Orientaciones - Formadores de Vida Universitaria

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ORIENTACIONES

PARA FORMADORES
DE VIDA
UNIVERSITARIA
BERNARDO R ANGEL SADA

1
A LA VICERRECTORÍA DE FORMACIÓN INTEGRAL
¿QUÉ
SIGNIFICA
SER
FORMADOR?

5
El barro recibe la forma de las manos del alfarero.
Todo barro tiene que pasar por un proceso donde
se mezcla, se amasa, se lleva al torno y allí toma
la forma de su artista. Participa del artista para
compartir la belleza de su Creador.

UN FORMADOR DE VIDA UNIVERSITARIA TIENE QUE SER


un alma dócil y abierta. Estas dos actitudes son indis-
pensables si se quiere llegar al perfil ideal.
Pero antes de explicar qué es un formador y a qué está
llamado (su identidad y misión), necesitamos tomar como
punto de partida la propia historia. Cada formador parte
de raíces distintas: una familia, una educación, un entor-
no y unas amistades concretas. Puede decirse que todo
formador es una riqueza para los demás y que no hay un
molde en el que podamos encajar la figura perfecta. Pero
sí podemos apuntar, desde la propia historia, a un ideal
común, que es Dios. Más concretamente, Jesús, Dios y
Hombre verdadero, revela al hombre lo que es el propio
hombre1 y le da a conocer su propia historia de la que
surgen todos los rasgos del auténtico formador.

1 Cf. Gaudium et Spes número 22. “Cristo nuestro Señor, Cristo, el nuevo Adán,
en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plena-
mente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación”.

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Desde un punto de vista más humano, formador es aquel que da forma o
que participa en la acción de quien está en un proceso de ser formado. En otras pa-
labras, el formador es agente y motor de quien desea llevar a cabo un proce-
so de crecimiento personal y comunitario. Esto no debe confundirse con la
idea de que las personas que se forman lo hacen mecánicamente, mediante
procesos preestablecidos por personas responsables que los someten a un
cambio inevitable. Partimos de la idea de que cada persona es responsable
de su propia formación y que el formador es agente en cuanto que participa
o acompaña en el proceso de quien quiere crecer y ser mejor persona.

¿QUÉ PODEMOS ESPER A R DE UN FORM A DOR?

Lo primero: un formador es una persona normal, totalmente humana, de


carne y hueso, con virtudes y defectos. Ciertamente, se quiere extraer de
cada formador lo mejor, como cuando se extrae el tesoro de la mina y se
trabaja para que brille y aporte valor.
Se espera la excelencia y el liderazgo, pero ¿cómo entenderlos mejor?
Excelencia, como su etimología lo indica, viene del latín2 excellentia y se re-
fiere a aquel que se eleva. Sería un error interpretar esta elevación como
una superioridad que está por encima de los demás, como quien es perfec-
to, inmaculado y sin defecto alguno. Quien se encumbra lo hace para jalar
a otros hacia arriba, quien es grande inspira grandeza en sus semejantes.
El formador, la formadora, buscarán en todo momento enorgullecerse de
haber sacado de lo oculto los mejores talentos, lo mejor de sí mismos. Ser

2 http://etimologias.dechile.net/?excelencia

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excelentes implica grandes horizontes, implica altura. Se
espera entonces que quien asume esta tarea de formar a
otros vivirá al nivel y pondrá grandes retos para buscar
lo más perfecto, lo más alto, la cumbre en conocimientos,
actitudes y relaciones humanas.
Excelencia también es sinónimo de integridad. No-
sotros enseñamos la formación integral y por tanto en-
señamos la excelencia. Nuestro quehacer parte de la
concepción del plan bien diseñado, de la tarea bien he-
cha y del arte de buscar la calidad óptima en cualquier
actividad personal o comunitaria. Ser excelentes para
inspirar excelencia. Ser íntegro para arrastrar a vivir la
integridad.
Por otro lado, ser líder. Un líder es aquel que influye
en otros. Ser líder al estilo Anáhuac es influir e impactar
en nuestros semejantes para buscar el bien común. En
otras palabras, el liderazgo en el mundo tiene que ver con
la dominación, el poder, la autoridad y la capacidad de
arrastre; sin embargo, ser líder de acción positiva (como
lo señala nuestra Universidad) tiene que ver más con la
transformación, el servicio y la capacidad de impacto en
el entorno inmediato.
Un formador es consciente de lo que tiene entre ma-
nos: la educación y el desarrollo de estudiantes, de perso-
nas con nombre y apellido, que aspiran a un título univer-
sitario. Si quiere impactar en ellos, reconoce una misión
grande, una misión que hasta lo supera. Para estar a la
altura (para ser excelente), se ocupará de formarse a tra-
vés del autoconocimiento, el desarrollo de habilidades

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interpersonales y la autoconciencia de su responsabili-
dad con México y con el mundo. El formador nace y se
hace líder. Nace líder y por eso su ilusión de ser coordi-
nador en programas estudiantiles o profesor en aula; se
hace líder porque vive en un continuo proceso de cre-
cimiento personal. El formador se ocupa de ser íntegro
antes de ser promotor de la formación integral.

L A FORM ACIÓN INTEGR A L


COMO HILO CONDUC TOR

Cada uno de nosotros es agente y embajador de esta


buena noticia: la formación integral de líderes de acción
positiva. Somos una comunidad porque participamos de
una identidad individual y común. No somos un simple
colectivo. Ni siquiera podemos considerarnos un mero
equipo de trabajo. Si somos comunidad, lo somos por-
que partimos de la base de una misión común que surge
de historias personales muy variadas. Si fuéramos un
equipo, entonces nos enfocaríamos en tareas y objetivos
comunes. Pero si vamos más allá de las tareas y objeti-
vos, y si nos centramos más en lo que somos que en lo
que hacemos, entonces nos damos cuenta de que somos
personas comprometidas con procesos de desarrollo vir-
tuoso y que esto es mucho más valioso y trascendente
que enfocarnos en tareas grupales o en eventos de vida
universitaria aislados.

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El desarrollo armónico de la persona está en el cora-
zón de nuestro quehacer y de nuestro modelo formativo.
Por eso, nuestra Vicerrectoría no se compone de coordina-
dores, tiene formadores. Nuestra vicerrectoría es comunidad
de formadores.
La formación integral consiste en desarrollar armó-
nicamente a las personas para detonar procesos de cre-
cimiento individual y colectivo en los ámbitos espiritual,
humano, social, intelectual y profesional. La persona es
un todo y sería poco afortunado querer colocar en com-
partimentos esta formación. Sin embargo, para efectos
pedagógicos, se describen los cinco ámbitos para facili-
tar nuestro entendimiento y nuestra comprensión de las
áreas más relevantes y que no pueden faltar al momento
de trabajar con las personas en nuestros programas y en
nuestro entorno.

El desarrollo armónico de la
persona está en el corazón de
nuestro quehacer y de nuestro
modelo formativo

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Te invito a que tú mismo asumas el reto y el compromiso
de formarte en cada uno de estos aspectos para que tu vida se
conduzca armónicamente.
También te animo a que pienses en el ideal que te inspirará
a buscar tu propio crecimiento personal. Cuando yo pienso en
un ideal, no me imagino un modelo teórico o una meta inalcan-
zable. Cuando pienso en un ideal, te presento a Jesucristo como
modelo de vida y te invito a conocerlo y a tenerlo como el mejor
aliado, junto al Espíritu Santo. No temas dejarlos entrar en tu
vida. No te arrepentirás de tenerlos como los mejores compa-
ñeros en tu aventura como educador. Deja que te modelen, deja
que ellos sean el alfarero de tu vida y ya verás los resultados.

