Causas de La Segunda Guerra Mundial

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Causas de la

Segunda Guerra
Mundial
Los orígenes de la Segunda Guerra Mundial (1939-45) se remontan al
riguroso tratado de paz de la Primera Guerra Mundial (1914-18) y a la
crisis económica de la década del 30; mientras que la causa más
inmediata fue las agresivas invasiones que lanzaron Alemania, Italia y
Japón sobre sus países vecinos. Lo único que buscaban una Europa débil
y dividida, un Estados Unidos aislado y una oportunista Unión Soviética
era mantener la paz, pero la política de apaciguamiento solo produjo lo
que todos temían: otra larga y terrible guerra mundial.

Las causas principales de la Segunda Guerra Mundial son las siguientes:


• el riguroso Tratado de Versalles,
• la crisis económica de la década del 30,
• el auge del fascismo,
• el rearme de Alemania,
• el culto a Adolf Hitler
• la política de apaciguamiento por parte de las potencias
occidentales,
• los tratados de mutuo interés entre las potencias del Eje,
• la falta de tratados entre las potencias Aliadas,
• la expansión territorial de Alemania, Italia y Japón
• el Tratado de no Agresión entre Alemania y la URSS,
• la invasión de Polonia en septiembre de 1939,
• el ataque japonés a la base naval estadounidense de Pearl Harbour.

El Tratado de Versalles
Alemania perdió la Primera Guerra Mundial, y los ganadores impusieron
términos severos para asegurarse de que recuperarían parte de los costos
bélicos y para evitar que Alemania pudiera volver a ser una amenaza en
el futuro. Como las economías y poblaciones europeas sufrieron grandes
daños a causa de la guerra, los vencedores no tenían ninguna intención
de ser tolerantes dado que la industria alemana seguía intacta: el país
germano todavía era un estado peligroso. Sin embargo, Gran Bretaña y
Francia no querían establecer arreglos punitivos tajantes, porque podría
llevar a que se prolongara innecesariamente el resentimiento y a que
Alemania fuera incapaz de ser un mercado valioso de exportaciones.

ALEMANIA NO TUVO MÁS ALTERNATIVA QUE


ACEPTAR LA COMPLETA RESPONSABILIDAD, ES
DECIR, LA CULPA, DE COMENZAR LA PRIMERA
GUERRA MUNDIAL.
Los términos de paz se expusieron en el Tratado de Versalles, que lo
firmaron todas las partes excepto la Unión Soviética el 28 de junio de
1919. Se desmilitarizó Renania con el fin de que sirviera como zona
neutral entre Alemania y Francia. Alemania tuvo que ceder todas las
colonias y el Sarre, área rica en carbón en la parte occidental del
país. Polonia recibió el área industrial de Alta Silesia y un estrecho de
tierra que desembocaba en el mar, el que incluía Dánzig (Gdansk)
dividiendo Prusia Oriental del resto de Alemania. Francia recuperó las
regiones de Alsacia y Lorena. Alemania tuvo que pagar reparaciones de
guerra a Francia y Bélgica; también se impusieron límites a las fuerzas
armadas y se prohibió la construcción de tanques, aeronaves,
submarinos y barcos de guerra. Finalmente, Alemania tenía que aceptar
la completa responsabilidad, es decir, la culpa, de haber comenzado la
guerra. Muchos alemanes consideraron que los términos de paz eran
muy deshonrosos.

El acuerdo estableció nueve países nuevos en Europa Oriental, situación


que resultaría en un ambiente inestable ya que todos esos países se
disputaban los bordes, además de que muchos contenían importantes
poblaciones de minorías que afirmaban ser parte de otro país. Alemania,
Italia y Rusia, una vez recuperaron las fuerzas luego de los pesados costos
de la Primera Guerra Mundial, miraban codiciosos a esos estados
nóveles.

En la década del 20, Alemania firmó dos tratados importantes. Por un


lado, se firmó el Tratado de Locarno de 1925, que garantizaba la frontera
occidental de Alemania, pero permitía un margen de cambio en la
frontera oriental. Por el otro lado, se estableció el Pacto Kellogg-Briand
firmado por 56 países, que disponía que todas las mayores potencias
prometían evitar utilizar fuerzas armadas como instrumento de política
nacional. En 1929 se redujeron los costos de reparaciones de guerra
estipulados en el Tratado de Versalles de 6,6 millones a 2 millones de
libras esterlinas. En 1932 se cancelaron las reparaciones en su
totalidad. Todas esas políticas parecían prometedoras, pero a lo largo de
la década del 30, el complejo entramado de la diplomacia europea
comenzó a desmoronarse con rapidez en un clima de declive económico.

Crisis económica
La Gran Depresión se originó a partir de la caída de la bolsa de valores
de Wall Street en 1929, lo que resultó en el colapso del mercado mundial,
la baja de precios y el aumento del desempleo en muchas economías
durante la década de 1930. En 1923, la hiperinflación que se produjo en
Alemania arruinó cualquier capacidad de ahorro, golpe que la clase
media germana nunca olvidaría. A su vez se dejaron de suministrar los
préstamos de los que dependía la economía alemana, entregados con
regularidad por Estados Unidos (conocido como Plan Dawes). Asimismo,
el colapso del mercado mundial produjo actitudes hostiles entre los
estados. Por un lado, el país prestamista más importante de todos,
Estados Unidos, adoptó una política aislacionista; por el otro lado, Gran
Bretaña y Francia solo se preocupaban por sus imperios. El
proteccionismo y los aranceles aduaneros pasaron a ser la norma.

