Del Río Labarthe - La Etapa Intermedia PDF
Del Río Labarthe - La Etapa Intermedia PDF
Del Río Labarthe - La Etapa Intermedia PDF
LA ETAPA
INTERMEDIA
INSTITUTO
P ACÍFICO
INSTITUTO
PACÍFICO
LA ETAPA INTERMEDIA
Autor:
© Gonzalo del Río Labarthe, 2021
A mis gabrieles
5
Primera parte
Cuestiones generales
PRÓLOGO
II
7
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
III
8
Prólogo
9
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
10
Prólogo
11
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
IV
Esta obra, por todo lo expuesto y por lo que el lector advertirá de su lectura
—fácil y amena—, constituye una de las monografías básicas, de imprescindi-
ble lectura, del nuevo proceso penal. Con ello, el autor demuestra que su paso
por la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Universidad de Alicante fue
fructífero —en algo hemos tenido que ver José María Asencio Mellado y el
suscrito—. El jurista, el práctico y el estudiante de Derecho encontrarán en este
libro una guía sólida para entender los alcances de la etapa intermedia y, de paso,
las líneas maestras del nuevo Código Procesal Penal. No me queda sino felicitar
a su autor y exhortarlo a que continúe con el análisis del nuevo proceso penal,
tan necesitado de comentarios inteligentes y serios.
Lima, abril del 2010
César Eugenio San Martín Castro
Profesor principal de Derecho Procesal
Juez supremo titular
12
Desde ahora debéis comprender que la llamada
absolución del imputado es la quiebra del proceso
penal: un proceso penal que se resuelve con una
tal sentencia, es un proceso que no debiera ha-
berse hecho, y el proceso penal es como un fusil
que muchas veces se encasilla cuando no suelta el
tiro por la culata.
Francesco Carnelutti
Cómo se hace un proceso*
INTRODUCCIÓN
15
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
16
Primera parte
Cuestiones generales
Prólogo............................................................................................................................................................. 7
Introducción.................................................................................................................................................... 15
CAPÍTULO I
DE LA INSTRUCCIÓN JUDICIAL A
LA INVESTIGACIÓN PREPARATORIA
CAPÍTULO II
LA ETAPA INTERMEDIA
CUESTIONES GENERALES
I. Concepto................................................................................................................................................ 47
II. Fines........................................................................................................................................................ 48
III. Competencia......................................................................................................................................... 55
IV. La acción civil y la etapa intermedia................................................................................................ 59
1. La naturaleza de la acción civil en el proceso penal............................................................ 59
2 . El ejercicio de la acción civil en la etapa intermedia............................................................ 65
17
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
CAPÍTULO III
EL SOBRESEIMIENTO
I. Concepto................................................................................................................................................ 77
II. Presupuestos........................................................................................................................................ 77
1. El hecho objeto de la causa no se realizó o no puede atribuírsele al imputado............. 78
2. El hecho imputado no es típico o concurre una causa de justificación o de
inculpabilidad o de no punibilidad........................................................................................... 78
3. La acción penal se ha extinguido............................................................................................ 80
4. No existe razonablemente la posibilidad de incorporar nuevos datos a la investiga-
ción y no hay elementos de convicción suficientes para solicitar fundadamente el
enjuiciamiento del imputado.................................................................................................... 85
III. La audiencia de control de sobreseimiento.................................................................................... 88
IV. Pronunciamiento.................................................................................................................................. 92
1. El auto de sobreseimiento......................................................................................................... 94
1.1. Efectos................................................................................................................................. 95
1.2. Clases.................................................................................................................................. 98
1.2.1. Total y parcial......................................................................................................... 98
1.2.2. Adiós al sobreseimiento provisional.................................................................. 99
2. “Procedimiento para forzar la acusación”............................................................................. 101
3. Investigación suplementaria.................................................................................................... 113
4. El orden del debate y el pronunciamiento.............................................................................. 119
V. Impugnación......................................................................................................................................... 120
VI. Algunos apuntes sobre la participación de la víctima en la audiencia de control de
sobreseimiento..................................................................................................................................... 128
CAPÍTULO IV
LA ACUSACIÓN
I. Concepto................................................................................................................................................ 131
II. Requisitos.............................................................................................................................................. 134
1. Básicos.......................................................................................................................................... 134
1.1. Los datos que sirvan para identificar al imputado..................................................... 135
1.2 La relación clara y precisa de los hechos que se atribuyen al imputado (cir-
cunstancias precedentes, concomitantes y posteriores). En caso de contener
varios hechos independientes, la separación y el detalle de cada uno de ellos... 136
1.3. Los elementos de convicción que fundamenten el requerimiento acusatorio..... 138
1.4. La participación que se atribuya al imputado............................................................. 139
1.5. La relación de las circunstancias modificatorias de la responsabilidad penal
que concurran.................................................................................................................... 139
1.6. El artículo de la ley penal que tipifique el hecho, así como la cuantía de la pena
que se solicite..................................................................................................................... 140
18
Tabla de contenido
Bibliografía....................................................................................................................................................... 215
19
CAPÍTULO I
DE LA INSTRUCCIÓN JUDICIAL A
LA INVESTIGACIÓN PREPARATORIA
Capítulo I
De la instrucción judicial a la investigación preparatoria
23
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
2 El art. 1 del D. Leg. N.º 124 establece lo siguiente: “Los jueces de primera instancia en lo
penal conocerán en juicio sumario y sentenciarán con arreglo al presente decreto legislativo
[...]”.
24
Capítulo I
De la instrucción judicial a la investigación preparatoria
punto el ideal de justicia que es posible sostener que el método llevado a cabo
por un juez que reúne las funciones de instruir y juzgar no es, en sentido estricto,
un proceso; como mucho, será un procedimiento para llevar a cabo la aplicación
del derecho penal.
Significó, pues, el evidente “retroceso” de un sistema mixto a otro neta-
mente inquisitivo3. Porque es indudable que, si una misma persona reúne las
funciones de instrucción y juzgamiento, ello afecta la imparcialidad judicial.
Un juez que lidera una investigación en la que su función consiste en reunir los
elementos de prueba que permitan esclarecer el delito y preparar el juicio oral es
uno que se encuentra “contaminado” por su labor instructora (de ahí la expresión
con la cual se le designa: “juez contaminado” o prevenido).
Existe el riesgo de que su voluntad se encuentre viciada por la función que
realiza y de que la decisión se vea prejuzgada por la motivación que puede ejercer
en él la necesidad de preservar el éxito de su labor investigadora. Por esta razón,
el proceso sumario regulado por el D. Leg. N.° 124 debe ser calificado como
inconstitucional, al constituir una expresa renuncia a la garantía del principio
acusatorio (violación del debido proceso).
Por lo tanto, la reforma procesal penal tuvo entre sus principales motivacio-
nes la de evitar el mantenimiento de esta situación. En esta línea, asignó una clara
división de roles que impidiera el ejercicio de una incompatibilidad de funciones
que desnaturalizara la propia esencia del proceso penal.
Pero esta no es, evidentemente, la única razón ni es posible advertir aquí
todas —ni siquiera las principales— motivaciones de la reforma. Sí es importante
mencionar otras dos razones cruciales y estrechamente relacionadas con el tema
que nos ocupa. Probablemente, otra de las características inquisitivas más claras
del Código de Procedimientos Penales —esta vez sí una característica que estuvo
desde su origen y no se introdujo a través de una reforma— fue el desconoci-
miento de la función preparatoria de la etapa de investigación.
3 Hernández Rodríguez sostiene que el proceso sumario creado por el D. Leg. N.º 124, al
acumular las funciones de instrucción y juzgamiento, crea un proceso netamente inquisitivo
que no garantiza en nada la imparcialidad judicial. Vid. Hernández Rodríguez, Carlos,
“El juez de la investigación preparatoria”, en AA. VV., Comentarios al nuevo Código Procesal
Penal, Lima: Ara Editores, 2009, p. 424.
25
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
4 San Martín Castro, César, Derecho procesal penal, Lima: Grijley, 2002, p. 439.
5 Binder, Alberto, Introducción al derecho procesal penal, Buenos Aires: Ad-Hoc, 1993, p. 217.
Este autor sostiene, además, que ello comporta que las sentencias se basen casi exclusivamen-
te en el sumario, lo que significa “prescindir del juicio previo”, por tanto, “dictar sentencias
inconstitucionales”.
26
Capítulo I
De la instrucción judicial a la investigación preparatoria
6 Sí existen excepciones, clara muestra de ello son la prueba anticipada (art. 242 del nuevo
CPP) y la preconstituida.
27
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
7 Gimeno Sendra, seguido por muchos otros autores, ha liderado la postura a favor de la
figura del fiscal investigador (o instructor). Véase Gimeno Sendra, Vicente, “La necesaria
e inaplazable reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal”, en La Ley, Madrid: 25 de
septiembre del 2002. La posición contraria ha sido defendida, entre otros, por De la Oliva
Santos y Montero Aroca. Véase De la Oliva Santos, Andrés, Jueces imparciales, fiscales
investigadores y una nueva reforma para la vieja crisis de la justicia penal, Barcelona: PPU,
1998; y Montero Aroca, Juan, Proceso penal y libertad. Ensayo polémico sobre el nuevo proce-
so penal, Navarra: Civitas, 2008, p. 145 y ss. En una de las críticas más sólidas a la figura del
fiscal instructor, Armenta Deu señala lo siguiente: “[E]l verdadero peligro para las garantías
constitucionales del ciudadano subyace en el equilibrio entre la instrucción y la acusación,
más que en la separación entre acusación y juicio, así como en la protección de los derechos
del acusado, de manera que el órgano acusador no pueda adoptar determinadas medidas que
arrojen una carga excesiva de parcialidad, poniendo de relieve la falta de distanciamiento psi-
cológico de quien habiendo conducido la investigación debe luego sostener la acusación. El
peligro surge en tal caso porque los rasgos inquisitorios se trasladan al fiscal corriendo el ries-
go de arbitrariedades en la investigación y de invasión indebida de la vida privada”. Armenta
Deu, Teresa, “Juicio de acusación, imparcialidad del acusador y derecho de defensa”, en Ius
et Praxis, año XIII, n.º 2, Talca: 2007, p. 102. Recuperado de <https://bit.ly/3dpfCtp>. Una
versión diametralmente opuesta es la defendida por Botero Cardona, para quien “resulta
natural que la parte que formula y sostiene la acusación asuma —también— la dirección
de las investigaciones”. Botero Cardona, Martín E., El sistema procesal penal acusatorio. El
justo proceso. Estructura y funcionamiento, Lima: Ara Editores, 2009, p. 258.
8 El art. iv.l del título preliminar del nuevo CPP establece lo siguiente: “El Ministerio Público
es titular del ejercicio público de la acción penal en los delitos y tiene el deber de la carga de
la prueba. Asume la conducción de la investigación desde el inicio”.
9 Schünemann, Bernd, La reforma del proceso penal, Madrid: Dykinson, 2005, pp. 75 y 76.
28
Capítulo I
De la instrucción judicial a la investigación preparatoria
Esta postura es interesante porque ubica una de las problemáticas más cla-
ras de la figura del juez instructor. Un importante sector de la doctrina española
defiende la concepción del juez instructor, partiendo de la idea de que tal figura
no tiene por qué afectar la imparcialidad del juzgador, ni el principio acusatorio,
ni, en su caso, la estructura del proceso, si es que el diseño procesal establece,
claramente, que el juez encargado de la instrucción no pueda luego juzgar10.
Por lo tanto, se admite la figura siempre que la fase de juzgamiento sea
asignada a otro juez o tribunal que no haya participado en la investigación previa.
Y el análisis de esta posición —aun cuando no se comparta— es indispensable,
porque demuestra que la asignación de la investigación al Ministerio Público no
constituye necesariamente una respuesta del legislador destinada a consolidar la
separación de funciones (en tanto puede crearse un sistema, como el español, en
el que el juez de instrucción y el órgano encargado del juzgamiento sean entes
jurisdiccionales, pero distintos)11.
Sin embargo, es cierto que es indispensable, también, que las decisiones
vinculadas a la restricción de derechos fundamentales durante la investigación
preparatoria sean adoptadas por una persona distinta al órgano que dirige la in-
vestigación, porque en este caso también puede existir una “contaminación pro-
cesal” que afecte, en palabras de Schünemann, “la distancia valorativa necesaria
respecto de sus propias investigaciones”12 13.
10 Vid. De la Oliva Santos, Jueces imparciales, fiscales investigadores y una nueva reforma para
la vieja crisis de la justicia penal, ob. cit., p. 85 y ss.
11 Fuentes Soriano, quien es partidaria de una investigación a cargo del fiscal, señala que un
sistema de instrucción judicial puede ser tan acusatorio como otro de investigación fiscal, y
que la clave que permite la adecuación del sistema de enjuiciamiento —ya dividido en dos
fases que se otorgan a órganos diferentes— al modelo acusatorio reside en el valor procesal
que se otorgue a las diligencias de investigación. Fuentes Soriano, Olga, “El modelo acu-
satorio y el Ministerio Público”, en Cubas Villanueva, Víctor; Yolanda Doig Díaz y Fany
Quispe Farfán (coords.), El nuevo proceso penal. Estudios fundamentales, Lima: Palestra,
2005, p. 143.
12 Schünemann, La reforma del proceso penal, ob. cit., p. 76.
13 Dentro de las restricciones de derechos fundamentales que pueden adoptarse en el desarrollo
del proceso penal, el caso de la prisión preventiva es el más claro. Que el encargado de la
instrucción sea, a su vez, el responsable de determinar la necesidad de imponer una privación
cautelar de libertad, presenta muchos inconvenientes. Vid. Del Río Labarthe, Gonzalo, La
prisión preventiva en el nuevo Código Procesal Penal, Lima: Ara Editores, 2008, p. 76.
29
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
30
Capítulo I
De la instrucción judicial a la investigación preparatoria
2. La investigación preparatoria
Una vez que hemos analizado cuáles son las razones que motivaron al legis-
lador para optar por la figura del “fiscal investigador”, se debe analizar, de modo
muy general, cuál es la justificación, estructura y contenido de la investigación
preparatoria, y cuáles son las funciones que el nuevo CPP atribuye al Ministerio
Público y al juez de garantías.
Siguiendo a Montero Aroca, el proceso civil comienza cuando ante un
tribunal se presenta una demanda en la que una parte, el actor, formula una
pretensión contra otra, el demandado. La presentación de la demanda suele estar
precedida de una actividad preparatoria privada (realizada por el abogado del
futuro actor) en la que se recogen los materiales necesarios para, inicialmente,
decidir si es conveniente para el cliente que la demanda sea presentada y, después,
utilizar estos como fuentes de prueba con los cuales afrontar con éxito el proceso.
La situación es distinta en el proceso penal, sostiene Montero Aroca,
las leyes procesales penales de todos los países regulan la actividad preparatoria
del proceso penal y le atribuyen naturaleza pública (principios de oficialidad y
legalidad —necesidad procesal—), con lo que introducen un elemento desco-
nocido para el proceso civil. No se está frente a una actividad —la investigación
preparatoria— creada artificialmente, sino ante una que responde a necesidades
prácticas evidentes17.
En el nuevo Código Procesal Penal, el inicio de una investigación penal
es motivada por la existencia de una denuncia (art. 326 del nuevo CPP), por
31
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
18 Según el art. 334 del nuevo CPP, el fiscal puede declarar que “no procede formalizar y conti-
nuar la investigación” y ordenar el archivo definitivo de lo actuado, si “al calificar la denuncia” o
“después de haber realizado o dispuesto realizar diligencias preliminares” considera que el “he-
cho denunciado no constituye delito, no es justiciable penalmente o se presentan causas de extinción
previstas en la ley”. El art. 336 nuevo CPP, por su parte, ordena al fiscal disponer “la formaliza-
ción y la continuación de la investigación preparatoria”, “si de la denuncia, del informe policial
o de las diligencias preliminares que realizó aparecen indicios reveladores de la existencia de
un delito, que la acción penal no ha prescrito, que se ha individualizado al imputado y que,
si fuera el caso, se han satisfecho los requisitos de procedibilidad”. Es por esta razón que las
diligencias preliminares son una etapa de carácter contingente, no constituyen una fase por la
que obligatoriamente debe transitar el fiscal en el inicio de una investigación penal.
19 Oré Guardia, “El Ministerio Fiscal en el nuevo Código Procesal Penal peruano”, art. cit.,
p. 163.
20 El art. 122 del nuevo CPP establece que las disposiciones se dictan para decidir: a) el inicio,
la continuación o el archivo de las actuaciones; b) la conducción compulsiva de un imputa-
32
Capítulo I
De la instrucción judicial a la investigación preparatoria
que deban actuarse (art. 336.1 del nuevo CPP). Esto no es otra cosa que la
imputación formal, que reemplaza a la “formalización de la denuncia” y al “auto
apertorio de instrucción”, regulados en el anterior sistema procesal. Implica que el
imputado conozca la imputación mediante una disposición motivada que también
debe ser comunicada al juez de garantías.
La importancia de esta disposición para el desarrollo de este estudio radica
en uno de los efectos que le atribuye el art. 339 del nuevo CPP, a saber, que con
ella —a diferencia de lo que sucede en el marco de las diligencias preliminares—
el fiscal perderá la facultad de archivar la investigación sin intervención judicial.
Esto significa que la formalización de la investigación preparatoria es un requisito
previo indispensable para la aparición de la fase intermedia en el proceso común.
Además, es un acto imprescindible para la formación de la acusación fiscal, toda
vez que constituye una referencia obligada para establecer ciertos límites: cuáles son
los hechos y personas que pueden ser incluidos en ella (art. 349.2 del nuevo CPP).
La disposición de formalización constituye así el inicio de la investiga-
ción preparatoria propiamente dicha. Esta etapa cumple la función de reunir la
información que permita establecer si existe causa probable de responsabilidad
penal que permita emitir acusación o, en su caso, solicitar el archivamiento de
la causa21.
El nuevo CPP se aparta así del Código de Procedimientos Penales que,
como ya se advirtió, establecía como objeto de la instrucción reunir la prueba
de realización del delito, opción que desnaturalizaba —a través de la lectura
de actas— la realización de un proceso penal cuya legitimidad radica en una
resolución sobre el fondo cuyo soporte descanse, exclusivamente, en las pruebas
actuadas en el juicio.
Establece como función de la investigación preparatoria reunir los “elemen-
tos de convicción” que permitan al fiscal determinar la delictuosidad de la con-
ducta incriminada, las circunstancias y móviles de su perpetración, la identidad
del autor o partícipes y de la víctima, y la existencia del daño causado.
do, testigo o perito, cuando pese a ser emplazado debidamente durante la investigación no
cumple con asistir a las diligencias de investigación; c) la intervención de la policía a fin de
que realice actos de investigación; d) la aplicación del principio de oportunidad, y e) toda
otra actuación que requiera expresa motivación dispuesta por la ley.
21 Reyna Alfaro, Luis Miguel, La terminación anticipada en el Código Procesal Penal, Lima:
Jurista Editores, 2009, p. 37.
33
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
22 Montero Aroca, Proceso penal y libertad. Ensayo polémico sobre el nuevo proceso penal, ob.
cit., p. 105.
23 El art. iv.3 del título preliminar del nuevo CPP establece, a su vez, que los actos de investiga-
ción que practica el Ministerio Público o la Policía Nacional no tienen carácter jurisdiccional.
34
Capítulo I
De la instrucción judicial a la investigación preparatoria
35
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
copia simple de las actuaciones (arts. 138 y 324 del nuevo CPP). Ello posibilita
que, en la práctica, la defensa técnica sea mucho más solvente y específica que
en el modelo anterior.
Con relación al secreto de las actuaciones (art. 324 del nuevo CPP), este
solo puede darse en situaciones excepcionales de peligro para la investigación.
El fiscal debe motivar la disposición que ordene el secreto de una actuación o
documento específico —se supera la idea de “secreto genérico”— por un plazo
máximo de veinte días (que cuenta con una prórroga por igual plazo)25.
Respecto de la relación entre el Ministerio Público y la Policía, el Código
Adjetivo señala que el Ministerio Público es el órgano encargado de conducir y
controlar jurídicamente los actos de investigación que aquella realice (art. iv del
título preliminar del nuevo CPP). En el mismo sentido se expresa el art. 60 del
nuevo CPP cuando señala que la Policía Nacional está obligada a cumplir los
mandatos del Ministerio Público en el ámbito de su función.
Se intenta transmitir dos aspectos fundamentales de la reforma en el ámbito
de la dirección funcional del Ministerio Público sobre la Policía:
25 Fuentes Soriano cuestiona el hecho de que en el nuevo CPP (art. 324) el fiscal pueda de-
cretar el secreto de la investigación sin el concurso de un órgano jurisdiccional, en la medida
que se está ante la afectación del derecho fundamental a la defensa. Señala, incluso, que
resulta ilógico que sí se requiera la intervención judicial en la prórroga, porque la afectación
de derechos fundamentales “no es una cuestión de tiempo”. Fuentes Soriano, “El modelo
acusatorio y el Ministerio Público”, art. cit., p. 144.
26 Duce, Mauricio, “Reforma procesal penal y reconfiguración del Ministerio Público en
América Latina”, en Seminario Reforma Procesal Penal, Santiago de Chile: Jurídica Conosur,
2001.
36
Capítulo I
De la instrucción judicial a la investigación preparatoria
27 San Martín Castro sostiene que el nuevo modelo debe descartar la figura del “atestado
policial” (calificación jurídica de los hechos por la Policía) porque expresa una visión “auto-
nomista” de las averiguaciones policiales. Vid. San Martín Castro, Derecho procesal penal,
ob. cit., p. 452.
37
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
Por otro lado, es importante apuntar que la reforma del proceso penal
no se agota en el “destierro” de la figura del juez instructor con el propósito de
preservar la imparcialidad de las decisiones judiciales, sino que también procura
eliminar la fatal rigidez del sistema “judicialista” de instrucción, de modo que
rompa la mentalidad formalista y burocrática que caracteriza al sumario judicial y
que, por el concurso de un juez, tiende inevitablemente a convertirse en la dueña
del resultado del proceso, relegando a un plano secundario el enjuiciamiento28.
Uno de los grandes problemas de la instrucción judicial se percibe en la ten-
dencia a considerar que los actos de investigación son prueba por el solo hecho
de haber sido practicados ante un órgano jurisdiccional. Si bien es cierto que en
los últimos tiempos la doctrina jurisprudencial ha insistido en implementar la
contradicción también en la instrucción judicial, ni siquiera una “investigación
que permita el contradictorio” puede sustituir al juicio oral, única etapa que
garantiza la publicidad, el derecho de defensa, la concentración, la inmediación
y el principio acusatorio, garantías básicas de cualquier proceso penal moderno.
La nueva investigación preparatoria también debe afianzar el contradictorio
en sede preliminar, pero ello no debe ocurrir con el propósito de “reemplazar” al
juicio oral, sino con el único objetivo —fundamental para la cabal comprensión
de la etapa intermedia— de que el imputado también ostente la posibilidad de
reunir los elementos de descargo y contrarrestar los elementos de cargo a fin de
evitar el desarrollo del juicio.
Por otro lado, no hay que olvidar que la reforma actúa en dos vías paralelas
que procuran sintetizar un proceso que además de garantista debe ser eficaz. La
investigación fiscal no debe tener mayores ribetes de formalización “sacramental”,
debe ser dinámica y flexible y organizarse según las características del delito y la
complejidad de las actuaciones que demande su esclarecimiento inmediato. Esto
era imposible en una instrucción judicial, porque el juez se encontraba sometido
a reglas estrictas de competencia y normas estrictas de actuación funcional.
Probablemente, el caso más grave y palpable en el antiguo sistema se da en
el ámbito de las declaraciones del imputado y de la propia víctima. En algunos
casos, estas declaraciones se dan en sede policial, donde suelen ampliarse; en
sede fiscal; en sede judicial, donde suelen ampliarse, y en el juicio oral. Salvo
supuestos excepcionales de reproducibilidad, las declaraciones en el juicio oral
son obligatorias —si con ellas se pretende formar la sentencia—, pero declarar
28 Loc. cit.
38
Capítulo I
De la instrucción judicial a la investigación preparatoria
tres veces (¡o más!) en la etapa previa al juicio oral es, la mayoría de las veces, un
auténtico despropósito, un mero ritual.
Sobre todo porque en la mayoría de los supuestos no existe ninguna cone-
xión lógica entre las primeras declaraciones y sus sucedáneas. No se busca aclarar
ciertos hechos o descubrir algunas contradicciones o profundizar en nuevos
aspectos surgidos en la investigación con posterioridad a la declaración o decla-
raciones anteriores. No, se sigue el ritual, se ejerce a manera de “acto obligatorio”
sin importar lo que se ha dicho previamente. Las contradicciones suelen analizarse
recién en el juicio oral.
El nuevo Código Procesal Penal no “encorseta” al fiscal en su labor de
investigador. El art. 337.1 del nuevo CPP le permite realizar las diligencias de
investigación que considere pertinentes y útiles, dentro de los límites de la ley. El
art. 337.2 del nuevo CPP, siguiendo una línea coherente de flexibilización del
sistema, prohíbe la repetición de las diligencias preliminares.
Por esta razón, el art. 65.4 del nuevo CPP es de gran utilidad para compren-
der la “nueva dimensión” de la investigación penal. Este artículo establece que el
fiscal debe decidir la estrategia de investigación adecuada al caso. Debe programar
y coordinar el empleo de pautas, técnicas y medios indispensables para la eficacia
de la investigación.
Maier señala que es necesario “organizar” al Ministerio Público para
que pueda responder a la nueva “demanda” de persecución penal que plantea
la llamada criminalidad socioeconómica. Afirma que tal organización exige la
“desburocratización” de la Fiscalía, sobre todo en el sistema de asignación de
casos, de manera que pueda reunir equipos para la persecución, conforme a su
complejidad. También debe existir cierta posibilidad de elección de casos, de
manera que se destine más y mejores recursos a los más importantes y graves, y
que esa posibilidad de selección vaya acompañada de alternativas en la solución29
(oportunidad, proceso inmediato, colaboración eficaz, etc.)
No hay duda de que el diseño de la estrategia y de las pautas a seguir es
competencia exclusiva del fiscal. Esto permite empezar a buscar índices de eficacia
en la resolución de conflictos. Se debe superar el sistema anclado en la burocrati-
zación de una investigación que cumple formalmente con “revisar” todos los casos
en condiciones iguales, pero que al final del camino termina siendo una justicia
mucho más lenta, lo que involucra que la mayoría de los ciudadanos sometidos a
29 Maier, Julio, Antología. El proceso penal contemporáneo, Lima: Palestra, 2008, p. 503.
39
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
30 El nuevo Código Procesal Penal opta por la denominación “juez de la investigación prepa-
ratoria”, en lugar de la expresión “juez de garantías” utilizada en otros ordenamientos (es el
caso del nuevo Código Procesal Penal chileno). Sin embargo, estamos hablando de la misma
figura y en este trabajo utilizaremos indistintamente ambas denominaciones. Sí es importan-
te resaltar que la expresión juez de garantías es preferible, porque, además de ser juez de la
investigación preparatoria (art. 29.4 del nuevo CPP), también lo es de la etapa intermedia. Y
la diferencia entre una y otra, como se verá en este estudio, es muy clara en el nuevo Código
Procesal Penal. Incluso es el titular en la fase de ejecución penal.
