Tema Yo Os Envío-Laptoptere
Tema Yo Os Envío-Laptoptere
Tema Yo Os Envío-Laptoptere
Lucas 24,13-35
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea
llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había
sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos.
Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo:
—¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?
Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:
—¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?
Él les preguntó:
—¿Qué?
Ellos le contestaron:
—Lo de Jesús, el Nazareno, que fue profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo
el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a
muerte, y lo crucificaron.
Nosotros esperábamos que él sería el futuro liberador de Israel. Y ya ves, hace dos días que
sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues fueron muy de mañana al sepulcro y
no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles que les habían dicho que estaba vivo.
Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.
Entonces Jesús les dijo:
—¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su
gloria?
Y comenzando por Moisés y siguiendo por los Profetas les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea
donde iban, él hizo ademán de seguir adelante, pero ellos le apremiaron diciendo:
—¡Quédate con nosotros, porque anochece y el día va de caída!
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les
abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron:
—¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban
diciendo:
—Era verdad, el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón.
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Ver el contenido de las dos reuniones de este tema en el libro Grupos de Jesús, de José Antonio Pagola
Estamos llegando al final de este camino que hemos podido recorrer juntos, con bastante esfuerzo en algunos momentos. Es una
experiencia de aprendizaje maravillosa, vivenciar la comunidad cristiana y crecer espiritualmente en el conocimiento del Señor. Nos
provoca un doble sentimiento, alegría de que hemos podido llegar hasta aquí y pena de saber que ya se acaba. Nos hemos sentido
cercanos leyendo y escuchando nuestros aportes y comentarios.
Este relato trata de mostrarnos lo que nos pasa a los seguidores de Jesús, nos sentimos retratados todos. Los discípulos habían
convivido con Jesús, estaban a gusto con él, con sus enseñanzas, con sus milagros, les daba seguridad, todo encajaba… de repente la
muerte los destroza, todo se viene abajo, no saben qué hacer, a donde ir…
Sin embargo, los discípulos iban caminando, la muerte de Jesús no los había paralizado. Jesús se acerca y camina con ellos “¿De qué
van discutiendo por el camino?”. Una simple pregunta que va permitir la liberación de tanta amargura y tristeza contenidas en el alma.
Jesús deja que los discípulos enfrenten la dura realidad que están viviendo. No pone ningún paliativo a sus penas, ni consuela ni
mitiga, sólo acompaña y escucha. Cuántas veces ha hecho eso el Señor a través de nuestras vidas. Tenemos dificultades, nos sentimos
perdidos y de pronto sentimos su compañía.
Se encontraban escuchando a Jesús, a quién no habían reconocido aún, lo invitaron a que se quedara con ellos; dice la “noche está
cayendo” – se viene la oscuridad – “quédate con nosotros” – contigo nos sentimos seguros -. Y aquí viene el momento culmen del
pasaje cuando pronunciando la bendición, “partió el pan y se lo dio”, “a ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron”. Pero Jesús ya
no estaba con ellos. Y comentan después ¿acaso no ardía nuestro corazón…?
¿Cómo lo reconocen sus seguidores? Por sus acciones. Por su manera de partir el pan. Un ritual que muchas veces había compartido
con los suyos. Compartir la comida no es solo alimentarse sino también compartir intimidad. Sentarse a la mesa con las personas que
uno ama.
Nos ayuda la idea de pensar en Jesús como una persona real, como cualquier otro amigo, con el cual debo cultivar mi amistad, pues la
amistad no surge solo de pasar tiempo con otra persona. Surge de compartir mis dificultades, mis tristezas y mis alegrías y todo esto es
lo que comparte Jesús con nosotros.
El Señor entró nuevamente a sus vidas y a nuestras vidas, nos acompaña en el camino, si lo invitamos, se hospeda en nuestro corazón,
lo reconocemos cada vez que celebramos la Eucaristía y también en nuestros hermanos que sufren. El mensaje de Jesús es una
experiencia que va modificando nuestra vida a pesar de nuestra incapacidad de comprender.
La experiencia pascual requiere de ese doble componente, escuchar la palabra que es también escuchar al otro y celebrar la eucaristía,
que tiene por extensión compartir el pan.
La Eucaristía transporta nuestra vida a la acción, es una celebración en comunidad que nos ayuda a sentirnos unidos a Jesús. Se hace
presente su vida y su espíritu en cada uno de nosotros.
Es el momento cumbre de esa experiencia donde revivimos la cena pascual donde convertimos el pan, fruto del trabajo, en cuerpo de
Cristo partido y compartido.
Pagola nos dice: “si al celebrar la Eucaristía nos sentimos alimentados por Jesús, reafirmados en la fe y alentados para seguirle con
esperanza nueva, no pidamos más. El Resucitado está caminando con nosotros” El misterio no se puede razonar es para contemplar,
los discípulos cuando hicieron silencio en reposo, callados, escucharon a Jesús.
