Orientaciones - Formadores de Vida Universitaria
Orientaciones - Formadores de Vida Universitaria
Orientaciones - Formadores de Vida Universitaria
PARA FORMADORES
DE VIDA
UNIVERSITARIA
BERNARDO R ANGEL SADA
1
A LA VICERRECTORÍA DE FORMACIÓN INTEGRAL
¿QUÉ
SIGNIFICA
SER
FORMADOR?
5
El barro recibe la forma de las manos del alfarero.
Todo barro tiene que pasar por un proceso donde
se mezcla, se amasa, se lleva al torno y allí toma
la forma de su artista. Participa del artista para
compartir la belleza de su Creador.
1 Cf. Gaudium et Spes número 22. “Cristo nuestro Señor, Cristo, el nuevo Adán,
en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plena-
mente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación”.
6
Desde un punto de vista más humano, formador es aquel que da forma o
que participa en la acción de quien está en un proceso de ser formado. En otras pa-
labras, el formador es agente y motor de quien desea llevar a cabo un proce-
so de crecimiento personal y comunitario. Esto no debe confundirse con la
idea de que las personas que se forman lo hacen mecánicamente, mediante
procesos preestablecidos por personas responsables que los someten a un
cambio inevitable. Partimos de la idea de que cada persona es responsable
de su propia formación y que el formador es agente en cuanto que participa
o acompaña en el proceso de quien quiere crecer y ser mejor persona.
2 http://etimologias.dechile.net/?excelencia
7
excelentes implica grandes horizontes, implica altura. Se
espera entonces que quien asume esta tarea de formar a
otros vivirá al nivel y pondrá grandes retos para buscar
lo más perfecto, lo más alto, la cumbre en conocimientos,
actitudes y relaciones humanas.
Excelencia también es sinónimo de integridad. No-
sotros enseñamos la formación integral y por tanto en-
señamos la excelencia. Nuestro quehacer parte de la
concepción del plan bien diseñado, de la tarea bien he-
cha y del arte de buscar la calidad óptima en cualquier
actividad personal o comunitaria. Ser excelentes para
inspirar excelencia. Ser íntegro para arrastrar a vivir la
integridad.
Por otro lado, ser líder. Un líder es aquel que influye
en otros. Ser líder al estilo Anáhuac es influir e impactar
en nuestros semejantes para buscar el bien común. En
otras palabras, el liderazgo en el mundo tiene que ver con
la dominación, el poder, la autoridad y la capacidad de
arrastre; sin embargo, ser líder de acción positiva (como
lo señala nuestra Universidad) tiene que ver más con la
transformación, el servicio y la capacidad de impacto en
el entorno inmediato.
Un formador es consciente de lo que tiene entre ma-
nos: la educación y el desarrollo de estudiantes, de perso-
nas con nombre y apellido, que aspiran a un título univer-
sitario. Si quiere impactar en ellos, reconoce una misión
grande, una misión que hasta lo supera. Para estar a la
altura (para ser excelente), se ocupará de formarse a tra-
vés del autoconocimiento, el desarrollo de habilidades
8
interpersonales y la autoconciencia de su responsabili-
dad con México y con el mundo. El formador nace y se
hace líder. Nace líder y por eso su ilusión de ser coordi-
nador en programas estudiantiles o profesor en aula; se
hace líder porque vive en un continuo proceso de cre-
cimiento personal. El formador se ocupa de ser íntegro
antes de ser promotor de la formación integral.
9
El desarrollo armónico de la persona está en el cora-
zón de nuestro quehacer y de nuestro modelo formativo.
Por eso, nuestra Vicerrectoría no se compone de coordina-
dores, tiene formadores. Nuestra vicerrectoría es comunidad
de formadores.
La formación integral consiste en desarrollar armó-
nicamente a las personas para detonar procesos de cre-
cimiento individual y colectivo en los ámbitos espiritual,
humano, social, intelectual y profesional. La persona es
un todo y sería poco afortunado querer colocar en com-
partimentos esta formación. Sin embargo, para efectos
pedagógicos, se describen los cinco ámbitos para facili-
tar nuestro entendimiento y nuestra comprensión de las
áreas más relevantes y que no pueden faltar al momento
de trabajar con las personas en nuestros programas y en
nuestro entorno.
El desarrollo armónico de la
persona está en el corazón de
nuestro quehacer y de nuestro
modelo formativo
10
Te invito a que tú mismo asumas el reto y el compromiso
de formarte en cada uno de estos aspectos para que tu vida se
conduzca armónicamente.
