La Convivencia Escolar

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LA CONVIVENCIA ESCOLAR

La convivencia, como su nombre lo indica, hace referencia a vivir con uno mismo y con
los demás. Esta es una tendencia natural del ser humano pero se construye en las
interacciones cotidianas de hombres y mujeres, su contexto geográfico y su cultura e
implica aprender a convivir y a comunicarse: “Convivir significa vivir unos con otros en
base a unas determinadas relaciones sociales y a unos códigos, en el marco de un
contexto social determinado donde los conflictos son inseparables por lo que no
podemos pretender que las interacciones cotidianas y el proceso educativo transcurra sin
conflictos, ni tampoco pensar que los mismos resultarán necesariamente negativos”.
Aprender a convivir consigo mismo, con los demás, con la naturaleza, con Dios y con
las culturas es uno de los grandes retos de la sociedad actual al cual se le debe prestar
mayor atención, esfuerzo y apoyo. En la educación del siglo XXI este es uno de los
objetivos expresados por la UNESCO. Por ello, el principal ejercicio es implementar
estrategias para el desarrollo de los aprendizajes básicos de una convivencia.
Aprendizajes donde se vea al otro como diferente más no como enemigo; se establezcan
mecanismos adecuados de comunicación para afrontar positivamente el conflicto; se
reconozcan sentimientos y se aprenda a compartir; aprendizajes para decidir en grupo,
donde se promueva la participación democrática de las personas y se valore la
diversidad de pensamiento; aprendizajes para cuidar tanto el bienestar físico como
psicológico de sí mismo y de los demás; aprendizajes para cuidar el entorno donde se
vive, donde se interactúa y donde se divierte; aprendizajes para valorar la diversidad
étnica y cultural; fundamentos para la supervivencia y el desarrollo social - comunitario.
En el caso concreto de las instituciones educativas, esto supone un compromiso de todos
los actores (directivos, docentes, padres, estudiantes), en la revisión de los conceptos de
democracia, justicia, libertad, disciplina, autoridad, norma, conflicto y, valores, entre
otros; compromiso en el desarrollo de mejores interacciones y de la afectividad en la
que se construyan relaciones de respeto y de cooperación a través de habilidades
sociales y de aprendizaje cooperativo; compromiso con el desarrollo de competencias
para la resolución adecuada del conflicto; compromiso con el ejercicio de democratizar
los canales de comunicación para que ésta sea más dialógica, comprensible y
conversacional en la práctica educativa y en el alcance de un aprendizaje satisfactorio.
Las instituciones educativas, seguidas de la familia, se convierten en escenarios
fundamentales para el aprendizaje de la convivencia; escenarios no solo para trasmitir
conocimientos académicos sino para compartir con los otros, trabajar juntos, y ayudarse
mutuamente. Es importante aprender a solucionar problemas, superar conflictos y
aprender a vivir con las limitaciones y dificultades que cotidianamente ofrece la vida y
el mundo que nos rodea.
Al entender la convivencia como el vivir en compañía, relacionarse e interactuar con los
otros en un espacio determinado, la escolar se centra en las instituciones educativas las
cuales establecen normas y códigos de interacción formales e informales para vivir
armónicamente o hacer frente a los diversos conflictos de la vida humana. En la
convivencia escolar se promueven relaciones autoritarias, sumisas, de exclusión, de
diálogo, amor y respeto; incluye conceptos de disciplina, conflictos, valores, dignidad,
justicia, solidaridad, derechos, deberes, ética y democracia. Desde este punto de vista la
convivencia escolar se relaciona con las vivencias e interacciones dadas entre los
actores educativos y la comunidad estudiantil (administrativos, docentes, estudiantes y
padres de familia) en un contexto determinado el cual promueve el desarrollo ético,
socio afectivo e intelectual de los estudiantes. En la comunidad educativa el tema de la
convivencia escolar es fundamental no solo para la promoción de relaciones respetuosas
y armoniosas sino para generar escenarios de participación, inclusión y reflexión en
torno a los sistemas de comunicación, el manejo de las emociones, la tramitación justa
del conflicto, la generación de espacios incluyentes y el ejercicio equitativo de los
deberes y derechos humanos. Desde el punto de vista pedagógico (Vargas, 2004),
expresa: la comunidad educativa debe contribuir a la mayor participación en las
actividades de la escuela y en los procesos educativos; al aprendizaje para la
democracia, al desarrollo de habilidades para la convivencia; a la creación de un
ambiente de estudio y de trabajo; y generar mayor integración de las relaciones entre
profesores, estudiantes y padres de familia, entre otras.
