SOBRE LA SIMPLICIDAD DIVINA Y LA PERFECT BEING THEOLOGY - Versión Abreviada Coloquio RLFM

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RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL

El presente trabajo está publicado en Lértora Mendoza, Celina; Moreira Alaniz, Nicolas & Sandoval, Laura (eds),
“Presencia y trayectos de la filosofía en la Edad Media. Actas IV coloquio intercongresos de filosofía medieval”. Buenos
Aires: Ediciones RLFM, 2024, pp. 77-87

Sobre la simplicidad divina y la teología del ser perfecto

Clemente Huneeus

Universidad de los Andes (Chile)

Univ. Gabriela Mistral

La literatura analítica sobre la versión tomista de la doctrina de la divina simplicidad (en adelante
DDS) se ha concentrado más en abordar las eventuales dificultades que se seguirían de ella que
en explorar los fundamentos que la motivan. En general se coincide en que el atributo de la
simplicidad pretende derivarse del atributo más fundamental de la aseidad: un Dios compuesto
no existiría en y desde sí mismo, sino que sería en cierto modo dependiente de otras cosas1. No
obstante, la manera concreta en que se llega a la aseidad no es irrelevante para efectos de la
discusión sobre la simplicidad.

La conjetura fundamental que se desarrollará en estas páginas es que la filosofía de la


religión analítica ha seguido principalmente un enfoque llamado “Perfect Being Theology” (en
adelante PBT), el cual es profundamente diverso de la aproximación que empleara el Aquinate.
Si se quiere una etiqueta para contraponer a la otra, el proyecto tomista puede ser rotulado
“Teología Natural Analógica” (en adelante TNA). Una caracterización básica de ambos enfoques
puede hacerse provisoriamente en los siguientes términos:

(1) Perfect Being Theology (PBT). Ejercicio filosófico que, partiendo del dato de que

1
Así se sostiene, por ejemplo, en Alvin Plantinga, Does God have a Nature? Milwaukee, Marquette
University Press, 1980; Matthew Baddorf, M. (2017). “Divine Simplicity, Aseity and Sovereignity”,
Sophia, 56, 2017, pp. 403–418; Brian Leftow, “Is God an Abstract Object?” Noûs, 4, 24, 1990, pp. 581–
598; Tom Morris, “Dependence and Divine Simplicity”, International Journal of Philosophy of Religion,
3, 23, 1988, pp. 161–174.

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PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA

Dios es un ser máximamente perfecto, deduce a priori los atributos que debieran
aplicársele.

(2) Teología Natural Analógica (TNA). Ejercicio filosófico que, partiendo de la realidad
creada, demuestra a posteriori la existencia de Dios, y luego desarrolla los atributos que
deberá reunir el Dios al que se llega con dicha demostración.

En las páginas que siguen, intentaremos contrastar la actitud que ambos enfoques toman
frente a la aseidad, y consiguientemente su compromiso con DDS.

1) La doctrina de la simplicidad y la Perfect Being Theology

El modo de proceder característico de PBT está reflejado de un modo muy grueso en la famosa
interpretación que hizo Alvin Plantinga de DDS. Este toma como punto de partida para su
argumento la tesis de la grandeza divina, cuya aceptación sería un rasgo común en el teísmo
estándar2:

(3) Grandeza o perfección divina. Dios es un ser de incomparable grandeza, aquel ser
primero del cual no es posible pensar otro más grande que Él.

Asentado este punto inicial, Plantinga describe la grandeza divina como multifacética, y
señala entre los diversos aspectos que esta comprende dos atributos particulares:

(4) Aseidad. Dios es increado, autosuficiente e independiente de cualquier otra cosa.

(5) Soberanía. Dios tiene control sobre todas las cosas, y todo lo demás depende de su
actividad creativa y sustentadora.

