Cognición Social y Adicciones 2012

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 7

Trastornos Adictivos.

2012;14(1):3‑9

www.elsevier.es/ta

REVISIÓN

Cognición social en adicciones

J. Tirapu Ustárroz

Servicio de Neuropsicología. Clínica Ubarmin. Pamplona. Navarra. España.

Recibido el 15 de diciembre de 2011; aceptado el 15 de febrero de 2012

PALABRAS CLAVE Resumen El constructo de cognición social se refiere al conjunto de procesos cognitivos que se
Cognición social; activan en contextos de interacción social. Tanto los procesos que componen el constructo como
Emoción; la conducta social observable están significativamente alterados en los pacientes con adicciones
Teoría de la mente; y, por eso, en los últimos años, diversas líneas de investigación básica y clínica se han interesado
Adicción por la cognición social en adicciones y sus posibles aplicaciones para el tratamiento. En esta
revisión se elaboran los orígenes del concepto de cognición social, desde las nociones originales
relacionadas con la teoría de la mente a la consideración de las emociones como elemento prin‑
cipal de la conducta empática y prosocial.
La cognición social se compone de una miríada de procesos cognitivos y emocionales implica‑
dos en la percepción emocional, la inferencia de estados mentales y los aprendizajes que nos
permiten adaptarnos al contexto socioafectivo. Estos procesos están ligados al funcionamiento
de sistemas cerebrales implicados en la generación, regulación o simulación de estados emocio‑
nales propios y ajenos, incluyendo las cortezas prefrontal y parietal, estructuras paralímbicas
como el cíngulo y la ínsula o la amígdala, sistemas también fuertemente implicados en el pro‑
ceso adictivo.
Es necesario considerar y evaluar de manera cada vez más exhaustiva los procesos que com-
ponen la cognición social en los contextos de investigación y tratamiento de las adicciones.
© 2011 Elsevier España, S.L. y SET. Todos los derechos reservados.

KEYWORDS
Social cognition and addiction
Social cognition;
Emotion;
Abstract Social cognition refers to the array of cognitive processes involved in social interac‑
Theory of mind;
tion scenarios. Both basic components of social cognition and manifest social behavior are im‑
Addiction
paired in patients with addiction. Therefore, in recent years, there is a burgeoning interest in
the basic and clinical implications of social cognition deficits in addicted individuals, and in the
potential advantages of developing treatments related to social cognition skills in the context
of addiction.

Correo electrónico: [email protected]

1575‑0973/$ ‑ see front matter © 2011 Elsevier España, S.L.y Sociedad Española de Toxicomanías. Todos los derechos reservados.
4 J. Tirapu Ustárroz

Social cognition is composed of a myriad of cognitive and emotional processes involved in


emotional perception, mental states simulation and prediction, and learning processes relevant
to optimize adjustment to social‑affective scenarios. These processes are linked to the
functioning of brain systems involved in the generation, simulation and regulation of emotions,
such as prefrontal and parietal cortices, cingulate and insular association regions or the
amygdala; these systems are also importantly involved in the addiction process.
There is a need to consider and thoroughly assess social cognition skills in addiction‑related
research and treatment settings.
© 2011 Elsevier España, S.L. and SET. All rights reserved.

