Enciclopedia de Mexico - Tomo 6
Enciclopedia de Mexico - Tomo 6
Enciclopedia de Mexico - Tomo 6
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José Rogelio Álvarez
ePUB r1.0
Molcajete 16.05.13
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Título original de la obra completa: Enciclopedia de México
Título del tomo: Tomo 6. Fuentes-Guerra.
José Rogelio Álvarez, Director. 1999.
Ilustraciones: Varias fuentes
Diseño de portada: Molcajete
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Prólogo a la primera edición
La Enciclopedia de México aspira a ser un resumen histórico y un diagnóstico
contemporáneo de los valores materiales y espirituales de la nación; un inventario de
la herencia cultural que a su vez la sociedad está obligada a enriquecer y trasmitir; y
un repertorio de lo exterior que más directamente concierne al país. En este sentido,
el formar la Enciclopedia de México ha supuesto reunir y ordenar, con referencia a un
plan de conjunto, una vasta multiplicidad de materiales dispersos, formular para cada
encabezado resúmenes escritos e integrar, a la postre, una síntesis congruente que
ofrezca lo sustancial de México: su ser, su esencia, su naturaleza, aquello de lo que
consta y gracias a lo cual su identidad se afirma y acrecienta. Se ha pretendido
recoger en forma alfabética el acervo de la memoria nacional y la relación de sus
activos; actualizar lo pasado de valor permanente y dejar constancia de la vida
contemporánea en sus aspectos más significativos. En este repositorio del
conocimiento nacional entran las personas, las instituciones, las ciencias, las artes y
las letras; el territorio y la flora y la fauna que lo pueblan; la historia, en cuyo devenir
todo queda inscrito, y las relaciones recíprocas de interdependencia entre el hombre,
el medio físico y su tiempo. Esta visión de México, compendiada en 12 tomos, aspira
asimismo a poner en contacto a los lectores con una diversidad de materias que a
menudo le son ajenas, o porque no manejan con fluidez las fuentes bibliográficas, o
porque carezcan de los recursos para adquirirlas. Importante como ha sido el esfuerzo
editorial para formar la obra, carecería de sentido social si su lectura quedara
confinada, en razón de sus costos y de su precio, a sólo un sector de altos ingresos.
Nada hubiera justificado —salvo, acaso, la satisfacción de una tarea cumplida— el
tiempo y los recursos invertidos si ese enérgico empleo de la voluntad y el
entendimiento no se expresara a la postre en un bien comercializable a bajo precio y
en gran escala, útil para atenuar la desigualdad de oportunidades de acceso a la
cultura. Esta contribución al propósito nacional de popularizar el saber ha sido
posible, en esta edición, gracias a la solidaridad de las empresas impresora y
vendedora, cuyos sistemas, a tono con la época, corresponden a la política de
Enciclopedia de México, S.A. de C.V., práctica y de servicio a la vez, orientada a
democratizar el consumo por la vía de los mayores volúmenes de producción.
II
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públicos de modo eminente, desarrollado actividades de creación, compilado o
ensanchado el conocimiento científico, fundado o dirigido instituciones, realizado
actividades excepcionales y escrito obras. Se ha procurado que figuren en las páginas
de la Enciclopedia, salvo omisiones no advertidas que se cubrirán en ediciones
posteriores, aquellos a quienes la memoria o la fama pública atribuyen, por sus
aportaciones o su conducta, una presencia duradera. No se juzga a las personas ni el
valor de sus actos; sólo se registran unas y otros. Se otorga tratamiento igual a todos
los individuos, cualquiera que hayan sido sus acciones o sus ideas. No se procede en
la selección con filias ni fobias, y en el desarrollo de los textos se prescinde de
prejuicios, dejando que la narración —y a menudo la transcripción, en especial de
títulos— determine de modo espontáneo la dimensión física de las notas. No ha sido
motivo de preocupación la diferencia que así resulta en los espacios atribuidos,
porque las medidas de valor se dan, por el lector, al margen de la Enciclopedia y no
dentro de ella.
Las ciencias han sido tratadas en proyección histórica, con énfasis en los instantes
en que la investigación ha contribuido al conocimiento cierto de las ramas del saber y
al discernimiento, mediante sus frecuentes aplicaciones, de los problemas nacionales.
La arquitectura, la escultura, la literatura, la pintura y la música; la agricultura, los
bancos, la economía, la ganadería y la industria; las artesanías y el arte popular, las
ferias, las fiestas y el folclore, al igual que todas las demás materias generales, dan
ocasión para presentar grandes visiones de conjunto, de una parte, y para anotar, en
otros encabezados, sus aspectos parciales. Esquemas que son a la vez síntesis
orientadoras anteceden la presentación de otras materias varias o complejas, tales
como arqueología, historiografía y pictografía posthispánicas, para cuya mejor
comprensión se juzgó indispensable ofrecer esos marcos de referencia. Dentro del
orden alfabético ostensible de la obra, adoptado para facilitar la consulta, porque de
ese modo se da naturalmente respuesta a la primera inquisición espontánea del lector,
anda subyacente un doble método de organización sistemática: cada materia, tratada
en lo general, puede extenderse a los detalles consultando las parcialidades de que
consta; o bien cada nota particular puede ampliarse recurriendo a la genérica o a sus
semejantes.
La presentación de los vastos campos de la flora y la fauna sigue esta misma
estructura. A las monografías que contienen la historia de los trabajos para clasificar
las especies vegetales y animales, y su distribución territorial en grandes conjuntos,
se corresponden, a lo largo de la Enciclopedia, las descripciones taxonómicas
individuales, identificadas por sus nombres vernáculos, seguidos de los científicos,
para facilitar su localización y evitar confusiones. Con frecuencia se dedican artículos
especiales a complejas divisiones del reino vegetal, constituidas por centenares o
miles de especies, muchas de ellas de gran importancia médica, agrícola o industrial
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para el país. O bien se incluyen amplias monografías relativas a una sola planta,
cuando de ésta derivan actividades asociadas a la tradición, a la sobrevivencia y a las
cuentas nacionales. Con igual criterio se alojó en 10 páginas a sólo dos familias de
parásitos hematófagos, por el modo como limitan el avance productivo de la
ganadería. Rige en estas decisiones —y en todas las demás relativas a la selección y a
la extensión de los materiales— el mayor interés por México.
Las disciplinas que se ocupan de los diversos aspectos del conocimiento de la
Tierra geociencias, en la proporción de sus aplicaciones al entendimiento del
territorio nacional, suscitaron la necesidad de conceptuar previamente las ramas
independientes —geodesia, geofísica, geografía y geología— de esa dilatada área del
saber, los campos en que se tocan y complementan —topografía, geomorfología y
tectonofísica— y la naturaleza de sus especialidades, cada vez en mayor número,
según los métodos de campo, laboratorio y gabinete han ido definiendo nuevas zonas
de la ciencia no acotadas antes. Hubo también que recordar, en forma compendiada,
los esfuerzos universales por discernir la forma del planeta, medirlo, dividirlo y
restituirlo en cartas, y por conocer los fenómenos físicos que ocurren en las partes
sólida y líquida del globo y en la atmósfera que lo rodea. En este marco general se
vuelven doblemente sugestivas las noticias sobre el estado de las geociencias en
México, el avance de la enseñanza y de la investigación, lo que se sabe de cierto en
estas materias y las aplicaciones que se han hecho a las comunicaciones y a los
transportes, la meteorología, la hidrología, la geotermia y, en general, al
aprovechamiento de los recursos naturales. Fuera de esta clasificación rigurosa, se ha
hecho una moderna descripción del territorio de la República; y la presentación de
cada estado se inicia con una visión esquemática de su emplazamiento geográfico y
un mapa grabado expresamente, donde con sencillez, claridad y pulcritud se
evidencian los datos fundamentales. Se han escrito también artículos sobre los golfos,
las islas, los glaciares, los desiertos y muchos temas semejantes, con el propósito de
satisfacer, hasta donde es previsible, toda pregunta que en forma eventual pueda
formularse el lector respecto del medio físico.
Fueron suprimidas las notas locativas hechas a la manera convencional en que
suelen publicarlas los diccionarios. Ante la imposibilidad de inscribirlas de manera
individual en una consideración de conjunto suficientemente expresiva, que obligaría
a repetir decenas, centenares de veces las mismas circunstancias que las condicionan
y explican, se prefirió injerir las localidades en las circunscripciones municipales, y
éstas en la comprensión de cada entidad federativa. Otra cosa habría obligado a
reproducir simplemente las noticias del censo general, que todo lector puede tener a
la mano. Sí es motivo de atención para la Enciclopedia, en cambio, cualquier sitio
que entrañe un peculiar interés económico, cultural, científico o histórico. Las
monografías correspondientes a los estados no sólo cubren con largueza la aparente
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omisión de las localidades, sino que representan un ángulo muy sugestivo para
asomarse, en panorama y en detalle, a la realidad de las provincias, y para
contemplar, desde esas perspectivas, la vida del país, en la medida en que cada una de
aquéllas ha participado en su desenvolvimiento. La Enciclopedia aspira —y acaso
esta sola tarea alcance a justificarla— a presentar 32 visiones particulares de México
que incluyan la geografía y la historia regionales, la población y las actividades
creativas y productivas, la política y los gobernantes de todas las partes de la
República.
Varios procedimientos se han adoptado para abordar los temas de la historia, cada
uno de los cuales supone un ángulo distinto de visión, en un esfuerzo por cubrir todas
las perspectivas. Uno corresponde a la división en periodos, según los propios
acontecimientos los han señalado y la opinión común los reconoce: Conquista,
Imperio Español, Independencia, Imperio Mexicano, Reforma, Intervención Francesa
e Imperio y Revolución. Los lapsos intermedios —para quien quisiera seguir en su
indagación un orden cronológico— están cubiertos con los artículos dedicados
individualmente a cada uno de los gobernantes. Las etapas anteriores a la dominación
española se muestran en otra índole de entradas, relativas a pueblos o culturas
aborígenes: aztecas, huastecos, mayas, mixtecos, olmecas, tarascos, teotihuacanos,
toltecas, zapotecos y muchos otros, cuyo desarrollo tienen a menudo profundas
penetraciones a épocas recientes y aun al México contemporáneo, en cuyo caso los
datos de la antropología y la lingüística cobran interés relevante. Las guerras, por su
triple condición de catástrofes, catarsis y catástasis, constituyen una serie de
resúmenes esclarecedores: la florida, la del Yaqui, la de castas, las de Francia y
Estados Unidos a México, las mundiales, la civil —presente, en sus varias versiones,
durante el mayor lapso de la historia— y las guerrillas, en su connotación mexicana.
La reconstrucción de las ideas políticas y de la acción inherente a ellas está
representada en los artículos sobre agrarismo, anarquismo, fascismo, federalismo,
feminismo, masonería, periodismo, partidos políticos y otros semejantes. Los temas
de la religión forman otro conjunto que por sí mismo bastaría para perfilar una
imagen de México: el artículo sobre la Iglesia Católica muestra a la institución en su
estructura y desarrollo generales, en relación con el poder civil; los correspondientes
a agustinos, dominicos, jesuitas, menores franciscanos, redentores de cautivos y otros
religiosos comprenden la historia particular de la evangelización y muy a menudo de
la ocupación del territorio, la actividad económica y la cultura; bajo el rubro de
hospitales se recoge la acción de Vasco de Quiroga y de los hipólitos, los juaninos y
los canónigos regulares de San Antonio Abad, y la participación eclesiástica en la
vida política y social —constante en el devenir mexicano— se expresa de modo
directo en los artículos sobre ecumenismo, Guadalupe —símbolo del nacionalismo—,
Guerra Civil, Reforma y sacerdotes para el pueblo. La Enciclopedia ofrece por vez
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primera una gran visión del protestantismo en México y una relación de las sectas
modernas, y aun ha estimulado —como en el caso de la monografía sobre Pachuca—
la investigación de los temas religiosos en un sentido ecuménico. Algunas entradas, a
su vez, tienen el valor de referencias para situar personas y acontecimientos, como
constituciones, gobernantes y gabinetes.
Las vinculaciones de México con el exterior son también motivo de consideración
acuciosa. En el caso de los países con los cuales México mantiene o ha mantenido
relaciones diplomáticas o solamente económicas, se ha hecho una síntesis geográfica
e histórica y se procuró registrar los primeros contactos, las acciones comunes, los
instrumentos bilaterales, los conflictos e incidentes, la presencia informal, la nómina
de los representantes de un país en otro y las modalidades y cifras del comercio
exterior en ambos sentidos. A las naciones fronterizas se les ha destinado espacio
sobresaliente y a menudo las cuestiones comunes, de índole particular, han dado
origen a notas especializadas. A Estados Unidos se le encuentra constantemente
implicado o aludido en toda clase de encabezados, especialmente en los de orden
económico. En los resúmenes de las épocas más convulsas y compulsivas de la vida
nacional aparecen, a su vez, las otras grandes potencias, en la medida que concierne a
México. En respuesta a la inquietud contemporánea por seguir los cambios en el
mapa político del mundo colonial en proceso de independencia, se elaboraron
artículos sobre África, América y Antillas. Las formas cada vez más complejas de
relación multinacional se tratan asociadas a los organismos, con expresión de su
origen, naturaleza y funciones, y obviamente la participación de México en ellos. Y
aun se definen y explican, a la luz de la política exterior mexicana, los principales
conceptos e instituciones que rigen en materia de derecho internacional.
III
No han sido muchos, aunque sí eminentes, los esfuerzos anteriores por compilar el
conocimiento de México. Los primeros diccionarios —Gilberti, Molina, en la
segunda mitad del siglo XVI— tuvieron por objeto establecer las equivalencias entre
el español y las lenguas aborígenes. Éstos y los vocabularios posteriores hicieron
posible conservar, ya no sólo en la memoria, el acervo cultural de los antiguos
pobladores del territorio, atribuyeron al alfabeto el valor de un catálogo universal de
signos, útil para unificar la diversidad de idiomas, y facilitaron a los españoles las
tareas de sujeción y adoctrinamiento. La historia general de las cosas de Nueva
España, del franciscano Bernardino de Sahagún, es una enciclopedia de inspiración
medieval, matizada por el espíritu renacentista de la época y por los valores del
pueblo mexica de que trata. Movieron al ilustre fraile, en esta tarea, su infatigable
celo evangelizador y la convicción de que las modalidades del México prehispánico
iban a desaparecer avasalladas por la civilización y la cultura europeas. Quiso
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conocer las complejidades del mundo indígena para salvarlo en dos sentidos:
espiritualmente, sustituyendo la religión pagana por la fe de Cristo; y
documentalmente, acopiando testimonios de primera mano mediante notables
sistemas testimoniales que inauguraron la investigación etnohistórica y social
americana. En cierto modo, Sahagún levantó el inventario de lo que había que
destruir y convirtió en historia —en pasado— la actualidad de los aborígenes.
Colaboraron con Sahagún estudiantes avanzados del Colegio de Santa Cruz de
Tlatelolco, expertos en náhuatl, latín y castellano, y los informantes que los señores
de los barrios le enviaron para que respondieran a sus cuestionarios. Obra
monumental y metódica, Sahagún empleó en ella 24 años (1547 a 1571).
Dos y medio siglos después, coincidiendo con la revolución de Independencia, un
erudito canónigo, el doctor José Mariano Beristáin y Souza, emprendió la tarea de
formar la Biblioteca Hispano Americana Septentrional, o catálogo y noticias de los
literatos, que o nacidos, o educados, o florecientes en la América Septentrional
española, han dado a luz algún escrito, o lo han dejado preparado para la prensa. Se
trata del primer intento para codificar todo cuanto hasta entonces se había escrito en
México, reunido en tres tomos que se publicaron en 1816, 1819 y 1821. El autor sólo
imprimió hasta el folio 184 del primero y, después de su muerte, ocurrida en marzo
de 1817, continuó la edición su sobrino José Rafael Enríquez Trespalacios Beristáin.
Entre las circunstancias que indujeron a Beristáin a dejar una compilación de tal
importancia, debió privar la conciencia de estar situado en un parteaguas de la
historia, en un instante que mueve a recapitular en vísperas de un cambio; el
compilador, sin embargo, nunca lo deseó: por el contrario, hizo violentas armas
verbales contra la Independencia en el púlpito y en numerosos escritos. En cierto
modo quiso demostrar, con sus 3 949 fichas sobre autores, hasta qué punto había sido
fecunda la acción cultural de España en esta parte de sus dominios.
El Diccionario Universal de Historia y Geografía —con base en el de Mellado,
hecho en España, y resumido a su vez del de Buillet, publicado en Francia— apareció
en México, bajo la dirección de Manuel Orozco y Berra, de 1853 a 1856. El prólogo
del primer tomo —fueron siete de base y tres de apéndice— está fechado el 1 de
mayo de 1853, 10 días después de que Antonio López de Santa Anna asumiera el
poder por decimoprimera y última vez, en el postrer momento de un periodo de
inestabilidad, confusión y violencia que había costado al país la mitad de su territorio
y que había de llevarlo, en diciembre, a la dictadura. Cuando por todas partes del
mundo se nos desconoce y se nos calumnia —dice este texto—; cuando nosotros
mismos no sabemos ni nuestros elementos de riqueza, ni nuestras esperanzas de
progreso, ni nuestros recuerdos tristes o gloriosos, ni los nombres que debemos
respetar o despreciar; una obra que siquiera ensaye pintar todo esto, que intente
reunirlo en una sola compilación, que se proponga juntar las piedras dispersas de ese
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edificio por formar, merece incuestionablemente la aprobación y el apoyo de cuantos
han nacido en este suelo. En esta dramática necesidad de tomar conciencia, que fue el
síndrome de los mejores hombres de su época, fundó Orozo y Berra la patriótica
convocatoria a escribir una obra que a todos interesaba, al margen de sus creencias y
en servicio del país. Concurrieron a su llamado, entre muchos otros, Lucas Alamán,
José María Andrade, Manuel Berganzo, Joaquín Castillo Lanzas, José María Dávila,
Manuel Díez de Bonilla, Joaquín García Icazbalceta, José María Lacunza, José María
Lafragua, Francisco Javier Miranda, José Fernando Ramírez, José María Roa
Bárcena, Justo Sierra, Joaquín Velázquez de León y, en los tomos de apéndice,
exclusivamente dedicados a México, Bernardo Couto, Miguel Lerdo de Tejada,
Manuel Payno, Francisco Pimentel, Guillermo Prieto y Francisco Zarco. Mientras la
obra se imprimía estalló la revolución de Ayutla, cayó Santa Anna, transitaron por el
poder Martín Carrera y Rómulo Díaz de la Vega, como fórmulas militares de última
hora, y Juan Álvarez e Ignacio Comonfort, ya bajo el signo de la Reforma, y se
instaló el Congreso Constituyente. Otra vez se vivía, de modo paralelo a la necesidad
de compilar el conocimiento de México, una etapa de tránsito en la historia.
Persuadido de las omisiones de la obra editorial de 1853-1858, Orozco y Berra ayudó
a José María Pérez Hernández a formar el Diccionario Geográfico, Estadístico,
Histórico, Biográfico, de Industria y Comercio de la República Mexicana, cuyos
primeros cuatro tomos, que sólo llegan a la Cu, se publicaron en 1874 y 1875. Este
nuevo esfuerzo ya fue exclusivo sobre México y representa la primera preocupación
por incluir en un diagnóstico nacional los temas de la economía.
México a través de los siglos. Historia general y completa del desenvolvimiento
social, político, religioso, militar, artístico, científico y literario de México desde la
antigüedad más remota hasta la época actual. Obra única en su género, es el título
completo y harto significativo de una de las más altas cumbres de la historiografía
mexicana. De aliento enciclopédico, el primero de sus cinco tomos apareció en 1884,
el mismo año de la primera reelección y segunda presidencia de Porfirio Díaz; y el
último en 1889, cuando ya el caudillo tuxtepecano era el héroe de la paz y se disponía
a permanecer en el poder otros 22 años. Escrito bajo el signo del positivismo por
varios de los espíritus más lúcidos de su tiempo —Alfredo Chavero, Vicente Riva
Palacio y otros— el libro proporcionó a los mexicanos una versión congruente de la
vida nacional, que conciliaba el conflicto de su doble origen, no identificándose con
ninguna de las parcialidades de su pasado, sino asumiéndolas como antecedentes de
un ser nuevo, del que todos habrían de sentirse orgullosos una vez traspuestas la
dominación, la guerra civil cotidiana y las invasiones extranjeras, estado de crisis que
despedazó al país, ahora lanzado por la senda del orden y el progreso. Resuelto el
problema de la connotación nacional —No sabemos quiénes somos, había dicho
Orozco y Berra 30 años atrás— Antonio García Cubas dio a las prensas, de 1888 a
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1891, su Diccionario geográfico, histórico y biográfico de los Estados Unidos
Mexicanos. Colaboraron con él Francisco Sosa, que redactó la mayor parte de las
biografías, y Emilio Linch, que hizo algunas descripciones hidrográficas. Los demás
datos geográficos le fueron proporcionados por los gobernadores de los estados, y
muy frecuentemente, para las otras materias, transcribió a Beristáin y al Diccionario
de Orozco y Berra.
Veinte años más tarde, Luis Lara Pardo, Alberto Leduc y Carlos Roumagnac
formaron el Diccionario de geografía, historia y biografía mexicanas, impreso en
París, por la casa de Bouret, en 1910. Mucho más breve que el de García Cubas, fue
en cierto modo un resumen o compendio de éste, enriquecido con nuevos
encabezados y puesto al día en cuanto a las cifras de población.
En los siguientes 40 años aparecieron varios diccionarios históricos, geográficos y
biográficos relativos a algunas de las entidades de la República, destacando entre
ellos los de Colima, Chihuahua y Sonora, de Francisco R. Almada; el de Durango, de
Pastor Rouaix; el de Guerrero, de Héctor F. López; y el de Campeche, de Juan de
Dios Pérez Galaz. Pero la mayor y mejor obra de carácter regional es la Enciclopedia
Yucatanense, publicada de 1944 a 1947 bajo la dirección de Carlos A. Echánove
Trujillo. Compuesta en ocho tomos, no sigue el orden alfabético, sino que agrupa, en
grandes campos, unos 60 artículos, casi todos originales, que proporcionan al lector
una excelente visión sintética de conjunto. La publicación de esta enciclopedia sui
géneris, que inscribe la generalidad del conocimiento en sólo una porción del
territorio mexicano, hizo concebir la esperanza de que su ejemplo fuera emulado.
Nada, sin embargo, se ha hecho desde entonces en el mismo sentido. Al parecer,
esfuerzos de esta índole sólo fructifican cuando a la voluntad y capacidad de
compilar, se asocia la posibilidad real de hacerlo. En el caso de Yucatán, el promotor
de la obra contó con el apoyo incondicional del gobernador del Estado. Otro empeño
editorial digno de ser exaltado, aun cuando no se trata de un diccionario ni de una
enciclopedia, sino de un repositorio de obras e investigaciones a las que da unidad
temática su común referencia territorial, es la Biblioteca Enciclopédica del Estado de
México, que con tanta devoción y entusiasmo ha venido reuniendo Mario Colín desde
1963 y de la cual lleva ya 40 tomos.1 En este caso ha sido también significativo el
patrocinio de los sucesivos gobernadores de esta entidad.
De 1950 a 1952 la Unión Tipográfica Editorial Hispano Americana publicó el
Diccionario Enciclopédico U.T.E.H.A., promovido por José María González Porto y
dirigido por Luis Doporto, con la asistencia principal de Enrique Rioja, Juan Sapiña y
Agustín Millares Carlo. Se trata de una obra de 13 mil páginas agrupadas en 10
tomos, a los que se añadieron dos de apéndice, y en la cual intervinieron cerca de mil
personas, en especial republicanos españoles que habían encontrado refugio en
México. Caracterizan a este diccionario cuatro notas fundamentales: haber recurrido,
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para su redacción, a fuentes primeras; poner énfasis en asuntos españoles,
hispanoamericanos y mexicanos; llevar al máximo el número de entradas, que
llegaron a ser 50 mil; y servirse de un formato reducido para facilitar su manejo.
En 1964 apareció el Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía de
México, reeditado en dos tomos en 1970.2 Fue dirigido por Ángel María Garibay K. e
intervinieron en él Felipe Teixidor, como coordinador, e Ignacio Bernal, José Bravo
Ugarte, Francisco de la Maza, Samuel Fastlicht, Justino Fernández, Francisco
Larroyo, Miguel León-Portilla, Rita López de Llergo, Antonio Magaña Esquivel,
María del Carmen Millán, Daniel Moreno, Salvador Novo, Edmundo OGorman,
Daniel Olmedo y Germán Somolinos. La inspiración de este repertorio fue el de
1910; registra sólo hechos consumados y personas muertas.
Ha habido, pues, en cuanto a los esfuerzos por presentar una gran visión de
México, hecha por el conjunto de sus particularidades, dos corrientes: una
totalizadora, iniciada por Sahagún y continuada por el Diccionario Universal de 1853
y México a través de los siglos y a la cual se afilia la Enciclopedia de México; y otra
que sólo ha recorrido los afluentes —biografías, bibliografía, geografía, historia
militar y política—, inaugurada por Beristáin y seguida por García Cubas, el
Diccionario de 1910 y la editorial Porrúa. Las especialidades de una y otra se
expresan en las obras temáticas o regionales de la misma clase.
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sin cuyo concurso hubiera sido imposible la empresa. La nónima de los colaboradores
consta en la página de créditos de cada tomo. En virtud de la multiplicidad de
orígenes de los materiales, se procuró homogeneizarlos para mantener igual calidad y
semejante lenguaje.
La estrechez cada vez más apremiante del tiempo personal y la especialización a
que obliga por lo común la sociedad contemporánea tienen inmerso al hombre medio
en campos ciertamente muy restringidos de la cultura nacional. Inabarcable la
actualidad, por el volumen y la importancia de los acontecimientos cotidianos, resulta
aún más difícil aprehender la historia, discernir el territorio, ceñir los avances de la
investigación y acotar las creaciones de la sensibilidad. El editor piensa que una
manera de superar aquellos obstáculos y penetrar organizadamente a la vastedad del
conocimiento de México en una aproximación inicial, consiste en disponer de un
resumen idóneo, fácil de consultar, al margen de partidarismos, sustantivo y no
adjetivo, que brinde los elementos para la reflexión sin anticipar juicios, que suscite
la inquietud y la curiosidad, que induzca al entendimiento, que incite a la acción y
que motive actitudes y disposiciones de ánimo aptas para precipitar la maduración del
espíritu nacional. La Enciclopedia de México aparece en una nueva etapa de tránsito,
otra vez en víspera de cambios radicales. En una época cuya norma consiste en una
prisa asediante, parece un deber apresurarse a volver popular el conocimiento de
México, única fórmula para garantizar la justicia y la perdurabilidad de la mudanza.
1Fueron en total 114, hasta la fecha de su muerte, el 25 de marzo de 1983 (nota del
editor).
2Y en tres tomos en 1986 (nota del editor).
3Se refiere al que se incluyó en la edición de 1977 (nota del editor).
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Prólogo a la segunda edición
A principios de 1985 la Secretaría de Educación Pública ofreció a esta casa editorial
el apoyo financiero necesario para elaborar una segunda edición de la Enciclopedia
de México. En aquel entonces, esta obra era ya el título más consultado por los niños
y los jóvenes en las bibliotecas públicas y en las escolares, y el personal docente la
demandaba cada vez más como fuente para precisar datos y conceptos, y orientar
aspectos complementarios de la enseñanza. La Enciclopedia, que originalmente se
colocó entre el público a precios muy accesibles, se había encarecido en el mercado
abierto a causa del proceso inflacionario y de los nuevos sistemas de distribución y
venta a que obligaba la situación de la empresa, de modo que la posibilidad de
adquirirla ya no correspondía a la capacidad de compra de los sectores de bajos
ingresos. Aun cuando no es frecuente que una obra de esta magnitud se reedite antes
de veinte años, por el trabajo y el tiempo que supone ponerla al día e incorporarle
nuevos materiales, la Secretaría se orientaba, no a reimprimirla, sino a revisarla por
entero, enriquecerla y perfeccionarla, pues la velocidad del cambio en la sociedad
mexicana imponía la necesidad de actualizarla. La proposición de las autoridades
educativas fue acogida con el mayor interés porque significaba un desafío a la
inteligencia mexicana, la ocasión de colaborar con el poder público en la prestación
de un servicio de carácter social, y la oportunidad de reeditar la obra mucho antes de
lo que hubiera sido posible. Convenidos los detalles del programa y fijado el plazo
perentorio de dos años para iniciar la publicación de los tomos, la Secretaría otorgó a
esta empresa un financiamiento, redimible con el producto de la venta, para cubrir los
gastos de la etapa académica del proyecto.
En la práctica, esta segunda edición implicó trazar un nuevo cuadro sistemático
de la realidad nacional, definir las áreas de mayor interés, acotar las especialidades
inherentes, precisar las materias, determinar los temas básicos, los derivados y los
asociados y los artículos unificadores de cada campo; examinar las 16 mil cuartillas
de texto incluido en las 7 192 páginas de la primera edición, para añadir las
novedades y perfeccionar, en su caso, los contenidos; y redactar unas 12 mil cuartillas
adicionales, sobre los más diversos aspectos de la vida de México, para que una vez
depuradas y a menudo reescritas, pudieran agregarse unas 10 mil a la obra. Razones
de método indujeron a crear 25 secciones de trabajo, cada una a cargo de un
coordinador, quien a su vez mantuvo el enlace de la dirección con los colaboradores y
asesores en cada rama. Una tarea paralela fue la unificación del lenguaje, conforme a
criterios previamente codificados.
El volumen de los materiales que se han recogido en la segunda edición de la
Enciclopedia —24 mil cuartillas— obligaba a la publicación de 18 tomos y a elevar
en un cincuenta por ciento su costo. La Secretaría y esta empresa, deseosas de no
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estrechar el mercado de la Enciclopedia, sino de ampliarlo, y de poner un producto de
alto valor cultural al alcance de la comunidad docente y estudiantil, y en general de
las familias de fortuna media, decidieron publicar esta segunda edición con sólo las
ilustraciones que tienen una referencia expresa en el texto. Esta versión no desmerece
en nada sustancial la naturaleza de la obra, pues los conocimientos que trasmite se
encuentran expuestos en la letra impresa. La Enciclopedia se lee o se consulta para
conocer una materia o profundizar en ella, reconstruir un suceso o la vida de un
personaje, verificar un dato, apoyar un aserto, despejar una duda o encontrar
respuesta a una interrogante, todo lo cual se consigue en la parte escrita y no en la
gráfica. Las ayudas visuales son una anticipación plástica de los temas y de los
sujetos enunciados, y cumplen la función, en obras de esta índole, de invitar a la
lectura, única vía para inscribir las imágenes en un desarrollo conceptual, histórico o
biográfico. Fue lamentable prescindir de los recursos gráficos que embellecen los
libros, pero se juzgó que esta versión no enteramente ilustrada de la obra, se justifica
en razón del abaratamiento de su precio, sobre todo cuando la situación económica
general ha vuelto la primera edición casi inaccesible para la mayoría de los
interesados en adquirirla. Aparte sus virtudes como medio de difusión de la cultura,
esta segunda edición constituye una hazaña comercial, pues se trata de libros de gran
porte, con 624 páginas cada uno y pastas duras en cartoné, cuyo precio, en el
momento de salir a la venta, es mucho más bajo del que normalmente tiene en el
mercado. Así se cumple uno de los objetivos de la Secretaría de Educación Pública,
en el sentido de popularizar la cultura, de democratizar el saber.
La dirección de la Enciclopedia de México expresa su reconocimiento al
licenciado Miguel González Avelar, Secretario de Educación Pública, por su apoyo
para la consumación de este proyecto; a su antecesor, licenciado Jesús Reyes Heroles,
por el impulso inicial a esta tarea; al licenciado Martín Reyes Vayssade, subsecretario
de cultura, por su discreta y eficaz asistencia; a Miguel López Azuara y a Eduardo
Lizalde, directores generales de publicaciones de esa dependencia al principio y al
final del programa, por su comprensión y ayuda; a la licenciada Margarita Ofarrill,
funcionaria operativa de esa dirección, por su permanente y bizarra disposición a
resolver consultas, hacer y reelaborar cálculos, y expeditar trámites; al Instituto de
Investigaciones Dr. José María Luis Mora, por la cesión de algunos materiales; a
todos y cada uno de los colaboradores, revisores, redactores e investigadores, cuyos
nombres constan en las páginas de créditos, por su sabia, entusiasta y perseverante
participación en la obra; al personal administrativo de esta casa editorial, por el
puntual acopio y control de los recursos económicos y la oportuna provisión de
insumos, apoyos secretariales y servicios de intendencia; al personal técnico,
responsable del manejo de los equipos de computación, tipografía, formación y
fotografía, por su aplicación al trabajo en arduas jornadas; a los correctores, por su
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paciente labor de cazadores de gazapos y erratas; a los dibujantes y diagramadores,
por la sencillez y pulcritud de sus trazos; al licenciado Jorge Denegre Vaugth, por su
generosidad y confianza, manifiestas en el frecuente préstamo de libros raros o
agotados; a los directores, catalogadores y empleados de barandilla de bibliotecas y
archivos, por su proclividad a facilitar pesquisas; a los directores, investigadores y
ayudantes de institutos, museos y laboratorios, por el acceso que brindaron a sus
acervos bibliográficos y a sus colecciones; a los parientes o amigos de mexicanos
prominentes ya fallecidos, por las noticias que proporcionaron; a quienes
espontáneamente enviaron a esta casa informaciones útiles; a las secretarias y
telefonistas, dueñas de las voces que acabaron volviéndose familiares, por mantener
libres de interferencias y difericiones las líneas de comunicación con los
interlocutores externos; y a los choferes, carteros y mensajeros, por haber llevado y
traído a lo largo y ancho del país los miles de papeles que hoy, procesados, puestos en
orden alfabético e impresos, tiene el lector ante sus ojos.
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Nota a la tercera edición revisada
La labor enciclopédica no termina nunca: la responsabilidad pasa de unas manos a
otras, pero el sentido de mantener una obra que recopile y clasifique la esencia del
conocimiento permanece.
Gutierre Tibón inició el proceso de gestación de la Enciclopedia de México; José
Rogelio Álvarez le dio forma y sentido, coherencia y visión, y la dirigió en dos
ediciones sucesivas. Las circunstancias de la economía impidieron durante muchos
años que la obra estuviese disponible, pero la demanda del público nunca
desapareció.
En los últimos años, sin embargo, ha salido nuevamente a la luz la Enciclopedia
de México. No se trata de meras reimpresiones. Se han actualizado cientos de páginas
y se han reintroducido muchas de las fotos que, en la segunda edición, se eliminaron
para dar cabida al creciente acervo de información. Este trabajo busca, pues, capturar
el dinamismo de un país que cambia.
La obra, la más vasta en su género en el país, constituye ya un clásico del
enciclopedismo mexicano. El propósito de esta tercera edición revisada es hacerla un
clásico vivo.
Los editores
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F
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FUENTES, ALMA DELIA - FUTBOL OLÍMPICO.
FUENTES, ALMA DELIA
Nació en la ciudad de México en 1937. Actriz, se inició en el cine con la
película Los olvidados de Luis Buñuel (1950). Ese mismo año participó en Amor
a la vida e Historia de un corazón; en 1951 en La loca; en 1952 en Carta a
Ufemia, Secretaria particular, Martes 13, Las tres perfectas casadas y Canción
de cuna; en 1953, en Mi novio es un salvaje; en 1961, en Herencia maldita; en
1962, en Contra viento y marea (originalmente La ingratitud de los hijos), El
extra, La risa de la ciudad y Furia en el Edén; en 1963, en El río de las ánimas
y Napoleoncito; en 1964, en Escuela para solteros, Los murciélagos, La cigüeña
distraída, Los cuatro juanes, El fugitivo, Alias el rata, Cada oveja con su pareja
(tres episodios) y Para todas hay; en 1965, en El indomable, Cargamento
prohibido, El hijo del diablo, El secreto del texano y Vuelve el texano; y en
1966, en Doctor Satán, El ángel y yo, Adiós cuñado, La isla de los dinosaurios y
Lauro Puñales. Después ha participado de modo esporádico en el cine, y con
mayor frecuencia en la televisión.
FUENTES, CARLOS
Nació en la ciudad de Panamá el 11 de noviembre de 1928. Licenciado en
derecho por la Universidad Nacional Autónoma, llevó cursos adicionales en el
Instituto de Estudios Internacionales de Ginebra, Suiza. Durante algunos años
trabajó en la Secretaría de Relaciones Exteriores, donde alcanzó el rango de
embajador. Fue becario del Centro Mexicano de Escritores (1956-57). Ha hecho
cine, como guionista, primero con Manuel Barbachano Ponce y después con
cineastas de varios países. En 1955 fundó y codirigió con Emmanuel Carballo la
Revista Mexicana de Literatura, que abrió nuevos caminos a las letras
nacionales. Fue redactor de la revista El Espectador (1959-1960). Dirigió junto
con Octavio Paz, la Colección Literaria Obregón. A partir de los años sesentas se
ha convertido en un escritor que trabaja indistintamente en México, en Estados
Unidos o en Inglaterra. Ha dado clases en distintas universidades
norteamericanas y europeas y ha recibido distinciones de diversos gobiernos y
organizaciones académicas. A los 26 años de edad se dio a conocer con un libro
de cuentos, Los días enmascarados (1954). De entonces a 1987 ha publicado 11
novelas: La región más transparente (1958), Las buenas conciencias (1959), La
muerte de Artemio Cruz (1962), Cambio de piel (1967), Zona sagrada (1967),
Cumpleaños (1969), Terra nostra (1975), La cabeza de la hidra (1978), Una
familia lejana (1980), Gringo viejo (1985) y Cristóbal Nonato (1987); una
novela corta, Aura (1962); tres colecciones de cuentos: Cantar de ciegos (1964),
Cuerpos y ofrendas (antología, 1972) y Agua quemada (1981); tres obras de
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teatro: El tuerto es rey (1970), Todos los gatos son pardos (1970) y Los reinos
imaginarios (1971); y cinco libros de ensayos: París, la revolución de mayo
(1963), La nueva novela hispanoamericana (1969), Casa con dos puertas
(1970), Tiempo mexicano (1971) y Cervantes o la crítica de la lectura (1976).
Entre sus obras posteriores destacan el ensayo El espejo enterrado (1992) y el
libro de cuentos El naranjo o los círculos del tiempo (1992). Fuentes recibió en
1994 dos importantes premios internacionales: el Príncipe de Asturias de Letras
y el Grizane Cavour.
FUENTES, FERNANDO DE
Nació en Veracruz, Ver., en 1895; murió en la ciudad de México en 1958. Una
de las grandes figuras de la época de oro del cine mexicano. Fue realizador de El
compadre Mendoza (1933) y Vámonos con Pancho Villa (1935); así como de
Cruz Diablo, Allá en el Rancho Grande (primera versión, 1940), Doña Bárbara,
Crimen y Castigo y Hasta que perdió Jalisco.
FUENTES, JOSÉ BERNARDO
Nació en Puebla, Pue., en 1824; murió en 1905. Fundador del Colegio San
Bernardo, donde se educaron millares de jóvenes poblanos. Fue rector del
Seminario Palafoxiano de 1884 a 1894.
FUENTES, JUAN B
Nació en Guadalajara, Jal., el 16 de marzo de 1869; murió en León, Gto., el 11
de febrero de 1955. Inició sus estudios musicales en la ciudad de México y los
continuó en el Instituto Duplay de París. Regresó al país en 1883 y se empleó
como catedrático de piano, armonía y canto en la Academia de Niñas de León y
luego en el Colegio de San Nicolás de Hidalgo, en Morelia. Presidió la Unión
Filarmónica de México. En 1889 publicó su primer libro Una teoría de la
música. Formó parte de la comisión que organizó el Conservatorio Nacional,
donde enseñó armonía, contrapunto, fuga y formas musicales. Intervino también
en la fundación del Conservatorio Libre de Música. Entre sus obras musicales
destacan: Suite para orquesta, Reveire, Poema sinfónico para orquesta y banda
militar, Gaveta y museta, La primera balada, Cuarenta y seis pequeñas formas
musicales para piano y Seis pequeñas formas musicales para canto. Es autor de:
Sistema especial de intervalo y transposición (1909), Método de armonía (1920)
y Fundamento científico de la armonía y técnica pianística moderna (1946).
FUENTES, RUBÉN
Nació en Ciudad Guzmán, Jal., el 15 de febrero de 1926. Se inició en la música
como primer violín y arreglista del mariachi Vargas de Tecalitlán. Luego
desempeñó la dirección artística de RCA por varios años. Ha compuesto unas
500 canciones, la mayoría grabadas por notables cantantes, y escrito fondos
musicales para películas nacionales y extranjeras. Entre sus canciones más
conocidas, con letras de diferentes autores destacan: Cien años, La verdolaga,
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Escándalo, ¡Que murmuren!, El pecador, Tres consejos, La Bikina, La del
rebozo blanco y Tiempo.
