Material de Lectura Procesos Politicos 2024
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MATERIAL DE LECTURA
GASTRONOMÍA 2024
¿Y de qué modo los capitalistas acumulan sus riquezas? El valor de la venta del producto en
el mercado es superior al del costo de su producción; de lo contrario no existiría ganancia.
Por consecuencia, la ganancia con que se queda el capitalista no fue producida solo por lo
que él aportó, sino también por lo que aportó la o el trabajador. En el sistema capitalista, esta
porción de valor extra que se obtiene de un producto no es redistribuida al trabajador, y
precisamente ese valor extra (o plus del valor; valor adicional) es lo que constituye la
«plusvalía», la cual es apoderada por el capitalista permitiéndole así la acumulación de
mayor capital, mientras que las y los trabajadores solo pueden continuar siendo asalariados.
Realidad de América Latina el siglo XIX: quiebre del orden colonial Iberoamericano.
A principios del siglo XIX en las colonias latinoamericanas hubo un fuerte sentimiento
independentista y a través de alzamientos militares fueron consiguiendo su independencia
de la corona española. El proceso de independencia corresponde al periodo en el que se
llevaron a cabo acciones en las colonias latinoamericanas para lograr su Independencia de
los países que las gobernaban. Pero, ¿Cuáles fueron las causas que promovieron esos
En el aspecto social: El período que va del año 1880 hasta 1916 constituye una época clave
en la historia argentina. La transformación del país se hizo en el plano poblacional. Entre
1881 y 1890 aproximadamente 650.000 personas llegaron a la Argentina, pero las décadas
siguientes más de un millón y medio de personas cruzaron el mar rumbo al Río de la Plata.
Los inmigrantes constituyeron la masa de trabajadores de los sectores primarios y
secundarios, sembraron las tierras y levantaron las cosechas; también trabajaron en los
talleres y fábricas. En cuanto al origen de los inmigrantes predominaron los italianos y
españoles.
El importante número de personas que llegó a la Argentina fue acompañado por un rápido
proceso de urbanización. Las ciudades crecieron y se multiplicaron a lo largo del territorio.
La inmigración aumentó la población urbana pero en las áreas rurales se asentó también un
número importante de productores rurales y la mano de obra asalariada pobló los campos en
los períodos de cosecha.
La expansión demográfica no fue unifome: el litoral recibió la mayor parte de la población.
Buenos Aires, Santa Fé, Corrientes, Entre Ríos y Córdoba, juntamente con la Capital
Federal, albergaron el 77% de la población total.
La industria: una de las consecuencias más interesantes de la crisis desatada en 1929 fue el
proceso de crecimiento de la industria argentina, tibiamente pronunciado durante la Primera
Guerra Mundial. Las razones de ese crecimiento se relacionan, por un lado, con el
ensanchamiento del mercado de consumidores y con la existencia de suficiente mano de
obra, por otro, y fundamentalmente, con los efectos de la crisis que había cerrado la
economía de tal manera que se tornó necesario encarar un proceso denominado
INDUSTRIALIZACIÓN POR SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES (I.S.I.). En efecto, la
caída de las exportaciones argentinas provocó una disminución de divisas disponibles para
importar productos manufacturados, hecho que se agravó por la devaluación del peso. La
consecuencia más visible fue el reemplazo de una importante cantidad de productos
importados por manufacturas locales.
De todas maneras no debe exagerarse los alcances del proceso industrializador ya que fue
limitado en varios aspectos, tanto por el escaso interés del gobierno como por la falta de
capitales nacionales decididos a invertir en la industria.
El proceso de industrialización se concentró esencialmente en Capital federal y el Gran
Buenos Aires, Córdoba y Santa Fé y el resto repartidos en el resto del país. A pesar de los
desequilibrios regionales, la industria argentina creció, aunque con altibajos, a partir de
1935. En cierta forma imposibilitada de aumentar las exportaciones agroganaderas, como
consecuencia del proteccionismo europeo y norteamericano, se produjo un poco ordenado y
dispar el crecimiento industrial. Estos cambios en la relación entre el agro y la industria no
impedían que, en 1943, la economía argentina aún dependiera en gran medida del agro y de
las exportaciones de sus productos.