El concepto de cognición social ción se encontraría en la capacidad del ser humano de dotar
de estados emocionales y sentimientos al otro. Esta noción
El origen del concepto de cognición social se vincula a los vincula el concepto de ToM con el constructo más global que
trabajos pioneros sobre el autismo, donde se señalaba una se ha dado en llamar cognición social. Este constructo inclui‑
afectación crítica de las habilidades que conformaban la lla‑ ría, además de la ToM, otros campos del proceso cogni­tivo
mada “teoría de la mente” (ToM). El inicio del constructo de social como: procesamiento emocional, percepción social,
ToM se sitúa en 19781, cuando fue acuñado por vez primera conocimiento social y sesgos de atribución. De hecho, enten‑
por Premack y Woodruff para referirse a la capacidad de demos por cognición social el conjunto de procesos cogniti‑
atribuir estados mentales y predecir el comportamiento vos que se activan en situaciones de interacción social. Estos
de otro organismo. Desde entonces se han formulado diver‑ procesos nos permiten percibir, evaluar y responder ante di‑
sas definiciones; quizá la más completa y que mejor recoge cha situación, valorando no sólo las propias impresiones,
la complejidad del término sería la de Frith, que la define sino infiriendo además las opiniones, creencias o intenciones
como “la habilidad para atribuir estados mentales indepen‑ de los demás y respondiendo, por tanto, en consecuencia. La
dientes, como deseos, creencias y emociones, tanto en uno cognición social permite al individuo una interacción satis‑
mismo como en otros”2. Tener una ToM, pues, implica ser factoria con su entorno, por lo que los déficits en la misma
capaz de atribuir estados mentales en uno mismo y en los supondrán percepciones sociales inadecuadas, respuestas
demás con el fin de anticipar su comportamiento. De esta inapropiadas y aislamiento social. Para Bar‑On, Tranel, Den‑
manera, debe entenderse como un mecanismo cognitivo, burg y Bechara9, incluiría la habilidad de reconocer y expre‑
innatamente determinado, que permite un tipo especial de sar emociones faciales; la habilidad de reconocer en otros
representación, como es la de los estados mentales propios sentimientos y establecer relaciones interpersonales; la ha‑
y ajenos1. Desde la perspectiva evolucionista, la ToM surge bilidad de modular y regular emociones, de darse cuenta de
en la evolución humana como respuesta a la complejidad la situación de forma realista y flexible y resolver problemas
cada vez mayor del entorno social. En esta línea surge la interpersonales y de generar afectos positivos y automotiva‑
hipótesis del cerebro social de Brothers3, que afirma que dores para conseguir los objetivos personales10.
una buena capacidad metarrepresentacional puede relacio‑ De acuerdo con las perspectivas más actuales, además de
narse con un mayor éxito social. los componentes de ToM y percepción emocional, la cogni‑
En relación con los aspectos cognitivos implicados en la ción social se compondría de los siguientes subprocesos11‑13:
ToM existen tres teorías explicativas. Por un lado, la teoría
modular, que propone la existencia de un módulo cognitivo • 
Percepción social. Incluye las capacidades para valorar
independiente responsable de la ToM4. Como ocurre con reglas y roles sociales, así como para valorar el contexto
otras capacidades, ésta se representaría en el cerebro y social.
operaría sobre un tipo de información específico: las infe‑ • 
Conocimiento social o conocimiento de los aspectos pro‑
rencias sociales. Su correcto funcionamiento dependerá del pios de cada situación social, lo que permite a la persona
procesador de atención que, entre otras cosas, separa la saber cómo debe actuar, cuál es su rol y el de los demás
información relevante de la irrelevante. Por otro lado, Per‑ en esa situación, las reglas que rigen en ese momento y
ner5 propone que la capacidad metarrepresentacional no los motivos por los que se encuentra ahí.
depende únicamente de un módulo independiente, sino que • 
Estilo o sesgo atribucional. Forma en que cada persona
recopila de forma simultánea múltiples modelos mentales interpreta y explica las causas de un resultado determi‑
que se van adquiriendo en el desarrollo ontogénico. Por úl‑ nado, ya sea positivo o negativo.
timo, la teoría de la simulación de Davies y Stone6 propone • 
Procesamiento emocional. Éste hace referencia a la ca‑
que la capacidad de atribuir estados mentales en otros se pacidad para comprender, expresar y manejar las emo‑
genera mediante la replicación de dichos estados mentales. ciones. Ekman y Friesen14 demostraron que las emociones
