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La loteria de la vida: Fundamentos y desafíos de la ética aplicada
La loteria de la vida: Fundamentos y desafíos de la ética aplicada
La loteria de la vida: Fundamentos y desafíos de la ética aplicada
Libro electrónico243 páginas3 horas

La loteria de la vida: Fundamentos y desafíos de la ética aplicada

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Esta es una obra que invita a reflexionar, desde una perspectiva ética, sobre algunos de los asuntos más relevantes en las sociedades contemporáneas, como el pluralismo, la crisis ecológica y el desarrollo humano, proponiendo una ética aplicada como herramienta para comprender y abordar estos desafíos, y orientar la toma de decisiones a nivel individual y colectivo. El título se inspira en el experimento mental propuesto por John Harris en 1975, en el que se aborda el dilema moral de determinar si es o no éticamente aceptable una lotería pública en la que se juega el deber de sacrificarse heroicamente para donar órganos a quienes los necesitan. La lotería da como resultado un esquema en el que la vida de unos pocos se sacrifica para slvar a muchos más, planteando un debate entre la ética de principios y el consecuencialismo, dos alternativas sobre cómo juzgar el bien y el mal: si la vida es el máximo valor, ¿es válido sacrificar una para salvar muchas? ¿O es preferible dejar que muchos meran mueran y respetar el principio de no matar?
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 abr 2024
ISBN9789586658089
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    La loteria de la vida - Juan Carlos Mantilla García

    La lotería de la vida

    Fundamentos y desafíos de la ética aplicada

    BIBLIOTECA UNIVERSITARIA

    Ciencias Sociales y Humanidades

    Filosofía

    La lotería de la vida

    Fundamentos y desafíos de la ética aplicada

    Juan Carlos Mantilla García

    Catalogación en la publicación – Biblioteca Nacional de Colombia


    Mantilla García, Juan Carlos, autor

    La lotería de la vida : fundamentos y desafíos de la ética aplicada / Juan Carlos Mantilla García. -- Primera edición. -- Bogotá : Siglo del Hombre Editores : Universidad Autónoma de Bucaramanga, 2024.

    páginas. -- (Biblioteca universitaria. Ciencias sociales y humanidades. Filosofía)

    Incluye datos curriculares del autor -- Incluye referencias bibliográficas al final de cada capítulo.

    ISBN 978-958-665-807-2 (impreso) -- 978-958-665-809-6 (PDF) -- 978-958-665-808-9 (ePUB)

    1. Ética aplicada - Fundamentos 2. Desarrollo humano - Aspectos morales y éticos 3. Conducta (Ética)

    CDD: 170.4 ed. 23 CO-BoBN– a1136907


    © Juan Carlos Mantilla García

    Primera edición, 2024

    © Siglo Editorial

    Carrera 31A No. 25B-50, Bogotá, D. C.

    PBX (601) 337 77 00

    http://libreriasiglo.com

    © Universidad Autónoma de Bucaramanga - UNAB

    Departamento de Estudios Socio Humanísticos

    Reconocimiento como Universidad:

    Resolución Ministerial 14207 del 16 de octubre de 1990

    Reconocimiento de personería jurídica

    resolución 3284 de 1956-12-21 del Ministerio de Justicia

    Avenida 42 # 48-11

    Bucaramanga - Colombia

    www.unab.edu.co

    © Ilustraciones

    Catalina Ferreira Martín

    Diseño de carátula

    Alejandro Ospina

    Armada electrónica y Desarrollo de ePub

    Precolombi EU, David Reyes

    isbn: 978-958-665-807-2

    isbn ePub: 978-958-665-808-9

    isbn pdf: 978-958-665-809-6

    Hecho en Colombia-Made in Colombia

    Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en su todo ni en sus partes, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

    Índice

    Introducción

    Capítulo 1. Ética aplicada: orígenes y fundamentos conceptuales

    Introducción

    Orígenes

    El Instituto Kennedy de Ética

    Informe Belmont sobre principios éticos para la investigación en seres humanos

    Fundamentos conceptuales: el utilitarismo

    El problema de la exportación

    Coronavirus y ética aplicada

    Referencias

    Capítulo 2. Experticia y pluralismo: la ética aplicada ante la imposibilidad del consenso moral

    Introducción

    El problema de la experticia moral

    La imposibilidad del consenso moral

    Pluralismo normativo y extranjeros morales

    Autonomía moral: la capacidad de razón práctica

    Un rol más modesto, pero más humano, para la ética aplicada

    Referencias

    Capítulo 3. Ética del medio ambiente

    Introducción

    La crisis ecológica

    Actitudes morales sobre la naturaleza

    Hans Jonas y el principio de responsabilidad: implicaciones éticas del ecocentrismo

