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Enfermedades
renales en pediatría:
síndrome nefrótico,
síndrome nefrítico y
TEMA
glomerulonefritis
1. EL SÍNDROME NEFRÓTICO
1.1. INTRODUCCIÓN.
El término síndrome nefrótico se emplea para designar la consecuencia clínica
del aumento de la permeabilidad glomerular, que se traduce en proteinuria masiva e
hipoalbuminemia y que se acompaña de forma variable de edema, hiperlipemia y lipiduria.
En 1971, Schreiner definió de forma arbitraria que una proteinuria era de rango nefrótico
(esto es, capaz de inducir un síndrome nefrótico) cuando superaba los 3,5 g./24 h./1,73
m2 en adultos o 40 mg./h./m2 en niños.
Otros autores, no obstante, prefieren definir la proteinuria nefrótica como
aquella capaz de producir hipoalbuminemia. La importancia del síndrome nefrótico
como manifestación de enfermedad glomerular es doble. Por un lado, representa un
factor de mal pronóstico en la evolución de la nefropatía original, con excepción de los
casos que muestran buena respuesta al tratamiento glucocorticoide. Por otro lado, el
síndrome nefrótico «per se» se asocia a importantes complicaciones sistémicas, que habrá
que prever o saber reconocer cuando aparezcan, ya que existe un abordaje terapéutico
global de este síndrome, independiente de la nefropatía de base. De forma restrictiva, se
ha acuñado el término de síndrome nefrótico idiopático para englobar a los pacientes
con síndrome nefrótico asociado a anomalías histológicas no específicas del riñón,
incluyendo la nefropatía con cambios mínimos, la glomerulosclerosis segmentaria y focal
y la glomerulonefritis proliferativa mesangial difusa.
Tema 15. Enfermedades renales en pediatría: síndrome nefrótico, síndrome nefrítico... 909
ligeramente de unos autores a otros, dependiendo de la edad del paciente, de algunos
factores relacionados con la selección de los enfermos o de la biopsia renal. En general, en
los niños menores de 8 años, la nefropatía con cambios mínimos es responsable del 80% de
todos los casos de síndrome nefrótico, por lo que la actitud actual es la de iniciar tratamiento
con glucocorticoides durante 8 semanas sin necesidad de efectuar biopsia renal, que se
reservará para los casos corticorresistentes o que presenten datos clínicos (hipertensión
arterial, insuficiencia renal, afectación multiorgánica, entre otras) que hagan sospechar
otra etiología. En los adultos, a diferencia de los niños, la glomerulonefritis primaria de
mayor prevalencia es la nefropatía membranosa. Sin embargo, conviene recordar que en
cifras absolutas la causa más frecuente de síndrome nefrótico es la nefropatía diabética. La
decisión de indicar una biopsia en todo adulto con síndrome nefrótico es controvertida. En
general, una vez descartadas causas farmacológicas, infecciosas y metabólicas, hoy en día
se aconseja realizar la biopsia renal, debido a sus implicaciones diagnósticas, pronósticas
y terapéuticas. Otros autores, no obstante, usando análisis de decisión, concluyen que
el tratamiento empírico con glucocorticoides en días alternos durante 8 semanas es un
abordaje igualmente válido para los adultos con síndrome nefrótico, que puede evitar
cierto número de biopsias renales sin que represente una mayor morbimortalidad de los
casos que no respondan al tratamiento.
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morfológicas con la microscopia óptica. Cuando la lesión estructural de la MBG es mayor,
como pasa en el síndrome nefrótico debido a las restantes causas, ya pueden encontrarse
alteraciones morfológicas con el microscopio óptico, facilitándose la pérdida de proteínas
no sólo por su carga, sino por su tamaño, lo que constituye una proteinuria no selectiva.
— Hipoproteinemia.
Cuando la proteinuria y el catabolismo renal de la albúmina filtrada superan la
tasa de síntesis hepática de esta proteína, se produce hipoalbuminemia (albúmina sérica
inferior a 3 g./dl.). Generalmente hay una buena correlación entre el grado de proteinuria
y la gravedad de la hipoalbuminemia, si bien puede variar en función de la edad, el estado
nutricional, la dieta y la capacidad de síntesis hepática de albúmina del individuo afecto.
En el espectro electroforético, además del descenso de la albúmina, se comprueba una
disminución de las gammaglobulinas, con aumento relativo y a menudo absoluto de las
α2-globulinas y β-globulinas, mientras que las α1-globulinas permanecen normales o
disminuidas.
Entre las inmunoglobulinas, la IgG suele estar descendida, manteniéndose las cifras
séricas de IgA, IgM e IgE normales o incluso elevadas (por su mayor peso molecular). Los
niveles séricos de la fracción C3 del complemento se mantienen normales, excepto si la
enfermedad de base produce su consumo por fenómenos inmunológicos, mientras que se
pueden observar descenso de las concentraciones séricas de las fracciones C1q, C2, C8 y
C9.
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Gradualmente, el volumen plasmático podría normalizarse a expensas de un
aumento del espacio extracelular y de un incremento importante del edema visible.
Sin embargo, este enfoque clásico de la fisiopatología de la formación de los edemas no
se correlaciona con las observaciones en estudios de pacientes con síndrome nefrótico
y en los modelos experimentales. Así, el volumen plasmático efectivo, que debería estar
descendido según la teoría clásica, se encuentra elevado en la mayoría de los casos de
síndrome nefrótico. Sólo en el 10-30% de los casos, según las series, está realmente
descendido. Por otra parte, no se ha encontrado correlación entre la actividad de renina
plasmática y aldosterona con el volumen plasmático efectivo, como sería de esperar si
sólo mediasen mecanismos hemodinámicos. Igualmente, individuos con hipoalbuminemia
congénita no desarrollan edemas y mantienen un volumen plasmático en todo momento
normal. Una teoría alternativa es la denominada teoría de la expansión de volumen.
Estudios recientes sugieren que otros mecanismos podrían tener mayor relevancia
en la formación de los edemas de los pacientes con síndrome nefrótico. Así, se ha sugerido
que un daño intrínseco de la nefrona conduciría a un aumento primario de la reabsorción
tubular de sodio y agua, de forma independiente a la circulación sistémica, lo que induciría
una expansión de volumen y favorecería la aparición de edemas. Se piensa que en esta
alteración primaria de la reabsorción tubular de sodio estarían involucrados el eje renina-
angiotensina-aldosterona, la ADH y, posiblemente, una resistencia a la acción tubular
del factor natriurético auricular. Esta última hipótesis hoy día parece más aceptada. Sólo
en los casos poco frecuentes con hipoproteinemias muy graves se daría la situación de
hipovolemia efectiva y tendrían más trascendencia los mecanismos propuestos por la teoría
clásica.
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las formas más graves de síndrome nefrótico con intensa hipoproteinemia. Recientemente
se ha descrito que los niveles séricos de lipoproteína A están aumentados.
De forma muy característica existe lipiduria, con cilindros grasos en el sedimento
de orina, formados por diversos lípidos de peso molecular pequeño o medio que se
han filtrado por el glomérulo lesionado, entre los que se incluyen HDL-colesterol,
fosfolípidos, ácidos grasos libres y triglicéridos. Se desconocen los mecanismos por los
que la proteinuria desencadena las alteraciones lipídicas, aunque en general se relacionan
con la hipoalbuminemia y con su capacidad para inducir una síntesis aumentada de
lipoproteínas por el hígado. Se sabe que existe un incremento en la producción de LDL
y VLDL, así como una disminución del aclaramiento de VLDL, de los receptores tisulares
de LDL y de la maduración de HDL3 a HDL2, facilitada, entre otros, por un descenso en
la actividad de las enzimas lipoproteinlipasa y lecitín-colesterol-aciltransferasa, aunque
los mecanismos responsables son en parte desconocidos. El significado clínico de la
hiperlipemia en el síndrome nefrótico no está claro. En 1969, Berline y Mallick sugirieron
la existencia de una incidencia elevada de mortalidad cardiovascular en pacientes con
síndrome nefrótico. Recientemente se ha comunicado que el riesgo de enfermedad
coronaria en estos pacientes es 5 veces mayor que en la población general, si bien la
presencia concomitante en el síndrome nefrótico de hipertensión, hipercoagulabilidad
y otros factores de riesgo de enfermedad vascular hace difícil poder definir el papel de
las alteraciones lipídicas por sí solas. No obstante, el perfil aterógeno de ellas (aumento
de LDL y lipoproteína A, descenso de HDL) es evidente. Otra consecuencia clínica de la
hiperlipemia es la posible participación de esta alteración en el agravamiento de la lesión
renal. Esta evidencia procede de estudios realizados en animales con síndrome nefrótico,
en los que se ha observado una acumulación de lípidos en los glomérulos esclerosados.
En estos modelos, el tratamiento con fármacos hipolipemiantes y dietas pobres en grasas
disminuyó las lesiones renales. Si bien la hiperlipemia no puede por sí sola lesionar el
riñón, sí es capaz de acelerar el daño glomerular causado por otro agente y empeorar
el pronóstico de la nefropatía. La hiperlipemia facilitaría la hiperviscosidad sanguínea
aumentando la presión intraglomerular, alteraría la producción de proteínas de la matriz
mesangial o favorecería el infiltrado inflamatorio por células mononucleares, agravando
la lesión glomerular preexistente.
Estos hechos sugieren que los pacientes con síndrome nefrótico persistente e
hiperlipemia deben recibir tratamiento farmacológico para intentar normalizar las cifras
de lípidos en sangre.
1.4.2. Trombosis.
El síndrome nefrótico constituye una situación de hipercoagulabilidad, por lo que la
trombosis de la vena renal y, en general, los fenómenos tromboembólicos constituyen una
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de las complicaciones más importantes de este síndrome y que ensombrecen su pronóstico.
La incidencia de complicaciones tromboembólicas se ha estimado en el 1,8% en los niños
y el 26% en los adultos, siendo por lo común más frecuentes en los meses iniciales de
la enfermedad. Aproximadamente la mitad de las trombosis en los niños son arteriales,
mientras que en los adultos predominan las venosas, sobre todo en las venas profundas de
los miembros inferiores. En estudios prospectivos efectuados mediante ecografía Doppler,
hasta el 25% de los adultos con síndrome nefrótico presentan trombosis en los miembros
inferiores, causantes de embolias pulmonares en el 5-8% de los casos.
Las trombosis arteriales son más frecuentes en las arterias femoral y pulmonar.
La trombosis de la vena renal, unilateral o bilateral, tiene una incidencia muy elevada
en pacientes adultos con síndrome nefrótico, sobre todo si la causa de éste es una
nefropatía membranosa, en cuyos casos la frecuencia es del 30-48% según las series. Otras
nefropatías con riesgo aumentado de trombosis de la vena renal son la glomerulonefritis
mesangiocapilar, la nefritis del lupus eritematoso sistémico y la amiloidosis. En general,
la incidencia es mayor en las nefropatías primarias que en las secundarias. En los niños,
la trombosis de la vena renal es una complicación muy rara, exceptuando el síndrome
nefrótico congénito. La presentación clínica puede ser aguda, con dolor lumbar intenso
unilateral o bilateral, hematuria que puede llegar a ser macroscópica, insuficiencia renal
y aumento del tamaño renal. Suele afectar a pacientes que han sufrido una reducción
importante de volumen.
Otra forma de presentación, más frecuente que la anterior, es la forma crónica, de
curso insidioso, en la que el paciente suele estar asintomático. La función y el tamaño renales
suelen ser normales debido a la formación de vasos colaterales. Muchas veces el diagnóstico
se establece ante la aparición de un edema en miembros inferiores desproporcionado para
el grado de hipoalbuminemia (sobre todo si la trombosis se extiende hasta la cava) o de
una embolia de pulmón (detectable hasta en el 35% de los pacientes con trombosis de la
vena renal). Para el diagnóstico resulta útil la ecografía en las formas agudas (que muestra
un riñón grande y edematoso), mientras que las formas crónicas sólo pueden identificarse
mediante la venografía.
Está por determinar la rentabilidad de otras técnicas como la ecografía Doppler
y la RM en el diagnóstico de esta complicación. Entre los mecanismos propuestos para
explicar la elevada incidencia de trombosis en estos pacientes, se incluyen anomalías en
las proteínas de la coagulación y de la fibrinólisis, aumento de la agregación plaquetaria,
trombocitosis, estasis venosa, lesión endotelial, aumento de la viscosidad sanguínea,
hiperlipemia y administración de diuréticos y glucocorticoides. En general, los factores de
la coagulación de bajo peso molecular se pierden por la orina y, por tanto, su concentración
plasmática disminuye (factores IX, XI y XII, antitrombina III, protrombina, plasminógeno y
otros). Por el contrario, los de mayor peso molecular se hallan elevados en plasma (factores
II, V, VII, VIII, X y XIII). Especial importancia se ha atribuido al déficit de antitrombina III.
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1.4.3. Infecciones.
Los pacientes con síndrome nefrótico, especialmente los niños, presentan un riesgo
aumentado de infecciones. En la era preantibiótica constituían la principal causa de muerte
de estos enfermos, y hoy día sigue siendo un gran problema en países del Tercer Mundo.
Las afecciones más frecuentes son la peritonitis primaria y la celulitis. Otras infecciones
descritas son las urinarias, las víricas, neumonías, meningitis y sepsis. La peritonitis primaria
es una complicación particularmente característica de los niños (hasta el 10% de los niños
con síndrome nefrótico pueden presentarla), sobre todo si tienen signos de reducción de
volumen. Los gérmenes implicados suelen ser encapsulados, particularmente Streptococcus
pneumoniae. En países del Tercer Mundo la muerte por peritonitis sigue siendo frecuente en
niños con síndrome nefrótico. La celulitis suele presentarse en pacientes muy edematosos
a partir de una lesión cutánea, la mayoría de las veces yatrógena (venopunción, biopsia
de grasa subcutánea, punción de paracentesis).
Los microrganismos implicados son el estreptococo β-hemolítico y diversos
gramnegativos. Curiosamente resultan excepcionales las celulitis por Staphylococcus aureus.
Esta susceptibilidad a la infección por gérmenes encapsulados se ha intentado explicar
por varias razones, entre las que se incluyen la deficiencia de IgG (por disminución de su
síntesis y aumento de las pérdidas por filtración y catabolismo renales), las anomalías en
factores de la vía alterna del complemento, en particular el factor B, que condicionan una
opsonización defectuosa, los trastornos de la inmunidad celular y el déficit de transferrina
y cinc, ambos esenciales para el normal funcionamiento de los linfocitos.
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1.4.5. Otras complicaciones.
En los síndromes nefróticos de larga duración pueden aparecer otras
complicaciones. Así, la proteinuria continuada y el aumento del catabolismo renal de las
proteínas desencadenan un balance negativo de nitrógeno y una malnutrición proteica.
También se han descrito alteraciones tubulares proximales, como glucosuria, hiperfosfaturia
y síndrome de Fanconi, entre otros.
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1.6. TRATAMIENTO GENERAL DEL SÍNDROME NEFRÓTICO.
Independientemente de la causa del síndrome nefrótico, existe un tratamiento
general que pretende disminuir la morbimortalidad de este síndrome y que incluye medidas
higiénicas, dietéticas y farmacológicas.
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estos casos, habrá que cerciorarse de que el paciente cumple la dieta sin sal. El empleo de
una perfusión intravenosa de albúmina concentrada pobre en sal, asociada a altas dosis de
furosemida (200-250 mg.), puede restaurar la respuesta diurética, al facilitar la secreción
tubular de furosemida mediada por albúmina, alcanzando concentraciones intratubulares
renales eficaces. Esta asociación debe reservarse para situaciones extremas, ya que su costo
es elevado y la albúmina se pierde rápidamente por la orina. Los diuréticos deben usarse
con gran precaución en pacientes con hipoalbuminemia grave y signos clínicos de descenso
del volumen circulante efectivo, ya que pueden disminuirlo aún más al actuar sobre el
filtrado glomerular que procede directamente del espacio intravascular, favoreciendo así
situaciones de hipotensión, shock, fracaso renal agudo y trombosis.
1.6.2. Hipoproteinemia.
Una proteinuria intensa y prolongada puede llevar a un balance de nitrógeno
negativo y a una malnutrición proteico-calórica, por lo que, en principio, sería lógica la
administración de dietas hiperproteicas. Sin embargo, estas dietas no se recomiendan hoy
en día, puesto que producen un incremento superior en la albuminuria que en la síntesis
de albúmina y, además, inducen una hiperfiltración glomerular que puede agravar la lesión
estructural renal existente. En general, en enfermos con función renal normal se recomienda
la ingesta de 1 g./kg./día de proteínas de alto valor biológico (dieta normoproteica),
independientemente de las pérdidas urinarias. Si existe una situación de malnutrición
proteica evidente y se requiere el aporte de más proteínas, conviene asociar pequeñas dosis
de inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina para prevenir el incremento
de la proteinuria. En los pacientes con deterioro de la función renal, se recomienda una
restricción proteica moderada (0,65 g./kg./día), suplementada con aminoácidos. La ingesta
calórica debe ser elevada (35 kcal./kg./día). La administración de albúmina intravenosa
no se recomienda y sólo estaría indicada en los casos de proteinuria masiva con profunda
hipoalbuminemia y clínica de hipotensión ortostática por un volumen plasmático circulante
muy disminuido.
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un ejercicio razonable y reducción de peso si el paciente es obeso. Las resinas fijadoras de
ácidos biliares (colestiramina y colestipol) son mal toleradas, no mejoran las HDL y pueden
interferir en la absorción de otros medicamentos.
Los fibratos (clofibrato, gemfibrozilo, fenofibrato, bezafibrato, ciprofibrato) mejoran
de forma importante los triglicéridos, con un efecto más discreto sobre el colesterol, pero
se asocian con mucha frecuencia a miopatías y rabdomiólisis, al aumentar su fracción libre
en situaciones de hipoalbuminemia, por lo que se debe disminuir su dosis por lo menos
en un 50%. El probucol disminuye el colesterol total y el unido a las HDL, no mejorando
la relación LDL/HDL.
Los inhibidores de la hidroximetilglutaril-coenzima A-reductasa (HMGCoA-
reductasa) (lovastatina, simvastatina, pravastatina y otros) son los que consiguen
reducciones más importantes de LDL-colesterol mejorando las HDL, por lo que en principio
pueden ser de elección como monoterapia. Sin embargo, se desconocen la eficacia y
la seguridad a largo plazo en estos enfermos y también se han asociado a miopatías y
rabdomiólisis. Si bien la experiencia clínica es escasa, resulta razonable asociar varios
hipolipemiantes, teniendo siempre presente que el riesgo de toxicidad muscular se acentúa
cuando estos fármacos se asocian.
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2. SÍNDROME NEFRÍTICO
El síndrome nefrítico agudo (SNA) es un término clínico que define la aparición
súbita y generalmente autolimitada de hematuria, hipertensión arterial, edema, oliguria
y proteinuria por debajo del rango nefrótico. Casi todas las causas del síndrome nefrítico
son de origen inmune.
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signos anteriormente descritos, también se produce una proteinuria, que suele estar por
debajo del rango nefrótico (> 50 mg./kg./día ó 40 mg./m2/h.).
Las tres complicaciones más frecuentes que ocurren en el SNA son: la insuficiencia
renal, que raramente es grave en niños (menos del 5% de los pacientes requiere tratamiento
dialítico), la insuficiencia cardíaca congestiva, que puede llegar al edema agudo pulmonar
si no se restringe la administración de líquidos, y que se observa en menos del 5% de los
niños, y la encefalopatía hipertensiva, que es muy rara y requiere tratamiento agresivo
(véase más adelante).
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La hipertensión arterial también se debe al aumento del volumen plasmático que
induce un aumento del gasto cardíaco y de la resistencia periférica. Como corresponde a
condiciones clínicas con aumento primario de volumen plasmático, existe una disminución
compensatoria de la actividad del sistema renina-angiotensina-aldosterona (RAA), de la
aldosterona, de la hormona antidiurética y un aumento del péptido natriurético atrial.
La administración de inhibidores de la enzima conversiva de la angiotensina II inducen
un aumento de la filtración glomerular y una reducción rápida de la tensión arterial,
lo cual ha sugerido a algunos que la supresión del sistema RAA que existe en el SNA es
insuficiente; sin embargo, existe una correlación entre el aumento de peso en la etapa
aguda y los cambios de estas hormonas sensibles a cambios de volumen. Hay, además, una
disminución de la excreción urinaria de prostaglandina E (PGE) y F y calicreínas urinarias
en la fase aguda de la enfermedad.
2.3. DIAGNÓSTICO.
La evaluación del paciente debe tener como objetivo confirmar el diagnóstico de
glomerulonefritis y definir la etiología, además de establecer el estado clínico del paciente,
particularmente, de la función renal y de la volemia, a fin de detectar y tratar en forma
oportuna las complicaciones. Para el diagnóstico debe incluirse el interrogatorio, que
nos proporciona una información valiosa relacionada con los tres aspectos mencionados
antes. Los antecedentes de infección bacteriana o viral reciente y/o la presencia de una
enfermedad sistémica pueden ser de gran ayuda en el diagnóstico. La historia de otro(s)
episodio(s) anterior(es) de SNA está en contra del diagnóstico de GNAPE. El examen físico
nos permite evaluar el estado de la tensión arterial y la presencia y gravedad del edema. La
existencia de bandas en el lecho ungueal y la consistencia blanda casi de papel del pabellón
de la oreja se asocian con un edema de larga duración e hipoalbuminemia y sugieren una
etiología nefrótica del edema. Como se ha señalado antes, la presencia de ascitis es muy
rara en el SNA y sugiere un síndrome nefrótico. En caso de existir hipertensión arterial
debe realizarse un examen de fondo de ojo a fin de descartar la presencia de edema de
retina o de papila. Si se comprueban hallazgos indicativos de insuficiencia cardíaca debe
ser tratada rápidamente.
