Unidad 1 - 5 Luxemburg Qué Es La Economía Política (Selección)

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SKI________ Rosa Luxemburg

siglo veintiuno editores, sa Introducción a la economía política


CERRO DEL AGUA 248 MEXICO 20 D F

siglo veintiuno de esparta editores, sa


EMILIO RUBIN 7, MADRID 33 ESPAÑA

siglo veintiuno argentina editores, sa


Av PERU 952 BS AS ARGEN1INA

tapa: miguel de lorenzi

primera edición. 1972


©ediciones pasado y presente
tercera edición, 1975
©siglo xxi editores, s. a.

reimpresión para ame'rica central, caribe y américa del norte


exclusivamente

derechos reservados conforme a la ley Cuadernos de Pasado y Presente / 35


impreso y hecho en mexico
printcd and madc in mexico
Córdoba
V

Muchas veces se da simplemente la siguiente definición de la econo­


mía política: ella sería “la ciencia de las relaciones económicas entre
los hombres”. Quienes nacen semejante formulación creen evitar de
ese modo en la economía mundial los obstáculos de la “economía
nacional” al generalizar el problema hacia la indefinición y hablar de
la ciencia “de los hombres” en general. Pero las cosas no se aclaran
en lo más mínimo mediante la utilización de vaguedades sino que se
oscurecen más aún, pues entonces se plantea otra pregunta: si es
necesario, y por qué, una ciencia de las relaciones económicas “de los
hombres”, es decir de todos los hombres, en todos los tiempos y
circunstancias.
Tomemos un ejemplo cualquiera de relaciones económicas humanas,
un ejemplo lo más simple y claro posible. Trasladémonos al tiempo
en que aún no existía la economía mundial actual, en que el comer­
cio de mercancías recién florecía en las ciudades mientras que la
economía natural, o sea la producción para satisfacer las necesidades
propias, predominaba en el campo, tanto en los grandes dominios
territoriales como en las pequeñas explotaciones campesinas. Tome­
mos, por ejemplo, las relaciones prevalecientes en alta Escocia y
descritas por Dugald Stewart en los años cincuenta del siglo pasado:
“En algunas partes de alta Escocia [...] había —según los informes
estadísticos- muchos pastores de ovejas y [cotters]* que andaban,
con sus mujeres e hijos [...] calzados con zapatos hechos por ellos
mismos con cuero que habían curtido, con ropas que no había to­
cado ninguna mano más que la suya, cuyo material habían obtenido
esquilando las ovejas y cultivando lino. En la confección de las ropas
no entraban ningún artículo comprado como no fuesen la lezna, la
aguja, el dedal y muy pocas piezas de la herrería utilizada en el
tejido. Los colorantes los obtenían las mujeres de los árboles, matas y
hierbas, etc.” [citado por Karl Marx, Das Kapital, t.I, 4a. edic., p.451.J
O bien, tomemos un ejemplo de Rusia donde, hace todavía relati­
vamente poco tiempo, a fines de la década del 'setenta, reinaba una
economía campesina del mismo tipo:
“La tierra que (el campesino del distrito de Viasma, en la goberna­
ción de Smolensk) cultiva le proporciona alimento, vestimenta, casi
todo lo que necesita para su existencia: pan, patatas, leche, carne,

* R. L. escribe en su manuscrito junto al concepto de cotters la traducción


alemana: Háusler [peón], (La Red.)

