Narrativa
Narrativa
Narrativa
Nivel Inicial
Mi nombre es Selena Boxler Gonzalez, tengo 23 años y actualmente estoy cursando la carrera
Profesorado en Artes Visuales, en 3er año, Practica Docente III, mi profesora de Perfil Disciplinar es
González Analía y mi profesora de Perfil Generalista es Jacob Macarena.
Mi trayecto por la carrera de Profesorado de Artes Visuales ha tenido altos y bajos, momentos de
angustia, desesperación, cansancio, orgullos al ver el resultado de un esfuerzo, una obra realizada
que me gusta, un tema que me fascina, materias que no me agradan tanto, pero son igual de
importantes, el practicar sin parar hasta lograr un trazo, leer documentos, libros, practicar una
correcta terminología, buscar ampliar la bibliografía.
Si bien no es la carrera que elegí primero, he llegado lejos, 3er año, y espero poder graduarme a
tiempo, sin alargar más el camino.
El trayecto durante el año estuvo cargado de enseñanzas. Comenzamos trabajando sobre las
planificaciones, los lineamientos, el formato, sobre todo orientado al nivel inicial. Realizamos una
actividad que consistía en pensar una clase orientada a un jardín maternal, entre los 2 y 3 años.
Con mi pareja pedagógica, pensamos en los colores primarios y los secundarios.
Fue difícil, pensar en recursos y en cómo atraer la atención de los niños, no teníamos experiencia,
y al consultar, varias veces, la profesora nos proveyó de un recurso muy valioso para dicho rango
de edad: El juego, la experimentación. Al aplicarlo, la clase adquirió un enfoque muy diferente. Si
bien la timidez y la vergüenza estuvieron presentes, observándolo desde la mirada de un niño era,
sin dudas, algo divertido y muy agradable. Con canciones, desafíos y mucha imaginación, cada niño
puede aprender algo nuevo.
Un tiempo después, luego de estudiar el diseño curricular a profundidad y leer la bibliografía, nos
comunicaron que el cronograma estaba listo, me asignaron a la escuela Nº112 “Independencia” y
a su jardín “Manitos mágicas” y su aula de 4 años. Para el día 13 de junio la observación, el 22 la
ayudantía, y mis prácticas para los días 27, 29 y 4 de julio. Estaba nerviosa y ansiosa, nunca había
estado en contacto con tantos niños de dicha edad, pensaba que sería difícil, tenía muchos
perjuicios, como que no me escucharan, que sean muy traviesos, que lloren, etcétera. Fue un
nuevo desafío, para mí era un mundo desconocido, sentí cierto temor de fallar.
Las primeras visitas para la observación y la ayudantía, los niños nos recibieron con los brazos
abiertos, en especial un alumno llamado Oliver y una nena llamada Agostina, quienes no dejaban
de abrazarme y demandar mi atención. Con esto, lentamente, los temores y nerviosismos se
atenuaban, y cada vez me sentía más a gusto. La coformadora Ramírez Mariela era suplente, no
conocía demasiado de los alumnos, pero no dudó en compartir conmigo. Fue muy amable, nos
aconsejó ser firmes, no temer de llamarles la atención si se distraían mucho, nos alertó de qué
alumnos había que prestar mayor atención y nos habló sobre la familia de cada uno, en una
ocasión, jugando con Oliver durante la observación, me contó que su mamá había enfermado y se
“había ido al cielo”, lo que me hizo comprender por qué necesitaba siempre tanta atención.
Uno de los niños se llamaba Izan, era el más travieso, agresivo en ocasiones, se aburría con mucha
facilidad, pero sabía también mucho, era más solitario.
La ayudantía fue mucho más tranquila que la observación, los niños nos abrazaban y nos pedían
que jugáramos con ellos, Agostina le gustaban mucho los rompecabezas, y Oliver se abrazaba a mi
pierna siempre que podía, Jorge, cada tanto, se acercaba y me hablaba sobre lo que había hecho
en su casa y a donde había ido de vacaciones.
En un momento, las coformadoras tuvieron que ausentarse para una reunión, dejándonos a mi y a
mis compañeras, Tamara, Ester y Araceli a solas con ambos grupos. Nos desesperamos por
entretenerlos, jugamos con pelotas, leímos libros, pero entre ellos se alteraban, hasta que luego
Ester consiguió un títere y leyó un libro, logrando calmarlos el tiempo suficiente hasta el regreso
de las profesoras.