También te animo a que pienses en el ideal que te inspirará
a buscar tu propio crecimiento personal. Cuando yo pienso en
un ideal, no me imagino un modelo teórico o una meta inalcan-
zable. Cuando pienso en un ideal, te presento a Jesucristo como
modelo de vida y te invito a conocerlo y a tenerlo como el mejor
aliado, junto al Espíritu Santo. No temas dejarlos entrar en tu
vida. No te arrepentirás de tenerlos como los mejores compa-
ñeros en tu aventura como educador. Deja que te modelen, deja
que ellos sean el alfarero de tu vida y ya verás los resultados.
Toda persona que se toma en serio la vida sabe que esta se vive
una sola vez. A lo largo de nuestro caminar, nos encontramos
con experiencias únicas e irrepetibles que van forjando nues-
tro carácter y nuestra personalidad. Cada vivencia nos hace
ser lo que somos, cada persona nos marca, cada acontecimien-
to nos configura en nuestro ser completo. Pensar dividir en
áreas o dimensiones este impacto sería ingenuo, ya que somos
un todo. Sin embargo, para efectos didácticos, es común que
nos encontremos con al menos cinco áreas de formación que
son como compartimentos o ámbitos de desarrollo integral:
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DIMENSIÓN ESPIRITUAL. Todo hombre busca la
trascendencia y, si es religioso, tiende a Dios como
ser Absoluto e infinito. Su búsqueda de Dios es una
aventura por encontrar en Él, el propio significado. El
formador católico se identifica con Jesucristo y quiere
ser miembro de la Iglesia, comunidad en la que se
inserta para caminar por esta vida rumbo a su destino
final, el Cielo.
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el desarrollo de hábitos de estudio, reflexión lógica y
capacidad argumentativa-racional.
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Á MBITOS DE FORM ACIÓN
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forma, cuáles son las bases del correcto actuar humano, cómo encontrar la
verdad y los principios universales, y cuál es su destino y su fin último en re-
lación con la trascendencia y el Ser Trascendente que es Dios, en un hondo
diálogo entre la ciencia y la fe y en un aprecio por la historia de las civiliza-
ciones que le dan perspectiva y amplían sus horizontes, especialmente el de
la propia razón iluminada por la fe.
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pero siempre con la actitud de quien se esfuerza por cre-
cer y desarrollarse en todos los ámbitos de su persona y
de su ser en relación con otros, inmerso en una comu-
nidad. El formador no es una isla y tampoco es un pun-
to autorreferenciado, pero sí puede ser luz del faro que
brilla en la tormenta para acercar a puerto seguro a las
personas a su cuidado. Él será consciente de que la luz
no es propia, sino que es más bien canal que comunica
una fuente de luz nítida para llevar esperanza. Muchas
veces no será la única fuente de luz, sino que hará equi-
po con otros formadores para lograr el cometido de la
formación integral.
El proceso de integrar lo mejor de sí mismo implica
muchas veces una purificación personal: llevar una vida
virtuosa, dejar vicios a un lado y dejar que reluzca el bri-
llo de la coherencia y la integridad. Sí, quizá no te habías
dado cuenta, pero te has embarcado en una empresa úni-
ca que tal vez no te ofrecen otros puestos laborales: estás
en una misión que te exige ser para luego hacer y no al re-
vés, misión que exige amplitud de miras, magnanimidad
de corazón y exigencia personal día con día.
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formación y de que cualquier grado de exigencia viene del propio interior.
La misma etapa universitaria exige esto, ya que en los primeros estadios
de educación elemental y secundaria figuraron otros medios externos que
abrieron la puerta a la formación de hábitos. En nuestro caso, partimos de
que un proceso de selección de formadores es atinado si se considera a aque-
llas personas que buscan su propio crecimiento personal, porque son estas
personas las primeras en exigirse a sí mismas para luego exigir a quienes
están a su cuidado.
Un formador será impulsor, pero jamás será una camisa de fuerza o un
gendarme. Partiendo de la base de la confianza y del respeto a la libertad, se
exige, se acompaña, se educa.
H AS TA L A CIM A
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su persona y de su ser que trasciende en el otro a quien
dedica su tiempo en la apasionante tarea de formar. Se
llega a la cima en la medida en que el formador se abaja,
se hace humilde, se pone a servir. Es cierto que uno en la
vida busca distinciones, menciones, puestos en los cuales
sentirse pleno y con aporte a la sociedad, pero esto no es
el fin y mucho menos la cima. Quien aspira a grandes
horizontes, a nuevas fronteras y a ideales profundos es
porque se conoce, se autorregula desde su libertad inte-
rior y su autonomía… y esto le aporta los elementos ne-
cesarios para ser empático y colaborar. De acuerdo con
nuestro carisma, nos capacitamos para trascender en la
formación de líderes y para lograr programas y equipos
de personas que desarrollen comunidades y ambientes
que propicien los cambios ascendentes, iniciativas trans-
formadoras y experiencias significativas.
