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Tinta seca
Un terreno demasiado escabroso y delicado entre ellos. Uno donde no tenían un punto
medio donde sus opiniones no se volvieran una ofensa para el otro.
—No. Iré a ver a un familiar que ha vuelto. —respondió desapasionadamente. Tomó la
barbilla de Harry y depositó un rápido beso, luego utilizó su voz, ese comando de
alfa que pocas veces Harry resistía—. Mi guardia te llevará a la recámara. Solicita
a Ashton y ordénale que se quede contigo hasta mi retorno.
Harry miró indeciso, por un segundo, al guardia en cuestión. No le conocía, y no
podía ser de otra forma. Era un beta del escuadrón que Louis dirigió en la guerra.
Louis confiaba en sus hombres, pero entendía que su omega no se sintiera a gusto
entre desconocidos.
—Su nombre es Balgair, fue conmigo a la guerra. Entrenó y capacitó a Luke para
entrar a la guardia. —Esperaba que esa información tranquilizara a Harry y, en
efecto, le vio relajar los hombros.
—Esperaré por ti entonces, confío en ti. —Asintió al beta, quien le devolvió una
reverencia y luego miró nuevamente a Louis—. Te extrañaremos.
Desde los jardines, un grupo de nobles dobló por el pasillo y Harry no pudo
prolongar la despedida, comenzó a caminar, con el guardia prudentemente a su lado.
Louis le vio marchar, anclado al piso, hasta que un sirviente le indicó que su
caballo ya estaba ensillado y los escoltas listos.
—¿Mi tío llegó al hospedaje que dispusimos para él? —interrogó, comenzando también
su marcha.
—Sí, Majestad. —contestó el muchacho, con la cabeza gacha y el paso apresurado—. Me
dio unas monedas para hacer