Alemania tomó la decisión de alcanzar la autosuficiencia para no


depender de ningún socio comercial a nivel mundial; esa política
requería la adquisición de recursos naturales mediante la ocupación
militar. La militarización fue la solución que el país germano encontró
para salir del desastre financiero, la que crearía trabajos en fábricas y en
las fuerzas armadas. Esta política implicó la acumulación de armas como
también el desarrollo de una economía que apuntaba a la guerra total,
priorizando la industria armamentística en cuestiones de recursos,
energía, fábricas y mano de obra especializada.
Hitler y el Partido Nazi
En toda Europa crecía la popularidad de los partidos nacionalistas
fascistas. Desde 1922 en Italia gobernó Benito Mussolini (1883-1945), líder
del partido fascista italiano. Para 1939, el general Franco (1892-1975)
gobernaba en España. En Alemania, Adolf Hitler (1889-1945) era el líder
del Partido Nacionalsocialista Obrero alemán (Partido Nazi), que era la
facción más importante luego de las elecciones de julio y noviembre de
1932. Incluso había agrupaciones fascistas en países democráticos, como
en Gran Bretaña. Líderes carismáticos aprovechaban el sentimiento
nacionalista popular para transformarlo en una forma de pensamiento
mucho más siniestra: el fascismo. Aunque no eran exactamente iguales
en todos los países, los partidos fascistas sí tenían algunos objetivos clave
en común. Los líderes fascistas querían manejar el poder absoluto y para
alcanzar el nuevo orden enfatizaban “el conformismo, la hostilidad hacia
los extranjeros, la violencia rutinaria, el desprecio por los débiles y un
odio absoluto por cualquier opinión diferente” (Dear, 274). En un
principio, los partidos fascistas ganaron popularidad en oposición al
comunismo, que muchos miraban como una amenaza desde la
Revolución rusa de 1917. En efecto, la desconfianza que los países
occidentales sentían hacia el comunismo previno que se formara una
alianza política y militar con la Unión Soviética, lo que en última
instancia podría haber evitado la guerra.

PERMITIR EL REARME DE ALEMANIA FUE PARTE


DE LA POLÍTICA DE APACIGUAMIENTO.
Hitler prometió que vengaría la vergüenza causada por el Tratado de
Versalles y que Alemania sería grande una vez más. Muchos alemanes
pensaban que el alto comando del ejército de la Primera Guerra Mundial
los había traicionado y estaban cansados de las interminables e
ineficientes coaliciones gubernamentales que se formaron desde la
guerra. Hitler, que no tenía conexiones entre la élite establecida, ofreció
un nuevo comienzo y, sobre todo, prometió empleos y pan en un
periodo en el que el desempleo y la pobreza habían alcanzado tasas muy
altas. El partido Nazi prometía una economía dinámica que alimentaría
la expansión alemana, lo que se consideraba una noble empresa y
enaltecía las virtudes de la guerra. El nazismo requería
el Lebensraum (“espacio vital”) para el pueblo alemán: tierras nuevas
donde pudieran prosperar. Identificaba que los enemigos principales
internos eran los judíos, los eslavos, los comunistas y los sindicalistas;
según sostenían los nazis, esos grupos no permitían que Alemania lograra
su máximo potencial. El nazismo exigía una lucha internacional en la que
los alemanes pudieran alcanzar su destino y proclamarse como la raza
superior; tales ideas, aunque no fueran nuevas en realidad, significaban
que la guerra era inevitable. El argumento que sostiene que los
regímenes totalitaristas necesitan de la guerra y las democracias liberales
de la paz para prosperar puede resultar simplista, pero goza de cierta
validez. Hitler prometía que el nuevo Tercer Reich duraría 1.000 años y,
por medio de la propaganda política, las demostraciones y la represión
brutal de ideas alternativas, muchos le creyeron mientras sacaba
provecho de opiniones que se sostenían desde hace tiempo en Alemania
y en Austria. Como F. McDonough declara: “Hitler tocaba una vieja
melodía acompañada de instrumentos modernos.” (93).

En enero de 1933, como el presidente alemán Paul von Hindenburg


(1847-1934) se había quedado sin alternativas, invitó a Hitler a que
asumiera el puesto de canciller. Destruida sistemáticamente toda
oposición, Hitler comenzó a poner en práctica sus políticas domésticas y
a establecer un régimen totalitario; es decir, todo lo que había escrito en
su libro Mein Kampf (Mi lucha) en el año 1924. Cuando Hindenburg
murió en agosto de 1934, Hitler fusionó la posición de presidente y
canciller, y se declaró líder de Alemania o Führer. Se había convertido
en el Estado, y lo único que en ese momento necesitaba para alcanzar su
sueño imposible era rearmar Alemania.

El rearme de Alemania
Hitler estaba determinado a reconstruir las fuerzas armadas de la nación;
se disparó la remilitarización a pesar de las restricciones del Tratado de
Versalles, las que Hitler había repudiado formalmente en marzo de
1935. Para entonces el ejército era cuatro veces mayor de lo
permitido. Con el tiempo las potencias occidentales se vieron obligadas
a abordar el límite del daño que podía causar. En junio de 1935, se firmó
el acuerdo naval anglo-germano, que limitaba la armada alemana al 35%
del tamaño de la Marina Real Armada Británica y le permitía a Hitler
construir enormes navíos de guerra nuevos, como el acorazado
Bismarck.

Otro ejemplo del culto a Adolf Hitler era que todos los miembros de las
fuerzas armadas tenían que prestarle juramento a Hitler
personalmente. Gracias al rearme, Alemania había reducido la tasa del
desempleo al mínimo hacia 1938: Hitler había cumplido sus promesas al
pueblo alemán. La nueva máquina de guerra alemana tuvo su costo; el
rearme requería que se importara enormes cantidades de materia
prima, y la compra de esas no se podría sostener durante mucho más
tiempo porque la balanza de pagos de Alemania estaba en déficit desde
1939. La ocupación de territorios donde se hallasen esos recursos parecía
la solución más sencilla al problema. Era una coyuntura crucial, dado que
Alemania tenía una ventaja armamentística sobre sus enemigos, pero la
situación no duraría mucho tiempo. Para Hitler, ese era el momento de
atacar.

La política de conciliación
Permitir que Alemania se rearmara era parte de la política de
conciliación: acceder a concesiones razonables para evitar el desastre
total de una guerra. Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos buscaban
la conciliación, pero no quería decir que estaban dispuestos a pagar
cualquier precio; sin embargo, el problema con esa política es que las
potencias agresoras se hicieron a la idea de que sus continuas acciones
beligerantes no llevarían a una guerra a mayor escala. Para entender
mejor ese proceso, tenemos que echar un vistazo a la política global de
principios de la década de 1930.

