Violencia - Delincuencia - Unidad - 1

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UNIDAD 1

VICTIMIZACIÓN, PERCEPCIÓN DE INSEGURIDAD Y TEMOR

Imagen tomada con fines didácticos

INTRODUCCIÓN

En esta unidad se explica la naturaleza y razón de ser de esta asignatura; aunado a ello,
se toma el concepto de victimización para su implementación y estudio, a su vez, se
delimita los ámbitos de inseguridad y temor que percibe la población por el alto índice
de delincuencia existente en la actualidad.

El miedo al delito es uno de los temas sociales a los que debe dar respuesta la política
criminal de los países, por sus posibles repercusiones en los ámbitos públicos de la
salud, la economía y la interacción de los ciudadanos con el sistema de justicia. Niveles
altos de miedo al delito pueden afectar la conducta social en el espacio público,
alimentar los sistemas de vigilancia privada, las formas privadas de justicia y amenazar
la democracia a favor de alternativas que prometen seguridad.

En los últimos años, en la medida en que las perspectivas de explicación y de abordaje


de los problemas de violencia y de criminalidad han ido señalando la importancia de
una diversidad de factores sociales en la prevalencia del delito, más allá de la simple
perspectiva del rompimiento de la ley, en esa medida se ha “caído en la cuenta” del
papel de la comunidad y de la participación de los ciudadanos en el combate de la
violencia común y la criminalidad, como un componente fundamental para la

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prevención. La violencia, sobre todo cuando es epidémica, como en el caso de la región
centroamericana, no es producto de unos cuantos casos de desviación social o de
individuos con patologías psiquiátricas; en realidad es el producto de una combinación
de factores sociales que favorecen que la violencia se establezca y se reproduzca en
diversos sectores de la sociedad. Esos aspectos tienen por lo general factura social y la
prevención de la violencia entraña por tanto la modificación de esos aspectos que
sostienen las dinámicas de violencia y la percepción de seguridad.

MAPA DE CONTENIDOS
TEMÁTICOS «UNIDAD 1»

VINCULACIÓN
DIDÁCTICA CONTENIDO-
COMPETENCIAS:
- El estudiante identifica el contenido de estudio del análisis de las formas de
violencia y delincuencia en México, recorre el entorno a los Índices delictivos

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desde la perspectiva de la victimización y fundamente los riesgos latentes de la
violencia y delincuencia con la percepción y temor existentes dentro de la
sociedad actual.

1.1. INTRODUCCIÓN

El miedo al crimen se ha definido como un sentimiento de ansiedad y peligro ante la


posibilidad de ser víctima de un delito. El miedo al crimen abarca componentes tanto
emocionales -temor- como cognitivos-probabilidad-percibida de ser víctima de un
delito. El primero, el temor, ha sido denominado miedo difuso, mientras que la
estimación de la victimización futura se ha designado como miedo concreto, o
cognitivo.

Gracias a su redefinición, ésta dejó de ser atributo y responsabilidad exclusiva de las


instituciones gubernamentales centrales para convertirse en materia concurrente, es
decir, en responsabilidad de los órdenes federal, estatal y municipal. A raíz de estas
reformas diversos estados de la República comenzaron a generar ordenamientos
jurídicos especiales en materia de seguridad pública así como consejos consultivos
estatales y academias de policía o de cuerpos de seguridad pública.

La exposición a la violencia o ser testigo de esta resultó estar asociada con la existencia
de espacios públicos, como casas comunales y parques, que se encuentran en condición
de deterioro. De la misma forma, las personas que participan más activamente en
organizaciones seculares tienden a ser testigos más frecuentes de hechos de violencia
que suceden en su comunidad o barrio.

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Además, los más expuestos a la violencia suelen ser los hombres jóvenes urbanos que
tienen estudios superiores, con altos niveles de información a través de los medios y
que viven en hogares en condiciones de hacinamiento.

Los ciudadanos tienden a sentirse más seguros en aquellos sitios más privados como la
propia vivienda, el automóvil y el barrio de residencia; mientras que los lugares más
públicos como el autobús, los mercados y las plazas y los parques suelen generar mucha
inseguridad en la mayoría de los ciudadanos. La sensación de seguridad varía en función
de una serie de características personales y de condiciones del contexto.

En términos contextuales, la presencia de la policía ya sea a través de un puesto o


delegación en la colonia de residencia o mediante el patrullaje de sus agentes, favorece
los sentimientos de seguridad entre la población. Otra condición que resultó ser
importante también es la percepción sobre las pandillas juveniles: las personas que
viven en barrios en donde las pandillas son consideradas como un problema tienden a
sentirse más inseguras que el resto.

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La gente que sigue con frecuencia los noticieros de televisión muestra más inseguridad
que las personas que no se informan a través de la televisión. Particular importancia
cobraron también los medios de comunicación, en especial los noticieros televisivos.
Las variables del capital social también parecen jugar un papel importante en los niveles
de seguridad de la población: las personas que muestran más confianza en sus vecinos
y que viven en barrios en donde se cuenta con parques, zonas verdes, centros
deportivos o canchas, tienden a sentirse más seguras que las personas que no reúnen
esas condiciones.

Pero la violencia criminal en México no es el producto de un solo factor y no se expresa


de una sola forma. En realidad, es el producto de una gran cantidad de factores, los
cuales han generado una serie de condiciones que generan y estimulan la violencia de
diversos tipos. Y es que los elevados niveles de violencia en México, no se manifiestan
en un sólo indicador, la violencia tiene diversas expresiones y diversas consecuencias.

La distinción entre ambas formas de miedo no es ociosa. Por ejemplo, se ha encontrado


una mayor relación entre victimización real de la persona o de su núcleo familiar con
la estimación de victimización futura, que, con el temor a andar por la noche por el
sector de residencia, o el temor a ser victimizado en el barrio, la localidad o la ciudad.
En cambio, este temor al delito aparece asociado de forma importante con la
percepción de cultura ciudadana, con el clima emocional o con la satisfacción con la
Policía, variables que, a su vez, presentan débiles correlaciones con la probabilidad
percibida de ser victimizado en el futuro.

San Juan y Vergara (2008) conciben el miedo al delito como:

Una experiencia de naturaleza emocional, suscitada por la posibilidad de ser


víctima de un delito. […] tal experiencia emocional, es el resultado de una
determinada manera de procesar la información e interpretar la realidad a partir
de los elementos que nos proporciona el entorno, en forma de noticias,
discursos políticos, rumores, etc. y que, en última instancia, darán lugar a diversas
respuestas conativas por parte de los ciudadanos.

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Estos autores delimitan el miedo al delito como una percepción y emoción subjetiva
de los ciudadanos, razón por la cual no guarda relación directa con índices objetivos
de seguridad y delito. Por lo tanto, ciertos enfoques psicosociales actuales han
planteado la posibilidad y necesidad de entender el miedo al delito no desde una
perspectiva puramente criminológica, sino como parte de una temática mayor: la
percepción de seguridad, que incluye aspectos ambientales, laborales y de participación
ciudadana, entre otros.

1.2. VICTIMIZACIÓN

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En Derecho penal la víctima es la persona física que sufre un daño provocado por un

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sujeto. El daño puede ser físico, moral, material o psicológico. Se puede ser víctima de
delitos que no hayan producido un daño corporal físico como un robo o una estafa,
siendo entonces el daño meramente patrimonial. (Buendía, 2022)

En este sentido, el surgimiento de la Victimología como ciencia se puede enmarcar a


mediados de la década de los años cuarenta del siglo XX, posterior a la II Guerra
Mundial, momento en que renace el interés por la víctima debido a la preocupación
por el genocidio a que fue sometida la población judía y eslava por la Alemania fascista.
(Rodríguez, 1998).

La anterior evolución de la Victimología se debe en gran medida a los Simposios


internacionales en los que se ha desplegado el intercambio de criterios y estudios entre
investigadores de diferentes especialidades, desarrollándose trece encuentros de esta
magnitud, desde el Primer Simposio sobre Victimología celebrado en Jerusalén, Israel,
en 1973, donde se concibió a la Victimología como el estudio científico de la víctima,
hasta el año 2009 en Mito, Ibaraki, Japón. (Rodríguez, 1998).

Desde el enfoque etimológico la expresión Victimología “se deriva de la palabra latina


víctima y de la raíz griega logos. Esta última significa palabra, discurso o estudio”. (Iruela,
1999).

Así pues, la Victimología es entendible como el “estudio de las víctimas del delito, y
dentro de ella existen los que la denominan microvictimología y macrovictimología. El
primer término comprende el estudio de las víctimas de las infracciones criminales,
mientras que el segundo comprende la victimización por abuso del poder político,
económico y religioso”, de acuerdo con el criterio emitido por Mendelsohn la
Victimología debe dedicarse no solo al estudio de las víctimas de los delitos, sino
también de víctimas de las catástrofes naturales. (Mendelsohn, 1981).