Esta hipótesis ha recibido apoyo en el descubrimiento de las básicas (alegría, tristeza, ira, miedo, sorpresa y asco)
denominadas “neuronas espejo” en primates y humanos, son reconocidas facialmente de forma universal.
que se activarían cuando se observan movimientos de la • 
Empatía. Existen múltiples definiciones de este término
boca o de las manos en otros7. aunque, actualmente, la más aceptada es la de Davis15,
Según Tirapu, Prez, Erekatxo y Albéniz8, la atribución de quien la definió como el “conjunto de constructos que
estados mentales debería entenderse no tanto como proce‑ incluyen los procesos de ponerse en el lugar del otro y
sos cognitivos, sino como emociones. El origen de tal atribu‑ respuestas afectivas y no afectivas”.
Cognición social en adicciones5

Sustratos neuroanatómicos y neuropsicológicos la empatía o al funcionamiento de las neuronas espejo.


de la cognición social En este constructo se incluye la capacidad para experi‑
mentar uno mismo las emociones que se observan en
En relación con el correlato neuroanatómico que subyace en otra persona, así como la comprensión de las intenciones
la cognición social, Brothers3 planteó un conjunto de zonas de otro al percibir su movimiento. Se basa en la existen‑
del sistema nervioso central que constituyen lo que ella de‑ cia de representaciones compartidas entre áreas dedica‑
nominó el cerebro social: corteza orbitofrontal, polos tem‑ das a la percepción de emociones/movimiento y zonas
porales y amígdala. Posteriormente, Adolphs16 relacionó una dedicadas a la generación de estados emocionales/­
serie de estructuras cerebrales con el procesamiento emo‑ somestésicos (por ejemplo, la ínsula). De este modo, se
cional y el comportamiento social: regiones concretas de las considera que es una inferencia del estado emocional del
cortezas sensoriales de orden superior están implicadas en la otro y de sus intenciones, fundamentada en las propie‑
percepción del estímulo y sus características; la amígdala, dades experienciales de un estímulo (por ejemplo, qué
la corteza orbitofrontal y el estriado ventral asocian la per‑ debo sentir cuando veo una cara de dolor), por lo que es
cepción con el procesamiento cognitivo y la reacción emo‑ un nivel de inferencia bajo, y no simbólico, como ocurre
cional y conductual; la corteza prefrontal (PFC: prefrontal en las inferencias de alto nivel.
cortex) izquierda, la corteza parietal derecha y la corte‑ 4) Representaciones y procesos de inferencia de alto nivel
za cingulada anterior y posterior están implicadas en la crea‑ que permiten interpretar el significado social de estímu‑
ción de una representación interna del entorno social, que los ambiguos. Aquí, se incluye la mentalización o ToM,
incluye a las personas, las relaciones entre ellas y con uno que permite comprender los estados mentales de los
mismo y la valoración de las propias acciones dentro del con‑ ­demás en función, no sólo del estímulo que percibimos
texto social. En cuanto a las áreas responsables de la atri­ (alguien llorando), sino de lo que sabemos sobre lo que
bución de estados mentales, Plateck et al17 observaron, el otro experimenta (alguien llorando con una medalla
mediante la imagen de resonancia magnética, que el giro de oro en la mano). Al incluir información situacional,
frontal medio y superior, el giro temporal superior y los polos contextual en el procesamiento, se matiza la informa‑
temporales se activaban en los sujetos mientras realizaban ción procesada en el constructo tercero, dedicada a en‑
el test de los ojos (identificar una emoción o intención a tender la experiencia emocional del otro, y se alcanza
partir de la mirada). Finalmente, en relación con la esquizo‑ un nivel de representación simbólico más abstracto, se‑
frenia, basándose en diferentes técnicas de neuroimagen, se mántico, que permite explicar verbalmente la experien‑
han podido relacionar los déficits en cognición social y ToM cia del otro y no sólo verse contagiado por ella.
con las siguientes áreas cerebrales: PFC dorsolateral, corte‑ 5) Regulación sensible al contexto, que se refiere a la capa‑
za orbitofrontal, giro temporal superior, amígdala, corteza cidad para regular los propios juicios y conductas rela‑
cingulada anterior y la corteza parietal inferior18. cionadas con los demás teniendo en cuenta el contexto.
Estudios posteriores han postulado que no pueden com‑ Se sugieren tres formas de regulación:
prenderse los sustratos dinámicos de la conducta social sin
entender las relaciones neuropsicológicas‑neurofuncionales a) Un primer tipo de regulación emplea las inferencias

