Estrategias para Estimular La Inteligencia Emocional en El Aula
Estrategias para Estimular La Inteligencia Emocional en El Aula
Estrategias para Estimular La Inteligencia Emocional en El Aula
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8. Dialoga con tus educandos. Comentar con ellos temas variados les
ayudará a comprender la realidad y a desarrollar el juicio crítico.
9. Felicita al educando cada vez que enfrente una emoción negativa
de manera adecuada. Además, ayudará a desarrollar su optimismo y
autoestima.
14. Parte importante del rol del docente es saber captar los
distintos mensajes que le transmiten sus alumnos y alumnas,
respondiendo a sus intereses y necesidades, favoreciendo la
comunicación con ellos y adecuando las estrategias educativas para
tratar de integrarlos a todos al proceso de aprendizaje. Las
interacciones educador-educando son un espacio socio-emocional
ideal para la educación afectiva con actividades cotidianas como:
A los niños les encanta aprender. Para ellos, aprender es tan natural como el
respirar—absorben todo que sucede a su alrededor. Aprenden a través del juego,
a través del comportamiento de otros y a través de experimentar ellos mismos.
Definitivamente, asistir a la escuela, donde encontrarán muchas experiencias
nuevas, muchos niños y la oportunidad de dominar habilidades importantes como
leer y matemáticas, debería ser algo divertido y emocionante para todo niño.
Los niños aprenden mejor a través del juego y actividades prácticas. No hay
mejor maestro que la práctica. Necesitamos aulas en donde los niños realicen
actividades juntos, practiquen y se enseñen unos a otros lo que van
aprendiendo. En particular, el juego libre sin fines de competencia ni reglas es
un gran promotor del intelecto, la imaginación y la autoconfianza en los niños.
Saltar sobre las camas en casa, perseguirse corriendo, jugar luchas y
almohadazos (en lo que los niños ganan, por supuesto), son la clase de juegos
que fortalecen el espíritu en los niños y les proveen de suficiente diversión
para que se mantengan optimistas aun cuando lo que viven en la escuela no les
inspire. Cuando la vida se siente como una faena cansada y aburrida, el
aprendizaje simplemente no se da. El juego libre es muy importante porque
mantiene viva en el niño la chispa de esperanza e interés.
Los niños necesitan la libertad de cometer errores y hacer preguntas sin temor
a ser avergonzados o humillados. Las “fallas” y los errores enseñan tan bien
como los éxitos, siempre y cuando se respete al niño.
El profundo sentido de justicia de los niños exige que ellos y otros sean
tratados con justicia y consideración. Justicia para ellos significa que se fijen
límites, pero sin ira, que se establezan reglas, pero sin humillaciones, que se
enfrenten los problemas, pero sin atacar a las personas por tenerlos.
Las escuelas no están diseñadas para ayudar a los niños con las tensiones que
les impiden aprender y llevarse bien con los demás. Ayudarles con esto es
trabajo para nosotros los padres. No es un trabajo fácil y es algo que nunca se
hizo por nosotros. No parece correcto dejar que un niño llore y llore sin
remediar algo para que deje de hacerlo, sin mandarlo a su cuarto hasta que se
calle, o forzarle a que recupere su compostura. Trate de escucharle. El
escuchar sana. Vea si puede escuchar el llanto o berrinche de principio a fin
sin tratar de “arreglar” sus sentimientos o resolver el problema y usted verá lo
mucho que esto ayuda a limpiar la mente de su niño y a que sienta más
cercanía y confianza con usted.
La gran necesidad que tienen los niños de atención individual cuando tratan de
aprender, es natural. Es el ambiente escolar donde tantos niños compiten por la
atención de un solo adulto lo que va contra natura. Las necesidades de los
niños se sienten como una gran molestia para padres y maestros no porque lo
niños estén equivocados, sino porque es nuestra sociedad la que lo está.
Gobierno y ciudadanía aún no se deciden a proveer suficiente atención adulta
en las escuelas y suficiente apoyo a madres y padres para cubrir la necesidad
natural de atención y asistencia. El día que las escuelas verdaderamente
apoyen a los niños, recordaremos el tamaño actual de las clases, la falta de
apoyo a los maestros y la falta de servicios para niños que experimentan
dificultades con el aprendizaje, y diremos que ¡en el año 2008 las condiciones
eran primitivas!
Deje que su niño sea quien esté a cargo de la solución. Después de que se haya
deshecho de los grandes sentimientos, y después de que usted haya pasado un
buen tiempo a su lado sin tratar de solucionarle el problema, pregúntele lo que
quisiera hacer. Escuche con mucha atención. Tal vez haya un papel que usted
pueda jugar si se trata de hablar con el maestro u otro estudiante. No asuma
que por haberle mostrado a usted sus sentimientos, quiere que usted se haga
cargo de la situación. Muchas veces, después de uno o varios llantos, el niño
podrá decidir la mejor manera de enfrentar la situación.
Si lo que desea es hablar con el maestro u otros estudiantes, escuche bien antes
de sugerir soluciones. Una maestra, un director de escuela u otro estudiante
también necesita contar su versión de lo ocurrido antes de cambiar de opinión
o querer cooperar en busca de una solución. Si las cosas no van bien, también
ellos se sienten mal (aunque actúen como si no les importara). Un
comportamiento racional sólo surge de mentes que han sido liberadas de sus
malas emociones através de ser escuchadas, y que las escuche alguien que
considera a todos los interesados por igual. Lo que usted opina es importante y
su búsqueda de soluciones también lo es. Pero poder escuchar a las otras
partes es tan vital como aflojar el suelo bien antes de plantar nuevas semillas.
Podemos resolver mejor los problemas si tenemos también quien nos escuche.
Cuando nuestros hijos batallan con algo, nos sentimos tan frustrados y
molestos como ellos. Cuando se les trata injustamente, estamos dispuestos a
pelear por ellos. Y cuando en casa parecen incapaces de hacerse cargo de si
mismos, dirigimos contra ellos nuestra frustración y más inútiles les hacemos
sentir. En pocas palabras: cuando nuestros hijos sufren, nosotros también. Para
ser buenos aliados y poder resolver problemas, necesitamos contarle a alguien
lo que sentimos y lo que hemos intentado. Poder contar a alguien lo agotados
y enojados que nos sentimos, nos ayudará a restablecer comunicación con
nuestros niños, sus amigos y sus profesores. Nuestra capacidad de resolver
problemas se mejora 100% si nos decidimos a encontrar alguien que escuche
nuestros temores y frustraciones, antes de tratar de intervenir para ayudar.