Los Hebreos de Marruecos

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MANUEL LORTEGA

LOS HEBREOS
vV UWIOJECOS

COMPAÑÍA IBERO • AMERICANA


6
0/73

'
PRÓLOGO
/
El hecho de alcanzar una segunda edición el libro de
Manuel Ortega Los Hebreos en Marruecos es buena
prueba de la difusión lograda y de la utilidad que ha
ha
prestado. En efecto, este libro, como tantos otros,
sido más explotado que citado, porque vino a llenar un
vacío en nuestra literatura histórico-política contempo-
ránea.
Desde que el Dr. Pulido, con vehemencias de apóstol,
se-
inició sus campañas en pro de los sefardíes, viéndose
cundado por contadas personas, entre ellas el autor de
este libro (i), hasta el día de hoy se ha andad o mucho
de
camino; se ha logrado fijar, en parte, la atención
la Prensa sobre este probl ema de los sefard íes, de tan
vital importancia para la expansión de nuestra lengua y
para la prepomundo nderancia de nuestra cultura y nuestro es-
píritu en el .
El criterio de intolerancia que produjo la expulsión de
los judíos de España tiene una explicación, y aun una
de
disculpa, en la necesidad de lograr la consolidación
único ele-
la unidad política de nuestra patria sobre el

a en pro
(i) Sobre la génesis y evolución de esta campañEl Doctor
de los sefardí es, véase el libro Figura s español as.
Pulido.
— IV —

mentó común que podía ligar sólidamente a nuestras he-


terogéneas regiones: la unidad religiosa.
Pero esta explicación histórica se ve y se siente hoy.
Durante cientos de años la interpretación de la histo-
ria de España ha sido bandera de los partidos políticos
en sus contradictorios idearios, y precisamente este he-
cho de la expulsión de los judíos llegó a ser el eje y ca-
ballo de batalla constante de liberales y reaccionarios,
en sus lucubraciones apasionadas sobre la filosofía de
nuestra historia.
Después de la expulsión, los recelos contra los judíos
conversos llenan la historia de nuestros siglos XVI
y XVII. Recuérdese que gran parte de las polémicas apa-
sionadísimas denuestros escriturarios del Siglo de Oro,
de las cuales fué una de las víctimas Fr. Luis de León,
están inspiradas por este rencor a la rasa judía, que
no se detiene ni aun en la serena región de la investiga-
ción científica.
Rompióse así una gloriosa tradición de tolerancia y
de cultura: la tradición que había logrado transmitir a
través de toda la Edad Media la ciencia lingüística de
los Kimchi y los Ben Saruc, conservada en las aljamas
piadosamente, y cuyo máximo fruto se recoge en la fe-
cunda colaboración de Alfonso de Zamora y Pablo Co-
ronel, en el ingente monumento de la Poliglota de Al-
calá.
Procuróse en lo sucesivo separar cuidadosamente la
ciencia lingüística o arqueológica del hebraizante de todo
interés o afición hacia el pueblo o la raza judía. El he-
breo se estudia porque es la lengua santa necesaria para
la interpretación de los textos sagrados de nuestra reli-
gión; pero el pueblo judío es el pueblo deicida, y un si-
glo después de su expulsión se siente la necesidad de
completar la obra con la expulsión de los moriscos.
Este sentido toma la ciencia hebraica entre nosotros
a partir del siglo XVI, y esto significan sus más insig-
nes representantes, desde el coloso Arias Montano, pa-
sando por D. Juan Bautista Peres, Martínez de Canta-
lapiedra, F. Martín Castillo, Vicente Trilles y tantos
otros, hasta llegar al eminente Pérez Bayer y a Ro-
dríguez de Castro, en pleno siglo XVIII.
En estas condiciones, era dificilísimo abordar el pro-
blema de los sefardíes sin suscitar las pasiones de los in-
tolerantes o sin provocar las diatribas del progresismo
al uso contra España y contra la tradición y el espíritu
de la cultura nacional. Y este milagro se ha realizado.
Hoy son muchos los que se ocupan de los sefardíes, sos-
layando oanulando estas cuestiones pasionales.
Por fin se va elaborando un estado colectivo de con-
ciencia que nos hace sentir la solidaridad cultural e idio-
mática con estos españoles sin patria, como felizmente
se les ha denominado ; por fin se va comprendiendo que
la formidable expansión de nuestra raza y de nuestra
lengua en el mundo es el cimiento más firme de nuestro
porvenir político y económico, y que sería una locura
arrojar locamente de la órbita de nuestra expansión todo
h que son y lo que valen en el mundo esos tres millones
de personas que se sienten solidarizados con nosotros
por la lengua y, sobre todo, porque en ellos se ha cul-
tivado románticamente, como una nueva especie de me-
— VI —

sionismo, el recuerdo melancólico de una patria perdida,


cuyo contacto puede ofrecerles de nuevo el sentido tole-
rante de la civilización contemporánea.
Tenemos el ejemplo del cuidado exquisito con que
otros pueblos cultivan el brote más exiguo de expan-
sión del idioma. La lengua no es sólo el vehículo del
sentimiento y de la cultura: es también un instrumento
de comunicación y, por tanto, un imprescindible elemen-
to creador de riqueza y de poder.
Los hebreos de Marruecos han podido y debido ser
el puente de nuestra penetración honda y, por tanto, pa-
cífica entre los elementos musulmanes del país. Pero de
esto no hablemos, que páginas más adelante encontrará
el lector documentación copiosa y sagaces observaciones
y consejos que ojalá, hubiesen sido oídos a su tiempo.
Los hebreos de Marruecos han sido uno de los elementos
básicos para la difusión y predominio de nuestro idioma
en el norte de África; predominio que hoy se observa,
merced a la vitalidad enérgica de nuestra rasa, aun en
zonas sometidas al dominio político de otras naciones,
y que está fundado en una vida tradicional del idioma
que cuenta siglos de existencia, regada siempre con lá-
grimas o sangre. Citaré, en comprobación de este aserto,
un texto no exhumado hasta ahora, y muy significativo,
de un misionero del siglo XVII :

' . . . por la mayor parte, los que sirven a los Reyes


moros son Cristianos cautivos o renegados o hijos de
renegados; y así en este Retiro y Pueblo tan grande
casi todos son o cautivos Cristianos o renegados o hi-
— vn —
jos de renegados; y aunque en aquel cautiverio hay
cautivos Cristianos y renegados de muchas naciones,
pero como yo he visto, que he andado mucho mundo,
en los Reinos que concurren muchas naciones, siem-
pre eligen y aprenden por más fácil para tratar y con-
tratar nuestra Lengua vulgar Española, y así, aquí en
Marruecos, que hay de muchas naciones, de todas ellas
y Judíos y Moros se enseñan y hablan muchos, por la
mayor parte, nuestra Lengua, y particularmente, en es-
ta Alcazaba la hablan de suerte que parece que en eso
no se echa menos a España; entre los renegados hay
muchos votos y "juro a Cristo" y "a Dios", y así
todo lo demás; y muchas veces los Principitos moros
se crían con los niños cristianos, hijos de los cautivos
Cristianos, y la primer lengua que suelen aprender y
hablar los Principitos moros con estos niños Cristia-
nos es el Romance español, y aun cuando mayores es-
tos Príncipes, y cuando llegan a ser Reyes, como sus
tratos y servicios, por la mayor parte son con estos re-
negados ycristianos, mucho se usa entre ellos hablar
Español, y muy de ordinario, siempre saben o en-
tienden nuestra lengua Española, y aun es vía de Es-
tado suya de los Reyes saberla, como lo es en servir-
se de cautivos Cristianos y renegados, y con los tales
Cristianos muchas veces y ordinariamente hablan la Es-
pañola, aunque es verdad que con embajadores o per-
sonas graves que van de acá de otros Reinos, por vía
de gravedad hablan con ellos por intérpretes, y des-
pués los suelen llamar y hablar con los dichos por más
afabilidad en nuestra Lengua. Y así, de esta manera,
— vm

no hubimos menester más lengua que la nuestra, que


en ella hablamos y predicamos, pues casi todos la en-
tendían, en aquella Alcazaba y Pueblo donde esto nos
sucedió, y todos los pasos de nuestra Predicación y
martirio." (i)
Bl libro de Ortega consta de dos partes: la primera
es una sintética ojeada retrospectiva sobre las vicisitu-
des históricas del pueblo judío, especialmnete en nues-
tra patria. Bs de observar aquí la serena objetividad
con que en estas páginas se ha logrado sortear el escollo
a que anteriormente he aludido. Xo hay en ellas ni un
solo argumento utilizable para los detractores apasiona-
dos o sistemáticos de Bspaña, y, sin embargo, están es-
critas con veracidad y, lo que vale más, con un franco
espíritu moderno y con arte literario y honda emoción
cuando se pinta el trágico éxodo de aquellos hombres
que "antes de marchar iban a los cementerios, donde
dormían el sueño eterno sus abuelos, y pasaban días en-
teros llorando sobre las tumbas".
La segunda parte aun es de más sólido interés, porque
para escribirla no bastaba la documentación libresca de
investigaciones anteriores, sino que toda ella está llena
de esa índole de documentación de primera mano que
solamente se adquiere viviendo entre un pueblo y sin-
tiendo su cultura y sus problemas.

(i) Fray Matías de San Francisco: En su Relación del


viaje espiritual y prodigioso que hizo a Marruecos el Venera-
ble Padre Fr. Juan de Prado, Predicador y primer Provincial
de la Provincia de San Diego del Andalucía. Madrid, 1643.
— rx —

Este libro viene a añadir, ¡por fin!, un apellido espa-


ñol a la larga lista de los Sanchs, Kayserling , Grhetz y
tantos otros nombres extranjeros de admirables investi-
gadores que han ilustrado con obras magistrales la his-
toria de los judíos españoles.
La notoria amistad que me une con Manuel Ortega
no me ha de impedir aplaudir efusivamente la reimpre-
sión de este libro indispensable, lamentando quizá que la
proteica actividad de su autor, hoy absorbida en otras
empresas en las que también el amor a España y a su
cultura es norte y guía, no encuentre un vagar para in-
sistir en esta labor de historiador del pueblo sefardí,
de cuyo éxito sería prenda segura el valor del libro a
que sirven indignamente de pórtico estos renglones.

Pedro Sáixz y Rodríguez.


PARTE PRIMERA
OJEADA HISTÓRICA
ESPAÑA Y MARRUECOS

Como si la Naturaleza, que rompió en uno de sus tem-


blores formidables el istmo que unía el Sur de Europa,
España, con el Norte de África, Marruecos, mezclando
las alborotadas aguas de dos mares en el cataclismo que
hundió con su civilización desconocida la península de la At-
lántida, se hubiese arrepentido de su violencia, parece que
desde el principio de los tiempos históricos ha pretendido
unir, a través del Estrecho, a los habitantes de la vieja
Iberia con los de la Mauritania, en un flujo y reflujo que
ha sido unas veces abrazo de muerte, y otras lazo de fra-
ternidad civilizadora.
La historia de Marruecos y la historia de España es-
tán tan íntimamente ligadas que forman una sola. De uno
a otro continente ha ido pasando la civilización, llevada
por los habitantes de esos dos países hermanos, que han
vivido unidos durante siglos, en todas las épocas, con los
fenicios, con los griegos, con los cartagineses, con los ro-
manos, con los vándalos, con los árabes. Más tarde, el
ideal nacional de los españoles siempre estuvo puesto en
Marruecos, aun después del descubrimiento de América,
que desvió a nuestra Patria de sus destinos, y el sueño de
los marroquíes fué volver a habitar el Andalus, la pen-
— 6 —
ínsula entera, donde moraron sus ascendientes y donde for-
jaron las maravillas de una civilización esplendorosa.
Al hablar en este libro de los hebreos (i) de Marrue-
cos necesariamente hemos de hablar de los hebreos de Es-
paña. En la noche oscura de la prehistoria se vislumbra
que con escasa diferencia de tiempo se establecerían las tri-
bus asiáticas inmigrantes en los dos países, límites del
mundo conocido, en los que cimentó Hércules sus colum-
nas sobre las rocas de Calpe (2) y Abila, ante los misterios
del océano inmenso.
Y en este vuelo a vista de pájaro sobre le historia irán
barajados y confundidos los judíos de Marruecos y los de
España, ramas de un mismo tronco, que al desarrollarse
se han entrelazado en el árbol frondoso de la vida.

Los orígenes. — Cartago y Roma. — Los Vándalos. — El bajo


Imperio.
La leyenda, que nace en la oscuridad de los siglos,
puebla las riberas del Mediterráneo occidental.
Conocida es la vieja ficción que hace venir a Noé a la

(1) De Abraham arranca el nombre de hebreo, con que son co-


nocidos los que profesan la religión mosaica. Se lo dieron porque el
patriarca procedía de la Mesopotanra, situada a la otra orilla del
Eufrates. Cuantos habitaban aquel lado del país eran llamados hijos
de heber, o de otra parte. Algunos comentaristas opinan que el ca-
lificativo hebreo se deriva de Heber, hijo de Arphaxad y nieto de
Sem. La palabra judío viene del hebreo yuhudi. En griego se dice
oiydaios, de ¡ioy!, ¡ioy!, exclamación propia de gente que confía en
el acaso. El vocablo israelita tiene su origen en Israel, nombre que
tomó Jacob, y que llevó uno de los dos reinos en que se dividió la
Judea, después de la muerte de Salomón.
(2) Pomponio Mela fué el primer historiador que señaló el pe-
ñón de Gibraltar como la mitológica columna Calpe.
— 7 —

Iberia y a la Mauritania. La crítica histories no puede


admitir, rebatiendo la opinión de San Jerónimo, que Tú-
bal, hijo de Jafet y nieto de Noé, o Tharsis, hijo de Ja-
van y nieto de Jafet, fuesen los primeros pobladores de
España, ni que Sem, hijo de Noé, o Ceib, su nieto, fun-
dasen Ceuta, entre otras urbes africanas, como afirman
los cronistas judíos de la Edad Media. La aseveración que
se refiere a Tharsis toma por base la arbitraria interpre-
tación del versículo 4.0 del capítulo X del Génesis, que
dice, tratando de las tierras que los descendientes de Noé
poseyeron, al repartirse por el mundo después del diluvio :
"Y hijos de Javan: Elisa y Tharsis, Cethim y Dodanim."
Creen algunos comentaristas que de Thars;s descendieron
los cartagineses, pues en el territorio de Cartago habitó,
y otros opinan que fundó una ciudad en una isla situada
en el Estrecho de Gibraltar, que después fué célebre por
el comercio que con ella hicieron griegos v fenicios. Pre-
cisa tener en cuenta que los hebreos llamaban islas a todas
aquellas tierras a las que no podían llegar sino por vía ma-
rítima: la Galia, Iberia, Italia y Grecia eran islas, según
este criterio.
Es indudable que los primeros pobladores de España
y de Marruecos, como los de todo el mundo, fueron de
origen asiático, y se establecieron, con corta diferencia de
tiempo, en las tierras de una y otra orilla del Estrecho,
que tal vez en aquellos remotos tiempos no existiría (1).
Bien pasaron de España a África, si los asiáticos al par-
(1) Altamira, Brinton y Vilanova coinciden en afirmar que les
primitivos pueblos de la Iberia tienen su origen en la familia bere-
bere, que se extendió desde los confines de Egipto por el norte
africano.
— 8 —
tir del suelo natal se dirigieron por el Sudoeste del Cáuca-
so y el litoral del Mediterráneo a la Península ibérica;
bien fueron los de la Mauritania los que llegaron a Espa-
ña, si las hordas orientales avanzaron hacia el Extremo
Occidente, siguiendo las costas de Asia y de África. Las
naves de Hiram, aliado de David, arribaban a las playas
españolas, comerciando con los indígenas, y regresaban a
Tiro cargadas de tesoros. Se dice que los judíos iberos
pagaban tributos al rey Salomón, y contribuyeron a la
construcción del templo.
La lengua de los primitivos pobladores de la Iberia y
de la Mauritania fué, según sostienen los señores Cortés
y García Blanco (i), el hebreo-fenicio o un dialecto del
hebreo. Humbold y Dawkins, entre otros historiadores,
coinciden en la creencia de que los vascos proceden de los
antiguos iberos, y el vascuence es un vestigio del lenguaje
turánico o uro-artaico en que se expresaban sus antepa-
sados. Hacemos notar que el vasco es un idioma afín del
berberisco, que se habla en el Norte de África. El nom-
bre de Iberia también indica el común origen de los hom-
bres que habitaban en el Extremo Occidente europeo y afri-
cano, pues parece que trae su origen del calificativo beres,
con que eran conocidos en la antigüedad los berberiscos.
Quizá los fenicios o los cartagineses le agregaron el ar-
tículo hi o he, y formaron la palabra Iberia.
La aparición histórica de colonias judías en el litoral
del Norte de África se registra en el año 320 antes de
Jesucristo. Se establecieron en Egipto y en la Cirenaica

(1) Gramática Hebrea.


más de cien mil hebreos, que Tolomeo Soter, fundador de
la dinastía de los Lágidas, había hecho cautivos en sus
campañas en la Palestina. Alejandría fué, según Josefo,
la capital espiritual de las colonias hebreas de Egipto y
de la Libia, y a estas comarcas acudían numerosos emi-
grantes hebreos, huyendo de las guerras civiles que ensan-
grentaban elpaís de Israel.
El Senado romano, en 138-139 antes de Jesucristo, se
declaró aliado del pueblo judío y lo comunicó así a todos
los países mediterráneos ; pero sesenta y cuatro años más
tarde, después de la muerte de Apión, último rey de la
Cirenaica y de la Libia, el Imperio se anexionó ambas
naciones.
La organización autónoma de las Comunidades de la
Cirenaica, antes del Cristianismo, era tan perfecta, que
ha servido de modelo a las fundadas más tarde en África
y Europa. Progresaron mucho los hebreos cirenaicos
bajo la dominación romana. Eran guerreros. No toleraban
la ingerencia de los romanos en sus cuestiones religiosas
o nacionales. Más de una vez se sublevaron, y ochenta y
seis años antes de Jesucristo, Lúculo los castigó dura-
mente.
Después de la destrucción del Templo de Jerusalén,
el año 70 de la Era Cristiana, perdida ya la independen-
cia nacional, los hebreos cirenaicos, como todos los del
mundo, sintieron nacer en ellos un odio implacable contra
los romanos, que se exteriorizó en el fuego de innumera-
bles sublevaciones por todos los ámbitos del inmenso Im-
perio.
De 115 a 118 luchan en plena revolución contra sus
— 10 —
dominadores; acaudillados por un jefe valeroso derrotan a
griegos y romanos, y durante tres años tienen en jaque a
las cohortes de Trajano, el gran emperador español. Mar-
cio Turbo, príncipe moro, con un ejército compuesto de
infantería, caballería y una división naval para batir la
isla de Chipre ocupada por los israelitas rebeldes, cae so-
bre ellos y los destroza después de varios combates. Ya
la insurrección se extendía hasta la Berbería interior y la
Mauritania (i). La venganza de los romanos fué tremen-
da: el ver victis imperó en la Cirenaica durante muchos
días trágicos, en los que fueron acuchillados los vencidos
sin reparar en sexo ni edad. El país quedó arrasado, muer-
to. Los que pudieron huir se refugiaron en Cartago y en
Marruecos. Cartago, la gran ciudad fundada por gentes
de Tiro y Sidón, arrojadas de sus tierras por las con-
quistas de Josué, heredó la fama y el prestigio de Ale-
jandría sobre el mundo judío mediterráneo. La actividad
comercial del pueblo hebreo, después de la ruina de la Ci-
renaica de
y la Libia, se concentró en la urbe cartaginesa.
Las comunidades israelitas de Cartago alcanzaron una
gran preponderancia, y sus rabinos gozaron fama de sa-
bios en todo el Norte africano. Los judíos desarrollaron
su espíritu comercial al lado de este pueblo de mercade-

(i) Hay que recordar que el Marruecos actual es sólo una par-
te de la antigua Berbería, que comprendía además las comarcas de
Argel. Túnez y Trípoli. En la división que hicieron los romanos,
Trípoli y Túnez constituían la Mauritania Cartaginense, y Marrue-
cos la Mauritania Tingitana. En los últimos años del siglo III la
Mauritania Tingitana quedó incorporada al Gobierno de la Bética.
El Imperio denominó Mauri a los habitantes y Mauritania a la re-
gión, porque cuando los cartagineses se apoderaron de la costa arro-
jando a los fenicios llamaron Maur (Occidente) a la zona que los
árabes designan hoy con el nombre de Garb.
res. Los primeros hebreos que llegaron al Mogreb proce-
dían, sin duda, de Cartago y de la Cirenaica.
En el primer siglo del Cristianismo los discípulos de
los apóstoles anunciaban la buena nueva en las sinagogas
cartaginesas, ofrecidas por los rabinos. Y esto, que no
constituía un hecho aislado, sino repetido en todas las
ciudades costeras del mar central, unido al hallazgo de
epitafios cristianos entre las tumbas hebreas en el cemen-
terio judío de la ciudad rival de Roma, indica que al prin-
cipio elcristianismo y el judaismo formaban una «ola reli-
gión. Hacia la mitad del siglo II se iniciaron las rivali-
dades entre las dos creencias. Los hebreos desconfiaban
ante los evidentes progresos del nuevo credo ; los cristia-
nos afirmaban por boca de Tertuliano que "la sinagoga
era la causa de todas las persecuciones". En los años 180
y 200 aparecía el judaismo en África como una religión
autorizada por los poderes del Estado, hasta el punto de
que se acusaba a los cristianos de haber desarrollado las
propagandas de sus doctrinas a la sombra de la influen-
cia que sobre la sociedad ejercía el judaismo (i).
En efecto, a pesar de que los cristianos se multiplica-
ban, el poderío de la sinagoga no decaía. El Concilio de
Elvira, celebrado en 313, al que concurrieron obispos espa-
ñoles y africanos, entre ellos algunos de la Mauritania,
prohibió a los fieles que solicitasen la bendición de los ra-
binos para obtener abundantes cosechas en los campos, lo
que indica la existencia de rabinos respetados por los cris-
tianos mismos, que les concedían facultades sobrenatura-
les. Los Concilios de Laodicea y Cartago prohibieron asi-

(1) Monceaux, Histoire Literaire de l'Afrique Chretienne.


— 12 —

mismo recibir el menor regalo de los hebreos y hasta man-


tener con ellos las relaciones más inocentes.
Progresó tanto el judaismo en el Norte africano, a pe-
sar de todo, que San Agustín, alarmado justamente, publi-
có su tratado contra los hebreos. "Los cristianos — dice el
obispo de Hipona — no temen darse el nombre de israeli-
tas. Se encuentran en honorable compañía con Abraham,
Isaac y Jacob, David y Salomón."
San Jerónimo afirma que las colonias hebreas forma-
ban una cadena sin solución de continuidad, desde la Mau-
ritania, a través de la Ifrikia y el Egipto, hasta la In-
dia (i).
Constantino (306-337), aun después de su conversión,
se mostró tolerante con los judíos, que gozaban en el Im-
perio de idénticos derechos que los demás ciudadanos.
Pero la muerte del emperador señaló el principio de las
persecuciones. Los hebreos iban siendo lentamente colo-
cados con medidas restrictivas al borde de las sociedades.
Las sinagogas cartaginesas fueron convertidas en templos
católicos. En 336 se fijaron edictos en Cartago y otras
ciudades de África, encaminados a la protección de los
judíos conversos, contra los malos tratos de sus antiguos
correligionarios. Fueron prohibidos los matrimonios entre
israelitas y cristianos y la circuncisión de los esclavos que
poseyesen los judíos.
La invasión de los bárbaros modificó con ventaja la
situación de los hebreos africanos. Genserico (429) pasó a
la Mauritania y derrotó a los romanos, con sus hordas
vigorosas y fuertes, arrancadas de la roca viva de la

(r) Epístola 122. — 4.


— 13 —
Naturaleza. El viejo y caduco Imperio no pudo resistir
el empuje formidable de los jóvenes pueblos del Norte.
En España como en África, los reyes vándalos silingas
se apoyaron en los judíos para sostener su poder. Prote-
gieron el libre ejercicio del culto mosaico y derogaron las
restricciones que pesaban sobre los israelitas. Dice San
Agustín que los hebreos veían en los vándalos sus natu-
rales aliados y que contribuyeron con eficacia a la ruina
del Imperio de Occidente.
Los judíos en esta época, protegidos por las leyes que
les garantizaban el derecho a navegar entre los puertos
españoles y los africanos, se dedicaban al comercio, al trá-
fico de esclavos, a la viticultura y al laboreo de tierras.
Algunos autores entienden que al cesar la dominación de
los vándalos en África, en su éxodo hacia España les
acompañaron muchos judíos.
Las victorias de Belisario (533-534), el último general
romano, sobre los vándalos, con la toma de Cartago por los
bizantinos, señalan el principio de la decadencia de los is-
raelitas africanos. Apenas el Bajo Imperio dominó en Áfri-
ca, inauguró una era de persecuciones, prohibiendo, bajo
las penas más severas, según edicto de Justiniano, el ejer-
cicio de su religión a los hebreos, así como que ejerciesen
cargos públicos y que poseyesen esclavos cristianos. Sin em-
bargo, los maghrabins (1) no sufrieron los rigores de la
persecución ; antes al contrario, ella favoreció la propaga-
ción del judaismo en el extremo occidente del África. La
influencia de los vencedores no pudo llegar eficazmente a

(1) Maghrabins es el plural de la palabra hebrea maa'rabi, que


significa occidental. Los judíos árabes pronuncian Maghrabí.
- 14 -
toda la Mauritania, y mucho menos al Marruecos actual,
cuyas altas montañas fueron siempre un dique contra las
invasiones, y en esta ocasión, un seguro refugio para los
que huían de las expoliaciones de los bizantinos. La resis-
tencia pasiva de los hebreos, única arma con la que siem-
pre ha vencido esta raza perseverante, fué tan grande, que
los griegos al fin se cansaron de perseguir a un pueblo la-
borioso, que no cometía otro delito que adorar a Dios con
rito distinto que sus dominadores.

Los hebreos españoles en Marruecos bajo los visigodos.

Los hebreos llegaron a España después de la destruc-


ción del templo. Arribaron en gran número a la Pen-
ínsula, estableciéndose en las regiones del Mediodía y de
Occidente. Dedicados a la agricultura y al comercio, con-
tribuían ala riqueza pública amparados por las leyes. Al-
canzaron un alto grado de cultura. Refiere el ilustre histo-
riógrafo P. Fidel Fita (i), que ante la irrupción de los
vándalos, invasores de Cataluña, un magnate judío lla-
mado Inocencio se refugió en Menorca. Era erudito en el
conocimiento de la literatura hebrea, latina y griega. Se-
mejante grado de ilustración no constituía un prodigio:
debía de entrar en la educación de los principales israelitas,
según parece indicarlo una ley de Honorio y Teodosio el
Joven, fechada en 10 de marzo del año 418. Tan estre-
chas eran las relaciones que los judíos occidentales mante-
nían con los del Oriente, que las florecientes Academias de

(1) Lápida trilingüe de Tortosa.


— 15 —
Tiberiades, Pumbeditá, etc., cuyos brillantes reflejos de eru-
dición bíblica se traducen en los colosales trabajos de Orí-
genes ySan Jerónimo, recibían de las aljamas españolas,
no solamente discípulos para instruirlos, que regresaban así
maestros, sino también contribución en metálico. La sobre-
dicha ley privó a los israelitas del cíngulo militar y de la
carrera de las armas, para darles acicate y mayor brío en
la de las letras.
Los judíos fueron poderosísimos en esta época por sus
riquezas y por su saber, y este grado de florecimiento atrajo
nuevas persecuciones.
El III Concilio de Toledo, en tiempos de Recaredo, acor-
dó que los judíos no se casaran con mujeres católicas ni
pudieran tenerlas por concubinas ; que fuesen forzosamente
bautizados los hijos que hubiesen con ellas; que no pudie-
ran comprar para sus servicios esclavos cristianos ni ob-
tener empleos públicos con perjuicio de los católicos. Este
Concilio prohibió asimismo que los judíos fuesen bautiza-
dos por fuerza, mas ordenó que no pudiesen dejar de ser
católicos los que ya estuvieran bautizados; a los casados
con cristianas se les puso en la alternativa de convertirse o
de ser separados de sus mujeres.
Muchos españoles israelita? abandonaron entonces el
país : unos pasaron la cordillera pirenaica, otros cruzaron
el mar y hallaron seguro asilo entre sus hermanos de la
Mauritania. Así empieza el flujo y reflujo de la raza hebrea
de una a otra orilla del Estrecho de Gibraltar.
El Pontífice San Gregorio el Magno escribía al rey Re-
caredo (586-601), después de la promulgación de su edicto
contra los israelitas: "Me ha referido mi amado hijo el
— 16 —
presbítero Probino que habiéndose publicado por vuestra
orden un edicto contra la perfidia de los judíos, y habiendo
éstos ofrecido gran cantidad de dinero para doblar vuestra
rectitud, generosamente lo habéis despreciado, prefiriendo
a la utilidad propia la causa de Dios y al esplendor del oro
el de la inocencia. Si fué agradable a Dios la ofrenda del
agua de que se privó David, ¿cuánto más grato le habrá
sido el sacrificio del oro que dejasteis de aceptar por amor
suyo?" (i).
Por los años 612 al 613 fueron los hebreos arrojados de
España por primera vez. Sisebuto les planteó el dilema de
convertirse al Cristianismo en el término de un año, o de
lo contrario, si perseveraban en su antigua fe, los conmi-
naba con el destierro, confiscación de bienes y cien azotes.
"Cosa ilícita es esta — comenta el P. Mariana, en su Histo-
ria de España — , vedada entre cristianos, que a ninguno
se haga fuerza para que lo sea contra su voluntad." No-
venta mil judíos recibieron entonces el bautismo, mas se-
cretamente continuaron practicando su religión. El Con-
cilio IV de Toledo, y con él su presidente, San Isidoro,
desaprobaron la tiránica medida de Sisebuto, opuesta a las
evangélicas doctrinas, lo que demuestra que más parte tomó
la conveniencia política que la fe religiosa en tales arbi-
trarias disposiciones.
Suintila (621-631), que fué, según Bradley, el primer
rey godo que dominó en toda la Península, comprendiendo
los beneficios que reportaba al reino la industria de los
hebreos, abolió la ley de Sisebuto, y retornaron a sus ho-
gares españoles casi todos los refugiados en Marruecos;

(1) Corona Gótica. — Saavedra Fajardo.


— 17 —

pero Chintila (638-642) renovó los edictos de expulsión, y


el pueblo judío emprendió un nuevo éxodo.
Sin embargo, la influencia de los hebreos en España no
decrecía con las persecuciones. Aperas amenguaba el furor
de la expulsión, retornaban a la Península en grandes
masas. Eran necesarios. La mayoría de las persecuciones
que sufrieron en Europa no tuvieron otro origen que el
deseo de reyes y señores de apoderarse de las riquezas de
esta raza industriosa y activa. Y, claro está, que, una vez
robados los huevos de oro, no había inconveniente en que
volviese la gallina.
Recesvinto (653-672) los arrojó de España nuevamente,
y a los pocos años, en 694, los judíos que quedaron en la
Península, de acuerdo con los refugiados en la Maurita-
nia Tingitana, proyectaron un levantamiento (1). El objeto
era apoderarse de España, en combinación con los árabes,
que preparaban una invasión. La revuelta debía estallar en
varios sitios a la vez, mientras los judíos africanos y los
árabes invasores hacían un desembarco en las costas espa-
ñolas. Mas el rey Egica (687-701), avisado del complot,
tomó las medidas que las circunstancias exigían para frus-
tar!o. Convocó en Toledo el XVII Concilio, ante el que
denunció las maniobras de los israelitas. Después de haber
oído las declaraciones de varios hebreos, de las que resultaba
que el fin de los conjurados era hacer de España un Estado

(\) La situación de los hebreos españoles se iba haciendo intole-


rable. El Concilio XVI de Toledo, bajo Egica, acordó eximir de
tributos y cargas y permitir la concurrencia al mercado a los israe-
litas eme se convirtiesen, quedando obligados a pagar los tributos
que a éstos les correspondían, conservándoles la prohibición de co-
merciar aquellos que perseverasen en la fe mosaica.
— 18 —

judío, la Asamblea condenó a todos los israelitas a la pér-


dida de sus bienes, "para que con la pobreza sintiesen
más el trabajo", declarándolos esclavos. También acordó
el Concilio apartar a los hijos de sus padres al cumplir los
siete años de edad.
Muchos hebreos lograron huir a Marruecos, donde es-
peraron, con la tenacidad característica de esta raza, la hora
de volver a la patria. Tan cruel fué la persecución, que
Mr. Mulleras (i) asegura que después de 694 casi no que-
daron judíos en España, cosa que no puede admitirse,
supuesto que Witiza (697-711), hijo y sucesor de Egica,
soportó la enemiga del clero, precisamente por la protec-
ción que en sus reinos dispensó a los hebreos.
Dice Mr. Schlousch que es preciso suponer que los refu-
giados españoles llevaron con ellos al. Mogreb la civiliza-
ción, la cultura y el idioma del mundo latino y monopo-
lizaron laindustria y el comercio. En la España visigótica
su influencia fué tan grande, que, junto con el latín, el
godo y el ibero, se hablaba el hebreo y el caldeo, sobre todo
en los centros de cultura.

Las tribus judías.


Los hebreos en Marruecos no sólo fueron ciudadanos y
comerciantes : en los campos recordaban su abolengo de
agricultores, y en las luchas, su estirpe guerrera. Entre 522
y 565, las tribus, aprovechando la anarquía que reinaba,
sacudieron el yugo imperial y dominaron el país hasta la
conquista árabe.

(1) Le Maroc Inconnu.


— 19 —
Tribus hebreas poderosísimas se extendían por el Mo-
greb y la Ifrikia. Los Jerua, los Mediuna, los Beni IlTren,
los Fendelua, los Berghuta, los Fazaz, los Riata, eran se-
ñores absolutos del territorio donde habitaban.
Los Jerua lucharon contra los romanos y llegaron a cons-
tituir una nación. Dice Iben Jaldun que este gran pueblo
judío habitaba la Ifrikia y el Mogreb con una independen-
cia completa. Largo tiempo después de la aparición del
Islam en África, los Jerua se distinguían por su pujanza y
por el número de sus guerreros. Nombraron un rey y se
establecieron en el Aures, declarado independiente en 483.
Hacia 5S4, Gasmul, rey de los Jerua, se apoderó de una
gran parte de Marruecos. Los límites de esta nación israe-
lita se extendían en el siglo VIII hasta la costa del Ex-
tremo Occidente.
En 1637, los Ulad Sidi Jahia eran todavía tributarios de
los judíos de Tilatan. según ha demostrado el teniente co-
ronel francés M. de Lagartigue.
En el siglo XVI, una tribu judía, los Ulad Aziz, domi-
naban elvalle del Uad Abdi, y sostenía guerras con sus ve-
cinos musulmanes. Muchas fracciones de esta tribu y de los
Jerua subsisten aún, habiendo perdido sus rasgos caracte-
rísticos. Las tribus llevaron la civilización que poseían a
los indígenas berberiscos del interior. La ciudad de Ceuta
fué el principal centro de relación de los judíos españoles
y los palestino-romanos con las tribus hebreas.

La C ahina.

La llamarada con que el genio de Mahoma incendió el


Oriente se propagó por el Norte de África, impulsada por
— 20 —
el fanatismo y por el valor de unos guerreros, en cuyos
sables brillaba la luz de la fe. El poder bizantino, que al-
canzó un grado floreciente de pujanza en todo el Norte
africano, moría bajo los golpes de! Islam.
Después de varias tentativas infructuosas, en 671 em-
prendió Okba Ben Nafi, por orden del Califa, una cam-
paña para llevar el Koram al Extremo Occidente. Recorrió
Trípoli y Túnez, cruzó el Aures y penetró en Marruecos,
llegando hasta el Océano, después de tomar las plazas de
Ceuta y Tánger. En el ejército de Okba figuraban nume-
rosos guerreros egipcios, de religión mosaica. Con la inva-
sión árabe — escribe Mr. Schlousch — se enriqueció el ju-
daismo local con una doble corriente hebrea : judíos de ori-
gen semenita y judíos ciudadanos de Asia, igualmente
conocedores de la lengua y costumbres árabes. Así penetró
el mahometismo en el Mogreb.
Más tarde, una mujer valerosa se opuso al paso triun-
fal de los creyentes de Mahoma.
El cabecilla beréber Koceila, rey del Aures (1), que

(1) El Gran Atlas se extiende desde el cabo Bon, en Túnez, al


cabo Dir o Ras Uferni, en Marruecos, al Norte de la desembocadura
del Uad es-Sus : no es muy conocido. Sus principales grupos son:
el Ycbcl-Barku, en el país de Túnez; las montañas de Tcbcssa; el
Aures, vasto macizo compuesto de tres grupos principales: Aures
oriental, Aures occidental
ellos la meseta y Aures
de Acul. Este macizoseptcntr'onal,
se prolonga que formanporentre
al Norte las
montañas de Bcllerma, donde el gran Atlas se divide en dos series
de grupos : los unos van al Norte, a incorporarse al medio Atlas,
bajo los nombres de Bcllcrma, Bu-Talcb, Kel-luf y Uanmtrah.
Entre estas montañas, las del Aures septentrional, las montañas del
Tcbcssa y las del medio Atlas, se encuentra una extensa meseta
llamada de la Meyanah y de los Sbakn. Las otras se dirigen al
SO., y tienen por grupos principales: Ycbcl Bu-Kalul, Yebcl Sa-
lían, Yebcl Amur, Ycbcl Nunyaia, montanas de Haskura, etc. Los
- 21 -
venció a Okba y pereció después en una batalla, tuvo por
sucesor en el trono a la Cabina, bizarra mujer con alma
de varón. El nombre de la Cahina es de origen judío.
Los berberiscos, sin distinción de religiones, la obedecían.
Profetizaba. Procopio asegura que entre los berberiscos la
facultad de profetizar constituia un privilegio de las mu-
jeres. El nombre propio de la Cabina fué Dabia, según
unos, y, según otros, Darma o Dina. Pertenecía a la tribu
israelita de los Jerua.
El califa Abd-el-Malek envió el año 696 un cuerpo de
ejército de 40.000 hombres, acaudillado por Hassan Ben
Nooman el Ghasani, que recorrió en triunfo el norte africa-
no. Cuando Hassan batió a los griegos, poniendo fin a su
poderío en África, preguntó qué jefe poderoso quedaba
aún en la Ifrikia y el Mogreb, y le respondieron que la
Cahina ejercía un poder tal, que si la vencía, sería el dueño
absoluto de todo el Extremo Occidente. Hassan fué contra
la Cahina, y ésta lo derrotó vergonzosamente a orillas del
río Nihi. La reina llevó su generosidad con los prisioneros
vencidos hasta el punto de adoptar a uno de ellos, al joven
Jalid Iben Jezid El Kaici, diciéndole que era tan hermoso,
que deseaba que fuese el hermano de sus dos hijos.
Convencida la soberana de que los árabes ambicionaban
la Ifrikia y el Mogreb por sus riquezas y su vegetación
lujuriante, predicó a los berberiscos: "Los extranjeros de-
sean nuestro país por sus ciudades, por el oro y la plata
que encierran, por los campos espléndidos; si nosotros

cuatro primeros grupos comprenden entre ellos y el medio Atlas


una serie de mesetas o desiertos, el Ilodna, el Sersn, el país de
Ghott, etc. El Aures está, pues, en la Argelia.
- 22 -

destruímos lo que ellos buscan, jamás volverán desde


ahora al final de los tiempos."
Y, cumpliendo sus órdenes, las ciudades fueron saquea-
das, los campos y jardines arrasados, los árboles talados,
las aguas distraídas de su curso natural. Todo lo que podía
incitar a los árabes a una nueva invasión desapareció ; mas
esta política concitó contra la reina a los pobladores, entre
los que había muchos judíos y cristianos griegos, y apresuró
su ruina.
Después de cinco años de paz, Hassan, que se había
retirado al distrito de Barka, recibió orden del califa Abd-
el-Malek de volver a la Iírikia. La reina se preparó para
la campaña; pero las asolaciones que llevó al país encen-
dieron tantos odios contra ella, que sus mismos partidarios
entregaban poblaciones, como Cabes y Castilia, sin defen-
derlas. Sus hijos la conjuraron, aconsejados por Jalid,
para que abandonara el territorio a los musulmanes, puesto
que sabía que su pérdida era segura. Ella les respondió:
"La fuga sería una vergüenza para mi pueblo; la que ha
mandado a los árabes, a los berberiscos y a los romanos,
debe saber morir como una reina."
Se dio la batalla, y la Canina fué muerta en el Aures,
cerca de un sitio que se llamó Bir-el-Cahina. La cabeza
de esta heroica mujer fué enviada a Abd-el-Malek.
La Ifrika quedó conquistada; se convirtieron al Islam
casi todos los berberiscos del Aures, entre ellos los hijos de
la Canina, que, al frente de 12.000 jemas, recibieron el
encargo de imponer con la espada el Koram en Marruecos.
La Cabina, a pesar de su origen hebreo, fué aborrecida
por los judíos ortodoxos, principalmente por los de la costa.
- 23 —
La consideraban como una tirana, como un ser impío. Una
poesía popular judeoárabe, recogida por Mr. Cazés, com-
para a la heroína con los caldeos, con César, con Adriano,
perseguidores de los israelitas, y la llama airadamente:

"Esta maldita mujer, más cruel


que todos los otros juntos..."
Tales furores nacieron no sólo de las devastaciones rea-
lizadas por la Cahina, asolando el país para evitar una
nueva invasión de los árabes, sino de las diferencias que
separaban a los judíos entre sí. Aquellos mismos — dice un
autor — que no habían cesado de esperar la llegada de las
diez tribus, que aparecerían en un momento crítico para
libertar a Israel, tribus cuya presencia era vagamente de-
signada en África, se resistían a tratar como hermanas
a las tribus judías guerreras del desierto.

La invasión de los árabes.

Después de la derrota de la Cahina, llegó a la Maurita-


nia, para completar la conquista, Muza Ben Nozeir.
Muza penetró en el Aures al frente de un poderoso
ejército; de allí pasó a Marruecos con los hijos de la
Cahina, quienes también estuvieron en España, al frente
de sus jeruas.
Cánovas del Castillo (i) dice del famoso guerrero ára-
be, "que no hay acaso personaje más importante en la his-
toria de Marruecos" y agrega: "No se contentó Muza con
imperar por las armas : quiso que los naturales amaran
antes que no obedecieran su gobierno." Eran algunos de

(i) Apuntes para la Historia de Marruecos. Madrid, 1913.


- 24 -

ellos cristianos, otros idólatras, y el mayor número profe-


saban el judaismo, lo cual hacia difícil tal intento. Pero el
caudillo árabe comenzó por hacer creer a los suyos y a
los naturales que procedían de un mismo tronco, como
originarios unos y otros del Asia, llamando a éstos hijos
de los árabes. Y repartiendo con igualdad sus dones y ob-
servando estricta justicia, logró que los vencidos fueran
convirtiéndose al islamismo y confundiendo sus intereses
con los de sus conquistadores.
Las fuerzas militares de que disponía, ociosas después
<3e la conquista de la Mauritania, inspiraron a Muza la
idea de invadir la Península ibérica, cuyas costas se alzaban
próximas como una esperanza. Apenas habían pasado diez
y siete años de la expulsión de los judíos en el reinado de
Egica. Muza organizó un ejército compuesto de árabes y
de berberiscos, musulmanes y judíos, y envió, por vía de
ensayo a Tarik (710), cuyo origen era hebreo — se cor.side-
daba, según el Bekri ben Jacob, como descendiente de la
tribu de Simeón — , al frente de 400 hombres y 100 caballos.
Tarik ejecutó con éxito un raid sobre Algeciras y Tarifa,
auxiliado por los hebreos de dichas plazas.
En los meses de abril y mayo del año 711 las aguas del
Estrecho se poblaron de naves, que sin cesar arrojaban gue-
rreros sobre las playas españolas.
Durante la conquista, las poblaciones abandonadas por
los cristianos eran pobladas por los judíos expulsados,
que llegaban en masa del Mogreb. Cuando los musulmanes
ocupaban una ciudad española — se dio el caso repetida-
mente en Córdoba, Málaga y Elvira, entre otras — , confia-
ban su guarda a los aliados hebreos. En Toledo los dejó Ta-
- 25 -
rik al proseguir sus conquistas y Muza les confió la custodia
de Sevilla (i). Arribaron también tribus israelitas enteras,
que se establecieron en los campos. Por eso no es extraño
encontrar en España, en plena Edad Media, grandes núcleos
de agricultores judíos.
Apenas conquistada la Península, tuvieron los hebreos
que sufrir vejámenes por parte de sus aliados. Judíos y
cristianos hubieron de pagar el impuesto de yezia o capita-
ción, tributo a que están sometidos, <?egún las leyes korá-
nicas, cuantos viviendo en países musulmanes no profe-
san el islamismo, quedando en posesión, una vez abonada
la cuota contributiva que en ningún caso puede exceder
al año de dos dinares de oro por cabeza, de todos los de-
rechos de ciudadanía.
Los árabes establecían, en sus conquistas, el sigirenlc
dilema a los sometidos: la conversión al Islam o el pago
del tributo personal, además del territorial a que estaban
sujetos todos los habitantes del país, sin distinción de
raza ni de religión.
A causa del general descontento entre cristianos y judíos
contra los musulmanes, estalló la insurrección de 71S, que
coincidió con la iniciación de la epopeya de la Recon-
quista. Pretendían los hebreos rebeldes expulsar a los ára-
bes y resucitar en la realidad el antiguo sueño de hacer de
España un Estado judío. A la cabeza del movimiento se
hallaba un jefe berberisco, de religión mosaica, llamado
Kaulan El Yahudi, que se sostuvo algún tiempo en las
montañas de Castilla y Aragón. La conquista de España
dio origen a una enorme disminución en la población judía

(i) Annales du Moggreb & de l'Espagne. — Ibcn El-Athir.


- 26 -

de Marruecos. Tan grande fué el número de hebreos ma-


rroquíes que cruzó el Estrecho, que se atrevieron a luchar
contra los victoriosos guerreros árabes. No hay que olvi-
dar que Mr. Mulleras asegura, aunque exageradamente,
que después de la persecución de 694 apenas quedaron
judíos en España, y ya en 711 se contaban por cientos de
millares.

Los edrisitas.

Parece que los judíos de Marruecos, durante la domi-


nación del califato de Oriente, no perdieron muchas de
sus antiguas posiciones, a pesar de que algún gobernador
les hizo víctimas de su despotismo en más de una ocasión.
Tal estado de cosas comenzó a modificarse con la lle-
gada de Edris a la Mauritania, decidido a fundar un im-
perio independiente del de Bagdad.
En los últimos años del siglo VIII reinaba en la
Meca, Medina y Yemen, Mohamed Ben Abdalá Ben Hos-
sain. Derrotado en el año 786 por los Abbasidas, sus mor-
tales enemigos, perdió con la corona la vida.
Edris, hermano de Mohamed, descendiente como él
del profeta por su hija Jauhar — la Perla — , huyó de su
país, temeroso de la venganza de los Abbasidas, y cruzó la
Numidia j la Mauritania Cesariense, refugiándose en Ua-
lili, plaza situada al Norte de Mequinez, en las montañas
de Zeraun.
Allí vivió al lado del emir Abdelmechid, granjeándose
las simpatías de los indigenas, que le proclamaron rey de
los "Uvabas (788), tribus las más fuertes y aguerridas de
Marruecos en aquellos tiempos.
- 27 -
Organizó Edris un poderoso ejército, y dio rienda
suelta a sus sueños de grandeza y poderío. Reunía el Cherif
a sus disposiciones guerreras grandes dotes de gobernante,
y se dispuso a conquistar el Mogreb sometiéndolo a su do-
minio.
Edris envió mensajeros a las tribus cristianas, paganas
y judías, fortificadas en montañas y castillos inaccesibles,
establecidas en la región de Fez, solicitando de ellas que
se agrupasen a su alrededor, prometiéndoles el botín de las
razzias que realizasen en los territorios no sometidos. Los
paganos y los cristianos se dejaron seducir con facilidad;
los judíos, no; mas con objeto de no irritar al emir, le
contestaron diplomáticamente que les honraba la generosa
proposición, pero que sus sentimientos de equidad y justicia
les impedían traicionar al Califa.
Edris, dándose cuenta de lo que representaba para el
éxito de sus planes el apoyo de las tribus hebreas, recurrió
a la astucia con objeto de atraérselas. El distrito de Zalegh,
en la comarca comprendida entre Fez y Ceuta, estaba tira-
nizado por un gobernador del califato llamado Abu Afya.
Por medio de tres griegos intrigantes hizo llegar el pre-
tendiente aoídos de Afya que los judíos conspiraban secre-
tamente para destruir el poderío de su señor. El goberna-
dor, ávido de las riquezas que los hebreos atesoraban, fingió
creerlo, y aunque los israelitas apelaron al príncipe, pro-
clamando su inocencia, éste ordenó a Abu Afya que los
castigase; así lo hizo éste, apoderándose de las ciudades
judías de Chella, Meguada y Miyenu. Perdieron entonces
muchos hebreos la vida y los bienes.
Edris aprovechó la ocasión buscada y ofreció su apoyo
- 28 -
y aaparo a los perseguidos, a cambio de que se sumasen
a £•. ; 5. Los judíos se c; uchar. Las comu-
■:. .1: rr.er.sajerts a todas las tribus, para que se
conce:.: la ciudad ': Ludalib, nombrando general
del israelita al presidente de la asamblea de la
I2 plaza, Benjamín Ben Josafat Ben Alieser. Edris
robustecido su na Dder con el concurso de los gue-
rreros judíos, que en toda la campana se cistingueron por
so bravura.
Derroíado el Mehed a la táctica de arrasar el
país, con objeto de reducir por hambre al enemigo, sin con-
seguir su intento, y comprendieml i posibilidad de do-
minar la insurrección, reconoció la falta cometida contra
los judíos, e hizo anunciar por el gobernador de Cairutni
que les perdonaría; mas sí per en la rebelión, serian
muertos los hehrets residentes en aquella provincia. La
amenaza hizo su efecto. El espíritu de solidaridad de la
raza se demostró una vez más. Los jefes del ejército judío
acordaron abandonar las operaciones c exponiendo
las causas que a ella le habían llevado, todas de legí'.ima
tensa, y asegurando que deseaban dedicarse tranquila-
te a la agricultura, las artes y los oficios. En cusnto
a la amenaza de matar a sus correligionarios, anun-
ciaban alMehedí que, en tal caso, seguirían el mismo pro-
cedimiento con los musulmanes que habitasen las regiones
por ellos ocupadas.
te de los judíos no rompieron el pacto que les ligaba
con Edris, y prosiguieron la campaña. El Mehedí, cercado
er. la ciudad de Medluna, que contaba con una gran po-
blación hebrea, hizo colocar ¿eL-re les murallas a los israe-
- 25 -

convencida áe que sos c:--e!igionarios del ejército


de Edris no tirarían sobre ellos. Efe :: amenté, los hebreos
deliberaren y decidieron que era preferible levaí el sitio
antes que acarrear a sus correligionarios una muerte cierta.
Edris les reconvino, mas los jefes del ejército no cejaron
en su actitud. Entonces I .:: ideó una nueva estratage-
ma. Hizo circular la noticia de que el Cauta llegaba con
un ejército en socorro de Mediuna y destacó parte de sus
trepas, con las fuerzas judias, para que saliesen al encuentro
de los nuevos enemigos. Errantes anduvieron dos días por
los alrededores: cuando volvieron las huestes hebreas, Me-
diuna estaba tomada, y todos los judíos, amarrados a los
mur^s. habían perecido. El Mehedí huyó con los restos de
su ejército.
Al verse burlados por la astucia de Edris, estalle b
indignación entre los hebreos, ido a que el [man
violó a cierta judía llamada Safia, mujer de Obacha. uno de
los caudillos israelitas, colmó la medida. El esposo ultrajado
reunió a sus correligionarios en consejo y denunció todos
los ardides de Edris. Los caudillos decidieron no seguir
"r?:ando su concurso a quien así procedía. Pero ya era
tarde. El Imán, sintiéndose fuerte después de la derrota
del Mehedí, anhelaba desembarazarse de los judíos para es-
tablecer elimperio sobre la base firme de la unidad reli-
giosa. Y empezó a perseguir a sus antiguos aliados, obli-
gándolos aconvertirse ai Is
Los judíos se sublevaron, reconcentrándose en la región
de Fez, derrotando varias veces a los edrisitas, que en una
batalla dejare:: más de 8.000 cadáveres sobre el camp: El
Imán, en vista de la imposibilidad de someter a los re-
- 30 -

beldes, formó una tropa de elefantes aguerridos, que des-


trozó alos judios.
Estos pidieron el aman, y Edris lo negó, si no precedía
la conversión al islamismo. Entonces los israelitas decidie-
ron continuar la guerra e imaginaron oponer a los ele-
fantes centenares de toros cargados con planchas cubiertas
de paja y azufre. En plena batalla, al avanzar los elefantes,
los guerreros judíos prendieron fuego a la paja, y los toros,
enfurecidos por las quemaduras, acometieron a los paqui-
dermos, que huyeron asustados sobre el ejército edrisita,
causando gran mortandad. Al fin fueron vencidos los ju-
dios, sometiéndose con la condición de pechar con el im-
puesto establecido en 701 por Hassan ben Noomar, después
de conquistar el Mogreb, impuesto que los hebreos pagan
aún. Además, se obligaron a entregar un tributo anual de
veinticuatro doncellas para el harem de Edris.
Con la sumisión de los judíos comenzaron las persecu-
ciones. Los berberiscos adoptaron la costumbre de bajar de
las montañas a cautivar a los hebreos que topaban en el
camino y pedir rescate o venderlos, en caso negativo, como
esclavos. Las Comunidades israelitas, con un espíritu de
solidaridad admirable, los redimían a todos, y crearon cajas
especiales con tal objeto; mas algunos judíos de la ciudad
de Melah o Ulad el Melah se pusieron de acuerdo con los
berberiscos para dejarse aprisionar y dividir el rescate con
sus aprehensores ; descubierta la argucia, acordaron las
Comunidades que el rescatado debiera servir durante tres
años como esclavo a la sociedad o a te persona que lo re-
dimiese.
Esto dio motivo a una nueva persecución de Edris, pues
— 31 -
dos judíos traidores hicieron creer al gobernador de Chef-
chaba, cerca de Marraquex, que el dinero de esas cajas de
redención lo destinaban sus correligionarios a organizar un
levantamiento contra el Islam. Edris ordenó una razzia, y
los judíos tomaron las armas; pero pronto fueron derrota-
dos en Sefrú.
El Imán, a los cinco años y medio de su reinado (794),
murió envenenado con el olor de una esencia por el médico
judío Soleiman ben Jerir, hombre de gran talento y elo-
cuencia, que por orden del Califa Harum el Rachid con
tan siniestro propósito había llegado a la corte, ganándose
la confianza de Edris, a quien conoció en Ualili. Soleiman
huyó a Taza, y al cruzar el Muí uva, perseguido por Er-
raxid, liberto de Edris, que le daba caza al frente de una
tropa de berberiscos, fué herido en la cabeza y perdió la
mano derecha ; pero consiguió escapar y llegar a Bagdad.
Después de la muerte de Edris, durante la regencia
de Erraxid (794-804) los judíos sometidos no se atrev:eron
durante algunos años a propagar su religión. Sólo la tribu
de Nefusa se mantuvo independiente largo tiempo, pero al
fin tuvo que retirarse hasta el desierto. En todas las ciuda-
des y oasis establecidos desde el Océano a Tombuctú se
hallan restos de una influencia judía que duró hasta el
año 1000 de la Era Cristiana. De nada como de esta raza,
víctima de las más crueles y repetidas persecuciones, puede
decirse que, como el fénix maravilloso, renace de sus
cenizas.
El reinado de Edris II (804-828) se señaló por su tole-
rancia con los judíos, si bien éstos tuvieron que pagar tal
benevolencia con un tributo de treinta mil dinares, que el
- 32 -
Imán exigió para que pudiesen ejercer libremente su culto.
Edris II fundó Fez (3 de febrero de SoS), sugestionado
por los encantos del paisaje. Según Rudh El Kartas,
Fez reunia todas las bellezas de la tierra: agua dulce, aire
saludable, excelentes granos, hermosos frutos, campos ex-
tensos de una maravillosa fertilidad, bosques habitados por
ruiseñores, jardines floridos, fuentes cristalinas. Iben Jal-
dum asegura que parte de los terrenos donde el emperador
estableció la capital eran propiedad de los Beni Jiar y de
los Beni Burgos. Adquirió el territorio en 7.500 onzas,
más de 1.050 pesetas. Entre los individuos de dicha tribu,
los había cristianos, judíos y paganos. El nombre Beni
Burgos — hijos de Burgos — parece que indica un abolengo
español.
Gran número de musulmanes y hebreos del Andalus
acudieron a !a capital para buscar en ella la seguridad y el
reposo. A los judíos les permitió el Imán que se estable-
ciesen en un lugar junto a la puerta de Hisú Sadun, me-
diante el pago de un tributo anual (yecia) de 30.000 di-
nares. Ocho mil familias cordobesas, que huían de las perse-
cuciones del tercer Califa Omniada, Hakym ben Hischam,
se instalaron en Fez, fundando el barrio que se llamó del
Andalus.
El emir Yahi ben Yahia el Idrisi, príncipe de malas
costumbres, violó en el baño a una joven judía llamada
Hanina, la más hermosa mujer de la época, que se resistió
a sus ofertas y a sus ruegos. De tal estimación llegaron
a gozar los judíos en Fez, que la capital entera condenó el
acto del Imán, y éste murió a poco avergonzado bajo el
peso de su culpa.
- 33 -
La capital fasi fué el centro de la actividad religiosa,
intelectual y comercial de los hebreos. Un autor considera a
Fez como la ciudad donde los judíos eran más numerosos
que en todas las otras ciudades. Habían inmigrado, además
de los españoles, muchos israelitas de Asia, huyendo de las
persecuciones ordenadas por el Califa Mutauakil.
Durante la dominación de la dinastía edrisita, que duró
desde el año 788 hasta el 985, gozaron los judíos en Ma-
rruecos de gran prosperidad. No sólo Fez, sino las Comu-
nidades de Ceuta, Sijilmasa o Tafilete, Marraquex y Me-
quinez llegaron a la cúspide de la fama, con sus escuelas
religiosas y científicas, provocando en el siglo X un rena-
cimiento intelectual entre los judíos.

Los sendas.

A pesar de las ambiciones de los reyes de la Ifrikia,


quedó el Mogreb bajo la soberanía de los emires de Cór-
doba, después de los años de amargura que acompañaron
a los edrisíes en su derrumbamiento.
Los zenetas ocuparon el poder como príncipes tributa-
rios del califato cordobés. Poco hemos de ocuparnos de esta
dinastía, que dominó en el Mogreb durante cien años. La
familia hebrea, si bien gozó de amparo bajo el reinado de
Hamama Ben Nuaz, sufrió los rigores de la persecución,
iniciándose su decadencia al ocupar el trono, en 1032, Abu
el Kamel Tamin, emir de Beni Ifren, hombre fanático e
ignorante. Al apoderarse de la capital asesinó a 6.000 ju-
díos, robándoles sus riquezas y sus mujeres. Habitual-
mente hacía dos expediciones por año contra los berguatas,
tribu de procedencia hebrea, dedicándose al pillaje. Catorce
- 34 -
años después de su muerte fué hallado intacto el cadáver.
En la noche del mismo día se le apareció el Tamín en sueños
a uno de sus deudos, a quien le dijo que gozaba de las
delicias eternas por haber declarado cada año la guerra
santa a los berguatas.
Poco después cayeron los zenetas en la noche de su
ruina. Con ello se inició en Marruecos la Era Religiosa,
que representan en la historia del Imperio las dinastías al-
morávides yalmohades.

Los almorávides.

Por el año 1038 — 430 de la Hégira — salió del Sus un


cherif llamado Abdalah Ben Yacim, dispuesto a predicar
las doctrinas del Koram entre las setenta cábilas de! país
de los Zenachas, al otro lado de la cordillera del Atlas. Al
poco tiempo reunió un gran número de creyentes, a los
que dio el nombre de el morábitum o ermitaños, de donde
se formó el adjetivo almorávides, con que son conocidos
en la historia. Entre los más fervorosos se distinguieron
los de la tribu de Lemtuna.
Pronto el poder de Ben Yacim se extendió por el Su-
dán, donde abundaban tanto los judíos árabes, que luchan-
do contra ellos había parecido años antes un emir
lemtuna llamado Aben Mohamed Ben Tyfat; se dirigió
al frente de dos mil guerreros sobre el Mogreb, dominan-
do por las armas a los habitantes y obligando a profesar
el islamismo a los incrédulos. De allí pasaron a España los
reformadores.
La invasión de los almorávides hizo retoñar con nueva
fuerza entre las tribus judías mogrebinas el espíritu gue-
- 35 -
rrero. Las grandes poblaciones hebreas del Sudán y del
Sahara, siguiendo a los conquistadores, se establecieron
en las ciudades marroquíes y españolas, guarneciendo mu-
chas plazas fuertes.
Sin embargo, aunque los almorávides respetaron a los
hebreos, un emir, Jusuf ben Tachefin (1067-1106), austero,
justo y santo, como le llama Rud el Kartas, trató de apar-
tarlos de su fe. Fué el primer sultán marroquí que llevó
el título de Príncipe de los Creyentes.
Basaba el vencedor de Zalaca su pretensión en que
había leído en una obra teológica musulmana que Mahoma
tcleró el culto de los judíos con la condición de que el
Mesías esperado llegase antes de cinco siglos, y que si no
llegaba, era señal de que Dios no había de enviarlo, y
tendrían que reconocer que él era el último profeta y el
enviado de Alá. Los hebreos, según el libro, habían acep-
tado la condición, y los cinco siglos de la Hégira concedidos
de plazo por Sidna Mohamed estaban a punto de expirar
el 2 de septiembre de 1106, sin que el Mesías hubiese apa-
recido sobre la tierra. Los judíos, después de haber sido
varias veces atropellados, se libraron de la persecución en-
tregando una fuerte suma al visir Abdalah ben Alí y pres-
tando su concurso a Tachefin para la conquista de España.
En los combates contra el valeroso Alfonso VI, rey de
Castilla y de León, se encontraron más de una vez en los
campamentos de ambos adversarios cerca de 40.000 sol-
dados judíos. Una tregua de tres días pedida por Jusef
ben Tachefin al rey Alfonso la fundamenta diciendo: "El
viernes para dar descanso a los musulmanes ; el sábado, para
permitirle a los judíos que no trabajen, y el domingo, en
- 36 -

consideración a los cristianos." En el ejército de Tachefin


figuraban también numerosos adoradores de Cristo, que
de tal manera la política o la personal conveniencia influía
sobre los hombres en una época que hemos convenido en
calificar de eminentemente religiosa.
Al abrigo de las campañas victoriosas de Tachefin,
muchos judíos marroquíes se establecieron en España.
Andalucía fué el emporio del judaismo. Desde Bagdad
al Cairo acudían a la hermosa comarca los más ilustres
sabios orientales.
En 1088, el rabino Isaac" Alfasi halla un refugio en
España. En el siglo X, el visir judío Hasdai ben Chaprut
protege a los sabios de Fez, entre ellos al gramático Du-
nasch ben Librat. Más tarde, el visir y poeta judío Samuel
ben Nagrila, de Córdoba, presta excepcionales servicios a
los judíos del Norte de África.
Bajo el reinado de Alí (1), hijo de Jusef (1107-1142),
que tuvo por madre a una cristiana llamada Kamra
— Luna — y por sobrenombre Fad el Hosen, perfección de
hermosura, la influencia judía se extiende. En casi todas
las cortes de los sultanes y emires berberiscos de España
sometidos a Alí se encuentran visires y médicos judíos.
El mismo Alí tuvo por médico favorito a Abu-Ayub Sa-
lomón ben Almmallad, de Sevilla, a quien nombró príncipe
y visir. Otro médico de Alí fué Hasan Ben Kainoi, de
Zaragoza, famosísimo también. El reinado de este mo-
narca constituyó la época en que gozaron mayores liberta-
des los hebreos marroquíes y españoles.

(i) Era natural de Ceuta.


- 37 -

El último emir de los almorávides, Tachefin (1142-


1144), hijo de Alí y de una cautiva cristiana, llamada Daú
ez Zebáh — Aurora, luz de la mañana — , fué afortunado
en sus campañas en la Península ; pero halló una muerte
trágica en Oran, donde se hallaba sitiado por Abdelmu-
mem, caudillo de los almohades; al pretender abandonar la
plaza en una noche oscura, cayó al mar desde la cumbre
de una roca. Los judíos auxiliaron a este monarca en todas
las luchas contra los almohades. Con Tachefin se hundió
la dinastía de los almorávides. La bandera blanca de los
unitarios triunfó sobre el pendón negro de los morabitos.

La cultura.

Los siglos IX, X y XI pueden considerarse como la


Edad de Oro en la historia de los hebreos marroquíes,
según frase de Mr. Schlousch, el sabio investigador.
La cultura judía floreció en estos siglos, influenciada
por la civilización española, lejos de las corrientes asiáticas.
El primer escritor de Marruecos es Eldad el Danite,
que apareció en las comunidades judías mogrebinas como
un meteoro, en la segunda mitad del siglo IX. Poseía la
lengua hebraica como un idioma vivo. A él se debe la
primera poesía hebrea de Marruecos, que es un grito de
guerra. "Un héroe — dice — no debe abandonar el campo de
batalla. Su espíritu se regocija a la vista del relámpago de
su espada; su alegría aumenta al trotar de su caballo. El
aprisionará a las mujeres del Cush."
A éste le siguen su discípulo Judá Iben Koreich, mé-
dico, filólogo y dramático, y Judá Iben Hayyuy y Dunash
Adoain ben Labrat Ha-Levi, de origen español ambos,
- 38 -

creadores del renacimiento de la lengua bíblica. Florecieron


en el siglo X, cuando la cultura en Fez había llegado al
más alto grado y Mequínez, Marraquex y Ceuta eran focos
del saber.
En el siglo XI decaen las ciencias profanas y entran en
apogeo las talmúdicas y religiosas. A partir del siglo X
figuran en Sijilmassa los poetas litúrgicos Joseph ben
Isaac y Jehuda ben Joseph. La ciudad de Draa contaba
entre sus rabinos a uno llamado Dunasch, al que los sabios
de Sevilla recurrían en consulta. En Tlemecen se estudia-
ban cuestiones de derecho civil. Samuel Ben Hofni brilla-
ba en Fez. Fué ilustre jurisconsulto: de él han dicho que
sobre el rabino predominaba el hombre razonador. Expli-
caba los milagros de la Biblia por fenómenos naturales y
racionales.
Isaac Al fasi, la más grande lumbrera del Mogreb, na-
ció en 10 13 en Kala Hammad y su familia procedía de
Fez. Escribió El pequeño Talmud, considerado como reve-
lación de la inspiración divina, porque no podía creerse
que fuese obra de un solo hombre. Hasta en nuestros días
imprimen los hebreos este libro al lado del texto del Tal-
mud. Alfasi se trasladó de Fez a Lucena, donde fundó una
escuela. Murió en 1103, a los noventa años. Le lloraron los
judíos del mundo entero.
Desde 1080 a 1162 luce en Fez el sabio poeta y rabino
Abu Baga Jehuda Yahya Ben Abbon Iben Abbas, y más
tarde su hijo Samuel, que hubo de convertirse al islamismo.
En 1 160 nace en Ceuta el filósofo Joseph Iben Jehuda
ben Akmin, llamado Abu-el-Hayal Yusuf ben Yahya ben
Simón As-Sabti el Maghrabi, que fundó en Bagdad una
- 39 -
escuela, y fué llamado por el poeta Harisi la luz de Oriente
y el señor de la tierra.

Los almohades.