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La victimización se ha convertido en un problema de extraordinaria magnitud que


requiere de la máxima preocupación de los gobiernos y la sociedad civil de las diversas
naciones; y a tenor con su complejidad reclama de respuestas de entidad
multidisciplinaria que incluyan los enfoques: psicológico, psiquiátrico, criminológico,
sociológico, etc.; con vistas a prevenirlo, estableciendo acciones protectoras y
regulativas que mejoren las condiciones de vida social, comunitaria y familiar.

A través de la victimización una persona adopta una posición de víctima ante un hecho
o acontecimiento, que involucra a otra u otras personas, aunque estas no consideran
a la persona en cuestión como una víctima. En muchos casos la victimización puede ser
voluntaria, en cuanto la persona que se victimiza es consciente de su accionar, y en
cuanto esto, puede en ocasiones aportarle beneficios de cualquier tipo. En este caso,
la victimización es utilizada como un disfraz o una situación aparente que se condice
en poco o nada con la situación real de la persona.

Una de las variantes preventivas y reductoras de la violencia que posee mayor


factibilidad de aplicación radica en la localización y especial protección de los sectores
poblacionales más predispuestos a convertirse en víctimas de este flagelo; nos
referimos a los grupos humanos que por sus características de fragilidad de diverso
tipo, son más indefensos ante la violencia. Dentro de los sectores más vulnerables de

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la población encontramos los niños, las mujeres y los ancianos.

En la búsqueda de una superior comprensión de la victimización se realizan análisis más


allá de las agrupaciones tradicionalmente reconocidas por la literatura especializada en
este tema; en ese sentido hay un sistema de ordenamiento que parte del criterio
estructurador asociado al contexto espacial de ocurrencia, la victimización social, la
victimización comunitaria y la victimización intrafamiliar.

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Un elemento necesario de identificar son los niveles de victimización en los cuales


puede presentarse el fenómeno de la violencia, siendo así de vital importancia el análisis
de los tipos clasificatorios de la victimización. La doctrina victimológica usa con mayor
frecuencia la clasificación de este fenómeno en tres criterios básicos estructurados de
acuerdo con el momento de producción del daño victimal y al sujeto concretamente
victimizado, nos referimos a: la victimización primaria, la victimización secundaria y la
victimización terciaria.

La victimización primaria debe ser entendida como el daño o consecuencia original, la


acción cometida y que afecta a la víctima original del delito o accionar dañoso, en este
caso resulta la primaria la de mayor incidencia en los actos de violencia por encontrarse
dirigida a una persona determinada del grupo de riesgo más victimizado, poniéndose
de manifiesto la relación original víctima-victimario.

Esta clasificación primaria es una experiencia individual y directa de la víctima con el


agresor la cual produce consecuencias de índole física, psíquica, económica, social, etc.,
incluso sentimientos de culpabilidad con relación a los hechos, en estos casos la víctima
siempre siente la afectación psíquica o física del acto cometido sobre su persona, ésta
no sólo se presenta como consecuencias de hechos delictivos sino también como actos

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violentos, conductas desviadas o catástrofes naturales, (Brouwer, 2001).

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La victimización primaria en resumen, se refiere a la propia vivencia personal del hecho


por parte de la víctima, es la acción y la consecuencia que provoca la actuación del
victimario sobre la víctima donde resulta lesionada la persona desde el orden físico,
psíquico, sexual o material.

Por su parte victimización secundaria o segunda victimización es “alusiva a la respuesta


del sistema legal a las expectativas de la víctima y la actitud de esta ante el mismo, lo
que se convierte en un indicador importante de la eficacia de la Justicia; también se le
denomina revictimización por referirse a los nuevos sufrimientos a la víctima que
afronta durante el proceso penal” (Gómez, 2004).

La víctima en este caso “sufre a menudo un severo impacto psicológico que añade al
daño material o físico en que el delito consiste. La vivencia criminal se actualiza, revive
y perpetúa en la mente de la víctima (…), la sociedad misma, de otra parte, estigmatiza
a la víctima lejos de responder con solidaridad y justicia, la etiqueta o marca,
respondiendo con vacía compasión sino con desconfianza y recelo” (García–Pablos de
Molina, 1993).

En otro sentido podemos encontrar dentro de la victimización secundaria a los


terceros que sin ser víctimas directas del hecho se encuentran en la condición de
testigos presenciales o de referencia de los sucesos, en el caso de la violencia contamos
con los menores como sujetos muy comunes de sufrir la agresión entre sus padres o
miembros de la familia, demostrándose el accionar lesivo del sistema penal sobre los
testigos, llevando consigo la defensa a las modificaciones justas que requiere la víctima

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ante el sistema de justicia penal.

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El trayecto de las víctimas por el sistema penal evidentemente le ocasiona perjuicios,


en ocasiones superiores a los que se derivan del delito ocasionado, este proceso lesivo
determina una apreciación negativa respecto al ejercicio de la justicia e influye en que
las personas pierdan la fidelidad y credibilidad ante el sistema de justicia.

En el caso específico de la victimización terciaria o como se le conoce victimización del


delincuente o el acusado, es interpretada desde dos ángulos fundamentales: el sentido
estricto y el sentido extensivo.

En el sentido estricto, la victimización terciaria se interpreta como la acción o resultado


dañoso que sufre el delincuente, o para ser más preciso a la victimización por parte del
sistema legal del victimario mismo, es decir, la fase instructiva, jurisdiccional y la
ejecutoria de la sentencia (García–Pablos de Molina, 1993).

En sentido extensivo, se aplica situaciones patológicas del funcionamiento del sistema


legal, en sus diversos espacios organizativos: normativista, policial, jurisdiccional,
penitenciaria, que ocasionan graves e irreparables perjuicios al imputado (por ejemplo:

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errores judiciales, prisión provisional injustificada, etc.

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1.2.1 Índice de delitos general

Un indicador es un estimado de medición que permite contestar a la pregunta ¿Qué


tanto ha existido progreso hacia la consecución de un objetivo concreto? Llamamos
índice a un conjunto (grupo) de indicadores que lo construyen. Es decir, los indicadores
son subconjuntos de los índices y buscan sentar las bases para evaluar la evolución (o
involución) de un conjunto de fenómenos que sirvan de base de discusión para los
tomadores de decisiones, la opinión pública, y los distintos actores de la sociedad civil.

Los delitos generales son aquellos en los que el autor puede ser cualquier persona "el
que". El problema de la delincuencia y la victimización es sin duda multifactorial. Hasta
ahora se han discutido las variaciones de la victimización de acuerdo con las
características de las personas. Sin embargo un factor de riesgo victimar es el entorno
en que vivimos.
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En cuanto a la posición en el trabajo, se encuentra que la prevalencia de víctimas entre
patrones, empleados, obreros, o personas que trabajan por su cuenta, o trabajan sin
pago en un negocio familiar, es similar.

Sobre los delitos que afectan al hogar, se aprecia que el robo parcial de vehículo (autopartes,
herramientas etc.), es el más común, y el que muestra un incremento significativo en su
prevalencia afectando a los hogares que tienen vehículo en el país.

El número de delitos se puede expresar en tasas por 100,000 habitantes. La expresión


general de incidencia que usual mente ha presentado estima aquellos delitos ocurridos a la
población de 18 y más años, (que es la población bajo estudio), con respecto a la población
total del país, estado o ciudad, según el caso que se esté analizando.

Es importante añadir que la composición de esta tasa tiene como numerador una expansión
de delitos con base en el factor de individuos, sin importar el tipo de delito sufrido, bajo el
supuesto de que un delito al hogar es sufrido o experimentado por todos sus integrantes.

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La tasa diferenciada de delitos a la persona resume la incidencia del conjunto de los


siguientes delitos: robo a transeúnte, robo relacionado a cajero, otros robos,
secuestro, lesiones, sexuales, otros delitos, fraude y extorsión. Indica el número de
delitos que ocurren por cada cien mil habitantes de 18 o más años. Estas tasas
diferenciadas a nivel nacional se basan en todos los delitos sin importar el lugar de
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ocurrencia, sin embargo, al construir la tasa por entidad o ciudad, se consideran delitos
ocurridos en el estado de residencia de la víctima, de manera que el conteo sea
específico sobre lo que ocurre a los habitantes de cada estado.

2.1.2 Índice de delitos patrimoniales serios

Los indicadores son instrumentos que permiten ordenar y simplificar una amplia gama
de información. Como tales, tienen la virtud de resumir un conjunto de datos y
procesos que de otra forma requerirían un profundo conocimiento del fenómeno que
describen. Pero si bien esa es su fortaleza, tienen la desventaja de perder profundidad,
ya que por lo general remiten a un conjunto de datos agregados que, vistos
individualmente, poseen riqueza de información propia. En resumen, se preferencia la
simpleza por profundidad analítica.