Los exámenes de laboratorio deben incluir:
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2.3.2. Proteinuria en orina de 24 horas.
Nos permite diagnosticar un síndrome nefrótico o enfocar el diagnóstico hacia
enfermedades que cursan con proteinurias en un rango nefrótico, como la glomerulonefritis
membranoproliferativa y algunas nefritis lúpicas.
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algún grado). La glomerulonefritis endocapilar puede expresarse como SNA pero, en ciertos
casos, puede presentarse como un síndrome nefrótico. El estudio histológico generalmente
no permite llegar a un diagnóstico etiológico para lo cual es necesario la evaluación y el
seguimiento clínico y de laboratorio.
4.2. PATOGÉNESIS.
La GNAPE se desarrolla con la formación de complejos inmunes, los antígenos que
activan el sistema inmune para la formación de estos complejos inmunes provienen del
estreptococo, pero su naturaleza aún es motivo de debate. En la GNAPE hay una activación
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del sistema de complemento, pero posiblemente no constituye el mecanismo efector. Por
otra parte, se han descrito varios mecanismos de auto inmunidad cuyo significado continúa
siendo incierto. La inmunidad celular parece tener un papel central en la patogenia de la
lesión estructural.
4.4. AUTOINMUNIDAD.
En la GNAPE se han descrito tres formas de reacción autoinmune: la producción
endógena de complejos inmunoglobulina-antiinmunoglobulinas (IgG anti-IgG), la
formación de complejos ADN anti-ADN y la producción de ANCA.
La reacción IgG anti-IgG ha sido la más intensamente estudiada. Títulos elevados
de factor reumatoideo (principalmente anti-IgG) están presentes en el 30-40% de los
pacientes en la primera semana de la enfermedad, y depósitos inmunes con actividad
anti-IgG se han encontrado en el 30% de las biopsias de pacientes con GNAPE. Finalmente,
los anticuerpos eluidos de los riñones de un paciente con GNAPE muerto por accidente
demostraron una actividad anti-IgG. El papel patogénico de los complejos IgG anti-IgG
es sugerido por su capacidad de activar la vía alterna del complemento (C3 NeF). Existen
varios mecanismos potencialmente causantes del desarrollo de la actividad anti-IgG, el
mecanismo más estudiado es el relacionado con efectos de la neuraminidasa estreptocócica.
La acción de esta enzima (neuraminidasa o sialidasa), producida por algunas bacterias y
virus, produce la pérdida de ácido siálico de la molécula de IgG, y ésta transformación
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la hace autoantigénica. Este mecanismo se ha apoyado por la demostración de ácido
siálico libre y la actividad de neuraminidasa en sueros de pacientes con GNAPE y por la
identificación en biopsias renales de pacientes con GNAPE de estructuras desialisadas
(demostrables por las características de fijación de lectinas fluoresceinadas) que incluyen
algunos leucocitos infiltrantes. Otro mecanismo potencialmente causante de la producción
de antiinmunoglobulinas es la unión de la fracción Fc de la IgG a los receptores tipo II del
estreptococo, que inicia una respuesta inmune similar a la que ocurre con la inmunización
de haptenos unidos a proteínas.
Aunque la existencia de fenómenos autoinmunes parece estar fuera de duda, no
está aún definido si la autoinmunidad desempeña un papel en la patogénesis de la GNAPE
o si es un fenómeno coexistente sin repercusión patogénica.
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Las moléculas de adhesión participan en el mecanismo de infiltración de leucocitos;
en riñones de pacientes con GNAPE hay aumento de expresión de moléculas de adhesión
en el glomérulo y en el intersticio, tanto en el endotelio vascular y mesangio (ICAM-1),
como en los leucocitos infiltrantes (LFA-1) que sigue el curso clínico de la enfermedad
vuelve a la normalidad aproximadamente 3 meses después del inicio del cuadro clínico.
Tanto las células infiltrantes como las residentes activadas pueden producir
citocinas capaces de amplificar la lesión. En la GNAPE hay aumento en la excreción urinaria
de IL-6 y, además, IL-6 y TNF-a se encuentran aumentadas en el suero y en biopsias renales.
El factor activador de plaquetas se ha encontrado aumentado en suero de pacientes con
GNAPE en contraste con los valores normales que presentan los sujetos con infección
estreptocócica no complicada con glomerulonefritis.
La expresión de IL-8 y de TGF-b, también están aumentadas en biopsias renales de
pacientes con GNAPE. La intensidad de la expresión de IL-8 en las biopsias se correlaciona
con el infiltrado de neutrófilos y con el aumento de la matriz mesangial.
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Sin embargo, la hipocomplementemia puede persistir hasta un mes y la microhmatria
varios años. Otras formas de expresión clínica de la GNAPE son el síndrome nefrótico que
se observa en menos del 4% niños y el 20% de los adultos y se asocia con peor pronóstico
a largo plazo, y la glomeruloefritis rápidamente progresiva que aparece en menos del 1%
de los casos y se caracteriza por una proliferación extracapilar y formaciones de media
luna de mayor o menor extensión en un porcentaje variable de glomérulos.
4.10. PATOLOGÍA.
Típicamente hay una glomerulonefritis endocapilar difusa que se caracteriza por la
proliferación de células glomerulares, fundamentalmente endoteliales y mesangiales. Existe,
Tema 15. Enfermedades renales en pediatría: síndrome nefrótico, síndrome nefrítico... 929
además, infiltrado de leucocitos, sobre todo de monocitos y polimorfonucleares (PMN) y
de escasos linfocitos más evidente en la etapa temprana de la enfermedad y asociado con
la expresión de IL-8. La infiltración de linfocitos es menos intensa y en biopsias tempranas
son del tipo de linfocitos cooperadores (CD4). Pueden haber, además, grados variables de
expansión de la matriz mesangial. Los cambios proliferativos observados en el glomérulo
mejoran en las primeras semanas de evolución pero pueden persistir durante varios meses.
En el ersticio hay una infiltración principalmente de linfocitos pero pueden observarse
también monocitos y PMN.
La apoptosis está aumentada y se correlaciona con el grado de proliferación y
posiblemente representa un mecanismo de resolución de la enfermedad. En algunas biopsias
tomadas varios años después de la etapa aguda, en pacientes sin manifestaciones clínicas
de daño renal crónico se pueden encontrar depósitos inmunes, glomerulosclerosis focal
y expansión mesangial.
Con la técnica de inmunofluorescencia pueden identificarse depósitos de C3, IgG,
IgM y CAM con un patrón granular, difuso y global, en las zonas adyacentes siguiendo el
trayecto de la MBG, y en el mesangio. Se han descrito tres patrones diferentes de depósitos
de inmunofluorescencia.
Con el uso de la microscopia electrónica se pueden identificar depósitos electrodensos
localizados en el área subepitelial de la MBG, en forma de jorobas (humps). Estos depósitos
son típicos pero no exclusivos de GNAPE, y son muy prominentes y numerosos en biopsias
con depósitos inmunes en «guirnalda» y proteinuria intensa.
4.11. DIAGNÓSTICO.
Debe tenerse presente que la GNAPE casi siempre se expresa clínicamente como un
sinma. Debe examinarse el paciente en busca de piodermitis, otitis o faringitis asociadas.
En caso de existir infección activa deben tomarse cultivos. En muchos casos no se puede
precisar el sitio de la infección, por ello siempre es necesario estudiar los anticuerpos
séricos antiestreptococo.
930 Tema 15. Enfermedades renales en pediatría: síndrome nefrótico, síndrome nefrítico...
después de la sexta semana y cuando persiste o reaparece la proteinuria después de los 6
meses del episodio agudo.
4.12. Pronóstico.
El pronóstico a corto plazo es excelente. Las manifestaciones clínicas suelen mejorar
en menos de 2 semanas. Algunas características que sugieren un peor pronóstico y que
obligan a un seguimiento a largo plazo, como la edad adulta, puesto que en mayores de
60 años la mortalidad puede llegar hasta eI 25%. La manifestación clínica de síndrome
nefrótico tiene peor pronóstico: la existencia de ANCA que se asocia con la aparición de
medias lunas con proliferación extracelular y azotemia.
El pronóstico a largo plazo ha sido motivo de controversia. Las biopsias obtenidas
hasta 15 años después del episodio agudo pueden evidenciar algunos cambios como
esclerosis y fibrosis, pero la incidencia de azoemia 10-15 años después del episodio
agudo, tomando en conjunto todas las series reportadas, es aproximadamente del 0,1%.
Estudios realizados por nuestro grupo demuestran que, después de 15 años del ataque
agudo de GNAPE en niños, la incidencia de hematuria ocasional (2%), proteinuria (5,4%),
hipertensión arterial (2%) y azoemia (0,9%) son similares a los valores encontrados en la
población general.
4.13. TRATAMIENTO.
4.13.1. Antibióticos.
El tratamiento con antibióticos se recomienda en todos los casos. Penicilina oral
benzatínica 50.000 a 100.000 U./kg., de peso dividida en 3 dosis durante 7 días; si no se
dispone de penicilina oral, puede administrarse una dosis única de penicilina benzatínica
intramuscular (600.000 U., en niños pequeños y 1.200.000 U., en niños mayores). Si el niño
es alérgico a la penicilina debe administrarse eritromicina a una dosis de 30-50 mg./kg.,
peso por día, administrado en dosis divididas cada 6 horas, durante 10 días.
Es deseable estudiar a los familiares cercanos para detectar evidencias clínicas o
serológicas de infección por estreptococo por la alta incidencia en el grupo familiar de
los casos índice.
Tema 15. Enfermedades renales en pediatría: síndrome nefrótico, síndrome nefrítico... 931
Dieta. Debe indicarse la restricción en la ingesta de agua y en el sodio en todos los
pacientes con SNA Durante las primeras 12-24 horas, cuando no se conoce la diuresis,
es razonable omitir todas las ingestas orales a fin de establecer un equilibrio negativo y
evaluar la diuresis.
Reposo. No se ha demostrado que el reposo absoluto mejora la evolución clínica de
la enfermedad; sin embargo, es recomendable el reposo relativo y los pacientes lo guardan
por no sentirse bien durante la fase aguda.
Diuréticos. El uso de diuréticos de asa produce un aumento rápido del volumen de
orina en el 80% de los pacientes con GNAPE. Este efecto contribuye a reducir el estado
de hipervolemia, el edema y la tensión arterial. La furosemida puede prescribirse por
vía intravenosa 1-2 mg./kg., de peso por dosis o por vía oral: 10 mg./kg., de peso, puede
administrarse en varias dosis por día y es raro que se necesite su uso durante más de 48
horas. Varios estudios han demostrado que la furosemida aumenta 4-9 veces la diuresis,
con lo cual se reduce el tiempo de normalización de la tensión arterial y la desaparición
total del edema (de 7-10 días a 4-5 días). Otros diuréticos como las tiacidas no son efectivos
y los inhibidores de la aldosterona como la espironolactona están contraindicados por el
peligro de hipercalemia.
Fármacos antihipertensivos. Son necesarios en el 50% de los pacientes, y en raras
ocasiones se requiere su uso más de 2-3 días en enfermos con GNAPE. Un fármaco que
se ha utilizado más recientemente es el nifedipino, 10 mg., sublingual (5 mg., en caso de
niños pequeños). Esta dosis puede repetirse a las 2 horas. Si no hay una respuesta adecuada
pueden administrarse hidralazina (0,2 mg./kg., por vía parenteral), recordando que induce
taquicardia y que si la frecuencia cardíaca es mayor de 110 ppm es conveniente evitarlo. El
diazóxido puede administrarse en minibolos de 1-3 mg./kg., de peso y debe utilizarse con
diuréticos, ya que retiene sodio. El nitroprusiato de sodio debe reservarse para los casos
con encefalopatías hipertensivas, algo raro hoy día.
Los inhibidores de la enzima conversiva de la angiotensina deben evitarse porque
producen hiperpotasemia; los bloqueadores beta tampoco deben utilizarse porque el
estado de hipervolemia en que se encuentra el paciente hace peligroso el desarrollo de
una insuficiencia cardíaca y, además, por el peligro de hiperpotasemia. El uso de digitálicos
está contraindicado porque no son efectivos en la insuficiencia cardíaca y la intoxicación
es frecuente.
932 Tema 15. Enfermedades renales en pediatría: síndrome nefrótico, síndrome nefrítico...
14
Hiperglucemia
y trastornos de
la glucemia en
TEMA pediatría
1. CONCEPTO
La hiperglucemia es un trastorno metabólico frecuente en los niños en las salas de
urgencia y en unidades de cuidados intensivos. Además, puede ser un marcador biológico
de mal pronóstico.
En primer lugar nos ocuparemos de la hiperglucemia en el contexto de una
cetoacidosis diabética, y, a continuación, trataremos el coma hiperglucémico no cetósico
y otras hiperglucemias.
2. CETOACIDOSIS DIABÉTICA
La cetoacidosis diabética (CAD) es un cuadro clínico caracterizado por hiperglucemia,
generalmente mayor de 250 mg/dl (13,9 mmol/l), acompañada de un pH sanguíneo menor
de 7.30 y/o bicarbonato menor de 15 mEq/l, junto con deshidratación y presencia de
cetonemia y cetonuria. Es la principal causa de mortalidad en niños y adolescentes con
diabetes mellitus tipo 1.
2.1. FISIOPATOLOGÍA.
La hiperglucemia se produce por el descenso de la utilización periférica de glucosa y
por el incremento de la neoglucogénesis y la glucogenolisis hepática (la glucogenolisis en
2.2. CLÍNICA.
El niño con CAD suele estar deshidratado, ojeroso, hipotérmico, y con
vasoconstricción por la hipovolemia, aunque es poco frecuente que presente hipotensión
arterial. Las manifestaciones clínicas de la cetosis y la acidosis son: dolor abdominal,
fetor cetonémico, vómitos y respiración de Kussmaul. La afectación neurológica produce
obnubilación progresiva y coma.
2.3. MONITORIZACIÓN.
La monitorización de un paciente con CAD incluye: constantes vitales continuas
(FC, FR, ECG y pulsioximetría). Se debe determinar periódicamente la TA no invasiva e,
inicialmente, la diuresis.
Al ingreso se precisan los valores de: glucemia, EAB, Na+, K+, Cl-, Ca++, urea, creatinina,
osmolaridad, anión Gap, Na+ corregido y hemograma.
La monitorización de la glucemia debe ser horaria durante todo el manejo de la
CAD, y los controles gasométricos y de iones también horarios durante las primeras 4-5
horas. El resto de parámetros bioquímicos ya mencionados deben controlarse con una
periodicidad de aproximadamente 4 horas, y según la evolución de cada caso.
Es interesante el control seriado de los niveles de beta-hidroxibutirato capilar con
tiras reactivas, cuyos niveles se correlacionan bien con la situación ácido-base del paciente.
2.4. TRATAMIENTO.
El tratamiento hospitalario de un niño con CAD comienza ya en la sala de urgencias.
La ubicación ideal para el tratamiento y monitorización de estos pacientes es una unidad
de cuidados intensivos pediátricos. En cualquier caso, se hace obligado el ingreso en UCIP
si: paciente menor de 2 años, shock, alteración del nivel de consciencia, acidosis intensa
(pH < 7,1 y/o EB d≤ 7) y en el caso de pacientes con CAD que, estando en tratamiento
fuera de la UCIP, presentan complicaciones evolutivas graves (clínicas o metabólicas).
Es necesario la canalización de dos vías venosas periféricas: una para sueros de
perfusión de insulina y sueros de rehidratación (conectados en Y con llave de tres pasos); y
otra, si es posible, para controles analíticos, evitando punciones múltiples, manteniéndola
permeable con suero heparinizado y lavados múltiples.
Insulinoterapia: añadir en 100 ml, de suero fisiológico tantas unidades de insulina
regular como kg, pesa el paciente. Se purga el sistema con los primeros 50 ml, de esta
solución. La equivalencia en unidades/kg/hora de insulina (U/kg/h) según microgotas/
minuto (mcg/min) es la siguiente:
Desde el inicio del tratamiento se pone dicha perfusión por una vía diferente de
la del suero de rehidratación o por esa misma vía en Y. Se comienza la perfusión a un
ritmo de 10 mcg/min, las modificaciones posteriores se harán en relación a los controles
de glucemia, para mantener la glucemia en torno a 200 mg/dl. Las modificaciones se
suelen hacer de 2 en 2 mcgotas. Si en 1-2 horas la glucemia no desciende más del 10 %
se incrementará la perfusión de 2 en 2 mcgotas./min si se precisa. La glucemia no debe
descender más de 100 mg/dl, por hora.
La insulina IV debe mantenerse hasta alcanzar la corrección metabólica, después
continuar con insulina subcutánea. No parar la perfusión IV de insulina hasta 30 minutos
después de la primera dosis de insulina regular subcutánea.
Fluidoterapia:
— 1ª Fase (1ª-2ª hora): si shock: suero salino fisiológico hasta 40 cc.kg, o más si se
precisa en 1-2 horas hasta lograr la estabilidad hemodinámica.
Si no shock: suero salino fisiológico a 10 cc.kg, en 1 hora.
Asociar bicarbonato 1 molar en el suero fisiológico si existe acidosis metabólica
grave: 1 mEq/kg si pH < 7 o 2 mEq/kg si pH < 6,9.
Añadir en la 2ª hora en el suero potasio: 40 mEq/l (20 mEq. como ClK y 20 como
PO4K) excepto si: hipercaliemia inicial (K > 5 mEq/l), insuficiencia renal, shock (poner sólo
20 mEq/l).
Gluconato cálcico al 10 %: 34 cc/m2/24 horas administrados de forma intravenosa
lenta intermitente, cada 4-6 horas desde el inicio.
— 2ª Fase: hasta pH de 7,3 y/o EB > 15, corrección de la deshidratación grave y
estabilización de la glucemia.
El total de líquidos a administrar en esta fase son las necesidades de mantenimiento
más el déficit, calculando un déficit de un 5 a un 10 % según el grado de deshidratación.
El déficit, según algunos autores, se repone en 24 horas, el 50 % en las 8 primeras horas y
la otra mitad en las restantes. Para otros, debe corregirse en 36 horas, especialmente en las
deshidrataciones graves, reponiendo la mitad en 12 horas y la otra mitad en las 24 horas
siguientes. Las necesidades de mantenimiento se calculan multiplicando las necesidades
2.5. COMPLICACIONES.
El edema cerebral es la causa más frecuente de muerte en niños diabéticos durante
el tratamiento de una CAD, si bien es una situación rara, la muerte por este motivo ocurre
en menos del 1 % de los casos. Considerando el potencial mortal del edema cerebral y su
relación con el tratamiento, el manitol (0,25-1 g/kg en 30 min) debe estar disponible en
cuanto se inicia la pauta de tratamiento, además de otras medidas antiedema cerebral.
El edema de pulmón es una complicación poco frecuente en niños. La existencia
de dificultad respiratoria, cianosis y quejido son signos de alarma. Precisa ventilación
mecánica, y, tratado precozmente, su pronóstico es favorable.
La hipoglucemia es la complicación más frecuente, y debe ser tratada precozmente
con disminución de la perfusión de insulina y administración de glucosa hipertónica.
Las complicaciones cardiovasculares son muy raras en los niños.
3.1. FISIOPATOLOGÍA.
La fórmula de la POsmE es:
POsmE= 2 Na+ (mEq/l) + Glucosa (mg/dl) / 18 = mOsm/kg, de agua.
3.2. ETIOLOGÍA.
El CHNC suele ocurrir en pacientes diabéticos, generalmente con dependencia para
la ingesta de agua o incapacidad para la percepción de la sed; pero también puede ocurrir
en niños no diabéticos. Sobre la enfermedad de base incide una causa precipitante, como
una enfermedad aguda, un procedimiento (diálisis, cirugía, ...) o la toma de ciertos fármacos.
También se pueden incluir las deshidrataciones hipertónicas del lactante pequeño.
3.3. CLÍNICA.
Se presenta como alteración del nivel de conciencia que suele ir precedido de poliuria,
polidipsia y vómitos en los días previos. Existen signos de shock y deshidratación, además
de polipnea. Son poco frecuentes las alteraciones neurológicas focales. El término CHNC
no es del todo correcto, porque sólo existe coma en el 10-20 % de los casos.
También pueden producirse trombosis vasculares y coagulación intravascular
diseminada.
La complicación más temida del tratamiento es el edema cerebral.
3.4. DIAGNÓSTICO.
Son fundamentales la exploración física y el conocimiento de los antecedentes
personales. Al ingreso se determinará: hemograma, bioquímica sanguínea, equilibrio
ácido-base, presión osmótica, sedimento y bioquímica urinaria. El CHNC se caracteriza por
hiperglucemia mayor de 600 mg/dl, hiperosmolaridad plasmática con valores superiores a
3.5. TRATAMIENTO.
Se deben establecer medidas de soporte generales.