Te animo a seguir descubriendo la cima a la que es-
tás llamado a llegar, acompañados unos de otros, pues
somos comunidad de formadores, comunidad Anáhuac,
siempre en camino ascendente para formar líderes de
acción positiva.
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20
ESPIRITUALIDAD
E IDENTIDAD
CATÓLICA
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A CONTINUACIÓN, ABORDAREMOS LO QUE SE ESPERA
de nuestra formación espiritual. Si bien muchos de noso-
tros no trabajamos directamente en Pastoral, creo que es
importante compartirles mi visión de los medios espiri-
tuales con los que contamos en la Universidad Anáhuac
México, así como de las líneas sencillas que nos permi-
ten ser personas más cercanas a Dios.
El molde humano en el cual trabajamos nuestra vida
de fe es frágil. Sin embargo, puede hacerse fuerte cuan-
do se cuenta con el gran aliado en nuestro trabajo: Dios
Nuestro Señor. La Universidad nos ofrece una oportuni-
dad increíble para desarrollar todos nuestros talentos al
servicio de una misión apasionante: formar líderes para
la transformación de la sociedad.
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Nuestra formación espiritual es un camino. Cada
uno, cada una, lo recorreremos de manera distinta, a rit-
mos distintos. Jesús es nuestro Camino y si en nuestro
itinerario espiritual aún no contamos con esta certeza,
nunca es tarde para comenzar a andar.
La vida espiritual del formador es como una planta.
Dios siembra la semilla de su Palabra en nosotros. Casi
sin darnos cuenta, nos encontramos trabajando en una
universidad de identidad católica del Regnum Christi.
Se nos ofrecen una espiritualidad y unos medios para
que la semilla germine y crezca hasta florecer y dar fru-
to en nosotros y en las personas que nos rodean. Sin
embargo, esta no crece sola. Requiere del agua de la
gracia y del trabajo diario que consiste en deshierbar,
fertilizar, cuidar, proteger y permitir que la luz divina
entre en contacto con el propio interior, con nuestro co-
razón.
Nuestra formación
espiritual es un camino
23
Podríamos decir que la identidad católica de noso-
tros como formadores y formadoras toca lo más íntimo,
nuestro corazón. Ese santuario es inviolable, es muy
personal y sagrado. Allí están únicamente Dios y uno
mismo. ¿Qué mayor oportunidad que darse el espacio
durante nuestro tiempo de formadores para adentrarnos
y allí entablar una relación abierta, espontánea, libre y
sincera de nuestra alma con el Señor?
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¿CUÁ L ES EL FIN DE L A FORM ACIÓN
ESPIRIT UA L Y CON QUÉ MEDIOS
CONTA MOS ?
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a accionar nuestros resortes interiores para emprender y
andar con seguridad. Jesús nos equipa con las virtudes teo-
logales: la fe, la esperanza y la caridad. De este modo, no
vamos solos, sino que recibimos la capacidad de ver, de con-
fiar y de amar como señales a lo largo del camino que nos
indican nuestro destino final: el Cielo.
El andar no es fácil, pues a veces cansa. Para eso, reci-
bimos la oportunidad de formar hábitos buenos (virtudes)
que hacen el camino llevadero. Como brújula espiritual,
nos guían las cuatro virtudes cardinales: la prudencia, la
justicia, la fortaleza y la templanza. Estas sí dependen de
nosotros y en la medida en que las practicamos, orientamos
mejor nuestra vida. Por la prudencia, nuestra inteligencia
escoge los medios más pertinentes y necesarios de cara a
nuestro último fin; por la justicia, daremos a los demás lo
que les pertenece y lo que es debido, lo cual permite orden
y paz; por la fortaleza andamos tras el bien difícil, sin dete-
nernos por miedo, soportando las adversidades, dificultades
y enfermedades… y mirando nuestras convicciones que nos
permiten emprender cosas grandes con perseverancia; fi-
nalmente, por la templanza disfrutamos de los placeres con
moderación y sobriedad e incluso nos permite moderar la
ira por medio de la mansedumbre y el deseo de la excelencia
desmedida con humildad, trayendo en nosotros una armo-
nía y equilibrio que residen en Dios.3
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Los siete sacramentos nos
acompañarán todos los días de
nuestra vida y son potenciadores
en nuestro caminar
4 Pueden leerse autores clásicos que son ejemplo de perfección cristiana, como Antonio Royo Marín o
Adolphe Tanquerey.
27
fuerte dosis de confianza en la acción de Dios en noso-
tros. Por un lado, “a Dios rogando y con el mazo dando”;
por otro lado, ser conscientes de que podríamos estar lu-
chando durante mucho tiempo contra una dificultad y
que en cualquier momento Dios nos dará la gracia para
superar dicho obstáculo o para llegar a una situación de
bonanza después de larga lucha.