40
Capítulo I
De la instrucción judicial a la investigación preparatoria
41
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
del procedimiento. También se asigna al juez los anticipos de prueba y las medidas
limitativas de derechos fundamentales (búsqueda de pruebas y restricción de dere-
chos y medidas cautelares personales y patrimoniales —medidas de coerción—).
El juez de garantías cumple así, en la investigación preparatoria, una fun-
ción de control, que no busca definir o determinar la labor del fiscal, sino más
bien cautelar que dicho rol se ejerza respetando los derechos fundamentales del
imputado y las garantías que asisten a la víctima33. Por esta razón, se le califica
como un “contrapeso” de la actuación del Ministerio Público34.
Además, en tanto la investigación se encuentra asignada al Ministerio
Público, el juez de garantías se ubica en una posición supra partes y, por regla
general, actúa cuando media solicitud de alguna de ellas. Es por esta razón que el
art. 323 del nuevo CPP menciona expresamente que los actos procesales que el
Código Adjetivo autoriza al juez de la investigación preparatoria se producen “a
requerimiento del fiscal o a solicitud de las demás partes” (principio rogatorio).
Esto es una clara expresión del principio acusatorio, el juez no actúa de
oficio (¿por qué iba a hacerlo, si ya no es el responsable de la investigación?),
tutela los derechos de las partes siempre que se le convoque para tal fin. Y, lo que
es más importante, la necesidad del requerimiento o solicitud previa obliga al
juez de garantías a tomar una decisión solo luego de un debate contradictorio.
La audiencia no es una exclusividad del ejercicio de la acción penal (acu-
sación), se encuentra presente en todas aquellas decisiones interlocutorias que
configuren una limitación de derechos fundamentales, la actuación (anticipada)
de una prueba o cualquier otra decisión crucial para el desarrollo del procedi-
miento (cuando se solicita un ejercicio de tutela de una garantía procesal; v. gr.:
cumplimiento de plazos, admisión de pruebas, acceso a la carpeta fiscal).
Todas estas decisiones, por su trascendencia, deben regirse por los principios
de oralidad, inmediación y contradicción. El juez debe tomar una decisión, pero
debe hacerlo luego de un debate oral, por la sencilla razón de que esa es la mejor
manera que tiene el ser humano de minimizar sus errores.
33 Oré Guardia, “El Ministerio Fiscal en el nuevo Código Procesal Penal peruano”, art. cit.,
p. 170.
34 Gálvez Villegas, Tomás; William Rabanal Palacios y Hamilton Castro Trigoso, El
Código Procesal Penal. Comentarios descriptivos, explicativos y críticos, Lima: Jurista Editores,
2008, p. 657.
42
Capítulo I
De la instrucción judicial a la investigación preparatoria
35 El art. 323 del nuevo CPP utiliza las expresiones requerimiento y solicitud porque cada una
de ellas hace referencia a un impulso procesal realizado por sujetos distintos. De acuerdo al
art. 121 del nuevo CPP, los requerimientos los formula el fiscal para dirigirse a la autoridad
judicial solicitando la realización de un acto procesal específico. El término solicitud se re-
serva para los casos en los que el petitorio de realización de un acto procesal se encuentra a
cargo de las demás partes (imputado, actor civil, agraviado, tercero, etc.).
43
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
técnicos; necesita realizar gestiones de carácter procesal fuera del país, o revisar la
gestión de personas jurídicas o entidades del Estado.
Por su parte, el art. 343 del nuevo CPP establece que el fiscal dará por con-
cluida la investigación preparatoria cuando considere que ha cumplido con su
objeto, aun cuando no hubiere vencido el plazo (art. 343.1 del nuevo CPP). Tal
como se advirtió anteriormente, esta norma busca la desburocratización de la in-
vestigación y refuerza la idea de que tiene un carácter esencialmente instrumental.
El fiscal no solo está obligado a disponer la conclusión de la investigación
preparatoria por el cumplimiento del plazo o de su objeto, las partes también
pueden solicitar al juez de la investigación preparatoria su conclusión en lo que
se conoce como “control del plazo”. Para tal fin, el juez, siempre luego de la
solicitud, debe citar al fiscal y a las demás partes a una “audiencia de control del
plazo” y, luego de revisar las actuaciones y escuchar a las partes, debe dictar la
resolución que corresponda (art. 343.2 del nuevo CPP).
Puede ordenar la continuación de la investigación, si considera que no ha
vencido el plazo, u ordenar la conclusión de la investigación, cuando sí haya
vencido. En el plazo de 10 días, el fiscal deberá pronunciarse solicitando el so-
breseimiento o formulando acusación, según corresponda. Su incumplimiento
acarrea responsabilidad disciplinaria (art. 343.3 del nuevo CPP).
44
CAPÍTULO II
LA ETAPA INTERMEDIA
CUESTIONES GENERALES
Capítulo II
La etapa intermedia cuestiones generales
I. CONCEPTO
Puede decirse que la discusión vinculada a la existencia o inexistencia de la
etapa intermedia se encuentra superada con la sistematización del nuevo Código
Procesal Penal, que no solo la regula —en la sección ii, del libro tercero, “El
proceso común” (art. 344 y ss.)—, sino que expresamente le otorga tal denomi-
nación1.
Desde una perspectiva estrictamente formal, la etapa intermedia es la fase
o periodo que se ubica entre la conclusión de la investigación preparatoria y la
apertura del juicio oral.
Ha sido calificada por la doctrina como “bifronte”, porque, por un lado,
mira a la investigación para resolver sobre su correcta clausura y, por otro, a la fase
de juicio oral, para determinar si esta debe desarrollarse2.
Ambas premisas indican que estamos frente a un conjunto de actuaciones
procesales que constituyen un auténtico “filtro”, la etapa intermedia cumple una
función de revisión e integración del material instructor3. Funge de “puente” entre
la investigación preparatoria y el juicio oral, y tiene por finalidad la viabilidad del
juzgamiento y su contraparte: la cesación de la persecución penal4.
1 El Código Procesal Penal de Costa Rica de 1996 también regula expresamente esta fase, a
la que denomina “procedimiento intermedio” (art. 310 y ss.). El Código Procesal Penal de
Honduras del 2000 la denomina “etapa intermedia”, pero solo incluye la audiencia preliminar
de control de la acusación y el “auto apertorio a juicio” (art. 300 y ss.); no incluye el sobresei-
miento ni la acusación (requerimiento fiscal), a los que ubica en la “etapa preparatoria”.
2 Armenta Deu, Teresa, Lecciones de derecho procesal penal, 3.ª ed., Madrid: Marcial Pons,
2007, p. 209.
3 San Martín sostiene que la etapa intermedia está destinada a calificar la investigación pre-
paratoria. San Martín Castro, César, “Introducción general al estudio del nuevo Código
Procesal Penal”, en Cubas Villanueva, Víctor; Yolanda Doig Díaz y Fany Quispe Farfán
(coords.), El nuevo proceso penal. Estudios fundamentales, Lima: Palestra, 2005, p. 37.
4 Peña Cabrera Freyre, Alonso R., “La etapa intermedia en el Código Procesal Penal del
2004. Las funciones del Ministerio Público y el juez de la investigación preparatoria”, en
Actualidad Jurídica, n.° 157, Lima: diciembre del 2006, p. 133.
47
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
II. FINES
San Martín Castro sostiene que la etapa intermedia tiene dos grandes
funciones: una principal y otra accesoria o secundaria. Por un lado, su función
principal consiste en “el examen de la fundamentación fáctica y jurídica del re-
querimiento fiscal y de los presupuestos de admisibilidad del juicio oral; revisa
por tanto el material instructorio para decidir si debe enjuiciarse a una persona
o, en su caso, sobreseer la causa”. Por otro lado, cumple una “función contin-
5 Ormazábal Sánchez, Guillermo, El periodo intermedio del proceso penal, Madrid: McGraw-
Hill, 1997, p. 2.
6 V Pleno Jurisdiccional de las Salas Penales Permanente y Transitorias, Acuerdo
Plenario N.° 5-2008/CJ-116, Lima: 13 de noviembre del 2009, f. j. n.° 17. Recuperado de
<https://bit.ly/3x1MOyU>.
7 Binder, Alberto, Introducción al derecho procesal penal, Buenos Aires: Ad-Hoc, 1993, p. 223.
48
Capítulo II
La etapa intermedia cuestiones generales
8 San Martín Castro, César, Derecho procesal penal. Lecciones, Lima: INPECCP-Cenales,
2015, pp. 368 y 369.
9 Roxin, Claus, Derecho procesal penal, traducción de la 25.ª ed. alemana (1998) por Gabriela
E. Córdova y Daniel R. Pastor, Buenos Aires: Editores del Puerto, 2000, p. 347. La cursiva
es nuestra.
10 San Martín Castro, Derecho procesal penal. Lecciones, ob. cit., p. 370.
11 Peña Cabrera Freyre, “La etapa intermedia en el Código Procesal Penal del 2004. Las
funciones del Ministerio Público y el juez de la investigación preparatoria”, art. cit., p. 134.
12 De la Oliva Santos, Andrés; Sara Aragoneses Martínez; Rafael Hinojosa Segovia, Ju-
lio Muerza Esparza y José Antonio Tomé García, Derecho procesal penal, 6.ª ed., Madrid:
Ramón Areces, 2003.
13 Horvitz Lennon, María y Julián López Masle, Derecho procesal penal chileno, t. II, Santia-
go: Editorial Jurídica de Chile, 2002, p. 21.
49
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
14 Talavera Elguera, Pablo, Comentarios al nuevo Código Procesal Penal, Lima: Grijley, 2004,
p. 63.
15 Damaska, Mirjan, “Aspectos globales de la reforma del proceso penal”, en Reformas a la
justicia penal en las Américas, Washington: Fundación para el Debido Proceso Legal, 1998.
Recuperado de <https://bit.ly/3AaoLQc>.
16 El Código de Procedimientos Penales de 1940 reguló un proceso penal anclado en la tenden-
cia europea del siglo xix.
17 Maier, Julio B., Antología. El proceso penal contemporáneo, Lima: Palestra, 2008, p. 500.
50
Capítulo II
La etapa intermedia cuestiones generales
Sería iluso sostener que la reforma del proceso penal solo apunta a la con-
figuración de un proceso penal más garantista. Es cierto que el nuevo Código
Procesal Penal recoge la tendencia universal en materia de derechos humanos y
las garantías procesales penales que integran los tratados internacionales suscritos
por el Perú. Es un Código que intenta satisfacer las exigencias internacionales en
el ámbito de protección de los derechos del imputado en el curso de un proceso
penal. Pero también es cierto que se está ante una legislación procesal que incluye
como objetivos centrales la celeridad y la eficacia.
El nuevo Código Procesal Penal enfrenta la dura tarea de procurar una
síntesis que no presenta pocos problemas en el ámbito del desarrollo del derecho
procesal penal: ser un proceso más justo y, a su vez, más eficaz. Celeridad y justi-
cia, eficacia y garantía, no deben ser consideradas como antítesis.
Por esa razón, Roxin señala que en un Estado de derecho la regulación del
conflicto entre el ius puniendi y las libertades públicas “no es determinada a través
de la antítesis Estado-ciudadano, el Estado mismo está obligado por ambos fines:
aseguramiento del orden a través de la persecución penal y protección de la esfera
de libertad del ciudadano”18, y la etapa intermedia juega un rol fundamental en
el desarrollo de esa síntesis.
La etapa intermedia cumple, como se ha dicho, un rol decisivo frente
al imputado, porque otorga una posibilidad adicional de evitar la “pena del
banquillo”19. La investigación preparatoria tiene una naturaleza reservada que per-
mite proteger al imputado en el ámbito del derecho a la presunción de inocencia,
pero es imposible otorgarle tal cobertura en el desarrollo de un juicio oral, que
necesariamente debe ser público20. Y si bien se puede oponer a este argumento
el hecho de que muchas de las investigaciones penales —su existencia y conteni-
51
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
52
Capítulo II
La etapa intermedia cuestiones generales
Un proceso penal en el que la sola denuncia basta para que se someta a las
personas a un juicio público es uno que sirve más bien como un mecanismo de
persecución y descrédito de las personas antes que como un mecanismo institu-
cionalizado para resolver los conflictos penales26.
Por otro lado, la etapa intermedia también cumple el objetivo —central
para la eficacia del sistema— de racionalizar los recursos del Estado en pos de
una mayor flexibilización y celeridad en la administración de justicia. Sería un
error de cálculo fatal considerar que esta fase pervierte el sistema y convierte al
proceso en uno “más largo”27.
En efecto, un análisis “plano” de la duración de un proceso penal “con etapa
intermedia”, frente a otro “sin etapa intermedia” puede conducir a una conclusión
25 San Martín Castro, Derecho procesal penal. Lecciones, ob. cit., p. 370.
26 Binder, Introducción al derecho procesal penal, ob. cit., p. 224.
27 Cosa distinta es comprender que toda etapa del proceso penal debe ser analizada desde la ló-
gica de un plazo razonable. En la actualidad, la duración promedio de una etapa intermedia
en el proceso penal no resiste el menor análisis.
53
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
que privilegie la sustanciación de un proceso penal sin esta fase, aduciendo que,
en todo caso, las cuestiones de depuración del procedimiento y el juicio de la
acusación pueden resolverse en el juicio oral.
Pero es necesario comprender que el juicio oral es una de las etapas que
exige más concentración de recursos humanos y materiales, y que involucra una
importante cantidad de tiempo y esfuerzo para los sujetos procesales (sobre todo
si se analiza las horas/persona que acarrea esta fase por la cantidad de intervi-
nientes que deben actuar de manera concentrada). La creación de un filtro que
permita evitar la realización de juicios orales innecesarios no solo ahonda en la
protección de las garantías del imputado, sino que también es un importantísimo
factor para descongestionar los procesos, racionalizar los recursos y potenciar el
sistema.
Es muy importante concebir la etapa intermedia como una fase funda-
mental para el desenvolvimiento de la persecución penal y la propia defensa del
imputado. En la aplicación del nuevo Código Procesal Penal existe una tendencia,
probablemente innecesaria, de encorsetar la fase de investigación preparatoria con
excesiva rigurosidad: pretender “proteger” todas las actuaciones procesales de la
fase preliminar con una serie de garantías que, en muchos casos, devienen en un
proceso plagado de nulidades, lo que no necesariamente satisface las expectativas
del imputado.
La comprensión de un nuevo sistema procesal penal ágil, contradictorio,
garantista, concentrado y público exige trasladar a la sede de audiencia las prin-
cipales discusiones en torno a la viabilidad de la acusación penal y a la valoración
de la idoneidad de los medios de prueba que deberán ser actuados en el juicio
oral. Para eso existe la etapa intermedia, por lo que es inútil establecer un rigor
excesivo en una fase de investigación, cuyo único objetivo es el de preparar el
—posible— juicio.
Con esto no se quiere sostener que deba existir una flexibilización de las
garantías del imputado en la fase de investigación, esto no forma parte de la
propuesta, pero sí que es necesario dotar de valor a una fase —la intermedia—
que constituye el eje central para discutir los problemas principales vinculados
a la posibilidad de discutir el fondo del asunto en un juicio de carácter público.
La importancia jurídica que tiene este ámbito de discusión para los
litigantes, sobre todo en el caso del abogado defensor y del propio fiscal, es
mayúscula. Es la etapa donde el saneamiento procesal exige un muy fino
54
Capítulo II
La etapa intermedia cuestiones generales
III. COMPETENCIA
El nuevo Código Procesal Penal encarga la conducción de la etapa inter-
media al juez de la investigación preparatoria (art. 29.4 del nuevo CPP)28, con
lo cual instituye una importante diferencia con el Código de Procedimientos
Penales; en este, la fase intermedia —o lo que podía interpretarse como tal— era
competencia de la Sala Superior (antes Tribunal Correccional), que además era
la encargada del juzgamiento (en los procesos ordinarios)29.
Otorgar la competencia funcional de la etapa intermedia al mismo órgano
que debe decidir sobre la condena o absolución produce una “unificación” que,
a juicio de la doctrina, puede perjudicar la imparcialidad del órgano judicial,
porque las circunstancias que determinan el derecho de acusar no son las mismas
que las que puedan determinar la condena. Esto puede dar lugar a una “conta-
minación” de los magistrados integrantes del órgano jurisdiccional, porque una
misma persona —o un mismo ente colectivo— es la encargada de dictar la aper
tura del juicio oral y la que va a dictar la sentencia30.
Tampoco parece ideal la solución del ordenamiento procesal español, que
en el proceso abreviado (art. 780 de la LECrim) y en el proceso ante el Tribunal
de Jurado (art. 29 y ss. de la LOTJ) encarga la fase intermedia al juez de instruc-
ción. Es difícil que la persona encargada de la instrucción tenga la distancia valo-
rativa suficiente para evaluar la “correcta clausura” de esta etapa, sus presupuestos
formales o para valorar si existe o no base suficiente para acudir al juicio oral.
28 El Código Procesal Penal chileno del 2000 también encarga la etapa intermedia al juez de
garantías (art. 299 y ss.)
29 En el caso de los procesos sumarios, en realidad, no existe una etapa intermedia definida ni
“definible”.
30 Cortés Domínguez, Valentín y Víctor Moreno Catena, Derecho procesal penal, 2.ª ed.,
Valencia: Tirant Lo Blanch, 2005, p. 57. En contra, Rifá Soler, González y Riaño Brun,
quienes sostienen que resulta más adecuado asignar la etapa intermedia al órgano juzgador,
por cuanto se trata de una función decisora, más que instructora. Vid. Rifá Soler, José
María; Manuel Richard González e Iñaki Riaño Brun, Derecho procesal penal, Pamplona:
Gobierno de Navarra, 2006, p. 436.
55
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
31 Peña Cabrera Freyre sostiene: “[El encargado de la etapa intermedia] es un ‘juez de ga-
rantías’, no un ‘juez instructor’; al no dirigir la investigación preparatoria, no está en la posi-
bilidad de contaminarse con una dosis de subjetivismo”. Peña Cabrera Freyre, “La etapa
intermedia en el Código Procesal Penal del 2004. Las funciones del Ministerio Público y el
juez de la investigación preparatoria”, art. cit., p. 135.
32 Aquí nos ubicamos en un ejemplo en el que no existe una controversia con relación a los
hechos, sino a su interpretación jurídica, que es lo que se discute, por ejemplo, en el ámbito
de la excepción de improcedencia de acción. Más adelante, en el análisis del control de la
acusación, sostenemos que no es materialmente imposible discutir cuestiones vinculadas a la
antijuricidad, punibilidad o culpabilidad de la conducta, desde una perspectiva probatoria
56
Capítulo II
La etapa intermedia cuestiones generales
calificación jurídica. Es muy difícil, incluso cuando queda de por medio un juicio
oral, que el órgano encargado de la etapa intermedia no se encuentre seriamente
contaminado por su decisión previa.
En cambio, si se separan las funciones de conducción de la etapa intermedia
y la fase de juzgamiento, pareciera mucho más natural la posibilidad de que el
órgano unipersonal o colegiado admita la posición de la defensa al momento de
emitir sentencia. Porque el juicio oral no solo permite un debate fáctico apoya-
do en pruebas que intentan demostrar la existencia del hecho, sino también un
debate jurídico.
Es lógico que el encargado de sentenciar asumirá una decisión legitimada
por el hecho de que no “adelantó opinión” sobre un argumento central en el
caso. En consecuencia, la razón de asignar la etapa intermedia al juez de garantías
radica, fundamentalmente, en el propósito de preservar la imparcialidad judicial
del órgano encargado del juicio33.
Exactamente lo mismo ocurre con la audiencia de control de la acusación,
porque, de acuerdo con el art. 352.4 del nuevo CPP, el juez de la investigación
preparatoria puede y debe declarar el sobreseimiento de la causa en los supuestos
del art. 344.2 del nuevo CPP, esto es, en los supuestos de atipicidad, inculpabili-
dad, no punibilidad e, incluso, en los casos de insuficiencia probatoria patente. En
este caso también existe el riesgo de que la causal de sobreseimiento se discuta y
se rechace. Si esta función fuera encargada al mismo órgano, existiría un prejuicio
evidente respecto de una de las discusiones centrales del juicio oral.
En el caso de un “juez instructor”, que además conduce la etapa intermedia,
si bien no se presenta el peligro anterior, aparece otro no menos relevante. Un
ejemplo —entre muchos otros— puede ser el análisis de lo que sucede cuando
se considera que no existe, razonablemente, la posibilidad de incorporar nuevos
datos a la investigación y no hay elementos de convicción suficientes para solicitar
el enjuiciamiento (344.2.d del nuevo CPP).
Resulta cuando menos peligroso que el encargado de conducir la investi-
gación sea, a su vez, quien tiene el deber de controlarla y, en su caso, quien tiene
la posibilidad de determinar que esta ha sido insuficiente. Siendo una función
y, por tanto, controvertida. Son situaciones límite que pueden ocurrir y que tienen un trata-
miento específico en el ámbito del control sustancial.
33 Talavera Elguera, Comentarios al nuevo Código Procesal Penal, ob. cit., p. 60.
57
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
34 Sin embargo, debe quedar claro que con esta casuística no se agota el debate del análisis de
imparcialidad judicial, precisamente, porque hay que analizar su protección caso por caso.
Supuestos a los que se debe prestar particular atención son aquellos en los que el juez de
la investigación preparatoria resuelve procesos especiales como el de colaboración eficaz y
terminación anticipada (entre otros) antes de la etapa intermedia del proceso principal. La
homologación de un acuerdo (o lo que, en estricto, es la emisión de una sentencia contra
personas vinculadas al caso) es un claro ejemplo para evaluar si estas actuaciones pueden,
también, afectar la imparcialidad de un juez que debe pronunciarse sobre los criterios del
art. 344 del nuevo CPP, que en muchos casos pueden haber sido rechazados en resoluciones
anteriores de este tipo (piénsese en la atipicidad como ejemplo central, pero no el único).
Estos casos también son una oportunidad para aquella asignación rígida que realizamos —a
diferencia de Chile— de la competencia en los procesos, donde un mismo juez de investiga-
ción preparatoria resuelve todos los asuntos vinculados al caso.
58
Capítulo II
La etapa intermedia cuestiones generales
35 Asencio Mellado, José María, La acción civil en el proceso penal. El salvataje financiero,
Lima: Ara Editores, 2010, pp. 42 y 43.
59
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
36 Cortés Domínguez y Moreno Catena, Derecho procesal penal, ob. cit., p. 165.
37 Asencio Mellado, La acción civil en el proceso penal. El salvataje financiero, ob. cit., p. 44.
Sostiene, además, que un entendimiento erróneo de esta cuestión (derivado de una confu-
sión generalizada que tiene como origen el entender que la responsabilidad civil que se exige
en el proceso penal deriva de la comisión de un hecho delictivo -delito o falta-) es lo que ha
llevado a que, durante muchos años, en el derecho comparado, la resolución de la cuestión
civil se vinculara siempre a la emisión de una sentencia condenatoria (accesoriedad restrin-
gida), fenómeno superado -como luego se verá- por el art. 12.3 del nuevo CPP.
38 Ibid., pp. 45 y 46.
60
Capítulo II
La etapa intermedia cuestiones generales
39 La referencia más clara de este modelo es la LECr española. Recientemente, sigue esta pos-
tura el nuevo CPP chileno. En estos ordenamientos el particular puede constituirse en parte
acusadora y, en algunos casos, sustituir al Ministerio Público, pero no es esa la opción de
nuestro nuevo CPP.
40 Asencio Mellado, La acción civil en el proceso penal. El salvataje financiero, ob. cit., p. 48.
41 El art. 1 de la LOMP establece: “El Ministerio Público es el organismo autónomo del Estado
que tiene como funciones principales [...] la persecución del delito y la reparación civil”.
42 San Martín Castro, Derecho procesal penal, ob. cit., p. 342. San Martín Castro sostiene
esta postura en el ejercicio de una crítica a la posición de Castillo Alva, quien defiende la
idea de que solo habrá de fijarse la reparación civil si la víctima se constituye en actor o parte
civil, pues lo contrario implicaría, tácitamente, mantener el criterio de que la institución
procesal de la parte civil o bien tiene carácter prescindible (o lo que es más: no tiene razón
de ser) o bien su función no tiene como objetivo principal lograr la indemnización; situa-
ción que según este autor generaría una desigualdad de armas en el proceso, puesto que el
Ministerio Público y el actor civil actuarán de manera conjunta, mientras que el imputado
quedaría desprotegido. Castillo Alva, José Luis, Las consecuencias jurídico-económicas del
delito, Lima: Idemsa, 2001, p. 85.
61
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
43 Cortés Domínguez y Moreno Catena, Derecho procesal penal, ob. cit., p. 124.
44 San Martín Castro, Derecho procesal penal, ob. cit., p. 343.
62
Capítulo II
La etapa intermedia cuestiones generales
45 VII Pleno Jurisdiccional de las Salas Penales Permanente y Transitoria, Acuerdo Ple-
nario N.º 5-2011/CJ-116, Lima: 6 de diciembre del 2011, f. j. n.º 7. (La cursiva es nuestra).
46 Otra cosa es cómo llegue esa información al proceso penal. Pero lo cierto es que, frente a
ella, resulta absurdo que el fiscal insista en solicitar una pretensión de contenido civil. Si el
63
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
64
Capítulo II
La etapa intermedia cuestiones generales
que la acción civil sea enjuiciada en el proceso penal. Por otro lado, “la sentencia
que se dicte en el proceso penal ha de ser congruente con las peticiones de las
partes civiles, siendo de aplicación lo dispuesto en las leyes procesales civiles. Ni se
podrá condenar a más de lo pedido, ni a menos de lo resistido, ni a cosa distinta,
ni a sujeto no demandado”49.
49 Asencio Mellado, La acción civil en el proceso penal. El salvataje financiero, ob. cit., pp. 51
y 52.
50 Obviamente, este es un error de redacción. Luego de la sentencia absolutoria o el auto de so-
breseimiento no se puede calificar el hecho como “punible”, debió utilizarse la frase “acción
civil derivada del hecho objeto del proceso”.
51 El art. 124 del CPP de Guatemala tiene una disposición muy similar: “Sin embargo, después
del debate, la sentencia que absuelva al acusado o acoja una causa extintiva de la persecución
penal, deberá resolver también la cuestión civil válidamente introducida”.
52 Asencio Mellado, La acción civil en el proceso penal. El salvataje financiero, ob. cit., p. 47.
53 VII Pleno Jurisdiccional de las Salas Penales Permanente y Transitoria, Acuerdo
Plenario N.º 5-2011/CJ-116, Lima: 6 de diciembre del 2011, f. j. n.º 7.
65
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
54 Pérez Cebadera, María Ángeles, “Vida o muerte de la pretensión civil tras la absolución
penal por inexistencia del hecho: Estados Unidos y España”, en Gómez Colomer, Juan
Luis (coord.), Prueba y proceso penal, Valencia: Tirant Lo Blanch, 2008, pp. 275 y 276. Esta
autora desarrolla y cita la sentencia del Tribunal Supremo español de 28 de noviembre de
1992.
55 González-Cuéllar Serrano, Nicolás, Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Criminal y
otras leyes del proceso penal, vol. I, Valencia: Tirant Lo Blanch, 2004, p. 569.