ROBO: Hecho punible por el que una persona, con ánimo de lucro, toma cosas ajenas
utilizando fuerza en las cosas o violencia e intimidación en las personas. Al indicar que
“son reos del delito de robo lo que, con ánimo de lucro, se apoderaren de las cosas
muebles ajenas empleando fuerza en las cosas para acceder al lugar donde éstas se
encuentran o violencia o intimidación en las personas”. De tal concepto se deduce su
íntima relación con el delito de hurto, del que no es más que una figura agravada,
apreciándose dos modalidades distintas de robo: el robo en las cosas y el robo con
violencia o intimidación las personas.

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Existen, por tanto, dos tipos de robo:

1) Robo con fuerza en las cosas


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El robo con fuerza en las cosas se produce cuando el apoderamiento de bienes ajenos
se realiza concurriendo algunas de las siguientes circunstancias:

a) escalamiento

b) rompimiento de pared, techo, suelo o fractura de puerta o ventana

c) rotura de armarios, arcas o muebles cerrados o sellados, forzamiento de sus


cerraduras o descubrimiento de sus claves para poder sustraer su contenido

d) utilización de llaves falsas

e) inutilización de sistemas de alarma o guarda

Este hecho delictivo puede cualificarse, además de por el valor o cualidades de la cosa
sustraída o situación en la que queda la víctima, porque se efectúe encasa habitada o
edificios o locales abiertos al público.

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2) Robo con violencia e intimidación en las personas

Por su parte, el robo con violencia o intimidación en las personas se produce cuando
sustrae bienes ajenos utilizando fuerza física o coaccionando subjetivamente a la
víctima.

Artículo 287.- Comete el delito de robo, el que se apodera de un bien ajeno mueble,
sin derecho y sin consentimiento de la persona que pueda disponer de él, conforme a
la ley.

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El robo estará consumado desde el momento en que el ladrón tiene en su poder el
bien, aun cuando después lo abandone o lo desapoderen de él.

Para estimar la cuantía del robo, se atenderá únicamente al valor intrínseco del objeto
de apoderamiento.

Para efectos de este capítulo, se entiende, por salario mínimo diario, el que se
encuentre vigente en la zona económica, al momento de cometerse el delito.

Artículo 288.- También comete el delito de robo el que:

I. Se apodere o disponga de un bien mueble propio, que se encuentre en poder


de otra por cualquier título legítimo o por disposición de la autoridad;

II. Aproveche la energía eléctrica o cualquier otro fluido, sin derecho y sin el
consentimiento de la persona que legalmente pueda disponer de ellos; y

III. Se encuentre un bien perdido y no lo devuelva a su dueño, sabiendo quién es.

Artículo 289.- El delito de robo se sancionará en los siguientes términos:

I. Cuando el valor de lo robado no exceda de treinta veces el salario mínimo, se


impondrán de seis meses a dos años de prisión y de cincuenta a cien días multa;

II. Cuando el valor de lo robado exceda de treinta pero no de noventa veces el


salario mínimo, se impondrán de uno a tres años de prisión y de cien a ciento
cincuenta días multa;

III. Cuando el valor de lo robado exceda de noventa pero no de cuatrocientas


veces el salario mínimo, se impondrán de dos a cuatro años de prisión y de
ciento cincuenta a doscientos días multa;

IV. Cuando el valor de lo robado exceda de cuatrocientos pero no de dos mil


veces el salario mínimo, se impondrán de cuatro a ocho años de prisión y de
doscientos a doscientos cincuenta días multa;

V. Cuando el valor de lo robado exceda de dos mil veces el salario mínimo, se


impondrán de seis a doce años de prisión y de doscientos cincuenta a
trescientos días multa; y
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VI. Si por alguna circunstancia la cuantía del robo no fuere estimable en dinero o
si por su naturaleza no se hubiere fijado su valor, se impondrán de uno a cinco
años de prisión y de cincuenta a ciento veinticinco días multa.

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Abigeato: Es el delito consistente en el robo de animales de cría, o cuatrerismo, que


sucede generalmente, aunque no en forma excluyente (ya que puede ser mientras es
transportado) en las zonas de campo, afectando a los productores ganaderos. Dentro
de estos animales se distingue el ganado mayor, que comprende el ganado bovino mular
y equino; y el menor, que es el porcino, caprino u ovino. El hurto de bípedos, como
gallinas, no es abigeato.
Etimológicamente, abigeato proviene de las palabras latinas ab y agere, que significan
echar por delante, arrear o aguijar, diferenciando la consumación del delito de abigeato
con el hurto o robo, ya que el primero se concreta cuando se arrea el ganado, sin
necesidad de aprehenderlo o tomarlo con las manos o cargarlo, como en otros hurtos.
Los romanos consideraron importante legislar el abigeato como hurto agravado por la
protección que merecían estos animales tan importantes para las actividades del
campo, fuente de sus riquezas, consideradas res mancipi, que requerían incluso, para la
transmisión del dominio, formalidades especiales, a través de la mancipatio (cinco
testigos y un libripens que sostenía la balanza). El abigeato acarreaba durísimas penas,
como condenar a sus autores a las bestias, a trabajos forzados en las minas o a la
muerte, siendo causal de divorcio.
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Artículo 296.- Comete el delito de abigeato quien se apodere de una o más cabezas
de ganado ajeno, sin consentimiento de quien legalmente pueda disponer de ellas.
Artículo 297.- Cuando se trate de ganado vacuno, equino, mular o asnal, se
sancionará conforme a las siguientes reglas:

I. De una a tres cabezas, con prisión de dos a cinco años y de cincuenta a ciento
veinticinco días multa;

II. De cuatro a diez cabezas, con prisión de tres a ocho años y de setenta y cinco a
doscientos días multa; y

III. Más de diez cabezas, con prisión de cuatro a doce años y de cien a trescientos
días multa.
Artículo 298.- Cuando se trate de ganado porcino, ovino o caprino, se sancionará
conforme a las siguientes reglas:

I. De una a diez cabezas, con prisión de uno a tres años y de treinta a setenta
y cinco días multa; y

II. Más de diez cabezas, con prisión de dos a cinco años y de cincuenta a
ciento veinticinco días multa.

En el caso de este artículo y el que le antecede, si el delito es cometido por dos o más
personas, las penas se incrementarán en una mitad.

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Artículo 299.- Se equiparán al delito de abigeato las siguientes conductas:
I. Cambiar, vender, comprar, comerciar, transportar u ocultar de cualquier forma
animales, carne en canal o pieles, a sabiendas de que son producto de abigeato;

II. Alterar, eliminar las marcas de animales vivos o pieles, contramarcar o contraseñar
sin derecho para ello;

III. Marcar o señalar animales ajenos, aunque sea en campo propio; y

IV. Expedir certificados falsos para obtener guías simulando ventas o hacer conducir
animales que no sean de su propiedad, sin estar debidamente autorizado para ello o
hacer uso de certificados o guías falsificados, para cualquier negociación sobre ganado
o pieles.

V. Extraer sin consentimiento de quien legalmente pueda realizarlo, los dispositivos


electrónicos de identificación del ganado, así como duplicar, alterar o modificar los
componentes de dichos dispositivos.
Al que cometa cualquiera de las conductas señaladas en las fracciones anteriores se le
impondrán de uno a ocho años de prisión y de treinta a doscientos días multa.

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Abuso de confianza: El delito consiste en que una persona disponga para beneficio
de él u otra persona de un bien mueble ajena, de la cual se le haya transmitido la
tenencia pero no el dominio.
Mientras que en el robo debe existir el apoderamiento de una cosa ajena sin el

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consentimiento del titular, es decir, cualquier persona que se "apodere" de una cosa
ajena sin el consentimiento del dueño es considerado como robo.

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El delito debe causar un daño, consistente en un perjuicio económico, aunque no se


necesita que paralelamente se enriquezca el autor del ilícito. Se exige el dolo, ya sea de
la intención de enriquecerse, o la de dañar el patrimonio administrado.
Los tres elementos que constituyen la figura delictiva denominada abuso de confianza
son: la entrega de la cosa, en virtud de la confianza o de un contrato que no transfiere
el dominio; que la confianza haya sido alcanzada con fines distintos del de disponer de
lo ajeno, y que el acusado disponga de los fondos para otros objetos distintos de los
indicados, sabiendo que no le pertenecían.

Sujetos

El sujeto activo puede serlo cualquier persona física, mientras que el pasivo puede ser
cualquier persona, física o moral.

