Curso de Lingüística General
Curso de Lingüística General
Curso de Lingüística General
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La materia de la lingüística está constituida por todas las manifestaciones del lenguaje humano. TODAS
LAS FORMAS DE EXPRESION.
Su relación con otras ciencias (como la antropología, la prehistoria, la etnografía, entre otras) es tan
estrecha que tan pronto toman datos de ella como se los proporcionan y no siempre sus límites son
muy claros.
La tarea de la lingüística es: - hacer la descripción y la historia de todas las lenguas (de las familias de
lenguas y de las lenguas madres de cada familia) – buscar fuerzas que entren en juego de manera
permanente y universal, y decidir las leyes generales – delimitarse y definirse ella misma.
El fenómeno lingüístico (EL LENGUAJE) presenta dos caras que se corresponden. El lenguaje tiene un
lado individual (EL HABLA) y un lado social (LA LENGUA), y no se puede percibir uno sin el otro. Además,
es multiforme y heteróclito. En cuanto al sonido no es más que el instrumento del pensamiento y no
existe por sí mismo. No es el que hace al lenguaje. Es más, la cuestión del aparat+o vocal es totalmente
secundario en el problema del lenguaje.
Podemos encontrar a la lengua en una parte determinada del circuito lingüístico donde una imagen
acústica se asocia con un concepto. Es el lenguaje menos el habla.
La lengua es un producto social de la facultad del lenguaje, un conjunto de hábitos lingüísticos que
permiten a un sujeto comprender y hacerse comprender. Es totalmente exterior al individuo, el cual la
incorpora a través de la herencia, quien por sí solo no podría ni crearla ni modificarla.
LA SEMIOLOGIA
Es la ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social (la lingüística no es más que
solo una parte de esta ciencia). Nos enseña en qué consisten los signos y cuáles son las leyes que los
gobiernan, leyes que luego podrán ser aplicadas a la lingüística. Su objeto es la lengua. Para hacer
posible su estudio es necesario dejar a todos los demás factores lingüísticos en segundo plano.
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EL SIGNO LINGUISTICO
Llamamos SIGNO a una entidad biplanica que se puede caracterizar de naturaleza psíquica. Es la
combinación de un concepto con la imagen acústica. Esta combinación no es una suma sino una
asociación.
Concepto
SIGNIFICADO
Imagen acústica SIGNIFICANTE
Lo que el signo lingüístico une no es una cosa y un nombre sino un concepto y una imagen acústica. La
imagen acústica no es el sonido material, cosa puramente física, sino su huella psíquica. Esa imagen es
sensorial. El carácter psíquico de nuestras imágenes acústicas aparece claramente cuando observamos
nuestra lengua materna. Sin mover los labios ni la lengua podemos hablarnos a nosotros mismos o
recitarnos un poema mentalmente.
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MUTABILIDAD E INMUTABILIDAD DEL SIGNO
Son propiedades de los cuales uno puede dar cuenta depende del punto de vista.
Inmutabilidad: Se da en un corte sincrónico en un momento determinado de cualquier época.
El significante escogido por una lengua no podría ser reemplazado, esto corresponde a la resistencia de
la inercia colectiva a toda innovación lingüística, ya que la lengua es, en cada momento, asunto de todo
el mundo; difundida por una masa y manejada por ella, es una cosa de la que todos los individuos
hacen uso todo el día. Y ya que todos y cada uno participamos en ella en todo momento, la lengua
sufre sin cesar la influencia de todos. Forma cuerpo con la vida de la masa social, y al ser de naturaleza
inerte aparece ante todo como un factor de conservación. Aclaramos que esta masa social actúa en
función del tiempo.
Otras características de la inmutabilidad del signo: la lengua es constituye un sistema de mecanismo
muy complejo, el cual muchas veces es ignorado por los propios individuos que hacen uso de ella, y el
cual solo puede ser captado mediante la reflexión. Los signos lingüísticos son innumerables, por eso no
se puede crear una lengua como se puede crear un sistema de escritura.
Mutabilidad del signo: “el principio de la alteración se funda en el principio de la continuidad”, esto
quiere decir que la continuidad implica necesariamente la alteración, el desplazamiento más o menos
considerable de las relaciones.
El tiempo puede alterar más o menos rápidamente los signos lingüísticos, dicha alteración, ya sea en los
cambios fonéticos del significante o los cambios del sentido que afectan el concepto del significado,
conducen a un desplazamiento de la relación entre el significado y significante.
En este carácter tiene mucho que ver con la arbitrariedad del signo, ya que no hay razón lógica que una
un significante y un significado, la lengua evoluciona. No hay ejemplo de lengua alguna que resista a
dicha evolución. Al cabo de cierto tiempo se pueden comprobar desplazamientos sensibles.