La presencia del Señor es algo que nos acompaña siempre. En todo momento y en cualquier circunstancia. De hecho, gracias a esa
presencia podemos sobrellevar con entereza y paz lo que la vida nos presenta. Sentimos y sabemos que Dios va con nosotros. Su
presencia dentro nuestro nos anima y reconforta. Es la sensación de no sabernos nunca solos. En los evangelios se dice que al expirar
Jesús se rasgó el velo que cubría el templo y pudo verse la Luz: es la Luz del Espíritu. El Señor resucitado en nuestros corazones y en
nuestra vida nos da esperanzas. Nos recuerda a diario que estamos transitando este mundo para aprender de sus enseñanzas y ayudar a
la construcción del reino de Dios, imaginando una nueva sociedad más atenta, más justa y compasiva.
«Y porque ya anochece quédate con nosotros, no dejes que la noche nos sorprenda sin ti», así decía el estribillo de esa vieja canción,
así le digo hoy a Jesús, que no me deje en la noche, que pueda regresar para verlo otra vez y reconocerlo al compartir el pan.
Creemos que en este grupo hemos ido descubriendo a ese Jesús viviente en cada una de nosotras, que nos ha acompañado en
nuestras tristezas y alegrías, y compartiendo en comunidad. Estamos en el final de nuestro recorrido pautado y vamos en el
anteúltimo tema. Es algo tan hermoso lo que hemos vivido… lo que nos hemos conocido… lo que hemos crecido- tanto
como grupo como individualmente con nuestra fe – solo alrededor y con cristo se genera esto.
No cabe duda que Dios se manifiesta en nuestras vidas, solo es estar atentas a Él, abrir los sentidos, descubrimos que siempre
ha estado a nuestro lado, aún en los momentos muy difíciles. Lo hemos experimentado también en nuestro grupo más de una
vez… unas y otras hemos ido lanzando pelotas al aire… hasta que una de nosotras nos hace ver cuán fácil es encontrar a
Jesús.
Seguirlo a Jesús es practicar el casi (conocer (lo), amar (lo), seguir(lo) e imitar(lo)).
Son los últimos encuentros donde vamos decidiendo cómo seguir, pero seguras que con la ayuda del Espíritu vamos a seguir
caminando unidas en Cristo.
En este pasaje tan esperanzador se abren varias puertas por las que el grupo En Camino queremos transitar.
En primer lugar, los discípulos invitan al caminante a compartir mesa con ellos, y aunque aquel gesto de acogida no parece
gran cosa, se abre la primera puerta por la que entra el conocimiento y abre los ojos de aquellos hombres mostrándoles todo
lo estaba allí, delante de ellos, esperando.
La segunda puerta se abre con otro gesto sencillo: el de partir el pan. Aquella acción tan llena de simbolismo, se convierte en
un lenguaje tan claro que no necesita palabras. El lenguaje de Jesús es un idioma de detalles, porque es en ellos donde
suceden las cosas importantes. Jesús lo explicaría cuando hablaba a sus discípulos de la levadura o de la semilla de mostaza.
Aquellos hombres, sin saberlo, estaban descubriendo un nuevo paradigma: los sentidos no son suficientes para ver o sentir a
Jesús, ahora es necesario abrirnos para reconocerlo. Y nuestra puerta se abre en la acogida al extraño, en la empatía con el
enfermo, en la confianza en el encarcelado, etc.
Una vez reconocido Jesús, aquellos dos discípulos se ponen en camino de vuelta para contar al resto el descubrimiento en el
caminante desconocido, porque es nuestra esencia fraternal la que nos lleva a compartir cualquier descubrimiento que nos
haya emocionado y ayudado.
Consideramos que “El camino de Emaús” es una pequeña representación de lo que va a ser el otro gran camino de dos mil
años tras la “decepción” que supuso la crucifixión de Jesús como uno más de los cientos que morían cada año en Palestina.
Acercamiento a la vida
Para nosotros, el pasaje encierra una fuerza simbólica muy valiosa: el forastero iba a seguir su camino…pero un acto de amor
en la insistencia para que se quedara con ellos, hizo posible lo demás. Si no somos capaces de realizar estos gestos, estamos
dejando que el caminante se vaya y siga su camino.
Por esto, nos proponemos limpiar nuestros ojos y tratar de verle en cualquier persona que se cruce con nosotros en nuestras
calles, y compartir con los que nos necesitan, tanto si son pobres o ricos, sin olvidar que pobres de Dios somos todos y
solamente Él puede saciarnos.
Si este pasaje nos muestra a dos seguidores de Jesús que habían perdido el rumbo en su vida, con los que nos sentimos
reflejados por nuestro desánimo en forma de cansancio, también nos recuerda que Jesús está en camino, y sin imponerse a
nuestra libertad, está dispuesto a entrar si le abrimos la puerta, o a seguir su camino si no lo hacemos.
Un abrazo.
