Estos Son Los Principales Problemas de Pareja y Sus Soluciones

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 12

Estos son los principales problemas de pareja y sus soluciones

Un equipo de psicólogos de la «app» ifeel elabora una breve guía con las consultas más comunes que reciben en las terapias
S.F.Actualizado:14/02/2020 08:36hGUARDAR
Celos, problemas sexuales, infidelidades, la rutina, discusiones… Son múltiples las causas por las que una pareja puede iniciar una terapia para salvar su relación.
Un equipo de psicólogos de la aplicación ifeel ha elaborado un documento con las recomendaciones principales que los psicólogos ofrecen a aquellos pacientes
que acuden a su consulta para solucionar los problemas de pareja.
1. Celos. Aunque los celos son específicos de una edad determinada, tienden a ser muy frecuentes en parejas jóvenes, con un grado muy bajo de madurez
personal en cada uno de ellos, graves carencias en la comunicación y un tipo de vinculación insegura que acaba resultando realmente tóxica. Tampoco son
específicos ni de los hombres ni de las mujeres. Los celos son algo desagradable que separa a los miembros de la pareja y los hace sentirse enormemente
incómodos; sufren, en vez de disfrutar de la relación.
En cada caso hay que examinar si esta emoción, aunque surja, es o no problemática para la persona, por qué, qué consecuencias tiene en su bienestar y en
la calidad de su relación de pareja. No es lo mismo sentir una ligera incomodidad fácilmente manejable cuando vemos que nuestra pareja habla amigablemente
con alguien atractivo que sufrir continuamente por celos.
El consejo del psicólogo es intentar transformar la manera de entender la relación, pasar de entenderla en términos de pertenencia mutua a comprenderla en
términos de libertad, menos rígidos. Por otro lado, empezar a tener en cuenta que lo que hay detrás de unos celos extremos es una enorme inseguridad, es decir, un
gran miedo a ser abandonados. Ese miedo es legítimo, pero hay que aprender a gestionarlo de una manera no agresiva ni abusiva, sino más respetuosa hacia
nuestra pareja.
2. Infidelidad. Entendida como esa situación en la que uno de los miembros de la pareja, o ambos, mantienen una relación sexoafectiva con personas ajenas a
la relación contraviniendo el pacto de exclusividad al que implícita o explícitamente llegaron en sus orígenes, es tan vieja como la humanidad y fuente de un
enorme sufrimiento en quienes se ven envueltos en alguno de sus dos polos.
La persona engañada en estos casos suele enfrentarse a un cúmulo de emociones y sensaciones que van desde la tristeza, el agravio, el enfado, el miedo, la
estupefacción y, por supuesto, una gran duda que les cuesta clarificar por sí mismas: qué hacer a partir de ahora.
El consejo del psicólogo, en caso de duda, es no dejarse llevar por el primer impulso que surja, ni en un sentido ni en otro. Es decir, no dar por hecho que la
relación tiene que acabar porque ha habido una infidelidad, ni dar por hecho que es un bache que se puede solucionar y seguir adelante si no lo sentimos como tal.
Hay que tomarse un tiempo para reflexionar qué significa para nosotros esa infidelidad de la pareja y cómo impacta en nuestro compromiso con ella. Eso puede
llevar un tiempo, así que merece la pena dedicar el tiempo que sea necesario a tomar la decisión que se considere más adecuada.
3. Problemas sexuales. Los problemas sexuales son muchos pero fundamentalmente se repiten dos. Por un lado, falta de deseo sexual, muy frecuente en parejas
de largo recorrido, tanto en hombres como en mujeres. Por otro lado, dificultades físicas, que generan un problema en las relaciones sexuales y, por tanto, una
enorme insatisfacción y preocupación. En el caso de los varones estas dificultades son, sobre todo, la eyaculación precoz y la disfunción eréctil, mientras que en
el caso de las mujeres serían el dolor en el momento de la penetración y la dificultad para alcanzar un orgasmo.
El consejo del psicólogo es que es necesario clarificar las causas del problema, determinar las características del problema en sí (no solo, por ejemplo, un
problema de erección como tal, sino el malestar psicológico que genera y cómo este se manifiesta) e identificar aquellas circunstancias que estén manteniéndolo en
el tiempo.
La autoestima puede verse dañada, por lo que es recomendable reparar esas grietas con mensajes muy claros: «No es verdad que jamás podrás tener una relación
sexual con penetración«, «En el sexo la penetración y la erección no lo son todo», «Erección y virilidad son cosas independientes», «Tu atractivo sexual va mucho
más allá de tu rendimiento en el momento de la penetración»…
4. No me decido a divorciarme. Asumir que una relación de pareja ha finalizado y que es el momento de que cada uno siga su camino es un proceso difícil para
cualquier persona pero que suele provocar un bloqueo importante para algunas. Dicho bloqueo acaba empeorando mucho la situación, porque mantiene la relación
en una situación «comatosa», indeterminada, insatisfactoria pero sin llegar a concluirla definitivamente, impidiendo así que sus miembros puedan abrirse a nuevas
posibilidades de bienestar por separado.
