Peinado y Mora (2024) - en Publicación
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Contenido
1. Introducción..................................................................................................................... 1
2. La economía ecológica y su diferenciación en la praxis ............................................. 3
3. La economía ecológica como sistema teórico ............................................................. 8
3.1 El primer elemento troncal: la existencia de límites biofísicos. ......................... 11
3.2 El segundo elemento troncal: el carácter entrópico de la economía................ 13
3.3 El tercer elemento troncal: los impactos ecológico-económico desiguales..... 15
3.4 Resumiendo: las implicancias de los tres elementos troncales........................ 17
4. Reflexiones finales ....................................................................................................... 18
Referencias Bibliográficas ................................................................................................... 19
1. Introducción
Existe un creciente e interesante debate alrededor cómo debe ser la articulación entre
la economía y la ecología como disciplinas que han estado profundamente separadas.
Esto se ve reflejado en la expansión de lo que se denominan las “economías
adjetivadas” o “economías y ambientes”: economía ecológica, economía ambiental,
economía verde, economía circular, entre muchas otras.
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La otra es su carácter ingenuo respecto a las relaciones de poder, la cuál muchas veces se deriva de la
excesiva centralidad que le otorga a la mirada biofísica frente a las relaciones económicas. Ese carácter
ingenuo no es algo intrínseco a la economía ecológica, sino que es una dimensión que se soluciona a partir
de su articulación con la economía política como se realiza en otros trabajos (Mora, Piccolo, Peinado, &
Ganem, 2021; Peinado, 2018; Peinado, 2019; Peinado, 2015). Este cruce es central para visibilizar y
transformar esas relaciones de poder, pero sin caer en un economicismo que nos lleve a un escenario
similar, que es el carácter metafísico de la Economía hegemónica.
2024), afirmar el carácter de sistema teórico no implica negar la existencia de corrientes
y líneas internas, sino reafirmar que es justamente el sistema teórico lo que las articula.
Por otro lado, en la tercera sección se explica detalladamente qué implica considerar a
la economía ecológica como un sistema teórico económico-ecológico, así como se
desarrollan las ideas centrales de este sistema teórico y se realizan las aclaraciones
correspondientes.
Esto refleja que se han diversificado y multiplicado los enfoques que en la actualidad
que abordan algún tipo de relación entre la dinámica de los procesos económicos y el
medio natural.
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Si se fija un criterio de corte más laxo se pueden mencionar Economía gris, Economía naranja, Economía
azul, Biomímesis, ecología política, Ecofeminismo, Ecosocialismo, Decrecimiento, Buen vivir, y la lista
continúa.
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Se restringieron los resultados a artículos científicos originales, excluyendo artículos de revisión (reviews),
capítulos de libros, ponencias en congresos, etcétera.
economics” (economía ambiental), “bioeconomy” (bioeconomía), “green economy”
(economía verde) y “circular economy” (economía circular).
A partir de allí se construyeron tablas para cada uno de los cinco enfoques, las cuales
reflejan las primeras 35, 36 o 37 palabras clave utilizadas, así como su frecuencia de
aparición. A los fines del presente artículo, sólo se reproducen en este artículo las
primeras 10 palabras clave, dejando el análisis completo en el artículo referenciado
(Passalía & Peinado, 2021)
Por supuesto que se pueden hacer múltiples análisis, muchos condensados en dicho
texto (Passalía & Peinado, 2021), pero centralmente y a los efectos del presente trabajo
se destacan algunos elementos:
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Naredo irónicamente se pregunta alrededor de las funciones racionalizadora, mixtificadora y apologética
que cumple la economía: “¿Y si, en el tema que ahora nos ocupa, su principal función no fuera tanto estudiar
y paliar los daños ambientales y los conflictos sociales, como ayudarnos a convivir con ellos asumiéndolos
como algo normal e incluso racional?” (Naredo, 1992)
3) La economía verde comparte con la economía ambiental la centralidad de lo
económico (7. Innovación, 9. economía, 10. Crecimiento económico, 11.
