Peinado y Mora (2024) - en Publicación

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La economía ecológica como sistema teórico

Contenido
1. Introducción..................................................................................................................... 1
2. La economía ecológica y su diferenciación en la praxis ............................................. 3
3. La economía ecológica como sistema teórico ............................................................. 8
3.1 El primer elemento troncal: la existencia de límites biofísicos. ......................... 11
3.2 El segundo elemento troncal: el carácter entrópico de la economía................ 13
3.3 El tercer elemento troncal: los impactos ecológico-económico desiguales..... 15
3.4 Resumiendo: las implicancias de los tres elementos troncales........................ 17
4. Reflexiones finales ....................................................................................................... 18
Referencias Bibliográficas ................................................................................................... 19

1. Introducción

Existe un creciente e interesante debate alrededor cómo debe ser la articulación entre
la economía y la ecología como disciplinas que han estado profundamente separadas.
Esto se ve reflejado en la expansión de lo que se denominan las “economías
adjetivadas” o “economías y ambientes”: economía ecológica, economía ambiental,
economía verde, economía circular, entre muchas otras.

De hecho, en la división del trabajo a nivel científico y su correlato en la formación de


grado, la ecología pertenece al mundo de las “ciencias naturales” y la economía al de
las “ciencias sociales”. Esto hace que el debate en el que se inserta el presente trabajo
es uno mucho mayor: el de la transdisciplina/interdisciplina.

En este sentido, la mirada de la economía ambiental, hegemónica durante el último


cuarto del siglo XX, propone colonizar la ecología a partir de un lenguaje y una
racionalidad económica específica: la neoclásica-marginalista. La economía ambiental
apunta a economizar la ecología, por ello también su carácter de subcorriente dentro
del sistema teórico neoclásico-marginalista.

En contraposición, la economía ecológica no busca el exacto contrario, una colonización


de la economía por la ecología y constituirse una subcorriente dentro de la ecología,
sino que busca de lo que considera una falsa dicotomía o un falso binarismo. De esta
manera, la economía ecológica pretende “ecologizar la economía” con una mirada
transdisciplinar que borra fronteras artificiales como la de ciencias de la naturaleza y
ciencias sociales. Esta transdisciplinariedad es condición necesaria para enfrentar las
problemáticas del siglo XXI como es el cambio climático y la crisis socioambiental.

En este contexto el presente artículo pretende delimitar el marco teórico de la economía


ecológica buscando suplir una de sus grandes falencias y carencias: su falta de
sistematicidad1. En este sentido, el objetivo principal es determinar los conceptos
principales que este sistema teórico aborda, sus principales categorías y teorías y las
diferencias respecto a otras formas de entender la relación entre economía y ecología
como puede ser la economía ambiental o la economía circular.

Esta falta de sistematicidad de la economía ecológica se puede ordenar a partir del


concepto de sistema teórico proveniente de la economía política (Kicillof, 2010). Este
concepto permite comprender el carácter sistémico de la economía ecológica y posibilita
trascender la discusión alrededor de si se trata de una corriente del pensamiento
económico, una subdisciplina de la economía o si es parte de la economía heterodoxa.

La hipótesis principal de este trabajo es que la economía ecológica es el único sistema


teórico económico-ecológico que tiene coherencia interna. Esta hipótesis sugiere dos
cuestiones centrales. En primer lugar, admite en ser el único sistema teórico económico-
ecológico ya que la economía ambiental es la aplicación ambiental de otro sistema
teórico puramente económico como es el neoclásico-marginalista. En segundo lugar,
esta conceptualización de la economía ecológica como un sistema teórico económico-
ecológico implica romper con la idea de la pensarla como una corriente del pensamiento
económico (Foladori, 2005; Vernengo, 2024) o incluso como parte del pensamiento
económico heterodoxo (Gowdy & Erickson, 2005; Fischer, y otros, 2017), al tiempo que
sí se reconoce la fuerte influencia de otros sistemas teóricos propios de la economía
política, en particular el marxista y en menor medida el poskeynesiano.

Respecto a la profusa literatura que se enfoca en las corrientes de pensamiento al


interior de la economía ecológica (Barkin, Fuente Carrasco, & Tagle Zamora, 2012;
Passalía & Peinado, 2021; Peinado, 2015; Pérez Rincón, 2024), o a los límites para
ciertos autores grises entre la economía ecológica y la economía ambiental (Vernengo,

1
La otra es su carácter ingenuo respecto a las relaciones de poder, la cuál muchas veces se deriva de la
excesiva centralidad que le otorga a la mirada biofísica frente a las relaciones económicas. Ese carácter
ingenuo no es algo intrínseco a la economía ecológica, sino que es una dimensión que se soluciona a partir
de su articulación con la economía política como se realiza en otros trabajos (Mora, Piccolo, Peinado, &
Ganem, 2021; Peinado, 2018; Peinado, 2019; Peinado, 2015). Este cruce es central para visibilizar y
transformar esas relaciones de poder, pero sin caer en un economicismo que nos lleve a un escenario
similar, que es el carácter metafísico de la Economía hegemónica.
2024), afirmar el carácter de sistema teórico no implica negar la existencia de corrientes
y líneas internas, sino reafirmar que es justamente el sistema teórico lo que las articula.

