Lingüística. Clase 1 (Saussure) - Psicoacolores

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 7

@psico.

acolores
@juanizorrilla_

@psico.acolores
@juanizorrilla_
@psico.acolores
@juanizorrilla_
“El objeto de la lingüística”, Capítulo 3 de la Introducción del CLG de Saussure
Este capítulo empieza con Saussure preguntándose cuál es el objeto, a la vez
integral y concreto, de la lingüística. De entrada, nuestro nos adelanta que la cuestión es
difícil.
Algunas ciencias operan con objetos dados de antemano, dice Saussure. No es el
caso de la lingüística. Si una persona pronuncia la palabra española “desnudo”, un
observador poco atento podría pensar que se trata de un objeto lingüístico concreto.
Ahora bien, se equivocaría, porque un abordaje más profundo muestra que, según el
abordaje que hagamos, podemos ver en esa palabra cosas diferentes: un sonido, la
expresión de una idea, una correspondencia del latín (dis)nudum, etc. De esta manera,
lejos de preceder el objeto al punto de vista, se diría que es el punto de vista el que crea
el objeto, y, además, nada nos dice de antemano que una de esas formas de considerar el
hecho en cuestión sea anterior o superior a las otras.
Dicho esto, va a intentar dar con el objeto de la lingüística.
Sea cual sea el punto de vista que adoptemos, el fenómeno lingüístico presenta
siempre dos caras que se corresponden, sin que la una valga más que gracias a la otra.
Saussure da cuatro ejemplos:
1. Sonido - aparato fonador. Las sílabas que se articulan son impresiones
acústicas percibidas por el oído, es decir sonidos, pero los sonidos no existirían sin los
órganos vocales. No se puede, entonces, reducir la lengua al sonido, ni separar el sonido
de la articulación bucal. A la vez, no se pueden definir los movimientos de los órganos
vocales si no se tiene en cuenta la impresión acústica.
2. Sonido - ideas. ¿Pero hace el sonido al lenguaje? No. No es más que el
instrumento del pensamiento y no existe por sí mismo. El sonido, como unidad
compleja acústico-vocal, forma, a su vez, con la idea, una unidad compleja, a saber,
fisiológica y mental.
3. Lado individual de lenguaje - lado social de lenguaje. El lenguaje tiene un
lado individual y un lado social, y no se puede concebir el uno sin el otro.
4. Lenguaje pasado - Lenguaje presente. En cada instante, el lenguaje implica a
la vez un sistema establecido y una evolución, y en cada momento es una institución
actual y un producto del pasado.
Así, pues, de cualquier lado que se mire la cuestión, en ninguna parte se nos
ofrece entero el objeto de la lingüística. Nos topamos con un dilema. O bien nos
aplicamos a un solo lado de cada problema, con el riesgo de perder de vista cosas
importantes, o estudiamos el lenguaje por muchos lados a la vez, de manera tal que el
objeto de la lingüística se nos aparece como un montón confuso de cosas heterogéneas y
sin trabazón.
A su parecer, no hay más que una solución para todas estas dificultades. Hay que
colocarse desde el primer momento en el terreno de la lengua, y tomarla como norma de
todas las otras manifestaciones del lenguaje. En efecto, entre tantas dualidades, la
lengua parece ser lo único susceptible de definición autónoma, y es la que da un punto
de apoyo satisfactorio para el espíritu.
Pero, ¿qué es la lengua? Para él, la lengua no se confunde con el lenguaje. La
lengua no es más que una determinada parte del lenguaje, aunque esencial. Es, a la vez
@psico.acolores
@juanizorrilla_
un producto social de la facultad del lenguaje, y un conjunto de convenciones
necesarias, adoptadas por el cuerpo social, para permitir el ejercicio de esa facultad en
los individuos. Tomado en su conjunto, el lenguaje es multiforme y heteróclito; a
caballo en diferentes dominios, a la vez físico, fisiológico, y psíquico; pertenece,
además, al dominio individual y al dominio social; no se deja clasificar en ninguna de
las categorías de los hechos humanos, porque no se sabe cómo desembrollar su unidad
(hacer que algo deje de ser confuso, desordenado, problemático o difícil de abordar) .