Objetos

• Material: Es la cosa ajena mueble, de la que el agente dispone indebidamente


cuando le ha sido confiada su tenencia, más no su dominio. “ El agente tiene el
derecho del cuidado del bien pero no de su propiedad”
• Jurídico: Es el patrimonio, ya que es el bien jurídicamente tutelado por la norma.
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Clasificación del delito de abuso de confianza
En función de su gravedad: El abuso de confianza es un delito, por que lesiona derechos
derivados del pacto social creado por el hombre para vivir en sociedad, y porque es
perseguido por el Ministerio Publico, y sancionado por una autoridad judicial de
acuerdo con las normas establecidas con anterioridad al hecho, imponiéndole el
merecido castigo o sanción que puede ser pecuniaria o de la privación de su libertad.

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Según la conducta del agente: De acción: Este delito para su realización requiere
movimientos corporales y materiales. “En otras palabras requiere de la acción de la
sustracción del bien tutelado.”
Por el resultado: Material: Es eminentemente material, ya que en su efectuación
siempre ocasionará un resultado exterior, el cual será la disminución en la economía
de la víctima. “Será la perdida de los bienes patrimoniales de la víctima.”
Por el daño que causa: De lesión: Se considera que el delito de abuso de confianza es
de lesión, porque daña el bien jurídico tutelado, amparado por la norma, el cual es el
patrimonio de las personas.
Por su duración: Instantáneo: Según los casos previstos en los Artículos 302, 303
fracciones I, II, III, IV y 304, fracciones I, II, III, IV, V, VI del Código Penal aplicable para

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el Estado de México.
Fraude: Es un concepto de connotación negativa, ya que implica actitudes engañosas,
ardides, dolo, o sea intención maliciosa. Cuando se le dice a una persona que es un
fraude, es decirle que toda ella es una mentira, pues se desenvuelve en su vida con
ocultamiento de sus verdaderas intenciones. “Fraus omnia corrumpit”, decían los
antiguos romanos, que querían explicar el carácter del fraude como corruptor de todo
lo que lo involucra.
Se puede defraudar a un amigo o a un pariente, cuando se lo estafa en su confianza, o
en la retribución de sus afectos, pero en muchas ocasiones la defraudación sobrepasa
los límites de la ética para violar deberes jurídicos, burlando la ley. La intención del que
comete fraude es lograr un beneficio a través del engaño.

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El fraude es un delito penado por los códigos penales del mundo, cuya especie más
conocida es la estafa.
En el ámbito civil los actos hechos con fraude, cometidos en perjuicio de los
acreedores, como por ejemplo cuando un deudor enajena sus bienes para insolventarse
adrede, y así no poder responder por sus obligaciones, son actos revocables a través
de la acción pauliana (La acción pauliana o revocatoria, es una figura jurídica que
permite a los acreedores obtener la revocación de los actos del deudor en fraude de
sus derechos. El fin económico la acción pauliana, es mantener en el patrimonio del

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obligado, los bienes de que se desprende en apariencia o en realidad, para perjudicar
derechos legítimos de tercero).
El fraude electoral es un engaño hacia la ciudadanía, y se realiza mediante compra de
votos, colocando sufragios como emitidos por personas ya fallecidas que aún figuran
en el padrón electoral, u ocultando votos.
Fraude fiscal es ocultar bienes o ingresos, o de cualquier modo evadir el pago de las
contribuciones fiscales, impuestas a los contribuyentes.
Quien engaña a un Juez en un juicio, comete fraude procesal, impidiéndole ver los
hechos tal como han acontecido, y por lo tanto obstaculizando la concreción de la
justicia.

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Artículo 305.- Comete el delito de fraude el que engañando a otro o aprovechándose


del error en que éste se halla, se haga ilícitamente de una cosa o alcance un lucro
indebido para sí o para otro.

Artículo 306.- Igualmente comete el delito de fraude:

I. El que obtenga dinero, valores o cualesquiera otra cosa, ofreciendo encargarse de


la defensa o gestión a favor de un inculpado, o de la dirección o patrocinio en un asunto
civil, familiar, mercantil, laboral o administrativo si no efectúa aquélla o no realiza éste,
sea porque no se haga cargo legalmente de la misma o porque renuncie o abandone el
negocio o la causa sin motivo justificado;

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II. Al que por título oneroso, enajene algún bien ajeno con conocimiento de que no
tiene derecho para disponer de él, o lo arriende, hipoteque, empeñe o grave de
cualquier forma, si ha recibido el precio, la renta o alquiler, la cantidad en que la gravó,
parte de ellos o un lucro equivalente;

III. Al que disponga de un bien propio, como libre, con el conocimiento de que está
gravado;

IV. Al que obtenga de otro una cantidad de dinero o cualquier otro lucro, otorgándole
o endosándole a nombre propio o de otro, un documento nominativo, a la orden o al
portador contra una persona supuesta o que el otorgante sabe que no ha de pagarlo; V.
El que se haga servir algún bien o admita un servicio en cualquier establecimiento
comercial, y no pague su importe conforme a los precios usuales o autorizados para
establecimientos de su clase;

VI. El que compre un bien mueble ofreciendo pagar su precio de contado y después
de recibirlo rehusé hacer el pago o devolverlo si el vendedor, mediante requerimiento,
le exigiere lo primero dentro de quince días de haber recibido el bien el comprador;

VII. El que hubiere vendido un bien mueble y recibido su precio, si no lo entrega dentro
de los quince días del plazo convenido o no devuelve su importe en el mismo término
en el caso de que se le exija esto último, o no entregue el bien en la cantidad o calidad
convenidas;

VIII. El que venda a dos o más personas un mismo bien, sea mueble o inmueble y reciba
el precio de una u otra venta o ambas o parte de él, con perjuicio de los primeros o
siguientes compradores;

IX. El que valiéndose de la suma ignorancia, notoria inexperiencia, extrema miseria o


necesidad de otro, obtiene de éste ventajas usurarias por medio de contratos,
convenios o documentos mercantiles o civiles, en los cuales se estipulen réditos o
lucros superiores a los usuales en el mercado o tasas de interés bancario autorizados;

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X. El que para obtener un lucro indebido, ponga en circulación fichas, tarjetas u otros
objetos de cualquier materia, como signos convencionales en sustitución de la moneda
legal;

XI. El que, por sorteos, rifas, loterías, promesa de venta o por cualquier otro medio,
se quede en todo o en parte con las cantidades recibidas sin entregar la mercancía u
objeto ofrecido;

XII. El que realice o celebre un acto jurídico, convenio, contrato, acto o escrito judicial,
simulados con perjuicio de otro, o para obtener un beneficio indebido;

XIII. El fabricante, empresario, contratista o constructor de una obra o instalación, que


emplee en la construcción de la misma materiales o realice construcción de inferior
calidad o cantidad a la estipulada, si ha recibido el precio convenido, con perjuicio del
contratante.

XIV. El que para obtener un lucro indebido explote las preocupaciones, las
supersticiones o la ignorancia de las personas, por medio de supuestas evocaciones de
espíritus, adivinaciones o curaciones u otros procedimientos carentes de validez
técnica o científica;

XV. El que altere por cualquier medio los medidores de algún fluido o las indicaciones
registradas en esos aparatos para aprovecharse indebidamente de ellos en perjuicio del

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proveedor o consumidor;

XVI. El que por cualquier razón tuviere a su cargo la administración o el cuidado de


bienes ajenos y perjudique al titular de éstos, alterando las cuentas o condiciones de
los contratos, simulando operaciones o gastos o exagerando los que hubiere hecho,
ocultando o reteniendo valores o empleándolos indebidamente;

XVII. La o el cónyuge o concubino, que sin causa justificada y en detrimento de la


sociedad conyugal o del patrimonio común generado durante el concubinato, oculte o
transfiera por cualquier medio o adquiera a nombre de terceros, los bienes de éstos.

XVIII.

XIX. El que venda o intercambie por algún otro bien, vales de papel o impresos o
cualquier dispositivo en forma de tarjeta plástica que sean falsos, asociado a un sistema
de pagos y prestaciones emitido por personas morales utilizados para canjear bienes y
servicios;

XX. El que haga efectivos vales de papel o impresos o cualquier dispositivo en forma
de tarjeta plástica que sean falsos, asociado a un sistema de pagos y prestaciones
emitido por personas morales utilizados para canjear bienes y servicios; y

XXI. El que posea vales de papel o impresos o cualquier dispositivo en forma de tarjeta
plástica que sean falsos, con fines de enajenarlos, distribuirlos, intercambiarlos o
hacerlos efectivos.

