Historia de La Nacion Latinoamericana
Historia de La Nacion Latinoamericana
Historia de La Nacion Latinoamericana
HISTORIA DE LA NACION
LATINOAMERICANA
5
“Años vendrán con el transcurso de los siglos ev que
el Océano, abriendo sus barreras, nos dejará ver un país
de extensión inmensa, un mundo nuevo que aparecerá den
tro de los dominios de Thethis; y no será Tule el límite del
Universo.”
Séneca, que era español.
Siglo I, a. de C.
t
X
ADVERTENCIA
LA ESPAÑA CABALLERESCA
5. El régimen servil.
En el período del descubrimiento de América la pro-
duccToñ^grícola"d^=Espafia
*sé~fundaba~básÍcamente en ja
Condición servil osémiservil de los, campesinos. Esto ocu-, ■
rría tanto en Castilla como en Aragón, reino este último
del. que formaba parte Cataluña, el sector , más dinámico
de la economía española.
Con sus grandes sublevaciones periódicas los siervos o
semisiervos de Castilla habían originado la adopción de
una nueva política. Los Reyes Católicos sancionaron una
ley en 1480 por la qué se concedía a los campesinos de
Castilla el derecho de cambiar de residencia con todos sus
bienes, ganados y frutos. Este cambio de señorío constituía
sin duda un avance, pero no existe todavía documentación
fehaciente acerca del carácter generalizado y práctico que
obtuvo esta medida. Es-bastante dudoso que la liberación
de los siervos castellanos y su transformación en campe
sinos libres se realizara en esa época. Las disposiciones* V.
9. El privilegió le la Mesta.
Si la nobleza apenas se .interesa en explotar sus tierras,
pues es ocupación de villanos y aún la menor productividad
le asegura sus rentas,' la Iglesia no explota de manera
alguna sus inmensas propiedades territoriales. Ese patri
monio eclesiástico no hace sino aumentar con los legados.
Así se acumula en “manos muertas” una gigantesca renta
potencial que paraliza el desarrollo agrícola de España.
Sobreda base de los dominios señoriales y eclesiásticos, de
la indiferencia general hacia la legislación hidráulica y
de la indefensión del pequeño campesino, otro flagelo cas
tiga a España. Se llama la Mesta. Desde los tiempos de la
cruzada contra los moros regía en España una disposición
que prohibía cercar las tierras, ni siquiera las tierras
cultivadas. Era preciso preservar los rebaños de carneros
de todo peligro militar y permitir rápidamente desplazar
los ante la menor alarma. Posteriormente, los campos ári
dos y la incuria de los terratenientes, así como el atraso
agrícola permitió la perduración de dicha disposición. Des
de el siglo XIV los grandes ganaderos propietarios de
entidad llamada la Mesta, qué impuso sü''IeyrenToFcam^.
posespafioles. Obtuvieron inauditos nrivilegiosVeaTés7~Üoñ-
sistían esencialmente en el ‘derecho de sus rebaños de atra-
vesai’ el reino “bebiendo el agua, pisando la hierba”, sin
sujetarse a limitaciones de tierra cultivada alguna. La
legislación protegía a los ganaderos contra las represalias
de los campesinos, que vieron durante siglos arruinados sus
cultivos por el paso del ganado trashumante. La Mesta po-
scía poderosas protecciones oficiales, y sus propios tribu
nales, jueces y personal judicial, En^h^prpducción^de jana
XJa, grotección^de.ja.Mestír se xe^umiójiwla^la ciencia eco
nómica, deJa^E^añaJmperúl. Los ganaderos dominaban
en las Cortes y las Cortes los eximían de todo impuesto. La
Mesta se elevó como un formidable obstáculo para el des
arrollo de la agricultura española, a la que destruyó con
las patas de sus carneros y la benevolencia real hasta el
HISTORIA DE LA NACION LATINOAMERICANA 37
i
I
< CAPITULO II
EL BUEN SALVAJE
7. Fin y comienzo.
En cuanto a los mayas, habían desaparecido cuando se
produjo la conquista. A lo largo de úna historia prolongada
y misteriosa, habían llegado a crear úna escritura perfecta
y el calendario más preciso que se había conocido hasta la
adopción del calendario gregoriano en Occidente. Sus cálcu
los astronómicos eran rigurosos, no menos que la maravilla
de su arquitectura y sus artes monumentales.1 Si se consi
dera en su conjunto, la escritura maya, la arquitectura
preincaica chimu, los indios nascas como ceramistas, los ca
lendarios aztecas o toltecas y las carreteras y tejidos incai
cos, resulta evidente que la vieja América ofrecía un rico
cuadro cultural, que no ha podido ser exterminado por com
pleto. Algunos de sus elementos sobreviven y forman parte
del grandioso proceso de fusión entre los europeos y autóc
tonos en los últimos siglos?
Fuera de estos centros de cultura, algunos a punto de
disolución, otros al cabo de su apogeo o próximos a su cri
sis, había en el Nuevo Mundo cuando aparecen los espa
ñoles en su horizonte, la más variada gama de tribus y
grupos étnicos. Desde el nomadismo, con la pesca y la caza
como forma elemental de sustento, hasta formas primitivas
de agricultura, nada digno de menqión, histórica y cultu
ralmente viviente puede recogerse en esta síntesis. Indios
desnudos, o nativos cubiertos con piel de venado, alfareros
o tejedores de mimbre, pescadores o cazadores de bisontes,
sedentarios cultivadores de mandioca en las Antillas o el
área amazónica, eran fenómenos prehistóricos, hechos
puramente étnicos, capítulos de las ciencias naturales.12
1 Wittfogel establece «na estrecha correlación entre los cono
cimientos matemáticos y astronómicos y Jas necesidades de las pri
mitivas comunidades agrarias de vigilar’ exactamente la redistribu
ción de los campos inundados, medir las estaciones, controlar los
ciclos anuales y. contar con un calendario . exacto para prevenir
catástrofes naturales. Herodoto atribuye los comienzos de la geome
tría en Egipto a la necesidad de medir cada añp la tierra inundada.
V. Wittfogel, ob. cit„ p. 49.
2 V. Edmundo O’Gorman, La invención de América, Ed. Fondo
de Cultura Económica, México, 1958.
60 JORGE ABELARDO RAMOS
COLONIZACION Y
NACIONALIZACION DE LAS INDIAS
»
Historia de la ñácíoñ latinóamericaña 65
í]
’i‘ Para resumir este debate con una frase concluyente,
que sólo podía provenir de un abate como el abate Galiani,
he aquí lo que en sustancia se discutía, según Galiani se
lo hace saber a su amante, Madame D’Epinay: “Mi opinión
es que prosigamos nuestros estragos en las Indias mientras
esto nos resulte bien, a reserva de retirarnos cuando nos
peguen”.1
Los teólogos católicos del siglo XVI o los naturalistas
escépticos del siglo XVIII, todos ellos veían en el hijo de
América un útil objeto de dominio. Esa gran tradición in
telectual en dos países opresores ha dejado hondas huellas.
Los marxistas llaman a esas huellas, que no pueden regis
trarse en la estadística, una “superestructura”, una con
ducta espontánea del pensamiento, un estereotipo psicoló
gico, o, si se prefiere, un “reflejo” pavloviano. En defini
tiva, la cuestión §e resolverá como decía el abate Galiani.
Todos los conquistadores de la historia desaparecieron
cuando los pueblos sometidos se decidieron a terminar con
ellos.
11. El pálido despertar borbónico.
Cuando a principios del siglo XIX Alejandro de Hum
boldt recorre México, descubre una asombrosa analogía
entre el Virreynato de la Nueva España y el Imperio za
rista. Humboldt comparará a los grandes terratenientes
mexicanos con los señores boyardos de la estepa bárbara:
la opulencia de las clases privilegiadas de México ofre
cía un claro contraste con el atraso y la miseria del pueblo
rural descendiente de los Moctezuma,. Pues al concluir el
fatídico ciclo de la Casa de los Austria, podía hacerse un
balance de la obra de España en América, aunque esta
obra sólo pudiera explicarse por la lentitud del progreso his
tórico de la metrópoli.
Recién con el advenimiento de los Borbonés España
consuma su unificación jurídico-política, crea-una moneda
y un territorio aduanero único.i2 A dos siglos del descubri-
i Ibid.
3 Larraz, ob. cit., p. 17.
HISTORIA DE LA NACION LATINOAMERICANA 85
7
112 JORGE ABELARDO RAMOS
blese de los indios, pero sólo sea para conservar las Indias:
esto es lo que nos interesa, lo que nos importa”.1
i lbíd„ p. 317,
134 JORGE ABELARDO RAMOS
LA LUCHA DE CLASES EN
LA INDEPENDENCIA
7. La juventud de Bolívar.
Bolívar era el vástago de una familia de largo arraigo
en Venezuela. Un año antes de nacer el futuro Libertador,
Miranda recibía una carta de tres aristócratas venezolanos
ofreciendo sus servicios para la emancipación de Amé
rica. Uno de ellos era Juan Vicente de Bolívar, hombre
HISTORIA DE LA NACION LATINOAMERICANA 149
I■■■
* . dad racial, puesto que amos y esclavos eran negros. En la •
República del Sur, Alejandro Petión dividió las tierras,
entre la población campesina y estableció un Estado agra- .
rió democrático^: “La República, de Retión vivió de manera
ií sencilla y. pacifica en una . especie \de democracia patriar .
cal, a la vez nacionalista y sosegada”.1 Christopher te-
' nía por los mulatos vm “odio profundo e implacable”,2
: nacido quizás de la superioridad cultural de éstos; aspi-
i . raba a exterminarlos a todos, así como Dessalines había
degollado a todos los blancos. La atroz monarquía esta- '
blecida por Christopher en el Ñorte era un remedo mili-
', tar-feudal del antiguo régimen y duró tanto como la vida
r de su creador, que concluyó suicidándose en 1820. El ver-
■ dadero fundador de la República haitiana es Alexandre
Petión, factor decisivo a su vez en la emancipación del
Nuevo Mundo. />
:, Con Petión la revolución de los .esclavos se incorpora a
- los tiempos modernos. Por primera vez . en la historia de
•: Haití los obreros rurales reciben el pago de su salario en
. dinero y la Constitución establece la enseñanza pública'y '
gratuita. Petión entrega tierras a los campesinos e introdu
ce el concepto de la democracia agraria en la Constitución,
exactamente después que la tierra ya estaba en manos de
los haitiano^. Con razón se dirá de él “que nó hizo derra
mar lágrimas sino a su muerte”,3
En efecto, se debe al apoyo exclusivo brindado por Pe
tión a sus proyectos, que el fracasado Bolívar de Jamaica
puebla regresar a Venezuela al frente de una nueva expe
dición militar. Pero en el Tratado firmado entre el Presi
dente Petión y Simón Bolívar en febrero de 1816, se esta
blecía claramente que a cambio de esta ayuda en hombres,
víveres, naves y armas, Bolívar se comprometía Solemne
mente a abolir la esclavitud en el mismo momento de pi- ,
sar Tierra Firme.4 El ex esclavo no sólo brindaba al fu-
1 Ibid., p. 122.
2 Ricardo Pattee, Haití, pueblo afroantillano, p. 134, Ed. Cul
tura Hispánica, Madrid, 1956.
3 Francois DalencOur, La fondqtion de la Republique d’Haiti
par Alexandre Pétion, p. 313, Port-au-Prince, Haití, 1944;
4 Pattee, ob cit., p. 141. . ,
HISTORIA DE LA NACION LATINOAMERICANA 160
1 Ibíd.
HISTORIA DE LA NACION LATINOAMERICANA 167
i Ibid., p. 153.
s Kauffmann, ob. cit., p. 181.
Í76 JORGE ABELARDO RAMOS
1 Ibíd., p. 230. _
2 Bolívar, Documentos, p. 246. Uña relación de este tipo con In
glaterra “sería una ventaja inmensa, pues tendríamos un garante
contra la España, contra la Santa Alianza y contra la anarquía. Las
ventajas comerciales para los ingleses valdrían mucho menos que los
provechos reales y positivos que nos procurasen con sus relaciones”,
p. 287.
CAPITULÓ VI
en la aristocracia peruana los grandes títulos nobiliarios, lucha en escala continental, como único medio de ganar
¡ausentes en general en el resto de la América criolla: mar- la guerra, y es posible que si su carrera no hubiese sido
queses de Torre-Tagle, Casa-Dávila, VillafuerteT Casa- cortada tan bruscamente por las muy próximas y ya orga
-Rosa,
, —los
- condes de Mítavcuia,
Saavedra, vVistaflorida,
1O biXXlUUIUU, San IBlUrO.
