5 - Clase 3 Cosmoviciones y Revolución Científica
5 - Clase 3 Cosmoviciones y Revolución Científica
5 - Clase 3 Cosmoviciones y Revolución Científica
Soraya Tonsich
[email protected]
Conocimiento y Educación
materiales de circulación interna
Esta clase tiene como objetivo acercarles por un lado el concepto de cosmovisión, que
consideramos es potente para la recuperación histórica de tradiciones culturales.
Y elementos de la Revolución Científica desarrollada en los siglos XVI y XIX.
Les dejo aquí el link a clase que día 08-10-20
https://drive.google.com/drive/folders/1wKANlSpl5TY27frUVHVL6BqOYay6SS2r?usp=sharin
g
También puede visitar la carpeta de drive, donde tienen artículo sobre surgimiento de la
ciencia moderna.
https://drive.google.com/file/d/1R2EmcxKY18tRQr3HTSV1GH1CPc4J4JEK/view?usp=sharin
g
COSMOVISIONES
La filosofía, según Aristóteles, surgió del maravillarse ante la naturaleza, ante la φύσις
(physis): tras el aparente caos de los fenómenos que observamos, de lo siempre cambiante,
tal vez debía de esconderse un orden preciso, matemático: la ley a partir de la cual se pueda
explicar la naturaleza. Los primeros filósofos occidentales, aquellos que iniciaron, según dice
la tradición, a partir del siglo VI a. de C., el paso del mito al logos, se maravillaron ante la
gran diversidad de objetos de toda clase que contemplaban ante sí. Se plantearon si quizá
podía suceder que todos ellos no fueran otra cosa que formas distintas de manifestarse uno
o varios elementos fundamentales. Y, de este modo, intentaron dar una respuesta a la
pregunta acerca del origen y constitución del cosmos. Trataron de determinar el “principio”
(arché) último y eterno del que todo procede y del que todo se compone. Y la gran novedad
es que ya no buscaron este principio en realidades antropomórficas (los dioses), sino en lo
que llamaron “naturaleza” (physis).
Pero este interés por la naturaleza y el deseo de explicar su funcionamiento está también,
naturalmente, presente en las demás culturas o civilizaciones, aunque no siempre todas
ellas hayan elaborado explicaciones de carácter filosófico o científico para darles respuesta.
Así ocurre con antiguas civilizaciones ya desaparecidas, en las que, de generación en
generación, se transmitían historias y relatos que hacían referencia al origen del cosmos y al
vínculo existente entre el ser humano y el mundo.
Conocer estas concepciones nos ayuda, tal vez, a tomar conciencia sobre nuestras propias
creencias acerca del universo: ¿cómo se ha formado el mundo que nos rodea? ¿cuál es la
estructura del universo? Asimismo, podemos preguntarnos de qué modo se han formado
estas ideas y si han permanecido igual desde la Antigüedad o bien se han ido
transformando. Para hacer referencia a este conjunto de ideas sobre el mundo que
comparten los habitantes de una misma civilización, cultura o sociedad se recurre a la
noción de cosmovisión.
El término cosmovisión proviene de la palabra griega cosmos, cuyo significado es belleza,
armonía, orden. Se empleaba en la Antigüedad para referirse al universo, entendido como
una totalidad ordenada. Por lo tanto, cosmovisión, como sugiere la palabra, significa
simplemente “visión del universo”, que puede cambiar según la cultura o la época. Así, este
término alude al conjunto sistemático de creencias y concepciones que influyen en la
manera de percibir la realidad de un grupo de personas. Las primeras cosmovisiones que
aparecieron tenían un fundamento mítico.
Cosmovisiones científicas
Los historiadores suelen hablar del período comprendido entre el 600 a. de C. y el 450 a. C.
como “la primera revolución científica”. Así, suele de este modo referirse a la aparición de un
grupo de pensadores jonios que iniciaron un cambio en la comprensión del mundo natural
por parte de la humanidad.En esa época, filosofía y ciencia, al comienzo, eran
indistinguibles. Estos primeros filósofos, también conocidos como presocráticos, pensaban
el mundo como un cosmos, una estructura de materia y fuerzas unidas en un todo
armonioso. Aunque seguían existiendo los dioses, se comienza a dejar de considerarlos
responsables de los fenómenos naturales.