FUENTES DE LA GARZA, MARIO
Nació en Cruillas, Tamps., el 27 de febrero de 1934. Egresado (1954) de la
Escuela Nacional de Artes Plásticas, ha realizado seis exposiciones individuales
de pintura y escultura, y participado en 28 colectivas. Es autor de dos murales en
la ciudad de Monterrey, donde también se encuentran sus esculturas Diego
Montemayor (1982), Plutarco Elías Calles (1982), Luis Carbajal y de la Cueva
(1982), Miguel Hidalgo (1983), Lázaro Cárdenas (1984), Compositores e
intérpretes de la música (1985) y Cristo (1986). En poblaciones del interior de
Nuevo León, ha realizado: Monumento a la Madre en París (1968); Monumento
al general Ignacio Allende (1970), en el pueblo homónimo; Cristo (1974), en
San Nicolás de los Garza; Lázaro Cárdenas (1980), en Hidalgo; José María
Morelos (ecuestre, 1984), en Cerralvo; Mariano Escobedo (1985), en Galeana; y
La familia (1985), en Agualeguas.
FUENTES DELGADO, MARIO
Nació en Oaxaca, en 1904; murió en México, D.F., el 28 de mayo de 1985.
Médico (1929) por la Escuela Nacional de Medicina, se especializó en
psiquiatría. Fue director del antiguo manicomio La Castañeda y del Hospital
Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez (1968-1983), cuya construcción promovió.
Publicó artículos en revistas especializadas.
FUENTES DÍAZ, VICENTE
Nació en Chilpancingo, Gro., el 6 de julio de 1920. Profesor (1939) por la
Escuela Nacional de Maestros, ha ejercido el magisterio y el periodismo, éste en
El Popular, ABC, El Universal y Excélsior. De 1964 a 1967 fue diputado al
Congreso de la Unión por el distrito de Chilpancingo, y de 1970 a 1976 senador
de la República por el estado de Guerrero. Ha sido presidente de la Comisión
Nacional Editorial y secretario general del Partido Revolucionario Institucional.
Participó en la edición de las obras Los presidentes de México ante la nación y
Los derechos del pueblo mexicano (México a través de sus constituciones). Es
autor de: La intervención norteamericana en México, Gómez Farías, padre de la
Reforma, El problema ferrocarrilero de México, Los partidos políticos en
México, Santos Degollado, La Revolución de 1910 en el estado de Guerrero, La
intervención europea en México, Revaloración del general Vicente Guerrero,
Ignacio M. Altamirano y El obispo Abad y Queipo frente a la guerra de
Independencia.
FUENTES MARES, JOSÉ
Nació en Chihuahua, Chih., el 15 de septiembre de de 1919; murió en la misma
ciudad el 9 de abril de 1986. Licenciado en filosofía (1942) y en derecho (1944)
por la Universidad Nacional Autónoma de México, fue profesor en esa
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institución (1945-1956) y rector de la Universidad de Chihuahua (1958-1964).
Colaboró en periódicos y revistas, y en 1980 fue director fundador del diario
Novedades de Chihuahua.
Es autor de: La noción agustiniana de la guerra y de la paz, Meditaciones
sobre la libertad, La filosofía kantiana del derecho, fórmula del liberalismo
político (1944), Kant y la evolución de la conciencia sociopolítica moderna
(1946), México en la hispanidad: ensayo polémico sobre mi pueblo (1949),
Poinsett: historia de una gran intriga (1951), … Y México se refugió en el
desierto. Luis Terrazas: historia y destino (1954), Santa Anna: aurora y ocaso
de un comediante (1956), Juárez y los Estados Unidos (1960), Juárez y la
Intervención (1962), Juárez: el Imperio y la República (1963), Juárez y la
República (1963), Juárez y la República (1965), Las memorias de Blas Pavón
(1966), La Revolución Mexicana. Memorias de un espectador (1971), Don
Sebastián Lerdo de Tejada y el amor (1972), Miramón, el hombre (1974),
Monterrey: una ciudad creadora y sus capitanes (1976), La emperatriz Eugenia
y su aventura mexicana (1976), Génesis del expansionismo norteamericano
(1980), Cortés, el hombre (1981), El crimen de Villa Alegría (1983), Biografía
de una nación: de Cortés a López Portillo y Las mil y una noches mexicanas (t.
1, 1984; t. 2, 1985).
También dio a las prensas dos novelas: Cadenas de soledad (1958) y
Servidumbre (1960); y cuatro obras de teatro: La emperatriz, La joven Antígona
se va a la guerra, Su alteza serenísima y La amada patidifusa. Dejó inédito
Intravagario, testimonio de carácter autobiográfico.
FUENTES TRUJILLO, AURELIO
Nació en Zapotlán (hoy Ciudad Guzmán), Jal., en 1902; murió en Guadalajara,
de la misma entidad, el 9 de octubre de 1986. A la edad de siete años ya ofrecía
conciertos de violín; a los 14 ingresó en el Conservatorio Nacional, donde fue
discípulo de Ponce, Meneses y Carrillo. Con la Orquesta Típica recorrió Estados
Unidos, vestido de charro. A fines de los años veintes estudió en la Escuela
Superior de Música, en París, mientras se ganaba la vida tocando en los cafés;
luego obtuvo una plaza de profesor de cámara en el Nouvel Institute Musicale de
Neuvilly y fue primer violinista de la Orquesta Sinfónica de la Sorbona. Más
tarde enseñó música y dio conciertos en Berlín. Durante la Segunda Guerra
Mundial volvió al país y en 1942 fue uno de los fundadores del Seminario de
Cultura Mexicana, junto con Salvador Azuela y Juan de Tercero (los tres
mosqueteros). Formó parte del Trío Garnica Ascencio. En 1944 fundó la
Sociedad de Música de Cámara de México. Dio clases en la Escuela Nacional de
Música y en el Conservatorio Nacional. Dirigió el Cuarteto Clásico Nacional. Se
le otorgaron varios reconocimientos, entre ellos: medalla de oro y diploma en el
concurso Bach a que convocó la revista Sonido Trece (1924), primer premio en
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el concurso anual de la Asociación Leopold Bellan de París (1931) y primer
premio de violín en la Escuela Superior de Música de aquella capital. Su ciudad
natal lo declaró hijo predilecto por sus triunfos en el arte.
FUENTES Y BETANCOURT, EMILIO
Nació en Cuba en 1845; murió en Jalapa, Ver., en 1909. Hacia el año 1877 llegó
al país y se radicó en Veracruz, Ver., para apoyar al pedagogo Rébsamen en sus
estudios sobre la reforma educativa de aquella entidad. Fue catedrático y
director de la Escuela Normal de aquel estado. Entre sus obras: Aparición y
desarrollo de la poesía en Cuba (Jalapa, 1889) y Plácido y sus poemas (1890).
FUERO
(Del latín forum, recinto sin edificar, plaza.) Tiene diversas acepciones desde el
año 931 hasta el siglo XX. En México ha significado, por razones históricas,
privilegio concedido a los miembros del clero y del ejército para llevar sus
causas a tribunales de los cuerpos de que eran individuos.
Los fueros existieron durante la Nueva España en favor de los grupos
sociales o en beneficio de algunas profesiones o actividades administrativas; por
ejemplo, el fuero de los ingenieros, el de hacienda para las cobranzas, el
mercantil y otros. Así como la legislación eclesiástica, al decir de José María
Luis Mora, era lo más embrollada que pudiera imaginarse, por la multitud de
disposiciones, es igualmente difícil establecer cuáles y en qué condiciones
fueron y podían ejercerse los fueros coloniales. El virrey Revillagigedo, en su
Instrucción reservada (México, 1831) al marqués de Branciforte, sucesor suyo
en el virreinato, afirmaba que eran 150 los tomos en folio de la colección de las
leyes vigentes en aquel entonces, por lo cual era lenta, incierta y gravosa la
administración de la justicia en la Nueva España. Si en los años que siguieron a
la consumación de la Independencia los fueros desaparecieron de las actividades
civiles, quedaron reconocidos los del clero y los militares. En la Constitución de
1824 se ordenaba, en el artículo 154: Los militares y eclesiásticos continuarán
sujetos a las autoridades que lo están en la actualidad, según las leyes vigentes.
Esta disposición, al confirmar los privilegios de que gozaba el clero y el ejército
en la Nueva España, el de ser juzgado por sus propios tribunales así cometieran
delitos o faltas penadas por las leyes comunes, y aun, como en el caso del clero,
de poder intervenir en asuntos de la vida civil matrimonios, defunciones,
imposición de diezmos tuvo graves consecuencias: Como en los estados una
parte no muy corta de los habitantes escribió Mora son eclesiásticos y otra muy
considerable pertenece a la clase militar, en razón de que el fuero de guerra se
extiende no sólo a los que se hallan en actual servicio, sino también a los
retirados, y éstos son muchísimos después de una guerra no interrumpida de
veinticinco años (se refiere Mora a la revolución de Independencia, iniciada en
1810); los estados soberanos han visto y tolerado que una parte muy
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considerable por su número y más aún por su calidad, permanezca sustraída
dentro de su territorio, de sus leyes y autoridades, y conspire unas veces abierta
y otras solapadamente contra ellas. (México y sus revoluciones, 1950, I).
El segundo de los ocho principios políticos del partido del progreso expuesto
por Mora, que la administración de Valentín Gómez Farías trató de aplicar de
1833 a 1834, decía 2° abolición de los privilegios del Clero y de la Milicia, por
tratarse de una necesidad real, ejecutiva y urgente (Obras sueltas, 1963). El 9 de
abril de 1833 se giró una circular a los comandantes y jefes militares,
previniéndoles que se arreglaran, en los juicios criminales que les pertenezcan, a
las leyes vigentes, sin disponer de la vida de ningún ciudadano, ni súbdito suyo,
sino en los casos y con las formalidades prescritas en las mismas leyes. El 6 de
junio, mediante otra circular se recordó al clero regular y secular que no tratara
ni predicara sobre asuntos políticos, disposición dictada desde el 5 de mayo de
1823; el 8 de junio, que los religiosos no se mezclaran en cosas políticas; el 20
de agosto fue ordenada la secularizacion de las misiones de la Alta y Baja
California; el 14 de octubre se dispuso la extinción del colegio de Santa María
de Todos los Santos y el mismo mes el cese de la obligación civil de pagar el
diezmo eclesiástico dejándose a cada ciudadano en entera libertad para obrar en
esto con arreglo a lo que su conciencia le dicte; días después se derogaron las
leyes civiles que imponían cualquier genero de coacción, directa o indirecta,
para el cumplimiento de los votos monásticos; por último, el 16 de abril de 1834
se ordenó la secularización de todas las misiones de la República. (Legislación
mexicana, II, 1876).
Ante la tentativa reformadora de Gómez Farías, se levantó en armas Vicente
Escalada, el 26 de mayo de 1833. Sería la primera rebelión conocida como la de
Religión y Fueros. El artículo 1° del plan de Escalada, decía: Esta guarnición
protesta sostener a todo trance la santa religión de Jesucristo y los fueros y
privilegios del clero y el ejército, amenazados por las autoridades intrusas. Santa
Anna, declarado por Escalada protector de su causa, derogó él mismo en 1834
todas las circulares de la administración de Gómez Farías.
En las Bases y Leyes constitucionales de la República, decretadas en 1836,
se reconocía, en el artículo 30, lo siguiente: No habrá más fueros personales que
el eclesiástico y militar.
La supresión de los fueros, una vez derrocado Santa Anna por la Revolución
de Ayutla, no fue conminatoria. Se procedió con prudencia. El artículo 42 de la
Ley sobre administración de justicia, y orgánica de los tribunales de la nación,
del Distrito y Territorios, decretada por el presidente Juan Álvarez el 23 de
noviembre de 1855, siendo ministro del ramo Benito Juárez, disponía: Los
tribunales eclesiásticos cesarán de conocer de los negocios civiles y continuarán
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conociendo de los delitos comunes de individuos de su fuero, mientras se expida
una ley que arregle este punto. Los tribunales militares cesarán también de
conocer de los negocios civiles, y conocerán tan sólo de los delitos puramente
militares o mixtos de los individuos sujetos al fuero de guerra. El artículo 44
ordenaba: El fuero eclesiástico, en los delitos comunes, es renunciable. La cuarta
disposición de los artículos transitorios, decía: Los tribunales militares pasarán
igualmente a los jueces ordinarios respectivos, los negocios civiles y causas
criminales sobre delitos comunes: lo mismo harán los tribunales eclesiásticos
con los negocios civiles en que cesa su jurisdicción.
Estos artículos, de la que se llamaría Ley Juárez, provocaron de inmediato la
protesta del arzobispo de México, Lázaro de la Garza y Ballesteros. En su carta
a Juárez afirmó el Arzobispo: Consta a V.E. que el privilegio del fuero, tanto en
lo civil como en lo criminal, no es un privilegio concedido singularmente a mí,
ni a otro individuo cualquiera del venerable clero, que tampoco es un privilegio
dado en lo particular a los eclesiásticos de esa Diócesis ni a los de otra
cualquiera de las sufragáneas: que si este privilegio ha estado vigente y han
disfrutado de él todas las iglesias de la República desde que se fundaron, fue y
ha sido a virtud de que siendo un privilegio propio de todo el cuerpo
eclesiástico, cuanto individuos lo componen han gozado de él por el solo hecho
de pertenecer a este venerable cuerpo, sin otro requisito por su parte; que por no
ser cosa propia de ningún individuo ni de diócesis alguna en particular, no ha
quedado a su disposición lo perteneciente al fuero: que por esto las leyes
generales de la Iglesia prohíben que de grado o por fuerza consienta alguna en la
privación del fuero: que las penas que las mismas leyes imponen a los
eclesiásticos que de cualquier modo den su consentimiento contra el fuero,
manifiesten la estrechez de semejante prohibición; y por último, consta a V.E.
que en mi consagración juré guardar estos mismos principios a disposiciones
generales de la Iglesia.
Lo anterior lo decía el Arzobispo, en cuanto al artículo 42. Respecto del
artículo 44 escribió a Juárez, en otro párrafo: De la misma manera, como prelado
de esta diócesis y como metropolitano, declaro que el artículo 44 es contrario a
lo dispuesto por la Iglesia: que la renuncia que cualquier individuo del clero
haga del fuero, ya sea en lo civil, ya en lo criminal, es nula y de ningún
momento aún cuando lo jure; y que ya sea la renuncia de grado o por fuerza,
sobre ser de ningún valor quedará por lo mismo sujeto el que la haga a las penas
que la Iglesia impone a los contraventores; protestando como protesto contra el
dicho artículo.
A continuación afirmaba el arzobispo sobre el transitorio: Protesto asimismo,
como prelado de esta diócesis y como metropolitano, contra el artículo 4° de los
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transitorios en la parte que toca a los tribunales eclesiásticos; prohibiendo, como
prohíbo, la remisión de autos que el artículo dice por lo respectivo a los de esta
diócesis, y esperando que los ilustrísimos señores mis sufragáneos, harán igual
prohibición en la parte que les toca (J. Pérez Lugo, La cuestión religiosa en
México, 1927).
El 30 de noviembre, Benito Juárez, como ministro de Justicia y Negocios
Eclesiásticos, dio respuesta a la carta del arzobispo de la Garza y Ballesteros en
los siguientes términos: Di cuenta al Excmo. señor Presidente de la República
con el oficio de V.S.I., fecha 27 del mes que finaliza en el que protesta contra los
artículos 42 y 44 y 4° de los transitorios de la ley de 23 del mismo mes, que
inhibe a los jueces eclesiásticos del conocimiento de los negocios civiles,
autoriza a los individuos del clero para renunciar a su fuero en los delitos
comunes y manda pasar a lo jueces ordinarios respectivos, los negocios civiles
pendientes en los tribunales eclesiásticos. S.E. me ordena conteste a V.S.I., como
tengo la honra de hacerlo, que antes de sancionar la mencionada ley, tuvo
presente las razones en que V.S.I. apoya su protesta; pero que siendo más
poderosas las que pesaron en su ánimo para adoptar las medidas que contienen
los artículos referidos, está resuelto a llevarlas a debida ejecución, poniendo en
ejercicio todos los medios que la sociedad ha depositado en sus manos, para
hacer cumplir las leyes y sostener los fueros de la autoridad suprema de la
Nación. S.E. está profundamente convencido de que la ley que ha expedido
sobre administración de justicia, en manera alguna toca punto de religión, pues
en ella no ha hecho otra cosa que restablecer en la sociedad la igualdad de
derechos y consideraciones, desnivelada por gracia de los soberanos que, para
concederla, consultaron los tiempos y las circunstancias. La autoridad suprema,
al retirar las gracias o privilegios que alguna vez concede, usa de un derecho
legítimo que a nadie le es lícito desconocer y mucho menos enervar. Recuerde
V.S.I. el origen del fuero y, penetrado de esta verdad, no encontrará motivo para
que el Soberano ocurra al Sumo Pontífice y acuerde y combine con Su Santidad
un punto que es de su libre atribución, y respecto del cual no reconoce en la
tierra superior alguno. Por todas estas razones que V.S.I. debe estimar en todo su
valor y porque el deber mismo del Excmo. señor Presidente lo empeña en
impartir a todas sus autoridades los auxilios necesarios para dar cumplimiento a
la ley, en cuyo caso las disposiciones de V.S.I. quedarán sin efecto, S.E. se
promete del sano juicio de V.S.I., de su amor al orden y, sobre todo, al
acatamiento que debe a la autoridad suprema de la Nación, que sin trámite
ulterior manifestará obediencia a la ley, sean cuales fueren las protestas que haga
para salvar su responsabilidad, si en algo la encuentra comprometida; en el
concepto de que las consecuencias del desobedecimiento de la ley serán de la
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exclusiva responsabilidad de V.S.I. (Benito Juárez, Documentos, discursos y
correspondencia. Selección y notas de Jorge L. Tamayo, 2, 1964).
El 9 de diciembre de 1855 Juárez renunció al Ministerio de Justicia, y el día
11, Juan Álvarez, a la Presidencia de la República, ocupándola, como sustituto,
Ignacio Comonfort. El 2 de diciembre se habían levantado en armas Antonio
Montes Velázquez y Tomás Mejía, en Tolimán, Qro., proclamando el Plan de
Sierra Gorda. El día 17 del mismo mes, exactamente al comunicar al presidente
de la República el nuevo ministro de Justicia Ezequiel Montes, de la conducta
escandalosa de algunos curas, que han convocado a sus feligreses para que en
masa se rebelen contra las autoridades constituidas, dándoles el pésimo ejemplo
de firmar las primeras actas de pronunciamiento, en Zacatlán, Pue., el sacerdote
Venancio Gabino Vázquez y algunos vecinos lanzaron un manifiesto en el que
anunciaban desconocer, en todas sus partes, al gobierno nacional. Demandaban
que se restablecieran las Bases orgánicas de 1836. El 19 de diciembre los
generales Francisco Guitián y Luis G. Osollo se rebelaban contra el gobierno
proclamando, como principios jurídicos válidos, la vigencia de las mismas Bases
orgánicas. La conspiración, aparentemente regional, fue extendiéndose. Los
privilegios abolidos por la Ley Juárez provocaron un levantamiento que, en
pocas semanas, presentó variantes insospechadas: aprehendidos Antonio Haro y
Tamariz y otros generales, lograron evadirse y encabezar a los sublevados en
Zacatlán y Teziutlán, Pue.; el general De la Llave, con sus tropas, se pasó al
mismo campo rebelde; lo propio haría el general Severo del Castillo al frente de
los 1 200 soldados, puestos bajo su mando por el presidente Comonfort para
combatir a los rebeldes. En Morelia, Mich., Ignacio Vallejo dio el grito de 1834:
¡Religión y Fueros!. Severo del Castillo ocupó la ciudad de Puebla y el
presidente Comonfort, al frente de 16 mil hombres, salió a batir a los
sublevados. El 8 de marzo de 1856 los derrotó en el cerro de Ocotlán, el día 23
tomó Puebla y el 31 decretó la intervención de los bienes eclesiásticos de ese
arzobispado. En sus consideraciones al decreto, decía Comonfort: …el primer
deber del gobierno es evitar a toda costa que la nación vuelva a sufrir los
estragos de la guerra civil: Que a la que acaba de terminar y ha causado a la
República tantas calamidades, se ha pretendido dar el carácter de una guerra
religiosa… (Código de la Reforma o Colección de leyes, decretos y supremas
órdenes, expedidas desde 1856 hasta 1861, 1861).
El ministro de Gobernación, José María Lafragua, rindió un pormenorizado
parte de la ocupación de Puebla por el presidente Comonfort ante los diputados
constituyentes en 1856 (v. Francisco Zarco Historia del Congreso Constituyente
1856-1857, 1956).
El arzobispo de Puebla, Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, más tarde
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regente del imperio de Maximiliano, fue desterrado del país. El 15 de septiembre
de 1856 brotó otra conspiración en el convento de San Francisco, en la ciudad de
México, a consecuencia de la cual se ordenó que una calle atravesara su edificio.
El 20 de octubre se iniciaba otra rebelión, acaudillada por los generales Joaquín
Orihuela (fusilado el 1° de diciembre en San Andrés Chalchicomula, Pue.) y
Miguel Miramón, quien logró fugarse.
El papa Pío IX se refirió a los fueros eclesiásticos en dos alocuciones suyas:
la Acerbissimun, del 27 de septiembre de 1852, y la Numquam fore, del 15 de
diciembre de 1856. Años más tarde, en el Syllabus Errorum (1864), se decía en
la parte XXXI transcribiendo lo que era uno de tantos errores: El fuero
eclesiástico, respecto de las causas temporales de los clérigos, ya sean éstas
civiles, o ya sean criminales, debe ser absolutamente abolido, aun sin consultar a
la Silla Apostólica, y sin tener en cuenta sus reclamaciones (Encíclicas
pontificias. 1832-1959, 1, 1939).
La Constitución de 1857, en su Artículo 13, consagró definitivamente la
supresión de los fueros: En la República mexicana nadie puede ser juzgado por
leyes privativas, ni por tribunales especiales. Ninguna persona ni corporación
puede tener fueros, ni gozar emolumentos que no sean compensación de un
servicio público, y estén fijados por la ley. Subsiste el fuero de guerra solamente
para los delitos y faltas que tengan exacta conexión con la disciplina militar. La
ley fijará con toda claridad los casos de esta excepción (Felipe Tena Ramírez:
Leyes fundamentales de México. 1808-1957, 1957).
El 16 de enero de 1861, Benito Juárez, como presidente interino de la
República, decretó las leyes que debían regir el ejercicio del culto católico. En la
Constitución de 1917, el artículo 13 recogió los principios legales por los que
lucharan los liberales mexicanos desde 1833, respecto de los fueros del clero y
los militares.
FUERO, CARLOS
Nació y murió en la ciudad de México (1844-1892). Tomó parte en las guerras
de Reforma y de Intervención Francesa, distinguiéndose en el sitio de Querétaro
(1867). Fue gobernador interino de Chihuahua.
FUERO GÓMEZ MARTÍNEZ, FERMÍN
Nació en Cañizares, España, en 1749; murió en Chiapas en 1800. Fue abogado
de la Real Audiencia, rector del Seminario, luego de la Universidad y en 1795
obispo de Chiapas.
FUERTES DE LORETO Y GUADALUPE
Lugares estratégicos, próximos a la ciudad de Puebla, donde se desarrolló la
batalla del 5 de mayo de 1862 entre los ejércitos de México y Francia. El Cuerpo
del Ejército de Oriente, que cubría las dos rutas de acceso al Altiplano,
retrocedió, conforme a un plan, hasta llegar a Puebla el 3 de mayo de 1862; allí
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el general republicano Ignacio Zaragoza eligió las llanuras al este de la ciudad
como campo de batalla y en los cerros fortificados de Guadalupe y de Loreto
esperó el ataque. Zaragoza venció al jefe francés conde de Lorencez y a
Bernando Mallat y LHériller. V. PUEBLA, La Intervención extranjera.
FULCHERI Y PIETRA SANTA, MANUEL
Nació en México, D.F., el 18 de mayo de 1874; murió en la misma ciudad el 30
de junio de 1946. Luego de estudiar en la Escuela Nacional Preparatoria y en la
Academia de San Carlos, ingresó en el Seminario Conciliar de México y el 24
de noviembre de 1896 fue enviado a Roma, donde fue consagrado sacerdote el
17 de diciembre de 1898. Obtuvo el doctorado en teología un año después y el
de derecho canónico en 1901. De regreso a México, fue profesor, vicerrector
(1902) y rector (1907) del Seminario; canónigo honorario de la Basílica de
Nuestra Señora de Guadalupe (1907), prebendado de la catedral (1909) y
canónigo de gracia. El 6 de mayo de 1912 fue preconizado obispo de
Cuernavaca por el papa Pío X, recibió la consagración episcopal en la Basílica
de Guadalupe el 8 de septiembre y tomó posesión de la diócesis el 19 de
diciembre del mismo año. Se ausentó de su sede mientras duraron los
movimientos revolucionarios de Emiliano Zapata y Venustiano Carranza. Pudo
regresar a Cuernavaca el 10 de febrero de 1919. El 21 de abril de 1921 fue
promovido por el papa Pío XI a la diócesis de Zamora, la que gobernó hasta su
muerte. Se conservan sus discursos y cartas pastorales.
FULGURITA o TUBOS DE RAYO
Espécimen mineral sílico que se presenta en forma de tubos vítreos, cuya
superficie exterior es rugosa y parda, y que se compara con tallos vegetales muy
contraídos por la resequedad. Cuando cae un rayo en lugares con arenas
abundantes en cuarzo, se forman tubos que corren hacia abajo, desde la
superficie de la tierra, disminuyendo en diámetro y ramificándose como lo haría
una raíz vegetal; algunos ejemplares llegan a tener hasta 20 m de longitud. A
estas formaciones se les llama fulguritas. Cuando un rayo golpea en la superficie
desnuda de una roca, se producen costras vidriadas cuya forma ramificada tiene
también apariencias vegetales, arborescentes, a las que se llama fulguritas
rocosas. Las investigaciones que realizan mineralistas, geólogos y biofísicos
intentan establecer los mecanismos de su morfogenia.
FUMAR
Los indios cachiqueles, del grupo mayanse, llamaban sio al cigarro y al tabaco;
el verbo sigaj tu tiene, entre otros significados, el de fumar, producir humo;
sigan ti es otra forma verbal que quiere decir fumar. La palabra cigarro procede
del cacchiquel sigaj, zicar, zigar. El viajero John Cockburn (1735) la transcribió
seegar; These gentleman gave us some seegars to smoke (Nicaragua). Fumar
cigarros o pipas era un rito ceremonial importante en el México prehispánico.
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Sahagún (Hist., lib. 4, cap. 37) y Torquemada (XIII, 23) cuentan que los aztecas,
después de un banquete, fumaban pipas en que se colocaban, además del tabaco,
ciertas sustancias aromáticas, o bien puros en pitilleras de plata o de concha de
carey. Inhalaban el humo y a veces lo tragaban, pero se apretaban las narices
para no olerlo. Entre los mayas, fumar era un acto ritual pluviógeno y aparece
así en su mitología. La asociación del cigarro y de la producción de humo con
Ahpú, dios de la Lluvia, constituye el antecedente ejemplar de la creencia maya
de que los dioses de la lluvia son grandes fumadores de cigarros. Por esta razón
hacen ofrendas de cigarros al dios de la Tierra y de la Lluvia, réplica de Ahpú, el
primer fumador mítico (R. Girard: Los mayas eternos).
José Corona Núñez, en su libro Mitología tarasca (1957), ofrece los
siguientes datos del mayor interés: Que el Fuego era la primera deidad de los
tarascos lo demuestra claramente el hecho de que toda la vida religiosa borda en
torno de las hogueras. La principal dedicación del señor tarasco estaba en traer y
hacer traer leña para las fogatas del templo. Como fogonero supremo y sacerdote
mayor, era el encargado de encender el fuego, y por lo mismo se le nombraba
teniente del Dios Curicaueri. De las hogueras sale el humo y sube a los cielos. El
humo es el único contacto entre el hombre y los dioses del cielo. Todavía más,
es el alimento de los dioses. Esta creencia permanece. Lumholtz observó en
Michoacán, a fines del siglo XIX que en las casas ponían a la hora de la comida
del mediodía, ante las imágenes de los santos, una cazuelita con incienso a guisa
de alimento. Esto aconteció en la sierra de Paracho (Carl Lumholtz: El México
desconocido, 1904). De este hecho se desprende, como cosa posible, que los
tarascos hayan sido los primeros en fumar tabaco. Entre ellos, sólo los
sacerdotes y los señores, es decir, los representantes de la divinidad, podían
fumar, y lo hacían en grandes y largas pipas de barro, porque tenían que
alimentarse con humo, como los dioses del cielo. En ningún documento antiguo
se ve que la gente común fumara. La Relación de Cuitzeo de la Laguna,
documento de 1579, dice que los indios de allí acostumbraban masticar hojas
frescas de tabaco con polvo de cal, para tener fortaleza. Este sería el uso general
de tabaco. En el idioma tarasco antiguo había el verbo qhuamuni que significa
tener en la boca la yerba que se dice andúmuqua (tabaco). Con lo que se
demuestra que esta costumbre era general y no estaba limitada a la región de
Cuitzeo. El ofrendar al Dios del Fuego pelotillas de tabaco que arrojaban en la
lumbre, era con el objeto de que el humo tuviera olores gratos para la divinidad.
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Sacerdotes fumando en la fiesta Equata cónsquaro (Relación de Michoacán)
AEM
FUMARIA
Fumaria parviflora Lam. Planta herbácea de la familia de las fumariáceas; con
hojas multipartidas y con flores dispuestas en racimos. Se localiza en Hidalgo,
Oaxaca, San Luis Potosí, Durango y México. Las hojas contienen una sustancia
amarga de propiedades tónicas y el alcaloide llamado fumarina, o ácido
fumárico. Se le conoce también como pajarilla.
FUNCIONARIO PÚBLICO
Persona que participa en el ejercicio de una función pública por disposición
inmediata de la ley, por elección popular o por nombramiento de la autoridad
competente. La distinción entre funcionario y empleado ha sido tema muy
debatido en la doctrina. Sin embargo, se reconoce que son diferentes en uno y
otro: la duración en el empleo; la retribución que reciben; la naturaleza de sus
facultades; la relación jurídica que los vincula con el Estado; la fuente de sus
facultades; y la vinculación con la ley.
La Ley Federal de Trabajadores al Servicio del Estado, reglamentaria del
apartado B del Artículo 123 constitucional, divide al personal en trabajadores de
base y de confianza, y excluye a estos últimos de las disposiciones relativas a los
de base, de donde resulta que, en principio, la calificación de trabajador de
confianza coincide con la categoría de funcionario público. El Artículo 128
constitucional ordena que sin excepción alguna todo funcionario público, antes
de tomar posesión de su cargo, debe rendir la protesta de guardar la Constitución
y las leyes que de ella emanen. Para Ignacio Pichardo Pagaza, los funcionarios
son los encargados de las funciones de más alto nivel de supervisión,
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coordinación y administración; integran el nivel directivo dentro de la
organización, y sobre ellos recae la responsabilidad de los programas de trabajo
en las áreas de su competencia. Por la naturaleza de su actividad, los
funcionarios son siempre personal de confianza; en esta clasificación se
consideran los mandos intermedios, los técnicos calificados y los directivos de
alto nivel. Estos últimos son los secretarios de estado, subsecretarios, oficiales
mayores, directores, subdirectores generales y sus asesores. Los mandos
intermedios corresponden a los subdirectores, jefes y subjefes de departamento,
y técnicos de proyecto. Hasta donde se puede apreciar, no hay duda de que son
funcionarios los senadores y diputados al Congreso de la Unión, los ministros de
la Suprema Corte de Justicia, los secretarios de Despacho, los jefes de
departamento administrativo, el procurador general de la República y el del
Distrito Federal, los magistrados de Circuito, los jueces de Distrito, los
magistrados y jueces del Fuero Común del Distrito Federal, los directores
generales (o sus equivalentes) de los organismos descentralizados, empresas de
participación estatal, sociedades y asociaciones asimiladas a éstas y fideicomisos
públicos, los gobernadores de los estados, los diputados locales, los magistrados
de los tribunales superiores de Justicia, y el presidente de la República (artículos
108 a 114 constitucionales).
Bibliografía: Gabino Fraga: Derecho administrativo (1985); Jorge Olivera
Toro: Manual de derecho administrativo (1976); Ignacio Pichardo Pagaza:
Introducción a la administración pública de México (1984); y Rafael de Pina y
Rafael de Pina Vara: Diccionario de derecho (1985).
FUNCK, NICOLÁS
Naturalista belga comisionado por su gobierno para la exploración de la historia
natural de América. Acompañado de Linden y de Griesbreght llegó a México en
1938, donde en compañía de Galeotti exploró Veracruz, Jalapa, Huatusco y el
Pico de Orizaba. En 1939, ya sin Galeotti, marchó a Yucatán y Tabasco. Regresó
a Europa con una colección de plantas que pasó al herbario Delessert.
FUNERALES
En el Diccionario Universal de Historia y de Geografía (1856) compilado y
coordinado por Manuel Orozco y Berra, se contienen los siguientes párrafos
respecto de los funerales en el antiguo México: En nada eran tan supersticiosos
los mexicanos como en sus ritos fúnebres. Cuando alguno moría, se llamaba a
ciertos maestros de ceremonias mortuorias, que eran por lo común hombres de
cierta consideración. Éstos, habiendo cortado muchos pedazos de papel, cubrían
con ellos el cadáver, y tomando un vaso de agua, se la esparcían por la cabeza,
diciendo que aquella era el agua que se formaba durante la vida del hombre.
Vestíanlo después de un modo correspondiente a su condición, a sus facultades y
a las circunstancias de su muerte. Si el muerto había sido militar, lo vestían
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como el ídolo de Huitzilopochtli; si mercader, como el de Jacatecutli; si
artesano, como el del protector de su oficio. El que moría ahogado, se vestía de
Tláloc; el que era ajusticiado por adúltero, como el de Tlazoteótl; y el borracho,
como el de Tezcatzoncatl, dios del vino. Así que, como dice Gómara, más ropa
se ponían después de muertos, que cuando estaban en vida.
Poníanle después entre los vestidos un jarro de agua, que debía servirle para
el viaje al otro mundo, y dábanle sucesivamente algunos pedazos de papel,
explicándole el uso de cada uno de ellos. En el primero, decían al muerto: 'con
éste pasarás sin peligro entre los dos montes que están peleando'. Al segundo:
'con éste caminarás sin estorbo por el camino definido por la gran serpiente'. Al
tercero: 'con éste irás seguro por el sitio en que está el gran cocodrilo Jochitonal'.
El cuarto era un salvoconducto para los ocho desiertos. El quinto para los ocho
collados; y el sexto para el viento agudo, pues fingían que debían pasar por un
sitio llamado Itzehecayan, donde reinaba un viento tan fuerte que levantaba las
piedras, y tan sutil que cortaba como un cuchillo. Por lo mismo quemaban los
vestidos del muerto, sus armas y algunas provisiones, para que el calor de aquel
fuego lo preservase del frío de aquel viento terrible.
Una de las principales ceremonias era la de matar un techichi, cuadrúpedo
doméstico semejante a nuestros perros, con el objeto de que acompañase al
difunto en su viaje. Atábanle una cuerda al cuello, para que pasase al profundo
río de Chiuhnahuapan, o de las nueve aguas. Enterraban el techichi, o lo
quemaban con su amo, según el género de muerte que éste había tenido.
Mientras los maestros de ceremonias encendían el fuego, en que debía quemarse
al cadáver, los otros sacerdotes entonaban un himno fúnebre. Después de
haberlo quemado, recogía en una olla todas las cenizas, y entre ellas ponían una
joya de poco o mucho precio, según las facultades del muerto, la cual decían que
debía servirle de corazón en el otro mundo. La olla se enterraba en una huesa
profunda, y durante cuatro días hacía sobre ella oblaciones de pan y vino.
Tales eran los ritos fúnebres de la gente ordinaria; pero en las de los reyes, y
respectivamente en las de los señores y otras personas de alta jerarquía,
intervenían otras particularidades dignas de notarse. Cuando el rey se ponía
malo, dice Gómara, se ponían máscaras a los ídolos de Huitzilopochtli y
Tezcatlipoca, y no se les quitaban hasta que sanaba o moría; pero lo cierto es que
el ídolo de Huitzilopochtli tenía siempre dos máscaras. Al punto que el rey de
México expiraba, se publicaba la noticia con gran aparato, y se avisaba a todos
los señores, ora estuviesen en la corte, ora fuera de ella, para que asistiesen a las
exequias. Entre tanto colocaban el cadáver real en primorosas esteras, y le
hacían la guardia sus domésticos. Al cuarto o quinto día, cuando ya habían
llegado los señores, con sus trajes de gala y hermosas plumas, y los esclavos que
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debían acompañarlos en la ceremonia, ponían al cadáver quince o más vestidos
finísimos de algodón de varios colores; adornábanlo con joyas de oro, plantas y
piedras preciosas; le suspendían del labio inferior una esmeralda que debía
servirle de corazón; cubríanle el rostro con una máscara, y sobre los trajes le
ponían las insignias del dios, en cuyo templo o atrio debían enterrarse las
cenizas. Cortábanle una parte del cabello, y con otra que le habían cortado en su
infancia, la guardaban en una cajita, para perpetuar, como ellos decían, la
memoria del difunto. Sobre esta cajita colocaban su retrato, de madera o de
piedra. Después mataban al esclavo que le había servido de capellán, o cuidado
de su oratorio y de todo lo correspondiente al culto privado de sus dioses, a fin
de que tuviese el mismo empleo en el otro mundo.
Hacían después la procesión fúnebre, llevando el cadáver, acompañado de
los parientes, de toda la nobleza y de las mujeres del muerto, las cuales
expresaban su dolor con llantos y otras demostraciones. La nobleza llevaba un
gran estandarte de papel, y las armas e insignias reales. Los sacerdotes cantaban,
sin acompañamiento instrumental. Al llegar al atrio inferior del templo, salían
los sumos sacerdotes, con sus ministros, a recibir al cadáver, y sin detenerse, lo
colocaban en la pira, que estaba dispuesta en el atrio, y se componía de leña
olorosa y resinosa, con una gran cantidad de copal y otros aromas. Mientras
ardía el real cadáver, con todas sus ropas, insignias y armas, sacrificaban al pie
de la escalera del templo un gran número de esclavos, tanto de los del rey
muerto, como de los que habían presentado para aquella solemnidad los señores.
También se sacrificaban algunos hombres irregulares y monstruosos, de los que
tenía en sus palacios, para que lo divirtiesen en el otro mundo, y por la misma
razón solían matar algunas de sus mujeres. El número de víctimas correspondía
a la grandeza del funeral, y según algunos autores, llegaban a veces a doscientas.
No faltaba entre tantos infelices el techichi, pues creían que sin aquel conductor
no era posible salir de algunos senderos que se hallaban en el camino del otro
mundo.
Al día siguiente recogían las cenizas, los dientes que habían quedado enteros
y la esmeralda que le habían puesto en el labio, y todo junto se guardaba en la
cajita que contenía los cabellos, y ésta se depositaba en el sitio destinado para
sepulcro. En los cuatro días siguientes hacían sobre él oblaciones de manjares. A
los cinco días sacrificaban algunos esclavos, y el mismo sacrificio se repetía a
los veinte, a los cuarenta, a los sesenta y a los ochenta. Desde entonces ya no se
sacrificaban más victimas humanas: sino que cada año se celebraba un
aniversario con sacrificios de conejos, de mariposas, de codornices y otros
pájaros, y con oblaciones de pan, vino, copal, flores y unas cañas llenas de
materias aromáticas que llamaban acayotl. Este aniversario se celebraba cuatro
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años seguidos. La mayor parte de los cadáveres se quemaban: sólo se enterraban
enteros los de aquellos que morían ahogados o de hidropesía.
Época colonial. En su libro Las piras funerarias en la historia y en el arte
de México (Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, 1946), el doctor
Francisco de la Maza hace la siguiente descripción de las ceremonias fúnebres
durante el virreinato: Cuando llegaba la noticia de la muerte de una persona real
a la Nueva España, lo primero que se hacía era publicar los lutos, por medio de
pregonero y música, con solemnes visitas de la Audiencia al virrey, del virrey al
arzobispo, de éste a la Audiencia, etc. Se procedía luego a la preparación de las
honras fúnebres, de las cuales se encargaban, casi siempre, algunos oidores, que
llamaban al arquitecto o pintor más importante para que diseñase la pira, así
como a los poetas y doctores universitarios para los versos, inscripciones y
epitafios, pidiendo a las altas autoridades eclesiásticas eligiesen al predicador de
los sermones y elogios de la real carroña. Si el ilustre personaje moría en
México, se instalaba la capilla ardiente en su casa o en los respectivos palacios si
era virrey o arzobispo, trasladándose después a la catedral o iglesia donde debían
celebrarse las exequias. Como ejemplo del ceremonial en caso de muerte de un
arzobispo, hago la glosa del efectuado a don Ildefonso Núñez de Haro y Peralta,
que fue, a la vez, arzobispo y virrey.