Normalmente detrás de estos bloqueos, de esta incapacidad para poner el punto y final, está el miedo al futuro, a afrontar una situación de desamparo
emocional o material, además de una fuerte sensación de melancolía ante la sensación de interrumpir todo lo vivido hasta ahora junto a esa persona. Estas
emociones impiden pensar con claridad, generan muchas dudas y hacen que la persona se sitúe más en una rumiación improductiva en la que sus miedos y sus
dudas dan vueltas sin llegar a ninguna parte en lugar de comprometerse claramente con una opción en concreto.
El consejo del psicólogo es intentar imaginarse las consecuencias de no tomar una decisión, explorar el significado de la relación que se plantea dejar y también
las emociones que se despiertan a la hora de interrumpirla. En definitiva, «hay que animarse de una manera flexible a tomar la opción de vivir de acuerdo a
nuestros valores y necesidades y no tanto de acuerdo a miedos hacia el futuro o nostalgias que miran al pasado», asegura Rafael San Román, psicólogo de ifeel.
5. Desengaño amoroso. Aunque este tipo de situaciones se dan a cualquier edad, incluso en edades mucho más avanzadas de lo que nos imaginamos, es frecuente
que sobre todo personas muy jóvenes consulten a nivel psicológico a raíz de haber sufrido lo que se conoce como un «desengaño amoroso». Se trata de esas
situaciones en que alguien que nos gusta mucho nos comunica oficialmente que no desea tener nada con nosotros o que no desea seguir teniéndolo. En este
caso la persona suele tener muy activadas sus emociones, lo cual le impide tener una perspectiva racional y lógica sobre la verdadera importancia de lo ocurrido.
Estos desengaños suelen tener lugar no tanto en un momento de la relación -si es que ha llegado a haber alguna relación- situado en el amor reposado, sino en un
pico de enamoramiento, por la que la «caída» es tremendamente pronunciada.
El consejo del psicólogo es que debemos examinar la verdadera importancia de lo ocurrido para poder ir ajustando poco a poco nuestra reacción emocional de una
manera más coherente con los hechos. Es decir, podemos permitirnos sentir dolor por este desengaño, pero no conviene entenderlo en términos de todo o nada,
pensando que esa persona era «la única para nosotros» y la hemos perdido, y tampoco pensando que jamás nos recuperaremos de una ruptura tan dolorosa, porque
eso no es así.
6. Me gusta alguien de mi mismo sexo. Descubrir -o, por fin, asumir- que la propia orientación sexual se sale de la norma heterosexual no es fácil para nadie,
pero puede suponer un auténtico conflicto para muchas personas. Esto sucede así tanto en jóvenes que están introduciéndose por primera vez en el mundo de las
relaciones sexuales y afectivas como en personas de edad más madura. Vivir de manera natural y satisfactoria una relación homosexual puede resultar
problemático para algunas personas.
El consejo del psicólogo es que debemos vivir nuestra orientación sexual de manera normal y natural, tomarnos el tiempo necesario para vivir todos estos aspectos
de manera espontánea y no catastrofista y encontrar nuestra propia manera de no ser heterosexual, que no tiene que corresponderse con la manera del resto de
personas no heterosexuales.
7. Tenemos un bebé y él no contribuye. La llegada de un bebé a la familia normalmente es un acontecimiento feliz pero también estresante. Con relativa
frecuencia se dan consultas en ifeel, normalmente por parte de mujeres, en las que se expresa que esa contribución armoniosa de ambos miembros de la pareja
tras la llegada de un hijo o hija no se está produciendo. Esto genera una sensación de desbordamiento en la persona que se está encargando más del bebé y
también una sensación de soledad, como si la relación de pareja -que siempre se ve afectada con la llegada de un hijo- estuviera más deteriorada de lo que sería
normal.
En estos casos es conveniente aclarar si esta sensación de desproporción de los esfuerzos mutuos ya existía de alguna manera antes de la llegada del bebé, si
existen otros conflictos añadidos, si la persona afectada le transmite a la otra explícitamente cómo se está sintiendo con la situación, si se lo expresa de manera
asertiva o no, qué respuestas recibe, etc. El objetivo, naturalmente, siempre va a ser preservar al máximo el bienestar de todos los miembros de la familia,
prestando especial atención a que el bebé se vea lo menos afectado posible por esta situación, y ayudar a los miembros de la pareja a que tomen unas posiciones
más sanas, equilibradas y adultas frente a los retos familiares que ahora tienen por delante, dejando a un lado todo lo posible patrones de abuso, sumisión,
desprotección o soledad.
El consejo del psicólogo es que los dos adultos responsables contribuyan de una manera equilibrada a la gestión de la crianza , de la casa y, por supuesto, de la
relación de pareja. Para ello deben intensificar sus habilidades comunicativas, organizar bien los tiempos de descanso y de cuidado del bebé y, sobre todo, ser
pacientes y benevolentes consigo mismos y con la pareja.
8. Salgo con alguien pero me marea. Aunque a veces parece muy fácil, en realidad cuesta mucho que una relación de pareja se construya y prospere, cuesta
mucho darnos a conocer al otro y que el otro nos conozca, es un verdadero milagro -aunque ese milagro se produzca miles de veces cada día- que dos personas se
encuentren y decidan ser una pareja.