Muchos años costó a los almohades la conquista de


Marruecos, años de luchas cruentas. Eran los almohades
hombres de gran pureza de costumbres. El que puede con-
siderarse fundador de la secta, Mohamed ben Abdalá, que
después se dominó el Mehedí — predilecto de Dios — , pre-
dicaba su doctrina entre sepulcros y aconsejaba la absti-
nencia y el desprecio de las cosas terrenas.
Su discípulo predilecto fué un joven alfarero llamado
Abdelmume. Predicaron en Fez a la muchedumbre, y tal
éxito obtuvo la propaganda inflamada por el fuego de la
fe, que el emperador Alí les arrojó de la capital, consi-
derándoles peligrosos agitadores. Entonces Mohamed huyó
a Tinmal, donde se proclamó Imán del Mehedi, y adop-
tó para sus secuaces el nombre de Muadhedim — los que
creen en una unidad divina — . Reunió un ejército de
20.000 hombres, cuyo mando dividió entre sus discípulos,
y en varias batallas derrotó a los almorávides.
En 1 130, muerto el Mehedí, le sucedió en el mando
Abdelmumen, quien continuó la campaña contra la dinastia
lemtuna. Los judíos auxiliaron a los almorávides en todas
las luchas contra los almohades. Cada victoria de éstos
señala una persecución cruel contra los almorávides y sus
protegidos los hebreos. Abraham ben Ezra, en una de sus
elegías, dice que la sangre de hombres y mujeres corría
como el agua. Los historiadores israelitas llaman a la in-
vasión de los almohades "el azote". Tlemecen, Sijilmassa,
- 40 —
Marraquex, Fez, Mequíncz, fueron tomadas por los almo-
hades yasesinados los judíos. Hablando de la destrucción
de Sijilmassa, ciudad de sabios talmúdicos, escribe Iben
Ezra: "Ella vio su luz cubierta por las tinieblas; las colum-
nas del Talmud fueron derribadas; el edificio de la Ley
fué destruido, y la Mishna, hollada por el pie."
La conquista de Marruecos fué terminada en 1146;
pero la persecución sistemática de los judíos la inició Ab-
delmumen, en 1142. El Islam o la muerte era la fórmula
del califa. Muchos judíos perecieron; otros desaparecie-
ron no se sabe dónde; millares abjuraron en masa de su fe.
Por este tiempo, el padre del famoso Maimónides aban-
donó Córdoba con su hijo y su familia y se trasladó a
Fez, donde la prsecución no era tan sañuda. El joven
Maimónides profundizó en las ciencias judías y estudió las
profanas en la intimidad de los sabios musulmanes de la
ciudad santa.
Cierto rabino publicó, alarmado por las numerosas con-
versiones alIslam, hijas de la violencia, un escrito diciendo
que los hebreos, antes de convertirse, aunque en el fondo
del alma siguieran profesando la religión mosaica, debían
dejarse matar. Maimónides refutó la tesis, afirmando que el
Talmud no obliga a entregar la vida a ninguno de sus
creyentes más que ante un acto impuesto de idolatría, y
no por acatar un credo, como el mahometano, que admite
un Dios único y no exige para la conversión un acto sacri-
lego, sino una simple fórmula verbal. Aconsejó a los israe-
litas que huyesen del Mogreb. Por estas campañas fué
el sabio hebreo perseguido y hubo de huir a su vez.
- 41 -
Con las calamidades se recrudecieron los sueños me-
siánicos.
En 1 147 un judío de Fez se declaró precursor 'el
Mesías, y, apoyado por los prestigios de Abraham ben
Ezra, que había profetizado su venida, reunió a su alrede-
dor gran número de prosélitos hebreos y musulmanes.
Abdelmumen hizo llevar ante su presencia al falso Me-
sías y le pidió pruebas de su misión. Este replicó que
le decapitara y resucitaría. Fué muerto, y, naturalmente,
no volvió a la vida. Sus partidarios, ya numerosos, fueron
perseguidos y perdieron en su mayor parte la existencia.
La cuantía exorbitante de los impuestos que pagaban
los judíos y los cristianos sometidos al Fisco y la mani-
fiesta hostilidad de los chorfas y de ciertas tribus contra
los almohades moderó los rigores de la persecución después
de la muerte de Abdelmumen. Abu Jusuf, hijo del empe-
rador ysucesor suyo (1162-1194), no tiranizó a los judíos,
reconociendo oficialmente su existencia en el Imperio, ante
la resistencia pasiva de la raza a abandonar sus creencias.
Sólo ordenó hacia el final de su reinado que los hebreos
convertidos, para que se distinguiesen de los viejos cre-
yentes, usasen un vestido especial de color azul, con man-
gas muy anchas y tan largas que cayesen hasta los pies, y
en vez de turbantes, unos velos toscos y gruesos que ocul-
tasen las orejas. Para justificar ante los fanáticos esta re-
solución, elpríncipe razonaba así: "Si yo supiera que los
nuevos conversos al Islam eran verdaderos y sinceros cre-
yentes, procuraría mezclarlos con los buenos musulmanes
por todos los medios posibles, incluso con los lazos del
matrimonio ; mas, por otro lado, si yo estuviese convencido
- 42 -

de que ellos conservan aún el culto a la religión de sus


padres y, por consecuencia, sus antiguos errores y su incre-
dulidad, yo exterminaría a todos estos hombres y reduciría
a la esclavitud a sus mujeres y a sus hijos. Pero estoy
sujeto a esta duda. He aquí por qué, como castigo, les he
impuesto un traje distinto al de los demás creyentes, lo
que está lejos de ser una ventaja para ellos."
Ocupando el trono Abu Abdalá, modificó la forma del
vestido de los judíos y nuevos conversos de un modo fa-
vorable, autorizándoles para que pudiesen llevar turbantes
y caftán de color amarillo. Este color lo usaron durante
tanto tiempo los judíos marroquíes, que los árabes del de-
sierto llaman al amarillo star el ychudi, amarillo judío.
Abu Abdalá, hijo del vencedor de Alarcos, el más grande
rey de los almohades (i), fué derrotado en la batalla de
las Navas de Tolosa (12 12) o de Al-Aikab — de las cum-
bres— , según los historiadores moros, batalla en la que,
como dice El Kartas, "desapareció la fuerza de los mu-
sulmanes en Andalucía, y en adelante no les quedó estan-
darte victorioso".
El sucesor de Abdalá, Abu Jacub, se ocupó bien poco
de la gobernación de sus Estados. Era aficionado a las
corridas de toros y se hacía traer de Andalucía reses bravas
que toreaba él mismo. Una vaca le partió el corazón a los
veinte años de edad (1224).
Bajo el reinado de Al Mamún (1227-1232), quien afirmó

(1) En celebración de esta victoria, acerca de la cual dice un


historiador que los cristianos muertos hacían desaparecer bajo sus
cuerpos el campo de batalla, el emir mandó echar los cimientos de
la Giralda de Sevilla,
-43^-

un día desde el pulpito de la mezquita que tío existía otro


Mesías, sino Jesús, hijo de María (i), su rival Yahia bajó
de la montaña y se apoderó de Marraquex, haciendo gran
mortandad entre los hebreos.

Los merinidas.

Habitaban el Sur del Atlas desde Ifrikia a Tafilete -


los benimerines, gente procedente de la Arabia, según Rud
el Kartas, de la más principal y noble descendencia de la
tribu de los zenetas.
Eran religiosos. No conocían el comercio ni la indus-
tria, y se dedicaban a la caza y al pastoreo. Hacían una
vida patriarcal, sin acataí superior alguno ni pagar tributo.
Todos los veranos llevaban sus rebaños a pastar a los
campos del Mogreb. En el estío de 12 16, al llegar, como
de costumbre, con sus ganados, notaron con admiración
que las praderas estaban yermas y las ciudades casi desier-
tas. Ignoraban la terrible derrota del emir en las Navas de
Tolosa, en la que, según cronistas árabes, de un ejército
de 600.000 moros, que acaudillaba Abu Abdalá, sólo se
salvaron 1.000; maravillados los nómadas, no sabían a qué
atribuir hecho tan extraño.
Al contemplar los merinidas tantos bienes sin dueño,
decidieron establecerse allí y enviaron emisarios a sus her-
manos del desierto para que se les uniesen. Todos los nó-
madas emprendieron en caravana la peregrinación. Llega-
ban con sus ganados y sus tiendas, y eran tan numerosos,

(1) La mujer de Al Mamún era de familia cristiana, y tal vez


esto explique la decisión del emperador de inclinarse al cristianismo,
edificando en Marraquex una iglesia católica.
- 44 -

que "parecían— según un cronista musulmán — una legión


de hormigas o de langosLis".
Entonces eligieron por jefe a Abu Mohammed Abdel-
hak, quien derrotó a los caudillos almohades, que avanzaban
con un ejército de 20.000 hombres, para arrojar a los beni-
merines del Mogreb. Después de varias alternativas en la
campaña, en 1269, con la toma de Marraquex por Yusef
Yacub. quedó consolidada la dinastía merinida. Su triunfo
fué señalado por una catástrofe. Un terrible incendio des-
truyó todo el zoco de Fez, perdiendo los judíos inmensas
riquezas.
Los benimerines, antes que perseguir a los hebreos,
como los almohades, prefirieron utilizar sus servicios. Y
para indemnizarles de las pérdidas sufridas en el siniestro,
les concedieron la libertad del culto, a condición de que pe-
chasen con tributos especiales y de que siguieran usando
la ropa amarilla impuesta por la dinastía caída.
El príncipe Abu Yusef Yacub estableció en 1264 que
los judíos viviesen en barrios apartados y protegidos por
soldados. Estos barrios se llamaron Melah, palabra que sig-
nifica lugar salado. En Fez Viejo (Fas el Bali) se fundó
el primer Melah. La causa que motivó tal disposición fué
que en dicho año estalló en Fez un motín, siendo asesinados
y robados algunos hebreos. El propio príncipe se lanzó a
caballo sobre las turbas, logrando impedir la comisión de
nuevos crímenes. Con la creación de los Melah cerrados se
evitaron también, en cierto modo, los atropellos que se co-
metían repetidamente contra los hebreos.
El príncipe Yusef los protegió, reconociendo las dotes
- 43 -

excepcionales del pueblo israelita para la industria y el co-


mercio.
En el siglo XIII, a causa de las persecuciones de los
almohades, decayó la cultura judia, que no volvió a brillar
hasta el final del siglo XIV.
En el año 1391 muchos hebreos perseguidos en España
huyeron a Marruecos. Entre los fugitivos figuraban ilustres
y sabios rabinos. De esta inmigración nace el grupo judeo-
español, que tanta influencia había de ejercer en la vida del
Mogreb.
Con la llegada de los refugiados se inició una era de
prosperidad material e intelectual entre los israelitas ma-
rroquíes. En el año citado se formaron colonias judeo-es-
pañolas en Marraquex, Mostagán, Argel, Bugia, Oran, Tú-
nez, Fez y Tlemecen, entre otras ciudades del Norte afri-
cano. Estos inmigrantes, inteligentes, cultos, expertos en
las lides comerciales, fueron bien acogidos por los musul-
manes y con desconfianza y menosprecio por los judíos
indígenas.
Un abismo se abría entre unos y otros hebreos, abismo
que ahondaba, junto con la rivalidad comercial, la diver-
sidad de cultura y de costumbres. Los judíos españoles
consideraban bárbaros a los indígenas; estos llamaban ru-
mís, europeos, casi no israelitas, a los españoles; aquéllos
eran los "portadores de turbantes", éstos los "portadores
de boinas o gorros". Tal división subsiste hasta nuestros
días, aunque algo amortiguados los odios por la acción del
tiempo.
La riqueza de los refugiados atrajo nuevas persecu-
ciones locales. Sin embargo, durante el dominio de los
— 46 —
meriniclas, los hebreos gozaron de gran influencia, ocu-
pando altos cargos en la gobernación del Mogreb. Los
benimerines desarrollaron su política económica, apoyados
primero en los intendentes cristianos y judíos y luego
exclusivamente en éstos.
En el siglo XIV, el sultán Alxl-el-Hak nombró con-
sejero e intendente suyo al hebreo Harum y confió a
otros judíos los más importantes puestos del Gobierno.
El intendente Harum, con objeto de aumentar las rentas
del Estado, tuvo la audacia de crear un impuesto general,
a cuyo pago estaban sr.jetos hasta los chorfas y morabitos,
personas sagradas, exentas de tributo. Los fanáticos se
sublevaron, y el sultán y su consejero perdieron la vida
a manos de los revoltosos.
Estos sucesos dieron origen a una nueva persecución.
En Fez fueron muertos muchos hebreos, y otros, obligados
a abrazar el islamismo. Mas tal era la influencia de la raza,
que Abu Said, sucesor de Abd-el-Hak, no tardó en auto-
rizar alos conversos para que volviesen a su culto anti-
guo. No obstante, con objeto de apaciguar a los fanáticos,
prohibió a los judios entrar calzados en el recinto de la
ciudad musulmana y asimismo que montaran a caballo y
que usasen armas.
El desarrollo del comercio hebraico llegó a su apogeo.
Los judíos de Fez entraron en relaciones con sus correli-
gionarios delos oasis del Sus, hasta el Sudán, y acapararon
el movimiento comercial de todo el país. Los negociantes
árabes perjudicados predicaron la guerra santa contra los
judíos, y éstos fueron asesinados en el Sudán, encarnizán-
dose con ellos un principe negro recién convertido al ma-
- 47 -
hometismo. Los musulmanes de Fez defendieron en esta
ocasión los intereses de los judios, sin duda por lo que
convenía la industria de éstos al poderío de la capital.

La cultura.
La situación de los hebreos de Marruecos antes de la
inmigración de los refugiados españoles en 1391 era, en el
Rif, en el Sus y en el Atlas, la de siervos de gleba. Vivían
como esclavos, sin derecho a poseer bienes inmuebles, se-
gún la ley musulmana, labrando las tierras y defendiendo
las vidas y las propiedades de sus amos ; ni aun en la
abyección de la servidumbre habían olvidado sus tradicio-
nes guerreras. Todavía en nuestros tiempos encontramos
en las citadas regiones hebreos reducidos a tan miserable
estado.
El resto de los judíos árabes y berberiscos vivían en
los campos y en las ciudades dedicados al comercio y a
los oficios manuales. Eran los orfebres fundidores de
metales, pintores, zapateros, obreros en seda, sastres, car-
pinteros forjadores
y de la época.
Bajo la dominación de los almohades fueron destrui-
das las escuelas talmúdicas, y decayó el nivel intelectual y
religioso de los hebreos marroquíes. Las costumbres y las
supersticiones berberiscas y árabes se infiltraron en la raza
judaica. Se extendió el culto sacrilego a los morabitos.
Hasta en sus litigios habían de someterse a la competen-
cia de los jueces árabes y al derecho musulmán, a causa
de la ignorancia de los rabinos.
La llegada de los israelitas españoles resucitó el viejo
vigoroso espíritu del judaismo marroquí, que moría a
- 48 -

manos del islamismo, bajo un régimen de humillación y


de tiranía.
Volvió a encenderse la luz de la cultura. Protegidos
por los benimerines, los judíos desarrollaron el comercio,
contribuyendo al bienestar del Imperio, utilizando sus
relaciones de negocios con Europa y Turquía. Los refu-
giados hicieron una revolución económica y financiera en
el Mogreb, según refiere un autor judío. La exportación
y la importación aumentaron considerablemente, y como
los príncipes cobraban tributos del 8 al 10 por ioo sobre
el importe de todos los artículos exportados e impor-
tados, claro está que en su interés estaba el proteger a los
hebreos monopolizadores del comercio.
En tal situación se halla en Marruecos el pueblo israe-
lita al decretar los Reyes Católicos, Fernando e Isabel,
la expulsión de los hebreos de España el año 1492.
II

LOS HEBREOS EN ESPAÑA DESDE LA


INVASIÓN ÁRABE HASTA LOS REYES
CATÓLICOS

Los judíos en les reinos musulmanes y cristianos


de España.

Está la historia de España tan entrelazada con la de


Marruecos, que en un espacio de ocho siglos forman una
sola. Por eso, al ocuparnos de los hebreos marroquíes,
hemos de hablar de los españoles, que tanto influyeron en
las comunidades israelitas del Mogreb, irradiando hasta
ellas, con los esplendores de la civilización y la cultura,
las riquezas de comercio bien organizado.
Ya al ocuparnos muy a la ligera de la historia de los
hebreos de Marruecos, hasta los últimos años del siglo XV
de nuestra Era, hemos dado cuenta de la situación de los
judíos de España bajo los vándalos y los visigodos y la
parte principalísima que tomaron en la invasión de la Pen-
ínsula por los árabes, guarneciendo las fortalezas, repo-
blando las ciudades, labrando los campos, ejerciendo el
comercio, llevando a todas las actividades de la vida el
genio de esta raza que se templa y robustece con la perse-
cución.
— 50-
Los hebreos mejoraron en el siglo VIII su condición
social con la conquista de España por los musulmanes.
El comercio y la industria florecieron en sus manos, sobre
todo en Córdoba. Ocuparon cargos públicos y lograron
alcanzar en la relativa paz de que gozaban un alto grado
de cultura.
Hasdai ben Schaprut fué ministro y tesorero de Ab-
derrahaman III. Tradujo al árabe las obras del famoso
médico griego Dioscórides y atrajo hacia Córdoba a mu-
chos gramáticos, poetas y sabios judíos de Oriente, con
lo que nació la escuela talmúdica cordobesa. Este fué el
centro de las escuelas del mundo, eclipsando a las de la
Mesopotamia.
Uno de los califas omeyas hizo traducir al árabe la
Mischna, colección de leyes que forman parte del Talmud.
Los judíos cordobeses, cultos, versados en todas las
artes del saber, fueron gala de la corte fastuosa de los
Abderrahamanes, distinguiéndose por su porte caballeresco
y por la exquisitez de su trato.
Los viejos laureles conquistados por la raza en los
campos de batalla de Asia y de África, fueron reverdeci-
dos en las lides contra los cristianos de España.
Fernández y González dice que el esplendor de Cór-
doba, de la capital del Andalus, eclipsó al de Bagdad.
Córdoba fué en esta época la Atenas del siglo X, y este
esplendor debe una buena parte de su brillo a la ciencia
de los hebreos cordobeses. Llegó a encerrar en su recinto
la ciudad de los califas doscientos mil edificios, y su po-
blación ascendió a más de un millón de habitantes.
Tanto en Córdoba como en Granada y otras capitales
- 51 -
existían Universidades, dirigidas por sabios hebreos. Los
mahometanos pensaban que importa más el saber de un
hombre que la naturaleza de sus creencias religiosas.
Los cantos del judío Abraham Iben Sahal eran po-
pularísimos. Apenas había joven, mujer o niño que no los
supiera de memoria. Eran cantos alegres, libres, que mo-
tivaron que en una ocasión los ancianos de Córdoba so-
licitaran del juez supremo que los prohibiese.
Córdoba, en el siglo X, con su civilización y con sus
costumbres, influía sobre el resto del mundo. Fué la luz
de Occidente.
Más tarde, los judíos, patrocinados por los reyes de
Taifa, conservaron la posición social alcanzada durante el
califato. Intervenían en la política, llegando algunos a mi-
nistros, como Samuel Iben Nagrela, visir del rey de Gra-
nada. Era Nagrela filósofo, humanista, astrónomo y ma-
temático. Protegía a los estudiantes judíos, entre los que
gozaba de gran popularidad, y no sólo patrocinaba a los
de España, sino a los de África, Bagdad, Jerusalén y
Sicilia. Tan proverbial fué su galantería con las damas,
que en las cámaras de la Alhambra no hallaba compe-
tidores.
Le sucedió en la privanza su hijo José; pero el prín-
cipe Badís, a la sazón reinante, era tan cruel y violento,
y José tan altanero, que berberiscos, árabes y judíos
tramaron una conspiración que costó la vida al ministro
y atrajo una furiosa persecución contra los hebreos (1066).
Los israelitas fueron tan numerosos en Granada, que
llegaron a llamar a la urbe del Genil la ciudad de los
judíos.
- 52 -
Actuaron mucho de intermediarios o embajadores entre
cristianos y musulmanes para la negociación de los tra-
tados.
Las colonias hebreas en las principales ciudades eran
importantísimas. Había alguna población, como Lucena,
compuesta exclusivamente de judíos.
Los soberanos almorávides tuvieron muchos ministros
israelitas.
Entre los cristianos gozaban de idénticos privilegios.
Servían en los ejércitos, y por su cultura eran muy
estimados. Se dedicaban especialmente al estudio de las
ciencias. Los fueros locales les reconocían iguales derechos
que a los cristianos.
Alfonso VI les admitió a todas las funciones públicas.
Este monarca hizo una razia sobre el reino de Sevilla,
cuyo trono ocupaba a la sazón Motamid, para vengar la
muerte de un intendente judío. Motamid era tributario
del príncipe castellano. En 1080 envió Alfonso una em-
bajada con objeto de cobrar el tributo. A los caballeros
cristianos acompañaba el intendente hebreo Ben Chalib,
encargado de recibir el dinero. El rey moro entregó mo-
neda falsa. Ben Chalib se negó enérgicamente a tornarla,
diciendo : — Sería un necio el hombre que admitiera esa
moneda. Yo no acepto más que oro puro, y el año que
viene necesitaré ciudades. Motamid, lleno de ira, ordenó
la crucifixión del judío, apesar de las protestas de la em-
bajada castellana. Alfonso VI, indignado, arrasó las tie-
rras de Sevilla, asedió la capital durante tres días y llegó
hasta las playas de Tarifa, y metiendo su caballo en las
- 53 -

aguas del Estrecho, exclamó bizarramente : — ¡ Esta tierra


es la última de España, y la he pisado!
La persecución de los almohades hizo emigrar un gran
número de hebreos a los Estados cristianos. En Toledo
llegaron a reunirse 12.000 judíos, que ayudaron a los reyes
con dinero y con hombres en las guerras contra los mu-
sulmanes. Castilla fué el foco de la civilización mosaica
y Toledo el Londres del mundo israelita.
Jaime de Aragón protegió mucho a los hijos de Israel,
a pesar de que ya en el siglo XIII empezaban a agitarse
las furias de la persecución.
Una de las cartas de franquicia más antigua que se
conocen es la otorgada por el conde de Barcelona, Ramón
Berenguer, a los judíos de Tortosa, en 23 de diciembre
de 1 149, carta que dio a la publicidad D. Joaquín Miretty
Sans. Se le concede por ella, con destino al cali y aljama,
todo un barrio, con las diez y siete torres de su circuito,
para que edifiquen sesenta casas ; además, nueve huertos y
otras fincas rústicas, todo en dominio completo y libre,
con la disposición previsora de que en caso de establecerse
más judíos en la ciudad les cedería otras casas para habi-
tación. Durante cuatro años quedaban exentos de im-
puestos y prestaciones personales, disponiendo también
que jamás tendrían los sarracenos jurisdicción ni mando
sobre los israelitas. Por último, les señaló para adminis-
trarse ygobernarse los fueros, usos y costumbres de los
judíos de Barcelona.
— 54 -

La cultura.

Los siglos XI y XII constituyen la Edad de Oro del


judaismo en España.
Espigando en el campo de la ciencia y de las letras,
encontramos a Abraham Ben David, de Toledo, autor
de muchas obras filosóficas y astronómicas, entre ellas la
titulada Emimah Ramah (Fe excelsa), escrita en 1161;
a Judá Levi de Lucena, a Moisés Ben Ezra (1070-1136),
ilustre polígrafo, propagandista de las ideas de los judíos
españoles en Italia, Francia e Inglaterra ; al gran Moisés
Ben Maimón o Maimónides, de quien se dijo que "de
Moisés a Moisés no ha habido otro Moisés". Es el fun-
dador de la exégesis racionalista de las doctrinas judaicas.
Escribió la Guía de los que andan perplejos acerca del recto
camino. Fué médico de cámara de un hijo del sultán Sa-
ladillo, yobligado a huir por la persecución de los almo-
hades, profesó exteriormente el mahometismo. Ocupó el
cargo de rector de un colegio de Alejandría y el de nagid
o príncipe de los judíos en Egipto.
Beni Judá Essebti, natural de Ceuta, llamado el Mo-
grebí, fué también médico de Saladino y discípulo de
Maimónides. Poeta y filósofo, ayudó a su maestro en la
corrección de la astronomía de Geber. Escribió diversos
poemas y un tratado sobre Alimentos. Cuéntase que un día,
discutiendo con su íntimo Hamed sobre el destino de las
almas al abandonar el cuerpo, le dijo: "Mira: juremos que
cualquiera de nosotros dos que muera vendrá a contar
al otro lo que sea el más allá." Murió primero Beni Judá,
y a los cuatro años de su óbito, en un sueño, se le apareció
- 55 -
a Hamed, a quien le dijo: "Lo etéreo, lo universal, lo de
todos, está aquí ; lo material, lo divisible, queda ahí abajo. Y
desapareció. Muchos judíos le consideraron durante largo
tiempo como un revelador divino.
Bahya o Bechaí fué autor del Deber de los corazones,
en donde se proclama la supremacía de la religión interior
sobre las prácticas exteriores.
En Literatura brillaron Ben Gabirol, cuyos cantos to-
davía repiten en las sinagogas sus correligionarios de
Marruecos. De todas las exhortaciones conocidas, ningu-
na ha alcanzado tanta consideración y popularidad como
las de este altísimo poeta. Dice un insigne escritor que
muy pronto fueron aceptadas por casi todo el orbe judai-
co, desde España hasta los países más remotos de Oc-
cidente yOriente, y hasta en la misma Mesopotamia no
fué suficiente la inmensa autoridad de que gozaba el jefe
de las Academias, Saadya Gaón, para cerrar el camino a
las "Exhortaciones" de Gabirol. Así puede decirse sin
exageración que no existe templo alguno en el mundo,
tanto en las Comunidades de la región más septentrional
de Europa como en los países del Sur de América, de
Australia y del Cabo de Buena Esperanza, y hasta en los
lugares más apartados de Persia, India y Arabia, en el
que no se canten las "Exhortaciones" del poeta malagueño.
En algunas Comunidades de Oriente y Marruecos se las
recita todavía al son de las melodías toledanas o aragone-
sas, que conservan los judíos españoles con tanto apego y
piedad tanta.
Se distinguieron asimismo cultivando la Literatura
Judá Leví, el más ilustre de los poetas hebreos; Ben Ezra;
- 56 -
Salomón Ben Zakbel, novelista; el toledano Alchasiri,
llamado el Ovidio israelita ; Abraham ben Hasdaí ; Me-
nahem ben Saruk, gramático como Rabi Jonás ben Ga-
nach y Abul-Gualid, de cuyos estudios ha dicho Renán
"que sólo los más recientes de la Filología moderna
pueden aventajarles".
En la literatura de viajes, creada por los judíos en
España, brillaron Al-Haziri y Benjamín de Tudela, que
relata, en el libro Peregrinación, sus excursiones por Italia,
Grecia, Palestina, Persia, Egipto y Sicilia.
Los judíos españoles de los siglos XI y XII, podero-
sos y considerados, aseguraban que constituían una rama
especial del judaismo y que no eran responsables del
drama del Calvario, por haberse establecido sus ascendien-
tes en España antes de la pasión y muerte de Jesús de
Nazaret.
Con mucha razón escribe el ilustre Dr. Pulido que
Palestina y España fueron los dos grandes asientos donde,
en porfiada lucha con su aciago destino de siempre, brilló
el genio de la raza judía.

El odio contra los judíos.


En los comienzos del siglo XIII empieza la decadencia
de los hebreos, con las medidas restrictivas adoptadas
contra ellos. Todavía Alfonso X reconoce la libertad reli-
giosa y ordena que los sábados no sean citados a juicio
los hebreos. Sus sucesores les tasan la usura en 3 por 4
maravedises al año; les prohiben amamantar hijos de cris-
tianos ni dar los suyos a criar, y castigan duramente los
ataques contra el catolicismo. Mas, apesar de todo, con-
- 57 -

tinúa siendo respetada la jurisdicción propia de los judíos


para su gobierno interior con el nombramiento de adelan-
tados y rabinos.
La Iglesia, por motivos de índole religiosa, y el pue-
blo porque los israelitas se dedicaban a la usura y eran
muy ricos, los odiaban. Los atropellos se repetían, espe-
cialmente reflejados en las solicitudes de los cristianos a
las Cortes demandando la condonación de deudas contraí-
das con los judíos, y en las instancias a pontífices y
obispos pidiendo bulas y cartas de excomunión contra los
que intentaran apremiar al pago de tales deudas. Alfon-
so XI prohibió estas prácticas; mas las Cortes accedieron
alguna vez a lo solicitado, con evidente menosprecio de la
justicia.
El mayor apoyo lo encontraban los judíos en los
reyes, que los necesitaban por los servicios económicos
que podían prestarles.
Alfonso XI los protegió eficazmente. Durante las gue-
rras civiles auxiliaron con gran fidelidad al rey Don Pedro.
Samuel Leví, el famoso judío, era su tesorero, y, como
todos los que rodearon al Rey Cruel, murió, después de
sufrir tormento, maldiciendo al soberano. Los bastardos
no olvidaron tales simpatías, y los hebreos fueron robados
y asesinados en Miranda de Ebro, Nájera y Toledo, al
ocupar el trono Enrique el de las Mercedes.
Precisa reconocer, porque es de justicia, que el de
Trastamara, en las Cortes celebradas en Burgos en 1366,
se opuso a la pretensión de los procuradores de quitar
a los judíos las fortalezas que guarnecían y de privarles
de los oficios de la casa real, incluso el de médico y del
- 58 -
arrendamientos de las rentas de la Corona. Sólo ofreció
Don Enrique que los judíos no formarían parte del Conse-
jo del rey, lo que denuncia que antes figuraban en él.
Poco a poco fué empeorando la situación de los he-
breos. El Concilio de Palencia de 1388, entre otras me-
didas extremadas contra los judíos y moros, les obligaba
a asistir a los sermones que se predicaban para su con-
versión.
En Sevilla, en 1391, el odio del pueblo, inflamado por
la palabra de un fanático sacerdote llamado Fernando
Martínez, desautorizado por su prelado, promovió horri-
bles matanzas. La llamarada se corrió a Córdoba, Tole-
do y otras muchas poblaciones castellanas. Algunos de
los que sobrevivieron a estos programas se bautizaron.
Otros huyeron a Marruecos. Enrique III, al subir al trono,
en 1393, quiso impedir tales atropellos, mas no le fué
posible detener el desbordado torrente de las pasiones.
Prosiguieron las restricciones contra los judíos. En
1405 se les prohibió cortarse la barba y cabellos, llevar
armas y vestir de otro modo que como indicaban las
leyes. Un autor judío afirma que en esta época fueron
convertidos 15.000 hebreos y muertos 50.000.
Un convertido, Pablo de Santa María, influyó sobre
la reina viuda de Enrique III, regente durante la mino-
ría de su hijo Juan II, para que continuase la política
de persecución de los hebreos. De 1408 a 1412 publicó la
soberana una serie de edictos sujetando a los judíos a la
jurisdicción de los Tribunales cristianos, prohibiendo que
ocupasen cargos de la casa real y que fuesen arrendatarios
y almojarifes; que ejercieran el comercio y la medicina
- 59 -
con los cristianos y que tuviesen trato íntimo con mujeres
católicas. Se les encerraba en barrios amurallados, con
una sola pureta, y se les imponía traje y peinado especiales
también. Estas Ordenanzas no se cumplieron en parte.
Los judíos siguieron rigiéndose por sus jueces propios,
mantuvieron perfectamente organizada la enseñanza re-
ligiosa yconservaron su participación en las funciones
públicas de Hacienda, como lo prueba el hecho de que de
1427 a 1430 los judíos fueron arrendatarios de los diezmos
de mar; en 1430, los recaudadores de Talavera eran he-
breos, yen 1449, los de Toledo, aunque convertidos, per-
tenecían ala raza perseguida.
Los conversos (1), que eran muchos, fueron tan odia-
dos por el pueblo como los judíos. Les llamaban marranos,
del hebreo maranátha, que significa anatema sobre ti. A
escondidas practicaban su antigua religión, que sólo la
coacción les había obligado a abandonar.
No obstante las persecuciones, prosiguieron los con-
versos ejerciendo cargos públicos. Reinando Don Juan II
gozaron de extraordinaria influencia. D. Alvaro de Luna
pidió al Papa Nicolás V el nombramiento de inquisido-
res contra los judaizantes. Fueron nombrados para orga-
nizar la Inquisición el obispo de Osuna y el maestrescuela
de Salamanca; pero no llegó a establecerse el Instituto.
Los judíos, merced a su industria y a su trabajo, po-
seían caudales inmensos. Sus conocimientos administrati-
vos asombraban. El P. Fidel Fita, en sus Documentos
inéditos de Talavera, escribe: "Los nombres de D. Sa-

(1) El Israel divino llamó San Pablo a los conversos.


- 60 —
muel de Riomesta, D. Judá Katalón, Simuel Pache, y
quizá el de D. Seneor, que recuerda al célebre D. Abra-
ham Senio, vivirán mientras dure la memoria del genio
administrativo que distinguió a los judíos de Talavera en
la segunda mitad del siglo XV. Rica y poderosa su aljama
y estimándose en más de un millón su hacienda, contribuía
casi con la mitad del cupo general a sostener las cargas
del Municipio."
España estaba sembrada de aljamas tan notables como
la de Talavera.
En el reinado de Enrique IV continuaron las persecu-
ciones contra los judíos, sobre todo en Córdoba y Se-
villa. En Aragón ocurría igual que en el reino castellano.
Se produjeron matanzas en todas las plazas del viejo do-
minio. En Mallorca fueron asesinados 300 judíos.
Centenares de ellos emigraron al África. Las pre-
dicaciones deSan Vicente Ferrer consiguieron que tomasen
el bautismo unos 20.000 hebreos.
El Concilio alebrado en Tortosa — 1413-14 — fué con-
vocado por el Papa Benedicto XIII para discutir con los
rabinos sobre temas religiosos, costumbre muy extendida
en Aragón, Cataluña y Provenza. Del Concilio salió la
prohibición de la lectura del Talmud y de escritos anti-
cristianos.
En 1354 congregáronse todas las juderías de Aragón,
con objeto de redactar un estatuto en el que se establecía
que las comunidades hebreas habían de elegir cinco dipu-
tados, dos por Cataluña, dos por Aragón y uno por Va-
lencia yMallorca, con plenos poderes para negociar con
- 61 -
el monarca sobre los asuntos que interesaran a los is-
raelitas.
En Cataluña • presentaba el problema caracteres idén-
tico? que en Castilla y Aragón. Las aljamas de La Bisbal
en 1285, la de Gerona en 1391 y la de Barcelona en este
mismo año fueron saqueadas. Alfonso V, en 1425, otorgó
un privilegio a la ciudad condal, concediéndole que jamás
tuviese judería ni pudiese habitar en el recinto de la
ciudad un hebreo durante más de quince días. Sin embar-
go, los judíos catalanes gozaban de cierta libertad en el
siglo XV y aun disfrutaron de la protección de prín-
cipes como Martín I.
Tal era la influencia, de tal modo eran necesarios los
judíos, que, a pesar de las persecuciones, se imponían y
ocupaban cargos públicos: Astruyo Ravaya de Castelló
fué canciller de palacio, reinando Pedro III.
En el reino de Valencia también fueron perseguidos
los hebreos en el siglo XIV. Las predicaciones de San
Vicente Ferrer convirtieron a muchos, como lo demuestra
las lamentaciones del escritor Josef Ha-Cohen; pero nu-
merosos judíos, antes de que sus familiares abandonasen
la religión en que habían nacido, prefirieron dar muerte
a sus hijos y suicidarse luego, dando un ejemplo de fe
heroica.
En Mallorca, donde la colonia hebrea era importantísi-
ma, los monarcas aragoneses apoyaron a los judíos, con-
cediéndoles amplias libertades y facilidades para el co-
mercio yeximiéndoles del pago de tributos al municipio.
En ella no podía gobernar ningún cristiano, ni aun el rey,
según privilegio de 1328. Hasta 1381 llevaron sus habí-
- 62 -

tantes el título de ciudadanos mallorquines. Eran pode-


rosos y expertos comerciantes. En varias ocasiones, los
reyes facilitaron la inmigración en Mallorca de familias
judias de África, llamándolas directamente, según prue-
ban documentos de los años 1344 y 1463.
El pueblo, sin embargo, odiaba a los judíos, y varias
veces fué asaltado el cali hebreo, no sin que los reyes,
entre ellos Jaime II, llamaran la atención de los prelados
y autoridades, ordenando a los primeros que castigasen a
los clérigos que incitaban a la plebe a cometer tales tro-
pelías. La exención del pago de tributos al municipio les
atrajo el odio de los comerciantes cristianos, que habían
de pechar con todas las cargas, y al llegar a la isla la
noticia de las matanzas en Castilla y Aragón, asaltaron el
2 de agosto de 1391 la aljama e hicieron grandes destro-
zos. Los judíos mallorquines fueron entonces obligados a
convertirse; pero siempre quedaron colonias de hebreos
no conversos (1), amparados en la legislación general, que
les garantizaba el respeto a sus vidas y haciendas.
Un siglo después se citaba como "una de las causas
principales de la ruina de Mallorca" el saqueo del cali.

La cultura.

La enseñanza entre los judíos españoles estuvo en este


ciclo admirablemente organizada.
Cada grupo de quince familias contaba con un maes-
tro, que pagaban los padres de los alumnos, y cada pro-

(i) En la actualidad, los descendientes de esos hebreos son co-


nocidos en Mallorca con el nombre de chuelas.
- 63 -

fesor podía instruir quince discípulos, y cuarenta si dis-


ponía de un auxiliar. A los letrados dedicados a la ense-
ñanza del Talmud, sostenidos por una contribución espe-
cial sobre los comestibles, bebidas, casamientos, defuncio-
nes, etc., se les debía dotar de una habitación de techo
alto y forma circular, donde enseñaban públicamente sus
doctrinas.
En esta época ya no brillaron tanto los judíos en el
campo de las ciencias. Sin embargo, Rabí Zag escribe, por
orden de Alfonso X, el tratado de Los astrolabios llano
y redondo.
A los estudios de los libros santos se dedicaron mu-
chos judíos conversos, entre ellos Juan el Viejo, en el rei-
nado de D. Juan II. Es muy notable la traducción de la
Biblia al romance, hecha en 1430 por Rabí Moisés Arra-
gel, de Guadalajara, con admirables miniaturas. Entre los
ascéticos figura el converso Alfonso de Valladolid.
Uno de los más grandes poetas del siglo XIV fué el
rabino D. Sem Tob de Carrión, autor de La danza de la
muerte y de los Proverbios morales. He aquí una de las
estrofas más conocidas de esta admirable obra:

Non val el azor menos,


por que en vil nío siga,
nin los consejos buenos,
por que judío los diga.

El día de ayer tanto


Alcangar lo podemos,
Nin mas nin menos cuanto
Oy ha mili anno faremos.
- 64 -
Sy honbre dulce fuere
Por agua lo beuerán
E si a agro sopiere
Todos lo escupirán.

No puede hombre auer


En el mundo tal amigo,
Commo el buen saber,
Nin peor enemigo.

Representa este poema el abandono del verso de ca-


torce sílabas, el mester, por cuartetas eptasílabas. Es don
Seb Tob el primer poeta hebreo que escribe en castellano.
El cancionero llamado de Baena lo formó el converso
José Alfonso de Baena, en el reinado de Don Juan II,
con versos del italiano avecindado en Sevilla, micer Fran-
cisco Imperial y de muchos de sus discípulos.
En Medicina figuran el judío barcelonés Bonpox Bon-
fill, que tradujo al hebreo obras de Galeno e Hipócrates,
Esopo y Boecio ; el leridano Galab, Rabí Judá y Rabí
Jacob ben Nuñez, médico de Enrique IV.
Jaime Ferrer, judío converso mallorquín, fué director
de la escuela fundada en Segres para los estudios de
Náutica y Geografía, considerada como la mejor del
mundo.
Una familia en la que todos fueron sabios o literatos
es la de Santa María o de- los Cartagena. Fué su fun-
dador un levita de Burgos, Selemóh Halevi, que, al bau-
tizarse, se llamó Pablo de Santa María o de Cartagena,
porque, después de graduado de maestro en Teología en
París, le eligieron obispo de Cartagena y nicas tarde de
Burgos. Escribió en prosa y verso en los siglos XIV y
XV. Publicó una Historia universal, en 322 octavas de
- 65 -

arte mayor, en la que deseaba comprender "todas cosas


que ovo e acaescieron en el mundo desde que Adán fué
formado hasta el rey Don Juan II".
Sus tres hijos fueron insignes letrados: D. Gonzalo
de Santa Alaría, obispo de Astorga, Plasencia y Sigüenza
y miembro del Consejo Real; asistió como embajador a
los Concilios de Constanza y Basilea. El otro hijo, don
Alfonso de Cartagena, fué obispo de Burgos, y mereció
que el Pontífice Pío II le llamase "alegría de las Espa-
ñas y honor de los prelados".
Fray Alonso de Espina, otro converso, fué rector
de la Universidad de Salamanca y auxilió a D. Alvaro
de Luna en sus últimos momentos.

Los Reyes Católicos y los judíos.

Al ocupar el trono de Castilla y Aragón los Reyes


Católicos Isabel y Fernando (1474), encontraron plantea-
do el problema judío. Los repetidos atropellos cometidos
por la población cristiana contra los israelitas exigían una
inmediata solución al conflicto. El odio contra los hebreos
existente entre el pueblo bajo, fanatizado en aquella época,
como todos los europeos, por un falso concepto de la
religión de Cristo, plena de amor y mansedumbre, se ex-
teriorizaba en terribles matanzas, de las que fueron teatro
no sólo España, sino la mayor parte de los países de
Europa.
Se inventaban las más atroces leyendas contra los
judíos y contra los conversos. El pueblo acusaba a éstos
de seducir a las vírgenes de los claustros, de observar la
— 60 -
Pascua mosaica, de no comer carne de cerdo, de repugnar
llevar a bautizar a sus hijos, y si los llevaban los lim-
piaban al volver a sus casas.
Se hacía circular entre las turbas que el Talmud Ba-
bilónico Jcrosolimitano, vigente entre los judíos, les dic-
taba disposiciones tales como las que transcribimos :
"Dios previene a los judíos que de cualquier modo,
'ya por medio del dolor, de la guerra, de la usura o del
'hurto se apoderen de los bienes de los cristianos.
"Dios previene a los judíos que no hagan bien n*
'mal a los gentiles, pero sí que procuren quitar la vida
'a los cristianos con todo estudio y astucia.
"Si un judio encontrare un cristiano al lado de un
'precipicio, debe inmediatamente arrojarle en él.
"Los templos de los cristianos son casas de perdi-
'ción y lugares de idolatría, que los judíos están obli-
'gados a destruir.
"Los Evangelios de los cristianos, que deben llamar-
'se iniquidad revelada y pecado manifiesto, deben ser
'quemados por los judíos, aunque en ellos se contenga
'el nombre santo de Dios."
Era imputación general hecha contra los hebreos, y así
consta en las partidas (VII, tít. 24, 1. 2.a), que martirizaban
a los niños cristianos, y que esta cruenta práctica estaba
sancionada por la religión mosaica (1).
Una de las causas que principalmente apresuraron la ex-

(1) La leyenda del niño martirizado ha sido achacada, con ex-


traña coincidencia, a los prosélitos de todas las religiones perse-
guidas, como lo demuestran los escritos de Tácito y otros es-
critores del paganismo.
- 67 -
pulsión de los judíos en 1492, fué el proceso llamado del
Santo Niño de la Guarda, incoado a consecuencia del mar-
tirio que dieron a un infante varios conversos y judíos, se-
gún sus declaraciones, escarneciendo la pasión y muerte de
Jesús. Uno de los procesados, Moisés Franco, declaró que
estando presenciando un auto de fe, le dijo un compañero
"que pudiendo procurarse el corazón de un muchacho cris-
tiano, se podía todo remediar". Fueron quemados por este
motivo, en 16 de noviembre de 1491, ocho judíos y con-
versos.
Afirman algunos autores que no es cierto, salvo en este
caso, obra de unos fanáticos perturbados, que los hebreos
sacrificasen niños; pero no es inverosímil que profanasen
la hostia.
Citábanse en aquella época otros sucesos de niños mar-
tirizados en Valladolid (1452), y en Sepúlveda (1468).
En 1445 se les atribuyó en Toledo a los israelitas una
conjuración para minar y llenar de pólvora las calles por
donde había de pasar la procesión del Corpus.
Estas leyendas atizaban de tal modo la hoguera de los
odios contra los judíos y judaizantes, que Fernando e Isa-
bel resolvieron poner mano sobre el problema. Era uno de
tantos que habían de resolver estos reyes, al hacer la liqui-
dación de la Edad Media.
Terminada la guerra de Sucesión, los reyes revalidaron
en las Cortes de Madrigal de 1479 y en ^as ¿te Toledo de
14S0, todas las antiguas restricciones contra los judíos, pro-
hibiéndoles eluso de joyas y de vestidos de seda, ordenan-
do que fuesen cercadas las juderías y prescribiendo la su-
presión de trato y comercio con los cristianos. Para la eje-
— 68 -
cución de estas leyes se dictó una orden en abril de 148 J,
reiterada en el año 1483.
Una bula de Sixto IV, dictada en 31 de mayo de 1484,
derogaba asimismo todo privilegio concedido por la Santa
Sede a los judíos. Existían algunos basados "en el talento
financiero y medicinal de esta raza".
Se decretó también la expulsión de los israelitas de An-
dalucía; pero este decreto no llegó a cumplirse, porque los
judíos se encargaron del abastecimiento del ejército duran-
te la campaña de Granada, sirviendo lealmente a los reyes.
"Los hebreos — afirma el ilustre Amador de los Ríos — , abas-
tecieron de víveres y vituallas abundantemente a los ejér-
citos conquistadores de Granada, cumpliendo con creces los
deseos de la magnánima y previsora reina de Castilla".
Tampoco se ejecutó el decreto dado por Fernando en
1486 contra los judíos de Aragón.
A pesar de las medidas persecutorias, la legislación se-
guía amparando a. los hebreos. En este período fueron aten-
didas las quejas elevadas por la aljama de Avila, entre
otras, y a la vez otorgóse a los judíos de las ciudades con-
quistadas deAlmería y Granada amplia libertad civil y re-
ligiosa. En el acta de capitulación para la entrega de la ciu-
dad de la Alhambra, dice así la cláusula 38: "ítem, que los
judíos naturales de la dicha ciudad de Granada e del Albai-
cín e sus arrabales e de las otras dichas tierras que entraren
en este partido o asiento, gocen de este mismo asiento o ca-
pitulación, eque los judíos que antes eran cristianos, que
tengan término de un mes para se pasar allende."
- 69 -

La Inquisición.

En 1478 promulgó Sixto IV la bula restableciendo la In-


quisición en el reino.
Los procedimientos inquisitoriales no fueron privativos
de España, sino generales en Europa en unos tiempos du-
ros. La Inquisición funcionaba desde antes de 1232 en Fran-
cia y en Italia. En esa misma fecha se implantó en España,
aunque apenas se notaba su existencia; tan grande era la
lenidad con que actuaba. Martín Lutero, el fundador del
protestantismo, escribía en Alemania que era necesario des-
truir las sinagogas y las casas de los judíos, prohibirles la
enseñanza, condenarles a trabajos forzados, arrebatarles sus
libros de oración, el Talmud y hasta el Antiguo Testamen-
to. Calvino, protestante también, hizo quemar en Ginebra a
Miguel Servet, que descubrió la pequeña circulación de la
sangre, por atreverse a tratar el dogma de la Trinidad sin
sujetarse a la doctrina católica ni a la calvinista. En Fran-
cia, los católicos asesinaban a los protestantes ; recordemos
la matanza llamada en la historia de Saint-Barthélémi. En
Inglaterra, Enrique VIII mataba a millares de católicos.
No es posible achacar a España, especialmente, cruelda-
des en los procedimientos de justicia, que fueron de la épo-
ca y se practicaban en el mundo entero.
La Inquisición española no sólo persiguió a judíos y ju-
daizantes, sino a cristianos, como el Primado de Toledo,
Bartolomé de Carranza, a Fray Luis de León (1), a Fray

(1) Fray Luis de León, catedrático de Durando en la Univer-


sidad de Salamanca y profeso de la Orden Agustina, fué acusado
ante el Santo Oficio por el fiscal licenciado Diego de Haedo, en-
- 70 -

Luis de Granada, y hasta a santos como Santa Teresa, San


Ignacio y San Francisco de Borja.
Según Llórente (i), más de treinta y dos prelados tuvie-
ron que ver con el Santo Oficio, cosa poco extraña, porque
muchos de los obispos del siglo XV eran judíos conversos.
Fueron perseguidos por la Inquisición D. Pablo de San-
ta María, el obispo Alonso de Burgos, D. Juan Arias, obis-
po de Segovia, el arzobispo de Granada y confesor de Doña
Isabel, Fray Hernando de Talavera y bastantes prelados
gallegos. La mayoría de éstos eran conversos. Tanto es
así, que una bula del Papa fechada en 14S3 prohibía a los
obispos de Galicia que no fueran cristianos viejos el juzgar
a los judíos.
El cronista Bernáldez habla de la simpatía con que eran
vistos los judaizantes por las clases cultas de Castilla, tan-
to del clero como de la nobleza y la burocracia. Ya hemos
dicho que el odio generalmente lo abrigaba la gente del
pueblo y la baja clerecía.

tre otros por el estilo, de los siguientes delitos : Haber afirmado


que la edición de la Vulgala tiene muchas falsedades. Que dio
tanto valor a la opinión de los judios y rabinos como a los Evan-
gelistas sobre ciertos pasajes de la Escritura. Que dijo que en el
Antiguo Testamento no había promisión de vida eterna. Que en
las declaraciones de la Santa Escritura prefirió las de Vatablo y
de Paguino, y la de los sabios judíos, a la edición de la Vulgata.
Que había dicho que los cantares de Salomón eran carmen amato-
ruim ad suam uxoretn, y profanando los dichos cantares, los tra-
dujo en lengua vulgar, los cuales andan en manos de muchas per-
sonas.
Fray Luis de León fué absuelto, y al volver a ocupar su cátedra,
después de larga ausencia, empezó con la famosa frase "Decíamos
ayer...", como si quisiera dar por no transcurridos los años de su
prisión.
(i) Historia Crítica de la Inquisición de España.
- 71 -
Muchos nobles habían matrimoniado con judías, entre
ellos el duque de Nájera. Otros descendían de hebreos,
como el vicecanciller de Aragón, D. Alonso de la Caba-
llería.
Es un error creer que la Inquisición ejecutaba a los
reos: los condenaba solamente, según la legislación de la
época, y los entregaba, como decían entonces, a la relaja-
ción del brazo secular, para que aplicase la pena.
No hay que confundir el auto de fe con la ejecución
del mismo.
El auto de fe era solamente una procesión con los reos :
iban éstos vestidos con una túnica o saco bendito, que des-
pués, por corrupción, se denominó sambenito. La ejecución
la realizaba luego el poder civil, en el lugar señalado de or-
dinario, con las penas fijadas por todos los códigos del
mundo.
La pérdida de los bienes no era siempre absoluta : si los
herederos eran pobres, se les señalaba una renta sobre el
capital del ajusticiado, y muchas veces se les entregaba la
herencia completa.
En 1480 fueron designados los primeros inquisidores.
Recayeron los nombramientos en los dominicos Fray Juan
de San Martín y Fray Miguel Morillo, facultándoseles
para establecer la Inquisición en la ciudad de Sevilla. En
el llano de Tablada se levantó un cadalso de piedra, que se
llamó Quemadero, para ejecutar a los reos. En sus cuatro
esquinas figuraban otras tantas estatuas representando a
los Evangelistas.
En 6 de febrero de 1491 se celebró en Sevilla el primer
auto de fe : fueron quemados diez y seis relapsos.
- 72 -
Al comenzar a funcionar el Santo Oficio huyeron mul-
titud de conversos de Sevilla, Jerez y puntos próximos,
que fueron amparados por los nobles, según se desprende
de una orden de entrega enviada por los inquisidores, en
2 de enero de igjjr, al marqués de Cádiz y a todos los
duques, marqueses, condes y caballeros de Castilla, en cu-
yas villas y lugares se hubiesen refugiado los judaizantes.
Tal fué el pánico y la extensión de la fuga, que sola-
mente en Andalucía quedaron desocupadas de cuatro a
cinco mil casas.
Los procedimientos de los inquisidores no fueron bien
acogidos por la opinión.
El Papa Alejandro VI censuró a Torquemada y amparó
a muchos conversos.
El sucesor de Torquemada, Deza, fué obligado a dimitir
por el cardenal Jiménez de Cisneros.
En Zaragoza fué asesinado Pedro de Arbués, inquisidor
de aquel reino. D. Modesto Lafuente cita el caso de que
los tres primeros inquisidores de Francia, Italia y Aragón,
se llamaran Pedro (Pedro de Castelnau, Pedro de Verona y
Pedro de Arbués), y los tres fueron sacrificados.
Gómez Manrique, corregidor de Toledo, y el marqués
de Priego ampararon a numerosos judíos.
El Consejo de Jerez, en 1482, protestó contra las arbi-
trariedades del Santo Oficio.
A pesar de ello, la persecución no decrecía; antes al
contrario, en Avila fueron quemados, de 1490 a 1500,
más de 113 conversos. En Jerez duró tres días, en 1492,
un auto de fe; en un solo auto de Toledo figuraron 1.200
reos, y el 16 de agosto de 1487- fueron quemados 25 judai-
- 73 -

zantes, entre ellos un doctor, un regidor de la ciudad, un


comendador de Santiago y un fiscal. La calidad de los reos
demuestra la prosperidad que disfrutaban los judíos.
En Barcelona se opusieron en 1484 enérgicamente los
concelleres al establecimiento de la Inquisición, alegando
"que la poca vida que tiene la ciudad se debe al escaso co-
mercio que hacen los llamados conversos, en cuyas manos
está hoy la mayor sustancia de pecunia de esta ciudad, así
como por la negociación que hacen con los corales, telas,
cueros y otras mercaderías, se sostienen y viven muchos
menestrales; y de pocos días a esta parte, temiendo que la
Inquisición se porte en la dicha ciudad como lo ha hecho en
Valencia, Zaragoza y otros puntos, los más y los princi-
pales de ellos han pensado irse y muchos se han ido ya a
Perpiñán, Aviñón y a otros centros, la partida de los cua-
les trae la total destrucción y exterminio de esta ciudad".
De Mallorca escriben en aquellos días que decaía el co-
mercio por las persecuciones inquisitoriales, pues "las per-
sonas sospechosas o culpables contra la fe eran cabalmente
las de mayor giro e industria".
Mas no extinguió la persecución el odio del populacho.
El reino entero vivía en perpetua intranquilidad, y los
atropellos contra los hebreos se repetían.

La expulsión.

Realizada la conquista de Granada se promulgó el edic-


to, de 31 de marzo de 1492, expulsando a los hebreos, fun-
damentado "en el gran daño que a los cristianos se ha se-
guido y sigue de la participación, conversación y comercio
que han tenido y tienen con los judíos".
- 74 -

Se les dio de plazo para la salida hasta el final del mes


de julio siguiente, prohibiéndoseles volver ni aun de paso,
so pena de muerte y confiscación de bienes. Durante ese
tiempo, los judíos quedaban al "amparo y defendimiento
Real" para que pudiesen "andar y estar seguros, y pue-
dan entrar y vender y trocar y enajenar todos sus bienes,
muebles y raíces y disponer de ellos libremente".
Se les prohibía sacar oro ni plata, pues estaba prohibida
la salida de esos metales por una pragmática de 1491, en
la que sólo se autorizaba la importación de mercancías
extranjeras a cambio de otras del país y no por dinero. Los
judíos habían de trasladar sus riquezas en letras de cambio.
En 14 de mayo, a solicitud de los expulsados, que te-
mían los atropellos de las turbas, se dictó una nueva dis-
posición reiterándoles el real amparo.
Dicen Llórente y Prescott que los judíos ofrecieron a
los reyes 30.000 ducados con tal de que anularan el decre-
to, pero que Torquemada penetró en el salón donde se ha-
llaba con los monarcas el representante de los hebreos, y,
sacando un crucifijo, les increpó: "Judas Iscariote, dijo,
vendió a su Maestro por 30 dineros de plata. VV. AA. le
van a vender por 30.000. Aquí está, tomadle." Y arro-
jando la cruz sobre la mesa abandonó la sala.
Por mucha que fuese la osadía y el valimiento de Tor-
quemada, no es posible creer que reyes celosos de su po-
derío tolerasen tal falta de respeto.
Los preparativos para la partida de una población tan
numerosa y tan rica, y con tantos afectos y arraigos en la
patria común de todos los españoles, sean cristianos, he-
breos o musulmanes, dio lugar a tristísimas escenas. Mal-
- 75 —
barataban los bienes que no podían llevar. Bernáldez dice
que él vio dar "una casa por un asno y una viña por un
poco de lienzo". Con el fin de eludir la prohibición de sacar
oro y plata, los hebreos cosían las monedas entre los plie-
gues de los vestidos o las ocultaban en los aparejos de las
caballerías. Antes de marchar iban a los cementerios, don-
de dormían el eterno sueño las cenizas de sus abuelos, y
pasaban días enteros llorando sobre las tumbas.
El Cura de los Palacios cuenta en su crónica cómo se
dirigían hombres, mujeres y niños hacia las costas, for-
mando caravanas. Tañían adufes y panderos, por orden
de los rabinos, con objeto de que, influidos por el son de la
fiesta, que distraía sus pesares, no se sintiesen arrastrados
a profesar el cristianismo, para no abandonar la tierra
querida de sus mayores.
En el mes de julio salieron todos los que no quisieron
convertirse. ¿Cuántos fueron expulsados? Según Bernál-
dez, 35 ó 36.000 familias, en total unas 180.000 personas.
El Padre Mariana y Llórente opinan que fueron 800.000;
un autor judío cita las siguientes cifras: expulsados,
165.000; bautizados, 50.000; muertos, 20.000.
De los hebreos emigrantes, unos marcharon a Francia e
Inglaterra; otros a Grecia, Turquía, Portugal e Italia;
muchos pasaron a Marruecos y a otras regiones del Nor-
te africano, sobre todo los procedentes de Andalucía y de
la costa de Levante.
En Portugal, el rey Don Juan declaró esclavos a los
que no pagaron ocho escudos de oro, y a los que abonaron
el tributo los envió a la isla de los Lagartos, entonces de-
sierta. Más tarde, en 1496, los arrojó de sus reinos, con
- 76 —

mayor crueldad que en España, pues hasta prohibió a los


padres que llevasen con ellos a sus hijos menores de cator-
ce años.
Los que salieron para Italia fueron víctimas de la co-
dicia de los patrones de los barcos, hombres semipiratas,
que violaban a las mujeres y asesinaban a sus esposos y a
sus hijos. Un escritor italiano, Senarega, describe así el
éxodo de los que pasaron a Italia: "Una gran parte pere-
cieron de hambre; las madres, que apenas tenían fuerza
para sostenerse, llevaban en brazos a los hambrientos hi-
jos y morían juntamente. No me detendré en pintar la
crueldad y avaricia de los patrones de los barcos que los
transportaban de España, los cuales asesinaron a muchos
para saciar su codicia, y obligaron a otros a vender a sus
hijos para pagar los gastos del pasaje. Llegaron a Geno-
va en cuadrillas, pero no les permitieron permenecer allí
por mucho tiempo" (i).
En Turquía, al conocer la laboriosidad de los hebreos
españoles inmigrados, exclamó el emperador Bayaceto,
aludiendo a Fernando el Católico: "¿Este llamáis el rey
político, que empobrece su tierra y enriquece la nuestra?"
El Papa Alejandro VI recibió y brindó protección a los
expulsados de España. En los Estados Pontificios halla-
ron siempre los judíos seguro refugio en las persecu-
ciones.
No todos los hebros abandonaron la Península: muchos
de gran posición abjuraron de sus creencias para conservar
sus bienes. Algunos también regresaron y se convirtieron

(i) Senarega. Rer. Italia ScripL


- 77 —

al cristianismo, huyendo de los malos tratos y atropellos


de que eran víctimas en los países donde se refugiaron.
En Aragón y Castilla mereció grandes censuras la medi-
da adoptada por los Reyes Católicos. Zurita, en sus Ana-
les, escribe: "Fueron de parecer muchos que el Rey hacía
yerro en querer echar de sus tierras gente tan provechosa y
granjera, estando tan acrecentada en sus reinos, así en el
número y crédito, como en la industria de enriquecerse. Y
decían también que más esperanza se podía tener de su
conversión dejándolos estar que echándolos, principal-
mente de los que se fueron a vivir entre infieles."
El Padre Juan de Mariana dice: "Muchos reprehendie-
ron esta resolución que tomó el rey D. Fernando en echar
de sus tierras gente tan provechosa y hacendada, y que
sabe todas las verdades de allegar dinero" (i).
Don Modesto Lafuente trata así la impolítica medida
de Fernando: "No ha de juzgarse la conveniencia o el
perjuicio de aquella terrible medida por el número de
personas y por la mayor o menor despoblación que su-
friera elreino, en verdad ya harto despoblado por las gue-
rras y por el desgobierno de los reinados anteriores, sino
por la calidad de los expulsados. En este sentido, no puede
menos de calificarse de perjudicial para los intereses ma-
teriales de España la salida violenta y repentina de una
clase numerosa, que se distinguía por su actividad, por su
destreza y por su inteligencia para el ejercicio de las ar-
tes, de la industria y del comercio. La expulsión de los
judíos fué en este sentido un golpe mortal, que cegó mu-

(i) Historia de España.


- 78 —
chas fuentes de riqueza pública para que fuesen a fecun-
dar otros climas y a engrandecer extrañas regiones."
El Sr. Amador de los Ríos, a quien tanto deben los he-
breos españoles, escribe: "No hay quien absuelva al rey
católico de la nota de ingratitud que contra él resulta, ni
quien, por el contrario, intente, bajo este concepto, pre-
sentar su conducta como modelo digno de imitarse." Y
agrega: "La Humanidad ( ) no puede, en efecto, menos
de resentirse al imaginarse aquel miserable rebaño errante
y desvalido, llevando sus miradas hacia los sitios en donde
dejaban sus más gratos recuerdos, en donde descansaban
los huesos de sus mayores, lanzando profundos suspiros y
lastimeras quejas contra sus perseguidores."
Lowisohn declara (-): "De todos los destierros y des-
gracias que han caído sobre la frente de Israel, desde que
cayó su corona, ninguno fué para él tan terrible, tan lleno
de peripecias y tan fatal como su destierro de la Penínsu-
la ibérica."

Consecuencias de la expulsión.
La expulsión influyó considerablemente en el movimien-
to comercial del país, y aunque de momento la nación, des-
lumbrada con los tesoros que de América venían, no pudo
advertirlo, que siempre vivió España de ilusiones y espe-
ranzas, bien lo notó en el transcurso del tiempo. La cen-
surable determinación de los Reyes Católicos, según dice
donosamente Murga, influyó hasta en la alimentación na-

d) Estudios sobre los judíos de España.


(2) Lecciones sobre la historia moderna de los judíos. — Víe-
na, 1820.
- 79 —
cional : el pedazo de tocino que no falta en la olla española,
fué adoptado por los cristianos viejos como una profe-
sión de fe.
No es justo achacar a España la animadversión contra
la raza de Israel. En todos los pueblos, bajo todos los climas,
en todas las épocas, han sido perseguidos y vejados los
judíos. En la Edad Media, Pontífices y Reyes, cuando te-
nían agotados sus tesoros, abrían las fronteras de sus Es-
tados a los industriosos, a los activos, a los inteligentes
hebreos, expulsados de otros países, para hacerlos a su
vez víctimas de nueva persecución apenas florecía la ri-
queza en manos de esa raza admirable, que posee el ge-
nio del comercio. Así, entre otras persecuciones, que no
mencionamos, fueron los judíos expulsados de Italia en
1242; de los Países Bajos en 1350; de Francia e Inglate-
rra (1) en 1403 ; de Portugal en 1496, y en todas partes
la crueldad contra los arbitrariamente perseguidos dejó un
rastro de lágrimas.
La raza judía española honró a su patria, dándole
ilustres hombres que brillaron en todas las ramas del saber
humano. Aun después de la expulsión, los conversos, mu-
(1) Menasseh ben Israel, lisboense de nacimiento, pero muy
español en sus producciones. Acometió la empresa de rehabilitar
Inglaterra para estancia de los judíos, cerrada desde el reinado
de Eduardo I. Con el fin de loerarlo fué a Londres en 1655; hizo
gestiones personales cerca de Cromwell, quien le acogió con apre-
cio y le pensionó: pero el sabio israelita falleció poco después,
en 16^7, en Middelburgo, donde se le enterró y puso el siguiente
epitafio en castellano:

"No murió, porque en el cielo


vive con suprema gloria,
y su pluma y su memoria
inmortal dexa en el suelo."
- 80 —

chos de ellos, judíos de corazón, siguieron influyendo por


derecho propio en el acerbo del saber nacional.
Al principio del reinado de los Reyes Católicos la As-
tronomía la
y Medicina tuvieron cultivadores judíos.
La edición monumental de la Biblia Políglota Complu-
tense, patrocinada por el insigne cardenal Jiménez de Cis-
neros, escrita en hebreo, griego, caldeo y latín, con gramá-
ticas yvocabularios, acabó de imprimirse en 1517 y se pu-
blicó en 1520. Tomaron parte en ella los judíos conversos
Pedro Coronel, Alfonso de Zamora y Alfonso de Alcalá.
En los tiempos modernos se han hecho trabajos enca-
minado ala demostración de que Colón fué hebreo con-
verso. Los fundamentan en que el almirante hablaba siem-
pre buscando apoyo en el Antiguo Testamento, sobre todo
al afirmar que con sus descubrimientos cumplíanse las pro-
fecías israelitas. También citaba con frecuencia el Apoca-
lipsis del judío Esdras, asegurando que "seis partes del
mundo están en seco y la séptima solamente cubierta de
agua", equivocación palmaria que Colón aceptó, y que de-
muestra laoscuridad de la ciencia en aquellos siglos. Colón
nombra a muchos rabinos españoles en sus cartas, y parece
que conoce a fondo sus doctrinas.
Ahí está la correspondencia que sostuvo sobre su primer
descubrimiento con Luis Santangel, judío converso, minis-
tro de Hacienda de Aragón, amigo y protector del almi-
rante. También fué consejero y amigo de Cristóbal Colón,
e influyó mucho con sus noticias en el descubrimiento de
América, Abrahán Zacuto, maestro del Quadrivium de la
Universidad de Salamanca, el último catedrático judío que
tuvo España.
- 81 —
En Cuba, envió Colón tierra adentro, con sus papeles
diplomáticos, en busca de la corte del poderoso emperador
de Catay, a un judío converso de Murcia, gran conocedor
de las lenguas orientales, que iba de intérprete en su cari-
bela. En la primera expedición del descubridor insigne
tripulaban como marineros una de las naves dos hebreos
de Arcila (i). En su testamento ordena el almirante que
se le entregue cierta "suma a un judío que moraba a la
puerta de la judería de Lisboa", restitución de un présta-
mo que le hizo. Y, por último, alguno de los biógrafos que
suponen al almirante natural de Pontevedra asegura que
en la época de su nacimiento existían en aquellas costas
marineros judíos llamados Colón y Fonterrosa, apellidos
del inmortal descubridor del Continente americano.
Sea de ello lo que sea, claro es que Colón, si realmente
simpatizaba con la religión de Moisés, no iba a declarar su
origen israelita en una corte que perseguía cruelmente a
los de su raza.
Se ha hablado también de las simpatías que profesaba
hacia los judíos el príncipe de los ingenios, no ya de Es-
paña, sino del mundo, Miguel de Cervantes. El Sr. Can-
sinos Assens dice, refiriéndose al "Quijote", en el que se
trata de todo, que Cervantes en su obra singular hizo a
los israelitas el presente más grato que puede hacerse a un
alma o a un pueblo dolorido: el del silencio semejante a
un bálsamo (2).

(1) Kayserling, La decouverte de VAmerique el les Tndes.


(2) Se ha pretendido buscarle etimología hebrea al título de la
obra inmortal de Cervantes. La palabra Quijote dicen que procede
- 82 —

Lo que no es posible dejar de reconocer ante la realidad


es que los judios y los conversos iban a la cabeza del mo-
vimiento intelectual español, tanto literario como científico.
La expulsión de los judíos arrebató a España la gloria
de haber alumbrado el mundo con la luz de altísimas in-
teligencias: Spinoza, el filósofo, hijo fué de padres sefar-
díes; Disraely, el insigne político inglés, en una casa de
judíos españoles arribó a las playas de la vida; Manim, uno
de los hombres cumbres de Italia, fué descendiente de se-
fardíes.
Las consecuencias de la desacertada medida de los Re-
yes Católicos, expulsando de su patria a una masa de
españoles cultos, emprendedores y laboriosos, se vieron bien
pronto reflejadas en el empobrecimiento del país.
Con la extrañación de los judíos España se cortó el
brazo del comercio en el momento en que el descubrimiento
de América reclamaba el concurso de todas sus energías.
Más tarde, con la expulsión de los moriscos, España se
arrancó el brazo de la Agricultura.
Ya decía Castelar, tronando en las Constituyentes con
su verbo sublime: "No tenemos agricultura porque arro-
jamos alos moriscos, a aquellos que habían hecho los tres
paraísos de nuestra patria: la huerta de Murcia, la huerta
de Granada y la huerta de Valencia. No tenemos industria
porque arrojamos a los judíos, que habían enseñado a

del hebreo Quichot, que significa el Justo. Naturalmente, sólo a


título de curiosidad registramos en estas páginas las noticias refe-
rentes aColón y Cervantes, que hasta hoy no poseen fuerza histó-
rica alguna.
- 83 —

leer a Alfonso X, que habían dictado con los árabes las


tablas Alfonsinas, que es el monumento más grande de la
Edad Media."
Cuando en el siglo XVII aquella raza de moriscos di-
seminados por los reinos de Valencia, Granada, Aragón,
Castilla y Murcia, dice Costa, descendientes de las tribus
venidas siglos antes de Marruecos, y que formaban el
nervio y la inteligencia práctica de nuestra nación, fué ex-
pulsada de la Península, transformando provincias flore-
cientísimas en páramos y despoblados, arruinando el Fisco,
dejando desiertas multitud de fábricas y manufacturas y
convirtiendo a España de Arabia feliz en Arabia desierta,
todavía entonces el fanatismo brutal y rabioso que inspiró
tan criminal medida tuvo que transigir con el saber de los
expulsados, reteniendo en cada pueblo el seis por ciento
de los moriscos para que fuesen maestros de los nuevos
pobladores y les enseñasen el cultivo de los campos y el
trabajo de las fábricas y talleres, que los españoles, embria-
gados con el oro de América, habían dado al olvido, rena-
ciendo yprolongándose de esta suerte el magisterio de los
antiguos berberiscos sobre los españoles, en el instante mis-
mo en que los despojábamos de sus bienes y los sometíamos
al fiero tormento de la expatriación.
Ni aun esto se hizo con los judíos, maestros indiscu-
tibles en la vida mercantil de la nación.
Sin comercio, sin industria, con sus campos yermos,
desangrada por ias guerras en Europa, en África y en
América, cayó España desde la altura en que la colocó la
soberanía del Imperio más grande que han visto los siglos,
tan grande, que jamás se ponía el sol en sus dominios. Y
-84 —
no murió para siempre, porque nuestra raza inmortal sabe
renacer, como el fénix, de las cenizas de las mayores ca-
lamidades, para volver a ocupar en el concierto del mundo
el puesto de honor que le corresponde por su historia y
por los servicios prestados a la causa de la civilización.

Los hebreos españoles en Marruecos después de la expulsión


de 1492.

La última gran inmigración de judíos europeos que


penetró en Marruecos fué la motivada por la expulsión
definitiva de los hebreos españoles en 1492.
Muchos de los expulsados desembarcaron con sus fa-
milias en Oran, Tetuán y otras ciudades de la costa afri-
cana, con ánimo de dirigirse a Fez, la capital famosísima.
En la penosa jornada fueron asaltados y saqueados los ex-
pedicionarios porlas tribus del interior, que les hicieron
objeto de las mayores vejaciones. Sabían los berberiscos
que los judíos españoles habían ingerido monedas de oro
con el fin de burlar la disposición prohibitiva de sacar me-
tales acuñados, y les abrían el vientre para robárselas. Al-
gunos pudieron refugiarse en Arcila, entonces en poder
de los portugueses ; otros, en su mayor parte, prosiguieron
la marcha hacia Fez, sorteando los peligros que les ace-
chaban.
Los habitantes de la capital recibieron hostilmente a
los refugiados, distinguiéndose por su violencia los hebreos
indígenas. Esto y la peste que se declaró entre los perse-
guidos decidió al sultán Abu Said a designarles junto a
- 85 —
las murallas un emplazamiento donde acamparan, dando
así origen a un nuevo barrio judío. Poco después contaba
Fez con cinco mil casas hebreas y Marruecos con más de
treinta mil familias.
Durante el siglo XVI se señala la influencia de los
hebreos españoles y portugueses en el Imperio turco, en
Marruecos y en Berbería.
En todas las ciudades africanas del litoral Mediterrá-
neo y Atlántico, desde Trípoli a Salé, y en el Extremo
Oriente se establecen los judíos españoles, imponiendo su
lengua y sus costumbres. La costa del Norte de África,
sobre todo la mogrebita, es una vasta colonia europea,
poblada por los hebreos de España.
La influencia que ejercieron los inmigrados españoles
sobre la vida de los musulmanes en todo el Norte africano
no pudieron alcanzarla sobre sus correligionarios de Ma-
rruecos, que opusieron tenaz resistencia a dejarse absor-
ber por los recién llegados. En las ciudades del interior,
en toda la región Sur del Imperio y hasta en la costa at-
lántica desde Rabat a Mogador, las comunidades hebreas
berberiscas no perdieron su carácter especial. Sin embargo,
en la capital del Mogreb, la masa de los refugiados anda-
luces se impuso en un principio, y, aunque no absoluta-
mente, algo influyó sobre los hebreos indígenas. Pero
pronto reaccionó el viejo espíritu, y la influencia española
desapareció en las comunidades de Fez.
Los inmigrados apenas conocían el idioma hebreo,
mientras entre los marroquíes pocos ignoraban la lengua
sagrada : ésta fué una causa de división que precisa agregar
a las anotadas en otro lugar de este libro.
- 86 —
En el siglo XVI, los israelitas berberiscos y españoles
constituyen la mayoría de la población en Marraquex, Fez,
Túnez, Oran y Argel. Como ha escrito Mr. Schlouch, el
establecimiento de los hebreos españoles en Marruecos
marca una nueva etapa, el cuarto gran período de la his-
toria de los judíos del Mogreb.
III

LAS DINASTÍAS CHERIFIANAS


Los hassanies o saadies.