Así, Plantinga liga la tesis de la simplicidad divina a lo que llama “intuición de soberanía-
aseidad”3: es decir, considera que nuestra intuición natural es que (4) y (5) están incluidos en (3).
En otros términos:

(6) Intuición de soberanía aseidad. Nuestra intuición espontánea es que un ser mayor que
el cual no puede haber otro no debe depender de ninguna otra cosa, y cualquier otra cosa
que exista debe depender de Él.

Observa luego Plantinga que la existencia de entidades abstractas –universales,


propiedades, clases, proposiciones, números, conjuntos, estados de cosas y mundos posibles–
supone una severa merma a esta tesis, ya que concebimos estas cosas como algo eterno y

2
A. Plantinga, ob. cit., p.1.
3
Ibíd, pp.1-2.

2
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL

necesario. Así, si dichas entidades abstractas llegasen a existir, ellas serían completamente
independientes de Dios, lo cual se opone a (5) –soberanía–4. Especialmente, si creemos que Dios
tiene propiedades (como la bondad, la omnisciencia o la omnipotencia), estas serían propiedades
que, al menos en Dios, existen eternamente, sin que Él haya hecho nada para tenerlas ni pueda
hacer nada para dejar de tenerlas. Incluso más: si pensamos que Dios tiene una naturaleza, es
decir, una propiedad esencial en la que están contenidas todas las propiedades que Dios debe tener
necesariamente, la tendría de un modo absolutamente inevitable, y en cierto modo dependería de
esta para ser quien es, lo cual se opone ya no sólo a (5) –soberanía–, sino también a (4) –aseidad–
5
. Es decir, tenemos que:

(7) Si Dios tiene una naturaleza no hay soberanía-aseidad. Si Dios tiene una “naturaleza”
(una propiedad esencial tal que Dios no puede existir sin esa propiedad), y esa propiedad
no se identifica con Dios, entonces Dios no existe con absoluta independencia de todo lo
demás, ni es verdad que todo lo demás dependa de Él.

Una dificultad de este tenor podría ser salvada de tres maneras: i) postulando la simplicidad
divina y haciendo que todas estas propiedades de Dios se identifiquen con el mismo Dios6; ii)
recurriendo a una forma de nominalismo y negando que existan cosas como las “naturalezas” y
las “propiedades”7; o iii) negando que Dios tenga una naturaleza y afirmando que absolutamente
todo es posible cuando hablamos de Él8. Tras un extenso examen, Plantinga concluye que ninguna
de esas opciones es plenamente convincente. En definitiva, aquí hay una colisión insalvable entre
nuestras intuiciones, que nos obliga a abandonar aquellas que parecen más prescindibles en favor
de las más cruciales. Puesto en esta disyuntiva, Plantinga opta por salvar nuestra intuición en
favor del hecho de que Dios tiene una naturaleza, y abandonar (6) –intuición de soberanía-
aseidad–9.

Ahora bien, no nos interesan por ahora las críticas que introduce Plantinga a la doctrina de
la simplicidad divina, sino su manera de concebirla como una eventual solución al obstáculo que
supondría (7) para la aceptación de (6). Podemos decir, en síntesis, que para Plantinga la doctrina
de la simplicidad implica la adopción de la tesis suplementaria:

(8) Simplicidad Divina: Dios tiene una naturaleza, pero se identifica con ella.

La manera en que Plantinga presentó las motivaciones para postular DDS reaparece

4
Ibíd, pp. 3-5.
5
Ibíd, pp.6-8.
6
Ibíd, 26-61.
7
Ibid, pp. 61-92.
8
Ibíd, pp. 92-126.
9
Ibíd, 127-140.
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PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA

prácticamente inalterada en otros críticos de la doctrina, como Tom Morris10. Otras discusiones
críticas de los fundamentos de la doctrina, como la de Wolterstorff11 o Baddorf12 replican el
argumento básico que asocia DDS con la soberanía y la aseidad, pero omiten retrotraer estos otros
dos atributos hacia el postulado más básico de que Dios es máximamente perfecto. Estos autores
parecen tomar la aseidad y soberanía como punto de partida para la discusión, e ignoro si lo hacen
con la abierta intención de evitar que su argumento quede explícitamente comprometido con el
proyecto más general de PBT. No obstante, la ausencia de un desarrollo alternativo de los motivos
que nos llevan en primer lugar a postular estos atributos básicos hace que se siga cayendo en un
a priorismo algo vacuo que no termina de representar adecuadamente la aproximación de Tomás
de Aquino.