En ese proceso, que incluye diferentes tipos de interacción y, por supuesto, negociación, no siempre nos mostramos leales y respetuosos con el tiempo, las energías
y los sentimientos de la otra parte. No siempre estamos en el famoso «mismo punto» y esto, lamentablemente, hace que se produzcan ciertos patinazos en la
comunicación, en las expectativas que generamos en el otro, o en las interpretaciones que hacemos de los mensajes que el otro nos envía… El juego de la
seducción o el proceso de conocerse más allá de las primeras citas y pasar a algo más serio y estructurado no siempre es lo más limpio que sería deseable.
El consejo del psicólogo es asumir que ciertos desajustes de este tipo van a estar presentes en toda relación más o menos incipiente . Pero si el «mareo» se
convierte en la columna vertebral de la interacción entonces hay que tomar medidas. Dichas medidas irán, básicamente, en dos direcciones: ponerse firmes y
demandar explícitamente una estabilidad o bien poner fin a una relación cuya preocupante indeterminación nos está haciendo sufrir más que disfrutar. Dónde está
la línea que separa unos escenarios de otros debe establecerlo cada cual. Al fin y al cabo, se trata de sentimientos, no de metros cuadrados de terreno.
9. Trabajamos juntos. La humanidad ha mezclado trabajo y pareja desde que el mundo es mundo, probablemente porque es inevitable y porque en muchos casos
funcionar así es beneficioso. No obstante, si tu pareja y tú trabajáis juntos u os estáis planteando empezar a hacerlo, debéis tomar ciertas precauciones para que
eso no suponga un desgaste evitable.
Si una pareja trabaja junta puede multiplicar el tiempo que comparte, y eso puede estar muy bien en personas que disfrutan mucho de su mutua compañía pero
puede ser una debilidad por el hecho de que disminuyen los ámbitos individuales, esos espacios que los miembros de una pareja utilizan para despejarse y
enriquecerse personalmente al margen de la relación y que tienen la maravillosa función de ser «eso que nos podemos contar» cuando nos reunimos.
El consejo del psicólogo es hacer ciertas separaciones entre el tiempo de trabajo y el tiempo de convivencia de pareja o familiar, para que ambas facetas no lo
ocupen todo, no lo contaminen o confundan todo. De tal a tal hora estamos trabajando, es cierto que no por ello dejamos de ser pareja, por tanto no dejamos de
querernos ni de, por ejemplo, ser cariñosos el uno con el otro, pero en esas horas y en ese lugar damos prioridad a los temas y los códigos propios de lo
profesional, e intentamos dejar lo doméstico a un lado. Rafael San Román, psicólogo de ifeel, añade que: «Hablar las cosas y establecer límites siempre va a
disminuir los conflictos y evitará que se produzcan situaciones incómodas o se hieran sensibilidades, de igual manera que disminuirá que uno de los ámbitos
invada al otro».
10. Soy incapaz de dejarle porque me da miedo. Existen relaciones de pareja que «piden» un final pero no porque hayan concluido de manera natural su
evolución, sino porque son relaciones tóxicas, no deben existir, deben interrumpirse por la propia salud y seguridad de sus miembros.
Una relación tóxica no es solo aquella en la que existe un serio maltrato de un miembro hacia el otro -o de ambos entre sí- por ejemplo en forma de maltrato físico
o grave abuso. Estos son los casos más extremos pero afortunadamente no todos son así. Una relación tóxica es aquella en la que al menos uno de sus miembros
sabe que la otra persona no le conviene y, a pesar de saberlo, se siente incapaz de abandonar la relación.
Normalmente las personas manifiestan que no dan el paso de dejar la relación por miedo a la soledad, pero dejan de lado el importante nivel de dependencia que
sienten respecto a la pareja, incluso el punto hasta el que la relación ha llegado a anularlas. En este sentido, no se trata solo de miedo al futuro, miedo a la soledad o
cuando, sencillamente, queremos a alguien con quien hemos tenido una relación sana y por eso nos parte el corazón pensar en la posibilidad de dejarle. Lejos de
eso, hablamos de la incapacidad de dejar a alguien a pesar de que sabemos que no nos quiere, o pensando que su manera de anularnos es una manera legítima de
manifestarnos su amor. En esos casos aparecen los comentarios del tipo: «Es muy buena persona, solo que me controla, me restringe las amistades, me reprocha
que no le preste atención solo a él/ella» o «Me insulta, me amenaza, me humilla, pero yo le quiero», y expresiones por el estilo.
El consejo del psicólogo es escucharse atentamente a uno mismo y a las personas que nos quieren para caer en la cuenta de nuestras incoherencias: si nos maltrata
es que no nos quiere, si nos maltrata no es buena persona, si no es buena persona no deberíamos querer compartir nuestro tiempo y energía con alguien así. Son
cosas que no pueden suceder a la vez. Evidentemente esto es muy difícil, por eso lo primero es aprender a tener claro lo más básico para ir abriéndonos a nuevas
posibilidades de relación, ampliar el foco: en el mundo hay gente maravillosa, no debemos conformarnos con alguien que nos trata mal.