Se nombraron dos 'comisarios' del Ayuntamiento para que se encargasen de
todo lo relativo a las honras. Comenzaron por dar parte al virrey de la muerte del
prelado; fijaron edictos llamando a los cleros secular y regular y congregaciones
pías, así como a la Audiencia y al corregidor de la ciudad. A las nueve de la
mañana comenzaron las cien campanadas de vacante, una cada cinco minutos,
mientras en el palacio episcopal se procedía a vestir el cadáver. Dos lacayos
llevaron primero en grandes charolas de plata la ropa interior, blanca y morada,
es decir, 'camisa, calzoncillo, calceta y justillo' y 'medias, calzones y chupa';
después otros dos lacayos también en fuentes de plata llevaron las vestiduras
sacerdotales, así como la 'mitra preciosísima', el anillo y el pectoral. Una vez
dentro del ataúd, se puso sobre éste, en forma de equis, el báculo como obispo y
el bastón de mando como virrey que había sido. Al día siguiente se reunieron en
el palacio virreinal el virrey, la Real Audiencia, Tribunal de Cuentas, oficiales
reales, nobilísima ciudad, Real y Pontificia Universidad, Real Tribunal del
Consulado y Real Protomedicato, que en solemne y vistoso conjunto fueron a
dar el pésame al Cabildo sede vacante reunido en el palacio del arzobispo. Allí
se organizó la procesión que debía trasladar el cadáver, yendo por las calles del
Seminario, primera y segunda del Reloj, la Encarnación, Santo Domingo y
Empedradillo, hasta llegar a la puerta mayor de la catedral. Estas calles tenían el
gran toldo usado en la procesión del Corpus. Abría paso a la procesión un
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destacamento de artilleros, con cuatro cañones de campaña sobre sus cureñas,
que iban arrastrados por cuatro mulas enlutadas y seguidos de cuatro caballos
despalmados con caparazones negros. Continuaba una compañía de granaderos
del Comercio, capitaneándola a caballo con espada en mano, el coronel del
Regimiento de Toluca, con su teniente coronel y sargento mayor. Según en su
orden debido, y con sus respectivas insignias, parcialidades, cofradías, órdenes,
terceras, sagradas religiones, cruces parroquiales, copiosísimo clero,
congregación de San Pedro, curia eclesiástica, colegio de infantes, capilla de
catedral, capellanes de coro, curas urbanos y algunos foráneos, cuatro pajes del
virrey y otros tantos del difunto, todos con hachas de cuatro pabilos en mano y
últimamente el Cabildo, con capuces de luto, entre cuyos individuos iba el
cadáver. El Real y Tridentino Seminario, arrastrando beca, principiaba el
numeroso cuerpo de duelo, que continuaba el Protomedicato, Consulado,
Universidad con borlas y capelos volteados, nobilísima ciudad, caballeros,
oficialidad, Tribunal de Cuentas, Real Audiencia y el virrey. Cerraban el
acompañamiento el Regimiento Urbano de esta capital, un escuadrón de
Dragones de México, la estufa del virrey y la que servía al difunto, enlatada con
finísimo gusto, y con tal arte y primor, que se arrebató la común admiración. Ya
en el interior de la iglesia, se procedía al ceremonial litúrgico, que describe de
visu el diarista Antonio de Robles el día 27 de abril de 1701 en las honras de la
condesa de Orizaba en el santuario de Guadalupe: 'Miércoles 27, por la mañana,
fueron cantando sus misas las religiones en las capillas, y luego sus responsos en
el túmulo, que era óvalo, sobre que estaban las armas reales, corona, cetro,
espada y lábaro que dijeron sirvió en el entierro de Felipe IV. A las nueve,
habiendo venido el virrey, audiencia, tribunales, religiones, ciudad y gran
concurso, se comenzó la misa, que cantó el arzobispo, siendo diáconos los
canónigos Domingo Bayón Bandujo y Juan Parcero, y habíéndolo acabado,
predicó el doctor Rodrigo Flores, canónigo lectoral; y luego se cantaron los
responsos en contorno el túmulo; el primero el deán, el segundo el
maestrescuelas, el tercero el provisor, el cuarto y último el arzobispo, conforme
al ceremonial romano'.
En el siglo XIX los funerales más sobresalientes fueron los del presidente
Benito Juárez, cuya muerte ocurrió el jueves 18 de julio de 1872. Los homenajes
póstumos duraron tres días. El periódico El Siglo XIX publicó el miércoles 24 la
crónica que se reproduce a continuación: La muerte del C. Benito Juárez,
presidente constitucional de la República, ha sido un suceso de primera
magnitud, cuyo eco está repercutiendo en estos momentos hasta en los más
remotos confines del país. También en el extranjero el anuncio de esta muerte
producirá una gran sensación, porque hasta ahora ninguno de nuestros hombres
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de Estado, que han figurado en primera línea, había logrado como Juárez unir su
nombre tan indisolublemente a los fastos de nuestra historia… Ayer, según lo
dispuesto por la nueva administración, han tenido lugar los funerales del Sr.
Juárez. Inmensa multitud circulaba desde muy temprano en toda la carrera que
debía seguir el fúnebre cortejo. Las calles de Plateros, San Francisco, Santa
Isabel y Avenida de los Hombres Ilustres, presentaban un imponente golpe de
vista. Todas las casas de las calles del tránsito ostentaban cortinas con lazos de
crespón y coronas de siemprevivas. Las banquetas, los balcones y las azoteas en
todo ese largo trayecto estaban ocupados por millares de espectadores. A las
nueve y media de la mañana comenzó a organizarse el acompañamiento en el
Palacio Nacional y a las diez y cuarto la cabeza de la procesión fúnebre llegaba a
la esquina de la calle de Santa Isabel. Conforme a lo dispuesto por el bando del
gobierno del Distrito, abría la marcha una escuadra de batidores; seguían
inmediatamente los niños de las escuelas municipales, los de las lancasterianas y
los alumnos de las escuelas nacionales, precedidos de una gran bandera blanca
en que se leían las siguientes palabras Gran círculo de obreros, marchaban cerca
de trescientos ciudadanos, representantes de los artesanos de la capital. Seguían
después los alumnos y profesores de la escuela de Jurisprudencia, los jueces, los
empleados y los jefes de oficina, mezclados con los innumerables invitados,
entre los que notamos muchos extranjeros, los jefes del ejército, los generales
residentes en la capital y personal del gobierno del Distrito y los miembros del
Ayuntamiento. Inmediatamente después de la corporación venía el carro fúnebre
tirado por seis hermosos caballos, conducidos por cuatro lacayos a pie y todos
descubiertos. Llevaban los cuatro cordones del féretro, el tesorero general de la
nación, Sr. Izaguirre; el director de la Escuela de Jurisprudencia, Sr. Velázquez;
el general de división Alejandro García; y el Sr. Chavero, miembro del
Ayuntamiento de México. A los lados del carro marchaba la guardia de honor
del finado ciudadano de crespón. Detrás, seguía el gobernador de Palacio,
general Zérega, rodeado de los ayudantes del presidente. Después del carro
fúnebre marchaba el coche enlutado de la presidencia y que era usado por el Sr.
Juárez en las grandes funciones oficiales. Venían luego los miembros de la
diputación permanente y todos los demás diputados al Congreso de la Unión,
residentes en México, una comisión de la Suprema Corte de Justicia, otra del
Tribunal Superior, y otra, muy numerosa, en representación del Colegio de
Abogados. Seguían después los secretarios del despacho y oficiales mayores de
los ministerios acompañados de los miembros del cuerpo diplomático. El
ministerio de Fomento iba al lado del representante del imperio alemán, conde
Euzemberg, que llevaba el uniforme de coronel de caballería bávara; el
secretario de Guerra marchaba acompañado del plenipotenciario de España, Sr.
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Herreros de Tejada, que vestía riguroso uniforme, así como los demás miembros
de su legación; el Sr. Nelson, ministro de los Estados Unidos de América y
decano del cuerpo diplomático, llevaba a los lados a los secretarios de
Relaciones y Hacienda. El Sr. Lerdo de Tejada, presidente interino de la
República, venía al fin de este inmenso cortejo, acompañado de los Sres. Maza y
Dublán, dolientes, que representaban a la familia del finado ciudadano
presidente. Después del encargado del poder ejecutivo marchaba la columna de
tropas en el orden siguiente: Colegio Militar, una batería de campaña de la
primera brigada de artilleros, el primer batallón permanente, el 1° del Distrito y
dos cuerpos de caballería. Cerraba la marcha una prolongada hilera de sesenta
carruajes que ocupaban la longitud de cuatro calles.
Este extenso cortejo ocupaba casi todo el trayecto comprendido entre el
panteón de San Fernando y la plaza de la Constitución. Llegaban los batidores al
primer punto cuando la fila de carruajes se movía lentamente por las calles de
Plateros y San Francisco, habiendo tardado cerca de dos horas en desfilar la
procesión fúnebre. En el ángulo que forman la iglesia y la fachada del panteón
de San Fernando se elevaba un elegante catafalco, adonde descansó el féretro
antes de ser conducido al sepulcro de la familia Juárez. Al lado del catafalco se
colocó la tribuna, que fue ocupada primeramente por el Sr. Lic. D. José M.
Iglesias, orador oficial nombrado por el gobierno. Acto continuo subió a ella el
Sr. diputado Silva, en nombre de la diputación permanente.
Después y por el orden que en seguida señalamos, hicieron uso de la palabra
los Sres. D. Alfredo Chavero, en representación del ayuntamiento; D. Francisco
T. Gordillo, a nombre de los masones mexicanos; D. José María Vigil, por la
Prensa Asociada; D. José María Baranda, por la Sociedad Filarmónica; D.
Roque Jacinto Morón, por la Sociedad Médica Pedro Escobedo; D. Victoriano
Mereles, por el Gran Círculo de Obreros; D. José Rosas Moreno, que dijo una
magnífica composición poética; D. Gumersindo Mendoza, en representación de
la Sociedad de Geografía y Estadística, y los niños Antonio Álvarez y Salvador
Martínez Zurita, alumnos del Tecpan de Santiago. Concluidos los discursos se
verificó la inhumación en el sepulcro de la familia del Sr. Juárez, presidiendo el
acto el señor presidente interino. Al depositarse el cadáver, se inclinó sobre él la
bandera nacional y se dispararon veintiún cañonazos como solemne y postrera
despedida. El acto concluyó a las dos menos cuarto de la tarde. Julio Zárate.
En seguida se transcriben los principales párrafos de los cinco primeros
discursos pronunciados en el panteón de San Fernando:
José María Iglesias. Eran las cinco de la mañana del día 19 de julio de 1872.
La ciudad de México, entregada a sueño tranquilo, despertaba al estampido de
cuatro cañonazos, seguidos luego de otro cada cuarto de hora. Ese anuncio de un
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acontecimiento importante llenó pronto las calles de gente, y con la velocidad
propia de las malas noticias, supo a poco la población entera la triste causa del
ruido inusitado que había perturbado su reposo… En efecto, la noticia anterior, a
las once y media, había fallecido el ilustre patricio Benito Juárez… Muerto
Juárez á los sesenta y seis años, deja una memoria imperecedera, no sólo en la
patria, sino en todo el mundo civilizado. Su historia, durante cerca de tres lustros
que ejerció el poder supremo, es la historia de México. En ese periodo, breve si
se computa su duración natural, inmenso si se consulta su importancia histórica,
ha sido Juárez la figura prominente y heróica… La fe inquebrantable, la
constancia a toda prueba, la firmeza de voluntad decidida a sucumbir, pero no a
cejar, forman esa cualidad distintiva.
Ignacio Silva. El pueblo sabía muy bien que la república de 1821 a 1857, no
era la de 1857 a esta fecha; el contraste es muy notable para que no se haya
podido apreciar todo lo que han conquistado los gigantescos esfuerzos políticos
del benemérito de América… Entre tanto, la patria no debe olvidar las
elocuentes lecciones del más ardiente patriotismo que debemos a esta época
feliz. ¡Ojalá que los partidos, inspirados por ese sentimiento, depongan sus odios
para siempre, y que la muerte de Juárez, así como su vida, sea la regeneración de
México!
Alfredo Chavero. Gloria es de varones ilustres triunfar de la muerte; pues
mientras ésta cava a las generaciones la fosa del olvido, vencida y humilde abre
la puerta de la inmortalidad a aquellos que por sus virtudes merecieron ceñir su
frente con imperecedero laurel. ¡Hermoso destino el de esos hombres! Su vida es
la lucha; su muerte es la victoria… La vida de Juárez fue la del viajero atrevido
que escalara la cima del Popocatépetl. Subió desde su oscura base, con pie firme
atravesó los senderos tortuosos, las pendientes peligrosas, los inestables arenales
y los duros hielos; fue contemplado por el mundo en regiones de nívea blancura,
más alta que las nubes, y cuando llegó a la cúspide, se hundió en ese cráter de la
vida, que se llama la muerte.
Francisco T. Gordillo. Ha muerto el hombre de la época; ha dejado de existir
el hijo predilecto de nuestra cara patria; ha bajado a la tumba el fundador de la
Reforma y el redentor de esta nación; cumplida su obra, ha desaparecido del
catálogo de los vivientes… La historia, fiel intérprete de los sentimientos que
animaron a los hombres grandes, sobrepujando a la poesía, presentará a las
edades venideras, como tipo de amor patrio, de abnegación y de liberalismo a
Juárez, y si ha de ser imperecedera la obra humanitaria de la redención de un
pueblo, sobre la tumba de nuestro héroe podrán ponerse las palabras pomposas
de Horacio, porque sólo Juárez puede decir con verdad que ha levantado un
monumento más duradero que el bronce, indestructible aun con la misma carrera
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de los siglos.
José María Vigil. Juárez ha legado a México dos bienes inestimables: la
Reforma y la Independencia; México, a su vez, le debe una gratitud ilimitada,
por haber sabido interpretar sus aspiraciones, satisfacer sus necesidades,
defender su honra ante el extranjero. Ahora no falta más que conservar esa
herencia inestimable, y el único medio de conseguirlo, es hacer que la paz
extienda su sombra benéfica sobre esta patria desgraciada. La reconciliación
sincera de los mexicanos sobre el respeto mutuo y el común acatamiento a la ley,
es el solo camino que nos puede conducir a ese anhelado objeto: que el histórico
nombre de Juárez logre realizar ese grandioso acontecimiento, y entoces el vale
eterno que hoy le dirigimos con las lágrimas en los ojos y el luto en el corazón
se convertirá en el himno de la prosperidad nacional, único homenaje adecuado
a la gloria de los padres de la patria.
La funeraria contemporánea es la empresa que se encarga de proveer las
cajas, los objetos y los vehículos relacionados con las exequias y, por extensión,
de correr los trámites jurídicos y administrativos a que obligan las defunciones y
el traslado de cadáveres. Hasta mediados del siglo XIX estos quehaceres los
ejecutaban los deudos o los vecinos del finado, con intervención de la Iglesia.
Los enterramientos solían hacerse en los templos y en los atrios, de donde
derivaron su nombre de camposantos, o bien en los conventos o en los jardines
privados. El establecimiento de las funerarias en México fue consecuencia del
decreto del 31 de julio de 1859, expedido por Benito Juárez, cuyos principales
artículos establecen: Cesa en toda la República la intervención que en la
economía de los cementerios, camposantos, panteones y bóvedas o criptas
mortuorias ha tenido hasta hoy el clero así secular como regular. Todos los
lugares que sirven actualmente para dar sepultura, aun las bóvedas de las iglesias
catedrales y de los monasterios de señoras, quedan bajo la inmediata inspección
de la autoridad civil, sin el conocimiento de cuyos funcionarios respectivos no se
podrá hacer ninguna inhumación. Se renueva la prohibición de enterrar
cadáveres dentro de los templos (Art. 1°). A petición de los interesados, y con
aprobación de la autoridad local, podrán formarse campos mortuorios,
necrópolis o panteones para entierros especiales. La adminstración de estos
establecimientos estará a cargo de quien o quienes lo erijan; pero su inspección
de policía, lo mismo que sus partidas o registro, estarán a cargo del juez del
estado civil, sin cuyo conocimiento no podrán hacerse en ellos ninguna
inhumación (Art. 3°). En todos estos puntos se dará fácil acceso a los ministros
de los cultos respectivos, y los administradores o inmediatos encargados de
todas estas localidades facilitarán cuanto esté en su poder para las ceremonias
del culto que los interesados deseen se verifique en esos lugares (Art. 4°). Los
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gobernadores del Estado y Distrito, y el jefe del Territorio, cuidarán de mandar
establecer, en las poblaciones que no lo tengan o que los necesiten nuevos,
campos mortuorios, y donde sea posible panteones. Cuidarán igualmente de que
estén fuera de las poblaciones, pero a una distancia corta; que se hallen situados,
en tanto como sea posible, a sotavento del viento reinante; que estén circundados
de un muro, vallado o seto, y cerrados con puerta que haga difícil la entrada a
ellos; y que estén plantados, en cuanto se pueda, de los arbustos o árboles
indígenas o exóticos que más fácilmente prosperen en el terreno. En todos habrá
un departamento separado, sin ningún carácter religioso para los que no puedan
ser enterrados en la parte principal (Art. 7°). Ninguna inhumación podrá hacerse
sin autorización escrita del juez del estado civil o conocimiento de la autoridad
local en los pueblos en donde no haya aquel funcionario. Ninguna inhumación
podrá hacerse sino veinticuatro horas después del fallecimiento. Ninguna
inhumación podrá hacerse sin la presencia de dos testigos por lo menos,
tomándose de estos actos nota escrita por la autoridad local de los lugares donde
no hubiera juez del estado civil y remitiéndose copia de esta nota al encargado
del registro civil. Ninguna inhumación se hará, si fuere en terreno nuevo, sino a
la profundidad, cuando menos, de 4 pies, siendo el terreno muy duro, y de 6 pies
en los terrenos comunes; ni en sepultura antigua, sino después que hayan pasado
cinco años; ni en fosa común, sino con un intermedio, cuando menos, de un pie
de tierra entre los diversos cadáveres (Art. 14).
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Nació en Alicante, España, el 30 de julio de 1937. Llegó a México a los tres
años de edad. Se dedicó a la actuación desde muy joven. Filmó unas 50
películas, entre las que destacan: Los desarraigados en Venecia, Cárcel de
Cananea, El esperado amor desesperado, El negocio del odio y Amor sucio. En
teatro ha representado: El desafío, La tierra redonda, El alcalde de Salamea, La
vida es sueño, Te juro Juana que tengo ganas…, El péndulo y Las Troyanas.
Innovó el Gran Espectáculo Poético con La palabra canta, Me llamo Barro y El
hombre testigo del hombre.
Actriz de telenovelas, asistió como representante de México a los festivales
internacionales de Cannes, Mar de Plata y San Francisco. Murió el 1 de
diciembre de 1996 en Cuernavaca, Morelos.
FURLONG, COSME
Murió en 1861. Sucedió a su hermano Patricio en el gobierno del estado de
Puebla en 1833. Se opuso a la política clerical de Santa Anna y en 1834
defendió la ciudad de Puebla contra las fuerzas del general Luis Quintanar. En
1853 fue nuevamente nombrado gobernador de esa entidad.
FUSILAMIENTO
(De fusil, arma de fuego portátil de los soldados de infantería; del italiano fucile,
voz empleada desde el siglo XVII ). Acción y efecto de fusilar, ejecutar a una
persona con una descarga de fusilería. Palabra usada desde el siglo XIX. Acaso
los primeros fusilamientos ocurridos en México fueron los ordenados por Félix
María Calleja, camino de Guanajuato, en noviembre de 1810. Citando el parte
del capitán de dragones de Puebla, Francisco Guiazarnotegui, dice Carlos María
de Bustamante: Al pasar por Granaditas oyó decir que allí estaban muertos a
lanzadas todos los gachupines, expresión que lo irritó bastante, por lo que
mandó echar pie a tierra a doce dragones para cerciorarse de la verdad y auxiliar
a los que se hallasen vivos; mas sólo oyó decir que todos eran cadáveres,
cogiendo a seis o siete hombres que hallaron allí, los cuales entraron a ver si
había algún despojo que rapiñar, o quizás a ver la catástrofe en que se
supusieron cómplices; por lo que bien asegurados, se los presenté al general en
jefe, quien al oír mi razonamiento mandó en el momento matarlos, como así se
ejecutó, ordenándose volviera a la ciudad tocando a degüello… (Cuadro
histórico de la Revolución Mexicana, I, primera parte, carta sexta; 1961). El día
26 fueron pasados por las armas 23 individuos, también en Granaditas. Los
fusilamientos alternaron con el ahorcamiento. El 21 de enero de 1811, al entrar
Calleja a Guadalajara, después de su triunfo en Calderón sobre el ejército
popular de Hidalgo, se prescindió de la horca y los sentenciados a la última pena
murieron en improvisados paredones. Llevaba Calleja, escribió Bustamante, más
de doscientos infelices tomados casi como los de Guanajuato, y a quienes reputó
como prisioneros de guerra para diezmarlos, y fusilar, como lo hizo, a muchos
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de ellos: tuvo la inhumanidad de hacer sacar del hospital a un anglo-americano
moribundo, y conducido en camilla, fue pasado por las armas (op. cit., carta
sexta).
Las órdenes de Calleja fueron el antecedente de los fusilamientos de los
caudillos de la Independencia y de que esa forma de matar se extendiera y
aceptara como la ejecución oficial de los sentenciados por los tribunales. El 27
de julio de 1811 se dictó la sentencia de degradación de Miguel Hidalgo, en la
entonces villa de Chihuahua; un día después se le despojó de sus vestiduras
sacerdotales y se le arrancó la potestad de sacrificar, consagrar y bendecir, que
recibiera con la unción de las manos y los dedos. Entregado a la curia civil, se
dispuso su fusilamiento, cuyo relato se publicó en La Abeja Poblana en 1822.
Se trata de una carta escrita por Pedro Armendáriz, jefe del pelotón de soldados
que fusiló a Hidalgo el día 30 de julio de 1811, y remitida desde Santa Fe,
Nuevo México, al editor de dicho periódico. El año de ochocientos once escribió
Armendáriz me hallaba en Chihuahua de ayudante de plaza del señor
comandante general Salcedo (Nemesio, quien tenía a su cargo las Provincias
Internas); mi empleo era teniente de presidio, comandante del segundo
escuadrón de Caballería de reserva, y vocal de la Junta de Guerra: como tal
sentencié entre otros a muerte, a los señores Cura Don Miguel Hidalgo y
Costilla, D. Ignacio Allende, Aldama, Jiménez y Santamaría; fui el testigo de
vista más inmediato de sus muertes, con motivo a que a mi cuidado se fiaron en
capilla, hasta que como principal verdugo los hacía pasar por las armas; siempre
he oído hablar con variaciones de dichos señores acerca de los últimos
momentos de su vida en términos que, según los acriminan, han creído muchos
que eran herejes, y para sacar de dudas digo: que el señor Hidalgo luego que
llegó a Chihuahua se puso preso con las seguridades necesarias en el cuartito
número 1° del Hospital; muy a menudo se confesaba, se condujo con la mayor
resignación y modestia, hasta que llegó el día horroroso, en que hallándose en
otro calabozo se sacó para ser degradado. Salió con un garbo y entereza que
admiró a todos los concurrentes, se presentó y arrodilló orando con cristiana
devoción al frente del Altar que estaba al lado derecho de la puerta de la botica;
de allí, con humildad, se fue donde estaba el juez eclesiástico; concluidos todos
los pasos de la degradación, que con la misma humildad sufrió, se me entregó;
lo conduje a la capilla del mismo Hospital, siendo ya las diez de la mañana, en
donde se mantuvo orando a ratos, en otros reconciliándose, y en otros parlando
con tanta entereza, que parecía no se le llegaba el fin de su vida, hasta las nueve
de la mañana del siguiente día, que acompañado de algunos sacerdotes, doce
soldados armados y yo, lo condujimos al corral del mismo Hospital a un rincón
donde le esperaba el espantoso banquillo; la marcha se hizo con todo silencio;
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no fue exhortado por ningún eclesiástico en atención a que lo iba haciendo por sí
en un librito que llevaba en la derecha y un Crucifijo en la izquierda; llegó como
dije al banquillo, dio a un sacerdote el librito, y sin hablar palabra, por sí se
sentó en el tal sitio, en el que fue atado con dos portafusiles de los molleros, y
con una venda de los ojos contra el palo, teniendo el Crucifijo en ambas manos,
y la cara al frente de la tropa que distaba formada dos pasos, a tres de fondo y a
cuatro de frente; con arreglo a lo que previne, le hizo fuego la primera fila; tres
de las balas le dieron en el vientre, y la otra en un brazo que le quebró; el dolor
lo hizo torcerse un poco el cuerpo, por lo que se safó la venda de la cabeza y nos
clavó aquellos hermosos ojos que tenía; en tal estado hice descargar la segunda
fila, que le dio toda en el vientre, estando prevenidos que le apuntasen al
corazón; poco extremo se hizo, sólo así se le rodaron unas lagrimas muy
gruesas; aún se mantenía sin siquiera desmerecer en nada aquella hermosa vista,
por lo que le hizo fuego la tercera fila que volvió a errar no sacando más fruto
que haberle hecho pedazos el vientre y espalda, quizá porque los soldados
temblaban como unos azogados; en este caso tan apretado y lastimoso, hice que
dos soldados le dispararan poniendo la boca de los cañones sobre el corazón, y
fue con lo que se consiguió el fin. Luego se sacó a la plaza del frente del
Hospital, se puso una mesa a la derecha de la entrada de la puerta principal, y
sobre ella una silla en la que lo sentaron para que lo viera el público que casi en
lo general lloraba, aunque sorbiéndose las lágrimas (la orden de Nemesio
Salcedo prohibía Dar muestras de una imprudente compasión); después se metió
adentro, le cortaron la cabeza que se salvó, y el cuerpo se enterró en el
camposanto. (En Últimos instantes de los primeros caudillos de la
Independencia. Narración de un testigo ocular. Reimpresa con notas y
documentos por Luis Gonzáles Obregón, 1896).
El 5 de enero de 1814, al derrotar al ejército insurgente de Morelos, en
Puruarán, las tropas de Ciriaco del Llano y Agustín de Iturbide, fue hecho
prisionero Mariano Matamoros. Su proceso, semejante al seguido a Hidalgo. se
celebró en Puruarán y Valladolid, hoy Morelia. El 3 de febrero de ese año, según
la Relación del teniente don Manuel Montaño (citada por José Herrera Peña en
Proceso instruido en contra de don Mariano Matamoros, Biblioteca
Michoacana, 1964; y Armando de María y Campos, en Matamoros, teniente
general insurgente, 1964) la caballería realista cubrió las entradas de Morelia,
retenes en las garitas y avanzadas en los caminos, para prevenir el asalto de los
insurgentes a la ciudad. Tres mil hombres y una compañía de cien infantes al
mando del fiscal de la causa, capitán Alejandro Arana, quien formó el cuadro
para la ejecución, custodiaban la plaza. En el soportal, ahora llamado de
Matamoros, se había levantado el patíbulo cubierto de paños negros y en el
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centro del cual, pegado a una de las pilastras, el pie de gallo que ocupó Mariano
Matamoros. Poco antes de las diez de la mañana las campanas de catedral
empezaron a tañer el toque de agonías, siguiéndoles las campanas de los otros
templos. Al salir Matamoros de la Cárcel Correccional, donde estuviera
confinado, se quitó los zapatos y marchó descalzo al patíbulo, del que sólo dista
de la Cárcel Correccional unas dos cuadras hacia el sur; lo hicieron caminar
rumbo al este, por las calles de la Amargura y el Reloj, siguiendo por las del
Estudiante y la Aduana, y doblando a la derecha pasó por el frente del Portal de
la Nevería, dejando a su izquierda el atrio de catedral; penetró a la plaza y la
atravesó para llegar al lugar del suplicio. Las campanas seguían tañendo.
Matamoros caminó con paso seguro, rezando sin cesar el Miserere. Le
ordenaron que se arrodillara y él se negó. De pie lo ataron al madero del pie de
gallo y le vendaron los ojos con un pañuelo. La primera descarga del pelotón de
fusilamiento lo dejó con vida. Agonizante aún, Matamoros, con voz fuerte y
serena, seguía rezando el Miserere. Los soldados hicieron otra descarga. Las
campanas dejaron de tocar. Matamoros había muerto.
Aprehendido en Texmalaca por Matías Carranco, soldado del ejército de
Manuel de la Concha, el 6 de noviembre de 1815 José María Morelos fue
conducido a la ciudad de México, encarcelado en el antiguo edificio de la
Inquisición, degradado y sentenciado a muerte. Cuando se le llevó a fusilar a
San Cristóbal Ecatepec escribió Carlos María de Bustamante, se le preparó de
comer en el cuerpo de aquella guardia; sentóse y lo hizo con serenidad. La
conversación rodó, sobre el mérito de la fábrica material de aquella iglesia y de
cosas indiferentes. Concluida la comida, le dijo Concha: ¿Sabe usted a qué ha
venido aquí? No lo sé pero lo presumo… A morir Sí, pues tómese usted el
tiempo que necesite. Dentro de breve despacho, dijo Morelos; pero permítame
usted que fume un puro, pues lo tengo de costumbre después de comer.
Encendiólo con tranquilidad; trajéronle a un fraile para que lo confesase… Que
venga el cura dijo, pues no he gustado de confesarme con frailes; de hecho, vino
el vicario, y encerrándose en una pieza recibió la última absolución. Oyó tocar
cajas (tambores), vio desfilar la tropa y dijo… esta llamada es para formar; si la
tropa aguarda no mortifiquemos más… Deme usted un abrazo señor Concha y
será el último que nos demos: metió los brazos en la turca, se la ajustó bien y
dijo: ésta será mi última mortaja pues aquí no hay otra. Quisieron vendarle los
ojos y se resistió diciendo no hay aquí objeto que me distraiga. Sacó el reloj: vio
la hora; pidió un Crucifijo y le dijo estas formales palabras: Señor, si he obrado
bien, tú lo sabes, y si mal yo me acojo a tu infinita misericordia. Persistieron en
que se vendase los ojos, y sacando su pañuelo lo hizo él mismo dándole vueltas
por las puntas encontradas y se lo amarró. ¿Aquí es el lugar? preguntó. Más
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adelante, le respondieron. Dio unos cuantos pasos, y habiéndole dicho que se
hincase lo hizo, y por detrás lo fusilaron duplicándole las descargas por no haber
empleado bien los primeros tiros. Al caer dio botes contra el suelo, y un
horrendo y herido grito… (Elogio histórico del general don José María Morelos
y Pavón, 1822).
Agustín de Iturbide murió fusilado en Padilla, Tamps., el 19 de julio de
1824. Vicente Guerrero, presidente de la República, dejó el poder el 16 de
diciembre de 1829 por la traición, con las tropas puestas bajo su mando, de
Anastasio Bustamante, vicepresidente de su gobierno. Durante cerca de tres años
Guerrero prosiguió la lucha en las montañas del Sur, hasta ser aprehendido y
fusilado en la villa de Cuilapan, Oax., el 14 de febrero de 1831. Durante la
guerra civil de aquellos años, en que se perdió Texas por la sublevación de los
colonos, se resistieron varias invasiones de España y Francia, y se perdió más de
la mitad del territorio por la guerra de conquista de los Estados Unidos, las
sentencias de muerte fueron ejecutadas mediante fusilamientos. Vuelta la paz
transitoriamente, subió al poder, en 1853 por sexta y última vez, el general
Antonio López de Santa Anna. Durante los dos años y meses que duró en la
presidencia, ocurrió un proceso dictatorial en el que hubo, como consta en los
actos revisados por el Constituyente de 1856, fusilamiento, prisiones, torturas y
destierros de quienes se opusieron a su gobierno. Los constituyentes de 1856
discutieron, conforme al Proyecto de Ley, el Artículo 33, que prevía la abolición
de la pena de muerte. En el Artículo 23 de la Constitución de 1857 se abolió
para los delitos políticos, aplicándose, tan sólo, a los traidores a la patria en
guerra extranjera, al salteador de caminos, al incendiario, al parricida, al
homicida con alevosía, premeditación y ventaja, a los delitos graves del orden
militar y a los de piratería que definió la ley.
La Guerra de Reforma (1857-1860) favoreció las ejecuciones de muerte
mediante fusilamiento. No obstante, el Partido Liberal se abstuvo de ejecutar a
sus enemigos cuantas veces los tuvo prisioneros. Durante la rebelión de los
militares al grito de Religión y fueros, en 1856, fueron perdonados no pocos
jefes. Sólo fue fusilado Orihuela (Joaquín) diría Manuel Payno por el general
(Manuel García) Pueblita, el 10 de diciembre de 1856, en San Andrés
Chalchicomula. El 11 de abril de 1859, sin embargo, los jefes del Partido
Conservador, Félix Zuloaga, Miguel Miramón y Tomás Mejía, ordenaron y
ejecutaron a 53 personas en Tacubaya. Francisco Zarco, escondido en la ciudad
de México durante aquellos días, escribió un folleto que editó sin su firma y que,
al decir de Guillermo Prieto, valió para la causa liberal como una legión… (que)
año por año deja percibir sus ecos entre recuerdos sangrientos. Zarco hizo una
oportuna reflexión política sobre los actos del gobierno de Zuloaga, y pasó a
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narrar los sucesos en los cuales los fusilamientos alcanzan el punto extremo de
su aplicación en manos de soldados. Desde el 10 de abril trabóse una lucha en
las lomas de Tacubaya, y el general Degollado resolvió emprender una retirada,
señalando una corta sección que resistiera el empuje de los soldados de la
guarnición de México. Esta sección combatió con valor hasta agotar sus
municiones; la villa fue invadida, el palacio arzobispal ocupado por los soldados
de la reacción, que viendo vencido a sus enemigos les hicieron fuego y los
lancearon en todas partes, sin hacer distinción entre los heridos. Algunos jefes y
oficiales quedaron prisioneros al terminar la acción del 11. Los heridos no
pudieron seguir la retirada, y quedaron en hospitales improvisados en el
arzobispado y algunas casas particulares. Con ellos quedó el jefe del cuerpo
médico militar del ejército federal y tres de sus compañeros, que creyeron
inhumano y desleal abandonar a los hombres cuyas vidas podrían salvar, cuyas
dolencias podrían mitigar. Un día antes de la acción se supo en México que eran
muy pocos los profesores que venían en el ejército federal, y esta escasez podía
hacer mucho más funestos los resultados de una batalla. Esta noticia hizo que
algunos jóvenes estudiantes formaran y llevaran a cabo el noble proyecto de ir a
Tacubaya para ayudar gratuitamente a los facultativos, y para curar y operar a
los heridos de los ejércitos… Miramón reunió en San Diego a Márquez, Mejía y
Orihuela, y decretaron muerte de todos los vencidos y de cuantos se encontrasen
en su compañía. En el jardín del arzobispado sucumbió la primera víctima, el
general Marcial Lazcano, antiguo militar, que acababa de batirse con valor
admirable. Inmediatamente corrieron la misma suerte el coronel Genaro
Villagrán, el coronel José María Arteaga (escribano), el capitán José López y el
teniente Ignacio Sierra. Los cuatro fueron fusilados por la espalda. Los médicos
oyeron los tiros, conocieron lo que pasaba, y sin embargo seguían haciendo
vendajes y practicando amputaciones. Los soldados llegaron hasta las camas de
los heridos, arrancaron a los médicos y a los estudiantes de las cabeceras de los
pacientes, y un momento después caían acribillados de balas Ildefonso Portugal,
Gabriel Rivero, Manuel Sánchez, Juan Duval (súbdito inglés) y Alberto Abad.
Junto con éstos, los estudiantes Juan Díaz Covarrubias (véase) y José M.
Sánchez. También se fusiló, por una falsa denuncia, al señor Agustín Jáuregui,
que no tenía la menor relación con los constitucionalistas; a Manuel Mateos,
combatiente liberal, y a los vecinos Teófilo Ramírez, Gregorio Esquivel,
Mariano Chávez, Fermín Tellechea, Andrés Becerril, Pedro Lozano Vargas,
Domingo López, José María López, Ignacio Kisser y Miguel Dervis, estos dos
últimos italianos. El número total de víctimas fue de 53, entre ellos dos jóvenes
de apellidos Smith, hijos de un norteamericano, que se detuvieron en Tacubaya
por no poder entrar en la capital (véase Manuel Galindo y Galindo: La matanza
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de Tacubaya, en La gran década nacional o Relación de la guerra de Reforma,
intervención extranjera y gobierno del archiduque Maximiliano: 1857-1867,
1904).
Desatada la guerra civil después del Plan de Tacubaya (1857), roto el orden
constitucional por una parte del ejército, el único fusilamiento que no se llevó a
cabo fue el de Benito Juárez: Estaba el gobierno en Guadalajara cuando recibió
el 13 de marzo (1858), la noticia de la derrota de Salamanca… Juárez estaba en
la junta con sus ministros ese día cuando le avisaron que el coronel Antonio
Landa se había pronunciado en su cuartel por Zuloaga (Félix). Juárez, sin
interrumpir la junta ni inmutarse, dio órdenes al general Núñez para que fuese a
apaciguar aquel motín. Núñez se arrojó solo sobre la guardia de los
pronunciados y contuvo el movimiento retirándose lastimado de un golpe
contuso sobre el corazón, producido por una bala disparada a quemarropa que
quedó encasquillada en su reloj. La junta proseguía cuando llegó el parte de la
derrota de Salamanca, con horribles pormenores; todos quedaron en profundo
silencio. Juárez, sin titubear, dijo: 'Han quitado una pluma a nuestro gallo', y dio
instrucciones a Prieto (Guillermo) para que redactase un manifiesto, diciendo la
resolución del gobierno de seguir luchando, y que en tal virtud era de poca
importancia lo sucedido. A pocos momentos, hora del relevo de la guardia, el
pronunciamiento de la fuerza fue en Palacio, reduciendo a prisión al presidente,
sus ministros y cerca de ochenta personas… Guillermo Prieto, que salía en esos
momentos a la casa del licenciado López Portillo, que era donde se retiraba a
estudiar y escribir, solicitó a Landa seguir la suerte de sus compañeros, y lo
llevaron, maltratándolo, a donde estaba Juárez. Cundió en la ciudad la noticia
del atentado; Miguel Cruz Ahedo y un médico Molina arengaron al pueblo y se
dirigieron a San Francisco, donde el general Díaz reunía a los adictos al
gobierno. De San Francisco se desprendió una gruesa columna que se dirigió a
Palacio en medio de un fuego horroroso. En esos momentos, los oficiales
Pegaza, Morett y Filomeno Bravo, con una compañía del 5°, penetraban a son de
caja en el salón de los prisioneros para fusilarlos. Estos se refugiaron en un
cuarto pequeño a la puerta del salón. Los soldados avanzaron y formaron
semicírculo frente a los prisioneros. Juárez estaba en la puerta del cuarto como
una estatua. Bravo dio las voces de mando para hacer fuego; a esa palabra,
Guillermo Prieto cubrió con su cuerpo a Juárez y grito a los soldados: '¡Levanten
esas armas; los valientes no asesinan!' y siguió hablando con suma vehemencia
hasta contener a la tropa, reducida y convertida en su defensa. (véase Guillermo
Prieto: Lecciones de historia patria, 1886).
El 1° de enero de 1861, entró a la ciudad de México Benito Juárez. El 22 de
diciembre, el ejército nacional había derrotado a los conservadores en
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Calpulalpan. El nuevo Congreso declaró presidente constitucional a Juárez. El
partido reaccionario escribió Guillermo Prieto, testigo de aquellos sucesos llevó
a su colmo el despecho con este nombramiento, y auxiliado eficazmente por el
clero, hizo estallar en todas direcciones pronunciamientos proclamando Religión
y Fueros. (op. cit.). Una de las primeras víctimas de las partidas que asaltaban y
merodeaban las poblaciones indefensas, fue Melchor Ocampo. Capturado en su
hacienda de Pomoca por Lindoro Cajiga, de las fuerzas de Leonardo Márquez,
fue llevado por los caminos de Michoacán. En Tepeji del Río los forajidos que
llevaban a Ocampo hicieron alto. El relato de lo ocurrido lo narró, años después,
Ángel Pola: Como si obedeciese al propósito de extremar la crueldad con el
señor Ocampo, la soldadesca que le condujo, complaciéndose en forzar la
marcha, llegó bien pronto a Tepeji del Río. Era lunes 3 (junio de 1861). La
entrada fue triunfal por la ostentación que hacían de su preciada víctima y la
comedia que representaba, jugando Zuloaga el papel de presidente y Márquez el
de general en jefe de la República.