Desarrollo económico, 12. Inversión) y el eje en el Cambio climático casi
exclusivamente (6. Cambio climático, 16. Eficiencia energética, 17. Emisiones
de carbono, 18. Política energética, 22. Energía renovable, 23. Carbón, 24.
Control de emisiones, 33. Dióxido de carbono).
Por otra parte, una mirada más general permite evidenciar que:
1) En los otros cuatro enfoques, economía ambiental es el otro enfoque que más
aparece (8ª en economía ecológica, 3ª en economía verde y 10ª en economía
circular y 26ª en Bioeconomía).
En el único enfoque que se muestra articulado con otro es la Bioeconomía que tiene
como 19ª palabra la economía circular (pero no la economía circular a la Bioeconomía).
“De estos últimos tres enfoques [economía verde, economía circular y Bioeconomía],
nuestro análisis indica que no difieren sustancialmente en sus instrumentos y
fundamentos teóricos de lo que constituye el núcleo de la economía Ambiental. Se
orientan a aspectos específicos del proceso económico, sin una mirada crítica, e
incorporan fuertemente aspectos tecnológicos y productivos, en particular la
Bioeconomía y la economía Circular. El concepto de economía Verde es probablemente
el más difuso, y quizás por eso menos distinguible de la economía Ambiental” (Passalía
& Peinado, 2021, pág. 96).
El presente trabajo afirma que la economía ecológica configura lo que Kicillof denomina
un sistema teórico. Es decir “un conjunto de “teorías” que son consistentes entre sí, que
se necesitan e implican mutuamente y que abarca a las principales categorías” (Kicillof,
2010, pág. 18 [comillas del original]). El concepto de sistema teórico permite entender
que en su interior coexisten corrientes y líneas de pensamiento con especificidades,
pero que justamente ese tronco central de teorías y categorías es lo que las une y les
da cohesión. De esta manera, podemos afirmar que la economía ecológica está
conformada por un conjunto de teorías y conceptos que comparten una visión sistémica
y que no tiene categorías centrales sin definir expresados en la Figura 1.
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Por supuesto que el análisis anteriormente presentado intenta representar a lo que podríamos denominar
la visión mainstream de la Economía circular y de la Bioeconomía. Es ese sentido por ejemplo es necesario
recordar que lo que hoy se define como Economía ecológica para algunos autores como Georgescu Roegen
era Bioeconomía, así como en la actualidad hay una corriente dentro de la Economía ecológica que propone
recuperar el concepto de Bioeconomía al campo de la Economía Ecológica (Ceballos Pérez & Azamar
Alonso, 2022; Rincón Ruiz, 2023).
Figura 1 - Principales teorías y categorías del sistema teórico de la economía
ecológica
Este sistema descansa entre tres elementos con sus correspondientes líneas troncales:
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Esta lógica que sería contradictoria para la Economía ecológica, es perfectamente coherente para la
Economía ambiental que parte de la teoría del valor subjetivo del sistema neoclásico/marginalista, porque
entiende a la economía como un sistema, aislado, autosustentable, y aunque no lo reconozca, imperialista
(Acosta, 2015).
así como la acumulación de una creciente deuda ecológica de países centrales hacia
periféricos por el intercambio ecológicamente desigual.
Estas funciones ecosistémicas nunca pueden ser fielmente reflejadas por los
indicadores monetarios propuestos por la economía ambiental. La economía ecológica
como sistema teórico entiende que los mecanismos de mercado y los métodos de
valuación que tratan de cuantificar estas funciones ecosistémicas (que en la jerga de los
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Se pueden operacionalizar dichos límites biofísicos planetarios en los planetary boundaries (límites
planetarios) que han logrado instalar desde el Stockholm Resilience Center. Allí se identifican nueve
fronteras planetarias fundamentales para la estabilidad del sistema Tierra: 1) cambio climático, 2) entidades
novedosas (productos químicos sintéticos, contaminantes ambientales y plásticos derivados de la industria
química), 3) depleción estratosférica de ozono, 4) carga atmosférica de aerosoles, 5) acidificación de los
océanos, 6) flujos biogeoquímicos (nitrógeno y fósforo), 7) uso de agua dulce, 8) cambio del sistema de uso
del suelo, e 9) integridad de la biósfera (diversidad funcional y diversidad genética) (Rockström, y otros,
2009; Steffen, y otros, 2015)
economistas ambientales se denomina servicios ambientales) no son suficientes para
explicar la movilización de flujos de materiales y energía. Para esto, nuestro sistema
teórico elabora una serie de indicadores biofísicos8 que posibilitan una interpretación
multicriterial. Como idea general, los indicadores biofísicos permiten “visibilizar las
contradicciones existentes entre la economía monetaria y la economía biofísica (objeto
de estudio de la economía ecológica)” (Pérez Neira, Soler Montiel, & Fernández, 2012,
pág. 11).