Como en todos los ámbitos de la vida, las relaciones amorosas no solo se caracterizan por los momentos de alegría; también hay espacio para el
conflicto y para todas las emociones relacionadas con el aislamiento y la hostilidad. A lo largo de este artículo veremos cuáles son los problemas más comunes
en las relaciones de pareja, situaciones en las que o bien existe resentimiento y enfado por parte de uno o ambos miembros de la pareja, o bien la mala gestión
de las expectativas, de la convivencia o de la comunicación desgastan el vínculo amoroso.
Los 9 problemas de pareja más comunes y sus soluciones
Al contrario de lo que se suele pensar, los problemas más comunes en las relaciones de pareja no solo tienen que ver con las discusiones y los estallidos de ira.
A veces, se manifiestan de una manera mucho más sutil y complicada de detectar, a través de hábitos que incluso pueden ser asumidos como algo natural,
quedando normalizados.
Como el primer paso antes de poner solución a estas situaciones es reconocer los síntomas de que algo no va bien en la relación, en estas líneas encontrarás un
resumen de los problemas en las relaciones de pareja que acostumbran a manifestarse de una manera más frecuente en las sesiones de terapia de pareja.
Así pues, pasemos a ver cuáles son esos principales motivos por los que pueden surgir problemas en una relación de pareja.
1. Celos
Los celos pueden ser uno de los principales motivos de desconfianza y mala comunicación dentro de una relación de pareja, y en ocasiones incluso propician
que no se respete la privacidad del otro, algo que sería grave incluso si no existiese un vínculo afectivo fuerte con esa persona.
Además, es muy frecuente que los celos solo sean experimentados por uno de los miembros de la pareja, algo que puede generar sensación de aislamiento y falta
de intimidad en la relación, si bien cuando ambas personas son celosas la situación es aún peor.
Normalmente, los celos tienen que ver con los problemas de autoestima y con una serie de creencias disfuncionales acerca de cómo funcionan las relaciones de
pareja, las cuales pueden generar otros problemas más allá de este.
2. Comunicación pasivo-agresiva y uso de la culpabilidad
Este problema tiene que ver con una fórmula de comunicación disfuncional, en la que una persona deja implícito que la otra tiene motivos para sentirse
culpable, pero sin llegar a explicar del todo por qué. De esta manera, ante la ambigüedad y falta de comunicación, la otra persona siente que efectivamente ha
hecho algo mal, y se siente culpable sin saber muy bien qué es exactamente el comportamiento que debería corregir.
Además, como este estilo de gestión del conflicto evita tratar el tema de fondo que ha llevado a uno de los miembros de la pareja a estar enfadada, es fácil que
nunca se creen las situaciones de comunicación necesarias para evitar que los conflictos sigan produciéndose.
3. Falta de tiempo juntos
Este es uno de los problemas más frecuentes en las relaciones de pareja, y puede adoptar diferentes formas. Por ejemplo, en ciertos casos la falta de tiempo
juntos puede consistir en los problemas de conciliación familiar y el exceso de responsabilidades, mientras que en otros se pasa mucho tiempo libre juntos, pero en
estos ratos no hay una comunicación significativa y parece que la relación se estanca, como si produjese aburrimiento.
4. Incompatibilidades en la manera de vivir la sexualidad
La sexualidad es otro de los focos importantes de problemas de pareja, y presenta varias particularidades que pueden hacer que ni siquiera se intente arreglar
esta clase de malestar.
Por un lado, el sexo es frecuentemente un tema tabú incluso entre quienes son pareja, y por el otro, existe el miedo a exponer las propias vulnerabilidades (o,
al menos, aquello que es percibido como una vulnerabilidad de uno mismo) o a hacer que la otra persona se sienta mal.
Varios de los problemas más comunes relacionados con esto son la diferencia entre la libido de una persona y la libido de la otra, la falta de conocimiento sobre
lo que le gusta al otro, y el miedo a decir lo que nos gusta a nosotros.
Las discordancias en cuanto a gustos y preferencias en las relaciones íntimas de esta clase pueden tener efectos más allá del dormitorio, expresándose incluso en
momentos de conversación en público, en la manera de relacionarse con el otro en cualquier contexto, etc.
5. Falta de un proyecto de vida en común
Las parejas que solo se centran en experimentar el aquí y el ahora suelen sufrir este tipo de problemas tarde o temprano. Se trata de la ausencia de un plan
para vivir juntos a largo plazo, algo que genera incertidumbre y discusiones al ver que la otra persona daba por sentado un proyecto de vida que nosotros siempre
hemos rechazado, a causa de no haberlo hablado antes.
6. Problemas de convivencia y reparto de responsabilidades
Más allá del amor, los pequeños detalles de la convivencia en el día a día tienen una gran importancia. En este sentido, otro de los problemas de pareja más
comunes son las discusiones sobre la asignación de tareas que tienen que ver con el mantenimiento del hogar o con la crianza y cuidado de los hijos, si es que se es
padre o madre.
7. Mala comunicación
En las relaciones amorosas, puede darse la paradoja de que la expectativa de poder conocer a la otra persona de un modo que nadie más lo ha hecho nos lleve a
asumir demasiadas cosas sobre lo que nuestra pareja siente, quiere o piensa.