La presentación de las motivaciones para DDS desde el marco de PBT fue pacíficamente
aceptada y apropiada por muchos defensores de la doctrina tradicional, como William Mann,
Brian Leftow, Eleonore Stump o Norman Kretzmann13.

Hay al menos dos paradojas que se producen al interpretar los argumentos tomistas en
favor de DDS bajo las líneas básicas de (3)-(8).

La primera, es que, de hecho, tanto en SCG como en ST (y también en el más breve


Compendium Theologiae) la simplicidad es desarrollada justo después de los argumentos para
demostrar la existencia de Dios y antes de discutir la perfección de Dios. Por consiguiente, mal
puede santo Tomás introducir (8) –simplicidad divina– como una manera de acomodar (7) –si
Dios tiene una naturaleza no hay soberanía-aseidad– y (6) –intuición de soberanía-aseidad–, ya
que (3) –grandeza o perfección divina–, que según Plantinga funda (6), no es introducido sino
después de haber establecido DDS. Es decir, Santo Tomás no postula la simplicidad para evitar
colisiones entre atributos derivados de la eminente perfección de Dios, puesto que en todas las
obras en que hace un desarrollo sistemático de los atributos divinos, la perfección de Dios queda
establecida después que su simplicidad.

La segunda, es que dentro de la tradición teológica DDS aparece estrechamente vinculada


con el tema de la trascendencia divina. Como observa (Immink, 1987, pp. 163–167), entre las
motivaciones teológicas de la doctrina tradicional la alteridad u otreidad (“otherness”) de Dios
tiene al menos tanta preminencia como la aseidad. Este motivo es claramente dominante en

10
T. Morris, ob. cit., p. 161.
11
Nicholas Wolterstorff, Divine Simplicity, Philosophical Perspectives, 5, 1991, pp. 531–552 (p. 549).
12
M. Baddorf, ob. cit.
13
Cfr. William Mann, Divine Simplicity. Religious Studies, 4, 18, 1982, pp. 451–471 (pp.453-454);
William Mann, Simplicity and Immutability in God. International Philosophical Quarterly, 3, 23, 1983,
267–276 (p.268); B. Leftow ob. cit.; Eleonore Stump - Norman Kretzmann, Absolute Simplicity. Faith
and Philosophy, 4, 2, 1985, 353–382 (p. 353).

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Pseudo-Dionisio, que como mencionamos al comienzo es en esta materia quizá la fuente de


inspiración más importante para santo Tomás. DDS debe ser tomada en el contexto del momento
negativo de la teología tomista: la misma introducción de la q.3 nos previene que acá
desarrollaremos más bien la manera en que Dios no es, el modo en que este difiere radicalmente
de las creaturas. No es clara la manera en la cual se puede rescatar este aspecto de la doctrina
cuando ella es concebida y elaborada desde la matriz de PBT.

2) La simplicidad divina y la teología natural analógica

Las falencias interpretativas recién señaladas, obedecen al hecho de que se ha tendido a emplear
el marco general de PBT para interpretar a un autor cuyo proyecto teológico va en otra dirección.
Por eso, primero que tenemos que hacer acá es preguntarnos cuál es el enfoque o marco general
que adopta Aquino en la discusión y elaboración filosófica de nuestra noción de Dios.