66
Capítulo II
La etapa intermedia cuestiones generales
67
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
68
Capítulo II
La etapa intermedia cuestiones generales
El objeto del proceso penal —o, con más precisión, el hecho punible—
es fijado o delimitado por la fiscalía, a partir del cual se consolidan y
desarrollan los principios acusatorios y de contradicción. [Pero] [e]llo
no quiere decir […] que las demás partes no decidan en la determina-
ción o ámbito de la sentencia […] o que esta solo deba pronunciarse
con relación a los aspectos fijados por la acusación. El principio de
exhaustividad a su vez impone la obligación al juez de pronunciarse
sobre los alcances más relevantes de los hechos, de las pruebas y de
las pretensiones de las demás partes procesales o de la resistencia hecha
valer por el acusado, que es lo que se denomina objeto del debate. Esto
significa que el hecho punible se delimita en el juicio oral por el fiscal
o acusador, mientras que el acusado y las […] [partes civiles], si bien no
pueden alterar el objeto (penal) del proceso, sí pueden ampliar el objeto
del debate57. [La cursiva es nuestra].
Una vez que se abre el juicio oral, existe un debate procesal con un objeto
penal y, en su caso, un objeto civil, que se postulan en la audiencia y donde los
sujetos pasivos de cada pretensión mantienen o pueden mantener una posición
defensiva que satisface el derecho de defensa y la igualdad de armas procesales.
69
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
70
Capítulo II
La etapa intermedia cuestiones generales
Existe una clara omisión con relación al debate del objeto civil, de hecho,
solo se plantea la discusión del requerimiento fiscal; no se admite que pueda exis-
tir debate respecto a una pretensión introducida por un sujeto procesal distinto
al Ministerio Público.
Y el problema no es baladí ni la solución es sencilla, porque, en principio,
esta audiencia no admite la actuación probatoria, y es imposible emitir un pro-
nunciamiento civil si no se discute la pretensión de la misma naturaleza, sobre
todo si no es objeto de prueba. El daño ocasionado debe ser probado -en el
ejemplo, el incumplimiento contractual también- y ello exige, naturalmente, la
actuación de pruebas en un debate contradictorio.
Pero, además, deben diferenciarse las dos situaciones apuntadas: cuando el
actor civil está constituido y cuando no lo está. El primer caso es el más sencillo
de resolver porque la solicitud de archivo del fiscal puede incorporar, a su vez,
una pretensión civil que acaso puede ser debatida también en la audiencia de
control de sobreseimiento.
El problema radica en qué es lo que sucede cuando el perjudicado está cons-
tituido como actor civil. Como ya se dijo, en este caso el fiscal debe abstenerse de
emitir cualquier pronunciamiento con relación al objeto civil del proceso penal
(art. 11.1 del nuevo CPP). La pregunta entonces es cuál es la oportunidad del
actor civil para introducir su pretensión.
Al parecer, lo ideal hubiese sido que el nuevo Código Procesal Penal fije
una audiencia especial para discutir la responsabilidad civil luego de decretar el
sobreseimiento de la acción penal. Esto permitiría una actuación probatoria que
se centre en el objeto civil, debate al que además podría acudir el juez solo si
existiese la posibilidad de una condena civil.
Siguiendo este criterio, lo lógico hubiera sido que el nuevo Código Procesal
Penal otorgue un espacio al actor civil para introducir su pretensión, sin que ello
suponga “cuestionar” la solicitud de requerimiento propuesta por el fiscal. Es
por esta razón que existe el art. 12.3 del nuevo CPP, que permite al actor civil
satisfacer su pretensión, incluso, en aquel supuesto en el que el fiscal renuncie a
la persecución penal.
De hecho, también hubiese sido la solución ideal en el ámbito en el que
el encargado de solicitar la reparación es el propio fiscal que solicita el sobresei-
miento. En todos los casos se hubiera planteado una “audiencia especial” que
71
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
72
Capítulo II
La etapa intermedia cuestiones generales
73
CAPÍTULO III
EL SOBRESEIMIENTO
Capítulo III
El sobreseimiento
I. CONCEPTO
Una vez terminada la fase de investigación preparatoria, no siempre se ob-
tienen los datos suficientes para abrir el juicio oral con ciertas garantías de llevar
adelante un juzgamiento con un material suficiente para ello. Puede suceder que
la investigación haya deparado bastantes razones para estimar con certeza que el
hecho imputado no ha existido como tal, que este aun existiendo no es típico,
no es punible, o que el imputado no es su autor (recuérdese que el fiscal también
está obligado a obtener elementos de descargo). En estos casos es evidente que lo
procedente es no formular acusación y no entrar en el juicio oral. Se debe dictar
un auto de sobreseimiento, cuyo objeto es poner fin en forma definitiva al pro-
ceso, sin necesidad de pronunciar una sentencia sobre el fondo1.
El sobreseimiento libre es la resolución “opuesta” al auto de enjuiciamiento,
reviste forma de auto y pone fin, de forma definitiva, al proceso penal. Es una
negación anticipada del derecho de penar del Estado o, dicho en otras palabras,
una declaración judicial de que no es posible abrir juicio oral porque de antemano
sabemos que por unas u otras causas no es posible sostener que existe el derecho
previo de acusar2.
Encuentra su justificación en la evitación de la paralización o pendencia
indefinida del proceso, de tal modo que el auto de sobreseimiento se dicta para
poner término o dejar cerrada la investigación en los casos en los que no es posible
pasar a la fase de juicio oral3.
II. PRESUPUESTOS
El sobreseimiento, según el art. 344 del nuevo CPP, procede en los siguien-
tes casos:
1 Asencio Mellado, José María, Derecho procesal penal, 4.ª ed., Valencia: Tirant Lo Blanch,
2008, p. 217.
2 Cortés Domínguez, Valentín y Víctor Moreno Catena, Derecho procesal penal, 2.ª ed.,
Valencia: Tirant Lo Blanch, 2005.
3 Romero Pradas, María Isabel, El sobreseimiento, Valencia: Tirant Lo Blanch, 2002, p. 91.
77
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
4 Gómez Colomer, Juan Luis; Juan Montero Aroca; Alberto Montón Redondo y Silvia Ba-
rona Vilar, Derecho jurisdiccional iii. Proceso penal, Tirant Lo Blanch, Valencia, 2007, p. 242.
5 Cortés Domínguez y Moreno Catena, Derecho procesal penal, ob. cit., p. 341.
6 Sala de Apelaciones de Huaura, Expediente N.° 938-2006, Huaura: 8 de marzo del 2007,
f. j. n.° 4. Aunque probablemente lo correcto hubiese sido considerar esta conducta como
una de carácter atípica en el ámbito de la imputación objetiva. Es un caso bastante claro de
78
Capítulo III
El sobreseimiento
una actuación amparada en el “principio de confianza”. Vid. García Cavero, Percy, Leccio-
nes de derecho penal. Parte general, Lima: Grijley, 2008, p. 337.
7 Otro supuesto de atipicidad lo constituyen los casos en los que debe sobreseerse la causa
porque, para el momento de la etapa intermedia, se ha despenalizado un hecho que era con-
siderado punible. Vid. Gómez Colomer et. al., Derecho jurisdiccional iii, ob. cit., p. 243.
8 Sala de Apelaciones de Huaura, Expediente N.° 110-2007, Huaura: 13 de junio del
2007. A mi juicio, esta resolución es contradictoria: o el actuar es voluntario, consciente y
justificado, o la conducta no es dolosa; pero dudo que puedan coincidir ambos aspectos.
9 García Cavero, Lecciones de derecho penal, ob. cit., p. 526.
10 Vid. García Cavero, Lecciones de derecho penal, ob. cit., p. 677 y ss.
79
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
11 Gimeno Sendra, José Vicente, Derecho procesal penal, 2.ª ed., Madrid: Colex, 2007, p. 607.
12 Otra de las causales que regula el art. 79.3 es que en los casos en los que solo procede la
acción privada, la acción penal también se extingue por desistimiento o transacción. Pero es
evidente que no es una regla aplicable al proceso común, sino al proceso por faltas, proceso
especial en el que, en realidad, no existe una fase intermedia propiamente dicha.
13 Schmidt, Eberhard, Los fundamentos teóricos y constitucionales del derecho procesal penal,
Buenos Aires: Lerner, 2006, p. 105.
80
Capítulo III
El sobreseimiento
14 Vid. Morales, Pamela, La prescripción en derecho penal: entre el mito y la realidad, Lima:
Pontificia Universidad Católica del Perú, 2021, pp. 42-44.
81
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
rio formalizar denuncia penal antes de los 6 años contados desde el inicio del
cómputo (art. 82 del CP). Si esto ocurría, la jurisdicción penal podía condenar
al imputado si es que el transcurso de tiempo entre el inicio del cómputo de la
prescripción y la sentencia firme no sobrepasaba los 9 años.
Si previo a la formalización de la denuncia era necesario resolver una cues-
tión en otro procedimiento, el plazo se suspendía. Lo que quería decir que, para
computar el plazo ordinario, la suma del tiempo entre el inicio del cómputo hasta
la suspensión, más el tiempo entre la finalización de la suspensión y la denuncia,
tampoco debería superar los 6 años.
Si ocurría que fuese necesario resolver una cuestión en otro procedimiento
para continuar con el proceso penal, entonces la suma entre el inicio del cómpu-
to hasta la suspensión, más el tiempo entre la finalización de la suspensión y la
condena, no debía superar los 9 años (plazo extraordinario).
El único giro sustancial que probablemente dio la doctrina jurisprudencial
en torno a esta institución fue considerar que la incoación y trámite del recurso
de queja —respecto de resoluciones que ponen fin a la instancia en los procesos
sumarios— constituye un “procedimiento” en los términos del art. 84 del CP y,
por lo tanto, también debía suspender la prescripción de la acción penal15.
La pregunta que cabe realizarse ahora es cómo se compatibiliza esta inter-
pretación con el art. 339.1 del nuevo CPP, que establece que la formalización de
la investigación preparatoria suspende el curso de la prescripción de la acción penal.
Todo parece indicar que esta disposición determina que, durante la investigación,
es prácticamente imposible declarar extinta por prescripción la acción penal. Ade-
más, se generan dudas de que esto también pueda ocurrir en la etapa intermedia.
Sánchez Velarde sostiene, al respecto, que el art. 339.1 del nuevo CPP
involucra que solo se podrá hacer valer la excepción de prescripción hasta antes que el
fiscal disponga la formalización y continuación de la investigación preparatoria, por-
que con su inicio, el plazo se suspende16. Esta afirmación también es perfectamente
82
Capítulo III
El sobreseimiento
83
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
18 Debe quedar claro que las diligencias preliminares son controladas por el fiscal y, en esa línea,
existe una actuación del Ministerio Público en los términos del art. 83 del CP, que interrum-
pe el plazo. Por lo tanto, es posible que la prescripción extraordinaria opere luego del inicio
de las diligencias preliminares y antes de la formalización de la investigación preparatoria, si
se toma en cuenta que la doctrina jurisprudencial parece admitir, en la actualidad, diligen-
cias preliminares bastante largas. En cualquier caso, es obvio que solo operará la prescripción
extraordinaria, en casos como este, frente a penas de muy corta duración.
19 VI Pleno Jurisdiccional de las Salas Penales Permanente y Transitorias, Acuerdo
Plenario N.° 1-2010, Lima: 16 de noviembre del 2010, f. j. n.° 26.
20 Este criterio fue declarado doctrina jurisprudencial vinculante. Sala Penal Permanente
(ponente: Sr. juez Villa Stein), Casación N.° 383-2012 La Libertad, Lima: 15 de octubre
del 2013.
21 Morales, La prescripción en derecho penal: entre el mito y la realidad, ob. cit., p. 47.
22 Loc. cit.
84
Capítulo III
El sobreseimiento
23 Sala Penal Permanente (ponente: Sr. juez Pariona Pastrana), Casación N.° 779-2016
Cusco, Lima: 26 de julio del 2017, f. j. n.° 7.6.
85
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
24 San Martín Castro, César, Derecho procesal penal, Lima: Grijley, pp. 618 y 619.
25 San Martín Castro, César, Derecho procesal penal. Lecciones, ob. cit., p. 549.
26 Gómez Colomer et al., Derecho jurisdiccional iii, ob. cit., p. 246.
86
Capítulo III
El sobreseimiento
27 Sala Penal Permanente (ponente: Sr. juez Figueroa Navarro), Casación N.° 760-2016
La Libertad, Lima: 20 de marzo del 2017, f. j. n.° 15.
28 La casación se refiere, evidentemente, al control sustancial, que es donde surge el debate. Si
el fiscal solicita el sobreseimiento, acude al criterio propio, a la certeza fiscal respecto de la
imposibilidad de ir a juicio para obtener una condena. Pero este análisis tiene que ser tomado
en cuenta para el control de la acusación, que analizamos más adelante. El juez de oficio, o a
pedido de parte, puede aplicar el art. 344.2.d del nuevo CPP, a pesar de la existencia de una
acusación fiscal y dictar el sobreseimiento. Solo cuando esta sea evidente. Es decir, a pesar
de la insistencia del fiscal, del debate del control de la acusación resulta inevitable para el
juez que dicha convicción no es razonable y que no será posible obtener una sentencia de
condena en el juicio. Solo cuando ello es patente y se opera por vía excepcional, en la medida
que así se protege el principio acusatorio.
87
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
en el juicio oral, como por arte de magia, aparecerán los medios de prueba que
ofrezcan la información que no ha podido ser adquirida durante la investigación
preparatoria29. El nuevo proceso penal acaba con las “acusaciones formales”, que
en el modelo anterior constituyeron un despropósito que obligó a muchos pro-
cesados a acudir a un proceso penal donde, en realidad, no existían posibilidades
de lograr una sentencia condenatoria.
Por otro lado, un supuesto interesante es aquel donde la carga de la prueba
civil y la penal difiere sustancialmente. Es posible que el fiscal considere que es
imposible demostrar que el imputado actuó voluntariamente y, sin embargo,
existan razones suficientes para considerar que existe una acción negligente. En
el caso del delito de apropiación ilícita (art. 190 del CP), el derecho penal exige
demostrar que el imputado realizó actos de disposición que configuran una apro-
piación intencional del bien objeto del delito; sin embargo, desde la perspectiva
civil se exige al custodio acreditar la devolución del bien30.
En ambos casos puede ocurrir que, si bien se renuncia a la acción penal
—por absoluta imposibilidad de demostrar los elementos típicos del delito—,
subsista la acción civil en función de los medios de prueba acopiados en la fase
de investigación preparatoria. Son supuestos en los que, como se analizó en el
capítulo ii, puede mantenerse la discusión civil, sin perjuicio de la clausura del
objeto penal, para fijar una reparación civil en la resolución de sobreseimiento.
29 Salinas Siccha, Ramiro, “La etapa intermedia en el Código Procesal Penal de 2004”, en
Academia de la Magistratura, Lima: 2008, p. 6.
30 Vid. Pérez Cebadera, María Ángeles, “Vida o muerte de la pretensión civil tras la absolu-
ción penal por inexistencia del hecho: Estados Unidos y España”, en Gómez Colomer, Juan
Luis (coord.), Prueba y proceso penal, Valencia: Tirant Lo Blanch, Valencia, pp. 267 y 268.
88
Capítulo III
El sobreseimiento
establece un mismo plazo sin hacer distinción entre procesos simples y complejos;
o entre estos y los de criminalidad organizada. Tal regulación no resiste el menor
análisis. En la práctica, la norma otorga a las partes 10 días para absolver un pe-
dido que en determinadas circunstancias puede constar de miles de folios (y esto,
como puede apreciarse en la práctica, no es ninguna exageración). No es solo que
existan diferencias entre procesos de distinta naturaleza. De hecho, atendiendo
a la dimensión del pedido, existen serias diferencias entre los mismos imputados
en el proceso penal, en función de su distinta ubicación frente al objeto. Algo
que, como se verá, evidentemente es mucho más grave en el ámbito del control
de la acusación, sobre todo cuando el acusado ostenta la opción de realizar un
control sustancial de esta.
Resulta evidente que, en los casos de optar por una audiencia de control, el
derecho a un plazo razonable para preparar la defensa es algo que debe ser evalua-
do por el juez en el desarrollo de la etapa intermedia. El nuevo Código Procesal
Penal regula un plazo legal, pero este debe estar sometido a criterios flexibles,
en la medida en que, en su condición de juez de garantías, resulta fundamental
otorgar a todos los actores del proceso penal un plazo razonable para realizar una
oposición en condiciones de igualdad. Sobre todo porque un plazo prudencial,
fijado caso por caso, permite un mejor debate y mucho más orden en la discusión
de problemas jurídicos y probatorios esenciales en esta fase. A la larga, ofrecen
más eficiencia en el desarrollo de la etapa. No existe ninguna duda, como se ha
dicho, que en la actualidad existe un serio problema en torno a la duración —ex-
cesiva— de la etapa intermedia. Pero es cierto, también, que este problema no se
ubica necesariamente en la duración del traslado a las partes, sino en la extensión
de la etapa vista desde una perspectiva global. El principal problema reside en la
impresionante cantidad de sesiones de audiencia que se requieren para resolver
todas las oposiciones en casos complejos o de criminalidad organizada.
La audiencia de control de sobreseimiento posibilita el contradictorio entre
los distintos sujetos procesales. Es una audiencia de carácter imperativo, por
cuanto se realiza incluso cuando las partes no formulen oposición al requeri
miento fiscal o no soliciten una investigación suplementaria para actuar los actos
de investigación omitidos31.
31 San Martín Castro, César, “Introducción al estudio del nuevo Código Procesal Penal”,
art. cit., p. 37.
89
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
32 Binder, Alberto, Introducción al derecho procesal penal, Buenos Aires: Ad-Hoc, 1993, pp. 96
y 97.
33 Montero Aroca, Juan, Proceso (civil y penal) y garantía. El proceso como garantía de libertad
y de responsabilidad, Valencia: Tirant Lo Blanch, 2006, p. 61.
90
Capítulo III
El sobreseimiento
es que dicho ordenamiento solo prevé la intervención del Ministerio Fiscal y las
acusaciones personadas: existe un absoluto olvido del imputado. Se sostiene que
dicha omisión no es admisible, por cuanto el imputado puede tener interés tanto
en solicitar la práctica de nuevas diligencias como en pedir el sobreseimiento de
la causa. La estructura formal contradictoria y el principio de igualdad de partes
exigen dar al imputado la posibilidad de intervenir en esta fase34.
El nuevo Código Procesal Penal sí prevé la presencia del imputado y su
abogado defensor, de hecho, exige al juez de la investigación preparatoria que
corra traslado del requerimiento a todos los sujetos procesales por el plazo de diez
días. Sin embargo, es importante preguntarse si no es acaso necesario que también
se corra traslado al imputado de la oposición formulada por cualquier sujeto
procesal en el mismo trámite previo a la audiencia (art. 345.2 del nuevo CPP).
El imputado y su abogado defensor deben conocer esta situación antes de
la audiencia para poder participar en el contradictorio de manera efectiva.
Es importante mencionar, también, que cuando el art. 345.2 del nuevo
CPP establece que “los sujetos procesales podrán formular oposición a la solicitud
de archivo”, en realidad se está ante una frase poco feliz del legislador. El término
“oposición” parece limitar la participación a los sujetos procesales que tengan una
posición contraria a la asumida por el fiscal (agraviado y actor civil, o, en su caso,
limita la participación del imputado y el tercero civil solo para los casos en los
que el fiscal solicite el pago de una reparación en la resolución de sobreseimiento
en aplicación del art. 12.3 del nuevo CPP).
Sin embargo, es evidente que el imputado y el tercero civil también deben
participar activamente en la audiencia y aportar los argumentos que consideren
necesarios para apoyar un requerimiento fiscal que consideran legítimo y que
favorece su posición procesal. Nada impide que esto ocurra, de hecho, debe ocu-
rrir atendiendo al principio de igualdad de armas procesales (art. i.3 del título
preliminar del nuevo CPP).
En el caso de los sujetos procesales que formulen oposición a la solicitud de
archivo, esta debe ser fundamentada o de lo contrario debe ser declarada inadmi-
sible. Además, puede solicitarse la realización de actos de investigación adicionales
34 De la Oliva Santos, Andrés; Sara Aragoneses Martínez; Rafael Hinojosa Segovia; José
Antonio Tomé García y Julio Muerza Esparza, Derecho procesal penal, 6.ª ed., Madrid:
Ramón Areces, 2003, pp. 436 y 437.
91
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
IV. PRONUNCIAMIENTO
El art. 346 del nuevo CPP establece que el juez se pronunciará en el plazo
de 15 días. Para casos complejos y de criminalidad organizada, el pronunciamien-
to no podrá exceder de 30 días35. Por su parte, el art. 345.3 establece un plazo
perentorio de tres días para resolver. Es evidente, como señala San Martín, que
existe una antinomia36. Debe privilegiase los plazos dispuestos en el art. 346; pri-
35 Este artículo fue modificado por el art. 2 del D. Leg. N.° 1307, de 30 de diciembre del 2016.
36 San Martín Castro, Derecho procesal penal. Lecciones, ob. cit., p. 552. Este autor tiene una
posición absolutamente contraria a la aquí expuesta. Para él, “en aras de consolidar la oralidad
y la necesidad, debe regir el plazo de tres días, para preservar la memoria del juez para resolver
con mayor conocimiento la causa”. Algo que a mi juicio también está vinculado al principio de
concentración (esta también puede predicarse de los argumentos de las partes, aun cuando no
92
Capítulo III
El sobreseimiento
exista actuación probatoria). Sin embargo, sigo pensando que el plazo es muy estrecho, que en
casos complejos emitir una resolución en tres días es difícil, si no imposible, y que 15 días no
tienen por qué afectar la memoria de un juez que, además, tiene mecanismos a la mano para
reproducir ciertos espacios de una audiencia, que puede y debe ser grabada en formato digital.
Además, si como ocurre en la actualidad, estamos acudiendo a una duración de la etapa inter-
media que dura varios meses, el problema de la memoria del juez está muy lejos de ubicarse en
los tres días que se otorgan para resolver. Se ubica, en realidad, en la distancia entre las primeras
sesiones de audiencia y la decisión final (de la etapa intermedia).
93
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
que, por razones obvias, el nuevo Código Procesal Penal no ha fijado para ella
siquiera un plazo máximo de duración. Esta burocratización del sistema, esta
tramitología y formalismo de una etapa llamada a “desburocratizar” el proceso
penal, es probablemente, hoy, uno de los problemas más graves que enfrenta la
reforma del proceso penal.
Son tres las posibilidades que tiene el juez de la investigación preparatoria
frente al requerimiento de sobreseimiento fiscal luego de la audiencia de control:
— Si considera fundado el requerimiento, dictará auto de sobreseimiento.
— Si no lo considera fundado, expedirá un auto elevando las actuaciones al
fiscal superior para que ratifique o rectifique la solicitud del fiscal provin-
cial. La resolución judicial debe expresar las razones en las que se funda
su desacuerdo.
— Si considera admisible la oposición formulada, en ese sentido, por una
de las partes, dispondrá la realización de una investigación suplementaria
e indicará el plazo y las diligencias que el fiscal debe realizar.
1. El auto de sobreseimiento
El auto de sobreseimiento es una resolución emanada del órgano juris-
diccional competente en la fase intermedia (juez de garantías) que pone fin al
procedimiento penal con una decisión que sin actuar el ius puniendi —una vez
firme— goza de la totalidad de los efectos de la cosa juzgada (sobreseimiento
definitivo).
Para San Martín Castro, esta resolución, pese a finalizar el proceso, revis-
te la forma de auto y no de sentencia. Sin embargo, esto no ha de impedir exigir
que contenga una adecuada fundamentación jurídica (art. 139.5 Const. Pol.),
debido a que incide en el derecho a la tutela (art. 139.3 Const. Pol.)37.
El art. 347.1 del nuevo CPP establece que el auto de sobreseimiento de la
causa debe expresar lo siguiente:
— Los datos personales del imputado.
— La exposición de hechos objeto de la investigación preparatoria.
— Los fundamentos de hecho y de derecho.
94
Capítulo III
El sobreseimiento
1.1. Efectos
El art. 347.2 del nuevo CPP indica que el sobreseimiento tiene carácter
definitivo porque importa el archivo de la causa en relación con el imputado
—o los imputados— en cuyo favor se dicte y tiene autoridad de cosa juzgada.
Esta disposición es la lógica consecuencia de lo dispuesto por el art. 139.13 de
la Const. Pol., que describe una garantía de la jurisdicción: “La prohibición de
revivir procesos fenecidos con resolución ejecutoriada. La amnistía, el indulto, el
sobreseimiento definitivo y la prescripción producen los efectos de cosa juzgada”.
El TC ha establecido que la cosa juzgada garantiza el derecho de todo justi-
ciable a que las resoluciones que hayan puesto fin al proceso judicial no puedan
ser recurridas mediante medios impugnatorios, ya sea porque estos han sido
agotados o porque ha transcurrido el plazo para impugnarla.
Por otro lado, establece:
En la misma línea, el art. iii del título preliminar del nuevo CPP regula
expresamente la figura del non bis in idem39, el cual indica que nadie podrá ser
95
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
procesado más de una vez por un mismo hecho, siempre que se trate del mismo
sujeto y fundamento. Este principio tiene dos ámbitos de aplicación: el material y
el procesal. En el ámbito material está prohibido sancionar dos veces por el mismo
hecho a la misma persona. En el procesal, no puede someterse a un segundo juicio a
una persona por los mismos hechos. El principio actúa impidiendo la doble persecución.
Resulta claro que el auto de sobreseimiento, al constituir cosa juzgada,
y al establecer una suerte de absolución “anticipada” del imputado en relación
con la hipótesis incriminatoria, se encuentra protegido por el non bis in idem de
carácter procesal.
El sobreseimiento puede ser parcial o total, pero siempre definitivo. El nú-
cleo de la decisión en torno al sobreseimiento radica en la persona que adquirió
la condición de imputado al momento de la formalización de la investigación
preparatoria. Una vez que se dicta contra ella auto de sobreseimiento, la resolu-
ción involucra que no podrá sometérsele, en ningún caso, a un nuevo proceso o
investigación preliminar por el hecho y fundamento expuesto en la imputación.
Incluso cuando se hubiere demostrado que el hecho ocurrió y, sin embargo,
al momento de emitir el auto se entiende que no existe, razonablemente, posibi-
lidad de incorporar nuevos datos a la investigación (art. 346.2.d del nuevo CPP),
esta decisión involucra una renuncia definitiva a la persecución del imputado por
el hecho y fundamento expuesto en la disposición de formalización de la inves-
tigación preparatoria, al punto que es imposible iniciar una nueva investigación
contra ese imputado, incluso si en un momento posterior aparecen pruebas que
puedan variar la situación procesal.
El nuevo CPP opta así por un non bis in idem procesal claro, que impide
la persecución penal múltiple (double jeopardy). Una vez que se inicia y concluye
la investigación preparatoria, el Estado tiene esa oportunidad, y no otra, para
sancionar al imputado por el hecho y fundamento que originó el inicio de la
persecución penal.
96
Capítulo III
El sobreseimiento
40 Cortés Domínguez y Moreno Catena, Derecho procesal penal, ob. cit., p. 163.
41 Ibid., p. 443.
42 El art. 347.3 del nuevo CPP establece, en forma expresa, que el recurso de apelación inter-
puesto contra el auto de sobreseimiento no impide la inmediata libertad del imputado a
quien favorece.