DIMENSIONES DE L A FORM ACIÓN


DEL FORM A DOR

Toda persona que se toma en serio la vida sabe que esta se vive
una sola vez. A lo largo de nuestro caminar, nos encontramos
con experiencias únicas e irrepetibles que van forjando nues-
tro carácter y nuestra personalidad. Cada vivencia nos hace
ser lo que somos, cada persona nos marca, cada acontecimien-
to nos configura en nuestro ser completo. Pensar dividir en
áreas o dimensiones este impacto sería ingenuo, ya que somos
un todo. Sin embargo, para efectos didácticos, es común que
nos encontremos con al menos cinco áreas de formación que
son como compartimentos o ámbitos de desarrollo integral:

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DIMENSIÓN ESPIRITUAL. Todo hombre busca la
trascendencia y, si es religioso, tiende a Dios como
ser Absoluto e infinito. Su búsqueda de Dios es una
aventura por encontrar en Él, el propio significado. El
formador católico se identifica con Jesucristo y quiere
ser miembro de la Iglesia, comunidad en la que se
inserta para caminar por esta vida rumbo a su destino
final, el Cielo.

DIMENSIÓN HUMANA. Somos alma y cuerpo, espíritus


encarnados. La base de cualquier trabajo espiritual
radica en la forja de una personalidad bien lograda. En
este ámbito, se reconoce un temperamento originado
en el propio ADN; un carácter que resulta de conductas,
hábitos y vida virtuosa; y una personalidad que es la
suma de nuestro temperamento y nuestro carácter.
Asimismo, se trabaja en el adecuado uso de la libertad,
que consiste en elegir el bien mayor, y en la formación
de una conciencia delicada, guía del obrar recto y
honesto, que ilumina nuestra inteligencia y mueve
nuestra voluntad hacia el bien. Se toma en cuenta,
además, nuestro equilibrio vital entre trabajo, descanso,
deporte, recreación y amor por el arte y la cultura.

DIMENSIÓN INTELECTUAL. En este aspecto se revisa


no solamente la trayectoria académica personal, sino
la capacidad de análisis, síntesis, estructura mental
y juicio práctico. También se toma en consideración

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el desarrollo de hábitos de estudio, reflexión lógica y
capacidad argumentativa-racional.

DIMENSIÓN PROFESIONAL. Como formadores, estamos


llamados a ejercer una profesión y a prepararnos lo
mejor posible para salir al mundo con una carrera
profesional y, de ser posible, con estudios de posgrado.
Quien es laico(a), se forma para participar activamente
en la empresa, la política o la academia; quien es
religioso(a) se preparar en la filosofía, las humanidades,
la teología y las ciencias religiosas afines con miras
a brindar un servicio a la sociedad desde su aporte
específico como persona consagrada a Dios.

DIMENSIÓN SOCIAL. No menos importante es nuestra


condición de prójimo, es decir, de personas cercanas a
nuestros semejantes, atentos a salir al encuentro de cada
uno en sus necesidades. De manera especial, se pone
atención a nuestra capacidad de hacer voluntariado
y emprender proyectos sociales que transformen
las estructuras sociales de desigualdad económica,
pobreza, marginación y precariedad. Un buen formador
se preocupa por ser una persona cercana que sale al
encuentro de los más necesitados y que imbuye a sus
semejantes de una genuina conciencia, compromiso y
responsabilidad social.

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Á MBITOS DE FORM ACIÓN

En primer lugar, un formador de vida universitaria desarrolla habilidades


gerenciales y de gestión. Aprende el arte de aprovechar su tiempo como don y
talento. Es organizado, programado y sabe trabajar por prioridades con una
estrategia clara y directa. Planea, organiza, integra, dirige y evalúa su traba-
jo, sus proyectos y los procesos formativos. Desarrolla habilidades de traba-
jo en equipo y para hablar en público; toma decisiones, comunica y aprende
a ser flexible en un entorno cambiante para lograr los mejores resultados
con creatividad y espíritu de innovación. Emprende y motiva a otros a per-
seguir los ideales; delega y supervisa para desarrollar a las personas a su
cuidado.
En segundo lugar, el formador sabe acompañar. Aprende lo que significa
ser un orientador desde la escucha activa, interesada y empática de quien le
descubre su interior para ir a su lado en el camino de la vida.
Tercero, el formador se forma líder espiritual. Su amor a Dios se contagia
de forma natural y convincente, porque ha sido testigo que predica con su
propio testimonio. Te recomiendo que experimentes, te nutras y participes
de la espiritualidad del Regnum Christi como carisma del que emana nues-
tra misión.
En cuarto lugar, quien tiene la tarea de guiar se forja humana y social-
mente como un líder de acción positiva mediante la inteligencia emocional,
la asertividad, el carácter bien formado y la ecuanimidad. Cada uno ha de
buscar herramientas para formar una personalidad rica y equilibrada que
arrastre a otros a querer ser personas de bien, con capacidad de influjo e im-
pacto en su entorno inmediato y en la sociedad.
Asimismo, el formador de vida universitaria posee una profunda forma-
ción humanística, esto es, una sólida estructura antropológica, ética, crítica
(gnoseológica) y teológica que le ayuda a conocer quién es la persona que

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forma, cuáles son las bases del correcto actuar humano, cómo encontrar la
verdad y los principios universales, y cuál es su destino y su fin último en re-
lación con la trascendencia y el Ser Trascendente que es Dios, en un hondo
diálogo entre la ciencia y la fe y en un aprecio por la historia de las civiliza-
ciones que le dan perspectiva y amplían sus horizontes, especialmente el de
la propia razón iluminada por la fe.

FORM ACIÓN INTEGR A DOR A

Como el arte de armonizar una orquesta, el formador es quien lleva la batu-


ta para hacer que cada uno saque a relucir lo mejor de sí mismo, sus talentos
y habilidades más profundas, su carácter y personalidad logradas.
El trabajo de un formador es oculto, muchas veces ingrato; el formador
lo da todo, no como quien es un asalariado, sino como pastor que va unas
veces al frente, otras veces detrás y otras más en medio de su gente. Así des-
cribe el Papa Francisco a quien tiene la labor de pastorear, llegando incluso
a decir que hay que “oler a oveja”. Ciertamente, esto no significa que un for-
mador confunda su rol: es decir, quien educa, acompaña; es empático, pero
también entiende que juega un papel distinto, más allá de “un amigo más”,
pero siendo realmente el amigo para el otro. Esto es un verdadero arte, por-
que quien lleva las riendas de grupos estudiantiles, de alumnos universita-
rios o hasta de grupos de maestros o equipos de trabajo administrativo, co-
bra conciencia de que su rol principal es integrar el ser amigo y compañero
con el ser pastor, guía y líder.
Quien integra su rol también tiene integrada su vida. Esto no significa
que se convierta en una persona perfecta o en un referente inmaculado.
Más bien, implica ser congruente, consciente de las propias limitaciones,