En función de la hipótesis y de sus dos derivaciones, en la siguiente sección se


recuperan resultados de investigaciones previas que permiten diferenciar, más allá del
plano de lo declarativo, en la praxis concreta a la economía ecológica de otros enfoques
que relacionan economía y ambiente como son la economía ambiental, la economía
verde, la economía circular y la bioeconomía, así como se discute al mismo tiempo la
idea de la existencia de una única economía ecológica.

Por otro lado, en la tercera sección se explica detalladamente qué implica considerar a
la economía ecológica como un sistema teórico económico-ecológico, así como se
desarrollan las ideas centrales de este sistema teórico y se realizan las aclaraciones
correspondientes.

Por último, se presentan las principales conclusiones haciendo eje en la importancia de


la conceptualización de la economía ecológica como un sistema teórico.

2. La economía ecológica y su diferenciación en la praxis

En la actualidad, de cualquier búsqueda por internet se puede apreciar la existencia de


múltiples enfoques que buscan dar cuenta de las relaciones entre economía y
naturaleza/ambiente: economía ecológica, economía ambiental, economía circular,
economía verde, Bioeconomía, por mencionar los más nítidos y en boga actualmente2.

Esto refleja que se han diversificado y multiplicado los enfoques que en la actualidad
que abordan algún tipo de relación entre la dinámica de los procesos económicos y el
medio natural.

Para conocer el carácter distintivo de estos enfoques en términos de producción


científica a los fines de identificar patrones se puede retomar el estudio de Passalía y
Peinado (2021). Allí se utilizó el buscador Scopus.com y se relevaron papers3 publicados
desde el año 2000 en adelante (fecha de corte el 10 de octubre de 2020), revisando
tanto Título, Palabras clave y Resumen (abstract). Los términos de búsqueda en el
idioma inglés fueron “ecological economics” (economía ecológica), “environmental

2
Si se fija un criterio de corte más laxo se pueden mencionar Economía gris, Economía naranja, Economía
azul, Biomímesis, ecología política, Ecofeminismo, Ecosocialismo, Decrecimiento, Buen vivir, y la lista
continúa.
3
Se restringieron los resultados a artículos científicos originales, excluyendo artículos de revisión (reviews),
capítulos de libros, ponencias en congresos, etcétera.
economics” (economía ambiental), “bioeconomy” (bioeconomía), “green economy”
(economía verde) y “circular economy” (economía circular).

A partir de allí se construyeron tablas para cada uno de los cinco enfoques, las cuales
reflejan las primeras 35, 36 o 37 palabras clave utilizadas, así como su frecuencia de
aparición. A los fines del presente artículo, sólo se reproducen en este artículo las
primeras 10 palabras clave, dejando el análisis completo en el artículo referenciado
(Passalía & Peinado, 2021)

Tabla 1 - Ordenamiento de las primeras 10 palabras clave para ecological


economics (en cantidad y porcentaje)

Fuente: elaboración propia en base a Passalía y Peinado (2021).

Tabla 2 - Ordenamiento de las primeras 10 palabras clave para


environmental economics (en cantidad y porcentaje)

Fuente: elaboración propia en base a Passalía y Peinado (2021).


Tabla 3 - Ordenamiento de las primeras 10 palabras clave para green
economics (en cantidad y porcentaje)

Fuente: elaboración propia en base a Passalía y Peinado (2021).

Tabla 4 - Ordenamiento de las primeras 10 palabras clave para circular


economy (en cantidad y porcentaje)

Fuente: elaboración propia en base a Passalía y Peinado (2021).


Tabla 5 - Ordenamiento de las primeras 10 palabras clave para
bioeconomy (en cantidad y porcentaje)

Fuente: elaboración propia en base a Passalía y Peinado (2021).

Por supuesto que se pueden hacer múltiples análisis, muchos condensados en dicho
texto (Passalía & Peinado, 2021), pero centralmente y a los efectos del presente trabajo
se destacan algunos elementos:

1) Un análisis de las principales palabras permite observar que la economía


ambiental se presenta como un enfoque con un doble vocabulario.

Conceptos relacionados con un único impacto ambiental (3. Emisiones de carbono, 7.


Cambio climático, 8. Control de emisiones, 9. Dióxido de carbono, 10. Efecto
invernadero, entre otros) y otros netamente económicos (16 y 34. Análisis costo-
beneficio, 17. Crecimiento económico, 18. Desarrollo económico, 19. Análisis
económico, 23. Costos, 28. Comercio, 32. Inversión).

Esto concuerda con la caracterización de que la economía ambiental consiste en “the


application of [economics] available tolls for the analysis of new issues” (Røpke, 2004,
pág. 299 [agregado propio]), estos nuevos “problemas” son concebidos individual y
fragmentadamente porque lo que se busca es proteger al sistema capitalista y a la
economía mainstream de todo tipo de cuestionamiento de carácter sistémico o general4.