Si se trata de entregar el esquema del proyecto metateológico que gobierna la reflexión


tomista sobre los atributos divinos, parece especialmente acertado el reciente aporte de Daniel De
Haan14. Para este autor, lo que en Aquino nos provee con una heurística metateológica que permite
tener una guía desde la que ordenar y elaborar los atributos divinos es la triplex via que este autor
hereda de pseudo-Dionisio. La estrategia de la triplex via consiste fundamentalmente en
remontarse a Dios a partir de las creaturas por las vías de la causalidad, la remoción y la
eminencia. Estas tres vías constituyen pasos entrelazados que interactúan en el despliegue de
nuestro conocimiento natural de Dios, y de esta manera permiten desarrollar una teología natural
que cumple una función semántica y hermenéutica respecto de la teología revelada15. Aunque
quizá sea más exacto y completo describir el proyecto tomista como una “teología de la triplex
via”, he preferido en (2) –teología natural analógica– describir el proyecto en términos más
amplios, de modo que no sólo Aquino sino muchos otros filósofos puedan ser interpretados dentro
de esta corriente. Caerá dentro de (2) cualquiera que tome como punto de partida una teología
natural en la que Dios es conocido indirectamente a partir de las creaturas, pensando los atributos
divinos desde una reflexión previa sobre la manera en que una explicación completa de las
creaturas requiere la postulación de una causa trascendente de las mismas.

He estado tentado de unirme a De Haan y en lugar de hablar de TNA referirme a TVT


(“Teología de la Triplex Via”). No obstante, el propio De Haan admite que el proyecto teológico
tomista conlleva muchas presuposiciones metafísicas que hoy se considerarían altamente

14
Daniel De Haan, Thomist Classical Theism: Divine Simplicity within Aquinas’ Triplex Via Theology, J.
Fuqua - R. C. Koons (eds.), Classical Theism, Nueva York, Routledge, 2022, pp. 101–122.
15
Sobre las funciones de la teología natural en el proyecto de teología revelada tomista he escrito en
Clemente Huneeus, The Functions of Natural Theology in Thomas Aquinas. Religious Studies, 2023.

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PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA

disputables (De Haan 2022, p.108). Si bien concuerdo con este autor en que el apoyarse en el
trasfondo de toda una metafísica no es una desventaja de la aproximación tomista sino
precisamente lo que permite consolidarla, me parece que para efectos de lo que quiero argumentar
en este lugar no hace falta comprometerse explícitamente con todo el edificio metafísico tomista.
Por eso he preferido en (2) –teología natural analógica– describir el proyecto en términos más
amplios, de modo que no sólo Aquino sino muchos otros filósofos puedan ser interpretados dentro
de esta corriente. Básicamente caerá dentro del mismo cualquiera que tome como punto de partida
una teología natural en la que Dios es conocido indirectamente a partir de las creaturas: debemos
pensar los atributos divinos desde una reflexión previa sobre la manera en que una explicación
completa de las creaturas requiere la postulación de una causa trascendente de las mismas.

Mientras PBT toma como punto de partida la postulación de Dios como aquello mayor
que lo cual no puede pensarse nada, TNA se esfuerza por anclar nuestra reflexión sobre Dios en
una previa consideración del mundo natural. Esto significa que la caracterización básica de la
esencia divina no es un dato que podemos dar por descontado y luego usar como piedra de toque
para evaluar los méritos de determinadas doctrinas teológicas, sino que más bien partimos desde
nuestra total incapacidad de definir a Dios, cuya esencia no es un objeto que se ofrezca a nuestra
experiencia para ser directamente aprehendido por el intelecto (cfr. ST I q.12 a.12, uno entre los
numerosos textos en que Aquino desarrolla esta última idea). Esto da lugar a lo que en otro lugar
he llamado “función semántica del argumento cosmológico”16:

(9) Función semántica del argumento cosmológico. El argumento cosmológico permite la


fijación del referente para la palabra Dios, que designa sencillamente aquello cuya
existencia se concluye mediante dicho argumento.