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pero siempre con la actitud de quien se esfuerza por cre-
cer y desarrollarse en todos los ámbitos de su persona y
de su ser en relación con otros, inmerso en una comu-
nidad. El formador no es una isla y tampoco es un pun-
to autorreferenciado, pero sí puede ser luz del faro que
brilla en la tormenta para acercar a puerto seguro a las
personas a su cuidado. Él será consciente de que la luz
no es propia, sino que es más bien canal que comunica
una fuente de luz nítida para llevar esperanza. Muchas
veces no será la única fuente de luz, sino que hará equi-
po con otros formadores para lograr el cometido de la
formación integral.
El proceso de integrar lo mejor de sí mismo implica
muchas veces una purificación personal: llevar una vida
virtuosa, dejar vicios a un lado y dejar que reluzca el bri-
llo de la coherencia y la integridad. Sí, quizá no te habías
dado cuenta, pero te has embarcado en una empresa úni-
ca que tal vez no te ofrecen otros puestos laborales: estás
en una misión que te exige ser para luego hacer y no al re-
vés, misión que exige amplitud de miras, magnanimidad
de corazón y exigencia personal día con día.

AU TOFORM ACIÓN COMO PUNTO DE PA RTIDA

Cuando buscamos la formación de las personas y cuan-


do seleccionamos formadores, partimos del entendi-
miento de que cada quien es responsable de su propia

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formación y de que cualquier grado de exigencia viene del propio interior.
La misma etapa universitaria exige esto, ya que en los primeros estadios
de educación elemental y secundaria figuraron otros medios externos que
abrieron la puerta a la formación de hábitos. En nuestro caso, partimos de
que un proceso de selección de formadores es atinado si se considera a aque-
llas personas que buscan su propio crecimiento personal, porque son estas
personas las primeras en exigirse a sí mismas para luego exigir a quienes
están a su cuidado.
Un formador será impulsor, pero jamás será una camisa de fuerza o un
gendarme. Partiendo de la base de la confianza y del respeto a la libertad, se
exige, se acompaña, se educa.

H AS TA L A CIM A

El tiempo que un formador dedica, la entrega generosa que hace de su ser


y el amor con el que se dona, son elementos esenciales que suman al punto
anterior. El formador tiene la conciencia de que es responsable de su pro-
pia formación para construir con sentido y para forjar su proyecto de vida
con carácter. Y es que, en la labor de la propia formación, si se quiere llegar
hasta la cima de los ideales logrados, se avanza o se retrocede. Nada es in-
diferente, todo importa: cada acto, cada gesto, cada determinación y cada
actitud le suman o le restan a su persona y a su quehacer. Lo interesante
del proceso formativo es que todo forma, todo comunica y todo logra el hábito
positivo (virtud) o el hábito negativo (vicio).
¿Dónde estoy en mi camino a la cima? Esto no quiere decir que el for-
mador solo quiera la cima del éxito o de la autorrealización, sino que llega
a la cima de la satisfacción de la tarea bien hecha, de la consolidación de

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su persona y de su ser que trasciende en el otro a quien
dedica su tiempo en la apasionante tarea de formar. Se
llega a la cima en la medida en que el formador se abaja,
se hace humilde, se pone a servir. Es cierto que uno en la
vida busca distinciones, menciones, puestos en los cuales
sentirse pleno y con aporte a la sociedad, pero esto no es
el fin y mucho menos la cima. Quien aspira a grandes
horizontes, a nuevas fronteras y a ideales profundos es
porque se conoce, se autorregula desde su libertad inte-
rior y su autonomía… y esto le aporta los elementos ne-
cesarios para ser empático y colaborar. De acuerdo con
nuestro carisma, nos capacitamos para trascender en la
formación de líderes y para lograr programas y equipos
de personas que desarrollen comunidades y ambientes
que propicien los cambios ascendentes, iniciativas trans-
formadoras y experiencias significativas.
Te animo a seguir descubriendo la cima a la que es-
tás llamado a llegar, acompañados unos de otros, pues
somos comunidad de formadores, comunidad Anáhuac,
siempre en camino ascendente para formar líderes de
acción positiva.

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20
ESPIRITUALIDAD
E IDENTIDAD
CATÓLICA

21
A CONTINUACIÓN, ABORDAREMOS LO QUE SE ESPERA
de nuestra formación espiritual. Si bien muchos de noso-
tros no trabajamos directamente en Pastoral, creo que es
importante compartirles mi visión de los medios espiri-
tuales con los que contamos en la Universidad Anáhuac
México, así como de las líneas sencillas que nos permi-
ten ser personas más cercanas a Dios.
El molde humano en el cual trabajamos nuestra vida
de fe es frágil. Sin embargo, puede hacerse fuerte cuan-
do se cuenta con el gran aliado en nuestro trabajo: Dios
Nuestro Señor. La Universidad nos ofrece una oportuni-
dad increíble para desarrollar todos nuestros talentos al
servicio de una misión apasionante: formar líderes para
la transformación de la sociedad.

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Nuestra formación espiritual es un camino. Cada
uno, cada una, lo recorreremos de manera distinta, a rit-
mos distintos. Jesús es nuestro Camino y si en nuestro
itinerario espiritual aún no contamos con esta certeza,
nunca es tarde para comenzar a andar.
La vida espiritual del formador es como una planta.
Dios siembra la semilla de su Palabra en nosotros. Casi
sin darnos cuenta, nos encontramos trabajando en una
universidad de identidad católica del Regnum Christi.
Se nos ofrecen una espiritualidad y unos medios para
que la semilla germine y crezca hasta florecer y dar fru-
to en nosotros y en las personas que nos rodean. Sin
embargo, esta no crece sola. Requiere del agua de la
gracia y del trabajo diario que consiste en deshierbar,
fertilizar, cuidar, proteger y permitir que la luz divina
entre en contacto con el propio interior, con nuestro co-
razón.

Nuestra formación
espiritual es un camino

23
Podríamos decir que la identidad católica de noso-
tros como formadores y formadoras toca lo más íntimo,
nuestro corazón. Ese santuario es inviolable, es muy
personal y sagrado. Allí están únicamente Dios y uno
mismo. ¿Qué mayor oportunidad que darse el espacio
durante nuestro tiempo de formadores para adentrarnos
y allí entablar una relación abierta, espontánea, libre y
sincera de nuestra alma con el Señor?

LO HUM A NO DA FORM A A LO ESPIRIT UA L

Aunque ya lo analizaré en otro momento, cuando pro-


fundice en el tema de la formación humana de nuestros
formadores de Vida Universitaria, me parece esencial
que tengamos como punto de partida el principio de que
cualquier trabajo espiritual requiere una estructura hu-
mana (psíquica, racional, emocional, volitiva y afectiva)
trabajada con base en valores y virtudes. Es cierto que
Dios puede suplir con su gracia las carencias humanas,
pero de ordinario es importante contar con hábitos cla-
ve, como un carácter y conciencia rectamente formados
y una voluntad fuerte. Esto podría espantar a algunos,
pues ¿quién puede jactarse de sentirse plenamente for-
mado? Mi recomendación es que trabajemos en tiempo
presente lo que hay que trabajar y confiemos plenamente
en que Dios hará su trabajo en nosotros para que demos
lo mejor en el mejor momento.