entre los fenómenos discretos de la cognición social y los de estados mentales, el lenguaje, la memoria opera‑
fenómenos afectivos que la comprenden. Así, propone un tiva y la atención selectiva para reinterpretar o reva‑
marco general denominado flujo de procesamiento socio- luar el significado de estímulos socioafectivos.
emocional (del inglés Socio‑Emotional Processing Stream), b) Una segunda clase de regulación que reaprende las
referido al “conjunto de procesos psicológicos y neurales contingencias entre estímulos/acciones y sus resulta‑
que codifican aferencias social y emocionalmente relevan‑ dos afectivos basándose en la experiencia de las con‑
tes, representan su significado y guían las respuestas a és‑ secuencias afectivas de los estímulos y actualizando
tos” (pág. 50)13. Este modelo jerárquico consta de cinco la valencia positiva o negativa de dichos estímulos.
constructos que engloban procesos diversos: c) Un tercer tipo de regulación, resultado de una combi‑
nación de las dos formas anteriores, para sopesar el
1) Procesos de aprendizaje asociativo (condicionamiento) valor relativo de varias opciones para elegir entre ga‑
entre estímulos/acciones (sociales y no sociales) y sus nancias a corto vs. largo plazo.
resultados (apetitivos o aversivos). Se trata del condi­
cionamiento mediante el cual se establece lo que es po‑ En resumen, el modelo propuesto por Ochsner sugiere
sitivo y negativo para uno mismo, sobre la base de sus que, en primer lugar, se establecen los valores socioafecti‑
consecuencias emocionales, de cara a poder dar una res‑ vos de los estímulos y de las posibles respuestas mediante
puesta adaptativa en el futuro. condicionamiento. El conjunto de asociaciones resultan‑
2) Procesos de reconocimiento de y respuesta a estímulos te será lo que haga que interpretemos el mundo subjetiva‑
socioafectivos, que incluyen el reconocimiento de expre‑ mente, moldeando nuestros gustos, preferencias, actitudes,
siones faciales, detección de movimiento biológico, etc. etc. Estos aprendizajes sirven para, en un segundo momen‑
Se trata del procesamiento de las valencias socioafecti‑ to, reconocer y responder a los estímulos sociales que se
vas aprendidas en el paso anterior, de modo que se reco‑ perciben, y aquí se incluye el reconocimiento de movimien‑
nozca el valor positivo o negativo de un estímulo y pueda to biológico y de claves no verbales, como las expresiones
darse una respuesta en consecuencia. faciales y vocales. No se trata únicamente de reconocimien‑
3) Procesos Bottom‑up de inferencia de bajo nivel de esta‑ to perceptivo, sino que al objeto percibido se le añade la
dos mentales, también denominados de encarnación si‑ información socioafectiva aprendida (la valencia). Un tercer
mulada (del inglés embodied simulation), equivalentes a momento del proceso incluye la inferencia de bajo nivel, la
6 J. Tirapu Ustárroz