CONFLICTIVIDAD Y EL CONVIVENCIA ESCOLAR
La escuela, como institución educativa, es una formación social está formada a partir de
la sociedad y a la vez expresa a la sociedad. Lo que se habla en cada escuela, es el
lenguaje particular de la sociedad. Por tal motivo, no es indiferente a la grave crisis
socio política en la que está inmersa y que como ciudadanos nos afecta.
La escuela por ser una institución al servicio de la comunidad, está permeada por los
efectos producidos en las situaciones sociales propias de cada contexto. De allí que estas
condiciones particulares influyan tanto en la singularidad de cada uno de los actores
como también en el colectivo institucional que conforman, y se pone de manifiesto en
hechos concretos y observables. Se debe tener en cuenta que la convivencia consiste en
habitar un espacio o época con otros. Enmarcando el concepto en el ámbito escolar, este
hace referencia al conjunto de relaciones interpersonales en el centro entre todos los
miembros de la comunidad educativa. Es decir, las interrelaciones entre los diferentes
integrantes que forman la comunidad escolar y que influyen significativamente en el
desarrollo ético, socioafectivo e intelectual de los estudiantes. Por otra parte el conflicto
escolar posee varios matices y todos relacionados con violencia. Entendida como el
daño real, la intención o amenaza de llevar a cabo daño o perjuicio a una o más
personas». Del mismo modo, esta se relaciona con el comportamiento que puede causar
daño o miedo a otra persona tales como el acoso o la persecución.
Es importante comprender que: «el daño resultante infligido a la víctima no es
definitorio en sí mismo del acto violento. Al contrario, el acto es violento en sí mismo”
la violencia escolar se genera en el contexto de las relaciones propias de la comunidad
educativa y en el ejercicio de los roles de quienes la conforman: padres, alumnos,
docentes, directivos. Este tipo de violencia es el producto de mecanismos institucionales
que constituyen prácticas violentas y/o acentúan situaciones de violencia social. Esta se
manifiesta por medio de acoso, hostigamiento, maltrato, las agresiones físicas o
amenazas de agresión, los hechos de discriminación, los robos y hurtos en el escenario
escolar. Así mismo, el vandalismo, la portación, exhibición o uso de armas blancas o de
fuego en escenarios escolares y el acceso, distribución o consumo de drogas (en
particular de drogas ilegales) son tipificados como expresiones del conflicto escolar.
En las instituciones educativas existen una serie de factores relacionados con el
conflicto escolar. Estos comportamientos, situaciones o actitudes hacen que se generen
o pululen estas manifestaciones negativas que influyen en el deterioro de la sana
convivencia. Entre ellos están: La inconsistencia por parte de los docentes o directivos,
la falta de claridad o arbitrariedad en las reglas o en su aplicación, las operaciones
ambiguas o indirectas ante la inconducta
(Por ejemplo: utilizar las calificaciones como sanción ante la inconducta), el
desacuerdo entre los agentes del sistema escolar en cuanto a la existencia, el contenido o
la aplicación de las normas, la falta de respuestas a la inconducta persistente, la
irrelevancia de las normas desde el punto de vista de los alumnos, la existencia de
relaciones conflictivas entre docentes y directivos, una dirección inactiva o ausente,
bajos recursos y tamaño (expresado en la relación número de estudiantes por docente).
El conflicto escolar es cuando la violencia se da entre pares de escolares (estudiantes)
donde existen condiciones de desequilibrio.