97
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
1.2. Clases
1.2.1. Total y parcial
De conformidad con el art. 348.1 del nuevo CPP, el sobreseimiento será
total cuando comprenda todos los delitos y a todos los imputados. Será parcial
cuando solo se circunscribe a algún delito o algún imputado, de los varios que son
materia de la disposición de formalización de la investigación preparatoria. En el
primer caso, el archivo es definitivo y la causa se da por concluida en su integri-
dad: solo puede quedar expuesta a un recurso impugnatorio. En el segundo caso,
43 Doig Díaz, Yolanda, “El recurso de apelación contra sentencias”, en Cubas Villanueva,
Víctor; Yolanda Doig Díaz y Fany Quispe Farfán (coords.), El nuevo proceso penal. Estudios
fundamentales, Lima: Palestra, 2005, p. 554.
44 Si la finalidad primordial de la prisión preventiva es asegurar la presencia del imputado en el
juicio oral, lo natural es que una resolución de sobreseimiento, aun cuando esta no sea firme,
puede generar una respuesta del imputado mucho más favorable para el proceso penal. El
temor de ser sometido a un juicio oral o a una pena grave se diluye en forma significativa.
98
Capítulo III
El sobreseimiento
99
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
48 Incluso en el parcial, por cuanto es definitivo en todos sus extremos, cosa totalmente distinta
es que el proceso puede continuar respecto de otros imputados u otros delitos. Pero el sobre-
seimiento, en sus alcances, sigue siendo definitivo.
49 El art. 252 del CPP chileno (2000) regula el “sobreseimiento temporal”, que debe decretarse
en los siguientes casos: a) cuando para el juzgamiento criminal se requiriere la resolución
previa de una cuestión civil; b) cuando el imputado no compareciere al procedimiento y
fuere declarado rebelde; y c) cuando después de cometido el delito el imputado cayere en
enajenación mental.
100
Capítulo III
El sobreseimiento
50 El Código Procesal Penal de Costa Rica (1996) dispone que si luego de la solicitud de so-
breseimiento el “tribunal del procedimiento intermedio” discrepa con el Ministerio Público
(y siempre que la víctima no haya querellado) debe remitir, nuevamente, las actuaciones al
propio fiscal que solicitó el sobreseimiento a través de un acto fundado en el que debe solici-
tarle que modifique su petición. Solo si el fiscal ratifica su solicitud y el tribunal mantiene su
posición, se envían las actuaciones al fiscal general o al fiscal superior, según sea el caso (art.
302 del CPP de Costa Rica).
51 San Martín Castro señala que, en su origen, el CdePP incluso consagraba la figura del
“control judicial”, lo que importaba que, en caso de discrepancia con el dictamen no acu-
satorio, la opinión judicial se imponía a la del Ministerio Público. Los autos se remitían a
otro fiscal del mismo grado y, si este coincidía con el fiscal originario, interponía recurso de
nulidad que era resuelto por la Sala Penal de la Corte Suprema. Con la entrada en vigor de
la Constitución Política de 1979, que consagró la autonomía constitucional del Ministerio
Público y le entregó la titularidad de la promoción de la acción penal pública (lo mismo
101
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
ocurre con la Constitución Política de 1993), la nueva LOMP instauró el control jerárquico
por la propia institución; es al Ministerio Público a quien corresponde decidir, siempre, si
formula acusación contra una persona. Vid. San Martín Castro, Derecho procesal penal,
ob. cit., p. 612. El Código Procesal Penal de Guatemala (1992) establece un control judicial
que se impone al Ministerio Público, al punto que lo denomina “orden de acusación” y es-
tablece específicamente que la resolución que plantea la rectificación “obligará al Ministerio
Público a plantear la acusación” (art. 326 del CPP de Guatemala). Esta es una norma de
corte inquisitivo.
52 Ávalos Rodríguez, Constante Carlos, “¿Por qué el juez que discrepa del dictamen no acu-
satorio no puede ser juez de la sentencia?”, en Actualidad Jurídica, n.° 151, Lima. Recupera-
do de <https://bit.ly/2UOnbn5>. Además, califica la solicitud del juez como un “pedido de
acusación” en sentido estricto.
102
Capítulo III
El sobreseimiento
53 El art. 220 del CdePP se aplicaba (se aplica) al proceso sumario en vía supletoria. Aunque
si se asume que la aplicación supletoria exige una evaluación que permita entender que la
misma es razonable, los argumentos aquí expuestos pueden servir para que no se aplique el
procedimiento para forzar la acusación en los procesos sumarios, en tanto la ausencia de un
juicio oral no lo permite. Es una interesante solución para los procesos que aún se ventilan
aplicando el Código de Procedimientos Penales.
54 Utilizo la expresión “matiza” porque considero que el riesgo no desaparece del todo. Recuér-
dese que este juez de garantías también limita derechos. Por ejemplo, evalúa la necesidad
de imponer prisión preventiva, lo que supone haber evaluado (y confirmado) que existen
altas probabilidades de someter al imputado a una pena. Es obvio que esta decisión —entre
otras— también puede constituir un supuesto de “contaminación procesal”, en un sentido
inverso; es decir, es posible que el juez que dictó la prisión preventiva tienda a “justificar” esa
decisión para luego solicitar el procedimiento para forzar la acusación.
103
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
pado en la investigación preparatoria, pues ejerce una función tutelar, conoce los
pormenores y tiene legitimidad para cuestionar una decisión fiscal que se apoya
en el análisis de la labor de investigación previa.
Es legítimo sostener que el juez de garantías no solo debe estar en capacidad
de tutelar los derechos del imputado, también el derecho de la víctima a recibir
una respuesta del ordenamiento jurídico con relación al conflicto sometido a
persecución penal y, por supuesto, el interés de la colectividad en un ejercicio
eficaz del ius puniendi frente a las conductas delictivas, siempre que su oposición
se limite a cuestionar la legalidad del acto postulatorio, nunca puede sustituir al
Ministerio Público como titular de la acción penal pública.
El nuevo Código Procesal Penal, a diferencia del Código de Procedimientos
Penales, exige que el pronunciamiento del juez de la investigación preparatoria,
que expresa la discrepancia con el dictamen fiscal, esté debidamente motivado. El
art. 346.1 del nuevo CPP menciona que la resolución judicial debe expresar “las
razones en que funda su desacuerdo”, lo que supone un análisis que puede ser tan-
to fáctico como jurídico, debe analizarse —y cuestionarse— el requisito alegado
por el fiscal para solicitar el sobreseimiento definitivo (art. 344.2 del nuevo CPP).
Por ejemplo, el análisis del juez debe justificar por qué es que considera que
los actos de investigación establecen que el delito sí existió y cómo es que permi-
ten que este sea atribuido al imputado. De ser el caso, puede discutirse el análisis
jurídico realizado por el fiscal en torno a la atipicidad de determinada conducta
o si es cierto que en el caso concurre una causa de justificación específica, etc. Lo
importante es que el juez no se limite a activar el procedimiento para forzar la
acusación sin el concurso de la expresión de las razones que deberán ser evaluadas
por el fiscal superior para dirimir la discrepancia.
Un dato importante es que el nuevo Código Procesal Penal dispone que si el
fiscal superior —no es más una función del fiscal supremo en el proceso común—
ratifica el requerimiento del sobreseimiento solicitado por el fiscal provincial,
entonces con su decisión culmina el trámite. Actualmente, se discute qué es lo que
debe entenderse por “culminación del trámite”, sobre todo teniendo en cuenta lo
dispuesto por el Tribunal Constitucional con relación al procedimiento para for-
zar la acusación regulado por el Código de Procedimientos Penales. La duda que
se plantea es qué posibilidades hay de impugnar una resolución de sobreseimiento
cuando el fiscal superior —vía el procedimiento para forzar la acusación— ya
emitió un pronunciamiento en el que solicita el archivo definitivo del caso.
104
Capítulo III
El sobreseimiento
Sobre esta base, cabe entender que, cuando el nuevo Código Procesal Penal
establece que con la decisión del fiscal superior culmina el trámite, es porque la esta
105
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
opera en forma definitiva con relación a la acción penal y ello no solo obliga al juez
a dictar el auto de sobreseimiento (art. 346.3 del nuevo CPP), dicha resolución
además será irrecurrible (ne procedat iudex ex officio) y constituye cosa juzgada.
Por otro lado, si el fiscal superior no está de acuerdo con el sobreseimiento,
como ya se advirtió, ordenará a otro fiscal que formule acusación. Es este otro
cambio respecto del modelo anterior, en la medida que el “fiscal obligado” ya no
es el mismo que en una situación anterior solicitó el sobreseimiento. El nuevo
Código Procesal Penal, con corrección, evita una situación bastante compleja
que se presentaba en el Código de Procedimientos Penales, que exigía al fiscal
provincial “cambiar de opinión” por orden de su superior jerárquico58.
Si bien es cierto que el Ministerio Público responde a los principios de
unidad y dependencia jerárquica, también lo es que la “contaminación procesal”
no ocurre en un solo sentido. Resulta por demás dudoso que pueda esperarse un
actuar objetivo y eficiente de un representante del Ministerio Público que en el
mismo caso se pronunció en forma totalmente contraria a la posición que hoy le
exige asumir su superior jerárquico.
Es razonable dudar de la eficiencia de una persona que se ve obligada a
sostener algo en lo que sencillamente no cree. Lo correcto es que la instrucción
se imparta a otro fiscal provincial que pueda continuar con el desarrollo del
proceso59.
Peña Cabrera entiende que esta institución configura una flagrante vio-
lación al principio de autonomía funcional (cita el art. 159 de la Const. Pol. y
el art. 5 de la LOMP), en la medida que las instrucciones que pudieran impartir
los superiores se sujetan a un ámbito administrativo u organizacional, mas nunca
funcional60. Sin embargo, ninguna de las normas citadas por el autor menciona
106
Capítulo III
El sobreseimiento
que las instrucciones que pueden impartir los superiores —al interior del Minis-
terio Público— se limitan al ámbito administrativo u organizacional. Si bien los
fiscales actúan con independencia en el ejercicio de sus funciones, son un cuerpo
jerárquico y deben sujetarse a las instrucciones de sus superiores, incluso, en el
plano funcional.
De hecho, la propia Corte Suprema ha establecido, interpretando los al-
cances del art. 5 de la LOMP, que el mandato fiscal que incorpora la aplicación
del art. 220 CdePP se debe cumplir imperativamente porque, si bien los fiscales
actúan independientemente, pertenecen a un organismo jerarquizado61.
La doctrina también admite la vinculación a las instrucciones internas como
una expresión natural de la función de la fiscalía, tanto desde la perspectiva de la
valoración fáctica como en el ámbito de los problemas jurídicos, e incluso en el
margen discrecional y las valoraciones.
Roxin sostiene que la fiscalía requiere patrones de uniformidad y que no
es provechoso para la paz jurídica que cada fiscal pueda seguir su propia línea
sin controles, de tal manera que se origine una práctica dispersa con respecto a
la acusación, porque, si se considera al Ministerio Público como independiente
de los criterios de la jurisprudencia, ello es solamente tolerable si se manifiesta
en actuaciones homogéneas. Agrega que allí donde están justificadas diversas
posibilidades de evaluación, se puede hacer prevalecer el criterio del superior de
la fiscalía62.
En cualquier caso, la “instrucción” debe estar debidamente fundamentada,
el fiscal superior debe explicar cuáles son las razones que lo llevan a resolver la
discrepancia que ordena a formular acusación, y debe proveer el soporte necesario
para que el —nuevo— fiscal provincial actúe conforme a su directiva.
Evidentemente, la motivación exige establecer pautas claras en la medida
que el fiscal provincial no tiene la obligación de obedecer instrucciones que con-
travienen disposiciones legales ni tiene el deber de acatar directivas secretas. La
107
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
63 Un caso interesante y usual en sede preliminar puede darse frente a un supuesto de avoca-
miento indebido, expresamente prohibido por la Constitución.
64 Roxin, Pasado, presente y futuro del derecho procesal penal, ob. cit., p. 32.
65 Peña Cabrera, Alonso Raúl, “La etapa intermedia en el Código Procesal Penal de 2004. Las
funciones del Ministerio Público y el juez de la investigación preparatoria”, art. cit., p. 136.
66 Podría sostenerse que esto perjudica el trámite del proceso en la medida que el nuevo fiscal
no conoce los pormenores de la investigación. No obstante ello, contra lo que pudiera pen-
sarse, actualmente, gran parte de la doctrina procesalista no solo admite, sino que considera
indispensable que el “fiscal investigador” y el “fiscal acusador” sean personas distintas. Se
concibe como una manifestación más del principio acusatorio, donde el encargado de la
acusación debe evaluar la investigación en forma objetiva para luego utilizar sus fuentes de
información para ejercer la acusación con independencia de criterio. Vid. Armenta Deu,
108
Capítulo III
El sobreseimiento
109
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
chas veces resulta necesario que la decisión sea tomada luego de un debate contradictorio.
Resultaría absurdo que allí donde existe un debate científico no exista un debate procesal,
sin perjuicio de que sean discusiones de distinta naturaleza y efectos.
110
Capítulo III
El sobreseimiento
y el actor civil. Esto guardaría cierta lógica con el art. 95.1.d) del nuevo CPP,
que establece el derecho del agraviado “a impugnar el auto de sobreseimiento y
la sentencia absolutoria”68. Mutatis mutandis, es lógico que, si el agraviado y el
actor civil ostentan capacidad para impugnar la resolución de sobreseimiento,
también deben ostentar capacidad para solicitar la activación del procedimiento
para forzar la acusación.
Entonces, cuando el art. 345.2 del nuevo CPP establece que los sujetos
procesales pueden formular oposición a la solicitud de archivo —la cual debe ser
fundamentada—, se entiende que ello incluye la posibilidad de solicitar al juez
que active el procedimiento para forzar la acusación. Es una consecuencia lógica
de la disposición, si se asume que la propia norma indica que con la oposición
los sujetos procesales “podrán” solicitar la realización de actos de investigación
adicionales. Si en la oposición, la solicitud de una investigación suplementaria es
“potestativa” (la norma utiliza el término “podrá”), entonces quiere decir que la
oposición también puede dirigirse en otro sentido, que no es otro que solicitar el
procedimiento para forzar la acusación.
Sin embargo, situación distinta es la de establecer cuándo ostentan legi-
timidad para solicitar la activación del procedimiento para forzar la acusación.
Considero que se debe insistir en una idea fuerza que se ha desarrollado en este
trabajo en el nuevo Código Procesal Penal: el actor civil no tiene ninguna legiti-
mación para sostener, aunque sea indirectamente, la acción penal, y menos para,
sin ostentar interés civil, instar a la continuación de un proceso penal.
Esto involucra una consecuencia específica importante para efectos del
procedimiento para forzar la acusación, porque, en principio, no tendría ningún
sentido que el actor civil solicite su activación cuando puede introducir su preten-
sión civil para que sea resuelta con la resolución de sobreseimiento (art. 12.3 del
nuevo CPP). Si el actor civil introduce la pretensión y el juez de la investigación
preparatoria no la concede o concede menos de lo pedido, puede impugnar la
resolución del sobreseimiento en el extremo civil, respecto del cual ostenta legi-
timidad para obrar en el proceso penal.
Sin embargo, como ya se advirtió, no en todos los supuestos existe la posibili-
dad de un pronunciamiento civil en la resolución de sobreseimiento, de hecho, son
68 La legitimidad del actor civil para impugnar el auto de sobreseimiento está expresamente
prevista en el art. 104 del nuevo CPP, que le otorga los mismos derechos que se reconocen al
agraviado y, expresamente, la capacidad de interponer medios impugnatorios.
111
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
69 Se insiste en que el fiscal solo puede solicitar el pago de una reparación civil en ausencia del
actor civil, si este se encuentra legítimamente constituido, cesa su legitimidad, no existirá
solicitud en ese sentido (art. 11 del nuevo CPP).
112
Capítulo III
El sobreseimiento
En cualquier caso, se debe reconocer que la postura que aquí defiendo, con
relación a la influencia de la parte civil en el objeto penal del proceso, ha sido
claramente superada por la jurisprudencia de la Corte Suprema, que, en reite-
radas oportunidades, acude a una interpretación extensiva de la influencia del
agraviado y el actor civil; a quienes reconoce, desde la perspectiva del derecho a la
tutela jurisdiccional, un derecho a la verdad, con prescindencia de la pretensión
civil que se pueda discutir en el proceso. Esta postura, amplia, evidentemente se
inclina por entender que la investigación suplementaria y el procedimiento para
forzar la acusación pueden ser siempre solicitados por el agraviado y el actor civil.
3. Investigación suplementaria
La etapa intermedia no solo cumple la función de analizar el material ins-
tructorio con el propósito de archivar definitivamente la causa (sobreseimiento)
o pasar al juicio oral (acusación), también es posible revisar la investigación para
determinar si es necesario realizar una investigación suplementaria con el propó-
sito de complementar la fase previa al juicio oral.
Como lo ha advertido la Corte Suprema, la clave de esta institución reside
en comprender que, luego de que el fiscal emite la disposición de conclusión
de la investigación preparatoria, no es posible que lleve a cabo nuevos actos de
investigación, pues con esta disposición se da inicio a la etapa intermedia, cuya
conducción es de responsabilidad exclusiva del juez de la investigación prepara-
toria70. Por lo tanto, solo él y a pedido de parte pueden ordenar en forma excep-
cional una investigación suplementaria.
El art. 346.5 del nuevo CPP establece que, cuando el juez de la investiga-
ción preparatoria considere admisible y fundada la oposición regulada por el art.
345.2 del nuevo CPP, dispondrá la realización de una investigación suplementa-
ria indicando el plazo y las diligencias que el fiscal debe realizar. Cumplido este
trámite, no procede oposición ni disponer la concesión de un nuevo plazo de
investigación.
Es interesante la mención que realiza el nuevo Código Procesal Penal con
relación a la oposición, en la medida que es obvio que el juez de garantías solo
70 Sala Penal Permanente (ponente: Sr. juez Pariona Pastrana), Casación N.° 186-2018
Amazonas, Lima: 10 de noviembre del 2020, f. j. n.° 16.
113
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
71 En contra, Salinas Siccha sostiene que el art. 346 del nuevo CPP es una norma que debe
ser inaplicada de conformidad con los arts. iv, v y x del título preliminar del nuevo CPP,
porque “distorsiona” el principio acusatorio. Sin embargo, no explica claramente cuáles son
las razones que lo invitan a pensar que una investigación suplementaria solicitada por las
partes, y aceptada por el juez, afecta la “división de roles”. Al parecer entiende que el juez
puede disponer una investigación suplementaria de oficio, pero considero que esa no es una
posibilidad. Vid. Salinas Siccha, Ramiro, “La etapa intermedia en el Código Procesal Penal
de 2004”, en Academia de la Magistratura, Lima: 2008, p. 12.
72 Sala Penal Permanente (ponente: Sr. juez Pariona Pastrana), Casación N.° 186-2018
Amazonas, Lima: 10 de noviembre del 2020, f. j. n.°18.
114
Capítulo III
El sobreseimiento
115
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
75 En cualquier caso, es obvio que la omisión de ciertos requisitos puede ser subsanada en la
audiencia por expresa solicitud del juez. Esto no debe ser un problema mayor, pues de lo
contrario se burocratiza el procedimiento.
116
Capítulo III
El sobreseimiento
se sustenta en que la norma establece que deben ser actos adicionales, pero no
necesariamente nuevos76.
Este caso sometido a casación es especialmente importante, porque allí se
discute una cuestión crucial, la falta de debida diligencia fiscal. No se discute
una investigación suplementaria sobre la base de ausencia de un correcto diseño
por el fiscal en el esquema de actuación de actos de investigación, se resuelve la
realización de actos dispuestos por él, que no fue posible actuar en la investigación
preparatoria dentro del plazo de su duración. En estricto, se subsana una inves-
tigación deficiente en sede de etapa intermedia; se prorroga la investigación, sin
otra excusa que la negligencia de la actuación del Ministerio Público.
Considero que se debe tener especial cuidado con este tipo de interpreta-
ciones. Que la Corte Suprema de Justicia habilite esta interpretación, sosteniendo
que el art. 345.2 del nuevo CPP menciona actos “adicionales” y no actos nuevos,
es ciertamente discutible. ¿Los actos adicionales son tales porque lo son a los
dispuestos por el fiscal en la investigación preparatoria, o porque son adicionales a
los actuados en ella? Y en esa línea, ¿no puede interpretarse exactamente lo mismo
del término “nuevos”?77
Lo que está en juego es mucho más que un debate terminológico. La Corte
Suprema lo que debe establecer en vía de interpretación es si la investigación
suplementaria puede acudir a una prórroga de la investigación preparatoria. La
76 Sala Penal Permanente (ponente: Sr. juez Neyra Flores), Casación N.° 187-2016 Lima,
ff. jj. n.os 16 y 17. En el mismo sentido se pronuncia la Sala Penal Permanente (ponente:
Sr. juez Neyra Flores), Casación N.° 1693-2017 Áncash, Lima: 14 de noviembre del 2018,
f. j. n.° 3. Esta casación sigue el mismo derrotero, diferenciar los actos adicionales de los actos
nuevos. A estos, los describe como “actos de investigación no propuestos con anterioridad”.
Esta acusación acude a una interpretación sistemática para sostener que no fue la intención
del legislador regular actos nuevos, ya que, de ser así, lo hubiera señalado expresamente,
como sí ocurre con los arts. 373.1 y 385.2 del nuevo CPP. Lo que sucede es que, a mi jui-
cio, subsiste el problema. La Corte Suprema define qué son actos nuevos, no qué son actos
adicionales. ¿Tendríamos una lectura distinta de los arts. 373.1 y 385.2 del nuevo CPP si se
utilizara el vocablo “adicionales” en lugar de “nuevos”? Me inclino a pensar que no.
77 Es decir, si se considera adicionales a actos de investigación dispuestos por el fiscal pero no
actuados, ¿no se podría sostener lo mismo si la norma utilizara el término nuevos? Estas inter-
pretaciones de tipo literal, por ausencia u oposición, son ciertamente complejas. Lo relevante
es dotar de sentido a lo que la norma dice, desde la perspectiva de la ratio legis, ingresar la
valoración en un ámbito de interpretación sistemática con el nuevo Código Procesal Penal.
No establecer un sentido de la norma a partir de lo que esta no dice, del vocablo o término
ausente en su redacción.
117
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
78 La propia casación en su f. j. n.° 18 menciona que “el juez no puede ordenar una investiga-
ción suplementaria de oficio, ya que, si no comparte la posición del fiscal, la ley ha previs-
to que mediante un auto (procedimiento para forzar la acusación) eleve las actuaciones al
fiscal superior para que ratifique o rectifique lo solicitado por el fiscal”. Esta interpretación
también llama la atención porque coloca en un mismo plano a la investigación suplemen-
taria y el procedimiento para forzar la acusación. Estas no son herramientas alternativas:
la investigación suplementaria exige complementar la investigación preparatoria mediante
actos adicionales de investigación, y no es posible que el juez actúe de oficio, porque nues-
tro sistema procesal no admite su injerencia en el desarrollo de una investigación que por
mandato constitucional se encuentra a cargo del Ministerio Público, es una manifestación
del principio acusatorio. En el procedimiento para forzar la acusación, el juez no interfiere
en la actuación probatoria (recabar fuentes de prueba) del fiscal, no ordena realizar actos de
investigación; realiza una valoración jurídica —y por ello puede actuar de oficio— en torno
a los argumentos utilizados por el fiscal en su requerimiento de sobreseimiento. No pretende
una investigación suplementaria, acude al fiscal superior para que revise la interpretación
jurídica realizada por el fiscal provincial en torno al art. 344 del nuevo CPP. La prohibición
de actuar de oficio en la etapa intermedia no guarda ninguna relación con, ni se justifica en
la existencia del procedimiento para forzar la acusación.
118
Capítulo III
El sobreseimiento
que el juez asuma una posición en extremo peligrosa, desde la perspectiva de una
actuación imparcial y de una visión correcta de la división de roles en el ámbito
del proceso penal.
79 Frente a la ausencia de una regulación expresa con relación al orden de los sujetos procesales
en la audiencia de control de sobreseimiento, lo lógico es aplicar por analogía el art. 351.3
del nuevo CPP.
119
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
(346.5 del nuevo CPP); si esto no ocurre, no estará en capacidad de sostener que
la investigación preparatoria debe ser complementada.
Ahora bien, si el juez rechaza la realización de una investigación suplemen-
taria o sencillamente nadie la exige, el siguiente paso supone analizar si procede
el “procedimiento para forzar la acusación”. Este procedimiento sí puede ser
activado de oficio o a pedido de parte, pero lo que importa resaltar es que en
cualquiera de las dos situaciones se debe evaluar —y debatir—, siempre que antes
haya quedado claramente establecido que se agotó la fase de investigación o que
es imposible agotarla.
Si el juez decide activar el procedimiento para forzar la acusación de oficio
o a solicitud de parte, recién elevará las actuaciones al fiscal superior para que en
10 días ratifique o rectifique la solicitud del fiscal provincial.
Con cualquiera de los pronunciamientos del fiscal superior termina el
trámite de la audiencia de control de sobreseimiento. La ratificación supone que
el juez deberá, inmediatamente y sin más trámite, dictar auto de sobreseimiento
(art. 346.2 del nuevo CPP), que, además, como ya se mencionó, se convierte en
un auto inimpugnable en virtud del pronunciamiento del fiscal superior. Si decide
la rectificación, también culmina este trámite porque entonces deberá ordenar a
otro fiscal que formule acusación (346.4 del nuevo CPP), y esto nos conduce a
otra fase, que es la audiencia de control de la acusación.
Finalmente, la última de las cuestiones que se debe analizar siempre es la
posibilidad de dictar auto de sobreseimiento. Si no existe oposición alguna de
las partes procesales y el juez decide que no procede activar el procedimiento
para forzar la acusación, debe decretarse el sobreseimiento. También cuando las
posibilidades de decretar una investigación suplementaria o forzar la acusación
sean rechazadas por el juez y, evidentemente, cuando el fiscal superior ratifique
la posición del fiscal provincial.
V. IMPUGNACIÓN
El art. 347.3 del nuevo CPP establece que contra el auto de sobreseimiento
procede recurso de apelación (en el mismo sentido, el art. 416.l.b del nuevo CPP).
Se está ante un medio de impugnación de carácter ordinario, devolutivo y suspensi-
vo, cuya finalidad consiste, de un lado, en obtener un segundo pronunciamiento
judicial sobre la cuestión controvertida y, de otro, en provocar la retroacción de
120
Capítulo III
El sobreseimiento
80 Doig Díaz, Yolanda, “El recurso de apelación contra sentencias”, art. cit., pp. 541 y 542.
81 Sin embargo, como se analiza más adelante, el fiscal sí puede interponer recurso de apelación
contra el auto de sobreseimiento, cuando el mismo se produce como consecuencia del con-
trol sustancial ejercido por el juez de la investigación preparatoria, luego de la presentación
del escrito de acusación.
82 Siguiendo la interpretación del art. 404 del nuevo CPP, tampoco podría interponer recurso
de apelación contra el auto de sobreseimiento el querellante particular, por cuanto se está
ante un sujeto procesal que solo participa en el proceso especial por delito de ejercicio priva-
do de la acción penal, y en este tipo de proceso no se admite el sobreseimiento como medio
de conclusión.
121
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
Sin embargo, debe quedar claro que nos estamos refiriendo en todos los
casos a la acción penal, no a la “acción civil”, que de acuerdo con el art. 12.3 del
nuevo CPP podrá resolverse en la resolución de sobreseimiento. En estos casos, es
evidente que el imputado, el agraviado, el tercero, el fiscal (cuando corresponda)
y el actor civil pueden interponer apelación cuando se consideren afectados por
el extremo civil de la resolución.