Los dos discípulos (el relato “en cuestión”, sólo menciona el nombre de uno, cosa sugerente, ¿no?) están caminando,
discutiendo sobre todo lo que había acontecido por aquellos días en la Ciudad Santa; van en estado de desconsuelo, de
desolación, de desesperanza… Han perdido, con la cruenta muerte del Maestro en el patíbulo del Gólgota (cosa no poca
esto), la esperanza en la vida de verse «libres»… (Pero, ¿«libres» de qué?, o mejor, ¿de quién/es?… ¿Qué «MÁS» [les]
faltaba? ¡Gran pregunta!
Me parece que los dos discípulos en cuestión, no han comprendido del todo la predicación de Jesús −incluso les pasó a los
Once− y están desilusionados porque creen “frustrado” el Proyecto de Jesús. Vale la pena recalcar que muchos esperaban un
guerrero que liberara al pueblo del yugo romano.
Lo que les falta a los discípulos, para creer en Cristo resucitado, es la fe (en que ese hecho haya ocurrido de verdad, cosa que
me pasa a mí en numerosas ocasiones, más de las que desearía).
Pasa a menudo que somos torpes para comprender al Señor, pero es porque nos dejamos llenar la cabeza por ideas
“modernas”.
Creo que hablar de Jesús, aún sin fe, es importante porque así se mantiene “viva” aunque sea una pequeña llama que puede
luego volverse FUEGO.
También me ha sido dada la gracia de sentir “arder” mi corazón, sea hablando de Jesús con otros (mis alumnos de la
catequesis, en el pasado, o mis enfermos, recientemente), o hablando con Jesús Eucaristía en alguna visita al Santísimo
Sacramento del Altar. O escuchando a un ministro ordenado con mucho carisma y gran vida interior.
Mientras iban de camino juntos, y ya estando cerca del pueblo adonde dos de ellos iban, el «Acompañante» misterioso hizo
ademán de seguir adelante Su camino, pero ellos [los dos compañeros = Comunidad; cf. Mt 18,20], lo detuvieron al unísono
y le dijeron: «¡Quédate con-nosotros!… Ya es “de noche”… ¡Quédate!». Entonces, Él entró en la Casa y cenó con ellos (cf.
Ap 3,20).
Cuántas veces deberíamos estar más atentos a Aquel “desconocido” que encontramos en nuestro Camino, pues bien puede ser
Jesús que viene a “encender” de nuevo la esperanza. Esa esperanza que, si nos aferramos a ella a pesar de la evidencia y con
confianza en Dios, veremos cómo nos cambia y hace que las cosas se resuelvan; quizás no como nosotros esperábamos, pero
sí como Dios las quiere.
Hay una cosa que siempre me enfurece: Jesús, en toda Su “plenitud”, viene a predicar a Sus discípulos y al resto del mundo, a
dar testimonio de Dios; y cómo ha permitido, desde sus inicios, que la Iglesia sea un Estado político, con el mismo machismo
que ha imperado desde siempre en todas las religiones. ¿Realmente ha cambiado algo desde la llegada de Jesús? A nivel de la
interpretación de la religión, ¿no sigue la Iglesia llena de “fariseos”? A veces me consuela la idea de que ya responderán por
sus actos.
¡Quédate, Señor, ¡te necesitamos! Nos sentimos heridos y agobiados. Precisamos Tu alivio y fortaleza. ¡Tu Amor
misericordioso hecho “Signo” de comunión!
¡Que nuestra fe en Jesús, el Cristo, se acreciente −o reavive− caminando junto a otros, escuchando Sus «Buenas Nuevas» y
anunciando gozosamente que la Muerte no tuvo −ni tendrá nunca− la última palabra: ¡ni en la vida, ni en la historia!
ACERCAMIENTO A LA VIDA.
Sí, definitivamente tengo el convencimiento de que un Cristo «VIVO» me acompaña todos los días, mientras voy de camino
por la vida… Esto lo veo reflejado fielmente en mi día, cada día: En algún momento de él, lanzo una miradita al cielo (sin
decir palabra alguna) o la vida misma se encarga de sorprenderme con algún detalle bonito que me hace recordarlo y
renovarlo, me posibilita el vivir y agradecer… ¡me hace, definitivamente, SER! Y ser «Uno con el Todo».
Estoy convencido de que Jesús me acompaña siempre en mi caminar y lo he experimentado un sinfín de ocasiones, no
solamente en mi persona, sino en mi familia, hermanos de comunidad y amigos. Jesús, ¡ESTÁ VIVO!
Contra viento y marea, debo siempre mantener la “llama” de la esperanza, la fe (o sea la confianza) en Dios, y no juzgar a
nadie para poder amarlos como Dios manda. Para esto tengo que vivir en un estado consciente para ver las cosas como son,
sin los filtros de mis prejuicios.
No reconocer a Jesús es mantener los ojos cerrados al dolor de los más necesitados.
En relación a esta parte, comentar que ando bastante perdida, y no siempre siento la Presencia de Jesús en mi vida.
Si Sus discípulos dudaban de que hubiera resucitado, me consuelo pensando que en cierta manera es “normal” que yo
también tenga mis dudas, y no siempre sienta Su Presencia.
