lo que sucedía en la costa, Moctezuma Xocoyotzin quedó
impresionado, ya no estaba convencido del regreso de Quetzalcóatl, pensó que podría tratarse de
Tezcatlipoca o incluso Huitzilopochtli.81 Asustado, el huey tlatoani envió mensajes con evasivas,
diciendo a los españoles que le resultaría imposible recibirles en México-Tenochtitlan. Les sugirió
marcharse lo antes posible y envió nuevamente ricos presentes. La respuesta del tlatoani solo
excitó la codicia de los soldados: Cortés y sus hombres se dieron cuenta de que la riqueza del
imperio era grande y que los pueblos sometidos resentían la dominación mexica, por lo que
decidió avanzar hacia el interior.82
Conforme a la ley española, si se fundaba una ciudad con cabildo, esta era autónoma, así que
entre el 5 y 10 de julio de 1519 se creó la Villa Rica de la Vera Cruz que eligió cabildo
inmediatamente.83 Era un plan elaborado meticulosamente por Cortés, quien había analizado y
comentado entre sus colegas la posibilidad de dar este paso mucho antes a la salida de Cuba; sabía
por supuesto, que los seguidores de Velázquez se opondrían, por tal motivo, envió a Francisco de
Montejo y Juan Velázquez de León en una misión de reconocimiento que tuvo el objetivo oficial de
buscar un mejor emplazamiento para el campamento.84
Durante la ausencia de dichos capitanes, Cortés fingió estar decidido a regresar a Cuba, pues de
acuerdo a las instrucciones de Velázquez, los objetivos ya se habían conseguido. Las «protestas»
de sus amigos en favor de continuar la estancia en los territorios y poblar el lugar, cubrieron
apariencias ante los ojos de los velazquistas. Solo un engaño para hacerles creer el fingimiento del
caudillo.85 Cortés convocó una asamblea, se hizo de rogar para dimitir al cargo de capitán general
del gobernador de Cuba que le había conferido Diego Velázquez junto a sus instrucciones,41 e hizo
que las nuevas autoridades lo «eligieran» capitán general de una nueva expedición que solo
debería obediencia al rey de España y de esta manera se desvinculó de la autoridad de las islas.
Desde luego los regidores y funcionarios de la nueva villa fueron sus allegados.86 Fueron
nombrados alcaldes Alonso Hernández Portocarrero y Francisco de Montejo, quien más tarde sería
nombrado adelantado en la Conquista de Yucatán, para que de esta manera este último quedara
implicado en la conspiración. Como regidores fueron nombrados Alonso de Ávila, Pedro de
Alvarado, Alonso de Alvarado y Gonzalo de Sandoval, como alguacil mayor Juan de Escalante y
como procurador general Francisco Álvarez Chico. Fue así como surgió el primer ayuntamiento en
México.85
Se redactó la Carta del Cabildo, fechada el 10 de julio, en la cual «el concejo» comunicó a Carlos I
la fundación de la villa, la designación como capitán general y justicia mayor de Hernán Cortés y se
suplicó reiteradamente no otorgar el nombramiento de adelantado a Diego Velázquez, pues se le
acusó de no haber administrado correctamente los asuntos de Cuba. Incluso se pidió un juicio de
residencia para el gobernador; en el texto se describieron las tierras descubiertas y se anexó el V
del rey.87 Para el envío se designó como procuradores y representantes ante el rey a los alcaldes
Francisco de Montejo y Alonso Hernández Portocarrero, quienes debían viajar directamente a
España con el piloto Antón de Alaminos, pero desobedecieron las órdenes haciendo escala en
Cuba, donde rápidamente las noticias y rumores llegaron hasta Santiago.88 Velázquez envió a
Gonzalo de Guzmán y Manuel Rojas en persecución de los emisarios de Cortés, junto con una carta
dirigida al obispo Fonseca a quien solicitaba ayuda.89
El gobernador de Cuba denunció el acto de rebeldía ante el licenciado Rodrigo de Figueroa, quien
fungía como el nuevo juez de residencia y alcalde mayor de la isla La Española,40 y comenzó a
organizar un ejército para capturar a Cortés. Por otra parte, en España, cuando el almirante Diego
Colón y Moniz Perestrello se enteró de los acontecimientos, escribió una carta al rey solicitando
que no fallase ni a favor de Velázquez, ni a favor de Cortés, pues reclamaba para sí, los derechos
de las capitulaciones de Santa Fe que incluían estos territorios.90