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huevos, lienzo, tela, pieles de oveja y lana para ia ropa abrigada... Por y en cuya habitación gotea a través del techo cuando llueve. ¿De qué
dinero obtiene sólo botas y algunas pequeneces com< cinturón, gorra, depende la incrementación de mi riqueza? ¿Qué clase de pregunta es
guantes, así como algunos elementos domésticos necesarios: vajilla de ésa? Si tuviese un pedazo más grande de buena tierra, sería na­
cerámica y de madera, atizadera, marmita, etc.” [Profesor Nicolai turalmente más rico, y si en verano, no lo quiera Dios, cae un
Sieber, David Ricardo y Karl Marx, Moscú, 1879, p. 480.] fuerte granizo, esto nos hace pobres a todos los de la aldea en
Aún hoy existen economías campesinas en Bosnia y Herzegovina, 24 horas.”
en Serbia, en Dalmacia. Si se nos ocurriese plantear a un campesino Hemos hecho que el campesino respondiese pacientemente a las
de la alta Escocia o de Rusia, de Bosnia o Serbia, las habituales eruditas preguntas de la economía política, pero estamos seguros de
preguntas profesorales de la economía nacional referentes al “objetivo que antes que el profesor, llegado con libro de apuntes y pluma
económico”, el “surgimiento y la distribución de la riqueza”, etc., fuente a desarrollar investigaciones científicas a un hogar campesino
seguramente abriría los ojos muy grandes. ¿Por qué, y con qué objeti­ en alta Escocia o Bosnia, llegase a la mitad de sus preguntas, ya se
vo, trabajamos yo y mi familia o, para usar sus eruditos términos: vería obligado a ganar la puerta e irse. En realidad, todas las rela­
qué “móviles” nos mueven a “desarrollar actividad económica”? El ciones de una economía campesina de esas características son tan
exclamaría: “Pues, es que tenemos que vivir, y no nos vienen volando evidentemente sencillas y transparentes, que su disección con el
palomas asadas a la boca. Si no trabajásemos, tendríamos que morir bisturí de la economía política aparece como un juego ocioso.
de hambre. De modo que trabajamos para subsistir para comer según Claro que pueden objetarnos que quizá hayamos elegido poco
nuestro apetito, llevar ropas limpias y tener sobre la cabeza un techo. acertadamente el ejemplo al poner los ojos en una economía cam­
¿Que producimos, qué dirección imprimimos a nuestro trabajo? pesina pequeña, autosuficiente, en la que en cualquier caso la mayor
¡Nuevamente, una pregunta bien boba! Producimos lo que necesi­ simplicidad está determinada por la mezquindad de los medios
tamos, lo que toda familia campesina necesita para vivir. Cultivamos disponibles y de las dimensiones. Tomemos, pues, otro ejemplo:
trigo y centeno, avena y cebada, plantamos patatas, criamos vacas y dejemos el pequeño hogar campesino que sobrelleva su modesta
ovejas, gallinas y patos. En invierno se hila, lo que es cosa de las existencia en cualquier rincón olvidado del mundo, y dirijamos la
mujeres, y nosotros los hombres, en cambio, preparamos con hacha, mirada a la más alta cumbre de un poderoso imperio, a la economía
sierra y martillo lo que hace falta en la casa. Llame Ud. a eso como de Carlomagno. Este emperador, quien a comienzos del siglo IX hizo
le plazca, agricultura o industria, en cualquier caso tenemos que hacer del Imperio Alemán el más poderoso de Europa, quien para ensanchar
un poco de todo, porque de todo hace falta en la casa y en los y afianzar su imperio emprendió no menos de 53 acciones guerreras y
campos. ¿Cómo dividimos estos trabajos? ¡Otra pregunta notable! unificó bajo su cetro, además de la actual Alemania, también a
Los hombres hacen, evidentemente, aquello que requiere la fuerza Francia, Italia, Suiza, la parte norte de España, Holanda y Bélgica,
masculina, las mujeres se ocupan de la casa, las vacas y el gallinero, pensaba mucho en las relaciones económicas reinantes en sus posesio­
los niños ayudan aquí y allí. ¿O piensa Ud. que debería enviar a la nes y granjas. El mismo redactó un documento legal particular
mujer a cortar leña y ordeñar yo la vaca? (El buen hombre no sabe referente a los principios económicos de sus granjas, que consta de 70
—paremos nosotros mientes en ello—, que entre muchos pueblos párrafos: el famoso Capitulare de villis, o sea ley de las granjas,
primitivos, por ejemplo entre los indios brasileños, es justamente la documento que, afortunadamente, se ha conservado en medio del
mujer la que va al bosque a juntar madera, arrancar raíces y recoger polvo y moho de los archivos como joya inestimable de la tradición
frutos, mientras entre los pueblos pastores de Africa y Asia los histórica. Merece atención muy especial por dos razones. En primer
hombres no sólo cuidan, sino también ordeñan el ganado. Asimismo, término, la mayoría de las granjas de Carlomagno se convirtieron
se puede ver todavía hoy en Dalmacia a la mujer que lleva sobre sus después en importantes ciudades imperiales, por ejemplo Aachen
espaldas pesadas cargas mientras junto a ella su marido, fuerte como (Aquisgrán), Colonia, Munich, Basilea, Estrasburgo y muchas otras
un roble, cómodamente montado en el asno, fuma su pipa. Esta grandes ciudades fueron hace tiempo granjas del emperador Carlos.
división del trabajo parece allí tan evidente como evidente le parece a En segundo término, las indicaciones económicas de Carlos fueron un
nuestro campesino que él tuviese que cortar leña y su mujer ordeñar modelo para todas las grandes posesiones laicas y eclesiásticas de la
la vaca./ Y luego: ¿a qué le llamo mi riqueza? ¡Pero eso lo saben alta Edad Media. Los establecimientos de Carlos recogieron las tradi­
todos los niños de la aldea! Es rico el campesino que tiene graneros ciones de la antigua Roma y del modo de vida refinado de sus villas
Uenos, un establo bien poblado, una caballeriza'considerable, un gran patricias, pa.a trasplantarlas al medio ambiente más basto de la joven
gallinero; y es pobre aquel a quien le queda ya poca harina en Pascua nobleza guerrera germánica, y sus prescripciones sobre el cultivo de la