Santa Teresita de Jesús decía que el camino más rá-
pido hacia Dios era como un ascensor divino, ya que
muchas veces nuestra pequeñez hacía difícil subir la es-
calera hacia él. Ella afirmó que dejándonos abrazar por
Jesús y haciéndonos cada vez más pequeños, es como po-
dríamos subir hacia Él y que de hecho Jesús mismo era
su ascensor en su vida espiritual.5
Otros autores han pensado que no hay camino para
llegar a Dios, sino que la vida espiritual se trata de un
abismo al cual debemos saltar, por no decir adentrarnos,
con la seguridad de que allí nos espera nuestro Creador,
Padre, Señor y Maestro. Dios es infinito y somos seme-
janza e imagen suya, en la medida que descubrimos
nuestra sed de infinito.
Jesús es el Camino y con su venida al mundo comen-
zó una nueva época. Él es Dios y a lo largo del Antiguo
Testamento leemos cómo la Trinidad prepara al pueblo
de Israel sacándolos de la esclavitud de Egipto y acompa-
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ñándolos en el desierto hasta que llegaron a la Tierra Pro-
metida. Jesús, en el Nuevo Testamento, nos hace ver que el
Pueblo de Israel era figura de la Iglesia, nuevo Pueblo de
Dios, que somos todos nosotros.
Jesús pasa por este mundo, resucita y asciende al Cielo,
pero no nos deja solos. El Padre y Él nos dejan al Espíritu
Santo y nos dejan los sacramentos como signos sensibles
instituidos durante la vida de Jesús para transmitirnos la
gracia que tanto necesitamos todos los días para ser mejo-
res personas. Los siete sacramentos (bautismo, confirma-
ción, confesión, eucaristía, orden sacerdotal, matrimonio
y unción de los enfermos) nos acompañarán todos los días
de nuestra vida (en nosotros o por medio de otros) y son
potenciadores en nuestro caminar: el bautismo nos hace
hijos de Dios; la confirmación nos hace recios en nuestra
fe; la confesión nos transmite el perdón y la misericordia;
la eucaristía es el alimento del camino que es Jesús mismo
entre nosotros; el orden y el matrimonio son vocaciones
complementarias y necesarias para ser Iglesia; y la unción
nos ayuda en la enfermedad y nos prepara para bien mo-
rir. Quizá ya lo sabíamos, pero no he querido dejarlo pa-
sar porque en nuestra Universidad tenemos esto a nuestro
alcance –sobre todo la confesión y la eucaristía– práctica-
mente todos los días con la ayuda de nuestros sacerdotes
legionarios de Cristo.
También es cierto que un camino seguro para llegar
al Cielo consiste en cumplir los mandamientos. Jesús hizo
nuevas todas las cosas y los resumió en amor: a Dios, al
prójimo y a nosotros mismos. En la medida en que vivimos
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los mandamientos no como prohibiciones sino desde esta nueva clave, en-
tonces comprenderemos mejor de qué se trata el cristianismo: de personas
libres, felices y capaces de afrontar sacrificios y adversidades como si fueran
ya ciudadanos del Cielo en la Tierra. Es difícil vivirlos, pero no imposible.
Jesús no vino a llamar y a salvar solo a la gente justa, sino a todos noso-
tros, la gente ordinaria y pecadora que buscamos ser personas de bien y que
nos esforzamos por trascender en este mundo. Eso nos tiene que dar con-
fianza y energía suficiente para adentrarnos en una vida espiritual seglar a
nuestro alcance, sin falsos misticismos, sin estereotipos inaccesibles. Estoy
convencido de que ustedes, como formadores de Vida Universitaria, desde
su alegría y compromiso diario podrán vivir una profunda y auténtica vida
espiritual, y que la energía humana para hacer un cambio brotará de un
espíritu sencillo unido a Dios desde su ser laico, “personas de a pie”, jóvenes
felices y plenos.
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Somos seres en relación, no somos islas. El ser humano está diseñado
para vivir en sociedad. En sociedad nos complementamos. Pero solo nos
completaremos como seres humanos y como sociedad si llevamos la rela-
ción horizontal entre nosotros (relación fraterna) a una relación vertical con
Dios (con un Padre común de todos nosotros, hermanos), ya que de otra
forma ¡quedaríamos huérfanos, siendo hermanos sin un Padre común! Esta
relación comunitaria espiritual es la Iglesia (a nivel sociedad, a nivel fami-
lia), pero existe otra relación espiritual personal e íntima que llevamos a
cabo cuando hacemos oración auténtica, cuando le abrimos la ventana del
alma a Dios.
