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PROVINCIA DE BUENOS
AIRES
TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL
SALA II

C- 73.905/II
En la ciudad de La Plata a los 2 días del mes de Agosto del año dos mil
dieciséis, reunidos en Acuerdo Ordinario, los Señores Jueces de la Sala
Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires,
doctores Fernando Luis María Mancini, Martín Manuel Ordoqui y Jorge Hugo
Celesia, para resolver el presente recurso de casación interpuesto en favor
de GUSTAVO EZEQUIEL ZEBALLOS en la presente Causa Nº 73.905 de
trámite ante este Tribunal; practicado el sorteo de ley, resultó que en la
votación debía observarse el orden siguiente: MANCINI – CELESIA-
ORDOQUI.

ANTECEDENTES
Llegan los presentes autos a este Tribunal como consecuencia del
recurso de casación interpuesto por el Sr. Defensor Oficial, Dr. Gabriel Víctor
Corsi, en favor del imputado Gustavo Ezequiel Zeballos, respecto del
pronunciamiento recaído -en el marco de un juicio abreviado- en la Causa
Nro. 4141 del Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 4 del Departamento Judicial
Morón, por el que se condenó al nombrado Zeballos a la pena de trece años
y cuatro meses de prisión, accesorias legales y costas por haber sido
hallado autor penalmente responsable del delito de portación ilegítima de
arma de fuego de uso civil y coautor penalmente responsable del delito de
homicidio en ocasión de robo, todos ellos en concurso real.
Efectuadas las vistas correspondientes, y hallándose la causa en
estado de dictar sentencia, este Tribunal decidió plantear y votar las
siguientes:

CUESTIONES
Primera: ¿Es admisible el remedio impetrado?
Segunda: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión, el Señor Juez, doctor Mancini, dijo:
Entiendo que la respuesta a esta cuestión debe ser afirmativa.
El recurrente dio las razones por las cuales el recurso de casación
debe ser admitido, a la vez que la resolución impugnada tiene carácter de
sentencia definitiva, según lo pautado por el art. 450 y 448, inciso 1º del
C.P.P.
En virtud de lo antedicho, y considerando que el recurso en trato
satisface los requisitos de tiempo y forma regulados, en lo pertinente, por los
artículos 451 y ccdtes. del C.P.P., a la vez que el impugnante se encuentra
legitimado para recurrir, y enmarcándose la sentencia objeto del recurso
dentro de las resoluciones que en el Código de rito establece como
susceptibles de ser impugnadas por esta vía, debe entonces admitirse el
presente recurso de casación. (Arts. 421, 448 inc. 1º, 451, 454 inc. 1º, 464
inc. 2º y ccdtes. del C.P.P.).
Voto entonces por la afirmativa.
A la misma cuestión planteada, el señor Juez doctor Celesia dijo:

Por los mismos fundamentos, voto en igual sentido que mi colega


preopinante.
Así lo voto.
A la misma cuestión planteada, el señor Juez doctor Ordoqui dijo:

Por los mismos fundamentos, voto en igual sentido que el señor


Juez, Dr. Mancini.
Así lo voto.
A la segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor Mancini dijo:
I. En un primer segmento de la impugnación, el recurrente se queja del
modo en que el sentenciante tuvo por acreditado el protagonismo de su
asistido en el suceso investigado, denunciando también la violación del
principio “in dubio pro reo”.
A fin de sustentar su postura, invoca la declaración de su asistido en
cuanto sostuvo la total ajenidad respecto del evento que le fuera reprochado.
Añade que los únicos elementos para concluir por la autoría o no de su
defendido son las versiones contrapuestas de Zeballos y el menor Correa.
Explica que “...Todo intento de ampliar o mejorar ese sintético presupuesto,
tal como se ha hecho en la sentencia arribada, responde a una especulación
subjetiva que verifica la arbitraria inclinación en desmedro del imputado...”.
