Adolfo Roitman - Pinjas Sacerdote Fiel o Asesino Fanático 24072008

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Mundo Judío - 24/07/2008

Pinjás, hijo de Eleazar: ¿un sacerdote fiel o un asesino


fanático?
La porción de la Torá de esta semana trata un tema sumamente embarazoso para la sensibilidad del hombre
contemporáneo, a saber: la guerra santa. Según el relato, Yahveh le ordenó a Moisés tomar venganza de los
madianitas (Números 31:2), en castigo por los pecados de fornicación y de adoración a dioses cometidos por
los hijos de Israel en Peor, inducidos por las hijas de Moab (Números 25:1-18).

De acuerdo a la narración, Israel cumplió la orden divina con una crueldad notable: ``Atacaron a Madián como
había mandado Yahveh a Moisés y mataron a todos los varones. Mataron también a los reyes de Madián... y
a Balaam, hijo de Beor, lo mataron a filo de espada. Los israelitas hicieron cautivas a las mujeres de Madián y
a sus niños y saquearon su ganado, sus rebaños, y todos sus bienes. Dieron fuego a todas las ciudades en
que habitaban y a todos sus campamentos. Reunieron todo el botín que habían capturado, hombres y bestias,
y llevaron los cautivos, la presa y el botín ante Moisés''” (Números 31:7-12).

Sin embargo, esta carnicería de sangre y fuego no satisfizo a Moisés: ``¿Pero habéis dejado con vida a todas
las mujeres? Precisamente ellas fueron las que indujeron a prevaricar contra Yahveh a los israelitas. Matad,
pues, a todos los niños varones. Y a toda mujer que haya conocido varón, que haya dormido con varón,
matadla también. Pero dejad con vida para vosotros a todas las muchachas que no hayan dormido con
varón''” (vv. 15-18). (Nota: Sobre la guerra santa en la Biblia, ver también Deuteronomio 20:1-20; 21:20-14; 1
Samuel 15:1-33).

Llamativamente, y a pesar de haber sido ya elegido como jefe de la comunidad (Números 27:12-23), Josué no
salió a la cabeza de los guerreros, sino Pinjás, hijo del sacerdote Eleazar, ``que llevaba en su mano los
objetos sagrados y las trompetas del clamoreo''” (Números 31:6). La mención de Pinjás en este contexto no
sorprende, pues su carácter lo hacía el más apropiado para encabezar una guerra santa”. Y ello debido a que
en oportunidad del pecado cometido por Israel en Peor, y más particularmente, en ocasión de que ``un
israelita vino y presentó ante sus hermanos a la madianita''” (25:6), entonces Pinjás decidió tomar la ley por
sus propias manos: ``Al verlos Pinjás, hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, se levantó de entre la
comunidad, lanza en mano, entró tras el hombre a la alcoba y los atravesó a los dos, al israelita y a la mujer,
por el bajo vientre. Y se detuvo la plaga que azotaba a los israelitas''” (vv. 7-8).

Sorprendentemente, este acto de violencia descontrolada no fue criticado por la Torá (como en el caso, por
ejemplo, del asesinato de los siquemitas por manos de Simeón y Leví [Génesis 49:5-7]), sino que, por el
contrario, fue merecedor del beneplácito divino: ``Yahveh habló a Moisés y le dijo: Pinjás, hijo de Eleazar, hijo
del sacerdote Aarón, ha aplacado mi furor contra los israelitas, porque él ha sido, de entre vosotros, el que ha
sentido celo por mí; por eso no he acabado con los israelitas a impulso de mis celos. Por eso digo: Le
concedo a él mi alianza de paz. Habrá para él y para su descendencia después de él una alianza de
sacerdocio perpetuo. En recompensa de haber sentido celo por su Dios, celebrará el rito de expiación sobre
los israelitas''” (25:10-13).

