Cuando Lehi y Su Familia Desembarcaron en América
Cuando Lehi y Su Familia Desembarcaron en América
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2 Y yo no sabía en la ocasión en que las hice que el Señor me mandaría hacer estas planchas;
por tanto, la historia de mi padre, y la genealogía de sus padres, y la mayor parte de todo cuanto
hicimos en el desierto están grabadas sobre aquellas primeras planchas de que he hablado; de
modo que en las primeras planchas ciertamente se hace más particular mención de lo que
aconteció antes que yo hiciera estas.
3 Y después que hube hecho estas planchas, según me fue mandado, yo, Nefi, recibí el
mandamiento de que el ministerio y las profecías, sus partes más claras y preciosas, se
escribiesen sobre estas planchas; y que las cosas que fuesen escritas se guardaran para la
instrucción de mi pueblo que iba a poseer el país, y también para otros sabios propósitos,
los cuales son conocidos al Señor.
4 Por lo que yo, Nefi, grabé una historia sobre las otras planchas, la cual da una relación, o
sea, da una relación más detallada de las guerras, y contiendas y destrucciones de mi pueblo. Y esto
he hecho, y he mandado a mi pueblo lo que debe hacer cuando yo ya no esté; y que estas
planchas deben transmitirse de una generación a otra, o sea, de un profeta a otro, hasta
recibir mandamientos adicionales del Señor.
En nuestra versión actual muchas veces Nefi no nos explica muchas cosas,
porque ya estaban explicadas en El libro de Lehi, y por ello debemos estar muy
atentos a detalles. De esta manera, de repente nos sorprendemos en 2 Nefi 5:6 al
enterarnos que Nefi tenía hermanas, o que pasaron hambres en el desierto (1 Nefi
16:39), o que esos momentos de hambre y sed los padecieron por no haberle hecho
caso a la Liahona (Alma 37: 41-42). De nuevo: Nefi escribió las planchas menores,
teniendo en cuenta las planchas mayores y, por lo mismo, nosotros deberíamos
leer 1 y 2 Nefi teniendo en cuenta eso: que hay detalles geográficos e históricos
(algunos muy importantes) que no están en nuestra versión actual del Libro de
Mormón. Un ejemplo de lo anterior es el capítulo 16 de 1 Nefi, el cual es un
parteaguas en muchos sentidos. Por ejemplo, en el v. 13 se lee: “Y aconteció que
durante cuatro días seguimos un curso casi hacia el sudsudeste, y asentamos
nuestras tiendas otra vez; y dimos al lugar el nombre de Shazer”. Esta es la única
vez que se emplea el término "sudsudeste" en el Libro de Mormón. Es curioso, pero
en cuanto llegan a América se emplea solamente los términos Norte, Sur, Este, y
Oeste, como si Nefi y su familia se hubieran adecuado a otra cultura, a otra manera
de entender la geografía.
No sólo eso: en este capítulo Nefi emplea cinco veces la expresión "nuestras
familias" (vv. 14, 17, 19 y 31). Siento que hay gran melancolía en Nefi. Después de
esta oportunidad, ya en el continente americano, Nefi siempre utilizará la
expresión: "Mi pueblo". Es muy significativo que Nefi empleara cinco veces en un
capítulo esa frase, y que lo usara por última vez. No sabemos cuándo escribió esto
Nefi: cuánto tiempo había pasado entre los hechos narrados y el momento de la
escritura, pero queda claro de manera sutil que Nefi, con añoranza, estaba
cerrando un ciclo. Ya no hablaría de su familia y pronto empezaría a hablarnos de
su pueblo: un grupo mayor que se fusiona con ellos al llegar a esta tierra.
Como ya se mencionó, desde 1 Nefi capítulo 1 hasta el 18, Nefi nos habla del grupo
con el que viaja de dos maneras. O bien se refiere a ese grupo como
“nuestras familias”, o usa el pronombre personal de la primera persona en
plural, a manera de un sujeto tácito: “nosotros”. Es curioso, pero después
del capítulo 16, Nefi nunca vuelve a utilizar la expresión “nuestras familias”.
En vez de eso, en los capítulos 17 y 18, que funcionan como una transición
entre el inmenso viaje en el desierto, y la colonización del nuevo continente,
emplea una expresión singular: “nosotros”. Esta es la manera en que
termina el capítulo 18:
24 Y aconteció que empezamos a cultivar la tierra y a plantar semillas; sí, sembramos todas
las semillas que habíamos traído de la tierra de Jerusalén; y sucedió que crecieron
extraordinariamente; por tanto, fuimos bendecidos en abundancia.