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vid, de jardines, de frutas y legumbres, la cría de aves, etc., constitu­ puedan pasar los ríos sin sufrir daño. Quiero también que se me
yeron un acto histórico de civilización. rindan cuentas precisas de los cuernos de mis carneros y chivos, así
Examinemos ahora más detalladamente el documento. El gran como de las pieles de los lobos que se matan cada año. En el mes de
emperador exige ante todo que se le sirva honradamente y que se mayo debe declararse sin demora una guerra inexorable a los jóvenes
cuide en sus posesiones que sus súbditos estén al abrigo de la miseria; lobatos.” Finalmente, en el último párrafo, Carlos enumera también
no debe recargárseles de trabajo; si trabajan durante la noche, debe todas las flores, árboles y hierbas que quiere que se cultiven en sus
compensarseios. Pero los súbditos, a su vez, deben cuidar honrada­ posesiones: rosas, azucenas, romero, cohombro, cebolla, rabanitos, co­
mente de la viña y embotellar el vino una vez exprimida la uva para mino, etc. El famoso documento legal se cierra prácticamente con la
que no sufra menoscabo. Cuando se sustraen a sus obligaciones, son enumeración de diversas variedades de manzanas.
castigados “en las espaldas u otras partes”. Continúa el emperador Este es el cuadro de la economía imperial en el siglo IX y, aunque
prescribiendo que en sus posesiones se críen abejas y gansos; las aves se trate en este caso de uno de los príncipes más poderosos y ricos de
deben ser bien mantenidas y multiplicadas. También debía prestarse la Edad Media, nadie podrá negar que esta economía y sus principios
la mayor atención al incremento de las existencias de vacas y yeguas, recuerdan sorprendentemente a aquel pequeño hogar campesino que
lo mismo que de ovejas. hemos descripto anteriormente. También aquí, si se nos ocurriese
También queremos, escribe el emperador, que nuestros bosques plantearle las consabidas preguntas básicas de la economía política
sean trabajados con discernimiento, que no se los tale y que en ellos referentes a la esencia de la riqueza, el objetivo de la producción, la
haya gavilanes y halcones. Debe haber siempre a nuestra disposición división del trabajo, etc., el imperial dueño de casa nos señalaría con
gansos y pollos gordos; los huevos que no se utilicen internamente ademán principesco las montañas de granos, lana y cáñamo, los tone­
deben venderse en el mercado. En cada una de nuestras granjas debe les llenos de vino, aceite y vinagre, los establos llenos de vacas, bue­
haber acopio de plumones, colchones, colchas, vajilla de cobre, yes y ovejas. Y en verdad tampoco sabríamos qué es propiamente lo
plomo, hierro y madera, cadenas, calderas, hachas, taladros, de modo que la ciencia de la economía política debería investigar y de­
que no sea necesario pedir nada a nadie. El emperador prescribe luego sentrañar en términos de misteriosas “leyes”, puesto que todas las
que se le rindan cuentas exactas de las rentas de sus posesiones, y conexiones, las causas y los efectos, el trabajo y su resultado son
precisamente cuánto se produjo de cada cosa, y enumera: legumbres, claros como la luz del día.
mantequilla, queso, miel, aceite, vinagre, nabos “y otras pequeñeces”, Quizás el lector nos señale que nuevamente hemos elegido mal el
como dice el texto del famoso documento. Luego prescribe el ejemplo. Después de todo, surge del documento de Carlomagno que
emperador que en cada uno de sus dominios haya artesanos duchos no se trata aquí de las relaciones económicas públicas del Imperio
en cada oficio en número suficiente, enumerando luego en detalle los alemán sino de la economía privada en las posesiones del emperador.
oficios. Luego señala Navidad como la fecha en la que exige anual­ Pero si se oponen esos dos conceptos, se cometerá seguramente un
mente las cuentas de sus riquezas, y el más pequeño de ios campe­ error histórico en relación con la Edad Media. Es cierto que el capi­
sinos no cuenta con más minucia cada cabeza de ganado y cada tular se refería a la economía de las gramas y posesiones del empe­
huevo de su granja, que el gran emperador Carlos. El párrafo 62 del rador Carlos, pero esta economía la llevaba adelante él como sobera­
documento indica: “Es importante que sepamos cuánto tenemos de no, no como individuo privado. O meior dicho: el emperador era
cada cosa.” Y enumera otra vez: bueyes, molinos, madera, barcos, señor de la tierra en sus posesiones, pero todo noble señor era en la
vides, legumbres, lana, lienzo, cáñamo, frutas, abejas, pescado, pieles, Edad Media, es decir en los tiempos posteriores a Carlomagno, prácti­
cera y miel, vinos nuevos y añejos y lo demás que se le entrega. Y camente como ese emperador en pequeño, es decir en virtud de su
añade cándidamente, para consuelo de los queridos súbidtos que han propiedad territorial señorial y libre era ya legislador, beneficiario de
de entregar todo eso: “Esperamos que todo esto no os parecerá de­ los impuestos y juez frente a la población de sus dominios. La forma
masiado duro, puesto que podéis por vuestro lado exigirlo también, misma de las prescripciones económicas de Carlos, de las que hemos
ya que cada uno es señor en sus posesiones.” Luego encontramos tomado conocimiento, prueba que eran realmente actos de gobierno:
indicaciones precisas sobre la forma de envasar y transportar los vinos constituyen una de las 65 leyes o “capitulares” de Carlos las que,
que, por lo visto, constituían un especial problema de gobierno del redactadas por el emperador, eran publicadas en la asamblea anual de
gran emperador: “El vino debe transportarse en cubas con varillas de los grandes del imperio. Y las determinaciones sobre los rabanitos y
hierro ajustadas, ,y nunca en tubos. En lo referente a la harina, debe las cubas con varillas de hierro para el vino surgen de la misma
transportarse en carros dobles y cubiertos con cuero de modo que soberanía y están concebidas en el mismo estilo que, por ejemplo, la