Asignar una función semántica al argumento cosmológico significa enfrentar las


demostraciones de la existencia de Dios desde un punto de vista no prescriptivo. Es decir, en vez
de entregar por adelantado una definición de “Dios” a la que el resultado del argumento se debe
ajustar para que lo consideremos exitoso, dejamos que sea el propio argumento el que nos provea
con la definición relevante desde la que elaborar la noción en cuestión. Esto porque, como sostiene
el propio Aquino siguiendo a Aristóteles, cuando se demuestra la existencia de una causa a partir
del efecto, es el mismo efecto el que nos provee la definición requerida para efectos de proceder
con la demostración (ST I q. 2 a. 2 ad 2). En ese sentido, hay una íntima vinculación entre los
argumentos para demostrar la existencia de Dios y la llamada via causalitatis. Mientras PBT
postula como punto de partida la infinita perfección de Dios, TNA arranca desde la imperfección
y finitud de la creatura, que al ser metafísicamente elaborada delata su dependencia ontológica

16
Cfr. Clemente Huneeus, Triplex Via and the “Gap Problem” with Cosmological Arguments. New
Blackfriars, 1106, 103, 2022, pp. 536–553.

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respecto de un principio superior. Entonces, el desafío para el filósofo teísta que se opone a DDS
es elaborar una variante exitosa de argumento cosmológico que sirva como punto de partida para
desarrollar una noción robusta de Dios, sin que de los supuestos cuya aceptación es necesaria para
el éxito de dicho argumento se siga finalmente DDS. Hasta el momento no he encontrado en la
bibliografía a críticos de DDS que logren enfrentar exitosamente este desafío.

En este horizonte, podemos conceder a los anselmianos que hay que asociar las
motivaciones de DDS con los atributos de aseidad y soberanía –(4) y (5)–. Pero estos atributos no
son deducidos a partir de (3) –grandeza o perfección divina– mediante un argumento tan débil
como (6) –intuición de soberanía-aseidad–. Más bien tenemos que (4) y (5) se siguen de la
descripción de Dios y de las creaturas y del principio de causalidad que están supuestos en los
argumentos para demostrar que Dios existe.

Quizás el único de los argumentos tomistas para demostrar que Dios existe que parece
sobrevivir a la renuncia de DDS es el argumento del ordenador universal. Pero sospecho que ese
argumento es por si sólo insuficiente para fundar la teología natural. Separado de los otros
argumentos permite postular a lo sumo a un demiurgo que infunde orden y finalidad en el
universo, pero no a un Dios que lo crea todo a partir de la nada. De todos modos, el enfoque no
prescriptivo que tiene la demostración de la existencia de Dios en TNA hace que no pueda
declararse esta prueba como insuficiente sólo porque en su conclusión no aparece un Dios que
reúna todos los atributos del teísmo clásico. Que tan lejos se puede llegar en la caracterización de
Dios a partir de argumentos teleológicos es un desafío interesante que le queda todavía abierto a
quien se siente inclinado a un proyecto sobre las líneas de TNA pero tiene graves prevenciones
contra DDS.

Por otro lado, la deducción que va de los argumentos cosmológicos hacia DDS, pasando
por la aseidad y la soberanía, tiene también su complejidad. El procedimiento seguido tanto en
SCG como en ST es una agotadora y a veces incluso algo reiterativa exclusión, uno por uno, de
los distintos tipos de composición que podría haber Dios. Esto nos introduce en el segundo
momento de la triplex via: la via negationis o via remotionis. De lo que se trata en esta etapa del
discurso es de ahondar en la trascendencia absoluta que caracteriza al Dios que concluyen las
vías. Es decir, hay que especificar las maneras en las que este Dios es radicalmente diverso de
cualquier creatura, mostrando que si se le aplicasen ciertas distinciones que son inherentes al ente
finito no sería apto para desempeñar el papel que le estamos dando en nuestra metafísica. Esto es
muy importante de tener presente: la simplicidad no es un atributo positivo que Aquino

