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EUTANASIA

Trabajo eutanasia - en construcción

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Cuestiones de bioética sobre el final de la vida

Introducción

La manera en que una sociedad comprende y enfrenta la muerte tiene profundos


efectos en su cultura, ética y en la vida de sus individuos. En la cultura occidental
contemporánea, la muerte a menudo se percibe como un tema incómodo y tabú, algo
que debe ser evitado y pospuesto a toda costa. Así pues, como acto humano, la
muerte también requiere una constante reflexión ética:

«El término del hombre como persona espiritual que decide libremente su propia
suerte, ha de ser consumación activa desde dentro, situarse activamente en su
perfección o imperfección, dar el postrer testimonio, que resulta y como resume en
general toda su propia vida. En este caso la muerte lleva consigo la total posesión de
sí mismo por parte de la persona» (K. Rahner, 1965).

Ante la muerte la ética debe hacer frente a innumerables problemas de los que
subrayamos algunos los aspectos importantes:

1. ¿Puede el hombre pedir y buscar para sí mismo la muerte?, ¿qué actitudes


éticas ha de intentar alimentar?

2. Nadie muere para sí mismo, como nadie vive para sí mismo. Vivimos y
morimos en sociedad, por eso, la sociedad tiene el deber ético de organizar un
servicio hospitalario y asistencial adecuado para que la muerte, como el trabajo
o la sexualidad, no sea una ocasión propicia para la explotación, la
discriminación, o la injusticia.

3. Desde un punto de vista ético es preciso analizar la responsabilidad de los


médicos y su iniciativa para informar al paciente moribundo sobre la seriedad
de su situación. Responsabilidad que atañe también al personal sanitario y
asistencial, así como a los familiares del enfermo.

4. A la ética de la muerte pertenecería también el discernimiento sobre los


intentos de vencer técnicamente a la muerte o al envejecimiento, mediante
procedimientos como la hibernación o los mecanismos previstos por la
investigación científica en el campo de la física y la electrónica.
En los siguientes apartados intentaremos ir dando respuesta a cada una de estas
cuestiones, ofreciendo una disertación sobre los principios éticos en conflicto
incluyendo también, como no podría ser de otra manera, la óptica cristiana sobre esta
cuestión en base a las enseñanzas bíblicas y el magisterio eclesial reciente.
Concepción antropológica de la muerte en la cultura occidental

La cultura occidental tiende a glorificar la juventud, la belleza y la vitalidad y en


oposición muestra una actitud hacia la muerte de evitación, ocultamiento y miedo. De
esta cuestión hablará el historiador francés Philippe Ariès, en sus obras como "El
hombre ante la muerte" en el que introducirá el concepto de la "muerte invertida",
señalando que, en épocas anteriores, la muerte era un evento público y comunitario,
mientras que en la modernidad se ha convertido en un fenómeno oculto y
medicalizado. La muerte, que antes se enfrentaba con rituales y comunidad, ahora se
oculta en hospitales y se maneja de manera privada, casi clandestina.

De la misma forma, debemos destacar los trabajos de la Elisabeth Kübler-Ross,


psiquiatra suiza, es ampliamente conocida por su trabajo sobre las etapas del duelo1. A
través de su libro "Sobre la muerte y los moribundos", Kübler-Ross ha tratado de
desmitificar y humanizar el proceso de morir, presentándolo no como un evento
abrupto y aterrador, sino como una parte natural de la vida. Ella subraya la importancia
de reconocer y aceptar la muerte, tanto por parte de los pacientes como de sus
familiares y cuidadores, argumentando que esta aceptación puede llevar a una
experiencia más serena y significativa al final de la vida.

Esta tabuización del hecho de la muerte está teniendo graves y negativas


consecuencias. Se está reprimiendo una dimensión que es inseparable de la condición
humana, con todo el efecto negativo consecuente a la negación de una realidad
innegable para el ser humano. Pero, sobre todo, ayuda al enfermo próximo a la
muerte.

1
La Dra. Kübler-Ross identificó cinco etapas del duelo: negación, ira, negociación, depresión y
aceptación. Su investigación destaca la importancia de enfrentar la muerte con honestidad y
compasión.
La autonomía personal y del derecho a morir. Ética de la eutanasia.

La cuestión de si un individuo puede pedir y buscar activamente su propia


muerte es uno de los dilemas éticos más complejos y controvertidos en la
filosofía, la medicina y la teología. Para abordar esta cuestión, es necesaria
una reflexión multidisciplinar que abarque tanto las cuestiones biológicas y
médicas como las éticas y morales.

Aproximación desde la medicina

En las sociedades occidentales modernas, el principio de autonomía personal


se considera fundamental. Este principio sostiene que los individuos tienen el
derecho a tomar decisiones informadas y voluntarias sobre sus propias vidas,
incluyendo el final de estas. Desde esta perspectiva, la capacidad de decidir
sobre la propia muerte puede ser vista como una extensión del derecho a la
autodeterminación.

La filósofa y bioeticista Margaret Pabst Battin argumenta que, en casos de


sufrimiento insoportable e irreversible, negar a una persona la opción de la
eutanasia o el suicidio asistido puede ser una forma de crueldad. Según Battin,
permitir que los individuos elijan una muerte digna en sus propios términos
respeta su autonomía y puede ser un acto de compasión (Battin, 1994).

in embargo, la ética de la eutanasia es compleja y multifacética. Tom


Beauchamp y James Childress, en su influyente obra "Principles of Biomedical
Ethics", identifican cuatro principios que deben guiar la ética médica:
autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia (Beauchamp & Childress,
2019). En el contexto de la eutanasia, estos principios pueden entrar en
conflicto. Por un lado, la autonomía apoya el derecho de un individuo a elegir la
muerte. Por otro lado, los principios de beneficencia y no maleficencia obligan a
los profesionales de la salud a actuar en el mejor interés del paciente y a no
causar daño.

La beneficencia sugiere que ayudar a un paciente a morir puede ser un acto de


bondad si alivia un sufrimiento intolerable. Sin embargo, la no maleficencia
plantea la cuestión de si es éticamente correcto causar la muerte, incluso con
la intención de aliviar el sufrimiento. Esta tensión refleja la complejidad moral
de la eutanasia y sugiere la necesidad de un marco ético robusto y matizado.

Desde una perspectiva cristiana, la vida humana es sagrada y se considera un


don de Dios. La Biblia enseña que Dios es el autor de la vida y que solo Él
tiene la autoridad para determinar su final (Job 1:21). La eutanasia, desde esta
perspectiva, se ve como una usurpación de la soberanía divina y una violación
del mandamiento "No matarás" (Éxodo 20:13).

El Papa Juan Pablo II, en su encíclica Evangelium Vitae, subraya que la vida
humana debe ser protegida y respetada desde la concepción hasta la muerte
natural. Argumenta que cualquier acto que intencionalmente cause la muerte
para eliminar el sufrimiento es moralmente inaceptable (Juan Pablo II, 1995).
En su lugar, la Iglesia Católica promueve los cuidados paliativos como un
medio para aliviar el sufrimiento sin poner fin a la vida.

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