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¿CUÁ L ES EL FIN DE L A FORM ACIÓN
ESPIRIT UA L Y CON QUÉ MEDIOS
CONTA MOS ?

Para dar respuesta a esta pregunta, es necesario partir


del inicio. Todo camino parte de un llamado. Por tanto,
la vida espiritual no es solo iniciativa propia, sino ilu-
sión de Dios en nosotros que nos siembra el anhelo de
Él y de vida eterna. Nuestro deseo de felicidad parte de
Dios, porque Él quiere que seamos plenos y que reali-
cemos nuestras vidas desde un plan perfecto. Fuimos
diseñados para cumplir una misión en este mundo y
trascender de muchas maneras. Este es el llamado que
va acompañado de un diseño. Podríamos decir que den-
tro de nosotros existe un gen espiritual, algo así como
un código inscrito por el cual tenemos sed de lo infinito,
ilusión por Dios. Es cierto que hacia afuera no siempre
se siente este deseo, pero muy dentro de nosotros, si nos
atrevemos a escucharnos en lo más profundo, encon-
traremos una voz que nos reclama para sí. Parecería el
eco en el abismo de nuestro ser, pero es esa voz que nos
invita, que nos llama sin violentar. Si creemos en esto,
nos daremos cuenta de que la vida interior es dinámica
por iniciativa divina: hay una voz que nos llama, que nos
interpela y nos señala el inicio de una aventura a la que
estamos invitados a participar.
Dicho de otro modo, el fin del camino es la Palabra
que emite esa voz que nos llama. Jesús es Palabra viva
y Verbo del Padre, que con el Espíritu Santo nos invita

25
a accionar nuestros resortes interiores para emprender y
andar con seguridad. Jesús nos equipa con las virtudes teo-
logales: la fe, la esperanza y la caridad. De este modo, no
vamos solos, sino que recibimos la capacidad de ver, de con-
fiar y de amar como señales a lo largo del camino que nos
indican nuestro destino final: el Cielo.
El andar no es fácil, pues a veces cansa. Para eso, reci-
bimos la oportunidad de formar hábitos buenos (virtudes)
que hacen el camino llevadero. Como brújula espiritual,
nos guían las cuatro virtudes cardinales: la prudencia, la
justicia, la fortaleza y la templanza. Estas sí dependen de
nosotros y en la medida en que las practicamos, orientamos
mejor nuestra vida. Por la prudencia, nuestra inteligencia
escoge los medios más pertinentes y necesarios de cara a
nuestro último fin; por la justicia, daremos a los demás lo
que les pertenece y lo que es debido, lo cual permite orden
y paz; por la fortaleza andamos tras el bien difícil, sin dete-
nernos por miedo, soportando las adversidades, dificultades
y enfermedades… y mirando nuestras convicciones que nos
permiten emprender cosas grandes con perseverancia; fi-
nalmente, por la templanza disfrutamos de los placeres con
moderación y sobriedad e incluso nos permite moderar la
ira por medio de la mansedumbre y el deseo de la excelencia
desmedida con humildad, trayendo en nosotros una armo-
nía y equilibrio que residen en Dios.3

3 Cf. Las virtudes morales o cardinales. En: https://es.catholic.net/op/articu-


los/2585/cat/69/las-virtudes-morales-o-cardinales.html#modal (acceso el día 11
de abril de 2020).

26
Los siete sacramentos nos
acompañarán todos los días de
nuestra vida y son potenciadores
en nuestro caminar

¿ E XIS TE A LGÚN MODELO DE VIDA ESPIRIT UA L


EN L A IGLESIA CATÓLICA? ¿ H AY A LGÚN CA MINO
DE PERFECCIÓN?

La vida espiritual se clasifica básicamente en ascesis y mística. Por la ascesis,


trabajamos arduamente para edificar sobre roca nuestra vida espiritual, te-
niendo cuidado de no ir a la deriva o no construir sobre arena. Por la ascesis,
buscamos que la piedra angular de nuestra vida espiritual sea Jesucristo.
Por la mística, somos receptores de la gracia de Dios que actúa en nosotros.
Varios autores4 coinciden en que hay que dar cabida tanto a la ascesis como
a la mística, es decir, que seamos conscientes de que nuestro edificio espiri-
tual contenga una dosis importante de esfuerzo personal pero también una

4 Pueden leerse autores clásicos que son ejemplo de perfección cristiana, como Antonio Royo Marín o
Adolphe Tanquerey.

27
fuerte dosis de confianza en la acción de Dios en noso-
tros. Por un lado, “a Dios rogando y con el mazo dando”;
por otro lado, ser conscientes de que podríamos estar lu-
chando durante mucho tiempo contra una dificultad y
que en cualquier momento Dios nos dará la gracia para
superar dicho obstáculo o para llegar a una situación de
bonanza después de larga lucha.
Santa Teresita de Jesús decía que el camino más rá-
pido hacia Dios era como un ascensor divino, ya que
muchas veces nuestra pequeñez hacía difícil subir la es-
calera hacia él. Ella afirmó que dejándonos abrazar por
Jesús y haciéndonos cada vez más pequeños, es como po-
dríamos subir hacia Él y que de hecho Jesús mismo era
su ascensor en su vida espiritual.5
Otros autores han pensado que no hay camino para
llegar a Dios, sino que la vida espiritual se trata de un
abismo al cual debemos saltar, por no decir adentrarnos,
con la seguridad de que allí nos espera nuestro Creador,
Padre, Señor y Maestro. Dios es infinito y somos seme-
janza e imagen suya, en la medida que descubrimos
nuestra sed de infinito.
Jesús es el Camino y con su venida al mundo comen-
zó una nueva época. Él es Dios y a lo largo del Antiguo
Testamento leemos cómo la Trinidad prepara al pueblo
de Israel sacándolos de la esclavitud de Egipto y acompa-

5 El signo de la libertad. En: http://elsignodelalibertad.blogspot.com/2010/12/


teresita-de-lisieux-el-ascensor-divino.html

28
ñándolos en el desierto hasta que llegaron a la Tierra Pro-
metida. Jesús, en el Nuevo Testamento, nos hace ver que el
Pueblo de Israel era figura de la Iglesia, nuevo Pueblo de
Dios, que somos todos nosotros.
Jesús pasa por este mundo, resucita y asciende al Cielo,
pero no nos deja solos. El Padre y Él nos dejan al Espíritu
Santo y nos dejan los sacramentos como signos sensibles
instituidos durante la vida de Jesús para transmitirnos la
gracia que tanto necesitamos todos los días para ser mejo-
res personas. Los siete sacramentos (bautismo, confirma-
ción, confesión, eucaristía, orden sacerdotal, matrimonio
y unción de los enfermos) nos acompañarán todos los días
de nuestra vida (en nosotros o por medio de otros) y son
potenciadores en nuestro caminar: el bautismo nos hace
hijos de Dios; la confirmación nos hace recios en nuestra
fe; la confesión nos transmite el perdón y la misericordia;
la eucaristía es el alimento del camino que es Jesús mismo
entre nosotros; el orden y el matrimonio son vocaciones
complementarias y necesarias para ser Iglesia; y la unción
nos ayuda en la enfermedad y nos prepara para bien mo-
rir. Quizá ya lo sabíamos, pero no he querido dejarlo pa-
sar porque en nuestra Universidad tenemos esto a nuestro
alcance –sobre todo la confesión y la eucaristía– práctica-
mente todos los días con la ayuda de nuestros sacerdotes
legionarios de Cristo.
También es cierto que un camino seguro para llegar
al Cielo consiste en cumplir los mandamientos. Jesús hizo
nuevas todas las cosas y los resumió en amor: a Dios, al
prójimo y a nosotros mismos. En la medida en que vivimos