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amonestación a los clérigos en la Capitula Episcoporum, la “ley epis­ fenómenos naturales que, de tanto en tanto, plagaban tanto las tierras
copal” donde Carlos se dirige a los servidores del Señor y los amones­ señoriales como las campesinas. Sabía perfectamente que su indigen­
ta enérgicamente para que no blasfemen, no se embriaguen, no fre­ cia campesina tenía una causa muy sencilla y directa: primero, la
cuenten malos lugares ni mantengan mujeres y para que no vendan ilimitada exacción que ejercían los señoríos en corveas y tributos;
demasiado caros los santos sacramentos. Podemos buscar en toda la segundo, los latrocinios que ejercían los mismos señoríos sobre las
Edad Media, pero no encontraremos en ninguna parte un’ empresa tierras comunitarias, bosques, prados y aguas. Y lo que sabía el cam­
económica para la cual no haya servido de ejemplo la de Carlomagno, pesino, lo gritaba muy alto al mundo en las guerras campesinas, lo
ya se trate de posesiones de la nobleza, o bien de la pequeña explo­ mostraba al incendiar la casa de sus chupasangres. Lo que quedaba
tación campesina descrita anteriormente, de familias campesinas aisla­ por investigai era solamente el origen histórico y el desarrollo de
das que trabajan para sí mismas o de comunidades cooperativas. aquellas relaciones, se trataba ^e saber cómo era posible que en toda
Lo más sorprendente en ambos ejemplos es que aquí las necesida­ Europa las tierras campesinas, antiguamente libres, hubieran sido
des de la vida humana guian y determinan tan directamente el traba­ transformadas en señoríos robles sujetos a tributo y renta, asi como
jo, y el resultado corresponde tan precisamente al propósito y la el campesinado antiguamente libre lo había sido en una masa de
necesidad, que las relaciones presentan una sorprendente sencillez y súbditos sujetos a corvea y luego también siervos de la gleba.
nitidez ya sea en grande o en pequeña escala. El pequeño campesino Las cosas tienen un aspecto completamente distinto si considera­
en su parcela y el gran monarca en sus fincas saben con toda preci­ mos un fenómeno cualquiera tomado de la vida económica actual.
sión qué quieren obtener mediante la producción. Y no es muy difícil Tomemos como ejemplo uno de los fenómenos más dignos de aten­
saberlo: ambos quieren satisfacer las necesidades naturales del hom­ ción, más destacados: la crisis comercial. Todos hemos experimentado
bre: alimento y bebida, vestimenta y comodidad. La única diferencia ya muchas grandes crisis comerciales e industriales y conocemos por
es que el campesino duerme sobre un saco de paja y el gran señor de experiencia propia ese proceso tan clásicamente descrito por Friedrich
la tierra sobre blandos plumones, aquél bebe en la mesa cerveza y Engels. “El tráfico queda bloqueado, los mercados se saturan, los
aguamiel, o incluso agua clara, mientras que éste bebe vinos genero­ productos se almacenan tan masiva cuanto invendiblemente, el dinero
sos. La diferencia radica solamente en la cantidad y 'as calidades líquido se hace invisible, desaparece el crédito, se paran las fábricas,
de los bienes producidos. Pero los fundamentos de la economía y su las masas trabajadoras carecen hasta de alimentos por haber produci­
objetivo, la satisfacción de las necesidades humanas, no cambian. El do demasiado, una bancarrota sigue a la otra, y lo mismo ocurre con
resultado corresponde, con la misma evidencia, al trabajo que procede las ejecuciones forzosas en los bienes. Esa situación de bloqueo dura
de ese cometido natural. También aquí, en el proceso de trabajo, hay años, fuerzas productivas y productos se desperdician en masa, se
diferencias: el campesino trabaja él mismo con los miembros de su destruyen, hasta que las acumuladas masas de mercancías, tras una
familia y obtiene de su trabajo tanto fruto como pueden proporcio­ desvalorización mayor o menor, van saliendo finalmente, y la pro­
narle su parcela de tierra y su participación en la dula o, más exacta­ ducción y el intercambio vuelven paulatinamente a funcionar. La mar­
mente —puesto que hablamos aquí de los campesinos siervos de la cha se acelera entonces progresivamente y pasa a ser trote; el trote
Edad Media— lo que le queda por encima de las gabelas y corveas industrial se hace luego galope, y ésta vuelve a culminar en la carrera
entregadas en tributo al señor y a la Iglesia. El emperador, o cual­ a rienda suelta de un completo steeple-chase [carrera de obstáculos]
quier otro noble señor, no trabaja por sí mismo, sino que hace traba­ industrial, comercial, crediticio y especulativo, para llegar finalmente,
jar para él a sus súbditos y campesinos tributarios. Ya sea que cada tras los más audaces saltos, a la fosa del nuevo crack.” [F. Engels,
campesino trabaje con su iamilia para el señor por su cuenta, o que Ant-Dühring, Grijalbo, México, 19o4, p. 273.] Todos sabemos que
todos juntos lo hagan bajo la dirección del jefe de la aldea o del semejante crisis comercial es el terror de todo país moderno, y resulta
capataz de corvea, el resultado de este trabajo no es otra cosa que muy significativa la forma en que se anuncia la proximidad de una
cierta cantidad de medios de subsistencia en sentido estricto, es decir crisis. Después de trascurridos algunos años de prosperidad y de bue­
simplemente lo que se necesita y más o menos tanto como se necesi­ na marcha de los negocios se inicia aquí y allí, en la prensa, un
ta. Se puede dar a esa economía tantas vueltas como uno quiera sin oscuro murmullo, en la bolsa se dan a conocer inquietantes informes
encontrar en ella ningún enigma que haya que sondear mediante pro­ particulares sobre bancarrotas, luego las señales que aparecen en la
fundas investigaciones, mediante una ciencia particular. Hasta el más prensa se hacen más audibles, la bolsa se intranquiliza cada vez más,
tonto de los campesinos sabía perfectament’ en la Edad Media de la Banca estatal eleva la tasa de descuento, es decir que dificulta y
qué dependía su “riqueza” o, más bien, su pooreza, aparte de los limita el crédito que se concede, hasta que llegan como un aguacero

