El Pequeño Libro #Metoo para Hombres

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EL PEQUEÑO

LIBRO
#METOO PARA
HOMBRES
Mark Greene
Traducción por: René Buenfil and
Silvia Araya-Villalobos

nyc

3
Este libro es dedicado a mi compañera de vida Dra.
Saliha Bava. Sin tus años de conversaciones colaborativas,
mis obras no existirían.

Este libro está dedicado agradecidamente a


Arthur Wellington Greene, Jr.
“Y uno más para la olla.”

ISBN: 978-0-9834669-7-0
Copyright © 2020 Mark Greene
Publicado por ThinkPlay Partners
Todos los derechos reservados.
Traducido por René Buenfil and
Silvia Araya-Villalobos

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NOTA DE LA TRADUCTORA

Como una de las personas encargadas de traducir este libro,


quisiera explicar la razón por preservar algunos de los términos y
expresiones del idioma inglés al español. Muchas de estas frases
lamentablemente no tienen una traducción directa al castellano,
y al hacerlo, pierden su riqueza y lo que tratan de englobar, así
que el autor optó por dejar estas palabras en su idioma original
y agregar pequeñas señas y notas para el lector.

Silvia Araya-Villalobos
Psicóloga y escritora

5
“Debemos siempre tomar partido. La neutralidad
ayuda al opresor, nunca a la víctima. El silencio
alienta al atormentador, nunca al atormentado. A
veces debemos interferir.”
- Elie Wiesel

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CONTENIDO

INTRODUCCIÓN 9
1 /COLISIÓN 11
2 /EPIDÉMICO 15
3 /COLAPSO 19
4 /LO PERDIDO 23
5 /LA MAN BOX 25
6 /VOCES MOLESTAS 31
7 /BILLY EL BULEADOR 35
8 /EPIDEMIA DE AISLAMIENTO 37
9 /METOO 39
10 /NO TE METAS CON JOE 43
11 /FALSAS ACUSACIONES 49
12 /FUEGO SUPRESOR 53
13 /MAPEANDO NUESTRO SILENCIO 57
14 /CORAJE 61
15 /EL ARTE DE LAS RELACIONES 65
16 /PODER DE HOMBRES 75

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8
INTRODUCCIÓN

El Pequeño Libro #MeToo para Hombres es una crítica


de nuestra cultura andro-dominante en Estados Unidos,
enmarcada a través de los lentes de una sola pregunta
desafiante. ¿Por qué #MeToo es una fuente alarmante para
tantos hombres? Este libro es el resultado de diez años
de escribir y hablar sobre la virilidad como editor en jefe
del sitio web the Good Men Project. Está escrito desde la
perspectiva de un hombre blanco criado en los Estados
Unidos, pero me han dicho que estas cuestiones resuenan
globalmente, que tanto hombres como mujeres están
lidiando con versiones de estas cuestiones en todos lados.
Para millones de hombres, la hombría puede parecer
como una conclusión evidente, trazada por nosotros por las
reglas entendidas universalmente para ser un “verdadero
hombre.” Estas reglas determinan cómo caminamos, cómo
hablamos, lo que pensamos y hacemos, lo que vemos
como nuestras responsabilidades y más importante, cómo
perseguimos o fallamos en perseguir nuestras necesidades,
querencias y deseos más profundos.
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Las reglas de hombría se vuelven tan centrales a lo
que creemos como para hacer la distinción entre nosotros
mismos y nuestra cultura de hombría invisible a nosotros.
Cuando millones de hombres vivimos nuestras vidas
sujetos a las reglas de una cultura de la que no estamos
completamente conscientes, esto puede ser dañino para
nuestras familias, nuestras comunidades, nuestra calidad
de vida colectiva, e incluso nuestra longevidad. Como tal,
este libro busca fomentar una conversación acerca de cómo
chicos y hombres llegamos a lo que creemos hoy día.
Si esta conversación puede revelar siquiera el
más mínimo brillo de la luz del día entre nuestra cultura
dominante de masculinidad y nuestras propias elecciones
diarias como hombres, mi esperanza es que encontraremos,
en ese espacio, una conexión más vibrante y auténtica a
nuestra esencia, nuestro poder y nuestra humanidad.

Mark Greene
Noviembre 2018
Ciudad de Nueva York

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1 /COLISIÓN

No podemos entender por qué #MeToo es tan alarmante


para los hombres sin entender la hombría en Estados
Unidos. Los dos están inevitablemente entrelazados.
Debemos mirar cómo nuestra cultura andro-dominante es
construida, lo que crea en el mundo y cómo esto impacta la
vida de la gente.
Ninguna cultura es inmutable. Las culturas son
fluidas y están siempre cambiando. Nuestra cultura andro-
dominante coexiste y se traslapa con una multitud de otras,
cada una surgiendo y menguando a través de generaciones.
Las culturas pueden ser religiosas, corporativas, políticas o
sociales, y basadas algunas veces en rígidas delimitaciones,
y otras veces en el entremezclado de, clase, raza, género,
credo y otras categorías de identidad social.
¿Qué es entonces, cultura? Cultura es un acuerdo
colectivo de cómo debemos comportarnos, integrado en
el cómo construimos nuestras identidades, y reconfirmado
diariamente en nuestras acciones. Aquellos con más poder

11
y recursos frecuentemente tienen más voz en cómo se
define la cultura. Aquellos con menos poder frecuentemente
resisten esas definiciones.
Nuestro acuerdo colectivo sobre cómo los hombres
deberían comportarse ha sido formado y reformado con
el tiempo. Cada vez que estamos listos para hacerlo,
cambiamos hacia un nuevo acuerdo colectivo, cambiando
la hombría, a veces a pasos agigantados, a veces sólo en
pequeños grados. Este proceso es continuo, atrapado en el
estira y afloja de generaciones, género, raza, sexualidad,
religión, política y la cultura más amplia.
Mientras más dominante una cultura, más pelearán
en su defensa aquellos que la han internalizado. Mientras
más arcaica e inflexible una cultura, más será desafiada
ya que falla cada vez más en cubrir las necesidades de
aquellos a quienes impacta. Lo que siempre ha sido y lo que
está por venir eventualmente entran en conflicto directo.
De ahí el término, guerra cultural. La colisión resultante
puede ser caótica, alarmante y llena de retos, creando
gran incertidumbre diariamente o incluso cada hora,
desorganizando nuestro sentido de quiénes somos y cómo
opera nuestro mundo.
Mientras las mujeres toman el estandarte de #MeToo por
millones, muchos hombres se están sintiendo conflictuados,
alarmados, molestos, e incluso desanimados. ¿Cómo es
que los hombres son desafiados por un movimiento que
dice, “No violes, acoses sexualmente o abuses otros seres
humanos”? Estas son ideas que todos podemos respaldar,

12
¿verdad? Pero no está resultando ser de esa manera.
La incertidumbre y alarma que crea este movimiento
en los hombres puede ser profunda, dando tumbos desde
dentro de nuestras identidades construidas, desde dentro del
proceso por el que experimentamos y expresamos quiénes
somos, y desde dentro de las estructuras por las cuales se
nos asigna nuestro estatus.
Los hombres tenemos nuestras propias historias
#MeToo, cuando nosotros mismos fuimos acosados
sexualmente, atacados, o violados. Estas historias, que los
hombres han sido avergonzados para esconder o negar, son
justo un ejemplo más del porqué este terremoto llamado
#MeToo sacude la tierra bajo nuestros pies. #MeToo
desafía desde múltiples ángulos el sentido de control sobre,
y de confianza en, quienes somos de los hombres. “La vida
solía ser simple. Ahora es complicada. Hombres y mujeres
solían saber su lugar. Ahora no sabemos. No quiero pensar
en esto.”
#MeToo pasará a la historia como uno de los más
poderosos puntos de inflamación culturales/políticos en
la historia estadounidense. Mientras #MeToo llama a
nuestros mejores ángeles, también compele a los hombres
a hacer una evaluación fundamental de todo lo que hemos
suprimido, negado o dado por sentado acerca de nuestras
propias identidades masculinas. Lo que hace que hablar de
#MeToo sea la única conversación que muchos hombres
NO quieren tener.
Los peligros de reconocer, mucho menos abogar por

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las mujeres dentro de nuestros círculos sociales son bien
conocidos por nosotros. Existen lados terribles y oscuros
del mundo de los hombres, donde los machos alfa exhiben
su pavoneante dominio de vestidores, retando a cualquiera
a desafiar su desprecio abierto por las mujeres, para después
alegremente dirigirse a casa con sus esposas e hijas a
sentarse para la cena del domingo.
De esta manera, generaciones de hombres hemos sido
buleados para apartar nuestros ojos de la horrible y abusiva
dualidad de nuestras relaciones con las mujeres. Pero es
precisamente el oscuro desdén por las mujeres, que atraviesa
nuestra iniciación en la hombría, que nos ha dirigido a todos
hacia #MeToo.

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2 /EPIDÉMICO

A comienzos de los 1980’s, Paul Kivel, Allan


Creighton y otros en el Proyecto de Hombres de Oakland
desarrollaron “Act Like a Man Box” (la Caja de Actúa
Como un Hombre) en su trabajo con adolescentes en
escuelas públicas alrededor del Área de la Bahía de San
Francisco. En 1992, Kivel documentó su proceso de
taller en su libro Men’s Work: How to Stop the Violence
That Tears Our Lives Apart (Trabajo de Hombres: Cómo
Detener la Violencia Que Destroza Nuestras Vidas.) Como
Kivel lo explica, fue aquí donde primeramente enmarcaron
su concepto de “caja de hombre”.
“Invitamos a muchachos y hombres a explorar las
reglas culturales por las que han sido socializados para
cumplir con las definiciones estrechas de masculinidad,
vigilar la masculinidad de otros y usar su poder y privilegios
para imponer explotación basada en género, violencia, y
abuso en contra de las mujeres, las personas LGBTQ, y
otros grupos marginados.”