Mi sobrino dice que su palabra favorita en inglés es window porque le
permite ver cosas. La oración es esa ventana que le abrimos a Dios para que
nos entre luz, para que se renueve el aire del interior y para poder ver lo que
encerrados no vemos. La oración es abrirnos a Dios, es escucharlo y dejar
que nos hable a su manera. Es iniciativa nuestra pero también de Dios.
A Dios lo podemos tratar de muchas maneras: como creador, como re-
dentor, como santificador, como padre, como madre, como Señor, como
amigo, como esposo, como maestro, como consolador, como luz, como fue-
go. Cada uno, desde nuestra experiencia, podrá referirse a Él como guste.
Es bueno reflexionar cómo se nos ha revelado en la Sagrada Escritura, los
nombres que le gustan y las facetas que nos hacen ver cómo es Él.
Es bueno dedicar tiempo a la lectura de vidas de santos, porque nos re-
velan cómo una persona ordinaria llevó su relación con Dios de forma ex-
traordinaria: cómo dedicaba el tiempo personal al diálogo con el Señor y a
la atención a sus semejantes, en los que Dios se esconde.
La oración cambia el curso de nuestras vidas e impacta en todas ellas.
La oración de los formadores impacta también en toda la comunidad uni-
versitaria. El formador es líder piadoso y comunica con ingenio y adapta-
do a circunstancia el tesoro y la perla preciosa que ha descubierto en su
31
Tenemos mucho por hacer,
no pienses que ya está
todo hecho
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nuestro equipo de Pastoral Universitaria. El Regnum Christi está abier-
to a todos.
Además de la oración en sus diversas expresiones (vocal, mental,
individual, comunitaria), puedes participar de la misa, actividades li-
túrgicas, del coro y de las actividades pastorales que se ofrecen. Incluso
puedes proponer llevar a cabo experiencias de vida espiritual con tus
alumnos o en la Comunidad Universitaria: tenemos mucho por hacer,
no pienses que ya está todo hecho.
De la manera que creas que mejor convenga, te invito a enriquecer
tu propia vida interior y a hacer presente la experiencia espiritual, di-
mensión de nuestra formación integral, donde creas que puedes apor-
tar algo. Dejo esta idea muy abierta a la imaginación de cada quien,
pues soy consciente que cada uno, cada una, puede ser muy original,
de acuerdo con sus propios talentos, en la forma de ofrecer actividades
y medios espirituales en la comunidad, e incluso a evangelizar en “las
periferias” a las que se refiere el Papa Francisco. Él nos invita a escu-
char, discernir, acompañar y formar a nuestros jóvenes.
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mos sin Él, pero también podríamos querer hacerla sin Él y no dar-
nos cuenta.
Los formadores tenemos que distinguirnos por un espíritu de co-
munidad, como la de los primeros cristianos de quienes se decía “Mi-
rad cómo se aman”. Somos humanos y siempre estará la tentación de
creernos mejores o de competir entre nosotros por hacer la mejor ac-
tividad. Te invito a que siempre tengas presentes dos palabras: com-
petencia y colaboración. Saber hacer las cosas para lograr sinergias y
alianzas, haciendo lo que te compete, en las funciones que te tocan,
pero también saliendo al paso porque el triunfo de uno es triunfo de
todos; el fracaso de uno es fracaso de todos. Somos la Vicerrectoría
de Formación Integral y somos comunidad de formadores. La me-
jor expresión de la comunidad será nuestra caridad, que no es teoría
sino práctica concreta en el día a día de quien sabe cooperar, salir al
paso, acompañar, empatizar, coachear a las nuevas generaciones de
formadores y, sobre todo, buscar que se cumpla el ideal de formación
integral para todos y de comunidad al servicio de México y, por qué
no, de Dios, de la Iglesia y del Regnum Christi.
La vida espiritual es un itinerario muy personal de cada uno;
estás invitado(a) a emprenderlo, como cuando pones en marcha un
negocio, porque, de hecho, el gran negocio de nuestras vidas es ser
santos, santos de a pie, felices y plenos, que transmiten una alegría
que tiene fondo, que abre la ventana a Dios y que llega a todos aque-
llos con quienes nos encontramos. Mucha suerte en tu camino espiri-
tual. Dios va contigo, Él es tu fuerza y la Virgen te acompañará. En tu
camino descubrirás muchos medios, muchas experiencias valiosas:
atesóralas pues forman parte del regalo que Dios te hace al invitarte
a ser parte de nuestro equipo.
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EL FORMADOR:
PERSPECTIVA
DE LIDERAZGO
INTEGRAL
Y DE GESTIÓN
35
SOBRE ESTE TEMA, QUIERO OFRECERLES ALGUNAS
ideas de lo que creo que consolida nuestra vocación de
facilitadores en la formación de los jóvenes y de la Comu-
nidad Universitaria en su conjunto.