2) En contrapartida para la economía ecológica si bien hay términos clásicamente


económicos están en menor medida, y se presenta una visión más holística de
la naturaleza (2. Servicios ecosistémicos, 3. Sustentabilidad, 4. Desarrollo
sustentable, 6. ecología, 9. Ecosistemas, 10. Biodiversidad).

4
Naredo irónicamente se pregunta alrededor de las funciones racionalizadora, mixtificadora y apologética
que cumple la economía: “¿Y si, en el tema que ahora nos ocupa, su principal función no fuera tanto estudiar
y paliar los daños ambientales y los conflictos sociales, como ayudarnos a convivir con ellos asumiéndolos
como algo normal e incluso racional?” (Naredo, 1992)
3) La economía verde comparte con la economía ambiental la centralidad de lo
económico (7. Innovación, 9. economía, 10. Crecimiento económico, 11.
Desarrollo económico, 12. Inversión) y el eje en el Cambio climático casi
exclusivamente (6. Cambio climático, 16. Eficiencia energética, 17. Emisiones
de carbono, 18. Política energética, 22. Energía renovable, 23. Carbón, 24.
Control de emisiones, 33. Dióxido de carbono).

4) La economía circular si bien comparte la preocupación con la economía


ambiental por el cambio climático (26. Dióxido de carbono, 27. Cambio climático),
lo que más tiene en común es la focalización casi exclusiva en una temática
ambiental puntual, los residuos y el reciclado (2. Ciclo de vida, 3. Reciclado, 5.
Manejo de residuos, 13. Disposición de residuos, 21. Residuos sólidos
municipales, 22. Tratamiento de residuos, 23. Recuperación, 25. Residuos, 29.
Tratamiento de aguas residuales, 31. Residuos electrónicos).

5) Algo similar a la economía circular y su abordaje de una temática en particular


ocurre con la Bioeconomía y la generación de energías a partir del sector
agropecuario (2. Biomasa, 5. Biocombustibles, 9. y 28. Bioenergía, 11. Cambio
climático, 12. Agricultura, 17. Biorefinerías, 25. Biogás, 27. Ciclo de vida, 31.
Bioconversión, 33. Cultivos).

Por otra parte, una mirada más general permite evidenciar que:

1) En los otros cuatro enfoques, economía ambiental es el otro enfoque que más
aparece (8ª en economía ecológica, 3ª en economía verde y 10ª en economía
circular y 26ª en Bioeconomía).

En el único enfoque que se muestra articulado con otro es la Bioeconomía que tiene
como 19ª palabra la economía circular (pero no la economía circular a la Bioeconomía).

De allí dos conclusiones centrales. En primer lugar, se evidencia el carácter hegemónico


de la economía ambiental. Por la positiva o por la negativa es la referencia con la que
se articulan los otros enfoques. En línea con este carácter hegemónico, la economía
ambiental no se articula con ningún otro enfoque.

2) Tanto las corrientes de la economía ambiental, la economía verde, la economía


circular y la Bioeconomía, comparten la lógica de la compartimentalización o
fragmentación de la agenda ambiental configurando casi nichos inconexos, salvo
por el carácter economicista de la economía ambiental.

“De estos últimos tres enfoques [economía verde, economía circular y Bioeconomía],
nuestro análisis indica que no difieren sustancialmente en sus instrumentos y
fundamentos teóricos de lo que constituye el núcleo de la economía Ambiental. Se
orientan a aspectos específicos del proceso económico, sin una mirada crítica, e
incorporan fuertemente aspectos tecnológicos y productivos, en particular la
Bioeconomía y la economía Circular. El concepto de economía Verde es probablemente
el más difuso, y quizás por eso menos distinguible de la economía Ambiental” (Passalía
& Peinado, 2021, pág. 96).

3) Las fuertes diferencias entre economía ecológica y economía ambiental


permiten identificarlas como suficientemente diferenciadas, aunque “su status
(…), por historia y por temáticas abordadas, es superior al de los otros enfoques
evaluados, la economía Circular, la economía Verde y la Bioeconomía” (Passalía
& Peinado, 2021, pág. 96).

En definitiva, en la praxis concreta y a los finales de este artículo es necesario rescatar


dos ideas centrales: 1) la economía ambiental configura un faro con el que se articulan
tanto la economía verde, como la economía circular y la Bioeconomía5; 2) la economía
ecológica presenta diferencias fuertemente marcadas con la economía ambiental.

3. La economía ecológica como sistema teórico

El presente trabajo afirma que la economía ecológica configura lo que Kicillof denomina
un sistema teórico. Es decir “un conjunto de “teorías” que son consistentes entre sí, que
se necesitan e implican mutuamente y que abarca a las principales categorías” (Kicillof,
2010, pág. 18 [comillas del original]). El concepto de sistema teórico permite entender
que en su interior coexisten corrientes y líneas de pensamiento con especificidades,
pero que justamente ese tronco central de teorías y categorías es lo que las une y les
da cohesión. De esta manera, podemos afirmar que la economía ecológica está
conformada por un conjunto de teorías y conceptos que comparten una visión sistémica
y que no tiene categorías centrales sin definir expresados en la Figura 1.