experiencia en la propia piel de lo que percibimos (empatía, mirada, sin disponer de otros elementos faciales (como la
neuronas espejo, etc.), consistente en la generación de boca‑sonrisa) que puedan apoyar o facilitar la decisión. Por
­estados emocionales y somestésicos que imitan las emocio‑ otro lado, la prueba activa no sólo procesos de reconoci‑
nes y movimientos percibidos, de cara a sintonizarnos con el miento, sino también procesos relacionados con la empatía,
entorno y facilitar respuestas adaptativas. En un cuarto puesto que el sujeto debe ponerse en el lugar de la persona
paso, se puede realizar una inferencia de alto nivel, que de la imagen identificando, además, la emoción que genera
incluye la comprensión simbólica de lo que observamos, en él esa mirada (lo que le transmite).
considerando el contexto y la información semántica y epi‑ La empatía se puede considerar como una diagonal que
sódica que poseemos para matizar la información entrante y atraviesa todos los subconstructos que componen la cogni‑
dar respuestas más adaptativas a estímulos ambiguos. Final‑ ción social, teniendo especial influencia sobre los aspectos
mente, existe la capacidad para regular nuestras respuestas relativos a la ToM y el procesamiento emocional. Dentro de
ante lo que hemos percibido/inferido, bien mediante nues‑ la primera, la empatía se relaciona con el establecimiento
tras capacidades lógicas, mnésicas y atencionales, bien me‑ de juicios morales, como ha sido demostrado en numerosas
diante la reasignación de valencias a los estímulos, bien investigaciones que han empleado dilemas morales para la
mediante una combinación de ambas, con el objetivo de medición de este componente23,24. En estas tareas, el sujeto
flexibilizar y adaptar nuestras respuestas al máximo. puede activar su capacidad de ponerse en el lugar de otra
persona, valorando la situación ya no desde su propio punto
de vista, sino analizando a su vez los motivos, pensamientos
Evaluación de la cognición social o intereses del otro y tomando una decisión al respecto. Su
relación con el procesamiento de las emociones se manifies‑
En la evaluación del procesamiento emocional, como parte ta cuando una determinada situación requiere la compren‑
de la cognición social, se han empleado mayoritariamen‑ sión de los sentimientos de los otros, lo que genera en el
te pruebas que miden la percepción y el reconocimiento de observador una respuesta afectiva acorde con la experien‑
emociones expresadas facialmente, como el Facial Expres‑ cia emocional ajena y le lleva a “sentir lo que la otra perso‑
sions of Emotion Stimuli and Test o The Benton Test of Facial na siente”.
Recognition. Con ello, se han obtenido resultados consisten‑ Otras tareas de rendimiento que permiten evaluar aspec‑
tes que muestran que los pacientes con esquizofrenia tienen tos relevantes de la cognición social son las pruebas de
dificultades para identificar y entender las expresiones fa‑ ­interpretación de la prosodia en el lenguaje, las de com‑
ciales emocionales de otros. Además, estos déficits perma‑ prensión de refranes o las de apreciación del humor25. En
necen estables durante todo el curso de la enfermedad19. todas ellas se valora la capacidad del individuo para com‑
Baron‑Cohen20 investigó si se podían reco­nocer no sólo las prender intenciones y escenarios sociales atendiendo a su
emociones simples, sino también las ­complejas (venganza, sentido profundo. Por último, se incluyen entre los instru‑
culpa, amenaza, arrepentimiento, desconfianza…) a partir mentos de evaluación de la cognición social las baterías de
de la expresión facial. Encontró evidencias favorables a esta rendimiento o inventarios de autoinforme diseñados para la
hipótesis en niños y adultos sanos; además, estos resultados evaluación de la inteligencia emocional. Estos instrumentos
se corroboraron tanto a nivel intracultural como intercul­ se componen de diversas dimensiones o escalas que recogen
tural21. Estos datos confirman los resultados obtenidos por distintas facetas psicológicas relacionadas con la cognición
­Ekman y Friesen14 en relación con las emociones básicas. social. Un ejemplo de esta aproximación es el inventario de
Todos estos estudios, que tienen como objetivo valorar la Bar‑On26, que se mostró sensible para la detección de las
capacidad de reconocimiento emocional, emplean tareas alteraciones de la cognición social que afectan a los pacien‑
en las que sólo se muestra una parte de la cara o ésta en su tes con lesiones del sector ventromediano de la corteza
conjunto, pero prescinden de todas las claves que puede ­prefrontal. El inventario incluye diversas dimensiones intra‑
aportar el contexto en el que se está expresando una deter‑ personales (autoconciencia emocional), interpersonales
minada emoción. Por tanto, en el establecimiento de un jui‑ (responsabilidad social), habilidades indicativas del grado
cio emocional aporta mayor información la expresión que el de adaptabilidad social (flexibilidad, afrontamiento) o ten‑
contexto. dencias disposicionales del humor (optimismo, felicidad)26.
En la primera mitad del siglo xx, hubo estudios que evalua­ Como se ha mencionado antes, existen múltiples trastor‑
ron si alguna parte de la cara era más expresiva que otras, nos en los que la afectación de la cognición social constitu‑
concretamente los ojos y la boca, encontrándose resultados ye un elemento esencial. Una de las primeras patologías
dispares a este respecto. Baron‑Cohen planteó la existencia asociada con estos procesos fue el autismo21. En el clásico
de un “lenguaje de los ojos o de la mirada”, afirmando que estudio de Baron‑Cohen se observó un déficit en la capaci‑
la zona ocular transmite suficiente información para enten‑ dad para inferir conocimiento en el otro, resultado que se
der los estados mentales de una persona. Posteriormente, ha replicado en múltiples estudios posteriores27‑29. El tras‑
en una investigación llevada a cabo por este autor, concluyó torno antisocial de la personalidad, o psicopatía, también
que para interpretar estados mentales básicos, la cara en ha sido relacionado con alteraciones en varios procesos de
su conjunto provee más información que partes de la mis‑ cognición social. Quizá el más comúnmente observado sea
ma, como los ojos o la boca, pero que para entender los el déficit en la capacidad para sentir empatía30‑32, aunque la
estados mentales complejos, los ojos (y no la boca) propor‑ dificultad en la autorregulación emocional también se ha
cionan tanta información como la cara22. En este contexto, descrito como un déficit central del trastorno33,34. Otro dé­
se diseñó el Test de los Ojos de Baron‑Cohen22. Esta prueba ficit referido, aunque con menos frecuencia, es el del re­
se puede considerar de cognición social compleja, ya que conocimiento de expresiones emocionales35. Sin embargo,
requiere inferir el sentimiento únicamente a través de la es importante señalar la correcta capacidad de estas perso‑
Cognición social en adicciones7