Una vez finalizadas la observación y la ayudantía, ya sabía lo suficiente para planificar. Pero la
coformadora no supo decirme qué contenido enseñar, por lo que recurrí a preguntarle a mi
profesora de área Analía, quien me asignó los puntos y líneas. Los contenidos se debían desarrollar
en un total de 3 clases de 60 minutos cada una.
Busqué toda la información que pude, consulté la bibliografía y conseguí un diseño curricular
actualizado del nivel inicial, escribí mi planificación e inventé un cuento, mi idea original era contar
sobre un niño que se aburrió de que su cuarto siempre fuera blanco y se decidió a decorarlo con
puntos y líneas. Pero desarrollé demasiado rápido el contenido y tuve que modificar mi
planificación con recomendaciones y consejos que mis profesoras, Analía y Macarena me
otorgaron. Acaté las sugerencias que creí eran mejor para el curso, ya que los niños no sabían usar
tijeras y la motricidad fina les costaba demasiado. Me resistí a usar masas, ya que me generaban
una reacción alérgica, así que opté por pinturas y fibrones, pegar formas en papel de líneas y
puntos. También agregué a un títere para que representara al niño del cuento, Pablito. Dividí las
clases para que la primera estuviera dedicada por completo a los puntos y la segunda a las líneas,
quedando la tercera para unir ambos contenidos. Añadí un juego de corporeidad para agregar
movimiento y diversión y una caja sorpresa para las líneas, todo con consejos de mis profesoras,
también mis clases se reprogramaron para que ocurrieran todas en la misma semana, lo que
ayudó muchísimo.
Las primeras 2 clases resultaron exitosas, en la primera, los niños se enamoraron de Pablito,
jugaban a peinarlo, le hacían preguntas, lo besaban y abrazaban. Mantenían el orden cuando
Pablito les pedía sentarse y respondían al instante que preguntaba sobre el contenido. Durante el
cuento, los niños pasaron a experimentar con el fibron en el afiche, tal y como Pablito había
hecho.
“Un día, Pablito miró su habitación, estaba completamente blanca, sin nada. - ¡Que
blanco está todo! ¡No hay nada! - Exclamó - ¡Quiero que todo esté lleno de puntos! –
Entonces, Pablito, sacó de su bolsillo un fibrón y una hoja, se sentó en el suelo y apoyó
el fibron, y comenzó a dibujar muchos puntos.”
Reían y festejaban cada que se formaba un nuevo punto. Posteriormente, en la actividad donde
experimentaban formando puntos de distintos tamaños, con tapitas, hisopos, pinceles, fibrones a
veces sus propios dedos estampados con pintura témpera. Luego de que acabaron, cada uno le
mostró orgulloso a Pablito su trabajo. Tengo que resaltar que mi compañera pedagógica, Ester, me
ayudó muchísimo con los recursos, limpiando y organizando luego de cada actividad.
La segunda clase, Pablito sorprendió a todos con una caja sorpresa, los niños gritaron de asombro,
desesperados por saber qué contenía. Pablito les dijo que se sentaran y esperaran, admito que fue
difícil convencerlos de quedarse sentados y quietos, la curiosidad era mucho más fuerte que la
obediencia, por esto, en algunas ocasiones la docente tuvo que interferir para llamarles la
atención, pero, en general, se comportaron. La caja contenía una “línea mágica” que se “rompía”
para las líneas oblicuas, una regla para las líneas rectas, una bandita elástica para las curvas, goma
eva e hilos de lana. Las líneas mágicas eran un regalo para los niños, quienes luego de jugar con
ellas, no entendieron que eran un regalo y se las regresaron a Pablito.
La actividad de esta clase consistió en pegar líneas de goma eva, marcar líneas oblicuas, verticales,
horizontales y curvas con fibrones y todo lo que tuviera la caja sorpresa de Pablito. Luego de
colgar todo, los niños volvieron a besar y peinar a Pablito, preguntándole cómo estaba, si tenía
frío, si le gustaba cantar, bailar, si le gustaba el jardín. Pablito respondía animadamente a cada
uno, jugando con ellos.