29
los mandamientos no como prohibiciones sino desde esta nueva clave, en-
tonces comprenderemos mejor de qué se trata el cristianismo: de personas
libres, felices y capaces de afrontar sacrificios y adversidades como si fueran
ya ciudadanos del Cielo en la Tierra. Es difícil vivirlos, pero no imposible.
Jesús no vino a llamar y a salvar solo a la gente justa, sino a todos noso-
tros, la gente ordinaria y pecadora que buscamos ser personas de bien y que
nos esforzamos por trascender en este mundo. Eso nos tiene que dar con-
fianza y energía suficiente para adentrarnos en una vida espiritual seglar a
nuestro alcance, sin falsos misticismos, sin estereotipos inaccesibles. Estoy
convencido de que ustedes, como formadores de Vida Universitaria, desde
su alegría y compromiso diario podrán vivir una profunda y auténtica vida
espiritual, y que la energía humana para hacer un cambio brotará de un
espíritu sencillo unido a Dios desde su ser laico, “personas de a pie”, jóvenes
felices y plenos.

M ÁS QUE CUMPLIR , SE TR ATA


DE UN A REL ACIÓN PERSON A L
Y COMUNITA RIA CON DIOS Y NUES TRO PRÓJIMO

Nuestra vida espiritual no puede quedarse en “cumplir” los mandamientos.


El joven rico los cumplió, Nicodemo vivió la ley pero posiblemente sin liber-
tad. A ambos les faltó algo, les faltó la relación.
En una cultura como la nuestra, todo se mide por la racionalidad, es
decir, por lo que objetivamente me sirve, me nace y me importa porque le
hace sentido a mi razón. Pero quizás el mundo cambie si tenemos un nuevo
paradigma, una nueva forma de tomar decisiones. Me refiero a partir de la
racionalidad y complementarla con la “relacionalidad”.

30
Somos seres en relación, no somos islas. El ser humano está diseñado
para vivir en sociedad. En sociedad nos complementamos. Pero solo nos
completaremos como seres humanos y como sociedad si llevamos la rela-
ción horizontal entre nosotros (relación fraterna) a una relación vertical con
Dios (con un Padre común de todos nosotros, hermanos), ya que de otra
forma ¡quedaríamos huérfanos, siendo hermanos sin un Padre común! Esta
relación comunitaria espiritual es la Iglesia (a nivel sociedad, a nivel fami-
lia), pero existe otra relación espiritual personal e íntima que llevamos a
cabo cuando hacemos oración auténtica, cuando le abrimos la ventana del
alma a Dios.
Mi sobrino dice que su palabra favorita en inglés es window porque le
permite ver cosas. La oración es esa ventana que le abrimos a Dios para que
nos entre luz, para que se renueve el aire del interior y para poder ver lo que
encerrados no vemos. La oración es abrirnos a Dios, es escucharlo y dejar
que nos hable a su manera. Es iniciativa nuestra pero también de Dios.
A Dios lo podemos tratar de muchas maneras: como creador, como re-
dentor, como santificador, como padre, como madre, como Señor, como
amigo, como esposo, como maestro, como consolador, como luz, como fue-
go. Cada uno, desde nuestra experiencia, podrá referirse a Él como guste.
Es bueno reflexionar cómo se nos ha revelado en la Sagrada Escritura, los
nombres que le gustan y las facetas que nos hacen ver cómo es Él.
Es bueno dedicar tiempo a la lectura de vidas de santos, porque nos re-
velan cómo una persona ordinaria llevó su relación con Dios de forma ex-
traordinaria: cómo dedicaba el tiempo personal al diálogo con el Señor y a
la atención a sus semejantes, en los que Dios se esconde.
La oración cambia el curso de nuestras vidas e impacta en todas ellas.
La oración de los formadores impacta también en toda la comunidad uni-
versitaria. El formador es líder piadoso y comunica con ingenio y adapta-
do a circunstancia el tesoro y la perla preciosa que ha descubierto en su

31
Tenemos mucho por hacer,
no pienses que ya está
todo hecho

sagrario íntimo y personal. Dedica tiempo a orar, pero sabe armonizarlo


con sus responsabilidades en la casa y la oficina. Algunos quisieran tener
más tiempo para la oración piadosa, algunos otros quizás no se sientan al
nivel. Sea cual sea tu caso, te recomiendo que empieces a tu ritmo y que bus-
ques un guía espiritual que te acompañe en tu itinerario hacia el encuentro
con la persona de Dios.

MEDIOS DE VIDA ESPIRIT UA L

Existen muchas obras, libros, actividades y carismas de vida espiritual que


ofrece la Iglesia y sus diferentes grupos con los que puedes enriquecer tu
vida espiritual. En particular, no olvides que la Universidad Anáhuac Mé-
xico es una obra del Regnum Christi y puedes aprovechar su espiritualidad,
actividades formativas y apostolados para ser parte de esta comunidad y de
su patrimonio espiritual. Te invito a que conozcas el Regnum Christi y que
si te sientes llamado(a) a formar parte de él, te acerques con los encargados
de las secciones que tenemos en la Universidad, que trabajan de la mano de

32
nuestro equipo de Pastoral Universitaria. El Regnum Christi está abier-
to a todos.
Además de la oración en sus diversas expresiones (vocal, mental,
individual, comunitaria), puedes participar de la misa, actividades li-
túrgicas, del coro y de las actividades pastorales que se ofrecen. Incluso
puedes proponer llevar a cabo experiencias de vida espiritual con tus
alumnos o en la Comunidad Universitaria: tenemos mucho por hacer,
no pienses que ya está todo hecho.
De la manera que creas que mejor convenga, te invito a enriquecer
tu propia vida interior y a hacer presente la experiencia espiritual, di-
mensión de nuestra formación integral, donde creas que puedes apor-
tar algo. Dejo esta idea muy abierta a la imaginación de cada quien,
pues soy consciente que cada uno, cada una, puede ser muy original,
de acuerdo con sus propios talentos, en la forma de ofrecer actividades
y medios espirituales en la comunidad, e incluso a evangelizar en “las
periferias” a las que se refiere el Papa Francisco. Él nos invita a escu-
char, discernir, acompañar y formar a nuestros jóvenes.