El gran cambio radicaba en la gran cantidad de industrias autosuficientes al entrar la década
del cuarenta: alimenticias, textiles, droguerías, etc. El desarrollo de algunas industrias se
vinculó con las transformaciones urbanas y el transporte, por ejemplo la industria del
cemento.
Dentro de este proceso de industrialización la inversión de capitales extranjeros en los años
treinta fue importante, no tanto por el monto, sino por la modernidad de sus empresas. Y si
Aspecto social: La crisis mundial y dos de sus consecuencias, la detención de las corrientes
inmigratorias ultramarinas y el proceso de industrialización, contribuyeron de forma
determinante a cambios notables de la sociedad argentina. El proceso inmigratorio se detuvo
casi totalmente en los años treinta.
El flujo ultramarino fue reemplazado por migraciones internas. En efecto, la aceleración del
proceso de industrialización a partir de la crisis de 1929, y más específicamente de 1935,
requería abundante mano de obra, que se nutrió de miles de migrantes que se trasladaban
desde diversos lugares del interior del país hacia los centros urbanos, acentuándose de esta
manera la urbanización.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se reactivó la inmigración debido a las
consecuencias sociales y económicas provocadas por el conflicto bélico y su finalización.
Paralelamente se verificó un aumento de migrantes de países limítrofes (bolivianos,
paraguayos y chilenos). Los principales flujos de migrantes internos se originaron en la
región pampeana y en menor medida en el Noroeste y Nordeste del país. Esta población se
dirigió a centros urbanos de diferentes tamaños hasta terminar asentándose en las grandes
ciudades.
EL MUNDO DEL TRABAJO: La clase obrera aumentó a la luz del desarrollo industrial. El
estancamiento del salario real, las deficientes condiciones de trabajo y el problema
habitacional contribuían a generar un clima de descontento social potencialmente
conflictivo. Este se agravaba en coyunturas críticas como durante la leve recesión industrial
de 1937-38 o la Segunda Guerra Mundial.
La organización de los trabajadores fue relativamente débil durante la primera mitad de la
década del treinta. A fines de septiembre de 1930 se constituyó la Confederación General
del Trabajo (CGT), la misma sustentaba su representatividad en los gremios ferroviarios,
tranviarios, municipales y empleados de comercio, quedando fuera los sectores industriales
de reciente desarrollo.
La CGT creció relativamente hasta 1943, aunque gran parte de los trabajadores no estaban
integrados a ella. Su vida interna estuvo signada por el enfrentamiento entre socialistas y
comunistas, agudizado tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Estas disidencias
EL MUNDO DEL TRABAJO: durante este período las condiciones institucionales fueron
favorables para los trabajadores, hecho que se tradujo en mejoras sustanciales del salario
real, aunque con oscilaciones. El nivel de vida de los obreros mejoró debido a ese aumento
de los salarios reales y a la estructura de precios que estimuló el consumo. La intervención
estatal, a través de las medidas de control de precios de los alquileres y alimentos, fue la
causa principal de las mejoras.
Las organizaciones sindicales: a partir de 1946 se difundió un modelo de organización
sindical cuyas raíces fueron introducidas en el período anterior. Los sindicatos por industria
se habían organizado en diferentes ramas durante la década del treinta y no constituían una
novedad. Sin embargo, en este período lo novedoso era el papel del Estado que daba apoyo
político y legal al nuevo modelo. Su intervención fue también decisiva en la implantación
del sindicato único por actividad, lo cual garantizaba el monopolio de la representación a un
Uno de los costados más efectivos y convincentes del nuevo gobierno fue su política externa.