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Artículo 307.- El delito de fraude se sanciona con las penas siguientes:
I. De seis meses a dos años de prisión o de treinta a sesenta días multa, cuando el
valor de lo defraudado no exceda de quince veces el salario mínimo;}

II. De uno a cuatro años de prisión o de cuarenta a cien días multa, cuando el valor
de lo defraudado exceda de quince, pero no de noventa veces el salario mínimo;

III. De dos a seis años de prisión y de cincuenta a ciento cincuenta días multa, cuando
el valor de lo defraudado exceda de noventa pero no de seiscientas veces el
salario mínimo;

IV. De cuatro a ocho años de prisión y de cien a doscientos días multa, cuando el valor
de lo defraudado exceda de seiscientos pero no de tres mil quinientas veces el
salario mínimo;

V. De seis a doce años de prisión y de ciento cincuenta a trescientos días multa


cuando el valor de lo defraudado exceda de tres mil quinientas veces el salario
mínimo; y

VI. Si por alguna circunstancia la cuantía de lo defraudado no pudiere ser determinada,


se impondrán de uno a cinco años de prisión y de treinta a ciento veinticinco
días multa. Este delito se perseguirá por querella de la parte ofendida.

Despojo: Comete el delito de despojo, quien dé por voluntad propia y utilizando


violencia física o moral, engaño o furtivamente, ocupe un inmueble ajeno, haga uso de
él o de un derecho real que no le pertenezca, también entrara en esta figura delictiva
aquel que ocupe un inmueble de su propiedad, en los casos en que la ley no lo permite
por hallarse en poder de otra persona o ejerza actos de dominio que lesionen derechos
legítimos del ocupante, también se aplica a quien se apodere de aguas.

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La característica más importante de este delito es que el objeto material está


constituido por la desposesión de cualquier tipo de bien inmueble, así como derechos
reales, se debe añadir como característica el "propósito lucrativo". El objeto material
del delito de despojo, no solamente se limita a la posesión transitoria o permanente
de casas o terrenos, sino a la ocupación que alguien pueda ejercer de ciertos derechos
reales como pudiera tratarse de una servidumbre de paso, en cuyo caso, según la
terminología civil también es un bien inmueble sobre lo cual existe un derecho del tipo
ideal que sólo puede recaer en la acción de usurpar.

Artículo 308.- Comete el delito de despojo:

I. El que dé propia autoridad ocupe un inmueble ajeno o haga uso de él o de un


derecho real que no le pertenezca

II. El que dé propia autoridad ocupe un inmueble de su propiedad, en los casos


que la ley no le permita, por hallarse en poder de otras personas, o ejerza actos
de dominio que lesionen derechos legítimos del ocupante; y

III. El que en términos de las fracciones anteriores distraiga sin derecho el curso
de las aguas.

Al responsable de este delito se le impondrán de uno a cinco años de prisión y de


treinta a ciento veinticinco días multa.

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Cuando se trate de un predio que por decreto del ejecutivo del Estado haya sido
declarado área natural protegida en sus diferentes modalidades de parques estatales,
parques municipales, zonas sujetas a conservación ambiental y las demás que
determinen las leyes, se impondrán de dos a siete años de prisión y de cincuenta a
ciento setenta y cinco días multa.

A los autores intelectuales, a quienes dirijan la invasión y a quienes instiguen a la


ocupación del inmueble, cuando el despojo se realice por dos o más personas, se les
impondrán de seis a doce años de prisión y de ciento cincuenta a trescientos días multa.

Si al realizarse el despojo se cometen otros delitos, aún sin la participación física de los
autores intelectuales, de quienes dirijan la invasión e instigadores, se considerará a
todos éstos, inculpados de los delitos cometidos.

Daño en los bienes: Se define como el mal, perjuicio, deterioro causado a una
persona por otra u otras, o por el hecho de las cosas. De este modo, en el ámbito
federal, el Artículo 2108 del Código Civil vigente, entiende por daño "la pérdida o
menoscabo sufrido en el patrimonio por la falta de cumplimiento de una obligación".
En los sistemas jurídicos de tradición continental el daño que es causado por culpa o
dolo debe ser reparado, conforme al principio general de la responsabilidad civil. Esta
reparación, actualmente, se extiende tanto al daño material como a la moral, pues los
ordenamientos por regla general no la restringen a alguno en particular.

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El daño puede ser causado por dolo o culpa, o bien puede deberse a un caso fortuito
o fuerza mayor. En el caso de daño doloso, el autor del daño actúa de forma intencional
o maliciosa. En el caso de daño causado culposamente, la conducta es negligente,
descuidada o imprevisora, y no presta la atención que debiera según el canon o
estándar de diligencia aplicable (generalmente, el del "buen padre de familia"). En
principio, el daño doloso obliga al autor del daño a resarcirlo. Además, suele acarrear
una sanción penal, si también constituye un ilícito penado por la ley. En cambio, el acto
ilícito meramente civil suele llevar provocar tan sólo el nacimiento del deber de reparar
o indemnizar el daño. Nadie responde por los daños causados de modo fortuito, en
los cuales se dice que la víctima debe pechar con su daño.

La responsabilidad por daños exige como regla general que exista un nexo causal entre
la conducta del autor y el daño.

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Artículo 309.- Comete este delito el que por cualquier medio dañe, destruya o
deteriore un bien ajeno o propio en perjuicio de otro.

El Ministerio Público se abstendrá de ejercer acción penal tratándose de daño en bienes


muebles o inmuebles de propiedad privada, causado por accidentes ocasionados con
motivo del tránsito de vehículos. En estos casos, la autoridad que conozca de los
hechos remitirá el asunto a la instancia conciliadora establecida en la Ley Orgánica
Municipal del Estado de México, siempre y cuando el conductor que ocasione el hecho
de tránsito no se encuentre en estado de ebriedad o bajo el influjo de estupefacientes
o sustancias psicotrópicas.

Si como resultado de un accidente de tránsito se ocasionan daños en bienes de la


administración pública municipal o estatal, el Ministerio Público podrá aplicar los
criterios de oportunidad en términos de lo dispuesto por el Código de Procedimientos
Penales para el Estado de México.

Las diligencias practicadas por la autoridad que conozca de los hechos en primer orden
serán turnadas a la autoridad que le corresponda, para que siga conociendo de los
hechos.

Artículo 310.- A los responsables de este delito se les sancionará en los siguientes
términos:

I. Cuando no exceda de quince veces el salario mínimo, se impondrán de seis meses a


dos años de prisión o de treinta a sesenta días multa;

II. Cuando exceda de quince pero no de noventa veces el salario mínimo, se


impondrán de uno a tres años de prisión o de cuarenta a ochenta días multa;

III. Cuando exceda de noventa pero no de cuatrocientas veces el salario mínimo, se


impondrán de dos a cuatro años de prisión y de cincuenta a cien días multa;

IV. Cuando exceda de cuatrocientos pero no de dos mil veces el salario mínimo, se
impondrán de cuatro a ocho años de prisión y de cien a doscientos días multa;

V. Cuando exceda de dos mil veces el salario mínimo, se impondrán de seis a doce

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años de prisión y de ciento cincuenta a trescientos días multa; y

VI. Si por alguna circunstancia la cuantía del daño en los bienes no pudiere ser
determinada, se impondrán de uno a cinco años de prisión y de treinta a ciento
veinticinco días multa.

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Este delito se perseguirá por querella de la parte ofendida, excepto en los casos
señalados en el artículo siguiente.

Artículo 311.- Cuando el delito se cometa por medio de inundación, incendio o


explosión, a las penas señaladas en el artículo anterior se agregarán:

I. De uno a cinco años de prisión y de veinticinco a ciento veinticinco días multa,


cuando se ocasione a bosques o cultivos de cualquier género;

II. De dos a siete años de prisión y de cincuenta a ciento setenta y cinco días
multa, cuando se ocasione a bienes de valor científico, artístico o cultural; y

III. De tres a ocho años de prisión y de setenta y cinco a doscientos días multa,
cuando se ocasione a bienes muebles o inmuebles, o documentos afectos a él,
de manera que interrumpa el servicio público.

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1.2.3 Índice de delitos patrimoniales no serios

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Los delitos patrimoniales que prevé el Código Penal Federal en su título


vigesimosegundo son los cometidos por particulares en contra del patrimonio de la
Federación, o los cometidos por servidores públicos de la Federación en contra de
particulares, encontrándose contemplados, el robo, abuso de confianza, fraude,
extorsión, despojo de cosas inmuebles o de aguas y daño en propiedad ajena, delitos
previstos en los artículos 367 al 399 bis de dicho código.

Las penas aplicables a cada uno de los delitos enunciados difieren según la gravedad y
cuantía del quebranto patrimonial sufrido por su comisión.

Los delitos patrimoniales más comunes son el robo, que es el apoderamiento de un


bien mueble ajeno propiedad de una Institución gubernamental federal, sin derecho ni
consentimiento de la persona que puede disponer de ella con arreglo a la ley; y el delito
de daño en propiedad ajena, que es el daño causado por particulares en contra de
bienes muebles e inmuebles propiedad del Estado, debiendo considerarse
principalmente el daño ocasionado a la red carretera nacional en su cinta asfáltica y
señalamientos, o bien los accidentes producidos en la conducción de vehículos
automotores.

