Que Es La Frecuencia Cardiaca

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QUE ES LA FRECUENCIA CARDIACA

La frecuencia cardiaca es el número de veces que se contrae el corazón durante un minuto


(latidos por minuto). Para el correcto funcionamiento del organismo es necesario que el
corazón actúe bombeando la sangre hacia todos los órganos, pero además lo debe hacer
a una determinada presión (presión arterial) y a una determinada frecuencia. Dada la
importancia de este proceso, es normal que el corazón necesite en cada latido un alto
consumo de energía.

LA FRECUENCIA CARDIACA COMO SE MIDE

La frecuencia cardiaca es el número de veces que se contrae el corazón durante un


minuto. Que el número de esos latidos por minuto esté en el rango de lo que los médicos
consideran una adecuada frecuencia cardiaca es fundamental para el
correcto funcionamiento del corazón. De lo contrario, puede alertarnos de un problema.

Pero ¿cuál es la frecuencia cardiaca que se considera “normal”?

Al nacer, la frecuencia cardiaca es más elevada por las necesidades del bebé. Con el
crecimiento, la frecuencia cardiaca va disminuyendo hasta alcanzar las cifras normales de
un adulto. Según los expertos, oscila entre 50 y 100 latidos por minuto en reposo en las
personas adultas.

En cualquier caso, la frecuencia cardiaca depende de varios factores: la constitución,


la edad, si se hace con frecuencia deporte o no, si se padece estrés... Por eso, es muy
variable de una persona a otra, e incluso la misma persona puede tener una frecuencia
cardiaca muy diferente en momentos distintos del mismo día. Varía por ejemplo con las
emociones, que la pueden aumentar; o con el sueño, cuando disminuye porque también lo
hacen las necesidades de oxígeno en nuestro cuerpo.

Además, hay varias circunstancias que pueden elevar la frecuencia cardiaca. Sin embargo,
algunas de ellas no suponen un síntoma de alarma.

Podemos superar los 100 latidos por minuto cuando estamos haciendo ejerciendo o
cuando estamos nerviosos, al igual que si se padece anemia o alguna patología tiroidea,
situaciones en las que superar las 100 pulsaciones por minutos se considera normal. Sin
embargo, si no se da ninguna de estas circunstancias y la frecuencia cardiaca es superior
a 100, conviene acudir al especialista para que, a través de un electrocardiograma, pueda
decirnos cuál es exactamente nuestra frecuencia cardiaca y si hay alguna alteración en el
ritmo del corazón o proceder al estudio de otras causas, entre ellas si se padece anemia o
alguna patología tiroidea, o la ingestión de sustancias estimulantes (cafeína, teína) u otros
tóxicos.

CÓMO MEDIRLA

La frecuencia cardiaca se mide tomando el pulso en la muñeca. Debemos colocar los


dedos índice y corazón entre uno y dos centímetros por debajo del pliegue de la muñeca,
entre el hueso que se palpa hacia afuera y el tendón que aparece por el lado interno. En
esa posición, solo hay que presionar suavemente la parte interna de la muñeca del lado del
dedo pulgar.

Al sentir el primer latido, ya podemos calcular cuántos se producen durante 30 segundos y


multiplicar el resultado por 2, que será la frecuencia basal. También podemos contar todos
los que se producen en un minuto.

Como la frecuencia cardiaca varía con la actividad, siempre debemos medirla sentados, en
reposo y en un ambiente templado. También se recomienda no haber consumido cafeína o
excitantes en las horas previas a la medición.

Para mantener una buena frecuencia cardiaca basal, el consejo de los expertos es realizar
ejercicio físico regular, ya que la actividad física regular es esencial para tener un buen
estado físico y cardiovascular, mantener un peso saludable y mejorar los factores de riesgo
cardiovascular. A través de la actividad física se regulará la actividad del sistema simpático
del organismo y se reducirá progresivamente la frecuencia de pulsaciones, lo que a largo
plazo beneficiará al corazón.

¿Cuál es la frecuencia cardíaca normal en reposo?

Una frecuencia cardíaca en reposo normal para los adultos oscila entre 60 y 100 latidos
por minuto.

Generalmente, una frecuencia cardíaca más baja en reposo implica una función cardíaca
más eficiente y un mejor estado físico cardiovascular. Por ejemplo, un atleta bien
entrenado puede tener una frecuencia cardíaca en reposo normal cercana a 40 latidos por
minuto.

Para medirte la frecuencia cardíaca, simplemente mídete el pulso. Colócate el dedo índice
y mayor en el cuello al lado de la tráquea. Para tomarte el pulso en la muñeca, coloca dos
dedos entre el hueso y el tendón sobre la arteria radial, que se encuentra en el lado del
pulgar de la muñeca.
Cuando sientas el pulso, cuenta el número de latidos en 15 segundos. Multiplica ese
número por cuatro para calcular tus latidos por minuto.