Caricatura sobre la Sociedad de las Naciones


Leonard Raven-Hill (Public Domain)

La Sociedad de las Naciones (antecesora de la actual Naciones Unidas) se


estableció luego de la Primera Guerra Mundial, con el fin de asegurar de
que se resolvieran las disputas internacionales y que se mantuviera la paz
mundial. A pesar de que el presidente estadounidense Woodrow Wilson
(que desempeñó el cargo entre 1913 y 1921) jugó un papel esencial en la
concepción de la Sociedad, también fue determinante el hecho de que
los Estados Unidos nunca se uniera, lo que debilitó en gran medida a la
organización. Alemania se unió en 1926, pero abandonó en 1933; Japón
siguió su ejemplo el mismo año. Además, la Sociedad no tenía capacidad
para lograr sus objetivos, como quedó patente en sus fracasos de prevenir
la invasión japonesa de Manchuria en septiembre de 1931 y la invasión
italiana de Abisinia (Etiopía) en octubre de 1935. Porque se estaba
preparando para expandir los bordes de Alemania con sus rejuvenecidas
fuerzas, no cabe duda de que Hitler observaba esos eventos con mucho
interés como también la ausencia de una respuesta militar por parte de
la Sociedad.

De 1933 a 1935, Hitler siguió una ambigua política exterior, y a veces


prometía que sus intenciones eran pacíficas. Algunos de sus
movimientos políticos resultaron confusos, como el tratado de paz que
firmó con Polonia en enero de 1934 y el anuncio posterior, ese mismo
año, de que tenía intenciones de anexar Austria al Reich. Sin embargo,
de 1935 en adelante, sus planes se transparentaron, aun cuando muchos
historiadores sostienen que el Führer no tenía ningún plan en particular
y que lo único que hacía era aprovechar las oportunidades que le
brindaban sus enemigos; hay historiadores que insisten en que el
dictador no actuaba con la libertad que hubiera deseado dada las
limitaciones que afrontaba dentro del caótico y dividido partido nazi.

En marzo de 1935, se reunificó Alemania con Sarre luego de un


plebiscito; ese mismo año se anunció la conscripción. En marzo de 1936,
Alemania ocupó Renania. En octubre, se estableció la alianza entre
Alemania e Italia, conocido como el Eje Roma-Berlín. En noviembre,
Italia y Alemania (y más tarde Japón) firmaron el Tratado
Antikomintern, pacto de cooperación mutua en la construcción de un
Imperio y un frente unificado contra el comunismo. En marzo de 1938,
Hitler logró la Anschluss, es decir, la anexión formal entre Alemania y
Austria. Animado por la falta de reacción de la Sociedad de las Naciones,
Hitler procedió a ocupar la región de los Sudetes, área industrial de
Checoeslovaquia que compartía la frontera con Alemania, con el
pretexto de que una minoría alemana allí presente esaba siendo
reprimida. Una vez más las potencias occidentales no tomaron
represalias, a pesar de que tanto Francia como la Unión Soviética habían
firmado acuerdos de asistencia con los checos. En septiembre de 1938,
firmaron el Acuerdo de Múnich Alemania, Francia, Italia y Gran Bretaña,
en el que se aprobaba la nueva frontera ampliada del Tercer Reich. La
Unión Soviética no estuvo presente: se perdió la última oportunidad de
presentar un frente unido ante el fascismo; acaso esa fue la verdadera
consecuencia de buscar una política de conciliación sin considerar
ninguna otra estrategia posible. El primer ministro británico, Neville
Chamberlain (que desempeño el cargo entre 1937 y 1940), mientras
agitaba un papel firmado por Hitler ante los periodistas, declaró que
había logrado la “paz con honor” (Dear, p. 597) y que podrían “gozar de
tiempos pacíficos” (McDonough, p. 121). Ese año, nominaron a
Chamberlain para el Premio Nobel de la Paz.

Chamberlain, Daladier, Hitler y Mussolini, Múnich 1938


Bundesarchiv, Bild 183-R69173 (CC BY-SA)

La política de conciliación resultaba una opción atractiva para los líderes


occidentales dado que los horrores de la última guerra seguían vivos en
el recuerdo de la gente. En particular Francia era políticamente débil
luego de experimentar dieciséis gobiernos de coalición durante la década
del 30. Por otro lado, Gran Bretaña temía perder su Imperio si era
debilitada por otra gran guerra. A su vez la opinión pública británica,
francesa y estadounidense voceaba su desacuerdo con la guerra y el
rearme. Además, no había forma de saber si Hitler continuaría
expandiendo la frontera de Alemania; en efecto, él había prometido que
lo único que buscaba era recobrar los territorios que Alemania había
perdido luego de la Primera Guerra Mundial. En definitiva, aun cuando
no se creía que la política de conciliación iba a resultar exitosa, lo que sí
logró fue darles tiempo a las potencias occidentales para seguir el
ejemplo de Alemania y comenzar a rearmarse. En Gran Bretaña y
Francia, también existían grupos que presionaban en contra del rearme
porque consideraban que era un malgasto de recursos para una
economía que estaba atravesando tiempos difíciles; asimismo, señalaron
que Alemania era el quinto mayor cliente de exportaciones británicas. A
posteriori se puede ver que resultó una insensatez sostener la política de
conciliación dado que Hitler tenía intenciones de ocupar la mayor parte
de Europa que pudiese; sumado que las negociaciones probaron ser
fútiles porque el dictador no respetó ninguno de los tratados
firmados. Un mejor momento para iniciar la guerra hubiera sido para
evitar que la industria pesada checa cayera en manos de los nazis, en vez
de la subsecuente invasión de Polonia; sin embargo, no estaban
preparados para la guerra ni los británicos ni los franceses ni los
soviéticos. Recién en 1939 empezaron esos países a establecer una
economía con vistas a la guerra.

Invasión de Polonia
En 1939, las potencias del Eje continuaron sus avances para ocupar más
territorios de Europa. En marzo, se incorporó al Tercer Reich el resto de
Checoeslovaquia y el territorio de Memel (que pertenecía a
Lituania). Horrorizados ante el aumento de ataques contra los judíos
alemanes, las potencias occidentales se empezaron a cuestionar si había
argumentos morales que justificaran negociar con semejante
régimen: por fin llegó el fin de las políticas de conciliación.

El 31 de marzo, Gran Bretaña y Francia prometieron garantizar la


frontera de Polonia, más tarde, en abril, la promesa se extendió a
Rumania. También Turquía y Grecia se sumaron a la idea de protección
mutua con las potencias occidentales; por fin las potencias se habían
dado cuenta de que el fascismo estaba decidido a expandirse a cualquier
precio. Ya se estaba llevando adelante un conflicto localizado: la guerra
civil española (1936-1939), que, por un lado, contó con la participación
del equipo militar alemán e italiano, y, por el otro, con la ayuda
soviética. En abril, Italia ocupó Albania. Al final del mismo mes, Hitler
repudió el acuerdo naval anglo-germano. En mayo, se firmó la alianza
militar entre Italia y Alemania conocida como el Pacto de Acero.