*Isidro.1 " f-- nizadas tropas españolas del Bajo Perú, habría podido or
Por lo demás, como en el resto d-e América, la propia Igle- ganizar un gran ejército” b El temor de la oligarquía alto-
sia estaba dividida entre el alto y el bajo clero, este último peruana a la intervención de las masas indígenas en la
generalmente mestizó o criollo y despojado de los bienes independencia, pudo advertirse en la campaña de Belgra-
K'
terrenales de la burocracia eclesiástica. no en Vilcapugio, donde los terratenientes se negaron a
El profundo conservatisms de la sociedad peruana im prestar su apoyo para el armamento de los indios. El co
pidió.que el bajo clero desempeñara la misma función re
■ s
mercio del Alto Perú, vinculado estrechamente a los inte
volucionaria que en Mexico o el Alto Perú, En las provin reses de la oligarquía de Lima, jugará después de. la bata
cias de esta última región los curas populares encabezaron lla de Ayacucho un importante papel en la idea separatista
la lucha contra los españoles. Los caudillos revolucionarios y en la creación de la “nacionalidad” boliviana.
son sacerdotes de aldea, cómo Muñecas. El historiador bo
liviano Luis Peñaloza escribe lo siguiente: “Muñecas re 5. 1820: la revolución de Riego en España.
presenta al bajo clero nacional, empobrecido y postergado.
Relativamente ilustrada, tiene esta clase de caudillos algu La situación de San Martín en el Perú era singular. Ha
nos puntos de contacto con los líderes de la revolución bía incorporado a su ejército a los negros de los ingenios
agrarista mexicana: Morelos, Hidalgo. Su. situación con azucareros e intentado movilizar, sin éxito, a los indios.
respecto al indio les da gran ascendiente con respecto a Pero Buenos Aires no respondía a sus llamados de ayuda.
éste y poseen un concepto más amplio de las luchas revo Un acontecimiento europeo pareció inclinar un momento
lucionarias. Pretenden unir en un solo movimiento a los la balanza militar y política a su favor.
indígenas y a los criollos mestizos, como pretendiera ha Después de fusilar a los liberales que habían sostenido
cerlo en 1781 Sebastián Pagador. Púnelo demuestra la ma la guerra nacional contra el invasor francés, salvándole
yor capacidad militar evidenciada por cualquier otro cau el trono, el pérfido Fernando VII decidió equipar una ex
dillo revolucionario del Alto Perú: tiene concepciones de pedición punitiva para recobrar el control de las colonias
sublevadas. La expedición debía partir hacia América en
1 La aristocracia — gente habituada a la opitlencia
-------- “era.
. ------- limeña o-pulencia enero de 1820. Pero el Ejército de Andalucía se sublevó
y reatada al sistema del orden por los grandes intereses de su for- con el general Riego en las Cabezas de San Juan. La espa
tuna, que les dolía, por instinto natural, ponerlos en riesgo de per da amenazante que el absolutismo esgrimía sobre la revo
derlos para siempre; como que eran empleados del gobierno, unos
tenían mayorazgos, y los restantes hacienda y demás industria de lución americana se volvió contra el verdugo de las liber
donde Z.
JO emanaban
A los -- .. — .
7 A recursos I» .»-» ■> que la
• Afelicidad,
para su presente * te- tades españolas. Así comienza un nuevo período constitu
man de veras... era asi una clase conservadora por excelencia, teme cional en España que durará sólo tres años. Aterrado, .Fer
rosa de los trastornos y de la ruina consiguientes...”. Reinaba en
aquella capital “una indolencia, tina miseria, una flojedad, una in- nando jura nuevamente la Constitución y se constituye
sustancialidad, una falta absoluta de heroísmo, de virtudes republi un gabinete liberal en Madrid. No podía llegar mejor no-
canas tan general, que nadie se atrevía a respirar con aire de pro
testa, ni aun viendo subir al cadalso un centenar y dos de patrio
tas.SexnaTdo Frías, Historia del General Güemes y de la Pro
vincia de Salta o sea de la independencia argentina”, p. 340, Tomo * Oír. Luis Peñaloza, Historia Económica de Bolivia, Tomo I, La
194 JORGE ABELARDO RAMOS
,«
con todos' sus generales
*, empezando por. Canterac y Valdés
con. más de 600 oficíales y dos mil hombres de tropa.1. Casi
dos mil múértos quedaron sobre el campo de Ayacucho
donde, concluía el poder español en América. Los factores
políticos de la derrota española habían resultado esencia
les. La reacción absolutista, en España les cerraba a los
militares constitucionalistas' toda esperanza: su triunfo
habría sido una ofrenda rendida pór los liberales españo
les en América za los absolutistas que los habían vencido
en España. Por lo deihás, el ejército de La Serna concu
rría a la batalla desmoralizado hasta la médula: la guerra
que Ies había declarado el mercachifle Mariscal Olañeta
desde el Alto Perú los amenazaba con el pelotón de fusila
miento. La guerra civil enfrentaba a los españoles en el pro
pio territorio de sus antiguas colonias. Sú capitulación y
las condiciones generosas ofrecidas por Sucre cerraron el
drama.' Pero las consecuencias políticas de Ayacucho irían
a profundizar el proceso, de fragmentación de los antiguos
Virreynatos. La independencia de las provincias del Alto
Perú sería su expresión inmediata.i
DE /BOLIVAR A BOLIVIA
ó
/
La gran victoria de Sucre resonó en todo el continente
con inigualado eco. Terminaba allí, por obra de cinco mil
jóvenes criollos, la historia de trescientos años de poder es
pañol. Lo que parecía imposible y fantástico, era ya una
. realidad. La emoción que despertó la victoria de Ayacu
cho corre en las crónicas. Al recibir el pliego con la noti
cia, Bolívar sufrió un ataque de verdadera enajenación:
se arrancó la chaqueta militar, juró ahte sus oficiales, ig
norantes de lo ocurrido, que jamás volvería a vestir el
uniforme militar y se lanzó a bailar solo, como un verda
dero poseído. Después, en~vó¿.entrecortada, informó a to
dos del triunfo de Ayacucho y ordenó inmediatamente a
sus acompañantes tomar, champaña hasta embriagarse, lo
, que comenzó por hacer él •'I-mismo, habitualménte sobrio.
, ■ I' , . ' ■ -
1. El pueblo de Buenos Aires festeja a Bolívar.
2. El partido rivadaviano.
Pero no todo Buenos Aires participaba del júbilo po
pular. El partido rivadaviano, hechura misma del interés
portuario y europeizante, observaba con reserva el esplén
dido triunfo de las armas americanas. La estructura geo-
económica de la región del Plata encierra uno de los secre
tos de su historia política. La fertilidad pampeana que ha
bía reproducido las siete vacas.de la Conquista en millo
nes de cabezas de ganado, la proximidad del puerto, y la
ciudad de Buenos Aires, habían impreso a sus clases do
minantes un acusado sello regionalista. I
El poder de hacendados y comerciantes estaba concen
trado en “una pradera, una ciudad y un puerto”1 conti
guos y fabulosamente ricos. El resto de la heredad polí
tica hispánica era un pesado lastre, más bien orientado
hacia eí “hirterland” latinoamericano que hacia el Plata,
salvo las provincias litorales con parecidas producciones, a
la de Buenos Aíres, aunque sin su puerto y aduana: Santa
Fe, Corrientes y Entre Ríos, recostadas sobre ^1 río Para
ná, cuya llave exterior estaba en manos de . los porteños.
Este núcleo de ganaderos y ’ mercachifles controlaba la si
tuación, aunque con divergencias interiores/
El gobierno del general Las Heras estaba dominado
por el partido rivadaviano y este.partido buscaba obtener
la paz . con España mediante negociaciones, aunque fuese
preciso pagar con dinero la independencia. No en vano Ga
briel René-Moreno llama a Buenos Aires “la ciudad, mer- ■
cante”.2 Ese es, por otra parte, el rasgo más constante de
toda su. historia. Buenos Aires observaba con desconfian
za todo lo americano. Por lo demás, los militares argenti
nos que habían militado en Perú con San Martín, eran
antibolivarianos o ’ “bolivárfagos” y se aliaban en este odio
1 Síntesis de vigor demostrativo empleada por Reyes Abadie,
Bruschera y Melogno en su excelente estudie, sobre la Banda Orien
tal citado, 'y que se aplica análogamente a Ja Provincia, de BÚend?
Aires. ' . ■ ■ ' .
- 2 Cfr. Moreno, ob. cit,
216 JORGE ABELARDO RAMOS
I
4. Cortesanos y toreros.
Él rey absoluto vivía rodeado de una crápula de toreros ■
y. chulos qué alborotaban los despachos y aposentos rea-
- jes: allí, todo “era, grosera y temible... Los Calomardes,
los Chamorros y los toreros, constituían, la baja entidad del
. gobierno en la alcoba del nuevo rey... de índole asttita y
feroz”:1 En sus memoriales escritos en Madrid al ministro
de Fernando, Cevallos, dice Rivadavia: “La misión dé los
» 'jMíehZos púe me Lant'diputado se«reduce .a, cumplir con la #
... sagrada obligación de presentar a,los ’pies,.de SM.flgs más .
sinceras protestas de reconocimiento de su, vasallaje.. .2
felicitándolo por su venturosa y deseada restitución di Tro
no y suplicarle humildemente el qué se digne, como padre
de sus pueblos, do,ríes a entender los términps qye han de
reglar su gobierno- y administración”. < ~ .
El intercambio de notas entre Rivadavia y Cevallos, la
. insolencia y desprecio del ministro absolutista por el ame-
„ ricano lacayuno y las reiteradas muestras de acatamiento
de Rivadavia ante los Reales calzados de Fernando están
1 López, ob. cit., Tomo VI, p. 23.
8 Moreno, ob. cit., p. 273.
218 ; JORGE'ABELARDO RAMOS
■ J- . .
HISTORIA DE LA NACION LATINOAMERICANA, 221
i Ibíd.,v. 167.
Coneolorcorvo, El Lazarillo deciegos caminantes. Desde Bue
nos Aires a Lima, 1773, p. 96. Ed. Ministerio dé Instrucción Pública,
Montevideo, 1963. ' , ;
7
í
' HISTORIA DE LA NACION LATINOAMERICANA 231
.BALCÁÑIZACÍÓN/íEN^ÉIz^PLATA,k'
;; ?:
,7
242 JORGE ABELARDO RAMOS
1 Cfr, Félix ...de Ázará, Memoria, sobre el Estádo rdrdl del Río
de Id.Plata y otros informes, Buenos Aires, 1943, y Sárrahil, ob. cit.,
para estudiar su época y. el papel dé su hérníario. el Embajador José
Nicolás de Azara, ■. ' i
? Reyes Abadie, Bruschera y Melogno,\ LaBanda Oriental, Pra
dera, Frontera, Puerto, p. 68, Ed. de la Banda Oriental, Montevi
deo, 19^6.
HISTORIA DE LA NACION LATINOAMERICANA ,;251
8, La revolución agraria.
Al ponerse en marcha la revolución arfiguista, al odio
concentrado de godos, porteños y portugueses se añadirá
la' alarma de los grandes comerciantes y estancieros de
Montevideo que rechazan sus repartos de tierra.. Artigas
faculta a sus oficiales, como Fernando Otorgués, Encarna
ción Benítez, el mulato Gay y otros, a entregar campos de
españoles o enemigos de la, patria.1 Ninguna política podía
ser peor para la gran burguesía del Puerto,
En ese hecho decisivo se funda la defección de la clase
estanciera y de sus principales lugartenientes como Fruc
tuoso Rivera, que carátula ante el portugués. Toda la bur
guesía comercial de Montevideo y todos los estancieros aue
no deseaban vivir en la campaña, traicionan a Artigas v
a la Banda Oriental. Es la misma “gente decente” que
recibirá al General Lecor bajo palio y se arrodillará ante
oí Emperador del Brasil. Con Artigas, nieto del fundado1'
de Montevideo, auedarán tan sólo los paisanos pobres v
los indios guaraníes.
Ésto explica la razón' por Ja cual durante casi todo
el siglo XIX se impondrá en el Uruguay la locución “mó *
malo que Artigas” y por qué una marea de difama
ción cubrirá su nombre. Mitre, López y la historiografía
del separatismo porteño lapidará como “bárbaro” al cau
dillo que consideró hermanos a los indios y se propuso
hqcer de la Banda Oriental una provincia en el seno de F
. Nación sudamericana.
9. La década artiguista.
Su acción militar y política se prolonga sólo diez años.
Inicia la lucha contra los absolutistas españoles en la Ban
da Oriental y los gauchos, hacendados e indios que lo si
guen lo proclaman “Jefe de los Orientales”. Al mismo tiem
po, los portugueses, con la sombra británica que los había
seguido hasta América, aprovechando las dificultades del
reino de España, invaden la Banda Oriental. ,
Artigas se vuelve contra ellos, después de vencer a los
españoles. Esta titánica lucha se complica por la resisten
cia de los gobiernos de Buenos Aires a prestarle su ayuda.