LOS VALORES NORMALES DE LA FRECUENCIA CARDÍACA.

Ten en cuenta que muchos factores pueden influir en la frecuencia cardíaca,


incluidos los siguientes:

 Recién nacidos de 0 a 1 mes de edad: de 70 a 190 latidos por minuto.


 Bebés de 1 a 11 meses de edad: de 80 a 160 latidos por minuto.
 Niños de 1 a 2 años de edad: de 80 a 130 latidos por minuto.
 Niños de 3 a 4 años de edad: de 80 a 120 latidos por minuto.
 Niños de 5 a 6 años de edad: de 75 a 115 latidos por minuto.
 Niños de 7 a 9 años de edad: de 70 a 110 latidos por minuto.
 Niños de 10 años o más y adultos (incluso ancianos): de 60 a 100 latidos por
minuto.
Atletas bien entrenados: de 40 a 60 latidos por minuto.
Aunque hay un amplio rango de normalidad, una frecuencia cardíaca inusualmente alta o
baja puede indicar un problema subyacente. Consulta a tu médico si tu frecuencia cardíaca
en reposo está constantemente por encima de 100 latidos por minuto (taquicardia) o si no
eres un atleta entrenado y tu frecuencia cardíaca en reposo está por debajo de 60 latidos
por minuto (bradicardia), especialmente si tienes otros signos o síntomas, como desmayos,
mareos o dificultad para respirar.

¿Por qué es importante la estatura?

Cuando se le preguntó por qué una persona más alta podría estar en mayor riesgo de
ciertas enfermedades, el Dr. Raghavan explicó que no era sorprendente ver procesos
fundamentales como el crecimiento y el metabolismo, que están relacionados con la
estatura, y conectados a muchos aspectos de la salud.

“En algunos casos, las relaciones que observamos pueden estar vinculadas con procesos
biológicos compartidos entre crecimiento/estatura y fisiología”, añadió. “En otros casos, la
relación/mecanismo se debe a los efectos físicos de estatura alta en lugar de a un proceso
biológico”.
El Dr. Raghavan dijo que la correlación entre la estatura y los trastornos circulatorios
venosos crónicos de las extremidades inferiores podría estar relacionada con la distancia
física y la dinámica de presión diferente en el sistema circulatorio venoso que afecta a las
personas más altas.

“La relación de neuropatía periférica puede ser algo físico relacionado con la longitud de
los nervios periféricos en las personas más altas y la posibilidad de lesión/pérdida, pero
esto es solo especulación. Las relaciones de las infecciones son aún más difíciles de
explicar porque también están relacionadas con otras afecciones que determinamos que
se relacionan con la estatura, neuropatía e insuficiencia venosa crónica. Es de esperar que
los trabajos futuros aclaren los mecanismos subyacentes a estas relaciones”.

Causas comunes

Las infecciones virales o bacterianas comunes, como la gripe o la gastroenteritis, suelen


ser las causas más comunes de la pérdida del apetito. El apetito de una persona
generalmente vuelve cuando comienza a recuperarse.

Las causas comunes a corto plazo de sentir pérdida de apetito incluyen:

 gripes
 catarro
 infecciones respiratorias
 infecciones bacterianas o virales
 estreñimiento
 un malestar estomacal
 problemas digestivos
 reflujo ácido
 intoxicación alimentaria
 alergias
 intolerancia a ciertos alimentos
 un virus estomacal o gastroenteritis
 embarazo
 desequilibrio hormonal
 estrés
 efectos secundarios de medicamentos
 uso de alcohol o drogas

Las personas con dolor en la boca, como herpes labial, también pueden experimentar
pérdida de apetito si les resulta difícil comer.

Afecciones médicas

Las enfermedades prolongadas pueden causar pérdida de apetito por una variedad de
razones que varían en función de la causa. La pérdida de apetito puede estar relacionada
con una disminución del funcionamiento del sistema inmunitario, una sensación general de
malestar y molestias estomacales.

Las afecciones que pueden causar pérdida de apetito incluyen:

 afecciones digestivas, como el síndrome del intestino irritable y la enfermedad de


Crohn
 una enfermedad hormonal conocida como enfermedad de Addison
 asma
 diabetes
 enfermedad hepática o renal crónica
 niveles altos de calcio en la sangre
 VIH y SIDA
 tiroides hipoactiva o hipotiroidismo
 tiroides hiperactiva o hipertiroidismo
 EPOC
 insuficiencia cardíaca
 cáncer de colon o de estómago

Efecto secundario de medicamentos

La pérdida de apetito es un efecto secundario común de muchos medicamentos, junto con


otros problemas digestivos, como estreñimiento o diarrea. Esto es común cuando los
medicamentos pasan a través del estómago y el tracto digestivo de una persona.