La restitución de líquidos es semejante a la que se realiza en la CAD. Si el paciente
está hipotenso se realizará una expansión inicial de volumen. Una vez normalizada la
tensión se puede corregir la mitad del déficit en las primeras 12 horas y el resto en las
24-36 horas siguientes. Se puede utilizar inicialmente suero salino fisiológico para evitar
un descenso de la osmolaridad sanguínea superior a 2 mOsm/Kg/hora. Cuando la glucemia
sea inferior a 250 se puede pasar a glucosado al 5 %.
No debe añadirse potasio a los líquidos intravenosos hasta que se conozca el estado
de la función renal y la diuresis sea suficiente. La depleción de magnesio también debe
corregirse una vez normalizada la función renal.
Sólo se administrará bicarbonato en caso de acidosis grave (pH<7), y se administrará
como bicarbonato 1/6 molar.
La administración de insulina debe retrasarse hasta que se asegure un buen volumen
extravascular. Se recomienda una dosis inicial de 0,05 unidades/kg/hora y se aumentará o
disminuirá el ritmo de infusión según evolucionen los controles de glucemia.
1. CONCEPTO
La hipoglucemia se define como un valor de glucosa en sangre inferior a 54 mg/
dl (3 mmol/l). Hay que tener en cuenta que la glucemia en sangre venosa es un 15-20 %
inferior a la plasmática, y un 5 % inferior a la capilar, y ésta, a su vez, inferior a la arterial.
2. SIGNIFICACIÓN Y SECUELAS
El cerebro de los lactantes y niños puede utilizar la glucosa a un ritmo superior a
4-5 mg/100 g, de peso cerebral/ minuto. Las determinaciones del ritmo de producción
endógena de glucosa en los lactantes y niños indican unos valores de 5-8 mg/kg/min, y la
mayor parte de esta producción está motivada por las necesidades del metabolismo cerebral.
Dado que el cerebro crece más rápidamente durante el primer año de vida, y puesto
que la mayor parte del recambio metabólico de la glucosa va destinada al metabolismo
cerebral, la hipoglucemia mantenida o repetitiva en los lactantes y niños puede retrasar el
desarrollo y la función del cerebro. En el cerebro en rápido crecimiento la glucosa también
es fuente para la síntesis de proteínas y lípidos de la membrana, es decir, las proteínas
estructurales y la mielinización que tan importantes son para una maduración cerebral
normal. En estados de hipoglucemia intensa y mantenida, estos sustratos estructurales
del cerebro pueden ser degradados hasta diversos productos intermedios que sirven para
obtener energía, como el lactato, el piruvato, los aminoácidos y los cetoácidos, de tal
manera que se mantiene el metabolismo cerebral a expensas del crecimiento del cerebro.
3. HOMEOSTASIS DE LA GLUCEMIA
Todos los tejidos utilizan glucosa como fuente de energía, pero el sistema nervioso
central y los elementos formes de la sangre tienen necesidad obligada de ella, si bien,
durante el ayuno prolongado, el cerebro puede utilizar los cuerpos cetónicos derivados
del metabolismo graso, siendo éstos la segunda fuente energética cerebral.
En condiciones normales los niveles de glucemia se mantienen dentro de unos límites
estrechos gracias a unos mecanismos que aseguran el equilibrio entre la producción y la
utilización de glucosa por el organismo.
Después de una comida el organismo consume la glucosa procedente de los hidratos
de carbono ingeridos, merced al incremento de los niveles de insulina que favorecen su
utilización por los diferentes tejidos, así como su almacenamiento en forma de glucógeno
en el hígado y músculo (glucogenogénesis). La insulina inhibe la lipolisis, la proteolisis y
la cetogénesis. Si el periodo de ayuno posterior es corto, la glucemia se mantiene a partir
de la liberación de los depósitos de glucógeno hepático (glucogenolisis); pero si el ayuno
se prolonga, estos depósitos se van reduciendo y la glucosa se comienza a sintetizar «de
4. FISIOPATOLOGÍA
La alteración en alguno de los pasos que intervienen en la homeostasis de la glucemia
puede provocar hipoglucemia:
- Falta de recepción o de absorción de nutrientes: inanición, malabsorción.
- Disminución en la producción o en la liberación de glucógeno: déficit de
enzimas que intervienen en la síntesis de glucógeno, déficit de enzimas que
intervienen en la glucogenolisis, o de las hormonas que estimulan dichos
procesos.
- Sustratos limitados para la gluconeogénesis: déficit de aminoácidos, casi
siempre dependiente de la disminución de GH, tiroxina, cortisol y glucagón,
o bien niños desnutridos.
- Disminución en la producción de energía alternativa: déficit de enzimas
que intervienen en la oxidación de los ácidos grasos y en la cetogénesis.
- Aumento en la utilización de glucosa: fundamentalmente por
hiperinsulinismo.
6. CLÍNICA
Las manifestaciones clínicas de la hipoglucemia se clasifican en:
- Síntomas autonómicos:
· Colinérgicos: sudoración, hambre y parestesias.
· Adrenérgicos: palpitaciones, ansiedad y temblores.
- Síntomas neuroglucopénicos, secundarios a la falta de glucosa para el
metabolismo cerebral. Estos síntomas predominan en el niño más pequeño
respecto al niño mayor y adolescente: cambios de comportamiento, náuseas,
visión borrosa, cefalea, confusión, somnolencia, convulsiones y coma.
Como los síntomas y los signos son inespecíficos, es importante confirmar la
hipoglucemia coincidiendo con la clínica, y comprobar que la corrección de las cifras de
glucosa logra la desaparición de la sintomatología.
En el recién nacido y lactante pequeño la presentación clínica es aún más
inespecífica, siendo mayor el riesgo de secuelas neurológicas debidas a hipoglucemia no
reconocida ni tratada, recomendándose la monitorización estrecha de aquellos pacientes
con riesgo elevado de hipoglucemia.
1. CONCEPTO
Llamamos «convulsión» a una contracción brusca e involuntaria de un músculo
o un grupo muscular, que habitualmente se debe a una descarga paroxística neuronal
(crisis cerebral).
En muchas ocasiones, una crisis cerebral no se manifiesta con contracciones
musculares, sino que, por lo contrario, aparece como un fenómeno hipotónico, sensitivo,
autonómico, afectivo-psíquico con o sin alteración del nivel de conciencia, al que también
llamamos «convulsión» ya que, por extensión de la palabra se viene utilizando para
denominar cualquier manifestación clínica de origen cerebral independientemente de su
auténtica semiología o etiopatogenia.
En esta revisión, se pretende resaltar la importancia de saber reconocer el tipo de
episodio que se presenta, de valorar la repercusión fisiológica de la crisis sobre el niño y
de tratarla adecuadamente para minimizar las complicaciones, en ocasiones derivadas de
un tratamiento inapropiado o de un retraso en el inicio de un procedimiento eficaz más
que de la propia convulsión.
Los objetivos de la atención a los niños convulsivos en los servicios de urgencias
deben incluir:
- Establecer un diagnóstico positivo de convulsión.
- Estabilizar al paciente y minimizar el deterioro fisiológico que puede
acompañar a una crisis.
2. ETIOPATOGENIA
Las convulsiones son acontecimientos muy frecuentes en clínica pediátrica. Sus
características clínicas, aunque variables de unos a otros casos, suelen ser de la suficiente
aparatosidad como para requerir urgentemente la actuación médica. Constituyen uno de
los más frecuentes motivos de consulta de urgencias, tanto en el ámbito hospitalario como
en los equipos de asistencia domiciliaria. Se estima que un 5 % de la población infantil
presentará en algún momento un fenómeno convulsivo.
Las causas de las crisis convulsivas en niños varían según la edad (tabla 1). Hay 4
grandes categorías:
- Convulsiones febriles: algo más del 25 %.
- Sintomáticos agudos: 25 % (tumores, meningitis, encefalitis y traumatismos).
- No provocados idiopáticos o criptogénicos: 25 %.
- No provocados sintomáticos: 25 %. Trastornos neurológicos crónicos,
congénitos o adquiridos. La mayoría de los niños en estado epiléptico
tendrán un proceso de base que puede ser tratado.
3. CONVULSIONES GENERALES
Las convulsiones generales tienen multitud de causas como quedó visto en la
clasificación etiopatogénica. Para comenzar su estudio es conveniente hacer referencia a
las distintas formas de manifestación clínica, que se pueden clasificar en la siguiente forma:
1. Crisis parciales (focales).
a. Crisis parciales simples (sin alteración de consciencia).
b. Crisis parciales complejas (con alteración de consciencia).
c. Crisis parciales secundariamente generalizadas.
2. Crisis generalizadas.
a. Ausencias.
b. Crisis mioclónicas simples o múltiples.
c. Crisis clónicas.
d. Crisis tónicas.
e. Crisis clónico-tónicas (gran mal).
f. Crisis atónicas (estáticas).
3. Crisis epilépticas no clasificables.
3.2.2. Convulsivas.
La crisis que caracteriza a este grupo es la crisis generalizada de «gran mal». Tiene
una serie de componentes que aparecen siguiendo un orden y una duración: brusca
pérdida de la consciencia, con caída al suelo, acompañada de un grito y de una contracción
tónica generalizada durante la cual se produce una cianosis debida a la contracción de los
músculos respiratorios. Su duración es de unos 10 o 15 segundos y se sigue de una fase de
convulsiones clónicas que suele durar de 40 a 50 segundos. Finalmente, se produce una
fase de relajación con hipersomnia (coma postcrítico) que suele permanecer durante 2 a
10 minutos; pueden acompañar a esta crisis fenómenos vegetativos como taquicardia, HTA,
midriasis, sudoración, sialorrea («espuma por la boca») y emisión de orina. La mordedura
de la lengua es un accidente secundario a la contracción tónica de los maseteros.
Una forma peculiar y exclusiva de la infancia lo constituye la «encefalopatía
epiléptica severa». Se caracteriza, desde el punto de vista clínico, por su aparición en
lactantes (3-9 meses) en forma de mioclonías masivas en flexión o extensión, de breve
duración. En cada una de ellas, el niño sufre una pequeña sacudida en la que flexiona la
cabeza levemente, mientras levanta sus brazos, como si el niño hubiera sufrido un pequeño
susto. Si no existe una respuesta positiva al tratamiento, puede aparecer una regresión
funcional neurológica severa.
TABLA 2.
ACTUACIÓN BÁSICA ANTE EL NIÑO QUE PRESENTA CONVULSIONES.
Revisión ABC.
Vía aérea.
Respiración.
Estado circulatorio.
4. CONVULSIONES FEBRILES
Una convulsión febril es una convulsión tónico-clónica generalizada (gran mal)
que se presenta e algunos niños como respuesta a la fiebre. Este tipo de convulsiones están
usualmente asociadas a un rápido aumento de la fiebre y generalmente se presentan más
al principio que al final del periodo febril.
4.2. SÍNTOMAS.
- Fiebre (especialmente temperatura elevada o aumento súbito de la
temperatura corporal).
- Convulsión tipo gran mal o tónico-clónica.
- Pérdida de conocimiento que dura de 30 segundos a 5 minutos.
- Postura tónica (contracción muscular general y rigidez que generalmente
dura de 15 a 20 segundos).
- Movimiento clónico (relajación y contracción musculares rítmicas violentas
que duran comúnmente de 1 a 2 minutos).
4.3.2. Exploración.
Explorar al niño en busca de focos de infección. Los signos de infección del SNC
incluyen una disminución del nivel de conciencia, irritabilidad y rigidez de nuca. Buscar
pruebas de hipertensión intracraneal o de anomalías neurológicas focales.
Monitorización y pruebas complementarias, tales como analítica de sangre, punción
lumbar o electroencefalograma (E.E.G.), todas ellas encaminadas a descubrir el foco
infeccioso que produce la fiebre y a detectar la existencia de alteraciones neurológicas.
4.4. TRATAMIENTO.
El tratamiento es el mismo que el de las convulsiones generales pero teniendo en
cuenta que la fiebre es el origen de las crisis y, por tanto, hay que erradicarla.
La fiebre se trata con acetaminofén oral o con ibuprofeno. La aspirina no se debe
utilizar para tratar la fiebre en niños con posibles infecciones virales, ya que ésta aumenta
el riesgo de «síndrome de Reye» y se debe tratar la causa de la fiebre.
Los fármacos a usar en las crisis convulsivas febriles son los mismos que en las
generales.
5.1. ETIOLOGÍA.
En aproximadamente el 50 % de los pacientes constituye un síntoma de un proceso
patológico subyacente. En el resto corresponde a epilepsia idiopática o a crisis febriles.
5.2. TRATAMIENTO.
5.2.1. Estabilización urgente.
- Establecer una vía respiratoria adecuada.
- Evaluar la situación cardio-respiratoria.
- Establecer una vía venosa para administrar medicamentos y prefundir
líquidos.
- Tratar las posibles alteraciones metabólicas y electrolíticas.
1. CONCEPTO
El coma se define como el estadio más profundo de la alteración de la conciencia,
el paciente tiene incapacidad para despertar o reaccionar frente a estímulos externos.
Hay otros estados de alteración de la conciencia:
- Letargia: el paciente tiene dificultad para mantener un nivel de vigilancia
adecuado y estable de forma espontánea. Se asocia a estados de agitación.
- Obnubilación: el paciente responde a estímulos externos no dolorosos.
- Estupor: el paciente responde a estímulos dolorosos.
2. ETIOLOGÍA
El estado de consciencia depende de la transmisión del impulso nervioso hasta
la corteza cerebral a través del sistema reticular ascendente (SRA) que recorre el tronco
encefálico.
Cualquier causa, estructural o no, que afecte a la transmisión de este impulso
justifica el estado de coma.
Para que una lesión hemisférica produzca coma debe afectar de forma difusa a
los dos hemisferios o bien ocasionar desplazamiento de las estructuras troncoencefálicas
y del SRA. En caso contrario se justifica focalidad neurológica pero no disminución del
nivel de consciencia.
3. VALORACIÓN CLÍNICA
3.1. SOPORTE VITAL.
El paciente en coma es un paciente grave cuyas funciones vitales están amenazadas
y como en cualquier otra situación, éstas son absolutamente prioritarias. Por tanto hay
que garantizar el soporte vital, valorando la funciones respiratoria y cardiovascular.
Es fundamental excluir situaciones de emergencia subsidiarias de tratamiento
inmediato.
* (Descerebración).
** (Decorticación).
3.3.2. Respuesta motora.
El apartado motor permite detectar focalidad en las cuatro extremidades.
- La respuesta motora incluye la observación de la posición corporal,
movimientos espontáneos y respuesta al dolor.
- En caso de encontrar asimetría se considera el lado de mejor respuesta
con vistas a asignar la puntuación en la escala. La asimetría se detecta
en la postura y movilidad espontánea, tono y fuerza muscular, reflejos
osteotendinosos o cutáneos y patrones motores.
- Los movimientos obtenidos pueden ser adecuados, estereotipados o
ausentes
a. Movimientos espontáneos o provocados por el dolor o estímulos: si son
adecuados (localizador en flexión) traduce integridad de las vías motores
implicadas.
b. Movimientos inapropiados o estereotipados: son patrones de hipertonía
generalizada, el paciente los adopta de forma espontánea y sostenida o
como respuesta a estímulos.
4.3. RADIOLOGÍA.
- Ecografía transfontanelar.
- TAC: si hay signos de coma estructural o sospecha de traumatismo craneo-
encefálico (TCE) es prioritaria la realización de un TAC.
- RMN: permite visualizar imágenes precoces en encefalitis herpéticas y detecta
con mejor nitidez que el TAC las estructuras basales del cerebro (hipófisis,
tallo hipofisario, tronco y pares craneales).
- Angiografía.
4.4. TOXICOLOGÍA.
Análisis de tóxicos en sangre, orina y jugo gástrico. En caso de coma brusco de
origen desconocido o sospecha de intoxicación.
5. MONITORIZACIÓN
5.1. MONITORIZACIÓN CEREBRAL.
- La monitorización más importante del sistema nervioso central (SNC) es la
exploración física: puntuación seriada de la escala de Glasgow, reactividad
y tamaño pupilar.
- EEG continuo o repetido si hay crisis.
- Control de la presión intracraneal (PIC), cuyo objetivo es determinar la presión
de perfusión cerebral (parámetro que asegura el flujo sanguíneo al cerebro).
Sus indicaciones son:
· Hemorragia espontánea o secundaria a malformación vascular.
· Tumor cerebral.
· Lesiones agudas cerebrales con lesión cerebral difusa y GSC<8.
1. INTRODUCCIÓN
Las arritmias serán tratadas en varios temas de este libro y comenzaremos, en éste,
a describir las más frecuentes, siendo algunas muy graves y, por el contrario, siendo otras
prácticamente banales. Pero consideramos que antes de presentar a la arritmia como
tal, sería conveniente hacer un somero estudio de la electrofisiología cardíaca que nos
lleve a un perfecto entendimiento de la patología cuando ésta surja, sabiendo así como
diferenciarla, por qué ocurre y, por tanto, cómo tratarla.
El corazón se caracteriza por tener cuatro características intrínsecas que hacen que
sea un órgano independiente en su funcionamiento. Estas son:
a) Automatismo.
b) Excitabilidad.
c) Conductibilidad.
d) Refractariedad.
1.1. AUTOMATISMO.
El corazón tiene la propiedad de iniciar y mantener una actividad rítmica independiente
del SNC. Las células miocárdicas que poseen esa propiedad son las células marcapasos.
Normalmente, las células marcapasos con mayor grado de automatismo y más
rápida frecuencia de descarga son las células que se localizan en el nodo sinusal. Otros
focos celulares con esta capacidad, pero más lentos y menos autónomos se encuentran
en aurículas, nodo A-V y ventrículos.
Cuando el nodo sinusal descarga sus impulsos, se difunden al resto del miocardio y
producen una abolición de los marcapasos subsidiarios por ser éstos más lentos.
1.3. CONDUCTIBILIDAD.
Es la propiedad que permite a las células miocárdicas propagar un impulso a las
células vecinas. La velocidad de conducción varía en los diferentes tejidos cardíacos. Es
máxima en las fibras de His-Purkinje y mínima en el nodo A-V.
1.4. REFRACTARIEDAD.
Durante el periodo de despolarización las células miocárdicas se tornan
completamente refractarias a cualquier estímulo. Este periodo de «no respuesta» se conoce
como periodo refractario absoluto.
Al final de la sístole (fase 3 del potencial de acción transmembrana – PAT) hay un
período refractario relativo durante el cual la célula es capaz de responder a estímulos
mayores de lo normal. Al final de la diástole (fase 4 del PAT) ya puede existir otro periodo
refractario.
2. DEFINICIÓN DE ARRITMIAS
En condiciones normales, el corazón late de forma ordenada y rítmica (ritmo sinusal).
La frecuencia cardíaca es variable:
- Recién nacido: 120 (+/- 25).
- 1 - 6 meses: 140 (+/- 30).
- 1 año: 120 (+/- 20).
- 2 años: 110 (+/- 30).
- 4 años: 100 (+/- 35).
- 6 años: 95 (+/- 25).
- 8 años: 90 (+/- 25).
- 10 años: 80 (+/- 20).
- 12 años: 75 (+/- 20).
- 14 años: 70 (+/- 20).
Sin embargo, puede ser normal hallar cifras por debajo o por encima de estos valores
en función de las características del niño.
3. TERAPÉUTICA
3.1. FARMACOTERAPIA ESPECÍFICA.
Los antidisrítmicos se han clasificado en cuatro clases:
1. CONCEPTO
Denominamos síncope a la pérdida brusca de conocimiento, reversible en poco
tiempo. En la mayoría de los casos se debe a una disminución brusca de la perfusión cerebral,
pero por extensión se puede denominar síncope a otras pérdidas de conocimiento por
otras causas (epilepsia, hipoglucemia, etc.). Una misma noxa puede dar lugar a síncope, o a
síntomas neurológicos agudos y reversibles tales como mareo, vértigo, acúfenos o pérdida
de visión, sin llegar a perderse el conocimiento. Esto es lo que denominamos presíncope.
Los niños con síntomas presincopales deben ser estudiados con el mismo detenimiento
que aquellos que perdieron el conocimiento, porque la enfermedad de base puede ser
igualmente grave.
2. EPIDEMIOLOGÍA
Hasta un 20-25 % de los niños pueden presentar episodios sincopales antes del fin
de la adolescencia. Sin embargo, la incidencia en los servicios de urgencia como motivo
de consulta no supera el 1 %, ya que la banalidad del cuadro en muchas ocasiones hace
que no se consulte de urgencia y sí en cambio al pediatra de cabecera.
Estos episodios pueden presentarse de forma aislada o tener carácter recurrente, y
la mortalidad es prácticamente inexistente si descartamos los síncopes de causa cardíaca.
En consecuencia es muy importante asegurar el diagnóstico y descartar este origen.
En cuanto a la incidencia por sexo, en la edad pediátrica se ha encontrado más
elevada en el sexo femenino.
3.2. CARDÍACA.
- Arrítmias (bloqueo AV, Wolf-Parkinson-White, Sdr. QT largo).
- Enfermedad obstructiva (miocardiopatía hipertrófica, estonosis aórtica, tumor
cardíaco, hipertensión pulmonar).
- Disfunción miocárdica (miocarditis, IAM).
3.3. METABÓLICA.
- Hipoglucemia.