Durante la primera mitad del siglo XVI ardía el Im-


perio en luchas intestinas. La debilidad, la falta de dotes
de gobierno de los últimos reyes merinidas, llevaron al
país a un estado de anarquía y de desorganización evi-
dentes. Las conquistas de castellanos y portugueses en las
costas africanas contribuían al derrumbamiento de la
nación.
Gobernando el Mogreb el desdichado Mohamed el
Uatasi, segundo de los cuatro reyes de la dinastía de los
Beni Uatas, vivía en las regiones del Draa, dedicado a la
oración, al estudio de las ciencias naturales y a la magia,
un cherif descendiente de Mahoma por Abu Taleb, llama-
do Abdalá Mohamed El Kaim, conocido también con el
nombre de Hassan por su abolengo hassanie.
Tenía tres hijos, a los que educó y aleccionó, y, cono-
ciendo el estado del país, encaminó sus naturales con-
diciones hacia el ideal de apoderarse del desquiciado trono
de Marruecos. Empezaron los hijos de El Kaim una ac-
tiva propaganda por el Draa y el Lus y reunieron un
grueso contingente de tropas, con el que derrotaron a las
- 88 —
huestes portuguesas que dominaban parte del país. Al fin
lograron apoderarse por las armas del trono y del Imperio,
que el carácter guerrero de los mogrebinos les hizo siem-
pre propensos a toda rebeldía.
Ln cronista judío asegura que el primer impulso para
la conquista del Mogreb por los chorfas fué dado por el
hebreo Masud Mazliah ben Meychada (i). Este predijo
al Kaim que sus dos hijos se apoderarían del trono ma-
rroquí, ytal profecía decidió al viejo cherif a inculcarles
la idea.
La dominación de la nueva dinastía se señaló con un
acontecimiento extraordinario en los anales del Imperio.
Hasta el siglo XV los ingleses habían importado de
España la melaza. En la Península cultivaban los moriscos
especialmente la caña dulce para la fabricación de azúcar.
En los primeros años del siglo XV las provincias de
Granada, Almería y Málaga contaban con 400.000 marja-
les y la región levantina con 2S0.000, que producían más
de 100 millones de kilogramos de azúcar.
Realizada la expulsión de los judíos españoles, un he-
breo convertido al Islam inspiró al fundador de la dinas-
tía cherifiana la idea de que ordenase hacer grandes plan-
taciones decaña dulce en las provincias del Sus. Más tarde,
los moriscos huidos de España después de la sublevación
que capitaneó Aben Hamuya contribuyeron con sus cono-
cimientos agrícolas al desarrollo de la empresa.
Las consecuencias políticas de tal resolución fueron
transcendentales. Inglaterra abandonó el mercado espa-

(1) Era un ir.arabut del Sus; estos hombres santos son igual-
mente venerados por los musulmanes y por los judíos.
- 59 —
ñol y penetró en Marruecos. Los hebreos de las ciudades
occidentales fueron protegidos por los cónsules ingleses,
y los del Mediterráneo por los franceses e italianos, ini-
ciándose así una nueva era.
La división entre los judíos marroquíes se exteriorizó
aún más en esta época con las luchas sostenidas entre
hassaníes y merinidas por la conquista del poder; los is-
raelitas del Norte apoyaban a los merinidas, y los que ha-
bitaban elresto del país, a los chorías.
En los comienzos del siglo XVI, en la corte de un
merinida figuraba como gran visir el judío español Sa-
muel Valencia, que organizó una tropa de 1.400 judíos y
moros, y combatió con éxito a los adversarios del príncipe.
Entre 1523 y 1530, los turcos, dueños de Constanti-
nopla desde 1453, y deseosos de dominar todo el Medite-
rráneo, se apoderaron de parte del Mogreb y arruinaron
a las comunidades hebreas con crecidos impuestos.
En el sig!o XVI, durante una revuelta de los berbe-
riscos contra el emperador, éste, al quedarse sin fuerzas,
formó un ejército de tres mil judíos, que batieron a los
rebeldes, causando por su bravura la admiración de los
mismos musulmanes.
Los hebreos instalados en las ciudades de la costa fue>
ron víctimas de muchas persecuciones en una época en que
el Mediterráneo estaba poblado de bajeles piratas. Es-
paña yPortugal, deseosas de extender sus dominios, en
plena fiebre de grandezas, dirigían hacia el África sus
navios cargados de gente de armas. En 1543, los españoles
conquistan Oran y se llevan prisioneros a 1.500 judíos.
Fueron rescatados por las comunidades de Fez y Oran
- 90 —
En 1578, la ciudad de Tetuán fué asediada por Es-
paña, que se vio obligada a levantar el cerco. Los hebreos,
que no olvidaban que los sitiadores eran los mismos que
los arrojaron de su país, en señal de gozo establecieron
una fiesta que llamaron Purim de los cristianos.
Los portugueses, dueños de la costa occidental de Ma-
rruecos, antes de la expulsión de los hebreos de Portugal,
hallaron en los mogrebinos eficaces auxiliares. Los israe-
litas amaban a los portugueses, hasta el punto de que
en 14 1 5 un cronista judiego exterioriza su satisfacción
con motivo de la ocupación de Ceuta por los lusitanos.
En dicha ciudad vivían refugiados muchos judíos conver-
sos de Mallorca, llamados chactas.
Después que Portugal expulsó a los israelitas, los he-
breos de Marruecos retiraron su concurso a los lusitanos.
Sin embargo, a consecuencia de la desastrosa batalla de
Alcázarquivir o de los tres Reyes, como la llaman los
moros, fueron hechos prisioneros centenares de hidalgos
portugueses. Dice el Sr. Danvila y Dunquero (1) que entre
ellos estaba "cuanto de noble, cuanto de joven, cuanto
de entusiasta existe en Portugal". Los judíos rescataron
a los cautivos, y tan generosamente los trataron, que uno
de ellos, el historiador Mendoza, al relatar el hecho, no
encuentra palabras suficientemente expresivas para elo-
giarlo.
El judaismo recobró en parte su antigua influencia
en los siglos XVI y XVII, bajo la dominación de los
cherifes marabuts, aunque no desaparecieron los atropellos

(1) Don Cristóbal de Moura, primer marqués de Castell Ro-


drigo. Madrid, 1900.

contra la raza perseguida. El91 fanatismo y la codicia fue-
ron siempre los enemigos de los acaudalados hebreos.
En su propia actividad y en sus dotes para el comercio
llevaba este pueblo su más temible adversario.

Los cherifes aalauien.


Puede considerarse a Muley Erraxid o el Rechid como
el fundador de la dinastía de los chorfas Aalauien o File-
lis (1664). Fué hijo del rey de Tafilete Muley ex Xerif
y de una esclava negra ; tuvo 224 hermanos, 84 varones y
140 hembras.
Hombre intrépido y atrevido, pero cruel y sanguina-
rio, según sus biógrafos, aprovechó la anarquía reinante
en el Imperio para apoderarse del trono, matando en Ma-
rraquex a Abubecr, el último sultán marabut.
Muley er Rechid fué protagonista de una aventura que
demuestra la fuerza de la raza judía en los últimos años
del dominio de los cherifes marabuts, aventura que toda-
vía conmemoran los tolbas (1) del Mogreb. En el mes de
abril de cada año celebran los alumnos de las medar-
sas (2) marroquíes la fiesta llamada del sultán de los
tolbas. Tiene su origen esta costumbre en un curioso epi-
sodio, que registran los historiadores al ocuparse de la
fundación de las dinastía alauita reinante. Merced a la
anarquía enseñoreada del Imperio, un judío llamado Ben
Mechaal se apoderó de la región de Tazza, y de esta ciu-

(1) Estudiantes.
(2) Universidades.
- 92 —
dad hizo la capital de sus Estados. Los tesoros que poseía
eran incalculables. Llegó a tanto su poderío, que exigió
a los habitantes de Fez que anualmente le enviasen como
hedía (i) a la más bella joven de la ciudad. Muley er Re-
chid era a la sazón taleb o estudiante en Fez. Una che-
rifa, madre de la doncella aquel año designada para la
hedía de Ben Mechaal, imploró el apoyo del futuro cau-
dillo con objeto de que evitase el baldón que sobre su raza
arrojaba una imposición tiránica. Er Rechid ideó una es-
tratagema :ocupó, disfrazado de mujer, el lugar de la
joven destinada al reyezuelo, y fué conducido con gran
pompa a Tazza. Pero habían querido los fasíes hacer las
cosas con solemnidad, y la princesa iba acompañada de
cuarenta cajas conteniendo los regalos que la ciudad le
hacía en calidad de dote. Ben Mechaal, satisfecho de tal
magnificencia, después de la ceremonia de la hedía, hizo
entrar en su palacio a la novia y los regalos. Entonces sa-
lieron de los cofres cuarenta tolbas que en ellos estaban
escondidos, y todos se lanzaron sobre el judío, que pereció
en la refriega. Los tolbas proclamaron Sultán a Er RechiJ,
y éste entró en Fez triunfador, entre los vítores del pue-
blo, que le aclamaba como su libertador y rey.
Naturalmente, Muley Rechid se casó con la joven che-
rifa, arrancada por la fuerza de su brazo y por el poder
de su astucia del harem del hebreo (2).

(1) Regalo que se acostumbra a hacer anualmente a los sultanes.


(2) Para conmemorar esta leyenda celebran anualmente los es-
tudiantes de las medarsas marroquíes la fiesta del sultán de los
tolbas. Eligen como tal al mejor estudiante. Después de partici-
parle la elección al emperador efectivo, y dada por éste la opor-
tuna licencia para la fiesta, nombra el sultán de los tolbas, entre
- 93 —
Más tarde, el emperador que había conducido preso
a Fez al hijo de Ben Mechaal tuvo necesidad de dinero
para pagar la muña a sus tropas y consolidar su sobera-
nía. Hizo llamar a la esposa del destronado rey judío de
Tazza y le dijo: "Yo libertaré a tu hijo si me entregas los
tesoros de tu marido ; si no, le mataré." La madre accedió
a la demanda, y en la alcazaba de Ben Mechaal, en un ar-

sus camaradas, el Majzen y les nudar, umanas, almotacén y demás


funcionarios. Recorren éstos la ciudad, y con el pretexto de cobrar
los impuestas establecidos por el nuevo señor, perciben de las
tiendas fasíes pequeñas sumas, que destinan al mayor esplendol
de la ceremonia. El Príncipe de los Creyentes envía a su colega
un regalo en metálico, uno de sus caballos, la sombrilla, símbolo
del Poder, y una vestidura completa. De todo es portador el maes-
tro de ceremonias o caid Mexuar. El primer viernes después de
su elección, el sultán de los tolbas va con gran aparato, rodeado
del Majzen, a la mezquita del Andalus, donde asiste a la oración
dicha en su nombre. Desde allí el cortejo se dirige hacia Sidi
Alí Ben Hazamen, para visitar el sepulcro de Muley Rechid, el
sultán amado de los estudiantes.
Al día siguiente la comitiva marcha a la orilla del Uad Fez,
a media hora de la ciudad, no lejos del imperial palacio, donde los
tolbas acampan en tiendas del soberano. La partida de campo o
nczaha dura ocho días, durante los cuales el bajá envía, en calidad
de minia, la comida para los expedicionarios, compuesta de cuz-
cuz, carnero, pan, manteca, azúcar y té. El segundo viernes de la
fiesta, el sultán reinante acude al campamento para visitar a su
cofrade. Los dos a caballo, al frente de lucido cortejo, avanzan,
y se detienen a treinta pasos uno del otro. El caid Mexuar del
sultán de los tolbas se adelanta al emperador, y después de ase-
gurarse de sus sentimientos pacíficos, le saluda y le da la bienve-
nida. El sultán de los tolbas pide entonces tres gracias, que el emir
almumenlna concede siempre. Luego con gran ceremon:a, hacen
en común la oración, bajo la dirección del Sultán de unos días.
La plegaria debe poner fin a la fiesta y al efímero reinado; pero,
generalmente, el emperador concede a los estudiantes una semana
de prórroga. Termina todo con la fuga del sultán de los tolbas,
una buena mañana, cuando menos lo esperan sus subditos. Se re-
fugia en la medarsa, huyendo de las bromas de los estudiantes,
que le han de mortificar para probarle la vanidad de su poder.
- 94 —
mario disimulado en la entraña de un muro, encontró
Er Rechid grandes jarros rebosantes de oro y plata. Con
el tesoro del judío, según el Nasiri, aseguró el nuevo em-
perador su dominio en el Mogreb.
Muley Rechid, en 1660, persiguió a los hebreos, arreba-
tándoles sus bienes y causando entre ellos gran mortandad.
Su hermano Ismael (1672-1727), al subir al trono, los
amparó eficazmente. Los israelitas le auxiliaron con di-
nero y provisiones en sus campañas para arrojar de las
plazas del litoral marroquí a españoles, portugueses e in-
gleses en ellas establecidos. Excepto Mazagán y Ceuta,
todas las ciudades ocupadas por los cristianos cayeron en
poder de los musulmanes.
En 1684 los ingleses abandonaron Tánger, bajo la pre-
sión de las huestes de Ismael. El último gobernador bri-
tánico de la citada plaza fué el coronel Percy Kirke, que
maltrató a los habitantes de la ciudad, judíos y cristia-
nos, con rapacidades y violencias inauditas (1).
Muley Ismael, en el año 1093 (1683 de Cristo) de la
hégira (2), después de una expedición a la región de
Cherg, regresó a Mequinez e hizo salir a los judíos de la
capital, ordenándoles que construyesen un barrio especial
en los alrededores de la plaza. En el antiguo barrio hebreo
alojó el emperador a los fílalis residentes en Fez, a quie-
nes llamó a Mequinez.
La ocupación de Gibraltar por los ingleses (1722)
marcó un éxodo de hebreos marroquíes que acudieron a

fi) Apuntes de la historia de Marruecos, Antonio Cánovas del


Castillo.
(2) Hégira, hichra, significa en árabe fuga. Conmemora la huida
del Profeta desde la Meca a Medina.
- 95 -
establecerse en el Peñón, dando origen a la actual colonia
y contribuyendo al desarrollo del comercio de la plaza.
En esta época, aunque los israelitas gozaban de cierta
libertad, no se vieron libres de atropellos.
Precisado el sultán Muley Elmostadi a arbitrarse re-
cursos, obligó a los judíos de su Imperio a comprar a
precio ruinoso los depósitos de hierro que encerraban
los almacenes creados por Muley Ismael, por ningún em-
perador tocados, así como 1.500 quintales de azufre, sa-
litre y alumbre.
En la segunda mitad del siglo XVIII se inicia la de-
cadencia de la raza israelita en Marruecos, pero todavía
encontramos en 1760 un visir judío, cerca de Sidina,
Mohamed Ben Abdalá, el sultán de la dinastía alauita
más discreto y abierto a las orientaciones europeas. Sien-
do Floridablanca ministro de Carlos III, contribuyó mucho
a la marcha de las negociaciones entabladas con el men-
cionado sultán el hebreo de Marsella, Samuel Lumbel,
consejero del emir, caído de su favor y a él restituido por
mediación del P. Boltas de Santa Bárbara. Lumbel fué
amigo decidido de España, que le premió los servicios
prestados en esta ocasión con 3.000 pesos fuertes.
En 1790 murió Lidna Mohamed. Su hijo Muley Yazid
se hallaba en el santuario de Sidna Ben Mechid, en la
región montañosa de Yebala, cuando recibió la noticia
de haber sido proclamado sultán por los yeblíes. Inme-
diatamente marchó a Tetuán y entregó el Melah al pillaje
de los soldados de su ejército, apoderándose de todos los
bienes de los israelitas. A partir de esta fecha, las violen-
- 06 —

cias contra la raza adquirieron carácter endémico, cons-


tituyendo un mal social incurable.
El 13 de ramadán del año 1235 de la hégira, reinando
Muley Solimán (1795-1822), los fanáticos saquearon el
Melah de Fez. Fueron robadas grandes cantidades de
oro y plata que estaban depositadas en las casas de los
hebreos, pertenecientes a los negociantes de la capital
para los cuales trabajaban aquéllos. Separaron a los ma-
ridos de sus mujeres, violaron a las vírgenes, asesinaron
a los indefensos niños y torturaron con crueles martirios
a un crecido número de israelitas.
Tanto tuvieron que sufrir los hebreos en esta época,
que Mr. Chenier asegura, aunque con notoria exageración,
que apenas quedaron en Marruecos 5.000 familias judías.
El cuadro que traza el escritor francés, en unión del via-
jero israelita Romanelli, acerca de la situación de los
hebreos marroquíes al finalizar el siglo XVIII, es de-
solador.
Y, sin embargo, Muley Solimán, que prohibió a los
musulmanes la salida del Imperio, para que no se conta-
minasen con el trato de los cristianos, en vista de la cre-
ciente emigración hebrea, y para poner coto a ella, ordenó
en 1816 que no saliese de Marruecos ninguna mujer judía,
con objeto de que los israelitas que marchasen se vieran
en la precisión de volver al lado de sus familias. El odio
que inflama el fanatismo musulmán lo entibia en todos los
tiempos la necesidad que el moro siente de la industria y
de la habilidad del hebreo.
- 97 —

La cultura.

Del siglo XVI al XVIII la cultura florece entre los


judíos del Mogreb, merced a la inmigración de los expul-
sados españoles. Marruecos sobrepuja a Oriente por el
número de sus sabios y por la profundidad de los conoci-
mientos que atesoran. Sus hombres se extienden por el
Norte africano para encender la antorcha de la sabiduría.
Así nos encontramos en el siglo XVI, en Trípoli, al
marroquí Simón Ben Labí restaurando aquella comunidad
caída en la ignorancia, y en Egipto a Natham Chalal y a
su hermano Isaac investidos del título de príncipes de los
judíos, y en el Cairo al rabino hispanomarroquí David ben
Zemeró o Zimra, y en Palestina a Jacob Berad, el famoso
sabio fasí, y a los Azulai. En 1576 nace en el Melah de
Fez Andrea di Monti, el ilustre escritor italiano, más
tarde convertido al Cristianismo.
La raza judaica, de gran potencia intelectual, brilla
esplendorosa apenas el rigor de las persecuciones amengua.
Las potencias cristianas y musulmanas, ni en la Edad
Media, sobre todo en España durante las luchas por la
Reconquista, ni en época posterior alguna, repararon en
conceder representación diplomática o consular a los he-
breos. En 1556, Carlos V nombró cónsul general y encar-
gado de los negocios de España en Fez al judío Jacob
Cansino. Sucesivamente ocuparon sus descendientes di-
cho cargo hasta el año 1666. El israelita D. José de Toledo
fué enviado por el sultán a los Países Bajos como em-
bajador suyo. En 1750, a un judío encomienda el empe-
rador de Marruecos la Embajada de Dinamarca. En 1755,
- 98 —
los judíos marroquíes ayudan a Inglaterra a concluir la
paz entre Argelia y el Mogreb. En 1844 estuvo España a
punto de declarar la guerra a Marruecos, a causa del ase-
sinato de su vicecónsul en Mazagán, el hebreo Darmón.
Al finalizar el siglo XVIII se inicia la decadencia, y la
sombra se proyecta hasta nuestros días.
A principios del siglo XIX la situación interior del
Imperio marroquí era deplorable. La agricultura, atrasa-
dísima. Sin comercio, porque no había libertad para com-
prar y vender. Sus viejas industrias, arrastrando una vida
miserable, y muchas de ellas desaparecidas. La cultura
sólo existía de nombre, y la población apenas llegaba a
ocho millones de habitantes, sin instrucción, fanáticos e
intransigentes.
La intolerancia no sólo se encarnizaba contra los he-
breos, sino también contra los cristianos, desde los pri-
meros años del siglo XVIII. Comentando el reinado de
Muley Abdelmelic (1) escribe el Sr. Cánovas del Castillo:
"Este monarca, que afectaba ser muy rígido mahometano,
echó de sus Estados a los Padres franceses de la Reden-
ción, que entraron en ellos, amenazándolos con que los
haría quemar vivos, y volvió a encadenar a cuantos cris-
tianos halló libres."
¿Cómo se había de desarrollar en este tiempo el genio
de la raza hebrea en un país apartado en hermético aisla-
miento de todos los caminos de la civilización? Mr. Rene
Pinon, profesor de la Escuela de Ciencias Políticas de
París, describe así la situación del Imperio en una inte-

(1) Muley Abdelmelic reino en Marruecos a principios del


siglo XVIII.
— 99 -

resante conferencia celebrada en febrero de 1913 : "Antes


de 1830, de Tánger a Constantinopla, todas las costas
africanas y asiáticas del Mediterráneo estaban sometidas
a potencias musulmanas y pobladas por musulmanes. Los
piratas berberiscos que durante tan largo espacio de tiempo
devastaron las costas de Italia, de España y de Francia,
aún no habían desaparecido completamente. Sobrevivían
éstos en las ásperas rocas del Rif. Los puertos estaban
cerrados al comercio con los Estados cristianos, y el inte-
rior de las tierras era completamente desconocido."
En tal país vivían los hebreos, atraillados por el fa-
natismo, sumidos en la ignorancia, en una existencia de
esclavitud. ¿Es de extrañar el eclipse de la intelectualidad
judía en Marruecos? ¿Qué pueblo resistiría a tan dura
prueba ?
IV

ÉPOCA CONTEMPORÁNEA

La conquista de Argelia y la ocupación de Tetuán.

La conquista de Argelia por los franceses y la ocupa-


ción de Tetuán por los españoles son los dos hechos de
armas que mayor influencia ejercieron sobre la situación
de los hebreos marroquíes en el siglo XIX.
La conquista de Argelia (1844) trajo como consecuen-
cia la inmigración en aquella colonia de grandes masas de
israelitas de origen español que reorganizaron las comu-
nidades einfiltraron nueva vida en el comercio.
La guerra hispanomarroquí (1859-60) provocó la huida
de buen número de hebreos tetuaníes a Oran y a su pro-
vincia, temerosos de los saqueos y violencias de que sería
víctima el Melah, antes de que los españoles entrasen en
la plaza, si es que conseguían tomarla. Actualmente aún
viven en Oran unos 1.000 judíos tetuaníes, sin nacio-
nalizar, ymás de 500 en Tlemecen, refugiados desde 1860
en dichas ciudades argelinas.
No podemos olvidar las muestras de regocijo, de ver-
dadero júbilo, con que los hebreos de Tetuán acogieron
la entrada de las tropas de O'Donnell y de Prim ni las
— 102 -

atenciones y afectos que prodigaron a nuestros solda-


dos durante la ocupación. "Llegó un día — dice el ilustre
historiador francés M. Joly — en que sólo quedaron en
Tetuán los judíos y algunos tetuaníes sospechosos, que
parecían haber permanecido en la ciudad para tener a
sus compatriotas al corriente de lo ocurrido."
Los españoles, que supieron respetar y hacerse es-
timar de los hebreos, no procedieron así con los musul-
manes, siendo una de las mayores torpezas el haber con-
vertido en iglesia católica la mezquita del Feddan, hi-
riendo los sentimientos religiosos de ios indígenas, sin be-
neficio alguno para España.
Son dignas de elogio las medidas que adoptaron las
autoridades españolas para la administración de la plaza.
Fué nombrado un Ayuntamiento, compuesto de seis judíos
y seis musulmanes con dos alcaldes, el Hach Ben Abeir
para los islamitas y Leví Cazés para los hebreos. Se ocu-
paron del arreglo de los asuntos referentes a la tasa de
comestibles, cambio de moneda, aranceles, etc., comisiones
compuestas por cristianos, israelitas y moros. El paso de
España por Tetuán en la mitad segunda del siglo XIX se
señaló, con aplauso de los hebreos, en la limpieza de las
calles, el alumbrado público, el padrón de habitantes, la
construcción de caminos y de un ferrocarril a Río Martín,
el trazado de una línea telegráfica a la Aduana, la numera-
ción de las casas, la creación del Cuerpo de serenos y la
publicación de edictos garantizando el respeto a la pro-
piedad.
Los hebreos, vejados, reducidos a una condición mi-
serable, contemplaron la llegada de los europeos, de los
- 103 -
españoles, al corazón del Imperio como si simbolizara la
aurora de su liberación.
Prueba de la fe que inspiraba a los judíos tetuaníes
la justicia de España es la siguiente copia de una instancia
dirigida al general O'Donnell por un hebreo vecino de
Tetuán en los días de la ocupación. Dice así: "Señor exce-
lentísimo. Dios sea contigo; y Abraham, Ysaac y Jacob
me inspiren hablar bien. Yo, Jacob Levy te pido justicia.
Y amparo, porque soy desvalido. Y consuelo porque
estoy triste. Y auxilio por que soy pobre. Y fortaleza
porque soy débil. Dame, pues, señor, la justicia que te
pido por que harás bien. Mi padre, muy anciano, vive de
mi trabajo. Y dos hijas, que son niñas. Y mi trabajo
es mi sustento. Y mis bienes son una tienda. Y me la
quieren quitar los que son fuertes. Y tú que eres más
fuerte, por que eres más justiciero, puedes más que ellos.
Y, por eso, Señor, acudo a tí. Tú tienes la sabiduría. Y
el valor por que ganastes a Tetuán. Y Tetuán es tuyo.
Y tú eres de España. Y España es de tu Reina. Y tu
Reina eres tú aquí. ¡Hazme justicia, Reina de España! —
Jacob Levy."
La campaña de 1860 influyó considerablemente en
el mejoramiento de la situación de los judíos marroquíes,
cuya única arma contra el moro en aquella época, arma
que jamás abandonaron, fué la usura, instrumento de ven-
ganza contra tanto desprecio, contra tanta humillación
como caía sobre la abatida frente de Israel.
- 104 -

Un "firman" del emperador.


Pero la ocupación de Tetuán por España no fué defi-
nitiva. Europa volvió a salir de Marruecos, y después
del claro sol de la tolerancia aún resaltaban más negras
las sombras de la persecución.
Tan grandes fueron las amarguras del pueblo hebreo,
tan enconados los odios que entre los mahometanos des-
pertaba, que un filántropo inglés, el barón de Montefiori,
humanitario y noble, llamado a Marruecos por sus desva-
lidos correligionarios, supo arrancar del sultán un firman,
según el cual eran iguales ante la ley los subditos ma-
rroquíes, israelitas y mahometanos, concediéndoles idén-
ticos derechos, sin distinción de creencias.
A pesar de ello, como los sultanes reinaban sólo nomi-
nalmente en la mayor parte del Imperio, en perpetuo es-
tado de rebeldía, poco alivió la suerte de los hebreos la
disposición del emperador, que, por otro lado, había de ser
cumplida por autoridades enemigas del nombre judío.
Sobre esto escribe el historiador moro En Nasiri Es
Selaui, en su Ysticsa, que en el año 1280 de la hégira
(1863) llegó a Marraquex, cerca de la corte del sultán
Sidna Mohamed, un judío de Londres para demandar la
emancipación de sus correligionarios del Mogreb. Después
de la toma de Tetuán, las protecciones europeas eran muy
buscadas, y muchos judíos las habían obtenido. Mas esto
aún parecía poco a los hebreos, que deseaban ser tan libres
como los judíos de Egipto y otros países similares, y se
dirigieron a Rothschild, que era el negociante judío más
- 105 -
importante de Londres, el Karun (i) de su época, afirma
Selaui. Ejercía gran influencia sobre el Gobierno inglés,
al que prestaba dinero. Los judíos mogrebinos — agrega el
Nasiri — le escribieron para que se compadeciese de la situa-
ción degradante en que vivían, y él envió a su yerno con
ricos presentes para ofrecérselos al Sultán. Sidi Moha-
med, siempre afable y bondadoso, para que no volviese
fracasado a su patria, dictó el siguiente dahir: "En el nom-
de de Dios, el Clemente, el Misericordioso. No hay más
fuerza ni poderío que en Dios, el Grande, el Sublime. Or-
denamos a nuestros servidores, a los gobernadores y a
todos los funcionarios colocados bajo nuestra dependencia,
que leyeren la presente carta, que traten a los judíos de
nuestro Imperio, como lo prescribe Dios, aplicándoles en
la administración la balanza de la justicia y de la igualdad
entre ellos y aquellos que no sean judíos, de modo, que
ninguno sea víctima de la más pequeña injusticia, ni ob-
jeto de medida alguna malévola o vejatoria. No cometerán
contra ellos acción alguna que perjudique a sus personas
o a sus bienes, ni deberán utilizar los servicios de los arte-
sanos judíos, sino de grado y con la condición de abo-
narles el salario que hayan ganado con su trabajo. A nues-
ros ojos y bajo el punto de vista de la justicia todos los
hombres son iguales. Castigaremos a cualquiera que los
oprima o sea injusto para con ellos. La cuestión que hemos

(i) De Karun, que es el Coré de la Biblia, se ocupa extensa-


mente Mahoma en el Koran, en el cap. XXVIII, titulado La his-
toria o las venturas. Las riquezas de Karun han pasado a ser
proverbiales entre los musulmanes. Había edificado un palacio cu-
bierto de oro, y sus puertas también eran de tan precioso metal.
Cabalgaba en muías cubiertas de pedrería, vestía de púrpura y se
hacía rodear, cuando paseaba, de 4.000 esclavos.
- 106 -
dejado expuesta de una manera clara era ya conocida, es-
tablecida yexplicada, pero hemos querido exponerla de
nuevo por este escrito, que la establecerá con más vigor
y servirá de advertencia severa a aquellos que intenten
maltratar a los judíos, a fin de que estos gocen de una
mayor seguridad y aquellos que quieran molestarlos sean
heridos de un mayor temor. El 26 del mes bendito de
Chaaban del año 1280."
Este edicto fué luego sofísticamente rectificado por el
Sultán, según asegura el Nasiri. La realidad nos dice que
en poco alivió la situación de los hebreos marroquíes.
.
La intervención de Europa.

La intervención diplomática de Europa en los asuntos


del Imperio se inició poco antes de la campaña de 1859-60.
En 1856 concertó Inglaterra un tratado con Marruecos,
encaminado a la protección de los derechos y de los bienes
de los extranjeros en territorio mogrebino. A este tratado
siguió el firmado por España y Marruecos en noviembre
de 1861, cuyas disposiciones se concretaron en las notas
de los representantes de Francia y España de 19 y 20 de
agosto de 1863, a las que se adhirieron Bélgica, Cerdeña,
los Estados Unidos, Inglaterra y Suecia. En estos tratados
se implantaba por los Estados europeos el sistema de pro-
tec iones alos subditos marroquíes.
Los ministros, cónsules, vicecónsules y agentes con-
sulares extranjeros podían escoger libremente sus intér-
pretes, guardas y criados entre los musulmanes o entre los
subditos de otros países, quedando exentos los elegidos,
- 107 —
por este sólo hecho, de pagar impuestos de capitación, con-
tribuciones forzosas, etc. Esta protección sólo podía ex-
tenderse ala mujer y a los hijos del protegido que no es-
tuviesen emancipados. Las casas comerciales de importan-
cia gozaban de análogo privilegio.
Se cometieron grandes abusos, tanto que — escribe don
Jerónimo Bécquer (i) — "poco a poco se fué haciendo ilu-
soria la soberanía del Sultán, a cuya autoridad se sus-
traía una parte no despreciable de subditos moros y he-
breos, aquella parte singularmente que, por su riqueza y
elevada posición, estaba en el caso, mejor que otra al-
guna, de contribuir a las cargas del Estado. Conviene ha-
cer constar que no fué la protección de los europeos, sino
la de los israelitas, la que más dio que hacer a la diploma-
cia yla que más incidentes provocó, por ser achaque anti-
guo, derivado de la oposición de ideas religiosas y de la
naturaleza de las funciones que realizaban los hebreos, que
éstos fuesen tratados por los mahometanos con tanto ri-
gor como injusticia".
En 1864, la Junta gubernativa de los Judíos de Tánger
se dirigió al Cuerpo diplomático protestando de que, a
pesar del "firman" obtenido por el barón de Montefiori,
en el que el Sultán igualaba en derechos a sus subditos
israelitas y mahometanos, continuaban los hebreos siendo
objeto de atropellos. Inglaterra, España y Cerdeña dieron
orden a sus representantes de que reclamasen justicia ante
las autoridades majzenianas y protegieran a los persegui-
dos hebreos. Francia también lo hizo así, aunque con la

(1) España y Marruecos. — Sus relaciones diplomáticas en el si-


glo XIX. — Madrid, 1903.
- 108 -
salvedad de que las gestiones no pareciesen encaminadas
contra la autoridad del Sultán.
Continuaron extendiéndose las protecciones. La mayo-
ría de los hebreos de posición se acogían a un derecho
que les libertaba del yugo de sus perseguidores. Mohamed
Vargas, representante del Sultán, pidió al Cuerpo diplo-
mático acreditado cerca de su soberano que el derecho de
protección se ejercitase sólo con arreglo a los tratados, y
consiguió que en 1877 se celebrasen en Tánger unas
conferencias importantísimas. No se llegó a un acuerdo,
pues aunque Inglaterra, representada por Mr. Drummond
Hay, defendió las proposiciones del Sultán, a ellas se opu-
sieron España y Francia.
Mas Inglaterra no cejó; ella inspiraba la política del
Sultán, y de sus gestiones resultó la Conferencia de Ma-
drid de 1880, después de una fracasada tentativa en 1879
En ella, entre otros puntos relativos a la modificación del
derecho de protección a los subditos marroquíes, acorda-
ron las potencias dirigir un memorándum al emperador,
rogándole que manifestara su firme voluntad de hacer
respetar en sus Estados el principio de que todos aquellos
que los habitasen podían profesar y ejercer sin trabas sus
respectivos cultos, y que ordenase a su Gobierno, como
base inmutable de la legislación de Marruecos, la máxima
ya adoptada en el decreto de 26 de Chaaban de 1280, se-
gún la cual "ni la religión ni la raza podrían ser jamás
motivo para establecer una diferencia en el trato ante la
ley entre los subditos musulmanes y no musulmanes, ni
servir de pretexto para imponer a estos últimos humi-
llaciones para privarles de cualquier derecho civil o para
- 109 -

impedirles el ejercicio libre de todas las profesiones e in-


dustrias que son permitidas a los subditos musulmanes dei
Imperio".
Sidi Vargas contestó inmediatamente al mensaje, leyendo
una carta del Sultán en la que afirmaba que era su volun-
tad que los hebreos obtuviesen justicia, porque ellos "son
nuestros subditos, como los musulmanes, con los mismos
derechos, y todo abuso contra ellos será condenado por
nuestra religión".
El 3 de julio de 1880 terminó la Conferencia de Ma-
drid. En septiembre de 1880 dio respuesta oficial Moha-
med Vargas al mensaje de las potencias, en nombre de
su señor el Sultán, garantizando en Marruecos el ejer-
cicio de la religión cristiana, y añadiendo que "es asi-
mismo público y notorio que los que siguen la religión
hebrea, así los subditos de nuestro amo, a quien Alah
favorezca, como los extranjeros, son siempre respetados
en los dominios de nuestro soberano y practican libre-
mente su culto".
Se multiplicaron, después de esto, los crímenes contra
los hebreos, atizados por el fanatismo : los musulmanes
no perdonaban a los judíos que hubiesen reclamado el
auxilio de Europa. Tal situación dio lugar a una reunión
del Cuerpo diplomático acreditado en Tánger, en diciem-
bre del mismo año 1880, en la cual las potencias solicita-
ron del Sultán la adopción de medidas eficaces encami-
nadas aimpedir la comisión de nuevos atropellos. El re-
presentante de España, Sr. Diosdado, hizo observar que
por tales medios nada se conseguiría, y adoptándolos como
sistema pudieran producir "una explosión en el país con-
— 110 —
tra la raza hebrea y encontrarnos un día sorprendidos
con acontecimientos tan tristes y tan graves como los de
Damasco".
El 7 de enero de 1881 comunicó Sidi Vargas que con
fecha 26 de diciembre anterior el Sultán había dirigido
una carta a los gobernadores, reprendiéndoles su negli-
gencia y ordenándoles la mayor severidad en la repre-
sión de los delitos contra los judíos. Añadió que el empe-
rador había señalado un día a la semana para escuchar
las quejas de los perjudicados, y nombrado un visir (1)
para que entendiese exclusivamente en estos asuntos.
La protección europea de que gozaban los hebreos dio
todavía lugar a varios incidentes diplomáticos. Apoyados
por los Gobiernos protectores y por las asociaciones israe-
litas de Europa, los judíos, tan acobardados y sometidos
antes, llegaron en Fez hasta el extremo de atreverse a dis-
cutir con los funcionarios musulmanes, negándose a aca-
tarlos. Realmente, como dice un escritor ilustre, "el sis-
tema de protecciones, que tantos beneficios produjo a
los hebreos marroquíes, hizo que en Marruecos los prote-
gidos formasen un Estado dentro de otro Estado, situa-
ción difícil que pudo dar lugar a graves conflictos".
Afortunadamente, la intervención de Europa, represen-
tada en el Imperio por Francia y España, después de la
Conferencia de Algeciras, y el establecimiento de los Pro-
tectorados español y francés, al iniciar una nueva era en la
historia del Mogreb, otorgó a los judíos la plenitud de los
derechos que gozan en los países civilizados y el libre

(1) Ministro.
— 111 —

ejercicio y desarrollo de sus iniciativas y de sus activi-


dades comerciales.

La cultura.

El siglo XIX sorprendió a los hebreos marroquíes en


plena Edad Media.
Las persecuciones que durante este siglo sufrieron en
Marruecos, hundido como estaba ya el Imperio en las
sombras de la ignorancia; las humillaciones sin cuento,
los apartaban de todo camino intelectual.
Más tarde, la conquista de Argelia ; la campaña de
Tetuán de 1859-60, que atrajo hacia Marruecos las mi-
radas de Europa ; la gestión de Montefiori, que abrió hori-
zontes nuevos a los hebreos mogrebinos ; el Tratado de
Madrid, y la acción educadora de las escuelas de la Alian-
za Israelita universal, iniciaron un renacimiento intelec-
tual entre los judíos, que lentamente va floreciendo y que
ha hallado un nuevo impulso con la reciente organización
política del Imperio, abierto ya a los aires de Europa. En
las ciudades de la costa, especialmente, el progreso es no-
table, yla generación presente, culta y entusiasta, honrará
con sus hechos la tradición gloriosa de los hebreos his-
pano-marroquíes.
A España le cabe la gloria de que esa obra sea suya
en una gran parte. "La nación marroquí (1) — ha escrito
una de las más grandes potencias europeas del siglo XIX —
ha realizado desde 1860 grandes progresos, y los ha reali-
zado por ministerio principalmente de España. Con los

(1) Política de España en Marruecos. — Joaquín Costa.


— 112 —

tratados de Wad-Rás y de Madrid, y con otros convenios


posteriores, dio el primer paso en el camino de su rege-
neraciónlimitamos
; el poder despótico de la Administra-
ción, creando la protección censal ; abrimos de par en par
las costas y el interior a los extranjeros, conquistándoles
el derecho de viajar por todo el Imperio y de establecerse
en él adquiriendo tierras y edificios que antes no po-
dían ;trazamos caminos a los mercaderes, y la riqueza
del país comenzó a desenvolverse por el comercio; orga-
nizamos sus Aduanas, y el Gobierno aprende en ellas lo
que es un impuesto bien administrado, y establecimos un
servicio de Correos, dando a las poblaciones de la costa
aspecto de poblaciones europeas."
La historia de los hebreos de Marruecos, que está en-
tretejida con la historia de España, como hemos visto en
las páginas anteriores, seguirá desarrollándose en el por-
venir de igual manera, contribuyendo a la grandeza de la
patria común los que viven en una y otra orillas del Es-
trecho, sean hebreos o cristianos, que a todos los abarca el
glorioso nombre de españoles : españoles por la tradición,
por el abolengo ; españoles por el corazón, por el afecto
al solar noble y vetusto ; españoles por las esperanzas en
el mañana esplendoroso de Castilla.
PARTE SEGUNDA

EL ESTUDIO SOCIAL
I

EL HEBREO Y EL MUSULMÁN

La población hebrea de Marruecos. — División cínica y


social de los judíos mogrcbinos. — El Profeta y los israe-
litas.— La leyenda de los Bcni-Chifa. — Situación social
de los hebreos marroquíes. — Relaciones entre el judío y
el moro.

La pobhción hebrea ele Marruecos fluctúa entre 200.000


y 250.000 almas. El P. Castellanos la hace subir a 380.000,
en un total de ocho o nueve millones de habitantes, pobla-
dores del Imperio.
Aunque en Marruecos están en la infancia los servi-
cios de estadistica, podemos hacer un cálculo aproximado
de la población hebrea en las ciudades más importantes
del Mogreb. Tetuán cuenta con una colonia de 7.000 he-
breos; Tánger, con 10.000; Larache, con 3.000 Alca-
zarquivir, con 1.000; Arcila, con 500; Uazan, con 1.200;
Fez, 12.000; Marraquex, 14.000; Mequinez, 6.000; Ra-
bat, 6.000 ; Casablanca, 9.000 ; San, 4.000 ; Mogador,
14.000, y Mazagán, 5.000. En Xauen, la mitad de los
habitantes de la ciudad profesan el judaismo.
Las colonias de Tánger, Larache, Tetuán, Alcazarqui-
vir, Arcila y Xauen son oriundas de España y Por-
— 116 —
tugal. Los de Uazan son originarios de Tetuán, Larache,
Alcazarquivir y Mequinez.
Los judíos de Fez y su provincia descienden en una
buena parte de la Comunidad hebrea que acompañó a la
población castigada del Arrabal de Córdoba, en tiempos
de El Jaken I (843 de la Era cristiana).
Los que residen en Ceuta y los antiguos de Melilla
proceden de Tetuán, y se establecieron en ambas plazas
en el último tercio del siglo XIX. En Melilla se refu-
giaron cerca de mil hebreos de Tazza, cuando esta ciudad
fué ocupada por las tropas del Roghi Bu Hamara. La
colonia israelita de Melilla está constituida por dos gran-
des grupos : los nacidos en la plaza, cultos, inteligentes,
españolizados, son propietarios, comerciantes y banque-
ros. El segundo grupo lo componen berberiscos proce-
dentes del interior, menesterosos e ignorantes. Se dedican
a los oficios de plateros, hojalateros, remendones de ba-
buchas en los zocos, vendedores ambulantes y jornaleros.
Mr. Schlousch, el sabio historiador, divide en cuatro
elementos sociales y étnicos a los judíos mogrebinos. Figu-
ran en primer lugar, por su interés histórico, si no por su
importancia numérica y social, los descendientes de las
razas aborígenes que han resistido a las persecuciones y
a la asimilación con sus correligionarios inmigrados de
otros países. El mayor número de estos judíos berberis-
cos habita las montañas del Imperio.
Los hebreos agricultores del Rif y del Atlas, que ha-
blan el amarroqui, el amaciga y el chelja (1), los tres
dialectos berberiscos, pueden ser considerados también

(1) El chelja es un dialecto del viejo idioma fenicio.


— 117 —
como descendientes de los judíos aborígenes, aunque es-
tán algo mezclados, sobre todo los del Rif, por las inmi-
graciones bizantinas y españolas. El estado material y
moral de estos hebreos era deplorable. Antes de la ocupa-
ción del país por las tropas de España, vivían como siervos
de gleba, sujetos al moro, labrándole las tierras e incluso
defendiéndole contra sus enemigos.
El tercer elemento, más importante que los dos gru-
pos anteriores, por su posición social y por su número, lo
constituyen judíos de lengua árabe. Son descendientes de
los que habitaron las ciudades romanas y bizantinas. Con
ellos se mezclaron los refugiados españoles expulsados
por ¡os visigodos, numerosos inmigrantes de los países
musulmanes y algunas fracciones de las tribus judeo-ber-
beriscas. Forman la clase media de las poblaciones marro-
quíes desde la antigüedad más remota. En las ciudades
del interior y en los campos acaparan el comercio, las
artes y hasta las profesiones liberales. La fe y la piedad
son sus características. A pesar de la introducción de las
costumbres y del idioma árabes entre los hebreos del Sa-
hara ydel Atlas, que comenzó tiempo antes de la conquis-
ta del país por los musulmanes, con la llegada de los
judíos de la Arabia, que huían de la espada de Mahoma,
éstos son los elementos más profundamente mosaicos del
Mogreb.
Los judíos de la costa, los rumis, descendientes de los
israelitas españoles, son los más conocidos. Forman una
colonia europea aparte de ¡os demás. No se han fusio-
nado ni aun con sus correligionarios de lengua árabe. Tie-
nen mucho de común con los latinos por su ligereza de
— 118 —
espíritu, por su indiferencia por las cuestiones de orden
nacional y religioso, su capacidad comercial y su tenden-
cia a desplazarse.
Los judios españoles de Marruecos son, según Mr. Sch-
lousch, un elemento intermediario de la mayor importan-
cia para el desarrollo de las relaciones entre Europa y los
indígenas (i).
* * *

Es un error muy extendido el suponer gratuitamente


que la raza judía es una raza cobarde.
El pasado nos demuestra que el pueblo israelita fué
un pueblo de guerreros y de conquistadores. Las persecu-
ciones sañudas que sufrieron han colocado temporalmen-
te sobre los sometidos un sello de humildad y de venci-
miento; pero no se puede juzgar a una gran raza por
detalles, sino por el conjunto de su historia.
Antes de la Era cristiana, y dentro de ella, los anales
registran valerosas hazañas del pueblo elegido.
Mahoma tuvo que luchar contra las tribus israelitas
de la Arabia, que amenazaban su naciente poderío. Al ca-
lor de estas luchas nació la leyenda con que los musul-
manes marroquíes explican el origen de los judíos mo-
dernos, a quienes llaman despectivamente los bcni chifa,
es decir, los hijos de la cavrova.
Cuentan que Mahoma libró una formidable batalla con-
tra los judíos. Fué tan sangrienta, que los cadáveres en
montón cubrían el suelo hasta donde la vista alcanzaba.

(i) Los hebreos establecen una distinción entre los iudíos de la


costa y los del interior. Mogreb exterior, Maa rab Ha-Hizoni. Mo-
greb interior, Maa rab Ha-Penimi.
— 119 —
Nadie había visto cosa igual, ni tampoco la verá hombre
alguno en el porvenir. Tocios los hebreos murieron. No
quedó uno solo. Terminado el combate, M ahorna entró
en su tienda, rindió sus armas ensangrentadas y elevó ai
Todopoderoso una oración de gracias por la victoria. In-
ter umpieron elrezo gritos plañideros. Llevado el Profeta
de su buen corazón, salió al campo y se vio rodeado de
mujeres hebreas, que, desesperadas, se mesaban los ca-
bellos.
— ¿Qué queréis? — les preguntó, compadecido, el en-
viado.
Ellas contestaron :
— Dios te ha dado la victoria, ¡ oh Mohamed !, pero
has llenado de luto nuestros corazones y de llanto nues-
tros ojos. Mira tu obra. Han caído bajo tus golpes los
sostenes de nuestra existencia. Nos has condenado a ía
esterilidad. Nuestra raza ha muerto. Concluye también
con nuestras vidas, ya que no puedes devolver la alegría
a nuestros ojos, ni la fecundidad a nuestras entraña^.
El Profeta, conmovido, invocó a Alah, y dijo a las
mujeres:
— Idos. Dios es grande, es misericordioso y nada hay
final. Confiad en El, creed en mis palabras y, pues la no-
che llega, marchaos entre los vuestros.
Las judías pasaron la noche en el campo de batalla,
junto a sus hombres muertos. Al día siguiente todas tu-
vieron señales claras de haber concebido.
Por eso — dicen los moros — existe esa raza maldita.
Los judíos hieden a carroña y si no despiden siempre
ese olor nauseabundo, es porque Dios, que es demasiado
— 120 —

bueno, no consiente que estén constantemente con el es-


tómago revuelto.
Tal leyenda debe tener su origen en la destrucción de
alguna de las tribus judías contra las que luchó Moha-
med Ben Abdalá. Quizá se refiera a la tribu de Koreiyn,
de la que sólo dejó con vida el Enviado, a las mujeres y
a los niños. Esta tribu era aliada de Mahoma y rompió
la alianza. Los bienes de la Comunidad los regaló el
Profeta a los mohayers (emigrados de la Meca). Los
Koreiya vencieron más tarde al califa Alí.
También puede tener su origen esta historia en el
aiats (i) 244 de la sura II (2) del Koran, que dice: "¿No
has observado a los que en número de muchos miles sa-
lieron de su país por temor a la muerte? Dios les iia
dicho: Morid. Luego les ha vuelto a la vida, pues Dios
está lleno de bondad por los hombres, pero la mayor
parte no le dan gracias por sus beneficios." Los comen-
taristas aseguran que alude este pasaje a algunos millares
de hebreos que huyeron de su país para librarse de cum-
plir los deberes militares. Jehová los castigó con la muer-
te y, a instancias de Ezequiel, los resucitó. Los vueltos a
la vida conservaron sobre la faz un libor cadavérico, que
perpetuaron en su descendencia.
Mas no es, ciertamente, una leyenda el odio que los
musulmanes profesan a los judíos, quizá porque el Pro-
feta, a pesar de haber sido aliado de ellos, estuvo dos ve-
ces a punto de perder la vida a manos de los hebreos.
Mohamed fué hechizado por un judío que hizo once

(1) Versículo.
(2) Capítulo.
— 121 —

nudos en un hilo, sopló sobre ellos y lo suspendió en un


pozo, fórmula de embrujamiento muy usada en aquellos
tiempos. El arcángel Gabriel reveló al Profeta el secreto
del hechizo con las últimas suras del Koran. "Lee uno
por uno estos versículos, ¡oh Mohamed !— dijo el celeste
mensajero — , y se desharán los nudos como la nieve bajo
el sol." Y M ahorna sanó. Por eso dicen los aiats i y 4
de la sura CXIII del libro sagrado: "Di: Yo busco un
refugio cerca del Señor del alba del día. Contra la maldad
de aquellos que soplan sobre los nudos."
Mahoma contrajo matrimonio con Saña, hebrea de rara
hermosura. Fué una de las quince esposas del Profeta.
Ciertas mujeres la zahirieron diciéndola: "Judía: hija de
un judío y de una judía." Safia se quejó a Mahoma, y
éste la replicó: "Puedes decirles: Aarón es mi padre,
Moisés mi tío y Mahoma mi esposo." La derrota de
los judíos de Jaibas, ciudad fortificada, a cuatro jorna-
das de Medina, encendió en Safia el afán de venganza.
Antes que mujer de Mahoma era israelita, y dio de co-
mer al Profeta un trozo de carne de oveja envenenado.
Difícilmente escapó Mahoma de la muerte.
Por ello, tal vez, el Enviado trata en el Koran con
mayor benignidad a los cristianos que a los judíos, a pi-
sar de haber puesto ojos azules a los condenados en el in-
fierno, recordando, sin duda, los de los griegos contra los
cuales luchó.
Acusa Mahoma a los hebreos de no querer combatir
contra sus enemigos (1), de egoístas (2), de tener más

(1) Sura V. 24, 27.


(2) IV. 56.
— 122 —
apego a la vida que todos los demás hombres (i), de
odiarse mutuamente (2), de calumniar a la Virgen Ma-
ría (3), de ser empedernidos en su conducta (4) y de lla-
marse aliados y amigos de Dios (5). Los censura también
por haber alterado ciertos pasajes de las Escrituras, en
los que se predice la venida de Mahoma. En el Koran
cita el Enviado el caso de un judío, Abdalah ben Salma,
que abrazó el islamismo diciendo que hallaba la venida
de Mahoma predicha por Moisés (6).
Mahoma, en el libro sagrado, habla de los judíos en el
capítulo II, versículos 38-85, 87 y 244; en las suras III,
IV, V, XVII, XX, XXVI, XXXII, XLIV, XLV y LXII.
Tanto se ocupa de los hebreos el Profeta, que esa mis-
ma insistencia denota la potencialidad de la raza en el
Oriente en aquella época, a pesar de no figurar ya el
pueblo israelita como nación constituida y andar disperso
por el mundo, sin otro nexo que el religioso.
Mahoma aconsejó asimismo a los creyentes que re",
petasen al judío en su religión, dando una prueba de to-
lerancia fielmente seguida por los musulmanes de Ma
rruecos.
Don Felipe Ovilo, tan conocedor del país, decía en
una conferencia celebrada en el Ateneo de Madrid, en abril
de 1894, que el respeto más profundo a la religión y creen-
cias del extranjero que allí vaya a establecerse forma uní

(I) IT. 90.


(2) V. 69.
IV. 155.
(3)
(4) V. 16, 24 y 37.
(5) LXII. 6.
(6) Capítulo XLVL— Alahkaf, 9.
— 123 —
de las características de los marroquíes. Buena prueba de
ello es la libertad de que siempre han gozado nuestros
misioneros católicos. Los franciscanos españoles recorren
el país, no sólo entre la tolerancia, sino entre el afecto
de los indígenas, que los consideran hombres de Dios. No
es extraño ver, en las ciudades del Imperio, musulmanes
que besan la mano del fraile misionero con religioso res-
peto, y entre los hebreos de Tetuán se cita el caso del
sapientísimo rabino Isaac Ben Gualich, venerado y que-
rido por judíos y musulmanes, cuyo fallecimiento fué
llorado por toda la ciudad, sin distinción de confesiones.
* * *

En el terreno social, moros y judíos han vivido como


preso» atados a una misma cadena, sin querer separarse,
pero odiándose mutuamente, con odio que no excluye la
conciencia de necesitarse, de no poder vivir los unos sin
los otros.
Por eso jamás han sido expulsados de Marruecos los
hebreos, como lo fueron de todas las naciones del mundo
en diversas épocas. Por eso hallaron siempre en el Mo-
greb un refugio en todas las persecuciones sufridas por
Israel. Los hebreos vivían bajo el patrocinio de los sulta-
nes. El Derecho koránico prohibe a los no musulmanes
habitar en los países islámicos, si no se sujetan al pago
del impuesto de yecia. El ciudadano que lo paga es un
tributario en virtud del Derecho musulmán y un prote-
gido según los principios feudatarios usados en Marruecos.
Sin embargo, los hebreos han sido maltratados en el Mo-
greb en todos los tiempos.
— 124 —
Olvidaron, ciertamente, los musulmanes mogrebinos, en
sus relaciones con los judios, que Alah dice (i): "Libra-
mos a los hijos de Israel de suplicios envilecedores."
Olvidaron también que en la sura V aconseja el Eterno,
después de afirmar que los hebreos son pérfidos y mal-
ditos: "Perdónales y pasa adelante, pues Dios ama a los
que obran noblemente." Y aun añade: "Júzgalos con
igualdad, pues Dios ama a los que juzgan con equidad."
Verdad es que las leyes que se acomodaban a las nece-
sidades de las tribus saivajes de la Arabia en el siglo XV
son las que hasta hace pocos años perduraron en el Mc-
greb, y al amparo de ellas se han ido formando los sen-
timientos de sus habitantes.
"Los moros tratan a los judíos con gran dureza — es-
cribe un viajero en 1790 (2) — , sin cuidarse de los servi-
cios que prestan ; no lo hacen peor los animales. Yo he
visto cómo les pegan, y en verdad que temí que expira-
sen a consecuencia de la paliza. Inútiles son las quejas
de estos infelices, ya que no se les hace caso."
"Los judíos del reino de Marruecos — escribe Ali-
Bey (3) en 1803 — vivían en la más horrorosa esclavitud.
Si encontraba el judío a algún musulmán de elevad»)
rango debía separarse precipitadamente sobre la izquier-
da de la dirección del moro, dejar en tierra sus sanda-
lias e inclinar humildemente el cuerpo hacia adelante,
hasta que el musulmán se hallase lejos.

(1) El Humo. — Sura XLIV. Aiat 29.


(2) Marruecos hace cien años. Recuerdos deJ cirujano W- Lcm~
pñerc, por Alberto Sa vine. -París (publicado en 1791).
(3) Domingo Badía: Viajes de Ali Bey el Abassi, los años
1S03, 4, s, 6 y 7.
— )25~
No podían montar a caballo, y cuando se les toleraba
estaban obligados a desmontar al pasar junto a un maho-
metano.
En algunas cabilas les obligaban, y aún les obligan, a
llevar atado a la cabeza un pañuelo a la mujeriega.
Al cruzar por las mezquitas habían de ir descalzos, y la
mayoría, como abundan tanto las mezquitas y zauías e:i
las ciudades mogrebinas, no usaban babuchas.
Al judio que vestía traje de moro le obligaban a ha-
cerse mahometano; sólo podía usar el hebreo el traje es-
pecial, de que ya nos hemos ocupado, impuesto por los
sultanes (i).
Y, sin embargo, no huían de Marruecos como huyeron
de España, como huyeron de todos los países del mundo,
porque el hebreo, que sabe esperar, lo tolera todo menos
la apostasía forzosa. La tolerancia religiosa de los indí-
genas anudaba lo que su intolerancia social rompía.
El hebreo vivía encerrado en los mel-lah, tanto por
imposición de los sultanes como por instinto de conser-
vación, para evitar cualquier atropello de los fanáticos.
Las puertas cerradas de los barrios hebreos eran guar-
dadas por un mehazni o soldado. Cuando los sectarios
aissauas, por las fiestas de Aid-El-Molud, aniversario del
nacimiento de Mahoma, cruzaban las calles formando ca-
denas, unidos por los brazos, gritando, saltando y ru-
giendo al son de la gaita y el tamboril ; devorando ser-
pientes ytrozos de carne cruda de carnero, hiriéndose el
cuerpo con gumías y arrojándose sobre encendidos carbo-

(i) El traje negro que obligadamente vestían los hebreos, es señai


de maldición entre los moros.
— 126 —

nes, ningún judío salía del mel-lah, so pena de ser des-


trozado por la turba.
Pero esa misma turba enloquecida, exaltada por el fa
natismo, que le hacía cometer bárbaras extravagancia.*,
muy rara vez derivaba hacia el mel-lah cerrado el odio que
le haría matar al hebreo curioso en las calles tortuosas
de la Medina. Es la del moro una tolerancia religiosa
innata, que vence al fanatismo.
El odio del mahometano contra el judío se exterioriza
en variadas y pintorescas prevenciones sobre la psicolo-
gía israelita.
Dicen los moros que el judío no sale de su casa sin
poner la maro sobre el pedazo de caña de que cuelga
los amuletos en los alféizares de las puertas interiores,
y agregan que suplica a Jehová que no le permita volver
sin haber engañado a un musulmán o a un cristiano.
Escribe Murga donosamente que los hebreos del inte-
rior cantan los salmos muy mal, y que cuando el agua
falta los moros hacen rogativas, y si la lluvia no des-
ciende de los cielos, el bajá manda al cheje de los judíos
que éstos pidan a Dios para que termine la sequía. Es
tradición entre los moros que siempre llueve cuando lo
ruegan los hebreos, y lo explican diciendo que Dios se
complace tanto con las oraciones de los musulmanes, que,
embelesado, olvida lo que le impetran ; pero, en cambio,
le incomodan tanto las de los israelitas, que, por no oir-
los, les da siempre lo que piden.
En los refranes, flores del ingenio del pueblo, se ad-
vierte el abismo que divide a las dos razas. Dicen los
musulmanes: "La blancura y la poca clemencia se parecen
— 127 —

a las sepulturas de los hebreos." "Al ratón y al judío no


le enseñes la puerta de tu casa." ''¡Desgraciado del que
caiga en manos de un judío recién salido de la Pascua!"
Y el refranero hebreo contesta: "No te fíes del moro,
aunque haya muerto hace cuarenta años."
* * *

A pesar de este odio, mezclado de desprecio, que sepa-


ra aparentemente a los dos pueblos, al hebreo acude e!
moro en demanda de consejo unas veces, en solicitud
de ayuda durante las crisis económicas, otras ; siempre en
los momentos más difíciles de su vida.
"La influencia social de esta raza es, en efecto, en ei
país mogrebino — escribe Donoso Cortés (i) — verdadera-
mente extraordinaria. Todas las clases sociales que inte-
gran la población indígena del Imperio recurren al jud'.o
para resolver sus apuros económicos. El judío presta
siempre, pero asegurando la garantía e imponiendo un
crecido interés. Además es el eterno acaparador del co-
mercio yel intermediario indispensable entre el productor
y el consumidor de todo género comercial, y aunque es
instintivo y perdurable el odio que le profesa el musul-
mán, éste le respeta y a veces le teme, porque en sus
riquezas tiene la mejor llave de la justicia, siempre fal-
seada por la prevaricación de sus administradores."
Visires y bachas, y hasta el mismo emperador, han re-
currido al préstamo del israelita. Los sultanes les encar-

(i) Ricardo Donoso Cortés : Estudio Geográfico Político-Militar


sobre las zonas españolas del Norte y Sur de Marruecos. — Ma-
drid, 1910.
— 128 —
garon del cobro de los impuestos en las ciudades, de la
acuñación de la moneda y hasta de la administración in-
terior del real alcázar.
Los hebreos constituyeron durante siglos el único lazo
de unión entre Europa y Marruecos. Los Consulados es-
tuvieron casi hasta nuestros días establecidos en los mel-
lan ;en ellos vivieron los escasos negociantes europeos que
recorrían el Imperio. Los plateros y hojalateros, indus-
trias que prosperaron mucho; los fundidores, los tirado-
res, los bordadores y tejedores de sedas, los alfarero?,
albañiles, herreros, sastres y carpinteros, eran en su tota-
lidad artesanos judíos. Ellos dominaron el comercio y la
mezquina industria, y actualmente constituyen el núcleo
mercantil más poderoso de Marruecos. En el Mogreb se
dice que el judío más humilde no tiene menos de cien ser-
vidores cristianos y musulmanes.
"La tolerarcia de los moros está impuesta por la nece-
sidad— dice Murga — . Grandes y pequeños ven, aun cuan-
do más no sea, que el sábado no hay comercio, ni las
Aduanas producen, y, por tanto, comprenden que si los
judíos desapareciesen de Marruecos la miseria podría al-
canzar hasta a los que dirigen la nación" (i).
Tanto es así, que en 1816 Muley Solimán prohibió 1¿
salida de Marruecos a todos sus subditos, con objeto de
aislarlos del contacto con los europeos. Esta medida no
rezó con los israelitas, que, merced a sus relaciones con
Europa, empezaron a abandonar la Berbería. Abderrah-
man, en vista de la emigración constante, prohibió la sa-

(1) José María de Murga: Recuerdos Marroquíes.


— 129 —
lida de las mujeres judías, con objeto de obligar a los
huidos a que volviesen.
No fueron todo amarguras para el hebreo mogrebino.
El judío no estaba sujeto, en Marruecos, a las levas para
nutrir al ejército, ni a ciertos tributos que pagaba el mu-
sulmán. No se le permitía poseer tierras, pero podía ser
propietario en compañía de un moro, concertado como so-
cio nominal.
Con la intervención de Europa en el Mogreb, el ele-
mento israelita ha progresado mucho; pero la prevención
que divide a las dos razas que habitan el Imperio aún no
ha desaparecido. El jiudi sigue siendo objeto del aborre-
cimiento del moro, y el moro, motivo del desprecio del
judío, que se reconoce superior a él por sus dotes de acti-
vidad einteligencia.
La civilización, esponja que borra los trazos duros de
la vida, ya empieza a derribar en Marruecos la barrera
de los odios de raza.
II

EL ESPÍRITU RELIGIOSO

Festividades. — El sábado. — Personajes venerados en Ma-


rruecos.— Las sinagogas. — Autoridades. — El rabinato. —
Los seminarios.— Los jueces.— Los chejes de los Mcl-lah.
La señal del hebreo.

La palabra Jehová significa: El que ha sido, es y


será. Es una ele las voces más sabias que posee el idioma
humano. De ella proceden el Júpiter de los atenienses y
romanos, el Juba de los moros, Josué (Salvador), Jonás
(Fuego del Señor).
La fe mosaica es también la más antigua del mundo.
De ella nacieron, como ramas de un frondoso árbol, casi
todos los grandes credos religiosos en que comulgan los
habitantes del planeta.
La religión constituye la base esencial del pueblo israe-
lita. Gracias a la fe en sus creencias ha podido permane-
cer en el mundo, sin desaparecer, a pesar de las violentas
persecuciones y de las guerras de exterminio. Ha leído
que .Moisés profetizó el castigo de Israel, pero anunció su
liberación (i). El que salvó al pueblo hebreo de la escla-

(i) El Dcutcronomio, capítulo IV, versículos 27 al 31.


— 132 —

vitud de Egipto dijo: "El Señor os destruirá y esparcirá


por todas las gentes, y quedareis pocos en las naciones
adonde el Señor os ha de llevar. Y allí serviréis a dio-
ses que han sido fraguados por manos de hombres : a la
madera y a la piedra, las cuales no ven, no oyen, ni comen,
ni huelen. Después que te hayan alcanzado todas las cosas
que han sido anunciadas en el último tiempo, te volverás
al Señor Dios tuyo y oirás su voz. Porque es un Dios
todo misericordioso, el Señor Dios tuyo no te abandonará,
ni te destruirá del todo, ni se olvidará del pacto que juró
a tus padres."
Asombra la clarividencia de Moisés escrutando con tan
segura mirada las obscuridades del porvenir. Y, como se
cumplió lo pasado, espera la raza hebrea que se cumpla
lo que el Fundador profetizó para lo futuro.
En el credo del judío ha llegado a concretarse la fór-
mula de una unión nacional, el nexo que une al pueblo de
Israel disperso por la tierra.
Jamás los hebreos, sobre todo en las épocas de mayo-
res persecuciones y miserias, han perdido la convicción
de que forman el pueblo escogido por Jehová. Esperan,
con una esperanza ungida de fe, que alumbrará el día de
la redención.
En ningún pueblo como en el israelita pueden estudiar-
se con mayores elementos las maravillas que la solidari-
dad crea en las colectividades. Tanto los fervorosos como
los indiferentes, en la religión hallan el lazo que los con-
grega para la defensa o para el ataque. En la religión
estriba el secreto de esa fuerza, que en todos los siglos y
en las naciones todas se ha mostrado prodigiosamente
— 133 —
fecunda en los días de bonanza, espacios de sol que no
han sido otra cosa que descanso en las tempestades de la
persecución.
Con el corazón unos, con los labios otros, en la vida
interior o en la acción exterior, los israelitas todos cum-
plen con las reglas esenciales de su credo.
Piensan que merced a esto, cuando los demás pueblos
estén gastados por la corrupción, el pueblo de Israel, pue-
blo primitivo, pero no degenerado, triunfará porque no
habrá perdido su esencia.
Y esa fe poderosa impulsó a Enrique Heine, el altísi-
mo poeta, a lanzar al final de su vida gloriosa la maldi-
ción bíblica: "Que mi lengua se pegue a mi paladar, que
mi mano derecha se seque, si jamás te he olvidado, ¡oh
Jerusalem !"
En el himno "La esperanza", que cantan los judíos,
himno que es un grito de esa fe ciega que mueve las
montañas, resplandece el espíritu de la raza indomable. Lo
traducimos libremente del hebreo, encabezándolo con su
música :
134 —
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— 135 —
Mientras exista un corazón ardiente
donde palpite pura el alma hebrea,
y haya ojos que miren al Oriente,
y en Sión se concentre alguna idea...

Nuestra esperanza no estará perdida,


esa esperanza eterna y sacrosanta
de volver a la Tierra prometida,
donde David fundó la Ciudad Santa.

Mientras destilen nuestros ojos llanto,


y los hijos del pueblo, perseguidos,
se encaminen a orar al Campo Santo,
a llorar a los padres que han perdido.

Nuestra esperanza no estará perdida,


esa esperanza eterna y sacrosanta
de volver a la Tierra prometida,
donde David fundó la Ciudad Santa.

Mientras siga su curso majestuoso


el Jordán, y, regando nuestras frondas,
al mar Muerto se acerque rumoroso
a confundir sus ondas con sus ondas...

Nuestra esperanza no estará perdida,


esa esperanza eterna y sacrosanta
de volver a la Tierra Prometida,
donde David fundó la Ciudad Santa.

Oid, hermanos dispersos por el mundo,


cuál debe ser nuestra tenaz idea :
mientras exista un corazón profundo
que aliente un alma hebrea...