Ciertamente, pareciera más fácil “sentir” a Dios cuando todo marcha bien, sobre ruedas, que cuando algunas nubes grises
cruzan temerosamente nuestro, a veces, estrecho y ya sombrío cielo… Cuando esto ocurre, ante el desconcierto, Rm 8,28: Me
consuela saber que Dios me ama y, por esto, quiere solamente mi Bien, y lo busca incansablemente también junto con-migo.
Esto ya es, de por sí, un gran motivo para comenzar ya a ser feliz.
¡Qué hermoso es ir en compañía en el camino de la vida! Me agradó mucho esta idea de que los discípulos de Emaús
posiblemente pudo haber sido una “pareja”. Y me recordó el sueño de hace muchos –pero, de verdad–, muchos años, el día
de nuestra boda: ir juntos por la vida animándonos el uno a la otra, y viceversa, en caso de tropezar.
¡Gracias, Señor,
por la recuperación de la salud
de muchas personas!
De: Iciar Martinez Soriazu , Jesús Fuster Millet , Maria Mecedes Angarita Urdaneta , Marina Saiz Hoz , Puri Ugarte
Lopetegui , Xinia Flores Marchena , Lc. Wolfgang Streich BNL.
Tras la crucifixión de Jesús, dos discípulos retornan a la aldea de Emaús desde Jerusalén. Uno de ellos se llama Cleofás pero
el texto no nos informa sobre la identidad del otro discípulo. El hecho de que este discípulo no sea identificado nos invita ya
de antemano a que cada uno de nosotros nos pongamos en su lugar, pues lo que estos dos personajes vivieron se repite en
nuestras vidas una y otra vez. La situación emocional llama la atención pues caminan entristecidos, desesperanzados y con
incertidumbre ya que han ocurrido hechos inquietantes como la desaparición del cuerpo de Jesús y la aparición de unos
ángeles anunciando que estaba vivo. Su esperanza ha quedado truncada cuando todo se les ha puesto en contra, reflejando
con ello que no han tenido la fe suficiente para creer y esperar en el Señor, ya que aparentemente han vencido los enemigos
de Jesús y lo han matado. Resulta complicado comprender la resurrección. Es una verdad indemostrable que hay que creer
por fe. Aunque estos seguidores de Jesús tuvieron una suerte inaudita y especial, pues Jesús les ofreció tener una experiencia
de Él resucitado. Para creer en Jesús resucitado les hacía falta verlo. Nosotros no hemos tenido esa Gracia, pero los
testimonios de estas humildes personas que lo vieron y tocaron nos ayudan a sostener esa fe.
Jesús lleno de amor les sale al encuentro, se une a caminar con ellos dándoles confianza. Con toda paciencia se une a la
conversación preguntándoles y escuchando lo que cuentan. En ese momento están hablando y discutiendo sobre Él y todo lo
acontecido. Este hecho de recordarlo es muy importante, tengamos más o menos fe, pues su vida, su comportamiento y todo
lo que nos enseñó es válido para todo el mundo, tenga fe o no. Ensimismados expresan el sentimiento que les acongoja: la
pérdida de ese profeta en quien esperaban al futuro libertador de Israel. Es decir, todavía siguen viendo y sintiendo con los
ojos, con lo material, en vez de con el corazón.
Inmediatamente Jesús les reprende, les hace reflexionar, les hace recordar…. Y con toda paciencia les explica el sentido de la
venida del Mesías ya anunciado por los profetas; pues ellos habían entendido esos relatos y a los profetas con un espíritu más
parecido al que aparece en el Antiguo Testamento, de grandiosidad, poder,…. Jesús les dice que todo lo que pasó era
necesario, y les explica todo lo que las Escrituras dicen sobre Él de otra manera, la de la misericordia y el amor. Ellos,
mientras tanto sienten que su corazón “arde”, es decir, sus palabras llegan adentro, les afecta, las sienten. Ese sentimiento, a
pequeña escala comparado con lo que ellos sintieron, lo vivimos a veces cuando se leen determinadas palabras de Jesús y se
profundiza en ellas, o cuando las escuchas.
También nosotros, cuando estamos lejos de Jesús sentimos, al recordar lo que nos dijo y lo que tenemos que hacer, la
necesidad de volver a Él. Y le pedimos que nos ayude a ser auténticos seguidores suyos. Sentimos deseos de amar al Padre y
amar a nuestros semejantes.
Cuando llegan al pueblo, los discípulos ya han recuperado el interés y le piden al caminante que se quede con ellos porque
anochece. Ya son capaces de preocuparse por el compañero de camino. Y al partir el pan sus ojos se abren y, por fin, lo
reconocen. A continuación, Jesús desaparece y estos vuelven adonde están sus compañeros. No importa la noche ni el
cansancio. Tienen que contar que han visto al Señor. Entendemos que estos dos hombres corran a comunicar lo vivido, pues
han pasado de la pena a la alegría, y quieren compartir este hecho y todo lo experimentado con sus amigos para que ellos
también participen de esa alegría.