25 Y ocurrió que encontramos en la tierra de promisión, mientras viajábamos por el
desierto, que había animales de toda especie en los bosques; tanto la vaca como el buey, y el
asno, y el caballo, y la cabra, y la cabra montés, y toda clase de animales silvestres, los
cuales el hombre podía utilizar. Y hallamos toda clase de minerales, tanto oro, como plata,
como cobre.
Primero, Nefi hace referencia a “las islas del mar”, cosa que no había hecho
antes, y que hace tres veces en el cap. 19, dos en el cap. 21, y una vez en el capítulo
22. Acaso no huelgue decir que desde los escritos de Isaías, siempre que se habla
de “Las islas del mar”, se refiere al continente americano. De hecho, cuando Jacob
cuando habla de los nefitas, dice: “Y nos hallamos en una isla del mar” (2 Nefi
10:20). No voy a explicar esto en detalle: ya desarrollé ese tema en mi libro El pueblo
lamanita en el Antiguo testamento. Basta con saber que Nefi y su pueblo tenían muy
claro que “las islas del mar” se refiere tanto a ellos como a nosotros, su
descendencia. Este detalle es muy significativo porque le da una polivalencia al
texto: cuando se habla de “las islas del mar”, se refiere tanto al grupo social que
conformó en aquellos años al pueblo de Nefi, como al pueblo lamanita en los
últimos días
18 Y yo, Nefi, he escrito estas cosas a los de mi pueblo, para que tal vez los
persuada a que se acuerden del Señor su Redentor.
Antes de llegar a este continente, Nefi en más de 27 ocasiones habla de que
les leyó, o les habló, o les predicó a sus hermanos de las Escrituras, pero no habla
en detalle de lo que les predicó. En cambio aquí, en los vv. 8 a 17, tenemos un buen
resumen de la predicación de Nefi, los cuales no suenan tanto a la predicación que
le haría a Lamán y Lemuel, sino más bien, tienen el carácter explicativo y
proselitista, de convencimiento, que se emplearía con un grupo de personas que
están conociendo la verdad. Tengo la impresión de que 1 Nefi 19 contiene la charla
proselitista que Nefi predicó a los grupos que ya estaban en la tierra prometida, y
quienes se habían unido a la familia de Nefi, de tal manera que, ahora sí,
conformaban un pueblo. De la misma manera, tengo la impresión de que los
hermanos de Nefi le preguntaron que por qué había otros pueblos en la tierra
prometida, y qué decían las Escrituras al respecto, y entonces Nefi les aclara
(seguimos en el capítulo 19):
21 Y ciertamente él mostró a los antiguos profetas todas las cosas concernientes a ellos; y
también mostró a muchos tocante a nosotros; por tanto, es preciso que sepamos lo que a
ellos atañe, porque está escrito sobre las planchas de bronce.
22 Y aconteció que yo, Nefi, les enseñé estas cosas a mis hermanos; y sucedió que les leí
muchas cosas que estaban grabadas sobre las aplanchas de bronce, a fin de que supieran
acerca de los hechos del Señor en otras tierras, entre los pueblos de la antigüedad.
Y entonces, cuando lee el versículo final del capítulo 19, uno se pregunta si
se refiere a Lamán y Lemuel, o si más bien se refiere a esos pueblos que también
eran de la casa de Israel y que hablaban el hebreo y que creían en Isaías, pero que
estaban en apostasía y que necesitaban aceptar el evangelio y hacer convenios:
24 Por tanto, les hablé, diciendo: Escuchad las palabras del profeta, vosotros que sois un
resto de la casa de Israel, una arama que ha sido desgajada; escuchad las palabras del
profeta que fueron escritas a toda la casa de Israel, y comparáoslas a vosotros mismos, para
que podáis tener esperanza, así como vuestros hermanos de quienes habéis sido separados;
porque de esta manera es como el profeta ha escrito.