Con la aparición paulatina del pensamiento científico fue surgiendo una nueva forma de
explicar el mundo: la ciencia dio lugar a las cosmovisiones científicas, caracterizadas por
aspirar a la objetividad y a describir la naturaleza sin recurrir a personajes fantásticos,
dejando en parte al margen la esfera espiritual y simbólica.
Las cosmovisiones científicas, al igual que las consideradas míticas, también aspiran a dar
explicaciones del mundo y hacerlo más comprensible, pero en lugar de recurrir a seres
poderosos y fuerzas sobrenaturales buscan explicaciones racionales, basadas en la
observación y la experimentación, por lo que pueden ser sometidas a crítica y revisión.
Nacen de la práctica científica, contribuyendo a crear la concepción del mundo en una
época determinada. Las explicaciones científicas dan forma al mundo: son como piezas de
un puzle o rompecabezas cuyo conjunto compone una visión del universo y de la posición
que el ser humano ocupa en él. Las cosmovisiones científicas presentan las siguientes
características:
● Las ideas que constituyen un cosmovisión científica se caracterizan por estar
interconectadas, es decir, dependen unas de otras formando un sistema.
● Estas ideas no son aleatorias, ni están tomadas al azar, sino que se caracterizan por
sustentarse en argumentos sólidos -la observación, la experimentación, el
razonamiento…- y por la aplicación de un método considerado científico.
● Aunque es cierto que en ocasiones hay ideas que se aceptan como verdaderas sin
haber sido experimentadas o comprobadas, porque sobre ellas se sustentan otras
creencias que se consideran verdaderas y que son fundamentales para mantener la
consistencia de todo el sistema o cosmovisión. Así, la verdad de algunas ideas
depende de que otras sean también ciertas.
● Para que un conjunto de ideas así descrito pueda ser definido como cosmovisión debe
existir cierto consenso general, es decir, tiene que ser compartido por gran parte de
la sociedad. Una época determinada puede experimentar un cambio radical en la
forma de entender el mundo: es lo que se conoce como revolución científica.
Como hemos visto, el conocimiento del entorno y las creencias sobre este varían con el
tiempo, por lo que también se transforman las cosmovisiones, hasta el punto de que una
cosmovisión aceptada hasta ese momento puede ser substituida por otra. A continuación,
en este vídeo/tema vamos a tratar las tres cosmovisiones más importantes:
● La cosmovisión antigua, vigente desde la antigua Grecia (s. IV a. C.) hasta la primera
mitad del siglo XVI.
● La cosmovisión moderna, forjada a partir de las ideas nacidas de la revolución
científica, y desarrollada entre los siglos XVI y XIX.
● La cosmovisión contemporánea, cuyas ideas principales surgen a principios del siglo
XX y continúan desarrollándose.
2. El cosmos aristotélico
Si observamos el cielo en una noche clara de verano, y lo hacemos atentamente durante un
tiempo prolongado, apreciaremos que todas las estrellas se mueven al unísono alrededor
del mismo eje, como si formaran parte de una estructura que las obligara a dar vueltas
completas cada día. Si solo nos dejáramos guiar por los sentidos, es evidente que
pensaríamos (como pensaron los griegos) que la Tierra no se mueve, sino que lo que se
mueve es toda la bóveda celeste a nuestro alrededor.
Por otro lado, si contrastamos esa regularidad de la bóveda celeste con la diversidad y
variabilidad que observamos en la Tierra, tal vez podremos entender por qué los primeros
filósofos llegaron a pensar que la Tierra y los cielos eran mundos diferentes, con
características también diferentes. Por un lado, la Tierra:
Aristóteles (384-322 a. C.) concibió el cosmos como un todo organizado en dos mundos de
distinta naturaleza: el mundo sublunar o terrestre y el mundo supralunar o celeste.
Implicaciones filosóficas
Las cosmovisiones son elaboradas por los seres humanos en busca de la verdad, ya sea
para conseguir sentirse más seguros, ya sea para buscar consuelo ante la incertidumbre, ya
sea por otras razones. En este sentido, las cosmovisiones se encuentran íntimamente
relacionadas con las visiones y creencias religiosas y filosóficas. De este modelo
aristotélico-ptolemaico podemos observar las siguientes implicaciones filosóficas:
La realidad está perfectamente ordenada: todo está organizado e integrado en la totalidad
del universo, cada parte tiene una finalidad, un sentido, dentro del conjunto.