Los medicamentos y tratamientos que suelen causar pérdida de apetito incluyen:


 sedantes
 algunos antibióticos
 inmunoterapia
 quimioterapia
 radioterapia en el área del estómago

Si alguien se ha sometido recientemente a una cirugía mayor, es posible que se


experimente pérdida de apetito después de la operación. Esta sensación puede estar
relacionada en parte con los anestésicos.

El consumo de drogas con fines recreativos, como la cocaína, el cannabis y las


anfetaminas, también puede provocar pérdida de apetito.

Causas psicológicas

Los factores psicológicos y las enfermedades de salud mental pueden tener un impacto
significativo en el apetito de una persona. Estos pueden incluir:

 depresión
 ansiedad
 ataques de pánico
 estrés
 tristeza
 desórdenes

Tratamiento

Un médico puede recetar ciertos medicamentos para ayudar a aumentar el apetito y


reducir otros síntomas, por ejemplo, la náusea.

Si la depresión o la ansiedad causan pérdida de apetito, las terapias de conversación


(psicoterapia) y, a veces, los antidepresivos pueden ayudar.

Si un médico cree que un medicamento específico es un motivo de pérdida de apetito, es


posible que pueda cambiar la dosis o el medicamento.
Remedios caseros

A las personas les puede resultar más fácil comer varias comidas pequeñas al día en lugar
de tres más grandes.

Intenta hacer que estas comidas sean altas en calorías y proteínas para asegurarte de que
el cuerpo reciba suficientes nutrientes y energía. También te podría resultar más fácil
ingerir comidas líquidas, como batidos y bebidas proteicas.

Agregar hierbas, especias u otros condimentos en las comidas también puede ayudar a
que comas con mayor facilidad. Comer en un entorno relajado o social puede hacer que
comer sea más agradable.

También puedes seguir bebiendo muchos líquidos para prevenir la deshidratación. El


ejercicio ligero, como una caminata corta, a veces también puede aumentar el apetito.

Diagnóstico

Un médico observará todos los síntomas que experimentas y los utilizará para determinar
la posible causa de la pérdida de apetito.

También podría examinar tu abdomen palpando con la mano en busca de hinchazón,


bultos o sensibilidad inusuales. Esto puede ayudar a descubrir si un trastorno
gastrointestinal es la causa de tu pérdida de apetito.

Un médico también puede realizar pruebas para ayudarle a determinar la causa. Algunas
pruebas incluyen:

 análisis de sangre
 radiografías
 una endoscopia, en la que una cámara permite a los médicos mirar dentro del
cuerpo

Preparación del paciente


 Identificación del paciente.
 Informar al paciente y familia del procedimiento a realizar.
 Fomentar la colaboración del paciente en la medida de sus posibilidades.
 Preservar la intimidad y confidencialidad.
 Colocar al paciente en una posición adecuada, considerando que se encuentre en
situación basal, teniendo en cuenta la situación del paciente y dejando fácilmente
accesible la zona:
o En el pulso apical será en decúbito supino o en semifowler, si su estado lo
permite.
o En el pulso arterial, la arteria radial es la más habitual, puede estar
sentado con el brazo seleccionado apoyado sobre una almohada,
dirigiendo la palma de la mano hacia arriba, o acostado con los brazos
relajados sobre la cama o sobre el abdomen.
Procedimiento