Nuestra esperanza no estará perdida,


esa esperanza eterna y sacrosanta
de volver a la Tierra Prometida,
donde David fundó la Ciudad Santa.
* * *

No encaja en las proporciones de este libro el estudiar


la evolución en Marruecos de la religión mosaica, ni de
— 136 —
las sectas de ella derivadas. En futuros trabajos de divul-
gación nos ocuparemos de tema tan interesante.
En los primeros tiempos históricos no practicaban los
mauritanos el judaismo, sino mezclándolo con el culto a
divinidades paganas. Conciliaban la adoración a Baal y a
los astros con la de Jehová. Las supersticiones, la dem-j-
nología y la hechicería florecían, como flores del mal en-
tre los hebreos africanos.
En el siglo IV de la Era cristiana, por oposición a los
saduceos, creían en la resurrección de la carne. Entendían
que la tierra sagrada no era la Judea terrestre. Las mu-
jeres poseían hasta tal extremo el sentimiento del pudor
— reminiscencia de Oriente — , que no salían a la calle sino
veladas.
El culto a Josué era muy general entre los hebreos del
Mogreb, y se encuentra en todas las tribus marroquíes de
origen judío.
El siglo XI es fundamental para la historia religiosa
de los hebreos de África. En esta época, el Talmud se
extiende por las ciudades importantes, y acaba por im-
poner su disciplina a las masas indiferentes.
Actualmente viven los judíos de Marruecos sometidos
a sus autoridades religiosas, en materia de fe y de cos-
tumbres.
Tan hondas raigambres echa la religión en el alma del
judío, que es muy difícil, si no imposible, la conversión
sincera de ninguno ni al catolicismo ni al Islam.
Cuando por la fuerza, por el engaño o por propia con-
veniencia material abjuran del judaismo, siempre se arre-
pienten. Los conversos casados con cristianas siguen sien-
— 137 —
do tan hebreos como antes de la conversión. Exterior-
mente ha podido influir el amor u otra pasión sobre suj
actos religiosos, pero el corazón no ha perdido la fe en
el credo mosaico.
Islamis son llamados en Marruecos aquellos hebreos
que abrazan el mahometismo. Siempre acaban por volver
públicamente a sus creencias primitivas, arrostrando el
martirio y la persecución de los moros en otras épocas
implacables con los apóstatas.
En 1830, reinando en Marruecos el Sultán Muley Ab-
derrahman, una joven judía, famosa por su belleza, en-
gañada por cierta musulmana, abjuró de su fe. Pertenecía
a una de las mejores familias hebreas. Era pariente de los
Cohén. Había nacido en Tánger, en la calle Fuente Nue-
va, y se llamaba Sol Hachuel. Arrepentida apenas se dio
cuenta de su acción, renunció al mahometismo. El Sultán
le ofreció las riquezas, el poder, matrimoniar con ella y
elevarla al trono. Sol no aceptó nada ; sólo deseaba vivir
y morir en la religión de sus padres. Ni el martirio ni la
muerte la hicieron abjurar de su credo. Los ejecutores de
la sentencia lloraban ante tanta fe y tanto infortunio. Se-
pultada se halla en Fez esta mujer admirable, y anual-
mente acuden peregrinos a la tumba de Sol la justa, de
Sol la mártir, la Saddi Ká, como la llaman los he-
breos (1).

(i) En los teatros de Marruecos ponen con frecuencia las com-


pañías que en ellos actúan un drama titulado La Heroína Hebrea,
escrito y estrenado en Gibraltar en el año 185S por Enrique Sr-
mel. La obra, que no es, ni mucho menos, un prodigio escénico ni
brilla por su estilo literario, está basada en la historia de Sol
Hachuel.
— 138 —

Sin embargo, el P. Castellanos, en su "Historia de Ma-


rruecos" relata el siguiente episodio:
"En 1636 existia en Salé una imagen de Nuestro Se-
ñor del Santo Entierro, que guardaban los moros como en
cautiverio, negándose a devolverla a los cristianos, si no
pagaban una fuerte suma. Ya iba a ser destruida, pues
los mahometanos infringían el Koran al conservarla, cuan-
do un judío pagó el precio del rescate, más setenta pesos
que pidió de gratificación el capitán del barco que había
de transportar la imagen a Mazagán. Acompañado de u:i
padre frasciscano partió el hebreo para dicho puerto."
Y agrega el P. Castellanos: "Ignórase cuál pudo ser la
causa que movió al judío a rescatar aquella imagen, cosa
que ningún cristiano había hecho ; lo cierto es que a los
dos días el israelita ingresó en el cristianismo."
Tales casos de conversiones son tan excepcionales, que
por su misma rareza consignamos éste a título de curio-
sidad.

Las solemnidades religiosas de los hebreos están llenas


de una honda poesía evocadora. Describiremos somera-
mente las principales festividades.
La fiesta de Ros Hashaná (i.° de Thisri), o Año Nue-
vo, dura dos días. Se celebra en septiembre o en octubre,
según la luna. La víspera hacen los israelitas una comida
especial, fuera de las usuales, compuesta de siete legum-
bres yfrutas frescas hervidas con un trozo de cabeza de
carnero, dátiles e hinojos.
A los ocho días de Ros Hashaná viene el Kipur, o día
— 139 —
del Perdón (10 de Thisri). Ayunan rigurosamente los is-
raelitas durante treinta horas. Todo judio debe perdonar
de corazón a sus enemigos en este día santo. Al encon-
trarse por las calles se abrazan unos a otros los enemigos.
En Ceuta, en la gran ceremonia del Kipur, la familia
Coriat ha introducido en las sinagogas la costumbre de
que den los congregados una salva en honor de los Re-
yes de España. Durante la guerra franco-prusiana, al lle-
gar el día del Kipur hubo de concertarse un armisticio
para que los israelitas de uno y otro bando celebrasen en
santa fraternidad su ayuno. Los enemigos, hermanos en
religión y adversarios en patriotismo, se abrazaron y en-
tonaron juntos el himno a Jehová.
Cuatro días después del Perdón se celebra la Pascua
de Sucoth o de las Cabanas (15 Thisri), denominada tam-
bién de la Recolección y de la Vendimia. Dura ocho días :
los dos primeros y los dos últimos, de fiesta entera, y los
otros cuatro, de media.
En el Sucoth se observa lo que prescribe el capítu-
lo XXIII dei Levítico : "... Y tomaréis el primer día gajos
con fruto de árbol hermoso, ramos de palma y ramas de
árboles espesos y sauces de los arroyos : y os regocija-
réis delante de Jehová, vuestro Dios, por siete días... En
cabanas habitaréis siete días; todo natural de Israel habi-
tará en cabanas, para que sepan vuestros descendientes
que en cabanas hice yo habitar a los hijos de Israel, cuan-
do los saqué de la tierra de Egipto : Yo Jehová, vuestro
Dios."
La fiesta de las Cabanas fué instituida para que se per-
petuara en el corazón de los hebreos la memoria y el agrá-
— 140 —

decimiento por la protección visible que experimentaron


del Señor durante los cuarenta años que permaneció en
el desierto el pueblo elegido. El último día es el de la
gran fiesta de la Ley, Simhath Tora; concluye en el la
lectura sabática de los capítulos del Pentateuco, y vuelve
a comenzarse de nuevo por el Génesis. Durante los ocho
días de la fiesta, los hebreos se alimentan y viven el ma-
yor tiempo posible en cabañuelas de cañas, edificadas en
las azoteas de sus domicilios. Hay casas judías que ya
tienen construida una habitación sin techumbre, dedicada
a esta Pascua, que en algunos lugares se celebra con
mayor júbilo que el Purim.
Del 20 al 30 de diciembre, la fiesta de Hanucá o de L
Purificación del Templo congrega a los hebreos en las si-
nagogas. Dura ocho días. Con ella se conmemora la vic-
toria que consiguieran los hermanos Macabeos sobre los
ejércitos sirio-helenos del reino de Antioquía, en el añ>>
3506 de la creación del mundo. Merced a este triunfo
consiguió su independencia el pueblo judío, Judas Maca-
beo entró en Jerusalén triunfador, y rompió en pedazo*)
la estatua de Júpiter, que profanaba el templo.
El altar manchado fué destruido y el sagrado recinto
purificado, celebrándose en acción de gracias la fiesta dj
la Inauguración o Hanucá.
Cuentan los hebreos que al ir a encender el candelabro
de los siete brazos no hallaron en el templo más que un
ánfora de óleo santo. El resto del aceite había sido pro-
fanado por los paganos. El óleo milagrosamente se mul-
tiplicó yfué suficiente para que alumbrasen los siete bra-
zos del candelabro durante los ocho días de la fiesta.
— 141 —
Conmemorando este maravilloso pasaje, las sinagoga?
y las casas de los hebreos lucen iluminaciones. Los israe-
litas utilizan candilejas de ocho mechas, y cada noche
encienden una hasta completar los ocho dias : por eso es
llamada esta fiesta en Marruecos Pascua de la candileja.
En fin de febrero o principios de marzo (15 Adar) se
festeja el Purim (1) con grandes muestras de alegría.
Dura sólo una jornada la fiesta; el día anterior ayunan
severamente los fieles. Repártense muchas limosnas en-
tre los pobres, y las familias hebreas conocidas se hacen
mutuamente regalos. Las mujeres, de ordinario tan mo-
destas, se adornan y embellecen con sus más ricas galas.
Los jóvenes se enmascaran y dan bromas como en nues-
tro Carnaval. Con esta fiesta se recuerda el episodio bí-
blico contenido en el libro de Esther, la hermosa reina,
esposa de Asuero, rey de Persia, de la India y de la Etio-
pía, que con el mágico poder de su belleza salvó al pueblo
judío de las persecuciones del traidor Aman.
Hacia el final de marzo o principios de abril se cele-
bra la Pascua de Pessah, o de la Galleta o de la Torta
(15 Nissan). Días antes limpian los hebreos sus casas
escrupulosamente y sacan todo aquello que contenga leva-
dura. La víspera de la fiesta, el cabeza de familia, pro-
visto de un bujía, registra todos los rincones del hogar,
por si queda algo hames (2). En la noche del Pessah sa-
len los fieles gozosos de la sinagoga, estrechándose con
confusión. Al llegar a sus casas abrazan a sus mujeres y
sus hijos les besan las manos patriarcalmente. Comen esta

(1) De pur, suerte.


(2) Que contenga harina fermentada.
— 142 —
noche un guisado compuesto de huevos cocidos, brazuelo
de carnero, nueces, almendras, dátiles y especias : el ha-
rocct, especie de albóndiga confeccionada, con frutas y
especias, y los matsot o galletas, que dan en Marruecos
nombre a la Pascua. Los matsot han de ser de trigo xe-
murá recogido y seleccionado especialmente, con prolijo
esmero, entre los mejores granos. Debe estar muy seco,
y por eso se recolecta muchos dias después de haber llo-
vido, para que no contenga humedad alguna. Esta galleta
es comida solamente la noche del Pessah. Se hace con
agua maní recogida en la fuente cinco minutos después
de la puesta del Sol. Cantan todos el himno de gloria, el
Kiddush, brindando con vino bendito. Antes de la comida,
el cabeza de familia lee a los suyos los pasajes bíblicos
que relatan los sufrimientos de los hebreos a la salida d?
Egipto. Al llegar, en la lectura del libro sagrado, al paso
del Mar Rojo, el más anciano de los presentes divide el
pan sin levadura en dos trozos, recordando la separación
de las aguas. Entonces se levantan todos, rezan una ora-
ción de gracias al Eterno y se dan cita para el siguiente
año. Sobre la mesa, muy adornada con azahar y verbena,
hay grandes fuentes con lechuga y apio, que los hebreo:?
comen en pequeños trozos, conmemorando las diez plagas
que cayeron sobre Egipto. La Pascua dura siete días, se-
gún ordena la Ley (i): "La fiesta de los ácimos guar-
darás ;siete días comerás los panes sin levadura, como yo
te mandé en el tiempo del mes de abril, porque en él sa-
liste de Egipto, y ninguno comparecerá vacío delante de

(i) El Éxodo, capítulo 23, v. 13.


— 143 —

mí." El día séptimo se celebra la cena de difuntos. Los


platos apenas son tocados, y durante la comida se entonan
salmos en memoria de los muertos. Al día siguiente se
festeja la gran Timimona. La mesa está adornada coi
espigas de trigo, flores, dulces y jarros de leche, y cu-
bierta de luces colocadas en altos candelabros. Toda la
familia come de un mismo pescado. La alegría reina en
la casa. En esta fecha memorable son generalmente pe-
didas en matrimonio las jóvenes. El hebreo contempla en
esta fiesta la visión bíblica admirablemente descrita por la
pluma magna de Eca de Queiroz. Le parece que es uno
de aquellos que llegaron del negro Egipto con sus san-
dalias en la mano. El suspiro que trae la brisa parece de
las tribus de Israel. Por los caminos, seguida de una es-
colta de ángeles, desciende el Arca, balanceándose sobre
los hombros de los levitas ; reverdece otra vez la tierra
de promisión ; Jericó blanquea entre las aguas, y a través
de las lejanas palmeras resuenan los clarines de Josué.
Otra de las fiestas solemnes es la de Shabuot o Pente-
costés, llamada la Pascua del Agua. Dura dos días. Con-
memora la institución de la Ley Mosaica. Se celebra el 6
de Sivan, correspondiente a fines de mayo o principios de
junio del calendario cristiano.
En el mes de julio se registra el Tissa-be-Ab. Tissa
significa 9, y Ab es el nombre del mes judaico. Este dia
es de luto riguroso para los israelitas. Recuerda el ani-
versario de la destrucción de Jerusalén por Nabucodono-
sor, rey de Babilonia. Durante nueve días, los hebreos no
comen carne más que los sábados. Unos se alimentan con
carnes frescas y otros con carnes saladas; los primeros
— 144 —

son llamados castellanos, y los segundos, moriscos, por-


que, según dicen, estos son oriundos de Marruecos y
aquéllos de España, y siguen las costumbres de sus paí-
ses de origen. En dicho día fueron degollados en Jeru-
salén millares de hebreos, que estaban orando en el tem-
plo demandando su salvación al Todopoderoso. El ayuno
empieza la víspera y dura veintiséis horas ; no se oyen
más que llantos y lamentaciones en las sinagogas. En esta
fiesta cantan los muchachos israelitas por las calles de los
mel-lah una canción española, que no sabemos qué rela-
ción pueda tener con el hecho que se conmemora. Em-
pieza así :
Estantío el señor don gato,
,sentadito en su tejado,
una mano en la cintura
y la otra en el castado...
* * *

En el capítulo XVI del Éxodo dicen los versículos 22.


23, 24 y 25, instituyendo la observancia del sábado: "Y
el día sexto recogieron doblado alimento, esto es, dos go-
mores para cada hombre, y lo contaron a Moisés. El cual
les dijo: — Esto es lo que habló el Señor. Mañana es el
reposo del sábado, consagrado al Señor; cualquiera obra
que haya de hacerse, hacedla; y lo que se haya de cocer,
cocedlo; y todo lo que sobrara reservadlo hasta mañana.
Y lo hicieron conforme lo había mandado Moisés, y no
se pudrió ni se hallaron en él gusanos. Y dijo Moisés:
— Comedio hoy, porque es sábado del Señor. No se halla-
rá hoy maná en el campo."
— 145 —

Y agrega el Legislador, en el capítulo XX, versícu-


los 9 y 10 : "Seis dias trabajarás y harás todas tus ha-
ciendas, mas el séptimo día sábado es del Señor, tu
Dios: no harás obra ninguna en él, ni tú, ni tu hijo, ni
tu hija, ni tu siervo; ni tu sierva, ni tu bestia, ni el ex-
tranjero que está dentro de tus puertas."
Y todavía añade en el capítulo XXXI, versículo i}.
"Guardad mi sábado: porque santo es para vosotros: el
que lo profanare, muerte morirá : quien hiciera en él
obra, perecerá su ánima de en medio de su pueblo."
El judío de Marruecos guarda escrupulosamente el pre-
cepto de santificar las fiestas.
Acerca del cumplimiento del sábado cuenta Sinesíus
que viajando un viernes sobre el Mediterráneo en una
nave tripulada por judíos, pues fueron grandes marinos,
les sorprendió una tempestad. A la caíds de la tarde, hora
en que empieza la fiesta del sábado, el piloto hebreo aban-
donó el timón. A todas las imprecaciones y ruegos de los
pasajeros respondía leyendo pasajes de la Biblia, y no vol-
vió a su puesto hasta que vio que el naufragio era evi-
dente, en cuyo caso autoriza el Talmud que sea roto el
reposo sabático.
A tanto llega la fe de estos hombres.
Durante el sábado, en ninguna ciudad de Marruecos
puede verse abierto un solo establecimiento hebreo, y
como la mayor parte del comercio está en sus manos, las
calles ofrecen un aspecto de tristeza y de abandono sólo
comparable al que se observa los domingos en ciertas re-
giones de Inglaterra y de Norteamérica.

vo
— 146 —
Se advierte en el Mogreb un comienzo de culto a los
santos. La sepultura de Ben Gualich es muy venerada en
el cementerio tetuaní, y sobre la tumba de Sol Hachuel,
en la meara de Fez, rezan las hebreas en demanda de fe-
cundidad. También es venerado el sepulcro de Rabi Am-
ram Ben Diñan, situado en la cabila de Beni Mesara,
entre Alcazarquivir y Uazan, y otras sepulturas existentes
en diversos cementerios israelitas de Marruecos.
El rabí Isaac Ben Gualich, natural de Tetuán, donda
actualmente residen sus descendientes, es el sabio más
ilustre del Norte mogrebino. Nació en 1777 y murió en el
mes de marzo de 1870. Por su sabiduría y por sus virtu-
des era reverenciado por todos los habitantes de la ciudad
santa, sin distinción de creencias religiosas. Lo mismo
acudía a su casa en demanda de consejo el musulmán que
el hebreo. Ayunaba mucho y vestía modestamente con un
amplio ropón negro, cubría su cabeza un lienzo marrón
y envolvía su cuerpo feble en un bornós, por el estilo de
los que todavía usan los sábados algunos israelitas. Era
de abolengo sefardita y hablaba correctamente el castella-
no. En 1865 visitó Jerusalén ; pensó establecerse en la
ciudad santa con los suyos ; mas la misteriosa atracción
del país lejano le hizo regresar a la patria. La fama de su
sabiduría fué tan grande, que le apellidaron la llama de
Marruecos. Escribió el Varyome Isaac. Fué uno de los
jurisconsultos más notables del Mogreb. Sólo igualaba a
su saber la caridad inagotable que encerraba en su pe-
cho. Al entierro del cadáver concurrió Tetuán entero ;
tanto como los hebreos, le lloraron los musulmanes. La
piedra que cubre su tumba en la meara de Tetuán está
- 147 —
siempre llena de la cera que encienden sus devotos. El día
primero del mes de Eluch y el 18 de lilac acuden anual-
mente peregrinos de todo Marruecos, de Oran y de Gi-
braltar. Son muchos los milagros que ha realizado des-
pués de su muerte. Se cita a un tuberculoso curado y a
una mujer estéril que dio a luz, y, sobre todo, a un mu-
sulmán de la secta de los darkaua, que poseía una tienda
en el zoco El Foquia tetuaní. Estaba baldado : lleno de
fe marchó arrastrándose hasta la tumba del sabio rabino,
y volvió a su tienda andando, totalmente sano. En el
Mel-lah de Tetuán, una de las sinagogas lleva el nombre
de Ben Gualich.
Otro de los personajes hebreos más venerados en Ma-
rruecos es Amram Ben Diñan.
El cementerio judío de Uazan es uno de los más ilus-
tres de Marruecos, por hallarse allí sepultado el cuerpo
venerable del rabí ; está situado el camposanto en la an-
tigua ciudad de Yebel Asfen, a bastante distancia de la
ciudad de Uazan. La causa de este alejamiento, expuesta
por el cherif Muley Alí, es que todo hombre enterrado den-
tro del recinto de Uazan está preservado del infierno. ¿Y
quién ha visto a un judío entrar en el Paraíso? El rabí
Amram Ben Diñan llegó al Mogreb, procedente de la Pa-
lestina, con su hijo, y éste cayó gravemente enfermo. El
padre le ofreció a Jehová el sacrificio de su vida si sal-
vaba la de su heredero. Este sanó y el padre murió y fué
inhumado en Yebel Asfen. La explotación del santuario
elevado sobre la tumba, al que acuden numerosos peregri-
nos, pertenece a la Comunidad de Oriente; un mokadem
custodia el sagrado lugar y recauda las limosnas. Cada
— 148 —
tres años, los chalihín (i), procedentes de Palestina, li-
quidan con el mokadem.

Las sinagogas son numerosas en todas las ciudades de


Marruecos. Cumpliendo lo ordenado en el versículo cuar-
to del capítulo XX del Éxodo, no hay imágenes en ellas.
"No harás para ti— dijo Jehová a Moisés — obra de es-
cultura ni figura alguna de lo que hay arriba en el cielo,
ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de las cosas que
están en las aguas debajo de la tierra."
No existen en Marruecos grandes edificios dedicados al
culto mosaico. Las sinagogas son pequeñas salas de baja
techumbre, con una sola puerta al exterior.
Sobre el altar, en el tabernáculo, dentro del arca sa-
grada se halla encerrado un ejemplar del Antiguo Testa-
mento. Cómodos sillones y bancos ocupan el recinto ; en
la parte alta está la galería reservada a las mujeres he-
breas. Una gran lámpara central es la del culto ; a su alre-
dedor, vasos de plata y de cristal cubren el techo. Cada
lámpara es ofrecida a la memoria de un muerto, y su
familia cuida de que esté todo el año encendida. De las
paredes penden arquillas destinadas a recoger las li-
mosnas.
Las snogas pueden ser públicas o privadas. Estas vie
nen a ser lo que las capillas particulares de los católicos.
Las oraciones que rezan diariamente los hebreos son tres :
chahrüh, la de la mañana, de cinco y media a seis ; minha,

(i) Recaudadores de las limosnas.


— :49 —
la de la tarde, a las tres, y arvith, la de la noche, al po-
nerse el Sol. Empiezan las oraciones todas con la for-
mula: "Bendito y alabado Tú, Dios, Rey del Universo/'
En las sinagogas no entran otras mujeres que aquellas
que, por su edad avanzada, no están sujetas a ciertos pe-
riódicos trastornos peculiares del sexo femenino, por-
que, según la Ley, quedan impuras y contaminan de im-
pureza cuanto tocan. Las mujeres sólo pueden situarse en
las galerías altas de las sinagogas. El día del Kippur es
el único del año que tienen entrada en el templo las hijas
de Eva, sin excepción de edad

* * *

Los rabinos son los directores del pueblo hebreo en las


diversas ciudades marroquíes (i). Su influencia es enorme.
Además existen los chejes, o alcaldes de los Mel-lah. Ta-
les son las autoridades hebreas. Las Juntas directivas de
las Comunidades ejercen sólo funciones administrativas y
de beneficencia. De ellas nos ocuparemos en el capítulo
correspondiente.
Los grandes rabinos, los dayan directores, son general-
mente elegidos entre los del país; algunas veces los con-
tratan en naciones extranjeras. Las Comunidades de
Austria, Rumania, Turquía, Hungría, Rusia y Polonia
son, con la de Londres, los centros rabínicos mejor or-
ganizados en la actualidad. Sus yeshivoth son famosas.

(i) Desde el año 1924 funciona oficialmente en el Marruecos


español un Tribunal Rabínico, presidido por el sabio rabino don
León Jal fen, con plena autoridad.
— 150 —
En Jassi (Rumania), donde habitan 40.000 hebreos del
rito zoharista (hassidim), existen doctisimos rabinos.
En los seminarios o yeshivoth estudian los aspirantes
al rabinato la ley escrita, el Talmud y la ley de boca, que
se transmitió desde Moisés de generación en generación:
la tradición llamada Cabala. A los catorce o quince años
ingresan los alumnos en los yeshivoth. Salen nombrados
rabinos o maestros de la Ley, a los veinticuatro o veinti-
cinco años. Poco a poco van desapareciendo de Marrue-
cos las familias rabínicas, en las que de padres a hijos se
transmitían el cargo. Antes, pobres y ricos se dedicaban
a los estudios de la Ley; hoy, casi exclusivamente los
pobres.
Personas devotas subvencionan los estudios en el semi-
nario a los jóvenes sin recursos, proporcionándoles cua-
renta o cincuenta pesetas al mes. Con esto y con los
derechos que cobran por la sheita, o degüello de gallinas
para el consumo público, se mantienen. Las reses mayo-
res sólo los rabinos titulados, con estudios especiales para
ello, pueden degollarlas. Cobran cuatro pesetas, por tér-
mino medio, por cada cabeza de res mayor.
Los seminarios cuentan también con rentas propias pre-
cedentes de testamentarías y limosnas. De ello viven los
sabios y los estudiantes (1).
A los rabinos les está permitido dedicarse a los nego-
cios. Llevan la voz en los actos del culto, intervienen en
el sacrificio de las reses, se dedican a la enseñanza, dis-
tribuyen las limosnas, predican en las sinagogas y ad-

(1) Los libros hebreos utilizados en Marruecos provienen casi


todos de una casa vienesa de ediciones israelitas.
— 151 —
ministran justicia, constituyendo el Tribunal rabínico (i).
Ellos designan los soffcrim, o notarios que tienen a su
cargo los registros de casamientos y defunciones.
El gran rabino o J ajanan es elegido por la Comuni-
dad. Posee jurisdicción sobre los demás rabinos de la
ciudad o de la comarca, según la extensión de la sede
que rija.
Los rabinos mogrebinos gozaron en Oriente fama de
sabios. Recordamos a Jacob Berand, Isaac Zimra, Azu-
lai, Vidal, Schimón Ben Labi, Hayim Benatar, a quien sus
contemporáneos consideraban como un ángel divino. Fué
autor del tratado "La luz de la vida", y fundó en Jeru-
salén la Escuela Superior, que todavía lleva el título de
Or-Ha-Hayim. Murió en 1784. Le sucedió en la direc-
ción de la Escuela otro rabino marroquí, llamado Hayim
Tollak. También puede citarse, entre otros sabios, a
Abraham Nesuri, rabino de Safed en 1834, a quien si-
guen Raphael Massión y Salomón Hassan, autor de un
famoso tratado de casuística.

* * *

La administración de justicia es patriarcal. Acuden los


litigantes ante el rabino, que dicta sentencia fundamentán-
dola en la ley mosaica. Cumplen los jueces estrictamente
el precepto: "No te ladearás para juzgar al pobre". Cuan-
do no se avienen los litigantes con el fallo, el Tribunal
rabínico exige a demandante y demandado juramento de
que es verdad lo que declaran. Por no jurar transigen

(1) Beit-ed-dim.
— 152 —

siempre y acatan la sentencia. No juran porque es creen-


cia general que el juramento atrae la muerte, y porqu?
recuerdan que entre las ordenanzas que dio Jehová a Moi-
sés en la cima del Sinai hay una que dice: "No tomarás
el nombre del Señor tu Dios en vano : porque el señor no
tendrá por inocente al que tomara el nombre del Señor su
Dios en vano" (i).
Sin embargo, si hay otro rabino más sabio, según li
voz pública, pueden los litigantes apelar ante él contra la
sentencia recaída.

* * *

Los alcaldes o chejes, encargados de hacer guardar el


orden en los mel-lahs o juderias, son las autoridades in-
termediarias entre el Poder musulmán y el pueblo hebreo.
Han de proceder de acuerdo con el gran rabino. A pro-
puesta de las Comunidades israelitas, hacen los nombra-
mientos los bajas o gobernadores cherifianos.

* * *

La vida del hebreo marroquí está constantemente in-


fluenciada por la religión.
En las puertas de las casas, sobre todo en las de en-
trada y en las de los dormitorios, colocan un pergamino
enrollado, clavado en una de las jambas a la altura de una
persona, y sujeto por una planchita de madera, bronce o
latón, agujereada en el centro. Este pergamino, llamado

(i) El Éxodo, capítulo 26, versículo 7.


— 153 —
Mesuzah, que contiene escrito en caracteres hebraicos un
versículo del Deuterononxio, es tocado y besado por los
judíos cada vez que entran o salen de su morada.
Jamás pronuncian el santo nombre de Jehová. Si están
leyendo la Biblia, lo pasan en silencio con respeto.
Todos los israelitas lucen en sus solemnidades la señal
del hebreo, o teíelín, que consiste en dos rollitos de per-
gamino con versículos del capítulo XIII del Éxodo y de
los IV y XIII del Deateronomio, que sitúan uno en me-
dio de la frente, para recordarlo siempre, llevándolo de-
lante de los ojos, y otro sobre el codo izquierdo, cerca del
corazón. Una correa sujeta el rollo en la frente, vuelve sobre
la nuca, desciende sobre el brazo y va a terminar enrolla-
da al dedo medio de la siniestra mano. Tiene su origen
el teíelín en el versículo 9 del capítulo XIII del Éxodo,
que dice así: "Y será como señal sobre tu mano, y como
recuerdo delante de tus ojos; y para que la ley del Señor
esté siempre en tu boca, por cuanto con mano fuerte te
sacó el Señor de Egipto."
El acto de la imposición del teíelín es de gran importan-
cia para los judíos. El israelita que a los trece años de
edad no ha sido investido de la señal del hebreo por el
gran rabino, pierde todos sus derechos religiosos. La cere-
monia no puede celebrarse más que los lunes, jueves y
domingos, y otorga autoridad para actuar de testigo en lo
sucesivo en cualquier caso que la vida ofrezca y para figu-
rar como uno de los diez fieles cuya presencia es necesaria
en la sinagoga al comenzar la oración.
Llevan los hebreos constantemente sobre la camisa una
banda de tela, llamada sesit. Al sesit corresponde el esca-
— 154 —
pulario de los cristianos y el hayeb de los musulmanes.
Lo exige Jehová en los versículos 38, 39 y 40 del capi-
tulo XV del libro de los Números: "Habla a los hijos de
Israel y les dirás que se hagan una franja en los remates
de los mantos, y pongan en ellos unos listones de jacinto.
Los que cuando vieren se recuerden de todos los manda-
mientos del Señor, y no se vayan en pos de sus pensa-
mientos yojos que se prostituyan a varios objetos. Mas
antes bien acordándose de los preceptos del Señor, los
cumplan y sean santos a su Dios."
La tela, de lana o algodón, es azul celeste, color de ja-
cinto, como ordena la Escritura, y lleva cuatro cordones
de ocho hilos, que se llaman jimias. Estos cordones van
atados con nudos, y cada uno de estos nudos simboliza
una de las letras del nombre sagrado de Jehová.
III

LA FAMILIA
Matrimonios. — Solemnidades y fiestas con que se celebran.
Divorcio y repudio. — Circuncisiones. — Defunciones.

Las hebreas en Marruecos se casan muy jóvenes. Desde


corta edad, en plena niñez, las familias conciertan las bo-
das atendiendo a los intereses materiales. Si alguna de las
partes contratantes falta al compromiso ha de abonar una
cantidad, cuya cuantía se estipula de antemano. Este apa-
labramiento, como le llaman, ha de preceder siempre a la
boda, y se legaliza en documento público.
Los sefarditas del Mogreb se enlazan casi siempre entre
sí, sin mezclarse con otros correligionarios de distinto ori-
gen. Los hebreos de Tetuán, Tánger, Larache, Alcazar-
quivir, Arcila, Ceuta y Melilla constituyen un núcleo re-
fractario ala unión de las familias de otras poblaciones.
Es general la costumbre de casar muy jóvenes, casi
niñas, a las israelitas, a veces con hombres que les doblan
la edad. Escribe Mr. Tompson que en Amsmir la regla
es matrimoniar a las hembras sumamente jóvenes; pero
no con niños de su edad, sino con hombres de edad ma-
dura, con frecuencia viejos, mientras que sus consortes
cuentan de siete a diez años. Estas esposas niñas viven
con sus maridos, que, como ya se comprenderá, limítan-
se a protegerlas hasta que alcanzan cierto desarrollo. Sin
embargo, no es cosa rara una madre de diez años, y me-
— 156 —
nos de trece a quince. Lo más sorprendente en estos
tempranos matrimonios es que no parecen influir en el
físico de la población. Por lo que hace a Amsmir, la cos-
tumbre pareció tener por resultado la producción de hom-
bres y mujeres sanos.
Durante la menstruación, con arreglo a la Ley mo-
saica, la mujer es considerada inmunda e inmundo cuanto
toca, hasta siete días después de terminado el período,
y debe purificarse en el Jiaman o baño que existe en casi
todas las casas hebreas.
Las ceremonias del casamiento son interesantes. En la
actualidad, muchos israelitas marroquíes, especialmente de
las clases elevadas que habitan en las ciudades de la costa,
influenciados por las costumbres ele Europa, suprimen el
antiguo aparato, que es, sin embargo, el que generalmen-
te usan en sus bodas los hebreos de la clase media y
proletaria.
" El matrimonio siempre ha de celebrarse en miércoles.
Empiezan las fiestas el jueves de la semana anterior,
llamado por esto Bab el Ors, o Puerta de la boda. En
esta noche reúnen las familias de los contrayentes a sus
amistades en las casas respectivas, y las obsequian con
dulces y suaves licores. Las muchachas escriben con tin-
ta azul o roja sobre los muros exteriores de los domicilios
del novio y de la novia las palabras Felicidad, Boda y
otros rótulos alusivos al acto que ha de celebrarse; ade-
más, demuestran sus conocimientos pictóricos dibujando
manos que señalan y flores que simbolizan, un árbol de
cinco ramas y un corazón atravesado por una flecha. An-
tiguamente, cuando no existía el alumbrado público, un
— 157 —
farol colgado en el portal de la casa indicaba que había
de verificarse un matrimonio.
El sábado siguiente se llama sábado de Saftcray, según
unos, o Seb terray, según otros ; significa sábado de la
decisión. El novio come la adafina (i), el plato nacional,
con sus parientes y amigos en casa de la novia, después
de haber rezado la oración en la sinagoga a que perte-
nece el suegro. Al anochecer se celebra un té en casa de
los contrayentes, con asistencia de los rabinos. En este té
se cantan los piyut (2) de boda. Si son hebreos europei-

(1) Plato especial hebreo del que nos ocupamos en otro capítulo.
(2) Canciones del pueblo israelita. He aquí dos canciones de
bodas copulares, sobre todo en Oriente :

Me ven chiquitica, Hablaremos, burlaremos,


pensan que soy chica. boda haremos.
Ya las de mi edad Vos venid, mi dama,
mandan hijos a meldar. por entre el día ;
Me ven jugar coches, haremos la boda
pensan que es de doce. con alegría.
Mi madre, ¿cuándo ya? Venid, vi dama,
No puedo soportar. hablaremos, jugaremos,
Me ven jugar dados, boda haremos.
pensan que es ducados.
Mi madre, ¿cuándo ya? Oh ¡ que caminando
a paso a paso !
No puedo soportar.
El que os creó
Hijas de quince años, es el del alto.
hijo en los brazos.
Venid, mi dama,
Yo de veinte y cuatro
hablarevos, jugaremos,
•sin casar y sin gozar. boda haremos.
Mi madre, ¿cuándo ya?
No puedo soportar. Oh ¡ qué relustror
de cara y de frente !
Vos me parecéis
Vos venid, mi dama, la luna creciente.
por la mañana ; Venid, mi dama,
beberéis raki hablaremos, jugaremos,
con naranjada. boda haremos.
— 158 —
zados, bailan danzas de sociedad, y si no lo son, contra-
tan una banda de músicos moros, que amenizan la velada
con el guembri, el adufe y el atambor.
El domingo por la tarde se extiende la ketubbá o con-
trato de matrimonio. Acude a la morada del novio el no-
tario especial para estos casos, con asistencia del padre
de la novia y de los amigos de ambos. El contrato matri-
monial ha de ser escrito en idioma hebreo. He aquí copia
literal de una ketubbá: "El miércoles veintidós del mes
de Tebet del año 5672 de la creación del mundo, según
la cuenta que contamos en esta ciudad de Tetuán, este
apuesto mancebo Moisés, el novio, hijo de D. Isaac, hijo
de Menahem, conocido con el apellido N. N., ha dicho a
la doncella y apuesta virgen Messody, la novia, hija del
honrado Abraham, hijo de Jacob, conocido con el ape-
llido N. N. : — Sé mi mujer con arreglo a la ley de Moi-
sés e Israel, y yo con la ayuda de Dios te sostendré, te
mantendré, te vestiré, te abrigaré, como los maridos he-
breos sostienen, mantienen, visten y abrigan a sus muje-
res, con fidelidad, y te daré la dote de tu dignidad, dos-
cientas (1) monedas de plata que te pertenecen, y tu man-
tenimiento lo
y que necesites ; y esta novia aceptó y fué
su mujer, y también aceptó el novio, y le aumentó sobre
el principal de su dote contando con el ajuar que le trajo,
hasta cumplir la suma de mil ochocientos duros de la mo-
neda corriente en Tetuán. El novio se comprometió a no
casarse con otra mujer, salvo con consentimiento expreso

(1) Como comprenderá el lector, la cuantía de la dote varía,


como entre los cristianos, con arreglo a la posición social de los
contrayentes.
— 159 —
de la novia mencionada; de no llevarla de este país a
otro sin su consentimiento, y si, no lo permita Dios, se
casare con otra o la llevare de este país a otro sin su con-
sentimiento, se compromete a pagarla todo lo que está
reconocido en este presente documento, y a darla su acta
divorcio, conforme a la ley. Estas condiciones son firmes
como las condiciones de las tribus de Rubén y Gad. Y
aceptó el novio hacerse responsable él y sus herederos del
importe total del dote, del ajuar y del aumento, hacién-
dole hipoteca de todos sus bienes muebles e inmuebles
adquiridos o por adquirir, todo según el dictamen de los
sabios. Y el novio contrajo ante nosotros compromiso
solemne, y se comprometió a cumplir exactamente con to-
das las condiciones arriba mencionadas, y juró juramento
solemne sobre el santo nombre de Dios, como todos los
que juran con sinceridad y sin ningún engaño, de cum-
plir cuanto está escrito y declarado aquí arriba desde el
principio y hasta el fin. Todo conforme a las costumbres,
condiciones y arreglos de las santas Comunidades expul-
sadas de Castilla. Dios se apiade y compadezca a los que
se salven ; les ampare, les cuide y les ayude. El que guar-
da la verdad para siempre, y es bajo estas condiciones
que el ajuar entre en posesión del novio, y todo es pú-
blico y válido."
El contrato matrimonial lo firman los contraventes y
el notario, y lo legaliza el gran rabino. Después de leído y
aprobado el contrato, reciben los concurrentes al acto el
ajuar de los futuros esposos, que envía la novia al do-
micilio del novio. Este compra generalmente los muebles,
y aquélla, la ropa de la casa.
— 160 —
En la noche del martes es conducida la desposada, ves-
tida con el lujoso traje de berberisca o a la europea, a la
morada del contrayente, acompañada de un vistoso y lu-
cido cortejo, en el que figura la Jebrá, Asociación bené-
fica, de la que más adelante nos ocuparemos. Al salir la
novia de su casa cantan un piyut llamado Yaala Hem.
Precede a la procesión la nahora de la Jebrá, farol
enorme, pintado de varios colores, que encierra multitud
de luces. Siguen luego otras lámparas más pequeñas, muy
adornadas, con cuatro o cinco luces cada una, ofrecidas
por los amigos del novio, llamados nahoritas.
A la Jebrá ha de abonarle el contrayente de cuarenta a
cincuenta pesetas por su concurso. Las lámparas de los
amigos se estiman como un obsequio.
Un coro va cantando solemnemente los piyutin de la
boda. La novia cierra la comitiva, rodeada de sus padres
y de los del novio, que le sujetan las manos amorosa-
mente. Camina con los oios cerrados por la calle, para
que cuando llegue a la casa sea su futuro esposo el pri-
mer hombre que vea. Este espera en su domicilio, y al
llegar el cortejo a la puerta, la madre del contrayente ofre-
ce a la novia agua y azúcar dándole a entender que le de-
sea que la vida le sea tan dulce como el azúcar y tan pura
como el agua.
La conduce luego a una habitación donde está situado
el lecho, el tálamo, lujosamente adornado, al que llaman
trono, y en el que se sienta la novia, recibiendo los ho-
menajes de la concurrencia, mientras la música hace oír
sus alegres notas. La desposada duerme esta noche por
— 161 —

vez primera en casa del novio, con la madre de este, o a


falta de ella, con una mujer de respeto.
Al día siguiente, miércoles, se celebra la boda. El no-
vio acude a la oración de la mañana impuesto el tefelin y
ostentando el sesit sobre el traje. Le acompaña el padre
de la novia y los amigos. Después de rezar en la sina-
goga marcha a su casa, donde los hebreos antiguos hacen
la unión inrr.e liatamente. Los judíos modernos aplazan
la ceremonia hasta las tres de la tarde.
La novia se sienta en el tálamo, vestida como la vís-
pera, luciendo ramos de azahar y tocada con un sutil velo.
A sus lados se colocan dos señoras con rojos cirios, y de-
lante, en el escalón sobre el cual está el trono, se sitúa
el novio, cubierto, y con el tefelin y el sesit a la vista de
todos.
A la llegada del sabio de la sinagoga, le entregan una
copa de plata, tan colmada de vino generoso, que permita
que se derrame el licor mientras bendice, pues parece que
si no ocurre esto no son eficaces las siváa barajot (i), que
son siete. Por eso el de la boda es llamado el día de las
siete bendiciones.
El rabino, sin soltar la copa argéntea, lee el contrato de
matrimonio en presencia del pueblo, testigo del acto. A!
terminar la lectura lanzan los hebreos un bargualá (2).
El novio muestra el anillo nupcial, que ha de ser pre-
cisamente de oro, y pregunta a la concurrencia si es del
metal que la ley exige. Si dos peritos opinan que sí. se
acepta la sortija, que coloca el contrayente en el dedo ín-

(1) Bendiciones de la boda.


(2) Grito gutural que lanzan los hebreos en señal de alegría,
11
— 162 —
dice de la mano derecha de la desposada, diciéndola que
por el anillo, según la Ley de Moisés y de Israel, le per-
tenece desde aquel momento.
Terminadas las bendiciones, el ayudante del rabino toma
un vaso de cristal pleno de vino y lo estrella contra el
suelo. Es tradicional que la concurrrencia pregunte con
asombro :
— ¿Qué ha pasado?
Y que le contesten :
— Nada, que se ha roto un vaso.
El objeto de esta costumbre es recordar que no hay
gozo completo en el mundo, y que en nuestras mayores
alegrías siempre asoma el dolor. A tal extremo llevan
esta idea los hebreos, que se cuenta el caso de un judio
que anhelaba, como todos los de su raza, tener un hijo
varón. Largos años hacía que el matrimonio pedía a Dios
esta gracia, hasta que un día, ya en la edad madura, con-
cibió la mujer y dio a luz un robusto niño. Advertido el
esposo corrió a su casa, y, comprendiendo que el gozo de
su compañera sería inmenso, pensó amortiguarlo con una
pena de su invención. Y al expresarle regocijada la mu-
jer cuan grande era su ventura, él replicó, ceñudo :
— Bien, bueno está ; pero ¿ no sabes que hoy he per-
dido en un negocio setecientos duros?
Esta noche descansan unidos marido y mujer, y ya nc
vuelven a compartir el lecho, por razones de higiene, has-
ta pasados ocho días. Mientras tanto, duerme la esposa
con su madre, a quien va a buscar el novio, acompañado
de sus amigos, con músicas y faroles. La suegra hace
un regalo en alhajas a los desposados.
— 1(53 —
La novia, luciendo vistosas galas, joyas y encajes, no
debe levantarse del lecho durante la octava. Allí recibe
a la familia y a los amigos. El esposo no sale tampoco
de la habitación en esos días.
El sábado comen todos la adafina en la sala donde se
halla situado el tálamo. Los esposos se alimentan en la
cama. Por la tarde dan otro té a los amigos y celebran
una fiesta coru piyut y música.
Todas las noches se hace el rezo en casa del novio,
hasta el miércoles siguiente al de la boda, llamado del
pescado, en que finalizan las ceremonias. En la mañana
de este día acude al mercado el novio con sus amigos y
compra un buen pez. Lo lleva a su casa, donde lo adorna
con flores de papel y lo pinta con gayos colores, colo-
cándolo sobre una mesa en la habitación del tálamo. En-
tonces desciende la novia del lecho, toma un cuchillo que
le ofrecen y quita con él algunas escamas al pescado.
Los concurrentes lanzan alegres bargualás y son obse-
quiados con esplendidez por los esposos. El matrimonio
queda realizado.
Antiguamente, los invitados a la boda, que habían asis-
tido a ella durante ocho días, regalaban al matrimonio
cada uno de ellos un carnero o un toro. Verdad es que
hace veinte años un carnero costaba en Marruecos dos
pesetas, y un toro, cincuenta. Ahora acostumbran a ofre-
cer objetos en relación con la fortuna de los donantes.

* * *

Las viudas pueden volver a contraer matrimonio des-


pués de cumplido un año de la defunción del esposo. Si
— 164 —
éste deja herencia, la mitad de los bienes corresponde a la
esposa y la otra mitad a los hijos, si los tiene, y en caso
contrarío, a la familia del marido.
Muchos ancianos viudos acostumbran a casarse con he-
breas jóvenes en los últimos años de su vida. En tal caso,
si del primer matrimonio existen hijos, acostumbran a
otorgarle a la nueva esposa una cantidad como dote, obli-
gándola a que renuncie a la herencia, y pasando, por con-
siguiente, íntegro el capital a los legítimos herederos.
El judío tiene derecho a repudiar a su mujer si ésta,
en diez años, no le da sucesión. El hombre puede volver
a casarse, pero la mujer no puede hacerlo sin permiso de
su anterior esposo.
El divorcio es frecuente entre los hebreos de la zona
francesa, berberiscos y árabes en su mayor' parte, inspi-
rados en las costumbres de los musulmanes ; pero no en-
tre los judíos de la zona española, influidos, sin duda, por
el ascendiente que sobre ellos ejercen los usos de Cas
tilla, la vieja patria perdida.

El hebreo ama a su mujer, sobre todo por los hijos va-


rones que pueda tener de ella. Las anchas caderas y los
exuberantes pechos de la mujer hebrea garantizan la fe-
cundidad de la raza.
Si la mujer da a luz un varón, es inmunda durante siete
días, y permanece treinta y tres purificándose la sangre
Pasados los siete días, ya puede tratar y conversar con to-
dos. Si pariere hembra será inmunda dos semanas, y ha
de estar sesenta y seis días purificándose.
— 165 —

El niño es circuncidado a los ocho días de su naci-


miento, si se halla en buen estado de salud para resistir
la operación. La profesión de circuncisador, o mohel, e*
en Marruecos honorífica. Hasta se han dado casos de
pagar dinero por desempeñarla. Exige ciertos estudios.
Emplean en el Mogreb una cuchilla pequeñita, afilada
como una navaja de afeitar. Además utilizan un aparato
de plata de forma cilindrica, para mayor seguridad. Am-
bos instrumentos llevan grabadas inscripciones religiosas
en idioma hebreo. Los circuncisadores hacen la operación
de un solo golpe.
Con objeto de impedir que el demonio, siempre al ace-
cho, cause daños al recién nacido, todas las puertas de la
habitación donde aquél se halla están guardadas por los
xemot, trozos de papel con inscripciones bíblicas.
En vísperas de la circuncisión, el tálamo es velado con
tres cubiertas bordadas de los sefarim de la sinagoga.
Al día siguiente, por la mañana, se celebra el acto, al
que concurren las familias y amigos de los dueños de la
casa.
Si es el primogénito el que ha de ser circundado, la
familia del padre es la que interviene en todas las ope-
raciones, decide sobre el nombre que ha de imponérsele,
y al abuelo paterno, si lo tiene, corresponde el llevarlo en
sus brazos. En las familias judías, el primer hijo perte-
nece al padre y a su familia; el segundo, a la madre, y
así sucesivamente por riguroso turno.
Sentado en una silla el abuelo con el nieto en brazos,
se verifica la operación, que debe ser instantánea. Du-
— 166 —

rante el acto, los concurrentes cantan a coro canciones


alusivas en hebreo (i), y gritan los alegres bar gualas.
Después del acto de la circuncisión se celebra una fiesta
parecida a la de los bautizos cristianos. Los pobres ofre-
cen los hijos a los ricos para que los tengan en sus bra-
zos durante la circuncisión, y éstos hacen al pequeñuelo
espléndidos regalos en metálico. En algunas ciudades ma-
rroquíes, entre ellas Tetuán, existen asociaciones cuyos
miembros no se proponen otros fines que actuar de pa-
drinos por riguroso sorteo.
Los nombres que llevan generalmente los hebreos ma-
rroquíes son los de los santos varones que figuran en el
Antiguo Testamento. Entre las mujeres hay nombres es-
pañoles :Clara, Luna, Estrella, Paloma, Sol, Bella, Pre-
ciada, Delicia y Reina ; nombres bíblicos : Sara, Rebeca,
Esther, Lea, Simí y Raquel, nombres árabes: Aicha (Vi-
va), Sahara (Flor de Azahar), Mesooda (Felicidad), Ra-

(i) En algunas ciudades entonan una vieja canción castellana,


que a continuación reproducimos :

Por esta calle que voy que es más dulce que la miel.
me dicen que no hay salida. La vida me alargáis
Yo la tengo que pasar, la olor me retornáis.
aunque me coste la vida. Por esta calle que vo
La vida me alargáis echan agua, crece ruda.
la olor me retornáis. Esta la pueden llamar
Aparece a la ventana la calle de las agudas.
cara de lindo papel. Ocho y ocho diez y seis,
— Dadme un poco de agua, veinte y cuatro son cuarenta ;
que yo me muero de sed. la moza queme quiere bien
— No tengo taza ni jarro, déjeme la puerta abierta.
ni en que daros a beber. La vida me alargáis
Dadme con vuestra boquita, la olor me retomáis.
— 167 —
hima (Piedad) y Tamo; nombres de origen italiano, como
Donna, y nombres sin etimología conocida, como Sete.

Jamás hablan los hebreos de la muerte, ni se comunican


noticias de un fallecimiento. Para este caso se valen de
un signo hecho con la mano, que equivale a decir : ¡ Fu-
lano... se marchó !
Cuando un enfermo entra en el período agónico, la
familia avisa a los miembros de la asociación benéfica lla-
mada la Jcbrá, que tanto interviene en la vida israelita.
Estos ya no abandonan la casa hasta que el paciente ex-
pira. A ratos se aproximan al lecho del agonizante y re-
citan al oído de éste versículos del libro de los Salmos,
repitiéndole insistentemente que Dios es único, como si
quisieran grabar esta idea en el alma que pugna por aban-
donar la cárcel del cuerpo.
Inmediatamente que expira el enfermo le desnudan y
le colocan sobre el suelo, alumbrándole con dos velas. La-
van el cuerpo con agua caliente, si es de persona que llegó
a la pubertad, y si no, con agua fría.
Otra sección de la Jebrá se encarga de coser la holgada
mortaja, compuesta de pantalones, camisa, gorro, medias
y el capote y el manto que cubren el cadáver. Todo está
confeccionado de tela blanca de hilo (i).
La Jebrá vela el cuerpo desnudo hasta poco antes de

_ (i) Los hebreos mogrebinos emplean para cada mortaja una


pieza completa de lienzo inglés, que mide veinticuatro yardas.
— 168 —
la hora del entierro ; entonces lo visten respetuosamente.
Siempre el sepelio se verifica dentro de las veinticuatro
horas de haber ocurrido la defunción, exceptuando los
sábados, día en que está prohibido todo trabajo. En caso
de no poder esperar, a causa de la descomposición del
cadáver, se le conduce a su morada postrera en la noche
del día santo, que ya no es fiesta.
Los hebreos, así como poseen los bargualás para ex-
presar laalegría, tienen también el ¡uó!, ¡uó!..., voz de tris-
teza, que prodigan en estas ocasiones. Antes, y aun hoy en
algunas ciudades, existían plañideras mercenarias que re-
citaban versos en la casa mortuoria y saltaban en lúgu-
bres danzas, como poseídas, mesándose los cabellos, ara-
ñándose el rostro y lanzando macabros lamentos. Ya esta
costumbre, que quizá fuera importada de España, va
desapareciendo, aunque nosotros hemos presenciado al-
guna lamentable escena.
A la traslación del cadáver acuden las amistades. Va el
cuerpo envuelto en el blanco manto, dentro de una caja
acomodada sobre unas angarillas y rodeada por los miem-
bros de la Jebrá encargados de la conducción.
La familia del difunto camina inmediatamente detrás
de éste, a la cabeza del cortejo. La comitiva va durante
el trayecto rezando salmos en voz alta hasta la salida del
Mel-lah. Mientras cruza el cortejo la ciudad mora guar-
da un profundo silencio.
Al llegar al cementerio sacan el cadáver de la caja y
lo depositan en la abierta fosa, entre gruesos trozos de
madera de pino. Más tarde colocan sobre la tumba una
— 169 —
capa de cemento y una lápida con el nombre del difunto
y la fecha del nacimiento y de la defunción.

El duelo dura ocho días, durante los cuales la familia


más allegada, padres, hijos y hermanos, no pueden de-
dicarse a ningún trabajo. Han de estar sentados el ma-
yor tiempo posible, comiendo en el suelo, calzando alpar-'
gatas y vistiendo de negro. No se cortan el cabello ni se
afeitan la barba. Estas costumbres, exageradas en oca-
siones, han tenido repetidas veces tristes consecuencias.
Durante un año está encendida constantemente en la
casa donde fallece un hebreo una lamparilla, alimentada
con aceite de oliva. La luz es como si fuera su alma — di-
cen los israelitas — . Todos los sábados de ese año, y en
los aniversarios del fallecimiento, rezan salmos en memo-
ria del que se fué.
Las hebreas marroquíes visitan los cementerios los lu-
nes, jueves y viernes de cada semana, vistiendo sus me-
jores galas y lanzando frases de dolor y afecto sobre las
tumbas de los seres amados.
En los días que siguen al fallecimiento se sientan so-
bre la fosa las más allegadas al difunto, y en derredor
las amigas. Una de ellas, llorando, da rienda suelta a su
dolor :
— ¡Ah mi diamante claro...! ¡ Ah mis ochos... ! ¡Ah mi
candil...! ¿Por qué te fuiste?... ¿Qué hicimos para qu»
nos dejaras?... ¿Qué te faltó?... ¿No te di la buena ga-
llina y el buen caldo ?... ¡ Ah mi agua caser que me de-
chaste... ! ¡ Uoooooh... !
— 170 —
El ¡ Uoooooh ! es repetido por el coro. Luego hablan
de cosas indiferentes, para volver más tarde a las lamen-
taciones.
Esta costumbre, que siguen los hebreos del pueblo caci
exclusivamente, fué, sin duda, importada de España por
los israelitas expulsados. En muchas novelas españolas de
aquella época hallamos pasajes que nos lo demuestran.
He aquí una escena de "El Lazarillo de Tormes" que se
parece, como una a otra gota de agua, a las que tie-
nen por teatro los cementerios hebreos de Marruecos :
"A deshora — cuenta el Lazarillo — me vino al encuen-
tro un muerto, que por la calle abajo muchos clérigos y
gente en unas andas traían : arrímeme a la pared por dar-
les lugar, y después que el cuerpo pasó venía luego por
del lecho una que debía ser su mujer del difunto, car-
gada de luto, y con ella otras muchas mujeres, la cual
iba llorando a grandes voces y diciendo : — Marido y se-
ñor mío. ¿Adonde os me llevan?... ¿A la casa triste y des-
dichada, ala casa lóbrega y obscura, a la casa donde
nunca comen ni beben?"
La semejanza es evidente, y no es aventurado suponer
de abolengo español esta costumbre, conservada por un
pueblo como el hebreo, tan celoso de sus tradiciones y tan
enamorado de los usos de sus mayores.
Los judíos que llevan el apellido Cohén no pueden
penetrar en el lugar donde se halle un cadáver, porque
quedarían impuros. Desciende esa familia de Aarón, jefe
supremo de la casta sacerdotal, y la Ley mosaica expre-
samente se lo veda.
IV

USOS Y COSTUMBRES

El hebreo y la hebrea. — Trajes, afeites y composturas. —


Urbanidad. — Hospitalidad. — Distinción de clases. — Ali-
mentación.— Higiene. — Refranes. — Supersticiones.

No es raro hallar entre los hebreos de Marruecos, so-


bre todo entre los ancianos que usan las antiguas vesti-
duras, tipos de una gran hermosura bíblica, con sus lar-
gas barbas venerables, los ojos grandes, cuajados de medi-
taciones; elbusto erguido, como si los años con su peso
no fueran bastante para humillarlo.
Entre los hebreos del litoral, en estos últimos tiem-
pos, se ha extendido el uso de los trajes y de las costum-
bres europeas. Apenas se nota diferencia alguna entre
tales hebreos y cualquier español cristiano de Andalucía
o de Levante. Los tipos morenos, de ojos negros, abun-
dan entre los judíos de las ciudades marroquíes de la
costa, pregonando el abolengo ibérico de la raza. El ros-
tro de los hebreos mogrebinos, como el de todos los israe-
litas, lleva impresa la sombra de un dolor inmenso, esa
sombra que la ciencia moderna ha bautizado con el nom-
bre de judenschmez, pena judía.
La hermosura de la mujer israelita ha sido cantada por
— 172 —
cuantos viajeros recorrieron el Imperio, aunque no liemos
de negar que en tales relatos existe alguna exageración.
Pero no es extraño. Los pocos aventureros que en el si-
glo XIX visitaron el Mogreb, en los largos días de su
estancia no podían contemplar otras mujeres que las he-
breas, ya que las moras llevan el rostro cubierto con un
tupido velo, dejando libres solamente los ojos. De aquí
que esta abstinencia les hiciera ver doblemente bellas a
las únicas mujeres que contemplaban, y que realmente no
estaban reñidas con la hermosura.
"Las hebreas marroquíes — escribe Ali Bey — son muy
hermosas, y aun de una belleza que me deslumhró; por
lo común, son rubias. Sus rostros teñidos de rosa y jaz-
mín embelesarían a los europeos. Nada es comparable con
la delicadeza de sus formas, que presentan la suma del
bello ideal de los estatuarios griegos."
Pedro Antonio de Alarcón enamoróse locamente de
Tamo (i), la hermosura hebrea cuyos descendientes, y
ella misma, habitan aún en Tetuán. En ella encontró re-
unidos el genial granadino la belleza de Rebeca, la mo-
destia de Rut y el talento de Esther.
Edmundo de Amicis describe así a las descendientes
de Judit:
"Paréceme que no hay exageración en lo que se afirma
de la belleza, de las hebreas marroquíes, que tienen un
carácter propio desconocido en los demás países. Es una
belleza opulenta y espléndida, con grandes ojos negros,

(i) Tamo, la gentil Tamo, adorada por el poeta, es una respe-


table anciana que cuenta ya con nietos de más de treinta años. Ha-
bita en el Melah, de Tetuán, calle Real Armada. ¡ Sic transit... !
— 173 —
nevadas frentes, bocas purpurinas, contornos estatuarios...
El sábado, al pasar por las calles donde viven las hebreas,
vense por doquier aquellos colores, aquellas caras flori-
das, aquellos ojazos dulces y risoteros, aquellas trenzas
largas y negrísimas ; nidadas de rapazuelas alborotadas y
curiosas; un orgullo de juventud y de belleza que contras-
ta vivamente con la soledad austera de otras calles."
En tiempos de Edris I, las mujeres judías de la ciudad
de Baya gozaban de tal reputación de belleza, que el Imán
exigió que en el obligado tributo anual que impuso a los
hebreos marroquíes figurasen diez hembras originarias de
la ciudad citada.
A juicio de los africanos, la belleza de una mujer se
sublimiza con la obesidad. Es una característica de la
estirpe oriental de la raza. Para conseguirla, moras y he-
breas poseían y poseen secretos especiales. El que con
más éxito emplean es el de mezclar con el cuzcuz granos
de ellhuba en polvo.
Los partos prematuros y la lactancia destruyen pronto
la hermosura de las judías, antes de los treinta años. De-
cae también la belleza de la raza por la costumbre de
unirse entre sí los israelitas de una misma familia para
no dividir los capitales.
A los tipos de soberbia hermosura los llaman micnasia.

Las hebreas marroquíes son muy amables y corteses.


Esta amabilidad con los que visitan sus casas ha dado
lugar a que en recompensa muchos viajeros las calum-
— 174 —
nien. Ciertamente que existen judías que se olvidan de
las leyes del honor, como hay mahometanas y católicas
que incurren en la misma falta.
Son aficionadas al lujo y amigas de recargarse de jo-
yas. La Biblia ya censura este afán por adornarse, que
es en todos los países muy propio del sexo a que perte-
necen. Hoy, casi todas las hebreas de posición que habi-
tan las ciudades del litoral visten a la europea, llevando
la ropa con extremada elegancia.
Sin embargo, en el interior y entre las hebreas de la
clase media y de la proletaria de la costa se conservan los
antiguos trajes, llamados de berberiscas, sobre todo para
las grandes solemnidades. En la vida ordinaria visten a
la europea también, cubriendo la cabeza con un pañuelo
colocado de cierta manera especial. Las casadas no pue-
den llevar descubiertos los cabellos y se los ocultan con
las crinches, postizos de pelo o de hilos finos de seda que
les caen sobre las sienes a manera de cocas. A continua-
ción detallamos las diversas piezas de que consta el traje de
berberisca. La esjija es una diadema forrada interior-
mente de seda negra; al exterior lleva bordados de oro
y perlas. Cuando es más sencilla se llama chari. La juaya
es una cinta ancha de seda y oro, que pasa desde la parte
alta de la cabeza hasta la posterior, donde se unen las
puntas. El mejerma es un pañuelo de vivos colores, do-
blado como una chalina, que se coloca en el centro de la
esjija. En la confección del vestido emplean el veludillo o
el terciopelo recargado de bordados de oro. Los colores
preferidos son el negro, el grana y el violeta. El de más
lujo es el negro. El casó es una chaqueta entallada, cerra-
— 175 —
da cerca de la cintura para dejar ver la punta que se
lleva en el pecho sobre la ropa interior. Las mangas del
casó son cortas, con objeto de lucir los brazos, cubiertos
de gasa de seda con hilillos de oro. La chiraldeta es una
falda parecida al mantelo, abierta por delante. Una faja
fuerte de seda y oro sujeta la falda y las caídas de ¡a
juay a de tisú aurífero. Cubre el traje un blanco mantón
de Manila. Son de rigor para este traje los pendientes de
aljófar muy grandes y los zapatos negros bordados en
oro. Las personas pudientes prestan sus vestidos de ber-
beriscas alas pobres para que los usen en sus bodas.
Amicis describe así el pintoresco y lujoso traje de ber-
berisca :
"Llevaban — dice — un vestido pintoresco y espléndido;
un pañuelo de seda de colores vivísimos atado en torno
de la frente; una chaquetilla de paño rojo, adornado con
anchos y gruesos galones de oro ; un delantal todo dora
do ; una basquina corta y estrecha, de paño verde, rayada
de galones resplandecientes ; una faja de seda rosa o azul
ceñida al talle. Parecían, de verdad, princesas asiáticas."
Los hebreos vestían hasta hace pocos años, y algunos
visten todavía, grandes calzones, túnica hasta la rodilla,
albornoz o manto, pantuflas y un bonete pequeño, todo
negro, excepto la blanca camisa, cuyas mangas anchísi-
mas quedan pendientes. Aún encontramos judíos que lu-
cen gruesos aretes pendientes de las orejas.
La mayoría de los de la costa y la minoría de los de
las ciudades del interior usan el traje europfo, como ya
hemos indicado. Según Murga, llaman flamencos en Ber-
bería alos hebreos que adoptan las vestiduras de Euro-
— 176 —
pa. Explica el sentido de la palabra como un recuerdo
vivo de la época en que fueron expulsados de España,
pues en aquel tiempo existían en la Corte muchos ca-
balleros flamencos, a los que había abierto el camino la
boda de doña Juana con don Felipe el Hermoso. La moda
empezó a bautizarlo todo con el mote de "a la flamenca".
¿ Sería extraño que a los que hiciesen algunas variaciones
en sus trajes les aplicasen tal apelativo los sefardíes ma-
r oquíes ?
La ropa del judío de la montaña es igual que la á'A
moro, sólo que usa babuchas y fez negros. La hebrea
montaraz viste una túnica de lana o algodón ceñida a la
cintura, con las puntas cruzadas sobre el pecho, sujeta?
por dos broches de plata. Debajo lleva otras ropas, ss-
gún la estación. Adornan la túnica gruesos cordonei.
Cuelgan del cuello sartas de azabaches o collares hecho*
de monedas de plata. Para la cabeza usan dos pañuelos
de colores vivos. Uno para ocultar el cabello, y otro ata-
do alrededor como una venda. El cabello se lo impreg-
nan con herma. Los labios se los pintan con cortezas de
nogal o nueces frescas, y los ojos con cohol. Como se
casan muy jóvenes, casi niñas, a los veinte años ya es-
tán ajadas y envejecidas.
* * *

La hebrea, buena esposa y buena madre, ama la vida


del hogar. Los viernes, día de limpieza, no es extraño
hallar a las más ricas ayudando a la servidumbre en el
arreglo de la casa.
— 177 —
Es muy inteligente la mujer israelita: en los negocio;
y asuntos comerciales demuestra un acierto que sorpren-
de. En la actualidad, muchas hebreas de la costa, educa-
das en escuelas de la Alianza Israelita Universal y en
algunos colegios católicos españoles de Tánger, muestran
una cultura similar a la de las europeas más instruidas.
La mujer, aunque siempre es preferido el varón, goza
de libertad en las poblaciones donde el hebreo habla el
castellano. Recibe visitas, lleva la dirección de la casa,
entra y sale con absoluta libertad y participa de las fies-
tas ydiversiones de los hombres, en contraste con la mu-
jer musulmana, compañera de sexo en la sociedad marro-
quí, que vive una existencia de esclavitud y sumisión
absolutas.

La hospitalidad es una de las grandes virtudes del pue-


blo hebreo. Jehová dijo a Moisés. "Si habitare un ex-
tranjero en vuestra tierra, y morase entre vosotros, no Jo
zaheriréis. Mas esté entre vosotros como el natural de la
tierra ; y le amaréis como a vosotros mismos ; porque vos-
otros fuisteis también extranjeros en la tierra de Egipto."
El huésped es objeto de los mayores agasajos. Los
dulces y mermeladas y los licores de frutas destilados en
la propia casa son ofrecidos al visitante con generosa es-
plendidez.
# * *

La aristocracia entre los hebreos de Marruecos se basa


en la antigüedad de la familia y en la inteligencia de sus
12
— 178 —
miembros, sin reparar en los bienes materiales de que dis-
fruten.
Los sefardíes se consideran como la aristocracia de la
raza, por su origen europeo y por su mayor cultura.
M. Franco, en su Historia de los israelitas del Imperio
otom-ano, dice que los judíos de España, sobre todo los
de Cataluña, Aragón, Navarra y León, conocidos con el
nombre de Sefardim, se consideraban como miembros de
una raza superior a la de sus hermanos, Askenazim, pro-
cedentes de Rusia, Alemania y Austria, y pensaban tener
entre ellos a los descendientes en línea recta de la fami-
lia del Rey David. Algo parecido ocurre entre los sefar-
díes del Mogreb y sus correligionarios árabes y berbe-
riscos.
Los hebreos de Tetuán, Tánger, Ceuta, Melilla, Lara-
che, Alcázar y Arcila rara vez, como hemos indicado, se
mezclan con judíos de otras regiones de Marruecos, por
considerarlos de raza inferior.

* * *

Las prohibiciones alimenticias que, basadas en princi-


pios higiénicos, impone la ley mosaica son rigurosamente
acatadas por los hebreos.
Los israelitas dividen a los animales en puros e im-
puros. Es puro, entre los cuadrúpedos, y puede ser co-
mido, todo el que tiene hendida la pezuña y rumia (i).
El camello y los otros que rumian y tienen pezuña, pero
no hendida, están prohibidos para los hebreos. Asimismo

(i) El Levitico, capítulo XI.


— 179 —
ocurre con el conejo y la liebre y con el puerco, que, te-
niendo hendida la pezuña, no rumian. "No comerás la1*
carnes de éstos, ni tocarás sus cadáveres, porque son in-
mundos para vosotros", ordenan las Escrituras (i).
Todo pez que tiene aletas y escamas, tanto en el mar
como en el rio, puede ser comido.
Dice el Lcvítico: "De las aves, éstas son las que no
debéis comer y debéis evitar: El águila y el grifo (2).
Y el esmerejón (3). Y el milano y el buitre, según su gé-
nero. Y todo género de cuervos o lo que se le parezca.
El avestruz, y la lechuza, y el laro (3). Y el gavilán, se-
gún su género. El buho y el somormujo, y el ibis (5). Y
el- cisne, y el anocrótalo (6). Y el calaman (7). El hero-
dion (8). Y el charadion (9), con los de su género ; la
abubilla también y el murciélago. Todo volátil que ande

(1) E! Lcvítico, capítulo XI.


(2) Azor, halcón, gerifalte. Algunos autores dicen que es una
especie de águila muy grande, llamada quebranta-huesos, porque arro-
ja desde las alturas los huesos de sus víctimas para quebrantarlos
y chupar el tuétano. El grifo es un animal fabuloso.
(3) Según los griegos, el esmerejón es un águila marina de color
negro y del tamaño de una paloma.
(4) Algunos opinan que se designa a la gaviota, a la cerceta y al
cuclillo. El laro es un ave de tierra y agua, de color negro, más pe-
queña que la paloma.
(5) Ave de paso y doméstica, con alas blancas y cuerpo negro.
En Egipto hay una especie blanca que se alimenta de serpientes.
Aseguran varios autores que el texto bíblico se refiere a la avu-
tarda.
(6) El pelicano. Le llaman anocótalo, porque su grazndo se ase-
meja al rebuzno del asno.
(7) Ave de largas piernas rojas, como el pico, que habita en las
bgunas.
(8) La cigüeña, según unos ; la golondrina y el cisne, según otros.
(9) Opinan que es el grajo o la paloma torcaz.
— 180 —
sobre cuatro pies será abominable para vosotros (i). Mas
todo el que, a la verdad, ande sobre cuatro pies, pero tie-
ne más largas las piernas de atrás, con que salta sobre
la tierra."
El libro sagrado autoriza el sacrificio de la langosta
terrestre.
Está prohibido comer aquellos animales que andan so-
bre unas patas parecidas a manos, como el oso, la mona
y la rana. Asimismo todo aquel que ande arrastrándose
sobre la tierra.
Estos animales, declarados inmundos, contaminan cuan-
to les rodea, tanto las vasijas como las mesas donde se
depositen y los vestidos que los rocen. Todo ello deb**
ser destruido.
El hebreo no puede tocar el cadáver de ningún animal,
ni aun de aquellos de cuya carne es lícito comer, porque
queda inmundo hasta la tarde.
Todo manjar, si cae agua sobre él, queda inmundo. Lo
mismo ocurre con la semilla destinada a la siembra, si es-
tando mojada le toca algo impuro. Si se halla seca no
pierde la pureza.
No pueden comer los israelitas caza ni sangre de nin-
gún animal (2), "porque el alma de toda carne está en la
sangre, y cualquiera que la comiere perecerá". La san-
gre debe ser vertida sobre la tierra como agua.
Las carnes limpias es preciso que hayan sido muertas
con arreglo al rito. El ganado ha de ser degollado en
presencia de dos rabinos especialistas. Uno de ellos prue-

(1) Abejas, moscas y otros insectos parecidos.