Los delitos patrimoniales pueden clasificarse en función de dos criterios:

1. Según se obtenga un determinado enriquecimiento, se distinguen en:

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a) Delitos de enriquecimiento: Son aquellos en que el sujeto activo busca una
determinada ventaja patrimonial –hurto, estafa, apropiación ilícita-, pudiendo
llevar a cabo la obtención de tal ventaja a través de diferentes modalidades que,
fundamentalmente, son de apoderamiento (hurto, robo) o de defraudación
(donde se pone el acento en una determinada relación entre sujeto activo y
pasivo) Lo distintivo es el ánimo de lucro indefinido con el enriquecimiento.

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b) Delitos sin enriquecimiento: Son aquellos en el que el sujeto activo solo


persigue un perjuicio del sujeto pasivo (daños)

2. Según el objeto material sobre el que recae el comportamiento típico, pueden


clasificarse en:

a) Delitos que recaen solo sobre bienes muebles: hurto, robo, apropiación ilícita,
receptación.

b) Delitos que recaen solo sobre bienes inmuebles: usurpación.

c) Delitos que recaen sobre bienes muebles e inmuebles: estafa, extorsión, daños.

-Del hurto

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Todo el que se apodere de algún objeto mueble, perteneciente a otro para


aprovecharse de él, quitándolo, sin el consentimiento de su dueño, del lugar donde se
hallaba, será penado con prisión de un año a cinco años.

Si el valor de la cosa sustraída no pasare de una unidad tributaria (1.U.T.), la pena será
de prisión de tres meses a seis meses.

Se comete también este delito cuando el hecho imputado recaiga sobre cosas que
hagan parte de una herencia aún no aceptada, y por el copropietario, el asociado o
coheredero, respecto de las cosas comunes o respecto de la herencia indivisa, siempre
que el culpable no tuviere la cosa en su poder. La cuantía del delito se estimará hecha
la deducción de la parte que corresponde al culpable.

La pena de prisión por el delito de hurto será de dos a seis años, si el delito se ha
cometido:

1. En las oficinas, archivos o establecimientos públicos, apoderándose de las cosas


conservadas en ellos, o de otros objetos destinados a algún uso de utilidad
pública.

2. En los cementerios, tumbas o sepulcros, apoderándose ya de las cosas que


constituyen su ornamento o protección, bien de las que se hallan sobre los
cadáveres o se hubieren sepultado con éstos al mismo tiempo.
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3. Apoderándose de las cosas que sirven o están destinadas al culto, en los lugares
consagrados a su ejercicio, o en los anexos y destinados a conservar las dichas
cosas.

Delitos de la propiedad

• Delito contra la propiedad industrial

• Delito contra la propiedad intelectual

• Delito contra la propiedad privada

• Delitos contra la propiedad código penal

• Delitos contra la propiedad en materia de sistemas informáticos

1.2.4 Índice de delitos violentos

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Los delitos violentos son sucesos negativos, vividos de forma brusca, que generan
terror e indefensa, ponen en peligro la integridad física o psicológica de una persona y
dejan a la víctima en tal situación emocional que es incapaz de afrontar con sus recursos
psicológicos habituales.

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No existe un único factor que explique las distintas manifestaciones de violencia. Ahora
bien, hay crímenes que resultan más difíciles de entender pues escapan totalmente a la
razón. Por ejemplo, cuesta asimilar el que un individuo se acerque a un desconocido y
lo apuñale hasta matarlo o que alguien pase en automóvil por delante de una casa y se
ponga a disparar sin ningún motivo.

Algunas personas sostienen que la violencia es inherente al hombre. Sin embargo, hay
quienes consideran que este rasgo no forma parte de la naturaleza humana. Según un
gran número de especialistas, existen muchos factores y circunstancias que pueden
inducir a alguien a cometer un acto de violencia irracional. Un informe publicado por
la academia estadounidense del FBI (Buró Federal de Investigación) llega a decir: “La
persona que está en su sano juicio no comete un homicidio”. Es posible que algunas
autoridades no concuerden del todo con esta afirmación, pero sí concuerdan con lo
que da a entender. Por algún motivo, el agresor ya no piensa con normalidad. Algo ha
afectado su raciocinio, de modo que es capaz de actos impensables. ¿Qué factores
pueden contribuir a que un individuo decida matar a alguien sin ninguna razón aparente?
Examinemos algunas de las posibles causas mencionadas por los expertos.

Factores que contribuyen a que se cometan delitos violentos

Muchos expertos destacan los siguientes puntos como posibles factores que inducen a
la violencia sin sentido:
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• La desintegración familiar

• Los grupos extremistas

• Las sectas peligrosas

• El entretenimiento violento

• La exposición directa a la violencia

• El consumo de drogas

• La incapacidad para afrontar los problemas

• El fácil acceso a armas mortíferas

• Ciertos trastornos mentales

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Los criminales violentos pueden inducir miedo y terror en casi cualquier persona. La
gente piensa en personas como Charles Mason sin la más mínima consideración por
otros individuos o incluso por sí mismos. Sin embargo, la definición de un criminal
violento es más técnica y complicada que eso. Hay ciertos requisitos que debe tener
una persona para ser considera como criminal violento ante los ojos de la ley.
Hay que considerar el tipo y la naturaleza del crimen en el momento de definir a un
criminal violento. Una persona puede considerarse como criminal violento si ejerció
una fuerza bruta, si poseía o llevaba un arma de fuego, si le causó un daño serio a la

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otra persona o si una o más personas murieron en el evento.
Lo más probable es que se considere como criminal violento a una persona con ofensas
violentas anteriores, en particular cargos por delitos violentos. Esto incluye el abuso
domésticos, el asalto a mano armada o cualquier otro delito en el que la persona haya
intentado causar un daño físico serio o matar a la víctima.
Los crímenes violentos han sido comúnmente considerados malos en todas las culturas
y tiempos, en la historia del mundo.

Asesinato: Quitar la vida de otra persona por medios violentos, se considera


generalmente que es asesinato. Aunque la definición de asesinato puede variar entre
culturas, la comprensión básica es que una vida es quitada con intención. Las
consecuencias jurídicas de asesinato también varían entre las naciones, con penas que
van desde la cárcel a la pena capital.

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Violación: La violación es un delito en el que la víctima es forzada a efectuar un acto


sexual sin su consentimiento. La violación es el menos reportado de los crímenes
violentos, ya que a menudo involucra a partes que se conocen entre sí.

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Agresión: La agresión es un delito en el que el autor inicia un contacto físico no


deseado con la víctima. El contacto es usualmente de naturaleza violenta, tal como
golpear a la víctima con los puños. La Agresión es grave cuando el agresor golpea a la
víctima con un objeto, con la intención de dañar su cuerpo. La agresión difiere del
abuso en que el abuso se puede producir sin contacto físico, pero la víctima se siente
amenazada por las acciones del agresor

Abuso doméstico: El abuso doméstico es un crimen violento cuando una persona


abusa de su pareja físicamente. La pareja debe estar envuelta en una relación íntima,
como el matrimonio o la cohabitación. Un patrón debe ser establecido para que el
crimen sea considerado abuso y no clasificado como agresión doméstica. Muchas
jurisdicciones han adoptado una política de detención obligatoria en los casos de
violencia doméstica.

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Robo a mano armada: El robo a mano armada es un tipo de crimen violento en el
que el autor por la fuerza, toma algo de otra persona mientras usa un arma. El robo a
mano armada se diferencia del robo, ya que debe involucrar la amenaza de daño
corporal con un arma.

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Secuestro: En un rapto o secuestro, una persona es llevada por la fuerza en contra


de su voluntad. Los motivos del secuestro varían mucho, pero incluyen el tráfico de
niños y el pago de un rescate. La mayoría de los casos de secuestro en México implican
padres separados o divorciados que secuestran a sus hijos de su ex cónyuge o ex
pareja, quien es el guardián legal del niño o quien tiene la custodia.

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1.3 PERCEPCIÓN DE INSEGURIDAD

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La percepción de inseguridad ciudadana constituye un concepto que corresponde al


campo de las representaciones sociales e imaginarios colectivos. Para Curbet (2006) la
inseguridad ciudadana incluye dos componentes: la inseguridad subjetiva y la
inseguridad objetiva. La primera se define como el sentimiento de amenaza personal,
el cual no necesariamente corresponde con la vulnerabilidad real de la persona que la
experimenta. La segunda comprende un análisis objetivo de la probabilidad de ser
víctima de algún delito.

Por ser una construcción social - tiene un momento histórico que toma cuerpo, para
el caso que nos ocupa en Latinoamérica es a principios de los años noventa con la libre
movilidad de los capitales; en este contexto la sensación de inseguridad aparece como
una externalidad negativa para la inversión extranjera, el turismo y el desarrollo
urbano. En este caso, revistas como “América Economía” al introducir la noción de
riesgo han construido la percepción de inseguridad desde lo empresarial e
internacional. Adicionalmente, las policías locales incorporan el tema por la brecha
existente entre violencia objetiva y subjetiva, como forma de descargar
responsabilidades frente a los medios de comunicación. Todo esto supone que si ésta
nace socialmente, de la misma manera puede ser contrarrestada y revertida.