Por el contrario, facilitan da acción portuguesa ante la ira
de Artigas, y de todas las provincias. Los diputados orien
tales ártiguistas a los Congresos convocados por Buenos
Aires son rechazados, su caudillo infamado en la prensa
porteña, su cabeza puesta a precio. Los propios estancie
ros orientales, que en el primer período artiguista lo ha
bían acompañado, lo abandonan. Sólo compone su ejército
una, muchedumbre de paisanos andrajosos e indios indó
mitos descendientes de aquellos guaraníes de las Misiones
jesuíticas. Uno o dos letrados, y secretarios que escriben
al dictado en campamentos móviles, difunden las procla
mas, bandos, manifiestos y correspondencia que sostiene
con los jefes revolucionarios del Nuevo Mundo el jefe
oriental.
Su prestigio se expandé fuera de su provincia natal.
Las nuevas provincias que surgen después del dominio
; español —Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos, las Misiones,
Córdoba— le otorgan el título de ‘‘Protector de los Pueblos
Libres”, ¿Por qué este amor y por qué aquel odio? Artigas
es el único caudillo de las guerras de la Independencia
que combina en su lucha la unidad de la Nación, con la re
volución agraria y el proteccionismo industrial de los te
rritorios bajo su mando.
Todo era elemental, pero nítido, en este movimiento
popular revolucionario nacido en la Banda Oriental y que
buscaba crear la Nación dentro de los límites dél viejo
254 '■ JORGE ÁBELÁRDÓ RAMOS -//íí;
EL CONGRESO DE PANAMA
r
HISTORIA DE LA NACION LATINOAMERICANA 297
3, Santander conspira.
Santander era fuerte en el Senado y el comercio, los
dos pilares clásicos de las oligarquías latinoamericanas. Ya
desde 1824 había tejido con paciencia de leguleyo una vas
ta . intriga ’contra Bolívar. Mientras fingía cálidas protes
tas de lealtad, hacía aprobar por el Congreso una ley que
despojaba a Bolívar, cuando éste organizaba la victoria
en el Perú y Alto Perú, de las facultades extraordinarias
que le permitían otorgar ascensos al ejército en campaña.
Santander tenía sus devaneos puramente retóricos de
soldado, como se advierte en su correspondencia 'al pedir ?
ascensos a Bolívar, así como sus preocupaciones de especu- ’
lador comercial, cuando pretendía asociar a Bolívar en .
un negocio en el Istmo de Panamá.12 JSs este Santander, “el
hombre de las leyes”, amigo de los ingleses y los norte-
. ■ ■ "" ■ '
'r- ’ >
1. La Confederación Perú-boliviana.
Con la caída de la Gran Colombia, el Perú independien-,
te es desgarrado por furiosas guerras civiles. Los tenientes
o capitanes de los ejércitos - sanmartinianos y bolivaria-
nos ya son coroneles o generales. La disolución del pro
grama unificador de Bolívar parece que no puede detener
se ni. siquiera dentro de las mezquinas fronteras logradas.
El Perú virreinal está amenazado por incesantes asonadas
militares y regionales opuestas en las que no existe ni si
quiera la sombra de un poder central. Un audaz bandido
que la historia , peruana conoce bajo el nombre de Agus
tínGámarra se encarama a ía presidencia,de la República. .
Después de cumplir su obscuro período deja el poder
al general. Orbegoso, un insignificante terrateniente de
Trujillo. Pero el nuevo presidente se ve inmediatamente
jaqueado por Gamarra al mismo tiempo-que el general Fe
lipe Santiago Salaverry, otro aventurero inescrupuloso
—soldado de San Martín a los 14 anos de edad—- se lanza
; 326 ; ;b JORGE ABELARDO RAMOS :j
■' ' I :
HISTORIA DE LA NACION LATINOAMERICANA 339
1 Ibid.
2 Gabriel René-Moreno, ob. cñt., p. 67.
' 354 JORGE ABELARDO RAMOS
■; •
i •
r
■i':
1
. CAPITULO XII
LA AUTOCONGIENGIA DE LA
NACION INCONCLUSA
1 José Enrique Rodó, Ariel, p. 157, Ed. del Nuevo Mundo, Mon
tevideo, 1967.
’ HISTORIA DE LA’ NACION LATINOAMERICANA 373
gl;
j 392 JORGE ABELARDO RAMOS
i
HISTORIA DE LA NACION LATINOAMERICANA' 397
contemporánea de las burguesías nacionales latinoameri- '■ piedad individual a los campesinos? Al mencionar con iro
canas sobre el. “desarrollo” económico, con la ayuda del ca
pital extranjero, Haya de-la Torre expuso cori. total clari i i nía la palabra nacionalización empleada por el APRA, Me
lla escribe “qué se está hablando coy, el lenguaje de todos
!
dad este punto-de vista en su polémica con Julio Antonio
Mella, el comunista cubano asesinado por el dictador Ma- ' :
chado a fines de 1929. Enfrentados en el Congreso Anti- -
I los reformistas y embaucadores de la clase obrera..., En
Alemania, en Francia y en los Estados Vnidos hay indus
trias nacionalizadas. Sin embargó, no.se puede afirmar que
imperialista de Bruselas-de-ese mismo año/-Mella escribió - Coolidge o Hindenburg sean, marxistas”.2 Los viejos ejem
■ un folleto publicado en México .en 1928 .titulado “¿Qué es píos, se vuelven modernos a causa de los actuales verba-
j el-APRA?”* . .' , ; ■ '. / listas de la izquierda abstracta en América Latina.
1■ ■ La. respuesta, de Haya de la Torre al folleto en cues- ■
■ ti.ón resultó su libro más representativo: “El'Antiimperia-" . 8. Nacionalismo y socialismo. <
lismo y el APRA”.2 Por .sus aspectos positivos y negati ita
vos se trata de un libró fundamental. Mella ‘ acababa de Nada más erróneo que identificar las nacionalizacio-
regresar de, Moscú y estaba deslumbrado'por las con'quis¿ nes en un país imperialista con las de un país semicolonial.
- tas revolucionarias yTa personalidad de sus dirigentes. En De este modo, la nacionalización del petróleo mexicano por
■ su trabajo el militante cubano anticipa, varios--de los puú-' Cárdenas tendría el mismo significado imperialista de
tos de vista-qüe serán patrimonio común erí los próximos la realizada en Francia en la industria automovilística en
cuarenta" años entre el siálinismo latinoamericano y-' sus 1946. Esta última obedecía al déficit de esa industria, sal
derivados de la izquierda • c-ibaya. Así, al comentar la-ira-' vado por el Estado imperialista mediante una generosa in
se aprista “Nuestro programa-económico es nacionalista’’’f demnización. Pero los propietarios “nacionalizados” en
Mella afirmaba: “¡También los fascistas son nacionalis Francia eran franceses, no extranjeros, y la Francia bur
tas ¡>>s^ de allí podía inferirse su. incomprensión de . la cla guesa nada tenía que temer de ellos. La nacionalización en
sificación -leninista entre naciones ' opresoras y naciones México, por el contrario, era un acto defensivo de un país
oprimidas o, en otras1 palabras,.'entre el histórico antago revolucionario ante los capitales extranjeros”.3 “Para ha
nismo -del imperialismo con los. países colonial.es quegene- blar concretamente, escribía Mella, liberación nacional ab12
ran formas políticas antagónicas,' sean, estas democráticas,
nacionalistas y aun “marxistas”. . ,'
. ‘ Mella agregaba’ que los revolucionarios rusos -“sociali ■ 1 León Trotsky, Historia de la Revolución Rusa, Tomo II, p.
389, Ed. Tilcara, Buenos Aires, 1962,
zaron inmediatamente la tierra”.4 Eta un -error frecuente, 2 Mella, ob. cit., p. 13.
en la época. El gobierno bolchevique realizó'una reforma 8 “El México semi-colonial lucha por su independencia nacio
nal, política y económica. Tal es, en el estado “actual”. el contenido
agraria de tipo burgués, distribuyendo la tierra en pro- fundamental de la revolución mexicana. Los magnates del petróleo
' , • 'A - ' '/ . y ...'. no. son capitalistas de filas, simples burgueses. Poseen las^más im
portantes riquezas naturales de un país extranjero, se apoyan so
. 1 Julio Antonio Mella, Ensayos revolucionarios, Ed.--Popular. de bre sus millares de millones y sobre el sostén militar y diplomático
Cuba y del Caribe, La Habana, 1960. _ ;. de sus metrópolis y se esfuerzan por establecer en el país sojuz
2 Víctor Raúl Haya de la APorre, El Antiimperialismo y el gado un régimen de feudalismo imperialista, procurando subordi
APRA^-Éd. Ercilla, Santiago de Chile,-1936. . ' narse la legislación, la justicia y la administración. En estas con
8 Mella, ob. cit., p. 7. diciones, la expropiación es el único medio serio de salvaguardar
4 Ibid., p. 13. . , la independencia nacional y las condiciones elementales de la de
mocracia”: León Trotsky; en Por los Estados Socialistas de América
Latina, p. 21, Ed. Coyoaeán, Buenos Aires, 1961. -
A
404 JORGE ABELARDO RAMOS
i
412 JORGE ABELARDO RAMOS
papel estrangulado!
* que. toda la experiencia moderna con
firma, sinq que en su relación cón los países semi-colonia-
les se, revelaría como' el principal agente transformador de
su atraso. Una fuerza capaz de ■ introducir en la sociedad
semi-colonial relaciones capitalistas de producción (no me
ramente plataformas civilizadas ligadas .al sistema expor
tador) se convertiría naturalmente en una fuerza objeti
vamente progresiva.
Esta idea central del aprismp se aproximaba extrañar-
mente al aforismo europea de los tiempos de Kipling en el
que se exaltaba poéticamente el papel civilizador del im
perialismo en lá zona tórrida. Pero los efectos del impe
rialismo son radicalmente diferentes a los esperados por
Haya dé la Torre.
En América Latina, como en el resto del mundo atra
sado, el imperialismo promovió un sistema moderno de co
mercialización, comunicaciones, transporte y urbanización
exclusivamente en los límites, técnicamente necesarios para
exportar el algodón, el café, el petróleo, etc., que requería
el mercado mundial. Como no era económico emplear la
llama incaica para transportar algodón, construyó ferro
carriles ; pero sus redes no estaban concebidas para el des
arrollo armónico de las fuerzas productivas del Perú, sino
para vincular los centros de producción con los puertos de
embarque. Era más práctico comunicarse con los gerentes
petroleros mediante la telegrafía o el teléfono que por me
dio de chasques indígenas ; los empleados administrativos
• nativos no eran menos indispensables que ciertas carrete
ras. Para realizar este tipo de trabajo se requería mano
í de obra local: así se proletarizaron ciertos sectores nati
vos, que serán luego peones, .ferroviarios, electricistas,
arrancados del viejo mundo agrario y transformados en
agentes modernos del sistema de servicios indispensables
al imperialismo para extraer al resto del país sus rique
zas naturales.
Pero nada de esto significaba capitalismo, en el sen
tido histórieo-social de la palabra, esto es, la universaliza
ción del salario, la creación de un mercado interno viviente
e interrelacionado, la formación de un. capital nacional
■ HISTORIA' DE' LA NACION IATTNOAMEÉIóAÑA- . . 415
: - ' ' ; . ■ . • ■
bre las grandes masas populares del país.. Los más repug
nantes representantes del viejo orden y del antiguo gene
ralato, asesino de mineros, se turnaron en el poder. Monje
Gutiérrez, Hertzpg y Urriolagoitía cubren el período de
reiteradas sublevaciones del MNR seguidas' de represalias
sangrientas.
El 9 de abril de 1952 el MNR inicia'una nueva revolu
ción, combate en las. calles de La Paz con el Ejército oli
gárquico, lo'vence,' desarma y disuelve. Víctor . Paz Esten-
soro llega al 'poder. Dos decretos fundamentales definen
el nuevo régimen: nacionalización de las minas y reforma
agraria. Se entrega la, tierra a los campesinos al mismo
tiempo que , se constituyen las milicias obreras y campe
sinas. Siglos de heroísmo han formado en el boliviano una.
frecuentación impasible de la muerte; el dominio oligár
quico ha consolidado esa psicología del arrojo, proporcio
nal al conformismo y encanallamiento de laá viejas clases
dominantes. Nunca ha podido olvidarse el aforismo del
Presidente-rosquero General Blanco Galindo en 1930: “So
mos país: pobre y debemos vivir pobremente”
Tierra' impregnada de' dolor, de sangre y esperanza,
> Bolivia parecía haber dado algunos pasos de gigante hacia
la civilización. Doce años después, al régimen nacionalista
agonizaba. ¿ Qué había ocurrido ? El MNR gobernaba en
un país donde la miseria general era tan enorme que en
Bolivia no existía burguesía nacional. El imperialismo ha
bía proletarizado directamente a cincuenta mil indios,
transformándolos en mineros, aislados en sus grises ciu
dades de la montaña. Excepción hecha de una agricultura
_en. los valles de Cochabamba y un desarrollo agrícola es
pecial en la zona subtropical de Santa Cruz de la Sierra,
c-1 país vivía de la exportación de minerales, aún después
de la Revolución.