(2) El Levítico, capítulo XVII, versículo 14
— 181 —
ba el cuchillo, después de afilarlo, pasándolo suavemente
sobre las uñas. Una vez ensayada, entrega el arma al
sacrificador, que debe degollar la res de un solo golpe.
Si no acierta, cosa difícil, dada la práctica que poseen,
los hebreos no pueden comer la carne del animal muerto,
porque ha sufrido al morir. Entonces la venden a los mu-
sulmanes o a los cristianos.
Degollada la res, es abierta en canal. El rabino recono-
ce las visceras detenidamente, principalmente los ríñones.
Luego sopla fuerte sobre los pulmones y observa si en
el agua, que contiene entre sus manos, aparecen burbu-
jas que le indiquen que existe solución de continuidad en
el aparato respiratorio que examina. Si la carne es mala
es declarada tcrefá (prohibida), y si es buena es procla-
mada caser y da el rabino la autorización para la venta,
marcando los despojos con el sello del rabinato. Existe un
libro que trata del sacrificio de reses vacunas, lanares y
cabrías, titulado Halajot Cheita.
La cabeza de la res constituye uno de los derechos del
sacrificador.
El rabino come una carne especial, precisamente aque-
lla que, sin reconocerla mucho, es declarada caser a pri-
mera vista.
Los jueves y los domingos son los días destinados a la
matanza.
El vino no ha de contener alcohol alguno. En caso
contrario, está prohibido su uso. Sólo pueden ser utili-
zados aquellos licores fabricados por los hebreos, cuya
venta autorice el rabino local.
El judío no enciende fuego ni luz desde el viernes al
— 182 —
ponerse el sol hasta ei anochecer del sábado. En ese
tiempo, ni en su hogar ni fuera del mismo, hace nada. No
fuma, no bebe, ni abre cartas, ni da cuerda al reloj, ni toca
dinero.
Durante el sábado no permitían los hebreos la entrada
de ningún musulmán en la judería. El mehasni, que pa-
gaba la Comunidad, colocado en la puerta, bastaba parí
que el Mel-lah fuese respetado en el día del descanso.
Como el sábado no pueden encender fuego, lo con-
servan desde el día anterior en un horno. El viernes gui-
san la adafina (i) o la oriza, los dos platos tradicionales
que ha de comer el sábado a mediodía la familia hebrea.
La adafina, generalmente es guisada en verano, y la ori-
za, en invierno. En esto, sin embargo, no existe regla fija.
Echan en una olla, para hacer la adafma, arroz, gar-
banzos, nueces, patas de buey, gallina, huevos con cas-
cara, canela, patatas, aceite, pimienta encarnada, sal. aza-
frán y agua. Adicionan trozos de una masa preparada con
harina y huevos. Después cubren la unión de la tapadera
de la olla con un poco de harina humedecida, y la envían
al horno antes del amanecer del viernes. ¿No es la adafina
de los hebreos marroquíes la olla podrida española? De pos-
tre comen garbanzos tostados con sal y pepitas de melón y
calabaza.
Para guisar la oriza fríen aceite y cebollas, y les aña-

(i) El nombre adafma es muy popular en Marruecos, en Argelia


y en Túnez. En Oriente se la designa con el nombre talmúdico de
xamiiu r¡ue significa "comida caliente", y en Occidente con la tra-
ducción provenzal francesa de xamin, que es chalet. En el Yemen
la llaman tabix, que significa cocido.
— 183 —
den pimentón, patatas enteras peladas, huevos hervidos,
carne, maíz molido gordo o arroz en grano, habichuelas,
agua y sal, dejándolo cocer todo hasta cierto punto.
Los días de ayuno son muchos. Durante ellos, el he-
breo no ingiere alimento alguno ni fuma desde las seis de
la tarde de un día hasta las ocho de la noche del si-
guiente.
Cuentan que algunos rabinos pasan una semana, de sá-
bado a sábado, en constante ayuno.

* * *

Moisés prescribió la limpieza a los judíos ; pero este


precepto no reza con los del interior de Marruecos, los
cuales, sometidos durante siglos a un régimen de opresión
y vilipendio, viven en la mayor miseria.
No es, pues, del hebreo toda la culpa, sino de sus opre-
sores, que a tal régimen de abyección les empujaron. De
todos modos, no es mayor la suciedad del judío menes-
teroso que la del musulmán, y aun la del cristiano sin
bienes de fortuna, en ciertos países de Europa.
Míster Thompson describe así una casa de hebreos, en
el interior :

"Ninguna familia, por numerosa que sea, ocupa más


de una habitación, sin ventanas, dándose con frecuench
el caso de que muchos vivan juntos, hacinados como en
una pocilga. Además de esto, casi todas las habitaciones
se construyen alrededor de un pequeño patio de quince
pies cuadrados, y hay un segundo piso ocupado de igua;
manera, dando las puertas de todos los cuartos a un lar-
— 184 —

go balcón. Esos patios sirven de albañal a las familias,


de sala ele recepción, de gabinete de costura para las mu-
jeres yde lugar de esparcimiento para los chicos, y allí
están también las cuadras de las muías y asnos, cuando
los inquilinos tienen estos animales. En aquel foco in-
fecto pasan el día varios grupos de mujeres, ocupadas en
cardar lana o hilar o coser."
Sin embargo, entre los hebreos oriundos de España, y
aun entre los árabes y berberiscos de cierta posición so-
cial, jamás llegó el abandono hasta ese extremo repug-
nante, aunque las ciudades marroquíes no fueron preci-
samente modelos de higiene antes de la implantación del
protectorado hispano-francés en el Imperio.
Las enfermedades más corrientes en los Mel-lah son
la viruela, la tifoidea, la malaria, los males de la piel y la
oftalmía.

El refranero hebreo de Marruecos no es muy copioso.


Lo componen adagios sefardíes, hebreos y árabes. Ya
escribe Kaysserling que en el destierro conservaron los is-
raelitas, a más de las costumbres, los refranes españoles.
Como en los refranes alienta la sabiduría del pueblo, pu-
blicamos algunos.
Refranes sefardíes: Ua malogrado, tcr.trc el mal de la
cabra : cuernos, barba y sarna. — Derroca una pared para
avanzar un clavo. — Si tu enemigo es una hormiga, cón-
talo como un camello. — Ua, te veas como el babor (i);
fuego en el curasón y agua en les distados. — Quien no
(i) Samovar ruso en el cual hacen el té los indígenas.
- 185 —
da migas no tiene amigas. — Un corazón, espejo de otro.
De mi quieres a ti quiero hay gran diferencia. — Quiei"'
quiere la rosa no mire al espino. — Más vale un asno que
me lleva, que un caballo que me echa. — Boca dulce abre
puerta de hierro. — Cara alegre, dos candelas. — Más vale
caer en un rio furiente que en boca de la gente. — Quien
vende el sol merca la candela. — Del espino sale la rosa,
de la rosa sale el espino. — El comer y el arrascar es todo
comenzar. — Camina con buenos, te harás uno de ellos. —
A ti te lo digo, mi hija, que lo diga la mi nuera. — León
que esté dormido, no le despiertes. — Deja tu casa, ven a
la mía, verás un buen día. — Quien mi ve mi goza, quien
~i tiene mi llora. — No hables mal del día hasta que
anochese. — Ni miércoles sin sol, ni viuda sin dolor, ni
muchacha sin amor. — Si negra la culpa, más negra la
disculpa. — Quien tiene techo de vidrio no eche piedras
ande el vecino. — ¡ Cuándo crecerán a la rana pelos... !—
El botero va de boca en boca, como el vino de bota en
bota. — Dame gordura, te daré hermosura.
Refranes hebreos : No se aprecia lo que vale la luz más
que conociendo la obscuridad (En laor nic-kar el la mi-
to] lahoscj). — Dios los cría y ellos se juntan (Col-mam
raah). — ¡Oh perezoso! ¡Mira la hormiga, observa sus ca-
rreras yaprende ! (Lej-cl mcinala asecl ree derajeha, va-
jajaiu). — Preferible es ser dos que permanecer en uno (i)
(Tab-libetab-tan-du. Milemctab ármela). — Más vale un pe-
dazo de pan seco con paz que una casa llena de pleitos
(Tobe pal Ha/eba vezaleva ve mi vaijt meleá zibeherib).

(i) Lo dicen las mujeres que desean contraer matrimonio.


— 186 —
Los judíos, como todos los pueblos, tienen supersticio-
nes. Una muy curiosa y popular entre los hebreos es la
de creer que la muerte pertenece al género masculino, y
está capacitada para contraer matrimonio. El Huerco (i)
es casado y es torpe. Como ha perdido la memoria, a veces
se olvida del enfermo, y no le arrebata al afecto de los
suyos, tan sólo con que los parientes llamen a éste con
otro nombre distinto al propio, o cambien de sitio la cama
donde reposa.
La tecafá es un mal que sufren exclusivamente las is-
raelitas. Calambres, calofríos, dolores de cabeza y estó-
mago, dificultad en la respiración : he aquí los síntomas
de la enfermedad. La explican diciendo que cuando Dios
creó a los ángeles y los distribuyó por categorías, a una
de ellas la encargó de la vigilancia de las aguas. Como este
oficio es muy pesado, los custodios han establecido un
turnu : cada tres meses está de guardia un querube. Al
hacerse el relevo se registra un momento en que el cen-
tinela entrante y el saliente, mientras se dan la consigna,
olvidan su altísima misión. El diablo aprovecha ese ins-
tante, ylanza por el centro de las aguas una corriente
finísima de sangre, que las infecciona. Tal es la causa di
la tecufá, que ataca a las hebreas que no saben resistir
las tentaciones privándose del agua todo un día. Opinan
algunos que esa corriente de sangre procede de Seilam,
hija de Jepté de Galaa, juez de Israel, muerta por su pa-
dre; otros afirman que procede del Nilo cuando Moisés
lo convirtió en sangre.
Es de notar que el relevo de los ángeles custodios del

(i) La muerte.
— 187 —
agua coincide con el comienzo de cada una de las estacio-
nes. Los días en que empiezan éstas, los hebreos depo-
sitan un trozo de hierro en todo recipiente de agua quí
esté descubierto, con objeto de evitar el mal. Aseguran
que el hierro cuida el agua. Los rabinos censuran esta
superstición, que es popularísima en Marruecos.
Le temen los judíos al mal de ojo, y hay mujeres que,
según dicen, poseen maravillosa virtud para sanar a los
enfermos por el espíritu maligno.
Un escorpión pintado en un papel pendiente de la pa-
red de la casa constituye un eficaz preservativo contra la
peste.
Creen los hebreos que ningún descendiente de Israel es
negro, pues todos conservan el color de la raza primi-
tiva. Sin embargo, en Abisinia y en Goa existen judíos
negros, y no lo han ignorado en ningún tiempo los israe-
litas marroquíes.
Tales, entre otras, son las más vulgares supersticiones
de la raza hebrea del Mogreb. Con la cultura van desapa-
reciendo, siendo sustituidas por ese escepticismo de buen
tono, que es algo así como el dorado barniz de la civili-
zación.
* * *

El calendario hebreo es lumsolar, ajustándose sus años


y sus meses al curso de la luna.
El año puede ser común o embolismal: los años comu-
nes constan de 353, 354 y 355 días, y los embolismales de
383, 384 y 385, aegún sean deficientes, regulares o abun-
dantes.
— 188 —
Los judíos, imitando a los griegos, agrupan los años
en períodos de diecinueve años, llamados ciclos. En
cada uno de estos ciclos hay siempre doce años comunes
y siete embolismales.
El año común consta de doce meses ; el año embolis-
mal, de trece. Los meses cuentan veintinueve o treinta
días.
El día de los hebreos tiene veinticuatro horas, y cada
hora mil ochenta escrúpulos o hehquin. Cada siete días
constituyen una semana. Los días de la semana se llaman
ferias y se designan por números. El Domingo es feria i
y el Sábado feria 7.
El año judío jamás empieza por las ferias 1, 4 y 6. La
Pascua tampoco puede celebrarse en las ferias 2, 4 y 6.
Los meses del año se llaman Thisri, Marchewan, Cas-
len, Tebeth, Schebat, Adar, Ve-Adar (1), Nisan, Jiar,
Siwán, Tamuz, Ab y Elul. Contando el año hebreo por
días se empieza por Thisri, cuyo día primero lo es tam-
bién del año. Contándolo por meses se comienza por Ni-
sán. Thisri es entonces el séptimo mes.
Sirven también de fundamento al calendario hebreo las
fases de la luna. El principio de cada ciclo, de cada año,
de cada mes, ha de coincidir con un novilunio, llamado el
molad.
El año hebraico comienza en las fechas comprendidas
desde el 25 de agosto hasta el 5 de octubre, de nuestro
cómputo.
Sin embargo, el judío marroquí, imitando al moro, no

(1) Este mes sólo figura en los años embolismales.


— 189 —
se ocupaba antes de medir el tiempo : muchos hebreos del
interior no saben exactamente la edad que tienen. Las
efemérides las forjan por referencia a un hecho notable
ocurrido en el país : la guerra con el esbaninl (i) en 1859,
la muerte de Muley Hassan...

(1) El español.
EL IDIOMA
Reliquias de Castilla. — Españoles sin patria.

Suman varios millones los hebreos, repartidos por el


mundo, que hablan el castellano.
• Cuando la expulsión de 1492 las costas del Medite-
rráneo se poblaron de judíos españoles, que arribaron a
ellas con el recuerdo de la Patria perdida, no por ingrata
menos amada.
Como un tesoro conservaron los inmigrados el idioma
y las costumbres de Castilla. Dice el P. Mariana (1) que
"unos pasaron a África, otros a Italia y muchos también
"a las provincias de Levante, do sus descendientes hasra
"el día de hoy conservan el lenguaje castellano y usan del
"en el trato común". "Llevaron de acá — escribía Gonzalo
"de Illescas en el siglo XVI — nuestra lengua, y todavía
"la guardan y usan della de buena gana; y es cierto que
"las ciudades de Salónica, Constantinopla, Alejandría y
"el Cairo, y en otras ciudades de contratación y en Ve-
"necia, no compran, ni venden, ni negocian en otra len-
"gua sino en español. Y yo conocí en Venecia hartos

(1) Historia de España.


— 192 —

"judíos de Salónica que hablaban el castellano, con ser


"bien mozos, tan bien o mejor que yo" (i).
Y no sólo cultivaban el español en Turquía y en el lito-
ral del Marc Kostrum de los antiguos, sino en los Países
Bajos, en Inglaterra, en Hamburgo y en Viena (2).
Muchos siglos después, en los Balkanes, el ilustre doc-
tor Pulido ; en la isla de Rodas, el Sr. Díaz Moreno ; en
Constantinopla, Blasco Ibáñez ; en New York. Miguel de
Zárraga, han encontrado por millares a los descendientes
de aquellos hebreos españoles, recordando a la Patria ado-
rada de sus antepasados. "Y también hablaré — escribe
"Blasco Ibáñez (3) — del Barrio de Galata, en Constan-
"tinopla, "El Barrio de los Españoles", como lo titula
"la topografía popular, donde 28.000 judíos, que se ape-
llidan Salcedo, Cobo, Hernández, Camondo, etc., emplean
"en el seno de la familia un castellano arcaico que es la
"lengua sagrada, el medio de comunicación para librarse
"de la vigilancia de sus enemigos". "¡Ah, España! ¡La
"bella Sión de Occidente ! Los míos, los viexos, baxaron
"de allá. Los cuentos que entretienen a la familia en las
"noches de sábado, leyendas de enormes tesoros enterra-
"dos tienen siempre por escenario la vieja España, país
"fantástico del que hablan los patriarcas a los niños con
"grave misterio, como hablamos nosotros de Bagdad, de
(1) Escribe Mr. Danón que los judíos refugiados en Oriente
cultivaron con exquisito cu:dado el puro español que ya en el si-
glo XVI había llegado a ser lengua universal, gracias a los des-
cubrimientos ynuevas conquistas que España hizo a la sazón en el
mundo.
(2) Dictionalrc bibliográp'iique de auteurs juifs, de lenrs ouvra-
ges espagnol ct portugais. — M. Kaysserling. Strasburgo, 1890.
(3) Oriente.
— 193 —

"las "Mil y una noches". Y en las fiestas israelitas, las


"viejas descuelgan los panderos y entonan con sus bocas
"desdentadas villancicos del siglo XV, aprendidos por sus
"abuelos en Toledo, que fué como el Paris del mundo
"judío".
Por todo Oriente se nota la influencia de los sefar-
díes. En 1845 contaba todavía Safed con 750 judíos de
origen español contra 500 de origen oriental y africano;
sin embargo, algunos años después el número de éstos
aumentó considerablemente. La inmigración no interrum-
pida de hebreos africanos tuvo por consecuencia la debi-
litación del elemento del idioma español en Safed y la Ti-
beriada, donde la superioridad numérica e intelectual de
los mogrebinos acabó por predominar.
Un sefardí de Oriente, Moisés Fresco, publicista y
director de la escuela que en Galata tiene establecida la
Alianza Israelita, escribía en febrero de 1904, una inte-
resante carta en el jargón español, de la cual entresacamos
estos párrafos, en los que se demuestra el abandono de
España y el amor que a nuestro idioma profesan los sefar-
díes:
"La primera vez que alcancé a ver un texto de esta
preciosa lengua — escribe — , fué en un libro francés, Le
Cid, de Corneille, el cual contenía los romances del Cid:

Delante del rey de León


Doña Ximena una tarde
Se pone a pedir justicia
Por la muerte de su padre...

"Me fué una maravilla de ver que todo lo comprendía,


como si era nuestra lengua propia y natural, como lo es.
w
- 194 —

Habiendo pasado algún tiempo en Tánger, en Marruecos


(hace ya veinte afios), tuve la ocasión de leer algunas
obras españolas, y antes de todo el Don Quijote, de Cervan-
tes, que me hizo una impresión profunda; es entonces
que comprendí bien la diferencia inmensa que existe entre
una traducción y su original. En la traducción francesa,
las aventuras del Quijote, por tanto que haygan diverti-
do, no entendían por todo esto en cualo merecía el nom-
bre de pieza maestra y por cualo tanta celebridad univer-
sal. Es en el original que lo entendí y que me convenzé
que muy merecidos son todos los elogios que se han hecho
por esta obra, y el entusiasmo que ella ha exitado porque
lo sentí yo mismo este entusiasmo. Vi que lo mejor de
este libro no son los aventuras que tan divertientes que
sean, pero el natural y la verdad de las hablas, que son
los discursos yenos de senso y de juicio de Don Quijote,
y las palabras tan sabrosas de Sancho, que una traducción
tan bien hecha que sea no pueda reproducir. Traduttore
traditore, dicen los italianos, y el héroe de Cervantes
compara (si me recuerdo bien) el original de una obra
y su traducción a un tapete : el original es la faz y la tra-
ducción la revés. Muy justa comparación.
"Y lo que sentí también en leyendo este libro es como
un eco en el corazón y oía como una voz querida ya co-
nocida; los personajes, aunque tan lejanos, me parecían mis
contemporáneos y familiares; por ejemplo: en oiendo las
hablas y las quejas de Juana a Sancho, me imaginaba
oir a una de nuestras mujeres judías de la clase inferior
de Haskeui o de Balat (i); todo es dulce, gracioso y

(■'») • En «Constan tinopla.


— 195 —
amable en esta obra superior. He leído también algunos
otros libros españoles y uno que me ha mucho gustado es
la Gaviota, por Fernán Caballero. Hay un pasaje que me
es bastante divertido, y es cuando la tía María y el her-
mano Gabriel dan sus cuidos a un enfermo que les es des-
conocido. "Quizás será judío (dice el hermano Gabriel);
Dios nos asista, exclama la tía. Pero no, si fuera judío,
;no le hubiéramos visto el rabo cuando lo hemos des-
nudado?" En esta novela he notado una canción muy pa-
recida a unas coplas que cantan nuestras ancianas mujeres
•en Turquía. He aquí la primera copla de esta canción:
Estando un caballerito
en la isla de León,
Se enamoró de una dama
Y ella le correspondió.

Juan Pujol nos cuenta cómo , en uno de sus via-


jes por Oriente, oyó en labios de un sefardí la lengua
castellana medieval viva, como una momia que hu-
biese hallado su alma errante, después de muchos siglos
de quietud. Con uno de los viajeros — dice — entablo con-
versación, ycuando sabe que soy español exclama son-
riendo complacido. — ¿De dónde sos? — ¿Pero usted en-
tiende yhabla el español también? — le pregunto a mi
vez. — Soy español yo mismo, descendiente de los expul-
sados de antaño. Por aquí somos millares los israelitas es-
pañoles. Todos conservamos la lengua anticuada como
ve, pero idéntica en el fondo. Lleno de arcaísmo, de
barbarismo y de toda clase de máculas y desgarrones, es-
tá nuestra idioma en boca de esta buena gente, en efecto.
Y, sin emliargo, aseguro que oírlo hablar con orgullo, co-
— 196 —
mo lo hablan ellos, y hasta la intimidad de sus relaciones,
v de sus hogares, es cosa que emociona de indecible modo.
Quiere mi compañero excusarse de sus errores de dic-
ción, alegando la lejanía de nuestro país, la falta de es-
tudio de nuestra gramática y la carencia de lecturas. Pero
yo le atajo con efusión, afirmando entenderle sin dificultad
alguna, y en vez de mofarme de él, de reprocharle los
extranjerismos con que mezcla el habla de Castilla, se los
señalo amistosamente; no me indigno porque no le ha-
ble bien, pues que nadie comete faltas por su gusto, y por-
que la indignación es cualquier cosa menos un procedi-
miento pedagógico; no quiero hacerle mejorar su lengua-
je apelando a la burla o a la ironía, puesto que no se en-
seña a los pueblos ni a los hombres con acritud ni con
violencia, sino con blandura y con amor. Y él agradece
esta inesperada lección en el idioma de sus antepasados.
Y aquí estamos los dos enternecidos, yo de haber encon-
trado en tierra tan lejana el habla de mi país, él de poder
mostrármela y de verla, sin vacilación, reconocida.
Y es como si una hermana que la infancia nos hubiese
arrebatado y creyéremos perdida para siempre o muerta
de repente, la encontráramos en el albergue de gentes
humildes que la hubiesen cuidado y vestido a su modo,
con atavíos distintos de los nuestros, pero que nos la hu-
bieran conservado honesta y viva.
Y no sólo en Oriente : en Austria, en Hungría, en In-
glaterra misma, en América, han conservado el culto a
España, a pesar de los siglos transcurridos desde la ex-
pulsión. "Aún hoy día — dice un escritor inglés — recitan
varias de sus oraciones en lengua española, en algunas si-
— 197 —

nagogas de Londres, y todavía los judíos modernos re-


cuerdan con gran interés a España, como tierra querida
de sus padres e ilustrada con los más gloriosos re-
cuerdos".
***

¿Cómo Marruecos, ligado a España por tantos lazos,


había de ser una excepción en el mundo sefardíe?
Los sefardím del Mogreb aman a España, como la
aman sus hermanos de Asia, de Europa, de América, con
un amor puro que no está contaminado con la ruindad de
ningún mezquino interés.
Finhas Asayag, uno de los hebreos tangerinos más cul-
tos de la época moderna, expresa el españolismo de los
israelitas marroquíes en unas palabras entusiastas: "Los
judíos de Tánger, Tetuán, Arcila, Larache, Alcázar, Ma-
zagán, etc., etc., hablan el castellano, más o menos co-
rrecto, pero castellano siempre, y desde luego más castizo
que el que hablan sus correligionarios de Turquía. Aún la
gente antigua que para la correspondencia se vale de los
caracteres hebraicos, lo hace en español. Somos aquí es-
pañoles en todo — dice — : en nuestros gustos, impresiones,
exaltaciones y sentimientos. Somos españoles por voca-
ción, por temperamento y por simpatías ; en nuestras ve-
nas circula sangre española; pensamos en español y sen-
timos de igual modo ; algunas de nuestros oraciones las
hacemos en español. Nuestros casamientos se hacen con
arreglo al rito establecido cuando los judíos vivían en
España, y al citar en el contrato de bodas, que se lee en
el momento preciso de la ceremonia, el árbol genealógicc
— 198 —
de los contrayentes, se hace referencia a nuestros anta-
pasados que murieron en España, y por los cuales se pide
a Dios que dé descanso a sus almas. Los judíos de Ma-
rruecos, particularmente los de Tánger y Tetuán, sien-
ten especial predilección por España, y cuanto a ella se re-
fiere tiene un interés directo para nosotros; lloramos sus
desgracias como nos regocijamos de sus triunfos; Espa-
ña es nuestra patria, es la tierra bendita donde descansan
los restos de nuestros antepasados, y natural es que sin-
tamos por ella cariño y veneración."
Los idiomas hablados generalmente por los hebreos de
Marruecos son el castellano y el árabe. En el Rif emplean
el tamarrokit, y en las regiones montañosas del Atlas, el
chelja y el amarciga, que son los tres dialectos que, con
la lengua árabe, usan los indígenas. En Tánger, Tetuán,
Larache, Alcazarquivir, Arcila y Chechauen, y en las ciu-
dades del litoral atlántico, pocos son los hebreos que no
hablan el castellano como la lengua propia, porque fué
heredada de sus mayores. Es el idioma del hogar.
El ilustre doctor Yahuda, en un interesante estudio,
hace oportunas observaciones sobre el habla de los sefar-
ditas. No cabe duda, como dice Wágner, que el antiguo
léxico español en el judeo-español es menor que en el
castellano moderno. En cambio, muchos vocablos que en
España son ahora vulgares o anticuados o han desapa-
recido, se oyen aún corrientemente entre los sefardíes co-
mo por ejemplo: aparezar o esparezar (aparejar) por pre-
parar; topar (una cosa) por encontrar; mercader, por co-
merciante; colar (el agua) (i), por filtrar; ansí, por
(i) Aquí en España ya no se usa más Que para líquidos espesos.
— 199 —
así (i); su mercé o vuesa mercé, por usted; menear, por
mover (2); avagoroso, por lento; cozeta (cogeta), por co-
lecta; daldar, por suspender; trocar, por variar; men-
tar, por mencionar; esculcal, por espionar; trabar, por
atraer (hacia una u otra dirección) ; desterrar, por expul-
sar; abocarse o encorvarse, por inclinarse; conducho, por
condumio (3) ; cavesal-almohada en general, por cabezal-
almohadilla para apoyar la cabeza (4); mañera, mujer es-
téril (5) ; manda, pérdida lastimosa, desgracia (6) ; ma-
nía, pulsera de metal o vidrio (no brazalete) ; mancar, fal-
tar; "xacino", en castellano, hacino, enfermo, viene del
árabe (hacín-triste, miserable). En judeo-español hay tam-
bién los derivados "xazinura, enxazinamiento, xaximien-
to'* (enfermadizo).
Con otra acepción se emplean en judeo-español como,

como colar el caldo, el café, la manzanilla y cualquier cosa donde


se eche hierbas en infusión.
(1) En algunas partes se oye ansina o asín; pero indudable-
mente usaban los sefardíes también la forma así, como lo prueba el
juramento ¡ascbiva yo! que se conjuga regularmente (asevibas, tú;
asevibas, vos, tec), y que, como se ve, se compone de así y vivas.
(2) "Mover" en este sentido es desconocido en el judeo-español,
y no se emplea más que en la significación antigua de "abortar",
desconocida hoy en castellano.
(3) Se dice condachcar en el sentido de moderarse en el uso
del condumio, con lo que se exhorta a los niños tragones.
(4) Cavscra es un regalo nupcial de parte de la madre, que con-
siste en ropas de camas con almohadas de seda bordadas en hilo
de oro clavedón (Gil, Rom. XIX : clavedón de Stambol), que se es-
trenan en el primer parto.
(5) Generalmntee sólo es femenino. Mañero se dice del hombro
que muere sin sucesión, después de haber tenido hijos, como se usa
en los fueros municipales.
(6) ¡ Qué maneta 1 ¡ Qué desgracia 1 ¡ Qué lástima 1 j Es pecado
y manda ! (Cuando se echa una casa a perder).
— 200 —

por ejemplo, las siguientes que en castellano ya no conser-


van todas sus significaciones antiguas: "manseva" se dice
de una joven sin la menor sombra de sentido peyorati-
vo, como manceba en castellano, por ejemplo: "fulana es
una manseva que da espasio verla" (es decir, que da ale-
gría verla); "su madre es ainda muy manseva" (es aún
muy joven); "una iza (hija) está casada, la otra es ainda
manseva" (soltera). Adobar, en el sentido de repasar, re-
mendar; por ejemplo, adobar la siya (silla) rota; adobar
la camisa rasgada (i); adobador de zapatetas (zapatos,
botas); escapar, terminar; por ejemplo: "escapar la fra-
gua (construcción) de una casa"; "s'escaparon los días de
la fiesta". Enconar no se usa en judeo-español más que en
la acepción de contaminar, en un sentido ritual; por ejem-
plo: "enconara las manos por haber tocado algo impuro",
tal como las partes vergonzosas o un cadáver, lo que
exige una ablución inmediata para quitar el encono. Por
apagar, desconocido en el judeo-español, se sigue em-
pleando amalar, que se va perdiendo en castellano. Para-
zar (barajar) se emplea por reñir con alguien, pero es más
corriente en el sentido de meterse en cosas que a uno no
le importan.
Son numerosas las palabras de origen árabe que los
sefardíes conservan del español viejo. Algunas presentan
aun su forma antigua, como alcunia, apellido que en cas-
tellano se alteró en alcurnia. Noaría (noria) ofrece un cru-
ce en la forma antigua naora y de la castellana noria. Por

(i) Obsérvase que la forma más reciente del antiguo refrán.


"Adoba tu paño y pasarás tu año", es "Remienda tu sayo, etc.".
La variante paño por sayo será una enmienda en favor de año.
— 201 —

zanahoria se dice en judeoespañol zafanoria, forma más


próxima a su origen árabe, es decir, las amarillas; por al-
quiler se dice quirá, y por falucho empléase faluca, que ha
pasado también a otros idiomas europeos. En este con-
junto, no estaría demás mencionar que mientras la mayor
parte de los sefardíes dieron a las cerillas el nombre de
asufrcs, que viene del castellano azufre, los de Salónica
prefieren denominarlas por una voz puramente castellana
de nuevo cuño : paluelas (Subak, Zeitscrift fiir Rom.
Phil. XXX, página 147).
El léxico de los marroquíes está compuesto de voces
castellanas del siglo XIV, pronunciadas con una cadencio
especial, barajadas y confundidas con palabras del es-
pañol moderno y con vocablos del árabe.
Escribe Kayserling que los primeros judíos, después
del destierro, cultivaron muy bien la literatura española,
pero después se corrompió el idioma, porque muchos vo-
caDios fueron sustituidos por otros de las lenguas que se
hablan en los países donde hallaron refugio. Se fue alte-
rando el valor de las proposiciones, se viciaron las con-
cordancias yel régimen, y cayó el castellano en un bar-
barismo. En Oriente se formó una jarga — jargón, la
llaman ellos — , comúnmente conocida con el nombre de
Ladino español (1).
Merced a los sefardíes no ha desaparecido del Mo-
greb nuestro idioma, cuya influencia es grande, aún en el
interior. Edmundo d'Amicis refiere la presentación de unas

(1) Proviene de latino, latinar, ladinar.


- 202 —
mujeres hebreas a un embajador europeo, recién llegado
a Fez, y dice asombrado: "Todas hablan el español".
Existen antagonismos entre los hebreos que usan el
árabe (forasteros) y los que se expresan en español (ru-
mis). Sin embargo, este antagonismo, como ya dejamos
sentado, no es cuestión sólo de idioma, sino de psicología
y de cultura.
La jerga medieval de los sefardíes, el español que
se podía oír en las calles de Toledo en plena Edad Media,
ha ejercido dominio sobre el árabe, sobre todo en cier-
tos neologismos y términos comerciales.
Mr. Mercier, en un breve estudio titulado "Influence
des langues berberes et espagnole sur le dialecte árabe ma-
rocain", publicado en los admirables "Archives", escribe
que en los macizos montañosos y en las regiones sahaiia-
nas, la lengua árabe lucha con los diferentes dialectos
berberiscos que se conservan, y sobre la costa mediterrá-
nea yla noroeste el árabe no sólo lucha contra el berbe-
risco, sino contra la lengua europea más extendida, que
es la española.
Agrega que los moros han adoptado la p, que no exis-
te en el alfabeto árabe, y cita una relación de las palabras
españolas empleadas más corrientemente en Tánger por
los árabes indígenas, que lentamente van incorporándolas
a su idioma, labor en la que ejerce el hebreo capital influen-
cia. Cabeza-Kabisa, Chico-Tchiko, Cocina-Kotchina, Co-
rreo-Korrio, Costa-Kochta, Duro-Duro, Falso-Falso, Fa-
rola-Farola, Fonda-Funda, Fraile-Frailia, Manteca-Man-
tiga, Moneda-Moneda, Moro y moruno-Moro y morono.
Palabra-Palabra, Paseo-Pasio, Lápiz-Lapis, Real-Rial, Se-
— 203 —

lio-Sillo, Señor-a— -Senior-a, Regalo-Regalo, Sobre-Subrí,


Tiempo-Tiempo, Tinta-Tinta, Silla-Chilia, Trabajo-Tra-
bajo.
Agrega Mr. Mercier que si el castellano posee gran nú-
mero de voces árabes, el dialecto árabe de la costa marro-
quí está fuertemente influenciado por el español.
Esto débese principalmente a los judíos, que han sabi-
do conservar nuestra hermosa lengua, influyendo sobre los
indígenas por el trato constante que con ellos han mante-
nido durante siglos.

.Haremos un ligero estudio complementario de los da-


tos anteriores sobre el castellano que hablan los hebreos
marroquíes, en parte anticuado y barajado, en ocasiones,
con palabras árabes.
Las frases castellanas olvidadas las tomaban los inmi-
grantes del idioma que usaban la mayor parte de los ma-
rroquíes. El pueblo bajo aún se expresa en una jerga,
mezcla de español y de árabe, llamada haquctia.
Los hebreos que emigran a América, al regresar, hablan
mejor el castellano. Muchos, sin haber salido de Marrue-
cos, pueden confundirse en el uso de la lengua madre con
los nacidos en España.
Emplean la palabra matar por pegar. Por ejemplo: ¡Ah,
desdichado! ¿Quién te pegó en el ojo?. — ¡ Uá malogrado!
¿Quién te mató el ojo? (i).

(i) Mucho nos ha auxiliado con su experiencia en este estudio el


distinguido hebreo tetuaní D. Isaac Coriat, uno de los más ilustrados
de Marruecos,
- 204 —

Colocan arbitrariamente la r diciendo tadre por tarde,


mucdre por muerde, marre por madre, parre por padre.
La c no la utilizan.
La s y la c suenan como s francesa en casamientos, usar,
quehaceres, casas, etc.
La h como /: fierro, jomo, fuso, y la j como y: yarro,
tinaya, hiyo, coneyo, coyer.
La primera persona del singular del pretérito perfecto
de indicativo, la hace en í; por ejemplo : De canté, cantí :
de salté, saltí ; de jugué, juguí; y asimismo la primera
persona del plural: Hablamos, hablimos; jugamos, jugui-
mos.
En los verbos de la segunda y tercera conjugación, ha-
cen el pretérito imperfecto de indicativo como si fuese de
la primera, por ejemplo: Yo traía, yo traiba.
También es muy corriente preguntar: ¿Qué es? ¿Qué
dé?
Los hebreos de Tánger convierten con frecuencia la
h en /: jaccr, jablar.
Los de Xauen no pronuncian nunca dos vocales juntas.
Ejemplo: Me mareó, me maré. Yo peleé, yo pelé.
Muchas veces suprimen la s en palabras como saliste,
salitc; entraste, éntrate; paseaste, paséate.
Emplean la voz baldonar por maldecir y espantar por
asustar.
Alteran en ocasiones el orden de las palabras, v. g. :
Bien venido; venido bueno.
A las personas de respeto las hablan de vos.
El árabe lo pronuncian, en ocasiones, con prosodia cas-
tellana.
— 205 —
Junto con el idioma de Dios, como le llaman los sefar-
díes (i) al castellano, la raza conserva como un tesoro, como
las ejecutorias de su abolengo, todos los recuerdos de Casti-
lla, en los apellidos : D'Avila, León, Pinto, Manzano, Vidal,
Vivas, Murciano, Pariente, Taurel o Teruel, Laredo, Mo-
reno, Ribas ; en los casamientos, celebrándolos según el
uso de Castilla, minague Castilla; en las ceremonias reli-
giosas, alcantar en las sinagogas en castellano las poesías
de "Ben Gabirol", estos mismos judíos ortodoxos que en
todo tiempo han sentido gran repugnancia en servirse de!
idioma árabe para las cosas del culto. Hasta en la hora
de la muerte resplandece el amor a la patria perdida, pues
el cementerio llamado de Castilla, en Tetuán, es mostrado
con orgullo por los sefardíes a los extranjeros. ¡El Cemen-
terio de Castilla! Allí está en la falda del Dersa, junto a
la pintoresca necrópolis musulmana, a la salida de ia puer-
ta de Ceuta. Sus piedras sepulcrales centenarias recuer-
dan los nombres de los rabinos, de los médicos, de los al-
cabaleros yalquimistas que, arrojados de la patria, murie-
ron sin volver a pisar el suelo sagrado. Ahí está durmien-
do el sueño eterno el Rabí Hasday Arrobas, uno de los
más célebres rabinos españoles; ahí está la piedra del cie-
lo con su maravillosa leyenda. Atracción misteriosa ejerce
sobre los sefardíes este campo santo. En 1906 murió en
Tetuán el médico turco Joseph Hayón, que pidió ser en-
terrado en el Cementerio de Castilla, por ser descendiente
de españoles. El rabino Isaac Barchilón (2), muerto en

(1) Quizá obedezca a que los libros de oración de los judíos es


pañoles de Oriente están escritos en castellano.
(2) De Barcelona.
— 206 —

1914» también quiso recibir sepultura con su mujer Ra-


quel entre las tumbas de sus abuelos.
En tierra africana se halla ese trozo de tierra bautizado
con el nombre legendario de Castilla, pregonando el amor
de unos españoles a España, amor que no han entibiado
las persecuciones ni los desprecios, porque es un amor
más fuerte que la voluntad de los hombres: es el amor
del hijo a la madre.
VI

VIEJOS ROMANCES DE CASTILLA

De la España que fué. — El espíritu de la Edad Media


vive en las canciones de los hebreos marroquíes.

Pocas son las distracciones de que disfrutan los he-


breos en Marruecos, fuera de aquellas que ha importado
la influencia de Europa.
Las visitas y los paseos, un baile, con panderetas y sona-
jas, muy parecido a la danza mora, y, sobre todo, el recitar
viejos romances castellanos de la Edad Media, llenos de
belleza y poesía, con una música dulce y primitiva, cons-
tituyen las distracciones más populares entre los israeli-
tas del Mogreb.
"En mis largas peregrinaciones por los países donde
existen comunidades judías — escribe el Sr. Manrique de
Lara — he podido estudiar los tesoros de antigua poesía
castellara conservados por la tradición oral. Sarajevo. La-
rissa, Salónica, Smirna, Rodas y Jerusalem han enrique
cido mi colección de romances, con variantes magníficas
de los que ya eran conocidos, o con admirables descubri-
mientos de otros totalmente ignorados en la tradición pen-
insular. Mi reciente viaje a Marruecos me ha revelado la
prodigiosa superioridad de la tradición en Tetuán y ¡Tan-
— 8 -

ger, sobre cuanto en mis anteriores viajes pude coleccio-


nar en Oriente" (i).
En Marruecos viven todavía los viejos cantares que,
desgranados de las antiguas epopeyas castellanas, apare-
cen ya en las colecciones formadas a mediados del si-
glo XVI en Amberes y Zaragoza, y aún aquellos que en
las postrimerías del siglo XIII figuran citados en la Cró-
nica general mandada redactar por Alfonso el Sabio. En
esas canciones romanceadas, como escribe D. Marcelino
Menéndez Pelayo, se hallan formas a veces más arcaicas
que las recogidas de la tradición oral de la Península.
En todos esos romances las costumbres bárbaras o, si
se quiere heroicas, se presentan muy atenuadas y no fal-
tan toques de sentimentalismo propios de una Edad más
avanzada. Casi todos tienen de novelesco más que de épi-
co; algunos ostentan galantería refinada; otros, cierta bru-
talidad erótica (2).
Una honda melancolía invade el espíritu escuchando
esas canciones. Parece que resucita con ellas la vieja Es-
paña de los triunfos y de las grandezas. Las cantigas y le-
yendas de nuestros abuelos levantan en el alma como pol-
vo y efluvios de venerandas y ya desvanecidas edades.
Estos romances no guardan las formas métricas. El
romance judaico — escribe Sánchez Moguel (3) — , compues-
to en versos largos, sin rigurosa división en hemistiquios

(1) El Sr. Menéndez Pidal afirma que las versiones conservadas


por los judíos de Marruecos son superiores a las que la tradición
ofrece en Oriente.
(2) Tratado de los romances viejos. Marcelino Menéndez Pe«
laye.
(3) RoL Aed. Historia, 1S9Á
— 209 -
de igual número de sílabas, es curiosísima muestra — úni-
ca que conocemos — , y este es su gran valor, de las formas
métricas, de las antiguas canciones narrativas del pueblo,
antes de la influencia lírica de los trovadores y poetas, que
les dieron la regularidad y el carácter definitivo hasta el
día.
A continuación publicamos, con su música (i), algunas
de las cantigas más populares, recogidas de labios de an-
cianas hebreas marroquíes, de esas ancianas retratadas por
A.braham Danon, soñadoras, embargadas por visiones leja-
nas, que procuran reproducir armonías medio desconocidas,
con la voz, la mirada y el gesto...

(i) Uno de los españoles que más han trabajado por la Patria
en Marruecos dentro de su esfera de acción, es el músico mayor
militar D. Antonio Bustelo. A él debemos la música de esos ma-
ravillosos romances, que hemos entresacado de la copiosa colección
que posee, recogida con paciencia benedictina de labios de las viejas
hebreas de los mel-lah marroquíes. El Sr. Bustelo, sin gozar de
subvenciones oficiales, impulsado únicamente por el arte y por el
patriotismo, ha desarrollado una labor de recopilación de la música
árabe y hebrea que, en justicia, debe premiar nuestro Gobierno.

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— 210

PREGONADAS SON LAS GUERRAS

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Pregonadas son las guerras, "Los tus cabellos, la niña,


las guerras del Rey León;
todo el que a ellas no fuere, de hembra, y no de varón."
"Con el sombrero de mi padre
su casa estará en prisión,
sea Conde o sec Duque, me los taparía yo."
" Vuestros pechos, niña,
o sea de cualquier nación,
si no era un renegado de hembra, y no de varón."
"Con un chaleco, mi padre,
que a su mujer maldició.
me los ajustaría
Ya cabalgaba yo."
la niña,
"Reventada seas, Alda,
por mitad del corazón ; cabalga más que un varón.
siete hijas que paristes, A la entrada de la guerra,
entre ellas ningún varón, toda la gente pasmó.
que me escaparan ahora A la batalla primera,
a media guerra mató;
de las guerras de León."
Todas las siete callaron; a la batalla segunda,
ninguna que respondió, toda la guerra ganó.
si no era la más pequeña, Al concluir la batalla,
que del buen día nació. el sombrero se le cayó;
todos dicen a una boca :
" No nos maldigas, padre ;
no nos maldigades, no ;
"Hembra es, que
Decía el hijo del no
Rey:es varón."
no maldigas a mi madre
por que no parió varón. "Por novia la llevo yo."
Déme armas y caballo, Echóla sus ricos brazos,
vestimenta de varón : a su casa la llevó;
yo os excusaré, mi padre, otro día la mañana
las ricas bodas armó.
de las guerras de León."
211

PASEÁBASE GÜEZO

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Paseábase Güezo Madre, la mi madre,


por toda Sevilla, mi madre léale:
vara de oro en mano. Mi tío me llama,
También que la envía, con él almorzare;
paseábase Güezo no sé si es por biene,
por todo Granada,
vara de oro en mano. ni
Ya sése si
va esdonporGüezo
male."
También la temblaba; con su tío a a1morzare.
la gente le dice : Subió don Güezo
"Adiós, aguas claras." a una sala arriba,
Su tío le dice : mientras que se aprontan
las ricas comidas.
"¿Qué es esta batalla?
Sobrino, sobrino, Subió don Güezo
hijo de mi hermana. arriba al altare,
¿De quién es Sevilla mientras que se aprontan
y de quién Granada?" los buenos manjares.
"Mía es, mi tío, Se sube don Güezo
si queréis tomarlas." a una sala arriba;
hallara su tía
"¿De quién es la esposa
que estaba en Granada?" las caras rompidas:
"Mía es, mi tío, "Tía, la mi tía,
mi tía la cumplida,
y por ella doy el alma."
"Sobrino, sobrino, ¿por qué tenéis
hijo de mi hermana;
convidarte quiero las caras rompidas?"
"Muerto, se ha muerto
almorzar mañana." una hermana mía."
Se sube don Güezo
"Madre tengo en casa;
la iré a preguntare. arriba al altare,
mesa habido puesto, 212 —a mi madre la mala,
en ella non pane, te quite la silla
cuchillos agudos, y te ponga la albarda
salero sin sale. te mande a los campos
Ahí vido Güezo con las bestias malas,
sus negras señales. que jamás don Güezo
"Ya lo sé, mi tío,
que me vais a matare ; en
Eso ti oyó
cabalgare."
el caballo,
con el mi caballo palabra léale;
dejéisme hablare. dio vuelta a otro lado,
Caballo, caballo, a su tío matare.
de silla dorada, Y al otro día
lleváis estas cartas él reinó en su lugare.

ESCUCHIS, SEÑOR SOLDADO

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E=i-P [ l-fF^rf-M-U^y thn\
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"Escuchís, señor soldado, lleva las medias de seda,


si de las guerras venís." zapatito de babé;
"Sí, señora; de las guerras, se pone jubón de grana,
de las guerras del inglés." que no se lo pone el Rey;
"Si habís visto a mi marido cabalga en caballo blanco,
por fortuna alguna vez." que se lo ha dado el inglés ;
"Ni conozco a tu mando, en la punta de la espada
ni tampoco quién es él;
déisme una seña, señora, lleva las armas del Rey."
"Ese hombre que usted dice
que le pueda conocer." muerto es ya ha más de un mes,
"'Mi marido, blanco y rubio, y en su pensamiento dijo
alto como una cifré;
que me case con usted."
— 213

"Callís, callís, caballero; monja, como diera


Santa alInés."
no bables tan sin cortés ; Tres vueltas palacio
siete años le he esperado por poderle conocer;
y otros siete esperaré. allí se conocieron
Si a los catorce no viene, el marido y la mujer;
monja yo me quedaré; tocóse mano con mano
monja, como Santa Clara; y subióla a su vergel.

ALABÓSE EL CONDE VELO

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Alabóse el Conde Velo, de la posta que apostó :
en las Cortes se alabó, "Todos fían a don Güezo,
"que no hay dama ni doncella yOtro
al traidor de mañana
día en la Velo, no."
que renegué el nuevo amor".
Si non era 'la Infanta, Velo sus calles vistió
que ya se lo demandó, de sedas y de brocados,
si no se lo demandara colores de gran valor.
no la digiera que no. A todo esto, el Conde,
"Una niña tengo, Velo, la niña no .se asomó.
de quince años, que más no, Otro día, en la mañana,
que si tú me la vencieras, Velo sus tiendas vistió
saquéisme mi corazón; de sedas y de brocados,
y si no me la vencieras, y perlas de gran valor.
te lo sacaría yo." A todo esto, el Conde Velo,
Papeles puso en las Cortes la niña no se asomó.
— 214

Otro día, en la mañana, a lo? gritos que él dav*,


negros y negras vistió, la niña ya se asomó.
vestidos a la Turquía "¿Qué tal os parezco, niña?"
y joyas de gran valor. " — Qué tal os parezco yo?"
A todo esto, el Conde Velo, "Bueno me pareces, Velo,
la niña no se asomó.
Ya llevan al Ccnde Velo Conde
Ya Alban,
llevan mucho Velo
al Conde mejor."
a sacarle el corazón; a sacarle el corazón.

LAS RICAS BODAS SE HACEN

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Las ricas bodas se hacen Los niños, tengo chiquitos,
en la ciudad de París. no se acordarán de mí;
¡ Qué de damas y doncellas las niñas, en la maestra,
y de caballeros mil ! no sabrán adonde fui.
que no hay quien jugue a la danza, El marido tengo viejo,
como doña Beatriz.
Mirándola está ese Conde, cansada
La salidaestoy
de ladealgorfa
servir."
ese Conde de París. apagósele el candil.
"¿Qué miráis ahí, el Conde? Al bajar las escaleras
Conde, ¿qué miráis ahí? resbalósele el chapil.
Si mirabais a la danza, La salida de la puerta
Conde, u me miráis a mí." su marido a la aqui.
"Yo no miro a la danza: "¿Qué lleváis ahí, el Conde?
la que miro yo es ti ; Conde, ¿qué lleváis ahí?
miro yo tu lindo cuerpo, "Llevo un pajecito
tan galán y tan xentil." que se me ha dormido en París.*'
Si bien vos parezco, el Conde, "Ese paje que tú llevas,
alza y vamonos de aquí. a mi .solía servir;
— 215

El me ponía la mesa, y se acuesta cabe mí.


él me encendía el candil, Levalda esta noche, Conde,
él me hacía la cama
y mañana volvedla aquí."

EN LA CIUDAD DE TOLEDO

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En la ciudad de Toledo y la más chiquita de ellas


y en la ciudad de Aragón, la puso a vender anón.
nacido nos había un fraile, Otro día en la mañana
nacido nos había un varón. su hermano por ahí pasó :
Chico era de su cuerpo, "¿A cómo vendes, mi hermana,
malo y de mala intención :
a cómo vendes afión?"
mató a su padre y su madre "Como lo haré, mi hermano,
y a un hermanito mayor. no lo sabo vender, no ;
Tres hermanitas tenía, si la gente vende a libra,
a mal oficio las dio :
una puso de tabernera yo
Alzólo vara
vendode a membrío,
cuarterón."
y la otra en un mesón, la cien varadas la dio.
216
Otro día en la mañana para cada una tres ;
la niña ya se enseñó. la otra trujo una alguerba de vino
de ese vinito francés.
"¿A cómo vendes, hermana,
Acaban de aquel almuerzo :
a cómo vendes anón?" todas miran da revés :
"Si la gente vende a treinta,
ana miraba en el cielo,
yo lo vendo a treinta y dos." dice que es paño francés ;
Una salió por la huerta,
la otra por el huertón, la otra mira las estrellas,
y la más chiquita de ellas dice que es real de tres ;
saliera por su mesón. la otra miraba en el jarro,
A hacer una melienda, dice que un niño sin pies ;
y van a almorzar las tres. la otra mira a su marido,
Una trajo nueve huevos, dice: ¿Ese perro quién es?

POR LAS TORRES DE GIBRALTAR

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Por las torres de Gibraltar Otro día, en la mañana,


se paseaba un capitán; pregón en la plaza estaba :
mirándole están las damas '* Quien ha hallado un pañuelo,
las feas y las galanas,
vidi algo y vidi nada. con
Vidi elalgo
Rey y sevidi
ha nada
de casar?."
:
Una moza a la ventana, un pañuelo me hallara:
delicada y desficada, el pañuelo era de seda,
su casita letreada; rodeado de esmeraldas;
a su labor asentada, en pico de aquel pañu. le,
el ojo no lo alzaba ; anillo de oro me hallara;
quitl pañuelo del cuello, el oro no vale nada,
rico anillo de mi dedo, la piedra era una esmeralda.
atíle bien y anudíle Otro día, en la mañana,
a la ventana ronllíle. las ricas bodas se arman
217 —
SÉPASE POR TODO EL MUNDO

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Sépase por todo el mundo, Un sombrero de tres plumas,


se publique ha ya en España, una blanca y dos moradas.
de un mercader muy rico, En su mano, catorce anios,
mercader de grande fama. que grande lustre la daba.
A él le llaman don Pedro, Un coche con cuatro muías
y a su mujer, Doñalda. que la carreta llevaba.
Los dos tienen una hija La niña llegó a la Misa.
que de quince años no pasa, Toda la gente se pasma.
descreta dende chiquita, La niña, como endiscreta,
hermosa y de buena gracia. descubrió su mano blanca ;
El vestido que se pone en ella catorce anillos
nos diré si falta nada: que grande lustre la daba.
una camisita blanca, "Hija de quién sois, la niña."
de aquella fina Holanda ; "Hija de quién sois, la dama."
un jubón de porta flor, "Hija soy del Conde Vélez,
rodeado en esmeraldas ;
que
Ya lade tratan
Córdoba
de le llaman."
casar,
una saya de tela de oro,
toda ella agaloneada ; de la tarde a la mañana,
un tocado a la francesa, con un rico cordobés,
que bien la señoreaba. que de Córdoba le llaman,
— 218 -
que es capitán da caballo Tira pasos y añade pasos,
muy atrevido a las armas. hasta que llegó a su casa.
Tomara tinta y papel; Hallada la mesa puesta,
al punto escribió una carta. toda la gente sentada,
vieron entrar a cenar
"Sepáis, don Fernando amigo: muchos galanes y damas.
Sabrís, querido en el alma,
que aquí me quieren casar Al lado del desposado
de la tarde a la mañana ; Está la novia sentada.
si es que mi quieres gozar, Ya se devolcan las mesas,
ven enantes que me vaya." y se tiran por alasla ventana
novia s,
El mozo tomó el billete, él novio llevó
maginando en cosas vanas. y la gente la noche mala.

UN HIJO TIENE EL REY DAVID

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Un hijo tiene el Rey David "Malo estoy, el Rey mi padre,
que por nombre Hablor se llama. malo estoy y no como nada.
Namoróse de Tamar, "Sí comerás tú, Hablor,
aunque era su propia hermana.
Fuertes fueron los amores ; pechuguita de una pava."
"Yo la comeré, mi padre,
malo cayó, y echado en cama. si Tamar me la guisara."
Un día poi la mañana "Yo se lo diré a Tamar
su padre a verle entrare.
que te la salió
El Rey guise por
y teahí,
la traiga."
"¿Qué tienes tú, Hablori
hijo mío de mi alma?" Tamar por la puerta entrare.
219 —La salida de la puerta
" i Qué tienes tú, Ilablor,
hermano mío y de mi alma?" con Axalor se encontrare.
"De tus amores, Tamar, "¿Qué tienes tú, Tamar,
me trujieron a estas camas."
"Si de mi amor estás malo que te veo tan airada?"
no te levantes de esa cama. "Tu hermano Hablor
Tendióla la mano al pecho me quitó honra y fama."
y a la cama la arrollare. "No se te dé nada, Tamar,
Triste saliera Tamar, que antes que arraye el sol
triste saliera y mal airada. tú serás la bien vengada."

CANTAR DE ALIARDA

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Aliarda se ha esmerado; Allí estaba el Conde Antore,


de dormir se ha levantado, con un niño de su hermano,
a las puertas del perdón, cada uno le ponen silla,
a misa se había entrado, asegún tiene el estado;
donde están Condes y Duques, a este niño se la ponen
señores de grande estado. al lao de Don Eduardo.
220
Aliarda con amores, si en las Cortes me alabare."
con el guante le ha llamado Toda la noche durmiera,
el niño, como cortés, y toda la noche folgare.
pronto vino a su mandado. Mañana por la mañana,
"¿Qué queréis la mi señora? en las Cortes, se alabara.
¿qué era vuestro comando?" "Anoche, mis caballeros,
" Que me reteñís de amor ; dormí con una doncella,
pronto vengáis a Palacio." blanca rubia y colorada;
"Perdón, perdón, mi señora, su cara como una estrella."
con soy niño y muchacho; Decían los caballeros :
que ahí está el Conde, mi tío, "¿quién sería esta doncella?"
que es hombre más enseñado." Decía el hijo del Rey:
Paseábase Aliarda
"Aliarda, mi hermana, es esa."
por cuadras de su Palacio; "Anoche, mis caballeros,
allí estaba el Conde Antore, dormí con una galana,
que de ella se enamorado. blanca rubia y colorada;
"Aliarda, Aliarda, su cara loscomocaballeros
la grana."
ya quien con tigo durmiera." Decían :
" De dormir el caballero ; "¿Quién sería esa galana?"
de dormir yo dormería. Decía el hijo del Rey:
Mas miedo me toca, miedo, "Aliarda, es mi hermana."
que en las Cortes lo dirías. "Anoche, mis caballeros,
De folgar el caballero, bebí mucho del vino;
de buen gusto me folgara ; que no sé yo que yo hablo,
Mas miedo me toca, miedo, ni menos lo que yo digo.
que en las Cortes te alabaras." Anoche, mis caballeros,
Sacó espada de su cinto, bebí mucho del claro ;
púsola a cuentra al día. que no sé lo que yo digo,
"Con ella me maten moros, ni
sí en las Cortes lo diría." Le menos
cogió loel que
hijoyodel
hablo."
Rey;
Sacó espada de su cinto ; a su casa la llevado.
púsola a cuentra al solé. Otro día, en la mañana,
"Con ella me maten moros, ricas bodas se han armado.
221

ESTE SER VILLANO

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Este ser villano Entré más adentro.


que a mi adormecía, Por ver lo que había ;
tomó espada en mano, vidi camas altas,
fué a rondar la vía. con ricas cortinas.
Fuíme detrás dele, Volvíme a mi casa,
por ver dónde iba; triste y desmaida;
ya le vide entrar cerré mis puertas,
en casa de su amiga. como hacer solía,
Por entre la puerta, con siete candados
vidi lo que había; y una aldaba encima;
mesas vidi puestas, y tomí en mis brazos
con ricas comidas ; al que bien quería.
pichones asados, A la media noche
gallinas refritas. el traidor venía :
El descansia el vino, "Ábreme, mi alma,
y ella lo bebía ; ábreme mi vida;
entre copa y copa, que vengo cansao,
un cantar decía :
de
"Si rondar
vienes la vía."
cansao
"Vos seréis mi alma,
vos seréis mi vida ; de en ca de la amiga,
yo te haré comprar ande pases la noche,
mantos y mantías. paséis el día ;
Y a la otra mujer, moros te le maten,
palo y mala vida." a malas partidas."
— 222

En casa del Rey no les tapéis, none;


se perdió un caballo; que para los hombres,
decían que el Conde
lo había robado. se dio las
Alzara sus prisiones."
ojos
Ataban al Conde ande el sol se pone;
al pie de una torre, vido el carpintero,
cadena al pescuezo, el que la horca hace;
su cuerpo en prisiones. maestro, maestro,
Le miró la Reina el que la horca hace,
dende el corredore ; hacedla muy alta,
Conde, por vergüenza, de angosto collare ;
tapa sus prisiones. no coman los perros,
"No les tapéis, Conde, su hermosa fase." (i)

ESTÁBASE MORIANA
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Estábase Moriana cómo siembra el trigo en grano.
sentada en su salverado; Vido venir a Don Güezo,
mirando estaba sus campos, caballero en su caballo ;

(i) La versión peninsular de este romance la cantan a coro las


muchachas:
Me casó mí madre
Chiquitita y bonita,
Con un muchachito,
Que yo no quería.
223
" Norabuena, Moriana, ya lo ponía a la boca;
sentada en su salverado. " cansado viede del campo,
"En ella vengáis, Don Güezo, de ello no deja una gota.
caballero en su caballo; "¿Qué me dates, Moriana,
¿Qué dicho, ma vían dicho, qué me dates en el vino?
que vos querías casare?" Las armas tengo en la mano,
"Quien te dijo, Moriana, ya
te dijo ciento y verdade; ¿Quéno meveodates,
mi rocino"
Moriana,
al domingo tengo boda, que me dates en el claro.?
hoy vos vengo a convidare; Las armas tengo en la mano,
a vos y a vuestras doncellas,
ya no veo mi caballo."
que me hagas un manllare." "Al domingo tienes boda,
Salto diera de la cama,
hoy vienes a convidarme."
hasta el vergel de su padre; "Y contigo, Moriana.
escogió siete hojitas Contigo iba a casarme.
daquel fino solimane ; No se me da por mi muerte,
cogiólas y bien majólas, en que tan joven lo digo;
que siete años habían siete por la pobre de mi madre,
y en el vino las fué echare. que jamás me verá vivo.
"Bebáis tú, Don Güezo, No se me da por mi muerte,
y bebáis de este vino ; aunque timprano lo hablo;
que vos lo tengo escondido." por la triste de mi madre,
"Bebáis tú, Moriana que jamás
bebáis en primero ; Ya le sacanmea verá sano."
Don Güezo,
cansí hace toda gente ya le sacan a múdale;
que convida a caballero." ya sacan a Moriana,
Ya lo pone Moriana, ya la sacan a matare.
ya lo ponía a la boca; Ya le sacan a Don Güezo,
los dientes tiene menudos, ya le sacan a alavále;
de ellos no pasaba gota, ya sacan a Moriana,
Ya lo ponía Don Güezo, ya la sacan a quémale.
224

DESDICHADA FUE CALMENA

ITiodeya'to

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Desdichada fué Calmena, Con su espada desvainada
desde el vientre de su madre, a Calmena fué a matare.
por no parir una niña. Ellos en estas palabras,
Ya tan sólo en aquel valle, un paje a la puerta bate :
su suegra, como indiscreta, " Albricias, señora, albricias,
un consejo le fué a daré:
Calmena
Vi pariódeluninfante,
sea nada infante."
"Vaste mi nuera, Calmena,
a parir en ca de tu madre ; vi Calmena se levante,
cuando viniere Guarismo su suegra, como le vido,
yo le daré que almozare ; salió loca por las calles.
le pondré la mesa limpia "Acudime, buena gente,
y le haré que cenare." que a Calmena va a matare."
Ella se fué por ahí. "Áspera, señor, áspera,
Guarismo a la puerta bate. encomendarí a mi madre,
"¿A dó Calmena, mi madre, que no se lo dé a mi niño,
Calmena y mi buen donaire? que no se lo dé a tu madre.
De que no la veo en casa Que ella me diera el consejo,
se me oscurece el lugare. " y ella me mandó a matare."
"No preguntes por Calmena. "Siempre la oí decir,
ni la digas donaire; en la casa de mi padre,
ido se había, mi hijo, que las suegras y las nueras
a parir en casa de su madre,
ma dicho mala mujer siemprevuelta
Diera se quieren male. "
a su caballo.
y tú sois hijo de un fraile." Y a su madre fué a matare.
— 225 —

LA REINA XERIFA MORA

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La Reina xcrifa mora, Sino es Condesa y Marquesa,
la que mora en la Almería, señora de gran valía."
dice que tiene deseo "Tomís, señora, las llaves
de una cristiana cautiva.
de
''Si espensa y la cocina."
las tomari,
Los moros, como la oieran, señora,
de repente se partían. por la gran desdicha mía.
De ellos se van para Francia, Ayer, Condesa y Marquesa;
y de ellos para la Almería.
hoy, esciavaestaba
La Reina en la preñada,
cecina."
Se encuentran con el Conde Flores,
que la Condesa traía. y la esclava estaba sentida;
Plumas de oro en la su mano, quiso Dios y la fortuna,
yendo una gran cortesía. las dos paren en un día.
Pidiendo al Dios del Cielo, La esclava pariera un niño
que la diera hijo o hija, y la Reina parió una niña.
para heredarle sus bienes ; Las perras de las comadres,
que herederos no tenía. para ganar su platica,
Ya matan al Conde Flores dieron el niño a la Reina
y a la Condesa traía ; y a la esclava dan la niña
se la llevan de presente Un día estaba la esclava
a la Reina de Almería. botizando a la niña ;
"Tomís, Señora, esta esclava, de lágrimas de sus ojos
la esclava que vos queríais; la cara lavó a la niña.
que no es mora ni es judía, "Ay mi niña de mi alma!
ni es echada a malicia. ¡ Ay mi niña de mi vida !
15
— 226

Quien te me diera en mis tierras "¿Qué señas tiene tu hermana,


y en mis tierras de Almería.
Te nombrara Blanca Flor díme, qué señas tenía?"
"Tiene un lunar esmaltado
nombre de una hermana mía." debajo de su tetía."
"Esclava, la mi esclava, Remangó sus ricas naguas
volvéis de esa cántica." y el lunar la enseñaría.
Echóla sus ricos brazos.
"Yo la volveré, señora,
por la gran desdicha mía. "Tú mi hermana la querida."
me la cativaron moros, La dio el niño a su hermana,
día de la Pascua Florida, la Reina tomó la niña ;
cogiendo rosas y flores, otro día, en la mañana,
día de Pascua florida." para sus tierras se irían.

DE VALENCIA PIDO

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en ellas labraba
"De Valencia pido,
de la blanca niña, y en ellas cusía,
que en toda la España, y en ellas gastaba,
no la hubo tan linda ; oro y seda fina.
vuestras manos blancas Y en ellas men señé
son prisiones mías :
matáis a los hombres desde yoen chiquita."
Alzóla sus brazos ;
a la mar se iría,
que andan por la vía."
"Anda con Dios, Conde, lloros y bramidos
mira, que soy niña; de la blanca niña.
si mi padre lo sabe, "Non llores, mi alma;
por Dios, cati riña. non llores, mi vida ;
Yo no trato amores ciento y veinte ciudades,
sino almohaditas, anda como andarías,
otras tantas casas 227 —
de la cocinería ;
ande vivirías. la pondré yo reina
Otras tantas salas en las tierras mías.
ande vos estarías. Sacaré a tu hermano
Otras tantas damas de la tizonería;
que vos sirveríais. le pondré grande
Sacaré a tu padre
de la pescaduria ; en la España
Como eso oyó mía."
la niña
le pondré Alcaide ya se vencería,
en la Andalucía.
y por la mañana
Sacaré a tu madre ricas bodas se hacían.

CERCADA ESTA SANTAFUENTE

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Cercada está Santafuente un moro se ha acercalado.


de un fino lienzo encerado, Sobre un caballo ha fletado
ricas tiendas le rodean, de muchas marcas marcado;
de terciopelo y brocado. el moro que sobre él viene,
En la más chiquita de ellas parece de grande estrado.
está Cristo aseñalado; Un oído trae sordo,
en la cabeza de Cristo, el otro trae tapado ;
un rubí de oro esmerado, un ojo tiene de vidrio
que si la aprecias el Side, y el otro alcojolado.
vale más que tu reinado ; La barba trae crecida,
a las dos horas del día, y el cabello crezco y cano ;
— 228

el brazo, blanco y peludo, las palabras sean pocas,


la metaz de él argeñado. en amor sean tocadas."
Antes que a Valencia llegue, " ¿ Cómo haré yo, mí padre,
un billete ha mandado.
que
"Yo dete amor no entiendo
enseñaré, mi hija, nada?1'
"Oy Valencia! y ¡ Oy Valencia 1
Valencia la bien cercana ; como si fueras usada."
primero fuistes de moro, Ya se levanta la Urraía,
que de cristianos ganada. se levanta de mañana ;
Ahora si Al-lah me ayuda, se quita paños de siempre,
a moros seréis tornada. se pone los de la Pascua.
A ese perro de ese Rey Con agua de esa redoma
yo le pelaré las barbas. arrevólase la cara.
Su hija Doña Urraca, Con ciento de sus doncellas
esa la mi namorada. asomóse a la ventana,
Su hija la más chiquita, ellos en estas palabras,
esa me hace la cama. el Siíli por ahí pasara.
la de los rubios cabellos, "¿Quién es ese, u cuál es ese
esa me enciende la guaya. que se pasa y no me habla?
Su mujer, Ximena Roble, "El Sidi soy, mí señora,
esa es la mí cocinera." que por tí doy el alma,"
Oídolo había el buen Rey "Que siete años habían, siete,
dende su sala ande estaba ;
los dados tiene en la mano, que estoy por tí a la ventana."
"Otros tantos, mi señora,
al suelo los arrollara.
Fuese para los palacios que
"De por
tus tíamores,
colgó mi
el espada."
Sidi,
donde la Urraca estaba.
tirarme por la ventana."
"En hora buena estéis mí hija, "Si te tiraras, mi alma,
mi estrella de oro esmerada." te recibiría en mi alda."
"En ella vengáis, mi padre, Ellos en estas palabras,
largua cosa rebuznara.
espejo en que yo me miraba."
"Levántate tú, la Urraca, * i Qué es esto, mi señora ;
levántate de mañana,
gran traición tenéis armada?"
quítate paños de siempre "No armo traición al Sidi,
y ponte los de la Pascua. ni mi linaje lo usaba.
Con agua de esa redoma Los caballos de mi padre
arrevólate la cara
no los han dado cebada."
hasta que sacáis el rostro Ellos en estas palabras,
el buen Rey por ahí pasara
como espadade acercal ada."
Con ciento tus doncellas la cabeza entre hombros
asómate a la ventana. al suelo se la arrollara.
Como pasare ese Sidi "Levántate, perro Sidi,
retenérmele en palabras;
demándame tú en mi casa."
229 —
YA SE VA LA BLANCA NIÑA
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Ya se va la blanca niña me dites peches tan lindos,
a dar paños a lavar ; como el limón, limonar;
sola lava, y sola tiende, me dites brazos hermosos
sola estaba en su rosal, como albures de la mar.
mientras los paños cnsuga Me dites tripa tan linda,
la niña dice un cantar : como río de nadar ;
"Dios del Cielo, Dios del Cielo, me dites pies chiquititos ;
que es padre de piedad, zapatos de cordobán ;
me dates cabello rubio, me dites marido viejo,
para peinar y trenzar ; viejo era y de antigüedad;
me dates cara hermosa, para subirse a la cama,
como rosa en el rosal ;
me dales ojos hermosos, no
Oídose lopuede
había menear."
el buen Reye
como antojo de cristal; desde su rico altar.
me dates sejita en arco, "¡Oy, válgame Dios del cielo,
como cinta del telar ; oy, que bonito cantar,
me dates nariz chiquita, si son ángeles del cielo
como dátil del tilar ;
o sirena de la mar."
me dates boca chiquita, "No son ángeles del cielo
como anillo de dorar ; ni sirena de la mar.
me dales labios hermosos, La blanca niña, soy Reye,
como filos de coral ; que a mi Dios vine a loar;
me dates dientes chiquitos, que me dio todo hermoso
como perlas de enfilar;
me dates lengua hermosa, yComo
viejoeso
de oyera
antigüedad."
el buen Reye,
¡ay qué dulce tragar pan! la mandara a demandar ;
me dites barba tan linda, mandó cien arcos de oro
como taza de cristal ; y otras tantas de axuar ;
me dites gamba hermosa, otro día en la mañana,
como rosca del sobar; las ricas bodas se arman.
230 —
XULIANA EN SU CASTILLO

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Xuliana, en su Castillo, "¿Quién te trajo a este lugare?"


con ese moro gigante, "Siete años, la mi señora,
jugando iba a los dados, que estoy por esta j araba,
por más de vicio tomare. comiendo la hierba verde
De que Xuliana juega, y bebiendo agua en un charcale.
gana una ciudad y masen; En busquedes de Xuliana,
cuando el morito perdía, hija del Rey Donxigante ;
las manos le da a besare. me la cautivaron moros,
Al son de los ricos juegos, día de Pascua una tarde."
el moro dormido estare, "No se te dé nada, el paje,
en andas de Xuliana, ni menos sos quiera daré ;
hija del moro Donxigante. si hoy comistes la hierba,
Alzó sus ojos al cielo, mañana comerás carnes."
cuanto y más los pudo alzare ; Lágrimas de los sus ojos,
en aquel gave arriba, por fase del moro cae.
un paje vido asomare. Recordó espavorido,
Descalzo viene del campo, con un favor ya tan grande :
de sus uñas corre sangre, "¿Qué tienes tú, Xuliana?
el pelo hasta la punta, Dime : ¿ quién te ha hecho male ?
que parecía un salvaje, Si te han hecho mal los moros,
mudó el habla y le dijo: yo los mandaré a matare;

si te han hecho mal cristianos, 231 "Me maravillo de tí, el moro,
los mandaré a cativare; y de la tu hombre dade.
si te han hecho mal judíos, ¡ Por un salvaje del campo,
los mandaré a desterrare." armas fuistes a tomare !"
"No me he hecho mal ninguno, Como oyera el morito,
ni ninguno que mal me hace. las volvió a su lugare.
En aquel jaraba arriba, "Por tu vida ya, el morito,
un paje vide asomarse;
vente que quiero
El morito, como espurgarte."
necio,
sus pies traía descalzos,
de sus uñas corría sangre ; en su alda se jechare;
el pelo, hasta la punta, sacó el puñal de su cinto,
la cabeza le cortare.
que parecía un salvaje."
Como eso oyera el morito, Otro día, en la mañana,
las armas fuera a tomare. se fué para su lugare.