Con relación al agraviado y al actor civil se debe seguir la misma línea de
lo expuesto en el análisis del procedimiento para forzar la acusación y la soli-
citud de una investigación suplementaria. El agraviado y el actor civil podrán
impugnar la resolución de sobreseimiento en el ámbito de su legitimidad para
participar en el proceso penal, siempre que se rechace la pretensión civil —en la
resolución de sobreseimiento— o cuando la reparación civil fijada no satisfaga
sus expectativas.
También podrán impugnar el auto de sobreseimiento cuando el requeri-
miento fiscal, aceptado por el juez de la investigación preparatoria, impide la
posibilidad de fijar una reparación civil por el hecho que constituye el objeto
procesal (v.gr.: inexistencia del hecho).
Nuevamente deben diferenciarse los supuestos en los que existe un actor
civil legítimamente constituido y aquellos casos en los que el fiscal sustituye al
agraviado en su interés, en aplicación del art. 1 de la LOMP.
Si el fiscal solicita la aplicación del sobreseimiento y, a su vez, requiere que
se fije la reparación civil por el hecho objeto del proceso penal (12.3 del nuevo
CPP), es obvio que la legitimidad a favor de la víctima se limita a la posibilidad
de discutir, en sede de apelación, solo el extremo civil de la resolución; ya sea
porque el juez se negó a fijar una reparación o porque considera que el monto
fijado es insuficiente. La víctima no debería ostentar capacidad para cuestionar el
extremo penal de la resolución de sobreseimiento ni para instar a la continuación
del proceso penal.
Sin embargo, como ya hemos señalado, en estos supuestos la Corte Supre-
ma acude a un concepto amplio del concepto de víctima y de definición de sus
poderes en el ámbito del proceso penal, y le reconoce el derecho a influir en el
ámbito de la acción penal. La doctrina jurisprudencial acude a un desarrollo del
concepto de víctima, con influencia en la búsqueda de la verdad, y que indica
que está en condiciones de propiciar que el hecho sea investigado y juzgado. Por
esta razón, el sistema opta por una concesión amplia de este recurso.
122
Capítulo III
El sobreseimiento
En caso de que sea el actor civil el que introdujo la pretensión, también está
facultado para cuestionar —en vía de apelación— el extremo civil de la resolución
de sobreseimiento, ya sea porque el juez de la investigación preparatoria rechace
el pedido, o porque considera insuficiente la reparación civil fijada, o porque
sencillamente no se pronuncia en dicho extremo al considerar la inexistencia del
hecho. Así lo dispone expresamente el art. 407.2 del nuevo CPP, cuando establece
que el actor civil solo podrá recurrir respecto al objeto civil de la resolución.
El recurso debe ser interpuesto en el plazo de tres días de notificado el
auto de sobreseimiento83, y debe ser escrito84 (art. 405.1.b del nuevo CPP). El
impugnante debe precisar las partes o puntos de la decisión a los que se refiere
el recurso y debe expresar los fundamentos de hecho y de derecho en los que se
apoye (motivación del recurso).
Debe concluir formulando una pretensión específica (art. 405.l.c del nuevo
CPP), que en este caso puede consistir en revocar el auto de sobreseimiento y
ordenar la ampliación de la investigación, solicitar el incremento de la reparación
civil o, en su caso, revocar el extremo civil del sobreseimiento o solicitar una
disminución de la reparación civil fijada.
El juez de la investigación preparatoria debe pronunciarse sobre la admisión
del recurso, la admisibilidad exige que cumpla con los requisitos que acabamos de
describir: gravamen, capacidad procesal, por escrito, motivación (art. 405 del nuevo
CPP). Luego, debe notificar su decisión a todas las partes, y —si es admisible—
elevar los actuados al órgano competente para conocer el recurso, la Sala Penal
Superior, por lo que es un recurso de carácter devolutivo (art. 417 del nuevo CPP).
El recurso de apelación tiene efectos suspensivos toda vez que estamos fren-
te a un auto de sobreseimiento (art. 418.1 del nuevo CPP). El efecto suspensivo
impide que la resolución impugnada pueda ser ejecutada mientras el recurso no
ha sido definitivamente resuelto, lo que supone la pérdida de la competencia
83 De conformidad con el art. 143 del nuevo CPP, el plazo debe computarse a partir del día
siguiente hábil de recibida la notificación, no se computan los días inhábiles según el calen-
dario común (art. 142 del nuevo CPP). El vencimiento de un plazo implica la caducidad de
lo que se pudo o debió hacer (art. 144 del nuevo CPP).
84 A diferencia de lo que sucede con la audiencia de control de la acusación (audiencia prelimi-
nar), en la audiencia de control del sobreseimiento, el juez nunca emite un pronunciamiento
en la propia audiencia, emite su resolución en el plazo de tres días contados a partir del
siguiente día hábil a la culminación de la audiencia (art. 345.3 del nuevo CPP).
123
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
del órgano a quo para seguir conociendo del proceso en el que se ha dictado la
resolución impugnada85.
Sin embargo, la impugnación del auto de sobreseimiento no impide la
inmediata libertad del imputado a quien favorece (art. 347.3 del nuevo CPP).
Esta norma aborda el tema de las medidas cautelares de forma indirecta, aquí
es aplicable lo que fuera analizado anteriormente con relación al impacto, a raíz
de lo que supone el auto de sobreseimiento en el mantenimiento de las medidas
coercitivas, tanto desde la perspectiva del fumus boni iuris como del periculum
in mora86.
En consecuencia, el único efecto suspensivo que acarrea la apelación radica
en que no se archivará “definitivamente” lo actuado hasta que se resuelva el re-
curso impugnatorio. Es una resolución que pone fin a la instancia, por lo tanto,
como ya se dijo, el a quo pierde competencia para seguir conociendo.
Si el efecto suspensivo del recurso de apelación involucrara la continuación
del procedimiento principal hasta que se resuelva la apelación al sobreseimiento,
entonces se suprimiría la función principal de la etapa intermedia, que consiste
en evitar juicios orales innecesarios. Si la Sala confirma el auto de sobreseimiento,
el archivo —recién— podrá considerarse como definitivo (cosa juzgada); si lo
revoca, se reanudará el proceso y se realizarán los actos procesales que haya orde-
nado el superior jerárquico.
Recibidos los autos, la Sala conferirá el traslado del escrito de fundamenta-
ción al Ministerio Público y a los demás sujetos procesales por el plazo de cinco
días. Absuelto el traslado o vencido el plazo para hacerlo, aparece un segundo
ámbito de control de la admisibilidad del recurso, por cuanto también permite
al ad quem pronunciarse al respecto y, en su caso, rechazar de plano el recurso y
anular el concesorio (arts. 405.2 y 420.2 del nuevo CPP)87. En caso contrario,
la causa queda expedita para ser resuelta, y se señalará el día y la hora para la
audiencia de apelación (art. 420.2 del nuevo CPP).
A la audiencia de apelación pueden concurrir los sujetos procesales que lo
estimen conveniente, la audiencia no podrá ser aplazada en ninguna circunstan-
85 Doig Díaz, Yolanda, “El recurso de apelación contra sentencias”, art. cit., p. 554.
86 Vid. caps. iii, iv.1.1.
87 Según el art. 420.4 del nuevo CPP, el auto que declara inadmisible el recurso puede ser ob-
jeto del recurso de reposición previsto por el art. 415 del nuevo CPP.
124
Capítulo III
El sobreseimiento
cia. La Sala dará cuenta de la resolución recurrida de los fundamentos del recurso
y, acto seguido, oirá al abogado del recurrente y a los demás abogados de las partes
asistentes (art. 420.5 del nuevo CPP).
La doctrina jurisprudencial interpreta que, cuando el art. 420.5 del nuevo
CPP establece la posibilidad de celebrar la audiencia de apelación con la concu-
rrencia de sujetos procesales que lo estimen conveniente, si bien, de este artículo
podría entenderse que la audiencia puede llevarse a cabo solo con los sujetos que
concurran; sin embargo, la propia norma luego establece que la audiencia debe
iniciarse con la exposición del recurso por el abogado del recurrente. La Sala
de Apelaciones de Huaura sostiene que una interpretación conjunta de ambas
disposiciones involucra que no puede llevarse a cabo la audiencia de apelación
de autos cuando no exista la presencia del abogado de la parte apelante que oral-
mente deberá sustentar su pretensión impugnatoria. Razones que condujeron a
declarar nulo el concesorio e inadmisible el recurso de apelación interpuesto88.
Esta es una interpretación que privilegia la oralidad, que rige la celebración de
todas las audiencias en el nuevo proceso penal. Porque si bien el nuevo CPP es-
tablece, en determinados casos, que el recurso debe plantearse por escrito, es una
situación que debe encontrar una prolongación que se manifiesta en la necesaria
sustentación oral del recurso en la audiencia. Solo así se garantiza la publicidad,
inmediación y, sobre todo, la contradicción del proceso penal. La resolución ju-
dicial se fortalece cuando la decisión es el resultado de un debate contradictorio
en el que cada una de las partes han podido discutir la pretensión (en este caso,
la impugnatoria).
El art. 419 del nuevo CPP indica que la apelación atribuye a la Sala Penal
Superior, siempre dentro de los límites de la pretensión impugnatoria, la potestad
de examinar la resolución recurrida tanto en la declaración de hechos como en
la aplicación del derecho. La resolución puede ser anulada o revocada, total o
parcialmente. Bastan dos votos conformes para absolver el grado, lo que deberá
ocurrir en el plazo de 20 días (art. 420.7 del nuevo CPP).
Un dato fundamental reside en el hecho de que la impugnación confiere a
la Sala competencia solamente para resolver la materia impugnada, solo puede
declarar la nulidad en casos de nulidades absolutas o sustanciales no advertidas
por el impugnante.
88 Sala de Apelaciones de Huaura, Expediente N.° 836-06, Huaura: 4 de enero del 2007, f.
j. n.° 3. Probablemente, el camino es el desistimiento y no la inadmisibilidad.
125
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
126
Capítulo III
El sobreseimiento
90 También puede darse el caso que el impugnante sea el agraviado no constituido como actor
civil (art. 95.1.d del nuevo CPP) y el fiscal, cuando el juez realiza un control sustancial de la
acusación y declara el sobreseimiento a pesar de la existencia de aquella. En este último
caso, en realidad, lo que existiría es un control sustancial de la acusación de carácter parcial,
analizado en el pie de página anterior.
127
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
91 Sanz Hermida, Ágata, La situación jurídica de la víctima en el proceso penal, Valencia: Tirant
Lo Blanch, 2008, p. 68.
128
CAPÍTULO IV
LA ACUSACIÓN
Capítulo IV
La acusación
I. CONCEPTO
La acusación fiscal consiste en la interposición de la pretensión procesal
penal de una petición fundada dirigida al órgano jurisdiccional para que im-
ponga una pena (u otra consecuencia jurídica del delito: medida de seguridad o
consecuencia accesoria) a una persona por un hecho punible que se afirma que
ha cometido1.
La Corte Suprema de Justicia define acusación como un acto de postulación
del Ministerio Público que promueve un régimen de monopolio en los delitos
sujetos a persecución pública. Mediante la acusación, la fiscalía fundamenta y
deduce la pretensión penal. Además, está obligada —con base en el principio de
legalidad u obligatoriedad— a acusar cuando las investigaciones ofrecen base su-
ficiente sobre la comisión de un hecho punible atribuido al imputado (art. 344.1
del nuevo CPP).
La acusación fiscal debe expresar, de un lado, la legitimación activa del fis-
cal —cuya intervención solo es posible en los delitos de persecución pública— y,
por otro, la legitimación pasiva del acusado, quien desde el derecho penal debe
tratarse no solo de una persona viva, sino que ha debido ser comprendida como
imputada en la etapa de investigación preparatoria y, por ende, estar debidamente
individualizada2.
El órgano jurisdiccional no puede dictar auto de enjuiciamiento si el Mi-
nisterio Público no lo pide expresamente. Es la manifestación imprescindible del
principio acusatorio, concretamente, de las máximas romanas ne procedat iudex
ex officio y nemo iudex sine acusatore, al punto que aun cuando el juez entienda
1 Gómez Colomer, Juan Luis; Juan Montero Aroca; Alberto Montón Redondo y Silvia
Barona Vilar, Derecho jurisdiccional III. Proceso penal, Valencia: Tirant Lo Blanch, 2007, p.
260.
2 V Pleno Jurisdiccional de las Salas Penales Permanente y Transitoria, Acuerdo Ple-
nario N.° 6-2009, Lima: 13 de noviembre del 2009, f. j. n.° 6.
131
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
que existe base suficiente para pasar al juicio oral, si el Ministerio Público —en-
tendido como ente unitario— no sostiene la acusación, el órgano jurisdiccional
está vinculado, como se ha dicho, a la petición de sobreseimiento3.
La acusación introduce la pretensión en el proceso y determina el objeto del
mismo, con lo que se vincula al órgano sentenciador a dicha pretensión en la per-
sona del acusado y el hecho. A su vez, garantiza el derecho de defensa, en la medida
que ha de ser conocida por las partes acusadas al efecto de poder contrarrestarla4.
El nuevo Código Procesal Penal exige al Ministerio Público formular una
relación clara y precisa del hecho que se atribuye al acusado y, en caso de contener
varios hechos independientes, la separación y el detalle de cada uno de ellos, así
como los elementos de convicción que sustenten el requerimiento, la participa-
ción que se atribuya y los demás medios de prueba que ofrezca para su actuación
en la audiencia5.
La primacía del juicio oral en el proceso penal nos indica que solo aquí se
pueden practicar las pruebas sobre las cuales el órgano decisor puede basar su
convicción de culpabilidad. Por regla general, los actos de investigación no pue-
den constituir la base del juicio. En dicha línea, parece evidente que la acusación
debe poder experimentar modificaciones a la conclusión del juicio oral, ya que, en
caso contrario, no tendría sentido una fase de práctica de pruebas que no tuvieran
reflejo en las posiciones de la acusación y de la defensa6.
Es por esta razón que el nuevo Código Procesal Penal regula una acusación
escrita —propia de la fase intermedia— que fija las bases del juicio oral y los lí-
mites al objeto procesal. Sin embargo, en la regulación de la etapa de juicio oral,
el art. 387 regula lo que denomina “alegato oral del fiscal”, que en realidad no es
otra cosa que la sustentación oral de la acusación escrita.
Esto quiere decir que la acusación tiene dos momentos: uno de carácter
provisional, que se realiza antes de la práctica de las pruebas, y uno definitiva,
3 Cortés Domínguez, Valentín y Víctor Moreno Catena, Derecho procesal penal, 2.ª ed.,
Valencia: Tirant Lo Blanch, 2005, p. 344.
4 Asencio Mellado, José María, Derecho procesal penal, 4.ª ed., Valencia: Tirant Lo Blanch,
2008, p. 225.
5 Talavera Elguera, Pablo, Comentarios al nuevo Código Procesal Penal, Lima: Grijley, 2004,
pp. 63 y 64.
6 Asencio Mellado, Derecho procesal penal, ob. cit., p. 226.
132
Capítulo IV
La acusación
que se formula después de que son practicadas7. Esta disposición también guarda
relación con la calificación alternativa y subsidiaria que propone el art. 349.3 del
nuevo CPP y que debe contenerse en el escrito de acusación que también formará
la base de la acusación oral.
El art. 374.2 establece la posibilidad —durante el desarrollo del juicio— de
introducir un escrito de acusación complementaria, con el cual puede ampliarse
la pretensión mediante la inclusión de un hecho nuevo o una nueva circunstancia
que no haya sido mencionada en su oportunidad y que modifica la calificación
legal o integra un delito continuado. El fiscal debe advertir la variación de la
calificación, además, es necesario que se reciba la declaración del imputado en
relación con los hechos nuevos incorporados en la acusación complementaria.
Las partes tienen derecho a solicitar la suspensión del proceso para ofrecer nuevas
pruebas o preparar la defensa.
Esta es una clara muestra de que cualquier variación respecto del escrito
inicial de acusación, si bien es posible, requiere de la necesaria puesta en cono-
cimiento del imputado para que tenga opción de defenderse respecto de hechos
o circunstancias que no formaron parte de la investigación preparatoria. Todas
las partes tienen que conocer la acusación complementaria y poder pronunciarse
respecto de los nuevos elementos que se incorporan al proceso penal.
Finalmente, el art. 387.2 permite que, a resultas del debate, el fiscal pueda
pedir aumento o disminución de la pena o de la reparación civil solicitada en la
acusación escrita. También puede pedir —siempre en mérito de la prueba actuada
en el juicio— la imposición de una medida de seguridad, siempre que en este
extremo se hubiere producido el debate correspondiente. Por último, puede co-
rregir errores materiales o incluir alguna circunstancia, siempre que no modifique
esencialmente la imputación ni provoque indefensión y sin que sea considerada
una acusación suplementaria (art. 387.3 del nuevo CPP).
Sin ánimo de realizar un análisis exhaustivo de la fase de juicio oral (que
en realidad corresponde a la tarea de una monografía exclusiva que escapa al
ámbito del presente trabajo), está claro que estas normas demuestran que el
nuevo Código Procesal Penal respeta, en lo esencial, la acusación escrita de la
fase intermedia —vinculación relativa—, que se convierte así en el instrumento
delimitador del objeto procesal.
7 Gómez Colomer et al., Derecho jurisdiccional iii. Proceso penal, ob. cit., p. 260.
133
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
II. REQUISITOS
1. Básicos
El art. 344 establece que una vez el fiscal disponga la conclusión de la in-
vestigación preparatoria (art. 343.1 del nuevo CPP) debe decidir en el plazo de
quince días si formula acusación, siempre que exista base suficiente para ello (de
lo contrario, requerirá el sobreseimiento de la causa)9.
Por su parte, el art. 349.1 del nuevo CPP establece que la acusación fiscal
debe ser debidamente motivada y contener los siguientes requisitos:
134
Capítulo IV
La acusación
10 San Martín Castro, César, Derecho procesal penal, Lima: Grijley, 2002, p. 623. En el
mismo sentido, el V Pleno Jurisdiccional de las Salas Penales Permanente y Transi-
torias, Acuerdo Plenario N.° 6-2009, Lima: 13 de noviembre del 2009, f. j. n.° 7.
11 Gimeno Sendra, José Vicente, Derecho procesal penal, 2.ª ed., Madrid: Colex, 2007, p. 617.
12 Sánchez Velarde, Pablo, El nuevo proceso penal, Lima: Idemsa, 2009, p. 159.
13 Obviamente la coacción, la tortura y las amenazas son rechazadas de plano. No es esto a lo
que hace referencia el nuevo CPP cuando exige identificar al imputado, incluso, contra su
voluntad. Sin embargo, si se le puede obligar, por ejemplo, a brindar una muestra de sus
impresiones digitales.
14 El literal a) del art. 88.2 del nuevo CPP establece que la diligencia —declaración del im-
putado— se inicia con el requerimiento al imputado de declarar respecto a “nombre, ape-
llidos, sobrenombre o apodo, si lo tuviere, lugar y fecha de nacimiento, edad, estado civil,
profesión u ocupación, domicilio real y procesal, principales sitios de residencia anterior, así
como nombres y apellidos de sus padres, cónyuge e hijos y de las personas con quienes vive”.
Recién el numeral 2 indica que se “invitará” (no requerirá) al imputado que declare cuanto
tenga por conveniente sobre el hecho que se le atribuye. Es decir, queda claramente establecido
que el derecho a guardar silencio opera en el interrogatorio propiamente dicho, esto es, luego
135
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
La doctrina sostiene que el imputado debe ser veraz sobre los mismos15.
Para Gimeno Sendra, no solo es necesaria la previa determinación e iden-
tificación del acusado, sino también su presencia física —o su disponibilidad
en ese sentido—, requisito que es una lógica consecuencia del tratamiento de la
rebeldía que ha de provocar la suspensión del proceso16.
del requerimiento de los datos de identificación regulados por el numeral 1. Esto no supone,
desde luego, que se pueda utilizar métodos violentos o que distorsionen su voluntad (v. gr.:
“suero de la verdad”), pero sí resulta claro que, por ejemplo, se puede considerar la negativa
a identificarse como una causal de peligro procesal (comportamiento del imputado durante
el proceso), que a su vez puede justificar, en determinados casos, la aplicación de una medida
cautelar personal.
15 Llobet Rodríguez, Javier, La prisión preventiva. Límites constitucionales, San José: Univer-
sidad para la Cooperación Internacional, 1997, p. 219.
16 Gimeno Sendra, Derecho procesal penal, ob. cit., p. 617.
17 Sala Penal Permanente (ponente: Sr. juez San Martín Castro), Casación N.° 247-2018
Áncash, Lima: 15 de noviembre del 2018, f. j. n.° 2.
136
Capítulo IV
La acusación
La acusación debe ser clara y precisa en relación con los hechos que resultan
de la investigación preparatoria. Si son varios hechos independientes, la separa-
ción y detalle de cada uno de ellos es indispensable. La indeterminación en este
extremo puede dar lugar a una acusación imprecisa, vaga o insuficiente, y puede
producir una situación de indefensión en el acusado18.
La descripción de los hechos tiene que permitir que el acusado identifique
por qué razón se dan elementos fácticos como para considerar reunidos los con-
ceptos jurídicos aplicables al caso19.
Para Sánchez Velarde, es necesario que la exposición de hechos en el
escrito de acusación sea narrada con la mayor claridad posible, y se indique lo
sucedido en forma cronológica, el lugar, las circunstancias de la comisión del
delito y la intervención de las personas involucradas —incluida la víctima, los tes-
tigos, las armas y objetos utilizados—. También es necesario describir los hechos
anteriores al que es objeto de imputación, los actos de preparación y la conducta
asumida con posterioridad a la comisión del delito20.
La Corte Suprema establece la exigencia de una relación circunstanciada,
temporal y espacial de las acciones u omisiones dolosas o culposas penadas por
la ley que han de constituir el objeto del juicio oral21.
Se debe tener en cuenta que la acción en el proceso penal responde al hecho
o hechos atribuidos al imputado, por lo que existen tantas acciones como acu-
sados comprendidos en el escrito de acusación. Por esta razón, el art. 349 utiliza
el término “imputado”22, en carácter singular, aludiendo a la existencia de tantas
acusaciones como acusados. Es fundamental que el relato de hechos pueda indi-
vidualizar la situación procesal de cada uno de ellos, para así evitar acusaciones
genéricas, estereotipadas o colectivas.
Lo mismo sucede cuando son varios los hechos delictivos, como es el caso
del concurso real de delitos. La precisión de la narración es muy importante en
137
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
todos estos casos porque la acusación escrita va a delimitar los puntos de análisis
en la audiencia de control y, luego, del juicio oral23.
Siguiendo a la Corte Suprema, un dato que es importante destacar es que
el apartado fáctico debe ser completo —incluir todos los elementos que integran
el tipo delictivo y las circunstancias que influyen sobre la responsabilidad del
encausado— y específico —debe permitir conocer cuáles son las acciones que se
consideran delictivas—, pero no exhaustivo. No se requiere un relato minucioso
y detallado o pormenorizado, ni la incorporación ineludible al texto del escrito
de elementos fácticos que obren en las diligencias de investigación y a los que la
acusación se refiere con suficiente claridad24.
138
Capítulo IV
La acusación
26 Citado por San Martín Castro, César, Derecho procesal penal, ob. cit., p. 624.
27 Peña Cabrera, Alonso Raúl, “La etapa intermedia en el Código Procesal Penal de 2004. Las
funciones del Ministerio Público y el juez de la investigación preparatoria”, en Actualidad
Jurídica, n.° 157, Lima: diciembre del 2006, p. 139.
139
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
establece que cuando en los supuestos del art. 20 del CP no concurra alguno de
los requisitos necesarios para hacer desaparecer totalmente la responsabilidad, el
juez puede disminuir prudencialmente la pena hasta límites inferiores al límite
legal. También debe tenerse en cuenta el supuesto de responsabilidad restringida
al que se refiere el art. 22 del CP.
Incluso es posible incluir otras circunstancias modificatorias de la responsabi-
lidad penal como la tentativa, el desistimiento voluntario, los errores de tipo y pro-
hibición (invencibles), el error de comprensión culturalmente condicionado, etc.28
Se debe tener en cuenta que el art. 349 no se refiere únicamente a las ate-
nuantes, por lo que todo indica que el fiscal también debe mencionar expresa-
mente las agravantes genéricas. En ambos se permite que la acusación plantee los
instrumentos que permitan al juez penal —unipersonal o colegiado— establecer
las bases de la determinación de la pena.
1.6. El artículo de la ley penal que tipifique el hecho, así como la cuantía
de la pena que se solicite
La acusación consiste, en primer lugar y fundamentalmente, en la califica-
ción jurídica de los hechos desde el punto de vista del derecho penal29. Los hechos
que el fiscal considera que están probados son los que dan lugar a la calificación
jurídica. Se debe precisar el delito en el que incurrió el autor, analizando sus pre-
supuestos típicos. Además, tal es la calificación penal que el fiscal deberá mantener
durante la audiencia de control y el juicio oral30. La fiscalía debe acusar solo por
hechos que se adecúen a una norma penal y tengan relevancia en este ámbito31.
La exigencia de que exista la solicitud de una pena específica debe interpre-
tarse —como sucede con todos los requisitos expuestos— de conformidad con
lo dispuesto por el primer párrafo del art. 349.1 cuando señala que la acusación
fiscal debe estar debidamente motivada. No basta con expresar la cuantía de la
pena: es necesario expresar el razonamiento lógico que conduce al fiscal a en-
tender que dicha pena es merecida y necesaria. Para ello, debe analizar —entre
otros— los arts. 45, 46 y 46-A del CP, y debe justificar cómo es que el análisis de
28 Loc. cit.
29 Gómez Colomer et al., Derecho jurisdiccional iii. Proceso penal, ob. cit., p. 261.
30 Sánchez Velarde, Pablo, El nuevo proceso penal, ob. cit., p. 161.
31 Castro Ospina, Sandra, “Audiencia de formulación de la acusación”, en El proceso penal
acusatorio colombiano, t. ii, Bogotá: Ediciones Jurídicas Andrés Morales, 2005, p. 218.
140
Capítulo IV
La acusación
cada uno de los acusados y de la conducta que se les atribuye se subsume en las
reglas que establece el Código Penal.
Nótese que en dichas normas hay pautas que tienen relación con el sujeto
y otras que versan sobre la conducta que se atribuye al sujeto.
En el caso del art. 45 del CP se deben analizar circunstancias como las
carencias sociales del agente (acusado en nuestro caso), su cultura y costumbres,
pautas que guarden relación con las circunstancias personales del acusado. Lo
mismo ocurre con el art. 46-A, que regula circunstancias agravantes referidas a la
condición del sujeto activo (miembro de las FF. AA., PNP, autoridad, funcionario
o servidor público).
Por otro lado, el art. 46 del CP exige apreciar —a efectos de la individuali-
zación de la pena— la gravedad del hecho, la naturaleza de la acción, los medios
empleados, la importancia de los deberes infringidos, la unidad o pluralidad de
agentes, etc. Exige el análisis vinculado al hecho delictivo y, en cierto sentido, a
la participación del acusado en el hecho.
Es por esta razón que, insistimos, es fundamental individualizar la acusa-
ción cuando existe una pluralidad de acusados y, sobre todo, cuando la acusación
contiene varios hechos. Es la única forma posible si es que se pretende arribar
a un juicio oral donde se despliegue, con corrección, el objeto procesal y, sobre
todo, el derecho de defensa.