El MNR en el podef había generado enormes avances.
La revolución no sólo había dado la tierra a los indios, tro
cándolos en campesinos productores, sino que al cultivar
se predios tradicionalmente abandonados se estaba modi-
i
428 .TORGE ABELARDO RAMOS
/
HISTORIA DE LA NACION LATINOAMERICANA 429
i
!
Durante un siglo y medio la balcanización de América
Latina se expresó dramáticamente en el caso del Brasil.
Ya la península ibérica había sido dividida por la política
inglesa. En el Nuevo Mundo la hostilidad éntre Portugal1
y España se transfirió a los Estados nuevos creados des
pués de las guerras de Independencia. El resultado fue
semejante a lo ocurrido entre los países de habla castella
na : una completa incomunicación.; De este modo la fábula
de un Imperio brasileño compacto y felino, guiado por un
Itamaraty invariablemente genial y rigurosamente nacio
nalista, que desplegaba de siglo en siglo una política dia
bólica, llegó a ser una obsesión del Ejército y la historio
grafía argentinas.: .
Debían sonreír los ingleses ante nuestro ignorante can
dor, pues ellos conocían mucho mejor el Brasil que los
argentinos, y a la Argentina que los. brasileños. Es cierto
que también conocían mucho mejor todavía la Argentina
que los argentinos y el Brasil que los brasileños, para ser
enteramente justos.
1. Unidad y separatismo brasileños.
Pero la crisis de 1930 concluyó con el patróh oro, el
letargo de América Latina y la impasibilidad británica.
Debía revelarse con la fuerza de una ley que eh cada ban
carrota de los grandes imperios europeos, fuera financie
ra, económica o militar, los países coloniales o dependien
tes encontrarían siempre la posibilidad de aproximarse
434 JORGE ABELARDO RAMOS
2. La estructura social.
Desde la proclamación de la República y la abolición
de la esclavitud, que se había vuelto antíeconómica, la his
toria del Brasilpresencia una dominación simultánea de
los fazendeiros del café y del imperialismo inglés. Esta
fatídica combinación sé expresa en el’ control del país por ¿
dos partidos políticos, a su vez representativos de dos. Es
tados: el Partido Republicano Paulista y el Partido Repu
blicano Minero.1
La hegemonía estadual dé dichas regiones, sobre todo
de la primera, sobre el resto del Brasil, se fundaba en el
predominio total del monocultivo cafetalero en el coiiiercio
exterior del país. .
Ni las clases medias, ni los campesinos pobres, ni los
peones de condición .semi-servil de los ingenios> ni el mun
do flotante. y atroz de los desclasados y harapientos de
la sociedad marginal, ni los millones de indios,,negros ig
norados o salvajes del Amazonas, ni mucho menos el redu
cido proletariado de Jos centros urbanos. tenían nada que
decir, ante las decisiones políticas nacionales, < En ese vasto
mosaico étnico qué tendía irresistiblemente a confundirse
en un tipo brasileño sin barreras faciales alternaban di
versas Capas ' Sociales en abierto" contraste, pero sin que
ninguna dé ellas ejerciera la más remota ingerencia en la
cosa pública. Los “coroneles” terratenientes, los grandes
hacendados de los Estados, los abogados de las empresas
extranj eras, los mineros, cafeteros, exportadores o profe
sores del sistema exportador, rodeados de. un puñado de
políticos profesionales bien educados, ejercían alternati
vamente el poder político. Eí ejército y la Iglesia eran,
dentro de este cuadro, los elementos más coherentes de
la sociedad sin equilibrio en el Brasil informe. :
Mientras el Ejército brasileño mantenía .una composi
ción más democrática, social y étnicamente, hasta con ofi-i
i El llamado “ejé del café con leche”, por la‘ producción domi
nante en ambos Estados.
r
4. Crisis y revolución.
La primera guerra imperialista había originado, como
en otros Estados latinoamericanos, un fuerte impulso ha
cia la industrialización. A ello contribuyó la inmigración
portuguesa é-italiana que se instaló en los nuevos centros
productivos. Pero este impulso capitalista se detuvo hacia
11923 cuando él restablecimiento de la Europa imperialista
pretendió volver al antiguo “status” y detener el desarro- v
lio industrial, La caída de los altos precios originados por
la guerra europea se sumó a la crisis industrial para gene
ralizar un desasosiego político y social agudo..
La baja castrófica del café, principal rubro de expor
tación del Brasil, ejerció el papel de fulminante en una
situación política caracterizada por el descontento del Ejér
cito. Un núcleo dé jóvenes oficiales, bajo la inspiración
del Mariscal Hermes; Da Fonseca se lanzó a la revolución
el 5 de octubre de 1922. Eran “jóvenes soñadores”,1 dirá
un participante, pero que expresaban como en los pronun
ciamientos militares- de España, el descontento de todas las
clases no privilegiadas de la sociedad brasileña. Las fuer
zas. revolucionarias fueron derrotadas rápidamente por las
tropas leales de que disponía el Presidente Epitacio Pessora.
Un año más tarde comenzó a prepararse otro movi
miento militar qué estalló en 1924,. y que eligió como jefe
al general retirado Isidoro Dias López. Entre los oficiales
figuraba el capitán Luis Carlos Prestes. Lograron ocupar
lo. Se estima que el krilium es dé 100 a 1.000 veces más eficaz que
él humus, el abono natural o compuesto. Según el .profesor finlan
dés Arturi I. Virtanen, Premio Nobel de Química, la aplicación de
la ciencia agrícola moderna podría permitir la alimentación sufi
ciente para 4.000 millones de Aeres híimanos en nuestro hambriento
planeta. V. Ernest Mandel. Traité d’Economle Marxiste, Tomo I,
p. 365, Ed. -Julliard, París, 1962. . •
470 JORGE ABELARDO RAMOS
I
472 • JORGE ABELARDO RADÍOS
'Jfe -
La formación de la nación és el lógico coronamiento
politico y jurídico del desarrollo de la sociedad burguesa.
Como el capitalismo encontró históricamente su centro
generador en Europa, del mismo modo la formación de
las nacionalidades nos, ofrece su marco' clásico en el Viejo
Mundo. Dicho proceso había sido antecedido por la precoz
creación de la nación inglesa én el siglo XVII. Pero es a
partir de la revolución de 1789 en Francia, hasta la Norma
lización de la unidad nacional alemana en 1870, que se -
desenvuelve el ciclo fundamental del movimiento de las
nacionalidades europeas. \
Por las vicisitudes del proceso histórico algunas na
ciones europeas y éuroasiátícas como Turquía, concluyen
su revolución nacional democrática hacia 1910 y 1912; las
guerras balcánicas, la destrucción del Califato y. del im
perio multinacional turco, así como la primera guerra
imperialista dan a luz tardíamente nuevos Estados nació- ,
nales. El viejo irredentismo polaco toca así a su fin. Pero
estos Estados nacionales eran el complémento rezagado de
los movimientos nacionalés aludidos del siglo XIX.
1. El marco histórico de los movimientos nacionales,
!.
•_ I- • ’ \
490 JORGE ABELARDO RAMOS
i . .... , ....... . . p ;
. . ' . ' f ' ... ■
- ; Pero mientras ¿eb grueso de los obreros ingleses simpa-
1 tizaban con Lincoln, al que Marx en nombre de la Inter-
t nacional envió un mensaje de apoyo, el maestro del socia
lismo se indignaba ante la "actitud cobarde de los obr.éros
de Lancashire. Cosa semejante no se ha visto en el mun-,
do... durante este reciente período,. Inglaterra se hacu-
! bierto desvergüenza más que ningún otro país; los obre-
; ros, por su naturaleza de esclavos, cristianos; la burgue
sía y los áristó gratas, por su entusiasmo por la es clavitud
en su forma más dir$ct$.
*Pero las dos manifestaciones se
■ complementan mutuamente”é I
' ; < El socialista Van Koi fue de una lógica rigurosa ¡ afir
mó que “el anticolonialísmo-de los congresos no había ser-
; vido para nada y- que los socicddemócratas debían -recono
cer la existencia indiscutible de los imperios coloniales...
d. y -presentar. propuestas concretas para mejorar cl.trata-
! miento de los indígenas, el desarrollo dé los recursos natu
rales y el aprovechamiento de estos recursos ierC beneficio
í de toda la raza humana. -Preguntó a los: contrarios al colo-
- nialismo si estaban realmente. preparados, teniendo en
-cuenta la situación real,: para prescindir .de los recursos
de las colonias; aunque sus pueblos los necesitasen mucho.
Recordó que Bebel había dicho que nada era malo en eld.es-
arrollo colonial, como tal. y se refirió a los éxitos de los ho-
■ landeses al conseguir mejoras. en las condiciones ele los
■ - indígenas’’.1 ■ ■ : ' '' ■ ' • >
Estos confortables socialistas europeos de 1907 no se
apiadaban de los indígenas hasta el extremo de poner en
peligro sus chalets con techo de pizarra, su buen licor de
Guinea, sus chimeneas humeantes y Sus gabanes peludos..
Van .Kol, con. esa insinuante pregunta, persuadió a nume
rosos delegados de que, realmente, “no podrían, prescindir
de los recursos naturales necesitados por sus pueblos”, Na-
; tur’alménte Van Kól tenía sus propias ideas sobre la me/
jor manera de conquistar una colonia: “Todas las fuerzas .
. socialistas deben impedir la cons-umación de estos regíme
nes salvajes de conquista y procurar que si se hace colo
nización,se hagd papfl. dignificar hombres y. no para atro
fiar y envilecer los pueblos”.2 Excelente consejo; También
el holandés se permitió agregarzque en “Circunstancias de
terminadas, la política colonial: puede, ser obra de civiliza
ción", aunque discretamente se reservó el describir tales
afortunadas circunstancias para el socialismo. Concluyó
su exposición 'señalando el porvenir: “Hay muy pocos so
cialistas que se atreverían a ^afirmar que en el régimen
capitalismom.oderno;deunaagrupaciónlibre y
de la población.entodaslas diversas crases. Es por último,
la, condición de una, estrecha ligazón del mercadocontodo
propietario, grande o pequeño, con todo vendedor y cóm- :
pradOr” 1 "
»
-514 - JORGE ABELARDO RAMOS
i. ■
1. Deshielo y congelación.
Al concluir la segunda guerra imperialista se desen
vuelve un ciclo de revoluciones nacionales. en el mundo
semicólonial. Mao rompe prácticamente con Stalin, lo mis
mo qué Tito, y emprénde su propio camino. Análoga deci
sión se disponen a adoptar los revolucionarios de Hun
gría, pero son aplastados por los tanques soviéticos. En
Polonia lá tentativa de renovación teórica y política es12
1 Trotsky, Literatura y Revolución, Ed. Jorge Alvarez, Bue
nos Aires, 1964.
2 General Salazar, Cómo fue asesinado Trotsky, Ed. del Pací
fico, Santiago de Chile; y Víetor Serge, Vida y muerte deTrótsky,
Ed. Indoamérica, Buenos Aires, 1954-
. HISTORIA ,DÉ LA NACION LATINOAMERICANA 525
con esté último. Pero este horror por la verdad que distih-
< güéda literatura: palatina no es privativo de Mao, sino que
se trata de una epidemia que ha esterilizado todo 'élípeh--
Sarniento político de los Estados socialistas..a.
.43. Él ‘‘marxismo de Estado” y la- pérdida deVespfritu cri-
tico. D ■ <'.r:í ■ ■ ''/.■l'- >. ' D.- ■ .
: Reina en todos los círculos de la¿ llamada ‘‘izquierda”
internacional y. latinoamericana (sean stalinistas, stalini-
zantes,- socialistas, de izquierda, ‘‘fidelistas”, .prochinos o
-semejantes) un sagrado temor a llamar las cosas .por su .
nombre, Esto'es particularmente, evidente cuando se trata
de discutir los nuevos problemas planteados por las revo-
, luciopestriunfantes, es- decir, que pueden afectar los via
jes. pagos del ‘‘turismo post-revolucionario”, los Congresos
internacionales y los gratificantes réditos de prestigio que
tales actividades suponen.; ¡Temor! ¡ Temor’. Marx no ha- \
bría sospechado jamás que bajo su nombre germinase'al
gún día tanta cobardía moral para considerar sin preám
bulos los problemas capitales de la revolución. Pululan
en nuestra época algunos miles de personas en todo el mun
do que han hecho un agradable oficio el viajar a La Ha-
, baña, a Pekín o a Moscú y que cuidan pulcramente la pro
filaxis ideológica- de tales canales turísticos. Pero la revo- ,
lución latinoamericana no avanzará un solo pasó con éstos
perpetuos vendedores de frases.