Hospedadas las fuerzas en distintos mesones, Márquez dispuso que el de las
Palomas, en la calle real, sirviera de capilla al señor Ocampo. Ocupó el cuarto
número 8, hoy (1900) convertido en fábrica de jabón. A las dos de la tarde, hora
santa, vióse salir al señor Ocampo, jinete en caballo mapano, entre filas, en
camino de la última estación de su calvario, con la serenidad del justo. Recorrido
el largo trayecto, del mesón de las Palomas a Caltengo, hizo alto la tropa a
solicitud del mártir, para agregar una cláusula a su testamento. No se oreaba aún
la adición testamentaria, cuando emprendieron otra vez la marcha. A muy corta
distancia, el comandante mandó hacer alto. Formó cuadro la tropa y señaló a
Ocampo su lugar. Firme e imperturbable lo ocupó, distribuyendo entre sus
ejecutores algunas prendas. Al vendársele, habló: 'Puedo ver la muerte. Mi única
recomendación es que no me tiren al rostro'. En seguida se oyó una descarga y
entre el humo apareció el cuerpo, presa de las convulsiones de la agonía. El tiro
de gracia consumó el crimen. Presuroso el grupo de verdugos pasó por las axilas
del cadáver las cuerdas que preparó de antemano, para suspenderlo del árbol de
pirú, que se yergue sobre el montículo del ángulo de los dos caminos (véase En
peregrinación de Pomoca a Tepeji del Río, en Melchor Ocampo. Obras
completas, vol. III, 1901).
El fusilamiento de Maximiliano, Miramón y Mejía, sobre todo el primero
suscitó una abundante literatura. El proceso es voluminoso; las cartas de Víctor
Hugo, José Garibaldi y el emperador Francisco José, pidiendo la absolución de
Maximiliano, han sido reditadas desde el siglo XIX. En el volumen XII de
Benito Juárez. Documentos, discursos y correspondencia (selección y notas de
Jorge L. Tamayo, 1967) se ofrece una amplia información al respecto. La
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ejecución de la sentencia de muerte es sucinta. En el cerro de las Campanas, sito
a 700 m de la orilla occidental de la ciudad de Querétaro a las siete y cinco
minutos de la mañana del 19 de junio de 1867, yo, el infrascrito escribano, doy
fe, que en virtud de la sentencia pronunciada por el Consejo ordinario de Guerra
y confirmada con el decreto, asesorado del ciudadano general en jefe del Cuerpo
del Ejército del Norte (Mariano Escobedo), de ser pasados por las armas los reos
Fernando Maximiliano de Austria, llamado Emperador de México y sus
generales Tomás Mejía y Miguel Miramón, se les condujo con segura custodia al
punto citado; donde se hallaban situadas las tropas para la ejecución de la
referida sentencia, mandadas por el general Jesús Díaz de León y habiéndose
publicado por dicho señor el bando de ordenanza, fueron simultáneamente
ejecutados los precitados reos a la hora y en el lugar referidos y para constancia,
el ciudadano Fiscal mando se pusiera por diligencia que firmó conmigo el
presente escribano González. Félix G. Dávila.
Poco antes de su fusilamiento, Maximiliano envió una breve carta a Juárez,
en la cual le decía: Querétaro, junio 19 de 1867. Sr. Benito Juárez. Próximo a
recibir muerte, a consecuencia de haber querido hacer la prueba de si nuevas
instituciones políticas lograban poner término a la sangrienta guerra civil que ha
destrozado desde hace tantos años este desgraciado país, perderé con gusto mi
vida, si su sacrificio puede contribuir a la paz y prosperidad de mi nueva patria.
Íntimamente persuadido de que nada sólido puede fundarse sobre un terreno
empapado de sangre y agitado por violentas conmociones, yo conjuro a usted, de
la manera más solemne y con la sinceridad propia de los momentos en que me
hallo, para que mi sangre sea la última que se derrame y para que la misma
perseverancia, que me complacía en reconocer y estimar en medio de la
prosperidad, con que ha defendido usted la causa que acaba de triunfar, la
consagre en la más noble tarea de reconciliar los ánimos y de fundar de una
manera estable y duradera la paz y tranquilidad de este país infortunado.
Maximiliano.
Justo Sierra esclareció las razones de la sentencia de muerte: Maximiliano,
juzgado conforme a una ley anterior a su aceptación a la corona, debía
legalmente morir; sus jueces militares, llamados a aplicar una ley terminante a
un caso evidente, no podían hacer otra cosa que lo que hicieron; tocaba al
gobierno de Juárez el acto político supremo: el indulto. Lo negó: hizo bien; fue
justo. Es terriblemente triste decir esto cuando se trata de un hombre que se
creyó destinado a regenerar a México y de los valientes que fueron sus
compañeros de calvario. La paz futura de México, su absoluta independencia de
la tutela diplomática, su entrada en la plena mayoría de edad internacional, la
imposibilidad de atenuar el rigor de la ley si no se descabezaba para siempre el
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partido infidente, obligaron al gobierno de Juárez a ser, no inhumano, pero
inflexible, como, a pesar de su bondad, se creyó obligado a serlo Maximiliano
con las víctimas de su decreto del 3 de octubre del 65. Se consumó el acto
solemne de justicia republicana en Querétaro… (véase Evolución política del
pueblo mexicano, 2a. ed., 1957).
A pesar de que en la Constitución de 1857 se repudió la pena de muerte y,
por tanto, la ejecución por fusilamiento, las recomendaciones expresas de los
legisladores fueron olvidadas. En 1869, por ejemplo, Juárez ordenó fusilar a
Julio López Chávez, líder agrarista, en Chalco, Méx. El propio Código Penal del
Distrito Federal y Territorio de la Baja California el de Quintana Roo no se
declaraba todavía como tal expedido por el Congreso de la Unión el 1° de abril
de 1871, ordenaba, respecto de la pena de muerte, en el Artículo 248, que no se
ejecutara en público sino en la cárcel o en otro lugar cerrado; ni en domingo ni
en otro día festivo, concediéndose al penado un plazo de tres días y no menos de
24 horas para que se le ministren los auxilios espirituales que pida, según su
religión. La ejecución debía, además participarse al público por medio de
carteles en los sitios en que, habitualmente, se fijaran las leyes, en el lugar de la
ejecución y en el domicilio del reo, expresando su nombre y su delito. El cuerpo
del fusilado debía sepultarse sin pompa alguna. La contravención de lo anterior
sería causa de arresto, mayor o menor según las circunstancias del caso. Estos
ordenamientos, no siempre cumplidos respecto de los fusilamientos en público
fueron aplicados durante los 33 años del gobierno de Porfirio Díaz. Los rurales
ejecutaron a campesinos al borde de los caminos o en los cementerios, en las
cárceles de los pueblos y las ciudades, o en la prisión de Belén, descrita con
minuciosidad por Ángel de Campo, Micrós, en su novela La rumba. El patio de
ejecución, en Belén donde más tarde se levantó la Escuela Revolución, en la
ciudad de México era una especie de corral sembrado de pedruscos cubiertos por
enanas y anémicas hierbas, de trecho en trecho dormitaban los soldados y se
alzaba al frente un alto paredón; dibujos azules, una cruz y el rastro de las balas
tapizaban su musgosa superficie. Sacaban a los reos a la madrugada y los
galeros gritaban: Fulano de tal … sale a su destino. Esto lo van repitiendo de
galera en galera. Los presos cantaban, mientras el reo caminaba al paredón, el
Alabado. José Guadalupe Posada dejó en magistrales grabados el instante en que
eran ejecutados los sentenciados a muerte. Con frecuencia, soldados. Como se
sabe, la mayoría de éstos procedían de la captura que el propio ejército hacía en
campos y calles durante el gobierno de Díaz. Otros soldados procedían de las
cárceles y muchos de ellos de los campos donde eran enviados a servir a filas
por leves faltas a los hacendados. Como lo dijo Zarco, un ejército así era como
una prisión ambulante. Ello daba lugar a frecuentes protestas y faltas a la
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ordenanza, las cuales, para servir de escarmiento y someter a la voluntad de los
oficiales a los soldados, eran castigadas con la pena de muerte. El 18 de marzo
de 1891, por ejemplo, fue ejecutado en los llanos de San Lázaro, sitio público
que congregaba al vecindario los días de fusilamiento, el soldado Rosendo
Ramírez. Al pie del grabado de Posada, Antonio Vanegas Arroyo, el editor de
aquellas gacetas populares, publicó lo siguiente: A las seis de la mañana salió de
Santiago (Tlatelolco, prisión militar durante muchos años) el reo y conducido en
un carruaje llegó al sitio de la ejecución a las seis y media. El cuadro estaba
formado hacia el lado de la Escuela de Tiro. El desgraciado Ramírez se mostró
tranquilo hasta sus últimos momentos. Una de las balas de la descarga le
fracturó el brazo derecho y lo hizo caer boca arriba. Hubo un incidente curioso
en esta ejecución. Un oficial se acercó después de efectuada la descarga y
levantó el inanimado cuerpo de Rosendo y se inclinó sobre él asegurando
algunos que le dio un beso en la frente. Según se decía este oficial fue el
agraviado por Ramírez.
En los corridos se han narrado, cantando, no pocos fusilamientos. El de
Benito Canales dice casi al final:
Los rurales lo apresaron
llevándose a Surumuato,
y al despedirse de su padre
envió a Isabel su retrato.
Luego formaron el cuadro
y no quiso ser vendado;
a la derecha del padre
quedó al fin bien fusilado
Decía Benito Canales
cuando se estaba muriendo:
Mataron a un gallo fino
respetado del Gobierno
Los fusilamientos han sido tema de algunas páginas perdurables de la
literatura mexicana. José Vasconcelos, en El fusilado; Los fusilados, de Cipriano
Campos Alatorre, y Martín Luis Guzmán, en El águila y la serpiente, han
narrado ejecuciones diversas. La de David Aguirre Berlanga, acaso sea la página
más intensa de cuantas describen esa forma bárbara de aplicar la última pena.
Durante la Revolución, en su periodo de lucha popular, de 1913 a 1926,
ocurrieron numerosos fusilamientos, muchos de los cuales, en sus instantes más
drámaticos, se consevan en las fotografías del Archivo Casasola.
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El coronel Alfonso Aguilar despidiéndose antes de la ejecución.
Archivo Casasola
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Fusilamientos, grabado de Posada
AEM
FUSTE
Parte fundamental de la silla de montar; hecho de madera, consta de dos planos
inclinados con una abertura en medio. Se completa con la cabeza y con la teja.
Paremiología: Refiriéndose a él, se dice: Al que no le guste el fuste que lo
tire y monte en pelo, o también maliciosamente: Mujer de buen fuste.
FUSTER, ALBERTO
Nació en Tlacotalpan, Ver., hacia 1870; murió en Austin, Texas, E.U.A., en
enero de 1922. Pintor desde muy joven, el gobernador Teodoro Dehesa le otorgó
una beca para que se perfeccionara en Italia. Expuso su obra en Europa y recibió
buena acogida. Al regresar a México dio clases en algunas instituciones, pero a
causa de la Revolución decidió irse a Estados Unidos. En Nueva York hizo
algunas decoraciones murales. Fuster se afilió a la escuela espiritualista que
representaban en la Europa de fin de siglo los pintores Puvis de Chavannes,
Burne-Jones, Maurice Denis y otros. Sin apartarse del prototipo de belleza
helénica, deformaba la realidad para crear expresiones sintéticas y de contenido
simbólico, pues le interesaba expresar ideas. El Museo Nacional de Artes
Plásticas guarda de él: Alegoría de la paz, Alegoría del canto, Soñador, Poeta,
Prometeo, Retrato de Fernando Gamboa y Culto a la belleza. El gobierno de
Veracruz le encargó un cuadro llamado El progreso, que fue obsequiado al
presidente Díaz. José Clemente Orozco dijo de Fuster que fue pintor de grandes
concepciones con un gran dominio de la técnica.
FUSTER, VICENTE
Nació en Alcañiz, Zaragoza, España, en 1742; murió en San Juan de Capistrano,
California, el 21 de octubre de 1802. Vistió el hábito de San Francisco en
Zaragoza, el 19 de febrero de 1759. Cuando residía en Balbastro se unió a un
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grupo de 29 misioneros que se habían agregado al Colegio Apostólico de San
Fernando de México. Llegó a Nueva España en febrero de 1770. Al año
siguiente fue enviado a Baja California. Allí atendió las misiones de Santa María
de los Ángeles y Velicatá. En 1773 pasó a San Diego, en la Alta California,
donde prestó sus servicios hasta 1777. En ese tiempo presenció el ataque de los
indios insurrectos y la muerte heroica de fray Luis Jaime. Escribió la relación de
estos acontecimientos el 8 de diciembre de 1775 y la remitió a fray Junípero
Serra. Tuvo dificultades con el capitán Rivera y Moncada porque éste violó el
derecho de asilo que el propio fray Vicente concedió a un indio. Más tarde sirvió
en las misiones de San Gabriel (1778) y San Juan de Capistrano (1780), donde
permaneció largos años y cooperó a la construcción de la nueva iglesia (1798).
El 7 de marzo de 1797 escribió una carta al gobernador Pablo Solá sobre las
manufacturas textiles.
FUTBOL
Es difícil precisar cuando se inició en el hombre el gusto por impulsar con el pie
los objetos esféricos. Es posible suponer, sin embargo, que el juego, en sus más
diversas manifestaciones, tuvo un importante papel en la sociedad desde las
épocas más primitivas. La historia ha recogido, si bien no con la exactitud
deseada, un buen número de deportes que fueron practicados en la antigüedad.
Varios de ellos son citados como los posibles orígenes del futbol. En China se
acostumbró un juego llamado tsu chu (de tsu, debe patear; y chu, pelota de cuero
rellena), que se remonta al siglo VI a.C. Se ejecutaba el día del cumpleaños del
emperador y consistía en una pugna entre dos equipos: delante del palacio real
se levantaban dos postes de bambú, de más de 8 m de altura, adornados con
sedas de brillantes colores; entre ellos se tendía una red con una abertura de
poco más de 30 cm por la que los jugadores trataban de pasar el balón relleno de
pelo o de crin; se utilizaban únicamente los pies y los tiros se hacían por turno.
En el Japón se practicó un juego llamado kemari, desde antes del año 611 a.C.
Éste consistía, fundamentalmente, en un ceremonioso pasarse la pelota unos a
otros. El jardín en donde actuaba el grupo tenía una extensión aproximada de 14
m2 y en sus cuatro ángulos estaban colocados un cerezo, un pino, un sauce y un
arce. En el siglo II a.C., surgieron en Grecia el harpaston y el episkyros, que
contribuían a distraer y adiestrar a las tropas. El balón era una vejiga de buey
llena de arena o de aire, y el juego consistía en que un grupo trataba de rebasar
una línea y el otro intentaba evitarlo. Los romanos tuvieron un juego casi con las
mismas características y finalidades al que denominaban harpastum. En Bretaña
y Normandía los pobladores de dos comunas vecinas se ejercitaron durante
muchos años con un juego de pelota llamado soule. El objetivo esencial
consistía en perseguir a la pelota de cuero o de madera por doquiera que
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marchase. A veces era preciso correr varios kilómetros para llevar el balón al
campo contrario. Ej juego medieval florentino llamado calcio, practicado
todavía en la actualidad, se realizaba en la Plaza de la Señoría para festejar
diversas fechas, entre ellas la de San Juan Bautista, patrono de la ciudad, o bien
en terrenos de aproximadamente 137 m de largo por 50 de ancho, limitándose el
campo por unos postes de 1.17 m que servían de porterías. Los equipos estaban
divididos, cada uno, en 15 puestos y cuatro líneas: ocho delanteros, dos medios,
cuatro zagueros medios y un zaguero. Había seis árbitros distribuidos en
diferentes zonas del campo, pero instalados en las tribunas. La pelota se jugaba
con pies y manos. Todavía en la actualidad los italianos denominan el futbol con
el nombre de calcio e incluso su Federación Nacional ostenta la denominación
de Federazione Italiana di Gioco di Calcio. Los naturales de América también
practicaron deportes. Prueba de ello son la infinidad de campos de juego cuyos
restos todavía existen en diversas zonas arqueológicas de Mesoamérica. Los de
Chichén Itzá y Tula presentan la particularidad de que tienen casi las medidas
reglamentarias de las actuales canchas de futbol. El padre jesuita José Manuel
Peramás, que vivió en América en 1755 y que escribió en Europa tres años
después el libro La República de Platón y los guaraníes, hace la siguiente
referencia a los indios: En los días festivos, por la tarde, solían jugar también a
la pelota, la cual aunque de goma maciza, era tan liviana y ligera que, una vez
recibido el impulso, seguían dando botes por un buen espacio, sin pararse. Los
guaraníes no lanzaban la pelota con la mano, como nosotros, sino con la parte
superior del pie descalzo, enviándola y devolviéndola con gran ligereza y
precisión.
El futbol en Inglaterra. Según la tradición, la primera pelota de futbol
utilizada en Inglaterra fue la cabeza de un soldado romano muerto en combate al
ser expulsadas las tropas de Julio César. Pero hay otras versiones fuera de la
leyenda: unos afirman que este deporte derivó del harpastum romano; otros, que
provino de la soule que los soldados de Guillermo El Conquistador importaron
de Francia; y los más, que descendió del calcio, introducido a la isla por algunos
florentinos emigrados. Sí se sabe, de fijo, que el conde de Albermale regresó a
Inglaterra en 1681, muy entusiasmado por el juego del calcio que había visto
practicar en Italia. Por entonces estaba prohibida, incluso bajo pena de prisión, la
práctica del futbol primitivo y salvaje, heredado posiblemente de los romanos.
El conde consiguió que el rey Carlos II accediera a celebrar, bajo nuevas reglas,
un partido. En él se enfrentaron los equipos del rey y del conde. Las
dimensiones del campo fueron de 120 por 80 m y se clavaron dos postes en el
terreno a los que se denominó goal, que significa meta. Ganó el bando del conde
Albermale y el rey, que tuvo que pagar 10 escudos de oro por la derrota, gustó
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de las nuevas reglas y levantó la prohibición que existía. Ese juego, mezcla sin
duda del harpastum, de la soule, y fundamentalmente del calcio, conservó el
nombre inglés de foot (pie) y ball (balón), aun cuando realmente se trataba de
otro diferente. Y el futbol, ya libre de la prohibición y atemperado el salvajismo,
se popularizó de tal manera en Inglaterra que lo que en un principio fue un
deporte exclusivo de la clase baja, se extendió a todas las esferas sociales y
fundamentalmente a los centros de enseñanza. Sin embargo, los partidos entre
los diferentes equipos eran difíciles de concertar, pues por lo regular cada
conjunto se ajustaba a su propio reglamento. El juego, si bien similar, era
disímbolo. Un día de 1823 las cosas empezaron a aclararse: los alumnos del
Colegio de Rugby fundado por Thomas Arnold para suscitar la iniciativa de los
jóvenes decidieron coger el balón con las manos, volverlo oval en lugar de
esférico y correr con él hacia la meta. Así nació el rugby, diferenciándose del
futbol. Años después, en 1869, un chiquillo de 17 años, Gerrit Smith Miller, creó
en una escuela de Boston, Estados Unidos, el futbol americano.
Las reglas del juego. Para evitar confusiones, varias universidades inglesas
decidieron reunirse y elaborar las leyes del futbol soccer. En octubre de 1848 se
formularon las Reglas de Cambridge, que contienen 14 puntos y que son, con
ligeras modificaciones, las que actualmente rigen. En la redacción de esas
normas intervinieron alumnos de Eton, a quienes se les atribuye haber propuesto
el número de 11 jugadores por cada equipo; y estudiantes de Cambridge,
Oxford, Harrow, Westminster y Winchester. La codificación de las normas
futbolísticas permitió que el juego se practicara con más intensidad. Los
cambios que han ocurrido en esas reglas se mencionan a continuación: en 1865
se introdujo la cuerda como límite superior de la meta; en 1867 se reglamentó el
fuera de lugar, en 1871 se reconoció la intervención de un guardameta por bando
y se le facultó para usar las manos con ciertas restricciones; en 1873 se aceptó el
tiro de esquina; en 1874 se sustituyó la cuerda por un travesaño de madera y se
dispuso el cambio de campo sólo al medio tiempo pues con anterioridad esto
ocurría después de cada gol; en 1881 se estableció el arbitraje; en 1882 se dieron
las normas al saque de banda a dos manos; y en 1890 se instituyó el penalty y su
área, y se añadieron las redes en las metas. A partir de este último año las
innovaciones han sido mínimas: por ejemplo, la puntuación extraoficial de la
Asociación de los Estados Unidos; los cambios de jugadores, que ya pudieron
efectuarse en el Campeonato del Mundo de 1970; la obligación de guardar
distancias en los tiros libres; las nuevas reglas del fuera de lugar, que datan de
1925; y las normas sobre obstrucción y algunas relativas al juego del
guardameta.
El 6 de diciembre de 1882 en Manchester, en donde el futbol fue prohibido
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en 1608 y en donde los jugadores fueron considerados personas de malos
instintos, tuvo lugar un gran suceso relacionado con las reglas de juego: la
creación de la International Board. Desde entonces y hasta la fecha este es el
único organismo con facultades para modificar las normas del futbol. La célebre
reunión constitutiva del IB estuvo presidida por el comandante Marindin y contó
con la presencia de delegados ingleses, escoceses, galeses e irlandeses.
La primera asociación. En 1857 nació el primer club de futbol del mundo: el
Sheffield Club. Y años después, el 26 de octubre de 1863, un grupo de
entusiastas, reunidos en la Free Masons Tavern, en Londres, decidieron crear
una asociación que se encargaría de supervisar los encuentros y de aplicar,
levemente modificadas por ellos, las Reglas de Cambrigde. En 1871, los
simpatizadores del rugby se separaron de esa asociación y formaron la suya,
pues pensaban que si se privaba al futbol de su auténtica rudeza británica, unos
cuantos franceses, con una semana de práctica, podrían ridiculizarlos. El cisma
del rugby no afectó al futbol. Ese mismo año se llevó a cabo la primera
competencia oficial, la Copa de Inglaterra, ideada por Alcock, secretario de la
Asociación de Futbol Inglés. Se inspiró en el campeonato de la escuela de
Harrow, donde el bando que perdía era eliminado. La idea de una challenge cup,
abierta a todos los clubes de la Asociación, fue patrocinada por el periódico
Sportsman. El premio era una copa de plata en un plinto de ebonita. Costó 20
libras y fue realizada por los joyeros Martin, Hall & Co. La competencia empezó
en Kennington Oval, al sur de Londres, y el primer vencedor fue el Wanderers,
que habría de ganar el trofeo cinco veces en los primeros siete años. La copa fue
robada en un escaparate en Birmingham en 1900 y no fue encontrada nunca. El
primer partido internacional se celebró el 30 de noviembre de 1871 en Glasgow:
Escocia e Inglaterra empataron a 0.
El profesionalismo y la liga. En 1885, debido a los esfuerzos de Alcock, se
implantó el profesionalismo en el futbol inglés. Los primeros jugadores de paga
que registra la historia fueron dos escoceses: Love y Suter, miembros del
Darwen, un club de artesanos de Lancashire. Muchos gentlemen, a quienes
horrorizaba la idea de que se remunerara a alguien por la participación en un
juego, dieron la espalda durante unos años al futbol. En las zonas industriales, en
cambio donde se concedían los mejores empleos a los jugadores que se
distinguían por su habilidad, el futbol creció en popularidad. El 20 de julio de
1885 los clubes aprobaron el profesionalismo, por 35 votos contra 15, y surgió el
futbol como espectáculo. Los clubes, con sus planteles profesionales,
necesitaban ingresos estables, que no garantizaba la Copa, pues en ella siempre
se corría el azar de una eliminación. Y surgió así la competencia de liga
copiando los métodos del beisbol. William Mc Gregor, representante del Aston
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Villa, fue quien propuso la creación del Campeonato de Liga que inició en 1888:
agrupó a 12 equipos y el Preston North End fue el vencedor.
El futbol rumbo a América. Los británicos invadieron el mundo con su
juego. Estudiantes, marinos, comerciantes y ejecutivos de ultramar fueron
quienes propagaron el futbol a la Europa continental Suiza, Bélgica, Francia,
España y muchos otros países y luego a América. El nuevo continente, rico en
juegos de pelota que asombraron por su belleza y destreza a los conquistadores,
fue incorporándose poco a poco, con el auxilio de los británicos que ejecutaban
y enseñaban el juego, a la práctica del futbol. En Brasil, donde no se permitía
jugar a los negros, relegados a sólo devolver a sus señores los balones que salían
del campo, la clase menospreciada practicó en las playas hasta que su habilidad
superó a la de sus amos. El futbol llegó a ser una devoción entre los brasileños y
los equipos populares se multiplicaron. Su práctica dejó de ser exclusiva de las
colonias británicas y de los clubes de regatas de las ensenadas de Río de Janeiro.
En todo el territorio surgieron fenomenales jugadores. El futbol llegó a las
márgenes del Río de la Plata en un barco inglés. En los baldíos de la zona
portuaria en la ribera del Riachuelo y en las planicies de Palermo, se celebraron
los primeros partidos. Alejandro Watson Hutton fue su más decidido impulsor.
Había sido jugador de la Universidad de Cambrigde y su nombre quedó ligado
para siempre al de Alumni, una oncena argentina de gran fama. En 1888 fue
designado titular de Educación Física y dos años después organizó, entre los
alumnos del Colegio Nacional de Corrientes y el personal del ferrocarril y del
empedrado, el primer encuentro en tierras argentinas, el cual terminó en la
comisaría a donde fueron llevados los jugadores por pretender actuar con
pantalones cortos.
En Uruguay el futbol tuvo también un enorme éxito popular. La pasión se
manifestó entre los espectadores y surgió el primer hincha: Prudencio Miguel
Reyes, talabartero, encargado de hinchar la pelota del club de sus simpatías, el
Nacional de Montevideo, quien recibió ese apodo por sus gritos de aliento. El
vocablo se extendió rápidamente y hoy tiene sus equivalentes en el torcedor
brasileño, el porrista mexicano, el tifosi italiano, el supporteur francés. Y al
juego que los ingleses denominaron foot ball, los alemanes lo llaman fussball,
los brasileños futebol, los checoslovacos fottballova, los daneses boldspil, los
españoles balompié o fútbol (con acento), como en Suramérica; los estonios, jalg
pall; los finlandeses, palloliitto; los griegos lo pronuncian podosferiki, los
holandeses voetball, los húngaros labdarugok; los italianos, celosos de su
origen, lo nombran calcio. En México se dice sin acento: futbol y se escribe
como suena.
Creación de la FIFA. A principios del siglo XX el futbol se había
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universalizado y los partidos internacionales se concertaban cada vez con mayor
frecuencia. El holandés Hirschmann, a nombre de la asociación de su país,
propuso a los ingleses, en 1902, la creación de una Federación Internacional de
Futbol Asociación, pero Frederick Wall, secretario de la Football Association no
dio importancia al asunto. Dos años después, el 21 de mayo de 1904, se fundó la
Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA), sin la presencia de los
ingleses. En la sesión inicial, llevada a cabo en París, se encontraban presentes
Mulhinghaus, de Bélgica; Hirschmann, de Holanda; Schneider, de Suiza; y
Espir, del Real Madrid de España. Las primeras federaciones que se afiliaron
fueron, sin embargo, las de Bélgica, Alemania, Dinamarca, Holanda y Suiza.
Pronto se fueron agregando otras: en 1905, Italia, Hungría y Austria; en 1907,
Suecia; en 1908, Noruega y Finlandia; en 1910, Francia, Luxemburgo y
Portugal; en 1912, Argentina; en 1913, Chile y Estados Unidos; en 1914,
España; en 1923, Brasil, Yugoslavia, Polonia, Uruguay, Checoslovaquia, Egipto
y Turquía; en 1924, Bulgaria, Perú e Irlanda; en 1925, Tailandia y Paraguay; en
1926, Bolivia y Ecuador; en 1927, Grecia y Costa Rica, en 1929, Surinam,
México, Japón, Israel, Islandia y Cuba; en 1930, Filipinas; en 1931, Rumania y
China; en 1932, Antillas y Albania; en 1934, Haití; en 1936, Líbano y
Colombia; en 1938, Venezuela, Panamá y El Salvador; en 1946, Inglatera,
Escocia, Irlanda del Norte, Gales, URSS, República de Corea, Siria, Honduras y
Guatemala; en 1948, Sudán, Pakistán, Irán, Nueva Zelandia, Ghana, Burma,
India, Afganistán y Canadá; en 1952, Vietnam del Sur, Singapur, Laos,
Indonesia, Etiopía, Alemania Occidental, Ceilán, Nicaragua e Iraq; en 1954,
Malasia, Hong Kong, Taiwán y Camboya; en 1956, Australia, Jordania y Arabia
Saudita; en 1958, Corea del Norte y República Dominicana; en 1960,
Marruecos, Túnez, Kenia, Sierra Leona, Nigeria, Uganda, Puerto Rico y Malta;
en 1962, Bermudas, Somalia y Guinea; en 1964, Argelia, Camerún,
Basutolandia, África Central, Chad, República del Congo Kinshasa, Dahomey,
Fidji, Costa de Marfil, Kuwait, Liberia, Libia, Malí, Madagascar, Mauricio,
Níger, Senegal, Tanzania, Togo, Trinidad, Alto Volta, Vietnam del Norte,
Zambia, Jamaica y Rodesia; y en 1966, Gabón y Papúa-Nueva Guinea. En junio
de 1987 había un total de 116 países afiliados a la FIFA: de la UEFA 34; de
Oceanía, 16; de CONMEBOL, 10; de CONCACAF, 24; de África, 47; y de
Asia, 35. El primer presidente de la FIFA fue el francés Roberto Guerin, quien
ocupó la presidencia del 22 de mayo de 1904 al 4 de junio de 1906; lo sustituyó
Woolfall, quien permaneció en el cargo hasta el 14 de agosto de 1918. El tercero
fue el francés Jules Rimet, del 14 de agosto de 1918 al 21 de junio de 1954, a
quien se debe el mayor impulso a la organización. El suizo Seeldrayers presidió
la FIFA hasta el 7 de octubre de 1955, fecha en que murió, siendo sustituido por
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el inglés Arthur Drewry, quien fue reemplazado, a su vez, el 25 de marzo de
1961 y con carácter de interno, por Ernest B. Thomonen. Le siguieron sir
Stanley Rous, del 28 de septiembre de 1961 a mayo de 1974, y el doctor Joao
Avelange, desde entonces hasta la actualidad (1987).
El Torneo Olímpico de Futbol fue hasta antes de la creación del Campeonato
Mundial, el máximo certamen en este deporte. En 1914, la FIFA, a proposición
de Hirschmann, acordó que La Federación Internacional reconocerá el Torneo
Olímpico de Futbol como un Campeonato del Mundo Amateur si éste es
organizado conforme a sus reglamentos. Sin embargo, al sobrevenir la guerra
pocos días después, ese convenio quedó sin efecto.
En 1900, durante los Juegos de la II Olimpiada, Inglaterra venció fácilmente
a Francia por 4-0 en un partido de exhibición. Luego, al incluirse el futbol en los
Juegos Olímpicos, ganó la medalla de oro en 1908 y 1912. En 1920, en
Amberes, Bélgica obtuvo el primer lugar al abandonar Checoslovaquia el campo
por la expulsión de uno de sus jugadores. En 1924, en París, y en 1928, en
Amsterdam, Uruguay sorprendió al mundo al obtener la victoria. Ese fue el
último Torneo Olímpico de Futbol considerado como el máximo certamen en
esa rama del deporte. El Campeonato Mundial de Futbol iba a relegarlo a un
segundo término. En 1932 no se incluyó el futbol en la Olimpiada de Los
Ángeles. En 1936 Italia conquistó el primer lugar y luego vino un largo receso a
causa de la Segunda Guerra Mundial. En 1948 ganó Suecia; en 1952, Hungría;
en 1956, la URSS; en 1960 Yugoslavia; en 1964 y 1968, otra vez Hungría; en
1972, Polonia; en 1976, la República Democrática Alemana; en 1980,
Checoslovaquia; y en 1984, Francia.
La Copa del Mundo. Desde los primeros años de la FIFA se planeó la
celebración de un torneo mundial. El holandés Hirschmann, quien desempeñó
durante 25 años las labores de secretario en esa federación, redactó el
reglamento de un primer Campeonato del Mundo que debía realizarse, no con
selecciones nacionales, sino con los campeones de cada asociación nacional.
Suiza solicitó la sede y le fue concedida para 1906, pero el certamen no pudo
llevarse a cabo por falta de participantes. La ejecución de la idea fue aplazada
durante muchos años. Cuando Jules Rimet asumió la presidencia de la FIFA
renació el interés por realizar el Campeonato del Mundo, pues un rango de tal
naturaleza no parecía prudente atribuirlo al Torneo Olímpico. En la reunión de
Zurich de 1928 se estableció que la Federación Internacional organizaría cada
cuatro años, a partir de 1930, una competencia denominada Copa del Mundo,
abierta a los equipos representativos de todas las asociaciones nacionales
afiliadas a la Federación, disputable por encuentros eliminatorios. En mayo de
1929, en la reunión de la FIFA en Barcelona, se presentaron las candidaturas de
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España, Holanda, Hungría, Italia, Suecia y Uruguay para organizar la primera
Copa del Mundo. Antes de iniciarse el debate, Holanda y Suecia se
desinteresaron en favor de Italia; y poco después los demás países retiraron sus
demandas al escuchar las palabras del doctor Bocca-Varela, delegado de la
Asociación Argentina, quien recordó las victorias uruguayas en los Juegos
Olímpicos de 1924 y 1928, el relevante papel de los charrúas en la difusión del
futbol en América, y el hecho de que esa nación festejaría en 1930 el centenario
de su independencia. Así, Montevideo fue la primera sede.
Pocos objetos en el mundo son tan ambicionados como la Copa Jules Rimet.
Quien obtiene el título de Campeón del Mundo, y con ello el derecho de
custodiar el trofeo hasta que pase a ser propiedad del país que logre conquistarlo
tres veces, ostenta la supremacía futbolística durante los cuatro años siguientes y
hasta que el equipo de otra nación se lo arrebate. La Copa del Mundo, a partir
del congreso de la FIFA en Luxemburgo, en 1946, ostenta por decisión unánime
el nombre de su máximo impulsor: Jules Rimet. Copa Jules Rimet es el subtítulo
del Campeonato del Mundo de Futbol. El propio presidente de la FIFA donó la
copa y otro francés, Abel Lafleur, fue el escultor del trofeo: representa un
victoria, llevando en sus dos manos levantadas, sobre la cabeza, a modo de
cariátide, un vaso octagonal; tiene 30 cm de altura, es de oro macizo 1 800 gr y
pesa 4 kg., incluyendo la peana. En su tiempo, costó 50 mil francos.
Se han celebrado 13 campeonatos del mundo: en Uruguay (1930), Italia
(1934), Francia (1938), Brasil (1950), Suiza (1954), Suecia (1958), Chile
(1962), Inglaterra (1966), México (1970), Alemania Federal (1974), Argentina
(1978), España (1982) y México (1986). En 1942 y 1946 se suspendieron a
causa de la guerra. Los triunfadores han sido, en ese mismo orden: Uruguay,
Italia, Italia, Uruguay, Alemania, Brasil, Brasil, Inglatera, Brasil, Alemania
Federal, Argentina, Italia y Argentina. Dos países han ganado el trofeo para
siempre: Brasil en 1970 e Italia en 1982.
El futbol en México. Aunque en el México prehispánico ya se usaba cierto
juego ritual con una pelota de hule deporte que, con el nombre de hulema, se
practica todavía el futbol actual y su reglamento proviene de Inglaterra. Con el
tiempo, el futbol se volvió el deporte más popular del país, como ha ocurrido en
todo el mundo. En el curso de 1900, los técnicos y mineros británicos de la
Compañía Real del Monte fundaron el Pachuca Athletic Club, primer equipo de
futbol que se formó en la República. Le siguieron, en la capital, el Reforma
Athletic Club, el British Club ambos constituidos en 1901 y el Mexico Cricket
Club, todos integrados exclusivamente por ingleses. El Orizaba, organizado en
la ciudad veracruzana de ese nombre y contemporáneo de aquéllos, congregó en
cambio, a un grupo de escoceses. En 1902 se celebró la primera competencia
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entre estos cinco equipos y el Orizaba fue el primer campeón de futbol en
México. El Orizaba A.C. desapareció y fue sustituido por el Pueblo, A.C., que
en 1904-1905 venció al Pachuca. Se disolvió el Mexico Cricket Club, se creó el
San Pedro Golf Club y en 1905-1906 triunfó el Reforma; en 1909-1910 dominó
nuevamente éste y se formó el grupo llamado Popo Packing Company. Quienes
dieron más impulso al futbol en México fueron Percy C. Clifford y Robert J.
Blackmoore; éste trajo las normas del juego y los primeros balones
reglamentarios. El inglés Alfredo C. Crowle, que desde 1908 jugó con el
Pachuca, tuvo también bastante influencia en este deporte.
Al estallar la Primera Guerra Mundial, la mayor parte de los ingleses
regresaron a su país de origen. Antes, sin embargo, habían propagado la afición
por el nuevo deporte: en 1906 se fundó en Guadalajara el Union Football Club,
integrado exclusivamente por mexicanos, que dos años más tarde dieron a su
equipo el nombre de su ciudad; en 1908 se creó el Club México, primero de
carácter nacional en la capital; y luego otros promovidos por las colonias
extranjeras: el Amicale Francáise, en 1911; el Rovers y el España, en 1912; el
Centro Deportivo Español, en 1914; el Germania, en 1915; el Cataluña, en 1917;
el Club Asturias en 1918; y el Aurrerá, en 1919. En la provincia, al igual que en
la ciudad de México, fueron los españoles quienes mayor impulso dieron al
futbol a partir de 1912. En ese año se creó la Asociación de Aficionados de
México. El 12 de octubre de 1916, al fusionarse los equipos Record y Colón,
surgió la primera oncena mexicana de importancia: el América. Fueron tal su
calidad y tantos sus triunfos iniciales, que al siguiente año obtuvo su ingreso a la
Liga, de la cual llegó a ser campeón en la temporada 1924-1925. Este título lo
conservó por otros tres años, proeza que sólo había realizado, de 1913 a 1917, el
España. El primer campeonato jalisciense lo ganó el equipo Colón que se había
fusionado al Atlas en 1917. Este grupo ganó en las posteriores tres temporadas y
sólo en la de 1921-1922, el título pasó al Guadalajara, que lo mantuvo hasta
1925. En 1917-1918 surgieron más grupos en el estado de Veracruz: el Club
Sporting, el Cruz, el Iberia y el A.D.O. de Orizaba. La afición al nuevo deporte
se extendió por la República: en León, Irapuato, Monterrey y Puebla se
organizaron nuevas ligas. En el Distrito Federal se formaron el Sinaloa, el
Lusitania, el Condesa y el U53, que juntos dieron origen al Atlante (1916-1917),
cuyos componentes eran de extracción proletaria; sus dirigentes fueron los
hermanos Trinidad y Refugio Martínez, alias El Vaquero. Entre 1918 y 1920
surgió el Esparta, que tuvo su origen en los Cuenta y Administración, Guerra y
Marina y Son-Sin, así llamada porque la mayoría de sus miembros eran de
Sonora y Sinaloa . El Esparta engendró al Marte, equipo brillante que nunca
llegó a ser popular. La primera competencia nacional, el Campeonato del
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Centenario, ocurrió en 1921, dentro del programa de festejos conmemorativos
de la consumación de la Independencia. Participaron los equipos de la capital
Germania, España Asturias, México, Deportivo Internacional, Amicale
Francáise, Luz y Fuerza y Morelos; y los foráneos Sporting de Veracruz; Iberia,
de Córdoba; Atlas y Guadalajara, de Jalisco; y Pachuca, del estado de Hidalgo.
El España resultó vencedor. El Necaxa nació el 21 de agosto de 1923, por fusión
de los equipos Luz y Fuerza, y Tranvías. Con el patrocinio de la compañía
abastecedora de energía eléctrica, construyó un parque propio de futbol, que fue
inaugurado el 14 de septiembre de 1930. Antes de esa fecha sólo existía en la
ciudad de México el Parque España, en la calzada de la Verónica hoy Melchor
Ocampo, que entró en servicio el 2 de mayo de 1925. En la década de los veintes
habían surgido nuevos equipos, como el Pino, el Alianza, el Morelos y el
Oriente. En 1926 se formó el equipo Oro y al mismo tiempo empezó sus
actividades la Federación Deportiva de Occidente de Aficionados, que contaba
con ocho equipos, y entre éstos, el Guadalajara, el Atlas, el Latino, el Colón, el
Marte y el Oro.
En 1937, entre los refugiados de la Guerra Civil Española, llegó la casi
totalidad de los mejores jugadores de la península, grupo que se llamó Selección
Vasca. Su influencia ayudó a definir el tipo del futbol mexicano, sustrayéndolo
al estilo seco y rudo de los ingleses y adaptándose a la personalidad mexicana.
Con la inclusión de los jugadores españoles en los equipos locales se produjo un
gran avance. Sin tener ni la habilidad de los suramericanos en el manejo del
balón, ni su rapidez, y sin la fortaleza física de los europeos, el futbol del país se
adaptó a las dos diferentes técnicas: la de la habilidad y la de la fuerza. Un año
antes, en 1936, se inauguró el Parque Asturias, en la calzada del Chabacano, lo
cual también fue un poderoso estímulo a este deporte.