    Los límites de la democracia frente a los desafíos ecológicos

    La heurística del miedo

    La necesidad de la moderación y el rol de la ética aplicada

    Peter Singer: un patocentrismo pragmático

    Martha Nussbaum: el florecimiento animal como asunto de justicia

    Tom Regan y los derechos de los animales

    Albert Schweitzer y el respeto a la vida

    Paul Taylor y el respeto a la naturaleza

    Robin Attfield y la ética de la intendencia

    Papa Francisco: de la explotación a la ética del cuidado

    Desarrollo sostenible: sobre la necesidad de aceptar el desacuerdo moral y converger en la sostenibilidad

    Referencias

    Capítulo 4. Ética del desarrollo humano

    Introducción

    Pobreza multidimensional y desigualdad: ¿en qué estamos?

    Los fines y los medios del desarrollo: una reflexión sobre el sentido del crecimiento económico

    La ética del desarrollo humano: un enfoque alternativo

    El índice de desarrollo humano: implicaciones éticas de los indicadores

    Valorar a los seres humanos como fines en sí mismos: los mensajes de los informes mundiales de desarrollo humano

    Referencias

    Epílogo. La utilidad de la ética: cómo la ética puede salvar la democracia y la economía

    Referencia

    El autor

    A mi esposa Catalina, desde siempre y para siempre, la luz que me ilumina y me da valor.

    A nuestra hija Alma, que este libro sea un recuerdo de cómo empezamos a construir un mundo más tolerante, justo y sostenible para ella y todos los niños de su generación.

    Introducción

    El título de este libro está inspirado en un artículo publicado por el profesor John Harris en 1975 en Oxford, considerado como uno de los textos fundacionales de la ética aplicada. En él, Harris desarrolla un experimento mental muy interesante. Dos pacientes que están muriendo porque necesitan trasplantes de corazón y de pulmón no se resignan a aceptar que no hay donantes disponibles en el momento. Entonces, le proponen a su médico que detenga a una persona saludable, le quite la vida y extraiga de ella los órganos que necesitan, con el resultado de salvar dos vidas sacrificando solo una. Ante las objeciones morales del doctor, que no quiere convertirse en asesino quitándole la vida a un inocente, los pacientes argumentan que ellos también son inocentes y que no salvar sus vidas existiendo una solución posible es moralmente equivalente a quitarles la vida. En la deliberación que surge entre ellos para analizar el dilema, los pacientes sugieren un sistema imparcial que pueda ser elevado al nivel de política pública, la lotería de la vida, que jugaría cada vez que dos o más personas necesiten trasplantes de órganos y cuyos ganadores, sacrificados por el bien común, serían recordados y reconocidos como héroes. Como resultado de la aplicación de dicha política, la esperanza de vida promedio aumentaría pues se evitarían muchas más muertes prematuras que las que se producirían por la lotería.

    La lotería de la vida es un ejemplo del razonamiento moral consecuencialista propio del utilitarismo, escuela de filosofía moral cuyos fundamentos y puntos débiles examinaremos en profundidad en los capítulos 1 y 2 del libro, respectivamente. El consecuencialismo define lo correcto y lo justo evaluando las consecuencias o los resultados de una acción. Este tipo de razonamiento moral es una alternativa a la ética de principios o deontología, que evalúa si una acción es buena o justa si los principios que la motivan lo son. Así, cuando el doctor se rehúsa a quitar la vida a un inocente está actuando de acuerdo con una ética de principios según la cual, matar no es aceptable bajo ninguna circunstancia. Sin embargo, el resultado de este razonamiento deontológico es que dos personas morirán, en lugar de una sola. Para un razonamiento consecuencialista, la lotería de la vida es moralmente aceptable porque los resultados de dicha política son positivos: sin ninguna duda se salvarán más vidas que las que se perderán y la sociedad, colectivamente, experimentará un mayor número de años vividos en buena salud.