En agosto de 1939, Alemania accedió a un Tratado de no Agresión con la


URSS, conocido como el Pacto Ribbentrop-Mólotov (o Pacto germano-
soviético), cuyo nombre deviene de los nombres de los ministros de
relaciones exteriores de ambas naciones. El líder soviético, Iósif Stalin
(1878-1953), se percató de que Gran Bretaña y Francia no tenían
inconveniente de sostener la paz con Hitler siempre y cuando su avance
fuera en dirección este. Nunca se posibilitó realizar una “seguridad
colectiva” (es decir, que las potencias mencionadas trabajaran en
conjunto) porque existía un sentimiento de mutua desconfianza entre las
partes. En contraste, el Pacto germano-soviético permitía a Stalin
capturar el lado oriental de Polonia y mantener a la Unión Soviética lejos
de la guerra, otorgándole el tiempo necesario para rearmarse. Acaso
también Stalin contaba con el comodín de que Alemania solo luchara
contra Francia y Gran Bretaña en el occidente, lo que debilitaría lo
suficiente a las tres naciones como para que dejaran de representar una
amenaza para la URSS.

Explosión del USS Shaw, Pearl Harbour


Unknown Photographer (Public Domain)

Europa estaba al borde de la guerra; la gota que rebalsó el vaso llegó


cuando Alemania invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939. El día
siguiente Chamberlain advirtió a Hitler de que irían a la guerra si
Alemania no se retiraba; este ignoró la advertencia. El tres de septiembre,
con el fin de proteger naciones libres e independientes, Gran Bretaña y
Francia le declararon la guerra a Alemania. Mientras tanto, Italia
esperaba entre bastidores para ver que podía suceder que le resultara
ventajoso, por lo que mantuvo la neutralidad de momento. Y también el
resto del mundo esperaba con aliento contenido expectante de lo que
pasaría a continuación. Nada en absoluto fue la respuesta que nadie
esperaba.

Guerra mundial
La “falsa guerra” en la que los Aliados y el Eje no se enfrentaron
directamente duró hasta abril de 1940, cuando Alemania invadió
Noruega; en mayo, entró en los Países Bajos y en Francia. Los nazis
demostraron ser imparables, y Francia había caído hacia fines de
junio. En octubre, Italia invadió Grecia. En 1941, Alemania ocupó
Yugoslavia. Gran Bretaña estaba sola en la lucha por la supervivencia
hasta que Hitler decidió poner a la URSS en la mira en junio de ese año
(la operación Barbarroja).

La guerra llegó a una escala global cuando Japón atacó la flota


estadounidense de Pearl Harbour, localizada en Hawái, el siete de
diciembre de 1941. El país nipón ya había invadido china oriental,
preocupado por el auge de nacionalismo chino; luego ocupó la mayor
parte del sudeste asiático en búsqueda de la gloria imperial y de recursos
naturales, sobre todo petróleo, porque la importación había sido
embargada por los estadounidenses. Quizás Japón tenía la esperanza de
que los acontecimientos en Europa evitarían cualquier reacción directa
en su contra, pero los Estados Unidos por fin se unieron al conflicto. El
mundo tendría que sufrir otros largos y amargos cuatro años antes de
que volviera a conocer la paz.
La Segunda Guerra Mundial fue más devastadora aún que la Primera debido, entre otras causas,
a los avances técnicos surgidos en todos los campos de la ciencia. La sociedad tal y como se
había conocido hasta entonces había quedado casi destruida. La desaparición del gran mercado
de consumidores y empresarios europeos empobrecidos por la guerra hizo pensar a los
asesores económicos estadounidenses en algún sistema de ayuda "para recuperar económica,
social y espiritualmente a Europa". Así, nace el denominado Programa de Reconstrucción
Europea, más conocido como Plan Marshall, y que se convirtió en un elemento clave en la
política exterior de posguerra de los Estados Unidos. A largo plazo, una de las consecuencias
económicas del Plan fue la alteración de las relaciones industriales en Europa. Sin embargo,
para comprender en toda su totalidad la filosofía y alcance del Programa de Reconstrucción
Europea es necesario entender el punto de vista de los mandatarios estadounidenses. El
gobierno estadounidense tenía bien claro cuál era su función en el mundo desde el final de la
contienda. El entonces presidente Truman lo dejó claro en lo que más tarde sería conocido como
la "Doctrina Truman". En un discurso realizado ante el Congreso el 12 de marzo de 1947, afirmó
que "la política de los EE.UU. debía ser el apoyo de los pueblos libres que están resistiéndose a
la subyugación por minorías armadas o por presiones externas". Y en 1948 aún sería más claras
sus ideas: "En toda la historia del mundo, nosotros somos la primera gran nación que alimenta
y apoya lo conquistado". El programa de la "contención" de la amenaza comunista tenía que
tener muy en cuenta la realidad de que en todo el mundo y, en especial, en Europa occidental, un
factor decisivo de la evolución histórica era la crisis económica. Por más que la agitación
comunista -incluso en el caso de que éste partido estuviera en el Gobierno- jugara un papel
importante, nada puede entenderse sin tener en cuenta esta realidad.

