Acto Penitencial
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Acto Penitencial
Febrero 2024
ACTO PENITENCIAL
Belleza del perdón de Dios y la alegría del bautismo
Basado desde la cita biblica de san lucas, el relato del hijo prodigo.
Material: Un crucifijo, corazón en papel, copias del salmo 50, salmo 135, Oración
de querido Padre Dios y oración final.
1.-La belleza del perdón: es la manifestación más alta del amor y en consecuencia
es lo que más transforma el corazón humano. Por eso, cada vez que perdonamos y
somos perdonados se opera en nosotros una conversión interior, un verdadero cambio
al grado que San Juan Crisóstomo llega a decir nada nos asemeja tanto a Dios como
estar dispuestos al perdón.
2.- Abramos nuestro corazón para este momento de buscar el perdón de Dios.
Canto:
Oración:
Señor Jesús, tú que devolviste la vista a los ciegos, sanaste a los enfermos, perdonaste
a la mujer pecadora, y confirmaste a Pedro en tu amor después de su caída, recibe
ahora mi súplica. Perdona todos mis pecados, renuévame en tu amor, concédeme vivir
en fraterna unión con mis hermanos, para que pueda anunciar tu salvación a todos los
hombres.
Señor, Jesús, tú que quisiste ser llamado amigo de los pecadores, líbrame ahora de
mis culpas, por el misterio de tu muerte y resurrección. Que tu paz florezca en mí para
que pueda dar frutos de amor, justicia y verdad.
Señor Jesucristo, Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, por la gracia del
Espíritu Santo reconcilíame con tu Padre; lava con tu sangre todas mis culpas, y haz
de mí una mujer nueva para alabanza de tu gloria. Amen.
3.- Yo confieso
Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran
culpa. Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a
ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor. Amén.
Canto:
Momento de silencio.
1
Por la pretensión de recibir su parte de la fortuna paternal, rompe sus relaciones
filiales con el padre. Porque según las leyes judías esta pretensión era imposible e
insolente. Al hijo pródigo le falta así totalmente el amor y la obediencia a su padre.
Él exige que reconozcamos con humildad nuestra culpa; que nos arrepintamos de
nuestros pecados y faltas; que confiemos en la misericordia de Dios; que volvamos a
la casa del Padre. Es la misma actitud que el sacramento de la confesión que pide de
nosotros.
sentirnos hijos de Dios Padre es un regalo, una gracia de Dios. Es una gracia que sólo
el Espíritu Santo puede darnos.
2
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, oh Dios,
8.- Entrega de un corazón de papel acompañado del audio que dura 15 minutos
3
5
Él hizo sabiamente los cielos:
porque es eterna su misericordia.
6
Él afianzó sobre las aguas la tierra:
porque es eterna su misericordia.
7
Él hizo lumbreras gigantes:
porque es eterna su misericordia.
8
El sol que gobierna el día:
porque es eterna su misericordia.
9
La luna que gobierna la noche:
porque es eterna su misericordia.
***
10
Él hirió a Egipto en sus primogénitos:
porque es eterna su misericordia.
11
Y sacó a Israel de aquel país:
porque es eterna su misericordia.
12
Con mano poderosa, con brazo extendido:
porque es eterna su misericordia.
13
Él dividió en dos partes el mar Rojo:
porque es eterna su misericordia.
14
Y condujo por en medio a Israel:
porque es eterna su misericordia.
15
Arrojó en el mar Rojo al Faraón:
porque es eterna su misericordia.
16
Guió por el desierto a su pueblo:
porque es eterna su misericordia.
17
Él hirió a reyes famosos:
porque es eterna su misericordia.
18
Dio muerte a reyes poderosos:
porque es eterna su misericordia.
19
A Sijón, rey de los amorreos:
porque es eterna su misericordia.
20
Y a Hog, rey de Basán:
porque es eterna su misericordia.
21
Les dio su tierra en heredad:
porque es eterna su misericordia.
22
En heredad a Israel su siervo:
porque es eterna su misericordia.
4
23
En nuestra humillación, se acordó de nosotros:
porque es eterna su misericordia.
24
Y nos libró de nuestros opresores:
porque es eterna su misericordia.
25
Él da alimento a todo viviente:
porque es eterna su misericordia.
26
Dad gracias al Dios del cielo:
porque es eterna su misericordia.