    No obstante, a pesar de la lógica impecable del argumento consecuencialista, hay algo que no se siente bien en este experimento mental. Lo primero que pasa por la mente es qué sentiría cada uno de nosotros si por azar resultáramos ser los ganadores de la lotería, o si lo mismo le sucediera a un ser querido. Lo segundo es cómo viviríamos tranquilos o planificaríamos el futuro sabiendo que en cualquier momento podríamos ganar la lotería de la vida, pues aunque es un hecho objetivo que la muerte llegará tarde o temprano, en los peores casos en forma de enfermedad, accidente u homicidio, riesgos que son mucho más probables que ganar la lotería de la vida, es muy difícil aceptar que la sociedad o el Estado puedan disponer de nuestras vidas individuales en beneficio de un supuesto bien común y vivir tranquilos con eso. Sin contexto, salvar dos o tres vidas siempre parecerá mejor que salvar una sola. Pero con el contexto de toda la situación, que es complejo como lo es toda experiencia humana, muy pocas personas estarían dispuestas a aceptar vivir en una sociedad en donde se juegue la lotería de la vida.

    El dilema que plantea este experimento mental es un ejemplo del clásico debate de la filosofía moral entre la ética de principios y el consecuencialismo. Cuando hablamos de ética en el lenguaje corriente, en general estamos hablando de ética de principios: definir si una acción es éticamente correcta en general ha sido considerado sinónimo de definir si los principios que motivan la acción son éticamente correctos. Según este razonamiento, no matar, no robar y no mentir son principios absolutos que exigen un respeto igualmente absoluto, y alguien que no mata, no roba o no miente actúa de manera éticamente correcta. Sin embargo, la complejidad de la vida humana y social puede en ocasiones dar la razón al consecuencialismo: en ejemplos imaginarios que podrían encontrar situaciones análogas en la realidad, podemos pensar en una persona que vive en la miseria y roba alimentos para sus hijos, en un policía que encuentra un terrorista que al día siguiente va a cometer un atentado en el que morirán 300 personas y decide matarlo, o en un vecino alemán que escondía judíos durante la Segunda Guerra Mundial y mentía a la policía nazi para que no entraran a su casa a asesinarlos.

    La ética aplicada es una nueva disciplina académica que desarrolla este tipo de reflexiones sobre situaciones y problemáticas sociales concretas, de importancia política y económica real, con el propósito de ayudar a la comprensión de la complejidad moral de dichos problemas y de proponer soluciones posibles y potencialmente aceptables por todos los miembros de una sociedad. Con este objetivo, la ética aplicada aborda, desde la reflexión moral, temas como el pluralismo, la crisis ecológica, la pobreza, la desigualdad o el impacto de la tecnología en la vida humana, entre otros, como veremos en los distintos capítulos de este libro. Antes de entrar de lleno en la ética aplicada, vale la pena detenernos un momento en el significado y el alcance de la ética en general: ¿de qué hablamos cuando nos referimos a la ética?

    La ética es la reflexión crítica sobre los principios que orientan las costumbres. Es un tipo de reflexión que plantea preguntas sobre cómo definir los bienes humanos, es decir, los fines que son dignos de perseguirse tanto en el nivel individual como en la escala de una sociedad o del ­planeta. Se pregunta por el bien y la justicia, así como por sus contrarios, el mal y la injusticia. Se trata de una reflexión que puede ser crítica, que examina las tradiciones y, si es ­preciso, plantea la necesidad de corregirlas, no de una aceptación acrítica de la tradición o del sistema de valores al que ­pertenecemos por nacimiento. Una buena forma de entender el alcance de la reflexión ética es recordar la idea socrática de la vida examinada. Se vive una vida examinada cuando buscamos consciente y voluntariamente observar los principios que rigen nuestras acciones, analizarlos y corregirlos en caso de necesidad. Esto implica que podemos cuestionar con mirada crítica nuestra cultura y nuestros valores. Por ejemplo, el sistema de castas en el hinduismo, la subordinación de las mujeres en el islam o la especial consideración por los miembros de la propia etnia, religión o nacionalidad que lleva a la discriminación de todos los demás, son prácticas culturales que pueden examinarse críticamente y transformarse para adaptarse mejor a sociedades que han evolucionado y que no se parecen en nada a aquellas en que se originaron.

    La ética no es ni puede ser objetiva porque, como veremos en el segundo capítulo, es imposible lograr un consenso moral entre la pluralidad existente de sistemas de valores a escala planetaria, dado que no existe una fuente universal de validez ética, es decir, una forma de razonamiento moral que pueda ser racionalmente defendida como superior a todas las demás, y cuya legitimidad pueda ser aceptada por todo el mundo. Existen diversos sistemas de valores no solo repartidos por el planeta, sino cada vez más al interior de sociedades crecientemente plurales y multiculturales. Ante este pluralismo moral, no es posible definir objetivamente y de manera definitiva cuál sistema de valores es mejor que todos los demás sin excluir de forma inmediata a cientos o miles de millones de personas que defienden convicciones morales diferentes y que no serán convencidas por dicha argumentación pretendidamente objetiva y racional.