Los seres cambian y se transforman no solo porque haya fuerzas externas que los
impulsen, sino, también, porque poseen un dinamismo interno: el movimiento es algo
inherente a la materia, unido a ella, no solo algo que viene desde fuera. Por eso, la propia
naturaleza de las cosas es lo que las impulsa a cambiar y desarrollarse.
La realidad es algo cognoscible, algo que podemos llegar a conocer: utilizando nuestra
inteligencia (nuestra razón), podemos comprender perfectamente el funcionamiento del
universo (ya que este funcionamiento se basa en relaciones de causalidad -todo tiene una
causa-, las cuales se dirigen a una finalidad, y esta finalidad es comprensible mediante la
observación y el pensamiento.
La perspectiva es antropocéntrica: el ser humano se halla en el centro del universo (la Tierra
es única, inmóvil y situada en el centro) desde el cual observamos el espectáculo de lo real.
Copérnico y el heliocentrismo
Nicolás Copérnico (1473-1543), en su obra Sobre las revoluciones de las esferas celestes
(De revolutionibus orbium coelestium), publicada en el año de su nacimiento, someterá el
paradigma aristotélico-ptolemaico a una profunda crítica. Inspirándose en la obra de
Aristarco de Samos (310-230 a. C.), afirmó que el Sol se encontraba en el centro del
universo y que el resto de los planetas, incluida la Tierra, giraba a su alrededor. Esto es lo
que se conoce como heliocentrismo.
Copérnico planteará su argumento según el modo establecido por Guillermo de Ockham
(1280-1349): la explicación más sencilla -de cualquier fenómeno- deberá ser la verdadera
(conocido como la “navaja de Ockham”). Todo el complejo sistema ptolemaico sería mucho
más simple, explicativo y predictivo si la Tierra dejara de ocupar su lugar preeminente y este
fuera ocupado por el sol: modelo heliocéntrico frente a modelo geocéntrico. El Sol estaría en
el centro del universo. Todo lo demás, giraría a su alrededor, incluido nuestro planeta
(movimiento de traslación alrededor del Sol, anualmente). La Tierra, además, poseería otros
dos tipos de movimiento, el de rotación sobre sí misma y el de inclinación de su eje (como si
se moviera igual que una peonza y provocara una leve variación del ángulo de su rotación).
No obstante, y pese al giro drástico que supuso su concepción heliocéntrica sobre el
universo -la Tierra tan solo sería un planeta más y el hombre dejaría de ser el centro de la
creación-, Copérnico sostuvo tesis que eran propias del anterior paradigma como las
referidas al movimiento circular de los planetas y a la finitud del universo.
Implicaciones filosóficas
El paradigma newtoniano trastorna la cosmovisión aristotélica-ptolemaica. Newton y sus
predecesores nos ofrecen la imagen de un universo explicable mediante leyes, como un
gran reloj, y predecible en sus procesos (determinismo). Además, este universo deberá ser
infinito, de lo contrario, todo su sistema gravitacional se colapsaría.
Este universo, en su grandeza, sitúa al hombre en un papel secundario, pues, en definitiva,
las leyes que explican su funcionamiento suponen, al mismo tiempo, que el universo no
posee finalidad alguna.
4. La cosmovisión actual
El paradigma newtoniano se mantendrá vigente hasta los albores del siglo XX. El
replanteamiento será posible gracias al avance y el progreso científico que se manifestará,
fundamentalmente, en el desarrollo de la física cuántica y en las aportaciones de Albert
Einstein (1879-1955) con su teoría de la relatividad. Actualmente ambas teorías son
incompatibles entre sí, pero permiten entender, respectivamente, lo más grande y lo más
pequeño de nuestro mundo. Sin embargo, se sigue trabajando para lograr una teoría que
sea capaz de unificarlas.
La física cuántica
Si la teoría de la relatividad revoluciona nuestra visión del mundo a gran escala (el
macrocosmos), la teoría cuántica hace lo propio con el mundo de lo infinitamente pequeño.