Esto explica por qué los capítulos que siguen, citan a Isaías: el 20 se refiere a los
que la de Casa de Israel, pero viven en apostasía. El 21 se refiere a quienes son de la
Casa de Israel y son fieles, pero han sido separados y esparcidos entre las islas del
mar. Si mi lectura es correcta, entonces sabemos que el pueblo que se unió a la
familia de Lehi tenían ciertas características básicas:
1. Eran parte de la casa de Israel
2. Se reconocían como tales, pero
3. Al mismo tiempo, habían caído en apostasía y necesitaban arrepentirse.
Entonces entramos a 2 Nefi. Los primeros cuatro capítulos son la despedida del
profeta Lehi de sus hijos. Sus bendiciones patriarcales, y el salmo de Nefi. Es en el
capítulo 5 que regresamos al relato de Nefi y sus hechos. Los vv. Del 6 al 10 son
sumamente significativos:
6 Sucedió, pues, que yo, Nefi, tomé a mi familia, y también a Zoram y su familia, y a Sam,
mi hermano mayor, y su familia, y a Jacob y José, mis hermanos menores, y también a mis
hermanas y a todos los que quisieron ir conmigo. Y todos los que quisieron acompañarme
eran aquellos que creían en las amonestaciones y revelaciones de Dios; y por este motivo
escucharon mis palabras.
7 Y llevamos nuestras tiendas y todo cuanto nos fue posible, y viajamos por el desierto por
el espacio de muchos días. Y después que hubimos viajado durante muchos días,
plantamos nuestras tiendas.
8 Y mi pueblo quiso que diéramos el nombre de Nefi a ese sitio; por tanto, lo llamamos
Nefi.
9 Y todos los que se hallaban conmigo optaron por llamarse el pueblo de Nefi.
Nefi llevó con él “a todos los que quisieron ir conmigo”. Esto implica a los
conversos de ese pueblo que no se había mencionado de manera explícita. Es decir,
si pensamos que no hubo un pueblo, sino solo Zoram, Sam, Nefi, Jacob, José, las
hermanas de Nefi y sus parejas, no juntamos 12 personas. Eso no es un pueblo bajo
ningún concepto. En cambio, si hablamos de una rama de la casa de Israel, y que
parte quedaron con Lamán, y parte siguió a Nefi, entonces el v. 14 hace mucho más
sentido:
No hace sentido que el penúltimo hijo de Lehi enseñara las palabras de Lehi a
sus hermanos mayores. Pero sí, que les enseñara a estos recién conversos. Ahora,
¿qué cosas predicaba Jacob a este grupo de recién conversos?
No sólo eso, sino que Jacob indica, en el v. 5: “Ahora bien, las palabras que os
leeré son las que habló Isaías acerca de toda la casa de Israel; por tanto, se os
pueden comparar, porque pertenecéis a la casa de Israel. Y hay muchas cosas que
Isaías ha hablado, las cuales se os pueden comparar, pues sois de la casa de Israel.”
Esto nos ayuda a conocer un poco más a este pueblo al que se habían unido los
nefitas: Varios años antes de que el profeta Lehi fuera sacado de Jerusalén, el Señor
había sacado de ahí a otro grupo, el cual también descendiente de la casa de Israel
pero más numeroso. Esta población había caído en la apostasía y, sin embargo, se
reconocían a ellos mismos como parte de la casa de Israel. Jacob y ellos sabían que
habían salido del mismo lugar: Jerusalén, como lo indica el v. 8: “Y ahora yo, Jacob,
quisiera hablar algo concerniente a estas palabras. Porque he aquí, el Señor me ha
manifestado que los que se hallaban en Jerusalén, de donde vinimos…”
10 ¡Oh cuán grande es la bondad de nuestro Dios, que prepara un medio para que escapemos
de las garras de este terrible monstruo; sí, ese monstruo, muerte e infierno, que llamo la muerte
del cuerpo, y también la muerte del espíritu!
19 ¡Oh, la grandeza de la misericordia de nuestro Dios, el Santo de Israel! Pues él libra a sus
santos de ese terrible monstruo, el diablo y muerte e infierno, y de ese lago de fuego y azufre,
que es tormento sin fin.
Una vez más: el primer día de esta conferencia general termina con una
admonición de Jacob en cuanto a arrepentirse y bautizarse (vv. 50 y 53). Esto no
sólo por fuerza excluye a la familia de Nefi, sino que es cada vez más claro que
estamos hablando, sin que nuestra versión actual del Libro de Mormón los
mencione, de una nación que eran de la casa de Jacob, de las 12 tribus de Israel, a
quienes Nefi y Jacob estaban predicando. ¿Y a qué tribu de Israel pertenecían? De
acuerdo con Génesis 49:22, pertenecerían ya Efraín, o ya a Manasés.