141
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
ria. Incluso, debe establecerse expresamente quiénes lo son en forma solidaria. Por
supuesto que también deberá señalarse, cuando sea el caso, qué bienes incautados
o embargados garantizan el pago solicitado por la acusación.
Así lo establece la Corte Suprema cuando indica que la acusación fiscal ha
de señalar tanto la cantidad en que se aprecien los daños y perjuicios de la esfe-
ra patrimonial del perjudicado causados por el delito o la cosa que haya de ser
restituida, como la persona o personas que aparezcan como responsables —que
han debido ser identificadas en una resolución judicial dictada en la investigación
preparatoria— y el hecho en virtud del cual hubieren contraído esa posibilidad33.
En cualquier caso, tal como se analizó, se está frente a una exigencia de
carácter contingente. La acusación fiscal solo se pronuncia sobre aspectos vincu-
lados a la acción civil cuando no exista un actor civil expresamente constituido
en el proceso. El art. 11.1 del nuevo CPP establece de forma expresa que, si el
perjudicado se constituye en actor civil, cesa la legitimación del Ministerio Público
para intervenir en el objeto civil del proceso.
Este requisito solo puede ser exigido al fiscal si es que el perjudicado no
se constituye en actor civil. Por lo que es necesario entender que, si ello ocurre,
este no es un requisito que debe ser revisado en la etapa intermedia. De hecho,
es obligatorio para el fiscal no pronunciarse en este extremo si se tiene en cuenta
que el mandato de la norma es muy claro34. Además, como ya se dijo, lo mismo
142
Capítulo IV
La acusación
143
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
38 Talavera Elguera, Pablo, La prueba en el nuevo proceso penal, Lima: AMAG, 2009, p. 79.
39 Miranda Estrampes, Manuel, La mínima actividad probatoria en el proceso penal, Barcelo-
na: J. M. Bosch, 1997, p. 100.
40 En palabras de Taruffo, “los hechos no se incorporan en los procedimientos judiciales en
su realidad empírica o material: en general ya han ocurrido y, por lo tanto, pertenecen al
pasado. De modo que los hechos no pueden ser percibidos por el juez (excepto algunos ele-
mentos de prueba circunstanciales), así que tienen que ser reconstruidos por el juzgador de
los hechos tomando como base los medios de prueba disponibles. De este modo, los hechos
se toman en consideración de una forma muy especial: en forma de enunciados acerca de ese
hecho. Cuando hablamos de la verdad de un hecho, en realidad hablamos de la verdad de un
enunciado acerca de ese hecho. En consecuencia, lo que se prueba o demuestra en el proceso
judicial es la verdad o la falsedad de los enunciados sobre los hechos en litigio [...]”. Taruffo,
Michele, La prueba, trad. de Laura Manríquez y Jordi Ferrer Beltrán, Madrid: Marcial Pons,
2008, p. 19.
41 Ortells Ramos, Manuel; Juan Montero Aroca; Juan Luis Gómez Colomer; Alberto
Montón Redondo, Derecho jurisdiccional, vol. iii, Barcelona: J. M. Bosch, 1991, p. 173.
144
Capítulo IV
La acusación
42 Como se advirtió anteriormente, la importancia de esta situación es, para la doctrina más
autorizada, la “clave” del sistema acusatorio: “[L]a clave que permite la adecuación del sis-
tema de enjuiciamiento —ya dividido en dos fases que se otorgan a órganos diferentes— al
modelo acusatorio reside en el valor procesal que se otorgue a las diligencias de investigación
[...]”. Fuentes Soriano, Olga, “El modelo acusatorio y el Ministerio Público”, en Cubas
Villanueva, Víctor; Yolanda Doig Díaz y Fany Quispe Farfán (coords.), El nuevo proceso
penal. Estudios fundamentales, Lima: Palestra, 2005, p. 143.
43 Esto no significa que esté en contra —como sí sucede con importante sector de la doctrina—
de la institución conocida como “prueba de oficio”, regulada por el art. 385.2 del nuevo
CPP. Lamentablemente, no se puede desarrollar los alcances de la prueba de oficio en este
trabajo, sin embargo, es evidente que esta puede ser admitida en supuestos excepcionales, y
nunca puede constituir la regla general. Ello por las razones que aquí se esgrimen para soste-
ner que es positivo que las partes aporten sus pruebas. Situación distinta es que, en supuestos
excepcionales, la seguridad jurídica exija una participación activa del juez.
145
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
44 El CPP chileno (2000) también establece esta exigencia (art. 259, último párrafo).
45 Vid. Sentencias del Tribunal Supremo español de 18 de febrero de 1954 y de 10 de mayo de
1966.
46 V Pleno Jurisdiccional de las Salas Penales Permanente y Transitorias, Acuerdo
Plenario N.° 6-2009, Lima: 13 de noviembre del 2009, ff. jj. n.os 8 y 12.
146
Capítulo IV
La acusación
premo sostiene que en pureza se trata del expreso reconocimiento de las preten-
siones subordinadas o “eventuales”. En ese sentido, se establecen las siguientes
precisiones:
47 Sala Penal Permanente (ponente: Sr. juez San Martín Castro), Casación N.° 790-2018
San Martín, Lima: 13 de noviembre del 2019, f. j. n.° 2.
48 Gálvez Villegas, Aladino; William Rabanal Palacios y Hamilton Castro Trigroso, El
Código Procesal Penal. Comentarios descriptivos, explicativos y críticos, Lima: Jurista, 2008, pp.
698 y 699.
49 Sala Penal Permanente (ponente: Sr. juez San Martín Castro), Casación N.° 790-2018
San Martín; Lima: 13 de noviembre del 2019, f. j. n.° 2.
147
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
50 Del Río Labarthe, Gonzalo, La prisión preventiva en el nuevo Código Procesal Penal, Lima:
Ara, 2008, p. 78. En la misma línea, Asencio Mellado, José María, “La regulación de la
prisión preventiva en el Código Procesal Penal del Perú”, en Cubas Villanueva, Víctor;
Yolanda Doig Díaz y Fany Quispe Farfán (coords.), El nuevo proceso penal. Estudios funda-
mentales, Lima: Palestra, 2005, p. 504.
148
Capítulo IV
La acusación
51 Situémonos en un supuesto en el que la pena solicitada es menor a cuatro años y se prevé una
alta posibilidad de que el juez (unipersonal o colegiado) dicte una suspensión condicional de
la pena. En este caso, el riesgo de fuga puede variar en forma sustancial.
149
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
150
Capítulo IV
La acusación
Como todo acto postulatorio, la acusación fiscal está sujeta al control ju-
risdiccional, incluso de oficio. Esto es imprescindible para evitar la nulidad de
actuaciones53.
El art. 350.1 de nuevo CPP establece, en primer término, la obligación del
juez de la investigación preparatoria de notificar a los demás sujetos procesales
la acusación presentada por el fiscal54. Las partes tendrán un plazo de 10 días a
partir de la notificación para plantear todas las cuestiones que crean convenientes:
las que deben ser debatidas en la audiencia de control55.
Esta es una norma importante porque cumple con garantizar el derecho a
ser informado de la acusación. El TC español ha señalado que ninguna defensa
puede ser eficaz si el imputado no conoce con anterioridad los hechos en que se
fundamenta la acusación, a fin de poner frente a ellos las oportunas excepciones
y defensas56. Es un derecho instrumental respecto del derecho de defensa57, esen-
cial para permitir la defensa adecuada y mantener un equilibrio entre acusador y
acusado en la fase del juicio oral58.
Sin embargo, aquí no solo debe reproducirse el cuestionamiento realizado
al plazo del traslado, que realizamos en el ámbito del análisis de la audiencia de
control de sobreseimiento. De hecho, se debe ser mucho más enfático, ya que,
en el control de la acusación, la exigencia de diferenciar los plazos del traslado en
función de la complejidad de la causa se torna mucho más necesario.
La norma no hace ninguna distinción entre el plazo de procesos simples y
complejos, o, lo que es peor, entre estos y el proceso de criminalidad organizada.
151
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
152
Capítulo IV
La acusación
escrita, necesaria, que debe ser planteada ante el juez y que debe ser conocida
por este. Es precisamente esto, el conocimiento cabal de la acusación escrita y
de las oposiciones escritas presentadas por las demás partes, lo que constituye la
base central de un ordenamiento del debate que permita privilegiar la eficiencia
y la celeridad. La celeridad procesal no se obtiene disminuyendo los plazos de
traslado o tramitación de la audiencia. Se privilegia la eficacia del proceso cuando
las audiencias se realizan con suficiente conocimiento de los asuntos planteados,
del orden del debate y de las cuestiones que son esenciales debatir.
La instalación de la audiencia requiere la presencia obligatoria del fiscal y
el defensor del acusado (art. 351.1 del nuevo CPP). A diferencia de la audiencia
de control de sobreseimiento, en este caso la norma sí considera indispensable la
presencia del defensor del acusado en la audiencia preliminar, en atención a su
crucial importancia para la delimitación del objeto procesal.
Nótese que la presencia del acusado no es imprescindible, esto obedece a un
razonamiento que considera que la defensa que puede ejercerse en esta etapa es
una de carácter fundamentalmente técnico. El “espacio natural” para la presencia
obligatoria del acusado en realidad se vincula al juicio oral, en seguimiento de las
pautas que prohíben el enjuiciamiento y condena de los ausentes.
Un dato interesante se refiere al análisis del art. 359.7 del nuevo CPP, que
establece que, si el actor civil no concurre a la audiencia del juicio oral, se tendrá
por abandonada su constitución en parte. Esta norma ofrece una pauta de cómo
es que se debe interpretar la ausencia del actor civil en la etapa intermedia, pero
exige una interpretación acorde con lo explicado respecto al ejercicio de la acción
civil en la etapa intermedia59.
Siguiendo la línea marcada por el art. 11.1 del nuevo CPP, cuando el per-
judicado se constituye en actor civil, cesa la legitimación del Ministerio Público
para intervenir en el objeto civil del proceso. Por su parte, el art. 101 del nuevo CPP
dispone que la constitución en actor civil deberá efectuarse antes de la culmina-
ción de la investigación preparatoria. Si en la etapa intermedia el perjudicado aún
no ha solicitado su constitución, no podrá introducir su pretensión en el proceso
penal. Puede acudir a la vía extrapenal, suscribir una transacción o, en su caso,
someterse a la solicitud que realice el fiscal en el proceso penal, en aplicación del
153
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
art. 1 Ley Orgánica del Ministerio Público, pero no puede actuar como parte en el
proceso penal en curso.
Por lo tanto, ambas normas marcan la pauta de quién es el que debe intro-
ducir la pretensión en la etapa intermedia. Si a la conclusión de la investigación
no existe constitución del actor civil, será el fiscal el encargado de cumplir con lo
dispuesto por el art. 349.1.g del nuevo CPP. Si el perjudicado se constituyó en
actor civil en dicha fase, la legitimación del fiscal cesa: “no hay marcha atrás”. El
actor civil luego puede desistirse (arts. 13 y 106 del nuevo CPP)60, abandonar
(art. 359.7 del nuevo CPP) o transar (art. 14 del nuevo CPP), pero ello en ningún
caso supone que el fiscal “recupera” legitimación para solicitar la reparación civil.
El principio dispositivo exige que una vez que el perjudicado muestra su
interés en la pretensión civil, es absolutamente libre de solucionar el conflicto en
la manera que estime conveniente, pero su interés ya no debe ni puede ser sustituido
por el Ministerio Público.
Por otro lado, el art. 106 del nuevo CPP establece que la constitución del
actor civil impide que presente demanda indemnizatoria en la vía extrapenal. El
actor civil que se desista como tal antes de la acusación fiscal no está impedido
de ejercer la acción indemnizatoria en otra vía. Este razonamiento parece indicar
que, si el desistimiento opera luego de iniciada la etapa intermedia, sí existirá un
obstáculo para acudir a la vía civil, pero en realidad no es una norma muy clara.
Es razonable que, si el actor civil constituido en parte sostiene su pretensión
hasta la culminación del proceso, la decisión en el extremo civil constituirá cosa
juzgada y le será imposible acudir a la vía extrapenal. Pero ¿cuál es el impedimento
procesal para presentar una demanda indemnizatoria en la vía extrapenal, si el
desistimiento opera luego de iniciada la etapa intermedia? ¿Quiere decir que si
el art. 359.7 dispone que la ausencia del actor civil supone el abandono de su
constitución en parte, luego no podrá acudir al orden jurisdiccional civil para
solicitar una indemnización por los perjuicios causados?
Todo indica que una interpretación como esta puede ser excesivamente
rigurosa y puede afectar el derecho de los ciudadanos a la tutela judicial efectiva.
60 De acuerdo con el nuevo Código Procesal Penal, cuando el actor civil opta por ejercer su de-
recho en la vía extrapenal, también se considera un desistimiento (art. 106 del nuevo CPP).
Pero, en principio, debe desistir antes de la etapa intermedia para que ello no perjudique su
derecho a ejercerlo en la vía del proceso civil (art. 13.1 del nuevo CPP).
154
Capítulo IV
La acusación
Considero que la oportunidad del desistimiento, en todo caso, se fija para marcar
la pauta de cuándo pueden existir procesos paralelos y cuándo es necesario que
culmine el proceso penal para acudir a la jurisdicción extrapenal. En todo caso,
es una interpretación más garantista y justa, toda vez que no se explica por qué
el perjudicado no podría elegir otra vía en la propia etapa intermedia.
En cualquier caso, lo que debe quedar claro es que si el actor civil —cons-
tituido como tal durante la investigación preparatoria— tampoco acude a intro-
ducir su pretensión en la audiencia preliminar de la etapa intermedia, entonces
también se debe aplicar analógicamente la regla del art. 359.7: se tendrá por
abandonada su constitución en parte en el proceso penal.
El escenario para que el actor civil introduzca su pretensión es la fase in-
termedia. Aquí es donde se debe ejercer la oposición y donde se deben presentar
las pruebas de cargo y de descargo, en torno al objeto civil del proceso penal.
Su presencia en la audiencia preliminar, en principio, no es obligatoria, pero lo
cierto es que si no asiste o, en su caso, si no cumple con solicitar una reparación
civil ni con aportar los medios de prueba que la sustenten, evidentemente debe
considerarse el abandono de su constitución, porque una vez iniciado el juicio
oral ya no podrá introducir una pretensión que debió ser sometida a control en
la etapa intermedia. Solo así se garantiza el derecho de defensa (el principio de
contradicción) de los sujetos procesales, ya que solo entonces podrán objetarla y
presentar los medios de prueba que permitan contrarrestarla.
Pero, insistimos, ni el desistimiento previo a la etapa intermedia ni el aban-
dono de su constitución en la etapa intermedia o en el juicio oral “legitiman” al
fiscal para solicitar una reparación civil. Dicha legitimación cesó definitivamente
con la constitución en actor civil del perjudicado.
Por otro lado, la comparecencia a la audiencia preliminar del tercero civil
tampoco es obligatoria. El art. 113 del nuevo CPP establece que su rebeldía o
falta de apersonamiento, luego de haber sido incorporado como parte y debida-
mente notificado, no obstaculiza el trámite del proceso y quedará obligado a los
efectos indemnizatorios que le señale la sentencia.
Ahora bien, el tercero civil es el sujeto pasivo de la pretensión de la misma
naturaleza y esto indica que, a diferencia del actor civil, no es titular de una
pretensión que deba ser “controlada” en la audiencia preliminar. Sin embargo,
se debe tener en cuenta que es en la fase intermedia donde tiene la posibilidad
de ofrecer los medios de prueba que resalten la inexistencia de criterios de im-
155
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
putación de derecho civil (389.2 del nuevo CPP), por lo que es importante su
presencia a efectos de ejercer su derecho de defensa. Su ausencia en la etapa inter-
media evidentemente no supone que se le deba privar del ejercicio de su derecho
de defensa en el juicio oral, pero su rebeldía, sin duda, configura una limitación
evidente para el desarrollo de su estrategia defensiva.
Otra exigencia puntual del art. 351.1 del nuevo CPP es que no se podrán
actuar diligencias de investigación o de prueba específicas, salvo el trámite de
prueba anticipada y la presentación de prueba documental para decidir cualquiera
de las solicitudes propuestas de conformidad con el art. 350 del nuevo CPP.
La audiencia es dirigida por el juez de garantías y, mientras dura, no se
admite la presentación de escritos. El juez debe otorgar la palabra por un tiempo
breve a todos los sujetos procesales en el siguiente orden: el fiscal, la defensa del
actor civil, al acusado y al tercero civilmente responsable. Todos deben debatir
en relación con la procedencia o admisibilidad de cada una de las cuestiones
planteadas y la pertinencia de la prueba ofrecida.
El orden establecido muestra que la audiencia preliminar exige tanto un
control de la acusación como de la acción civil incorporada al proceso penal. Es
por esta razón que el fiscal y el actor civil preceden al acusado y al tercero, por
cuanto el debate contradictorio exige ese orden para su ejercicio. De hecho, el or-
den indica que primero deben resolverse las cuestiones referidas a la acción penal
y luego los aspectos vinculados al objeto civil, prueba de ello es que el último en
participar es el tercero civil, quien solo presenta resistencia en este extremo (art.
389.2 del nuevo CPP).
El fiscal tiene la opción de presentar un escrito que aclare, modifique o in-
tegre la acusación en lo que no sea sustancial, pero será necesario correr traslado
de esta situación a los demás sujetos procesales, de forma inmediata, para que
puedan absolver la variación propuesta por el fiscal. Esta es una auténtica correc-
ción formal de la acusación “de oficio”, pues no requiere que sea solicitada por
alguna de las partes; sin embargo, si permite que sea “controlada”, la pertinencia
de la aclaración o modificación debe ser debatida.
Ahora bien, como se ha dicho, en la audiencia se discute la procedencia o
admisibilidad de cada una de las cuestiones planteadas, que no es otra cosa que
las que propone el art. 350 del nuevo CPP y que configuran supuestos de control
formal y sustancial de la pretensión penal planteada por el Ministerio Público, y
de la acción civil planteada por quien corresponda (art. 350.1.g del nuevo CPP).
156
Capítulo IV
La acusación
Así lo dispone la Corte Suprema de Justicia cuando aclara que “el marco del
control [de la acusación] solo debe incidir en aquellos aspectos circunscriptos a
los juicios de admisibilidad [control formal] y procedencia [control sustancial],
sin que sea dable realizar análisis probatorio alguno ni emitir pronunciamientos
sobre el fondo”61.
Una duda que suele plantearse en el tratamiento del control de la acusación
consiste en qué es lo que se debe entender por control formal y sustancial. Suele
pensarse que el control formal y sustancial de la acusación está referido a aspectos
procesales o sustantivos (materiales), respectivamente, que en uno y otro caso
permiten al juez influir en el acto postulatorio del Ministerio Público.
Sin embargo, en realidad, el control sustancial puede darse tanto por as-
pectos procesales como materiales. La diferencia con el control formal no radica
en la naturaleza de la regla que permite el control, sino en que el control formal
solo permite solicitar que se subsanen errores, en cambio, el control sustancial
permite rechazar la petición y dictar un auto de sobreseimiento no requerido
por el fiscal o, en su caso, aceptar el requerimiento y proceder a dictar el auto de
enjuiciamiento.
Este control evalúa la fundabilidad de los argumentos que soportan la pe-
tición de condena —que no es lo mismo que el “fondo del asunto”—, así como
la posición de la defensa en torno a la viabilidad del juicio oral (insuficiencia
probatoria, causales de extinción, atipicidad, etc.).
1. Control formal
El control formal de la acusación es regulado por el art. 350.1.a del nuevo
CPP y establece que los sujetos procesales pueden —en el plazo de 10 días de
notificada— observar la acusación por defectos formales para requerir su corrección.
Sin embargo, como ya se dijo, también puede existir un control formal de
oficio (art. 352.2 del nuevo CPP). La Corte Suprema justifica esta prerrogativa
al sostener que dicho control involucra la revisión del cumplimiento de los re-
quisitos legales de un acto procesal trascendente y porque la validez de la serie
157
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
158
Capítulo IV
La acusación
159
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
Es por esta razón que el art. 352.2 del nuevo CPP dispone que, si los defec-
tos de la acusación requieren un nuevo análisis por parte del Ministerio Público, el
juez dispondrá la devolución de la acusación y suspenderá la audiencia por cinco
días para que corrija el defecto, luego de lo cual se reanudará. Incluso, esta norma
menciona que en los demás casos —se entiende cuando el defecto no requiere un
nuevo análisis por parte del Ministerio Público— el fiscal, en la misma audiencia,
realiza las modificaciones, aclaraciones o subsanaciones que corresponda, con
intervención de los concurrentes a la audiencia.
Ahora bien, si las subsanaciones que realiza el fiscal no son objeto de ob-
servación por los sujetos procesales, se tiene por modificado, aclarado o saneado
el dictamen acusatorio en los términos precisados por el fiscal. Si existen obser-
vaciones, el juez resuelve mediante resolución inapelable (art. 352.2 in fine del
nuevo CPP). Debe quedar muy claro que estamos frente a errores estrictamente
formales, el juez en ningún caso puede variar el contenido de la acusación en la
medida que ello involucraría una flagrante violación del principio acusatorio. Esta
misma condición formal de los errores sujetos a subsanación es la que permite
que los errores puedan ser advertidos tanto por los sujetos procesales (art. 350.1.a
del nuevo CPP) como por el juez de la investigación preparatoria de oficio (art.
352.2 del nuevo CPP).
Otra posibilidad de control formal ha sido planteada por la doctrina na-
cional en relación con la vulneración del derecho de defensa en la investigación
preparatoria y los efectos que tal vulneración puede generar en el desarrollo de
la etapa intermedia67.
Se sostiene que en muchos casos68:
67 Villavicencio Ríos, “La función judicial de control de la acusación fiscal”, art. cit., pp.
227-231.
68 Villavicencio Ríos, “La función judicial de control de la acusación fiscal”, art. cit. La
autora cita los procesos n.os 2006-00946-87, 2008-00476-87, 398-2008-25 y 2008-00591.
Todos tratan sobre abuso sexual en agravio de menores de edad.
160
Capítulo IV
La acusación
69 Considero innecesaria esta expresión. Absolutamente todos los jueces son “constitucionales”:
no es un supuesto aplicable con algún carácter especial al juez de garantías. En todo caso,
sí lo será para aquellos cuya competencia sean las garantías constitucionales como ámbito
de jurisdicción. Tampoco considero que la discusión vinculada a la actuación de oficio o
solicitud de parte sea un problema de “adversarialidad”. También es un problema que se
presenta en el proceso acusatorio. La adversarialidad representa mucho más que el principio
rogatorio: se confunden muchos conceptos.
161
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
(art. 352.2 del nuevo CPP). Sin embargo, no parece necesario que esto deba resol-
verse antes de la audiencia preliminar. Perseguir una supuesta celeridad procesal
en estos casos no tiene sentido porque, en realidad, esta no se verá afectada por la
realización de una audiencia que, por lo demás, es bastante sencilla. El control de
la acusación puede realizarse de oficio, pero no debe suprimirse nunca el debate
oral entre los concurrentes porque es indispensable y además permite realizar un
control formal de todos los requisitos.
Es más tedioso para la administración de justicia el hecho de que los jueces
realicen una devolución inmediata —antes de la audiencia— de la acusación, en
lugar de que las partes puedan oponer todas las cuestiones y que estas sean re-
sueltas en un solo trámite. Es cierto que si no se notificó al acusado, es necesario
realizar otra audiencia, pero en realidad eso debe suceder siempre. Si la acusación
se devuelve por cuestiones formales, es necesaria la realización de una nueva
audiencia por dos razones fundamentales: 1) establecer que las modificaciones,
aclaraciones o subsanaciones satisfacen los requisitos, y 2) para realizar el control
sustancial (recuérdese que el control formal es anterior al control sustancial).
Ahora bien, el problema de la identificación del imputado y el ejercicio
de su derecho de defensa es una cuestión que, en todo caso, debió resolverse
en la etapa preliminar. El art. 334.3 del nuevo CPP menciona expresamente
que “en caso de que el hecho fuese delictuoso y la acción penal no hubiera
prescrito, pero faltare la identificación del autor o partícipe, [el fiscal] ordenará
la intervención de la Policía para tal fin”. Es evidente que el Código establece
la necesidad de establecer una identificación plena, que obviamente incluye el
domicilio y ubicación del imputado, sin perjuicio de la aplicación de medidas
cautelares personales.
Por otro lado, el art. 79 regula la situación de ausentes y contumaces cuan-
do existe un auto que declara al imputado en alguno de estos sentidos. Se debe
ordenar la conducción compulsiva y disponer el nombramiento de un abogado
de oficio o el que elija un familiar del imputado (art. 79.3 del nuevo CPP). El
Código es muy claro en señalar que la declaración de contumacia o ausencia no
suspende la investigación preparatoria ni la etapa intermedia.
El problema fundamentalmente pasa porque se utilizan los mecanismos de
la investigación preparatoria para el procesamiento de contumaces y ausentes.
Evidentemente, mientras esta situación no se defina pueden declararse nulas
las resoluciones emitidas en la etapa intermedia, exigir que en la investigación
preparatoria se declare la contumacia o ausencia, y se ordene la conducción
162
Capítulo IV
La acusación
compulsiva, que será determinante para la realización del juicio oral70. Pero ello
no debe conducir a la conclusión de que esa decisión pueda tomarse antes de la
audiencia preliminar ni supone que todos los procesos seguidos contra ausentes
deban declararse nulos.
Este tipo de situaciones puede ser llevado a cabo con un abogado de oficio.
La oportunidad de defenderse en la investigación es irrestricta, pero ello no signi-
fica que cualquier investigación sin la presencia del imputado o la de un abogado
elegido por él es ilegal. Tal situación conduciría a la imposibilidad de administrar
justicia, sobre todo si se tiene en cuenta que es muy frecuente que el imputado
intente eludir la acción de la justicia. La notificación a un defensor de oficio
muchas veces es indispensable para dar agilidad al proceso penal. La audiencia
preliminar no exige la presencia del imputado, exige una defensa técnica porque
esa es la naturaleza de esta etapa.
No es el único caso donde se plantea un control formal “antes” de la
audiencia preliminar. Villavicencio Ríos también sostiene que, en la praxis
de Huaura (antes del acuerdo plenario), los jueces leían el requerimiento de
acusación y verificaban si contaba con los requisitos del art. 349 del nuevo CPP.
Si se presentaban acusaciones incompletas (por ejemplo, sin el desarrollo de los
elementos de convicción o los medios de prueba), se solicitaba al fiscal que sub-
sane las omisiones antes de trasladar la acusación a los demás sujetos procesales.
A juicio de la autora, esta práctica es positiva porque cuando se realiza, se instala
la audiencia para recién devolver el requerimiento por esas deficiencias71.
Aquí se aplica lo mismo que en el caso anterior: la audiencia preliminar
que se ocupa del control formal tiene que ser ágil y no debe presentar mayores
problemas. No tiene sentido devolver la acusación a una segunda subsanación,
integración o corrección de la acusación. Además, el debate contradictorio es
indispensable porque promueve una visión más justa y completa de los defectos
de la acusación.
70 Según Villavicencio Ríos, algunos jueces han declarado nulas las resoluciones de la etapa
intermedia y han devuelto el expediente al juez de la investigación preparatoria por consi-
derar que existió una vulneración al derecho de defensa y porque era necesario definir la
situación jurídica del imputado (para ello, cita los procesos n.os 1177-2006, 1058-2008,
1034-2008, entre otros). Villavicencio Ríos, “La función judicial de control de la acusa-
ción fiscal”, art. cit., p. 229.