Puntualiza que sólo Correa se encontraba en el lugar del hecho, por lo que
carecen de entidad acreditante las declaraciones de su madre, abuelo y tío.
En cuanto al reconocimiento en rueda llevado a cabo por Correa, si
bien aclara que no resultó nulo, sí le atribuye poca eficacia convictiva porque
“...todo indica que el menor contaba con datos precisos de la contextura de
Zeballos previo a tal acto...”, lo que habría ocurrido a instancias de su tío
Oscar Juárez. A ello le suma que Correa expuso “cierta duda” pues afirmó
que la persona indicada –por el imputado- “sería” el autor del hecho,
utilizando una forma potencial en la frase que demuestra la inseguridad de
su reconocimiento.
En igual sentido, aduce que la declaración de Correa tampoco resulta
convincente por cuanto habría sido contradictorio en distintas oportunidades
de la investigación, por ejemplo con relación a si pudo ver al sujeto de frente
o de perfil, etc. Añade que el menor fue mendaz en cuanto dijo no recordar
dónde vivía su tío. Reitera su postulación en cuanto a que fue manipulado
por Oscar Juárez para indicar a Zeballos como autor del hecho, y alega
respecto de ciertas inconsistencias en las declaraciones del nombrado
Juárez y Correa, por ejemplo con relación a la descripción de los rasgos
físicos de uno de los autores del hecho.
En función de lo explicado, solicita la casación del fallo recurrido y que
se disponga la absolución e inmediata libertad del imputado Zeballos.
En un segundo momento del recurso plantea la inobservancia del art.
42 del C.P. en relación al art. 165 del mismo cuerpo legal, y alega en tal
sentido.
Luego de ello, plantea la errónea aplicación del art. 41 bis del C.P.
aduciendo que el empleo de un arma ya se encuentra incorporado al delito
complejo establecido en el art. 165 del código de fondo.
Subsidiariamente, plantea la inconstitucionalidad del art. 41 bis del
Cód. Penal porque a su entender “no satisface las exigencias de precisión
(lex certa) derivadas del Estado Constitucional de derecho y del principio de
culpabilidad; habiendo sido introducido al Código Penal a través de una
técnica legislativa imprecisa, inexacta y desprolija...”. En tal sentido,
básicamente, refiere que la norma impugnada viola el principio de legalidad,
por lo que solicita que el mismo sea desaplicado en el caso concreto.
Finalmente, solicita que se haga lugar al recurso de casación en los
términos planteados, y deja planteada la expresa reserva del caso federal.
II. En oportunidad de contestar el traslado que le fuera conferido, a fs.
266/267 la Sra. Defensora de Casación, Dra. Ana Julia Biasotti mantiene en
todos sus términos el recurso de casación bajo examen, ampliando sus
fundamentos.
Por su parte, a fs. 268/272, la Sra. Fiscal Adjunta ante esta instancia
revisora, Dra. Daniela Bersi, solicita el íntegro rechazo de la impugnación
deducida en favor del acusado Zeballos.
III. El recurso de casación prosperará parcialmente.
No obstante ello, en primer término, la autoría del acusado Zeballos
ha resultado comprobada a partir de un desarrollo que no muestra los vicios
denunciados por la parte, por lo que el primer motivo de agravio merece ser
desestimado.
En efecto, con relación al punto que se discute en el primer agravio,
medió el categórico reconocimiento del único testigo presencial (Agustín
Javier Correa), quien señaló al imputado como la persona que disparó el
arma de fuego hiriendo mortalmente a su padrastro.
En efecto, al tiempo de prestar su primera declaración testimonial y
cuando fue preguntado acerca de si podría reconocer a alguno de los
agresores, Correa fue categórico al contestar que sí, que al sujeto que
estaba con la cara descubierta (y que efectuó el disparo) “lo reconocería sin
lugar a dudas”.