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QUIEN QUIERA TOMAR CONSEJO
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Quien quiera tomar consejo, a las tierras de Aragón.
venga a mí, y se le daré; " Vos sois chiquita, la niña ;
por que a nadie le acontesca,
lo que a mí me acontesió, no
Parapodéis cabalgar,
mí, merca una no"
muía;
por amar a una bonita, para vos, merca un mogo;
dentro de mi corazón; ducados para Sevilla,
Catalina se llamaba, y moneda para Aragón.
Catalina, y nuevo amor. Ochitos para los puertos,
Di jome que la llevara, por que no mos vuelvan, no.
— 232

La niña, con amores, Ande la tomó la noche,


camina más que un varón ; debajo de un buen rosal,
ahonde nos tomó la noche, vido salir tres mocitas,
debajo de un buen rosal, como el sol y el lunar ;
el Conde extendió la manta,
la niña extendió el fustal; "¿Quién te trujo aquí, la niña,
con el rostro de la rosa, quién te trujo a este lugar?"
manchado se le ha el fustal. "Me trujo la desfortuna,
Como eso viera la niña, y el mi negro mazar.
asentádose a llorar : Vengo a buscar a ese hombre,
"Non llore vos, la niña, que
"Ese aquí solíaque
hombre morar."
tú buscas,
non lloredes, nuevo amor ;
si el fustal era de seda, hoy espera de llegar ;
hijo y mujer tenía,
de oro vos lo haré yo."
No se quiso callar, no;
como eso viera el buen Conde, yComo
hijas eso
paraoyera
casar."
la niña,
cabalgó y se fué andar. muerta quedó en su lugar ;
La niña se vido sola, como eso oyera el buen Conde,
cabalgó y se fué a buscar. en estorga lo fué apuntar.

UN HIJITO LA PRINCESA

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ijjn.r?=í Que
Un hijito la Princesa,
un hijito caronale ;
si el Rey lo quiere mucho,
la Reina mucho y de mades ;
por darle del buen dotrino que si el Rey le da el vestido,
con el Rey lo puso paje. la reina le da el calzare;
— 233

que si el Rey la da las armas, "Yo las llevaré, el buen Conde,


la reina en que cabalgare ; yo las tengo que llevare ;
que si el Rey le da las armas, camino de quince días,
la Reina le da puñales. en ocho lo haré andaré,
Y la gente, por envidia, el día por el charcal
metido le ha en male.
Que le vieron con la Reina, yAlzó
la noche por elel lunare."
las cartas paje,
en sus Palacios solare. y empezar a caminare.
Mandóle matar el Rey, "Toméis, princesa, estas cartas,
y el alma no la tocare.
Mandóle sacar los ojos, de tu hijo
Princesa leyó caronale."
las cartas,
por que pierda el bien mirare. en un desmayo se cae;
Mandóle a cortar la lengua, cuando volvió del desmayo,
por que pierda el bien hablare. demandó que cabalgare.
Mandóle a cortar las manos, Por donde estaba su hijo,
por que pierda el bien notare. por ahí la vino a pasare.
Mandóle a cortar los pies, " ¡ Oy, válgame Dios del ciclo 1
por que pierda el cabalgare.
Y mandóle a poner Lo que yomano
Y metió vine aa su
mirare."
bolsa,
a moscas y a gavilanes. limosna le fuera a daré.
Acabó de todo eso "No quiero vuestra limosna,
un pregón mandara a echare : ni vos la quiero tomare.
"Ninguno le dé del vino, Vuestro hijo soy, princesa,
y ninguno le dé del pane ;
vuestro hijo caronale!"
nadie que le tire moscas, Con su espada desvainada
de la su hermosa face." a cortes del Rey entrare.
"Si estuviese aquí alguno "¿Qué te habrá hecho mi hijo,
que se agúale de mi male,
que me leve estas cartas La
que cabeza entre lelos
esc castigo ". '"
hombros,
da'c-i
al suelo se la arronllare.
a la princesa mi madre." A él le puso por Rey,
Ahí estaba un pajecito,
que a su mesa comió pane. y ella acomandare.
234 —
ESTÁBASE LA DELGADA

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Estábase la Delgada asomóse a un balcón,
en su silla de oro sentada; a una ventana muy alta.
peine de oro en la su mano, Encontró allí a su madre,
los sus cabellos peinaba. peinándose las sus canas:
Por ahí pasó el Rey, su padre, "Mi madre, por de
ser agua;
mi madre,
que de ella se enamorara. déme un sorbito
"Por tu vida, la Delgada, que de sed y no de hambre
si será mi namorada. " salir se me quiere el alma."
"Nunca Dios tal quiera, padre, "Yo te la diera, mi vida,
ni tal quiera ni tal haga; yo te la diera, mi alma ;
que en vida de la mi madre, me temo del Rey, tu padre
seré su xerica mala." que conmigo las tomara."
Ya se va la Delgadita,
"Ahina, mis caballeros,
atalda a esa baranda ; de baranda en baranda,
dalda a comer tocino, hallare a sus hermanos
no la dis a beber agua. jugando en juego de danza.
Si pidiera a donde dormir, "Hermanos, por ser hermanos,
dalda ese jergón de paja. dadme un sorbito de agua,
Si pidiera de tapar, que de sed y no de hambre,
dalda una estera quemada." salir se me quiere el alma."
Ya se va la Delgadita, "Vete, vete, la Delgada,
y de baranda en baranda, la perra y la desvergonzada,
que en vida de la mi madre —
235 déme un sorbito de agua,
serás su xerica mala." que de sed, y no de hambre,
Ya se va la Delgadita, salir se me quiere el alma."
y de baranda en baranda, "Ahina mis caballeros,
asomóse a un balcón, dalda un sorbito de agua;
una ventana muy alta. en esa jarra de lata,
Allí halló al Rey, su padre, donde beben mis criados."
en silla de oro sentado. Ellos en estas palabras,
"Mi padre, por ser mi padre, Delgadita entregó el alma.

A CAZAR IBA EL CABALLERO

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A cazar iba el caballero, en el pimpollo más alto,


y a cazar como solía; vido estar una Infantita;
los perros iban cazando, cabello de su cabeza,
y el halcón perdido había. todo aquel roble cubría;
Ande le cogió la noche, los ojos de su cara,
en una oscura montaña; la montaña esclarecía.
ande canta la leona, " ¡ Oy, válgame Dios del cielo,
y el león la respondeia; qué era esto que yo vial
ande cae la ñeva a copo, ¡ Son ángeles del cielo,
y corría el agua fría;
o es persona nacida!"
236
"Persona soy, el caballero, por mujer, la más querida;
como tí, fui yo nacida ; madre vieja tengo en casa,
estas fadas me íadaron
en aldas de la mi tía. su
Dio consejo
de vueltatomaría."
el caballero,
Que n:e quede siete años no halló roble ni niña;
en esta oscura montiña. siete Duques la llevaban,
Hoy se cumplen los siete años, y un Rey que más valía.
u mañana al mediodía. Su padre y sus siete hermanos,
Por tu vida el caballero, que en su búsqueda venían :
levéisme en tu compañía; "¿Qué merece el caballero,
u levéisme por mujer,
u levéisme por rímica, por tal dama perdería ? "
"El castigo que merezco,
U levéisme por esclava, por mi boca, le diría :
servirte toda mi vida." que me aten pies y manos,
"Por mujer, la mi señora, y me arrastren por la vía."
VII

INSTRUCCIÓN PÚBLICA

La alianza israelita universal. — Las escuelas españolas


en Marruecos. — Orientaciones pedagógicas. — Zacuto
y Y alinda.

Los hebreos marroquíes se distinguen por su inteligen-


cia y por su espíritu de adaptación. Los sefardíes reúnen
las características de la familia latina: viveza de entendi-
miento, facultad de asimilación, fácil comprensión de ias
cosas e imaginación fecunda.
Los híspanos-marroquíes constituyeron la aristocracia de
la raza. Apenas se apartan de ellos las espesas sombras de la
barbarie opresora, resurge vigorosa la tradición intelectual
que honró a España y a Marruecos en la época medieval
y en los albores de la Edad Moderna.
Los hebreos mogrebinos establecidos en Jerusalén son
superiores, por sus facultades mentales, por sus conocimien-
tos rabínicos y por su concepto de la moral, a la mayoría
de los judíos de Oriente. Los alumnos marroquíes que fre-
cuentan las escuelas orientales de la "Alliance Israelite Uni-
verselle", y las aulas de otros centros no confesionales,
se hallan, segús testimonio de los profesores, a la cabeza
de los demás estudiantes que en ellos reciben educación.
— 238 —

Las escuelas de los mogrebinos son célebres en toda la Pa


lestina.
En Marruecos el grado de cultura y prosperidad de los is-
raelitas disminuye a medida que se alejan del mar. El mar
es el camino de la civilización.
El hebreo anhela la instrucción porque le proporciona ar-
mas para la vida práctica. Las escuelas marroquíes están
casi monopolizadas por los israelitas, que llenan las aulas
impulsados por el afán de saber, abriendo amplios hori-
zontes a sus vidas. Reginald Rankin cita el caso de un ju-
dío de Mogador que pignoró su chilaba para pagar la cuota
mensual de los estudios de un hijo suyo. Comunidades tan
numerosas como las de Tetuán y Tánger no cuentan con un
solo analfabeto.

La enseñanza israelita descansa sobre el Talmud. Las


sellah o escuelas judías eran en Marruecos un remedo de las
coránicas, y los estudiantes en los Talmud Thora imitaban
a sus colegas musulmanes en el cántico monótono con que
recitan las lecciones y en el rítmico balanceo del cuerpo
con que acompañan el estudio.
La campaña española de 1860 mostró al mundo la situa-
ción misérrima .en que vivían los judíos marroquíes. La
ocupación de Tetuán los redimió en parte de la vil servi-
dumbre en que vegetaban, pero la gran obra de las escue-
las de la "Alliance Israelite Universelle" es la que más ha
influido en estos últimos tiempos en el progreso intelectual
de los hebreos mogrebitas. No hemos de regatearle nuestros
elogios, sobradamente merecidos.
— 239 —
En 1860 fué fundada en París esta benemérita asociación.
y dos años más tarde abrió su primera escuela en Tetuán.
siguiéndole luego la de Tánger. La de Larache se estable-
ció en 1902.
Hoy educan en Marruecos mil ochocientos cincuenta y
nueve niños y mil ciento treinta y nueve niñas : la mitad re-
ciben gratuitamente la instrucción y el resto abona una cuo-
ta de dos a tres pesetas mensuales (1).
Desde el mar de Mármara a los confines de la Palestina,
cuenta la Alianza con treinta grupos escolares, donde se
instruyen más de seis mil alumnos. Incluyendo las funda-
ciones de Marruecos, Argelia, Túnez, Trípoli, Egipto, los
Balkanes y Persia, hallaríamos cerca de ciento cincuenta es-
cuelas primarias con cuarenta mil discípulos aproximada-
mente.
Los rabinos marroquíes se opusieron en un principio a!
establecimiento de estos centros de enseñanza por recelar
de su ortodoxia, excomulgando a los institutores. Después
los aceptaron y se encuentran hoy esparcidos, como un civi-
lizador reguero de cultura, por todo el Imperio de Occi-
dente.
Los centros poseen subvenciones de las Comunidades
mosaicas de cada localidad, y no admiten el apoyo econó-
mico de ningún gobierno. Todo hebreo entrega semanal-
mente una cantidad para el sostenimiento de la enseñanza.

(1) La Alianza sólo costea el sueldo del director y la mitad del


de uno de los profesores auxiliares. La Comunidad de la ciu-
dad de Luccus atiende a los demás gastos con el cobro de cuotas a
los alumnos pudientes, y con un impuesto sobre el sacrificio de re-
ses y consumo de carnes. Sólo por este concepto percibe unas mil
pesetas mensuales.
— 240 —

El máximo de la cuota personal llega a seis francos al año.


La Alianza tiene carácter universal, y el objeto que inspi-
ró su fundación no es otro que elevar el nivel intelectual y
moral de los israelitas, pero su idioma oficial es el francés,
sus profesores se forman en París, sus bibliotecas sólo en-
cierran obras francesas, y los mapas y decálogos que cu-
bren las paredes de sus escuelas en francés están redacta-
dos.
El programa se ajusta al de la primera enseñanza en
Europa: existen escuelas para niños, escuelas para niñas
y escuelas mixtas. Desde los cuatro a los quince años se for-
man los jóvenes hebreos en estos organismos, cuya influen-
cia es decisiva y notoria.
En los establecimientos de la Alianza establecidos en Te-
tuán y Larache, nuestro país costea desde los años 191 1 y
1913, respectivamente, un maestro y una maestra que dan
lecciones de español una hora al día (1). Los esfuerzos pa-
trióticos de estos beneméritos profesores no pueden ven-
cer la influencia francesa. Los hebreos se educan y se ins-
truyen en francés, aprendiendo a admirar y a respetar a
la gran nación transpirenaica desde sus primeros años. Sin
la influencia del hogar donde se habla el castellano, y donde
se conserva como algo sagrado el recuerdo de Castilla,
pronto desaparecería nuestro idioma de entre los judíos
marroquíes.
En las escuelas de la Alianza se forma un plantel de agen-
tes comerciales y politicos, que tienen el alma francesa.
Mr. Auatole Leroy Beaulieu dice que la Alianza Israelita

(1) Percibe el maestro 4.000 pesetas anuales de sueldo y gratifi-


cación y3.000 la maestra.
— 241 —
Universal rinde a la lengua francesa en la Europa Oriental,
en Asia, en África, en todo el contorno Mediterráneo, un
servicio que le debe agradecer el patriotismo francés y que
solamente puede desconocer el espíritu de secta (i).
No sólo se matriculan alumnos hebreos en las escuelas de
la Alianza. En la de Larache, de 258 estudiantes, 15 son
cristianos y uno musulmán, y al colegio de niñas concurren
121 alumnas israelitas y ocho cristianas.
Nosotros entendemos que siendo universal la Alianza
Israelita, y existiendo en otras regiones del mundo colo-
nias de hebreos que no gozan de los beneficios de la instruc-
ción, no resultaría difícil conseguir que España se encarga-
se de las Escue'as que posee en el Marruecos español, sos-
teniéndolasdotándolas
y de material de enseñanza. Así la
Alianza pudiera desarrollar su obra benemérita en otros
países, trasladando sus elementos, segura de que las necesi-
dades culturales de los hebreos marroquíes quedaban sufi-
cientemente atendidas y garantizadas. Esta debe ser una le-
gítima ambición de España : nadie hallará argumentos su-
ficientes para oponerse a demanda tan justa.
Los Estados Ba'kánicos, apenas se libertaron de la sobe-
ranía turca, nacionalizaron sus escuelas, que antes monopo-
lizaba laAlianza. El mismo ejemplo han seguido las Comu-
nidades sefardíes de Turquía. La aliarza tuvo su época
en Marruecos, cuando el Mogreb cerrado a la civilización
vegetaba en la barbarie. Hoy no : las escuelas del Marruecos

(1) La Anglo Iewis Asociation subvenciona en Mogador unas


escuelas puramente británicas, así como las de la Alianza son pura-
mente francesas. ie
— 242 —

español, de ese territorio que tanta sangre y tanto oro ha


costado a España, deben ser escuelas españolas.
Los analfabetos entre los hebreos de las ciudades del li-
toral de Marruecos son tan escasos, que avergonzaría la es-
tadística amuchas naciones europeas. La mayoría conocen
el árabe, el español, el francés y algo de hebreo.
Jóvenes de familias acomodadas perfeccionan su edu-
cación en los colegios de España, Inglaterra y Francia. En
la Universidad de Granada estudia derecho un Bena
rroch de Melilla; en las facultades de nuestro país se
han doctorado los médicos Guita, que ejercen su profe-
sión en Madrid, Tetuán y Tánger; en esta última ciudad
trabaja brillantemente en su carrera de ingeniero, Benasuli,
y en París, en la Embajada de España, desempeña el cargo
de médico oficial el ilustre Doctor Bandelac, que tantos
servicios ha prestado a España, por los que ha sido recom-
pensado con la Gran Cruz de Beneficencia.
Como centros de enseñanza hebrea superior sólo pode-
mos citar en Marruecos los colegios de preparación para
la dignidad levítica de rabino, especie de seminarios en los
que estudian la interpretación tradicional de la Ley Mo-
saica. El Seminario Rabinico de Tánger, regido por el sabio
Rabí Toledano, puede considerarse como la institución más
importante entre las de su género.

♦ * *

Poco ha hecho España, con relación a los deberes que le


impone su posición en el mundo judío, para desarrollar
con la enseñanza su influjo sobre los sefardíes de Marrue-
— 243 —

eos. Hablando D. Emilio Castelar en uno de sus maravillo-


sos discursos (i) de sus viajes por Italia, decía: "Yo no
sólo fui a Roma, sino que también fui a Liorna. Inmedia-
tamente me dijeron que lo único que había que ver allí
era la sinagoga ; fui allá y me encontré con un magnífico
edificio de mármol blanco, en cuyas paredes se leen nom-
bres como García, Rodríguez, Ruiz, etc. Al ver esto acer-
quéme al guía y le dije : — Nombres de mi patria. A lo
cual me contestó: — Nosotros todavía enseñamos el hebreo
en la hermosa lengua española; todavía tenemos escuelas
en español ; todavía enseñamos a traducir las primeras pági-
nas de la Biblia en la lengua española, porque no hemos
podido olvidar, no hemos olvidado nunca, después de más
de tres siglos de injusticia, que allí están, que en aquella
tierra duermen los huesos de nuestros padres."
Y a esos españoles de Italia, de Marruecos, de Oriente,
de América, que tan encendido han sabido conservar en
sus almas, a pesar de las persecuciones, el amor a la vieja
Patria, luchando contra el tiempo y contra los odios de re-
ligión, los hemos tenido abandonados.
En el segundo Congreso africanista, celebrado en Zara-
goza en 1908, afirmaba D. Wenceslao Orbea : "Pre-
cisa contrarrestar la influencia de las escuelas francesas que
con tanto empeño sostiene la "Alliance Universelle", y
para ello el Gobierno español debería crear grupos escolares
en Tánger, Tetuán, Larache, Rabat, Mogador, Safi, Casa-
blanca y dondequiera que se estime necesario. Así se lo-
graría acrecentar nuestra influencia, atrayendo a los moros

(1) Cortes Constituyentes de ü


— 244 —

y hebreos que hoy se desvían por virtud de las enseñanzas


que reciben en las escuelas extranjeras, y que no sólo afec-
tan alos indígenas, sino a los hijos de españoles por carecer
éstos de Escuela propia. Solicito que se procure crear una
Liga Nacional para la propagación del español en todo el
Norte de África, donde millares de familias conservan cari-
ñosamente elhabla que les legaron sus antepasados."
Nada se hizo entonces. Los Gobiernos, dedicados a los
bajos menesteres de la política de campanario, se han pre-
ocupado bien poco de los grandes problemas nacionales. El
senador D. Emilio Díaz Moreu, en un discurso pronuncia-
do en la Alta Cámara el 12 de julio de 1908, volvió a po-
ner sobre el tapete esta cuestión de patriotismo. "Hablar
del sostenimiento de escuelas para proteger nuestro idioma
en Marruecos — decía — sería una tendencia plausible, por-
que los dos elementos de fuerza que nosotros hemos tenido
para pretender, para desear sostener nuestro dominio en
Marruecos, son el idioma y la moneda. Ambas son nuestras ;
allí no hay ningún idioma tan propagado como el nuestro ;
pero yo, que he tenido la profunda pera de presentarme en
la isla de Rodas en un buque de guerra español, cuando ha-
cía medio siglo que no se había visto allí nuestra bandera, y
se me invitó, en aquel día que llegaba, a la apertura de una
escuela española sostenida por judíos españoles, sin que para
nada huoiera contribuido a ello el apoyo de nuestro país,
vi con profunda pena que estaban abandonados a sus pro-
pios recursos, sin que España se preocupase de sostener
nuestro idioma, ni de nada. Lo mismo nos hallamos en Ma-
rruecos, sesteando, mientras trabajan Francia, Inglaterra y
Alemania. No hay que olvidar que la Alianza Israelita fran-
— 245 —
cesa ha propagado sus escuelas por todo el Imperio, y que
nuestro idioma va cediendo paso a paso ante la invasión
del idioma francés."
En el vacío de la suicida indiferencia cayeron las pala-
bras del Sr. Díaz Moreu. España continuó cruzada de
brazos, contemplando cómo otras naciones, Francia especial-
mente, espigaba en nuestro propio campo, apoderándose
lentamente de la inteligencia y del corazón de los hebreos
marroquíes.
Algunos años más tarde, por decreto de 5 de abril de
1913, fué creada en Madrid la Junta de Enseñanza en Ma-
rruecos. Uno de sus miembros, el profesor de la Universi-
dad Central, Sr. Rivera, delegado por la mencionada enti-
dad, giró una visita de inspección (1) por Tetuán, Larache,
Alcazarquivir y Arcila. Consecuencia de esa visita fueron
las siguientes acertadas proposiciones: "Respecto a la en-
señanza judía— pedía el Sr. Rivera — se procurará aumen-
tar la intervención del personal español en las escuelas de
la Alianza Israelita, sobre todo en Tetuán y en Larache.
Convendría influir en la medida que las circunstancias acon-
sejen, para que se persuadan los hebreos de la conveniencia
que les reportaría el españolizar la enseñanza, sin el empe-
ño de fomentar exclusivamente el aprendizaje de lenguas
extranjeras."
Todavía en 19 15 se alzó en el Parlamento la voz del se-
ñor Ventosa, solicitando, en nombre de la minoría regiona-
lista, la creación de escuelas en las ciudades de Oriente, que
cuentan con nutrida población sefardí. Todas las fracciones

(1) Mes de marzo del año 1914.


- 246 —

políticas de la Cámara acogieron favorablemente la propo-


sición, yel Gobierno, presidido por el conde de Romanones,
ofreció llevarla a la realidad cuando la paz alejase de aque-
ílos lejanos países el fantasma de la guerra asoladora. De
Marruecos, a dos pasos de las costas de la Península, nadie
se acordó en aquellos momentos con un olvido muy español.
Esa sería toda la labor del Estado, si no fuera porque al
margen de la España oficial alienta otra España, divorciada
de los políticos, que trabaja y lucha y triunfa.
Casi todo lo que nuestra nación ha hecho en Marrue-
cos en materia de enseñanza se debe a la iniciativa particu-
lar. En Alcazarquivir un español bizarro, llamado D. Cris-
tóbal Cala, fundó casi sin recursos las Escuelas de Alfon-
so XIII, auxiliado por el entonces Cónsul de España en
Larache, D. Juan V. Zugasti y por D. Hugo Engerez (i).
Más tarde, en 1913, el Cónsul D. Emilio Ciará fué autori-
zado para la construcción del edificio donde se halla ins-
talado este centro de enseñanza, que realiza una admirable
ob*"a de patriotismo. Las escuelas de Alfonso XIII de Al-
cázar no son confesionales; en ellas se educan niños mu-
sulmanes, cristianos y hebreos, y a horas distintas concu-
rren el sacerdote, el rabino y el fakih para enseñar religión.
En la sección de niños reciben instrucción 232 alumnos, de
ellos 159 judíos, 53 cristianos y 20 musulmanes (2). Al cole-
gio de niñas acuden 150, israelitas en su mayoría. Dirige el
centro un maestro español con un rabino encargado de la

(1) El Sr. Engerez, maltes que habita en Marruecos hace mu-


chos años, ha prestado siempre grandes servicios a España.
(2) Recientemente han terminado la carrera del Magisterio en
Madrid un alumno de esta Escuela, D. José Benarroch, y una
señorita hebrea de Tetuán.
— 247 —
instrucción religiosa. La escuela de niñas la preside una
profesora española auxiliada por una hebrea.
Las escuelas de Alfonso XIII de Tánger se deben a un
donativo de 300.000 pesetas hecho por el marqués de Casa-
Riera ; el terreno donde se construyeron pertenecía a los Re-
verendos Misioneros y lo cedió el P. Cervera, actual Obispo
de Fessea. El Gobierno español sufraga los gastos de en-
tretenimiento deesta institución benemérita, que se inaugu-
ró el 23 de abril de 19 13. Están encargados de la enseñan-
za los PP. Franciscanos de la Misión. Se cursan en ella
las asignaturas de la primera y segunda enseñanza, y cuen-
ta con una Escuela de Comercio y otra Industrial. Concu-
rren a sus aulas 600 alumnos. El colegio de niñas de Alfon-
so XIII en Tánger lo dirigen las Madres Terciarias Fran-
ciscanas. Una cuarta parte de sus alumnas son hebreas.
En las escuelas españolas de Arcila se educan 81 alum-
nos, 39 cristianos y 46 hebreos, y 94 alumnas, 48 cristianas
y 46 hebreas. Los estudiantes judíos acuden a las sinagogas,
donde un rabino, subvencionado por la Comunidad, les da
instrucción talmúdica.
En Melilla, el Instituto Reina Victoria Eugenia, que es
el mejor centro docente del norte marroquí, realiza una
admirable labor. En los estudios de segunda enseñanza
figuran matriculados numerosos israelitas.
¿Por qué no se ha de repetir el caso de Alcazarquivir,
de Arcila y de Tánger en todas las ciudades del Marruecos
español ?
Debe España fundar en Tetuán, como la tiene en Meliha,
una escuela de estudios superiores, preparatoria para las
carreras que se cursan en las Universidades y Escuelas pro-
— 248 —

fesionales españolas, donde se practicara la segunda ense-


ñanza, comercio e idiomas ; una escuela no confesional, en la
que pudieran instruirse cristianos, hebreos y musulmanes,
respetando todas las creencias. Debe España ir al estable-
cimiento de las escuelas nacionales hispan o-hebreas en Ma-
rruecos yen Oriente. El judío es tolerante: no había de
se/ la religión mosaica obstáculo para ello.
En la tercera edición de su Historia de Marruecos, pu-
blicada en 189S, dice el P. Castellanos que la Misión so? •
tenía en Tánger un colegio de primera enseñanza al que
asistían diez alumnos judíos, y que las religiosas de »u Ve-
nerable Orden tercera de San Francisco, en el curso de
1897 a 1898, educaron 44 alumnas hebreas. ¿Qué prueba
esto, cuando la influencia efectiva de Europa no se había
dejado aún sentir en el Mogreb, sino una tolerancia, un
espíritu abierto, alejado del fanatismo confesional?
La labor de los misioneros españole >. en cuanto a la ense-
ñanza se refiere, ha sido en Marruecos digna de alaban-
zas, y si no ha adquirido mayor desarrollo, culpa es de la
inactiva desidia de los Gobiernos, más atentos a las exigen-
cias de la política partidista, que a fomentar la influencia
de España, echando los cimientos del porvenir con el tra-
bajo del presente.
El ilustre Obispo de Fessea, P. Cervera, en un discurso
pronunciado en Tánger el año 19 15, decía hablando de la
enseñanza de los misioneros españoles: "Nuestro procedi-
miento no es ni lo fué nunca de rudeza, de aspereza, de re-
pulsión. En todo tiempo y lugar abrimos los brazos y el co-
razón para recibir al niño que llama a la puerta de nuestras
escuelas, sii: preguntarle jamás, con ánimo adverso, ni su
— 249 —
procedencia, ni su religión, ni su nacionalidad. Lo mismo re-
cibimos alcristiano que al moro y al hebreo. Para nosotros
todos son iguales, y a todos los admitimos, a todos los ama-
mos y por el bien de todos nos interesamos. Y admitido el
niño, conserva incólumes sus creencias, sigue recitando su
credo, hablando su idioma y adorando su patria."
Estas nobles palabras encierran el programa de lo que
debe ser la escuela española en Marruecos, abierta a todas
las creencias, influida por un alto espíritu de tolerancia, de
paz y de fraternidad entre los hombres todos.
Alfonso X el Sabio creó una escuela en Murcia, común
para cristianos, moros y judíos. ¿Corresponderá a Alfon-
so XIII en los tiempos modernos la implantación de esa
obra que otro Alfonso concibió en plena Edad Media?
El desarrollo de nuestra influencia en Marruecos descan-
sa sobre el idioma, sobre la escuela. No lo olvidemos y sa-
cudamos laapatía : ya no es posible alegar ignorancia.
Que no pueda repetirse con razón que la nación que ha-
bía abandonado voluntariamente a Oran (i) ; que había
dejado perder la ocasión de restablecer en su provecho el
orden perturbado por las contiendas de Muley Eliazit y sus
hermanos, no era llamada a ser soberana de Argelia ni
de Marruecos. Perdimos la Argelia para siempre. ¿ Perde-
remos también la influencia sobre los sefarditas de Marrue-
cos, sangre de nuestra sangre?
La enseñanza en las escuelas nacionales hispano-hebreas
ha de dividirse en dos partes principales: religiosa y pro-

(i) España y los países musulmanes durante el Ministerio de Flo-


ridablanca. por Manuel Corotte, vocal de la Junta directiva de la
Real Sociedad Geográfica. — Madrid, 1909.
— 250 —
fana: hebraica y universal (i). Los estudios religiosos, que
para el buen judío son de máxima importancia, compren-
derán como hasta hoy la lectura y escritura hebrea, Tefilá
Pare cha, etc., con el aumento de las asignaturas que a con-
tinuación se expresan, y con arreglo a la edad y capacidad
de los escolares y a la clase o grupo a que pertenezcan :
Nebiim-Ketubim (Biblia) con notas y comentarios; Di-
nim, para lo cual puede servir de texto el kitsur S huí jan
Aruj ; Rashí y Targúm Unkelos para todo el Pentateuco.
(Los cinco libros de Moisés) ; Dikduk (Gramática hebraica).
Conversación y lecturas selectas de autores antiguos y mo-
dernos; Historia elemental del pueblo judío. Para esta cla-
se de estudios existen hoy numerosos y apropiados libros
de texto y ejercicio, editados por las grandes casas edito-
riales de Rusia, y compuestos por los más renombrados pe-
dagogos yescritores hebreos.
La enseñanza profana, o sea la de Artes y Ciencias, se
regirá por un método especial, mixto de primera y segun-
da enseñanza. En las tres clases inferiores (niños de cinco
a once años), regirá el plan de las escuelas primarias espa-
ñolas. Estas clases estarán a cargo de un maestro nacional
graduado, con auxiliares hebreos, hijos de la zona y ex
alumnos aventajados de la Alianza.
En las tres clases superiores (niños de once a catorce
o quince años) se cursarán, con los libros de texto de los
Institutos generales y técnicos, las asignaturas siguientes:

(2) Uno de los más sabios judíos españoles, el Dr. D. Agustín


Perl, cuyas campañas sefardíes son notabilísimas, ha redactado
una brillante memoria, dedicada al Gobierno español, sobre la
enseñanza hispano-hebrea en Marruecos. De ella extractamos al-
gunas de sus interesantes bases.
— 251 —
Gramática castellana, Retórica y Poética, Geografía de
España y Universal, Aritmética y Algebra, Historia de Es-
paña yUniversal, Gimnasia, Dibujo y Nociones de Física
y Química. Estas cátedras podrán ser desempeñadas por
dos o más licenciados en Letras o Ciencias, uno de los cua-
les, el de mayor graduación, ejercerá el cargo de director
de la escuela. Los certificados de aprobación de las asig-
naturas tendrán validez académica en los Institutos de
España para aquellos alumnos que quisieran continuar los
estudios del bacbillerato.
El idioma francés debe ser obligatorio. El inglés y el
árabe lo enseñarán profesores hábiles, pero su aprendiza-
je será voluntario y a gusto de los padres de los alumnos.
Exceptuando los sábados y días festivos judíos, habrá
clase todos los días menos los viernes y los días-vísperas
de grandes solemnidades, que no habrá clase después del
mediodía En los meses de Nissan y Tishrí, habrá vaca-
ciones generales. Sin embargo, durante esos dos meses,
y en los sábados y días festivos, concurrirán a la escuela
ciertos alumnos a practicar lecturas morales como los Pir-
ké-Aboth, rezos y otros ejercicios de carácter religioso, se-
gún el criterio del director espiritual.
Los profesores cristianos serán dispensados de asistir a
clase los días de Semana Santa (que generalmente cae en
Nissan), Pascua de Navidad, Reyes (Epifanía), Resurrec-
ción yPentecostés. Los profesores cristianos no podrán ser
eclesiásticos.
En las escuelas judías privadas y en las tradicionales de-
nominadas Talmud-Thorá, sostendrá el Estado maestros
— 252 —

de castellano, que podrán ser ex alumnos de la Alianza,


previo examen de aptitud.
Un funcionario superior, con residencia en Tetuán, ejer-
cerá el cargo de Inspector Regional de todas las escuelas
hebreas de la Zona del Protectorado. Este funcionario ten-
drá que ser judío, subdito español, hombre competente en
materia pedagógica, con vastos conocimientos de la Litera-
tura hebraica y rabínica, y con una cultura general amplia
y suñciente.
La Alianza Israelita cuenta con un profesorado brillan-
te y doctísimo, formado casi en su totalidad por sefardíes
de Turquía y algunos de Marruecos, ex alumnos de sus
centros, que luego cursaron los estudios superiores en el
magnífico Seminario de Profesores que posee en París.
Dos ilustres hijos de Tetuán, los señores Cazés y Parien-
te, han dirigido las florecientes escuelas centrales de la
Alianza de Túnez y Esmirna, respectivamente. El nombra-
miento de algunos de estos profesores para las futuras es-
cuelas hispano-hebreas sería una medida de positiva efica-
cia y utilidad.
Al Gobierno de España recomendamos este sencillo plan
de estudios para las escuelas hispano-hebreas en Marrue-
cos, basado en la observación y en la práctica. La labor de
España en el Mogreb no es difícil. La tierra está abonada:
sólo falta arrojar la semilla al surco para que retoñe en
un plantel de nuevos ciudadanos españoles.
* * *
El 15 de diciembre de 19 15 es una fecha memorable en
la historia de los sefardíes. En ese día tomó posesión en
la Universidad de Madrid de la Cátedra de Lengua y Lite-
— 253 —
ratura Rabínicas el ilustre sefardí don Abraham Shalora
Yahuda.
El último sabio judío que enseñó desde una cátedra es-
pañola fué Abraham Zacuto, el consejero de Colón, el más
insigne nautólogo y astrónomo de su tiempo. A los cua-
tro siglos, como una rectificación impuesta por el espíritu
noble de la nueva España, ahuyentador de las sombras del
fanatismo, otro sabio sefardí ocupa una cátedra en el
más alto centro español de enseñanza.
La Facultad de Filosofía y Letras elevó al Ministerio
de Instrucción un informe sobre el doctor Yahuda, demos-
trativo que de la raza ilustre de los sefardíes no han des-
aparecido los hombres especializados en los diversos ramos
del saber. Dice así : "La Facultad de Filosofía y Letras
de la Universidad Central tiene el honor de presentar a
ese Ministerio, como candidato para la cátedra de Lengua
y Literatura Rabínicas, creada en el Doctorado de su Sec-
ción de Letras, al doctor Abraham Shalom Yahuda, natural
de Jerusalén, de treinta y siete años de edad, sefardí de raza
e israelita de religión, por reunir las relevantes condiciones
de competencia técnica que seguidamente se exponen : Ha-
ber estudiado en Oriente las principales lenguas semíticas,
en especial el árabe literario y dialectal y el hebreo bíblico
y rabínico, que es su lengua materna. Haber cursado en
las Universidades alemanas de Francfort y Heidelberg la
Facultad de Filosofía, graduándose de doctor en la de
Strasburgo el año 1903 con su tesis "Prolegómenos para
una edición del Kilab-al-hidaya, de Bachya", que fué pu-
blicada en Darmstdadt el año 1904. Haber explicado du-
rante diez años cátedras de asignaturas hebraicas, rabínicas
— 254 —

y arábigas como profesor ordinario en la Escuela de Altos


Estudios Judíos de Berlín. Haber sido propuesto por el
Ministerio de Instrucción pública de Alemania para desem-
peñar una Cátedra en el Seminario de Lenguas Orientales
de Berlín ; ser autor de varios ensayos y obras fundamenta-
les sobre materias relativas a las lenguas y literaturas he-
braica, rabínica y arábiga, cuyo catálogo se inserta a con-
tinuación, alguna de las cuales han merecido juicios lauda-
torios de las principales revistas técnicas de Europa y Amé-
rica, firmado por los especialistas de mayor autoridad, ta-
les como Goldziher, profesor de Literatura y Jurispruden-
cia musulmana en la Universidad de Budapest; Bacher,
profesor de Literatura e Historia rabínicas de la misma
Universidad ; Horowitz, profesor de igual materia en Bres-
lau; Benjehuda, autor de "Thesaurus totius hebraititis", et-
cétera; Nicholson, profesor de Árabe en la Universidad
de Cambridge; Abrahams, profesor de Literatura rab.ni-
ca en la misma Universidad; Rosennu, profesor de la de
Baltimore; Ruska, profesor de la de Heidelberg; Brokel-
mann, profesor de Árabe de la de Hríle; Halévy, profesor
de Epigrafía semítica en la Sorbona ; Guttman, profesor
de Literatura rabínica en Budapest ; Horten, profesor de
la Universidad de Bonn ; Emmanuel Loew, autor de "Los
nombres botánicos en los idiomas árameos", etc., etc. Fi-
nalmente, elDr. Yahuda posee el dominio de la lengua
castellana, indispensable para el desempeño de una cátedra,
como acreditó en las conferencias que el pasado curso dio
en la Academia de Jurisprudencia de esta Corte" (i). Has-

(i) lie aquí la lista de las obras y trabajos publicados por el doc-
tor A. S. Yahuda, a que se refiere la citada comunicación: La len-
— 255 —
ta aquí el informe de la Facultad de Filosofía y Letras de
Madrid.
Los sefardíes tienen ya en España a uno de los suyos
ejerciendo oficialmente el roble sacerdocio de la enseñanza.
La juventud hebrea puede acudir a la Patria de sus
mayores, donde brillaron los más grandes ingenios sefar-
díes, para conocer en un templo del saber las glorias de sus
antepasados y emularlas engrandeciendo la raza española.

gua hebraica en sus relaciones con el árabe y el abisinio. San Pe-


tersburgo, 1892, en hebreo. Sobre las poesías árabes de poetas he-
breos en España, con traducción hebrea en verso. Varsovia. Sobre
fenómenos raros en la Gramática y Retórica hebraicas. Varso-
via, 1894. Historia de los árabes antes de M ahorna. Jerusalén. 1894.
En hebreo. Sobre la poesía de célebres poetas árabes. Jerusalén, 1895.
Poesías de hidalgos y héroes árabes, traducidas al hebreo, en verso.
Jerusalén, 1898. Sobre idiotismos y giros bíblicos mal interpretados.
Strasburgo, 1902. Hapix legómena en el Antiguo Testamento. Ox-
ford, 1905. Prolegómenos acerca de la edición de la obra ética filo-
sófica de Yahia-Aben-Josef. Darmstant, 1904 (tesis de doctorado).
La ciencia bíblica y la filología semítica. Berlín, 1905. Proverbios
y refranes árabes de Bagdad. Giessen, 1905. Sobre la falsa versión
samaritana del libro de Josué, presentado por Teodoro Noedeke a
la Real Academia de Berlín, 1908. Proverbios y refranes árabes
del Yemen. Strasburgo. La guía a los deberes de los corazones al
Hidaya ild faraid al Oulud. Del filósofo hispano-hebreo Bahuia
Aben Joscf Aben Pakuda. Leidem, 1912.
VIII

LA CARIDAD Y EL PATRIOTISMO

La beneficencia. — Su organización. — El patriotismo


entre los hebreos. — El Sionismo. — El Itoismo.

La solidaridad entre los hebreos es tan grande, que e i


ella estriba la fuerza del pueblo perseguido. En la unión
de sus miembros, todos para uno y uno para todos, han
encontrado los judíos la fortaleza necesaria para resistir
los trabajos y las calamidades que han pesado sobre Is-
rael. Sin ella hubiera desaparecido la raza, mezclándose en
el océano de sus perseguidores, como un río se pierde en
el mar.
Dondequiera que hay un judío, ha escrito Luis Moro-
te (i), existe espíritu de solidaridad, no para tapar faltas
y encubrir vicios, sino para aliviar penas y enjugar lágri-
mas. Al fin del mundo va un judío para socorrer a un
hermano ; pero no atravesaría el dintel de su puerta si sabe
o presume que no es digno de socorro o defensa.
Esta moral israelita, que a la vez de ser caridad es víncu-
lo de defensa contra los enemigos, resplandece tanto en-
tre los hebreos marroquies, que a ninguno, ni al más mi-
serable, lefalta el pan de cada día.
(i) La Conquista del Mogreb.
17
— 258 —
Todos los que no pueden ganarse la vida, inválidos,
ancianos, viudas y huérfanos, hallan en la fuente inagota-
ble de la beneficencia judia alivio para sus males y reme-
dio para sus necesidades.
En todas las ciudades existe una Junta directiva de la
Comunidad Israelita (i), cuyas funciones estriban princi-
palmente en la organización y administración de la bene-
ficencia.
La designación de los miembros de esa Junta se celebra
democráticamente. Los notables de cada ciudad se reúnen
en la sinagoga principal, presididos por el Gran Rabino,
y por elección designan su Consejo. Cada hombre es un
voto. El hebreo que alcanza mayor número de sufragios
es nombrado presidente; vicepresidente, tesorero, secreta-
rio y vocales (2), son aquellos que le siguen en número de
votos. El Gran Rabino hace la proclamación del Kahal,
que es elegido cada dos años. Todos sus miembros son re-
elegibles y los cargos no pueden ser retribuidos.
El Consejo se divide en varias secciones, y cada una de
ellas atiende a un ramo de la beneficencia. Del presidente
depende la caja general que provee a las filiales.
Hay un administrador para el socorro a los enfermos
sin recursos : la Comunidad les costea médico, comadrona,
botica y alimentos. Otro administrador se dedica a la obra
de misericordia de vestir al desnudo, proporcionando ro-
pas y calzados a los que carecen de ellos. Un tercero pre-
side la Jebrá, sociedad de los funerales. Cuando hay un

(1) Kahal.
(2) El número de vocales es variable con arreglo a la impor-
tancia de la Comunidad.
— 259 —
enfermo grave en una casa, acuden los miembros de la
Jebrá; encomiendan, según el rito hebreo, el alma del
agonizante, lavan y amortajan el cadáver, le acompañan a
la sepultura y sólo dan por terminada su misión después del
sepelio. Otra Comisión atiende a la instrucción pública. Su
objeto es fomentar la enseñanza de la lengua hebraica y
proporcionar alimentos a los estudiantes necesitados. La
obra de las cantinas escolares la practicaban los hebreos
antes de que la implantase Europa en sus escuelas. Exis-
te también la Comisión especial de Talmud Thorá (i).
La Directiva de la Comunidad impone gabelas con ob-
jeto de arbitrar recursos para la beneficencia. Sobre la
carne pesa un tributo que en Tetuán produce 25.000 pese-
tas anuales ; los pudientes, que compran carne, contribuyen
a que los menesterosos tengan también su ración. Algo
parecido ocurre con el pan. Cada familia bien acomodad?
ha de entregar semanalmente uno o des panes y el sábade
son distribuidos entre los pobres. Asimismo cobra la Jun-
ta semanalmente a domicilio una limosna, que varía según
la posición social del donante, destinada a obras de ca-
ridad.
En cada una de las tres pascuas hebreas el Directorio
practica una colecta extraordinaria, clasificando las limos
ñas en tres categorías: la primera, de 100 pesetas; la se-
gunda, de 50, y la tercera, de 25. Abonan este estipendio
los ricos y la clase media. Con el importe de lo recaudado
compra la Junta harina y carne para que los pobres ce-
lebren las fiestas rituales.
La beneficencia posee fincas procedentes de testament*-

(1) Estudios superiores del idioma hebreo


— 260 —

rías y donaciones, que son escrupulosamente administra-


das.
En nuestras excursiones por las ciudades del litoral ma-
rroquí jamás nos demandó limosna un mendigo judío. Ds
modo tan admirable se halla organizada la beneficencia per
las Comunidades hebreas, que la mendicidad puede decirse
que no existe entre los israelitas marroquíes de la costa.
En el interior no es raro hallar mendicantes, pues las
Comunidades de Fez, Marraquex y .Mekinez son tan nu-
merosas (i) como pobres.
Los israelitas envían anualmente a Palestina cantida-
des considerables para el sostenimiento de ios sabios ; de
las instituciones de beneficencia de la Comunidad lüogre-r
bina en Tierra Santa. Se calcula esta suma en 40 00 » fran-
cos, deducidos los gastos de viajes y 'as comisiones de les
recaudadores (2). Estas limosnas las recolectan los delega-
dos de Jerusalén, que llegan anualmente a los más aparta-
dos lugares del Mogreb.
Sin embargo, los judíos marroquíes de Oriente rr. pue-
den disponer libremente del dinero recrudado, rúes sufren
la intervención de la Comunidad Ofici-1 de los Sefardíes,
reconocida por el Imperio turco.
La halouka (3) ingresa en la caja general de los judíos
orientales, y a los marroquíes sólo alcanza el 15 por 100 de
la totalidad de los ingresos. Con razó-i se lamentan de *.s:e
estado de cosas En cambio, de bs subvenciones especiales

(1) La de Marraquex ascenderá a 14.000 almas.


(2) Los que recogen la limosna perciben el 35 por 100 de la to-
talidad de la recaudación.
(3) Distribución, limosna.
- 261 —

para sus colegios, escuelas, orfelinatos, etc., y de las li-


mosnas recogidas directamente, pued* disponer con liber-
tad la Comunidad mogrebita de Palestina.
El hebreo es patriota; ama la tierra donde habita. Si no
lo hiciera dejaría de ser humano.
En las naciones donde goza de las libertades generala
que establecen las leyes, el judío es un ciudadano más
con iguales derechos y con idénticos deberes para con ia
patria que los que profesan religión distinta.
En todas las campañas que han ensangrentado a Euro-
pa durante el pasado siglo, los semitas han rendido sobre
los campos de batalla su tributo al país donde nacieron.
En la conflagración europea el número de soldados judíos
que tomaron parte en la contienda ascendió a millón y me-
dio, según las últimas estadísticas. Sofía Casanova, que
ha vivido en Rusia las páginas más trágicas de la gran
guerra, escribe acerca de los soldados hebreos de los ejér-
citos del Zar: "Se acusa a los judíos de ser malos solda-
dos, de cobardía — dice — . De aquellos ejércitos desertaron
chirimizes, siberianos, caucásicos, rutenos y rusos... Puede
que no fueran los soldados israelitas héroes legendarios,
pero yo he visto a muchos heridos en la primera línea de
fuego, y a uno no lo olvidaré nunca, destrozado el hombro
y el brazo, que, colgante por los filamentos, se lo había
atado al tronco. Esperó sentado en una silla tres horas,
hasta que pudiéramos hacerle la cura. Sufría horrible-
mente; pero como le rodeaban miles y miles de heridos,
aguardaba, devorado por la fiebre y hablando a ratos con
uno, tendido a sus pies en ensangrentada angarilla. Aquel
herido, que fué operado en la madrugada, invadido el
— 262 —

pecho por las placas -violáceas de la gangrena, había lle-


vado sobre su hombro sano durante dos días y dos noches
a un compañero, hebreo también, rotas las piernas... Y
en la sangrienta angarilla agonizaba éste, oyendo las ani-
mosas palabras de su salvador."
El apatriotismo hebreo es una leyenda.
¿Qué es sino patriotismo el fervor con que el judío
conserva y ama sus tradiciones? Esas tradiciones simboli-
zan el pasado con sus grandezas y con sus fracasos, con sus
triunfos y con sus derrotas. Y el pasado, la historia, cons-
tituye una parte del espíritu de la patria, ya que la patria
lo abarca todo : el pasado, el presente y el porvenir ; el pa-
sado, que es el ejemplo; el presente, que es el trabajo, y el
porvenir, que es la ambición y la esperanza.
El patriotismo es sacrificio, y el hebreo ha sabido sacrifi-
carse en todos los tiempos. Iben el Athir cuenta (i) que
en el año 982, Abu el Kasim, Emir de Sicilia, declaró la
guerra santa a un rey franco llamado Berdewil, que había
invadido su territorio al frente de numerosa hueste. De-
rrotado por los musulmanes, huyó el rey francés en unión
de un judío que figuraba en su comitiva, y que no qu;so
abandonarle. Cuando, rendido por la fatiga, cayó el corcel
del Soberano, le dijo el hebreo : "Toma mi cabalgadura, y si
yo muero cuida de mis hijos." El Rey se salvó gracias a la
ayuda del judío, que pereció víctima de su lealtad patrió-
tica.
Las prevenciones, el sedimento que la barbarie y el fa-
natismo antisemita de los siglos pasados ha dejado en

(1) Anales de Marruecos y de España.


— 263 —
muchas almas, es lo que niega al judío, que es un hombre
ni peor ni mejor que los demás humanos, amasado con el
mismo barro, sus fervores patrióticos.
En nuestro ejército cumplen sus deberes para con la
patria algunos hebreos nacidos en Marruecos, que son ciu-
dadanos españoles . (i).
Y, sobre todo, para los ibéricos, ¿no prueba el patriotis-
mo de los hebreos el hecho vivo de los sefardíes que
después de cuatro siglos de expulsión profesan un arr'.or
romántico a España, lejos de ella, algunos a centenares
de leguas, sin conocerla apenas, habiendo salido extrañados
y maltrechos de tierras de Castilla?
Los hebreos del Marruecos español no dejan pasar oca-
sión alguna sin demostrar su afecto a España.
Los de Tánger y Larache celebran grandes fiestas el
dia del cumpleaños del Monarca español, a pesar de la
influencia francesa, sostenida por las Escuelas de la Alian-
za Israelita.
Una Comisión del Kahal de Tetuán, presidida por ei
Gran Rabino, visitó en octubre de 191 6 al Alto Comisario,
para expresarle su adhesión a la vieja patria de sus ante-
pasados. "Venimos con el único 'leseo de presentar a
V. E. nuestros humildes respetos — dijo el Gran Rabino — ,
al mismo tiempo que nos permitimos pedir, confiando en la
hidalguía de vuestra ilustre persona, su valioso y necesario
apoyo, el cual nos servirá de aliento para proseguir las

(2) Abraham Coriat, israelita perteneciente a una conocida fa-


milia de banqueros de Ceuta, murió hace pocos años en un com-
bate contra los moros anyerinos, luchando bajo la bandera de Es-
paña.
— 264 —

mejoras que nos hemos propuesto introducir en esta Co-


munidad. Los hebreos de Tetuán somos descendientes de
antiguos españoles, y todos, sin excepción, estamos dis-
puestos a poner nuestro mayor afán en despertar en el co-
razón de nuestros correligionarios el amor y la gratitud
a nuestra antigua y amada Patria, como también a nuestro
noble e ilustre Rey Don Alfonso XIII, a cuyo servicio
ponemos incondicionalmente nuestro celo, actividad y ener-

Más tarde, en julio de 1917, la Comunidad tetuaní ele-


gia."
vó al general Jordana el siguiente mensaje, pleno de amor
a España y a su Rey: "Esta Comunidad Israelita ha se-
guido con interés la campaña emprendida por nuestro Mo-
narca Don Alfonso XIII (que Dios guarde), en favor de
las victimas de la tremenda contienda que estremece al
mundo hace tres años, erigiéndose en verdadero campeón
de la misericordia y la caridad mundial, llevando el sosie-
go y la consolación a los millares de hogares donde ha im-
perado la inquietud y la desesperación ; librando a unos de
la última pena y a otros del suplicio de vivir en el cauti-
verio, sin tener siquiera el consuelo de las noticias de los
seres más queridos. Esto le ha valido la popularidad y la
simpatía universales. Nuestros infortunados correligiona-
rios de Palestina se han visto envueltos en este torbellino
que parece querer asolar al mundo, y la suerte de estos des-
amparados hatenido lugar preferente como españoles en co-
razón tan sublime, lleno de generosidad y ternura, ten-
diendo su mano protectora a estos hijos de España, que os-
tentan con orgullo su origen español. Ante este altruismo
ejemplar, ante tanta generosidad de alma, esta Comunidad
— 265 —
se postra respetuosa, llena de admiración y gratitud, ante
la Majestad de nuestro Rey. Estos hechos no hacen más
que aumentar entre nosotros la popularidad y el respetuoso
afecto que le profesamos, y rogamos a V. E. tenga a bien
elevar a los reales pies de S. M. nuestro leal testimonio de
agradecimiento, y nuestra adhesión a la augusta persona
del Rey y a toda la Real Familia, y a nuestra querida Es-
paña, ala cual deseamos ver próspera, grande y fuerte."
I No patentiza esto la consistencia de un patriotismo que
resiste a las persecuciones, a la acción del tiempo, al
abandono y al desdén, como algo inconmovible, fuerte
como la roca, que se alza en el alma del pueblo sefardita?
¿Qué español puede alardear de patriotismo, al lado
de estos hebreos vilipendiados y perseguidos, que sueñan
con Castilla, la tierra de sus tradiciones, el solar glorioso
de sus antepasados ; de estos sefarditas que saben quemar
sus resentimientos sobre el ara del amor a la patria per-
dida?
* * *

El judaismo de los hebreos marroquíes no es hasta aho-


ra nacional, sino puramente religioso o de sangre. No tie-
ne partidarios en el Mogreb el itoismo (i) que fundamenta
su doctrina en la adquisición de una extensión de terreno
para fundar sobre él un Estado judío regido por la legisla-
ción mosaica.
En cambio, el Sionismo o vuelta a la Palestina conver-

(i) La palabra itoismo se forma con las iniciales de los vocablos


Iewish Territorial Organisation, entidad que preside en Londres
A. Zanwoill, esforzado propagandista de la idea.
— 266 —

tida en nación independiente, va lentamente arraigando en


Marruecos. Fundó el Sionismo el ilustre doctor Teodoro
Herzl, finalizando el siglo XIX. "El Sionismo — escribe un
notable publicista — , vivo anhelo de reconstruir la antigua
patria perdida por la dureza de un vencedor, es conse-
cuencia del proceso Dreyfus. Aunque cada judío recitase
desde hace dos mil años la oración de la Pascua: "El año
que viene en Jerusalén" (i), el consentimiento nacional se
había diluido con el tiempo, la ausencia y la dispersión. Un
espíritu muy culto y generoso, el dootor Herzl, periodista
austríaco, fué enviado por su director a Francia para in-
formar al público sobre el largo y célebre proceso del ca-
pitán israelita. La escena de la degradación le impresionó
tan fuertemente, que aquella misma noche escribió un fo-
lleto, el "Estado judío u Hogar nacional para los judíos
perseguidos", en que trazaba los estatutos de la futura So-
ciedad palestiniana. Herzl publicó su trabajo en una revis-
ta parisiense; lo leyó ante varios amigos en el salón de
Mme. Rute, y casi nadie le hizo caso.
Algún tiempo después renovó la prueba en Viena, pa-
trocinado por la baronesa de Suttner, a cuya casa concu-
rrían diplomáticos extranjeros y escogida sociedad. El
éxito fué ahora decisivo. El folleto se reimprimió numero-
sas veces; se tradujo a varios idiomas; se vendió por mi-
llones. Fué padre durante veinticinco años de una nutridí-
sima literatura apologética o contradictoria. Atrajo valio-
sísimas adhesiones ; inspiró Congresos... El Sionismo se

(i) En las sinagogas sefardíes, al terminar el oficio pascual, el


rabino pronuncia en castellano estas frases : " Este año, aquí escla-
vos ;el año viniente, gozos en Jerusalaim. "
— 267 —

halla hoy muy extendido. Existe una "Organización para el


fomento de la lengua y cultura hebraica", cuya residen-
cia está en Berlín, con ramificaciones en todo el mundo:
la "Liga de Profesores hebreos", de Palestina, que cele-
bra anualmente Asambleas ; en Jerusalén, el Vaad Halas-
hón (i), que trabaja constantemente para enriquecer el
idioma; la "Liga universal de escritores hebraicos" con
residencia en Petrogrado ; cuenta el Sionismo en Palestina
con tres Institutos, donde se cursan en hebreo treinta
asignaturas, y en Jerusalén con un Seminario de Profe-
sores judíos, entre los que se encuentra un cierto núme-
ro de alumnos sefardim. En Suiza se multiplican las aso-
ciaciones Beni-Israel.
El doctor Herzl fué recibido en audiencia por el Papa
León XIII. El fundador del Sionismo no pretendía, en
principio, crear un Estado independiente en Palestina,
sino un hogar nacional donde hallaran refugio y se admi-
nistrasen autónomamente los hebreos expulsados de otros
países.
"La guerra — escribe Saturnino Ximénez — cambió el as-
pesto de la cuestión sionista. Ya no se trata de llegar a una
inteligencia con la Sublime Puerta, ni de interesar a las
potencias cristianas en la inmediata ejecución del plan.
Los sionistas dan como constituido el Estado hebreo. No
ha mucho leí en un periódico inglés la lista de los minis-
tros— judíos todos — encargados de gobernar la Palestina,
bajo el protectorado británico. Esto se me antoja prema-
turo. Pero no es menos cierto que las organizaciones sio-

(i) Academia de la Lengua.


— 268 —

nistas han enviado recientemente a Jerusalén delegados con


misiones diversas. Entre otros, un doctor Epstein, residen-
te en Lausana, ex director de la escuela talmúdica de Saló-
nica, de donde tuvo que emigrar en su calidad de sub-
dito otomano ; cuando esta ciudad fué ocupada por los
aliados, recibió orden de Londres para trasladarse inme 'la-
tamente aJerusalén para organizar los servicios de la Ins-
trucción pública. Como el sionismo tiene un carácter in-
ternacional, su realización sería un modo de internaciona-
lizar la Palestina.
El sionismo realmente no es moderno. Entre los pre-
decesores del doctor Herzl figuran algunos judíos ibé-
ricos.
Allá por el siglo XVI — dice un ilustre escritor — un ju-
dío portugués, Josep Nasi, curioso aventurero, agraciado
por el Sultán de Turquía con el título de príncipe de Na-
xos, dignidad que nunca llegó a ejercer efectivamente, so-
licitó de la República de Venecia una isla en el Egeo, a
donde irían a erigirse en Estado, probablemente bajo la
soberanía del mismo Nasi, los judíos expulsados de Por-
tugal. Entre los sefardíes refugiados en Roma cundió
por entonces la idea de restaurar el reino de Palestina. A
fines- del siglo XVII, otro hebreo de origen español, Schab-
betai Sebi, de Smyrna, que se hacía pasar por el Mesías,
profetizó el "restablecimiento de Israel en la Tierra Pro-
metida". Lo que hoy se intitula "Sionismo" designábase
antes por Chovevei Sión. En 1840, Sir Moisés Montefiore,
sefardí, dirigióse al Sultán en demanda de una conce-
sión territorial en Palestina, con destino a una colonia ju-
día. Es curioso que, con anterioridad a Herzl cristianos
— 269 —
como Henri Dunat, de Ginebra, el fundador de la Cruz
Roja; Benedetto Musolino, de Roma; Abraham Pétauel,
profesor de la Universidad de Neixhatel, y Laurence
Oliphaut, de Londres, se interesaran en la creación de un
Estado judío en Palestina. Precursor de Herzl fué otro
sefardí, Salomón Alcalai, de Semlín (Hungría), que tra-
zó el plan de una Compañía para hacer de Palestina un
Estado vasallo del Sultán. El rabino Margulies, de Flo-
rencia, gestionó en el propio sentido cerca del Rey de Ita-
lia.
Poco antes de la ocupación de Jerimlén, durante la gue-
rra europea, por las tropas inglesas, el archiduque Guiller-
mo de Hapsburgo Lorena, sobrino de la Reina doña María
Cristina de España, propuso su candidatura a los israeli-
tas austríacos para que le eligiesen R';y de Jerusaién.
El sionismo va abriéndose camino. Su labor admirable
en la reconstitución de la tierra de Israel ha despertado
universales simpatías. En Marruecos, como ya hemos in-
dicado, cuenta con muchos adeptos, sobre todo en estos
últimos años, merced a la gestión tenaz del ilustre propa-
gandista Dr. Don Uriel Bensión.
IX

LAS RELACIONES RELIGIOSAS Y CO-


MERCIALES DE LOS HEBREOS
EN MARRUECOS
Lo oiie le conviene saber a España. — El mercado mo-
grebino debe ser un mercado español. — El comercio en
el Marruecos de España y en el Marruecos de Francia.
Datos estadísticos.

Moisés hizo del pueblo israelita una nación de agricul-


tores yde soldados. La persecución cambió el carácter de
la raza y la impulsó hacia el comercio.
Merced a los judíos, cuando el feudalismo triunfaba y
la sociedad se dividía en dos castas, los siervos cultiva-
dores de la tierra y los señores dueños absolutos de hom-
bres y propiedades, renació el comercio. En todos los paí-
ses encontraron los hebreos seguros corresponsales en-
tre sus correligionarios : andariegos por el mundo en las
continuas persecuciones, conocían las necesidades de los
diferentes pueblos, al saber lo que éstos producían y lo que
consumían de su propia producción. Y unidos en una maso-
nería creada al calor de los atropellos y de los desprecios,
se iban adueñando de las riquezas, y con las riquezas del
poder (i).
(i) En nuestros días, en el famoso Consejo de los Diez que ha
acordado las bases para la paz de Europa y del mundo, figuraban
— 272 —

En esa unión inteligente radica hoy, como ha radicado


en todos los tiempos, la fuerza de los liebreos. Ellos sienten
con más vigor que los cristianos arraigarse en sus corazones
la máxima "amaos los unos a los otros". Y como el a ñor
se traduce en obras, los judíos se ayudan con lealtad.
* * *

Los hebreos fueron riquísimos, fabulosamente ricos. Bri-


llaron en las ciencias y en las letras, llegaron a escalar la
gobernación de los Estados.
El feudalismo combatió a los judíos fieramente, pues el
oro y la astucia del hebreo arrebataba a los nobles la pri-
vanza y el valimiento cerca de los Soberanos. Estos se
apoyaban en la riqueza de los hebreos contra los señores
feudales, que competían con la Corona en fausto y en
poderío. Como Arquímedes, los judíos no necesitaban más
oue un punto de apoyo para triumai, v siempre lo hallaron
en la flaqueza de aquellas sociedades formadas por hombres
forrados de acero, con almas de niños, tercos y volunta-
riosos.
Hasta que los reyes, celosos también del poder cre-
ciente de los hebreos, decidieron la persecución en ma-
sa, no encaminaron los judíos sus actividades hacia la
usura, única arma de que podían valerse para combatir
y dominar a sus enemigos (i).

tres miembros judíos : Klotz, francés ; Sonnino, italiano, y Mon-


tagud, inglés.
(i) El hebreo que presta, aunque con usura, no peca si el pres-
tatario no es un correligionario suyo. En el Deuteronomio prescri-
ben los versículos 19 y 21 del capítulo XXIII: "No prestarás usu-
ra a tu hermano, ni dinero, ni granos, ni otra cualquiera cosa. Sino
— 273 —

Pontífices y reyes les abrían maquiavélicamente las puer-


tas de sus Estados, considerándolos, por sus talentos co-
merciales, necesarios e insustituibles para el bien público,
y cuando la gallina de los huevos de oro había creado
riqueza, monarcas y pontífices arrojaban a los judíos de sus
reinos para arrebatárselas.
Así vivió el mundo durante muchos siglos ; unas veces
los hebreos en la cúspide del poderío y de la fama; otras,
perseguidos y errantes por todos los caminos.
Y siempre, en las persecuciones y en las bienandanzas,
conservando su cohesión, cultivando el espíritu de la ra-
za, alentando y desarrollando el genio comercial que !a ca-
racteriza.
En los modernos tiempos, al amparo de legislaciones que
reconocen los derechos del hombre, sin distinción de cre-
dos religiosos; libres de persecuciones y violencias, son en
los países más cultos del mundo los reyes de la tierrra, al
ser los dueños de la banca y de la gran industria en Ale-
mania, en Inglaterra, en Francia, en Austria y en los Esta-
dos Unidos. Por debajo de las rivalidades de los prín-
cipes yde los Estados — escribe Ramiro de Maeztu — , ha-
bía en Europa una gran hermandad internacional de hom-
bres que tenían entre sí un número mayor de afinidades
que las que les unían a los pueblos en los que habitaban.
De estas afinidades tenía que resultar, naturalmente, una or-
ganización internacional de crédito. El crédito no consiste
en último término más que en conocerse y en ayudarse

al extranjero. Mas a tu hermano le prestarás sin usura aquello que


ha menester, para que el Señor Dios tuyo te bendiga en todas tus
obras en la tierra, en cuya posesión has de entrar." 18
— 274 —

mutuamente. Y como los judíos de los distintos países se


conocían y ayudaban mutuamente mejor que los cristianos,
han podido adueñarse de la mayor parte de las empresas
fundadas en el tráfico internacional, como son las Casas
de banca, las de seguros, las de importación (i).

Los judíos del Mogreb se han distinguido siempre por


su movilidad extremada, quizá porque Marruecos ha sido
un lugar de refugio para todos los perseguidos, y con los
errantes ha formado su población.
Bajo la dominación romana (115 y 116), gran parte de
los judíos de la Cirenaica, en rebeldía contra el imperio
y amenazados de una durísima represión, en la Mauritania
hallaron amparo.
En los años 812 y 813, Sisebuto persiguió a los judíos
de España, y éstos se refugiaron en las costas occident de.=
del norte africano (2).
Los judíos expulsados de la península ayudaron luego a
Muza y a Tarik en la conquista de España. En el ejército
de los invasores figuraban muchos hebreos, y entre los mis-
mos jefes berberiscos los había de religión mosaica.
En el año 823 de la Era Cristiana, ocho mil j-udíos espa-

(1) No sólo en ios campos de la industria y del comercio brillan


los judíos modernos. En las ciencias, en las letras y en las artes
figuran los hebreos en las avanzadas de la civilización. No hay que
olvidar que fueron y son judíos Meyerbeer, Bergson, Wasserman,
Suderman, Erlich, Nordau, Lombroso, Eiífel, Heine y Carlos Marjr
entre otros cien hombres ilustres.
(2) Graetz : Histoire juive.
— 275 —
fióles, de Córdoba, pasaron el Estrecho y se establecieron
en Fez (i).
En el 1 146, Abdal-lá se apoderó del trono de Marrue-
cos y obligó a los hebreos a convertirse al islamismo o a
emigrar. Una gran parte de los emigrantes se salvaron en
España y en Italia.
La comunidad israelita de Oran fué dispersada en 1543
por los españoles. En 1792 se reconstituyó después de la
toma de la ciudad por los turcos. Los vencedores llamaron a
los judíos de Tlemecen, de Gibraltar y del Marruecos
Oriental y Meridional, que acudieron presurosos a poblar
la comarca.
A partir del siglo XVII en toda la América ibera, es-
pecialmente en el Brasil y en la Argentina, hallamo-; ju-
díos originarios de Marruecos. En muchos países de Euro-
pa yde América, en la primera mitad del siglo XVIII exis-
tían colonias de hebreos tetuaníes. El gran movimiento de
emigración a América se inicia hacia 1880. Judíos educados
en las Escuelas de la Alianza se establecen en Venezuelí, el
Brasil y la Argentina. Los emigrantes marroquíes prospe-
ran en América en el comercio y en las artes. Conocemos
hebreos que cuentan con cinco, seis y hasta ocho casas de
comercio en la República del Plata.
Generalmente los judíos de Tetuán, Tánger y Lara-
che emigran a la América del Sur; los de Mogador, a In-
glaterra, los
y del reino de Fez, al Senegal y a la Ar-
gelia.
La conquista de Argelia inició una corriente de inmigra-
ción de israelitas marroquíes en el país vecino. La canipa-
(1) Rudh el Kartas : Histoire des souverains du Maghreb.
— 276 —

ña española de 1859-60 también hizo que emigraran a Ar-


gel millares de hebreos de la comarca de Tetuán.
En Tánger son muy pocos los israelitas que no han
visto Europa, aunque sólo sea en Gibraltar. En Tetuán
abundan los que han visitado la América y el África del
Sur, especialmente la colonia portuguesa de Lourenzo Mar-
ques, con positivo provecho para sus intereses.

La historia de los hebreos mogrebinos en Palestina co-


mienza al ser este país conquistado definitivamente por
los turcos. La emigración de los marroquíes a Oriente ha
sido grande en todas las épocas.
Los judíos marroquíes poseen en Jerusalén un barrio
especial, compuesto de calles oscuras y malsanas, situadas
entre el muro del Templo y el zoco el Ketanin. En Damas-
co hay una colonia de judíos mogrebir.os.
Gracias al célebre rabino Ben Schimón, perteneciente
a una de las familias más ilustres del Mogreb, fueron re-
caudadas, mediado el siglo XIX, las sumas necesarias para
la construcción de una gran sinagoga de los marroquíes en
Jerusalén. El rabí se estableció en la ciudad santa en 1863.
Fué gran rabino de los mogrebitar . Hizo mucho por la Co-
munidad, llevando a ella el orden, pues la anarquía igua-
laba a la miseria. Ben Schimón ordenó la construcción de
uno de los primeros barrios llamado Mahana Israel (1).
En la tumba de Ben Schimón, muy venerada, figura este
epitafio: "Desgraciada la tierra de Israel, porque ha per-

(1) Campo de Israel.