La tercera clase comenzó tranquila, los niños jugaron a volverse puntos haciéndose una bolita,
luego se estiraban como líneas, agitaban los brazos, se arrojaban al suelo fingiendo serlo, luego
buscaron por las aulas las líneas. Señalaron el techo, el piso, las ventanas, las sillas, los muebles,
todo lo que a sus ojos eran líneas, y lo repitieron, pero con puntos. Luego, con confusiones,
dificultades, realizaron la actividad, que consistía en formar un sol con líneas y puntos, siguiendo
una hoja con un circulo plasmado, que luego la coformadora me aclaró que las fotocopias no
estaban permitidas. Fue una enseñanza más, también aprendí a ir entregando los materiales
despacio, sino los niños se confunden, aunque uno de ellos logró realizar un sol en muy poco
tiempo. Aprendí mucho ese día, y estoy segura que le servirá para cuando esté trabajando. Hice
que Pablito se despidiera de ellos, diciéndoles que se “iba de vacaciones” y los iba a extrañar, los
alumnos inmediatamente lo llenaron de besos y abrazos y le desearon suerte, mientras comían los
caramelos de la bolsita que les había obsequiado como último día. Durante las clases, del aula
vecina se pasaba cada tanto un niño llamado Emir, éste tenía autismo, pero siempre caminaba y se
paseaba por el aula, incluso llegó a jugar con Agostina en un momento.
Al acabar mis prácticas en jardín, ayudé a mi pareja pedagógica con las suyas. Los niños seguían
preguntando sobre Pablito, pensaban que les seguiría enseñando, así que les explicamos que
ahora mi compañera se encargaría de darles clases.
El último día, mi compañera Ester unió su clase con la de Araceli. Hicieron una experiencia de
burbujas en el patio, soplando hacia una hoja para dejar marcados los colores amarillo, azul y rojo.
A Emir le molestó la música, y me tomo de la mano y me llevó para que lo hamacara, lo vigilé unos
minutos antes de que su docente fuera a buscarlo.
Antes de irnos, todos los niños nos dieron un fuerte abrazo y muchos besos a Ester y a mí, y uno
de ellos nos obsequió un chocolate que luego pidió de regreso y se comió.
Así finalizó la primera etapa de las prácticas. Descubrí un mundo nuevo, mi percepción sobre los
niños cambió, de buena forma, aunque acabé contagiada ya que varios estaban enfermos y me
abrazaron y besaron.
Nivel Primario- Segundo Ciclo
La segunda etapa fue en primaria. Ya nos habían comunicado que también practicaríamos ahí, por
lo que nos pusimos a estudiar el diseño, los NAP, los contenidos para desarrollar. Luego de leer y
repasar todo, nos comunicaron el nuevo cronograma, esta vez, la escuela era Nº15 “Fray Justo
Santa María de Oro”. Un día antes de la observación.
Nos apresuramos a prepararlo todo, buscar las planillas de asistencia, repasar la bibliografía, y
hacer planes para ir en el horario señalado. Nuestro coformador fue Barrios Neri, y nuestra aula,
5º A. Comenzando el 13 de septiembre con la observación y el 20 la ayudantía.
Al llegar a la institución, consultamos en dirección la ubicación, nos señalaron la del frente, que
después resultó que era la de al lado, el coformador nos recibió y presentó delante de toda la
clase, alrededor de 10 a 12 alumnos, que luego agregarían uno más. Saludamos y nos ubicamos al
fondo para tomar anotaciones sobre el comportamiento de cada alumno. Ese día, se hallaban
trabajando en un proyecto de pintar remeras de algodón personalizadas para ellos mismos,
usando acrílicos. Pudimos ver que el profesor intervenía activamente con todos, aconsejando,
emparejando los trazos, recomendando colores… Ese día también asignó una actividad aparte
para los alumnos que no habían llevado su remera, la consigna era trabajar el figura fondo usando
sus manos como figura, dividiendo una hoja en 3 secciones, cada una tenía una parte de la mano,
y el fondo debía ser complejo.
La ayudantía consistió en ayudar a los alumnos a pintar, el coformador nos recomendó llevar
acrílicos de colores llamativos, por mi parte, elegí verde manzana, magenta, y lila, las alumnas
usaron bastante el magenta.