Luego de ello, se practicó un reconocimiento en rueda de personas,
donde indicó al acusado Zeballos como quien iba de acompañante en la
motocicleta y efectuó el disparo con el arma de fuego, aclarando que estaba
seguro de ello (conf. fs. 153/154 de los autos principales), “Que estoy seguro
porque fueron unos 6 o 7 segundos que lo miré más de frente que de
perfil…”.
En cuanto a la alegación de la parte referida a que el testigo habría
estado indebidamente influido por Oscar Alfredo Juárez, cabe responder que
Correa fue contundente cuando aclaró -a preguntas de la fiscalía- que no lo
había reconocido por la descripción efectuada por su tío, sino que lo señaló
porque lo vio en el momento, y que nunca le mostraron una fotografía del
sujeto que reconoció.
Y esa falta de influencia sobre el convencimiento del menor queda
aun más corroborada por la explicación dada por la testigo Vanesa Juárez
quien contó que su hijo les había descripto a ella y a su hermano las
características físicas del agresor y la clase de vehículo en la que se
movilizaban los sujetos, a lo cual su hermano dijo que podían ser de su
barrio, “porque andaban robando esos dos pibes por Ituzaingó con un arma
22 (…) y cuando se resistían a no darle la moto, ya que siempre andaban
robando motos, ellos les tiraban, no les importaba”. Asimismo precisó que “a
Agustín nunca se le mostró una foto ni lo buscamos antes de la rueda de
reconocimiento”. A preguntas de la Fiscalía para que dijera si luego de la
diligencia de reconocimiento en rueda conversó con Agustín y le preguntó si
estaba seguro de que la persona reconocida era quien había participado en
el hecho, la testigo respondió que sí.
En líneas generales esta versión fue confirmada por la declaración de
María Luisa Gallardo (abuela del testigo Agustín Correa), quien
puntualmente señaló que el menor nunca había tenido contacto previo a la
rueda de reconocimiento con el imputado, y que cuando salieron de la
comisaría le dijo que estaba seguro que la persona que había reconocido
era quien había intervenido en el suceso, encontrándose con mucho miedo.
En cuanto al testigo Oscar Alfredo Juárez (a quien la defensa
atribuye, de algún modo, haberle “puesto en la cabeza” a Correa que el autor
del hecho fue el imputado Zeballos) es dable señalar que brindó una versión
muy similar a las testigos anteriormente apuntadas, lo cual no hace sino
terminar de desbaratar esta postura de la defensa al quedar sin sustento la
posibilidad de que el menor haya reconocido al encartado, no por tener su
recuerdo a partir de lo percibido en el suceso juzgado, sino a instancias de
haberse visto “influenciado” por su tío. Es más, del relato del testigo Oscar
Alfredo Juárez surge expresamente que su sobrino había señalado al
imputado por sus características físicas habiéndole dicho al nombrado
Juárez que estaba seguro y que no tenía dudas.
Además, la credibilidad del testigo Correa tampoco cae porque la
parte señale determinadas imprecisiones en su relato (como por ejemplo la
referida al lugar donde vivía su tío, etc.), al no demostrar la esencialidad de
los puntos sobre los que afirma inexactitudes en el relato, ya que el punto
que ahora se discute (autoría de Zeballos) ha resultado inequívocamente
señalado por Correa, siendo intrascendentes a esos fines las hipotéticas
deficiencias de su declaración sobre otros aspectos que no se vinculan
estrictamente con el evento investigado.
A partir de esos extremos, y si se tiene en cuenta que los magistrados
de juicio son libres en la valoración y selección de las pruebas que han de
fundar su convencimiento desde que el valor de los medios de prueba no se
encuentra fijado o determinado de antemano, sino que corresponde al
tribunal de mérito evaluar y establecer el grado de convencimiento que tales
elementos puedan producir (art. 209 del C.P.P), entiendo que la coautoría de
Zeballos en el suceso investigado ha sido adecuadamente determinada en la
sentencia recurrida, sin que se advierta ni se demuestre la conculcación en
concreto de la normativa que rige el asunto (Art. 1 –a contrario-, 106, 210 y
373 del C.P.P.).