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los informes referentes a bancarrotas y congestiones. Y cuando la bre a hombre; no encontramos en las circunstancias que constituyen
crisis está en plena marcha estalla la polémica sobre quién es respon­ la crisis moderna ni un solo elemento que se encuentre fuera del
sable de ella. Los hombres de negocios echan la culpa a la brusca ámbito de la actividad humana. No es, pues, sino la propia sociedad
interrupción del crédito por parte de los bancos, a la insania especula­ humana quien provoca periódicamente la crisis. Y, sin embargo, sabe­
tiva de la gente de la bolsa, los de la bolsa a los industriales, los mos a la vez que la crisis es un verdadero azote de la sociedad
industriales a la falta de dinero en el país, etc. Y cuando los negocios moderna, que se la espera con temor y se la soporta con desespera­
comienzan a ponerse nuevamente en marcha, la bolsa, los periódicos, ción, que nadie la desea ni la promueve. Pues, excepto algunos tiburo­
anotan con alivio los primeros síntomas de mejoría, hasta entronizar nes de la bolsa, que buscan enriquecerse rápidamente en la crisis a
se nuevamente por un período la esperanza, la calma y la seguriuad. costa de otros, pero que a menudo caen ellos mismos en la trampa, la
Lo digno de atención es que todos los interesados, toda la sociedad, crisis representa para todos un peligro o perjuicio. Nadie desea la
trata y maneja la crisis como algo que escapa.a la esfera de la volun­ crisis, y pese a ello se produce. Los hombres la crean con sus propias
tad y el cálculo humanos, como un golpe fatal dado por una potencia manos, y sin embargo no quieren que ocurra por nada del mundo.
invisible, como una prueba enviada por el cielo a la manera de, diga­ Tenemos aquí, ante nosotros, realmente un enigma de la vida econó­
mos, una fuerte tempestad, un terremoto o una inundación. Hasta el mica, que no sabe explicarnos ninguno de los interesados. El campe­
lenguaje en el que los periódicos comerciales suelen informar sobre sino medieval producía en su pequeña parcela, en parte, lo que quería
una crisis, emplea con deleite expresiones como: “el cielo hasta aquí y necesitaba su señor, y en parte lo que quería y necesitaba él mis­
sereno del mundo de los negocios empieza a cubrirse de nubes más mo: granos y ganado, medios de vida para sí y su familia. El gran
sombrías”, o cuando se trata de una brusca elevación de la tasa de señor hacía producir para sí, en la Edad Media, lo que quería y
descuento bancaria, se la pone bajo el inevitable título de “signos de necesitaba: granos y ganado, buenos vinos y ropas finas, medios de
tempestad”, así como después leemos que se anuncia una tormenta y vida y objetos de lujo para sí y su corte. La sociedad actual, en
que el horizonte está sereno. Este modo de expresarse significa a su cambio, produce lo que no quiere ni necesita: crisis. Produce de tanto
vez algo más que la insipidez de las plumas del mundo de los nego­ en tanto medios de vida que no puede utilizar, sufre periódicamente
cios, es absolutamente típica de la acción peculiar, semejante por hambre mientras hay enormes almacenes llenos de productos invendi­
decirlo así a la de una ley natural, de la crisis. La sociedad moderna bles. La necesidad y la satisfacción, el cometido y el resultado ya no
advierte su proximidad con sobresalto, inclina el pescuezo temblorosa se corresponden, hay entre ellos algo oscuro, enigmático.
ante el granizo, espera que termine la prueba a la que se ve sometida Tomemos otro ejemplo, generalmente conocido, demasiado cono­
y luego vuelve a erguir la cabeza, primero temerosa e incrédula, final­ cido para los obreros de todos los países: la desocupación.
mente con calma recuperada. Es exactamente la forma cómo, en la La desocupación no es ya, como la crisis, un cataclismo que venga
Edad Media, el pueblo esperaba el estallido de una gran hambruna o a asolar a la sociedad de tiempo en tiempo: hoy, en mayor o menor
de la peste; cómo hoy el hombre de campo soporta una fuerte tempes­ grado, se ha tornado un fenómeno anexo, cotidiano y constante, de
tad con granizo; la misma perplejidad y la misma impotencia frente la vida económica. Las categorías mejor organizadas y remuneradas de
a la dura prueba. Sólo que la hambruna, como la peste, aunque en obreros, que llevan listas de desocupados, anotan una cadena ininte­
último análisis constituyen fenómenos sociales, son en primer término rrumpida de cifras para cada año y cada mes y cada semana dentro
y directamente resultados de fenómenos naturales: mala cosecha, di­ del año; estas cifras sufren fuertes oscilaciones, pero no se extinguen
fusión de gérmenes portadores de enfermedades, etc. La tempestad es nunca totalmente. La impotencia de la sociedad actual frente a la
un acontecimiento elemental de la naturaleza física, y ningún ser desocupación, ese espantoso flagelo de la clase obrera, se pone en
humano está en condiciones, al menos en el estado actual de las evidencia cada vez que las dimensiones de este infortunio se hacen
ciencias de la naturaleza y de la técnica, de provocar o impedir una tan considerables que obligan a los cuerpos legislativos a ocuparse de
tempestad. Pero, ¿qué es la crisis moderna? Consiste, según sabemos, ella. El curso normal de semejantes tratativas culmina, después de
en que se han producido demasiadas mercancías, las cuales no en­ largos dimes y diretes, en la decisión de llevar a cabo una encuesta,
cuentran salida y en que, como consecuencia, el comercio y con él la una investigación, sobre el número de desocupados. Todo se limita,
industria se encuentran bloqueados. Pero la producción y venta de en lo fundamental, a medir el estado actual del infortunio como se
mercancías, el comercio, la industria... son relaciones puramente hu­ mide el nivel alcanzado por el agua en una inundación y, en el mejor
manas. Son los hombres mismos quienes producen mercancías y los de los casos, para reducir algo los efectos de la desgracia mediante
propios hombres quienes las compran, el comercio se efectúa de hom­ leves medios paliativos en forma de subsidios de desocupación —fun­