Durante muchos años la Federación Mexicana de Futbol, que se había
constituido en 1927, estuvo tratando infructuosamente de organizar un
campeonato nacional de primera división. Esto fue al fin posible en 1940,
aunque de manera muy precaria, cuando se incorporaron a la temporada el
Moctezuma y la Selección Jalisco. Mientras tanto, el futbol se había ido
profesionalizando: a unos jugadores se les pagaba abiertamente, a otros se les
atribuían ventajas excepcionales en sus centros de trabajo y muy pocos eran en
realidad aficionados. El 8 de abril de 1943, la Federación sancionó oficialmente
lo que era ya una situación de hecho y le atribuyó al futbol profesional el
carácter de espectáculo de masas. La temporada 1943-1944 marcó el inicio de
una nueva etapa. El campeonato se extendió, con nuevos estímulos, a otras
plazas; y junto con los equipos Asturias, España, Atlante, América y Marte, de
la capital, compitieron el Moctezuma y el A.D.O. de Orizaba, los tapatíos Atlas
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y Guadalajara, y el Veracruz. El Necaxa se desintegró entonces porque sus
directivos no aceptaron el profesionalismo; pero volvió a constituirse a partir de
1950, año en el que desaparecieron el Asturias y el España. Por esa época fueron
incorporándose a la primera división el Puebla, el León, el Tampico, el Oro, el
Monterrey y el Zacatepec.
Salvo el Guadalajara, todos los demás conjuntos incluían jugadores
extranjeros en proporción excesiva. El 9 de noviembre de 1943 la Federación
limitó a cuatro el número de futbolistas no nacionales por equipo. A causa de
que muchos de los afectados empezaron a naturalizarse, el presidente de la
República, general Manuel Ávila Camacho, decretó que para la temporada
1945-1946 cada equipo debería participar con un mínimo de seis mexicanos por
nacimiento; y, para la siguiente, con siete cuando menos. Esa disposición
presidencial no ha sido modificada, pero desde hace varios años los equipos
acordaron incorporar a sus filas un mínimo de ocho jugadores nacidos en el país.
La Federación Mexicana de Futbol Asociación. Antecedentes: en 1902 se
formó la Liga Mexicana de Futbol Amateur Asociación; su primer presidente
fue David Islas (1902-1908). Posteriormente se llamó Liga Inglesa de Futbol
Mexicano (1912), Asociación de Aficionados Mexicanos de Futbol (1912), Liga
Mexicana de Aficionados de Futbol Asociación (1916) y Liga Nacional de
Futbol (1920). En 1922 se fusionaron las ligas Nacional Mexicana, y nació la
primera Federación Mexicana de Futbol, cuyo presidente fue Ulises Garza
Ramos, del equipo México. Ese mismo año se fundó la Liga Spandling de
Aficionados; en 1925, la Liga Nacional; y en 1927, la Federación Mexicana de
Futbol Asociación, presidida por Enrique Gaval (1928-1929), quien la afilió a la
Federación Internacional de Futbol Asociación; en 1930 lo sucedió Jesús
Salgado, organizador del primer campeonato amateur. También en 1930 se creó
la Federación Central de Futbol; en 1931, la Liga Mayor; al año y en 1932 se
fusionaron las federaciones Central y Mexicana, que aunque separadas en 1935
volvieron a unirse definitivamente en 1948, dando origen a la actual Federación
Mexicana de Futbol Asociación (FMF). Han sido sus presidentes: Ernesto
Casillas (1948), José Luis Canal (1949-1950), Salvador Barros Sierra (1950-
1952), Pedro Pons (1952-1954), Salvador Guarneros (1954-1956), Ignacio
Gómez Urquiza (1956-1958), Moisés Estrada (1958-1960), Guillermo Cañedo
(1960-1970), José Luis Pérez Noriega (1970-1974), Alfredo Estrada y García
Laviada (interinos, 1974), Juan de Dios de la Torre (1974-1979), Guillermo
Aguilar Álvarez (1979-1980), Jesús Reynoso (1980) y Rafael del Castillo (1980-
1988), Rafael Castellano (interino, 1988), Marcelino García Paniagua (1988-
1989), Jesús Reynoso (1989-1990), Francisco Ibarra (1990-1992), Gerardo Gil
(interino, 1992), Marcelino García Paniagua (1992-1994), Juan J. Leaño Alvarez
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del Castillo (1994-1998).
La FMF es una asociación civil con jurisdicción en todo el territorio de la
República. Su principal objetivo consiste en el fomento, desarrollo y ejercicio de
ese deporte. El congreso nacional es el órgano supremo de la Federación y sus
resoluciones son cumplidas y hechas cumplir por un comité ejecutivo. Las
reuniones del congreso tienen el carácter de asamblea general y se efectúan cada
dos años. El comité ejecutivo dirime los conflictos que se suscitan y dicta las
medidas para el desarrollo y superación del futbol en todos sus aspectos. Las
ramas profesionales son autónomas en su régimen interno y tienen a su cargo la
organización y administración de las competencias oficiales, así como los
interclubes de carácter amistoso, locales o internacionales. Las ramas
profesionales son cuatro. Todas ellas funcionan mediante el sistema de ascenso y
descenso automático; es decir, el campeón de la división inferior asciende a la
siguiente, y el que ocupa el último lugar de la división superior desciende a la
inmediata inferior. La Primera A comenzó a jugarse a partir de la temporada
1994-95.
Primera división. En el campeonato de Verano de 1998 tenía 446 jugadores
registrados, distribuidos en 18 equipos: América, Atlante, Atlas, Atlético
Celaya, Cruz Azul, Guadalajara, León, Monterrey, Morelia, Necaxa, Puebla,
Santos-Laguna, Toluca, Toros Neza, UAG, UANL, UNAM y Veracruz.
Primera A. Durante el torneo deVerano de 1998 tenía 545 jugadores
registrados y 21 equipos: Bachilleres, Colima, Correcaminos, Cuautitlán,
Curtidores, Chivas Tijuana, Cruz Azul Hidalgo, Irapuato, La Piedad, Marte,
Mexiquense, Pachuca, Querétaro, Saltillo, San Francisco, Real San Luis,
Tigrillos de la UANL, Real Sociedad de Zacatecas, Tampico, Yucatán y
Zacatepec.
Segunda división. Se intentó crearla el 2 de septiembre de 1947, pero se
constituyó oficialmente hasta junio de 1950. El primer campeón fue el
Zacatepec. En 1997 constaba de 26 equipos y 963 jugadores registrados. Los
equipos que jugaban en la temporada de Verano de 1998 eran los siguientes,
divididos en 4 zonas. Centro: Leones del Zacatepec, Potros del Atlante, Calates
de Ixtapan, U. A. de Hidalgo, Rambox Ecatepec y Tenancingo. Bajío:
Apatzingam, Cabadas, Club Cañada CTM, Salamanca, San Miguel de Allende y
Santos Club de SLP. Occidente: Arandas, Tecos UAG, Iguaneros de Tecomán,
U. de G. de Tepatitlán, Valle del Grullo y Cihuatlán. Noreste: Dorados de
Chihuahua, San Fernando, Halcones de Saltillo, Atlético de Nazas, Matehuala,
Correcaminos UAT, Xicotencatl y Santos Laguna S. C.
Tercera división. Se inició el 9 de julio de 1967, bajo la dirección de Arturo
Iturrarán, con 16 equipos; el primer campeón fue el Deportivo Zapata. En 1971
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la coordinó Jorge Romo Fuentes y en 1972 se nombró al primer presidente,
Jorge Vargas. En 1998 los equipos eran 110 con 2 928 jugadores registrados.
La rama amateur fomenta y organiza las actividades futbolísticas de los
aficionados de todo el país. Está constituida por 35 asociaciones, de las cuales 4
se encuentran en el D.F. Congrega cerca de 100 000 jugadores. Fue presidida
por Joaquín Soria Terrazas hasta 1971. Más tarde entró en un proceso de
reestructuración y en 1998 estaba dirigida por un Comité, cuyo comisario era
Juan Enrique Silva Terán.
La FMF tiene otros organismos específicos: las comisiones de Penas, de
Arbitraje, de Hacienda, las Auxiliares y Técnicas y la Organizadora de la
Selección Nacional; y el Colegio de Árbitros. Y para el óptimo desempeño de
sus funciones, la FMF está afiliada a la FIFA, al COM, a la Confederación
Deportiva Mexicana, a la Confederación Panamericana de Futbol, y a la
Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe de Futbol (Concacaf). En
1998, dos equipos mexicanos, el América y el Guadalajara, ingresaron al torneo
de Campeones de Sudamérica, eliminándose, respectivamente, con el
subcampeón y el campeón venezolanos.
Los campeones de futbol mexicano. Durante la época amateur, fueron los
siguientes: 1902-1903, Orizaba; 1903-1904, Mexico Cricket Club; 1904-1905,
Pachuca; 1905-1906, Reforma; 1906-1907, Reforma; 1907-1908, British; 1908-
1909, 1909-1910, 1910-1911 y 1911-1912, Reforma; 1912-1913, Club México;
1913-1914, 1914-1915, 1915-1916 y 1916-1917, España; 1917-1918, Pachuca;
1918-1919, España; 1919-1920, Pachuca; 1920-1921, España (Liga Nacional) y
Germania (Liga Mexicana); 1921-1922, España; 1922-1923, Asturias; 1923-
1924, España; 1924-1925, 1925-1926, 1926-1927 y 1927-1928, América; 1928-
1929, Marte; 1929-1930, España; 1930-1931, no hubo competencias, y 1931-
1932, Atlante.
Primera división. A partir de la temporada 1932-1933, se añadió al
Campeonato de Liga, el Torneo de Copa, con los resultados que se expresan en
seguida; y en la de 1941-1942, el partido para dirimir el título de Campeón de
Campeones:
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1940-41 Atlante Asturias
1941-42 España Atlante Atlante
1942-43 Marte Moctezuma Marte
Estos tres campeonatos, en la primera división, durante la época profesional,
se indican a continuación:
Campeón
Temporada
de Liga
1970-1971 Cruz Azul
1971-1972 América
1972-1973 Cruz Azul
1973-1974 Cruz Azul
1974-1975 Toluca
1975-1976 América
1976-1977 UNAM
1977-1978 Universitario de N.L.
1978-1979 Cruz Azul
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1979-1980 Cruz Azul
1980-1981 UNAM
1981-1982 Universitario de N.L.
1982-1983 Puebla
1983-1984 América
1984-1985 América
1986-1987 Guadalajara
1987-1988 América
1988-1989 América
1989-1990 Puebla
1990-1991 UNAM
1991-1992 León
1992-1993 Atlante
1993-1994 UAG
1994-1995 Necaxa
1995-1996 Necaxa
Invierno 1996* Santos Laguna
Verano 1997 Guadalajara
Invierno 1997 Cruz Azul
1 A partir de esta fecha dejó de jugarse un torneo a dos vueltas y visita
recíproca, y se dividió en dos campeonatos, uno de invierno y otro de verano.
El Guadalajara ha sido el equipo más brillante de los últimos años en el
futbol mexicano. En la temporada 1956-1957 obtuvo su primer título de Liga y,
desde entonces, lo ha vuelto a ganar en otras nueve ocasiones, cuatro de ellas en
forma consecutiva. Además, conquistó seis veces el título de Campeón de
Campeones y dos el torneo de Copa. Fue el primer equipo mexicano que realizó
una gira por Europa, del 30 de abril al 27 de mayo de 1964: de un total de 10
juegos, ganó dos, empató cuatro y perdió cuatro. En la temporada 1969-1970, el
Guadalajara ganó los campeonatos de Liga y de Copa, y debió ser, conforme a
las normas tradicionales, Campeón de Campeones. La Federación, sin embargo,
dispuso que ese título se dirimiera entre el Guadalajara, campeón de Copa y el
vencedor del torneo denominado México 1970; en esta ocasión también ganó.
La Selección Mexicana ha participado en 11 de los 15 campeonatos
mundiales, con los siguientes resultados:
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BRASIL, 1950
Brasil, 4
Junio 24 Maracaná
México, 0
Yugoslavia, 4
Junio 29 Porto Alegre Ortiz
México, 1
Suiza, 2
Julio 2 Porto Alegre Casarín
México, 1
SUIZA, 1954
Brasil, 5
Junio 16 Charmilles
México, 0
Francia, 3 Balcázar y
Junio 19 Charmilles
México, 2 Lamadrid
SUECIA, 1958
Suecia, 3
Junio 8 Solna
México, 0
Gales, 1
Junio 11 Solna Belmonte
México, 1
Hungría, 4
Junio 15 Sanviken
México, 0
CHILE, 1962
Brasil, 2
Mayo 30 Sauzalito
México, 0
España, 1
Junio 3 Sauzalito
México, 0
A. Del Águila,
Checoslovaquia, 1
Junio 7 Sauzalito Isidoro Díaz y
México, 3
Héctor Hernández
INGLATERRA, 1966
Francia, 1
Julio 13 Wembley E. Borja
México, 1
Inglaterra, 2
Julio 16 Wembley
México, 0
Uruguay, 0
Julio 19 Wembley
México, 0
MÉXICO, 1970
URSS, 0
Mayo 31 Azteca
México, 0
J.I. Basaguren,
El Salvador, 0
Junio 7 Azteca J. Fragoso y
México, 4
J. Valdivia (2)
Bélgica, 0
Junio 11 Azteca Gustavo Peña
México, 1
Cuartos de final:
Italia, 4
Junio 14 Toluca J.L. González
México, 1
ARGENTINA, 1978
Túnez, 3
Junio 2 Rosario Arturo Vázquez
México, 1
Alemania Federal, 6
Junio 6 Córdoba
México, 0
Polonia, 3
Junio 10 Rosario Víctor Rangel
México, 1
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MÉXICO, 1986
Bélgica, 1 Hugo Sánchez y
Junio 3 Azteca
México, 2 Fernando Quirarte
Paraguay, 1
Junio 7 Azteca Luis Flores
México, 1
Irak, 0
Junio 11 Azteca Fernando Quirarte
México, 1
Bulgaria, 0 Manuel Negrete y
Junio 15 Azteca
México, 2 Raúl Servín
Universitario Alemania, 4
Julio 21 Manuel Negrete
de Monterrey México, 1
ESTADOS UNIDOS, 1994
Washington Noruega, 1
Junio 19
(RFK) México, 0
México, 2
Junio 24 Orlando Luis García
Irlanda, 1
Italia, 1
Junio 28 Orlando Marcelino Bernal
México, 1
Nueva York Bulgaria, 4 Alberto García Aspe
Julio 5
(JFK) México, 2 y Claudio Suárez
* 1-1 en el tiempo reglamentario, gol anotado por García Aspe, también de
penal.
Los directores técnicos de la Selección Mexicana en Copa del Mundo han
sido: Juan Luque de Serralonga (español, 1930 y 1934), Octavio Vial (1950),
Antonio López Hernández (1954 y 1958), Ignacio Trelles (1962 y 1966), Raúl
Cárdenas (1970), José Antonio Roca (1978), Bora Milutinovic (servio, 1986),
Miguel Mejía Barón (1994) y Manuel Lapuente (1998). Han actuado los
siguientes árbitros mexicanos en la Copa del Mundo: Gaspar Vallejo (1930),
Blat Garay (1950), Fernando Buergo (1962), Héctor Ortiz (1966), Abel Aguilar,
Diego de Leo y Arturo Yamasaki (1970), Alfonso González Archundia (1974 y
1978), Antonio R. Márquez, Edgardo Codesal y Joaquín Urrea (1986), Edgardo
Codesal (1990) y Arturo Brizio Carter (1994).
Campeonatos mundiales en México. En 1956 se celebró en la ciudad de
México el II Torneo Panamericano de Futbol Profesional, cuyo buen éxito sirvió
de antecedente a los torneos internacionales que con el nombre de
cuadrangulares, pentagonales y hexagonales han venido efectuándose desde
1957. El largo adiestramiento en la organización de esta índole de competencias
movió a los directivos del futbol nacional a solicitar la sede del Campeonato
Mundial de 1970. Pero la misma idea tuvieron los argentinos, quienes esgrimían,
entre otros, los siguientes argumentos: contar en la ciudad de Buenos Aires con
grandes estadios que hacían innecesario recurrir a subsedes alejadas del centro
de la República; y practicar uno de los mejores futboles del mundo. Y añadían
que a México se le había ya concedido la sede de los Juegos de la XIX
Olimpiada y que nunca los dos máximos eventos deportivos se habían otorgado
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al mismo país. Los mexicanos, a su vez, con el apoyo del entonces presidente de
la República, Adolfo López Mateos, enviaron delegados a todas las demás
federaciones e invitaron a los ejecutivos del futbol mundial a que conocieran las
instalaciones deportivas mexicanas y asistieran a los Juegos Olímpicos. Otros
dos hechos robustecieron la posición mexicana: la planeación del Estadio
Azteca, cuya maqueta fue exhibida en Santiago de Chile, y la creación de la
Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe (Concacaf) que agrupó a
todas las naciones de esa extensa zona. México y Argentina solicitaron
oficialmente la sede del Campeonato Mundial en el Congreso de la FIFA de
1962, en Santiago de Chile; pero el acuerdo debía adoptarse, por votación, el 8
de octubre de 1964 en el Congreso de Tokio. Votaron a favor de México 55
delegaciones, y de Argentina 32. A partir de entonces y para evitar posibles
fricciones el Comité Ejecutivo de la FIFA decidió abolir la votación y atribuirse
el derecho de señalar las próximas sedes. Así la de 1974 fue otorgada a
Alemania Occidental; la de 1978, a Argentina; la de 1982, a España; y la de
1986, nuevamente a México.
El XIII Campeonato Mundial se celebró en México del 31 de mayo al 29 de
junio de 1986. Participaron 24 equipos, 22 de los cuales surgieron de la
competencia entre 123 países; los restantes fueron México, en su calidad de
anfitrión, e Italia, campeón de 1982. Los partidos se celebraron en nueve
ciudades: México, Guadalajara, Irapuato, León, Monterrey, Nezahualcóyotl,
Querétaro y Toluca, y en 12 estadios; cuyo aforo se indica entre paréntesis:
Azteca (114 008) y Olímpico de Ciudad Universitaria (72 449), en la capital de
la República; Jalisco y 3 de Marzo (30 015), en Guadalajara; Irapuato (31 712),
en la ciudad de ese nombre; Nou Camp (33 930), en León; Tecnológico (38 622)
y Universitario (43 861), en Monterrey; Neza (30 mil), en Ciudad
Nezahualcóyotl; La Corregidora (38 904), en Querétaro; Cuauhtémoc (46 412),
en Puebla; y La Bombonera (32 612), en Toluca. Participaron 24 países:
Alemania Federal, Argentina, Argelia, Bélgica, Brasil, Bulgaria, Canadá, Corea
del Sur, Dinamarca, Escocia, España, Francia, Hungría, Inglaterra, Iraq, Irlanda
del Norte, Italia, Marruecos, Paraguay, Polonia, Portugal, URSS, Uruguay y
México. El campeón fue Argentina.
Comentarios y reflexiones. Emmanuel Carballo, en su libro Los dueños del
tiempo, escribió acerca del futbol: Me interesa la gente que, sabiéndolo o
ignorándolo, ve el futbol como un drama. Gente que traspasa la categoría del
enterado e ingresa en el compartimiento irracional de los hinchas. Gente que, en
cierto sentido se despersonaliza y se enajena, gente que se conduce a base de
intuiciones y desecha, por inoperantes, las certezas. Gente que toma partido, que
participa, desde su involidad aparente, en las acciones que ocurren en el campo
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de juego. Gente inhibida que desfoga en ese espectáculo las energías que no
tiene ocasión de consumir en la vida diaria.
El futbol soccer genera la misma expectación en el público y aborda los
mismos temas que los mitos milenarios de la humanidad: la lealtad en la arena,
el dolor del cuerpo y la pericia, el estrellato y la soledad. El Tiempo y el Otro. El
equipo, cada uno de los once de la tribu, enfrenta un adversario que es una
distorsión onírica de sí mismo en el sentido que su debilidad, el riesgo de
fracasar, incluso de ser gravemente herido, sus cálculos mentales, todo ello
puede considerarse como poderes que pertenecen al Otro. Los parámetros de su
propio ser no son más que afirmaciones. Son las fronteras con el yo del Otro.
Cuando el espíritu de un equipo ha sido socavado en la cancha no significa una
simple mutilación o una vana humillación. Significa, mientras ingresan por el
túnel hacia los vestidores, que han sido puestos fuera de combate en el Tiempo.
Los últimos 15 minutos del segundo periodo, al igual que la cuenta de los 10 en
el boxeo, la marca de los 2 minutos en el futbol americano y la cuenta llena en el
beisbol, constituyen cierto paréntesis metafísico a través del cual debe internarse
el boxeador en la lona, la oncena atrás en el marcador si esperan cristalizar su yo
y reflejarlo en el Otro. Continuar antes de que se agote el Tiempo. En el vacío,
vale la pena recordar el siguiente diálogo entre el escritor mexicano Juan Villoro
y uno de los grandes cronistas mexicanos de futbol de todos los tiempos, Angel
Fernández: «¿Es el futbol una imagen de otro mundo posible?», pregunta
Villoro. «Es el mundo irreal que gozamos durante 90 minutos en los grandes
días», responde Fernández.
Sin embargo, no debemos engañarnos. Si a veces parece que los escritores
sienten una atracción particular por los deportistas, es simplemente porque están
en una posición tal que pueden difundir sus pensamientos; cualquier semejanza
entre ambas ocupaciones es un acto de pura imaginación premeditada. «La
soledad de cada uno al ponerlo todo en juego», «la ostentación del ego al
desnudo» y otras frases como estas, que tratan de relacionar la suerte del escritor
con la del deportista, contienen juicios más del deseo que de la realidad de sus
respectivos propósitos. Es precisamente la condición del escritor sobre el
insalvable abismo que existe entre su profesión y las contiendas deportivas lo
que impulsa estas comparaciones.
El futbol no es un encuentro estético o una danza erótica; es un trabajo
riesgoso, como el del gladiador. Un encuentro es un encuentro, y en los mejores
la habilidad de los protagonistas, su coraje y gracia pueden hacernos olvidar por
momentos el fin hacia el que están siendo arrojados. He ahí, si no, el ejemplo del
«carnicero» Toni Schumacher, arquero de la selección alemana que
materialmente destrozó la delantera de Francia en una de las semifinales de la
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Copa del Mundo en España (1982). El drama, la exaltación entre los
contendientes y la patente ansiedad de los dueños de los equipos y directivos de
escuadras nacionales, todo está a la vista de todos los espectadores. Una cosa los
une: los gestos de cansancio y la sensación de alivio después de sentir el agua
fría en el rostro, cuando todo ha pasado.
El futbol y la literatura han estado unidos mucho tiempo atrás. A principios
del siglo XVII, el novohispano Juan Ruiz de Alarcón ponía en boca de Beltrán
en Las paredes oyen: «¿Que haya juicio/ que del cansancio haga vicio,/ y tras un
hinchado cuero,/ que el mundo llama pelota,/ corra ansioso y afanado?/ ¡Cuánto
mejor es, sentado,/ buscar los pies a una sota/ que moler piernas y brazos!/ Si el
cuero fuera de vino,/ aun no fuera desatino/ sacarle el alma a porrazos./ Pero,
¡perder el aliento/ con una y otra mudanza,/ y alcanzar, cuando se alcanza,/ un
cuero lleno de viento; y cuando, una pierna rota, brama un pobre jugador, ver al
compás del dolor ir brincando la pelota!» A ello, don Juan responde: «El brazo
queda gustoso/ si bien la pelota dio». Beltrán remata: «Séneca la comparó al
vano presuntuoso:/ y esa semejanza ha dado/ sin duda al juego sabor,/ porque no
hay gusto mayor/ que apalear un hinchado./ Mas si miras el contento/ de un
jugador de pelota,/ y un cazador que alborota/ con halcón la cuerva al viento,/
¿por dicha tendrás la risa/ viendo que a presa tan corta/ que vencida nada
importa,/ corre un hombre tan de prisa,/ que apenas tocan la yerba/ los caballos
voladores?/ !Válgaos Dios por cazadores!/ ¿Qué os hizo esa pobre cuerva?»
Al igual que en la literatura de todos los tiempos, en la clásica o
contemporánea, en la nacional o tribal, en cada juego de futbol hay una partida
reservada: Quién expresa mejor, quién evoca con verdadera maestría y embrujo:
¿la poesía o la prosa? En una versión del experto en literatura italiana, Guillermo
Fernández, el cineasta y futbolista amateur Pier Paolo Passolini habla del asunto:
El futbol es un sistema de signos, es decir, un lenguaje. Tiene todas las
características fundamentales del lenguaje por excelencia, el que de inmediato
nos planteamos como término de confrontación, o sea el lenguaje escrito-
hablado. En efecto, las palabras del lenguaje del balompié se forman
exactamente como las palabras del lenguaje escrito-hablado. Así, puede haber
un futbol como lenguaje fundamentalmente prosístico y un futbol como lenguaje
fundamentalmente poético.
Y precisamente por razones de cultura y de historia, el futbol de algunos
pueblos se da sobre todo en prosa; prosa realista o prosa estetizante (esta última
es el caso de Italia), mientras el futbol de otros pueblos es fundamentalmente
poético, como en Latinoamérica. En el futbol hay momentos que son sólo
poéticos; los momentos del gol´. Cada gol es siempre una invención, es siempre
una subversión del código. Cada gol es ineluctabilidad, fulguración, estupor,
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irreversibilidad. Igual que la palabra poética. El líder goleador de un campeonato
es siempre el mejor poeta del año. También el dribbling es de suyo poético
(aunque no siempre´ como la acción del gol). En efecto, el sueño de cada
jugador (compartido por cada espectador) es el de avanzar desde medio campo,
burlar y anotar. Realizada dentro del reglamento, ésta es la cosa más sublime que
pueda uno imaginar en el futbol. ¿Quiénes son los más grandes dribladores y
anotadores del mundo? Los brasileños. Por eso mismo su futbol es un futbol
poético, porque realiza fundamentalmente el dribbling y el gol. El catenaccio y
la triangulación es un futbol en prosa, basado en la sintaxis, un juego colectivo y
organizado; es decir, la razonada ejecución del código. Su único momento
poético es el contragolpe coronado con el gol que, como ya hemos visto, no
puede ser sino poético.
Un momento poético de gran intensidad fue la exhibición de la escuadra
colombiana ante el representativo argentino en la misma Buenos Aires, durante
las eliminatorias de la Copa celebrada en Estados Unidos (1994). Al igual que la
poesía brasileña derrotó a la prosa estetizante de Italia en la Copa del Mundo
México 1970, Colombia dio una lección esa tarde a la escuadra argentina en
dodecasílabos encabalgados sobre las piernas del Tren Valencia, Asprilla,
Freddy Rincón y el Pibe Valderrama.
Por desgracia, Passolini no pudo vivir para admirar la transformación de la
prosa estetizante en los botines de Johan Cruyff, Bernard Schuster, Paul
Gascoine y Hugo Sánchez. En El miedo del portero ante el penalty, el afamado
novelista alemán Peter Handke ve al hombre profundamente solo (el portero es
el más solitario de los once), quien está obligado a tomar una decisión: mirar a
los ojos del tirador o ponerlos en el balón. «Cuando se patea la pelota para
anotar, es demasiado tarde para pensarlo. Todo está en su lugar, se es sólo uno
con el balón, se es puro músculo» dice el escritor francés Paul Fournel.
El poeta mexicano Antonio Deltoro se refiere al «Balón» así: "Más que la
pelota/ que parte de la mano/ me maravilla el balón/ que sale del suelo
disparado./ Todos lo vimos atravesar/ el ángulo preciso y cruzar el espacio/.
Nunca ni el globo, ni el avión,/ ni el pájaro o la flecha/ partirán tan llenos de
milagro./ Todavía lo siento en el pie:/ ya está entre esas redes/ creadas por dos
piedras." Con una voz igualmente totalizadora y llena de sutiles evocaciones,
como solía tejer en la media cancha Zico, el poeta José de Jesús Sampedro nos
hace llegar su letanía y el eco en la montaña permanece: «El aire azul de Vavá;
de Moore; la luz; el (leal) ciclo de Giggia; el gran fluir de Gilmar; de Rahn; el
sol; la fiera audacia de Puskas: el (diurno) vale de Meazza; de Stiles; el break; la
afable flor de Garrincha; el raudo caos de Vogts; el fiel ayer de Liedholm; la
(ubicua) voz de Batista; el alto vuelo de Zoff; de Brehme; el viable lirio de
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Gullit; el fasto humor de Pelé; de Yashin; la red; el ruin spleen de Scirea; el
verde sur de Sotil; el ruido (el alma) de Cruyff; la luz; el fiable signo de Zico.
Irradia (exhala), el oboe. Irradia (exhala) la esfera".
La literatura, como el billar en que puede transmutarse el futbol, tiene una
evidente obsesión con el cuerpo. Horas antes de saltar a la cancha se lleva a cabo
un ritual destinado a elevar el espíritu y calentar cada uno de los músculos y
huesos. Según el novelista Agustín García Pavón, quien cuenta en Epígonos del
mar las andanzas de un futbolista latinoamericano desempleado en Europa: "En
el transcurso del tiempo, aquella temporada podría considerarse una hora
incierta en mi vida. Los días de receso los había pasado en la Lisboeta con otros
jugadores de América, sobre todo argentinos y chilenos, algunos colombianos y
un solitario mexicano. Sólo que esa vez no hubo rizotto de mariscos ni langosta
rociada con un poco de vino verde, y el fado que se había colocado detrás de las
enaguas del post rock apenas nos dejó imaginar cómo habría sido el fetichismo
marítimo allí mismo, sobre esas estrechas banquetas de piedra blanca cuya
inocencia había ido desapareciendo como las alas de una mariposa mal disecada.
Pacientes, hicimos una prueba junto a una veintena de sudacas y africanos. El
pasto era denso y alto en las orillas, incipiente y quemado al centro: eamun.
Nobis optio non datur. Jalar, estirar, un poso que se adhiere a los tacos, la
energía ilimitada y pura que se origina en los núcleos estelares se volcaba sobre
nuestros diminutos cuerpos masivos; detener con el empeine, retardar con la
cara interna del pie, violentar a través del fascia lata, del recto anterior, distender
el sartorio como se proyecta la luz original sobre el horizonte inviolado. Todo
fue nada. Bastó con que alguno de los africanos hiciera el mismo trabajo en el
acarreo de balones o en la contención para que, gracias a las ventajas de la doble
nacionalidad, éste fuera tomado por el equipo y no un bohemio de La Plata o un
melancólico mexicano. En nuestras cabezas se perdieron por algún pliegue
contratos, consignas y el viento del mar. Deambulamos por la ciudad blanca y no
acercamos a la estación de autobuses. Regresamos al futbol de salón". (C.Ch.)
FUTBOL OLÍMPICO
GANADORES DE MEDALLAS
Año Oro Plata Bronce
1908 Inglaterra Dinamarca Holanda
1912 Inglaterra Dinamarca Holanda
1916 Se suspendió por la guerra
1920 Bélgica España Holanda
1924 Uruguay Suiza Suecia
1928 Uruguay Argentina Italia
1932 No se incluyó el futbol
1936 Italia Austria Noruega
1940 Se suspendió por la guerra
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1944 Se suspendió por la guerra
1948 Suecia Yugoslavia Dinamarca
1952 Hungría Yugoslavia Suecia
1956 URSS Yugoslavia Bulgaria
1960 Yugoslavia Dinamarca Hungría
1964 Hungría Checoslovaquia Alemania Federal
1968 Hungría Bulgaria Japón
1972 Polonia Hungría Alemania Dem.
1976 Alemania Dem. Polonia URSS
1980 Checoslovaquia Alemania Dem. URSS
1984 Francia Brasil Yugoslavia
Nota: La sede designada para 1988 es Seúl, República de Corea.
FUTBOL
CAMPEONES DE GOLEO INDIVIDUAL
Primera división
Temporada Campeón Número de goles Equipo
1925-1926 Kurt Frederich 11 España
Pedro Amaya 13 América
1926-1927
Miguel Ruiz 13 Necaxa
1927-1928 Jorge Lota 16 América
Hilario López 9 Marte
1928-1929
Juan López 9 Marte
1929-1930 Jorge Lota 12 América
1930-1931 No hubo campeonato oficial
Juan Carreño 20 Atlante
1931-1932
Julio Lares 20 Necaxa
1932-1933 Julio Lares 8 Necaxa
1933-1934 José Pacheco 12 Asturias
1934-1935 Hilario Lopez 17 Necaxa
1935-1936 Jorge Álvarez 10 América
1936-1937 Julio Lares 7 Necaxa
1937-1938 Efraín Ruiz 10 Asturias
1938-1939 Miguel Gual 20 España
1939-1940 Alberto Mendoza 15 Atlante
1940-1941 Octavio Vial 15 América
1941-1942 Rafael Meza 20 Moctecuma
1942-1943 Manuel Alonso 16 Marte
1943-1944 Isidro Lángara 27 España
1944-1945 Roberto Aballay 40 Asturias
1945-1946 Isidro Lángara 40 España
1946-1947 Adalberto López 33 León
1947-1948 Adalberto López 36 León
1948-1949 Adalberto López 28 León
1949-1950 Julio Allyon 30 Veracruz
1950-1951 Horacio Casarín 17 Necaxa
1951-1952 Adalberto López 16 Oro
1952-1953 Tulio Quiñones 14 Necaxa
Juan Carlos Cabrera 21 Oro
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1953-1954 Adalberto López 21 León
Julio María Palleiro 21 Necaxa
1954-1955 Julio María Palleiro 19 Necaxa
1955-1956 Héctor Hernández 25 Oro
1956-1957 Crescencio Gutiérrez 19 Guadalajara
1957-1958 Carlos Lara 19 Zacatepec
1958-1959 Eduardo Palmer 25 América
1959-1960 Robeto Rolando 22 Tampico
1960-1961 Carlos Lara 22 Zacatepec
1961-1962 Carlos Lara 21 Zacatepec
1962-1963 Amaury Epaminondas 19 Oro
1963-1964 Alberto Estcheverry 20 UNAM
1964-1965 Amaury Epaminondas 21 Oro
1965-1966 José Alves (Zague) 20 América
1966-1967 Amaury Epaminondas 21 Toluca
1967-1968 Bernardo Hernández 19 Atlante
1968-1969 Luis Estrada 24 León
1969-1970 Vicente Pereda 20 Toluca
1970-1971 Enrique Borja 20 América
1971-1972 Enrique Borja 26 América
1972-1973 Enrique Borja 24 América
1973-1974 Oswaldo Castro 26 América
1974-1975 Horacio López Salgado 25 Cruz Azul
1975-1976 Evanivaldo Castro (Cabihno) 29 UNAM
1976-1977 Evanivaldo Castro 34 UNAM
1977-1978 Evanivaldo Castro 33 UNAM
1978-1979 Evanivaldo Castro 26 UNAM
Evanivaldo Castro 30 UNAM
1979-1980
Hugo Sánchez 30 UNAM
1980-1981 Evanivaldo Castro 29 Atlante
1981-1982 Evanivaldo Castro 32 Atlante
1982-1983 Norberto Outes 22 América
1983-1984 Norberto Outes 28 Necaxa
1984-1985 Evanivaldo Castro 23 León
1985-19861
1986-1987 José Luis Zalazar 25 UAG
1987-1988 Luis Flores 24 UNAM
1988-1989 Sergio Lira 29 Tampico Madero
1989-1990 Jorge Lomas 26 Veracruz
1990-1991 Luis García 26 UNAM
1991-1992 Luis García 24 UNAM
1992-1993 Ivo Basay 27 Necaxa
1993-1994 Carlos Hermosillo 27 Cruz Azul
1994-1995 Carlos Hermosillo 35 Cruz Azul
Invierno 1996 Carlos Muñoz 15 Puebla
Lorenzo Sáez 12 UNAM
Verano 1997
Gabriel Caballero 12 Santos
Invierno 1997 Luis García 11 Cruz Azul
1 No hubo campeonato regular. En su lugar se realizaron dos torneos: Prode 85 (campeón: Sergio Lira, del
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Tampico Madero), con ocho goles y México 86 (campeones: Javier Cruz, del Monterrey, J. Lira (Tampico
Madero) con 14 goles cada uno).
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G
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G - GALINDO Y CHÁVEZ, FELIPE
G
Octava letra del alfabeto español. Consonante oclusiva o fricativa, por su sonido
velar sonoro se la equipara con la guímel hebrea y la gamma griega. Sus
aplicaciones simbólicas son relativamente recientes en la cultura occidental:
representa la gravedad, el gramo como unidad de masa y posiblemente la inicial
de God, divinidad en la masonería, aunque en realidad se trate de la latización de
la gamma griega, cuya forma es una escuadra. Sólo hasta el siglo XV la letra G
fue utilizada sistemáticamente en el lenguaje musical para indicar la nota y clave
de sol. Por su parte, las letras homónimas hebrea y griega fueron objeto de
numerosas acepciones cabalísticas, simbólicas y teológicas, principalmente en
las sociedades judeocristianas.
GABILONDO SOLER, FRANCISCO
Nació en Orizaba, Ver., el 6 de octubre de 1907. Incursionó en el boxeo y en el
toreo. En 1930 ingresó a la radiodifusora XETR, y participó en diversos
programas; fue conocido como el Guasón del Teclado. En 1934 pasó a la XEW,
donde al poco tiempo se dio a conocer como Cri Cri, compositor de canciones
para niños. Sus creaciones tienen cierta intención didáctica, exaltan valores
morales y sociales, y contribuyen a la iniciación del gusto musical, por medio de
melodías sencillas y textos festivos y alegóricos. Sus canciones, grabadas por él
mismo y por otros artistas, han trascendido al extranjero. Su vida y obra han sido
tema de una película; en 1976 se le rindió un homenaje en el Conservatorio
Nacional de Música, y la televisión francesa realizó un programa con sus
canciones interpretadas por Mirelle Mathieu y Plácido Domingo. En su tierra
natal se le dedicó un monumento. Algunas composiciones suyas son: El chorrito,
La patita, La marcha de las letras, El burrito, El ropero, El casamiento de los
palomos, El chinito, Di por qué, Los cochinitos, La negrita Cucurumbé. Murió
en 1989.
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Francisco Gabilondo Soler "Cri-Cri"
AEM
GABINETES
V. GOBERNANTES.
GABRIEL, MIGUEL DE SAN
Nació en Toledo, España, a mediados del siglo XVI; murió en Erongarícuaro,
Mich., a principios del XVII. Después de ordenarse sacerdote en México, fue
guardián de conventos y párroco en varias localidades del actual estado de
Michoacán. La mayor parte de su vida la pasó en Erongarícuaro, donde realizó
múltiples obras de interés social y religioso: fundó el convento y la iglesia, un
hospital, una casa de recogimiento para mujeres solteras, una escuela de música
para niños y varios talleres de oficios para adultos. Se conserva el convento en
Erongarícuaro, pintoresco pueblo a orillas del lago de Pátzcuaro; Manuel
Toussaint dijo de la construcción: lo más importante es la portada, de un
plateresco sobrio con un alfiz ornamentado con veneras.
GABRO
Roca ígnea intrusiva plutónica de la familia basalto-gabro. Al igual que los
granitos y monzonitas, se aloja en las profundidades de la litosfera y suele
aflorar con variadas estructuras. Su color oscuro tiene un índice de variación
entre 40 y 70%. Independientemente de su importancia en los estudios
geológicos, el gabro se utiliza en la decoración, en cimentación de caminos y
carreteras, y como piedra de molino. Los gabros se componen de plagioclasas
cálcicas y de cantidades menores de augita, hiperstena y olivino, rara vez
contienen hornblenda y biotita. Los llamados normales conjuntan esencialmente
una plagioclasa y augita; si la hiperstena predomina sobre la clinopiroxena, los
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gabros reciben el nombre de noritas; si se incrementa el contenido de olivino,
pasan a ser gabros de olivino y noritas de olivino; si la composición es con base
en este último, troctolitas, y cuando se reducen notablemente los minerales
máficos, anortosita. Una de las características estructurales de los complejos
gabroides consiste en que los minerales máficos se presentan segregados en
bandas bien definidas, llegando, inclusive, a una gradación semejante a la de las
rocas sedimentarias; una banda puede estar constituida de una base de minerales
máficos, seguida de una capa de estos elementos mezclados con una proporción
mayor de feldespatos, y una segunda, llamada superior, totalmente formada por
minerales, del grupo de los feldespatos. El cambio progresivo ascendente de los
minerales se conoce por bandeamiento críptico; la formación en bandas
adyacentes, bandeamiento rítmico, y el paralelismo de minerales, especialmente
plagioclasas, laminación ígnea. Otra textura poco común es la orbicular, cuando
la roca presenta manchas irregulares que van de ovaladas a circulares, formando
un núcleo de plagioclasa envuelta por anillos alternados de hornblenda o
piroxenas y plagioclasas. Este tipo estructural se ha localizado en dos lugares de
la península de Baja California.