Precisamente en función de esa normativa (en especial del art. 209 del
rito ya mencionado), tampoco aparece reprochable que los magistrados
hayan dado preeminencia a la indicación de Correa por sobre la versión
exculpante del imputado (la cual, en su parecer, no contó con soporte
justificatorio alguno). Menos aún resulta censurable la posición asumida por
el juzgador si consideramos que tuvo en cuenta, para creer a Correa, la
inexistencia de móviles espurios, tendencias fantasiosas o fabuladoras,
como un posible motivo impulsor de su declaración, y que su credibilidad
también se encontró sustentada en la contribución testimonial de Vanesa
Gabriela Juárez, María Luisa Gallardo y Oscar Alfredo Juárez –como ya ha
sido visto en este voto-.
Y en cuanto a los testigos de descargo de la defensa (que
nuevamente son invocados en el recurso para sustentar la postura sostenida
por el impugnante), los magistrados explicaron adecuadamente por qué no
podían tenerlos por sinceros, en especial por su inconsistencia respecto de
otras pruebas como el informe de la empresa Telecom, y la lectura de
determinados mensajes de texto en sus celulares.
Por todo lo explicado a lo largo de este desarrollo, entiendo que este
primer motivo de agravio debe quedar definitivamente desestimado.
La segunda formulación del recurso, esto es la denuncia de
inobservancia del art. 42 del C.P. en relación al art. 165 del mismo cuerpo
legal, tampoco puede prosperar.
Si bien es conocida mi postura en el sentido de que el art. 165 del
C.P. prescribe un robo calificado que, como tal, debe ser vinculado, cuando
sea menester del caso, con el art. 42 del CP. (conf. Causa Nro. 23.733
caratulada “ZAMORANO, Gastón Leonel s/ recurso de casación”, entre
otras), lo cierto es que a partir del dictado de un Acuerdo Plenario por parte
de este Tribunal de Casación Penal, con fecha 18 de marzo de 2010 en el
marco de la causa Nro. 12.442, se ha resuelto que la figura prevista en el
artículo 165 del Código Penal no admite tentativa, y se consuma cuando se
comete un homicidio con motivo u ocasión del robo, sea este último tentado
o consumado, sin que vengan citadas por la parte menciones
jurisprudenciales que puedan justificar un cambio.
A partir de allí resulta clara la improcedencia de este motivo de queja,
lo que me exime de formular mayores precisiones al respecto.
En cambio sí va a progresar el embate contra la aplicación del art. 41
bis al caso en estudio.
En mi parecer, corresponde descartar dicha aplicación por incompatible
con la calificación legal prevista en el art. 165 del CP, cuando el robo al que
refiere el tipo se cometa con arma de fuego, como surge de la materialidad
ilícita fijada en este caso.
En efecto, la aplicación de la agravante prevista en el art. 41 bis del CP
respecto del art. 165 del mismo ordenamiento de fondo, se encuentra
expresamente excluida cuando el medio empleado por el sujeto para
cometer la sustracción sea justamente coincidente con la razón de la
agravación a la que alude la primera norma, pues el tipo comprende, entre
otros, al robo con armas establecido en el art. 166 inc. 2 del mismo
ordenamiento de fondo. Rige el segundo párrafo del art. 41 bis del CP.
Lo dicho antes en cuanto a que la resultancia de homicidio constituye
un elemento normativo del tipo, explica también que no cabe la
consideración acerca de la posible aplicación del art. 41 bis del CP por la
mención del vocablo homicidio dentro de la descripción legal del art. 165 del
CP, puesto que el delito de que se trata es el robo agravado. Refuerza la
idea de que éste, y no otro, es el análisis que debe hacerse, la redacción de
la cláusula de exclusión contenida en el segundo párrafo de la norma citada
en cuento dice “... delito de que se trate”; sobre todo si se advierte que el art.