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Tenemos que partir de la totalidad de la lengua donde todos los signos lingüísticos son solidarios entre
sí, es decir que están interrelacionados. Esta interrelación tiene carácter opositivo, esa oposición crea
diferencias y esas diferencias son el valor lingüístico.
El valor lingüístico considerado como un concepto tiene dos formas de dar valor:
1°por trocar / 2° por comparar.
Del mismo modo que una palabra puede trocarse por algo desemejante: una idea, además, puede
comprarse con otra cosa de la misma naturaleza: otra palabra.
Su valor no estará fijado mientras nos limitemos a consignar con que se puede ‘trocar’ cual o tal
concepto, hace falta además comprarla con los valores similares, con las otras palabras que se pueden
oponer.
Ejemplo:
- Para determinar lo que vale un billete de 5 pesos hay que saber:
1° que se lo puede trocar por una cantidad determinada de una cosa diferente, como caramelos;
2° que se lo puede comparar con un valor similar del mismo sistema, por ejemplo, un billete de 10
pesos o con una moneda de otro sistema.
El valor lingüístico considerado por su aspecto material: lo que importa en la palabra no es el sonido
por sí mismo, sino las diferencias fónicas que permiten a esa palabra ser distinguida de todas las demás,
pues son esas diferencias las que llevan la significación.
El significante está constituido por las diferencias que separan su imagen acústica de las demás.
En el caso de la escritura, en el valor material, el valor de las letras será negativo y diferencial. (no hay
relación entre la letra T y el sonido correspondiente ‘te’, es arbitrario. Además, una misma letra puede
ser escrita de diferentes formas depende la tipografía, pero lo esencial es que NO SE CONFUNDA CON
OTRA LETRA) Y el valor de la escritura se da por oposición recíproca ente los elementos de un mismo
sistema.
El valor lingüístico considerando su totalidad se logra oponiendo los signos del sistema, ya que
podemos dar cuenta que en la lengua no hay más que diferencias. Ejemplo: blanco/negro.
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Relaciones sintagmáticas: Es una cadena de signos los cuales están en presencia uno del otro. Son la
consecuencia del carácter lineal del significante, que excluye la posibilidad de pronunciar dos
elementos a la vez. Estas cadenas que se apoyan en la extensión se pueden llamar sintagmas, el cual se
compone de dos o más unidades consecutivas: re-leer, re-flexionar, la vida humana, Dios es bueno, etc.
Como vemos en los ejemplos, la noción de sintagma no solo se aplica a las palabras, sino también a los
grupos de palabras, a las unidades complejas de toda dimensión y de toda especie (palabras
compuestas, derivadas, miembros de oración, oraciones enteras)
Relaciones asociativas: Las palabras que ofrecen algo en común se asocian en la memoria. Estas
relaciones están vinculadas a una lógica de asociación libre, como colores o sonidos, la organización del
diccionario es un buen ejemplo. Los signos en estas relaciones están ausentes uno del otro. Los
términos de una familia asociativa no se presentan ni en número definido ni en un orden determinado.
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Lingüística evolutiva o diacrónica: estudiara las relaciones que ligan términos sucesivos no percibidos
por una misma conciencia colectiva, y que se construyen unos a otros sin formar un sistema entre sí, es
decir que va a estudiar la evolución, como su nombre lo indica, de la lingüística, la historia. distingue
dos perspectivas: una prospectiva y una retrospectiva. Está ligada a la mutabilidad del signo.
Lingüística estática o sincrónica: se ocupará de las relaciones lógicas y psicológicas que vinculan
términos coexistentes y que forman sistemas, tales como los percibe la misma conciencia colectiva. No
conoce más que una perspectiva, la de los sujetos hablantes. Y todo su método consiste en reconocer
su testimonio, para saber en qué medida una cosa es una realidad, será preciso y bastará en qué
medida existe para la conciencia de los sujetos. Está ligada a la inmutabilidad del signo.
Orden: es la ley interior de las cosas, la red secreta según la cual se miran en cierta forma unas cosas
con otras, que se encuentre impuesto desde el lenguaje. Los cambios en las ciencias sociales, no
significan progreso necesariamente, el sistema de orden que lo rige, es el que cambia.
La aparición de la noción de hombre en la historia de las ciencias, no es casual, también esta
determinado por cambios epistémicos. Su antropología se opone, expresa y abiertamente, a la idea de
ser humano, fundante e incondicionada, propuesta por la humanidad.
