CONSECUENCIAS DE QUE DIOS NOS VISITE
CONSECUENCIAS DE QUE DIOS NOS VISITE
CONSECUENCIAS DE QUE DIOS NOS VISITE
En una reunión espectacular cuando el Espíritu Santo se derramó sobre los discípulos
reunidos en Jerusalén, el apóstol Pedro tuvo el impulso de ponerse en pie para explicarle a
la gente aglomerada, que no estaban en estado de ebriedad, debido a la conmoción que se
veía entre ellos. ¡Era la visitación de Dios, después que Jesús había resucitado![1]
[1]Hechos 2:14-18 (RVR1960): Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la
voz y les habló diciendo: varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea
notorio, y oíd mis palabras. Porque estos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto
que es la hora tercera del día. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: y en los postreros
días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras
hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y
de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu,
y profetizarán.
Pedro lo explica basado en lo que fue escrito por el profeta Joel y enfatiza para qué estaban
viviendo esta experiencia con el Espíritu Santo, como consecuencia de la visitación de
Dios.
Toda visitación de Dios tiene que ser acompañada de lo que ya fue escrito en las Sagradas
Escrituras, por eso cada creyente debe ser un estudiante permanente de la Palabra de Dios.
[2]
En la profecía escrita por Joel existe un nexo importante sobre dos eventos, el primero es la
restitución de las bendiciones materiales en provisión de lluvia temprana y tardía para tener
buenas cosechas de trigo, aceite y vino, que se traduce en una rebosante prosperidad
económica, como para aplicarla en la empresa, en el trabajo o en la vida diaria.[3]
[3]Joel 2:23-26 (RVR1960): Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová
vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre
vosotros lluvia temprana y tardía como al principio. Las eras se llenarán de trigo, y los
lagares rebosarán de vino y aceite.
Y os restituirá los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran
ejército que envié contra vosotros. Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de
Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo
avergonzado. Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro
Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado.
[4]Joel 2:28-29 (RV1960): Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y
profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros
jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi
Espíritu en aquellos días.
“Después de esto” significa: después de que bendiga tu tierra, tu siembra y la cosecha, que
bendiga tu trabajo, tu casa, después de que bendiga todo lo que emprendas, entonces…
¡Derramaré mi Espíritu sobre toda carne! Familias sin pobreza, con abundante provisión y
jóvenes con visión profetizando, ancianos bien alimentados, teniendo sueños porque Dios
quiere que estemos bien, Él es un Dios integral. ¡Gloria a Dios!
En los evangelios de Lucas y Mateo aparece la misma descripción utilizada por el profeta
Joel, Lucas hace la analogía para recibir del Padre el Espíritu Santo y Mateo para recibir
buenas cosas. Lucas compara al Espíritu Santo con la provisión de una dieta básica
consistente en un huevo, un pescado y un pan.
Entonces es importante recibir al Espíritu Santo y llenarnos de Él, todos los días como tus
tres tiempos de comida.[5]
Mateo señala lo que la profecía de Joel afirma en su primera parte, cuando Dios promete
bendecir con restitución en lo material antes de la visitación del Espíritu Santo.[6]
El Espíritu Santo se derramó en la fiesta del pentecostés cuando daban gracias y dedicaban
el fruto de las cosechas. Ambas cosas al mismo tiempo, por eso Pedro lo menciona y
recuerda que los dos eventos son importantes para Dios.[7]
[7]Hechos 2:1-15 (RVR1960): Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes
juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el
cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas,
como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu
Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
En todo sentido, las referencias van a los Padres de familia, al hombre o mujer que es
proveedor para su casa y que está enfocado en dar, pero que le cuesta recibir. No podemos
separar nuestra responsabilidad de padres llevando la carga de dar, con el privilegio de ser
hijos que tienen un Padre celestial que dará todas las cosas que le pidan.
Finalmente, como padres bendecidos también podemos ser ungidos, sin limitar las
promesas para nuestros hijos.[8]