5
Por supuesto que el análisis anteriormente presentado intenta representar a lo que podríamos denominar
la visión mainstream de la Economía circular y de la Bioeconomía. Es ese sentido por ejemplo es necesario
recordar que lo que hoy se define como Economía ecológica para algunos autores como Georgescu Roegen
era Bioeconomía, así como en la actualidad hay una corriente dentro de la Economía ecológica que propone
recuperar el concepto de Bioeconomía al campo de la Economía Ecológica (Ceballos Pérez & Azamar
Alonso, 2022; Rincón Ruiz, 2023).
Figura 1 - Principales teorías y categorías del sistema teórico de la economía
ecológica

Fuente: elaboración propia.

Si observamos la figura 1, podemos considerar que el sistema teórico de la economía


ecológica tiene un concepto central y tres elementos con sus correspondientes líneas
troncales (Figura 1).

El concepto central, punto de partida, es la conceptualización de la economía. Para la


economía ecológica la economía entendida como “las leyes sociales que rigen la
producción y distribución de los medios materiales para satisfacer necesidades
humanas” (Fucci, 2004, pág. 12) es, ante todo, un subsistema dialécticamente
relacionado con dos sistemas mayores: el socio-cultural y el natural. A su vez es
desigual a su interior y es un subsistema abierto, porque no puede ser circular al no
poder escapar a las leyes de la física y en particular a la entropía.

Sumado a esto, a diferencia de los sistemas teóricos de la economía política, el sistema


teórico de la economía ecológica no parte necesariamente de una teoría del valor. La
idea de un valor biofísico si bien está dentro de uno de sus tres elementos y líneas
troncales, no constituye la piedra angular del sistema teórico. Esto tiene que ver con la
conceptualización que hace la economía ecológica de la economía como un subsistema.
En este sentido, una categoría propia del subsistema no podría ser el concepto de
partida del resto de las categorías porque si no sería profundamente contradictorio 6. Es
por ello que aquí se afirma que la economía ecológica es un sistema teórico económico-
ecológico.

Este sistema descansa entre tres elementos con sus correspondientes líneas troncales:

1) el primer elemento clave es la existencia de los límites biofísicos planetarios.


Esto que parece una obviedad no es tenido en cuenta en la economía ambiental ni en
la economía circular, por dar un ejemplo. Admitir la existencia de límites biofísicos
planetarios implica la necesidad de incorporar conceptos y una mirada con una fuerte
relevancia de lo ecológico y lo antrópico, dejando de lado la noción de recursos naturales
para hablar en término de ecosistemas y de materiales y energía. Estos ecosistemas
cumplen funciones ecosistémicas, al tiempo las actividades económicas implican la
movilización de flujos de materiales y energía cuantificables a partir de indicadores
biofísicos que posibilitan y requieren para su interpretación del análisis multicriterial. El
creciente sobrepasamiento de los límites biofísicos planetarios introduce como un
imperativo la agenda de la desmaterialización fuerte.

2) el segundo elemento es el carácter entrópico y no circular de la actividad


económica lo cual implica inmediatamente la pregunta por la sustentabilidad y la noción
de sustentabilidad fuerte y en particular la especificidad del capital natural crítico. Todo
ello en un contexto de ciencia posnormal en el que cobran fuerza tanto el principio
precautorio como la tasa de descuento intertemporalmente negativa.

3) por último, el tercer elemento es el carácter desigual de los impactos


económico-ecológicos de las actividades económicas implica la configuración de una
serie de injusticias ecológico-distributivas que buscan se cuantificadas y visibilizadas a
partir del estudio metabolismo socioeconómico. De dicho estudio surge que los
crecientes flujos de materiales y energía no están en su totalidad asociados a los niveles
de vida locales de cada población, sino que una creciente parte está direccionada hacia
el comercio internacional, mediante el intercambio ecológicamente desigual, el cual
tiene como base la idea del valor biofísico. De este intercambio ecológicamente desigual
se deriva la configuración de subsidios socioecológicos de la periferia hacia el centro,

6
Esta lógica que sería contradictoria para la Economía ecológica, es perfectamente coherente para la
Economía ambiental que parte de la teoría del valor subjetivo del sistema neoclásico/marginalista, porque
entiende a la economía como un sistema, aislado, autosustentable, y aunque no lo reconozca, imperialista
(Acosta, 2015).
así como la acumulación de una creciente deuda ecológica de países centrales hacia
periféricos por el intercambio ecológicamente desigual.

En los siguientes subapartados explicaremos de manera más exhaustiva sus elementos


troncales y su vinculación interna con el objetivo de entender las conceptualizaciones
propias de la economía ecológica como sistema teórico.

3.1 El primer elemento troncal: la existencia de límites biofísicos.

El primer elemento de nuestro sistema teórico es la afirmación de que existen límites


biofísicos concretos. En este sentido, la economía ecológica sostiene que el
ecosistema Tierra es un sistema cerrado en materiales, aunque abierto en términos de
energía solar. Esto significa que la economía no puede crecer ilimitadamente, como
pretenden (aunque por distintos canales) la economía neoclásica y keynesiana. El
crecimiento estará, tarde o temprano, frenado por razones físicas, antes que
económicas. De esta manera, la economía ecológica rompe con el criterio de
convertibilidad entre materia y precio, y encuentra una segunda contradicción (O'
Connor, 2001) o un nuevo límite: la frontera ecológica.