Hemos reflexionado sobre nuestra formación inte-
gral y sobre nuestra identidad católica y vida espiritual.
Si queremos cumplir nuestra misión, tenemos una tarea
importante delante de nosotros: debemos ejercer desde
un liderazgo humano e integral, sello de autenticidad y
de capacidad para influir y sembrar semillas de transfor-
mación en las personas de nuestra comunidad.
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LIDER A ZGO INTEGR A L
6 Documento elaborado por el Equipo de Investigación en Liderazgo de Acción Positiva (Mtro. Antonio Al-
drette, Dra. Marcela de la Sota Riva, Dra. Nancy Picazo Villaseñor, Mtro. Edgar Martínez Chávez, Mtro.
Adrián Ruiz de Chávez y Lic. Mariana Calleja Martínez).
37
entorno social, cultural, económico y político, un líder que no es sensible a
su entorno más inmediato (la gente con la que vive, su familia, la gente con
la que trabaja, sus compañeros, las personas a las que atiende, sus alumnos
o cualquiera que presente ante él) pierde ese estilo de ser Anáhuac. En cam-
bio, una persona que es empática, que toma en cuenta las opiniones de sus
semejantes, que procura vencer el mal con el bien, podemos considerar que
va en el camino y en la orientación adecuados.
En tercer lugar, un formador sirve y allí está la clave de su “ascendiente”.7
En el servicio está lo mejor de nosotros mismos: dejamos nuestro tiempo en
otros, procuramos su felicidad. En el servicio trascendemos. Parece que ser-
vir es esconderse y humillarse, pero esta es la lógica de los grandes.
El liderazgo de acción positiva no tendría sentido sin la formación inte-
gral. El equipo de Formación Integral y nuestro rector, el doctor Cipriano
Sánchez, L.C., nos ofrecieron una definición muy valiosa:
7 Entiendo por “ascendiente” el término con el que clásicamente hemos definido que un jefe se vuelve líder.
Tienes ascendiente cuando tu ejemplo motiva a los que te rodean; cuando predicas con el testimonio y
no con las palabras ni con los sermones. Tienes ascendiente cuando esa capacidad de inspiración no te
la da el puesto sino el poder de atracción debido a tu forma de tomar decisiones, hacer equipo, colaborar
y arrastrar a muchos a querer vivir según los valores que te han enseñado. Tienes ascendiente cuando
desde tus propios talentos y personalidad no solo caes bien, sino que eres referente para otros, tanto en la
ética y como en la moral, así como en la forma de hacer atractiva la figura del formador de vida universita-
ria, la figura del profesor y del tutor o mentor.
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¿Qué podemos concluir de un liderazgo de acción positi-
va en un entorno de formación integral? Podemos apren-
der que si bien se puede nacer siendo líder, también es
posible formarse líder. Este trabajo constituye toda una
vida de aprendizajes, lecciones y un dejarse moldear se-
gún algunos valores esenciales para hacer una vida vir-
tuosa, enriquecida y en desarrollo constante.
Son muchos los ámbitos de nuestra maduración
personal. En la definición de formación integral nos re-
ferimos a facultades, capacidades y talentos. Por facul-
tades entendemos nuestra inteligencia y nuestra volun-
tad, nuestra sensibilidad, nuestra imaginación y nuestra
conciencia, por mencionar las más importantes. Por ca-
pacidades nos referimos a todo ese gran potencial que
tenemos en nuestro interior y que quizás aún no hemos
descubierto. Por talentos quiero hacerte valorar quién
eres tú y lo que estás llamado a aportar en tu entorno:
eres tú y no otra persona; tienes un diseño perfecto para
un propósito (misión) singular y especial entre nosotros.
Estas reflexiones iniciales nos hacen valorar que un
liderazgo integral tiene que ver con 1) nuestro desarro-
llo muy personal, según tiempos únicos y específicos; 2)
nuestra identidad llena de significado: estoy llamado a
aportar lo que nadie más hará en lugar mío; y 3) tengo un
tiempo para hacer rendir mis cualidades y mis talentos,
sin importar el puesto que tenga, con una capacidad de
influjo significativo para sembrar el bien en todos los as-
pectos de mi vida, que son la espiritual, humana, social,
intelectual, cultural y profesional.
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COMPE TENCIA Y PERTINENCIA
Vale la pena formarse para la misión, vale la pena tener credenciales para la
vida que nos ofrece tantísimas oportunidades.
Siempre he considerado que todo tiempo invertido en la formación es lo
mejor. Mis papás me han insistido que la única herencia (o al menos la más
importante) que me dejarán será mi educación.