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directamente postule, sino más bien el resultado de un conjunto de negaciones sucesivas17. Por
eso no llama la atención que el resultado sea una noción de Dios algo oscura, que incluso nos
impide utilizar un lenguaje unívoco para referirnos a la divinidad. Esto forma parte de lo que
busca Aquino con este atributo: introducir una dosis de moderado agnosticismo en nuestra imagen
de Dios, sin la cual nuestro discurso sobre Él sería engañosamente claro. No debemos olvidar que
estamos hablando de una realidad cuya esencia se nos escapa, un Dios del que no tenemos una
experiencia directa, sino que sólo se nos manifiesta indirectamente a partir de sus creaturas.

Ahora bien, no se pretende decir con esto que la perfección divina no juegue ningún papel
relevante en la teología tomista. De hecho, encontramos textos en los que se recurre a argumentos
que siguen la estructura típica de PBT, postulando cierto atributo de Dios sobre la base de que
poseerlo sería propio de un ser perfectísimo. Por ejemplo, en el segundo sed contra de De Veritate
q.2 a.1 incluso se cita la autoridad de san Anselmo en favor de la atribución a Dios de todo aquello
que simpliciter es mejor tener que no tener. Pero lo que hay que tener presente es que estos
argumentos no expresan la estructura básica del proyecto tomista, sino sólo un aspecto del mismo,
que debe ser interpretado desde el trasfondo global del método empleado. Concretamente, hay
que situar esos argumentos en el contexto del tercer momento de la triplex via: la via eminentiae,
que permite la afirmación positiva de ciertas perfecciones en Dios. En todo caso, lejos de partir
desde un a postulación a priorística de Dios como el máximo pensable y deducir los atributos
desde esa consideración, lo que hace Aquino es apelar al principio de semejanza causal (omne
agens agit sibi simile), en virtud del cual se sostiene que las creaturas que encontramos de modo
graduado y limitado en las creaturas deben prexistir de un modo eminente y superlativo en la
causa primera. Al hacer esto, santo Tomás nos presenta el momento de la eminentia como
indisociable del momento de la causalitas y la negatio, de las cuales no puede ser independizado.

Conclusión

Las reflexiones acá esbozadas nos permiten entender mejor la diversa importancia que podría
tener DDS dentro de distintas propuestas teológicas.

En PBT, el compromiso con la aseidad y la soberanía es importante, pero prescindible:


se las puede cualificar, y quizá el resultado sea un Dios algo menos sobrecogedor y admirable,
pero que aun así sigue siendo bastante impresionante si se consideran sus otros atributos. Además,
supuesto que DDS nos acarree dilemas insolubles, podrá aun decirse que ese Dios cuya aseidad

17
Sobre la relación entre DDS y el momento negativo en la teología de santo Tomás, cfr. Gregory Rocca,
Speaking the Incomprehensible God. Thomas Aquinas on the Interplay of Positive and Negative Theology,
Washington D. C., The Catholic University of America Press, 2004, pp. 3-77.

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y soberanía han sido cualificadas sigue siendo lo más perfecto que cabe coherentemente pensar.

En TNA, en cambio, la aseidad se sigue casi inmediatamente del argumento cosmológico,


que está funcionando como puerta de entrada para toda la reflexión. Puesto que un abandono de
esos argumentos resultaría fatal para todo el proyecto, el compromiso con la aseidad-soberanía y
con DDS es mucho más fuerte.

Esto también nos permite reflexionar sobre el alcance que debiera dársele a la doctrina de
la simplicidad divina. Como es sabido, esta puede presentar versiones más o menos fuertes. ¿Es
posible mantenernos dentro de TNA si desarrollamos una versión más matizada de DDS? Creo
que acá la piedra de toque será el argumento cosmológico: si lo que se ha argumentado en estas
páginas es correcto, una variante satisfactoria de la doctrina de la simplicidad divina debe, por lo
menos, permitirnos dejar a salvo la validez de alguna versión de dicho argumento.

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