Oración: Dios de la historia, Tú ungiste a tu Hijo Jesús con la fuerza del Espíritu y
con poder para enfrentarse a los poderes del mal, manifestándonos así tu inmensa
misericordia; que nuestra vida se convierta en confesión permanente de tu poder
amoroso, capaz de resucitarnos a nosotros como resucitaste a Cristo Jesús. Él, que
vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
SEGUNDO MOMENTO
LA ALEGRIA DE RECORDAR NUESTRO BAUTISMOS
En estos momento abramos la puerta de nuestro corazón para renovar nuestra vida
Cristiana.
Siendo muy pequeños, nuestros padres y padrinos nos llevaron a la iglesia para
bautizarnos. Hoy vamos a recordar aquel día y tratar de entender lo que entonces, por
ser tan pequeños, hicimos; en la puerta de un templo el sacerdote nos recibió.
Reflexión en silencio.
+ Las anfitrionas de cada mesa aspergen el agua bendita con las participantes.
Falta monición del agua
Oración: Por el agua que creaste y viste que era buena. Bendito seas, Señor. Por el
agua que, dividida en el mar Rojo, fue símbolo de liberación. Bendito seas, Señor. Por
el agua que dada a beber con generosidad a los hermanos, es signo de amor como el
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tuyo. Bendito seas, Señor. Por el agua, que es bendita, alegre y viva cuando mana y
corre limpia. Bendito seas, Señor. Amen.
Oración
Querido Padre Dios: estoy muy contenta de ser tu hija. Un día, mis padres de la tierra,
me llevaron a la Iglesia para bautizarme. Así me salvaste del pecado, poniendo en mi
vida tu propia vida divina. Yo era pequeña, y no me daba cuenta de nada. Pero sé, que
desde entonces soy tu hijo y que Jesús es mi Hermano.
Qué regalo tan bonito, me diste ese día, Padre bueno. Pero puedo estropearlo como si
fuera un juguete, y tú sabes que no quiero. No dejes que algún día yo lo rompa. Que
nunca rompa mi amistad contigo y con Jesús.
Ayúdame a hacer siempre lo que más te guste para que tu vida continuamente crezca
en mí. Así, cada vez seré menos egoísta, procurando dar gusto a los demás, porque
ellos también son amigos de Jesús. Amen.
En nuestro bautismo el sacerdote nos ungió con los santos óleos el propio de los
catecúmenos, el que se emplea para ungir a los enfermos y el crisma que se utiliza en
el bautismo, la confirmación y el orden sacerdotal. Es una invitación a esparcir el
buen olor de Cristo a través de nuestras obras cotidianas.
El sacerdote les entrego a nuestros papás y padrinos una vela encendida donde les
confiaba la fe en Cristo.
Creo en un solo Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo
visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido
del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios
verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo
fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por
obra y gracia del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y
por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue
sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado
a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y
su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede
del Padre y del Hijo, que con él Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y
apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero
la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Oración final
Tantas veces he pecado. Tantas veces me has perdonado. No quiero
acostumbrarme, Padre, al regalo de tu perdón. Por eso quiero darte las
gracias. De corazón, con mis llagas, con mis miedos, con mis esperanzas.
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Gracias, porque me alimentaste con el Pan de los débiles, porque me
permitiste nutrirme con la Carne del Cordero, porque me invitaste al
Banquete. Gracias, porque me diste tu Espíritu, porque iluminaste mi
conciencia, porque me avisaste para que huya del pecado, porque me
impulsaste a hacer el bien. Gracias, porque no dejaste de amarme cuando
caí en el pecado, cuando cedí ante mis pasiones, cuando tuve miedo de dar
testimonio de Jesucristo. Gracias, porque me invitaste a acudir al sacramento
de la penitencia, para nuevamente recibir tu perdón de las manos de uno de
tus sacerdotes.
Gracias, Dios Padre, porque me has recordado, una y mil veces, que la
misericordia vence el pecado, que existe esperanza para los que hemos
fallado. Esta tarde y todos los día, quiero convertir mi vida en un canto de
alabanza, "porque es eterna tu misericordia". Como tantos hermanos míos
del pasado y del presente, pecadores que hemos experimentado el gran
regalo de tu perdón, te doy gracias y te bendigo. Amen.