Como en otras oportunidades (cf. Josué 22:11-20; Jueces 20:27), también aquí Pinjás cumplió fielmente el rol
de un sacerdote celoso, encargado de defender la tradición contra todos aquellos dispuestos a violarla, sin
escatimar medios para lograr sus propósitos. (Nota: Según Léon-Dufour, la palabra griega zelos viene de una
raíz que significa: estar caliente, entrar en ebullición; traduce bien la palabra hebrea quinah, cuya raíz designa
el rojo que sale al rostro de un hombre apasionado-” [Vocabulario de Teología Bíblica [Barcelona: Editorial
Herder, 1980] p. 156.) Y de esta manera, entonces, Pinjás se transformó en el símbolo de una teología
caracterizada por el rigor y la violencia. Como lo afirma Jonathan Kirsch: ``Yahvé es un dios celoso y
furibundo: se entrega a una furia homicida cuando se adora a cualquier otro dios o diosa, sea en lugar de él o
simplemente además de él. De sus fieles exige no la mera fe sino celo; no se contenta con las buenas
intenciones y un esfuerzo sincero. Cualquier cosa que no sea una sumisión rastrera a la voluntad divina
resulta tan pecaminosa como la hechicería y la idolatría. ¿Y cuál es la voluntad de Dios? Castigar a punta de
espada”, blandida a veces por un solo hombre celoso y en ocasiones por un ejército entero, a todos los que
se niegan a adorarlo como único Dios verdadero''.” (Dios contra los dioses. Historia de la guerra entre
monoteísmo y politeísmo [Barcelona: Ediciones B, 2006] p. 78.) (Nota: Sobre la definición de Dios como
``celoso''”, ver Éxodo 20:5, 34:14; Deuteronomio 6:15.)

De aquí en más la figura de Pinjás se convirtió en el modelo ejemplar de ``los celadores de Yahveh''” en la
literatura bíblica y post-bíblica. Un ejemplo en este sentido es el del profeta Elías, cuando en ocasión de la
competencia con los profetas de Baal en el monte Carmelo, terminó matando a sus oponentes: ``Elías les dijo:
Echad mano a los profetas de Baal, que no se escape ninguno de ellos; les echaron mano y Elías les hizo
bajar al torrente de Qison, y los degolló allí''” (1 Reyes 18:40). Al igual que el hijo de Eleazar, también Elías
confesaba que ``Ardo en celo por Yahveh, Dios Sebaot (literalmente, `Dios de los ejércitos'”)''” (1 Reyes
19:14), y de aquí su ``derecho'' ”a matar en nombre de su fe.

Este notable paralelo entre Pinjás el sacerdote y Elías el profeta fue percibido también por los sabios de
Israel, hasta el punto de identificar a ambas figuras. Como lo manifiesta una tradición antigua presente en Los
capítulos de Rabí Eliezer: ``Se levantó, pues, Elías y huyó de la tierra de Israel y así se puso a salvo. El
Santo, bendito sea, se le reveló y le preguntó: `¿Qué te trae por aquí, Elías?' El celo me consume, respondió.
Díjole el Santo, bendito sea: `Tú siempre estás lleno de celo. Tú llenaste de celo en Sittim, contra las
inmoralidades', como está dicho: Pinjás, hijo de Eleazar (Números 25, 11) y sigues aquí lleno de celo. ¡Por tu
vida! Que Israel no practicará la alianza de la circuncisión sin que tú la veas con tus propios ojos''” (Valencia,
1984; p. 208.) (Nota: Esta tradición presupone la creencia que Pinjás, en mérito a su comportamiento
ejemplar, fue premiado con la longevidad, e incluso con la inmortalidad. Ver Antigüedades Bíblicas 48:1;
Números Raba 21:3; Targum Pseudo-Jonatán 25:12-13.)

También en el judaísmo del Segundo Templo la figura de Pinjás sirvió como modelo ejemplar del piadoso
celoso.
Según lo testimonia el Sirácida (primer tercio del siglo II a.e.c.): ``Pinjás, hijo de Eleazar, tercero en gloria,
porque fue celoso del temor del Señor, y se mantuvo firme en la revuelta del pueblo por la energía de su alma
resuelta, y obtuvo así el perdón para Israel. Por eso se hizo con él una alianza de paz, de presidir el santuario
y a su pueblo, para que le tocara a él y a su linaje la dignidad del sumo sacerdocio por los siglos''” (45:23-24).