165 del CP no contiene dos delitos como tales sino uno solo de posible
realización (el robo) al que se lo agrava por la resultancia, vocablo que,
sobra decirlo, no significa cometimiento, sin que corresponda hacerse cargo
de elucubraciones que podrían devenir de desajustes de encuadre que
terminan ubicando dentro del art. 165 del CP acciones que no debieran
quedar atrapadas en dicha disposición con especial desatención, según los
casos, de los arts. 80 inc. 7, 79, 84 y 55, entre otros, del CP.
A partir del éxito de ese embate defensista estimo innecesario tratar
el planteo subsidiario de inconstitucionalidad del art. 41 bis del C.P.
En función del desarrollo efectuado en este voto, propongo al acuerdo
la casación parcial del fallo en crisis, por errónea aplicación del art. 41 bis del
C.P. en relación al art. 165 del mismo cuerpo legal, y como consecuencia de
ello readecuar la pena respecto del imputado Zeballos, la que se determina
de conformidad a la calificación legal aplicable al caso (portación ilegítima de
arma de fuego de uso civil en concurso real con homicidio en ocasión de
robo) y a las pautas de los artículos 40 y 41 del C.P. consideradas en el fallo
y que permanecen firmes, en diez años de prisión, accesorias legales y
costas del proceso; debiendo desecharse los restantes motivos de agravio
por los fundamentos desarrollados a lo largo de este voto. Sin costas en esta
instancia.
Rigen los arts. 1 -a contrario-, 106, 209, 210, 373, 448, 460, 530, ss. y
ccdtes. del C.P.P. y 40, 41, 41 bis –a contrario-, 45, 55, 165, 189 bis inc. 2° -
párrafo tercero-, ss. y ccdtes. del C.P.
Así lo voto.
A la misma cuestión planteada, el señor Juez doctor Celesia dijo:
Adhiero al voto del juez Mancini en igual sentido y por sus mismos
fundamentos, salvo en lo relativo a la desaplicación de la agravante prevista
en el art. 41 bis del C.P.
A mi modo de ver el planteo en torno de inconstitucionalidad de la
agravante allí prevista y su pretendida desaplicación en el caso, no puede
prosperar.
Sobre la problemática relativa a la posibilidad de aplicar el art. 41 bis
del C.P. al robo con resultado de homicidio, entiendo que ello es posible,
siempre y cuando la muerte haya sido causada en forma dolosa y mediante
el empleo de un arma de fuego.
El art. 41 bis contiene una regla general que conduce a la agravación
de todas aquellas figuras que admiten su comisión mediante violencia o
intimidación derivadas del empleo de un arma de fuego, excepto que la
circunstancia mencionada en ella ya se encuentre contemplada como
elemento constitutivo o calificante del delito de que se trate.
Es por eso que en el caso del robo, debido a que el art. 166 inc. 2º del
C.P. ya lo agrava cuando se comete con armas de fuego, el art. 41 bis, en
principio, no resultaría aplicable, dada la relación de especialidad existente
entre ambas agravantes (art. 41 bis, segundo párrafo, C.P.).
Esto, sin embargo, no siempre sucede en el caso del robo con
homicidio resultante (art. 165 C.P.).
La agravante del art. 166 inc. 2º del C.P. únicamente se refiere al
atentado contra la propiedad, pero no abarca, en el caso del art. 165, el
tramo del injusto relativo a la muerte de la víctima. En los supuestos de robo
con armas de fuego en los que, además, como consecuencia del uso de ese
instrumento se produce dolosamente la muerte de la víctima o de un tercero,
la agravante del art. 166 inc. 2º solamente contempla el tramo del hecho
relativo al apoderamiento ilegítimo de una cosa mueble, pero no aquel otro
referido al homicidio de la víctima, provocado también mediante el empleo
de un arma de fuego.