Algunos escritores posteriores, como Henri Lefebvre,
después de un largo período de “stalinización”, rompen
con Moscú y se proponen explicarse el papel de la buro
cracia stalinista a través de las “ideas filosóficas” de la
/ juventud de Stalin.1 De este modo, tales teorizadores mar-
xistas apelan a un método idealista para analizar procesos .
histórico-sociales específicos, revelados por la magia de la
filosofía. Otro precursor en la materia, Merleau-Ponty,
A 534 JORGEABELARDORAMOS
1. De Zapata a Sandino. r
Nos permitimos observar que en "las décadas preceden
tes" no sólo se habían formülado en América Latina "teo
rías-políticas copiadas",3 sino además movimientos de "ma
sas no copiados, entre ellos algunos armados. Si bien De
bray no debe ignorarlo, insistiremos en recordar a Za
pata, a Sandino, a Prestes,' a los mineros bolivianos de
1942, a la clase media y obreros de Bolivia en 1952. Pero
dos líneas más adelante Debray alude a la revolución boli
viana de ese año, aunque para juzgarla sumariamente en
cuatro frases lapidarias. Nos enseña que "en 1952 los mi
neros destruyen al ejército de la oligarquía, establecen un
gobierno liberal, reciben armas y una apariencia de poder.
La revolución se: aburguesa. Los mineros se escinden poco
a poco... Replegados sobre sí mismos, semi impotentes,
semi indolentes, dejan a la burguesía nacional reconstituir
Un ejército y jalonan su reinado de huelgas, escaramuzas
y combates .. .
1 ¿Revolución en la revolución?, 7.
’2 ¿Revolución en la i evolución?, p, 13.
3 Aquí, como en el reSto de sus trabajos, Debray fórmula super
ficiales referencias al stalinismo, aunque mencionándolo elusivamen
te. Tiene razón, sih duda, cuando habla de las “teorías políticas, co
piadas"; sú posición sería inconmovible si explicara que esas teo
rías cc-piadas provenían de Moscú y se aplicaban no sólo en América
Latina, sino también en Europa o en Asia: eran el resultado de la
degeneración burocrática del Estado. Soviético y la Internacional Co
munista.
¿Revolución en la revolución?, p. 23,
550 JORGE ABELARDO RAMOS
i
HISTORIA DE LA NACION LATINOAMERICANA 551
j. :
8.Stalinismo y marxismo.
Una de las mayores contribuciones cubanas a un re *-
planteo profundo de los problemas del socialismo interna
cional, es la de haber enfrentado al tabú soviético en Amé- .
rica Latina; la intangibilidad de los burócratizados Parti
dos Comunistas de esta parte del ..mundo. A pesar de los
estrechos lazos económicos que. unen a Cuba con la Unión
' Soviética^ el espíritu . revolucionario de Castro y de sus
compañeros no ha retrocedido ante ninguna, amenaza de
chantaje político.. Así, se ha declarado públicamente en La
Habana .que no es imprescindible contar con los Partidos
Comunistas establecidos para hacer la revolución. Al mis
mo tiempo, Castro ha dirigido, agresivos juicios contra
ciertos Partidos Comu'ñistas, como el de Venezuela, por su
actitud ante Douglas Bravo. Del mismo modo, ha acusado '
directamente a. la burocracia soviética de ignorar la lucha
revolucionaria en América Latina y de brindar su apoyo
económico a los; mismos gobiernos latinoamericanos que
reprimen a los militantes revolucionarios.' Estos hechos
arrojan una bocanada de aire fresco sobre un movimien-
to obrero internacional enmohecido y envilecido por cua
renta años de putrefacción stalinista. .' '
Debray sé hace eco de esta orientación de Fidel; pero
sus limitaciones en esta materia son peligrosas, pues, rehu- •
sa llevar el análisis hasta sus últimas consecuencias. El
olvido del pasado o una explicación de compromiso sobre
él, es el mayor de los errores que puede cometer un polí
tico revolucionario. Sólo la crítica veraz y profunda del
pasado transmuta la experiencia revolucionaria en leccio
nes para las tareas del presente. El stalinismo, como fenó
meno, mundial de origen soviético, nacido del reflujo revo
lucionario después de la muerte de Lenín, es reducido a
\ HISTORIA DE. LA NACION LATINOAMERICANA 563
/ •
JORGE ABELARDO RAMOS
■676 • ■ /
alrededor de los 200 pesos argentinos (al cambio de 1964,
un poco más de 2 dólares). Es fácil de comprender que
los conocimientos que Debray tenía de la América Latina
eran sobremanera exiguos. Por esa razón le recordé que el
promedio de vida ue los mineros bolivianos era de unos
35 años, que muchos no sabían leer y qué si sabían leer no
estaban en condiciones de adquirir uná revista tan cos
tosa, etc., etc. El lector advertirá por los resultados que
mis conversaciones con Debray no acreditarán mi poder
persuasivo...
■ En definitiva, la no aceptación explícita y categórica
de la unidad de América Latina para los partidos y movi
mientosrevolucionarios latinoamericanos significa lisa y
-llanamente su conformidad con la balcanizacion, o sea con
la clave de la dominación imperialista en la patria boji-
variana.
13. La Revolución Cubana como ejemplo.
Dejemos a un lado las excentricidades verbales o teó
ricas de Debray para reducirnos a un aspecto esencial de
sus escritos. Es aquel en que glosa con todo detalle las .pro
posiciones básicas del “Che” Guevara acerca de la guerra
de guerrillas cómo rasgo diferencial de la revolución, cla
ve de su triunfo en Cuba y ejemplo a seguir en América
Latina. La tesis de Guevara, en las que comprimía lacónica
mente las ideas que desarrollará Debray más tarde, decían:
“Consideramos que tres aportaciones fundamentales
hizo la revolución cubana a la mecánica dé los movimien
tos revolucionarios en América; son ellas: .
1ro. Las fuerzas populares pueden ganar una gue
rra contra el ejército.
2do. No siempre hay que esperar a que se den todas
las condiciones para la revolución; el foco insurreccional
- puede crearlas. . ■ /
3ro. En la América sub-desarrollada, el terreno de la lu
cha armada debe ser fundamentalmente el campo”.1
1 Ernesto Che Guevara, La guerra de guerrillas, p. 11.
historia de la nación latinoamericana 577
1
HISTORIA DE LA NACION LATINOAMERICANA 581
; ' g< ' tiro, y los equipos fie comunicaciones ytransportes com-
' G. pletamente ineficientes”. La explicación era sencilla: el
: ■ ■ 'jefe del Cuartel Maestre General del Ejército: era el Gene- . ■
5 . ral de Brigada Luis Robaina Piedra, consuegro-de Batis
ta, que manejaba los presupuestos militares como .propios.
‘ , i Eran tales: los negocios que se hacían én el Cuartel Maes-
i tre “que cuando muchos oficiales iban a referirse al Gene
ral Robaina lo denominaban el “comerciante Don Luis”.
’ En 1956, Batista aprovechó el Plan de . Ayuda Mutua,
Punto Cuarto, para organizar algunas unidades con nue
vos , equipos; los oficiales fueron enviados a seguir ep Es-
atados Unidos cursos especiales. - '
G ; El régimen policial de, Batista llegó a ser un flagelo
para la clase media urbana, para sus hijos en la Universi-
' dad, para el. propio núcleo del comercio importador haba-
J ñero y, en general, para las clases cultas que vivían en '
perpetuo sobresalto por las tropelías . del sistema. En este
cuadro emergió Fidel Castro, líder estudiantil, hijo de te-
; rratenientes, resuelto luchador político y antiguo candi-
; / - dato a diputado por el Partido Ortodoxo de Eduardo Chi-
" ■. bás.1 El apoyo político que se brindó a Castro fue eri au- \
mente a medida que la acción guerrillera se demostraba
, í capaz de crear un foco armado contra un régimen que
■J... sólo, podía entender el lenguaje de las armas. Fueron .jus-
■: tamente las clases más acomodadas de Cuba las que brin
daron su simpatía y ayuda a Castro. • ; y. -
17. Además de los guerrilleros.
El movimiento de Fidel recaudaba fondos para la gue
rrilla en Nueva York y recibía ayuda del Presidente de
1 Eduardo Chibas, sé suicidó frente, a los micrófonos de laGPa-
dio CMQ el 5 de agosto de 1952, como protesta por la corrupción ,
política ,de Cuba. En vísperas del ataque al Cuartel de Moneada,
■un año más tarde, un adherente al partido de Chibas, Fidel Castro,
se proponía-leen por las radios cubanas él último ' discurso' de. Chi
bas, qué concluía diciendo: ‘‘¡Compañeros de la ortodoxia, adelante! ;
• /Por la independencia ecoñólnica, por la libertad política w la ‘jus
ticia social!”, Fórmulaá muy semejantes a las de Snn-Yat-Sen en
China, a las .de Soekarno en Indonesia y a las de Perón en la Ar-
? gentina. lo que, define bien a las claras el Carácter de clase del parti
do de Chibas, y las ideas, de. Castro en. 1953. Vi Fidel Castro.. La
Revolución Cubana, p. 35, Ed Palestra, Buenos Aires, I960..
HISTORIA DE LA NACION LATINOAMERICANA ; 587
BOLIVARISMO Y MARXISMO
INDICE DE NOMBRES
4
Caneca, Frei J. do Amor Divino:>: Colmeiro, Manuel: 22, 23, 26, 37,
. 257. ■ • 38, 39, 47, 48, 70, 73.
Canek, Jacinto: 101. Colóh,-C.: 44, 45, 169, 456.
Canning-, G.: 117, 171, 174, 175,i, Comte, A.: 359, 360, 361, 362,
176, 214, 221, 259, 260, 263, 373,
264, 266, 268, 272, 273, 275,i, . Concolorcorvo: 223.
285, 298, 300, 329. Conselheiro, Antonio: 258.
Cánova: 366. Constant, Benjamín: 310, 311.
Canterac, General: 205,.209. Conyngham, Lady: 264.
Carbia, R. S.: .35. Coolidge: 403.
Cardozo, E.: 165. Córdoba, José .María: 209, 318.
Carlomagrio: 19.; Córdoba, Presidente: 333.
Carlos III: 25, 29, 87, 92, 93, 98,!, Cortés, Hernán: 55, 56, 57, 58, 63,
101, 102, 109, 110, 111, 121, Cosío Villegas, D.: 390.
122, 216. ' Costa, Angel Floro: 370, 371, 372.
Carlos IV: 109,110,117,118, 216.>. Cova, J. A.: 149, 237:
'Carlos V.: 18, 23, 24, 33, 35, 37,i, Crespo, A.: 313, 326, 331; 332,
47, 137. 333.
- Carlos, Antonio: 441. x Cromwell, O.: 114, 560. ,
x Cárdenas, Lázaro: 391, 403, Cuauhtemoc: 57.
- .Carlyle, Thomas: ,297. Cuervo, . R.: 310.
Carranza, Venustiano: 391. Cuitlahuac: 57.
Carrera, José Miguel: 146, 188,J, Cunha, Euclides da: 258.
189, 190, 290, 328. Cunninghame Graham, R.: 297.
Carrera, Rafael: 339, 340, 341,L, Curado, Francisco Javier: 260.
343. Chacon, V.: 257, 293, 443, 451.
Camión, B.: 365, 366, 375. Chamorro, J.: 336, 338.
Carvajal, Francisco de: 50. Chastenet, J.: 110.
Casa-Dávila, Marqués de;: 192. Chateaubriand: 311.
Casanova: 110. . Chatfield, F.: 340, 341.
Casa-Rosa, Marqués de: 192. Chaves, J. C.: 164. ,
Castellanos, Dr.: 283. Chávez Ortiz, Ñ.: 429.
Castelli: 164. Chen-du-Siu: 527.
Castillo, Ramón S.: 459. Chiang-Kai-Shek: 412, 413, 428,
Castlereagh, Lord; 174,:241, 245,í, 445,527.
261. Chibás, e:: 586.
Castro, Diputado: 221. Chirino: 112,
Castro, Licenciado: 63. Christopher:. 157, 158.
Castro,-Fidel: 404, 452, 531, 536,b Churchill, W.: 563.
537, 541,- 547, 548 y ss.; 5806 :
y ss. D
Catalina de Rusia: 112.