Pero la admiración de Pinjás no quedó sólo en loas literarias, sino que su figura ciertamente indujo a la
acción. Un claro ejemplo en este sentido lo encontramos en el acto perpetrado por el sacerdote Matatías. En
ocasión de presenciar en Modiín que un judío estaba por sacrificar en el altar pagano, Matatías ``se inflamó
en celo y se estremecieron sus entrañas. Encendido en justa cólera, corrió y le degolló sobre el altar. Al punto
mató también al enviado del rey que obligaba a sacrificar y destruyó el altar''” (1 Macabeos 2:24-25). Y el texto
no deja lugar a dudas acerca de su fuente de inspiración, según reza: ``Emuló en su celo por la Ley la gesta
de Pinjás contra Zimrí, el hijo de Salú''” (v.26). Y así, pues, ``este asesinato religioso''” fue la chispa con la que
comenzó la guerra santa de los macabeos: Luego, con fuerte voz, gritó Matatías por la ciudad: ``Todo aquel
que sienta celo por la Ley y mantenga la alianza, que me siga. Y dejando en la ciudad cuanto poseían,
huyeron él y sus hijos a las montañas''” (vv. 27-28). (Nota: El libro apócrifo de Judit, probablemente escrito en
hebreo en plena época macabea [finales del siglo II a.e.c.], también refleja fielmente esta ideología de ``celo”''
religioso [9:4, 9], legitimando el asesinato como medio de salvación divina. Ver 13:1-8. Sobre el ``celo''” en la
ideología de los hombres de Qumrán, ver Regla de la Comunidad IV, 4; IX, 23.)
La traducción política de esta ideología intransigente la encontramos en el movimiento revolucionario de los
Zelotas o ``celosos''”, surgido de círculos sacerdotales durante el primer siglo de nuestra era, a los efectos de
liberar al pueblo judío del yugo romano. Según el testimonio de Josefo, ``Este es el nombre que ellos mismos
se habían dado, como si estuvieran anhelosos de realizar buenas acciones, y no como si hubieran propuesto
y logrado superar las más abominables fechorías''” (La Guerra de los Judíos IV, iii, ix; en: Obras Completas de
Flavio Josefo IV [Buenos Aires: Acervo Cultural, 1961] p. 270.) Y con estas palabras aludía Josefo a los actos
criminales que estos revolucionarios perpetraron en la ciudad de Jerusalén. De acuerdo con el historiador
judío, ellos justificaron sus crímenes afirmando que los asesinados ``eran culpables de querer entregar
Jerusalén a los romanos; sostuvieron que habían eliminado a traidores de la libertad general, y se jactaron del
crimen, como si hubieran prestado un bien a la ciudad y la hubieran salvado''” (IV,iii, v; op.cit., p. 268). La
verdad sea dicha, que estos ``celosos''” por la Ley y la libertad se convirtieron sencillamente en asesinos,
cuyo fanatismo a ultranza los llevó a cometer crímenes de lesa humanidad.
Este breve estudio nos lleva a la conclusión, pues, que las ``proezas''” de héroes como Pinjás, Elías o
Matatías deben ser leídas con sentido crítico por el lector contemporáneo. Especialmente hoy en día, con el
surgimiento de terroristas que matan sin miramientos en nombre de la fe ``verdadera''”, es cuando debemos
tomar las historias sobre ``guerras santas'' y ``celosos de Dios''” con especial reserva, viéndolas como
resabios de un pasado arqueológico, sin relevancia en un mundo más liberal y democrático. Toda otra opción
lleva implícita la amenaza cierta de generar en nuestro seno nuevos ``zelotas''”.
¡Shabat Shalom!
Dr. Adolfo Roitman

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