Conmueve cómo Jesús es fiel y nunca nos abandona pues es Él toma la iniciativa y siempre sale al encuentro, no para
recriminarnos nuestra falta de fe sino para ayudarnos a reconocerlo resucitado y cumplidor de la voluntad del Padre.
ACERCAMIENTO A LA VIDA
+ Yo partí de cero y he descubierto algo que en modo alguno veía con las enseñanzas de la escuela, catequesis, … Volver al
Evangelio original, poco a poco desentrañar lo que Jesús nos quería enseñar con sus palabras, aplicarlo a la vida diaria,… me
ha abierto una ventana que no sabía que existía. O, mejor dicho, se supone que existía, pero no sabía cómo abrirla. En el
trabajo grupal, escuchar las reflexiones y experiencias de otras personas, la interpretación personal tan variada y útil es
siempre muy enriquecedora.
+ Me entristece pensar que terminemos este recorrido, abrigo la esperanza de que nosotros en Maranatha vamos a continuar y
así será, porque a cada uno se nos nota la sed el deseo de estar compartiendo con Jesús. Ya se nos ha convertido en un hábito
y creo que es difícil dejar de seguir conociendo a Jesús en grupo como lo hemos venido haciendo, con esa misma disciplina.
Sigamos este camino, unidos. Maranatha.
+ Es muy importante continuar con una formación de estudios bíblicos, pero en la línea de Pagola, fray Marcos, que nos
ayuden a descubrir el Dios de Jesús. hacer nosotros nuestra confrontación con toda la riqueza de las Sagradas Escrituras, qué
me dice a mí en este momento.
+ Vivo totalmente convencida de que Jesús resucitado me acompaña siempre y en todo momento de mi vida y mi pensar.
Seguramente si no fuera así, no sabría caminar con los demás, no respetaría a los demás como todas las personas se merecen,
por ser hijos de Dios. hermanos nuestros y compañeros de comunidad y de camino. Lo experimento muchas veces,
especialmente cuando soy incapaz de decir no os puedo ayudar.
+ Creo que esta parte del camino me está sirviendo para aprender a ver el mundo con otra mirada; y creo que me falta otro
tanto para aprender a encontrar a Dios en todas las cosas y en todas las personas. De ahí que sea un camino largo, pues es
como darle la vuelta a tu vida igual que si se la dieras a un calcetín.
+ Jesús y el Padre están en mi interior, dentro de mí. No es que me acompañen, forman parte de mí. De eso estoy convencido,
y ese es el tesoro al que alude Jesús en el evangelio. Aún no he encontrado el tesoro. Creo que para dar con él debo crecer en
humanidad. Ser cada vez mejor, con más bondad hacia los demás.
+ Si estoy convencido de que Jesús nos acompaña, Él siempre está dispuesto, nosotros somos los que fallamos y nos alejamos
de Él, es cuando caemos en pecado, pero Él siempre está con los brazos abiertos para que volvamos a Él.
+ Creo que el grupo de creyentes, las pequeñas comunidades parroquiales, es un lugar teológico donde vivir la experiencia
del encuentro. Y los pobres, de toda condición y clase. Se dice que los pobres nos evangelizan. Es verdad, al Señor también
se le identifica por sus llagas como Tomás. Y por las maravillas que Dios hace a pesar de la torpeza de sus instrumentos.
+ A veces sí que he experimentado la cercanía de Jesús. Y, a pesar del desastre de mi vida, me sigue saliendo al encuentro
ofreciéndome el amor compasivo y misericordioso del Padre, el deseo de que se haga realidad en mí y en todo el mundo el
Reino de Dios, el ansia de poder asumir activamente sus mismos sentimientos, vivir entrañablemente unido al Padre y a todos
los hombres.
MARGALIDA, MARIVI, RICARD, ANA VILMA, ANTONIO, FRANCIS, ISABEL, JAVIER, LUCILA
– Por el camino a Emaús los dos discípulos recuerdan a Jesús «como un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y
ante todo el pueblo, pero su crucifixión y muerte, acaba con todas sus esperanzas. El anuncio de las mujeres les resulta no
creíble: «a Él no lo vieron». NO BASTA QUE TE LO CUENTEN OTROS, ES NECESARIO QUE TENGA UNO LA
OSADÍA DE HACER LA EXPERIENCIA DEL ENCUENTRO CON EL CRUCIFICADO/RESUCITADO
– Estos discípulos que se encaminaban a Emaús en el fondo de sus corazones se sentían inquietos porque no se resignaban a
quedarse sin entender lo que había pasado…Querían entenderlo…
…Y para ello iban hablando entre sí…Recordaban cosas de Jesús…Uno a otro se decían… ¿Tú te acuerdas? De cuando Jesús
nos decía aquello… ¿y de cuando nos decía aquello otro y cuando nos explicaba? ¿Tú te acuerdas?