Hay que tomar en cuenta que la percepción de inseguridad puede originarse en hechos
que no tengan nada que ver con los actos de violencia ocurridos o por ocurrir
42
(anteriores o posteriores), sino por ejemplo, de sentimientos de soledad o de
oscuridad que finalmente tienen que ver, en el primer caso, con la ausencia de
organización social o la precaria institucionalidad; o en el segundo caso, por la falta de
iluminación de una calle, la ausencia de recolección de basura o la inexistencia de
mobiliario urbano.

Si la ciudad es un espacio de “soledades compartidas” y, por tanto, el lugar del


anonimato y la inseguridad; allí el temor crecerá y, lo que es peor, el miedo se
convertirá en principio urbanístico. Es decir, hay un miedo construido en la ciudad y
también una ciudad construida por el miedo.

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Por esta razón, las políticas urbanas han empezado a tomar en cuenta esta dimensión,
desarrollando propuestas como las llamadas, por ejemplo: “ventanas rotas” impulsadas
en Nueva York y diseñadas para regular la conducta social en el espacio público; o
“prevención situacional” que busca poner barreras físicas al crimen. De allí que sea
pertinente plantearse preguntas como las siguientes: ¿Quién concibe, usa, produce y
controla el espacio público: el crimen o la policía? ¿Estamos en esta disyuntiva? No es
dable pensar en éstas como opciones, por eso hay que buscar alternativas que
produzcan más ciudad y más seguridad tanto objetiva como subjetiva.

43
1.3.1 Índice de percepción de frecuencia delictiva

Los mexicanos llevamos lustros siendo golpeados por la delincuencia. En estos años
hemos sido víctimas de algún delito, o el temor a hacerlo nos ha obligado a cambiar
nuestros más arraigados. La inseguridad ha atentado con nuestras formas más
esenciales de convivencia, ha trastocado el flujo normal de nuestras vidas y actividades
y, por qué no decirlo, ha limitado nuestro progreso. México no podrá florecer, si sus
cimientos están debilitados. Si las certezas más básicas sobre la integridad propia y la
de los nuestros, la de nuestro patrimonio y medios de sustento están ausentes. Resulta
claro: los mexicanos queremos esas certezas, no más violencia y dolor.

La autoridad ha sido avasallada por este fenómeno, cuando no capturada por redes
criminales cuyos tentáculos alcanzan esferas insospechadas. El régimen priista del
pasado contaba con extraordinarios mecanismo de control político y también redes de
complicidades que le permitieron mantener el crimen a raya. Nunca consolidó
instituciones fuertes, funcionales, que pudieran cumplir con su misión.

El punto de partida es la magnitud del fenómeno: cuantos delitos se comenten, cuantas


personas son víctimas de un acto criminal, cuál es el peso de los delitos graves, cuál ha
sido su comportamiento a través de los años.

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Los índices sirven fundamentalmente para monitorear un fenómeno en forma agregada.


Así, los índices que se proponen en este trabajo sirven para sentar las bases del
monitoreo de la actividad delictiva y de los problemas relacionados a la seguridad
publica en el país. Un índice delictivo, por ejemplo, es un agregado de indicadores

44
delincuentes (por ejemplo, tasa de homicidio, de robo, etc.) que puede tomar distintas
unidades de análisis o de base.

México enfrenta la crisis de violencia más grave de las últimas décadas. No sólo se
cometen más delitos sino que cada vez son más violentos. En los últimos cuatro años,
los homicidios relacionados al crimen organizado aumentaron en más de 400% y, a la
par, los secuestros y las extorsiones se incrementaron en 100% cada uno. Para las
zonas más afectadas, el conflicto se ha traducido en graves daños en el patrimonio de
la ciudadanía.

Robar un refresco en una tienda no es igual a secuestrar a una persona. Es cierto que
ambas conductas suponen un acto ilegal y merecen una sanción, sin embargo, entre
esos dos delitos existen tres diferencias que no deben obviarse: 1) el primero no es un
delito grave, el segundo sí; 2) vulneran derechos distintos y, por tanto, merecen penas
distintas;

El primero tiene un impacto mínimo en la percepción de inseguridad de la población,


mientras que el segundo genera una sensación de alarma y modifica el comportamiento
de los individuos.

Reconocer estas diferencias es necesario para entender la realidad del país y


fundamental para lograr una adecuada toma de decisiones en el día a día de nuestros
ministerios públicos. Hacerlo marcará la diferencia entre una fiscalía que logra
sancionar criminales y otra que sólo cumple un trámite.

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1.3.1 Frecuencia delictiva de ciertos delitos

Las carreras criminales han servido de base para la generación de distintas


explicaciones criminológicas, y especialmente de diversas teorías del desarrollo vital.
Al mismo tiempo, tal información también ha facilitado algunos avances metodológicos
y estadísticos importantes, de cara al estudio de los cambios que se producen en la
actividad criminal, tanto intra-individuales como entre individuos, a lo largo del curso
de la vida.

El estudio empírico de la actividad delictiva y de su evolución a lo largo del tiempo ha


sido un tema nuclear en la Criminología científica, los análisis descriptivos y más básicos
sobre la conducta criminal han proporcionado información relevante acerca de la
proporción de individuos que delinquen, la cuantía de sus delitos, las respectivas
participaciones según tipologías delictivas, y sobre el desistimiento de la actividad
criminal.

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El conocimiento adquirido acerca de los factores de riesgo para el delito, o elementos


personales y sociales que se vinculan típicamente al inicio y a las variaciones que se
producen en las carreras delictivas individuales.

Aunque los conocimientos precedentes sobre carreras delictivas y factores de riesgo


han supuesto un avance notable en la criminología moderna, muchos de tales
conocimientos han surgido a partir de diversos estudios sistemáticos y bien
controlados, pero limitados en cuanto a las muestras evaluadas, las fuentes de datos
utilizadas, y los periodos de observación. Por otro lado, muy pocos estudios se han
ocupado de dimensiones específicas de la carrera criminal que conecten entre sí, en
términos teóricos o aplicados, la delincuencia juvenil y la criminalidad adulta, periodo
vital en que muchas carreras delictivas finalizan, mientras que solo un pequeño grupo
de sujetos continúa delinquiendo.

47
Fuente: Redondo, Martínez-Catena y Andrés (2011).

1.4 TEMOR

Hace referencia al temor de los ciudadanos a ser personalmente víctimas de la


delincuencia, mientras que la inseguridad ciudadana puede entenderse como el miedo
al crimen en abstracto, podemos entender la inseguridad ciudadana como el
compendio de inquietudes que viene impregnado en el discurso de la denominada
“sociedad del riesgo” que incluye preocupaciones como el terrorismo, presencia de
inmigrantes, seguridad alimenticia entre otras.

El temor (del latín timor) es una pasión del ánimo que lleva a un sujeto a tratar de
escapar de aquello que considera arriesgado, peligroso o dañoso para su persona. El
temor, por lo tanto, es una presunción, una sospecha o el recelo de un daño futuro.

El temor es un sentimiento que comúnmente experimentamos los seres humanos y


asimismo los animales y que se caracteriza por el despliegue de una acción de huida,
de alejamiento de aquella persona, situación, o cosa que despierta el sentimiento,
porque claramente se la considera como peligrosa para la vida o la tranquilidad del
entorno.

48
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Temor se utiliza como sinónimo de miedo, la emoción angustiosa por un riesgo


imaginario o real. Se trata de una sensación desagradable que surge por la aversión
natural a las amenazas.

Al tratarse de una emoción primaria, puede decirse que el temor forma parte del
esquema adaptativo de los seres humanos y de los animales, ya que representa un
mecanismo de supervivencia y de defensa. Gracias al temor, un individuo puede
responder con rapidez ante una situación adversa.

Todos los seres humanos en algún momento de sus vidas han sentido temor y es que
este es una emoción dolorosa, un instinto común, que tiene lugar cuando se va a
producir de manera próxima un determinado acontecimiento que se quiere evitar.

El temor social es un arma de doble filo. Por un lado, puede apoyar a los manejadores
del poder, induciendo a la gente a aceptar cualquier solución para evitar el conflicto.
Por otro lado, crea inseguridad con todas sus consecuencias sociales, económicas,
políticas y de relación entre las partes que componen una comunidad nacional.