L A FE SIN OBR AS ES FA LSA


¿Quieres saber si tu vida de oración tiene efecto? Mídete por tu caridad
hacia el prójimo. San Pablo decía “Si no tengo amor, nada soy” (1 Corin-
tios 13). Más aún ¿quieres saber si tienes fe? Si la fe no tiene obras, está
muerta (Santiago, 2, 17).
Por otro lado, podemos hacer muchas obras sin la fe… entonces
¿cómo integramos fe y obras? Ese es el difícil equilibrio, el arte y la
batalla de todos los días. Porque si bien no somos perfectos, queremos
hacer una diferencia en este mundo: la haremos con Dios, no la hare-

33
mos sin Él, pero también podríamos querer hacerla sin Él y no dar-
nos cuenta.
Los formadores tenemos que distinguirnos por un espíritu de co-
munidad, como la de los primeros cristianos de quienes se decía “Mi-
rad cómo se aman”. Somos humanos y siempre estará la tentación de
creernos mejores o de competir entre nosotros por hacer la mejor ac-
tividad. Te invito a que siempre tengas presentes dos palabras: com-
petencia y colaboración. Saber hacer las cosas para lograr sinergias y
alianzas, haciendo lo que te compete, en las funciones que te tocan,
pero también saliendo al paso porque el triunfo de uno es triunfo de
todos; el fracaso de uno es fracaso de todos. Somos la Vicerrectoría
de Formación Integral y somos comunidad de formadores. La me-
jor expresión de la comunidad será nuestra caridad, que no es teoría
sino práctica concreta en el día a día de quien sabe cooperar, salir al
paso, acompañar, empatizar, coachear a las nuevas generaciones de
formadores y, sobre todo, buscar que se cumpla el ideal de formación
integral para todos y de comunidad al servicio de México y, por qué
no, de Dios, de la Iglesia y del Regnum Christi.
La vida espiritual es un itinerario muy personal de cada uno;
estás invitado(a) a emprenderlo, como cuando pones en marcha un
negocio, porque, de hecho, el gran negocio de nuestras vidas es ser
santos, santos de a pie, felices y plenos, que transmiten una alegría
que tiene fondo, que abre la ventana a Dios y que llega a todos aque-
llos con quienes nos encontramos. Mucha suerte en tu camino espiri-
tual. Dios va contigo, Él es tu fuerza y la Virgen te acompañará. En tu
camino descubrirás muchos medios, muchas experiencias valiosas:
atesóralas pues forman parte del regalo que Dios te hace al invitarte
a ser parte de nuestro equipo.

34
EL FORMADOR:
PERSPECTIVA
DE LIDERAZGO
INTEGRAL
Y DE GESTIÓN

35
SOBRE ESTE TEMA, QUIERO OFRECERLES ALGUNAS
ideas de lo que creo que consolida nuestra vocación de
facilitadores en la formación de los jóvenes y de la Comu-
nidad Universitaria en su conjunto.
Hemos reflexionado sobre nuestra formación inte-
gral y sobre nuestra identidad católica y vida espiritual.
Si queremos cumplir nuestra misión, tenemos una tarea
importante delante de nosotros: debemos ejercer desde
un liderazgo humano e integral, sello de autenticidad y
de capacidad para influir y sembrar semillas de transfor-
mación en las personas de nuestra comunidad.

36
LIDER A ZGO INTEGR A L

En mis seis años como vicerrector de Formación Integral, he podido cons-


tatar que el puesto no hace al líder. En otras palabras, has sido seleccionado
para ser un coordinador, una coordinadora de Vida Universitaria o un profe-
sor(a) o formador(a) que acompaña. Quizás incluso eres director(a) de área
o desempeñes algún otro puesto secretarial, administrativo o de asistente.
Sea cual sea tu función en esta vicerrectoría, estás llamado(a) a ejercer un
influjo para fomentar el bien común.
Nuestro equipo de investigación de la planeación estratégica definió li-
derazgo de acción positiva de la siguiente manera:

El líder de acción positiva es quien, comprometido con el bien y la verdad,


consciente del entorno, ejerce su vocación de servicio inspirando y trans-
formando a otras personas, con una visión trascendente en pro del bien
común.6

El liderazgo exige en primer lugar compromiso. En una cultura en la que


es más fácil decir “con permiso”, escuchas esta palabra que genera cierta
incomodidad. Posiblemente te rete o te motive. Sea como sea, si queremos
hacer un cambio, si queremos transformar nuestro entorno, allí está la cla-
ve. Comprometernos con el bien, comprometernos a favor de la verdad.
En segundo lugar, el liderazgo exige estar conscientes de nuestro entorno.
Sinceramente, un líder no puede existir sin personas a su alrededor. No tie-
ne sentido sin su gente. Pero no solo eso, un líder que no es sensible en su

6 Documento elaborado por el Equipo de Investigación en Liderazgo de Acción Positiva (Mtro. Antonio Al-
drette, Dra. Marcela de la Sota Riva, Dra. Nancy Picazo Villaseñor, Mtro. Edgar Martínez Chávez, Mtro.
Adrián Ruiz de Chávez y Lic. Mariana Calleja Martínez).

37
entorno social, cultural, económico y político, un líder que no es sensible a
su entorno más inmediato (la gente con la que vive, su familia, la gente con
la que trabaja, sus compañeros, las personas a las que atiende, sus alumnos
o cualquiera que presente ante él) pierde ese estilo de ser Anáhuac. En cam-
bio, una persona que es empática, que toma en cuenta las opiniones de sus
semejantes, que procura vencer el mal con el bien, podemos considerar que
va en el camino y en la orientación adecuados.
En tercer lugar, un formador sirve y allí está la clave de su “ascendiente”.7
En el servicio está lo mejor de nosotros mismos: dejamos nuestro tiempo en
otros, procuramos su felicidad. En el servicio trascendemos. Parece que ser-
vir es esconderse y humillarse, pero esta es la lógica de los grandes.
El liderazgo de acción positiva no tendría sentido sin la formación inte-
gral. El equipo de Formación Integral y nuestro rector, el doctor Cipriano
Sánchez, L.C., nos ofrecieron una definición muy valiosa:

Formación integral es el resultado de la armonización de los conocimien-


tos, hábitos, procesos y experiencias de vida que contribuyen al enrique-
cimiento y desarrollo gradual y armónico de las facultades, capacidades y
talentos de la persona, para lograr su maduración plena y virtuosa en la
realización individual, comunitaria y trascendente.

7 Entiendo por “ascendiente” el término con el que clásicamente hemos definido que un jefe se vuelve líder.
Tienes ascendiente cuando tu ejemplo motiva a los que te rodean; cuando predicas con el testimonio y
no con las palabras ni con los sermones. Tienes ascendiente cuando esa capacidad de inspiración no te
la da el puesto sino el poder de atracción debido a tu forma de tomar decisiones, hacer equipo, colaborar
y arrastrar a muchos a querer vivir según los valores que te han enseñado. Tienes ascendiente cuando
desde tus propios talentos y personalidad no solo caes bien, sino que eres referente para otros, tanto en la
ética y como en la moral, así como en la forma de hacer atractiva la figura del formador de vida universita-
ria, la figura del profesor y del tutor o mentor.

38
¿Qué podemos concluir de un liderazgo de acción positi-
va en un entorno de formación integral? Podemos apren-
der que si bien se puede nacer siendo líder, también es
posible formarse líder. Este trabajo constituye toda una
vida de aprendizajes, lecciones y un dejarse moldear se-
gún algunos valores esenciales para hacer una vida vir-
tuosa, enriquecida y en desarrollo constante.
Son muchos los ámbitos de nuestra maduración
personal. En la definición de formación integral nos re-
ferimos a facultades, capacidades y talentos. Por facul-
tades entendemos nuestra inteligencia y nuestra volun-
tad, nuestra sensibilidad, nuestra imaginación y nuestra
conciencia, por mencionar las más importantes. Por ca-
pacidades nos referimos a todo ese gran potencial que
tenemos en nuestro interior y que quizás aún no hemos
descubierto. Por talentos quiero hacerte valorar quién
eres tú y lo que estás llamado a aportar en tu entorno:
eres tú y no otra persona; tienes un diseño perfecto para
un propósito (misión) singular y especial entre nosotros.
Estas reflexiones iniciales nos hacen valorar que un
liderazgo integral tiene que ver con 1) nuestro desarro-
llo muy personal, según tiempos únicos y específicos; 2)
nuestra identidad llena de significado: estoy llamado a
aportar lo que nadie más hará en lugar mío; y 3) tengo un
tiempo para hacer rendir mis cualidades y mis talentos,
sin importar el puesto que tenga, con una capacidad de
influjo significativo para sembrar el bien en todos los as-
pectos de mi vida, que son la espiritual, humana, social,
intelectual, cultural y profesional.