La existencia de los límites biofísicos planetarios implica la necesidad de incorporar


conceptos y una mirada con una fuerte relevancia de lo ecológico y lo antrópico 7. Esta
importancia de lo natural se traslada a lo conceptual: se deja de hablar de recursos o
bienes naturales para pasar a conceptos como ecosistemas y materiales y energía.
Asimismo, no se hablará de funciones ambientales (como lo hace la economía
ambiental) sino que se hablará de funciones ecosistémicas debido a que la naturaleza
“no brinda servicios” sino que despliega funciones ecosistémicas que hacen al
mantenimiento de los mismos, y de las cuales parte los seres humanos utilizamos en
los procesos productivos y otras las disfrutamos (o sufrimos) sin darnos cuenta.

Estas funciones ecosistémicas nunca pueden ser fielmente reflejadas por los
indicadores monetarios propuestos por la economía ambiental. La economía ecológica
como sistema teórico entiende que los mecanismos de mercado y los métodos de
valuación que tratan de cuantificar estas funciones ecosistémicas (que en la jerga de los

7
Se pueden operacionalizar dichos límites biofísicos planetarios en los planetary boundaries (límites
planetarios) que han logrado instalar desde el Stockholm Resilience Center. Allí se identifican nueve
fronteras planetarias fundamentales para la estabilidad del sistema Tierra: 1) cambio climático, 2) entidades
novedosas (productos químicos sintéticos, contaminantes ambientales y plásticos derivados de la industria
química), 3) depleción estratosférica de ozono, 4) carga atmosférica de aerosoles, 5) acidificación de los
océanos, 6) flujos biogeoquímicos (nitrógeno y fósforo), 7) uso de agua dulce, 8) cambio del sistema de uso
del suelo, e 9) integridad de la biósfera (diversidad funcional y diversidad genética) (Rockström, y otros,
2009; Steffen, y otros, 2015)
economistas ambientales se denomina servicios ambientales) no son suficientes para
explicar la movilización de flujos de materiales y energía. Para esto, nuestro sistema
teórico elabora una serie de indicadores biofísicos8 que posibilitan una interpretación
multicriterial. Como idea general, los indicadores biofísicos permiten “visibilizar las
contradicciones existentes entre la economía monetaria y la economía biofísica (objeto
de estudio de la economía ecológica)” (Pérez Neira, Soler Montiel, & Fernández, 2012,
pág. 11).

Los procesos económicos se basan en un ingreso de materiales y energía a ser


transformados (agregándole valor económico y al mismo tiempo incrementando la
entropía), que finalmente son “devueltos” al medio natural bajo la forma de residuos,
contaminación y/o energía disipada. En definitiva, los indicadores biofísicos buscan
dimensionar la magnitud de dichos procesos. Sintetizando, estos indicadores se basan
en el estudio de los flujos (consumo y excreción) de energía y materiales, y pretenden
visibilizar el rol que está teniendo el ambiente en la producción y distribución de bienes
y servicios, así como el grado de (in)sustentabilidad de dichos procesos productivos y
distributivos.

La heterogeneidad conceptual de estos indicadores biofísicos se expresa en que utilizan


para su cuantificación distintas medidas pertenecientes al sistema métrico decimal
(longitud, masa, capacidad, superficie y volumen). De esta manera, por ejemplo,
mientras la clásica balanza comercial física suele cuantificarse en kilogramos (unidad
básica de masa), la huella ecológica se cuantifica en hectáreas (unidad de medida de
superficie) y la huella hídrica en términos de metros cúbicos (unidad de volumen).

El uso de estos indicadores implica entender que los procesos económicos-ecológicos


no comparten una única unidad de medida. En este sentido y en contraposición al
análisis costo-beneficio monocriterial (crematístico) propio de la economía ambiental,
nuestro sistema teórico se apoya en un análisis multicriterio: su “objeto básico de
estudio (…) es la (in)sostenibilidad ecológica de la economía, sin recurrir a un solo tipo
de valor expresado en un único numerario, incluyendo así, la evaluación biofísica de los
impactos ambientales de la economía humana” (Pérez Rincón, 2012, pág. 150).

Por último, el reconocimiento de este sistema teórico de que el subsistema económico


se desenvuelve dentro de un sistema natural con límites biofísicos deriva en los debates
acerca de los límites del crecimiento económico y por lo tanto sobre la

8
Ejemplos de éstos son la huella ecológica, la huella hídrica, la balanza física, mochila ecológica, huella
de materiales, huella de nutrientes, emergía, entre otros.
desmaterialización como objetivo. Sin embargo, la economía ambiental y la economía
ecológica entienden la desmaterialización de manera distinta. Mientras la primera
entiende por desmaterialización a la caída en la intensidad material o energética de una
economía, es decir que la tasa de crecimiento del producto supere a la tasa de
crecimiento de la utilización de materiales y energía (lo que denominamos como
desmaterialización débil o relativa), el sistema teórico de la economía ecológica afirma
que la desmaterialización debe implicar una menor utilización absoluta de materiales y
energía dado que los límites biofísicos son absolutos (lo que denominamos como
desmaterialización fuerte o absoluta). Numerosos estudios calculan ambos
conceptos de desmaterialización admitiendo una rematerialización fuerte a nivel mundial
desde el último cuarto del siglo XX (Infante Amate, 2014; Forcinito & Varela, 2021).