No hay que olvidar que las relaciones de pareja existen porque existe un diálogo constante, y que si ese diálogo se interrumpe, la relación estará caminando
sobre la nada. Dedicar momentos a hablar y a aclarar malentendidos es primordial, y no hay que asustarse si en el proceso descubrimos que mucho de lo que
creíamos sobre ese ser querido resulta ser falso; es natural y esperable que no podamos conocer a la perfección a otro ser humano, por mucho que lo queramos.
8. Desatención
La idea de que se está desatendiendo la vida amorosa también es uno de los conflictos de pareja más habituales, y está vinculado a la desmotivación.
Sin embargo, esto no es tanto una causa de conflicto, como una consecuencia de que hay algo que subyace a esta desatención; es esa causa primaria la verdadera
fuente de malestar sobre la que hay que intervenir, y su naturaleza puede variar mucho. Hay que indagar en ello y ver qué se esconde bajo esa aparente indiferencia
hacia el amante, el esposo o la esposa.
9. Mala asignación de las tareas
Muchas veces olvidamos que las relaciones de pareja que ya están consolidadas son, además de un vínculo amoroso, una relación de convivencia que se lleva a
cabo en términos muy materiales: limpiar la casa, llevar al día la economía doméstica, cocinar, atender a los hijos (si los hay), etc. En muchos casos, la pareja y
el reparto de responsabilidades familiares son dos fenómenos indesligables.
Por eso, hay que tener claro que independientemente de la intensidad con la que se ame a alguien, si el reparto de actividades que tienen que ver con el cuidado de
la casa o de los hijos no funciona, surgirán frecuentes conflictos de pareja. Abordar el tema de manera directa y llevando a cabo un cálculo de las horas de trabajo
doméstico que debe cubrir cada uno es la mejor solución.
Un resumen sobre los problemas de pareja más habituales
Hay una amplia variedad de causas de discusiones que pueden llegar a “cronificarse” repitiéndose una y otra vez en un noviazgo o matrimonio; además, es posible
que en una relación de pareja simplemente exista una falta de habilidades para gestionar los conflictos o hacer que el mínimo choque de intereses aparezca una
lucha de egos. Sin embargo, a modo de resumen, los motivos más habituales por los que las parejas experimentan problemas al manejar las discusiones y
necesitan ir a terapia de pareja son los siguientes.
 Reparto de las tareas del hogar visto como injusto
 Diferentes prioridades en el balance entre vida privada y vida laboral
 Problemas por celos
 Diferencias en las estrategias de crianza de los hijos
 Crisis no superadas por infidelidades
 Conflictos con la familia política
 Falta de habilidades al negociar qué actividades de ocio realizar juntos
¿Son los malos tratos un problema de pareja?
Los malos tratos y todo lo que llevan asociados, como la violencia física y verbal, solo pueden ser considerados un problema de pareja en el sentido de que se
producen en ese ámbito.
Sin embargo, a diferencia de los que hemos visto hasta ahora, en el caso del maltrato el problema no son los daños producidos al vínculo amoroso en sí, sino los
daños producidos en la víctima. Por eso, cuando se da este fenómeno, el objetivo para solucionar la situación pasa necesariamente por terminar con la relación.
¿Qué hacer para solucionar los problemas de pareja?
Ahora ya hemos visto un desglose de los problemas más comunes que afectan a la vida en común de matrimonios y personas que mantienen una relación de
noviazgo, pero falta ver lo más importante: qué hacer al respecto para que el amor no se vea dañado por este desgaste? Veamos algunas ideas clave.
1. Comprometerse a dialogar en caso de conflicto
Es importante que, en un momento en el que no se está discutiendo, ambas personas involucradas en la relación se comprometan a seguir un protocolo de
diálogo en los momentos en los que surge una discusión acalorada. Es decir, concretar un plan de acción cuando esto ocurra, una serie de acciones en cooperación
que tenga como único objetivo crear un contexto de comunicación y crítica constructiva donde antes solo había reproches y acusaciones.
Por ejemplo, uno de estos protocolos puede ser dejar pasar unos minutos para que se calmen los ánimos, y luego sentarse y respetar a rajatabla los turnos de
palabra, expresándose de la manera más neutral posible y sin usar acusaciones.
Te recomendamos: Terapia de pareja: Claves de comunicación en la relación
2. Acordar pasar más tiempo juntos
No se trata solo de estar cerca del otro, sino de pasar tiempo de calidad juntos. Muchas veces, los problemas de comunicación se resuelven al involucrarnos en
situaciones agradables en las que la intimidad facilita la expresión de emociones y de opiniones.
3. Dejar claros los objetivos de cada uno
Esto es fundamental para resolver uno de los problemas más comunes en las relaciones amorosas de pareja: la discordancia entre las expectativas de uno y
otro. Concretar qué es lo que esperamos de la relación y del otro, y qué es lo que uno mismo puede aportar, es necesario para crear planes de futuro que consoliden
una relación a largo plazo.
4. Acudir a terapia de pareja para solucionar los problemas de pareja
Muchas veces, es demasiado difícil resolver los problemas de pareja sin contar con ayuda profesional. Asistir a sesiones de terapia de pareja no solo supone
contar con un espacio de comunicación honesta en el que es posible expresarse sin estar constantemente a la defensiva; además, los psicólogos que ofrecen este
servicio especializado ayudan a desarrollar habilidades comunicativas y de gestión de las emociones muy útiles, y cuyo impacto se nota tanto en la vida amorosa
como más allá de esta.
