Cuando Lehi y Su Familia Desembarcaron en América

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Cuando Lehi y su familia desembarcaron en América.

Leyendo un libro inexistente, para entender


el que sí existe

AUTOR: ÓSCAR EDUARDO PECH LARA

Teléfono: 55 74 38 6664
Correo: [email protected]

Ecatepec, Estado de México, marzo 2024.


Para entender de una mejor manera los libros de 1 y 2 Nefi, debemos tener
presente un texto que ya no está allí: el Libro de Lehi o, como a veces nos referimos a
él: las 116 páginas perdidas. Quien escribe tiene la impresión de que a veces no se
le dan a esas páginas el peso que deben tener. No es simplemente un libro que
haga falta y ya, un hueco al que se le ve con menos estoicismo que desinterés, sino
que ese es un libro que nos daba contexto. De hecho, el mismo profeta Nefi nos dio
un buen resumen de lo que contenía el libro de Lehi en 1 Nefi 19 (el subrayado es
mío):
1 Y aconteció que me mandó el Señor, por tanto, hice unas planchas de metal para grabar
sobre ellas la historia de mi pueblo. Y sobre las planchas que hice, grabé la historia de mi
padre, y también nuestros viajes en el desierto y las profecías de mi padre; y también muchas de
mis propias profecías he grabado sobre ellas.

2 Y yo no sabía en la ocasión en que las hice que el Señor me mandaría hacer estas planchas;
por tanto, la historia de mi padre, y la genealogía de sus padres, y la mayor parte de todo cuanto
hicimos en el desierto están grabadas sobre aquellas primeras planchas de que he hablado; de
modo que en las primeras planchas ciertamente se hace más particular mención de lo que
aconteció antes que yo hiciera estas.

3 Y después que hube hecho estas planchas, según me fue mandado, yo, Nefi, recibí el
mandamiento de que el ministerio y las profecías, sus partes más claras y preciosas, se
escribiesen sobre estas planchas; y que las cosas que fuesen escritas se guardaran para la
instrucción de mi pueblo que iba a poseer el país, y también para otros sabios propósitos,
los cuales son conocidos al Señor.

4 Por lo que yo, Nefi, grabé una historia sobre las otras planchas, la cual da una relación, o
sea, da una relación más detallada de las guerras, y contiendas y destrucciones de mi pueblo. Y esto
he hecho, y he mandado a mi pueblo lo que debe hacer cuando yo ya no esté; y que estas
planchas deben transmitirse de una generación a otra, o sea, de un profeta a otro, hasta
recibir mandamientos adicionales del Señor.

En nuestra versión actual muchas veces Nefi no nos explica muchas cosas,
porque ya estaban explicadas en El libro de Lehi, y por ello debemos estar muy
atentos a detalles. De esta manera, de repente nos sorprendemos en 2 Nefi 5:6 al
enterarnos que Nefi tenía hermanas, o que pasaron hambres en el desierto (1 Nefi
16:39), o que esos momentos de hambre y sed los padecieron por no haberle hecho
caso a la Liahona (Alma 37: 41-42). De nuevo: Nefi escribió las planchas menores,
teniendo en cuenta las planchas mayores y, por lo mismo, nosotros deberíamos
leer 1 y 2 Nefi teniendo en cuenta eso: que hay detalles geográficos e históricos
(algunos muy importantes) que no están en nuestra versión actual del Libro de
Mormón. Un ejemplo de lo anterior es el capítulo 16 de 1 Nefi, el cual es un
parteaguas en muchos sentidos. Por ejemplo, en el v. 13 se lee: “Y aconteció que
durante cuatro días seguimos un curso casi hacia el sudsudeste, y asentamos
nuestras tiendas otra vez; y dimos al lugar el nombre de Shazer”. Esta es la única
vez que se emplea el término "sudsudeste" en el Libro de Mormón. Es curioso, pero
en cuanto llegan a América se emplea solamente los términos Norte, Sur, Este, y
Oeste, como si Nefi y su familia se hubieran adecuado a otra cultura, a otra manera
de entender la geografía.