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damentalmente a costas de los mismos trabajadores empleados—, sin un enigma económico, ante un fenómeno que nadie provoca, nadie
intentar siquiera la eliminación del propio mal. desea conscientemente, y que sin embargo se produce con la regula­
A comienzos del siglo XIX el gran profeta de la burguesía inglesa, ridad de un fenómeno natural, en cierta medida por sobre los hom­
el clérigo Maltnus, había proclamado el siguiente principio, con la bres.
brutalidad escalofriante que lo caracterizaba: “Quien ha nacido en un Pero no necesitamos recurrir a fenómenos notorios de la vida ac­
mundo ya distribuido en propiedad, en caso de no poder obtener tual como las crisis y la desocupación, es decir únicamente a calami­
medios de existencia de sus parientes, sobre los cuales tiene derecho a dades y casos de carácter extraordinario que, según la imagen tradi­
ciertas exigencias, y si la sociedad no requiere su trabajo, no tiene cional, constituyen la excepción en el curso normal de las cosas.
derecho a la más pequeña cantidad de alimento y, en realidad, no Tomemos un ejemplo, el más común de la vida cotidiana, que se
tiene nada que hacer en este mundo. En el gran banquete de la repite miles de veces en todos los países: las oscilaciones de los pre­
naturaleza no hay cubierto para él. La naturaleza le da a entender cios de las mercancías. Todos los niños saben que los precios de todas
que se aparte y cumpla prontamente su propia orden”. La sociedad las mercancías no son algo fijo e invariable sino que, por lo contrario
oficial de nuestros días, con la hipocresía “social- 'reformista” que le casi a diario, a menudo incluso cada hora, suben o bajan. Tomemos
es propia, no ve con buenos ojos exteriorizaciones de tan burda sin­ cualquier periódico, examinemos el informe de la bolsa de productos,
ceridad. En los hechos, sin embargo, termina por dejar que los prole­ y leeremos sobre los cambios de precios del día anterior: Trigo —por
tarios desocupados, “cuyo trabajo no requiere”, de uno u otro modo, la mañana, ambiente flojo, hacia el mediodía algo más animado, hacia
sean “apartados”, rápida o lentamente, de este mundo, como lo de­ el cierre de la bolsa aumentan los precios, o bien a la inversa. Lo
muestran las ciiras de aumento de las enfermedades, de mortalidad mismo ocurre con respecto al cobre y al hierro, al azúcar y al aceite
infantil, de delitos contra la propiedad durante todas las grandes cri­ de colza. Y también con las acciones de las diversas empresas indus­
sis. triales, con los papeles estatales y privados en la Bolsa de valores. Las
¡La comparación a la que hemos recurrido entre la desocupación y oscilaciones de precios son un fenómeno continuo' cotidiano, plena­
una inundación muestra simplemente que somos menos impotentes mente “normal” de la vida económica actual. A través de estas oscila­
frente a los hechos elementales de la naturaleza física que ante nues­ ciones de precios, con todo, se consumen cada día y cada hora modi­
tros propios asuntos, puramente sociales, puramente humanos! Las ficaciones del estado patrimonial de los propietarios de todos estos
periódicas inundaciones que, en primavera, ocasionan tan enormes productos y valores. Si suben los precios del algodón, crece momen­
daños en el este de Alemania, son en definitiva sólo una consecuencia táneamente la fortuna de todos los comerciantes y fabricantes que
de nuestra impericia en materia de hidrografía. La técnica provee ya disponen de stocks de algodón en sus depósitos, si bajan los precios,
en su estado actual medios suficientes para proteger la agricultura de aquellas fortunas se diluyen en correspondencia con ello. Si suben los
la violencia de las aguas, inclusive para la utilización de esta fuerza, precios del cobre, se enriquecen los accionistas de minas de cobre, y
solo que estos medios no son aplicables sino en gran escala, mediante si los precios caen ellos se empobrecen. De este modo, hay personas
una organización racional y coherente que debería transformar toda que pueden convertirse en millonarios o en mendigos a raíz de sim­
el área afectada, disponer de modo adecuado las tierras labrantías y ples oscilaciones de precios sobre la base de un telegrama bursátil y
los prados, construir diques y presas, regular ríos. Cierto es que esta en pocas horas, y es éste el basamento esencial de la especulación
gran reforma no se emprende, en parte porque ni los capitalistas bursátil con todos sus engaños. El señor medieval podía hacerse más
privados ni el estado quieren destinar los medios necesarios para tal rico o más pobre a raíz de una buena o mala cosecha; o se enriquecía
empresa, en parte porque chocaría, en la gran área que habría que cuando había obtenido un buen botín como jinete salteador, acechan­
abarcar, con las barreras que representan los derechos privados de do a algún mercader en su camino; o bien -y éste era por lo general
propiedad territorial más diversos. Pero la sociedad actual ya tiene en el medio favorito y de más seguro éxiio- aumentaba su riqueza cuan­
sus manos los medios para precaverse del peligro de las aguas y suje­ do le era posible explotar más que antes a sus siervos mediante la
tar el furioso elemento, aunque no está en condiciones de utilizarlos. elevación de las corveas y tributos exigidos. Hoy en día puede uno
En cambio, en la sociedad actual aún no se ha descubierto un medio hacerse súbitamente rico o pobre sin la menor intervención suya, sin
de contrarrestar la desocupación. Y sin embargo, no es ningún ele­ mover un dedo, sin ningún hecho natural, sin que nadie le haya
mento, ningún fenónemo físico de la naturaleza, ninguna fuerza so­ regalado ni robado violentamente nada. Las oscilaciones de los precios
brehumana, sino un producto puramente humano de las relaciones son, por así decirlo, un movimiento misterioso que, guiado por un
económicas. Y, también en este caso, volvemos a encontrarnos ante poder invisible a espaldas de los hombres, determinan una modifica­