Te recomendamos: Problemas frecuentes abordados en terapia de pareja
Cómo se tratan los problemas de pareja por discusiones en terapia de pareja
La tendencia a discutir constantemente y a dejar que las discusiones acaparen buena parte de la vida en pareja es uno de los problemas que más afectan a los
matrimonios y a los noviazgos que pasan por una crisis. Por eso, esta clase de fenómenos forman parte de los patrones de comportamiento y comunicación
disfuncionales abordados en terapia de pareja frecuentemente.
¿Qué se hace en terapia de pareja para superar estos problemas de pareja?
Estas son las principales áreas de intervención en terapia de pareja para ayudar a las personas a gestionar mejor las discusiones y a prevenir la aparición de aquellas
que no aportan nada.
1. Apoyo psicológico en los procesos de reparación de daños
A veces, la propensión a discutir se debe a que hay un sentimiento de agravio que no ha sido resuelto. En terapia de pareja se trabaja para identificar esta
clase de origen del conflicto, ayudar a ambas partes a comprender el punto de vista de la otra, y finalmente se guía a quien ha cometido una acción injusta para que
pueda reparar los daños causados en la medida de lo posible y así demostrar su buena voluntad y su compromiso con la relación.
2. Entrenamiento en la gestión de la ira
Este tipo de trabajo en la modulación de las emociones se centra más en el individuo, pero igualmente tiene mucho que ver con la vida en pareja. Permite no
ceder a los impulsos que invitan a caer en la tentación de luchar por tener razón en vez de contrastar puntos de vista para llegar a un punto de acuerdo.
3. Gestión de los tiempos para discutir
Otra de las claves para manejar bien los conflictos en las relaciones de pareja consiste en saber cuándo es adecuado discutir y cuándo no. Esto implica desarrollar
habilidades de autoconocimiento y de inteligencia emocional, de manera que las personas no se enzarcen en discusiones cuando notan que ya venían agotadas
mentalmente de antes o se encuentran en una situación de vulnerabilidad de algún tipo (por haber estado trabajando duramente, por tener dolor de cabeza, etc.).
4. Comprensión del modo en el que el contexto influye en la comunicación
A la hora de gestionar las discusiones o incluso de prevenir aquellas que son innecesarias, es importante saber que el contexto modifica el significado de las
palabras y las implicaciones de lo que se dice. Por ejemplo, dependiendo de cuál sea la situación económica o laboral de cada uno, una frase puede ser
interpretada como una amenaza si se interpreta como una reafirmación de relaciones de poder desiguales (véase por ejemplo el caso habitual del ama de casa que
no trabaja de manera remunerada y el marido que se encarga de traer el dinero a casa).
5. Paso de la crítica a la persona a la crítica a las acciones
Muchas discusiones se enquistan porque en vez de criticar aquellas acciones con las que uno/a no está de acuerdo, se ataca a la persona , como si esos
patrones de conducta percibidos como problemáticos fueran parte de su esencia. Este tipo de discusiones no aportan nada porque más allá de mostrar
disconformidad con algo, se insinúa que no existe la posibilidad de cambiar lo que ocurre, de solucionar el problema, ya que esa persona estaría “destinada” a
comportarse así. Por ello, es una manera de comunicar críticas que solo sirve para frustrar a ambas partes y para generar malestar e inseguridades.
Artículo relacionado: Dependencia emocional: ¿qué es, por qué ocurre y cómo superarla?
¿Tienes problemas de pareja? ¿Buscas asistencia psicológica profesional?
Si te interesa contar con apoyo psicológico para pacientes individuales o para parejas, ponte en contacto con nosotros. En Avance Psicólogos disponemos de más
de 20 años de experiencia en el ámbito de la asistencia psicológica, y trabajamos en los ámbitos de la terapia familiar y de pareja, la psicoterapia centrada en el
individuo, la psiquiatría, la neuropsicología, la logopedia y el coaching. Nos puedes encontrar en nuestro centro ubicado en Madrid (barrio de Goya) y a través de
la modalidad online por videollamada.

Terapia de pareja: Claves de comunicación en la relación. Una buena comunicación en pareja depende de múltiples factores a cultivar en el día a día
durante la convivencia en pareja y en eso se empeña la terapia de pareja. Está muy extendida la creencia de que la comunicación de la pareja depende de
“hablar las cosas y contárselo todo al otro”, sin embargo son muchas más, y más sutiles, las variables que influyen en una buena comunicación.
Comunicarle al otro mis sentimientos, preocupaciones y necesidades, sin exigir ni reprochar, favorece una mejor comunicación y una mayor complicidad.
La propia autoestima o la valoración personal
En la medida que nuestro autoconcepto es positivo, y nuestra vida fuera de la pareja nos resulta satisfactoria, estamos evitando proyectar sobre el otro
nuestras propias carencias. A menudo se desencadena el siguiente círculo vicioso: me enamoro y me ausento en un mundo ideal en el que sólo existe la
pareja, esto lleva a descuidar e ir dejando de lado estímulos vitales que son fundamentales para una buena autoestima y un necesario desarrollo personal,
como son los amigos, hobbies, intereses personales e inquietudes. Mantenido en el tiempo esto nos hace más dependientes de la pareja en exclusiva, de
modo que con el tiempo aparece “la rutina”.