EL PLAN MARSHAL Y LA RECONSTRUCCION EUROPEAPOSTERIOR A LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL


Jorge S. Zappino• La Segunda Guerra Mundial fue más devastadora aún que la Primera debido,entre
otras causas, a los avances técnicos surgidos en todos los campos de laciencia. La sociedad tal y
como se había conocido hasta entonces había quedadocasi destruido. La desaparición del gran
mercado de consumidores y empresarios europeosempobrecidos por la guerra hizo pensar a los
asesores económicos estadounidensesen algún sistema de ayuda "para recuperar económica, social
y espiritualmente aEuropa". Así, nace el denominado Programa de Reconstrucción Europea,
másconocido como Plan Marshall, y que se convirtió en un elemento clave en lapolítica exterior de
posguerra de los Estados Unidos. A largo plazo, una de lasconsecuencias económicas del Plan fue la
alteraciones de las relacionesindustriales en Europa. Sin embargo, para comprender en toda su
totalidad la filosofía y alcancedel Programa de Reconstrucción Europea es necesario entender el
punto de vistade los mandatarios estadounidenses. El gobierno estadounidense tenía bien claro cuál
era su función en elmundo desde el final de la contienda. El entonces presidente Truman lo dejóclaro
en lo que más tarde sería conocido como la "Doctrina Truman". En undiscurso realizado ante el
Congreso el 12 de marzo de 1947, afirmó que "lapolítica de los EE.UU. debe ser el apoyo de los
pueblos libres que estánresistiéndose a la subyugación por minorías armadas o por presiones
externas" . Yen 1948 aún serían más claras sus ideas: "En toda la historia del mundo,nosotros somos
la primera gran nación que alimenta y apoya lo conquistado" . El programa de la "contención" de la
amenaza comunista tenía que tener muyen cuenta la realidad de que en todo el mundo y, en
especial, en Europaoccidental, un factor decisivo de la evolución histórica era la crisiseconómico. Por
más que la agitación comunista -incluso en el caso de que éstepartido estaría en el Gobierno- jugara
un papel importante, nada puedeentenderse sin tener en cuenta esta realidad. •Licenciado en
Ciencia Política – Mag. en Historia Económica y de las Políticas Económicas - Universidanuncio de
buenosAires. República Argentina. Correo electrónico: [email protected]

2En este contexto Europa encara su reconstrucción. Y la forma en que lohace tiene que ver con los
orígenes del proyecto integracionista. dichareconstrucción se llevó a cabo sobre la base del más
sistemáticointervencionismo del Estado en la economía, muy lejos de las recetas que
hoyrecomiendan para nosotros. Por ejemplo, se hizo a través de estatizaciones,principalmente de
los servicios, de los transportes, de la salud, laeducación, etcétera. Los Estados, a pesar de las
consecuencias de la guerra, hicieron enormesinversiones en obras y empresas públicas. Por ejemplo,
Inglaterra estatizó elcarbón, que fuera nuevamente privatizado recién por Margaret Thatcher en los
80;Alemania, por su parte, realizó una profunda reforma monetaria para eliminar laespeculación,
cambiando literalmente de la noche a la mañana, el Reichmark porel Deustchmark, y obligando a
reconvertir todas las tenencias, lo cual trajocomo consecuencia lógica de una limpieza de todas las
tendencias especulativas.Sobre esa base, el Estado alemán se hizo con una masa de recursos que le
sirviópara todas esas inversiones estatales y para volver a fogonear el desarrolloindustrial. También
se llevaron a cabo reformas agrarias, que luego seríanbanderas de los movimientos de liberación de
varias partes del mundo,principalmente en Francia e Italia, incluyendo expropiación de latifundios.
Sobre esta base operaba el Plan Marshall. A pesar de toda la propagandaintencionada que suele
hacerse respecto a que la reconstrucción europea se hizocon ese plan, lo principal de esa
reconstrucción se hizo en base a factoresinternos y no externos. Los externos colaboraron, pero no
fueron determinantes. Esto tiene que ver con la naturaleza de estos países, porque a pesar delgrado
de destrucción que sufrieron con la guerra, de ningún modo puede pensarseque pasaron a ser países
del Tercer Mundo; Seguían siendo grandes potencias.industriales pues contaban aún con los factores
endógenos que los llevaron a unasituación preponderante en el mundo. Todo lo que después se dio
en llamar el Estado de Bienestar , siempre enbase al gasto público, tenia fines económicos que
pasaban por lareconstrucción del mercado interno, y finalidades políticas que tenían que vercon
sustraer a esas enormes masas de población hambrienta del influjo comunista.Aunque había salido
de la guerra como la principal potencia, EstadosUnidos debían mostrar su supremacía e imponer su
propio orden. Tras la guerra, elmundo vivió una oleada revolucionaria, envolviendo no sólo al centro
sinotambién a la periferia. En Europa, la resistencia antinazi, el levantamiento deParís en 1944, los
partisanos italianos, masas de obreros y campesinos con susbanderas rojas de la revolución,
Yugoslavia, Albania, Grecia, etc. En Asia, la

3revolución china de 1949, el ascenso radicalizado de la clase obrera japonesa enel mismo año. En
la periferia, el viejo sistema colonial se quiebra: elmovimiento "Quit India" del Congreso Nacional
Indio en 1942; Siria y Líbanoconsiguen su independencia en 1945, la India y Pakistán en 1947,
Birmania,Ceilán (Sri Lanka), Palestina e Indonesia (Indias Orientales Holandesas) es1948, Filipinas en
1946, etc. A pesar de las enormes consecuencias que había tenido la Segunda Guerra,mucho más
desastrosas y globales con respecto a la Primera, al menos en lospaíses centrales, los Estados Unidos
pudieron evitar la caída del orden burguésy reestablecer la estabilidad en un breve tiempo, menor
incluso que en relacióna la Primera. Durante toda la contienda, la política norteamericana trató de
responder ados objetivos: liquidar a los imperialismos rivales que cuestionaban su dominio,al mismo
tiempo que evitaban el triunfo de la revolución proletaria, al menos enOccidente. Lo cualitativo para
lograr lo segundo fue el salto en el rolcontrarrevolucionario del aparato estalinista mundial y de la
utilización a fondopor el imperialismo de sus servicios. Sobre estas bases pudo establecerse un
nuevo "orden mundial", que desde ladeclinación de Inglaterra en 1914 el sistema imperialista no
logró establecer.Los pilares de este orden descansaron sobre la hegemonía norteamericana
basadaen su abrumadora ventaja económica, en producción y en productividad y al hechoque su
infraestructura económica no sólo no había sido afectada por la guerra (adiferencia del estado de
destrucción en que habían quedado los imperialismoscompetidores), sino que tuvo un crecimiento
espectacular durante la misma. De esta manera, Estados Unidos pudo reconfigurar el sistema
internacionalde Estados a su manera. El plan Marshall fue el elemento clave en estareconfiguración.
Un cambio de la reconstrucción europea, con eje en una Alemaniaeconómicamente fuerte, y más
tarde con el desarrollo japonés, Estados Unidospudo establecer un sistema de alianzas con los países
imperialistas que seestructuró, ya al calor de la guerra fría, en la OTAN, sobre la cual descansabasu
hegemonía. Todos estos elementos permitieron el orden de dominio.norteamericano y el llamado
"boom" de posguerra.En un principio, el congreso norteamericano se opuso al plan alegando sualto
costo para la economía, pero lo que decidió el asunto fue el golpecomunista en Checoslovaquia en
marzo de 1948, junto con las nuevas demandas deRusia a Finlandia y el temor a un triunfo comunista
en las próximas eleccionesitalianas.