De los múltiples resultados de una teoría tan compleja como la cuántica, el que más impacto
filosófico produjo fue el denominado principio de indeterminación o incertidumbre de
Heisenberg. Según este principio, existen determinadas magnitudes microfísicas, como la
velocidad y la posición de una partícula subatómica, o la energía y el tiempo de la misma,
entre las que se dan lo que se llaman relaciones de indeterminación o incertidumbre; es
decir: si tratamos de conocer (de medir) de modo preciso una de ellas, necesariamente la
otra magnitud se nos va a “escapar”. Así, por ejemplo, no podemos conocer con exactitud y
a la vez la velocidad y la posición de una partícula, pues alguna de estas dos magnitudes
fundamentales permanecerá necesariamente indeterminada o incierta. Esto supone un
límite infranqueable a nuestro conocimiento de la realidad.
Con respecto a este problema se han propuesto dos interpretaciones:
Se habla de principio de incertidumbre si se quiere hacer hincapié en el componente
subjetivo de la imprecisión: somos nosotros, los humanos, los que, al medir interaccionamos
con eso que estamos midiendo y lo perturbamos y, por ello, parte de los resultados que
obtenemos son inciertos, probables, azarosos, pero la realidad misma es precisa. Lo que es
impreciso e incierto es nuestro conocimiento de la realidad. En el futuro recuperaremos la
precisión y certidumbre perdidas.
Se habla de principio de indeterminación -y es esta la interpretación física que ha
prosperado- si lo que se quiere señalar es que es la propia realidad la que es indeterminada
(y no nuestro conocimiento de ella): la raíz última de la realidad material, las partículas
subatómicas, son indeterminadas, imprecisas, azarosas, no nuestro conocimiento -objetivo-
de ellas. Según esta interpretación, la cuestión no es que estemos ante una incapacidad de
nuestro conocimiento o de nuestros instrumentos de medida, sino que nos encontramos
ante un límite de las cosas mismas, las cuales son, en el fondo y en cierta medida,
indeterminadas. Según esta interpretación, hay eventos que serán, por su naturaleza,
radicalmente imprevisibles, impredecibles. Las leyes de la nueva física no podrán ser ya
deterministas, como eran las de la física clásica, sino estadísticas, probabilísticas.
Algunos autores han entendido que la gran aportación de la física cuántica a nuestra
cosmovisión contemporánea es la apertura que se da a lo imprevisible, incalculable,
impredecible: en suma, la apertura a la libertad, frente al determinismo de la cosmovisión
moderna.
Implicaciones filosóficas
Algunas de las implicaciones filosóficas de la nueva cosmovisión científica pueden ser las
siguientes: Imposibilidad de separación sujeto-objeto: para observar algo hay que
interaccionar con ello. Cuando lo observado es suficientemente pequeño, esta interacción
condiciona el resultado del experimento. En este sentido, la física cuántica pone en
entredicho la creencia (de herencia griega) de
que el mundo es una realidad objetiva que el ser humano puede llegar a conocer.
Indeterminismo e imprevisibilidad: la física cuántica cuestiona la imagen determinista del
mundo: solo podríamos establecer leyes estadísticas que no predicen con exactitud el
resultado de una observación, sino tan solo calculan sus probabilidades.
Alejamiento respecto al sentido común: la nueva cosmovisión científica se distancia de
nuestras intuiciones y percepciones habituales, por lo que resulta poco comprensible para
los que no son expertos.
Bibliografía:
Méndez Camarasa et al., Filosofía 1, Edebé, Barcelona, 2016
Helge Kragh (2008): Historia de la cosmología. De los mitos al universo inflacionario,
Editorial Crítica, Barcelona
González Ruiz A (2002), Filosofía, Proyecto Episteme, 1º Bachillerato, Akal, Madrid,
DeWitt R.(2013), Cosmovisiones. Una introducción a la Historia y a la Filosofía de la
Ciencia, Buridán, Barcelona.
Actividad:
1. Realiza un mapa conceptual, del contenido de esta clase. dando cuenta sintéticamente
algunos de los contenidos que consideres más importantes.
2- ¿Qué es una cosmovisión?
3- a- ¿Cuáles eran las principales creencias en la cosmovisión Aritotélica Ptolomeica.
b- Señala tres implicaciones filosóficas que se derivan de la cosmología
aristotélico-ptolemaica.
c- ¿Te parece que dichas implicaciones se siguen manteniendo en nuestra imagen actual
del mundo?