Poder: No es algo que limita, sino que produce. Se ejerce y se impone, no como una potencia que dice
NO, sino a través de la producción del saber y de la verdad por la organización de los discursos. Más
que prohibir, el poder gobierna, presenta al individuo alternativas válidas para la acción. Induce,
encausa, produce cosas. Hay que considerarlo como una red productiva, un dispositivo que pasa a
través de todo cuerpo social, en lugar de ser una instancia negativa aquí tiene por función reprimir
Arqueología del saber
En su obra “Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas” publicada en 1966
Foucault va a tratar la historia del orden de las cosas (historia de lo Mismo). El autor se va a centrar en
el ámbito discursivo. Su tema central, como reza el subtítulo, es preguntarse por la emergencia en el
saber del objeto hombre y por la configuración de unas ciencias humanas. Tal cuestión significa
enfrentarse con la idea de que el hombre, tal como funciona en nuestro saber, sea la más antigua
preocupación humana desde los griegos. Además, la historia se convierte en un proceso sin sujeto ni
fines en la que el hombre es un efecto de la red de relaciones que lo constituyen.
La investigación abarca del Renacimiento a nuestros días, estudiando tres grandes epistemes
(discontinuidades): Renacimiento, época clásica (mediados XVII a fines del XVIII) y el período
inaugurado en el XIX.En el Renacimiento, en un mundo mágico y analógico, reina el orden de la
semejanza, todo consiste en descifrar y buscar semejanzas entre órdenes diferentes; ciertos signos
(signaturas) nos permiten reconocer similitudes.
En el Quijote de la Mancha, de Cervantes, aparece con claridad esa ruptura que terminó por desalojar a
la semejanza y permitió tejer la red del lenguaje desde la función de la representación. En la primera
parte del libro -aparecida en 1605- Don Quijote sale al mundo en busca de semejanzas, de identidades.
Busca leer, en el mundo, los signos de la escritura.
Los libros de caballerías le sirven de guía. Pero, su fracaso es testimonio de que ya no hay ajuste entre
las palabras y las cosas. Al volver, en la segunda parte, ya se toma a sí mismo como objeto. Don Quijote
es ya una realidad, ha tomado cuerpo en el lenguaje. Surge así, en la literatura del Siglo XVII, el “poder
representativo del lenguaje”. Por ello dice Foucault que la novela cumbre de Cervantes es la primera de
las obras modernas. Allí, el lenguaje se toma a sí mismo como objeto y su función es ahora
“representar” el mundo. El loco (Don Quijote) es aquél que añora el imperio de la semejanza.
El “saber clásico” en palabras de Foucault, adquiere a partir del surgimiento de la representación, una
función. No es, como habitualmente se entiende, un saber mecanicista, tampoco racionalista. Está
ligado, más bien, a la función de mathesis, en tanto “ciencia universal de la medida y del orden”. No se
trata de tematizar las relaciones entre las cosas del mundo. Se trata aquí de un ordenamiento de las
relaciones entre los seres del mundo. A partir de esto comenzarán a surgir, casi a germinar, una serie de
dominios del saber que no existían hasta entonces.
Aparecerán –según expresa Foucault- la gramática general, la historia natural y el análisis de las
riquezas. Son, todas ellas, ciencias del orden: una el dominio de los seres, otra en el de las palabras y la
última en el de las necesidades.
Estas tres ciencias no funcionan si no a condición de hacer figurar las realidades sensibles en un
discurso ordenado, sin aparecer la génesis o modo de producción y evolución.
A finales del siglo XVIII se produce en los anteriores campos del saber una mutación que asigna un
cambio de episteme, dando lugar al triedro del saber moderno: filología (lenguaje), biología (vida) y
economía política (trabajo). Se constituye la Historia como objeto de saber, como condición de
posibilidad de nuevos dominios empíricos.
Pero es, sin duda, la representación, una condición de posibilidad de su aparición y del advenimiento
correlativo de las ciencias sociales. Al introducir un muro –a decir de Lacan- entre el sujeto y el mundo,
al disociar palabras y entes, ha establecido una condición fundamental para que las cosas puedan
“representarse”.
La historia del saber o la llamada historia de las ideas pretenden recoger lo que se ha dicho en orden
sucesivo, situándose a nivel de superficie visible de las cosas. Foucault pretende colocar su discurso en
un orden más profundo, aquel que hace posible emerger toda forma de saber. A este método lo llama
arqueología (evocando aquí las ideas de excavación y registro), como técnica para descubrir lo que en
una época dada es decible, lo que está por debajo de las ciencias, las concepciones no enunciadas
explícitamente que constituyen las condiciones del saber. Si entendiéramos por archivo, como quiere
Foucault, el juego de reglas que determinan en una cultura la aparición y desaparición de los
enunciados y objetos que el saber fabrica, su actividad cabría llamarla de archivista.