En Las Manos Del Alfarero

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EN LAS MANOS DEL ALFARERO

Introducción: Si tuviéramos que elegir un vaso o una pieza de vajilla que represente nuestra vida
seguramente elegiríamos ser vasos de metal, fuertes y duraderos, o ser piezas de una vajilla de lujo, de
porcelana, o pintadas a mano con preciosos diseños, etc.

Pero el señor no quiere que sus hijas seamos piezas de colección, cristianas de exhibición, él quiere que
sus hijas sean útiles para su reino.

Pero ¿por qué vasos de barro? La respuesta nos la da la parte final de 2 Corintios 4:7 Pero tenemos este
tesoro en vasos de barro, para que se vea que la excelencia del poder es de Dios, y no de nosotros, Dios
no comparte su gloria con nadie, él quiere que su nombre se exaltado, que la gloria, la honra y la alabanza
sea solamente para él por medio de nuestra vida.

En el reino de Dios todos somos vasos de barro, no existen personas que son vasos de oro y otros que
vasos de porcelana, todos somos barro.

Seguramente en nuestras casas hay vasos y piezas de vajillas que solamente se usan en ocasiones
especiales, y los demás días pasan guardados, sin ser utilizados, pero los vasos de barro eran los vasos de
uso común, cotidiano, es decir, todos los días. Nuestra vida está al servicio del señor todos los días.

Nosotros somos hechura suya, somos polvo y él nos formó, nos dio vida, pero queremos darle órdenes a
Dios, queremos imponerle nuestra voluntad, queremos que el actúe como si nosotros fuésemos los
creadores de Dios. O le pedimos explicaciones sobre cada situación de nuestra vida.

Por eso el señor nos lleva junto con el profeta Jeremías de visita a un lugar donde podemos comprender
que él no termina de trabajar en nuestra vida.

Texto: Jeremías 18:1-6 Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: 2 Levántate y vete a casa del
alfarero, y allí te haré oír mis palabras. 3 y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la
rueda. 4 y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según
le pareció mejor hacerla. 5 entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 6 ¿No podré yo hacer de
vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que, como el barro en la mano del
alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.

I) Tenemos que ir a la casa del alfarero (vs 1-2): Dios está en todo lugar, pero la casa del alfarero, es decir
de Dios, del creador, es la iglesia, cuando venimos a su casa él nos hará entender, nos hará oír sus
palabras y comprenderemos muchas cosas.

II) Dios es perfecto, y nosotros imperfectos, para moldearnos muchas veces él tiene que deshacer
nuestra vida (vs 4)

La vasija que él estaba haciendo se echó a perder, al igual que muchas áreas de nuestra vida. Muchos
hemos venido a cristo con nuestra familia destrozada, nuestras finanzas destruidas, nuestra salud
arruinada, aun estando en cristo por nuestras malas decisiones, por nuestros malos caminos hemos
echado a perder tantas bendiciones y oportunidades que Dios nos ha dado.
Pero que bendición es saber que estamos en las manos del alfarero, y él nos moldeara de nuevo.

III) Él no nos moldeará como éramos, el en su poder y misericordia hará de nosotros algo nuevo (vs 4b)

El hizo otra vasija, según le pareció mejor a el hacerla, no como el barro le dijo, sino como a él le pareció
bien hacerla.

Tenemos que dejar trabajar a Dios en nuestra vida, simplemente ponernos en su mano, y dejar que el
obre, que haga los cambios, que él nos pula, que él nos perfeccione, que él nos moldee.

IV) una pregunta: ¿somos barro o barro cocido? (vs 6)

El barro en la mano del alfarero tiene que ser moldeable, así también nosotros como barro en sus manos
es necesario que con humildad y paciencia nos dejemos moldear por nuestro Dios, es decir, confiar y
aceptar lo que él está haciendo en nuestra vida, sin cuestionar al señor, sin murmurar en contra de su
voluntad, confiando que lo que él hace es bueno, aunque no lo comprendamos.

No cuestionemos a Dios (romanos 9:20 ¿Quién eres tú para pedirle cuentas a Dios? «Acaso le dirá la olla
de barro al que la modeló: “¿Por qué me hiciste así?”».)

El barro cocido esta duro por el horno de fuego, así como muchos estamos cocidos, endurecidos por la
amargura, por el enojo, por la soberbia, pero cuando soy barro cocido, endurecido, no soy moldeable y
tengo que ser quebrado (Jeremías 19:1,10,11 Así dijo Jehová: Ve y compra una vasija de barro del
alfarero, y lleva contigo de los ancianos del pueblo, y de los ancianos de los sacerdotes. Entonces
quebrarás la vasija ante los ojos de los varones que van contigo, 11 y les dirás: Así ha dicho Jehová de los
ejércitos: Así quebrantaré a este pueblo y a esta ciudad, como quien quiebra una vasija de barro, que
no se puede restaurar más) El barro cocido es duro, ha sido endurecido por el calor fuego en el horno, ya
no es moldeable, solamente se puede quebrar, y así es el corazón de muchas personas, está endurecido
por la amargura, endurecido por la soberbia, por el dolor y por eso no es moldeable en las manos de Dios,
por lo que tiene que ser quebrantado, para que pueda llegar a ser moldeable de nuevo.

Nuestra vida está en las manos expertas y amorosas de nuestro Dios y él está trabajando en nosotros, nos
está moldeando, nos está puliendo, está trabajando en nosotros para transformarnos conforme a su
voluntad.

El alfarero para que el barro sea moldeable le aplica agua para suavizarlo, así nosotros necesitamos el
agua del espíritu santo para que nuestro corazón se vuelva suave y moldeable en las manos de nuestro
Dios

Conclusión: permitamos con humildad y paciencia que nuestro Dios moldee nuestra vida, digámosle hoy a
nuestro Dios: señor mi vida es barro en tu mano, moldéame según tu voluntad, no quiero ser quebrado
sino moldeado por tu poder y tu amor en mi vida.

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