Cavour, Conde de: 560. Da Fonseca, Hermes: 437.
Cervantes, Miguel de: 30, 150. Dañencour, F.: 158.
Céspedes, Augusto: 366, 370, 420,1, D’Amico, C.: 351.'
421,424,425. Darío, Rubén: 370, 377.
Cevalíos, Ministro: 217, 218, ' Darwin,. C.: 362.
Clemenceau, G.: 366. David, É.: 497, 499.
. Cobden, R.: 395, 483. - Davis, T. B.: 267, 286.
Cochrane, Lord: 116, 273. Dawkins, E. J.: 298, 299, 300.
Codovilla, V. : 424, 451.. Daza: 333.
Colbert: 27, 85. ■ * Debray, R.: 548 y ss.562 y ss.-;
Cole, G. D. H.: 498. 569 y ss.
Defourneaux, M.: 38. Felipe el Hernioso : 18. . 1
; De-Gaulle, Ch; : 530. Felipe II: 23, 24, 27, 28, 29, 30.
1De i la Gasea, P,: 23. ‘ ' J 34, 72. ■ • i.",':'..
De la Fuente Uceda, L.: 41-8. . Felipe III: 34. ;
De la Sonora, Marqués de: 105. Felipe V: 48,
Delgado, Juan de: 67, ' Fernando el Católico.’: 13, 15, 16,
Del Valle, J. C.: 292, 334, 335, 18, 19. ;
.336, 338. ’ Fernando,VII: 29, 106, 109, 118,
De Maistre, J.: 83. ■ 119, 120, 121,-123, 125, 129,
De Paw, Abate: 82, 143, 151, 155, 161, 162, 171,
D'Epinay, Madame de: 84. ■ 175/ 185, 186, 193, 194, .199,
Dessalines: 157, 158, 159.. ' 200 , 206, 207, 216, 217, 300/
, Deutscher, I.: 446, 4'65, Ferns, H. S.: 264, 270.
Diaz, Carlos: 251., Figueres, J.: 418.
: Diaz del Castillo, Bérnal: 56,58. Flagg Bemis, S.: 342.
DJas López, Isidoro: 437, 438. Flores, J. M..: 313, 347. .
Díaz, Porfirio: 344, 358, 360, 361,. Florez Estrada, A.: 34, 134.
381, 385, 386, 390, 391. Floridablanca, Condé' de: 101/
Díaz Sánchez, R. : ,160. 111,120,262.
Díaz Vélez, J. M.: 286.
Dorfman, A..: 457. - •. Foch, Mariscal: 366, ■ ■'
Donovan, Patricio: 468, " . Fourier, C.: 463.
Dorrego, Manuel: 264, 266, 273, Forbes, J. M.: 219, 220, 247, 275,
. .‘ 274, 276,; 27.7,. 278, 304, : 311. 283, 284, 285, 286.
Diibois, J.: 587. - Francia, José G. de: 146, 191,
luclós, J.: 564. ■ 254, 294, 295, 296, 297, 364.
Iqdley,. Lord : '274. Franoisco Javier; San: 89, !:
Marx: 14,15, 20, 52, 53, 119,121, Moreno, G. R.: 214, 215, 216, 217,
122, 126, 136, 137, 138, 139. . 219, 220, 222, 225, 227, 232,
286, 353. . /
140,-.242, 308, 342,’ §89,.’ 399’ Moreno, M.: 201.
.400, .415, 443, 450, 478,
■" 479, Morgan, L. H.: 44, 51,
" ' 483, 484, ■ 485, Morillo;
' "482,
480, 481, General; 161, 93, 494. /
486, 487, 488, '489, 490,-491 Comandante,:■ 319, 320. .
-492, 494, 495, 496, 502, 519, Morillo, J.: 1’68, 219, 222, 281,
530, 532, Mosquera,
'524, 526, 528, 529. vow, " 283, 284.
"■ 533,' 534, ,53.8, 539, 540, 601. Mousnief, R.: 24. 27.
. Maximiliano de Austria: 20. •
Maximiliano de México.: 348‘, 353. Moyano, Sargento: 207>
Mozart: 340.-' .
.Mayer, G.: 450. 483. ~ Mujica, N.: '418.
A. Haver,. J. W.r 347., ' Muñecas: 106. 192. 233,
Medina Sidonia. Duaue de: 33. Murat, J.: 118,‘119.
Mehring,. F.: 478,.. 481, 482.' Murillo: 233.
. Melgarejo: 333. '
. M.eJngno: 215, 225, 250, '254. . ' N \ ; A
i - Mella, J. A.: 401, 402, 403, 404,
406, 407, 408.- . , Napoleón III: 348, 353, 368, 485.
Nariño, A. de: 111. - Pattee, R.: 158. '
Nasser: 430, 452, 531. Paz Estensoro, V.:. 425, 428,430,
Nearing, S.: 342. ■■ 452, 473. . / 'W: •//'
Neruda, P.: 424. : Ptíz, J. M. : 267. '■ -■ '
Nieto, Presidente: 332. Paz Soldán, M.: 197, 205, 207.
Nietzsche, F.: 374. Pedernera, J. E.: 349, 350.
Núñez, R.: 358. ’ Pedro I. d,e Brasil: 268, 269.
Pemán, J. M.: 35.
0 Peña, Roberto I.: 105/270, 284.
. Penaloza, A. V. :_160.
Obando, J. M.: 312, 315, 318, 319, Penaloza, L.: 192,193
320. Pereira, A.: 443. v
■ . Obando, J. : 510, 511, 514, 515. Pereira, C.: 19, 151, 154, 164.
Obregón, A.: 391, 420. . Perelman, A.: 459..
Ocampo, V.: 456. Pérez, J. G.: 207.
.« O’Donnell, General: 137. Pérez Petit, V.: 374. •
'O’Gorman, E.: 59. ' Pérez Vimora: 255.
O’Higgins: 187, 188, 189, 190, Pernoud, R.: 22.
281, 292/303, 328. Perón, J. D.: 365, 378, 406, 418,
■ Olañeta, Casimiro: 227, 228, 233, 450, 452, 459, 460, 464, 466,
; 313, 327. : ' .<'< 470, 472, 473.
Mariscal: 196, 198, 206, Perricholi: 145.
. Olañeta, Mariscal:
i 221, 222.
210, 221,222. Pessora, E.: 437.
O'Leary, D.:
“ 163,
- 169, 170,
— 173, Petión, A.; 156, 158, 161, 185,
207, 208, 209, 222, 229, 230, 299, 5171 .// ■
' < 304, 311, Pezuela, General: 194.
• Oliveira Martins, J. P.: 95, 98. Piar, General: 185, 186,
Orbegoso, General: 325, 326, 332, Piccirilli, R,: 286.
Oribe, M.: 331. Picón Salas, M,: 50, 57, 65, 70,
Orihuela, Fray Antonio: 189. 77,88,112. ...
Ortega y Gasset, J.: 454, 455. Pinelo: 192.
Ortega y Medina : 161. Pinilla, S.: 228, 229/231. -
■ Ortega Peña, R.: 352. Pío IX: 360.
> Osuna, Duque de: 85. Pipes, R.: 513.
■; Ots Capdequí, J. M,: 46, 48, 66. Piria, F.: 374. .
Oviedo, Padre: 80. Pitt: 115, 329.
Owen: 463, Pizarro, F.: 43, 49, 50, 56.
Planta, J. : 173.
t ; / ■■■ p Platas, J. M.: 361. z
Plejanov, J.: 497, 525.
Padilla, Juan de: 20. Plutarco: 150,
Padilla, General: 163, 185, 317.
- Páez, J. A.; 105, 153/163, 168, Poincaré: 379. \
170, 185, 293, 307, 308, 313, Poinsett, J.: 188, 290, 291.
* Polo, M.: 45. ;
314, 317, 318, 320. .
Pagador, S.: 192. Pombal, Marqués de: 98.
Palacios, A. L.: 376, -377, 378. Ponsonby, Lord: 263, 264, 265,
Palacios, Diputado: 132. 268, 270, 272,.273, 274, 276»
Palma, R.: 145, 210, 235. 276, 277, 278. ’ .
Palmerston,. Lord: 189. Popham, H.: 116.
Pantaleao, O.: 259. Portales, D.; 327, 328, 329, 331.
Parish, W.: 266, 285. Posada Gutiérrez, J.: 155.
Patino, S.: 365, 366, 421, <124. Pozo y Sucre: 88. ..
Prado, C.: 257, 447. . .285, 286, 287, 288, 304, . 308,
Pradt, Abate de: 120, 310, 311. 311, 350, 351. < 7 :
Preobrayensky: 525, < Robertson, W. S.: 112.
Prestes, L. C.: 437, 438, 439, Robespierre: 102, 257, 379,'
441, 442, 443, 444, 445, 446, Roca, J. A.: 358, 377. . ' '
451, 509. Rochembeau: 157.
Prestes, J.: 440, 441. Roda:. 101.
Proudhon: 87. Rodó, J. E.: 371, 373, 374, 375,
Pueyrredón, J. M. de: 204, 216. 376, 377, 378. -
. Púiggrós, R.: 15, 25, 48, 73, 454. Rojas, R.: 195, 358, 377.
, Pumacaua: 208, 337. Rodríguez, J. H.: 258,
Pumaruna, A.: 418. Rodríguez, General: 266, 282.
Rodríguez, Manuel: 146, 190.
Rodríguez, Simón: 149,'150, 236.
Rodríguez Larretá, E. : 418. '
Queluz, Marqués de: 269. Roosevelt, F.: 417, 459. ;
Quesada, V. G.: 268, 269. Roosevelt, T.: 370.
Quevedo, F. de: 22, 30, 33. Rosa, J. M.: 197, 285, 286.
Quintana: 123. Rosas, J. M. de:.266, 276, 278,
Quiroga, A.: 194, 327, 328, 330, 331, 347, 348,
' R ' .■ 349,- 350, 351, 364.
Rousseau: 111, 150, 229, 305.
Rakovsky, C.: 523, 525. Roxas y Patrón, J.: 271. -
Ramel, Comandante: 157. Rudenko, B. T.: 386, 387, 391.
Ramírez, M. A.: 516. Ruiz, T.: 337.
Ramírez, Coronel; 214. Rumazo González, A.: 172, 210,
Ramírez,F.: 254. ? y 308, 309, 310, 314, 318.
Ramírez Necochea; H.: 188, Ruy Barbosa: 358.
Ramos, J. A.: .146, 160, 212, 257, y. S '
277, 331, 365, 398, 446, 454,
458, 461, 510, 547. Saavedra, Conde de: 192.
Ramos Espinosa, A. : 422. \ . Sabine, G. H.: 91.
Ramos' Mejía, J?M.: 364, 367. Sabino: 258. . ' , ■
Raynal, Abate: 83. Sade, Marqués de: 528.,
Reed, J.: 388. Sáenz, M.: 172, 210, 312.
Réinaga, F.: 424. / ' Saint-Simón: 463.
Renán: 374, 375, Salaverry, F. S.: 325, 326, 331.
Renard, G.: 21, 37, 47. Salazar, General: 524.
Revenga, J. R.: 194. Saldías, A.: 260, 276, 277, 278,
Reyes Abadie, W.: 215; 250, 254. 331, 347, 348.
Reyes, E. O.: 144, 203, 314. Samhaber, E.: 162, 177, 191, 194.
Reyeros, R. : 235, 327. 196, 312, , -
Ricardo, D.: 470. San Alberto, Obispo; 105.
Ricci, L.: 93. Sánchez. Albornoz, C.: 255.
Riego, R. de: 123, 193, 194, 195. Sánchez Bustamante, D.: 421.
Ribeiro de Abreu e Lima, J. I.: Sánchez Carrión: 205.
293 | Sánchez, L. A.: 374, 377.
Riva-Agüero: 205, 332. Sánchez Cerro: 417.
Rivadavia, B.: 197, 198, 216, 217, Sapdino, G. A. : 509, 649.
218, 219, 221, 222, 247, 262, San Isidro, Conde de: 192. . -
263, 266, 268, 269, 270, 271, Sanjines, A.: 53,428.
274, 276, 277, 282, 283, 284, San Martín, J. de: 105, 113, 120,
123, 133, 146, 147, 148, 166, Soublette, General: 309.
186, 187, 188, 190, 191, 193 y Soulouque: 494.
• sb. hasta 219; 233, 236, 242, Spencer; 362.
244, 270,'273, 282, 2'93, 305, Spilimbergo, J. E.: 19, 478.
321, 325, 331, 344, 368, 378, Stalin: 54, 428, 445, 446, 459,'502,.