- Hipocalcemia.
- Hipoxia.
3.4. NEUROLÓGICA.
- Convulsiones (febril, afebril).
- Migraña.
- Tumor cerebral.
3.5. PSIQUIÁTRICA.
- Hiperventilación psicógena.
- Crisis de histeria.
- Münchausen por poderes.
3.6. TÓXICA.
- Monóxido de carbono.
- Cocaína.
- Depresores del SNC.
4. MANIFESTACIONES CLÍNICAS
A continuación se realizará una descripción de algunas de las causas más importantes
o frecuentes de síncope; para realizar un diagnóstico es importante conocer la historia de
los síntomas.
5. DIAGNÓSTICO
De cara al diagnóstico es muy importante la historia clínica y la exploración física,
ya que nos van a permitir clasificar el síncope en la gran mayoría de los casos y orientar
las pruebas diagnósticas en otros muchos.
5.1. ANAMNESIS.
- Factores desencadenantes.
- Relación con los cambios posturales.
- Pródromos.
- Duración del episodio.
- Características del síncope.
- Recuperación posterior, estado de conciencia tras episodio.
- Síntomas asociados.
- Ingesta de fármacos.
6. TRATAMIENTO
6.1. MEDIDAS GENERALES.
Evitar circunstancias desencadenantes o predisponentes, evitar incorporarse
bruscamente, etc.
1. INTRODUCCIÓN
Los procesos inflamatorios del corazón se clasifican según el predomino de la región
cardíaca afectada. Pericarditis si se localiza en el pericardio, miocarditis si afecta al tejido
noble miocárdico y endocarditis cuando afecta al endocardio y a las válvulas. La mayoría
de las veces el agente causal es infeccioso y no suelen ser lesiones aisladas y pueden haber
afectación en mayor o menor grado de las otras estructuras e incluso puede generalizarse
dando lugar a una pancarditis.
2. PERICARDITIS
2.1. CONCEPTO.
La pericarditis es la inflamación aguda o crónica del pericardio caracterizándose
por fenómenos inflamatorios y acumulación anormal de líquido en la cavidad pericárdica.
En condiciones normales existe una cantidad de líquido pericárdico entre 10-15 ml.,
que puede llegar a 1.000 ml., en pericarditis en adolescentes. La gravedad del cuadro va
a depender del aumento de la presión intrapericárdica y de la rapidez de instauración,
pudiendo comprometer el llenado ventricular durante la diástole, aumentando la presión
venosa sistémica y dando lugar a un taponamiento cardíaco.
2.2. ETIOLOGÍA.
Las causas de la pericarditis son múltiples, la más frecuente es la infecciosa.
En las bacterianas suele haber un foco primario y por diseminación hematógena
progresa a pericardio. El líquido pericárdico aumenta rápidamente pudiendo instaurarse
un taponamiento en corto espacio de tiempo.
ETIOLOGÍA DE LA PERICARDITIS.
Idiopática (supuestamente vírica).
Infecciosas.
Vírica (Coxsakie B, Influenza, Echovirus, Adenovirus...).
Bacteriana (S. aureus, H. influenzae B, N. meningitidis, M. tuberculosis...).
Fúngica (Histoplasmosis, actinomicosis).
Parasitaria (Toxoplasmosis, equinococos).
Microbacteriana.
Enfermedades reumáticas.
Lupus eritematoso sistémico.
Artritis reumatoide.
Fiebre reumática.
Postoperatorio de la cirguía cardíaca.
Síndrome pospericardiotomía.
Quilopericardio.
Traumatismo y lesiones iatrogénicas.
Lesiones penetrantes y no penetrantes.
Cateterismo cardíaco.
Anticoagulación.
Neumopericardio.
Uremia.
Neoplásicas.
Tumores pericárdicos primitivos.
Metastásicos o difusión por contigüidad de neoplasias extracardíacas.
2.4. DIAGNÓSTICO.
El diagnóstico se basa en la anamnesis, exploración física y en los exámenes
complementarios.
Radiología de tórax: la silueta cardíca puede ser normal. Se observará cardiomegalia
en derrames importantes dando la imagen típica en forma de cantimplora con la base
aumentada de tamaño y el mediastino superior estrecho.
Electrocardiograma (ECG): muestra alteraciones del segmento ST y de la onda T en el
80-90 % de los casos. Los ECG seriados mostraran las fases de las alteraciones del mismo:
Ecocardiografía: es el método diagnóstico de elección. Demuestra la presencia de
líquido, su volumen y calidad. Si hay taponamiento se observa compresión de la pared
de la aurícula derecha, colapso ventricular derecho y movimiento pendular del corazón.
1. Elevación del segmento ST (punto
J) en casi todas las derivaciones con
onda T positiva.
2. El segmento ST se vuelve isoeléctrico
y las ondas T se aplanan.
3. La onda T se invierte. La ausencia de
alteraciones del QRS y de la onda Q
lo distinguen de la isquemia.
4. Normalización de ondas T al cabo
de meses.
5. Complejos QRS de bajo voltaje si el
derrame es importante.
6. Arritmias de origen sinusal por
afectación miocárdica en el 20%.
2.5. TRATAMIENTO.
A. MEDIDAS GENERALES.
1. Reposo en cama hasta que desaparece el dolor.
2. Antiinflamatorios:
a) Antiinflamatorios no esteroideos(AINEs):
- Aspirina: 60-100 mg./kg./día, fraccionados cada 4-6 horas. Medir niveles.
- Ibuprofeno: 20-30 mg./kg./día, fraccionados cada 6-8 horas. Máximo
1.200 mg./día.
- Indometacina: 2-4 mg./kg./día, fraccionados cada 8-12 horas. No se
recomienda en menores de 14 años. Usar sólo si no hay respuesta a otros
AINEs.
b) Corticoides: cuando el dolor no responda a AINEs tras 48 horas de tratamiento.
Prednisona 2 mg./kg./día, máximo 60 mg./día, durante 5-7 días.
3. Drenaje quirúrgico: indicado en pericarditis bacteriana purulenta para evitar el
taponamiento cardíaco y la pericarditis constrictiva.
4. Pericardiectomía: indicado en pacientes con dependencia de esteroides y dolor
recurrente. Efectivo para evitar recaídas y aliviar el dolor.
5. Criterios de ingreso en U.C.I.P.: sepsis, shock séptico, insuficiencia cardíaca,
alteraciones del ritmo, signos de taponamiento, derrames grandes.
B. PERICARDITIS PURULENTA.
Antibioterapia de amplio espectro hasta la determinación del germen: cloxacilina o
vancomicina + cefotaxima o ceftriasona, durante 4-6 semanas. El tratamiento definitivo
requiere drenaje quirúrgico si existen loculaciones o exudado fibrinoso.
2.6. EVOLUCIÓN.
Las pericarditis de tipo vírico, idiopáticas o pospericardiectomía son autolimitadas
y sintomáticas durante 2 a 6 semanas. Pueden presentarse recurrencias durante semanas
o meses y son más frecuentes cuando la causa inicial era viral, urémica o idiopática.
3.2. ETIOLOGÍA.
La causa más frecuente es un proceso infeccioso. Se han descrito muchos agentes
implicados en su etiología, pero son los virus, fundamentalmente los agentes causales
principales.
- Viral:
· Coxsackie A y B, echovirus, influenza (los más frecuentes).
· Varicela, poliomielitis, rubéola, sarampión.
· Parotiditis, virus de Epstein Barr, citomegalovirus, adenovirus.
- Bacteriana.
- Protozoos: enfermedad de Chagas (tripanosoma cruzi).
- Fúngica.
3.4. DIAGNÓSTICO.
El diagnóstico se basa en la anamnesis, exploración física y en los exámenes
complementarios.
- Anamnesis: el cuadro típico en el lactante cursa como un cuadro catarral,
diarrea, fiebre, exantema desde varios días y que está más irritable y con
dificultad para comer.
- Exploración física: a la auscultación cardíaca encontramos taquicardia, ritmo
de galope, tonos cardíacos apagados si hay derrame pericárdico, soplo sistólico,
crepitantes por edema agudo de pulmón. Hepatomegalia, pulsos débiles, palidez
cutánea, sudoración, dificultad respiratoria (taquipnea, tiraje…).
3.5. TRATAMIENTO.
Ingreso hospitalario a todo niño con sospecha o diagnóstico de miocarditis. El
tratamiento es sintomático y de apoyo a la función cardíaca. En la fase aguda de la
enfermedad se ha demostrado mejoría de la función miocárdica y de la supervivencia,
con la introducción de los inhibidores de la enzima conversora de angiotensina (IECA)
(captopril), así como tras la administración de gammaglobulina i.v. En fases crónicas podría
ser útil la inmunosupresión, pero no se ha probado su eficacia.
A. Sin fallo cardíaco.
- Reposo, antitérmicos y oxígeno.
- Monitorización ECG: descubrir y tratar las posibles arritmias.
- AINEs: el uso de corticoides es discutido, ya que puede aumentar la necrosis
miocárdica en miocarditis víricas.
- Antibióticos: sólo indicados si se sospecha etiología bacteriana.
B. Con fallo cardíaco: ingreso en U.C.I.P.
- Reposo, antitérmicos y oxígeno.
- Monitorización ECG.
- Inotrópicos: si existe bajo gasto cardíaco y mala perfusión.
· Dobutamina: menos capacidad cronotrópica y arritmogénica. Dosis 2.5-5
µg./kg./min.
· Dopamina: dosis 2.5-5 µg./kg./min.
3.6. EVOLUCIÓN.
La mayoría de los enfermos con miocarditis aislada se recuperan. Los lactantes
con shock cardiogénico tienen alta mortalidad. Algunos quedan con disfunción cardíaca
crónica, que pueden mejorar, permanecer estable o evolucionar a miocardiopatía dilatada
e insuficiencia cardíaca congestiva.
4. ENDOCARDITIS INFECCIOSA
4.1. CONCEPTO.
La endocarditis infecciosa es la lesión del endotelio cardíaco por agentes patógenos
de distinta etiología.
La incidencia de endocarditis infecciosa es superior en los adultos, en la actualidad
algunos estudios consideran que puede diagnosticarse 1 caso por cada 2.000 ingresos
hospitalarios pediátricos. Otras fuentes fijan la incidencia entre 0,41-1,35 casos por
100.000 ingresos pediátricos. Por otro lado la morbimortalidad de esta entidad hace que
un diagnóstico rápido, tratamiento y profilaxis tengan mucha importancia. La endocarditis
infecciosa aparece casi exclusivamente en pacientes con alteraciones anatómicas cardíacas
o vasculares preexistentes. Las alteraciones anatómicas predisponentes son:
- Cardiopatías congénitas (tetralogía de Fallot, defectos del tabique
interventricular, estenosis aórtica, persistencia del ductus arteriosus y la
transposición de grandes vasos).
- Cardiopatía reumática.
- En el 8 % de los casos no existen estas alteraciones.
Las turbulencias del flujo sanguíneo provocan la formación en la superficie del
endocardio de una red de fibrina y plaquetas, que más tarde es colonizada por los gérmenes
4.2. ETIOLOGÍA.
Dos factores son los causales de la endocarditis infecciosa:
- Lesión endotelial (alteraciones en el flujo, lesión posquirúrgica, dispositivos
intravasculares).
- Presencia de bacteriemia (tras manipulación odontológica, procedimientos
quirúrgicos genitourinarios, broncoscopias, amigdalectomía…).
En el lugar del daño endotelial se activan los mediadores de la inflamación y se forma
una lesión trombótica no infectada, en la que anidarán los microorganismos si se produce
una bacteriemia, originando la vegetación. Las localizaciones principales son en el punto
de impacto del flujo turbulento y más frecuentemente en la zona de baja presión a través
de una válvula o de una comunicación interventricular. La vegetación puede embolizarse
hacia cualquier territorio; pulmonar y cerebral con mayor frecuencia.
Los patógenos más frecuentemente implicados son:
- Estreptococo viridans. 30 %.
- Estafilococo aureus. 25 %.
- Enterococos. 6 %.
- Estafilococos coagulasa negativo. 5 %.
- Grupo HACEK*. 5,4 %.
- Bacilos gram negativos intestinales. 4,8 %.
- Hongos. 1,5 %.
- Sin identificar agente causal. 15 %.
(haemophilus, actinobacillus, cardiobacterium, eikenella, kingella).
El enterococo parece que tiene especial tropismo cardíaco adhiriéndose a válvulas
nativas y protésicas. Causa problemas de resistencias a antibióticos.
El grupo HACEK, flora bucal saprofita, provoca casos de endocarditis neonatal y en
inmunocomprometidos.
Los hongos producen cuadros graves con alta tasa de embolización y mal pronóstico.
En adolescentes consumidores de drogas por vía parenteral y en pacientes críticos, neonatos
con múltiples procedimientos invasivos.
En un 15 % de casos no se logra identificar el patógeno debido a pretratamiento
antibiótico o gérmenes que requieren cultivos en medios especiales.
4.4. DIAGNÓSTICO.
El diagnóstico de sospecha se mantendrá en pacientes cardiópatas, intervenidos o
pacientes críticos con fiebre mantenida junto a síntomas típicos.
El diagnóstico definitivo requiere:
- Criterios anatomopatológicos: demostración de microorganismo por cultivo
o histopatología de una vegetación, absceso o foco de embolización.
- Criterios clínicos: dos criterios mayores, un criterio mayor y tres menores o
cinco criterios menores.
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS
Criterios mayores.
• Cultivos positivos.
- Presencia de microorganismos típicos en dos o más hemocultivos
(estreptococo viridans, bovis, grupo HACEK, estafilococo aureus o
enterecoco) en ausencia de foco primario.
- Hemocultivos positivos con microorganismos típicos, separados pro
más de 12 horas/tres de cuatro (o mayoría si son más) separados el
primero y último por un intervalo de al menos una hora.
• Evidencia de afectación cardíaca.
- Ecocardiografía positiva.
- Evidencia de masa móvil en una válvula, en una estructura de soporte,
en la trayectoria de un jet de insuficiencia o sobre material protésico,
en ausencia de otra explicación.
- Presencia de obsceso o dehiscencia parcial nueva sobre una prótesis.
- Aspiración de una nueva insuficiencia valvular. No es valido el
aumento de intensidad o cambio en las características del soplo.
Criterios menores.
- Predisposición (cardiopatía congénita o fármacos i.v.).
- Fiebre de > 38 ºC.
- Fenómenos vasculares.
- Fenómenos inmunológicos.
- Evidencia microbiológica: hemocultivos que no cumplen criterios mayores
(se excluye un único hemocultivo positivo por un germen no típico) o
evidencia serológica de infección activa por germen típico.
- Evidencia ecocardiográfica: que no cumple criterios mayores.
Fuente: Dike University. JACC 1997; 30: 1072.
Cultivos:
- El hemocultivo es imprescindible para el diagnóstico. Obtener 3 cultivos
seriados en una hora antes de instaurar el tratamiento antibiótico.
- Urocultivo.
- Cultivo de lesiones cutáneas.
Fondo de ojo.
ECG.
Analítica general: leucocitosis con desviación izquierda, aumento de reactantes de
fase aguda. Microhematuria y proteinuria.
Ecocardiografía: detectar presencia de vegetaciones, lesiones valvulares miocárdicas,
valorar función cardíaca y de las posibles complicaciones (absceso perivalvular y rotura de
valvas o de cuerdas tendinosas).
- Ecocardiografía transtorácica: detecta vegetaciones superiores a 2 mm., en
el 60 % de los pacientes. Las vegetaciones menores de 2 mm., y las mayores
pero que asientan en válvulas muy calcificadas o sobre válvulas protésicas
son difíciles de identificar. Vegetaciones mayores de 10 mm., se asocian con
frecuencia a embolismos.
- Ecocardiografía transesofágica: detecta vegetaciones en más del 90 % de los
casos. Indicada cuando la ecografía transtorácica es negativa, especialmente
en válvulas protésicas y en casos de extensión perivalvular de la lesión (fiebre
o bacteriemia persistente o bloqueo de conducción).
Microorganismo. Antibiótico.
5. PROFILAXIS
La prevención de la bacteriemia secundaria a procedimientos de riesgo identificado
con una terapia antibiótica podría disminuir la incidencia de endocarditis infecciosa. No hay
estudios que hayan demostrado la certeza de esta afirmación. Aunque a pesar de la falta
de evidencia la profilaxis antibiótica sigue recomendándose en las revisiones sobre el tema.
Está indicada en todos los pacientes con cardiopatías congénitas excepto:
- Comunicación interauricular (CIA) tipo Ostium secundum.
- Corrección en mayores de 6 meses de CIA, CIV o ductus arterioso persistente.
- Prolapso mitral sin insuficiencia.
- Soplos funcionales.
- Enfermedad de Kawasaki previa sin valvulopatía.
- Fiebre reumática previa sin valvulopatía.
- Marcapasos.
- Bypass coronario previo.
Según el tipo de procedimiento se recomiendan distintas pautas antibióticas:
1. DEFINICIÓN
El edema pulmonar (EP) es un síndrome producido por la acumulación de líquido
en el intersticio pulmonar, en los alveolos, bronquios y bronquiolos. Es el resultado de la
excesiva circulación desde el sistema vascular pulmonar hacia el sistema extravascular y
respiratorio.
Este acúmulo de fluido desencadena una disminución de la distensibilidad pulmonar,
en la obstrucción aérea y en un desequilibrio en el intercambio gaseoso.
2. ETIOLOGÍA
Es un proceso de etiología multifactorial que podemos dividir en dos grandes grupos:
el cardiogénico y no cardiogénico.
La etiología cardiogénica es la más frecuente, se debe a disfunción cardíaca con
elevación de las presiones de cavidades izquierdas, venosa y de capilares pulmonares. El
aumento de la presión hidrostática capilar al superar la presión coloidosmótica hace que
el líquido pase del espacio intravascular al intersticial. Entre las causas más frecuentes se
encuentran:
- Insuficiencia cardíaca izquierda: principalmente en recién nacidos y lactantes
pequeños por cardiopatías congénitas (cortocircuitos izquierda-derecha ).
- Hipervolemia: se produce en pacientes que reciben terapia con aporte masivo
de líquidos, cristaloides o sangre.
- Insuficiencia renal: también llamado pulmón urémico o neumonitis urémica,
en el que se produce un aumento de la permeabilidad capilar.
3. CLÍNICA
El comienzo del cuadro suele ser rápido. Es frecuente encontrar en el niño dificultad
para respirar o sensación de opresión o dolor torácico. Los síntomas más frecuentes son:
disnea, tos, esputo espumoso y sonrosado, taquipnea, pulso rápido y débil, ansiedad y
diaforesis.
En la exploración física el niño suele estar pálido y cianótico y mantiene una postura
erguida, a la auscultación se detectan estertores húmedos y burbujeantes en los campos
pulmonares inferiores y pueden aparecer sibilancias por edema peribronquiolar.
4. DIAGNÓSTICO
El diagnóstico se basa en los antecedentes del enfermo, la clínica, la exploración
física, la radiografía de tórax y la gasometría arterial.
5. TRATAMIENTO
Los objetivos del tratamiento son aliviar los síntomas y disminuir la mortalidad
mediante la aplicación de medidas generales y tratamiento farmacológico.
Medidas generales.
- Oxigenoterapia para aliviar la disnea y el dolor torácico, en la medida de lo
posible se aplicará presión positiva intermitente.
- Valorar ventilación mecánica con volumen tidal alto (+ 15 ml./kg.) y PEEP.
Tratamiento farmacológico.
- Sedación: necesaria a veces, uso sólo en niños intubados y monitorizados,
siendo de elección el sulfato de morfina. Las dosis utilizadas:
· Bolos de 0,08 a 0,1 mg./kg./dosis, i.v. o i.m. cada 2–4 horas.
· Perfusión continua en niños mayores de 3 meses 20–60 mcg./kg./h. En
recién nacidos y menores de 3 meses 10–15 mcg./kg./h.
- Inotrópicos i.v.: (si descenso de la función contractil con bajo gasto en fase
aguda) en bomba de infusión y con el enfermo monitorizado:
· Dobutamina: a dosis entre 2 y 20 mcg./kg./min.
· Si hay hipotensión arterial marcada (shock cardiogénico), dopamina a
dosis de 2 a 10 mcg./kg./min.
- Vasodilatadores: (nitroglicerina, nitroprisiato), usar por períodos de tiempos
cortos si no se consigue mejoría de la perfusión periférica y descenso de la
congestión pulmonar elevada. Pueden asociarse a diuréticos e inotropos. No
emplear en hipotensión arterial severa.
En el edema pulmonar no cardiogénico no se utiliza digital ni diuréticos, tampoco
debe usarse morfina si el paciente tiene asma bronquial o enfermedad pulmonar crónica.
1. DEFINICIÓN
El término shock se utiliza para denominar la insuficiencia circulatoria que
ocasionalmente se desarrolla durante la evolución de diferentes patologías y cuya aparición
se asocia a una elevada mortalidad. Se puede definir como un estado patológico asociado
a determinados procesos, cuyo denominador común es la existencia de hipoperfusión e
hipoxia tisular en diferentes órganos y sistemas, que de no corregirse rápidamente produce
lesiones celulares irreversibles y fracaso multiorgánico.