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ción y oscilación incesante en el reparto de la riqueza social. La gente los cuales pueden ejercerse la voluntad y la organización consciente
toma conocimiento simplemente de este movimiento como se lee la de la economía. Aquí los hombres se apoyan aún enteramente en los
temperatura en el termómetro, o la presión atmosférica en el baróme­ andadores de la naturaleza exterior y dependen de su favor o de' su
tro. Y, sin embargo, los precios de las mercancías y su movimiento rigor. Pero dentro de los estrechos márgenes descritos, en esta peque­
son evidentemente un asunto puramente humano y no cosa de magia. ña sociedad de unos 150 individuos, se verifica la organización de
Nadie más que los propios hombres producen las mercancías con sus conjunto. La previsión para el futuro se manifiesta ante todo bajo la
propias manos ni determinan sus precios, aunque también en este forma miserable de la provisión de grasa de ballena rancia. Pero la
caso resulta de su acción algo que nadie ha previsto ni pretendido; magra provisión es repartida entre todos mediante un cierto ceremo­
aquí nuevamente la necesidad, el objetivo y el resultado de la acción nial y todos toman parte, bajo una dirección planificada, en el trabaio
económica de los hombres han caído en abierto desacuerdo entre sí. de procurarse los alimentos.
¿Cómo es que, y según qué oscura ley, la propia vida económica Tomemos un oikos griego, una economía doméstica antigua con
de los hombres se somete a espaldas de éstos a tan extraños fenóme­ esclavos que constituía efectivamente un “microcosmos”, un pequeño
nos? Sólo una indagación científica de la cuestión puede permitir su mundo en sí mismo. En este caso reina ya la mayor desigualdad
esclarecimiento. rs necesario, mediante una investigación rigurosa, social. La escasez primitiva ha dejado sitio a un cómodo excedente en
mediante una reflexión, análisis y comparaciones más profundas, re­ frutos del trabajo humano. Pero el trabajo corporal se ha convertido
solver todos estos enigmas, o sea desentrañar las relaciones ocultas en maldición de unos, el ocio en el privilegio de otros, el propio
que determinan que los resultados de la actividad económica del hom­ trabajador es propiedad del que no trabaja. Pues bien, de esta rela­
bre no coincidan más con sus intenciones, con su voluntad, en pocas ción de dominación resulta también la más rigurosa planificación de
palabras, con su conciencia. La tarea de la investigación científica con­ la economía, del proceso de trabajo, de la distribución. La voluntad
siste en descubrir la falta de conciencia de que sufre la economía de la determinante del amo es su fundamento, el látigo del capataz de
sociedad, y así llegamos directamente a la raíz de la economía esclavos su sanción.
política. En el señorío feudal de la Edad Media, la despótica organización
De su viaje alrededor del mundo Darwin nos relata lo siguiente de la economía adquiere prontamente la fisonomía de un código
sobre los habitantes de Tierra del Fuego: “No es raro que padezcan circunstanciado, elaborado de antemano, en el cual están indicados
hambre: oí a Mr. Low, patrón de un barco dedicado a la caza de clara y firmemente el plan de trabajo, la división del trabajo, las
focas, muy bien relacionado con los indígenas de esta región, referir obligaciones y derechos de cada uno. En el umbral de este período
la situación en que se hallaron 150 fueguinos de la costa occidental a histórico se encuentra aquel hermoso documento que ya conocemos:
consecuencia de la falta de alimentos. Una serie no interrumpida de el Capitulare de vilis, iluminado por la abundancia de las satisfac­
temporales impidió a las mujeres recoger mariscos en las rocas, mien­ ciones materiales que constituyen la meta exclusiva de la economía.
tras los hombres se vieron en la imposibilidad de salir en sus canoas a Concluye con el lóbrego código de las corveas y los tributos, dictado
cazar focas. Un pequeño grupo de estos hombres salió una mañana, y por la codicia de los señores feudales, que desemboca en el siglo XV
los otros indios le explicaron a Mr. Low que iban a hacer un viaje de en la guerra campesina en Alemania para, algunos siglos más tarde,
cuatro días en busca de alimentos. Cuando regresaron, Low les salió convertir al campesino francés en aquel ser miserable y medio bestiali­
al encuentro y los halló excesivamente cansados, pues cada hombre iba zado al que recién la estridente campana de rebato de la gran revolu­
cargado con una gran pieza de una ballena pútrida, con un agujero en ción lanzará a la lucha por sus derechos de hombre y de ciudadano.