El segundo día de esta primera conferencia general de la Iglesia entre los nefitas
tuvo un tema central: las ramas de la casa de Israel que habían sido dispersadas
(v.1), y las promesas del Señor a ellos y a sus descendientes (v.2), al asentarse en
esta tierra prometida llena de promesas, conocida por ellos como “las islas del
mar” (v. 8). Les dice que su descendencia sería afligida por los gentiles, pero al
mismo tiempo les da una gran promesa (el subrayado es mío):
18 Por consiguiente, mis amados hermanos, así dice nuestro Dios: Afligiré a tu posteridad por
mano de los gentiles; no obstante, ablandaré el corazón de los gentiles para que les sean como
un padre; por tanto, los gentiles serán bendecidos y contados entre los de la casa de Israel.
19 Por tanto, consagraré esta tierra a tu posteridad, y a aquellos que sean contados entre los de
tu posteridad, como la tierra de su herencia, para siempre; porque es una tierra escogida, me
dice el Señor, sobre todas las otras tierras; por tanto, es mi voluntad que me adoren todos los
hombres que en ella moren, dice Dios.
A continuación (v. 20) Jacob les invita de nuevo a hacer convenios con el Señor
y les señala: “hemos sido expulsados de la tierra de nuestra herencia; pero se nos
ha guiado a una tierra mejor, pues el Señor ha hecho del mar nuestro camino, y nos
hallamos en una isla del mar”. “Nuestro camino”, es decir, el de los descendientes
de Lehi, sí, y también el de este otro pueblo cuyo nombre desconocemos. Y claro,
también aquí está esa declaración de que ha causado tanta controversia por parte
de Jacob: “Nos hallamos en una isla del mar”. Jacob y Nefi consideraron la tierra
prometida una isla del mar. Tal conclusión es lógica para alguien que ha llegado
por mar. Esto nos ayuda a entender por qué Nefi incluido el capítulo 49 de Isaías
en su registro (véase 1 Nefi 21). En Isaías 49, el primer verso se dirige al lector,
Oídme, islas del mar. Nefi compara las Escrituras consigo mismo y a su pueblo.
Nefi y Jacob leyeron esto como si Isaías les estuviera hablando directamente a ellos
y a su pueblo. El resto del capítulo 49 incluye algunas de las grandes promesas
dadas a los israelitas dispersos en los últimos días. Las grandes promesas son que
Dios preservará a ellos, les hará su pueblo del convenio, conducirá y guiará, tendrá
piedad de sus afligidos, contenderá con sus enemigos, y serán nutridos y recogidos
por los gentiles. Otras promesas dadas a los de las islas del mar se enumeran:
“Pero tú, oh Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia
de Abraham, mi amigo.
“Y los hijos de los extranjeros edificarán tus muros, y sus reyes te servirán,
porque en mi ira te herí, más en mi buena voluntad tendré de ti misericordia
“Tus puertas estarán de continúo abiertas; no se cerrarán de día ni de noche,
para que a ti sean traídas las riquezas de las naciones y conducidos a ti sus reyes,
porque la nación y el reino que no te sirvan perecerán; y esas naciones serán del
todo asoladas. (Isa 60: 9-12)
“Oíd la palabra de Jehová, oh naciones, y hacedlo saber en las islas que están
lejos; y decid: El que dispersó a Israel lo reunirá y lo guardará, como el pastor a su
rebaño, Porque Jehová rescató a Jacob y lo redimió de manos del más fuerte que
él”. (Jeremías 31: 10-11)
“Sí, entonces se acordará de las islas del mar; sí, y a todos los que son de la casa
de Israel yo recogeré de las cuatro partes de la tierra, dice el Señor, según las
palabras del profeta Zenós. Sí, y toda la tierra verá la salvación del Señor, dice el
profeta; toda nación, tribu, lengua y pueblo serán bendecidos”. (1 Ne 19: 16-7)
21 Pero grandes son las promesas del Señor para los que se hallan en las islas
del mar; por tanto, ya que dice islas, debe haber más que esta, y también las
habitan nuestros hermanos.
Vale decir, Jacob les señala que debería haber otros como este pueblo; hermanos
de los nefitas y de ese otro pueblo.
17 Y aconteció que yo, Nefi, hice que mi pueblo fuese industrioso y que trabajase con sus
manos.
18 Y aconteció que ellos quisieron que yo fuera su rey. Pero yo, Nefi, deseaba que no tuvieran
rey; no obstante, hice por ellos cuanto estaba en mi poder.
Siempre será una incógnita cómo sería este pueblo al que se unió el pueblo de
Nefi y, con todo, algo de su esencia, algo de lo que seguramente nos hablaría El
libro de Lehi, está allí, para quien lee entre líneas. Por eso es necesario leer ese libro
inexistente hoy día, para entender al que sí existe.