    Sin embargo, la ética tampoco es ni puede ser subjetiva. Una sociedad en la que cada persona defina de forma aislada e individual lo que está bien y lo que está mal correría dos riesgos muy peligrosos: el intuicionismo moral y el ­relativismo moral. El intuicionismo moral significa confiar en nuestras intuiciones y sentimientos para definir lo que está bien y lo que está mal, o lo que es justo y lo que es injusto. Esto es lo que sucede cuando vemos algo que nos parece éticamente incorrecto y sentimos indignación. Dadas ciertas condiciones, el intuicionismo moral puede ser útil para una sociedad y adecuado a nivel personal, por ejemplo, cuando nos indigna un asesinato, la pobreza extrema o la discriminación. Sin embargo, el problema del intuicionismo moral es que lo que nos indigna está fuertemente determinado por lo que nos han enseñado, es decir, por nuestra educación y nuestros antecedentes culturales. Así, un musulmán conservador podría indignarse por ver a una mujer caminando por la calle con la cabeza o los hombros descubiertos, una indignación impensable en sociedades que aspiran a la equidad de género. Con la misma lógica, otras personas no sienten ninguna indignación por prácticas de corrupción como los sobornos en el ámbito de lo público. En suma, el intuicionismo moral es efectivo para mantenernos coherentes con nuestro sistema de valores previamente construido por nuestra herencia cultural y educación, pero por esa misma razón puede hacernos reproducir de manera acrítica prácticas y costumbres éticamente cuestionables.

    El relativismo moral, por otro lado, no solo acepta que no existe una manera objetiva de definir lo que está bien y lo que está mal, sino que además renuncia por completo al proyecto de buscar acuerdos éticos que nos permitan vivir en sociedad con personas que piensan diferente. Renunciar a este proyecto es ignorar que hoy en día vivimos en sociedades pluralistas, en donde la diversidad moral es una realidad con la que convivimos diariamente. Es una realidad que plantea un reto muy importante: cómo mantener la paz y la tolerancia entre personas que a veces piensan radicalmente diferente, pero viven en la misma sociedad, extranjeros morales pero conciudadanos. Para lograr ese objetivo no basta con aceptarlo todo, necesitamos una reflexión ética sobre cómo convivir en la diferencia. Aceptarlo todo puede parecer correcto cuando estamos hablando de personas que se encuentran lejos, al otro lado del mundo incluso, pero no funciona igual con personas que viven en las mismas ciudades, asisten a las mismas escuelas, caminan por las mismas calles y votan en las mismas elecciones. Es decir, es fácil aceptarlo todo en un mundo dividido en varias sociedades homogéneas, en el que uno acepta a alguien con quien nunca va a convivir, y esa lógica era coherente en épocas previas a la globalización, en las que se podía hablar, por ejemplo, de Francia, Colombia o Argentina como bloques monolíticos diferenciables. No obstante, en nuestros tiempos, hablar de una supuesta cultura brasileña o alemana es ignorar que al interior de esas sociedades no hay una sola cultura, sino muchas y muy diferentes. En ese contexto, es importante preguntarnos qué tipo de acuerdos éticos son alcanzables y razonables, aun aceptando que el consenso moral es imposible.

    Si la ética no puede ser completamente objetiva ni completamente subjetiva, ¿cómo se supone entonces que se puedan construir unos principios éticos compartidos para una sociedad? La respuesta que propongo en este libro es que la ética es y debe ser intersubjetiva. La reflexión ética en las sociedades contemporáneas debe ser desarrollada a través del diálogo entre diferentes, propiciando una construcción deliberativa de principios comunes que puedan ser compartidos y aceptados por todos. Este tipo de diálogo ético se inspira en el ideal de la democracia deliberativa de Jürgen Habermas, fuertemente dependiente de una comunicación constante, profunda, transparente y veraz entre todos los actores involucrados. Se necesita llegar a acuerdos éticos mínimos, soluciones de compromiso en las que nadie queda totalmente satisfecho, pero que evitan la violencia y mantienen la paz y la convivencia.

    Vivimos y trabajamos en sociedades de extranjeros morales, personas cuyo sistema de valores está muy alejado del nuestro, a veces tan alejado que parecería que no compartiéramos una realidad común. En nuestras sociedades conviven personas de todos los espectros políticos, muchas tradiciones religiosas, varias pertenencias étnicas, múltiples nacionalidades y diversas orientaciones sexuales. Incluso, al interior de

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