nas para mentalizar34. Es decir, la persona antisocial es ca‑ procesos que dan lugar a la cognición social son un subcon‑
paz de saber lo que otros piensan y sienten, aunque eso no junto de los procesos cognitivos generales y complejos y
le genera la emoción empática. De este modo, la observa‑ como operan éstos, o si en cambio hay procesos singulares
ción clínica de que el psicópata entiende a los demás pero que rigen la cognición social16,42,43. De hecho, y aunque toda‑
utiliza este conocimiento para aprovecharse de ello se vía en sus inicios, el enfoque de la NCS ya ha sido aplicado
puede relacionar con este hallazgo. Otra de las patologías, con éxito a una amplia gama de temas en las ciencias socia‑
psiquiátrica esta vez, en la que se han observado un déficit les16 y a los trastornos neuropsiquiátricos entre los que se in‑
en la cognición social es en la psicosis, bien esquizofrenia, cluye la adicción. Así, está resultando posible para dilucidar
bien primeros episodios34. Posiblemente, el primer autor en las bases neurales y los mecanismos cognitivos que subyacen
relacionar ciertos síntomas de la esquizofrenia con déficit a las estructuras sociales más complejas, como por ejemplo:
en ToM fue Chris Frith36, quien centró su atención en el défi‑ el constructo social de voluntad, la teoría de la atribución, la
cit en ToM de estos pacientes como fuente explicativa de autorregulación, la revaluación cognitiva, las actitudes,
síntomas positivos. Además de este déficit, referido en múl‑ la representación mental de sí mismo, la recompensa, las
tiples trabajos37, se ha señalado una carencia en otros pro‑ creencias, las emociones, el engaño, la empatía, la ToM, la
cesos de cognición social como el reconocimiento de cognitiva control, la intuición, las emociones morales y el
expresiones emocionales38 o la percepción del movimiento39. complejo social y económico o la toma de decisiones.

Adicciones: una perspectiva desde La adicción como un trastorno de la cognición


la neurociencia cognitiva social social
Hasta hace poco, la brecha entre la cognición social y la Visto como un desorden cerebral complejo, es posible con‑
neurociencia molecular y celular ha parecido insalvable, siderar la conducta principal característica de la adicción a
dada la complejidad de vincular las estructuras sociales, ta‑ las drogas en términos de por lo menos cuatro alteraciones
les como la ToM, con simples redes neuronales causales. de la cognición social.
Recien­temente, la relación entre la cognición social y la
neurociencia parece más sólida, ya que se está establecien‑ Deterioro en el procesamiento y la representación
do una relación cada vez más contingente entre los cons‑ de la prominencia o recompensas
tructos sociales y las redes cerebrales y neurales que la
sustentan. Sin embargo, la aparición de la neuropsicología Muchas de las teorías modernas de consumo de drogas y la
cognitiva en la década de 1970 ilustra el potencial de una dependencia asignan una importancia fundamental al deseo
síntesis productiva entre la psicología cognitiva y la neuro‑ compulsivo del consumo de drogas y la recaída. Hasta hace
ciencia clínica en el tratamiento de las preguntas más fre‑ poco tiempo, se creía que la adicción estaba causada, prin‑
cuentes de cómo funciona la relación mente/cerebro. La cipalmente, por los procesos de recompensa mediados por
neurociencia cognitiva y su disciplina aplicada —la neuropsi‑ circuitos límbicos. Sin embargo, los resultados de estudios
cología clínica— resultan importantes en la evaluación de recientes de neuroimagen implican una red altamente in‑
los efectos cognitivos de las drogas y las secuelas neuropsi‑ terconectada de áreas del cerebro incluyendo el PFC medial
cológicas del uso crónico de drogas. orbital y la amígdala, estriado y sistemas dopaminérgicos
Una iniciativa similar en neurociencia cognitiva social del cerebro medio en el procesamiento de la recompensa.
(NCS), que abarca la evolución de la neurociencia afectiva y Distintos aspectos relacionados con la recompensa pueden
la neuroeconomía, promete ser de gran importancia para ser atribuidos a diferentes componentes de esta red. La cor‑
comprender la naturaleza de la adicción en su contexto so‑ teza orbitofrontal estaría implicada en la codificación de la
cial40,41. La NCS es un enfoque sistemático y orientado, dise‑ valencia del estímulo recompensa, y de acuerdo con el
ñado teóricamente para ayudar a la comprensión de la los cuerpo estriado ventral y la amígdala formarían una red im‑
fenómenos sociales y emocionales en términos de la inter‑ plicada en la representación de las consecuencias. Estas
acción entre las motivaciones y los factores sociales que áreas frontales se activan, con frecuencia, en sujetos adic‑
­influyen en el comportamiento, los mecanismos de proce­ tos durante la intoxicación, ansiedad y atracones, y se des‑
samiento de información que subyacen a las interacciones activa durante la retirada. Las mismas regiones también
­sociales en cuanto a lo fenoménico y los mecanismos cere‑ están involucradas en funciones de orden cognitivo y moti‑
brales que subyacen a estos procesos cognitivo‑emocionales vacional, tales como la capacidad de rastrear, actualizar y
de alto nivel. El interés por los sustratos neurales que sub‑ modular la relevancia de un reforzador como una función
yacen a la conducta social normal y los mecanismos cogniti‑ del contexto y las expectativas y la capacidad de controlar
vos subyacentes son un ejemplo de los puentes que enlazan e inhibir respuestas prepotentes. Las teorías cognitivas han
la neurociencia social con la neurociencia básica y ha sido tenido una gran influencia mediante la incorporación de de‑
facilitado por la disponibilidad, cada vez mayor, de metodo‑ seo dentro de una red basada en la teoría del aprendizaje
logías para la investigación de la función neuronal en pobla‑ social. De acuerdo con Goldstein y Volkow44, estos resulta‑
ción afectada por diferentes patologías. Estos puentes entre dos implican que la adicción compromete las áreas del cere‑
la NCS reducen la brecha entre la cognición social y la neu‑ bro asociado con varias regiones corticales reguladoras de
rociencia mediante la exploración de cómo influye el cere‑ los procesos cognitivos y emocionales, incluyendo “la sobre‑
bro en los procesos sociales, así como la forma en que la valoración de los refuerzos de drogas, la infravaloración de
cognición y la interacción social de procesos influyen en el la alternativa refuerzos y los déficits en el control inhibito‑
cerebro. De particular interés es la cuestión de cómo los rio de respuestas”.
8 J. Tirapu Ustárroz