3.2 El segundo elemento troncal: el carácter entrópico de la economía

La lógica de que exista un límite biofísico absoluto y que la economía sea entrópica
implica que la economía no puede ser nunca, como aspira el sistema teórico
marginalista o neoclásico, un sistema cerrado y circular, sino que se debe incorporar un
nuevo espacio económico-ecológico donde la economía es un subsistema (dentro de
un sistema natural) abierto (con un flujo unidireccional y no circular de energía, cuya
fuente original es el sol hasta una conversión final en energía no reutilizable o
contaminación).

Esta incorporación del sistema natural implica reconocer que gran parte de la materia
que se adquiere en el proceso económico no puede reciclarse y volver a circular como
propone la denominada economía circular. Este flujo unidireccional pone en el centro
del debate las formas de apropiación de la naturaleza, su capacidad de reciclaje, la
identificación de cuellos de botella energéticos, su capacidad de sustentación e incluso
una búsqueda de la desaceleración de ciclos económicos sostenibles económicamente,
pero imposibles de sustentar en términos ecológicos.

Este carácter entrópico y no circular de la actividad económica lleva a problematizar el


concepto de sustentabilidad. En esta línea, la economía ambiental, al ser un
instrumental de la teoría neoclásica, “el medio ambiente es considerado simplemente
como otra forma de capital” (Pearce & Atkinson, 1993, pág. 56) dentro de la función de
producción neoclásica. Bajo esta estructura analítica, la sustentabilidad es débil: el límite
a las actividades económicas estaría dado porque la reducción del capital natural sea
compensada al menos con un crecimiento igual del capital total (definido como la
sumatoria del capital natural, humano y manufacturado). Dentro de este enfoque, lo
central es que no haya reducciones del stock de capital total, y por lo tanto es necesaria
una perfecta sustituibilidad entre el capital natural y el capital manufacturado.

El mensaje básico de la economía ambiental es que el agotamiento del capital natural


no representa ningún problema para la posibilidad de un consumo sostenible, e incluso
de un crecimiento exponencial del consumo (que se identifica con mayor utilidad o
bienestar), siempre que supongamos un grado suficientemente elevado de
sustituibilidad entre capital natural y capital manufacturado, y siempre en que confiemos
en que continuará habiendo progreso técnico (Martínez Alier & Roca Jusmet, 2001).

Por el contrario, el sistema teórico de la economía ecológica al entender la economía


como entrópica, tiene en cuenta la insustituibilidad de los ecosistemas por el capital
manufacturado. Para el concepto de sustentabilidad fuerte, el capital natural y el
capital manufacturado son complementos, no sustitutos. Esta noción hace referencia a
que la problemática ecológica no se remite a intercambiar capital natural por capital
manufacturado, sino que se requiere contemplar de manera adecuada el agotamiento
de determinados ecosistemas, los impactos no remediables de su utilización y, en
definitiva, quién o quiénes deben hacerse cargo de los mencionados efectos y de qué
forma (Martinez Alier, 2004).

Este concepto de sustentabilidad fuerte requiere que, al menos, protejamos el capital


natural crítico (Pearce & Atkinson, 1993). Es decir, para dirimir acerca del concepto de
sustentabilidad, solo se tendrá en cuenta la dimensión ecológica a través del capital
natural y del capital natural crítico. Esto no implica negar la existencia de lo sociocultural
y lo económico, ni que la economía ecológica los quite del análisis, sino colocarlos en
otro lugar distinto en cuanto a su (no) relevancia directa respecto a la idea de
sustentabilidad.

La economía ecológica elabora su principio de la sustentabilidad fuerte estableciendo


que no es posible sustituir capital natural por capital manufacturado dado que parte del
capital natural, el capital natural crítico, provee de funciones ecosistémicas
irremplazables que hacen directamente a la sustentabilidad de la vida en el tiempo. De
esta manera, la sustentabilidad fuerte estaría dada por una regla de conservación total
del capital natural crítico9. Si bien algunos podrían tildar esto de “regla conservacionista”,

9
El capital natural crítico es definido como el conjunto de ecosistemas que cumple funciones no
reemplazables (servicios y bienes ambientales) e indispensables para la supervivencia de la vida (humana
y no humana). Es decir, partes vitales que contribuyen a los sistemas de soporte de la vida, la biodiversidad
y otras funciones necesarias denominadas como especies y procesos claves (DesRoches, 2020)
vale la pena aclarar que existe una capital natural que no es crítico y que, por lo tanto,
puede verse disminuido por la actividad económica sin poner en riesgo la
sustentabilidad.

La determinación de que (y que no es) capital natural crítico, así como la tensión en su
definición entre la idea de que sea definido “objetivamente” a través de las denominadas
ciencias ambientales frente la conceptualización de que dicho límite será construido
políticamente, hace necesaria la introducción de la noción de ciencia posnormal como
parte del sistema teórico de la economía ecológica.

