Relatoría #4. Principios Éticos

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UNIVERSIDAD CENTRAL DE CHILE

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD


ESCUELA DE PSICOLOGÍA Y TERAPIA OCUPACIONAL
CARRERA DE PSICOLOGÍA
ÉTICA Y DEONTOLOGÍA

RELATORÍA N° 4

1. Lea de modo activo, significativo y crítico el texto adjunto: “ Declaración universal de


principios éticos para psicólogas y psicólogos en el apartado ANEXO, puedes
complementar esta lectura con el documento adjunto: “La Declaración Universal de
Principios Éticos para Psicólogas y Psicólogos: Un modelo con sensibilidad cultural para la
creación y revisión de códigos de ética”.

2. Después de la lectura, elabora cuatro preguntas, una por cada uno de los principios éticos
para psicólogas y psicólogos, que consideres como interesantes de plantearlas para la
conversación grupal, en el círculo virtual de la palabra de la próxima clase.

3. Elije una de las 4 preguntas que elaboraste y respóndela desde tu modo único de percibir
la realidad.

NOTA: Debes asistir a clases con la lectura hecha, con las 4 preguntas elaboradas y con la
respuesta de una de ellas escrita y con plena disposición de participar en la reflexión y análisis del
tema abordado en esta Relatoría.
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ANEXO

Texto adjunto:

Declaración universal de principios éticos para psicólogas y psicólogos


Adoptada por la Asamblea de la Unión Internacional de Ciencia Psicológica (IUPsyS) en Berlín, el 22 de julio
de 2008.
Adoptada por la Comisión Directiva de la Asociación Internacional de Psicología Aplicada, en Berlin, el 26 de
julio de 2008.

Preámbulo
La ética se encuentra en el núcleo de toda disciplina. La Declaración Universal de
Principios Éticos para psicólogas y psicólogos se refiere al marco moral compartido que
guía e inspira a psicólogas y psicólogos de todo el mundo hacia los más elevados ideales
éticos en su trabajo profesional y científico. Las psicólogas y los psicólogos reconocen que
llevan a cabo sus actividades dentro de un amplio contexto social. Reconocen que las
vidas e identidades de los seres humanos tanto individual como colectivamente están
relacionadas a través de las generaciones, y que existe una relación recíproca entre los
seres humanos y su ambiente natural y social. Las psicólogas y los psicólogos se
comprometen a considerar el bienestar de la sociedad y sus miembros por sobre
el bienestar de la disciplina y de sus miembros. Reconocen que adherir a principios éticos
en el contexto de su trabajo, contribuye a lograr una sociedad estable que mejore la
calidad de vida de todos los seres humanos.

Los objetivos de la Declaración Universal consisten en proporcionar: (a) un conjunto


genérico de principios morales para ser utilizados como fundamento por las
organizaciones de psicología alrededor del mundo para desarrollar y revisar sus propios
códigos de ética y estándares éticos específicos para cada país o región; (b) un estándar
universal frente al cual la comunidad psicológica mundial pueda evaluar el progreso de la
relevancia ética y moral de sus códigos de ética; (c) un marco de referencia moral
compartido por representantes de la comunidad psicológica con el fin de hablar con una
voz colectiva acerca de asuntos concernientes a la ética: y (d) una base común para la que
la psicología en tanto disciplina evalúe una presunta conducta no ética de sus miembros.
La Declaración Universal describe aquellos principios éticos que están basados en valores
humanos compartidos. Reafirma el compromiso de la comunidad psicológica de ayudar a
construir un mundo mejor donde la paz, la libertad, la responsabilidad, la justicia, la
condición humana, y la moralidad prevalezcan. Subsumidos dentro de cada principio se
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encuentran una serie de valores que se desprenden de él. Estos valores no deberían ser
entendidos de modo tal que agoten las implicaciones de los principios asociados.
La Declaración Universal articula principios y valores asociados que son generales y
aspiracionales más que específicos y prescriptivos. La aplicación de los principios y valores
para el desarrollo de normas específicas de conducta variará en diferentes culturas, y
debe ser de carácter local o regional para asegurar su relevancia acorde a la cultura, las
costumbres, las creencias y las leyes locales o regionales.
La significación de la contribución de la Declaración Universal depende de su
reconocimiento y promoción por organizaciones de psicología, en los niveles nacional,
regional e internacional. Se solicita que cada organización de psicología mantenga esta
Declaración constantemente presente y que, a través de la enseñanza y la formación,
promueva el respeto a estos principios, y que a través de medidas nacionales e
internacionales, asegure su reconocimiento y observancia universal.