4En marzo de 1945, el primer ministro británico visitó el continente y pudocompruebe la situación
en que se encontró. El invierno 1946-47 fue desastroso.desde todos los puntos de vista. A la crisis
económica había que sumar laSensación de crisis espiritual: como escribió De Gaulle en sus
memorias, "1940había sido la prueba del fracaso de la clase dirigente" . Sólo los Estados Unidos
habían salido indemnes de la guerra desde el puntode vista material, mientras que los países
europeos occidentales estabannecesitados de alimentación y de ayuda para recomponer su
capacidad industrial,en un momento en que carecían por completo de capacidad para adquirir
losdólares que les resultaban imprescindibles para ambos propósitos. La suspensiónde los acuerdos
de "Préstamo y Arriendo", aprobados tan sólo para el períodoBélico, exigía crear otro procedimiento
para que los Estados Unidos pudieranjugar un papel en la reconstrucción de la economía y la
estabilidad europeas. El sistema monetario internacional que se puso en marcha al final de laguerra,
basadas en los acuerdos de Bretton Woods -julio de 1944- otorgaron aldólar un papel decisivo en el
sistema monetario internacional. Los EstadosUnidos, poseedores del 80% de las reservas mundiales
de oro, eran los únicoscapaces de convertir su moneda de tal manera que el dólar se convierte en
elpivote del nuevo sistema monetario y comercial internacional. El Fondo MonetarioInternacional
(FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF),Luego Banco Mundial, completó
el panorama. Financiado por sus miembros enproporción a su capacidad económica, el FMI concedió
préstamos reembolsables alos países que sufrían un déficit en su balanza de pagos, mientras que el
BIRFdebía financiar las inversiones a medio y largo plazo. Sin embargo, por más que todos estos
acuerdos sirvieran para hacer nacerun nuevo orden monetario internacional, lo cierto era que no
podía resolver porsí mismos los problemas económicos de Europa. De ahí la “necesidad” del
PlanMariscal. En junio de 1947, el nuevo secretario del Estado norteamericano propusoa los
europeos, en un discurso en Harvard, una ayuda colectiva durante cuatroaños que ellos mismos
habrían de repartirse. Por este procedimiento, que seextendería originariamente a todos los países,
incluidos los del este europeo, sePensaba que resultaría posible la superación por parte de Europa
de unasituación económica lamentable y la perduración de la buena situación
económicanorteamericana. La negativa de los países del bloque socialista, hizo que enjulio de 1947
sólo 16 países europeos se sumaran a ella. El inminente avance del comunismo logró lo que el
argumento económico deMarshall no lo logró. El 2 de abril de 1948 el Congreso aprobó la Ley
deRecuperación Europea, que en un principio se planteó hasta por 17 mil millones

5de dólares. A diferencia de las ayudas anteriores, que formaban parte de unadiplomacia
económica agresiva, el plan Marshall adoptó la forma de donaciones(90%) más que de créditos
(10%). Entre 1948 y 1952 16 países europeos obtuvieron cerca de 13 mil millonesde dólares de los
Estados Unidos, repartidos de manera desigual. Gran Bretañaobtuvo el mayor porcentaje del dinero.
Los países que se consideraban amenazadospor el comunismo y que vivían una situación más crítica
-Francia e Italia-recibió una proporción ligeramente mayor. Mientras tanto, los soviéticos
seencargaron de que ningún país de Europa oriental aceptara la propuestanorteamericana. En
términos de porcentajes, las cifras fueron las siguientes:Gran Bretaña obtuvo el 24%; Francia, el 20%;
Italia, el 11%; alemaniaoccidental, el 10% y los Países Bajos, el 8%. En realidad, el plan consistía en
una serie de créditos y subsidios que seotorgaban a aquellas economías que se acogieran al Plan. Y
acogerse implicabaaceptar los términos del mismo, incluyendo la apertura de la contabilidad
alprestatario. Es decir, debían dar las cifras reales de su economía a losauditores que les mandaba
EE.UU. El Plan Marshall significaba para los estadounidenses, dos cosas: semantenía alta la demanda
de la economía norteamericana y, al mismo tiempo,vendía su producción en las economías
europeas. Eran, en resumen, créditos paracomprar en EE.UU., salvo algunas excepciones en las
cuales se entregó efectivo.Estos créditos estaban destinados a que les compraran a ellos, lo cual
implicabaque la plata tenían que devolverla. Es decir, de esta manera, mantenían alta lademanda de
los bienes y servicios norteamericanos. Esto llevaba, además, una reconversión de la industria
europea, lo queconlleva a mantener la demanda alta por lo menos por 20 años más. Los
productoslos norteamericanos industriales estaban en pulgadas, y los europeos en centímetros.Si,
por ejemplo, necesitaban una tuerca nueva para una máquina que habíancomprado en EE.UU.,
tenían que comprarla allí. Es decir, no solo le vendían lamaquina original, sino todos los repuestos,
partes, insumos, etc. La industria europea durante la década del 50 mantiene esta situación. esla
década del 60 comienza otra reconversión, y se trasladan al sistema métricodecimal. Los alemanes
son los primeros en hacerlo, con lo cual logran unaindustria mas nueva que la norteamericana. En
resumen, además, de mantener la demanda de sus productos por casi 20años, al cobrar los créditos,
EE.UU. mantenía un flujo de capitales a su favor.