15
En años siguientes de hacer trabajo para hombres en
centros penitenciarios y otros espacios desafiantes, Tony
Porter, el fundador de A CALL TO MEN (Una Llamada a
los Hombres), parafraseó el término de Kivel:
“Paul estaba en el punto, no hay duda de eso”, Porter
dice: Él estaba en el punto. Pero la manera en que él lo
estaba diciendo no hubiera funcionado a los hombres a
los que les estaba hablando. Así que, yo tomé ese término,
“comportamiento de caja de hombre”, y lo acorté a la “caja
de hombre”.
En 2010, la explosivamente popular TED Talk de
Tony Porter titulada “A Call to Men” (Una Llamada a los
Hombres) llevó consciencia de la caja de hombre a una
audiencia mundial.
En uso general hoy, el término caja de hombre
típicamente se refiere a la aplicación de un conjunto
estrechamente definido de reglas tradicionales para ser un
hombre. Estas reglas son impuestas al avergonzar y bulear,
así como con promesas de recompensas, cuyo propósito
es forzar la conformidad con nuestra cultura dominante de
masculinidad.
Debido a que la man box comienza impactando a los
niños en el nacimiento, a los tres o cuatro años ya participan
de un orden jerárquico de bullying como prueba de su
hombría. El resultado es que nuestros hijos se compran el
bullying y abuso como mecanismos centrales para formar y
expresar estatus e identidad masculina.
Esta cultura de bullying tiene un profundo efecto de

16
aislamiento en los niños, apagando su expresión auténtica,
agudeza emocional y suprimiendo su desarrollo relacional.
El impacto aislador de la man box culture1 está en el corazón
de los niveles epidémicos de soledad, adicción, depresión,
violencia y suicidio en hombres. Hasta que despertemos
y entendamos que nuestra desconexión en el mundo está
literalmente matándonos, seguirá matándonos cada maldito
día.
Es por eso que esta conversación sobre la hombría
tiene que suceder. Si nosotros como hombres no lo hacemos
por nosotros mismos, atrapados en nuestra indecisión
sobre simples imperativos morales, enojados y a la
defensiva, entonces debemos reunir el coraje para tener esta
conversación por aquellos a quienes amamos. Debemos
encontrar la fuerza para crear una cultura de hombría más
sana y más diversa para nuestros niños y nietos, quienes
merecen crecer en un mundo libre de la brutal inequidad
que nosotros, por nuestra indecisión colectiva, estamos
manteniendo.
Para los hombres, auto reflexionar sobre #MeToo
afirma la vida y es profundamente desafiante. Ser capaz
de cuestionar y reconsiderar quiénes somos y en qué
creemos, es una capacidad que nunca ha sido valorada en
nuestra cultura varonil. Aun así aquí estamos, confrontados
con una elección. Podemos apartar nuestros ojos de las
duras verdades de #MeToo o podemos comprometernos
y, en el proceso, desempacar años o incluso décadas de
condicionamiento, y que probablemente el precio ha sido la

17
pérdida de nuestra conexión auténtica en el mundo.
Repensar nuestro rol como hombres guarda la promesa
muy real de mejorar cada métrica por la que medimos la
calidad de vida, incluyendo hasta cuánto tiempo viviremos.
Los días cuando #MeToo era problema de alguien
más se han ido. Ya nadie es un espectador. Demasiados
hombres han sido manipulados para atacar a las mujeres,
oponiéndose al progreso y abusando unos de otros. Nuestros
padres, hermanos e hijos están literalmente muriendo de la
carencia de comunidad y conexión en el mundo. Resulta
que la guerra contra las mujeres es también una guerra
contra los hombres.
Ya ha pasado mucho tiempo para elegir un bando. ¿Y
cuáles son los bandos? Los bandos son simples: equidad,
sí o no. Estamos confrontando un momento de verdad
basados en un simple imperativo moral: que todos los seres
humanos son creados iguales.

1
O man box culture; se refiere al término en inglés que
trata de explicar el encasillamiento, basado en reglas
socioculturales, en el que muchos hombres viven. Este
concepto se verá en mayor detalle en el capítulo 5

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3 /COLAPSO

Pregúntale a la mayoría de los hombres, sin importar


dónde están en el espectro político, y te dirán. Algo se
siente apagado. Algo no está bien. Diariamente lo sentimos,
una naciente dislocación, una cansada insatisfacción, y
un inquieto sentido de creciente ansiedad. Es el tipo de
incomodidad que sientes al lentamente darte cuenta de que
el juego que has estado jugando está amañado. Todas sus
vidas los hombres han sido engañados, y están empezando
a entenderlo en números cada vez mayores.
Desde algunos cuarteles, las voces de los hombres
suenan molestas y reactivas. Dicen que a los hombres no
se les permite ser hombres; que las mujeres están tomando
el control. Otros se sienten profundamente inciertos,
preguntándose cómo participar, incluso apoyar movimientos
como #MeToo sin terminar atrapados en el binario fuego
cruzado de nuestras guerras culturales.
La lucha por la equidad de las mujeres está creando
una convulsión que es explosiva en sus implicaciones para

19
el sentido central de identidad de los hombres. #MeToo
es un terremoto particularmente oportuno, viniendo en el
momento liminal de la historia donde mucho de lo que
antes eran identidades masculinas apuntaladas, social y
económicamente, está colapsando.
Vaya a cualquier salón de secundaria o preparatoria
en Estados Unidos. Pídales a los chicos de ahí que le digan
las reglas para ser un hombre. Todos le dirán las mismas
cosas. Siempre ser fuerte. Siempre ser exitoso. Siempre
tener confianza. Siempre tener la última palabra. Siempre
ser el líder. Pero una de las primeras reglas de hombría que
esos chicos le dirán es que los “verdaderos hombres” no
demuestran sus emociones.
Las implicaciones de esta sola prohibición corren
profundo, informando casi cada aspecto de la vida de
los hombres, y por extensión, de las mujeres. Hasta hoy,
entrenamos a nuestros hijos a mostrar una fachada de dureza
emocional y a nuestras hijas a admirar esa fachada en los
hombres. Incluso en la infancia, se espera que los niños
pequeños comiencen a modelar estoicismo, confianza,
rudeza física, autoridad, y dominación. El tipo fuerte y
silencioso sigue siendo el símbolo central estadounidense
de cómo ser un “verdadero hombre.”
Esas reglas para ser un “verdadero hombre”, a menudo
referidas como man box culture, son la razón por la cual la
nostalgia por la pasada era estadounidense de los 1950’s
es tan atractiva para tantos hombres. Esos Estados Unidos
de antaño, donde gran parte de las mujeres aceptaban su

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estatus de ciudadanas de segunda categoría, proporcionó
el contenedor cultural que hizo la cultura de caja de
hombre aparentemente gratificante para los hombres, y sus
catastróficos costos personales relativamente invisibles.
Pero ahora, después de un siglo o más de la batalla
duramente peleada por las mujeres hacia la igualdad, el
remanente de nuestra retrógrada era del contenedor cultural
de los 1950’s está colapsando. Al hacerlo, elcoso brutal e
aislador de la man box culture se vuelven más evidentes
para los hombres, menos los beneficios compensatorios
que antes proporcionaba cuando las mujeres (y personas de
color, y personas LGBTQ, e inmigrantes, y tantos otros) no
tenían otra opción más que seguir el juego.
Es en este espacio cultural liminal entre lo que fue
y lo que va a ser, que los hombres están experimentando
una profunda incertidumbre. Ampliamente confiados en el
mando y control jerárquico de la cultura masculina, nunca
se nos ha enseñado a manejar la incertidumbre, mientras
las mujeres, quienes han sido históricamente sujetas a los
caprichos de los hombres, la han tenido que manejar toda
la vida.
Dado que las identidades masculinas construidas por
la man box están basadas no en crear y mantener relaciones
y comunidades auténticas, sino en una estricta adherencia
a roles jerárquicos, la pérdida del contenedor cultural que
valida esos roles, se siente como una terrible pérdida de
identidad central.

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22
4 /LO PERDIDO

Por generaciones, los hombres han sido condicionados


a competir por estatus, siempre luchando por llegar a la cima
de una vasta pirámide Darwiniana enmarcada por un simple
pero despiadado conjunto de reglas. Pero los hombres que
compiten para ganar en nuestra cultura de caja de hombre
están colectivamente condenados a fallar, porque el juego en
sí mismo está amañado. Estamos desperdiciando nuestras
vidas persiguiendo un conejo falso alrededor de una pista,
todo el tiempo convencidos de que hay que conseguir carne
para comer. No hay carne. Nosotros somos la carne.
La lenta comprensión de que nunca podremos ganar
es, la no hablada y no reconocida, fuente del pánico y rabia
masculinas que surgen a través de nuestra cultura. Como
muchos hombres, he desgastado décadas de mi vida tratando
de actuar el modelo de man box de la hombría, el que por
diseño nos deja luchando para probar nuestra hombría al
tiempo de fallar siempre en hacerlo completamente.
La man box culture está profundamente engranada en

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nosotros debido a que comienza a ejercer su influencia en
los días después de que nacemos. Como niños pequeños
comenzamos a suprimir nuestras propias capacidades
naturales de conexión emocional y relacional, poniéndonos
así en un camino hacia una vida de aislamiento. El daño
está hecho antes de que siquiera seamos lo suficientemente
grandes como para entender lo que está pasando.
La lista de capacidades relacionales centrales que la
cultura de caja de hombre suprime incluye la empatía. La
supresión de la empatía en chicos y hombres no es accidental.
Es la supresión de empatía la que hace posible una cultura de
competencia despiadada, bullying e inequidad codificada. Y
es en la ausencia de empatía que los hombres no logramos
ver la equidad de las mujeres y muchos otros asuntos
sociales por lo que son: simples y fácilmente representados
imperativos morales.
Es impresionante que a pesar de nuestra man box
culture, muchos hombres continúen peleando por conexión,
comunidad y equidad en el mundo. Pero esto sucede a pesar
de todo lo que la man box culture nos hace. Imagina un
mundo donde fomentamos la inteligencia relacional de cada
chico en lugar de suprimirla. Imagina un mundo sin man
box.

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5 /LA MAN BOX

Tengo que darle su mérito a la man box. ¿Esta trampa


particular que hemos creado colectivamente? Es un trabajo
realmente desagradable. La man box culture hace cumplir un
pequeño y claro conjunto de reglas para ser un “verdadero
hombre”:

Los “verdaderos hombres” no demostramos nuestras


emociones.
Los “verdaderos hombres” somos heterosexuales,
híper-masculinos, y sexualmente dominantes.
Los “verdaderos hombres” nunca pedimos ayuda.
Los “verdaderos hombres” siempre tenemos la última
palabra.
Los “verdaderos hombres” somos proveedores, nunca
cuidadores.
Los “verdaderos hombres” somos económicamente
estables.
Los “verdaderos hombres” somos fuertes física y

25
emocionalmente.
Los “verdaderos hombres” estamos centrados en el
deporte.