Principio I: Respeto por la Dignidad de las Personas y los Pueblos


El respeto por la dignidad de las personas es el principio ético más fundamental y
universalmente encontrado a través de las fronteras geográficas y culturales, y de las
disciplinas profesionales. Proporciona el fundamento filosófico para muchos de los
restantes principios éticos principalmente destacados por las profesiones. El respeto por
la dignidad reconoce el valor inherente de todos los seres humanos, sin importar
diferencias aparentes o reales en relación con el estatus social, origen étnico, género,
capacidades, o cualquier otra característica. Este valor inherente significa que todos los
seres humanos son dignos de igual consideración moral.
Todos los seres humanos, además de individuos, son seres sociales interdependientes que
nacen, viven y son parte de la continua evolución de sus pueblos. La diferencia cultural,
étnica, religiosa, de estructura social y otras características de los pueblos, son parte
integral de la identidad de sus miembros y otorgan sentido a sus vidas. La continuidad de
vidas y culturas a lo largo del tiempo conecta a los pueblos de la actualidad con los
pueblos de generaciones pasadas y con la necesidad de dar apoyo a las generaciones
futuras. De esa forma, el respeto por la dignidad de personas incluye la consideración
moral y el respeto por la dignidad de los pueblos.
El respeto por la dignidad de las personas y los pueblos se expresa de diferentes formas en
diferentes comunidades y culturas. Es importante reconocer y respetar tales diferencias.
Por otra parte, también es importante que todas las comunidades y culturas adhieran a
valores morales que respeten y protejan a sus miembros tanto como personas
individuales y como pueblos colectivos.
POR LO TANTO, las psicólogas y los psicólogos aceptan como fundamental el Principio de
Respeto por la Dignidad de las Personas y los Pueblos.
Al hacerlo, aceptan los siguientes valores asociados:
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a. respeto por el valor único y la dignidad inherente de todos los seres humanos;
b. respeto por la diversidad de personas y pueblos;
c. respeto por las costumbres y las creencias de culturas, limitado solamente cuando
una costumbre o creencia contradiga seriamente el principio de respeto por la
dignidad de las personas o pueblos, o cause serio daño a su bienestar;
d. consentimiento libre e informado;
e. privacidad para los individuos, familias, grupos, y comunidades;
f. protección de la confidencialidad de la información personal;
g. equidad y justicia en el tratamiento de los otros.

Principio II: Cuidado competente del Bienestar de los Otros


El cuidado competente del bienestar de los otros implica trabajar en su beneficio y, sobre
todo, intentando no hacer daño. Ello incluye maximizar los beneficios, minimizar el daño
potencial, compensando o corrigiendo el daño. El cuidado competente requiere la
aplicación del conocimiento y habilidades apropiadas para el contexto natural, social y
cultural, de una situación. También requiere la habilidad para establecer relaciones
interpersonales que refuercen beneficios potenciales y reduzcan daños potenciales.
Otro requerimiento es adecuar el autoconocimiento acerca de cómo los propios valores,
experiencias, cultura, y contexto social, pudieran influir en las propias acciones e
interpretaciones.
POR LO TANTO, las psicólogas y los psicólogos aceptan como fundamental el Principio
de Cuidado Competente para el Bienestar de los Otros. Al hacerlo, aceptan los siguientes
valores asociados:

a. preocupación activa por el bienestar de individuos, familias, grupos, y


comunidades;
b. tener cuidado de no hacer daño a los individuos, familias, grupos, y comunidades;
c. maximizar los beneficios y minimizar los daños potenciales a los individuos,
familias, grupos, y comunidades;
d. corregir o compensar efectos dañinos que hubieran ocurrido como resultado de
sus actividades;
e. desarrollar y mantener la competencia;
f. autoconocimiento respecto a cómo sus propios valores, actitudes, experiencias, y
contexto social influyen en sus acciones, interpretaciones, elecciones, y
recomendaciones;
g. respeto por la capacidad de individuos, familias, grupos, y comunidades para
tomar decisiones por sí mismos y para cuidar de sí mismos y entre sí.