Querían averiguar si entre los recuerdos que guardaban de Jesús había alguno…algún dato…algún detalle que se les hubiera
pasado desapercibido que les pudiera dar un poco de luz, que les iluminara…que les hiciera entender el porqué de la
crucifixión de Jesús…El porqué de ese golpe tan atroz y tan inesperado que había supuesto para ellos la desaparición de
Jesús…Y con Jesús…la desaparición de todos sus sueños…Unos sueños a los que habían dedicado tres años de su vida.
– Jesús se les acerca, están tristes y pensativos y desesperanzados y no le reconocen, sumidos en su confusión.
Los discípulos a pesar de todo estaban pensando en sus mensajes y lo que les dijo, sus parábolas y todo lo que les dejó q ellos
pensaban.
-Y es solo entonces…cuando están los dos discípulos en ese estado de vacío, de aturdimiento insufrible…cuando Jesús se les
aparece…
-Mientras Jesús les habla van recuperando la esperanza y se van curando sus corazones, volviendo a recuperar la fe.
-La petición de los discípulos para que se quede responde a la necesidad de que sea Jesús quien les de algún signo de
reconocimiento de que está vivo: que no están solos, que hay Alguien que los acompaña y camina con ellos. Y es en el gesto
del partir del pan «se les abrieron los ojos y lo reconocieron». En aquel gesto se concentraba todo lo que había sido la vida de
Jesús: vida entregada, ser buen pan partido, compartido y comido para dar vida en plenitud. Es en esos gestos donde se hace
presente y donde quiere que también sus seguidores le reconozcan y le reconozcamos.
-…Es entonces y solo entonces, no antes, cuando ellos son capaces de percibir que Jesús vive y está junto a ellos…
-El encuentro con Jesús resucitado les devuelve a la misión: lo que han vivido y experimentado por el camino, y en la
fracción del pan les hace volver a Jerusalén para contar lo mismo que habían vivido otros por otros caminos: «era verdad, el
Señor ha resucitado».
– …y ya le encuentran sentido a todo lo que ha sucedido… se sienten plenos y con una necesidad irrefrenable de contárselo a
sus amigos…y vuelven a Jerusalén transformados…Ya no volverán a tener miedo siempre que su corazón les haga vivir otra
vez la luz de la experiencia que acaban de tener..
II ACERCAMIENTO A LA VIDA
-VEO. X acompaña a Z, que viene de Senegal por una ONG que colabora con los Hermanos de San Juan de Dios, en la
acogida, acompañamiento y tratamiento, durante tres semanas en España; que requiere por no tener familia para los cuidados
que necesita sobre su operación de un ojo, antes de regresar a su país.
CONTEMPLO. A Jesús resucitado presente en profesionales, trabajadores y voluntarios que ponen a disposición de los
enfermos, los descartados, débiles… de manera gratuita su tiempo, su competencia, aptitudes y competencia profesional para
devolver la vista y la salud: son pan partido y compartido para dar vida y dignidad a las personas como Jesús.
ACTÚO. Doy gracias a Dios por tantos testigos del proyecto de Jesús que secundan con sus vidas la alegría del Evangelio.
Ellos son los que a la luz de la Palabra y la celebración de le Eucaristía me animan y ayudan a crecer en la fe y ser también
testigo del crucificado/resucitado en el anuncio y realización del proyecto de Jesús: amor de Dios para con todos y con
preferencia a los pobres.
-. Yo a veces me he sentido y siento muy lejos de Jesús sumida en otras realidades de la vida y en mis problemas y
preocupaciones. También esa falta de fe y desesperanza que sentían los discípulos, aunque no tuve la suerte de estar con
Jesús como ellos
Reconocer a Jesús es creer qué está vivo y sigue con nosotros fortaleciéndonos y dándonos ánimo y fuerza mediante su
espíritu y que es alimento para el alma, porque no solo de pan vive el hombre sino de toda la palabra que procede de Dios y o
Jesús.
– Benditos discípulos de Emaús…que podemos ser cada uno de nosotros…de nuestro grupo Emaús..
Benditos porque yo creo que será precisamente cuando tras uno de esos golpes fuerte con que las vida nos pone a prueba,
cuando nosotros, cada uno de nosotros, queridos todos, con el corazón vaciado por la tristeza…terminaremos percibiendo que
Jesús está vivo…y camina a nuestro lado…
Yo ya lo percibí. Cuando al morir mi hermano, pasé por todos y cada uno de esos pasos que os acabo de describir…También
por ese diálogo final con las personas que me acompañaban en ese trance…Un diálogo que necesitamos tener en aquel
momento para ver de entender el porqué de aquel suceso…Os lo puedo asegurar…Fue así.
