0% encontró este documento útil (0 votos)
12 vistas

El Pintor

Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
12 vistas

El Pintor

Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 6

Las 7 características de un Evangelizador

El pintor, pinta, el escritor, escribe, el médico, medica. Siguiendo


esta lógica podemos decir que el evangelizador, evangeliza.
¿Esto es verdadero? ¿Realmente el que evangeliza es un
evangelizador? Para llevar a Cristo a los demás es necesario
una experiencia con Él, ya que nadie da lo que no tiene y nadie
ama lo que no conoce. Ser un auténtico evangelizador no llega
de la nada, se va “cocinando” con el tiempo. Es un constante
aprendizaje del discípulo hacia el maestro. Es el fruto de una
relación cercana, de una amistad. Esa relación se ve reflejada
en las obras de los evangelizadores. ¿Cómo puedo ser un
auténtico evangelizador? ¿Cómo puedo dar testimonio al mundo
de lo que creo y de lo que soy? Primero acrecienta tu relación
con el Maestro; segundo, haz un examen personal y ve si estas
7 características están reflejadas en tu vida, vas por buen
camino.

Características de un auténtico evangelizador:

1. Una sólida fe

Fundamental. Sin fe no podemos evangelizar. No hablo solo de


la fe en Cristo, en el Padre y en el Espíritu Santo; sino también
de la fe en la Iglesia y su Magisterio. He escuchado a algunos
que dicen: «Yo evangelizo, llevo a Cristo a los demás… pero
eso del papa, como que no estoy muy de acuerdo…». ¿Cómo
que no estás muy de acuerdo? ¿Eres católico o no? Yo no debo
creer solo en lo que me conviene, en lo que me gusta; debo
creer aquello que Dios me ha revelado y ha dispuesto para mi
salvación. Nuestra fe es íntegra, no puede ser una fe de
supermercado donde tomo sólo aquello que me gusta y lo
demás lo dejo. Por eso el auténtico evangelizador debe decirle
al Señor: «¡Creo Señor, pero aumenta mi fe!» (Marcos 9, 24) y
día a día renovar su opción por Cristo conociéndole y amándole
más.

«La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las


realidades que no se ven. Por ella fueron alabados nuestros
mayores. Por la fe, sabemos que el universo fue formado por la
palabra de Dios, de manera que lo que se ve resultase de lo que
no aparece… fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la
fe…» (Hebreos 11,1-3.12,2).

2. La coherencia de vida

El Padre Pío de Pietrelcina decía: «Haz el bien, en todas partes,


para que todos puedan decir: “Este es un hijo de Cristo”».
Pregúntate: ¿mis obras reflejan a Jesús? Quienes me ven,
¿pueden decir que soy un auténtico cristiano? (Piensa…) No
pensemos que la coherencia de vida es una carga pesada,
insoportable. Al contrario, es lo que nos da la felicidad y nos
anima a continuar el buen camino que llevamos. La clave está
en la humildad. En reconocer que soy un necesitado de Dios y
que el quiere necesitarme. Yo no puedo evangelizar, no soy la
luz verdadera; sino que mi misión es ser reflejo de la Luz de
Dios. Es Cristo quien vive y evangeliza en mí. La humildad hay
que pedirla a Dios, sólo así podremos ser un testimonio viviente
de Jesús.

«Vino un hombre, enviado por Dios que se llamaba Juan. Éste


vino como testigo, para dar testimonio de la luz. No era él la luz,
sino testigo de la luz» (Juan 1:6-8).

3. Mucha humildad
Desarrollo aquí la característica ya vista en el punto anterior.
¿Qué significa ser humilde? «La humildad es andar en verdad»,
decía Santa Teresa de Jesús. Y es muy cierto. No podemos ser
lo que no somos. Humildad es ser un verdadero hijo de Dios.
Humildad es reconocerme pecador. Humildad es saber que sin
Dios nada, ¡nada puedo! Humildad es no valorarme por encima
de los demás, creyendo que soy mejor. La humildad tiene un
efecto práctico en la vida de todo cristiano. Se es humilde siendo
humilde, en gerundio. Y es esfuerzo también. Para mantenerme
siempre humilde es necesario que practique la humildad. Es
muy importante este punto en la Evangelización. Soy humilde
cuando sé que la obra no es mía, sino de Dios. Cuando no me
apropio de nada ajeno. ¿De quién es el Reino de Dios? ¿La
Iglesia? Todo es de Dios, yo solo colaboro, pongo mi grano de
arena. Humildad siempre, esa es la actitud cristiana.

Reportar anuncios inapropiados |

«No hagan nada por rivalidad o vanagloria; sean, por el


contrario, humildes y consideren a los demás superiores a
ustedes mismos. Que no busque cada uno su propio interés,
sino el de los demás. Tengan, pues, los sentimiento que
corresponden a quienes están unidos a Cristo Jesús»
(Filipenses 2, 3-5).

4. La fidelidad en lo pequeño

San José María Escrivá decía: «Convenceos de que


ordinariamente no encontraréis lugar para hazañas
deslumbrantes, entre otras razones, porque no suelen
presentarse. En cambio, no os faltan ocasiones de demostrar a
través de lo pequeño, de lo normal, el amor que tenéis a
Jesucristo» (Amigos de Dios, 8). Así es. No podría haberlo dicho
mejor. Lo normal, lo que es pequeño a nuestros ojos puede ser
una gran ocasión para ser fiel a mi amor por el Señor. Por
ejemplo: cuando estamos en el autobús podemos ceder el
asiento, cuando estamos en la fila del banco poder ceder
nuestro lugar a alguien mayor o más necesitado, cuando
devolvemos el dinero de más que nos dan al pagar las
compras… todo esto son “las cosas pequeñas de la vida” que,
con amor, ¡se hacen grandes!