Así, por ser el lenguaje heteróclito y multiforme lo descarta como objeto de


estudio, y propone como objeto de estudio a la lengua, en tanto se presenta clara y
distinta.
La lengua, a diferencia del lenguaje, es una totalidad en sí y un principio de
clasificación.
A este principio de clasificación se lo podría objetar -contradecirlo-, afirmando
que el ejercicio del lenguaje se apoya en una facultad que nos da la naturaleza, mientras
que la lengua es cosa adquirida y convencional que debería quedar subordinada al
instinto natural en lugar de anteponérsele.
Respecto de eso, en primer lugar, no está probado que la función del lenguaje,
tal como se manifiesta cuando hablamos, sea enteramente natural, es decir, que nuestro
aparato vocal esté hecho para hablar como nuestras piernas para andar. Los lingüistas
están lejos de ponerse de acuerdo sobre esto. Así, para Whitney, que equipara la lengua
a una institución social con el mismo título que todas las otras, el que nos sirvamos del
aparato vocal como instrumento de la lengua es cosa del azar, por simples razones de
comodidad: lo mismo habrían podido los hombres elegir el gesto y emplear imágenes
visuales en lugar de las imágenes acústicas. Sin duda, esta tesis es demasiado absoluta;
la lengua no es una institución social semejante punto por punto a las otras; además,
Whitney va demasiado lejos cuando dice que nuestra elección ha caído por azar en los
órganos de la voz; de cierta manera, ya nos estaban impuestos por naturaleza, Pero, en
el punto esencial, el lingüística americano parece tener razón: la lengua es una
convención y la naturaleza del signo en que se conviene es indiferente. La cuestión del
aparato vocal es, pues, secundaria en el problema del lenguaje.
Teniendo en cuenta lo articulado del lenguaje -la articulación puede designar o
bien la subdivisión de la cadena hablada en sílabas, o bien la subdivisión de la cadena
de significaciones en unidades significativas, se podría decir que no es el lenguaje
hablado el natural al hombre, sino la facultad de constituir una lengua, es decir, un
sistema de signos distintos que corresponden a ideas distintas.
Broca ha descubierto que la facultad de hablar está localizada en la tercera
circunvolución frontal izquierda: también sobre esto se han apoyado algunos para
atribuir carácter natural al lenguaje. Pero esa localización se ha comprobado para todo
lo que se refiere al lenguaje, incluso la escritura, y esas comprobaciones, añadidas a las
observaciones hechas sobre las diversas formas de la afasia por lesión de tales centros
de localización, parecen indicar, en primer lugar, que las diversas perturbaciones del
lenguaje oral están enredadas de mil maneras con las del lenguaje escrito, y, en segundo
lugar, que todos los casos de afasia o de agrafia lo lesionado es menos la facultad de
proferir tales o cuales sonidos o de trazar tales o cuales signos, que la de evocar por un
instrumento, cualquiera que sea, los signos de un lenguaje regular. Todo nos lleva a
creer que por debajo del funcionamiento de los diversos órganos existe una facultad más
general, la que gobierna los signos: ésta sería la facultad lingüística por excelencia.
@psico.acolores
@juanizorrilla_
Para atribuir a la lengua el primer lugar en el estudio del lenguaje, se puede
finalmente hacer valer el argumento de que la facultad, natural o no, de articular
palabras, no se ejerce más que con la ayuda del instrumento creado y suministrado por
la colectividad. No es quimérico entonces decir que es la lengua la que hace a la unidad
del lenguaje.
A continuación, Saussure se propone encontrar el lugar de lengua en los hechos
del lenguaje. Para hacerlo, dice que hay que situarse ante el acto individual que permite
reconstruir el circuito de la palabra. Este acto supone por lo menos dos individuos: es el
mínimum exigible para que el circuito sea completo.