Las maneras en que se espera que probemos nuestra


hombría no son sobre quiénes somos, sino sobre lo que
hacemos: por lo que ganamos, los puntos que logramos,
con quiénes nos acostamos, cómo nos ejercitamos, cuándo
dominamos, triunfamos, ordenamos, lideramos, arreglamos
y controlamos.
En un mundo donde la hombría está basada en lo que
hacemos en lugar de lo que somos, los hombres somos
reducidos al último pago que cobramos, o la última mujer
con la que nos acostamos, o el último dolor desgarrador que
silenciosamente soportamos. Esta es la genialidad de la man
box. Nuestra única opción es continuar, empujando hacia
una zona de salida que está ante nosotros, sólo a unas pocas
yardas de distancia. Sólo unas pocas corridas más hacia la
ensangrentada línea defensiva, extendidos frente nosotros,
otros hombres, con sus ojos fijos en un distante poste que
nunca podemos ver.
En su libro, When Boys Become Boys (Cuando los
Niños se Vuelven Niños), la Dra. Judy Chu de la Universidad
de Stanford documenta cómo nuestros hijos son enseñados
a esconder su temprana capacidad para ser emocionalmente
perceptivos, articulados, y responsivos. Empezando en
preescolar, nuestros niños pequeños aprenden a alinear
sus comportamientos con “el estereotipo desconectado

26
emocionalmente que nuestra cultura proyecta en ellos.”
Chu escribe, “Los niños son enseñados a esconder
emociones vulnerables como tristeza, miedo, y dolor, que
implican debilidad y son estereotípicamente asociadas con
feminidad.”
En su libro, Deep Secrets (Secretos Profundos), la
profesora e investigadora de la Universidad de Nueva
York Niobe Way comparte los resultados de sus años de
investigación entrevistando chicos adolescentes acerca
de sus amistades más cercanas. La investigación de Way
muestra cómo la alegría de nuestros hijos en la amistad y
conexión se atrofia lentamente con el tiempo, martillada en
el mensaje de que necesitar o desear amigos cercanos es
“infantil, femenino, u homosexual.”
En relación al movimiento #MeToo, es crucial que
reconozcamos dos puntos aquí:
A los chicos se les enseña que su deseo de amistades
cercanas es “femenino”
A los chicos se les enseña que “femenino” es menos.

En lo que es claramente representativo el impacto


aislador de la man box culture, son los chicos que están
entrando a la adolescencia avergonzados y buleados en ver
su conexión cercana auténtica con su mejor amigo como
débil (femenino). En consecuencia, lentamente rompen
contacto con sus amistades más cercanas. Es en este tiempo
que las tasas de suicidio para chicos crece, convirtiéndose
en cuatro veces más alta que para chicas (Way, 2011).

27
Les decimos a los chicos “Hazte hombre.” Les decimos
a los chicos “No seas marica.” Pero lo que realmente
estamos comunicando es “No seas femenino, porque
femenino es menos.” Al asignar erróneamente género a la
conexión humana auténtica como femenina, y entonces
entrenar a los chicos a ver a lo femenino como menos, es
como bloqueamos a nuestros hijos del proceso de ensayo
y error de crecer sus poderosas capacidades relacionales,
dirigiéndolos a toda una vida de aislamiento.
En el tiempo que los chicos deberían estar expresando
y construyendo sus identidades de maneras más diversas,
enraizadas, y auténticas, son brutalmente condicionados
a suprimir la expresión auténtica y en cambio unirse
cercanamente a la expresión del privilegio masculino como
identidad. Y así, los hombres presumen del sexo casual y
desaparecerse de las mujeres, buscando un lazo a través de
las narraciones uniformemente degradantes y despreciativas
de las conversaciones de vestidor.
¿El resultado? Los chicos son buleados y avergonzados
hacia ser mitad anti-mujeres y mitad anti-ellos, suprimiendo
cualquier expresión auténtica de quienes son, incluso
mientras compiten por alardear su privilegio masculino. El
impacto del progreso de las mujeres hacia la equidad en el
sentido central de identidad de estos hombres no puede ser
subestimado. Es debido a que la equidad de las mujeres es
antitética a cómo la man box culture construye la identidad
masculina, que algunos hombres están comprometidos en
una feroz batalla para deshacer los avances que las mujeres

28
han logrado.

Entre tanto, debido a que la necesidad de amistades


cercanas es avergonzada en chicos y hombres, nos
conformamos con amistades de proximidad, relaciones a
nivel superficial en nuestro trabajo, en la Junta de Padres de
Familia o el gimnasio. Estas amistades son intercambiables.
Si nuestros hijos se cambian a una nueva escuela dejamos
un grupo de amigos y hacemos uno nuevo. “¿Qué diferencia
hace? Todos funcionan igual. Sólo platicar de deportes,
evitar cualquier cosa real.”
Podemos los hombres, fallar momentáneamente
en confirmar cualquiera de las reglas de la man box, y
somos rápidamente vigilados para regresar a la línea.
Lo que pudiera empezar para nosotros como vigilancia
externa eventualmente se convierte en nuestra voz interna.
“Necesito hacer más dinero. Soy un marica por sentirme
inseguro de mí mismo. Soy demasiado lento, demasiado
gordo, demasiado débil.”
La ansiedad de bajo nivel que esta vigilancia interna
crea es tan consistente que se vuelve la línea base para
nosotros porque en la cultura de caja de hombre nunca
podemos tener suficiente éxito, confianza o seguridad.
Nunca habrá suficiente de nada. Tal vez teniendo más dinero
o sexo ayudará. Y ahí vamos de vuelta a la rueda.
Que conste, man box culture no es la masculinidad
tradicional. Las dos no son equivalentes. Man box se refiere
a la aplicación de la masculinidad tradicional. Esta es una

29
distinción crucial. A algunos hombres, la masculinidad
tradicional les queda bien. La man box culture levanta su
fea cabeza cuando la hombría tradicional es forzada en
millones de hombres a quienes no les queda bien, buscando
acabar con el vasto universo de masculinidades de más
amplio rango.
Para los valientes hombres que se defienden de la man
box culture, tener una hombría diferente puede condenarlos
al ostracismo, a ser abandonados, avergonzados, despedidos,
golpeados o asesinados. E incluso cuando tratamos de
conformarnos con la man box, todavía siguen miles de
maneras de faltar, fracasar, o tropezar.
La man box culture no está diseñada para dejar
triunfar a los hombres, para dejarnos ganar. Está diseñada
para mantener a los hombres vigilados, y buleados, y
ultimadamente, temerosos unos de otros.

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6 /VOCES MOLESTAS

Mientras los hombres envejecemos en la man box, nos


damos cuenta con ansiedad creciente que no podemos seguir
probando nuestra hombría para siempre. Tal vez los pagos
no llegan, o nuestras rodillas están fallando, o las bromas
no funcionan, o lo que sea. Eventualmente, el sistema de
hombría que compramos nos tira al lado del camino y sigue
corriendo, energizado por una nueva generación de hombres
más jóvenes y más hambrientos; nuevos perros para cazar el
conejo, más hámsteres en la rueda.
Nuestra man box culture donde el ganador se lleva
todo eventualmente cumple su promesa. Siempre nos ha
dicho lo que es. ¿Tal vez no estábamos escuchando? Unas
pocas personas en la cima ganan, los demás son borrados.
Y sólo está empeorando. Un componente central de los
Estados Unidos en los 1950s era una creciente economía
post-guerra y seguridad laboral para hombres (no mujeres),
que apuntalaba a millones de hombres trabajadores la regla
central de la man box de ser proveedor. Pero el ethos perro-

31
come-perro de la caja de hombre ultimadamente condujo
a unos Estados Unidos donde los trabajos trasladados al
extranjero, las poco vendidas hipotecas de alto riesgo, y la
creación de modelos predatorios del negocio del cuidado
de la salud son sólo ejemplos de alguien haciendo bien la
man box. Esto significa millones de hombres hemos sido
despojados de nuestro rol primario de proveedores dentro
del mismo modelo de hombría que hace del “proveer” una
marca central de nuestro éxito. ¿El resultado? El desempleo
y la privación económica están conduciendo a alarmantes
tasas de suicidio entre hombres más grandes en edad
productiva.
Y así, al caer la cortina, los hombres estadounidenses
que envejecen son abandonados, aislados y desconectados,
orillados a expresar la única emoción que se nos ha dado
permiso de expresar: la ira. Y fieles a nuestro entrenamiento
de man box, intentamos dirigir nuestro enojo a cualquier
otro menos a nosotros mismos.
Admitir que hemos sido engañados iría en contra
de toda regla de la man box culture. Requeriría que
reconozcamos nuestra propia autonomía en todo esto.
Requeriría que admitamos que nuestra firme confianza en
la dominación y certidumbre, nuestra obsesión con el culto
estadounidense por el individualismo de arranque, nos ha
terminado fallando. Requeriría una reevaluación de nuestras
prioridades, nuestras creencias y nuestra visión de otros.
Más que nada, requeriría auto-reflexión, una capacidad que
nunca nos fue enseñada por la cultura de hombría que no

32
se preocupa por quiénes somos. Y cuando nuestro enojo
termina volteándose contra nosotros mismos, los hombres
se suicidan en números cada vez mayores debido a que no
tenemos una comunidad robusta de hombres y mujeres a
quienes podamos acudir en una crisis.
¿Cómo hemos sido engañados los hombres? Miramos
un día, y descubrimos que hemos sido robados de nuestras
relaciones auténticas y comunidad robusta que por cientos
de miles de años, literalmente desde el amanecer de la
humanidad, le ha dado a los seres humanos su propósito
y significado. En cambio, nos sentamos en nuestras
comunidades cerradas frente a nuestras TVs de pantalla
grande y estamos solos, desconfiados de otros, y temerosos
de cualquiera diferente, cualquiera que no es nosotros.
Hemos sido buleados por la man box a intercambiar la
alegría fundamental de la conexión humana por un vacío,
aislador orden jerárquico de los machos alfa. Nos volvemos
como perros encadenados solos al fondo del patio, aullando
y enloquecidos.
El toque de tambor constante de ira masculina que
inunda los medios y surge en nuestra política nacional
está enraizado en la auto-alienación y aislamiento social
colectivo que define nuestra cultura de hombría de la man
box. El resultado es hombres en niveles epidémicos de
divorcio, depresión, adicción, suicidio, violencia, y tiroteos
masivos.
Nos engañaros. Sí, así fue. Y todos los demás están
pagando el precio.