39
COMPE TENCIA Y PERTINENCIA

Vale la pena formarse para la misión, vale la pena tener credenciales para la
vida que nos ofrece tantísimas oportunidades.
Siempre he considerado que todo tiempo invertido en la formación es lo
mejor. Mis papás me han insistido que la única herencia (o al menos la más
importante) que me dejarán será mi educación.
Te invito a capacitarte constantemente para vencer la ignorancia, la
comodidad y la pasividad. Tenemos una vida y la queremos vivir bien. ¿Te
sientes hoy preparado(a) para afrontar los retos del mundo de hoy? ¿Te das
cuenta de que hoy compites en un mundo interconectado que ha roto las
barreras por medio de la tecnología digital? ¿Cómo quieres presentarte ante
el mundo: como alguien que siempre se ha esforzado por ampliar los hori-
zontes de su razón y de su creatividad o cómo alguien que ya no crece, que
ya no se capacita porque se siente demasiado seguro en lo que dice que sabe
(aunque en realidad quién sabe si sabe)?

H A BILIDA DES SOCIA LES

De nada sirve una altísima formación intelectual si nuestro carácter y mane-


ra de relacionarnos cierra las puertas a las personas que nos rodean. ¿Te has
preguntado cómo eres, cómo te perciben las personas que te rodean? Aquí
no se trata de ser popular, sino de ser auténtico y a la vez carismático. Es cier-
to que hay personas que son más sistemáticas que carismáticas: que cada
quien aporte sus talentos con base en su personalidad. Pero la personalidad
no quita que busquemos armonizar nuestra orientación a la tarea con nues-
tro enfoque a las relaciones humanas.

40
¿Te sientes hoy preparado(a)
para afrontar los retos
del mundo de hoy?

No somos islas y si queremos ser una comunidad de formadores, reque-


rimos echar mano de estas habilidades que hoy se llaman habilidades so-
ciales. Estas nos dan inteligencia emocional, capacidad de trabajar en equi-
po, asertividad, solidaridad, confianza y respeto. Es triste que las personas
lleguen con nosotros y no encuentren tiempo, no encuentren capacidad de
escucha y de acogida. Es bueno cuando nuestros semejantes se encuentran
con formadores que inspiran por su alegría, entusiasmo, profesionalismo y
capacidad de educar en la virtud con firmeza cuando hace falta. La bondad
no está peleada con la exigencia; la mansedumbre va de la mano de la justi-
cia, la equidad, la verdad, porque todas estas virtudes juntas traen la paz y
la armonía a los equipos.8

8 Ver el Salmo 85. Me recuerda el comentario que San Bernardo hace al respecto: fue Dios quien puso en
orden a la misericordia, a la verdad, a la justicia y a la paz después del pecado original. Dios se hizo hombre
para saldar la herida que provocó el pecado original. Con esto fue justo, fue misericordioso y habló con
verdad para traer paz al mundo. Un formador imita a Jesús, que encarna todas las virtudes. Cuando lo
hacemos vida, entonces traemos la armonía tan deseada a los equipos de trabajo.

41
CA R ÁC TER , SENSIBILIDA D, VOLUNTA D
Y CONCIENCIA REC TA

Llegó la hora de la verdad, la hora de hablar de aquello que más nos puede
costar: una vida coherente y virtuosa. No podemos negar que estamos en la
mira de muchas personas. Acuden a nuestra Universidad y a nuestra ofer-
ta formativa esperando encontrar sintonía entre lo que tanto predicamos y
cómo ven que vivimos.
No sé si te habías dado cuenta de que este “trabajo”, este “empleo” tiene
su precio. Es una gran aventura, sin duda, pero exige esfuerzo, sacrificio,
tenacidad. Solo lograremos acercarnos lo suficiente a nuestro ideal de for-
mación si día a día cultivamos un buen carácter (esto es la conducta que
ha ido modelando nuestro temperamento congénito y que moldea nuestra
personalidad completa), una voluntad recia (no tanto una tenacidad mi-
litar y estoica, sino un “motor” humano que nos capacita para escoger el
bien que anhelamos), una conciencia recta (es decir, una fina capacidad de
distinguir entre el bien y el mal que se nos presentan) y una sensibilidad en
mayor o menor medida, que enriquece nuestra forma peculiar de ser por-
que da cierto “color” a nuestra vida y a nuestras decisiones, haciéndonos de
algún modo más humanos y más capaces de entender y apreciar al otro, a
sus problemas y necesidades para estar en disposición de acogida, escucha,
empatía y ayuda.
El trabajo serio y el esfuerzo constante te llevará a la madurez, al equi-
librio entre tu edad y tus opciones fundamentales, y sobre todo al esfuerzo
por ser cada vez más “levadura en la masa”. Este ejemplo lo usó Jesucristo,9
haciendo referencia al Reino, pero lo podemos aplicar al liderazgo: una per-

9 Mt 13,33; Lc13, 20.

42
sona que es lo que tiene que ser, tiene la capacidad de hacer que la masa
aumente su volumen y así se enriquezca.
Hay otro ejemplo valioso en el Evangelio, porque hace referencia a no-
sotros: ser sal en medio del mundo.10 Si la sal pierde su sabor, se tira. Pero
también es humilde, porque cuando está en su punto, no nos damos cuenta,
solo decimos que la comida sabe bien. En cambio, cuando la comida está
demasiado salada, nos quejamos. Un formador es sal humilde, porque da
sabor, pero no acapara los reflectores (poniendo su persona al centro); y si
los acapara (por la misión y los proyectos que desempeña), lo hace para dar
gloria a Dios y para que sus jóvenes crezcan. La gran gloria de un educador
es que el alumno supere a su maestro. Cuando los jóvenes que formamos
brillan, encendemos una luz que nos trasciende: pasamos la luz. Cuando
nuestros equipos triunfan, encendemos una luz y cumplimos nuestra mi-
sión: el sabor de la sal que hace que sepa bien estar y ser Anáhuac; el sabor
de la sal que nos permite valorar y proponer el concepto de formación inte-
gral como un sello distintivo y un orgullo Anáhuac siempre vigente.

COMPROMISO SOCIA L Y MISIONERO 11

Creo que no podemos dejar de lado el ángulo de nuestra inserción en el


modelo de compromiso social y misionero dentro de nuestra Comunidad
Universitaria. Sin duda, tenemos mucha capacidad de inventiva para lograr
que el voluntariado y nuestro compromiso por los pobres llegue muy lejos.