Principio III: Integridad


La integridad es vital para el avance del conocimiento científico y su aplicación, y para el
mantenimiento de la confianza pública en las psicólogas y los psicólogos.
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La integridad está basada en comunicaciones honestas, abiertas y precisas. Incluye


reconocer, controlar y manejar sesgos potenciales, relaciones múltiples, y otros conflictos
de interés que pudieran implicar un daño a otros o su explotación.
El levantamiento de la confidencialidad y comunicación completa de la información debe
ser balanceada junto con otras consideraciones éticas, incluyendo la necesidad de
proteger la seguridad o la confidencialidad de otros, y respetando las expectativas
culturales.
Existen diferencias culturales a la hora de considerar los límites profesionales apropiados,
las relaciones múltiples, y los conflictos de interés. Sin embargo, a pesar de tales
diferencias, se necesita un continuo control y manejo para asegurar que el interés
personal no interfiera con el actuar acorde al mejor interés de los otros.
POR LO TANTO, las psicólogas y los psicólogos aceptan como fundamental el Principio de
Integridad. Al hacerlo, aceptan los valores siguientes asociados:

a. veracidad, y comunicaciones honestas, exactas y abiertas;


b. evitar el levantamiento incompleto de la confidencialidad, a menos que el
levantamiento completo sea culturalmente inapropiado, o que viole la
confidencialidad de otros, o implique potencialmente hacer un daño serio a los
individuos, familias, grupos, y comunidades;
c. maximizar la imparcialidad y minimizar los sesgos;
d. no explotar a otros para beneficio personal, profesional, o financiero;
e. evitar conflictos de interés y expresándolos cuando no puedan ser evitados o sean
inapropiados de evitar.

Principio IV: Responsabilidades Profesionales y Científicas con la Sociedad


La psicología funciona como una disciplina dentro del contexto de la sociedad humana.
Como ciencia y como profesión, tiene responsabilidades con la sociedad. Estas
responsabilidades incluyen contribuir al conocimiento acerca de la comportamiento
humano y a la comprensión que las personas poseen sobre sí mismas y sobre los demás, y
utilizar tal conocimiento para mejorar la condición de individuos, familias, grupos,
comunidades, y de la sociedad. También incluye llevar adelante sus actividades dentro de
la sociedad de acuerdo a las más elevadas normas éticas, y estimulando el desarrollo de
estructuras y políticas sociales que beneficien a todas las personas y pueblos.
Existen diferencias en el modo en que estas responsabilidades son interpretadas por las
psicólogas y los psicólogos en las diferentes culturas. Sin embargo, necesitan ser
consideradas de una manera que sea apropiada culturalmente y consistente con los
principios éticos de esta Declaración.
POR LO TANTO, las psicólogas y los psicólogos aceptan como fundamental el Principio de
Responsabilidades Profesionales y Científicas hacia la Sociedad. Al hacerlo, aceptan los
siguientes valores asociados:
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a. la responsabilidad de la disciplina de incrementar el conocimiento científico y


profesional de manera que promuevan el bienestar de la sociedad y de todos sus
miembros;
b. la responsabilidad de la disciplina de asegurar que el conocimiento psicológico sea
utilizado con propósitos benéficos, y de proteger ese conocimiento de ser mal
utilizado, utilizado incompetentemente, o convertido en inútil por otros;
c. la responsabilidad de la disciplina de conducir sus actividades de modo tal que
promueva el bienestar de sociedad y de todos sus miembros;
d. la responsabilidad de la disciplina de promover los más elevados ideales éticos en
las actividades científicas, profesionales y de formación de sus miembros;
e. la responsabilidad de la disciplina de entrenar adecuadamente a sus miembros en
sus responsabilidades éticas y en las competencias requeridas;
f. la responsabilidad de la disciplina para desarrollar su conciencia y su sensibilidad
ética, y ser lo más autocríticos como sea posible.

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