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34
7 /BILLY EL BULEADOR

El blogger de la página Woke Daddy (Papá Despierto),


Ludo Gabriele publicó un blog titulado, “The Sordid (Yet
Insightful) Tale of a Panic Attack” (El Sórdido [Pero
Perspicaz] Cuento de un Ataque de Pánico). Es una mirada
dentro del colapso de un hombre en el terror. Nos implora a
mirar más de cerca cómo la man box opera para los hombres
en nuestra cultura. Cada hombre despierto. Incluso yo.
La voz internalizada del policía en nuestra cabeza
que Ludo describe (lo llama Billy el Buleador) genera la
ansiedad de bajo nivel que muchos hombres sentimos
diariamente al mirar sobre nuestros hombros, tratando de
ver si estamos siendo juzgados, apunto de ser delatados.
“¿Qué, eres un marica? ¿Qué, eres una nena?,” y demás.
Cuando el constante estrés y miedo de ser vigilado
de la man box llega a ser demasiado, cuando el alcohol
o drogas o sexo no calman más la ansiedad, el policía en
nuestra cabeza nos ofrece una “tarjeta gratuita de salida de
la cárcel,” un pase instantáneo a la línea del frente. Podemos

35
simplemente desahogar nuestra ansiedad, al avergonzar
y vigilar a alguien más. Bulea a un niño flaco. Golpea a
un hombre raro. Desaparece de la vida de una mujer. El
componente abusivo de la conversación de vestidores de
la man boxes su componente más insidioso. En un simple
acto, podemos reforzar la cultura de caja de hombre y
reforzar en nuestras propias mentes que merecemos ser los
siguientes si fallamos en conformarnos adecuadamente.
Tarde o temprano, este horrible circuito de vigilancia
se queda localizado enteramente dentro de nosotros
mismos. Otros hombres no tienen que delatarnos más. El
policía en nuestra cabeza, Billy el Buleador, nos recuerda
diariamente que podemos fallar en cualquier momento,
que nos están viendo. Para probar a Billy que estamos
en el programa, golpeamos nuestros lados humanos más
conectivos y alegres a la sumisión. “¿Ves, Billy? Le
demostré.”
Y ya que la man box nos entrena a suprimir nuestra
necesidad de conexión humana y auténticas amistades
masculinas, hemos perdido el mecanismo más central
por el que podemos pedir apoyo, por el que podemos
sobrepasar nuestros retos y crecer. Nos quitan a golpes
nuestra auténtica conexión en el mundo, dejándonos solos
en la oscuridad con Billy el Buleador.

Y Billy nos quiere muertos.

36
8 /EPIDEMIA DE AISLAMIENTO

Un estudio del 2010 de la AARP (Asociación


Americana de Personas Retiradas) estima que uno de cada
tres estadounidenses de 45 años o más (eso es 42 millones
de personas) están crónicamente solos, más que uno de cada
cinco estadounidenses diez años atrás. Cigna (compañía de
Seguros) lanzó un estudio en 2018, el cual demuestra que
“Cerca de la mitad de estadounidenses reportan sentirse
solos algunas veces o siempre.” El estudio Cigna continúa
diciendo, “La generación Z (adultos de 18-22 años) es la
generación más solitaria y afirman estar en peor salud que
generaciones más viejas.”
Nuestra cultura aisladora de la man box es un
contribuyente central a nuestra epidemia de soledad, y la
soledad es asesina. La soledad crónica es un factor de riesgo
tan grande para la mortalidad como fumar, incrementa la
posibilidad de cáncer, diabetes, enfermedad del corazón,
enfermedad de Alzheimer, obesidad, depresión, y una serie
de otras enfermedades. El cáncer hace metástasis más rápido

37
en personas solitarias. Para millones de hombres, la soledad
nos está matando antes de nuestro tiempo.
Jay Sefton, licenciado consejero de salud mental,
recientemente hizo la siguiente observación sobre la
epidemia de opiáceos en el sitio web, Medium:
“La cultura de represión masculina es a menudo un
factor clave subyacente para los hombres que luchan con
la adicción. Lo veo frecuentemente en mi práctica y es
verdad en mi propia batalla con el alcoholismo. La presión
de adherirse a los roles culturales y guiones para hombres en
nuestra sociedad es tan penetrante que generalmente no nos
damos cuenta que corre en el trasfondo.
Es como el silencio que desciende durante un apagón
— no nos damos cuenta de cuan ruidosa es la electricidad
del ambiente hasta que se va. Tal vez alguien es tratado por
una lesión y no se dio cuenta que el dolor psicológico estaba
presente hasta que la medicación para el dolor lo alivió. Una
vez que finalmente obtenemos alivio, nunca queremos que
el dolor regrese. Desafortunadamente, las drogas y alcohol
siempre fallan a largo plazo en cumplir la promesa de
remover el dolor causado por los elementos tóxicos de la
cultura. Debemos entonces confiar en la compasión y amor
radicales para ofrecer sanación real.”

38
9 /#METOO

Lisa Hickey, la editora y directora ejecutiva de Good


Men Project tiene un punto simple que dar sobre #MeToo.
La campaña #MeToo fue creada originalmente en 2007
por la activista Tarana Burke en respuesta a las historias de
agresión sexual que estaba escuchando de niñas y mujeres.
#MeToo tuvo un gran aumento de prominencia el 15 de
octubre de 2017, cuando la actriz Alyssa Milano tuiteó: “Si
ha sido acosada o agredida sexualmente, escríba “me too”
(a mí también) en respuesta a este tweet”.
La efusión resultante de las historias de #MeToo
explotó en las redes sociales, llegando finalmente a millones.
Para Hickey, se cumplió la intención del tweet de Milano, lo
que demuestra la magnitud del problema.
#MeToo trata sobre ser testigo solidario entre las
víctimas de acoso sexual, abuso, agresión o violación.
Cualquier persona que está en desacuerdo con #MeToo está
teniendo problema, primeramente, con la gente que dice
“Sí, esto también me pasó a mí”.

39
En la Encuesta Nacional de Violencia Sexual y de
Pareja, los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades de EE. UU. informan que “Aproximadamente
1 de cada 5 (21.3% o aproximadamente 25.5 millones) de
mujeres en los EE. UU. informaron haber experimentado
intento de o violación completa en algún momento de su
vida. “A nivel mundial, ese número es mucho mayor.
Hay algunos hombres que insistirán en que estos
números están inflados. Algunos de nosotros realmente
queremos debatir cuántos millones de violaciones están
ocurriendo. ¿En realidad son quince millones? ¿Diez
millones? ¿Qué tipo de cultura de la virilidad es capaz
de organizar un debate sobre la violación en términos de
cuántos millones realmente están siendo violados, en lugar
de cómo detenerlo?
Imagine diez mujeres que conozca personalmente.
Estadísticamente, es probable que dos de ellas sean
sobrevivientes de violación. ¿Cuáles dos? No lo sabemos,
¿verdad? Ahora imagine el aula de su hijo(a) o de cualquier
otro niño(a). Imagine diez de esas niñas pequeñas. ¿Cuáles
dos de ellos serán sobrevivientes de violación? ¿Ya
llegamos? ¿Nos sentimos un poco enfermos?
Este es el lugar al que los hombres deben llegar sobre
la pregunta que propone #MeToo.
Si queremos que los hombres ayuden de verdad,
el desafío central que debemos abordar colectivamente
es cómo estamos entrenados desde una edad temprana

40
para normalizar toda una gama de actos “menores” de
acoso y abuso sexual contra niñas y mujeres. Estos actos
abusivos incluyen acoso callejero, bromas sobre violación y
“conversaciones de vestidor”, entre muchos otros.
Al afirmar constantemente su derecho a perpetrar actos
abusivos contra niñas y mujeres, algunos hombres nos han
intimidado al resto para que aceptemos en silencio que todas
las mujeres que conocemos, así como miles de millones de
mujeres que nunca tendremos la oportunidad de conocer,
tendrán que lidiar con hombres abusivos Y este es solo un
ejemplo de la normalización del abuso. Nuestra cultura de
masculinidad basada en el dominio, normaliza activamente
el comportamiento abusivo en todas las facetas de nuestra
vida personal y profesional.
Cuando un hombre en la oficina le dice a un grupo
de hombres a su alrededor, “Ella tiene un buen culo”, es
importante entender este tipo de declaración pública por lo
que es, por la función que sirve para reforzar una cultura
dominantemente masculina.
Por supuesto, los buenos como nosotros estamos
volteando los ojos o alejándonos pensando: “Algunos tipos
son idiotas y dicen cosas sobre las mujeres, pero qué más da,
no voy a entrar en eso”. Y en nuestro silencio, permitimos
que se mantenga en su lugar la afirmación de que la
degradación de las mujeres es solo parte de la masculinidad.
“Algunos hombres son así”.
Hace un tiempo, un chico publicó esto en mi feed de
Facebook: “Las conversaciones de vestidor son solo eso.

41
Todo es charla y no te convierte en un depredador”. La idea
es que la charla de vestidor es inofensiva. Es justo lo que
hacen los hombres.
Involucrarse “charlas de vestidor” no nos convierte en
depredadores, pero ciertamente perpetúa una cultura en la
que los depredadores pueden esconderse. El término “charla
de vestidor” está literalmente diseñado para otorgar permiso,
incluso alentar a los hombres a hablar de esta manera, como
si los vestidores fueran espacios mágicos exclusivos para
hombres. Cada espacio social masculino que existe tiene un
impacto en la vida de las mujeres porque nuestras palabras
como hombres nos acompañan, nos cambian, informan lo
que hacemos a continuación.
Nuestra denigración de las mujeres, o nuestra elección
de permanecer en silencio cuando otros lo hacen, tiene
lugar en un mundo poblado por las mujeres y las niñas que
deben convivir con nosotros, junto con las palabras, ideas y
depredadores a los que les damos refugio.

Principio 11: ¡La Pirámide de Cultura de


Violación de género neutral del Consentimiento! Es una
poderosa representación de estos temas y más. Vaya a:
11thPrincipleConsent.org.

42
10 /NO TE METAS CON JOE

La abrumadora tendencia de los hombres a permanecer


en silencio ante la denigración diaria de las mujeres, apoya
la continua normalización del acoso sexual y la violencia
contra las niñas y las mujeres. Cuando los hombres son
desafiados con este argumento, a menudo retrocedemos.
“No soy un violador, mis amigos no son violadores. Nos
está llamando a todos violadores “.
Entonces, seamos claros. Nadie está diciendo que
todos los hombres colectivamente son violadores. Lo
que estamos diciendo es que millones de hombres están
eligiendo permanecer en silencio mientras las mujeres son
denigradas y ni siquiera somos conscientes de por qué lo
hacemos.