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Ejemplos de éstos son la huella ecológica, la huella hídrica, la balanza física, mochila ecológica, huella
de materiales, huella de nutrientes, emergía, entre otros.
desmaterialización como objetivo. Sin embargo, la economía ambiental y la economía
ecológica entienden la desmaterialización de manera distinta. Mientras la primera
entiende por desmaterialización a la caída en la intensidad material o energética de una
economía, es decir que la tasa de crecimiento del producto supere a la tasa de
crecimiento de la utilización de materiales y energía (lo que denominamos como
desmaterialización débil o relativa), el sistema teórico de la economía ecológica afirma
que la desmaterialización debe implicar una menor utilización absoluta de materiales y
energía dado que los límites biofísicos son absolutos (lo que denominamos como
desmaterialización fuerte o absoluta). Numerosos estudios calculan ambos
conceptos de desmaterialización admitiendo una rematerialización fuerte a nivel mundial
desde el último cuarto del siglo XX (Infante Amate, 2014; Forcinito & Varela, 2021).
La lógica de que exista un límite biofísico absoluto y que la economía sea entrópica
implica que la economía no puede ser nunca, como aspira el sistema teórico
marginalista o neoclásico, un sistema cerrado y circular, sino que se debe incorporar un
nuevo espacio económico-ecológico donde la economía es un subsistema (dentro de
un sistema natural) abierto (con un flujo unidireccional y no circular de energía, cuya
fuente original es el sol hasta una conversión final en energía no reutilizable o
contaminación).
Esta incorporación del sistema natural implica reconocer que gran parte de la materia
que se adquiere en el proceso económico no puede reciclarse y volver a circular como
propone la denominada economía circular. Este flujo unidireccional pone en el centro
del debate las formas de apropiación de la naturaleza, su capacidad de reciclaje, la
identificación de cuellos de botella energéticos, su capacidad de sustentación e incluso
una búsqueda de la desaceleración de ciclos económicos sostenibles económicamente,
pero imposibles de sustentar en términos ecológicos.
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El capital natural crítico es definido como el conjunto de ecosistemas que cumple funciones no
reemplazables (servicios y bienes ambientales) e indispensables para la supervivencia de la vida (humana
y no humana). Es decir, partes vitales que contribuyen a los sistemas de soporte de la vida, la biodiversidad
y otras funciones necesarias denominadas como especies y procesos claves (DesRoches, 2020)
vale la pena aclarar que existe una capital natural que no es crítico y que, por lo tanto,
puede verse disminuido por la actividad económica sin poner en riesgo la
sustentabilidad.
La determinación de que (y que no es) capital natural crítico, así como la tensión en su
definición entre la idea de que sea definido “objetivamente” a través de las denominadas
ciencias ambientales frente la conceptualización de que dicho límite será construido
políticamente, hace necesaria la introducción de la noción de ciencia posnormal como
parte del sistema teórico de la economía ecológica.
Por último, hay que tener en cuenta que la concepción del capital natural crítico que
determina si existe sustentabilidad en el sistema teórico de la economía ecológica no
sólo depende de la incorporación de la ciencia posnormal (y del principio precautorio)
sino también de incorporar una tasa de descuento intertemporal negativa que refleje
justamente una fuerte valoración por las generaciones futuras (Martínez Alier & Roca
Jusmet, 2001).