Deterioro del razonamiento social Zhu48 distingue tres etapas de la voluntad: el acto mental de
y la toma de decisiones la toma de decisiones, el acto mental de iniciar la acción
voluntaria y la actividad mental sobre procesos ejecutivos
La corteza prefrontal ha sido implicada en la orientación de de control. De acuerdo con Zhu, el compromiso esencial de
la cognición social (la toma de decisiones y el control inhibi‑ la corteza cingulada anterior en los tres tipos de volición
torio) mediante la obtención de estados emocionales que sugiere un papel fundamental de esta región en el manteni‑
sirven por ciertos sesgos cognitivos y emocionales, un papel miento de la función volitiva. Otros estudios de imagen im‑
que está respaldado por las investigaciones de la toma de plican al PFC, el área motora suplementaria y al lateral PFC.
decisiones normal y los estudios sociales de razonamiento16. Dentro de esta actividad volitiva y de sopesar las conse‑
Los efectos de lesiones en la corteza prefrontal medial y cuencias de la conducta adictiva, nos parece fundamental la
orbital son consistentes con un papel de estas regiones en la cognición social, ya que un aspecto que debería cobrar peso
orientación estratégica de la adopción de otro punto de vis‑ en la “decisión” de consumo o cesación de la conducta son
ta y deterioro del rendimiento en el razonamiento sobre in‑ las consecuencias que provoca en los demás mi conducta.
tercambio social. La disfunción de la toma de decisiones Esta “visualización” de las consecuencias de mi conducta en
puede contribuir al desarrollo de la adicción y, una vez ins‑ los demás generaría emociones sociales como la culpa, que
taurada, socavar los intentos de la abstinencia. Los compor‑ llevaría al sujeto a sentir emociones displacenteras de tris‑
tamientos de los adictos a las drogas pueden ser vistos como teza y temor y le motivarían para que cesara en su conducta
una demostración de la toma de decisiones deficiente, dada para ser restituido en su rol social en el grupo.
su incapacidad para abandonar esta conducta autodes­
tructiva de búsqueda de placer y evitación del malestar, Deterioro del valor de la conciencia
desatendiendo aspectos de la repercusión social de su con‑ de las consecuencias adversas graves
ducta. Los resultados sugieren una base neuroanatómica de
este componente disejecutivo y de cognición social de la El sujeto adicto persiste en su conducta a pesar de conocer
adicción, y apoyaría la importancia de las funciones cogniti‑ las consecuencias a medio y largo plazo de dicho consumo.
vas y emocionales sociales en la prolongación de abuso o Rinn et al49 ponen a prueba la hipótesis de la falta de apa‑
que predisponen a los usuarios hacia las recaídas, ya que se rente conciencia sugiriendo que esta falta de valoración de
verían afectados aspectos de la empatía cognitiva como el las consecuencias es un producto del deterioro cognitivo y
emocional. En la mayoría de los sujetos adictos a las drogas, no de una emoción basada en el rechazo de la verdad y la
constantemente se encuentran anomalías en la corteza pre‑ propensión a la mentira (el sujeto sabe que sabe la verdad).
frontal mediante el uso de los estudios de imagen45,46. Por lo En su estudio, se encontraron con persistentes mecanismos
tanto, cabría esperar que las interrupciones en la automoni‑ de negación (el sujeto no sabe que sabe la verdad) que se
torización de la conducta y los procesos de decisión obser‑ correlacionaban significativamente con un mayor deterioro
vados en los sujetos adictos a las drogas47 guarden también de la función ejecutiva, la memoria verbal, la inferencia
relación con su incapacidad de generar estados emocionales visual y la velocidad mental. Conciencia de sí mismo y défi‑
sobre las creencias, emociones o valoraciones de su conduc‑ cit en la cognición social son también comunes después de
ta que generan en los demás. una lesión cerebral traumática y reflejan una persona “inca‑
pacitada para reconocer los déficits o las circunstancias de
Deterioro del control voluntario los problemas causados por su afectación”. Estos trastornos
de la negación o de la falta de conciencia se cree que refle‑
La cuestión de la voluntad es fundamental para la cognición jan una compleja interacción entre factores neurológicos,
social, ya que la mayoría de los profesionales considera que psicológicos y sociales en función de la localización de la
la acción voluntaria es esencial para el desarrollo social y la lesión y la disfunción cognitiva.
generación de emociones sociales. Estas construcciones so‑
ciales, como los sentimentos de culpa, parecen no tener
cabida en los sujetos adictos, así como la responsabilidad,
Conflicto de intereses
la rendición de cuentas, la ley y la sanción social de algunos
Los autores declaran que no tienen ningún conflicto de inte‑
comportamientos. La adicción es típicamente representada
reses.
como un impulso compulsivo de consumir drogas a pesar de
una toma de conciencia de sus consecuencias adversas gra‑
ves. La percepción subjetiva de “pérdida de control”, donde
parece que el adicto puede o no quiere controlar su consu‑ Bibliografía
mo de drogas, siendo este uso considerado tradicionalmente
como “voluntario”, a pesar de los estudios que muestran 1. Premack D, Woodruff G. Does the chimpanzee have a theory of
evidentes y duraderos cambios en el cerebro que podrían mind? Behav Brain Sci. 1978;4:512‑26.
comprometer los elementos cruciales del sistema voliti‑ 2. Frith CD. The cognitive neuropsychology of schizophrenia.
Hove: Lawrence Erlbaum Associates; 1996.
vo45,46. Se ha argumentado que la adicción puede ser consi‑
3. Brothers L. The social brain: a project for integrating primate
derada como una enfermedad de la voluntad causada por un
behavior and neurophysiology in a new domain. Concepts
deterioro cognitivo que implica una incapacidad para recor‑ Neurosci. 1990;1:27‑51.
dar los efectos negativos de la conducta adictiva. Histórica‑ 4. Scholl BJ, Leslie A. Modularity, Development and Theory of
mente, sin embargo, el constructo de “voluntad” ha sido mind. Mind Lang. 1999;14:131‑54.
generalmente definido como la capacidad de elegir qué ac‑ 5. Perner J. Understanding the representational mind. Cambridge:
ción realizar o detener 47 , y en una revisión reciente, MIT press; 1991.
Cognición social en adicciones9