Testimonio de ello dio la firma del Acuerdo de Integración entre la Argentina y Brasil,
llevada adelante por Alfonsín y el presidente de ese país, José Sarney, el 10 de diciembre de
El problema militar y los derechos humanos: desde el comienzo, el gobierno debió enfrentar
el difícil problema del disciplinamiento de las Fuerzas Armadas en el marco de la nueva vida
democrática. El gobierno de Alfonsín tuvo inicialmente una política decidida para resolver
tanto la cuestión militar como temas referidos a la Justicia. Se aprobaron varias leyes como
por ejemplo la que derogó la autoamnistía implementada por los militares al final de su
gobierno y la ley que incrementó las penas para quienes aplicaran cualquier tipo de torturas.
También se establecieron normas de castigo a quienes atentaran contra la vida constitucional
y la democracia y se encarceló a algunos militares que habían tenido reconocimiento de
responsabilidad en el secuestro y la desaparición de personas.
Los organismos de derechos humanos presionaron al gobierno para que conformara una
comisión bicameral para investigar las violaciones a los derechos humanos cometidos por
los militares. El Poder ejecutivo esquivó esta propuesta y, en cambio, creo la Comisión
Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep).
Poco tiempo después, el gobierno impulsó mediante un decreto el Juicio a los comandantes
de las Fuerzas Armadas acusados de ser responsables del genocidio, y simultáneamente
liberó a los subordinados apelando al principio de obediencia debida. El juicio duró desde
abril hasta noviembre de 1985 y culminó con las condenas de algunos de los ex comandantes.
Pero el punto 30 de la sentencia dejaba la puerta abierta para la realización de otros juicios,
contrariando al Poder Ejecutivo que pretendía cerrar el caso. En medio de fuertes presiones
militares el oficialismo logró aprobar en diciembre de 1986 la ley de punto final.
Menem al gobierno (1989 – 1999) cinco meses antes de lo previsto Carlos Saúl Menem se
hizo cargo de la presidencia. El nuevo presidente inició su mandato en un clima de
incertidumbre y las primeras medidas de gobierno insinuaron un cambio de rumbo respecto
de la tradición del partido peronista; Menem pensaba cambiar las orientaciones nacionalistas
y estatistas de su partido, aceptando las recetas preconizadas durante mucho tiempo por los
liberales - conservadores.
Economía: cuando Alfonsín se hizo cargo del gobierno, la economía nacional se encontraba
en franca retracción a la vez que la deuda externa se había multiplicado y la inflación se
hallaba descontrolada. Ante las dificultades el nuevo gobierno ensayó diferentes medidas
para resolver los problemas económicos.
En septiembre de 1984 la política inicial del gobierno llegó a su fin al implementarse una
nueva devaluación de la moneda, que fue acompañada por una fuerte restricción monetaria.
La aplicación de las recetas económicas del Fondo Monetario Internacional (FMI) tampoco
ayudo, pues se produjeron una nueva aceleración de la inflación, la caída de los salarios y
una rápida e intensa contracción de la actividad económica.
El impacto del Plan Austral no sólo fue en el aspecto económico, también en el aspecto
político favoreció la consolidación del alfonsinismo y permitió sortear favorablemente la
prueba electoral de 1987. Sin embargo, sus resultados fueron erosionados por la persistencia
de la inflación.
El declive del Plan Austral: para resolver la falta de recursos, entre julio y octubre de 1987,
el gobierno lanzó un nuevo plan económico creando un nuevo impuesto con el objetivo de
La situación era crítica y había que ensayar diferentes medidas para resolverla. Por un
lado, comenzaron a proponerse proyectos de privatizaciones. Por otra parte, se inició un
tibio debate sobre los servicios sociales que no alcanzó a originar cambios de envergadura
en la forma y el tipo de prestaciones.