Por ende, en un hecho que encuadra objetivamente en las figuras de
los arts. 165 y 166 inc. 2º del C.P. (siempre que el robo y el homicidio hayan
sido cometidos mediante el empleo de un arma de fuego), se debe admitir
que la aplicación del art. 41 bis no genera una superposición absoluta con la
agravante del art. 166 inc. 2º, al menos en lo que respecta al tramo del
injusto referido al homicidio.
El concurso ideal, decía Welzel, está caracterizado por la
circunstancia de concurrir simultáneamente diversos tipos en la valoración
penal de un hecho, que sólo en su conjunto agotan el contenido de injusto
de éste en todo sentido.
Ésta es, básicamente, la idea que subyace detrás de la norma del art.
54 del C.P., y apunta a la necesidad de contemplar en su totalidad el
contenido de desvalor jurídico penal de una determinada conducta, para
luego elegir, entre todas las sanciones que podrían resultar aplicables,
aquella que fijare la pena mayor.
En el caso particular que es objeto de este análisis, la única manera
de agotar la significación jurídico penal del acontecimiento real atribuido a
los imputados es aplicando la agravante genérica del artículo 41 bis para, de
ese modo, contemplar el tramo de disvalor de su conducta derivado del
empleo de un arma de fuego, no en el robo, sino como medio para consumar
el homicidio.
Esta conclusión, contrariamente a lo que se suele pensar, no conduce
a una doble punición si se miran bien los efectos previstos en el art. 54 del
C.P.
En el concurso ideal existe siempre una superposición de elementos
típicos que pertenecen a dos o más figuras penales, cada una de las cuales
tiene prevista su propia sanción. Es, justamente, debido a esa superposición
parcial que el art. 54 establece que se debe aplicar, en tal caso, la sanción
que fijare la pena mayor, para evitar que el castigo impuesto sea el resultado
de una múltiple desvaloración jurídica.
Por tales razones, resultando el concurso ideal de figuras penales la
vía adecuada para conjugar, en estos casos, las distintas disposiciones
aplicables, y teniendo en cuenta que dicha modalidad de concurso, debido a
sus efectos, jamás podría derivar en una doble punición, no cabe sino
concluir que la forma correcta de agotar el significado jurídico penal de la
conducta homicida derivada del empleo de un arma de fuego en el contexto
de un robo, es aplicando el art. 41 bis a la figura del art. 165, sin perjuicio de
la tipicidad concurrente del art. 166 inc. 2º (art. 54, C.P.).
Cabe destacar a esta altura que este Tribunal ha resuelto en pleno
que es aplicable la agravante genérica consagrada en el artículo 41 bis del
Código Penal a la figura tipificada en el art. 79 del mismo cuerpo legal (Ac.
Plenario en causa n° 36.328 de fecha 19 de abril de 2013).
Por lo que tratándose la aquí juzgada de una conducta dolosa, no
existe ningún reparo para aplicar la agravante del art. 41 bis que, por los
argumentos que expuse al votar en dicho acuerdo plenario a los que me
remito en un todo, resulta aplicable al tipo penal de homicidio.
Sentando ello, tampoco puede prosperar la pretendida declaración de
inconstitucionalidad de la norma en trato.
No debe desconocerse que dicha sanción debe tenerse como una
decisión de “última ratio”, en virtud de la presunción de validez de la cual
gozan en principio las normas sancionadas y promulgadas por los órganos
competentes en cumplimiento de los procedimientos previstos para ello, y la
gravedad que como remedio reviste dentro del funcionamiento del sistema
de pesos y contrapesos en una correcta forma republicana de gobierno.
Entonces, la parte que la pretenda debe efectuar un análisis
exhaustivo del caso concreto, explicando circunstanciadamente la parte de
la norma que reputa violada así como los efectos que en el caso concreto su
aplicación ocasiona, la incompatibilidad de la regla que cuestiona con la
norma con jerarquía constitucional en juego, deviniendo inatendible todo
planteo que, como el que aquí se trata, se limite a citar normas y principios
de raigambre constitucional pero cuyo análisis se refiera simplemente a
formulaciones dogmáticas genéricas y ajenas al caso concreto.