Veinte millones de mujeres son sobrevivientes de


intento o violación.
La man box culture se liga a la base de la Pirámide de
Asalto Sexual en el momento en que la degradación de las

43
mujeres se vuelve parte de nuestra actuación de hombría. Y
a pesar de que millones de nosotros no estamos de acuerdo
con este comportamiento, estamos condicionados a evadir
el conflicto con otros hombres cuando lo hacen. Esto es
porque los hombres que degradan a las mujeres están
preparados para atacarnos también. Son los buleadores alfa
de la man box culture, y la primera regla para evitarlos es
evitar cualquier defensa de las mujeres. De esta manera, los
hombres han sido condicionados por toda una vida a evadir
la conversación #MeToo como una plaga.
Cuando Joe, el gerente de la oficina, dice, “Ella tiene
un buen culo” a un grupo de hombres en el enfriador de
agua, inmediatamente ubicamos a Joe como cierto tipo de
hombre. Y somos confrontados con una elección. Exponerlo
o no. “Joe, no digas eso,” es todo lo que tomaría, pero la
denigración pública de Joe a las mujeres nos dice quién será
su próximo objetivo. Ya que Joe no sólo está degradando
a las mujeres en la oficina, está “pescando” a los hombres
que lo rodean, probando quién pudiera discrepar. Está
declarando su política y su poder.
Si cualquiera de nosotros desafía a Joe, inmediatamente
redirigirá su desprecio de las mujeres hacia nosotros. “Ah,
ya veo cómo es. ¿Quieres tener sexo con ella? ¿O eres algún
tipo de feminista?”
En la guerra, esto se llama fuego de supresión,
diseñado para suprimir la disposición de todos los hombres
en el grupo de exponer a Joe. Entre tanto, Joe está abierta y
vocalmente afirmando el estatus de segunda categoría de las

44
mujeres, porque sin esa sola premisa central rigurosamente
impuesta, su identidad construida de man box colapsa.
En el momento que las mujeres ganen completa equidad,
Joe las pierde como símbolos de su estatus superior y las
pierde como el asunto central por el que tienta y vigila a los
hombres a su alrededor.
Mientras tanto, sabemos que desafiar a Joe puede
afectar nuestra posición social en la oficina, nuestros
prospectos profesionales a largo plazo, nuestros niveles
actuales de estrés y demás, porque sabemos que una vez que
Joe nos marca como un blanco, seguiremos como su blanco.
En consecuencia, defender a una mujer puede poner la
seguridad financiera de nuestra familia en riesgo. Y debido
a que nuestra cultura de caja de hombre suprime cualquier
larga conversación, no sabemos lo que los otros hombres en
el círculo están pensando. Lo más probable, “Por el amor de
dios, no le des cuerda.” Y Joe el buleador gana. De nuevo.
Chicos y hombres son condicionados en el transcurso
de sus vidas por los Joes del mundo. Para no ir en contra de
Joe, aprendemos a basar nuestra actuación de hombría en el
modelo anti-femenino, anti-conexión de la man box culture,
dejándonos en solitario y aislándonos y así, más fácilmente
manejados en una estructura de comando y control.
Pero lo que también es importante entender es que
después de años de condicionamiento de man box, podríamos
incluso a regañadientes admirar a Joe. Esto es porque lo que
Joe está haciendo se siente poderoso para nosotros. Parece
como fortaleza masculina. Respetamos la fuerza de este

45
tipo de exhibición incluso cuando podríamos lamentar el
intento. Se requiere de gran fuerza de voluntad para chicos
y hombres dejar a un lado nuestro condicionamiento y
desafiar directamente a Joe. Es mucho más fácil descartar a
los Joes del mundo y alejarnos. “Joe es un imbécil. Olvídate
de Joe.”

Y aquí radica el problema central. Mientras el mensaje


de Joe acerca de las mujeres es público, nuestro rechazo
a aceptarlo es privado. No hacemos impacto. No tenemos
voz, el resultado de años de fuego de supresión que hemos
sufrido de manos de chicos y hombres como Joe.
Hemos sido sistemáticamente entrenados todas nuestras
vidas al silencio por hombres que constantemente señalan
su disposición a escalar cualquier comentario en apoyo a
las mujeres a un ataque a nuestra hombría. Mientras este
entrenamiento comienza en nuestros años más tempranos
con la denigración de las mujeres, ultimadamente, el fuego
de supresión se extiende sobre un rango mucho más amplio
de cuestiones políticas y sociales.
El prejuicio comienza con la denigración de las
mujeres porque a diferencia de casi todos los otros
prejuicios, el prejuicio anti-femenino puede ser enseñado
globalmente a los niños sin importar su clase, raza, religión,
edad o nacionalidad. El condicionamiento anti-femenino
se vuelve entonces una puerta poderosa y universal a otras
incalculables formas de prejuicios.
Cuando enseñamos a nuestros hijos “Eres mejor que

46
las niñas,” en lugar de enseñarles, “No denigres a otros(as)
para hacerte sentir mejor,” preparamos su vulnerabilidad a
todas las formas de intolerancia.
Eres mejor que los homosexuales,
Eres mejor que los Negros(as),
Eres mejor que los Judíos(as),
Eres mejor que los inmigrantes,
Eres mejor que los pobres, y demás.
Esto es porqué nuestro silencio en la cuestión de la
denigración de las mujeres es tan dañino, dejando a quienes
son los más agresivos y los más ruidosos definir nuestra
cultura de hombría como una cultura de inequidad. Como
hombres, debemos dejar de decirnos a nosotros mismos,
“Soy uno de los buenos. Estoy protegiendo y proveyendo
para las mujeres en mi familia. Me concentraré en
mantenerlas a ellas seguras. En empoderarlas a ellas.”

Es una buena idea, pero simplemente no funcionará.

Porque la man box culture está entretejida a través del


desprecio por lo femenino como el método primario para
suprimir el desarrollo emocional y relacional de los niños,
el resultado final es, por definición, una cultura de abuso
sexual para las mujeres.
Como tal, es imposible mantener seguras a las mujeres
en nuestra familia o nuestro círculo de amigas si seguimos
callados. Mientras nosotros, a través de nuestra inacción,
ayudamos a sostener los fundamentos de la Pirámide del

47
Abuso Sexual, una de cada cinco mujeres será violada.

En nuestro silencio somos culpables.

48
11 /FALSAS ACUSACIONES

Las personas que están alarmadas y enojadas por el


movimiento #MeToo están trabajando activamente para
desestimarlo. La estrategia más prominente que usan es
aumentar el espectro de las falsas acusaciones de violación.
Los Joes Buleadores del mundo están trabajando
tiempo extra para acariciar nuestras dudas al cuestionar
ruidosamente las historias de asalto y violación de las
mujeres. “¿Ella recordó correctamente? ¿Está dando todos
los detalles? ¿Está confundida? ¿Estaba bebiendo? ¿Cómo
estaba vestida? ¿Por qué estaba ahí sola? ¿Por qué no lo
reportó antes? ¿Quién puede confirmar su historia? ” Y el
más horrendo de todos “Creemos que fue atacada, sólo no
creemos que está recordando correctamente quién fue.”
He hablado sobre masculinidad en lugares llenos de
gente pensante y considerada que están dispuestas a hablar
acerca de las cuestiones más desafiantes que enfrentamos,
aun así muchas todavía levantan sus manos y preguntan,
“¿Y qué pasa con las falsas acusaciones de asalto sexual?”

49
¿Cómo es que los hombres somos capaces de dudar
de las acusaciones de abuso sexual después de crecer en
la man box culture? Sabemos demasiado bien de lo que la
violencia es capaz. Este cuestionamiento a gran escala de
los recuerdos, motivaciones y honestidad de las mujeres
sólo puede tener lugar en un mundo donde la mayoría
de hombres temen cuestionar o desafiar a aquellos que
defienden a los abusadores. En cambio, buscamos excusas
para evadir hacernos cargo de nuestro propio silencio. Nos
aferramos a la más mínima duda generada por el argumento
de las falsas acusaciones de violación y nos damos permiso
a nosotros mismos de mirar a otro lado.
No hay estadísticas legítimas que apoyen el mito de
las generalizadas falsas acusaciones de violación, pero aquí
están las estadísticas de violación tal como fueron reportadas
por la Red Nacional de Violación, Abuso & Incesto
(RAINN). De cada 1000 instancias de violación, trece casos
son referidos al fiscal, y sólo siete casos culminarán en una
condena por delito grave. Conclusión, la mayoría de las
violaciones no son reportadas a la policía en absoluto.
Preocuparse por la posibilidad muy poco probable
de las falsas acusaciones de violación en lugar de nuestra
epidemia de violación y ataques es inmoral. Créele a los
sobrevivientes, niños y niñas, hombres y mujeres, por igual.
La supuesta amenaza de las falsas acusaciones de violación
es una cortina de humo diseñada para sembrar duda
suficiente para que los hombres permanezcan callados. Eso
es todo lo que los abusadores piden de nosotros, permanecer

50
en silencio.
Y ahí está esa palabra otra vez. Silencio. Como si cada
aspecto de la man box culture ultimadamente triangulara
en una sola capacidad del hombre, nuestras voces,
reemplazando nuestra auténtica expresión con guiones de
bullying en contra de hombres y mujeres. Levantando la
amenaza muy real que si levantamos la voz en defensa de la
decencia humana común seremos atacados y avergonzados.
Mientras algunos hombres se quejan que las mujeres
no dejan “a los hombres ser hombres,” lo que es asombroso
es cuán dócilmente estos mismos hombres aceptamos
la vigilancia diaria e inclusive de cada hora de nuestra
hombría por otros hombres, aparentemente sin quejarnos.
“Oh, perdón,” decimos. Arrollamos nuestra cola cuando
los buleadores machos alfa nos ordenan y aceptamos la
dominación de hombres que nos están quitando nuestros
más básicos derechos humanos, el derecho a vivir nuestras
vidas como distintos y auténticos seres humanos.
Ultimadamente, son los buleadores quienes
controlan la hombría estadounidense. Es el silencio de la
gran mayoría de hombres, quienes cargamos con tantos
traumas que evadimos defendernos por nosotros mismos
y a las mujeres en nuestras vidas. Somos colectivamente
silenciados, confundidos y suprimidos, traumatizados a
sacrificarnos nosotros mismos, y a nuestras familias y
nuestras comunidades en el altar de la man box culture.
Y la gente poderosa en la cima de la man box culture
se está riendo de nosotros.