Tanto los mecanismos fisiopatológicos que conducen a él como las manifestaciones
y el tratamiento del mismo difieren en cada caso, dependiendo de la etiología y el tipo
de shock, del momento evolutivo, del tratamiento aplicado y de la situación previa
del paciente. Pueden coexistir distintas causas de shock en un mismo paciente, de
forma que el cuadro clínico y hemodinámico no sea típico, lo que puede dificultar su
interpretación.
2. TIPOS DE SHOCK
Puede dividirse en:
Los signos clínicos de esta fase son: agitación leve o confusión, palidez, taquicardia
y disminución de la temperatura de la piel a nivel periférico con disminución del relleno
capilar.
2. Descompensado: se produce una hipoperfusión tisular generalizada, con la
consiguiente hipoxia-isquemia tisular, que conlleva a una disfunción de todos los órganos
y sistemas.
Las áreas que tienen mala perfusión ya no logran un metabolismo aeróbico y el
metabolismo anaeróbico se convierte en su mayor fuente de energía (pero es menos
eficiente). Se produce un aumento de lactato que conduce a una acidosis sistémica, a
ello contribuye la incapacidad de la circulación para remover el CO2, acumulándose ácido
carbónico intracelular. La acidosis disminuye la contractilidad miocárdica e inhibe la
respuesta a catecolaminas. Un efecto más tardío del metabolismo anaeróbico es la fallo
de la bomba sodio-potasio, lo cual lleva a un desequilibrio del medio intracelular.
3. ASPECTOS CLÍNICOS
Aunque es muy importante entender las diferencias entre los diferentes tipos de
shock, todos ellos comparten características terapéuticas comunes.
El diagnóstico se basa en la combinación de la anamnesis, examen físico y de
laboratorio; siendo fundamental para un mejor pronóstico, la sospecha precoz.
Recién nacido:
Ruptura prolongada de membranas fetales.
Hemorragia intrauterina perioperatoria.
Acidosis metabólica: defectos del ciclo de la ureasa.
Sufrimiento fetal.
Fiebre o infección materna.
Traumatismo:
Pérdida de conciencia.
Quemaduras extensas.
Traumatismo torácico.
Hemorragia masiva.
Laceraciones de hígado o bazo.
Traumatismo abdominal contuso.
Quirúrgico:
Pacientes con hemorragia intraoperatoria.
Operaciones a tórax abierto o craneotomía.
Hiperpirexia maligna.
Médico:
Pacientes inmunodeprimidos con fiebre o cambio del estado mental.
Antecedentes de alergia o anafilaxis.
Deshidratación severa asociada a oliguria y letargia.
Pacientes con cardiomiopatía.
Pacientes con riesgo de lisis tumoral.
Historia de ingestión de fármacos o exposición química ambiental, como fenotiacinas, hierro,
antidepresivos tricíclicos, exposición a organofosforados, exposición a monóxido de carbono.
4. DIAGNOSTICO Y VALORACIÓN
El diagnóstico del shock en sus fases iniciales puede ser difícil. Es por lo que debemos
estar atentos esencialmente a:
- Situaciones que predisponen: sepsis o traumatismos graves entre otras.
- Exploración cuidadosa de todos los signos de shock inicial:
· Piel: color, temperatura, relleno capilar.
· Pulso: frecuencia, ritmo, volumen.
· Respiración: frecuencia y profundidad.
La monitorización nos permitirá confirmar la sospecha y gravedad del shock, y
será más o menos compleja dependiendo de los medios disponibles y de la gravedad
clínica.
Las pruebas complementarias se orientarán dependiendo del tipo de shock y la causa
del mismo, permitiendo su confirmación y la existencia de complicaciones metabólicas,
de la coagulación o de cualquier otro sistema orgánico. Estos aspectos servirán para
determinar:
- Diagnóstico del shock.
- Tipo de shock.
- Estadío.
- Complicaciones existentes.
Las exploraciones clínicas repetidas, junto con la monitorización y algunas pruebas
complementarias, nos ayudarán a valorar la gravedad del shock, así como la respuesta al
tratamiento.
La anamnesis debe incluir información sobre enfermedades de base, ingestión de
drogas, duración y tipos de síntomas de la enfermedad actual, pérdida de volumen excesivo
(diarrea, vómitos, hemorragias) y cuantificación de la ingestión de líquidos.
La evaluación cardiovascular incluye:
Frecuencia cardíaca: se observa taquicardia como respuesta a cualquier tipo de
estrés, liberación de catecolaminas o intento de mantener un gasto cardíaco adecuado.
CONSTANTES VITALES
EDAD FR PAS FC
<1 30-40 70-90 110-160
2-5 25-35 80-100 95-140
5-12 20-25 90-110 80-120
>12 15-20 100-120 60-100
- Electrolitos plasmáticos.
- BUN y creatinina.
- Calcio plasmático.
- Enzimas hepáticas.
- Glicemia.
- Hemograma.
- Hemocultivos (2 con un intervalo de una hora): principalmente en sospecha
de infección o shock séptico.
- Pruebas de coagulación.
- Exámenes específicos de la enfermedad de base.
5. TRATAMIENTO
5.1. PRINCIPIOS GENERALES.
Debido a que el shock lleva en último término a una hipoperfusión e inadecuada
oxigenación de los tejidos, los esfuerzos se deben orientar del siguiente modo:
- Incrementar el gasto cardíaco a través de los cuatro componentes que
determinan la actividad ventricular: frecuencia cardíaca, precarga,
contractilidad y postcarga.
- Optimizar las medidas de aporte de O2: mantenimiento de la oxigenación
arterial, corrección de la anemia e incremento del gasto cardíaco y del flujo
sistémico.
• Dopamina.
Dosis: 1-20 mg./Kg./min.
Acción: a dosis bajas (2-5 mg./Kg./min.) es vasodilatador e inotrópico leve. A dosis
intermedias 5-10 su aspecto es fundamentalmente inotrópico. A altas dosis tiene efecto
vasconstrictor.
Indicaciones: inotrópico ideal en situaciones de bajo gasto cardíaco tras la reposición
de volumen, en especial si las resistencias vasculares periféricas están disminuidas.
Efectos secundarios: si se extravasa puede producir necrosis tisular severa.
• Dobutamina.
Dosis: 1-20 mg./Kg./min
Acción: inotrópico positivo y vasodilatador.
Indicaciones: útil en combinación con dopamina o noradrenalina para añadir su
poder inotrópico con su efecto vasodilatador.
Efectos secundarios: riesgo de taquicardia e hipotensión a altas dosis, en pacientes
hipovolémicos.
• Adrenalina.
Dosis: 0,05 – 2 mg./Kg./min.
Acción: inotrópico a dosis bajas con actividad beta. Vasoconstrictor e inotrópico a
dosis altas.
Indicaciones: más útil que dopamina y dobutamina en situaciones de alto gasto
cardíaco y shock con hipotensión severa.
Efectos secundarios: incrementa las demandas de oxígeno por el miocardio y puede
causar taquiarritmias. Si se extravasa puede producir necrosis tisular severa. A dosis bajas
produce un efecto vasodilatador.
• Noradrenalina.
Dosis: 0,05 – 2 mg./Kg./min.
Acción: efecto vasoconstrictor potente y algo menos inotrópico.
6. SHOCK HIPOVOLÉMICO
El shock hipovolémico se caracteriza por un fracaso agudo y generalizado del
sistema circulatorio debido a una disminución de la volemia que conlleva a un descenso
de la perfusión de todos los tejidos del organismo en mayor o menor grado, dependiendo
de la intensidad de shock.
6.3. DIAGNÓSTICO.
El diagnóstico de shock debe hacerse de manera rápida y sencilla basándose
fundamentalmente, en exploraciones clínicas muy fáciles de efectuar: frecuencia cardíaca,
presión arterial y determinación de la perfusión de la piel, cerebro y riñones.
CLASIFICACIÓN DEL SHOCK HEMORRÁGICO PEDIÁTRICO BASADA EN LOS SIGNOS POR SISTEMAS.
6.4. TRATAMIENTO.
El objetivo fundamental del tratamiento es conseguir un aporte adecuado de O2,
líquidos y nutrientes a los tejidos para evitar el daño tisular.
1. INTRODUCCIÓN
La invasión del espacio pleural, cavidad virtual comprendida entre la pleura visceral
y la parietal, por aire o sangre es lo que define al neumotórax y hemotórax, respectivamente.
El colapso del parénquima pulmonar adyacente a la ocupación y la pérdida de la presión
negativa fisiológica que permite la expansión solidaria de los pulmones con la caja torácica,
compromete la normal mecánica ventilatoria y conduce a la hipoxia como principal
consecuencia fisiopatológica y eventual motivo de muerte.
Excluyendo el neumotórax del neonato que se estudia más adelante, la primera
causa de neumotórax y hemotórax en cualquier otra edad es, con diferencia, la traumática.
El tórax del niño es elástico por el alto componente cartilaginoso y la flexibilidad
propia de costillas y articulaciones. Por tanto, su jaula torácica es más compresible y la
transmisión de grandes fuerzas a esta estructura puede ocasionar daños internos aún sin
evidencia de traumatismo externo, por lo que lesiones potencialmente letales pueden ser
no sospechadas o subestimadas. El neumotórax y el hemotórax son las dos patologías
que más frecuentemente sobrevienen a un traumatismo torácico de cierta magnitud. El
primero, en su variante hipertensiva, y, de forma menos abrupta, el segundo son causas de
muertes evitables con un diagnóstico clínico y un tratamiento precozes realizados durante
la asistencia inicial extrahospitalaria o en urgencias hospitalarias.
3. HEMOTÓRAX
Es la presencia de sangre en el espacio pleural, casi siempre por un traumatismo.
Figura 2.
3.3. HEMONEUMOTÓRAX.
Es la coexistencia de aire y sangre (ambos en cantidades apreciables pues los
hemotórax suelen asociar cierta «porción» de neumotórax y viceversa) en la cavidad
pleural y también se drena mediante tubo grueso en el 5º espacio intercostal, como
en los hemotórax.
1. CONCEPTOS
1.1. CIANOSIS.
Coloración azul oscura de lengua, mucosas y piel debida al aumento de la cifra
absoluta de hemoglobina reducida (Hbr) por encima de 5 g/ml, de sangre capilar (normal:
2,5 g/100 ml) lo que corresponde a una desaturación del 66 % de Hb oxidada en un niño
con 15 g de Hg/100 ml, o de derivados de la hemoglobina mayor de lo normal en los vasos
sanguíneos de pequeño tamaño en esas zonas.
Según su origen se diferencian en:
- Cianosis central.
Aumento de Hbr en la sangre arterial, que es evidenciable en la lengua (aunque
en caso de shock podría tratarse de una cianosis periférica). Puede manifestarse como
una cianosis diferencial cuando sólo se observa en un hemicuerpo, bien en el superior
(transposición de grandes arterias + ductus + hipertensión pulmonar) o inferior (coartación
aorta preductal + ductus, persistencia de circulación fetal).
- Cianosis periférica.
Aumento de Hbr en sangre capilar. Evidenciable en la piel, sobre todo en extremidades.
1.3. NORMOXEMIA/HIPOXEMIA.
El nivel de la PaO2 es proporcional a la saturación de hemoglobina, según la «curva
de disociación de la hemoglobina». Ésta difiere mucho en la hemoglobina fetal (recién
nacido) respecto a la hemoglobina adulta (más de seis meses de vida). La cianosis propia
de la desaturación grave (Sat. Hb< 85 %) aparece con PaO2< 42 mmHg, en la HbF, y <53
mmHg, en la HbA.
• Desviación de la curva a la izquierda:
Aumenta la fijación de O2 por parte de la hemoglobina, lo cual favorece su captación
alveolar, pero dificulta su liberación tisular, en donde la hemoglobina liberará O2 sólo con
PaO2 muy bajas.
Las causas que pueden dan lugar a esta desviación pueden ser:
- Hemoglobina fetal.
- Alcalosis.
- Disminución de la PaCO2.
- Enfriamiento.
- Disminución de 2-3 difosfoglicerato.
• Desviación de la curva a la derecha:
Se trata de la situación contraria a la anterior, la hemoglobina liberará O2 con
presiones altas, lo cual favorece la oxigenación tisular.
Entre las causas que pueden producirlo se encuentran:
- Hemoglobina adulta.
4. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
4.1. CIANOSIS CENTRAL.
El descenso de la saturación de oxígeno arterial se debe a una reducción importante
en la tensión de oxígeno de la sangre arterial. Esto puede ser la causa de un descenso en
la tensión de oxígeno del aire inspirado sin una hiperventilación alveolar compensatoria
suficiente como para mantener la tensión alveolar de oxígeno. La cianosis no se produce
en grado significativo si se asciende hasta una altitud de 2.500 m, pero es destacable si
se sigue ascendiendo hasta hasta 5.000 m. La razón de este hecho se aclara al estudiar la
forma de “S” de la curva de disociación de oxígeno.
La disminución de función pulmonar grave, en forma de hipoventilación o perfusión
alveolar de zonas pulmonares poco o nada ventiladas, es una causa frecuente de cianosis
central. Esto puede producirse de forma aguda, como en la neumonía extensa o en el
5. CRISIS HIPOXÉMICAS
Son características de la Tetralogía de Fallot pero pueden darse en cualquier
cardiopatía cianógena; son más frecuentes en las que presentan un cierto grado de estenosis
infundibular o subpulmonar, por disminución del flujo pulmonar, alteración del retorno
venoso o de las resistencias periféricas. Suelen presentarse por las mañanas, precedidas de
cierta sensación de intranquilidad, aumento de la cianosis, taquipnea y disminución del
nivel de conciencia progresiva, pudiendo aparecer incluso convulsiones.
Se debe hacer un diagnóstico diferencial con determinados anillos vasculares y con
los espasmos del sollozo.
En los pacientes con Fallot, consecuencia de la hipoxia crónica, es frecuente
encontrar retraso en el crecimiento y en desarrollo. La pubertad suele estar retrasada. Las
acropaquias o dedos en palillo de tambor aparecen en niños con cardiopatía evolucionada
y pueden ser debidas a la proliferación capilar por éxtasis crónico de sangre desaturada.
La hipoxemia, asimismo estimula la producción de hematíes por la médula ósea,
dando lugar a una policitemia reactiva. Con frecuencia hay un aumento de ingesta de
líquidos, debido a la sed mantenida ligada a la policitemia. Además ésta favorece las
trombosis venosas, sobre todo cerebrales que pueden ser precipitadas por la deshidratación
y causar secuelas neurológicas.
Además los embolismos procedentes de la circulación venosa sistémica no pasan
el filtro pulmonar y se vierten a la aorta, causando embolias paradójicas, a veces sépticas.
Si los émbolos sépticos alcazan el SNC pueden ocasionar abscesos cerebrales menos
5.2. TRATAMIENTO.
- Administración de oxígeno al 100 % (ambú).
- Posición genupectoral.
Los procesos que causan Obstrucción de la Vía Aérea Inferior (OVAI) ocasionan
con frecuencia emergencias médicas en el niño, pudiendo llegar a producir insuficiencia
respiratoria aguda. Los que con mayor frecuencia ocasionan OVAI son: bronquiolitis, crisis
de asma y cuerpos extraños intrabronquiales.
1. BRONQUIOLITIS
Episodio de distrés respiratorio, fundamentalmente espiratorio, que afecta a un
lactante en el curso de una infección de vías respiratorias altas. La causa generalmente es
el virus sincitial respiratorio (VSR); de marcado ambiente epidémico, deja inmunidad breve.
1.1. CLÍNICA.
Se caracteriza por signos de infección de la vía aérea superior (rinorrea, estornudo,
tos) con disnea respiratoria de comienzo brusco a los dos o tres días de los primeros síntomas,
taquipnea superior a 60 r.p.m., con tiempo espiratorio alargado, sibilancias, suele cursar
con hipertermia superior a 38º.
La valoración de los datos clínicos se refleja en la tabla 1.
La mortalidad en niños sanos oscila entre el 1 y el 7 % según las series, subiendo
a un 15-40 % si el niño esta afecto de alguna otra patología previamente (displasia
broncopulmonar, inmunodeficiencias, cardiopatías).
. .
2. ASMA: EXACERBACIÓN
La exacerbación del asma o crisis asmática se define como un episodio agudo o
subagudo que cursa con empeoramiento progresivo de síntomas de asma que incluyen
cortedad de la respiración, tos, sibilantes y opresión torácica. La exacerbación del asma
se caracteriza por un incremento de la obstrucción del flujo aéreo espiratorio que puede
ser objetivado con sencillas mediciones de la función pulmonar como el flujo espiratorio
máximo (FEM). Ante una crisis de asma debe valorarse en primer lugar su intensidad de
la manera más objetiva posible, para ello además de la valoración clínica utilizaremos la
medición del FEM, la pulsioximetría (medición de la saturación de oxígeno con sondas
de percepción transcutánea) y cuando estemos en una sala de urgencias hospitalaria en
determinadas ocasiones utilizaremos la radiología simple de tórax.
2.1. CLÍNICA.
Se caracteriza por tos seca continua, sin expectoración, con sensación de opresión
torácica que se manifiesta con llanto o voz entrecortada; aumento de la frecuencia
respiratoria y cardíaca; dificultad respiratoria con uso de la musculatura auxiliar,
respiración abdominal, aleteo nasal, angustia y agitación; puede haber alteración del nivel
de consciencia; en la auscultación se aprecian roncus y sibilancias, a veces audibles sin
fonendoscopio; la espiración está alargada y hay disminución del murmullo vesicular. Esta
valoración viene recogida en la escala modificada de Downes (tabla 3).
2.2. FEM.
Es posible determinar el FEM en niños con más de 5 años. Estando en posición
erecta deben realizar tres espiraciones forzadas en el medidor de flujo, eligiendo el mejor
resultado, que se coteja con los valores esperados en función de la talla (tabla 4).
3.1. CLÍNICA.
Suele haber un intervalo libre entre la inhalación y la aparición de los primeros
síntomas que se caracterizan por tos paroxística, esputo hemoptóico a veces, sibilancias con
hipoventilación en el lado afecto; también asimetría respiratoria, estertores húmedos en
el lado sano y, si ha transcurrido tiempo desde la aspiración, pueden encontrarse síntomas
de infección como fiebre e incluso supuración.
3.2. RADIOLOGÍA.
La radiología simple no es un buen método de cribado, pues la mayoría de los objetos
no suelen ser radiopacos; dependiendo del grado de obstrucción, parcial o completa,
encontraremos enfisema obstructivo o atelectasia. En radioscopia hay desviación del
mediastino durante la inspiración y escasa movilidad del diafragma del lado obstruido.
3.3. TRATAMIENTO.
El tratamiento de elección es la extracción del mismo con broncoscopio rígido
bajo anestesia general, aunque puede fracasar si el intervalo entre aspiración e intento de
broncoscopía se prolonga mucho, pudiendo ser preciso en estos casos una toracotomía.
La fisioterapia respiratoria puede ser peligrosa en estos casos, pues se puede producir el
desplazamiento del cuerpo extraño a zonas de mayor peligrosidad y originar una parada
respiratoria, tan solo en casos de tos disneizante, crisis asfícticas y cianosis (probable
localización del cuerpo extraño en vías aéreas altas) están indicadas las maniobras de
expulsión Heimlich.
En caso de duda es determinante la exploración con fibrobroncoscopio flexible (se
estima que un 75 % de los cuerpos aspirados quedan en el broquio principal o lobular).
.
.
1. INTRODUCCIÓN
Este tema supone un problema frecuente en lactantes y niños al que hay que
enfrentarse en diversos puntos de urgencias; por suerte suelen quedar en procesos leves,
pero en escasas ocasiones pueden llegar a poner en peligro la vida.
Dentro de la obstrucción de la vía aérea superior hay que diferenciar entre distintas
patologías, bien por su diferencia o gravedad:
1. Laringotraqueitis vírica.
2. Crup espasmódico.
3. Epiglotitis.
4. Traqueitis bacteriana.
5. Cuerpo extraño en vía aérea superior.
Lengua voluminosa
Glotis más alta
Occipuccio mayor
Para comprender este tema veo necesario conocer la anatomía de las vías aéreas
superiores y especialmente las diferencias del niño con el adulto (figura 1).
2. LARINGOTRAQUEITIS
También puede ser nombrada laringotraqueobronquitis, crup vírico, laringitis
subglótica y falso crup.
Es la causa más frecuente de obstrucción de la vía aérea superior en el niño.
2.1. ETIOPATOGENIA.
Es producida casi exclusivamente por virus y el más frecuente es parainfluenza tipo
1, también pueden producirla los tipos 2 y 3 así como VRS, adenovirus, rinovirus...
2.2. EPIDEMIOLOGÍA.
Habitualmente afecta a niños entre 3 meses y 3 años. Relación niños-niñas es de
2:1, incidencia bianual con un pico en otoño y otro en invierno.
2.3. CLÍNICA.
Habitualmente se presentan síntomas catarrales previos de 24 a 72 horas de
evolución. Por la noche de forma más o menos brusca aparece la «triada típica de crup»:
tos perruna, afonía y estridor de predominio inspiratorio.
Con frecuencia se une la fiebre, y dificultad respiratoria con tiraje. Se puede
acompañar de sibilancias y alargamiento espiratorio si existe afectación bronquial.
La valoración de la gravedad se puede hacer mediante el score de Taussing:
0 1 2 3
Color Normal Normal Normal Cianosis
Entrada aire Normal Levemente Disminuido Muy disminuido
Retracciones No Escasas Moderadas Severas
Conciencia Normal Decaído Deprimida Letargia
Estridor No Mediano Moderado Severo/ausente
Leve: 0-4. Leve-moderado: 5-6. Moderado: 7-8. Severo: 9-14. Terminal: 15.