medio, por el que metía la cabeza, como lo hacen los gauchos con Pero mientras la revolución no hubo barrido el señorío feudal, fue,
sus ponchos o mantas de abrigo. No bien se llevó la ballena a una aún en medio de esa miseria, la relación directa de dominación lo que
cabaña, un viejo la cortó en lonjas y, musitando entre dientes algunas determinó firme y claramente al conjunto de la economía feudal
palabras, puso aquellas sobre el fuego por un minuto y las distribuyó como un destino inevitable.
entre el hambriento grupo, que durante este tiempo guardó el silencio Hoy no conocemos amos ni esclavos, barones feudales ni siervos.
más profundo.” [Darwin, Vovage of a naturalist round the world, p. La libertad y la igualdad ante la ley han eliminado formalmente todas
245.] las relaciones despóticas, al menos en los estados burgueses antiguos.
Esta es la vida de uno de los pueblos más atrasados de la tierra. En En las colonias —como se sabe- la esclavitud y la servidumbre son
este caso, son todavía extremadamente estrechos los límites dentro de introducidas con bastante frecuencia por esos mismos estados. Pero
allí donde la burguesía está en su casa, la única ley que preside las
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relaciones económicas es la libre competencia. Con ello, sin embargo, su problema básico, se dividen actualmente los caminos del cono­
ha desaparecido de la economía todo plan, toda organización. Es cimiento burgués y del conocimiento proletario. Con esta primera
cierto que si observamos una empresa determinada, una fábrica mo­ pregunta, por muy abstracta e indiferente para las luchas sociales del
derna o un poderoso complejo de fábricas y talleres, como Krupp, presente que pueda parecer a primera vista, se anuda ya un lazo
una explotación agrícola avanzada en Norteamérica, encontramos allí particular entre la economía nacional como ciencia y el proletariado
la más estricta organización, la división del trabajo más desarrollada, moderno como clase revolucionaria.
la planeación más refinada, basada en el conocimiento científico. Allí
todo marcha del modo más maravilloso, dirigido todo por una volun­
tad, una conciencia. No bien trasponemoos las puertas de la fábrica o
la granja, sin embargo, nos encontramos ya con el caos. Mientras las
innumerables partes —y una empresa privada actual, aun la más gigan­
tesca, es sólo un fragmento de los grandes conjuntos de la economía
que se extienden a lo largo de toda la tiena—, mientras las partes
están organizadas del modo más estricto, el conjunto de la llamada
“economía política”, es decir de la economía mundial capitalista, es
absolutamente inorgánico. En el conjunto, que se enrosca sobre océa­
nos y continentes, no se hace valer ningún plan, ninguna conciencia,
ninguna regulación; sólo la acción de fuerzas desconocidas e indó­
mitas desarrolla con el destino económico de los hombres su capri­
choso juego. Es cierto que un prepotente soberano gobierna hoy a la
humanidad laboriosa: el capital. Pero la forma en que gobierna no es
el despotismo, sino la anarquía.
Es ésta quien hace que la economía social determine resultados
inesperados y enigmáticos para los hombres intervinientes, ella hace
que la economía social se haya convertido en un fenómeno extraño a
nosotros, enajenado, independiente de nosotros, cuya ley tenemos
que desentrañar lo mismo que investigamos los fenómenos de la natu­
raleza exterior, como buscamos desentrañar las leyes que gobiernan la
vida del reino vegetal y del reino animal, las transformaciones de la
corteza terrestre y los movimientos de los cuerpos celestes. El conoci­
miento científico tiene luego que averiguar el sentido y las normas de
la economía social que el plan conscientemente establecido no le ha
dictado de antemano.
Es evidente ahora por qué es imposible para los economistas bur­
gueses determinar claramente la esencia de su ciencia, poner el dedo
en las heridas de su orden social, denunciar su caducidad. Captar y
reconocer que la anarquía es el elemento vital de la dominación del
capital significa pronunciar simultáneamente una condena a muerte,
significa decir que a su existencia sólo le queda un plazo de gracia.
Por eso los abogados oficiales de la dominación del capital tratan,
mediante toda clase de artificios verbales, de velar los hechos, de
desviar la mirada del cogollo a la envoltura exterior, de la economía
mundial a la “economía nacional”. Ya en el primer paso sobre el
umbral del conocimiento económico, ya en la primera, fundamental
cuestión referente a qué es propiamente la economía política y cuál

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