Las rocas gabroides tienen variedades pegmatíticas de grano muy grueso y
contienen, aparte los minerales máficos y las plagioclasas, minerales de hierro y
apatita. Las rocas pueden ser de bajo contenido de sílice y alto contenido de
álcalis, y son muy variables las proporciones de minerales. En virtud del
aumento de sus índices de color a 70% o más, algunos gabros pasan a ser
considerados rocas ultramáficas, y otros, por el incremento de sílice, rocas de
tipo intermedio, como las sienitas y las sienitas feldespatoidales. Los gabros
alcalinos constituyen un grupo de rocas raras; se encuentran en asociaciones
como los placolitos diferenciados y los complejos volcánicos, que pasan
gradualmente a dioritas alcalinas y monzonitas, en el caso de los primeros, y a
rocas ultramáficas, en los segundos. Este tipo de rocas se localiza en el centro-
occidente de Baja California, donde afloran gabros de olivino y gabro orbicular;
en el cañón del Novillo, Tamps., donde se han recuperado núcleos de gabro de
olivino a una profundidad superior a los 2 500 m, derivados de la perforación de
pozos petroleros. El mismo tipo de roca intrusiva se ha descubierto en la sierra
de Chiapas. Hasta la fecha no se ha encontrado ninguna otra variedad de gabro
que no sea olivino u orbicular. (R.O.A.).
GACETAS
El término es italiano (gazzetta) y proviene de la moneda de baja denominación
con que se podían adquirir los primitivos noticiosos esporádicos, luego
mensuales y semanarios, hechos por Nicolo Franco, Annibale Capello, el mismo
Pietro Aretino, y que en el siglo XV sustituyeron a las hojas noticiosas
manuscritas que llevaban y traían por Europa mercaderes y peregrinos. El
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médico Teophraste Renaudot, iniciador del periodismo en Francia, recibió
permiso de Richelieu para editar el semanario La Gazzette (1631), que llegó a
convertirse en una publicación oficial, a imitación de las gacetas de los Países
Bajos. La historia es el relato de las cosas ocurridas escribía Renaudot; La
Gazzette es únicamente el eco que corre acerca de ellas. La primera está siempre
obligada a decir la verdad; la segunda, bastante hace si consigue no mentir. Y
añadía: es una mercancía cuyo comercio no se ha podido nunca prohibir, porque
su naturaleza es como la de los torrentes, que crece con la resistencia. El
combativo jansenista Denis de Sallo redactó en 1665 el Journal des Savants,
dedicado a trasmitir erudición universal, teorías científicas y crítica literaria; los
jesuitas lo obligaron a ceder el Journal al abate Gallois, mucho más discreto.
Con Luis XIV, Loret se convirtió en cronista de la corte y de la vida elegante,
imitado por Donneau de Vizé y Thomas Corneille, editores del Mercure Galant.
En Inglaterra Daniel Defoe redactó él solo el panfleto The Revue (1704),
brillante e ingenioso en política; Joseph Addison perfeccionó el ensayo
periodístico en The Tattler y The Spectator a fines del siglo XVII. Jonathan
Swift dirigió The Examiner, publicación de los tories. Todos estos periódicos
darían origen al Times de John Walter, de larga descendencia. En Estados Unidos
fueron famosas The Boston Gazzete de Benjamin Harris (1690) y The New
England Post, que reimprimía noticias de la metrópoli.
En España aparecieron gacetas la primera en 1661 y mercurios, que pronto
adquirieron auge. Jaime Balmes profetizó en el siglo XIX que la prensa
periódica multiplicaría el número de historiadores al acelerar la circulación de la
información.
El primer reportaje americano lo imprimió, en Casa de Juan Cromberger, el
regente Juan Pablos (1541): Relación del espantable terremoto que ahora
nuevamente ha acontecido en las Indias en una ciudad llamada Guatemala,
escrita por Juan Rodríguez y recogida por la colección de Incunables de
América. Tales informaciones esporádicas circularon por la Nueva España
conocidas como hojas volantes o avanzadillas, así como en publicaciones
históricas o científicas por entregas como el Mercurio Volante (1693) de Carlos
de Sigüenza y Góngora. Pero el primer periodista mexicano fue el criollo Juan
Ignacio María de Castorena Ursúa y Goyeneche (1668-1733), nacido en
Zacatecas, alumno de San Ildefonso y de la Universidad, en donde se graduó de
doctor en cánones, y en teología por la de Ávila; dio cátedra de Sagrada
Escritura por 20 años en la Real y Pontificia Universidad, de la que también fue
rector. Comisario de la Santa Cruzada y calificador de la Inquisición, fue obispo
de Yucatán los últimos tres años de su vida. Su retrato al pincel, hoy perdido,
mereció estar entre los de los más aventajados hijos de San Ildefonso, en el
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Salón General (El Generalito). Amigo de Sor Juana Inés de la Cruz, la defendió
alguna vez de ciertos panfletos satíricos que la infamaban, lo que le valió esta
décima Al señor doctor don Juan Ignacio de Castorena: Favores que son tan
llenos,/no sabré servir jamás,/pues debo estimarlos más/cuanto los merezco
menos./ De pagarse están ajenos/al mismo agradecimiento;/pero ellos mismos,
intento/que sirvan de recompensa,/pues debéis a mi defensa/lucir vuestro
entendimiento. Estando en España, Castorena se empeñó en que fuese mejor
conocida en el Viejo Mundo la gran poetisa mexicana, por lo que editó Fama y
obras póstumas del Fénix de México (1700). Con motivo de estrenar la Nueva
España su tercer siglo (1722), Castorena, a imitación de la Primera Gazeta del
año 1667, de la Gazeta Nueva de Varios Sucesos de 1668, de otras gacetas
sueltas y de la Segunda y Tercera (1671, 1673 y 1679, 1682), se dedicó a
imprimir la Gaceta de México para dejar memorias mensuales impresas, que es
política tan racional, como autorizada de todas las cortes de Europa, dando a la
estampa las noticias que ocurren…, con las licencias del Exmo. marqués de
Valero, haciendo con esto más memorables los aciertos de su gobierno, e
introduciendo para lo venidero este urbano estilo, que echaban de menos los
curiales de México, para mayor autoridad de su ciudad y conocimiento de su
grandeza. Castorena pretendía hacer la fiel relación de los sucesos para que
pudiera sin trabajo cualquier discreto, con la diligencia de juntarlas, formar unos
anales en lo futuro en que sin el cuidado de examinarlos logre el aplauso de
escribirlos, y los correspondientes el complacer a los que de Europa piden
noticias de la América para enriquecer con novedad sus historias. No faltaba
humor al cronista, aunque sí perseverancia, pues en junio de 1722, al medio año,
dio por terminado su efímero florilegio historial de México, que no hizo
reflexiones políticas porque se goza un gobierno pacífico, porque las máximas
de Estado se gobiernan por el irrefragable dictamen de nuestro soberano. Esta
primera Gaceta de México ofreció noticias oficiales, religiosas, comerciales,
sociales y marítimas; tuvo una sección de libros nuevos; dividió los asuntos
internos por ciudades y provincias, y por países los del exterior. Tenía cuatro
hojas en cuarto, es decir ocho páginas, y su colección de seis números consta de
48 planas. A diversas causas se atribuye su suspensión: la pérdida del capital del
editor (según Agustín Agüeros); su elevación a la diócesis de Yucatán (según
Manuel León Sánchez), aunque ocurrió seis años después; la escasez de papel y
la falta de estímulo, pues tuvo que enfrentarse a la censura civil y eclesiástica o,
como él mismo decía, a las murmuraciones de los egoístas e ignorantes,
enemigos de la luz y de la común utilidad. La Gaceta de México se imprimió en
la casa de los herederos de la viuda de Miguel de Ribera Calderón, establecida
en la calle de Tiburcio desde 1701, luego Imprenta del Superior Gobierno,
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porque en ella se hacían las publicaciones oficiales.
Mayor éxito logró el continuador de la Gaceta de México, seis años después
de cerrada su primera época, Juan Francisco Sahagún de Arévalo y Ladrón de
Guevara, quien reanudó su publicación en 1728 y la sostuvo hasta 1742 (157
números, 1 241 páginas). Este editor nació en la capital del virreinato, fue
bachiller en teología y filosofía, capellán de las franciscas descalzas del
monasterio de Corpus Christi, y logró el reconocimiento de su labor, pues fue
nombrado muy pronto por el marqués de Casa-Fuerte Primer y General Cronista
e Historiador de la Ciudad; como cronista inauguró una tradición que continúa
vigente. Siguió la misma política que su antecesor, introduciendo la novedad de
los grabados en madera, pero más periodista que Castorena, estuvo atento a
dejar no sólo constancia sino descripción de noticias de todo orden,
indispensables para quien quiera asomarse a la realidad de aquella gran siesta
barroca del siglo XVIII, sólo turbada por la llegada o despedida de virreyes,
obispos o provinciales de las órdenes religiosas, la quema de algún sodomita o
hereje hechicero en los fuegos de la Inquisición, la llegada de mercaderías
españolas traídas por la flota real (clavos, hierro, aceite, vinagre, telas, pólvora)
o su expedición (oro, plata, vainilla, cochinilla), la dedicación de templos y la
bendición de sus campanas, las pomposas exequias eclesiásticas y civiles. Mas
los historiógrafos de lo social, lo económico, lo religioso, lo literario, encuentran
en las páginas de esta Gaceta de 11 años (hasta 1742), nutrida de colaboraciones
pedidas y recibidas en cada número de todos los reinos de España, descripciones
muy a menudo reseñadas y en más de algún caso picarescamente teñidas de
buen juicio útil al investigador, índices de consumo de abastos en las provincias
y en la capital, historias completas de las obras misioneras de las órdenes y sus
fundaciones, descripción de festejos y solemnidades, biografías ilustres e
ilustradas, arcos triunfales literarios, ediciones pías y poéticas, la noticia
pintoresca y el dato curioso o espantable reseñados más con afanes naturalistas
que ejemplarizantes, lienzos pictóricos y sus artífices, distancias y localizaciones
geográficas, hechos milagrosos y fábrica de obras urbanas, oposiciones a
cátedras y curatos, invasiones de piratas y sus persecuciones, dedicaciones y
nombramientos, sermones y certámenes, a más de la transcripción fresca de los
sucesos ocurridos en Europa o en las Cochinchinas, por versiones obtenidas de
marinos y visitantes.
El lector contemporáneo puede encontrar ambas series de gacetas, la de
Castorena y la de Sahagún de Arévalo, editadas por Francisco González de
Cosío, en la Colección de Testimonios Mexicanos impresos por la Secretaría de
Educación Pública, siendo secretario Manuel Gual Vidal y jefe del
Departamento de Divulgación Diego Tinoco Ariza (3 ts., 1949-1950); varias
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veces reditadas parcialmente estas gacetas (Colección de documentos para la
historia de México de Orozco y Berra y La República) y completas por Nicolás
León (Bibliografía mexicana del siglo XVIII), su moderno editor las pudo
cotejar con una colección completa de su propiedad, logrando de esta manera
incorporar al instrumental del investigador un monumento que estaba
prácticamente fuera de su alcance, y que por lo que al público en general se
refiere, servirá de instrucción y placer, y para que, como decía el nombramiento
del primer cronista de la ciudad de México y reinos provinciales, en historia
recomiende a la posteridad los casos y sucesos loables de este reino, para excitar
con nobles impulsos a su imitación, y que no descaezca el esplendor de los
pasados, que los dejó como por estrella del norte para su seguimiento.
Contemporánea de la Gaceta de México de Sahagún de Arévalo, debe
recordarse la Gaceta Nueva de Madrid, que se reimprimía aún en 1727, algunos
de cuyos números conoció José Toribio Medina, el chileno bibliógrafo de la
tipografía colonial (era impresa por José Bernardo de Hogal, el mismo editor de
la gaceta de Sahagún de Arévalo). Pocos años después de cerrada la segunda
época de la Gaceta de México, interrumpida por la escasez de papel y vuelta a la
vida rebautizada como Mercurio de México unos meses de 1742, se editó en
Perú la Gazeta de Lima, por Joseph Contreras y Alvarado, desde 1743 a pocos
años adelante, a imitación de los Diarios y memorias de los sucesos principales
y noticias más sobresalientes de esta ciudad de Lima (1700-1711), impresos por
orden del virrey marqués de Casteldos Ríos, las cuales han dado origen a una
polémica sobre si fue primero el periodismo de Castorena o el de Contreras y
Alvarado; parece definitivo el dato aportado por Fortino Ibarra de Anda: La
verdad es que los peruanos no han podido presentar periódico más viejo que la
Gazeta de Lima de diciembre de 1743, que en su primera plana dice: La voz
Gazeta la tomamos del italiano, en cuyo idioma significa relación o sumario que
sale a luz todas las semanas o meses. En Francia se les da a estos papeles el
nombre de Diarios o Jornales, y en Holanda Mercurios; destínanse a lo mismo y
son como unos espíritus políticos que animan las repúblicas. En todas las cortes
y grandes ciudades de Europa está establecido indefectiblemente el uso de las
Gacetas y Mercurios; y en nuestra América lo practica la Gran Ciudad de
México, capital del reyno de la Nueva España. Por el sentido… se puede deducir
que se reconocía a México la prioridad de haberlas tenido antes. (Rafael
Carrasco Puente: La prensa en México, 1962.)
Otras gacetas coetáneas mexicanas, conocidas como el primer periodismo
científico de la Colonia, ilustrador de cuestiones de historia natural y cultural,
nada políticas y útiles al novohispano, a más del Mercurio de Sigüenza
mencionado, fueron el Mercurio Volante del guanajuatense José Ignacio
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Bartolache (1739-1790), matemático y médico (16 núms., 128 pp., impreso por
Felipe Zúñiga y Ontiveros, de octubre de 1772 a febrero de 1773); el Diario
Literario de José Antonio Alzate y Ramírez (8 núms., marzo-mayo de 1768);
Asuntos varios sobre Ciencias y Artes (noviembre de 1772-enero de 1773);
Observaciones sobre la Física, Historia Natural y Artes Útiles (marzo-julio de
1786), y la famosa Gaceta de Literatura (enero de 1788-junio de 1795), de la
que Joaquín García Icazbalceta dice: bastaría para crear la reputación de un
sabio; su lectura es muy interesante, a pesar de su desaliñado estilo; fueron
impresas en las oficinas de José Francisco Rangel las primeras y en la de Zúñiga
y Ontiveros las últimas. También debe mencionarse a Diego de Guadalaxara
Tello, editor de Advertencias y reflecciones varias conducentes al buen uso de
los reloxes… asimismo de algunos otros instrumentos (5 núms., mayo-
septiembre de 1777).
Cuarenta y dos años después de la Gaceta de Sahagún y Arévalo, otro ilustre
periodista, Manuel Antonio Valdés Murguía y Saldaña (1742-1814), uno de los
mejores y más exactos impresores, bien instruido en las bellas letras (según
Beristáin), remprende la publicación de la Gaceta de México (1784-1809, en la
imprenta de Zúñiga y Ontiveros), luego Gaceta del Gobierno durante la Guerra
de Independencia, y más tarde Gaceta Imperial con Iturbide, entroncando ya con
el periodismo nacional independiente, como el Diario de México de Jacobo de
Villa Urrutia (1757-1833) y Carlos María de Bustamante (1774-1848, imprenta
de María Fernández de Jáuregui), aparecido el 1° de octubre de 1805,
interrumpido en 1808 y luego continuado hasta 1817. Bustamante sufrió cárceles
por la edición de El Juguetillo y El Correo del Sur, hasta la consumación de la
Independencia en 1821, y luego prosiguió su tarea periodística con La Abispa de
Chilpancingo (1821), El Cenzontle (1822) y La Sombra de Moctezuma
Xocoyotzin (1831). En el Diario de México escribieron notables plumas, como
las de Andrés Quintana Roo y Juan María Wenceslao Sánchez de la Barquera.
Otros periódicos de la época fueron el Correo Semanario Político y Mercantil
(1809-1811), la Gaceta del Gobierno de México de Francisco Noriega (1810-
1821) y El Conciso (1810-1811), que celebró por última vez el aniversario de la
proclamación de un monarca extranjero: Fernando VII (imprenta de Arizpe).
(H.B.).
GACHUPÍN
Con relación a este vocablo, el historiador José Fernando Ramírez (1804-1871)
hizo las siguientes observaciones en el opúsculo Noticias históricas y
estadísticas de Durango: La oscuridad comienza desde la etimología. El erudito
padre Mier (Historia de la revolución de Nueva España, t. II, p. 539) la deriva
de catli (zapato) y de tzopini (cosa que espina o punza), resultando, por la elisión
del final tli, la palabra compuesta catzopini, hombres con espuelas. El señor
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Alamán la ha reproducido (Historia de México, t. I, p. 7) con la muy respetable
autoridad del licenciado Faustino Chimalpopócatl Galicia, quien ya como
mexicano de origen, ya como catedrático de la lengua, es de gravísimo peso.
Según esta opinión, significa aquella palabra punzar con el zapato o punta de él;
pues que ambos etimologistas le dan por origen la espuela o acicate que usaban
los españoles y no conocían los indios. Pasando ahora de la etimología, que
dicho sea de paso me presenta graves dificultades gramaticales, al examen de la
significación primitiva que tuvo la palabra gachupín, encuentro datos que
convencen de que no tuvo en su origen ninguna que pareciera hostil u ofensiva,
habiendo aun razones para presumir que fue creada por los mismo españoles; y
si no lo fue, ellos la prohijaron otorgándole todos los derechos de la
nacionalidad castellana. En la otra América llamaban y llaman a los españoles
chapetones, palabra que el padre Mier deriva de la haitiana chapi y que dice
significa hombre de lejanas tierras. Hoy se ha convertido en una denominación
genérica; mas no fue así en la antigüedad, porque Garcilaso de la Vega
(Comentarios reales del Perú; lib. II, párr. II, cap. 36), contemporáneo de la
Conquista, los distingue de los que llamaban baquianos, dando el primer
sobrenombre a los bisoños que nuevamente iban de España y el segundo a los
que eran pláticos en la tierra; es decir, a los ya aclimatados y que conocían bien
el país. La misma distinción se encuentra en el cronista Herrera (Década V; lib.
IV, cap. 12, y Década VII; lib. II, cap. 9), que escribía entre ambos siglos, siendo
aún más expresa y decisiva en Vargas Machuca (Milicia indiana; lib. II, p. 32)
que entre las instrucciones militares que da a su caudillo para la recluta, le
recomienda escoja gente diestra y bachiana, porque será de gran inconveniente
llevar gente chapetona… porque como no están hechos a la costelación de la
tierra, ni a los mantenimientos de ella, enferman y mueren. El mismo escritor, en
un glosario que puso al fin de su obra con el título de Declaración de los
nombres propios de este libro, trae la siguiente: Chapetón o cachupín es hombre
nuevo en la tierra. He aquí cómo aquella palabra se conocía ya en la otra
América desde el siglo XVI, pues el privilegio real expresa que Vargas Machuca
era vecino de Santa Fe en la Nueva Granada, y la aprobación del consejo
manifiesta que la obra estaba concluida en 1597. La identidad de significación
que en ambos continentes conservaban aquellas palabras, lo prueba, sin dejar
duda alguna, un documento localizado en el Archivo General de México. Entre
sus muchos viejos manuscritos, intitulados Ordenanças, debe encontrarse uno
del año de 1620, correspondiente al gobierno del virrey marqués de
Guadalcázar, y en él con fecha 22 de agosto, un largo Mandamiento encaminado
principalmente a reglamentar el comercio y cambio de platas en los minerales;
allí se lee lo siguiente: Por haberse tenido noticia de que por última flota se
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llevaron muchos estranjeros y pasajeros plata sin quintar… con que los dichos
pasajeros que llaman gachupines y estranjeros que vienen en las dichas flotas,
tienen modo por ende de ocultarla, llevando la plata sin marcar…, no se
consienta que ningun pasajero gachupín o estranjero que haya venido en la flota
ponga tienda…, pues es sabido que las platas que truecan las descaminan en las
minas los mercaderes gachupines que viven en las flotas para volverse en
ellas…; en tal virtud no se consienta que ningun pasajero gachupín o estranjero
que haya venido en la flota, ponga tienda. Los términos de este mandamiento
convencen de que la palabra gachupín no era un apodo popular, sino una
expresión hasta cierto punto técnica, y ennoblecida ya por la autoridad suprema,
destinada a representar cierta clase de la sociedad; cuál fuera ésta lo dice el
mismo legislador: los mercaderes o pasajeros que antes llamaban viandantes y
que recorren el país sin radicación. Ellos por supuesto, eran españoles, como lo
eran los mismos que el virrey denominaba extranjeros, pues nadie ignora que a
los propiamente tales estaba absolutamente prohibido, no sólo el comercio con
las colonias, sino aún su introducción en ellas. Estas diferencias se
comprenderán mejor sabiendo que la legislación de la época declaraba
extranjeros, para el efecto de hacer el comercio en las Américas y sus islas, a
todos los que no fueran naturales de los reinos de Castilla, León, Aragón,
Valencia, Cataluña y Navarra (Veytia: Norte de la contratación de las Indias, lib.
1, cap. 31, núm. 5; y Escalona: Gazophilazium Regium Perubicum, lib. 1, cap.
39, núms. 10 y 11). Parece que en la misma época se había ya extendido la
denominación, aplicándola a todo forastero procedente de España, según se
deduce del pasaje en que Torquemada (Monarquía indiana, lib. III, cap. 26) da
noticia de los hospitales de México: Está dice el de los convalecientes, donde
acuden los cachupines y gente pobre que viene de España y otras partes. Resulta
de todo, que no siendo los indios ni los criollos, ciertamente, los que crearon
tales clasificaciones, y sabiéndose, por otra parte, la antipatía con que los
españoles vecinos o radicados veían a sus paisanos advenedizos y traficantes,
hay bastantes datos para presumir que ellos fueron los inventores de la palabra
gachupín, sacándola quizá de un disparate, así como nosotros hemos visto
inventar la de gringo (véase) con que el pueblo denomina a los extranjeros,
ingleses, alemanes, que no pertenecen a lengua alguna, a lo menos que yo
conozca.
El redactor anónimo de la nota Gachupín en el Diccionario Universal de
Historia y de Geografía (t. IX, II de Apéndice, 1856) indica en apoyo de lo
anterior, que la palabra cachopín era conocida en España, al menos desde el
tiempo de Cervantes. En la primera parte del Quijote, cap. 13, se lee: Aunque el
mío (el linaje) es de los Cachopines de Laredo, respondió el caminante, no le
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osaré yo poner… El comentario de Clemencin que a ese pasaje recayó es:
Nómbranse en el libro 2° de la Diana de Jorge Montemayor, donde Fabio, paje
de D. Félix, dice á Felismena, que a la sazón se hallaba disfrazada de hombre: Y
os prometo á fe de hijodalgo, porque lo soy, que mi padre es de los Cachopines
de Laredo. Y en la comedia de Cervantes La entretenida, una fregona linajuda
decía: ¿No soy yo de los Capoches de Oviedo? ¿Hay más que mostrar?
Cervantes se burlaba tanto de los Capoches como de los Cachopines, y siempre
de los abolengos y alcurnias de los asturianos y montañeses. En las provincias
del norte de la península ha sido muy frecuente que personas que han pasado a
las Indias, y adquirido allá cuantiosos bienes, hayan vuelto y fundado en su país
casas acomodadas. En Nueva España se daba el nombre de Gachupines o
Cachopines a los españoles que pasaban de Europa, y éste puede creerse que es
el origen de los Cachopines de Laredo, especie de apellido proverbial con que se
tildaba a las personas nuevas, que habiendo adquirido riquezas, se entonaban y
preciaban de ilustre prosapia. El propio redactor concluye que gachupín, al igual
que las voces china, criollo y tal vez mestizo, fue inventada por los habitantes
del Nuevo Mundo, no para injuriar, sino para distinguir un sujeto nuevo que
antes no existía, ya que en el idioma castellano que hablaban no tenían palabras
para nombrarlo. Sin embargo, el uso pervertido por el odio, les dio con el tiempo
la acepción injuriosa que hoy tienen, del mismo modo que varias
denominaciones limpias y buenas en otro siglo, son ahora groseras y mal
miradas.
En la actualidad, el vocablo gachupín se aplica al español antiguo residente,
y constituye diferencia inequívoca respecto de los españoles republicanos,
refugiados en México a partir de 1939.
GACHUPÍN
Con este nombre se conocen varias especies de hongos comestibles, entre los
que destacan Helvella crispa Scop. ex Fr., H. lacunosa Azf. ex Fr. y H. infula Fr.
La primera es un hongo de color blanco, y píleo o sombrero en forma de silla de
montar, crispado e irregularmente lobulado; el estípite o tallo cilíndrico, algo
ensanchado en la base, coriáceo, lagunoso y acostillado en sentido longitudinal.
Presenta ascas cilíndricas con ocho esporas, que son, a su vez, hialinas y
elípticas. Se desarrolla en los bosques de coníferas, encinos y madroños, y se le
conoce también como gachupín blanco y cuilche. La segunda especie es similar
a la anterior y la diferencia con ella estriba en que el píleo es negruzco y el
estípite grisáceo o blanco-grisáceo con manchas negruzcas. Prospera junto a la
especie H. crispa y se le llama también gachupín negro y negrito. La tercera H .
infula tiene el píleo de color moreno-rojizo o pardo-oscuro y con tonalidad
vinácea. El estípite es hueco y de color rosado o amarillento, y nunca lagunoso
ni acanalado. Su distribución es la misma que la de los anteriores y tiene otros
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nombres vernáculos como pantalonudo, calzoncillo, y calzonera. V. HONGOS.
GAGE, TOMAS
Nació en Inglaterra en 1597; murió en Jamaica en 1656. En 1625, con el nombre
de fray Tomás de Santa María, formó parte de un grupo de misioneros
dominicos que se dirigía a las Filipinas con escala en Nueva España; en vez de
continuar el viaje se fugó a Chiapas, luego pasó a Guatemala, Nicaragua y Costa
Rica y regresó a Inglaterra hacia 1637. En 1648 publicó A new Survey of the
West-Indies (Nueva descripción de las Indias Occidentales), en que relata su
viaje a Nueva España, describe los fenómenos físicos y geográficos de los
lugares que visitó, narra su estancia en Guatemala y censura la ciega
superstición de los indios. Las luces que esta obra aportó acerca de las riquezas
de las posesiones españolas y su estado de debilidad, sugirieron a los ingleses la
idea de emprender expediciones que les ofrecían la perspectiva de fácil y buen
éxito. Gage mismo se embarcó en una flota que fracasó en sus tentativas contra
Veracruz y La Habana, pero que logró apoderarse de Jamaica en 1655. La
primera edición inglesa del libro de Gage está dedicada a Cromwell, y la
segunda a Fairfax, a quien le ofrece un nuevo mundo por conquistar. La obra
tuvo un enorme éxito porque se trataba del primer testimonio de un extranjero
respecto de territorios que los españoles guardaban celosamente. Colbert mandó
hacer una traducción al francés, publicada en París en 1677, y luego en
Amsterdam en 1680, 1699, 1720 y 1722. La obra se editó en holandés en 1681.
La traducción al español data de 1838.
GAGERN, CARLOS VON
Nació en Alemania, en 1826; murió en 1885. Emigró a México en 1853 y fue
profesor del Colegio Militar, donde introdujo la disciplina prusiana. Fue
ministro de Obras Públicas en el gobierno de Benito Juárez (1861). En 1862
escribió Apelación de los mexicanos a la Europa. Luchó contra los invasores
franceses, pero fue hecho prisionero y deportado a Francia. En el destierro
publicó Expedición francesa a México (Berlín, 1863) y tradujo al alemán la obra
de Francisco Pimentel sobre lingüística prehispánica (1864). Volvió a México y
estuvo en el sitio de Querétaro (1867). Participó nuevamente en la política en
1870 y fue desterrado. Otra vez en Europa, publicó Tote und Lebende (Muertos
y vivos) (Berlín, 1884), una de cuyas partes se reprodujo en México en el
Deutsche Zeitung (1885).
GAHONA, GABRIEL VICENTE (Picheta)
Nació y murió en Mérida, Yuc.(?-1899). Aun cuando en diciembre de 1845 el
Congreso del estado le concedió una beca para estudiar dibujo y pintura en
Italia, no hay certeza de que haya disfrutado de ese estímulo, pues en esa época
Yucatán afrontaba muy graves problemas internos (v. GUERRA DE CASTAS
EN YUCATÁN). Sí parece posible que en 1846 estuviera en Europa, pues al año
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siguiente ejecutó por vez primera en Mérida el grabado en madera, cuya técnica
desarrolló con una maestría que no tuvieron sus contemporáneos de México.
Estas obras se publicaron en Don Bullebulle, periódico burlesco y de
extravagancias, redactado por una sociedad de bulliciosos. Formaban ésta José
María García Morales, editor, y los colaboradores Cisneros, Carrillo Suaste,
Barbachano y Gahona, éste con el seudónimo de Picheta. La publicación satírica
apareció en 1847, en 16 entregas que formaron las 265 páginas del primer tomo,
y en 17 (274 páginas) del segundo. Éste fue dirigido por Gahona, quien hizo en
total un poco más de 80 grabados, 15 de cuyas tablas originales, en madera de
zapote, se conservan en el Museo Arqueológico e Histórico de Yucatán. En
1949, Armando García Franchi y Francisco Vázquez hicieron una pulcra edición
de 150 ejemplares, con una nota preliminar de Leopoldo Peniche Vallado. Dice
éste: La preferencia de Picheta por el motivo popular, acogido siempre con
intención relevante, nunca deprimente, constituye la característica más saliente,
más alta, más viva de sus creaciones. Esta circunstancia, tan poco frecuente en la
época y en el medio en que se gestaron sus obras, unida a la elevada calidad de
su técnica, hace de Picheta un artista de actualidad permanente.
Francisco Díaz de León había ya dado a conocer en DYN, The Review of
Modern Art (diciembre de 1943) la obra de Picheta, en el artículo Gabriel
Vicente Gahona, Mexican Artist of the XIX Century, que después publicó en
español bajo el título Gahona y Posada, grabadores mexicanos (1968). Dice en
ese texto: Gahona es el primer grabador que en México, de modo abierto, se
entrega a estudiar al pueblo; y esta fuente es la vitalidad de su obra, urgida
siempre por las necesidades apremiantes del carácter especial del periodismo
satírico. En ella participan el político, el obeso burgués, los tristes pensionistas
del erario; la coqueta, el petimetre; la mestiza, el globo aerostático y la
hamaca… Su función es atisbar por todas las rendijas, para sorprender a la
humanidad en ropas menores. Y el endiablado Picheta no deja en paz su afilado
buril, ni siquiera para callar las cosas más íntimas.
Justo Sierra OReilly, en su traducción de Incidentes de viaje en Yucatán de
Stephens (1848), lamentó no haber podido incluir grabados que ilustrasen la
obra, y reiteró a Vicente Gahona la invitación para que emprendiera una tarea de
tan alta importancia; Picheta no lo hizo y poco de su obra artística llegó a
conocerse después de la desaparición de Don Bullebulle: la fundación de una
escuela de dibujo, pintura y grabado, en 1848; la decoración para una obra de
teatro, en 1861, y más tarde la construcción de la Alberca Gahona, que decoró
con esculturas de ballenas. En la época del Imperio, Gahona trabajó en la
creación del Museo Yucateco y en 1880 fue electo presidente municipal de
Mérida.
GAÍNZA, GABINO
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Nació en Pamplona, España, en 1754; murió en la ciudad de México en 1825.
En 1780 llegó a América para luchar a favor de la independencia de Estados
Unidos; en 1784 se trasladó a Perú, en 1814 a Chile y en 1820 llegó a Guatemala
como subdirector general del ejército. En 1821, siendo jefe absoluto del mando
militar y civil de Guatemala, al enterarse de la sublevación de Iturbide, de la
proclamación del Plan de Iguala y de la insurrección de Chiapas, convocó el 15
de septiembre a la reunión de autoridades y notabilidades guatemaltecas que
acordó proclamar la independencia respecto de España, convocar un Congreso
que decidiera la forma de gobierno y constituir una Junta Provisional Consultiva
presidida por él mismo. A invitación de Iturbide, en el sentido de que la América
Central debía formar parte del Imperio Mexicano, Gaínza logró la anuencia de
los gobernadores de Nicaragua y Honduras, y en el plebiscito del 5 de enero de
1822, la mayoría de la opinión guatemalteca; tres días después, Gaínza declaró
la incorporación de América Central al Imperio Mexicano. Al oponerse San
Salvador, Gaínza le declaró la guerra y tras de sucesivas derrotas, Iturbide le
hizo relevar por Filisola el 22 de junio de 1822, año en que regresó a la ciudad
de México.
GALA, GONZALO R. DE LA
V. RODRÍGUEZ DE LA GALA CARPIZO, GONZALO.
GALACTITA
(Del griego galaktites, piedra de leche). Es una variedad de la natrolita, especie
mineralógica del grupo del mismo nombre, cuya fórmula es
Na2Al2Si3O10.2H2O. La galactita corresponde al sistema ortoclínico y se
localiza principalmente en las sierras de Guanajuato y del Ajusco. Al igual que
la mayor parte de los minerales de la serie de las ceolitas, la galactita se da
finamente cristalizada y en forma de agrupamientos radiales aciculares.
GALAMBO
Boletus luridus Schaef. et Fr. Hongo de la familia de las boletáceas, en forma de
sombrilla, con el píleo o sombrero de 5 a 10 cm de diámetro, de superficie
aterciopelada, seca o algo viscosa y de color moreno-rojizo; la parte inferior del
píleo presenta numerosos poros rojos o anaranjados que son de la
desembocadura de tubos amarillos verdosos, cuya superficie interna se forma del
himenio o parte fértil del hongo. El estípite o tallo es sólido, cilíndrico, pardo-
amarillento o rojizo en la parte superior, rojo en la base y con un fino retículo en
la superficie, especialmente en la zona apical. La carne del galambo es blanca,
amarillenta o rosada, toma un tinte azul cuando se le corta y tiene un sabor
agradable. Las esporas son elípticas o subfusiformes, morenas verdosas y miden
de 5 a 16 micras. Es común en los bosques de coníferas del valle de México y
otras zonas del país. Se le conoce también como galumbo bueno, galambo loco,
pancita azul y cemita.
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GALÁN
Cestrum dumetorum Schl. Arbusto de la familia de las solanáceas que alcanza
los 6 m de altura; las hojas miden 16 cm de largo y son lisas en el haz; las flores
forman un tubo y el fruto una baya. Se localiza principalmente en los estados de
Nuevo León, Veracruz, Tamaulipas, Oaxaca y Morelos. El cocimiento de la
planta se emplea como remedio para las enfermedades cutáneas. Se le conoce
también como potonxihuite, hule de día, palo hediondo, hediondilla, tepozán y
chacuaco. Como galán se conoce también a la especie C. fasciculatum.
GALÁN
Anas platyrhynchos Linneo, familia Anatidae. Con este nombre se designa en
algunas localidades al pato de collar, especie que antiguamente poblaba el
Altiplano. V. PATO.
GALANTEA
Solanum verbascifolium L. Arbusto o árbol de la familia de las solanáceas que
alcanza 10 m de altura y cuyas ramas se cubren de finos pelos estrellados; las
hojas, hasta de 25 cm de largo, son finamente bellosas en el haz y en el envés;
las flores son blancas y pequeñas, y el fruto, del tamaño de una cereza, es
amarillento. Se localiza en casi todo el país. Las hojas, en medicina popular, se
usan contra la cefalea y las úlceras. Se le conoce también como sacamanteca,
salvadora, sosa, hoja de manteca, hierba de San Pedro y gordolobo.
GALANTINA
Sialia mexicana, del orden Passeriformes, familia Muscicapidae, subfamilia
Turdinae. Ave de unos 10 cm de longitud, con la región dorsal del cuerpo
cubierta de plumas azules o violáceas y algo pardas en la región escapular. Los
lados de la cabeza y el cuello son de color azul brillante; el vientre y las
coberteras inferiores, azul grisáceo; y el pecho y los lados del cuerpo, castaño-
rojizos. Habita en las cadenas montañosas del occidente del país, en el Altiplano
y en el norte de Baja California.
GALAVIZ, LAURA
Nació en Orizaba, Ver., en 1895; murió en la ciudad de México, el 13 de enero
de 1955. Le fueron premiados dos cuentos: Su hijo, en Nueva York, y Sacrificio,
en La Habana.
GALAXITA
Mineral del grupo del espinel que se utiliza fundamentalmente como abrasivo.
Su fórmula es MnAl2O4 y su nombre de galaxita se dio en honor de la ciudad de
Galax, condado de Alleghany, Carolina del Norte, Estados Unidos. Es de color
negro azulado o café amarillento y se le encuentra en los estados de Chihuahua,
Michoacán, Sonora y Oaxaca.
GALDMAN, SHIFRA
Ciudadana estadounidense, es investigadora e historiadora de arte y catedrática
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de la Universidad de Los Ángeles, California. Ha colaborado para la revista
Plural con los artículos La pintura mexicana en el decenio de la confrontación:
1955-65 y Canto a la unidad: nuevo mural de Berkeley (núms. 85 y 96
respectivamente) y con un texto sobre el papel de la mujer en el muralismo
mexicano. Se interesa por las manifestaciones plásticas de los chicanos y las
pintas callejeras en Estados Unidos, enfocando el contexto al que pertenecen, el
consumismo y demás problemas contemporáneos.
GALDO GUZMÁN, DIEGO DE
Nació y murió en el siglo XVII. Religioso agustino, misionó por el actual estado
de Hidalgo y en el valle de México. Aprendió el náhuatl y el otomí, y en 1640
obtuvo las cátedras respectivas en la Real y Pontificia Universidad de México.
Escribió Gramática del mexicano y Arte Mexicano, ambas en 1642.
GALEANA, BENITA
Nació en San Jerónimo, Gro., el 7 de septiembre de 1907. Al tomar conciencia
de su clase y sexo, se convirtió en una luchadora a favor de los derechos de los
humildes y los marginados. En 1940 dio a conocer su autobiografía Benita y en
1979 la colección de relatos El peso mocho.
GALEANA, HERMENEGILDO
Nació en Tecpan (Gro.) en 1762; murió cerca de Coyuca (Gro.) en 1814. En su
juventud vivió y trabajó en la hacienda El Zanjón, propiedad de un primo suyo.
El 7 de noviembre de 1810 se incorporó en su pueblo natal a la entonces precaria
fuerza militar de Morelos. Junto con su hermano José Antonio, aportó algunos
hombres, armas y un pequeño cañón llamado El Niño, que había sido comprado
por ellos a una nave inglesa en Acapulco. Entre esa fecha y el 29 de marzo de
1811 participó en las acciones de El Veladero, Llano Grande, La Sabana y Los
Coyotes. Por enfermedad de Morelos, asumió el mando el coronel Francisco
Hernández, quien huyó durante el primer combate. Entonces los propios
soldados le confirieron el mando a Galeana y éste salió victorioso frente al
realista general Cossío. En mayo siguiente consiguió que se unieran a Morelos
los miembros de la familia Bravo Leonardo, Máximo, Miguel y Víctor,
hermanos; y Nicolás, hijo de Leonardo, dueños de la hacienda de Chichihualco,
donde derrotó al jefe Garrote. En agosto, Morelos fortificó Tixtla y se dirigió a
Chilpancingo, dejando aquella plaza al mando de Galeana y Nicolás Bravo.
Fueron sitiados por Fuentes sucesor de Cossío, pero a la postre resultaron
triunfantes, y debieron contener a sus soldados para que no mataran a los
realistas que huían (días 15 y 16). Poco después tomó Tasco y en seguida
marchó a auxiliar a los insurgentes de Toluca; entró a Cuernavaca y sus
avanzadas incursionaron por el valle de México.
El 9 de febrero de 1812, Morelos decidió esperar en Cuautla a las fuerzas de
Félix María Calleja. Éstas llegaron el 18 y pusieron sitio a la ciudad, el cual
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habría de prolongarse por 72 días. Galeana cuidó el punto llamado de Santo
Domingo, uno de los más peligrosos; atendió el abastecimiento de agua, que los
españoles se empeñaban en cortar; el 30 de mayo atacó sin éxito el reducto
realista de El Calvario; protegió la salida de Matamoros el 21 de abril, para que
éste intentara introducir un convoy a la población hambrienta; y el 2 de mayo
comandó la vanguardia para romper el cerco. En los últimos meses de 1812
participó en las batallas de El Palmar, Acultzingo y la toma de Oaxaca (25 de
noviembre).
Del 6 al 12 de abril de 1813, las fuerzas de Morelos pusieron sitio al puerto
de Acapulco. Galeana y su sobrino Pablo se distinguieron en la toma del castillo.
En noviembre del año anterior se le había ascendido al grado de mariscal, a
pesar de que inculpablemente no sabe escribir, decía Morelos; sin embargo, por
su valor, trabajo y bellas circunstancias se hizo acreedor a esta distinción
extraordinaria. En septiembre de 1813 aparece ya con ese grado en la lista de los
individuos del ejército que dieron su voto al Congreso de Chilpancingo para que
Morelos fuese nombrado generalísimo.
En diciembre de 1813 asistió Galeana al ataque a Valladolid (hoy Morelia),
donde fue derrotado por Llano en la garita de El Zapote. En Puruarán aconsejó a
Morelos no dar nuevas batallas a los realistas antes de reorganizar sus fuerzas;
sin embargo, fue desoído, y en esa acción cayó prisionero Matamoros y luego
fusilado. En represalia, cien españoles fueron muertos en Acapulco; Galeana fue
quien los condujo a La Quebrada.