Te invito a capacitarte constantemente para vencer la ignorancia, la
comodidad y la pasividad. Tenemos una vida y la queremos vivir bien. ¿Te
sientes hoy preparado(a) para afrontar los retos del mundo de hoy? ¿Te das
cuenta de que hoy compites en un mundo interconectado que ha roto las
barreras por medio de la tecnología digital? ¿Cómo quieres presentarte ante
el mundo: como alguien que siempre se ha esforzado por ampliar los hori-
zontes de su razón y de su creatividad o cómo alguien que ya no crece, que
ya no se capacita porque se siente demasiado seguro en lo que dice que sabe
(aunque en realidad quién sabe si sabe)?
40
¿Te sientes hoy preparado(a)
para afrontar los retos
del mundo de hoy?
8 Ver el Salmo 85. Me recuerda el comentario que San Bernardo hace al respecto: fue Dios quien puso en
orden a la misericordia, a la verdad, a la justicia y a la paz después del pecado original. Dios se hizo hombre
para saldar la herida que provocó el pecado original. Con esto fue justo, fue misericordioso y habló con
verdad para traer paz al mundo. Un formador imita a Jesús, que encarna todas las virtudes. Cuando lo
hacemos vida, entonces traemos la armonía tan deseada a los equipos de trabajo.
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CA R ÁC TER , SENSIBILIDA D, VOLUNTA D
Y CONCIENCIA REC TA
Llegó la hora de la verdad, la hora de hablar de aquello que más nos puede
costar: una vida coherente y virtuosa. No podemos negar que estamos en la
mira de muchas personas. Acuden a nuestra Universidad y a nuestra ofer-
ta formativa esperando encontrar sintonía entre lo que tanto predicamos y
cómo ven que vivimos.
No sé si te habías dado cuenta de que este “trabajo”, este “empleo” tiene
su precio. Es una gran aventura, sin duda, pero exige esfuerzo, sacrificio,
tenacidad. Solo lograremos acercarnos lo suficiente a nuestro ideal de for-
mación si día a día cultivamos un buen carácter (esto es la conducta que
ha ido modelando nuestro temperamento congénito y que moldea nuestra
personalidad completa), una voluntad recia (no tanto una tenacidad mi-
litar y estoica, sino un “motor” humano que nos capacita para escoger el
bien que anhelamos), una conciencia recta (es decir, una fina capacidad de
distinguir entre el bien y el mal que se nos presentan) y una sensibilidad en
mayor o menor medida, que enriquece nuestra forma peculiar de ser por-
que da cierto “color” a nuestra vida y a nuestras decisiones, haciéndonos de
algún modo más humanos y más capaces de entender y apreciar al otro, a
sus problemas y necesidades para estar en disposición de acogida, escucha,
empatía y ayuda.
El trabajo serio y el esfuerzo constante te llevará a la madurez, al equi-
librio entre tu edad y tus opciones fundamentales, y sobre todo al esfuerzo
por ser cada vez más “levadura en la masa”. Este ejemplo lo usó Jesucristo,9
haciendo referencia al Reino, pero lo podemos aplicar al liderazgo: una per-
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sona que es lo que tiene que ser, tiene la capacidad de hacer que la masa
aumente su volumen y así se enriquezca.
Hay otro ejemplo valioso en el Evangelio, porque hace referencia a no-
sotros: ser sal en medio del mundo.10 Si la sal pierde su sabor, se tira. Pero
también es humilde, porque cuando está en su punto, no nos damos cuenta,
solo decimos que la comida sabe bien. En cambio, cuando la comida está
demasiado salada, nos quejamos. Un formador es sal humilde, porque da
sabor, pero no acapara los reflectores (poniendo su persona al centro); y si
los acapara (por la misión y los proyectos que desempeña), lo hace para dar
gloria a Dios y para que sus jóvenes crezcan. La gran gloria de un educador
es que el alumno supere a su maestro. Cuando los jóvenes que formamos
brillan, encendemos una luz que nos trasciende: pasamos la luz. Cuando
nuestros equipos triunfan, encendemos una luz y cumplimos nuestra mi-
sión: el sabor de la sal que hace que sepa bien estar y ser Anáhuac; el sabor
de la sal que nos permite valorar y proponer el concepto de formación inte-
gral como un sello distintivo y un orgullo Anáhuac siempre vigente.
10 Mt 5, 13.
11 Este documento se escribió en el marco de la pandemia de COVID-19, durante el año 2020.
43
En un análisis reciente12 sobre la pobreza en México se indica que nuestro
país tiene 52 millones de pobres y, con la reciente situación de pandemia, la si-
tuación tenderá a agravarse. La cifra podría ascender a 70 millones de pobres,
tanto por la reducción de la clase media como por la falta de empleos. Si bien
el gobierno tendrá que echar mano de políticas públicas importantes, a no-
sotros nos corresponde ser sensibles y proactivos para hacer llegar la ayuda a
los que más lo necesitan, con proyectos sociales trascendentes.