Imaginemos, entonces, dos personas, a la izquierda A y a la derecha B. El punto


de partida del circuito de la palabra está en el cerebro de uno de ellos. En nuestro caso
será el cerebro de A. En el cerebro de A hay hechos de consciencia, que llamaremos
conceptos, todos asociados con las representaciones de los signos lingüísticos o
imágenes acústicas que sirven para expresar esos conceptos. La asociación del
concepto con la imagen acústica nos permite expresarnos. Esa unión es algo
enteramente psíquico. Esto de los conceptos y las imágenes acústicas lo estudiaremos
en el próximo texto de esta materia, titulado la naturaleza del signo lingüístico. Luego
del hecho psíquico que acabamos de explicar, sigue un proceso fisiológico, el cerebro
en la medida en que le transmite a los órganos de la fonación la información necesaria
para emitir el sonido (la fisiología es la ciencia que estudia los órganos de los seres
vivos y su funcionamiento). Después, las ondas sonoras se propagan desde la boca de A
al oído de B, en un proceso físico. A continuación, el circuito sigue en B en un orden
inverso. Primero se transmite fisiológicamente, del oído al cerebro, la imagen acústica
de la audición, y, por último, en el cerebro se da la asociación de dicha imagen con el
concepto que le corresponde. Así, B entiende que A lo está saludando. Cuando B
también salude, todo volverá a empezar de nuevo, de la misma manera.

El esquema consignado arriba ilustra lo explicado en el párrafo anterior, el


circuito de la palabra con los hechos psíquicos, fisiológicos y físicos, el ida y vuelta
entre A y B.
Repito, para que no se pierda en el largo desarrollo que acabamos de hacer, que
fonación y la audición son las partes fisiológicas del circuito de la palabra. Las ondas
sonoras, son la parte física. Y los conceptos y la imagen acústica, la parte psíquica, en el
cerebro. Este último sería el lugar de la lengua en los hechos de lenguaje.
El circuito, tal como lo hemos representado, se puede dividir todavía: en primer
lugar, en una parte externa -vibración de los sonidos que van de la boca al oído- y una
parte interna, que comprende todo el resto; en segundo lugar, en una parte psíquica y
@psico.acolores
@juanizorrilla_
una parte no psíquica, incluyéndose en la segunda tanto los hechos fisiológicos de que
son asiento los órganos, como los hechos físicos exteriores al individuo; y, en tercer
lugar, en una parte activa y una parte pasiva. Es acto pasivo todo lo que va del centro de
asociación de uno de los sujetos al oído del otro sujeto, y pasivo todo lo que va del oído
del segundo a su centro de asociación. Por último, en la parte psíquica localizada en el
cerebro se puede llamar ejecutivo a todo lo que es activo, y receptivo a todo lo que es
pasivo.
Es necesario añadir una facultad de asociación y de coordinación, que se
manifiesta en todos los casos en que no se trate nuevamente de signos aislados; esta
facultad es la que desempeña el primer papel en la organización de la lengua como
sistema.
Pero, para comprender bien ese papel, hay que salirse del acto individual, que no
es más que el embrión del lenguaje, y encararse con el hecho social.
Entre todos los individuos ligados por el lenguaje, se establecerá una especie de
promedio: todos reproducirán, no exactamente, sin duda, pero sí aproximadamente, los
mismos signos unidos a los mismos conceptos. ¿Cuál es el origen de esta cristalización
o consolidación social? La parte física puede descartarse desde un principio. Cuando
oímos hablar una lengua desconocida, percibimos bien los sonidos, pero, por nuestra
incomprensión, quedamos fuera del hecho social. La parte psíquica tampoco entre en
juego en su totalidad: el lado ejecutivo queda afuera, porque la ejecución jamás está a
cargo de la masa, siempre es individual, y siempre el individuo es su arbitro; nosotros lo
llamaremos el habla (parole). Lo que hace que se formen en los sujetos hablantes
acuñaciones que llegan a ser sensiblemente idénticas en todos es el funcionamiento de
las facultades receptiva y coordinativa. Si pudiéramos abarcar la suma de las imágenes
verbales almacenadas en todos los individuos, entonces toparíamos con el lazo social
que constituye la lengua. Es un tesoro depositado por la práctica del habla en los sujetos
que pertenecen a una misma comunidad, un sistema gramatical virtualmente existente
en cada cerebro, o, más exactamente, en los cerebros de un conjunto de individuos, pues
la lengua no está completa en ninguno, no existe perfectamente más que en la masa.
Al separar la lengua del habla, se separa a la vez: en primer lugar, lo que es
social de lo que es individual; en segundo lugar, lo que es esencial de lo que es
accesorio y más o menos accidental.
La lengua no es una función del sujeto hablante, es el producto que el individuo
registra pasivamente; nunca supone premeditación.
El habla es, por el contrario, un acto individual de voluntad y de inteligencia, en
el cual conviene distinguir: en primer lugar, las combinaciones por las que el sujeto
hablante utiliza el código de la lengua con miras a expresar su pensamiento personal; y,
en segundo lugar, el mecanismo psicofísico que le permite exteriorizar esas
combinaciones.
@psico.acolores
@juanizorrilla_

Recapitulemos los caracteres de la lengua.