Cuando Morelos fue a unirse al Congreso, Galeana recibió instrucciones de
la propia asamblea de ponerse a las órdenes de Juan Nepomuceno Rosáins. El
jefe realista Armijo, mientras tanto, procedía a limpiar de insurgentes el sur del
país: desalojó de El Veladero a Galeana y éste fue a refugiarse a la hacienda El
Zanjón, volvió a formar una tropa, tomó el pueblo de Azayac y atacó Coyuca,
pero el realista Avilés sorprendió a los revolucionarios y logró dispersarlos.
Galeana se confundió con sus hombres; fue perseguido y cayó malherido al
golpearse con la rama de un árbol. El soldado virreinal Joaquín de León le
disparó un tiro en el pecho y luego le cortó la cabeza para entregarla al escarnio
de la chusma de Coyuca, lo que produjo la indignación de Avilés, quien tras
reconocer: Esta cabeza es la de un hombre valiente, ordenó que fuese colocada
en la puerta de la iglesia y más tarde se le dio sepultura.
GALEANA, JOSÉ ANTONIO
Nació en Tecpan (Gro.) en 1780; murió durante el sitio de Cuautla en 1812. Fue
hermano de Hermenegildo y padre de Pablo del mismo apellido. Se unió a las
fuerzas de Morelos cuando éste pasó por la hacienda El Zanjón a fines de 1810.
GALEANA, JUAN JOSÉ
Nació en Tecpan (Gro.) en 1770; murió en combate en Tamo (Mich.) en 1818.
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El 1° de noviembre de 1810, con los sirvientes de sus fincas y otros
simpatizantes del movimiento de Independencia, se unió a Morelos en la
hacienda El Zanjón, de su entidad natal. Comandó el primer destacamento en
Pie de la Cuesta durante el sitio de Acapulco. A la muerte de Morelos, sirvió a
Vicente Guerrero. Fue primo de Hermenegildo Galeana.
GALEANA, LUIS
Hijo de José Antonio y hermano de Pablo. Se incorporó al ejército de Morelos
en la hacienda El Zanjón (Gro.) en 1810; murió en el sitio de Cuautla, en 1812.
GALEANA, PABLO
Nació en Tecpan (Gro.) en 1780; murió en la hacienda El Zanjón, Gro., en 1845.
Era hijo de José Antonio y sobrino de Hermenegildo, a cuyo lado tomó parte en
varias acciones de guerra, como las de Huajuapan, Tehuacán, Cuautla, Oaxaca y
Acapulco, donde se distinguió en el asalto a la isla de La Roqueta. A la muerte
de su tío siguió combatiendo en Zacatula (Gro.), con bastante éxito, y llegó a
dominar la región. Consumada la Independencia, se retiró a la hacienda El
Zanjón para dedicarse a la agricultura.
GALENA
Especie mineralógica del sistema isométrico. Es de color gris y se presenta en
forma de cubo, octaedro y dodecaedro. Su fórmula es PbS y ocasionalmente
contiene selenio, cinc, cadmio, antimonio, bismuto, cobre, oro y plata, dando
ocasión a las variedades correspondientes. De este mineral se obtienen preciados
cristales en las minas de Santa Eulalia y Naica, del estado de Chihuahua, y en
diferentes zonas de Guerrero, Hidalgo, Durango y Zacatecas.
GALEÓN
En general, bajel grande de vela, de tres o cuatro palos, de guerra, o artillado
cuando era mercante; en particular, cada uno de los barcos que formaban la
Armada de la Carrera de Indias, que salía de Cádiz, la cual navegó por vez
primera en 1521, cuando la piratería francesa llegó a constituir un serio peligro
para el comercio español. En 1543 se dispuso que sólo los buques de 100 o más
toneladas, reunidos en flotas de por lo menos 10 bajeles, hicieran la travesía del
Atlántico; en 1553 se ordenó que la salida de las flotas fuese dos veces al año,
siempre acompañadas por cuatro barcos de guerra; y a fines del siglo XVI se
hizo costumbre que la Armada escoltara a la flota de Tierra Firme, que iba a
Nombre de Dios a recoger los tesoros que procedían de Potosí, por lo cual se
aplicó el nombre de galeones a todas las unidades que la componían. El número
de éstos, sin embargo, variaba según las circunstancias de la política
internacional: en esa época eran ocho los que acompañaban a los mercantes;
pero en 1620, con motivo de las guerras contra Francia, llegaron a ser 20; y en
1655, año de cierta tranquilidad, se redujeron otra vez a cuatro.
Al llegar a la zona de aguas americanas, la flota de la Nueva España se
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separaba de la flota de Tierra Firme. Aquélla tocaba las grandes islas de las
Antillas, Honduras y Nueva España, y era defendida solamente, en la última
etapa del viaje, por la nave capitana, que navegaba a la vanguardia, y la
almiranta, que lo hacía a retaguardia. Algunas veces, sin embargo, los galeones
formaban a barlovento, prestos para acudir en auxilio de cualquier unidad que
fuese atacada. Hasta antes de 1564 ambas flotas salían juntas de España.
Después de esa fecha, la de Nueva España zarpaba en abril y la de Nombre de
Dios en agosto. No obstante, el comercio marítimo nunca tuvo esa regularidad.
Entre 1720 y 1778, por ejemplo, periodo durante el cual se celebró la feria de
Jalapa, que dependía de la llegada de los navíos a Veracruz, sólo arribaron 13
flotas, alguna con una diferencia de cuatro años respecto de la anterior.
Galeón de Manila o Nao de China. Tras los primeros viajes relativamente
infructuosos enviados por Hernán Cortés para costear el litoral del mar del Sur y
adentrarse en el océano en busca de noticias sobre la expedición de García Jofre
de Loaysal, a petición de Carlos V, y luego del descubrimiento de la ruta del
poniente o tornaviaje de fray Andrés de Urdaneta en 1565, un mundo se abrió
desde las costas americanas: el Oriente, especialmente China y Japón.
Anteriormente chinos y japoneses ya realizaban tratos mercantiles con los
portugueses. Más adelante ingleses y holandeses interfirieron las relaciones. La
problemática se centró en la formación por parte de los españoles de una línea
de navegación traspacífica y en el deseo de los enemigos de España de acabar
con ella.
El viaje de ida no entrañaba dificultad alguna; desde el puerto de Acapulco
viraban las embarcaciones rumbo sur-suroeste, desde los 12° sobre la
equinoccial, y así caminaban grado y medio de longitud; a partir del grado 15 de
longitud, meridiano de Sumatra 104 oeste, meridiano de Greenwich, navegaban
en línea recta absoluta en 12° latitud norte, tocando, si era menester, la isla de
Goan o Guam, y desde allí se internaban por el archipiélago y subían un cuarto
de grado para arribar a la capital filipina. Antonio de Morga, en su libro Sucesos
de las islas Filipinas, afirma que la partencia de los navíos, que han de salir para
las islas… ha de ser necesariamente en tiempo cierto de brisas, que comienzan,
desde el mes de noviembre hasta el fin de marzo, y no se haría en otro tiempo
esta navegación, porque desde junio hay vendavales, que son contrarios a ella; lo
ordinario es salir y despacharse estas naos a fin de febrero. El viaje de vuelta,
trazado y seguido por el monje marino, partía del cabo del Espíritu Santo (12°
latitud norte) y de ahí subía con dirección noreste hasta Icoco, en el sur del
Japón (30° latitud norte); para evitar los ciclones descendía, rumbo sureste, hasta
los 22° de latitud norte y después, a medio camino, como a los 8° longitud del
meridiano de Sumatra 170° longitud oeste del meridiano de Greenwich, volvía a
Valentín Gama
AEM
GAMARRAS
Correas para caballos.
Paremiología: Darse uno las gamarras con otro se usa en el sentido de hacer
algo en conjunto, de coparticipar en la misma afición o chifladura. Traer de la
gamarra significa tener a otro controlado, influido, enajenado.
GAMBA
Aristaemorpha foliacea Risso, familia Penaeidae. Crustáceo eumalacostráceo
del orden Decápoda, similar en apariencia al camarón. Al igual que la especie
Aristeus antilensis M. Edwards y Bouvier, habita en el golfo de México. El
nombre de gamba se utiliza con más frecuencia en España. Algunas
publicaciones especializadas aplican este nombre vernáculo a otras especies
comunes en el océano Atlántico.
GAMBOA, FEDERICO
Nació en México, D.F., el 22 de diciembre de 1864; murió en la misma ciudad el
15 de agosto de 1939. Desempeñó varias misiones diplomáticas. De 1908 a 1911
fue subsecretario de Relaciones Exteriores y ministro del ramo en 1913 con
Victoriano Huerta, por lo cual fue desterrado, regresando al país en 1923.
Compiló los documentos relativos a la reclamación del Fondo Piadoso de las
EXPORTACIONES GANADERAS
Bovino Porcino
Equivalente Valor Equivalente Valor
Cabeza
en canal (Millones en canal (Millones
(miles)
(Toneladas). de pesos). (Toneladas). de pesos).
1985 188 18 800 36 808 n.d. n.d.
1986 860 86 000 184 167 307 849
1987 1 019 101 900 219 422 973 5 527
1988 981 98 100 415 926 770 6 901
1989 945 107 730 524 094 182 1 838
1990 1 351 154 014 985 639 490 6 880
1
1991 1 030 308 914 1 077 286 1 124 14 712
19922 428 42 800 423 349 1 571 19 932
1 cifraspreliminares. 2 estimaciones al mesde junio.
Fuente: Banco de México, Banco de Comercio Exterior, Secretaría de
Hacienda y Crédito Público y Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos.
La exportación de bovinos y carnes presenta resultados ascendentes hasta el
bienio 1970-1971, en el que el promedio anual de bovinos fue de 845 mil.
México aprovechó la instalación de empacadoras para convertirse en importante
exportador de carne de caballo (Dls. 11 millones al año en 1980 y 1981) y de res
deshuesada (Dls. 62 millones en 1978-1979).
Pero la obtención de divisas se ha visto disminuida por crecientes
importaciones de la misma carne ya procesada, de vísceras (menudo)
procedentes de Estados Unidos y de carnes de cortes de elevado precio para
restaurantes y hoteles de lujo (v. cuadro 3). En realidad, parte de la carne
deshuesada no es nacional, sino solamente maquilada en México de reses de
desecho de Estados Unidos, por lo tanto, es conveniente examinar en la misma
forma la evolución de las importaciones.
Además de las importaciones de carne refrigerada y vísceras, se presentó un
acelerado crecimiento en productos lácteos (leche en polvo y mezclas para
helados y mantequillas) que alcanzó la cifra máxima en la historia de México de
Dls. 237 millones en el bienio 1980-1981. Todo esto se suma a las importaciones
de otros productos de origen animal: lana (Dls. 22 millones máximo en 1966) y
IMPORTACIONES GANADERAS
Leche
Bovino Porcino
en polvo
Carne Carne Valor Valor Valor
Años en canal en canal (millones (millones (millones
(tonelada) (tonelada) de pesos) de pesos) de pesos)
1985 8 163 47 401 0 539 26 158
1986 689 29 256 0 386 73 529
1987 4 617 40 281 0 1 370 187 942
1988 28 365 398 020 44 171 127 305 552 864
1989 44 242 460 355 56 607 23 377 1 160 491
1990 52 794 557 725 29 805 1 75 578 1 565 219
1
1991 1 316 40 1 263 129 49 102 327 485 326 309
1992² 103 857 1 076 368 32 040 152 982 558 374
1
Cifras preliminares. ² Cifras estimadas a junio.
Fuente: Banco de México, Banco de Comercio Exterior, Secretaría de Hacienda y Crédito Público y
Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos.
Hato de cabras en la región del Manzano, N.L. El cabrito asado es una especialidad de la cocina norteña.
AEM
GANADERÍA DE LIDIA
(1987)
Entidades y
Municipio Propietario Divisa
ganaderías
Aguascalientes
Armillita Hermanos Jesús María Fermín Espinosa Meléndez Rojo y oro
Blanco, verde, limón y
Castorena Rincón de Romos Felipe Castorena Olivares
rojo
Garabato Rincón de Romos Rosalinda Rangel de Íñiguez Gualda y rojo
Amarillo, rosa y
Guadalupe Medina San José de Gracia Gregorio Fuentes Mondragón
morado
José Muñoz Rincón de Romos José Muñoz Flores Oro y perla
Manuel Espinosa e
Jesús María Manuel Espinosa Acuña Grana, rosa y blanco
Hijos
Ures, en la margen izquierda del Río Sonora, fue capital del estado de Sonora de 1840 a 1842 y de 1847 a
1879.
Secretaría de Turismo
GÁNDARA VÁZQUEZ, MANUEL
Nació en Cuernavaca, Mor., en 1952. Arqueólogo (1977) por la Escuela
Nacional de Antropología e Historia (ENAH), con estudios de posgrado en la
Universidad de Michigan (Ann Arbor), ha hecho investigaciones en Ixcateopan
Belisario de Jesús García fue autor de canciones tan populares como La tristeza de Pierrot.
AEM
El escritor afincado en México Gabriel García Márquez (der.), guionista de El año de la peste,
fotografiado durante el rodaje. Al centro, Felipe Cazals. A la izq. Juan Arturo Brenan.
Cortesía de Felipe Cazals
GARCÍA MARTELL, CELSO
Nació en Ciudad Mendoza, Ver., el 8 de septiembre de 1933. Ingeniero por la
Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo y maestro en ciencias por la
Universidad de Hawai, ha sido profesor universitario y funcionario en el sector
Alfonso García Robles, premio Nobel de la Paz en 1982, realizó una labor muy destacada dentro del
ámbito de las relaciones exteriores.
Foto Hermanos Mayo
GARCÍA RODRÍGUEZ, ARTURO (Arturo de Córdoba)
Nació en Mérida, Yuc., en 1908; murió en la ciudad de México el 3 de
noviembre de 1973. Muy joven se mudó con su madre a Argentina, estudió en
Buenos Aires y en 1930 volvió a su ciudad natal. Trabajó como locutor en la
radiodifusora XEZ y después en las XEW, XEX y XEQ de la ciudad de México.
Debutó en el cine con la película Celos (1935) y a partir de entonces participó en
unos 320 filmes en el país y el extranjero. Tuvo destacada actuación en Bestia
GARRAPATERO
Crotophaga sulcirostris Swainson, familia Cuculidae. Ave del orden
1977
1976 Diferencia
(km2)
Aguascalientes 5 589 5 471 -118
Baja California 70 113 69 921 -192
Baja California Sur 73 677 73 475 -202
Campeche 51 833 50 812 -1 021
Coahuila 151 571 149 982 -1 589
Colima 5 455 5 191 -264
Chiapas 73 887 74 211 324
1977
1976 Diferencia
(km2)
Septentrional
Con Estados Unidos 3 114.7 3 326 211.3
Oriental 2 756.0 2 805 49.0
Con el golfo de México 2 059.0 2 070 11.0
Con el mar Caribe 697.0 735 38.0
Suroriental 1 221.2 1 122 -99.2
Con Guatemala 962.0 871 -91.0
Con Belice 259.2 251 -8.2
Occidental 3 280.5 3 364 83.5
Baja California (costa oriental) 1 540.5 1 472 -68.5
Baja California (costa occidental) 1 740.0 1 892 152.0
Con el océano Pacífico 3 866.5 3 974 107.5
Total 14 238.9 14 591 352.1
Los cambios en las latitudes y longitudes extremas, a su vez, son los
siguientes:
Cascada tamaulipeca. El estado cuenta con importantes ríos, entre los que destacan el Bravo, el Pánuco,
el San Fernando o río de las Conchas, el Soto la Marina y el Tamesí.
Secretaría de Turismo
De la línea de cumbres de la Sierra Madre Occidental descienden bruscamente las montañas, surcadas por
profundas barrancas. En la imagen, Barranca de Munerachi, Chihuahua.
Secretaría de Turismo
El Citlaltépetl, Veracruz
Instituto de Geología de la UNAM
El río Usumacinta a la altura de Boca del Cerro (Tabasco). Es el río más grande del país, y navegable
desde aquí hasta su desembocadura en el Golfo de México.
Secretaría de Turismo
En el municipio de Unique, al suroeste de Chihuahua se localizan las barrancas del cobre, cruzadas por el
ferrocarril Chihuahua-Pacífico.
Secretaría de Turismo
Nubes de tormenta sobre la isla Socorro, en el Archipiélago Benito Juárez del Pacífico mexicano.
Archivo de Pedro A. Mosiño
Río Tacotalpa, uno de los afluentes del Grijalba. Nace, con el nombre de Amatán, en la Meseta Central de
Chiapas.
Secretaría de Turismo
Saltos de agua en la Huasteca potosina. Entre los ríos que bañan esta región destaca el Moctezuma-
Pánuco.
Secretaría de Turismo
Serranía de Morelos
Cía. Mexicana Aerofoto
Sierra de Sinaloa
AEM
Vista del Volcán La Malinche, una de las principales elevaciones de los estados de Tlaxcala y Puebla.
Secretaría de Turismo
GEOLOGÍA
Del griego gê, tierra, y logos, estudio, es la ciencia que trata sobre la tierra.
Estudia la sucesión de los rasgos y caracteres geográficos que con el tiempo ha
ido adoptando la superficie terrestre; los fenómenos físicos y biológicos
manifestados dentro y sobre el globo; la constitución de las masas rocosas que lo
forman, inscribiéndolas en el particular ambiente que condicionó su génesis, y
El Citlaltépetl, Veracruz
Instituto de Geología de la UNAM
Tabla 1
Carlos I de España y V de Alemania (1500-1558) 1517 sep. 17 1556 ene. 16
Antonio de Mendoza 1535 abr. 17 1549 jul. 4
Luis de Velasco 1550 nov. 25 1564 jul. 31
Tabla 2
Gastón de Peralta, marqués de Falces 1566 oct. 16 1568 mar. 10
Martín Enríquez de Almanza 1568 nov. 5 1580 oct. 3
Lorenzo Suárez de Mendoza, conde de la Colonia 1580 oct. 4 1583 jun. 19
Pedro Moya y Contreras 1584 sep. 25 1585 oct. 16
Álvaro Manrique de Zúñiga, marqués de Villamanrique 1585 oct. 17 1590 ene. 26
Luis de Velasco, hijo 1590 ene. 27 1595 nov. 4
Gaspar de Zúñiga y Acevedo, conde de Monterrey 1595 nov. 5 1603 oct. 26
Tabla 3
Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros 1603 oct. 27 1607 jul. 2
Luis de Velasco, hijo (segunda vez) 1607 jul. 2 1611 jun. 10
Fray García Guerra 1611 jun. 19 1612 feb. 22
Diego Fernández de Córdoba, marqués de Guadalcázar 1612 oct. 18 1621 mar. 14
Tabla 4
Diego Carrillo de Mendoza y Pimentel, marqués de Gélvez 1621 sep. 12 1624 nov. 1°
Rodrigo Pacheco Osorio, marqués de Cerralvo 1624 nov. 3 1635 sep. 16
Lope Díaz de Armendáriz, marqués de Cadereyta 1635 sep. 16 1640 ago. 27
Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla, marqués de Villena 1640 ago. 28 1642 jun. 10
Juan de Palafox y Mendoza 1642 jun. 10 1642 nov. 23
García Sarmiento de Sotomayor, conde de Salvatierra 1642 nov. 23 1648 may. 13
Marcos de Torres y Rueda 1648 may. 13 1649 abr. 22
Tabla 5
Luis Enríquez de Guzmán, conde de Alba de Liste y marqués de Villaflor 1650 jun. 28 1653 ago. 14
Francisco Fernández de la Cueva, duque de Alburquerque 1653 ago. 15 1660 sep. 15
Juan de Leyva y de la Cerda, conde de Baños y marqués de Leyva 1660 sep. 16 1664 jun. 28
Diego Osorio de Escobar y Llamas 1664 jun. 29 1664 oct. 15
Tabla 6
Pedro Nuño Colón de Portugal, duque de Veragua y marqués de la Jamaica 1673 dic. 8 1673 dic. 13
Fray Payo Enríquez de Rivera 1673 dic. 13 1680 nov. 30
Tomás Antonio de la Cerda y Aragón, conde de Paredes y marqués de la
1680 nov. 30 1686 nov. 30
Laguna
Melchor Portocarrero Lazo de la Vega, conde de Monclova 1686 nov. 30 1688 nov. 19
Gaspar de Sandoval Silva y Mendoza, conde Galve 1688 nov. 20 1696 feb. 26
Juan de Ortega Montañez 1696 feb. 27 1696 dic. 18
José Sarmiento Valladares, conde de Moctezuma y de Tula 1696 dic. 18 1701 nov. 3
Tabla 7
1702 nov.
Juan de Ortega Montañez (segunda vez) 1701 nov. 4
27
1702 nov. 1711 ene.
Francisco Fernández de la Cueva Enríquez, duque de Alburquerque
27 14
Fernando de Alencastre Noroña y Silva, duque de Linares y marqués de 1711 ene. 1716 ago.
Valdefuentes 15 15
1716 ago.
Baltasar de Zúñiga, marqués de Valero y duque de Arion 1722 oct. 14
16
1722 oct. 1734 mar.
Juan de Acuña, marqués de Casafuerte
15 17
Tabla 8
Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta 1734 mar. 17 1740 ago. 17
Pedro de Castro y Figueroa, duque de la Conquista y marqués de Gracia Real 1740 ago. 17 1741 ago. 22
Pedro Cebrián y Agustín conde de Fuenclara 1742 nov. 3 1746 jul. 8
Tabla 9
Francisco de Güemes y Horcasitas, primer conde de Revillagigedo 1746 jul. 9 1755 nov. 9
Agustín de Ahumada y Villalón, marqués de las Amarillas 1755 nov. 10 1760 feb. 5
Tabla 10
Francisco Caxigal de la Vega 1760 abr. 28 1760 oct. 5
Joaquín Monserrat, marqués de Cruillas 1760 oct. 6 1766 ago. 24
Carlos Francisco de Croix, marqués de Croix 1766 ago. 25 1771 sep. 22
Antonio María de Bucareli y Ursúa 1771 sep. 23 1779 abr. 9
Martín de Mayorga 1779 ago. 23 1783 abr. 28
Matías de Gálvez 1783 abr. 29 1784 nov. 3
Bernardo de Gálvez, conde de Gálvez 1785 jun. 17 1786 nov. 30
Alonso Núñez de Haro y Peralta 1787 may. 8 1787 ago. 16
Manuel Antonio Flores 1787 ago. 17 1789 oct. 16
Tabla 11
Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla, segundo conde de Revillagigedo 1789 oct. 17 1794 jul. 11
Miguel de la Grúa Talamanca y Branciforte, marqués de Branciforte 1794 jul. 12 1798 may. 31
Miguel José de Azanza 1798 may. 31 1800 abr. 30
Félix Berenguer de Marquina 1800 abr. 30 1803 ene. 4
José de Iturrigaray 1803 ene. 4 1808 sep. 16
Tabla 13
Francisco Novella 1821 jul. 5 1821 jul. 21
Juan O’Donojú 1821 jul. 21 1821 sep. 28
Tabla 14
Regencia 1821 sep. 28 1822 may. 18
Relaciones Interiores y Exteriores
José Manuel Herrera 1821 sep. 28 1822 may. 18
Justicia
José Domínguez Manzo 1821 sep. 28 1822 may. 18
Guerra y Marina
Antonio Medina 1821 sep. 28 1822 may. 18
Hacienda
Rafael Pérez Maldonado 1821 sep. 28 1822 may. 18
Tabla 15
Agustín I 1822 may. 19 1823 mar. 19
Relaciones Interiores y Exteriores
José Manuel Herrera 1822 may. 19 1822 ago. 10
Andrés Quintana Roo 1822 ago. 11 1823 feb. 22
José del Valle 1823 feb. 23 1823 mar. 19
Justicia
José Domínguez Manzo 1822 may. 19 1823 feb. 10
Juan Gómez Navarrete 1823 feb. 10 1823 mar. 19
Guerra y Marina
Antonio Medina 1822 may. 19 1822 jun. 20
Manuel de la Sosa Riva 1822 jul. 1° 1823 mar. 19
Hacienda
Rafael Pérez Maldonado 1822 may. 19 1822 jun. 30
Antonio Medina 1822 jul. 1° 1823 mar. 19
Tabla 16
Supremo Poder
1823 mar. 31 1824 oct. 10
Ejecutivo
Relaciones Interiores y Exteriores
José Ignacio García Illueca 1823 abr. 2 1823 abr. 15
Lucas Alamán 1823 abr. 16 1824 abr. 23
Pablo de la Llave 1824 abr. 24 1824 may. 14
Lucas Alamán 1824 may. 15 1824 sep. 21
Juan Guzmán 1824 sep. 22 1824 oct. 10
Justicia
José Ignacio García Illueca 1823 abr. 2 1823 jun. 6
Tabla 17
Guadalupe Victoria 1824 oct. 10 1829 abr. 1°
Relaciones Interiores y Exteriores
Juan Guzmán 1824 oct. 10 1825 ene. 11
Lucas Alamán 1825 ene. 12 1825 sep. 26
Manuel Gómez Pedraza 1825 sep. 27 1825 nov. 2
Sebastián Camacho 1825 nov. 3 1826 jul. 5
Juan José Espinosa de los Monteros 1826 jul. 6 1828 mar. 7
Juan de Dios Cañedo 1828 mar. 8 1829 ene. 25
José María de Bocanegra 1829 ene. 26 1829 abr. 1°
Justicia
Pablo de la Llave 1824 oct. 10 1825 nov. 29
Miguel Ramos Arizpe 1825 nov. 30 1828 mar. 7
Juan José Espinosa de los Monteros 1828 mar. 8 1829 mar. 31
Guerra y Marina
Manuel de Mier y Terán 1824 oct. 10 1824 dic. 18
José Castro 1824 dic. 19 1825 ene. 7
Manuel Gómez Pedraza 1825 ene. 8 1825 jun. 7
José Ignacio Esteva 1825 jun. 8 1825 jul. 14
Manuel Gómez Pedraza 1825 jul. 15 1827 feb. 9
Manuel Rincón 1827 feb. 10 1827 mar. 3
Manuel Gómez Pedraza 1827 mar. 4 1828 dic. 3
José Castro 1828 dic. 4 1828 dic. 7
Vicente Guerrero 1828 dic. 8 1828 dic. 25
Francisco Moctezuma 1828 dic. 26 1829 abr. 1°
Hacienda
José Ignacio Esteva 1824 oct. 10 1825 sep. 26
Pablo de la Llave 1825 sep. 27 1825 nov. 27
José Ignacio Esteva 1825 nov. 28 1827 mar. 4
Tomás Salgado 1827 mar. 5 1827 nov. 1°
Francisco García 1827 nov. 2 1828 feb. 15
José Ignacio Pavón 1828 feb. 16 1828 mar. 7
José Ignacio Esteva 1828 mar. 8 1829 ene. 12
Bernardo González Angulo 1829 ene. 13 1829 abr. 1°
Tabla 18
Vicente Guerrero 1829 abr. 1° 1829 dic. 18
Tabla 19
Valentín Gómez Farías 1833 abr. 1° 1833 may. 16
Relaciones Interiores y Exteriores
Bernardo González Angulo 1833 abr. 1° 1833 abr. 26
Carlos García 1833 abr. 27 1833 may. 16
Justicia
Miguel Ramos Arizpe 1833 abr. 1° 1833 may. 16
Guerra y Marina
Joaquín Parres 1833 abr. 1° 1833 abr. 27
Francisco Gómez Parada 1833 abr. 28 1833 may. 16
Hacienda
Juan de Dios Rodríguez 1833 abr. 1° 1833 abr. 25
José María de Bocanegra 1833 abr. 26 1833 may. 16
Tabla 20
Mariano Salas 1846 ago. 5 1846 dic. 23
Relaciones Interiores y Exteriores
José María Ortiz Monasterio 1846 ago. 5 1846 ago. 26
Manuel Crescencio Rejón 1846 ago. 27 1846 oct. 20
José María Lafragua 1846 oct. 21 1846 dic. 23
Justicia
José María Durán 1846 ago. 5 1846 ago. 26
José Ramón Pacheco 1846 ago. 27 1846 oct. 16
José María Durán 1846 oct. 17 1846 oct. 20
Joaquín Ladrón de Guevara 1846 oct. 21 1846 dic. 21
José María Durán 1846 dic. 22 1846 dic. 23
Guerra y Marina
Ignacio de Mora y Villamil 1846 ago. 5 1846 ago. 7
Manuel María Sandoval 1846 ago. 8 1846 ago. 27
Juan N. Almonte 1846 ago. 28 1846 dic. 23
Hacienda
José Luis Huici 1846 ago. 5 1846 ago. 27
Valentín Gómez Farías 1846 ago. 28 1846 sep. 21
Juan N. Almonte 1846 sep. 22 1846 sep. 22
Francisco María Lombardo 1846 sep. 23 1846 sep. 24
Antonio de Haro y Tamariz 1846 sep. 25 1846 nov. 13
José Lázaro Villamil 1846 nov. 14 1846 dic. 10
Juan N. Almonte 1846 dic. 11 1846 dic. 22
Manuel María Sandoval 1846 dic. 23 1846 dic. 23
Tabla 21
Martín Carrera 1855 ago. 15 1855 sep. 12
Relaciones Exteriores
José Miguel Arroyo 1855 ago. 15 1855 sep. 12
Gobernación
J. Guadalupe Martínez 1855 ago. 15 1855 sep. 12
Justicia
Mariano Alegría 1855 ago. 15 1855 ago. 17
José María Durán 1855 ago. 18 1855 sep. 12
Fomento
Miguel Lerdo de Tejada 1855 ago. 15 1855 sep. 12
Guerra y Marina
Luis de Ormaechea 1855 ago. 15 1855 sep. 3
Manuel María de Sandoval 1855 sep. 4 1855 sep. 12
Hacienda
Pedro Fernández del Castillo 1855 ago. 15 1855 sep. 12
Tabla 22
Benito Juárez 1858 ene. 19 1872 jul. 18
Relaciones Exteriores
Manuel Ruiz 1858 ene. 19 1858 ene. 20
Melchor Ocampo 1858 ene. 21 1859 ago. 17
Juan Antonio de la Fuente 1859 ago. 18 1859 nov. 30
Melchor Ocampo 1859 dic. 1° 1860 ene. 22
Santos Degollado 1860 ene. 23 1860 mar. 22
José de Emparan 1860 mar. 23 1860 sep. 25
Melchor Ocampo 1860 oct. 1° 1861 ene. 10
Juan de Dios Arias 1861 ene. 18 1861 ene. 20
Francisco Zarco 1861 ene. 21 1861 may. 9
León Guzmán 1861 may. 17 1861 jun. 17
Manuel María de Zamacona 1861 jul. 13 1861 nov. 22
Manuel Doblado 1861 dic. 11 1862 ago. 13
Juan Antonio de la Fuente 1862 ago. 25 1863 may. 31
Manuel Doblado 1863 sep. 2 1863 sep. 11
Sebastián Lerdo de Tejada 1863 sep. 12 1871 ene. 17
Ignacio Mariscal 1871 mar. 10 1872 jun. 12
José María Lafragua 1872 jun. 13 1872 jul. 18
Gobernación
Manuel Ruiz 1858 ene. 19 1858 ene. 20
Melchor Ocampo 1858 ene. 21 1859 jul. 17
Ignacio de la Llave 1859 dic. 10 1860 may. 6
Manuel Ruiz 1860 jun. 9 1861 ene. 16
Pedro Ogazón 1861 ene. 16 1861 ene. 21
Francisco Zarco 1861 ene. 21 1861 may. 9
León Guzmán 1861 may. 10 1861 jun. 17
Manuel María de Zamacona 1861 jul. 13 1861 sep. 6
Juan José de la Garza 1861 sep. 7 1861 dic. 10
Manuel Doblado 1861 dic. 11 1862 abr. 5
Jesús Terán 1862 abr. 6 1862 abr. 12
Manuel Doblado 1862 abr. 13 1862 ago. 13
Juan Antonio de la Fuente 1862 ago. 25 1863 may. 31
Por decreto del 3 de abril de 1861, fue suprimida esta secretaría, pasando la atención de los negocios de su
ramo a la de Justicia, hasta que otro decreto, del 12 de junio del mismo año, volvió a establecerla.
El decreto del 16 de diciembre de 1861, redujo a sólo cuatro las secretarías de Estado, quedando otra vez
absorbida la de Fomento por la de Justicia. El 20 de julio de 1867 fue restablecida.
Tabla 23
Sebastián Lerdo de Tejada 1872 jul. 19 1876 nov. 20
Relaciones Exteriores
José María Lafragua 1872 jul. 19 1875 nov. 15
(Sin titular) 1875 nov. 15 1876 ago. 30
Manuel Romero Rubio 1876 ago. 31 1876 nov. 20
Gobernación
Cayetano Gómez Pérez (encargado) 1872 jul. 19 1876 ago. 30
Juan José Baz 1876 ago. 31 1876 nov. 20
Justicia e Instrucción Pública
Tabla 24
José María Iglesias 1876 oct. 31 1877 mar. 15
Relaciones Exteriores
Guillermo Prieto 1876 oct. 31 1876 dic. 1°
Francisco Gómez del Palacio 1876 dic. 1° 1877 mar. 15
Gobernación
Guillermo Prieto 1876 oct. 31 1877 mar. 15
Justicia e Instrucción Pública
Guillermo Prieto 1876 oct. 31 1876 nov. 4
Manuel Sánchez Mármol 1876 nov. 4 1876 dic. 1°
Alfonso Lancaster Jones 1876 dic. 1° 1877 mar. 15
Fomento
Guillermo Prieto 1876 oct. 31 1876 nov. 4
Eduardo Garay 1876 nov. 4 1876 dic. 1°
Joaquín M. Alcalde 1876 dic. 1° 1877 mar. 15
Guerra y Marina
Felipe Berriozábal 1876 oct. 31 1876 dic. 24
Esteban Benítez 1876 dic. 24 1877 mar. 15
Hacienda
Guillermo Prieto 1876 oct. 31 1876 nov. 4
Emilio Velasco 1876 nov. 4 1876 dic. 1°
Francisco Gómez del Palacio 1876 dic. 1° 1876 dic. 9
Guillermo Prieto 1876 dic. 9 1876 dic. 25
Emilio Velasco 1876 dic. 25 1877 mar. 15
Tabla 25
Porfirio Díaz 1884 dic. 1° 1911 may. 25
Relaciones Exteriores
José Fernández 1884 dic. 1° 1884 dic. 19
Joaquín Baranda 1884 dic. 19 1885 ene. 18
Ignacio Mariscal 1885 ene. 19 1890 may. 13
Manuel Aspiroz 1890 may. 14 1890 sep. 15
Ignacio Mariscal 1890 sep. 16 1898 ene. 5
Manuel Aspiroz 1898 ene. 6 1898 ene. 11
Ignacio Mariscal 1898 sep. 12 1910 abr. 16
Enrique C. Creel 1910 may. 4 1911 mar. 25
Francisco León de la Barra 1911 mar. 25 1911 may. 25
Gobernación
Manuel Romero Rubio 1884 dic. 1° 1895 oct. 3
Manuel González Cosío 1895 oct. 21 1903 ene. 11
Ramón Corral 1903 ene. 16 1911 mar. 25
Justicia e Instrucción Pública
Joaquín Baranda 1884 dic. 1° 1901 abr. 10
Justino Fernández 1901 abr. 19 1905 may. 16
Justicia
Justino Fernández 1905 may. 16 1911 mar. 25
Demetrio Sodi 1911 mar. 25 1911 may. 25
Fomento
Carlos Pacheco 1884 dic. 1° 1891 mar. 21
Manuel Fernández Leal 1892 ene. 8 1903 ene. 11
Manuel González Cosío 1903 ene. 12 1905 mar. 21
Blas Escontría 1905 mar. 24 1907 may. 20
Olegario Molina 1907 may. 20 1911 mar. 25
Manuel Marroquín Rivera 1911 mar. 25 1911 may. 25
Tabla 26
Francisco León de la Barra 1911 may. 25 1911 nov. 6
Relaciones Exteriores
Victoriano Salado Álvarez 1911 may. 26 1911 jun. 26
Bartolomé Carvajal y Rosas 1911 jun. 27 1911 nov. 5
Gobernación
Emilio Vázquez Gómez 1911 may. 26 1911 ago. 2
Alberto García Granados 1911 ago. 2 1911 oct. 27
Rafael Hernández Madero 1911 oct. 28 1911 nov. 6
Justicia
Rafael Hernández Madero 1911 may. 26 1911 jul. 12
Manuel Calero 1911 jul. 12 1911 nov. 6
Instrucción Pública
Francisco Vázquez Gómez 1911 may. 26 1911 oct. 27
Fomento
Manuel Calero 1911 may. 26 1911 jul. 12
Rafael Hernández Madero 1911 jul. 12 1911 oct. 27
Comunicaciones
Manuel Bonilla 1911 may. 26 1911 nov. 6
Hacienda
Ernesto Madero 1911 may. 26 1911 nov. 6
Guerra y Marina
Eugenio Rascón 1911 may. 26 1911 jul. 15
José González Salas 1911 jul. 18 1911 oct. 27
Tabla 27
Pedro Lascuráin 1913 feb. 19 1913 feb. 19
Gobernación
Victoriano Huerta 1913 feb. 19 1913 feb. 19
Tabla 28
Victoriano Huerta 1913 feb. 19 1914 jul. 14
Relaciones Exteriores
Francisco León de la Barra 1913 feb. 19 1913 jul. 8
Carlos Pereyra 1913 jul. 9 1913 jul. 27
Manuel Garza Aldape 1913 jul. 28 1913 ago. 10
Federico Gamboa 1913 ago. 11 1913 sep. 24
Antonio de la Peña y Reyes 1913 sep. 25 1913 sep. 30
Querido Moheno 1913 oct. 1° 1914 feb. 17
José López Portillo 1914 feb. 18 1914 may. 2
Roberto Esteva Ruiz 1914 may. 3 1914 jul. 9
Francisco S. Carvajal 1914 jul. 10 1914 jul. 13
Gobernación
Alberto García Granados 1913 feb. 19 1913 abr. 24
(Sin titular) 1913 abr. 24 1913 jun. 13
Aureliano Urrutia 1913 jun. 13 1913 sep. 14
Manuel Garza Aldape 1913 oct. 6 1914 feb. 10
Adolfo de la Lama 1914 feb. 10 1914 jul. 14
Justicia
Rodolfo Reyes 1913 feb. 19 1913 sep. 11
Adolfo de la Lama 1913 sep. 15 1914 jul. 14
Tabla 29
Francisco S. Carvajal 1914 jul. 14 1914 ago. 13
Relaciones Exteriores
Rafael Díaz Iturbide 1914 jul. 16 1914 ago. 13
Gobernación
José María Luján 1914 jul. 14 1914 ago. 13
Justicia
Eduardo Preciat Castillo 1914 jul. 19 1914 ago. 13
Instrucción Pública
Rubén Valenti 1914 jul. 14 1914 ago. 13
Fomento
Pastor Rouaix 1914 jul. 14 1914 ago. 13
Comunicaciones
Isaac Bustamante 1914 jul. 14 1914 ago. 13
Hacienda
Gilberto Trujillo 1914 jul. 14 1914 ago. 13
Guerra y Marina
José Refugio Velasco 1914 jul. 14 1914 ago. 13
Tabla 30
Venustiano Carranza 1914 ago. 20 1920 may. 21
Industria y Comercio
Alberto J. Pani 1917 may. 1° 1918 nov.