2.5. TRATAMIENTO.
La laringitis suele resolverse como un proceso benigno, habitualmente no requiere
medidas agresivas. Los niños que acuden a urgencias con esta patología requieren ingreso
del 5 al 10 %, de éstos del 1 al 6 % precisan intubación endotraqueal.
- Humedad: su efecto beneficioso es debido a la humidificación de las
secreciones. Se aplica mediante aerosoles con suero fisiológico, también
para el tratamiento domiciliario se recomienda humedad ambiental.
- Adrenalina: indicada en casos moderados o graves. Su mecanismo de acción
es por vasoconstricción de la mucosa, reduciendo el edema. Su efecto es
rápido, comienza a los 10 minutos y dura unas 2 horas. Se administra en
forma de aerosol.
Puede emplearse tres dosis en 90 minutos, si no aparece mejoría debe
considerarse el ingreso en UCIP o intubación.
- L-Adrenalina: se presenta en ampollas de 1 ml al 1/1.000 o 0,1 %. Dosis:
2,5 a 5 ml (0,5 ml/kg/dosis) disuelto hasta llegar a 10 ml con suero
fisiológico.
- Corticoides: su eficacia es muy controvertida. Ejercen su efecto al disminuir
la permeabilidad del endotelio capilar, con lo que disminuye el edema de
la mucosa, y estabilizan la membrana lisosómica aminorando la reacción
inflamatoria. Algunos estudios confirman la efectividad de la dexametasona
a dosis 96 mgr/kg. v.o., i.v., i.h., sin efectos indeseables. Otros trabajos
Figura 2.
3. CRUP ESPASMÓDICO
También se le llama laringitis estridulosa. No está claro si se trata de una entidad
diferente a la laringitis vírica o constituyen dos manifestaciones clínicas de una misma
enfermedad.
Presenta la misma tríada sintomática: tos perruna, afonía y estridor.
Su aparición es brusca, con síntomas mínimos o ausentes de vías respiratorias
superiores, sin fiebre y por la noche.
Existe tendencia familiar, así como ataques repetidos en la misma noche o en
noches siguientes.
Se ha sugerido que el CRUP espasmódico pudiera ser una reacción alérgica a
antígenos víricos.
4. EPIGLOTITIS AGUDA
La epiglotitis se caracteriza por la infección bacteriana de los tejidos supraglóticos,
por lo que también se denomina supraglotitis.
El germen causal es casi exclusivamente: Haemophilus influenzae tipo B.
Afecta fundamentalmente a niños entre 2 y 5 años, un 25 % son menores de 2 años.
4.1. CLÍNICA.
Inicio agudo con fiebre elevada y dolor de «garganta». En las siguientes 4 a 8 horas
el niño comienza disfagia, babeo y estridor, no tan ruidoso como en el crup de tono bajo
y húmedo. No suele existir tos. Puede presentar estridor inspiratorio severo cuando la
mucosa supraglótica edematosa se prolapsa dentro de la glotis, produciendo obstrucción
parcial o completa de la vía aérea.
Los niños con epiglotitis se muestran tóxicos, ansiosos y suelen sentarse adoptando
la posición en trípode, con el cuello estirado y la boca abierta.
4.2. DIAGNÓSTICO.
Se basa en la sospecha clínica, en caso de no estar claro (siempre sin retrasar el
tratamiento) se realiza Rx lateral de cuello en la que encontramos estos signos:
- Hipofaringe distendida.
- Epiglotis aumentada de tamaño.
- Pliegues aritenoepiglóticos engrosados.
- Columna aérea traqueoesofágica interrumpida.
También puede sernos útil visualizar directamente la epiglotis con un depresor
lingual y un laringoscopio, pero se han descrito casos de parada respiratoria, por eso debe
hacerse en un medio donde sea posible la intubación inmediata (figura 3).
• ACTUACIÓN EXTRAHOSPITALARIA.
a. Mantener al paciente confortablemente.
- No examinar la faringe.
- Mantener al niño con su madre.
- No tumbarlo.
- No hacer punciones venosas.
b. Oxígeno con máscara y pulsioxímetro si el niño tolera.
Figura 3.
5. TRAQUEITIS BACTERIANA
También denominada crup pseudomembranosa o laringotraqueitis membranosa. Se
trata de una infección bacteriana del espacio subglótico que causa obstrucción de la vía
5.1. CLÍNICA.
Habitualmente el niño tiene pródromos de horas o días de infección respiratoria
superior antes de comenzar con fiebre elevada y signos de distrés respiratorio.
La enfermedad comienza como laringitis pero no responde al tratamiento habitual
y el paciente muestra signos de toxicidad.
Existen estridor y tiraje.
5.2. DIAGNÓSTICO.
Se basa en la sospecha clínica.
Rx lateral de cuello muestra estenosis subglótica semejante a la de la laringitis y
a menudo se observan irregularidades traqueales debidas al aumento de las secreciones.
El diagnóstico se confirma con la intubación al observar la gran cantidad de secreciones
purulentas.
5.3. TRATAMIENTO.
Deben ser ingresados en UCIP, intubados y tratados con antibióticos. Requieren
aspiraciones frecuentes por el TET, ya que es frecuente la obstrucción del tubo.
6.1. CLÍNICA.
Lo típico es que la aspiración de un cuerpo extraño se presente con un episodio
inmediato de tos, náuseas, ahogamiento y cianosis. El paciente presenta estridor, tos
perruna, grado variable de disnea y cianosis.
Los síntomas varían conforme la vía respiratoria se obstruye en forma parcial o más
completa. El paciente que sufre obstrucción completa tiene muy mal pronóstico a menos
que se inicien en el lugar del accidente maniobras de RCP.
UNIDAD
1. INTRODUCCIÓN
Parada cardiorrespiratoria (PCR), define una situación caracterizada por la
interrupción brusca, inesperada y potencialmente reversible de la circulación y respiración
espontánea, siempre que no sea consecuencia de la evolución final de una enfermedad
terminal o del envejecimiento biológico.
El diagnóstico de PCR es clínico, y se basa en la detección de:
a) Inconsciencia.
b) Apnea (ausencia de respiración espontánea) o respiración alterada.
c) Ausencia de pulso en las grandes arterias (carótidas y/o femorales). En
las nuevas recomendaciones del European Resuscitation Council para el
soporte vital del adulto la ausencia de pulso es secundaria a la existencia
de alteraciones respiratorias, recomendandose el inicio en las maniobras
de reanimación tras detectar “ausencia en la respiración o alteraciones
respiratorias”.
Paro respiratorio: se produce inicialmente una parada respiratoria, con una duración
breve de latidos cardíacos durante unos minutos. Si se actua de manera rápida y eficaz la
parada cardíaca se puede evitar o posponer hasta la llegada de los SEM. Las causas más
frecuentes son: vía aérea obstruida (atragantamientos, cuerpos extraños, ahogamiento),
intoxicaciones (fármacos opiáceos, sedantes, etc.), trastornos del SNC (ACVA, TCE),
traumatismo torácico, etc.
2.1.2. Epidemiología.
Las causas de PCR en la infancia son distintas a las del adulto, pudiéndose diferenciar
dos grupos:
a. Las que afecta a niños sanos: el síndrome de muerte súbita del lactante y
los accidentes en los mayores de 1 año.
b. Las que afectan a niños con enfermedades: respiratorias y circulatorias.
Las causas más frecuentes que producen PCR en la infancia son las de origen
respiratorio, seguidas de las cardíacas, las neurológicas y las sepsis.
Las causas respiratorias que producen PCR son: obstrucciones anatómicas,
inflamatorias o infecciosas de las vías aéreas; neumonías, accidentes (aspiración de cuerpo
extraño, inhalación de gas, ahogamiento, etc.). Las de origen cardíaco se dan en niños con
cardiopatías congénitas. Las neurológicas son por depresión del centro respiratorio debidas
2.1.3. Pronóstico.
El pronóstico de PCR es malo. La supervivencia suele ser menor del 20 %. Los factores
que determinan la supervivencia y la calidad de vida tras la PCR, dependen del estado
previo del paciente, de la causa y mecanismo que originó la PCR, del tiempo transcurrido
hasta que se iniciaron las maniobras de reanimación, de la calidad de las mismas y de los
cuidados post-reanimación.
La prevención del PCR en la infancia es la medida que más vida puede salvar,
mediante la prevención de los accidentes, de la muerte súbita del lactante y del diagnóstico
precoz y la terapéutica adecuada de las enfermedades de riesgo de PCR.
Edad Frecuencia
Lactante 30-60
1-2,5 años 24-40
Edad preescolar 22-34
Edad escolar 18-30
Adolescente 12-16
Tabla 1. Frecuencia respiratoria en el niño según edad
Edad en años + 4
Edad en años + 12
O lo siguiente:
Profundidad de inserción = diámetro interno del tubo (mm) x 3
3.1.3. Ventilación.
El objetivo es mejorar la ventilación ya iniciada con la RCP básica y aportar oxígeno
a alto flujo.
Antes de la intubación debemos ventilar mediante balón resucitador y mascarilla
facial administrando oxígeno al 100 %.
- Balón resucitador. Existen tres tamaños, modelo para lactantes con una
capacidad de 250 ml., modelo infantil con capacidad de 500 ml. y el modelo
adulto con capacidad de 1.500-2.000 ml. Debe disponer de una bolsa o tubo
reservorio en la parte posterior, conectándose a un flujo de oxígeno de 15
litros por minutos lo que proporciona una concentración de oxígeno superior
al 90 %.
- Las mascarillas faciales varían de tamaño y forma según la edad. La mascarilla
adecuada es la que proporciona un sellado hermético de la cara abarcando
desde el puente de la nariz hasta la hendidura de la barbilla, cubriendo
nariz y boca. Deben ser transparentes para visualizar la boca para observar
la coloración de los labios, vómitos, etc.
3.1.4. Circulación.
La comprobación del pulso y el masaje cardíaco se realizará igual que en la RCP
básica, así como la relación masaje/ventilación realizándose preferentemente de forma
sincronizada.
En niños no esta indicada la utilización del cardiocompresor mecánico, ya que no
existe tamaño adecuado.
NO
SI
¿Intubado?
Líquidos y
fármacos por vía
periférica NO SI
Vía intraósea
NO
SI
´
´ ´
´ ´
´
´
b) Postura.
Para intubar con éxito se requiere una colocación adecuada de la cabeza y cuello,
apertura de la vía aérea, inserción correcta del laringoscopio, visualización de las cuerdas
vocales y colocación correcta del tubo endotraqueal.
La posición correcta de cabeza y cuello pone prácticamente en la misma línea el
eje laríngeo, el orofaríngeo y la boca. La cabeza se flexiona hacia atrás, extendiendo la
articulación atlanto-occipital con la mano y elevando el occipucio con una toalla enrollada
por debajo de la cabeza (posición de «inhalación»). La extensión de la cabeza sin elevación
del occipucio hace que rote la laringe hacia adelante y dificulta la visualización.
Técnica:
Posición. Decúbito supino, colocando la rodilla sobre un rodete. Elección del lugar
de punción:
- Tibia distal. Punción en la superficie interna del tobillo, por encima del
maleolo interno.
- Tibia proximal. Palpar la tuberosidad anterior y el borde interno de la tibia;
trazando una línea imaginaria paralela a la meseta tibial, puncionar en el
punto medio de la línea imaginaria, de 1 a 3 centímetros por debajo (así se
evita la lesión del cartílago de crecimiento) (figura 16).
b) Técnica:
Es una técnica aséptica.
Técnica:
Técnica aséptica (figura 19).
Medir la longitud del catéter adecuada. Para ello tomaremos como punto de
referencia las dos terceras partes de la distancia existente entre el hombro y el cordón
umbilical, que suele ser entre 10 y 15 centímetros aproximadamente.
Desinfección de la zona periumbilical con solución de povidona yodada.
Colocar lazada umbilical alrededor de la base del cordón, dejándola preparada para
controlar hemorragia en caso necesario.
Cortar el cordón umbilical con hoja de bisturí a 1-1, 5 centímetros de su base.
Identificar la arteria umbilical (lo más frecuente es que haya dos, de menor calibre,
paredes más gruesas y en situación opuesta a la vena).
Traccionar suavemente de los bordes opuestos del cordón e introducir el catéter
previamente heparinizado, hasta la longitud establecida.
Comprobar que la sangre refluye libremente y fijar el catéter con la lazada umbilical.
1. INTRODUCCIÓN
Los traumatismos de columna y su contenido, son menos frecuentes que los de
cráneo, sin embargo el 20 % de los pacientes con traumatismo craneoencefálico presentan
una lesión raquimedular asociada, que aunque la mayor parte de ellas no afectan la
médula, alrededor del 10 % dejan secuela de pérdida funcional medular al nivel de lesión.
La gran mayoría son causados por trauma cerrado (accidentes automovilísticos, deportes
y caídas). Se debe sospechar lesión de columna vertebral en todo paciente con trauma
craneoencefálico y pérdida del conocimiento y en pacientes con traumatismo por arriba
de las clavículas, estos pacientes deben de inmovilizarse adecuadamente hasta confirmar
o descartar la lesión pues en caso de su existencia un manejo inadecuado provocará una
lesión mayor.
Aunque graves lesiones de raquis suelen causar grave daño medular con déficit
neurológico, no siempre se relaciona el grado de fracturas, luxación, angulación o
inestabilidad del raquis -y sus combinaciones- con el daño medular resultante. Lesiones
menores de columna a menudo no causan déficit neurológico pero a veces pueden verse
con grave daño medular.
Las lesiones de médula espinal son poco frecuentes en pediatría, solamente el 5 %
del total de las lesiones espinales ocurren en la edad pediátrica. La causa más frecuente en
niños menores de diez años son los accidentes por vehículos de motor. En niños entre 10
y 14 años y las caídas son los responsables de un número en igual proporción de lesiones
medulares. Los niños tienen una cabeza grande comparada con la del adulto, lo que puede
originar un mayor momento angular de fuerza durante la flexión o extensión.
Los principios básicos del manejo inicial de los traumatismos raquimedulares son semejantes,
no por esto, iguales a los del adulto. Y es importante esta aclaración ya que en la valoración
2. CLASIFICACIÓN
Generalizando se pueden distinguir los siguientes tipos de lesión medular traumática:
a. Contusión medular debido a trauma leve moderado instantáneo, en el cual
hay una pérdida incompleta y transitoria de funciones medulares por plazo
de 24 a 48 horas, llegando a la recuperación completa en plazos mayores
pero de días.
b. Compresión medular mínima por fragmento de disco o desplazamiento de
vértebra, ocurren con baja frecuencia pero son en general reversibles si se
descomprimen.
c. Compresión grave de la médula por un fragmento óseo o discal muy
desplazado o ruptura de la médula, destrozada por luxofractura o grave
luxación. En este caso el daño sobre la médula no es reversible pudiendo
haber sección física de la médula o infarto de ella por la compresión. En
ambos casos no hay recuperación, por no existir regeneración en la médula y
sólo puede haber recuperación funcional en tejido nervioso comprimido pero
vivo. Esta circunstancia de sección de la médula o infarto se llama síndrome
de transección medular.
d. Lesión completa o incompleta. Es un concepto clínico, en que la lesión es
«completa» cuando no hay función motora o sensitiva ninguna bajo el nivel
de lesión. Un 3 % de pacientes «completos» al primer examen pueden tener
alguna recuperación en las primeras 24 horas, pasado ese plazo las lesiones
completas no recuperarán.
Las lesiones «incompletas» son las que preservan alguna función motora o sensitiva
bajo el nivel de lesión: movimientos voluntarios de extremidades inferiores o sensación sea
sólo postural o en área perineal. Podemos distinguir tres tipos de lesiones «incompletas»:
a. Síndrome de Brown-Sequard o de hemisección medular, que rara vez se
ve puro. Se preserva motilidad y sensibilidad postural en un hemicuerpo
y extremidades de ese lado (en que hay anestesia al dolor) y se preserva
sensación de dolor en el lado paralizado. Es lesión incompleta de mejor
pronóstico, recuperarían marcha y control esfinteriano el 90 % de los
pacientes.
b. Síndrome medular central, similar a la siringomielia, debilidad motora de
extremidades superiores, preservada relativamente en inferiores, con variadas
formas de disminución de sensibilidad y retención urinaria. Si se debe a
B. Cervical bajo.
En las fracturas de columna cervical baja, los mecanismos de lesión son resultado
de la combinación de:
1. Flexión-compresión.
2. Flexión-distracción.
3. Extensión-compresión.
4. Extensión-distracción.
5. Lesión vertical.
6. Flexión lateral.
C. Columna torácica.
La columna torácica es el sitio de menor lesión dentro del TRM pues está protegida
y ferulizada por la parrilla costal, generalmente los mecanismos de lesión más comunes a
este nivel son la flexión con compresión y el trauma directo sobre ella. Estos mecanismos
condiciona fracturas con acuñamiento del cuerpo vertebral que se puede o no acompañar
de listésis y desplazamiento anterior de los elementos posteriores por mecanismo de
traslación.
E. Columna lumbosacra.
Es un sitio poco frecuente de lesión y los mecanismos de ésta son semejantes a los
involucrados en el nivel toracolumbar.
4.1. GENERAL.
Dentro de las medidas generales para los pacientes con traumatismo raquimedular
se contemplan las siguientes:
1. Inmovilización. Debe mantenerse al paciente inmovilizado hasta que se
descarte la posibilidad de lesión. Ésto se realiza mediante collarín cervical e
inmovilizador tetracameral.
2. Asegurar la vía aérea con adecuada ventilación. Es necesario tener una
buena vía aérea con adecuada oxigenación, por lo que es conveniente la
monitorización mediante oximetría de pulso y en caso necesario gasometría
arterial. Podemos mantener al paciente con oxígeno por puntas nasales o
mascarilla y en los casos que así lo amerite (lesiones cervicales altas) recurrir
al manejo avanzado de la vía aérea y el uso de ventiladores volumétricos.
3. Manejo de la hipotensión y líquidos paraenterales. Debemos de identificar
la causa de la hipotensión, la cual puede estar dada por hipovolemia o choque
medular, en este último se explica por una pérdida del tono simpático que
provoca bradicardia y vasodilatación.
4. Monitorización. Estos pacientes deben ser sometidos a monitoreo
electrocardiográfico, de la presión arterial, oximetría de pulso, diuresis horaria,
temperatura y control estricto de líquidos.
5. Sonda nasogástrica1. Además de prevenir el vómito y las posibilidades de
broncoaspiración, permite descomprimir el abdomen el cual puede interferir
en los movimientos ventilatorios en caso de distensión.
6. Sonda vesical2. Es importante para el control de líquidos, así como para
evitar la retención urinaria con distensión vesical.
7. Temperatura. La pérdida simpática puede provocar poiquilotermia
(incapacidad para controlar la temperatura), por lo cual se debe de
monitorizar la temperatura del paciente y en caso necesario utilizar
cobertores calientes.
1y2
Siempre y cuando no exista contraindicación.
4.2. DEFINITIVO.
El tratamiento definitivo será de acuerdo al tipo de lesión, éste puede ser quirúrgico
o médico. El tratamiento quirúrgico puede ser inmediato o tardío, todo ésto dependerá
del estado del paciente, si la lesión es completa o incompleta, lesiones concomitantes.
Generalmente la terapéutica quirúrgica consta de dos partes: la descompresión del
canal medular que puede estar ocupado por hueso, fragmentos de disco o un hematoma,
y la posterior estabilización de la columna mediante alguno de los múltiples sistemas
de artrodesis con que se cuenta actualmente, ésto con el fin de mantener la columna
firme y evitar un daño secundario a la inestabilidad, estos dos procedimientos se realizan
habitualmente dentro de un mismo tiempo quirúrgico.
3
National Acute Spinal Cord Injuri Study (estudio nacional de lesión raquimedular aguda) tra-
ducción de los autores. NASCIS III (III estudio nacional de lesión raquimedular aguda).
1. INTRODUCCIÓN
Actualmente las causas que con mayor frecuencia provocan este tipo de lesiones
son los accidentes de circulación, y dentro de ellos, más en peatones atropellados que en
ocupante de vehículos, le siguen las precipitaciones y los aplastamientos. El trauma de
pelvis, con frecuencia causa problemas en el manejo. Primero, la complicada anatomía
tridimensional del anillo pélvico dificulta el diagnóstico preciso. Segundo, estas lesiones
a menudo son resultado de un trauma por alta energía, y por lo tanto, son pacientes
hemodinámicamente inestables con múltiples lesiones musculoesqueléticas y viscerales
asociadas. Tercero, la proximidad de estructuras viscerales, neurológicas y grandes vasos
con la pelvis ósea, puede causar una muerte súbita.
El traumatismo aislado de extremidades rara vez pone en peligro la vida. Sin
embargo las lesiones de extremidades deben seguir el mismo procedimiento de evaluación
del traumatismo grave.
El manejo rápido y adecuado del niño con estos tipos de traumatismos reduce el
riesgo de muerte y el de aparición de secuelas irreversibles e incapacitantes.