6Y, por sobre todo, reconstruían economías que servían de freno a la expansión.del comunismo.
Con todo, el Plan Marshall no resolvió el problema de la posguerra enEuropa. Sí ayudado, y para
varias de estas economías fue importante, al otorgarlescrédito suficiente para poder reactivarse. Sin
embargo, la mayoría de los paísesno saldrán de la recesión hasta multas de los 50. En otro orden
de cosas, la implantación del Plan en los países europeostrajo consigo la más intensa propaganda
internacional jamás vista en tiempos depaz. El programa de reconstrucción no se limitó a actuar
sobre el campoeconómico, sino que también se aseguró de proyectar los patrones culturales
deEstados Unidos sobre Europa. A partir de 1948 los norteamericanos exportaron aEuropa cientos
de documentales y programas de radio, millas de noticieroscinematográficos y millones de panfletos
propagandísticos. Promovieronconciertos, concursos de ensayos, competencias artísticas,
calendarios,estampillas postales, tiras de caricaturas, etc. Lanzaron, además, en lasfronteras de los
países que se encontraban bajo la órbita de la URSS millones deglobos con mensajes pro-Estados
Unidos. Todo este esfuerzo tenía un fin: influirsobre las mentes europeas para encaminar actitudes
y mentalidades hacia lavisión del mundo estadounidense. Después de todo, Estados Unidos era “un
modelode éxito” . La promoción del esquema de vida norteamericano, el “American way of
life”estaba dirigida especialmente a los trabajadores, que era la capa social másproclive a "caer en
las garras" de los comunistas. Además, ellos eranidentificados como los principales consumidores
potenciales de los productosnorteamericanos. La mayor campaña ideológica se dio en Italia, un país
donde losLos comunistas podían alcanzar el poder político. En la propaganda estadounidense
seinsistía en los beneficios de la producción en masa y se mostraronn de escenasprosperidad
apoyadas en el consumo, obviamente, de productos norteamericanos.Así, por ejemplo, los
documentales sobre la vida en Estados Unidos se mostraron aobreros llegando en coches a las
fábricas para trabajar o las casas de unnorteamericano medio con electrodomésticos, coche en la
puerta, etcétera. En todos los medios de comunicación propagandística se proponía a
EstadosUnidos como modelo de civilización y opulencia: se creaba una visiónamericanizada del
futuro y se quería persuadir a los europeos de entrar en eseesquema. Como resultado de la intensa
promoción del Plan, éste alcanzó poco másdel 50% de aprobación entre la población europea; es
decir unos 40 millones depersonas. Sin embargo, también encontré oposición, especialmente en
Francia,donde los grupos socialistas denunciaban los motivos del "imperialismo ideológico"y
económico" que lo acompañaban.

7 La reacción de la URSS al Plan Marshall fue de rechazo total. Stalin vioen este programa de
reconstrucción un complot para revitalizar a Alemania comoInstrumento antisoviético. Así lanzó una
intensa campaña comunista paracontrarrestar la propaganda americana. Por otro lado, Francia -que
desconfiabade las intenciones norteamericanas- propuesta su propia versión de una UniónEuropea:
la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (1951), que se creó comoalternativa a los planos de
integración europea de los Estados Unidos. La CECATenía su sede en Bruselas, y su mayor fuerza
residía en la alianza franco-alemán. Con el tiempo esta organización se transformó en la Comunidad
EconómicaEuropea o Mercado Común Europeo (1957), más adelante en la Comunidad Europea
yaDesde 1993 en la Unión Europea. De esta manera, después de 1945, la economía mundial se
desarrolló entorno a los Estados Unidos. Aunque este país fuera incapaz de imponer a loseuropeos
sus planos económico-políticos en todos sus detalles, era lo bastantefuerte como para controlar la
posición internacional de la Europa occidental,especialmente para contener a la URSS. Pero la
nueva organización no limitó su papel a este terreno, sino que deforma inmediata -a partir de 1950-
lo ampliando a la liberalización comercial, detal manera que sentó las bases para todo un conjunto
de iniciativas posteriores.De todos modos, ha de tenerse en cuenta que la tendencia a la
liberalización delos intercambios fueron un fenómeno general y muy característico de la etapa
deposguerra. En enero de 1948, unos ochenta países, que sumaban las cuatro quintas.partes del
comercio mundial, habían creado el GATT (Acuerdos Generales sobreAranceles y Comercio),
destinado a conseguir la desaparición de todo tipo debarreras comerciales. Los críticos del Plan
Marshall habían predicho que este plan quebraría alos Estados Unidos; pero en cambio el país
disfrutó de enorme prosperidad, enparte porque los fondos del Plan habían de gastarse en la
adquisición deproductos norteamericanos. De hecho la fortaleza de la economía
norteamericanaentre 1945 y finales de los sesenta se debía en gran medida a la vasta expansiónde
la producción durante y después de la Segunda Guerra Mundial. La guerra salioa los Estados Unidos
de la gran crisis, erradicó virtualmente el desempleo ypermitió a millones de norteamericanos
ahorrar. Estos ahorros estimularon unauge de la producción de bienes de consumo, especialmente
de automóviles. elingreso per cápita de los norteamericanos, a mediados de 1949, era de
1.450mucho más alto que Canadá, Suecia, Suiza, Gran Bretaña, Nueva Zelanda y
8otros que estaba entre los 700 y los 900 dólares. Asimismo, Europa occidental,tras el breve período
de reconstrucción económica y política, alcanzó unafenomenal prosperidad económica que duró
hasta los años setenta. En el plano geopolítico, el Plan Marshall sirvió para ahondar la divisiónentre
los países capitalistas y los comunistas, lo que dio origen al periodo detensiones conocidas como
Guerra Fría. En los años cincuenta existía una competencia real entre las economías.europeos del
Este y del Oeste. Al principio el Congreso estipuló que ni uncentavo de la ayuda del Plan se utilizaría
con propósitos militares. Pecadoembargo, en menos de tres años, parte de la ayuda económica se
distribuiría detal manera que contribuiría a las defensas occidentales. Simultáneamente
sedesarrollaron dos sistemas de seguridad en competencia: la Organización delTratado Atlántico
Norte (OTAN) en 1949 y el Pacto de Varsovia en 1955. Laprimera organización representaba un
compromiso político de los estadounidensescon los europeos occidentales, que incluían
transferencias financieras masivas,una diplomacia y planificación transatlántica permanente, y la
promesa de acudiren ayuda de las democracias occidentales si las atacaban. El Pacto de Varsoviase
integró por los principales países de Europa central y era encabezado por laURSS. La intervención
norteamericana fue determinante para la divisiónterritorial e ideológica de la Europa de la
posguerra. Gracias al desarrollo quelogró durante y después de la guerra, Estados Unidos se convirtió
en la economíamás fuerte del planeta y en uno de los polos de poder mundial, sustituyendo aGran
Bretaña en su papel del "gendarme mundial". El Plan Marshall, que en un principio tuvo la oposición
de losaislacionistas norteamericanos, resultó ser el mejor canal para que losLos norteamericanos
expanden su economía, sus metas políticas y su visión delmundo. En síntesis, el dinero invertido en
el Programa de Reconstrucción Europeaprobó ser un excelente negocio cuyos frutos trascendieron
el beneficioeconómico.En síntesis, Estados Unidos ayudó a Europa con un interés estratégico depor
medio. Así se favorecieron los países europeos que recibieron el apoyoeconómico y se beneficiaron
los estadounidenses, con el plusvalor de quereforzaron su imagen de "salvadores humanitarios". La
cuestión fundamental para la estabilización de Europa y del capitalismomundial era el
establecimiento en Europa de los métodos más fructíferos que elEl capitalismo estadounidense
había creado y, con tal de extender la economía.capitalista en general, un régimen económico que
elimina las restricciones y