León Salinas 1919 ene. 22 1919 may. 31
Plutarco Elías Calles 1919 oct. 21 1920 feb. 1°
León Salinas 1920 feb. 22 1920 may. 21
Comunicaciones
Ignacio Bonillas 1914 ago. 21 1917 may. 1°
Manuel Rodríguez Gutiérrez 1917 may. 1° 1919 may. 21
Hacienda
Felícitos Villarreal 1914 ago. 20 1914 sep. 18
Carlos M. Ezquerro 1914 sep. 18 1914 sep. 30
José J. Reynoso 1914 sep. 30 1914 nov. 21
Rafael Nieto 1914 nov. 21 1914 dic. 14
Luis Cabrera 1914 dic. 14 1917 may. 1°
Tabla 31
Adolfo de la Huerta 1920 may. 24 1920 nov. 30
Gobernación
Gilberto Valenzuela 1920 jun. 1° 1920 ago. 4
José Inocencio Lugo 1920 ago. 4 1920 nov. 30
Relaciones Exteriores
Juan Sánchez Azcona 1920 jun. 1° 1920 jun. 15
Miguel Covarrubias 1920 jun. 15 1920 ago. 3
Cutberto Hidalgo 1920 ago. 4 1920 nov. 30
Guerra y Marina
Plutarco Elías Calles 1920 jun. 1° 1920 nov. 30
Hacienda
Aureliano Mendívil 1920 may. 24 1920 jun. 2
Salvador Alvarado 1920 jun. 3 1920 nov. 30
Industria, Comercio y Trabajo
Jacinto B. Treviño 1920 jun. 1° 1920 nov. 30
Comunicaciones y Obras Públicas
Pascual Ortiz Rubio 1920 jun. 1° 1920 nov. 30
Agricultura y Fomento
Antonio I. Villarreal 1920 jun. 1° 1920 nov. 30
Departamento de Salubridad
Gabriel M. Malda 1920 jun. 1° 1920 nov. 30
Tabla 32
Emilio Portes Gil 1928 nov. 30 1930 feb. 5
Gobernación
Felipe Canales 1928 nov. 30 1929 abr. 28
Carlos Riva Palacio 1929 abr. 29 1930 feb. 5
Relaciones Exteriores
Genaro Estrada 1928 nov. 30 1930 feb. 5
Guerra y Marina
Joaquín Amaro 1928 nov. 30 1929 mar. 2
Plutarco Elias Calles 1929 mar. 2 1929 may. 18
Joaquín Amaro 1929 may. 20 1930 feb. 5
Hacienda y Crédito Público
Luis Montes de Oca 1928 nov. 30 1930 feb. 5
Industria, Comercio y Trabajo
José Manuel Puig Casauranc 1928 nov. 30 1928 dic. 31
Ramón P. de Negri 1929 ene. 1° 1930 feb. 5
Agricultura y Fomento
Marte R. Gómez 1928 nov. 30 1930 feb. 5
Educación Pública
Ezequiel Padilla 1928 nov. 30 1930 feb. 5
Comunicaciones y Obras Públicas
Javier Sánchez Mejorada 1928 nov. 30 1930 feb. 5
Departamento de Salubridad
Aquilino Villanueva 1928 nov. 30 1930 feb. 5
Departamento Central
José Manuel Puig Casauranc 1929 ene. 1° 1930 feb. 5
Tabla 33
Pascual Ortiz Rubio 1930 feb. 5 1932 sep. 4
Gobernación
Emilio Portes Gil 1930 feb. 5 1931 ago. 28
Lázaro Cárdenas 1931 ago. 28 1931 oct. 15
Manuel C. Téllez 1931 oct. 21 1932 ene. 20
Juan José Ríos 1932 ene. 20 1932 sep. 2
Relaciones Exteriores
Genaro Estrada 1930 feb. 5 1932 ene. 20
Manuel C. Téllez 1932 ene. 20 1932 sep. 2
Guerra y Marina
Joaquín Amaro 1930 feb. 5 1931 oct. 15
Plutarco Elías Calles 1931 oct. 15 1932 jul. 30
Abelardo L. Rodríguez 1932 ago. 2 1932 sep. 2
Hacienda y Crédito Público
Luis Montes de Oca 1930 feb. 5 1932 ene. 20
Rafael Mancera 1930 ene. 21 1932 ene. 20
Alberto J. Pani 1932 feb. 15 1932 sep. 2
Industria, Comercio y Trabajo
Luis L. León 1930 feb. 5 1930 oct. 8
Tabla 34
Abelardo L. Rodríguez 1932 sep. 4 1934 nov. 30
Gobernación
Eduardo Vasconcelos 1932 sep. 5 1934 may. 9
Narciso Bassols 1934 may. 9 1934 sep. 30
Juan de Dios Bojórquez 1934 oct. 1° 1934 nov. 30
Relaciones Exteriores
Manuel C. Téllez 1932 sep. 5 1932 dic. 31
José Manuel Puig Casauranc 1933 ene. 1° 1934 oct. 11
Enrique Jiménez Domínguez 1933 oct. 12 1933 nov. 7
José Manuel Puig Casauranc 1933 nov. 8 1934 nov. 30
Hacienda y Crédito Público
Alberto J. Pani 1932 sep. 5 1933 sep. 28
Plutarco Elías Calles 1933 sep. 29 1933 dic. 31
Marte R. Gómez 1934 ene. 1° 1934 nov. 30
Guerra y Marina
Pablo Quiroga 1932 sep. 5 1932 dic. 31
Lázaro Cárdenas 1933 ene. 1° 1933 jun. 15
Tabla 35
Lázaro Cárdenas 1934 dic. 1° 1940 nov. 30
Gobernación
Juan de Dios Bojórquez 1934 dic. 1° 1935 jun. 15
Silvano Barba González 1935 jun. 18 1936 ago. 25
Silvestre Guerrero 1936 ago. 25 1938 ene. 4
Ignacio García Téllez 1938 ene. 4 1940 nov. 30
Relaciones Exteriores
Emilio Portes Gil 1934 dic. 1° 1935 jun. 15
José Ángel Ceniceros 1935 jun. 16 1935 nov. 30
Eduardo Hay 1935 dic. 1° 1940 nov. 30
Guerra y Marina
Pablo Quiroga 1934 dic. 1° 1935 jun. 15
Andrés Figueroa 1935 jun. 18 1835 oct. 17
Manuel Ávila Camacho 1935 oct. 17 1937 nov. 1°
Defensa Nacional
Manuel Ávila Camacho 1937 nov. 1° 1939 ene. 23
Jesús Agustín Castro 1939 ene. 23 1940 nov. 30
Hacienda y Crédito Público
Narciso Bassols 1934 dic. 1° 1935 jun. 15
Eduardo Suárez 1935 jun. 18 1940 nov. 30
Educación Pública
Ignacio García Téllez 1934 dic. 1° 1935 jun. 15
Gonzalo Vázquez Vela 1935 jun. 17 1940 nov. 30
Economía Nacional
Francisco J. Múgica 1934 dic. 1° 1935 jun. 15
Rafael Sánchez Tapia 1935 jun. 18 1937 dic. 31
Efraín Buenrostro 1938 ene. 1° 1940 nov. 30
Comunicaciones y Obras Públicas
Rodolfo Elías Calles 1934 dic. 1° 1935 jun. 15
Francisco J. Múgica 1935 jun. 18 1939 ene. 23
Tabla 36
Manuel Ávila Camacho 1940 dic. 1° 1946 nov. 30
Gobernación
Miguel Alemán Valdés 1940 dic. 1° 1945 jun. 18
Primo Villa Michel 1945 jun. 18 1946 nov. 30
Relaciones Exteriores
Ezequiel Padilla 1940 dic. 1° 1945 jul. 10
Manuel J. Tello 1945 jul. 10 1945 ago. 31
Francisco Castillo Nájera 1945 sep. 1° 1946 nov. 30
Hacienda y Crédito Público
Eduardo Suárez 1940 dic. 1° 1946 nov. 30
Defensa Nacional
Pablo Macías Valenzuela 1940 dic. 1° 1942 sep. 11
Lázaro Cárdenas 1942 sep. 11 1945 ago. 27
Francisco L. Urquizo 1945 sep. 1° 1946 nov. 30
Agricultura y Fomento
Marte R. Gómez 1940 dic. 1° 1946 nov. 30
Comunicaciones y Obras Públicas
Jesús B. de la Garza 1940 dic. 1° 1941 sep. 28
Maximino Ávila Camacho 1941 sep. 29 1945 feb. 17
Pedro Martínez Tornell 1945 feb. 18 1946 nov. 30
Educación Pública
Luis Sánchez Pontón 1940 dic. 1° 1941 sep. 12
Octavio Véjar Vázquez 1941 sep. 12 1943 dic. 20
Tabla 37
Miguel Alemán Valdés 1946 dic. 1° 1952 nov. 30
Gobernación
Héctor Pérez Martínez 1946 dic. 1° 1948 feb. 12
Ernesto P. Uruchurtu 1948 feb. 12 1948 jun. 30
Adolfo Ruiz Cortines 1948 jun. 30 1951 oct. 13
Ernesto P. Uruchurtu 1951 oct. 14 1952 nov. 30
Relaciones Exteriores
Jaime Torres Bodet 1946 dic. 1° 1948 nov. 28
Manuel J. Tello 1948 nov. 28 1952 nov. 30
Hacienda y Crédito Público
Ramón Beteta 1946 dic. 1° 1952 nov. 30
Defensa Nacional
Gilberto R. Limón 1946 dic. 1° 1952 nov. 30
Marina
Luis Schaufelberger Alatorre 1946 dic. 1° 1948 sep. 30
David Coello Ochoa 1948 oct. 1° 1949 oct. 21
Alberto J. Pawling 1949 oct. 21 1952 feb. 7
Raúl López Sánchez 1952 feb. 7 1952 nov. 30
Educación Pública
Manuel Gual Vidal 1946 dic. 1° 1952 nov. 30
Trabajo y Previsión Social
Andrés Serra Rojas 1946 dic. 1° 1948 ene. 12
Manuel Ramírez Vázquez 1948 ene. 12 1952 nov. 30
Salubridad y Asistencia
Rafael Pascacio Gamboa 1946 dic. 1° 1952 nov. 30
Bienes Nacionales e Inspección Administrativa
Alfonso Caso 1946 dic. 1° 1949 dic. 1°
Tabla 38
Adolfo Ruiz Cortines 1952 dic. 1° 1958 nov. 30
Gobernación
Ángel Carvajal 1952 dic. 1° 1958 nov. 30
Relaciones Exteriores
Luis Padilla Nervo 1952 dic. 1° 1958 nov. 30
Hacienda y Crédito Público
Antonio Carrillo Flores 1952 dic. 1° 1958 nov. 30
Defensa Nacional
Matías Ramos Santos 1952 dic. 1° 1958 nov. 30
Agricultura y Ganadería
Gilberto Flores Muñoz 1952 dic. 1° 1958 nov. 30
Comunicaciones y Obras Públicas
Carlos Lazo 1952 dic. 1° 1955 nov. 5
Walter C. Buchanan 1955 nov. 6 1958 nov. 30
Economía Nacional
Gilberto Loyo 1952 dic. 1° 1958 nov. 30
Educación Pública
José Ángel Ceniceros 1952 dic. 1° 1958 nov. 30
Salubridad y Asistencia
Ignacio Morones Prieto 1952 dic. 1° 1958 nov. 30
Marina
Rodolfo Sánchez Taboada 1952 dic. 1° 1955 may. 1°
Alfonso Poiré Ruelas 1955 may. 2 1955 dic. 22
Roberto Gómez Maqueo 1955 dic. 23 1958 abr. 2
Héctor Meixueiro Alexander 1958 abr. 7 1958 nov. 30
Trabajo y Previsión Social
Adolfo López Mateos 1952 dic. 1° 1957 nov. 18
Salomón González Blanco 1957 nov. 18 1958 nov. 30
Recursos Hidráulicos
Eduardo Chávez 1952 dic. 1° 1958 nov. 30
Bienes Nacionales
José López Lira 1952 dic. 1° 1958 nov. 30
Tabla 39
Adolfo López Mateos 1958 dic. 1° 1964 nov. 30
Gobernación
Gustavo Díaz Ordaz 1958 dic. 1° 1963 nov. 18
Luis Echeverría Álvarez 1963 nov. 19 1964 nov. 30
Relaciones Exteriores
Manuel J. Tello 1958 dic. 1° 1964 mar. 31
José Gorostiza 1964 abr. 1° 1964 nov. 30
Defensa Nacional
Agustín Olachea Avilés 1958 dic. 1° 1964 nov. 30
Marina
Manuel Zermeño Araico 1958 dic. 1° 1964 nov. 30
Hacienda y Crédito Público
Antonio Ortiz Mena 1958 dic. 1° 1964 nov. 30
Bienes Nacionales e Inspección Administrativa
Eduardo Bustamante 1958 dic. 1° 1958 dic. 31
Patrimonio Nacional
Eduardo Bustamante 1959 ene. 1° 1964 nov. 30
Economía Nacional
Raúl Salinas Lozano 1958 dic. 1° 1958 dic. 31
Industria y Comercio
Raúl Salinas Lozano 1959 ene. 1° 1964 nov. 30
Agricultura y Ganadería
Julián Rodríguez Adame 1958 dic. 1° 1964 nov. 30
Comunicaciones y Obras Públicas
Javier Barros Sierra 1958 dic. 1° 1958 dic. 31
Comunicaciones y Transportes
Walter C. Buchanan 1959 ene. 1° 1964 nov. 30
Obras Públicas
Javier Barros Sierra 1959 ene. 1° 1964 nov. 30
Recursos Hidráulicos
Alfredo del Mazo 1958 dic. 1° 1964 nov. 30
Educación Pública
Jaime Torres Bodet 1958 dic. 1° 1964 nov. 30
Salubridad y Asistencia
José Álvarez Amézquita 1958 dic. 1° 1964 nov. 30
Trabajo y Previsión Social
Salomón González Blanco 1958 dic. 1° 1964 nov. 30
Presidencia
Donato Miranda Fonseca 1958 dic. 1° 1964 nov. 30
Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización
Roberto Barrios 1958 dic. 1° 1964 nov. 30
Departamento de Turismo
Alfonso García González 1959 ene. 1° 1961 dic. 2
Tabla 40
Gustavo Díaz Ordaz 1964 dic. 1° 1970 nov. 30
Gobernación
Luis Echeverría Álvarez 1964 dic. 1° 1969 nov. 10
Mario Moya Palencia 1969 nov. 11 1970 nov. 30
Relaciones Exteriores
Antonio Carrillo Flores 1964 dic. 1° 1970 nov. 30
Hacienda y Crédito Público
Antonio Ortiz Mena 1964 dic. 1° 1970 ago. 13
Hugo B. Margáin 1970 ago. 14 1970 nov. 30
Educación Pública
Agustín Yáñez 1964 dic. 1° 1970 nov. 30
Defensa Nacional
Marcelino García Barragán 1964 dic. 1° 1970 nov. 30
Obras Públicas
Gilberto Valenzuela 1964 dic. 1° 1970 nov. 30
Agricultura y Ganadería
Juan Gil Preciado 1964 dic. 1° 1970 oct. 1°
Manuel Bernardo Aguirre 1970 oct. 2 1970 nov. 30
Industria y Comercio
Octaviano Campos Salas 1964 dic. 1° 1970 nov. 30
Recursos Hidráulicos
José Hernández Terán 1964 dic. 1° 1970 nov. 30
Salubridad y Asistencia
Rafael Moreno Valle 1964 dic. 1° 1968 ago. 15
Salvador Aceves Parra 1968 ago. 17 1970 nov. 30
Patrimonio Nacional
Alfonso Corona del Rosal 1964 dic. 1° 1966 sep. 20
Manuel Franco López 1966 sep. 21 1970 nov. 30
Marina
Antonio Vázquez del Mercado 1964 dic. 1° 1970 nov. 30
Comunicaciones y Transportes
José Antonio Padilla Segura 1964 dic. 1° 1970 nov. 30
Departamento del Distrito Federal
Ernesto P. Uruchurtu 1964 dic. 1° 1966 sep. 14
Alfonso Corona del Rosal 1966 sep. 21 1970 nov. 30
Trabajo y Previsión Social
Salomón González Blanco 1964 dic. 1° 1970 nov. 30
Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización
Norberto Aguirre Palancares 1964 dic. 1° 1970 nov. 30
Presidencia
Emilio Martínez Manatou 1964 dic. 1° 1970 nov. 30
Departamento de Turismo
Agustín Salvat 1964 dic. 1° 1970 nov. 30
Tabla 42
José López Portillo 1976 dic. 1° 1982 nov. 30
Gobernación
Jesús Reyes Heroles 1976 dic. 1° 1979 may. 16
Enrique Olivares Santana 1979 may. 16 1982 nov. 30
Relaciones Exteriores
Santiago Roel García 1976 dic. 1° 1979 may. 16
Jorge Castañeda 1979 may. 16 1982 nov. 30
Defensa Nacional
Félix Galván López 1976 dic. 1° 1982 nov. 30
Marina
Ricardo Cházaro Lara 1976 dic. 1° 1982 nov. 30
Hacienda y Crédito Público
Julio Rodolfo Moctezuma Cid 1976 dic. 1° 1977 nov. 16
David Ibarra Muñoz 1977 nov. 17 1982 mar. 16
Jesús Silva Herzog 1982 mar. 17 1982 nov. 30
Patrimonio Nacional
José Andrés de Oteyza 1976 dic. 1° 1976 dic. 31**
Patrimonio y Fomento Industrial
José Andrés de Oteyza 1977 ene. 1° 1982 nov. 30
Industria y Comercio
Fernando Solana 1976 dic. 1° 1976 dic. 31**
Comercio
Fernando Solana 1977 ene. 1° 1977 dic. 8
José de la Vega Domínguez 1977 dic. 9 1982 nov. 30
Agricultura y Ganadería
Francisco Merino Rábago 1976 dic. 1° 1976 dic. 31**
Agricultura y Recursos Hidráulicos
Francisco Merino Rábago 1977 ene. 1° 1982 nov. 30
Comunicaciones y Transportes
Emilio Múgica Montoya 1976 dic. 1° 1982 nov. 30
Obras Públicas
Pedro Ramírez Vázquez 1976 dic. 1° 1976 dic. 31
Asentamientos Humanos y Obras Públicas
Pedro Ramírez Vázquez 1977 ene. 1° 1982 nov. 30
Recursos Hidráulicos
Luis Robles Linares 1976 dic. 1° 1976 dic. 31
Educación Pública
Tabla 43
Miguel de la Madrid Hurtado 1982 dic. 1° 1988 nov. 30
Gobernación
Manuel Bartlett Díaz 1982 dic. 1° 1988 nov. 30
Relaciones Exteriores
Bernardo Sepúlveda Amor 1982 dic. 1° 1988 nov. 30
Defensa Nacional
Juan Arévalo Gardoqui 1982 dic. 1° 1988 nov. 30
Marina
Miguel Angel Gómez Ortega 1982 dic. 1° 1988 nov. 30
Hacienda y Crédito Público
Jesus Silva Herzog 1982 dic. 1° 1986 jun. 17
Gustavo Petricioli 1986 jun. 17 1988 nov. 30
Programación y Presupuesto
Carlos Salinas de Gortari 1982 dic. 1° 1987 oct. 5
Pedro Aspe Armella 1987 oct. 7 1988 nov. 30
Contraloría General de la Federación
Francisco José Rojas Gutiérrez 1982 dic. 1° 1987 feb. 6
Tabla 44
Carlos Salinas de Gortari 1988 dic. 1° 1994 nov. 30
Gobernación
Fernando Gutiérrez Barrios 1988 dic. 1° 1993 ene. 4
Patrocinio González Garrido 1993 ene. 4 1993 ene. 10
Jorge Carpizo McGregor 1993 ene. 10 1994 nov. 30
Relaciones Exteriores
Fernando Solana Morales 1988 dic. 1° 1993 nov. 29
V. Manuel Camacho Solís 1993 nov. 29 1994 ene. 10
Defensa Nacional
Antonio Riviello Bazán 1988 dic. 1° 1994 nov. 30
Marina
Mauricio Scheleske Sánchez 1988 dic. 1° 1990 jul 19
Luis Enrique Ruano Angulo 1990 jul. 19 1994 nov. 30
Hacienda y Crédito Público
Tabla 45
Ernesto Zedillo
1994 dic. 1° 2000
Ponce de León
Gobernación
Esteban Moctezuma 1994 dic. 1° 1995 jun. 28
Emilio Chuayfett 1995 jul. 3 1998 ene. 3
Estado
Joaquín Velázquez de León Abr. 10 1864
José Fernando Ramírez Jun. 21 1864
José Salazar Ilarregui Mar. 3 1866
José María de Lacunza Abr. 3 1867
Casa Imperial
Juan N. Almonte May. 28 1864
Luis Arroyo Sep. 17 1866
Carlos Sánchez Navarro Abr. 3 1867
Negocios Extranjeros
José Fernando Ramírez Jun. 21 1864
Juan N. de Pereda Sep. 17 1866
Tomás Murphy Mar. 20 1867
Fomento, Colonización, Industria y Comercio
Luis Robles Pezuela Oct. 25 1864
Francisco Somera Mar. 3 1866
Joaquín de Mier y Terán Sep. 15 1866
José María Iribarren Abr. 3 1867
Este ministerio desapareció el 26 de julio de 1866, agregándose sus asuntos al despacho de Gobernación;
se restableció el 15 de septiembre de ese mismo año.
Guerra y Marina
Juan de Dios Peza Oct. 24 1864
José maría García Mar. 3 1866
M. D”Osmont, general del ejército francés Jul. 26 1866
Ramón Tavera Sep. 19 1866
Nicolás de la Portilla Mar. 19 1867
Justicia (e interinamente Negocios Eclesiásticos)
Pedro Escudero y Echánove Nov. 8 1864
Teodosio Lares Ago. 27 1866
Manuel García Aguirre Mar. 20 1867
Pedro Sánchez Castro Abr. 3 1867
Gobernación
José María Cortés Esparza Nov. 20 1864
José María Esteva Jun. 7 1865
José Salazar Ilarregui Mar. 4 1866
Este ministerio desapareció el 3 de marzo de 1866, agregándose sus asuntos al despacho de Justicia; se
restableció el 15 de septiembre de ese mismo año.
Volvió a desaparecer el ministerio el 19 de marzo de 1867, agregándose al de Gobernación.
Hacienda
M. Langlais, funcionario francés Oct. 16 1865
M. Friant, intendente del ejército francés Jul. 26 1866
Joaquín Torres Larraínzar Sep. 19 1866
Santiago Vidaurri Mar. 20 1867
Guadalupe Victoria, primer presidente de México, durante su administración se creó el Distrito Federal.
AEM
Entrada de Porfirio Díaz a Puebla el 2 de abril de 1867. El régimen porfirista impulsó la desamortización
de las comunidades indígenas.
AEM
Felipe II El Prudente
AEM
El presidente López Portillo, con la banda presidencial, acompañado de su predecesor, Luis Echeverría
(derecha).
Presidencia de la República
Monumento a Guadalupe Victoria, en el centro del Jardín Victoria de la ciudad de Durango. El primer
presidente del país fue duranguense, aunque no de la capital.
Secretaría de Turismo
Retrato de José María Iglesias. En cinco ocasiones perteneció al gabinete de Benito Juárez.
AEM (INAH)
Venustiano Carranza
AEM
Vista aérea del estuario del Río Bravo en el Golfo de México. Tamaulipas colinda al norte con los Estados
Unidos mediante este río.
Marte R. Gómez
AEM
GÓMEZ, URBANO
Nació en Guadalajara, Jal., hacia 1830; murió en Aguascalientes, Ags., en 1889.
Se graduó de abogado. Perteneció al grupo radical reformista de Jalisco. Como
subteniente de la Guardia Nacional, formó parte del grupo de jóvenes que
Luis González Obregón, autor del volumen Leyendas de las calles de México.
Foto Ernesto Durán
GONZÁLEZ ONTIVEROS, MARGARITA
Nació en México, D.F., en 1921. Estudió canto en el Conservatorio Nacional;
siendo aún estudiante, debutó como solista con las orquestas Sinfónica Nacional
y de Ópera. Mezzosoprano, se perfeccionó en Francia. Auspiciada por el
Instituto de Cultura Hispánica, realizó una gira de conciertos por las principales
ciudades españolas y de África del Norte. Su repertorio comprende 20 recitales
con obras de todas las épocas, tanto de compositores mexicanos como de
extranjeros. Ha grabado discos en París, Barcelona y México. La Unión de
Cronistas de Teatro y Música la ha distinguido en dos ocasiones, la primera
como solista y la segunda por el dueto formado con la soprano Guadalupe Pérez
Arias.
GONZÁLEZ OROZCO, ANTONIO
Nació en la ciudad de Chihuahua en 1933. Estudió en la Escuela Nacional de
Artes Plásticas (1953-1958). Fue maestro de la Universidad de Chihuahua,
donde se organizó su primera exposición (1960). A partir de entonces ha
Jesús González Ortega, ardiente defensor del presidente Benito Juárez. Liberal desde la guerra de
Reforma, tomó el mando del Ejército de Oriente a la muerte de Ignacio Zaragoza.
Archivo Pola
GONZÁLEZ PAGÉS, ANDRÉS
Nació en México, D.F., en 1940. Estudió en el Instituto Politécnico Nacional,
donde dirigió un taller literario. Fue becario del Centro Mexicano de Escritores
La Catedral de México, litografía de Pedro Gualdi tomada de Los Hombres Prominentes de México, por
Ireneo Paz (1888).
San Luis Potosí desde la hacienda de Tenería (grabado del siglo XIX).
AEM
Bambú
AEM
AYUNTAMIENTOS DE GUADALAJARA
1917-1988
1917. Presidente, Luis Castellanos Tapia. Vicepresidente, Manuel Bouquet Jr. Regidores: Jesús
Delgadillo Araujo, Alfonso Emparan, José Rivera Rosas, Guillermo de Alba, Narciso D. Aceves, Modesto
Barreto, Carlos Barba Carrasco, Eliseo Maciel de la Paz, Jesús Álvarez del Castillo, José de Jesús Aguilar,
José Encarnación, José Rolón y Miguel Ochoa Escobedo. Secretario y síndico, J. Guadalupe Ruvalcaba.
1918. Presidente, José Rivera Rosas. Vicepresidente, Jesús Delgadillo Araujo. Regidores: Eliseo Maciel
de la Paz, Jesús Álvarez del Castillo, Miguel Ochoa Escobedo, José Rolón, Narciso D. Aceves, Cástulo
Martínez Gallardo, Teodomiro Araiza, Lucas L. Guevara, J. Vicente Negrete, José Vizcaíno, Alberto V. de
la Peña y Esteban Loera. Secretario y síndico, Francisco H. Ruiz.
1919. Presidente, Salvador Ulloa. Vicepresidente, Cástulo Gallardo Rojas. Regidores: Elpidio Álvarez,
José Cuervo, Agustín Basave, Esteban Loera, Alberto V. de la Peña, Modesto Barreto, José Vizcaíno, J.
Vicente Negrete, Juan N. Córdova, Jorge Ochoa, Lucas L. Guevara y Martiniano Carvajal. Secretario y
síndico, Miguel R. Martínez.
1920. Presidente, Salvador Ulloa. Vicepresidente, Carlos M. Durán. Regidores: Juan N. Córdova,
Aurelio Aceves, Modesto Barreto, Margarito Figueroa, Juan José Gudiño, Esteban Loera, César González
Madrid, Ignacio L. Martínez, Enrique C. Ruiz, Manuel Villanueva, Agustín Basave, Jorge Ochoa, Cástulo
Gallardo Rojas y Víctor Silva. Secretario y síndico, Miguel R. Martínez.
1921. Presidente, Alfredo Romo. Vicepresidente, Jorge L. Suárez. Regidores: Francisco Gutiérrez Mejía,
Aureliano Villaseñor, Ignacio Gómez Gallardo, Luis G. Castañeda, Manuel Hernández Leal, Victoriano
Salado, Rosendo S. Álvarez, Ruperto García, Ignacio Bracamontes, Rafael Rodríguez Soriano, Luis C.
Medina e Ignacio Álvarez García. Secretario y síndico, Clemente Sepúlveda.
1922 (1er. semestre). Presidente. Jorge L. Suárez. Vicepresidente, Luis C. Medina. Regidores: Luis
Alatorre, Ignacio Álvarez García, Ruperto García, Benigno Palencia, Alberto Terán, Victoriano Salado,
Rafael Rodríguez Soriano, José Radillo, Manuel Hernández y Hernández, Mariano García, Manuel
Bouquet, Jr. y Margarito Figueroa. Secretario y síndico, Daniel Galindo.
1922 (2° semestre. Desde mayo 7). Presidente, José G. Zuno. Vicepresidente, Alfredo Romo. Regidores:
Luis C. Medina, Rafael Rodríguez Soriano, Ruperto García, Everardo Díaz Flores, Ignacio Álvarez García,
Manuel Íñigo, Manuel Hernández y Hernández, Ascención de la Cruz, José Radillo, Severiano Lozano y
Rafael Gómez. Secretario y síndico, Juan Aviña López.
1923. Presidente, Gustavo R. Cristo. Vicepresidente, José Gómez Cano. Regidores: Francisco Vidrio
Pérez, Mariano González, Longinos Casillas, René Híjar y Labastida, Basilio Rodríguez, José G. Zuno,
Manuel Íñigo, Ascención de la Cruz, José Radillo, Rafael Gómez, Severiano Lozano y Manuel Hernández
y Hernández. Secretario y síndico, Valentín Medina.
1924. Presidente, Narciso Corvera. Vicepresidente, Manuel Hernández Matute. Regidores: Maximiliano
Reyes, Aurelio Ortega, Pedro H. Rodríguez, Francisco Quintero, Carlos Blanco, Enrique Álvarez del
Castillo y Enrique Gómez Salcedo. Secretario y síndico, A.M. Sotomayor.
1924 (12 de febrero). Presidente, José María Cuellar. Vicepresidente, José U. Gómez Cano. Regidores:
Fuente de la Plaza de la Liberación del Arq. Ignacio Díaz Morales, en Guadalajara, Jal.
Héctor Torres
Panorámica de Guadalajara
Foto Armando Salas Portugal
Manuel Gómez Pedraza, ministro de relaciones exteriores durante la presidencia de Guadalupe Victoria.
AEM
GUADALUPE, VIRGEN DE
Una vez consumada la toma de México-Tenochtitlan en 1521, vino luego a
planearse y a realizarse lo que tanto había anhelado la reina Isabel la Católica: la
conversión de los indios al cristianismo. Aparte de los capellanes que fueron
arribando con los conquistadores, llegaron los tres primeros franciscanos, a
Nuestra Señora de Guadalupe, litografía del siglo XIX que muestra la antigua basílica de la ciudad de
México.
Rebaño de guajolotes
AEM
La Catedral de México, litografía de Pedro Gualdi tomada de Los Hombres Prominentes de México, por
Ireneo Paz (1888).
Principales enfermedades
Número de casos
(1991)
Amibiasis 20 264
Ascariasis 3 989
Cirrosis hepática 157
Diabetes 2 392
Escarlatina 85
Fiebre reumática 25
Fiebre tifoidea 144
Hipertensión arterial 3 059
Infecciones intestinales mal definidas1 154 315
Infecciones respiratorias 152 029
Intoxicaciones alimenticias² 1 077
Neumo y bronconeumonías 3 010
Paludismo 0
Rubeola 722
Sarampión 88
Shigelosis 470
Tétanos 6
Tosferina 3
Tuberculosis pulmonar 105
1:
Cifras correspondientes al año de 1990.
²: Comprende la suma de intoxicación alimentaria bacteriana y no bacteriana.
GUANAJUATO
PRINCIPALES SERVICIOS EDUCATIVOS
Ciclo Preescolar Primaria Secundaria
escolar Alumnos Maestros Alumnos Maestros Alumnos Maestros
1980-81 24 455 759 733 188 16 740 100 397 6 151
GUANAJUATO
PRINCIPALES SERVICIOS EDUCATIVOS
Ciclo Profesional medio Bachillerato Educación Superior
escolar Alumnos Maestros Alumnos Maestros Alumnos Maestros
1980-81 5 061 451 23 441 1 327 9 035 1 179
1981-82 6 933 553 22 963 1 453 9 755 1 377
1982-83 10 070 370 24 925 1 507 10 890 1 385
1983-84 12 961 1 080 31 679 2 238 11 803 1 638
1984-85 12 793 1 534 35 983 2 671 11 458 1 599
1985-86 14 632 1 697 37 156 2 834 12 215 1 600
1986-87 13 891 1 439 38 922 3 029 11 899 1 671
1987-88 16 216 1 654 40 674 3 267 12 603 1 865
1988-89 18 159 1 665 43 263 3 569 14 192 2 063
1989-90 15 494 1 565 45 808 3 792 15 014 2 173
1990-91 14 418 1 491 44 927 3 645 17 903 2 515
1991-92 14 468 1 490 45 779 3 879 18 693 2 478
1992-93 15 100 1 629 50 087 3 909 22 513 2 873
e/ 16 337 1 669 51 793 4 002 22 264 3 074
1993-94
e/
: Cifras estimadas
GUANAJUATO
SISTEMA NACIONAL DE EDUCACIÓN TECNOLÓGICA
Ciclo 1990-1991
Nivel educativo
Medio Superior
Bachillerato
Capacitación Terminal Licenciatura Especialización Maestría Doctorado Total
tecnológico
Matrícula 3 751 16 101 9 260 4 264 66 18 33 460
Nuevo
3 751 8 051 4 843 734 18 6 17 403
ingreso
Planteles 7 19 20 4 1 51
Carreras 18 21 41 12 5 2 99
Grupos 130 331 398 1 5 6 871
Serv.
7 27 28 4 5 71
educativos
Calle de León, uno de los centros industriales más importantes del estado de Guanajuato y del país.
Secretaría de Turismo
El convento agustino de Yuriria, en el estado de Guanajuato, fue fundado hacia 1540 por fray Diego
Chávez. Su iglesia tiene forma de cruz latina, rarísima en el s. XVI.
AEM (INAH)
Hacienda La Quemada, en Guanajuato. Del poder político de las haciendas, sólo queda el valor turístico
de su hermosura
Secretaría de Turismo
Ignacio Allende
Archivo Ángel Pola
Juan Aldama
AEM
La Catedral de Celaya ocupa el mismo edificio de la antigua parroquia, administrada por los franciscanos
hasta 1777.
AEM
Los caminos de Menguaro y Yuriria, al llegar a Salvatierra, según el Diario de Ajofrín (s. XVIII).
Tomada de 'Historia de las Obras Públicas' por Francisco González de Cosío (1917-1976)
GOBERNANTES CONSERVADORES
DURANTE LA GUERRA DE TRES AÑOS
(1858-1860)
A partir del 11 de marzo de 1858, ejercieron el poder las siguientes personas: Feliciano Liceaga, hasta el
día 13; Manuel Chico y Alegre, del 13 de marzo al 20 de mayo; Ignacio de Mora y Villamil, del 20 de
mayo al 12 de julio de 1858; Feliciano Liceaga, del 27 de julio de ese año al 28 de febrero de 1859, y el
general Tomás Mejía, del 25 de abril al 27 de mayo siguiente. En esta fecha el presidente Miguel Miramón
desintegró el estado y formó cuatro departamentos: León, que confió a José María Ruiz; San Miguel
Allende, a Luis Tola; Celaya, a Jerónimo Calatayud; y Guanajuato, a Francisco Antonio Vélez
GOBERNANTES DURANTE
LA INTERVENCIÓN FRANCESA
Y EL IMPERIO (1863-1867)
Cuando el general Manuel Doblado abandonó la capital del estado el 6 de diciembre de 1863, cuidó del
orden, durante dos días, la Junta integrada por Juan H. Glass, Demetrio Montes de Oca y Gregorio
Jiménez. El día 8 un grupo de notables confirió autoridad a Canuto Villaseñor, y el 18 la Regencia nombró
prefecto superior político a José María Yáñez, quien el 22 de septiembre de 1864 entregó el mando a
Manuel Chic y Alegre, que gobernó hasta el 5 de abril de 1865. Por ley del 3 de marzo anterior,
Guanajuato se convirtió en Departamento y su extensión fue reducida. Fueron también prefectos Pablo
González Montes, con el solo paréntesis de Juan Ortiz Careaga (de abril a julio de 1865), que salió junto
con las tropas francesas el 26 de diciembre de 1866, y Zeferino Rodríguez y Feliciano Liceaga, hasta enero
de 1867, en los momentos de confusión final del Imperio.
GUANAJUATO, GTO
Capital del estado y cabecera del municipio del mismo nombre. Tiene una
población de 48 mil habitantes (censo de 1980). Está situada a 2 050 m sobre el
nivel del mar, y 21° 01 01 de latitud norte y 101° 15 20 de longitud oeste. Se
halla en la vertiente sur de la sierra de la Media Luna, en ambas márgenes del río
Guanajuato, que forma el Irapuato, afluente del Lerma. Dista 472 km al noroeste
de la ciudad de México y le dan acceso sendos ramales de la carretera y del
ferrocarril México-Ciudad Juárez, y el camino que procede de San Miguel de
Allende y Dolores Hidalgo. Su clima es templado, con media anual de 18 °C,
máxima de 36 °C y mínima de 3 °C. En verano los vientos dominantes son del
noreste, con una velocidad máxima de 18 m por segundo. El promedio anual de
lluvia es de 650 mm.
Geología y geografía. Predomina en la sierra de Guanajuato una poderosa
formación sedimentaria que sirve de continente a la mayor parte de los criaderos
minerales, constituida por pizarras arcillosas, negras, brillantes y untuosas al
tacto, fáciles de desgajar en láminas muy delgadas, por lo cual los mineros las
llaman hojas de libro; pero cuando están en la superficie, se presentan grises,
amarillentas o rojizas, con frecuencia alteradas por metamorfismos de contacto
producidos por las rocas intrusivas gabros y diabasas de olivina que las
atraviesan. El enorme complejo que forman estas pizarras, muchas de ellas
sericíticas, con fragmentos de feldespato y cuarzo, se ve alterado por fuertes
Alhóndiga de Granaditas
AEM
ENCICLOPEDIA DE MÉXICO
José Rogelio Álvarez
Fundador
Participaron en los trabajos de actualización (1993, 1994, 1995, 1998, 2000) bajo
la supervisión de Sergio Sarmiento y Pedro López Cortezo:
Guillermo Alarcón. Claudia Barona. Consuelo Bonfil. Pietro Cavallazzi. Carlos
Agustín Chimal García Pavón. Ana Lilia Delgadillo. María Luisa Espinosa.
Jacqueline Fortson. Perfecto Gómez Estradé. Armando Guzmán. Gilberto Hernández.
Juan Hernández. Ángeles Lafuente. Pedro López Cortezo. Eduardo Medina. Juan
Andrés Mora. Patricia Mora. Luis Rafael Muñoz Saldaña. Sergio Negrete. José
Pantoja. Carlos Relión. María Asunción Rodríguez. María del Carmen Solórzano.
María del Rosario Solórzano. Yolanda Velázquez. Leticia Vera. Salvador Vera.
Instituciones
Aeroméxico. Aerotécnica de México S. A. Archivo Casasola. Archivo General de la
Nación. Artes de México, primera época. Asociación Nacional de Vitivinicultores.
Ayuntamiento de San Nicolás de los Garza. Ballet Folclórico de México. Banco
Nacional de Crédito Rural. Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.
Biblioteca Nacional de México. Cámara regional de la Industria del Tequila, Jalisco.
Capilla Alfonsina, Centro de Estudios Literarios Alfonso Reyes. Casa de José María
Morelos. Celanese Mexicana. Centro de Investigaciones Históricas de Hidalgo.
Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y del Trigo. Comisión de Estudios
del Territorio Nacional. Comisión del Río Balsas. Comisión Lerma-Chapala-
Santiago. Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos. Comité Organizador
de la Feria de Colima. Comité Organizador de los Juegos de la XIX Olimpiada.
Compañía Mexicana de Aerofoto. Compañía Mexicana de Aviación. Consejo de
Recursos Naturales no Renovables. Constructora Nacional de Carros de Ferrocarril.
Diesel Nacional, S. A. Diócesis de San Cristóbal de Las Casas. Dirección de Prensa y
Relaciones Públicas del Gobierno del Estado de México. Ediciones Domínguez.
Embajada de Australia en México. Embajada de Bélgica en México. Embajada de
Canadá en México. Embajada de Costa Rica en México. Embajada de Gran Bretaña
1994
Redactores
Manuel Andrade, Manuel Bravo Arriola, Luis Felipe Brice, Alberto de la Fuente,
María Luisa de la Garza, Sebastián Elizarrarás, Eduardo García, Lourdes García,
Lena García Feijoo, Dolores González Casanova, Jorge Gutiérrez, Luis Ignacio
1995
Redactores
María del Carmen Bautista, Manuel Bravo Arriola, Luis Felipe Brice, Mónica Ching,
María de los Ángeles Cruz, Alberto de la Fuente, Lena García Feijoo, Marina Graf,
Jorge Gutiérrez, Luis Ignacio Helguera, Carmen Hinojosa, Alberto León, José Ángel
Leyva, Dulce María López, Sofía Miselem, Luis Rafael Muñoz Saldaña, Sergio
Negrete, Luis Bernardo Pérez, Cecilia Rivera, Cristina Rosas, Margarita Salas,
Morris Strauch, Ernesto Vanegas, Gabriela Villanueva, Margarita Yépez.
1996
Redactores
Raquel Aparicio, Manuel Bravo Arriola, Luis Felipe Brice, Martha Castro Rivera,
David Chagoya, Alberto de la Fuente, Lena García Feijoo, Marina Graf, Jorge
Gutiérrez, Luis Ignacio Helguera, Carmen Hinojosa, Alberto León, Luis Bernardo
Pérez, Sofía Miselem, Sergio Negrete, Fabiola Ortega Barba, Cecilia Rivera, Morris
Strauch, Gabriela Villanueva, Margarita Yépez.
1997
Redactores
Esther Alcántara, Edna Aponte, Guillermo Balderrama, Manuel Bravo, Luis Felipe
Brice, Ramón Cota Meza, David Chagoya, Ana Ivonne Díaz, Alberto de la Fuente,
Lena García, Marina Graf, Luis Ignacio Helguera, Carmen Hinojosa, Alberto León,
Dulce María López, Sofía Miselem, Leticia Muñoz, Ramón Eduardo Núñez, Fabiola
Ortega Barba, Luis Bernardo Pérez, Miguel Genaro Prieto, José Ramón Rivas,
Cecilia Rivera, Margarita Salas, Gabriela Villanueva, Juan Villarreal, Margarita
Yépez, Susana Yépez.
2000
Redactores
Sergio Negrete, Sofía Miselem, Luis Felipe Brice.