Sacro
Las fracturas por arrancamiento son infrecuentes, se presentan en niños que sufren
potentes contracciones de las masas musculares, en ejercicios violentos, con arrancamiento
de las tuberosidades óseas. En ocasiones no es fácil diferenciar una fractura por
arrancamiento de una apófisis normal, en estos casos resulta útil la comparación con el lado
contralateral. El tratamiento de este tipo de fracturas se basa en reposo y analgesia.
Las fracturas aisladas de las ramas púbicas son consecuencia de traumatismos
directos sobre esa región. La fractura unilateral de ambas ramas pubianas es una de las
fracturas más frecuentes.
Los pacientes con fracturas de la sínfisis del pubis o próximas a la misma tiene un
alto riesgo de presentar lesiones asociadas de uretra o vejiga.
Las fracturas transversas del sacro son poco frecuentes y no suelen asociarse a otras
complicaciones, puede resultar difícil de diagnosticar en la proyección estándar de pelvis. Las
fracturas verticales de sacro se acompañan con frecuencia de otra fractura del anillo pélvico,
por lo que son inestables y con frecuencia se asocian a lesiones en las raíces nerviosas.
4. COMPLICACIONES
Los pacientes que han sufrido fracturas pelvianas de alta energía, frecuentemente se
acompañan de lesiones del aparato genitourinario, intestinales, vasculares y neurológicas
que complican el tratamiento e incrementan la morbimortalidad.
4.4. HEMORRAGIA.
Producto de la masiva disrupción de tejidos blandos o el sangrado directo del sitio
de fractura en pacientes con fractura expuesta, son más difíciles de controlar que las
hemorragias asociadas a fracturas cerradas.
8. LESIONES EN EXTREMIDADES
8.1. AMPUTACIÓN TRAUMÁTICA.
Todas las amputaciones, excepto las más distales, representan una amenaza para
la vida del paciente y para la viabilidad de la extremidad. La posibilidad de reimplante
depende: del tratamiento dado a la parte amputada, del tiempo transcurrido tras la
lesión de la existencia de lesiones prioritarias. Si la reimplantación es factible estos
pacientes deben ser trasladados urgentemente a un centro que reúna experiencia en
técnicas de microcirugía. El miembro amputado debe guardarse en hielo sin que éste
se encuentre en contacto directo con el mismo, para ello, se lavará y guardará en una
EXTREMIDAD SUPERIOR
Axilar. Abducción de hombro. Pequeño parche sobre deltoides.
Musculocutáneo. Flexión del codo. Antebrazo radial palmar.
Radial alto. Extensión del codo. Mano radial dorsal.
Radial bajo. Extensión muñeca y dedos. Mano radial dorsal.
Mediano. Flexión de muñeca y dedos. Dos tercios radiales de la mano.
Cubital. Abducción del dedo índice. Tercio cubital de la mano.
EXTREMIDAD INFERIOR.
Femoral. Extensión de rodilla. Muslo anterior medio.
Peroneo. Extensión de tobillo y dedos. Tobillo anterior.
Tobillo interdigital entre 1 y 11 dedos.
Tibial posterior. Flexión plantar dedos y tobillo. Planta del pie.
Ciático. Todos los movimientos por debajo de Toda la sensibilidad por debajo de la
la rodilla. rodilla excepto tobillo medio.
Las fracturas supracondíleas a nivel del codo y de la rodilla tienen una tendencia
muy alta a producir lesiones vasculares, así como lesionar el cartílago de crecimiento.
E) Profilaxis.
- Antibióticos.
Se administrarán tan pronto como sea posible tras el accidente en el hospital.
- Inmunización antitetánica.
Sobre todo en fracturas abiertas de extremidades o enfermos politraumatizados, la
profilaxis antitetánica es primordial.
Resumiendo, para el manejo de todas las lesiones anteriormente citadas debemos
realizar los siguientes cuidados:
1. Disminuir la ansiedad y el estrés emocional del niño.
2. Cubrir las heridas y erosiones con apósitos estériles, previo lavado y
desinfección de la zona, antes de colocar férulas o vendajes.
3. Inmovilización de la zona que ha sufrido la lesión en forma y con el material
adecuado.
4. No comprimir en exceso favoreciendo de este modo la circulación.
5. Aplicar hielo, si se dispone, para disminuir la inflamación.
6. Valorar color, temperatura, pulsos, relleno capilar, sensibilidad antes y después
de inmovilizar y cada 15 minutos.
7. Control del dolor, mediante la administración de analgesia.
8. Vigilar la aparición de signos de hemorragia, shock o aumento de dolor, en
el caso de niños que no hablen prestar atención a la aparición de inquietud
e irritabilidad.
9. Administración de profilaxis antitetánica y antibiótica si fuese preciso.
1. INTRODUCCIÓN
El traumatismo abdominal es una situación clínica que adquiere una especial
importancia en pediatría. La dificultad que entraña el diagnóstico inicial de lesiones
intraabdominales en los niños exigen un alto índice de sospecha y una valoración de
cuidados del abdomen dirigida a determinar la existencia de esta lesión y si requiere
tratamiento médico o quirúrgico.
Las lesiones abdominales suponen entre un 13 y 20 % de los accidentes, siendo
las lesiones de hígado y bazo las más frecuentes, seguidas del páncreas y el aparato
genitourinario. La mortalidad puede ser de un 10 % cuando se afectan órganos sólidos y
hasta de un 20 % cuando existe perforación abdominal. Los factores que hacen que exista
un mayor riesgo de lesión traumática en el niño son:
- Mayor concentración de vísceras sólidas.
- Mayor elasticidad de la pared abdominal.
- Existencia de menos tejido graso.
- Vejiga urinaria por encima de la sínfisis del pubis.
El abdomen es la mayor cavidad corporal; tiene forma oval y, a diferencia de otras
cavidades, está limitado principalmente por músculos. La cavidad abdominal está limitada
por los domos diafragmáticos y por el diafragma pélvico. Contiene gran parte de los órganos
del tracto digestivo; algunos órganos accesorios de la digestión (hígado y páncreas); el
bazo, los riñones, las glándulas suprarrenales y los órganos reproductores internos.
La mayor parte de estas estructuras, al igual que la superficie interna de la pared,
están recubiertas por una extensa y complicada capa serosa: el peritoneo.
Para el enfoque del paciente traumatizado se distinguen cuatro áreas topográficas:
toracoabdominal, abdomen anterior, abdomen posterior y flancos, pelvis y glúteos.
HALLAZGOS. SOSPECHA.
Tomo esfinteriano disminuido o ausente. Lesión de médula espinal.
Sangre. Lesión de colon y recto.
Posición anómala de la próstata. Lesión de uretra.
Dilatación o hipotonía anal. Abuso sexual.
3.2.2. Hígado.
Es el segundo más frecuentemente lesionado en los traumatismos cerrados y el
primero en traumatismos penetrantes. Las lesiones hepáticas tienden a sangrar produciendo
shock hipovolémico por hemorragia intraabdominal, constituyendo la primera causa de
muerte en el traumatismo abdominal.
3.2.3. Páncreas.
El 80 % de las lesiones pancreáticas son leves. La mayor parte no necesitan
intervención quirúrgica. Pueden formarse seudoquistes hasta en la mitad de los casos.
3.2.4. Riñón.
La mayor parte de las lesiones son leves y menos de un 10 % requieren cirugía. La
hematuria es indicación de estudio del sistema urinario, siendo la ecografía el método
diagnóstico de elección. El tratamiento suele ser conservador.
4. INDICACIÓN QUIRÚRGICA
4.1. TRAUMATISMO CERRADO.
Sólo son quirúrgicos los pacientes hemodinámicamente inestables que no
responden a las medidas iniciales de resucitación inicial y con signos de hemorragia activa
intraperitoneal.
1. INTRODUCCION
La función primordial del tórax es la ventilación y es, por orden de prioridad, el
segundo punto de la valoración inicial. Los traumatismos torácicos constituyen el tipo de
traumatismo que con más frecuencia comprometen dicha función.
Suponen el 6-8 % de los traumatismos en la infancia. Son poco frecuentes en
niños de corta edad y su incidencia aumenta con la edad del niño. Representan la 2ª causa
de muerte por traumatismos en la infancia, sólo superados por los craneales. Por ello la
presencia de traumatismo torácico en el politraumatizado se considera un marcador de
severidad.
2. ETIOLOGÍA
La causa principal son los accidentes de tráfico (70-77 %), seguidos por las caídas
de altura (8-11 %).
3. CLASIFICACIÓN
Los traumatismos torácicos en los que no existe una solución de continuidad de la
piel se denominan romos o cerrados, y constituyen el 85-90 %. Cuando sí existe solución
de continuidad se denominan traumatismos abiertos, que representan el 10-15 %; éstos,
a su vez, se dividen en penetrantes (si alcanzan la cavidad pleural) y no penetrantes. Se
habla de traumatismos mixtos cuando existe una combinación de ambos mecanismos.
6. FISIOPATOLOGÍA
La presión negativa intrapleural y la presión alveolar evitan que los pulmones se
colapsen.
La función de las vísceras pulmonares es doble:
- Transporte de aire: a través de la vía aérea (desde las fosas nasales y la
cavidad oral, hasta bronquiolos terminales), y facilitado por el diafragma y
la musculatura de la pared torácica.
- Intercambio de gases: se realiza a nivel alveolo-capilar.
La insuficiencia respiratoria se producirá por alteración de una o de ambas
funciones.
Destacar que: la hipoxia tisular se produce por hipovolemia, desequilibrio en la
relación ventilación-perfusión y/o cambios en la presión intratorácica, y la hipercapnia
indica hipoventilación y conduce a una acidosis respiratoria.
En el shock se produce hipoperfusión tisular dando como resultado acidosis
metabólica.
C. Circulación.
C.1. Inspección.
Buscar posibles heridas en pared torácica. El hemotórax masivo y el taponamiento
cardíaco suelen ser producidos por heridas penetrantes.
- Observar color, temperatura cutánea y relleno capilar. La cianosis es un
signo tardío de hipoxia en el niño traumatizado, y su ausencia no refleja
necesariamente una adecuada oxigenación.
- La ingurgitación yugular orienta hacia un taponamiento cardíaco o un
neumotórax a tensión, pero puede faltar en el paciente hipovolémico.
C.2. Palpación.
- Observar frecuencia, amplitud y ritmo del pulso, si es palpable. La palpación
del pulso radial indica una TA sistólica > de 90 mmHg., y la del pulso femoral
una TA sistólica > 50 mmHg.
- La desviación del choque de la punta cardíaca es signo de desplazamiento
mediastínico, consecuencia de la ocupación de un hemotórax. Se puede
observar en el hemo/neumotórax y la rotura traumática del diafragma.
C.3. Auscultación.
El apagamiento de los ruidos cardíacos puede ser signo de taponamiento cardíaco
o hipovolemia profunda.
8. LESIONES TORÁCICAS
1. Lesiones con riesgo vital inmediato. Si no se trata con urgencia, llevan a la
muerte del paciente. Constituyen la primera prioridad en el tratamiento y
deben tratarse durante la evaluación inicial y resucitación.
2. Lesiones de riesgo vital potencial. Normalmente no manifiestan su gravedad
en las primeras horas tras el traumatismo, pero pueden llevar a la muerte si no
se diagnostican y se tratan adecuadamente. Constituyen la segunda prioridad
en el tratamiento, una vez completada la evaluación inicial y resucitación.
3. Lesiones con escaso o nulo riesgo. Son las más frecuentes y no suelen poner
en peligro la vida. Constituyen la tercera prioridad en el tratamiento.
9.3. PERICARDIOCENTESIS.
Material: catéter del calibre 16-18 G y de 10-15 cm., de longitud, jeringas y llave
de tres pasos.
Preparación: en posición de decúbito supino, monitorización cardíaca, oxígenoterapia
a alto flujo, preparación quirúrgica y anestesia local de la zona.
Técnica:
- Auscultación cardíaca para comprobar la situación del corazón.
- Localización del ángulo costoxifoideo izquierdo; inserción de la aguja o el
catéter conectada a la jeringa, y ejerciendo aspiración, un cm. por debajo
de dicho ángulo, con una inclinación de 45 grados en el plano sagital y con
la punta dirigida hacia la punta de la escápula izquierda. Justo al atravesar
el pericardio se observa la entrada de sangre (incoagulable).
1. VISIÓN GENERAL
No todo golpe en la cabeza, lo consideramos Traumatismo Craneoencefálico (TCE),
sino que utilizaremos esta denominación para aquellos traumas craneales, que originen
algún trastorno de la conciencia, o que produzca repercusión neurológica.
Una vez definido el TCE vamos a definir una serie de lesiones que nos podemos
encontrar:
- Conmoción cerebral: se entiende como el TCE que produce alteración
transitoria de la conciencia (máximo 12 horas), sin que se pueda objetivar
déficit neurológico alguno; también se llama concusión cerebral.
- Contusión cerebral: TCE lo suficientemente importante para provocar lesión
tisular y/o vascular.
- Fracturas craneales: hay diversas variantes; abiertas, cerradas, lineales, con
hundimiento, conminutas y base de cráneo.
- Hemorragias intracraneales: dependiendo de la zona de sangrado habrá:
hematoma epidural, hematoma subdural, hemorragia subaracnoidea y
hemorragia intraparenquimatosa.
- Traumatismos penetrantes: extraer después de examen radiológico y en
ámbito hospitalario (quirófano).
- Edema cerebral: situación de «hinchazón» del parénquima cerebral por
acumulación de líquido.
1.1. EPIDEMIOLOGÍA.
El sistema nervioso central resulta afectado en el 60-70% de todas las lesiones
relacionadas con traumatismos pediátricos y es el responsable de cerca de 200.000 ingresos
1.5. PRONÓSTICO.
Si se tratan correctamente, en la mayoría de los niños con lesiones encefálicas se
puede esperar un pronóstico relativamente bueno. Incluso los niños con traumatismos
craneoencefálicos significativos pueden volver a tener una función normal o cercana a
la normalidad.
Algunos niños no recuperan el estado de conciencia, quedando en coma vegetativo.
Se denomina persistente cuando permanece el estado vegetativo un mes después del
TCE.
Evolucionan al estado vegetativo persistente el 1-14% de los comas prolongados
por TCE y aunque no se han encontrado predictores clínicos, radiológicos o analíticos
precoces aplicables al período inicial de coma, algunas evidencias sugieren que la
presencia de disfunciones ventilatorias, postura de decorticación, anormalidades pupilares
y muy baja puntuación en la escala de Glasgow predisponen al estado vegetativo
persistente.
2. FISIOPATOLOGÍA
2.1. PRESIÓN INTRACRANEAL (PIC).
1. Distensibilidad intracraneal.
El cráneo es un compartimiento cerrado ocupado por encéfalo (y agua encefálica),
sangre y líquido cefalorraquídeo (LCR) (figura 2). El espacio ocupado por uno de estos
componentes pueden aumentar (p. ej., edema cerebral) sin producir cambios iniciales de
la PIC, gracias a la reducción compensadora del volumen de los otros componentes (p. ej.,
el LCR puede ser exprimido fuera del cráneo hacia el conducto raquídeo). Una vez que
los mecanismos compensadores se agotan, la PIC incrementará de forma sustancial para
pequeños incrementos de volumen sanguíneo, cefalorraquídeo o cerebral (figura 3A).
La TAM es la tensión arterial media. La PPC puede disminuir por aumento de la PIC
o disminución de la TAM.
En condiciones normales, la PIC es baja y la PPC depende principalmente de la
TAM. En el cerebro normal, el flujo sanguíneo permanece constante para un amplio
3. EVALUACIÓN
3.1. EXPLORACIÓN PRIMARIA.
Valoración inicial.
El primer paso en la atención del paciente con un TCE es objetivar y tratar la posible
repercusión vital del mismo; para ello valoraremos:
a. El ABC, es decir, vía aérea, respiración y circulación. Priorizaremos nuestra
actuación hacia la consecución de una vía aérea permeable, asegurar la
ventilación y la corrección de los trastornos circulatorios, por este orden.
Inmovilización cervical hasta descartar lesión medular o de columna mediante
estudio radiológico (tabla 1) y (figuras 4 y 5).
EVALUACIÓN. TRATAMIENTO.
A. VÍA AÉREA. Aspiración secreciones.
Estado vías respiratorias. Guedel.
Lesión maxilofacial o cervical. Maniobras apertura aérea.
Estridor y/o cianosis. O2 al 100%.
Collarín cervical.
Si precisa mantenimiento: intubación.
Excepcionalmente: vía transtraqueal percutánea.
B. RESPIRACIÓN. Neumotórax a tensión: toracotomía con Abocath.
Tipo y frecuencia respiratoria. Hemotórax: drenaje torácico.
Movimientos torácicos. Neumotórax abierto: sellado + drenaje.
Enfisema subcutáneo / desviación traqueal.
Timpanismo o matidez a la percusión.
C. CIRCULACIÓN. Compresión en lugar sangrado externo.
Valoración clínica del Shock: Acceso periférico (2 catéteres de gran calibre o
- Relleno capilar lento, piel fría y moteada. catéter central de doble lumen o vías intraósea.
- Pulsos periféricos débiles y taquicardia. Expansión de volemia.
- Hipertensión. Optimización de RCP básica más RCP avanzada.
Si PCR:
- RCP.
D. DISFUNCIÓN NEUROLÓGICA. Si GCS < 8:
Evaluación nivel conciencia: - Intubación e hiperventilación.
- Escala de Glasgow. - Normavolemia hipertónica.
- Tamaño y reactividad pupilar.
Tabla 1. TCE actitud “in situ”.
- Descartar que exista una lesión del cuello asociada (el 5-15% de las lesiones cervicales se
producen en traumatismos de la cabeza).
- Radiografía o tomografía computerizada (TC) de la columna cervical (incluida la 7ª vértebral
cervical).
- Indicio de fractura de la base del cráneo.
- Palpación de la cabeza y el cuello.
- Exploración general desde la cabeza al dedo del pie.
Tabla 4. Reconocimientos secundarios.
4. CLASIFICACIÓN Y MANEJO
Según la puntuación obtenida en la escala de coma de Glasgow, el traumatismo
craneal se clasifica de la siguiente manera:
- Glasgow de 14-15: traumatismo craneal leve.
- Glasgow de 9-13: traumatismo craneal moderado.
- Glasgow de 3-8: traumatismo craneal grave.
6. ESTUDIOS RADIOGRÁFICOS
Después de realizar la historia y la exploración física, pueden requerirse estudios
radiográficos para hacer el diagnóstico. La tabla 5 enumera los criterios para hacer
radiografía de cráneo tras traumatismos cefálicos «menores».
La CT de cabeza (y abdomen) es necesaria en los pacientes con puntuaciones en la
escala de coma de Glasgow menor o igual a 8 ó en los que han sufrido un traumatismo
múltiple. Estos estudios se realizan después de haber estabilizado al paciente y antes de
trasladare a la unidad de cuidados intensivos. Los pacientes conscientes, pero agresivos,
deben ser sedados y monitorizados para conseguir las mejores imágenes diagnósticas
posibles (tabla 5).
Diferentes exploraciones radiológicas:
a. Radiología simple.
Cráneo, lateral de columna cervical, unión toracolumbar y otras áreas en
caso de ameritarlo.
b. Tomografía computada de cráneo (TC).
Estudio de elección previa estabilización del paciente.
7. FRACTURAS DE CRÁNEO
7.1. FRACTURAS LINEALES SIN HUNDIMIENTO (FIGURA 8).
1. No resulta necesario ningún tratamiento en particular.
2. El tratamiento se dirige a la lesión cerebral subyacente.
3. Sólo es necesario consultar con un neurocirujano si la exploración neurológica
es anormal.
Herida en
el cuero
cabelludo
Pérdida de
conciencia
Fractura
Hemorragia
nasal
Hinchazón,
amoratamiento
Cuello
DEFINICIÓN. TRATAMIENTO.
9. HEMORRAGIA INTRACRANEAL
Las hemorragias intracraneales pueden presentarse entre el cráneo y la duramadre,
entre la duramadre y la sustancia cerebral o en el parénquima cerebral propiamente
dicho. Éstas son lesiones expansivas que pueden clasificarse como hemorragias epidurales,
CAUSA. COMPROBACIONES.
Hipoxia. Ventilación adecuada.
Rx de tórax.
Isquemia. Circulación.
Hematrocitro/hemoglobina.
Electrocardiograma.
Metabólica. Glucosa en sangre.
Electrolitos plasmáticos.
Hematoma intracraneal. Reevaluar la situación craneal.
Convulsiones. Inestabilidad o signos físicos inexplicables basándose en los signos
anteriores, o movimientos convulsivos evidentes.
Tabla 9. Lista de comprobación del deterioro secundario del nivel de conciencia.
12.4. CIRCULACIÓN.
MANIOBRAS PREVIAS:
• Tracción mandibular para la apertura de la vía aérea.
• Guedel.
• Ventilación con bolsa y mascarilla 02 al 100%.
• Acceso i.v. (si es posible).
INDICACIONES DE LA INTUBACIÓN:
• GCS < 8.
• Traumatimso maxilofacial grave.
• Insuficiencia respiratoria.
• Broncoaspiración.
• Shock establecido.
• Convulsiones.
PREMEDICACIÓN:
• Atropina 0,01 mg./kg. i.v.
• Anestésicos/sedantes:
- Si hay normovolemia: Tiopental 1-2 mg./kg.
- Si hay hipovolemia: Lidocaína 1 mg./kg./i.v.