71 Villavicencio Ríos, “La función judicial de control de la acusación fiscal”, art. cit., p. 233.
163
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
72 Sala Penal Permanente (ponente: Sr. juez San Martín Castro), Casación N.° 1450-
2017 Huánuco, Lima: 23 de abril del 2019, f. j. 4.
164
Capítulo IV
La acusación
2. Control sustancial
En el control sustancial de la acusación, el órgano jurisdiccional fiscaliza la
procedencia de las razones en las que se apoya la petición de condena, es decir,
la razonabilidad de los elementos de la pretensión procesal73 74; al punto de que
dicho control puede conducir, incluso, a una resolución anticipada del conflicto
sin un debate previo en el juicio, al que ha instado el Ministerio Público como
lugar natural para resolver la controversia.
Nuestro sistema procesal aceptaba, únicamente, un control formal de
la acusación. Esta ha sido, de hecho, la postura de la Corte Suprema (postura
anterior a la vigencia del nuevo Código Procesal Penal) al sostener que, una vez
formulada la acusación fiscal, el Tribunal estaba “prohibido de declarar la impro-
cedencia del juicio, porque ello imposibilitaría al fiscal ejercitar sus atribuciones
legales e importaría una absolución prematura, se entendía que formulada la
73 Benavente Chorres, Hesbert y Renato Aylas Ortiz, “El control de la acusación fiscal
conforme al Acuerdo Plenario N.° 6-2009/CJ-116”, en Gaceta Penal y Procesal Penal, n.° 7,
Lima: enero del 2010, p. 56.
74 Ejecutoria Suprema del 26 de mayo de 1981 Cajamarca, citada por San Martín Castro,
César, Derecho procesal penal, ob. cit., p. 613.
165
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
166
Capítulo IV
La acusación
preliminar constituye una valla que los fiscales deben superar como titulares de la
acción penal. La Corte sostiene que el control sustancial tiene que circunscribirse,
exclusivamente, a los casos en los que el juicio de suficiencia, que le está permi-
tido hacer a las partes, tenga por resultado la evidente certeza de un supuesto de
sobreseimiento, y, en su caso, la imposibilidad altamente probable de que no se
podrán incorporar nuevos elementos de prueba. Indica que estos son casos lími-
tes, notorios, aprehensibles para cualquiera: inexistencia del objeto del proceso;
imposibilidad de que el imputado haya estado presente en el lugar del hecho;
el hecho investigado ha devenido en atípico; hay eximentes de responsabilidad
evidentes; no hay mayor controversia de que la acción penal se haya extinguido;
(prescripción evidente o muerte del imputado); y, en el ámbito de la causal de
insuficiencia probatoria que también admite un control sustancial (arts. 344.2.d
y 352.4 del nuevo CPP), debe resultar evidente que no hayan elementos de con-
vicción o que estos no están apoyados en medios probatorios que puedan generar
información relacionada con el objeto del proceso (testigos, videos o actas). Fi-
nalmente, la Corte Suprema concluye que no se puede sobreseer un proceso en la
etapa intermedia cuando hayan elementos de convicción que generan duda, sea
en la comisión del delito o en la responsabilidad penal del imputado, pues esto
exige un esclarecimiento en el juicio oral.
Es saludable que esta casación establezca las bases y reglas que deben se-
guirse para operar nada menos que un control sustancial, esto es, la posibilidad
de renunciar a un juicio oral, a pesar de que existe una acusación y que un fiscal
pretende ir a juicio. No cabe duda de que estamos frente a una situación excep-
cional y, como tal, debe existir certeza en el juez encargado de controlar la etapa
intermedia, quien considerará que no es necesario resolver esta cuestión en el
juicio oral. Sin embargo, considero que también es importante dotar de conte-
nido a esa duda (o certeza), en la medida que está referida a aspectos fácticos,
esenciales, que son controvertidos, y que, por esa razón, deben discutirse en un
juicio oral. En el ámbito del art. 344.2.d la situación es bastante clara. Como
hemos dicho en el análisis de las causales de sobreseimiento, es sumamente im-
portante —como señala la Corte Suprema— entender que estamos frente a una
figura de insuficiencia probatoria clara, frente a la absoluta certeza de que el curso
del juicio oral no podrá remediar una insuficiencia patente. En tal supuesto, se
está ante la convicción de que el fiscal, en el juicio oral, no logrará una condena
con los elementos que tiene; y que tampoco está en condiciones de aportar nue-
vos elementos de convicción que puedan generar información que cambie ese
statu quo. Lo mismo ocurre en el ámbito del art. 344.2.a. En este supuesto, para
167
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
168
Capítulo IV
La acusación
169
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
79 Esto ofrece un dato adicional para el análisis, la etapa intermedia, como se ha dicho, admite
deducir una excepción de improcedencia de acción, por lo que, en este razonamiento, uno
puede encontrar diferencias importantes entre cada mecanismo. La excepción planteada en
la audiencia de control se limitará a un análisis de la subsunción normativa planteada por
el fiscal en la acusación. El control sustancial, al amparo del art. 344.2.b, puede plantear,
además, aspectos vinculados a la insuficiencia probatoria.
170
Capítulo IV
La acusación
todos los extremos del objeto procesal. Sin embargo, es una disposición que debe
interpretarse de manera restrictiva, en la medida que lo que exige su adopción
es absoluta certeza. Como ya se dijo, la duda o la posibilidad de que subsista una
controversia sobre los hechos y su prueba y, de que en el juicio oral se puedan pre-
sentar nuevos medios de prueba, obligan al órgano jurisdiccional a dictar el auto
de enjuiciamiento con el propósito de que la causal de sobreseimiento alegada
se discuta en el juicio oral. Si se sigue esta tendencia, el control sustancial de la
acusación, en supuestos evidentes, no perjudica la noción del proceso acusatorio;
de hecho, constituye una herramienta adicional para evitar juicios orales innece-
sarios que perjudiquen seriamente las garantías del imputado.
El nuevo Código Procesal Penal permite que el juez de la investigación pre-
paratoria dicte el auto de sobreseimiento a pesar de la existencia de una acusación
fiscal, tanto cuando medie una solicitud de parte como una solicitud de oficio.
Un proceso acusatorio, como el que regula el nuevo Código Procesal Penal,
visualiza mucho mejor aquellas audiencias que se basan en el contradictorio y,
para ello, resulta fundamental limitar la actuación de oficio del juez a supuestos
absolutamente excepcionales. Además, es necesario que el juez de la investigación
preparatoria asuma esa decisión luego de instar al pronunciamiento de las partes
sobre la referida posibilidad, por lo que de ese modo el debate contradictorio se
encuentra garantizado.
En dicha línea, es lógico que la resolución desestimatoria del juez sea
inimpugnable (art. 352.4 del nuevo CPP) si se tiene en cuenta que el auto de
enjuiciamiento no constituye una resolución que absuelva el grado, ya que solo
confirma el paso hacia una nueva etapa en la que el imputado tiene plenas fa-
cultades para defenderse. En la fase del juicio oral pueden oponerse los mismos
argumentos que han sido objeto de la audiencia preliminar e, incluso, se pueden
aportar pruebas que justifiquen la pretensión defensiva.
No tiene sentido dilatar la celebración del juicio oral cuando aquí tam-
bién pueden resolverse los mismos argumentos expuestos en la fase intermedia,
y, además, a través de un órgano jurisdiccional distinto de aquel que emitió la
resolución desestimatoria —el órgano unipersonal o colegiado encargado del
juzgamiento—.
Por otro lado, la Corte Suprema sostiene que no es posible ejercer ambos
controles —el formal y el sustancial— conjuntamente, sino sucesivamente. El
art. 352.2 del nuevo CPP precisa que, si se advierten defectos que importan el
171
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
80 Villavicencio Ríos sostiene que, en algunos casos, el control formal carece de objeto, por-
que la causa será sobreseída. Vid. Villavicencio Ríos, “La función judicial de control de la
acusación fiscal”, art. cit., p. 233. Lo que sucede es que es muy peligroso declarar el sobre-
seimiento del proceso si la acusación no ha superado el control formal, por la sencilla razón
de que el sobreseimiento puede ampararse en un error no corregido. Es necesario que el re-
querimiento sea completo para que el auto de sobreseimiento, que constituye cosa juzgada al
ser definitivo, esté debidamente motivado. El control formal, necesariamente, debe realizarse
antes del sustancial.
81 V Pleno Jurisdiccional de las Salas Penales Permanente y Transitoria, Acuerdo Ple-
nario N.° 6-2009, Lima: 13 de noviembre del 2009, f. j. n.° 14.
82 Vid. supra, cap. III.
172
Capítulo IV
La acusación
83 Sala de Apelaciones de Huaura, Expediente N.° 542-06 Huaura: 14 de marzo del 2007, f.
j. n.° 2. La resolución es bastante confusa. Primero sostiene que el proceso inició su trámite
con el CdePP, en lo que parece una justificación para ordenar una investigación suplemen-
taria sobre la base de los requisitos que aquel Código exige. Sin embargo, luego defiende la
postura de una oposición implícita, es decir, el tenor de la resolución entiende que se cumple
el requisito para decretar una investigación suplementaria, pero luego no la ordena, declara
nula la resolución y solo se limita a sugerir la realización de una investigación suplementa-
ria. Desde ya, la resolución carece de lógica, porque justifica la nulidad de la resolución en
aplicación del art. 346.5 nuevo CPP y, luego, no ordena la realización de una investigación
suplementaria. Lo que es más grave, declara nulo el auto, pero no describe cuál es la nulidad
absoluta o sustancial de la resolución (art. 409.1 del nuevo CPP), la misma que por cierto
no puede sustentarse solo en una investigación supuestamente incompleta.
173
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
84 El caso de la cuestión prejudicial es curioso porque el art. 7.2 del nuevo CPP dispone que
“la cuestión previa y las excepciones también se pueden deducir en la etapa intermedia”,
pero no menciona a la cuestión prejudicial. Sin embargo, el término “medios de defensa” es
claro y, además, el plural indica que también la incluye.
174
Capítulo IV
La acusación
175
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
176
Capítulo IV
La acusación
88 Armenta Deu, Teresa, Lecciones de derecho procesal penal, 3.a ed., Madrid: Marcial Pons,
2007, p. 117.
89 San Martín Castro, Derecho procesal penal, ob. cit., p. 349.
90 De la Oliva Santos, Andrés; Sara Aragoneses Martínez; Rafael Hinojosa Segovia; José
Antonio Tomé García y Julio Muerza Esparza, Derecho procesal penal, 6.ª ed., Madrid:
Ramón Areces, 2003, p. 254.
91 San Martín Castro, Derecho procesal penal, ob. cit., p. 351.
177
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
92 Ibid., p. 385.
93 Oré Guardia, Arsenio, Manual de derecho procesal penal, Lima: Alternativas, 1996, p. 217.
178
Capítulo IV
La acusación
Tal como se analizó anteriormente, el literal b) del art. 344.2 incluye los
supuestos de atipicidad (el hecho no constituye delito) y de no punibilidad (no es
justiciable penalmente). Por su parte, el literal c), al incluir las causales de extin-
ción de la acción penal, contiene —por mandato constitucional— a la amnistía,
la cosa juzgada y la prescripción.
Y esto es lógico si se tiene en cuenta que un sector de la doctrina nacional
califica estas excepciones como sobreseimientos especiales, porque el archivo del
proceso constituye, en rigor, el sobreseimiento definitivo del proceso, dejándose
imprejuzgada la causa94. De hecho, esta es la postura del nuevo CPP cuando
menciona que si se declara fundada cualquiera de las excepciones —con excepción
de la de naturaleza de juicio—, el proceso será sobreseído definitivamente (art. 6
del nuevo CPP).
En el caso de la excepción de improcedencia de acción, la Corte Suprema
ha fijado ciertos criterios para su tratamiento: 1) cuando se deduce una excepción
de improcedencia de acción debe partirse de los hechos descritos por la dispo-
sición de formalización de la investigación preparatoria; 2) corresponde realizar
un juicio de subsunción normativa del hecho atribuido a un injusto penal o a
la punibilidad; 3) no es posible —en este medio técnico de defensa— revisar el
material instructorio para definir los hechos y su mérito; y 4) constituye un mo-
mento procesal inoportuno para realizar inferencias probatorias95.
El problema fundamental que afronta la posibilidad de deducir excepciones
en la etapa intermedia es que se crea una “doble vía” para cuestionar el título
de imputación propuesto por el fiscal, porque, una vez notificada la acusación,
también es posible solicitar el sobreseimiento (art. 350.1.d del nuevo CPP), el
que puede ser dictado por el juez —en fase intermedia— si es que se cumple —
claramente— con alguna de las causales establecidas por el art. 344.2 (art. 352.4
del nuevo CPP).
El art. 352.3 establece que “de estimarse” cualquier excepción o medio de
defensa, el juez expedirá, en la misma audiencia preliminar, la resolución que
corresponda. Contra dicha resolución procede recurso de apelación y la impug-
nación no impide la continuación del procedimiento.
179
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
96 Primera Sala Penal Transitoria (ponente: Sr. juez Lecaros Cornejo), Casación N.°
893-2016 Lambayeque, Lima: 20 de abril del 2018, f. j. n.° 6.
180
Capítulo IV
La acusación
181
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
4. Criterio de oportunidad
Cuando el art. 350.1.e del nuevo CPP establece que, luego de recibida la
notificación de la acusación, las partes pueden instar a la aplicación de un “criterio
de oportunidad”, queda la duda de exactamente a qué criterio se refiere.
Una de las incógnitas que se ha planteado es si es acaso posible que en esta
fase se apliquen los mecanismos alternativos que buscan respuestas basadas en la
idea del consenso (terminación anticipada, conformidad procesal y colaboración
eficaz), los mismos que están sometidos a un procedimiento determinado, que
no opera bajo las reglas del proceso común.
Al respecto, la Corte Suprema ha establecido que, si bien el art. 350.1.e
del nuevo CPP prescribe que en la etapa intermedia se puede aplicar un “criterio
de oportunidad”, tal referencia, sistemáticamente, solo remite al art. 2 del nuevo
CPP (el principio de oportunidad). La confusión se debe a que el antecedente
directo del principio de oportunidad es el art. 230 del Código Procesal Penal
Modelo para Iberoamérica, que denomina a este dispositivo “criterios de opor-
tunidad”, los cuales, como se observa de su tenor, son los supuestos previstos en
el mencionado art. 2 del Código97.
182
Capítulo IV
La acusación
En dicha línea, el art. 2 del nuevo CPP establece que el Ministerio Público,
de oficio o a pedido del imputado y con su consentimiento, podrá abstenerse de
ejercitar la acción penal cuando:
a) El agente haya sido afectado gravemente por las consecuencias de su de-
lito (culposo o doloso) siempre que sea reprimido con pena privativa de
libertad no mayor de cuatro años.
b) Se trate de delitos que no afecten gravemente el interés público, salvo
cuando el extremo mínimo de la pena supere los dos años de pena priva-
tiva de libertad, o hubieran sido cometidos por funcionario público en
ejercicio de su cargo.
c) Cuando conforme a las circunstancias del hecho y las condiciones per-
sonales del denunciado (imputado, acusado), el fiscal puede apreciar que
concurren los supuestos atenuantes de los arts. 14, 15, 16, 21, 22 y 25
del CP y advierta que no existe un interés público gravemente compro-
metido en su persecución y, siempre, que no se trate de un delito cuya
sanción sea superior a cuatro años de pena privativa de libertad o come-
tido por funcionario público en ejercicio de su cargo.
En los supuestos previstos en los literales b) y c), es necesario que el agente
hubiere reparado los daños y perjuicios ocasionados o exista acuerdo con el agra-
viado en ese sentido.
Ahora bien, si se tiene en cuenta que se está ante un estadio en el que la
acción penal ya ha sido promovida (de hecho, la acusación ya fue formulada), es
necesario adecuar a la etapa intermedia lo dispuesto por el art. 2.7 del nuevo CPP.
El acusado tendrá que proponer, en la audiencia de control de sobresei-
miento, la aplicación del principio de oportunidad. Debe quedar claro que
es una potestad que el art. 350 del nuevo CPP atribuye a los “demás sujetos
procesales” (se entiende, a aquellos distintos al fiscal); en esa línea, es evidente
que el sujeto legitimado para solicitar la aplicación del principio es el acusado.
Aunque no debe descartarse la posibilidad de que quien inste a la aplicación
del principio sea el tercero civil, que requerirá la aprobación del acusado en
la audiencia, como condición necesaria para que el principio de oportunidad
pueda ser aplicado.
Por su parte, el fiscal también debe aceptar la aplicación del principio.
Además, siguiendo la propia norma, el agraviado debe encontrarse presente en la
audiencia de control, aunque bien es cierto que no puede oponerse.
183
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
184
Capítulo IV
La acusación
185
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
186
Capítulo IV
La acusación
Para calificar una prueba como conducente, se exigen dos requisitos: que el
medio respectivo esté en general autorizado y no prohibido expresa o tácitamente
por la ley, o que el juez lo considere lícito cuando goce de libertad para admitir
los medios que considere revestidos de valor probatorio; y que el medio solicitado
o presentado, válido en general como instrumento de prueba, no esté prohibido
en particular por la ley, para el hecho que con él se pretende probar, que no exista
prohibición legal expresa para el caso concreto101. Por lo que también es posible
que las partes objeten los medios de prueba cuando se consideren ilícitos (art.
159 del nuevo CPP).
El requisito de utilidad del medio de prueba exige que sea útil desde el
punto de vista procesal, es decir, debe prestar algún servicio, ser necesario o, por
lo menos, conveniente, para ayudar a obtener la convicción del juez respecto de
los hechos principales o accesorios. Debe analizarse su importancia, idoneidad y
eficacia, será inútil aquel elemento que carezca de toda importancia para verificar
el hecho investigado102.
Estamos frente a una serie de supuestos que responden al principio de eco-
nomía procesal, el juez de la investigación preparatoria ejerce en la etapa interme-
dia una función de saneamiento procesal que exige evitar dilaciones maliciosas y
que promueve la realización de un juicio oral ágil, eficaz y coherente. Es necesario
realizar un análisis mínimo de los medios de prueba y evitar cualquier actuación
inútil o impertinente que no brinde ninguna información relevante.
Por lo tanto, los medios de prueba serán pertinentes y útiles cuando guar-
den relación con la teoría del caso propuesta por el fiscal y la defensa. Puede
suceder que la teoría del caso consista en admitir que su patrocinado realizó
los hechos, pero negar la realización de la conducta típica que propone el fiscal
y exigir la aplicación de un tipo penal más leve. Puede sostenerse la inocencia
del acusado, o presentar los medios que acrediten la existencia de una causa de
justificación, etc.103
Un dato interesante lo constituye el análisis de si es acaso posible que el
juez realice un control de oficio de los medios de prueba cuando no exista una
alegación expresa de alguna de las partes. La doctrina nacional se inclina por
187
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
considerar que ello sí es posible, si se tiene en cuenta que el juez está vinculado al
esclarecimiento de los hechos104; sin embargo, debe propiciar el debate en torno
a la hipótesis que permita declarar la inadmisibilidad de determinado medio
probatorio.
En dicha línea, el nuevo Código Procesal Penal establece en su art. 352.5.b
que el juez, al momento de resolver la admisión del acto probatorio, debe dispo-
ner de todo lo necesario para que el medio de prueba se actúe oportunamente en
el juicio. La decisión que se dicte no es recurrible.
188
Capítulo IV
La acusación
7. Prueba anticipada
En la anticipación probatoria, la parte actúa para precaver o prevenir un
resultado perjudicial para sus intereses: no poder practicar una prueba en el jui-
cio oral. Desde el momento en que esta situación aparece como actual, puede
evitarla anticipándose y así evitar ese resultado lesivo a sus intereses, de manera
que procede a solicitar la práctica anticipada de la prueba107.
107 Guzmán Fluja, Vicente, Anticipación y preconstitución de la prueba en el proceso penal, Va-
lencia: Tirant Lo Blanch, 2006, p. 224.
189
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
108 Asencio Mellado, José María, Prueba prohibida y prueba preconstituida, Lima: INPECCP,
2008, p. 276.
109 Este literal regula dos supuestos de irrepetibilidad: el clásico supuesto de pruebas no repro-
ducibles, que regula los casos de enfermedad u otro grave impedimento, y las pruebas ex-
puestas a posibles contaminaciones, que opera cuando debe anticiparse porque los testigos y
los imputados, respecto de otros coimputados, están sometidos a violencia, amenazas, oferta
o promesa de dinero, u otra utilidad a fin de que depongan en falso o no lo hagan.
190
Capítulo IV
La acusación
8. La reparación civil
La audiencia preliminar permite a los sujetos procesales pronunciarse en
torno a la reparación civil solicitada por el fiscal (art. 349.1.g del nuevo CPP).
191
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
El art. 350.1.g dispone que los sujetos procesales puedan objetar la reparación
civil o, en su caso, reclamar su incremento o extensión, para lo cual se ofrecerán los
medios de prueba pertinentes para su actuación en el juicio oral.
Esta norma pareciera ser un rezago del sistema anterior, porque al parecer
sigue considerando a la acción civil como accesoria a la penal y, además, man-
tiene la postura de un fiscal que debe pronunciarse siempre sobre el objeto civil,
situación que, como ya se explicó, debe ser superada en la línea de lo dispuesto
por el art. 11 del nuevo CPP.
Es por esa razón que debe ser una norma interpretada en el contexto del
nuevo proceso penal y de las reglas que regulan la acumulación de pretensiones.
En primer término, aquí también debe diferenciarse entre el proceso en el que el
fiscal está obligado a solicitar el pago de la reparación civil y de aquel en el que el
actor civil se ha constituido como tal y es el encargado de introducir su pretensión
en el proceso penal110.
Como se ha sostenido en reiteradas oportunidades en este trabajo, si existe
un actor civil legítimamente constituido como tal en el proceso penal, cesa la
legitimación del Ministerio Público para intervenir en el objeto civil del proceso
(art. 11 del nuevo CPP).
El problema que plantea el art. 350.1.g reside en la posibilidad de reclamar
el “incremento” o “extensión” de la reparación civil solicitada por el fiscal en la
acusación (art. 349.1.g del nuevo CPP). Porque si se asume que la figura del fiscal
y el actor civil son excluyentes con relación al objeto civil, el único sujeto procesal
que podría reclamar un incremento o extensión de la reparación solicitada por el
fiscal es el perjudicado no constituido como actor civil.
Sin embargo, si bien el art. 95 del nuevo CPP autoriza al agraviado a
impugnar el sobreseimiento y la sentencia absolutoria e, incluso, le permite ser
escuchado antes de cada decisión que implique la extinción o suspensión de la
acción penal, no está facultado para introducir una pretensión de carácter civil
ni para ofrecer los medios de prueba pertinentes para su actuación en el juicio.
110 Obviamente, hay situaciones mixtas frente a una pluralidad de agraviados e imputados, pero
por razones metodológicas expongo los dos casos asumiendo una situación singular. Las
situaciones mixtas deben ser tratadas partiendo de la idea de que hay tantas acciones civiles
como agraviados; y penales, como acusados.
192
Capítulo IV
La acusación
111 Es obvio que es el fiscal el que subroga al perjudicado por mandato del art. 1 de la LOMP,
pero el perjudicado nunca “reemplaza” al fiscal, lo que hace es ejercer su derecho, desistirse,
transigir y, con ello, cesa la legitimidad del fiscal para subrogarlo, no al revés.
112 Vid. Villavicencio Ríos, “La función judicial de control de la acusación fiscal”, art. cit., p.
238.
193
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
194
Capítulo IV
La acusación
carácter previo al juicio oral. Un caso típico lo constituyen los supuestos en los
que se cuestiona la definición del agraviado en la acusación, nótese que el art.
349.1.g del nuevo CPP exige que el escrito de acusación fiscal precise quién es
la persona a la que le corresponde percibir la reparación civil solicitada. Pueden
existir supuestos en los que se discuta, con carácter previo al juicio oral, la par-
ticipación de un sujeto procesal que no tiene legitimidad para ser considerado
perjudicado ni para solicitar una reparación en el proceso penal.
También es posible discutir —siempre en la línea de la objeción regulada
por el art. 350.1.g— la constitución del tercero civil113: puede sostenerse en la
audiencia preliminar que el acusado no ostenta una relación de dependencia con
quien ha sido constituido como tercero. Piénsese en un caso donde el contrato
de seguro ha vencido al momento en el que ocurrió el hecho que configura el
objeto procesal. Ambos supuestos son de trascendental importancia porque lo
que se discute es la legitimación en la constitución de las partes.
Desde luego que la objeción también puede incluir aspectos formales
vinculados a la fundamentación de la pretensión civil. Es posible alegar que no
incorpora una debida fundamentación fáctica o jurídica. No se puede introducir
al proceso penal una reparación que ni siquiera justifica en qué reglas (sobre todo
las del CC) se sustenta la existencia de responsabilidad civil. También es posible
alegar que el extremo civil de la fundamentación fiscal no establece una relación
lógica entre el monto de la reparación civil y la verificación del daño.
En consecuencia, tal como se dijo en el análisis del control formal de la
acusación, la acción civil incorporada al proceso penal también está sujeta al
control formal de sus requisitos. Y estos son, entre otros, los que establece el art.
349.1.g del nuevo CPP: se debe fijar el monto de la reparación, indicar los bienes
embargados o incautados al acusado, o tercero civil, y se debe precisar quién o
quiénes son las personas a las que corresponde percibirlo.
El incumplimiento de estos requisitos, su falta de claridad o imprecisión,
deben controlarse en la etapa intermedia, porque tales irregularidades perjudican
113 Recuérdese que en el análisis de los requisitos de la acusación fiscal se sostuvo que el escrito
de acusación no solo exige fijar a quiénes les corresponde percibir la reparación civil solicita-
da, sino también debe señalar quiénes son los sujetos obligados. En dicha línea, también es
un aspecto formal que puede incluirse en la objeción regulada por el art. 350.1.g del nuevo
CPP.
195
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
el desarrollo del juicio oral, tornan impreciso el objeto procesal y afectan el debate
y el derecho de defensa de las partes.
Recuérdese que la etapa intermedia es el momento en el que los sujetos
procesales deben ofrecer pruebas para probar su pretensión (fiscal, actor civil)
o negarla (acusado, tercero). Por ello, es necesario conocer con claridad cuál es
el objeto penal y cuál es la pretensión civil que fijará el debate del objeto civil.
Todas estas cuestiones pueden ser debatidas en la audiencia preliminar,
y su discusión puede conducir a una necesaria corrección o enmienda de los
aspectos formales que sean necesarios (art. 352.2 del nuevo CPP). Ahora bien,
en relación con la constitución del agraviado y el tercero civil, el nuevo Código
Procesal Penal no admite que el juez los excluya en la audiencia preliminar (vid.
decisiones adoptadas en la audiencia preliminar, art. 352 del nuevo CPP); sin
embargo, es posible reconducir esta figura a las subsanaciones que pueden ser
solicitadas al fiscal.
Si se asume —como debe ser— que la pretensión civil en el proceso penal
se rige por el principio dispositivo, esto quiere decir que la pretensión que intro-
duzca el fiscal no solo incorpora el hecho generador de la responsabilidad civil
que se reclama, sino también incorpora tanto a los sujetos obligados al pago de
la reparación civil como a los posibles beneficiarios.