10 Mt 5, 13.
11 Este documento se escribió en el marco de la pandemia de COVID-19, durante el año 2020.

43
En un análisis reciente12 sobre la pobreza en México se indica que nuestro
país tiene 52 millones de pobres y, con la reciente situación de pandemia, la si-
tuación tenderá a agravarse. La cifra podría ascender a 70 millones de pobres,
tanto por la reducción de la clase media como por la falta de empleos. Si bien
el gobierno tendrá que echar mano de políticas públicas importantes, a no-
sotros nos corresponde ser sensibles y proactivos para hacer llegar la ayuda a
los que más lo necesitan, con proyectos sociales trascendentes.
Un ejemplo de esto es la fabricación y donación a médicos de caretas y
laringoscopios elaborados por la Dirección de Compromiso Social, las Fa-
cultades de Arquitectura, Ciencias de la Salud y Diseño en nuestro FabLab.
También, los Programas de Liderazgo y Excelencia, en especial Impulsa,
me han compartido sus iniciativas. Lo mismo sucede en cada una de las
áreas de la VFI: No somos ajenos al problema estructural de la pobreza.
Cada uno está haciendo lo que le toca y estoy seguro de que seguiremos
haciendo mucho bien.
Aquí cuenta mucho nuestra capacidad de hacer, pero sobre todo nuestra
creatividad para formar agentes de cambio, personas convencidas de que
no podemos ser ajenos e insensibles ante los problemas. En este sentido,
agradezco los retos que han enfrentado las áreas de Deportes, Compromiso
Social, Relaciones Estudiantiles, los programas que arropa la Dirección de
Liderazgo y Excelencia, y Pastoral Universitaria para impulsar la campaña
de crowdfunding. Todos me demuestran que se puede ser “voluntario a la dis-
tancia” y que nada nos deja de unir cuando buscamos hacer llegar la ayuda
a los más necesitados. No se cansen de hacer el bien. Vale la pena.

12 Webinar impartido por el Dr. Rodolfo de la Torre, director del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, 28 de
mayo de 2020 y organizado por la RAEP.

44
Por otro lado, todos podemos ser misioneros. Eso ya lo traté de alguna
forma en el apartado sobre la identidad católica y la espiritualidad del for-
mador. Quisiera pedirles que antes de ser misioneros, se atrevan a ser dis-
cípulos; esto es, personas a los pies del Maestro que nos sana el alma, nos
conduce y nos forma en nuestro interior. Acepten el reto de un compromiso
evangelizador con la misma inventiva con la que han demostrado que esta-
mos comprometidos en lo social. Hay mucha pobreza espiritual allá afuera,
pero también hay mucha riqueza espiritual que no dejará de sorprendere-
mos: muchas personas que nos dan ejemplo de fe sincera y fuerte, de com-
promiso misionero. Es cierto que todos venimos de experiencias espirituales
distintas, quizás de heridas no curadas. Cada uno tendrá un tiempo y llega-
rá a buen puerto.

V ENTA JAS DEL LIDER A ZGO DE ACCIÓN POSITIVA

Cuando impartí la materia de Liderazgo, que coordina Thelma Peón, me en-


contré con una lectura del liderazgo al estilo de los jesuitas. El autor no duda
en concluir que el liderazgo es la capacidad de amar. Además, pude abundar
con mis alumnos en las tipologías clásicas de liderazgo y en los estilos geren-
ciales y de gestión. No es el caso explicar y abundar en todos ellos ahora.
Solo compartirles las ventajas de un liderazgo de acción positiva: vencemos
el deseo de dominación con la capacidad de servicio; promovemos la digni-
dad de cada persona y el bien común; buscamos el desarrollo personal a tra-
vés del autoconocimiento, el encuentro con nuestro significado y existencia
en este mundo; optamos por la vida virtuosa como fundamento; en el plano
de las relaciones interpersonales, vemos al otro como persona, trabajamos
en equipo, aprendemos a dialogar, motivar, negociar, llevar conversaciones

45
difíciles y gestionar el conflicto; tenemos inteligencia con-
textual y capacidad de análisis en cada situación que se nos
presenta; pensamos de manera sistémica y con visión estra-
tégica; tenemos pensamiento crítico, planeamos y ejecuta-
mos correctamente; evaluamos las situaciones y los eventos
para buscar la mejora continua; somos creativos para ade-
cuarnos a circunstancias y lugares y buscamos ser éticos y
socialmente responsables, con un enfoque en la inclusión.

PROFESION A LIZ A R L A GES TIÓN

No dejes de capacitarte (a nivel de licenciatura o posgrado,


de ser posible); no dejes de buscar herramientas para ser
profesional y gestionar mejor cada día.
Estos años la Universidad hecho un esfuerzo muy gran-
de para que la VFI tenga formadores profesionales y procu-
ramos que seamos expertos en el ámbito de gestión. Incluso

Cada uno está haciendo


lo que le toca

46
creamos varios comités de fortalecimiento para que cada uno
pueda aportar y mejorar nuestro modelo interno de gestión,
así como los procesos de nuestra Universidad.
Te pido que no te dejes arrastrar por la apatía o por la in-
diferencia si ves que algo no funciona. Te pido que te exijas ser
puntual, a dar seguimiento ordenado a los acuerdos. Te invito
a que siempre busques dar una imagen exterior profesional y
sobria, pero sobre todo te animo a tomarte en serio tu etapa con
nosotros en este periodo. Todos los directores realizan un gran
esfuerzo para tener una vicerrectoría fuerte, dinámica, en la
que se pueda trabajar con seriedad y en un ambiente positivo y
sinergizado. Si ves oportunidades para mejorar algo, proponlo
a tus directores. No lo calles, no lo dejes como está.
Sé que estos temas dan para una largo conversación y para
reflexiones posteriores, pero pienso dejarlas hasta aquí. Todo
líder aprende y créanme que yo he aprendido mucho de us-
tedes en estos años. Tenemos un camino apasionante por de-
lante, un plan de fortalecimiento y una planeación estratégica.
Allí aportamos mucho, cada uno hace algo importante. Allí
cumplimos la misión de la Universidad Anáhuac México. Es-
pero que estas ideas generen en ti, en todos nosotros, la ilusión
por ser grandes líderes y mejores personas y por sacar lo mejor
de nosotros mismos sin dejar de ser lo que cada uno es hoy y
aporta a la VFI y a la Universidad.

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PA L A BR AS FIN A LES

Agradezco todo tu trabajo y tu pasión por ser formador


y te invito a no dejar de capacitarse y de aprender de los
grandes (así como yo me enriquezco con todos ustedes
cada día), pues solo así cumpliremos aquello a lo que es-
tamos llamados a ser. No te canses de sembrar; no te can-
ses de hacer el bien. Siéntete interpelado en tu corazón
por el llamado a trascender en las personas con las que
te encuentres y a poner los problemas y dificultades en
un segundo plano para no perder de vista nuestro gran
ideal.
Podemos tener grandes ideales, pero si no tenemos
la voluntad, entonces viviremos utopías, sueños inalcan-
zables. Forma el hábito del orden porque detrás del há-
bito está el esfuerzo por la virtud. Recuerda que el orden
exterior es reflejo del orden interior y que, si conservas el
orden, el orden te conservará como persona activa y pro-
positiva en nuestra comunidad de formadores.

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VINCE IN BONO M A LUM
V ENCE A L M A L C ON EL BIEN

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