No sólo eso: en este capítulo Nefi emplea cinco veces la expresión "nuestras
familias" (vv. 14, 17, 19 y 31). Siento que hay gran melancolía en Nefi. Después de
esta oportunidad, ya en el continente americano, Nefi siempre utilizará la
expresión: "Mi pueblo". Es muy significativo que Nefi empleara cinco veces en un
capítulo esa frase, y que lo usara por última vez. No sabemos cuándo escribió esto
Nefi: cuánto tiempo había pasado entre los hechos narrados y el momento de la
escritura, pero queda claro de manera sutil que Nefi, con añoranza, estaba
cerrando un ciclo. Ya no hablaría de su familia y pronto empezaría a hablarnos de
su pueblo: un grupo mayor que se fusiona con ellos al llegar a esta tierra.

De hecho, la teoría que propone este escrito es que al llegar a este


continente, la familia de Lehi se unió a otra u otras naciones, las cuales no se
mencionan nunca en nuestra versión actual del Libro de Mormón, porque muy
probablemente sí se daba cuenta de ellas en el Libro de Lehi. Y, pese a que no son
mencionadas, es claro que allí están para darle sentido al registro de Nefi.

Como ya se mencionó, desde 1 Nefi capítulo 1 hasta el 18, Nefi nos habla del grupo
con el que viaja de dos maneras. O bien se refiere a ese grupo como
“nuestras familias”, o usa el pronombre personal de la primera persona en
plural, a manera de un sujeto tácito: “nosotros”. Es curioso, pero después
del capítulo 16, Nefi nunca vuelve a utilizar la expresión “nuestras familias”.
En vez de eso, en los capítulos 17 y 18, que funcionan como una transición
entre el inmenso viaje en el desierto, y la colonización del nuevo continente,
emplea una expresión singular: “nosotros”. Esta es la manera en que
termina el capítulo 18:

24 Y aconteció que empezamos a cultivar la tierra y a plantar semillas; sí, sembramos todas
las semillas que habíamos traído de la tierra de Jerusalén; y sucedió que crecieron
extraordinariamente; por tanto, fuimos bendecidos en abundancia.
25 Y ocurrió que encontramos en la tierra de promisión, mientras viajábamos por el
desierto, que había animales de toda especie en los bosques; tanto la vaca como el buey, y el
asno, y el caballo, y la cabra, y la cabra montés, y toda clase de animales silvestres, los
cuales el hombre podía utilizar. Y hallamos toda clase de minerales, tanto oro, como plata,
como cobre.

Estos versículos podrían dar la impresión de que este continente estaba


vacío. De que los únicos seres humanos que había en este continente eran Lehi y su
familia, y que los antiguos pobladores de América, los jareditas, habían dejado esos
animales domésticos cuando ellos se extinguieron como nación. Ahora, en el
capítulo 19 Nefi ya habla de una manera diferente. Hay dos cambios que se notan
aquí.

Primero, Nefi hace referencia a “las islas del mar”, cosa que no había hecho
antes, y que hace tres veces en el cap. 19, dos en el cap. 21, y una vez en el capítulo
22. Acaso no huelgue decir que desde los escritos de Isaías, siempre que se habla
de “Las islas del mar”, se refiere al continente americano. De hecho, cuando Jacob
cuando habla de los nefitas, dice: “Y nos hallamos en una isla del mar” (2 Nefi
10:20). No voy a explicar esto en detalle: ya desarrollé ese tema en mi libro El pueblo
lamanita en el Antiguo testamento. Basta con saber que Nefi y su pueblo tenían muy
claro que “las islas del mar” se refiere tanto a ellos como a nosotros, su
descendencia. Este detalle es muy significativo porque le da una polivalencia al
texto: cuando se habla de “las islas del mar”, se refiere tanto al grupo social que
conformó en aquellos años al pueblo de Nefi, como al pueblo lamanita en los
últimos días

Segundo, en el capítulo 19, Nefi ya no habla de “nuestras familias”, ni


tampoco de “nosotros”, sino que en este capítulo en que ya están en el continente
americano, siete veces Nefi se refiere a su grupo como “mi pueblo” (vv. 1, 3, 3, 5,
18). Si consideramos que las familias de Ismael y Lehi no pasaban de veinte
personas, no dan los números como para llamar a ese grupo “mi pueblo”.
Significativamente, hay un cambio en la estructura del registro de Nefi: Nefi habla
cada vez menos de las cosas que hace, y habla cada vez más de las cosas que
predica a su pueblo, a quienes cita las profecías de Zenoc y Zenós, quienes hablan
de “las islas del mar”. Nefi explica por qué los cita:

18 Y yo, Nefi, he escrito estas cosas a los de mi pueblo, para que tal vez los
persuada a que se acuerden del Señor su Redentor.
Antes de llegar a este continente, Nefi en más de 27 ocasiones habla de que
les leyó, o les habló, o les predicó a sus hermanos de las Escrituras, pero no habla
en detalle de lo que les predicó. En cambio aquí, en los vv. 8 a 17, tenemos un buen
resumen de la predicación de Nefi, los cuales no suenan tanto a la predicación que
le haría a Lamán y Lemuel, sino más bien, tienen el carácter explicativo y
proselitista, de convencimiento, que se emplearía con un grupo de personas que
están conociendo la verdad. Tengo la impresión de que 1 Nefi 19 contiene la charla
proselitista que Nefi predicó a los grupos que ya estaban en la tierra prometida, y
quienes se habían unido a la familia de Nefi, de tal manera que, ahora sí,
conformaban un pueblo. De la misma manera, tengo la impresión de que los
hermanos de Nefi le preguntaron que por qué había otros pueblos en la tierra
prometida, y qué decían las Escrituras al respecto, y entonces Nefi les aclara
(seguimos en el capítulo 19):

21 Y ciertamente él mostró a los antiguos profetas todas las cosas concernientes a ellos; y
también mostró a muchos tocante a nosotros; por tanto, es preciso que sepamos lo que a
ellos atañe, porque está escrito sobre las planchas de bronce.

22 Y aconteció que yo, Nefi, les enseñé estas cosas a mis hermanos; y sucedió que les leí
muchas cosas que estaban grabadas sobre las aplanchas de bronce, a fin de que supieran
acerca de los hechos del Señor en otras tierras, entre los pueblos de la antigüedad.

Y entonces, cuando lee el versículo final del capítulo 19, uno se pregunta si
se refiere a Lamán y Lemuel, o si más bien se refiere a esos pueblos que también
eran de la casa de Israel y que hablaban el hebreo y que creían en Isaías, pero que
estaban en apostasía y que necesitaban aceptar el evangelio y hacer convenios:
24 Por tanto, les hablé, diciendo: Escuchad las palabras del profeta, vosotros que sois un
resto de la casa de Israel, una arama que ha sido desgajada; escuchad las palabras del
profeta que fueron escritas a toda la casa de Israel, y comparáoslas a vosotros mismos, para
que podáis tener esperanza, así como vuestros hermanos de quienes habéis sido separados;
porque de esta manera es como el profeta ha escrito.

Esto explica por qué los capítulos que siguen, citan a Isaías: el 20 se refiere a los
que la de Casa de Israel, pero viven en apostasía. El 21 se refiere a quienes son de la
Casa de Israel y son fieles, pero han sido separados y esparcidos entre las islas del
mar. Si mi lectura es correcta, entonces sabemos que el pueblo que se unió a la
familia de Lehi tenían ciertas características básicas:
1. Eran parte de la casa de Israel
2. Se reconocían como tales, pero
3. Al mismo tiempo, habían caído en apostasía y necesitaban arrepentirse.

El capítulo 21 es muy significativo en ese sentido: si no es un mensaje de


predicación para ese pueblo, muy difícilmente justifica su lugar en el Libro de
Mormón.

Entonces entramos a 2 Nefi. Los primeros cuatro capítulos son la despedida del
profeta Lehi de sus hijos. Sus bendiciones patriarcales, y el salmo de Nefi. Es en el
capítulo 5 que regresamos al relato de Nefi y sus hechos. Los vv. Del 6 al 10 son
sumamente significativos:

6 Sucedió, pues, que yo, Nefi, tomé a mi familia, y también a Zoram y su familia, y a Sam,
mi hermano mayor, y su familia, y a Jacob y José, mis hermanos menores, y también a mis
hermanas y a todos los que quisieron ir conmigo. Y todos los que quisieron acompañarme
eran aquellos que creían en las amonestaciones y revelaciones de Dios; y por este motivo
escucharon mis palabras.

7 Y llevamos nuestras tiendas y todo cuanto nos fue posible, y viajamos por el desierto por
el espacio de muchos días. Y después que hubimos viajado durante muchos días,
plantamos nuestras tiendas.