Hacia fines de 1988 la situación económica se agravó puesto que el FMI y el Banco Mundial,
alentados por el economista Domingo Cavallo, cortaron los créditos al país. El 6 de febrero
del año siguiente se decidió una devaluación del peso que provocó la pérdida de los ahorros
de millares de personas. Inmediatamente, se desencadenó un proceso hiperinflacionario que
repercutió de manera catastrófica sobre precios y salarios y provocó la escasez de artículos
de primera necesidad. La consecuencia más dramática de esta situación fue la ola de saqueos
a supermercados y negocios de comestibles.
Los últimos meses de 1988 y la segunda mitad de 1989 transcurrieron en un clima económico
político y social tenso y enrarecido. A mediados de junio de 1989 el gobierno ya no tenía
capacidad alguna para controlar la economía ni margen para maniobrar políticamente.
Alfonsín anunció que resignaba su cargo a fin de acortar el mandato y allanar el retorno del
peronismo al gobierno, que había ganado las elecciones para la sucesión presidencial. El
gobierno electo, Carlos Saúl Menem, que había triunfado con un lenguaje de oposición a
las medidas de restricción del gasto, de privatizaciones y de control de las organizaciones
gremiales, anticipado en su gestión y una vez en el gobierno, dió un giro en su prédica de
oposición y comenzó a proponer el fin del intervencionismo estatal, la privatización de las
empresas públicas, el ajuste fiscal, la condena al capitalismo protegido y la apertura de la
economía.
Las reformas del nuevo gobierno se extendieron al sistema previsional (se estableció un
sistema de jubilaciones privadas), lo que abrió un espacio para la acumulación de capital y
las especulaciones. La batalla contra la inflación, que había sido perdida por Alfonsín, fue
ganada por la aplicación de un plan de convertibilidad que igualó el valor del peso con el
dólar y se apoyó en el compromiso de no emitir moneda sin respaldo y de reducir el aparato
estatal. Los cambios se profundizaron y el resultado del diseño de la versión criolla del
noeliberalismo dejó su saldo de excluidos y marginados (nuevos pobres, incremento de la
población con necesidades básicas insatisfechas y el deterioro de las condiciones de vida
de los sectores populares) que el boom del crédito y el consumo sólo ocultaron parcialmente.
El 24 de marzo de 1976 las fuerzas armadas, con el apoyo de sectores civiles, protagonizaron
un golpe de Estado. Los militares se dedicaron a los aspectos políticos del gobierno y la
eliminación de la subversión, mientras que el Ministerio de Economía quedó en manos de
Alfredo Martínez de Hoz (1976-1981), quien implementó una fuerte política liberal y desde
1979 una política cambiaria que fijaba el valor del dólar a futuro conocida con el nombre de
“tablita”. Su política económica giró en torno al endeudamiento externo, la apertura
Cuando las fuerzas armadas tomaron el gobierno en marzo de 1976, la deuda externa era de
casi 8.000 millones dólares, al final de su gobierno había trepado a los 45.087 millones de
dólares. Pero el perjuicio que se le ocasionó al Estado y al pueblo argentino fue aún mayor.
También las empresas privadas argentinas y extranjeras contrajeron grandes deudas en
dólares. Durante los pocos días en que Domingo Felipe Cavallo estuvo al frente del Banco
Central de la República Argentina en 1982, la deuda externa privada fue nacionalizada,
favoreciendo a importantes empresas privadas argentinas como así también a las filiales de
las multinacionales. Por otra parte entre los años 1978 y 1981, es decir durante la propia
gestión del ministro Martínez de Hoz, más de 38.000 millones de dólares habrían salido de
Argentina de manera excesiva o injustificada’, ello estaba permitido fundamentalmente por
el hecho de que cada residente argentino podía comprar 20.000 dólares por día que podían a
continuación ser colocados en el extranjero. De tal manera que el propósito y los objetivos
fijados por el gobierno militar sólo quedaron en el papel.