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52
12 /FUEGO DE SUPRESIÓN

Hagamos un pequeño experimento mental.


Las mujeres ganan cerca de ochenta centavos por cada
dólar ganado por hombres, por trabajo igual. La brecha
es muchas veces más larga entre trabajos más altamente
remunerados.
¿Cuántos hombres tenemos una pareja de vida que
es una mujer trabajadora (o la tendremos en algún punto
de nuestras vidas)? Aun así, colectivamente, los hombres
aceptamos un 20% de déficit en el nivel de ingresos de
nuestras parejas, simplemente porque, ya sabes,… chicas.
Eso equivale a un carro nuevo. Unas vacaciones.
Un lavavajillas. ¿Por qué no está cada hombre con una
esposa o compañera de vida trabajadora afuera en las
calles demandando que el salario equitativo se vuelva ley?
Olvida lo justo para las mujeres. Olvida la moralidad o
ética. Estamos hablando de los saldos bancarios de nuestras
familias.
En una década o dos, esta brecha de 20% puede ser la

53
diferencia entre un préstamo o pagar en efectivo los costos
universitarios de un hijo(a). Puede ser un fondo de retiro.
Puede ser el alquiler de una propiedad o un seguro de gasto
médico. Y todavía continuamos viviendo en una nación en
que los hombres aceptan menor salario para nuestras propias
miembros de familia, esposas, hermanas, y madres, lo que
claramente es aún otro ejemplo de silencio masculino en
juego. ¿Cómo lo sabemos? Porque si todos los hombres que
tienen una esposa trabajadora se pusieran detrás del salario
equitativo mañana, sería ley al día siguiente.
En cambio, nos encogemos de hombros colectivamente.
“Ah, sí, eso es algo. A las mujeres se les paga menos.
¿Pero qué le vamos a hacer?” no lo van a parar. Y así como
debería ser enmarcado como una cuestión de simple justicia,
ese no es el punto que estoy tocando aquí tampoco.
Que millones de hombres están voluntariamente
renunciando a una suma tan considerable de dinero debe
significar que la estamos cambiando por algo que valoramos
más.
¿Estamos verdaderamente intercambiando el fondo
universitario de nuestro hijo(a) por la ilusión de estatus
sobre las mujeres? ¿Podemos realmente ser tan fácilmente
manipulables? O las décadas de fuego de supresión de Joe
el Buleador nos han vuelto reacios a desafiar la narrativa
dominante de que las mujeres son menos. Y debido a que
los hombres en la man box culture no hablan sobre estas
cosas (¡Sólo deportes, chicos!), ¿asumimos un acuerdo
general con Joe el Buleador incluso cuando colectivamente,

54
los hombres pudieran realmente apoyar tener más dinero en
las cuentas bancarias de su familia?
No es accidente que muchas voces en los medios y
política modelan la enojada voz buleadora de la man box,
suprimiendo la disposición de los hombres a desafiar políticas
demostrablemente terribles por miedo que los hombres en
nuestras redes “nos saquen del club” o peor, que seamos
avergonzados y abusados de nuevo. La man box culture nos
ha buleado al silencio. Como resultado, cualquier potencial
apoyo colectivo a políticas más progresistas, incluso en
nuestros propios círculos sociales inmediatos, permanece
escondido de nosotros.
La pregunta se plantea a menudo, ¿Por qué los
estadounidenses votan tan consistentemente en contra de
sus propios intereses? La legislación de igualdad de salario
es un ejemplo de esto, atascada como ha estado por años en
el Congreso de E. U. En un patrón que se juega una y otra
vez a través de un amplio rango de cuestiones, los hombres
estamos condicionados a actuar en contra de nuestras
propias comunidades, nuestras familias y nosotros mismos.
¿Y para qué renunciamos a tanto?
Este es el poder de la man box culture, que puede
convencer a los hombres de vivir vidas más cortas, más
aisladas, más empobrecidas a cambio de la ilusión de estatus
sobre las mujeres.

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56
13 /MAPEANDO NUESTRO SILENCIO

La autora e investigadora Niobe Way tiene esto que


decir sobre la primera regla de la man box. “El simple mensaje
que para ser un hombre tiene que ser sin emociones; … sin
emociones en el sentido de invulnerable, es traumático. Y
eso nos lleva a esencialmente todo lo demás.”
Nuestra cultura anrdo-dominante tiene generaciones
de edad, y se remonta mucho tiempo atrás en su alcance
y escala. Ha sido internalizada igualmente por hombres y
mujeres, afirmándose a sí misma casi universalmente desde
los momentos más tempranos de nuestra niñez.
En su libro, When Boys Become Boys (Cuando los
Niños se Vuelven Niños), Judy Chu escribe sobre su tiempo
encajada en un salón de preescolar. Su investigación ahí
duró dos años, siguiendo a un grupo de niños hasta el final
de su año de jardín de niños.
Ella cuenta la historia de un niño de cuatro años que
le reveló que, “Todas las niñas en la clase son mis amigas,

57
pero actúo como si no lo fueran … porque si Mike, el líder
del club de niños, se entera … que me gustan las niñas, me
sacaría de su club … Eso sería un verdadero fastidio porque
entonces no estaría en un club.”
La parte desafiante de la historia de ese niño de cuatro
años no es sólo que no puede tener niñas como amigas. Eso
es suficiente problema, eliminar años cruciales de aprender
cómo relacionarse y formar amistades de maneras auténticas
y respetuosas a través del género. La cuestión central es
que a los cuatro años, ese pequeño niño ya está tomando
partes de su ser relacional más auténtico y silenciándolas
por miedo a ser expulsado del club de niños. Está rastreando
y acomodando a un niño alfa en una estructura jerárquica en
la que ya está acostumbrado a operar.
¿Y quién es el líder de este club de niños? Incluso
en la adultez, siempre sabemos quién es. Man box culture
lo eleva desde una temprana edad, guiñando un ojo ante
sus transgresiones y, cuando va demasiado lejos, observa
encogiendo los hombros, “Así son los niños.” Le otorgamos
la experiencia embriagadora y narcótica de controlar a
otros en el nombre de ser el líder. Pero no le enseñamos lo
que es un liderazgo responsable e inclusivo. Y así, es muy
probable que termine convirtiéndose en otro Joe Buleador,
atacando y acosando a cualquiera que desafíe su posición
de dominación.
Entretanto, los niños bajo su influencia suprimen su
capacidad de colaborar, co-crear, innovar, empatizar y tender
puentes a través de las diferencias con los niños(as) a su

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alrededor. Su mensaje de no hablar con las niñas es parte de
la primera ola de silenciamiento para niños muy pequeños,
arrebatándoles años de exploración de su expresión por
ensayo y error que son clave para aprender a conectarse y
relacionarse.
De esta manera, el golfo de diferencia, predicado en
nuestros caricaturescos binarios de género, es introducido y
fomentado. La agudeza emocional de los niños y su alegre
naturaleza social es falsamente encasillada como femenina,
avergonzada y suprimida. Las niñas son arrastradas hacia
los llamativos estereotipos de género de las princesas de
Disney, irónicamente esperando un príncipe que, cuando
finalmente llegue, es probable que sienta desprecio por ellas.
Las capacidades naturales de nuestros hijos e hijas para
la conexión fallan en ser desarrolladas por la vía relacional
del ir y venir por la que los humanos desarrollamos matices.
Reglas simplistas y limitantes para el actuar de género son
martilladas en casa, imponiendo un género binario que, por
sobre todo lo demás, se trata de silenciar las capacidades
naturales de nuestros niños de conectarse y relacionarse.
Entonces declaramos la disfunción resultante como
biológica. Decimos que esta es sólo la manera en como los
niños y niñas están diseñados.
Para los hombres, el silencio se vuelve central para
nuestra actuación de hombría. El silencio se vuelve la
estrategia por la que proyectamos nuestras ganancias
profesionales y sociales que tanto nos costaron. Pero es
una estrategia que fallará. Nuestra sociedad pudo haber

59
sido alguna vez un lugar donde los hombres podían evadir
arriesgar su estatus al simplemente mantenerse callados,
pero al desfallecer nuestra cultura de inequidad de los 1950s,
los buleadores y los alfas se están afirmando ellos mismos.
Amenazas de violencia y abuso, incluso en los niveles más
altos de gobierno, se han vuelto un lugar común. El asalto
a un discurso más civil está creciendo. Nuestro punto de
inflexión cultural sobre la hombría puede irse en ambas
direcciones, hacia una cultura de equidad para todos, o
dramáticamente lejos de eso.
En consecuencia, nuestras familias y nuestras
comunidades no requieren silencio y sobrevivencia de
nosotros, sino nuestro riesgo compartido y liderazgo. Si
los hombres, amortiguados como estamos por nuestra
relativa seguridad, seguimos en silencio en este punto
crucial, buscando evadir el conflicto con los buleadores y
demagogos que se están alzando en este espacio liminal,
algo mucho más feo se apoderará. Algo que amplifica la
man box tan dramáticamente que nuestras familias, nuestra
seguridad y todo lo demás que valoramos estará en riesgo.

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14 / CORAJE

Estoy incómodo escribiendo esto, diciendo a otros


hombres que den un paso al frente. Mi cultura me ha
enseñado a no hacer esto, a no tener esta conversación. Si
eres hombre, puede estar incómodo leyéndolo. Pero sólo
puedo ofrecerle esto. Mi condenación de nuestra cultura
de hombría NO es una condenación a los hombres. Sin
embargo, sí nos hago responsables por nuestra dañina
cultura de masculinidad si fallamos en crear algo mejor.
Colectivamente, los hombres todavía tenemos una
simple pero importante lección que aprender. Algunos de
nosotros aprendemos esta lección a un gran costo, después
de una crisis de nuestra propia creación, la pérdida de
nuestras carreras o el colapso de nuestros matrimonios. Es
una lección reflejada en las voces de los hombres rotos en
las reuniones de AA. Está visible ahí en los brillantes ojos
de padres acunando a sus hijos(as) recién nacidos. Es una
lección reflejada en las antiguas filosofías y religiones del
mundo.