8 Y mi pueblo quiso que diéramos el nombre de Nefi a ese sitio; por tanto, lo llamamos
Nefi.

9 Y todos los que se hallaban conmigo optaron por llamarse el pueblo de Nefi.

Nefi llevó con él “a todos los que quisieron ir conmigo”. Esto implica a los
conversos de ese pueblo que no se había mencionado de manera explícita. Es decir,
si pensamos que no hubo un pueblo, sino solo Zoram, Sam, Nefi, Jacob, José, las
hermanas de Nefi y sus parejas, no juntamos 12 personas. Eso no es un pueblo bajo
ningún concepto. En cambio, si hablamos de una rama de la casa de Israel, y que
parte quedaron con Lamán, y parte siguió a Nefi, entonces el v. 14 hace mucho más
sentido:

14 Y yo, Nefi, tomé la espada de Labán, y conforme a ella hice muchas


espadas, no fuera que, de algún modo, los del pueblo que ahora se llamaban
lamanitas cayeran sobre nosotros y nos destruyeran; porque yo conocía su odio
contra mí y mis hijos y aquellos que eran llamados mi pueblo. Igual, en el v. 26
leemos:
26 Y acaeció que yo, Nefi, consagré a Jacob y a José para que fuesen
sacerdotes y maestros sobre la tierra de mi pueblo.

Si eran un grupo de 10 personas, no tiene ningún sentido, aparte del profeta,


consagrar a dos sacerdotes y maestros. En cambio, si se habían unido a un pueblo,
sí hace mucho sentido. Eso justifica que el capítulo 6 inicie así: “Las palabras de
Jacob, hermano de Nefi, las cuales habló al pueblo de Nefi:”. No solo eso, sino que
dice Jacob al hablar al pueblo de Nefi:
3 Sin embargo, os hablo otra vez, porque anhelo el bienestar de vuestras almas. Sí, grande
es mi preocupación por vosotros, y a vosotros mismos os consta que siempre lo ha sido.
Porque os he exhortado con toda diligencia y os he enseñado las palabras de mi padre; y os
he hablado tocante a todas las cosas que están escritas, desde la creación del mundo.

No hace sentido que el penúltimo hijo de Lehi enseñara las palabras de Lehi a
sus hermanos mayores. Pero sí, que les enseñara a estos recién conversos. Ahora,
¿qué cosas predicaba Jacob a este grupo de recién conversos?

1. Las palabras del profeta Lehi (v. 3)


2. Las palabras escritas en las planchas de bronce (v. 3)
3. Las palabras de Isaías, para que pudieran conocer al Señor (v. 4)

No sólo eso, sino que Jacob indica, en el v. 5: “Ahora bien, las palabras que os
leeré son las que habló Isaías acerca de toda la casa de Israel; por tanto, se os
pueden comparar, porque pertenecéis a la casa de Israel. Y hay muchas cosas que
Isaías ha hablado, las cuales se os pueden comparar, pues sois de la casa de Israel.”
Esto nos ayuda a conocer un poco más a este pueblo al que se habían unido los
nefitas: Varios años antes de que el profeta Lehi fuera sacado de Jerusalén, el Señor
había sacado de ahí a otro grupo, el cual también descendiente de la casa de Israel
pero más numeroso. Esta población había caído en la apostasía y, sin embargo, se
reconocían a ellos mismos como parte de la casa de Israel. Jacob y ellos sabían que
habían salido del mismo lugar: Jerusalén, como lo indica el v. 8: “Y ahora yo, Jacob,
quisiera hablar algo concerniente a estas palabras. Porque he aquí, el Señor me ha
manifestado que los que se hallaban en Jerusalén, de donde vinimos…”

Si esta teoría que expongo es correcta, resulta impresionante la manera en que 2


Nefi 8 se ajusta a ella. Y entonces llegamos a 2 Nefi 9 y 10, que es algo semejante a
la primera Conferencia general entre el pueblo de Nefi. Nuevamente: si se trata
solo de parte de la familia de Lehi e Ismael, no hace mucho sentido el énfasis que
pone Jacob en la necesidad de ser bautizados (vv. 23 y 24). Si, por otra parte, esta
conferencia se dio precisamente por causa de esta nación que se había unido a la
familia de Nefi, entonces esta conferencia nefita tiene un sentido singular: se trata
de una conferencia misional, para invitarlos a no sólo ser la parte de la casa de
Jacob, sino a unirse a la casa de Israel, haciendo convenios con el Señor.
Anteriormente habíamos registrado tres cualidades de este pueblo. Ahora
podemos agregar otras más:

1. Eran parte de la casa de Israel


2. Se reconocían como tales, pero
3. Al mismo tiempo, habían caído en apostasía y necesitaban arrepentirse.
4. Eran un pueblo instruido (v. 28)
5. Algunos se creían tan sabios, que desdeñaban los consejos del Señor (v. 28).
6. Algunos entre ellos eran muy ricos (v. 30)
7. Despreciaban a los pobres (v. 30)
8. No todos tenían la disposición para aceptar el evangelio (vv. 31-33).
9. No vivían la ley de castidad (v. 36)
10. Adoraban ídolos (v. 37).

De nuevo: si sólo existía la familia de Nefi, no hay nada en los capítulos


anteriores que nos hiciera suponer que había idolatría entre ellos. Si estamos
hablando de un pueblo que sólo fue mencionado en el Libro de Lehi, entonces estas
cualidades hacen mucho más sentido. Incluso el hecho de que en los vv. 10 y 19 se
haga una alusión al monstruo de la tierra, nos habla de que en realidad Nefi y
Jacob están predicando a un pueblo mesoamericano.
Monstruo de la tierra, cultura olmeca de Chalca ingo, Morelos.

Monstruo de la tierra, cultura maya de Hormiguero, Campeche.

El monstruo de la tierra es un portal al inframundo. En las culturas


mesoamericanas por lo general representa la entrada tanto a la muerte, como a la
prisión espiritual, a Xibalbá. Hay edificios sagrados, como el de Hormiguero, que
tenían la siguiente función: eran templos, lugares sagrados, a donde la persona
entraba (era devorado por las fauces del monstruo de la tierra). En su interior la
persona vieja moría (simbólicamente) y, al salir de ese recinto, después de haber
recibido los ritos de iniciación correspondientes, salía como una nueva persona;
como alguien que ha nacido de nuevo. Acerca de este ser, dice Jacob:

10 ¡Oh cuán grande es la bondad de nuestro Dios, que prepara un medio para que escapemos
de las garras de este terrible monstruo; sí, ese monstruo, muerte e infierno, que llamo la muerte
del cuerpo, y también la muerte del espíritu!

19 ¡Oh, la grandeza de la misericordia de nuestro Dios, el Santo de Israel! Pues él libra a sus
santos de ese terrible monstruo, el diablo y muerte e infierno, y de ese lago de fuego y azufre,
que es tormento sin fin.

Y una vez más: si estamos hablando de únicamente la familia de Nefi, esta


alusión está totalmente fuera de lugar. Si, en cambio, estamos hablando de un
pueblo que había llegado previamente a este continente, que había recibido la
influencia de las culturas maya y olmeca, entonces el discurso de Jacob tiene un
sentido mucho más pleno.

Una vez más: el primer día de esta conferencia general termina con una
admonición de Jacob en cuanto a arrepentirse y bautizarse (vv. 50 y 53). Esto no
sólo por fuerza excluye a la familia de Nefi, sino que es cada vez más claro que
estamos hablando, sin que nuestra versión actual del Libro de Mormón los
mencione, de una nación que eran de la casa de Jacob, de las 12 tribus de Israel, a
quienes Nefi y Jacob estaban predicando. ¿Y a qué tribu de Israel pertenecían? De
acuerdo con Génesis 49:22, pertenecerían ya Efraín, o ya a Manasés.

Ahora vayamos al capítulo 10 de 2 Nefi.

El segundo día de esta primera conferencia general de la Iglesia entre los nefitas
tuvo un tema central: las ramas de la casa de Israel que habían sido dispersadas
(v.1), y las promesas del Señor a ellos y a sus descendientes (v.2), al asentarse en
esta tierra prometida llena de promesas, conocida por ellos como “las islas del
mar” (v. 8). Les dice que su descendencia sería afligida por los gentiles, pero al
mismo tiempo les da una gran promesa (el subrayado es mío):
18 Por consiguiente, mis amados hermanos, así dice nuestro Dios: Afligiré a tu posteridad por
mano de los gentiles; no obstante, ablandaré el corazón de los gentiles para que les sean como
un padre; por tanto, los gentiles serán bendecidos y contados entre los de la casa de Israel.
19 Por tanto, consagraré esta tierra a tu posteridad, y a aquellos que sean contados entre los de
tu posteridad, como la tierra de su herencia, para siempre; porque es una tierra escogida, me
dice el Señor, sobre todas las otras tierras; por tanto, es mi voluntad que me adoren todos los
hombres que en ella moren, dice Dios.