La ciencia posnormal es caracterizada por escenarios complejos donde 1) los riesgos


son altos y los factores son inciertos, 2) hay valores en disputa y 3) las decisiones son
urgentes, (Funtowicz & Ravetz, 1993 [2000]). Bajo este paradigma, la noción de
principio precautorio se transforma en un componente central de la toma de
decisiones. Este principio no implica la imposibilidad de hacer cosas o llevar a cabo
proyectos de inversión, sino que simplemente invierte la carga de la prueba: no es
necesario demostrar que determinada actividad afecta al capital natural crítico, sino que
previo a la realización de la misma, se debe demostrar la inocuidad respecto a dicho
capital crítico.

Por último, hay que tener en cuenta que la concepción del capital natural crítico que
determina si existe sustentabilidad en el sistema teórico de la economía ecológica no
sólo depende de la incorporación de la ciencia posnormal (y del principio precautorio)
sino también de incorporar una tasa de descuento intertemporal negativa que refleje
justamente una fuerte valoración por las generaciones futuras (Martínez Alier & Roca
Jusmet, 2001).

3.3 El tercer elemento troncal: los impactos ecológico-económico desiguales

El tercer pilar se basa en el reconocimiento de que las actividades económicas generan


constantemente desigualdades económicas, pero también ecológicas, lo que exige
repensar, entre otras cosas, el comercio internacional como una de las formas de
interrelación entre los países. Estos impactos ecológicos-económicos desiguales se
traducen en el concepto de injusticias ecológico distributivas que reflejan cómo estas
desigualdades generan a su vez respuestas sociales denominadas en la economía
ecológica como conflictos ecológico distributivos (Martínez Alier, 2006) o conflictos
socioambientales (Wagner, 2014).

Ahora bien, ¿cómo se pueden visibilizar y cuantificar esos impactos desiguales que se
traducen en injusticias ambientales? Un concepto central para este pilar es el de
metabolismo socioeconómico. Su importancia como herramienta teórica y
metodológica radica en que permite visibilizar y estudiar las interacciones entre la
sociedad y el ambiente, desde una perspectiva holística o integradora, analizando su
comportamiento biofísico. Además, brinda información sobre los intercambios
económicos y los intercambios ecológicos, en diferentes períodos de tiempo y escalas,
expresando sus dimensiones materiales o tangibles (Toledo, 2013).

Este análisis parte de la analogía biológica de que en toda sociedad y en todo momento
del tiempo existe un ingreso y una salida de materiales y energía hacia la misma (los
cuales se convierten en productos manufacturados, en servicios y, finalmente, en
desechos, contaminación o energía disipada) que puede ser entendido como el
funcionamiento de un organismo vivo que metaboliza diferentes elementos. Esta
analogía del desenvolvimiento económico y socio-cultural y sus impactos sobre el
sistema natural, como hemos visto, pone de relieve que en definitiva todas las
sociedades (y sus regímenes económicos) son ecodependientes.

Para demostrar las desigualdades ecológicas-económicas, el concepto de metabolismo


social utiliza indicadores biofísicos bajo el paraguas del análisis del flujo de materiales y
energía (Material and Energy Flow Analysis, MEFA), que ofrece indicadores de
extracción, consumo y comercio. A partir de este análisis se pueden realizar tanto
perfiles metabólicos comparativos entre países como diagnósticos históricos (Toledo,
2013) así como por actividad económica. La bibliografía que estudia los metabolismos
socioeconómicos contemporáneos muestra que en las últimas décadas se ha estado
profundizando el aumento del metabolismo en el marco de un perfil metabólico ampliado
(Fischer-Kowalsky & Swilling, 2011; Muradian, 2014; West & Schandl, 2013), a partir de
crecientes flujos de materiales y energía por período de tiempo que necesitan las
sociedades para satisfacer sus necesidades sociales de producción local e
importaciones.

Estos estudios pueden ser útiles para analizar los intercambios comerciales. Bajo esta
línea de investigación, desde la economía ecológica se observa que los crecientes flujos
de materiales y energía no están en su totalidad asociados a los niveles de vida locales
de cada población, sino que una creciente parte está direccionada hacia el comercio
internacional. Es aquí donde resulta útil el concepto de intercambio ecológicamente
desigual.

El intercambio ecológicamente desigual es la situación derivada del comercio


internacional en donde los países periféricos exportan bienes con un alto contenido de
materiales y energía a cambio de bienes producidos en los países centrales que tienen
un menor contenido de materiales y energía, y que por lo tanto implican una
transferencia neta de materiales y energía de la periferia hacia el centro. El resultado de
este proceso desigual se refleja en la existencia de una transferencia neta unidireccional
de materiales y energía desde la periferia hacia el centro, la cual redunda en una
reducción del capital natural –desacumulación– de los países periféricos a costa de un
mantenimiento del capital natural de los países centrales (Peinado, 2019).