En este caso los argumentos del recurrente se limitan a indicar una
mera discrepancia o desacuerdo con la técnica legislativa empleada pero de
ningún modo demuestra que la agravante del art. 41 bis del C.P. violente el
principio de “lex certa”, como mandato dirigido al legislador al tipificar las
conductas y sus consecuencias jurídicas, ello en tanto se trata de una norma
que se limita a instituir una escala penal más gravosa para los supuestos en
que medien las circunstancias claramente aludidas en ella.
En definitiva, mediante la sanción de la norma en trato se ha
trasladado al nivel típico aquello que antes era analizado en el ámbito de la
determinación de la pena por integrar la naturaleza de los medios empleados
a que alude el art. 41 de la ley de fondo, incorporando aquella circunstancia
como elemento objetivo que opera como una calificante genérica y crea
figuras agravadas respecto de todos los tipos penales que pueden
cometerse con las referidas modalidades.
Entonces, más allá de lo que pueda señalarse en torno a la técnica
legislativa utilizada, la aplicación de dicha agravante se halla circunscripta a
un grupo determinado de casos que aparecen cognoscibles desde la propia
estructura normativa, de modo que el principio de legalidad, según el cual no
es posible aplicar una pena si la conducta no está tipificada en una ley que le
otorgue significación penal con anterioridad al hecho cometido, de ningún
modo resulta transgredido cuando la norma sólo se limita a relevar a nivel
típico una circunstancia que, tradicionalmente, se consideró atrapada por la
pauta de mensuración prevista en el art. 41 inc. 1 del C.P., vinculada con los
medios empleados para cometer la acción.
Así lo ha entendido nuestro más Alto Tribunal Provincial en la causa
P.103.838 (sent. del 09-IX-09) al sostener que “…la sola circunstancia de
que la regla incorporada agregue una disposición genérica en la Parte
General del Código Penal, destinada a jugar en relación a los tipos
pertinentes de la Parte Especial, no constituye una afectación del principio
de legalidad…”.
Conforme las razones expuestas, propongo al acuerdo el íntegro
rechazo del recurso de casación en trato.
Así lo voto.
A la misma cuestión planteada, el señor Juez doctor Ordoqui dijo:
Adhiero al voto del señor Juez Dr. Celesia, en igual sentido y por sus
mismos fundamentos.
Así lo voto.
Vista la forma como ha quedado resuelta la cuestión votada en el
acuerdo que antecede, corresponde que este Tribunal dicte la siguiente

SENTENCIA
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, la Sala II del Tribunal
R E S U E L V E:
I. DECLARAR FORMALMENTE ADMISIBLE al recurso de casación
deducido por el Sr. Defensor Oficial que asiste al imputado Gustavo
Ezequiel ZEBALLOS contra la sentencia recaída en la Causa Nro. 4141 del
Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 4 del Departamento Judicial Morón (arts.
450, 451, 454 inc. 1º, 464 inc. 2º, 465 y ccdtes. del C.P.P.).
II. RECHAZAR POR MAYORÍA DE FUNDAMENTOS el recurso de
casación articulado por la defensa del imputado Gustavo Ezequiel
ZEBALLOS. Con costas (arts. 1 -a contrario-, 106, 209, 210, 373, 448, 460,
530, ss. y ccdtes. del C.P.P. y 40, 41, 41 bis, 45, 55, 165, 189 bis inc. 2° -
párrafo tercero-, ss. y ccdtes. del C.P.).
Número único: PP-10-01-003713-14-00
Regístrese, notifíquese a la Defensa y al Ministerio Público Fiscal y
devuélvase para el cumplimiento de las notificaciones pendientes.
MCF

FDO.: FERNANADO LUIS MARIA MANCINI – JORGE HUGO CELESIA –


MARTIN MANUEL ORDOQUI
Ante mi: Florencia del Castillo

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