A continuación (v. 20) Jacob les invita de nuevo a hacer convenios con el Señor
y les señala: “hemos sido expulsados de la tierra de nuestra herencia; pero se nos
ha guiado a una tierra mejor, pues el Señor ha hecho del mar nuestro camino, y nos
hallamos en una isla del mar”. “Nuestro camino”, es decir, el de los descendientes
de Lehi, sí, y también el de este otro pueblo cuyo nombre desconocemos. Y claro,
también aquí está esa declaración de que ha causado tanta controversia por parte
de Jacob: “Nos hallamos en una isla del mar”. Jacob y Nefi consideraron la tierra
prometida una isla del mar. Tal conclusión es lógica para alguien que ha llegado
por mar. Esto nos ayuda a entender por qué Nefi incluido el capítulo 49 de Isaías
en su registro (véase 1 Nefi 21). En Isaías 49, el primer verso se dirige al lector,
Oídme, islas del mar. Nefi compara las Escrituras consigo mismo y a su pueblo.
Nefi y Jacob leyeron esto como si Isaías les estuviera hablando directamente a ellos
y a su pueblo. El resto del capítulo 49 incluye algunas de las grandes promesas
dadas a los israelitas dispersos en los últimos días. Las grandes promesas son que
Dios preservará a ellos, les hará su pueblo del convenio, conducirá y guiará, tendrá
piedad de sus afligidos, contenderá con sus enemigos, y serán nutridos y recogidos
por los gentiles. Otras promesas dadas a los de las islas del mar se enumeran:

"Las islas vieron y tuvieron temor; los confines de la tierra temblaron, se


acercaron y vinieron.

“Pero tú, oh Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia
de Abraham, mi amigo.

“Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé y te


dije: Mi siervo eres tú; te escogí y no te deseché”. (Isa 41: 5,8,9)

“Y las islas esperarán su ley." (Isaías 42: 4)

“Ciertamente a mí me esperarán las islas y las naves de Tarsis desde el


principio, para traer a tus hijos de lejos, su plata y su oro con ellos, al nombre de
Jehová tu Dios y al Santo de Israel, porque te ha glorificado.

“Y los hijos de los extranjeros edificarán tus muros, y sus reyes te servirán,
porque en mi ira te herí, más en mi buena voluntad tendré de ti misericordia
“Tus puertas estarán de continúo abiertas; no se cerrarán de día ni de noche,
para que a ti sean traídas las riquezas de las naciones y conducidos a ti sus reyes,
porque la nación y el reino que no te sirvan perecerán; y esas naciones serán del
todo asoladas. (Isa 60: 9-12)

“Oíd la palabra de Jehová, oh naciones, y hacedlo saber en las islas que están
lejos; y decid: El que dispersó a Israel lo reunirá y lo guardará, como el pastor a su
rebaño, Porque Jehová rescató a Jacob y lo redimió de manos del más fuerte que
él”. (Jeremías 31: 10-11)

“Sí, entonces se acordará de las islas del mar; sí, y a todos los que son de la casa
de Israel yo recogeré de las cuatro partes de la tierra, dice el Señor, según las
palabras del profeta Zenós. Sí, y toda la tierra verá la salvación del Señor, dice el
profeta; toda nación, tribu, lengua y pueblo serán bendecidos”. (1 Ne 19: 16-7)

Y entonces Jacob habla a este grupo de personas que se sentían desechados o


abandonados del Señor:

21 Pero grandes son las promesas del Señor para los que se hallan en las islas
del mar; por tanto, ya que dice islas, debe haber más que esta, y también las
habitan nuestros hermanos.

22 Porque he aquí, el Señor Dios ha llevado a algunos de la casa de Israel, de


cuando en cuando, según su voluntad y placer. Y ahora bien, he aquí, el Señor se
acuerda de todos los que han sido dispersados; por tanto, se acuerda de nosotros
también.

Vale decir, Jacob les señala que debería haber otros como este pueblo; hermanos
de los nefitas y de ese otro pueblo.