Este concepto se basa en la idea del valor biofísico y señala las limitaciones de los
precios como elementos que permitan asignar eficientemente los recursos naturales e
incluso que sirvan como parámetro de homogeneización de las heterogeneidades
propias de la naturaleza. De la idea de la existencia de un valor biofísico que es
transferido a través del comercio internacional se deriva tanto la configuración de
subsidios socioecológicos (Rice, 2009) de la periferia hacia el centro, así como la
acumulación de una creciente deuda ecológica de los países centrales hacia los
periféricos por el Intercambio ecológicamente desigual.

La denominada deuda ecológica es útil a la hora de explicar el rol de los países


periféricos en la nueva división internacional del trabajo. Básicamente, los crecientes
aumentos de deuda externa y sus intereses en países periféricos propios de patrones
de acumulación centrados en la valorización financiera obliga a conseguir un excedente
monetario en moneda extranjera, cuya forma de generación “genuina” está relacionada
con el comercio exterior de bienes que proviene de una canasta exportadora
reprimarizada y del intercambio ecológicamente desigual antes citado (Mora, Piccolo,
Peinado, & Ganem, 2021).

3.4 Resumiendo: las implicancias de los tres elementos troncales

La configuración como punto de partida de la conceptualización de la economía como


un subsistema, abierto y desigual, establece una triple agenda de discusiones urgentes
como son:
1) la existencia de los límites biofísicos planetarios es una limitante que implica
la necesidad de avanzar en una desmaterialización fuerte que implique una menor
utilización de esos materiales y energía que son limitados,

2) el carácter entrópico de la actividad económica, es decir la imposibilidad de la


circularidad, introduce inmediatamente la pregunta por la sustentabilidad, no como una
discusión ecológica, sino como un interrogante económico-ecológico que se está
tornando crecientemente económico,

3) el reconocimiento de que las actividades económicas generan


constantemente desigualdades económicas pero que también son ecológicas, implica
que es necesario repensar, entre otras cosas, el comercio internacional como una de
las formas de interrelación entre los países.

El abordaje de esta triple agenda de investigación y acción coloca a la


desmaterialización fuerte como propuesta para conducir las economías hacia la
sustentabilidad a través del tiempo (la película), a la sustentabilidad fuerte como un
imperativo urgente (la foto), y al intercambio ecológicamente desigual como un elemento
invisibilizado pero que condiciona y puede estar explicando una parte central de la
(no)desmaterialización y la (in)sustentabilidad.

4. Reflexiones finales

En síntesis, la proposición de la economía ecológica como un sistema teórico y en


particular un sistema teórico económico-ecológico tiene una serie de implicancias que
fueron abordadas en el texto, pero merecen ser retomadas.

En primer lugar, vale destacar que la existencia de un sistema teórica no implica que no
existen divisiones internas dentro del mismo. Incluso, hay quienes afirman que dentro
de la economía ecológica conviven: a) tres versiones: la conservadora, la crítica y la
radical (Barkin, Fuente Carrasco, & Tagle Zamora, 2012), b) 3 corrientes: nueva
pragmatismo medioambiental, nueva economía de los recursos y economía
socioecológica (Spash, 2013), con dos subcorrientes al interior de la economía
socioecológica: la economía Biofísica y la Escuela de Barcelona (Pérez Rincón, 2024),
o c) dos corrientes: la economía Política de la Biofísica y la troyana (Peinado, 2015). En
este sentido es necesario marcar que esas diferencias no implican una fragmentación
en opuestos, sino que muestran a la economía ecológica como un campo en un casi
permanente estado de construcción y reconstrucción a partir de nuevas categorías y
estudios empíricos, pero todos bajo el mismo paraguas.
En segundo lugar, este estudio sobre la economía ecológica como sistema teórico
permite solucionar uno de los grandes problemas que aparecen a la hora de definir y
sobre todo de delimitar a la economía ecológica. Lo interesante es que logra definirla,
pero no en base a la oposición o diferenciación con la economía ambiental como se
suele hacer. A partir de esa idea, no es necesario utilizar tiempo en caracterizar la
economía ambiental, criticarla y luego proponer como superadora a la economía
ecológica.

Esto, pensado por ejemplo en términos pedagógicos, no solo permite “ganar tiempo”,
sino que también corre a la economía ambiental del lugar hegemónico en el que la crítica
la pone. La idea es que se pueden explicar los fundamentos de la economía ecológica
en base a sí misma y no necesitando de ningún otro sistema teórico. En este sentido es
fundamental el hecho de que todas las categorías fundamentales tengan su definición y
que se encuentren interrelacionadas lógica y funcionalmente entre sí.

Este ejercicio también refleja el carácter sistémico, pero no cerrado de la economía


ecológica. Un sistema teórico nunca está exento de disputas internas, pero justamente
son internas en la medida que comparten toda una estructura en común. El sistema
teórico no es la muerta del debate, justamente es el inicio del perfeccionamiento de la
economía ecológica.

Por último, es necesario remarcar que justamente en el presente artículo se propone


una articulación determinada del sistema teórico de la economía ecológica que tampoco
está exenta de posibles críticas, debates o perfeccionamientos. En la medida que ello
ocurra, es signo de que la economía ecológica está más que viva.

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