— 277 —

dido su grande hombre, su adorno y su corona gloriosa y


radiante. El país del Cerf (i) está privado de sus ornamen-
tos. El justo por excelencia, aquel cuya palabra fué más
dulce que la miel, ha desaparecido. Grande era su nombre
en Israel. Fué un juez para su pueblo, un fiel pastor para
su Comunidad, justo en sus actos y misericordioso para
con los pobres. Verdadero protector de los indigentes. Hom-
bre lleno de gracia, de la gracia fiel de David. León del
colegio, aquel que multiplica sus acciones por la ley. Ver-
dadera autoridad bíblica. El rabino sublime lleno de la
gloria divina. El Santo piadoso, el astro de Marruecos
que enseñó la Thora en Israel, el hombre de Dios, el Santo
célebre por su nombre y por sus hechos, nuestro ral ino
David Ben Schimón. ¡La memoria del justo sea bendita!
El autor del tratado Schaa ré-He-Hazer (2) y de otras
obras. El arco de Dios fué elevado el 8 Quislev 5639 (3),
a la edad de 58 años." Uno de los hijos de Ben Schimón
fué gran rabino en El Cairo.
Los hebreos de Marruecos hállanse en la Palestina en las
mismas deplorables condiciones que sus correligionarios in-
dígenas. Se dedican al pequeño comercio y muy raramente
a los oficios manuales. Algunos son orfebres y zapateros.
En Jerusalén existían en el año 1881, mil doscientos no-
venta mogrebinos, y en 1902, dos mil cuatrocientos treinta.
La Comunidad de judíos marroquíes en Jerusalén es una
de las más pobres : el número de mendigos, de enfennos y
de paralíticos que llegan a la ciudad santa a terminar en

(1) Uno de los nombres de Palestina.


(2) Las puertas de la Corte.
(3) Año 1879 de la Era Nueva.
- 278 —

ella, por un sentimiento de piedad, sus días, resulta con-


siderable. Al hebreo mogrebino sólo le lleva a la Palestina
el ideal religioso, ya que el intercambio comercial entre Ma-
rruecos yOriente es nulo por la dificultad de los trans-
portes.
Después de las relaciones religiosa? que los hebreos ma-
rroquíes sostienen con Palestina, Francia es el país que
más vínculos espirituales mantienen con los judíos del Ex-
tremo Occidente. A ello contribuye no poco la obra de las
escuelas de la Alianza Israelita Universal.
Inglaterra, merced a los trabajos de lord Montefiore y
de lord Palmestón, también cuenta con grandes simpatías
entre los judíos mogrebinos, que han hecho una virtud del
agradecimiento hacia los que han contribuido a sacarles
del lamentable estado en que se hallaban.

Las relaciones comerciales de los :sraelitas de España


con las de Marruecos arrancan del siglo IV de la Nueva
Era. Una ley dictada por los Reyes visigodos confirma el
derecho de los hebreos a navegar entre los puestos españo-
les ylos de África.
Tanto en España como en el Mogreb fueron durante
siglos los acaparadores del comercio. Poseían en Marrue-
cos grandes riquezas, a pesar de los impuestos onerosos coi
que pechaban los Mel-lah ; en los siglos XIV y XV no era
extraño que un hebreo pagase por el impuesto llamado ye-
zia trescientas pesetas año, sin contar los tributos para los
gastos que ocasionaban las guerras y otras cargas públicas.
— 279 —
Los sultanes percibían del 8 al 10 por 100 del valor de los
artículos importados o exportados, y no hay que olvidar
que el comercio estaba en manos de los israelitas.
En España reunieron los judíos verdaderos tesoros. La
judería avílense fué riquísima. La Comunidad de Haro
era poseedora de casi toda la comarca. Las de Córdoba y
Sevilla fueron famosas por su poderío, que tantas perse-
cuciones atrajo sobre ellas.
Un códice, descubierto por Llabrés, habla de las jude-
rías de Mallorca, que gozaban de treinta y tres privilegios,
muchos de ellos de índole económica, concedidos por los
reyes Jaime I, Jaime II, Sancho, Jaime III, Pedro V y
Juan I, privilegios autorizados por una bula del Papa Ale-
jandro IV.
Por el repartimiento que en 1474 hizo el Juez mayor
de los hebreos, rabí Jacob Núñez, se deduce la impor-
tancia de las juderías de los alrededores de la actual Qrte
de España y del centro de la Península. Dice: "El aljama
de los judíos de Torrelaguna e sin los judíos de Uceda
e Talamanca, 1.000 maravedís. El aljama de los judíos de
Uceda, 800 maravedís. Los judíos de Talamanca e de Algc-
te, 700 maravedís. El aljama de los judíos de Buitrago,
tres mil e trescientos maravedís. El aljama de los judíos
de Alcalá de Henares, sin los judíos que moran en Cobe-
ña, 5.000 maravedís. Los judíos que moran en Cobeña,
quinientos maravedís. Los judíos que moran en Madrid,
con los judíos que moran en Ciempozuelos e en Pinto e en
as e en Torrejón de Velasco, mil e doscientos mara-
vedís."
Los israelitas contribuyeron al sostenimiento de todas las
— 280 -

guerras entre cristianos y musulmanes españoles, y acu-


dieron generosamente al mantenimiento de los ejércitos
que conquistaron a Granada.
Con la expulsión de los judíos en 1492 empezó la de-
cadencia de España. A su talento financiero y a su laborio-
sidad— escribe el Dr. Pulido — había debido el país su pre-
ponderancia el
y manejo de grandes capitales. Ellos traba-
jaron para aprovechar los ricos productos del suelo, se de-
dicaron ala construcción de barcos mercantes, establecie-
ron industrias, instalaron fábricas, desarrollaron el co-
mercio dentro y fuera del reino; honrábanse con un tra-
bajo que los españoles de entonces consideraban envilece-
dor; fomentaron con los moros las tan celebradas fábricas
de sedas y paños, curtidos, papel y otros mil artículos de
consumo y de exportación ; adelantaron la dulcería, desti-
laciones licoreras y pastelerías, y gracias a ellos, durante
algunos siglos, fueron muy solicitados los productos ela-
borados en Murcia, Almería, Granada, Córdoba, Toledo,
Cuenca, Ciudad Real, Segovia, Villacastín, Baeza, Sevilla,
Huete, Ubeda, Avila y otros puntos, todos los cuales lle-
vaban alas ferias de Medina del Caripo riquísimas trans-
acciones, que ascendieron a cerca de 663 millones de pe-
setas en el año de 1563, según informe que sostuvo en las
Cortes de la nación un ministro de Felipe II.
Más de mil navios mercantes se ocuoaban en repirtir
por el mundo nuestros productos nacionales, y solamente
en Galicia se contaban más de doscientos buques, sin agre-
gar los mil quinientos barcos menores que traficaban con
Portugal. Repararon las antiguas vías romanas, y abrieron
nuevos caminos y senderos para facilitar el transporte de
— 281 —

aquellos ricos paños, tapices, sedas, mercerías, cueros, ar-


neses y sillas que cobraron tan universal fama.
Muchos años después, cuando la hemorragia bruscamen-
te iniciada a fines del siglo XV, y lentamente sostenida
durante los siglos XVI y XVII, hubo producido sus efec-
tos, sobrevino tan profunda anemia y postración fabril,
agrícola y mercantil, que la industria, la agricultura y el
comercio enfermaron de un modo gravísimo. Los reyes
daban decretos afirmando que la marina mercante, el co-
mercio, la industria y las artes mecánicas no eran inno
bles; pero esto no conjuraba el mal. Los barcos eran des-
arbolados, ycuenta Jovellanos que en el siglo XVII,
aquel Vigo, antes tan animado, permanecía casi desconocido
por falta de tráfico. Galicia, Asturias y León, apenas po-
dían transportar nada al interior, y la banca y el comercio
habían pasado de manos judías a las de genoveses y fla-
mencos, igualmente aborrecidos del pueblo, como lo fueron
los judíos, al extremo de verse obligados por Carlos II a
vivir en barrio aparte.

* * *

Puede afirmarse que en nuestros días el setenta por cien-


to del comercio mogrebino está en manos de los hebreos.
A ellos debe Marruecos en gran parte su rápida iicorpora-
ción al movimiento civilizador del mundo.
Ya lo presentía Murga, el incansable viajero, al escri-
bir (i): "Si alguna vez, como todo parece augurarlo, el

(i) Recuerdos Marroquíes, José M. de Murga.


— 282 —

comercio concluye con las antipatías de los pueblos, les da


bienestar y les une con el lazo ele !a fraternidad huma-
na. Marruecos deberá gran parte de este resultado a los
judíos. Entre ellos hallarán hombres superiores al medio
en que se encuentran, libres de muchas o de todas las pre-
ocupaciones queles rodean, que les darán sin desconfianza
ni recelo útiles noticias, y que les facilitarán los medios de
ir levantando el velo tan tupido que cubre los misterios de
Marruecos."
Y lo confirma Tompson, que tan mal trata a los hebreos,
diciendo: "Por su espíritu mercantil <=on un medio esencial
para las relaciones comerciales, y a ellos se debe en gran
parte que el país esté abierto hasta cierto punto para el
tráfico con Europa."
La laboriosidad y el instinto comercial son cualidades ex-
tremadas ycaracterísticas entre ios hebreos: viven pira
su negocio, entregándose a él en cuerpo y alma, estudián-
dolo con amor y buscando sin cesa- nuevos horizontes. E¡
judío no sabe tener su dinero parado. Vende todo género
de mercancías, aunque la ganancia ¿ea exigua e insignifi-
cante.
Hay pocos grandes terratenientes en Marruecos. Gene-
ralmente, cumpliendo el consejo talmúdico, dividen sus ca-
pitales en tres partes: un tercio para adquirir propiedades
otro para emplearlo en el comercio y el último en dinevo
disponible. Como nos decía gráficamente un banquero se-
fardí del Mogreb, nunca el judío pone todos sus huevos en
un solo cesto.
En materia de lealtad y honradez en las transacciones,
pueden servir de modelo. Rara vez se da el caso, entre el
— 283 —

comercio hebreo de Marruecos, de que vuelva impagada


una letra. Son fieles custodios y depositarios de aquello
que se les confía. En las ciudades del Norte del Hedhr re-
cuerdan al judío Samuel, nieto de Adiya, el más grande
poeta de la región. Era un gran señor que habitaba el cas-
tillo de Ablag. Samuel es célebre por la fidelidad a la fe
privada, que le hizo sacrificar a su propio hijo. Cuentan
que el rey, Imru ul Kais, perdió su trono. Refugiado en el
castillo de Samuel, después de confiarle un tesoro, le pi-
dió que le recomendase al Monarca de Gassan, qjien inte-
resaría por su causa al emperador ronumo de Constantino-
pía. Así lo prometió Samuel, prestándole un guía al rey
huido. El Harit ben Zalim fué enviado por el Mudir p?ra
apoderarse de los tesoros de Inru, y vino a sitiar el casillo,
aprisionando al hijo de Samuel, que cazaba en los rlre-
dedores. — Si me entregas el tesoro te devolveré tu hijo:
mas si no me obedeces, le mataré — intimó el bárbaro si-
tiador. — Yo no entregaré nunca más que a su dueñe lo
que me ha sido confiado — replicó Samuel. — El Harit dio
muerte al prisionero, y Samuel cantó en una poesí?, que
recuerdan los hebreos con orgullo: "Yo he guardado fiel-
mente las corazas de Vindite... Yo he sido fiel, cuando
tanta gente es traidora."
Los hebreos mogrebinos hacen principa1mente su co-
mercio de importación con Inglaterra, Francia, Alemania
y España. Gibraltar mantiene ums relaciones com-rciales
muy activas con Marruecos. Azúcar, cafés, tés, tejidos de
algodón, percales estampados, pañuelos llamados de hierbas,
géneros de punto, muselinas, tejidos de hilo, lienzos y ho-
landas, lonas para tiendas de campaña, mantones de lana
— 284 —

y algodón, toallas sencillas y afelpadas, mantelería co-


mún, terciopelos, damascos, fieltros, yutes, alfombras, se-
derías en general, pañuelos de seda con flecos, bcrdados
con lentejuelas, seda cruda manufacture. da. cordones, tren-
cillas, cintas, carretes de hilo y seda, hilo Je oro y plata,
perfumería barata, agua de colonia, zapatería, alhajas, ja-
bón de tocador barato, pinturas y barnices, sacos vacíos, ja-
bón blanco y en barras, bujías, naipes, quincaile-ía y ju-
guetes, espejos, muebles, litografías, relojes de pared y de
bolsillo, pianos, paraguas, quitasoles, chocolates, confitería
y toda clase de dulces, licores y jarabes, cervezas, hari-
nas, sémolas, loza ordinaria, cristalería, azulejos vidriados,
mosaicos hidráulicos y cementos, ladrillos, tejas, productos
químicos y farmacéuticos, materias colorantes, artículos de
hierro esmaltado, cubos galvanizados, telas metálicas, aza-
dones, piquetas, hachas, ferretería, guitarras, mandolinas
y ropas hechas : he aquí una lista de los artículos que con-
sume Marruecos.
En todo Marruecos va intensificándose el comercio es-
pañol de tal modo, que ello demuestra con qué poco es-
fuerzo pudiera España hacerse dueña del mercado mo-
grebino.
Hay productos españoles, como el aceite, los vinos, el
calzado de cuero, las alpargatas, ciertas conservas, etcéte-
ra, que compiten en el mercado de Marruecos con los si-
milares de otros países; pero los más importantes, como
son los tejidos de lana y algodón, las velas, el jabón común,
el azúcar, la ferretería, las telas de seda, los gorros moru-
nos, harinas y sémolas, no podrían competir abiertamente
con los extranjeros si no se crean puertos francos en la
— 285 —
Península o se conceden primas a la exportación, ya que.
como es sabido, una de las causas de que la exportación
española a Marruecos no llegue a figurar en primera línea
sobre todas las naciones, radica en la carestía de los fletes,
que siempre fueron mucho más caros desde los puertos le
la Península, que desde Marsella, Genova y Burdeos.
En Larache, Ceuta y Melilla, aparte de la exportación
de mineral de esta última ciudad, no existe apenas movi-
miento comercial, y la yida de estas poblaciones no tiene
otra base que los recursos que invierte en Marruecos el
Estado. Esto es debido, entre otras causas, a que la zona
española es una franja estrechísima, que no puede dar vida
a esos tres puertos, más el de Tánger.
Los franceses hacen toda clase de esfuerzos, aun recu-
r iendo a medios verdaderamente reprobables, para anular
a Melilla y Larache, desviando el comercio hacia el puerto
argelino de Nemours y hacia Kenitra, en el Sebú.
España debiera exigir que el acceso a la zona france-
sa de las mercancías procedentes de Melilla y Larache no
fuera entorpecido en la forma que se viene haciendo.
En cuanto a las industrias indígenas que existen en Te-
tuán, Xauen y Alcazarquivir, debiera estimularse su desa-
rrollo por todos los medios, pudiendo consistir en favorecer
su consumo en otros puntos de la zona con rebajas de im-
puestos fletes.
y
Convendría que el Gobierno estimulara la venta en las
grandes capitales de la Península de ciertos productos de
la industria mogrebina, babuchas, cinturones, pulseras,
telas bordadas, alfombras, espingardas, gumías, etc., y se-
ría interesante que pudiésemos llevar a algún punto del
— 286 —

Marruecos español la floreciente industria de los tapices


de Rabat.
Que no haya que repetir las aceradas frases de Costa (i) :
"Farís y Londres están muy cerca de Tánger, casi, casi den-
:ro de sus murallas, al paso que Cádiz y Madrid están lejos,
muy lejos, más lejos que la China, tan lejos como la luna;
casi, casi tan lejos como el continente vastísimo del Limbo y
como la remota Península de Babia."
Es preciso que los comerciantes españoles vayan a Ma-
r uecos :que se pongan en relación estrecha con el hebreo,
tan conocedor del país y de las costumbres y usos de sus
habitantes; que nombre acertadamente sus corresponsales
y agentes.
Marruecos, con las riquezas naturales que encierra, con
el porvenir que le ofrece su excepcional situación geográ-
fica, abrazando dos mares y enlazando dos continentes, es
un venero de energías que debe situar España a su lado.
Las conquistas modernas se hacen estableciendo relacio-
nes mercantiles que aseguren la dominación de nuevos mer-
cados para la industria nacional. Gran número de nues-
tros artículos manufacturados (2) — escribe el historiador
D. Jerónimo Bécker — hallarán excelente mercado en Ma-
rruecos, como los paños de Granada y Béjar; los lien-
zos, sedería, algodones y pañería de Galicia y Cataluña:
los tarbus o gorros colorados de Cataluña y Guipúz-
coa; ylo hallarían también el hierro y el acero de Vizcaya,
el arroz de Valencia, el azúcar, el aguardiente y otros mu-

di Joaquín Costa: Discurso pronunciado en un mitin en Ma-


drid el día 30 de mar so de 1894.
(2) Historia de Marruecos.
— 287 —

chos productos. Pero ni nuestros industriales, ni nuestros


comerciantes, han hecho nada por no dejarse arrebatai tan
extenso mercado por ingleses, franceses, belgas y alema-
nes.
Los Gobiernos deben contribuir con su ayuda, con sus
recursos; con todos los resortes de que dispone el Peder,
a esta obra de patriotismo, sin hacer caso de vanas alha-
racas voceadoras, que engendra la ignorancia en cier-
tos sectores de la opinión pública.
Es necesario que el capital español se oriente hacia Ma-
rruecos, y para conseguirlo, el Estado, la nación, debe
prestarle todo su concurso, todo su apoyo. El capini e*
asustadizo y se espanta al no creerse suficientemente pro-
tegido. Don Miguel Villanueva decía en el segundo Congre-
so africano celebrado en 1908 en Zaragoza: "Debemos
protestar, como yo protesto, de que, so pretexto de que son
particulares, se abandonen los intereses de España en
África, pues siendo de españoles, cuanto por ellos se haga
es hacerlo también por la nación."
"Si los comerciantes españoles han de mejorar sm si-
tuación en el mercado marroquí — escribe D Gabriel R';au-
ra (1) — , es preciso que se persuadan de que nuestro por-
venir en el Mogreb depende, única y exclusivamente, de
nuestro propio esfuerzo."
Los Centros Comerciales Hispano Marrcquíes, dirigi-
dos por D. Emilio Corbella, realizan una apreciable la^or.
y -1 Fomento del Trabajo Nacional de Barcelona h¿ or-
ganizado expediciones comerciales a Marruecos pa:a el

(1) La cuestión de Marruecos desde el punto de vista español


Gabriel Maura Gamazo. Madrid, 1905.
— 288 —

estudio de las necesidades del país. Muy conveniente seria


que esa misma benemérita entidad organizara expedicio-
nes de comerciantes hebreos marroquíes a España, pan <|ue
conozcan los progresos de nuestra industria, estableciendo
así relaciones que a todos habrían de resultar muy prove-
chosas. Con ello contribuiría a una obra de reintegracicr* de
energías perdidas, obra de patriotismo, en la que deben
colaborar todos los españoles.
X

POLÍTICA SEFARDÍ

Lo que ka hecho España por los judíos españoles. — Lo


que debe hacer.

¿Por qué hemos de llegar siempre tarde a Marruecos?


Antes que las naciones europeas se repartieran las ves-
tiduras del Imperio, harto teníamos que hacer con defender
a nuestros nacionales ; pero ahora faltaremos a un sagrado
deber de patriotismo si no atraemos, para reintegrarlos a
la Patria común, a los hebreos, a esos hermanos nuestros
cuyos ascendientes fueron expulsados de la casa solariega
por un decreto inicuo.
No vamos a proteger a extraños : demostrado queda
en las páginas de este libro de sinceridad el amor que a
España profesan los sefardíes de Marruecos, españoles
de abolengo.
Ciertamente que no han olvidado el nombre de la Inqui-
sición pero
; ¿ es que ha hecho España, la España moderna,
por los sefardíes, todo lo que ha podido y debido hacer?
¿Es que ha hecho España política sefardí, una política
continuada, sujeta a un plan, orientada hacia un ideal re-
parador? Veámosla
La campaña de 1860, que culminó con la ocupación de
19
— 290 —

Tetuán, fué el primer paso que dio Europa en favor de los


judios mogrebinos. España rompió los muros con que el
fanatismo musulmán encerraba a Marruecos, protegiéndo-
lo contra toda idea nueva, y en el Imperio irrumpieron los
aires de la civilización. La raza israelita cobró nuevos áni-
mos con el apoyo de los vencedores, y vio que podía lu-
char contra la barbarie berberisca dominante, que le man-
tenía en una esclavitud preñada de vilezas.
Una reina Isabel arrojó a los sefardíes de España,
confinándolos en África, y otra reina Isabel — misterios
del destino — , alumbraba la aurora de la redención de esos
españoles hebreos tres siglos después, en las mismas tie-
rras a donde fueron expulsados. Pero los españoles, eter-
nos Quijotes, no supieron sacar las ventajas prácticas de
su obra redentora, que prosiguieron otros países europeos,
Francia especialmente, recogiendo los frutos de la semilla
que sembró España, fecundada por la sangre de sus solda-
dos.
Sin embargo, entre las espesas sombras de la indiferen-
cia de la opinión, en todo el siglo XIX han brillado, aun-
que débilmente, los relámpagos de la intervención de nues-
tra Patria en favor de los judíos españoles, refugiados en
África, en América, en el Oriente europeo, en casi todo
el mundo.
En el último tercio del pasado siglo se inició una gestión
oficial en favor de los sefardíes habitantes en Rusia. A
consecuencia de la expulsión de los judíos, decretada en
aquel lejano país el año 1881, dirigiéronse centenares de
israelitas a los ministros de España en San Pertersburgo
y Constantinopla, demandando auxilios para marchar al
— 291 —

país de sus antepasados. Comunicaron los diplomáticos esta


pretensión al entonces ministro de Estado, Sr. Marqués
de la Vega de Armijo, y éste contestó con la siguiente
Real orden, comunicada por telégrafo en 15 de junio de di-
cho año: "S. M. me encarga diga a V. E. que tanto Su
Majestad como el Gobierno recibirán a los hebreos proce-
dentes de Rusia, abriéndoles las puertas de la que fué su
antigua Patria."
Este decreto, publicado no sólo en los periódicos de
Constantinopla y San Petersburgo, sino también en los
de Servia y Bulgaria, produjo honda emoción entre los se-
fardíes de Oriente.
Nuestro ministro en Constantinopla, Sr. Conde de Ras-
cón, expuso, en comunicación dirigida al Gobierno, que el
noble acuerdo de éste podía favorecer grandemente al co-
mercio de nuestra Patria, pues si los israelitas expulsa-
dos se establecían en el litoral español del Mediterráneo,
se pondrían en comunicación con los trescientos mil co-
rreligionarios sefardíes, que hablan nuestra lengua y vi-
ven de su trabajo y del tráfico, consumiendo productos de
nuestra agricultura que se le remitían bajo bandera ex-
tranjera. Proponía el establecimiento de una línea regular
de vapores de Sevilla a Odessa, y además la creación de
un Instituto español de segunda enseñanza, a imitación
las Escuelas Reales alemanas, en Salónica, y otro en
Constantinopla.
El 25 de junio, este mismo diplomático, después de ha-
cer algunas consideraciones sobre la cultura de los judios
establecidos en Turquía, y de citar al periódico hebraico-
español El Telégrafo y a una revista mensual que co-
— 292 —

menzaba a publicar la Sociedad denominada "La Esperan-


za", pidió que se remitiesen algunas colecciones de li-
bros, lo que así se hizo.
Ante la oposición de los Estados Balkánicos a admitir
a los judíos, y las medidas acordadas por el Imperio ale-
mán privándoles de los derechos de ciudadanía, se renovó
en iy de julio del mismo año el ofrecimiento del Gobier-
no español, y a pesar de que éste no podía sufragar los gas-
tos de la repatriación de los sefardíes que anhelaban vol-
ver al país de sus abuelos, agenció el transporte gratuito
de cincuenta personas y una rebaja considerable en el
pasaje de muchas más, que, socorridas en Marsella por el
cónsul de España, Sr. Marqués de González, llegaron a
Barcelona en el mes de septiembre del mismo año.
En ii de febrero de 1887, D. Práxedes Mateo Sagasta,
contestando en el Congreso a una pregunta del diputado
D. Eduardo Baselga, manifestó que los israelitas que de-
seasen venir a España hallarían aquí un pueblo tolerante y
hospitalario, donde, al amparo de los artículos segundo y
once de la Constitución, gozarían de todos los derechos ci-
viles, sin sufrir leyes de excepción.
En este mismo año de 1887, a raíz de una serie de pro-
gramas en Rusia, se fundó en Madrid un Comité de in-
migración judía, patrocinado por D. Emilio Castelar, que
no alcanzó éxito, pues las escasas expediciones de judíos de
Oriente que llegaron a España pasaron a América, sin
detenerse en la Península.
En el año 1891 los judíos de Odessa volvieron a solicitar
la repatriación soñada. Comunicó la pretensión el ministro
de España en Rusia, con fecha 31 de diciembre dei pro-
— 293 —
pió año, contestándole nuestro Gobierno con la siguiente
Real orden: "Madrid, 27 de enero de 1892. — Excmo. se-
ñor :Enterado el ministro de Estado del despacho de vues-
tra excelencia, preguntando, a ruegos de algunos israelitas
residentes en Odessa, si el Gobierno de S. M. les permiti-
ría establecerse en cualquier punto de la Monarquía, ha
tenido a bien disponer manifieste a V. E., a fin de que lo
ponga en conocimiento de los interesados, como ya se hizo
en 188 1 por conducto de la Legación de España en Cons-
tantinopla, que las leyes de la Nación no se oponen en lo
más mínimo a que los extranjeros que así lo deseen ven-
gan a establecerse en la Península, como y cuando les pa-
rezca, en la inteligencia de que estas mismas leyes les ga-
rantizan, como a cuantos no profesan la religión católica,
la más completa y absoluta libertad de conciencia, y, poi
consiguiente, que no necesitan autorización especial para
venir al Reino, cuya entrada tienen siempre franca y ex-
pedita; pero lo que no puede hacerse es facilitarles auxi-
lios para trasladarse aquí, por no permitirlo nuestros pre-
supuestos."
Más tarde, D. Ángel Pulido, viajando por el Danubio,
encontró al doctor Bejarano, insigne sefardí. Observó
con luminosa visión una España nueva y desconocida, que
alentaba lejos de las fronteras españolas, soñando con la
vieja Patria. Y a redimir a esos españoles consagró su vida
nobilísima, clamando en el desierto de la indiferencia. Ama-
dor de los Ríos, Castelar, Coello y Pacheco, el jesuíta pa-
dre P'idel Fita; el marqués de Hoyos (1), D. Juan B. Sit-
(t) Siendo el tr.arqués de Hoyos representante de España tv
Viena, escribió una notable Memori? sobre los judíos residentes er
la capital austríaca.
— 294 —
ges, D. Marcelino Menéndez y Pelayo (i), Sánchez Moguel,
Menénclez Pidal, D. Miguel Villanueva, tan respetado por
los hebreos marroquíes; D. Rafael Altamira, D. Eugenio
Silvela, recopilador de un precioso cancionero; Rodolfo
Gil, Manrique de Lara, Augusto Vivero, Cansinos Assens,
Judá Pardo, Kaysserling, Danon, Foulché Delbosc, Ha-
Levy, Abiaham Galante, todos esos hombres ilustres se han
ocupado del problema judaico español en el siglo XIX,
estudiándolo desde diversos planos.
Recientemente, en estos últimos años, se observa un re-
toñar del sentimiento sefardí en España. Ha sido abierta
al culto en Madrid una sinagoga llamada Midrash Abar-
bcnel y se ha mejorado el cementerio israelita, en el recinto
de la Necrópolis.
Con motivo de una acertada disposición del Gobierno
francés, favorable a los sefardíes que habitan en el Impe-
rio turco, la intelectualidad española dirigió ai jefe del Ga-
binete de Francia, en junio de 1916, el siguiente mensa-
je, en el que palpita el patriotismo en su más amplio y
elevado concepto :
"Sr. Presidente del Consejo de Ministros: Hemos leído
con especial satisfacción en nuestra Prensa que el Gobierne
francés, no obstante hallarse en guerra con el Imperio
otomano, ha retirado todo procedimiento de rigor contra
los israelitas españoles, subditos de este Imperio, que se
instalaron y establecieron en Francia, fiados en la tradicio-
nal hospitalidad del noble pueblo francés, al tiempo que les
consiente continuar disfrutando de las felicidades de una

(1) Antología de poetas líricos españoles.


— 295 —
vida laboriosa y tranquila. Bien sabemos que Francia, aun
en estado de guerra, nunca ha de dejar a aquellos particu-
lares que, siendo miembros de naciones enemigas, hállanse
colocados bajo su protección y amparo. Semejante gesto de
generosidad humana, que tan apropiadamente conviene a
su carácter y tradiciones de espíritu e historia, nos ha con-
movido muy particularmente en este caso, poi tratarse de
israelitas españoles. La separación que impusieron largos
siglos, no hizo olvidarse a España de los que fueron hijos
suyos, al modo como tampoco éstos perdieren con el tiempo
el recuerdo cariñoso de su antigua madre-patria, pues siem-
pre siguieron hablando nuestro idioma, llamándose con or-
gullo españoles (sefardíes), y con sincera piedad conser-
varon hasta el día los usos y tradiciones ibéricas. Nosotros
considerárnosles como miembros desprendidos de la gran
familia española, establecidos en hogar extraño, y todo
cuanto les afecta alcánzanos igualmente a nosotros. La
benevolencia que el Gobierno francés les ha otorgado cor-
dialmente nos impresiona y nos ratifica en la alta idea que
siempre concebimos del idealismo de Francia. Rogárnosle
sea el intérprete de nuestra gratitud y reconocimiento cerca
del ministro o ministros iniciadores de la decisión, que
tanto honra a Francia y a vuestro Gobierno, y que, pres-
cindiendo de su valor humanitario, consideramos prueba
afectuosa de caballerosa atención para con nosotros, espa-
ñoles. Aceptad, Sr. Presidente del Consejo, con el testi-
monio de nuestro agradecimiento por vuestro proceder en
favor de los israelitas españoles residentes en Francia,
nuestros votos por la prosperidad de tan hidalga nación,
y la expresión de nuestra alta consideración para vuestra
— 296 —

persona y para el Gobierno de la República. — Madrid,


18 de junio de 1916."
Firma este hermoso documento lo más alto de la inte-
lectualidad española: Dr. Santiago Ramón y Cajal, histó-
logo; Benito Pérez Galdós, novelista y académico; Gu-
mersindo Azcárate, rector honorario de la Universidad Cen-
tral y miembro de las Reales Academias de Ciencias Mo-
rales yPolíticas y de la Historia; Dr. D. Ángel Pulido,
vicepresidente del Senado, presidente del Real Consejo dí
Sanidad, miembro de la Real Academia de Medicina y
autor de numerosas obras científicas, sociales y políticas ;
D. Rafael Altamira, catedrático de la Universidad de Ma-
drid, senador, historiador y miembro de la Academia_de
Ciencias Morales y Políticas; Melquíades Alvarez, jefe del
partido reformista; Miguel Morayta, catedrático; Luis
Simarro, catedrático de la Universidad de Madrid ; Miguel
Moya, presidente de la Asociación de la Prensa y diputado
a Cortes ; Alejandro Lerroux, jefe del partido radical ; Al-
fredo Vicenti, director de El Liberal; Leopoldo Romeo,
director de La Correspondencia de Espavp; Roberto Cas-
trovido, diputado a Cortes y director de El País; Rafael
de Labra, presidente del Ateneo y senador del Reino ; José
Carracido, decano de la Facultad de Farmacia, senador,
miembro de la Reales Academias de Ciencias Naturales y
de Ciencias Morales y Políticas; Tomás Bretón, director
del Real Conservatorio de Madrid; A. Castro, catedrático
de la Universidad Central ; Manuel Azaña, secretario del
Ateneo de Madrid, y los siguientes parlamentarios y es-
critores pertenecientes a todas las agrupaciones políticas :
Ayuso, Barcia, Giner de los Ríos, Conde y Luque, Ale-
— 297 —
sanco, Lázaro, Chaix, Lamana, Bethancort, Darío Pérez,
Domínguez Alfonso, Beruete y Moret, Luis Araquistain,
Enrique de Mesa, Ramón Pérez de Ayala, Méndez Be-
jarano, R. Cansinos Assens y Díez-Canedo.
Más tarde, la Liga Española para la Defensa de los De-
rechos del Hombre y del Ciudadano se dirigió a Italia en
defensa también de los sefardíes, hermanos nuestros de
raza. Dice así el escrito :
"Sr. Presidente del Consejo: La Liga Española para la
Defensa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que
yo tengo el honor de presidir, se toma la libertad de some-
ter, con el mayor respeto, a V. E. lo que sigue : Ha llegado
a nuestro conocimiento que algunos israelitas de origen y
lengua españoles, pero subditos otomanos, que habitan Ita-
lia, donde ganan laboriosa y honradamente su vida, han
sido o serán sometidos a medidas que vuestro alto Gobier-
no, por consecuencia de la guerra entre Italia y Turquía,
ha tomado contra los subditos de este país, teniendo ellos
que abandonar sus hogares, interrumpir sus ocupaciones/
que los mantienen a ellos y a sus familias, y ser internados
en un campo de concentración, donde quedarán sin recur-
sos, yde donde saldrán, después de la guerra, completamen-
te arruinados. Como españoles, y, por los estatutos de nues-
tra Liga, como defensores de todos los desgraciados que
sufren sin propia culpa, nos permitimos solicitar de V. E.
indulgencia para estos israelitas que, en opinión nuestra,
no merecen los rigores que les amenazan. Es cierto que
son subditos otomanos ; pero ellos pertenecen a una raza
que no tiene nada de común con los turcos. Descienden de
ancetras que durante largos siglos fueron españoles, y de
— 298 —
los que conservan piadosamente la lengua y las tradiciones
nacionales. Ellos no participan de ninguna de las tenden-
cias y opiniones reinantes en su país de naturaleza, que
abandonaron sin idea de regreso. Su vieja civilización ju-
día está fundida en la cultura latina. Todas sus simpatías
están al lado de Italia, que les ha dado hospitalidad y cuyas
aspiraciones aman ardientemente. El pequeño número de
ellos — según nuestros informes, a lo sumo se trata de me-
dia docena de individuos — les hace inofensivos, aunque
su honorabilidad y amor a Italia no excluyera toda sospe-
cha de que pudieran perjudicar a su patria de adopción,
donde muchos han solicitado naturalizarse ; V. E. continua-
ría las nobles tradiciones de su glorioso país, consintiendo
en no considerar a estos israelitas españoles de Turquía
como subditos enemigos, y permitiéndoles permanecer don-
de están y ocuparse de sus negocios.
Empleando este procedimiento tan generoso, V. E. pro-
cederá del mismo modo que el Gobierno francés. En esta
gran nación, aliada de Italia, vivían al principio de la gue-
rra, no unas docenas, sino unos 10.000 israelitas otomanos.
El Gobierno francés tuvo a bien reconocerlos con el ca-
rácter de españoles, pero no de turcos. El Gobierno fran-
cés no los ha molestado, y hasta da ocupación a muchos
de ellos, que la guerra privó de su trabajo habitual, en
las fábricas del Estado, donde ganan crecidos salarios. Este
tratamiento a favor de los que a nuestros ojos son siem-
pre españoles y hermanos latinos, inspiró a algunos de
los más ilustres entre nuestros compatriotas la idea de en-
viar a nuestro colega de Francia, M. Arístides Briand,
el mensaje de gratitud y de respeto cuya copia le mandamos
— 299 —
adjunta. Concediendo a los israelitas españoles-otomanos
el favor que solicitamos, Italia querrá, seguramente, imitar
a Francia en este hermoso rasgo de humanidad. V. E. se
haría acreedor a la gratitud, no sólo de las pobres gentes
que recibirían el beneficio inmediato, sino de nuestra Liga
y de toda la España, que considera a estos sus descendien-
tes, antiguamente desterrados, como sus propios hijos. Díg-
nese aceptar, Sr. Presidente del Consejo, la expresión de
nuestra alta consideración. — Firmado: Dr. Luis Simarro,
presidente de la Liga, profesor; D. Benito Pérez Galdós,
escritor; Augusto Barcia, Pedro Gómez Chaix, Manuel
Hilario Ayuso, diputados ; Ramón Martín Sol, secretario de
la Liga.
He aquí la contestación que dio el presidente del Con-
sejo de Italia, transmitida por mediación de la Embajada
en Madrid: "Sr. Presidente: S. E. el Cav. Boselli, pre-
sidente del Consejo de Ministros, ha recibido el mensaje
que su digno Comité le ha dirigido, pidiéndole que las res-
tricciones dictadas por el Gobierno italiano contra los sub-
ditos otomanos no sean aplicadas a los israelitas españoles
(sefardíes). Yo cumplo ahora la agradable misión de in-
formar a usted y al Comité, que tan dignamente presi-
de, que las disposiciones en vigor en Italia conceden ya
esas facilidades solicitadas en favor de los sefardíes, pues-
to que éstos, por sus orígenes y por sus tradiciones, deben
ser considerados como subditos otomanos de nacionalidad
no turca, y, por consecuencia, todas las disposiciones toma-
das en Italia en favor de los otomanos que se encuentren
en esta condición le son aplicables."
Las Asociaciones hispano-hebreas se multiplican en el
— 300 —

Mogreb, como un lazo de unión entre todos los españole?,


sin distinción de creencias. El célebre Dr. Bandelac, médi-
co de la Embajada de España en París, fué el fundador de
esas entidades, que tan excelentes frutos están producien-
do. Sólo la Asociación Hispano-Hebrea de Tetuán cuenta
con mil asociados, y el Rey Don Alfonso ostenta la presi-
dencia honoraria de la patriótica institución (i).
Las Asociaciones se han federado y en el Consejo Cen-
tral de la Federación, que radica en Madrid, figuran nom-
bres tan ilustres como los de Francos Rodríguez, Goicoe-
chea, Bauer, Sáirz Rodríguez, Fareda y Ayuso, entre otros.
El Consejo de la Federación no sólo se ocupa de los he-
breos marroquíes, sino que ha extendido su radio de acción
a los sefardíes de todo el mundo, y cuenta con delegados
en todos los países americanos, en el Oriente y en París,
Londres, Viena, Amsterdam y Berlín, desarrollando una
labor racial verdaderamente importante.
El Estado español es hoy uno de los más libres y tole-
rantes del mundo. Las fronteras de España están abiertas
para todos los hombres, sean cuales sean sus ideales reli-
giosos ypolíticos.
El artículo n de la Constitución garantiza la libertad
de credo, al proclamar "que nadie será molestado por sus

(i) He aquí las bases por que se rigen las asociaciones hebreas:
i.° La asociación hispano-hebrea tiene por objeto:
a) gen' Mantener y desarrollar
español el amor a la patriaentre los hebreos marroquíes de ori-
española.
b) Difundir y propagar el idioma castellano.
c) Propagar por todos los medios entre los hebreos res'dentes en
Marruecos el pensamiento español en todas sus manifestaciones.
d) Fomentar y favorecer las relaciones comerciales, artísticas,
científicas y literarias entre España y Marruecos.
— 301 —
opiniones religiosas, ni por el ejercicio de su respectivo
culto."
El Código penal castiga a todo aquel que con "hechos,
palabras, gestos o amenazas, ultrajare al ministro de cual-
quier culto. Al que por los mismos medios impidiere la
celebración de funciones religiosas. Al que escarneciere pú-
blicamente alguno de los dogmas o ceremonias de cualquier
religión que tenga prosélitos en España. Al que con el
mismo fin profanare públicamente vasos sagrados o cuales-
quiera otros objetos destinados al culto". '
El edicto de los Reyes Católicos es hoy solamente en Es-
paña un documento histórico, que señala la única mancha
de un glorioso reinado.

* * *

Pero aún resta mucho camino que andar para llegar a


la compenetración entre los españoles y los sefardíes, ra-
mas de un mismo árbol.

e) Preparar y allanar los medios para la perfecta asimilación


ron España de los elementos hebreos de Marruecos, tanto en los
puertos como tn los pueblos del interior.
2° Para conseguir los fines que se propone, la asociación, en la
medida de sus recursos, fundará Bibliotecas populares ; repartirá
premios a los alumnos sobresalientes; creará centros de propa-
ganda en las principales poblaciones de España y del extranjero;
organizará conferencias públicas y cooperará a toda publicación
que tienda a lograr los fines de la Asociación.
3.0 Todos los hebreo-;? marroquíes res'dentes en cualquier punte
de Marruecos, de España o del extranjero, pueden ser socios efec-
tivos, pagando las cuotas reglamentarias.
4.0 La Asociación admite en las mismas condiciones socios ad-
herentes de cualquier confesión o nacionalidad.
— 302 — -

Hemos dejado que Francia ocupe el lugar de España


cerca de los judíos mogrebinos. Francia es considerada
por los hebreos como la nación redentora del pueblo is-
raelita en Marruecos. Francia, con sus escuelas y con sus
protecciones, es una realidad ; España es un ideal románti-
co, muy amado, pero cuya influencia bienhechora no se to-
ca lo suficiente.
Ha contribuido no poco a ello la indiferencia de los
Gobiernos y la ignorancia en que viven la mayoría de los
españoles en cuanto se relaciona con los hebreos. Ni los
conocemos. Influye en los espíritus, dentro de la indiferen-
cia religiosa que hoy domina en España, y a pesar de ella,
el fanatismo atávico tradicional.
A los judíos, sólo los comprendemos en las procesiones
de la Semana Santa, azotando a Jesús. Y no nos damos
cuenta de que los hebreos actuales nada tienen que ver
con los que crucificaron a Cristo, del mismo modo que los
españoles del día no son los españoles de la Inquisición,
ni los franceses de ahora son los de la Saint Barthelemy.
No deben olvidar los fanáticos que los padres de Jesús
fueron judíos, como israelitas son todas las figuras del An-
tiguo Testamento, que los cristianos reverencian. El cristia-
nismo no es otra cosa que una prolongación del judaismo.
Tan sagrado es para el cristiano el Antiguo Testamento
como el Nuevo. Los Mandamientos de la ley de Dios,
que Jehová entregó entre truenos y relámpagos en las
cumbres del Sinaí, lo mismo rigen para los cristianos que
para los hebreos. Y ahí, en el Decálogo, está la base de ia
religión católica, como está el fundamento del credo mo-
saico ylos cimientos inconmovibles de la moral universal.
— 203 —

Contrasta, frente a la intolerancia fanática de algunos ca-


tólicos, elresplandor de progreso de la tolerancia judía.
En un periódico sefardí que se publica en Tánger, único
órgano hispano-hebreo de Marruecos — El Eco Israelita — ,
hemos leído (i) un brillante artículo necrológico, cuajado
de elogios, dedicado al ilustre historiador P. Fidel Fita, a
un católico, a un sacerdote, a un fraile, a un jesuíta.
Los tiempos cambian : el mundo evoluciona y avanza.
Las ideas del siglo XV bien están para aquella época en que
la Edad Media agonizaba. Los españoles del siglo XX han
de pensar de otro modo.
Antón del Olmet, que no siente el problema judío, que
lleva en el espíritu a un Inquisidor del siglo XVI, escribe
hidalgamente, sincero y leal, refiriéndose a los sefardíes
marroquíes: "Empero yo debo tener para estos hebreos de
Larache y Tetuán y de toda la zona mi loa más cumplida.
Ellos son los hidalgos, los caballeros, los dignos, los hon-
rados de su estirpe. Ellos, cuando la bárbara monarquía
extranjera (2) que imperaba en España les hizo escoger
entre la expatriación y la abjuración, dejaron sus casas,
sus pueblos, cuanto constituía para ellos la vida terrenal, y
siguiendo un ideal supremo y altísimo, emigraron a Ma-
rruecos, prefiriendo soportar la horrenda vida que arras-
traron durante siglos, a renegar de su religión, de su alma.
Los miserables, los abyectos, son los que permanecieron

(1) 21 de enero 1918. También se ha empezado recientemente a


publicar en Larache una revista titulada "Kol Israel".
(2) El Sr. Antón del Olmet no recuerda que Fernando e Isa-
bel fueron los últimos reyes españoles de una española dinastía. L03
Austrias empezaron con Carlos I de España, V de Alemania, y los
Borbones con Felipe V.
— 304 —

aquí, entre nosotros, conversos a una religión que no


sentían y que aceptaron por lucro y por comodidad na-
tural."
Es preciso que veamos en el sefardíe a un español más,
tan español como el que ha nacido en España, porque
lleva el amor a la patria común en el corazón.
España no vive sólo en la Península ibérica — dice un
notable periodista — , ni se extendió únicamente por el mun-
do americano ; a orillas del Egeo, de ese mar de leyenda y
de poesía, que une a la Europa y al Asia con el beso pe-
renne de sus aguas azules, soñadoras, miles de corazones,
hermanos de los nuestros, palpitan al impulso de un mismo
augusto amor. Son españoles, nietos de españoles, a los
que de España se expulsara, quinientos años hace, por una
ley de injusticia y de torpeza, producto de los fanatismos
y de la ignorancia de un siglo que aún así fué glorioso
para el pueblo hispano. Y hasta la culpa no debiera recaer
sobre ese pueblo, sino sobre el siglo que a todos los pue-
blos los manchó de igual modo. Nuestros compatriotas,
en tácito acuerdo, emigraron casi todos ellos a las tierra?
turcas en los confines de Asia y de Europa. Esmirna,
Constantinopla, Salónica y tantos otros pueblos musulma-
nes, abrieron sus brazos a los pobres judíos españoles. Y
entre los turcos han estado viviendo durante centurias,
aunque sin abjurar, en caso alguno, de su patria híspana,
ni de su lengua, ni de sus costumbres, ni de sus amores.
Los españoles de Turquía jamás quisieron ser turcos. ¡Es-
pañoles siempre! Pero España nada hizo por ellos:
de Turquía viniéronse muchos, innumerables, a los Esta-
dos Unidos de Norteamérica, buscando en este país —
— 305 —
el más libre y progresivo de todos los del mundo — ambien-
te más propicio. Hoy, solamente en la ciudad de Nueva
York residen unos 30.000 judíos españoles. Y otros tan-
tos se encuentran en el resto de los Estados Unidos. De
entre los judíos españoles habitantes en Nueva York
surgió el club "La Luz", cuyo simbólico nombre es la
bandera intelectual. Los socios de este club constituyen un
laborioso núcleo de jóvenes ilustrados, rebosantes de en-
tusiasmo por todas las manifestaciones de progreso y con
un amor a España que conmueve. ¡ España late allí !
Y es hermoso, y es bello ese amor cuajado de un patrio-
tismo puro, porque no está manchado con ningún mezqui-
no interés.
Luis Moróte refiere un caso que presenció en Larache,
que señala la política a seguir, política de paz, de fraterni-
dad. Era cónsul de España en la ciudad del Luccus el
primer español en Marruecos, el hombre que más ha traba-
jado y con mayor éxito por extender la influencia legítima
de su patria en el Mogreb : ya comprenderéis que se trata
de D. Juan V. Zugasti, querido y respetado por los mu-
sulmanes, cristianos y hebreos. Murió en Larache un is-
raelita que era protegido español, y murió, como es natu-
ral, en su ley mosaica, El cónsul Sr. Zugasti ordenó que se
cubriera el féretro con la bandera española, y presidió él
en persona el duelo, con gran espanto de ciertos católicos.
Hizo más : hizo que el mehazni del consulado, moro de rey,
es decir, soldado, fuese al frente del entierro, abriendo paso,
para imponer de esa suerte respeto a todos, a moros y cris-
tianos, ypersuadirles de que aquel era un acto oficial. Se-
gún el Sr. Zugasti discurría admirablemente, el muerto,
20
— 306 —
antes que judío, era español. La religión no puede obscu-
recer la ciudadanía y la ciudadanía era la de nuestra
patria.
Decía el Sr. Gutiérrez Sobral, en una conferencia dada
en el Círculo de Bellas Artes de Madrid el 26 de marzo
de 1905, que nos empuja a Marruecos la presión de otros
pueblos de Europa, y antes que ir arrastrados por nadie,
debemos hacerlo por acto de nuestra voluntad, pero acto
reflexivo, pensado y bien meditado, eligiendo los elementos
que hemos de llevar para realizar una empresa que tiene
por principal enemigo la lucha y la concurrencia de los
otros pueblos de Europa. En la elección de esos elementos
no han estado, por regla general, muy atinados nuestros
Gobiernos. Frente a los aciertos de Francia, que dispone
de un personal admirable, entrenado en Argelia, nosotros
apenas hemos podido situar unos cuantos funcionarios in-
teligentes, deseosos de estudiar 3' conocer Marruecos. Pero
el deseo no es bastante si no va aliado con el tiempo y con
la experiencia.
La influencia francesa sobre los hebreos marroquíes se
deja sentir por la escuela y por el comercio. Sobre esos
puntos debe girar el esfuerzo de España en la obra de
atraer y españolizar a los judíos. Para ello contamos, como
aliados naturales, con el idioma y con la simpatía tradicio-
nal que en los sefardíes despierta nuestra patria, que es
la suya, por serlo de sus antepasados.
La labor que puede y debe realizar España en rela-
ción con los hebreos de Marruecos, queda sintetizada en el
programa mínimo que a continuación desarrollamos :
A) Promulgar una ley parecida a la que dictó en Fran-
— 307 —

cia para la Argelia el ministro M. Cremieux, el 24 de oc-


tubre de 1870, concediendo la nacionalidad española, coTi
todos los derechos civiles y políticos, a los israelitas resi-
dentes en el Marruecos español y en nuestras posesiones de
África.
No hay que olvidar que, como decía muy bien el se-
ñor Garriga Massó, en el Congreso Africanista de Za-
ragoza, el problema de Marruecos es de grandísimo inte-
rés para nosotros, no sólo bajo el punto de vista comercial;
sino en su aspecto político, pues cuanto mayor sea nuestra
influencia en el vecino Imperio, más asegurada estará nues-
tra independencia nacional.
B) Fundar escuelas españolas en las ciudades de la zona
y ampliar los locales y aumentar el número de maestros
en las existentes. Crear en Tetuán un centro de enseñanza
superior, no confesional, donde se curse la segunda ense-
ñanza, comercio, idiomas y preparación para las carrera5;
especiales españolas. Establecer en dicho centro, y en las
escuelas de las ciudades de la Zona y de Ceuta y Melilla.
horarios especiales para las enseñanzas religiosas, según
las creencias de los alumnos cristianos, hebreos y musulma-
nes. Laborar en el sentido de que la enseñanza en las Es-
cuelas de la Alianza Israelita del Marruecos español sea
española, basándose en la universalidad de la institución.,
sin excluir el aprendizaje del idioma francés.
C) Establecer en las cinco ciudades del Protectorado,
Tetuán, Larache, Alcazarquivir, Xauen y Arcila, ofi-
cinas de Registro civil para los hebreos, desempeñadas
por judíos, en calidad de funcionarios del Estado, dándoles
— 308 —

asimismo entrada en todos los organismos oficiales de b


Zona.
D) Impulsar las relaciones comerciales, organizando
excursiones de comerciantes españoles a Marruecos y de
comerciantes hebreos a España, creando asimismo exposi-
ciones permanentes de productos españoles en las ciuda-
des de Tánger, Tetuán, Larache, Melilla y Casablanca.
Tal debe ser la obra de España cerca de los israelitas
de Marruecos, que es, ante todo, una obra de reparación.
España cometió una injusticia, influenciada como el mundo
entero, por los prejuicios de la época, al expulsar del solar
a una masa de españoles cuya única culpa era adorar a
Dios, al Dios único, con distinto rito que la mayoría de
los habitantes del país, compatriotas suyos ; y esa injusticia
que cometieron el fanatismo y la ignorancia unidos debe re-
pararla elamplio espíritu de libertad y tolerancia que hoy
vigoriza a España, madre de todos los españoles, sea cua'
sea la religión en que comulguen.
Y no ya por espíritu de justicia; un santo deber de pa-
triotismo nos obliga a laborar, para que las fuerzas que re-
presentan en Marruecos los hebreos, los sefarditas, no sear
utilizadas por otras naciones con perjuicio de los interese?
de España.
Don Saturnino Ximénez, el incansable observador, que
ha recorrido el mundo con los ojos muy abiertos, escribe :
"Después de España no conocemos nada tan español como
Marruecos. Español por la estirpe ibera de sus aborígenes ;
español por los parentescos y las afinidades históricas ; es-
pañol por el elemento israelita; español por ser la colonia
española la más numerosa después de la población indíge
— 309 —
na; español por lo divulgado de nuestro lenguaje, por lo
corriente de nuestra moneda, por la preponderancia de
nuestras virtudes y de nuestros propios vicios."
Que no olviden los españoles que en Marruecos está
cifrado el porvenir de España, desde los días en que una
Reina clarividente nos legó, en su testamento admirable,
el encargo de no cesar en la conquista de África.
Y al otro lado del Estrecho, millares de españoles que
allí arrojó esa misma Reina, quizá para que fueran se-
milla de donde arrancara el árbol, nos esperan con los bra-
zos abiertos y con el amor a España en los corazones, para
ayudar en una conquista civilizadora a la nación que, se-
gún frase deslumbradora de Castelar, engarzó el mar como
una esmeralda en sus sandalias y el sol como un brillante
en su corona.

FIN
ALGUNAS OPINIONES
sobre

LA ACCIÓN SEFARDÍ
PRÓLOGO DE LA EDICIÓN ANTERIOR
DE LOS HEBREOS EN MARRUECOS

PRÓLOGO DEL ALTO COMISARIO DE ESPAÑA EN MARRUECOS,

EXCELENTÍSIMO SEÑOR GENERAL D. FRANCISCO GÓMEZ JOR-


DANA, QUE FIGURA EN LA PRIMERA EDICIÓN

El brillante escritor D. Manuel L. Ortega recurre a la


amistad que con él me une, rogándome que prologue su
nuevo libro Los Hebreos ex Marruecos. No me he re-
sistido ala invitación, aun antes de conocer la obra, porque
ya sé que el Sr. Ortega posee el secreto de la difícil faci-
lidad de enfocar serenamente las cuestiones, ofreciéndo-
las al público envueltas en el ropaje de un estilo sobrio, en
el que las imágenes brillantes no son otra cosa que las pin-
celadas que hacen más claro el pensamiento, resaltando las
bellezas que encierra. Además, sobre las producciones del
Sr. Ortega resplandece siempre, como un sol, el patriotismo
más aquilatado y entusiasta. Bien lo demuestra su labor en
África.
Por eso prologo yo este libro, habiendo honor al adagio
que dice que no hay libro bueno que no contenga algo malo.
Lo malo en esta obra son unas líneas escritas por quien en-
tiende más de lances de armas que de lides de plumas.
— 314 —

Ortega, con su libro "El Raisuni", con la "Guía del Nor-


te de África", donde recopila la vida nvarroquí, demostró
que sobre los temas que él toca puede colocar el clásico
nadie los mueva. En "El Raisuni" , que es una historia del
Marruecos español en lo que va de siglo, una historia cuyos
datos no están recogidos en las bibliotecas, sino de los la-
bios de las persorias que vivieron los sucesos, supo el es-
critor retratar de mano maestra, con sus virtudes y con sus
vicios, a una raza, a la rasa árabe marroquí, unida a la es-
pañola por tantos puntos de contacto que tienen su origen
en el abolengo étnico.
En Los Hebreos en Marruecos Ortega nos describe
a otro gran pueblo, al pueblo israelita. Y agotando el tema,
estudia a los judíos mogrebinos en su historia, en sus cos-
tumbres, en su religión, en su vida pública, en su existencia
de hogar, en su idioma, en sus alegrías y en sus dolores. Y
aún va más lejos, señalando a la acción de Españp, el camino
que debe seguir.
Falta hacía el libro de Ortega, obra de erudición pasmo-
sa— no hay más que leer la nota de autores consultados — ,
de observación profunda, de crítica razonada: más parece
este libro el resultado de la vida laboriosa de un anciano
envejecido en el estudio que la producción de un escritor
joven que simultanea con la labor periodística, tan agota-
dora, la creación de estas obras completísimas, que requie-
ren años de preparación. El libro de Ortega es el primer es-
tudio serio que se hace dedicado a los israelitas del Mogreb.
Releyendo las páginas de Los Hebreos en Marruecos,
yo que he vivido desde mi juventud en tierras africanas, en
convivencia con moros y judíos, cuando los europeos resi-
— 315 —
dentes en todo el país apenas llegarían a un centenar, he
visto que la realidad se asoma a plena luz al libro de Ortega.
Así son, como el autor los describe, los hebreos mogrebinos ;
así viven, esperando siempre.
El elemento israelita de Marruecos, profundo conocedor
del país, arbitro y acaparador del comercio, merece que la
atención de nuestra Patria se fije en él, pensando que si
inspiramos nuestra conducta en altos ideales y nos despo-
jamos de prejuicios que todo lo empequeñecen, habremos
dado un gran avance en el legítimo predominio de España
en el Mogreb.
El hebreo es honrado, laborioso, económico y prudente.
Constituye la colonia extranjera más numerosa y antigua.
Según algunos autores, ascienden a doscientos mil los ju-
díos que habitan en los Mel-lah del Imperio. Y este pueblo,
unido a España por el lazo del abolengo y de la tradición;
este pueblo, que profesa a nuestra Patria un amor románti-
co, sólo espera que nosotros vayamos a él, para que le admi-
nistremos justicia, para que le señalemos los senderos de la
instrucción, para que le destituyamos a su viejo solar, como
ciudadanos de España. Y debemos ir de prisa, antes de que
otros países se nos adelanten demasiado en esta labor na-
cional.
No hay que olvidar que la fuerza de vitalidad y de
inteligencia del pueblo hebreo es avasalladora y prepotente.
Desde las negras simas de la degradación, de la servidumbre
envilecedora en que vegetaba en Marruecos, en pocos añps
ha sabido colocarse, sobre todo en las ciudades de la costa,
a muy poca distancia del nivel intelectual del europeo,
igualándole y aun aventajándole en múltiples casos. La ge-
— 316 —
neración que actualmente se forma constituye una legión de
hombres preparados por una instrucción sólida para la lu-
cha por la vida, educados ya en las costumbres y en el me-
dio civilizador europeo que han importado en Marruecos
los Protectorados francés y español.
Estudiando al pueblo hebreo mogrebino en su historia,
comprenderemos lo que puede ser en' el porvenir, en un ma-
ngana muy próximo, esta raza de temple tan poderoso, que
sabe resistir a todas las persecuciones y vencer con espíritu
de sacrificio los mayores infortunios.
LOS SEFARDÍES Y EL DOCTOR
PULIDO
Como homenaje al apóstol de la causa hispano-hebrea,
el ilustre Dr. Pulido, reproducimos algunas opiniones de
significados sefardíes, que demuestran el amor que a Es-
paña profesan esos hombres, que no han podido arrancar
de'
sus sus corazones el recuerdo de la vieja y gloriosa patria de
abuelos.

PRÓLOGO DEL LIBRO «EL DOCTOR PULIDO»


por D. Ignacio Bauer
Con el mayor gusto voy a poner unas líneas a este libro,
escrito por uno de los españoles que más entusiasta, per-
severante ygenerosamente han trabajado por la causa his-
pano-hebrea, por Manuel L. Ortega, conocido y amado
actualmente en todas las Comunidades sefardíes del mun-
do, con las que sostiene activa y diaria correspondencia,
inspirada en el más alto patriotismo. Y es doble este pla-
cer que experimento al dejar correr la pluma sobre el
papel, porque esta obra está dedicada a biografiar, rin-
diendo un tributo de homenaje y admiración, la vida de
ese hombre bueno, sabio, venerable que se llama el Doc-
tor Pulido, y es el apóstol de la campaña sefardí que ha
de reintegrar al seno de la madre España a tres millones
de sus hijos.
- 318 -

Este libro es el libro de los sefardíes, porque es el libro


del insigne Dr. Pulido, y es la obra de D. Manuel L. Or-
tega, el brillante literato que ha conquistado con su la-
bor de muchos años el alma de un pueblo, que adora en
Pulido, y espera mucho de la juventud, del talento y de
los entusiasmos de Ortega.

En dos grandes ramas está dividida actualmente la fa-


milia israelita: los sefardim o sefardíes, es decir, oriun-
dos de Sephar o Sepharad, nombre que en lengua hebrea
designa a la Península Ibérica, y los askenazim, descen-
dientes de germanos o eslavos.
Son dos ramas distintas de un mismo árbol : la diferen-
cia nace en el rito, en la pronunciación del idioma hebrai-
co, en las cualidades peculiares de los individuos. Entre
un askenazi y un sefardí existe la misma distancia que en-
tre un germano o un eslavo y un ibero.
Los sefardíes constituyen, en términos generales, una
aristocracia, y no hay sefardí que no cite con orgullo su
origen como un título de nobleza.
¿En qué época llegaron los primeros israelitas inmi-
grantes aEspaña ? No lo sabemos ; sólo puede asegurarse
que durante la República romana existían en Iberia nu-
merosos núcleos judíos dedicados al comercio, desechán-
dose, por no estar constatada por la crítica histórica, la
opinión de Rabbi Isahak de Acosta, cimentada en Josefo
y en Estrabón, de que los hebreos llegaron a la Penínsu-
la en la época de Nebuchadnesar, adentrándose en las
regiones carpetanas, de que fué capital Toledo, fundada
- 319 -

en los días de Asuero, y la que afirma que Salomón reinó


en las comarcas ibéricas, cuyos habitantes ayudaron a
levantar el grandioso templo.
Los navegantes hebreos, amaestrados por los tirios, lle-
garon a las playas de la Península centenares de años
antes de la Era de Cristo, y desde entonces hasta el si-
glo XVI, en que se publicó el edicto de expulsión defini-
tiva y cruel, vivieron los israelitas en España. ¡Antes de
que hubiese cristianos ibéricos y españoles, hubo hebreos
ibéricos y españoles !
Desde entonces el nombre de Israel va unido a todos
los -sucesos de la Península. Vivieron los hebreos con los
romanos, con los bárbaros invasores, con los reyes visi-
godos, que de tan crueles persecuciones les hicieron víc-
timas, con los guerreros árabes, que llegaron con indó-
mita pujanza de lejanas tierras orientales, bordeando las
costas de África, y lanzáronse sobre Europa, atravesando
el Estrecho de Gibratar, con los califas de Occidente, y
con los reyes de taifas y con los monarcas cristianos de
la Reconquista. Lo mismo figuraba en la Corte de Gra-
nada un Samuel Iben Nagrela como gran visir, que un
Samuel Levy en la Corte de D. Pedro I de Castilla.
En España creó el genio judaico una civilización vigo-
rosa yfuerte, así en los reinos cristianos como en los mu-
sulmanes. En las ciencias, en las letras y en las artes iban
a la cabeza de la humanidad en la Edad Media. Ellos
constituían el más fuerte sillar de la prosperidad del país
y lo llenaban todo.
"A la holgura que le daba al pueblo hebreo español
su libertad religiosa — ha dicho un ilustre publicista — ve-
- 320 -

nía unido el bienestar que le granjeaban sus riquezas. A


los frutos que le suministraban el comercio y el cultivo
de las artes industriales, cada día más florecientes mer-
ced a una experiencia acrisolada por el tiempo, agregaba
las honras y distinciones que le conquistaban a manos
llenas sus grandes empresas científicas y literarias, lleva-
das a cabo bajo los auspicios de reyes tan gloriosos como
Jaime I de Aragón y Alfonso X de Castilla. Los judíos
eran grandemente útiles al Estado, no sólo porque admi-
nistraban sue rentas con desacostumbrada 'inteligencia,
sino también porque acudían a su sostenimiento con tan-
tos y tales impulsos y subsidios, que no era en verdad
fácil intento el de sustituir con otras las crecidas rentas
que aquellos constituían, ora respecto de los reyes y de
los proceres, ora respecto de los prelados y de los cabil-
dos catedrales."
A todas las actividades humanas llegó el esfuerzo ge-
neroso y constante de los hebreos españoles, ya que la
cons-tancia es una de las virtudes de la raza.
Fueron astrónomos, como Rabisag; cabalistas, como
Abraham Abulhapia; comentadores y expositores, como
Abraham ben Meir, Aben Hezra y Halevi ; filósofos tan
profundos como Maimónides, Abraham Bibas y Menas-
sés Ben Israel; gramáticos, como Menahen Ben Saruk ;
historiadores, como Abraham ben Samuel Hacuth; juris-
tas, como Bechai Haddí ben Aser Mechalaio ; matemáti-
cos, como Salomón ben Gabirol Ben Jehudah ; médicos,
como Salomón ben Verga; poetas, como Aben Hezra,
David Ben Pekuda y D. Sem Tob de Carrión; predica-
dores, como David Destiliah; retóricos, como Yidael ben
- 321 -
Benveniste; talmudistas, como Jesuah ben Joseph Halevi;
teólogos, como Abraham Ben R. Jehudah; traductores,
como Jacob Cansinos.
Ampliemos estos datos que llenan de legítimo orgullo el
alma israelita, teniendo a la vista los notables estudios he-
braicos del notable autor de este libro, D. Manuel L. Orte-
ga, secretario general de la Casa Universal de los Se-
fardíes.
"Los siglos XI y XII — dice el Sr. Ortega en su obra
Los hebreos en Marruecos — constituyeron la Edad de oro
del judaismo en España.
Espigando en el campo de la ciencia y de las letras en-
contramos Abraham
a Ben David de Toledo, autor de mu-
chas obras filosóficas y astronómicas, entre ellas la titu-
lada Emimah ramah (Fe excelsa), escrita en 1161; a Judá
Leví de Lucena; a Moisés Ben Hezra (1070-1136), ilustre
polígrafo, propagandista de las ideas de los judíos espa-
ñoles en Italia, Francia e Inglaterra; al gran Moisés ben
Maimón o Maimónides. de quien se dijo que "de Moisés
a Moisés no ha habido otro Moisés". Él fué el fundador
de la exégesis racionalista de las doctrinas judaicas y es-
cribió La Guía de los que andan perplejos acerca del
recto camino.
Bení Judá Essebti, natural de Ceuta, llamado el Mo-
grebi, fué médico de Saladino y discípulo de Maimóni-
des. Poeta y filósofo, ayudó a su maestro en la correc-
ción de la astronomía de Geber. Escribió diversos poe-
mas y un tratado sobre Alimentos.
Bahaya o Bechai, fué autor del Deber de los corazo-
21
- 322 -
nes, en donde se proclama la supremacía de la religión
interior sobre las prácticas exteriores.
En literatura brilló Ben Gabirol, cuyos cantos todavía
repiten en las sinagogas sus correligionarios. De todas las
exhortaciones conocidas, ninguna ha alcanzado tanta con-
sideración ypopularidad como las de este altísimo poe-
ta.' Dice un insigne escritor que muy pronto fueron
aceptadas por casi todo el orbe judaico, desde España
hasta los países más remotos de Occidente y de Oriente,
v hasta en la misma Mesopotamia no fué suficiente la in-
mensa autoridad de que gozaba el jefe de las Academias,
Saadya Gaon, para cerrar el camino a las Exhortaciones
de Gabirol. Así puede decirse, sin exageración, que no
existe templo alguno en el mundo, tanto en las Comuni-
dades de la región más septentrional de Europa, como en
los países del Sur de América, de Australia y del Cabo
de Buena Esperanza, y hasta en los lugares más apartados
de Persia. India y Arabia, en el que no se canten las
Exhortaciones del poeta malagueño.
Se distinguieron asimismo, cultivando la literatura,
Judá Leví, el más ilustre de los poetas hebreos; Ben
Hezra; Salomón Ben Zakhel, novelista; el toledano Al-
chasiri, llamado el Ovidio israelita; A'Taham Ben Mas-
dau; Menahen ben Saruk, gramático como Rabí Joñas
Ben Ganach y Abul-Gualid, de cuyos estudios ha dicho
Renán "que sólo los más recientes de la filología moder-
na pueden aventajarles".
En la literatura de viajes, creada por los judíos en Es-
paña, brillaron Al-Haziri y Benjamín de Tudela, que re-
- 323 —
Lata er. e. . sus ex tur: i raes r-:r Italia,
Greáa, Pa e;tiaa ?er:-:i Zr!::j y Sitilia.
Más tar
ie er.ctctrarr.ai a Ra':i Zag\ :ae esrribi: por
illcr.so X ei traía 'I: le l:r

A los estudios de los libros santos se


chos judíos conversos, entre e Ik s Juan d
reinado de D. Juan II. Es muy notable la
la Biblia al romance, hecha en 1430 por
Arrarei. le ~-aalaia:ara. ::r. alaairaties :
Yr.a le i; : ral: grar :a= lei íizi: Is
I Serr i ir.. luttc le i: = 1
ra/fí. He aquí una de las estrofas mas coi
: rabie ::ra:

"Xon va! ei artr menos


7 : r:ue er. -, a r.i: ':=:ra.
/er.:;.

7 :rcae ;uai: i: 5 ira

Zi rifa re ayer :ia:r


Ai: = rarir i: : : lera:;
Nir. r - raa raer.: i :ua.a::
i-.i -:'. raa: 5 :'irera:5
, . _-
Sy ir:'—': re caire :
?:r ar •.;:-. i: ': raería
£ si a agro sopiere
7 ::: 5 i: e5:a::r:r

::ra': re raer
:ri aar:: :

:er. si': er
- 324 -

En medicina figuraron el judío barcelonés Bonpox


Bonfill, que tradujo al hebreo obras de Galeno, Hipócra-
tes, Esopo y Boecio; el leridano Galat, Rabí Judá y Rabí
Jacob ben Núñez, médico de Enrique IV.
Jaime Ferrer, judío converso mallorquín, fué director
de la escuela fundada en Segres para los estudios de náu-
tica y geografía, considerada como la mejor del mundo.
Una familia en la que todos fueron sabios o literatos
es la de los Santa María o de los Cartagena. Fué su fun-
dador un levita de Burgos, Salomón Halevi, que al bauti-
zarse se llamó Pablo de Santa María o de Cartagena,
porque, después de graduado de maestro en teología en
París, le hicieron obispo de Cartagena, y más tarde de
Burgos. Escribió en prosa y verso en los siglos XIV y XV
y publicó una historia universal, en trescientas veintidós
octavas de arte mayor, en la que deseaba comprender
"todas cosas que ovo e acaescieron en el mundo desde
que Adán fue formado hasta el rey D. Juan II".
Sus tres hijos fueron insignes letrados : D. Gonzalo de
Santa María, obispo de Astorga, Plasencia y Sigüenza y
miembro del Consejo Real, asistió como embajador a los
concilios de Constanza y Basilea. El otro hijo, D. Alfon-
so de Cartagena, fué obispo de Burgos y mereció que el
Pontífice Pío II le llamase "alegría de las Españas y ho-
nor de los prelados".
Fray Alonso de Espina, otro converso, fué profesor
de la Universidad de Salamanca."
Hasta aquí el Sr. Ortega.
Citamos estos nombres, cuando pudiéramos citar cen-
- 325 -

tenares que fueron luces esplendentes en el cielo del hu-


mano saber.