La rutina en pareja no es mala, podríamos decir incluso que es inevitable, pero si ese día a día en convivencia se prolonga sin una vida personal
enriquecida en estímulos personales y sociales, derivará en una baja autoestima, que influirá negativamente en la relación. De ahí la importancia de
conservar y cultivar los referentes de nuestro mundo íntimo, ya que dinamizan y airean “la rutina” que con el tiempo alcanza a la pareja y que bien
enfocada puede ser un valor positivo.
Reconocer y agradecer
Agradecer y valorar al otro las pequeñas cosas que nos aporta, es fundamental para establecer una mejor comunicación en la pareja. Muchas veces
olvidamos que con su presencia, nuestra pareja nos está aportando y apoyando.
Con el tiempo, podemos llegar a creer que esto es algo insustancial y una obligación del otro por el hecho de estar a nuestro lado, sin valorar que los
pequeños detalles son fundamentales para mantener la relación. Reconocer estos detalles motiva que el otro se sienta reconocido y valorado a nuestro
lado.
Empatizar
Ponerme en el lugar del otro, intentar entenderle mirando desde su punto de vista, reconociendo sus sentimientos o situación en un momento dado,
ayudará a “discutir” y negociar los asuntos importantes de la pareja sin caer en la trampa de la “lucha de poder”. Este es uno de los puntos más
importantes a trabajar en terapia de pareja.
La lucha de poder, significa que trato de imponerme al otro sin escucharle, con el único objetivo de tener razón, por lo que las discusiones se hacen
eternas y elevadas de tono, sin llegar a un punto en común o entendimiento.
Olvidamos a menudo, que en la relación, y como muy sabiamente me expresaba una paciente “cuando se discute, si mi pareja pierde yo pierdo”.
Empatizar con la pareja, significa escucharle y ponerme en su piel, sin olvidar expresar mi opinión, necesidades y sentimientos, con el objetivo de llegar a
un punto que respete ambas partes y desde el cual se pueda solucionar el conflicto.
Cuando se discute, si mi pareja pierde yo pierdo

Lenguaje corporal
No hay nada tan sutil y valioso como el lenguaje corporal positivo con la pareja. Saber transmitir con una mirada, guiño o sonrisa, el apoyo o empatía; no
descuidar las expresiones de afecto como las caricias, besos o cariños, mantiene el enamoramiento y la complicidad. Todo un mundo de hormonas y
neurotransmisores que favorecen el bienestar, se despierta y une a ambos miembros de la pareja.
Sobre este despliegue de reacciones fisiológicas, sostenedoras de la relación, hablaremos, largo y tendido dado su interés, en otro artículo.
Desarrollar y mantener un buen lenguaje corporal con el otro, es además fundamental para el erotismo dentro de la pareja y el mantenimiento del deseo
sexual.
Expresión de las emociones: asertividad
Saber reconocer y expresar mis emociones al otro, desde el respeto y la ausencia de reproches o exigencias, genera un ambiente de confianza y
comunicación con la pareja. Como decíamos en el punto anterior, sobre el reconocimiento y agradecimiento, a menudo esperamos que el otro adivine
nuestras necesidades, como prueba de su amor. Esto lleva a malos entendidos y discusiones que a menudo salen a la luz durante la terapia de pareja.
Otras veces, silenciar lo que nos ha hecho daño o molestado, despierta la desconfianza e impotencia de la pareja, por lo que la comunicación se ve
dificultada.
Es fundamental expresar lo que nos ocurre sin agredir al otro, de no ser así es fácil que el problema se mantenga latente, amenazando con reaparecer
ante cualquier contratiempo.
Espacio individual / espacio compartido
Mantener un equilibrio entre los espacios comunes e individuales, enriquece la comunicación dentro de la relación. Cuando hay hijos, se sufre una
merma de estos espacios tan importantes para la convivencia, por lo que es conveniente organizarse entre ambos. Que cada uno tenga un día de la
semana para ir a esa actividad o clase que le gusta, mientras el otro se queda con los niños, es una buena forma de garantizar los espacios individuales.
Más complicado es disponer de los espacios comunes cuando hay hijos, pero siempre es importante encontrar la forma de coincidir a solas.
Expresar desde la asertividad y la empatía, con la clara conciencia de que el otro no nos pertenece ni debe nada por el hecho de ser nuestra pareja es uno
de los objetivos fundamentales de la terapia de pareja para que la relación salga adelante. Son muchos los mitos sobre el amor que hacen daño dentro de
la relación y que es imprescindible cuestionar. La pareja, el otro, no es una fusión o vínculo incondicional, es un mundo aparte de mí con el que se
camina, respetando las diferencias y su individualidad.
Problemas frecuentes abordados en terapia de pareja. La terapia de pareja ofrece tanto una ayuda profesional como un contexto desde los que es posible dar
solución a muchas dinámicas problemáticas que se dan en las relaciones amorosas.
Sin embargo, es habitual que quienes acuden por primera vez a esta clase de sesiones no sepan muy bien qué pueden esperar de la terapia de pareja. Por ejemplo,
no resulta raro que acudan simplemente para aprender a discutir de una manera más calmada y constructiva, sin tener en cuenta que esta clase de intervención
psicológica puede servir también para que no tengan tantos motivos por los que discutir.