Ella es un objeto bien definido en el conjunto heteróclito de los hechos de
lenguaje. Se la puede localizar en la porción determinada del circuito donde una imagen
acústica viene a asociarse con un concepto. La lengua es la parte social del lenguaje,
exterior al individuo, que por sí solo no puede ni crearla ni modificarla; no existe más
que en virtud de una especie de contrato establecido entre los miembros de la
comunidad. Por otra parte, el individuo tiene necesidad de un aprendizaje para conocer
su funcionamiento; el niño se la va asimilando poco a poco. Hasta tal punto es la lengua
una cosa distinta, que un hombre privado del uso del habla conserva la lengua con tal
que comprenda los signos vocales que oye.
La lengua, distinta del habla, es un objeto que se puede estudiar separadamente.
Ya no hablamos las lenguas muertas, pero podemos muy bien asimilarnos su organismo
lingüístico. La ciencia de la lengua no sólo puede prescindir de otros elementos del
lenguaje, sino que sólo es posible a condición de que esos otros elementos no se
inmiscuyan.
Mientras que el lenguaje es heterogéneo, la lengua así delimitada es de
naturaleza homogénea: es un sistema de signos en el que sólo es esencial la unión del
sentido y de la imagen acústica, y donde las dos partes del signo son igualmente
psíquicas.
La lengua, no menos que el habla, es un objeto de naturaleza concreta, y esto es
gran ventaja para su estudio. Los signos lingüísticos no por ser esencialmente psíquicos
son abstracciones; las asociaciones ratificadas por el consenso colectivo, y cuyo
conjunto constituye la lengua, son realidades que tienen su asiento en el cerebro.
Además, los signos de la lengua son, por decirlo así, tangibles; la escritura puede
fijarlos en imágenes convencionales, mientras que sería imposible topografiar en todos
sus detalles los aspectos de habla; la fonación de una palabra, por pequeña que sea,
representa una infinidad de movimientos musculares extremadamente difíciles de
conocer y de imaginar. En la lengua, por el contrario, no hay más que la imagen
acústica, y ésta se puede traducir en una imagen visual constante. Pues si se hace
@psico.acolores
@juanizorrilla_
abstracción de esta multitud de movimientos necesarios para realizar en el habla, cada
imagen acústica no es, como luego veremos, más que la suma de un número limitado de
elementos o fonemas, susceptibles a su vez de ser evocados en la escritura por un
número correspondiente de signos. Esta posibilidad de fijar las cosas relativas a la
lengua es la que hace que un diccionario y una gramática pueda ser su representación
fiel, pues la lengua es el depósito de las imágenes acústicas y la escritura la forma
tangible de esas imágenes.
Estos caracteres nos hacen descubrir otros más importantes. La lengua,
deslindada así del conjunto de los hechos de lenguaje, es clasificable entre los hechos
humanos, mientras que el lenguaje no lo es.
Acabamos de ver que la lengua es una institución social, pero se diferencia por
muchos rasgos de las otras instituciones, políticas, jurídicas, etc. Para comprender su
naturaleza peculiar hay que hacer intervenir un nuevo orden de hechos.
La lengua es un sistema de signos que expresan ideas, y por eso comparable a la
escritura, al alfabeto de los sordomudos, a los ritos simbólicos, a las formas de cortesía,
a las señales militares, etc. Sólo que es el más importante de todos estos sistemas.
Se puede, pues, concebir una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno
de la vida social. Tal ciencia sería parte de la psicología social, y, por consiguiente, de la
psicología general. Nosotros la llamaremos semiología. No la confundamos con la
semántica, que estudia los cambios de significación. La semiología nos enseñará en qué
consisten los signos y cuáles son las leyes que los gobiernan. Puesto que todavía no
existe, no se puede decir qué es lo que ella será; pero tiene derecho a la existencia, y su
lugar está determinado de antemano. La lingüística no es más que una parte de esta
ciencia general. Las leyes que la semiología descubra serán aplicables a la lingüística, y
así es como la lingüística se encontrará ligada a un dominio bien definido en el conjunto
de los hechos humanos.

También podría gustarte