Un ejemplo de esto es la fabricación y donación a médicos de caretas y
laringoscopios elaborados por la Dirección de Compromiso Social, las Fa-
cultades de Arquitectura, Ciencias de la Salud y Diseño en nuestro FabLab.
También, los Programas de Liderazgo y Excelencia, en especial Impulsa,
me han compartido sus iniciativas. Lo mismo sucede en cada una de las
áreas de la VFI: No somos ajenos al problema estructural de la pobreza.
Cada uno está haciendo lo que le toca y estoy seguro de que seguiremos
haciendo mucho bien.
Aquí cuenta mucho nuestra capacidad de hacer, pero sobre todo nuestra
creatividad para formar agentes de cambio, personas convencidas de que
no podemos ser ajenos e insensibles ante los problemas. En este sentido,
agradezco los retos que han enfrentado las áreas de Deportes, Compromiso
Social, Relaciones Estudiantiles, los programas que arropa la Dirección de
Liderazgo y Excelencia, y Pastoral Universitaria para impulsar la campaña
de crowdfunding. Todos me demuestran que se puede ser “voluntario a la dis-
tancia” y que nada nos deja de unir cuando buscamos hacer llegar la ayuda
a los más necesitados. No se cansen de hacer el bien. Vale la pena.
12 Webinar impartido por el Dr. Rodolfo de la Torre, director del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, 28 de
mayo de 2020 y organizado por la RAEP.
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Por otro lado, todos podemos ser misioneros. Eso ya lo traté de alguna
forma en el apartado sobre la identidad católica y la espiritualidad del for-
mador. Quisiera pedirles que antes de ser misioneros, se atrevan a ser dis-
cípulos; esto es, personas a los pies del Maestro que nos sana el alma, nos
conduce y nos forma en nuestro interior. Acepten el reto de un compromiso
evangelizador con la misma inventiva con la que han demostrado que esta-
mos comprometidos en lo social. Hay mucha pobreza espiritual allá afuera,
pero también hay mucha riqueza espiritual que no dejará de sorprendere-
mos: muchas personas que nos dan ejemplo de fe sincera y fuerte, de com-
promiso misionero. Es cierto que todos venimos de experiencias espirituales
distintas, quizás de heridas no curadas. Cada uno tendrá un tiempo y llega-
rá a buen puerto.
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difíciles y gestionar el conflicto; tenemos inteligencia con-
textual y capacidad de análisis en cada situación que se nos
presenta; pensamos de manera sistémica y con visión estra-
tégica; tenemos pensamiento crítico, planeamos y ejecuta-
mos correctamente; evaluamos las situaciones y los eventos
para buscar la mejora continua; somos creativos para ade-
cuarnos a circunstancias y lugares y buscamos ser éticos y
socialmente responsables, con un enfoque en la inclusión.
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creamos varios comités de fortalecimiento para que cada uno
pueda aportar y mejorar nuestro modelo interno de gestión,
así como los procesos de nuestra Universidad.
Te pido que no te dejes arrastrar por la apatía o por la in-
diferencia si ves que algo no funciona. Te pido que te exijas ser
puntual, a dar seguimiento ordenado a los acuerdos. Te invito
a que siempre busques dar una imagen exterior profesional y
sobria, pero sobre todo te animo a tomarte en serio tu etapa con
nosotros en este periodo. Todos los directores realizan un gran
esfuerzo para tener una vicerrectoría fuerte, dinámica, en la
que se pueda trabajar con seriedad y en un ambiente positivo y
sinergizado. Si ves oportunidades para mejorar algo, proponlo
a tus directores. No lo calles, no lo dejes como está.
Sé que estos temas dan para una largo conversación y para
reflexiones posteriores, pero pienso dejarlas hasta aquí. Todo
líder aprende y créanme que yo he aprendido mucho de us-
tedes en estos años. Tenemos un camino apasionante por de-
lante, un plan de fortalecimiento y una planeación estratégica.
Allí aportamos mucho, cada uno hace algo importante. Allí
cumplimos la misión de la Universidad Anáhuac México. Es-
pero que estas ideas generen en ti, en todos nosotros, la ilusión
por ser grandes líderes y mejores personas y por sacar lo mejor
de nosotros mismos sin dejar de ser lo que cada uno es hoy y
aporta a la VFI y a la Universidad.
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PA L A BR AS FIN A LES
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VINCE IN BONO M A LUM
V ENCE A L M A L C ON EL BIEN
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