Los años ochenta: para 1979 el gobierno militar argentino había perdido el control sobre la
economía derivando en una espiral inflacionaria, en devaluación y desempleo, tras la
aplicación de medidas de cuño liberal ––levantamiento de las barreras que protegían a la
industria nacional ante las importaciones, cambios en la política financiera que favorecieron
la inversión especulativa–– sostenidas a través del endeudamiento externo. La situación en
la Argentina ha resultado mucho más patética que en los otros países de la región, tanto
durante la dictadura militar como durante los años noventa, en los cuales se agudizó el
proceso de desestatización comenzado en 1975. Esto se debió a que las medidas neoliberales
fueron aplicadas con una menor consideración a sus efectos sociales y a que, paralelamente,
podría afirmarse que la imposición de estas políticas económicas fueron acompañadas de un
desprestigio del sistema democrático.
El retorno a la democracia
Del mismo modo, el gobierno de Alfonsín intentó llevar adelante las primeras
privatizaciones, entre ellas la de Aerolíneas Argentinas, pero el proyecto privatizador
encontró una fuerte oposición en los sectores sindicales y en el Congreso en los legisladores
del peronismo. Paradójicamente, las privatizaciones tuvieron que esperar a que los que se
oponían llegaran al gobierno en 1989 para concretarlas.
Durante su campaña electoral, Menem había prometido que sus medidas económicas
girarían en torno a la “revolución productiva” y un fuerte aumento de salarios que serviría
para incentivar el consumo. La realidad fue que ninguna de las dos propuestas se cumplieron
y que desde que asumió el gobierno a mediados de 1989 y hasta el año 1991 el fantasma de
la hiperinflación siguió asustando al gobierno y a la sociedad.
En 1991 Cavallo asumió como ministro de Economía y a partir de ese momento se pusieron
en funcionamiento todas las medidas ultraliberales tendientes a abrir los mercados
económico, financiero y laboral. Las medidas que no lograban ser aprobadas por la
oposición del Congreso fueron impuestas por decretos presidenciales.
Por ese entonces, también debe tenerse presente que la afluencia de capitales en la Argentina
fue el resultado de préstamos financieros a las empresas privadas y a las empresas estatales
privatizadas y extranjerizadas.
En rasgos generales se repitió en los ’90 la misma situación que la Argentina conoció a partir
de mediados de los setenta. La sanción en 1991 de la ley de convertibilidad del ministro
Cavallo fijando la paridad cambiaria de un dólar un peso, nuevamente impuso una ficción
en la sociedad argentina que se percibió con capacidad económica al cobrar sus salarios a
valor dólar. Al igual que en la época del ministro Martínez de Hoz, los argentinos podían
viajar al exterior y adquirir vehículos, electrodomésticos y productos de alta tecnología, con
lo cual a la sociedad argentina se le despertó la fascinación por el gasto y no por el ahorro.
La gran mayoría de la sociedad no recordó la experiencia del gobierno militar y una vez más
se dejó llevar por la ilusión. Este proceso significó un golpe más para ciertos sectores de la
industria que se vieron afectados por la importación de bienes manufacturados. Se abrió así
otra etapa de desindustrialización con su correspondiente incremento en la tasa de
desempleo y en un aumento de la economía informal.
✓ Nos referimos a una ocupación que goza de una remuneración pero también a aquellas
actividades que no se les da una valoración económica, como podría ser el trabajo
doméstico.
✓ A veces también asociamos esta noción a un espacio físico cuando decimos, por ejemplo,
«me voy al trabajo» o «estoy en la oficina».
✓ En otras oportunidades hablamos del trabajo como la obra producida por una persona.
Por ejemplo, decimos que alguien hizo un buen trabajo, una vez que finalizó algo: reparar
una computadora, construir una pared, ordenar la casa.
✓ A veces se equipara trabajo con una actividad intelectual, como cuando alguien afirma
trabajar en un proyecto de investigación; o referido a una actividad física, cuando un
profesor nos dice «buen trabajo», tras ejercitarnos en el gimnasio
✓ Vemos entonces que este concepto implica una acción o un conjunto de acciones que
crean o transforman algo. Nos da una idea de un proceso, algo que implicó un tiempo
determinado.