Ahora bien, ¿cómo se pueden visibilizar y cuantificar esos impactos desiguales que se
traducen en injusticias ambientales? Un concepto central para este pilar es el de
metabolismo socioeconómico. Su importancia como herramienta teórica y
metodológica radica en que permite visibilizar y estudiar las interacciones entre la
sociedad y el ambiente, desde una perspectiva holística o integradora, analizando su
comportamiento biofísico. Además, brinda información sobre los intercambios
económicos y los intercambios ecológicos, en diferentes períodos de tiempo y escalas,
expresando sus dimensiones materiales o tangibles (Toledo, 2013).
Este análisis parte de la analogía biológica de que en toda sociedad y en todo momento
del tiempo existe un ingreso y una salida de materiales y energía hacia la misma (los
cuales se convierten en productos manufacturados, en servicios y, finalmente, en
desechos, contaminación o energía disipada) que puede ser entendido como el
funcionamiento de un organismo vivo que metaboliza diferentes elementos. Esta
analogía del desenvolvimiento económico y socio-cultural y sus impactos sobre el
sistema natural, como hemos visto, pone de relieve que en definitiva todas las
sociedades (y sus regímenes económicos) son ecodependientes.
Estos estudios pueden ser útiles para analizar los intercambios comerciales. Bajo esta
línea de investigación, desde la economía ecológica se observa que los crecientes flujos
de materiales y energía no están en su totalidad asociados a los niveles de vida locales
de cada población, sino que una creciente parte está direccionada hacia el comercio
internacional. Es aquí donde resulta útil el concepto de intercambio ecológicamente
desigual.
Este concepto se basa en la idea del valor biofísico y señala las limitaciones de los
precios como elementos que permitan asignar eficientemente los recursos naturales e
incluso que sirvan como parámetro de homogeneización de las heterogeneidades
propias de la naturaleza. De la idea de la existencia de un valor biofísico que es
transferido a través del comercio internacional se deriva tanto la configuración de
subsidios socioecológicos (Rice, 2009) de la periferia hacia el centro, así como la
acumulación de una creciente deuda ecológica de los países centrales hacia los
periféricos por el Intercambio ecológicamente desigual.
4. Reflexiones finales
En primer lugar, vale destacar que la existencia de un sistema teórica no implica que no
existen divisiones internas dentro del mismo. Incluso, hay quienes afirman que dentro
de la economía ecológica conviven: a) tres versiones: la conservadora, la crítica y la
radical (Barkin, Fuente Carrasco, & Tagle Zamora, 2012), b) 3 corrientes: nueva
pragmatismo medioambiental, nueva economía de los recursos y economía
socioecológica (Spash, 2013), con dos subcorrientes al interior de la economía
socioecológica: la economía Biofísica y la Escuela de Barcelona (Pérez Rincón, 2024),
o c) dos corrientes: la economía Política de la Biofísica y la troyana (Peinado, 2015). En
este sentido es necesario marcar que esas diferencias no implican una fragmentación
en opuestos, sino que muestran a la economía ecológica como un campo en un casi
permanente estado de construcción y reconstrucción a partir de nuevas categorías y
estudios empíricos, pero todos bajo el mismo paraguas.
En segundo lugar, este estudio sobre la economía ecológica como sistema teórico
permite solucionar uno de los grandes problemas que aparecen a la hora de definir y
sobre todo de delimitar a la economía ecológica. Lo interesante es que logra definirla,
pero no en base a la oposición o diferenciación con la economía ambiental como se
suele hacer. A partir de esa idea, no es necesario utilizar tiempo en caracterizar la
economía ambiental, criticarla y luego proponer como superadora a la economía
ecológica.
Esto, pensado por ejemplo en términos pedagógicos, no solo permite “ganar tiempo”,
sino que también corre a la economía ambiental del lugar hegemónico en el que la crítica
la pone. La idea es que se pueden explicar los fundamentos de la economía ecológica
en base a sí misma y no necesitando de ningún otro sistema teórico. En este sentido es
fundamental el hecho de que todas las categorías fundamentales tengan su definición y
que se encuentren interrelacionadas lógica y funcionalmente entre sí.
Referencias Bibliográficas