De hecho, considero que en aplicación del último párrafo del art. 352.2 del
nuevo CPP es posible que el problema vinculado a la constitución de las partes
civiles del proceso penal, ya explicado, también sea resuelto por el juez en caso de
controversia en la etapa intermedia. Sería absurdo que el nuevo CPP permita al
juez declarar, incluso luego de la acusación fiscal, el sobreseimiento de la acción
penal cuando es manifiesta su causa (art. 352.4 del nuevo CPP) y, sin embargo,
no ocurra lo mismo con el tercero civil o el agraviado cuando de los actuados
se desprenda claramente que su inclusión en el juicio oral es manifiestamente
improcedente.
El tercero, también debe aprovechar la etapa intermedia para evitar juicios
orales innecesarios. Si insistimos en el ejemplo del «contrato de seguro vencido»,
es natural que este aspecto se discuta en la audiencia preliminar, y en su caso,
si se demuestra la imposibilidad de condenar al pago de la reparación civil al
hasta ahora constituido como tercero, es necesario resolver esta situación antes
del juicio oral.
196
Capítulo IV
La acusación
114 Aquí es necesario aclarar un punto que puede llevar a confusión. Según el art. 350.1.g, se
puede objetar la reparación civil, “para lo cual” se ofrecerán los medios de prueba pertinentes
para su actuación en el juicio oral. Una lectura literal pareciera indicar que la objeción plan-
tea una suerte de “contestación de la demanda” que solo se sustenta en el fondo del asunto
197
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
la cuestión de quiénes son los sujetos procesales que participarán en el juicio oral,
para “plantear” o “resistir” la reparación civil (así como aquellos que podrán ser
beneficiados con la decisión, que es el caso de los agraviados no constituidos en
actor civil), y donde, además, debe definirse cuál es el ámbito de discusión del
objeto civil. Concretamente, qué es lo que se debe probar en el juicio oral.
Si bien el art. 350.1.g pareciera exigir solo la pertinencia de los medios de
prueba ofrecidos para la prueba y resistencia de la pretensión civil, es obvio que a
dichas pruebas también es aplicable el art. 352.5 del nuevo CPP. Esta norma no
hace ninguna distinción entre “pruebas penales” y civiles. Lo que quiere decir que
aquí se aplican los mismos criterios desarrollados anteriormente con relación a la
admisión de los medios de prueba115. El juez deberá evaluar si son pertinentes,
conducentes y útiles, y deberá fundamentar su rechazo. También deberá disponer
todo lo necesario para que estos se actúen oportunamente en el juicio.
Por otro lado, resulta fundamental entender que el art. 350.1.g del nuevo
CPP también debe ser aplicado cuando exista un actor civil legítimamente consti-
tuido. Si bien la etapa intermedia no regula en forma expresa la incorporación de
la pretensión civil por parte del actor civil, es necesario realizar una interpretación
que le permita introducir su petitorio en la etapa intermedia, de lo contrario
existirá una flagrante violación a la igualdad procesal en la interpretación del
nuevo CPP.
No puede diferirse esta situación al juicio oral porque es en la fase interme-
dia donde deben discutirse los aspectos formales referidos. Pero, además, y esto
es lo más importante, es en la etapa intermedia donde el actor civil debe plantear
su pretensión y ofrecer los medios de prueba que tendrán que ser actuados en el
juicio para probarla. Así también, sobre todas las cosas, esta es la etapa en la que
(civil) y que debe ir acompañada de pruebas que permitan “combatir” la pretensión en sede
de juicio oral. Esto podría desprenderse, sobre todo, de la lectura de la expresión “para lo
cual”. Sin embargo, considero que la norma regula ambas cuestiones. La posibilidad de
contradecir la pretensión civil y aportar las pruebas que respaldarán esa postura en el juicio
oral, y la opción de cuestionar los aspectos formales que hemos desarrollado: la constitución
de las partes, la definición clara del objeto civil, la coherencia del petitorio, aquellos aspectos
formales que incluso permiten excluir a los sujetos procesales que carecen de legitimidad
para participar en el juicio oral. Por lo que, si insistimos en una lectura rigurosa de este apar-
tado, se puede acudir al literal “h” que permite plantear “cualquier otra cuestión que tienda
a preparar mejor el juicio”.
115 Vid. Supra, cap. IV, III.5.
198
Capítulo IV
La acusación
199
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
pruebas que deberán ser actuadas en el juicio oral para ofrecer resistencia a la
pretensión y apreciar las cuestiones de fondo del debate del objeto civil.
Finalmente, debemos recordar que el juez de la investigación preparatoria
puede dictar el sobreseimiento, incluso, cuando exista una acusación fiscal (352.4
del nuevo CPP). Esto conduce a dos conclusiones importantes: 1) es evidente que
si esto es posible, es imprescindible que el actor civil incorpore su pretensión en
la etapa intermedia, y que el acusado y el tercero tengan la posibilidad de contra-
rrestarla; y, 2) el juez de la investigación preparatoria debe seguir las pautas que
ya hemos explicado en el análisis de la audiencia de control de sobreseimiento,
si considera que existe la posibilidad de fijar la reparación civil en una —proba-
ble— resolución de sobreseimiento, debe propiciar el debate sobre el objeto civil
y permitir la actuación de pruebas que confirmen o resistan dicha pretensión.
Sin embargo, en este caso lo ideal también hubiera sido que el legislador
regule una “audiencia especial” en la que se discuta el objeto civil del proceso
penal luego de la audiencia primigenia y la propia resolución de sobreseimiento.
IV. PRONUNCIAMIENTO
El art. 351.4 del nuevo CPP establece que si la audiencia es suspendida la
siguiente sesión deberá realizarse en un plazo no mayor a ocho días hábiles. Ade-
más, entre el requerimiento acusatorio y la emisión del auto que lo resuelve no
pueden transcurrir más de cuarenta días. En casos complejos y de criminalidad
organizada, no podrá exceder de noventa días, bajo responsabilidad.
Además, al término de la audiencia preliminar (art. 352 del nuevo CPP),
el juez debe resolver todas las cuestiones planteadas en el mismo acto, salvo que
por lo avanzado de la hora o lo complejo de los asuntos por resolver difiera la
solución hasta por cuarenta y ocho horas improrrogables. En este último caso, la
decisión se notifica a las partes.
Con relación a lo que en estricto constituye un quiebre o interrupción de la
audiencia —de ocho días—, en este caso de control de la acusación, queda claro
que es algo que en la práctica no ocurre. La norma no establece una consecuencia
jurídica, aunque en realidad resulta bastante obvio que el efecto práctico del art.
352.1 del nuevo CPP, como en cualquier quiebre de audiencia, es que se debe
reiniciar el control de la acusación y cuando existe una distancia mayor a ocho
días entre sesiones de audiencia, en realidad se continúa con el trámite procesal,
sin consecuencia alguna. Sin ninguna duda, la motivación de esta norma radica en
200
Capítulo IV
La acusación
201
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
la hora o la complejidad de los asuntos por resolver, en los que se tiene cuarenta
y ocho horas (art. 352 del nuevo CPP). Otra vez estamos ante un plazo que no
es real, que no atiende a las distintas dificultades de los diversos procesos. A un
plazo que, en la práctica, muchas veces, no se cumple y que debe ser modificado.
Si bien en el desarrollo de este estudio ya hemos establecido qué cuestio-
nes debe resolver el juez, cómo debe resolverlas y cuáles son sus efectos, lo que
interesa analizar en este apartado es un dato fundamental para la interpretación
de las normas que regulan la etapa intermedia: cuál es el orden que debe seguir
el juez de la investigación preparatoria para resolver las cuestiones planteadas.
Como ya se dijo, lo primero que debe realizarse es el control formal. Si los
defectos de la acusación requieren un nuevo análisis por parte del Ministerio
Público, se devuelve la acusación y se suspende la audiencia por cinco días para
corregir los defectos. En los demás casos, el fiscal, en la misma audiencia, puede
hacer las modificaciones, aclaraciones o subsanaciones que corresponda, con in-
tervención de los concurrentes. Si no hay observaciones, se tiene por modificado,
aclarado o saneado el dictamen acusatorio en los términos precisados por el fiscal,
si se mantienen las observaciones, resuelve el juez mediante resolución inapelable
(art. 352.2 del nuevo CPP).
Una vez superado el control formal, el juez deberá resolver las excepciones
y otros medios técnicos de defensa (art. 350.1.b del nuevo CPP). Para ello, es
evidente que debe someter a debate los medios de defensa interpuestos y, luego,
resolverlos en la propia audiencia.
Si declara fundada una cuestión previa deducida por alguna de las partes, se
anula todo lo actuado; por lo tanto, se puede reiniciar la investigación, pero no
podrán utilizarse los actos de investigación realizados en el ámbito de este proceso.
Si la resolución es declarada infundada y es objeto de impugnación, se
continúa con el procedimiento (art. 352.3 del nuevo CPP), por lo que luego
podrá anularse lo actuado en el estado que se encuentre el proceso, solo si la Sala
revoca dicha resolución.
Si las partes deducen una cuestión prejudicial de declararse fundada, debe
suspenderse el procedimiento hasta que en la otra vía recaiga resolución firme. En
este caso, la apelación contra el auto que declare fundado este medio de defensa
tiene medios suspensivos, como ya se explicó, en el sentido de que solo será im-
prescindible el pronunciamiento extrapenal cuando la Sala confirme la resolución
de primera instancia.
202
Capítulo IV
La acusación
En relación con las excepciones, la única que exige una adecuación del
procedimiento, sin más trámite, es la excepción de naturaleza de juicio. Las de-
más excepciones, como ya se dijo, configuran un sobreseimiento especial; si se
declaran fundadas, acarrean un archivo definitivo del proceso.
Si alguna excepción es declarada infundada, el proceso continúa y solo se
archivará si la Sala revoca el auto de primera instancia. Naturalmente que en
todos estos casos, una decisión final de la Sala que ampare cualquier excepción,
salvo la de naturaleza de juicio, supone el archivo definitivo del proceso, un «so-
breseimiento especial definitivo»116.
Si resueltas las excepciones y los demás medios de defensa, no opera el ar-
chivo definitivo del proceso, el juez de la investigación preparatoria debe acudir
al ejercicio del control sustancial de la acusación, ya sea de oficio o por expresa
solicitud de alguna de las partes. Solo debe resolver la aplicación del art. 352.4
cuando se declare infundado los medios de defensa o cuando estos no sean in-
terpuestos en la audiencia117. Por lo tanto, debe solicitar a la parte que solicitó la
aplicación del art. 352.4 que exponga los fundamentos de su pedido, el mismo
que también deberá someterse a un debate contradictorio. Ahora bien, si bien
el juez también puede dictar el sobreseimiento aplicando de oficio el art. 352.4,
debe hacerlo, tal como lo ha establecido la Corte Suprema118, siempre luego de
un debate contradictorio en el que se discuta tal posibilidad119.
Esto es interesante porque aquí se presenta un supuesto singular, parecido
al planteamiento de la tesis regulado por el art. 374.1 del nuevo CPP. El juez de
la investigación preparatoria deberá advertir al fiscal y al imputado que, en este
116 Por su parte, una decisión final de la Sala, que ampare la cuestión previa, significa que se
anula lo actuado también con carácter definitivo, el fiscal debe iniciar una nueva investiga-
ción si quiere persistir en el ejercicio de la acción penal. En el caso de la cuestión prejudicial,
la suspensión adquiere firmeza, por lo que solo podrá reanudarse el procedimiento luego de
que la cuestión se resuelva en la vía extrapenal.
117 Sin embargo, podrá suceder que la Sala revoque el auto que declaró infundada, por ejemplo,
la excepción de improcedencia de acción, luego de haber declarado infundado el pedido de
sobreseimiento por la misma causal de atipicidad. En cualquier caso, la resolución de Sala es
definitiva y archiva definitivamente el proceso.
118 V Pleno Jurisdiccional de las Salas Penales Permanente y Transitoria, Acuerdo Ple-
nario N.° 6-2009, Lima: 13 de noviembre del 2009, f. j. n.° 14.
119 El art. 351.1del nuevo CPP indica que la presencia del fiscal y la del imputado es obligatoria,
y estos son los dos actores principales y necesarios para discutir la procedencia o improceden-
cia del sobreseimiento.
203
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
caso, es posible dictar el sobreseimiento del proceso, con base a alguna de las
causales del art. 344.2 del nuevo CPP. Esto significa que, a fin de salvaguardar el
contradictorio, y con él, el derecho de defensa de los sujetos procesales, el juez
debe señalar expresamente la causal o causales aplicables y solicitar un debate
contradictorio en ese sentido, previo a su decisión.
Esto conduce a una situación bastante confusa, en la que el juez plantea de
oficio la posibilidad para someterla a debate y, luego, renuncia a ella y desestima
el sobreseimiento. Es evidente que esto puede ocurrir, de lo contrario, el debate
procesal previo al que se somete la aplicación de la causal sería un “mero forma-
lismo”, por lo demás absurdo.
Luego del debate respectivo, deberá decidir si dicta el auto de sobresei-
miento o, en su caso, si desestima esa opción. En el primer supuesto, se archiva
definitivamente el proceso mediante un auto que sigue las mismas formalidades
del art. 347 del nuevo CPP ya desarrollado anteriormente. Además, el auto que
ampara la causal de sobreseimiento propuesta sí puede ser objeto de un recurso
de apelación (art. 347.3 del nuevo CPP), el mismo que podrá ser interpuesto por
el fiscal120, el actor civil y el agraviado.
En caso de que el juez desestime el sobreseimiento, deberá pasar a las
cuestiones probatorias y exigir que las partes presenten los medios de prueba que
pretenden actuar en la etapa de juicio oral. El juez también deberá solicitar que
se planteen las cuestiones vinculadas a las convenciones probatorias y la prueba
anticipada. Debe emitir una resolución que acepte o rechace cada cuestión pro-
batoria propuesta. Una vez que haya resuelto todas estas cuestiones, el juez debe
consultar si existe algún otro planteamiento que tienda a preparar mejor el juicio
(art. 350.l.h del nuevo CPP), para luego pasar a dictar el auto de enjuiciamiento.
V. EL AUTO DE ENJUICIAMIENTO
1. Concepto
Es la resolución judicial que da inicio a la etapa más importante del proceso
penal: el juicio oral. Se limita a aceptar los términos de la acusación fiscal, en
tanto deba procederse a la realización del juicio oral121.
120 A diferencia de nuestro análisis anterior, en este caso el fiscal sí puede impugnar el auto,
porque él no fue quien requirió el sobreseimiento.
121 San Martín Castro, Derecho procesal penal, ob. cit., p. 628.
204
Capítulo IV
La acusación
2. Requisitos
El art. 353.1 del nuevo CPP indica que, una vez resueltas las cuestiones
planteadas, el juez dictará el auto de enjuiciamiento, resolución que no es recurri-
ble y que debe indicar, bajo sanción de nulidad, lo siguiente:
a) El nombre de los imputados y de los agraviados, siempre que en este
último supuesto hayan podido ser identificados.
122 Roxin, Claus, Derecho procesal penal, traducción de la 25.a ed. alemana por Gabriela E.
Córdova y Daniel R. Pastor, Buenos Aires: Editores del Puerto, 2000.
123 San Martín Castro, Derecho procesal penal, ob. cit., p. 628.
124 Villavicencio Ríos, “La función judicial de control de la acusación fiscal”, art. cit., p. 242.
125 San Martín Castro, Derecho procesal penal, ob. cit., p. 628.
126 Gimeno Sendra, Vicente; Víctor Moreno Catena; José Almagro Nosete y Valentín
Cortés Domínguez, Derecho procesal. Proceso penal, t. ii, 4.a ed., Valencia: Tirant Lo
Blanch, 1992, p. 409.
205
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
127 Ejecutoria Suprema del 3 de noviembre de 1972, Expediente N.° 1269-72 Ayacucho, en
Boletín Judicial, año I, n.° 5-7, Lima: 1972, pp. 304 y 305.
206
Capítulo IV
La acusación
207
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
128 Villavicencio Ríos, “La función judicial de control de la acusación fiscal”, art. cit., p. 242.
208
Capítulo IV
La acusación
Si bien es cierto que el art. 136 del nuevo CPP preceptúa cuáles son
las actuaciones documentadas que deben formar el expediente judicial,
de manera oportuna lo que implicaría anexar la documentación a los
cuadernos que se tramitan en la etapa de juzgamiento, también es cierto
209
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
que ello constituye un rezago inquisitivo con lo cual lo único que se logra
es incrementar los papeles y la escrituralidad yendo al sentido contrario
del desarrollo de la sistemática procesal moderna, todo lo que estaría
en franca contradicción al principio de oralidad previsto en el art. 1.3
del título preliminar del nuevo CPP.
Además, el hecho de que se anexe la carpeta fiscal y toda la documen-
tación del expediente judicial desde ya induce al juez de fallo a entrar
en contacto y revisión de dichos documentos lo que obstaculiza la
punidad (sic.) con la que debe entrar al juicio oral el magistrado y por
tanto contaminando las opciones que tuviesen para decidir, por cuyas
razones siguiendo un nuevo criterio de manejo procesal el juez de la
causa considera pertinente devolver la carpeta fiscal al Ministerio Público
a fin de que en la medida que ya el auto de enjuiciamiento señala los
medios probatorios admitidos con precisión, sean exhibidos por dicho
fiscal en la audiencia correspondiente para el debate oral que es lo que
determinará las decisiones jurisdiccionales (sic) […]130.
210
Capítulo IV
La acusación
razonable que justifique dicha inaplicación en el único criterio que podría justi-
ficarla: su inconstitucionalidad, esto es, el ejercicio de un control difuso.
Lo más grave es que la resolución considera “inaplicable” el art. 136 del
nuevo CPP, que es una norma que se encuentra fuera del ámbito de su compe-
tencia. Esta es una norma, como se desprende claramente de su tenor, que solo
puede aplicarla el juez penal (el encargado de dirigir la etapa de juzgamiento o
juicio oral), y luego de emitirse el auto de citación a juicio.
Por lo tanto, un pronunciamiento del juzgado de la investigación prepara-
toria en este extremo es inútil, por cuanto la formación del expediente judicial
no integra su ámbito de competencia. En todo caso, solo pudo cuestionar el art.
354.2 del nuevo CPP (que no cita), desestimando la derivación de los actuados en
el auto de enjuiciamiento, y para impedir que el juez encargado del juzgamiento
tenga contacto con las actuaciones escritas, pero insistimos, siempre que tal ra-
zonamiento fuera la consecuencia de un control difuso. Sin embargo, el órgano
jurisdiccional no hace ni lo primero, ni lo segundo.
Por si fuera poco, el órgano jurisdiccional entiende que existe una contra-
dicción entre el art. 136 del nuevo CPP y el “principio de oralidad regulado en
el art. 1.3”, cuando en realidad, la norma del título preliminar que regula dicho
principio es el art. 1.2.
Esta interpretación es la consecuencia de una tendencia muy extendida en
la aplicación e interpretación del nuevo CPP, que últimamente ha conducido a
una hiperinflación del principio de oralidad. Como ya se explicó, la oralidad es
un instrumento fundamental en el desarrollo del nuevo proceso, porque es el
mejor medio de comunicación que tenemos los seres humanos para plantear un
debate, transmitir información y para que alguien decida en función de esta. Es
indiscutible que es un acierto del legislador no solo haber instaurado la oralidad
en el juicio oral, además es muy positivo que prácticamente todas las decisiones
que asume el juez de garantías en el nuevo proceso penal las asuma luego de un
debate contradictorio.
La palabra hablada es el mecanismo que mejor garantiza la inmediación,
la publicidad y la contradicción, que son principios esenciales para la configura-
ción de un proceso acusatorio. La alternativa axiológica entre forma oral y forma
escrita (como sucede con la publicidad y el secreto) refleja la diversidad de los
métodos probatorios propios del sistema acusatorio y el inquisitivo: mientras la
forma escrita es inevitable en un sistema procesal basado en las pruebas legales, la
211
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
131 Ferrajoli, Luigi, Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, Madrid: Trotta, 2001, p. 619.
132 Lo mismo sucede con algún sector que promueve las “resoluciones orales”. Puede defenderse
la utilización de audio o los soportes audiovisuales para decisiones interlocutorias, incluso
es un método que se utiliza para las decisiones de la audiencia preliminar, pero sostener que
una resolución de sobreseimiento o una sentencia puede ser oral, sin más trámite, es algo
que no solo es contrario a la Constitución, lo más grave es que aporta muy poco al sistema
acusatorio. Esta propuesta ni siquiera tiene sustento, las “resoluciones orales” no promueven
ni la contradicción ni la inmediación ni la publicidad. De hecho, en este último caso las
restringe, todo ello sin contar con el grave perjuicio que causa la ausencia de la escritura a
la doctrina jurisprudencial y el desarrollo dogmático de las resoluciones. La oralidad debe
ser preeminente, no absoluta. Quienes quieren acudir a un sistema acusatorio puro deberán
recordar que en aquel no existe la impugnación, y no creo que ninguno de los “defensores
de la oralidad” pretenda renunciar al derecho al recurso que, por cierto, por regla general,
requiere de resoluciones escritas.
133 El término “instrucción” no se utiliza aquí en el sentido de investigación, sino en la capaci-
dad del juez de disponer la actuación de ciertas pruebas, que puede ir de la mano, perfecta-
mente, con la posibilidad de tener contacto con el expediente judicial para revisar documen-
tos complejos, que no son pruebas en sí mismas, pero sí constituyen el soporte del debate.
Esto es algo completamente distinto a un juez instructor, que colabora en la persecución del
delito y en la incriminación de una persona, facultades que son asignables al fiscal.
212
Capítulo IV
La acusación
se haga parcial e incapaz de valorar pruebas, por el solo hecho de que el mismo
hubiera dispuesto o sugerido su adquisición. Solo si se piensa en un juez incapaz
y psíquicamente débil se puede temer que pierda la imparcialidad.
Agrega el autor que los remedios contra el prejuicio son otros y consisten en
la plena actuación del contradictorio de las partes y en la necesidad de que el juez
redacte una motivación analítica y completa, racionalmente estructurada sobre la
base de justificaciones controlables, la decisión sobre los hechos134.
Considero que la misma crítica cabe realizar a las voces que se “alzan”
contra el “contacto” del juez con las pruebas documentales antes del juicio oral.
La resolución que estudiamos cuestiona que el juez —que recibe el expediente
judicial— pueda “entrar en contacto” con los documentos, lo que podría «con-
taminar» las opciones que tiene para decidir.
Utiliza, pues, los términos contacto y contaminación, que son empleados
con frecuencia para cuestionar la potestad del juez de actuar pruebas de oficio,
lo que demuestra que el razonamiento es similar. Sin embargo, el “contacto” con
ciertos documentos y medios de prueba escritos es indispensable en una justicia
de casos mucho más complejos que los que los profesores solemos utilizar en los
claustros universitarios. Muchas veces, la lectura de datos es imprescindible para
optar por un proceso que tenga como objetivo la búsqueda de la verdad.
Además, la forma de evitar el prejuicio en este caso, también, pasa por otros
cauces, que es el de la debida contradicción y motivación de las resoluciones. Lo
importante no es la total ausencia de contacto con el expediente, lo determinante
es que cualquier documento o medio de prueba sea objeto de debate (¡nunca de
lectura!) y que el juez forme convicción con base en esa dialéctica que constituye
el alma de la decisión judicial.
Pero llevar la oralidad al extremo del delirio, desnaturaliza un proceso
acusatorio que, entendámoslo de una buena vez, no es adversarial. Este no es
el sistema que hemos elegido, no forma parte de nuestra cultura y tradición
jurídica. Hemos elegido un proceso acusatorio-formal, que descansa en la in-
mediación, la publicidad, la contradicción y la concentración de un proceso
134 Taruffo, Michele, “Poderes probatorios de las partes y del juez en Europa”, en Ius et Praxis,
n.° 2, vol. 12, Talca. Este autor sostiene esto en el ámbito del derecho civil que se rige por el
principio dispositivo, por lo que este razonamiento se justifica con mucha mayor intensidad
en el proceso penal.
213
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
con clara división de roles en sus intervinientes, que confía en que un proceso
penal debe buscar la verdad y debe exigir un juez absolutamente imparcial, pero
no pasivo ni neutral.
214
Bibliografía
BIBLIOGRAFÍA
215
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
Binder, Alberto
1993 Introducción al derecho procesal penal, Buenos Aires: Ad-Hoc.
Carnelutti, Francesco
1959 Las miserias del proceso penal, traducido por Santiago Sentís Melendo,
Buenos Aires: Ejea.
2004 Cómo se hace un proceso, traducido por Santiago Sentís Melendo, Bogotá:
Temis.
Damaska, Mirjan
1999 “Aspectos globales de la reforma del proceso penal”, en Fundación para
el Debido Proceso, Reformas a la justicia penal en las Américas, Wash-
ington.
216
Bibliografía
Duce, Mauricio
2001 “Reforma procesal penal y reconfiguración del Ministerio Público en
América Latina”, en Seminario Reforma Procesal Penal, Santiago de Chi-
le: Jurídica Conosur.
Ferrajoli, Luigi
2001 Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, Madrid: Trotta.
217
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
Goldschmidt, James
2001 Principios generales del proceso, vol. 1, Ciudad de México: Jurídica Uni-
versitaria.
Gómez Colomer, Juan Luis; Juan Montero Aroca; Alberto Montón Redon-
do y Silvia Barona Vilar
2007 Derecho jurisdiccional iii. Proceso penal, Valencia: Tirant Lo Blanch.
218
Bibliografía
Jauchen, Eduardo
2004 Tratado de la prueba en materia penal, Buenos Aires: Rubinzal-Culzoni.
Maier, Julio
2008 Antología. El proceso penal contemporáneo, Lima: Palestra.
219
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
2008 Proceso penal y libertad. Ensayo polémico sobre el nuevo proceso penal, Na-
varra: Civitas.
Ortells Ramos, Manuel; Juan Montero Aroca; Juan Luis Gómez Colomer;
Alberto Montón Redondo
1991 Derecho jurisdiccional, vol. iii, Barcelona: J. M. Bosch.
Rifá Soler, José María; Manuel Richard, González e Iñaki Riaño Brun
2006 Derecho procesal penal, Pamplona: Instituto Navarro de Administración
Pública
220
Bibliografía
Roxin, Claus
2000 Derecho procesal penal, traducción de la 25.a ed. alemana por Gabriela E.
Córdova y Daniel R. Pastor, Buenos Aires: Editores del Puerto.
2004 Pasado, presente y futuro del derecho procesal penal, traducción por Óscar
Julián Guerrero, Bogotá: Instituto de Estudios del Ministerio Público.
Sancinetti, Marcelo
2001 La nulidad de la acusación por indeterminación y el concepto de instigación,
Buenos Aires: Ad-Hoc.
Schünemann, Bernd
2005 La reforma del proceso penal, Madrid: Dykinson.
221
Gonzalo del Río Labarthe
La etapa intermedia
Schmidt, Eberhard
2006 Los fundamentos teóricos y constitucionales del derecho procesal penal, Bue-
nos Aires: Lemer.
Taruffo, Michele
2006 “Poderes probatorios de las partes y del juez en Europa”, en Ius et Praxis,
n.° 2, vol. 12, Talca.
2008 La prueba, trad. de Laura Manríquez y Jordi Ferrer Beltrán, Madrid:
Marcial Pons.
222
Publicado: Julio 2021
Este libro se terminó de imprimir
en Julio del 2021 en los
talleres gráficos de
Pacífico Editores SAC
Jr. Castrovirreyna N.º 224 - Breña
Central: 619-3720
Lima-Perú