– Vivo muy enfocada en la realidad y sin pensar si Jesús me acompaña o no, quizás un poco alejada por la vorágine de la
sociedad y la vida que te invade y te absorbe. Alguna vez lo he experimentado a Jesús, pero siento que estoy un poco lejos de
él. Debería hacer más silencio, leer el evangelio y orar más…
-…Hace ya muchos años que volví a escuchar esa frase, esa súplica dirigida a Jesús…”Quédate con nosotros porque
anochece”…Aquel sacerdote nos la repetía a un grupo de madres catequistas que nos habíamos reunido en torno a él…a
escucharle…Nuestros .hijos iban a toma la Primera Comunión…Y queríamos involucrarnos en su preparación…En nuestra
preparación..
Luego mi querido A.L. nos regalaba apoyos y recursos para salir airosas de los contratiempos y dificultades…grandes y
pequeños …con que la vida nos iba a salir al paso …repitiendo… llegado el caso, a modo de jaculatoria un “Ven, ven, Señor
no tardes” …que fue la llave para entrar en ese espacio de confianza que te serena y te acerca a la presencia de Jesús…Y nos
contaba ya entonces la historia de El Peregrino ruso..
Han pasado muchos años ya de todo aquello …y todavía siento emoción cuando ahora sale de mi corazón aquel “Ven …ven,
Señor no tardes”…En esos momentos en que la duda y el desencanto aparecen por el horizonte.. .
El camino de Emaús y los dos discípulos rogándole a Jesús que se quede con ellos porque anochece, han sido para mí, desde
entonces…mi vía preferida para buscar a Jesús…Para salir a su encuentro.
9. Miren Josune
SALIENDO AL ENCUENTRO, TRAS LAS HUELLAS DE EMAUS.
Mi corazón es la estancia donde Jesús viene a orar conmigo. He abierto las «ventanas» para que la Luz penetre a raudales,
pueda verme como soy, sin «ropaje» de apariencia, tan sólo la verdad desnuda, humilde y sencilla de mi carencia.
A Jesús le encontré en el camino de mi vida, saliendo al encuentro y encendiendo la trémula y frágil lamparita de mi corazón.
Él fue poniendo luz en mis ideas, pensamientos, sentimientos. Y al percibir su presencia amorosa, llena de Misericordia, el
corazón, todo mi ser, quedó habitado.
Mi amigo sabe bien, me conoce, «cuando me acuesto y levanto, de día y al anochecer, todos mis pasos le son familiares».
Jesús no tiene que pedir permiso para «sentarse», ni guardar protocolo alguno. Soy yo quien le pide se quede conmigo,
penetre dentro de mí, en la intimidad de mi ser, y el anhelo callado de mi corazón.
Acabo de recibir la Eucaristía, le he mirado agradecida y turbada, ¡oh Señor, soy tan pequeña, tan poca cosa! Necesitada de
amor y perdón, de apoyo y ayuda, de tu Misericordia.
Después de conversar contigo, de hablarte de mis deseos y esperanzas, de mis sufrimientos, miedos, incertidumbres, de orar
al Padre y pedirle se haga en mi vida su voluntad, sí, la suya, no la mía ni la de otros. Voluntad en la misericordia, la certeza
de tu escucha atenta, la paz si tregua ni pactos de conveniencia.
Ha llegado el momento del envío, de salir yo también al encuentro, como tú me has pedido y quieres que lo haga. Hay tanta
soledad, tanto abandono e indiferencia.
Tenía reservado, pues bueno… ya me conoces, algún que otro regalo, el que más te agrada: mi misericordia para aquéllos-as
que más la necesiten, y estos pequeños y entrañables gestos, «golosinas» de sonrisas, caricias, ternura, palabras amables de
ánimo y consuelo. No permitas que el sufrimiento se convierta en vehículo del mal, «triunfo» de los perversos.
-Te digo: «Quédate Señor, dentro de mi corazón, donde el ruido y las prisas, las preocupaciones y problemas, no entorpezcan
mi encuentro contigo y los otros. Sé que donde estás tú, hay espacio para el otro-a, hay acogida en la Eucaristía, hay alegría
de sentirte cerca, muy dentro».
-Hasta otro momento Jesús, te pido disculpas si llevada por mi torpeza, ha quedado pendiente algo, ya me irás diciendo
cuanto quieras, señalando el camino.
Que esta hermosa canción, por tantos-as conocida, nos prepare a Orar la Palabra, con más entrega y don de cada uno de
nosotros, que podamos decir: tú, Jesús, nunca has pasado en balde, indiferente por la vida, cuando de verdad te hemos
buscado y hemos querido quedarnos contigo, Señor del AMOR y la VIDA:
Para todos y todas, los que buscando no encuentran, los que llamando no obtienen respuesta, los abandonados y solos, Jesús
es siempre AMIGO, nunca «pasa de largo», de manera que escucha nuestro ruego y lamento, tan sólo hemos de decirle:
«QUÉDATE CON NOSOTROS», tantas veces como haga falta. Y él nos enseñará a reconocer su presencia, al «partir el
pan» del Amor y la Misericordia.
Miren Josune
10. miren josune
RECONOCERTE SEÑOR, AL PARTIR Y COMPARTIR TU AMOR, EN LA CERCANA MISERICORDIA.