473. . 504, 505, 506, 507, 512, 514,
Santa Cruz, A.: 133, 202, 313, 523, 525, 526, 527, 535. . <
315, 321, 325, 326, 327, 329, Stettipius, E.: 459. 1
330, 331, 332, 333, 344. Strangford,'Lord: 217, 245, 260,
Santander, F. .de Paula: Í68, 261.
170,171, 173, 180, 288, 293, Suárez, F.: 91.
298, 307, 308, 309, 310, 311, Suárez, I: 209.
312, 315, 317, 318, 319,\321. Sucre, J. A. de: 202, 206, 208;
Santa María: 358. 209, 210, 213, 214, 221, 227,
Santos Choeano: 380. 228, 229, 231, 232, 234, 270,
Santos, Marquesa de: 269., 286, 293, 313, 317, 318, 319,
Saraviá, A.: 374. 320, .422, 494.
Sarmiento, D. F. : í29, 160, 348, Surrigancha, Conde de: 207. >
352, 366, 380. Svanstrom, R.: 89.
Sarrailh, J.: 87. . /' t
Sarria, J. G.: 319.
Sartre, J. P.: 528, 534, 536! Taine: 373, 374.
Scalabrini Ortiz, R.; 189, 266, Tamayo, F. : 370. >
271 274 ’ Tamborini, J. P.: 464.
Schilling, P.: 293, 447,'451, 452, Tayllerand: 216, 297. : '
Segall, M.: 187, 188, 190. Teja Zabre, A.:. 389.
Selva Alegre, Marqués de: 144. Terrazas, General: 388.
Séneca: 60.
Seoane, B.: 359. Thorez, M.: 504.
Seoane, M.: 424. Tito: .525.
Sepúlveda, J. Ginés de,: 78, 80, Toledo, D. F. de: 493.
81, 225. ' Toreno, Conde de: 127, 130.
Serge, V. :'524.- Torquemada: 27. .
Sergeant, J.: 298. Torre-Tagle: 145, 191,. 2'04, 206,
Serrano, J. M.: 233, 332. '207. . •
Servet: 79. > Torrente,. M,: 196, 206. .
Sierra, V.,: 35, 78. Torres, Embajador: 200.
¡Sierra, J.: 361. Torres Caicedo, J. M.: 345, 350,
Siles, H.: 419, 421. . ; . 368, 369.
Siles Suazo, 11.: 428. Tot, M.: 337.
Silva Herzog, J.t 386, 388, 389.
Silva, General: 209. Toussaint-Louverture: 156, 157.,
Silveira; O.: 439. : Trías, V.: 251, 252. .
Siqueira: 444. , : Tristán, P.: 332.
Sismondi: 311. Trotsky:. 53, 136, 139, 403, 405,
Smith, Adam: 29, 178, 308, 362, / 412, 420, 428, 445, 446; 450,
395. ■ 481, 504, . 505, 508, 518, 523;
Soares de .Souza, J. A.: 269. 524, .525,/ 526, 528, 529, 530,
Solanda, Marqués de:'144. 532, 533, .540, 541;
Soldevila: 13, 32, 39,102. ‘ Trujillo: 407.
Soler, ~ General: 267. Tupac Amaru: 70, 101, 337.
u W
Ugarté.'M.: 375, 376, 377, 378, Walker, W.: 341, 342.
. 399, 500, ■ . .Ward: 72.
Ulloa, J,.y A. de: 68, 70, 93. . ' Warden, Lord: 272. . .
Unamuno, M. de: .95, 110. . Washington, G. :- 395. .
Urdanéta, General: 318. Weber, M.: 209.
Uriburu, J. F.:,457. Webster,. C. K.: 172, 173, 174,
Urquiza,' J. S. de: 350. 189, 245, 261, 266, 272, 275,
Urriolagoitia, M.: 425. ■ 285, 291, 321.
Uslar, General: 177. Weill, G.: 484. '
Welseri 18.
W.elleslay, Lord: 125.
Wellington, Duque/de: 175, 176,
Valdés, General: 209. 177. .
Valdivia, IVde: 65. Wernek Sodré, N.: 244.
Valery, P.: 51. Westminster: 259. .
Valiente, Diputado: .132. Weulersse, G.: 21.
Valloton, II.: 486. . Whitaker, A. P.‘: 200, 289, 291,
Van Geel, Abate: 277.' 298. ••■■■••
Van Koi: 497, 498., White, G.: 194'. -
Vargas, G.: 406, 440, 441, 442, Wilde,'J. A. : 214.
.443, 444, 446, 447; 448,. 449, Wilson, H. L.: 391.
450, 451, 452. 457, 472, .473, Wilson, W.: 366. ■ I
Vargas Vila: 380. . Wittfoirel, K. A.: 52, 59.
Varonía:. 380. Wolfe. B.:. 497. 508...
Vasconcelos, J.: .380, 390. Worthington, W. G.: 188.
Vázquez, J. A.: 297.
Veciia y Mitre, M.: 233, 288. Z ■
Velasco,. General: 332, 333.
Velazquez, M. G.: 290. Zabala, L. de: 346.
Verrill, A. H.: 50, 56. Zapata, E.: 388, 391, 549. , .
Virens Vives, J.: 22, 25, 33; 34, Zasulich,- V.: 53.
09. . Zabaleta Mercado, R.: 426,
'■Victoria, General: 290. Zea, F. de: 169, 199.
Vidal, Presidente: 332. Zetkin, C.: .497. . / - '
Vilar, P.: 15,-26, 46, 75. Zinoviev, G.: 508.
Villa, ~P.: 388. 391., . Zinny, A.: 327;
Villalba, V. de: 225. Zuniárraga, J. de: 56.'
Villafuerte, Marqués de: .192.' Zum Pelde, A.: 377.
Villa Orellana’, Marones de: 144.■.
Villanueva, C. A.:, 221, 311. Y
Vistaflorida,.Conde de: 192. , .
Virtanen, A. I.: 469. / ' . Yegros, F.: 164.
Vizeardo y Guzmán, J. P.: 88, Yrigoyen, H.: 297; 398, 419, 456,
164. • . 457, 458. .
Volodarsky: 526..' . Yupanqui, Inca: 126,.,130, 132,
Voltairé: 83; 150. 136, 139, 140, 487, 489.
I
-1
■/
INDICE GENERAL
< . x.
■’ t . / I ,
Advertencia ....................................................................... 9
•Capítulo I. — LA ESPAÑA CABALLERESCA ......'/.... 11
1, Orígenes del particularismo español, 13; 2. La oposición
.i de la nobleza a la centralización, 15; 3. La Casa de Aus
tria en el trono español, 18; 4. La influencia de las Indias ,
- en España, 20; 5. El régimen servil, 25; 6.'Extranjeriza-
ción del Reino y la ruina de la industria, 26 ; 7. Auge de
los arbitristas, 29; 8. Las clases improductivas, 32; 9. El
privilegio de la Mesta, 36; 10. La España que.- no viajó a ■
las Indias, 37.
1 ■Capítulo IL — EL BUEN SALVAJE .................... 41
1, ¿Geografía o historia?, 43. 2. La hegemonía castellana
en la Conquista, 45; 3. Los segregados de España, y Amé- ;
rica, 47; 4. El Imperio de los Incas, 49; 5. La propiedad co - '■
lectiva de la tierra, 51; 6, Toltecas, aztecas y «mayas, 55;
j 7. Fin y comienzo, 59. ■',■■■
Capítulo III. — COLONIZACION Y NACIONALIZACION '
DE LAS INDIAS ____ í...... 61
1. La fusión racial, 63; 2. La política cólonizadora, 64; 3. La
/ destrucción de las Indias; 66; 4. La ruina dé la industria'
/ española, 70; 5. ¿Capitalismo o feudalismo?, 73; 6. Las cla-
. ses rentistas, 76; 7. La leyenda negra y la leyenda rosa,
78; 8. Aristóteles justifica a los encomenderos,-79; 3. La< *,.
época de la calumnia científica, 81; 10. El continente dé los
leones calvos, 82; 11, El pálido despertar borbónico, 84;
12. EL clero americano, 85; 13. Un renacimiento español, :
86; 14, El humanismo colonial, 88; 15. Los jesuítas en Eu- >
. ropa y las Indias, 88; 16. Los jesuítas y el Estado Nacio
nal, 90; 17. El absolutismo y la Compañía de Jesús, 92;
i 18. Las misiones jesuíticas en América, 93; 19. Encomen-
-deros contra jesuítas, 94; 20. El régimen social de las mi
siones, 96; 21. La, destrucción de las misiones, 98; 22, El
(
retorno del latifundio, 99; ,23. Sublevación en las Indias,
100; 24. Las limitaciones del despotismo ilustrado, 101; 25.
La organización política en América Hispánica., 102; 26. Las
■tendencias . centrífugas en América Hispánica, 104; 27-
Clases y razas en la revolución, 105; 28. El resorte balcá-
nizador, 106. t.
Capítulo IV. — LA CRISIS DEL IMPERIO HISPANO-
CRIOLLO .<.'107
■1. La España del valido Godoy, 109 ; 2. Los adelantados de
la Independencia, 111; 3. El plan de Miranda, 1'12. 4. La
.política británica en las colonias' españolas, 114; 5, .El ■
error de la invasión militar, 115; 6. Los comienzos de Can-,
ning, 117; 7. De Carlos IV a “Pepe Botellas”, 118; 8. La
revolución nacional española, 120; 9. La parálisis, de la
. Junta Central, 21; -10. Ni guerra, ni revolución; 123; 11.
Las Cortes de Cádiz, 123; 12. Los diputados americanos‘en
las Cortes, 125; 13. “Serviles” y liberales,'127; 14. Lás
Juntas en América, 128; 15. EÍ discurso del Inca Yupan-
qui, 130; 16. La respuesta española, 132; 17. La revolución
en América Hispánica, 133; 18. La última defensa del libe
ralismo español, 34; 19. Del Inca Yupanqüi a Carlos Marx,
136; 20; Marx estudia a España, 137. ■ ' (
Capítulo V. — LA LUCHA .DE CLASES EN LA IÑDÉ- ' .
PENDENCIA .................................................................. 141
1. ;La guerra civil én América, 143; 2. La revolución de:
los Marqueses, 144; 3. Lima y Buenos Aires, 145; 4. Fac-,
> tores de la balcanización, 146; ' 5. La. idea nacional hispa- .
noamericana, 147; 6. San Mártín como'-político, 148; 7." La
juventud de Bolívar’, 148; 8. Don Simón Rodríguez, 150;-
9. Las clases-sociales en la revolución, 151; 10. Esclavos,
: libertos y mantuanos, 153; 11. El conflicto íntimo del pa-
' triciado, 154; 12. La revolución nace.en Haití, 156; 13.-Bo
lívar liberta a los esclavos, 160; 14; Él regreso de Fernán- .
do VIT, 161; 15. De la Patria Boba a la Gran Colombia,
;• ¡' 168; 19. El lugarteniente de la patria chica, 170; 20. Los
ingleses ¡y la emancipación, 171; 21. Un coronel británico -
en Bogotá, 172; 22. Terratenientes y burgueses en el ga
binete de Londres, 174;. 23. La política bolivariana ante
■Inglaterra, 177; 24. Europa y América, Í79. .
Capítulo VI. — AYACUCIIO, A PASO DE VENCEDORES 18&
1.. El teatro geográfico de la guerra, 185;. 2. La sociedad
chilena, 187; 3. Buenos Aires y el Paraguay, 190; 4. San
: Martín en el Perú, 191; 5. 1820:..la revolución de Riego en.
España, 193; '6. San Martín negocia con los militares es
pañoles-liberales, 194; ,7., La burguesía porteña traiciona
a América: Latina, ,196; 8. ¿Un .Imperib hispano-criollo?,
198; 9. El fracaso dé las Cortes liberales dé 1820, 200;
10. Guayaquil y el separatismo, 201; 11. Eclipse de San. '
Martín y Montéagudó, 204; 12. Crisis de la oligarquía
peruana, 205; 13. Hacia la batalla dé Ayacucho, 207.
' « ■
Capítulo VII. — DE BOLIVAR A BOLIVIA ............ 211
• l.; El pueblo de Buenos. Aires festeja a Bolívar, 213; 2. El' ,
partido, rivadaviano, 215; 3. Rivadavia se pone a los pies
de Fernando VII, 216; . 4. Cortesanos y toreros, 217; 5. Ri
vadavia frente a San Martín y Bolívar, 219; 6. La tutela
marítima inglesa, 220; 7. Los intereses porteños?y el. Altó
■ • Perú,. 221; 8. Europa y la Independencia, .222; 9. El Alto'
Perú en el Antiguó Virreinato, 2'23;' 10. Los indios mitayos,
' 224; 11. Antagonismos económicos'en el Alto Perú, 226 ;
12., El separatismo áltoperuano, 227; 13. El nacionalismo
. latinoamericano de Bolívar, 228; 14. La oligarquía de Bue
nos Aires renuncia al Alto .Perú, 23.0; 15. Las provincias
.' altoperuanas ,constituyen, la República Bolívar, 232; . 16.