9las barreras nacionales que habían conducido a los desastres de los 1930. EstaFue la piedra angular
del Plan Marshall.El objetivo del plan no era, entonces, simplemente superar la crisis.europea
económica del momento o reedificar la industria europea. existebastante conciencia de que si la
industria se reconstruía sobre las bases antiguas,surgirían de nuevo todas las contradicciones que
habían conducido a dos guerrasdurante toda una generación. El Plan Marshall trató de establecer
el marco político-económico paraextender la acumulación de la plusvalía en Europa, abriéndole así
paso a laexpansión el capital estadounidense. Cuando Marshall reveló el plan en junio,1947, dejó
bien claro que los fondos no se le iban a entregar a nacionesparticulares, sino que servirían para
lograr la integración europea y asífacilitar el movimiento libre de las mercancías y el capital.La
organización de las industrias del carbón y el acero tenía que ponerseen practica. A menos que
grandes mejoras, basadas en métodos menos costosos, selograran en la industria del acero, los
procesos de producción a gran escala nopodrían desarrollarse. En un discurso ante el congreso de
Los Estados Unidossobre el Plan Marshall —que planteaba la formación de una Comunidad Europea
delCarbón y el acero —Paul Hoffman, ex presidente de la fábrica automovilísticaStudebaker y
partidario importantísimo del plan, dijo:“Hasta ahora los precios han estado demasiado altos y los
salariosdemasiado bajos para que la gente comprenda los productos de la industria delacero. Y tanto
es así que compran los productos de nuestra industria aquí mismo.Tomamos una tonelada de acero
y la convertimos en automóvil, pero ya se sabe quees muy poca la gente que puede darse cuenta
del lujo de comprar un automóvil en Europa.Por lo tanto, si comenzamos este proceso, es decir, si
aumentamos los sueldos yreducimos los precios, podemos apoderarnos de un mercado europeo
que seextenderá enormemente. Resultado: un aumento en la productividad. Henry Ford
nosintrodujo a este novedoso principio, que fue lo suficiente para empezar unarevolución que
todavía nos beneficia. Creo que el Plan Schumann dará el mismoresultado en Europa.”En otras
palabras, el objetivo del Plan Marshall era el de crearcondiciones para extender la acumulación del
capital por medio de laIntroducción de los métodos de cadena de montaje que ya se han
desarrollado.en los Estados Unidos. Aprendida esta lección, los Estados Unidos incorporaron a su
actividadinternacional la posibilidad de influir sobre los asuntos políticos de otros

10países a través de formas que no son abiertamente intervencionistas y que seproponente como
"ayuda" económica, humanitaria o política. La historia de las relaciones internacionales de Estados
Unidos haenseñado a sus dirigentes que un buen plan de ayuda económica puede serretribuido con
creces. Por otro lado, desde 1989 se esfumó el contrapeso que elel bloque soviético ejercía sobre el
capitalismo y el orden mundial se reacomodó enrelación a un solo poder hegemónico, el de Estados
Unidos. Sin embargo, aún sepercibe en la diplomacia internacional el esquema general que dejó la
posguerra:la unión de Francia y Alemania como "garantes" de la soberanía europea frente alos
Estados Unidos y Gran Bretaña como su aliado en detrimento de su propiarelación con sus vecinos
geográficos. En este orden unipolar, sin embargo, sigue vigente el concepto de "eje delmal" (que
antes se ubicaba en los espacios comunistas) que amenaza al mundo.Estados Unidos determina que
pertenece a este "eje" aquellos países que actúanfuera de su órbita política y que amenazan sus
intereses económicos y políticos,entre los que podemos mencionar a Corea del Norte, Siria, Nigeria
y Cuba.Recientemente Afganistán e Irak fueron borrados de la lista de los países"malignos", para
integrarse a la sección de "países liberados que ayudamos areconstruir". La historia del Plan Marshall
nos enseña que con la reconstrucción depaíses destruidos por la guerra, especialmente en el actual
caso de Irak, laélite dirigente de los Estados Unidos no pierde recursos ni empeña su propiobienestar
sino que, por el contrario, obtiene sendos beneficios económicos (elcontrol sobre la producción
petrolera de Irak, la segunda más importante delmundo, por ejemplo), políticos (afirma su presencia
e intereses en MedioOriente), ideológicos y culturales (impulsa los valores del "American way oflife",
así como regímenes laicos y republicanos). Sin embargo, quizás aquelorden en donde Europa asumía
resignada su "segundo lugar" frente a EstadosUnidos podría cambiar si Europa logra consolidar la
UE y con ello logra armar unacontrapeso a la expansión del dominio estadounidense en el mundo.
BIBLIOGRAFIA UTILIZADA: Pollard Sidney: “La Conquista pacífica. La industrialización de Europa
1760-1970” , Universidad de Zaragoza, España, 1991.Pozzi, Pablo – Nigra, Fabio (Comp.): “Huellas
imperiales: Historia de los Estados Unidos de América 1929-2000” , Imago Mundi, Buenos Aires,
2003.

11Laufer, Rubén: “El factor estratégico en los orígenes de la Comunidad Europea. Los Estados
Unidos y el proceso de integración europea entre elPlan Marshall y el Tratado de Roma” , Revista de
Historia Universal (Fac.de Filosofía y Letras, Univ. Nacional de Cuyo). Nro. 9 de marzo de 1998

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