61
La lección es esta. A pesar de lo que se nos ha enseñado,
nuestro poder de hombres no radica en qué tan bien somos
capaces de dominar y controlar aquellos a nuestro alrededor.
Nuestra man box culture de dominancia competitiva
es, de hecho, una receta para tempranas enfermedades
relacionadas con el estrés, infelicidad, y violencia. Es una
amenaza directa a nuestras familias, nuestra sociedad y
nuestro mundo. Más aún, es profunda y fundamentalmente
aisladora. Y el aislamiento es muerte.
La man box culture condiciona a los hombres a ser
aversivos al cambio en un mundo que es alimentado por el
cambio continuo. Es un muro de inercia estático, alentando
el ritmo de nuestra colectiva evolución y crecimiento. El
mundo continuará evolucionando y creciendo. La única
pregunta es, ¿cuánto más sufrimiento humano, propio y de
otros, crearemos los hombres antes de que evolucionemos,
también? Podemos continuar permitiendo que man box
culture nos domine, o podemos empezar a pelear por
nuestras libertades humanas básicas. Podemos empezar a
empujar, a hacer espacio para un rango mucho más diverso
de masculinidades, creando más opciones de cómo los
hombres pueden vivir sus vidas.
Millones de hombres están ya haciendo este trabajo,
expandiendo las barreras y creando expresiones más fluidas
de género, especialmente entre los millenials. Millones de
padres están tomando un rol de padres de tiempo completo
y cuidadores primarios. La homofobia, ampliamente usada
para hacer cumplir la man box, está en declive entre los

62
hombres más jóvenes.
Como hombres, podemos elegir comprometer nuestras
capacidades relacionales para una creciente conexión
y comunidad. Cuando organizamos nuestro coraje y
nos adentramos a esos espacios socialmente dinámicos,
descubrimos un mundo que es menos predecible y más
generativo. En el proceso, podemos aprender de otros cómo
sentarnos con nuestra incertidumbre, abrazándola como un
derivado natural de nuevas ideas y procesos que nacen.
La valiente elección para los hombres es apoyarnos en
nuestra incertidumbre, en contra de los aspectos más débiles
de nuestras naturalezas que persiguen la predictibilidad y
el control sobre la evolución y crecimiento. Al explorar
y enfrentar la incertidumbre, descubrimos el despertar
embriagante de nuestro sentido personal de aventura.
Saber esto: empujar en contra de la man box culture
NO hará que te expulsen del club. No hay club. Man box
culture es, por definición, aislamiento. Enfrentarse a man
box culture, a costa de algunas de nuestras relaciones a
nivel superficial, abrirá la puerta a relaciones más diversas,
creativas y auténticas, cualquiera de las que son invaluables
en comparación.
Ya es hora de reunir nuestro coraje y elegir conexión.
Es tiempo de crear algo mejor.

63
64
15 /EL ARTE DE LAS RELACIONES

Este capítulo fue escrito en cooperación con la


terapeuta de pareja y familia, Dra. Saliha Bava. Está
diseñado para compartir algunas prácticas relacionales que
pueden ser útiles al crear conversaciones más generosas y
de apoyo sin importar el tema. Estas capacidades pueden ser
especialmente útiles en el contexto de #MeToo.
Cuando nosotros, como hombres, buscamos
comprometernos y entender mejor las vidas de las mujeres
y el movimiento #MeToo, podemos elegir primero y ante
todo, ser conscientes del contexto. ¿Con quiénes estamos
buscando conectarnos y cuáles son las cuestiones que
apuntalan nuestra relación con esos individuos? Recuerda,
estas no son conversaciones que las mujeres están obligadas
a tener con nosotros. Ve ligeramente. Sé consciente. Para
aquellos de nosotros que somos sobrevivientes, sabemos
cuán retador puede ser contar nuestras propias historias. Si la
oferta de hablar sobre nuestras experiencias nos hace sentir
obligados a cumplir o peor, debatir con o ser sermoneados a,

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entonces el trauma de nuestros pasados se combina.
Todos tenemos un amplio rango de relaciones en
nuestras vidas, desde las profundamente personales a las
más casuales. Estas relaciones pueden ser con miembros
de nuestras familias, con compañeros de trabajo, con
personas en nuestros vecindarios, con otros en nuestra
escuela o nuestro mercado local. Entender cuándo y dónde
es apropiado tener una conversación sobre #MeToo es
una entrada importante para decidir hacerlo. Pensar en las
maneras en las que nuestro enfoque en estas conversaciones
puede ser dañino o útil es crucial.
Para muchos hombres, el grado de acoso sexual y abuso
que las mujeres pudieran enfrentar, incluso diariamente,
puede ser de alguna manera invisible a nosotros. Las
mujeres que conocemos pudieran haber elegido hace tiempo
mantener sus historias para ellas mismas. Para aquellas que
son cercanas a nosotros, podemos comenzar quizá con una
pregunta simple. Sé consciente de preguntar en el momento
correcto y en el contexto correcto, podemos preguntar si
ellas quieren compartir sus ideas sobre cómo es ser mujer.
Parece una pregunta simple, pero puede abrir la puerta a
muchas historias.
Para los hombres, invitar a las mujeres a tener esta
conversación puede ser desafiante, tanto para los otros
como para nosotros. Primero y ante todo, debemos juzgar
correctamente si existe o no una conversación que sostener.
Por ejemplo, esta no es necesariamente una ocasión para
indagar automáticamente sobre las parejas románticas

66
pasadas.
Adicionalmente, algunas mujeres reportan ser
bombardeadas con preguntas que pueden fácilmente ser
contestadas con una pequeña búsqueda en línea. Las mujeres
reportan que los hombres hacen preguntas que parecen estar
buscando por el “todo listo.” Tan desafiante como es este
tiempo, necesitamos tener un mensaje central en mente. Las
mujeres les piden a los hombres hacerlo mejor. Si nuestras
acciones dan espacio para que otros (hombres y mujeres) se
sientan respetados y seguros, ya hemos hecho una enorme
contribución al movimiento.
Dicho esto, la conversación sobre #MeToo y las vidas
de las mujeres es una que podemos ofrecer tener con las
mujeres en nuestras familias, o mujeres con las que tenemos
relaciones personales o profesionales cercanas. Necesita
haber un grado de confianza ya establecido para que esta
conversación suceda, pero puede ser una oportunidad de
practicar y crecer poderosas capacidades relacionales.

1) Escuchar con curiosidad


Cualquier conversación es una oportunidad para
escuchar, pero una conversación acerca de #MeToo permite
a alguien cercano a ti hablar en un espacio que pudiera ser
enteramente nuevo para ambos. Como hombres, podríamos
responder al intenta arreglar o explicar, tal como es la versión
basada en el rol de hombría que nos han enseñado a actuar.
Si en lugar de esto escuchamos con curiosidad mientras
nuestras amigas, familiares, o parejas comparten sus

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pensamientos podemos experimentar cuán poderoso puede
ser escuchar. Es un proceso por el que nos concentramos en
las relaciones en lugar de nuestro rol.
Como la mayoría de aspectos de comunicación,
escuchar puede ser menos que útil si se reduce a un proceso
por el que estamos simplemente esperando nuestro turno
para hablar o preparándonos a entrar en un debate. Cuando
aprendemos a escuchar con curiosidad, un nuevo proceso
puede tener lugar. Podemos entrar a la conversación con la
expectativa de escuchar algo nuevo y poderoso. Podemos
ser curiosos, escuchando las cosas que no esperábamos, en
lugar de concentrarnos en las partes de la conversación que
pueden reforzar nuestras expectativas. Podemos escuchar
con el entendimiento de que no estamos ahí para arreglar o
resolver, sino para permitir a otras simplemente decir en voz
alta lo que están sintiendo, lo que algunas veces es todo lo
que necesitan de nosotros.
No toda mujer tiene una historia sobre supervivencia de
abuso. Pero cuando sí nos encontramos historias de abuso e
incluso violación que otros(as) comparten a veces, puede ser
profundamente desafiante. En respuesta, podemos buscar
expresar nuestro enojo con el abusador, buscar soluciones a
los sentimientos que se expresan, sugerir acciones a seguir,
o de alguna otra manera tratar de arreglar la situación.
Para muchos de nosotros, esta urgencia de arreglar
las cosas nace realmente de nuestra propia incomodidad
emocional. Como hombres, podemos no haber tenido
mucha práctica en sentarnos con las emociones desafiantes

68
de otros(as), de estar ahí para la gente que están sintiendo
dolor o enojo. Simplemente no hemos tenido práctica
haciendo este tipo de labor. Entonces, en nuestra
incomodidad al ser testigos del dolor o tristeza de otros(as),
terminamos tratando de arreglar el problema, pensando en
esos momentos, “Ya está, lo arreglé por ti, así que ya no me
muestres más esas emociones.”
Cuando los hombres estamos en modo “arreglar el
problema,” aquí están algunos de los tipos de cosas que
podemos tender a pensar o incluso decir:
“Lo siento que sea de esta manera, pero esto le pasa a
muchas personas. No estás sola.”
“¿Estás segura que él o ella lo decía de esa manera?”
“Si te endureces un poco, esas cosas ya no te molestarán
tanto.”
“Eso pasó hace mucho tiempo.”
“Por tu propio bien, necesitas superarlo.”
“¿Has tenido buenas relaciones desde entonces,
verdad?”

En su lugar, podemos intentar estos tipos de respuestas:


“Lo siento por lo que has pasado.”
“Escucho lo que estás diciendo.”
“¿Cómo te gustaría que yo te escuche ahora?”
“¿Cómo se siente estar contando esta historia?”
“¿Te gustaría parar y empezar de nuevo en un rato?”
Lo que es central aquí es evitar ponerse emotivo,
expresar enojo personal, buscar definirnos a nosotros

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mismos como diferentes, o contar historias de cómo
pudimos haber sido abusados. Ya habrá tiempo después de
compartir nuestras historias. Piensa en escuchar las historias
de otros como un espacio sagrado. Es en esta mentalidad
que las respuestas más útiles vendrán a nosotros.

2) Hacer preguntas
Lo que nos lleva a la poderosa capacidad relacional
de hacer preguntas. A menudo hombres y mujeres plantean
preguntas en un esfuerzo por conducir una conversación
hacia una solución. Si las preguntas están diseñadas
para señalar soluciones o desafiar las suposiciones de la
persona que está contando su historia, no será un proceso
útil. Cuando en su lugar hacemos preguntas que indican
nuestro interés tranquilo, que ayudan a quien nos cuenta
su historia a clarificar lo que están diciendo o sintiendo,
puede tener un efecto calmante y de construir confianza en
ambas partes. Cuando nos tomamos un tiempo para sólo ser
testigos, creamos un espacio relacional en el que nuestra
amiga o pareja puede compartir lo que necesita compartir.
Preguntar, “¿Cómo te gustaría que lo escuche?” y, “¿Quiéres
continuar?” señala claramente que estamos listos para crear
un ambiente de calma y apoyo para que nos compartan su
historia.