PULSO PERIFÉRICO

 Localizar la arteria mediante palpación suave sobre un plano duro (óseo), con los
dedos índice, corazón y anular de la mano dominante:
o Radial: es el pulso periférico más habitual, sobre la muñeca del paciente
encima del hueso radio, sobre la arteria radial en la zona media de la cara
interna de la muñeca, ejerciendo una presión suave. Evitar colocar dedo
pulgar pues tiene latido propio (percibiríamos nuestras propias
pulsaciones).
o Temporal: sobre hueso temporal en la región externa de la frente, en un
trayecto que va desde la ceja hasta el cuero cabelludo. Muy usada en
pediatría.
o Carotídeo: en la parte lateral del cuello, entre la tráquea y el musculo
esternocleidomastoideo. No ejercer una presión excesiva porque produce
bajada de frecuencia cardiaca e hipotensión. Nunca debe palparse
simultáneamente en ambos lados o muy profundamente, para evitar la
disminución del flujo sanguíneo cerebral, bradicardias
hemodinámicamente muy significativas y aún más, paro cardiaco. Es el
pulso que más fielmente refleja las funciones cardiacas.
o Humeral o braquial: en la cara interna del musculo bíceps o en la zona
media del espacio antecubital con el antebrazo del paciente ligeramente
flexionado sobre el brazo.
o Cubital: en la superficie palmar de la articulación de la muñeca, por arriba
y por fuera del hueso pisiforme, utilizado en algunas situaciones clínicas
(catéter en la arteria radial para monitorizar la presión sanguínea).
o Femoral: en la arteria femoral debajo del ligamento inguinal (normalmente
pulso lleno y fuerte).
o Poplíteo: en la arteria poplítea detrás de la rodilla en la fosa
o poplítea, flexionando la pierna sobre el muslo.
o Tibial posterior: en la arteria tibial por detrás del maléolo interno.
o Pedio: palpando la arteria dorsal del pie sobre los huesos de la parte alta
del dorso del pie. Muy usado en cateterismo.
 Presionar ligeramente con las yemas de los dedos hasta encontrar el latido arterial.
 Percibir durante unos instantes los latidos, y seguidamente contar la frecuencia de
los latidos durante 60 segundos, valorando la intensidad de los mismos y la
regularidad del ritmo:
o Valorar el ritmo, observando si la pauta de intervalos es regular o no.
o Valorar la intensidad. Si el latido es potente se palpa lleno, si es débil, la
fuerza de llenado desaparece cuando se presiona ligeramente la arteria.
o Comparar el ritmo e intensidad del latido con el de la arteria contralateral.
o Si presenta arritmias, realizar toma apical.
 Higiene de manos.

PULSO APICAL

 Limpiar membrana de fonendoscopio con solución jabonosa o antiséptica.


 Calentar la membrana del fonendoscopio con las manos para evitar la sensación de
frío al contacto directo con la piel.
 Comprobar que el sonido este abierto.
 Colocar la membrana del fonendoscopio sobre el quinto espacio intercostal
izquierdo, en la línea media clavicular.
 Auscultar unos instantes los latidos antes de contabilizarlos.
 Contar la frecuencia de los latidos durante 60 segundos, valorando la intensidad de
los mismos y la regularidad del ritmo.
 Ayudar al paciente en la medida en que lo necesite a cubrirse el tórax y asumir una
postura cómoda.
 Limpiar el fonendoscopio.
 Higiene de manos.
Toma de frecuencia cardiaca mediante monitor

 Limpiar la piel con agua jabonosa o antiséptico.


 Colocar electrodos adecuados al paciente (adulto o pediátrico) de forma que no
supongan un obstáculo en caso de acceso al tórax para cualquier intervención
(masaje, radiografía y ecografía) y cuidando que no se enrollen ni entorpezcan
movimientos.
 En pacientes monitorizados los electrodos se reemplazarán cada 24 horas.
 Colocación de electrodos:
o Rojo: debajo de la clavícula cerca del hombro derecho.
o Amarillo: debajo de la clavícula cerca del hombro izquierdo.
o Negro (toma de tierra): en el lado inferior izquierdo del abdomen, o debajo
del apéndice xifoides.
 Conectar los cables de electrodos al paciente y seguidamente al cable del monitor.
 Vigilar el estado de la piel para evitar lesiones o alergias.
 Higiene de manos. Δ9 OMS

CONSIDERACIONES ESPECIALES

 Se aconseja tomar el pulso durante un minuto, ya que contar durante 15 o 30


segundos y multiplicar por cuatro o por dos, respectivamente, no garantiza un
recuento exacto en el caso de que haya patologías vasculares o arritmias cardiacas
no identificadas previamente.
 El número de latidos cardiacos por minuto va a variar en función de:
o La genética del individuo.
o El estado físico (actividad-reposo).
o Las condiciones ambientales (temperatura, altura, calidad del aire, hora
del día).
o La posición.
o Factores psicológicos (estrés, sueño, miedo, amor).
o La edad.
o El sexo.
 En presencia de patologías cardiovasculares es importante comprobar la
coincidencia en la frecuencia del pulso apical y periférico, así como la comprobación
sistemática de la simetría con la arteria contralateral.
 La valoración del pulso debe realizarse de forma simultánea con la toma de la
tensión arterial de forma sistemática en los pacientes con arritmias, a fin de detectar
tempranamente la existencia de arritmias cardíacas.
 Tener en cuenta que tanto el dolor como las alteraciones emocionales pueden variar
la frecuencia cardiaca.
 En la toma de pulso radial, evitar colocar el dedo pulgar sobre la arteria radial del
paciente, ya que percibiríamos nuestras propias pulsaciones.

REGISTRO

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