De nuevo: todo apunta a que Jacob estaba hablando a un pueblo en particular;


un pueblo que se sentía desechado, y con eso termina esta conferencia nefita.
Entonces Nefi (capítulo 11) señala en el v. 2: “Y ahora yo, Nefi, escribo más de las
palabras de Isaías, porque mi alma se deleita en sus palabras. Porque compararé
sus palabras a mi pueblo, y las enviaré a todos mis hijos”. Y aquí valdría la pena
hacerse la pregunta: ¿Por qué es que Nefi necesitaba escribir lo que ya estaba
escrito en hebreo, para que su pueblo pudiera entender? Tengo la impresión de que
si Nefi transcribió capítulos completos de Isaías, tanto en 1 Nefi 20 y 21, como en 2
Nefi del 12 al 24, no sólo fue para beneficio nuestro, sino porque su pueblo
necesitaba una traducción del hebreo a su idioma, que acaso se había contaminado
del idioma maya, o incluso del olmeca o jaredita. Es decir, es algo que Nefi no
había hecho antes de llegar a este continente, y una vez que la asimilación de
pueblos está realizada, es algo que jamás se vuelve a hacer en el Libro de Mormón.
En ese sentido, es un ejercicio interesante leer estos capítulos de Isaías no sólo en
canto a lo que nos dice a nosotros, sino el mensaje que da Isaías para ese pueblo, en
ese contexto.

Por supuesto, es difícil hablar de un pueblo con base en meras inferencias.


Incluso una primera impresión puede ser errada. Pongo por ejemplo a Zeniff
quien, en Mosíah 9:1, “cuando vi lo bueno que había entre ellos [es decir, entre los
lamanitas que vivían en la tierra de Lehi-Nefi], no quise que fuesen destruidos”. Y
no mucho tiempo después, en ese mismo capítulo 9, los describe como astutos (v.
10), perezosos e idólatras (v. 12). Y un fenómeno relativamente semejante se da con
este pueblo del que hablamos. Cuando Nefi habla de ellos, dice (1 Nefi 19:15, 17 y
18):
15 Y enseñé a mi pueblo a construir edificios y a trabajar con toda clase de madera, y de hierro,
y de cobre, y de bronce, y de acero, y de oro, y de plata y de minerales preciosos que había en
gran abundancia.

17 Y aconteció que yo, Nefi, hice que mi pueblo fuese industrioso y que trabajase con sus
manos.

18 Y aconteció que ellos quisieron que yo fuera su rey. Pero yo, Nefi, deseaba que no tuvieran
rey; no obstante, hice por ellos cuanto estaba en mi poder.

Vale la pena comentar esto: si se tratara de solamente parte de una familia, es


decir, de 10 personas, no tendría ningún sentido nombrar un rey. En cambio, si se
trata de un pueblo de buen tamaño que se anexó a la familia de Nefi, entonces sí
hace sentido el nombrar un rey, tal como los tenían las otras naciones que les
rodeaban.

Y entonces Nefi concluye con este proceso de asimilación de culturas, diciendo


(2 Nefi 5. 27): “Y aconteció que vivimos de una manera feliz”. Con todo, en esta
primera conferencia general de los Nefitas, Jacob parece estar hablando a un
pueblo que no es feliz, sobre todo en 2 Nefi 10. Parece un pueblo que se considera a
sí mismo desechado, rechazado. Parecería que Jacob siente que continuamente
tiene que levantarles el ánimo. De hecho, después de muchos años, Jacob termina
sus escritos de la siguiente manera (Jacob 7: 26):
Y aconteció que yo, Jacob, empecé a envejecer; y como la historia de este pueblo se lleva en las
otras planchas de Nefi, concluyo, por tanto, esta relación, declarando que la he escrito según mi
mejor conocimiento, diciendo que el tiempo se nos ha pasado, y nuestras vidas también han
pasado como si fuera un sueño, pues somos un pueblo solitario y solemne, errantes,
desterrados de Jerusalén, nacidos en la tribulación, en un desierto, y aborrecidos por nuestros
hermanos, cosa que ha provocado guerras y contenciones; de manera que nos hemos
lamentado en el curso de nuestras vidas.

Siempre será una incógnita cómo sería este pueblo al que se unió el pueblo de
Nefi y, con todo, algo de su esencia, algo de lo que seguramente nos hablaría El
libro de Lehi, está allí, para quien lee entre líneas. Por eso es necesario leer ese libro
inexistente hoy día, para entender al que sí existe.

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