* * *

Actualmente, los sefardíes esparcidos por el mundo en-


tero ascienden a unos tres millones de almas.
Los encontramos en todos los lugares del globo, bajo
todos los climas, conservando las características de una
raza gloriosa.
En Europa habitan en todos los vilayetos de Turquía,
Bulgaria y Grecia: sólo Salónica cuenta con 60.000 ha-
bitantes sefardíes, es decir, la mayoría de la población;
en Servia y en Rumania; en Austria y en Hungría, espe-
cialmente en Tirol, Moravia y Bohemia. En Viena re-
siden más de mil familias sefardíes; en Lombardía, en
Genova, en el Véneto, en el Piamonte y en Ñapóles,
entre otras provincias italianas ; en Francia, París, Bur-
deos, Biarritz y Bayona cuentan con importantes colo-
nias seriadles ; en Bélgica y en Holanda, sobre todo en
este último país, donde han creado un movimiento inte-
lectual muy intenso ; en Alemania, señaladamente en
Prusia y en Hamburgo; en Rusia existen unos 60.000
karauin o sefardíes, especiamente en Odesa y en otras
poblaciones del Mar Negro; en Inglaterra, Londres, Li-
verpool yMánchester disponen de prestigiosas Comuni-
dades.
En África desenvuelven sus actividades los sefardíes
en Marruecos, Argelia, Túnez. Trípoli, Egipto, el Trans-
vaal, Lourenzo Marques y Zanzíbar.
- 326 -
En el viejo continente asiático, Siria y Palestina cuen-
tan con importantes colonias en Jeruisalén. la ciudad
cien veces santa, Safed Tiberíades, Damasco y Beyrouth;
la India, en Bombay y Calcuta ; la China, en Shangai ; asi-
mismo hallamos sefardíes en Persia. la Arabia y el Japón.
En todas las Repúblicas de América viven nutridos nú-
cleos de judíos oriundos de España. La Argentina alber-
ga más de 20.000; sólo en la ciudad de New-York habi-
tan unos 15.000 sefardíes.
En todas partes se dedican al comercio en su mayor
número; importantes elementos cultivan los estudios cien-
tíficos yliterarios, especialmente la medicina, ciencia en
la que mantienen gloriosamente las tradiciones de la raza.
En la Argentina hay muchos sefardíes dedicados a la agri-
cultura, que el pueblo israelita, si fué un pueblo de sacer-
dotes, de sabios y de guerreros, fué también un pueblo
de agricultores. "Hombres pastores somos desde nuestra
niñez", le decían a Faraón los hermanos de José. Y
¿quién no piensa en aquellas bíblicas vides de Eshol, cada
uno de cuyos racimos espléndidos podía constituir la
carga de un hombre?
Los barones de Hirsch, los insignes Rothschild y otros
ilustres filántropos, son los fundadores de esas admirables
colonias agrícolas hebreas que en Palestina y en el Sur
de América producen tan excelentes resultados.
Y allí donde los sefardíes habitan, son estimados por
su inteligencia, por su cultura, por su competencia mer-
cantil y por su honradez en las transacciones comer-
ciales.
Son dignos hijos de una raza insigne.
- 327 -

Voy a terminar felicitando a D. Manuel L. Ortega por


la idea que ha tenido de publicar este hermoso libro, en
el que, al biografiar la vida noble y generosa del doctor
Pulido, retrata una época interesante de la historia de
España.
Ortega, con esta obra, realiza un acto de justicia y una
labor de patriotismo, y con él contrae el pueblo sefardí
un nuevo vínculo de gratitud y de admiración.
Ignacio Bauer.

* * *

Sr. D. Manuel L. Ortega.

La plus grande difficulté pour un citoyen c'est d'arriver


a détruire dans son pays une croyarce tres ancienne et tres
tenace ; c'est aussi de lutter contre des idees moyennageuses
et contre des convictions absolües resultant d'un fatal et
compréhensible atavisme.
Le grand apotre Ángel Pulido a combartu glorieuse-
ment et a reussi merveilleusement á triompher de tout
cela.
Notre admiration et notre reconnaissance por Lux sont
sans bornes, tout simplement...
N. M. Barnathan.
París.

Si la gratitud, entendida en toda su magnificencia, es


una de las cualidades en el hombre que sobrepasa a todas
las satisfacciones y bienes materiales — aunque esto parezca
- 328 -

una paradoja en labios de un hebreo, ya que, por lo gene-


ral, el resto de la humanidad nos moteja como a una raza
atenta y sólo nacida para acaparar riquezas,, sin duda por-
que aún no han profundizado en nuestra manera de ser — ,
tenga el ilustre doctor D. Ángel Pulido la evidencia abso-
luta de que los sefardíes de Arcila no olvidan los inmen-
sos beneficios que deben a tan ilustre hombre de ciencia,
y que ahora y en cualquier momento estarán incondicio-
nalmente a sus órdenes en todos los sentidos que precisos
sean. Es lo menos que puede ofrecerle, a cambio de tantos
desvelos y en nombre de sus hermanos de raza, su afec-
tísimo s. s., q. s. m. b.,
Moses A. Barsesat.

Arcila (Marruecos)-
* * *

Desde Holanda, el país de la libertad, el país sobre cuyo


suelo estuvo en otro tiempo la cuna de nuestro inmortal
Baruch d'Espinosa, un hebreo cuyos abuelos vivieron en
la hermosa Iberia, ofrece su homenaje al excelentísi-
mo Sr. Dr. D. Ángel Pulido Fernández, por todo
lo que ha hecho en favor de nuestros correligionarios y
por sus fuertes pruebas de reparar la injusticia cometida
desde hace cuatro siglos hacia los descendientes de ellos
que han colaborado por la gloria de España.

D. I. Cardozo.
Amsterdam.
— 329 -

Sr. D. Manuel L. Ortega.

Querido amigo mío : Acabo de regresar de Oriente y


encuentro su carta, por la que me entero con sumo gusto
de su propósito.
Para nosotros, israelitas de origen español, D. Ángel
Pulido ha sido, es y será el apóstol de la causa sefardí,
el gran protector de nuestra raza y el primer hombre de
la libre España que ha revelado que por todos los pueblos
de la tierra existen varios millones de españoles que, a pe-
sar de estar muchos siglos lejos de da madre patria, con-
servan todavía sus costumbres y un amor profundo a la
tierra querida de sus antepasados.
Desde que este corazón noble hizo renacer, con su ma-
gistral obra Los españoles sin patria, el papel glorioso que
los israelitas han ejercido en España, D. Ángel Pulido
es para nosotros la imagen de la culta España actual, de-
seosa de reparar los tristes resultados del decreto de expul-
sión, y al mismo tiempo el organizador de la gran obra
de aproximación hispanosefardí.
Grande es nuestra satisfacción al ver que la obra inicia-
da por el Sr. Pulido empieza a dar sus frutos. Asociaciones
hispanosefardíes se constituyen en Marruecos, como en
varias ciudades de la Península y Oriente, y muy alto
podemos proclamar que este retorno del éxodo lo debe-
mos, en gran parte,, al trabajo constante del Sr. Pulido,
el cual, a pesar de las numerosas dificultades encontradas
en su difícil labor, no vaciló un instante para llevar a cabo
la hermosa y grande idea en pro de la unión entre los es-
pañoles ysefardíes.
- 330 -

Sirvan estas líneas para tributar mi profunda gratitud


al hombre que ha sabido despertar en los corazones espa-
ñoles el amor a estos hijos de Oriente, españoles desterra-
dos desde siglos, y a nosotros, sefardíes, este sentimiento
de cariño haoa esta tierra española que guarda en sus en-
traña» muchas tumbas de nuestros antepasados.

Isaac Revah.
Barcelona.

* * *

Amsterdam, el mayor centro sefárdico de la Europa


del Oeste, y que antiguamente desempeñaba un papel im-
portante en el mundo hebreq, se ha distinguido siempre
por el intenso sentimiento de solidaridad que pudo ser
observado entre los miembros de la comunidad portuguesa.
Y aunque se haya debilitado un poco en los últimos años,
lo que se debe atribuir a varias circunstancias, sin em-
bargo, se puede decir todavía que, en general, el judío
portugués está orgulloso de su origen, orgulloso de su
Comunidad.
Todo esfuerzo para reanimar entre los judíos sefárdicos
que viven esparcidos este sentimiento de solidaridad, lo
observan los sefardíes de Amsterdam con sumo interés,
lo mismo que Amsterdam rinde homenaje al Dr. D. Ángel
Pulido por todo lo que hasta ahora acaba de hacer con mo-
tivo de alcanzar este hito.
J. S. da Silva Rosa.
Amsterdam.
- J3t -

Sr. D. Manuel L. Ortega.— Madrid.


Mi distinguido amigo : A su debido tiempo recibí su
atenta del 20 próximo pasado, donde, sin duda creyen-
do que yo soy uno de aquellos hebreos inteligentes y co-
nocedores del rico idioma de Cervantes, que pueden fácil-
mente escribir unas cuartillas relacionadas con el asunto que
se les presente.
No, mi querido amigo; no tengo esa capacidad, y, por
tanto, no me atrevo a emitir mi opinión en una obra que
va a ser universal ; pero sí a usted particularmente debo
decirle que admiro su gran obra, pues el querido Doctor
Pulido es merecedor de todos los agradecimientos que
nuestra raza pueda demostrarle, pues directa e indirecta-
mente nos ha favorecido y nos favorece con la campaña
que en favor nuestro ha hecho.
Su afectísimo amigo, q. 1. e. 1. m.,
S. H. Cohén.
Gibraltar.
¡fe -%. ¡f:

Cuando en 1868 el Gobierno provisional de España per-


mitió la libertad de religión a todos los habitantes, a con-
secuencia de lo cual el decreto de destierro dado en 1492,
referente a los judíos, fué revocado, la situación no era
tal todavía para que los judíos sintieran mucha gana para
establecerse de nuevo allí.
Sólo más tarde, cuando el Dr. D. Ángel Pulido Fer-
nández, después de haber hecho una investigación perso-
nal con motivo de ponerse al corriente de la situación de
la posteridad de los antiguos hebreos españoles en otros
- 332 —

países, escribió su obra titulada Españoles sin patria y La


raza sefardí, abogando dicho autor al Gobierno español
para el interés de establecerse los judíos, solamente algu-
nos judíos vinieron a vivir en España, y en algunas ciu-
dades establecieron comunidades hebreas.
Nosotros, los judíos de origen español y portugués,
gozando en los Países Bajos de todos los derechos civi-
les y de perfecta libertad de fe, lo que ya fué concedido
a nuestros antepasados más de trescientos años ha por
el Gobierno holandés y bajo la protección de los Prín-
cipes de Orange Nassau, sabemos apreciar muchísimo este
privilegio, lo mismo que estimamos en mucho todo es-
fuerzo que resultará proporcionarlo a otros judíos de otros
países.
La obra efectuada por el Dr. D. Ángel Pulido Fer-
nández merece, indudablemente, nuestra simpatía y nues-
tra gran gratitud.
Se escribió lo precedente para dar expresión a nuestro
sentimiento de agradecimiento y homenaje.
A. Méndez da Costa
Secretario de las Comunidades de los judíos
portugueses y españoles en los Países Bajos

Amsterdam.
* * *

Permitidme, como hebreo modesto que proclamo con or-


gullo mi descendencia de esta célebre familia de judíos
españoles de Córdoba,, la familia de Arambam, los Maimó-
nides, permitidme, digo, dirigir un respetuoso saludo,, en
nombre de mis correligionarios, al insigne campeón de
- 333 -

la causa hebrea, al Dr. D. Ángel Pulido, y expresarle


nuestro profundo agradecimiento por el interés que se
toma en favor de los hebreos, que tanto amor y venera-
ción sienten por él; y no sólo hago este público testimo-
nio de cariño y respeto como amigo de más de veinte
años del ilustre Pulido, sino también como admirador
convencido de sus altos ideales, cuyos patróticos fines
se dedican a atraer para su patria querida millares de
seres esparcidos por el mundo, hijos humildes y trabaja-
dores,, arrancados en una época lejana al seno de su madre
adorada y hoy dispuestos a volver, a precipitarse en sus
brazos y entregarle, con sus corazones, sus energías, sus
inteligencias, sus haberes, sus conocimientos comerciales
e industriales, sus vidas, si fuese preciso. ¿Y quién ha
sido el primero en levantar su voz elocuente y poderosa
en favor de nuestros hermanos oriundos de España?
¿Quién ha sido el insigne español que tuvo la grandiosa
idea de atraerles a España y de unir en estrechos lazos de
amistad y de concordia a judíos y españoles y hacer bo-
rrar de la historia de su patria ese error gravísimo de la
expulsión .de 1492? Pues en los labios de todos se aso-
ma ese nombre venerado : es el Dr. Ángel Pulido, y este
humilde servidor, que desde un cuarto de siglo sigue esa
vida modelo,, conoce los disgustos y sinsabores que sus
elevadas ideas de nobleza y de generosidad le han causado,
porque no siempre lo reconocían y apoyaban los que tenían
el deber de rendirle el homenaje merecido.
Los hombres de guerra engrandecen su patria con la
conquista de territorios y de gentes ; pero ¡ a precio de
cuánto sacrificio !... ¡ Cuánta vida preciosa desaparecida,
— 334 —

cuánto llanto y cuántas lágrimas amargas de madres, huér-


fanos y viudas ! La labor de usted, mi respetable amigo,
es tan digna de admiración como la de esos guerreros,
porque sin derrame de sangre, sin sacrificios y sin lágri-
mas atrae para su Patria corazones, vidas, energías, co-
mercio, industria, todo con alegría y voluntad. ¿Puede
existir cosa más sublime?
Señor Doctor: la magna misión a la que viene dedi-
cando su vida merece el homenaje de todo espíritu elevado,
de todo corazón generoso, y si todavía hay algunos que
no la reconocen y no la aprecian en su justo valor, tiene
usted la gratitud y la bendición, el eterno reconocimiento
de millares de compatriotas adeptos y de todo ese pueblo
sefardí, para quien será usted siempre como un Redentor;
y la posteridad, la justa e imparcial Historia de España,
concederá el merecido honor a quien tanto trabaja por el
engrandecimiento de su patria, de esta España hidalga y
generosa que los israelitas sefardíes desean ver y conocer
como cuna sagrada de sus antepasados, como nueva tie-
rra de promisión.
¡ Honor a esos patriotas, a esos hombres de miras ge-
nerosas cuyos elevados ideales son buscar el bien y el en-
grandecimiento desu Patria, y que en este siglo de posi-
tivismo de
y afanes metálicos consumen el fósforo de su
privilegiado cerebro en favor de la humanidad ! ¡ Honor al
ilustre Dr. Pulido, alma y guía de este movimiento ma-
ravilloso, honra de su Patria y veneración de todo un
pueblo, digno de todos los homenajes de respeto y de
admiración ! ¡ Honor, en fin, a todos,, grandes y pequeños,
humildes y poderosos que acompañan al jefe, sumando-
— 335 —

se al movimiento hispanohebreo con sus energías, con


sus palabras elocuentes y arrebatadoras, con todo lo que
su inteligencia puede ofrecer para el buen desarrollo de
los ideales de tan amado jefe !
León Dañan.
Tetuán.
* * *

Sr. D. Manuel L. Ortega.


Me honra usted invitándome a que envíe mi nombre
para el homenaje al ilustre abogado de los sefardíes es-
pañoles yme apresuro a hacerlo para contribuir, aunque
modestamente, al atinadísimo tributo organizado por
usted.
Mientras el Dr. Pulido ha remontado con paso firme y
de gigante las diferentes cumbres en que se halla de la
Administración y de las Letras, y de la Política y de la
Ciencia, dedicó sus esfuerzos., entre contrariedades y des-
velos, a restituir al hogar patrio a quienes vivían alejados
de él. Por eso, cuando oriento el alma de mis hijos hacia
la vieja y noble España, les cito el nombre del insigne
Doctor, que usted va a rodear en ese libro con cariño-
sas y entusiastas firmas.
Alberto A. Cohén.
Shangai (China).
* * *

El nombre del Dr. Ángel Pulido Fernández pone una


palabra de gratitud en los labios y hace latir de reconoci-
miento el corazón de todos los que pertenecen a la tribu
— 336 -

hebrea o se regocijan en el adelanto y la prosperidad de


ella.
Porque trabajar para el bienestar del pueblo judío en
un periodo en que el ambiente mundial parece ser preña-
do de un espíritu antihebreo, no manifiesta un gran valor
moral solamente, sino que da una prueba no menos im-
portante de gran cariño para con el pueblo de la Biblia.
El nombre del Dr. Pulido introducirá una página im-
portante en los libros de historia de nuestro pueblo.
Dando, pues, el primer empuje al establecimiento de
una comunidad que desea abarcar a todos los judíos se-
fardíes*, ha atribuido el desarrollo del procedimiento, que
temía alcanzar, por fin, la unidad de todas las ramas del
árbol genealógico de los judíos, hecho predicho por los
profetas de Israel.
¿ Pero no estará esta comunidad contraria a la unidad
susodicha antes? ¿No la detendrá, acentuando demasiado
las diferencias que existen entre las varias partes del pue-
blo judío?
En verdad habría podido desearse que se hubieran po-
dido mezclar los elementos heterogéneos del pueblo ju-
dío, extrañados los unos de los otros por un destierro
prolongado, haciéndolos fundirse en un solo cuerpo ho-
mogéneo. Dado que las cualidades de carácter de los se-
fardíes de
y los no serfadíes hayan llegado a ser tan dife-
rentes, la época para una unidad inmediata parece estar
muy lejos todavía, y se tendrá que efectuar una fusión
en la cual las unidades primero se reúnan en grupos ma-
yores, tratándose después la fusión de grupo por grupo.
Además es necesario que se fortifique el elemento se-
— 337 —

fardí. Tomando en consideración que los sefardíes, con


su millón de almas, estarían en gran minoría, una fusión
inmediata no sería sino peligro por la continuación de
su existencia. Quien conociese las cualidades particulares
en que aun hoy se distinguen los sefardíes, debería, sen-
tirlo muchísimo.
En primer lugar, en favor del pueblo hebreo.
Por eso rendimos nuestro homenaje al Excmo. Dr. Pu-
lido, el cual ha comprendido la verdad del proverbio :
"L'union fait la forcé", y al unir en una comunidad a to-
dos los sefardíes, los ha puesto en estado para conservar
su" propia fuerza y de guardar una de las partes superio-
res del pueblo judío.
B. Israel Ricardo.
Amsterdam.

Mis memorias al ilustrísimo Apóstol.


No tengo otro nombre para este campeón de la liber-
tad de mis correligionarios, este gran luchador que hace
muchísimos años que está sacrificándose por los hebreos
sefardíes.
He oído muchísimas veces hablar en el mundo hebrai-
co que existe un gran hombre en Madrid que se llama
D. Ángel Pulido que está luchando por la libertad de
ellos.
Cuando estalló la gran guerra mundial he tenido la suer-
te de verlo personalmente en Madrid y oírlo en sus dis-
cursos en el Ateneo,
22
— 338 —
Realmente no tengo bastantes palabras para alabar sus
discursos y sacrificios que está haciendo por estos hijos
desgraciados que fueron expulsados hace muchos siglos
de sus hogares y de sus ambientes,, que son también es-
pañoles de la misma Madre Patria, salvo de otra religión.
Nunca quería creer que hay hombres de tan alta posi-
ción como el Excmo. Sr. D. Ángel Pulido, que toma par-
te en muchos debates internos, para hacer volver estos
desgraciados hijos que están esparcidos en el mundo en-
tero; esperemos con el tiempo, que no es muy lejano,
que este Ángel triunfador de la libertad vencerá todas
las dificultades que existían hasta hoy; yo, como simple
hombre de esta religión, no puedo más que inclinarme
delante de este hidalgo Ángel ; para mí todos los judíos,
sin distinción de raza, pueden llamarle "Mesías", a él
pueden dar este título porque lo merece este Ángel por sus
sacrificios que sigue haciendo; por consiguiente, que el
gran Dios de toda la humanidad le prolongue la vida has-
ta cien y veinte años con toda su distinguida familia.
Amén.
Aron Krauss.
París.
* * *

El nombre es el hombre.
Una antigua tradición hebraica aconseja en el Talmud
fijarse previamente en el nombre de la persona con quien
se vaya a entablar cualquier relación para, según su sig-
nificado, adivinar los sentimientos de aquella persona,
evitando así consecuencias que pueden ser fatales, cuyo
procedimiento, puesto en práctica por el umversalmente
— 339 —
renombrado doctor del Talmud, Ribbi Meir, ha dado, se-
gún dicha tradición, resultados admirables.
La base de la repetida tradición es que la Providencia,
por uno de esos misterios insondables que rigen los des-
tinos del Universo, y que la ciencia y la inteligencia hu-
manas no han podido explicar, pone en la idea de los
hombres dar a su prole un nombre cuyo significado esté
en consonancia con sus cualidades, sean de virtud o de
corrupción.
Si siguiendo sus huellas se aplicase al doctor Pulido,
quien no le conozca — si es que puede haber en el lugar
más recóndito del mundo hebreo alguno que ignore la
gloriosa campaña del ilustre apóstol — fácilmente se dará
perfecta cuenta de sus innumerables virtudes, como tam-
bién para los que tenemos la dicha de conocerle quedarán
al descubierto los sentimientos altamente nobles que ate-
sora corazón tan prodigioso en generosidad que no hayan
tenido ocasión de revelarse, pues con decir Ángel y Pu-
lido está dicho todo.
El ser Pulido de nacimiento significa que el Todopo-
deroso creó un alma buena, noble y generosa, implantándo-
la en esta familia; así tendría obligadamente que llevar
tan significativo apellido sin que nadie lo pudiese estor-
bar, pues siendo hijo de Pulido, Pulido tenía que ser.
Luego, por inspiración divina, los hombres han corro-
borado lo hecho por la Providencia, aplicándole el expre-
sivo nombre de Ángel, con lo que nos resulta nuestro en-
trañable protector Pulido en toda la acepción moral de
la palabra y Ángel en cuanto es dado aplicarlo como ob-
jetivo a un ser humano, como encarnación de virtudes y
— 340 —

altas dotes a saber: que. en su noble apostolado no le


mueve ningún interés mezquino ni personal; que sólo le
inspiran sus sentimientos el más perfecto e inconmovible
humanismo, sin trabas ni reparos, y el supremo interés
de nuestra amada Patria para su engrandecimiento moral
y material, y su glorificación universal ; que está dotado
de un espíritu sano y puro, alejado de las flaquezas y
bajezas humanas y exento de todo prejuicio que daña;
que afronta sin preocuparse todos los sinsabores y con-
trariedades que su noble ideal le puede ocasionar; que
con ello no contraría en nada a la religión, que le es sa-
grada, observando al mismo tiempo el más profundo res-
peto para con las demás; que es invencible en su noble
apostolado ; que es sabio, de cerebro privilegiado y en-
tendimiento esclarecido, y otras virtudes y cualidades que
le distinguen, que sería prolijo enumerar, siendo, en fin,
para el pueblo de Israel un Ángel Redentor enviado de
Dios.
Encontrando terreno propicio en la hidalguía del alma
española, fecundólo con su cálida palabra, labrólo con
su elocuente pluma y regándolo con la cristalina e inago-
table fuente de su fluido espíritu logró crear una savia
sana y abundante, formando un árbol espiritual de fron-
dosidad tal, que no podía por menos de producir opimos
frutos de sabor, dulzura y sazón, como para satisfacer al
paladar más exigente; ese es el heroico y glorioso núcleo
de discípulos suyos, que son el orgullo de la España con-
temporánea ante el mundo.
En cuanto a nosotros, los hebreos de la zona de Pro-
tectorado español, el suave y alentador vaho de su dulce
— 341 —

conversación ha servicio de aliciente para reconfortar nues-


tro espíritu, deprimido por tantos siglos de penalidades
y sufrimiento, siendo bastante, al mismo tiempo, para
avivar esa chispa de simpatía que de todo tiempo hemos
tenido por el país donde nuestros ilustres antepasados han
escrito, viviéndola, la página más gloriosa de la historia
del pueblo de Israel, desde su dispersión por los cuatro
rincones del mundo, tomando aquella centella, bajo dicho
impulso, gran incremento, hasta convertirse en un fuego
impetuoso y deslumbrador del más profundo amor a la
nación protectora, nuestra querida España, de la cual,
gracias a nuestro abolengo, nos consideramos hijos legí-
timos, pese a todos los formulismos de la política inter-
nacional.
Así, pues, ha logrado nuestro ilustre campeón crear
por una y otra parte lazos de unión indisoluble, que cada
día vienen estrechándose gracias a la buena y sabia orien-
tación de las autoridades españolas que, con paternal so-
licitud, vienen reconociendo y amparando nuestros justos
derechos.
La inmensa gratitud que nuestro corazón siente por nues-
tro inmortal protector es tan sutil, tan espiritual y tan
grandiosa, que el cerebro está imposibilitado para reco-
ger, traducir en palabras y formar frases, siendo por mi
parte incapaz de trazar siquiera un ligero bosquejo; en
tal situación ruego al ilustre paladín se digne aceptar el
débil reflejo que a esta modesta pluma es dado traslucir
del bien merecido y justo homenaje que esta colonia he-
brea rinde a sus constantes desvelos por los nobles y al-
tos ideales de la Patria, de la Justicia y de la Libertad,
— 342 —

que con tanta elevación de miras y tanto tesón viene pre-


conizandodefendiendo
y en bien de la Humanidad.
Lo que no sabemos expresar con palabras, porque el
repertorio humano no las ha creado adecuadas, estamos
seguros de que su generoso corazón sabrá leerlo en el
nuestro, conforme dice el adagio popular: Un corazón a
espejo de otro.
Todo hebreo tiene erigido en su corazón un monumen-
to espiritual a este preclaro hijo de España, haciéndolo
objeto de nuestra más entusiasta y cariñosa veneración,
y en la historia de Israel será grabado su dulce nombre
con letras de oro de mucho brillo y esplendor.
León Jalfón.
Presidente del Tribunal Rablnico
Tetuán.

Sr. D. Manuel L. Ortega.


Muy distinguido señor mío y de mi mayor estima:
Me he considerado dichoso al leer su muy grata con
fecha del 19 octubre pasado por la cual usted me da la
noticia de que piensa publicar un libro en homenaje al
ilustrísimo amigo de los hebreos, Sr. Dr. D. Ángel Pulido,
senador, adorado de todos aquellos que saben apreciar
las cualidades sublimes de este gran hombre, así que sus
sentimientos acerca nuestros hermanos sefardíes.
Sí, señor mío; usted no podría escoger un mejor sujeto,
por el cual todo el mundo sefardí le será grato, puesto
que este ilustre personaje goza entre nosotros, desde hace
muchos años, de una fama excelentísima v es considera-
— 543 —
do como el emblema de la virtud y de la bondad, y su nom-
bre se profiere con el mayor respeto.
Jamás olvidarán los inmensos sacrificios que este hom-
bre bendicho hace, desde muchos años, en favor de los
sefardíes por hacerlos conocer a aquellos que buscaban
a ignorarlos y contestaban sus virtudes a tapadas de ojos.
Sí ; allá está el discurso magistral que él pronunció, por
la primera vez, en el Senado español (i), refiriéndose a
los hebreos del Oriente, en donde se dignó citar mi hu-
mildísimo nombre y leer ahí algo de mis versos.
Sí; allí brillan, aún en día, sus dos obras importantes
tratando la misma cuestión sobre los judíos españoles, en
donde colaboraron muchas personas doctas de valor ta-
maña.
Ahí, en fin, su muy afectuoso discurso que este Após-
tol pronunció en París en el 8 de noviembre 1919, en día
de la fiesta que la comunidad judía sefardita fiestó en su
honor.

Este discurso, considerado como chef d'ceuvre (obra


maestra), le hizo ganar una vez de más el título de un
erudito elocuente en la amplia acepción del vocablo.
Cada línea nos conmueve, nos arranca lágrimas ardien-
tes; se constata con un placer indescriptible que el señor
D. Ángel Pulido piensa y habla como un Ángel bienhe-
chor, ama la Humanidad en general, adora su patria, la
España, y busca a que ésta repare sus yerros pasados.
Nuestro corazón palpita al leer la fin de lo que este
ilustre señor dijo en su discurso de antaño.

(1) 13 noviembre 1903.


— 344 —

El dice así :
"El judío era un tipo legendario, maltratado por una
historia falsa y por referencias y libros tendenciosos, al-
gunos escritos por diplomáticos y cónsules... De él ha-
blaban solamente con párrafos de indignación y represen-
taciones iconológicas horrendas, los sermones y las pro-
cesiones públicas en los días de Semana Santa. Era un ser
maldito, antipático, falso, avaro, sucio, maloliente, etc.
Por esto cuando de una parte, con motivo de mis via-
jes, me puse al habla con ellos y luego con grande interés
estudié su vida, sus costumbres, su culto, sus sociedades
benéficas, sus instituciones económicas y morales, su con-
ducta con las naciones donde vivían... ; de otra parte, cuan-
do estudié su amor al pasado hispano, su santo respe-
to a la lengua de sus antecesores, las ternuras y nos-
talgias que sienten y elocuentemente demuestran, si re-
cuerdan la nación donde fueron felices muchos siglos y
cuyas glorias se transmiten en conversaciones de genera-
ción en generación — y todo esto lo aprendía yo al mismo
tiempo que mi espíritu impregnaba con lecturas del Evan-
gelio— , surgió en mi conciencia una convicción firme y
un estímulo imperativo: el de realizar una intensa obra
de cultura, de humanidad, de patriotismo y de sentimien-
to cristiano, empleando mi voz en el Parlamento y mi
pluma en la Prensa y en los libros, para reivindicar un
pueblo tan disparatadamente desconceptuado y para re-
conciliarlo con la patria que había dejado en 1492."
El acaba como sigue:
— 345 —

"Os aseguro que en las negruras, pesimismos y melan-


colías que sufre mi alma (a causa de los horrores de gue-
rra general), la expansión de esta noche me ha reprodu-
cido sensaciones que consuelan, tonifican y reposan el
ánimo... Os doy las gracias por el inefable descanso que
me proporcionáis en el amargo Calvario de una exis-
tencia demasiado atormentada.
"En nombre de muchos miles de españoles que comul-
gan en esta misma religión de humanidad, confraternidad
y reconciliación de España con sus desterrados hijos y
cuya representación no vacilo en ostentar; en nombre de
una España culta, progresiva, justiciera, que mira ade-
lante en cuanto se refiere a labores morales y desea repa-
rar las injusticias, los errores y torpezas que la vida de
los pueblos, como la vida de los individuos, necesaria-
mente hace cometer, os doy a todos juntos y a cada uno
en particular un estrecho abrazo apretando fuertemente
vuestro pecho sobre mi corazón."
Es así que nuestro muy querido Sr. D. Ángel acaba
su discurso magnífico, lo que le procura la simpatía uni-
versal, la reconocencia del mundo israelita, y su nombre
quedará inmortal en la historia de nuestro pueblo.
Yo deseaba escribir aquí el panegírico a justa razón
que nuestro venerable amigo merece, pero me siento flaco
de poder hacerlo a justo punto.
Ruego, pues, muy señor mío, de contentarse con lo
poco y breve que yo le envío hoy a volada de pájaro,
como señal de gratitud por las marcas de afección y de
cariño que este hombre de Dios se dignó testimoniarme
desde veinticinco años.
— 546 —
Que el Omnipotente le acuerde a usted una larga vida
llena de bien por sus sentimientos nobles y por la gran-
deza de su bondad.
B. L. M. El Gran Rabino de Turquía.

H. Bejarano.
Gran Rabino de Turquía. Miembro
de la Academia de la Lengua de
Madrid y del Comité académico
de Historia Internacional de París

Constantinopla.

♦ ♦ ■♦

Para nosotros, los que nos honramos con el nombre


de sefardíes, el Dr. Pulido es una de las más grandes
figuras de nuestro pueblo, un Patriarca de los tiempos mo-
dernos, lleno de sabiduría, de generosidad y de nobleza.
A él se Je debe la fundación de la Casa Universal de los
Sefardíes, entidad que tanto bien ha reportado y reporta
a la raza,, ya que merced a ella se han incorporado a la
obra hispano-sefardí ilustres personalidades y los huesos
de nuestros amados que se fueron pueden reposar en lu-
gar bendito, bajo el sol de España.

Alberto M. Esquenazi.

* * *

En la obra inmensa del Dr. Ángel Pulido Fernández,


tanto científica como literaria, bullen, se agitan y se agi-
gantan dos sentimientos altamente humanitarios, por des-
— 347 —

gracia bastante raros en nuestra pobre humanidad pre-


sente: el sentimiento de la justicia y el sentimiento de la
patria.
Leyendo algunas de sus producciones, ya que para leer-
las, estudiarlas y meditarlas todas se necesitaría gran par-
te de la vida de un hombre, uno queda convencido de
que su fácil y fecunda pluma no se ha movido jamás
sino impulsada por uno u otro de esos nobles senti-
mientos.
Y terminada la lectura de uno de sus libros se experi-
menta una plenitud y una placidez interior que lo impe-
le a leerlo de nuevo, porque se adquiere la intuición de
que el egoísmo, la envidia y la perversidad humanas son
capaces de obscurecer momentáneamente la verdad, pero
de ningún modo aniquilarla, y que, en un tiempo más o
menos largo, su brillo ha de resplandecer con más inten-
sidad.
Por defender una causa justa el Dr. Pulido se siente
capaz de arrostrarlo todo, hasta la misma enemistad; de
aquí que ' dos de sus últimas obras : Vce Inventoribus
Magnis! y Precursor, Representativo y Mártir, estén con-
sagradas ala defensa del Dr. Ferrán, contra algunos de
sus colegas envidiosos de sus méritos y de su ciencia.
En los tiempos que corren, de lucha tenaz, no es raro
que los que sienten la "tristeza del bien ajeno", y, sobre
todo, aquellos que, intelectualmente incapacitados para re-
montarse alas cumbres, como lo ha hecho el Dr. Ferrán,
se ingenien en disparar sus afiladas saetas contra esta glo-
ria legítima de España.
Y es por esto, precisamente, que las obras citadas del
8'—
Dr. Pulido, consagradas —al 34 esclarecimiento de la justicia
y la glorificación de los hombres de méritos auténticos,
representen verdaderos tónicos del espíritu, a tal extremo
que yo aconsejaría, sobre todo a aquellos individuos mor-
didos por el áspid venenoso de la envidia y de la calum-
nia, que cuando, agobiados por la lucha tenaz, se sientan
desmayar en los buenos propósitos y desfallecer ante el
peso de la injusticia, recurran a las páginas de esos li-
bros, y en ellas encontrarán nuevos y regeneradores bríos
para continuar por el sendero de la rectitud que se han
trazado.
El patriotismo inmaculado que se respira en los libros
del Dr. Pulido, tan distinto de la patriotería de algunos
políticos sin conciencia, cuyo amor a la patria se mide por
el resultado pecuniario que éste les reporta, lo lleva a que-
rer borrar Jas "mínimas manchas del resplandeciente es-
cudo de España", como dice el eminente Max Nordau,
y de aquí "su afecto sin igual a los sefardíes".
Yo puedo asegurarle al Dr. Pulido, porque me precio
de conocer un poco a mi raza, que entre los defectos que
se nos han inculpado y se nos inculpan con frecuencia, no
figura la ingratitud; por lo cual, mientras palpite un solo
corazón hebreo, el nombre del Dr. Pulido será pronuncia-
do con afecto, con cariño y con veneración por todos los
que llevamos sangre de aquellos hebreos que tomaron una
participación activa en la grandeza de España en los tiem-
pos de su mayor esplendor.
Y que la semilla sembrada por él hace veinte años se con-
vertirá, a no dudarlo, en árbol corpulento cuyas ramas se
extiendan por todos los ámbitos del planeta; y que pueden
— 349 —
y deben considerarse como corolarios de su campaña en
favor de los "españoles sin patria" esas instituciones que,
no obstante su reciente formación, su desarrollo ha sido
tan rápido y fecundo en resultados útiles, que parecen
abarcar todas las actividades; me refiero a la "Casa Uni-
versal de los Sefardíes" y a las "Asociaciones Hispano-
Sefardíes de Marruecos".
Dr. A. Bexchetrit.

Caracas (Venezuela).

Aunque de público es conocida la personalidad del ilus-


tre Dr. Pulido y sus cualidades como hombre de ciencia,
consideraría inútil enumerar sus infinitos y múltiples tra-
bajos; pero son tantas sus proezas, que no es posible pres-
cindir de hacerle justicia adhiriéndome a los continuos ho-
menajes que con razón se le tributan.
El Dr. Pulido consideró que la humanidad progresa len-
ta, pero constantemente, y como consecuencia de este des-
arrollo, nacen ideas nuevas en las cabezas ilustradas, que,
unidas al convencimiento de errores cometidos que se han
ido después comprendiendo, engrosándose el mayor nú-
mero de adeptos y defensores pana imponerse a la gene-
ralidad.
Si el desarrollo intelectual fuese idéntico en todas las
épocas y en todos los individuos que componen el géne-
ro humano, no habría luchas; sólo que abandonar las
ideas viejas y tomar las nuevas, que son las que condu-
cen al renacimiento de las causas, que fué lo que él hizo
— 350 —

al constituirse en defensor acérrimo de la causa sefardí,


pues los organismos nacen, viven y prosperan donde en-
cuentran circunstancias apropiadas, así como las plantas
crecen y se desarrollan en aquellos terrenos aptos para su
florecimiento.
Esto explica la prosperidad del elemento hebreo, así
como el odio que se le profesa en otros países, donde las
inteligencias son pesadas y embotadas en las masas, acos-
tumbradas a ser dirigidas y reglamentadas. Siendo éste
el motivo por que se ejerció influjo en las ideas emitidas
en Inglaterra y Francia durante el último tercio del siglo
pasadq, despertándolos a una nueva vida la Revolución
francesa, reconociendo la identidad de los derechos de to-
dos los hombres, sin distinción de castas, clases ni reli-
giones.
El Dr. Pulido, que jamás persiguió fines particulares,
convencidísimo como buen español que hacía un bien a
su patria enmendando faltas atrasadas, procuró atraerse
el elemento israelita, que años atrás fueron fuentes de ri-
queza y ciencia; al mismo tiempo que hacía justicia de-
seaba el engrandecimiento de su nación ; batallador incan-
sable durante diez y ocho años en el Senado y escribiendo
artículos en La Ilustración Española, tropezó con grandes
obstáculos, poniéndose frente a todos aquellos que por se-
guir esta campaña le consideraban como enemigo de la so-
ciedad.
Desafiándolos, cual un buque en alta mar contra las in-
clemencias del tiempo, aunque veía los caminos espinosos
y estorbaba sus progresos en su vida política, continuó
con grandes perjuicios a sus intereses.
— 351 —
Erigido en Apóstol del Sefardismo, escribió su libro
Españoles sin Patria, que tanto nombre le valió en el mun-
do sefardí, no existiendo Comunidad, ni en Oriente ni
en Occidente, donde su nombre no sea conocido y ve-
nerado.
Abrumado por contrariedades y por su delicada salud,
estuvo un poco de tiempo en reposo ; ya restablecido, vol-
vió a sus anhelados trabajos; nadie desconoce su discur-
so en el banquete que le ofreció en París el 8 de noviem-
bre de 1919, en el Palacio D'Orsay, la Sociedad Cultural
Israelita Oriental, al cual asistieron 800 comensales, entre
ellos representantes del Gobierno francés y el Gran Rabi-
no de Turquía.
Fué Mr. Israel Levy quien presidió el Consejo de la
Alianza Israelita, recibiendo al vicepresidente del Sena-
do español, poniéndolo en contacto con el barón E. Roths-
child.
Hubo para él ovaciones delirantes, ensalzando la figura
del que se declaraba abiertamente defensor del pueblo de
Israel. Se acordó imprimir su discurso en distintos idio-
mas para que fuese conocido por los millones de israelitas
esparcidos por el globo.
Es, pues, el Dr. Pulido el autor del renacimiento de la
raza hebrea en España, que pone de relieve el papel que
desempeñaron durante tres o cuatro siglos,, con el influjo
que tuvieron en el desarrollo de las ciencias, de la litera-
tura y de las bellas artes.
Aunque de religión católica, apostólica y romana, cree
que en España todos llevan algo de sangre semítica en las
venas.
— 152 —
Él hizo constar en ese famoso discurso que el edicto
del 1492 había sido prescripto desde hace muchos años,
desde principios del siglo pasado, y que varias Constitu-
ciones del Estado, que se han venido sucediendo des-
de 1812, lo han anulado totalmente, y a muchos hebreos
que solicitaron que se derogase esa ley con otra especial
les hizo ia comparación que era como pedir que votasen
las Cortes españolas una ley aboliendo el Código de jus-
ticia yEnjuiciamiento procesal que conducía a la, prác-
tica de los tormentos y a la ejecución de los autos de fe.
¿Quién no conoce sus últimos trabajos en las Asam-
bleas Hispano-Sefardíes, celebradas en Madrid, y sus con-
ferencias en el Ateneo, a las que asistieron Comisiones de
las Asociaciones de Marruecos?
En sus entrevistas con S. M. el Rey se esforzó por
hacerle ver lo justo de la causa, convenciéndole de tal
forma, que el Monarca hubo de decirle:
— Pulido, hay que cuidar con interés de eso.
En sus últimos viajes por la zona del Protectorado es-
pañol, en misión científica, fué ovacionado y agasajado
en Ceuta, Tetuán y Tánger, no sólo por hebreos, sino
también por cristianos y moros, que veían en él al hom-
bre de ciencia y al sabio de este siglo, considerado como
una de las principales figuras científicas españolas, pues
como médico es digno de admiración ; por su sabiduría
ha llegado a ocupar puestos elevados, teniendo escritas nu-
merosas obras de Medicina y Memorias presentadas a las
Academias.
Múltiples veces ha sido nombrado por el Gobierno de
Su Majestad para desempeñar comisiones científicas en el
— 353 —

extranjero, unas veces de carácter sanitario, otras de hi-


giene, etc., etc.
Como parlamentario, todos conocen sus grandes traba-
jos y discursos contra la pena capital en el año 1897.
Colaborando desde su juventud con el eminente tribuno
D. Emilio Castelar, afiliado después al partido en cuyas
filas permanece en la actualidad, sigue siempre en la bre-
cha y para él no hay otro lema que el engrandecimiento
de su Patria.
Este es el hombre que al vuelo bosquejo y que merece la
estima y consideración del pueblo español y de la raza
sefardí.
Dr. Samuel M. Güitta.

Tánger.

Les paroles éloquentes prononcées par le Venerable Doc-


teur Ángel Pulido, au banquet du 8 Novembre 1920, m'ont
rendu plus' fier et plus heureux d'appartenir á ce peuple
auquel, sous ses auspices, la généreuse Espagne ne tardera
pas a ouvrir les bras.
C'est done le cceur plein de reconnaissance que j'eu re-
mercie le tres honorable Vice-president du Sénat espagnol,
et que je lui adresse ici mes félicitations les plus vives et
les plus respectueuses.
J. Nahmias.
Chef du Service de relationes gouvernemen-
tales a la Banque Impér. Ottomane.

Constantino pía.
23
— 354 —

Sr. D. Manuel L. Ortega.


Mi muy distinguido y querido amigo:
Celebro muy de veras que usted tiene la intención de
escribir un libro sobre el Dr. Pulido, y por esta inicia-
tiva reciba usted mi más sincera felicitación. Es muy a
propósito escribir algo sobre el apóstol de la causa se-
fardí, cuyo nombre quedará grabado eternamente en nues-
tros corazones. ¿Qué le puedo decir que no le hayan
dicho ?
El Dr. Ángel Pulido Fernández es nuestro ángel sal-
vador; un alma grande y generosa y un corazón noble,
verdadero prototipo de la hidalguía española. Ha hecho
tanto para acercarnos a la madre patria y para interesar
a ésta en la suerte de sus antiguos y fieles hijos esparci-
dos por el globo, que nunca le podremos pagar sino con
la debida gratitud y admiración.
Hago votos muy calurosos por que la obra empezada
por el iustrísimo Dr. Pulido, y secundada por cientos de
personas de alto patriotismo, como el de usted, siga fecun-
dando y alcance el brillante triunfo que merece por el
bien de España y de Sefarad.
Reciba, mi querido y entrañable amigo, con la reitera-
ción de mi incondicional adhesión, un abrazo muy afec-
tuoso, y créame siempre suyo afmo. amigo y atto. s. s.,

José M. Estrugo.

Nogales-Arizona (Estados Unidos).

* * *
— 355 —

Sr. D. Manuel L. Ortega. — Madrid.

Mi querido amigo:
Celebro la idea que ha tenido usted de tributar un ho-
menaje alilustre Doctor Ángel Pulido, biografiando su vida
v relatando lo que este hombre, dotado de las tres cuali-
dades necesarias para realizar algo grande en la vida: la
conciencia, el corazón y el talento, ha hecho en su gloriosa
existencia, consagrada a la ciencia, a su patria y a la huma-
nidad.
Y aplaudo tanto más esta idea cumplida en España, por-
que el Doctor Pulido, con sus apostolados, parece ser más
conocido, comentado y admirado en el Extranjero que
en su propio país, con serlo en éste mucho.
Pulido ha hecho por la España moderna más que cien
conquistadores. Estos, a vuelta de grandes estragos, logran
ocupar y dominar un país para su patria. Pulido ha sabido
conquistar para España millones de sefardíes y el apre-
cio universal de un pueblo diseminado por todo el mundo.
Pero ha hecho más : les ha presentado como una madre
adorable la que en pasados tiempos dejó de serlo. Gra-
cias aél, una gran parte de esos sefardíes puede trabajar
y trabaja ya eficazmente por la prosperidad industrial y
comercial de su antigua patria.
Para comprender la importancia de la campaña del doc-
tor Pulido en pro del pueblo israelita español, basta fijar-
se en cómo esa Francia, admirable y gloriosa, siempre
consciente de sus destinos, gasta anualmente millones de
francos en subvencionar la Misión Laica, la Alianza Israe-
lita Universal y las Congregaciones múltiples. Estas ins-
— 356 —

tituciones han hecho muchísimo por la propagación de la


lengua francesa en Oriente y en el Sur africano. Francia
sabe que con esas escuelas laicas, religiosas o israelitas,
crea nuevos amantes del país al cual deben la instruc-
ción que poseen. ¿No es, acaso, a este sentimiento al
que se debe atribuir hayan luchado heroicamente duran-
te la gran guerra, en el frente francés, más de dos mil
israelitas sefardíes orientales, quienes, sin ser subditos
franceses, fueron a derramar su sangre en defensa de
Francia ?
Por esto, ciertamente, se repiten casos como el de la
inauguración de la Escuela Normal Israelita Oriental de
Versalles para maestras, debida al donativo de un millón
de francos hecho por los hermanos Mrs. Shamoon, edu-
cados en Bagdad, en la Alianza Israelita Universal. Co-
mo que en estas escuelas aprendieron a amar a Fran-
cia, y merced a la instrucción en ellas adquirida logra-
ron forjarse la posición social que les permite hacer tan
espléndido donativo en Francia y en favor de su cul-
tura.
Le reitera su felicitación por esta obra en honor del
Doctor Pulido, gran patriota español, su affmo. amigo.
N. M. Rozanes.
París.
* * *

Asistimos en los momentos presentes a la coronación


de una campaña largo tiempo sostenida, con tesón inque-
brantable, por los elementos sefardíes, que han venido
luchando, plenos de fe y energía, sin desmayos ni vacila-
ciones, seguros de su triunfo, confiados en sus propias
— 357 —
fuerzas y en la legitimidad innegable de sus aspiraciones,
hasta ver convertida en realidad — en una realidad que su-
pera nuestras antiguas esperanzas — lo que ayer era sólo
— aparentemente — vana quimera, deseo indefinido e irre-
soluto, vago presentimiento, indeterminado e inquieto, hijo
de la nostalgia... Pero, indudablemente, en el desenvolvi-
miento vital de las razas existen inesperados, sorprenden-
tes momentos de predestinación que nos sobrecogen y
que constituyen, sin embargo, la resultante lógica de an-
teriores ycontinuados esfuerzos realizados por sus indi-
viduos, que supieron unir sus voluntades, orientándolas
hacia un mismo fin. ¿Y cómo podrá dudarse de que,
cuando este fin es elevado y justo, irremisiblemente ha
de lograrse la ansiada victoria? No otra cosa es el senti-
miento de la esperanza que la tácita afirmación de que
hay una razón poderosa de justicia para que nuestras pre-
tensiones se cumplan.
Y he aquí que el tiempo y nuestra perseverancia, avi-
vada ésta por la pureza intencional de nuestra causa, ha
obrado el milagro portentoso, en cuya realización no so-
ñábamos aún, si bien empezábamos a vislumbrarla próxi-
ma ya, como una anunciación maravillosa: se han borra-
do antiguos y arraigados prejuicios, han desaparecido vie-
jas y absurdas leyendas, han sido abandonadas al olvido
fanáticas supersticiones, y, al fin, sin antagonismos ni
recelos, emancipados de todo error y de toda aversión
equívoca y engañosa, hemos entrado regocijados y solí-
citos en el coro de los buenos y cariñosos españoles, que
nos han acogido resueltamente en su regazo bienhechor,
como era de esperar, si hemos de tener presente que el
— 358 —
amor fraterno no puede extinguirse nunca, ni aun siquie-
ra permanecer oculto, y que los seres oriundos de una mis-
ma raza no pueden sustraerse jamás al prodigioso influ-
jo de ella, que ha de ejercerlo invariablemente, aun a tra-
vés de las lejanías más distantes. Por ello el amor que te-
nemos a España nos ha unido a todos para que juntos
laboremos por ella y contribuyamos a su engrandeci-
miento, unificando todos los esfuerzos y todas las volun-
tades.
AI tener el honor de escribir estas páginas no quiero
prescindir de evocar recuerdos que nos son gratísimos y
que están muy grabados en la mente de todos los sefar-
díes con caracteres indelebles.
Permitidme, pues, que dedique unas líneas a rememo-
rar los acontecimientos que nos han conducido a la épo-
ca presen te,, en que vemos logrados los anhelos de reivin-
dicación.
En el año de 1905 tuvo comienzo una campaña, que ha
venido sosteniéndose con perseverancia admirable por unos
cuantos espíritus entusiastas y nobles, para obtener una
aproximación definitiva entre españoles e israelitas de
origen hispánico. Esta campaña se ha desarrollado, como
todos sabéis, simultáneamente en la Prensa española y
en la israelita, y se halla resumida por su propulsor, el
grande D. Ángel Pulido» en un volumen cuyo título es
Españoles sin Patria.
El Dr. Pulido, espíritu decidido, noble y generoso, hom-
bre de insuperables y envidiables dotes intelectuales, de
grande y bien pulimentada cultura, ha constituido para
los sefardíes y para todos los elementos judaicos del mun-
— 359 —
do una valiosísima ayuda, y por ello debo enviarle desde
aquí mi más cariñoso saludo, unido a mi más profundo
reconocimiento.
En ocasiones y épocas distintas iniciáronse en España
movimientos de conciliación entre los españoles y los ele-
mentos israelitas descendientes de los expulsados en 1492 ;
pero ninguno de esos movimientos llegó a alcanzar su
realización plena hasta que en 1905, gracias a un pode-
roso esfuerzo unánime, todas las voluntades se encauza-
ron hacia un mismo fin, y, a pesar de que la monstruosa
contienda recientemente sofocada dificultó notablemente
y aun llegó a paralizar y malograr muchas gestiones,
hoy es una realidad la fusión de españoles y sefardíes,
como lo demuestra el hecho de que en Tánger, en Tetuán,
en Larache, en Alcazarquivir, en Arcila, en Fez y en
otras poblaciones marroquíes de la zona internacionaliza-
da, así como también en Melilla y en Ceuta, y, en general,
en distintos puntos de la Península Ibérica y en todos los
países americanos, y en casi todos los de Europa, y hasta
en China, existen asociaciones hispanohebreas y publí-
canse periódicos escritos en castellano, como El Eco Is-
raelita, de Tánger, y La Voz de Israel, de Larache, entre
otros, y, sobre todos ellos, la gran Revista de la Raza,
de Madrid, órgano generoso de toda causa levantada y
noble, que debe merecer el entusiasta aplauso de todo buen
israelita y de todo buen español, ya que aspira a la cons-
titución de una España grande, integrada por todos sus
hijos.
No solamente obstáculos que dificultaran el desenvol-
vimiento de los trabajos realizados en pro de esta santa
— 360 —
obra y de nuestras aspiraciones nos proporcionó la gue-
rra. Es sabido que las violentas luchas de naciones, la-
mentables siempre por cuanto tier?<en de impetuosas y arro-
lladuras y ¿por qué no decirlo? de brutales, llevan en
sí el germen que ha de producir futuras fructificaciones
espléndidas, y en el transcurso de esas luchas, en las que
todo parece ser contradictorio y adverso, se advierten de
vez en vez inesperados acontecimientos favorables a un
fin, o que al menos dejan vislumbrar la existencia de cir-
cunstancias especialísimas que han de cumplir en lo por-
venir consecuencias propicias, según su orientación, más
o menos consciente o intencionada. Por esto — repito —
podemos felicitarnos de que la última conflagración de na-
ciones no haya sido para nosotros absolutamente adver-
sa, ylo demuestra el hecho de que por dos veces, y con
ocasión de las dos guerras balkánicas que dieron origen
a la gran contienda occidental, el Gobierno español ex-
presó oficialmente su interés por la suerte de los israeli-
tas oriundos de España, y que, por su condición insegura
de nacionalización, dentro de territorios alejados de los
de su verdadera patria,, podían ser objeto — empezaban a
serlo ya — de vejámenes y opresiones por parte de los be-
ligerantes.
Todos nos damos clara cuenta de lo que supone un he-
cho semejante. Todos reconocimos entonces, henchidos de
satisfacción, que las gestiones del Gobierno de España en
favor de los sefardíes demostraron un elevado sentimien-
to de amor fraternal, cuya existencia no ignorábamos, y
que correspondía al nuestro, no menos grande y fervoro-
so. Y aún mayor fué nuestra satisfacción cuando vimos
— 361 —
que aquellos israelitas oriundos de España eran pro-
tegidos y respetados en todas partes, singularmente en
Francia, de una manera lógica y humanitaria. La alegría
hoy de los sefardíes no tiene límites, porque estamos ple-
namente convencidos ya de que la reivindicación se ha rea-
lizado, yse ha realizado en las mejores condiciones para
todos, puesto que si el Gobierno español constituye una
valiosa ayuda para nuestro desenvolvimiento, nosotros,
los sefardíes, por nuestra parte, constituímos también
— podemos decirlo con orgullo, con el orgullo propio de
los que tienen conciencia de poder ser útiles a la hospi-
talaria España — una ayuda eficacísima para el desarrollo
de la vida española en todas sus diferentes manifesta-
ciones.
He aquí el portentoso fruto de la campaña iniciada
en 1905 por el gran apóstol del judaismo español, Doctor
Pulido, y por su ilustre hijo D. Ángel Pulido Mar-
tín, sabio y distinguido profesor del Hospital General de
Madrid.
Actualmente residen en Marruecos 100.000 hebreos, y
en la ciudad de Tánger unos 15.000 sefardíes, que sos-
tienen un nexo de amistad y aproximación con sus her-
manos de Ja Península, y en Madrid una numerosa colo-
nia de israelitas, descendientes de los desterrados, des-
arrolla su «actividad puesta al servicio de la querida Es-
paña.
Los elementos de Gobierno de todo el mundo y los de
España reconocen en los sefardíes excelentes aptitudes
para el desenvolvimiento de las Ciencias,, de las Artes,
del Comercio y de la Industria, y, en definitiva, de todo
— 362 —

cuanto constituye la vida de una nación civilizada y mo-


derna. Multitud de casos podríamos citar que avaloran
este juicio, de cuya realidad estáis convencidos todos ; el
positivo y maravilloso resultado obtenido indefectible-
mente en cuantas gestiones hemos entablado en ocasio-
nes distintas y cerca de diferentes personalidades, son he-
chos más elocuentes y decisivos que todos cuantos ejem-
plos concretos pudiésemos citar. Bástenos, pues, consi-
derar la ocasión presente y compararla con otras anterio-
res a la de 1905, a partir de la cual se ha realizado feliz-
mente una labor de humanidad que tendremos siempre
presente para admirarla y glorificarla en nuestros cora-
zones, ante la firme esperanza de ver ensancharse rápida-
mente los círculos de acción, al mismo tiempo que se es-
trechen los lazos de unión y de fraternal amistad.
Y esta labor admirable y grandiosa, realizada en con-
junto por todos los elementos de nuestra raza perseve-
rante, debe una gran parte de sus mayores éxitos a las
gestiones realizadas particularmente por personas cuyo
prestigio es innegable y cuyos méritos intelectuales des-
cuellan yse difunden más allá de los horizontes.
Todos sabéis a quiénes me refiero : lo sabrían aun aque-
llos que desconociesen al detalle nuestras orientaciones,
nuestras luchas y el desenvolvimiento de nuestra vida más
o menos azarosa; pero al recordar algunos nombres glo-
riosos, doy libre esparcimiento a mi alma; y una débil
muestra del agradecimiento que siento hacia todos y del
imponderable afecto que a ellos me une.
He aquí algunos de esos nombres por los que senti-
mos todos los serfardíes un reconocimiento profundo y
— 363 —

una admiración sincera, porque ellos han dado forma.


con el insigne Dr. Pulido, al movimiento hispanosefardí :
Don José Francos Rodríguez, D. Antonio Goicoechea
y D. Niceto Alcalá Zamora, ex ministros de la Corona,
personajes de altas virtudes patrióticas, de cuyos talen-
tos tanto espera España. No hay un sefardí, especial-
mente en Marruecos, que no venere a estas grandes figu-
ras de la política española.
Don Ignacio Bauer, académico de la Historia, autor de
varias obras y folletos y de notables estudios históricos
que nos interesan directamente, presidente muy querido
de la Comunidad de Madrid, activo y entusiasta propa-
gandista, hombre de altas dotes intelectuales y que goza
de un sólido y merecido nombre entre los hombres de
Ciencia, como sabéis todos.
El ilustre y cultísimo literato D. Manuel L. Ortega, a
quien yo erigiría una estatua, autor de la obra El Dr. Páli-
do y del interesantísimo libro Los hebreos en Marruecos,
persona de pasmosa actividad y trabajadora, por toda
clase de conceptos loable, que ha viajado mucho y ha
hecho estudios muy profundos acerca de África, y que
siente un gran entusiasmo por la reivindicación sefardis-
ta, como lo tiene demostrado y lo demuestra en cuantas
ocasiones se le presentan, y especialmente como secreta-
rio general de la Casa Universal de los Sefardíes. El éxito
de la obra en gran parte a él se lo debemos, y su presti-
gio y autoridad entre los hebreos es tan grande como su
talento.
El señor marqués de la Viesca, también africanista no-
tabilísimo, autor de gran número de obras sobre Marrue-
— ; 364 —
eos, patriota excelso, propulsor distinguidísimo de la ac-
ción hispanoafricana y hombre de inagotables iniciativas.
El insigne D. Rafael Altamira, uno de los más grandes
prestigios intelectuales de España, y D. Diego de Saave-
dra y el marqués de Villalobar, diplomáticos, y D. Juan
J. Conde y Luque, y D.a Carmen de Burgos, y D. Rodolfo
Gil, y D. Gerardo Doval y D. Manuel Hilario Ayuso, que
desde un principio, y animados de un espíritu compren-
sivo y generoso, han laborado por nuestra hermosa cau-
sa con una abnegación excepcional y un fervor y un des-
interés admirables.
Todas estas personas y otras muchas que no he de ci-
tar por no ser excesivamente prolijo y porque todos te-
néis presente sus nombres, realizaron gestiones impor-
tantísimas que nos favorecieron y ayudaron en grado
sumo, y por lo cual hemos de estarles profunda y eter-
namente agradecidos, puesto que todas ellas contribuirán
al engrandecimiento de España.
Uno de los triunfos sefardíes más salientes, como con-
secuencia de la admirable campaña a que me vengo refi-
riendo, loconstituye el Dr. Yahuda.
El Dr. Yahuda desempeña no ha mucho una cátedra de
lengua y literatura rabínica en la Universidad Central de
Madrid.
Para cuantos nos esforzamos por reconstruir el pasado
hispanohebraico y contribuímos a ello — cada uno en la
medida de sus fuerzas — , el referido nombramiento cons-
tituye un triunfo decisivo, tanto más si se tienen en cuenta,
las favorables circunstancias que lo determinaron.
— 365 —
El Dr. Yahuda, a instancias del Gobierno español, que
reconoció en él méritos indiscutibles e inapreciables, pro-
nunció en Madrid una serie de conferencias acerca de la,
"Civilización judía en España".
Desde el primer instante los orientalistas españolees
más prestigiosos — entre ellos el P. Fita, a quien tanto
debe la epigrafía semítica española, y los Sres. Asín y
Ribera — ofrecieron al sabio compañero una amistad de
estudios y le prestaron un decidido y eficaz apoyo.
No necesito ponderar ahora el éxito alcanzado por las
conferencias citadas que pronunció el Dr. Yahuda en la
Academia de Jurisprudencia, en un ambiente de solemne
expectación que nunca podremos olvidar; no solamente
por su importancia científica, sino también por su valor
moral, aquellas conferencias constituyeron, como queda
dicho, un verdadero acontecimiento inolvidable, y, a raíz
de ellas, las Asociaciones Hispano-Hebreas enviaron men-
sajes alGobierno solicitando se concediera al doctor Yahuda
una cátedra de estudios judaicos — que es la que ocupa — ,
a la cual pudiera concurrir la juventud israelita para su
cultura; y toda la Prensa española acogió como gloria
propia el triunfo conseguido por el eminente catedrático,
dedicando sentidas frases de sincero reconocimiento y de
nostálgico afecto a la querida España recuperada.
Debo hacer constar — aunque todos lo sepáis — que cuan-
tas personas y entidades intervinieron directa o indirecta-
mente en este asunto, demostraron un plausible y noble
entusiasmo por la ciencia, un afán desinteresado de que
se cumplan los ideales de reivindicación y un afán generoso,
libre de todo absurdo prejuicio.
— 366 —
Posteriormente, y bajo los mejores auspicios, se han
continuado los trabajos de aproximación entre sefarditas
v españoles. A medida que el tiempo avanza se van incor-
porando aestos trabajos nuevas personalidades prestigiosas
y vamos obteniendo resultados maravillosos...
El Gobierno de España ve con simpatía nuestra acción
y acoge nuestras aspiraciones, demostrando un interés y
un deseo de ejercer en favor de los judíos oriundos de
España un poderoso influjo, digno de todo encomio, y
haciéndose acreedor, a su vez, a que nosotros le preste-
mos con mayor entusiasmo nuestro concurso para con-
tribuir alengrandecimiento y prosperidad de la tierra glo-
riosa de nuestros antepasados. En tal sentido debemos
una. gratitud infinita al Alto Comisario de España en Ma-
rruecos, que, animado de un noble sentimiento de patrio-
tismo, nos da constantemente pruebas de leal amistad,
correspondiendo al amor que tenemos a España, y pro-
tege con sumo acierto el desarrollo de la vida comercial
e industrial de los sefarditas en Marruecos. Pero aún
hoy más : Su Majestad el Rey D. Alfonso XIII, dan-
do muestras de una liberalidad asombrosa y por todos
conceptos loable, acogió bajo su protección excelsa a los
hebreos españoles, aceptando la Presidencia honoraria
de la Federación, que, llenos de entusiasmo, le ofrecimos.
Yo sé, sefardíes de Marruecos, que ninguno de vosotros
ignoráis todo esto. Sé, además, que en vuestros corazones
albergáis una gratitud sin límites hacia ese Rey magnáni-
mo y bienhechor, y que estáis dispuestos, en cualquier ins-
tante preciso, a sacrificaros por España, de la que tantos
beneficios estáis obteniendo de continuo. Sé que este, y
— 367 —

no otro, es vuestro sentir unánime, porque basta leer las


columnas de la, prensa española para quedar convencido
de ello. En Marruecos, en la zona de influencia española,
esos periódicos que se titulan Heraldo de Marruecos, La
Gaceta de Melilla, El Diario Marroquí, El Telegrama del
Rif, España y Marruecos, El Eco de Tetuán, Mauritania,
Renacimiento de Israel, El Popular y tantos otros refle-
jan perfectamente la pública opinión y están escritos con
un sentido en el que se manifiesta el inmerso y acendrado
amor a España que sienten vuestros corazones.
Basta leer esa prensa — digo — para cerciorarse de que
los judíos de Marruecos están más íntimamente relaciona-
dos que nunca con la Península. Hasta hoy estuvimos se-
parados de la tierra de Maimónides y Yehuda Halevy por-
que no hubo quien desde ella nos sonriera con amor; pero
hoy las circunstancias, felizmente, han cambiado ; nues-
tra perseverancia inagotable y la razón se han impuesto
de una manera definitiva ; el amor fraternal se ha mani-
festado abiertamente en triunfo, no pudiendo permanecer
oculto y silencioso por más tiempo, y proclamamos, por
tanto, confiados y orgullosos, rebosantes de júbilo y sa-
tisfacción, que llevamos sangre del raudal hispano en
nuestras venas... En la Península así lo han comprendi-
do, lo han sentido también así, y por eso han fomentado
esta unión y han aceptado nuestra cooperación en las
diversas manifestaciones y en el desarrollo de la vida na-
cional.
Preguntad acerca de lo que esto significa a Las nobles
personalidades que se congregan, llenas de fe, en nuestra
Casa Universal de los Sefardíes; ellas os contestarán re-
— 368 —
besantes de emoción y de convencimiento, animadas de
una satisfacción y una energía inagotables, pletóricas de
júbilo y de vehemencias inextinguibles, cómo España os
acoge en su regazo bienhechor y os colma de dones, igua-
lándoos al resto de sus hijos.
¡ Cuántas veces hemos creído haber logrado en distintas
épocas un positivo avance en nuestra insegura marcha, y
cuántas veces,, también, hemos sufrido el frío desengaño,
náufragos en el proceloso mar de nuestras melancolías !...
¡En cuántas desdichadas ocasiones hemos visto extinguir-
se irremediablemente el sagrado fuego de nuestras hogue-
ras cordiales, ante la inerte indiferencia de los espíritus
retraídos e inconmovibles, sólo sugestionados, de un mo-
do inexplicable y definitivo, por la absurda y vieja leyen-
da!. Por
.¡ cuántas veces se han truncado nuestras fun-
dadas esperanzas y se han malogrado nuestros más nobles
intentos reivindicatoríos !... La desolada perspectiva de
una invencible imposibilidad nos entristecía entonces de
un modo profundo y desconsolador, al considerarnos víc-
timas irreductibles de las pasadas injusticias, perdura-
bles en la Historia, y luchábamos en vano, perdida la fe
y las esperanzas, que volvían a renacer ante un rápido y
fugaz vislumbre de orientación, para tornar de nuevo a
extinguirse.
Esas incertidumbres, esas desesperaciones, han desapa-
recido. Hoy hemos logrado ver cumplidos nuestros deseos,
realizadas nuestras legítimas y nobles aspiraciones; por pri-
mera vez, después de transcurridos unos siglos, recoge-
mos— seguros de la positiva posesión — el fruto de nues-
tra siembra, que jamás podrá ya malograrse... Y todo ello
— 369 —
es la obra maravillosa y sorprendente de ese feliz movi-
miento inciado en 1905, fecha, gloriosa que quedará gra-
bada en nuestros corazones de modo inextinguible, como
todas aquellas que marcan los grandiosos e inesperados
acontecimientos que se registran en la Historia...
Los que contribuyeron en aquella época a la realización
de la campaña pueden sentirse, con razón, orgullosamen-
te satisfechos; sus elevados propósitos están cumplidos;
superan a nuestras esperanzas; sobrepasan nuestras inten-
ciones de un principio ; llenan a perfección nuestras aspira-
ciones ideales...
Én presencia de los hechos, ante la realidad incontesta-
ble que nos halaga, nos atrevemos a augurar, con pleno co-
nocimiento decausa, una época no lejana colmada de es-
plendores venturas
y para la raza hispanohebrea, para nues-
tra, querida España, que pletórica de vigor, en un resur-
gimiento maravilloso y magnífico, ve dilatarse indefinida-
mente el amoroso y preponderante círculo de los que la
aman...
Y ya sólo me resta, no elogiar este libro, que basta con
leer el nombre de su ilustre autor para que el elogio que-
de hecho, sino felicitarle, así como al insigne Dr. Pulido,
y felicitarnos todos, ya que esta obra constituye un avan-
ce en el camino de la aproximación hispanohebrea. Los que
tanto amáis al venerable Dr. Pulido, aprenderéis a cono-
cerle íntimamente en este libro de D. Manuel L. Orte-
ga, que será leído con fruición en el mundo entero en todos
los hogares sefardíes.
José de J. Farache.
Presidente d: la Casa de los Sefardíes.
ÍNDICE

Prólogo

PARTE PRIMERA

Ojeada histórica
I. — España y Marruecos 5
II. — Los hebreos en España desde la invasión árabe
hasta los reyes Católicos 49
III. — Las dinastías cherifianas 87
IV. — Época contemporánea 101
PARTE SEGUNDA
El estudio social

I. —
El hebreo y el musulmán 115
II. —El espíritu religioso 131
III. —La familia 155
IV. — Usos y costumbres 171
V.— El idioma 191
VI. — Viejos romances de Castilla 207
VIL — Instrucción pública 237
VIII. — La caridad y el patriotismo 257
LX. — Las relaciones religiosas y comerciales de los he-
breos de Marruecos 271
X. — Política sefardí 289

ALGUNAS OPINIONES SOBRE LA ACCIÓN SE-


FARDÍ

Prólogo de la edición anterior de Los hebreos en Marruecos. 313


Los sefardíes y el doctor Pulido 317
OBRAS DE MANUEL L, ORTEGA

Pesetas

Frivolidades. Un volumen en octavo 3


EL amor y La vicaría. Un volumen en octavo. 5
La vida que pasa. Un volumen en octavo. 4
El Raisu/ii. Estudio histórico-político y social de
Marruecos. Prólogo del Excmo. Sr. D. Tomás
Maestre 5
Los hebreos en /Marruecos. Prólogo del Excmo. Se-
ñor General D. Francisco Gómez Jordana .... 5
Guía del Norte de África 10
EL Dr. Pulido. Prólogo del Excmo. Sr. D. Ignacio
Bauer 6
Apuntes para La Historia de Ceuta. 6
Anuario oficial de Marruecos y del África española.
Años I al VII . i2

EN PREPARACIÓN

EL Renacimiento musulmán. De la India a Ma-


rruecos.
Oriente y Occidente. Sefardismo y Sionismo, s
BINDING SECT. JUN 3 - 1969

DS Ortega, Manuel L.
135 Los hebreos en Marruecos
m c2. ed.
07
1919

PLEASE DO NOT REMOVE

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