«El que es de fiar en lo poco, lo es también en lo mucho. Y el


que es injusto en lo poco, lo es también en lo mucho. Pues si no
fueron de fiar en los bienes de este mundo, ¿quién les confiará
el verdadero bien?» (Lucas 16, 10-11).

5. Una sólida vida interior

¿Vida interior? Se trata sencillamente de la íntima unión con


Cristo. Una unión real, natural, personal y constante. ¿Unión con
Cristo? Sí, en el lenguaje espiritual estar unido a Cristo significa
que Él esté presente siempre en mi vida. Lo está, efectivamente,
pero yo puedo acrecentar esa unión a través de constantes
diálogos con Él (oración), a través de las virtudes teologales (fe,
esperanza y caridad) y a través de la participación activa de los
sacramentos. En fin, es buscar que Dios sea parte de mi vida y
hacer lo posible para que esta relación crezca cada día más.
¡Ojo que la vida interior se puede perder con facilidad! Sí,
cuando preferimos otras cosas, cuando dejamos de ir a misa por
comodidad, cuando ya no rezamos. La vida interior no nos
garantiza que todo vaya bien, a veces es al revés, se nos dan
más ocasiones para que crezca ese amor a Dios a través de
tribulaciones y pesares. Lo importante es caminar siempre de la
mano de Dios, unido a Él.
«Amen al Señor su Dios, sigan sus caminos, cumplan sus
mandamientos y permanezcan unidos a Él, sirviéndole con todo
su corazón y con toda su alma» (Josué 22, 5).

6. ¡Mucha alegría (un santo triste es un triste santo)

La alegría es de esas cosas que se contagian fácilmente. A


veces cuando estamos tristes nos basta solo la sonrisa de otro
para alegrarnos. La alegría va más allá del momento. San
Francisco de Asís nos dice: «por encima de todas las gracias y
de todos los dones del Espíritu Santo que Cristo concede a sus
amigos, está el de vencerse a sí mismo y de sobrellevar
gustosamente, por amor de Cristo Jesús, penas, injurias,
oprobios e incomodidades», en esto precisamente está la
verdadera alegría. No somos alegres cuando no tenemos
problemas ni tristezas, sino cuando somos capaces de ver a
Dios con nosotros, que carga con nuestra cruz y nos anima a
seguir. La alegría es, en síntesis, el sabernos amados por Dios
Padre Misericordioso. ¿Alguien puede aspirar a algo mejor? No.
El amor de Dios es lo más grande, por eso vivo alegre.

«Estén siempre alegres en el Señor; les repito, estén alegres.


Que todo el mundo los conozca por su bondad. El Señor está
cerca. Que nada los angustie; al contrario, en cualquier situación
presenten sus deseos a Dios orando, suplicando y dando
gracias» (Filipenses 4, 4-6)

7. Formación continua (Leer mucho, escribir)

La escuela, la universidad, el instituto, etc. son instituciones que


nos ayudan a saber. La Iglesia como Madre y maestra también
nos ofrece este espacio de formación en el ámbito cristiano, sí,
le llamamos catequesis. Todo católico por lo menos ha pasado
3 años de catequesis. ¡3 años! Y, ¿qué he aprendido? Mmmm.
A veces no sabemos cómo responder a las preguntas de
nuestros hermanos separados (evangélicos). El problema es
que no conocemos bien nuestra fe. Para esto existe la formación
continua. No basta con saber “algo” sobre la fe, hay que
escudriñar cada vez más hondo. Conocer la Biblia
principalmente, los sacramentos, la gracia, el perdón, el amor,
etc. etc. Leer, escribir, compartir la fe, hablar de ella con otros y
crear círculos de estudio son buenas instancias para aprender
siempre sobre Cristo y sus enseñanzas.

«Así dice el Señor: Que el sabio no presuma de su sabiduría,


que el soldado no presuma de su fuerza, que el rico no presuma
de su riqueza; el que quiera presumir que presuma de esto: de
conocerme y comprender que yo soy el Señor; el que ejerce en
la tierra la fidelidad, el derecho y la justicia; y me complazco en
ellas» (Jeremías 9, 22-23).

Luego de haber leído estos 7 puntos y haberte examinado, te


invito a que hagas un compromiso al Señor. Siempre es bueno,
como fruto, comprometernos a algo. Trabajar por mejorar algún
defecto en mí, ser más constante en mi apostolado, ir todos los
domingos a misa prestando mucha atención, orar todos los días
media hora por la mañana o la tarde, etc. Así sabremos que lo
reflexionado tiene un impacto real en mi vida. La vida cristiana
es un constante trabajo. «El que no avanza en la vida espiritual,
retrocede», porque la vida está en constante movimiento y
nosotros vamos a contracorriente. Así que ponte en marcha y
no dejes de caminar con Cristo, ayudando a tus hermanos con
tu ejemplo de vida alegre y coherente, intercediendo siempre en
la oración por quienes se encuentran más débiles en la fe y
dejando que Jesús día a día vaya transformado tu vida.

Página de consulta: https://es.catholic.net/op/articulos/66380/cat/65/las-7-caracteristicas-de-un-


evangelizador.html#modal

También podría gustarte