Me quedé ayudando a una de las chicas con su remera, recuerdo que trataba de pintar unos
globos de color lila, ella era muy callada y cuidadosa al pintar.
Una vez acabadas la ayudantía y la observación, el coformador nos asignó los contenidos. Debía
realizar un repaso sobre los colores cálidos y fríos, y mi compañera los valores. Me llevó tiempo
pensar en alguna actividad que se pudiera realizar en 30 minutos, tuve muchas dificultades a la
hora de escribir la planificación, muchas correcciones a las actividades, la redacción, la
fundamentación me costó bastante, el plazo en que se realizó la entrega y revisión fue muy corto,
siendo negligencia mía, pero finalmente la planificación se aprobó, con muchas modificaciones, y
se firmó.
Consulté a mi profesora de área disciplinar si podía permitir que los alumnos trabajaran sólo con
pintura, ya que el mosaiquismo recibió un gran rechazo, ella aceptó. Busqué más recursos visuales,
mejore el inicio, reuní más materiales y la siguiente semana regresé, decidida a que ésta vez la
clase diera resultados satisfactorios, tomando cada sugerencia, recomendación y todo lo que me
sirviera, y siguiéndolos al pie de la letra.
La segunda clase fue, sin dudas, mucho mejor que la anterior, a pesar de la ausencia del
coformador. Se logró acabar el trabajo de la clase anterior, los alumnos disfrutaron de pintar, lo
sorprendente fue que el grupo más hablador fue el primero en acabar, y su resultado el más
prolijo. Pregunté qué obra era la que estaban completando, ellos respondieron al momento, fui
apurándolos para que acabaran, el modelo terminado ayudó bastante a despejar dudas. La clase
terminó a tiempo para un cierre satisfactorio y las obras fueron guardadas.
La tercera clase consistió en afianzar el contenido, esta vez con una obra de producción individual
y propia. La actividad era realizar una figura en colores cálidos y el fondo en colores fríos. Los
alumnos ya conocían el figura fondo, todos, exceptuando uno, entendieron la consigna. Antony se
negó a trabajar, pero Ester logró convencerlo, mientras yo recorría los bancos observando el
progreso. Me sentí más tranquila en esa clase, a pesar de que el coformador me recomendó que la
próxima vez debía ser más clara al dictar la actividad, consejo que seguiré al pie de la letra la
próxima vez.
En esta clase, recibimos un alumno nuevo, Ester pidió un aplauso para recibirlo, lo cual lo
avergonzó, pero luego de preguntarle sobre sus conocimientos, ya conocía los colores cálidos y
fríos.
Una vez pasó el tiempo, la clase tuvo un cierre, todos mostraron su progreso, si bien algunos no
llegaron a acabar, la consigna quedó clara para la mayoría.
Aún tengo mucho que aprender, mucho por leer y mucho por hacer. Es una experiencia
completamente nueva, el interactuar con chicos de un rango de edad de 10 a 12 años, aprender a
dirigirme a ellos. Tengo que mejorar mi redacción, aprender a moverme con el diseño, con el cual
sigo teniendo muchas dificultades, cubrir cada cosa que pueda salir mal y mantener la creatividad.
Me costará, pero sé que lo lograré, dejaré atrás los prejuicios, me esforzare y con ello lograré
mejorar en cada ocasión, para así poder finalmente formarme.
Tengo que agregar que el 7 de noviembre fuimos nuevamente convocados a participar de una
jornada, primero con niños de nivel inicial, luego, primer grado de primaria. Fue un día de mucho
calor, recordé llevar una gorra y una botella de agua. El viento era desagradable, caliente, y a
menudo arrojaba todo lo que estaba sobre las mesas. Sin embargo, los niños disfrutaron pintando
a su gusto y jugando con masas, las cuales se derretían debido a la temperatura, y algunas obras
se mojaron al caerse los vasos por el viento, agregando que la pintura se acabó poco antes de
acabar la jornada. A pesar de todo, finalizamos el encuentro y repartimos las hojas y esculturas
con masa.
Fue un año cargado de esfuerzos, trabajo, leer una y mil veces el mismo texto hasta comprenderlo,
estudiar mucho, pues, en un futuro, estaré enseñando a los alumnos contenidos cuya importancia
es enorme, sé que lo lograré, aún me falta mucha práctica, pero sé que podré finalmente alcanzar
mis metas.