Medallas y estatuas al. vencedor, 234;. 17,. La actitud de
Bolívar, _235.; 18. Don Simón Rodríguez en el Alto Perú,
' 236; 191 La Constitución bolivariana, 237.
- Capítulo VIII. — BALCANIZACION EN ÉL. PLATA .... 239
1. La rivalidad anglo-yanqui en América Hispánica, 242;
2. El fundamento de la política británica, 244; 3. La es
tructura política' del. Virreynato, 245; 4. Burguesía comer-
cial y oligarquía ganadera, 246; 5. Las Misiones orientales -
y eL ártigüismo, .248; 6. La fámilia de Artigas, 249 ;?7. Ar- :
tigas, “caudillo de las Misiones”, 251; 8. La revolución
agraria, 242; 9. La.década artigüistá, 253; 10. Dé la<frag-'
mentación ibérica al misterioso Brasil. 255; 11. El.Brasil -
insurreccional, 256; 12. El .Brasil británico, 258; '13. La
Provincia Cisplatina y .los Braganza, 260; 14. El Congreso
de la Florida, 262; 15. Canning, y Ponsonby, 263 ; 16. Los
lacayos de Su Majestad, 265; 17. Intimidades no épicas dé
la batalla de Ituzaingó; 18. Un diplomáticó colonial; 268;
19. La caída de Rivadavia, 269; 20. Buenos Aires y Ma
nuel José García, ?270; 21. El proyecto inglés de úna ciu-
■ 1 dad hanseátiéa en el Plata, 271; 22. El coronel Dorrego
, - y, el cortesano Ponsonby, 273; 23. La sospecha de los ser
vicios'gratuitos, 275; 24. Al día siguiente de la segre
gación de la Banda Oriental, 277.
Capítulo IX. — -EL CONGRESO DE PANAMA. ..........^ 279
1. La política de Chile y Perú, 281; 2. Cómo reciben los
porteños la invitación al Congreso de Panamá, 282; 3. Ri
vadavia niega apoyó.al Congreso, 284; 4. Un juicio de Su- '
ere sobre Buenos Aires, 286; 5. Él separatista Mitre juzga . ;
al unificador Bolívar, 287;-6. La reacción de México, 288;
7. Ingleses y yanquis en la política mexicana, 290; 8. Cen
tro América y Chile ante el Congreso, 292; 9. Un revo
lucionario brasileño en los ejércitos bolivarianos, 293; 10.
• Bolívar y 'elDr. Francia, 294; 11. El aislamiento del Pa-
i ragúáyj 295; 12. Quiénes asistieron al Congreso, 297; 13.
' Las resoluciones simbólicas, 299; 14. El triunfo de Can-
ning, 300. . ?V.P' 1 !.¡'■ \ ; /’P.’
Capítulo X. — LA RUINA DEL PODER. BOLIVARIANO . 302
i'i. .Estructura jurídica y poder real,,304; 2. El separatismo
; ' de las. oligarquías exportadoras, 3Ó6; 3. Santander cons-.. ¿
■ ; pira, , 307; 4. Rebelión eñ ..Caracas, Lima y, Quito, 308; 5. , .<
Descrédito de Bolívar en Europa, 310; 6?Tentativa de ase-,'
. sinato del Libertador, 311; 7. Disolución de la Gran Colom- .
i bia, 313 ; 8. Bolívar reniega de la unidad latinoamericana,
314; 9. Vuelve 01 temor ala “guerra de razas”,. 316; 10.
; Asesinato de Sucre, 318; 11. Muerte de Bolívar, 320. , *
Capítulo XI. — DE MORAZAN A LA ERA INSULAR .. 323
. 1. La Confederación Perú-Boliviana, 325;-2. Portales y la -
oligarquía, chilena, 327; 3. Rosas o “el equilibrio del Plata”,
329; 4, Valparaíso y Buenos Aires se unen para destruir
la Confederación, .332; 5. La tradición española en' Cen- .
troamérica^ 338; 6. Serviles y fiebres, 334; 7. Clases y ra
zas, 335; 8. Las Provincias Unidas de Centroamérica, 337; .
9. Capitalismo mundial y. fuerzas centrífugas,: 339; 10. El
separatismo de Carrera y los ingleses, 340 ; 11. Los fili/ .
busteros ; invaden Centroamérica, 341; 12. El General Ba
rrios funda la República de Centroamérica, 343; 13. De las
, armas a la política; 14. De la fragmentación a la mutila- .
- ción, 345; 15. Invasiones y Congresos, 347; 16. Dos Ar-
... gentinas ante América Latina, 349; 17. La flota española
en el Pacífico, 352; 18; Del Congreso de Panamá al Ca
nal de Panamá, 353. . '
Capítulo XII. — LA AUTOCONCIENCIA DE LA NACION
INCONCLUSA ..................... . ., ......,....... 355
)
1. El positivismo en Europa, 358; 2. El positivismo en
América , Latina, 360; 3. Positivistas yjíbaros, 36.2; 4. -
Ideología sin relaciones sociales, 363; 5. El racismo de Al-
cidés Arguedas, 364; 6, La agonía de lá Patria Grande, 367;
7. La unidad latinoamericana ep la literatura, 368; 8,;
. í Poetas y profetas, 369; 9. Rodó y el arielismo,. 371; 10. -
Entre Atenas y Gibraltar, 372; 11, 'El arielismo del bien
raíz, 373; 12. Manuel Ugarte o el coraje civil, 375; 13. La
“inteligencia” cap ¡tula ante la guerra, 37’6 14. El fin de
una época, 379. < ,
Capítulo XIII. — MOVIMIENTOS NACIONALES DEL SI- .
GLO XX: MEXICO, PERU Y BOLIVIA ............. 385
1. La ausencia de acumulación de capital en América La
tina, 392; 2. Unilateralidad de la produccióp, 394; 3. De la
; imitación a la revolución, 395; 4. La Reforma Universita
ria en 1918, 397; 5. La significación del aprismo, 399; 6.
Oligarquía y clase media, 400; 7. Polémica entre: Mella y
Haya de la Torre,. 401; 8. Nacionalismo y socialismo, 403 ;'
9. Imperialismo y capitalismo, 405; 10. “Clasismo abs-i
tracto y pluriclasismo abstracto”, 407; 11. Balcanización
y desarrollo combinado, 409; 12. Focos de civilización y ‘
estepas de barbarie, 410; 13. El núcleo teórico fatal ..del,
programa ¿prista, 411; 14. La idealización del imperialis
mo, 413; 15. Naciones" opresoras y naciones oprimidas,
415; 16. La decadencia del aprismo, 416; 17. Ejército y
pequeño burguesía después de 1930, 419; 18. En marcha y
sin rumbo, 420; 19. Revolución en el Altiplano, 421; 20.
' Los pillos de la “democracia”, 423; 21. El nacionalismo
. toma, el poder, 424; 22. ¿La “Nación” boliviana?, 426; 23,
Importancia y peligros de la distribución de tierras,, 427.
-24. “Balance del "derrocamiento • de Paz Estensoro, 428. ■
CAPÍTULO XIV. — MOVIMIENTOS NACIONALES DEL SI-
' GLO XX: BRASIL Y ARGENTINA .......... ......... 431
1. Unidad y separatismo brasileños, 433. 2. La estructura
social, 435; 3. La europeización de la inteligencia, 436; 4.
Crisis y’ revolución, 437; 5. De la Columna Prestes a la
Alianza Liberal,. 439; 6. Vargas en 1930, 440; 7. El Ge
neral Prestes se. convierte ál comunismo,'442; 8. La buro-
• cratización stalihista y Prestes, 445;- 9. El “Estado Novo”, .
477 ; 10. Industrialización y nacionalismo, 447,; 11. El sui
cidio dé Vargas, 449 j 12. La criáis del, movimiento nacio
nal, 452; 13. Argentina: los viejos y bellos días,.453; 14. "
Ortega, y el destino imperial, 454; 15. Las serpientes y el
conde.de Keyserling, 455; 16. Una Argentina industrial, ■
457; 17. Burguesía, proletariado y Ejército, 458; 18. Pe
ronismo y clases sociales, 460; 19. La naturaleza política
deb Ejército, 461; 20. Conciencia nacional y conciencia de ¿
clase,,462; 21, Política' y “sociología”,' 463; 22. La oli
garquía ganadera, 465; 23. Capitalismo industrial y pro- ,
piedad agraria, 467; 24. El exacto'límite de la revolución
.peronista, 469; 25. La unidad latinoamericana, 472. ' • “
Capítulo XV. — MARXISMO Y CUESTION NACIONAL . 475
1. El marco .histórico de los movimientos nacionales, 477;
2. Capitalismo y Nación, 479; 3. Marx y la idea de patria,
481; 4. La unidad nacional de Alemania, 482 ; 5. Cuestión
social y cuestión nacional, 486 ; 6." Irlanda y la dominación
.británica,-488; 7. El cónservatismó del proletariado .inglés,
489 ; 8? Errares de Marx sobre la colonización de lá,In
dia, 490; 9. Engels, aplaude la agresión yanqui a México, "
'492; 10..Marx y Bolívar, 494; 11. La cuestión nacional en ■
el siglo XX, 495; 12. Un debate en el Congreso de Stutt
gart, 497; 13. La cuestión nacional según Lenín, 501; 14,
• Naciones oprimidas y naciones opresoras, 503; Í5. Las cla
ses en el movimiento, nacional, 505; 16. América Latina
y su cu.estiÓm nacional, 508; 17. Las Repúblicas quechuas
y aymaráes, 510; 18. El ins.ularismo stalinísta, 512; 19.
,EJ1 marxismo reivindica a’Bolívar,; 515.
Capítulo XVI. -i- TRADICION CRITICA Y HETERODO
XIA CONSERVADORA EN- EL PENSAMIENTO SO
CIALISTA ........ ...................... ................... 521
T. 'Deshielo y congelación, 524; 2. La tradición intelectual
. del marxismo, 525; 3, El marxismo de Estado y la pér
dida del espíritu crítico, 527; 4. Las ilusiones de los clá
sicos, 52'8; 5. La revolución de los países atrasados. 530 ; 6.
Las dificultades de una óptica europea, 531; 7. El stali-
nisíno sustituye a la socialdemocracia, 533; 8. El stalinis- .
mo en Argelia y Cuba, 534; 9. El socialismo y la pequeña
burguesía, 536; 10. Verdad y'razón de Estado, 537; 11.
El capital cultural acumulado, 539; 12. Cuba o el retor
no a Bolívar, 542.
Capítulo XVII. — DE LA ISLA A TIERRA FIRME . ... A-. 545
1. De Zapata a Sandino, 549; 2. Indios analfabetos en las
milicias bolivianas, 550; 3. La supresión del programa, 7
del partido y dé la lucha política, 552'; 4. Una antigualla
modelo 1920, 55.4; 5. Burguesía nacional y movimientos na-/
cionales, 557; 6. Las clases^ en un país atrasado,'559;- 7.
El stalinismo y la burguesía; comercial, 561; 8. Síalinis-
líio y marxismo, 562; 9. La teoría dél foco y el stalinis
mo, 566; 10. América Latina no es una nación, .569; 11.
¿Un cubano puede ser- extranjero en -Bolivia?, 571; 12.
¿Puede ser Panamá una Nación?, 574; 13. La Revolución
Cubana como ejemplo, 576; 14, Dé España a la Enmien
da Platt, 578; 15. La sociedad cubana, 581; 16. El ejér
cito de Batista, 584; 17. Además de los guerrilleros. 586;
-16. La tradición revolucionaria, 589; 19. Douglas Bravo .
en. los pagos de Bolívar, 591. ' .
Conclusión; BOLIVAR'ISMO .Y MARXISMO .......... 595
INDICE DE NOMBRES ...................................... 603
INDICE GENERAL ...;.............. 615
x
Jorge Abelardo Ramos , <
Historiador, Político Argentino. Es uno de los historiado
res de mayor influencia en este país. Su estilo es directo y
nervioso, sagaz en el juicio, por la prosa tajante. Campea a
veces un leve sarcasmo como revulsivo saludable para repen
sar los clásicos esquemas ideológicos. .
- Obras del mismo autor. “América Latina: Un país” 1949.
“Crisis y resurrección de la literatura argentina” 1954. “De
Octubre a Septiembre” 1959. “Historia.Política dél Ejército
Argentino” 1959. “Manuel Urgate y la Revolución Latinoa
mericana” 1961. “La lucha por un partido revolucionario”
1965. “Revolución y Contrarevolución en Argentina” tres
tomos 1966. ..