Este hecho recibe el nombre de bullying, términos relacionados con: el acosar, el
agredir, el intimidar o el victimizar. Para ampliar el concepto, el bullying designa la
situación en la que un estudiante es acosado o victimizado de manera repetitiva con
acciones negativas por uno o más compañeros. Este fenómeno se caracteriza por: «una
relación de poder asimétrica, un desequilibrio de fuerzas; donde el estudiante expuesto a
las acciones negativas tiene dificultad para defenderse, y en cierta medida se siente
inerme ante el alumno o los alumnos que lo acosan de manera sistemática durante un
periodo de tiempo»
El ‘bullying’ se constituye en una forma negativa de socialización en la que se entabla
una relación de víctima – agresor. Esta relación genera comportamientos específicos en
los involucrados. De allí que el agredido presente dificultad para reaccionar y refleje
algún rasgo en su temperamento o carácter que sea interpretado como señal de
vulnerabilidad. La ansiedad, la inseguridad o la tristeza hacen que el victimario perciba
a la víctima como un ser incapaz de defenderse. Por otro lado, el victimario expresa el
deseo de dominar para satisfacer una necesidad de control que, a su vez, lo cual es una
manifestación de situaciones más complejas como problemas familiares o frustraciones.
Él ha construido un modelo de agresividad que no le permite resolver asertivamente los
conflictos que se le presentan ya que no es consciente del daño generado debido a su
incapacidad de colocarse en los pies del otro, carece del principio de alteridad.
Frecuentemente, el agresor es apoyado por un grupo y es producto de ambientes muy
rígidos o muy permisivos.
Esta forma de violencia se puede presentar de forma directa o indirecta. El acoso directo
son los ataques relativamente abiertos a la víctima mientras que el indirecto se hace
evidente en el aislamiento social y la exclusión deliberada a la víctima de un grupo. A
manera de conclusión, hay que aclarar que el bullying no se produce cuando estudiantes
que comparten similares características físicas o psicológicas se enfrentan para
solucionar sus dificultades y divergencias, ya sea a través de discusiones o peleas. Estas
son solo estrategias que utilizan las personas en igualdad de condiciones físicas y
psicológicas para zanjar diferencias y que terminan sin consecuencias al solucionarse el
conflicto.
DISCIPLINA ESCOLAR
Se entiende por disciplina escolar que los alumnos deben de seguir un código de
conducta conocido por lo general como reglamento escolar. Este reglamento, por
ejemplo, define exactamente lo que se espera que sea el modelo de comportamiento, el
uniforme, el cumplimiento de un horario, las normas éticas y las maneras en las que se
definen las relaciones al interior del centro de estudios. Dicho reglamento contempla
además una normatividad respecto al tipo de sanción que se debe seguir en el caso en
que el estudiante incurra en la violación de la norma. En dicho caso, es posible que
algunos centros pongan más el énfasis en la sanción que en la norma misma. La pérdida
del respeto por la norma al interior del aula de clase es conocida como "indisciplina".
Aparte de las concepciones que se tengan sobre la disciplina, ésta depende en gran
medida del nivel de relaciones que se establece dentro del aula de clase, del interés que
el educador puede motivar en el educando y del nivel de comunicación que se establece.
Se puede hablar también de disciplina dentro de ambientes de trabajo y en general en
cualquier conglomerado humano en donde la norma sea necesaria para garantizar el
cumplimiento de unos objetivos.
El objetivo de la disciplina escolar es, de acuerdo a los establecimientos que la integran,
la salvaguardia del orden, de la seguridad y del trabajo armónico de la educación dentro
del aula de clases. Se argumenta que en una clase en la cual el educador encuentra
difícil mantener el orden y la disciplina, los estudiantes pueden desmotivarse y
tensionarse, y por lo tanto, el clima educativo disminuye su calidad, lo que puede llegar
a la falencia en el cumplimiento de los propósitos y metas.
La imposición de la disciplina en algunas escuelas, por otro lado, puede estar motivada
por otros objetivos no académicos, por lo general morales. Por ejemplo, en muchas
sociedades de fuertes raíces religiosas, el reglamento puede subrayar una evidente ética
religiosa e imponer una disciplina que va más allá del aula de clases, especialmente en
lo que compete a internados. Entre los deberes pueden verse registradas normas como la
asistencia a los servicios religiosos, la participación deportiva, el horario de comidas, la
conformación de una estructura de autoridad al interior de la "casa", un estricto control
del tiempo de sueño, un sistema burocrático para la solicitud de permisos de salida o de
visitas y muchos otros casos. Dichos reglamentos externos al aula pueden ser impuestos
de manera absoluta y en algunos casos pueden ser sancionados con castigos corporales
para el caso de menores de edad en la más extrema circunstancia o la pérdida de ciertos
privilegios en otros.