Qué problemas de relación pueden ser abordados en la terapia de pareja?Estos son los principales tipos de problemas ante los cuales resulta útil la terapia de
pareja.
1. Grandes diferencias en las metas a largo plazoEs frecuente que las parejas lleguen a un punto en el que se planteen planes de futuro y compromisos a largo
plazo; esto hace que surjan desacuerdos en cuanto a prioridades, estilo de vida que se busca, necesidad o no de tener hijos, etc. En la terapia de pareja se crea
una vía de diálogo sobre estos temas tan delicados, de manera que cada parte pueda ordenar sus ideas, dejar claras sus prioridades y temores, y reconocer
intereses comunes y posibles soluciones a este aparente choque de intereses.
2. Insatisfacción con la coordinación en cuanto a las tareas del hogarEl simple hecho de convivir bajo un mismo techo viene con una serie de
responsabilidades y con la necesidad de ponerse de acuerdo para dejar claro quién se encarga de hacer qué. Esto puede llegar a ser algo difícil de gestionar para
muchas parejas, siendo una fuente de frustración y de discusiones constantes. En estos casos, la terapia de pareja es un lugar propicio para expresar los
diferentes puntos de vista y llegar a una solución en la que ambas partes llegan a un acuerdo y no haya alguien sacrificándose mucho más que el otro.
3. Falta de empatíaLa falta de empatía es uno de los problemas de comunicación más comunes en la pareja y una de las causas que más conflictos, discusiones y
rupturas genera en todo tipo de parejas.
Este déficit consiste en que uno o ambos miembros de la relación tienen problemas para ponerse en el lugar del otro y comprender sus problemas sin
juzgarlo, así como de identificar sus emociones, necesidades o anhelos y actuar en consecuencia. La empatía es una habilidad social que se aprende
progresivamente desde la infancia, que puede entrenarse y mejorarse durante la edad adulta, y que nos ayuda a relacionarnos de manera adaptativa tanto con seres
queridos, como con colegas de trabajo e incluso completos desconocidos con los que apenas hemos iniciado una conversación. Sin embargo, es en los vínculos
afectivos más fuertes en los que cobra especial importancia.
4. Pérdida del respeto mutuoLa pérdida de respeto hacia la otra persona es otro de los indicadores definitorios de que existen serios problemas en una relación
afectiva.
Esta falta de respeto se puede manifestar de muchas maneras, pero en el ámbito de la comunicación suele plasmarse en interrupciones frecuentes, comentarios
sarcásticos constantes ante las peticiones u opiniones del otro, burlas, e incluso en el hecho de ignorar lo que dice la otra persona. En los casos más extremos, la
pérdida de respeto pasa a formar parte de una dinámica de maltrato psicológico (si se da con insultos, amenazas, intentos de manipulación constantes, etc.);
en el caso de que se haya pasado ese umbral, la terapia de pareja deja de ser la solución y lo prioritario es cortar la relación cuanto antes.
5. Crisis por infidelidadLas infidelidades son un motivo de consulta muy frecuente entre quienes van a terapia de pareja, y la crisis que desencadena se expresa de
diferentes maneras: falta de confianza en el otro, pocos incentivos para seguir comprometiéndose en esa relación, reproches y discusiones constantes,
etc. En terapia de pareja se explora las posibilidades de reparación del daño causado y si existen motivos de peso por los que esa relación de pareja debería
continuar.
6. Malestar por conflictos con tercerosA veces, los problemas de pareja son una extensión de conflictos originados fuera de ese noviazgo o matrimonio en
concreto. Por ejemplo, ocurre cuando una de las dos personas se lleva mal con la familia de la otra. En situaciones así, es frecuente sentirse mal por el
posicionamiento que la otra persona ha adoptado ante esas discusiones o peleas: aparece la idea de que no existe un apoyo incondicional, que esa persona está de
parte de los demás y que eso es una señal de su falta de compromiso, etc.
7. Efectos colaterales de problemas de saludCuando uno de los miembros de la pareja desarrolla problemas de salud física o psicológica, eso puede generar
una asimetría que, si no es gestionada adecuadamente, puede alterar la relación, dando lugar a un ambiente enrarecido: dudas acerca de si la otra persona puede
comprender a quien está enfermo, sensación de inutilidad si no se logra ayudar a quien tiene ese problema de salud, etc.
8. Aparente falta de interés en el otroA veces, aparecen problemas cuando parece que uno de los miembros de la pareja siente poco interés por la otra
persona; esto se puede plasmar en lo sexual, o simplemente en sus pocos esfuerzos por pasar tiempo juntos. Factores como el estrés laboral, la carga excesiva de
responsabilidades del hogar o incluso la posible existencia de trastornos del estado de ánimo hacen que lo que en apariencia es poco interés en realidad esconda un
problema más complejo.
9. Problemas de tipo sexualEsto puede tener que ver con disfunciones sexuales, o con malas dinámicas comunicativas: la existencia de temas tabú que
impiden saber lo que le gusta a la otra persona, la creencia de que la otra persona no siente interés por el sexo, etc.

También podría gustarte