3) Manteniendo la incertidumbre
Cuando nos involucramos en conversación con
otros(as), especialmente sobre cuestiones o temas

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desafiantes, podemos sentir a menudo una intensa
incertidumbre. “¿A dónde va a ir esta conversación?”
Para los hombres, ampliamente entrenados a presentar
confianza y liderazgo, podemos sentirnos tentados a parecer
conocedores y seguros, incluso cuando de hecho nos
estamos sintiendo alarmados.
Para ser un testigo involucrado y tranquilo a las
historias de otros(as), podemos trabajar en crecer nuestra
capacidad de sentarnos con la incertidumbre que pudiera
surgir. Con el tiempo, podemos crecer esta capacidad, pero
puede ser desafiante inicialmente.
Podemos aprender a manejar nuestra incertidumbre, y
la ansiedad que puede producir, de varias maneras:
Físicamente: Podemos tomarnos un momento para
respirar profundamente y calmar nuestra respuesta física.
Emocionalmente: Podemos inspeccionarnos a
nosotros mismos, recordándonos no colapsar en nuestras
emociones sino concentrarnos en hacer el trabajo importante
de crear un espacio calmado para que nuestra amiga o pareja
comparta su historia.
Re-enmarcar la experiencia: Podemos cambiar
nuestra relación con la incertidumbre, viéndola en su
lugar como una señal de que algo nuevo y poderoso está
emergiendo. La incertidumbre puede ser un espacio
altamente generativo y creativo, una vez que renunciamos a
la necesidad de controlar lo que viene a continuación.

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4) Tomando las ideas ligeramente
Una poderosa manera de resistir el colapsar en las
emociones que surgen en el ir y venir de las conversaciones
difíciles, es tomar nuestras ideas más ligeramente. Cuando
hacemos esto, estamos menos inclinados a filtrar los puntos
de vista del otro(a) que pudieran parecer como opuestos a
los nuestros, y en cambio escuchar de manera más holística,
asegurando que podemos oír mejor todo lo que está siendo
comunicado.
Son a menudo nuestros miedos y preocupaciones,
que nacen de creencias fuertemente arraigadas, que nos
bloquean de escuchar todo lo que otros están diciendo.
Cuando tomamos nuestras ideas más ligeramente,
reducimos nuestra reactividad. Esto no se trata de abandonar
nuestras creencias. Se trata de no dejar que estas nos limiten
las maneras en las que escuchamos y nos conectamos en
el mundo. Se trata de aprender a co-diseñar y colaborar a
través de las diferencias con otros(as) en nuestras vidas.

Prácticas relacionales como estas se centran en


nuestras relaciones personales y profesionales como la
fuente primaria de nuestra salud y bienestar. En el diario
ir y venir de relacionarse, creamos y rediseñamos quiénes
somos en asociación con aquellos a nuestro alrededor. Es
en el consciente ir y venir de las relaciones que crecemos
nuestro sentido de pertenencia, creatividad, conexión y
dicha.

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“Cuando buscamos conexión, restauramos
el mundo a plenitud.”
- Margaret J. Wheatley

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74
16 /PODER DE HOMBRES

Los hombres están en crisis. Estamos colectivamente


traumatizados y a menudo profundamente aislados. Nuestra
solución colectiva para seguir adelante es crear conexión.
Los seres humanos ascendemos o caemos juntos. Todos(as)
nosotros(as).
Para los hombres, aprender a relacionarse, conectar, y
colaborar es la llave para salir de la cultura de man box. El
movimiento de masculinidades de más amplio rango, diversas
y auténticas, guarda la promesa de despertar en los hombres
nada menos que el arte de estar en relación.
A fin de deshacer el impacto aislador de la man box
culture en nuestras vidas, los hombres debemos tomar todo lo
que se nos ha enseñado sobre género y voltearlo de cabeza.
Debemos llamar cada capacidad relacional que se nos enseñó
a negar, cada capacidad degradada y erróneamente descrita
como femenina, incluyendo empatía, juego, compasión,
colaboración, conexión, y la más grandiosa de las capacidades
humanas, tender puentes a través de las diferencias.
Podemos elegir protegernos del frío, aprendiendo
75
diariamente a negociar, explorar, y jugar en el contexto de un
mundo que permanece informado por el trauma e induciendo
trauma. Podemos hacer el trabajo de conexión y auto-reflexión,
sabiendo en todo momento que el trauma que queremos
enfrentar en nosotros mismos y otros probablemente no sea
resuelto en nuestra generación.
Podemos ganar poderosas nuevas capacidades. Podemos
aprender a sentarnos con la ansiedad que sentimos, creada por
no saber qué está emergiendo mientras el corazón humano
hace su misterioso trabajo. Podemos aprender a sentarnos con
las cuestiones que no serán resueltas fácilmente y al hacerlo,
tal vez, algún día, resolverlas.

Los seres humanos sanan en el ir y venir de relacionarse


y conectarse. No sanamos en aislamiento. Sanamos en las
relaciones. Cuando aprendemos a conectarnos en el ir y venir
de compartir nuestras historias, algo extraordinario sucede.
Ya no estamos solos. Nos volvemos familia. Nos volvemos
comunidad, y cualquiera de nosotros(as) — sin importar
nuestras historias, nuestros desafíos, o nuestros pecados
pasados — podemos comenzar este trabajo. Podemos hacer
del mundo un lugar más seguro y dichoso. Podemos dejar la
ansiedad atrás. Podemos ser libres.
El primer paso es simple. Necesitamos sólo admitir que
queremos una auténtica conexión con otros. Lo que sigue es
el milagro de ser humano. Incluso si hemos sido buleados
y entrenados a no formar relaciones en el curso de nuestras
vidas, la capacidad de conectarse completamente permanece,
justo detrás de la puerta, esperando a que la dejemos entrar
76
de nuevo. Y hay otro(as)s esperando a ayudarnos a abrir esa
puerta.
Los hombres buenos, decentes y empoderados estamos
trabajando para ayudar a otros a redescubrir sus regalos por
conexión, basados en las siguientes verdades simples. Los
hombres no quieren estar molestos. Los hombres no quieren
estar solos. Los hombres no están naturalmente inclinados
hacia los confines tóxicos de la man box. Si lo estuviéramos,
no estaría matándonos.
Grupos como the Mankind Project (el Proyecto
Humanidad) y otros están rompiendo los muros de aislamiento
que atrapan a los hombres en ciclos de ira y reactividad. Si usted
es un hombre que está luchando, que está cansado de estar solo,
acérquse a estos chicos, o a otros grupos de hombres. Cuando
entre a un salón lleno de hombres que no le están juzgando,
no son escépticos, no están buscando socavarle, dominarle o
rechazarle, la diferencia es palpable.
Si usted es un hombre, leyendo este libro, considere esto
como su invitación personal. De cualquier manera que sea
correcto para usted, comience el trabajo que nosotros como
amantes, padres, hermanos, esposos e hijos hemos postergado
por demasiado tiempo. Juntos, podemos volvernos el amor
y compasión radical de los que habla el consejero de salud
mental Jay Sefton.

Todo lo que tenemos que hacer es abrir la puerta.

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RECURSOS

Línea de los Servicios Nacionales de Asalto Sexual


RAINN (Red Nacional de Violación, Abuso & Incesto)
800.656.HOPE (4673)

Equidad de género y enfrentando la violencia contra


las mujeres
Promundo - https://promundoglobal.org/
A Call To Men -http://www.acalltomen.org/
The Good Men Project - http://goodmenproject.com

Para hombres buscando un grupo:


The ManKind Project - https://mankindproject.org/
Humen - http://WeAreHumen.org
Evryman - http://Evryman.com

En prácticas relacionales:
The Taos Institute - https://www.taosinstitute.net/

Libros: (Versiones en ingles)


Deep Secrets de Niobe Way
Men’s Work, How to Stop the Violence That Tears Our
Lives Apart de Paul Kivel
When Boys Become Boys de Judy Chu
The Relational Book for Parenting de Saliha Bava, PhD
y Mark Greene
Remaking Manhood de Mark Greene

78
MARK GREENE

Los artículos de Mark sobre temas de hombres, parentalidad


y cultura han sido compartidos más de 250,000 veces en
redes sociales, resultando en veinte millones de visitas. Ha
escrito y hablado sobre asuntos de hombres en The Good
Men Project, Salon, Shriver Report, Uplift Connect, Yes!
Magazine, Medium, BBC y The New York Times. Mark es
también un animador y caricaturista ganador del Emmy.

El libro de Mark, Remaking Manhood, está disponible en


Amazon.

El libro de Saliha Bava y Mark Greene The Relational


Book for Parenting está disponible en Amazon. Ve nuestro
video en ThinkPlayPartners.com.

Puede seguir a Mark en Twitter @RemakingManhood


La Página Remaking Manhood Facebook Page es esta.
http://facebook.com/remakingmanhood
Visita nuestro sitio web www.ThinkPlayPartners.com.

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NEW FROM SALIHA BAVA, PhD
AND MARK GREENE (versión inglesa)

The Relational Book for Parenting - The ability to


create healthy, authentic relationships will be the key to
our children’s personal and professional success over the
course of their lifetimes. Co-authors Saliha Bava and Mark
Greene’s book is a playful mix of comics, fables, games
and powerful hands-on relational ideas. It’s a playful path
to insure our children’s ability to connect, collaborate, and
innovate by growing their relationship super powers.

“A must for all families!”


— Melanie Doyle
Professor of Human Development, Dawson College

Learn more at ThinkPlayPartners.com

80
ALSO FROM MARK GREENE (versión
inglesa)

Remaking Manhood is a collection of Good Men Project


Senior Editor Mark Greene’s most popular articles on
parenting, fatherhood and manhood.

“This is writing that unites men rather than dividing


or exploiting them. It speaks to the very best part of
men and asks them to bring that part to the fore—as
fathers, as sons, as brothers, as husbands, as friends,
as lovers, and as citizens of life.”
—Michael Rowe, author of Other Men’s Sons
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