COMUNICACIÓN EMPÁTICA
La comunicación empática no sólo es un componente importante de la relación de
ayuda, sino también una herramienta valiosa en cualquier ambiente de trabajo y en el
ámbito social.
La palabra “empatía” (sentir dentro) y se refiere a la capacidad de ver el mundo a través
de los ojos de otra persona. Quien es empático puede entender el mundo interior del otro
(sus afectos, pensamientos, emociones, etc.) pero sin hacerlos suyos.
La comunicación empática es una actitud que poseemos (cuando tenemos suerte) o que
se puede adquirir a través de la formación.
Lo que se aprende es cómo romper las barreras relacionales con los demás evitando los
errores que cierran la comunicación.
Los elementos clave de la comunicación empática son la comprensión y la escucha
activa.
Compresión activa en la comunicación empática
Cuando nos comunicamos con otra persona hay dos vías principales a través de las
cuales tratamos de entender lo que estamos diciendo:
La primera forma es la comprensión intelectual, propia de aquellos que quieren entender
los hechos. El oyente se centra en los acontecimientos que tuvieron lugar y la forma en
que se alternan. La atención se centra en lo que el otro está diciendo.
La segunda es la comprensión empática. Aquí enfocamos la atención en cómo nuestro
interlocutor está hablando. El focus se centra, por lo tanto, en los matices emocionales
de la narración que proporcionan información sobre el estado de ánimo del narrador.
A menudo sólo tenemos la sensación de que nos han entendido de verdad cuando
nuestro oyente comprende lo que estamos viviendo y no cómo se llevó a cabo el asunto.
Los tres elementos clave de la comunicación empática
La comunicación empática que conduce a este tipo de comprensión se basa en tres
elementos principales:
Transparencia: no ocultar las reacciones emocionales. Podemos estar en desacuerdo con
alguien y eso se puede compartir, pero mentir bloquea la comunicación.
Autocontrol: no confundir nuestras reacciones con las de la otra persona, ni imponer
nuestras necesidades. No estamos siempre a la caza de consejos.
Aceptación incondicional: evitar juzgar la conducta de los demás y centrarse en lo que
sienten.
La escucha activa para una comunicación empática
Para asegurarse de que el otro está abierto y confía en nosotros es necesario demostrar
la capacidad de escuchar (por lo general, la parte interesante de la historia siempre se
pone en cola en la conversación). Escuchar no significa quedarse quieto y no
interrumpir, se trata de un comportamiento proactivo por el cual se llega a ser capaz de
entender al otro. La escucha activa evita los bloqueos de comunicación y favorece la
empatía.
Vamos a ver cuáles son las características de estos bloqueos:
Actitud indagadora más atenta a los detalles de lo sucedido.
Imposición de soluciones basadas en su experiencia. Quien ofrece soluciones fáciles
para los problemas de los demás a menudo se ofende si no le hacemos caso.
Frases consoladoras generalistas que no toman en cuenta la naturaleza específica de la
situación.
Expresión de opiniones personales sobre lo que pasó.
Fomentar la comunicación empática
¿Qué debemos hacer para fomentar la comunicación empática? Si el propósito es
entender al otro, primero hay que aceptar que a veces no podemos entenderlo todo
inmediatamente. Es útil hacer preguntas, por ejemplo, parafraseando lo que se ha dicho.
Esto le da a la otra persona la posibilidad de comprobar nuestra comprensión.
Dos estrategias más activas son la confrontación y el uso del humor.
En ambos casos hay que prestar mucha atención: el humor puede tener el efecto
contrario si no se usa con moderación. En cuanto a la confrontación, es aconsejable no
hablar de experiencias propias (para evitar desviar la conversación hacia sí mismo),
pero sí de terceras personas anónimas

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