• Midazolam 0,15 mg./kg./i.v.
• Fentanyl 2 tig./kg./i.v.
• Miorrelajantes:
- Vecuronium/Pancuronium 0,1 mg./kg./i.v.
INTUBACIÓN:
• Posición neutra y tracción craneal.
• Vía orotraqueal.
• Comprobar la colocación del tubo endotraqueal.
12.5. DIURÉTICOS.
Los diuréticos (en combinación con la restricción de líquidos) reducen el edema
cerebral al aumentar el paso de agua del espacio intersticial cerebral al espacio vascular.
Existen 3 tipos: de asa, diuréticos osmóticos e inhibidores de la anhidrasa carbónica.
1. Diuréticos de asa: Furosemida (1 mg/kg) inhibe la reabsorción de NaCI y
agua en los túbulos distales del riñón, reduce la acumulación intracelular
de Na+ y agua en el cerebro e inhibe la formación de LCR.
2. Diuréticos osmóticos: Manitol (0,25-0,5 g./kg.) es un agente osmótico que
conduce el agua cerebral extracelular a través de la barrera hematoencefálica
hacia los vasos. El resultado neto es la reducción del volumen del cerebro
normal y el aumento de la distensibilidad intracraneal.
3. Inhibidor de la anhidrasa carbónica: Acetazolamída (5 mg./kg.) impide la
recaptación del Na+ y el bicarbonato en el riñón y en los plexos coroideos.
Esto da como resultado una diuresis de Na+ y agua, y una menor formación
de LCR.
12.6. CONVULSIONES.
Después de una lesión craneoencefálica, una convulsión puede dar como resultado
un deterioro secundario considerable. Cuando se presenta, debe tratarse urgentemente.
En los traumatismos craneoencefálicos graves debe darse una dosis inicial de carga de
fenitoína (10-20 mg./kg.) y a continuación un tratamiento de mantenimiento. Se distinguen
tres tipos según la cronología de su aparición:
Inmediatas: pocos segundos o minutos después del TCE. Se atribuyen a la lesión
cerebral primaria. Habitualmente consisten en atonía o hipertonía generalizada, simétrica
y breve, pudiendo parecer movimientos cloniformes. Se producen principalmente en
niños pequeños. No están asociadas a daño cerebral y no son indicación de tratamiento
anticonvulsionante.
Precoces: aparecen durante la primera semana, frecuentemente el primer día.
Son debidas a la lesión cerebral secundaria. Aproximadamente la mitad son crisis focales
elementales, un tercio son crisis focales secundariamente generalizadas y el resto son
heterogéneas. Un 10% llegan a producir un estatus convulsivo. Son más frecuentes cuanto
menor edad tiene el niño y cuanto mayor la gravedad del traumatismo.
Tardías: después de una semana tras el traumatismo. Pueden ser parciales
12.7. ESTEROIDES.
No hay pruebas claras de efectos beneficiosos de los esteroides en el traumatismo
craneoencefálico aislado. Los esteroides pueden ser útiles en los traumatismos de la
columna vertebral.
12.8. GLUCOSA.
Las dos necesidades básicas del cerebro son O2 y glucosa. La normoglucemia es
esencial. La hiperglucemia empeorará la lesión cerebral y ha de prevenirse.
12.9. TEMPERATURA.
Normotermia o leve hipotermia.
TCE GRAVE
POSTURA PREVENIR/TRATAR
ADECUADA MONITORIZAR • Convulsiones
• Fiebre
• Deshidratación
Cabeza centrada • Hipo Na+
PIC PIC SjO2
Cabeza elevada 30º • Dolor/agitación
Objetivo Objetivo Objetivo
< 15 mmHg > 60 mmHg 55-75%
PIC= Presión intracraneal; PCP= Presión de perfusión cerebral (presión arterial media - PIC).
SiO2= Saturación venosa en el bulbo de la yugular.
2.1. EPIDEMIOLOGÍA.
Para establecer cualquier tipo de programa o sistema de asistencia es necesario
primero conocer y comprender el problema. La epidemiología estudia la relación de los
factores que determinan la frecuencia y distribución de un proceso: dónde, cómo, cuándo,
cuántos, por qué.... Su aplicación debe ir acompañada de la existencia de registros unificados
que permitan una visión global de los accidentes en zonas o países.
En los países desarrollados, los accidentes constituyen la tercera causa de muerte, y
la primera en la edad pediátrica (52 %), tras la que están los tumores (10 %). En general,
por orden de frecuencia tenemos los domésticos, laborales, y de tráfico (33 %, 31 % y 21
{ {
25-45 años (27 %).
En cifras absolutas esto representa unos 480 niños fallecidos al año por accidente
y unos 8.000 politraumatizados infantiles en accidentes de tráfico, siendo los accidentes
de tráfico los que poseen el mayor índice de politraumatismos y mortalidad infantil.
A continuación podemos observar el resultado de una encuesta efectuada en
Andalucía acerca de los accidentes (muestra: 1.485 familias).
2.1.1. Mortalidad.
El 68 % de las muertes por accidentes infantiles se producen en la «hora de oro»
según los registros del Hospital Juan Canalejo (A Coruña). Este desenlace fatal se produce
por lesiones masivas y graves del sistema nervioso central, grandes vasos, corazón e hígado.
La magnitud de las lesiones y el compromiso funcional fulminante hacen prácticamente
imposible un tratamiento eficaz. El único tratamiento posible es la prevención.
La hora de oro es la primera hora tras el traumatismo.
En una etapa intermedia (horas o días) acontece también un buen número de
fallecimientos, principalmente por compromiso funcional progresivo y grave del SNC
y/o complicaciones o evolución de las lesiones iniciales: hematoma subdural o epidural,
hemotórax, neumotórax, ruptura de vísceras sólidas, fracturas grave, etc.
En estos momentos se precisa un sistema de asistencia eficaz de valoración y
atención prehospitalaria:
- Evaluación inicial rápida y eficaz.
- Resucitación.
- Estabilización.
- Triage.
- Derivación consensuada.
- Transporte eficiente.
- Reevaluación continua y medidas terapéuticas acordes.
- Recepción en el centro especializado.
- Cuidados definitivos.
Y por último, una tercera etapa (tardía) que se produce en el ámbito hospitalario y en la
que el fallecimiento acontece por fallo multisistémico y/o sepsis. La reducción de la mortalidad
en esta fase pasa por el diseño de programas de investigación y adquisición de conocimientos
sobre los mecanismos fisiopatológicos y el tratamiento de la insuficiencia multiorgánica, control
de infecciones nosocomiales y entrenamiento en rehabilitación temprana.
a. Mecanismos de lesión.
Continuando refiriéndonos al cinturón de seguridad, su mala utilización (edad,
talla) induce a unos repartos de energía residual inadecuados motivando lesiones de
columna e intra abdominales. En cuanto al airbag destacan lesiones en la cabeza en niños
sentados incorrectamente en el asiento delantero del automóvil. En general los niños que
no iban sujetos dentro del automóvil tenían casi el doble de probabilidad de sufrir una
lesión intracraneal comparativamente con los que iban sujetos a cinturones o asientos de
seguridad. Sobre estos últimos un estudio demostró que en una prueba práctica el 65 %
de ellos no eran colocados y/o ajustados correctamente.
Existe una clara diferencia con respecto a la edad entre las lesiones en la cabeza
que sufren los niños cuando se ven involucrados en accidentes de automóvil, de manera
que cuanto más pequeños son más frecuentes son las fracturas craneales. Una de las
causas de esto puede ser la desproporción cabeza/cuerpo que existen en los primeros
meses-años de nuestra vida.
Los diferentes mecanismos de lesión podemos clasificarlos en:
- Flexión. Fracturas transversales.
- Extensión. Fracturas transversales y/o luxaciones articulares.
- Tracción. Desgarros y luxaciones.
- Comprensión. Típicas del nadador que choca con el fondo de la piscina.
Produce fracturas y lesiones cervicales.
- Torsión. Fracturas espiroideas «fractura del esquiador».
b. Conceptos biomecánicos.
Algunos de ellos ya se han mencionado de pasada.
- Intercambio de energía. El grado de lesión dependerá de la densidad del
tenido sobre el que actúa el elemento vulnerante.
- Distancia de detención. A mayor distancia de detención, la desaceleración
producida sobre el cuerpo es menor y es lo que explicaría que se sufran
2.2.2. Prevención.
Elemento sobre el que a lo largo del tema ya hemos ido dando breves pinceladas, y
es que al igual que en este capítulo, es un elemento indispensable que debe de impregnar
todos los contenidos referentes a los accidentes en general, y el pediátrico en particular,
tanto antes como después de ocurrido el traumatismo, y en cuya actividad intervienen tanto
sanitarios como otros colectivos. Ni que decir tiene que todas estas actividades se basan en
estudios epidemiológicos. Así, básicamente se pueden dividir estas actuaciones en:
Prevención primaria que sería el conjunto de medidas y actuaciones adoptadas para
tratar de evitar la producción del accidente dirigidas tanto a los niños, padres, educadores,
sanitarios y a la sociedad en general, y prevención secundaria, centrada en el conjunto
de dispositivos que tratan de evitar la producción de lesiones o reducir su magnitud de
las lesiones. En estas actuaciones entrarían desde medidas legislativas referidas a las áreas
donde se desenvuelven los niños habitualmente (casa, escuela y calle), diseño de utensilios
tanto destinados a ellos como con los que pueden entrar en contacto, hasta la formación
en medidas preventivas tanto al niño como aquellas personas que suelen estar al cuidado
de éste. Y prevención terciaria o conjunto de medidas que se adoptan para que una vez
ocurrido el hecho, reducir al máximo su alcance tanto en morbimortalidad, secuelas, coste
económico y social -registros, centros de trauma, formación de personal, rehabilitación-. A
su vez se puede dividir, desde el punto de vista docente y organizativa- ya que en términos
reales es muy difícil separarlas- en:
2.3.3. Rehabilitación.
Esta fase debe iniciarse de forma precoz (el mismo día del ingreso) -lo cual repercutirá
positivamente en la reducción de las secuelas del trauma así como los costes que ello
conlleva-, y empleando una metodología basada en los datos registrados en relación a los
resultados obtenidos: evaluación.
3. CATEGORIZACIÓN Y TRIAGE
3.1. CATEGORIZACIÓN.
Este capítulo tiene por objetivos definir el concepto de «categorización/triage»,
difundir el uso del índice de traumatismo pediátrico (ITP) como instrumento para tal fin,
conocer los principios generales para la estabilización del niño accidentado e identificar,
así como elegir el medio de transporte y el hospital de destino más adecuado.
La atención inicial se puede realizar en el lugar del accidente o en la institución
donde la víctima es derivada en primera instancia. La decisión global de tratamiento y
derivación de un paciente es patrimonio del juicio clínico-quirúrgico.
El juicio clínico se elabora sobre la base de una suma de factores, entre los cuales
figuran: el paciente y sus lesiones, la capacitación, entrenamiento del cuerpo profesional,
las facilidades e infraestructura que posee el centro en el cual se atiende al paciente.
Una vez efectuada la primera fase de atención inicial el enfermo debe ser trasladado
a un hospital de ámbito local o a un hospital de mayor nivel (centro de trauma pediátrico).
Muchas veces una decisión precipitada hace que llevemos al paciente al centro más
cercano y sea atendido por personal no entrenado en tratar a estos pacientes, por tanto
no deberemos trasladar al paciente al hospital más próximo, sino al hospital que esté
preparado y sea el más cercano.
De igual manera, recoger una víctima sin seguir unas maniobras adecuadas y
transportarlo en un vehículo no preparado hace que se retrasen maniobras vitales y/o se
causen lesiones adicionales.
Una vez que el paciente es evaluado y reanimado, se le debe categorizar para una
CATEGORÍAS.
Componente.
+2. +1. -1.
PESO. > 20 kg. 10-20 kg. < 10 kg.
VÍA AÉREA. Normal. Sostenible. Insostenible.
P. A. S. > 90 mmHg. o pulso 50-90 mmHg. o pulso < 50 mmHg. o pulsos
radial palpable. femoral palpable. ausentes.
S. N. C. Consciente. Obnubilado. Coma o descerebrado.
HERIDAS. No Menores. Mayor o penetrante.
FRACTURAS. No. Cerrada. Abierta o múltiple.
cabo en el lugar del accidente. Los parámetros que se valoran son antropométricos (peso),
funcionales (vía aérea, PAS, SNC) y anatómicos (heridas y fracturas), el conjunto de todos
ellos nos proveen de una información objetiva del impacto de la injuria.
El peso: guarda relación con el tamaño del niño, cuanto más pequeño, mayor
potencial de gravedad tienen sus lesiones.
La vía aérea: revela el nivel de atención que necesita la víctima para su manejo
adecuado. La necesidad de instrumentar o no la vía aérea es un índice de gravedad de la
injuria y del compromiso funcional del paciente.
La Presión Arterial Sistólica (PAS), es un parámetro que permite evaluar la respuesta
SUMA= 8
9 a 12 0 100
7a8 2,5 97,5
5a6 8,6 91,4
3a4 34 66
1a2 58 42
0 a -3 60 40
-4 a -6 100 0
3.2. TRIAGE.
El triage es la clasificación de pacientes en categorías, atendiendo al estado clínico
y el pronóstico vital. Por tanto, no sólo se tiene en cuenta la gravedad de las víctimas, sino
que también se valora su pronóstico más probable.
Para un adecuado «triage» es necesario contar con un sistema de categorización
como el ITP, para aplicar a víctimas individuales o en masa.
El triage de un niño politraumatizado se efectúa mediante el citado ITP y la
asociación de otras condiciones como: choque a alta velocidad o caída de altura, que la
víctima haya sido despedida del vehículo, que haya producido la muerte del conductor o
el acompañante, aplastamiento, arrollamiento, deformidad o desplazamiento de la parte
anterior o posterior del automóvil mayor de 50 metros.
También es necesario evaluar la magnitud de las lesiones, que si bien se ven reflejadas
en el ITP, es conveniente recordarlas:
- Traumatismo craneal romo o penetrante.
- Glasgow menor de 12 o deterioro progresivo.
- M.E.N. con evidencia de deterioro de focalización.
- Sospecha de lesión medular.
- Traumatismo penetrante de tórax o abdomen.
- Paciente hemodinámicamente inestable.
- Fractura pelviana.
- Fracturas múltiples.
- Asociación de lesiones.
- Enfermedades previas.
- Signos de deterioro en cualquiera de los sistemas.
- Disnea o progresión de la disnea en pacientes que han sido rescatados de
incendios.
El hecho de clasificar, determina que se elija el orden en que se va a tratar a las
víctimas y, en razón del plazo terapéutico, condiciona qué pacientes tienen prioridad de
asistencia y transporte al centro útil. Con el triage, por tanto, establecemos un orden de
prioridades en el empleo de los medios con que contamos, considerando el interés del
1. INTRODUCCIÓN
Las intoxicaciones del niño son frecuentes debido al aumento de la utilización
cada vez mayor de medicamentos, así como por el empleo de sustancias químicas más
perfeccionadas y más tóxicas en el terreno de la limpieza doméstica, los insecticidas, los
cosméticos, etc. La exposición a un tóxico o veneno no siempre causa efectos adversos;
sin embargo, en la mayoría de las ocasiones las intoxicaciones resultantes constituyen
verdaderas emergencias médicas, consideradas por algunos como «traumas múltiples de
origen químico».
En la actualidad representan un 0,4-0,5 % de las patologías atendidas en las
urgencias de un hospital, cifra que nada tiene que ver con los números que se barajaban
hace unos años y que rondaban el doble de las actuales.
De todas formas, un servicio de urgencias pediátrico no es el único lugar donde
acuden las familias ante una sospecha de intoxicación. Con mayor frecuencia, la familia
recurre al teléfono para poder contactar con su centro de salud, con el centro nacional
de toxicología o con el servicio de emergencias.
Un problema importante por su frecuencia, por sus consecuencias asistenciales y
porque pueden ser prevenidas.
2. EPIDEMIOLOGÍA
Desde el punto de vista epidemiológico, conviene resaltar una serie de aspectos:
5. CLÍNICA
- Signos clínicos.
En la mayoría de las ocasiones el niño no presenta ninguna sintomatología, tan sólo
en un tercio de los casos se producen trastornos digestivos, respiratorios, alteraciones de
la consciencia, convulsiones,…
- Tratamiento.
El pronóstico depende de la prontitud de evacuación del tóxico, de la rapidez de
actuación y de la calidad de los actos de reanimación.
El tratamiento de la intoxicación se apoya en tres normas:
- Eliminación del producto tóxico.
- Neutralización del producto por los antídotos.
- Tratamiento sintomático.
8. ACTUACIÓN PREHOSPITALARIA
1. Medidas de sostén: independientemente del tóxico, en todo niño intoxicado es
fundamental atender a los problemas respiratorios, hemodinámicos o neurológicos que
puedan poner en peligro su vida.
El objetivo del tratamiento prehospitalario y durante el transporte es corregir, si
existen, la hipoxia, hipovolemia, hipoglucemia e hipotermia.
9. ACTUACIÓN EN URGENCIAS
9.1. MEDIDAS DE SOSTÉN (OPTIMIZAR LAS MEDIDAS DE SOPORTE VITAL
INICIADAS DURANTE EL TRANSPORTE).
- Monitorizar: FC, FR, TA y temperatura rectal.
- Soporte respiratorio: vía aérea permeable, aspirar secreciones, oxígeno, y si está
indicada, intubación y ventilación mecánica.
- Si fuera preciso intubar, hay que tener en cuenta: en intoxicaciones por
organofosforados está contraindicada la succinilcolina; en sospecha de intoxicación por
anticolinérgicos no poner la atropina pre-intubación, y el pancuronio y otros relajantes
de efecto prolongado pueden enmascarar las convulsiones que producen muchos tóxicos.
- Soporte hemodinámico: monitorizar y obtener un acceso intravenoso en todos
los pacientes con intoxicación. Administraremos líquidos para corregir el shock, si existe,
con suero salino 10-20 cc/Kg. Corregir las arritmias y la acidosis.
- Soporte neurológico: si el paciente está agitado, administraremos diazepan 0,3
mg/Kg.
En pacientes en coma o con alteración de la memoria:
- Vía aérea libre. Colocar SNG.
- Vía venosa. Realizar una glucemia.
- Administrar: GLUCOSA: 0,5-1 g/Kg iv (2-4 cc/Kg. Glucosa 25 %) si hay
alteración del nivel de consciencia con hipoglucemia. NALOXONA: 1-2
mg iv, si hay alteración del nivel de consciencia con miosis, bradipnea o
sospecha de intoxicación por opiáceos. FLUMAZENIL: iv, si hay sospecha
de intoxicación por benzodiacepinas y ausencia de contraindicaciones, se
administrará a dosis 0,2-0,3 mg, cada minuto hasta un máximo de 1-2 mg.
a) EVACUACIÓN GÁSTRICA.
Se realiza eliminando el contenido del estómago por emesis inducida con jarabe de
ipecacuana o por lavado gástrico. Estas medidas son más eficaces cuanto antes se realicen,
siendo su eficacia máxima si son realizadas antes de una hora de la ingestión.
b) FIJACIÓN.
Se realiza utilizando carbón activado, el cual presenta aspecto de polvo negro y fino.
Su principal característica es que sus poros pueden atrapar toxinas, lo que lo
convierte en útil para evitar la absorción de sustancias ingeridas, sobre todo, en la primera
hora.
Eficaz frente a todos los tóxicos a excepción del plomo, litio, bario, ácido bórico,
sulfato ferroso, cianuro, ácidos y álcalis fuertes, etanol, algunos pesticidas y derivados del
petróleo. Inactiva la acción del jarabe de ipecacuana.
Indicaciones: se empleará para neutralizar todos los tóxicos frente a los que es
eficaz, sobre todo, si la ingesta se ha producido en las 2 horas anteriores.
En los casos en que se realice lavado gástrico y el tóxico lo permita, también será
recomendable su administración.
Contraindicaciones: cuando no es efectivo frente al tóxico, ingesta de cáusticos,
junto al jarabe de ipecacuana ni en intoxicaciones por paracetamol.
Dosificación y administración: lo correcto sería administrar 10 veces la cantidad del
tóxico ingerido, pero al ser un dato desconocido normalmente, se administra 1 g/Kg, de peso.
La dosis se disuelve en 4 partes más de líquido, generalmente agua, procurando que
la disolución sea perfecta, y se administra por vía oral o a través de sonda nasogástrica.
Carbón activado a dosis múltiples: en determinadas intoxicaciones está indicada la
administración de pases repetidos:
- Sustancias que tengan circulación enterohepática o enteroentérica
(antidepresivos tricíclicos, digoxina, A.A.S., fenitoína, carbamazepina y
teofilinas).
c) CATARSIS.
Se emplean junto al carbón para evitar el estreñimiento y acelerar la eliminación
del tóxico adherido al carbón activado. Parece ser que sólo el sorbitol contribuye a reducir
la absorción de algunos tóxicos.
Complicaciones: deshidrataciones hiponatrémicas y otros trastornos
hidroelectrolíticos. Los que contienen magnesio pueden producir hipermagnesemia; no
se deben utilizar catárticos oleosos, por el peligro de aspiración.
Administración de dosis única junto al carbón, para mitigar los efectos astringentes
de éste. El más inocuo es el sorbitol, la dosis es 1 g/Kg.