Nadie muere del todo mientras es amado, mientras su vida importa a los demás, tiene razón y sentido.
Experimentamos esta realidad a través del amor, que como fuego del Espíritu sigue ardiendo sin consumirse en lo más
profundo de nuestro ser, en el latido de nuestro corazón anhelante de la presencia del otro.
Jesús promete vivir más allá de esta vida, él dice: YO SOY EL PAN VIVO QUE HA BAJADO DEL CIELO, QUIEN
COMA DE ESTE PAN VIVIRÁ PARA SIEMPRE.
Es la vida transformada por el amor, cuya certeza permanece más allá de nuestro tiempo.
Jesús nos da su vida, él es puro don de sí mismo. Se ofrece como PAN DE VIDA, Pan amasado con amor que busca ser
acogido y compartido.
El hombre y la mujer necesitan el alimento del amor para vivir la vida con sentido; amar y sentirse amado, es la experiencia
más grande y profunda de todo ser humano.
¿Qué otro anhelo puede haber más sublime que sentir el pálpito del corazón lleno de amor? Experimentar el amor y la
misericordia de Dios sabiendo que al final de esta vida, nos aguarda la Resurrección.
Dios nos creó para la vida, plena, gozosa, en íntima comunión de amor. Una vida que está llamada a ser promesa colmada de
plenitud.
Jesús nos ofrece su amor, alimento de vida. Es lo más valioso que tiene y que a su vez ha recibido del Padre. Él dirá: «Como
el Padre me ha amado, así os amo yo, permanecer en mi amor». Amor-comunión de vida, Eucaristía.
La tristeza y decepción de multitud de seres humanos, radica en no haber tenido la clara y luminosa certeza del amor
compartido en la Eucaristía. Otros, más escépticos, afirman no haber visto el «rostro de Dios» en sus semejantes.
Es una incoherencia total hablar de Eucaristía, del Pan de la Vida, mientras seguimos manteniendo actitudes y gestos que
nada tienen en común con el Amor que Jesús nos da, pues son causa de sufrimiento lacerante, hieren la sensibilidad de las
personas, destruyen y roban su esperanza, atentan contra su vida y dignidad.
Cuántas Eucaristías profanadas por falta de coherencia con el amor de Jesús Resucitado.
Jesús nunca tuvo acepción de personas, su rechazo no estuvo dirigido a ningún hombre, sino que, por amor, buscó a lo largo
de toda su vida al ser humano, para que alcanzara el perdón y la Misericordia del Padre. Esa fue su misión: salvar al hombre
y la mujer de las garras de todo mal y sus consecuencias, de ahí que, nunca condenó, sino que derramó su misericordia por
encima de las leyes, la censura, el interés y los prejuicios.
Vendrá un día, tal vez temerosos y angustiados, con las excusas preparadas para eludir como ya hicimos tantas veces, la voz
de la conciencia: ¿Qué has hecho de tu hermano?, tratando de hacer creer a Dios nuestro malévolo «despiste».
Creámoslo o no, la VIDA al igual que el AMOR no se dejan engañar. Estar en el «dintel de la puerta», ver a Jesús cara a cara,
no significa pasar, tener acceso al otro lado, allí donde el Amor y la Vida serán plenitud.
Sin duda, hombres y mujeres, cuyos nombres están escritos en el libro de la Vida, portarán la única realidad creíble, su vida
llena de obras y gestos de amor.
YO SOY EL PAN DE VIDA, QUIEN CREE EN MI Y COME DE ESTE PAN, VIVIRÁ PARA SIEMPRE.
Eucaristía convertida en gestos de Misericordia, reflejo del Amor de Dios. Cuántas veces nos hemos alimentado del Pan y
Vino de Amor, ignorando al otro.
Consciente o no, creer en tu vida Jesús, en tu mensaje de amor, me compromete e insta a salir de mí, para compartir.
Debemos ser fieles transmisores de Amor y misericordia, no sólo como don, sino como servicio.
¿Quieres atravesar la puerta de la Vida que nada ni nadie podrá cerrar, o prefieres quedarte al otro lado, esperando a ver qué
pasa?
Nos lo dice Jesús: Pasa que, si quieres la Vida, has de entregar mi amor a corazón abierto, hasta el último aliento.
La Eucaristía no es «un caramelo de pega» que alguien me ofrece sin más, (a ver si cuela).
Mi dador es Jesús cuya entrega es certeza de Vida y Amor para ser compartido.
Cada día me siento más MIRÓFORA de la Vida y el Amor del Resucitado. Por eso siembro en mi corazón la Palabra, con el
sincero compromiso de hacerla fecunda en obras y gestos de amor, buenos para la vida.
La mejor imagen que podemos ofrecer a nuestro prójimo, es el don de la Eucaristía, lleno de gestos de amor y misericordia.
Ojalá la vida de Cristo fuera para todos, motivo para compartir la fiesta sin dejar a nadie fuera. Antes hay que creer de verdad
que Cristo está presente en la Eucaristía.