✓ Se suele identificar al trabajo con aquellas actividades socialmente valoradas y
legitimadas, como las labores del docente, el médico, arquitecto, etc. Quedarían fuera
del mismo las actividades ilícitas como vender drogas, traficar armas, robar.
✓ Asimismo, la palabra es usada para referirse a que alguien «tiene» trabajo y se valora
como algo preciado por la sociedad, sobre todo en tiempos de crisis socioeconómicas.
Entonces, tratando de abarcar todas las dimensiones que implica el trabajo humano,
podríamos definirlo como CONJUNTO DE ACTIVIDADES QUE LAS PERSONAS
REALIZAN CON LA FINALIDAD DE LOGRAR UN OBJETIVO, QUE PUEDE SER
DESDE SATISFACER LA NECESIDAD DE LA PROPIA SUPERVIVENCIA
HASTA LA SATISFACCIÓN DE NECESIDADES ECONÓMICAS, CULTURALES
Y DE TODA OTRA ÍNDOLE QUE IMPLIQUE LA DIGNIDAD HUMANA.
TRABAJO INDEPENDIENTE
Los trabajadores independientes, a diferencia de las personas en condición de trabajadoras
asalariadas, no dependen de un empleador en particular; sus condiciones se fijan de acuerdo
con las posibilidades que tiene en el mercado laboral. Los trabajadores independientes son
los que asumen los riesgos económicos de la actividad que desempeñan, contrariamente a lo
que ocurre con los trabajadores asalariados, quienes cuentan con mayor certidumbre respecto
de sus ingresos laborales, organizan su propio trabajo y deciden cuándo y cómo hacerlo. Ese
riesgo es lo que lleva a que la remuneración que perciben no siempre es la misma. Tampoco
gozan de los beneficios del trabajo dependiente, como vacaciones pagas, licencias o una
remuneración mínima fija.
Dentro del conjunto de trabajadores independientes podemos diferenciar los siguientes
casos:
• LOS PATRONES (EMPLEADORES): son aquellos que siendo únicos dueños o socios
activos de una empresa establecen las condiciones y formas organizativas del proceso de
Los actores que intervienen en el mercado del trabajo son: las organizaciones
empresariales, las Cooperativas de Trabajo, los trabajadores, las organizaciones
sindicales y el Estado. La demanda de trabajo está compuesta por las empresas o
empleadores que compran servicios. La oferta de trabajo se compone por las/os
trabajadoras/es, quienes venden su servicio. La interacción de ambas determina las
remuneraciones en el mercado laboral, aquél donde los individuos intercambian servicios.
En los puntos siguientes desarrollaremos cada uno de los actores intervinientes.
LA ORGANIZACIÓN EMPRESARIAL es el diseño y mantenimiento de un sistema
basado en la determinación de los roles que cada uno debe cumplir. Es la coordinación entre
los recursos humanos y materiales para lograr determinados objetivos.
Algunas de sus características principales son:
- Se originan para realizar una determinada actividad.
- Las actividades están divididas, jerarquizadas y ordenadas en forma lógica, determinando
las funciones que cada uno cumple.
- Cuenta con los medios económicos y humanos.
- Con un sistema de comunicación efectivo.
- Con un sistema de control y supervisión.
Por su parte, el artículo 5° de la Ley 24.744 y modificatorias, define «empresa» a la
organización instrumental de medios personales, materiales e inmateriales, ordenados bajo
una dirección para el logro de fines económicos o benéficos. A los mismos fines, se llama
«empresario» a quien dirige la empresa por sí o por medio de otras personas y con el cual se
relacionan jerárquicamente los trabajadores, cualquiera sea la participación que las leyes
asignen a éstos en la gestión y dirección de la «empresa».