Código Penal aplicable, según ha resuelto la Suprema Corte de Justicia, no contiene


una sola excluyente de responsabilidad, sino tres, a saber: el miedo grave, el temor
fundado e irresistible, y, el estado de necesidad. Ahora bien, el miedo grave consiste,
en síntesis, en un estado de conmoción psíquica, profunda, capaz de anular o limitar
49
casi totalmente, la capacidad de raciocinio, dejando a la persona obrando bajo el influjo
de los instintos, capitalmente el de la propia conservación, o sea en la forma en que
obran los animales irracionales ante un peligro; para comprobarla, por tanto, no basta
la aseveración contenida en el dicho del quejoso, sino es precisa otra prueba de índole
pericial específica, puesto que la emoción primaria del miedo grave, produce
perturbaciones somático funcionales susceptibles de interpretación técnica adecuada.
El temor fundado e irresistible de un mal inminente y grave. La Suprema Corte de
Justicia ha resuelto que se trata del caso de vis compulsiva, por la coacción de terceros
sobre el ánimo del sujeto, para que realice el hecho delictuoso, así como la
comprobación de que en efecto se produjo el impacto psíquico buscado y el agente
delinque sólo por evitarse el mal concreto y cierto, grave e inminente con que se le
amenazaba.

Imagen tomada con fines didácticos

Consiste en la violencia física o moral que una o varias personas ejercen sobre otra,
con el objeto de que esta de su consentimiento que por su libre voluntad no hubiese
otorgado. El temor racional y fundado significa que si te obligan a cometer algún acto
con la amenaza de lastimarte a ti, a tu familia o tus bienes, debe ser por una situación
que no deje lugar a dudas, por ejemplo: tú argumentas que te obligaron a robarte un
anillo de diamantes amenazándote con matar al papá por ejemplo. No es algo racional,
y no sería fundado ya que tu proceder o actuar no pueden estar determinados por una
amenaza de ese tipo. Caso contrario un ladrón entra con un cuchillo a la joyería donde
50
trabajas y te amenaza con matarte si no le entregas las joyas, es una amenaza racional
pues de entrada es algo que puede pasar y tu acción de entregarle las joyas está fundado
pues temes por tu vida y tu actúas a consecuencia de la amenaza que te están haciendo.

1.4.1 Medidas de Capital Social

El término; hace referencia a las normas, instituciones y organizaciones que


promueven: la confianza, la ayuda recíproca y la cooperación. El paradigma del capital
social (y el del neoinstitucionalismo económico en que aquél se basa en parte) plantea
que las relaciones estables de confianza, reciprocidad y cooperación pueden contribuir
a tres tipos de beneficios:

• reducir los costos de transacción

• producir bienes públicos

• facilitar la constitución de organizaciones de gestión de base efectivas, de


actores sociales y de sociedades civiles saludables

La razón por la que en estas experiencias, habituales en los países desarrollados, se


generan relaciones de confianza es que los individuos entienden que la eficiencia
alcanzada en la vida económica de las sociedades avanzadas no puede lograrse sin la
cooperación, aunque sea interesada, de la mayoría de las personas. Y cooperar es más
sencillo cuando se confía en los demás.

El capital social se refiere a las instituciones, relaciones y normas que conforman la


calidad y cantidad de las interacciones sociales de una sociedad. Numerosos estudios
demuestran que la cohesión social es un factor crítico para que las sociedades
prosperen económicamente y para que el desarrollo sea sostenible. El capital social no
es sólo la suma de las instituciones que configuran una sociedad, sino que es asimismo
la materia que las mantiene juntas.

La expresión capital social subraya el valor de las relaciones sociales y el papel de la


cooperación y la confianza para el logro de resultados colectivos o económicos.

51
El término capital social es utilizado habitualmente por distintas ciencias sociales. Dado
que es un concepto muy amplio, se puede definir acentuando más unos aspectos que
otros en función de la perspectiva que se adopte. En términos generales, se puede
decir que el capital social es fruto de las relaciones sociales, y consiste en la expectativa
de beneficios derivados del trato preferencial y la cooperación entre individuos y
grupos.

Imagen tomada con fines didácticos

El capital social comunitario es constructible. Por ende, el marco teórico del capital
social puede servir para enriquecer una política pública de “empoderamiento” de
sectores sociales excluidos y de extrema pobreza. Una política de empoderamiento
debe promover la “minería” y la “arqueología” del capital social. La minería involucra
la búsqueda de yacimientos de los precursores del capital social que todavía no han
sido trasformados en esto. La arqueología, en cambio, implica la búsqueda de capital
social enterrado-y conservado-en la memoria histórica de los grupos, que existió en el
pasado pero fue debilitado por rivalidades internas o reprimido por fuerzas externas.

En numerosos estudios, el capital social se considera un resultado de las experiencias


de cooperación en ámbitos no económicos, como la familia, las asociaciones voluntarias
52
o los movimientos ciudadanos.

El capital social se genera en las redes sociales en las que se desenvuelve una economía,
pero, en las sociedades desarrolladas las relaciones económicas (laborales, financieras
o comerciales) son una parte importante de esas redes sociales. En un momento dado,
las características de las redes sociales y económicas de un país determinan la mayor
(o menor) disposición a cooperar de sus miembros y el nivel de su capital social, lo
cual incrementa (o disminuye) los costes de funcionamiento (de transacción,
coordinación y supervisión) y la eficiencia productiva.

Lo que induce una actitud confiada y promueve la inversión en capital social es la


expectativa de obtener mejoras gracias al trato favorable que nos dispensan los
individuos o grupos con los que cooperamos. Por consiguiente, como sucede en otros
bienes de capital, el valor del capital social depende de las expectativas de mayores
ingresos que nos depara poseer ese activo, es decir, ser miembro de una determinada
red social.

El Capital social es “El agregado de los recursos reales o potenciales ligados a la


posesión de una red durable de relaciones más o menos institucionalizadas de
reconocimiento mutuo”. Los recursos socio– estructurales que constituyen un activo
de capital para el individuo y facilitan ciertas acciones de individuos que están adentro
de esa estructura. Como otras formas el capital social es productivo, posibilitando el
logro de ciertos fines que no serían alcanzables en su ausencia.

53
RESUMEN

La victimización es un campo de investigación de la criminología que en años recientes


ha recibido una atención creciente por parte de la comunidad académica, los gobiernos
y las autoridades responsables de las funciones vinculadas con la seguridad y la justicia.

Los estudios de victimización tienen como unidad de análisis a la víctima y buscan


explorar diversas dimensiones de la delincuencia y sus efectos. Para contextualizar el
origen de los estudios de victimización es conveniente abordar el desarrollo y
evolución de la teoría criminológica, puesto que es de dicha disciplina de donde
proviene el diseño de las encuestas de este tipo.

Entre los criminólogos se va tomando conciencia de que los datos oficiales generaban
un panorama Los delitos de robo, como se puede observar en la enumeración anterior,
se encuentran desagregados en diversas modalidades. El de lesiones, que implica una
agresión que causa un daño o alteración a la salud, no requiere de mayor desagregación.
En cuanto a los demás delitos es importante determinar su modalidad y algunos
elementos relevantes:

En el delito de fraude se busca captar aquellos que estén relacionados con la clonación
o falsificación de tarjetas bancarias o el uso de datos bancarios para realizar pagos o
compras que afectan el patrimonio del titular de la cuenta o tarjeta, así como los
fraudes al consumidor.

• En la extorsión se explora si fue telefónica, laboral, por internet, sí ocurrió en


la calle, o en negocio propio o familiar, o en la forma de “cobro de piso”.
Asimismo se indaga sobre lo que solicitó el extorsionador, si la víctima pagó o
entregó lo solicitado y si hubo consecuencias por no pagar o entregar lo
solicitado.

• En los delitos sexuales se busca determinar la modalidad: violación, tentativa de


violación, hostigamiento, tocamiento ofensivo, exhibicionismo, o alguna otra
modalidad.

54
• En el delito de secuestro se busca determinar si se trata de secuestro exprés
por el que se priva de la libertad durante algunas horas, o hasta un día, a una
persona para obligarlo a retirar dinero de un cajero, entregar joyas, celular u
otras cosas. O bien, si se trata de una privación de la libertad con objeto de
exigir para su puesta en libertad una ganancia ilícita o cualquier otra ganancia
económica o beneficio material, o para obligar a alguien a hacer algo o
abstenerse de hacer lo incompleto de la delincuencia, debido por una parte al
conocido problema de la “cifra negra” de los delitos no denunciados, y por otra
parte implicaban una representación sistemáticamente prejuiciada del
fenómeno de la delincuencia porque los registros de la policía y del sistema de
justicia penal tienen un enfoque organizativo y de control de recursos.

Es decir, que los delitos registrados más que una imagen clara de la criminalidad,
representan un indicador que sirve para evaluar el funcionamiento del sistema de
procuración y de administración de justicia y en el mejor de los casos permite conocer
algunas características de los hechos delictivos, pero impide conocer casi todo lo
relacionado con sus víctimas.

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