6. Davies M, Stone T, eds. Folk Psychology: The Theory of Mind study of «theory of mind» in story comprehension. Cognition.
Debate, Oxford: Blackwell Publishers; 1995. 1995;57:109‑28.
7. Gallese V, Goldman A. Mirror neurons and the simulation theory 29. Happé FG. An advanced test of theory of mind: understanding
of mind‑reading. Trends Cogn Sci. 1999;2:493‑501. of story characters’ thoughts and feelings by able autistic,
8. Tirapu‑Ustárroz J, Pérez‑Sayes G, Erekatxo‑Bilbao M, Pelegrín- mentally handicapped, and normal children and adults. J
Valero C. ¿Qué es la teoría de la mente? Rev Neurol. 2007;44: Autism Dev Disord. 1994;24:129‑54.
479‑89. 30. Kandel E, Freed D. Frontal‑lobe dysfunction and antisocial
9. Bar‑On R, Tranel D, Denburg NL, Bechara A. Exploring the behavior: a review. J Clin Psychol. 1989;45:404‑13.
neurological substrate of emotional and social intelligence. 31. Shirtcliff EA, Vitacco MJ, Graf AR, Gostisha AJ, Merz JL,
Brain. 2003;126:1790‑800. En: Cacioppo JT, Bernston GG, eds. Zahn‑Waxler C. Neurobiology of empathy and callousness:
Key readings in social psychology: Social neuroscience. Nueva implications for the development of antisocial behavior. Behav
York, NY: Psychology Press; 2005. p. 223‑37. Sci Law. 2009;27:137‑71.
10. Mazza M, Costagliola C, Di Michele V, Magliani V, Pollice R, Ricci A, 32. Soderstrom H. Psychopathy as a disorder of empathy. Eur Child
et al. Deficit of social cognition in subjects with surgically treated Adolesc Psychiatry. 2003;12:249‑52.
frontal lobe lesions and in subjects affected by schizophrenia. Eur 33. Damasio AR, Tranel D, Damasio H. Individuals with
Arch Psychiatry Clin Neurosci. 2007;257:12‑22. sociopathic behavior caused by frontal damage fail to
11. Green MF, Olivier B, Crawley JN, Penn DL, Silverstein S. respond autonomically to social stimuli. Behav Brain Res.
Social cognition in schizophrenia: recommendations from the 1990;41:81‑94.
measurement and treatment research to improve cognition 34. Blair RJ. The roles of orbital frontal córtex in the modulation of
in schizophrenia new approaches conference. Schizophr Bull. antisocial behavior. Brain Cogn. 2004;55:198‑208.
2005;31:882‑7. 35. Marsh AA, Blair RJ. Deficits in facial affect recognition among
12. Green MF, Leitman DI. Social cognition in schizophrenia. antisocial populations: a meta‑analysis. Neurosci Biobehav Rev.
Schizophr Bull. 2008;34:670‑2. 2008;32:454‑65.
13. Ochsner KN. The social‑emotional processing stream: five core 36. Frith C. The cognitive neuropsychology of schizophrenia. Hove,
constructs and their translational potential for schizophrenia UK: Psychology Press; 1992.
and beyond. Biol Psychiatry. 2008;64:48‑61. 37. Brüne M. “Theory of mind” in schizophrenia: a review of the
14. Ekman P, Friesen WV. Constants across cultures in the face and literature. Schizophr Bull. 2005;31:21‑42.
emotion. J Pers Soc Psychol. 1971;17:124‑9. 38. Langdon R, Coltheart M, Ward PB. Empathetic perspective-
15. Davis MH. Empathy: A social psychological approach. Social taking is impaired in schizophrenia: evidence from a study of
psychology series. Boulder, CO: Westview Press; 1994. emotion attribution and theory of mind. Cogn Neuropsychiatry.
16. Adolphs R. Cognitive neuroscience of human social behaviour. 2006;11;133‑55.
Nat Rev Neurosci. 2003;4:165‑78. 39. Kelemen O, Erdélyi R, Pataki I, Benedek G, Janka Z, Kéri S.
17. Platek SM, Keenan JP, Gallup GG Jr, Mohamed FB. Where am I? Theory of mind and motion perception in schizophrenia.
The neurological correlates of self and other. Brain Res Cogn Neuropsychology. 2005;19:494‑500.
Brain Res. 2004;19:114‑22. 40. Harmon‑Jones E, Devine PG. Introduction to the special
18. Burns J. The social brain hypothesis of schizophrenia. World section on social neuroscience: promise and caveats. J Pers Soc
Psychiatry. 2006;5:77‑81. Psychol. 2003,85:589‑93.
19. Addington J, Addington D. Neurocognitive and social 41. Blakemore SJ, Winston J, Frith U. Social cognitive neuroscience:
functioning in schizophrenia. Schizophr Bull. 1999;25:173‑82. where are we heading? Trends Cogn Sci. 2004;8:216‑22.
20. Baron‑Cohen S, Jolliffe T, Mortimore C, Robertson M. Another 42. Adolphs R. Cognitive neuroscience of human social behaviour.
advanced test of theory of mind: evidence from very high Natural Review Neuroscience. 2003;4:165-78.
functioning adults with autism or Asperger syndrome. J Child 43. Blakemore SJ, Winston J, Frith U. Social cognitive neuroscience:
Psychol Psychiatry. 1997;38:813‑22. where are we heading? Trends Cognitive Science. 2004;8:
21. Baron‑Cohen S, Leslie AM, Frith U. Does the autistic child have 216-22.
a “theory of mind”? Cognition. 1985;21:37‑46. 44. Goldstein RZ, Volkow ND. Drug addiction and its underlying
22. Baron‑Cohen S, Wheelwright S, Hill J, Raste Y, Plumb I. The neurobiological basis: neuroimaging evidence for the
“Reading the Mind in the Eyes” Test revised version: a study involvement of the frontal córtex. Am J Psychiatry. 2002;159:
with normal adults, and adults with Asperger syndrome or 1642‑52.
high‑functioning autism. J Child Psychol Psychiatry. 2001;42: 45. Bolla KI, Eldreth DA, London ED, Kiehl KA, Mouratidis M,
241‑51. Contoreggi C, et al. Orbitofrontal córtex dysfunction in
23. Koenigs M, Young L, Adolphs R, Tranel D, Cushman F, Hauser abstinent cocaine abusers performing a decision‑making task.
M, et al. Damage to the prefrontal córtex increases utilitarian Neuroimage. 2003,19:1085‑94.
moral judgements. Nature. 2007;446:908‑11. 46. Ersche KD, Fletcher PC, Lewis SJ, Clark L, Stocks‑Gee G,
24. Greene JD, Baron J. Intuitions about declining marginal utility. London M, et al. Abnormal frontal activations related to
J Behav Decis Mak. 2001;14:243‑55. decision‑making in current and former amphetamine and
25. Uekermann J, Daum I. Social cognition in alcoholism: a link to opiate dependent individuals. Psychopharmacology (Berl).
prefrontal córtex dysfunction? Addiction. 2008;103:726‑35. 2005;180:612‑23.
26. Bar‑On R, Tranel D, Denburg NL, Bechara A. Exploring the 47. Bechara A, Damasio H. Decision‑making and addiction (part I):
neurological substrate of emotional and social intelligence. impaired activation of somatic states in substance dependent
Brain. 2003;126:1790‑800. individuals when pondering decisions with negative future
27. Brent E, Ríos P, Happé F, Charman T. Performance of children consequences. Neuropsychologia. 2002;40:1675‑89.
with autism spectrum disorder on advanced theory of mind 48. Zhu J. Locating volition. Conscious Cogn. 2004;13:302‑22.
tasks. Autism. 2004;8:283‑99. 49. Rinn W, Desai N, Rosenblatt H, Gastfriend DR. Addiction denial
28. Fletcher PC, Happé F, Frith U, Baker SC, Dolan RJ, Frackowiak and cognitive dysfunction: a preliminary investigation. J
RS, et al. Other minds in the brain: a functional imaging Neuropsychiatry Clin Neurosci. 2002;14:52‑7.

También podría gustarte